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Manuel Gutiérrez Lousa*

ÉTICA Y FISCALIDAD
En una Hacienda democrática, donde la fiscalidad forma parte de las decisiones de los
ciudadanos, es importante conocer el grado de aceptación de los impuestos, la
percepción que se tiene de la equidad y, en su caso, el grado de coacción necesario en
el sistema para su funcionamiento. En este trabajo se analizan los fundamentos teóricos
de la Hacienda del Estado del Bienestar, los estudios empíricos sobre la percepción de
los ciudadanos del sistema fiscal español y, finalmente, el considerable éxito del modelo
español que, básicamente, a través de la coacción simbólica consigue un grado de
cumplimiento tributario aceptable.

Palabras clave: ética, obligación tributaria, evasión fiscal.


Clasificación JEL: A13, H26, Z10.

1. La Hacienda democrática del Estado de Bienestar Esta paulatina y formidable expansión del gasto pú-
blico ha dado lugar a necesidades crecientes de in-
El Estado de Bienestar es un modelo económico gresos públicos para poder financiar los servicios y
que nace para, superando la mera beneficencia o pro- prestaciones demandados por la sociedad. Por otra
tección mínima a los colectivos más débiles o necesi- parte, esta expansión del gasto público ha provocado,
tados de principios del siglo XX, garantizar el pleno en ocasiones, un abultado endeudamiento que los in-
ejercicio de un conjunto de derechos democráticos gresos públicos no han podido paliar. La crisis fiscal,
mínimos (políticos, civiles y económicos) para la tota- en este contexto, amenaza con convertirse en una
lidad de la población. «crisis de creencias» (Bell, 1977) que, desde una
Su legitimidad democrática le permite diseñar podero- perspectiva política, se puede traducir en una crisis de
sos mecanismos de intervención económica, entre los estabilidad. No olvidemos que la capacidad fiscal tie-
que se encuentran los impuestos. Los gobiernos, desde ne sus límites y que, cuanto más cerca se halla de
entonces, incorporan como tareas prioritarias de su ac- ellos, mayor es la resistencia de los ciudadanos a con-
ción las funciones económicas típicas de la Hacienda tribuir y mayor es la pérdida de energía con que opera
Pública moderna: la asignación, redistribución, estabili- (Schumpeter, 1970).
zación y crecimiento económico (Musgrave y Musgrave, En el Estado de Bienestar las obligaciones tributarias
1983). Ello implica una paulatina incorporación a los tienen su justificación ideológica en el concepto de soli-
presupuestos públicos de las demandas de los diferen- daridad, no impuesta, sino asumida por el ciudadano.
tes grupos de ciudadanos. La universalización de las obligaciones tributarias y la
importancia del presupuesto de transferencias ha pro-
vocado un cambio de los roles tradicionales con respec-
* Instituto de Estudios Fiscales y Universidad Complutense de Madrid. to al pago de los impuestos. Ahora, el Estado y el contri-

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buyente no deben percibirse como antagonistas, puesto pero se buscan activamente todos los medios posibles
que ambos persiguen idénticos fines. Este nuevo esta- para incumplirla en la práctica.
tuto aconseja sustituir las viejas actitudes de confronta- Sin embargo, no estamos ante el peligro de una ano-
ción por otras más coherentes de colaboración (Delga- mia fiscal. Más exactamente estamos ante tasas de
do y Gutiérrez, 2004). conducta fiscal desviada relativamente altas, especial-
En este contexto, el horizonte utópico de la Hacienda mente en sectores económicos de empuje ascendente
del Estado de Bienestar es conseguir el cumplimiento o de especial dinamismo donde es más fácil escapar del
voluntario de las obligaciones tributarias. Lograr un nivel control y que concentran las tasas más altas de fraude o
de aceptación del sistema fiscal que implique que las evasión fiscal.
normas tributarias alcancen el rango de norma moral y El fraude fiscal constituye, sin lugar a dudas, un fenó-
la coacción se reserve sólo para aquellos evasores re- meno natural y consustancial de las sociedades organi-
calcitrantes que siempre existirán. zadas. En efecto, el fenómeno del fraude ha existido en
Desde esta perspectiva, el incumplimiento fiscal es ob- todas las organizaciones sociales a lo largo de la histo-
jeto del rechazo más contundente en el plano de los jui- ria y se ha producido en todas las sociedades a pesar
cios morales. El defraudador es visto como un explotador de los distintos valores morales, éticos y sociales que
de sus conciudadanos puesto que, como un polizón (free las han inspirado. Este doble fenómeno de aparición
rider), disfruta de los bienes y servicios públicos sin haber vertical, cronológicamente, y horizontal, que atenta a to-
contribuido a financiarlos. Sin embargo, cuando se pasa dos los modelos sociales, permite afirmar que su desa-
al plano de la conducta, donde entra en juego el interés parición resulta, en principio, descartable. Por tanto, la
concreto y material de cada individuo y de cada grupo, conducta fiscal desviada es absolutamente normal en
las convicciones se debilitan. Juicios, creencias, normas cualquier contexto social; más aún, la desviación puede
e intereses, valores, actitudes y conductas, entran en ser parte integral de todas las sociedades saludables
conflicto apareciendo criterios relativizadores y podero- (Durkheim, 1974) que mantienen unas «zonas permisi-
sos argumentos tendentes a reducir la disonancia cog- vas de variación».
noscitiva a que da lugar tal conflicto (Delgado y Gutiérrez, Así, el incumplimiento fiscal en las sociedades abiertas
2004). y complejas puede tener dos efectos: por un lado, refuer-
El más poderoso de estos argumentos se basa en la za la solidaridad del grupo entre los ciudadanos integra-
percepción que tiene cada grupo de aportar a la Hacien- dos que automáticamente se unen para reafirmar las nor-
da Pública más que los demás, mientras que la protec- mas y valores amenazados. Por otro, actúa como catali-
ción eficaz de sus derechos se ve preterida por la mayor zador para el cambio fiscal puesto que obliga a meditar
capacidad de presión de otros grupos sociales para ha- sobre aquello que no funciona adecuadamente para re-
cer oír su voz ante el Estado. Por otra parte, se tiende a formarlo. Sin embargo, es necesario delimitar con preci-
pensar que los burócratas eligen vías de actuación más sión el intervalo de amplitud de las «zonas permisivas de
favorables para los intereses de otros grupos que para variación» relativas a la conducta fiscal, puesto que las
los propios. Esta argumentación interioriza un estatuto fronteras entre el comportamiento fiscal aceptable e ina-
de «víctima» que legitima la «irresponsabilidad fiscal», ceptable constituyen uno de los indicadores del grado de
que justifica el comportamiento evasor propio y, sin em- vertebración social de un país y de la legitimidad del
bargo, exige el máximo rigor en el poder coactivo del Estado que lo representa. En consecuencia, toda organi-
Estado para los demás. Así, la efectiva integración de la zación política debe reducir este fenómeno a una tasa
norma fiscal en el rango de norma moral revela ser algo soportable y compatible con los principios de equidad y
problemática pues la ley tributaria se acata en abstracto generalidad que deben inspirar el sistema fiscal.

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Para ello, es preciso conocer previamente las actitu- Percepción de la equidad fiscal
des y comportamiento del ciudadano ante la imposición,
desde la actitud fundamental ante el postulado de equi- En una encuesta encargada por el Instituto de Estu-
dad tributaria, pasando por la mentalidad tributaria, has- dios Fiscales (IEF) en 1991 (De Juan, 1992), muestra
ta la moral tributaria y las reacciones evasivas, legales e que los declarantes no están satisfechos con el grado
ilegales, de los contribuyentes. En este sentido son de de equidad fiscal, en general. Así, el 74,3 por 100 consi-
particular interés los resultados de las encuestas espe- dera que en España no se cobran los impuestos con
cíficas (Shmölders, 1975) para conocer la percepción justicia. Sin embargo, esta percepción disminuye nota-
del sistema fiscal y del fraude que tiene el ciudadano. blemente cuando se personaliza. En este caso, el 52,3
por 100 de los declarantes percibe que no paga perso-
2. La percepción del sistema fiscal nalmente lo que le correspondería en justicia y un 40,4
por los ciudadanos por 100 considera que paga lo que le corresponde.
Del mismo modo, respecto a la distribución de la car-
El proceso de percepción del sistema fiscal se inicia ga fiscal sobre las familias con distintos niveles de renta,
cuando el ciudadano centra su atención en estímulos dicha encuesta muestra que el 82,5 por 100 de los con-
concretos de naturaleza fiscal. Al mismo tiempo, el indi- tribuyentes percibe que es excesivo el esfuerzo econó-
viduo percibe la realidad fiscal e inicia un proceso cog- mico a que están sujetas las familias de ingresos bajos
noscitivo a través del cual integra y dota de significado a y, en el otro extremo, el 75,5 por 100 de los declarantes
la información fiscal. Estas ideas elaboradas van consti- opina que las familias con ingresos altos deberían so-
tuyendo, en un proceso de sedimentación temporal, sus portar una mayor presión fiscal. Lo que manifiesta, por
creencias fiscales que serán determinantes de las acti- otra parte, una tendencia por parte de los declarantes
tudes y comportamientos fiscales del ciudadano. Final- de rentas bajas a subestimar la presión fiscal de las ren-
mente, será la evaluación subjetiva de esas creencias tas altas mientras que éstos tienden a sobreestimar la
fiscales lo que constituya sus actitudes fiscales. presión fiscal sobre las rentas bajas.
Así pues, cualquier proceso de comprensión, valora- Posteriormente, una encuesta cualificada realizada
ción y modificación, si procede, de las actitudes y com- en 1994 por el IEF (Díaz y Delgado, 1994) consideró
portamiento del ciudadano ante el fenómeno fiscal exige que el actual sistema fiscal produce un agravio compa-
un conocimiento previo del grado de sensibilidad que rativo que afecta a los trabajadores asalariados, los em-
tiene el individuo ante las distintas características del pleados públicos y los pequeños y medianos empresa-
sistema fiscal. rios, siendo, por el contrario, los profesionales liberales
En este sentido, la importancia de estudiar las per- los más beneficiados por la opacidad fiscal.
cepciones sobre las que se configuran las actitudes fis- En una encuesta del IEF (Instituto de Estudios Fisca-
cales de un individuo viene dada por el hecho de que les, 1995), con un componente cuantitativo y cualitativo,
también pueden ser modificadas a través de la altera- constató que un 62,4 por 100 de la población cree que
ción de una o varias de las creencias fiscales, bien intro- en lo relativo a que «pagan más los que más tienen» el
duciendo nuevas creencias o bien modificando la eva- sistema es nada o poco justo. En la misma línea, los in-
luación de las mismas. Así, serán los cambios relacio- formantes cualificados consideran el sistema nada o
nados con los aspectos identificados como más poco justo en un 58 por 100. En este sentido, la investi-
relevantes en la percepción de la realidad fiscal los que gación cualitativa indica que tal percepción de injusticia
con mayor posibilidad conduzcan a cambios en sus acti- obedece a razones opuestas. Así, las demandas de
tudes fiscales. equidad de los sectores más populares se ven incumpli-

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das por defecto y los sectores en mejor posición por ex- mejor lo que paga que lo que recibe y la idea que el con-
ceso. Pero, en ambos casos, cada sector parece creer tribuyente tiene sobre un gasto público útil se corres-
que su esfuerzo fiscal es superior al del otro. ponde con la prestación de servicios inmediatos y
Finalmente, una reciente encuesta del IEF (Instituto particularmente beneficiosos.
de Estudios Fiscales, 2002) constata que solamente se Un estudio realizado por el IEF en 1991 (De Juan,
reconoce la justicia y equidad del sistema fiscal porque 1992) ponía de manifiesto que el 66,92 por 100 de los
permite el acceso universal a la oferta pública de servi- declarantes del IRPF creía que recibía del Estado me-
cios y prestaciones (60 por 100). Pero no se reconoce la nos de lo que pagaba, un 17,83 por 100 consideraba
justicia o equidad de dicho sistema en otros aspectos: ni que su situación era equilibrada y un 7,73 por 100 que
pagan más los que más tienen (31 por 100), ni trata me- recibía del Estado más de lo que pagaba.
jor a los desfavorecidos (44 por 100). Posteriormente, una encuesta cualificada realizada
Esta constante percepción de falta de equidad del sis- en 1994 por el IEF (Díaz y Delgado, 1994), consideró
tema fiscal está directamente relacionada con actitudes predominantemente que el pago de impuestos era ex-
desfavorables hacia el sistema fiscal y más favorable al cesivo, si bien de forma más matizada en un grupo de
fraude fiscal (Spicer y Becker, 1980). Esta percepción intervenciones apuntó a que «no se paga mucho ni
de injusticia, por otra parte, puede ser tanto causa como poco, sino en relación a los servicios que se reciben».
efecto del fraude. Así, los ciudadanos que perciben in- Finalmente, una encuesta reciente del IEF (Instituto
justicia en el sistema fiscal justifican su comportamiento de Estudios Fiscales, 2002) constató que, aunque se
fraudulento como mecanismo de reparto más equitativo percibe una mejoría de los servicios y prestaciones
de la carga fiscal lo que legitima su comportamiento y (47 por 100), esta percepción ha ido disminuyendo con
evita los sentimientos de culpabilidad. Por otro lado, los el paso del tiempo (véase Cuadro 1).
ciudadanos que cumplen con sus deberes perciben que Asimismo, un 60 por 100 de la población cree que
el sistema fiscal es injusto al permitir que otros ciudada- poco o nada de los servicios y prestaciones justifican el
nos no contribuyan (Spicer y Lundstedt, 1976; Dean et pago de los impuestos. No obstante, se observa una
al., 1980, y Spicer y Becker, 1980). tendencia hacia una percepción de mayor equilibrio en
el balance entre el esfuerzo fiscal realizado y los benefi-
Percepción de la carga fiscal y la relación cios obtenidos (véase Cuadro 2).
de intercambio impuestos-servicios públicos Las principales razones de esta falta de adecuación la
sitúan en que son insuficientes (37 por 100), están ges-
Sobre la percepción de la carga fiscal y la relación de tionados de forma deficiente (36 por 100) y se despilfa-
intercambio impuestos-servicios públicos, diversos es- rran los recursos destinados a su mantenimiento (18
tudios señalan que éstas son dos cuestiones especial- por 100).
mente visibles para los contribuyentes con menor nivel
de estudios y con menos conocimientos fiscales, para Percepción de la función
los empresarios, y para los contribuyentes más orienta- redistributiva de los impuestos
dos hacia su bienestar personal que hacia el bienestar
social. Estos resultados pueden ser en parte explicados Los impuestos, al financiar la oferta pública de servi-
por el hecho de que los contribuyentes raramente esta- cios y prestaciones, tienen una clara función redistributi-
blecen una estrecha conexión entre su contribución fis- va y favorecedora de la igualdad de oportunidades. Sin
cal y los bienes y servicios públicos de que disponen en embargo, la última encuesta del IEF (Instituto de Estu-
contraprestación. Está claro que cada individuo percibe dios Fiscales, 2002) demuestra que un porcentaje signi-

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CUADRO 1

EVOLUCIÓN DE LA OPINIÓN SOBRE LOS SERVICIOS PÚBLICOS


Y LAS PRESTACIONES SOCIALES, 1995-2001
(En %)

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

Han empeorado . . . . . . . . . . . . 14 18 9 8 9 7 16
Siguen igual . . . . . . . . . . . . . . . 25 32 35 28 31 32 37
Han mejorado . . . . . . . . . . . . . . 61 50 56 64 60 61 47

FUENTE: INSTITUTO DE ESTUDIOS FISCALES (2002).

CUADRO 2
EVOLUCIÓN DE LA OPINIÓN SOBRE ADECUACIÓN ENTRE IMPUESTOS
Y SERVICIOS PÚBLICOS Y PRESTACIONES SOCIALES, 1995-2001
(En %)

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

Nada o poco. . . . . . . . . . . . . . . 79 72 63 65 62 64 60
Bastante o mucho . . . . . . . . . . . 21 28 37 35 38 36 40

FUENTE: INSTITUTO DE ESTUDIOS FISCALES (2002).

CUADRO 3
EVOLUCIÓN DE LA OPINIÓN SOBRE LA FUNCIÓN REDISTRIBUTIVA
DE LOS IMPUESTOS, 1995-2001
(En %)

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

Escasa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 68 54 65 50 45 54
Correcta . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 22 40 26 46 50 40
Excesiva . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 10 6 9 4 5 6

FUENTE: INSTITUTO DE ESTUDIOS FISCALES (2002).

ficativo de los encuestados no tienen formada opinión al vía impuestos es escasa. Si bien la tendencia demues-
respecto (18 por 100). Los que tienen opinión conside- tra que dicha percepción ha mejorado con los años
ran mayoritariamente (54 por 100) que la redistribución (véase Cuadro 3).

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Percepción de complejidad fiscal En 1992 la encuesta realizada por el IEF (Díaz y Del-
gado, 1992) para cuantificar los costes de cumplimiento
La percepción de la complejidad del sistema fiscal de- del sistema fiscal, constató que el 68,2 por 100 de los
pende de distintas características del contribuyente contribuyentes necesitó ayuda externa para realizar la
—como su nivel de estudios, sus conocimientos fisca- declaración. Esta necesidad fue motivada por:
les, sus recursos políticos, etcétera—, y también de la — dificultad de comprensión de los impresos y las
estructura y organización del propio sistema. La com- instrucciones que se adjuntan (40,9 por 100).
plejidad del sistema puede dar lugar al incumplimiento — seguridad sobre la correcta cumplimentación
accidental, pero también puede tener un efecto negativo (20,4 por 100).
sobre la evaluación que los contribuyentes hacen del — comodidad (10,4 por 100).
sistema fiscal al exigirles unos costes de cumplimiento — percepción de complejidad en la tarea (7,5 por 100).
elevados en términos psicológicos, de tiempo y, en defi- — seguridad de que se pagará lo menos posible (3,4
nitiva, económicos. Por otro lado, la percepción de la por 100).
complejidad fiscal puede enfatizar la idea de que estan- En la encuesta cualificada realizada en 1994 por el IEF
do el contribuyente totalmente desprovisto de mecanis- (Díaz y Delgado, 1994) predominó la consideración de
mos que le permitan controlar de alguna forma al siste- que la normativa fiscal es compleja siendo, fundamental-
ma, su única relación posible con éste es la de un mero mente, sus causas la mala redacción de algunas normas
intercambio de dinero por bienes y servicios públicos; y, sobre todo, la indefinición que en algunos casos lleva a
con lo que se desvanece la idea de que cumplir con las diversas interpretaciones. Los encuestados, por otra par-
obligaciones fiscales es un deber cívico dentro de una te, achacan en gran medida la complejidad a la perma-
cultura fiscal democrática. nente modificación de las disposiciones legales y valoran
En 1991, la encuesta realizada por el IEF (De Juan, que dichas modificaciones repercuten notablemente en
1992) constató un considerable esfuerzo ante la percepción el cumplimiento de las obligaciones tributarias.
de complejidad fiscal. Así, un 46,7 por 100 consideró difícil Mediante una reciente encuesta del IEF (Instituto de
rellenar los impresos de la declaración, un 53,2 por 100 en- Estudios Fiscales, 2002) se constató que a un 29
contró difícil comprender las instrucciones de la declara- por 100 de la muestra no le corresponde hacer ninguna
ción, para el 67,4 por 100 le fue difícil conocer la normativa declaración tributaria. Entre ellos predominan los jóve-
fiscal sobre deducciones y, finalmente, un 40 por 100 consi- nes (60 por 100), los que tienen menor nivel de ingresos
deró difícil saber cómo recurrir contra las actuaciones de la (51 por 100), los inactivos y parados (42 por 100), los
Administración Tributaria. En la misma línea, un 67 por 100 que cuentan con menor nivel de estudios (39 por 100) y
necesitó ayuda para cumplimentar la declaración. A la vista las mujeres (33 por 100). Este alto porcentaje de no de-
de estos resultados, el perfil del contribuyente que percibe clarantes es probablemente efecto de la última reforma
más complejidad se caracteriza por: del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas
— requerir asesoramiento. (IRPF) de 1998 que simplificó notablemente la obliga-
— tener un nivel de estudios bajo. ción de declarar de dicho impuesto.
— declarar bases imponibles bajas. Considerado el grupo de declarantes, sólo un 15
— ser empresario o profesional liberal, aunque el he- por 100 realizó personalmente la declaración, acudiendo
cho de trabajar en temas relacionados con Derecho y/o el resto a la ayuda de un amigo o familiar (17 por 100),
Economía facilita el cumplimiento. asesor fiscal o gestoría (39 por 100) y bancos o cajas de
— tener más de 34 años y, especialmente, ser mayor ahorro (12 por 100). Sólo un 17 por 100 de los obligados
de 65 años. solicitó los servicios de la Agencia Tributaria (17 por 100).

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Percepción de la coerción del sistema fiscal ción económica, los más pesimistas sobre el curso ge-
neral de las cosas, y los que tienen conocimiento sobre
Sobre la percepción de coerción en el sistema fiscal, el fraude dentro de su grupo social de pertenencia.
la decisión de no declarar es una decisión tomada bajo Dicha encuesta reflejó que los declarantes percibían
incertidumbre ya que el contribuyente supuestamente un alto grado de eficacia en la lucha contra el fraude.
deshonesto no puede conocer con total certeza el éxito Así, el 64,2 por 100 de los declarantes están satisfechos
de la ocultación ni la sanción que soportaría en caso de con los resultados de Hacienda en la lucha contra el
ser descubierto. Pero el contribuyente sí puede —en fraude y, dentro de este colectivo, el 32 por 100 percibe
función de su experiencia con la actividad inspectora, su que la probabilidad de detección es relativamente eleva-
mayor o menor aversión al riesgo, etcétera— percibir el da. Por el contrario, un 19,3 por 100 de los individuos no
sistema fiscal con una naturaleza más o menos coerciti- valora positivamente los resultados de Hacienda. Por úl-
va, y actuar en consecuencia sobre la base de sus acti- timo, es elevado el porcentaje de declarantes que consi-
tudes hacia el fraude fiscal y de la norma social subjeti- dera que Hacienda no es muy severa con los defrauda-
vamente percibida por él. dores (61,7 por 100).
Diversos estudios muestran que la probabilidad perci- La encuesta cualificada del IEF de 1994 (Díaz y Del-
bida de detección y la sanción percibida influyen de for- gado, 1994), constató una percepción mayoritaria de
ma importante sobre el cumplimiento fiscal (Witte y que el grado de cumplimiento fiscal es bastante acepta-
Woodbury, 1985; Albi, 1990 y Rosen, 1994). Este tipo de ble y atribuyen dicha mejoría al control antes que a la
literatura muestra que los contribuyentes con un nivel de convicción personal de la utilidad y la necesidad de con-
estudios más bajos, aquéllos con mayores sentimientos tribuir. Lo que conlleva que existan grupos sociales o
de alienación, y los insatisfechos con su situación eco- sectores económicos que cumplen mejor o peor en fun-
nómica tienden a ser los más sensibilizados respecto a ción del control y no por la convicción en cumplir sus
la severidad fiscal. Lo contrario le ocurre a los declaran- obligaciones tributarias.
tes más jóvenes, los empresarios, y los más propensos La encuesta antedicha, en materia de sanciones,
al riesgo. muestra en un importante grupo un claro rechazo, lle-
La encuesta realizada por el IEF en 1991 (De Juan, gando algunos a considerar que el sistema sancionador
1992) constata que el 76,3 por 100 de los declarantes vigente logra objetivos contrarios a los deseados, no ha
opina que Hacienda está mejorando los medios para mejorado la conducta fiscal del ciudadano e, incluso, se
detectar las declaraciones fraudulentas, frente al 9,9 apunta la posibilidad de que una mayor flexibilidad de
por 100 que opina de forma contraria. Lo que confirma- las mismas facilitaría el cumplimiento fiscal.
ría que los ciudadanos perciben una gran probabilidad La encuesta del IEF realizada en 1995 (Instituto de
de detectar el fraude fiscal. Estudios Fiscales, 1995) constató que el 68,9 por 100
Sin embargo, esta opinión no proviene de la experien- de los encuestados considera que el cumplimiento en el
cia directa o indirecta de los declarantes con la actividad pago de los impuestos ha mejorado y el 90 por 100 de
inspectora sino, muy probablemente, fruto de factores los informantes cualificados coinciden en la anterior opi-
externos como los medios de comunicación. En esta lí- nión. Sin embargo, paradójicamente el 59 por 100 de la
nea, un 84 por 100 de los declarantes considera que el población opina que el fraude ha aumentado. Los infor-
miedo a la inspección reprime las intenciones fraudulen- mantes cualificados, de forma más coherente, conside-
tas. Esta creciente probabilidad de detección es espe- ran en un 56 por 100 que el fraude ha disminuido. Esta
cialmente criticada por los individuos más propensos al percepción paradójica, tal vez, tenga su razón en la es-
riesgo, los declarantes más insatisfechos con su situa- casa información y en la profunda creencia de que el

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fraude es más elevado de lo que realmente puede ser. te de las autoridades fiscales, así como sanciones me-
Siendo significativo que un 20 por 100 se muestra con- nos severas—.
vencido de que la lucha contra el fraude no es eficaz, En la medida en que los contribuyentes perciban que
siendo de esta opinión un 44 por 100 de los informantes tanto el propio sistema como la sociedad «dan el visto
cualificados. bueno» al fraude fiscal, esta conducta desviada será
Finalmente, los informantes cualificados entre las ac- más fácilmente justificada y el fraude será percibido
tuaciones propuestas para mejorar el seguimiento de cada vez menos como un problema social. Por otro
las medidas contra el fraude fiscal sugerían: lado, para aquellas personas que perciban un elevado
— Potenciar el control fiscal (48 por 100). grado de generalidad fraudulenta pero carezcan de
— Correcta administración-motivación (16 por 100). oportunidades para aprovecharse del sistema o no es-
— Nuevos sistemas recaudatorios (8 por 100). tén de acuerdo con tal situación, el sistema fiscal será
— Campañas de concienciación social (8 por 100). injusto al distribuir su carga fiscal de forma no equitativa.
— Hacer públicos los delitos de fraude (8 por 100). La encuesta realizada por el IEF en 1991 (De Juan,
La última encuesta del IEF disponible (Instituto de 1992) muestra que el 42,9 por 100 de los declarantes de
Estudios Fiscales, 2002) nuevamente constata que el IRPF opina que el fraude estaba más generalizado en
79 por 100 de los encuestados considera que el cumpli- épocas pasadas, frente al 41,5 por 100 que opina de for-
miento en el pago de los impuestos ha mejorado. Sin ma contraria. Aunque ambos colectivos valoran positi-
embargo, paradójicamente el 54 por 100 de la población vamente la eficacia de Hacienda contra el fraude, mues-
opina que el fraude ha aumentado. Esta percepción pa- tran estar más satisfechos aquéllos que perciben menos
radójica, tal vez, tenga su razón, nuevamente, en la es- generalidad del fraude (76,38 por 100) frente a los que
casa información y en la profunda creencia de que el perciben mayor comportamiento fraudulento (59,21
fraude es más elevado de lo que realmente puede ser. por 100).
Por otra parte, la generalidad en el fraude fiscal es
Percepción del fraude fiscal percibida con mayor intensidad en los declarantes más
orientados hacia su propio bienestar que hacia el bie-
La importancia que los contribuyentes perciben en el nestar social. También se percibe mayor generalidad
fraude fiscal, como un comportamiento generalizado, por los declarantes con menos nivel de estudios y, se-
viene dada por el hecho constatado de que aquellos gún el nivel de renta, por los declarantes con niveles de
contribuyentes que admiten conocer a más defrauda- renta más bajos.
dores tienden, a su vez, a defraudar impuestos perso- Asimismo, los declarantes de IRPF perciben que un
nalmente (Vogel, 1974; Spicer y Lundstedt, 1976; 76 por 100 de los contribuyentes engaña a Hacienda.
Grasmick y Scott, 1982; Spicer y Hero, 1985 y Kaplan Siendo, según los encuestados, los grandes empresa-
et al., 1986). rios (45,3 por 100) y los profesionales liberales (34,5
Este resultado señala la importancia de los grupos de por 100) los dos colectivos identificados como aquéllos
referencia de un contribuyente en su comportamiento en que se concentran las mayores oportunidades de de-
fiscal. Por otra parte, el hecho de que exista un alto gra- fraudar.
do de consenso a favor del fraude predispone a los con- Analizada la percepción de la generalidad del fraude
tribuyentes a atribuir este comportamiento fiscal a facto- en el grupo de pertenencia, la primera información valio-
res ajenos a los propios actores y a percibir que el siste- sa es que un alto porcentaje no sabe o no contesta a di-
ma fiscal es más permisivo —los contribuyentes tienden cha cuestión. Asimismo, los encuestados perciben una
a percibir una menor probabilidad de detección por par- menor extensión del fraude en su entorno que en gene-

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CUADRO 4

EVOLUCIÓN DE LA OPINIÓN SOBRE LA EXTENSIÓN DEL FRAUDE FISCAL, 1995-2001


(En %)

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

Existen casos de fraude importante pero, en general, se pagan


los impuestos de modo bastante correcto . . . . . . . . . . . . . . 50 47 49 60 63 65 58
El fraude está generalizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 53 51 40 37 35 42

FUENTE: INSTITUTO DE ESTUDIOS FISCALES (2002).

ral. Así, sólo un 15,1 por 100 de los declarantes admite — Que las empresas no paguen en su integridad el
tener conocimiento sobre el fraude entre sus compañe- impuesto de beneficios (28 por 100).
ros de trabajo y un 20 por 100 entre su colectivo de ami- Para los encuestados los colectivos que defraudan
gos. Por colectivos, los empresarios, los profesionales habitual y sistemáticamente son los empresarios (73
liberales y los más propensos al riesgo, son los que re- por 100), los profesionales liberales (24 por 100) y los
conocen que el fraude está más generalizado entre trabajadores autónomos (15 por 100). Esta percepción
compañeros de trabajo y amigos. responde a la falta de control de estos colectivos, lo que
Finalmente, dicha encuesta constata que existe una les ofrece mayores oportunidades para la evasión fiscal.
deslegitimación social hacia el fraude fiscal mayor que Por el contrario, los asalariados son los considerados
en los años setenta. Así, el 69,3 por 100 de los decla- más honestos pues las retenciones que tienen suponen
rantes considera que en ningún caso está justificado en- un control casi absoluto de sus rentas.
gañar a Hacienda. Si bien existía una gran comprensión Las causas del fraude fiscal para los encuestados tie-
social ante el fenómeno. Así, sólo un 30,9 por 100 criti- nen un elemento pesimista (los que más defraudan están
caría a un amigo que ha defraudado. impunes y no es eficaz la lucha contra el fraude) y un re-
La última encuesta específica sobre el tema del IEF proche moral (falta de honradez y conciencia cívica). Esta
(Instituto de Estudios Fiscales, 2002) recoge una opi- percepción cambia la tendencia optimista de años anterio-
nión muy dividida sobre el grado de extensión del fraude res en la lucha contra el fraude fiscal (véase Cuadro 5).
fiscal. Así, un 58 por 100 considera que, aunque existe Los efectos del fraude fiscal para los encuestados son
fraude, los impuestos se pagan de un modo bastante fundamentalmente: la disminución de los recursos ne-
correcto, mientras que un 42 por 100 opina que el frau- cesarios para financiar la oferta pública de servicios y
de fiscal está muy generalizado. La evolución de la opi- prestaciones (30 por 100) y la injusticia que crea el tener
nión en los últimos años permite detectar un cierto opti- que asumir lo que otros no pagan (25 por 100). Desde
mismo en este punto (véase Cuadro 4). 1995 estos dos efectos son los percibidos principalmen-
Considerando que los tipos de fraude más perjudicia- te por los ciudadanos (véase Cuadro 6).
les para la sociedad son: Al igual que en trabajos anteriores existe un elevado
— Las actividades empresariales ocultas a Hacienda rechazo social al fraude fiscal. Así, consideran los en-
y la Seguridad social (46 por 100). cuestados que no se puede justificar el fraude en ningún
— Que los empresarios no ingresen en Hacienda el caso por razones de solidaridad y de principios (64
IRPF retenido a sus trabajadores (34 por 100). por 100). No obstante, se percibe desde 1995 una pro-

ÉTICA Y ECONOMÍA
Junio 2005. N.º 823 ICE 119
MANUEL GUTIÉRREZ LOUSA

CUADRO 5

EVOLUCIÓN DE LAS OPINIONES SOBRE LAS CAUSAS DEL FRAUDE FISCAL, 1995-2001
(En %)

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

Falta de honradez y conciencia cívica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 20 27 23 28 34 23


Los impuestos son excesivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 20 25 20 16 16 15
Es necesario trampear, a veces, para salir adelante . . . . . . . . . . . . 9 9 9 12 12 12 9
Los que más defraudan están impunes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 25 19 22 22 16 25
No es eficaz la lucha contra el fraude . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 14 9 10 10 9 15
Los servicios y prestaciones no son adecuados a lo que se paga . . 12 9 5 11 7 6 9
Otras razones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 — 1 — 1 1 —
NS/NC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 3 5 1 7 5 4

FUENTE: INSTITUTO DE ESTUDIOS FISCALES (2002).

CUADRO 6
EVOLUCIÓN DE LA OPINIÓN SOBRE LOS EFECTOS DEL FRAUDE FISCAL, 1995-2001
(En %)

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

Disminuye los recursos para financiar los servicios públicos y las pres-
taciones sociales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 33 32 36 32 34 30
Crea injusticias, porque unos tienen que pagar lo que dejan de pagar
otros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 25 23 24 23 19 25
Obliga a aumentar la presión fiscal sobre los que cumplen . . . . . . . 21 15 18 15 16 21 15
Desmotiva a los que pagan bien sus impuestos . . . . . . . . . . . . . . . 15 10 12 16 17 15 13
Produce distorsiones económicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 4 4 3 5 4 7
En general no tiene efectos importantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 4 5 2 2 3 4
Otros efectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 — — — — — —
NS/NC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 9 6 5 5 3 6

FUENTE: INSTITUTO DE ESTUDIOS FISCALES (2002).

porción minoritaria y estable de ciudadanos que todavía cambio impuestos-servicios públicos se encuentra de-
justifica la conducta defraudadora con un argumento au- sequilibrada debido a la corrupción.
toexculpatorio (véase Cuadro 7). Esta variable fue objeto de estudio en la encuesta del
IEF correspondiente a 1995 (Instituto de Estudios Fisca-
Percepción de corrupción y cumplimiento fiscal les, 1995). Se investigó mediante una pregunta abierta
en la que los entrevistados respondían de modo com-
Desde 1994 aparece en las encuestas del IEF la pletamente espontáneo, lo que constituye un buen indi-
creencia de los ciudadanos de que la relación de inter- cador de su personal elaboración de memoria selectiva

120 ICE ÉTICA Y ECONOMÍA


Junio 2005. N.º 823
ÉTICA Y FISCALIDAD

CUADRO 7

EVOLUCIÓN DE LAS OPINIONES RELATIVAS


A LA JUSTIFICACIÓN DEL FRAUDE FISCAL, 1995-2001
(En %)

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

No se puede justificar en ningún caso, es una cuestión de solidari-


dad y de principios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 59 61 68 55 64 64
Hay circunstancias en la vida personal o de una empresa que justifi-
can un cierto fraude para salir adelante . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 24 24 20 30 25 18
El fraude es algo consustancial en los impuestos, todos tienden a
hacerlo y de este modo se consigue un cierto equilibrio . . . . . . 9 7 8 6 7 4 9
NS/NC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 10 7 6 8 7 9

FUENTE: Instituto de Estudios Fiscales, 2002.

sobre los diversos casos de escándalo financiero o de do de irritación) con un 22,5 por 100 de las respuestas,
corrupción y de fraude fiscal notorio tan presentes en los el mal ejemplo y la desmotivación cívica que suponen
medios de comunicación entre 1993 y 1996. estas conductas con el 13,4 por 100 y el tercero en im-
Del total de respuestas obtenidas hay una que produ- portancia, la necesidad o exigencia de un castigo para
jo un intensísimo impacto en la opinión pública, pues los autores con el 12,8 por 100.
acumula más de la mitad de ellas, casi un 53,9 por 100, Los encuestados consideraban que la responsabili-
y fue el caso del ex director de la Guardia Civil Luis Rol- dad de dichas conductas tenía un carácter eminente-
dán. En un segundo lugar apareció el banquero Mario mente social. Una de ellas alude a las personas y los
Conde con un 26,5 por 100 y en tercer lugar el ex gober- grupos que han hecho de estas conductas delictivas un
nador del Banco de España Mariano Rubio con el 20,4 modo de enriquecimiento y medro social: «a la complici-
por 100. dad o encubrimiento de otras personas o grupos», el
Entre los informantes cualificados de aquella encues- 27,3 por 100, y la otra se refiere a la cultura del dinero:
ta el caso más recordado, también de forma totalmente «a un conjunto de valores sociales basados en el culto
espontánea, fue el de Mariano Rubio/Ibercorp (abarcan- al dinero», el 14,5 por 100. En segundo lugar, la respon-
do la memoria selectiva a todos los implicados en dicho sabilidad se circunscribe en exclusiva a «quienes come-
caso), con el 38 por 100 de las respuestas. Le siguieron ten estos delitos» con un 23,4 por 100 de las respues-
los diversos casos de facturas falsas relacionadas con tas. En tercer lugar, existe un grupo de respuestas que
el IVA con el 22 por 100 y en tercer lugar aparece el imputaba un cierto grado de responsabilidad a «la falta
caso más mencionado por la población, Luis Roldán con de sanciones», con 7,7 por 100, y «a la falta de control
un 18 por 100. de la Administración Tributaria», 9 por 100.
La mayoría de los ciudadanos que recordaban algún Los entrevistados, ante estos hechos, tuvieron alguna
caso de escándalo, corrupción o fraude emitía un juicio vez la sensación de sentirse desmotivados para cumplir
de valor o un calificativo de los mismos. Los tres más sus obligaciones fiscales, el 54,6 por 100 (y el 90
importantes eran las descalificaciones o los insultos (al- por 100 de los informantes cualificados), mientras que
gunos de ellos muy gruesos y que expresan un alto gra- un 42,4 por 100 responden que poco o nada les desmo-

ÉTICA Y ECONOMÍA
Junio 2005. N.º 823 ICE 121
MANUEL GUTIÉRREZ LOUSA

tivaron estos hechos. A pesar de que eran mayoría Estado. Únicamente la reforma democrática de 1977
quienes sí lo sintieron en alguna ocasión desmotivados, contó con un amplio consenso social. Ésta es la razón
no deja de ser un dato positivo que casi otra mitad no se que explica que únicamente la reforma tributaria más re-
sintió desanimada para cumplir su propio deber por el ciente haya podido llevarse a cabo sin resistencias
mal comportamiento de otros. (Fuentes, 1983).
Sin embargo, cuando el hecho se analiza objetiva- Por primera vez en la historia de la Hacienda Pública
mente, más allá de la propia conciencia moral, la poten- española, las demandas de cambio fiscal formuladas
cialidad de daño social de estas conductas delictivas es por los diversos grupos políticos y sociales más activos
enorme. Así, un 70,1 por 100 de los entrevistados creía en el momento de la transición democrática coincidieron
que estos hechos debilitaban el cumplimiento fiscal, por en su aceptación de los criterios propuestos por los ha-
tan sólo un 27,6 por 100 que pensaba que no es así. cendistas. Se rompía así el círculo vicioso que había
alejado la fiscalidad española contemporánea de la vi-
3. El sistema fiscal español: gente en otros países de nuestro entorno cultural. Espa-
el éxito de la coacción simbólica ña dejaba de ser el ejemplo clásico de cómo el desarro-
llo económico y social exige una transformación fiscal
El sistema fiscal español, hasta hace poco, era la que es obstaculizada por factores políticos. La reforma
crónica de una reforma fiscal necesaria y fracasada. tributaria de 1977, interpretada desde el enfoque del
La estructura y el funcionamiento de los diferentes mercado político (Peacock, 1979), había logrado ajustar
sistemas fiscales vigentes en España, desde media- demanda y oferta de cambio fiscal sin dejar fuera ningu-
dos del siglo XIX, han ido reflejando fielmente la es- na preferencia (Fuentes, 1983 y 2002). Ahora sí se da-
tructura de poder del país, del mismo modo que las ban las condiciones necesarias y, sobre todo, las sufi-
sucesivas (y fracasadas) reformas tributarias que se cientes para realizarla.
intentaban han ido reflejando los sucesivos (y fraca- El alto grado de consenso en cuanto al modelo políti-
sados) intentos de cambio en la estructura social co del Estado no hacía más que reflejar los deseos de
(Fontana, 1994). El fracaso de las reformas tributarias los españoles de romper con las largas décadas de ais-
españolas, hasta la de 1977, corre paralelo al fracaso lamiento de España y de dejar de ser diferentes con res-
en la conformación de un Estado vertebrado durante pecto a Europa. En su trasfondo existía una compara-
todo el siglo XIX y gran parte del XX y hay que enten- ción ventajosa del estilo de vida de los ciudadanos euro-
derlo en el contexto de las luchas por el poder político peos con respecto al de los españoles. Se aspiraba a
y de las resistencias a cualquier cambio estructural gozar de los mismos derechos cívicos y del mismo gra-
por parte de los grupos sociales privilegiados durante do de bienestar de los que se veía disfrutar a los ciuda-
este período histórico (Comín, 1991). danos de los demás países de nuestro entorno. Y si
En ese período todas las reformas, aun las más tími- para disfrutar de ello era preciso, entre otras cosas, te-
das, diseñadas desde el propio poder político para mo- ner un sistema fiscal similar al suyo, no había más re-
dernizar la estructura y funcionamiento del Estado han medio que aceptarlo. Ahora los ciudadanos españoles
chocado con la resistencia de los grupos que ostenta- ya podían ejercer con plenitud sus derechos cívicos.
ban el poder real (Comín, 1991). Se ha generado así Pero también tenían que hacer frente a sus obligaciones
una dinámica, que ha continuado casi hasta nuestros tributarias. Este era el precio que había que pagar por el
días, de reforma fiscal permanente, marcada por etapas nuevo modelo de Estado; el cual, a su vez, solamente
de reforma, parálisis, contrarreforma (Fuentes, 1983) in- podría legitimarse de forma sólida respondiendo a las
capaces de resolver los problemas presupuestarios del demandas de los ciudadanos.

122 ICE ÉTICA Y ECONOMÍA


Junio 2005. N.º 823
ÉTICA Y FISCALIDAD

Apenas se llegaba a tiempo a la ocasión. En un mo-


mento en que ya se empezaba a hablar del «Leviatán» y CUADRO 8
de la crisis fiscal del Estado, España tenía que realizar EVOLUCIÓN COMPARADA DEL GASTO
un importante esfuerzo de inversiones públicas para PÚBLICO TOTAL/PIB EN EUROPA
proporcionar a los ciudadanos servicios públicos y pres-
País 1970 1975 1980
taciones sociales en cantidad y calidad comparables a
los que en otros países se habían podido suministrar Alemania . . . . . . . . . . . . . . . 38,7 49,0 48,4
Bélgica . . . . . . . . . . . . . . . . . 38,6 46,7 53,3
con mayor reposo; inversiones que, en gran parte, te-
Dinamarca . . . . . . . . . . . . . . 42,1 48,2 56,2
nían que financiarse con impuestos. En este período España . . . . . . . . . . . . . . . . 22,1 24,7 32,9
(1970-1980) el gasto público, presionado por las de- Francia . . . . . . . . . . . . . . . . . 38,9 43,5 46,4
mandas sociales, pasó del 22,1 al 32,9 por 100 del PIB Italia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29,7 37,5 40,0
Luxemburgo . . . . . . . . . . . . . 33,1 48,6 54,8
(véase Cuadro 8).
Países Bajos . . . . . . . . . . . . 42,3 51,8 57,5
En definitiva, había que montar en poco tiempo un Reino Unido . . . . . . . . . . . . . 36,9 44,2 43,2
Estado de Bienestar como los que ya llevaban décadas
Media . . . . . . . . . . . . . . . . . 35,8 43,5 48,1
en funcionamiento. Estado y ciudadanos, Administración
FUENTE: PAN-MONTOJO (2002).
y contribuyentes, tenían que quemar etapas para lograr-
lo. Acostumbrados ambos a tantos años de autoritarismo
y resistencia más o menos pasiva, a recelos y descon-
fianzas mutuas, tenían ahora que aproximarse, colabo- partir de tal fecha, la presión fiscal (impuestos más coti-
rar, trasvasarse recíprocamente responsabilidades y es- zaciones sociales en porcentaje del PIB) que había per-
tablecer nuevos juegos de alianzas hasta alcanzar el manecido más o menos estabilizada desde los años
mismo punto crítico en que se hallaban los demás. Por- sesenta, comienza a crecer de manera sostenida hasta
que precisamente en ese momento se empezaban a oír situarse en un 33 por 100 en 1990 (véase Cuadro 9).
fuera voces que cuestionaban el modelo. Además, se observa como hecho relevante un cambio
Si causó asombro general el hecho de haber logrado del protagonismo fiscal que se traslada de la Seguridad
realizar una transición pacífica de la dictadura a la de- Social a la Administración Tributaria. Entre los primeros
mocracia, mayor asombro aún tendría que causar la años sesenta y el final de los setenta, los datos sobre
transición fiscal. Ya fuera por el gradualismo de la refor- presión fiscal dibujan un patrón donde la presión tributa-
ma, o por el alto grado de consenso que había suscita- ria permanece estable y aumentan significativamente
do, o porque la euforia del momento político creó una las cotizaciones sociales. A partir de 1978, por el contra-
oportuna «ilusión financiera optimista» (Puviani, 1972), rio, el crecimiento se concentra en los impuestos y el
lo cierto es que se llevó a cabo sin que se levantaran re- peso de las cotizaciones sociales se estabiliza (Melis,
sistencias apreciables entre los ciudadanos, muchos de 1994).
los cuales estrenaban también su condición de contribu- Dentro de la presión fiscal, no sólo crece la imposición
yentes. sobre la renta personal. Cabía esperar tal incremento
En este sentido, las cifras son elocuentes. Ponen de como consecuencia de la implantación de un nuevo
manifiesto el enorme esfuerzo realizado por los contri- IRPF moderno y progresivo. Lo que es más sorprenden-
buyentes españoles en un corto espacio de tiempo; es- te es el crecimiento paralelo de la imposición indirecta
fuerzo realizado sin una presión coactiva claramente re- desde 1978 hasta 1986, año en que se implanta el
presiva. El año 1978 marca un auténtico punto de infle- Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), por lo que no se
xión en la historia de los ingresos públicos en España. A puede responsabilizar a esta figura impositiva del cam-

ÉTICA Y ECONOMÍA
Junio 2005. N.º 823 ICE 123
MANUEL GUTIÉRREZ LOUSA

CUADRO 9

PRESIÓN FISCAL COMPARADA EN PORCENTAJE DEL PIB, 1980-2001

Variación Variación Variación


1980-1990 1990-1998 1998-2001
País 1980 1990 1998 2001
Absoluta Absoluta Absoluta

Alemania . . . . . . . . . . . 33,1 32,6 0,5 37,0 4,4 36,8 –0,2


Australia. . . . . . . . . . . . 27,4 29,3 1,9 29,9 0,6 30,1 0,2
Austria . . . . . . . . . . . . . 39,5 40,2 0,7 44,4 4,2 45,4 1,0
Bélgica. . . . . . . . . . . . . 43,1 43,1 0,0 45,9 2,8 45,8 –0,1
Canadá . . . . . . . . . . . . 32,0 36,1 4,1 37,4 1,3 36,1 –1,3
Dinamarca . . . . . . . . . . 43,9 47,1 3,2 49,8 2,7 49,8 0,0
España . . . . . . . . . . . . 22,9 33,0 10,1 34,2 1,2 35,2 1,0
Estados Unidos . . . . . . 27,0 26,7 –0,3 28,9 2,2 28,9 0,0
Finlandia . . . . . . . . . . . 36,2 44,7 8,5 46,2 1,5 46,1 –0,1
Francia . . . . . . . . . . . . 40,6 43,0 2,4 45,2 2,2 46,0 0,8
Grecia . . . . . . . . . . . . . 24,0 29,4 5,4 33,7 4,3 36,9 3,2
Holanda . . . . . . . . . . . . 43,4 42,8 –0,6 41,0 –1,8 39,5 –1,5
Irlanda . . . . . . . . . . . . . 31,5 33,6 2,1 32,2 –1,4 29,9 –2,3
Islandia . . . . . . . . . . . . 29,2 31,4 2,2 33,6 2,2 36,5 2,9
Italia . . . . . . . . . . . . . . 30,3 38,9 8,6 42,7 3,8 42,0 –0,7
Japón . . . . . . . . . . . . . 25,4 30,9 5,5 28,4 –2,5 27,3 –1,1
Luxemburgo . . . . . . . . . 40,8 40,7 –0,1 41,5 0,8 40,7 –0,8
Noruega. . . . . . . . . . . . 42,7 41,8 –0,9 43,6 1,8 43,3 –0,3
Nueva Zelanda . . . . . . . 33,0 38,1 5,1 35,2 –2,9 33,8 –1,4
Portugal . . . . . . . . . . . . 24,6 29,6 5,0 34,2 4,6 33,6 –0,6
Reino Unido . . . . . . . . . 35,3 36,0 0,7 37,2 1,2 37,3 0,1
Suecia . . . . . . . . . . . . . 47,1 53,7 6,6 52,0 –1,7 51,4 –0,6
Suiza . . . . . . . . . . . . . . 28,9 30,9 2,0 35,1 4,2 30,6 –4,5
Turquía . . . . . . . . . . . . 17,9 20,0 2,1 28,7 8,7 36,5 7,8

Media OCDE . . . . . . . . 32,1 35,0 2,9 36,7 1,7 36,9 0,2


Media CE . . . . . . . . . . 35,8 39,2 3,4 41,1 1,9 41,0 –0,1

FUENTE: ÁLVAREZ, ALONSO, GAGO Y GONZÁLEZ (2001) y OCDE (2003).

bio de comportamiento. Ello no se debe a una elevación declarantes de renta (véase Cuadro 10) pasa a experi-
de tipos, puesto que el Impuesto sobre el Tráfico de las mentar un crecimiento anual medio próximo al 7
Empresas todavía no se había modificado; se debe al por 100, mientras que la población mayor de 16 años
significativo aumento del número de empresarios decla- crece poco más de un 1 por 100; pasando a representar
rantes y a la progresiva elevación de las bases declara- estos declarantes, desde algo menos de un 24 por 100
das (Melis, 1994). de dicha población en 1980 hasta cerca de un 40
La universalización de la fiscalidad y el progresivo por 100 de la misma en 1990. En cuanto a la base impo-
cumplimiento de las obligaciones tributarias por parte de nible global declarada, su crecimiento anual medio en
los ciudadanos quedan bien patentes en los datos de la esta misma década es del 15 por 100, casi tres puntos
también estrenada estadística tributaria. El número de por encima del PIB (Melis, 1994).

124 ICE ÉTICA Y ECONOMÍA


Junio 2005. N.º 823
ÉTICA Y FISCALIDAD

rantes y de bases. El número de los empresarios que


CUADRO 10 presentan declaración de renta se multiplica por 2,5 en
DECLARACIONES TOTALES IRPF este período, con un crecimiento anual medio en torno
Y ECONOMÍA SUMERGIDA DE ORIGEN al 10 por 100, y el crecimiento de la renta empresarial
FISCAL, 1980-2002 declarada supera el 19 por 100, 7 puntos superior al cre-
cimiento del PIB (Melis, 1994).
Economía
Año Declarantes
sumergida (%) En resumen, es precisamente en la cobertura de la
1980 . . . . . . . . . . . . . 5.776.620 15,5 población de empresarios donde se ponen de manifies-
1981 . . . . . . . . . . . . . 6.021.976 16,7 to, de forma más evidente, tanto la universalización de
1982 . . . . . . . . . . . . . 6.274.068 16,3 la fiscalidad como la aceptación de las nuevas obliga-
1983 . . . . . . . . . . . . . 6.412.936 16,5
ciones tributarias. Hecho singular en la historia de la Ha-
1984 . . . . . . . . . . . . . 6.556.564 16,7
1985 . . . . . . . . . . . . . 7.096.647 17,2 cienda española que se aprecia todavía mejor en la evo-
1986 . . . . . . . . . . . . . 7.895.805 18,7 lución del comportamiento del Impuesto sobre Socieda-
1987 . . . . . . . . . . . . . 8.027.658 18,5
des, la otra figura importante en la imposición directa
1988 . . . . . . . . . . . . . 8.953.866 18,4
1989 . . . . . . . . . . . . . 9.843.817 18,9 entre 1980 y 1990. Su número de declarantes, personas
1990 . . . . . . . . . . . . . 10.975.073 19,8 jurídicas, experimenta un crecimiento anual medio de
1991 . . . . . . . . . . . . . 11.583.933 19,9 más del 8 por 100 llegando a superar al número de los
1992 . . . . . . . . . . . . . 12.341.301 19,4
1993 . . . . . . . . . . . . . 12.794.110 20,1
empresarios personas físicas (Melis, 1994). Es decir,
1994 . . . . . . . . . . . . . 13.611.759 20,2 que incluso en un período difícil como fueron los años
1995 . . . . . . . . . . . . . 14.158.155 20,1 1979-1986, de crisis, reconversión y crecimiento muy
1996 . . . . . . . . . . . . . 14.657.443 20,0
reducido, el crecimiento anual medio del PIB a precios
1997 . . . . . . . . . . . . . 15.000.358 20,1
1998 . . . . . . . . . . . . . 15.424.100 21,2 constantes era inferior al 2 por 100, es cuando se regis-
1999 . . . . . . . . . . . . . 13.895.161 20,7 tra una masiva incorporación de los empresarios a la fis-
2000 . . . . . . . . . . . . . 14.297.387 20,9 calidad. Queda por último señalar que cuando se im-
2001 . . . . . . . . . . . . . 14.903.943 —
2002 . . . . . . . . . . . . . 15.481.382 —
plantó el IVA en 1986 se presentaron 1,5 millones de de-
claraciones, número que ya se había elevado a dos
FUENTE: Instituto de Estudios Fiscales (2005) y GÓMEZ y ALAÑÓN
(2004). millones en 1990.
En definitiva, la aceptación formal de las obligaciones
tributarias ha tenido un notable éxito. La falta de decla-
Con ser estas cifras relevantes, aún hay que señalar ración como el sistema más burdo de fraude fiscal prác-
que el incremento del número de los declarantes de ren- ticamente no existe. No obstante, las estimaciones de
ta cuya fuente principal de ingresos son los rendimien- economía sumergida de origen fiscal respecto a la eco-
tos de la actividad empresarial entre los años nomía legal representan un fraude estructural todavía
1979-1990 puede calificarse como espectacular. Y no muy elevado (véase Cuadro 10).
es que vaya a afirmarse que estos empresarios cum- Contrastan fuertemente con estos datos de la esta-
plen escrupulosamente con todos sus deberes fiscales dística tributaria otros datos demoscópicos relativos al
(los datos tributarios muestran que el rendimiento neto sentimiento de presión coactiva ejercida por Hacienda
empresarial declarado es sospechosamente inferior al sobre los contribuyentes. Ciertamente, la mayoría de la
rendimiento neto del trabajo) es que el crecimiento ob- población piensa que si la gente cumple sus obligacio-
servado en el número de empresarios y en los rendi- nes tributarias es por «miedo a la Inspección» de Ha-
mientos que declaran es superior al del total de decla- cienda. No obstante, los datos de encuesta sugieren

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que, por mucho que los contribuyentes manifiesten su mocrática española es vista ahora por los ciudadanos
miedo a la Inspección, tienen una escasa experiencia en general, y por los contribuyentes en particular, como
personal de la coacción ejercida por ésta sobre ellos omnipresente, controladora y represiva (Díaz y Delga-
(Alvira, García y Delgado, 2000). Así, entre los decla- do,1994) Y, si bien se critica su excesiva presencia en
rantes del IRPF, el impuesto más universal de nuestro todos los ámbitos de la vida económica, su control y su
ordenamiento tributario, son muy pocos (las proporcio- rigor se perciben de forma ambivalente: intolerables
nes oscilan entre el 6 por 100 en 1985 y el 14 por 100 en cuando afectan personalmente, pero imprescindibles
1998) quienes recuerdan haber sido requeridos por la cuando se ejercen sobre los demás porque constituyen
Inspección por alguna discrepancia observada en su una garantía para los contribuyentes honestos y para el
declaración de renta y, de ese control, una exigua mino- conjunto de la sociedad.
ría (en torno al 4 por 100) recuerda haber sufrido como Si los contribuyentes españoles han aceptado su nue-
consecuencia una sanción. Además, un elevado por- vo rol de colaboradores de la Hacienda democrática con
centaje de estos ciudadanos desconoce, o no le intere- tan aparente mansedumbre se debe a la mezcla de va-
sa conocer, si va o no va a ser inspeccionado. Pero en- rios factores. El primero de ellos es el mantenimiento de
tre quienes sí tienen opinión al respecto, la mayoría una presión coactiva real, a cargo de los servicios de
(aproximadamente ocho de cada diez) estima poco o Inspección, pero sobre todo por la utilización de los di-
nada probable que Hacienda controle su declaración. versos procedimientos y mecanismos a medio camino
Prueba de que, incluso con el IRPF, «el Impuesto» por entre la prevención y la represión ya experimentados
antonomasia para el imaginario colectivo desde la tran- con éxito en otros países. El segundo factor, y no menos
sición fiscal española, funcionan otros mecanismos importante que el anterior, es el entusiasmo con que Ha-
coactivos con mucha mayor eficacia que los de la repre- cienda ha adoptado los diversos procedimientos de la
sión pura y dura. coacción simbólica, entre los que destaca su insistencia
Esto no significa que los españoles hayan pasado de en presentarse como la «caja de financiación» del Esta-
ignorar los impuestos a interiorizar la norma tributaria do de Bienestar, y en segundo término, su obsesión por
como norma moral en tan corto espacio de tiempo. Sig- mejorar la gestión tributaria, que incluye una doble faz:
nifica únicamente que el comportamiento fiscal de los una cara adusta de «Gran Hermano» que todo lo sabe y
españoles, así como el de la Administración Tributaria, todo lo controla, y una cara amable para hacer más lle-
se ha ido aproximando rápidamente a los parámetros vadero el cumplimiento de las obligaciones fiscales.
que se observan en otros países de nuestro entorno cul- Los propios ciudadanos españoles reconocen que si
tural. Hasta tal punto que, en el momento actual, la con- el cumplimiento fiscal ha mejorado sensiblemente con
ducta de los primeros y las estrategias que adopta la se- respecto al pasado, se debe a las retenciones, princi-
gunda son similares a los de los contribuyentes y las palmente salariales, en primer lugar y al control ejerci-
Administraciones tributarias de tales países. do por la Inspección sobre la conducta tributaria a con-
De este modo, los españoles, que hasta finales de los tinuación, mientras que otorgan un papel secundario a
años setenta vivían prácticamente ajenos al hecho fiscal la elevación de la conciencia cívica de los contribuyen-
(García, 1975), han pasado a considerar que, si no se tes (Instituto de Estudios Fiscales, 2002). De manera
pagaran impuestos, todos viviríamos peor y, paralela- que los propios ciudadanos parecen convencidos de
mente, a percibir a la Hacienda Pública como una insti- que, en lo relativo al cumplimiento de las obligaciones
tución básica y necesaria para la sociedad (Instituto de tributarias, lo realista es confiar más en la capacidad
Estudios Fiscales, 2002). Frente a su tradicional imagen coactiva de Hacienda y menos en la autorresponsabili-
de ceguera y debilidad (Comín, 1991), la Hacienda de- dad individual.

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Por eso, los ciudadanos españoles manifiestan su casa proporción de ciudadanos justifique, de un modo u
arraigado convencimiento de que la honestidad en la otro, el engaño defensivo del modesto frente al fraude
conducta tributaria se reparte de manera desigual entre intolerable del acomodado.
los distintos grupos de contribuyentes, según el grado Esta pauta perceptiva muestra lo profundo del cambio
de control de Hacienda sobre la conducta tributaria de operado en la mentalidad fiscal de los españoles. Si
aquéllos (Instituto de Estudios Fiscales, 2002). Así, con- hasta finales de los años setenta el sector minoritario
sideran que son los grandes empresarios y los profesio- que tenía algún conocimiento de la realidad fiscal, aun
nales liberales quienes incurren (ellos mismos, e incluso admitiendo la existencia de un fraude generalizado, no
inducen a otros a incurrir) en fraude porque tienen mu- consideraba inmoral la conducta defraudadora ni que la
cho poder económico, tienen conocimientos y posibili- evasión constituyera un problema de justicia social
dades para defraudar con éxito y sus actividades son (García, 1975), ya desde antes del comienzo del nuevo
muy difíciles de controlar; éstos son los «verdaderos» siglo cabe señalar la existencia de un decidido apoyo
defraudadores que evaden sumas cuantiosas y frente a popular a cuantas medidas de lucha contra el fraude
los cuales Hacienda lo tiene difícil, primero para descu- propone la Administración Tributaria española. No obs-
brirlos, y no digamos ya para castigarlos. Por el contra- tante, entre todas ellas, los ciudadanos españoles mani-
rio, los asalariados (sujetas sus nóminas a retención) y, fiestan una marcada preferencia por tres medidas de
en menor medida, los pequeños empresarios (agobia- distinto tipo:
dos con problemas de todo tipo) son los grupos sociales — Campañas de concienciación cívico-fiscal, tanto
más honestos; si acaso, pueden arriesgarse a incurrir para adultos como para jóvenes (Instituto de Estudios
en «engaños» apenas relevantes cuantitativamente Fiscales, 1995 y 1999). Para estos últimos, apoyan la
pero que, si son descubiertos por Hacienda, serán san- colaboración entre la Administración Tributaria y la edu-
cionados con severidad. cativa con el objeto de que, ya desde etapas tempranas,
Esta imagen perceptiva genera un agravio comparati- los ciudadanos vayan interiorizando las responsabilida-
vo «modestos versus acomodados», puesto que se des fiscales como una contrapartida a sus derechos cí-
identifica el verdadero fraude con el comportamiento vicos. Para los adultos, sugieren que Hacienda les expli-
egoísta e insolidario de las élites sociales y económicas, que de manera recurrente en qué se gasta el dinero re-
mientras que son los ciudadanos comunes, incluso los caudado y que les muestre índices de eficacia en su
modestos, quienes sostienen con su esfuerzo tributario gestión de la oferta pública de servicios y prestaciones.
el peso del Estado de Bienestar. De ahí, la creciente irri- — Ayuda para el cumplimiento voluntario de las obli-
tación detectada en los datos demoscópicos con res- gaciones tributarias (Instituto de Estudios Fiscales,
pecto al incumplimiento fiscal: la mayoría de la pobla- 1999) en dos vertientes: facilitar el pago de las deudas
ción cree que el fraude fiscal no se puede justificar en tributarias, mediante aplazamientos o fraccionamientos
ningún caso; es una cuestión de solidaridad y de princi- del pago, para aquellos contribuyentes que quieren
pios (Instituto de Estudios Fiscales, 2002). La percep- cumplir sus obligaciones pero que están atravesando
ción de injusticia social y de perjuicio para todos es lo momentos difíciles; y también potenciar los servicios de
que se encuentra en el fondo de tan contundente recha- información y asistencia para la cumplimentación de las
zo y expresa, en definitiva, un temor latente a perder los declaraciones tributarias.
beneficios del Estado de Bienestar, cuando apenas se — Difusión en los medios de comunicación social de
ha comenzado a disfrutar de ellos, por dificultades de fi- noticias relativas a los éxitos de Hacienda en el descu-
nanciación que podrían ser menores si todos pagaran lo brimiento y castigo de los «verdaderos» defraudadores
que les corresponde. Pero también explica que una es- fiscales (Instituto de Estudios Fiscales, 1999). De este

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modo, los ciudadanos se sienten animados y protegidos plimiento en el IRPF», Papeles de Trabajo del Instituto de
Estudios Fiscales, número 13.
en sus intereses, porque ven que Hacienda hace bien
[9] DÍAZ GARCÍA, C. y DELGADO LOBO, M. L. (1994):
su trabajo y que, aunque le resulte muy difícil erradicar «Formación de la opinión fiscal: ¿influyen los mensajes de los
las conductas asociales y egoístas de los incumplido- líderes de opinión?», Papeles de Trabajo del Instituto de Estu-
res, se esfuerza cuanto puede en limitar los daños que dios Fiscales, número 9.
[10] DURKHEIM, E. (1974): Las reglas del método socioló-
causan a la sociedad con una decidida represión. gico, Morata, Madrid.
Como se puede apreciar, estas preferencias popula- [11] FONTANA LÁZARO, J. (1994): «Las reglas y el juego.
res coinciden con las medidas de coacción simbólica Algunas reflexiones históricas sobre la corrupción», Monogra-
fía de Hacienda Pública Española: El fraude fiscal en la Histo-
tan eficazmente utilizadas por la propia Administración
ria de España, páginas 25-29.
Tributaria. Si bien el tercer caso ciertamente se refiere a [12] FUENTES QUINTANA, E. (1983): «Hacienda demo-
una represión real, su significado es también simbólico crática y reforma fiscal. Notas para un balance de la reciente
puesto que tiende a cubrir la demanda de solidaridad experiencia histórica española», en ANES, G. (ed.): Historia
económica y pensamiento social, Alianza, Madrid.
obligada, mediante la prueba fehaciente de que no se
[13] FUENTES QUINTANA, E. (2002): «Prólogo», en INS-
tolera la desigualdad en el cumplimiento de las obliga- TITUTO DE ESTUDIOS FISCALES: Informe sobre el Siste-
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