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El autor llama la atención sobre la eliminación de prácticas corruptas que cada día
sumergen a la región. En consecuencia afirma que América Latina padece de una
profunda “sed de ética”, la cual exige, además de erradicar la corrupción, generar
una nueva forma de gerencia social basada en el respeto a la dignidad de las
personas, sobre todo, de las más necesitadas.
Esta obra considera el aspecto ético y humano como esencial para salir de la
pobreza. La ética cumple un papel fundamental ya que sirve como orientadora de
la economía. Con políticas públicas al servicio de la gente, una sociedad civil
movilizada que las apoye y un empresariado conformado por dirigentes éticos, la
pobreza puede ser derrotada. Sin un Estado eficiente, el desarrollo es muy difícil.
Hace falta un Estado de bienestar productivo que tenga respeto por la Justicia y
los derechos humanos, entre ellos el derecho a alimentarse, a estudiar y a la
salud.
El primer tema que aborda esta parte son los niños latinoamericanos en riesgo y la
importancia de la familia, núcleo principal del cual depende un equilibrio emocional,
un desarrollo afectivo y psicológico, la formación de valores, la adquisición de una
cultura de salud preventiva y un desarrollo de las calidades intelectuales básicas,
las cuales, se han ido destruyendo por el deterioro económico que hace a los niños
las víctimas directas. América Latina le asigna menos presupuesto a la educación
que otras regiones en desarrollo. El acceso a la educación siempre se ha
caracterizado por ser uno de exclusividad y prestigio para las clases sociales altas,
y uno mediocre y general para las clases sociales bajas. La marginación está
privando de oportunidad de educarse y desenvolverse en la vida a millones de
niños.
Otro tema abordado por el libro es sobre el Capital Social y la Cultura, sobre ello
destacamos lo importante que es separarse del pensamiento económico
convencional. Muchas prácticas económicas se han convertido en un fin en sí
mismas, sin tener en cuenta que solo eran un medio para llegar a otros objetivos
mayores. Practicas como regulación, privatizaciones y estatizaciones eran los
puntos claves de una economía desvinculada totalmente de la realidad, en un
marco de “Soberbia epistemológica” con marcos de referencias de variables
limitadas. Cuando los verdaderos fines son indicadores claves tales como la
calidad de vida, mortalidad infantil, educación, salud, entre otros. Tales metas solo
pueden ser obtenidas mediante diferentes técnicas como las mencionadas
anteriormente, pero siempre considerándolas como un objetivo menor para
conseguir uno de mayor nivel.
Indicadores como el PBI y el PBI Per cápita nos permiten obtener importantes
valores respecto del crecimiento de una economía y también de la distribución de
sus ingresos, pero esto no determina la calidad de vida de los habitantes de dichos
países. Si bien hay grandes economías como las de Estados Unidos con los
mayores niveles de PBI Per capital, siendo líderes en esos puntos no sucede lo
mismo con otros factores tales como el promedio de vida, tampoco nos brinda la
información respecto del sistema de salud o de educación. Esto refleja la
ignorancia de algunos indicadores con respecto de datos tan importantes para una
población. Se debe considerar todos estos aspectos para poder lograr un
crecimiento sostenible, equitativo y democrático.
A partir de estas percepciones de estrechez económica comienzan a tratarse
temas tales como promoción de la educación, preservación, justicia, derechos
humanos y erradicación de la pobreza. Mejorar el perfil de la población de un país
es el fin en sí mismo.