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El Concierto Como El Lugar en El Que El Músico Se Juega La Vida PDF
El Concierto Como El Lugar en El Que El Músico Se Juega La Vida PDF
Llamaré Ámbito Emocional del músico a aquel espacio interno en el cuál éste se
relaciona consigo mismo.
Como señalaba anteriormente2, dentro de este Ámbito Emocional el músico se
relaciona de tres maneras diferentes: A través de frases que se dice a sí mismo, a
través de emociones que siente por sí mismo y a través de acciones que, siempre en el
ámbito interno, este músico “se hace” a sí mismo.
A continuación y con el sólo efecto de una mejor comprensión de este ámbito
mencionaremos la existencia de dos aspectos internos y nos referiremos a ellos casi
como si fueran dos individuos diferentes.
El Ejecutante
1
“Introducción a la Problemática del Miedo en el momento de hacer Música” – M. Weintraub, 2006.
2
“Introducción a la Problemática del Miedo en el momento de hacer Música” – M. Weintraub,
2006. “¿Por qué no disfruto en el Escenario?” – M. Weintraub, 2004. Editado por Claves Musicales.
1
El Crítico/Guía
El Crítico/Guía, por su lado, es aquel aspecto interno del músico que se encuentra
junto al Ejecutante cada vez que éste toca, se dispone a tocar o ha tocado. En este
sentido, este Crítico/Guía es un aspecto “no práctico” ya que no toca (pues no es esta
su función) sino que opina acerca de la manera en la que el Ejecutante tocó. Es
importante comprender que esta opinión no es sólo verbal (por ejemplo: “sos un
desastre tocando” o “sos genial”) sino que este Crítico/Guía también experimenta
emociones (enojo, pena, decepción, alegría, desilusión, orgullo, etc.) por el Ejecutante
y, siempre en el plano interno, realiza acciones que expresan estas emociones hacia él
(le grita, lo golpea, lo abandona, lo abraza, lo alienta, etc.).
En definitiva, diremos, que el Crítico/Guía es aquella “voz” o aquel “sentir” que el
músico tiene en su interior referido a sí mismo con relación a su concierto, a su
actividad o a su propio ser músico.
Crítico/Guía y público
2
objetivos ineludibles: Por un lado que el Ejecutante pueda tocar cada vez mejor y por
el otro que pueda disfrutar cada vez más de su hacer música.
Independientemente de si el Crítico/Guía esté ayudando o no al Ejecutante es
fundamental recordar su función original ya que el recuerdo y la paulatina
concientización de esta función hace que lentamente el músico comprenda que no es
sólo el Ejecutante quien no está pudiendo tocar como desea sino que también es el
Crítico/Guía quien no está pudiendo ayudar al Ejecutante como éste necesita.
Como ya he señalado anteriormente 3 y como veremos también a lo largo de estos
artículos, cada vez que un Ejecutante fracasa en una presentación hay también un
Crítico/Guía que no ha sabido acompañar y ayudar al Ejecutante según su necesidad.
Hijo-Padre / Alumno-Maestro
3
“¿Por qué no disfruto en el Escenario?” – M. Weintraub 2004 – Editado por Claves Musicales,
www.clavesmusicales.com/libro .
4
Para un análisis más detallado de esta relación ver “¿Por qué no disfruto en el Escenario?”, Cap. I “El
Aspecto Emocional” – M. Weintraub 2004. Editado por Claves Musicales
www.clavesmusicales.com/libro .
5
Para un análisis más detallado ver “La relación Alumno-Maestro” – M. Weintraub 2006 –
www.sinfoníavirtual.com entre otras publicaciones.
3
Así, el Crítico/Guía aprendió a tratar al Ejecutante de una manera similar a cómo estas
mismas figuras de autoridad han tratado al músico cuando éste era un niño, sea en
hechos relacionados con la música o no.
Imaginemos una escena:
El niño está aprendiendo a caminar y lógicamente se cae varias veces durante el
proceso de aprendizaje. El niño llora entonces porque se lastima la rodilla en la caída.
Hasta aquí el niño llora como consecuencia del dolor que le produce un pequeño
fracaso, similar a los que cualquier proceso trae consigo; este dolor es un dolor
inherente al hecho de crecer ya que este hecho siempre trae consigo el error más o
menos momentáneo.
Sin embargo, ¿Cómo reacciona el Padre ante la caída del Hijo?
Pensemos en dos opciones opuestas:
a) Lo abraza y le dice: “No te preocupes, la caída y el error son condiciones necesarias
para aprender, yo voy a acompañarte a cada momento hasta que puedas caminar sin
caerte. Antes de intentarlo nuevamente podemos pensar en si hay algo que podés
hacer para evitar caerte las próximas veces”.
b) Lo levanta zamarreándolo y le grita: “¡¡Pero siempre te caés!! ¡¡¿No ves que tenés
que levantar más el pie para no tropezarte?!! Siempre lo mismo, todos tus
compañeros ya caminan y vos te seguís cayendo. Así no vas a caminar nunca.
Es importante comprender que ante cada posibilidad el hijo aprende dos cosas de
manera simultánea:
Ante la posibilidad a el niño aprende que el caerse/equivocarse es un paso necesario y
normal en el aprendizaje y en el camino de crecimiento; llora unos minutos por el
dolor en la rodilla, reflexiona acerca de su posible error y lo intenta nuevamente. Pero
a la vez, y esto es quizá lo más importante, comienza a desarrollar un Crítico/Guía
interior que más adelante será capaz de abrazar, contener, acompañar y ayudar al
Ejecutante a alcanzar sus metas.
Ante la posibilidad b el niño aprende que el caerse/equivocarse es digno de desprecio
y enojo y que atenta contra el crecimiento, pero a la vez, y esto es seguramente lo más
importante, comienza a desarrollar un Crítico/Guía interior que más adelante castigará
y reprochará al Ejecutante en el error y actuará de la misma manera cuando este
Ejecutante se equivoque durante el hacer música.
Es fácil comprender que el niño del primer ejemplo se desarrollará con mayor
confianza y potencia y reaccionará ante sus errores comprendiéndolos y abrazándose,
mientras que el segundo se desarrollará con menor confianza y seguridad. Es evidente
también que el primero disfrutará más del proceso hacia el caminar mientras que el
segundo recorrerá este mismo proceso temiendo cada posible caída futura.
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Cambiemos la caída dentro del caminar por un error en un concierto; esto es una nota
desafinada, un olvido de memoria, una frase inexpresiva o aquello que para el músico
constituya algo significativamente negativo dentro de su presentación.
El Ejecutante es quien ha cometido este error y el Crítico/Guía es quien reacciona.
Si el Crítico/Guía reacciona de la manera a, o de una manera similar, el Ejecutante
estará triste por su error o concierto fallido pero no sentirá las soledad y las dudas con
respecto a su “ser músico” común a la mayoría de músicos que experimentan temor
escénico. Sabiendo que no será maltratado o abandonado, continuará intentándolo
hasta alcanzar progresivamente los resultados deseados.
Si el Crítico/Guía reacciona de la manera b, el Ejecutante sentirá la misma tristeza con
respecto a su concierto pero, fundamentalmente, experimentará temor por el
concierto siguiente, se sentirá sólo, no comprendido y comenzará a dudar de su
potencia y capacidad para tocar. Si esta escena se repite a lo largo de varios conciertos
o presentaciones el Ejecutante tendrá dos caminos: o bien continuará tocando
exponiéndose y temiendo el maltrato de su Crítico/Guía (padre) o bien abandonará el
hecho de tocar para evitar este maltrato.
Es aquí cuando el músico que experimenta temor sufre una confusión que,
generalmente impide la resolución de este mismo temor.
La confusión es la siguiente: El músico cree que teme tocar en público o, mejor dicho
que teme equivocarse en público. Sin embargo, es importante comprender que en
realidad ningún músico teme tocar en público y ningún músico teme equivocarse en
público; lo que el músico teme en realidad, es lo que le ocurre internamente cuando
se equivoca en público. Y esto es así porque lo que le ocurre internamente es un
aspecto interno maltratado, abandonado y desvalorizado por otro cuya verdadera
función es protegerlo, ayudarlo y acompañarlo en el proceso de crecimiento.
La comprensión de esta sutil pero fundamental diferencia es el punto de apoyo para la
transformación del miedo escénico en el Ámbito Emocional.
En este sentido, cuando el músico comprende que lo que teme no es al público sino a
una parte de sí mismo, experimenta una sensación dolorosa pero a la vez
tranquilizadora. Es dolorosa porque aquella crítica temida y, muchas veces
escuchada, solo duele de manera lacerante y definitiva porque refleja una parte
propia. Tranquilizadora porque en el mismo momento en que el músico descubre que
el problema no está afuera sino dentro de sí, comprende también que ha recuperado
la posibilidad de modificarlo y la posibilidad de trabajar para alcanzar su propio
disfrute.
Comprende entonces que ha recuperado su destino.
Para finalizar describiré una imagen que, personalmente, me ha servido muchas veces
para comprender en profundidad de qué manera se da la relación entre Ejecutante y
Crítico/Guía dentro de la situación de exposición.
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Imaginemos al escenario como un precipicio. La tarea del Ejecutante es caminar por el
borde de este precipicio, desde un extremo al otro, siempre en la cornisa, al lado del
vacío. En el camino del Ejecutante hay algunas piedras, estas piedras pueden ser los
pasajes complicados o las notas difíciles.
Cuando la relación entre Crítico/Guía y Ejecutante es disfuncional (ejemplo b) el Crítico
Guía se para a una distancia prudencial del Ejecutante, separado de él, apoyado en la
tierra, alejado del vacío. Se para con los brazos cruzados y cuando el Ejecutante va a
comenzar su camino (su concierto) le dice:
- Espero que te vaya bien. Tratá de no trastabillar con las piedras porque si trastabillás
te vas a caer y debajo no hay nada. Vas a morir. Aquí te jugás la vida.