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Índice

> Introducción 3
> La Madre Genoveva y el Rosario 7
> Rezo del Santo Rosario 11
Misterios gozosos 13
Misterios luminosos 19
Misterios dolorosos 25
Misterios gloriosos 31
> Letanías 36
> Rezad el Rosario con Santa Genoveva 38

Autor
Mariano Mainar Elpuente
Vicepostulador de la Causa de Canonización
Edita
Casa Generalicia Religiosas Angélicas
Plaza del Pilar, 22 - 50003 Zaragoza
Colabora

Especialistas en trabajos para


Congregaciones Religiosas y Santuarios
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Introducción
El 16 de octubre de 2002, Juan Pablo II celebraba
el 24º aniversario de su elección como sucesor de
Pedro con una Carta Apostólica que sorprendió a toda
la Iglesia: la titulada «Rosarium Virginis Mariae». En ella
declaraba el «Año del Rosario» —de octubre de 2002
a octubre de 2003—, y añadía una nueva serie de
Misterios a las tres series o partes tradicionales: los
Misterios luminosos.
El anciano Pontífice, al principio de su carta, abre el
corazón con estas confidencias personales:
«Yo mismo no he dejado pasar ocasión de ex-
hortar a rezar con frecuencia el rosario. Esta ora-
3
ción ha tenido un puesto muy importante
en mi vida espiritual desde mis años jóvenes. El ro-
sario me ha acompañado en los momentos de ale-
gría y los de tribulación. A él he confiado tantas
preocupaciones y en él siempre he encontrado con-
suelo. Hace 24 años, el 29 de octubre de 1978, dos
semanas después de la elección a la Sede de Pedro,
como abriendo mi alma,
me expresé así: “el Rosario
es mi oración predilecta.
¡Plegaria maravillosa! Ma-
ravillosa es en su sencillez y
en su profundidad... Se
puede decir que el Rosario
es, en cierto modo, un co-
Introducción

mentario-oración sobre el capítulo final de la


Constitución “Lumen Gentium” del Vaticano II,
capítulo que trata de la presencia admirable de la
Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la
Iglesia. En efecto, en el trasfondo de las Avemarías
pasan ante los ojos del alma los episodios princi-
pales de la vida de Jesucristo.»
Toda la Carta Apostólica rebosa amor a la práctica
del Rosario. Juan Pablo II, que ha distribuido cientos de
miles de rosarios en todas sus audiencias, que lo rezó
de rodillas en la plaza del Pilar en su primer viaje
apostólico a Zaragoza, que no cesa de exhortar una
y otra vez al rezo del mismo para obtener la paz, ha
querido elevar a los altares a Madre Genoveva Torres
4
Morales dentro del «Año del Rosario». Cuando él
venga a Madrid, la tarde anterior a la Canonización de
los cinco nuevos Santos españoles, rezará el Rosario
con miles de chicos y chicas jóvenes en el aeropuerto
de Cuatro Vientos. Mientras tanto, los peregrinos de
las Angélicas, en el Cerro de los Ángeles, tendremos
nuestra Vigilia de Oración recitando el Rosario.
Parece, pues, oportuno que, una vez canonizada
Madre Genoveva haga su “primera visita de cortesía”
a la Virgen en su Basílica del Pilar. Allí será llevada en
apoteosis de triunfo y devoción popular.
Y ¿cómo será nuestra Vigilia de Oración en la
primera Basílica mariana? No cabe duda, será con el
rezo del Rosario. El mismo que tantas veces, apoyada
en sus muletas o conducida en carrito de ruedas,
la Santa rezó con devoción ante la Virgen del Pilar. La
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

que inculcó como devoción predilecta a sus Hijas, las


Angélicas, y a sus señoras en cualquiera de las
Residencias donde viven bajo su Carisma fundacional.
Por eso, en este sencillo folleto, hemos querido unir
el recuerdo del Papa rosariero con el de la Madre
Genoveva, también rosariera. Quedará como un re-
cuerdo para todos los que nos acompañen en las
jornadas inolvidables que se avecinan.
Hemos elegido, para antes de cada Misterio, un
breve pensamiento de algunos textos entresacados a la
vez de los documentos del Papa y de los escritos de
la nueva Santa. El Rosario no sólo ha de ser oración
vocal, sino oración mental, oración del corazón,
oración contemplativa. Pablo VI subrayó en su Exhor-
tación Apostólica «Marialis cultus» (2 febrero 1974) 5
que «sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin
alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecá-
nica repetición de fórmulas».
Ojalá recemos el Rosario como lo hacía Santa
Genoveva Torres Morales. Ojalá tengamos tal aprecio
a esta devoción como ella lo tuvo e inculcó a sus
Religiosas Angélicas.
Para conocer este estilo de oración, queremos
reproducir aquí un artículo que apareció en el Boletín
informativo del Proceso de Canonización en sus
mismos principios (nº 10, octubre 1978). Se debe al
Padre Narciso García Garcés, insigne aragonés, ejem-
plar claretiano, presidente entonces de la Sociedad
Mariológica Española.
Introducción

Dada su categoría teológica en el campo de la


Mariología, le rogamos entonces que enriqueciera
nuestra humilde Hoja Informativa con el estudio de
«la Madre Genoveva y el Rosario». Así lo hizo y se
lo agradecimos cordialmente. Hoy, después de veinti-
cinco años, es un testimonio actualísimo de este «Án-
gel de la Soledad» que pasó por el mundo
sembrando consuelos, rompiendo soledades.
No sé por qué me viene al pensamiento que
Genoveva desde el cielo de su definitiva glorificación,
quiere imitar a la humilde Teresa de Lisieux derraman-
do sobre este mundo pétalos fragantes de rosas, las
rosas del Santo Rosario.

6 Zaragoza, 25 de marzo de 2003


50º aniversario de la Aprobación Pontificia de las Angélicas

Mariano Mainar Elpuente


Vicepostulador

Rosario de la Madre Genoveva.


La Madre Genoveva
y el Rosario
De la vida y escritos de la Madre Genoveva puede
sacarse material para un volumen sobre la vida mariana
de la Sierva de Dios o, con frase más sencilla y menos
acabada, sobre su devoción y sus devociones a la Virgen.
Hoy nos fijamos únicamente en una de sus devocio-
nes favoritas: el Santo Rosario.
En sus grandes y continuos padecimientos, para la
Madre el Rosario era fuente de consuelo y energía. Y es
que la Madre Genoveva captaba y vivía el alma de la
devoción del Rosario, que son
los misterios de Cristo; por la
eficacia santificadora que con-
tienen, quería que se medita-
sen también al rezar el Oficio
Parvo de la Virgen:

«En Horas, los gozosos;


en Vísperas, los dolorosos;
en Maitines, los gloriosos.»
(Escritos personales, pág. 85).

Entendía, pues, el Rosario


y lo vivía como devoción ple-
namente cristológica, como
recordará Pablo VI, cuarenta
años después, en la Marialis
Cultus (nº 25).
La Madre Genoveva y el Rosario

Esa devoción descuella desde el principio mismo del


Instituto. El 11 de abril de 1911, escribía en carta a su
Director:
«A las señoras, después del Rosario, les hago unos
puntitos de meditación.»
(Escritos personales, pág. 281).
¡Quién pudiera tener aquellas charlitas, sencillas sin
duda, pero fervorosas y eminentemente prácticas! De
cómo rezaba el Rosario la Madre dan fe las que con ella
convivieron. Una Hermana escribe:
«Infundía devoción el verla y oírla rezar el Rosa-
rio. Lo mismo cuando rezaba las otras dos partes con
la Hermana Rosas. Parecía que las avemarías le sa-
lían del alma con fervor y energía.»
8 (Informes 7°, pág. 3).
Y otra recuerda:
«El Rosario lo rezó siempre con mucho fervor, pro-
nunciando bien las palabras y con voz potente.»
(Informes 11°, pág. 3).
Y una tercera:
«El Rosario lo rezaba siempre con mucha devo-
ción y, a veces, se la veía con los brazos en cruz.»
(Informes 12°, pág. 1).
Aunque ya se haya insinuado, conviene recalcar que,
cada día, rezaba el Rosario entero:
«La parte que tocaba el día señalado, lo hacía en
la capilla, con el fin de que asistieran las señoras re-
sidentes; y los otros misterios los rezaba en particular.»
(Informes 8°, pág. 3).
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

¡Y cómo rezaba aquellos Rosarios!:

«Cuando la Madre rezaba, en su aspecto, se re-


flejaba lo que su corazón sentía. Bastaba mirarla
para sentir fervor y recogimiento.»
(Informes 4°, pág. 2).

De su afecto a la reina de las devociones marianas


era testimonio elocuente el que llevase al cuello un gran
Rosario de quince misterios, con el cual fue sepultada.
Por cierto que, al reconocer los restos mortales de la
Sierva de Dios, pudo comprobarse, no sin admiración,
que a los veintidós años y en el féretro, permaneciese
intacta la blancura del Rosario.
Pero hay algo más importante. La devoción que la
Madre sentía por el Rosario quiso comunicarla a sus 9
hijas y, en el «Manual de oraciones» que publicó en
1945, quiso que a la fórmula con que debía rezarse,
precedieran unas solidísimas reflexiones sobre sus
excelencias. Son unos parrafitos que equivalen a un
verdadero resumen de mariología.
Asimismo, en el formulario completo que dispuso
Madre Genoveva para que las Angélicas rezasen el
Rosario, descubrimos tres rasgos que merecen la
atención:

> Al fin de cada Misterio, se ponen de relieve las


singularísimas relaciones de María con la Santísima
Trinidad. La riqueza inmensa de esas relaciones la han
señalado, más tarde, Pío XII, el Concilio Vaticano II y
Pablo VI.
La Madre Genoveva y el Rosario

> Antes de las Letanías, hacía una acabada profesión


de fe de la perpetua y perfectísima Virginidad de Ma-
ría, “antes del parto, en el parto y después del par-
to”: purísima, castísima, inmaculada. Vivir el espíritu
de la Madre Genoveva sería método eficaz para que,
en estos tiempos de confusión, piensen todos y ha-
blen de Nuestra Señora de conformidad con el sen-
tir de la Iglesia.
> Muy tempranamente introdujo, en las Letanías Lau-
retanas, la invocación “Reina de la Sociedad Angélica
del Sagrado Corazón de Jesús, rogad por nosotros».
Todo se explica; del año 1920 al 1940 fue el apogeo
de la devoción monfortiana, y la Madre vivía en ple-
nitud la consagración a Jesús por María. Aún faltaban
años hasta 1954, cuando Pío XII proclamaría la Rea-
10 leza de María; la Madre Genoveva, mucho antes, ya
la había declarado Reina y Madre de la Congregación
Angélica.

Padre Narciso García Garcés, cmf.


Rezo del Santo Rosario

«El consuelo que siento al rezar el Santo Rosario


me hace olvidar lo que Dios tenga dispuesto que haya
de sufrir. ¡Señor, mándame lo que quieras! Siento nue-
vos bríos al terminar de rezar esta plegaria, la preferi- 11
da por nuestra Madre del cielo».
Madre Genoveva Torres

Se comienza implorando el auxilio del Cielo como en el


Oficio Divino:

V/ Señor, ábreme los labios


R/ Y mi boca proclamará tu alabanza
V/ Dios mío, ven en mi auxilio
R/ Señor, date prisa en socorrerme
Misterios gozosos

12

Niño Jesús al que profesaba singular devoción la nueva Santa.

“ Amemos mucho al Niño Dios.


Estudiemos en Él sus virtudes,
para poder cimentar el edificio
de nuestra vida espiritual
y ponerlo muy alto”
Madre Genoveva

Misterios gozosos
(Lunes y sábados)

> 1.er Misterio gozoso

La Encarnación del Hijo de Dios


> Escribe el Papa:
«Los misterios gozosos se caracterizan por la alegría
que produce el acontecimiento de la Encarnación. Esto es
evidente desde la Anunciación, cuando el saludo de Ga-
briel a la Virgen de Nazaret se une a la invitación a la ale-
gría mesiánica. A este anuncio apunta toda la historia de 13

la salvación, es más, en cierto modo, la historia misma del


mundo. A su vez toda la humanidad está como implicada
en el “hágase” con el que Ella responde prontamente a la
voluntad de Dios.»

> Escribe Madre Genoveva:


«¿Quién no practicará la vida cristiana, contemplando
cómo la segunda persona de la Santísima Trinidad deja el
cielo para hacerse hombre por nuestro amor?»

(Después del Padrenuestro, diez Avemarías y gloria)


Misterios gozosos

> 2.º Misterio gozoso

La visita de María a Isabel


> Escribe el Papa:
«María, movida por la caridad, se dirige a la casa de su
pariente. Cuando entra, Isabel, al responder a su saludo y
sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, “llena de Es-
píritu Santo”, saluda a María en alta voz “bendita tú entre
las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. En el saludo
de Isabel cada palabra está llena de sentido y, sin embar-
14 go, parece ser de importancia fundamental lo que dice al
final: “dichosa tú que has creído, porque lo que te ha di-
cho el Señor se cumplirá”. La plenitud de gracia anuncia-
da por el Ángel significa el don de Dios mismo; la fe de
María, indica cómo la Virgen ha respondido a este don.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Admiremos la humildad de María. Fue a cuidar a su
prima, haciendo todo lo posible por mostrarse mujer senci-
lla y pobre; su Hijo iba a ser conocido tan sólo como el “hi-
jo del carpintero”.»
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

> 3.er Misterio gozoso

El nacimiento de Jesús en Belén


> Escribe el Papa:
«La natividad del Señor llena nuestros corazones de ale-
gría porque Dios, naciendo como hombre, ha acogido al
hombre de manera particular. El nacimiento del Señor es
la acogida del hombre en toda su verdad, en toda su gran
dignidad de imagen y semejanza divina, y también en su
herencia de pecado: este es el significado de la noche de
Belén.»
15

> Escribe Madre Genoveva:


«La santidad tiene por base la humildad, que es el fun-
damento de todas las virtudes. Visitando el Portal de Belén
callan nuestras pasiones, que tienen por fundamento el or-
gullo.»
Misterios gozosos

> 4.º Misterio gozoso

La presentación de Jesús en el templo


> Escribe el Papa:
«Las palabras de Simeón dan nueva luz al anuncio que
María ha oído del Ángel: Jesús es el Salvador, es “luz para
iluminar” a los hombres. Al mismo tiempo, el Hijo de Ma-
ría y con él su Madre experimentarán en sí mismos la ver-
dad de las restantes palabras de Simeón: “señal de contra-
dicción”. El anuncio de Simeón parece como un segundo
16 anuncio a María. Le revela que deberá vivir en el sufri-
miento su obediencia de fe al lado del Salvador que sufre,
y que su maternidad será oscura y dolorosa.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Entremos en el templo, donde Dios está y nos espera,
con la misma reverencia y fervor con que María lo hizo al
presentar a su Hijo. Entremos, sobre todo cuando nos afli-
ge el dolor.»
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

> 5.º Misterio gozoso

El Niño perdido y hallado en el templo


> Escribe el Papa:
«A lo largo de la vida oculta de Jesús en la casa de Na-
zaret, también la vida de María está oculta con Cristo en
Dios por medio de la fe. María, durante muchos años, per-
maneció en intimidad con el misterio de su Hijo y avan-
zaba en su itinerario de fe. Se manifestaba cada vez más
ante los ojos de los hombres la predilección que Dios sen-
tía por Él. La primera entre las criaturas humanas admiti-
das al descubrimiento de Cristo era María, que con José vi- 17
vía en la casa de Nazaret.»

> Escribe Madre Genoveva:


«En todas partes puedo encontrar a Jesús, porque en to-
das partes está. Pero, si lo pierdo por mi causa, ¿dónde
lo encontraré mejor que en el templo por la confesión, la
Eucaristía, la oración?»
Misterios luminosos

18

Humilde Sagrario de la primera Casa de las Angélicas


fundada por la Santa.

“ El Sagrario es la fuente de paz,


de amor y confianza, de felicidad”
Madre Genoveva

Misterios luminosos
(Jueves)

> 1.er Misterio luminoso

El Bautismo de Jesús en el Jordán


> Escribe el Papa:
«Misterio de luz es el Bautismo de Jesús en el Jordán. En
él, mientras Cristo, como inocente que se hace pecado por
nosotros, entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz
del Padre lo proclama Hijo predilecto, y el Espíritu Santo des-
ciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera. 19

Hace falta revestirse de Cristo. En el recorrido espiri-


tual del Rosario, basado en la contemplación incesante del
rostro de Cristo —en compañía de María— este exigente
ideal de configuración con Él se consigue a través de una
asiduidad que pudiéramos decir amistosa. Nos introduce
de modo natural en la vida de Cristo y nos hace respirar
sus sentimientos.»

> Escribe Madre Genoveva:


«En mi Bautismo fui unida a Cristo como el sarmiento
a la vid. He de tener los sentimientos de Jesús como señal
de vivir con Él.»
Misterios luminosos

> 2.º Misterio luminoso

La revelación de Jesús
en las Bodas de Caná
> Escribe el Papa:
«La revelación, que en el Bautismo en el Jordán pro-
viene directamente del Padre y ha resonado en el Bautis-
ta, aparece también en labios de María en Caná y se con-
vierte en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de
todos los tiempos: “Haced lo que Él os diga”. Es una ex-
20 hortación que introduce muy bien las palabras y signos de
Jesús durante su vida pública, siendo como telón de fon-
do mariano de todos los misterios de luz.
Su mediación tiene carácter de intercesión: María in-
tercede por los hombres... “Haced lo que Él os diga” pre-
senta a la Madre de Cristo como portavoz de la voluntad
del Hijo ante los hombres.»

> Escribe Madre Genoveva:


«María intercede por nosotros: “Haced lo que Él os
diga”. Atendiendo a las palabras de la Virgen Santísima,
leeré el Evangelio de Jesús para ponerlo en práctica.»
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

> 3.er Misterio luminoso

El anuncio del Reino de Dios


invitando a la conversión
> Escribe el Papa:
«Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús
anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conver-
sión: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios:
convertíos y creed en la Buena Noticia. Jesús perdona los
pecados de quien se acerca a Él con humilde fe, iniciando
así el ministerio de misericordia que Él continuará ejer-
ciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del 21
Sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia.
Convertirse quiere decir creer en el Evangelio, familia-
rizarse con las enseñanzas del Salvador y hacer de ellas la
norma de nuestra vida diaria.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Siento que Jesús no habló sólo para los que entonces le
escuchaban, sino que hablaba conmigo y para mí. Habla,
Señor, que tu siervo escucha.»
Misterios luminosos

> 4.º Misterio luminoso

La Transfiguración del Señor


> Escribe el Papa:
«La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de
Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles ex-
tasiados para que lo escuchen y se dispongan a vivir con
Él el momento doloroso de la Pasión, a fin de llegar con
Él a la alegría de la Resurrección y a una vida transfigura-
da por el Espíritu Santo.
22 Fijar los ojos en el rostro de Cristo, descubrir su miste-
rio en el camino ordinario y doloroso de su humanidad,
hasta percibir su fulgor divino manifestado definitivamen-
te en el Resucitado glorificado a la derecha del Padre, es
la tarea de todos los discípulos de Cristo; por tanto, es tam-
bién la nuestra.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Fijando los ojos en el rostro de Jesús, descubriré siem-
pre el premio de su amor: el Cielo que me espera.»
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

> 5.º Misterio luminoso

La Institución de la Eucaristía
> Escribe el Papa:
«Misterio de luz es la Institución de la Eucaristía, en la
cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre ba-
jo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su
amor por la humanidad “hasta el extremo”, y por cuya sal-
vación se ofrecerá en sacrificio.
Existe un vínculo estrechísimo entre la Eucaristía y la
Virgen María, que la piedad medieval acuñó con la expre-
sión “la carne de Cristo en la Eucaristía es, sacramental- 23
mente, la carne asumida de la Virgen María” (caro Christi,
caro Mariae).»

> Escribe Madre Genoveva:


«¡Oh Pastor divino, que diste la vida por tus ovejas!
Quiero alimentarme con tu Purísimo Cuerpo y tu Sangre
Preciosa. Sólo resta que me lleves sobre tus hombros, hasta
que me conduzcas a la Pascua Eterna.»
Misterios dolorosos

24

Estampa con la firma autógrafa de Santa Genoveva.

“ Vayamos al pie de la cruz.


Si tenemos valor para ello,
quejémonos”
Madre Genoveva

Misterios dolorosos
(Martes y viernes)

> 1.er Misterio doloroso

La oración de Jesús
en el Huerto de Getsemani
> Escribe el Papa:
«Cristo vive un momento particularmente angustioso
frente a la voluntad del Padre, contra la cual la debilidad
de la carne se sentirá inclinada a rebelarse. Allí, Cristo se
25
pone en lugar de todas las tentaciones de la humanidad y
frente a todos los pecados de los hombres, para decirle al
Padre: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Este “sí” de
Cristo cambia el “no” de los primeros padres en el Edén.
Y cuánto le costaría esta adhesión a la voluntad del Padre
se muestra en los misterios siguientes, en los que se ve su-
mido en la mayor ignominia.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Cuando contemplo a Jesús en la oración del Huerto de
los Olivos, sudando sangre todo su cuerpo, pienso de qué
puedo yo quejarme. Señor: hiere y corta, pero no me falte
tu gracia.»
Misterios dolorosos

> 2.º Misterio doloroso

La flagelación del Señor


> Escribe el Papa:
«Jesucristo vino a compartir nuestra condición huma-
na con su sufrimiento. Antes de transformar la existencia
cotidiana, Él supo hablar al corazón de los pobres, libe-
rarlos del pecado, abrir sus ojos a un horizonte de luz.
Tiene el calor y el sabor de la amistad que nos ofrece
Aquel que sufrió más que nosotros. El mismo Cristo con-
26 tinúa su pasión en el hombre que sufre. El amor da sen-
tido y hace aceptable el sufrimiento. Puede haber amor
sin sufrimiento. Pero el sufrimiento sin el amor no tiene
sentido. Con el amor, aceptado como lo aceptó Cristo, el
sufrimiento adquiere un valor inestimable.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Considero mis dolores físicos como parte de aquellos
azotes. Vivir sin sufrir es no conocer al Amor; amar sin su-
frir no lo entiendo.»
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

> 3.er Misterio doloroso

Cristo coronado de espinas


> Escribe el Papa:
«En la escuela del Verbo encarnado comprendemos que
es sabiduría divina aceptar con amor la cruz de la humil-
dad de la razón ante el misterio; la cruz de la voluntad en
el cumplimiento fiel de toda la ley moral; la cruz del pro-
pio deber, a veces arduo y poco gratificante; la cruz de la
paciencia en la enfermedad y en las dificultades de todos
los días; la cruz del empeño infatigable para responder a
la propia vocación; y la cruz de la lucha contra las pasio- 27
nes y las asechanzas del mal.»

> Escribe Madre Genoveva:


«El amor sin sufrimientos es sospechoso. Vivir sin sufrir
es vivir sin amar. Vivir sin amar es morir.»
Misterios dolorosos

> 4.º Misterio doloroso

Cristo con la cruz a cuestas


> Escribe el Papa:
«Siguiendo los pasos de Cristo hacia el Calvario, com-
prende el hombre el sentido del dolor salvador. ¿Cómo
contemplar a Cristo cargado con la cruz, sin sentir la ne-
cesidad de hacerse sus cirineos en cada hermano aqueja-
do por el dolor u oprimido por la desesperación?
La cruz es el camino, es el sendero de la vida de cada
28 día. Es, en cierta manera, la compañera de nuestra vida.
¡De cuántas maneras se nos presenta a cada uno de nos-
otros la experiencia de tomar la cruz de cada día! Se le
puede llamar de varios modos. Y, sin embargo, este nom-
bre está lleno de contenido y de sentido. Cruz es una pa-
labra salvadora, con la que el Hijo de Dios desvela a cada
uno de nosotros la verdad total sobre sí mismo y sobre su
propia vocación.»

> Escribe Madre Genoveva:


«La cruz puede ser mi enfermedad, mi invalidez a tra-
vés de toda mi vida. Si perdura, mejor. Es preciso el amor
sufrido para probar a Jesús mi seguimiento detrás de sus
huellas.»
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

> 5.º Misterio doloroso

La muerte de Cristo en la Cruz


> Escribe el Papa:
«Se despojó de su rango... haciéndose obediente hasta
la muerte y muerte de cruz... Al pie de la Cruz María par-
ticipa por medio de la fe en el desconcertante misterio de
este despojamiento... participa en la muerte del Hijo, en su
muerte redentora. Pero a diferencia de la fe de los discí-
pulos que huían, era una fe mucho más iluminada... Jesús
dice a su Madre: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Puede de-
cirse que, si la maternidad de María respecto de los hom- 29
bres, ya había sido delineada anteriormente, ahora es pre-
cisada y establecida claramente... Esta nueva maternidad
de María, engendrada por la fe, es fruto del nuevo amor
que maduró en Ella definitivamente junto a la cruz, por
medio de su participación en el amor redentor del Hijo.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Encuentro a la Virgen al pie de la Cruz. Si estoy con
María, hasta la muerte tendré fortaleza. Concédeme, Jesús,
el regalo que tu Padre te dió: contigo la Virgen hasta el fi-
nal, siempre.»
Misterios gloriosos

30

En sus viajes, la Santa llevaba en su regazo


esta humilde caja de cartón, con un ventanito
para contemplar el rostro de María sin llamar
la atención de los compañeros de viaje.

“ No me apartaré de María,
mi Madre, procurando amarla
en todo instante”
Madre Genoveva

Misterios gloriosos
(Miércoles y domingos)

> 1.er Misterio glorioso:

La Resurrección de Jesucristo
> Escribe el Papa:
«La contemplación del rostro de Cristo no puede redu-
cirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado! El Ro-
sario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitan-
do al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para
fijarse en la gloria de Cristo en su Resurrección... Contem- 31
plando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las ra-
zones de su propia fe, y revive la alegría no solamente de
aquellos a los que Cristo se manifestó —los Apóstoles, la
Magdalena, los discípulos de Emaús—, sino también el go-
zo de María, que experimentó de modo intenso la nueva vi-
da del Hijo glorificado.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Que Jesús resucite en nuestras almas; que veamos el ca-
mino que Él anduvo de penalidades y sufrimientos. No pen-
saba en él, sino en nosotros. Lo mismo con su gozo: resu-
cita para ser nuestro consuelo y paz.»
Misterios gloriosos

> 2.º Misterio glorioso

La Ascensión del Señor a los cielos


> Escribe el Papa:
«Porque somos el Cuerpo de Cristo, tenemos parte en
la vida celestial de nuestra Cabeza. La Ascensión de Jesús
es el triunfo de la humanidad, porque la humanidad está
unida a Dios para siempre, y glorificada para siempre en
la persona del Hijo de Dios. Cristo glorioso jamás permiti-
rá ser separado de su cuerpo... No sólo tomamos parte
32 nosotros, la Iglesia, en la vida de la cabeza glorificada, si-
no que Cristo Cabeza comparte plenamente la vida pere-
grinante de su cuerpo y le dirige y canaliza hacia su recto
fin en la gloria celestial.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Que la Virgen nos enseñe a mirar al cielo como los
Apóstoles, sobre todo en las cosas arduas de la vida, despe-
gándonos de lo terreno y poniendo el corazón sólo en Dios,
que es lo único que debe llenarnos.»
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

> 3.er Misterio glorioso

La Venida del Espíritu Santo


> Escribe el Papa:
«Pentecostés muestra el rostro de la Iglesia como una
familia reunida con María, avivada por la efusión impe-
tuosa del Espíritu y dispuesta para la misión evangeliza-
dora. La contemplación de éste como de los otros Miste-
rios gloriosos, ha de llevar a los creyentes a tomar
conciencia cada vez más viva de su nueva vida en Cristo,
en el seno de la Iglesia; una vida cuya gran imagen es la
escena de Pentecostés.» 33

> Escribe Madre Genoveva:


«Espíritu Divino: confirma en la fe y en el amor mi po-
bre corazón. Quiero ser fuerte. No lo conseguiré sin tu for-
taleza interior.»
Misterios gloriosos

> 4.º Misterio glorioso

La Asunción de María
en cuerpo y alma a los cielos
> Escribe el Papa:
«Con el Misterio de la Asunción a los cielos, se han re-
alizado definitivamente en María todos los efectos de la
única mediación de Cristo Redentor del mundo y Señor Re-
sucitado... En el Misterio de la Asunción se expresa la fe
de la Iglesia, según la cual María está íntimamente unida a
34 Cristo: como madre-virgen estaba singularmente unida a Él
en su primera venida; por su cooperación constante con
Él lo estará también a la espera de la segunda venida. Re-
dimida de modo eminente, en previsión de los méritos de
su Hijo, María tiene también aquella función propia de la
Madre, de mediadora de clemencia en la venida definitiva,
cuando todos los de Cristo resucitarán.»

> Escribe Madre Genoveva:


«Es la entrada de mi Madre en el cielo. ¡Qué dicha! An-
tes era su martirio; ahora es su triunfo. Por la cruz, con
María. Iré con María a la luz.»
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

> 5.º Misterio glorioso

La Coronación de María
Reina de cielos y tierra
> Escribe el Papa:
«Coronada de gloria, María resplandece como Reina de
los Ángeles y de los Santos, anticipación y culmen de la
condición escatológica de la Iglesia. No cabe pensar aquí
en la tierra en morada permanente, y hemos de aspirar a
la futura. A ello invita la actitud ejemplar de la Señora, que
es Madre y, por lo mismo, Maestra. Sentada en su trono de
gloria, cual corresponde a la Reina de cielos y tierra, la Vir- 35
gen desvela ante nuestros ojos la visión exacta del último
misterio glorioso del Santo Rosario. No hay que olvidar
nunca la meta definitiva del último misterio de gloria.»

> Escribe Madre Genoveva:


«La meta de Nuestra Señora es el cielo. Mi camino con
Ella, acompañado por Ella, me lleva a triunfar con Ella. Su
Asunción me inunda de esperanza.»
Letanías
Señor, ten piedad,
Cristo, ten piedad,
Señor, ten piedad,
Santa María,
ruega por nosotros
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
Hija predilecta del Padre,
Madre de Cristo Rey,
Gloria del Espíritu Santo,
Virgen Hija de Sión,
Virgen pobre y humilde,
Virgen sencilla y obediente,
36 Esclava del Señor,
Madre del Señor,
Colaboradora del Redentor,
Llena de gracia,
Fuente de hermosura,
Conjunto de todas las virtudes,
Fruto escogido de la redención,
Discípula perfecta de Cristo,
Imagen purísima de la Iglesia,
Mujer nueva,
Mujer vestida de sol,
Mujer coronada de estrellas,
Señora llena de benignidad,
Señora llena de clemencia,
Señora nuestra,
Alegría de Israel,
Esplendor de la Iglesia,
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

Honor del género humano,


Abogada de la gracia,
Dispensadora de la piedad,
Auxiliadora del Pueblo de Dios,
Reina de la caridad,
Reina de la misericordia,
Reina de la paz,
Reina de los Ángeles,
Reina de los patriarcas,
Reina de los profetas,
Reina de los apóstoles,
Reina de los mártires,
Reina de los confesores,
Reina de las vírgenes,
Reina de todos los santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los cielos, 37
Reina del mundo,
Reina del cielo,
Reina del universo,
Reina de la Sociedad Angélica,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
OREMOS: Señor y Dios nuestro, concédenos gozar de cons-
tante salud de alma y cuerpo y por los ruegos de la Virgen
María, líbranos de las penas de esta vida y haz que alcance-
mos la alegría sin fin. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Rezad el Rosario
con Santa Genoveva
La canonización de Genoveva Torres Morales coincide gozo-
samente con el «Año del Rosario», una de sus devociones predi-
lectas, como ha podido verse a través de este humilde folleto.
Estamos en el año 2003 y, aunque a algunos les pueda pa-
recer extraño, hay mucha gente —también en España— que es
analfabeta en lo religioso. Cada día crece la ignorancia de las co-
sas de Dios. Y de ahí a la indiferencia sólo hay un paso.
¿Cómo será posible evangelizar al pueblo y ponerle en con-
tacto con las verdades contenidas en el Evangelio? Eso se pre-
guntaron los apóstoles de aquellos años de hierro y fuego de la
38
época más oscura de la Edad Media.
La Iglesia inventó para solucionar ese problema dos grandes
medios de evangelización. Uno fue el arte sacro: la escultura, la
pintura, la propia arquitectura, también la música. Eso consti-
tuyó la «Biblia de los pobres». El otro invento fue el Rosario. Una
oración maravillosa, portadora de paz y esperanza. No sólo
pone en comunicación a quien lo reza con la Madre del cielo,
sino que lleva consigo las enseñanzas esenciales del Evangelio:
nacimiento, vida, muerte y resurrección del Señor. ¿Qué habría
sido la formación del pueblo de Dios sin el Rosario o sin el arte
religioso?
Ahora, tantos siglos después, la Iglesia demuestra que está
viva y que tiene sus raíces hundidas en su historia y en su pasa-
do. Ante la avalancha de incultura religiosa, toma en sus manos
el Rosario y lo presenta de nuevo, mejorado con los «misterios
luminosos», para que sus hijos lo sigamos rezando.
El Rosario con Juan Pablo II y Santa Genoveva

¿Quién recomendó a Santa Bernardita el Rosario, sino la


Madre de la Iglesia, aparecida en la gruta de Lourdes? ¿Cómo se
definió a sí misma la Virgen María en Fátima sino como «la
Señora del Rosario»?
El Rosario sigue siendo una de las prácticas más recomendadas
por los Papas. Pío XII lo llamó «el compendio de todo el Evangelio».
El beato Juan XXIII lo consideró como «un modo excelentísimo de
oración». Pablo VI lo definió como «orientación netamente cristoló-
gica, que lleva las almas a Cristo por medio de María».
Con el Rosario en sus manos los Santos contemplaron la
belleza del rostro de Jesús y experimentaron la profundidad de
su amor. Es difícil, prácticamente imposible, traer aquí el testi-
monio de los Santos. Mejor sería decir: díganme ustedes qué
Santo no llevó el Rosario en sus manos, su cadencia en los labios
y su fuego en el corazón...
Por eso el Rosario se confirma con Juan Pablo II como la 39
oración de todas las horas y de todas las épocas de la vida. El
Rosario, rezado en comunidad o individualmente, constituye la
respiración de la oración personal tanto para el anciano como pa-
ra el joven, tanto para los padres como para los hijos. Con el Ro-
sario rezado diariamente, la contemplación de Jesús sembrará a
manos llenas por todo el mundo semillas de esperanza y de paz
en el corazón de los hombres.
Acércate ante el sepulcro de Santa Genoveva. Pídele que te ayu-
de a rezar el Rosario. Y ella, ya lo verás, encenderá en tu alma el mis-
mo fuego de devoción que cuando lo rezaba ante la Virgen del Buen
Suceso, en Almenara; o de la Misericordia, en el Asilo de Valencia;
o del Pilar, en su Basílica zaragozana. En sus viajes y en su silla de in-
válida, hasta en el lecho de su muerte, las cuentas del Rosario, co-
mo dicen las coplas antiguas, fueron escaleras para subir al cielo «la
cojita alegre» Fundadora de las Angélicas.
Rosario que acompañó a la Madre Genoveva
en el sepulcro hasta su exhumación.

“ María es mi Madre. Debemos


acudir a Ella en nuestras
necesidades; pues todo
lo puede; es Madre de todos”
Madre Genoveva

Religiosas Angélicas - Plaza del Pilar, 22 - 50003 Zaragoza (España)


www.angelicas.org

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