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economía literaria *
I. La escritura desacreditada
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lo qu e cu es ta te ne r un a es cr it ur a: el ej er ci ci o de la li te ra tu ra
ap ar ec e lig ado al de rr oc he , tr ab ajo im pr od uc tiv o qu e no ti en e
precio, se legaliza "en la vida holgada, en las rentas" de una clase
que puede practicarla desinteresadamente. Para Arlt, en cambio,
escribir es contraer cierta deuda, crédito que debe ser reconocido
en el me rc ad o. "G ana rs e la vid a es cr ib ien do es pe no so y ru do "
Este texto es un capítulo del libro Traducción: sistema literario y dependencia.
*
Ri ca rd o Pigl ia naci ó en Adrogu é, prov in ci a de Buen os Ai re s, en 19 40. Es na rr ad or, cr ít ic o
y profesor universitario.
"Roberto Arlt: una crítica de la economía literaria" fue publicado en marzo de 1973 en el
núm ero 29 de la rev ist a Los lib ros, en exact a coin cidenc ia cron ológi ca, con el triun fo
ele cto ral del per onism o, lue go de cas i vei nte año s de proscri pcion es y en medio de un
radicalizado clima político cuyas tensiones, en buena medida, determinaron la lectura de
Pigl ia ta l co rn o se hace oste ns ib le en el párr af o fi na l.
Po r un a part e, y en té rmin os te óric os , el ar tí cu lo resu lt a un ej empl o pr ís ti no de la
dominancia que por entonces el marxismo y el psicoanálisis ejercían en el campo de ¿a
críti ca lit era ria , de ahí que con cep tos com o lapsus, síntoma, sublimac ión, imagi nario,
negación apare zca n tra mados con otr os com o prop ieda d, rel acio nes de prod ucci ón,
determinaciones económicas, interés de clase, mercancía.
Po r otra part e, el ar tí cu lo resu lt a here de ro de la s le ct ur as fu nd ad as por los in tele ct ua le s de
la revista Contorno —incluso el giro "en el revés de la trama" parece una seña de afiliación
al pensamiento crítico de David Viñas, director de aquella publicación—, aunque las renueva
teóricamente y, en cierta forma, las lleva al extremo cuando la obra de Arlt en general, y El
ju gu et e ra bi os o en particular, son leídos como transposición de la dimensión económica a la
simbólica, de manera que producción material y producción textual resultan homologadas.
Más al lá de es a rela ci ón, de co nt in ui da d, el ar tí cu lo de Pi gl ia al ca nz ó un a in us it ad a ef ic ac ia
crítica y algunas de sus hipótesis y estrategias —la explicación de la escritura de Arlt en
términos de sus lecturas de formación, la elevación del robo de la biblioteca a la categoría de
embl ema de "una lectura económic a de la liter atura "—per mane cen, hasta hoy, como el
modelo más alto de las lecturas ideológicas de la obra de Arlt. A. J.
porqu e hay que lograr que el lecto r pague con dinero el interés: en
este pago, diferido, se abre el espac io incontrol able de la demanda
y la circulación. "Palabra inefable" (como la llama Arlt) la escritura
"n o ti en e ex pl ic ac ió n" : se la en cu en tr a do nd e ya no es tá , en el
intercambio que sobre la escena del mercado, resuelve el valor en el
precio. Convertida en mercancía, la ley de la oferta y la demanda
parece ser lo único que permite, desde el consumo, darle " razones"
a la producción literaria. En la nota que concluye Lo s lanz allama s,
Arlt escribe: "Da da la prisa con que fue termi nada esta novela, pues
cuatro mil líneas fueron escritas entre fines de septiembre y el 22
de octubre (y la novela consta de 10.300 líneas) el autor se olvidó
de consignar en el prólogo que el título de esta segunda parte de
Lo s siete loc os qu e pr im it iva me nt e er a Los mo ns truos , fue
sustituido por el de Los lanz allama s, por sugerencia del novelista
Carlos Alberto Leumann". En la urgencia del mercado, se olvida un
préstamo: este lapsus, es el síntoma mismo de esa deuda que se
contrae al ejercer ―con un título prestado― la escritura. A través
del recuento minucioso de las cifras y las fechas, la demanda hace
saber sus exigencias: hay un contrato que impone cierto plazo y fija
los límites. Como el prólogo y la nota, está final y al comienzo del
relato: lo sostiene, lo emplaza. "Con tanta prisa se terminó esta
obra que la editorial imprimía los primeros pliegos mientras que el
au to r es ta ba re da ct an do lo s últ im os ca pí tu lo s. " La de man da
fi na nc ia le es cr it ur a y la di ri ge : ha ce de es e co mpr om is o, un
des tin o. ( "E l am or bru jo -an unc ia Arl t- apar ece rá en ago sto de
1932"). De algún modo, al ponerle un plazo, Arlt debe "alquilar" su
esc rit ura , log rar que le pag uen mientras esc rib e: par ece que el
mercado continuara en el relato hasta "entrar" e n el texto. En esta
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sub li ma,
irremediable: esuna
pi rit ua li zan do
fatalidad. . seHab
Arlt rí a de
encarga unrecordar
a ca ren ciaesta "n at ura l" ,
que
carencia es económica, de clase: en esta sociedad, la cultura es una
economía, por de pronto se trata de tener una cultura, es decir,
poder pagar. Por su lado, Bianco funda su lectura en la desigualdad
y al uni versalizar las posesi ones de una clase hace de sus "bienes"
las cualidad es espiritu ales en que se apoya un sistema de valor . "Y
hacia esa misma época -escribe- aunque Roberto Arlt conservara
todavía lectores no creo que infundiera respeto a ningún intelectual
de verdad" (sic). El respeto es un reconocimiento: en este caso hay
ciertos títulos de los que Arlt carece. Más bien hay ciertos títulos
que Arlt admite haber recibido en préstamo: no son de él y esta
deuda la debe pagar.
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6o
En este caso, el exceso de una cierta lectura, más que fundar una
leg ibi lid ad -com o en el ejem plo clá sic o de El Qu ijote-deci de los
derechos "legales" para acceder a la propiedad de la literatura. Por
un lado, una relación muy particular sostiene la lectura y la hace
po si bl e: As ti er de be al qu il ar lo s li br os pa ra po de r le er (" Po r
algunos centavos de interés me alquilaba sus libracos", p. 36). En
es e pr és ta mo se pa ga el in te ré s po r la lit er at ur a: fin an ci ad a,
alqui lada, la lectu ra nunca es gratuit a. Al mism o tiemp o, el dinero
no alcanza para tenerlos textos, se costea con él cierto tiempo de
lectura. Esta posesión, provisoria, es un simulacro de la propiedad
(" Obse rv an do qu e le lle vab a un li br o me gr it ab a a mod o de
ad ve rt en ci a: 'Cu ida rl o niñ o qu e di ne ro cu es ta '", p. 36 ) le ct ur a
vigilada, en los "cuidados" que requiere la propiedad se advierte la
carencia. Desposeído, Astier buscará legitimar la posesión a través
del desvío, imaginario, de la literatura. ("No recuerdo por medio de
qué sutilezas y sinrazones llegamos a convencernos de que robar
era acción meritor ia y bella ", p. 43). Rocambo le, doble liter ario, le
sirve de modelo en apropiación mágica y sin ley. Delito
pri vil egi ado , "ac ció n bel la" , cri men lit er ario , tra nsg res ión que
enlaza experiencia y dinero, el robo es la metáfora misma de la
lectura arltiana. Se roba como se lee, mejor: robar es como leer. No
es casual que en la prime ra acción del "club de los caba lleros de la
media noche " se roben : libro s. "Trat ábamo s nada menos (subrayo
yo) que de despojar a la biblioteca de una esc uela" (51). Si hay que
pagar para (poder) leer, el interés por la literatura justifica el costo
del delito: ¿se roba porque se leyó o se roba para leer?
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qu e no ha y un si st em a de va lo r in de pe nd ien te de l di ne ro . Al
mismo tiempo se roba "nada menos" que una biblioteca, es decir,
ese lugar que parece estar afuera, más allá de la economía, zona
neutra donde la lectura "al alcance de todos" se realiza contra las
leyes de la apropiación capitalista. En este sentido, la metáfora del
robo muestra, en el acceso ilegal, que este espacio a primera vista
tan abierto, está, sin embargo, clausurado: por de pronto hay que
forzar "cuidadosamente" la entrada (véase p. 57). Infranqueable,
bloqueada, para Arl t, la biblioteca no es el lugar pleno de la
cultura, sino el espacio de la carencia. "Lila para no gastar en libros
tiene que ir todos los días a la biblioteca" (p. 68). La falta de dinero
impide tomar posesión de los libros salvo a préstamo, en el plazo
fi jo de un a le ctu ra vi gil ad a. Al in va di r pa ra ro ba r, As ti er ha ce
ent rar en ese esp aci o "gr atu ito ", un int eré s (eco nóm ico ) por la
literatura que se funda justamente en la toma de posesión ("Che,
sa be s qu e es he rm os ís im o, me lo ll ev o pa ra ca sa ", di ce As ti er
refiriéndose a la biografía de Baudelaire, véase p. 59). El precio
in te rf ier e en el ac ce so a "l a be lle za ": só lo en el des vío de es ta
apropiación ilegal es posible tener un texto. En este sentido toda la
situación puede ser leída como una crítica a la lectura liberal; no
hay lugar donde el dinero no llegue para criticar el valor en el
precio. Signo de toda posesión, garantiza la legibilidad, es decir, la
po si bi lid ad mi sm a de ac ce de r a la li te ra tu ra . De al lí qu e, en el
vaivén entre el préstamo y el alquiler, el robo funciona como esa
le ct ur a qu e de be pa ga r co n el de lit o, la in ve rs ió n de un ci er to
código cultural.
Pre cis ame nte , el mit o lib era l de la bib lio tec a púb lic a int ent a
sublimar la violencia de esta apropiación; se repite, perfeccionada,
la operación que en el mercado, borra las relaciones de producción
y la lucha de clases, para ima ginar una relación de libre
concurrencia entre propietarios en un pie de igualdad. Hace falta
ad mi tir qu e la s "n ece si dad es " (e n es te ca so ec on óm ica s) es tá n
dis tr ib ui das eq ui tat iv am en te : en cu an to a lo s med io s pa ra
satisfacerlas, la biblioteca sería ese espacio socializado, propiedad
colectiva de acceso libre que garantiza la
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"en una librería, mejor dicho (subrayo yo) en una casa de compra y
venta de libros usados" (p. 69). Alquilar, robar, vender libros: en la
ave ntu ra de est a amb igua rel ac ión con la pro pie dad , El juguete
rabioso va definiendo el cami no de su propia génesis.
ta bl as enbajo
rincones, cimlas
a mesas
de ca ba
y enll et
eles , lib ro(p.
sótano" s 70).
en Espacio
lo s mo degradado,
st ra do re s, en lo s
este "salón inmenso, atestado de volúmenes" es el lugar mismo de
la apropiación capitalista: el dinero establece el orden y regula la
lectura. En esta acumulación confusa la lectura, regida por la ley de
la oferta y la demanda, pierde su aire privado: desvalorizados, los
texto s ya "usados" son somet idos a un canje indiscrimi nado donde
to do se mez cl a. Op ue st o al or de n su nt uo so de la bi bl io te ca
("Majestuosas vitrinas añadían un decoro severo y tras los cristales,
en los lomos de cuero, de tela y de pasta, relucían las guardas
arabescas y títulos dorados de tejuelos", véase p. 55) este lugar al
que vienen a parar los restos de una cultu ra es el espacio donde se
realiza la lectura de Astier. Agravación grotesca del interés por la
literatura
un o de su que
s se
tr viene pagando
ab aj os se a todesde el comienzo,
ca r "u no" espa
n ce nc er ro casual
ra deque
sp er ta r el
interés de los clientes. Es un cierto modo de tratar la lectura lo que
Arlt pone en escena y en el exceso de esta oferta desesperada la
literatura se extingue.
im po si bilconsumirla:
decir, id ad de po se aler .provocar
"E l ac to la de extinción
con su mo reconoce
-h a es cr itsu
o
Baudrillard- no es sólo una compra sino también un gasto, es decir,
un a ri qu ez a ma ni fe st ad a y un a de st ru cc ió n man if ie st a de la
riqueza." En Astier, como vimos, ninguna "riqueza"
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El fuego y el rob o
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no busca negar, sino invertir: del mismo modo que el robo afirma la
pro pie dad , el inc end io es un int ent o -des esp era do- de pos esi ón.
Contraeconomía fundada en la pérdida y en la deuda, en el i ncendio
se bu sc a de st ru ir el fa nt as ma de l pr ec io , la pr es en ci a de la
economía que desordena la literatura; y el robo de la biblioteca
hace saber que el espacio simbólico de la liter atura está prohibido
para el que no tiene dinero.
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ambigua: al impedir el robo se ayuda a encarcelar a un
"delincuente", se defiende la propiedad. Hay un código doble y el
repudio moral ("¿por qué ha traicionado a su compañero? y sin
motiv o. ¿No le da vergüen za tener tan poca dignidad a sus años?",
le dice el ingeniero a quien avisa del robo, véase p. 153) no hace
más qu e af ir mar el ca rá ct er le ga l de es te ac to so ci al men -t e
"positivo": nueva inversión, Astier hace el mal por el bien, y en la
confesión, el relato anticipa el crimen, legali zándose.
De este modo Astie r queda -como en toda la novela- atrapado en
esa ambigüedad que constituye el centro de su aprendizaje. Antes,
como vimos, la literatura sostenía la entrada del delito, en este
caso, se sale del delito por la literatura. En el momento de delatar,
Astier fija "los ojos en una biblioteca llena de libros" (véase p. 149):
frente a esa biblioteca la iniciación se cierra y comienza su relato.
Relato del crimen, al anticipar eí robo, constituye un destino ("El
Rengo fue detenido a las nueve de la noche", p. 150) para que actúe
la le y. En es te se nt ido , po dr íam os de ci r qu e la de la ci ón es la
expresión misma de la escritura arltiana: se trata de decirlo todo y
esa "sinceridad" hace de la confesión una forma privilegiada de la
li ter atu ra . "A l es cr ib ir mi s me mo ri as " di ce As ti er al co mi en zo
(véase p. 39): memoria de una lectura y sus dificultades en el juego
de las sustituciones, los canjes, las pérdidas, El jugu ete rabioso
exhibe -oculto en las metáforas que lo encubren-ese trabajo que
empieza cuando todo termina. Como el objeto perdido del que habla
el psicoanálisis, lo encontramos en todos lados sin reconocerlo en
ninguna parte. "Busco un poema que no encuentro", dice Astier (p.
87): cargada de referencias literarias, dividida en capítulos cuyos
títulos ("Los ladrones", "Judas Iscariote", "Los trabajos y los días")
so n ci ta s de ot ro s lib ro s, el re lat o mu es tr a la s hu el la s de es a
búsqueda. En el rec uerdo del fragme nto de Ponson du Terrail que
ha ce po si bl e la de la ció n, el te xt o, se de tie ne pa ra re gis tr ar el
momento en que la transgresión se realiza en el lenguaje: en esa
cita doble (con la literatura, con la ley) la historia se cierra sobre sí
misma y la novela puede ser escrita. O mejor,
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en el doble juego de los textos citados (el relato del robo, el texto
de Ro ca mb ol e) , te xt o en el te xt o, re la to en el re la to , na ce la
posibilidad misma de escribir. En este sentido, habría que deci r que
en este libro no hay otro juguete rabioso que la literatura.
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No es ca su al qu e en es ta ap ro pi ac ión de gr ad ad a la s pa lab ra s
lunfardas se citen en comillas: idioma del delito, debe ser señalado
al ingresar en la literatura. En este sentido, Arlt actúa incluso como
un "t ra du ct or " y la s no tas al pi e (vé as e p. 49 ) ex pl ic an do qu e
"jetra" quiere decir "traje", o "yuta", "policía secreta" son el signo
de una ciert a posesión. Si como señala Jakobs on, el bilin güismo es
un a re la ció n de pod er a tr av és de la pa lab ra , se en ti en de n la s
razo nes de este simulac ro: ése es el único lenguaje cuya propiedad
Arlt puede acreditar.
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el relato el idioma extran jero es trata do -al igual que el lunfar do—
como si fuera un jerga de clase que remite a las relaciones sociales.
Es esta estratificación la que el lenguaje vacío, sintagmático de la
tr ad uc ci ón vi en e a cubrir, cli ch és , lu ga res co mune s, en el
vocabulario y los giros "l iterarios" de la tra ducción, Arlt encuentra
un lenguaje escrito a partir del cual construir —en la lectura- su
"propia" escritura. Apropiación de la literatura, lectura escrita, la
traducción define, un cierto espacio de lectura donde el texto de
Arlt encuentra un lugar que lo condiciona y lo descifra .
Esc rit ura que pag a en "co ndi cio nes bas tan te des favo rab les " la
deuda de su srcen, en última instancia, en Arlt el fracaso es el
ún ico qu e pe rm ite re al iz ar el de seo il eg ít im o, "im po si bl e" , de
es cr ib ir . Po r un lad o, Asti er en cu en tr a la li te rat ur a en la
transgresión y el delito. Al mismo tiempo, entre la vida de Baude-
la ir e, po et a ma ld ito , qu e "n o va le na da " cu yo s "h er mo sí sim os
vers os", expropiados durante el robo a la bibl iot eca, tamb ién sufren
la devaluación del traductor ("Yo te adoro al igual que de la bóveda
nocturna", subrayo yo, véase p. 59); y la visita del poeta parroquial,
elogiado en Time, traducido al italiano, frente a quien Astier admite
-p or ún ic a ve z en to da la no ve la - su re la ci ón con la li te ra tu ra
("¿Escribe? Sí, prosa", véase en este mismo número de Los libros ,
p. 20), el relato va construyendo una cierta metáfora del escritor:
en todos la "razón de ser" es el fracaso y este destino, "inevitable",
culmina con el cuento del Escritor fracas ado (véase N. C. t. III p.
220). En este sentido habría que decir que en esa historia se cierra
el proyecto de escr itura cuya génes is narra El juguete rabioso: Los
dos textos pueden ser leídos como un solo relato en el que "los
deleit es y afanes de la literatura " se realiz an en la destrucc ión y la
pér did a, en esa "nada inf ini ta" que con clu ye el rel ato (vé ase p.
244).
Po r un la do , pa ra Ar lt el fr ac as o es la co nd ic ió n mis ma de
escr itura, pero a la vez -en el revés de la tram a -se entien de que la
visita al poeta parroquial, haya sido sustituida en versión final
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