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DEDICATORIA:

Dedicado a aquellos hombres, que


con su labor diaria, luchan
incansablemente por una sociedad maá s
justa.
INTRODUCCIÓN

La importancia del estudio de la institucioá n denominada pretensioá n es


acadeá mica, políática y praá ctica, porque independiza los alcances de los teá rminos
accioá n y pretensioá n, aporta un criterio de organizacioá n y sistematizacioá n de
conceptos, promueve la inquietud para indagar por los derechos paralelos del actor y
el emplazado en el proceso, la pretensioá n es el elementos central de la demanda, el
objeto del proceso y la sentencia, seguá n la opinioá n de un sector de la doctrina
procesal; de otro lado, auxilia al legislador en la calificacioá n de circunstancias,
previsioá n de requisitos de admisibilidad y procedibilidad; desde el punto de vista
praá ctico, instruye y facilita a los operadores de todas las especialidades del derecho
procesal a redactar los actos procesales postulatorios y de decisioá n, con propiedad y
en forma sisteá mica.

Es asíá, que dada su importancia, la caá tedra considero necesario encomendar el


estudio de esta importante figura procesal, a estos servidores. Ahora bien, el
desarrollo de la presente monografíáa se ha disenñ ado conforme a la doctrina
imperante en el derecho procesal latinoamericano.

La monografíáa que lleva por tíátulo “La pretensioá n”, se ha disenñ ado en 11 sub
capíátulos a lo largo de los cuales se trataraá : el desarrollo del estudio de la pretensioá n
(generalidades), su nocioá n, la distincioá n entre pretensioá n material y pretensioá n
procesal, sus caracteres, naturaleza juríádica, elementos, estructura, fin y el estudio
de las diversas clases de pretensiones.

Por lo que, con la presente esperamos cubrir las expectativas de la caá tedra, a
fin de poder tener un mejor conocimiento de esta importante institucioá n, que
coadyuven a una mejor preparacioá n del profesional de derecho.

LOS MAESTRISTAS.
LA PRETENSIÓN

1.- GENERALIDADES:

El instituto de la pretensioá n tiene sus raíáces histoá ricas en el derecho


romano, en el procedimiento formulario del ordo iudiciarum privatorum, en la
figura de la intentio, contenido de la foá rmula, que consistíáa en una instruccioá n
escrita con la que el magistrado nombraba al juez y fijaba los elementos sobre
los cuales este deberíáa fundar su juicio.

Pero las instituciones procesales romanas durmieron durante siglos y


fue asíá como, despueá s del siglo VI, cuando JUSTINIANO codificoá la
jurisprudencia romana y establecioá la prohibicioá n de que se hiciese cualquier
comentario al contenido de su codificacioá n, su desarrollo se estancoá para
revivir solo en el siglo XII, cuando brilla la escuela de Bolonia con IRNERIO a la
cabeza y despueá s, solamente en Alemania, en el siglo XIX, con los estudios
humaníásticos y civilíásticos de BERNARD WINDSCHEID es cuando empiezan a
salir de su letargo.

El profesor alemaá n, maá s que procesalista era un civilista renombrado


que trabajaba con empenñ o en la buá squeda del concepto de pretensioá n, pero
siempre en su campo especial, en el derecho sustantivo; buscoá establecer esa
mutacioá n: la actio del derecho civil romano es la pretensioá n civil…
WINDSCHEID no emerge del aá mbito sustancial ni esa consideracioá n de la
accioá n ni en la de la pretensioá n. Trabajoá en su concepto y finalmente lo entregoá
realizado como tíápica figura del derecho civil alemaá n.

Subsigue la poleá mica sobre la elaboracioá n del concepto de accioá n pero


ya en un plano puramente procesal, y desde MUTHER y luego en WACH, la
teoríáa de la autonomíáa se concreta. El concepto de pretensioá n procesal se logra
maá s tarde en el desenvolvimiento doctrinario del derecho procesal: en
Alemania con LEO ROSENBERG y en Italia con FRANCESCO CARNELUTTI, en
su trabajo continuando de la elaboracioá n a partir de lasd teoríáas abstractas de
la accioá n. La idea acerca de si la accioá n es o no independiente del derecho
sustancial lleva a WINDSCHEID a independizar los tres conceptos: derecho
sustancial, pretensioá n extraprocesal, derecho de accionar…accioá n, que las
teoríáas concretas no logran separar del concepto de la pretensioá n procesal
porque engloban sus elementos en los de la accioá n, confunden sus sujetos y
tambieá n su objeto y su fin. Es solamente a partir de las teoríáas abstractas de la
accioá n cuando el instituto de la pretensioá n procesal logra autonomíáa
conceptual y se inicia el verdadero desarrollo cientíáfico del mismo.

Las teoríáas concretas, por lo demaá s, introducen una nueva confusioá n al


acudir al concepto de demanda, al cual atribuyen las cualidades y tratamientos
que convienen a la pretensioá n. Al aludir a la demanda estas teoríáas expresan
que ella es en realidad un teá rmino mucho maá s comprensivo que la pretensioá n,
la cual apenas se conforma como uno de sus componentes.

Una reflexioá n que se anticipe en torno al significado paralelo que quepa


al teá rmino demanda frente al teá rmino pretensioá n, puede expresarse
graá ficamente con el síámil que corresponde a la carta que contiene el mensaje,
para reclamar alegoá ricamente a la demanda que contenga la pretensioá n. Pero
de tal manera que la escuela concreta de la accioá n hace de la demanda el
instituto importante y definitivo del proceso, el objeto mismo del proceso y de
la pretensioá n procesal apenas un capíátulo de la demanda.

Al paso que la escuela abstracta erige como instituto de esencia en el


proceso el de la pretensioá n procesal y conserva el teá rmino demanda, en las
legislaciones positivas civiles, laborales y contencioso-administrativas, para
significar apenas ese primer acto procesal de parte que origina un proceso y
que contiene la pretensioá n. Pero de tal manera que aun cuando la demanda se
presentara como el continente que en su seno conjunta muchas otras
capitulaciones, la que se erige como de importancia trascendental, como
objeto del proceso, es la pretensioá n procesal. Cuando se aludíáa a la accioá n se
hacíáa una descripcioá n figurativa de la misma expresando que ella era pura
potencia y, efectivamente, la accioá n se muestra como esa posibilidad de
realizar todos los actos, o situaciones procesales, como materializacioá n de ese
derecho de accioá n. Y de esta manera, cuando se formula la pretensioá n acaece
una materializacioá n del derecho abstracto de accionar. Pero es preciso
puntualizar que esta no es la sola materializacioá n posible de ese derecho de
accioá n. Y de esta manera, cuando se formula la pretensioá n acaece una
materializacioá n del derecho abstracto de accionar. Pero es preciso puntualizar
que esta no es la sola materializacioá n posible de ese derecho, puesto que todo
acto procesal de parte que se produce se constituye como materializacioá n del
derecho abstracto de accioá n. La demanda en el proceso que sirve al derecho
civil es ella misma un acto del procedimiento, el que da comienzo al mismo y el
que por lo general, al menos en nuestro sistema procesal, contiene ya
níátidamente delineada la pretensioá n como reclamo concreto de un derecho
que se dirige frente o contra el demandado y por ante el juez, buscando
entonces síá una sentencia favorable.

Para HERNANDO DEVIS ECHANDIÍA, siguiendo en ello a FRANCESCO


CARNELUTTI y a VIÍCTOR FAIREÍ N GUILLEÍ N, la pretensioá n procesal es una
declaracioá n de voluntad, y agrega que en las demandas de condena y en las
ejecutivas puede afirmarse que la pretensioá n va dirigida contra el demandado,
mientras que en las declarativas y de declaracioá n – constitutiva, la pretensioá n
se formula frente al demandado.

En el proceso que sirve al derecho penal sustancial se presenta como el


paralelo de la demanda, la denominada resolucioá n acusatoria, si de ese
proceso mixto iberoamericano se trata; si en cambio se mira a un proceso
penal teá cnico, es la acusacioá n que formula el fiscal, el acto que contiene la
pretensioá n punitiva.

Pero esta distincioá n tajante que intenta plantear el trabajo entre los tres
conceptos procesales, a saber; accioá n, pretensioá n procesal y demanda, no es
aceptada por todos los doctrinantes, como se dijera; ademaá s de la escuela
concreta de la accioá n, discrepa de ello el gran SALVATORE SATTA, quien sobre
el particular asíá se expresa: “La accioá n ciertamente implica una pretensioá n y
nadie hasta ahora logrado dar contenido juríádico a esta palabra fuera del uso
comuá n y menos en oposicioá n al teá rmino derecho”. SATTA regresa a una la
equiparacioá n de accioá n, pretensioá n, derecho.

Al respecto conviene tambieá n recordar a ENRICO REDENTI, quien


estableciera que “con la accioá n (actividad procesal), se propone al juez la
accioá n (pretensioá n), y el diraá síá existe la accioá n (derecho)”.
La confusioá n tiene mayor cabida por causa del poco conocimiento que
del concepto de accioá n se tiene en la concepcioá n romana. Es del caso recordar
que la accioá n en el derecho romano no respondíáa a un concepto uníávoco; todos
los comentaristas del derecho procesal romano refieren a los muá ltiples
significados de la palabra actio: equivale a la totalidad de un procedimiento: el
de las actio legis compuesto por una serie de acciones; puede significar
tambieá n una parte de los actos de esa serie en el antiguo reá gimen de las actio
legis, aquella parte del procedimiento que se desarrollaba ante el pretor, como
fase in ius, o mera fase formal del proceso. Actio, es tambieá n para los romanos
la foá rmula, en el procedimiento formulario; esa indicacioá n que el pretor
redactaba y en la cual condensaba los extremos que debíáa decidir el iudex
arbitro, al mismo que eá l asignaba el conocimiento del fondo del asunto. Y es
actio, tambieá n la intentio o contenido de la foá rmula. La actio para los romanos
es entonces una fase del procedimiento, o el mismo derecho que se hace valer,
o la foá rmula (o una parte de esta, la intentio: pretensioá n). Seguá n la opinioá n maá s
generalizada, la accioá n, en sus primeros tiempos, se confundioá con el hecho
mismo de acudir ante el pretor para pedir el nombramiento de juez;
posteriormente, consistioá en la escogencia de la foá rmula; y, por uá ltimo, en la
comparecencia directa ante el magistrado en procura de tutela juríádica.

La doctrina moderna en general, y pese a los matices de importancia


que le concedan, acepta la distincioá n entre los conceptos de pretensioá n y de
accioá n y en los modernos coá digos procesales, tanto civiles como penales, se
alude expresamente al teá rmino pretensioá n, como al acto de reclamo concreto, a
la par que de accioá n, como de derecho abstracto. Es mayoritaria la doctrina en
concebir la pretensioá n como una declaracioá n de voluntad, como un acto
juríádico procesal, como la plasmacioá n de un querer que se formula como
deprecacioá n referida concretamente a un derecho sustancial, ante el Estado,
para que reconozca o diga ese derecho contra un demandado, en la sentencia
favorable.

Como se decíáa, son CARNELUTTI y ROSENBERG los constructores de la


institucioá n. CARNELUTTI define la pretensioá n como la exigencia de que un
intereá s ajeno se subordine al propio. ROSENBERG, como la peticioá n dirigida a
obtener una declaracioá n susceptible de la autoridad de la cosa juzgada, de una
consecuencia juríádica que se caracteriza por la solicitud presentada y en
cuanto sea necesario por las circunstancias de hecho propuestas para
fundamentarla1.

El criterio moderno preponderante concibe la pretensioá n, no como un


derecho o poder, sino como un acto de voluntad, como la manifestacioá n de un
querer, como algo que alguien hace, no que alguien tiene, es una manifestacioá n
de voluntad, no una superioridad de ella seguá n JAIME GUASP.

A propoá sito, es JAIME GUASP, en Espanñ a, quien subsigue a los


sistematizadores citados, CARNELUTTI y ROSENBERG, a traveá s de su
monografíáa La pretensión procesal, como el de maá s hondo calado. Asimismo,
senñ ala que la introduccioá n de la pretensioá n dentro del derecho procesal ha
sido tardíáa, por cuanto sostiene el concepto de la pretensioá n es extranñ o a la
antigua teoríáa y que lo que hoy se conoce con tal nombre, se calificaba como
derecho de accioá n en sentido sustancial. Y agrega que la mentalidad civilista
con que se ha manejado el concepto “ha deformado de tal manera su esencia
que no podíáa llenar el papel que loá gicamente le estaba atribuido”.

Ahora bien, en la concepcioá n de GUASP, la actividad jurisdiccional es


provocada por el ejercicio de un poder que en realidad de verdad, ni por su
naturaleza, ni por su contenido, puede ubicarse con propiedad en el campo del
derecho procesal. Ese poder, la accioá n, aunque ciertamente es supuesto de la
actividad procesal, es previo a la misma y se encuentra por lo tanto en los
linderos del derecho procesal: para una consideracioá n rigurosamente procesal
resulta necesario abandonar a la doctrina del derecho civil o del derecho
políático el problema de si existe frente a un particular o frente al Estado un
derecho subjetivo a que las reclamaciones judiciales sean atendidas, y concluye
el autor afirmando que lo importante es centrar, en cambio, el tema en el
estudio del acto al cual estaá condicionado el proceso, y como nombre
adecuado, GUASP le endilga el calificativo de pretensioá n procesal. La misma, la
define como la declaracioá n de voluntad en la que se solicita una actuacioá n del
oá rgano jurisdiccional frente a persona determinada y distinta del autor de la
declaracioá n.
1
QUINTERO, Beatriz y PRIETO, Eugenio. Teoría General del Proceso. Editorial Temis S.A., 3° Edición,
Bogotá, 2000. Pág. 256.
Porque los síámiles contribuyen a la inteligencia de conceptos
especialmente teoá ricos, permíátasenos uno para explicar coá mo el derecho
sustancial conflictivo que al someterse al proceso es litigio, encuentra su
expresioá n procesal en el concepto de la misma naturaleza procesal que es la
pretensioá n: es como si la norma sustancial violada se reflejara en un espejo y
entrara al proceso como ese reflejo, instituido ya como entidad con autonomíáa
conceptual o loá gica, con una naturaleza nueva, la que corresponde a los
institutos del derecho procesal. El litigio que es el derecho sustancial sometido
al proceso, se ofrece en el mismo como la pretensioá n procesal.

2.- NOCIÓN DE PRETENSIÓN:

El profesor espanñ ol Jaime GUASP, sostiene que el concepto de accioá n


debe ser elaborado fuera del aá mbito del derecho procesal; su lugar en esta
disciplina ha de ocuparlo el concepto de pretensioá n a la que define como:

“Una declaracioá n de voluntad, en la que se solicita una actuacioá n del


oá rgano jurisdiccional frente a persona determinada y distinta del autor de la
declaracioá n”2.

Asimismo, siguiendo a DEVIS ECHANDIÍA puede definirse la pretensioá n


asíá: “el efecto juríádico concreto que el demandante (en los procesos civiles,
laborales y contenciosos-administrativos) o el querellante o denunciante y el
Estado a traveá s del juez o del fiscal, seguá n el sistema vigente (en los procesos
penales), persiguen con el proceso, efecto al cual se quiere vincular al
demandado (si lo hay) o al imputado y luego procesado”3.

Ahora bien, definido la pretensioá n, es conveniente estudiar su


naturaleza y objeto, ya que esta nocioá n interviene en el estudio de institutos
procesales tan importantes como los de la demanda, cosa juzgada, litis
pendentia, excepcioá n, congruencia, acumulacioá n de procesos y peticiones en
una misma demanda.

2
BACRE, Aldo. Teoría General del Proceso. Tomo I. Editorial Perrot, Buenos Aires, 1986. Pág. 289.
3
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría general del proceso. Editorial Universidad, 3° edición, Buenos Aires,
2004. Pág. 213.
Si el actor no tuviera una pretensioá n por satisfacer mediante el proceso,
seguramente no ejerceríáa la demanda para iniciarlo, ya que eá l persigue
siempre un fin concreto en su intereá s y no una declaracioá n abstracta y teoá rica
acerca de contenido de la ley material. Como ese fin material que persigue el
actor no es el fin de la accioá n, como oportunamente lo estudiamos, puede
resultar fallido el primero por serle desfavorable la sentencia, no obstante que
el segundo se satisface a cabalidad al culminar el proceso con ella. Pero cuando
contemplamos la demanda en su entidad propia, aparece inevitablemente la
pretensioá n como el fin concreto que el demandante persigue, es decir, las
declaraciones que se pretende se haga en la sentencia; esa pretensioá n es, por lo
tanto, el petitún de la demanda, lo que se pide en ella que sea reconocido o
declarado en la sentencia a favor del demandante. Desde este punto de vista
puede hablarse de pretensioá n, en sentido lato, tanto en procesos contenciosos
como en los de jurisdiccioá n voluntaria; pero existe una diferencia fundamental
en los dos casos, porque mientras en los primeros esa pretensioá n va
encaminada a obtener la satisfaccioá n de un intereá s propio mediante la
supeditacioá n de un intereá s ajeno (el del demandado), en los segundos se
persigue tan soá lo el requisito de la declaracioá n para delimitar o ejercitar o
satisfacer el intereá s personal, con prescindencia de vincular con ella la
voluntad o el intereá s de otra persona.

Teá ngase bien en cuenta que la accioá n debe ser ejercida por el
demandante para poder hacer valer la pretensioá n en el proceso; pero esta no
es fundamento, ni la causa de aquella, ni forma parte de ella. Las dos nociones
se distinguen radicalmente.

3.- PRETENSIÓN MATERIAL Y PRETENSIÓN PROCESAL

MONROY GAÍ LVEZ, senñ ala que al ser abstracto, el derecho de accioá n
carece de existencia material: es soá lo un impulso de exigir tutela jurisdiccional
al Estado. Sin embargo, es cierto tambieá n que realizamos tal actividad cuando
tenemos una exigencia material y concreta respecto de otra persona o de otro
sujeto de derechos, es decir, cuando tenemos un intereá s con relevancia juríádica
respecto de un bien tutelado, que es resistido por otro4.

El acto de exigir algo – que debe tener por cierto la calidad del caso
justiciable, es decir, relevancia juríádica – a otro antes del inicio de un proceso
se denomina pretensión material. La pretensioá n material no necesariamente
es el punto de partida de un proceso. Asíá, es factible que un sujeto interponga
una demanda sin antes haber exigido a la persona que ahora demanda, la
satisfaccioá n de la pretensioá n. Por otro lado, tampoco lo es porque puede
ocurrir que al ser exigida la satisfaccioá n de una pretensioá n material, eá sta sea
cumplida por el requerido. En consecuencia, puede haber pretensioá n material
sin proceso y proceso sin pretensioá n material.

Veamos el siguiente ejemplo: concluido un contrato de arrendamiento,


el propietario le solicita al arrendatario la devolucioá n del predio. Sin embargo,
este uá ltimo le solicita un plazo míánimo para entregarle el bien. Si transcurrido
este plazo el arrendatario devuelve el predio al propietario, no se habraá
producido un conflicto de intereses, dado de la pretensión material del
propietario fue satisfecho primariamente.

Advieá rtase que en el contrato se pactoá un plazo que el sistema juríádico


con cede al que tenga un plazo vencido a su favor, la facultad de exigir
judicialmente el cumplimiento de la prestacioá n pendiente. Sin embargo, si bien
no esta previsto en el derecho positivo, el propietario requirioá previamente al
arrendatario el cumplimiento de la prestacioá n sin necesidad de recurrir a los
tribunales. Este acto de exigir la satisfaccioá n de un intereá s con relevancia
juríádica de manera extra judicial es la pretensioá n material.

4
MONROY GÁLVEZ, Juan. Teoría General del Proceso. Editorial Communitas, 3° Edición, Lima, 2009. Pág.
498.
Refiriéndose a la pretensión material, y tomando como ejemplo un
préstamo de dinero, RAMÍREZ ARCILA expresa:

“Al hacer la reclamación o petición directa, al cobrar directamente


el dinero al deudor, el acreedor está ejerciendo una pretensión, la
pretensión de que se le pague su dinero .De esta pretensión no podemos
decir que sea genérica, porque se trata de un caso concreto. Tampoco
podemos decir que sea procesal, porque para nada a intervenido el
proceso .Y como se trata de una intervención directa de la cual se a
ejercido una pretensión, para llamarla de alguna forma, unos le dicen
material, otros sustancial, otros civil. Esta es, pues, la pretensión
material, sustancial o civil, y es una pretensión que, como puede verse,
tiene sujetos: sujeto activo y sujeto pasivo ,el acreedor y el deudor ;tiene
objeto ,que es el dinero que se reclama, y tiene causa, que es el contrato
de préstamo”5.
Sin embargo, cuando la pretensioá n material no es satisfecha y el titular
de eá sta carece de alternativas extrajudiciales para exigir o lograr que tal hecho
ocurra, entonces solo queda el camino de la jurisdiccioá n. Esto significa que el
titular de una pretensioá n material, utilizando sus derecho de accioá n, puede
convertirla –sin necesidad de hacerla desaparecer –en pretensión procesal, la
que no es otra cosa que la manifestacioá n de voluntad por la que un sujeto de
derechos exige algo a otro a traveá s del Estado, concretamente utilizando sus
oá rganos especializados en la solucioá n de conflictos, llamados tambieá n
jurisdiccionales.

Noá tese que la pretensioá n procesal difiere sustancialmente de la


pretensioá n material. A pesar de la homogeneidad de sus contenidos, los niveles
de exigencia de su cumplimiento son distintos, los niveles de exigencia de su
cumplimiento son distintos. El titular de una pretensioá n material goza de una
amplia libertad en el ejercicio de su exigencia puede enviar una carta notarial,
requerir el cumplimiento a viva voz, en fin. No estamos diciendo que puede
hacer lo que quiera, porque sabemos que eso no es posible en un estado de
derecho, solo afirmamos que tiene muchas maá s alternativas de exigibilidad

5
MONROY GÁLVEZ, Juan. Ob. Cit. Pág. 500.
que el titular de una pretensioá n procesal, ergo, un demandante, dado que este
debe regular su conducta a lo que las normas procesales prescriben.

A pesar de lo expresado, la definitividad (autoridad de la cosa juzgada)


y la coercitividad propias de las jurisdiccioá n, le otorgan a la pretensioá n
procesal privilegios de los cuales la exigencia privada carece. EÍ sta es la razoá n
ademaá s de su trascendencia social.

4.- CARACTERES DE LA PRETENSIÓN:

Basados en la definicioá n propuesta por GUASP, extraemos los siguientes


caracteres de la pretensioá n:

a) Constituye un acto, no un derecho, es algo que se hace, no algo que se tiene.


Ello no quiere decir que el acto no suponga la manifestacioá n de un poder (a
veces, incluso, de un deber) atribuido a una persona, pero síá que este
poder es previo y distinto de la actividad por la que se pretende. Nada
impide que el objeto del proceso esteá integrado por un simple acto, pues el
acto no es soá lo la pura mutacioá n de realidad que se agota en un instante,
sino tambieá n el evento o situacioá n final que produce; y esta situacioá n
permanente, que engendra la pretensioá n como acto, es la que constituye el
objeto del proceso.

b) Debe interponerse frente a una persona distinta del autor de la reclamacioá n,


pues en la base de aqueá lla se encuentra siempre un conflicto que, como tal,
enfrenta por lo menos a dos protagonistas. En esta circunstancia se
diferencia la pretensioá n de otras peticiones que pueden formularse en el
curso del proceso, y, particularmente, de la peticioá n extracontenciosa que
constituye el objeto de los procesos voluntarios.

c) Configura una declaración de voluntad petitoria: No se trata de una


declaracioá n de voluntad afíán a las que conoce el derecho civil, es decir, de
un negocio juríádico, sino de una declaracioá n petitoria de naturaleza
puá blica. En este aspecto media, ademaá s, una diferencia fundamental entre
la pretensioá n procesal y la denominada pretensioá n substancial, pues
mientras la primera constituye un acto que tiene por destinatario al juez, la
segunda se halla configurada como una facultad o derecho de exigir el
cumplimiento de una prestacioá n, y soá lo es susceptible de actuarse contra el
sujeto pasivo de la respectiva relacioá n material.

d) Debe contener una afirmación de derecho: Que la avale, determinada por


una situacioá n de hecho, con prescindencia de que tal afirmacioá n coincida o
no con el ordenamiento juríádico vigente.

5.- NATURALEZA JURIDICA DE LA PRETENSIÓN:

a) En los procesos civiles, contenciosos – administrativos y laborales.

En un sentido restrictivo, la nocioá n de pretensioá n estaá vinculada en


estos procesos a la demanda contenciosa, como declaracioá n voluntaria del
demandante para que se sujete o vincule al demandado en determinado
sentido y para ciertos efectos juríádicos concretos mediante una sentencia. Pero
tambieá n en el proceso de jurisdiccioá n voluntaria, se formula una pretensioá n,
puesto que se persigue un efecto juríádico determinado. El contenido y alcance
de esta declaracioá n de voluntad varíáan, en primer teá rmino, seguá n la clase de
accioá n y de proceso (declarativo puro, de declaracioá n constitutiva, de condena,
de ejecucioá n, mixto) y en segundo lugar, seguá n la muá ltiple variedad del objeto y
del contenido de la declaracioá n que en cada uno de estos tipos de proceso
puede conseguirse. En ese doble sentido puede elaborarse una clasificacioá n de
las pretensiones, como luego veremos.

Esa pretensioá n estaá dirigida siempre a la contraparte o demandado, para


que frente a eá l se reconozca y declare. En las demandas de condena y en las
ejecutivas puede decirse que la pretensioá n va dirigida contra el demandado,
porque se trata de imponerle o de hacerle cumplir una prestacioá n; pero en las
declarativas y de declaracioá n constitutiva se persigue vincularlo a los efectos
juríádicos de la pretensioá n, sin imponerle prestacioá n alguna, y por esto es maá s
apropiado decir que la pretensioá n se formule frente al demandado y no contra
eá l (ademaá s puede estar de acuerdo con ella)

Se trata, por tanto, de una declaracioá n o manifestacioá n de voluntad del


demandante, para perseguir un efecto juríádico a su favor; pero sin que esto
signifique que eá ste pretenda someter a su voluntad al demandado, porque la
sujecioá n de eá ste y la obligacioá n emanan de la sentencia, esto es, de la
declaracioá n del juez, como representante del Estado.

Objeto de la pretensioá n es lo que se pide en la demanda que en los


procesos contenciosos se identifica con el objeto del litigio, que no es la cosa
material sobre que versa, sino la relacioá n juríádica o el derecho material que se
persigue y que puede variar respecto de una misma cosa (por ejemplo, puede
ser el dominio, o la simple tenencia)

La pretensioá n comprende el objeto del litigio (la cosa o el bien y el


derecho que se reclama o persigue) y la causa juríádica que sirve de
fundamento a esta peticioá n. Si cambian aquellos o eá sta, la pretensioá n varia
necesariamente, lo que es fundamental para la determinacioá n del contenido de
la cosa juzgada, de la sentencia congruente y de la litis pendentia. De este
modo, en un sentido procesal riguroso, el objeto litigioso no se confunde con la
pretensioá n, sino que es objeto de eá sta, y es un error identificar los dos
teá rminos, porque sobre un mismo objeto litigioso pueden existir pretensiones
diversas o anaá logas, pero con distinto fundamento o causa, y esto las diferencia
claramente (por ejemplo, se pretender el dominio de una cosa por haberla
comprado, prescripto o heredado, etc. o su sola tenencia)

Muy diferente es la llamada pretensioá n civil extraprocesal, que consiste


en reclamar directamente de un apersona una cosa o la ejecucioá n de un acto o
el reconocimiento de una situacioá n o relacioá n juríádica.

Al paso que la pretensioá n procesal se formula frente al demandado o


contra el mismo, pero por conducto del juez, quien la debe examinar, calificar y
declarar o rechazar, seguá n el caso, la pretensioá n civil extraprocesal se formula
directamente al particular. Por eso mismo el objeto de la pretensioá n procesal
no se identifica con el objeto del derecho material que el demandante declara
tener, porque intencional o erradamente, se puede reclamar algo distinto a lo
que se tiene derecho, que no corresponde al derecho material que pueda tener
bien sea en cantidad, bien en calidad e inclusive en identidad fíásica o juríádica.
Por ejemplo, el derecho material puede tener por objeto una suma de pesos o
una prestacioá n determinada o una cosa o cuerpo cierto, y el demandante
pretende mayor cantidad u otra prestacioá n o cosa distinta, casos en los cuales
la sentencia le seraá adversa parcial o totalmente.

Por consiguiente, la pretensioá n procesal puede estar respaldada o no


por un derecho, lo que significa que pueden existir pretensiones fundadas e
infundadas. Igualmente, puede existir un derecho en cabeza de alguien y estar
vulnerado o desconocido y, sin embargo, su titular puede no pretender su
eficacia o ejercicio, por indiferencia o ignorancia; lo que demuestra que
tambieá n puede existir un derecho sin pretensioá n. Asíá, pues, la pretensioá n no es
un derecho, sino un simple acto de voluntad, para el cual no se requiere maá s
que su manifestacioá n o exteriorizacioá n mediante la demanda, en la cual se
ejercita, ademaá s, el derecho de accioá n.

b) En el proceso penal.

Tambieá n en el proceso penal tiene aplicacioá n el concepto de pretensioá n


y es clara la diferencia con la accioá n.

La pretensioá n penal es el acto de voluntad mediante el cual un


particular, un funcionario puá blico, o el Estado a traveá s del juez penal que inicia
oficiosamente la investigacioá n y el progreso, pide la sancioá n o la medida de
seguridad para un determinado imputado o sindicado, por razoá n de un hecho
tambieá n determinado; estaá dirigida contra eá ste (de la misma menara que
contra el demandado) y no contra el juez, ni siquiera frente al juez, sino apenas
por conducto del juez que tiene el poder jurisdiccional para darle curso si
reuá ne los requisitos procesales necesarios para ello.

El Estado tiene, indudablemente, el derecho subjetivo constitucional de


imponer penas, medidas de seguridad y tratamientos de rehabilitacioá n a las
personas que en su territorio se coloquen en determinadas situaciones; es
parte de su derecho de jurisdiccioá n.

La accioá n penal insta uá nicamente la iniciacioá n del proceso penal y su


tramitacioá n hasta la sentencia; la pretensioá n penal busca “el sometimiento de
alguno a la pena”, como explica Carnelutti, de la misma manera como la
pretensioá n civil persigue el sometimiento de alguien a la declaracioá n judicial
solicitada en la demanda. Pero la pretensioá n punitiva formulada oficiosamente
por el juez en representacioá n del Estado persigue uá nicamente la sentencia
justa que resuelve sobre ella, al paso que la pretensioá n civil y la penal que
ejercita el querellante en su querella o la víáctima del delito o sus herederos en
su denuncia (que es pretensioá n punitiva penal si se acusa a determinada
persona), persiguen la sentencia favorable al demandante o condenatoria del
imputado, respectivamente. Debe hacerse esta diferencia en materia penal.

La accioá n penal puede ser ejercitada sin senñ alar ninguá n imputado o
sindicado, es decir, sin que se mencione a nadie como sospechoso de ser el
autor del delito, pues basta con pedir que se inicie la investigacioá n sumarial
para investigar el ilíácito denunciado; la pretensioá n penal no se concibe sin que
esteá dirigida contra una o varias personas que deben ser senñ aladas como
autores o simples sospechosos de ser los autores, coá mplices o encubridores
del delito. Por esta razoá n, no se concibe el ejercicio de la pretensioá n penal, sin
que se formule una imputacioá n o sindicacioá n contra alguien.

Pero hay dos clases de imputacioá n y por tanto dos momentos procesales
para el ejercicio de la pretensioá n penal: la inicial que se formula en la denuncia,
querella o instancia formulada ante el juez de la causa o el investigador (seguá n
el sistema legal que rija sobre este punto), que acompanñ a a la accioá n penal
propiamente dicha (como la pretensioá n civil ejercitada en la demanda); la
posterior, que se contiene en la providencia judicial que pone fin al sumario o
la instruccioá n e inicia el proceso penal propiamente dicho, que en Colombia se
denomina “auto de proceder”. La uá ltima es la imputacioá n definitiva que el
Estado (ya no el denunciante o querellante) le formula al imputado o sindicado
y por tanto es la pretensioá n punitiva del Estado contra aqueá l: la primera puede
ser calificada de imputacioá n y pretensioá n provisional.

Para los efectos de la sentencia se debe considerar uá nicamente la


pretensioá n definitiva del Estado, contenida en ese “auto de proceder” (de ahíá la
necesaria congruencia que debe existir entre aqueá lla y eá ste), o en la acusacioá n
fiscal seguá n el sistema vigente en cada paíás.

Mientras que no se concibe la accioá n penal ejercitada por el propio juez


o por el fiscal que inicia la investigacioá n, ni, por el juez que de oficio inicia el
verdadero proceso o sea el juzgamiento o la causa, es el loá gico y juríádicamente
aceptable el concepto de pretensioá n penal oficiosamente ejercitada por dicho
juez, o por el fiscal investigador; seguá n el sistema legal vigente, en
representacioá n del Estado, cuando de oficio inicia la investigacioá n sumarial y
senñ ala un imputado o sindicato a quien puede detener provisionalmente y
llamar a indagatoria o declaracioá n, porque a diferencia de lo que ocurre con la
accioá n, la pretensioá n estaá dirigida contra sindicato o imputado, como ya lo
hemos dicho. Entonces tenemos la formulacioá n provisional de la pretensioá n
punitiva por el Estado a traveá s del juez o fiscal contra el sindicato o imputado,
mediante el ejercicio oficioso de la jurisdiccioá n (sin que nadie ejercite la
accioá n). Es una importante diferencia entre el proceso penal y el civil. Y cuando
el juez (en el sistema inquisitivo) dicta el auto de proceder, formula la
pretensioá n punitiva definitiva del Estado contra el procesado, e igual hace en el
sistema acusatorio el fiscal en el acto de la acusacioá n, y ambos pueden
proceder de oficio.

La oposicioá n del sindicato o imputado, luego procesado, y sus defensas,


se dirigen precisamente contra la pretensioá n penal que contra eá l se ha
formulado; no contra la accioá n propiamente dicha (a menos que se alegue la
falta de un presupuesto procesal para su ejercicio y se considere este como una
defensa en sentido lato). Maá s adelante estudiaremos este punto.

Tambieá n aparece el ejercicio de la pretensioá n en la demanda de la parte


civil o persona lesionada con el delito, para que en el mismo proceso penal se
condene al imputado o sindicato responsable a pagar la indemnizacioá n de
perjuicios. Entonces existe una demanda ideá ntica a la formulada en el proceso
civil, que contiene accioá n y pretensioá n.

Pero hay una diferencia muy importante entre la pretensioá n de la


demanda de parte civil y la pretensioá n punitiva del Estado: aquella persigue
sentencia condenatoria, con la imposicioá n adicional de una indemnizacioá n de
perjuicios (en lo cual resulta favorable a esa parte civil) y esta uá nicamente
sentencia justa, como hemos dicho.

6.- ELEMENTOS DE LA PRETENSIÓN: OBJETO Y RAZÓN:


La pretensioá n tiene dos elementos esenciales: su objeto y su razoá n; es
decir, lo que se persigue con ella, y la afirmacioá n de que lo reclamado se
deduce de ciertos hechos que coinciden con los presupuestos facticos de la
norma juríádica cuya actuacioá n se pide para obtener esos efectos juríádicos. De
ahíá que en la demanda se exige indicar lo que se pide y los fundamentos de
hecho y de derecho de la peticioá n, y que la imputacioá n penal debe fundarse
tambieá n en los hechos constitutivos de responsabilidad.

Es decir: el objeto de la pretensioá n lo constituye el determinado efecto


juríádico perseguido (el derecho o relacioá n juríádica que se pretende o la
responsabilidad que se imputa al sindicato), y por lo tanto, la tutela juríádica
que se reclama, la razón de la pretensioá n es el fundamento que se le da, y se
distingue en razoá n de hecho y de derecho, o sea el conjunto de hechos que
constituyen el relato histoá rico de las circunstancias de donde se cree deducir lo
que se pretende y la afirmacioá n de su conformidad con el derecho en virtud de
determinadas normas de derecho material o sustancial ( en lo civil, comercial,
laboral y contencioso- administrativo) o el hecho ilíácito que ha lesionado tanto
el orden juríádico como los derechos subjetivos de la víáctima y de sus
causahabientes ( en lo penal).

La razoá n de la pretensioá n se identifica con la causa petendi de la


demanda, con los hechos en que se vasa la imputacioá n formulada al sindicado,
o sea a la causa imputandi.

El juez debe resolver sobre ambos elementos, sea para acceder a lo


pretendido o para rechazarlo. Si encuentra que existe la conformidad que se
reclama entre los hechos, el derecho material y el objeto pretendido,
reconocido o declara las consecuencias juríádicas que en las peticiones o
imputaciones se precisan; o las niega, en la hipoá tesis contraria. Esas
consecuencias o conclusiones no son el fundamento de la pretensioá n, sino su
objeto, de la misma manera que los hechos constituyen su fundamento y no su
objeto.

Entre el fundamento o razoá n de hecho y de derecho existe una diferencia


fundamental en los procesos civiles, laborales y contencioso-admistrativos; al
paso que el primero debe ser formulado necesariamente por el demandante y
vincula al juez (con las limitaciones y requisitos); el segundo puede y debe ser
aplicado por el juez oficiosamente y por eso su variacioá n no significa la de la
pretensioá n misma ni la del objeto litigioso, por lo cual para que la pretensioá n
prospere basta que el juez encuentre la conformidad entre su fundamento de
hecho y el ordenamiento juríádico, sin que importe que ello se deba a las
normas materiales citadas por el demandante o a otras que aquel conoce y
aplica oficiosamente. En lo penal, los fundamentos de hecho pueden ser
afirmados por el juez y por el fiscal (seguá n el sistema legal), de oficio, lo mismo
que los fundamentos de derecho, existe esta otra diferencia en materia penal.

De lo anterior se deduce que el problema de la identidad de las


pretensiones procesales, para efectos de la litis pendentia y la cosa juzgada, lo
mismo que para la determinacioá n de la congruencia de la sentencia, se vincula
a las peticiones u objeto de la pretensioá n y a los fundamentos o la razoá n de
hecho o causa petendi o imputandi, y no a las normas juríádicas materiales
invocadas en la demanda y en la denuncia o la causacioá n penal.

La pretensioá n puede tener como fundamento hechos que constituyan no


solo relaciones juríádicas sustanciales, sino tambieá n procesales, pero en el
sentido de que puede tener por objeto satisfacer un derecho otorgado en un
proceso anterior, como el pago de costas judiciales o de honorarios de peritos,
etc.

Como toda demanda contiene una pretensioá n (inclusive la que indica un


proceso de jurisdiccioá n voluntaria), siempre aparece en ella una razoá n para
sustentarla. Pero esto no significa que la razoá n tenga ser cierta y eficaz, pues de
lo contrario la sentencia tendríáa que resultar en todos los casos favorables al
demandante. Esto nos lleva a la necesidad de distinguir dos clases de razones
de la pretensioá n: razón cierta y eficaz, y razón aparente e ineficaz. Por eso
puede aparecer en la demanda debidamente enunciada la causa petendi, en sus
respectivos fundamentos de hecho, aunque la pretensioá n no esteá de acuerdo
con el derecho, y por eso la sentencia resultaraá desfavorable al demandante.
Ademaá s, como regla general, para que los hechos sean ciertos en el proceso, no
basta que esteá n de acuerdo con la realidad, sino que es indispensable su
prueba.
Igual ocurre en la pretensioá n penal: los hechos que le sirven de
fundamento, pueden ser o no ser ciertos en el segundo caso su razoá n resultara
aparente o ineficaz, por lo cual deberaá absolverse al procesado u ordenarse
cesar el procedimiento sin llegar a la acusacioá n del fiscal en el nuevo sistema o
al auto de preceder o procesamiento del sistema anterior.

Lo anterior conduce a que, como ya dijimos, la pretensioá n pueda ser


fundada o in fundada; esta si la razoá n es aparente o in eficaz, o si no se prueban
los hechos en que se basa.

7.- ESTRUCTURA DE LA PRETENSIÓN PROCESAL

Responde el tema a la pregunta acerca de la esencia inmanente de la


pretensioá n procesal. Para encontrar una respuesta se analiza, como lo hace
GUASP, la estructura y la funcioá n del instituto. Su modo de ser y su modo de
operar. Por lo que respecta a su estructura, cabe anotar que la pretensioá n
puede descomponerse en: el elemento subjetivo, el elemento objetivo, y el
elemento causal. GUASP alude a un elemento que denomina actividad.

a) Elemento subjetivo.

Se entiende por tal los entes personales que figuran como titulares,
aunque en grado diferente, de las conductas humanas significativas que llevan
consigo toda pretensioá n procesal. El elemento subjetivo de la pretensioá n
procesal no es uá nico sino muá ltiple: por una parte, se yergue quien formula la
pretensioá n: el pretensionante. Sin embargo, y como toda pretensioá n procesal es
un concepto nacido de la coexistencia del hombre, es preciso que quien
reclama lo haga frente o contra alguien, que dirija su reclamo hacia alguá n otro
miembro de la comunidad; esta alteridad elige asíá a la persona a quien se
llama a resistir la pretensioá n, en teá rminos carneluttianos, al resistente.

A esta inicial dualidad de sujetos es preciso agregar la presencia de un


tercero: el destinatario de la pretensioá n. Un tercero supraordenado a las
partes, al cual la ley confiere la funcioá n de recibir las pretensiones de los otros
sujetos y de proceder de acuerdo con la norma procesal al camino de su
satisfaccioá n. Es el juez, el Estado-juez.
De esta manera, en toda pretensioá n procesal hay tres sujetos: el sujeto
activo o persona que formula la pretensioá n; el sujeto pasivo o persona frente o
contra quien e formula la pretensioá n, y el destinatario o persona ante quien se
formula la pretensioá n. El pretensionante y el resistente, quien formula la
pretensioá n y quien la resiste, son los sujetos coordenados de la pretensioá n; el
juez es el sujeto supraordenado.

b) Elemento objetivo.

Se comprende como tal “el sustrato material sobre el cual recaen las
conductas humanas, integrando asíá el soporte baá sico, ubicado como
trascendente, de cada persona actuante y de cada actuacioá n personal”.

En toda pretensioá n procesal tiene que existir, por fuerza, un quid


sustancial, como centro al cual se refieran los sujetos y las actividades que
despliegan los sujetos de la pretensioá n. Ese quid sustancial es el objeto, el cual
se constituye, tambieá n en teá rminos de CARNELUTTI, por un bien de la vida.
Por una materia apta por su naturaleza para satisfacer necesidades o
conveniencias objetivamente determinables de los sujetos coordinados en la
pretensioá n. Es el bien litigioso, el mismo litigio, asíá expresado como reclamo y
al cual alude gran parte de la doctrina como al objeto litigioso. Un bien de la
vida puede ser una cosa corporal o una conducta de otra persona. No hay
diferencia alguna en cuanto al tratamiento de la pretensioá n por la variedad de
estos dos tipos de objetos.

Toda pretensioá n recae, pues, sobre un bien determinado; tiene asíá por
objeto un elemento no personal, de derecho sustancial, que idealmente se
configura como susceptible de constituir el objeto de una relacioá n juríádica
sustancial. El objeto es lo pedido, lo reclamado: que se declare que soy hijo de
Pedro: la filiacioá n es el objeto. Que se condene a Pedro a que me restituya la
casa de Huancayo: la conducta de Pedro de restituirme la casa de Huancayo es
el objeto en el cual a la vez distingo un objeto mediato y uno inmediato: la
conducta y la casa. Que se constituya el estado de divorcio: el divorcio es el
objeto.

c) La actividad.
Es el tercer elemento que enlista GUASP y que eá l denomina el elemento
modificativo de la realidad. Esa actividad estaá constituida por el hecho de que
los titulares de la pretensioá n, al ocuparse del objeto de la misma, determinan
con su conducta una modificacioá n de la realidad.

Para mantenerse en la idea que corresponde a la esencia de la


pretensioá n, es preciso entender esa actividad, no como una manifestacioá n
afectiva, o emocional, o psicoloá gica, de quien formula, y tampoco como una
declaracioá n intelectual o de ciencia. Doctrinariamente e predica que es una
declaracioá n de voluntad con un significado peculiar y propio: el de contener
una peticioá n fundada para ser debatida entre los sujetos que en ella
intervienen y acerca del objeto sobre el cual recae.

 Petición. Una declaracioá n de voluntad puede asumir cualquiera de estos


dos modos de ser: ir deprecativamente hacia otros elementos externos y
entonces aparecer como una manifestacioá n peculiar de una peticioá n, o
mostrarse como una resolucioá n.

Las declaraciones de voluntad del juez en el proceso son resoluciones.


La pretensioá n procesal es una declaracioá n petitoria. Una declaracioá n que
como voluntad que se exterioriza, encuentra todo su sentido en la solicitud
o reclamo dirigido a otros elementos personales: al resistente y al juez,
buscando la realizacioá n de un cierto contenido de naturaleza sustancial: el
objeto de la pretensioá n.

 Jurídica. Esa peticioá n debe constituirse con elementos de derecho


sustancial, d ninguna manera ajenos al mundo juríádico y ni siquiera
pertenecientes al universo procesal. Por eso tiene que traducirse como una
peticioá n juríádica sustancial. Una peticioá n comprensible a la luz del derecho
sustancial, con sentido dentro de este aá mbito y destinado a tener alguna
funcioá n en eá l.

La peticioá n que encierra toda pretensioá n procesal es siempre una


declaracioá n de voluntad que solicita o depreca que se haga algo juríádico
sustancial: que se operen o manejen situaciones de estricto derecho
sustancial. Si alguien aspira a la declaracioá n jurisdiccional de que es maá s
alto que su contrario, evidentemente no formula una pretensioá n procesal.

 Fundada. La actividad se define asíá por GUASP como una peticioá n juríádica
fundada: significando la uá ltima cualificacioá n que la peticioá n invoca un
fundamento, sea este auteá ntico o no.

El fundamento de la pretensioá n procesal no es un motivo invocado o no,


sino los acontecimientos de la vida en que se apoya quien la aduce, no para
justificarla, sino simplemente para acotarla, para delimitar de un modo
exacto el trozo concreto de realidad al que la pretensioá n se refiere: lo que
permite al juez previamente conocer cuaá l aá mbito particular de la vida es el
que la pretensioá n busca asignarse; la invocacioá n del fundamento opera no
como justificante, sino como individualizante de la pretensioá n misma. El
titular de la pretensioá n cumple una primera tarea en la individualizacioá n
de aquella, al delimitarla describiendo no una situacioá n abstracta ideal,
sino refiriendo unos hechos concretos de la vida, hechos que son los
fundamentos de la pretensioá n, no como cimientos en que descanse, sino
como muros que la delimiten.

Esta idea que GUASP involucra en su concepto de actividad y que asíá


cualifica como de actividad fundada, dice relacioá n ciertamente al elemento
causal. Entieá ndase el elemento causa como algo inherente al concepto
esencial mismo, no como algo que esteá por fuera de eá l. Por eso, para GUASP,
causa es fundamento, contorno faá ctico, hecho de la vida que da concrecioá n
a la pretensioá n.

d) La “causa petendi”

Este elemento de la fundamentacioá n es el que algunos doctrinantes


denominan causa petendi, pero tambieá n es preciso advertir que, alejaá ndose de
GUASP como tambieá n de ROSENBERG y CARNELUTTI, como luego se veraá , un
sector de la doctrina involucra en la causa petendi tambieá n los fundamento de
derecho, el derecho. CARNELUTTI llama la atencioá n sobre la razoá n de la
pretensioá n, pero la aíásla, la independiza perfectamente de la pretensioá n
misma, y como razoá n, distingue la de hecho y la de derecho. Por lo que
concierne a la razoá n de la pretensioá n, como razoá n de derecho expresa: “Una
pretensioá n tiene razoá n en cuanto una norma o precepto juríádico establece la
prevalencia del intereá s que es el contenido de la pretensioá n. Puede asíá
colegirse que la razoá n de derecho de la pretensioá n es la afirmacioá n de la
conformidad de la pretensioá n con el derecho objetivo. Es la afirmacioá n de
tutela que el orden juríádico concede al intereá s del cual se exige su
prevalecimiento; de un intereá s que se afirma como derecho. La afirmacioá n de
la conformidad con el derecho sustancial supone distinguir en la razoá n dos
elementos: los motivos que son los hechos juríádicos que sostienen la
pretensioá n, y las conclusiones: indicacioá n de los efectos correspondientes.

Por lo demaá s, la pretensioá n se distingue tambieá n del derecho sustancial


puede haber pretensioá n sin derecho y derecho sin pretensioá n y junto a la
pretensioá n infundada existir el derecho inerte (expresioá n tambieá n
carneluttiana).

8.- FIN DE LA PRETENSIÓN:

En los procesos civiles, laborales y contencioso – administrativo, el fin


de la pretensioá n es la tutela del intereá s particular del pretendiente,
puntualizado en la demanda, mediante sentencia favorable; en los procesos
penales, cuando la ejercita el particular ofendido, sea querellante o
denunciante, ese fin es la declaracioá n de responsabilidad del imputado,
mediante sentencia condenatoria, pero cuando la pretensioá n o imputacioá n es
ejercitada por el Estado, a traveá s del juez o fiscal, su fin es de intereá s general en
el mantenimiento del orden juríádico, mediante sentencia justa (es decir, en
uá ltimo caso el fin de la pretensioá n se identifica con el de la accioá n)

Cuando la imputacioá n la formula el ministerio publico o fiscal, su fin es


el mismo que cuando la formula el juez; pero el ejercicio de la accioá n penal por
aquel funcionario cuando le pide al juez que inicie la investigacioá n y/o el
proceso o juicio, es diferente a la formulacioá n de la imputacioá n o pretensioá n
punitiva, aun cuando se ejerciten simultaá neamente y en el mismo acto como
ocurre con la accioá n y la pretensioá n en la demanda.
9.- EFECTOS DE LA PRETENSIÓN:

Como ya hemos visto, la pretensioá n, en sus dos elementos (objeto y


razoá n de hecho y derecho) delimita el alcance y sentido del litigio, del proceso
y de la cosa juzgada, y sirve para determinar cuaá ntos hay litis pendencia,
cuando procede la acumulacioá n de procesos por identidad del objeto y la
objetiva (mal llamada de acciones) en una demanda, lo mismo que para la
eficacia de los recursos que por tal motivo se interpongan contra ella.

La pretensioá n y las excepciones o defensas que el demandado o


sindicado oponga, son el objeto del proceso en el sentido de que la sentencia
debe resolver sobre ellas.

La reforma de la pretensioá n equivale a la de la demanda en parte


sustancial, sea en su objeto o respecto a su sujeto (si cambia completamente el
sujeto activo se necesita una nueva demanda en proceso separado, por no ser
admisible una simple reforma; pero puede cambiar parcialmente con la
supresioá n de uno de los demandantes o de la inclusioá n de otro). Distinto es el
caso de la cesioá n del derecho litigioso en que un tercero entre el proceso a
ocupar el lugar de la parte cedente, porque entonces la pretensioá n sigue igual y
la sentencia debe resolver sobre ella tal como en la demanda aparece, sin que
la litis contestatio sufra modificacioá n alguna. Se presenta entonces la
transmisioá n de la pretensioá n, pero no se la reforma. Lo mismo ocurre en los
casos de sucesioá n de una parte por sus herederos por causa de muerte o
disolucioá n si es persona juríádica. En el proceso civil a la indemnizacioá n a la
parte perjudicada con el delito y su reforma varia la demanda, y la reforma de
la pretensioá n penal ocurriraá cuando se modifique la imputacioá n.

No creemos que la terminacioá n del proceso se determine por la


extensioá n de la pretensioá n, porque nos parece que ello es efecto del derecho de
accioá n. Si el demandante abandona todo intereá s en la pretensioá n y toda
actividad en el proceso, este continua, sin embargo, o permanece inactivo, pero
subsiste mientras no se produce la sentencia ejecutoriada, el desistimiento o la
perencioá n tambieá n llamada caducidad. En estos dos casos el proceso termina
porque concluyen los efectos de la accioá n, que es en realidad de la que se
desiste y la que caduca temporal o definitivamente. La renuncia a la pretensioá n
o su satisfaccioá n voluntaria por el demandado o su extincioá n por cualquier
motivo, tienen que ir acompanñ adas de la renuncia a la accioá n (el desistimiento)
para que el proceso concluya.

10.- LA OPOSICIÓN A LA PRETENSIÓN:

Frente a la pretensioá n del demandante, el demandado puede asumir


diversas actitudes, y la maá s frecuente es la de oponerse a ella. Lo mismo ocurre
al sindicado o imputado frente a la pretensioá n penal. Son las mismas actitudes
que como vimos puede asumir para el ejercicio del derecho geneá rico de
defensa. Esto conduce al estudio del derecho de contradiccioá n y de las
nociones de defensa y excepcioá n.

11.- DIVERSAS CLASES DE PRETENSIONES:

Las pretensiones pueden clasificarse, lo mismo que los procesos y las


acciones, en declarativas puras, de declaracioá n constitutiva, de condena,
ejecutivas, cautelares y mixtas. Dentro de cada clase pueden, a su vez,
distinguirse seguá n el derecho material que se pretende o ejercita y asíá, en
materia civil, puede hablarse de pretensiones reivindicatorias, de estado civil,
puede hablarse de pretensiones reivindicatorias, de estado civil, posesorias, de
herencia, de ejecucioá n para obligaciones de hacer o dar o entregar o no hacer,
divisorias, de alimentos, etc., y en materia penal pueden distinguirse
pretensiones punitivas de privacioá n de la libertad o de la vida o de imponer
otras penas o medidas de seguridad.

Como dijimos al estudiar la clasificacioá n de las acciones (veá aseme nuá m.


110), es frecuente utilizar indebidamente este teá rmino para identificar el
derecho material que se quiere proteger, seguido a veces del nombre de ese
derecho o de calificativos que en el derecho material tienen un significado
propio (asíá se habla de accioá n reivindicatoria, de estado civil, de perjuicios, de
resolucioá n o rescisioá n de contratos, etc.) ; o para distinguir la naturaleza de ese
derecho material ( asíá se habla de acciones reales, o personales, muebles o
inmuebles, renunciables o irrenunciables, cesibles y transmisible o no); o para
referirse a la actitud del demandante frente a la cuestioá n discutida (entonces
se dice que la accioá n es afirmativa o negativa, confirmatoria o negatoria
defensiva o persecutiva). Pues bien en todos estos casos se trata de la
clasificacioá n de las pretensiones. Siempre que se usa el teá rmino accioá n en un
sentido material o no procesal, se hace referencia a la pretensioá n que en la
demanda se contiene, como el nuá mero citado lo explicamos.

De este modo, la clasificacioá n de las pretensiones en materia civil,


laboral y contencioso-administrativa, puede ser tan fecunda como lo es el
derecho objetivo material en el otorgamiento de derechos subjetivos.

Tambieá n se clasifican las pretensiones seguá n los diversos


procedimientos que en el coá digo procesal se consagran, como cuando se habla
de pretensioá n de lanzamiento o posesoria o ejecutiva, etc.

En materia penal, pueden clasificarse las pretensiones seguá n tipo de


responsabilidad que se impute y de pena o medida de seguridad que se
pretenda aplicar al sindicado o imputado y al procesado y existen
pretensiones, como las de aplicar tratamientos de rehabilitacioá n a personas
que no han delinquido, pero tienen especial peligrosidad, como a drogadictos y
prostitutas, que constituyen una clases especial de medida de seguridad, que
solo pueden clasificarse de pretensiones punitivas en un sentido muy amplio.
CONCLUSIONES

 La pretensioá n es el efecto juríádico concreto que el demandante (en los procesos


civiles, laborales y contenciosos-administrativos) o el querellante o denunciante
y el Estado a traveá s del juez o del fiscal, seguá n el sistema vigente (en los procesos
penales), persiguen con el proceso.

 La pretensioá n material es el acto de exigir algo a otro antes del inicio de un


proceso. La pretensioá n material no necesariamente es el punto de partida de un
proceso.

 La pretensioá n procesal, no es otra cosa que la manifestacioá n de voluntad por la


que un sujeto de derechos exige algo a otro a traveá s del Estado , concretamente
utilizando sus oá rganos especializados en la solucioá n de conflictos , llamados
tambieá n jurisdiccionales.

 Son caracteres de la pretensioá n: Constituye un acto, se interpone frente a una


persona distinta del autor de la reclamacioá n, configura una declaracioá n de
voluntad petitoria, y debe contener una afirmacioá n de derecho.

 El objeto de la pretensioá n lo constituye el determinado efecto juríádico perseguido


(el derecho o relacioá n juríádica que se pretende o la responsabilidad que se
imputa al sindicato), y por lo tanto, la tutela juríádica que se reclama, la razón de la
pretensioá n es el fundamento que se le da, y se distingue en razoá n de hecho y de
derecho.

 La estructura de la pretensioá n comprende: elemento subjetivo, elemento objetivo


y causa petendi.

 El elemento subjetivo esta configurado por quienes figuran como titulares,


aunque en grado diferente, de las conductas humanas significativas que llevan
consigo toda pretensioá n procesal.

 El elemento objetivo comprende el sustrato material sobre el cual recaen las


conductas humanas, integrando asíá el soporte baá sico, ubicado como
trascendente, de cada persona actuante y de cada actuacioá n personal.

 La causa constituye el presupuesto faá ctico de la norma que se aplicaraá al caso.


BIBLIOGRAFÍA

 TEORIÍA GENERAL DEL PROCESO (Tomo I)


Aldo BACRE
Editorial Porruá a, Buenos Aires, 1986.

 TEORIÍA GENERAL DEL PROCESO


Beatriz QUINTERO y Eugenio PRIETO
Editorial Temis, 3° edicioá n, Bogotaá , 2000.

 TEORIÍA GENERAL DEL PROCESO


Juan MONROY GAÍ LVEZ
Editorial Communitas, 3° edicioá n, Lima, 2009.

 TEORIÍA GENERAL DEL PROCESO (aplicable a todo tipo de procesos)


Hernando DEVIS ECHANDIÍA
Editorial Universitaria, 3° edicioá n, Buenos Aires, 2004.

 TEORIÍA GENERAL DEL PROCESO


Enrique VESCOVI,
Editorial Temis, Bogotaá , 1999.
ÍNDICE

- INTRODUCCIÓN

LA PRETENSIÓN

1.- Generalidades.

2.- Noción de pretensión.

3.- Pretensión material y pretensión procesal.

4.- Caracteres de la pretensión.

5.- Naturaleza jurídica de la pretensión.

6.- Elementos de la pretensión: Objeto y razón.

7.- Estructura de la pretensión.

8.- Fin de la pretensión.

9.- Efectos de la pretensión.

9.- Oposición a la pretensión.

10.- Diversas clases de pretensiones.

- CONCLUSIONES

- BIBLIOGRAFÍA

- ÍNDICE

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