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DANIEL CAMEJO ACOSTA: En ese Ospino agotado por la Guerra de

Independencia y de Federación, sumergido en el caos político reinante en el país,


nace el 23 de julio de 1877 este ilustre científico y humanista, doctorado en ciencias
médicas en la Universidad de Caracas el 15 de febrero de 1900, regresa a su pueblo
natal y allí se dedicó a ejercer su profesión durante nueve años, hasta que se traslada a
Barquisimeto. Combatió con las armas de la ciencia las enfermedades que como una
maldición diezmaban a los llaneros, en este sentido dedicó su sabiduría al
conocimiento de las patologías tropicales. Su tratamiento del paludismo lo hizo muy
conocido, las “grageas Camejo” a base de sulfato de quinina, eran celebres.
También es importante su aporte a las letras venezolanas, escribía como un
verdadero profesional de las letras y su legado literario lo podemos encontrar en su
colección de relatos intitulado “Notículas Truncas”. Su obra se inscribe dentro de la
corriente literaria denominada criollismo, muy de moda entre los escritores
venezolanos del siglo XIX, y que nos permite recoger testimonios vividos y sentidos
por el escritor de una manera humana, que nos ofrece la oportunidad de palpar la
expresión de los pueblos, la sencillez de la cotidianidad, sobre todo en un país rural
circundado por el fantasma de la desolación. Su trayectoria le permitió a Salvador
Macías afirmar que “Por el solo hecho del nacimiento del Dr. Daniel Camejo Acosta,
Miguel Otero Silva no escribió Casas Muertas en Ospino”. De igual manera al
referirse a su obra literaria Ricardo Archila comenta, “Inspirado en la policromía
poética de los llanos, dicho libro –una joya literaria- ha sido consagrado por los
elogios de escritores de la talla de Lazo Martí, Lisandro Alvarado, Laureano
Vallenilla Lanz, David Anzola y Cesar lizardo, entre otros”.
En Noticulas Truncas, plasma una descripción que seguramente fue inspirada por
la vista panorámica desde su casa ubicada en la avenida Libertador de Ospino.
Escribe que abrió de par en par sus ventanales coloniales y “más allá de un oscuro
cortinaje de árboles, se esfumaban las últimas estibaciones de la cordillera, una
agrupación de colinas, redondeadas y suaves como senos de mujer”.
Su vocación profesional y sabiduría es reconocida en el estado Lara, de hecho
diversas instituciones, bibliotecas y centros de salud llevan su nombre, y en Ospino
una de sus avenidas. Hoy su casa natal, que sirve de depósito buhoneril, está a punto
de ceder ante las inclemencias del tiempo y la indiferencia gubernamental, solamente
la placa colocada en una de sus paredes con motivo de centenario de su nacimiento
nos reclama nuestra deuda histórica con uno de sus hijos más ilustres. Muere en
Barquisimeto el nueve de marzo de 1937.
Fuente. Algunos datos y la imagen fueron tomados de Noticulas Truncas, publicada
en 1979 por la editorial CUYUNI.

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