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Historicismo

El primer principio del Historicismo consiste para Meinecke en sustituir una


consideración generalizante y abstractiva de las fuerzas histórico-humanas por la
consideración de su carácter individual, con la convicción de que la aplicación de
juicios generalizantes respecto del hombre y de los fenómenos culturales y sociales
a los que este ha dado origen no permite comprender las transformaciones
profundas y la diversidad de formas que sufre y adopta la vida moral y espiritual del
individuo y de las comunidades, a pesar de la permanencia invariada de ciertas
cualidades humanas fundamentales
En lo que respecta al contexto especifico del pensamiento político, la actitud
iusnaturalista contra la que reacciona el ordenamiento historicista es la doctrina de
los derechos del hombre, que surge de la versión moderna racionalista del
iusnaturalismo y que es sostenida por las Revoluciones Norteamericana y sobre
todo la Francesa, en la que está implícita la convicción de la forma del estado liberal
constituye un modelo de validez absoluta y universal , ya que se basa en la
exigencias eternas, por tanto, idénticas en todos los tiempos, y en todos los lugares,
de la razón humana.
Contra esta pretensión, en general, la afirmación del carácter históricamente relativo
de las formas de las organizaciones políticas, por lo tanto, de una manera más
global de los valores públicos.
Especificando en estos términos el contenido más general de la orientación
historicista en el contexto político, se puede proceder a la especificación de las
tendencias teórico-prácticas fundamentales en que se articula, precisando los
diversos modos en que se en que se ha entendido la relatividad histórica de los
valores políticos y, por lo tanto, la especificidad de las diversas formas históricas de
organización político-social respecto a las pretensiones críticas respecto de las
pretensiones de absolutez y de universalidad propias del iusnaturalismo
Los Trabajadores
Al abolirse, las clases sociales enfrentadas en la tarea de la producción en las
empresas privadas, patrones y trabajadores, al desaparecer las empresas privadas
ya no tienen razón de ser los organismos de defensa de los obreros si todo es de
ellos, en hipótesis falsa por supuesto, ya no tienen contra quién luchar, recogemos
nuevamente el certero pensamiento de Paillet en este aspecto: "De hecho, con la
revolución llamada socialista y con el pretexto de que se tratarla en lo sucesivo de
un Estado proletario, todas las garantías que los obreros habían podido mal que
bien conquistar fueron abolidas, las condiciones de utilización de la mano de obra,
la retribución, alojamiento, nivel de vida, desplazamiento, todo fue arbitraria y
unilateralmente decidido por la burocracia reinante. Los obreros, antiguos o nuevos,
es decir, recién arrancados al campo, fueron sometidos a regímenes que se
acercaron al trabajo forzado, a la deportación en masa, a la leva. Por centenas de
millares, estos auténticos “forzados del hambre” fueron arrojados a la batalla de la
producción. "La tecnoburocracia dirigente se presenta en efecto como un patrón
único respecto de los proletarios. Éstos están obligados a poseer documentos, carta
de trabajo, por ejemplo: pasaportes interiores, certificados de empleo, etc., que
hacen fácil su vigilancia. Estar marcado con la señal de rechazo equivale casi a la
condena de muerte: es perder el derecho al alojamiento por miserable que éste sea,
es evidentemente perder el salario y los servicios. Sociales complementarios del
mismo, es quedar sujeto a la persecución. Es una situación parecida a la del siervo
que escapaba de su señor. Es quedar colocado al margen de la sociedad. No hay
posibilidad siquiera del recurso elemental que consiste en ser contratado por otros
capitalistas aun en condiciones menos ventajosas. Como el patrón es universal, la
condena es total. No queda sino el trabajo marginal, el trabajo negro, no hay más
que la capitulación. Esta situación se hace más dramática todavía por la ausencia
de los medios de combatirla.
El partido, los sindicatos. las organizaciones profesionales son desde un principio
instrumentos al servicio de la burocracia dirigente y lejos de representar a los
obreros (y a los campesinos) frente al poder, son un instrumento del poder frente a
los explotados. Además, la huelga no tiene razón de ser en contra de un patrón
único que de todos modos no es sino medianamente sensible a una pérdida parcial
de la producción. Donde un capitalista correrla el riesgo de recibir un daño grave
por un paro laboral, en su lucha comercial incesante contra sus competidores, el
patrón burocrático no tiene sino la contrariedad de un problema que resolver. El
sujeto se encuentra vigilado en su lugar de trabajo, vigilado en su domicilio, vigilado
en sus placeres, vigilado en el empleo de su tiempo, en la elección de sus
amistades, vigilado en sus amores, vigilado de pie, vigilado acostado.
No es preciso añadir más al cuadro elocuente presentado por Paillet, lo triste es
advertir que no obstante la ya larga experiencia de los trabajadores sometidos a la
esclavitud en los regímenes socialistas, aún sigan muchos de ellos en Occidente
engañados por las prédicas de quienes aspiran a ser sus amos en los nuevos
"paraísos" construidos a imagen y semejanza de los que ya existen para ignominia
del siglo xx. La nueva clase, una vez en el poder, ya no lo deja, su situación personal
de privilegio le inclina a no salir jamás de ella: "habita en casas de dirigentes, usa
coches de dirigentes, dispone de almacenes para dirigentes, va de reunión en
reunión protegido, con todos los caminos libres”. No conoce al pueblo sino por las
estadísticas.
El Anarquismo
Las reflexiones sobre el poder político han llevado a diversos pensadores a
considerarlo como un mal no necesario, sino que puede evitarse combatiéndolo
hasta lograr su desaparición. Esta es la tesis fundamental de todas las teorías
anarquistas. Los medios para lograr esa desaparición varían según las escuelas.
Las más importantes y que han logrado mayor cantidad de adeptos y que
desgraciadamente han ocasionado graves daños, destrucciones y perturbación del
orden social, son las que predican la violencia para obtener la anarquía. Enemigos
ideológicos de los comunistas, son, sin embargo, sus compañeros de viaje, hemos
visto cómo en realidad, la meta de ambas doctrinas es la misma: la desaparición del
Estado. Pero el aparato ideológico, para obtener un resultado idéntico, es diferente.
El anarquista no admite etapas transitorias como es la dictadura del proletariado en
el marxismo, no quiere la desaparición del poder político en el futuro. sino
inmediatamente. aquí y ahora para los más violentos, gradualmente para otros más
moderados, por ejemplo, PROUDHON (1809-1865) que propone una singular
federación anarquista que va descomponiendo al Estado en una serie de grupos
autónomos que se administran a sí mismos "el Estado no tiene que intervenir, no
aparece por ninguna parte" En una sociedad bien organizada, debe reducirse poco
a poco a no representar más que a sí mismo, a nada" ("El representante del pueblo",
de 5 de junio de 18.48). También expresa que el gobierno del hombre por el hombre
en cualquier forma, es opresión, La sociedad más perfecta se encuentra en la unión
del hombre con la anarquía.

BIBLIOGRAFIA:
Porrúa Pérez Francisco, 2000, Teoría del Estado, edit. Porrúa, México, ISBN:
9684320736.pp: 111-113.
Bobbio Norberto, Nicola Matterci, y Gianfranco Pasquino, 1992, Diccionario de
la Ciencia Política, edit. Siglo XXI, México, ISBN: 9681657926.pp: 749.
INSTITUTO POLITECNICO NACIONAL
ESCUELA SUPERIOR DE ECONOMIA

ESTADO Y SOCIEDAD

PROFRE: CERVANTES ARREDONDO J. REFUGIO

“4.2: TESIS HISTORICISTA Y ANARQUISTA”

GRUPO: 1EV3

ELABORO:
PAULINO MARROQUIN IZHAR ELIEL

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