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I. INTRODUCCIÓN
1
En J. LOEW, Vivir el Evangelio con Madeleine Delbrêl, Sal Terrae, San-
tander, 1997, 134, sacado del texto M. DELBRÊL, Nous autres, gens des rues,
Seuil, Paris, 1966, p. 71.
2
Prefiero utilizar a lo largo de todo el trabajo el término seglar al de lai-
co. Haciendo referencia a lo mismo considero que el primero acentúa más lo
identitario. Laico derivada del griego, (pueblo), significaría el que per-
tenece al pueblo, en oposición al clero, pero desde una auténtica eclesiología
todos los cristianos son Pueblo de Dios. Mientras tanto seglar, que viene de
la palabra latina saeculum (siglo, mundo), expresa una mayor especificidad
de la forma de vida seglar respecto de las otras formas de vida cristianas, en
sintonía con la teología de las formas de vida cristiana expresada por Karl
Rahner y ratificada por el Concilio Vaticano II en Lumem Gentium: “El
carácter secular es propio y peculiar de los laicos. [...] Viven en el siglo, es
decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las
Escribe Madeleine en Nous autres, gens des rues que “a los quin-
ce años era estrictamente atea y cada día encontraba más absurdo el
mundo”. Se considera en esos años un “ser autosuficiente” que trata-
5
Me ayudo en lo biográfico de la primera parte de la tesis doctoral: M.
LÓPEZ VILLANUEVA, Transfigurar lo cotidiano. La mistagogía evangélica de
Madeleine Delbrêl, Facultad de Teología de Granada, Granada, 2014, pp. 21-
163.
6
De una carta de Madeleine Delbrêl a los 17 años. Recogida en M.
LÓPEZ VILLANUEVA, Transfigurar lo cotidiano, p. 32.
10
Ibid., p. 18.
11
Cf. M. LÓPEZ VILLANUEVA, MARIOLA, Transfigurar lo cotidiano, p.
136-147.
12
Sus obras: Alcide. Guide simple pour simples chrétiens, Seuil, Paris,
1980; Ampleur et dépendance du service social, Bloud et Gay, Paris, 1934;
Communautés selon l'Évangile, Seuil, Paris, 1973 (en castellano: Las comu-
nidades según el Evangelio, PPC, Madrid, 1998); Indivisible amour. Pensées
détachées inédites, Centurion, Paris, 1991; La Femme et la maison, Éditions
du Temps présent, Paris, 1941 (en castellano: La mujer y la casa, Atlántida,
Barcelona, 1944); La Joie de croire, Seuil, Paris, 1968; La Route, Prix Sully-
Prudhome, Paris, 1926 (Éd. Lemerre, 1927); Missionnaires sans bateau. Les
racines de la mission, Parole et silence, Saint-Maur, 2000 (en castellano: Mi-
sioneros sin barco, Monte Carmelo, Burgos, 2011); Nous autres, gens des
rues. Textes missionnaires, Seuil, Paris, 1971; Veillée d'armes. Aux travai-
lleuses sociales, Bloud et Gay, Paris, 1942; Ville marxiste, terre de misión.
Provocation du marxisme à une vocation pour Dieu, Cerf, Paris, 1957 (Seuil,
1970. Desclée de Brower, 1995).
13
Cf. “Si uno dice que ama a Dios mientras odia a su hermano, miente;
pues si no ama al hermano suyo a quien ve, no puede amar a Dios a quien no
ve. Y el mandato que nos dio es que quien ama a Dios ame también a su
hermano” (Jn 4, 20-21). Todos las citas bíblicas están tomadas de la Biblia
del peregrino.
14
M. DELBRÊL, La santidad de la gente sencilla, Monte Carmelo, Burgos,
2012, p. 64.
15
Ibid., p. 168.
16
Sin desarrollar la cuestión sobre si es mejor la expresión “dentro de vo-
sotros” o “entre vosotros”, solo apuntamos que, a pesar de que tradicional-
mente hemos traducido entos hymin por “dentro de vosotros”, la exégesis ac-
tual considera más exacta la traducción “entre” o “en medio de vosotros”. En
cualquier caso, las expresiones no son excluyentes sino complementarias.
17
La afirmación de estos loci de la Presencia divina se inspira tanto en las
parábolas del Reino predicadas por Jesús como en los signos-milagros que él
realiza, además de en otros dichos evangélicos de Jesús. Algunas parábolas:
semilla de mostaza (Mc 4, 30-32 par), levadura en la masa (Lc 13, 20-21par),
el tesoro y la perla escondida (Mt 13, 44-45), trigo y cizaña (Mt 13, 24-30),
la del sembrador (Mc 4, 3-9par). Algunos signos: curaciones (Mc 3, 1ss; Mc
5, 21ss; Mc 7, 31ss; Mc 10, 46ss; Lc 7, 2ss; Lc 14, 1ss), expulsión de demo-
nios (Mc 5, 1-20par...), comidas con los pecadores y publicanos (Mc 2, 15-
17par), expulsión del Templo (Mc 11, 15-18par).
diario en los rostros de los hermanos más pequeños, por eso escribirá:
“Por todas partes aflora la sangre de Cristo. No hagamos aspavientos
sobre el cáliz que la contiene: tenemos mejores cosas que hacer”18.
En la misma línea concibe la acción del Espíritu Santo, que da vi-
da y santifica en todos los sitios. Éste no puede ser atrapado en los
templos, monasterios o instituciones de ningún tipo. Madeleine, como
Jesús, sabe que el Espíritu “sopla hacia donde quiere: oyes su rumor,
pero no sabes de dónde viene ni a dónde va” (Jn 8, 3). Así pues, no
hay que salir del mundo para encontrar a Dios o para ser una persona
espiritual, sino sencillamente abrirnos a su amor allí donde nos en-
contremos:
“Hay lugares donde sopla el Espíritu; pero hay un Espíri-
tu de todos los lugares [...].
[...] Nosotros, gente de la calle, creemos con todas fuer-
zas que esta calle, que este mundo donde nos ha puesto Dios
es para nosotros el lugar de nuestra santidad.
Creemos que no nos falta nada de lo necesario, pues si
algo nos faltara, Dios ya nos lo habría dado” 19.
Llega a tal profundidad la experiencia de Dios de la autora france-
sa que hasta en una cafetería es capaz de elevar su corazón al Señor y
de interceder por sus congéneres de esta manera:
“Nos has traído esta noche
a este café llamado Claro de luna,
donde has querido ser Tú en nosotros
durante algunas horas esta noche.
Has querido encontrar
a través de nuestras miserables apariencias,
a través de nuestros ojos que no saben ver,
a través de nuestros corazones que no saben amar,
a todas estas personas
que han venido a matar el tiempo.
Y porque tus ojos despiertan en los nuestros,
porque tu corazón se abre en nuestro corazón,
18
M. DELBRÊL, La santidad de la gente sencilla, p. 156.
19
Ibid., p. 26.
unidos a todos,
unidos a ti,
encargados de respirar en la vida eterna
como árboles por sus raíces enterradas”20.
33
Ibid., p. 196.
34
M. DELBRÊL, La alegría de creer, p. 189.
35
M. DELBRÊL, Nosotros, gente común y corriente, p. 41.
36
M. DELBRÊL, La alegría de creer, pp. 191-192.
37
Ibid., p. 193
38
Cf. Mt 5,44: “Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persi-
guen”.
39
Cf. Ibid., pp. 199-202.
40
M. DELBRÊL, La santidad de la gente sencilla, p. 157.
41
La visión de Madeleine están en clara sintonía con la del Decreto con-
ciliar Ad gentes divinitus, nos 11-12.
42
M. DELBRÊL, La alegría de creer, p. 199.
43
Fue un necesario y discutido aporte para el mundo obrero francés su
obra Ville marxiste, terre de misión. Provocation du marxisme à une vocac-
tion pour Dieu de 1957.
48
Ibid., p. 201.
49
M. DELBRÊL, La santidad de la gente sencilla, p. 86.
50
Ibid., p. 91.
51
Ibid., p. 97.
52
Cf. Ibid., p. 104.
53
Utilizando términos del pensamiento existencialista de Martin Heideg-
ger.
54
Denominación del filósofo y sociólogo Zygtmun Bauman, reciente-
mente fallecido, que reflexiona sobre el ser humano de hoy mirando su falta
de compromiso, su inserción en el consumismo, su búsqueda de autonomía,
la globalización de la exclusión y otros interesantes temas. Cf. Modernidad
líquida, FCE, Buenos Aires, 1999; La sociedad individualizada, Cátedra,
Madrid, 2001; Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias, Paidós,
Barcelona, 2005; Mundo Consumo, Paidós, Barcelona, 2010; Ceguera moral.
La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida, Paidós, Barcelona,
2015.
55
Porque las 24 horas estamos a un clic o a un aviso de comunicarnos
con un “amigo” o follower.
56
M. DELBRÊL, La santidad de la gente sencilla, p. 167. Los corchetes y
las cursivas están señalados por mí para resaltar los tres pasos.
57
M. DELBRÊL, La alegría de creer, pp. 237-238.
58
Cf. Ef 1, 10.
59
Cf. M. DELBRÊL, La santidad de la gente sencilla, pp. 162-166.
1º) Leerlo.
2º) Dejarse penetrar por las palabras que a cada uno lle-
guen con más unción, “como el grano en la tierra, como la
levadura en la masa, como el árbol en el aire y, si él lo con-
siente, podrá hacerse de una forma nueva más natural como
una experiencia nueva de esas palabras”60.
3º) “Necesitaremos saber desear comulgar con todos los
demás”61.
Transversalmente y con toda la vida de por medio: per-
mitir que todas las energías interiores y todas las profundi-
dades (aspectos) de nuestra existencia vayan siendo evange-
lizadas, o sea, conformadas con la vida de Cristo.
[3] La mística del mientras y el entre. Diferenciamos aquí ‘la
mística del mientras y el entre’ en dos sentidos. El primero es el esta-
do de contemplación del que ha crecido en el camino espiritual y lle-
ga a una mística de la cotidianeidad. Es un fruto del silencio contem-
plativo: de él surgirá una luminosidad en medio de las actividades co-
tidianas. Si dejamos transparentar la Luz divina que nos habita, si pe-
netramos en el misterio del Reino de Dios que está dentro de noso-
tros; captaremos la Luz que trasluce en todo y descubriremos que el
Reino de Dios está entre nosotros.
En el segundo sentido ya no nos focalizamos hacia un estadio del
camino espiritual sino que tratamos de andar directamente a través de
la mística de la cotidianeidad. Esta puede ser a veces la única manera
de consagrar unos instantes de nuestra jornada en amor a Dios si no
hemos podido sacar un rato más largo de oración. Son las “perfora-
ciones” a las que ya destinamos algunas líneas. “Mientras caminamos
por la calle, mientras realizamos nuestro trabajo, mientras cocemos
las verduras, mientras esperamos una llamada de teléfono”, y un largo
etcétera de ocasiones, o incluso “motitas de tiempo libre”62, pueden
ser kairós para lanzar y susurrar tierna y silenciosamente una jacula-
toria, un mantra al Señor o unas palabras arrancadas el Evangelio, al
estilo del Peregrino ruso.
60
Ibid., p. 162. Cursiva mía.
61
Ibid., p. 164. Cursiva mía.
62
M. DELBRÊL, La alegría de creer, p. 236.
63
Ibid., p. 237.
64
Úsese de apoyo, en lo que esclarezca, el primer paso: Encontrar mo-
mentos diarios de pausa.
65
Cf. Ibid., pp. 230-231.
66
Poema “El Baile de la obediencia” en M. DELBRÊL, Nosotros, gente
común y corriente, p. 89.