Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Querido Amigo(a):
¿Estás preocupado con dudas acerca de tu salvación? Quizá has pasado adelante en alguna
reunión, orado y pedido a Cristo que entre en tu corazón y a pesar de todo eso, no estás seguro
de ser salvo. Te dices:
“Algunas veces siento que soy salvo y otras no. ¡Si sólo pudiera estar seguro de mi salvación!”
Dios no quiere que pases la vida preguntándote si eres o no eres un cristiano salvado.
¿Qué es un cristiano?
En primer lugar necesitamos descubrir lo que es un verdadero cristiano. Si alguien te llegara a
preguntar: “¿qué es un cristiano?” ¿Qué le contestarías? Quizás le dirías: “un cristiano es una
persona que lee su Biblia, ora a Dios y asiste a una iglesia”. Tendrías toda la razón al decir que
un cristiano debe hacer todo eso, pero una persona puede hacer todas esas cosas sin ser
cristiano. O podrías decir: “un cristiano es una persona que lleva una buena vida, ayuda a los
demás y hace buenas obras”. Nuevamente, una persona puede hacer estas cosas sin ser un
verdadero cristiano.
¿Qué es, entonces, un cristiano? Un cristiano es una
persona en la cual vive Cristo. Él vive en nosotros por
medio de Su Espíritu. La Biblia dice:
No hay duda que el padre se sintió muy herido por la forma en que
sus hijos respondieron. Pero la historia no termina ahí. Algo ocurrió
en el corazón del primer hijo. Sin duda se dio cuenta de cuán
rebelde y desobediente él había sido y cómo había herido el
corazón de su padre. Se arrepintió de su pecado y fue e hizo lo
que su padre quería que hiciera.
Nosotros somos como el primer hijo. Muchas veces hemos dicho “No” a Dios. Hemos sido
egoístas y egocéntricos. Hemos seguido nuestro propio camino, haciendo lo que nos place.
Hemos endurecido nuestro corazón contra Dios.
En Su amor y misericordia, Dios usa varios métodos
para ablandar nuestro corazón y hacernos acercar a Él.
Envía Su Espíritu Santo a convencernos de nuestros
pecados y mostrarnos cuán pecadores y egoístas
hemos sido. A veces es la bondad de Dios lo que nos
mueve a arrepentirnos. Vemos cuán paciente y
amoroso ha sido Él con nosotros.
He aquí algunas preguntas sencillas para ayudarte a saber si de verdad te has arrepentido o no.
Cuando abandonamos nuestra rebelión y volvemos nuestro corazón hacia Dios, estamos listos
para creer en Su Hijo y recibirlo como nuestro Salvador y Señor.
CREER — Debemos creer en el Señor Jesucristo.
Mucha gente cree las verdades referentes a Cristo. Creen que es el Hijo de Dios y que
murió en la cruz por los pecados del mundo. Pero no se han entregado a Él; no lo aman por sobre
todas las cosas, ni están dispuestos a obedecerle ni a seguirle. Esto no es fe verdadera en Cristo
y nunca traerá salvación.
La salvación de Dios es por medio de una persona, el mismo Viviente Señor Jesucristo. La Biblia
dice: “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:12). Nos dice que creamos en Él: “Cree en
el Señor Jesucristo, y serás salvo . . .” (Hechos 16:31).
¿Qué significa creer en Él? Creer en el Señor Jesucristo significa creer que Él es el Hijo de Dios
y que es digno de ser amado, adorado y obedecido.
La Biblia no sólo hace énfasis en la fe, sino también subraya el amor. Debemos darle al Señor
nuestro corazón. Un día le preguntaron al Señor Jesús: “Maestro ¿cuál es el gran mandamiento
en la ley?” Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento” (San Mateo 22:37–38).
“¡Señor Jesús, te amaré con todo mi corazón, con toda mi alma y con toda mi mente!
Tú eres digno de ser amado, adorado y obedecido!”
Para llegar a ser un hijo de Dios hay algo que creer y Alguien a
Quien recibir. Ese “Alguien” es el Señor Jesucristo. Debemos creer
no sólo las realidades que a Él se refieren (Quién es y lo que Él
hizo) sino que debemos recibirlo como nuestro Salvador personal.
Lo recibimos pidiéndole que entre en nuestro corazón. Jesús
compara nuestro corazón con una casa con puerta. Él dice:
Una de las primeras señales de que una persona realmente ha nacido de nuevo es que desea
que otros conozcan a Cristo como su Salvador. Desea que otros experimenten el gozo y la paz
que ella misma ha encontrado en Cristo.
Una forma de saber que realmente somos salvos es que amamos a otros cristianos, a aquellos
que son nuestros hermanos en Cristo. La Biblia dice:
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los
hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte (1 Juan 3:14).
5 La presencia de Cristo.
¿Por qué han acontecido todos estos cambios en tu vida? Han acontecido porque Cristo mismo
ha venido a morar en tu corazón. El Apóstol Pablo dijo:
Cristo en forma muy definida y muy personal, viene a vivir en el corazón de cada cristiano
verdadero. El Apóstol Pablo dijo:
Repasa estas evidencias de salvación hasta que llegues a una conclusión firme y clara en cuanto
a tu salvación. O, la evidencia de la presencia de Dios es real en tu vida y eres salvo, o Su
evidencia no es real en tu vida y en realidad nunca has nacido de nuevo.
¡Un día decidió hacer algo para acabar con sus dudas de una vez
por todas! Se fue por el campo cerca del granero, se puso de
rodillas y oró algo así:
Después tomó una estaca de madera, la enterró en el sitio donde había orado y escribió la
fecha.
“Mira Satanás, aquí está la fecha y el lugar donde recibí a Cristo como mi Salvador. La Palabra de
Dios dice: “El que tiene al Hijo tiene la vida”.
Si tienes dudas acerca de tu salvación, ¿por qué no imitas lo que hizo este joven y dejas el
asunto aclarado de una vez por todas? Puedes hacerlo ahora mismo. Ve con humildad, arrodíllate
ante el Señor Jesús y dile:
“Señor Jesús, yo creo que Tú eres el Hijo de Dios que murió por mis pecados y
resucitó para ser mi Salvador viviente. En este momento estoy confiando en ti como mi
Salvador personal. Ven a mi corazón y ocupa el lugar que te pertenece en el trono de
mi corazón. Quiero amarte y obedecerte con todo mi corazón”.
Después que hayas orado sinceramente, confiando en Cristo como tu Salvador, haz un registro
de tu decisión. Escribe en tu Biblia:
Esta puede ser la “estaca” a la cual puedes referirte cada vez que Satanás te tiente a dudar de tu
salvación.
Para ayudarte a comprender qué es lo que te impide ser salvo, estudia cuidadosamente las
preguntas siguientes:
•¿Hay algún rasgo de orgullo que no estés dispuesto a dejar para venir a Cristo?
•¿Has cometido algún pecado contra alguien que no estés dispuesto a enmendar?
Cualquier cosa que pueda haber en tu vida, si no estás dispuesto a obedecer a Dios, significa
que no te has arrepentido. No serás salvo a menos que cambies la actitud de tu corazón y te
arrepientas. El Señor Jesús dijo:
Tú necesitas volver tus pensamientos a ese Salvador que te amó tanto como para morir por ti. El
Señor Jesús no sólo derramó Su sangre preciosa por nosotros, sino que derramó muchas
lágrimas por nuestros pecados. Amorosa y fervientemente nos advirtió sobre las consecuencias
terribles de morir sin ser perdonados de nuestros pecados. Ahora lee San Marcos 9:43–48.
Permite que Dios hable a tu corazón.
Es posible que estés diciendo: “Sí, Dios está señalando cierto pecado en mi vida, pero no sé
cómo puedo dejarlo”. Pero aún hay esperanza para ti, si te acercas a Jesús, ¡Él es el amigo de
los pecadores!
Página de Preguntas
Lección 2: Página de Preguntas