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INMUNOLOGÍA

Semestre VI, 2013.


María Victoria Garrido Rasmussen
TEMA 1: Introducción al funcionamiento del sistema inmune
CLASE 1, 7/10/2013.

La integridad de las barreras físicas es crítica para evitar la infección. La superficie de las mucosas es equivalente a una
cancha de tenis. A diferencia de la piel, esta capa es más fina y está especializada en intercambiar nutrientes y
compuestos de descarte, lo cual la hace más susceptible a ser invadida por patógenos.
Las superficies mucosas representan la principal vía de entrada de los patógenos. Son superficies que abarcan en
conjunto un área mayor que la superficie corporal; algunas son estructuras con epitelios
monoestratificados que cumplen funciones fisiológicas de absorción e intercambio gaseoso. Por estos motivos, las
superficies mucosas tienen órganos linfoides asociados que tienen estructuras y funcionalidad particulares para
garantizar la máxima protección del organismo sin alterar la función del órgano expuesto.

¿Qué ocurre cuando las barreras físicas y químicas son superadas?


Elementos básicos del sistema inmune: Arquitectura del SI que se compone por células (como linfocitos, granulocitos y
demás) y componentes solubles (como moléculas de reconocimiento, citoquinas,, quimioquinas, defensinas etc).

Distintas células generadas a partir de un precursor común en la médula ósea participan en el funcionamiento del sistema
inmune. Además de estas, otras células, como las endoteliales y vasculares participan en el funcionamiento de este
sistema.
Tanto los glóbulos rojos, como las plaquetas y los distintos leucocitos (glóbulos blancos) comienzan su desarrollo en la
médula ósea a partir de un progenitor común pluripotente, la célula madre hematopoiética. A partir de esta se
diferencian los precursores de la tres grandes líneas de células sanguíneas, el progenitor eritroide que dará lugar a las
plaquetas y eritrocitos; el progenitor mieloide del que se derivarán los neutrófilos, eosinófilos, basófilos y monocitos, y
finalmente el progenitor linfoide que da lugar a los linfocitos B y T, y las células ‘natural killer’ (NK).

El porcentaje normal de estas células en la circulación sanguínea es bastante variable como se anota en la figura. Como
veremos, las células derivadaS de la línea mieloide y las células NK tienen un importante rol en el funcionamiento en la
respuesta innata contra patógenos, mientras que los linfocitos B y T dan lugar a respuestas adaptadas a cada infección
particular y forman parte de los que se considera como respuesta inmune adaptativa.

Algunas de estas células migran normalmente a los tejidos, donde se diferencian y permanecen como “células
centinelas”, entre estas se encuentran los mastocitos que circulan como precursores en la sangre y completan su
maduración cuando transvasan a periferia, y los macrófagos y células dendríticas los cuales se diferencian, a partir de los
monocitos circulantes, en distintas subcategorías dependiendo del tejido en que residan. Otros leucocitos también
pueden migrar a los tejidos si son reclutados a los mismos en situaciones de infección.

¿Qué señales permiten la activación de la inmunidad? El ingreso de patógenos dispara la respuesta inmune innata a
través de “señales de peligro”. La aparición de componentes de patógenos o el daño celular que aparecen cuando se
vencen las barreras físicas constituyen señales de peligro que activan la respuesta inmune. En esta activación juegan un
rol muy importante las células residentes de los tejidos, macrófagos, células dendríticas, y mastocitos.

Estrategia de reconocimiento del SI innato: PAMPs. El SI innato funciona sobre la base de receptores de membrana o
solubles que están codificados en el ADN de la línea germinal y que evolucionaron para reconocer estructuras de
patógenos altamente conservadas (PAMPs, Patogen-Associated Molecular Patterns). Estos receptores se denominan PRR:
Pattern Recognition Receptors.
Los PAMPs corresponden a estructuras químicas del patógeno que por ser vitales para el mismo son altamente
conservados y compartidos entre varias especies. Por ejemplo los lipopolisacaridos (LPSs) que forman la cara externa de
la membrana exterior de las bacterias gram negativas, es uno de los PAMPs comúnmente reconocido por los PRRs. En
forma similar los péptidoglicanos, que dan rigidez a la pared bacteriana, y que aparecen como una espesa capa exterior
en los gram positivos y una más fina por debajo de la membrana exterior en los gram negativos, son también importante
blanco de reconocimiento de los PRRs. Otros componentes de la pared bacteriana también son reconocidos por PRRs.
Otros PRRs reconocen las estructuras de carbohidratos ricas en mananos y glucanos, características de la pared de
levaduras. En el caso de los virus, existen receptores PRRs que en la membrana celular, vesículas o en el citoplasma
reconocen estructuras que solo se encuentran en estos patógenos, como por ejemplo, regiones ricas en C y G de DNA no
metilado, y RNA de doble cadena.

El reconocimiento de PAMPs da lugar al inicio de la respuesta inmune.


El sistema inmune innato funciona sobre la base de receptores que están distribuidos estratégicamente en distintos
compartimentos celulares y también existen en forma soluble. Estos receptores están codificados en el DNA de la línea
germinal y evolucionaron para reconocer estructuras de patógenos altamente conservadas (PAMPs: Patogen-Associated
Molecular Patterns ).
Estos receptores se denominan PRRs (Pattern Recognition Receptors). Dependiendo del PRRs, la unión de los PAMPs
puede provocar distintos efectos. Por ejemplo en el caso de los TLR (Toll Like Receptors), un grupo de aproximadamente
10 receptores transmembrana con similitud estructural y
variado de reconocimiento de motivos de patógenos, la unión del ligando específico produce la señalización intracelular
que activa la células dando lugar a la secreción de citoquinas proinflamatorias, la secreción de sustancias con actividad
antimicrobiana, y la expresión de moléculas coestimulatorias que son necesarias para el curso posterior de la respuesta
inmune. En forma similar actúan otros PRRs, como los NODs y RIGs que se encuentran en el citoplasma.

En el caso de los receptores endocíticos, estos promueven la unión e internalización de microorganismos o partículas
(fagocitosis) que son destruidos en el interior celular. Estos reconocen estructuras ricas en manosa (receptores para
manosa) o glucanos (receptores para glucanos) y están presentes en todas las células fagocíticas. En estas células
también existen receptores “scavenger”
que reconocen distintos ligandos en patógenos. Muchos de estos receptores para patógenos, responden también a
ligandos propios que no deberían encontrarse en un tejido sano. Por ejemplo, algunas proteínas de shock térmico (HSP),
fragmentos de degradación de hialunoranos (polímeros de la matriz extracelular que son degradados en caso de daño
celular), ATP extracelular (como puede ocurrir cuando hay actividad plaquetaria en caso de heridas), cristales de ác. Úrico,
la presencia de células apoptóticas (células que han muerto en forma programada), etc.
El reconocimiento de productos derivados del daño celular o de la matriz celular (DAMPs) también contribuye a controlar
el inicio y finalización de la respuesta inmune.
Además de los PAMPs, muchos de los receptores para patógenos PRRs, pueden también unir ligandos resultantes del
daño celular (DAMPs) que normalmente se encuentran en el núcleo o el citosol. Además de los PRRs, otros receptores
específicos para DMAPs participan en el proceso. La unión de los DAMPs a el conjunto de estos receptores da lugar a
señales inflamatorias similares a las generadas por la activación PAMPs-PRRs.

La arquitectura del sistema inmune es crítica para que las células y componentes solubles actúen en forma coordinada.
Las células residentes de los tejidos, macrófagos, células dendríticas, y mastocitos, pueden reconocer estructuras en los
patógenos que disparan la respuesta inmune y la destrucción de los microorganismos invasores. Como resultado aparece
un foco inflamatorio que recluta células y plasma de los capilares sanguíneos, y a su vez, provoca el flujo de linfa con
células, citoquinas y antígenos hacia los ganglios. En los ganglios comenzará la respuesta inmune adaptativa.
Los órganos linfoides secundarios captan antígenos de todos los tejidos a través de la linfa (ganglios) ó directamente de
la sangre (bazo). También hay órganos linfoides asociados a las mucosas, que tienen mecanismos de muestreo
particulares para las cavidades expuestas.
Las células diferenciadas en el tejido linfoide secundario circulan y se distribuyen según su función. Alguna de las células
efectoras generadas salen del ganglio por vía linfática y llegan al sitio de infección por vía sanguínea donde ejercen su
acción.

SISTEMA INMUNE INNATO: Principio de funcionamiento.


Las distintas especies de seres vivos comparten un gran número de elementos de defensa en común: sistema inmune
innato. El sistema inmune adaptativo es característico de los vertebrados. Si bien existen ortólogos de muchas
moléculas del sistema inmune innato que son compartidas (por ejemplo los Toll-Like Receptors o péptidos
antimicrobianos (defensinas), que se han encontrado desde plantas a mamíferos), hay una serie de macromoléculas que
son características del sistema inmune de los vertebrados con mandíbulas. Estas macromoléculas, que iremos viendo a lo
largo del curso, incluyen: los
anticuerpos, el receptor de
los linfocitos T y Moléculas
del Complejo Mayor de
Histocompatibilidad. En
particular los anticuerpos y el
receptor de los linfocitos T,
son las moléculas que
confieren al sistema inmune
adaptativo la capacidad de
reconocer específicamente
virtualmente cualquier
estructura química que pueda
ingresar al organismo, y sobre
esta base montar una
respuesta inmune adaptada
al patógeno en cuestión.

El sistema inmune adaptativo es activado por la respuesta inmune innata y da a lugar a poderosos mecanismos efectores
y memoria inmunológica.
Linfocitos T y B son los elementos críticos del funcionamiento del SI adaptativo: A diferencia del sistema inmune innato
donde todas las células de un mismo tipo tienen copias idénticas de los mismos receptores, la especificidad de
reconocimiento de los receptores de los linfocitos T y B
se generan en forma aleatoria durante el desarrollo de estas células, y por tanto tienen una distribución clonal. De esta
forma cada clon de linfocitos B o T reconocerá un antígeno único, más precisamente una región o sitio de unión que se
denomina epítope.
Los linfocitos B, una vez activados, proliferan aumentando en número y se diferencian secretando anticuerpos, que son
glicoproteinas con dos sitios de unión al epitope y una región constante denominada Fc. Una vez que los anticuerpos se
unen al antígeno, muchas de las funciones efectoras (funciones por las cuales se logra la eliminación del patógeno) están
determinadas por como el Fc interacción con receptores en otras células o activa el sistema complemento.
En el caso de los linfocitos T, estos reconocen su epitope, que es siempre un péptido derivado de una proteína del
patógeno, el cual se encuentra asociado a un tipo especial de receptores de membrana (las moléculas del MHC) de la
célula blanco. De esta interacción dependerá la activación (proliferación y diferenciación) de los linfocitos T vírgenes (que
no han tenido contacto previo con el antígeno), y también sus funciones efectoras. Estas funciones efectoras,
dependiendo del tipo de linfocito T involucrado, pueden resultar en la muerte de la célula blanco, o por el contrario en su
activación o regulación.

El reconocimiento por los linfocitos B y T:


- El concepto de antígeno: Un antígeno es un microorganismo, fragmentos del mismo, moléculas o fragmentos de las
mismas que son reconocidas por los linfocitos B y T.
- El concepto de epítope: Los receptores de las células B y T reconocen regiones discretas del antígeno, esta región se
denomina determinante antigénico o epítope.
Mientras que los receptores de los linfocitos B (BCR) o su forma secretada (anticuerpos), reconocen cualquier tipo de
estructura química, el reconocimiento del receptor de los linfocitos T (TCR) está restringido a péptidos asociados a un tipo
particular de receptores celulares propios, las moléculas del MHC.

El sistema inmune adaptativo funciona sobre la base de la selección clonal:


El sistema inmune adaptativo funciona sobre la base de una distribución clonal de receptores vinculados al
reconocimiento específico. ¿Qué significa esto? Que en el proceso de generación de los linfocitos, se produce en forma
aleatoria un receptor de membrana con una determinada especificidad, es decir con la capacidad de reaccionar con
una única estructura química. De este modo, en cada célula hay una única especificidad. Nótese que este proceso
conlleva el riesgo de producir clones reactivos contra componentes propios. Es por esta razón que existen mecanismos
de tolerancia para eliminar los clones autoreactivos. Una vez que se ha generado el repertorio de linfocitos, opera un
mecanismo de selección clonal por el cual los clones con especificidad por componentes propios son eliminados,
mientras que los clones con especificidad por componentes no propios o alterados (como los de las células tumorales)
son estimulados por el antígeno para proliferar (aumento de número) y diferenciarse (cambios fenotípicos). Los cambios
fenotípicos dan lugar a la aparición de células que van a contribuir a la destrucción de la agresión (por ejemplo capaces de
secretar anticuerpos) mientras que otras se convierten en células de memoria, que aseguran una rápida respuesta en
caso de que vuelva a producirse la infección.
Las células protagonistas del sistema inmune adaptativo son el linfocito B y el linfocito T.
La función principal del linfocito B es la secreción de anticuerpos. Los anticuerpos o inmunoglobulinas son glicoproteínas
que tienen sitios de unión al antígeno y una región constante vinculada a las funciones efectoras de los mismo. Se
encuentran como receptores de membrana formando complejos con otras proteínas (BCR) o como productos solubles
secretados por linfocitos B diferenciados en plasmocitos. A través de su unión los anticuerpos
a) bloquean o neutralizan directamente al antígeno que reconocen,
b) opsonizan patógenos favoreciendo su fagocitosis por células como los macrófagos y neutrófilos, los cuales tienen
receptores que se unen a la región constante de los anticuerpos,
c) disparan la vía clásica del complemento al unirse al patógeno, y
d) median la actividad de citotoxicidad celular de las NK y eosinófilos al unirse a los antígenos expresados en células
infectadas o tumorales, o a la superficie de parásitos.
Los linfocitos T tiene una función central en la regulación de la respuesta inmune y participan además directamente en la
destrucción de los agentes agresores. Reconocen al antígeno a través de su receptor de membrana (TCR) que no se
secreta. Hay dos tipos de receptores: ALFA-BETA y GAMMA-DELTA. La función de los linfocitos T con receptores GAMMA-
DELTA es menos comprendida y nuestro conocimiento principal es sobre los linfocitos T con receptores ALFA-BETA. A
diferencia de las inmunoglobulinas que pueden unirse a un amplio espectro de estructuras químicas, los linfocitos T con
receptores ALFA-BETA solo reconocen péptidos asociados a receptores de membrana (denominadas moléculas del
complejo mayor de histocompatibilidad, MHC) presentes en células propias del individuo. Cuando un linfocito T virgen
reconoce a su antígeno (si se cumplen una serie de condiciones) es estimulado a proliferar y diferenciarse. Esta
diferenciación puede dar lugar a tres tipos de células efectoras:
a) linfocitos T citotóxicos (CTL) que actúan por ej. en las infecciones virales destruyendo la célula infectada,
b) linfocitos T inflamatorios (TH1) que colaboran con el macrófago aumentando su capacidad de destruir los patógenos
fagocitados,
c) linfocitos T colaboradores (TH2) que colaboran con él los linfocitos B en la producción de anticuerpos, favoreciendo los
procesos de maduración de la afinidad, cambio de clase y generación de linfocitos B de memoria.

La respuesta inmune adaptativa se inicia cuando las células dendríticas activan a los linfocitos T.
La mayoría de los estudios iniciales sobre las DC se hicieron a partir de las células de Langerhans (las células de
Langerhans son células dendríticas presentadoras de antígeno (células inmunes) de la piel y la mucosa). Estas células se
encuentran en la epidermis y cumplen típicas función de ‘centinelas’. Estas células están equipadas con receptores para
reconocer diferentes PAMPs (TRLs, NODs, RIGs, C-type lectins), quemoquinas y citoquinas inflamatorias. La activación por
estos receptores, por ejemplo en una infección, promueve la migración de la DC a los órganos linfoides secundarios y su
activación, para que puedan participar el la activación de otras células, particularmente los linfocitos T vírgenes. Esta
visión inicial del modo de funcionamiento de estas células se ha ido complicando, por ejemplo, algunas veces la
maduración y activación, conduce, no a la activación de la inmunidad, si no a la activación de células que regulan
negativamente la inmunidad, como las células T reguladoras. En otros casos, por ejemplo en ausencia de infección, las
células pueden madurar sin activarse, y en este caso el resultado es principalmente la anergización de los linfocitos T con
especificidad por los péptidos (propios del tejido normal en este caso) que presenta. Más aún el panorama adquirió un
grado mayor de complejidad al descubrirse la existencia de otros tipos de DCs, mostrando que el término Células
Dendríticas implica en realidad una red de células de alta heterogeneidad.

Los linfocitos T se diferencian en distintos tipos de linfocitos efectores dependiendo del patógeno causante de la
infección.
Durante su proliferación las células T CD4 o las TC8 se dividen a una alta velocidad (cada 6-8 h) y la cromatina es
modificada para activar la expresión de determinados grupos de citoquinas y/o reprimir la expresión de otros. Esa
modificación de la expresión se da a través de cambios epigénicos, es decir cambios que no afectan la secuencia del DNA
pero si el acceso a los distintos genes. Durante el tiempo que la células T completan su diferenciación, estos cambios
epigénicos de la cromatina son estabilizados, y transmitidos a las células hijas, de forma que una futura activación de la
célula T efectora dará lugar a la expresión del conjunto de citoquinas característico. Ese patrón de citoquinas sirve para
definir distintas poblaciones de linfocitos T efectores, y determina el tipo de inmunidad mediada por los distintos tipos de
linfocitos T efectores.
Así, por ejemplo, la secreción de IFN-gama por las células T TH1 coordina la respuesta inmune que facilita la destrucción
de varios tipos de patógenos, como muchos virus, bacterias y protozoarios , al activar macrófagos, células NK, y linfocitos
T CD8, y colaborar con las células B vírgenes para que estas produzcan subclases de anticuerpos como IgG1 e igG3. Por su
lado las linfocitos T TH2, que característicamente secretan IL-4, IL-5 e IL-13, coordinan la acción de eosinófilos, basófilos y
mastocitos, que típicamente actúan contra gusanos parásitos y larvas de insectos en sitios epiteliales, a la vez que
aumenta las secreciones mucosas y favorece la producción de IgE. Los linfocitos T TH17, son un grupo de caracterización
reciente que se típicamente secreta interleukinas de la familia de IL-17. Estas células actúan rápidamente al inicio de la
respuesta adaptativa y promueven la secreción por parte células del estróma, epitelio o macrófagos de IL-6, quemoquinas
inflamatorias y factores de crecimiento, que estimulan la producción y reclutamiento agudo de neutrófilos que actúan
rápidamente fagocitando los patógenos en el sitio de infección. Luego las citoquinas secretadas por la polarización de una
respuesta hacia TH1 o TH2.

Los linfocitos T reguladores son críticos para controlar la tolerancia a lo propio y la intensidad de la respuesta inmune.
A mediado de los noventa se demostró que la eliminación de la fracción de células CD25+ de una población de linfocitos T
aumentaba la incidencia de enfermedades autoinmune en ratones. De esta forma comenzó a definirse una población de
células con capacidad de regular la respuesta inmune. Estas resultaron serlinfocitos T, que se diferencian en el timo o en
la periferia a un fenotió regulador (células T reguladoras, Tregs) y que funcionan controlando la respuesta inmune. Estas
células han mostrado tener un rol central en la inducción y mantenimiento de la tolerancia, lo cual ha sido demostrado en
numerosos experimentos de transferencia adoptiva en modelos animales en los
que han mostrado su capacidad para prevenir o curar enfermedades mediadas por céluals T como, alergia, asma,
enfermedades autoinmunes, rechazo de injertos.
Generalmente las Tregs se activan con su antígeno específico, a través de su TCR, y mediante citoquinas y contactos
celulares controlan la actividad de distintas células, por ejemplo los linfocitos T effectores (TH1, TH2, TH17) modificando
la actividad, y la clase de anticuerpos, que secretan los linfocitos B, suprimiendo la activación de las células de la
respuesta inmune innata como basófilos, eosinofilos y mastocitos, y generando un fenotipo supresor en las células
dendríticas.

Además del reconocimiento de los “no propio” el SI puede activarse por alteración de lo propio.
Otra de las formas que existen en el funcionamiento del SI para denotar peligro está relacionado con el nivel de expresión
de moléculas propias.
Así por ejemplo las células denominadas natural killer (NK) que son células citotóxicas (capaz de eliminar otras células)
tienen dos tipos de receptores que envían ya sea señales de activación, o de inhibición de la actividad citotóxica, del
balance de esas señales dependerá que la célula se active. En el caso de una célula normal, estas expresan un importante
número de moléculas denominadas MHC 1, la unión de estas moléculas a los receptores inhibitorios en la célula NK,
hacen que esta no se active y no ocurre nada (como se muestra esquemáticamente en la parte izquierda de la figura). Por
otro lado, en el caso de que la célula blanco este infectada por un virus, por ejemplo, el virus puede limitar la expresión
del MHC 1, a la vez que promueve la expresión de moléculas propias de estrés (moléculas que solo se expresan en
condiciones anormales). En este caso, la interacción inhibitoria se perdió (por no estar presente MHC 1) y si aparece una
señal de activación al interaccionar las moléculas de estrés con los receptores correspondientes en la célula NK, lo cual da
lugar a la activación de esta última que determinan la eliminación de la célula blanco infectada.

La activación de los linfocitos T vírgenes depende de la estimulación que reciben de células dendríticas activadas en un
contexto inflamatorio.
La activación de las células T vírgenes en respuesta al antígeno, y su subsiguiente proliferación y diferenciación constituye
una respuesta primaria de inmunidad celular. Como resultado de esta respuesta a) aumenta el número de células que
pueden responder contra ese antígeno (proliferación), b) gran parte de las células se diferencian equipándose para
adquirir nuevas funciones efectoras (participar directa o indirectamente en la destrucción de patógenos) y c) otro
conjunto de células se diferencian dando lugar a células de memoria lo cual asegura una mejor respuesta en un segundo
encuentro con el mismo patógeno.

La tolerancia de los linfocitos contra componentes propios se establece durante su desarrollo (tolerancia central) y su
tránsito por periferia (tolerancia periférica).

La circulación celular es muy dinámica durante la respuesta, y está coordinada por la expresión de moléculas de adhesión
y quemoquínas.
Por ejemplo: Linfocitos vírgenes transvasan hacia los ganglios a través de la interacción con moléculas de adhesión de la
las vénulas del alto endotelio.

La inmunidad debe activarse con el patógeno y DESACTIVARSE con su eliminación. Las faltas en el funcionamiento del SI
se traducen en enfermedad.
- Inmunodeficiencias: Deficiencia en la capacidad para eliminar el patógeno. Pueden ser genéticas o adquiridas (VIH).
Provoca infecciones recurrentes.
- Defectos en la inmunorregulación: Es la deficiencia en los mecanismos de regulación. Puede provocar alergias, es decir
una respuesta exacerbada contra un “alergeno”, o autoinmunidad.
La autoinmunidad puede ser definida como la pérdida de la auto-tolerancia. Puede surgir de lesiones genéticas,
mimetismo molecular, o el estrés ambiental que prevalece sobre las salvaguardias del sistema inmune contra auto-
ataque (Christen y Herrath, 2004). Una vez que se superan estas medidas de protección, las acciones de la respuesta
inmune de auto muchas características con la respuesta inmune no-auto, incluyendo restringida a MHC especificidad de
antígeno y la generación de memoria inmunológica. Estos defectos en la inmunorregulación generan daño tisular, cuya
gravedad depende de la intensidad del daño y del órgano afectado.
TEMA 2 y 3: Inmunidad Innata
CLASE 2, 9/10/2013.

SISTEMA INMUNE INNATO: Defensas comunes a especies de invertebrados y vertebrados.


En el reino animal, desde los organismos más sencillos con más de una célula, hasta los mamíferos, hay elementos de
defensa que forman el SI. Como ocurre en otros ejemplos en biología, el Sistema Inmune (SI) de los organismos
superiores se construyó sobre la base de las estructuras que funcionan en organismos inferiores. Por ejemplo, la
fagocitosis (endocitosis de patógenos y posterior destrucción de los mismos en vesículas intracelulares) es un mecanismo
importante en la defensa de organismos simples como las esponjas, y que está conservado a lo largo de todo el reino
animal. Las células fagocíticas (“cito” = célula, “fago” = que come) son los primeros elementos que aparecen como
elementos de defensa. Además, hay un conjunto de moléculas que actúan como receptores de estructuras conservadas
de patógenos que también se encuentran ampliamente distribuidas en este árbol (complemento, receptor lectinas tipo C
y proteína C-receptiva). A esa plataforma común de respuesta a los patógenos se le conoce como Sistema Inmune
INNATO, debido a que involucra mecanismos de reconocimiento y respuesta, que son heredados como tales y están
prontos para funcionar rápidamente.
Los receptores moleculares que participan en la respuesta Inmune Innata para detectar a los agentes agresores están
codificados a nivel de la línea germinal y han sido seleccionados en el proceso evolutivo. En los organismos vertebrados
(solo el 1% de los seres vivos del planeta), además de este sistema inmune innato se desarrollaron mecanismos
adicionales de defensa que dan lugar al Sistema Inmune ADQUIRIDO o ADAPTATIVO. La característica principal de este
sistema es que, por un lado, funciona sobre la base de receptores de reconocimiento, que se expresan en un tipo celular
especial (linfocitos) y que tienen distribución clonal, es decir que en cada clon de linfocitos los receptores tienen una
especificidad única. Por otro lado el SI Adaptativo se caracteriza por tener un sistema que “memoriza” la forma de
responder a un dado patógeno, y de esta manera las respuesta posteriores (un segundo encuentro con el patógeno) son
más rápidas y eficientes.
En esta clase vamos a profundizar sobre los mecanismos de la Inmunidad Innata, analizando cuáles son los componentes
involucrados y los mecanismos moleculares que explican cómo éstos reconocen y destruyen a los agentes agresores.
Además, explicaremos cómo la respuesta innata globalmente induce y condiciona la respuesta adaptativa. La inmunidad
innata controla y/o limita el progreso de la infección e instruye a la inmunidad adaptativa.

Generalidades de la Inmunidad Innata


La Inmunidad Innata incluye a aquellos mecanismos de defensa que actúan en forma inmediata al ingreso de un
patógeno (virus, bacteria, gusano helminto, etc) o al daño tisular. Esto es así porque los componentes que participan son
constitutivos o rápidamente (horas) inducidos luego del reconocimiento del agente agresor. Los componentes
constitutivos actúan como centinelas que están ubicados en las puertas de entrada del organismo, y es su interacción con
el patógeno la que induce una respuesta rápida e inductora de la síntesis y movilización de otros componentes del
sistema desde la sangre al sitio del daño. Le llamamos inflamación a esa respuesta local, disparada por los componentes
constitutivos, que modifica la microvasculatura de forma de aumentar la permeabilidad y facilitar la extravasación
celular, permitiendo la llegada al tejido de moléculas y células de la inmunidad innata capaces de reforzar las defensas.
En conjunto los mecanismos de defensa de la respuesta innata limitan la entrada, proliferación y diseminación de los
patógenos. En la mayoría de los casos, son suficientes para erradicarlo y evitar la enfermedad; esto es notorio si
pensamos que en los individuos sanos, es decir con un sistema inmune normal, la frecuencia de infecciones es muy baja.
Cuando las defensas innatas son sobrepasadas por la infección, el proceso inflamatorio generado por la respuesta innata
dispara la activación de la respuesta adaptativa. Esta última involucra la activación de los linfocitos en órganos
especializados y requiere días o semanas para que sus efectos sean notorios. Si bien existen diferencias en el tiempo,
lugar anatómico y componentes que participan en las respuestas de la Inmunidad Innata y Adaptativa, esta división es
artefactual ya que los dos sistemas están estrechamente vinculados; la respuesta innata es esencial para el desarrollo de
la respuesta adaptativa, y las células y factores solubles generados en esta última hacen más eficientes los mecanismos
efectores innatos.
Por último, recordemos que a diferencia de la Inmunidad adaptativa, la inmunidad innata no genera memoria, sus
componentes no tienen capacidad de adaptarse a los agentes patógenos con que entran en contacto; las moléculas y
células de la inmunidad innata cuentan con un patrón de reconocimiento definido y limitado.
Por lo tanto decimos que la respuesta innata frente a la infección tiene dos consecuencias importantes: la primera es la
de desencadenar lo que llamamos mecanismos efectores (mecanismos que son efectivos para eliminar a los patógenos).
La segunda consecuencia de la respuesta innata es que lleva a la activación de un proceso que conocemos como
inflamación (coloración roja por la llegada de más sangre, hinchazón por la acumulación de células y líquido, dolor por la
liberación de componentes que activan las terminaciones nerviosas y también por la compresión de estas por la
hinchazón, aumento de la temperatura debido al metabolismo energético aumentado).

Como ya se mencionó en la primer clase, los componentes del Sistema Inmune incluyen componentes solubles que
circulan por la sangre y se encuentran en él líquido intersticial y una variedad de células incluyendo células de origen
mieloide (i.e. neutrófilos, eosinófilos, basófilos, monocitos/macrófagos, mastocitos y células dendríticas) y células de
origen linfoide (linfocitos B, linfocitos T y células asesinas naturales o linfocitos NK, del inglés Natural Killer).
Las células de origen mieloide forman parte del sistema Inmune Innato y se localizan en los tejidos periféricos,
particularmente en aquellos sitios que son puerta de entrada para los patógenos. Los linfocitos B y linfocitos T se
encuentran en estructuras altamente organizadas, conocidas como ganglios linfáticos, que están distribuidos en todo el
organismo.

Para que el sistema inmune sea eficiente es necesario que sus componentes cumplan con una serie de funciones que
incluyen:
- Limitar la entrada de agentes patógenos al medio interno (barreras de contención)
- Poseer mecanismos para detectar (reconocer) potenciales patógenos; notar que dada la diversidad de los patógenos
este mecanismos debería garantizar una amplia diversidad de reconocimiento.
- Acoplar el reconocimiento a mecanismos efectores adecuados, capaces de destruir al patógeno que fue detectado.
- No provocar daño en el tejido propio, lo cual implica un estricto control a nivel del reconocimiento de los motivos que
disparan las respuestas (especificidad), así como también de la intensidad que éstas alcanzan, ya que las moléculas
tóxicas asociadas a la muerte de los patógenos no son específicas. Si la intensidad de una respuesta es desmedida, sus
efectos pueden perder especificidad y alcanzar a las células vecinas.
Además, debemos recordar que la tarea del Sistema Inmune es compleja porque involucra no sólo la eliminación del
agente sino también la reparación del tejido que resultó dañado por su presencia, paso fundamental para mantener la
homeostasis. Estos mecanismos de reparación también se desencadenan cuando hay daño tisular en ausencia de
infección, como puede ocurrir en el caso de un traumatismo estéril.
Homeostasis es el estado de equilibrio dinámico que permite a los seres vivos lograr estabilidad
en las propiedades de su medio interno ‐composición de sus líquidos, células y tejidos-.

Barreras que limitan la entrada de los patógenos al medio interno


La prevención de la entrada de patógenos al medio interno es producto de un conjunto de barreras, de tipo físico,
químico y microbiológico, que forman parte de la inmunidad innata.
Las barreras físicas que separan nuestro organismo del medio ambiente son epitelios de revestimiento como la piel y las
mucosas, caracterizados porque las uniones entre las células son muy fuertes, lo cual evita que los patógenos puedan
llegar al medio interno atravesando espacios intracelulares. Generalmente se intuye que la piel es la principal barrera, sin
embargo esto es una equivocación: la piel cubre un área de aproximadamente 2 m2 mientras este valor es de 400 m2
para las mucosas. Estos epitelios de revestimiento poseen además elementos accesorios de defensa: pelos en la piel,
cilias en el epitelio respiratorio que a través de su movimiento impiden la unión directa de patógenos al epitelio.
Por otro lado, estos epitelios secretan una variedad de moléculas potencialmente antimicrobianas, como la lisozima,
enzimas proteolíticas, y péptidos capaces de intercalarse en las membranas bacterianas y ocasionar la muerte de la
bacteria (por ej defensinas). Los epitelios también secretan mucus, componente que evita la unión de los patógenos al
epitelio y facilita el arrastre y eliminación de los agentes extraños. En conjunto, estos productos sintetizados por los
epitelios constituyen barreras químicas que limitan la entrada de patógenos. El pH ácido del estómago también
constituye una barrera química, ya que no todos los microorganismos pueden resistir ese pH. Por último, la flora
microbiana natural en el lumen de los tractos digestivo y génito‐urinario es una barrera microbiológica porque controla la
instalación y el crecimiento de patógenos al competir con ellos por los sitios de unión al epitelio y nutrientes.
Péptidos antimicrobianos que impiden el ingreso de patógenos:
- Defensinas: familia de péptidos catiónicos de vertebrados con actividad microbicida frente a una amplia variedad de
microorganismos, y distintos miembros de la familia muestran actividad sobre diferentes agentes. La expresión de
defensinas es inducida por el reconocimiento del patógeno. Son secretadas por las células de Paneth, ubicadas en la base
de las criptas del intestino, las cuales tienen receptores sensibles al entorno. El mecanismo microbicida se basa en que al
ser aniónica la pared de los microorganismos, estos polipéptidos catiónicos se insertan en la membrana causando así una
pérdida de la actividad de la membrana, ya que se forma un canal que permite la salida de células pequeñas.

Principales mecanismos de eliminación de bacterias extracelulares en una respuesta innata


El inicio de la respuesta innata involucra la activación de sus componentes; en condiciones de salud éstos están en un
estado inactivo o de reposo. Los principales protagonistas que encienden la respuesta son células residentes en el sitio
de la infección, la puerta de entrada, como son las células dendríticas (inmaduras aquellas que todavía no sufrieron
cambios por el reconocimiento de un patógeno) y macrófagos (típico ejemplo de célula fagocitica); y moléculas que
componen sistemas enzimáticos presentes en el líquido intersticial (sistema complemento y de la coagulación). La
activación de estos componentes implica el reconocimiento de señales de peligro, entendiendo por tales estructuras
conservadas en patógenos (patrón molecular asociado a patógenos, PAMPs) o componentes propios que no están
presentes en condiciones de salud o resultan modificados por la infección o el daño tisular.
Uno de los principales sistemas enzimáticos que participa en respuesta a la presencia de una señal de peligro es el
sistema complemento; éste es un conjunto de proteínas que circulan en forma inactiva en el plasma y su activación
involucra secuencias de reacciones entre sus componentes ‐cascadas enzimáticas‐ que se conocen como vías de
activación.
En este teórico vamos a estudiar dos mecanismos por lo cuales el sistema se puede activar en el marco de la inmunidad
innata, conocidas como vía alterna y vía de las lectinas.
El resultado de la activación de las células de la inmunidad innata residentes en el tejido o del complemento es la
generación de productos con capacidad tóxica que median la eliminación del agente. En el caso de las bacterias
extracelulares, los principales mecanismos de muerte son la lisis celular y la fagocitosis.
Las proteínas del complemento se unen a la superficie del patógeno y algunas de ellas son capaces de generar poros en
la membrana plasmática, conduciendo a la lisis de la bacteria.
Las células fagocíticas pueden ingerir y degradar a las bacterias extracelulares en compartimentos especializados
(fagolisosomas). Las principales células fagocíticas son los macrófagos y los neutrófilos. El macrófago de alguna manera se
aproxima a la bacteria a la cual reconoció previamente, la engloba, y la internaliza dentro de la vesícula; ese es el proceso
de fagocitosis. Este proceso luego se acompaña de otra serie de acotnecimientos que cumplinan con la muerte de la
bacteria (veremos más adelante).
Como los macrófagos residen en el tejido son los primeros fagocitos en contener la infección. Por otro lado, la activación
de los macrófagos inducida por el reconocimiento de la bacteria conduce a la producción de moléculas capaces de dirigir
la entrada de células de la sangre al tejido. Las primeras células sanguíneas en alcanzar los tejidos son los neutrófilos, por
su capacidad de respuesta a los estímulos provenientes del sitio inflamatorio y porque se encuentran en mayor número
en la sangre que los monocitos, eosinófilos y basófilos. Los neutrófilos son células efectoras potentes, especializadas en
fagocitar microorganismos y células muertas.
La inflamación viene dada por moléculas que son vasoactivas y quimiotácticas. Vasoactivas quiere decir que tienen acción
sobre las paredes de los vasos. Quimiotácticas significa que son quimio atrayentes; hay células que tienen receptores
para esas moléculas que hacen que sean atraídas esas células en dirección de ese gradiente de concentración que se
genera por la presencia de esas moléculas. Como consecuencia de la fagocitosis y como consecuencia de la lisis, se
secretan componentes que generan ese tipo de componentes: moléculas vasoactivas y quimiotácticas que contribuyen a
desencadenar la inflamación. La llegada de las células sanguíneas se da como consecuencia de los eventos que ocurrieron
en el sitio; o sea, por el hecho de que las células residentes y los factores solubles reconocieron la presencia de las
bacterias, no solo se desencadenan mecanismos efectores como la lisis y la fagocitosis sino que a su vez, esos
mecanismos generan componentes que actúan sobre las paredes de los vasos y permiten que algunas de las células que
circulan en esos vasos, los atraviesen y se dirijan a donde esta el daño.

¿Qué componentes son reconocidos por el SI innato?


Los receptores de la inmunidad innata reconocen estructuras que señalizan situaciones de peligro. Estas estructuras se
agrupan en dos clases: i) derivadas de patógenos y ii) derivadas del daño tisular.

Los ligandos derivados de patógenos son estructuras que están conservadas en los patógenos porque ellas tienen
funciones vitales para éstos y por tanto no han podido variar sustancialmente a lo largo de la evolución. Así, estos
ligandos constituyen un patrón molecular asociado a los patógenos, y se los nombra como PAMPs (del inglés, Pathogen
Associated Molecular Pattern). No cualquier estructura de un patógeno es reconocida por los receptores de la inmunidad
innata.

Los ligandos derivados del daño tisular son componentes del organismo que sólo se generan o son liberados al medio
extracelular cuando ocurre un daño en los tejidos. Colectivamente estas estructuras se conocen como DAMPs (del inglés,
Damage Associated Molecular Pattern).

Como ya se mencionó, el sistema inmune innato funciona sobre la base de receptores, presentes en células o en fluidos,
que están codificados en el DNA de la línea germinal y que evolucionaron para reconocer estructuras de patógenos
altamente conservadas PAMPs, o inducidas por la infección
DAMPs. Estos receptores se denominan PRRs (del inglés Pattern Recognition Receptors).
Los PAMPs corresponden a motivos del patógeno que por ser vitales para el mismo son altamente conservados y
compartidos entre varias especies. Por ejemplo los lipopolisacáridos (LPS) que forman parte de la pared de las bacterias
gram negativas, están expuestos a los componentes de la inmunidad innata y son uno de los PAMPs comúnmente
reconocidos por los PRRs. En forma similar los peptidoglicanos, que dan rigidez a la pared bacteriana (aparecen como una
espesa capa exterior en los gram positivos y una más fina por debajo de la membrana exterior en los gram negativos), son
también un blanco importante de reconocimiento de los PRRs. Hay otros componentes de la cubierta externa de
patógenos que también pueden ser reconocidos por PRRs, por ejemplo estructuras de carbohidratos ricas en mananos y
glucanos, características de la pared de levaduras. Para la detección de los virus, existen receptores PRRs que reconocen
regiones de ADN no metilado ricas en dinucleótidos con citosina y guanina (CpG) o motivos de ARN de doble cadena, que
son estructuras de ácidos nucleicos no presentes en los vertebrados.
Señales de peligro endógenas: PATRONES MOLECULARES ASOCIADOS AL DAÑO - DAMPs:
Algunos ejemplos de motivos endógenos inducidos por trauma estéril o derivado de una infección que constituyen
ligandos de receptores de la Inmunidad Innata son:
- Componentes derivados de degradación de la matriz extracelular: ácido hialurónico y fragmentos de fibronectina.
Aparecen cuando hay daño de la célula, ya sea por politraumatismo o por acción de bacterias
- Componentes derivados de células necróticas: ATP (extracelular), cristales de ácido úrico
- Componentes derivados de la inflamación generada: Proteínas de shock térmico; Defensinas.
- Componentes modificados por productos tóxicos: lipoproteínas oxidadas. Muchos de los mecanismos líticos están
asociados a la generación de oxidantes que pueden oxidar los componentes propios.

Es importante tener en cuenta que la presencia de muchos de estos componentes no son una señal de daño en si, pero la
presencia de fragmentos de ellos, o la presencia en lugares inadecuados si es una señal de daño.

Receptores del sistema inmune innato; PRR:

A tener en cuenta: aquí al


referirnos a receptores no
solo hablamos de
receptores unidos a
membranas, sino que
hablamos en un sentido
más genérico, como
moléculas capaces de
reconocer los PAMPs y
DAMPs.

Por un lado como ejemplo


de un receptor
extracelular, soluble,
estudiaremos las colectinas
que incluyen la lectina de
unión a manosa (MBL, del
inglés mannose‐binding
protein). Lectina es un
nombre genérico que
quiere decir un proteína que reconoce carbohidratos. Como receptores celulares (estos si unidos a membranas)
analizaremos tres familias de receptores recientemente descriptos: TLRs (del inglés, Toll‐like receptors), NLRs (del inglés,
NOD‐like receptors) y RLRs (del inglés, RIG‐I likereceptors), receptores tipo lectina (es decir que también hay receptores
para carbohidratos en la membrana) y los receptores barrenderos (que en general reconocen productos de desecho).
Las funciones que pueden mediar estos receptores están influenciadas por su localización. Como se ilustra en las figuras
un receptor presente en la membrana plasmática de una célula es capaz de interaccionar con ligandos presentes en el
medio extracelular, mientras que un receptor presente en vesículas endosomales sólo podrá unir componentes que sean
internalizados por la célula y resistan los procesos de degradación que ocurren en estos compartimentos celulares.
Por esta razón, cada familia de receptores tiene que ser analizada en relación con el tipo de patógeno, ya que la
localización del patógeno (i.e. extracelular, citosólico) determinará qué receptores el sistema inmune innato son
capaces de censar su presencia y qué efectos tóxicos pueden ser desencadenados. Decimos entonces que la localización
de los receptores influye en su “función centinela”.
¿Qué significa que están codificados a nivel de la línea germinal? Tiene que ver con el hecho de que sea innato. La línea
germinal es el material, el ADN que está presente en los gametos, por lo tanto es el ADN que heredamos de nuestros
padres, y no se modifican luego a lo largo de la vida. Esta es una diferencia clara con los receptores de la inmunidad
adaptativa.
Recordar que el reconocimiento siempre va seguido de una activación para luego desencadenar los mecanismos
efectores.
Receptores en sangre y fluidos intersticiales: Colectinas y Ficolinas.

Colectinas y ficolinas tienen una


estructura similar con varios
dominios tal como se ilustra en la
figura. La región N‐terminal de
estas proteínas es rica en
cisteínas que participan en la
formación de puentes disulfuro
intercatenarios. Esta región se
continúa con un dominio tipo
colágeno (asociado a la formación
de multímeros) y un dominIo con
estructura de alfahélice que
participan en la oligomerización
de la proteína. Finalmente, el
dominio C‐terminal es responsable de la unión del ligando, el cual es siempre un carbohidrato. En el caso de las
colectinas este dominio tiene una estructura compartida con otras glicoproteínas conocidas como lectinas que también
unen azúcares (dominio C‐type lectin). En el caso de las ficolinas el dominio de unión al ligando es tipo fibrinógeno.
La colectina mejor caracterizada es la lectina de unión a manosa (MBL, del inglés, mannose‐binding lectin). Como todas
las colectinas, la MBL es una proteína oligomérica (podríamos comparar su estructura con la apariencia de un puñado de
flores; los tallos corresponderían a los dominios tipo‐colágeno y las flores a los dominios lectina); cada subunidad
reconoce manosa con una Kd del orden de 10‐3M. Sin embargo, cuando la MBL forma oligómeros la fuerza de unión a
ligandos polivalentes aumenta notoriamente, alcanzando valores de Kd del orden de 10‐9M (similar a la fuerza con la
cual los anticuerpos unen sus ligandos).
Así sólo cuando la MBL reconoce motivos ricos manosa en un oligosacárido que muestre estas monosas en una
distribución espacial adecuada, se formará un complejo estable. Los mananos son glúcidos complejos, de cadenas
ramificadas ricas en manosa; en ellos la distribución espacial de estas manosas conduce a la unión estable de la MBL.

Funciones efectoras de las Colectinas y Ficolinas:


La unión de la MBL a un ligando polivalente dispara dos mecanismos efectores:
- Opsonización de las bacterias: Esto es cuando la MBL se une a una bacteria y facilita la fagocitosis porque los fagocitos
poseen receptores que reconocen el dominio colágeno de la MBL. Las opsoninas son moléculas coadyuvantes de la
fagocitosis y los macrófagos tienen receptores para opsoninas.
- Activación del sistema complemento: La MBL une, a nivel del dominio colágeno, proteasas de tipo serina, llamadas
MASP (del inglés, MBL‐associated serin proteases). Estas proteasas están inactivas (proenzimas). Cuando la MBL se une en
forma estable a su ligando, se producen cambios conformacionales en la molécula que conducen a la activación de las
proteasas MASP.
Existen circulando en la sangre y en los fluidos intersticiales un conjunto de proteínas estrechamente relacionadas desde
el punto de vista funcional que se denominan sistema complemento. Algunos de los componentes del complemento son
susceptibles a la proteólisis por las MASP. Esta proteólisis genera fragmentos de las proteínas del complemento, algunos
de los cuales tienen capacidad de unirse a membranas biológicas y disparar efectos nocivos para la célula donde se
depositaron. En síntesis, la proteínas del complemento que estaban inactivas en circulación, adquieren propiedades
biológicas tras su activación desencadenada por la unión de la MBL a su ligando. Esta forma de activación del
complemento se conoce como vía de las lectinas.

El Sistema Complemento: Nomenclatura y síntesis.


- Consiste de aprox. 30 proteínas solubles y de membrana, constitutivamente expresadas y ampliamente distribuidas en
los tejidos.
- La mayoría de las proteínas plasmáticas se definen como componentes Ci (i =1, 2, 3 a 9). Otras se llaman factores
(factores H, I, P).
- Algunos de los componentes de membrana celular son receptores para productos del complemento (ej: CR1, CR2).

Es un conjunto de proteínas
plasmáticas que están relacionadas
desde el punto de vista estructural y
funcional. Muchos de sus
componentes son proenzimas que
circulan en la sangre y están
presentes en el líquido intersticial
en forma inactiva. Cuando estas
proenzimas entran en contacto con un agente patógeno se activan y desencadenan una serie de reacciones en forma de
cascada que se conocen con el nombre de vías de activación del complemento. Durante la activación de estas vías se
generan mediadores tóxicos e inflamatorios que contribuyen a controlar y/o eliminar al patógeno.
Las proteínas del complemento son mayormente sintetizadas en el hígado, pero algunas de ellas también son producidas
en tejidos periféricos por células endoteliales, epiteliales, fibroblastos y macrófagos.

La activación del complemento involucra una cascada proteolítica cuyo paso central es la proteolisis limitada del
componente C3

La unión de la MBL a su ligando induce la activación de las MASPs


asociadas a la MBL. Estas enzimas hidrolizan la molécula de C4
generando dos fragmentos, y el mayor de ellos llamado C4b, adquiere la
capacidad de unirse a la superficie del patógeno. El C4b depositado
muestra ahora sitios para la unión del componente C2 del complemento,
que circula en sangre como una proenzima. Cuando la unión de C2
ocurre en la proximidad del complejo MBL‐MASP, el clivaje por MASP de
un fragmento pequeño de la molécula de C2 genera la enzima activa
C2a, que se mantiene unido a la molécula de C4b. El complejo C4bC2a es
una enzima capaz de activar al componente C3 del complemento, por lo
cual se la denomina convertasa de C3.
El componente C3 del complemento consiste en dos cadenas
polipeptídicas, α y β, unidas por puentes disulfuro. La molécula posee un grupo tioéster, altamente reactivo con
nucleófilos, ubicado en la cadena α. En la molécula de C3 nativa, este enlace no está expuesto.
La activación del componente C3 del complemento implica la escisión de la molécula en dos fragmentos: C3b (el de
mayor tamaño), y C3a (un péptido de 77 aminoácidos).
Esta escisión es mediada por la convertasa de C3. El fragmento C3b contiene el grupo tioéster expuesto; la reacción de
este grupo con nucleófilos presentes en componentes de la superficie de patógenos permite anclar en forma covalente la
molécula de C3b al patógeno. Este paso es fundamental para la activación del sistema complemento, confinando los
efectos biológicos del sistema a la superficie donde se une el C3b.
A ese evento de proteolisis de C3, y ese depósito de C3, es decir, su unión covalente a la superficie donde esta el
nucleófilo que hace el ataque nucleofílico, se lo denomina activación del complejo C3.

Existen TRES vías de activación del complemento


Las tres son cascadas proteolíticas durante las cuales se generan productos biológicamente activos. Estas vías difieren en
los pasos iniciales, es decir que utilizan diferentes mecanismos para generar las
convertasas de C3.
La vía de las lectinas se dispara por la unión de la MBL a patógenos que exponen mananos (polisacárido rico en manosa)
en su superficie. Las ficolinas también pueden activar la vía de las lectinas, pero la vía de activación por la MBL es la mejor
estudiada.

La vía clásica se activa por complejos antígeno‐anticuerpo o a través de otras moléculas conocidas como pentraxinas, que
son inducidas durante procesos inflamatorios. (no la vemos ahora)
Se inicia de una forma parecida a como se inicia la vía de las lectinas pero que en lugar de involucrar el reconocimiento
por la MBL, involucra reconocimiento por moléculas de anticuerpo.

Finalmente la vía alternativa es un mecanismo que se dispara por la interacción directa del complemento con la superficie
de algunos patógenos, es decir que no requiere de la participación ni de las colectinas ni de los anticuerpos. Si bien existe
la posibilidad que la vía clásica se active también durante una respuesta innata, luego de la síntesis de pentraxinas o si
existen anticuerpos naturales específicos para el patógeno, la vía de las lectinas y la vía alterna son los mecanismos de
activación innata más estudiados. Estas dos son las que ocurren fundamentalmente en el contexto de la inmunidad
innata.

Independientemente de cual sea la vía por la cual se generan los complejos enzimáticos que dan lugar a la hidrólisis de
C3, siempre se da la escisión de C3 por una C3 convertasa. Además cualquiera sea la vía de activación, ocurren una serie
de procesos en común.
La activación del complemento conduce a pasos finales comunes a las vías durante los cuales se generan moléculas con
actividades biológicas:
i) se generan péptidos con capacidad de inducir la inflamación porque se generan moléculas quimioatrayentes (C3a, C5a).
ii) el C3b depositado sobre una superficie actúa como una opsonina, es decir que se produce una inducción de la
fagocitosis.
iii) se forma un complejo molecular capaz de insertarse en membranas biológicas y conducir a la lisis celular. Este
complejo se denomina “Complejo de ataque de la membrana” (MAC) y mediante la generación de poros en lugares
específicos produce la lisis celular.
iv) la unión de C3b a componentes del patógeno contribuye a la activación de las células de la inmunidad adaptativa
favoreciendo la producción de anticuerpos.
Vías de activación del complemento

Existen dos vías para la activación del complemento, llamadas vía alternativa y vía de las lectinas.
La activación de la vía alternativa (VA) y la vía de las lectinas (VL) si bien difieren en sus pasos iniciales, generan enzimas
homólogas para la activación del componente central del sistema, C3, y del componente C5, convergiendo finalmente
en la secuencia terminal de la cascada o vía lítica del complemento. A lo largo de la activación se forman productos
biológicamente activos que median los mecanismos directos (disrupción de membranas celulares, eventualmente, lisis
osmótica) e indirectos (opsonización e inducción de la inflamación) a través de los cuales el complemento contribuye a la
eliminación de patógenos. Además, la activación del complemento colabora en la eliminación de complejos inmunes y en
la regulación de la respuesta inmune adaptativa.

La reacción central de la cascada de activación del complemento es la conversión del componente C3 en sus fragmentos
activos C3b y C3a. Esta reacción es mediada por complejos enzimáticos denominados convertasas de C3. El C3b generado
expone un enlace tioéster altamente reactivo con grupos nucleófilos. En el plasma, un alto porcentaje de las moléculas de
C3b formadas son inactivadas tras la reacción de su enlace tioéster con el agua. Sin embargo, una pequeña proporción de
estas moléculas, reaccionan a través de su grupo tioéster con grupos amino o hidroxilo presentes en macromoléculas de
la superficie del agente que originó la activación del C3, resultando en la unión covalente de C3b a dicho agente. El C3b
unido a la superficie genera un nuevo complejo enzimático, capaz de convertir el componente siguiente de la cascada,
C5, en sus componentes C5a y C5b y, consecuentemente, disparar la activación de la vía lítica. Si el agente que disparó la
activación expone una superficie celular, el disparo de la vía lítica conduce al ensamblaje sobre dicha superficie de un
complejo macromolecular, formado por los componentes C5b, C6, C7, C8 y múltiples cadenas de C9, capaz de provocar
daño a membranas biológicas; este complejo se conoce con el nombre de complejo de ataque a la membrana: MAC (del
inglés, membrane attack complex).

Cualquiera de las dos vías genera una convertasa de C3, con nombres distintos (C3bBb vs. C4b2a), es decir que hay
componentes del complemento distintos que intervienen en la generación de una convertasa o de la otra, pero las dos
hacen lo mismo: toman C3 para generar C3b y C3a. A su vez, una molécula de C3b se asocia con la convertasa de C3 de la
vía que corresponda y genera lo que se llama una “convertasa de C5” que es igual a la de C3 solo que esta tiene un C3b
unido. Este complejo enzimático escinde C5 (otro componente del complemento) en un fragmento grande C5b y uno
pequeño C5a. Es el fragmento grande el que queda unido a la pared de la superficie de activación y allí se inicia lo que se
llama la “Vía lítica”, que es la vía que termina en la formación del complejo de ataque a la membrana MAC.
Vía de las lectinas se activa porque la MBL reconoce carbohidratos conservados en los patógenos y eso hace que la MBL
que esta asociada con una serie de proteasas de serina, se activen dichas proteasas lo cual escinde a los componentes C4
y C2 en dos fragmentos cada uno, C4a, C4b, C2a y C2b, formando así la convertasa de C3 de la vía de las lectinas: C4b2a.
Vía alternativa, la convertasa es un poco distinta, está formada por el fragmento C3b y por un fragmento de el factor B
(Bb), formando así la convertasa de C3 de la vía alternativa: C3bBb. Vemos que involucra a C3b, es decir que involucra al
producto de la propia convertasa, por lo tanto se genera un “Asa de amplificación” o “amplification loop”. Ese paso está
muy regulado, y existen una serie de inhibidores para dicho finalidad.
RECORDAR: Todos los fragmentos de complemento se llaman “a” y “b”, y en general se lo llama “b” al fragmento grande
que queda unido a la superficie y “a” al más pequeño y que queda libre. La única excepción de esta regla es con C2, ya
que vemos que en la C3 convertasa de la vía de las lectinas el fragmento que queda unido es el C2a (en bibliografía puede
encontrarse como C4b2b para no incumplir la regla general).

La activación de la vía alternativa ocurre en la ausencia de inhibidores sobre la superficie de los patógenos; El mecanismo
de activación de la VA:
Esta vía utiliza una convertasa de C3 particular, C3bBb, donde uno de sus componentes (C3b) es producto de la acción de
la convertasa sobre su sustrato. En condiciones fisiológicas C3 es activado en solución lentamente, generando moléculas
de C3b capaces de actuar como iniciadores de la VA. Sin embargo, la vía es solamente activada si el C3b generado
espontáneamente forma una convertasa de C3 estable capaz de convertir más moléculas de C3 y, por ende, amplificar la
generación de C3b. La convertasa C3bBb se forma solamente si el C3b se une covalentemente, a través de su enlace
tioéster, a macromoléculas (por ejemplo, glicoproteínas o carbohidratos de membranas biológicas). En el plasma y sobre
la superficie de las células de mamíferos, el C3b unido a macromoléculas se inactiva (interfiriendo con su unión al factor
B) y/o la convertasa formada resulta inestable, por la acción de reguladores negativos (el factor H del plasma y
proteínas de membrana). A diferencia, superficies celulares que carecen de estos reguladores y sobre las cuales el factor
H no resulta retenido, permiten la formación de convertasas de C3 estables, amplificando el depósito inicial de C3b. Así la
activación de la VA es consecuencia de la pérdida del funcionamiento de los mecanismos de autorregulación del
complemento que mantienen la vía inactiva sobre los tejidos sanos.
Finalmente, en este mecanismo de activación la convertasa C3bBb formada puede ser estabilizada por un componente
llamado factor P o properdina; la unión de P a la convertasa aumenta notoriamente su vida media.
No es como la activación de la VL, la cual requiere un reconocimiento, sino que es una vía que se activa siempre, salvo
que haya algo que la inhibe.
¿Cómo es que eso ocurre? Habíamos visto que la convertasa de C3 de la VA está formada también por C3b, o sea, C3b
forma la primera unidad de la convertasa. Hay un cierto nivel de hidrólisis en condiciones normales fisiológicas, del C3
que esta circulando en el plasma, por lo tanto decimos que hay un nivel basal de generación de fragmentos C3b.
Entonces esos fragmentos que se generan espontáneamente, al encontrarse cerca de lo que llamamos “superficie
activadora del patógeno”, es decir, una superficie (ejemplo clásico: pared de una bacteria) en la cual hay grupos
nucleófilos capaces de atacar nucleofílicamente a ese enlace tioéster y unirse covalentemente a C3b, puede haber
ataque, quedar unidos covalentemente. La vida media de este C3b es muy breve, 60 mseg, ya que el grupo tiol ester
puede ser hidrolizado por el agua (nucleófilo más abundante que tenemos). Es por esto que para que ocurra el ataque y
el anclaje a la superficie activadora del patógeno, el C3b generado debe encontrarse cerca de esta. ¿Y el factor B? El
factor B, que circula también en el plasma es degradado por una proteasa del complemento que es el factor D, quedando
unido el fragmento Bb.
Esta convertasa de C3 generada, escinde C3 a C3b y C3a y el C3b se puede seguir uniendo a la superficie activadora pero
además también se puede asociar con más factor B, es decir, se puede generar más convertasa: amplificación.
Con esto decimos que la activación del complemento por la VA es muy eficiente como mecanismo activador, ya que se da
un consumo muy importante de C3 porque la enzima genera una de las subunidades que forman parte de sí mismo.
El C3b depositado sobre la superficie también es hidrolizado por el factor I, cuyo cofactor es el factor H (ambas proteínas
del complemento).
Ahora bien, si decimos que para activarse necesita un ataque nucleofílico de una superficie activadora, ¿Por qué esto no
ocurre en la superficie de una célula? Debe estar muy finamente regulado. ¿Qué pasa en la superficie de nuestras células
para que esto no ocurra?

Existen inhibidores sobre las membranas de las células que detienen la activación de la vía alternativa; Paso de
regulación:
En el plasma y sobre la superficie de las células de mamíferos, el C3b unido a macromoléculas se inactiva (interfiriendo
con su unión al factor B) y/o la convertasa formada resulta inestable, por la acción de reguladores negativos (el factor H
del plasma y proteínas de membrana).
Los mismos eventos que ocurren en la superficie activadora de un patógeno, también se pueden dar en la célula del
hospedero. El factor H y el factor B compiten por unirse a C3b. En la superficie de los patógenos, “gana” el factor B. Sin
embargo, en la superficie de nuestras células, quién gana es el factor H.
Cuando el factor H se une a C3b, entonces ahí se inhibe la formación de la convertasa ya que ésta unión interfiere con la
unión del factor Bb.
Otra cosa que puede ocurrir es que, si ya se formó la convertasa, lo que hace es, desplazar el fragmento de B, y allí se
“acelera el decaimiento de la convertasa”, desensambla la convertasa, interfiere.
El factor I, degrada el fragmento C3b, al fragmento C3d el cual no puede seguir con la activación, ya que el factor B no se
une a éste. A esto se lo llama “inactivación de C3b por parte del factor I”.
Existen otras proteínas inhibidoras, como “el factor acelerador del decaimiento” (DAF), CR1, etc.
Este paso es de suma importancia ya que impide que se forme el “complejo de ataque a la membrana” en las células
propias.

¿Por qué C3b se une con mayor afinidad al factor H sobre la superficie de células eucariotas?

El factor H tiene varios dominios de unión a polianiones que son capaces de mediar su unión
a glicosaminoglicanos (GAGs), componentes característicos de las membranas plasmáticas
de células eucariotas (más habitual en vertebrados que en invertebrados), pero ausente en
procariotas. De esta manera las células eucariotas pueden unir y concentrar este regulador
negativo sobre su superficie, impidiendo la activación de la VA.
El mecanismo de activación de la VA funciona en base a que el C3b tiene más afinidad por el
factor B que por el factor H, por lo cual cuando B y H están en concentraciones similares se
favorecerá la formación del complejo C3bB, con la consecuente formación de la convertasa
de C3, la activación de toda la vía. Sobre la superficie del patógeno, carente de GAGs se da
esta situación. En cambio, sobre
la superficie de una célula eucariota, los GAGs favorecen la interacción de C3b con el factor H, al proveer sitios
adicionales para su interacción con la superficie. Esto determina la inhibición de la formación de la convertasa o bien
acelera su disociación; ambos fenómenos llevan a la inhibición de la activación de la vía.
Los GAGs son azúcares polianionicos.

La activación del complemento y la VÍA LÍTICA:

- La activación de la VA ocurre cuando se logran evitar los mecanismos de


control de la vía que funcionan muy eficientemente sobre las células propias.
- La activación de la VL requiere que la MBL reconozca motivos mananos;
esto dispara cambios en la estructura de la colectina que permiten su
interacción con la proteasa. MASP y la activación de esta proteasa permite
posteriormente activar los componentes C2 y C4 del complemento para
generar la convertasa de C3 de la VL; el complejo C4bC2a.
- La activación de la vía lítica es común a las dos vías de inicio de la cascada
del complemento y genera un complejo potencialmente lítico (MAC) que
media la muerte de la célula sobre la cual se activó el complemento.

El complejo C5b-9 (MAC) se ensambla en membranas celulares conduciendo a la lisis celular

Las reacciones que llevan a la formación de este complejo se muestran de modo esquemático en la imagen. El resultado
final es un poro en la membrana de bicapa lipídica, que destruye la integridad de la membrana. Esto es lo que se llama
“complejo de ataque a la membrana” o de la sigla en inglés, MAC.
Este proceso también puede ser inhibido. La proteína de membrana, Cb59, interfiere con la formación del MAC al
interferir con el sitio donde se polimeriza C9. No se forma el poro.
Los complejos C5b-9 tienen aspectos de poros que perforan las membranas celulares
La susceptibilidad a la lisis por complemento depende de la estructura de la pared bacteriana
Lisis por complemento:
Para que el mecanismo lítico ocurra los complejos C5b7 deben de insertarse en la membrana plasmática. Una vez que
esto ocurre la molécula de C8 y C9 se unen a esos complejos en forma secuencial, y se genera una estructura con forma
de poro cuando C9 polimeriza formando el complejo C5b‐(9)n (MAC).
Si la membrana plasmática de la célula blanco (i.e. bacteria) está muy protegida por estructuras compactas, el complejo
C5b7 no logra insertarse en la membrana y por consiguiente no hay formación del MAC, ni lisis. Así las bacterias gram
positivas son en general más resistentes a la vía lítica del complemento que las bacterias gram negativas.
Los complejos C5b7 en solución interaccionan con C8 y C9 y llegan a formar un complejo C5b‐9 que no tienen actividad
lítica porque ya no se puede insertar en una bicapa lipídica. La presencia de estos complejos en el líquido intersticial y en
la sangre evidencia la activación del complemento.
Las bacterias gram positivas pueden presentar, además de una cubierta más gruesa de peptidoglicano, una cápsula. Las
bacterias encapsuladas son resistentes a la lisis por complemento, lo cual sería un ejemplo de un mecanismo de virulencia
en bacterias.

Productos generados por activación del complemento


- Los fragmentos C3b y C4b son opsoninas que favorecen la fagocitosis de partículas sobre las que se activaron las vías del
complemento. La MBL y los fragmentos C3b, iC3b y C4b son opsoninas; varios fragmentos derivados de la activación del
complemento actúan como opsoninas facilitando la fagocitosis de patógenos extracelulares.

- Los fragmentos C3a, C4a y C5a son los principales mediadores de la inflamación generados por la activación del
complemento.
C3a, C4a y C5a son moléculas vasoactivas y quimiotácticas. Este tipo de mediadores son muy importantes para contribuir
a la respuesta inflamatoria.
Vemos en la imagen como estas moléculas actúan generando modificaciones en el endotelio (pared de los vasos
sanguíneos) en particular de capilares, ya que estos están recubiertos por una monocapa de células. Dichas
modificaciones llevan a que aumente la permeabilidad del endotelio y que a su vez se expresen moléculas que en
ausencia de estas componentes inflamatorios no están expresadas (moléculas de adhesión celular), las cuales veremos
que son muy importantes para mediar el ingreso al tejido de las células que venían circulando por sangre.Hay una
contracción de las células y desaparecen las uniones entre células del endotelio para poder dejar pasar, no solo moléculas
sino también otras células.
CLASE 3, 11/10/2013.

Tipos de receptores y efectos inducidos por el reconocimiento de señales de peligro;

1 - LA INFECCIÓN POR BACTERIAS

- Receptores fagocítocos
Median internalización a la
célula

Algunos de los PRR son capaces


de mediar la fagocitosis de
patógenos extracelulares como
por ejemplo bacterias.
Recordemos que la fagocitosis
es un mecanismo, dependiente
del reconocimiento por un
receptor, mediante el cual la
célula internaliza un elemento
particulado (puede ser una
bacteria, una célula muerta o
una partícula) y lo digiere en
vesículas especializadas. La
necesidad de la participación de
un receptor es lo que diferencia
la fagocitosis de la macropinocitosis (internalización de elementos presentes en el medio extracelular a través de la
emisión de pseudópodos; sin mediación de receptor). En ambos casos, la vesícula formada se puede fusionar con
gránulos o con lisosoma. El destino dentro de la célula es el mismo.

La fagocitosis de las bacterias puede ser mediada por dos vías diferentes:

1) A través de receptores para PAMPs, que promueven la unión e internalización de microorganismos o partículas. Estos
receptores reconocen estructuras ricas en manosa o glucanos (receptores lectina de tipo C) y están presentes en todas las
células fagocíticas.
En estas células también existen receptores barrenderos o “scavenger” que reconocen motivos PAMPs y también son
importantes para la remoción de otros productos de desecho (productos oxidados, cuerpos apoptóticos).

2) A través de moléculas solubles que actúan como receptores de patógenos (ej: MBL), facilitando la fagocitosis por un
mecanismo denominado opsonización. Este mecanismo funciona porque el receptor unido al patógeno actúa como un
“condimento” (opsonina) que hace mas “apetecible” la ingestión del patógeno por la célula fagocítica. La clave está en
que la célula fagocítica posee receptores para estas opsoninas.
Los receptores fagocíticos pueden inducir también otro tipo de señales en las células, por ejemplo señales que generen la
producción de citoquinas capaces de contribuir al desarrollo de la inflamación. En general, estas señales no son tan
intensas como las disparadas por otros PPRs.

Como consecuencia de la fagocitosis, a la célula le ocurren cambios, se activa. Por ejemplo, la llegada al núcleo de
moléculas, mediadores, factores de transcripción, que hacen que la célula empiece a expresar genes que codifican para
cosas que antes no se estaban sintetizando, como por ejemplo citoquinas, lo cual lleva a que se desencadene la
inflamación. La palabra “citoquina” es un término genérico que engloba a moléculas que son mediadores solubles de la
comunicación entre las células. En general se sintetizan lo que se llaman citoquinas “proinflamatorias”, es decir, las que
llevan a la inflamación.

Receptores asociados a la fagocitosis; unen directamente patógenos o componentes propios alterados:


En la figura se muestran los principales receptores involucrados en la fagocitosis de agentes extracelulares.
Observar que estos receptores poseen dominios repetidos, lo cual refleja que requieren la unión a través de más de uno
de ellos para lograr la formación de un complejo receptor‐ligando estable. Los motivos que reconocen – de naturaleza
carbohidratos‐ en general se encuentran en forma polimérica en las estructuras de patógenos. Así cuando estos
receptores se unen por varios dominios a estas
estructuras polivalentes se logra el disparo de la fagocitosis. Cada una de las interacciones entre un dominio y una
subunidad de motivo es de baja afinidad, pero el reconocimiento de muchas aumenta mucho la efectividad de la
interacción. Esta propiedad del reconocimiento por estos receptores también funciona como un mecanismo de control;
es decir que no cualquier motivo monovalente va a poder desencadenar la fagocitosis.
Además, estos receptores tienen en su cola intracitoplasmática proteínas asociadas. Hay determinados motivos en esas
secuencias proteicas, que, una vez que el receptor interacciona con su ligando, hay una fosforilación, una modificación
del llamado “dominio activador”. Es esto lo que en el interior de la célula es reconocido como señal que indica que algo
fue reconocido afuera, y se desencadenan una serie de eventos, los cuales llevan a la activación de los factores de
transcripción que migran al núcleo y determinan que la célula empiece a transcribir genes, por ejemplo, genes para
citoquinas, etc.

La MBL y fragmentos derivados de la activación del complemento son opsoninas


- Si las bacterias son capaces de activar el sistema complemento por la vía de las lectinas y/o la vía alterna, se depositarán
sobre su superficie varios fragmentos derivados de la activación del complemento que actúan como opsoninas facilitando
la fagocitosis de patógenos extracelulares.
- Existen varios receptores del complemento con esta capacidad. CR1, CR3 y CR4
- Suma de las señales que recibe la célula a través de los receptores fagocíticos y de otros receptores es lo que define el
potencial tóxico y de destrucción.
Lo que ocurre en la fagocitosis es la fusión del fagosoma con lisosoma y la degradación del contenido del fagosoma en el
fagolisosoma. A su vez, a veces las células fagocíticas pueden adquirir un potencial lítico, una capacidad agresora mayor,
al recibir otras señales además de las que recibieron a través del receptor que media la fagocitosis.

MECANISMO DE LA FAGOCITOSIS

Además de la degradación por fusión del fagosoma con el lisosoma, la fagocitosis puede llevar a otros eventos que son
todavía más tóxicos. En la imagen esta representado para neutrófilos. Sabemos que los neutrófilos no son células
residentes, pero son más eficientes en la fagocitosis que los macrófagos.
El neutrófilo fagocita, por ejemplo, una bacteria. Se forma un fagosoma y un fagolisosoma. En el fagolisosoma, además
de que actúan las enzimas hidrolíticas, ocurre lo que se llama un “estallido respiratorio”. En la membrana de ese
fagosoma se ensambla un complejo multienzimático: NADPHox.

La activación de la enzima NADPH oxidasa (NADPHox) tiene dos consecuencias:

1) Generación del ión superóxido, por reducción del O2 molecular, en un proceso dependiente de 1 electrón. Estas
especies reactivas del O son muy tóxicas y contribuyen a reforzar la acción toxica y lítica de las enzimas hidroliticas.

2) Acidificación del pH en el fagosoma, porque la translocación del electrón va acompañada de consumo de protones, por
lo cual hay activación de una ATPasa que media el movimiento de protones al endosoma, generando entonces un pH más
ácido. (Protones al interior del fagosoma)
Este pH contribuye a la activación de enzimas proteolíticas que se encuentran en los gránulos primarios asociadas a
proteoglicanos. El descenso del pH las libera, promoviendo la degradación del contenido del fagosoma. En neutrófilos
estos procesos son más intensos que en células dendríticas (DC), donde la NADPH oxidasa se ensambla en forma estable
(establizada por una GTPasa) por lo cual predomina la translocación de electrones y el consumo de protones no logra ser
balanceado por la entrada de protones. Así en las DC el pH es menos ácido que en neutrófilos y el proceso de
degradación menos intenso, lo cual tiene importancia como veremos más adelante en la participación de estas células en
la presentación del antígeno a las células T.
A su vez ocurre la activación de una enzima citoplasmática, la óxido nítrico sintetasa inducible, INOs, que genera óxido
nítrico, el cual difunde a través de la membrana del lisosoma y reacciona con las especies reactivas del O, en particular
con el superóxido, generando el peroxinitrito (mucho más tóxico) y otras especies reactivas del nitrógeno.
Tanto las especies reactivas del O (generadas por activación de la NADPHox) como aquellas derivadas del N (generadas
por inducción de la óxido nítrico sintasa, INOS) son altamente oxidantes y nitrantes; modifican proteínas y lípidos en
forma irreversible alterando funciones de moléculas vitales para el patógeno y contribuyendo a su muerte.

La contribución de la NADPHox a la destrucción de las bacterias fagocitadas se evidencia porque los defectos genéticos en
componentes de esta enzima se asocian con infecciones bacterianas recurrentes y la formación de granulomas –focos
inflamatorios donde se acumulan macrófagos y linfocitos‐ que contienen pero no logran eliminar al patógeno
(enfermedad granulomatosa crónica). No es una enfermedad incompatible con la vida, pero si genera muchas
infecciones.
¿Estos gránulos van al fagosoma o excretan su interior hacia afuera? Cuando se forma el fagosoma en la membrana del
fagosoma se ensambla la enzima NADPHox, y esta actúa liberando el superóxido al interior del fagosoma, lo cual es muy
importante ya que sino estaríamos liberando superóxido en el citoplasma lo cual podría dañar todas las proteínas de la
célula, el ADN y demás. La compartimentación en este proceso es de suma importancia. El NO se forma en el citoplasma,
pero difunde hacia adentro y la formación del extremadamente tóxico ONOO- es dentro de la vacuola.
Estos gránulos que tienen los neutrófilos también se vierten en los fagosomas para contribuir a la capacidad destructiva.

Esta claro entonces que la sola internalización de la bacteria no es suficiente para la fagocitosis. Se necesitan las proteasas
y de ser posible toda esta batería lítica (la tiene el neutrófilo muy eficiente, la tiene el macrofago cuando es activado y no
la tiene la DC más allá que ésta también fagocita, no es una célula especializada en matar)

- Receptores NO fagocíticos

La unión de los PAMPs a


receptores no
fagocíticos provoca la
activación celular,
generando moléculas
tóxicas y con actividad
proinflamatoria, e
induciendo la expresión
en la membrana celular
de receptores
involucrados en la
migración y en la
comunicación célula‐
célula.
Un ejemplo de estos PRR
son los receptores de
tipo Toll, TLR (del inglés,
Toll Like Receptors), que
constituyen un grupo de
aproximadamente 10 receptores transmembrana con similitud estructural y funcional. Los miembros de esta familia
difieren en el patrón de reconocimiento, pero la unión del ligando específico produce cascadas de señalización
intracelular similares que activan la célula dando lugar a la secreción de citoquinas proinflamatorias, sustancias con
actividad antimicrobiana, y a la expresión de enzimas y moléculas coestimulatorias en la membrana plasmática que son
necesarias para el curso posterior de la respuesta inmune.
Veremos que hay distintos tipos:
1) En membrana. Tanto en la membrana citoplasmática como en las membranas de los endosomas. Luego de reconocer
un ligando, un PAMP, manda señales al núcleo (desencadena transc. de genes de citoquina, pept. antimicrob., etc.).
También hacen que en las membranas de las células se expresen receptores que van a dirigir la migración e interacción
de estas células con otras, esto es muy importante para la relación entre la respuesta innata con la respuesta adaptativa.
2) En el citosol. Reconocen componentes de la bacteria pero sólo si éstos ingresaron a la célula. La interacción de estos
receptores con sus ligandos también desencadenan señales al núcleo.

Receptores no fagocíticos: TIPO TOLL (TRLs):

OJO! Esta imagen esta mal!!!!!!! Ver clase


La familia de los receptores tipo Toll (TLRs) incluye
un conjunto de proteínas que participan en el
reconocimiento de PAMPs. Los miembros de esta
familia tienen:
- Un dominio extracelular de unión al ligando
(reconocimiento). Dominio LRR (leucine-rich
repeats), es decir, repetidos grupos (residuos)
leucina. Diverge entre diferentes TLRs y entre
homólogos de diferentes especies, ya que hay Tolls
especializados en el reconocimiento de distintos
patógenos. Los ligandos incluyen PAMPs y DAMPs.
- Un dominio transmembrana que ancla el receptor a la membrana plasmática o de una vesícula intracelular (endosoma).
Tiene una estructura de α-hélice.
- Un dominio citoplasmático caracterizado por la presencia de un dominio globular que comparte homología con el
dominio del receptor de IL‐1 y se le conoce con el nombre de dominio TIR (Toll/IL‐1R domain). El TIR interacciona con
proteínas citosólicas involucradas en la activación de reacciones intracelulares que conducen a la liberación/activación de
factores de transcripción, que dirigen y regulan la expresión génica (El dominio citoplasmático es el dominio activador del
TRL). Une proteínas “adaptadoras”: MyD88, Tirap (Mal), TRIF y TRAM (distintas proteínas según la vía de señalización que
usen) y estas proteínas lo que hacen es activar vías de señalización.
Cuando se compara la estructura primaria de los miembros de esta familia, se observa que existen notorias diferencias en
el dominio extracelular; esto está de acuerdo con el hecho de que cada miembro de la familia reconoce en forma
específica un ligando diferente. En contraste, existe una alta homología en la estructura primaria del dominio activador, lo
cual refleja que los procesos de señalización mediados por diferentes TLRs conducen a similares cambios a nivel de la
expresión génica.

Distribución y ligandos de diferentes miembros de la familia TLR


Algunos ejemplos de TRL
- Receptores en membrana plasmática: TLR2 – se asocia con TLR1 y TLR6 - TLR4 y TLR5. Interaccionan con motivos (LPS,
lipoproteínas, flagelina, etc.) que están expuestos cuando la bacteria está intacta en el exterior celular.
- Receptores en vesículas de la vía endocítica (membrana de endosomas): sólo TLR9 relevante en la infección bacteriana.
Recientemente se vió que TLR4 y TLR2 también señalizan desde endosomas. Estos reconocen cosas cuando la bacteria
que se endocitó es degradada, reconocen en particular ácidos nucleicos. Es un refuerzo del reconocimiento, ya que si por
alguna razón los receptores de membrana no detectaron dicha bacteria, una vez que fue degradada los receptores
endocíticos si lo hacen.
El dominio extracelular de unión al ligando está enfocado hacia la luz del endosoma ya que alli estaran los ligandos.
Recordar que desde el punto de vista de la topología de las células, el interior de las vesículas es similar al exterior de las
células.

Vías de señalización desencadenadas por TLRs


Lo importante es que estos llevan a una serie de eventos dentro de la célula. No median la fagocitosis. Siempre
intervienen quinasas, siempre hay eventos de fosforilación que hacen que hayan proteínas que están en el citoplasma
que van al núcleo y activan la transcripción de determinados genes. Lleva a la expresión de:
- citoquinas (proinflamatorias) IL-1, IL-6, TNF-α,
- quimioquinas (moléculas quimioatrayentes) IL-8, MCP-1
- enzimas oxidantes (como óxido nítrico sintetasa inducible, INOs)

Receptores que inducen activación celular e inflamación;


Receptores de la familia NOD (NLRs)
Receptores tipo NOD (NOD‐Like Receptors, NLRs)

Receptores citosólicos importantes en el reconocimiento


tanto de bacterias intracelulares como de componentes de
bacterias extracelulares pero una vez que ingresan a la célula.
Constituyen una familia de PRR recientemente descrita, que contiene más de 20 miembros en mamíferos. Aunque los
ligandos y las funciones de estos receptores no se conocen aún completamente, ellos intervienen en el reconocimiento
de motivos derivados de patógenos citoplasmáticos y/o de señales de peligro (DAMPs, como ATP o cristales de ácido
úrico).
Los NLRs se caracterizan porque están formados por tres dominios:
i) un dominio central conservado, conocido como nucleotide binding oligomerization domain (NOD), que interviene en la
oligomerización del receptor en respuesta a la unión del ligando (nucleótidos).
ii) un dominio Ct, que posee repetidos ricos en leucina (LRR, del inglés, leucine‐rich repeats) y que está involucrado en la
unión del ligando, al reconocimiento (similar a TLRs).
iii) un dominio Nt que comprende el motivo efector de la molécula, con homología con dominios capaces de mediar
interacciones con proteínas accesorias de señalización intracelular (dominios CARD, Pyrin or BIR).
Expresados en células dendritas (DC), macrógfagos y algunos también en epitelios.

Hay dos conjuntos: Los nodosomas y los inflamasomas. Una vez que el dominio de reconocimiento del ligando lo
reconoce, se desencadena un evento de oligomerización (esos oligómeros se llaman nodosomas en el caso de NOD1 y
NOD2, o inflamasomas en el caso de NALP y NLRC4) y eso genera un cambio conformacional que provoca que esos
dominios Nt puedan interaccionar con las proteínas adaptadoras que están dentro de la célula y eso es lo que
desencadena la cascada de eventos que llevan las señales al núcleo. Las proteínas están presentes de manera
monomérica en el citosol, pero el reconocimiento del ligando desencadena su oligomerización.
NOD1 y NOD2
Los primeros NLRs de mamíferos que fueron descriptos en relación con su capacidad de reconocer PAMPs fueron NOD1
(también llamado CARD4) y NOD2 (también llamado CARD15), los cuales contienen uno y dos dominios CARD en su
porción Nt, respectivamente. Ambos reconocen un componente esencial de la pared bacteriana, el peptidoglicano
(PGN), pero detectan motivos diferentes dentro del mismo. NOD1 une el D‐γ‐glutamil‐meso‐DAP, que se encuentra
principalmente en el PGN de las bacterias gram‐negativas, mientras que NOD2 reconoce el motivo muramil‐dipéptido
(MDP) presente en casi todas las bacterias. Así, NOD2 actúa como un sensor más general del PGN mientras que NOD1
tiene un perfil de reconocimiento más restringido a un grupo de bacterias. Estos motivos deben de alcanzar el citosol
para poder ser detectados, ya que son receptores citosólicos; esto sería posible en el caso de bacterias que se establecen
directamente en el citosol (Shigella) o en aquellas que poseen mecanismos (por ej. porinas) que permiten el pasaje de
componentes desde el medio extracelular o desde vesículas intracelulares al citosol (Salmonella, Legionella).

Efectos inducidos a través de la señalización por NLRs:


Señalización por NLRs
La unión del ligando al receptor NLR conduce a la oligomerización del receptor, paso que es esencial para que el motivo
efector de la molécula pueda interaccionar con las proteínas accesorias y enviar señales dentro de la célula.
NOD1 y NOD2 señalizan vía la serina/treonina quinasa RIP2 (RICK,CARDIAK), mediante interacciones CARD‐CARD. Una vez
activada RIP2 media la ubiquitinación de NEMO/IKKγ conduciendo a la activación de NF‐κB y a la producción de citoquinas
inflamatorias como ser TNF‐α e IL‐6. Además de la activación de la vía de NF‐κB, la estimulación de NOD1 y NOD2 induce
la activación de quinasas de la familia MAPKs.
La importancia fisiológica de estos receptores resulta evidente ya que mutaciones en ellos se han asociado a
enfermedades inflamatorias en humanos; variación genética en NOD2 se asocia con la enfermedad de Crohn, mientras
que varios polimorfismos en NOD1 se han relacionado con el desarrollo de asma y eczema atópico.

INFECCIÓN VIRAL; mediadores de la respuesta inflamatoria.


Se describen los
principales mecanismos
de defensa durante una
infección viral, en
relación con la
localización del virus.

a) Fase extracelular: la
fagocitosis, mecanismo
de eliminación estudiado
para bacterias
extracelulares es
también potencialmente
capaz de remover las
partículas virales del
medio, pero esta
remoción es poco eficiente en términos de la eliminación del virus. La importancia de la internalización de partículas
virales por macrófagos y DCs está en la activación de estas células a través de los TLRs y RLRs, lo cual inicia una respuesta
inflamatoria y conduce a la síntesis de IFN de tipo I (α y β, fundamentales en la protección temprana de células
infectadas, y de células vecinas en las que inducen resistencia a la infección).

b) Fase intracelular: las células asesinas naturales NK (del inglés natural killer) son las principales células efectoras de la
inmunidad innata. La inflamación disparada por activación de macrófagos y DCs atrae células NK al sitio de la infección.
Las células NK pueden reconocer células infectadas por virus e inducir su muerte por apoptosis.

En el tejido tenemos las células residentes (DC, macrófago y mastocito) y tenemos un vaso sanguíneo que irriga el sitio,
por el que circulan células, entre ellas los monocitos (precursor en sangre de macrofagos y DC una vez que ingresan al
tejido), los neutrófilos y los NK (primer diferencia frente a infección bacteriana; no es que no estuvieran, es que no
participaban). También hay componentes del complemento.
Al ingresar el virus a la célula, puede ser reconocido por ejemplo por los macrófagos. A diferencia de lo que habíamos
visto antes, aqui el macrófago no comienza la fagocitosis en seguida, sino que lo reconoce y genera sustancias que
difunden, como señalización. Lo mismo puede ocurrir con DC. Estas moléculas que liberan los macrofagos o DC, son las
que llamamos “moléculas antivirales”, que de alguna manera van a contribuir a la defensa del tejido frente a ese virus.
También secretan moléculas vasoactivas y quimiotácticas (respuesta inflamatoria; promoviendo intravasación de
moléculas solubles y otras células que ingresan al tejido).
Es importante notar que el virus entra al tejido, pero tenemos también partículas virales dentro de la célula, ya que los
virus son patógenos intracelulares que para poder replicarse y propagarse necesitan la maquinaria de una célula.
Al entrar al tejido la NK, se dirige a reconocer las células infectadas e inducir la apoptosis en dicha célula.

APOPTOSIS: Mecanismo de muerte celular. Es ordenada, una serie de mecanismos llevan a que ocurra. Es programada, es
decir que hay una señal que lleva a que la célula se suicide y los mecanismos que llevan a estos procesos son mecanismos
que forman parte de la propia célula suicida. Programadas como parte del ciclo de vida de la célula. No es que una
segunda célula le trasfiere algo, sino que la célula induce que se desencadene el mecanismo de apoptosis. Es importante
notar que no se libera hacia el exterior nada del interior de la célula al medio externo.
ver animación en página
Como resumen: En el marco de la infección viral, lo importante es: el reconocimiento del virus por parte de las células
residentes, la activación de las células residentes como consecuencia de ese reconocimiento, la generación de
mediadores como consecuencia de esa activación (generación de moléculas antivirales y ademas moléculas
inflamatorias), el ingreso de las células que se encontraban en los capilares, la inducción de la muerte (apoptosis) por
parte de las NK.

Tipos de receptores y efectos inducidos por el reconocimiento de señales de peligro;

1 - LA INFECCIÓN VIRAL
Si observamos la imagen, en la esquina inferior izquierda, vemos que se representa una DC y un macrófago. En la imagen
análoga para infección por bacterias, también había un neutrófilo. En el caso de infección viral el neutrófilo no esta; son
protagonistas muy importantes de reconociemiento y combate a bacterias pero no tanto contra virus.
En relación con la fagocitosis de partículas virales; la opsonización por complemento favorecería el reconocimiento e
internalización de las partículas virales por células fagocíticas; sin embargo no todos los virus son capaces de activar el
complemento. En este caso, el ingreso del virus tanto a los macrófagos como a las DC, se da fundamentalmente por una
macropinocitosis (mecanismo de internalización NO mediado por receptores). Esto indica que los receptores fagociticos
no son muy importantes en el caso de infección viral. ¿Cuándo puede haber fagocitosis? Cuando la cubierta del virus
tiene la capacidad de activar el complemento, es decir, si la partícula viral puede opsonizarse.
En relación con la activación de vías de señalización celular, los principales PRR que participan en el reconocimiento de
motivos virales son los TLRs (TLR3, TLR7, TLR8 y TLR9) y los RLRs (receptores de la familia de RIG‐I). Estos receptores
reconocen específicamente moléculas como ARN (simple y doble hebra) y ADN viral.

Distribución y ligandos de miembros de la familia TLR involucrados en el reconocimiento de motivos virales


TLR3 y TLR7
TLR3 y TLR7 son receptores presentes en vesículas de la vía endosomal que reconocen motivos de RNA viral de doble y
simple hebra, respectivamente.
En el caso de los virus, los TLR que participan fundamentalmente son los TLR que están en los endosomas, porque los
PAMPs virales son por excelencia los ácidos nucleicos (material genético), aunque también puede haber reconocimiento
por componentes de la cubierta.
Estos receptores disparan vías de señalización que se asocian a la producción de citoquinas proinflamatorias e
interferones de tipo‐I.

Vías de señalización desencadenadas por TLR9 y TLR3


En este caso además de la producción de citoquinas proinflamatorias (IL‐1, TNF‐alfa) se secretan interferones de tipo I
que tienen actividad antiviral.

Efectos antivirales inducidos por los IFN del tipo I


Los interferones de tipo I producidos por las células infectadas o por células del sistema inmune innato en un tejido
infectado actúan sobre las células vecinas para inhibir la replicación viral por una multiplicidad de mecanismos,
actuando virtualmente a cualquier paso del ciclo de vida viral.
Hay 3 mecanismos mejor caracterizados:

1. Inhibición de la traducción: En muy bajos niveles las células expresan una proteína quinasa PKR que actúa como un
receptor soluble distinguiendo ARN de doble hebra viral de ARN celular (principalmente lo distingue de ARNt). La
activación por interferón de tipo I aumenta la expresión de PKR, y solo en estos niveles puede afectar la replicación
viral. Esto es consecuencia de que PKR fosforila un factor que interviene en la maquinaria de la traducción de ARNm y de
esa manera inhibe en forma indiscriminada la síntesis proteica en la célula infectada.

2. Degradación del ARNm: También la activación por el receptor de interferón tipo I conduce a la síntesis de una
oligoadenilato sintetasa. Esta enzima sólo sintetiza los oligonucleótidos oligo‐A si se une a ARN de doble hebra. Estos
oligos activan una RNAsa L que es capaz de degradar ARNm, y ARN ribosomal inhibiendo así la síntesis proteica.

3. Inhibición de la transcripción; Inhibición del ensamblaje del virus: Las proteínas Mx, son GTPasas que forman
estructuras multiméricas y pueden desensamblar partículas virales. Todas sus funciones no se comprenden aún en
profundidad. Se frena la maquinaria que lleva a la síntesis de los componentes del virus (y también de los componentes
celulares)

Receptores que inducen activación celular e inflamación; Receptores de la familia RIG (RLRs)

Receptores RLRs (RIG‐I ‐like receptors)


Son receptores citosólicos, importantes en el
reconocimiento de virus. Expresados en DC,
macrófagos, fibroblastos y células epiteliales.
Poseen dominios CARD, helicasa y un dominio Ct
llamado “represor” (RD). En RIG-I, el dominio RD
estaría involucrado en el reconocimiento del
ligando.
Los receptores RIG‐I, Mda5, y LGP2 pertenecen a la superfamilia de helicasas 2 o ATPasas. Ellos comparten motivos
helicasa conservados que median la unión a ATP y ácidos nucleicos, y se ha comprobado que tienen actividad helicasa. La
hidrólisis de ATP es típicamente estimulada por el enlace de ácidos nucleicos y resultaría en cambios conformacionales
del complejo proteína‐ARN.
RIG‐I y Mda5 reconocen diferentes tipos de virus. RIG‐I se une a una variedad de motivos virales (virus de la Hepatitis C,
Sendai virus, Influenza virus, virus de la estomatitis vesicular, rabia y encefalitis japonesa). Mda5 parece detectar sólo
picornavirus.
Estudios recientes sugieren que RIG‐I distingue ARN viral de ARN de origen eucariota porque reconoce modificaciones en
los extremos 5′ del ARN (une grupos 5’ trifosfatos) que son típicas de los virus. Además, RIG‐I podría unir ARN de doble
hebra.
Mda5 se activa por unión a ARN de doble hebra y a análogos de polímeros ricos en inosina e citosina (poly[I:C]); sin
embargo el motivo determinante de la unión no se ha descrito.
LGP2 es una proteína que muestra homología con RIG‐I y Mda5, pero pierde el dominio efector CARD y por esa razón se
postula que podría actuar como un inhibidor.

Efectos inducidos por la activación a través de RLRs: inducción de IFN de tipo I (α/β) e ILs proinflamatorias

Señalización por RIG‐I


RIG‐I es un receptor intracelular para ARN viral. Posee un dominio helicasa de unión a ARN viral y dos dominios en
tandem CARD en el extremo Nt.
El enlace del ARN al dominio helicasa induce un cambio conformacional que expone el dominio CARD e inicia una cascada
de señalización intracelular.
IPS‐I es una proteína mitocondrial que también posee un dominio CARD y puede mediar la activación de factores de
transcripción como NF‐κB e IRF3, debido a que activa IKK and TBK‐1/IKK. Una vez activados, NF‐κB e IRF3 se translocan al
núcleo y participan en la transcripción de citoquinas proinflamatorias e IFN de tipo I, respectivamente.
La localización de IPS‐I en la mitocondria parece ser crucial para la activación ya que se ha comprobado que el virus de la
Hepatitis C evade la señalización por RIG‐I por medio de una proteasa que libera a IPS‐1 de la mitocondria.
Los efectos del reconocimiento por parte de estos receptores RLRs son análogos que las que vimos para TLRs. Se
sintetizan interferones del tipo I y citoquinas proinflamatorias; una vez que se reconocen los componentes se generan
una serie de señales que activan la transmisión de este mismo conjunto de moléculas.

Mecanismo de activación de linfocitos NK

Las células NK poseen una variedad de receptores que utilizan


para cumplir su función centinela, buscando detectar
alteraciones asociadas a infecciones o transformaciones
malignas. Muchos de sus receptores de las células NK no están
completamente caracterizados, pero se conocen dos grandes
grupos:
1‐ Receptores capaces de inducir señales que activan a la célula
(esquematizadas con flechas rojas), y colectivamente se los ha
llamado KAR (del inglés, Killer Activating Receptor).
2‐ Receptores que disparan señales de inhibición de la
activación celular, llamados colectivamente KIR (del inglés,
Killer Inhibiting Receptor). Entre los ligandos de estos
receptores, el más conocido es la molécula del complejo mayor
de histocompatibilidad de clase I, MHC‐I (sistema de molécula
que muestra al exterior lo que se sintetiza dentro)
El balance entre estas señales determina si la NK se activa o no.
Cuando una célula NK interacciona con una célula sana (panel
izquierdo, figura central), las señales recibidas a través del KIR
predominan y la célula NK no se activa.
Por el contrario, cuando una célula NK interacciona con una
célula infectada o transformada, las señales provenientes del
KIR desaparecen (panel izquierdo, arriba) o bien las señales
mediadas por el KAR se hacen mucho más fuertes (aumento de
las señales de estrés). El balance en cualquier caso es la
activación y el desencadenamiento de un mecanismo tóxico que
mata a la célula blanco por apoptosis.
Por ser una célula de la inmunidad innata, sabemos que las NK tienen un reconocimiento de patrones de cosas, pero no
reconocimiento fino y específico. Además, como los TLRs y RLRs son receptores de células residentes (por ejemplo
macrófagos, DC), sabemos que los NK no tienen TLRs ni RLRs, reconocen mediante el método recién explicado.

NK destruyen células MHC-I que expresan señales estimuladoras o células que no expresan MHC-I. Muchos virus como
parte de sus mecanismos de evasión, inducen una disminución de la expresión de los complejos de MHC-I, pero el
linfocito NK sensa eso como algo que induce su inactivación y provoca la apoptosis.

La célula que está activada induce la muerte de la célula infectada


por apoptosis. La célula blanco, una vez que contacta con la célula
NK y la NK se activa por reconocimiento, desencadena el
mecanismo de apoptosis. La serie de pasos es muy característica. Se
achica, se condensa su cromatina, hay cambios en el núcleo, el
núcleo se fragmenta y genera lo que se denomina “cuerpos
apoptóticos”. Todo queda siempre encerrado por una membrana,
no hay liberación del medio interna al externo. Los cuerpos
apoptóticos son luego removidos por los fagocitos.

La calidad e intensidad de la respuesta innata determinan el tipo e intensidad de la respuesta adaptativa

En el esquema presentado, de lo que puede haber pasado en el tejido por la consecuencia de la presencia de un antígeno
(o patógeno). Sabemos que “pasó algo” por la presencia de células como macrófagos (que en un tejido sano no estarían
presentes); hay un proceso inflamatorio. El hecho de que el tejido esté inflamado y que se hayan expresado determinadas
moléculas en los vasos también tiene la información necesaria para que los protagonistas de la inmunidad adaptativa que
se van a generar después sepan donde tienen que ingresar.
La influencia de la inmunidad innata en el desarrollo de la inmunidad adaptativa
Como ya vimos la respuesta innata es fundamental para dirigir el tránsito de las células y moléculas acumuladas en el sitio
de la infección a los órganos donde se encuentran los linfocitos, capaces de iniciar la respuesta adaptativa.
Además de actuar como fuerza que impulsa este transporte al ganglio, la respuesta innata imprime su sello a la respuesta
adaptativa a través del mensaje que llevan el conjunto de moléculas sintetizadas localmente que son transportadas al
ganglio.
Las citoquinas y las moléculas sintetizadas durante la respuesta innata actúan como estímulos importantes para la
activación de los linfocitos en el ganglio. Cada tipo de patógeno es censado a través de un conjunto particular de PPRs,
que inducirá la síntesis de un conjunto determinado de interleuquinas y quimioquinas, que podrá variar en calidad y
cantidad respecto al inducido por otro patógeno. Así, este conjunto de mediadores llevan al ganglio una información
particular que es descifrada de alguna manera por las células de la respuesta inmune adaptativa para desarrollar
mecanismos efectores adecuados para eliminar ese patógeno. La respuesta innata influencia la calidad de la respuesta
adaptativa.
Tipicamente, la DC (también macrofagos pero más las DC) pierde su tropismo por el tejido y adquiere un tropismo para
migrar al tejido linfático (ganglios). Por el vaso linfático aferente llega al ganglio linfático más cercano y ahí lo que hace es
interaccionar con las células presentes en dicho ganglio. La DC es el “mensajero” que lleva la información de lo que
sucedió en el sitio, al ganglio linfático, que es dónde se activan los protagonistas de la inmunidad adaptativa. Esta
información depende de lo que reconoció. En el ganglio se activan linfocitos T y B generando células efectoras y de
memoria, y las células efectoras llegan a través de la sangre porque salen por la linfa y luego llegan a la sangre, al sitio
inflamatorio y cooperan con las células de la inmunidad innata. Así vemos como la respuesta se “adapta” al patógeno y de
ahí viene el nombre: Inmunidad Adaptativa.
Los linfocitos efectores, específicos para el patógeno, generados en el ganglio salen del ganglio a través de la linfa y son
volcadas en la sangre. Cuando estos linfocitos alcanzan el sitio inflamatorio pueden extravasar porque a diferencia de los
linfocitos vírgenes (no activados por el antígeno) presentan las moléculas de adhesión necesarias para unirse al endotelio
y atravesarlo. Así, los componentes efectores generados en la inmunidad adaptativa se suman a la acción de las células
efectoras de la inmunidad innata para eliminar al patógeno.

El ganglio linfático es el sitio donde entran en contacto los linfocitos con los componentes de la inmunidad innata
Los linfocitos B y T maduros, que expresan los receptores BCR y TCR respectivamente pero nunca han entrado en
contacto con el antígeno, no tienen capacidad para ingresar en los tejidos periféricos, pero sí en los ganglios. Los ganglios
son el punto de encuentro de estas células con los componentes de la inmunidad innata. Son estructuras a las que llegan
vasos sanguíneos que presentan “sitios de entrada” para los linfocitos circulantes; es decir hay lugares específicos en el
endotelio de estos vasos que permiten el pasaje de los linfocitos al ganglio. Por otro lado, los ganglios colectan el líquido y
las células del tejido periférico a través de la circulación linfática; llegan al ganglio vasos linfáticos aferentes y salen de él
vasos linfáticos eferentes.
Al observar un esquema de la circulación sanguínea (dirigida por las contracciones del corazón) y la circulación linfática, se
puede observar cómo el endotelio de los capilares linfáticos es una monocapa de células delgadas que interaccionan en
forma laxa con sus vecinas, permitiendo el pasaje de líquido y células a la luz del vaso.
La circulación linfática, a diferencia de la circulación sanguínea, no tiene un fuerza impulsora porque no tiene un órgano
de bombeo como es el corazón. El flujo de la linfa se da fundamentalmente por diferencias de presión.

¿Cómo está dirigido el transporte del antígeno y las células presentadoras al ganglio linfático?
Para que los linfocitos B y T puedan activarse los antígenos en su forma nativa y células presentadoras de antígeno deben
de ingresar al ganglio linfático. Este transporte es facilitado por la respuesta inflamatoria generada durante la respuesta
innata. A continuación vamos a analizar a través de qué mecanismos ocurre la inflamación y cómo esta respuesta
contribuye a la activación de los linfocitos en el ganglio.

¿Cómo se desarrolla la inflamación durante una respuesta innata?

La inflamación puede ser inducida por la activación del complemento o de las células residentes
Recordemos que en el caso de una infección bacteriana hay varios mecanismos que pueden conducir a la formación de
mediadores inflamatorios.
Las bacterias son potencialmente capaces de activar el complemento; en general la activación de la vía alterna es
posible dada la ausencia de moléculas de regulación de esta vía en la mayoría de las bacterias. La activación de la vía de
las lectinas depende de la capacidad de unir a las colectinas (MBL o ficolinas), que puede variar entre diferentes
microorganismos. La activación del complemento genera péptidos vasoactivos como ser C3a, C4a, C5a.
Por otro lado, las bacterias pueden ser reconocidas por PRRs, especialmente de la familia Toll, presentes en los
macrófagos y células dendríticas. Este reconocimiento conduce a la secreción de citoquinas de tipo inflamatorio como IL‐
1, el factor de necrosis tumoral alfa (TNF‐alfa), IL‐8. Estas moléculas actúan en forma concertada para promover cambios
en la microcirculación que permiten aumentar la permeabilidad de los capilares sanguíneos y promueven la extravasación
de células desde la sangre. Finalmente, la estimulación de mastocitos por los componentes C3a, C4a y C5a y de las
citoquinas, conduce a la desgranulación de estas células y la liberación de histamina y otros componentes con
propiedades vasoactivas.

La inflamación puede ser inducida por la activación del complemento o de las células residentes
En el caso de la infección viral, los mediadores inflamatorios también pueden derivar de la activación del complemento o
de las células residentes, especialmente dendríticas y macrófagos.

¿Cuáles son los efectos de los mediadores de la inflamación sobre los vasos sanguíneos?

A nivel de los vasos capilares y


vénulas post‐capilares se pierde
la capa de músculo liso que
rodea al endotelio de las
arterias y arteriolas. Esto
permite la extravasación celular
a esta altura, ya que las células
sólo encuentran como barrera
una monocapa celular.
Los mediadores
proinflamatorios contribuyen al
aumento del flujo sanguíneo, a
la vasodilatación y al aumento
de la permeabilidad de los
vasos. Estos dos últimos
fenómenos se asocian con la contracción de la célula endotelial (observar la figura superior de la izquierda); la
vasodilatación aumenta el diámetro del vaso y las células se contraen y separan, facilitando el pasaje de líquido y células
hacia el tejido.
Los mediadores inflamatorios también contribuyen a la detención de las células sanguíneas en esta zona de la
vasculatura porque inducen la expresión de moléculas de adhesión en el endotelio para las cuales los leucocitos de la
sangre poseen receptores.

La inflamación media el reclutamiento de los leucocitos de la sangre al sitio de la infección

Esquema de los cambios que ocurren en la expresión de moléculas de adhesión celular en el endotelio durante una
respuesta inflamatoria inducida por la presencia de bacterias.

¿Cómo ocurre el ingreso de las células que vienen circulando en sangre? En la imagen podemos ver un neutrófilo que
viene circulando en sangre, y vemos una serie de proteínas en la superficie de dicho neutrófilo que son importantes para
participar en el proceso de atravesar el endotelio. Hay tres tipos de receptores:
1- Un receptor de quimioquina
2- Un ligando de selectina (moléculas de adhesión)
3- Un β2-integrina
Si en ese tejido tenemos un foco inflamatorio, por ejemplo una inflamación derivada de una infección bacteriana, vemos
que las DC, macrófagos y mastocitos se activan generando moléculas proinflamatorias (IL-1, TNFALFA) y esto hace que el
endotelio se active. ¿Qué quiere decir que el endotelio se active? Significa que se expresan moléculas que en el
endotelio no están presentes cuando no hay inflamación.
Primero, el ligando de selectinas interacciona con la selectina del endotelio, un proceso llamado “rodamiento”, el
neutrófilo se detiene, encuentra el lugar. Luego, el receptor de quimioquinas interacciona con un proteoglicano
(quimioquina) del endotelio mediante un proceso que llamamos “activación”, el cual induce un cambio de conformación
en la β2-integrina, lo cual permite la “adhesión fuerte”, por la interacción de dicha integrina con otra proteína del
endotelio. Es así que la célula logra la “trasvasación” . Una vez que llegó al tejido, el neutrófilo se debe orientar y llegar al
sitio adecuado. Para esto intervienen las quimioquinas, que mediante “quimiotaxis” median la orientación del neutrófilo.
http://bcs.whfreeman.com/immunology6e/content/anm/kb01an01.htm Ver animación en página

Concepto importante: Todo el movimiento de las células del sistema inmune está ligado y dirigido por interacciones
entre ligandos y receptores. Solo ingresan a determinado lugar las células que poseen determinados receptores para algo
que se está produciendo en ese lugar.

Una vez en el tejido, las células migran bajo la dirección de moléculas quimioatrayentes: C5a, C3a y quimioquinas
• Quimiotaxis
Llamamos quimiotaxis al movimiento de las células dirigido por un gradiente de concentración de una molécula
atrayente, que la célula censa mediante receptores de membrana. Las sustancias que generan dicho gradiente pueden
ser exógenas (por ejemplo, toxinas bacterianas) o endógenas, entre las que se encuentran diferentes mediadores
químicos como ser:
- citoquinas de la familia de las quimioquinas (como IL‐8, MCP‐1);
- componentes del sistema del complemento, sobre todo C5a;
- metabolitos del ácido araquidónico, principalmente el leucotrieno B4 (LTB4).

•C5a es una molécula con actividades pleiotrópicas.


- Es el mediador proinflamatorio más potente generado por activación del complemento. En cuanto a su actividad
anafiláctica, C5a es alrededor de 20 y 2000 veces más potente que C3a y C4a respectivamente; mientras que como
molécula quimioatrayente (quimiotaxina) es la única molécula capaz de inducir directamente la migración de células de
todos los linajes mieloides (monocito/macrófago, neutrófilos, eosinófilos y basófilos) a concentraciones subnanomolares
a nanomolares.
- La comparación de C5a con otros mediadores inducidos por patógenos o por daño tisular, también muestra que C5a es
una molécula proinflamatoria excepcional; las aminas vasoactivas, como la histamina, son muy potentes como
anafilatoxinas pero no tienen propiedades quimiotácticas, mientras que las quimioquinas, por ejemplo IL‐8, MCP‐1,
RANTES, tienen una actividad mucho más selectiva que C5a; como su nombre lo dice, las quimioquinas inducen
quimiotaxis, pero generalmente su acción es eficiente sobre un reducido grupo de tipos celulares. La capacidad de las
quimioquinas de inducir anafilaxis no se ha estudiado en todos los casos.

¿Cuál es el destino final del líquido y las células que se acumulan en el sitio de la infección?
Consecuencias de la inflamación
El aumento de líquido en la zona inflamada conduce al aumento de la presión local. Esta presión dirige el tránsito de las
células, a través de la linfa, desde el sitio de inflamación a los ganglios linfáticos próximos, sitios en donde se encuentran
los linfocitos B y T, capaces de reconocer específicamente componentes extraños. Así la respuesta inflamatoria resulta
fundamental para conectar los componentes de la inmunidad innata y adaptativa.

La inflamación aumenta el drenaje a los ganglios del líquido y las células que se acumulan en el sitio de la infección
La circulación sanguínea y linfática
Nuestros tejidos se nutren a partir de los componentes de la sangre que atraviesan la red capilar; el filtrado continuo de
la sangre constituye el líquido extracelular. Este líquido no está estancado, circula a través de los vasos linfáticos, y
retorna a la circulación sanguínea. A diferencia de la circulación sanguínea, que es dirigida por la contracción del corazón,
la circulación linfática es dirigida por diferencia de presión y por la contracción muscular, siendo este tránsito ayudado
por una serie de válvulas unidireccionales que impiden el retorno del líquido al tejido. El líquido que circula por esta red
de vasos linfáticos se denomina linfa. La linfa se vierte nuevamente en la sangre pero en su trayecto atraviesa una red de
órganos ‐ganglios linfáticos‐ en donde se ubican entre otras células los linfocitos B y T.
La migración de las células inflamatorias por los vasos linfáticos está facilitada por quimiotaxis

La migración de las células inflamatorias, presentes en el sitio


de la infección, hacia el ganglio es un proceso que está
facilitado por quimiotaxis. En la diapositiva se muestra que en
el ganglio se expresan en forma constitutiva moléculas
quimioatrayentes, CCL19 y CCL21, que participan en dirigir la
migración de las células. El receptor para estas quimioquinas
es CCR7 que es expresado en algunas
células inflamatorias, principalmente células dendríticas y
monocitos inflamatorios, las cuales por tanto migrarán en
respuesta al gradiente de concentración generado por CCL19 y
CCL21.
En la imagen tenemos un esquema de una célula dendrítica
residente en la periferia con sus receptores. Nos referimos con
periferia a cualquier tejido que sea puerta de entrada de
patógenos. A esta DC la llamamos “célula inmadura” ya que
todavía no le ocurrió nada. Esta célula está expresando varios
receptores, tipo lectina, tipo Toll, etc. Esta haciendo
macropinocitosis activamente, como muestreo del contenido
del líquido extracelular. También tiene receptores para
quimioquinas y varios más.
Al madurar, esta célula cambia. Cambia su fenotipo y las cosas
que expresa, sus receptores. A este proceso se le llama “maduración”. El nuevo fenotipo de la DC le permite migrar a los
ganglios gracias a que esta DC madura expresa un receptor, CCR7, para quimioquinas que se expresan en el ganglio. Sólo
se expresa cuando migra, cuando es madura.
IMPORTANTE: La migración al ganglio de las células dendríticas maduras es parte del funcionamiento normal del sistema
inmune, ocurre en ausencia de inflamación. Este es un mecanismo de “vigilancia” basal, mediante muestreo de lo que
ocurre en el tejido.
Si además hay señalización por receptores PRR, el nivel de CCR7 es mucho mayor, la capacidad de la célula de migrar al
ganglio se ve reforzada. (ver siguiente)
En ausencia de estímulos inflamatorios, las células dendríticas inmaduras residentes en los tejidos adquieren la
capacidad de expresar CCR7. Esto es parte del proceso de maduración normal de las células inducido por estímulos
propios del tejido. Por tanto, en los tejidos periféricos las células dendríticas actúan como centinelas, utilizando un
abanico de PPRs para censar la presencia de patógenos o de células dañadas. Una vez que maduran, migran al ganglio
donde pueden interactuar con las células T para transmitir información sobre la presencia de señales de peligro.

La señalización por PRR incrementa la expresión de CCR7 favoreciendo la migración de las DC al ganglio linfático
La unión de los PAMPs a PPRs de tipo no fagocíticos conduce a la activación celular, generando no sólo moléculas tóxicas
y con actividad proinflamatoria, sino además induciendo la expresión en la membrana celular de receptores involucrados
en la migración y en la comunicación célula‐célula. En particular, los receptores de tipo Toll (TLR, del inglés, Toll Like
Receptors), son capaces de mediar estos cambios en la expresión de receptores de membrana.
Entre los receptores de membrana que son expresados, CCR7 es muy importante porque como ya mencionamos dirige
la migración al ganglio linfático. Los ligandos para CCR7 son las quimioquinas CCL19 y CCL21 que son expresadas
constitutivamente por las células del estroma de los ganglios linfáticos y del endotelio de los vasos linfáticos.
La señalización por PRR permite que las DC adquieran un fenotipo activado necesario para activar a los linfocitos T

Los estímulos que reciben las células dendríticas a través de los TLRs no sólo incrementan la expresión de CCR7 en la
membrana plasmática, sino que también inducen la expresión de otras moléculas en la superficie de la célula que
participan en el diálogo con el linfocito T. Estas moléculas llamadas coestimuladores son fundamentales para que ocurra
la activación de un linfocito T vírgen. Cuando la célula dendrítica expresa CCR7 y moléculas coestimuladoras, decimos
que adquirió un fenotipo maduro y activado.
O sea que podemos tener:
- DC inmadura, en tejidos periféricos
- DC madura, que migra a ganglio
- DC madura y activada. Esta, además de expresar receptores para las quimioquinas del ganglio, también expresa
moléculas coestimuladoras, necesarias para activar a los linfocitos T.
¿Cuándo ocurre la activación del linfocito T virgen?
Las células dendríticas son las principales células de la inmunidad innata capaces de inmunoestimular a los linfocitos T
vírgenes. Esto es así por varias razones. Por un lado, actúan como células presentadoras del antígeno porque portan
pequeños péptidos en moléculas de MHC de clase I y/o MHC de clase II. Sin embargo, la presentación de estos complejos
MHC‐péptido en la superficie de las células no es suficiente para que puedan activar a los linfocitos T vírgenes. La
activación de estos linfocitos requiere de otras señales, disparadas por las moléculas coestimuladoras, que sólo están
presentes en las células dendríticas activadas (a través de la señalización por TLRs y receptores para algunas citoquinas
inflamatorias). Así, la activación de las células dendríticas durante la respuesta Innata es fundamental para la activación
de la respuesta adaptativa.
Tema 4: Moléculas de Reconocimiento de la respuesta inmunológica adaptativa
CLASE 5, 16/10/2013.

SI INNATO:
- En diferentes formas está presente en plantas, hongos y desde organismos multicelulares primitivos hasta los
vertebrados.
- En estos organismos se encuentran desde péptidos antimicrobianos como defensinas, a moléculas del tipo Toll, que
reconocen motivos conservados de patógenos PAMPs y células fagocíticas.
- Provee una primer defensa frente a patógenos de forma de prevenir y erradicar infecciones
- Actúa de forma inmediata frente a la presencia de patógenos
- Los receptores de la inmunidad innata presentan una baja capacidad de reconocimiento de estructuras diferentes; se
dice que tiene una diversidad de reconocimiento de estructuras químicas muy restringida.
- Frente a sucesivos encuentros con patógenos reacciona con la misma eficiencia e intensidad (no tiene memoria)

SI ADAPTATIVO:
- Está presente sólo en vertebrados con mandíbulas (superiores)
- Presenta receptores con capacidad de reconocimiento de una enorme diversidad de estructuras químicas.
- Actúa en forma lenta, lleva varios días en desarrollar una respuesta inmunológica.
- Frente a sucesivos encuentros con el patógeno actúa de forma rápida y eficiente (memoria)
- De esta forma da lugar a una respuesta inmune adaptada al patógeno en cuestión.

El sistema inmune adaptativo es característico de los vertebrados:


Si bien existen ortólogos de muchas moléculas del sistema inmune innato que son compartidas (por ejemplo los Toll Like
Receptors o péptidos antimicrobianos (defensinas), que se han encontrado desde plantas a mamíferos), hay una serie de
macromoléculas que son características del sistema inmune de los vertebrados con mandíbulas. Estas macromoléculas,
que iremos viendo a lo largo del curso, incluyen: los anticuerpos, el receptor de los linfocitos T y Moléculas del Complejo
Mayor de Histocompatibilidad. En particular los anticuerpos y el receptor de los linfocitos T, son las moléculas que
confieren al sistema inmune adaptativo la capacidad de reconocer específicamente virtualmente cualquier estructura
química que pueda ingresar al organismo, y sobre esta base montar una respuesta inmune adaptada al patógeno en
cuestión.

Descubrimiento del SI adaptativo:


- 430 AC Tucydidés: los que se recuperaban de la plaga (patógeno?) no volvían a tener la enfermedad (castigo de los
dioses)
- 400 AC China e India: primeros registros de variolización (2% vs 25-40% mortalidad)
Variolización: tomar secreciones de individuo infectado e inocular a individuos sanos con el propósito de que el segundo
individuo genere una respuesta inmune. Ya que no era como una vacuna inocua, se corría el riesgo de que el segundo
individuo no logre desarrollar una respuesta necesaria para generar inmunidad, y enfermara.
- 1700’ variolización entra en Europa (King George I)
- En 1796 Jenner desarrolla la primer vacuna “segura” contra la viruela. Inoculó al hijo de su jardinero con viruela bovina
(menos virulenta que la viruela humana). Posteriormente lo inoculó con viruela humana y no desarrolló ningún síntoma.

La inmunoglobulinas son las moléculas responsables de la inmunidad humoral:

¿Cómo comenzó la
identificación de los
componentes que mediaban la
protección?
- En 1890 se realizó un trabajo en
el que se inyectaron ratones con
preparaciones de Clostridum
tetani, luego de unas semanas se
transfirieron 2 ml de sueros de
los mismos (ratones
previamente inoculados con CT
sobrevivientes) a un nuevo
grupo de ratones. Cuando estos
últimos se infectaron con la bacteria sobrevivieron (habían adquirido resistencia a través del suero de los ratones que ya
había tenido la enfermedad), mientras que murieron los ratones del grupo control que no recibió suero. Esto demostró
que el contacto con componentes del patógeno inducía la producción de sustancias que conferían protección y que
estas se encontraban en el suero.
- En 1939 Tiseliu y Kabat, demostraron en que fracción del suero se encontraban estas sustancias. Para esto inmunizaron
ratones con ovoalbumina (OVA). Luego de algunos días extrajeron el suero, y lo adsorbieron con OVA (con lo cual
eliminaron del suero los componentes reactivos). Comparando por electroforesis ambos sueros se concluyó que la
sustancia responsable del reconocimiento específico estaba en la fracción gamma. De ahí el nombre inmunoglobulinas
que utilizamos como sinónimo de anticuerpos.
La manipulación del sistema inmune para producir anticuerpos que confirieran protección a las enfermedades (vacunas)
o para utilizarlos en la inmunización pasiva (por ejemplo sueros como el antitetánico que neutralizaban toxinas) le dio
gran impulso a la denominada inmunidad humoral. Esta dominó el escenario de la inmunología hasta mediados del siglo
pasado, donde comenzó a hacerse evidente el rol que cumplían los componentes celulares del sistema inmune, lo que
culminó con el descubrimiento del papel de los linfocitos T, que también posee un receptor de reconocimiento en su
membrana (TCR), de características similares a los anticuerpos, que determina la especificidad de las importantes
funciones que esta célula juega en el funcionamiento del sistema inmune

Moléculas de reconocimiento del sistema inmune adaptativo:


En el sistema inmune adaptativo hay tres tipos de moléculas que intervienen en el reconocimiento del antígeno.

- Los anticuerpos o inmunoglobulinas (Ig) que se presentan como receptores de membrana (BCR) en los linfocitos B, o
son secretados por estos una vez que se han transformado en plasmocitos.

- El receptor T (TCR) de los linfocitos T, que según el tipo de cadena que lo forme puede ser αβ o γδ. Mientras que la
función de estos últimos es compleja y alguna de ellas todavía quedan por entender. Los linfocitos con receptores αβ
reconocen péptidos unidos a moléculas del complejo mayor de compatibilidad (MHC) que son receptores de membrana
presentes en un variado número de células. La interacción TCR con el péptido MHC media importante funciones
reguladoras y efectoras de estos linfocitos.

- Las moléculas de MHC son el tercer tipo de estructura que participan en el reconocimiento del antígeno y su función
principal es formar un complejo con péptidos derivados de patógenos y de esta forma reclutar la acción de los
correspondientes linfocitos T específicos. Mientras que el reconocimiento en el caso de las Igs y los TCRs es de muy alta
especificidad, las moléculas de MHC interactúan con el antígeno con baja especificidad, de esta forma un número
limitado de moléculas de MHC pueden presentar una elevado número de péptidos. Existen dos tipos de moléculas de
MHC, MHC de clase I y clase II. Mientras que los primeros están presentes en todas las células nucleadas, los últimos
están restringidos a un número limitado de células del sistema inmune.

El sistema inmune adaptativo funciona sobre la base de una distribución clonal:

El sistema inmune adaptativo


funciona sobre la base de una
distribución clonal de
receptores vinculados al
reconocimiento específico.
¿Qué significa esto? Que en
el proceso de generación de
los linfocitos, se produce en
forma aleatoria un receptor
de membrana con una
determinada especificidad, es
decir con la capacidad de
reaccionar con una única
estructura química. De este
modo, en cada célula hay una
única especificidad. Nótese
que este proceso conlleva el
riesgo de producir clones reactivos contra componentes propios. Por esta razón que existen mecanismos de tolerancia
para eliminar los clones autoreactivos.
Una vez que se ha generado el repertorio de linfocitos, opera un mecanismo de selección clonal por el cual los clones con
especificidad por componentes propios son eliminados (si esto falla tenemos un ejemplo de causa de enfermedad
autoinmune), mientras que los clones con especificidad por componentes no-propios o alterados (como los de las células
tumorales) son estimulados por el antígeno para proliferar (aumento de número) y diferenciarse (cambios fenotípicos).
Los cambios fenotípicos dan lugar a la aparición de células que van a contribuir a la destrucción de la agresión (por
ejemplo capaces de secretar anticuerpos) mientras que otras se convierten en células de memoria, que aseguran una
rápida respuesta en caso de que vuelva a producirse la infección.

Estructura básica de anticuerpos y TCR (receptor de linfocitos T):


El dominio de inmunoglobulina es una estructura de plegamiento tridimensional que adquiere un polipéptido en el
espacio. Este dominio se repite uno detrás del otro (como los vagones de un tren)
en las moléculas de reconocimiento de la inmunidad adaptativa (Anticuerpos y TCR). Está formada por 2 hojas beta
antiparalelas enfrentadas entre sí conectadas por un puente disulfuro (de ahí que esta estructura se conoce también
como sándwich beta). Los bucles que conectan las cadenas beta que forman parte de las hojas beta están conectadas por
pequeñas vueltas de la cadena polipeptídica denominadas loops o bucles (mostradas en rojo y amarillo). Dentro de las
hojas beta las cadenas beta que la forman, adquieren una estructura “estirada” en la cual cada cadena o hebra interactúa
con una porción adyacente intracatenaria estableciendo puentes de hidrógeno.

Las células protagonistas del sistema inmune adaptativo son el linfocito B y el linfocito T.
La función principal del linfocito B es la secreción de anticuerpos. Los anticuerpos o inmunoglobulinas son glicoproteínas
que tienen sitios de unión al antígeno y una región constante vinculada a las funciones efectoras de los mismo.
Se encuentran como receptores de membrana formando complejos con otras proteínas (BCR) o como productos solubles
secretados por linfocitos B diferenciados en plasmocitos. A través de su unión los anticuerpos ejercen una serie de
funciones efectoras:
a) Bloquean o neutralizan directamente al antígeno que reconocen (por ejemplo si se unen al la región de un virus que
interactúa con la célula que va a infectar, se bloquea la infección)
b) Opsonizan patógenos favoreciendo su fagocitosis por células como los macrófagos y neutrófilos, los cuales tienen
receptores que se unen a la región constante de los anticuerpos
c) Disparan la vía clásica del complemento al unirse al patógeno a través de la activación del componente C1q del
complemento
d) Median la actividad de citotoxicidad celular de las NK y eosinófilos al unirse a los antígenos expresados en células
infectadas o tumorales, o a la superficie de parásitos.

Si tenemos un anticuerpo que reacciona


con un antígeno A y otro que reacciona con
un antígeno B (A ≠ B, y asumiendo que
estos anticuerpos son de la misma clase o
isotipo, ver más adelante), veremos que
hay dominios que son iguales
(denominados dominios de
Inmunoglobulinas constantes, mostrados
en azul) entre estos anticuerpos, y
dominios que son diferentes entre estos
dos anticuerpos que reconocen diferentes
antígenos (denominados dominos de
inmunoglobulinas variables, mostrados en
blanco). La estructura básica de los
anticuerpos es la que se representa en la
diapositiva y consta de 2 cadenas pesadas
idénticas entre sí y 2 cadenas livianas
también idénticas entre sí, unidos todos
por puentes disulfuro.
La cadena pesada consta de 1 dominio variable y 3 o 4 dominios constantes (dependiendo de la clase de anticuerpo, ver
más adelante). La cadena liviana consta de 2 dominios de inmunoglobulina, 1 variable y 1 constante.
Recordar que cada uno de estos dominios, que en la imagen se ven como elipses, corresponden a la estructura química ya
mencionada, de sandwich beta con 2 hojas beta antiparalelas enfrentadas entre sí conectadas por un puente disulfuro.

La estructura básica de las inmunoglobulinas:

La estructura básica de los anticuerpos consiste de dos cadenas


pesadas idénticas (aprox 50 kDa c/u para IgG), y dos cadenas
livianas también idénticas de (aprox 25 kDa).
Ambas están constituidas por dominios de aprox. 110
aminoácidos, estos dominios tienen un plegamiento (estructura
terciaria) característico constituido por dos hojas beta
antiparalelas conectadas por un puente disulfuro y unidas por una serie bucles.
En el caso de la región variable, es en estos bucles o loops que se encuentran los residuos que interactúan con el ligando
(antígeno).
La combinación de los dominios N-terminales de las cadenas livianas y pesadas (denominado dominios variables VH y
VL) da lugar al sitio de unión al antígeno (denominamos antígeno a la molécula que reacciona con un anticuerpo). Hay
dos sitios de unión al antígeno por molécula, que también se llaman paratopes. El parátope interactúa con el epítope del
antígeno. La existencia de dos parátopes permite reforzar la interacción con antígenos multivalentes, así como la
formación de agregados que permiten la eliminación final del antígeno. Los anticuerpos se pueden cortar con proteasas y
se puede cortar de forma de que queda solo la región Fab, formada por cuatro dominios: dos variables (pesada y liviana)
y dos constantes (pesada y liviana).
En los loops de los dominios variables de las inmunoglobulinas de las cadenas pesadas y livianas se encuentran los
aminoácidos que van a hacer contacto con el EPÍTOPE del antígeno, estos aminoácidos varían en anticuerpos específicos
para diferentes antígenos. Estos loops de las hojas beta de los dominios variables de las Inmunoglobulinas se denominan
CDRs.
Para facilitar la unión de ambos parátopes, existe una región bisagra que adapta el ángulo que forman los dos “brazos”
de la Ig al unirse al antígeno. Esta característica estructural ha sido explotada por algunos patógenos que desarrollaron
proteasas capaces de digerir estas regiones y privar al anticuerpo unido de sus funciones efectoras.
Los dominios de las cadenas pesadas más cercanos al C-terminal, forman la región denominada Fc. No todos los
anticuerpos son idénticos en esta región y estas diferencias dan lugar a la existencias de distintas clases de
inmunoglobulinas. Allí se encuentran los sitios de unión al componente C1q del complemento, y en distintas células como
macrófagos, neutrófilos, NK, existen receptores (de distintos tipos) para esta región. Por esta razón, la región Fc está
asociada con muchas de las funciones efectoras de las Ig.
La región Fc se encuentra fuertemente glicosilada en las distintas clases.
¿Qué diferencia hay entre un dominio inmunoglobulina variable y uno constante?

La variabilidad y la estructura primaria

Descubrimiento de cómo el SI crea un anticuerpo para reconocer una cosa y otro para reconocer otra.
Las primeras evidencias sobre los factores estructurales que determinan la especificidad de las Ig se obtuvo a través de
la secuenciación de un número elevado de Ig monoclonales obtenidas a partir de mielomas. La comparación de
secuencias mostró que en la región variable existían posiciones que variaban con una frecuencia mucho mayor. Estas
posiciones se acumulaban en tres regiones de la cadena pesada y tres de la liviana. Dichas regiones se denominaron
regiones determinantes de la complementariedad (CDR). El conocimiento de estructura de Ig obtenido a través de
cristalografía de rayos X mostró que los 6 CDR se agrupan en una misma región del espacio formando el parátope.
Lo que se fue haciendo fue secuenciar anticuerpos que tenían diferentes epítopes de diferentes antígenos, para ver
donde estaba la diferencia de aminoácidos. Se representa la variabilidad entre varios anticuerpos en función de los
residuos de aa de la región variable y lo que se ve es que si bien hay variabilidad en toda la secuencia de Ig, hay regiones
hipervariables, a las cuales denominamos CDR. Aquí están los aa responsables de la variabilidad entre dos anticuerpos.
Esto ocurre en la liviana y en la pesada.
Las cadenas pesadas y livianas contienen tres regiones de hipervariablidad (CDR)que resultan agrupadas especialmente
por el plegamiento de las cadenas de Igs.
El dominio de inmunoglobulina
es una forma de plegamiento
de proteínas ampliamente
distribuido en la naturaleza;
muchas de las moléculas del
sistema inmune contienen
dominios de este tipo, y forma
la superfamilia de las
inmunoglobulinas.
En el caso de la región variable
de las cadenas pesadas y
livianas, este tipo de
plegamiento aproxima en el
espacio los respectivos CDRs.
Muchas de las moléculas del SI
que participan en los procesos
de reconocimiento, adhesión y
unión, contienen el dominio de
Ig en su estructura.

La tipología del sitio de unión del anticuerpo es distinta para los distintos tipos de antígenos
La estructura de la molécula de inmunoglobulina presenta gran variación a nivel del sitio de unión al antígeno. En los
distintos ejemplos lo que se observa es una tendencia a maximizar la superficie enterrada en la unión, que por otra parte
asegura el mayor contacto posible y por tanto la mayor afinidad de unión. Nótese que estructuras pequeñas como los
haptenos (a), se acomodan en parátopes que presentan cavidades, mientras que en el caso de macromoléculas como se
muestra en (c y d) hay una importante región del parátope que reacciona con el antígeno. El caso (b) corresponde a un
péptido que en general se acomodan en ranuras.
Dependiendo del tipo de epítope es la forma del parátope.

La combinación de la región variable de las cadenas livianas y pesadas forma el paratope


La asociación de las cadenas livianas y pesadas combina los 6 CDRs conformando el parátope. Los CDR3 de cada cadena
(liviana y pesada) ocupan la porción central del parátope y tiene un papel fundamental en la interacción con el antígeno.
Los CDR3, son los más diversos dentro de las inmunoglobulinas.

La reacción antígeno-anticuerpo es una reacción de equilibrio resultante de la cooperación de un alto número de


interacciones débiles:

La reacción antígeno (Ag) - anticuerpo (Ac) es una reacción de equilibrio


que está gobernada por la ley de acción de masas. Ka=AgAc/AgAces la
constante de absorción (en la consideración teórica de un único
parátope de la molécula que reacciona con un antígeno univalente). El
inverso de Ka es la constante de disociación: Kd=1/Ka y es la forma que
se usa genéricamente para cuantificar la afinidad de los anticuerpos.
Los valores de la afinidad de los anticuerpos van desde bajas afinidades
(Kd del orden a la menos 6 M) a altas afinidades (kd del orden a la
menos 10 M). La alta afinidad de los anticuerpos, que se optimiza en el
transcurso de la respuesta inmune tiene una gran relevancia
biológica. Así por ejemplo, se requieren anticuerpos de alta afinidad para que el complejo AgAc se forme a bajas
concentraciones de anticuerpo (tal como ocurre en el caso de un segundo encuentro con el patógeno, o en sitios de difícil
acceso), también es importante que el complejo AgAc se forme a bajas concentraciones de antígeno. Por ejemplo una
sola molécula de la toxina diftérica puede eliminar una célula y por tanto aún a muy bajas concentraciones es necesario
neutralizarla rápidamente.
Muchas veces no es la bacteria que nos infectó la que provoca la enfermedad mortal, sino que es las toxinas que ésta
libera. Estas toxinas pueden ser muy potentes, por lo que unas pocas moléculas de dicha toxina nos pueden matar. Lo
importante es que si tenemos un anticuerpo con mucha afinidad se va a asociar con el antígeno para dar el complejo
AgAc con concentraciones muy bajas (toxinas). Cuando se une, el anticuerpo neutraliza a la toxina y no la deja actuar
sobre las células blanco; no se produce efecto.
La afinidad alta tiene otra gran importancia. Cuando ha pasado mucho tiempo desde una infección, la cantidad de Ac que
tenemos circulando en sangre baja hasta niveles muy pequeños. Si el anticuerpo tiene alta afinidad, se necesitará poco
para reconocer al antígeno.
Las fuerzas que determinan la unión son las que se observan en otras interacciones entre macromoléculas. Estas fuerzas
débiles dependen fuertemente de la orientación y la distancia, y por tanto de la complementariedad de la interfase de
unión. La alta exigencia de complementariedad es la razón última de la especificidad de los anticuerpos, que a veces se
asimila al concepto de “llave-cerradura”.
La región del antígeno con la que reacciona el anticuerpo se denomina epítope. En el caso de antígenos proteicos se
pueden distinguir los epítopes continuos o discontinuos. Mientras que en los primeros los principales residuos de
contacto provienen de un región de la secuencia primaria de la proteína, en los segundos los residuos involucrados son
aproximados en el espacio por el plegamiento de la proteína. Los epítopes discontinuos pueden perderse por
desnaturalización de la proteína.
En el caso de uniones multivalentes (cuando al menos dos de los sitios de unión del anticuerpo se unen a un antígeno
multivalente), la unión se ve reforzada por el aumento de número de contactos como se discute en la lámina siguiente.

La afinidad y especificidad de los anticuerpos son conceptos distintos


Los conceptos de Afinidad y Especificidad tienden a confundirse. Un anticuerpo de mayor afinidad por un antígeno NO
NECESARIAMENTE es más “específico”. La especificidad es un concepto relativo y depende de con que otras moléculas
pueda o no presentar reactividad cruzada.
Ejemplo de una llave: Si asimilamos una llave a un anticuerpo, diríamos que la llave es específica para una dada cerradura
(antígeno), pero si por casualidad o por similitud abre otras cerraduras, entonces eso sería el equivalente a la reactividad
cruzada.
Otro punto importante es el de la alta afinidad de los anticuerpos. Durante la respuesta inmune la afinidad de los
anticuerpos mejora, hasta alcanzar valores muy altos.

El significado biológico de la afinidad:


- Neutralizar virus o toxinas cuando estos antígenos están en baja concentración.
- Combatir la re-infección ha pasado mucho tiempo del primer encuentro y el anticuerpo está en baja concentración.
- Asegurar la formación de complejos antígeno-anticuerpo estables.

Afinidad: fuerza de unión entre el sitio del Ac (parátope) y el epítope.


Especificidad: Concepto que define el grado de reactividad cruzada que presenta un anticuerpo o como este anticuerpo
distingue al antígeno respecto al “resto” de las moléculas.
Reactividad cruzada: Propiedad por la cual un anticuerpo generado contra un determinado antígeno reacciona con otro,
no necesariamente relacionado. Ej: vacuna de Jenner contra la viruela.

Afinidad vs. Avidez


Afinidad: fuerza de unión entre el sitio del Ac (parátope) y el epítope.
Avidez: Sumatoria de la fuerza de unión anticuerpo-epítopes múltiples.
Mientras que la afinidad representa la fuerza de unión de un parátope con un epítope, la avidez representa la fuerza
global de la interacción cuando intervienen varios sitios de unión.
La avidez aumenta geométricamente respecto a la afinidad, a medida que aumenta el número de sitios de unión
involucrados, y tiene por tanto una importante consecuencia biológica cuando se dan uniones multivalentes, como
veremos, ocurre con ciertas clases de anticuerpos.
Además de la reacción antígeno - anticuerpo, el fenómeno de avidez se manifiesta en muchas otras interacciones que
ocurren en el sistema inmune, como en la activación de la vía clásica del complemento por la agregación de IgG, o
cuando dos células interacción a través de la unión de sus receptores de superficie como cuando ocurre la activación de
células NK, donde sólo a través de la unión de múltiples receptores de baja afinidad se logra la intensidad de unión
(avidez) necesaria para promover la acción citotóxica de estas células.

Diferencias en la región constante de la cadena pesada dan lugar a la existencia de distintas clases de Igs con
especialización funcional.
No todas las moléculas de Ig tienen la misma composición en las regiones constantes y hay distintos tipos de cadena
pesadas, lo que determina la existencia de distintas clases de inmunoglobulinas. Existen diferencias de secuencias e
incluso algunas poseen un dominio adicional. En los humanos existen 5 clases, IgA, IgD, IgE, IgG e IgM. A su vez, dentro de
las IgA hay dos subclases, y cuatro dentro de las IgG.
Las diferencias estructurales de las cadenas pesadas confieren distinta funcionalidad a las clases y subclases de Ig, que
en definitiva se vinculan a diferencias en cuanto a su interacción con los distintos receptores para la región Fc, con los
componentes del complemento, con la flexibilidad de la molécula, su grado de poilmerización, etc.
También hay dos tipos de cadenas livianas, κ y λ, pero a diferencia de lo que ocurre con las cadenas pesadas, estas
diferencias no se relacionan con la funcionalidad de la molécula.
Todas tienen diferencias en su región Fc. IgG tiene dos dominios de inmunoglobulina mientras que la IgM tiene tres
dominios de inmunoglobulinas. En la imagen, las partes de color celeste son glicosilaciones que varían entre tipos de Ig.
Dentro de cada clase también hay subtipos, también con diferencias en la región Fc.

Los linfocitos B participan en la respuesta inmune mediante la secreción de anticuerpos.


Las células protagonistas del sistema inmune adaptativo son el linfocito B y el linfocito T.
La función principal del linfocito B es la secreción de anticuerpos. Los anticuerpos o inmunoglobulinas son glicoproteínas
que tienen sitios de unión al antígeno y una región constante vinculada a las funciones efectoras de los mismo.
Se encuentran como receptores de membrana formando complejos con otras proteínas (BCR) o como productos solubles
secretados por linfocitos B diferenciados en plasmocitos. A través de su unión los anticuerpos ejercen una serie de
funciones efectoras:

a) Bloquean o neutralizan directamente al antígeno que reconocen (por ejemplo si se unen al la región de un virus que
interactúa con la célula que va a infectar, se bloquea la infección).
Video neutralización
Se presenta un virus que por lo general va a infectar un tejido en especial, ya que tiene en su superficie moléculas que
reconocen receptores de la célula blanco a través de la cual uniéndose a dicho receptores va a infectarla. O sea que la
condición normal es que el virus difunda encuentre su receptor, infecte a la célula y empiece a replicarse dentro de
ella. Si tenemos anticuerpos específicos para la región del virus que interactúa con el receptor que está en la célula,
ese anticuerpo interrumpe la interacción célula-virus y no permite la infección. Esto es lo que se conoce entonces
como neutralización.
Si por ejemplo, nos vacunamos contra ese virus, lo que nos “vacunamos” fue el fragmento del virus que se usa para
interactuar con el receptor de la célula y generaremos anticuerpos contra esto.
Lo mismo se cumple para toxinas.
Neutralización es una de las funciones de los anticuerpos y es llevada a cabo por la región Fab.

b) Opsonizan patógenos favoreciendo su fagocitosis por células como los macrófagos y neutrófilos, los cuales tienen
receptores que se unen a la región constante de los anticuerpos.
Video Opsonización
Las células de la inmunidad innata, como los macrófagos, los neutrófilos, tienen receptores que reconocen estructuras
de la pared de la bacteria que le permiten fagocitarla para eliminarla. Hay muchas bacterias que tienen mecanismos
de evasión para no ser fagocitadas, entonces la presencia de estos receptores que reconocen carbohidratos en la
superficie de la bacteria no dan lugar a una fagocitosis eficiente.
Si hay un anticuerpo que puede reconocer estructuras que están sobre la pared de la bacteria, se puede dar entonces
lo que se conoce como “Opsonización”. Cuando varios anticuerpos se depositan sobre la superficie de la bacteria, le
indican a la célula fagocítica que esta célula debe ser fagocitada. ¿Por qué la célula puede fagocitar a la bacteria
cubierta por anticuerpos? Porque tiene receptores en su superficie, que son específicos para la región Fc de ciertos
tipos de anticuerpos. Se puede dar a cabo entonces una fagocitosis más eficiente, llevando a la destrucción de la
bacteria.

c) Disparan la vía clásica del complemento al unirse al patógeno a través de la activación del componente C1q del
complemento, y d) median la actividad de citotoxicidad celular de las NK y eosinófilos al unirse a los antígenos expresados
en células infectadas o tumorales, o a la superficie de parásitos.
Video Activación del complemento
Se presentan bacterias. Podemos tener anticuerpos de reconozcan estas bacterias, los cuales se unen sobre la
superficie de esa bacteria y una vez que hay varios anticuerpos unidos cercas entre si, vienen las proteínas del
complemento: CV1q, CV1r y CV1s que una vez que se ensamblan sobre los anticuerpos, pueden disparar la activación
del complemento, lo cual lleva a la formación de poros sobre la superficie de la célula y esta muere.
Esta es la que se conoce como “vía clásica” del complemento; iniciada por anticuerpos.
Funciones efectoras de los anticuerpos: ADCC (Citotoxicidad mediada por anticuerpos)

Si un virus está replicando en cierto tejido, algunas proteínas virales (por ejemplo las de la cápside viral) se van a
encontrar insertadas en la membrana celular para comenzar el proceso de ensamblado viral. Si hay anticuerpos
específicos para estos antígenos, estos van unirse “marcando“ a la célula infectada para que ésta sea eliminada por
células Natural Killer que poseen receptores para IgG1 e IgG3.
Una vez que la célula natural Killer se unió a la célula marcada por anticuerpos a través de sus receptores para Fc, ésta
libera gránulos que contienen granzymas y perforinas las cuales inducen la muerte celular programada o apoptosis de
forma que la célula muere y de esta forma impide la propagación del virus. Cabe destacar que la célula apoptótica muere
pero no se rompe, de forma que el contenido viral permanece dentro de ella, sin poder infectar a otras células.

Los anticuerpos actúan como “sondas” específicas, dirigiendo la acción efectora de diferentes tipos de células que
actúan sobre el patógeno ó sobre una célula propia infectada o alterada.
Los receptores para la región Fc de las inmunoglobulinas median la interacción entre la célula efectora y el blanco.
Este grupo de mecanismos efectores se definen como Citotoxicidad mediada por anticuerpos (abreviado en inglés como
ADCC), aunque algunos autores reservan esta denominación al citotoxicidad por células NK.

- TIPOS DE INMUNOGLOBULINAS -

→ La IgM es la primer Ig que aparece en la respuesta inmune y tiene estructura pentamérica

La IgM es el receptor de membrana de los linfocitos B vírgenes, y la primer clase de


inmunoglobulina secretada luego de su activación. En esta situación, cuando aún no se ha
producido la mejora de su afinidad por el proceso conocido como “hipermutación
somática”, los 10 sitios de unión de la molécula pentamérica de IgM pueden unir
simultáneamente varios determinantes antigénicos y de esta forma reforzar la interacción
(fenómeno de avidez). No tiene mucha afinidad pero esto lo compensa gracias a su forma
pentamérica aumentando así su fuerza de interacción (avidez).
Como ventaja adicional, la interacción con antígenos multivalentes como las superficies microbianas, fuerza un cambio
estructural que expone sitios en su Fc, que resultan ahora accesibles al componente C1q del complemento, iniciando así
la vía clásica de activación del complemento, que se verá en detalle más adelante en el curso.

La IgM es un indudable ejemplo en el cual se refleja claramente la relación entre las características estructurales y la
funcionalidad de la molécula. Por otro lado su gran tamaño impide su difusión en los tejidos y esto limita la acción de la
IgM en estos sitios. Su acción principal es en la sangre y la linfa. La IgM también es secretada en la cavidad peritoneal y
pleural, principalmente por linfocitos B especiales (células B-1 y BZM que se verán más adelante), los cuales son
fácilmente estimulables por antígenos T independientes.
La IgM tiene una alta capacidad de activar el complemento por vía clásica

La unión de C1q a la IgM unida al patógeno permite la activación C1s y C1r, C1s es una serine proteasa que al activarse
puede cortar C4 liberando el componente C4a con actividad anafilatoxina y C4b que ahora expone un grupo tioester
reactivo que reacciona con nucleófilos en la superficie del patógeno. Luego C2 es también procesado dando lugar a C2b
que se une al C4b en la superficie del patógeno formando el complejo C4b2b que actúa como una ‘convertasa de C3’, que
procesa C3 en C3a y C3b, el resto de la vía sigue como se ha visto para las vías alternativa y de las lectinas.

→ La IgG es el principal tipo de inmunoglobulina encontrada en el suero y la más versátil

- Neutralización (todas)
- Opsonización (IgG1, IgG3)
- Activación del complemento (IgG1, IgG3)
- Citotoxicidad mediada por anticuerpos (IgG1, IgG3)
- Transferida por la placenta al feto (IgG1, IgG3)
- Presenta la mayor vida media en plasma (aprox. 3 semanas, 20 veces más que IgM)

La IgG es la clase más abundante en suero, y existen cuatro subclases que en los humanos son: IgG1,
IgG2, IgG3 e IgG4. Hay importante diferencias estructurales que se reflejan en diferencias de funcionalidad. Las subclases
con actividades efectoras más potentes (en cuanto a activación de complemento, opsonización, etc.) son la IgG1 e IgG3,
siendo la IgG1 la subclase más abundante de IgG (60-70%). Generalmente las IgG1 y IgG3 reaccionan contra antígenos
proteicos, y son los principales isotipos o subclases que median las reacciones de activación de complemento y
fagocitosis. La IgG2, por otro lado, se caracteriza por ser producida principalmente contra carbohidratos, como los de las
cápsulas bacterianas, y muchas veces se produce en forma T independiente (en ausencia de colaboración de los linfocitos
T). Los niños hasta aproximadamente los 5-7 años, no producen eficientemente respuestas contra antígenos T
independientes y los niveles de IgG2 son comparativamente mucho más bajos que en adultos, por esta razón son
susceptibles a infecciones por bacterias capsuladas, con recurrentes infecciones de oídos por ejemplo. El isotipo IgG4 que
es muy poco abundante en condiciones normales no tiene una clara funcionalidad, su región Fc es ineficiente en la
activación de complemento o en facilitar la fagocitosis, y por lo tanto no tiene una componente inflamatoria asociada. Su
función principal es probablemente la neutralización, en particular vinculada la regulación por competencia de la IgE, y se
ve un notable aumento de IgG4 (entre 100 y 1000 veces) en los tratamientos de desensitización de alergia, o en
apicultores que están expuestos regularmente al veneno de abejas.
Por su tamaño y abundancia algunos isotipos de IgG de alta afinidad son la clase principal de anticuerpos que difunden a
los tejidos, donde llevan a cabo la neutralización de toxinas o microorganismos, o bien se unen a estos últimos dando
lugar a las funciones efectoras que están asociadas a su región Fc.

→ La IgA es la clase predominante en las secreciones de mucosas


La IgA, en forma monomérica, se encuentra en el suero en concentraciones de
1-3 mg/ml y actúa fundamentalmente en la neutralización de patógenos o sus
productos dado que no fija complemento. Existen dos cadenas pesadas de
tipos α, que dan lugar a los isotipos IgA1 e IgA2. El segundo es
aproximadamente el 10% del total de IgA en suero.
La IgA tiene una función principal es en la protección de las mucosas, donde se
encuentra formando un dímero (IgA secretora) unido por un polipéptido denominado cadena J, y actuando en la
neutralización de toxinas y adhesión de patógenos. La IgA secretora aparece en las lágrimas, mucus, saliva, leche y
secreciones intestinales. En estas últimas, la subclase IgA2 (dimérica) es el isotipo dominante.
Mediante un proceso de transitosis mediada por un receptor conocido como receptor-poli-Ig, la IgA dimérica sintetizada
en la lámina propia atraviesa las células del epitelio. Una vez que la IgA llegó a la luz del lumen, el receptor es
fragmentado por proteólisis, y parte del mismo (denominado pieza secretoria) protege la IgA dimérica de la proteólisis. La
IgA es resistente a las condiciones del tracto digestivo y es transferida al recién nacido con la leche materna.

→ La IgE tiene un rol principal en la respuesta contra parásitos

- Dirige la acción de los eosinófilos contra parásitos y larvas de insectos


- Degranulación de mastocitos en presencia de antígenos específicos
- Es la principal mediadora del proceso de alergia
La IgE que aparece en niveles bajísimos en plasma en condiciones normales, puede aumentar
mucho su concentración en el caso de infecciones por parásitos. Ejerce sus funciones debido a la
existencia de receptores para su Fc. En los mastocitos (células que se encuentran en los sitios de
entrada de patógenos, mucosa y piel y que contienen gránulos de histamina y puede secretar
poderosos agentes pro inflamatorios como lípidos y citoquinas) y en su equivalente en
circulación (basófilos), así como en los eosinófilos activados, en los que existen receptores de alta afinidad (Fc є RI) para
esta Ig, que le permiten mediar sus funciones. Dada la alta afinidad de estos receptores, aún a las bajas concentraciones
a las que ocurre la IgE, los mastocitos se encuentran “armados” con moléculas de IgE que pueden mediar su activación
por componentes parasitarios.
La diferenciación de linfocitos B a un fenotipo secretor de IgE ocurre por la presencia de IL4 e IL5 resultante de la
colaboración con células T específicas para péptidos derivados del parásito, que en el contexto de la infección parasitaria
desarrollaron a su vez ese fenotipo.
La alergia se da en individuos, que por razones que no se conocen claramente, tienden a producir IgE contra antígenos
ambientales inocuos. Estos antígenos, cuando ingresan al organismo entrecruzan las IgE unida a la superficie de los
mastocitos dando lugar a su degranulación con la consiguiente liberación de agentes proinflamatorios como la
histamina.

Distintos receptores para la porción Fc de los anticuerpos dirigen la acción de las distintas clases de anticuerpos
Esta tabla muestra toda la gama de receptores Fc que hay para esta serie de anticuerpos, que se encuentran en
diferentes tipos celulares.

La región Fc determina la funcionalidad y la distribución de los anticuerpos

En este cuadro se observan algunas propiedades de las inmunoglobulinas, nótese que los tipos IgG1 e IgG3 dominantes
en la mayoría de las infecciones bacterianas y virales tienen una gran versatilidad de acción. Esto junto a su larga vida
media y concentración le da mucho sentido al hecho de que las IgG sean las Igs transferidas al feto. Obsérvese también
que no existe una función particular detectada para la IgD, cuya principal función es la de ser junto a la IgM las Igs de
superficie en los linfocitos vírgenes maduros.

Anticuerpos policlonales y monoclonales

Los anticuerpos producidos en la respuesta


inmune a un antígeno sea por una
infección o por inmunización con ese
antígeno es de naturaleza policlonal. Esto
es el resultado de que distintos clones de
células B son activados y se diferencian en
células plasmáticas productoras de
anticuerpos. Cada uno de estos clones de
células plasmáticas producirá un
determinado isotipo o subclase de
anticuerpo, con una dada afinidad por el
epítope que reconoce, y habrá también
clones que reaccionan contra distintos epítopes en el mismo antígeno.
Existen desde hace años distintas tecnologías para fabricar anticuerpos mucho más definidos, con una única especificidad
y la misma afinidad, lo cual representa una ventaja para muchas aplicaciones prácticas de los anticuerpos, tales con su
uso como herramientas analíticas o su aplicación como moléculas terapéuticas.
La tecnología más común para fabricar estos anticuerpos es la tecnología de hibridomas en la cual se logra la
inmortalización y el clonado del clon de linfocitos B de interés. La línea celular así establecida secretará anticuerpos
monoclonales, que son básicamente la misma molécula (aunque suelen presentar diferencias en el grado de
glicosilación).
Cuando nos infectamos con un patógeno, muchos linfocitos B van a tener receptores que van a reconocer las moléculas
de patógeno, se van a activar, van a proliferar y van a sintetizar anticuerpos. Esto hace que tengamos una mezcla de Ac
con diferentes epítopes con diferentes afinidades; tenemos una población heterogénea de Ac (mostrado en imagen con
diferentes colores). Para muchas aplicaciones, no es bueno tener tanta variedad; si usamos Ac como herramienta es
mucho mejor tener una única molécula de Ac que se une a un único epítope. Esto se puede lograr a través de un método
in vitro que se llama “desarrollo de anticuerpos monoclonales”.

Algunas aplicaciones de los anticuerpos monoclonales


- Terapéuticas: como fármacos en enfermedades inflamatorias y Cáncer
- Analíticas: detección de moléculas pequeñas así como macromoléculas (inmunoensayos). Por ejemplo el test de
embarazo utiliza anticuerpos monoclonales contra la hormona Gonodotrofita Coriónica Humana.
- Herramientas en investigación: detección de proteínas de interés, purificación de macromoléculas, inmunohistoquímica,
citometría de flujo, western blot, etc.

Anticuerpos monoclonales ¿Cómo se hace?


La inmortalización se logra a través de la fusión de los linfocitos B con células de mieloma modificadas. Estas últimas,
por su naturaleza tumoral, tienen la capacidad de crecer indefinidamente en cultivo celular, y han sido modificadas para
que no secreten anticuerpos por si mismas. El resultado de la fusión es una línea celular que puede crecerse en cultivo y
que secreta los anticuerpos codificados por los genes del linfocito B con la cual se fusionó. La línea de mieloma utilizada
en la fusión es deficiente en las enzimas implicados en la síntesis 'de novo' del DNA como la timidina kinasa (TK) o la
hipoxantina guanina fosforibosil transferasa (HGPRT). Los productos de la fusión celular (hibridomas) son cultivados en
medio HAT (de hipoxantina, aminopterina y timidina), dado que en este medio solo pueden sintetizarse DNA por la vía ‘de
novo’, las células de mieloma que no se fusionaron no pueden reproducirse y mueren, sobreviviendo solo aquellas que
se fusionaron con los linfocitos. Las células híbridas obtenidas tras el proceso de fusión son heterocariontes y contienen
un número elevado de cromosomas (72 del mieloma y 40 del linfocito B) que en las sucesivas divisiones se irán
perdiendo hasta oscilar entre los 70 y los 80 cromosomas. Como consecuencia de dicho proceso algunas células pierden
la capacidad de secreción de anticuerpos o bien funciones básicas para la viabilidad celular. Por ello tan pronto como se
identifica como positivo un pocillo se somete a un proceso de clonación para evitar el crecimiento de células no
productoras que al ser metabólicamente más eficientes acabarían por dominar el cultivo.

Una tecnología adicional para la obtención de anticuerpos monoclonales es la creación de bibliotecas de anticuerpos en
fagos filamentosos (phage display). Estas bibliotecas se preparan clonando los genes de inmunoglobulinas del animal
inmunizado, en un vector que puede ser empacado en la envoltura viral del fagos del tipo M13. Estas bibliotecas pueden
luego ser seleccionadas por la afinidad del anticuerpo expresado por la molécula selectora de interés (generalmente el
antígeno usado en la inmunización). El o los clones seleccionados pueden utilizarse para producir el anticuerpo en forma
recombinante expresandolo en bacterias (fragmentos sFV o Fab) o en células eucariotas (molécula completa de Ig).
El receptor T (TCR)

El receptor del linfocito T o TCR está


compuesto por 2 cadenas que contienen 2
dominios de inmunoglobulina cada una.
Estas cadenas pueden ser del tipo αβ o γδ.
Cada una de estas cadenas está compuesta
por un dominio de Inmunoglobulina
variable (en blanco) y por otro constante
(en azul).
El receptor T (TCR) de los linfocitos T es el
componente de reconocimiento de
antígeno de los linfocitos T. Actúa
exclusivamente como receptor de
membrana; de esta forma confiere
especificidad al linfocito T al cual
pertenecen. SIEMPRE como receptor de
membrana
Los TCR alfa-beta solo reconocen péptidos
que están formando complejos con
moléculas de MHC
La estructura de reconocimiento del TCR tiene una estructura similar al fab de las Igs
Estructuralmente, el receptor y el fragmento Fab de las inmunoglobulinas son muy similares. Cada cadena del receptor T
consta de dos dominios uno constante y otro variable, pero además ambas cadenas tienen un dominio transmembrana
y una extensión citoplasmática, que se vincula a su función como receptor de membrana.

Los linfocitos T participan en la respuesta inmune a través de variados mecanismos que implican el reconocimiento
celular
Los linfocitos T tiene una función central en la regulación de la respuesta inmune y participan además directamente en la
destrucción de los agentes agresores. Reconocen al antígeno a través de su receptor de membrana (TCR) que no se
secreta. Hay dos tipos de receptores: αβ y γδ. La función de los linfocitos T con receptores γδ es menos comprendida y
nuestro conocimiento principal es sobre los linfocitos T con receptores αβ. A diferencia de las inmunoglobulinas que
pueden unirse a un amplio espectro de estructuras químicas, los linfocitos T con receptores αβ solo reconocen péptidos
asociados a receptores de membrana (denominadas moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad, MHC)
presentes en células propias del individuo. Cuando un linfocito T virgen reconoce a su antígeno (si se cumplen una serie
de condiciones) es estimulado a proliferar y diferenciarse. Esta diferenciación puede dar lugar a tres tipos de células
efectoras:
a) linfocitos T citotóxicos (CTL) que actúan por ej. en las infecciones virales destruyendo la célula infectada,
b) linfocitos T inflamatorios (TH1) que colaboran con el macrófago aumentando su capacidad de destruir los patógenos
fagocitados,
c) linfocitos T colaboradores (TH2) que colaboran con él los linfocitos B en la producción de anticuerpos, favoreciendo los
procesos de maduración de la afinidad, cambio de clase y generación de linfocitos B de memoria.

Los receptores de célula B (BCR)y de la célula T (TCR) se presentan como complejos de membrana con componentes que
participan en la transmisión de la señal

Tanto la Ig como el TCR se presentan como


complejos de membrana con componentes que
participan en la transmisión de la señal. En el caso
de las inmunoglobulinas en los linfocitos B vírgenes,
el receptor IgM (que como se observa no es
pentamérico como la IgM secretada) está
acompañada de dos cadenas con dominios de
inmunoglobulinas Igα e Igβ que participan en la
señalización. El TCR es aún más complejo.
¿Cómo es posible mantener la estructura básica que da a lugar a la funcionalidad de la molécula de inmunoglobulina, a la
vez que se varía la estructura primaria de forma prácticamente ilimitada?
Las moléculas de Ig que proviene de un mismo clon de linfocitos B son idénticas, pero debido a las diferencias en el
paratope las moléculas de Ig que provienen de distintos clones de linfocitos B son en realidad distintas proteínas. Aún así,
en todos los casos se conserva la estructura básica necesaria para su funcionalidad. La pregunta que plantea esta
diapositiva, trae la atención sobre “el diseño evolutivo” que generó una molécula con la capacidad de variar
ilimitadamente la región de unión al antígeno sin afectar la estructura global de la molécula. Una solución nada obvia.
Tema 5: Mecanismos de generación de diversidad de la moléculas de reconocimiento
de la respuesta inmunológica adaptativa
Clase 6, 18/10/2013

REPASO:
- El linfocito se genera en la médula ósea. Tenemos linfocitos B, con anticuerpos en su superficie que están formando un
receptor BCR junto con otras proteínas que participan en la señalización. En determinadas condiciones, en un contexto
inflamatorio, el linfocito reconoce al antígeno y se puede activar, pasando así el linfocito virgen a proliferar y desarrollarse
en una forma en la cual pasa a secretan anticuerpos. Por otro lado tenemos al receptor T, molécula de reconocimiento
restringido, que reconoce péptidos asociados a moléculas propias (MHC).
- En la clase pasada vimos la estructura de los Ac, que tienen una región constante y hay dominios variables tanto en la
cadena liviana como en la pesada. Es aquí donde se hará énfasis en la generación de diversidad para que estos dominios
varíen su secuencia de aminoácidos. La cadena de aa que se acumulan en el parátope (sitio de unión al antígeno) se
llaman “regiones determinantes de la complementariedad” (CDR) y son regiones hipervariables. Sabemos que hay 3 CDRs
por cada dominio: 3 CDR en el dominio pesado y 3 en el dominio liviano. Si vemos el parátope de “arriba” vemos ubicados
los CDRs. Los CDR3 de las cadenas pesada y liviana ocupan un sitio central en el parátope, y por lo tanto son los que
mayor diversidad generada.
- Hay un precursor a partir del cual hay una diversificación enorme que da lugar a todo el pool. El número de la diversidad
9 10 9
de linfocitos es del orden de 10 -10 (miles de millones) logrado a partir de un genoma de 3.3x10 pares de bases, lo cual
indica que debe haber un mecanismo por el cual el número discreto de genes (información restringida) se puede
generar un numero enorme de elementos (linfocitos).

En el curso de la respuesta inmune los anticuerpos aumentan su afinidad por el antígeno y cambian de clase
Los anticuerpos producidos en la respuesta inmune a un antígeno, sea por una infección o por inmunización con ese
antígeno, es de naturaleza policlonal. Esto es el resultado de que distintos clones de células B son activados y se
diferencian en células plasmáticas productoras de anticuerpos. Cada uno de estos clones de células plasmáticas producirá
un determinado isotipo o subclase de anticuerpo, con una dada afinidad por el epítope que reconoce, y habrá también
clones que reaccionan contra distintos epítopes en el mismo antígeno.
Existen desde hace años distintas tecnologías para fabricar anticuerpos mucho más definidos, con una única
especificidad y la misma afinidad, lo cual representa una ventaja para muchas aplicaciones prácticas de los anticuerpos,
tales con su uso como herramientas analíticas o su aplicación como moléculas terapéuticas. La tecnología más común
para fabricar estos anticuerpos es la tecnología de hibridomas en la cual se logra la inmortalización y el clonado del clon
de linfocitos B de interés.
La línea celular así establecida secretará anticuerpos monoclonales, que son básicamente la misma molécula (aunque
suelen presentar diferencias en el grado de glicosilación).

La recombinación somática

Por un lado tenemos una célula embrionaria, a la cual podemos considerar de la línea germinal, es decir, una célula que
tiene su ADN compartido, no lo tiene modificado.
Por otro lado la imagen muestra una célula de
mieloma, un linfocito B, ya diferenciado y que
produce cierto Aa.
En el experimento se modificó el mensajero de estas
células, los marcaron y vieron como reaccionaban con
el ADN de la célula germinal o el ADN de la célula del
mieloma. Para esto se realizó una digestión, que corta
en forma aleatoria. Seguramente, si la parte variable
de la inmunoglobulina estaba lejos de la región
constante (el caso de las células de línea germinal) lo
que iba a pasar es que los fragmentos iban a quedar
separados. En cambio, si había habido un proceso por el cual se habían recombinado y ahora estaban próximos (es el caso
de la línea de células diferenciadas), se iban a ver juntos (muy difícil que el sitio de escisión estuviese entre estos dos
segmentos).
En 1976 Tonegawa et al. demostraron que la estructura de los genes de inmunoglobulinas en las células de tumores
productores de anticuerpos, mielomas, es diferente de la que se encuentra en los tejidos embrionarios. Estas diferencias
aparecen durante el desarrollo de la linfocitos B (un proceso similar ocurre en los linfocitos T), en la cual se produce la
recombinación del DNA en las regiones que codifican el receptor del linfocito.
La recombinación somática es un proceso característico de los linfocitos B y T, y no se conocen otros ejemplos de este
tipo en células eucariotas. Mediante este proceso se eliminan regiones del genoma germinal, combinándose segmentos
génicos para formar exones que no existen en la línea germinal y que son distintos para cada linfocito B o T maduro.
Los receptores de antígenos (inmunoglobulinas y receptores T) se producen por un proceso de recombinación aleatoria
de segmentos génicos que no es influenciada ni dirigida por el antígeno.
En la medida en que las células B o T se desarrollan codifican el ADN de la línea germinal. En la mayoría de nuestras
células diferenciadas, el ADN sigue siendo básicamente el mismo, pero las células linfocito B o T son únicas en el sentido
de que durante el proceso de desarrollo modifican su ADN. Si bien se modifica una pequeña porción, conceptualmente es
un ADN distinto al germinal.
En 1976, S. Tonegawa y N. Hozumi encontraron la primera prueba directa indicativa de que genes separados codificaban
las regiones V y C de las inmunoglobulinas y que los genes se reordenaban en el curso de la diferenciación de la célula B.
Tonegawa y Hozumi seleccionaron DNA de células embrionarias y células de mieloma adultas (células en etapas muy
diferentes de desarrollo), y utilizaron varias endonucleasas de restricción para generar fragmentos de DNA. Después
separaron estos fragmentos por tamaño y analizaron su capacidad de hibridarse con una sonda de mRNA radiomarcada.
Dos fragmentos de restricción separados procedentes del DNA embrionario se hibridaron con el mRNA, en tanto que solo
un fragmento de restricción aislado procedente del DNA del mieloma adulto lo hizo con la misma sonda. Tonegawa y
Hozumi sugirieron que, durante la diferenciación de los linfocitos desde la etapa embrionaria hasta la etapa de célula
plasmática del todo diferenciada (representada en su sistema por las células de mieloma), los genes V y C experimentan
reordenamiento. En el embrión, los genes V y C están separados por un segmento grande de DNA que contiene un sitio
de endonucleasa de restricción; durante la diferenciación, los genes V y C se acercan entre si y se elimina la secuencia
intermedia de DNA.

La diversidad de las inmunoglobulinas se genera durante el desarrollo y diferenciación de los linfocitos B

Los linfocitos B se originan en la médula ósea a partir de un


precursor común. Durante el proceso de maduración que ocurre
en la médula ósea, se genera el receptor de inmunoglobulina
específico de estos linfocitos, como consecuencia del
correspondiente rearreglo de los genes que lo codifican. Este
rearreglo consiste en la recombinación de segmentos génicos que
da lugar a la formación de los exones que codifican las cadenas
pesadas y livianas de las inmunoglobulinas. Luego de este proceso
el linfocito expresa el correspondiente receptor en su membrana
y recircula a través de los órganos linfoides secundarios donde
podrá producirse el encuentro con el antígeno que en el contexto
adecuado dará lugar a su proliferación y diferenciación, dando
lugar a células que secretan anticuerpos (Plasmocitos) y linfocitos
B de memoria (células de larga vida que aseguran una rápida
respuesta en un segundo encuentro con el antígeno).
El dominio variable de las cadenas pesadas y livianas de los anticuerpos es generado por la recombinación de segmentos
génicos

V, D y J en el caso de las pesadas y V y J en el caso de las livianas.


En la imagen tenemos la molécula de inmunoglobulina, el dominio variable en amarillo, verde y rojo. Este dominio
variable es el resultado de la traducción del ARNm, que antes era un trascripto primario, que antes fue un ADN que se
rearregló y que originalmente la línea precursora inicial los tenia separados en fragmentos génicos. En esta figura
simplificada, se muestra el proceso de recombinación somática correspondiente a la cadena pesada. Esta se forma por
recombinación de segmentos génicos VDJ, para dar un exón que codifica el dominio variable de la cadena pesada. La
recombinación del DNA fija la especificidad del linfocito B, pues la recombinación posterior está inhibida por el rearreglo
productivo que se produjo.
Como veremos en las láminas que siguen existen distintas variantes de estos segmentos V, D y J, cuya combinación da
lugar a distintas regiones variables en las cadenas pesadas. Similarmente, la combinación de distintos segmentos V y J (no
D es este caso) da lugar a la diversidad de las cadenas livianas.
El VDJ se forma a partir de un pedazo de gen grande, el segmento V, y segmentos D y J. Esta imagen está simplificada y
muestra un solo segmento de cada tipo, pero en verdad hay muchos (aprox. 50 V, decenas de D y J).
La recombinación somática depende de:
a) La existencia de regiones conservadas en los intrones que separan los segmentos V, D y J y que guían el proceso de
recombinación.
b) La existencia de recombinasas específicas (RAG1, RAG2) que solo se expresan en los linfocitos B y T.

Vemos los segmentos V, D y J así


como también, en forma
abreviada, los rectángulos azules,
que codifican para la cadena
pesada, representados como un
bloque pero ya vimos que se
compone por exones (un exón
para cada uno); μ codifica para la
IgM, δ para la IgD, γ para una IgG
y así sigue.
La célula pro-B empieza a hacer su
rearreglo y en forma aleatoria se acerca
alguno de los segmentos. Inicialmente
comienza con unir segmentos D con J. Es
al azar cuál de los D y de los J se une. En
el caso de la imagen se une el D2 con el
J3.

Los segmentos son aproximados. Intervienen


los intrones que hay entre ambos segmentos
génicos. Las regiones palindrómicas
(secuencia de nucleótidos de un ácido
nucleico que da igual si lo leemos de 5’ a 3’
en una hebra o de 3’ a 5’ en su hebra
complementaria) de complementariedad,
permiten que se forme una horquilla y a su
vez esa horquilla y las regiones palindrómicas
forman sitios de reconocimiento de
recombinasas.

En los intrones que separan los


segmentos V, D, y J existen regiones
conservadas que guían el proceso de
recombinación. Estas regiones están
constituidas por heptámeros y
nonameros palindrómicos (opuestos y
complementarios). La
complementariedad de estas regiones
permite la formación del bucle de DNA
que se elimina, notar el papel de los
nonámeros (de color obscuro en la
figura) que al aparearse cierran el
bucle. Lo mismo ocurre con los
heptámeros, aunque
lamentablemente no está claro en la
figura.
Como las regiones palindrómicas están
en el 3’ de los segmentos V y en el 5’
de los J, esto asegura que no se recombinen segmentos V con V, o J con J.

Las recombinasas mostradas, RAG1 y RAG2,


solo se expresan en los linfocitos B. Si uno
expresa estas recombinasas en una línea
celular con regiones palindrómicas, como
estas recombinasas recombinan todo lo que
pueden, sería un problema.
Estas recombinasas lo primero que hacen es
cortar el bucle, sacan el pedazo de ADN (no
va a tener la información completa como
una cómo una célula de la línea germinal).
Después el proceso sigue y (luego
veremos qué pasa con ese ADN
cortado) se terminan uniendo D2 y
J3 en este caso.

Vuelve a pasar un evento aleatorio en el cual


ahora se combinan DJ con alguno de los
segmentos V (en la imagen es con V2).

Se vuelve a formar un bucle con regiones


palindrómicas involucradas, vuelven a intervenir las
recombinasas.

El resultado es que el ADN de


un linfocito que rearregló su
cadena pesada haya generado
un exón que codifica para el
dominio variable de la cadena
pesada.
Eso luego se transcribe, en un
transcripto primario que luego es
procesado y se genera el mensajero
que da lugar a la producción de Ig.

Acá se muestra también el splicing


alternativo del trascripto, que puede
dar lugar también a un mensajero para
la IgD, lo cual ocurre en algún período
de desarrollo de la célula D que expresa
tanto IgM como IgD (ver más adelante
en clase de tolerancia; clase 9).

Como resumen: Lo que ocurre es que segmentos génicos (hay tres tipos para la cadena pesada, V, D y J) se rearreglan en
forma aleatoria y eso termina provocando que cada evento de recombinación provoca una DIVERSIDAD COMBINATORIA.

Diversidad combinatoria
Gran parte de la diversidad de las Igs proviene de la recombinación de distintas copias de los segmentos génicos V, D y
J.

Combinación de segmentos:
λ: 30v x 4j = 120
κ:40v x 5j = 200
Н: 40v x 25D x 6j = 6000 posibles rearreglos en la cadena pesada
Estos son todavía números bajos, pero si consideramos la combinación de cadena liviana con pesada:
Combinación de cadenas:
6
(120 + 200) x 6000 = 2000000 (2 x 10 ; orden del millón)

En el caso de los genes de la cadena pesada, la recombinación somática combina en forma aleatoria segmentos génicos
V, D, J, que son un importante fuente de diversidad de las Ig. Similarmente en la cadena liviana, sea ésta κ o λ, también
hay segmentos V y J (en este caso no hay segmentos D; vemos en la imagen que en las livianas no hay partes verdes) que
se recombinan dando lugar a una importante fuente de diversidad en estas cadenas. La diversidad combinatoria en el
proceso de rearreglo de las recombinaciones hace que a partir de estos 150 segmentos génicos (número discreto) sea
6
posible obtener hasta 2 x 10 paratopes diferentes.

Cuando los segmentos génicos se unen se genera diversidad, la cual se llama diversidad de unión. A continuación
explicamos cómo es la diversidad de unión.

El proceso que une los segmentos V con D, y D con J, es un elemento adicional de generación de diversidad al introducir
en forma aleatoria nucleótidos adicionales que no están codificados en la línea germinal
Durante la unión de segmentos V, D, J, se producen variaciones introducción de codones debido a:
a) La flexibilidad en el corte del bucle terminal que introduce nucleótidos denominados P
b) La acción de la enzima TdT (deoxinucleotidil transferasa terminal) que incorpora nucleótidos (N) en el extremo 3’.

Volvemos a considerar la unión


del J3 con el D2. Vemos en la
imagen que las recombinasas ya
cortaron el loop o bucle.

Lo primero que pasa es que


cuando los extremos quedan
libres hay una formación de
enlace covalente entre los
extremos 5’ y 3’ de cada una
de las cadenas.

Esto provoca la formación de una


pequeña horquilla.
Aquí aparece una nueva
oportunidad de generar
diversidad ya que se puede cortar
en distintos puntos, indicado con
flechas. Dependiendo de dónde se
corte termina dando las
terminaciones mostradas en la
parte inferior de la imagen.

Suponemos que se corta en los lugares


indicados en la imagen, quedando los
extremos que se muestran en la próxima
imagen.

En este momento aparece una enzima


especial, que al igual que las recombinasas
anteriores, solo aparece en estas células B.
La enzima es la TdT, deoxinucleotidil
transferasa terminal, y su función es la de
agregar nucleótidos en el extremo 3’ (de
ambos lados) sin molde.

Lo que ocurre es una adición de nucleótidos


al azar, lo que provoca que no sean
necesariamente complementarios.
Después de que actúa la TdT hay una etapa
de búsqueda de máxima compatibilidad por
prueba y error.
Los nucleótidos que no son complementarios terminan siendo removidos por una endonucleasa y luego una polimerasa
termina rellenando los huecos.

El resultado es que cada vez que se juntan dos segmentos génicos, no importa si D con J o DJ con V, pasa este evento en
forma aleatoria, o sea que aunque se junten los mismos segmentos (D2 con J3) igual no va a ser lo mismo ya que los
nucleótidos entre ellos tienen altas probabilidades de ser distintos. Esta región es entonces una importante contribución
a la generación de diversidad; contribuyendo en un aumento de opciones de 10 veces en el caso de la cadena liviana y
3
100 veces en la cadena pesada, es decir que la diversidad de unión o ligación contribuye en 10 nuevos posibles
rearreglos.

¿Qué puede fallar de este mecanismo?


Como se agregan nucleótidos al azar, puede aparecer un codón de stop, pero ¿se lee como un codón de stop? Depende
de cómo viene el marco de lectura. Usando la imagen como ejemplo: si el marco de lectura termina junto con la
terminación del segmento D2 y luego se lee CAT y luego TAG, lo que provocaría la terminación de la lectura. También
puede pasar que se corra el marco de lectura ya que los nucleótidos agregados no son (en el caso de la imagen) múltiplo
de 3, provocando así que el segmento J3 se lea “desfasado”. En este último caso, se aborta la traducción ya que no se
sintetiza la cadena pesada.

Los nucleótidos N se insertan en las uniones entre los segmentos génicos de las regiones V de la cadena
pesada del receptor de célula T y de inmunoglobulina. Estas regiones N no están codificadas en uno u otro
segmento génico, sino que son insertadas por la enzima desoxinucleotidiltransferasa terminal (TdT).
Incrementan de manera notoria la diversidad de estos receptores.

Los nucleótidos P son moléculas que se encuentran en las uniones entre los segmentos génicos de los genes
reordenados de la región V de los receptores de antígeno. Son una repetición inversa de la secuencia
localizada al final del segmento génico adyacente; se generan a partir de una horquilla intermedia durante la
recombinación y, por ende, se llaman nucleótidos palindrómicos o P.

La diversidad combinatoria y de ligación concentran la diversificación en el CDR3.

Veremos cómo se correlaciona donde se dio la


diversidad respecto a dónde están los CDR en la Ig,
formando el parátope.
En la imagen vemos la proteína “desarmada”
quedando simplemente su estructura primaria. Si lo
correlacionamos con el exón que codifica para esta
parte de la proteína, vemos que el segmento génico V
abarca tanto el CDR1 como el CDR2, mientras que el
sitio donde se dio la recombinación afecta el CDR3, es
por esto que decimos que es muy importante notar
que la mayor diversidad combinatoria y de ligación se produce en la región correspondiente al CDR3 tanto para la
cadena pesada como liviana. Por combinatoria podemos tener distintos D y J, pero además gracias a la diversidad de
unión. CDR3 sufre más diversidad que los otros CDR. Esto tiene un claro sentido biológico dado que los aminoácidos que
componen los CD3 de ambas cadenas se ubican en la región central del parátope y resultan por tanto cruciales en la
interacción con el antígeno.
Exclusión alélica: solo uno de los alelos de la cadena pesada y de la liviana se expresa

El proceso de recombinación sigue un orden preciso comenzando por un alelo de la cadena pesada.
Si se da una recombinación productiva (aquella que permite la síntesis exitosa de la cadena), la cadena μ formada se
expresa entonces intracelularmente y en la superficie de la célula pre-B junto con un “substituto” de la cadena liviana
(compuesta por dos cadenas) formando el receptor de las células pre-B (pre-B receptor). A través de este receptor la
célula recibe señales que bloquean el rearreglo de la cadena pesada en el segundo cromosoma (exclusión alélica), y se
induce la recombinación de la cadena liviana comenzando por la κ.

Sin embargo, los mecanismos que dan lugar a la diversidad de ligación conducen muchas veces a cambios en el marco de
lectura que generan codones de terminación, lo que conduce a que el rearreglo de la cadena pesada no sea productivo.
En esos casos se produce el rearreglo del segundo alelo y si este también falla (lo cual en forma combinada ocurre en
aprox. El 50% de los casos!! Debido a que la diversidad de unión es muy “peligrosa”) la célula entra en un proceso de
apoptosis y muere.

Cuando se ha producido un rearreglo productivo para la cadena pesada, comienza el rearreglo de la cadena κ, donde
operan mecanismos similares de regulación. El rearreglo productivo bloquea el rearreglo posterior de para cadenas κ y
λ. Por el contrario la falta de rearreglo productivo en la cadena κ, promueve el rearreglo en el locus de la cadena lambda,
primero en un alelo y luego en el otro. De no producirse ningún rearreglo productivo de cadena liviana se produce la
muerte celular.
En el caso de la cadena liviana, a diferencia de lo que ocurre en la pesada: Si el rearreglo inicial no es productivo, pueden
utilizarse nuevos segmentos V o J de los que flanquean el VJ recombinado.
Solo si luego de realizar varios intentos no se consigue el rearreglo productivo se pasa al siguiente alelo, o a la siguiente
cadena.

¿Cómo leo el organigrama? Si el rearreglo es productivo (amarillo +) sigo leyendo. Recordar que el rearreglo comienza en
uno de los alelos. Si el rearreglo que se intentó hacer con el primer alelo falla, es decir que no se pudo sintetizar una
cadena (rojo -) entonces la célula reprograma la recombinación y rearregla el siguiente alelo, alelo complementario de la
cadena pesada (hacia abajo en el organigrama). Si el rearreglo es improductivo, entonces la célula no tiene destino, entra
en apoptosis.

¿Cómo se entera la célula si el rearreglo es productivo o no? Si logra generar una cadena pesada,
entonces fabrica un primer receptor que guía a la superficie, pero sin cadena liviana. En esa etapa
del desarrollo, hay una cadena liviana sustituta que es siempre igual, que se produce para que
pueda _____ un receptor (imagen al costado). Si la célula logra censar un receptor de este tipo en
la superficie, entonces pasa a la etapa siguiente y empieza a rearreglar la cadena liviana. Lo
veremos más adelante, pero es importante destacar que antes de pasar a rearreglar la cadena
liviana, la célula prolifera.
Desarrollo de linfocitos B
El proceso de recombinación somática que hemos visto hasta acá ocurre en la médula ósea, y resulta en la expresión del
BCR (inmunoglobulina de membrana, junto con las moléculas accesorias α y β).
La inmunoglobulina de superficie en este momento es una IgM y si en estas condiciones la especificidad aleatoria que se
generó en el linfocito hace que esta interaccione con antígenos propios presentes en la médula, entonces el linfocito B
puede recibir señales para reactivar la actividad de las recombinasas RAG 1 y 2, y “reeditar” la cadena liviana. En este
proceso, nuevos segmentos génicos V (hacia el 5’ del segmento usado inicialmente) y J (hacia el 3’ del segmento utilizado
originalmente) pueden ser usados realizándose un nuevo proceso de recombinación para producir una nueva cadena
liviana que al combinarse con la cadena pesada original de la célula en desarrollo puede revertir el reconocimiento del
antígeno propio.
En caso de no haber reconocimiento de antígenos propios, el linfocito B sigue su desarrollo saliendo a circulación para
finalizar su maduración en los órganos linfoide secundarios donde, por splicing alternativo del RNA primario, coexpresa
IgM e IgD en su superficie. Este linfocito maduro continúa recirculando a través de los órganos linfoides secundarios
donde eventualmente podrá encontrarse con su antígeno específico.
El encuentro con el antígeno, y en muchos casos la colaboración con las células T que se verá más adelante en el curso,
hará que el linfocito B se active, prolifere y se diferencie. En este proceso ocurrirán nuevos cambios que afectarán la
afinidad con que el receptor de superficie del linfocito reconoce el antígeno (maduración de afinidad) y cambios en los
exones que codifican para la cadena pesada (cambio de clase) que afectarán la funcionalidad de los anticuerpos
secretados

La forma de membrana (BCR) o secretada de los anticuerpos se controla a través del splicing alternativo del trascripto
primario del ARN.

Aunque hay pequeñas diferencias para cada gen, en general, existen una serie de exones para cada dominio de la región
constante, y un exón para la región bisagra si la clase en cuestión la posee.
Además de estos en el extremo 3’ puede utilizarse un exón correspondiente a la forma secretada (SC), como ocurre en
los plasmocitos; o bien una región transmembrana (MC) por ejemplo en linfocitos B vírgenes o en células B de memoria.
La forma de membrana o secretada se producen a partir de un transcripto primario de RNA común por procesamiento
post-transcripcional.

Si termina transformándose en una célula secretora de Ac, tiene que darse otro cambio, mostrado en la imagen
(secretada vs. no secretada). Depende de si tiene una cola de anclaje o no. Una vez que se generó el trascripto primario
de la cadena pesada, se puede dar un splicing por el cual se agregan elementos (en amarillo) en la cadena pesada, los
cuales son los que codifican para el anclaje a la membrana.
Esto pasa en linfocitos B vírgenes.
Si la célula se estimuló, deja de hacer el splicing en este sentido y utiliza un segmento génico adyacente al final de la
cadena pesada (naranja) y pasa a ser secretada, no tiene zona de anclaje.
¿Por qué libera Ac?
La forma que “sirve” de los anticuerpos es la secretada, por lo que en algún momento, el linfocito B debe secretarlos.
Primero los debe tener en la membrana, ya que el estímulo tiene que estar asociado a la célula. Si hay un antígeno “A”, y
el linfocito lo puede reconocer, hay un vínculo físico entre la célula y el reconocimiento porque está el Ac en la superficie.
Al activarse el linfocito, se diferencia y prolifera. Esto implica que además de aumentar el número, cambia el fenotipo.
Uno de los cambios fenotípicos, si se convirtió en una célula plasmática, es secretar Ac.

El proceso de recombinación somática es central al funcionamiento del sistema inmune adaptativo


- Porque es el mecanismo básico de generación de diversidad, que produce el repertorio inicial de anticuerpos
- Porque el fenómeno de exclusión alélica, genera linfocitos mono específicos, lo cual es necesario para que ocurra el
proceso de selección clonal. Si rearreglara dos alelos (sin exclusión alélica) tendría cuatro tipos distintos de
inmunoglobulinas, no es monoespecífico. Eso va en contra del principio del funcionamiento clonal.
- Porque la regulación de la expresión de anticuerpos está determinada por el proceso de recombinación.

Además, de ser el proceso de generación de diversidad y de producción de linfocitos monoespecíficos, el proceso de


recombinación somática es un importante evento para la regulación de la transcripción de los genes recombinados, y
por ende la secreción de anticuerpos. El rearreglo de genes aproxima el promotor (P) que se encuentra en el intrón 5’ del
segmento Vn con el potenciador (enhancer; E) que está en el intrón 5’ de los exones de la región constante promoviendo
la transcripción.
La acción de los factores de transcripción sobre el enhancer aumenta enormemente la velocidad de transcripción, pero
para que ocurra, debe estar físicamente próximo al promotor correspondiente, lo cual ocurre al producirse la
recombinación.

En el curso de la respuesta inmune aumenta la afinidad de los anticuerpos y cambian las clases de inmunoglobulinas

Ante el estímulo de la infección o la inmunización,


los linfocitos B de especificidad adecuada son
seleccionados, proliferando y diferenciándose. En
este proceso, ocurren etapas adicionales de
generación de la diversidad que permiten
aumentar la afinidad de los anticuerpos. También
ocurren cambios en los genes de la cadena pesada
que dan lugar al cambio de clase.

En esta gráfica se representa el cambio de clase


que se da en el anticuerpo. Se representa cómo es
la respuesta de Ac en un animal que se inmunizó.
Si el antígeno que estamos utilizando es una proteína, en una primera dosis la respuesta va a ser una secreción de
anticuerpos moderada que va allegar a un pico en algún momento hasta que desaparezca el estímulo y va a comenzar a
bajar hasta quedar en un nivel basal. Si hay una segunda dosis lo que ocurre es que lleva mucho menos tiempo alcanzar
niveles altos de anticuerpos y además, al principio de la respuesta los anticuerpos son IgM y la afinidad es baja y al final
de la respuesta vamos a ver que predominan las IgG y la afinidad es alta. La alta afinidad se consigue porque a partir de
las células que se activaron en la primera respuesta, estas se diversifican a posteriori y sobre esas se hace un proceso de
sobreselección, seleccionándose las de mayor afinidad. En ese proceso es que se da además el cambio de clase.

La hipermutación somática es un elemento adicional de generación de diversidad


Recombinación somática: (médula ósea)
Hipermutación somática: (órganos linfoides secundarios) Proceso de introducción de mutaciones puntuales en la región
variable de los genes de las cadenas livianas y pesadas que expresa el linfocito B. Es un proceso que ocurre cuando los
linfocitos están proliferando. Es decir que, las células vírgenes se encuentran con su antígeno en un contexto de
activación, y ahí empiezan a proliferar. Cuando empiezan a proliferar forman un ___________ en el ganglio, allí
interaccionan con las células T y como consecuencia se activa un programa por el cual al replicar el ADN se intruducen
mutaciones.
6
La tasa de mutación es 10 superior a la que ocurre en otras células, y no afecta la región constante de las Igs.
Mientras que los mecanismos de recombinación somática son similares para los linfocitos B y T, la hipermutación
somática es exclusiva de las células B. Solo ocurre en los linfocitos B activados a través de la colaboración con linfocito T.
Hipermutación somática: introduce mutaciones puntuales en las regiones V de genes codificadores de inmunoglobulinas
reordenados en células B activadas, lo que produce algunas variantes que se unen con mayor fuerza al antígeno.
La diversificación se logra por medio de tres mecanismos, hipermutación somática, conversión génica, y cambio de clase
o recombinación de cambio de clase, que alteran de distintos modos la secuencia de la inmunoglobulina secretada (fi g.
4-21). La recombinación de cambio de clase solo involucra a la región C: reemplaza la región C de la cadena pesada Cμ
original por una región C alternativa, lo que aumenta la diversidad funcional del repertorio de inmunoglobulinas. La
hipermutación somática y la conversión génica afectan la región V. La hipermutación somática diversifica el repertorio de
anticuerpos al introducir mutaciones puntuales en las regiones V de ambas cadenas, lo que altera la afinidad del
anticuerpo por el antígeno. La conversión génica diversifica el repertorio de anticuerpos primario en algunos animales;
reemplaza bloques de secuencias de las regiones V por secuencias derivadas de las regiones V de seudogenes.

Al igual que la recombinación V(D)J mediada por RAG, estos procesos involucran eventos de mutación somática delos
genes que codifican inmunoglobulinas, pero al contrario de la recombinación V(D)J, todos inician mediante una enzima
llamada desaminasa de citidina inducida por activación (AID), que se expresa de manera específica en las células B; no
ocurren en genes de receptores de célula T.

La hipermutación somática está mediada por la enzima desaminasa de citidina inducida por activación (AID).

1. Mutación directa
2. Mutación uracil ADN glicosidasa (sitio
abásico)
3. Reparación mismatch (exonucleasa +
error prone polymerase; también
sustituciones AT)

El proceso de hipermutación somática


así como el de cambio de clase están
bajo el control de un mismo gen, el gen
de activación inducida de la citidina
deaminasa (AID). Esta enzima puede
deaminar el grupo amino de la citidina
(C) convirtiéndola en uridina (U). Esto
puede dar lugar a tres enómenos:
1) El cambio U:G es replicado en una de
las especies hijas consolidando la
mutación U:G correspondiente.
2) También puede ocurrir que la uridina
sea removida por la Uracil DNA Glicosilasa resultando en la desaparición de una base, este sitio “abásico”, si es replicado,
es reemplazado aleatoriamente en el proceso de replicación dando lugar a una mutación al azar.
3) Pero también el cambio U:G puede ser reconocido por la maquinaria de reparación de apareamiento incorrecto
(mismatch), lo que resulta en el procesamiento del DNA a través de una actividad exonucleolítica que expone una simple
hebra de DNA, seguida de una actividad polimerasa proclive a errores que rellena la porción faltante. Esta actividad
introduce mutaciones adicionales aleatorias a través del ‘gap’ de DNA, lo que permite que también ocurran mutaciones a
nivel de pares AT.
4) Finalmente, el cambio U:G puede dar lugar a la ruptura y religación del DNA, y este último caso es el que se vincula con
la recombinación somática.
La deaminación se da en regiones determinadas denominadas puntos calientes o ‘hot spots’ que tienen sequencias de
WRCY según se muestra en la figura, y está dirigida por los ‘enhancers’ de transcripción que se encuentran entre los
dominios V y C. De hecho si un gen heterólogo con un promotor activo se inserta próximo al enhancer este se convierte
en blanco de la AID.

La hipermutación somática seguida de la selección por el antígeno, dan lugar al proceso de maduración de la afinidad.
La hipermutación somática es el proceso por el cual se introducen mutaciones puntuales en la región variable de los
genes de las cadenas livianas y pesadas que expresa el linfocito B, y es de naturaleza aleatoria.
6
La tasa de mutación es 10 superior a la que ocurre en otras células, y no afecta la región constante de las Igs, ni el resto
de los genes del linfocito B. Mediante el mecanismo de hipermutación somática, se producen clones mutantes derivados
del clon original de linfocito B específico por el antígeno. En estos clones se han introducido en forma aleatoria
modificaciones en el paratope que harán que su BCR reconozca con mayor o menor afinidad al antígeno. La posterior
selección por el antígeno, rescata los clones de mayor afinidad, y es responsable del fenómeno de MADURACIÓN DE LA
AFINIDAD que se observa a medida que transcurre la respuesta inmune (este proceso se verá en detalle más adelante en
el curso).
En la figura se muestra la respuesta a la inmunización con un hapteno mostrando cómo a lo largo del proceso se fueron
analizando los genes de las cadenas pesadas y livianas de clones de linfocitos B específicos para el hapteno. Nótese que a
lo largo de la respuesta, se acumulan mutaciones en las regiones correspondientes a los CDRs, a la vez que se produce un
cambio en la cadena pesada (inicialmente IgM pasando a IgG al final).
Es decir, la figura muestra como se observa experimentalmente la hipermutación somática. Si uno mira animales que son
inmunizados y se va observando cómo va cambiando la secuencia. Se ve que se comienzan a acumular en los CDRs
mutaciones a medida que avanza el proceso. Las mutaciones ocurren todo a lo largo del dominio variable pero como hay
un proceso de selección (que vemos a continuación) se reflejan sobre todo en los CDRs.

Recordemos que esto ocurre en los ganglios secundarios, aquí no son todavía células que secretan anticuerpos ni
tampoco células de memoria. Están proliferando, están en camino. Cada vez que prolifera mete una mutación distinta,
por lo tanto cada clon termina con una mutación distinta. Ya habían sido pre-elegidas porque tenían afinidad por el
antígeno “X”. La mutación provocara que el anticuerpo se una mejor al antígeno “X”, pero para que esto funcione debe
haber un mecanismo de selección de afinidad.

La hipermutación somática seguida de la selección por el antígeno, dan lugar al proceso de maduración de la afinidad.

El mecanismo de selección lo volvemos a


ver en clase del tema 9.
En la imagen vemos una célula B que se
activó. Va a un centro germinal. En el
centro germinal empieza a proliferar. En
la imagen esta simbolizado con
tonalidades distintas de azul, lo cual
muestra las pequeñas variaciones que
surgieron por la hipermutación
somática. Estos clones, la mayoría van a
haber mejorado su afinidad, otros van a
quedar más o menos igual. Si no pasa
nada en cuanto a aumento de afinidad,
la célula muere por apoptosis. Necesitan
un estímulo que las “rescate” del
programa de muerte. ¿Cómo consiguen
ese estímulo? En el entorno hay unas
células, las DC foliculares, que no son las
DC que ya vimos. Estas tienen en su superficie inmunocomplejos; ese antígeno que capturaron a través de receptores
para el complemento o para FC de los anticuerpos que se produjeron al principio de la respuesta, es decir, tiene
“capturados” antígenos en su superficie, y estas células B se encuentran con las DC foliculares. Van a haber células B que
van a interactuar con las DC foliculares y van a ser capaces de “arrancar” el Ag. El hecho de que puedan arrancar el AG y
puedan presentar péptidos en su MHC, hace que reciban la ayuda de células T, lo que provoca que cambie su programa
de muerte. Es rescatada y puede pasar a ser una célula secretora de Ac o de memoria. Pero las otras células que no logran
interactuar con la DC folicular (debido a que tienen menos fuerza de unión) no reciben estimulo, por lo tanto estas si
siguen el programa de muerte. Este es el proceso que se llama selección por afinidad y conjuntamente con la
hipermutación somática, conforman la maduración de la afinidad.
¿Cuál es la inmunoglobulina que los linfocitos B comienzan a secretar cuando se activan? La IgM.
¿Cómo compensa la IgM la baja afinidad que tiene por el antígeno? Por su alta avidez.
Pero si quiero tener células al final que secreten IgG tenemos que haber mejorado la afinidad del sitio de unión. Para esto
está el proceso de maduración de la afinidad.

¿Cómo producen los linfocitos B distintas clases de inmunoglobulinas?


Los segmentos que codifican para los dominios constantes de las cadenas pesadas se encuentran hacia el extremo 3’ de
los segmentos J. Durante el proceso de cambio de clase, la región VDJ que codifica para el dominio variable del
anticuerpo puede recombinarse con distintos segmentos constantes dando lugar al cambio de clase.
En el mismo sitio, el centro germinal, también hay un proceso nuevo de recombinación en la cadena pesada, a nivel del
ADN, y se modifica el segmento génico que se estaba usando. Al principio, como es el que tiene al lado, la célula B
comienza usando el segmento Cμ el cual codifica para la IgM. Luego, ese dominio puede ser eliminado y sigue con
secuencias de recombinación que permite acomodar una secuencia seriante de recombinación μ con una γ3 por ejemplo,
y si pasa eso se forma un bucle (ver imagen siguiente) el cual se puede remover, y da a lugar a una nueva unión. Ahora
cuando se hace la transcripción se copia un nuevo dominio constante, la célula va a producir otra Ig, en el caso de ser con
una γ3 como habíamos dicho, va a producir una IgG3.

El switch de clases permite la secreción de distintos isotipos de la Ig a medida que transcurre la respuesta inmune.

Debido a que se encuentra situado hacia el 3’ del rearreglo VDJ, el gen de la cadena pesada es el primero en expresarse
en el linfocito B inmaduro como receptor de membrana. En la etapa siguiente ocurre la co-expresión de IgM e IgD
(contigua a la anterior) en el locus de la cadena pesada de Ig.
Esta coexpresión se produce por “splicing” alternativo a nivel del transcripto de RNA, que incluye la regiones
correspondientes a las cadenas pesadas μ y δ. La coexpresión de estas cadenas corresponde con un linfocito B maduro,
que está listo para salir a la circulación periférica.
El encuentro con el antígeno y los eventos que se suceden, particularmente la colaboración con el linfocito T, promueven
una nueva recombinación del DNA del linfocito B, y dan lugar al proceso de cambio de clase. Esta recombinación está
guiada por secuencias de “switch” presentes en los intrones que separan las regiones correspondientes a las distintas
cadenas pesadas. Por estar en los intrones en este caso el rearreglo es siempre productivo.
A partir de que se produce un evento de recombinación, no es posible “volver atrás” al isotipo anterior, pero si llevar a
cabo un nuevo switch hacia regiones que estén hacia el 3’. Es decir que es posible que la célula haga otro cambio más,
más adelante.
El isotipo hacia el cual se produce el cambio de clase está gobernado por los mediadores químicos (citoquinas) que están
presentes en el microambiente donde se encuentra el linfocito B, y que son secretados por el linfocito T colaborador.

Esta es la forma entonces de pasar de un isotipo de inmunoglobulina a otro tipo. Es importante notar que este rearreglo
NO es aleatorio, sino que está condicionado por citoquinas que se secretan en los linfocitos T que están interactuando en
el centro germinal.
Desarrollo de linfocitos B (RESUMEN)

Los linfocitos B se originan en


la médula ósea a partir de un
precursor común. Durante el
proceso de maduración se
genera el receptor de
inmunoglobulina específico.
Primero se produce el
rearreglo de genes
correspondiente a la cadena
pesada, y posteriormente el
de los genes de la cadena
liviana. Este rearreglo se
produce a través del proceso
de recombinación somática,
por el cual distintos segmentos
génicos se unen eliminándose
irreversible los intrones que los
separaban. Mediante este
proceso se generan en forma
aleatoria los exones que
codifican la región variable de
las cadenas pesadas y livianas
de las inmunoglobulinas, y es este el mecanismo de generación de diversidad de estos receptores.
El rearreglo productivo de los exones de las cadenas pesada y liviana, permite al linfocito, a través de distintas etapas,
desarrollarse como linfocito B inmaduro. Este linfocito está ahora en condiciones de ser exportado a la periferia donde
en los correspondientes órganos linfoides primero madura y luego puede encontrarse con su antígeno específico.
El eventual encuentro con este antígeno va a producir la activación del linfocito, su proliferación y diferenciación en
plasmocitos y células de memoria. Este proceso de diferenciación implica una nueva instancia de generación de
diversidad, por hipermutación somática, que permite aumentar la afinidad del anticuerpo. Así mismo, va a cambiar el
tipo de cadena pesada que sintatetiza la progenie del linfocito en cuestión, dando lugar al cambio de clase de los
anticuerpos secretados.

Distintas especies de vertebrados generan la diversidad de sus anticuerpos de formas distintas


Con la excepción de los vertebrados sin mandíbulas, el resto de los vertebrados presentan los elementos básicos que
caracterizan el funcionamiento del sistema inmune humano. En efecto, se han encontrado en estos organismos
evidencias de la existencia de RAGs, TCR, BCR, y MHC, y otros órganos característicos de la respuesta inmune como el
timo y el bazo, y son capaces de hacer hipermutación somática. Sin embargo la estructura de genes de las
inmunoglobulinas que hemos visto para los humanos y ratones, no es exactamente la misma que se encuentra en otras
especies. Por ejemplo, en muchos tiburones, los genes se encuentran en formas de tandem que contienen un segmento
génico V y algunos segmentos D y J que permiten la generación de cierta diversidad, asociados a los exones que codifican
para la región constante, incluso en algunos casos dichos tandems tienen segmentos VDJ ya recombinados, y estos
pueden ser hasta el 50%. Otros ejemplo peculiar es el de las aves, y así el pollo tienen un único segmento génico V
funcional (el adyacente a los segmentos D o J) tanto en la cadena pesada como en el único tipo de cadena liviana
(lambda) que expresan. Este segmento V se recombina dando un sustrato VDJ el cual es sometido a un proceso de
conversión génica, en el cual se transfiere un número limitado de nucleótidos desde pseudogenes V (carente de la señales
de recombinación) a la región VDJ recombinada.

La forma de generación de diversidad del receptor T (TCR)

Hay algunas pequeñas diferencias en el proceso de generación de diversidad de los linfocitos T con respecto a los B.
La organización de los genes del TCR (recordemos que tenemos TCR αβ ó γδ) tiene la cadena γ (inferior en la imagen) esta
en un cromosoma, la cadena β (centro de la imagen) esta en otro cromosoma y las cadenas α y δ están en un mismo
cromosoma, distintos a los anteriores dos mencionados (superior en la imagen). Además, todo el loci δ esta dentro del
loci α, entonces: ¿Qué pasa si se recombina el loci α, es decir un Vα con un Jα? Todo el loci δ se pierde, se elimina. Esto
implica que cuando una célula va hacia el destino αβ, nunca podrá ser una γδ. Esto es una forma que utiliza nuestro
sistema para promover la generación de linfocitos T αβ.
La recombinación somática en los linfocitos T se produce una vez que el precursor correspondiente abandona la médula
ósea y entra en el timo. Allí ocurre el proceso de diferenciación donde el linfocito combina segmentos génicos en forma
similar a lo que ocurre para las inmunoglobulinas.
Los factores que dan lugar a un rearreglo de un TCR αβ ó γδ se conocen solo parcialmente y se discutirán en la clase sobre
desarrollo de linfocitos T (tema 8). En la etapa fetal predomina la producción de los primeros, y en la vida adulta, la gran
mayoría de linfocitos T tienen receptores αβ. Como veremos al estudiar el desarrollo de los linfocitos T, en las primeras
etapas de diferenciación se rearreglan simultáneamente los locus b β y γδ; si el linfocito termina derivando hacia γδ el
proceso de recombinación se congela (regulación a la baja de RAG 1 2), por el contrario si recibe señales para
desarrollarse como αβ, entonces se recombina el locus α.
Nótese que dado que el locus delta está entre los segmentos V y J del α, al recombinarse este último se elimina el locus δ
consolidando el destino del linfocito como αβ.
A diferencia de las inmunoglobulinas donde la exclusión alélica es absoluta, la recombinación productiva en el locus de la
cadena α no inhibe el rearreglo posterior de la misma cadena o del segundo alelo. De esta forma aumenta la
probabilidad de que ese linfocito puede pasar el exigente proceso de selección positiva y negativa en el timo. Para este
proceso el locus α es particularmente adecuado dado que contiene un alto número de segmentos J (61) y V (42) por lo
que las primeras recombinaciones dejan todavía disponibles un alto número de segmentos génicos. Aún así, más del 90%
de los timocitos no superan este proceso de selección.
El proceso de hipermutación somática no opera para los linfocitos T, esto es muy importante porque como se verá más
adelante en el curso, la introducción aleatoria de mutaciones en el TCR podría dar lugar a la pérdida de reconocimiento
del MHC propio (pérdida de restricción), o hacer que este reaccione con péptidos propios con el consiguiente riesgo de
reaccionar con los propios.
Tema 6: Presentación de antígeno a los linfocitos T
Clase 7, 21/10/2013

Vamos a ver la comunicación que hay entre los linfocitos T y la célula que presenta el antígeno. A diferencia de lo que
vimos con los anticuerpos, que eran moléculas secretadas y que así localizan antígenos, a los linfocitos T siempre los
vamos a ver actuando en comunicación con otra célula. El nexo que se da entre el linfocito T y la célula con la cual
interactúa, ya sea que el linfocito se esté activando o que esté dando lugar a funciones secretoras, ese nexo se da a través
de lo que llamamos presentación de antígeno.

En general los patógenos extracelulares son eficientemente eliminados a través de su reconocimiento por los
anticuerpos.

Como hemos visto en las clases anteriores, los anticuerpos son un importante componente del sistema inmune para
eliminar patógenos extracelulares a través de distintos mecanismos como:
a) la neutralización (que impide por ejemplo la interacción de patógenos o tóxinas con receptores celulares).
b) la opsonización que promueve la fagocitosis (al facilitar el reconocimiento del patógeno por células como los
neutrófilos o los macrófagos a través de sus receptores para Fc) de forma más eficiente
c) la eliminación del patógeno mediante la activación del complemento por la vía clásica (donde la unión de la IgM o de
algunos isotipos de IgG, promueve la activación del complemento a través de la unión de su componente C1q).
d) la citotoxicidad mediada por anticuerpos cuando hay una célula por ejemplo infectada con virus, y en su superficie
expresa moléculas del virus, al unirse los anticuerpos a éstos esa célula se convierte en un blanco.
En el caso de patógenos intracelulares es importante contar con un sistema de “muestreo” del interior celular que de una
señal de alerta.
Esta señal promueve el contacto de la célula en cuestión con linfocitos T, lo que a su vez moviliza mecanismos que
conducen a la destrucción del patógeno.
Los anticuerpos también pueden ayudar a combatir patógenos intracelulares como ocurre en el caso de la citotoxicidad
mediada por anticuerpos (ADCC). En uno de los mecanismo de ADCC, por ejemplo, los anticuerpos reconocen antígenos
virales expresados en la membrana de células infectadas por virus, lo que lleva al reclutamiento de las células NK, dado
que estas reaccionan con la región Fc de los anticuerpos unidos a la célula infectada, lo que a su vez, permite
desencadenar la maquinaria citotóxica de la células NK que conduce a la destrucción de la célula infectada.
Si bien el mecanismo de ADCC juega un importante rol en la eliminación de patógenos que alcanzan el interior celular, el
sistema inmune adaptativo cuenta con un poderoso sistema de vigilancia de lo que ocurre en el interior celular, y a
partir del mismo lograr dirigir el accionar de los linfocitos T. El ejemplo más claro es la eliminación de las células
infectadas por virus que presentan en su superficie, péptidos virales asociados a receptores especializados (las moléculas
del complejo mayor de histocompatibilidad, MHC). En este caso el reconocimiento del complejo MHC-péptido por el
receptor específico del linfocito T (TCR) conduce a la destrucción de la célula infectada por el linfocito T (en este caso, se
trata de un linfocito T citotóxico, veremos más adelante que hay otro tipo de linfocitos T, con otras funciones).

Algunas de las funciones efectoras que llevan adelante los linfocitos T:

La expresión de péptidos provenientes de patógenos, en asociación con moléculas de MHC en la superficie celular se
denomina PRESENTACIÓN DE ANTÍGENO. Este proceso es fundamental para promover el contacto celular que conducen
a la activación del linfocito T. Una vez que el linfocito T se activado proliferando y diferenciándose en linfocitos T
“armados”, es también el mecanismo por el cual se dirigen las acciones efectoras del mismo. Ya sea en:
a) la eliminación de células infectadas por virus o células malignizadas, linfocito T citotóxico (CTL), mediante la inducción
de apoptosis
b) la activación de macrófagos, linfocito T inflamatorio, (TH1). El macrófago pasa a un estado de mayor actividad,
aumentando la producción de especies reactivas del oxígeno y del nitrógeno.
c) la colaboración con el linfocito B para la eficiente producción de anticuerpos, linfocito activador (TH1 y TH2) ,
mediante una activación de los linfocitos B. La mayoría de los linfocitos B se activan de esta forma (la otra forma es la
intependiente de linfocitos T)

En todos los casos, además de la interacción TCR-péptido-MHC, se producen otras interacciones moleculares a través de
una serie de moléculas accesorias cuya contribución es esencial para la señalización. Entre estas se tienen las molécula
CD8, que se encuentra en el linfocito T citotóxico, y determina que éste interaccione exclusivamente con MHC de clase I;
y la molécula CD4 que es expresada por los linfocitos T inflamatorios y colaboradores, y que hace que éstos sólo
interaccionen con MHC de clase II.

Los linfocitos T son críticos en el funcionamiento del SI: el ejemplo del SIDA

Además de mediar la acción de los


linfocitos T citotóxicos como se vio en la
lámina anterior, el reconocimiento del
complejo MHC-péptido por el TCR media
también la acción de linfocitos con otras
funciones efectoras o reguladoras que
son sumamente críticas para el
funcionamiento del sistema inmune. Esto
se ve claramente en el caso del SIDA.
El virus del SIDA (HIV) tiene especial
tropismo por células claves del sistema
inmune, como la células dendríticas, los
macrófagos y los linfocitos T. Como se
muestra en la figura, al comienzo de la
infección, hay un importante aumento de
la carga viral. Sin embargo, en esta etapa
el sistema inmune logra montar una
respuesta que detiene la expansión viral y permite la disminución de la carga viral, pero no su eliminación. Se ingresa
entonces en una etapa en la que el HIV continúa el proceso de infección, particularmente afectando los linfocitos T que
contienen el correceptor CD4. Dado que estos linfocitos cumplen un importante rol en la activación de macrófagos y la
diferenciación de los linfocitos B, el ataque a estas células constituye un importante debilitamiento del sistema inmune
del individuo. Finalmente cuando el número de linfocitos T CD4 disminuye notablemente, el sistema colapsa, el
individuo pierde su inmunocompetencia y se convierte en blanco de una serie de patógenos oportunistas que producen
las infecciones características de las etapas finales de la enfermedad.
El ejemplo del SIDA nos da entonces una idea de la importancia que tienen los linfocitos T en el funcionamiento del
sistema inmune.
Cuando los linfocitos T bajan de cierta proporción, cualquier enfermedad que antes era benigna o virus que tenemos
normalmente controlados, puede pasar a ser letal.

¿Qué es la presentación de antígeno?


La presentación de antígeno hace referencia al fenómeno por el cual los antígenos proteicos son procesados, generando
péptidos que bajo la forma de complejos con el MHC se expresan en la superficie celular, lo que promueve la interacción
con el linfocito T.

Hay dos clases de MHC que presentan péptidos de distintos compartimentos celulares y promueven la interacción con
distintos tipos de linfocitos T

A diferencia de las inmunoglobulinas que


ejercen su acción como productos de secreción
del linfocito B neutralizando o “marcando”
patógenos, los linfocitos T reconocen
fragmentos de patógenos (más
específicamente péptidos) generados en la
célula blanco y asociados a receptores de
membranas de las mismas. Dichos fragmentos
peptídicos pueden derivar de patógenos
intracelulares como bacterias o virus, o pueden
provenir de patógenos o sus productos que la
célula internalizó.
El receptor de reconocimiento del linfocito T, se
denomina TCR y estructuralmente presenta una gran similitud con el fragmento Fab de las Inmunoglobulinas. El TCR
reconoce péptidos solamente si estos se encuentran asociados a ciertas glicoproteínas de superficie que están
codificadas en un gran conjunto de genes, que inicialmente se identificaron por su papel en el rechazo de transplantes,
los genes del complejo mayor de histocompatibilidad o MHC.
La expresión de péptidos provenientes de patógenos, en asociación con moléculas de MHC en la superficie celular se
denomina PRESENTACIÓN DE ANTÍGENO. Este proceso es fundamental para promover el contacto celular que conducen
a la activación del linfocito T. Una vez que el linfocito T se activado proliferando y diferenciándose en linfocitos T
“armados”, es también el mecanismo por el cual se dirigen las acciones efectoras del mismo. Ya sea en:
a) la eliminación de células infectadas por virus o células malignizadas, linfocito T citotóxico (CTL), mediante la inducción
de apoptosis
b) la activación de macrófagos, linfocito T inflamatorio, (TH1). El macrófago pasa a un estado de mayor actividad,
aumentando la producción de especies reactivas del oxígeno y del nitrógeno.
c) la colaboración con el linfocito B para la eficiente producción de anticuerpos, linfocito activador (TH1 y TH2) ,
mediante una activación de los linfocitos B. La mayoría de los linfocitos B se activan de esta forma (la otra forma es la
intependiente de linfocitos T)
En todos los casos, además de la interacción TCR-péptido-MHC, se producen otras interacciones moleculares a través de
una serie de moléculas accesorias cuya contribución es esencial para la señalización. Entre estas se tienen las molécula
CD8, que se encuentra en el linfocito T citotóxico, y determina que éste interaccione exclusivamente con MHC de clase I;
y la molécula CD4 que es expresada por los linfocitos T inflamatorios y colaboradores, y que hace que éstos sólo
interaccionen con MHC de clase II.

Lo que determina que un TCR interaccione con una MHC-I o MHC-II es el correceptor de ese linfocito T. Por ejemplo, la
población CD4 interactua con MHC-II asi como los linfocitos T que expresan CD8 tienen un correceptor que esta
preparado para interaccionar con un MHC-I.

Las moléculas de MHC de clase I presentan péptidos provenientes del citosol


Las moléculas de MHC de clase I están en todas las células nucleadas. ¿Por qué no en las no nucleadas? A un virus no le
va a interesar una célula sin núcleo, ya que no tienen la maquinaria necesaria para que se reproduzca.
En caso de infección intracelular, la célula infectada se convierte en blanco de los linfocitos T citotóxicos. Lo cual es lo
mismo que decir que: Los patógenos intracelulares que desarrollan su ciclo en el citosol celular son combatidos por el
sistema inmune a través de los linfocitos T citotóxicos.
Existe un mecanismo de muestreo continuo del contenido citosólico a través de la asociación de fragmentos peptídicos
originados en el citosol con moléculas de MHC de clase I, que son así expresados en la superficie celular. El complejo
MHC-péptido puede entonces mediar la acción citotóxica de los linfocitos CTL.
Hay una serie de organelos que nosotros vamos a considerar como espacio extracelular, asi como también a las vesículas.
Por ejemplo los virus, que típicamente se reproducen en el interior de las células, en su citosol, terminan siendo
presentados en el MHC-I. Tambien algunas bacterias, parasitos unicelulares y demás.
¿Cómo se generan los péptidos que se unen a la MHC-I? La cadena pesada de la molécula del MHC I se sintetiza en el
retículo endoplásmico y en su plegamiento intervienen una serie de moléculas chaperonas. Más adelante en este
proceso se asocia la betaglobulina y finalmente el complejo del MHC I – chaperonas, se asocia al TAP (complejo de dos
proteínas que transportan péptidos desde el citoplasma al retículo endoplasmático). Simultáneamente, en el citoplasma
el proteosoma, genera los péptidos que podrán unirse al MHC I una vez que sean transportados por el TAP. El
proteosoma es un complejo multienzimático, donde unas 28 subunidades se arreglan en 4 anillos apilados formando un
tubo en cuyo interior se aloja el sitio activo de las distintas proteasas que lo componen. El proteosoma es parte de la
maquinaria celular para reciclar proteínas mal plegadas o no funcionales, sin embargo, en condiciones de activación de la
respuesta inmune que resultan en la producción de interferones, algunas de la subunidades del proteosoma pueden ser
substituidas por nuevas subunidades (como bli y b5i) sintetizadas bajo el influjo de estos interferones formando el
denominado inmunoproteosoma, el cual promueve la proteólisis de la proteínas después de residuos hidrofóbicos, lo que
genera péptidos con residuos hidrofóbicos en su extremo C-terminal, lo cual resulta beneficioso para su unión posterior al
MHC. El INFγ (interferón gamma) en particular, puede dar lugar a una nueva modificación del proteosoma, induciendo la
síntesis de proteínas activadoras del proteosoma que se unen a los extremos del mismo, lo que resulta en un aumento en
la velocidad con que los péptidos se liberan, contribuyendo además a que los péptidos no se degraden a nivel de
aminoácidos.
Los péptidos así generados pueden ser transportados al retículo endoplasmáticos por el TAP, en cual en general muestra
preferencia por el transporte de péptidos de entre 8 y 16 aminoácidos, y en particular la de aquellos con residuos
básicos o hidrofóbicos en su C-terminal. Recuérdese que los interferones promueven cambios en el proteosoma que
tienden a generar este tipo de péptidos.
La molécula del MHC adquiere su plegamiento final cuando se le une el péptido adecuado. Una vez sintetizada entra al
retículo y se asocia a distintas moléculas chaperonas, calnexina inicialmente, y luego de asociarse a la b2-microglobulina,
con la calreticulina, ERp57; este complejo está entonces pronto para la asociación del péptido pero hasta que esto ocurra,
se mantiene asociada al TAP a través de la tapasina. En estas condiciones el MHC parcialmente plegado, se enfrenta al
conjunto de péptidos que transportó el TAP, aquí los péptidos compiten por la unión al MHC (mediante un proceso de
prueba y error) y solamente aquellos que den lugar a una unión suficientemente estable inducirán el cambio
conformacional que ancla el péptido en la ranura del MHC dando lugar a la formación de un complejo estable lo que a su
vez produce la liberación del MHC-péptido de su unión al TAP y señaliza el comienzo de la migración del complejo MHC-
péptido que da lugar a su expresión en la superficie celular. Nótese la significación de este proceso de selección de
péptidos que den una unión estable, dado que tanto en este caso, como en la presentación por el MHC de clase II es
muy importante que el complejo MHC-péptido tenga una alta estabilidad (péptido queda como embebido en la
molécula de MHC), que asegure que los péptidos que están asociados al MHC de una dada célula provengan de su
interior.
La exposición del complejo péptido-MHC-I en la superficie celular permite al linfocito T citotóxico la eliminación selectiva
de la célula infectada.
Las moléculas del MHC de clase I “muestrea” continuamente el contenido de la célula. De esta forma, péptidos derivados
de proteínas virales, de bacterias intracelulares, o proteínas de tumores acceden la superficie celular. Nada impide que
péptidos propios sean expresados de esta manera. De hecho en las células normales las moléculas de MHC están
asociadas con péptidos propios, sin embargo no son destruidas porque los linfocitos T que pudieran reconocerla fueron
eliminados en los procesos que dan lugar a la tolerancia a los componentes propios (lo veremos más adelante cómo, clase
9).
Si una célula normal tiene muy bajo MHC-I, vimos en las clases de inmunidad innata que la célula se convierte en un
blanco de la NK.

Las moléculas de MHC-II presentan péptidos provenientes de las vesículas intracelulares


Mientras que el muestreo de los patógenos intracelulares corresponde a las moléculas de MHC de clase I, las moléculas
de MHC de clase II se encargan del muestreo del contenido de las vesículas intracelulares. En la mayoría de los casos
estas vesículas (endosomas o fagosomas) contienen a su vez un muestreo del contenido extracelular, y se produce así la
presentación de péptidos derivados de patógenos o toxinas extracelulares. En otros casos estas vesículas contienen
patógenos adaptados a reproducirse allí, y la presentación de péptidos derivados a linfocitos T inflamatorios contribuye a
promover la eliminación de los mismos.
En el caso de linfocitos B también va a haber expresión de MHC-II de péptidos, y el origen del péptido es el antígeno que
reconocen. Supongamos un BCR de linfocito B que esta uniéndose a un antígeno. Si dicho antígeno es una proteína o si de
alguna manera el epítope que reconoce el anticuerpo está unido a una proteína entonces ese complejo se ingresa y esas
proteínas vinculadas al reconociemiento terminan siendo procesada en péptidos y expresada. O sea, que el linfovito B
termina expresando un MHC-II. ¿Para qué? Porque de esa forma ahora puede tener la colaboración de un linfocito T.
Notar que esta es una presentación mucho mas especializada. No tiene como fin la destrucción de la célula que presenta.

IMPORTANTE: Macrófagos y linfocitos B como tienen núcleo también tienen MHC-I además de MHC-II. No es excluyente.

Las moléculas de MHC-II presentan péptidos provenientes de vesículas endocíticas

En algunos casos la fuente de péptidos puede ser bacterias o parásitos que se adaptaron a sobrevivir en las vesículas
intracelulares. En otros casos puede ocurrir que al célula fagocite patógenos o sus productos, la vesícula endocítica es
entonces asociada con un lisosomas, donde la disminución de pH y la degradación proteolítica genera los fragmentos.
Paralelamente en el retículo endoplasmático, una proteína denominada cadena invariante (Ii) se asocia con una
molécula de MHC de clase II que ha sido recientemente sintetizada, previniendo que se alojen en la hendidura de la
molécula de MHC péptidos o proteínas parcialmente plegadas, es como que la tiene tapada, por lo que los péptidos que
se encuentran en el retículo no se pueden cargar en el MHC-II. La cadena “Ii” dirige la exportación de la molécula de MHC
a la vía endosomal luego de su pasaje por el aparato de Golgi, conduciendo a la fusión con el endolisosoma, donde se
encuentran los fragmentos peptídicos generados a partir de bacterias residentes o proteínas extracelulares endocitadas.
Allí la cadena “Ii” se degrada gracias a la acidificación del medio, pero queda un péptido tapando la hendidura (azul en la
imagen). Comienzan a activarse proteasas que digieren las proteínas, liberando péptidos. En el estadio final, esos
péptidos compiten con el péptido que estaba tapando la hendidura del MHC-II, que venía de la cadena invariante. Asi, hay
una oportunidad de que la molécula de MHC-II se abra, gracias a varias “chaperonas” que particpan del proceso,
abriéndola y cerrándola, provocando que los distintos péptidos tengan la oportunidad de ver si “encajan” bien o no,
mediante un prueba y error. Cuando un péptido tiene suficiente afinidad, el MHC-II se cierra. La etapa final es el
transporte a la superficie celular.
¿Qué pasa si la unión con el péptido no es muy estable, en cualquiera sea el tipo de MHC? Una vez presentado en la
superficie, podría soltarse el péptido de baja afinidad, y el MHC buscaría tomar otro péptido. Esto es crítico que no
ocurra porque el linfocito T podría terminar matando una célula sana, en el caso de que antes hubiese un péptido propio
y luego un virus extracelular, por ejemplo. La unión debe ser estable, y eso es lo que se observa en la realidad. Tiene una
velocidad de disociación muy baja.

La expresión de moléculas de MHC-II está restringida a unos pocos tipos celulares

A diferencia de lo que ocurre con las


moléculas del MHC de clase I que se
expresan en todas las células
nucleadas, las moléculas de clase II se
presentan en unos pocos tipos
celulares. Estas células,
“presentadoras profesionales”, son
las células dendríticas, los
macrófagos, y los linfocitos B.
De éstas células, los macrófagos son
los más activos en la eliminación de
patógenos, fagocitanto a estos o sus productos y presentados péptidos derivados de los mismo en asociación con
moléculas de MHC de clase II. Sin embargo no expresan constitutivamente niveles importantes de estas moléculas. Las
células dendríticas si poseen poseen una importante nivel de expresión de moléculas de MHC de clase II y otras moléculas
coestimuladoras, y por lo tanto son excelentes presentadoras, particularmente en lo que refiere a la activación de
linfocitos T vírgenes. Las células dendríticas, que son particularmente susceptibles a las infecciones virales, son también
fundamentales para la presentación péptidos virales en moléculas del MHC de clase I, activando los linfocitos T
citotóxicos.
Finalmente los linfocitos B, debido a la especificidad de su inmunoglobulina de superficie se destacan por su capacidad de
presentar péptidos derivados de componentes solubles extracelulares, como las toxinas bacterianas.

La expresión de las moléculas de MHC II está fuertemente regulada. Por ejemplo las células dendríticas no las expresan
en su estadío inmaduro, pero sí cuando maduran y se activan; en esta condición expresan además moléculas
coestimuladoras y pueden así activar a los linfocitos T vírgenes. Los macrófagos que son los más activos en la eliminación
directa de los patógenos, fagocitando a estos o sus productos y presentando péptidos derivados de los mismos en
asociación con moléculas de MHC de clase II. La presentación de estos péptidos les permite “reclutar” la colaboración de
linfocitos T CD4+ inflamatorios, con TCRs específicos de ese complejo MHC-péptido, lo que le permite aumentar el poder
de destrucción de sus fagolisosomas. Finalmente los linfocitos B, capturan antígenos que son procesados y presentados
en el MHC II, en alta densidad en la superficie celular, y de esta forma pueden reclutar linfocitos T CD4+ colaboradores
que tienen especificidad los péptidos derivados del antígeno y presentados en el MHC II. Esta interacción da lugar a la
activación de los linfocitos B, induciendo la formación del centro germina y participando en los procesos de maduración
de la afinidad y cambio de clase.

La importancia de la coestimulación en la presentación de antígeno

Para que la presentación sea eficiente,


además de la interacción antígeno (péptido)
específica entre el TCR y el MHC-péptido,
deben producirse otras interacciones que
dan una “segunda señal”. Esto es
absolutamente esencial en el caso de la
activación de linfocitos vírgenes, y la
expresión de las moléculas coestimuladoras
correspondientes en las células dendríticas
(como B7.1 y B7.2 que interactúan con las
moléculas CD28 del linfocito T) que dan
esta segunda señal son reguladas a la alta
durante el proceso inflamatorio que se
produce en el sitio de infección donde se
encontraban las células dendríticas antes de
migrar al tejido linfoide secundario, que es
sitio de activación de los linfocitos vírgenes.
La coestimulación como segunda señal es también importante en otras instancias de presentación, como en la acción de
los linfocitos T CD4+ colaboradores, cuando su receptor reacciona con complejos péptido-MHC expresados por ejemplo
por macrófagos o células B. En estos casos es necesaria una segunda señal provista por la interacción entre el ligando
(CD154) para CD40 con la molécula coestimuladora CD40. La expresión del ligando para CD40 es una característica de
activación de estos linfocitos T efectores.
Siempre vamos a ver que la interacción entre el TCR y el MHC-péptido da la especificidad. Pero luego debe haber otra
serie de contactos para que se de la activación.

La importancia de la coestimulación: El proceso inflamatorio (respuesta innata) es crucial para la expresión de moléculas
coestimuladoras

DC residentes en los tejidos, donde no expresan la molécula B7. Si ingresan PAMPs por ejemplo, activando la respuesta
inmune innata, a las DC se les reprograma el fenotipo y comienzan a expresar moléculas coestimulatorias, migran al
ganglio y allí pueden hacer activación de linfocitos T vírgenes.

El número de moléculas de MHC distintas que hay en cada célula presentadora es pequeño- ¿Cuál es la estrategia de
reconocimiento de las moléculas de MHC que les permite presentar miles o millones de péptidos diferentes?
Ya vimos en “generación de diversidad” que se generan miles, millones de distintos linfocitos T, pero al MHC, ¿le pasa lo
mismo?¿tenemos un mecanismo equivalente de generación de diversidad? ¿Es la especificidad lograda por creas miles y
millones de moléculas de MHC ó solo unas pocos pero con un mecanimso especial que les confiere especificidad?
Los anticuerpos y el TCR reconocen los distintos antígenos debido al elevado número de especificidades que componen
sus respectivos repertorios. En el caso de las moléculas de MHC, unas pocas variantes (menos de 10 en cada clase) son
capaces de presentar una enorme diversidad de péptidos. Si bien la unión al péptido es de baja especificidad, debido a la
particular estructura de las moléculas de MHC, una vez que se produce la unión es muy estable y la vida media del
péptido en la superficie celular es igual al de la propia molécula de MHC.
Las dos clases de MHC tienen distintas subunidades pero estructura 3D similar

Las moléculas de MHC tienen estructura tridimensional


similar. El sitio de unión al péptido consiste en una
hendidura formada por dos alfa hélices sobre una
plataforma constituida por hojas beta antiparalelas.

Este sitio está formado en el caso del MHC de clase I, por


una única cadena que tiene tres dominios: α1, α2 y α3. Los
dos primeros dominios de la cadena alfa y presentan
péptidos de entre 8 y 10 aminoácidos. Existen dificultades
para acomodar péptidos más largos debido a que la
hendidura está cerrada en los extremos. El tercer dominio, el
α3, contiene el sitio de unión para el ligando CD8, que
determina la interacción con linfocitos T citotóxicos. Esta
proteína está anclada a través de una región transmembrana
en la membrana plasmática.

En el caso del MHC de clase II, el sitio de unión al péptido


está formado por la combinación de los primeros dominios
de la cadenas alfa y beta que la forman, decimos entonces
que esta formado por dos cadenas: cadena β y cadena α. El
sitio de unión para CD4 que determina la interacción con
linfocitos T inflamatorios o colaboradores está situado en el
segundo dominio de la cadena β. En este caso la hendidura
no está cerrada en los extremos por lo que es posible la acomodación de péptidos de mayor longitud, es más tolerante.

Vemos que las estructuras se parecen mucho entre si asi como también el sitio donde acomodan al péptido.

Cada molécula de MHC puede acomodar muchos péptidos distintos

La unión del péptido se produce por la interacción


con “bolsillos” de cargas o hidrofóbicos que se
encuentran en la hendidura del MHC. La
interacción con esas regiones del MHC está dada
por unos pocos residuos claves del péptido, de
modo distintos péptidos con similitud respecto a
los residuos claves pueden también unirse. El
cambio conformacional que acompaña la unión
del péptido lo envuelve asegurando la estabilidad
del complejo.

Con el MHC no tenemos infinito número de moléculas, sino que todas las células que los presentan tienen el mismo
conjunto de moléculas de MHC. Ya lo vamos a ver más adelante.
No siempre es posible presentar todos los péptidos.

Unos pocos residuos del péptido determinan la unión


El alineamiento de la secuencia de péptidos eluídos de un mismo tipo de molécula de MHC permite identificar los
residuos que resultan claves para la unión.
Solo cuando el receptor (TCR αβ) del linfocito T reacciona con residuos de MHC y del péptido se alcanza la fuerza de unión
que tiene sentido biológico.

A diferencia de las inmunoglobulinas que


ejercen su acción como productos de
secreción del linfocito B neutralizando o
“marcando” patógenos, los linfocitos T
reconocen fragmentos de patógenos (más
específicamente péptidos) generados en el
cuerpo celular de la célula blanco, asociados a
receptores de membranas de las mismas.
Dichos fragmentos pueden derivar de
patógenos intracelulares como bacterias o
virus, o pueden provenir de patógenos o sus
productos que la célula internalizó.
El receptor de reconocimiento del linfocito T,
se denomina TCR y estructuralmente presenta
gran similitud con el fragmento Fab de las
Inmunoglobulinas. El TCR reconoce péptidos
solamente si estos se encuentran asociados a
ciertas glicoproteínas de superficie que están codificadas en un gran conjunto de genes, que inicialmente se identificaron
por su papel en el rechazo de transplantes, los genes del complejo mayor de histocompatibilidad o MHC.
¿Qué es lo que reconoce el receptor T? Reconoce no solo al péptido (rojo en imagen), sino también al MHC. Se necesita la
combinación de ambas cosas. No alcanza con solo reconocer al péptido o solo reconocer el MHC.

Las zonas de contacto entre TCR y MHC se seleccionaron ya en el timo, durante el desarrollo y son los contactos
adicionales que va a aportar el péptido los que van a determinar la afinidad que dará a lugar a la activación del linfocito.

Estructura de los genes de MHC


El MHC es poligénico y codominante: es cada individuo existen varias copias de cada gen y todas se expresan. No hay
exclusión alélica

Los genes del MHC están en un loci muy grande. Hay tres genes correctivos para MHC-I (mostrados en rojo en la imagen)
y hay un conjunto de genes para el MHC-II, con la cadena β y α, de los cuales los que son funcionales son los marcados
con púrpura: DQ, DR y DP. Esto es lo que hay en cada cromosoma, de los cuales tenemos dos alelos. Recibimos cada alelo
de nuestro padre y nuestra madre.
Del punto de vista de MHC-I, nos termina dando 6 moléculas que pueden ser distintas y desde el punto de vista del MHC-
II, por cada loci tenemos los pares αβ maternos y paternos y se puede combinar un α materno con un β paterno y
viceversa, por lo tanto de cada alelo se generan 4 y así terminamos teniendo 12 posibles MHC-II. Este es el patrimonio de
MHC que tiene cada individuo para presentar péptidos. ¿Por qué no todos tenemos el mismo conjunto de genes de MHC?
Si fuese así, no habría casos de rechazo en la donación de órganos, ya que esto se da por los MHC diferentes. Esta gran
diferencia entre individuos existe para evitar que los patógenos evolucionen y generen proteínas de resistencia, que no
serían compatibles con ningún MHC, lo que haría que estos no los puedan presentar. En lo que más nos diferenciamos
unos de otros es en el MHC. Dicho esto, concluimos que es más fácil hacer trasplantes entre hermanos que entre padres e
hijos, ya que los hermanos heredaron de los padres y puede ser que compartan varios genes. Hasta podrían tener MHC
idénticos.

El MHC contiene 3 versiones de cada uno de los genes de las respectivas cadenas y por lo tanto hablamos de poligenia. A
su vez es polimórfico, es decir existen un enorme número de alelos en la población. Como hay codominancia ambos
alelos se expresan y por tanto el efecto combinado de la poligenia y el polimorfismo da lugar a la expresión de 6
moléculas de MHC de clase I por célula, y entre 10 y hasta 20 moléculas distintas de MHC de clase II. En este último caso
el número es mayor que 6 dado que existen 2 cadenas beta para el alelo DR, y es posible la combinación de cadenas
provenientes de distintos segmentos.
El segmento DM codifica un análogo de la molécula de clase II que cataliza la remoción de los fragmentos de la cadena
invariante una vez que ha sido digerida.
Otros genes relacionados con las moléculas de MHC se encuentran presentes en el MHC, por ejemplo los genes para las
proteínas TAP de transporte de péptidos desde el citosol, y las proteínas del proteosoma se encuentra en el locus del
MHC de clase II.
En el locus denominado MHC de clase III, se encuentran algunas citoquinas como el TNF, y la linfotoxina, y varias
proteínas del complemento.

La poligenia y codominancia determinan la expresión de 6 variantes del MHC-I y cerca de una decena de variantes de
MHC-II

La poligenia y codominancia aseguran la expresión de


distintas moléculas en la superficie celular, que sumado a la
baja especificidad de las misma determina la capacidad
potencial de un individuo de presentar un alto número de
péptidos. En el caso que un patógeno lleve a cabo
mutaciones que le permitan escapar a la presentación (los
péptidos derivados del mismo no se unirían a ninguna de las
moléculas de MHC del individuo), el resultado podría ser
fatal. Sin embargo el elevado polimorfismo de la especie (el
MHC es el loci más polimórfico de las distintas especies
estudiadas), asegura que habrá individuos que puedan
expresar los péptidos mutados, permitiendo la supervivencia
de la especie. Más aún existen mecanismo que generan
nuevos alelos y por tanto existe la capacidad de reponer la
diversidad alélica.
En la parte inferior de la lámina se muestra el número de alelos detectados en la población para el MHC de clase 1 y 2. A
medida que se siguen caracterizando se hace evidente que el número de alelos es sumamente elevado en la población en
su conjunto.

El polimorfismo y la poligenia contribuyen con la diversidad de las moléculas del MHC expresadas por un individuo. El gran
polimorfismo de los loci del MHC clásicos asegura una diversidad en la expresión génica del MHC en la población en conjunto. No
obstante, sin importar qué tan polimórfi co sea un gen, ningún individuo puede expresar más de dos alelos en un solo locus génico. La
poligenia, la presencia de varios genes diferentes, relacionados y con funciones similares, garantiza que cada individuo produzca varias
moléculas del MHC diferentes. El polimorfismo y la poligenia se combinan para producir la diversidad de las moléculas del MHC que se
observan dentro de un individuo y en la población total.
La expresión de los alelos del MHC es codominante. El MHC es tan polimórfico que en la mayoría de los individuos tiende a ser
eterocigótica en cada locus. Los alelos se expresan a partir de ambos haplotipos del MHC en cualquier individuo y los productos de todos
los alelos se encuentran sobre todas las células que los expresan. En cualquier apareamiento, pueden encontrarse cuatro posibles
combinaciones de haplotipos en la descendencia; de este modo, los hermanos también tienen probabilidad de diferir en los alelos del MHC
que expresan; hay una probabilidad de uno en cuatro de que un individuo comparta ambos haplotipos con un hermano. Una consecuencia
de esto es la dificultad para encontrar donadores idóneos para los trasplantes de tejidos.

El MHC individual determina la respuesta inmune individual

Resistencia a la enfermedad:
Individuo: poligenia y codominancia
Población: polimorfismo.
La población es polimórfica, sobre todo en algunos alelos en especial. Vemos que el alelo B del MHC-I (ver grafica de
imagen) tiene como 600 distintos tipos de alelos en la población. Dicho polimorfismo afecta las regiones donde está
ubicado el péptido pero también afecta un poco la zona donde contacta con el TCR. (ver siguiente tr)

Existen algunos MHC que promueven el desarrollo de algunas enfermedades autoinmunes.

Los residuos polimórficos se encuentran en la hendidura y determinan la unión de distintos péptidos y la interacción con
el TCR.
Las variaciones alélicas ocurren fundamentalmente en la hendidura de la molécula de MHC, en el caso de MHC de clase
II se concentran en la región correspondiente a la cadena β. Los residuos afectados son los correspondientes al piso de la
cavidad o la parte interior de las paredes de la misma. De esta forma las distintas variantes alélicas pueden unir distintos
péptidos.
La presentación de lípidos por CD!
Los antígenos presentados por el CD1 incluyen una amplia gama de lípidos derivados de la pared bacteriana
(microbacterias) y lípidos propios.

Además de las moléculas de MHC de clase I y II que presentan péptidos a


los linfocitos T αβ, existen además otro tipo de receptores celulares de
estructura similar a las moléculas del MHC. Estos receptores
denominados CD1a-e cumplen funciones de presentación de antígenos
lipídicos, y tienen alta similitud con las moléculas del MHC de clase I y
expresándose también asociadas a la β 2 microglobulinas. Están
codificadas fueras del locus del MHC, y a diferencia de los genes del
MHC no presentan polimorfismo en la población. La cavidad equivalente al sitio de acomodación del péptido es en las
moléculas CD1 mucho más hidrofóbicas y más profundos, y el sitio donde se une la cabeza apolar del antígeno lipídico,
quedando la región polar expuesta para que sea reconocida por el TCR.

En algunos casos dicha presentación convoca a células T convencionales, como los que hemos visto, incluso pueden
convocar linfocitos T γδ.
La más interesante, y que cada vez toma más importancia en las etapas iniciales de la respuesta, de las convocatorias es la
presentación a través de las moléculas de CD1d que presentan lípidos, porque estas están acopladas a una células
especiales que se llaman NKT, que son como un híbrido entre las células NK y los linfocitos T. Tienen muchas
características de las células NK como receptores de activación y de inactivación, pero tienen también un TCR. Dicho TCR
no es un TCR cualquiera, también se selecciona en el timo y esta seleccionado para interactuar específicamente con estas
moléculas, y reconocen lípidos (tanto de patógenos pero también propios). Los lípidos propios que puede reconocer no es
un lípido propio común. Es un lípido propio que la célula moviliza cuando hay una infección o cuando hay una fuerte
estimulación a través de los receptores para PAMPs; son lípidos que solo aparecen en determinadas condiciones.
Estas células responden con secreciones de INFγ sobre todo.

Mientras que los lípidos aislados de las moléculas CD1a, b y c son muchas veces lípidos derivados de microorganismos, los
lípidos aislados del CD1d corresponden tanto a lípidos propios o endógenos, como a lípidos derivados de patógenos.
Durante la infección con bacterias Gram-negativas como Salmonella typhimurium, las células estimuladas por TLR4
aumentan la expresión del lípido endógeno iGb3 en CD1d, En contrate, en la infección por bacterias Gram-negativas que
no 94tienen LPS convencional (como sphingomonas) la células expresan glicoceramidas derivada de la bacteria en CD1d.
Por tanto la presentación de CD1d tiene dos vías de presentación en la cual el antígeno puede ser propio o del patógeno.
La presentación por CD1 a-c transcurre en forma similar a la presentación de péptidos por el MHC, mediando la
interacción con linfocitos T (que en este caso pueden ser tanto CD8+ como CD4+, o incluso CD4, CD8 doble positivos).
La presentación por CD1d involucra la participación de un tipo particular de linfocitos T caracterizados por la coexpresión
de marcadores característicos de las células NK, por lo que estas células se refieren muchas veces como células NKT. Estas
células se diferencian en el timo y allí son seleccionadas positiva y negativamente por células que expresan CD1d. El grado
de diversidad del TCR es mucho menor que en otras poblaciones de linfocitos T, dado que la cadena alfa es invariante,
utilizando, por ejemplo en el caso del ratón, los segmentos génicos Vα14Jα18, y esta cadena se aparea generalmente con
cadenas beta que usan los segmentos génicos Vβ8 Vβ7 o Vβ2 (la situación es similar para los TCR humanos restringidos a
CD1d). Las células NKT contribuyen a la respuesta antibacteriana y antitumoral, y también contribuyen al balance entre
tolerancia y autoinmunidad.
La activación de células NKT a través de CD1d, a diferencia de la activación clásica de células T vírgenes, da lugar a la
producción en minutos de citoquinas como INFγ que activan células T y NK, y citoquinas como IL-4 o IL-13 que estimulan
los linfocitos B, y por tanto esta vía de presentación tienen un importante papel en la regulación de la respuesta
inmune. Además de promover la rápida secreción de citoquinas, la activación a través de CD1d desata la potencia
citotóxica de los, liberandose perforinas y granzimas, y la expresión del ligando para FAS. La acción citotóxica de estas
células es aumentada por la IL-12, y tendrían una importante función en respuesta inmune antimicrobiana y antitumoral.
Tema 7: Desarrollo de linfocitos T y B; y mecanismos de tolerancia
Clase 9, 25/10/2013

Las distintas células que componen la sangre se generan en la médula ósea a partir de un progenitor común.
Tanto los glóbulos rojos, como las plaquetas y los distintos leucocitos (glóbulos blancos) comienzan su desarrollo en la
médula ósea a partir de un progenitor común pluripotente, la célula madre hematopoiética. A partir de esta se
diferencian los precursores de la tres grandes líneas de células sanguíneas, el progenitor eritroide que dará lugar a las
plaquetas y eritrocitos; el progenitor mieloide (sistema inmune innato) del que se derivarán los neutrófilos, eosinófilos,
basófilos y monocitos (estos últimos a su vez se podrán diferenciar a macrófagos y células dendríticas); y finalmente el
progenitor linfoide (sistema inmune adaptativo e innato) que da lugar a los linfocitos B y T, y las células ‘natural killer’, y
del cual se piensa que se desarrollan también las células dendríticas plasmacitoides (un tipo especial de célula dendrítica
con un importante rol en las infecciones virales).

La tolerancia de los linfocitos contra componentes propios se establece durante su desarrollo (tolerancia central) y su
tránsito por periferia (tolerancia periférica)

Hay dos tipos de tolerancia. Una


tolerancia central, en los órganos
linfoides primarios (médula ósea y
timo) cuando se producen los
receptores. Es decir que una vez
maduros ya se pueden eliminar o
anergisar. Si al órgano linfoide
primerio se le “escapa” una célula
que debería haber eliminado o
anergizado, actúa la tolerancia
periférica. ¿Por qué se puede
escapar una célula que reconoce lo
propio? Para saber si reconoce algo
propio se le debe “mostrar” a la
célula epítopes propios y no todo
están en los órganos linfoides primarios. La tolerancia periférica ocurre en el resto del organismo (por ejemplo ganglios,
tejidos, etc.)

ANERGIA: Estado no funcional de la célula. Si bien la célula tiene su receptor y reconoce su epitope, no se activa. Es una
deleción funcional.

Diferentes tipos de linfocitos se diferencian a partir de un progenitor común

A partir de un mismo progenitor


linfoide se desarrollan tres tipos
principales de linfocitos, los linfocitos
B y T, y las células natural killer (NK).
Los linfocitos B y T tienen receptores
de alta diversidad (BCR y TCR
respectivamente) generados por
recombinación somática, y son los
dos tipos celulares sobre los que se
construye la respuesta inmune
adaptativa. Por otro lado, las células
NK carecen de estos receptores y su
rol principal es en la respuesta
inmune innata actuando como células
reguladoras o citotóxicas que actúan
al inicio de la respuesta, o bien
destruyendo células infectadas que
han sido recubiertas por anticuerpos.

Mientras que las células NK generadas en la médula ósea pasan directamente a circulación y de allí pueden ser reclutadas
a los tejidos, los linfocitos T y B sufren distintos procesos de desarrollo que involucran otros órganos. De esta forma las
células maduras que expresan TCRs pueden ser linfocitos T αβ o T γδ según el uso de cadenas en el TCR, o linfocitos NKT
que expresan además del TCR, receptores típicos de las células NK. Por su lado existen tres tipos de linfocitos B, las células
B foliculares (o B2), y los linfocitos B1 y B de la zona marginal (ZM) que solo se localizan en la zona marginal de las
vénulas en el bazo. ¿Cuál es el fin del bazo? Filtrar la sangre. Toda la sangre pasa por el bazo. No tiene linfa. Si tenemos
algún antígeno o patógeno en sangre, en teoría el bazo lo debería retener.
Los linfocitos B1 los producen en el hígado fetal en la etapa fetal y en la etapa adulta se pueden producir en la médula
ósea pero colonizan las mucosas y tienen la capacidad de responder al antígeno rápidamente, y luego autogenerarse. No
están esperando a que sean activados.

Los distintos tipos de linfocitos actúan en distintos momentos en el curso de la respuesta inmune
Los linfocitos típicos de la respuesta inmune adaptativa son los linfocitos T alfa/beta y los linfocitos B foliculares
(recuadro amarillo). Estos linfocitos pueblan los órganos linfoides secundarios y expresan receptores que pueden
reconocer el universo de formas antigénicas presentes en los patógenos. Sin embargo la activación de su proliferación y
diferenciación necesita de mucho tiempo, y sus acciones efectoras se manifiesta varios días o semanas después de
producida la infección (demoran más pero son los que generan más memoria). Estos linfocitos se estudiarán en detalle a
lo largo del curso. Los otros linfocitos (no convencionales) tienen un papel intermedio entre la respuesta inmune innata y
adaptativa, y sus acciones efectoras requieren de un menor tiempo para comenzar a manifestarse. A continuación se
provee una breve descripción de los mismos.

Las células NK carecen de TCR y BCR, y su activación está determinada por la suma de señales de inhibición y activación
producida por receptores especializados que reaccionan tanto a) con el MHC clásico (MHC clase I que puede estar poco
expresado en células infectadas) y b) con moléculas de MHC especiales que aparecen en células bajo estrés. Son
reclutadas por interferones de tipo I (α y β), IL15 e IL12 y proveen una protección temprana contra infecciones virales,
resultando citotóxicas para la células infectadas. Dado que disponen de receptores para Fc, también pueden ejercer su
acción citotóxica al ser reclutadas por los anticuerpos (típicamente IgG1 y 3) unidos a componentes del patógeno
expresados en células infectas (por ej. virus)

Las células NKT poseen receptores característicos de las células NK, y expresan también TCR en forma clonal. El grupo
más importante de células NKT es el de las llamadas canónicas. En estas, la restricción de su TCR no es con MHC de clase I
o II, si no con moléculas de MHC similares a las de clase I denominada CD1d (ver clase de presentación de antígenos). El
CD1 no presenta péptidos si no lípidos, y la activación de estas células requiere del reconocimiento de lípidos, que pueden
ser a) propios (que aparecen por degradación lisosomal por ejemplo en macrófagos activados por LPS-TLR4), o b) de
origen bacteriano, particularmente en el caso de bacterias que contienen lípidos distintos a LPS, como Sphingomonas y
Mycobacterias. Su TCR es seleccionado durante el desarrollo de estas células en el timo y característicamente presenta
una alta restricción al uso de segmentos génicos de la cadena alfa (solo el V14 y el J18 se recombinan en ratón y V24 y J18
en humanos). Su activación (minutos) conduce a la rápida secreción de INF gama, y tienen por tanto un importante rol en
la rápida regulación de la respuesta inmune.

Linfocitos T γδ: Estas células son minoritarias en la circulación sanguínea (1-5% de las células T), pero un alto número de
células T gama delta se alojan selectivamente en los epitelios (>50% de las células T) donde contribuyen al proceso
inflamatorio en caso de daño epitelial, así como a la reparación del mismo. Aunque potencialmente podrían tener una
alta diversidad de TCRs, la diversidad real de estos es limitada. De hecho la expresión de alguno de los segmentos V está
programada durante el desarrollo fetal, y como ocurre con los linfocitos B1, ver más abajo, los segmentos V expresados
durante este período están limitados, y todo indica que fueron seleccionados evolutivamente para el reconocimiento de
ciertos patógenos ubicuos. Luego del nacimiento, comienzan a predominar los rearreglos en las cadenas alfa y beta, y los
linfocitos gama/delta que se siguen generando en el timo pasan a tener una mayor diversidad. La activación y el tipo de
antígenos que reconocen los linfocitos gama/delta todavía es controversial, pero se ha demostrado el importante rol
proinflamatorio en etapas tempranas de la infección, así como su importancia en la finalización de la misma. En algunas
infecciones su número aumenta dramáticamente (tuberculosis, salmonelosis, malaria, toxoplasmosis, y otras) llegando en
algunos días a superar en número a los demás linfocitos en conjunto. En este caso se sabe que hay una sub-población que
es responsable de esta respuesta, que usa los segmentos génicos V-gama 9 y V-delta 2 en humanos, el cual reconoce un
intermediario metabólico que no está presente en vertebrados.

Linfocitos B1: Estas células se desarrollan en la etapa fetal (en el hígado) o en los primeros meses de vida y esta primer
población se auto-renueva en los sitios que pueblan (peritoneo y cavidad pleural principalmente) a lo largo de la vida del
individuo. Estas células secretan los denominados anticuerpos naturales. Estos anticuerpos presentan relativamente poca
diversidad, particularmente en la cadena pesada, como resultado de que usan solos los segmentos génicos V iniciales, y
de que no expresan la enzima Terminal Deoxinucleotidil transferasa por lo cual tienen además muy restringida diversidad
de unión de segmentos. Los segmentos génicos V utilizados han sido seleccionados evolutivamente para reconocer
epitopes presentes en patógenos comunes, y por tanto estos anticuerpos naturales presentan una protección “cuasi
innata” contra los mismos. La secreción de anticuerpos naturales, aparentemente (existe cierta controversia), se da sin
contacto previo con el antígeno; pero además las células B1 resultan activadas específicamente por algunos antígenos
con epitopes repetitivos (antígenos T independientes), dando lugar a la rápida producción de IgM, IgA e IgG3 en ratón
(probablemente IgG2 en humanos) que cumplen un rol fundamental en la contención de muchas infecciones bacterianas
y virales. Hasta el 40% de la secreción de IgA en mucosas depende de linfocitos B1. Las células B1 responden también
fuertemente a la estimulación por receptores TLRs. En las células B1 no hay diferenciación hacia células de memoria.

Linfocitos B MZ: Los linfocitos B de la zona marginal (ZM) son un tipo especializado de células B que se encuentran en la
MZ del bazo en donde tienen un intenso contacto con la circulación sanguínea. Esta ubicación y su fenotipo, les permite
responder rápidamente contra agentes infecciosos que puedan aparecer en sangre. Los linfocitos B MZ son responsables
de la producción T independiente de anticuerpos IgM y parcialmente IgG3 en ratón (probablemente IgG2 en humanos),
contra polisacáridos de la cápsula bacteriana de distintos patógenos. Dado que estas células, a diferencia de las B1, son
escasas hasta los 1 o 2 años de edad, los infantes responden pobremente a las vacunas contra polisacáridos y es por esta
razón que se han introducido vacunas conjugadas que permiten estimular los linfocitos B foliculares a través de una
respuesta T dependiente.
Además de la típica respuesta T independiente, la fuerte estimulación por el antígeno, o la co-estimulación por PAMS a
través de los TLRs, hace que las células B MZ expresen B7 y migren a las zonas T del bazo. En caso de que el antígeno
reconocido posea epitopes T, pude darse entonces una respuesta T dependiente con cambio de clase y parcial
maduración de la afinidad (las células B MZ con alta expresión de B7 pueden estimular linfocitos T vírgenes en el bazo).
Este proceso es muy rápido y puede ocurrir a las pocas horas de producida la estimulación inicial de las células B MZ.

Los linfocitos T y B generan su diversidad en forma aleatoria y deben someterse a controles para evitar que reaccionen
con lo propio.
Durante su desarrollo, los linfocitos B foliculares y T αβ pasan por varios estadíos donde se produce la recombinación
somática que genera su receptores BCR o TCR, respectivamente. El proceso, que se inicia a partir de un progenitor
linfoide común en la médula ósea, ocurre en distintas etapas e involucra distintos órganos. En este proceso, el receptor
generado es sometido a un riguroso “control de calidad” que garantiza la funcionalidad del receptor y elimina los clones
que reaccionan fuertemente con componentes propios. Este último proceso se conoce como tolerancia central y es una
primer etapa para asegura que el conjunto de linfocitos B y T vírgenes que se generan no resulten en una agresión del
tejido propio. Veremos que a pesar de su sofisticación, la tolerancia central no es suficiente para asegurar la ausencia de
clones autorreactivos, y por esta razón han evolucionado distintos mecanismos de control de esta autorreactividad que
conjuntamente se denominan tolerancia periférica.

La generación de los distintos linfocitos está fuertemente regulada y su proporción puede variar en el curso de
infecciones.

Los linfocitos se generan a partir de células


hematopoiéticas pluripotentes en la médula ósea y
la decisión de convertirse en células B, T o NK se
da por la interacción con las células y citoquinas
que allí se encuentran. En condiciones normales,
estas señales se manifiestan como mecanismos
homeostáticos que hacen que se mantenga una
composición más o menos constante de los
distintos linfocitos con los valores que se muestran
en la figura. Sin embargo, estas señales pueden
variar en el curso de una infección, y por tanto
dando lugar a cambios en la proporción relativa de
los distintos linfocitos. Aunque no todos los
mecanismos se comprenden cabalmente, está
claro que la interacción con ligandos para la
familia de receptores Notch (receptores
comúnmente involucrados en la diferenciación celular) son determinantes para que los precursores se diferencien hacia
linfocitos T, y por tanto los precursores que abandonen la médula con tropismo por el timo, terminarán diferenciándose
en linfocitos T dado que en el timo hay una importante expresión de ligandos para notch.
La diferenciación de las células B está determinada por la expresión de factores reguladores de la transcripción y la
expresión de las RAG1 y RAG2.

El microambiente especializado de la médula ósea provee las señales para el desarrollo de los distintos precursores
linfoides a partir de las células madres hematopoieticas, así como para su posterior diferenciación en células B. Esta
diferenciación, está determinada por la expresión de factores reguladores de la transcripción (como E2A y
posteiormente EBF) que a su vez determinan la expresión de moléculas de superficie, como el receptor para IL-7 (la IL-7
es secretada por el estroma de la médula ósea y es necesaria promover la sobrevivencia de la célula B en desarrollo) y el
receptor para el stem-cell factor (SCF) una citoquina de
superficie de las células del estroma. La diferenciación hacia
células B es reforzada por la ausencia de ligandos para los
receptores notch que determinan el destino de las células T,
y la carencia de expresión de moléculas que determinan el
destino hacia NK. También es importante la expresión de las
RAGs 1 y 2, que permiten que comience el proceso de
recombinación, la cual empieza con el rearreglo DJ en el
estadío temprano de las células pro-B, y VDJ en el tardío.
Paralelamente comienza la expresión los otros componentes
del BCR, las moléculas Igα e Igβ.
La diversidad de unión al generarse el rearreglo de los
segmentos VDJ, que es un importante factor de generación de diversidad, tiene como contrapartida que muchas veces se
corre el marco de lectura dando lugar a un rearreglo improductivo. La forma de “control” de que esto no ha ocurrido es la
expresión en la superficie de la célula B en desarrollo, de la cadena pesada formada junto con una cadena liviana
sustituta o invariante (ver imagen) compuestas por las moléculas V-λ y VpreB (similares a los dominios constantes y
variables de la cadena liviana λ) y los coreceptores Igα e Igβ. Las señales generadas por este pre-BCR con ligando de la
médula aún no totalmente identificado, hacen que se detenga el rearreglo de la cadena pesada y que la célula pre-B
responda al estímulo de la IL7, prolifere y siga su diferenciación. Esta proliferación es importante para amplificar el
rearreglo productivo de la cadena pesada, dado que solo el 50% de las células lo logran.
Todos los primeros pasos se generan en la médula ósea y es importante destacar que lo que ocurre es al azar y no hay
antígenos.
Vemos en la imagen siguiente que: comienza con la expresión de la TdT (recordar de clase de generación de diversidad) y
también el receptor de la interleuquina 7. Este receptor en importante para la sobrevida del linfocito, ya que en el
estroma de la medula ósea se secreta IL-7 para que la célula sobreviva. Este es el que llamamos progenitos de linfocito B.
Luego comienza a expresar las RAG 1 y 2 (recombinasas de segmentos génicos), moléculas Igα e Igβ (no son
inmunoglobulinas! Se llaman asi porque tienen dominios inmunoglobulina, responsable de la señalización hacia el núcleo
de reconocimiento) y V-λ y VpreB . Recordemos que cuando un precursor de linfocito B decide que será linfocito B,
comienza recombinando la cadena pesada (VDJ) y no la liviana, no gasta energía en recombinarlo todo de una. Si esa
recombinación de cadena pesada es productiva (hay una proteína funcional y completa; puede ser no productiva por
haberse generado un codón de stop o un cambio en el marco de lectura) se asocia a la simil de cadena liviana y va hacia la
membrana con Igα e Igβ. Esto hace que se señalice a la célula B para que “sepa” que se tiene un producto de
recombinación de VDJ satisfactorio, una cadena pesada correcta. Entonces, el linfocito B prolifera, lo que nos da muchas
copias de una célula que expresa esa cadena pesada productiva. Cada una de estas, independientemente comienza a
expresar la cadena liviana.

El rearreglo productivo de la cadena pesada permite la proliferación de la célula pre-B y la continuación de su programa
de desarrollo.
Las células pre-B al proliferar dejan de expresar la cadenas livianas sustitutas y la cadena α del receptor para IL-7, por lo
cual dejan de responder a la IL7. Estas células que han proliferado están ahora en condiciones de rearreglar el locus de la
cadena liviana, comenzando por la κ. El rearreglo productivo de alguno de estos locus permite la combinación de la
cadena liviana con la cadena pesada μ y por tanto la expresión del BCR. La expresión del BCR controla la expresión de las
recombinasas RAG-1 y RAG-2 y el posterior desarrollo de la célula B a través de la intensidad de la señal transmitida.
Cómo se da la señalización por el BCR está poco claro, pero parece que la propia expresión, aún en ausencia de ligando,
da lugar a una señal “tónica” de baja intensidad que es responsable de este efecto. De esta forma se generan el pool de
células B inmaduras, que expresan IgM en su superficie y que abandonan la médula ósea (como linfocito B inmaduro)
para completar su maduración en la periferia, dando lugar a los tres tipos principales de linfocitos B. Sin embargo si la
señal es intensa, como ocurre cuando la especificidad del BCR generado está dirigida contra componentes propios,
entonces el linfocito B recibe señales para entrar en un proceso de apoptosis, en lo que veremos constituye el principal
mecanismo de tolerancia central.
Aunque en la figura las células B1 se muestran como parte de los linfocitos B producidos por la médula, la producción
principal de estas células ocurre durante la etapa fetal en el hígado, y esta población se mantiene luego por
autoreplicación en la periferia. Durante su desarrollo en la etapa fetal, también se dan algunos cambios, respecto a la
figura, por ejemplo no se expresa la enzima TdT (que como vimos participa en el agregado de nucleótidos en forma
aleatoria durante el proceso de recombinación aumentando la diversidad de unión). La falta de expresión de TdT, hace
que la recombinación, que en esta célula ocurre siempre con los segmentos V más cercanos, de lugar a especificidades
preseleccionadas durante la evolución para el reconocimiento de patógenos.

Durante su desarrollo y circulación, la autorreactividad de las células B es controlada mediante mecanismos de tolerancia
central y periférica.

Durante su última
etapa de desarrollo
en la médula ósea,
si el BCR del
linfocito inmaduro
reacciona
fuertemente con los
antígenos allí
presentes (es decir
que reconoce
componentes
propios), se detiene
su maduración y se
reactiva la
expresión de la
RAGs (No se elimina
todavía, primero se
intenta no perder
toda la energía
invertida). De esta
forma se habilitan
nuevos eventos de
recombinación en los loci de la cadena liviana (reedición del receptor; cadena liviana), utilizando los segmentos V y J
adyacentes al VJ recombinado. Esto no se puede hacer con la cadena pesada, ya que como se recombinaron tres
segmentos (V, D y J) y al unirse no quedan D “extras” o adyacentes. Este proceso de edición del receptor puede generar
un nuevo BCR en el cual desaparezca la autorreactividad, y en este caso se retoma el programa de maduración y el
linfocito abandona la médula. Si sucesivos intentos de edición no revierten la auto-reactividad, la célula B sufre apoptosis
y por tanto eliminación clonal, siendo este el principal mecanismo de tolerancia central para las células B. Además de
este mecanismo que opera generalmente con antígenos de superficie que entrecruzan fuertemente el BCR, otros
antígenos, sobretodo solubles, que generan una señalización menos potente por parte del BCR, inducen en la célula B un
estado de anergia clonal, por el cual el linfocito no es destruido por apoptosis, pero adquiere un fenotipo que no le
permite activarse en un segundo encuentro con el mismo antígeno.
El proceso de reedición cambia al parátope.
¿Para qué puede servir una célula en estado de anergia? Esta célula reconoce algo propio, pero no es capaz de activarse.
Si por algún tipo de error, hay células que también reconocen al mismo componente propio pero que si con capaces de
activarse, la célula anergizada sirve como competencia por el epítope. Es importante para la regulación. De todas formas,
es importante recordar que la unión antígeno-anticuerpo es un equilibro, por lo que no está unido al epítope todo el
tiempo.

Las células B inmaduras deben recibir señales adicionales en la periferia para madurar y construir el repertorio de células
B vírgenes

Las células B inmaduras que dejan la médula ósea tienen corta vida (vida media aprox. 3 días), y para madurar y constituir
el pool de linfocitos B vírgenes maduros deben recibir señales de sobrevivencia en los órganos linfoides secundarios.
Estos linfocitos que maduraron se caracterizan por la coexpresión de IgM (baja expresión) e IgD (alta expresión) y
poseen una vida media de 2 a 3 semanas. Sin embargo, este proceso implica una competición por sitios limitados en los
folículos con el pool de linfocitos B maduros y de esta manera no todas las células logran sobrevivir. Los folículos proveen
la señales que aseguran la supervivencia de los linfocitos B inmaduros, particularmente a través del Factor de Activación
de Células B de la familia TNF (BAFF: B cell-activating factor of the TNF family) para el cual existen receptores específicos
en los linfocitos B. En esa ventana de tiempo en la cual los linfocitos B inmaduros circulan antes de logra ingresar en los
folículos, los mismos son
particularmente sensibles a la
eliminación clonal o la anergización
en caso de encontrar antígenos
propios con los cuales reaccionan
fuertemente, como veremos a
continuación.

En la clase de generación de
diversidad vimos que cuando se recombina la cadena, se acercan los promotores y potenciadores a los segmentos
génicos, lo que hace que se empiece a expresar. ¿Qué se va a expresar primero? La μ. Por lo tanto siempre el BCR de una
célula B inmadura virgen (es decir que todavía nunca vio un antígeno, nunca se activó) va a tener μ, la cual codifica para
IgM.
Esa célula B inmadura sale a periferia y va a los órganos linfoides secundarios a competir por el acceso a los folículos de
dichos órganos linfoides secundarios (nichos) los cuáles tienen células que secretan BAFF (ver imagen para
consecuencias).
¿Qué quiere decir que una célula B madura? Que va a expresar en su membrana tanto IgM como IgD, con el mismo VDJ,
lo cual se hace a nivel del transcripto primario ARN (no a nivel de ADN). ¿Qué similitudes tienen dichas IgM e IgD de esa
cadena pesada? El VDJ y a nivel del receptor de membrana tienen el mismo parátope, porque tienen la misma cadena
_________. ¿Qué cambia? Las regiones constantes. IgD tiene tres dominios constantes.
Por lo tanto cuando hablamos de un linfocito B maduro virgen, sabemos que tiene IgM e IgD (teniendo más IgD que
IgM) pero reconocen el mismo epítope, ya que tienen el mismo parátope.

Tolerancia periférica: Dado que muchos antígenos no se expresan en la médula ósea, existe la posibilidad de que salgan a
la periferia clones de células B inmaduras con capacidad de reaccionar con componentes propios expresados en otros
tejidos. Si estas células se encuentran en periferia con el antígeno, su destino dependerá de la intensidad de la señal, y
en forma similar a lo que ocurre en la médula ósea, una señal fuerte causada por antígenos multivalentes o epítopes de
superficies celulares (Después de un linfocito B reconoce con su receptor endocita. Por lo tanto si reconoce una molécula
que está en la membrana y lo intenta endocitar, es incapaz) induce la eliminación clonal, mientras que en el caso de
señales débiles la células resulta anergizada. Como se ha mencionado, en el estadío inmaduro, donde el linfocito B en
desarrollo expresa únicamente IgM, el linfocito es particularmente susceptible a experimentar eliminación clonal o
anergia si reacciona con componentes propios. Esta susceptibilidad no es la misma en el caso de los linfocitos B que han
madurado en los folículos y ahora tienen una alta expresión de IgD. En este caso, el principal elemento que determina la
ausencia de reacción contra lo propio (imaginemos antígenos que solo aparecen en algunos tejidos o hormonas que
aparecen a distintas edades) es la ausencia de linfocitos T que reaccionen con los epítopes T de esos antígenos, y por
tanto la ausencia de colaboración para su activación. En este caso el resultado más probable es la anergia clonal.

Los linfocitos T se desarrollan en el timo donde generan su TCR y reciben señales de supervivencia o muerte según cómo
reaccionan con componentes propios.
A diferencia de las inmunoglobulinas que ejercen su acción como productos de secreción del linfocito B neutralizando o
“marcando” patógenos, los linfocitos T reconocen fragmentos de patógenos (más específicamente péptidos) generados
en la célula blanco y asociados a receptores de membranas de las mismas. Dichos fragmentos peptídicos pueden derivar
de patógenos intracelulares como bacterias o virus, o pueden provenir de patógenos o sus productos que la célula
internalizó.
El TCR reconoce péptidos solamente si estos se encuentran asociados a ciertas glicoproteínas de superficie que están
codificadas en un gran conjunto de genes, que inicialmente se identificaron por su papel en el rechazo de trasplantes, y
que constituyen los genes del complejo mayor de histocompatibilidad o MHC.
Durante su desarrollo, los linfocitos T son seleccionados “instruidos” para reaccionar con complejos de péptidos y el
MHC propio. Por ejemplo, las células T trasplantadas de un animal a otro no producen respuestas por que no han sido
“instruidas” para reconocer complejos con el nuevo MHC, y si funcionan normalmente células T obtenidas de un donante
con el mismo MHC.
Sale de la médula ósea el progenitor de linfocito T gracias a que tienen la capacidad de tener receptores para Notch (está
más adelante) lo que le da afinidad por el timo. El precursor queda en el timo, donde empieza a expresar su receptor,
madura y sufrirá un mecanismo de tolerancia.
Las dos clases de MHC tienen estructura 3D similar, pero interactúan con distintos correctores y cargan péptidos de
distinto origen.
Las moléculas de MHC tienen estructura tridimensional similar. El sitio de unión al péptido consiste en una hendidura
formada por dos alfa hélices sobre una plataforma constituida por hojas beta antiparalelas.
Este sitio está formado en el caso del MHC de clase I, por una única cadena que tiene tres dominios: α1, α2 y α3. Los dos
primeros dominios de la cadena alfa y presentan péptidos de entre 8 y 10 aminoácidos. Existen dificultades para
acomodar péptidos más largos debido a que la hendidura está cerrada en los extremos. El tercer dominio, el α3, contiene
el sitio de unión para el ligando CD8, que determina la interacción con linfocitos T citotóxicos. Esta proteína está anclada
a través de una región transmembrana en la membrana plasmática.
En el caso del MHC de clase II, el sitio de unión al péptido está formado por la combinación de los primeros dominios de
la cadenas alfa y beta que la forman, decimos entonces que está formado por dos cadenas: cadena β y cadena α. El sitio
de unión para CD4 que determina la interacción con linfocitos T inflamatorios o colaboradores está situado en el
segundo dominio de la cadena β. En este caso la hendidura no está cerrada en los extremos por lo que es posible la
acomodación de péptidos de mayor longitud, es más tolerante.

El desarrollo de los linfocitos T comienza en la médula ósea pero los eventos más importantes ocurren en el timo.

Los progenitores linfoides con tendencia a transformarse en células T


dejan la médula ósea y migran hacia el timo. El timo es junto a la médula
uno de los órganos linfoides primarios, y es una estructura
especializada en el desarrollo de células T. De hecho la falta de timo por
defectos genéticos (síndrome de DiGeorge) o timectomía experimental
da lugar a individuos prácticamente carente de células T.
Hasta que no lleguen al timo no van a rearreglar sus genes.

Un subgrupo de linfocitos T reacciona con moléculas CD1 que presentan


compuestos hidrofóbicos derivados de patógenos o propios.
Mientras que los lípidos aislados de las moléculas CD1a, b y c son
muchas veces lípidos derivados de microorganismos, los lípidos aislados
del CD1d hasta el presente, corresponden a lípidos propios o
endógenos (aunque no se descarta que también puedan presentarse
lípidos no propios por estas moléculas). La presentación por CD1 a-c
transcurre en forma similar a la presentación de péptidos por el MHC,
mediando la interacción con linfocitos T (que en este caso pueden ser
tanto CD8+ como CD4+, o incluso CD4, CD8 doble positivos).
La presentación por CD1d involucra la participación de un tipo particular
de linfocitos T caracterizados por la coexpresión de marcadores
característicos de las células NK, por lo que estas células se refieren
muchas veces como células NKT. Estas células se diferencian en el timo y
allí son seleccionadas positiva y negativamente por células que expresan
CD1d. El grado de diversidad del TCR es mucho menor que en otras poblaciones de linfocitos T, dado que la cadena alfa es
invariante, utilizando, por ejemplo en el caso del ratón, los segmentos génicos Vα14Jα18, y esta cadena se aparea
generalmente con cadenas beta que usan los segmentos génicos Vβ8 Vβ7 o Vβ2 (la situación es similar para los TCR
humanos restringidos a CD1d). Las células NKT contribuyen a la respuesta antibacteriana y antitumoral, y también
contribuyen al balance entre tolerancia y autoinmunidad.
La activación de células NKT a través de CD1d, a diferencia de la activación clásica de células T vírgenes, da lugar a la
producción en minutos de citoquinas como INFγ que activan células T y NK, y citoquinas como IL-4 o IL-13 que estimulan
los linfocitos B, y por tanto esta vía de presentación tienen un importante papel en la regulación de la respuesta inmune,
pudiendo ser una de las formas de iniciación de una respuesta TH2. Además de promover la rápida secreción de
citoquinas, la activación a través de CD1d desata la potencia citotóxica de las NK, liberándose perforinas y granzimas, y la
expresión del ligando para FAS. La acción citotóxica de estas células es aumentada por la IL-12, y tendrían una importante
función en respuesta inmune antimicrobiana y antitumoral.

Durante el desarrollo los linfocitos adquieren los receptores de característicos y se diferencian en distintos tipos de
células T
Durante su estadía en el timo las células T en desarrollo, denominadas timocitos, van adquiriendo las características
fenotípicas de los distintos linfocitos T, y son sometidos a sucesivos controles de acuerdo a la intensidad con que
reaccionan con las moléculas del MHC.
La primer decisión que deben tomar los timocitos en desarrollo es entre su diferenciación hacia linfocitos T αβ o γδ

Los precursores ingresan al timo a través


de los capilares sanguíneos
(aproximadamente en la zona córtico-
medular) y de allí se dirigen a la zona
cortical. En ese camino reciben el
estímulo inicial para ingresar en un
“programa de células T”, esto es, la
interacción con los ligandos Notch
característicos del timo (si estos
precursores se transfieren a otro tejido
donde no hay expresión de estos
ligandos, los mismos se desarrollan en
células B o NK). En la corteza tímica los
timocitos comienzan simultáneamente el
rearreglo de las cadenas γ, δ, y β (la α
comenzará más tarde). Es como una
competencia para ver cuál se rearregla
primero.
Dependiendo de cuál de los dos TCR loci
se rearregla exitosamente, el timocito
terminará siendo αβ o γδ. En el caso de
rearreglo productivo de la cadena β, esta
se aparea (en forma similar a lo que
ocurre con el pre-BCR) con una cadena
sustituta o invariante pT α, generando el
receptor pre-TCR. Dado que en este caso
no se requiere el rearreglo productivo de
dos cadenas a la vez, este evento es más
probable y la mayoría de los timocitos
(95%) terminaran siendo T αβ. En caso de
ocurrir, la señalización por el TCR γδ
apaga el gen de la cadena β y lleva a la
generación de un linfocito γδ. Por el
contrario la señalización por el pre-TCR
apaga los genes γ y δ, promueve la
proliferación del timocito (aprox. 100
veces), la coexpresión de CD8 y CD4 (único momento en que se expresan ambos a la misma vez, cuando decidió ser αβ; la
que le sirve más es la que sobrevive), y la recombinación del locus α. En este caso dado que el locus δ, en su totalidad,
está contenido entre los segmentos Vα y J α, la recombinación VJα elimina el locus delta asegurando el destino de ese
timocito como un linfocito T αβ.
Nótese que como se ha discutido en las láminas anteriores, en el timo fetal, la producción de linfocitos T γδ está muy
aumentada y se produce en “oleadas” en las cuales se usan segmentos génicos determinados en la cadena γ. Estas
oleadas de células γδ, a su vez, pueblan específicamente, distintos epitelios que son por su parte posibles rutas de
entrada de patógenos.

SELECCIÓN POSITIVA: En el estadío doble positivo, la cadena α del TCR del timocito experimenta sucesivos rearreglos
hasta ser seleccionada positivamente para reaccionar con el MHC-péptido propio o morir.
Doblemente positivo significa que tiene CD8 y CD4.
El timocito αβ en desarrollo ha proliferado en la corteza tímica, coexpresa CD4 y CD8 y comienza a recombinar el locus α.
La recombinación comienza con los segmentos génicos V y J más cercanos de modo de posibilitar futuros rearreglos. Esto
es así debido a que en este estadío el timocito será seleccionado en la corteza tímica para reaccionar con el MHC-péptido
que expresan las células corticales de la médula (tanto MHC I como MHC II), y este evento tiene baja probabilidad de
ocurrir. Por esta razón, además, a diferencia de lo que ocurre con la cadena liviana de los anticuerpos, no hay exclusión
alélica en la cadena α y comúnmente se rearreglan ambos alelos a la vez. En estas condiciones el timocito rearregla su
cadena liviana α probando distintos rearreglos durante 2 o 3 días. Durante este tiempo hay tres posibilidades (ver tabla):

a) en caso de que no presente una reactividad “moderada” con complejos del MHC-péptidos propios, morirá.
b) el mismo destino tendrá si la interacción con las células epiteliales es de alta afinidad (aunque como veremos más
adelante, en esta situación puede haber otro destino para el linfocito en desarrollo, adquiriendo un fenotipo regulador).
c) si por el contrario el TCR formado interacciona con el complejo MHC-péptido con moderada afinidad, entonces recibe
señales de supervivencia y prosigue su desarrollo.

Si se generó un linfocito T que no reconoce la molécula de MHC propio, ya no me sirve, no será funcional. Si reconoce la
molécula de MHC propio con muy alta afinidad tampoco me sirve, sería muy reactivo. Por lo tanto se seleccionan los
linfocitos T que reconozcan los MHC propios con una intensidad moderada, intermedia. ¿Cómo se percibe la fuerza de
avidez? Por el tiempo de contacto. Mucho tiempo implica autorreactividad. Poco tiempo no le da para darle señales de
sobrevida.

Si bien en teoría en este proceso el timocito puede expresar dos TCRs distintos (con dos cadenas α distintas) es poco
probable, dado que 2/3 de los rearreglos en la cadena α serán improductivos. Además aunque sea productivo, es poco
probable que reaccione con el MHC y por tanto la probabilidad de un linfocito con dos especificidades es baja.
Dependiendo de que la interacción se da con moléculas de MHC de clase I o II, o con moléculas con CD1d, los timocitos
siguen distintos programas de desarrollo. La interacción con CD1d es poco común y se da solo cuando se recombinan
determinados segmentos génicos en la cadena α del TCR (V14 y el J18 en ratón y V24 y J18 en humanos) y por tanto el
porcentaje de células NKT generadas es baja, particularmente en humanos. No obstante, la mayoría de las timocitos
llevan adelante la selección positiva a través de la interacción con afinidad moderada con complejos MHC I-péptido o
MHC II-péptido. La interacción con una u otra de estas moléculas, coordina la expresión de su correceptor hacia CD8 o
CD4, respectivamente, dejando de ser doble positivos.
Notese que durante este proceso de selección positiva, el TCR formado tiene la oportunidad de reconocer alguno de los
complejos formados por las hasta 6 moléculas del MHC que se expresan por la poligénica y codominancia del MHC, y
similarmente, hasta cerca de una docena de complejos del MHC-II.

SELECCIÓN NEGATIVA: Los timocitos que reaccionan con alta afinidad con complejos MHC-péptido propios mueren
rápidamente.

Si bien la fuerte interacción con los complejos


de MHC-péptido presentados por las células
endoteliales de la corteza tímica induce la
apoptosis de los timocitos doble positivos en
desarrollo, el proceso de eliminación de clones
autorreactivos tiene mayor especialización en la
médula tímica donde se da la selección
negativa. A la médula llegan los timocitos
expresando el TCR y un único correceptor CD4
o CD8 dependiendo de qué tipo de MHC
produjo su selección positiva; aquí comienzan a
interactuar con células epiteliales pero
también con macrófagos y células dendríticas
que tienen características especiales. Si la
interacción con los complejos MHC-péptidos es
de alta afinidad, entonces se induce la
apoptosis en los timocitos. De esta forma se asegura que las células T en desarrollo no respondan más adelante contra
péptidos propios. Pero, ¿qué tan representado está el conjunto de componentes propios en los péptidos presentados
por estas células?, es decir, cual es la garantía de que los péptidos derivados de componentes del hígado o del páncreas,
por ejemplo, puedan ser presentados por estás células en el timo. Aquí aparece un hecho bien interesante. Por un lado,
los péptidos que más frecuentemente encontraran las células T en la periferia son los de las propias células
presentadoras, y por esta razón tiene mucho sentido que los macrófagos y las células dendríticas participen de la
selección negativa. Por otro lado, las otras células participantes, las células epiteliales de la médula tímica, tienen activado
un gen particular, el gen AIRE (Autoimmune Regulator), que por un mecanismo poco comprendido, promueve la
expresión en estas células de un enorme conjunto de proteínas tejido-específicas que de otra forma no podrían ser
“mostradas” en el timo. La importancia de este mecanismo se pone de manifiesto en la enfermedad Síndrome
autoinmune poliglandular de tipo I. En estos pacientes defectos (mutación) en el gen AIRE, hacen que abandonen el timo
un gran número de células T potencialmente autorreactivas que dan lugar a respuesta inmune contra órganos propios, y
el deterioro es particularmente manifiesto en el sistema endócrino.
Una cuestión central en el desarrollo de linfocito T es como los timocitos pueden distinguir complejos MHC-péptidos
que inducen la selección positiva de la negativa. Aunque la selección negativa a menudo ocurre luego de la positiva,
también, como hemos visto en la lámina anterior, la selección negativa puede ocurrir en el estado doble positivo si la
reacción con el MCH-péptido es muy fuerte. Por tanto el timocito debe recibir señales distintas en los distintos casos.
Dado que los distintos péptidos pueden expresarse en distintos niveles no alcanzaría con una distinción basada en el
avidez de la interacción determinada por la cantidad de receptores que están involucrados. No hay hasta el momento una
respuesta clara, pero la diferencia principal parece estar dada por la k off de la reacción, esto es interacciones TCR-
péptido-MHC que demoran en disociarse darían lugar a una señalización adicional que induciría el programa de muerte
característico de la selección negativa.

La exigente selección que ocurre en el timo durante el desarrollo de los linfocitos T determina que solo un pequeño
porcentaje termine siendo exportado a periferia.

Solo un 2 a 3 % de los precursores que ingresan al timo logran completar


su desarrollo y salir como linfocitos T a la periferia, lo que refleja la
dificultad de instruir los precursores a reconocer péptidos asociados al
MHC propio (selección positiva) y a su vez que este reconocimiento,
conocido como restricción por el MHC propio, no sea, per se, de muy alta
afinidad para que no respondan contra componentes propios.
Como se ha mencionado, durante el proceso de selección positiva, el TCR
formado tiene la oportunidad de reconocer alguno de los complejos
formados por las hasta 6 moléculas del MHC que se expresan por la
poligénica y codominancia del MHC, y similarmente, hasta cerca de una
docena de complejos del MHC-II. Pero por otro lado, el alto número de
posibles complejos péptidos-MHC hace que haya muchas oportunidades
para la selección negativa de los timocitos en desarrollo.

TOLERANCIA PERIFÉRICA: Los linfocitos T vírgenes que abandonan el timo se vuelvan anérgicos si reaccionan con alta
afinidad con MHC-péptidos propios.

Luego de su ingreso al timo los timocitos permanecen allí por aprox. una semana donde son expuestos a la selección
negativa y completan su maduración. Estos linfocitos vírgenes abandonan el timo y comienzan a recircular por los
órganos linfoides periféricos. Alguno de estos linfocitos pueden haber escapado a los mecanismos de tolerancia central,
por ejemplo debido a que el antígeno no se expresó en las células epiteliales de la médula, en ese caso, estos clones
autorreactivos de linfocitos T vírgenes, normalmente, terminarán siendo desactivados en la periferia a través de
mecanismos de tolerancia periférica. Esta ocurrirá porque en ausencia de infección, algunas de las células dendríticas
residentes en los tejidos, abandonan los mismos y acceden a los órganos linfoides secundarios donde llegan expresando
en su MHC péptidos propios derivados del tejido original. Sin embargo, (como veremos en la próxima clase) estas células
dendríticas no provienen de un sitio de inflamación y por tanto no han sido activadas para expresar las moléculas
coestimuladoras B7 (ya sea B7.1 o B7.2) ni citoquinas como IL12. En estas condiciones, en caso de presentar estos
péptidos (propios) a un linfocito T que los reconozca, no dan lugar a la activación del mismo y por el contrario inducen
un estado de anergia en el mismo. En estado anérgico los linfocitos no mueren pero si vuelven a encontrar el antígeno
nuevamente, aun cuando sea presentado con coestimulación (por ej. B7) no se activarán. ¿Por qué simplemente no se
eliminan las células en lugar de inducir la anergia? Se piensa que las células anérgicas tienen como rol el competir con las
células autorreactivas cuando hay presentación de antígenos propios en un contexto inflamatorio.
Si el linfocito T autorreactivo sale a periferia y reconoce una molécula propia (no expresada por gen AIRE por ejemplo, lo
que causa que haya salido ese Linfocito T autorreactivo) este no se activa. ¿Por qué? Porque dicho reconocimiento TCR-
MHC-péptido es solamente la primera señal, y con una sola señal no se activa. Le falta la segunda señal (lo vemos la clase
que viene), con un coestimulador B7. Entra en anergia.
Si dicho linfocito migra a un ganglio en condiciones de inflamación, si obtendrá la segunda señal, lo que le permitirá
activarse, por tanto proliferar y diferenciarse, lo cual en ese caso sería peor.

Las células T reguladoras (Treg) son un mecanismo adicional de control de la tolerancia a lo propio.

Las Treg inhiben la respuesta de las células T


CD4 o CD8 a través de la secreción de IL-10,
TGF-b y contactos celulares de forma antígeno
específica.
La IL-6 producida por la respuesta innata
contrarresta su efecto impidiendo que inhiban la
respuesta en la infección.

Además de los procesos que hemos vistos de


tolerancia central y periférica para linfocitos B y
T, existe además un mecanismo activo de
supresión de la autorreactividad llevada
adelante por un tipo especial de linfocito T CD4,
denominados linfocitos T reguladores. Estas
células T reguladoras inhiben la respuesta T en
múltiples instancias, incluyendo la expansión
inicial de los linfocitos T vírgenes en los tejidos
linfoides secundarios, y las funciones efectoras
de los linfocitos T en el sitio de acción. La IL-10 y el TGFβ han sido implicados como las citoquinas secretadas cuando una
Treg es activada, aunque también parece que median receptores celulares que dan lugar a contactos célula-célula con
efectos también inhibitorios. Mientras que la IL-10 ejercería su acción inhibitoria sobre la célula presentadora
impidiendo su maduración y activación, el TGFβ actuaría más bien sobre el linfocito T que resultará inhibido. La
activación de la Treg requiere del reconocimiento por su TCR de un péptido específico presentado por el MHC II de la
célula presentadora, por ej. de una célula dendrítica, y requiere además de moléculas coestimulatorias para su activación.
Un rasgo diferencial es que como consecuencia de su activación, las Treg no producen IL-2 y por tanto no son capaces de
producir su auto-expansión. En condiciones asépticas, las Tregs contribuyen a mantener bajo control los clones
autorreactivos de linfocitos T. Este efecto, que en principio podría evitar una respuesta a la infección, es desactivado
cuando la célula dendrítica es activada por los receptores de la respuesta inmune innata (como los TLRs) que inducen la
secreción de IL6 que resulta inhibitoria para la acción de las Tregs.

Hay dos tipos de Treg: Una que sale del timo, Treg natural, que se produjo en la selección negativa cuando se tiene mucha
afinidad (muere en apoptosis, entra en anergia o se convierte en esta Treg) por lo tanto decimos que son las que nos
protegen de las reacciones autoinmunes. El otro tipo de Treg se generan luego en periferia en la respuesta inmune
(balance para que la respuesta no se exacerbe).
Las células Treg se generan en timo y alternativamente en la periferia

Las células Treg se generan en el timo (Treg naturales) y alternativamente en la periferia donde se presentan como un
grupo heterogéneo que incluye Treg inducidas o iTreg, las TH3 y las TR1. Treg naturales expresan CD25 (la cadena α del
receptor para IL-2) en su superficie y son de larga vida. Su diferenciación, así como la de las Treg inducidas, requiere la
expresión del regulador transcripcional FoxP3, y el mismo se usa como marcador para identificar estas células. Las TH3 y
TR1 no expresan FoxP3
Aunque el destino principal de los timocitos que reaccionan con alta afinidad con complejos MHC-péptidos en el timo es
la eliminación clonal, alguno de estos clones autorreactivos reciben señales alternativas (no entendidas al presente) y se
desarrollan como TREG naturales que salen a la circulación. Las Treg naturales constituyen la mayoría de las TREG
circulantes y llegan a ser el 10-15% de los linfocitos T CD4 en circulación. Por otro lado, otra población de TREG, las iTreg
(células T reguladoras) se generan en el tejido linfoides secundario a partir de células T CD4 vírgenes o en los sitios de
inflamación a partir de células efectoras. Las iTreg se diferencian in vivo en condiciones de elevadas cantidades de
antígeno crónica, como ocurre en las infecciones persistentes (como tuberculosis o schistosomiasis). En estas condiciones
se piensa que la acción principal de las iTreg así como las de las TREG naturales que también se expanden bajo esas
condiciones, es la de limitar el daño que causa la prolongada activación de las células T efectoras. Las células TH3 se
encuentran en el sistema inmune de mucosas y tras activación producen IL-10, IL-4 y TGF-beta (difieren de las TH2 que
veremos en otras clases en que producen la citoquina antiinflamatoria TGF-beta). Estas células controlan la intensidad de
la respuesta inmune en las mucosas y se entiende que son esenciales para mantener la tolerancia contra la flora normal y
los alimentos, su ausencia da lugar a enfermedades autoinmunes. Las células TR1, se generan in vitro en altas
concentraciones de IL-10, secretan TGF-beta pero no IL-4, lo que las distingue de las TH3.
La IL-10 secretada por las distintas Treg suprime la respuesta de las células T circundantes al reducir la producción de IL-2,
TNF y IL-5, a la vez que inhibe la presentación de antígeno en las presentadoras al disminuir la expresión de MHC y
moléculas coestimuladoras. Por su lado, el TGF-beta también bloquea la producción de citoquinas en las células T, su
capacidad de proliferar y su citotoxicidad. Su acción combinada de ambas citoquinas es la de suprimir la respuesta
inmune.
Más y más evidencia indica que la tolerancia periférica reposa en gran medida en las células TREG. La importancia de las
TREG en el control de la tolerancia queda de manifiesto en circunstancias en las cuales aparecen defectos en FoxP3. La
disfuncionalidad de FoxP3 resulta, tanto en humanos como en modelos animales, en una severa enfermedad autoinmune
caracterizada por la inflamación en varios órganos. En humanos esta enfermedad está ligada a defectos en el cromosoma
X, y es conocida como IPEX (Immunodisregulation, polyendocrinopathy, enteropathy, X-linked syndrome)
Tema 8: Activación y diferenciación de linfocitos T
Clase 10, 28/10/2013

Este evento es considerado como el inicio de la respuesta inmune adaptativa.

Diferentes tipos de linfocitos T se diferencian a partir de un progenitor común

A partir de un mismo progenitor


linfoide se desarrollan tres tipos
principales de linfocitos, los
linfocitos B y T, y las células
natural killer (NK). Los linfocitos
B y T tienen receptores de alta
diversidad (BCR y TCR
respectivamente) generados por
recombinación somática, y son
los dos tipos celulares sobre los
que se construye la respuesta
inmune adaptativa. Por otro
lado, las células NK carecen de estos receptores y su rol principal es en la respuesta inmune innata actuando como células
citotóxicas que funcionan al inicio de la respuesta, o bien destruyendo células infectadas que han sido recubiertas por
anticuerpos.
Mientras que las células NK generadas en la médula ósea pasan directamente a circulación, los linfocitos T se desarrollan
en el timo. Esta diferenciación da lugar a células que expresan TCRs y que pueden ser de tres tipos principales, la gran
mayoría corresponde a linfocitos T αβ (que usan las cadenas alfa y beta en su TCR), el segundo grupo es el de los
linfocitos T γδ, y el tercero corresponde a los linfocitos NKT que expresan además del TCR, receptores típicos de las
células NK.
Funciones efectoras de alguno de estos tipos celulares:
NKT son células intermedias entre la respuesta inmune innata y la respuesta inmune adaptativa. Tienen TCR, pero fue
seleccionado para reaccionar sobre todo con la moléculas del CD1 (las al final de clase de presentación de antígenos), las
cuales presentan lípidos.
Los linfocitos T γδ tienen un receptor especial, el TCR γδ, que tiene más diversidad de ligandos, puede reaccionar con
moléculas no convencionales de presentación de lípidos (CD1) pero también con MHC. Casi siempre funcionan en células
citotóxicas, y tienen un rol muy importante en la regulación de la respuesta.
De las distintas células T que genera el timo, los linfocitos T αβ son los más relevantes para el desarrollo de la respuesta
inmune adaptativa, tanto por su rol regulador como por sus funciones efectoras. En esta clase nos concentraremos en los
elementos que dan lugar a la activación de los linfocitos T vírgenes, y a estudiar las señales y mecanismos que permiten
su diferenciación en linfocitos T efectores y células de memoria. La población de linfocitos T vírgenes.

La activación de los linfocitos T vírgenes depende de la estimulación que reciben de células dendríticas activadas en un
contexto inflamatorio.
Recordar que la activación de los linfocitos T ocurre
en los tejidos linfoides secundarios (ganglios, baso,
placas de Peyer) y tiene como elemento central la
comunicación entre dos células: las DC que vienen
del sitio de infección (típicas activadoras de
linfocitos T) y las poblaciones de linfocitos T
vírgenes, con CD8 o CD4. De alguna forma se
terminan encontrando en el tejido linfoide
secundario.
Para la activación vamos a ver que hay dos señales:
- Primera señal de activación, una señal específica
que tiene que ver con el TCR reconociendo el
complejo MHC-péptido (válido tanto para CD8
como para CD4).
- Segunda señal de activación, vinculada a
moléculas de coestimulación, en el caso de la
imagen la molécula de B7 que se expresa en la
célula presentadora (es este caso la DC).
Esto da lugar a un ciclo por el cual aumentan en número, o sea que la especificidad original se multiplica ya que prolifera
en forma clonal y se va a diferenciar.
La activación de las células T vírgenes en respuesta al antígeno, y su subsiguiente proliferación y diferenciación constituye
una respuesta primaria de inmunidad celular. Como resultado de esta respuesta:
a) aumenta el número de células que pueden responder contra ese antígeno (proliferación)
b) gran parte de las células se diferencian equipándose para adquirir nuevas funciones efectoras (participar directa o
indirectamente en la destrucción de patógenos)
c) otro conjunto de células se diferencian dando lugar a células de memoria lo cual asegura una mejor respuesta en un
segundo encuentro con el mismo patógeno.

Tras su activación los linfocitos T αβ se diferencian en distintos tipos de linfocitos efectores

Tras su activación los linfocitos T pueden diferenciarse en distintos tipos de células efectoras que participan tanto en la
inmunidad celular como en la inmunidad humoral. En lo referente a la inmunidad celular, esta tiene gran relevancia en la
eliminación de patógenos intracelulares. En este sentido los ejemplos más claros son los linfocitos T CD8 citotóxicos, que
pueden actuar directamente contra las células infectadas por virus destruyéndolas si presentan péptidos virales asociados
al MHC de clase I, o la destrucción de patógenos intracelulares en macrófagos activados por linfocitos T CD4 TH1. Los
linfocitos T citotóxicos, los CD8+, detectan células que tienen infecciones en el citoplasma o cuando un proceso que hace
que se generen proteínas anómalas desde el citoplasma. O sea que células infectadas o células tumorales pueden ser
reconocidas por lis linfocitos T citotóxicos. Es una población heterogénea de células pero su función es esa: la eliminación
de células infectadas.
Las células T con CD4 al activarse pasan a ser “helpers”. Son células que colaboran con otras células aumentándoles su
poder de destrucción. El caso típico es la interacción con macrófagos por parte de los TH1. Cuando el macrófago toma un
patógeno, éste puede vivir en sus vesículas o en su interior (virus). Como ya vimos en la clase de presentación de
antígenos, los péptidos presentados en el MHC convoca la colaboración de estos linfocitos T colaboradores. ¿De qué sirve
que un linfocito T colabore con un macrófago? La secreción de INFγ por el linfocito hace que el macrófago aumente la
síntesis de especies reactivas del oxígeno y por lo tanto aumente su destrucción del patógeno (lo vemos en tema 11
mejor). Los TH2 están más orientados a la interacción con parásitos multicelulares; típicamente sus células evolucionaron
para reaccionar contra helmintos. Hoy en día la población parásita intestinal en los humanos está muy controlada, es por
esto que esta rama de la inmunidad esta como “desempleada”. Esto hace que muchas veces sean estas las células
responsables de la alergia (no solo ellas igual), ya que no tienen otra cosa que hacer. Muchas enfermedades autoinmunes
también están vinculadas con este hecho, ya que los parásitos inclinaban al sistema inmune hacia la baja, y al sacar a
estos quedó “a la alta”, lo cual a veces hace que sea súper sensible. Los linfocitos T CD4 TH1 así como los linfocitos T CD4
TH2 contribuyen también a la inmunidad humoral colaborando con las células B en la producción de anticuerpos, e
influyendo (dependiendo de cuan de éstos participe) en las clases de inmunoglobulina que secretará linfocito B. De esta
población de linfocitos, TH1 y TH2, hay algunos que tienen afinidad por el ganglio, convirtiéndose en linfocitos foliculares
(por qué van a los folículos) y son los que dan la ayuda a las células B. A diferencia de los casos anteriores, la producción
de anticuerpos, tiene como blanco principal a los patógenos extracelulares. Por su lado los linfocitos T CD4 TH17 son
importantes en el inicio de la respuesta adaptativa por su rol en el reclutamiento de neutrófilos y también tienen como
blanco principal los patógenos extracelulares. Técnicamente lo que hacen las TH17 es promover que otras células que
están reconociendo a su antígeno secreten citoquinas que reclutan neutrófilos. Finalmente, un grupo de linfocitos T CD4,
las células T reguladoras, pueden adquirir un fenotipo especial de desactivación de la respuesta en contacto con el
antígeno, siendo importantes en el control de la magnitud de la respuesta inmune y de la autoinmunidad. En algunas
circunstancias, en sitios donde hay tendencia a generar tolerancia (tejido cercano a la mucosa intestinal por ejemplo) se
activan células T y terminan adquiriendo un fenotipo regulador. A diferencia de las otras células, que tenían como
función encontrar un antígeno y a partir de allí actuar, las Treg secretan interleuquinas anti-inflamatorias que se
contraponen a la activación exagerada de linfocitos T.

Los linfocitos T que maduraron en el timo circulan como linfocitos vírgenes a través del tejido linfoide en la búsqueda del
antígeno

¿Cómo es la vida de un linfocito T que acaba de nacer en el timo?


Una vez que completaron su desarrollo en el timo, los linfocitos entran en la corriente sanguínea y al llegar a los órganos
linfoides periféricos, abandonan la circulación a través de las venas del alto endotelio (HEV), proceso que veremos en
más detalle más adelante. Una vez en el órgano linfoide, migran a través del mismo saliendo por los vasos linfáticos
eferentes y retornando al la circulación general para repetir el patrón de circulación. El proceso continúa hasta que el
linfocito T virgen encuentra el antígeno para lo cual puede sobrevivir mucho tiempo (años).
Si en este recorrido encuentra una célula presentadora que expresa un MHC-péptido que puede reconocer, y el
encuentro se da en un contexto inflamatorio (como el que presentaría un ganglio que drena un sitio de infección),
entonces el linfocito virgen puede activarse proliferando y diferenciándose en un linfocito efector.
En la imagen se ven dos circuitos: el circulatorio y el linfático (blanco). Los ganglios tienen acceso al material de la sangre
que a través de capilares lo recorre y luego vuelve a salir a circulación, y hay también un compartimiento que es parte del
ganglio que recibe linfa de los sitios periféricos, y esa linfa drena a través de conductos que van juntándose y terminan
drenando en el conducto torácico donde vuelve a la circulación sanguínea por la vena subclavia.
Los linfocitos salen del timo y eventualmente pueden salir de la circulación de un ganglio. ¿Cómo? Debido a que hay una
serie de moléculas que están expresadas en el endotelio vascular (ver imagen siguiente).
Las moléculas de adhesión del linfocito virgen determinan su patrón de migración al tejido linfoide secundario.

Como hemos vistos para otras células del sistema inmune, la interacción de las moléculas de adhesión del linfocito T
virgen y los receptores para quimioquinas determinan su patrón de migración durante su circulación por el torrente
sanguíneo y la linfa. En esta figura, se muestran los componentes que permiten su pasaje selectivo, a través de las
vénulas del alto endotelio (HEV), donde abandonan el torrente sanguíneo e ingresan al tejido linfoide. En una primer
instancia hay una interacción de la L-selectina del linfocito que reconoce patrones de glicosilación (residuos sialil-lewis
sulfatados en las moléculas CD34 y GlyCAM-1) característicos de las células de las HEV. Esto frena al linfocito que empieza
a “rodar” sobre la vasculatura. Esto permite que el receptor para quimioquinas del linfocito T (CCR7) interactúe con las
quimioquinas locales, tales como CCL21 que están retenidas en superficie de proteoglilcanos en el interior de la
vasculatura. Esta interacción que se muestra en el cuadro central, activa el receptor para integrinas (LFA-1) en el linfocito
T (por un mecanismo poco entendido) lo que le permite al unirse a ICAM-1, y de esta forma adherirse al epitelio y
comenzar el proceso de diapédesis. Como ocurre en la migración de neutrófilos, por ej., la presencia de metaloproteasas
en la superficie del linfocito permite la digestión de la membrana basal para ingresar al tejido.
Estamos viendo en la imagen lo que pasa dentro de los tejidos linfoides secundarios, en el HEV.
El pool de linfocitos T que van saliendo del timo es renovado, y tienen la capacidad de auto-replicarse en la periferia. Los
linfocitos vírgenes son células de corta vida media. Cuando el timo involuciona a lo largo de la vida ya no produce tantos
linfocitos T.

Las células dendríticas son células presentadoras de antígenos con una crítica función de regulación de la respuesta
inmune adaptativa

La mayoría de los estudios iniciales sobre las DC se hicieron a partir de las células de
Langerhans. Estas células se encuentran en la epidermis y cumplen típicas función de
‘centinelas’. Estas células están equipadas con receptores para reconocer diferentes
PAMPs (TRLs, NODs, RIGs, C-type lectins), quemoquinas y citoquinas inflamatorias.
La activación por estos receptores, por ejemplo en una infección, promueve la
migración de la DC a los órganos linfoides secundarios y su activación, para que
puedan participar en la activación de otras células, particularmente los linfocitos T
vírgenes. Esta visión inicial del modo de funcionamiento de estas células se ha ido
complicando, por ejemplo, algunas veces la maduración y activación, conduce, no a
la activación de la inmunidad, si no a la activación de células que regulan
negativamente la inmunidad, como las células T reguladoras. En otros casos, por ejemplo en ausencia de infección, las
células pueden madurar sin activarse, y en este caso el resultado es principalmente la anergización de los linfocitos T con
especificidad por los péptidos (propios del tejido normal en este caso) que presenta. Más aún el panorama adquirió un
grado mayor de complejidad al descubrirse la existencia de otros tipos de DCs, mostrando que el término Células
Dendríticas implica en realidad una red de células de alta heterogeneidad.
En el recorrido que hace el linfocito T puede ser que se encuentre con DC que vinieron desde la periferia. Las DC son una
población muy heterogénea, pero nosotros la tratamos como más reducida. Las DC mieloides son las que se encuentran
en la periferia y cada tanto se renueva a partir de precursores en la sangre, y están un formato que llamamos inmaduro, a
la espera. Que este en un estado inmaduro no significa que no sea una célula activa. Cuando madura, decimos que
cambia el fenotipo y migra, adquiere atracción por los órganos linfoides secundarios. Si hay infección, el proceso de
maduración esta acelerado y no solo madura sino que además se activa, lo cual está relacionado con la expresión de
moléculas coestimulatorias.

TOLERANCIA PERIFÉRICA: Los linfocitos T vírgenes que abandonan el timo se vuelvan anérgicos si reaccionan con alta
afinidad con MHC-péptidos propios.

Luego de su ingreso al timo los timocitos permanecen allí por aprox. una semana donde son expuestos a la selección
negativa y completan su maduración. Estos linfocitos vírgenes abandonan el timo y comienzan a recircular por los
órganos linfoides periféricos. Alguno de estos linfocitos pueden haber escapado a los mecanismos de tolerancia central,
por ejemplo debido a que el antígeno no se expresó en las células epiteliales de la médula, en ese caso, estos clones
autoreactivos de linfocitos T vírgenes, normalmente, terminarán siendo desactivados en la periferia a través de
mecanismos de tolerancia periférica. Esta ocurrirá porque en ausencia de infección, algunas de las células dendríticas
residentes en los tejidos, abandonan los mismos y acceden a los órganos linfoides secundarios donde llegan expresando
en su MHC péptidos propios derivados del tejido original. Sin embargo, estas células dendríticas no provienen de un sitio
de inflamación y por tanto no han sido activadas para expresar las moléculas coestimuladoras B7 (ya sea B7.1 o B7.2) ni
citoquinas como IL12. En estas condiciones, en caso de presentar estos péptidos (própios) a un linfocito T que los
reconozca, no dan lugar a la activación del mismo y por el contrario inducen un estado de anergia en el mismo. En
estado anérgico los linfocitos no mueren pero si vuelven a encontrar el antígeno nuevamente, aún cuando sea
presentado con coestimulación (por ej. B7) no se activarán. ¿Por qué simplemente no se eliminan las células en lugar de
inducir la anergia? Se piensa que las células anérgicas tienen como rol el competir con las células autoreactivas cuando
hay presentación de antígenos propios en un contexto inflamatorio.
La vía verde mostrada en la imagen representa la situación fisiológica en la cual las DC simplemente maduraron, no hay
infección. Cuando llega al ganglio puede ser que por casualidad se encuentre la DC con un linfocito T que reacciona con
algún componente que está mostrando en su MHC. Como no hay infección, los péptidos que tiene en MHC la DC son de
origen propio. Esto hace que no solo no se active, sino que además un linfocito virgen que se encuentra con una DC sin
capacidad coestimuladora (capacidad de tener moléculas para el ligando correspondiente, ligando CD28 expresado por
los linfocitos vírgenes) recibe señales de convertirse en una célula anérgica. La célula anérgica sigue reconociendo a sus
ligandos por sus TCR, pero si se vuelve a encontrar con una célula que le presenta el antígeno y que tiene capacidad
coestimuladora, igual no pasa nada, no se activa. Recordar que esto sirve como competencia a otros linfocitos T que
reconocen péptidos propios.

La vía roja mostrada en la imagen representa la activación de los linfocitos T. El tejido se encuentra infectado. La DC
migra desde dicho tejido al ganglio. En esta migración la DC adquiere capacidad coestimuladora, por eso ahora expresa la
molécula B7 (en naranja en la imagen). Ahora si aparece un linfocito T virgen que viene desde el timo, y encuentra un
ligando ahora si se activa. Al activarse prolifera. Si esta célula vino de un sitio de infección el péptido puede ser propio o
de un microorganismo. Es aquí donde las células anérgicas pasan a tener sentido.

En condiciones de infección, las dendríticas maduran y SE ACTIVAN. Estas células dendríticas activadas presentan
capacidad coestimuladora y serán críticas en la activación de los linfocitos T vírgenes.

La función principal de la DC es presentar antígenos a las células T vírgenes

Las células dendríticas (DC) tienen como función principal el muestrear el tejido en el que se encuentra y transportar la
información al tejido linfoide circundante. Últimamente, esto permitirá en caso de infección activar células vírgenes en
los tejidos. En el tejido, la células dendríticas están en un estado denominado de inmadurez (que no debe confundirse
con un estado no funcional) por el contrario son células activas que muestrean el tejido en una forma intensa,
fagocitando partículas, endocitando moléculas, e ingresando por macropinocitosis “todo lo que esté alrededor”. Estas
DC inmaduras, también llamadas residentes, tienen una alta expresión de receptores para PAMPs, como dectinas y TLRs,
y receptores para distintas citoquinas inflamatorias y componentes del complemento. Luego de unos días en el tejido, o si
son activadas por señales vinculadas a una infección local, entran en un proceso de maduración en el cual aumentan la
expresión de complejos péptidos-MHC, y cambian su tropismo, abandonando el tejido y migrando hacia los ganglios por
los vasos linfáticos aferentes bajo el influjo del gradiente de quimioquinas proveniente del ganglio, que es detectada por
la expresión del receptor CCR7. A esta altura ya han adquirido su forma estrellada, con dendritas. Cuando madura, la DC
deja de hacer macropinocitosis, porque no se busca expresar qué hay en el ganglio, sino que queremos que exprese lo
que había en el sitio de infección del que proviene. Deja de expresar tantos receptores para PAMPs.

La maduración y migración de las DC a los ganglios es un proceso constante que no requiere de la presencia de un
proceso infeccioso. Las DC que maduraron en un proceso libre de infección, transportarán complejos péptidos-MHC que
representan componentes propios de los tejidos y como comentamos en la lámina anterior, se piensa que ayudan a
mantener la tolerancia a lo propio, al presentar estos antígenos sin coestimulación. Esta maduración espontánea no
capacita a la DC para la activación de los linfocitos T vírgenes; para activar a estos últimos son necesarios cambios más
dramáticos en la DC que solo ocurren en un ambiente inflamatorio donde ha habido reconocimiento de componentes
microbianos. Básicamente los cambios son los mismos, salvo que además de presentar todas las cosas que expresa una
DC madura, expresa además moléculas de B7 y tiene por lo tanto la capacidad de inducir la activación de linfocitos T.

NOTA: Hay dos tipos principales de células dendríticas, convencionales y plasmacitoides. Las primeras, tienen origen
mieloide y son las que típicamente participan en la activación de linfocitos T vírgenes, y son a las que nos referimos en
esta lámina. Expresan un gran arreglo de receptores para PAMPs aunque no expresan TLR9. Por otro lado, las
plasmacitoides, de origen linfoide (surgen del progenitor común con los linfocitos y las NK) funcionan principalmente
como centinelas de la infecciones virales, y expresan principalmente TLR7 y TLR9 que participan en el reconocimiento de
ácidos nucleicos. Su activación da lugar a la secreción de grandes cantidades de interferones de tipo alfa y beta
favoreciendo en combate de las infecciones virales. No se les reconoce un rol importante en la activación de linfocitos T.

El reconocimiento de la infección convierte a las DC en eficientes activadoras de linfocitos T vírgenes

En el caso de generarse un foco inflamatorio, las DC inmaduras


reciben estímulos que modifican fuertemente su programa de
maduración. Los estímulos provienen directamente del contacto
con componentes microbianos, lo que ocurre a través de los
correspondientes receptores para PAMPs (ej. típico los TLRs, y
también los receptores para lectinas de tipo C, como la dectina1) y
también el estímulo de interleuquinas inflamatorias que puedan
haber secretado otras células inflamatorias como los macrófagos o
células epiteliales (por ej. IL-1 y TNFalfa)
Este estímulo produce en la DC inmadura un aumento transitorio
de la fagocitosis que luego se apaga, y una marcada expresión de
moléculas del MHC de clase I y II, y muy importante, la expresión
de las moléculas coestimulatorias B7-1 y B7-2. Estas moléculas (a las cuales a veces nos referimos en forma simplificada y
colectivamente como B7) son críticas para complementar la señal resultante de la unión del complejo MHC-péptido
(sobre-expresado) con el TCR, y tienen como ligando la molécula CD28.
Las células que han adquirido este fenotipo se llaman DC maduras
activadas, dado que antes se pensaba que la DC solo maduraban con un
proceso inflamatorio a veces se usa indistintamente el término DC
maduras, pero convengamos aquí que la maduración no necesariamente
lleva a la activación, la cual como se ha dicho últimamente requiere del
contacto con microorganismo.

Las DC maduras activadas tienen una alta densidad de expresión de MHC-


péptido, B7 y tropismo por las zonas T del tejido linfoide secundario que
las hace particularmente adecuadas para acceder a los sitios de activación
de los linfocitos T vírgenes. Veremos que además de producir su
activación, las DC activadas pueden influenciar fuertemente el modo en
que se activan los linfocitos T vírgenes.
La activación de los linfocitos T puede ser iniciada por las DC residentes en el ganglio y es reforzada por las DC
provenientes del sitio de infección

Lo que vemos en la imagen son las etapas que siguen en la activación de los linfocitos T luego de salir del HRV, al ganglio.
Lo primero que llega antes de llegar las DC, es el antígeno y las moléculas inflamatorias que se secretaron. Una forma de
empezar la activación de linfocitos T es a través de células DC que estaban residentes en los órganos linfoides
secundarios, que son estimuladas por los PAMPs ya mencionados que llegan desde el sitio de infección y las citoquinas, y
que pueden convertirse ahí mismo es células presentadora que active al linfocito T. Si hay linfocitos T con especificidad
por los péptidos que expresa se van a activar.
En el ganglio existen además de las células dendríticas (DC) que acceden desde la periferia, una población de DC
inmaduras residentes. Como resultado de la respuesta inmune innata en caso de ocurrir una infección, y antes de que las
DC del tejido puedan arribar lo que demora varias horas, comienzan a afluir al ganglio antígeno y detritus proveniente
del patógeno. Estos pueden ser captados por las DC inmaduras residentes (con alta capacidad fagocítica) a la vez que las
mismas son activadas por los ligandos para TLR y citoquinas que llegan del sitio de infección. Éstas DC activadas pueden
comenzar la activación de los linfocitos T, lo cual se reforzará tras la llegada (8-12 horas más tarde, proceso
relativamente lento) de las DC maduras que se activaron en el sitio de infección y transportan el antígeno en su MHC.
Estas células (con borde verde en la figura), vienen desde el sitio de infección, ya vienen con el antígeno cargado, ingresan
a la zona T del ganglio (violeta) y se agrupan en torno a las HEV que es el sito de ingreso de los linfocitos T vírgenes, donde
hacen contacto con varios linfocitos T a la vez y por varias horas. Esa activación sostenida produce la proliferación de los
linfocitos y su diferenciación en células efectoras que ya sean, migran a la zona de contacto con las células B (como
veremos en la próxima clase) o salen a la periferia a los sitios de inflamación.

Las células T se activan por la interacción con el MHC-péptido y la ayuda de moléculas correceptoras.

Tanto para las células T CD4


como T CD8, la unión del TCR
con el MHC, conlleva la unión
del correspondiente
correceptor con las regiones
invariantes de los respectivos
MHC de clase I o II. Esta
interacción es clave para la
activación del linfocito T que
tendrá lugar. Recordar la
importancia de los
correceptores CD8 y CD4 que
interactúan con los dominios
constantes del MHC, CD8 con
un MHC-I y CD4 con un MHC-
II. ¿Cuál es la importancia de
estos correceptores? Aumenta la avidez de la interacción, ya que es una interacción más. Pero también tiene que ver con
el fenómeno en si de activación, ya que (ver en imagen siguiente que esta solo para CD4 aunque es igual para CD8), la
molécula de CD4 no esta junta al TCR en condiciones normales en el linfocito T virgen. La molécula de CD4 está en una
zona roja en la imagen, llamada “lipid raft”, mientras que el TCR está en una zona de la membrana más convencional. Lo
que vemos en el interior celular son una serie de interacciones con moléculas adaptadoras sobre sitios de fosforilación
(quinasas) y esas quinasas están lejos de los blancos de fosforilación, ya que el correceptor esta en una zona y el receptor
en otra. Cuando se da la formación del complejo MHC-péptido-TCR, dicho complejo ternario se aproximan en el espacio,
mediante el movimiento del TCR hacia la zona del lipid raft y quedan en contacto las quinasas con los blancos de
fosforilación (P en amarillo en la imagen), y esto permite la cascada amplificada con aumento de la fosforilación, lo cual se
convierte en una señal.
Las células T son sensibles a pequeñas cantidades de antígeno. Tan pocas como 10 moléculas de complejo MHC-péptido
específicas en la superficie de una DC pueden ser capaz de activar una célula T, porque cada una de estas interacciones es
generalmente de alta afinidad. El hecho es notable si se tienen en cuenta que la DC expresa cerca de 1.000.000 de otros
complejos MHC-péptidos. Pero de hecho, se piensa que las interacciones débiles del TCR con esos complejos (lo cual es el
resultado de la selección tímica positiva) agrega un factor más de estabilización conjuntamente con la interacción
aportada por los correceptores, y otras moléculas de adhesión que forman la sinapsis inmunológica que veremos más
adelante.
La señalización del TCR está basada en los motivos de activación ricos en Tirosina (ITAM), que son particularmente
numerosos y que se encuentran en las colas citoplasmáticas del CDR3 y de las cadenas zeta del complejo TCR. En este
ejemplo, vemos además que el correceptor CD4 que en reposo se encuentra en una zona de lipid raft en la membrana,
está asociado con una tirosine-kinasa (Lck) que como consecuencia de la unión al péptido-MHC resulta aproximado a las
colas de ITAMs promoviendo su fosforilación, lo cual recluta una quinasa adicional (ZAP-70), que se asocia con las colas
fosforiladas y es activada. Esta activación de ZAP-70 es el primer evento de formación de un importante complejo
proteico que lleva a activación celular. Este proceso que no veremos en detalle, implica mecanismos de activación en
cascada, y también de inhibición que controlan la magnitud de la activación.
Cuando hablamos de activación, también hablamos de B7, y para que se de la activación (proliferación y diferenciación)
tiene que darse, como ya dijimos, la coestimulación, entonces B7 y CD28 (en el linfocito T) dan una señal, la cual se acopla
a la antedicha y ese conjunto de señales es el que permite la transcripción de los genes que da lugar a la activación de los
linfocitos T.
El proceso, no obstante, DEBE complementarse con la señalización simultánea que produce la activación de CD28 por
unión de B7 que también conduce a la fosforilación de ITAMs y el subsiguiente reclutamiento de moléculas de
señalización intracelular. Este mecanismo culmina con la activación simultánea de varios factores de transcripción que
controlan el gen para la secreción de la IL-2 (el principal factor de proliferación) y de componentes de su receptor. El
proceso es similar en el caso de la activación de un linfocito CD8+

Lipid raft: región de la membrana rica en colesterol, glicofingolípidos, y proteínas de membrana, que es altamente
dinámica, y en la cual los componentes son rápidamente intercambiados.

El contacto entre las células T y las DC resulta un complejo altamente organizado: la sinapsis inmunológica

La interacción que da lugar a la


activación del linfocito T es
altamente compleja. Si bien no
nos interesa memorizar los
distintos protagonistas de esta
sinapsis inmunológica, es
importante comprender que
involucra varias moléculas
protagonistas. Unas que forman
la zona de contacto más cercano
entre las membranas (el complejo
de activación supramolecular
central, c-SMAC) donde se
encuentra el TCR-péptido-MHC,
con el correceptor CD4 y la interacción CD28-B7, y otra periférica p-SMAC que contiene la interacción de las integrinas
LFA-1 con ICAM-1 y receptores como CD45 que si bien no participan en la unión, al alejarse del TCR, permiten la
activación del linfocito dado que sus cola citoplasmática tiene un rol inhibitorio respecto a la activación por las quinasas
como Lck. Moléculas como CD45 o integrinas tienden a interferir con la fosforilación del TCR. Cuando se forma la
interface, estas moléculas mencionadas se ubican en una zona especial, quedando la zona del TCR en la parte central, y
estas moléculas se ordenan hacia el exterior (ver imagen de la derecha). Esta es otra forma de permitir que a partir de
algunos contactos se genere una amplificación de la señal.
Como se indicaba en la lámina anterior, a lo mejor solo 10 interacciones bien orientadas de TCR con su MHC específico
son suficientes para activar una célula.

La amplificación del número de células T durante la activación es


rápida, de gran magnitud y dependiente de la secreción autócrina de
IL-2

¿Qué es lo que le pasa a la célula T cuando se activa? IL2 es un factor


de crecimiento de los linfocitos; cuando hay IL2 hay un primer paso
para que los linfocitos proliferen, pero para que la interacción de la
IL2 (triangulo en imágenes) con su receptor sea eficiente, el receptor
tiene que estar formado por tres subunidades: α, β, y γ. En
condiciones normales, el linfocito tiene solo 2 de estas subunidades
expresadas: γ y β, por lo tanto la afinidad es muy baja por la IL2.
Es por esto, que al activarse, la célula T expresa el gen de la IL2 y el de
una subunidad (α) del receptor para IL2. Las dos cosas pasan a la vez.
El hecho de que la IL2 se secrete a veces permite que se activen otras
células que están participando en la interface con la DC.
La proliferación de los linfocitos tiene como principal componente la
secreción autócrina (por la propia célula) de IL-2, la cual ocurre
concomitantemente con la expresión de la cadena alfa del receptor
para esta citoquina, la cual aumenta la afinidad del receptor por la IL-
2, y le permite así responder no solo a la IL-2 secretada en forma
autócrina, sino también a la IL-2 secretada por otros linfocitos que
están proliferando.

La activación de los linfocitos T


vírgenes genera un altísimo
número de células efectoras en
un corto lapso de tiempo. Cada
linfocito T CD4 virgen puede en
cuestión de pocos días a 10000
células T efectoras y en el caso de
linfocitos T CD8 el número puede
ser 5 veces mayor. Estas células
ocupan un volumen importante y
esta es la razón por la cual los
ganglios que drenan un sitio de
infección muchas veces aparecen
aumentados, duros y notorios.
El control sobre la proliferación durante la activación de los linfocitos T está dado por elementos de control positivos
(CD40L) y negativos (CTLA4).

La proliferación de los linfocitos T durante su activación es reforzada por un circuito de retroalimentación debido a la
molécula CD40L (ligando para CD40). Este ligando tiene un papel fundamental para las funciones efectoras que cumplen
los linfocitos una vez que se diferenciaron como se verá más adelante en el curso, pero en esta etapa, en la cual se
mantiene el contacto DC-linfocito T por algunas horas, la expresión de este ligando permite que se una al CD40 en la DC lo
cual hace que esta exprese una mayor densidad de moléculas de B7, que redunda en un mayor estímulo de activación
para los linfocitos T por esta DC. Si no se contrarresta, este estímulo puede descontrolar la situación y resultar en una
proliferación desmedida. La forma de limitarlo es que conjuntamente con el CD40L, el linfocito T activado comienza a
expresar CTLA4 (cytotoxic T lymphocyte antigen 4) una molécula de superficie con alta afinidad por las moléculas de B7,
pero que no produce señales de activación y por tanto funciona básicamente como un competidor (ventajoso por la alta
afinidad) de CD28. Este mecanismo es sumamente importante, y sus consecuencias se ven claramente en situaciones
experimentales en animales en los que se
ha removido el gen de CTLA4, estos
mueren rápidamente por
linfoproliferación desmedida acompañada
de enfermedades autoinmunes.
En la imagen vemos interface entre la
célula T y la DC. Antes de la activación el
linfocito T expresaba CD28 y la DC si
expresaba capacidad coestimulatoria tenía
B7, y la CD40. Como resultado de las dos
interacciones de ambos B7 con CD28 hay
una activación del linfocito, lo cual hace
que exprese la molécula CD40L (ligando
de CD40) en el linfocito T. La interacción
CD40-CD40L a su vez activa a la DC, la cual
aumenta la expresión de su capacidad
coestimulatoria, por lo tanto hay un
mayor impulso hacia la activación. Esta
interacción lleva un tiempo, hasta horas.
Si no hubiera una contra parte, un freno,
sería una estimulación demasiado fuerte y
es por esto que los linfocitos T expresan
CTLA4 (hay que saberla) la cual es una
molécula que actúa como regulador negativo de la proliferación, entre otras cosas porque compite por unirse a B7 contra
CD28. Además, la CTLA4 puede enviar señales al linfocito y así reprimir la activación.
Si se carece del gen CTLA4 se muere tempranamente por linfoproliferación descontrolada, es decir que ni bien tienen una
infección los linfocitos T comienzan a proliferar y nunca frenan de hacerlo.

La idea que debe quedar es que hay una serie de mecanismos que refuerzan la activación pero también aparecen
mecanismos represores de ella.

Como resultado de la sinapsis inmunológica los linfocitos T vírgenes reciben tres señales de la célula presentadora

Como resultado de la sinapsis inmunológica los linfocitos T reciben tres


señales de la célula presentadora. Las dos primeras ya las hemos discutido
e implican la activación inicial por el TCR-péptido-MHC que es necesaria
pero no suficiente. Para continuar con el programa de activación, se
necesita de la presencia de moléculas B7 que estimule el receptor CD28
para que la célula reciba señales de sobrevivencia y proliferación, y como
vimos la expresión de la molécula reguladora B7 en la célula dendrítica
madura activada es una etapa clave. Finalmente hay una 3er señal que
instruye al linfocito sobre distintas rutas de diferenciación para que termine
adoptando distintas funciones efectoras (por ejemplo si será una célula T
CD4 TH1, TH2 o TH17). Esta tercer señal está dada generalmente pero no
exclusivamente por citoquinas secretadas por la célula presentadora.
Luego de proliferar se diferencian. Obtienen un fenotipo distinto. ¿Cómo se
da esa diferenciación y por qué esta determinada? La tercer señal como
consecuencia de la sinapsis es la que determina hacia dónde se diferencia el
linfocito T. Esa señal proviene del sitio de infección, de donde vienen las DC,
antígeno y además citoquinas. Ese conjunto de citoquinas que fueron
secretadas por las DC o alguna otra célula, son las que terminan
condicionando la diferenciación de los linfocitos T.

Una vez activados, la diferenciación de los linfocitos T CD4 está fuertemente determinada por las DC y las citoquinas que
llegan al sitio de infección.

La diferenciación de los linfocitos T que proliferan en el tejido linfoide que drena el sitio de infección, está fuertemente
determinada por la información que llega a través del vaso linfático aferente. A través del mismo además del antígeno,
llegarán células dendríticas que maduraron, se activaron y transportan complejos del MHC con péptidos del patógeno,
llegarán también citoquinas y otras moléculas generadas en el sitio de inflamación. La suma de esos componentes
genera en el ganglio un microambiente que determina la vía de diferenciación de los linfocitos T durante su activación y
proliferación.

Los cambios en la expresión de los genes de las citoquinas que acompañan la diferenciación de las células T en células
efectoras, son el reflejo del estímulo recibido por las citoquinas secretadas por las DC maduras que se activaron en el
tejido, y otras células (como macrófagos, mastocitos, células NK y NKT) que también fueron activadas por el patógeno.
Dado que los distintos patógenos tendrán distintos PAMPs, el perfil de citoquinas que secretaran estas células va a estar
afectado por los mismos y por las características del tejido donde se da la respuesta. En otras palabras, la respuesta
innata contra distintos patógenos activa las DC y otras células en forma distinta, y esto se transmite en la programación
de la diferenciación de los linfocitos T durante su activación, lo que los capacita para combatir específicamente al
patógeno en cuestión. Otros factores que parece influir en el proceso de diferenciación, es la densidad de complejos
TCR-péptido-MHC y la intensidad de la coestimulación.
Por ejemplo, la activación de
células NK por una infección local o
por la secreción de IL-12 por la DC,
hace que la NK secreten INFγ, el
cual a actúa sobre los linfocitos T
que están siendo activados a través
de su TCR promoviendo la
activación del factor de
transcripción T-bet que es esencial
para la diferenciación a TH1 y
hacer que estas células respondan
a la secreción de IL-12. Para que se
dé la activación de linfocitos que
terminan con un fenotipo TH1
tiene que haber contacto MHC-
péptido-TRC, tiene que haber
coestimulación de B7 pero si además la DC adquirió un perfil que secreta IL-12 que puede interactuar con una célula NK
que esta por ahí, y a su vez dicha célula NK gracias a este estímulo secreta IFγ, el cual estimula a la DC para producir más
IL-12, la suma de estas dos citoquinas hace que los linfocitos se diferencien en TH1. Típicamente, los TH1 expresan un
factor de transcripción que se llama T-bet. No es tan importante el nombre, pero si es importante saber que hay un factor
de transcripción que caracteriza cada población.
Los otros caminos de diferenciación no son tan bien comprendidos, por ejemplo en el caso de la diferenciación a TH2, se
ha visto que in vitro la IL-4 es un poderoso factor de diferenciación, que promueve la expresión del factor de transcripción
GATA-3 característico del desarrollo a TH2, siendo los mastocitos, eosinófilos, basófilos y células NKT las posibles fuentes
de esta citoquina in vivo. Otros factores que han sido asociado con la diferenciación a TH2 incluyen la TSLP (thymic
stromal lymphopoietin) una proteína producida por las células epiteliales durante la inflamación, y la IL-25, pero al igual
que con la IL-4, las forma en que actúan no es completamente entendida.
En el caso de las células TH17 y las Treg, los detalles son menos claros, en parte porque estas células se han descubierto
más recientemente. Aparentemente la diferenciación de ambas es promovida por el TGFβ (citoquina típicamente anti-
inflamatoria), pero las TH17 se diferencian en presencia de IL-6 (particularmente cuando IL-4 e INFγ están ausentes) y
una vez diferenciadas requieren de la IL-23 para su mantenimiento. El factor de transcripción característico de la TH17 es
el RORγ mientras que el de las células reguladoras el FoxP3.

La activación de las células T CD4 da lugar a distintas poblaciones de células efectoras

Durante su proliferación las células T CD4 o las TC8 se


dividen a una alta velocidad (cada 6-8 h) y la
cromatina es modificada para activar la expresión de
determinados grupos de citoquinas y/o reprimir la
expresión de otros. Durante el tiempo que la células T
completan su diferenciación, estos cambios de la
cromatina son estabilizados, de forma que una futura
activación de la célula T efectora dará lugar a la
expresión del conjunto de citoquinas característico.
Ese patrón de citoquinas sirve para definir distintas
poblaciones de linfocitos T efectores, y determina el
tipo de inmunidad mediada por los distintos tipos de
linfocitos T efectores. Así, por ejemplo, la secreción de
IFNγ por las células T TH1 coordina la respuesta
inmune que facilita la destrucción de varios tipos de
patógenos, como muchos virus, bacterias y
protozoarios , al activar macrófagos, células NK, y
linfocitos T CD8, y colaborar con las células B vírgenes
para que estas produzcan subclases de anticuerpos
como IgG1 e igG3. Por su lado las linfocitos T TH2, que
característicamente secretan IL-4, IL-5 e IL-13,
coordinan la acción de eosinófilos, basófilos y
mastocitos, que típicamente actúan contra gusanos
parásitos y larvas de insectos en sitios epiteliales, a la
vez que aumenta las secreciones mucosas y favorece
la producción de IgE. Los linfocitos T TH17, son un grupo de caracterización reciente que se típicamente secreta
interleukinas de la familia de IL-17. Estas células actúan rápidamente al inicio de la respuesta adaptativa y promueven la
secreción por parte células del estróma, epitelio o macrófagos de IL-6, quemoquinas inflamatorias y factores de
crecimiento, que estimulan la producción y reclutamiento agudo de neutrófilos que actúan rápidamente fagocitando los
patógenos en el sitio de infección. Luego las citoquinas secretadas por la polarización de una respuesta hacia TH1 o TH2
tiende a debilitar, y sustituir esta respuesta inicial de células TH17 que es bastante agresiva. De hecho se ha visto una
fuerte conexión entre respuestas TH17 sostenidas y procesos inflamatorios crónicos, especialmente en autoinmunidad y
asma. Finalmente otro grupo importante hacia el cual pueden diferenciarse los linfocitos T CD4 es hacia células
reguladoras Treg como hemos discutido en la clase anterior.

La mayoría de las células T efectoras se dirigen hacia en tejido periférico, y se acumulan en los sitios de infección donde
estarán prontas para actuar
Otro importante cambio que ocurren durante la diferenciación de los linfocitos T vírgenes a linfocitos T efectores, es el
relativo a los receptores de superficies para quemoquinas (cambia por tanto el tipo de moléculas que determinaran su
“atracción”) así como otros receptores de superficie que le permiten interactuar con las moléculas de la vasculatura, y por
tanto abandonar los vasos sanguíneos en los sitios de inflamación. Es así que los linfocitos T efectores expresan
selectina-P, que a diferencia de la selectina-L reconoce azúcares presentes en la vasculatura periférica y no en los órganos
linfoides secundarios. En relación a los receptores para citoquinas, estos pueden variar según el sitio y condiciones en
que se activó el linfocito. Por ejemplo, si se trata de linfocitos T colaboradores que activarán células B, entonces expresan
CXCR5 que reconoce quemoquinas características de la zona folicular favoreciendo en encuentro con la población B en el
propio ganglio. Mientras que los linfocitos T que colaborarán con macrófagos o las células T citotóxicas (CD8) presentarán
receptores para quemoquinas características de tejidos como la piel, las mucosas o los sitios de inflamación.

Durante la diferenciación de los linfocitos T se generan células efectoras y dos tipos de células de memoria

Como resultado de la activación de los linfocitos durante la respuesta inmune, se generan además de los linfocitos
efectores, que actuarán inmediatamente contra el proceso infeccioso en curso, dos tipos de células de memoria: las
células T de memoria efectoras y las células T de memoria central. Las primeras son células con un fenotipo similar al de
las células efectoras, que tienen tropismo por los tejidos periféricos como piel y mucosas, o sitios de inflamación, y que en
caso de una infección recurrente pueden actuar rápidamente, reprogramando su estado y activándose para actuar como
linfocitos efectores. Las células T de memoria central en cambio, no expresan un fenotipo efector y tienen moléculas de
adhesión y receptores de quemoquinas que las confinan en el tejido linfoide secundario. Sin embargo ante el encuentro
con el antígeno (como ocurriría en un ganglio que drena un sitio de infección) pueden se activadas por la presentación,
proliferando y diferenciándose en una población efectora, y consecuentemente cambiando su patrón de migración. Se
parecen más a un linfocito T virgen, salvo que estas células T de memoria tienen un umbral más bajo de activación, es
decir que se pueden activar más fácilmente. Además ahora están en mayor número que cuando eran linfocitos T vírgenes,
y tienen afinidad por los ganglios, ya que estas células, en el caso de haber una nueva infección, se van a tener que activar
y la activación ocurre siempre en el ganglio. En este proceso el patrón de citoquinas finales que secretará será similar al
de los linfocitos efectores generados en el primer contacto con el antígeno aunque se ha observado cierta flexibilidad.
Como se notará las células T de memoria central no pueden actuar tan rápidamente, porque necesitan proliferar y
diferenciarse, pero cuando están listas actúan en gran número. Entre tanto, las células T de memoria efectoras,
complementan a las anteriores al actúan rápidamente, aunque no se multiplican y por tanto su eficacia depende del
número residual disponible.
Los linfocitos vírgenes son de larga vida, pero las células efectoras activadas, como tienen toda la maquinaria de
destrucción, siempre son de corta vida. Las células de memoria tienen mayor vida media. Las células T de memoria
(efectoras o centrales) persisten por mucho tiempo mientras que las efectoras no tanto.
La memoria T es particularmente importante para la inmunidad a virus latentes. Estos son por ejemplo el virus del
herpes, el citomegalovirus, y el virus de Epstein-Bar que luego de picos de reproducción que es contenida por la respuesta
inmune, se mantienen en el interior de las células infectadas por mucho tiempo. Ante una recurrencia, el virus que sale a
infectar nuevas células puede ser contenido por la existencia de anticuerpos específicos que los neutralicen, sin embargo,
durante el período de latencia, algunos virus pueden mutar durante su reproducción controlada en el interior celular.
Estas mutaciones pueden escapar la respuesta de anticuerpos que está dirigida contra la superficie de los componentes
virales, y es ahí que la disponibilidad de células T citotóxicas de memoria pueden impedir la expasión de una nueva
infección al destruir rápidamente las células reinfectadas. Nótese que las mutaciones pueden variar los epitopes B más
fácilmente que los T. Estos últimos pueden provenir de regiones del corte de la proteína donde las mutaciones son
menos toleradas dado que pueden fácilmente afectar el plegamiento y por tanto la funcionalidad de la proteína en
cuestión.
A diferencia de lo que pasa con los anticuerpos, cuando el virus esta en el cuerpo, hace mutaciones y varía su
composición de epítope. Imaginemos una proteína por ejemplo de la cápside del virus ¿Qué tan difícil es variar un epitope
B respecto a un epítope T? Si hablamos de proteínas, los epítopes B van a encontrarse en el exterior de la proteína, ya
que el anticuerpo esta preparado para reconocer lo que “se ve”. Sin embargo, los epitopes T pueden ser de cualquier
lado, ya que dentro de la célula es procesada la proteína, se generan péptidos y es esta parte la que es presentada a la
célula T, o sea que el péptido que reconoce ésta puede derivar de cualquier parte. Desde el punto de vista de un
microorganismo es más fácil mutar cosas que están en la superficie, que cambiar la estructura empaquetada de la
proteína en su interior, ya que el interior de una proteína está perfectamente adaptado.

Los linfocitos T
Como una forma de regulación de la respuesta inmune, durante su diferenciación, los linfocitos T efectores son
programados para morir (activation-induced cell death), y la mayoría muere por apoptosis 15 días después de ser
activados, incluso aunque la infección no se haya contenido. La vida media de los linfocitos T efectores está influida por
estímulos internos que pueden acelerar o demorar el programa de muerte por apoptosis, pero en todos los casos la
población de células T tiene un pico a los pocos días de comenzada la infección y luego decaen hasta llegar a quedar un
10% básicamente compuesta por células de memoria específicas. La supervivencia de estas últimas está determinada por
el estímulo recibido a través de la expresión del receptor para la IL-7R y en el caso de los linfocitos T citotóxicos de
memoria, por el estímulo adicional de la IL-15.
En la imagen vemos una etapa de activación en la cual los números aumentan mucho muy rápidamente (en comparación
con las otras etapas). Esta etapa no puede sostenerse infinitamente. En algunos casos, la población se expande mucho y
la cantidad de células T circulando es muy grande. Esto no se puede mantener, por lo tanto tienen que morirse cuando el
patógeno disminuye.
Tema 9: Activación de células B y respuesta de anticuerpos
Clase 11, 30/10/2013

Los anticuerpos tienen un rol crítico en la prevención y combate de la infección

Dentro de la respuesta adaptativa, la


inmunidad humoral o respuesta de
anticuerpos tienen un papel
complementario a la inmunidad celular, y
los anticuerpos cumplen funciones
esenciales en la protección contra
patógenos. En individuos en los cuales
por alguna razón la producción de
anticuerpos está afectada, la
susceptibilidad a la infecciones aumenta
enormemente y su sobrevivencia
depende del suministro externo de
grandes cantidades de inmunoglobulinas
obtenida de donantes. Por ejemplo en
casos graves de agamaglobulinemia
(ausencia de anticuerpos) deben
inyectarse semanalmente 10 g de inmunoglobulinas purificadas de donantes sanos. Los anticuerpos pueden neutralizar al
patógeno impidiendo su interacción con receptores celulares por eje., favorecer su fagocitosis al opsonizarlo, producir la
activación del complemento en su superficie y por tanto aumentar su opsonización por deposición de C3b y la posible
lisis por formación de poros en la membrana (complejo MAC), o pueden reclutar células citotóxicas que liberan
componentes con actividad citolítica (citotoxicidad mediada por anticuerpos).

Las distintas clases de anticuerpos tienen distinta distribución corporal y variada funcionalidad
Como hemos visto anteriormente, las funciones efectoras de los anticuerpos están determinadas por el tipo o clase de
anticuerpo que se produce. Hay cinco clases de inmunoglobulinas (IgM, IgD, IgG, IgA and IgE) que difieren en el tipo de
cadena pesada que las componen, lo que resulta en importantes diferencias estructurales, como flexibilidad, resistencia a
la proteólisis y grado de oligomerización (pentamérica en el caso de IgM o dimérica en el caso de la IgA secretada). Una
de las mayores diferencias que determina el tipo de cadena que compone a los anticuerpos es su capacidad de
reaccionar con distintos receptores para Fc. La expresión de estos receptores varía en las distintas células del sistema
inmune, lo que hace que distintas clases (incluso subclases) de anticuerpos tengan distintas funciones efectoras. Por
ejemplo en los neutrófilos existen receptores para Fc con alta afinidad por la región Fc de IgG1 e IgG3 y por tanto estas
subclases de inmunoglobulinas son eficientes opsoninas. Por otro lado, en los eosinófilos existen receptores con afinidad
por la región Fc de la IgE y de esta forma, las IgE específicas para antígenos de superficie de larvas de insectos o helmintos
reclutan eosinófilos que descargan sus compuestos tóxicos sobre la superficie de estos agresores. Las IgG1 y 3 (así como
la IgM) también tienen en sus Fc regiones de unión al componente C1q del complemento, de las cuales carece la IgE o
IgG4, por tanto estas últimas son incapaces de activar el complemento.
En esta clase veremos qué tipo de células producen estos anticuerpos, cómo se activan dependiendo del tipo de
antígenos que presenta el patógeno y cómo esta activación varía a lo largo de la respuesta.

La producción de IgG, IgA e IgM incrementa lentamente hasta la adultez y luego permanece estable
El conjunto de anticuerpos presentes en la sangre es el resultado de la secreción de distintas células y varía con la edad.
En el recién nacido, los anticuerpos presentes son básicamente las inmunoglobulinas IgG maternas transferidas a través
de la placenta, en un proceso mediado por un receptor para Fc particular, el receptor FcRn, que tiene afinidad por un
gran rango de subclases de IgGs. Luego comienza la secreción de anticuerpos naturales, IgMs (independientemente de
la estimulación por antígeno) a partir de las células B1 que se generaron durante el desarrollo fetal, y la producción
gradual de las distintas subclases hasta alcanzar concentraciones estables durante la adultez.

La protección conferida por los anticuerpos transferidos durante la preñez y la lactancia es extraordinaria
Los anticuerpos transferidos de la madre al bebe o feto en los primeros meses de vida, cuando el sistema inmune aún no
está en condiciones de producir sus propios anticuerpos son de extrema importancia. Hay dos vías a través de las cuales
la madre le puede conferir anticuerpos a su bebe: la etapa fetal ya que en la placenta hay un receptor que capta las IgG
maternas y se las transfiere hacia la circulación del feto; y la etapa de lactancia ya que el recién nacido puede captar los
anticuerpos que hay en la leche materna.
Hay niños que naces con una deficiencia congénita por la cual no pueden generar linfocitos T ni B, y por lo tanto no tienen
células que puedan producir anticuerpos. Es por esto que se encuentran aislado de todo lo que pueda ser un patógeno
potencial. A estos niños, tan susceptibles a una infección, se les detecta la enfermedad luego del período de lactancia,
debido a que antes ellos recibían anticuerpos de la madre.
Lo que se hace en estos casos, es un trasplante de médula. La médula proviene de un donante compatible. Pero como el
niño no tiene sistema inmune no ataca a las células inyectadas. Como en la médula hay células madre se puede generar
un sistema inmune. Si bien el niño no tiene sistema inmune para atacar a estas células, igual se necesita compatibilidad ya
que lo que podría ocurrir es que el trasplante ataque al receptor.

Distintos tipos de linfocitos B secretan los anticuerpos que dan lugar a la respuesta inmune humoral

Como hemos visto anteriormente hay tres tipos principales de células B.


Por un lado, se encuentran los linfocitos B foliculares o B2, que son los típicos representantes de la respuesta humoral,
que necesitan la colaboración de los linfocitos T para activarse y dan lugar respuestas de anticuerpos de alta afinidad.
Luego de su activación en los órganos linfoides secundarios proliferan y se diferencian dando lugar a células
especializadas en la secreción de anticuerpos (plasmocitos o células plasmáticas) así como una población paralela de
células B de memoria. Durante el proceso de generación de estas células a partir de los linfocitos B vírgenes foliculares,
se producen cambios en los genes de las inmunoglobulinas que dan lugar a la maduración de la afinidad y el cambio de
clase de los anticuerpos.
Además de los linfocitos B foliculares, se producen otros dos tipos de células B, las células B1 y las células B de la zona
marginal (B ZM). Estos dos decimos que están a medio camino entre la inmunidad innata y la inmunidad adaptativa. A
diferencia de los linfocitos B foliculares, estas dos poblaciones de células tienen una distribución corporal más restringida
y su repertorio de reconocimiento es menos variado, estando especializado en el reconocimiento de componentes
comunes que se encuentran distribuidos ampliamente entre los patógenos, y representan por tanto un eslabón
intermedio entre la respuesta inmune innata y adaptativa. Sus condiciones de activación son diferentes, y puede
realizarse en ausencia de colaboración de las células T, T independientes.
Algunas de estas células no son de tan corta vida, como los linfocitos B1, que se autorenuevan en la periferia. Sin
embargo, los B2 (linfocitos B foliculares) si no encuentran antígenos, en unos días muere.

Linfocitos B1: Estas células se desarrollan en la etapa fetal (en el hígado) o en los primeros meses de vida y esta primer
población se auto-renueva en los sitios que pueblan (peritoneo y cavidad pleural principalmente) a lo largo de la vida del
individuo. Estas células secretan los denominados anticuerpos naturales. Estos anticuerpos presentan relativamente poca
diversidad, particularmente en la cadena pesada, como resultado de que usan solos los segmentos génicos V más
cercanos a los segmentos D, y de que no expresan la enzima Terminal Deoxinucleotidil Transferasa por lo cual tienen
además muy restringida diversidad de unión de segmentos. Los segmentos génicos V adyacentes a los D han sido
seleccionados evolutivamente para reconocer epitopes presentes en patógenos comunes, y por tanto estos anticuerpos
naturales presentan una protección “cuasi innata” contra los mismos. La secreción de anticuerpos naturales,
aparentemente (existe cierta controversia), se da sin contacto previo con el antígeno. Además de ser la fuente de los
anticuerpos naturales, las células B1 pueden ser activadas específicamente por algunos antígenos con epitopes
repetitivos (antígenos T independientes), dando lugar a la rápida producción de IgM, IgA y IgG3 en ratón (IgM, IgA y
probablemente IgG2 en humanos) que cumplen un rol fundamental en la contención de muchas infecciones bacterianas y
virales. Hasta el 40% de la secreción de IgA en mucosas depende de linfocitos B1. Las células B1 responden también
fuertemente a la estimulación por receptores TLRs. En las células B1 no hay diferenciación hacia células de memoria.

Linfocitos B MZ: Los linfocitos B de la zona marginal (ZM) son un tipo especializado de células B que se encuentran en la
ZM del bazo en donde tienen un intenso contacto con la circulación sanguínea. Esta ubicación y su fenotipo, les permite
responder rápidamente contra agentes infecciosos que puedan aparecer en sangre. Los linfocitos B MZ son responsables
de la producción T independiente de anticuerpos IgM y parcialmente IgG3 en ratón (probablemente IgG2 en humanos),
contra polisacáridos de la cápsula bacteriana de distintos patógenos. Dado que estas células, a diferencia de las B1, son
escasas hasta los 1 o 2 años de edad, los infantes responden pobremente a las vacunas contra polisacáridos y es por esta
razón que se han introducido vacunas conjugadas que permiten estimular los linfocitos B foliculares a través de una
respuesta T dependiente.
Además de esta típica respuesta T independiente, la fuerte estimulación por el antígeno, o la co-estimulación por PAMPS
a través de los TLRs, hace que las células B MZ expresen B7 y migren a las zonas T del bazo. En caso de que el antígeno
reconocido posea epitopes T, puede darse entonces una respuesta T dependiente con cambio de clase y parcial
maduración de la afinidad (las células B MZ con alta expresión de B7 pueden estimular linfocitos T vírgenes en el bazo).
Este proceso es muy rápido y puede ocurrir a las pocas horas de producida la estimulación inicial de las células B MZ

El splicing alternativo permite la transición entre la forma de membrana (BCR) y la forma secretada de los anticuerpos
La transición de BCR a anticuerpo secretado marca una etapa clave en el proceso de transformación de una célula B
virgen (o de memoria) a células secretoras de anticuerpos (células plasmáticas), en las cuales la maquinaria de la célula
está dedicada a la producción de enormes cantidades de anticuerpo. En la transición a célula plasmática, la región C
terminal de la cadena pesada de las inmunoglobulinas cambia. Mientras que en el BCR la región transmembrana que
ancla la cadena pesada se genera por splicing del transcripto primario de RNA, que permite conectar los segmentos
génicos correspondientes, en la forma secretada la transcripción finaliza en el intrón que está entre el primer sitio de
poliadenilación (pA1) y la región transmembrana.
Los antígenos que estuvieron expuestos a la acción del complemento pueden favorecer en inicio de la activación de los
linfocitos B

Así como la señal del TCR es reforzada por


los coestimuladores CD4 o CD8, la señal
producida por el BCR puede reforzarse por
la coestimulación de otros receptores. Eso
ocurre por ejemplo cuando el antígeno se
encuentra opsonizado por componentes del
complemento. Esta es una situación común,
dado que el antígeno que llega al ganglio ha
estado expuesto a la actividad del
complemento en el sitio de infección. En
esos casos, además de unirse por el epítope
específico al BCR, el antígeno puede unirse
a través de el fragmento C3d (uno de los
fragmentos que se generan a partir de C3) al
receptor CR2. El receptor CR2 a su vez
forma un complejo con otras moléculas,
CD19 y CD81, que participan en la
señalización como se muestra en figura.
Esta forma de generar la primer señal no requiere que el antígeno tenga múltiples copias del epítope que puedan
entrecruzar el receptor. Este es el caso de la muchas toxinas bacterianas que son proteínas con epítopes únicos, y que al
estar opsonizadas pueden iniciar la activación de las células B. También es un importante mecanismo para asegurar que el
antígeno proviene de un sitio de infección (y por esta razón se encuentra opsonizado) y de esta forma evitar la activación
por antígenos propios.
¿Cómo se activa un linfocito B? Lo primero que tiene que ocurrir siempre es que tiene que haber interacción con el
antígeno (mostrado en rojo en la imagen). Uno de los disparadores es el entrecruzamiento entre los receptores del
linfocito.
En la imagen vemos que por uno de los varios epitopes del antígeno el anticuerpo 1 lo reconoce y otro anticuerpo (2) lo
reconoce por otro epitope, le cual produce el acercamiento de los dos receptores. Las líneas rojas representan la zona del
lipid raft vista la clase pasada. ¿Son los dos epitopes mencionados el mismo epitope? Si, porque esta en la misma célula
y todos los BCR que hay sobre la célula B van a reconocer a un mismo epitope.
¿Qué pasa cuando hay un antígeno que no tiene epítopes repetidos? (ver imagen de la derecha) En este caso, aunque no
hay un entrecruzamiento, puede generarse el equivalente a éste con receptores que hay en los linfocitos T para
compuestos del complemento. ¿Es tan fácil que un antígeno este conjugado con componentes del complemento? Si,
porque el antígeno viene de una zona de inflamación y por lo tanto esta conjugado o opsonizado por moléculas del
complemento.

La respuesta de anticuerpos se inicia cuando las células B que unen el antígeno son activadas:
a) directamente por ciertos antígenos microbianos
b) por la interacción con células T

La activación de los linfocitos B vírgenes


comienza con las señal generada por la
unión del antígeno, la cual normalmente al
entrecruzar el receptor produce su
migración a la zona de lipid raft donde
existen los elementos de activación
(quinasas). De esta forma se produce una
primer señal al promoverse la fosforilación
de las colas citoplasmáticas de los
correceptores Igα e Igβ que contienen los
motivos ITAM (Immunorreceptor Tyrosine-
based Activation Motif).
Cuando esta señal es suficientemente
potente, la célula B puede activarse en
forma T independiente, ya sea
directamente por el entrecruzamiento de
un gran número de BCRs, o por contacto
adicional con receptores de patrones
asociados a patógenos, que generen una segunda señal. En otros casos, respuesta T dependiente, la segunda señal
proviene de la colaboración con una célula T a la cual la célula B le presenta péptidos derivados del antígeno proteico.
La primera señal para la activación del linfocito B vendría a ser las quinasas aproximadas al sitio de fosforilación. La
segunda señal puede estar dada según el tipo de activación que se va a tener. Hay dos vías:
Si la respuesta es T independiente, la segunda señal está dada por que el antígeno tiene motivos repetidos de PAMPs ó
porque hace un entrecruzamiento muy poderoso de de varios BCR (ahí sería como primer y segunda señal a la vez). Son
sobre todo los B1 y los BZM a veces.
Si la respuesta es T dependiente, la segunda señal viene dada gracias a la célula T. Cuando el linfocito B se une al
antígeno ocurre la primera señal. El antígeno es endocitado. Los péptidos que derivan de este antígeno van con el MHC-II
hacia la superficie y convocan la ayuda de una célula T colaboradora que reconoce por el TCR el complejo péptido-MHC y
les da el estimulo que llamamos segunda señal.

La protección que proveen los anticuerpos es preexistente e inducida


Hay cuatro tipos de respuestas de anticuerpos que proveen protección.
La primera, es la producción basal de anticuerpos naturales, por las células B1. Se producen aún sin antígeno (ver
experimento que sigue). Como se ha visto, estas células no introducen variabilidad de unión durante la recombinación
somática y utilizan los primeros segmentos génicos V (uso restringido de segmentos génicos, no recombinan con
cualquiera), que han sido seleccionados evolutivamente para el reconocimiento de patógenos comunes. Estos
anticuerpos constituyen la mayoría de las IgM circulantes y su secreción es antígeno independiente.

En ratones criados en ausencia de


microorganismos, los niveles de IgM son similares
a la de los ratones que si tienen contacto con
microorganismos, sin embargo la sangre de los
primeros, prácticamente carece de IgG e IgA.
Los anticuerpos naturales poseen una tendencia a
la reactividad cruzada con varios antígenos, y por
tanto cubre un amplio espectro de especificidades
en conjunto. De esta forma son una importante
línea de defensa que permite una rápida respuesta
contra patógenos que no han sido encontrados
previamente. Aunque esta respuesta tiende a ser
de baja afinidad, la alta valencia de los mismos
permite que actúen como un mecanismo rápido, y
por tanto clave para la contención de la infección
al comienzo y hasta tanto no se desarrolle la
respuesta inmune adaptativa.

Respecto a las respuestas inducidas por el


antígeno, la más rápida se da por la activación, sin
participación de células T, de los linfocitos B1 y las
células B de la zona marginal. Estos anticuerpos
empiezan a aparecen a las 48 h dando lugar a la
respuesta de anticuerpos T independiente, y si
bien se caracterizan por ser IgMs, también pueden
producir IgA secretora. Esta corresponde a la
gráfica roja.
Luego de la respuesta de anticuerpos naturales y
las respuestas T independientes de las células B1 y
B ZM, aparece una segunda respuesta inducida
por el antígeno que es rápida y da lugar a la
secreción de IgMs en forma dependiente de la
colaboración con células T. En esta respuesta
participan las células B ZM y las células B
foliculares, y requiere de la expansión de los clones de células B y T específicos, pero es rápida y provee un importante
suministro de anticuerpos, sobre todo IgMs, a los 3-4 días de la infección. Todavía no hay un cambio de clase en los
anticuerpos. Esta corresponde a la gráfica verde
Estos dos tipos de respuestas, así como los anticuerpos naturales, son fundamentalmente IgMs y tienen normalmente
baja afinidad (que se compensa en parte por la multivalencia de las IgM: avidez). En ambos casos son generadas por
estructuras repetitivas como las cápsides virales o superficies de bacterias que producen un importante entrecruzamiento
del BCR de las respectivas células, y de esta forma su activación. Justamente estas estructuras repetitivas, son
posteriormente el blanco de los anticuerpos secretados y, como ya hemos visto, a pesar de que su afinidad es baja, la
unión de varios de los sitios de unión de estas IgMs da uniones de alta avidez. Esta respuesta no genera memoria.

El tercer tipo de respuesta inducida por el antígeno es la que ocurre en los centros germinales con la participación de las
células B foliculares y la colaboración de los linfocitos T. Este componente de la respuesta inmune humoral toma entre
una y tres semanas para desarrollarse completamente, pero produce distintas clases de inmunoglobulinas, con mucha
mayor afinidad por el antígeno y genera células B de memoria. Además de estas células de memoria que en el futuro se
activarán rápidamente si vuelve a ingresar el mismo patógeno, las células que se diferenciaron en los centros germinales
para producir estos anticuerpos son células plasmáticas de larga vida, que continúan secretando anticuerpos por años, y
que como tal confieren una protección inmediatamente disponible contra el mismo patógeno, por largos períodos. Esta
respuesta si es con cambio de clase. Esta corresponde a la gráfica azul.

RESPUESTA T INDEPENDIENTE

La mayoría de los patógenos presentan epítopes con múltiples copias que posibilitan la activación T independiente de las
células B
La estructura repetitiva que presenta la superficie de la mayoría de los patógenos, es un elemento que aparece
recurrentemente en la activación de distintos mecanismos que ayudan a desarrollar una respuesta inmune contra los
mismos. Ejemplos de esto son, la activación del complemento, la fagocitosis, etc. Esta multivalencia permite la activación
directa de las células B, al dar lugar a un poderoso entrecruzamiento de los BCR de las mismas. Esta activación no
necesita de la colaboración con las células T y los antígenos que pueden activar los linfocitos B de esta forma se
denominan antígenos T independientes. (En el libro Janeway lo llaman antígenos timo independientes)
Todos los microorganismos pueden dar lugar a respuestas T independientes. Por eso veíamos en la gráfica anterior que
típicamente en una respuesta contra algún patógeno, lo primero que aparece es una respuesta del tipo T independiente.

La respuesta de anticuerpos T independientes es crítica contra un importante grupo de patógenos y puede ser de dos
tipos

Los antígenos T
independientes caen
en dos clases que
activan las células B
por dos mecanismos
diferentes:
Por un lado, los
antígenos T
independientes de
tipo 1 poseen la
capacidad intrínseca
de causar la división
celular de las células
B (mitógenos). Los
antígenos TI-1 tienen
además de su epítope
un PAMP.
A alta concentración pueden inducir la proliferación policlonal de las células B, independientemente de su especificidad.
Se dice que son, en este caso, mitogénicos, ya que estimulan a todos los clones de los linfocitos B. Un ejemplo de un
antígeno de este tipo es el lipopolisacárido (LPS) que se une a CD14, que entonces se une al TLR4.

Sin embargo, a bajas concentraciones, como las que ocurren al principio de una infección, el LPS solo se une a las células B
con la especificidad adecuada y las activa. Cuando el antígeno TI-1 está en baja concentración es captado sobre todo
cuando además de la interacción con el receptor para PAMP está la interacción con el BCR.

Concluimos que la activación de linfocitos B por antígenos TI-1 en alta concentración no es muy útil, ya que se producen
anticuerpos contra cualquier cosa, sin especificidad.
Por otro lado, antígenos T
independientes de tipo 2 como los
polisacáridos de las cápsulas
bacterianas, carecen de la capacidad
intrínseca de activar las células B en
forma inespecífica, pero tienen
estructuras altamente repetitivas que
pueden activarlas si producen un
adecuado entrecruzamiento de sus
BCRs. Hay evidencias de que las
células dendríticas y los macrófagos
pueden también participar
coestimulando las células B para su
activación. Esta coestimulación, que
es en gran parte mediada por
citoquinas como BAFF, es necesaria
para la diferenciación de esta célula en
plasmablastos (células de corta vida)
que secretan IgM, y puede inducir la
diferenciación de la célula B también a
plasmablastos secretores de otras
clases (IgG3 en ratón).
Es por esto que decimos que en la
respuesta T independiente puede
llegar a haber un cambio de clase en
forma muy moderada.
En ningún caso hay una importante
generación de memoria.

La respuesta de anticuerpos T independientes es crítica contra patógenos encapsulados que escapan a la fagocitosis y
activación del complemento
Un importante grupo de patógenos han desarrollado cápsulas como forma de evasión para evitar la fagocitosis y la
actividad lítica del complemento, al impedir el acceso del complejo de ataque a la membrana (MAC) a la membrana
bacteriana. En cada cepa de bacteria, la región de polisacáridos tiene un cierto patrón de glicosilación, el cual nuestros
receptores para PAMPs no están preparados para reconocer. Entonces los receptores fagocíticos falla, no hay fagocitosis.
Aunque el complemento se active en cierta medida el MAC no puede acceder a la membrana por lo tanto tampoco hay
lisis. Estas bacterias son un desafío. A las DC les cuesta introducir a estas bacterias y generar péptidos para generar la
respuesta T independiente. Fallan mecanismos importantes de la inmunidad innata y tampoco hay un disparo de la
respuesta inmune adaptativa. Los que “salvan” esta situación son los linfocitos B1 y BZM, ya que la cápsula de
polisacáridos tiene motivos repetidos que pueden ser reconocidos por estos linfocitos.

Entre estos se encuentran patógenos que son muy comunes como Streptococcus pneumoniae, Neisseria menigitidis y
Haemophilus influenzae y que son responsables de la mayoría de las otitis y serios casos de meningitis. Sin embargo, los
epítopes repetitivos que constituyen la cápsula de polisacáridos de estos patógenos, son buenos activadores de los
linfocitos B1 y B ZM, y dan lugar a una respuesta de anticuerpos T independiente que es fundamental para controlarlos.
Desafortunadamente, la estimulación por antígenos T independientes de tipo II, como es el caso de los polisacáridos,
requiere la activación de linfocitos B maduros. Este no es el escenario de los niños menores de 2 años, como se discute
en la última lámina.
La respuesta de anticuerpos T independiente, típicamente se da contra los antígenos de superficie de bacterias o
proteínas de la cápside viral, y son principalmente IgMs, con la función principal de activar el complemento. Además de
participar, en esta forma, en la destrucción directa de los patógenos, contribuyen al desarrollo de la inflamación, con el
reclutamiento de neutrófilos y monocitos, y activan las células dendríticas que pueden comenzar el proceso de
producción de una respuesta T dependiente, que dará lugar, más tarde, a la producción de anticuerpos de mayor afinidad
contra otros epítopes del mismo patógeno.

Los antígenos T independientes y T dependientes dan lugar a distintas respuestas en el curso de una inmunización

A modo de comparación entre la respuesta T


independiente con la T dependiente:
La respuesta de anticuerpos contra antígenos T
independientes y dependientes varía
enormemente. La diferencia principal es que si
bien la respuesta T independiente es más
rápida, no genera memoria, y no da lugar a
cambio de clase ni maduración de la afinidad
de los anticuerpos.
Si tenemos un antígeno T independiente e
inmunizamos un ratón, vemos que tenemos una
respuesta del tipo de línea punteada mostrada
en la gráfica. Al hacer una segunda
inmunización lo que va a pasar es que va a
haber una respuesta más o menos similar a la anterior, donde no hay evidencia de memoria inmunológica y se vuelve a
producir IgM. La respuesta segunda se parece mucho a la respuesta primera.
Sin embargo, eso no es lo que pasa en la respuesta frente a un antígeno T dependiente. En este caso vemos una primera
respuesta, un poco más lenta, pero que al inmunizar por segunda vez vemos un disparo importante y rápido en la
producción de anticuerpos. Hay un cambio de clase y una maduración de la afinidad. ¿Por qué es más rápida la
producción de anticuerpos en la segunda respuesta, con respecto a la segunda respuesta T independiente? Por la
generación de memoria. Es decir que ésta es la evidencia de que las respuestas ante antígenos T dependientes generan
memoria. Al dar la segunda dosis no hay que esperar a encontrar un linfocito que justo se una al antígeno. Ahora la
población que se une al antígeno se expandió y tienen un umbral de activación más bajo.

RESPUESTA T DEPENDIENTE

La activación de las células B foliculares (B2) vírgenes ocurre en los órganos linfoides secundarios, en forma concertada
con la activación de los linfocitos T. Ya sea en los ganglios, el bazo o en el tejido linfoide asociado a mucosas, existen
zonas T y B donde se encuentran recirculando estos linfocitos. La llegada del antígeno a estos sitios, en un contexto
inflamatorio, da lugar a la activación de los clones específicos de células T y B, que darán lugar a la respuesta de
anticuerpos T dependiente. En las imágenes, la zona T está representada con violeta y la zona B con celeste. Además está
la posibilidad de que se formen centros germinales, los cuales se forman solamente cuando hay una respuesta activa.

Si tomamos como ejemplo un


ganglio linfático, el ingreso del
antígeno desde el sitio de infección
ocurre a través de los conductos
linfáticos aferentes que como
resultado de la inflamación
transportan células dendríticas
activadas y antígenos. Este
contenido se vacía en conductos
especializados que los ponen en
contacto con las vénulas del alto
endotelio (HEV). Células dendríticas
residentes pueden capturar
también antígeno que está llegando
y actuar en la presentación. El
antígeno, recubierto por
componentes del complemento o
anticuerpos preformados, puede
ser capturado por las células
dendríticas foliculares que están en
la zona de los folículos y que participan en el proceso de maduración de la afinidad como veremos.
La recirculación de los linfocitos B vírgenes es similar al que vimos en la clase anterior para los linfocitos T, solo que en
lugar de llegar desde el timo, estos llegan desde los sitios en que maduraron (tejido linfoide secundario). Una vez en
circulación, los linfocitos B foliculares vírgenes ingresan por diapédesis a través de las HEV. Este “homing” está dirigido
por el receptor CXCR5 del linfocito B que tiene especificidad por la quemoquina CXCL13 folicular. De modo que los
linfocitos B foliculares que ingresan van al folículo y permanecen allí por horas hasta que contactan el antígeno o
abandonan el ganglio.

El encuentro con el antígeno induce la migración de la célula B dentro del ganglio y su encuentro con las células T
colaboradoras

En los folículos, el contacto con el antígeno


específico moviliza la célula B aumentando
la expresión de CCR7, el receptor que
reconoce las quemoquinas CCL21 y CCL19
características de la zona T. De esta forma
las células B que encontraron el antígeno
migran hacia el borde de la zona marginal
T donde esperan a encontrarse con una
célula T que las active. Si al cabo de unas
horas la colaboración T no se produce,
entonces la célula B pasa a un estado de
anergia, haciendo difícil su posterior
activación. Por el contrario, si la célula B al
llegar a esta zona se encuentra con un clon
adecuado de una célula T que se activó,
proliferó y se diferenció mediante la
interacción con una célula dendrítica que
le presentó péptidos derivados del mismo
antígeno, entonces recibe señales de
activación. Nótese que como vimos en la
anterior clase, que la activación del
linfocito T que se diferencia a un fenotipo
que posibilita la activación de las células B,
va a aumentar la expresión del receptor
CXCR5 (con especificidad por las quemoquinas del folículo) lo cual facilita el encuentro.
El encuentro se produce en la zona intermedia (entre el folículo y la zona T, en púrpura claro) como se muestra en la
figura 2. La interacción específica entre ambas células está determinada por la expresión de complejos péptidos-MHC
derivados del antígeno que reconoce las células B. Además deben producirse otras señales, particularmente la expresión
en la célula T del CD40L, para que la activación tenga lugar. Como resultado de la interacción ambas células reciben
estímulos, resultando en la activación de la célula B virgen y la reactivación de la célula T efectora.

Varias interacciones moleculares dan lugar a una activación efectiva de la célula B, en particular la interacción con el
Ligando para CD4

Para que una célula T provea colaboración a una célula B activada, su TCR debe reconocer el complejo péptido-MHC
específico en la superficie de la célula B. Pero además debe recibir otras señales por parte de la célula B como las
provistas por el ligando para ICOS y B7. ICOS se expresa constitutivamente en la célula B, pero B7 se expresa en respuesta
a la activación por el BCR y la señalización por TLRs durante su encuentro con el antígeno. Como resultado de estas
interacciones, y como ya hemos comentado, la célula T secreta una serie de citoquinas y expresa el ligando para CD40,
cuya expresión es crítica para que se de la activación de la célula B.
Si nos fijamos en la imagen, vemos que el linfocito T además de ser colaborador (H = helper) es folicular (F).
Esta es la segunda señal que esperaba el linfocito B para su activación. El B7 expresado en la célula B se une al CD28 de la
célula T, lo cual le da un “empuje” de activación a la célula T provocando que se exprese en él el CD40L, y aquí es donde
viene la verdadera señal, a través del ligando para CD40.

Este linfocito T no activa a cualquier linfocito B. Solo activa a aquel que fue capaz de capturar el antígeno.
Podemos deducir que ambos linfocitos tienen especificidad por el mismo antígeno, ya que de haber sido de otra forma no
podrían ambos haberlos reconocido.
Las células T colaboradoras inducen una primer respuesta de anticuerpos y la reacción del centro germinal

El contacto antígeno específico se produce entre las células B y T en la región que limita la zona T y la zona folicular.
Durante el tiempo de contacto, que dura aprox. una hora, la célula colaboradora sintetiza IL-6, IL-10 e IL-21, y sintetiza el
ligando para CD40, el cual interacciona con el CD40 en la célula B. Esta interacción es crítica para que se produzca una
rápida respuesta de anticuerpos y la formación de la reacción del centro germinal. Como resultado de esta interacción
algunas de las células B proliferan y se diferencian en células secretoras de anticuerpos, que los secretan en esta zona del
ganglio, o en el caso del bazo en la zona adyacente a la pulpa roja. Estas células son las responsables de la primera oleada
de anticuerpos T dependientes del tipo IgM e IgG y se denominan plasmablastos (representados por la gráfica verde).
Los plasmablastos tienen vida corta y mueren luego de algunos días o se transforman en células plasmáticas de larga
vida.
Otras células B migran nuevamente a la zona folicular, en la zona B, junto con las células T antígeno específica e inician la
reacción del centro germinal.

El centro germinal es una estructura que permite la proliferación y diferenciación de las células B, dando lugar a la
producción de anticuerpos de alta afinidad, con cambio de clase y generación de células B de memoria

Parte de las células B que se activaron vuelven a la región rica


en células B del folículo donde empiezan a proliferar a buen
ritmo duplicándose cada 6-8 h. Estas células en división se
denominan centroblastos y forman la zona oscura de centro
germinal. En paralelo, parte de las células T que participaron
en esa activación también migran a esta región formando
parte de la denominada zona clara del centro germinal
conjuntamente con las células dendríticas foliculares (FDC) y
centrocitos.
Estos últimos están constituidos por la progenie de los
centroblastos que han finalizado su división. Las células dendríticas
foliculares están especializadas en la captación de antígenos, ya sea
a través de sus receptores para Fc que unen inmunocomplejos y/o,
a través de sus receptores para antígenos opsonizados con
componentes C3b del complemento. La interacción de los
centrocitos con las FDC y subsecuentemente con los linfocitos T
colaboradores, promueve la reacción del centro germinal que
produce la:
1) Rápida mutación de la región variable (parátope) de los genes
de las inmunoglobulinas, seguida de una selección de los clones de
mayor afinidad a través de la interacción con el antígeno retenido
en las FDCs
2) El cambio de clases que permite pasar de la secreción de IgM a
IgG, IgA e IgE
3) La generación de células plasmáticas de larga vida (a diferencia
de los plasmablastos que no los son, ver slide anterior)
4) La generación de células de memoria que pueden activarse
rápidamente en un encuentro posterior con el antígeno.
Recordar que estas dendríticas no son las comunes, son foliculares,
FDCs.
El proceso de hipermutación somática que produce mutaciones
puntuales en los segmentos génicos de la región variable requiere
de la participación de la Citidine Deaminasa Inducida por Activación
(Activation-Induced Cytidine Deaminase (AID)). Esta enzima
convierte la citidina en uracilo y da lugar por tanto a mutaciones puntuales, reparación del DNA, o ruptura del DNA.
Justamente es esta última consecuencia la que la vincula también al proceso de cambio de clase, y se ha visto que la
deficiencia de AID conduce a enfermedades caracterizadas por la sobreproducción de IgM y carencia de otras subclases.
En la mayoría de los casos la hipermutación somática produce clones con peor reconocimiento del antígeno, pero en
algunos casos, la mutación mejora la afinidad. ¿Cómo se seleccionan estos clones? Como dijimos, la FDC secuestra
antígenos por el cual los centrocitos deben competir duramente. Los centrocitos están originalmente programados para
morir, y las señales que recibe al interactuar fuertemente con las FDC y con clones T antígeno-específicos es rescatado del
programa de muerte y sobrevive. Para esto último, el centrocito debe “arrancar” antígeno de la FDC y solo aquellos con
un BCR de alta afinidad podrán hacerlo. Esto está también ayudado por la liberación de icosomas por parte de la FDC, los
cuales son pequeños cuerpos cubiertos de inmunocomplejos (anticuerpos que se fueron produciendo al principio de la
respuesta son captados acá), y son las pequeñas bolitas que se ven en las dendritas de la FDC de la figura primera.

La colaboración T promueve la maduración de la afinidad y perfil de citoquinas secretadas determina el cambio de clase

Los números en el árbol genealógico indican las


mutaciones en los genes de la cadena pesada y
liviana en ese orden (P/L).
A la derecha se muestran diferentes hibridomas
(células B inmortalizadas por fusión con una
célula tumoral) derivados del mismo clon
original de una células B. Se obtuvieron de un
ratón único de un modelo experimental de
artritis. Los números en el árbol genealógico
indican las mutaciones en los genes de la
cadena pesada y liviana P/L. En rojo los eventos
de cambio de clase haciéndose claro que los
eventos están interrelacionados.
Las citoquinas que secreta el linfocito T
colaborador influyen en la clase de
inmunoglobulina secretada como se muestra en
la tabla.
El centro germinal es necesario para que se generen células plasmáticas secretoras de anticuerpos y células de memoria

Las células plasmáticas se generan a lo


largo de las 6 o 7 semanas en las cuales
funciona el centro germinal, inicialmente
dejan el centro germinal como
plasmablasto y se diferencian a células
plasmáticas cuando se establecen en su
sitio de “homing” definitivo. Su
diferenciación está determinada por la
expresión del factor de transcripción
Blimp-1. Las células plasmáticas son
células de larga vida (varios años), en
contraste a los plasmablastos que si no se
diferencian a células plasmáticas solo
sobreviven por pocos días. La mayoría de
los plasmablastos generados en la
respuesta rápida de anticuerpos que
hemos visto anteriormente (antes de la
formación del centro germinal) no se
diferencian en células plasmáticas (aunque
un 10% aprox. si lo hace). La larga vida de
las células plasmáticas, es la razón
principal de que aún varios años después
de una inmunización (por ej. con la vacuna
tetánica) aún estén presentes en el suero cantidades suficientes para lograr la protección. Su supervivencia, sin embargo,
depende de la que encuentren un “nicho” apropiado donde reciban señales de supervivencia. Estas señales están
comúnmente en el sitio de inflamación y las células plasmáticas pueden migrar allí y secretar anticuerpos in situ, o bien
migrar a sitios de supervivencia de largo plazo, típicamente la médula ósea. Los sitios de supervivencia son limitados y
durante la producción de nuevas generaciones de células plasmáticas, las anteriores son desplazadas disminuyendo el
título de anticuerpos que secretan. Esto se ve en el caso de mielomas, donde las células plasmáticas cancerosas colonizan
la mayoría de los sitios de supervivencia y los enfermos carecen de anticuerpos protectores.
Las células B de memoria, por su parte, se desarrollan a partir de centrocitos en etapas más avanzadas de la respuesta y
por tanto suelen corresponder a células que hicieron el cambio de clase y tienen BCR de alta afinidad. Las células B de
memoria son fácilmente activadas y si una infección reaparece, pueden formar un nuevo centro germinal con la
colaboración de las correspondientes células T de memoria. En esta segunda respuesta que ocurre mucho más rápido se
producen un número mucho mayor de células plasmáticas lo que redunda en una protección de mayor duración en el
tiempo, y la sucesiva inoculación para lograr este efecto es comúnmente vista en los protocolos de vacunación.

Los linfocitos T colaboradores activan células B que reconocen el mismo antígeno o complejo antigénico (linked
recognition)

Los linfocitos B vírgenes reaccionan con


epítopes (epítopes B) en una dada
estructura (el antígeno) con la condición de
que el sitio de unión esté expuesto (en la
superficie) y no tienen restricciones
respecto a la naturaleza química (proteínas,
carbohidratos, lípidos, etc). Como hemos
visto en la clase de presentación de
antígeno, una vez formado el complejo BCR-
antígeno, el mismo es endocitado, luego el
complejo es procesado por las enzimas
hidrolíticas en el endolisosoma, y
finalmente los péptidos generados
(epítopes T) a partir del antígeno son
cargados en el MHC II y expresados en la
superficie donde pueden reaccionan con el TCR de un linfocito colaborador. El epítope T (péptido rojo en la figura) es
entonces el nexo entre las dos células, y sin epítopes T en el antígeno, las células B no pueden recibir colaboración de
los linfocitos T. Nótese entonces que al endocitarse el antígeno que reconoce la célula B virgen, la condición que debe
cumplirse es que esa endocitosis implique el ingreso al linfocito B de epítopes T (péptidos) asociados de alguna forma al
epítope B que está siendo reconocido. Este reconocimiento ligado (linked recognition) entre las células B y T, opera
como una garantía adicional para el control de la tolerancia, dado que las dos células deben reconocer epítopes en la
misma molécula para que se produzcan anticuerpos.
La mayoría de los patógenos son estructuras complejas, que incluyen proteínas y que por tanto si son endocitados al
unirse al BCR proveerán epítopes T. El ejemplo típico es un virus, en estos casos puede ocurrir que los epítopes T no estén
ni siquiera en la misma molécula que el epítope B que reconoce el BCR, pero aún así promueven la colaboración T. La
situación opuesta son los antígenos muy simples como por ejemplo un compuesto orgánico de síntesis. Estos pueden
tener alta afinidad por un dado BCR pero no entrecruzan BCRs y no conllevan epítopes T asociados, entonces ¿cómo
puede generarse una respuesta de anticuerpos contra este tipo de compuestos?

Las moléculas pequeñas que no proveen epítopes T (haptenos) necesitan conjugarse a una proteína (carrier) para
producir anticuerpos

Los antígenos T dependientes dan respuestas de anticuerpos que se caracterizan por el cambio de clase y la ALTA
AFINIDAD de reconocimiento. En muchas ocasiones, a través de la inmunización de animales se preparan estos
anticuerpos de alta afinidad para luego ser usados por ejemplo como herramientas para detectar determinados
marcadores moleculares, o para inmovilizarlos y así purificar la molécula blanco (inmunopurificación), para neutralizar
una toxina (por ej. neutralización de venenos, sueros antiofídicos), etc. Pero cuando el antígeno de interés es una
molécula pequeña, que puede unirse al BCR, pero que una vez endocitado por el linfocito B no es capaz de proveer
epítopes T para promover la colaboración con las células T, entonces no se producen anticuerpos. Estos compuestos se
denominan haptenos, y para que generen una respuesta T dependiente deben conjugarse químicamente a una
proteína (carrier) que suministre los epítopes T (que no sea propia), que permitirán la interacción con la célula
colaboradora. La proteína carrier puede ser en principio cualquier proteína para la cual no exista tolerancia. Los mejores
resultados se obtienen cuando la proteína carrier se obtiene de una especie poco relacionada, dado que la similitud de
secuencias será mínima.
Desde el punto de vista práctico, en distintas aplicaciones, en general las moléculas pequeñas, que no tienen múltiples
copias de estos pueden tener alta afinidad por un dado BCR pero no entrecruzan BCRs y no conllevan epítopes T
asociados, entonces ¿cómo puede generarse una repuesta de anticuerpos contra este tipo de compuestos? Mediante la
formación de un conjugado producido por la unión covalente del hapteno a una proteína inmunogénica (carrier).
El principio hapteno-carrier se utiliza en la preparación de vacunas contra polisacáridos capsulares

Un interesante ejemplo de una aplicación práctica del principio hapteno-carrier son las vacunas conjugadas contra
polisacáridos de bacterias encapsuladas. Tal es el caso del patógeno Haemophilus influenzae tipo b. Esta bacteria puede
invadir las meninges causando meningitis de alta gravedad y ha sido una importante causa de mortalidad infantil. En los
individuos adultos, la inmunidad protectora contra este patógeno se produce mediante la producción T independiente de
anticuerpos contra los polisacáridos capsulares del patógeno, que como vimos son un ejemplo de antígenos
independientes de tipo 2. En niños de corta edad la respuesta contra antígenos independientes de tipo 2 no está
consolidada. La razón principal es que en esta respuesta las principales células B involucradas son las células B de la zona
marginal (B ZM), y la población de estas células es muy baja en el periodo neo natal y lo sigue siendo hasta alcanzar los
dos años, por lo cual en esa ventana de tiempo no pueden montar una producción de anticuerpos TI eficiente. Como
estas células están en el bazo, lo mismo ocurre con los pacientes a los cuales se les ha extirpado, como ocurre en el caso
de algunos accidentes que provocan su ruptura. En estos casos, las vacunas de polisacáridos no conjugados, que si
proveen cierta protección en adultos, no son eficientes en esta población. No obstante a principio de los 90’, se desarrolló
una vacuna que tenía como antígeno un conjugado formado por la proteína del toxoide tetánico y polisacáridos
capsulares de H influenzae. El principio de funcionamiento se describe en la figura. El hecho de que la población infantil
ya haya sido expuesta al toxoide tetánico a través de la vacunación con la vacuna triple bacteriana (tétano, difteria y
pertusis), hace que existan células T de memoria contra
péptidos del toxoide que favorecen la respuesta contra el
conjugado toxoide-polisacárido acelerando la respuesta.

Como los niños menores de 2 años no tienen muy


desarrollado el sistema de producción de anticuerpos de
forma T independiente, lo que se hace es convertir la
respuesta T independiente contra polisacáridos (epítope
B) mediante la conjugación de una proteína (epítope T).
Generalmente se usan antígenos para los cuales ya estamos vacunados, así ya tenemos linfocitos T de memoria. De esta
forma, hay colaboración de linfocitos T para la activación del linfocito B, y se generan anticuerpos contra los polisacáridos.
Tema 10: Inmunidad de mucosas
Clase 13, 4/11/2013

Los epitelios mucosos representan la principal área de entrada de los patógenos


Los epitelios mucosos representan la mayor superficie del cuerpo expuesta a los patógenos. Son estructuras
particularmente vulnerables, ya que algunos de ellos como los epitelios intestinal y pulmonar son estructuras
monoestratificados en consonancia con las respectivas funciones de absorción de nutrientes e intercambio gaseoso.
La gran exposición exige mecanismos continuos y efectivos de protección frente al ingreso de patógenos, mediante
respuestas que en condiciones de salud no generen niveles de inflamación incompatibles con la función. Una vez que los
patógenos lograron vencer las barreras, hay generación de respuestas protectoras que involucran inflamación aguda.
El sistema inmune de las mucosas representa en números el compartimento más importante del organismo. La gran
mayoría de los estudios en inmunología se realizan en modelos en los que se inoculan antígenos a animales de
experimentación, y por ello la mayoría de la descripción de los mecanismos de la respuesta inmune se realiza en los
ganglios y el bazo.

Los tejidos epiteliales son heterogéneos y adaptados a su función


Las llamamos mucosas porque la mayoría de las células que componen estas superficies secretan mucus. Cada superficie
tiene distintos epitelios, con distintas estructuras adaptadas a su función. Algunas son monoestratificados (estómago,
intestino, útero, cavidad nasal, tráquea, bronquios), por lo que podríamos pensar que son más vulnerables al ataque de
los patógenos. Los otros tejidos epiteliales tienen más capas celulares (cavidad bucal, esófago, vagina, tracto urinario). Si
bien los epitelios monoestratificados son más vulnerables, tienen asociados algunos de los elementos más importantes
del sistema inmune.

El sistema inmune de las mucosas en cifras:


Las mucosas concentran 3/4 partes del total de los linfocitos del organismo. Hasta ahora veníamos viendo a los linfocitos
en los ganglios y demás órganos linfoides, pero la mayor parte de ellos están en las mucosas. El 80% de las células
productoras de IgA están en las mucosas. Hasta ahora habíamos visto que la mayor parte de los plasmocitos que se
diferencian iban hacia la médula ósea y desde allí se liberaban anticuerpos a la sangre. En un adulto de 70kg, se producen
por día, aproximadamente 3g de IgA. Evidentemente esta IgA tiene una vida media corta, ya que de ser de otra forma
desbordaríamos IgA.
En esta clase, cuando hablamos de mucosas nos vamos a referir al intestino, ya que es donde están más claros los
conceptos.
Microbiota asociada o flora comensal asociada es muy importante. Va creciendo en número desde el esófago hasta el
colon y en su conjunto suman 1kg de biomasa; superando así el total de células de procariotas que nos colonizan al total
de células del individuo. Esta flora es importante para el individuo ya que tiene como fin la producción de nutrientes,
defensas y demás, pero a su vez cumplen un rol importante en lo que es la regulación del sistema inmune.
Mecanismos innatos de defensa
Barreras físicas, bioquímicas y biológicas de defensa:
- Uniones “fuertes” entre células epiteliales (física)
- Mucus (física)
- Microbiota o flora comensal (biológica)
- Enzimas proteolíticas (bioquímica)
Los epitelios cuentan con poderosos mecanismos de defensa, que facilitan la exclusión de los patógenos. En el caso del
epitelio intestinal por ejemplo, la exclusión opera desde la propia estructura del epitelio monoestratificado, en el que los
enterocitos presentan uniones muy fuertes “tight junctions” (uniones estrechas) mediante proteínas que hacen de
“sello” y sólo permiten el pasaje de moléculas pequeñas.
Algunas células especializadas del epitelio producen mucus, una secreción formada básicamente por mucinas, que son
glicoproteínas muy hidrofílicas que forman una capa sobre el epitelio, formando una barrera que se interpone entre las
células epiteliales y los patógenos. Algunos patógenos deben su capacidad invasiva a la producción de enzimas que
degradan mucus.
La propia flora comensal, actúa compitiendo con los patógenos, además de aportar vitaminas y otros metabolitos
esenciales para el individuo. Las enzimas proteolíticas y péptidos antimicrobianos (defensinas), contribuyen también al
control de los patógenos. Hay que destacar el hecho de que en este sitio anatómico, la producción de defensinas es
constitutiva.

Los mecanismos innatos de defensa en el epitelio intestinal


Las barreras naturales.
Si vemos la unión entre enterocitos a nivel molecular, vemos que están unidos a través de proteínas que a su vez están
asociadas con el citoesqueleto y que regulan la permeabilidad intestinal. Entre dos enterocitos hay solo pasaje de
moléculas pequeñas. A su vez ese pasaje puede ser afectado y que pasen microorganismos.
Algunos patógenos (Vibrio colera, Bacteroides fragilis) producen proteasas que degradan, clivan el dominio extracelular
de las proteínas ocluidina y E-caderina, aumentando la permeabilidad epitelial y facilitando su ingreso.
La propia flora comensal, actúa compitiendo con los patógenos, además de aportar vitaminas y otros metabolitos
esenciales para el individuo. Además, contribuye a la regulación de la homeostasis, el sistema inmune no es indiferente a
la flora, y como veremos se generan mecanismos de muestreo y control mediante exclusión con IgA secretoria.

Producción de péptidos antimicrobianos: DEFENSINAS


En las criptas (parte más profunda) de las microvellosidades del epitelio delgado hay abundantes células denominadas
de Paneth que secretan constitutivamente al lumen, péptidos con actividad antimicrobiana que reciben el nombre de
defensinas. Se trata de un mecanismo general de defensa compartido con
invertebrados y plantas.

Estos péptidos forman parte de una gran familia de moléculas con actividad sobre los
patógenos y también sobre la respuesta del propio hospedador, que comparten
algunas características: son péptidos anfipáticos (tienen una parte de la molécula
cargada y otra apolar) cargados positivamente a pH fisiológico, que no tienen más de
100 aminoácidos, que interaccionan con los lípidos de la membrana celular,
intercalándose en la bicapa lipídica, oligomerizando y formando poros (ver imagen).
Los lípidos de la membrana de los microbios son mayoritariamente ácidos, presentan
cargas negativas y la diferencia con la composición lipídica de las membranas de
eucariotas superiores, es responsable de la selectividad de acción sobre los
patógenos.
También son producidos por otros tipos de células epiteliales especializadas y encontramos este tipo de defensa
constitutiva en todas las secreciones (ej. saliva, leche).
Además, son almacenadas en los gránulos azurófilos de los neutrófilos y su secreción es estimulada luego de la
activación celular resultante de la interacción de receptores TLR y sus ligandos específicos.
Además de los efectos directos sobre los patógenos, tienen efectos sobre células de la respuesta inmune potenciando
otros mecanismos efectores.
Es importante recordar que la producción de estos péptidos en las criptas es constitutiva, no es necesaria la presencia de
un estímulo de parte de un patógeno. Ya los vimos en la clase de Inmunidad innata como péptidos producidos por
neutrófilos activados por un PAMP; en dicho caso esa si es una producción inducida.
El intestino tiene un repertorio particular de linfocitos intraepiteliales

LT CD8+ (citotóxicos) convencionales (50%) con fenotipo efector. No son


vírgenes, por lo tanto ya están prontos para actuar, por lo que ya puede
inducir la apoptosis de una célula infectada.

LT CD8+ (citotóxicos) no convencionales (50%). Es una población más


heterogénea. No convencionales significa que son linfocitos que expresan
receptores que no tienen la cadena αβ sino que expresan principalmente
cadenas γδ. No reconocen péptidos de la forma canónica convencional,
presentados por moléculas MHC, sino que reconocen en forma independiente
al MHC, señales de peligro. Se clasifican como en la interface entre lo que es
una célula de respuesta adaptativa y una célula de respuesta innata.

- Expresan receptores T con cadenas γδ ó αβ


- Predomina población con TCR Vδ1
- Predominan fenotipos particulares como CD8αα ó CD4-CD8-
Son como linfocitos centinela que actúan en la interface.
Los linfocitos T intraepiteliales pueblan el intestino en edad fetal, en forma
independiente de la flora comensal. En la vida adulta colonizan el intestino a
partir de sangre periférica, predominando en intestino una población que
utiliza las cadenas γ2δ1, mientras que en sangre predominan los que expresan
γ9δ2 (1-5% de los linfocitos).
Actúan como células efectoras, ya que inmediatamente al reconocimiento de sus ligandos actúan induciendo apoptosis y
produciendo citoquinas, principalmente interferón alfa. Además, tienen un rol regulador de reparación tisular actuando
en una etapa más tardía de la respuesta.
Hay aún controversia en cuanto a los ligandos y la forma de reconocimiento. Reconocen tanto moléculas endógenas
como exógenas (ej. fosfoantígenos de micobacterias). En cuanto a los ligandos endógenos, reconocen las moléculas
expresadas frente al estrés celular MIC A/MICB en humanos (T10 y T22 murinos) así como fosfoantígenos endógenos
expresados por células tumorales.
En cuanto la forma de reconocimiento está claro que reconocen antígenos en membranas celulares en forma no
restringida a MHC-I, en algunos casos se ha reportado reconocimiento restringido a CD1c.
No requieren la coestimulación clásica a través de CD28, pero se cree que in vivo la unión de ciertos ligandos a través de
receptores como NKG2D (MICA; MICB) conduciría a una disminución del umbral de respuesta.
En el epitelio humano se encuentran un promedio de 10 – 20 linfocitos intraepiteliales por cada 100 enterocitos en el
intestino delgado (cuando esto aumenta puede ser un marcador diagnostico). Algunos de esos linfocitos expresan el
receptor T con cadenas γδ y tienen una forma particular de reconocimiento, no restringido al MHC-I.
Expresan también receptor de las células NK, que une moléculas de stress expresadas solamente bajo condiciones de
stress celular, como por ejemplo en una infección o transformación celular.
En suma, los linfocitos Tγδ se consideran en la interfase entre la respuesta innata y adaptativa.
- Utilizan un repertorio limitado de genes V
- Reconocen antígenos en forma no restringida al MHC
- Representan una población minoritaria y heterogénea.
- Hay subpoblaciones funcionales, con propiedades efectoras y reguladoras.

El reconocimiento de los LIep no convencionales

Decimos que se clasifican como en la interface entre lo que es una


célula de respuesta adaptativa y una célula de respuesta innata.
¿Por qué?
Respuesta adaptativa porque tienen un TCR. Pero respuesta
innata porque no están reconociendo péptidos en un MHC sino
que reconocen ligandos, tanto endógenos como exógenos,
expresados en un tipo de moléculas que se llaman CD1. Estas son
moléculas MHC no clásicas. No necesariamente tiene que mostrar
péptidos (como el MHC) sino que puede mostrar moléculas de
otro índole químico (lipofílicas por ejemplo).
Estos LIep tienen receptores que reconocen moléculas de estrés
que se expresan en las células solo cuando éstas están alteradas.
Las MICa y MICb son dos moléculas de estrés. Estos receptores
también los tienen las NK (moléculas de la inmunidad innata).
Algunas bacterias inducen la expresión de moléculas de stress que activan a los LTγδ

Los enterocitos infectados por algunas bacterias aumentan la expresión de moléculas propias de estrés denominadas
MIC-A y MIC-B. Una población de los linfocitos
T intraepiteliales con receptor T tienen
propiedades citotóxicas que son inducidas
inmediatamente luego del reconocimiento de
las moléculas de estrés y componentes
bacterianos presentados en una forma no
clásica (no presentados por MHC sino por otra
molécula capaz de unir moléculas no peptídicas
por la vía endocítica, CD1). Aunque, se sabe
poco aún sobre la naturaleza molecular del
reconocimiento es claro que cumplen una
función de inmunovigilancia en la interfase con
el medio externo, y son capaces de destruir
células alteradas. Otras poblaciones de LT
intraepiteliales producen citoquinas y participan
en funciones reguladoras y de reparación
tisular.
Se muestra un linfocito T interepiteliar en
amarillo y enterocitos siendo infectados por una bacteria (en rojo), la cual induce en el enterocito la expresión de
moléculas de estrés (MIC). Las moléculas de estrés son reconocidas por el LTiep el cual, por ser CD8+ induce la apoptosis
de la célula infectada mediante la interacción ligando-receptor. También podría inducir la apoptosis por el
reconocimiento de ligandos para el CD1.
Los epitelios tienen tejido linfoide asociado a mucosas: “MALT”
GALT: Tejido linfoide asociado a intestino (ej. placas de Peyer, apéndice) y génito-urinario
BALT. Tejido linfoide asociado a bronquios
NALT: Tejido linfoide asociado a nasofaringe (ej. amígdalas)

El sistema inmune asociado a mucosas tiene un tejido linfoide asociado, con una anatomía funcional parecida a los
órganos linfoides sistémicos, en cuanto presentan áreas T y B bien definidas.

La compartimentación del sistema inmune


El sistema inmune puede visualizarse como un
órgano que tiene una distribución que abarca
todo el cuerpo.
Dentro del sistema inmune, hay diferentes
compartimentos anatómicos donde se
desarrollan respuestas inmunes frente a
patógenos que ingresan por distintos tejidos.
En las clases anteriores, nos hemos centrado en
las características de las respuestas iniciadas en
ganglios linfáticos periféricos y el bazo, en
respuesta a antígenos que ingresan a través de la piel y la sangre respectivamente. Estos dos órganos linfáticos
pertenecen a los que llamamos sistema linfoide sistémico. Lo que estamos viendo hoy es cuando los antígenos entran
por lo epitelios mucosos, se generan respuestas adaptativas en los MALT (GALT, NALT, BALT).
Un segundo compartimento del sistema inmune adaptativo, se localiza cerca de las superficies mucosas. Otros
compartimentos son el peritoneo y cavidad pleural. Tanto el peritoneo como la pleura (membranas que recubren los
pulmones y las visearas abdominales) hay células del sistema inmune, hay un drenaje linfático, y ganglios asociados que
iniciarían las respuestas inmunes frente a alguna infección peritoneal o pleural.
Las respuestas inmunes iniciadas en cada compartimento, quedan mayoritariamente confinadas al mismo y este
fenómeno lo estudiamos con las respuestas iniciadas en el intestino. La compartimentalización de las respuestas se basa
en la programación que sufren los linfocitos vírgenes al ser activados en los órganos linfoides de cada compartimento,
que implica una expresión diferencial de moléculas de adhesión. Esta compartimentalización no es absoluta (por eso
vemos flechas que unen ambos sistemas linfoides).
Esto permite direccionar las células efectoras preferentemente (pero no exclusivamente) al sitio de entrada del patógeno
(expresando diferentes moléculas dependiendo del sitio de activación) donde fueron activadas, haciendo más eficiente la
respuesta.
Además, el tipo de respuesta efectora generada en cada compartimento varía según las características del patógeno y
las particularidades de cada órgano.
Cada sitio anatómico tiene un microambiente regulatorio que condiciona el tipo de respuesta, las células “no inmunes”
del tejido producen constitutivamente factores que influyen sobre la respuesta generada.

Considerando al GALT como modelo para el estudio de la respuesta inmune desarrollada en las mucosas, se destacan sus
propiedades particulares respecto a los órganos linfoides sistémicos.
Estos órganos linfoides asociados al intestino (GALT) tienen una particularidad muy importante si lo comparamos con lo
que es un ganglio sistémico de cualquier parte del cuerpo que no está permanentemente en contacto con potenciales
antígenos. En el intestino tenemos una cantidad de potenciales antígenos, la microbiota (necesario pero no son
componentes propios) y los alimentos parcialmente digeridos (proteínas antes de ser totalmente digeridas podrían ser
potencialmente reconocidas como patógenos).

Hay muestreo activo de componentes del lumen, con inducción de tolerancia frente a los antígenos dietarios y de la
microbiota e inducción de IgA secretoria hacia el lumen y que contribuye a la exclusión de parte de los potenciales
antígenos. Vemos entonces que esta barrera no es absoluta, deben haber mecanismos de muestreo.
Debido a la gran exposición a moléculas antigénicas y microorganismos que enfrenta el intestino respecto al resto de los
órganos, se han desarrollado mecanismos constitutivos de defensa innata muy importantes.
Además, hay mecanismos regulatorios que aseguran que en condiciones de salud, se mantenga el equilibrio de simbiosis
con la flora normal y que no se desarrolle respuesta frente a los alimentos. Básicamente debe defendernos de
patógenos (mecanismos de defensa) pero al mismo tiempo no confundir los alimentos y la microbiota asociada al
intestino como patógenos (mecanismos regulatorios).

Cuando estos mecanismos inmunoregulatorios están alterados se producen enfermedades autoinmunes como la
enfermedad celíaca (intolerancia a algunas proteínas del trigo) y enfermedades inflamatorios intestinales (colitis ulcerosa
y enfermedad de Chron, cuando se rompe la tolerancia por la microbiota).
El GALT como modelo de estudio de inmunidad en mucosas

Se representan esquemáticamente los


componentes linfoides del sistema inmune
intestinal. Se destaca en particular el sistema
linfático, que drena las placas de Peyer situadas
adyacentemente a la superficie epitelial en zonas
especializadas, y los linfáticos que drenan las
vellosidades (donde hay vasos capilares que no se
muestran en esta figura); los vasos convergen en
los ganglios mesentéricos. Esta gran cadena
ganglionar se conecta con el resto de sistema
linfático, que finalmente converge en el conducto
toráxico y vierte su contenido a la sangre a nivel
de la vena subclavia izquierda.
Los ganglios linfáticos mesentéricos se localizan en el
tejido conectivo que fija el intestino a la pared posterior
del abdomen. Drenan las placas de Peyer y los folículos
linfoides aislados del intestino. Se considera que
pertenecen al compartimento de mucosas y al
compartimento sistémico.

Cuando observamos el órgano linfático que llamamos “Placa de Peyer”, vemos que
tiene una estructura similar a la de un ganglio, en el sentido de que tiene zonas B
(folículos) y zonas T. Además tiene vasos linfático eferentes. Sin embargo, en
comparación con un ganglio, faltarían los vasos linfáticos aferentes. En el ganglio
estos vasos son a través de los cuales llegan las DC, el antígeno y otros
componentes. ¿Por qué no existen en las placas de Peyer? Porque están
prácticamente en la interface con el medio externo. Si vemos en la imagen de la
derecha, existen unas células, llamadas células M en el epitelio, que son las que
aseguran el ingreso de antígenos a la placa de Peyer.
Las placas de Peyer también están conectadas con los ganglios mesentéricos.

La lámina propria incluye sitios inductores y efectores

En el intestino delgado se concentra la mayor parte de


las células del GALT. El sistema inmune está organizado
en Placas de Peyer, limitadas a algunas regiones del
intestino delgado y los folículos linfoides dispersos (son
como Placas de Peyer microscópicas) que se extienden
por todo el intestino.
Además, en la lámina propria (tejido conjuntivo
adyacente al epitelio) se encuentran en forma dispersa,
gran cantidad de células del sistema inmune.
El epitelio asociado a las placas de Peyer, está
especializado en el muestreo de antígenos luminales y la
transferencia de estos hacia el tejido linfoide adyacente.
La principal característica es la presencia de un tipo
celular, denominado células M, especializadas en la transitosis de antígenos del lumen.
Los folículos dispersos son zonas de acumulación de linfocitos B. Tanto en las Placas de Peyer como en los folículos son
zonas más chatas donde predominan las células M (rojas). En estos sitios es donde se inicia la respuesta adaptativa, es
por esto que se llaman “sitios inductores”.
Una particularidad del intestino frente a otros tejidos es la presencia de lámina propia, que es el tejido constitutivo que
está por debajo de los enterocitos. A diferencia de lo que pasaría en cualquier otro tejido constructivo, en la imagen se ve
que está poblado por una gran población de células del sistema inmune: Linfocitos B, T, DC, muchas células plasmáticas o
plasmocitos, etc. A estos sitios, gracias a que las células presentes están en una forma efectora, se los llama sitios
efectores. La principal célula efectora son los plasmocitos, que producen IgA dimérica, o secretoria, exportada hacia el
lumen.

Hay zonas de epitelio especializados para el ingreso de antígenos

¿Cómo se inicia una respuesta adaptativa en el intestino?


Inicia por una zona en las Placas de Peyer. Estas zonas del epitelio
modificado son zonas que promueven en el ingreso de antígenos
intactos, es decir, zonas que están modificadas para facilitar el
ingreso de antígenos.
También tenemos zonas en el intestino donde hay vellosidades y no
Placas de Peyer, donde se da la degradación de nutrientes.

Epitelio altamente modificado:


No hay microvellosidades
Hay abundantes células M
No hay células productoras de mucus (poco mucus)
Escasa producción de defensinas
No hay producción de enzimas digestivas
No hay transporte de IgA al lumen

El epitelio altamente modificado se encuentra adyacente a las Placas de Peyer localizadas en algunas regiones del
intestino delgado. Todas las características señaladas contribuyen a que el muestreo antigénico sea eficiente en esta
región.

¿Cómo entran los antígenos y patógenos al GALT?


Los patógenos pueden entrar activamente a través de los
enterocitos ó células M o pueden ser muestreadas por
células dendríticas de la lámina propia que en
determinadas regiones del intestino son capaces de
extender sus dendritas al lúmen. Las células M reciben ese
nombre del inglés “Microfold”, por la apariencia de
bolsillo que presentan hacia la lámina propia (del lado de
la membrana basal), en este espacio se concentran células
del sistema inmune que son capaces de incorporar
antígenos y acceder rápidamente a las placas de Peyer
adyacentes.
Las células M realizan transporte activo, mediante
pinocitosis y endositosis, pero el material incorporado no es dirigido a los lisosomas. No tienen actividad de célula
presentadora de antígeno.
La entrada paracelular (a través de las uniones estrechas entre enterocitos) está limitada en condiciones de salud, en que
solo tienen acceso moléculas pequeñas.
Los procesos inflamatorios pueden alterar estas uniones, incrementando la permeabilidad intestinal que puede favorecer
la entrada de antígenos/patógenos por esa vía.
En suma, en condiciones de salud hay muestreo de antígenos y microorganismos del lúmen por las células M y células
dendríticas de lámina propria. En procesos inflamatorios de diverso origen, puede haber entrada masiva de antígenos por
la vía paracelular y los microorganismos patógenos pueden acceder activamente por varias vías, dependiendo de su
capacidad invasiva y condiciones del epitelio. Las DC inician una respuesta adaptativa en las Placas de Peyer, en los
folículos linfoides dispersos o en los ganglios mesentéricos, de la misma forma que ya hemos visto: Madura, se activa,
migra y podrá activar linfocitos T.

Las DC que captan Ags transportado por las células M pueden iniciar la respuesta adaptativa en la Placa de Peyer
adyacente

El enterocito como sensor de peligro


La flora normal o bacterias comensales del intestino comprende aproximadamente unas 400 especies, distribuidas con
distinto perfil y número creciente desde el intestino delgado hasta el colon. Es sorprendente la comparación entre el
13 14
número de células de un organismo (del orden de 10 ) y el número de bacterias de flora normal (10 ), o sea que superan
en la relación 10:1 a las células del hospedador representando un ejemplo de simbiosis.
El sistema inmune no es indiferente a la flora normal, de hecho en condiciones de salud hay producción de IgA específica
contra ella, como mecanismo de contribuir a la homeostasis. El mecanismo por el cual se produce esta IgA, es aún
controversial y hay diferencias entre el sistema humano y murino (de ratón). Es probable que en el humano el muestreo
de DC a través del epitelio, y la presentación por células dendríticas productoras de IL-10, pero no IL-12, sea uno de los
mecanismos implicados.
El intestino controla el nivel de microorganismos que colonizan, manteniendo un estado de “inflamación controlada” en
condiciones de salud, que no interfiere con la función del órgano pero produce moléculas efectoras que contribuyen a
mantener constante la carga de microorganismos.

Los enterocitos pueden iniciar una respuesta innata frente a señales de peligro

Los enterocitos tienen la potencialidad de reconocer patógenos cuando estos


han accedido activamente a la célula epitelial, y responder de diferentes
formas a las señales de peligro, por ejemplo mediante producción de
quimioquinas, aumentando la expresión de moléculas de MHC-II, etc.
Como vemos en la imagen, el enterocito tiene receptores de la respuesta
inmune innata, como TLR5, un Toll Like Receptor específico para la flagelina.
El problema radica en que la microbiota puede presentar flagelos compuestos
por flagelina, entonces ¿Cómo discrimina? Este receptor esta expresado en la
membrana basolateral solamente, y no en la membrana apical, lo cual hace
que pueda activarse solo si el patógeno ingresó. Si estuviera en la cara apical, estaría constantemente indicando
inflamación gracias a la microbiota. Con esto podemos decir que el enterocito es una célula “polarizada”.
También vemos que el enterocito puede producir IL-8 (una quimioquina proinflamatoria y quimiotáctica para neutrófilos),
expresa moléculas de estrés (MICA y MICB), y receptores para PAMPs como los Nod1 que son intracitoplasmáticos (no
está al alcance de una bacteria de la microbiota).

Los patógenos interfieren con la barrera epitelial e inducen respuesta inflamatoria

Los patógenos cuentan con factores de virulencia, que les permiten acceder a las células
epiteliales venciendo los “mecanismos de barrera” existentes.
Los enterocitos, no son pasivos, ya que presentan receptores para PAMPS en la región
basolateral o intracelularmente, activando diferentes vías inflamatorias.
La consecuencia principal de la infección es la inducción de una respuesta inflamatoria. La
producción de citoquinas es clave para inducir la maduración de las células dendríticas
residentes de la lámina propria, y las que son luego reclutadas, en la forma productora de IL-
12, en vez de IL-10.
En consecuencia, es posible la activación de linfocitos Th1 en los órganos linfoides, en
contraste a la respuesta generada frente a microorganismos comensales.
Las principales especies de patógenos son Salmonella, Yersinia, Shigella, Listeria y
protozoarios como Entamoeba histolítica. Salmonella y Shigella se unen a las células M y son
translocadas a través del epitelio, Salmonella además causa apoptosis de las células M y es
capaz de infectar macrófagos y DC. Shigella, una vez traslocada a través de las células M,
infecta enterocitos por la cara basal y es liberada en el citoplasma donde su LPS activa vías
inflamatorias a través de receptores intracelulares.
Vemos en la imagen que una vez que ingresa la Salmonella typhimurium, puede interactuar
con el TLR5, lo cual desencadena una repsuesta inflamatoria.

Algunas bacterias interaccionan con receptores intracelulares que reconocen PAMPs


Algunos patógenos
como Shigella acceden
a la lámina propria a
través de las células M,
son capaces de
infectar enterocitos
por la membrana basal
y rápidamente
diseminarse entre
enterocitos por la cara
lateral.
Algunos receptores
intracelulares (Nod)
reconocen PAMPS que activan cascadas de activación que conducen a la producción de citoquinas proinflamatorias,
como la IL-8, que reclutan más células inflamatorias (quimioatrayente de neutrófilos), incluyendo las presentadoras (DC).
En los ganglios mesentéricos o Placas de Peyer se activa la respuesta adaptativa. Las células efectoras (LT y plasmocitos)
retornan vía sanguínea a la lámina propria.
La respuesta adaptativa puede iniciarse en folículos linfoides, Placas de Peyer o ganglios mesentéricos.
El microambiente intestinal favorece un cambio de clase a IgA como isotipo predominante.
Los plasmocitos diferenciados en los órganos linfoides locales, pasan al torrente sanguíneo y vuelven a trasvasar
selectivamente al tejido mucoso infectado, a través de un endotelio activado por la inflamación.

El enterocito participa en el transporte de IgA

El transporte de IgA dimérica


secretada en el lúmen por células
plasmáticas es transportado al
lúmen mediante un proceso de
transcitosis a través de las células
epiteliales, que expresan en su cara
basal receptor para IgA (llamado
receptor Poli-Ig). El complejo
receptor – IgA, es transportado en
vesículas hacia la cara apical del
enterocito, donde el receptor es
clivado y parte del receptor (4
dominios) permanecen junto con la
IgA, como “componente secretor”
en la IgA del lúmen. El fragmento
residual del receptor no es
funcional y es degradado.
Esta IgA, en este tejido, se produce
como dímero, junto con la cadena J.
En la sangre tenemos otra IgA que
es monomérica. Además, lo que
llamamos IgA secretora es el dímero
junto con los 4 dominios del
receptor Poli-Ig que quedan junto a
ella luego de la liberación en la cara apical de la célula epitelial.

Exclusión de patógenos por la igA secretoria

El 80% de los plasmocitos del organismo están en la


lámina propia, donde la inmunoglobulina que predomina
es la IgA. Además, la IgA dimérica predomina en las
secreciones como leche materna, saliva, mucus, lágrimas.
La producción diaria de IgA supera la de todas las otras
Inmunoglobulinas producidas en los otros órganos
linfoides (3-5 g/día/adulto de 70 Kg). El componente
secretorio le otorga gran resistencia al ataque
enzimático y carácter muy hidrofílico que favorece la
interacción con el mucus (lo que favorece su
concentración en la proximidad del epitelio). La
neutralización de patógenos en conjunto con las
propiedades aglutinantes del mucus y el peristaltismo
favorecen la eliminación de los patógenos por el
intestino.

Los recién nacidos toman leche materna y de allí reciben IgA, una inmunoglobulina muy resistente gracias al componente
secretor. Este recién nacido tiene anticuerpos, mayoritariamente IgG transferidos por la madre.
IgA es una molécula muy glicosilada, y también el componente secretor. Además, el mucus está formado por núcleos de
proteínas también muy glicosiladas, lo cual hace que haya una interacción importante entre mucus e IgA, quedando ésta
última retenida en el mucus, alargando así su vida media.
Conexión entre MALT y sistema linfoide periférico
Los tejidos linfoides asociados a las mucosas están integrados a los ganglios sistémicos a través de cadenas ganglionares
que actúan como nexo, las principales son los ganglios mesentéricos que irrigan los intestinos y los ganglios
mediastínicos que drenan el aparato respiratorio.
Los antígenos provenientes de los epitelios mucosos son drenados por vasos linfáticos aferentes, que finalizan en el
conducto toráxico, donde se establece el nexo con la circulación sanguínea a nivel de la vena subclavia izquierda.

Una vez que completaron su desarrollo en el timo, los linfocitos entran en la corriente sanguínea y al llegar a los órganos
linfoides periféricos, abandonan la circulación a través de las venas del alto endotelio (HEV) para migrar a través del
órgano linfoide saliendo por los vasos linfáticos eferentes y retornando a la circulación general para repetir el patrón de
circulación. El proceso continúa hasta que el linfocito T virgen encuentra el antígeno para lo cual puede sobrevivir mucho
tiempo (años). Si en este recorrido encuentra una célula presentadora que expresa un MHC-péptido que puede
reconocer, y el encuentro se da en un contexto inflamatorio (como el que presentaría un ganglio que drena un sitio de
infección), entonces el linfocito virgen puede activarse proliferando y diferenciándose en un linfocito efector. Estas
células efectoras cambian su fenotipo, y el encuentro posterior con el antígeno presentado por otras células les permite
activarse más fácilmente y cumplir funciones efectoras ya sea activando o destruyendo las célula blanco. Nótese que los
linfocitos T efectores tienen como blanco de acción otras células del organismo y no al patógeno directamente.
El linfocito efector debe encontrar su destino, no queda residente. Cambia su patrón de migración, pasa a la sangre,
circula por la sangre y trasvasa. Preferentemente va a volver al sitio en el cual se generó. Es decir, un linfocito efector que
se diferenció en la placa de Peyer va a volver al intestino, va a trasvasar por los HEV del sitio y va a quedar como residente
de la lámina propia, como célula efectora.

La selectividad de la zona a dónde va el linfocito T se basa en la expresión de distintas moléculas de adhesión.


Todos los linfocitos vírgenes expresan L-selectina, que les permite acceder a todos los órganos linfoides, porque
Interacciona con diferentes cadenas glicosiladas de los diferentes receptores de homing en distintas localizaciones.
Si ese linfocito virgen se activa, por ejemplo en las Placas de Peyer, la L-selectina disminuye su expresión y aumenta la
expresión de otras moléculas de adhesión.
Extravasación de células efectoras
La migración linfocitaria asegura que el número reducido de linfocitos que expresan el receptor específico se encuentren
con el antígeno y también que los linfocitos diferenciados permanezcan en los sitios donde se requiere su acción (por
ejemplo linfocitos efectores en los sitios de inflamación).
El proceso está gobernado por dos tipos de interacciones moleculares:
1. Moléculas de adhesión en los linfocitos y células plasmáticas, que interaccionan con sus receptores en los endotelios.
Cada tejido expresa un tipo exclusivo de estos receptores (homing receptors), aunque también existen receptores
comunes en todos los endotelios (ej. LFA-1 - ICAM).
2. Quimioquinas producidas por cada tejido particular que interaccionan con los receptores que expresan los linfocitos.

Dependiendo, del órgano linfoide donde cada linfocito se activó y diferenció, será el repertorio de moléculas de
adhesión y receptores para quimioquinas expresado.
Así, un linfocito activado en el MALT, expresa receptores para quimioquinas producidas por tejidos asociados a mucosas,
y moléculas de adhesión (α4β7) que interaccionan con moléculas expresadas en los pequeños vasos sanguíneos y HEV
asociados a la lámina propria (MAdCAM-1) y otros tejidos asociados a mucosas.
Tema 11: Mecanismos efectores de la respuesta inmune
Clase 14, 6/11/2013

Los patógenos residen en varios compartimentos


La mayoría de los individuos sobreviven a los patógenos, por la respuesta innata generada en las primeras horas de la
infección.
En esta clase se considerará cómo las células y moléculas del sistema inmune actúan en forma integrada, en las defensas
del organismo contra distinto tipo de patógenos, a través de la expresión de mecanismos efectores que varían de
acuerdo a las características del agente infeccioso. El organismo se ve expuesto a una diversidad de patógenos, en
relación a su vía de entrada, formas de replicación, mecanismos de virulencia que le permiten la invasión de las barreras
naturales e instalarse en diferentes tejidos y compartimentos extra e intracelulares.
La mayoría de los patógenos tienen una fase de vida extracelular, los patógenos de vida intracitoplasmática infectan en
conjunto un amplio espectro de células, mientras que los patógenos intravesiculares se limitan a la infección de
macrófagos.
El sitio anatómico condiciona el tipo de respuesta efectora eficiente. Prácticamente todos los patógenos tienen una
etapa de vida extracelular, en la que son vulnerables a moléculas efectoras como los anticuerpos, mientras que en las
etapas intracelulares se requiere de células citotóxicas para su erradicación.
En las primeras horas de la infección, se ponen de manifiesto mecanismos efectores de la respuesta innata, cuyas
características dependen del patógeno y del sitio anatómico, y pueden en la mayoría de los casos contener la
diseminación del agente patógeno.
Cuando esto no ocurre, se requiere de los mecanismos de la respuesta adaptativa, que estarán condicionados por las
características de la respuesta innata. En estos casos, se requieren varios días para que ocurra la expansión clonal, y se
generen las células y moléculas efectoras que efectivamente eliminen al patógeno.
Los patógenos residen en distintos compartimentos: Intracelular, extracelular, dentro del cual tenemos el vesicular y el
citosol. Los que conocemos intracelulares son los virus (único patógeno que se reproduce en el citosol), bacterias (muy
pocas), protozoarios y micobacterias (capaces de reproducirse en el compartimiento vesicular ya que generan
mecanismos de evasión). Por otro lado, en el espacio extracelular conocemos los virus, bacterias, hongos y parásitos
(como helmintos).

Algunas infecciones requieren de la respuesta inmune adaptativa para ser controladas


En algunas circunstancias, se desarrolla la enfermedad por diversos mecanismos patogénicos.
Los mamíferos son susceptibles a una gran diversidad de patógenos, que por definición son capaces de vencer los
mecanismos de barrera naturales del hospedado, llegan a colonizar el tejido y causan la enfermedad.
Una vez que los mecanismos innatos son superados por el patógeno, pueden desarrollarse una variedad de patologías,
que reflejan las distintas formas que poseen los patógenos para dañar los tejidos.
Por ejemplo, algunos clostridum y cocos gram positivos, producen exotoxinas muy potentes, que tienen blanco de
acción en diferentes tejidos.
Las bacterias gram negativas tienen componentes de su pared con acción tóxica (endotoxinas), que actúa sobre células
del sistema inmune causando sobreproducción de mediadores inflamatorios, que puede llegar en condiciones extremas
de infección diseminada, a la muerte por shock endotóxico. El LPS es la principal endotoxina que comparten las bacterias
gram negativas.
Otros patógenos, como las bacterias intracelulares que infectan macrófagos (Mycobacterias) y algunos parásitos (ej.
Schistosoma mansoni) permanecen en el hospedador por largos períodos y la respuesta inmune sostenida puede
ocasionar la enfermedad por sustitución de tejido funcional de un órgano por tejido fibroso (ej. granulomas). En estos
casos, “el precio” que el organismos “paga” por evitar la diseminación del patógeno, es la disfunción del órgano blanco,
es decir que la patología es provocada por la respuesta inmune.
En diversos grados para distintos patógenos, la respuesta mediada por células inflamatorias causa patología debido a los
mediadores producidos; un ejemplo representativo es el virus sincitial respiratorio que causa bronquiolitis en niños
pequeños.
La patología depende de los mecanismos de virulencia de los patógenos.

Los mecanismos efectores eficientes para cada patógeno dependen de sus características: localización, estructura
La ubicación de cada patógeno condiciona a qué tipo de mecanismo efector será vulnerable, es decir, ¿cuáles son las
estrategias que usa el organismo para eliminar patógenos? depende de dónde se localiza.
La mayoría de los patógenos tienen una fase extracelular, en la cual son susceptibles a la acción de los mecanismos
efectores directos de eliminación del patógeno, mientras que en la etapa intracelular, la estrategia del sistema inmune
es eliminar la célula infectada (intentando que no se desperdigue su interior, es decir preferiblemente por apoptosis y no
por lisis) ó en el caso de patógenos de vida intravesicular (micobacterias) en los macrófagos potenciar al máximo sus
propias mecanismos microbicidas y así eliminar el patógeno, aunque en algunos casos se puede llegar a eliminar el
macrófago infectado. Estos serían los mecanismos generales, a continuación vemos mecanismos y protagonistas en cada
caso.
Los mecanismos
Es difícil establecer cuando un patógeno es contenido por la respuesta innata, porque generalmente pasa inadvertida la
infección, sin generar síntomas o patología. Como además, las deficiencias en la respuesta innata son raras, es difícil
estudiar sus efectos en humanos. Pero estudios en ratones deficientes en células como neutrófilos y/ó macrófagos
muestran infecciones incontroladas y de mayor magnitud que aquellos animales que presentan alguna deficiencia en
componentes de la inmunidad adaptativa.
El tipo de respuesta que ofrece protección frente a determinado patógeno, depende del ciclo de vida del mismo y sus
estrategias para su sobrevida en el hospedador.
En esta clase analizamos el rol de los mecanismos efectores de la respuesta adaptativa en el control de una infección
primaria, y más adelante, se estudiará cómo es posible generar la misma la inmunidad protectiva mediante la vacunación.
En la gran mayoría de los casos los anticuerpos representan un mecanismo importante para controlar la infección, y
prácticamente todas las vacunas basan su eficacia en evitar la enfermedad mediante la inducción de anticuerpos
específicos. Frente a algunos patógenos de rápido crecimiento, es necesario disponer desde el inicio niveles altos de
anticuerpos para evitar la infección (por vacunación o infección natural previa), tal es el caso de virus como el de la polio
que infectan las neuronas motoras y las destruyen si no son eliminados rápidamente y se evita su diseminación.
Los anticuerpos y otras moléculas solubles contribuyen a la eliminación de patógenos por fagocitosis (opsonización). La
lisis por complemento, es importante para la eliminación de bacterias siendo las gram negativas las más susceptibles.
Para los patógenos extracelulares la neutralización, la fagocitosis, la lisis por complemento y la producción de mediadores
con efectos tóxicos. Para eliminar las células infectadas intracelularmente, por ejemplo por un virus, el mecanismo
utilizado es la apoptosis. Todos estos mecanismos ya los vimos en innata. Las respuestas innata y adaptativa utilizan los
mismos mecanismos para eliminar a los patógenos, lo que varía son los protagonistas y que en la adaptativa se
incorporan algunos más. Incluso la neutralización por anticuerpos, ya que en la respuesta innata están presentes los
anticuerpos naturales, preformados. La mayor parte de los Ac del cuerpo ya están preformados y son del tipo IgM.

Los protagonistas
Las células de respuesta innata que participan en la fase de respuesta innata, también participan en la fase de respuesta
adaptativa, aunque en este caso los mecanismos son más eficientes por la acción de los anticuerpos específicos y por la
máxima inducción de mecanismos microbicidas de los macrófagos.
Los linfocitos T citotóxicos participan exclusivamente en la fase de respuesta adaptativa, complementando los
mecanismos citotóxicos mediados por las células NK.
Tanto en la innata como en la adaptativa tenemos participando células fagocíticas (neutrófilos, macrófagos), células
citotóxicas (NK y LTγδ en los epitelios, los interepiteliales que vimos en la clase de mucosas que dijimos que están en la
interface de la respuesta innata y adaptativa) y factores solubles (complemento y citoquinas, las cuales también podemos
considerar como efectoras gracias a su acción directa sobre el patógeno). Además, en la adaptativa, se incorporan otros
elementos como los linfocitos TCD4+ helper, anticuerpos específicos y linfocitos citotóxicos (CD8+).

Los mecanismos efectores que actúan en la respuesta adaptativa son condicionados por la respuesta innata inducida por
cada tipo de patógeno
¿Cómo es que para cada tipo de patógeno el organismo sabe cómo actuar? ¿Cómo se da esa selección que hace que el
organismo, desde que ingresa el patógeno, termine generando un tipo de mecanismo efector para uno o para otro? Es
información generada desde el patógeno. Cada tipo de patógeno requiere de un tipo de respuesta para ser eliminado
eficientemente. La selección del tipo de respuesta desarrollado, depende del patógeno, a través de la respuesta innata
inducida, que a su vez depende de la vía de entrada que condiciona las distintas poblaciones celulares y sus repertorios
de receptores para PAMPs. Hasta ahora hemos hablado de inflamación, la generación de citoquinas, quimioquinas, el
complemento… pero todo eso cualitativamente puede ser distinto según el tejido y según el patógeno.

Inmunidad protectiva frente a diferentes grupos


de patógenos.

Distintos mecanismos efectores son usados para


eliminar a los patógenos durante las infecciones
primarias; en la mayoría de los casos esos
mecanismos son los implicados en la protección
contra reinfecciones subsecuentes.
Es claro que grupos de patógenos, generan el
mismo tipo de respuestas efectoras, reflejando
las similitudes entre sus ciclos de vida.
Es importante resaltar que la inmunidad por
anticuerpos, está presente en todos los tipos de
patógenos, ya que los de vida intracelular tienen
una fase extracelular en la que son susceptibles a
los anticuerpos. En algunos casos una inmunidad protectiva eficiente requiere anticuerpos neutralizantes preformados,
como en el caso del virus de la polio que es capaz de infectar rápidamente y destruir neuronas motoras a menos que sea
inmediatamente neutralizado. La gran mayoría de las vacunas existentes actualmente, basan su capacidad protectiva en
la generación de anticuerpos que perduran por bastante tiempo luego de la vacunación.
La tabla muestra bloques rojos, los cuales indican para distintos grupos de patógenos (bacterias extracelulares,
intracelulares, virus, protozoarios) los distintos tipos de anticuerpos o linfocitos T efectores que se activan y resultan
eficientes para su eliminación. Indican que son respuestas protectivas que llegan a eliminar al patógeno.
Si observamos más detalladamente cada caso, al observar las bacterias extracelulares vemos que requieren la generación
de anticuerpos IgM e IgG para su eliminación. Vemos además que prácticamente todos los patógenos requieren de
anticuerpos para su eliminación, incluso los virus, lo cual es notable debido a que son patógenos intracelulares. De hecho,
las vacunas virales que recibimos son en base a anticuerpos. Hay muy pocas vacunas que generen respuestas citotóxicas.
Los linfocitos T citotóxicos son muy importantes en virus para eliminar por apoptosis las células infectadas, pero algo que
llama la atención en la columna de linfocitos es a nivel de los linfocitos T CD4+ actuando junto con los macrófagos para la
eliminación de las bacterias intracelulares (micobacterias).

Las células y moléculas efectoras se generan en los órganos linfoides y actúan en el sitio de infección

La respuesta innata se desarrolla en los


tejidos periféricos. La célula dendrítica es la
principal célula con capacidad migratoria que
conduce la información desde la periferia a los
ganglios linfáticos más próximos, a través de la
linfa y es considerada el principal vínculo entre
la respuesta innata y adaptativa. Durante este
proceso, la célula dendrítica sufre una
maduración funcional, por la cual cambia el
perfil de expresión de receptores para
quimioquinas que dirigen su migración: baja la
respuesta a quimiquinas inflamatorias y
aumenta a la expresión de MHC-II, pierde la
capacidad para endocitar antígenos y
concomitantemente adquiere máxima capacidad para activar linfocitos T vírgenes.
Por estas características las células dendríticas se consideran el principal vínculo entre la respuesta innata y adaptativa,
aunque otras células como los macrófagos pueden contribuir también.
Además, a los ganglios pueden acceder patógenos y/ó sus componentes directamente por la linfa que drena el tejido
infectado. En este caso, las células presentadoras residentes en el órgano linfoide hacen el procesamiento del antígeno y
activan linfocitos T.
En los ganglios ocurren los procesos de proliferación y diferenciación celular a células efectoras y memoria, además de
las moléculas efectoras, como los anticuerpos que llegan al sitio de infección por extravasación selectiva en los endotelios
modificados en el sitio de infección.
A partir de una infección se da la respuesta innata, una inflamación, lo cual tiene como consecuencia que DC migren,
maduras y activadas, hacia el ganglio más cercano. Allí se da el proceso de activación linfocitos T y B con sus consecuentes
proliferación y diferenciación a células efectoras y de memoria. Tanto los T como los B generados en el ganglio van a
migrar. Salen del ganglio por linfáticos eferentes, pasan a la sangre por el conducto toráxico (donde se junta la linfa con la
sangre) y trasvasan donde encuentren endotelios activados para la transvasación. Los linfocitos efectores tienen
selectividad para trasvasar en estos sitios, como veremos a continuación.

Los linfocitos vírgenes y efectores tienen distinto perfil de migración.

La extravasación selectiva de los linfocitos en los órganos linfoides y en los tejidos periféricos, se basa en la expresión
diferencial de moléculas de adhesión, que son inducidas en los linfocitos durante el proceso de activación y en los
endotelios periféricos, por señales inflamatorias. Las vénulas de alto endotelio (HEV) en los órganos linfoides presentan
constitutivamente moléculas de adhesión implicadas en la transvasación.
En todos los casos, la transvasación implica el proceso de diapedesis, por el cual la célula migra entre compartimentos, y
requiere la activación de metaloproteasas de matriz celular, en forma análoga a la transvasación de los neutrófilos.
El linfocito virgen se diferencia de un linfocito efector en varias cosas, pero una muy importante es la capacidad de los
linfocitos efectores de trasvasar endotelios activados por inflamación, ya que ellos adquirieron las moléculas necesarias
en el proceso de activación (proliferación y diferenciación). Los linfocitos vírgenes tienen un patrón de circulación distinto
a los efectores; ellos trasvasas por las vénulas de alto endotelio (HEV), presentes en los órganos linfoides secundarios.

POBLACIÓN DE LINFOCITOS T

La generación de linfocitos T efectores


Los linfocitos T CD8+ que emergen del timo están predestinados a diferenciarse a células citotóxicas si ocurre su
activación en órganos linfoides secundarios. En el caso de los linfocitos T CD4+, el proceso es más complejo y la
diferenciación hacia células efectoras puede pasar por un estadio de células con un perfil denominado Th0 ó mixto y
terminar en células con un perfil Th1 ó Th2, caracterizadas por un perfil no solapado de citoquinas. En consecuencia,
estas poblaciones son funcionalmente diferentes y median distintos mecanismos efectores.
El hecho de que la diferenciación derive hacia Th1 ó Th2, depende de las condiciones de la interacción con la célula
presentadora, por ejemplo de las citoquinas involucradas en las primeras fases de la respuesta innata. El compartimento
en el cual se da la diferenciación también es importante, así en el intestino en condiciones de salud, predomina la
diferenciación a un perfil Th3.
A partir de los linfocitos T vírgenes, luego de la proliferación, algunos se diferencian a células de memoria y otros a células
efectoras. Si estamos hablando de la población de linfocitos T CD8, el linfocito efector es el Linfocito T CD8+ citotóxico
(CTL). En el caso de los linfocitos T CD4, los tipos de efectores son Th1, Th2 y Th17; linfocitos colaboradores o helpers,
funcionalmente diferentes a los CTL ya que actúan sobre otras células efectoras.

Cada tipo de células Th recluta y potencia la acción de otros tipos celulares, a través de las citoquinas que producen
La población T helper es sumamente heterogénea en su función.
Los linfocitos Th actúan sobre células efectoras (ya conocidas de la respuesta innata y linfocitos B). Como se puede
observar en la tabla más adelante, los Th1 activan macrófagos y NK, los Th2 mastocitos y eosinófilos, y ambos (Th1 y Th2)
actúan sobre los linfocitos B como colaboradores para llevarlos a la diferenciación y que éstos produzcan anticuerpos. Los
Th17 tienen como principal función reclutar neutrófilos, muy importantes para algunas infecciones bacterianas de
bacterias extracelulares.
En la tabla también podemos observar los grupos de patógenos sobre los cuales son más eficientes uno u otro grupo de
Lh.
Comúnmente a los Th1 y Th17 se los llama linfocito T inflamatorios, ya que actúan macrófagos o neutrófilos.

Cada tipo de linfocito T efector expresa un conjunto particular de moléculas efectoras


Las moléculas que se inducen durante el proceso de diferenciación de los linfocitos a su estadio efector están
involucrados en la interacción con las células infectada, en el caso de los linfocitos citotóxicos y linfocitos Th1, mientras
que en los linfocitos Th2 y algunos Th1, se vinculan con la interacción con los linfocitos B.
Las moléculas denominadas FAS-Ligando y CD 40 –ligando pertenecen a la misma familia de proteinas. Los gránulos
líticos son exclusivamente expresados en las células citotóxicas (CD8+ y NK).
En todos los casos, los linfocitos efectores producen citoquinas características que interaccionan con receptores en las
células blanco; las mismas tienen efectos potenciadores sobre la citotoxicidad y los mecanismos microbicidas del
macrófago en el caso de LT CD8+ y LTh1 respectivamente. Sobre los linfocitos B, las citoquinas producidas por los Th
efectores, inducen su activación, proliferación y diferenciación a plasmocitos, influyendo además en el isotipo de los
anticuerpos generados.
Inicialmente, los linfocitos no producen las citoquinas, pero una vez que se diferenciaron, comienzan a producirlas. El INFγ
es el mediador específico producido por CTL y Th1 exclusivamente. Si el linfocito se diferenció a un Th2, no producirá
INFγ, sino que producirá otro set de citoquinas, como la IL-4 y la IL-5.
A su vez, cuando el linfocito se diferencia a efector, cambian muchas proteínas de las membranas de los linfocitos.
En particular, los linfocitos T citotóxicos, al diferenciarse adquieren gránulos tóxicos. Es por esto que en muchas
bibliografías se les dibujan gránulos a los CTL. Es parte de su maquinaria para matar a las células infectadas. Estos
gránulos contienen algunos componentes que iremos viendo a lo largo de la clase.
Activación de linfocitos T citotóxicos (CTL)

Hay dos formas de activar un linfocito CD8 citotóxico.


Los linfocitos TCD8+ vírgenes, son funcionalmente inactivos, deben activarse y diferenciarse para convertirse en células
con actividad citotóxica. Debido a su alto potencial citotóxico, tienen requerimientos más estrictos para la activación que
los LT CD4+.
Las células dendríticas, son particularmente importantes para estimular respuestas citotóxicas frente a algunos virus que
no inducen la expresión de moléculas coestimuladoras en otras APC. Muchos virus infectan células dendríticas inmaduras
a través de receptores de superficie, y no son destruidos por ellas, expresando péptidos virales en móléculas de MHC I.
Además, puede internalizar virus por fagocitosis o macropinocitosis, y de esta forma presentar péptidos virales en
moléculas de MHC II.
En algunos casos, algunos de estos péptidos que ingresan a la vía endosomal, también son presentados en moléculas de
MHC-I, proceso denominado cross-priming, que es único de las CD. Es un mecanismo importante para lograr inmunidad
frente a virus que no infectan células dendríticas.
En cambio, con otras células presentadoras con menor capacidad coestimuladora, se requiere la activación de linfocitos
Th1 efectores sobre la misma célula presentadora. En este caso primero se induce la expresión de la molécula
coestimuladora (B7) y luego la producción de IL-2 y expresión del receptor.
En clases anteriores vimos cómo se activa un linfocito T CD4. En el caso de T CD8 no es muy distinto, pero tiene mayores
requerimientos, dado que esta célula tiene mayor potencial destructivos, por lo tanto es necesario que no sea tan fácil de
activar, como forma de control.

PANEL DE LA IZQUIERDA. Si observamos la primera imagen vemos que cuando un linfocito T virgen se encuentra con una
DC infectada, previamente activada (es decir que expresa la molécula coestimuladora B7), la DC puede inducir
directamente la diferenciación del Linfocito TCD8 a efector, que implica la producción de IL-2 (autócrina). En este caso las
señales de activación son:
1) El complejo TCR-MHC I-péptido, que proviene del virus que esta infectando
2) CD28-B7, acción de la molécula coestimuladora de la DC y CD28 del LT
3) IL2-rIL2, citoquina autócrina producida por el linfocito y la expresión completa del receptor por la misma
Este mecanismo no es muy distinto a lo que pasa con un TCD4. La única diferencia es que en este caso, por tratarse de un
linfocito T con CD8, la presentación del antígeno es con un MHC-I, mientras que en el caso de CD4 es con un MHC-II. Sin
embargo, esto no es lo que pasa la mayor parte de las veces, ya que las DC pueden no tener los niveles suficientes de B7.

PANEL DE LA DERECHA. La mayor parte de las veces se requiere además la participación de un linfocito Th1 efector como
colaborador a través de MHC-II presentado por la APC (célula presentadora) que previamente fagocitó al virus, para
activar al CD8 virgen. La APC también debe expresar suficiente B7 para activar al CD8. Es importante observar que esta DC
que hace de APC no solo fagocitó el virus y lo expresó en su MHC-II, sino que también fue infectada y expresa los péptidos
del virus presentes en su citosol mediante un MHC-I.
Este es el mecanismo que marca la diferencia con la activación de TCD4.

Interacciones entre la célula blanco y LT CD8+ efectores


La interacción inicial de un linfocito efector con
su célula blanco, involucra la interacción entre
moléculas de adhesión que posibilitan que el
linfocito T pueda realizar un muestreo de los
péptidos expresados en las moléculas de MHC-I
(cuadrado 1 en imagen). En ausencia de
reconocimiento específico, las células se
separan (cuadrado 2 en imagen); en presencia
de reconocimiento específico, la fuerza de la
interacción es mayor, el contacto celular es más
prolongado y la célula T estimulada a liberar
sus moléculas efectoras en la célula blanco
(cuadrado 3 en la imagen). Para esto, existe una
reorganización del citoesqueleto y de los
componentes citoplasmáticos del linfocito T. La
reorganización permite que la liberación de las
moléculas efectoras se concentre en la zona del
contacto celular, evitando la diseminación de
las mismas (ver imagen siguiente).
El fenómeno de polarización celular, también ocurre durante la liberación de mediadores solubles producidos de novo,
como las citoquinas producidas por todos los linfocitos T. En todos los casos se obtiene entonces una acción selectiva
sobre la célula blanco.

Ensamblaje de perforinas en la membrana de la célula blanco

En la figura se muestra la zona de


contacto entre la célula blanco
(inferior) y el linfocito citotóxico
(superior). Los gránulos líticos del
linfocito citotóxico contienen varios
tipos de mediadores, los más
conocidos son las granzimas y
perforinas. En la interface se da la
exocitosis de los componentes de
los gránulos líticos. Las perforinas
están implicadas en la formación de
los poros en la membrana de la
célula blanco, proceso que ocurre
por polimerización. Las granzimas
difunden a través de los poros.
Perforinas: Ayuda a depositar el contenido de los gránulos en el citoplasma de la célula blanco
Granzimas: Serinproteasas, que activan la apoptosis una vez que se encuentran en el citoplasma de la célula blanco

Las perforinas son los principales mediadores solubles de los gránulos. Los monómeros de perforinas interaccionan con
fosfolípicos bicapa lipídica, y luego polimeriza para formar un poro similar al formado por polimerización del
componente C9 del complemento (MAC), con el que presentan gran homología. Si bien nos trae el recuerdo del otro tipo
de poro que vimos por ensamblaje de polímeros, el MAC, tenemos que tener muy en cuenta que en este caso es sobre la
membrana de una célula blanco (célula propia), mientras que en el caso del MAC es sobre la membrana de una bacteria.
Además en el caso del MAC, la muerte de la célula se da por lisis osmótica con un número de poros muy importante,
mientras que en el caso de los poros de Perforina la finalidad es la muerte por apoptosis, no se induce la lisis osmótica
sino que el fin del poro es la entrada de granzimas y otros componentes de los gránulos, los cuales desencadenan
cascadas enzimáticas que llevan a la degradación del ADN que es el primer evento que ocurre en la apoptosis.
Es un proceso dependiente de calcio. Para que exista muerte celular, se requiere de la acción de los demás componentes
de los gránulos.

Mecanismo de apoptosis inducida por gránulos citotóxicos


Las granzimas son serinproteasas, por lo tanto aunque
contribuyen a la apoptosis no degradan el DNA directamente
sinó activando una cascada de caspasas (cistein proteasas que
clivan la cadena carboxilo terminal de residuos de ácido
aspártico), que culmina en la activación de endonucleasas que
degradan el DNA rápidamente (antes de que ocurra lisis celular
por los poros). La granzima-B ingresa por los poros e interacciona
con enzimas (caspasas) que se encuentran como pro-enzimas,
inactivas. En la imagen la cascada enzimática está muy
simplificada, pero en definitiva lo que importa es que es una
cascada proteolítica, se van activando proteínas en el citosol
hasta que se activa una endonucleasa que puede ingresar al
núcleo y degradar con un patrón muy particular el ADN eucariota y del virus. Es muy parecido a lo que ocurre con una NK.
Algunos linfocitos citotóxicos pueden ejercer su acción efectora en una forma independiente de los gránulos, mediante la
activación de la cascada de las caspasas a través de la interacción de FAS-L con FAS expresada en la célula blanco,
activando cascadas similares pero a través de los dominios intracelulares (dominios de muerte) de las moléculas
efectoras (FAS-L).
Este mecanismo alternativo, es más importante en la regulación de la respuesta inmune y el control del número de
linfocitos en las etapas finales de la respuesta. (Lo vemos en la clase de regulación, clase 15 tema 12)

Las células citotóxicas inducen la muerte por apoptosis en


sus células blanco. ¿Por qué?
En general las células pueden morir de dos formas. Frente
a traumatismos, privación de oxígeno, agresiones químicas
ó daño en la membrana por anticuerpos y complemento, la
célula muere por necrosis (por ejemplo lisis osmótica). Lo
primero que ocurre en ese caso es que la membrana
plasmática pierde integridad, por lo tanto si hay
diseminación del contenido intracelular. Recordando el
concepto de DAMPs, vemos que en el caso de necrosis se
generarían DAMPs, lo que paría a lugar a una inflamación.
La finalidad de los linfocitos citotóxicos no es generar
inflamación, sino que están en búsqueda de la eliminación
de tal.
La otra forma de muerte celular es la apoptosis ó muerte
celular programada, que es un proceso activo que ocurre
en todos los tejidos de los organismos multicelulares y es
desencadenada por estímulos externos a la célula ó las señales pueden provenir de la propia célula (vías intrínsecas). En
relación a los mecanismos efectores de la respuesta inmune, la apoptosis es inducida por células citotóxicas y puede
involucrar distintas moléculas de membrana y mediadores solubles.
Los cambios más tempranos que ocurren en la apoptosis, son la fragmentación del núcleo, cambios en la morfología
celular, degradación del DNA con un patrón típico de fragmentos de 200 pares de bases, mediante nucleasas que clivan
el DNA entre los nucleosomas. La membrana celular no sufre ruptura, sino que se reordena formando los cuerpos
apoptóticos. No hay escape de DAMPs, no hay inflamación.
La muerte celular por apoptosis es un proceso activo, que lleva a la muerte celular sin generación de señales de peligro
para el organismo, debido a que no hay diseminación del contenido intracelular, ya que la desintegración del material
genético precede al daño a la membrana celular, que en cambio forma cuerpos apoptóticos. Una célula en apoptosis
además, expresa moléculas de membrana que no están expuestas en las células viables y participan en los procesos de
eliminación de las mismas por células fagocíticas (macrófagos tisulares).

LTh efectores que potencian la acción de células fagocíticas


Una vez en los tejidos infectados, los linfocitos Th1 ó Th17 (preferentemente
diferenciados al inicio), producen citoquinas que actúan sobre otras células,
que participan directa ó indirectamente en la eliminación del patógeno. Los
linfocitos Th1 contribuyen a la activación de los macrófagos, potenciando su
acción microbicida. Los linfocitos Th17 producen IL17 que puede
interaccionar con su receptor específico distribuido en una variedad de
células de los tejidos (epiteliales, keratinocitos, fibroblastos); estas células
producen quimioquinas y citoquinas, que atraen al sitio de infección
neutrófilos y tienen efectos sobre la médula ósea para aumentar el recuento
de leucocitos.
En ambos casos hablamos de linfocitos T efectores colaboradores que
reclutan células fagocíticas.
Macrófagos: fundamental para eliminación de bacterias intracelulares.
Neutrófilos: fundamental para eliminación de bacterias extracelulares.

El neutrófilo es el fagocito más potente para eliminar bacterias extracelulares


La fagocitosis es el proceso por el cual una célula internaliza una partícula,
mediante la participación de receptores que inducen la polimerización de
actina. Los neutrófilos cuentan con varios tipos de gránulos, denominados
azurófilos ó primarios y secundarios, que se fusionan con el fagolisosoma
que contiene a la partícula ingerida.
Los gránulos en conjunto contienen proteasas (elastasa, catepsina), lisozimas (enzimas que hidrolizan péptidoglicanos de
las paredes bacterianas), péptidos antimicrobianos (defensinas), y componentes para el ensamblaje de la enzima NADPH
oxidasa, que conduce a la formación de radicales libres del oxígeno (relacionado con el estallido respiratorio). Cuando un
neutrófilo se activa se fusiona el fagosoma con alguno de los gránulos presentes en el citoplasma del neutrófilo.
Son células fagocíticas únicas por la cantidad de mecanismos microbicidas constitutivos que poseen; en contraste los
macrófagos no poseen gránulos y requieren del estímulo del IFN-γ para exhibir al máximo sus propiedades microbicidas.
Sin el efecto potenciador del IFN-γ son menos potentes que los neutrófilos.
En la fase de respuesta adaptativa, las células Th17 a través de los efectos de la IL-17 (principal citoquina secretada por
esta población) sobre varios tipos celulares inducen moléculas quimiotácticas para los neutrófilos potenciando su acción
en la respuesta a bacterias extracelulares que requieren mecanismos fagocíticos potentes.

En la respuesta adaptativa, los macrófagos son activados muy eficientemente por los linfocitos Th1 efectores

Algunos microorganismos como las micobacterias (agente


causal de la tuberculosis y la lepra), son patógenos
intracelulares que sobreviven en los fagosomas de los
macrófagos, inhibiendo la fusión de los lisosomas ó evitando
la acidificación de las vesículas que es requerido para la
activación de las proteasas lisosomales.
Los linfocitos Th1 activan los macrófagos volviéndolos
altamente microbicidas. Cuando una célula efectora Th1 hace
contacto con un macrófago infectado -mediante el
reconocimiento de un péptido del patógeno expresado en
moléculas de MHC II- el linfocito Th1 es inducido a secretar
IFN-γ y a expresar la molécula CD40 L.
En general los macrófagos requieren dos señales para
activarse, el IFN-γ y una segunda señal que sensibiliza al
macrófago para responder a esta citoquina. Los linfocitos Th1
pueden proveer ambas señales. La fuente de IFN-γ puede
además proceder de otras células como los linfocitos T
citotóxicos que pueden activar macrófagos que presentan
antígenos derivados del citosol.
Los macrófagos también se vuelven más sensibles a la
activación por IFNγ por los efectos del LPS bacteriano ó del
TNF-α, que es una citoquina autócrina producida por el
macrófago activado. Los macrófagos activados sufren
cambios que aumentan la efectividad de los mecanismos
microbicidas y amplifican la respuesta inmune.
Los macrófagos activados aumentan la expresión de CD40 y
receptores para TNF, y son estimulados a secretar TNF-α que
representa un estímulo autócrino que sinergiza con el IFN-γ.
En particular, la producción de óxido nítrico (NO) y radicales
libres del oxígeno son inducidos por la activación de LTh1.

En los macrófagos activados por Th1 se inducen enzimas implicadas en la generación de sustancias microbicidas: ROIs
(intermediarios reactivos del oxígeno) y óxido nítrico

La principal función efectora de las células fagocíticas,


como los macrófagos y los neutrófilos es destruir
microorganismos por fusión de los lisosomas con los
fagosomas, y por la producción de sustancias
microbicidas. En los fagolisosomas, las enzimas
proteolíticas almacenadas en los lisosomas se activan y
participan en la destrucción de los microorganismos.
El segundo grupo de componentes efectores, se genera
a partir del oxígeno molecular, que es transformado a
formas muy reactivas, con un potencial oxidativo muy
alto (intermediarios reactivos del oxígeno, ROIs). El
principal sistema generador de ROIs, es la NADPH
oxidasa, una enzima formada por varias subunidades
que se ensambla en la membrana plasmática de las
células activadas y en la membrana de los fagolisosomas. El proceso por el cual se generan los ROIs se llama estallido
respiratorio.
Los macrófagos, tienen además otro sistema de generación de ROIs, denominado sintetasa inducible del óxido nítrico
(iNOs), una enzima citosólica ausente en las células en reposo, pero que es inducida por estímulos como el LPS en
combinación con IFN-γ. La enzima cataliza la conversión de arginina y oxígeno en citrulina y gas óxido nítrico, que
difunde. A su vez, el óxido nítrico puede reaccionar con intermediarios del oxígeno generados en el estallido respiratorio y
producir sustancias más potentes, como peroxinitritos que pueden destruir patógenos. Este mecanismo es específico de
los macrófagos. Esto podría hacernos dudar de qué célula fagocítica es más potente. Si bien las especies reactivas del
nitrógeno son más tóxicas que las del oxígeno, decimos que los neutrófilos son más potentes que los macrófagos ya que
actúan igual en la respuesta innata y en la adaptativa, y comienzan a actuar muy rápido produciendo el estallido
respiratorio. Recordemos que al comenzar la clase se mencionó que la mayoría de las infecciones se eliminan en la etapa
de la respuesta innata, y allí los protagonistas fagocíticos son los neutrófilos. Sin embargo, el macrófago, residente en los
tejidos, para poder producir las ERN debe primero ser activado por un Th1, lo cual lleva un tiempo. Pero debemos tener
en cuenta que ambos son muy activos.
Todos estos componentes, enzimas, ROIs y óxido nítrico, son potencialmente dañinos para los tejidos propios, ya que su
potencial oxidativo no es específico para las estructuras de los patógenos, y pueden actuar también sobre membranas y
componentes de la matriz extracelular. El organismo cuenta con inhibidores naturales para contrareestar estos efectos.
Los abcesos observados en algunas infecciones, representan tejido del hospedador destruido, junto con restos celulares
que incluyen a las células efectoras muertas, principalmente neutrófilos.

Algunos linfocitos Th1 pueden inducir apoptosis en macrófagos infectados


Además de los productos antimicrobianos que actúan en los compartimentos intra y extracelular, se producen péptidos
antimicrobianos y proteasas que pueden actuar sobre algunos patógenos extracelulares.
Algunos Th1 son capaces de eliminar por apoptosis al macrófago infectado por un mecanismo distinto al del CD8, es decir
que no es mediante gránulos. Luego un macrófago “fresco”, no infectado, puede fagocitar al macrófago crónicamente
infectado.

POBLACIÓN DE LINFOCITOS B

Algunos linfocitos Th (Th2 y Th1) tienen afinidad por las zonas foliculares de los ganglios y son eficientes en la activación
de linfocitos B
El perfil de citoquinas que producen condiciona el isotipo producido por las células.
En los órganos linfoides se generan varios tipos de células efectoras, que actuarán por distintos mecanismos en el sitio de
infección ó en el propio órgano linfoide, como es el caso de la activación y diferenciación de linfocitos B para
producción de anticuerpos, que posteriormente actuarán en el sitio de infección.
Acabamos de ver que los Th1 tienen esa función exclusiva sobre los macrófagos muy importante para la eliminación de
patógenos, pero, además también algunos Th1 cooperan con los linfocitos B para la producción de anticuerpos. Este rol
de los Th1 queda muy subestimado y por lo general este mecanismo se atribuye únicamente a los Th2, pero no es así; el
motivo es que es casi la única función de los Th2.

Las citoquinas condicionan el cambio de clase de los anticuerpos

¿Qué es lo que hace que se


produzca determinado tipo de Ac
frente a un patógeno o frente a
otro? La participación de distintas
poblaciones de linfocitos T
colaboradores que excretan
distintos perfiles de citoquinas.
Cuando los que colaboran son los
linfocitos del tipo Th1, los
anticuerpos producidos son los del
isotipo IgG1 e IgG3 en humanos.
Dicho cambio de clase se da porque
en el contacto con el linfocito B se producen las citoquinas IL-2 e IFNγ. Estos anticuerpos son opsonizantes y activadores
del complemento, por lo tanto, para infecciones de bacterias y virus al cuerpo le interesa generarlos, lo que indica que no
es menor el rol de los Th1 en la colaboración con linfocitos B.
Los Th2 en cambio inducen el cambio de clase a IgE, anticuerpos que más adelante vemos en que situaciones son
importantes.
Los Th de las mucosas son colaboradores en el cambio de clase a IgA secretoria, gracias a la TGFβ.
Con los linfocitos B que se activan de forma T independiente en humanos se producen principalmente las IgM e IgG2.
Anticuerpos en la respuesta efectora

- Neutralización de toxinas
- Bloqueo de la interacción de un virus o bacteria con la célula blanco
- Bloqueo de la fusión de la cubierta viral con la membrana plasmática de la célula blanco.
Muchas bacterias extracelulares secretan toxinas que dañan los tejidos o alteran el funcionamiento de células del
hospedador. Para ejercer el efecto biológico la toxina debe interactuar específicamente con una molécula que actúa
como receptor en la superficie celular. Los anticuerpos que se unen al sitio de unión al receptor en la toxina, pueden
prevenir su unión a la célula blanco y por lo tanto protegerla de los efectos nocivos.
Otro tipo de toxinas, son las endotoxinas, componentes de la pared bacteriana como el LPS, y las mismas son liberadas al
medio cuando las bacterias mueren. La acción patogénica de estas toxinas es más compleja, porque las células del
sistema inmune poseen receptores que interaccionan con ellas.
Los virus infectan células por unión a un receptor celular particular, generalmente una proteína específica del tejido al
que infectan. Muchas bacterias tienen moléculas de superficie que facilitan su unión a la superficie celular,
frecuentemente en los epitelios mucosas. La adherencia es crítica para su infectividad, y de igual forma que con los virus
los anticuerpos pueden evitar la invasión.
La afinidad de los anticuerpos, es muy importante para definir la eficiencia del efecto neutralizante.
Se suele hacer el ordenamiento general IgA > IgG > IgM, debido la gran cantidad de IgA secretoria que se produce en el
intestino por ejemplo, pero todas pueden bloquear, es decir, interactuar con moléculas de patógeno que tienen que ver
con su interacción con el hospedador. Al bloquear dichas moléculas con un Ac se inhibe el ingreso del patógeno (o toxina)
a una célula o su interacción. El ordenamiento se debe también a que si se quiere neutralizar una toxina que ya está en el
tejido las concentraciones de IgM en dicho tejido son mucho menores a las de IgA, debido a la naturaleza pentamérica de
la IgM lo que le impide la difusión.

Activación de la vía clásica del complemento

La activación de la vía clásica del


complemento se inicia por la
unión del componente C1q
(normalmente en el plasma) a
un anticuerpo que está unido a
una superficie (ej. una pared
bacteriana).
Una molécula de IgM, adopta la
conformación “de araña”
cuando está interaccionando
con múltiples epítopes
expresados en la superficie del
patógeno. Esta conformación
posibilita la interacción con el
componente C1q, en la región
Fc del anticuerpo. La unión con
C1q activa al componente C1r
asociado, que cliva a la
proenzima C1s, generando una
serin proteasa que inicia la cascada clásica del complemento.
En el caso de la IgG, se requieren por lo menos dos moléculas de anticuerpo interactuando en la superficie, para activar
la cascada.
C1q, una proteína que en conformación nos recuerda a la MBL, pero asociada con subunidades menores.

C4b2a = convertasa de C3.


Todas las vías de activación del complemento concluyen en el depósito de MAC, solo que las convertasas de la vía de las
lectinas y de la clásica son C4b2a.
Como la vía clásica también deposita C3b va a generar como consecuencia la activación de la vía alternativa.

Mecanismos efectores que involucran la interacción AC ↔ receptor para Fc en la célula efectora


Los anticuerpos actúan como “sondas” específicas, dirigiendo la acción efectora de diferentes tipos de células que
actúan sobre el patógeno ó sobre una célula propia infectada o alterada.
Ya vimos la neutralización y la activación de la vía clásica del complemento. Lo que nos queda por ver es que los Ac
dirigen la acción de células de la respuesta innata efectoras. ¿Cómo? Mediante los receptores para algunas
inmunoglobulinas (más específicamente la región Fc de ellas) que tienen estas células.
Los receptores para la región Fc de las inmunoglobulinas median la interacción entre la célula efectora y el blanco.
Este grupo de mecanismos efectores se definen como Citotoxicidad mediada por anticuerpos (abreviado en inglés como
ADCC), aunque algunos autores reservan esta denominación al citotoxicidad por células NK.
Si recordamos la tabla que vimos antes en esta clase, la cual indica para distintos grupos de patógenos los distintos tipos
de anticuerpos o linfocitos T efectores que se activan y resultan eficientes para su eliminación, nos llamó la atención que
para la eliminación de virus se requiera de anticuerpos IgG. Aún cuando el virus ya está en la célula blanco los anticuerpos
son muy importantes, ya que estos dirigen la acción de las células citotóxicas hacia la célula infectada.

Distribución celular de los principales receptores para Fc

Los mecanismos efectores dependen


del tipo celular implicado. Las
células fagocíticas macrófagos y
neutrófilos, son capaces de destruir
patógenos opsonizados por
anticuerpos por los mismos
mecanismos microbicidas que cuando
la fagocitosis ocurre a través de
receptores para PAMPS. De igual
forma, la eliminación de células
infectadas por ADCC ocurre
apoptosis, como en la fase de
respuesta innata.
Los eosinófilos y mastocitos, liberan
el contenido de los gránulos citoplasmáticos al activarse por el entrecruzamiento de IgE de superficie; los mediadores
resultan tóxicos para distintos tipos de patógenos, por ejemplo la proteína básica mayor contenida en los gránulos de los
eosinófilos tiene efecto tóxico sobre algunos helmintos. Algunos de los mediadores liberados, por ejemplo histamina,
actúan potenciando la respuesta inflamatoria y son causantes de daños sobre el hospedador cuando el
entrecruzamiento de IgE es inducido por ejemplo por agentes inocuos como el pólen, un inductor de respuestas alérgicas
en individuos susceptibles.

Las infecciones por helmintos inducen respuestas Th2 protectivas. ¿Para qué sirve la IgE?
Los linfocitos Th2 mediante la producción de un set de citoquinas que se inducen en forma coordinada, favorecen la
eliminación de helmintos que habitan en las barreras intestinales ó son capaces de invadir y migrar a los tejidos. Los
linfocitos Th2 efectores colaboran con los linfocitos B. Al activarse producen todo un set de citoquinas (IL-5 , IL-13 , IL-3 ,
IL-9 , IL-4) y algunas de ellas tienen que ver con el cambio de clase a IgE y otras tienen efectos directos sobre, por
ejemplo, un epitelio intestinal. Las citoquinas actúan en conjunto favoreciendo una serie de acciones que contribuyen a la
eliminación de estos patógenos: actúan promoviendo la producción de mucus por las células de Goblet, estimulando la
contracción de los músculos intestinales, aumentando el recambio de las células epiteliales y por lo tanto eliminando
del epitelio a los parásitos que mantienen un contacto directo con la pared intestinal (mayoría de helmintos viven
adheridos a las células epiteliales).
Además, reclutan células que actúan a través de receptores para IgE y cuya activación induce la liberación de sus
gránulos que contienen moléculas efectoras, particularmente tóxicas para helmintos que migran (ej. proteína básica
mayor del eosinófilo). Algunas citoquinas son quimiotácticas para eosinófilos y mastocitos, que son las células que tienen
receptores para IgE. Una de estas células con receptores para IgE e IgE unida (mayora parte de la IgE del organismo esta
siempre unida a estas células) degranulan. En los gránulos de los mastocitos tenemos por ejemplo histamina, la cual lleva
a la bronco constricción: broncoespasmo. Los eosinófilos tienen los que se llama “proteína básica mayor”, por lo que si se
da la interacción eosinófilo-IgE-helminto la célula libera hacia el exterior dicha proteína que termina eliminando al
patógeno.
Los alérgicos producen muchas IgE contra cosas inocuas contra las que no debería producir.

Citotoxicidad mediada por anticuerpos

Las NK tienen receptores para Fc pero no para cualquier anticuerpo sino que para IgG1 e IgG3. ¿Cómo participan los Ac
en la eliminación de una célula infectada por virus? Una célula infectada por virus podrá expresar péptidos en su
molécula de MHC-I y así los linfocitos T citotóxicos la pueden eliminar. Pero a su vez, dependiendo del virus y de la forma
de entrada, pueden quedar en la membrana de la célula hospedera componentes virales, como por ejemplo
componentes de la cápside por la forma de entrada del virus. En definitiva esa célula esta mostrando componentes
virales en la membrana, no mediante un MHC. Estos componentes pueden ser reconocidos por Ac IgG1 e IgG3 específicos
contra ellos. Dado que las NK tienen receptores Fc para dichos Ac, se da la interacción con posterior desenlace de
mecanismo de apoptosis similar al que ocurre cuando la NK es activada en el marco de la proteína innata. NK también
tiene gránulos.
Esto se da con IgG1 e IgG3 formados, por lo cual tiene que haber habido una respuesta adaptativa.
Mecanismos efectores durante las infecciones virales agudas

Durante el curso de una infección aguda, hay


activación de distintos mecanismos efectores a lo
largo del tiempo, en secuencias reguladas por las
propias células protagonistas en la respuesta innata.
En las primeras instancias ocurre la generación de
interferontes tipo 1 (IFN-α, IFN-β), luego las NK
actuando en su forma de respuesta innata, con
receptores de innata.
Luego cuando ya ha pasado por lo menos una semana,
empiezan a estar en la circulación los linfocitos T
citotóxicos efectores, linfocitos B produciendo
anticuerpos.
La curva representada en amarillo es la curva de
viremia muestra cómo el virus termina siendo
eliminado.
Además en la gráfica se puede observar una de las
ventajas que nos deja la respuesta adaptativa:
generación de linfocitos de memoria.
Recordar que estos linfocitos de memoria se activaran
más rápido, pero no significa que ya estén activados,
deben pasar por ese proceso antes de poder actuar.

Luego de la activación de linfocitos efectores y producción de anticuerpos, hay retorno al sitio de infección de LT
citotóxicos efectores y anticuerpos que potencian y refuerzan a los mecanismos ya existentes.
Tema 12: Regulación de la respuesta inmune
Clase 15, 8/11/2013

¿Qué entendemos por regulación de la respuesta inmune?


- La inducción de mecanismos efectores óptimos para cada tipo de patógeno.
- La autoeliminación y finalización de la respuesta inmune
- El control de la reactividad contra lo propio

La importancia de los mecanismos que regulan la iniciación, la magnitud y el tipo de respuesta inmune se pone en
evidencia en determinadas situaciones patológicas, debidas a:
-Respuestas inmunes inapropiadas desencadenadas contra componentes propios (ej. esclerosis múltiple, lupus
eritematoso sistémico, artritis reumatoidea) ó estructuras exógenas (ej. alergias).
-Inmunodeficiencias, primarias (ej. deficiencia selectiva de IgA, de factores del complemento, etc.) o adquiridas (HIV),
que condicionan la vida del individuo al ser muy susceptible a agentes infecciosos de distinto tipo según los mecanismos
involucrados.

Las preguntas a responder:


- La inducción de mecanismos efectores óptimos para cada tipo de patógeno. ¿Cómo se regula el tipo y magnitud de la
respuesta inmune?
- La autoeliminación y finalización de la respuesta inmune. ¿Cómo se vuelve al estado inicial luego de una respuesta
inmune?
- El control de la reactividad contra lo propio. ¿Cómo se controla la respuesta contra componentes propios?

La regulación del SI está coordinada con otros mecanismos de homeostasis

El sistema inmune está vinculado


con el sistema nervioso y
autócrino a través de
mediadores solubles:
neuropéptidos, hormonas y
citoquinas. En este curso, nos
limitamos a analizar la regulación
de la respuesta inmune, pero sin
perder de vista el escenario más
amplio de regulación en el que
participa. El sistema inmune se
relaciona con estos sistemas y
con otros más, y los mecanismos
de regulación son integrados.
Estos sistemas se comunican
entre sí a través de mediadores
solubles, que en el caso del
sistema inmune, el grupo de
mediadores solubles clásicos son
las citoquinas. A su vez, los
sistemas nervioso y endócrino
tienen sus propias moléculas como neurotransmisores y hormonas.
¿Cómo se conecta el sistema inmune con el nervioso?
El sistema nervioso participa en la regulación de la inflamación en varios puntos. Las neuronas sensitivas del dolor liberan
neuropéptidos como la sustancia P que induce la producción de mediadores inflamatorios por células del sistema
inmune innato como los mastocitos. Por el contrario, la acetilcolina liberada por neuronas del nervio vago actúa vía
receptores nicotínicos de acetilcolina expresados en los macrófagos tisulares para inhibir la produccion de TNF-a e IL-1.
Esto puede explicar alguno de los efectos beneficiosos de la acupuntura sobre el dolor de origen inflamatorio.
Por otra parte a través de la hipófisis se regula la producción de hormonas producidas por glándulas suprarenales que
actúan inhibiendo la inflamación a través de glucocorticoides.
La disciplina que busca integrar todo estos sistemas es la Psiconeuroendocrinoimunología, lo que nos muestra que es muy
complejo “desconectarlos”.
Las citoquinas y quimioquinas son mediadores centrales en la orquestación y regulación de la respuesta

Las citoquinas son polipéptidos pequeños (20 KDa) que actúan sobre
receptores específicos. Representan un grupo estructuralmente diverso,
pero pueden sintetizarse algunas de sus propiedades comunes:
•Son producidas por células de respuesta innata, linfocitos y otros tipos
celulares (ej. células endoteliales, células epiteliales) en determinadas
condiciones. Son secretadas en forma transitoria y autolimitada en
respuesta a estímulos derivados de patógenos ó endógenos (por ej. otras citoquinas).
•No son almacenadas, sino que son sintetizadas generalmente por la transcripción génica inducida por la activación
celular. La transcripción es transitoria y los mensajeros codificantes para la mayoría de las citoquinas son muy inestables.
•Actúan en concentraciones muy bajas, ya que interaccionan con sus receptores específicos con muy alta afinidad.
•Participan en todas las fases de la respuesta inmune (de inducción, efectora) y también en el desarrollo de las células
hematopoyéticas.
•Pueden actuar sobre la misma célula productora o sobre
otro/s tipo/s celular/es: acción autócrina y parácrina
respectivamente.

•En algunos casos, la citoquina en circulación (cuando es


producida en grandes cantidades), pueden tener efectos
biológicos sobre tejidos distantes (acción parácrina sistémica).
•Las consecuencias de la acción de las citoquinas sobre las células blanco son muy diversas, controlan el crecimiento,
diferenciación, proliferación.
•Muchas citoquinas se unen a receptores específicos que utilizan vías de señalización rápidas para inducir cambios en la
expresión génica en el núcleo, la transcripción de genes comienza rápidamente luego de la interacción en la mayoría de
las citoquinas. Una excepción lo representan las quimioquinas, que al interactura con sus receptores inducen la migración
celular sin la expresión de nuevos genes.

Las citoquinas ejercen su acción interaccionando con receptores específicos en la membrana de la célula blanco

Los receptores para la mayoría de


las citoquinas consisten en varias
subunidades que al interaccionar
con el ligando específico se
dimerizan, aproximan sus dominios
intracitoplasmáticos permitiendo
interacciones moleculares
necesarias para la generación de
factores de transcripción que
traslocan al núcleo e inician la
transcripción de nuevos genes.
Los dominios intracelulares
interaccionan con distintas
proteinas citoplasmáticas, activando
cascadas de señalización que
pueden implicar o no la
transcripción de nuevos genes
mediante cascadas que llevan a la
activación de factores de
transcripción. Los receptores en
general son de “máxima seguridad”.
Tienen dos subunidades en la membrana plasmática de la célula, disociadas. La asociación (acercamiento de moléculas)
se da cuando interacciona con citoquinas. De la imagen de la izquierda, las subunidades verde y amarilla son moléculas
adaptadoras que están inactivas en el citosol y que gracias a los cambios conformacionales logran interactuar. La mayoría
de las citoquinas culminan activando factores de transcripción, es decir que moléculas que están inactivas en el citosol
que pasan a traslocar al núcleo para activar genes (imagen izq.)
Las quimioquinas (citoquinas quimiotácticas) no actúan de esta manera. Los receptores no están relacionados a la
activación de factores de transcripción (imagen der.), sino que tienen que ver con cascadas enzimáticas. Para que una
quimioquina tenga efecto debe actuar sobre el citoesqueleto de la célula receptora para que migre. TNF es una citoquina
relacionada con la apoptosis también señaliza de esta manera y no por factores de transcripción.
Muchas citoquinas son reconocidas por receptores estructuralmente relacionados

Los receptores para algunas citoquinas que tienen


efectos relacionados, interaccionan con
receptores que comparten subunidades. Por
ejemplo la familia de citoquinas que se muestran
en la figura tienen efectos sobre linfocitos,
actuando cada una sobre su receptor específico,
pero estos comparten cadenas (cadena γ).
Las citoquinas tienen receptores que son dimeros
o trímeros. Por ejemplo, en la imagen vemos un
bloque de citoquinas en las que todas tienen
distintos efectos sobre linfocitos T o B. Todas
tienen receptores que comparten cadenas. Los efectos de estas citoquinas están vinculados en el sentido de sobre qué
célula actúan. Sería como una especie de economía: utilizar las mismas cadenas que según como se ensamblen serán
receptores de distintas citoquinas.

¿Cómo actúan las citoquinas?

La acción pleiotrópica de las citoquinas es la capacidad de las mismas de actuar sobre distintos tipos celulares, lo que le
permite mediar diversos efectos biológicos.
Esta propiedad es la principal limitante que
enfrenta la aplicación clínica de las citoquinas
para el tratamiento de enfermedades, ya que el
uso de una citoquina por uno de sus efectos
biológicos, seguramente se acompaña de
efectos colaterales debido a la acción sobre
otros tejidos.

Distintas citoquinas pueden compartir efectos


biológicos sobre otras células; estos efectos
redundantes explican que el uso de
antagonistas para una citoquina dada no sea
suficiente en algunos casos para bloquear su
acción, debido a que hay efectos
compensatorios por otras.

Dos citoquinas pueden actuar antagonizando


mutuamente sus acciones biológicas, pueden
producir efectos aditivos ó en algunos casos los
efectos superan a lo esperado y se trata de
efectos sinérgicos.

Estos efectos de regulación entre citoquinas se


observa in vivo durante el curso de una respuesta
inmune, donde ocurren cascadas de
retroalimentación positiva y negativa.
¿Cómo se regula el tipo y magnitud de la respuesta inmune?
El tipo de respuesta innata que se monta contra un
patógeno está determinado por sus PAMPs.
Cada tipo de patógeno expresa un patrón particular de
PAMPs y moléculas activadoras del complemento. La
activación a través de diferentes receptores, condiciona
el perfil de moléculas con actividad quimiotácticas en el
sitio de infección. Hay reclutamiento preferencial de
determinadas poblaciones efectoras, que expresan
diferente perfil de receptores para quimioquinas.

El tipo de respuesta inmune se empieza a definir desde el


principio, desde la entrada del patógeno.
Las características de la respuesta innata estarán
definidas por el patógeno, que dependiendo de los
PAMPS expresados, será capaz de activar distintas
poblaciones celulares, ya que las células de respuesta
innata tienen una distribución de los receptores para
PAMPS que varía según el tipo celular e incluso el tejido
en cuestión (por ejemplo los macrófagos alveolares no
expresan el mismo perfil de receptores que los que
residen en otros tejidos no asociados a mucosas).
La activación a través de distintos TLR, induce la
producción de perfiles de quimioquinas diferentes, que
condicionarán los tipos celulares que serán reclutados al
sitio de infección.
La mayor o menor activación de la vía del
complemento, también condiciona el perfil de células
reclutadas, por ejemplo el factor C5a es la molécula quimiotáctica más potente para la atracción de los eosinófilos. Esto
nos muestra que no todas las respuestas innatas son iguales, cualitativamente hablando.

Las células reclutadas en el sitio de infección condicionan el tipo de respuesta adaptativa


Como consecuencia final, las células activadas en el sitio de infección producirán citoquinas que condicionarán en los
ganglios la diferenciación de los linfocitos T.
Por ejemplo si en el sitio de infección hay predominio de CD, NK y macrófagos que son estimulados a producir un
microambiente rico en IL-12, la APC al presentar los antígenos a los linfocitos T, promoverá su diferenciación a LTh1. La
ausencia de estas citoquinas y/ó la presencia de IL-4 proveniente de otras células en el tejido periférico, influenciarán la
diferenciación de los LT hacia un perfil Th2.
En suma, la instrucción por los patógenos de las células del sitio de infección, se ve reflejada en el tipo de respuesta
adaptativa inducida en los órganos linfoides.
Los cambios en la expresión de los genes de las citoquinas que acompañan la diferenciación de las células T en células
efectoras, son el reflejo del estímulo recibido por las citoquinas secretadas por las DC maduras que se activaron en el
tejido, y otras células (como macrófagos, mastocitos, células NK y NKT) que también fueron activadas por el patógeno.
Dado que los distintos patógenos tendrán distintos PAMPs, el perfil de citoquinas que secretaran estas células va a estar
afectado por los mismos. En otras palabras, la respuesta innata contra distintos patógenos activa las DC y otras células en
forma distinta, y esto se transmite en la programación de la diferenciación de los linfocitos T durante su activación, lo que
los capacita para combatir específicamente al patógeno en cuestión. Otros factores que parece influir en el proceso de
diferenciación, es la densidad de complejos TCR-péptido-MHC y la intensidad de la coestimulación.

Por ejemplo, la activación de células NK por una infección local o por la secreción de IL-12 por la DC, hace que la NK
secreten INFγ, el cual a actúa sobre los linfocitos T que están siendo activados a través de su TCR promoviendo la
activación del factor de transcripción T-bet que es esencial para la diferenciación a TH1 y hacer que estas células
respondan a la secreción de IL-12. Para que se dé la activación de linfocitos que terminan con un fenotipo TH1 tiene que
haber contacto MHC-péptido-TRC, tiene que haber coestimulación de B7 pero si además la DC adquirió un perfil que
secreta IL-12 que puede interactuar con una célula NK que esta por ahí, y a su vez dicha célula NK gracias a este estímulo
secreta IFγ, el cual estimula a la DC para producir más IL-12, la suma de estas dos citoquinas hace que los linfocitos se
diferencien en TH1. Típicamente, los TH1 expresan un factor de transcripción que se llama T-bet. No es tan importante el
nombre, pero si es importante saber que hay un factor de transcripción que caracteriza cada población.
Los otros caminos de diferenciación no son tan bien comprendidos, por ejemplo en el caso de la diferenciación a TH2, se
ha visto que in vitro la IL-4 es un poderoso factor de diferenciación, que promueve la expresión del factor de transcripción
GATA-3 característico del desarrollo a TH2, siendo los mastocitos, eosinófilos, basófilos y células NKT las posibles fuentes
de esta citoquina in vivo. Otros factores que han sido asociado con la diferenciación a TH2 incluyen la TSLP (thymic
stromal lymphopoietin) una proteína producida por las células epiteliales durante la inflamación, y la IL-25, pero al igual
que con la IL-4, las forma en que actúan no es completamente entendida.
En el caso de las células TH17 y las Treg, los detalles son menos claros, en parte porque estas células se han descubierto
más recientemente. Aparentemente la diferenciación de ambas es promovida por el TGFβ (citoquina típicamente anti-
inflamatoria), pero las TH17 se diferencian en presencia de IL-6 (particularmente cuando IL-4 e INFγ están ausentes) y
una vez diferenciadas requieren de la IL-23 para su mantenimiento. El factor de transcripción característico de la TH17 es
el RORγ mientras que el de las células reguladoras el FoxP3. (YA VISTO EN TEMA 8)

Las células TH1 y TH2 se inhiben mutuamente a través de las citoquinas

Las citoquinas participan también en el mantenimiento del


perfil Th1 ó Th2 durante una respuesta, ya que las citoquinas
producidas por ambos tipos de linfocitos tienen efectos
inhibitorios sobre la población opuesta.
Es de decir que las poblaciones de linfocitos Th1 y Th2
producen citoquinas diferentes, y se regulan mutuamente. Por
ejemplo, siguiendo la imagen: Los Th1 producen IFNγ, citoquina
que ya vimos que promueve la diferenciación hacia linfocitos
Th1 (loop positivo) pero a su vez inhibe la proliferación de los
Th2.
Son mutuamente antagónicas.

¿Cómo se vuelve al estado inicial luego de una respuesta inmune? La desaparición de la infección es la principal causa del
apagado de la respuesta inmune.
En la respuesta adaptativa, hay una proliferación en los ganglios de linfocitos T y B, la cual en determinado momento
debe ser frenada.
Lo mismo con las inflamaciones. En un proceso inflamatorio hay producción de citoquinas, cambios en los vasos, etc. lo
cual también hay que frenar en determinado momento. Volver al estado inicial, al mismo tiempo que se va eliminando la
causa de la infección, el patógeno.
La disminución de la carga de patógenos gracias al desarrollo de mecanismos efectores de la respuesta innata y
adaptativa, es la primer causa de que todo los demás disminuya, ya que hay menos PAMPs, menos células que se activan,
y así sucesivamente.

Autolimitación de las respuestas inflamatorias

Las células que actúan en la respuesta innata,


producen una variedad de citoquinas con efectos
sobre distintas células blanco del sitio de infección
(ej. células endoteliales, neutrófilos) y también en
tejidos distantes (ej. hígado, hipotálamo).
Algunas citoquinas tienen efectos redundantes,
por ejemplo sobre la inducción de proteínas de
fase aguda y síntesis de proteínas del
complemento por el hígado ó el caso de las
citoquinas que actúan sobre el endotelio.
El efecto sistémico sobre el cerebro, más
específicamente sobre el hipotálamo (centro de
regulación de la temperatura), provoca un
aumento de la temperatura corporal (fiebre). Este
mecanismo efector consiste en aumentar la
temperatura por encima de la temperatura
óptima de virus y bacterias y así disminuir su proliferación.
¿Cómo se detiene este efecto?

Una vez que las bacterias comienzan a ser


eliminadas, la concentración de los
componentes activadores de las células
inflamatorias disminuyen, el reclutamiento
de más células de sangre también disminuye
porque los cambios en el endotelio son
menos intensos, etc.
Por otra parte, las propias células
inflamatorias como los macrófagos
(residentes y reclutados en esta etapa),
comienzan a expresar otro perfil de
receptores y de citoquinas. Se induce la
producción de IL-10 una citoquina con acción
autócrina y parácrina que inhibe la
producción de citoquinas inflamatorias.
Los macrófagos en este estado, expresan otro
conjunto de receptores, por ejemplo los que
participan en la fagocitosis de los cuerpos apoptóticos (que pueden provenir de los neutrófilos que actuaron en el sitio),
generando señales inhibitorias, relacionadas en cambio con la producción de citoquinas antiinflamatorias como la IL-10 ó
el TGFβ.
En el proceso algunas células efectoras comienzan a morir, por ejemplo las fagocíticas, como los neutrófilos, que luego de
fagocitar mueren por apoptosis. Estas células apoptóticas (mostradas en imagen) son una señal para comenzar a
comenzar a detener la inflamación, ya que los macrófagos presentan algunos receptores llamados “scavenger” que
reconocen estas células apoptóticas gracias a que muestran lípidos de membrana distintos a los de una célula viable. Los
macrófagos fagocitan estas células muertas y como consecuencia hay producción de citoquinas antiinflamatorias (IL.10
por ejemplo), citoquinas que actúan sobre otros macrófagos, volviéndolos a un estado antiinflamatorio. Este macrófago
deja de producir las citoquinas que estaban afectando la pared vascular y potenciando el pasaje de células.

En etapas tardías de activación, la respuesta a IL-1 y TNFα tiende a autorregularse negativamente

Durante el curso de una respuesta inmune, se


pueden comenzar a sintetizarse
naturalmente, moléculas que antagonizan la
acción de una citoquina como forma de
autocontrol de la respuesta. Por ejemplo el
antagonista de IL-1 se une al receptor sin
señalizar. En el caso del TNFα, la propia
citoquina induce en fases tardías de la
respuesta la liberación del receptor, de forma
que la célula es menos sensible a la
señalización y capta citoquina en la fase
soluble sin señalizar.
Estos mecanismos naturales de regulación,
pueden ser explotados en la terapéutica
humana, por ejemplo para lograr efectos
antiinflamatorios, mediante la administración
de antagonistas o receptores solubles para
citoquinas sobreexpresadas en enfermedades
inflamatorias crónicas como la artritis reumatoidea.
En determinado momento los macrófagos como forma de autolimitación realizan una serie de pasos:
1. Generación del antagonista del receptor para IL-1. Esta molécula, en contraste de lo que hace la IL-1, si bien se une no
señaliza. Por lo tanto la célula blanco no tiene los efectos que tendría en un contexto inflamatorio a través de la IL-1. Esta
es una de las estrategias que se usa en la terapéutica con una molécula recombinante, antagonista del receptor para IL-1,
que se llama Anakinra, usado para artritis reumatoidea.
2. Liberación por parte de los macrófagos de receptores solubles. En la imagen vemos el receptor para TNGα. El hecho
de que se de el clivaje y la liberación de dicho receptor (que tiene como fin la activación del macrófago) tiene como efecto
la no activación del macrófago, ya que por no estar en la membrana (está soluble), si bien se da la unión no se da la
señalización.
3. Producción de citoquinas antiinflamatorias. Como ya mencionamos más atrás, se produce TGFβ y IL-10.
La limitación de la respuesta adaptativa

Como una forma de regulación de la respuesta inmune, durante su diferenciación, los linfocitos T efectores son
programados para morir y la mayoría muere por apoptosis 15 días después de ser activados, incluso aunque la infección
no se haya contenido. La vida media de los linfocitos T efectores está influida por estímulos internos que pueden acelerar
o demorar el programa de muerte por apoptosis, pero en todos los casos la población de células T tiene un pico a los
pocos días de comenzada la infección y luego decaen hasta llegar a quedar un 10%, básicamente compuesta por células
de memoria específicas. La supervivencia de estas últimas está determinada por el estímulo recibido a través de la
expresión del receptor para la IL-7R y en el caso de los linfocitos T citotóxicos de memoria, por el estímulo adicional de la
IL-15.

La autolimitación de las respuestas mediadas por linfocitos

En condiciones de salud las respuestas inmunes son autolimitadas, a medida que el antígeno es eliminado el sistema
inmune retorna a su nivel basal de reposo, manteniendo en forma aproximadamente constante el número de linfocitos;
esta propiedad del sistema inmune, se denomina “homeostasis”.
Durante la respuesta inmune, debido a los procesos de proliferación clonal de los linfocitos, el número de linfocitos
aumenta hasta 1000 veces y los linfocitos específicos para el patógeno pueden representar hasta el 50% del total de
linfocitos T CD8 en el momento de máxima respuesta.
Una vez que la infección es controlada, esa gran cantidad de linfocitos no es necesaria, y es potencialmente peligrosa,
por lo que el organismo controla el número de linfocitos hasta volver al estado previo a la infección, quedando solo los
linfocitos memoria de vida media más larga pero quiescentes (en reposo); los linfocitos efectores son de vida media
corta.
Gran parte del declive de la respuesta inmune, se debe a que ocurre muerte de los linfocitos por la disminución de
señales de activación, en la medida que el antígeno se está eliminando, se trata de una muerte por apoptosis pasiva por
ausencia de señales que conducen a la expresión de proteínas antiapoptóticas, como son los miembros de la familia Bcl2.

Además, los linfocitos activados por el antígeno disparan mecanismos activos que contribuyen a la autolimitación:
i. los linfocitos T comienzan a expresar la molécula CTLA4, que interacciona con B-7 inhibiendo los procesos de
proliferación.
ii. los linfocitos activados pueden comenzar a coexpresar las moléculas Fas y Fas-L, cuya interacción conduce a la
apoptosis; este proceso denominado “apoptosis inducida por la activación” requiere de la estimulación antigénica
persistente, como puede ocurrir en infecciones crónicas ó en respuestas autoinmunes. No se sabe aún si este mecanismo
opera in vivo en otras situaciones.
El control sobre la proliferación durante la activación de los linfocitos T está dada por elementos de control positivos
(CD40L) y negativos (CTLA4).

La proliferación de los linfocitos T


durante su activación es reforzada por
un circuito de retroalimentación
debido a la molécula CD40L (ligando
para CD40). Este ligando tiene un papel
fundamental para las funciones
efectoras que cumplen los linfocitos
una vez que se diferenciaron como se
verá más adelante en el curso, pero en
esta etapa, en la cual se mantiene el
contacto DC-linfocito T por algunas
horas, la expresión de este ligando
permite que se una al CD40 en la DC lo
cual hace que esta exprese una mayor
densidad de moléculas de B7, que
redunda en un mayor estímulo de
activación para los linfocitos T por esta
DC. Si no se contrarresta este estímulo, la situación se puede descontrolar y resultar en una proliferación desmedida. La
forma de limitarlo es que conjuntamente con el CD40L, el linfocito T activado comienza a expresar CTLA4 (cytotoxic T
lymphocyte antigen 4) una molécula de superficie con alta afinidad por las moléculas de B7, pero que no produce
señales de activación y por tanto funciona básicamente como un competidor (ventajoso por la alta afinidad) de CD28.
El dominio intracelular, posee motivos de inhibición (ITIM) que actúan interfiriendo con la señalización originada a través
del receptor T y en consecuencia inhibiendo su activación. Es un mecanismo esencial para limitar la respuesta
proliferativa de los linfocitos T activados.
Este mecanismo es sumamente importante, y sus consecuencias se ven claramente en situaciones experimentales en
animales en los que se ha removido el gen de CTLA4, estos mueren rápidamente por linfoproliferación desmedida
acompañada de enfermedades autoinmunes.

La apoptosis regula el número de linfocitos activados


La inducción de apoptosis en los linfocitos
involucra la activación de enzimas
citosólicas denominadas Caspasas (nombre
que en inglés deriva de sus características:
proteasas con Cisteinas en el sitio activo,
que clivan residuos de aspártico).
En la clase pasada vimos cómo los linfocitos
TCD8 y las NK matan a células por apoptosis
a través de gránulos. En este caso el
mecanismo no es por gránulos, sino que es
por otras vías de apoptosis.

La activación de las caspasas en los linfocitos puede ser inducida de dos formas:
i. Mecanismo activo; vía exógena: Interacción de ligandos con los receptores de muerte en la membrana plasmática (ej.
Fas ó TNFR).
ii. Mecanismo pasivo; vía endógena o mitocondrial: Señales generadas por cambios en la permeabilidad de la
membrana mitocondrial inducidos por estress, por la deprivación de factores de crecimiento o ausencia de
coestimulación para los linfocitos T; hay un rápido incremento en la permeabilidad de la membrana de la mitocondria que
conduce a la liberación de Citocromo C, que actúa como cofactor para una enzima la vía de las caspasas. Este tipo de
muerte (pasiva o por negligencia), significa que las células están programadas para morir a menos que reciban estímulos
para la sobrevida.
Este mecanismo, también opera en células tratadas con corticoides, radiación o algunas drogas quimioterápicas.
Inducción de apoptosis por la vía endógena: cambios en la mitocondria conduce a la activación de caspasas

En condiciones de normalidad la
membrana de la mitocondria
posee una molécula
estabilizadora, Bcl-2 que impide
el hinchado del organelo. Frente
a la deprivación de señales de
sobrevida, puede ocurrir la
desestabilización de la
membrana y se libera el
citocromo C, un componente
proapoptótico normalmente
confinado en la mitocondria.
El citocromo C que está en el
citosol interactúa con proteínas
que forman parte de la cascada
enzimática de las capasas, las
cuales estaban inactivas antes.
Es decir que una vez que el citocromo C esta en el citoplasma, activa una cascada enzimática que concluye con la
activación de endonucleasas en forma análoga que las otras vías apoptóticas.
La expresión de Bcl-2 puede regularse a la baja por la expresión de las llamadas proteínas pro-apoptoticas. La falta de
citoquinas que ocurre con el apagado del estímulo inflamatorio, o sustancias como los glucocorticoides pueden inducir la
expresión de las proteínas pro-apoptóticas y así disminuir Bcl-2 disparando la apoptosis. El daño del DNA tiene un efecto
similar cascada enzimática que concluye con la activación de endonucleasas en forma análoga que las otras vías
apoptóticas.
En la clase anterior vimos un proceso de apoptosis en el contexto de una célula infectada por un virus, por lo que se
degrada ADN propio y viral. Acá hablamos de una célula efectora que muere de esta forma mediante degradación de su
ácido nucleico y manteniendo la integridad de la membrana.

La interacción entre Fas y FasL expresadas en la misma o diferentes células, desencadena el proceso de apoptosis en
linfocitos T maduros
Pasamos ahora a ver un mecanismo
activo de apoptosis generado por los
linfocitos; vía exógena.
La interacción entre Fas y Fas-L
inicia el proceso de apoptosis. La
molécula de Fas que se encuentra
como monómero en la membrana,
se trimeriza al interaccionar con su
ligando (coexpresado en la misma
célula ó en otra diferentes),
aproximando los dominios
citoplasmáticos de muerte y
perimitiendo la interaccíón con moléculas adaptadoras, que a su vez activa caspasas. Más adelante en la cascada, se
activan DNAsas que están en forma inactiva en el citoplasma, pero que al translocar inician la degradación del DNA.
Durante la apoptosis, el DNA es degradado de una forma característica, que consiste en un patrón en escalera múltiplos
de 200 pares de base.
Todos los linfocitos T expresan Fas-L. Una vez que se activa el linfocito además empieza a expresar Fas. Estas son
moléculas que interaccionan entre si. Fas es una molécula que tiene un dominio que se llama “dominio de muerte”,
porque es la que al trimerizar interactúa con moléculas citosólicas inactivas que terminan cambiando la conformación y
actuando sobre componentes de la cascada de caspasas.
Los linfocitos activados pueden expresar Fas y FasL

En determinadas condiciones, por


ejemplo cuando los linfocitos son
estimulados en forma persistente,
pueden comenzar a coexpresar en su
superficie ambas moléculas FasL y Fas.
Una vez que las células blanco se van
eliminando, se va favoreciendo la
interacción entre los linfocitos
citotóxicos a través de las moléculas
Fas-FasL, ya sea en un linfocito ó entre
células adyacentes.
Analizando la imagen: se da una
respuesta a linfocitos T, una
proliferación, activación de linfocitos T,
los cuales comienzan a expresar las dos
moléculas (Fas y Fas-L), y se puede dar
la interacción de estas dos moléculas
en el mismo linfocito o entre dos linfocitos distintos. El linfocito que tiene el Fas (molécula que tiene el “dominio de
muerte”) es el que lleva a la apoptosis, por una vía que se llama “la vía de Fas-FasL” que converge con las demás vñias de
apoptosis pero que se inicia distinto a ellas.

La expresión de “receptores de muerte celular” es también una forma de disminuir los clones de células expandidas al
final de la respuesta
Inicio de la respuesta: Los linfocitos T citotóxicos activados expresan el ligando para Fas (FasL) y esto contribuye a la
eliminación de la célula blanco.
Final de la respuesta: Autodestrucción de linfocitos T citotóxicos por acción del sistema Fas-FasL.

Se esquematiza como se limitaría una respuesta citotóxica frente a una célula blanco, mediante el proceso denominado:
“muerte inducida por la activación”. Las células T interaccionan específicamente a través del TRC (no indicado) con la
célula blanco.

Distintas formas de inducción de la apoptosis contribuyen al apagado de la respuesta

El programa para la apoptosis está presente en todas las células y puede ser disparado por la ausencia o presencia de
determinadas señales, ya sea que se produzcan en la propia célula vía endógena, o por la activación a través de
‘receptores de muerte’ de membrana (ej. vía Fas)
La vía endógena está vinculada a la liberación de citocromo de la mitocondria. En condiciones de normalidad la
membrana de la mitocondria posee una molécula estabilizadora, Bcl-2 que impide el hinchado del organelo. Frente a la
deprivación de señales de sobrevida, puede ocurrir la desestabilización de la membrana y se libera el citocromo C, un
componente proapoptótico normalmente confinado en la mitocondria.
Una vez en el citoplasma activa una cascada enzimática que concluye con la activación de endonucleasas en forma
análoga que las otras vías apoptóticas. La expresión de Bcl-2 puede regularse a la baja por la expresión de las llamadas
proteínas pro-apoptoticas (cuadro azul). La falta de citoquinas que ocurre con el apagado del estímulo inflamatorio, o
sustancias como los glucocorticoides pueden inducir la expresión de las proteínas proapoptoticas y así disminuir Bcl-2
disparando la apoptosis. El daño del DNA tiene un efecto similar.
En cuanto a la vía exógena, cuando los linfocitos son estimulados en forma persistente, comienzan a coexpresar en su
superficie ambas moléculas FasL y Fas. Una vez que las células blanco se van eliminando, se va favoreciendo la interacción
entre los linfocitos citotóxicos a través de las moléculas Fas-FasL, ya sea en un linfocito ó entre células adyacentes. La
interacción entre Fas y Fas-L inicia el proceso de apoptosis. La molécula de Fas que se encuentra como monómero en la
membrana, se trimeriza al interaccionar con su ligando (coexpresado en la misma célula ó en otra diferentes),
aproximando los dominios citoplasmáticos de muerte y perimitiendo la interaccíón con moléculas adaptadoras, que a su
vez activa caspasas. Más adelante en la cascada, se activan DNAsas que están en forma activa en el citoplasma, pero que
al translocar inician la degradación del DNA. Durante la apoptosis el DNA es degradado de una forma característica, que
consiste en un patrón en escalera múltiplos de 200 pares de base.

La regulación por anticuerpos.

Veremos ahora como baja la


producción de anticuerpos, es decir,
cómo se frena la activación de
linfocitos B y cómo una vez que hay Ac
suficientes sirven como mecanismo de
autocontrol.
La retroalimentación por anticuerpos
IgG es un mecanismo de regulación a
la baja en la respuesta humoral, opera
una vez que la concentración de
anticuerpos específicos sintetizada por
un antígeno es suficientemente alta y
aparecen complejos antígeno-
anticuerpo solubles
(inmunocomplejos). Los
inmunocomplejos entrecruzan las Ig de
membrana de los linfocitos y los
receptores para Fc para IgG tipo RIIB
que tiene motivos de inhibición en su
dominio intracelular (ITIM:
Immunoreceptor Inhibitory Tirosine
Motif).
Esto activa una cascada de señales
inhibitorias mediadas por la cola
citoplasmática del FcR-RIIB como
consecuencia de la interferencia con la
señalización mediada por el BCR.
Es interesante destacar, que los
anticuerpos que median este
mecanismo inhibitorio son los IgG y
no los IgM generados al inicio de la
respuesta, que no interaccionan con
los FcR.
El concepto es el mismo que venimos
manejando. Aparece en los linfocitos
activados un receptor que tiene que
ver con la inhibición. Ese receptor es,
en este caso, un receptor para la
región Fc que se llama receptor γ (es decir de IgG) del tipo IIB (inhibitorio); FcRγIIB. A diferencia de los receptores para
región γ que vimos la clase pasada, estos tienen motivos de inhibición en el citosol (ITIM) y no motivos activadores
(ITAM).
Hay una respuesta frente a un antígeno polivalente (en imagen se ve como una bola con muchos epítopes), lo cual genera
Ac específicos y se formaran los que se llaman “inmunocomplejos” circulantes, es decir antígeno unido al anticuerpo.
Estos inmunocomplejos en determinado momento, cuando ya hay mucho anticuerpo, interactúan con el linfocito B a
través del receptor para Fc. Al mismo tiempo, el antígeno libre (si es que sigue habiendo) puede actuar con la Ig de
membrana. La señalización que se da por interacción entre el inmunocomplejo y el receptor para Fc, lleva a un bloqueo
de la activación y diferenciación del linfocito B.
Esto solo va a poder ocurrir cuando hay inmunocomplejo circulante, es decir que ya hay suficiente Ac para inhibir. No
tiene sentido que ocurra en el principio.

Limitación de la producción de anticuerpo por retroalimentación mediada por receptores Fc.

En el esquema se muestra que la


inhibición puede ser mediada
anticuerpos específicos contra diversos
epítopes presentes en el antígeno que
originó la respuesta, al permitir el
entrecruzamiento de los BCR y
receptores inhibitorios.
Tenemos un linfocito B en reposo, con
receptores BCR y muy poca cantidad del
receptor inhibitorio, FcRIIB (amarillo).
Por otro lado, tenemos un antígeno
polivalente contra el cual se generaran
Ac.
En un principio, el linfocito se activa y
empieza a expresar más moléculas de
las amarillas, es decir, más receptores
FcRIIB, inhibitorios. Como resultado se
progresa hacia plasmocitos (células B efectoras activadas) y células de memoria. Cuando ya hay suficiente Ac del tipo IgG,
en las etapas finales de la respuesta, se podrá dar la situación en la cual el inmunocomplejo se une a través de la región Fc
de los Ac que lo conforman al linfocito B a través de sus receptores FcRIIB. Es importante ver que hay un
entrecruzamiento, para lo cual es necesario que todos los epítopes estén en la misma molécula, el cual lleva al bloqueo
de la diferenciación. Se trata de una inhibición contra este antígeno, el cual presenta varios epítopes y entra en juego la
inhibición de distintos linfocitos B, todos productores de Ac específicos contra ese inmunocomplejo pero puede ser
contra distintos epítopes.

En síntesis: La expresión de algunos receptores celulares son modulados durante el curso de la respuesta inmune

Vemos en esta síntesis cómo se detiene la respuesta para linfocitos B y T. Se cumple en ambos casos la misma premisa: En
una célula en reposo se expresan pocos receptores para la molécula inhibitoria y al activarse aumenta la expresión.
Fas y CTLA4 para linfocitos T; FCRIIB γ para los linfocitos B.
Supresión activa a través de linfocitos T con función supresora.

Recordando la última pregunta


que nos realizamos al comenzar
la clase: ¿Cómo se controla la
respuesta contra componentes
propios?
En el curso de una infección,
durante una respuesta inmune
específica aumenta la
probabilidad de presentar
componentes propios en un
contexto inflamatorio, que
podrían conducir a la activación
de células autorreactivas. Para
controlar estos eventos, hay
generación de linfocitos T
reguladores, que protegen al
individuo de enfermedades autoinmunes y contribuyen a apagar la respuesta.

Linfocitos T CD4+ reguladores; LTreg naturales (CD25+ “high”)


- Se generan en el timo
- Específicos para antígenos propios
- 10 – 15% de LT CD4+ en periferia
- Expresan el factor de transcripción Foxp3+
- Producen IL-10 y TGFβ
- Se expanden en el curso de una respuesta inmune.

LTreg inducidos en órganos linfoides secundarios


La mayoría de los LT reguladores son generados en el timo y tienen especificidades contra componentes propios. Sin
embargo, durante las respuestas inmunes también pueden diferenciarse LT reguladores (inducidos o adaptativos) a
partir de LT vírgenes en órganos linfoides secundarios. Aunque aún es controvertido el tema de la generación de LTreg in
vivo, por su diferenciación con la expansión de los lTreg que puede ocurrir también, se cree que se generan
principalmente en circunstancias de estimulaciones crónicas, condiciones asociadas por ejemplo a infecciones crónicas
como tuberculosis o esquistosomiasis y también en animales con carga tumoral importante. En estas circunstancias
también puede haber expansión de LTreg naturales, que tenderían a evitar respuestas autoinmunes asociadas a
respuestas inflamatorias crónicas. En conjunto, ambas poblaciones actuarían para evitar inmunopatología.
FoxP3 es hasta el presente el marcador más utilizado para identificar las poblaciones T CD4+ reguladoras, aunque no es
totalmente específico. Foxp3 interfiere con la interacción entre los factores de transcripcion para IL-2 y su promotor
(NFAT, AP-1).
Ratones deficientes en FoxP3 desarrollan enfermedades linfoproliferativas y humanos con mutaciones en FoxP3 padecen
síndromes como la enteropatía ligada el cromosoma X ó una poliendocrinopatía, con disminución del número de
linfocitos reguladores.
En modelos in vitro, se obtiene diferenciación a Treg1 mediante estimulación con IL-10 y Th3 mediante TGFβ.

Mecanismos de supresión de linfocitos Treg


Los LTreg ejercen su acción regulatoria actuando sobre otras células, que no necesariamente tienen la misma
especificidad. El contacto con sus células blanco no es a través del TCR sinó que a través de citoquinas y contacto celular
por medio de otras moléculas. La condición para que ejerzan su acción es que las células estén en el mismo tejido o que
sean expresados por la misma APC. Se cree que los avances en el entendimiento de estas células puede tener
implicancias importantes para el tratamiento de las enfermedades autoinmunes en base a las experiencias de
transferencia de células en modelos animales.
No está claro aún si los LTreg in vivo deben ser activados previamente para ejercer su función.

Generación de LTreg CD25+ en periferia


Las células dendríticas juegan un rol central en la generación de los linfocitos T reg inducidos en periferia. Dependiendo
del contexto en el cual se de la interacción entre la CD y el linfocito, resultará en la generación de linfocitos efectores,
reguladores ó anérgicos. En principio, cualquier linfocito maduro, no autoreactivo puede seguir uno u otro destino según
el contexto en que se encuentre con la célula dendrítica.
Tema 13: Mecanismos de evasión de la respuesta inmune utilizadas por patógenos.
Clase 18, 15/11/2013

Nuestro organismo se encuentra constantemente expuesto a un gran número de patógenos presentes en el ambiente o
trasmitidos por otros individuos. Estos patógenos pueden ser muy diversos tanto en estructura como en la forma de
interacción con sus hospederos. El sistema inmune ha desarrollado diferentes mecanismos de combate y eliminación para
lidiar con ellos. Cada mecanismo es diferente ya que los patógenos son muy diversos.

La inmunidad innata controla y/o limita el progreso de la infección e instruye a la inmunidad adaptativa
La respuesta innata es la primera que se activa. Esta activación ocurre horas luego del compienzo de la infección,
desencadenando mecanismos efectores (que a veces alcanza para combatir la infección) y una respuesta inflamatoria, la
cual funciona como nexo entre la respuesta innata y la adaptativa. La respuesta adaptativa requiere más tiempo, pero
también activa mecanismos efectores y además desencadena lo que es la memoria.

¿Qué es el éxito?
En el enfrentamiento de cualquier ser vivo con un patógeno hay un enfrentamiento de dos formas de vida y el asunto es
¿Cuál gana?
Para el hombre el éxito sería combatir y eliminar las infecciones de forma efectiva, evitando dañar los tejidos propios.
Para los patógenos el éxito sería replicarse y asegurar la transmisión a nuevos hospederos. En general se dice que un
“buen patógeno” es aquel que no destruye muy rápido a su hospedero y aquel que logra no activar demasiado la
respuesta inmune.
Entre estos dos seres vivos que se enfrentan hay un balance en el que a veces gana uno y a veces el otro. Sería un balance
entre mecanismos de defensa del hospedero vs. mecanismos de evasión del patógeno.

En el caso de las infecciones agudas que se resuelven, si bien


hay un ingreso y una proliferación rápida del patógeno, la
activación de la respuesta adaptativa terminaría enseguida
con él, ganando entonces los mecanismos de defensa.

En el caso de infecciones agudas sin resolver, el patógeno sigue proliferando y la


respuesta que se activa no es suficiente. Muchas veces la respuesta adaptativa no
alcanza a activarse, aunque esto no es lo más frecuente. Estas infecciones que no
se resuelven causan la enfermedad o la muerte. En general, esto pasa entonces con
patógenos que son capaces de evadir la respuesta inmune pero suele acompañarse
con alguna inmunodeficiencia, o congénita o adquirida. Decimos entonces que en
este caso ganan los mecanismos de evasión.

En el caso de infecciones crónicas, el patógeno ingresa


al organismo y prolifera. Si bien el sistema inmune se
activa y controla la infección (el patógeno no sigue
proliferando), la carga de patógeno se estabiliza y no se
elimina nunca. El patógeno persiste pero también
persiste la respuesta inmune. Los dos seres vivos co-
existen. Hay un equilibrio en la relación hospedero
patógeno. El patógeno logra evadir la respuesta inmune pero no es que ésta sea inútil, ya que controla la carga de
patógeno, no sigue creciendo. En importante notar que el sistema inmune no se está expresando de manea exacerbada,
sino eso sería dañino para el hospedero, sino que convive con el patógeno. El ejemplo que vemos hoy es uno de estos
casos.

CONCEPTO IMPORTANTE: La infección y la enfermedad son cosas muy diferentes. Una cosa es estar infectado, lo cual
implica tener el microorganismo, el patógeno, alojado dentro. Otra cosa es estar enfermo. Estar infectado con, por
ejemplo, Mycobacterium tuberculosis, lo cual no implica necesariamente tener tuberculosis.

LA TUBERCULOSIS:
La tuberculosis (TB) es la enfermedad causada por la infección con Mycobacterium tuberculosis (Mtb). Esta enfermedad
ocurre en homínidos desde hace millones de años. Esta co-evolución tan larga ha permitido a la bacteria desarrollar
mecanismos muy sofisticados para explotar a su hospedero, haciéndola un patógeno extremadamente exitoso.
Fue Robert Koch, en 1882, quien descubrió al bacilo causante de la enfermedad, Mtb, por lo cual recibió el premio nobel
de fisiología en 1905.
En 1906 se logró la primera inmunización exitosa contra la tuberculosis, cuando Calmette y Guérin utilizaron una cepa
bovina atenuada de Mycobacterium (bacilo de Calmette y Guérin, BCG). No hay vacuna. La BCG protege a niños, pero no
a adultos.
Otro evento clave en la historia de la lucha contra la TB fue el descubrimiento de la estreptomicina en 1946, un
antibiótico que resultó muy efectivo para el tratamiento y cura de la enfermedad.
Más tarde, en los años 80, hubo un retroceso en el control de la TB, principalmente debido a la aparición de cepas
resistentes a los antibióticos de uso común como MDR-TB (multidrug resistant-TB) y XDR (extensively resistan TB) y a la
fuerte asociación de la enfermedad TB activa con la infección por HIV. Veremos más adelante que los linfocitos T CD4 son
muy importantes para conseguir contener al Mtb. El virus VIH baja la carga de estos linfocitos, por lo que provoca que la
tuberculosis de reactive y se vuelva una infección descontrolada.

Prevalencia mundial
La OMS (2010) estima que un tercio de la población mundial se encuentra infectada por Mtb. Aunque la mayor parte de
estos individuos no están enfermos ni transmiten la enfermedad, se estima que un 5-10% de los mismos desarrollaran TB
en algún momento de su vida (este % es mayor para los individuos infectados por HIV).
El mapa muestra los nuevos casos de tuberculosis (expresados en casos cada 100.000 habitantes) registrados en el año
2010. Los datos indican que en 2010 se reportaron 8.8 millones de personas infectadas, mayormente en Africa y Asia. En
2010, además murieron 1.45 millones de personas (13% de los casos en personas HIV+) por lo que la TB sigue siendo una
enfermedad con una alta taza de mortalidad.

Mycobacterium tuberculosis

Curso de la infección

Si representamos la carga bacteriana en función del tiempo, tenemos que en una primera etapa la carga bacteriana
aumenta, el patógeno prolifera pero hay muy pocas personas a las que les ocurra que la tuberculosis se desarrolle en este
punto, es decir, que aparezca una infección aguda (en general niños, ancianos o inmunodeprimidos). Luego, en una
segunda etapa, la carga bacteriana baja muy rápidamente. La mayor parte de nosotros mantenemos una infección
latente, crónica.
La gráfica se divide entonces en: inicio, contención (infección crónica) y reactivación (inmunosupresión)
El ser humano es el hospedero natural de Mtb.
La infección de un nuevo individuo se da vía respiratoria, por contagio a partir de un paciente con TB activa. Las bacterias
son liberadas cuando el individuo infectado tose, y se mantienen viables en pequeñas gotitas que son luego inhaladas
por el nuevo hospedero.
La infección primaria resulta en tuberculosis o enfermedad únicamente en un 5-10% de los individuos que son infectados
(mayormente en individuos inmunocomprometidos). La mayoría de las personas pasa por esta etapa de la infección sin
síntomas o apenas una leve afección respiratoria. En el 90 % de los individuos que no desarrollan enfermedad la infección
va a ser contenida pero no eliminada. Esto se debe a que por más que la respuesta inmune inducida sea del tipo
adecuado para eliminar la infección, algunos bacilos serán capaces de evadir esta respuesta mediante diferentes
estrategias, manteniéndose en el hospedero en un estado no replicativo o latente (infecciones crónicas). Los bacilos en
este estado mantienen la capacidad de reactivarse y pueden producir una TB activa, particularmente cuando el sistema
inmune del hospedero, y particularmente la inmunidad celular, se ve afectado por alguna situación, ya sea infección por
HIV, malnutrición, quimioterapia, etc. Se ha observado que un número pequeño de los individuos infectados es capaz de
eliminar la infección completamente (aún no se conoce que eventos llevan a esta situación).

Etapa temprana (primera, inicio)


Una vez inhalados, los bacilos de Mtb llegan a bronquiolos y alveolos pulmonares, y es en esta localización es donde
generalmente se manifiesta la enfermedad.
En los alveolos, las bacterias son fagocitadas por los macrófagos alveolares, que son macrófagos residentes en los
alveolos. Cumplen la función muy importante, ya que todo lo que entra por la respiración es captado por ellos, ayudan a
mantener los pulmones sanos.

Mtb, como vamos a ver en detalle más adelante, desarrolló diversos mecanismos de evasión de su respuesta de los
macrófagos para sobrevivir en los fagosomas de estas células, su nicho predilecto. Entonces, una vez fagocitadas, las
bacterias logran replicarse intracelularmente. Algunos de los macrófagos cargados de bacterias cruzan la barrera alveolar
y se establece una infección local. Aunque los macrófagos no pueden eliminar la bacteria, si se activan y liberan
citoquinas y quimioquinas, generándose una respuesta pro inflamatoria. Así, se reclutan diferentes poblaciones
leucocitarias al sitio de infección. Más tarde se dispara la respuesta adaptativa, que será capaz, de contener la
multiplicación de los bacilos, aunque no de eliminarla, comenzando la etapa de contención o de infección crónica. Los
linfocitos T activados, los macrófagos y otras células inmunes forman una estructura altamente ordenada conocida como
granuloma, que aísla el tejido infectado, limitando la proliferación y la diseminación del patógeno. La formación del
granuloma es típica de la TB. En el granuloma, los linfocitos T efectores colaboran con los macrófagos potenciando sus
mecanismos microbicidas. En este proceso mucha de las bacterias y de las células infectadas mueren y se forma un núcleo
caseoso en el centro del granuloma (tejido necrótico). Así se evita el progreso de la enfermedad, llegándose a un
equilibrio en la relación hospedero-patógeno. Pero la infección no se elimina y algunas bacterias persisten en un estado
no replicativo, latente. Bajo ciertas circunstancias en las cuales se rompe ese equilibrio establecido, puede ocurrir la re-
activación de la infección y Mtb prolifera y logra diseminarse.
El granuloma es una formación sumamente estructurada. El nombre viene de las características que tiene cuando se mira
en un corte. El granuloma es lo que forma el tubérculo, es decir, lo que forma el engrosamiento de la pared, característico
de esta enfermedad. Es el foco de la infección, pero es donde además la infección está contenida, siguen habiendo
bacterias vivas dentro. Cuando se vuelve una infección crónica, en el centro hay una parte de tejido necrótico.

Composición de la pared

El Mtb está rodeado por una cubierta muy


característica formada por ácidos grasos de cadena
larga, glicolípidos y otros componentes. Ésta
cubierta contribuye a su capacidad de sobrevivir en
el fagosoma. Una proporción importante del
genoma de Mtb codifica para genes involucrados en
el metabolismo de los ácidos grasos, metabolismo
lipídico es central, lo cual es un indicador de la
importancia de este tipo de moléculas para la
biología de la bacteria. Uno de los lípidos muy
característicos de la cubierta de esta bacteria es
LAM. También hay mucha manosa.

Reconocimiento
¿Cómo es reconocida la bacteria?
Los macrófagos constituyen el nicho preferencial de
Mtb por su alta capacidad fagocítica (favorece la
entrada del patógeno a la células) y su vida media
prolongada. Una vez infectados cruzan el epitelio
alveolar (llegar al intersticio) y tienden a morir por
necrosis debido a la infección (como veremos mejor
más adelante). De este modo, las células dendríticas
tendrán también acceso a las bacterias.
Mtb presenta múltiples ligandos para receptores en las
células dendríticas y macrófagos: TLR, NLR, receptores
de tipo lectina (CLR) y receptores barrenderos, así como
para receptores solubles como la MBL y para
componentes del sistema complemento.
-TLR-2 (lipopéptidos y liposacáridos). Los toll reconocen
motivos de la pared de la micobacteria.
-TLR-9 (genoma rico en motivos CpG). Reconoce ADN
bacteriano. También hay ligandos para TLR-4.
- NOD-2 - peptidoglicano, y de hecho Mtb contiene un
muramil dipéptido modificado que activa NOD-2 en
forma muy eficiente.
- CLRs (dectina-1, ManR (en macrófagos) y DC-SIGN (en dendríticas) - componentes de la pared ricos en manosas
terminales (liposacáridos, particularmente ManLAM). Estos son receptores tipo lectina, como manosa y otros.
- Receptores de MBL y CR3, reconocen a la bacteria opsonizada por componentes del sistema del complemento. Los
componentes de la pared activan al complemento y conducen al depósito de C3b que es luego es degradado a C3bi por
un mecanismo que no ha sido completamente establecido. La activación del complemento en el tejido pulmonar
probablemente comience por la vía clásica, más allá de que los componentes de la pared son capaces de activar la vía
alterna (ya que hay residuos nucleofílicos en la pared que pueden unir a C3b). (La activación por la vía clásica podría
ocurrir en etapas iniciales de la infección dado que existen anticuerpos naturales, sobre todo IgM, producidos por B1,
específicos para Mtb en el suero de individuos sanos).

Los receptores que median la internalización de


Mt por los macrófagos son receptores del
complemento, el receptor de manosa y los
receptores barrenderos, que reconocen diversas
estructuras en la pared de las bacterias. El receptor
de mananos y el CR3 son clave para la entrada de
Mtb a los macrófagos. La internalización por estos
receptores no favorece la fusión del fagosoma con
los lisosomas, lo que sería bueno para la bacteria.
El hecho de que estos receptores estén altamente
expresados en macrófagos y no en dendríticas
explica en parte porque los macrófagos son
mayormente infectados por Mtb. Las DC internalizan a Mtb principalmente mediante DC-SIGN. Vale subrayar la
importancia de cuáles son los receptores que median el reconocimiento, que afectarán fuertemente el resultado de la
infección. Recordemos que algunos receptores son fagocíticos y otros no. Si bien los dos tipos de células, los macrófagos y
las DC, expresan todos estos receptores, el nivel de expresión de cada receptor no es el mismo en cada célula. Los
macrófagos expresan mucho más receptor de manosas (ManR) y receptor para C3b (CR3) que DC.SIGN. Las DC al revés.
Además, el destino de la micobacteria en el interior de la célula fagocítica depende de cuál fue el receptor que medió la
internalización. Cuando las micobacterias son fagocitadas a través de DC-SIGN son degradadas dentro del fagosoma, y por
lo tanto puede haber presentación de péptidos de la bacteria en la superficie de la célula. En cambio, cuando son
fagocitadas mediante el ManR o el CR3, las bacterias se las ingenian para sobrevivir dentro de la célula.
El reconocimiento por TLRs y NLRs (receptores de señalización) así como por dectina-1 dan a las células señales de
activación que favorecen la síntesis de citoquinas y quimioquinas pro-inflamatorias como IL-12, TNF-alfa, IL-6, IL-1beta,
etc y las quimioquinas CCL2 y CXCL10, que reclutan en forma preferencial, monocitos y linfocitos T efectores,
respectivamente. Los macrófagos también reciben señales para aumentar su capacidad microbicida (ej. expresión de la
iNOs). También hay receptores que median la activación de las células: TLR, NLR y dectina. Desencadenan la respuesta
inflamatoria porque activan los genes de citoquinas y la actividad microbicida de las células.
En cuando a la DC, vemos que adquiere un fenotipo que la hace apta para estimular la inmunidad adaptativa.
Por su parte las DC reciben señales de maduración, para activarse y migrar a los ganglios linfáticos drenantes, e iniciar la
respuesta adaptativa.

Evasión de la respuesta inmune

Los mecanismos de evasión de la inmunidad innata son claves para


que el patógeno logre establecer la infección.

Maduración del fagolisosoma


Luego de la fagocitosis de los patógenos, el fagosoma debe sufrir un
proceso de maduración, para el que ocurren una serie de eventos
de fusión y fisión con vesículas endocíticas que van cambiando su
contenido, particularmente en relación a enzimas proteolíticas.
Finalmente ocurre la fusión con los lisosomas para dar lugar al
fagolisosoma, donde los patógenos serán completamente
degradados. Durante este proceso también se recluta la bomba de
protones dependiente de ATP que es clave para la acidificación
interna, que permite una mayor eficiencia en la actividad de las
hidrolasas acidas. Mtb (ManLAM) inhibe tanto la acidificación del
fagolisosoma como los eventos de fusión con ciertas vesículas.
Algunos de los efectos son mediados por LAM y otro por
componentes secretados por Mtb, que actualmente se están
caracterizando. Impide la maduración del fagolisosoma. Esto solo lo
hace cuando la fagocitosis ocurre a través del receptor de manosa
(ManR) o del receptor para complemento (CR3), no a través de la
dectina.
Actividad microbicida
Cuando los macrófagos se activan comienzan a producir especies
reactivas del O (por activación de la NADPH oxidasa, estallido
respiratorio, producción de anión superóxido) y del N (por
inducción de la expresión de la iNOs que produce óxido nítrico).
Estas especies son altamente tóxicas para las bacterias. Mtb
inhibe el reclutamiento de la iNOs a la membrana del fagosoma.
Además expresa enzimas detoxificantes de O2· y peroxinitrito.

Mecanismos de muerte
Mtb inhibe la apoptosis (que favorece la captura de antígenos de Mtb
por internalización de cuerpos apoptoticos por las células dendríticas) y
estimula la muerte por necrosis (que causa inflamación y por tanto la
llegada de nuevos monocitos a los que infectar).
Por tanto los macrófagos infectados van a ver fuertemente inhibida
sus funciones (en diferentes niveles), la bacteria se replicará en su
interior, y les provocará la muerte por necrosis. Esto genera DAMPs,
cuyo reconocimiento por las células del sistema innato contribuirá a la
inducción de la respuesta inflamatoria. Mtb aprovecha la respuesta
inflamatoria a su favor, porque se reclutan gran número de monocitos.
La necrosis libera los bacilos, que pueden seguir proliferando
extracelularmente y ser fagocitados por los nuevos
monocitos/macrófagos, que tampoco controlarán la infección y así
sucesivamente.

Activación lenta de la inmunidad adaptativa


Paralelamente, las células dendríticas maduran y migran a los ganglios linfáticos que drenan el pulmón. La inhibición por
Mtb de la producción de IL-12 hace que las DC expresen menos CCR7 y por tanto su migración al ganglio tome mucho
más tiempo (lo que normalmente se daría en 3 días, en la infección por Mtb lleva de 8 a 9). Por tanto, el comienzo de la
inmunidad adaptativa es lento. Esto es clave para la bacteria, ya que le da tiempo de proliferar y diseminarse antes de
que lleguen los linfocitos T efectores, que son imprescindibles para controlar la infección.
↓Producción de IL-12
↓ Expresión de CCR7
↓ Migración a los ganglios
Los ganglios aquí involucrados son los “ganglios mediastinos”, ya que estos son los más cercanos a los pulmones, donde
comenzó la infección.
Fisiológicamente, podemos esperar que hayan DC en el ganglio a los 3 días, sin embargo en este caso lleva de 8 a 9 días.

Algunos factores de Mycobacterium que modulan la respuesta innata, y promueven la persistencia del patógeno: El
manosil-lipoarabinomanano, hace muchas cosas:
- Impide la biogénesis del fagolisosoma, es decir, impide la fusión del fagosoma con el lisosoma.
- Interviene con la expresión de antígenos por el MHC-II, lo cual es lógico ya que no hay degradación en fagolisosoma, por
lo tanto no hay generación de material para presentar en el MHC-II.
- Impide la secreción de IL-12
- interfiere con la apoptosis de los macrófagos.
Existen además otros componentes que intervienen con la biogénesis del fagolisosoma. Esto se debe a que este es un
mecanismo fundamental para asegurar la sobrevida de la bacteria. También hay otros componentes de la bacteria con
estos mismos fines, por ejemplo, la presencia de una dismutasa de superóxido que tiene como fin la interferencia con los
mecanismos microbicidas del macrófago.

Inducción de la inmunidad adaptativa


Una vez en el ganglio las DC presentan el antígeno a los linfocitos T
específicos. Se conocen pocos patógenos capaces de inducir una
respuesta de LT tan diversa como el Mtb:
-LTCD4+, cuyos TCRs reconocen complejos de péptidos antigénicos y
moléculas del MHC de clase II
-LTCD8+, cuyos TCRs reconocen complejos de péptidos antigénicos y
moléculas del MHC de clase I
-LT γδ cuyos TCRs reconocen antígenos fosforilados no proteicos en
la superficie de células presentadoras
-LTCD4+, CD8+ o dobles negativos, cuyos TCRs reconocen complejos
de glicolípidos (por ej: lipoarabinomanano) con moléculas CD1.
No obstante, los mecanismos precisos por los que ocurre la
activación de las distintas poblaciones de LT no se conocen
completamente. Por ejemplo, se sabe que se activan varias
poblaciones de LT específicas para glicolípidos bacterianos (LT
restringidos por CD1). También se sabe que los glicolípidos son
incorporados en vesículas en las células infectadas. En la clase de
presentación de antígenos, vimos que existen LT específicos para antígenos lipídicos, cuya activación involucra a un
conjunto de moléculas conocidas como el complejo CD1. Las moléculas CD1A-E poseen alta similitud estructural con las
moléculas del MHC de clase I y se expresan asociadas a la microglobulina beta 2. La presentación de lípidos por CD1A-C
ocurre en forma similar a la de péptidos por el MHC II en el sentido que los ligandos provienen de la vía endocítica. Tanto
los linfocitos T CD8+ como CD4+ (o, incluso, CD4-CD8 dobles negativos) pueden reconocer antígenos asociados a CD1.

Los linfocitos activados proliferarán y se diferenciarán. Al interaccionar con los linfocitos TCD4, las DC, que vieron en el
sitio de infección a Mtb y son productoras de IL-12, dan una señal de polarización de la respuesta a Th1. Los Th1
efectores, junto a los linfocitos TCD8, migrarán entonces al sitio de infección. Su llegada al sitio de infección es tardía (18-
20 días post-infección). Comienza la formación del granuloma.

Mecanismos efectores y evasión de la respuesta inmune

Cuando una célula


efectora Th1 reconoce un
péptido del patógeno
expresado en moléculas
del MHC II en la superficie
de un macrófago
infectado, el linfocito Th1
es inducido a secretar IFNγ
y a expresar la molécula
CD40L. En general, el
macrófago requiere dos
señales para activarse - el
IFNγ y una segunda señal
(CD40L) que lo sensibiliza
para responder a esta
citoquina. La activación
determina que los
macrófagos potencien sus
mecanismos microbicidas
como la producción de
óxido nitrico y radicales
libres del oxígeno; que
aumenten la expresión de
CD40 y de receptores para
TNFα, y que aumenten la
presentación de Ag. Los Th1 secretan además TNFα, que actúa en forma sinérgica con el IFNγ. El IFNγ y TNFα también
pueden provenir los LT citotóxicos. TNFα a su vez es producido por macrófagos y DC.
La producción de IFNγ es crucial para el control de la infección. En experimentos en ratones se observó que la ausencia
de la citoquina (ratones IFNγ -/-) lleva a un aumento importante en los niveles de proliferación y diseminación de la
bacteria.
Por otra parte, los TCD4 y los CD8 son además capaces de inducir la muerte por apoptosis de los macrófagos infectados
mediante la interacción Fas-FasL. Los CD8 además podrán inducir la apoptosis en forma específica al reconocer péptidos
de Mtb unidos a MHCI, que disparan sus mecanismos efectores citotóxicos específicos (con liberación de perforina y
granzima e inducción de apoptosis de los macrófagos).
Por último, los CD8 son capaces de liberar granulisina, que es directamente citotóxica para Mtb. Los CD8 son muy
importantes en el mantenimiento del balance en la interacción patógeno-hospedero durante la fase crónica de la
infección. Es una forma de eliminación directa a la bacteria.
Mtb también desarrolló mecanismos de evasión de algunos de estos procesos:
- inhibe la presentación del Ag de los macrófagos al linfocito T a diferentes niveles.
- inhibe la respuesta de los macrófagos a IFNγ al bloquear la transcripción de un subgrupo de genes de respuesta a esta
citoquina.
Además se ha visto que Mtb induce una expansión temprana de Treg en el ganglio que limita la activación y proliferación
de los linfocitos efectores. Además se ha observado que los Treg se acumulan en el sitio de infección, limitando la
actividad de las células efectoras. Este es uno de los mecanismos que ayuda a impedir que se genere una respuesta
exacerbada del sistema inmune. Gracias a esto, la respuesta inmune se mantiene, crónicamente. Es como si el sistema
inmune haya aprendido que no se puede retirar el patógeno, pero que tampoco se puede tener una inflamación
constante, por lo cual esto regula a la baja la respuesta inflamatoria, de manera de tener un cierto nivel de inflamación.
Las Treg entonces protegen a la bacteria, pero también a nosotros. 

Formación del granuloma

Con la llegada de las células de la inmunidad adaptativa, comienza la formación


del granuloma (estructura que se corresponde con los tubérculos que se observan
en los pulmones de individuos infectados). El granuloma, estructura que aparece
en forma característica durante la TB, se observa generalmente en respuesta a
estímulos persistentes, ya sean infecciosos o no.
El granuloma se origina por la acumulación de los macrófagos y células T
principalmente, pero también otras células como dendríticas y fibroblastos. Es una
estructura compacta y altamente ordenada que va a tener una zona central
necrótica (generada por la muerte de las células contenidas, los macrófagos
infectados), rodeada por macrófagos especializados que se caracterizan por tener
un citoplasma de mayor tamaño, gran número de organelos y por la presencia de
extensiones de membrana importantes que se cree que facilitan su actividad
fagocítica y microbicida. Se pueden observar tres tipos de estos macrófagos maduros: células gigantes multinucleadas
(que se originan por fusión de macrófagos), células espumosas (que acumulan lípidos), y células epitelioides (que
establecen uniones interdigitantes fuertes entre si). Luego, hacia la periferia encontramos principalmente linfocitos T
CD4+, CD8+, linfocitos B y fibroblastos, asociados a una capa fibrosa de colágeno.
El granuloma rodea el foco infeccioso, lo aísla del resto del tejido, limitando la diseminación de la infección y generando
un ambiente que favorece las interacciones entre las células del sistema inmune y su comunicación mediante las
citoquinas. Esta no es una estructura inerte. En todo momento hay interacciones, muerte de células y demás. Las células
CD4 y CD8 liberan IFNγ, lo cual permite activar a los macrófagos y hacerlos más eficientes, aumentando su capacidad
microbicida. IFNγ es un protagonista fundamental para mantener el equilibrio.

Infección crónica

En el balance de fuerzas que ocurre en el granuloma, en algunos hospederos se


podrá eliminar la infección, pero como vimos antes, en la mayor parte se llega a
un equilibro en el cual la progresión de la infección se detiene pero no se elimina.
Algunos bacilos resistentes son capaces de sobrevivir bajo estas condiciones de
estrés generadas por su hospedero (hipoxia, bajo pH, especies oxidantes del N y
O), que activan la expresión de varios genes de Mtb involucrados en la entrada a
un estado de latencia (en espera de condiciones más favorables para recomenzar la “lucha”; no mueren, pero dejan de
proliferar). También de esta manera Mtb evade la respuesta inmune.
Es importante comprender que para mantener el control de la infección se requiere una estimulación constante del
sistema inmune. El equilibrio logrado es dinámico y las interacciones entre el sistema inmune y el patógeno se dan en
forma constante. Las bacterias pueden vivir en estado de latencia dentro del granuloma durante toda la vida del
hospedero, pero mantienen la capacidad de reactivarse el sistema inmune del hospedero se deprime.

Re-activación
Pero si en algún momento la inmunidad falla, luego de meses o años, el equilibrio se rompe (ej .HIV), la infección puede
reactivarse. Como consecuencia progresa la enfermedad y la infección se disemina. La replicación vigorosa de Mtb
dispara una fuerte respuesta inflamatoria que erosiona el tejido pulmonar. El granuloma se vuelve una masa celular sin
estructura que contiene restos celulares y micobacterias. Estas propiedades, junto con el daño general del tejido causado
por la inflamación, hacen que el granuloma se rompa y libere miles de bacilos viables e infecciosos hacia las vías aéreas.
La causa más frecuente de TB no es una infección primaria, sino que es la reactivación de una infección primaria de la cual
no nos enteramos, por algún tipo de inmunodeficiencia.

Transmisión
Cuando el granuloma se rompe y se liberan los bacilos a las vías aéreas, ocurre la aparición de tos productiva, lo que
facilita la transmisión de los bacilos. (Una vez que se reactiva, la persona se vuelve contagiosa)
El éxito de Mtb como patógeno reside en su capacidad de establecer infecciones crónicas que puedan reactivarse y
generar la enfermedad más tarde, sosteniendo la transmisión a nuevos individuos.
Tema 14: Manipulación del Sistema Inmune. Vacunas e inmunoterapias
Clase 19, 18/11/2013

¿Qué implica? Si conocemos el SI tenemos una manera de llegar a un fin buscado. Con las vacunas, se estimula el SI para
que produzca mecanismos efectores contra cierto patógeno. Esta esta una forma de manipulación del SI porque el
individuo no se infectó, sino que se le presentó una forma no virulenta de un patógeno para que lo conozca.
Otra forma que se busca de manipulación del SI es la inmunidad contra tumores. Un cáncer crece dentro de un individuo
a pesar de tener un SI competitivo porque se trata de células propias, y de esta forma evade al SI. No todas las células que
mutan y se vuelven cancerígenas van a producir un tumor, la gran mayoría el SI las logra mantener, pero algunas se
escapan. Si podemos manipular al SI para que si ataque a esas células propias mutadas, también “engañamos” al SI a
favor del individuo.
Otra circunstancia en la que se puede manipular al SI a favor del individuo es en el caso de las alergias. La alergia es una
reacción exacerbada del SI. La manipulación entonces no solo sirve para activar a la inmunidad, sino que en este caso se
podría disminuirla. Otra situación en la que se busca disminuir una respuesta inmune es en el caso de enfermedades
autoinmunes.

La comprensión y manipulación del sistema inmune tiene un enorme potencial preventivo y terapéutico
Durante la historia de la medicina se han desarrollado nuevos tratamientos que a través de la manipulación del sistema
inmune permiten prevenir o combatir distintas enfermedades. Además de la variolización empleada desde hace milenios
y que se ha comentado en clases anteriores, se han producido descubrimientos que revolucionaron la práctica médica,
entre estos un primer sitial le corresponde al desarrollo de vacunas, que luego de la medida de disposición adecuada de
aguas servidas ha tenido uno de los mayores impactos en la salud pública. En 1796 Jenner ensaya el uso de un virus
relacionado al virus de la viruela como elemento para generar protección contra esta última, introduciendo de esta forma
el concepto de vacunación para la prevención de enfermedades. Un siglo más tarde Louis Pasteur introdujo el concepto
de gérmenes que producen enfermedades y encontró formas de atenuarlos artificialmente, lo que le permitió el
desarrollo de nuevas vacunas contra el cólera, antrax y la famosa vacuna contra la rabia, que mostró su eficacia en un
impactante experimento cuando inoculó con extractos secos de la médula de conejos infectados con el virus a un niño de
9 años que había sido mordido por un perro infectado, lo cual significaba con gran certeza que moriría
irremediablemente. Si bien constituyó un acto de osadía de Pasteur que no tenía licencia médica para hacer ese tipo de
intervención, salvó la vida del niño convirtiéndose en un héroe al que nadie le pidió cuentas. Esto abrió las puertas a
posteriores desarrollos de vacunas y muchas de las principales enfermedades que aquejan a la humanidad pudieron ser
contrarrestadas, en 1979 la OMS declaró a la viruela erradicada y en 1991 ocurrió algo similar con la poliomelitis en las
Américas, al presente la poliomelitis solo se encuentra en unos pocos países de África, la India y Afganistán.
A pesar de estos éxitos, hay varias enfermedades de carácter devastador que permanecen aún sin vacunas que permitan
combatirlas, como la malaria, la tuberculosis, y el SIDA.

Del primer intento de transfusión que hay registro es el de Jean-Baptist Dennise en 1667, que introdujo un pequeño
volumen (gotas) de sangre de carnero a una persona sin mayores consecuencias. Esto lo animó a administrar un volumen
mayor de sangre de ternera a un joven demasiado inquieto, resultando en la muerte de este último. Ese y otros
accidentes, aún con transfusiones de sangre humana, hicieron que la práctica se prohibiera. Sobre fines del siglo XIX,
Landsteiner estudiando la aglutinación de glóbulos rojos lavados, con sueros de distintas personas, llegó a definir los
grupos sanguíneos principales 0, A y B (luego sus estudiantes el AB), posibilitando las transfusiones seguras.
No cualquier individuo podía recibir una trasfusión de sangre, ni tampoco donar. En 1900, K. Landsteiner realizaba antes
de la transfusión sanguínea un agregado de suero. Luego, veía que si la sangre quedaba lisa, como una mezcla de
glóbulos rojos realizaba la transfusión. Si se formaban gránulos, no lo hacía. Hoy se sabe que lo que ocurría es que la
sangre de tipo A tiene anticuerpos contra la sangre de tipo B. Tipo A y tipo B son glúcidos que están en el glóbulo rojo,
parecido a los que encontramos en las bacterias que colonizan el intestino, por lo tanto, si somos A hacemos Ac contra B.
En un individuo A, los linfocitos B que en la médula ósea reconocen a través de su BCR A, son eliminados (no queremos
que reaccionen contra ellos en la sangre); si reconocen B salen y generan Ac contra B.

La elección de los donantes de sangre para un receptor determinado se hace teniendo en cuenta los antígenos de los
grupos sanguíneos. La práctica totalidad de las personas expresan el antígeno H, por lo que toleran dicho antígeno y no
sintetizan anticuerpos anti H. Las personas que expresan los antígenos A o B toleran estas moléculas y no elaboran
anticuerpos anti-A o anti-B, respectivamente. Sin embargo, las personas OO y AO producen anticuerpos IgM anti-B,
mientras que las OO o BO sintetizan anticuerpos IgM anti-A. Si un paciente recibe una transfusión de hematíes
procedentes de un donante que exprese una forma de antígeno no expresada en los eritrocitos propios, se
producirá una reacción transfusional. La consecuencia es que las personas AB pueden tolerar transfusiones de
todos los donantes posibles, por lo que se conocen como receptores universales; a su vez, las personas OO sólo
toleran transfusiones procedentes de donantes OO, pero pueden proporcionar sangre a todos los receptores, por
lo que se denominan donantes universales. En general, las diferencias en los grupos sanguíneos de menor
importancia sólo provocan lisis de los hematíes después de que transfusiones repetidas desencadenen una
respuesta de anticuerpos secundaria.
Además de en las células sanguíneas, los antígenos ABO se expresan en otros muchos tipos celulares, tales como las
células endoteliales. Por tanto, para evitar el rechazo hiperagudo de los aloinjertos de órganos sólidos resulta esencial
tipificar el grupo ABO del donante y del receptor.

En forma similar, un importante hallazgo fue el descubrimiento, a mediados del siglo XX, de la los genes del MHC lo que
permitió seleccionar pares donante-receptor disminuyendo las posibilidades de rechazo. En un trasplante también
estamos manipulando el SI, porque en el momento que son trasplantados se los inmunosuprime, para no rechazar el
órgano, el injerto.
Otra importante contribución de la inmunología ha sido la posibilidad de utilizar anticuerpos producidos fuera del
paciente. En las primeras aplicaciones estos se utilizaron para neutralizar toxinas bacterianas y venenos de animales
ponzoñosos. Por ejemplo, si nos muerde una víbora, el veneno actúa muy rápido. Si esperamos a que el sistema inmune
adaptativo reaccione, reconozca y actúe eliminando al patógeno, morimos. Es por esto que lo que se usa son los
anticuerpos terapéuticos, antisueros, que son Ac ya producidos contra la toxina. De esa manera la toxina es neutralizada.
En las últimas décadas, el progreso en la ingeniería de anticuerpos monoclonales ha posibilitado definir la especificidad y
disminuir la inmunogenicidad de los mismos, abriendo la puerta al campo de anticuerpos terapéuticos que pueden ser
utilizados contra un amplio espectro de blancos, células tumorales, citoquinas, células del sistema inmune, etc.
Finalmente la mejor comprensión del funcionamiento del sistema inmune y su regulación, han permitido la introducción
de productos biológicos terapéuticos (biofarmacéuticos) que son capaces de modular la respuesta inmune. Entre estos
se destacan el uso de distintas citoquinas como interferones en cáncer (IL2, IFN alfa y gama), enfermedades autoinmunes
(INF beta), e infecciones virales (IFN gamma). Los factores que promueven la generación de granulocitos G-CSF
(Granulocyte Colony Stimulating Factor) y GM-CSF (Granulocyte and Monocyte Colony Stimulating Factor) han sido
aprobados para su uso en pacientes sometidos a radiaciones o quimioterapia para estimular la hematopoyesis.

De los Ac terapéuticos que se le dan a los individuos es lo que se llama una inmunización pasiva, es diferente a lo que es
una vacuna, la cual es una inmunización activa. La diferencia entre estas radica en que en la pasiva ya damos el Ac, la
herramienta para eliminar el patógeno. En cambio, en la activa lo que hacemos es activar al SI del individuo para que
reconozca y elimine el patógeno. Por ejemplo, si quiero hacer una vacuna contra una bacteria, puedo agarrar pedazos de
la bacteria o de la bacteria muerta, la inoculo, y el SI del individuo lo reconoce como extraño, va a responder y va a
generar Ac contra dicho patógeno. Se activan las células B y T del individuo. Si yo quisiera actuar rápido contra un veneno,
le doy ya los Ac que neutralices la toxina, para que ya no sea toxica, y se eliminara del organismo como inmunocomplejo.
En este segundo caso no estoy activando linfocitos B ni T.

Las vacunas pueden prepararse con organismos vivos, inactivados o componentes individuales de los patógenos.
Vacuna: Preparación no patogénica, diseñada para inducir una respuesta inmune de larga duración (años) que sea capaz
de evitar el desarrollo de enfermedad. Debe ser específica contra cierto patógeno, capaz de generar memoria contra
dicho patógeno, de manera de que si el individuo se infecta, no desarrolle la enfermedad.
Le doy algo al individuo que no sea tóxico, que no lo enferme. Con la vacuna evitamos la enfermedad, no evitamos la
infección. Con la vacuna activamos los linfocitos T y B del individuo, los cuales se encuentran dentro del individuo, en los
ganglios, entonces. Las células T y B de memoria fueron generadas para que, si entra el patógeno se activen más
rápidamente y me defiendan. El patógeno debe ingresar al organismo y llegar hasta el ganglio, por lo tanto la infección
está. Pero la enfermedad, en teoría, no.

Tipos de vacunas:
Microorganismos vivos (1) Patógenos similares o atenuados (respuesta B y T)
Microorganismos inactivados (2) Calor, radiaciones, tratamiento químico, etc.
Componentes individuales (3) Componentes purificados o recombinantes
Plásmido con fuerte promotor viral que contiene el gen del
ADN (experimentales) (4)
antígeno de interés (respuesta B y T)

¿Cómo podemos preparar una vacuna? Si queremos activar linfocitos T y B para generar plasmocitos y T efectores,
además de los B y T de memoria, es necesario inocular algo que se parezca (mucho) al patógeno. Porque no me sirve que
active a un linfocito para X, si luego se va a infectar con Y. Los linfocitos B y T se activan específicamente con algo, por lo
que debo similar al patógeno, de una manera no patogénica.
(1) Las vacunas iniciales como la de Jenner, tenían como antígeno principal microorganismos vivos relacionados con el
patógeno, que sin generar la enfermedad inducían una respuesta inmune protectora. Un ejemplo de este tipo de
vacunas, es la BCG (bacilo de Calmette-Guérin) que se basa en el uso de una forma atenuada del Mycobacteirum bovis el
agente causante de la tuberculosis bovina. Como no siempre era posible contar con un organismo de ese tipo, se recurrió
en otros casos a la atenuación del propio patógeno. La atenuación en la mayoría de los casos se consigue cultivando por
largo tiempo al microorganismo, o en el caso de virus utilizando células de otros animales para cultivarlo. De esta forma
se consiguen variantes que dan lugar a formas moderadas de la enfermedad, pero que por persistir durante un tiempo,
dan lugar a respuestas de larga duración. Hay que tener cuidado a quién se le da este tipo de vacunas, A un individuo con
el SI competente no hay problema, porque es atenuado. Si tratamos a un individuo inmuno-incompetente, con algún
síndrome de inmunodeficiencia, podemos matarlo.
(2) En el proceso de atenuación se constató que aún la formas ‘muertas’ (que no se reproducían) del microorganismo
eran también capaces de generar una inmunidad protectora. Estas vacunas a microorganismos muertos se preparan de
diversas formas utilizando agentes químicos o físicos, pero en el caso de los virus, al administrarse en una forma que no
impide su replicación, no pueden infectar las células y por tanto no generan respuestas T citotóxicas.
Entre la utilización de microorganismos vivos y patógeno atenuados hay varias ventajas y desventajas, dependiendo de lo
que sabemos del patógeno al cual le queremos montar una respuesta inmune y dependiendo de lo que sabemos del SI.
Si doy algo extracelular, como puede ser un microorganismo muerto, éste será fagocitado o endocitado, presentado por
moléculas de MHC-II, las cuales activaran linfocitos T CD4, los cuales son colaboradores, por lo que el resultado será la
colaboración, probablemente a Linfocitos B: es una respuesta de anticuerpos. Si yo inoculo con el microorganismo vivo,
atenuado, tiene la ventaja de hacer el mismo camino que lo que haría el patógeno “real”. Por lo tanto, si es un virus
atenuado, el resultado es la activación de linfocitos T CD8 (además de los CD4), por ende tendremos una respuesta
citotóxica de CLT, que matan células propias infectadas por virus. Si necesito activar y generar células T de memoria que
sean TCD8 de memoria, no puedo darlo como virus muerto, ya que es incapaz de infectar una célula. De todas formas, el
virus tiene una etapa extracelular, antes de infectar la célula blanco, y allí puede actuar el Ac y puede incluso evitar que
infecte la célula si el Ac está dirigido a las moléculas que usa para infectar la célula.
(3) Una segunda generación de vacunas, las vacunas a subunidades consisten en el uso de compuestos discretos del
patógeno, como proteínas de la cápside de un virus, que se desarrollaron sobre todo a partir de los avances en la
purificación de macromoléculas y los desarrollos de la tecnología de proteínas recombinantes.
(4) Las vacunas de DNA, que aún están en el estadio experimental, consisten en un plásmido circular que contiene un
potente promotor viral, que controla la expresión del gen que codifica el antígeno de interés. Estos plásmidos también
incluyen secuencias que codifican señales de poliadenilación y terminación. Las formas más eficientes de inoculación
comprenden la adsorción del DNA en partículas de oro coloidal que son ‘disparadas’ por una corriente de helio. Aunque
no está claro el mecanismo por el cual funcionan las vacunas de DNA, una de las ventajas más importantes de la
vacunación con DNA es que es capaz de inducir una respuesta de linfocitos T citotóxicos, lo cual no es fácil con otras
formas de vacunación que no incluyan organismos vivos. También resulta interesante que, probablemente debido a su
permanencia, se produce una respuesta de IgG y de larga duración aún con una única inmunización.

Comúnmente las vacunas son preparadas con organismos “vivos”, patógenos inactivados (“muertos”) o componentes
individuales de los mismos (subunidades)

Del agente causal podemos agarrar algún componente que sea inmuno-protector, y dicho componente, si es una
proteína, se le hace la producción recombinante, se purifica y se da como vacuna. Por ejemplo, la vacuna contra el virus
de la hepatitis. Si bien es un virus y nos sirve activar los CTL, esta vacuna formada por la una proteína de la superficie del
virus permite que, si tenemos Ac contra dicha proteína, evitamos que el virus infecte al hepatocito, y le damos tiempo a
que el SI ataque al tejido. Es decir, que en este caso la acción de Ac es muy efectiva contra este tipo de virus.
→ Si identificamos como componente inmunogénico protector un carbohidrato, y no una proteína. El problema con los
polisacáridos radica en que no genera linfocitos B y T de memoria, ya que para la generación de linfocitos T y B de
memoria es necesario la presentación de péptidos en el MHC. En el ganglio el linfocito B reconoce al antígeno, lo endocita
y luego lo presenta para que el linfocito T colabore; de esta colaboración, uno de los efectos es la generación de linfocitos
B de memoria. Si es un polisacárido y hay una célula B que lo reconoce, luego de endocitarlo y procesarlo no puede
presentarlo. Los polisacáridos son antígenos T independientes, no generan memoria. De todas maneras, activan
linfocitos B y rápidamente se genera anticuerpos, se excreta enseguida. Sirve entonces en casos de una epidemia, en que
es necesario que la población rápidamente generen Ac. Sin embargo, hoy se sabe que las células más involucradas en esto
son las células B de la zona marginal del bazo, BZM, lo cual implica un problema para los infantes, ya que los menores de
2 años aún no tienen formados esos nichos de BZM.
Si yo lo quiero hacer T dependiente a dicho antígeno (o quiero que los menores de 2 años sean protegidos de este tipo de
antígenos) para así poder generar linfocitos de memoria, debo agregarle un péptido covalentemente, esto es lo que se
conoce como vacuna conjugada.

Las vacunas atenuadas son usualmente más potentes que la correspondiente vacuna con el patógeno inactivo

Las vacunas atenuadas tienen la capacidad de reproducir en parte el proceso infeccioso con propagación parcial que
extiende la dosis y permanencia de contacto con los antígenos, en el caso de los virus, esto permite además su acceso al
citoplasma favoreciendo la presentación por MHC I, y por tanto respuesta T citotóxica. La atenuación tradicional de
vacunas ha sido a través del cultivo prolongado que permite la aparición de mutaciones en el microorganismo en cuestión
con la correspondiente disminución de virulencia. En el caso de los virus, muchas veces implica la perdida de virulencia
especie específica. El problema de esta estrategia es la posibilidad de reversión de estas mutaciones. Se aisla de un
paciente el virus, se cultiva en células humanas para que se replique, y se lo subcultiva en células de mono. De esta forma
lo obligo a adaptarse a vivir en un mono, por lo tanto, si lo pongo luego en células de humano, no infecta prácticamente
nada. ¿Cómo pasa esto? Los virus se replican mucho, y al replicarse mutan. Entonces aquel que mutó y encontró receptor
para las células del mono sobrevive y sus replicas son adaptadas. Esta atenuación experimental corre el riesgo de ser
revertida. Así como fue “obligado” a ser de mono, a lo mejor puede revertirse dentro del humano.
Otras formas de atenuar la virulencia se basan en aplicaciones de la biología molecular que permiten, si se conocen los
genes asociados a la virulencia, mutarlos extensamente, o eliminarlos del genoma viral. Estos son más estables como
atenuados que los generados por atenuación convencional.
Las vacunas deben activar la inmunidad innata y la adaptativa
Cuando tenemos un patógeno atenuado, éste hace lo mismo (o muy similar) a lo que hace el patógeno. Por lo tanto va a
dar señales de peligro, generando así el foco inflamatorio y dicha inflamación lleva a que tanto el antígeno como las DC
(maduras y activadas) viajen al ganglio y se desencadene la respuesta inmune adaptativa.

Las vacunas a subunidades son más seguras pero deben incluir un adyuvante para activar la respuesta inmune
Si bien la transición desde vacunas a organismos vivos, pasando por las inactivadas y finalmente llegando a las vacunas a
subunidades se acompaña de una mayor seguridad en la aplicación de vacunas, también esa transición generalmente
conduce a vacunas menos efectivas. Las vacunas a subunidades tienen como ventaja principal la seguridad, dado que
tienen una composición bien definida en la que se han eliminado muchos compuestos que pueden inducir respuestas
inflamatorias agresivas. La contracara de este punto es que son pobres activadores de la respuesta inmune innata, dado
que no generan señales de peligro. La forma de contrarrestar este punto ha sido la incorporación de adyuvantes. El
poder adyuvante está dado por compuestos o es una propiedad de las vacunas que promueve y amplifica la respuesta
inmune contra el antígeno que constituye la base de la vacuna.
Cuando uso vacunas a subunidades, que por lo general son solubles, difunden sin generar señales de peligro. Es una
proteína que no tiene PAMPs.
¿Cómo puedo yo “hacer” esas señales de peligro? Con manipulación del SI innato. Si no hay inflamación no hay respuesta
adaptativa. Uso lo que se conoce como adyuvante. Éste provoca una inflamación y por ende provoca una respuesta
adaptativa contra la proteína. Si quiero una respuesta de linfocitos necesito que la célula presentadora además de
presentar Ag presente las moléculas coestimuladoras, los B7, los cuales no se expresan sin condiciones de inflamación.
Como todo lo que está en el sitio de inflamación va hacia el ganglio, el antígeno se dirige hacia allí.

Adyuvante: Compuesto que aumenta la inmunogenicidad de los antígenos con los cuales se mezclan.
Modo de acción (cosas que debe si o si cumplir el adyuvante): formación de partículas (que no sea soluble, por ende no
difunda. Por lo general el adyuvante “engloba al Ag”), persistencia en el tejido (para no tener que volver a darla en un
corto período de tiempo), generación de señales de peligro (PAMPs o DAMPs).

NO CONFUNDIR CON VACUNAS CONJUGADAS. El adyuvante simplemente se mezcla con la solución, la proteína asociada
a polisacárido en vacunas conjugadas está unida covalentemente.

Distintos tipos de adyuvantes han sido desarrollados para aumentar la inmunogenicidad de las vacunas
Los adyuvantes tienen PAMPs,
tienen una clara forma de
acción, principalmente a través
de la estimulación de los
receptores TLR.
La respuesta a adyuvantes sin
PAMPs (alúmina, incompleto de
Freund) es prácticamente
normal en ratones MyD88-/- o
TRIF -/- que tienen bloqueada la
señalización por TLRs.
Exceptuando la alúmina
(fosfato o hidróxido de
aluminio) para otros
adyuvantes, la FDA aprueba
individualmente la combinación
Antígeno-adyuvante de las
nuevas vacunas. Es decir que la
FDA solo permite alúmina como
adyuvante en humanos,
simplemente por costumbre y
experiencia.

En la imagen se muestran
ejemplos comunes de
adyuvantes. Algunos como el
adyuvante completo de Freund,
al emulsificarlo con el antígeno
cumple directamente con las
tres propiedades de los adyuvantes al formar partículas con el antígeno, retenerlo en el tiempo al ser difícil de procesar, y
presenta además PAMPs derivados de micobacterias. Sin embargo, otros como la alúmina (hidróxido de aluminio)
carecen de PAMPs, y si bien forman partículas y retienen el antígeno, la forma en la que inician la inflamación recién está
comenzado a entenderse y en parte se discute en la siguiente lámina.
Las células residentes “ven” a estos adyuvantes como partículas (aunque algunos son gotas de aceite) y por lo tanto las
reconocen como antígeno.

El poder de los adyuvantes depende de la activación del adyuvante fisiológico: la célula detrítica.
A la DC se la llama adyuvante fisiológico, ya que la DC es la que conecta la innata con la adaptativa.
Mecanismo propuesto para la acción de la alúmina, y posiblemente para adyuvantes basados en emulsiones aceite/agua.
Distintos estudios demostraron que la activación de la inmunidad innata por parte de los adyuvantes basados en el uso de
alúmina, se producían igual en ratones knockout para los adaptadores de señalización MyD88 y TRIF, las dos rutas
principales de activación por las que actúan los distintos TLRs. Recientemente se ha mostrado que una importante vía de
activación de la inflamación por células necróticas es a través la liberación de cristales de ác. úrico (no del ác. en
solución). Estos activan una vía adicional de detección de patógenos, a través de receptores intracelulares llamados NOD-
like receptors (NLRs), siendo el más estudiado el NALP3. Estos receptores, además de detectar PAMPs (como
peptidoglicanos) reaccionan también con ligandos endógenos que tienen carácter de señales de peligro, como cristales de
ác. úrico, altas concentraciones de ATP, o especies reactivas del oxígeno (ROS).
Al ser inyectadas, las partículas de hidróxido de aluminio, y quizás también las microgotas de las emulsiones de aceite
minerales, resultan necróticas para las células del tejido donde han sido inyectados, las cuales responden
inmediatamente secretando citoquinas que atraen células del sistema inmune innato. Además, en este proceso hay una
liberación de cristales de ác. úrico (al menos en algunos modelos) por las células dañadas (DAMP). Los monocitos
reclutados fagocitan la alúmina y los cristales de ác. úrico que han sido liberados. Estos probablemente a través de la
desestabilizan de la vesícula fagocítica entran en contacto con el componente NALP3 del denominado inflamasoma,
favoreciendo la polimerización de varios de los mismos que recluta nuevos factores resultando en un complejo con
capacidad de activar caspasas, como la caspasa 1, que procesa el precursor de la IL-1beta y la IL-18 disparando el proceso
inflamatorio local. A través de este estímulo los monocitos se diferencian dando lugar a células dendríticas maduras
que presentan el antígeno en los ganglios, activando células T específicas para ese antígeno. Particularmente en
ratones, esta respuesta es del tipo Th2. En el baso y probablemente también en los ganglios se da el reclutamiento de
eosinófilos Gr1+, IL-4+ que estimulan la respuesta de linfocitos B.

La súper vacuna; importancia del efecto adyuvante


Una única picadura de abeja inyecta solamente 0,1μg de veneno y da a lugar a una importante producción de IgG e IgE.

Las vacunas conjugadas activan las células T y permiten la vacunación contra polisacáridos.

[Recordar que esto ya fue mencionado en la última trasparencia del tema 9, clase
11]
Los ejemplos más destacados de estas vacunas, son las vacunas contra
Haemophilus influenzae tipo b y contra Streptococcus pneumoniae. Los
polisacáridos de las cápsulas bacterianas son altamente inmunogénicos en el
curso de la infección, sin embargo el polisacárido purificado no da a lugar a
respuesta T dependientes, y por tanto es necesario conjugarlo (generalmente al
toxoide tetánico o diftérico que ya han sido aprobados para vacunas).
La aplicación de esta vacuna es un buen ejemplo de la “inmunidad de rebaño”
que se logra con la vacunación. La aplicación en niños redujo drásticamente la
incidencia en los mismos, pero también en adultos.
Recordemos que aquí el epítope B (polisacárido, celeste) es distinto al epítope T
(proteína, roja). La proteína se unió covalentemente para que se de la
colaboración del linfocito T, pero el plasmocito que se genera, libera Ac con
afinidad por el polisacárido, ya que esto fue lo que reconoció el BCR en un
principio.
Existen vacunas contra un gran número de agentes infecciosos, pero importantes enfermedades aún no cuentan con
vacunas.
Las vacunas aprobadas tienen como principal mecanismo de acción los anticuerpos.
Aunque algunas de las vacunas en uso producen respuestas de células T y respuestas de anticuerpo T dependientes la
eficacia de las vacunas que a resultado exitosa reposa en la generación de anticuerpos de alta afinidad contra el
patógeno blanco.
Existe un gran número de vacunas que han sido aprobadas para uso en humanos con variada composición, que ha sido
optimizada para mantener un balance entre la protección, seguridad, costos y estabilidad. La forma de acción de estas
vacunas va desde las que usan organismos completos ya sea vivos o muertos hasta aquellas que usan componentes
individuales como toxoides, proteínas de cápsulas virales, carbohidratos de cápsulas bacterianas, etc. En el caso del
sarampión existen vacunas pero son particularmente sensibles a la cadena de frío y por tanto no son adecuadas para
una importante parte del mundo.
Otros ejemplos de enfermedades sin vacuna existente: Malaria, Paludismo, Esquistosomiasis, Infestación por
helmintos intestinales, Tuberculosis, Enfermedad diarreica, Infecciones respiratorias, Sarampión e Infección por
VIH/sida.
Los epítopes del “core” de la proteína no son tan fáciles de mutar y por tanto los nuevos esfuerzos de generación de una
nueva vacuna contra el HIV están también dirigidos a generar células CD8+ contra el virus, particularmente en el sitio de
entrada en las mucosas.
Muchas infecciones están ampliamente adaptadas a la respuesta inmune del hospedador y han encontrados formas de
persistir evadiendo la respuesta inmune. Tal es el caso de viremias como el Epstein Barr o citomegalovirus que
permanecen para siempre una vez producida la infección, organismos como M. tuberculosis que infectan un alto
porcentaje de la población en forma prácticamente asintomática, y una gran cantidad de parásitos. Dada su adaptación,
ha resultado muy difícil el desarrollar vacunas contra los mismos. Algunos parásitos logran cambiar las proteínas de su
cobertura, por lo que los Ac específicos para la cobertura anterior que se generaron gracias a la vacuna ya no son útiles.
Esta nueva cobertura como es extraña activara al SI una vez más.
En general, las vacunas eficientes son para aquellos patógenos que dan enfermedad en la fase aguda, no en la crónica. La
tuberculosis, por ejemplo. Existe una vacuna, BCG, la cual se le da hoy por hoy a los niños de 15 meses, pero no es 100%
eficaz.
Las enfermedades diarreicas e infecciones respiratorias no tienen una vacuna debido a que las produce un alto número
de patógenos, muchos virus producen estas enfermedades. Por lo tanto, más allá de que el virus cambie, si yo tengo 1000
virus para atacar es muy difícil abarcarlos.
El sarampión tiene una vacuna 100% efectiva, pero el problema de la vacuna contra el sarampión es que no se puede
cortar la cadena de frío, lo que implica que no haya una cobertura mundial contra esta enfermedad.
Otro ejemplo es el virus del SIDA. La vacunación contra el virus del
sida, HIV, aún no ha sido resuelta debido en gran parte a la alta
capacidad de mutación que tiene el virus. El ingreso del virus
depende de la unión a los receptores CD4 (de linfocitos T
colaboradores; por lo tanto es un virus que ataca el SI, más
específicamente a dicho linfocito) y el receptor de quimioquinas
CCR5. El sitio de unión a CD4 se encuentra en la proteína gp120
que está asociada en forma de trímeros en la superficie del virus. El
sitio de unión a CD4+, está en el fondo de un bolsillo rodeado de
motivos de glicosilación poco inmunogénicos, y loops
hipervariables (debido a cambios mutacionales), por tanto es muy
poco accesible a eventuales anticuerpos neutralizantes. Por otro
lado, el sitio de unión a CCR5, no está expuesto y solo se hace
accesible cuando se ha producido la unión de gp120 a CD4. Esta estructura hace que sea difícil una respuesta de
anticuerpos neutralizantes. No obstante, algunos anticuerpos neutralizantes, han sido aislados de pacientes que
mostraban una resistencia natural a la enfermedad.

Junto a los antibióticos, las vacunas son las principales herramientas para el control de las infecciones.
Desde hace años los programas nacionales de vacunación han incorporado nuevas vacunas lo cual ha disminuido
incidencia de muchas enfermedades infecciosas. Se estima que es necesario alcanzar un 95% de vacunación para llegar a
un nivel de inmunización en la sociedad que impida la diseminación de la enfermedad. La ausencia de la enfermedad
puede operar a su vez en la población como un factor negativo para que los padres sometan a sus hijos a la vacunación,
dado que no perciben el riesgo de la enfermedad y si están muy atentos a los posibles efectos secundarios. Por esta razón
hay una gran presión para la elaboración de vacunas cada vez más inocuas, que requieran pocos boosters, y si es posible
vacunas combinadas. Por esto existe una alta exigencia para el desarrollo de vacunas, a las cuales se les exige además
bajos costos, facilidad de aplicación y vida media adecuada (de ser posible aún en ausencia de cadena de frío).
Hay vacunas que se administran una sola vez en la vida, como por ejemplo la vacuna contra la varicela. Es decir que con
una sola inmunización, ya generamos una respuesta de memoria que es suficiente. Sin embargo, hay otras que debemos
seguir dándonos varias veces a lo largo de nuestra vida, como la antitetánica, cada 10 años. ¿Por qué? Porque el
microorganismo del tétano en menos de 24hs actuó. Por lo tanto no nos sirven las células de memoria. Necesitamos
tener los Ac en el cuerpo para tener una respuesta más rápida. Hay que neutralizar la toxina tetánica.

Debido a su carácter preventivo y su aplicación masiva, las vacunas deben cumplir altos estándares de seguridad

La experiencia ha demostrado que se requiere una cobertura


del 95% para que se produzca la denominada “inmunidad de
rebaño”. Cuando la incidencia de una enfermedad cae por la
vacunación, la población deja de percibir la necesidad de
vacunación y es particularmente susceptible a los posibles
efectos secundarios.

Cuando la incidencia de una enfermedad cae por la vacunación,


la población deja de percibir la necesidad de vacunación y es
particularmente susceptible a los posibles efectos secundarios.
En esta circunstancia puede disminuir el porcentaje de
población vacunada, lo que afecta el estado de defensa de la
población, la llamada ‘inmunidad de rebaño’ y pueden ocurrir
rebrotes de la enfermedad. Un ejemplo ilustrativo de este
fenómeno ocurrió en Gran Bretaña en la década del 1970. La
vacuna contra la tos convulsa (Bordetella pertusi), que había
reducido enormemente la incidencia y mortalidad de esta
enfermedad, se preparaba con microorganismos inactivados, y
producía efectos locales menores y dolor, en casos muy raros
producía convulsiones. En la prensa se publicaron rumores
sobre algunos casos de daño cerebral luego de la aplicación de
la vacuna. El suceso llevó a que muchos padres no vacunaran a
sus hijos y la inmunización cayo al 30%. Luego se vio que el
riesgo de daño cerebral era infundado, pero la caída de la
inmunidad causó dos brotes de tos convulsa en los que
murieron 30 niños. De todas formas el suceso hizo que se
estudiara la antigenicidad de los distintos componentes del
microorganismo, y que sobre esta base se sustituyera la vacuna
a microorganismos ‘muertos’ sustituyéndola por subunidades
purificadas o recombinantes. El resultado fue una vacuna más
segura e igualmente efectiva. El lado negativo fue que el costo
aumentó, lo cual limita su aplicación en países de menos
recursos.
La vacunación puede utilizarse para reforzar la respuesta inmune contra tumores
Los tumores generalmente desarrollan mecanismos de evasión de la respuesta inmune que les permite sobrevivir y por
tanto la vacunación es de por sí muy difícil.

El sistema inmune controla el desarrollo del cáncer, y muchos tumores son eliminados en el momento de su formación.
La vigilancia inmunológica contra tumores queda de manifiesto al observar el aumento en la incidencia de tumores en los
individuos inmunosuprimidos. El sistema inmune innato responde a las células tumorales cuando estas debido a su alta
tasa de reproducción, apoptosis y remodelación de tejido que tiene lugar. La alta frecuencia de apoptosis hace que en
algunos casos se libere contenido celular al espacio intracelular. Muchos de estos componentes como histonas, ATP, etc.
y fragmentos de la remodelación tisular activan a los macrófagos circundantes, que liberan TNF, IL1 que activan las DC
inmaduras (comienzo de la respuesta inmune contra el tumor) y la IL-12 activa las NK. Estas junto con las NKT y linfocitos
T gamma-delta, pueden activarse también al reconocer moléculas de estrés que se expresan en el tumor (MICA y MICB).
El IFN gamma secretado por las NK promueve la expresión de MHC1 por el tumor y las células T citotóxicas alfa-beta
CD8+ que se formaron como resultado de la respuesta adaptativa pueden ayudar a destruir las células tumorales. Esta
presión del sistema inmune hace que las células tumorales en algunos casos se seleccionen (en un proceso parecido al de
selección natural) para por ejemplo no responder al INF gama, para no expresar MHCI o eliminar de su genoma alelos
particulares del MHC que presentan péptidos del tumor, o secretar citoquinas antiinflamatorias como IL-10, TGF beta, o
secretar MICA o B en lugar de expresarlas en membrana.

El mayor adelanto en la vacunación contra el cáncer ha sido en aquellos de claro origen viral como la Hepatitis B y
Human Papiloma Virus. Otras formas de vacunación directa contra componentes del tumor ya formado, no han sido
exitosas. La forma más común es la de utilizar preparados del tumor para inmunizar, combinados sustancias adyuvantes
bacterianas la BCG, o motivos de CpG sintéticos, pero los resultados, aunque alentadores no muestran la efectividad
esperada. Otras estrategias se han basado en el uso de antígenos de tumores definidos, en forma recombinante o bien
como péptidos, acompañados de terapia génica en la cual se transforman las células tumorales para que expresen B7 o
GM-CSF. También ha habido muchos intentos de aumentar la inmunidad contra tumores pulsando células dendríticas del
paciente con péptidos o antígenos tumorales, y reinyectando estas células en el paciente. Dada las dificultades prácticas
y el éxito relativo de este tratamiento, una nueva tendencia es la de explorar el ‘targeting’ de las células dendríticas
inyectando en el paciente quimeras de antígenos tumorales fusionados a fragmentos de anticuerpos que están dirigidos
contra receptores endocíticos de las células dendríticas como DC-SIGN, Dec-205, Clec9A, dectina 1, etc, y se ha visto que
dependiendo del receptor utilizado se puede obtener respuestas T CD4+, T CD8+ o combinaciones. En algunos casos,
como con el uso de DC-SIGN o Clec9A, la activación de las células dendríticas es incluso independiente del uso de
adyuvantes adicionales como CpG que pueden ser requeridos en otros casos. Esta última aproximación ha dado
resultados muy promisorios en modelos murinos de metástasis de melanoma. Muchas de las estrategias de generación
de inmunidad contra tumores, especialmente cuando se usan extractos complejos del tumor, pueden dar lugar a
autoinmunidad. Se toma parte del tumor por un lado, y sangre por el otro. De la sangre del individuo que tiene el tumor
se extraen los monocitos (células blancas). Luego se los incuba con ciertos factores de crecimiento para diferenciarlos en
DC. Si tomamos además una biopsia del tumor y podemos una purificación sobre los Ag tumorales, podemos cultivar la
DC con el Ag en presencia de una inflamación (manipulación: inflamación en un Petri). Con esto tenemos DC activadas, y
es esto lo que se le da al individuo.

Los avances en la ingeniería de anticuerpos ha permitido su utilización terapéutica: “magic bullets”.

La generación de anticuerpos monoclonales a través de la tecnología de hibridomas (1975), despertó gran expectativa en
cuenta a la posibilidad de utilizarlos como ‘magic bullets’ para dirigir la acción del sistema inmune, o de toxinas,
radiofármacos, etc. a células o tejidos enfermos. Sin embargo los primeros intentos resultaron frustrados sobre todo por
la generación de una respuesta inmune de los pacientes contra los anticuerpos murinos. El único ejemplo exitoso de este
primer intento fue el anticuerpo murino OKT3, que está dirigido contra la molécula CD3+ del complejo TCR de los
linfocitos T y permite la eliminación de las células T de un individuo, lo que se ha utilizado como forma de
inmunosupresión en transplantes. En las décadas siguientes se produjo un importante avance en la ingeniería de
anticuerpos que permitió la humanización de los anticuerpos monoclonales generados en ratón, por ejemplo
transfiriendo los dominios variables murinos a una molécula de anticuerpo humana, o mejor aún injertando los CDRs
murinos en una Ig humana. Estos avances permitieron un auge en producción de anticuerpos terapéuticos y al presente
se encuentran en el mercado unos 20 anticuerpos sobre todo para su utilización en cáncer y en desregulaciones del
sistema inmune. La forma principal de funcionamiento de estos anticuerpos es a través de la neutralización por ejemplo
en el caso de los anticuerpos contra TNF-alfa o Vascular Endothelial Growth Factor (VEGF), o también una vez unido al
receptor en la célula blanco, pueden reclutar la acción del complemento o de elementos celulares como NK dando lugar
a mecanismos de ADCC. Una fuerte limitante para su uso ha sido la dificultad de producción. Los anticuerpos se
obtienen por procesos costosos de cultivo celular en células eucariotas, y la dosis terapéutica puede ser de varios gramos.
Por ejemplo el Rituximab se usa en dosis de 375 mg/m2 en 8-16 aplicaciones, lo que termina en una cantidad de 8-12 g.
También se prepararon distintas construcciones como la región Fab o los dos dominios variables del anticuerpo unidos
por una cadena polipeptídica (single chain scFV) conjugados a toxinas, radiofármacos, citoquinas que de esta forma son
dirigidas a determinados tipos celulares. También pueden generarse anticuerpos biespecíficos que dirigen la actividad de
células NK contra células tumorales, o la de linfocitos T contra las células tumorales, si bien en este caso la ventaja es que
hay muchos más linfocitos T, estos requieren de activación por CD28 para ejercer eficientemente su actividad citotóxica.
Los fragmentos menores son más fáciles de producir y tienen mejor penetración en los tejidos, por ejemplo se ha
estimado que solo el 20% de las moléculas enteras pueden penetrar los tejidos. Sin embargo estos fragmentos tienen
menor vida media, lo que implica que deben repetirse las administraciones más frecuentemente. Actualmente varios
grupos están tratando de introducir modificaciones que aumenten la vida media de estos fragmentos, la más promisoria
al momento ha sido la conjugación a polietilenglicol.
Esto forma parte de la inmunización pasiva, y se usa en los casos de querer neutralizar una toxina o un veneno por
ejemplo.
Antiguamente lo que se hacia era darle la toxina tetánica a un caballo. Se le sacaban los Ac y éstos se les daba al
individuo. Pero el individuo podía recibir Ac de caballo una sola vez. Si le doy Ac de caballo a un ser humano, su parátope
va a reconocer y neutralizar la toxina, pero, su fracción Fc activara el SI del individuo porque no es propio. Los estudios
siguientes se basaron en la búsqueda de la posibilidad de recibir antisueros más de una vez. Hoy por hoy, los Ac
antitetánicos son de origen humano, ya que la mayoría de la población está vacunada, inoculada, lo que indica que la
mayoría tenemos en nuestra sangre Ac contra el tétanos.
Los biólogos moleculares intentaron otras maneras de humanizar esos anticuerpos de animales. Si tenemos un Ac
específico para el tétanos del ratón, lo que se puede hacer es sacar la secuencia del ARN que codifica para la regios Fab y
formar la Ig dimérica que tiene el parátope proveniente del ratón y el resto (parte constante) humano. ¿Qué mejora esto?
Además de evitar el shock anafiláctico (por su uso como antisuero y su rápida acción), todos los mecanismos efectores
que se activan mediante el reconocimiento del Fc se pueden activar, porque tenemos esa parte como propia; se puede
dar lugar a los mecanismos efectores dependientes de Ac.
Más humanizado todavía sería por ejemplo el caso de CAMPATH-1H: Anticuerpo humanizado generado por injerto de los
CDRs del anticuerpo de rata contra CD52 un marcador de linfocito maduros pero no de precursores, que se usa para
eliminar los mismos y como tal tiene aplicaciones en desordenes linfoproliferativos y está siendo utilizados en ensayos
clínicos en esclerosis múltiple. Al gen de Ig se le varían las secuencias de los CDRs (regiones de compatibilidad de las Igs).
Es allí donde interaccionan con los epítopes de Ag, quedando en el centro del parátope.

Otro mecanismo fue la formación de un parátope como cadena única, o solo el fragmento dependiente

¿Cuál es la idea de todo esto? Si tengo Ac contra un tumor y le doy el dimerico humanizado, puedo producir ADCC. Las
células que participan en esto son las NK, ya que tienen receptores para Fc. Al reconocer el Fc envían señales de muerte
por apoptosis a la célula neutralizada por Ac. Otro fin es a estos Ac conjugarles toxinas, radiofármacos, citoquinas,
enzimas, etc.

Anticuerpos monoclonales terapéuticos aprobados por la FDA


Ejemplo: Rituximab, un anti CD20. El CD20 es una molécula que está en los linfocitos B. El Rituximab se usa para tratar
linfomas de células B, ya que se unen donde debería hacerlo el CD20 y luego las células NK atacan al tumor.

Fragmentos de anticuerpos monoclonales pueden seleccionarse in vitro a partir de bibliotecas de phage display

Una importante
tecnología para la
selección de
anticuerpos
humanos es la
tecnología de
phage display. Los
linfocitos
periféricos de un
donante son
utilizados para
amplificar los
genes de los
anticuerpos contra
los que el paciente
ha generado
respuesta, más la
diversidad de
inmunoglobulinas
que naturalmente
generó. Los
fragmentos de PCR
son clonados en un vector que permite expresar los fragmentos de anticuerpos fusionados a una de las proteínas
minoritarias que forman la envoltura de fagos filamentosos de la familia fd. De esta forma se puede generar una
biblioteca de muy alta diversidad en la cual es de esperar que estén representados la mayoría de los anticuerpos. Estas
bibliotecas se seleccionan contra la molécula contra la que se quieren obtener anticuerpos a través de varios (3-5) ciclos
de selección y amplificación. Luego se toman clones aislados y se ensaya su especificidad contra la molécula selectora.
En vez de realizar Ac en si, se pone la información del parátope.
La afinidad de interacción del Fc por los receptores FcR es crítica para la acción de los anticuerpos terapéuticos

La interacción de los anticuerpos con los distintos receptores FcR tiene gran importancia para su valor terapéutico. Se
piensa que el principal mecanismo de acción in vivo de los anticuerpos terapéuticos es a través de mecanismos de ADCC.
Esto está apoyado por ejemplo por la constatación de que Rituximab tiene una mayor eficiencia en pacientes que tienen
una mutación particular en el receptor Fc-gama3 que le aumenta la afinidad por la región Fc del anticuerpo (IgG1). La
mayoría de los anticuerpos aprobados utilizan Fc de IgG1, solo algunas excepciones utilizan regiones Fc de IgG4 o IgG2
(solamente acción neutralizante). Durante su producción en células eucariotas, distintas células puede afectar la
glicosilación y esto resulta muy importante para la actividad. Por ejemplo un anticuerpo anti CD20 producido en la línea
YB2/0 de rata, mostró un poder 50 veces mayor para mediar la ADCC que el mismo anticuerpo producido en células CHO
(Chinese hamster ovary). Esto se debe a que las células CHO tienen una mayor actividad de una fucosil transferasa y la
adición de fucosa limita la interacción con el receptor.
La necesidad de una afinidad por el receptor está fuertemente condicionada por la competencia con los anticuerpos
circundantes en el paciente. Así las dosis de los Ac terapéuticos que deben usarse in vitro son muchas veces cientos o
miles de veces menor que las que se necesitan para actuar in vivo. Otro aspecto importante es que idealmente el
anticuerpo no debería interactuar con los receptores inhibitorios Fc-gama-RII-B, y por esta razón se han hecho esfuerzos
para realizar mutaciones que puedan disminuir selectivamente esta interacción.
La interacción del receptor FcRn (neonatal receptor) prolonga la vida de las Igs de días a semanas.
Vida media IgG1 = 21 días; IgG3 = 7 días. Unión a FcRn igG1 > igG3. Ç
Idealmente el anticuerpo debe interactuar con alta afinidad con los FcR activadores, pero no con los inhibidores. La
glicosidación por ejemplo es crítica en este sentido.

Estrategias para la modulación de la inmunidad contra el cáncer

Estrategias para la modulación de la autoinmunidad


Contrariamente a lo que ocurre con la terapia del cáncer, las enfermedades autoinmunes requieren la inmunosupresión.
El tratamiento convencional ha sido el uso de agentes inmunosupresores como corticosteroides, macrólidos,
antimetabolitos y agentes alquilantes. Recientemente han aparecido una serie de opciones de biofármacos que tienden a
suprimir selectivamente la respuesta inmune de los pacientes. En los casos en que se conoce el antígeno, múltiple
esclerosis, miastenia gravis, diabetes tipo I, Grave´s disease, etc. se ha considerado la posibilidad de generar tolerancia
antígeno específica, en contraposición a la immunosupresión indiscriminada. Sin embargo, muchos de los primeros
intentos han resultado en exacerbación de la enfermedad. Una excepción es el glatiramed (Copaxone Teva
Pharmaceutical) que es un copolímero al azar de péptidos básicos desarrollado como un mimético de la proteína básica
de mielina, ha dado bueno resultados y se ha visto que es capaz de estimular la producción de células reguladoras, es el
único antígeno especifico aprobado por la FDA. En cuanto a los tratamientos no antígeno específicos, los más exitosos
han sido el uso de anti TNFalfa en artritis reumatoidea, con un obvio rol antiinflamatorio, el uso de IFN beta en esclerosis
múltiple (en este caso el mecanismo de acción no es claramente entendido), el bloqueo de la migración de linfocitos T
activados usando anticuerpos anti VLA4 (una integrina que vinculada a la migración de estas células). Este último resultó
ser muy eficiente en esclerosis múltiple al impedir el acceso al cerebro de los linfocitos T que participan en el proceso de
la enfermedad, sin embargo, aunque con baja frecuencia, produjeron la reactivación de una enfermedad viral latente de
alta incidencia, la progressive multifocal leukoencephalopathy (PML) justamente al disminuir la actividad de las CTLs. A
pesar de algunos progresos, se necesita una mejor definición de los antígenos críticos y las poblaciones celulares, aunque
en algunos casos las aplicaciones no. Por ejemplo el Rituximab, que se une a CD20 y por tanto disminuye la población de
células B, ha probado disminuir los síntomas de la esclerosis múltiple en corto plazo (días), evidenciando el rol de la
secreción de anticuerpos en la enfermedad, aún cuando hay acuerdo que el componente principal de la misma es la
respuesta dé células T. En otro ejemplo, un tratamiento con anti CD3 tuvo un efecto de varios años en el progreso de la
diabetes tipo I, indicando que el efecto fue regulador y no solo eliminación de células. Finalmente, ahora sabemos que
CD25 es un marcador de células reguladoras, pero cuando se desarrollo el Daclizumab, una anticuerpo anti-CD25 no se
sabía y se uso en estudio de supresión de la autoinmunidad, lo cual no era racionalmente indicado, sin embargo el
Daclizumab esta probando ser útil en el tratamiento de la esclerosis múltiple y la uveitis (autoinmunidad que afecta los
ojos)

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