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Scott Gordon
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filosofíadé
las cienc¡as
sociales
E di rorial,4riel, 5..4.
Barcebna
CepÍrulo 3
LEYES SOCIALES
diversas ciencias sociales difieren notablemente entre sí, y las ciencias naturales
igual. La econotnía se parece t¡íts en ciertos aspectos a la física que ¿r la biología.
Por otro lado. sería fácil trazar analogías entre ciertas partes de la socioloeía y de
la biología, pero sería muv difícil la comparación con Ia química. Y así sucesiva-
rrente. Nuestro examen principal de la cuestión se arplazarír hasta el último capí-
tulo, pero puede que sea útil que examinemos en esta etapa ciertas cuestiones de
importancia filosófica que están relacionadas con Ia idea de «leyes, de los fenó-
menos sociales.
Todas las disciplinas que se califican como «cis'ncias» tienen al menos uira
cosa en conrún:pretenden dr-'scubrir leves generales que cubran un arnplio campo
de tenómenos específicos. El ejemplo prototípico de una ley general es la ley' de
l¿ gravitación universal de Nervton. que postula que, dadas ciertas condiciones
(tcrdas las leves están linlitadas en este sentido), la fuerza de atracción entre dos
cuerpos es directamente proporcional al producto de sus ma-sas e inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. Esta ley incluve todas las
masas (manzanas, piedras. planetas, r'esículas biliares. nubes, etc.) e incluye fenó-
menos que se producen en todos los lugares y en todos los tiempos, incluido el fu-
turo que no ha llegado aún. Debido a su carácter general, decimos de la ley de
Ner.r'ton que es una «proposición nomológica» (del grie-9o clásico tttttttos,ley).
En las ciencias sociales hav muchas proposiciones que se denominan <<le-
)es),,como por ejemplo la iey de la especialización creciente (sociología), ll le1'
de hierro de le oligarquía (ciencia política), las leyes del movinliento del crpitr-
li:mo ieconomía marxista), la ley de la distribución del ingresc, r1e Pareto (econ.-,-
mía). la le,r- de rendimientos decrecientes (economía). etc. Cuando examinamos
est¿rs proposiciones descubrimos que, si bien todas ellas constituren generaliza-
ciones, se trata de tipos muy distintos de generalizaciones. Ir'fi pnmera intención
en este capítulo es estrblecer ciertas distinciones entre tipos de proposiciones nc-
mológicas. Se crea a veces muchísima confusión al analizar «ley'es de comporta-
rniento social" dando por supuesto que siempre se quiere decir lo mismo cuando
se utiliza la palabra «leyr.
l. Proposicionesnomológicas
I . 1. Lgr es E,"'IPíRICAS
John Stuart Mill define «ley empírica,' en su Lógica (libro VI, capítulo
quinto) como «una uniformidad, bien de sucesión o bien de coexistencia, que de-
48 HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
muestra ser Verdadera en todos'los casos dentro de los límites de nüestra observa-
ción, pero no es de tal naturaleza que proporcione seguridad alguna de que lo
hiciese fuera de esos límites...». Examinemos dos de las leyes de la lista anterior
que tienen un carácter claramente empírico: la «ley de distribución del ingreso de
Pareto» y la «iey de hierro de la oligarquía» formulada por Robert Michels. Vil-
fredo Pareto, ingeniero-economista italiano, expuso la sorprendente ley de distri-
bución del ingreso en sus lecciones eh la Universidad de Lausana, publicadas con
el título de Curso de economía política (1896-1897). Parero examinó los da-
tos sobre las rentas de todos los países de los que había entonces estadísticas
disponibles, y se convenció de que la pauta de distribución de dichas rentas
era sustancialmente la misma en todos los países y podía representarse por la
fórmula:
logN-logA-alogX
siendo N el número de personas cuyo ingreso es superior a X, y A y aconstantes.
Si trazamos en una gráfrca de doble entrada la distribución de ingreso (acurnula-
tivo) obtendremos una línea recta con una inclinación igual a a. El coeficiente a
expresa el grado de desigualdad de la distribución de la renta. Los estudios empí-
ricos de Pareto demostraban no sólo que la fórmula anterior se ajustaba bien a los
datos, sino que cuando se calculaba a resultaba tener sustancialmente la misma
magnitud en todos los países, lo que indicaba que el grado de desigualdad en la
distribución del ingreso era uniforme. Esto indica que a en la fórmula de pareto
es similar al coeficiente de atracción gravitatoria de Newton: una <<constante
natural».
El propio Pareto previno contra la tentación de exagerar el significado de
sus hallazgos empíricos. Los economistas profesionales fuerón, en general, más
cautos incluso que Pareto y las investigaciones posteriores no se distinguen de-
masiado por utilizar la ley de Pareto como una proposición básica de la economía.
Pero algunos economistas han considerado que el descubrimiento de constantes
empíricas como la a de Pareto es lo que habría de dar los fundamentos adecuados
sobre los que edificar una verdadera ciencia. El distinguido economista Joseph A.
Schumpeter, comentando la ley de Pareto medio siglo después de que se hubiese
publicado («Vilfredo Pareto>>, Quarterly Journal of Economics, 1949), reprendía
a la profesión por no haber sabido apreciar el significado científico del descubri-
miento de regularidades empíricas como la invariabilidad dela ade Pareto.
Robert Michels fue un científico político alemán cuya obra PartirJos potíti-
1
cos (1911) se considera importante por ser uno de los primeros estudios empíri- i
cos de un problema muy básico: la tendencia de Ias organizacrones sociales a
formar órdenes jerárquicos. Si se considera la democracia un sistema político en
el que cada uno tiene aproximadamente igual poder, será inalcanzabl,e si existe
una tendencia natural (es decir, una «ley») según Ia cual las organizaciones tien-
den a hacerse jerárquicas, concentrándose la mayor parte del poder en manos de
LEYES SOCIALES 49
más allá del reconocimiento de una regularidad empírica. Se da un gran salto pa:
sando de la proposición «por lo que sabemos hasta el momento, A se caracteriza
por X», a la proposición <<la observación empírica demuestra que un rasgo esen-
cial de A es X».
Un ejemplo notable de lo peligroso que es formular una ley puramente empí-
rica y proyectarlahaciael futuro es el famoso trabajo de Raymond Pearl y Lowell
J. Reed sobre el crecimiento demogiáfico en Estados Unidos (Proceedings of the
National Academy of Sciences, l92A). Los autores advirtieron que no prátendían
afirmar que hubiesen descubierto las «leyes orgánicas básicas» del crecimiento
demográfico, pero demostraban que podía formularse una ecuación matemática
que se ajustaba notablemente bien a los datos del censo. Considerando que nin-
guna población de un área limitada puede crecer indefinidamente, eligieron una
ecuación que tenía la característica de que, cuando se proyectaba más allá de los
datos hacia el futuro, generaba necesariamente una serie de números que se
aproximaban gradualmente a un techo. Partiendo de esto sacaron la conclusión de
que el límite superior absoluto de Ia población de Estados Unidos era de 197 mi-
llones. Tras unos cuantos cálculos complementarios, pasaron a asegurar que,
cuando se alcanzara el límite, estarían dedicados a la agricultura el doble de indi-
viduos que en 1920 y, aun así, tendría que cubrirse con la importación la mitad de
las necesidades alimentarias del país.
Las predicciones de Pearl y Reed no se correspondieron con los hechos. La
población de Estados Unidos supera en Ia actualidad los 200 millones y continúa
aumentando; la proporción de lafuerza de trabajo dedicada a la agricultura es in-
ferior al 5 Vo y sigue disminuyendo; y Estados Unidos es uno de los principales
exportadores de alimentos. Para predecir con precisión la población humana y
para llegar a unas conclusiones fidedignas respecto a la producción de alimentos,
Pearl y Reed deberían haber utilizado un modelo mucho más amplio, que inclu-
yera todos los factores sociales y económicos que son determinantes básicos del
índice de nacimientos, el cambio tecnológico, los precios de los alimentos y otros
artículos, etc. Ecuaciones como la que enunciaron Pearl y Reed las utilizan con
eficacia biólogos demográficos modernos, pero sólo en casos mucho más simples
de organismos no humanos en que no operan estos factores.
Ya indicamos antes que uno de los problemas de las afirmaciones puramente
empíricas que se presentan como <<leyes>> generales es que basta un ejemplo con-
trario para echar abajo la proposición. Se podría responder alaalegación de ese
ejemplo contrario afirmando que no se corresponde, en realidad, con la clase de
cosas incluidas en la ley. Consideremos la generalización empírica «todos los cis-
nes son blancos». Si se observase un ave semejante a los cisnes en todos los as-
pectos salvo en el color se podría responder diciendo que no se trata realmente de
un cisne. Esto salva la proposición «todos los cisnes son blancos>>, pero no es ya
una proposición empírica. Dado que no se llamará <<cisne>> a ningún aye a menos
que sea blanca, la blancura no es, en este caso, una característica de objetos físi-
cos observable independientemente, sino un criterio definitorio para el uso de la
LEYES SOCI,\LES 5r
palabra <<cisne>>. Es esencial. claro está. si queremos pensar con clariclac'l. no con-
fundir las proposiciones empíricas con las definiciones. Esto no siempre es tan fá-
cil corno en el ejenrplo anterior. Así, en los estudios estadísticos nos encontramos
a metludo con que los datos forman una pallta clara salvo en unos cuilntos casos.
lo que plantea Ia tentación de eliminar a estos ,,intrusos» consideranclo que no sorl
verdaderos ejemplos del fenónleno que se estudia.
El principal rnensaje epistémico que transmite este breve análisis de las Ie-
yes ernpíricas no es que la pruebl empírica no sea fidedigna, sino que la infonna-
ción objetiva. en sí. no puede proporcior"larnLrs mucho conocimiento de los
fenómenos complejos. La ciencia modenla es ernpírica. v para apreciar su meto-
dologírr es preciso entender cómo se articula la prueba enrpírica con el razona-
miento tcórico para apofiar explicaciones de los fenómenos. Francis Bacon, en su
Novunt Organutn ( 1620). intentó demostrar la proposición de que se puede obte-
ner conocimiento absolutanlente seguro de la realidad recogiendo simplemente y
procesando datos objetir,'os. St¡ libro jugó un papel importante en la tarea de
afianzar la orientación empírica de la ciencia. pero su tesis epistémica básica era
errí¡nea.
Este término se refiere a los tipos de le1'es que se dln en las disciplinas de la
lógica y las matemáticas. Por ejemplo'. la ,.le) de no contrl.licciein,,, alirma que:
LIn ejemplo concreto de las dos primeras de estas le,"-es sería la proposición:
Y de Ia ley de transitividad:
Si Albertr: es más alto que Berta y Berta es más alta que Claudia, Al-
berto es más alto que Claudia.
52 HrsroRIAy Frlosor'ÍnpsLAS crENCrAs socIALES
Es importante tener en cuenta que los ejemplos de este tipo sólo ejemplifican
las leyes analíticas correspondientei; no constituyen ningún élemento de prueba.
Las leyes analíticas son leyes delarazón o leyes del pensamiento racional, no le-
yes de la naturaleza en un sentido empírico. Cuando formulamos la ley de transi-
tividad no estamos afirmando nada empírico, como, por ejemplo, que la gente se
comporte como si creyera que cuandg A > B y B> C entonces A > C, estamos di-
ciendo que cualquier otra conducta es irracional. No se nos pide que afirmemos
que la gente se comporta siempre racionalmente; esto sería una proposición em-
pírica, no analítica.
El «silogismo» de la lógica deductiva formal puede considerarse una ley
analítica prototípi ca. Con s ideremo s la argumentaci ón s i guiente :
i) Si todo A es B, y
2) siXesA,
3) entonces, X es B.
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54 HISTORIAY FILOSOFÍA DE.LAS CIENCIAS SOCIALES
biendo cicuta después de que las autoridades políticas de Atenas le condenaran por
sus doctrinas heréticas. El silogismo utilizado antes para explicar la muerte de Só-
crates no hace alusión alguna a cosas como herejía o cicuta. Nos explica que Sócra-
tes compartía la propiedad de la mortalidad con todos los demás hombres y, en
consecuencia, estaba destinado a morir de algo en algún momento. Ese- silo-
gismo, aunque contuviera premisas e-mpíricamente verdaderas y utllizara una 1ó-
gica impecable, es cognitivamente inútil. No se centra en lo que queremos saber,
que son las circunstancias concretas que condujeron a la muerte de Sócrates. Un
silogismo como
(ú
o
c
.o
'6
=
']c
o
o_
Gasto de trabajo
Frc. 3.1.
cillo (fig.3.1). Consideremos una granja con un áreafijade tierra cultivable y su-
pongamos, para los propósitos de este ejemplo, que sólo hay otro factor de
producción, el trabajo, cuya cuantía puede variar. ¿Cómo vadaúa la producción
con una variación en la cuantía de trabajo? Si la relación fuera una línea recta,
como C enla figura 3.1, significaría que a medida que se incremqntara el trabajo
se incrementaría proporcionalmente la producción total. Esto sería un caso de
«rendimientos constantes>>. Si la producción aumentase menos habría que hablar
de «rendimientos decrecientes>>, D, y si aumentara más, de «rendimientos cre-
cientes>>, L La ley de rendimientos decrecientes afirma que D es la curva ade-
cuada que hay qüe trazaÍ, que las otras son incorrectas o inadmisibles por alguna
razón. ¿Porqué raz6n?
La ley de rendimientos decrecientes podría considerarse una generalización
empírica basada en datos reales derivados de la agricultura práctica o experimen-
tal. Ya indicamos antes, en el apartado l, que esta ley era bastante débil y contin-
gente; no podía soportar el gran peso que carga sobre ella la teoría económica
moderna. En los manuales de teoría económica se suele presentar esta ley de ren-
dimientos decrecientes no como una ley empírica, sino como una ley anaLítica.La
prueba de ello es un buen ejemplo del procedimiento ntodus tolLens, que se centra
en la veracidad o la falsedad de una conclusión más que en las premisas que la ge-
neran. Supongamos que tenemos una granja de cien acres, dividida en dos cam-
pos de cincuenta acres tal como indica la figura 3.2, y que un gasto adicional de
trabajo proporciona rendimientos crecientes y constantes, como indica el gráfico.
Si asignásemos igual cuantía de trabajo a ambos campos (7, al campo A y T¡ al
campo B) conseguiríamos una producción total de Po+ Pu. Pero si abandonára-
mos el campo B y aphcásemos la cuantía de trabajo anteriormente utilizada allí en
LEYES SOCIALES 57
Campo A Campo B
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Frc.3.2
Suficienteparacausarl: l) RyS
2) CyS
Ahora bien, respecto al conjunto l), al que pertenece R, sabemos que es in-
LEYES SOCIALES 59
necesario para c¿utsar /, puesto que el conjunto 2) podría también hacerlo. pero el
conjunto l) es suficiente. Así:
ces...)>. Supongamos que se comprueba que, cuando el precio del filete sube, la
gente compra más. Esto no demuestra necesariamente que la ley de la demanda
sea falsa. Si los ingresos de los ciudadanos aumentan más de prisa que los pre-
cios de la carne, es muy posible que compren más filetes. Uná de las condicio-
nes <<si>> de la ley de la demanda (que los ingresos perrnanezcan invariables) no se
ha cumplido. Podemos ver ahora que puede resultar muy difícil comprobar empí-
ricamente una ley causal, sobre todo cuando no es posible realizar experimentos
adecuadamente controlados. Un experimento nos permite tomar una proposición
condicional como «si las condiciones A, B y C se cumplen, ocurrirá X», disponer
luego deliberadamente las cosas de manera que se cumplan las condiciones A, B y
C en la práctica, y observar si ocurre X. Pero respecto a los fenómenos sociales
casi nunca es posible establecer una ordenación deliberada de las condiciones
prescritas en una <<ley>>, de modo que tenemos que conformarnos con pruebas em-
píricas más débiles que las que tienen a su alcance las ciencias naturales.
Como las leyes causales son proposiciones condicionales «si... enton-
ces. ' '>>, que en el caso de los fenómenos sociales son muy difíciles de comprobar,
queda abierto el camino para especular sin obstáculos sobre el futuro y sobre la
interpretación del pasado. Podemos decir algo así como «si hubiera un lenguaje
que todos los seres humanos comprendieran, no habría ninguna guerra>>, y pasar
luego a describir el orden internacional perfecto resultante si todos habláramos
esperanto. O podríamos decir: «si Hitler hubiese invadido Inglaterra inmediata-
mente después de Dunkerque...)>, y pasar luego a reescribir la historia del medio
siglo pasado de forma hipotética, «demostrando» que el hecho de.que Hitler deci-
diera aplazar la invasión fue el «factor clave>, de los acontecimientos históricos
posteriores. Un problema grave de Ia ciencia social es determinar qué proposicio-
nes condicionales son interesantes científicamente y cuáles son puras especula-
ciones que se basan en poco más que las intuiciones personales particulares de los
individuos que las formulan. No disponemos, desgraciadamente, de criterios fir-
mes para efectuar esta distinción. En las ciencias naturales, a la especulación pura
se la denomina con toda franqueza <<ficción científico>, mientras que en las cien-
cias sociales suele denominársela Ia «verdad auténtica» que los científicos socia-
les ortodoxos son incapaces de apreciar o reprimen por razones innobles.
Las especulaciones incomprobables sobre factores causales se formulan a
veces en función de algún fin predeterminado que se considera rige los aconteci-
mientos. La idea de que existen «leyes históricas» generales es a veces un argu-
mento «teleológico>>, es decir, un argumento en el que el resultado de un proceso
se presenta como su <(causa final», según diría Aristóteles. Consideremos el silo-
gismo:
2. ñiivelesnomológicos
i,'
t:
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-sases en
líquidos. sustancias quítnicas en tejidos. etc.? El hecho e-s. sin entbargo.
que sería mLty poco lo qrre podría inrc'stigarsc eficaz¡nente en biología si cacia
biólogo se sintiera obli,saclo a explicar la fisicoquínlica de los fenóntenos que es-
r
tudiase. Por eso los biólogos acloptan un enfbque pratrniitico y se lintitan a inves-
tiear las leves de la naturaie'zil il un nivel de orcanización definido. la célula. el
tejido, o lo que sca. En ciencia no va rnal un poco de niisticisnto si a¡,uda en la ta-
rea empíric;"r. Dcspués de todo, el concepto de ,,gravedad" en física es bast¿rntc.
místico. puesto que postula fuerzl o acción entre cuerpos sin ninsrin conracto ni
intermediario entre ellos. Cuando New'ton e\puso por prinrera vez esta tcoría de
la atraccióri gntvitatori¿i. los cartesianos la rechazlron rotr-rndilmr'nte porqlrL. con-
sideraban que era un principio esencial de la ciencia que las leves de la natur¿rleza
estuvieran referidas a relaciones v fuerzas erclusivanrc'rltc' llBCíLnic¿rs. considera-
ban inadrnisible toda "acción a disturrri¿l,, con"ro la que postulaba la ley de
Neu'ton. La le¡' de I\,íewton se convirtió. a pesar de este defecto, en fundarnento
de la mecánica c.'leste y en una base para acumular mr,rchos conocirnientos. La
pequeña dosis de rnisticisnro del concepto de eraritación no resultó perjudicial
porque los científicos no se dieron por satisfechc's con ella: la utilizaron conto
base del trabajo empírico. Lo misnro puede decirse sin duda de la idea de las pro-
piedades emer.qentes. al nlencs en las ciencias naturales.
En las ciencirs sociales. el interés principal se centra en lo que sucede
curndo personas individLraics lbrnian orsanizaciones soci¿rlc's, )' est;rs organiza-
ciones o institucii¡nes deser;:peñen papeles en uni.t socieJrd trtvor. conlo una nl-
ción o. incluso, la;omunici.td mundial. Temt-"''iéri ¿iquí \urcen prtrpicdades nu¿i'as
al ni'"'el de Ia orsanizeción social. igLral que eir la t-rrganización quínrica ¡,'bioló-
eica. Tomemos veinte enrituios. junténtoslos rn nn monasterio organizado como
una empresa comlrnal. Surgirírn fenórnenos sociales QUe nr.-r podrían haberse pre-
I'isto mediante lr¡s mís corlpletos estudios psicológicos sobre los errnitaños como
individuos. Esto toca un punto que ha siclo tema de gran polémica entre los cientí-
ficos sociales: ..individilalismo metodológico» frente a ,,holismo ntetodológico".
La doctrina del individualisnro nretodológico sostiene qlre la explicación cienti
fica de los fenómenos sociales debe baslrse en le1'es relacionadas con las accio-
nes de personos itrclit'itluales. La doctrin¿ del holismo mett¡dológico afirma que
Ias entidades importantes para la ma1.'or parte de fenómenos soci¿les son más am-
plias; son, por ejemplo. clases sr:cioecc,nómicas o los dos gnlpos seruales o las
naciones. Y les ie-vcs de los fenómenos sociales deben formularse en función de
estos ..conjuntos)) o entidades ma)-orcs.
Las diversas ciencias sociales pueden diferenciarse, hasta cierto punto, de
acuerdo con los niveles en los que operan. La escritura de Ia historia de carácter
convencional mís antiglra es muy holística, se centra en Ils naciones como enti-
dades. A. J. Toynbee. en su extensa obra E.r'¡¿r¿/io cle lu historiu (193-l-195.1¡, sos-
tenía que incluso Ia nación es demasi"rdo peclueña, que la historia debcría
escribirse basándose en lor problemas y la intc'rlcción de n,civilizlciones». Pr-ro
hablando en términos gerrerales, la historiografía se ha vuelto considerablemente
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64 HrsroRrA y FrLosoFÍA DE LAs cIENCIAS socrAlEs
menos holística de lo que era, por ejemplo, en el siglo xlx. La economía es la más
individual de las ciencias sociales, o al menos lo es la rama de la economía orto-
doxa llamada .<microeconomía». La macroeconomía keynesiana es más holística
y la economía marxiana mucho más. La sociología es holística, pero no tanto como
la historia. Hay, sin embargo, un grupo de sociólogos, conocidos como «teóricos
del intercambio>>, que son tan individualistas como cualquier economista.
La polémica entre individualistas metodológicos y holistas metodológicos
parece indicar a veces implícitamente que las leyes de los fenómenos sociales es-
tán, por naturaleza, localizadas a un cierto nivel organizativo y sólo a ése. A mi
parecer, tal afirmación me parece errónea. Hay diferentes conjuntos de leyes a di-
ferentes niveles. El fenómeno de las propiedades emergentes es suficiente (aun-
que puede no ser necesario) para garantizar que esto es así. La cuestión de qué
nivel deberíamos examinar y qué leyes deberían utilizarse, sólo puede aclararse
en función del problema que intentemos estudiar. Supongamos, por ejemplo, que
se quiere predecir qué consecuencias tendrá el aumento del precio de la gasolina
sobre la cantidad de gasolina consumida. Para este objetivo, la «ley de la de-
manda>> microeconómica, que se interpreta sobre bases individualistas, es muy
útil, pero no lo son las «leyes del desarrollo capitalista» holísticas de Karl Marx.
Por otra parte, si pretendemos predecir el futuro a largo plazo de la civilización oc-
cidental, Ia «ley de la demanda» no nos será de mucha ayuda, mientras que las «le-
yes del desanollo capitalista» de Marx es posible al menos que resulten aplicables.
. Por desgracia, la cuestión del individualismo metodológico y el holismo me-
todológico se ha convertido en parte de una escaramuza ideológica. Algunos mar-
xistas piensan que deben ser holistas aun cuando sea patentemente una necedad;
algunos liberales consideran que la más leve desviación del individualismo so-
cava los cimientos de la civilización occidental. Esto no ayuda a fomentar el estu-
dio científico de los fenómenos sociales.
El problema principal de la doctrina de las propiedades emergentes, cuando
se aplica a los fenómenos.sociales humano.s, surge del hecho de que los indivi-
duos que componen una sociedad son, en aspectos importantes, los productos de
un proceso de enculturación social. Es decir, no sólo.forman la sociedad, sino que
son formados por ella. En este punto falla la analogía entre fenómenos sociales y
físicos. Es cierto que surgen nuevas propiedades, las llamadas «propiedades emer-
gentes>>, cuando se unen el hidrógeno y el oxígeno para formar agua, pero nadie
pretendería que las propiedades del hidrógeno y del oxígeno, consideradas inde-
pendientemente, se basen en las propiedades del agua. En una sociedad humana,
las relaciones entre el todo y las partes son recíprocas, afectando las propiedades
del primero a las de las segundas. Si juntamos a'veinte ermitaños adultos en un
monasterio, Ios individuos cambiarán en cierto grado; si a los mismos veinte indi-
viduos se les educase desde la infancia en el monasterio, sus personalidades esta-
rían modeladas en gran medida por el ambiente y las norrnas culturales del
monasterio, una influencia mucho más profunda del todo sobre las partes.
La existencia de diferentes niveles de organización sugiere la posibilidad de
LEYES SOCIALES 65
que pueden descubrirse l¿rs leyes que operan a un nivel renritióndonos A otro nivel;
con'lo una metáfora o analoqía. Esto rest¡lta especialmente tentador cuando una de
las ciencias está más desarrollada que otra. Podríamos considerar, por ejemplo. que
las leyes que risen los fenónrenos sociales son análogiis a las leyes (mejor compren-
didas) de la fisioloeía. que operan en los organismos. Herbert Spencer lvéase más
adelante el capín:lo 15, apartado I ) fue el científico social más dest¿rcado que utilizó
ampliamente esta analogía, pero en realidad ha sido una de Ias tácticas más frecuen-
tes en la historia de la ciencia social. Se han utilizado tanrhién, de vez en cuando,
otras analogías. como las levcs de la entropía de la físicl modenla.
La metodología del argumento analógico es uil tenra clemasiado complejo
para que lo analicemos aqtií. pero conviene añadir clue el razonamiento analógico
es tan peligroso como tentador. Una falacia frecuente del razonamiento es lo que
los filósofos denominan i,qnoratio elencl¡i. Se trata rle Ia fhlacia consistente en
proponerse demostrar rlna proposición, demostrar lue'so otra distinta, y pretender
después que se ha alcanzado el objetivo principal. Una metáfbra o una analogía
pueden ejemplificar eficazmente una argumentación con fines didácticos, pero
no pueden servir conlo demostración válida a menos que Ir analogía sea muy
próxima. Utilizando una analogía ilustrativa propia, el argumento por analogía
debe alcarlzar cuatro bases, como en el béisbol, antes de apuntaise una carrerA.
Simb,olicemos la proposición que se ha de demostrar como P ,v" su anelogía. como
A. Para conseguir una primera base, es necesario demostrar que F y A son rea[-
mente similares en ciertcs aspectos. aclmitiendo también qlre scn diferentes c'n
otros que, para la finalidad del ejercicio. se consider¡n irrelevan¡es. Para pasaí a
la sequnda base, A debe ser explicirble. como es obvio: de lo contrario. el proceso
de explicar P sirviéndonos de A se redLrciría sólo a sustituir un misterio por otro.
Para alcanzar la tercera base la explicación de A debe ser v'ertlatlera; de otro
modo se está explicando P mediante una argumentación secundaria que es en sí
misma falsa. Por último, para alcanzar la base meta. ha de demostrarse explícita-
mente que el mecanismo que opera en P es paralelo al que sabe¡¡os que opera en
A. Es decir. debemos ser capírces de demostrar cómo opera P, puesto que éste es
el cbjeto del ejercicio. La historia de las ciencias sociales está llena de argumen-
tos analógicos. pero es frecuente que no se cumplan estas exigencias.
4) El hecho de que las ciencias sociales se relacionen mírs con juicios cie va-
lor qr.re las cie¡rcias naturalcs influl'e en lcls aspectos pnicticos o a¡llicados cle
las primeras. Todas Ias aplicaciones d.'Ia ciencia sr'basan c'n juicios dc'ralor.
de modo que puede haber las nrismas discusir-rnes sobrt-'la física o sobre Ia so-
ciología cu¿tndo se intenta elaborar una política pública respecto ¿rl uso clel cono-
t
¡l
cimiento. Pero la parte de Ia ciencia social qr,re aborda problernas prácticos es
I mucho más grande. por Io que hay un sector mucho nra)'or quc se relacionii con
¡!
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los valores. Cuendo las ciencias naturales se liberaron dcl ¡'ugo dc' l¿ teolosía en
el siglo tvlt. consiguieron tanrbién c'stublccer un ulto crado cle distanuianrienttr
para su trabajo respecto ¿ la rric.ral )'a otros crit.'r'ir¡s valorativt'rs. Ho¡ cusi nuclic
cree que haya problemas rnoralc's relacion;.rdos con l¿i teoría geológica de la tectri-
nica de placas, o con Ia proposición de clue hay ,.asujeros ncsros» en el c'spacitr
exterior; pero hay' muy pocos ternas de la ciencia social que estén de-svinculados
dr'los valores. Algunas pcrson¿l.s consideran incluso que todil la cicne ia social es
ideología oculta o jLricio de valor disfrazado. Es un punto de vista e.raeerado. pcrr
supuesto, pero resulta ¡nucho mirs fácil para un¿r persona racion¿rl 5¡5¡g¡1¿¡lo qlre
creer que las inundaciones se deben a una conducta inmoral.
5) Las ciencias sociales tratan de la conducta de los seres hunllnos. ), mu-
chos científicos sociales .pero no todos. ni mucho menos- diríln que ello l:rs
hace básicamente distintas de las ciencils naturales. Adenlírs dc los cllatro plintos
anteriores, el fundamento principal de este punto de vista es el suptlesto de qiie
l,:s humenos no -ie coniportan del misnir¡ modo que lirs pier-lr.is o I,:s pianet;-rs. o
incluso que lcs crganismos inferiores. Detris cie io que consirierairos conchictr.i
hutnana hay fenómenos cle ct,ttcie¡tcit¿, Iror ejemplo. cr-tlndo clecir¡rcs .,si el pre--io
de la sasolina sube. algunas personas decidirán comprilr rrefloS qasolin¿r. Ir pe-
labra ..decidirán" indica que existe al,so que no está presenie e11 unI afirmaci.in
como «si la velocidad del viento supera los 75 kilórnetros por hora al-sunos de
esos puentes se caeránr. Cuando utilizarnos palabras como "decidir", «elegir».
<(esperar>). etc.. estamos refiriéncJonos a ¿:sl¿¡¿/os ittterit.¡res me¡rtlles de individLros
hr:manos que no tienen equivalente en el munclo nratc-rial. Esto plantea algultos
probleiras mul,profundc¡s )'clifíciles Qr-rc' se hen d.-'haticlo intensanlL'nte desde que
René Desc-artes, en su Discurso tlel nútotlo (1637), afinlió que ia naturaleza dcl
mundo es fundamentalmente dualista y que los fenómenos rnentalcs y los fenó-
menos naturales scn categóricamente distintos. El problemr «nlente-cuerpo» tcn-
drá que ocupar nuestra atención puntualmente en este Iilrro culndo anltlicemos la
histori¿ de la ciencia social y los argunrentos que se han esgrimido en relación
con la metodología lpropiad¿i para investiglr fenó¡nenos sociales.
Algunos científicos sociales sostienen que el hecho de clue el cientílico scrir
tanrbién un ser humano avuda mucho en el estudio de k:s fcnírrncnos sociales. ya
clue puede llegar I una cornprc'nsión enrpiitica de Ia c<-rnducta hunlana clue profitn-
dice hasta la conciencia interior de los sujctos cle un con.rportxnr.icnto detennirutilo,
no !inritándose simplemente a observar lo que h¿rcc Ia -qrnlr, si¡lo cntenili:.ndo por
qué lo hace. Las leyes sociales, afirman, oper¿ln a un nivel mírs profundo que las
68 HI.T,RIAY FIL.S.FÍA DE LAS CIENCIAS
''CIALES
proposiciones nomológicas que exponen los científicos
naturales, que operan,,
inevitablemente, en una relación menos íntima con entidades
como masas, áto-
mos, células' etc. Pero otros científicos sociales consideran
que pretender explicar
los fenómenos sociales sirviéndose de conceptos mentales
.i irud*irible, pues,se
recurre a elementos que son inobserv.&lg§_g:ns;p&gbles.
La tentativa de mayor alcance porái.ninar es6felementos de
la metodolo-
gía de la ciencia social ha tenido rtrgar en psicorogía, donde
desde iu i"grrou
Guerra Mundial ha alcanzado preeminencia Ia filosofía del «conductismor,
repre-
sentada por la obra de B' F. Skinner. Los conductistas sostienen
no que no existan
estados internos de conciencia, sino que es innecesario
remitirse u .llo. para ex-
plicar científicamente la conducta. Un ejemplo: consideremos
la proiosición
«Enrique bebió agua porque el calor le dio sedr. Hay
tres elementos en .rtu p.o-
posición con conexiones causares, tal como indican las flechas:
*
lor hizo beber a Juan"? Ett suma, si damos la ,,razón,, de un acto hum¿rno (es de-
cir, si expoltetllos los motivos o intenciones del autor), ¿estamos explicando las
<(c¿lusas>> del fenómeno observado? lvluchos cic'ntíficos sociales, y por lo menos
algunos filósrlf rx-dé i¿ilicncil. no ponen ninguna objeción a atribuir estarLrs cau-
sal a ,,razo¡tcs>), pcro hal' otro problema aquí: denros un paso atrás y pre_gu¡tte-
mos: ¿cuál es la causa cle las r¿lzones que conducen a la acción? Si todas las
razones pucden remor¡titrse a causas materiales antecedentes, el nrundo es absolu-
tatrente deternrinista. acepterros o no la versión concreta de determinismo pro-
puesta por B. F. Skinner. Sólo se pr-rede eludir esto afirmando que los estados
nientales de la concienci¡r comítn no estin absolutamente deterntinados. Que po-
seen cierta autonomía e independencia respecto a los factores externos. Esto equi-
vale a decir que los estados mentales generan razones, las cuales actúan de una i
forma causal. pero que son por su parte incausadas. Puede parecer bastante mís- ,¡
!
tico, pero por esa pequeña rendija del edificio cle la filosofía científica moderna es i
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70 HISTORIAY FILOSOFÍA DELAS CIENCIAS SOCIALES
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