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Rosario Santa Genoveva PDF
Rosario Santa Genoveva PDF
> Introducción 3
> La Madre Genoveva y el Rosario 7
> Rezo del Santo Rosario 11
Misterios gozosos 13
Misterios luminosos 19
Misterios dolorosos 25
Misterios gloriosos 31
> Letanías 36
> Rezad el Rosario con Santa Genoveva 38
Autor
Mariano Mainar Elpuente
Vicepostulador de la Causa de Canonización
Edita
Casa Generalicia Religiosas Angélicas
Plaza del Pilar, 22 - 50003 Zaragoza
Colabora
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La revelación de Jesús
en las Bodas de Caná
> Escribe el Papa:
«La revelación, que en el Bautismo en el Jordán pro-
viene directamente del Padre y ha resonado en el Bautis-
ta, aparece también en labios de María en Caná y se con-
vierte en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de
todos los tiempos: “Haced lo que Él os diga”. Es una ex-
20 hortación que introduce muy bien las palabras y signos de
Jesús durante su vida pública, siendo como telón de fon-
do mariano de todos los misterios de luz.
Su mediación tiene carácter de intercesión: María in-
tercede por los hombres... “Haced lo que Él os diga” pre-
senta a la Madre de Cristo como portavoz de la voluntad
del Hijo ante los hombres.»
La Institución de la Eucaristía
> Escribe el Papa:
«Misterio de luz es la Institución de la Eucaristía, en la
cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre ba-
jo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su
amor por la humanidad “hasta el extremo”, y por cuya sal-
vación se ofrecerá en sacrificio.
Existe un vínculo estrechísimo entre la Eucaristía y la
Virgen María, que la piedad medieval acuñó con la expre-
sión “la carne de Cristo en la Eucaristía es, sacramental- 23
mente, la carne asumida de la Virgen María” (caro Christi,
caro Mariae).»
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La oración de Jesús
en el Huerto de Getsemani
> Escribe el Papa:
«Cristo vive un momento particularmente angustioso
frente a la voluntad del Padre, contra la cual la debilidad
de la carne se sentirá inclinada a rebelarse. Allí, Cristo se
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pone en lugar de todas las tentaciones de la humanidad y
frente a todos los pecados de los hombres, para decirle al
Padre: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Este “sí” de
Cristo cambia el “no” de los primeros padres en el Edén.
Y cuánto le costaría esta adhesión a la voluntad del Padre
se muestra en los misterios siguientes, en los que se ve su-
mido en la mayor ignominia.»
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“ No me apartaré de María,
mi Madre, procurando amarla
en todo instante”
Madre Genoveva
■
Misterios gloriosos
(Miércoles y domingos)
La Resurrección de Jesucristo
> Escribe el Papa:
«La contemplación del rostro de Cristo no puede redu-
cirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado! El Ro-
sario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitan-
do al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para
fijarse en la gloria de Cristo en su Resurrección... Contem- 31
plando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las ra-
zones de su propia fe, y revive la alegría no solamente de
aquellos a los que Cristo se manifestó —los Apóstoles, la
Magdalena, los discípulos de Emaús—, sino también el go-
zo de María, que experimentó de modo intenso la nueva vi-
da del Hijo glorificado.»
La Asunción de María
en cuerpo y alma a los cielos
> Escribe el Papa:
«Con el Misterio de la Asunción a los cielos, se han re-
alizado definitivamente en María todos los efectos de la
única mediación de Cristo Redentor del mundo y Señor Re-
sucitado... En el Misterio de la Asunción se expresa la fe
de la Iglesia, según la cual María está íntimamente unida a
34 Cristo: como madre-virgen estaba singularmente unida a Él
en su primera venida; por su cooperación constante con
Él lo estará también a la espera de la segunda venida. Re-
dimida de modo eminente, en previsión de los méritos de
su Hijo, María tiene también aquella función propia de la
Madre, de mediadora de clemencia en la venida definitiva,
cuando todos los de Cristo resucitarán.»
La Coronación de María
Reina de cielos y tierra
> Escribe el Papa:
«Coronada de gloria, María resplandece como Reina de
los Ángeles y de los Santos, anticipación y culmen de la
condición escatológica de la Iglesia. No cabe pensar aquí
en la tierra en morada permanente, y hemos de aspirar a
la futura. A ello invita la actitud ejemplar de la Señora, que
es Madre y, por lo mismo, Maestra. Sentada en su trono de
gloria, cual corresponde a la Reina de cielos y tierra, la Vir- 35
gen desvela ante nuestros ojos la visión exacta del último
misterio glorioso del Santo Rosario. No hay que olvidar
nunca la meta definitiva del último misterio de gloria.»