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LA LEY DEL SEÑOR ABARCA MUCHOS ASPECTOS

De los libros de las Morales de san Gregorio


Magno, papa, sobre el libro de Job. (Libro 10, 7-8.
10: PL 75, 922. 925-926)

La ley de Dios, de que se habla en este lugar, debe entenderse


que es la caridad, por la cual podemos siempre leer en nuestro
interior cuáles son los preceptos de vida que hemos de
practicar. Acerca de esta ley, dice aquel que es la misma
Verdad: Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros.
Acerca de ella dice san Pablo: Amar es cumplir la ley entera. Y
también: Ayudaos a llevar mutuamente vuestras cargas; y así
cumpliréis la ley de Cristo. Lo que mejor define la ley de Cristo
es la caridad, y esta caridad la practicamos de verdad cuando
toleramos por amor las cargas de los hermanos.

Pero esta ley abarca muchos aspectos, porque la caridad celosa


y solícita incluye los actos de todas las virtudes. Lo que
empieza por sólo dos preceptos se extiende a innumerables
facetas.

Esta multiplicidad de aspectos de la ley es enumerada


adecuadamente por Pablo, cuando dice: La caridad es
comprensiva, la caridad no presume ni se engríe; no es
ambiciosa ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no
se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

La caridad es comprensiva, porque tolera con ecuanimidad los


males que se le infligen. Es benigna, porque devuelve
generosamente bien por mal. No tiene envidia, porque, al no
desear nada de este mundo, ignora lo que es la envidia por los
éxitos terrenos. No presume, porque desea ansiosamente el
premio de la retribución espiritual, y por esto no se vanagloria
de los bienes exteriores. No se engríe, porque tiene por único
objetivo el amor de Dios y del prójimo, y por esto ignora todo
lo que se aparta del recto camino.

No es ambiciosa, porque, dedicada con ardor a su provecho


interior, no siente deseo alguno de las cosas ajenas y
exteriores. No es egoísta, porque considera como ajenas todas
las cosas que posee aquí de modo transitorio, ya que sólo
reconoce como propio aquello que ha de perdurar junto con
ella. No se irrita, porque, aunque sufra injurias, no se incita a
sí misma a la venganza, pues espera un premio muy superior
a sus sufrimientos. No lleva cuentas del mal, porque, afincada
su mente en el amor de la pureza, arrancando de raíz toda clase
de odio, su alma está libre de toda maquinación malsana.

No se alegra de la injusticia, porque, anhelosa únicamente del


amor para con todos, no se alegra ni de la perdición de sus
mismos contrarios. Goza con la verdad, porque, amando a los
demás como a sí misma, al observar en los otros la rectitud, se
alegra como si se tratara de su propio provecho. Vemos, pues,
como esta ley de Dios abarca muchos aspectos.

RESPONSORIO Rm 13, 8. 10; Ga 5, 14

R. No tengáis deuda con nadie, a no ser en amaros los unos a


los otros; porque quien ama al prójimo ya ha cumplido la ley.
* Así que amar es cumplir la ley entera.
V. Toda la ley se concentra en esta frase: amarás al prójimo
como a ti mismo.
R. Así que amar es cumplir la ley entera.

Liturgia de las Horas - Julio de 2018

TIEMPO ORDINARIO

JUEVES DE LA SEMANA XV

De la Feria. Salterio III

19 de julio

Oficio de Lectura

SEGUNDA LECTURA

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