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CLAVE

Principios para la Clasificación


de los Sistemas Agrícolas
GONZÁLEZ ESTRADA Adrián
www.gobiernofederal.gob.mx
www.sagarpa.gob.mx Instituto Nacional de Investigaciones Forestales,
Agrícolas y Pecuarias
www.inifap.gob.mx Centro de Investigación Regional del Centro
Campo Experimental Valle de México
Chapingo, Texcoco, Estado de México, Abril de 2010
Folleto Técnico Núm. 37, ISBN: 978-607-425-317-7 Primera Edición
Campo Experimental Valle de México

Directorio Institucional Dr. Fernando Carrillo Anzures


Jefe de Campo
Lic. Leticia Mendoza Salinas
Jefa Administrativa
Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural,
Personal investigador
Pesca y Alimentación
Red de Investigación e Innovación
Acosta Mireles Miguel, Dr. Servicios Ambientales
Lic. Francisco Javier Mayorga Castañeda Aguilar Zamora Alejandro Agustín, M.C. Nopal
Secretario Albarrán Millán Miguel, M.C. CENEMA
MC. Mariano Ruiz-Funes Macedo Aragón Ramírez Adrián, Dr. CENEMA
Arellano Vázquez José Luis, Dr. Maíz
Subsecretario de Agricultura Audelo Benítez Marco Antonio, M.C. CENEMA
Ing. Ignacio Rivera Rodríguez Ayala Garay Alma Velia, Dra. CENEMA-OCIMA
Subsecretario de Desarrollo Rural Baez Pérez José Luis, M.C. Transferencia de Tecnología
Buendia Rodríguez Enrique, M.C. Sistemas de información geográfica
Dr. Pedro Adalberto González Hernández Cadena Hinojosa Mateo Armando, Dr. Papa
Subsecretario de Fomento a los Agronegocios Carrillo Anzures Fernando, Dr. Plantaciones Forestales y Agroforestería
Cortes Espinosa Lorena, M.C. Transferencia de Tecnología
Cuevas Reyes Venancio, M.C. Economía
Instituto Nacional de Investigaciones De La O Olan Micaela, M.C. Recursos Genéticos
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Forestales, Agrícolas y Pecuarias Espinosa Calderón Alejandro, Dr. Maíz
Esquivel Esquivel Gilberto, Dr. Recursos Genéticos
Flores Ayala Eulogio, M.C. Servicios ambientales
Dr. Pedro Brajcich Gallegos Garza García Dagoberto, M.C. Frijol
Director General Garza García Ramón, Dr. Frijol
González Estrada Adrián, Dr. Economía
Dr. Salvador Fernández Rivera Hernández Casillas Juan Manuel, Dr. Recursos Genéticos
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Dr. Enrique Astengo López Huerta Espino Julio, Dr. Cereales de grano pequeño
Huerta Zurita Ramón, M.C. Cereales de grano pequeño
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Lic. Marcial A. García Morteo Islas Gutiérrez Juan, M.C. Economía Forestal
Jacinto Hernández Carmen, Dra. Laboratorio de Calidad de Frijol
Coordinador de Administración y Sistemas Jiménez Regalado Ramón, Dr. CENEMA
Lic. Ricardo Noverón Chávez Jolalpa Barrera José Luis, M.C. Economía
Director General Adjunto de la Unidad Jurídica Larqué Saavedra Bertha Sofía, Dra. Economía
Limón Ortega Agustín, Dr. Cereales de grano pequeño
Magaña Lira Natanael, M.C. Hortalizas
Centro de Investigación Regional del Centro Martínez Cruz Eliel, M.C. Cereales de grano pequeño
Martínez Trejo Guillermina, Dra. Transferencia de Tecnología
Mejía Andrade Hugo, M.C. Maíz
Dr. Eduardo Espitia Rangel Muruaga Martínez José Socorro, Ing. Recursos Genéticos
Ochoa Bijarro Juan Gabriel, M.C. CENEMA
Director Regional Pérez Herrera Patricia, M.C. Cereales de grano pequeño
Dr. Alfredo Josué Gámez Vázquez Pineda Ojeda Tomas, M.C. Plantaciones Forestales y Agroforesteria
Director de Investigación Rivas Valencia Patricia, Dra Fitopatología
Rodríguez García Ma. Florencia, M.C. Cereales de grano pequeño
Dr. Jesús Manuel Arreola Tostado Salinas Moreno Yolanda, Dra. Maíz
Director de Planeación y Desarrollo Sangerman Jarquín Dora María, Dra. Revista Agricultura Técnica en México
Tovar Gómez Ma. del Rosario, Dra. Forrajes
C.P. Manuel Ortega Vieyra Turrent Fernández Antonio, Dr. Maíz Intercalado con Frutales
Director de Administración Vargas Vázquez Ma. Luisa Patricia, M.C. Frijol
M.C. Jorge Fajardo Guel Vázquez Carrillo Arturo, Ing. Transferencia de Tecnología
Vázquez Carrillo Gricelda, Dra. Maíz
Director de Coordinación y Vinculación Velázquez Cardelas Gustavo Adrián, M.C. Maiz
en el Estado de México Vera Gutiérrez Enrique, IQ. Ganado lechero y forrajes
Villaseñor Mir Héctor Eduardo, Dr. Cereales de grano pequeño
Virgen Vargas Juan, M.C. Tecnología de semillas
Zamora Díaz Mauro Refugio, Dr. Cereales de grano pequeño
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN
DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Adrián González Estrada


Investigador titular de la
Red Nacional de Economía

Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias


Centro de Investigación Regional del Centro
Campo Experimental Valle de México
Abril de 2010

Folleto Técnico Núm. 37, ISBN: 978-607-425-317-7


Instituto Nacional de Investigaciones Forestales,
Agrícolas y Pecuarias
Progreso No. 5, Barrio de Santa Catarina
Delegación Coyoacán, C.P. 04010 México D. F.
Teléfono (55) 3871-8700

PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN


DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS
Primera Edición Abril 2010
ISBN: 978-607-425-317-7

No está permitida la reproducción total o parcial de esta publicación,


ni su transmisión en forma alguna o por cualquier medio,
sin el permiso previo y por escrito del Instituto Nacional de
Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias.
AGRADECIMIENTOS:

DR. EFRAÍM HERNÁNDEZ XOLOCOTZI+,


Por sus valiosas críticas y sugerencias
a la primera edición.

ACADEMIA DE SISTEMAS AGRÍCOLAS,


UNIVERSIDAD AUTÓNOMA CHAPINGO,
Por la motivación y el apoyo recibido
en la primera edición.

LIC. VIRGINIA A. GÓMEZ CUEVAS,


Por la revisión editorial de esta edición
y de la anterior.

SRA. ELVIA AGUILAR ACEVEDO,


Por su excelente trabajo de
transcripción electrónica.

T.D.G. MOISÉS AGUILAR CASTILLO,


Por su excelente trabajo de diseño
de esta y de la primera edición.

iii
iv
“La ciencia es posible únicamente porque puede
uno decir algo sin saberlo todo”.

Herman Bondi. “El señuelo de la incompletitud”, en: Duncan


y Ronald (Comp.). La Enciclopedia de la ignorancia. F.C.E..
México, D.F.

v
vi
ÍNDICE DE CONTENIDO

PRESENTACIÓN 9
PREFACIO 11

1. INTRODUCCIÓN 13

2. CAMPO DE DISCORDANCIA: LA CLASIFICACIÓN


DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS 15
2.1. La diversidad agrícola 16
2.2. El atraso relativo de la agricultura 17
2.3. La insuficiente elaboración de la teoría de los
sistemas agrícolas 17

3. LOS PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN 23


3.1. Los principios lógicos y metodológicos 24
3.2. Los principios teóricos 28
3.2.1. Es posible clasificar científicamente a
los sistemas agrícolas 28
3.2.2. El totum divisum y el membra divisionis de
la clasificación 32
3.2.3. El principium divisionis de la clasificación
de los sistemas agrícolas 33
3.3. La clasificación sistemática de los sistemas
agrícolas 37

4. BIBLIOGRAFÍA CITADA 41

vii
viii
PRESENTACIÓN
La publicación hace veintiún años de Principios lógicos, metodológicos y
teóricos para la clasificación de los sistemas agrícolas, aportó por
primera vez las bases teóricas para interpretar y transformar
científicamente la realidad socioeconómica cada vez más compleja de la
agricultura de México.

En algunos círculos científicos y académicos fueron desarrolladas


clasificaciones alternativas, las que por estar basadas en concepciones
metafísicas y, por tanto, esquemáticas, sirvieron a corrientes del
pensamiento disgregadoras de la Agronomía, como lo son: la ecologista,
la tecnócrata y la economicista, provocado confusión y caos conceptual.
Esos enfoques han privilegiado unilateral y casi exclusivamente las
disciplinas surgidas de la reciente revolución científico-técnica, tales
como la Biología molecular, la Ingeniería genética, la Biotecnología
moderna y la Nanotecnología, y se han marginado a las ciencias
económico-sociales y a las ambientales. El desarrollo de esas
tendencias puede implicar la desaparición de la Agronomía como una
disciplina científico-técnica integradora de distintas áreas del
conocimiento y la agudización de las profundas desigualdades
económicas y sociales en el campo, así como la destrucción de los
recursos naturales de México, uno de los países más ricos del mundo en
términos de diversidad biológica.

Esas orientaciones unilaterales de la Agronomía conducen a la


realización de muy cuantiosas inversiones en instalaciones y equipo, en
detrimento de otros instrumentos de políticas también importantes,
propiciando con ello una fuerte dependencia tecnológica y económica,
así como erosión genética, pérdida de biodiversidad, contaminación,
escasez de agua, entre otros problemas ambientales, todo lo cual pone
en peligro la estabilidad de los ecosistemas y la existencia misma de la
vida en el planeta.

El enfoque de sistemas agrícolas del presente trabajo de investigación


representa un avance indudable para la correcta interpretación y
transformación científica de la realidad prevaleciente, basado en las
características esenciales, endógenas y con un orden evolutivo, todo lo
cual le da solidez a la clasificación de los sistemas agrícolas aquí
propuesta.

Por la vigencia de sus postulados, por ser material de consulta en


distintas instituciones de educación agrícola y por ser un sólido respaldo
para la consolidación del carácter integrador de la Agronomía, resulta
imprescindible esta segunda edición de los Principios para la
clasificación de los sistemas agrícolas, ya que la primera se agotó a los
quince días de su publicación.

Gustavo Andrés Ortiz y Rivera


9
PREFACIO

Este folleto que ofrezco a la atención del lector es la


segunda edición de los Principios lógicos, metodológicos
y teóricos para la clasificación de los sistemas agrícolas,
inicialmente publicado en 1989, como resultado de la
cooperación entre el Instituto Nacional de
Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias y la
Academia de Sistemas Agrícolas, de la Universidad
Autónoma Chapingo. El día en que se llevó a cabo la
presentación de ese trabajo, los asistentes fueron tan
numerosos que el Auditorio principal de esa universidad,
con más de 1 000 butacas, resultó insuficiente. Al finalizar
la ceremonia, más de 300 jóvenes entusiastas, con el
folleto referido en mano, se formaron en fila para
solicitarle al autor escribiera sobre la guarda de esa
publicación su dedicatoria y autógrafo. Terminé esa tarea
exhausto y feliz.

La primera edición, con un tiraje de 1 000 ejemplares, se


agotó en menos de un mes, a pesar de lo cual se ha
seguido usando en distintas universidades y centros de
educación tecnológica. La edición actual es idéntica a la
precursora, excepto por el título, que sufrió una pequeña
reducción.

Este documento sintetiza el método seguido en varias


investigaciones realizadas previamente por mí. La
primera de ellas, consistió en la identificación de 18 tipos
de agricultura y en la división agrícola regional del
territorio de la República mexicana en 72 regiones
fundamentales. Esos resultados aparecen en mi libro:
Tipos de Agricultura y Regiones Agrícolas de México,
publicado en los Talleres Gráficos de la Nación por el
Colegio de Postgraduados. La segunda investigación,

11
tuvo como objetivo la clasificación de 2 559 070 unidades
de producción en sistemas agrícolas, agrupados por
zonas geoeconómicas, entidades federativas y
municipios; esos resultados aparecen publicados en mi
libro: La Descampesinización de México. Las otras dos
publicaciones fueron: La División Agrícola Regional de
Durango (1982) y la que contiene la clasificación en
sistemas agrícolas de 1 763 933 predios privados (1985).

Esas investigaciones me permitieron concluir que la


agricultura mexicana se encuentra ya en la etapa del
desarrollo intensivo, y que ha sido descampesinizada, ya
que las formas de producción mercantil-simple de
campesinos minifundistas no son las dominantes ni las
predominantes, y el proceso de producción agrícola se
lleva a cabo principalmente en unidades de producción
con un carácter empresarial-capitalista. En
consecuencia, la política agrícola debería orientarse
hacia la intensificación sustentable, con una distribución
equitativa, y no hacia los subsidios y la protección del
atraso; debería ser integral y dirigirse a la promoción de la
productividad y el cambio técnico y no a la asistencia
social, ya que para ello existen otros instrumentos de
política más adecuados y eficientes.

Abrigo la esperanza de que este folleto siga siendo útil en


las investigaciones relacionadas con el desarrollo
agrícola y con la búsqueda de soluciones a los problemas
económicos y sociales de México y de los mexicanos.

El autor

12
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

1. INTRODUCCIÓN
La teoría de los sistemas y el enfoque sistémico surgieron
tanto como una consecuencia de la revolución científico-
técnica, que actualmente se lleva a cabo en los países
desarrollados, como por una necesidad del desarrollo del
conocimiento científico.

Al igual que la Cibernética, la modelación, la pronosticación, la


Matemática y la Estadística, entre otros, el enfoque de
sistemas es un método general de investigación científica cuya
aplicación se ha extendido prácticamente a todas las ramas de
la ciencia, al grado de que, uno de los rasgos más
característicos del pensamiento teórico contemporáneo, es el
intento de aplicar en todo tipo de investigación criterios y
conceptos sistémicos.

En el caso de la Agronomía, representa un avance indudable el


intento y la exigencia de popularizar el enfoque de sistemas
como una nueva forma de interpretar la realidad agrícola, los
hechos científicos y la información experimental relacionada
con ella.

Sin embargo, es necesario señalar que la mayoría de las


publicaciones referidas a los sistemas agrícolas y, en
particular, a su clasificación, aportan poco a la construcción de
la teoría de los sistemas agrícolas y, a cambio, introducen caos
en los conceptos y confusión en las ideas y en los métodos.

Esa situación no es privativa de la teoría de los sistemas


agrícolas; lamentablemente, la teoría de los sistemas adolece,
según los especialistas (Anojin, 1987), de la ausencia de un
sistema conceptual riguroso y de la falta de un método
constructivo de investigación, con verdadero valor heurístico.

Lo anterior no significa, de manera alguna, que deba


abandonarse por infértil el enfoque sistémico, sino que, por el

13
Adrián González Estrada

contrario, para que resulte verdaderamente fructífero, se debe


intensificar el esfuerzo por dotar a la enseñanza y a la
investigación de los sistemas agrícolas, de un contenido
científico y riguroso. Hay que abandonar la teorización
excesiva, y procurar construir lógicamente los conceptos y
métodos, siempre en concordancia con los principios de la
ciencia actual.

El presente trabajo representa un modesto esfuerzo orientado


hacia la construcción de las bases lógicas y científicas para la
clasificación de los sistemas agrícolas.

14
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

2.- CAMPO DE DISCORDANCIA: LA


CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS
Los problemas relacionados con la clasificación de la
agricultura y con el estudio de los sistemas agrícolas no han
sido resueltos, ni en el campo de la teoría ni en el terreno de la
praxis. Esta es la razón que explica la existencia de un
sinnúmero de definiciones del concepto de “sistema agrícola”
y de proposiciones distintas para llevar a cabo tal clasificación.

Una muestra de ello es que existen muy diversas corrientes de


pensamiento, las cuales pueden ser agrupadas en dos: 1) la
determinista, que explícita o implícitamente postula que los
elementos y los factores del medio natural determinan el
origen, desarrollo y diferenciación de los sistemas agrícolas; a
ella pertenece también el enfoque ecologista, que concibe
simplemente a los sistemas agrícolas como sistemas
ecológicos modificados, razón por la cual postula que su
clasificación debe ser esencialmente ecológica; 2) la corriente
histórico-naturalista, por el contrario, postula que los factores
determinantes de ese proceso son de carácter histórico-
natural, y que los factores naturales propiamente dichos, si
bien son importantes por su influencia, no son, sin embargo,
los determinantes del mismo.

Las indefiniciones teórico-conceptuales y metodológicas que


existen en relación con el estudio de los sistemas agrícolas
como tales, esto es, como entes integrales con propiedades
sistémicas, se deben al escaso nivel de elaboración de la
teoría de los sistemas agrícolas. Las diferencias teóricas y
metodológicas que surgen de ese escaso nivel de elaboración
de la teoría, se ven acentuadas tanto por la dificultad propia del
tema, como por el relativamente menor nivel alcanzado en el
desarrollo de las fuerzas productivas de la agricultura.

15
Adrián González Estrada

2.1. LA DIVERSIDAD AGRÍCOLA

La rica historia geológica de México, aunada a nuestra


posición geográfica, a la existencia de sistemas montañosos
importantes y a nuestra cercanía a los mares, han hecho de
México un país de contrastes y muy diverso en cuanto a hábitat
y a condiciones ambientales (Bassols, 1978).

Esta gran diversidad ambiental es uno de los factores que


explican la gran riqueza biológica de México. Nuestro país
pertenece a dos zonas biogeográficas: la neártica y la
neotropical. Y fue precisamente el continuo vaivén de las
especies de animales y de plantas neárticas y neotropicales,
en un medio tan diverso en hábitat naturales, lo que provocó la
aparición de un gran número de especies nativas o
endémicas, y lo que convirtió a México en uno de los países
más ricos del mundo en cuanto a diversidad biológica se
refiere (Toledo, 1988).

De acuerdo con Toledo (1988), resulta sorprendente que


mientras EE.UU. y Canadá juntos cuentan con 650 especies
de aves y 700 de mariposas, México tenga casi 1 000 de aves y
2 500 de mariposas. Nuestra flora consta de
aproximadamente 30 000 especies de plantas vasculares; la
de EE.UU. tiene 18 000; 20 000 habitan en la URSS, en un
territorio once veces más grande que el nuestro; 26 000 tiene
china… Tan solo Chiapas tiene 10 000, mientras que
Minnesota en un territorio un poco mayor tiene 1 700 y toda la
flora de Europa cuenta con 12 000 especies.

Esa diversidad ambiental y biológica, aunada a la diversidad


étnica y cultural desarrollada en un proceso histórico desigual
y atrasado, rico en contrastes, matices y vicisitudes, son los
factores que explican la existencia en México de una
considerable diversidad de sistemas y de regiones agrícolas.

16
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Si para otros países más homogéneos ha resultado difícil la


comprensión de los factores de variación de la agricultura, en
el caso de México el problema se complica aún más, como
consecuencia de su considerablemente mayor riqueza
ambiental, biológica y étnica.

2.2. EL ATRASO RELATIVO DE LA AGRICULTURA

Ahí, donde el hombre ha alcanzado un alto grado de


manipulación de los distintos procesos materiales,
generalmente ha llegado a una comprensión mucho más
acabada de esos procesos que de otros en los que no ha
intervenido en el mismo grado. Así, por ejemplo, el desarrollo
y consolidación de la revolución industrial en Inglaterra hizo
posible el desarrollo hasta sus últimas consecuencias de la
Física clásica; Carnot, explicó el ciclo termodinámico de la
máquina de vapor mucho después de que Watt la construyera,
etc.

Así, pues, el escaso nivel de elaboración teórica en el campo


de la clasificación de la agricultura se ve acentuado también
por el bajo nivel de desarrollo de la práctica productiva en el
caso de la agricultura y, también, al escaso nivel de
manipulación de los ecosistemas por parte del hombre.

2.3. LA INSUFICIENTE ELABORACIÓN DE LA TEORÍA DE


LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Los errores cometidos en las distintas clasificaciones de los


sistemas agrícolas propuestas por autores diversos, se deben
a la insuficiente elaboración de la teoría específica de esta
clase de sistemas, ya que en los trabajos relacionados con esa
clasificación está ausente la preocupación por darle base
lógica y teórica o científica a lo que se postula.

17
Adrián González Estrada

El enfoque sistémico ha sido usado como una especie de


amuleto contra la unilateralidad y contra el enfoque analítico
desmesurado. También se le concibió como un método que
serviría tanto para la generalización de la abundante
información experimental, como para obtener nuevos
conocimientos científicos.

Los investigadores agrícolas también fueron partícipes del


entusiasmo general que provocó en los hombres de ciencia la
aparición de la teoría de los sistemas y del enfoque sistémico.
Sin embargo, este método es aún de poca efectividad y de
escaso valor heurístico, ya que se ha basado en una excesiva
teorización, se ha aplicado, en la mayoría de los casos, de
manera intuitiva y los conceptos utilizados no han sido
construidos rigurosamente, sino en su acepción cotidiana y
común.

El enfoque de sistemas —que no la teoría de sistemas— se


ha popularizado —y también vulgarizado— tanto, que en el
caso de los estudiosos de la clasificación de la agricultura
predomina la falsa certidumbre de que todos los problemas
conceptuales, teóricos y metodológicos que se presentan en
este terreno quedan automáticamente resueltos cuando se
usa el así llamado “enfoque de sistemas”. Por otra parte, está
muy difundida la idea de que el enfoque sistémico se reduce
simplemente a la exigencia de estudiar un fenómeno
cualquiera desde todos los puntos de vista, esto es, en forma
“holística”.

Con respecto a este último párrafo, se debe tener presente que


una totalidad o un sistema lógicamente construido
es algo que está mucho más allá de la simple descripción
de las propiedades, aunque esta descripción fuese
omnicomprensiva. Al respecto, tiene toda la razón Bertalanffy
(1968) cuando dice que la teoría de los sistemas es la
exploración científica de los todos y de las totalidades.

18
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Feibleman y Fried (1972), por su parte, afirman que un sistema


no es un nivel de análisis, sino aquello de donde parte el
análisis.

Estudiar un conjunto de procesos con el enfoque de sistemas


no es simplemente describir todas las partes de que están
formados, sino, sobre todo, es reconstruirlos en nuestro
pensamiento como una totalidad concreta (Kosik, 1974), en la
que se defina la estructura de las relaciones de esos
elementos, la cual explica el desarrollo de los procesos bajo
estudio.

De acuerdo con Kopnin (1966), lo fundamental para la


dialéctica no es descomponer el todo en partes, dejando así al
descubierto los ladrillos que lo componen, sino mostrar con
base en qué elementos y de qué modo se origina y desarrolla
ese todo.

Por otra parte, la teoría de los sistemas, como su nombre lo


indica, pretende llegar a conformar un conjunto de leyes
generales para cada una de las clases fundamentales de
procesos materiales (Bertalanffy, 1987). Las ciencias
particulares deben completar esa explicación con la definición
de las leyes específicas que rigen el desarrollo de una
subclase menos general de procesos.

Una conclusión que se desprende del planteamiento anterior


es que la teoría de los sistemas no es suficiente, por sí sola,
para el estudio de los sistemas agrícolas o, dicho de otra
manera, no se resuelve nada cuando simplemente se pregona
que el estudio de la diversidad agrícola debe llevarse a cabo
con un enfoque de sistemas.

Esto explica por qué el uso del “enfoque de sistemas”, así de


mal entendido, ha producido hasta el momento más confusión
que claridad (Plucknett, Dillon y Vallaeys, 1986) y también
explica por qué se ha avanzado tan poco en la clasificación de
los sistemas.

19
Adrián González Estrada

Resulta esclarecedor el hecho de que en la bibliografía


existente en relación con los sistemas agrícolas, escrita tanto
en español como en inglés, no se citen las obras
fundamentales de la teoría de los sistemas.

Con estas bases endebles se ha tratado de construir la teoría


de los sistemas agrícolas, preocupándose poco o nada de que
los planteamientos formulados resulten o no acordes con la
lógica, con los principios de la ciencia y con la naturaleza
específica de los sistemas agrícolas.

Las consecuencias que tiene esta insuficiente elaboración de


la teoría de los sistemas agrícolas sobre la clasificación de
tales sistemas es clara. El principio clasificatorio como la
misma clasificación dependen del grado de desarrollo de la
teoría correspondiente y de la investigación científica, pues el
avance del conocimiento científico exige que la clasificación u
ordenación racional de los procesos se vaya modificando en la
medida en que se descubran propiedades más profundas y de
mayor generalidad en los procesos que son objeto de la
clasificación.

Por otra parte, sin la construcción rigurosa del concepto de


“sistema agrícola” en el que se expresen las propiedades
objetivas y esenciales de tales sistemas, resulta imposible
llevar a cabo una clasificación científica de los sistemas
agrícolas. Aristóteles, hace más de dos mil años, demostró en
el Órganon que los conceptos tienen una función clasificatoria
imprescindible, debido a que en cada concepto se tiene
representada una clase de procesos de la vida real. De
acuerdo con De Gortari (1970), la definición de un concepto
consiste precisamente en la determinación de las condiciones
que debe satisfacer un proceso u objeto para poder ser
reconocido como miembro de una clase determinada.

20
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Así pues, la clasificación científica de los sistemas agrícolas


presupone la elaboración con bases lógicas rigurosas de los
conceptos fundamentales, y tanto éstos como la misma
clasificación presuponen la construcción de las bases teóricas
de partida (principios).

Es por ello que resulta ineludible caracterizar como


inconsistentes, cuando menos, a todos aquellos trabajos
sobre sistemas agrícolas que, protegidos al amparo de la
escasa elaboración teórica de este campo del saber y
motivados por la moda intelectual de hablar en términos de
sistemas, definieron “conceptos”, “métodos” y hasta
“clasificaciones”, sin preocuparse en lo más mínimo por
demostrar la validez de sus procedimientos, así fuese tan solo
en términos de las exigencias formales de veracidad, las
cuales, por cierto, son necesarias pero no suficientes aún.
Esto no significa, sin embargo, que se deba dejar en el olvido a
tales trabajos, permitiéndoles, así, que duerman el sueño de
los justos. No obstante los errores y limitaciones que puedan
tener, debemos reconocerles el mérito de haber difundido el
interés por estudiar bajo el enfoque de sistemas a la agricultura
y a su desarrollo. Hoy siguen siendo útiles, pues para la
elaboración de la teoría de los sistemas agrícolas es
necesario, entre muchas otras cosas, rescatar los elementos
racionales que existan en esos trabajos, desechando todo
aquello que no resista el embate de la crítica teórica y de la
praxis.

21
Adrián González Estrada
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

3.- LOS PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN


En la noche, cuando las tinieblas imposibilitan la distinción
visual de los objetos, los marinos usaban como referencias
para orientarse a objetos ubicados más allá del ámbito de la
obscuridad que imposibilita cualquier referencia terrenal;
usaban a las estrellas, las que no obstante su extrema lejanía
de los problemas “concretos” y de la mundanal existencia,
servían y sirven de guías en medio de la obscuridad
inmediata.

Así mismo, los principios filosóficos y científicos, no obstante


su extrema generalidad, deben ser usados como guías, para
que sea posible orientar correctamente las investigaciones en
el terreno de la sistemática de la agricultura, sobre todo en
etapas como las que vivimos, de confusión, de incertidumbre y
de escasa elaboración teórico-conceptual y metodológica. En
estas condiciones, lo correcto no es hacer que el pensamiento
“aterrice”, sino obligarlo a que se eleve y a que alcance las
máximas alturas de lo abstracto; si la mente en este punto
hiciere lo contrario, por brillante que fuere, no pasaría de
iluminar las tinieblas con la intensidad con que lo hacen las
luciérnagas, y “mil luciérnagas no pueden sustituir a una
estrella”. Guiémonos, pues, por las estrellas: utilicemos los
principios de la filosofía y de la ciencia; son las únicas
referencias seguras de que disponemos, por el momento, en
este campo del saber.

El partir de cosas tan abstractas para la clasificación de los


sistemas agrícolas no es un extravío, como a simple vista
parece, sino un acierto, ya que responde a una exigencia de
método. Lenin, al respecto decía que: “el pensamiento que se
eleva de lo concreto a lo abstracto —siempre que sea correcto
(. . .)— no se aleja de la verdad, sino que se acerca a ella (. . .).
Todas las abstracciones científicas reflejan la naturaleza en
forma más profunda, veraz y completa.”

23
Adrián González Estrada

Es un principio de la metodología científica el que exige la


correspondencia entre las premisas iniciales del método y los
principios básicos de la filosofía y de la ciencia.

En síntesis, la elaboración de la teoría de los sistemas


agrícolas, del método para su estudio y del método para la
clasificación de tales sistemas, es imposible sin una
fundamentación filosófica y científica, con base en los
principios más generales de la ciencia.

3.1. LOS PRINCIPIOS LÓGICOS Y METODOLÓGICOS

Un determinado planteamiento con respecto a la clasificación


de la agricultura solo puede ser considerado racional —que
no verídico, necesariamente— si ha sido construido
siguiendo los procedimientos rigurosos que la Lógica
establece para tal efecto. Las pruebas formales de veracidad
—necesarias, pero no suficientes—: coherencia,
correspondencia, completitud y ausencia de contradicciones
internas (De Gortari, 1970 y Johnson, 1986) nos exigen que: 1)
nuestros planteamientos sean coherentes entre sí y que no
tengan contradicciones internas de carácter lógico-formal,
y 2) que sean consistentes entre sí y con los paradigmas de la
ciencia actual, es decir, que sean acordes con los principios de
la filosofía científica y de la ciencia actual. Solamente
cumpliendo con estas exigencias mínimas tendríamos una
posibilidad real y no formal de acercarnos al planteamiento
correcto del problema.

Otro principio más en el cual se debe basar la clasificación


científica de la agricultura, es que dicha tarea debe realizarse
en concordancia con los principios de las clasificaciones
científicas, entre las que resaltan como ejemplo la de las
estrellas, la de los elementos químicos, la de las moléculas, la
de los minerales, la de las rocas, la de los suelos, la de los
climas, la de las plantas, la de los animales, la de las
sociedades y la de las ciencias. En todas ellas existen
invariantes que debemos detectar y, luego, generalizar.

24
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Con frecuencia se postula que, cualquier conjunto de objetos o


procesos puede ser clasificado de muy distintas maneras, en
concordancia con el objetivo que se persiga con tal
clasificación. Así lo afirma, entre otros, Gilmour (1951), al
exponer el desarrollo de la teoría taxonómica a partir de 1851.
De esta generalización se obtiene la conclusión falsa de que
cualquier clasificación puede ser correcta y que no existe la
posibilidad de lograr una clasificación única y objetiva (Sokal,
1974).

Con el fin de evitar esta confusión es necesario tener presente


que las clasificaciones son de dos clases: artificiales y
naturales. De acuerdo con Larroyo y Cevallos (1943), las
clasificaciones artificiales son las que toman como principio de
división o de clasificación algún o algunos elementos no
esenciales o fenoménicos. Por el contrario, las clasificaciones
naturales son las que se basan en los elementos esenciales,
internos o propios de los objetos o procesos que conforman el
conjunto que se trata de clasificar.

De acuerdo con Holmes (1983), una clasificación natural es


aquella que mejor expresa la similitud y las relaciones entre los
objetos de la clasificación, y, por lo tanto, es aquella que toma
como principium divisionis a los elementos que conforman la
esencia de los objetos (Larroyo y Cevallos, 1943).

Según Bunge (1975), las agrupaciones científicas más


profundas y fecundas, no son las artificiales, sino las
clasificaciones sistemáticas, en las cuales las clases están
definidas por una agrupación natural u objetiva de carácter
esencial, y están relacionadas entre sí también por una
relación natural y esencial. Así es que la mejor clasificación
sistemática es la que logra la agrupación más natural, menos
arbitraria y menos subjetiva, como ya se dijo.

Parodiando a Henning (1968), citado por Bousquets (s.f.), se


puede decir que la clasificación natural y sistemática de la
agricultura debe dar por resultado una jerarquía o sistema de

25
Adrián González Estrada

referencia bajo el cual se deben examinar las relaciones


objetivas entre los distintos sistemas agrícolas particulares.
Los estudiosos del tema deben ser como “los sistemáticos”,
“quienes - como dijera Darwin (1985), al discutir la
clasificación de las plantas- , tendrán que decidir (. . .) si una
forma es suficientemente constante o estable —y por lo tanto
esencial— y diferente de las otras como para que sea
susceptible de diferenciación, y si tales diferencias son
bastante importantes como para que dicha forma reciba un
nombre específico”.

De acuerdo con lo anterior, y en concordancia con Kostrowicki


(1977) y González Estrada (2001, 1990, 1985, 1982), el
principio fundamental de toda clasificación natural y científica
es que tal clasificación debe basarse en las características
endógenas, internas o esenciales de los objetos que estén
siendo clasificados. Todas las clasificaciones científicas se
han hecho con base en las propiedades regulares y esenciales
de los objetos o procesos clasificados, y no con base en las
características de su ambiente; así se muestra en la
clasificación de las plantas, de los animales, de los elementos
químicos, de los minerales, de las rocas, de las sociedades y
de las ciencias, entre otras.

Todo lo anterior significa que es un principio lógico y


metodológico de la clasificación de los sistemas agrícolas el
que ésta se lleve a cabo con base en los elementos y
relaciones endógenas, propias o esenciales de los sistemas
agrícolas, y no con base en las características del medio
geográfico correspondiente, por importante que este sea para
explicar la variación de los sistemas agrícolas.

La clasificación científica de los sistemas agrícolas debe ser


sistemática y, en consecuencia, debe ser, por definición, una
clasificación natural y no artificial, pues de acuerdo con Bunge
(1975), la mejor clasificación sistemática es la que produce la
agrupación más natural, menos arbitraria y, por lo tanto,
menos subjetiva.

26
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Otro de los principios lógicos de cualquier clasificación natural


o científica dice que los caracteres o propiedades elegidas
como criterios clasificatorios deben mantenerse a lo largo de
toda la clasificación, ya que el partir de criterios de una cierta
naturaleza y, luego, introducir criterios de naturaleza distinta
no solamente produciría distintas clases, sino, además,
distintas clasificaciones (Bunge, 1975). El principal vicio de
una clasificación consiste en mezclar dentro de ella dos o más
puntos de vista diferentes (Larroyo y Cevallos, 1943). La
agricultura puede clasificarse desde distintos puntos de vista;
más ese proceso debe llevarse a cabo sucesiva y no
simultáneamente, siempre y cuando las variables
clasificatorias se refieran a diferencias objetivas y esenciales.

Otro de los principios de una buena clasificación dice que los


conjuntos pertenecientes a un mismo nivel en la jerarquía
clasificatoria deben contener a todos los elementos de ese
nivel y, además, deben ser disjuntos; esto es, no deben tener
elementos en común (Bunge, 1975).

Los principios a los que se alude en el párrafo anterior son de


carácter lógico y metodológico, debido a que son
independientes de la naturaleza del todo que se va a dividir
(totum divisum) y de los objetivos que se persigan. Además de
éstos, existen otros principios de carácter específico, porque
dependen de la naturaleza de los objetos de la clasificación.

Otro principio de carácter metodológico más que lógico,


establece que las distintas clasificaciones de un mismo totum
divisum deben coincidir en extensión (Bunge, 1975).

27
Adrián González Estrada

3.2. PRINCIPIOS TEÓRICOS

En la abundante bibliografía que trata de la clasificación de la


agricultura y de su división agrícola regional, predominan
aquellos trabajos que no cumplen con los principios lógicos y
metodológicos señalados en el inciso anterior y, por si fuera
poco, manifiestan ignorancia con respecto a la teoría de los
sistemas y a la naturaleza específica de los sistemas
agrícolas, a pesar de que en su mayoría pregonan haberse
ajustado al “enfoque sistémico”. A diferencia del burgués
gentilhombre de Moliére, quien al fin y al cabo terminó
dándose cuenta de que había estado hablando en prosa sin
saberlo, existen quienes desde un inicio fueron conscientes de
que hablaban en términos de sistemas pero todavía no se dan
cuenta que han estado hablando el lenguaje de sistemas sin
comprenderlo y sin conocerlo.

Los principios teóricos o científicos que se expondrán en este


inciso, sirven no solo para definir los puntos teóricos de partida
sino también para dar respuesta a las interrogantes
fundamentales. ¿Es posible clasificar científicamente a la
agricultura o la clasificación de los sistemas agrícolas es un
procedimiento necesariamente arbitrario? ¿Qué es lo que se
va a dividir y qué son los miembros de tal división? ¿Cuál es el
principio de tal división o clasificación?.

La respuesta a estas y otras interrogantes subordinadas a


ellas se expresará en los siguientes tres principios:

3.2.1. Es posible clasificar científicamente a los sistemas


agrícolas

Existen especialistas que niegan la posibilidad de clasificar


científicamente a la agricultura, dando acríticamente por
válido el supuesto de que los sistemas agrícolas no existen en
la realidad, porque no son hechos objetivos; que son
convenios arbitrarios entre los hombres y que, en

28
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

consecuencia, el método que se siga para clasificarlos


necesariamente es arbitrario también. Según ellos, el método
para la clasificación depende de los objetivos que se persigan;
tal es la conclusión a la que llegan Spedding (1979) y también
Gilmour (1951) en su artículo “El Desarrollo de la Teoría
Taxonómica desde 1851”, presentado ante la Asociación
Británica de Botánica.

El argumento que aducen los que defienden la validez de este


planteamiento en el caso de la clasificación de la agricultura,
es el siguiente: la diversidad de la agricultura es prácticamente
infinita, razón por la cual debe de considerársele como una
especie de variable continua, sin saltos de continuidad. En
consecuencia, no es posible definir en el continuum de esa
diversidad en dónde empieza un sistema agrícola y en dónde
termina, porque solamente en los conjuntos discretos es
posible distinguir unos elementos de otros.

El error fundamental de este planteamiento estriba en que


concibe a la continuidad como una categoría ajena a la
discontinuidad; dicho de otra manera, en desconocer que son
dos aspectos distintos de la misma relación y que, como tales,
se compenetran y determinan mutuamente. Es por esto que
no se puede definir a la continuidad y a la discontinuidad
independientemente una de otra. Lo continuo no es continuo
por sí mismo, sino en relación a algo más discontinuo.
Continuidad/discontinuidad es una misma categoría o
concepto general. Así es que, todos los procesos son a la vez
continuos y discontinuos, pero en distinto grado.

El otro error de principio del planteamiento que estamos


comentando consiste en dar por válido el supuesto de que en
los procesos continuos es imposible distinguir las distintas
fases del desarrollo del proceso, aduciendo la falsa razón de
que los procesos continuos sólo tienen una fase. Aquí de
nuevo se comete el error que comentamos en el párrafo
anterior. Además, se procede metafísicamente porque se
presupone la existencia de procesos con continuidad
absoluta.

29
Adrián González Estrada

La continuidad es un aspecto temporal y pasajero del


desarrollo de los procesos; corresponde a su fase de
estabilidad. La esencia más profunda del desarrollo es la
discontinuidad. Así es que admitir la existencia de procesos
absolutamente continuos, significa concebirlos en ausencia
de movimiento o de dinamismo, lo cual contradice el principio
filosófico y físico de que todos los procesos sólo existen en
movimiento. Al estudiar al mundo debemos verlo en
concatenación, debemos verlo único (en su unidad) y en
proceso de desarrollo. Ya Aristóteles sabía que desconocer el
movimiento significa no conocer a la naturaleza.

Una consecuencia lógica del planteamiento que postula que


debido a la gran diversidad de la agricultura es imposible
s o s t e n e r l a e x i s t e n c i a o b j e t i v a — e s d e c i r,
independientemente de nuestro arbitrio— de los sistemas
agrícolas, es que sólo existe un único tipo de agricultura, un
único sistema de producción agrícola y, que toda la historia de
la agricultura solo ha servido para hacer variar
cuantitativamente —mas no para cambiar cualitativamente—
al sistema de producción agrícola inicial, el cual
necesariamente, desde el punto de vista de la Lógica debería
ser igual cualitativamente al de hoy. Como se ve, esa gran
diversidad tanto temporal como espacial de la agricultura,
según este planteamiento, sería una simple variación
cuantitativa intraespecífica, y nada más.

Distintas ciencias ofrecen magníficos ejemplos que sirven


para mostrar la falsedad del postulado que venimos criticando.
Durante mucho tiempo se pensó que la luz es un fenómeno
discreto; luego, se demostró que es un proceso continuo. Hoy
se conoce que es las dos cosas a la vez; es decir, es un
fenómeno cuántico y ondulatorio.

Los números reales son un ejemplo de conjunto continuo o


denso infinitamente, de acuerdo con el axioma del supremo
(cota superior más pequeña) y con la propiedad que afirma
que entre dos números reales, por infinitamente cercanos que

30
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

sean entre sí, siempre habrá un número real o, mejor dicho,


una infinidad de números reales (Hasser, LaSalle y Sullivan,
1970). Sin embargo, la continuidad infinita de ese campo real
no implica la inexistencia de discontinuidades, sino que, por el
contrario, la infinita continuidad de este conjunto se erige sobre
la existencia de una infinidad de discontinuidades, sin las
cuales sería imposible concebir la existencia de números
específicos. En consecuencia, la infinitud se construye con la
finitud, y la continuidad con la discontinuidad.

Con lo dicho hasta aquí es suficiente para justificar


racionalmente el postulado de que la inmensa diversidad de la
agricultura es tal, precisamente debido a la existencia de un
gran número de tipos de agricultura; que los sistemas
agrícolas y los tipos de agricultura no son un arbitrio, sino que
son hechos objetivos, con existencia propia, y que debe ser
posible construir un método científico que nos permita
definirlos y clasificarlos, tal cual son en la realidad. Ese
método, en consecuencia, no puede ser arbitrario ni puede
depender de los objetivos que persiga el investigador, como lo
plantea Spedding (1975); debe ser un método construido con
conceptos y con relaciones acordes con la naturaleza de los
sistemas agrícolas.

Es cierto, no obstante, que es posible clasificar a los sistemas


agrícolas de una u otra manera, basándose para ello en una u
otra propiedad de los mismos. Sin embargo, todas esas
clasificaciones serán artificiales. Un sistema agrícola
cualquiera, al igual que cualquier sistema, no puede reducirse
a alguna de sus partes, ni siquiera a todas sus partes, pues un
sistema es algo cualitativamente superior y distinto a la suma
de sus partes.

31
Adrián González Estrada

3.2.2. El totum divisum y el membra divisionis de la


clasificación son, respectivamente, la diversidad
agrícola y los sistemas agrícolas.

Otra interrogante fundamental que debe ser contestada


correctamente antes de emprender cualquier intento de
clasificación de la agricultura, es la siguiente: ¿qué
representan los grupos taxonómicos (taxa) de la clasificación
de la agricultura? o, en términos de Larroyo y Ceballos (1943):
¿qué es lo que se va a dividir (totum divisum)? y ¿qué son los
miembros de tal división (membra divisionis)?

La pregunta no es ociosa, porque aún no se ha contestado


correctamente o, cuando menos, no han sido ampliamente
aceptadas las distintas maneras en que ha sido contestada.
Prueba de ello es que, en la bibliografía los grupos
taxonómicos de la clasificación de la agricultura son muy
disímiles de autor a autor y, como consecuencia de ello, son
designados con nombres tan diversos como los de sistemas
agrícolas, sistemas de producción agrícola, agrosistemas,
agroecosistemas, formas de producción, sistemas de cultivo,
agrohábitat, etc.

Para dar respuesta a tal interrogante es necesario partir del


principio filosófico que postula que todos los procesos
materiales se estructuran en la realidad como sistemas. La
agricultura, independientemente de cuál sea la naturaleza que
se le atribuya, es una actividad productiva de la sociedad, y,
por lo tanto, representa un proceso de producción. Como tal, la
agricultura es un sistema, y la diversidad agrícola es el atributo
que expresa la existencia de un gran número de sistemas
agrícolas, distintos entre sí.

Tal es el totum divisum, y los grupos taxonómicos de la


clasificación de la agricultura son las distintas clases de
sistemas agrícolas. Por esto es que, cuando se hable de la
clasificación de la agricultura, se debe entender que con ello

32
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

se alude a la agrupación de las distintas agriculturas en ciertas


clases de sistemas agrícolas, de acuerdo con el concepto de
clasificación definido por Sokal (1974). En fin, que la
sistemática de la agricultura es el estudio de los principios y
métodos para la clasificación de la agricultura en sistemas.

Como es obvio, en torno a las conclusiones de este inciso


existe un indudable consenso entre todos aquellos que dicen
utilizar el “enfoque de sistemas”. Sin embargo, tal acuerdo es
aparente. Basta con preguntar cómo se deben clasificar los
sistemas agrícolas, para que inmediatamente aflore, con toda
fuerza, la discordancia. Así es que la interrogante fundamental
que se debe resolver en la clasificación de los sistemas
agrícolas es la siguiente: ¿bajo qué principios teóricos se debe
llevar a cabo la clasificación de la agricultura? o ¿cuál es el
principium divisionis?

3.2.3. El principium divisionis de la clasificación de los


sistemas agrícolas

El principium divisionis de una clasificación natural es


precisamente el principio que explica la diversidad de los
objetos o procesos pertenecientes al conjunto objeto de la
clasificación.

Ahora bien, ¿es interno o externo el principio anterior con


respecto al conjunto que ha de clasificarse? O dicho de una
manera más específica, ¿es interno o externo ese principio, en
relación con la agricultura conformada por una diversidad de
sistemas agrícolas? ¿las causas de la diversidad de sistemas
agrícolas están dentro de la agricultura o fuera de ella?

Es muy socorrida la falsa creencia de que la diversidad de la


agricultura está determinada por las condiciones ambientales
y por su variación.

33
Adrián González Estrada

Al respecto, es necesario recordar dos cosas: la primera, que


la influencia del medio ambiente en el desarrollo y diversidad
de las plantas y animales ha sido más decisiva, con mucho,
que el peso que ha tenido sobre el desarrollo de la agricultura y
de los sistemas agrícolas. No obstante, a nadie se le ocurriría
plantear actualmente que los seres vivos deben clasificarse de
acuerdo con las condiciones del medio en el que se
desarrollan, y no de acuerdo con sus propiedades esenciales,
morfológicas y anatómicas, o bien, filogenéticas; la segunda,
es que la naturaleza, por sí sola, nunca ha creado un sistema
agrícola, y que si bien es una condicionante innegable, ha sido
el hombre quien transformando a la naturaleza hizo surgir y ha
venido desarrollando los sistemas agrícolas, razón por la cual,
los sistemas agrícolas deben ser considerados como hechos
económico-sociales o, mejor dicho, como procesos histórico-
naturales.

Un sistema agrícola, cualquiera, es un hecho histórico más


que natural, porque es una parte de la realidad social que
cambia con el tiempo como consecuencia de la actuación, no
de las fuerzas naturales, sino del hombre, quien, como dijo
Sánchez (1988), se caracteriza por estar haciéndose o
autoproduciéndose constantemente, tanto en la esfera
material y práctica como en la de su vida espiritual.

Los factores que explican la diversidad agrícola son tanto


naturales como sociales; pero son estos últimos los decisivos.
En consecuencia, el principio de la división más específica se
debe basar fundamentalmente en ellos. Bunge (1975), muy
acertadamente dice que detrás de cada división científica
existe una teoría subyacente. Por ejemplo, detrás de la
clasificación sistemática de las plantas está la teoría de la
evolución y la genética, y la teoría atómica o del átomo
subyace a la clasificación de los elementos químicos,
ordenada por Mendeléiev. Así también, la teoría científica de la
historia y, en particular, la de los procesos de trabajo, es la que
debe fundamentar la clasificación natural de los sistemas
agrícolas.

34
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Ya se explicó el principio de que cualquier clasificación


científica debe basarse en las características esenciales,
endógenas, propias o estables de los procesos o entes que
estén siendo clasificados. Ahora, el problema es definir:
¿cuáles son las características propias y esenciales de los
sistemas agrícolas que pueden ser usadas como criterio de
división?

Según Afanásiev (1978), la teoría de sistemas postula que la


propiedad de los sistemas que permite distinguir a un sistema
de los otros, es la clase de relación específica que ese sistema
guarde con el medio, la cual está, a su vez, determinada por la
naturaleza de las componentes del sistema. Una propiedad de
un sistema es una característica que depende del estado del
sistema y no de cómo el sistema llegó a ser lo que es (Hsieh,
1975), y el estado de un sistema es su condición de existencia,
esto es, aquello sin lo cual un sistema específico dejaría de ser
lo que es.

Los sistemas inanimados se caracterizan por tener una


relación de intercambio de materiales con el medio; los
sistemas biológicos se caracterizan por una relación de
adaptación, y los sistemas histórico-naturales o humano-
sociales se caracterizan por una relación de transformación
del medio (Afanásiev, 1978).

Cada una de esas clases de relación con el medio surgió, en


ese orden, en cierta etapa del desarrollo ascensional de la
materia, y en consecuencia, cada una de ellas incluye a la
anterior, como base de su especificidad. La relación de
transformación es una clase particular de las relaciones de
adaptación; se trata de una adaptación cultural, y no biológico-
evolutiva, al medio. A su vez, las relaciones de adaptación
implican un intercambio de materiales con el medio. Así, en los
sistemas histórico-naturales la sociedad transforma al medio
tomando en cuenta las propiedades de sus procesos
(adaptación) y, así, se da un intercambio de materiales y de
energía entre el sistema social y la naturaleza.

35
Adrián González Estrada

En los sistemas agrícolas, la sociedad transforma a la


naturaleza; se da un intercambio de materia y de energía,
tomando en cuenta las propiedades de los procesos naturales,
físicos, químicos y biológicos, con el fin de obtener bienes
útiles al hombre.

No es cierto que los sistemas agrícolas sean simplemente


sistemas ecológicos modificados, como postulan los
ecologistas, entre otros, Spedding (1979), Getahum (1978),
Sisaye (1980), Hasper (1975) y Stanhill (1974). Los sistemas
agrícolas son una parte de la esfera material de vida de la
sociedad; trascienden, con mucho, la naturaleza de lo
puramente ecológico.

Un sistema agrícola es un proceso material que una sociedad


concreta lleva a cabo para obtener alimentos y materias
primas, manejando a poblaciones vegetales y animales como
medios de su propia producción, y del suelo, como objeto y
medio de trabajo (González Estrada, 1990).

Así es que, el núcleo esencial de características endógenas,


que permitirá diferenciar naturalmente a un sistema agrícola
de otro se resume en el tipo concreto de transformación del
medio ecológico.

El principium divisionis de la clasificación científica de la


agricultura es agrupar en una misma clase a todos aquellos
sistemas agrícolas que tengan un tipo similar de
transformación de sí mismos y del sistema ecológico que
asimilan como un componente (subsistema) de ellos.

Lo que distingue a unos sistemas agrícolas de otros no


solamente es “qué se hace”, esto es su especialización
productiva, sino además y, sobre todo, el “cómo se hace”, el
proceso de trabajo que se realiza, en especial, con qué medios
de producción, y en qué condiciones sociales concretas se
lleva a cabo dicho proceso de trabajo (González-Estrada,
2001, 1990 y 1985).

36
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

De acuerdo con lo anterior, los sistemas agrícolas son


procesos de trabajo llevados a cabo en condiciones históricas
específicas, debido a lo cual son procesos de producción. En
resumen, un sistema agrícola es un proceso específico de
producción agrícola (González Estrada, 2001).

Esta es la razón por la cual resulta más correcto el concepto de


“sistema agrícola” que el de “sistema de producción agrícola”;
esta última denominación es tautológica, ya que, en este caso,
el adjetivo “agrícola” se atribuye a aquellos procesos de
producción que se dan en la agricultura, esto es, que tienen la
especificidad de que a través de ellos el hombre maneja
poblaciones vegetales como medios de su propia
reproducción, mediante el uso del suelo como objeto y medio
de trabajo.

Igualmente tautológica es aquella definición que dice: “un


sistema de producción agrícola es un proceso de trabajo
llevado a cabo en condiciones históricas concretas, en el que
el hombre, haciendo uso de los instrumentos de trabajo . . .
transforma” . . .

3.3. LA CLASIFICACIÓN SISTEMÁTICA DE LOS


SISTEMAS AGRÍCOLAS

La clasificación sistemática de los sistemas agrícolas sería


aquella que llegara a organizar a todas las categorías
clasificatorias en una jerarquía. De acuerdo con Jones y
Luchsinger (1979), una jerarquía es el arreglo lógico de las
categorías clasificatorias.

Toda jerarquía y su correspondiente clasificación sistemática


se erige, como ya se dijo, sobre una teoría subyacente; sin
embargo, ellas no son una teoría, sino un sistema de
conceptos, lógicamente ordenado, y un conjunto de hipótesis
asociadas a ellos (Bunge, 1975). He aquí expuesta la razón
por la cual sería muy fecunda en hipótesis y en conocimientos

37
Adrián González Estrada

una clasificación sistemática y una jerarquía de los sistemas


agrícolas.

Kopnin (1966), por otra parte, postuló con toda razón, que el
orden lógico de las categorías representa, a su vez, el orden
histórico. Con base en este principio es fácil colegir que la
jerarquía de cualquier clasificación científica representa
también un orden evolutivo; es la relación de lo lógico y de lo
histórico. Como ejemplo de ello, González Estrada (1990), cita
la jerarquía de la clasificación sistemática de las plantas, la
que, sea natural o filogenética, refleja un orden evolutivo. Así,
dentro de las angiospermas, las magnoliáceas son las
primeras en estudiarse y las gramíneas, las últimas, debido a
que aquellas son las más primitivas y éstas, las más
evolucionadas. El orden observado en la tabla periódica de
Mendeléiev refleja el orden en que fueron apareciendo los
elementos químicos a partir de la “gran explosión”. La
clasificación de las estrellas por su posición en la “trayectoria
principal”, refleja también un orden de aparición y desarrollo.
La clasificación de las formas de desarrollo de la materia: la del
micromundo, mecánica, biológica y social, refleja el sentido
ascensional del desarrollo. . .

Así, pues, la jerarquía de la clasificación sistemática de los


sistemas agrícolas reflejaría el sentido ascensional de su
desarrollo. El razonamiento inverso permite llegar a la
conclusión de que la historia de la agricultura puede también
servir de auxiliar en la jerarquización sistemática de los
sistemas agrícolas.

El conjunto de sistemas agrícolas puede simplemente dividirse


en clases más o menos arbitrarias, como acontece con mayor
frecuencia, pero tales divisiones no pueden ser, ni con mucho,
una jerarquía sistemática, aunque se pueda llegar a
ordenarlos en una jerarquía (Allen y Starr, 1982).

38
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Solamente las clasificaciones llevadas a cabo con base en las


similitudes esenciales o en las propiedades endógenas del
conjunto de objetos o procesos que están siendo clasificados
pueden llegar a producir una clasificación sistemática y una
jerarquía.

Tal es el nivel de análisis al que se debe aspirar en la


clasificación de la agricultura.

Tales son los principios lógicos, metodológicos y teóricos con


base en los cuales debe darse la discusión entre las distintas
corrientes de pensamiento existentes en relación a la
clasificación de los sistemas agrícolas.

39
Adrián González Estrada
PRINCIPIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

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38. Toledo, Víctor Manuel. 1988. “La diversidad biológica de México”,
Ciencia y desarrollo, núm. 81, vol. XIV, julio–agosto: 17-50.

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Centros Nacionales de investigación Disciplinaria,
Centros de Investigación Regional
y Campos Experimentales

Sede de Centro de Investigación Regional

Centro Nacional de Investigación Disciplinaria

Campo Experimental
Edición:
Lic. Virginia A. Gómez Cuevas.

Tipografía computarizada:
Elvia Aguilar Acevedo

Formación y portada:
Moisés Aguilar Castillo

Fotografía:
Armando López Huerta

La presente publicación se terminó de imprimir en el mes


de abril de 2010, en los talleres gráficos de MM&M, S.A. de C.V.
Héroes de 1810, No.125, Col. Tacubaya 11870
Tel. 5271-2148 y Fax. 5271-8827, México, D.F.
Su tiraje constó de 1 000 ejemplares.

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