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La Tomatina

Era agosto de 1945. En Buñuel, como en otros puntos de la península, se celebraba un


desfile de Gigantes y Cabezudos, que es una cabalgata en la que los lugareños se
disfrazan y pasean por el pueblo. Ese año todo el mundo quería disfrazarse. Cuentan
entonces, que un hombre enfadado porque no le habían permitido participar en el
desfile, golpeó a otro que estaba disfrazado. La pequeña pelea desencadenó otra más
grande en la que alguien usó las verduras de un puesto de hortalizas para lanzarlas,
cogiendo y tirando luego los tomates que allí estaban. De repente, una lluvia de tomates
tomó las calles y la gente empezó arrojar tomates sin parar: la Tomatina había nacido.
Se tomaron medidas contra los culpables de esa revuelta, pero al año siguiente la gente
que recordaba en su memoria tal situación repitió el episodio reuniéndose en la plaza
con miles de cajas de tomates. El intento del gobierno por paliar lo sucedido fue en
vano. La Tomatina había llegado para quedarse.

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