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Revista de Estudios Sociales No.

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rev.estud.soc. • ISSN 0123-885X • Pp. 236.
Bogotá, diciembre de 2012 • Pp. 12-19.

El tiempo de las víctimas*


por François Hartog**

DOI-Digital Objects of Information: http://dx.doi.org/10.7440/res44.2012.02

E
De la víctima antigua
a la víctima moderna
En las religiones antiguas, la víctima aparece en el
contexto del sacrificio ofrecido a una divinidad. Los
n un tiempo bastante cercano aún, la sim- rituales se esforzaban mucho para conjurar la violen-
ple mención del término “Historia” –con mayúscula– cia de la sangre derramada. En Grecia era necesario
equivalía a una explicación: la Historia quiere, juzga, obtener el consentimiento del animal para ser dego-
condena… Hoy en día, aunque de manera diferente, la llado en honor del dios (Detienne y Vernant 1979).
Memoria se ha convertido en esa palabra que nos exime Las numerosas teorías modernas del sacrificio se han
de tener que dar más explicaciones. La Memoria es un de- concentrado en el estatus de la víctima. A lo largo del
recho, un deber, un arma; duelo, trauma, catharsis, tra- siglo XIX se acudió a la categoría más amplia y más
bajo de memoria, piedad, son su cortejo. Con la memoria vaga de lo sagrado: la víctima y lo sagrado. Al mismo
se reactiva, por decirlo de algún modo, algo de la antigua tiempo, lo sagrado pudo desplazarse fácilmente hacia
Mnêmosunê griega: su poder de evocación del pasado en el la noción de Patria, por la cual era legítimo y glorioso
presente. “No reconstruye el tiempo –escribe Jean-Pierre sacrificarse. La retórica guerrera de la primera mitad
Vernant–, no lo suprime tampoco. Derribando la barre- del siglo XX lo cantó y lo proclamó (Macho 2007). La
ra que separa el presente del pasado, tiende un puente patria tiene el derecho de reclamar el sacrifico de sus
entre el mundo de los vivos y ese más allá al que retorna hijos, a los que a cambio les concede, en las honras
todo aquel que ha dejado de ver la luz del sol. La memoria fúnebres, la distinción de héroes. Encontramos aquí
‘evoca’ el pasado tal como los muertos son evocados en algo del viejo contrato establecido desde la epopeya
el ritual homérico de la ekklesis: la llamada de los vivos y homérica: la muerte –dada y recibida– del guerrero, a
la vuelta al día, por un breve momento, del difunto que cambio de la “gloria que no perece”; salvo que en la
retorna del mundo infernal” (Vernant 1965, 58). Ilíada la cuestión se decide entre los guerreros mismos
y el aedo, de ninguna manera en el contexto de un
Hoy, en un cierto número de situaciones, acudimos a ella, sacrificio. Mueren bajo la mirada de sus pares y en el
no como complemento de, o como suplemento a, sino más cara a cara del combate personal. Más tarde, cuando
bien en reemplazo de la historia. La memoria es claramen- en el marco de la ciudad-Estado Pericles pronuncia el
te una alternativa a una historia que, creemos, ha fallado discurso en honor de los primeros muertos de la gue-
y ha enmudecido: la historia de los vencidos y no la de las rra del Peloponeso, lo que hace en realidad es un elogio
víctimas, no la de los olvidados, ni los dominados, no la de de Atenas. Muriendo por ella, sus ciudadanos no han
las minorías, ni los colonizados. Una historia encerrada en hecho más que cumplir con su deber.
la nación, con historiadores a su servicio, una historia, de
hecho, “oficial”. Y se habla entonces, aquí y allá, de la me- La guerra de 1914 será una gran consumidora de sacrifi-
moria como “alternativa terapéutica” de un discurso histó- cios y se operará a la vez un desplazamiento con conse-
rico que jamás habría dejado de ser más que una “ficción cuencias notables. Surgirá en efecto, en primer plano,
opresiva” (Fassin y Rechtman 2007; Klein 2000). la figura del sacrificio de sí, tal como lo ha analizado

* Texto original en francés. Traducción de Andrea Mejía. Correo electrónico: a.mejia265@uniandes.edu.co


** Director de Estudios, École des Hautes Études en Sciences Sociales, Francia. Correo electrónico: hartog@ehess.fr

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El tiempo de las víctimas
François Hartog

Marcel Gauchet. Los soldados-ciudadanos “dejan de crimen de lesa humanidad, pero también con la presen-
ser simplemente los que se sacrifican por la patria cia de algunos testigos. Así, por ejemplo, Marie-Claude
en peligro; se convierten, tanto ante sus propios ojos Vaillant Couturier, que había sido deportada a Ravens-
como ante los de los demás, en los que se sacrifican brück, y que al rendir testimonio quiso obligar a los acu-
deliberadamente por la salvación de la patria y que en- sados a mirarla. Instaurando una serie de reparaciones
cuentran, en ese don de sí mismos –y éste viene a ser morales y materiales, la Alemania del canciller Aden-
el punto central–, la confirmación, la realización de su auer reconoce por primera vez el principio de reparación
existencia individual” (Gauchet 2010, 40). Se instau- individual y no solamente de Estado a Estado, del venci-
ra de este modo una religión civil del sacrifico, que se do al vencedor (Hazan 2007).
convertirá en una “formidable escuela de servidumbre
voluntaria” y en uno de los nutrientes de los totalita- Desde la Carta del Tribunal de Núremberg, la acción
rismos (Gauchet 2010, 50). pública, como se sabe, se vuelve imprescriptible en
caso de crímenes de lesa humanidad. Inscrito final-
Sin embargo, después de 1945 deben desaparecer tanto la mente en el Código Penal francés en 1994, a partir de
economía de la gloria como la religión civil del sacrificio. la inauguración de la Corte Penal Internacional en
La figura de la víctima, bajo los rasgos de aquel o de aque- 2003 este régimen de imprescriptibilidad es recono-
lla que se sacrificaba, es decir, de aquel o de aquella que cido por una gran mayoría de Estados. Imprescripti-
hasta cierto punto “elegía” morir, simplemente ya no se ble quiere decir que el tiempo prescrito determinado
sostiene frente a las decenas de millones de muertos y normalmente por la justicia no vale; como tampoco
desaparecidos, de desplazados y de sobrevivientes aterra- es válido el principio de no retroactividad de la ley.
dos y extraviados a los que nadie jamás pidió su opinión. Como lo notó el añorado Yan Thomas, “el contrario
Se trata más exactamente de un resquicio que se abre en de lo imprescriptible no es el tiempo que pasa, sino
la vieja asociación entre la víctima y el héroe (incluso el tiempo prescrito” (Thomas 2011, 269): tanto el uno
bajo los rasgos anónimos del “soldado desaparecido”) que como el otro se construyen igualmente. Imprescripti-
hasta entonces habían sido –oficialmente– inseparables, ble quiere decir que el criminal sigue siendo contem-
y que había instaurado un culto cívico de los muertos. poráneo de su crimen hasta su muerte, del mismo
Siguen sin duda existiendo víctimas heroicas (aún ne- modo que permanecemos o nos hacemos contempo-
cesarias y por lo tanto celebradas), pero están las otras, ráneos de los hechos juzgados por crímenes de lesa
las víctimas innombrables, a las que compadecemos, las humanidad. Pensemos por ejemplo en el proceso de
que han padecido, que no han podido más que padecer, Maurice Papon, el antiguo secretario general de la
que no han hecho sino padecer. En pocas palabras, hasta Prefectura de Gironde, en el que ninguno de los lla-
este momento activa y positiva, la noción de víctima se mados a declarar había conocido la guerra directa-
carga de una connotación pasiva y, hasta cierto punto, mente. “La pregunta no es: ¿cuáles son los efectos
negativa. Preferimos hablar lo menos posible de las vícti- del tiempo? Es más bien: ¿qué efectos decidimos atri-
mas. La fórmula entonces tan corriente de los judíos que buir al tiempo?”. Lo que está en juego no es otra cosa
eran conducidos a los campos de concentración, “como que una “operación político-jurídica sobre el tiempo”
ovejas al matadero”, es de por sí la expresión a la vez más (Thomas 2011, 269). La imprescriptibilidad “natural”
acertada y más cruda.1 del crimen contra la humanidad instaura una “atem-
poralidad jurídica”, en virtud de la cual el criminal
fue, es y será contemporáneo de su crimen hasta su
Las condiciones de un desplazamiento último aliento. Si el historiador entra a participar de
esta atemporalidad en el marco de un juicio, el único
Si la víctima tendía también a desvanecerse en los si- lugar que le asigna el derecho penal francés es el de
lencios de la posguerra, varios elementos nuevos hicie- un testigo al que se le solicita oralmente, como lo esti-
ron posible, a la larga, una mutación de su condición. pula el Código, rendir testimonio. Pero más allá de la
Primero tuvieron lugar los juicios: empezando por el de estricta esfera del derecho, hay desplazamientos que
Núremberg, con el establecimiento –por supuesto– del han tenido lugar entre el tiempo del derecho y el tiem-
po social, incluso intercambios entre los dos tiempos,
en nombre de la responsabilidad y a título del deber y
1 Saul Friedlander (1978) cuenta en su autobiografía, Quand vient le souve- del arrepentimiento. El desplazamiento del régimen
nir [Cuando llega el recuerdo], que esta frase pronunciada por un monitor de temporalidad de lo imprescriptible hacia el espa-
en 1946, cuando participaba en un campo de verano, le hizo tomar la
cio público puede, en efecto, ser visto como una de las
decisión de hacerse sionista.

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marcas de la juridificación de este espacio, uno de los de entonces, el trauma se considera un hecho social de
rasgos del mundo actual, con las dificultades que de orden general, y, como tal, instituye “una nueva con-
ello se derivan. Basta evocar las controversias que se dición de la víctima” (Fassin y Rechtman 2007). Para
abrieron recientemente alrededor de la memoria de la cerciorarse basta prestar atención a los discursos pro-
esclavitud y de su reparación, uno de los puntos cie- nunciados, a los gestos realizados y a los dispositivos
gos de la conferencia de Durban en 2001. En 2004, la de apoyo psicológico puestos en marcha después de la
Unesco declaró este año como el “año internacional tragedia. Ahora bien, también este desplazamiento es
de la conmemoración de la lucha contra la esclavitud reciente. “Hace apenas un cuarto de siglo –escriben Di-
y su abolición”. Conmemorar es una cosa, exigir una dier Fassin y Richard Rechtman– la noción de trauma
reparación es otra. no circulaba en absoluto fuera de los círculos cerrados
de la psiquiatría y de la psicología” (Fassin y Rechtman
2007, 15). Más bien reinaba la desconfianza: se sospe-
Una nueva figura chaba, por ejemplo, que la “neurosis” del soldado era
fingida. Con todo, al cabo de algunos años, pasamos de
Desde el proceso de Adolf Eichmann en Jerusalén, en 1961, la duda al reconocimiento: se “reivindica” el trauma y
testigos y víctimas –el testigo como víctima– ocuparon la la víctima es “reconocida”.
escena y salieron a luz. La autoridad del primero se vio
reforzada por la condición de la segunda. Durante las Con el trauma se abre un “nuevo lenguaje del aconteci-
declaraciones, el acusado se encontró ante algunas de miento”, en la medida en que permite nombrar (tanto
sus víctimas. Por primera vez, en efecto, testigos –es bien como mal) “una nueva relación con el tiempo,
decir, víctimas– eran llamados a dar testimonio, no con la memoria, con el duelo y la deuda, con el sufri-
acerca de Eichmann, al que evidentemente no habían miento y con los que sufren” (Fassin y Rechtman 2007,
visto jamás, sino acerca de lo que habían soportado 405). En las prácticas conmemorativas, se pasa de los
(Wieviorka 1998). Un testigo se convertía así en la voz y “muertos por” a los “muertos a causa de”; no se muere
en el rostro de una víctima, de un sobreviviente al que ya por Francia sino a causa de ella (Barcellini 2001). Se
se le escucha, al que se le da la palabra, al que se graba ha llegado incluso a la decisión reciente, anunciada
y se filma. En este sentido, la acción reciente más con- por algunas de las familias de soldados franceses caí-
siderable fue la que emprendió la Fundación Spielberg, dos en Afganistán, de emprender una acción judicial
para recolectar todos los testimonios de todos los sobre- en contra de la Armada.2 Designar un acontecimien-
vivientes de los campos nazis, y poder así tener acceso to como traumático instaura una relación de empatía
“en directo” (online) a la verdadera historia de la depor- con aquellos y aquellas que son víctimas de éste. Esta
tación, a través de las voces de las víctimas. Notemos designación establece también los “derechos y debe-
que en tal dispositivo, la mediación del historiador se res” que se derivan de ella: hay que asumir el rol de
vuelve no sólo inútil sino nociva; porque lo ideal es que “víctima”. El despliegue instantáneo de redes de apoyo
nada venga a “parasitar” el cara a cara entre el testigo psicológico, y la organización de rituales, en algunos
y el espectador, un espectador que a su vez es llamado casos en nombre de la nación entera, deben permitir a
para convertirse en testigo del testigo, un testigo dele- las víctimas enfrentar, lo más rápido posible, la “tra-
gado (a vicarious witness). gedia” acontecida e iniciar de inmediato un “trabajo de
duelo”. Se estima por ejemplo que nueve mil especia-
En Francia, el reconocimiento público de este nuevo in- listas de la salud mental intervinieron en Nueva York
terés por las víctimas se tradujo, en 1985, en una ley que en los días que siguieron a los atentados del 11 de sep-
introdujo la mención “Muerte en deportación”. Hasta tiembre (Fassin y Rechtman 2007). La tragedia, con su
entonces, sólo se trataba de la “Francia combatiente”, mediatización extrema, reforzó aún más la visibilidad
conmemorada desde 1945 en el Monte Valérien, al cual y la credibilidad de la víctima.
cada 18 de junio acudía el general De Gaulle para ce-
lebrar una sobria ceremonia. En los años noventa, el Finalmente, la transformación del estatus de la vícti-
acrecentamiento del poder y de la visibilidad de la figu- ma trae consigo, como es natural, relecturas de ciertos
ra de la víctima se apoyó sobre la extensión de la cate- episodios de la historia. Tal es el caso de la trayectoria
goría de trauma. Formada a partir de la noción médica reciente de la figura del capitán Dreyfus. En 1994, tras
de herida corporal, se convierte al final del siglo XIX en
una categoría psicológica, y hacia finales del siglo XX,
en una categoría de la nosografía psiquiátrica. A partir
2 Estos soldados son soldados profesionales. Ya no hay servicio militar.

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El tiempo de las víctimas
François Hartog

cien años del caso, hubo muy pocas manifestaciones ¿Qué acción tiene sobre el tiempo la justicia transicional?
en torno al acontecimiento. De hecho, la Delegación Se entiende por justicia transicional una respuesta jurí-
de Conmemoraciones Nacionales no lo había incluido dica (que puede adoptar diferentes formas) a los daños
en su programa (Duclert 2007). En 2006, en cambio, ocurridos durante un régimen concluido. Régimen ju-
cuando se cumplieron los cien años de la rehabilita- rídico de transición, la justicia transicional se desplie-
ción de Dreyfus por el Parlamento, todo cambió. La ga entre un antes y un después, creando así un tiempo
República empezó entonces a hablar copiosamente de intermedio que ella misma, a través de su acción, in-
memoria, se atribuyó el deber de la memoria, se arre- tenta acortar. Según los términos del reporte final de la
pintió, dio lugar a las víctimas y reconoció, en julio de Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica, esta
1995, por boca del presidente de la República, haber justicia se define como “restauradora” y debe permitir
cometido lo “irreparable” en la redada de Vel’d’Hiv. En “construir un puente” entre el pasado y el futuro. La jus-
esta coyuntura se dio lugar para que el historiador pu- ticia transicional es esa esclusa en la que, en el presente
diera volver a los viejos archivos y encontrar nuevos, del cara a cara entre víctima y victimario, pueden elabo-
para volver a abrir el pasado del caso. Así, por ejemplo, rarse las condiciones para que el tiempo pueda ponerse
la lectura de la correspondencia intercambiada entre nuevamente en marcha.
Dreyfus y su mujer, durante los cinco años en los que
se le obligó a “retirarse del mundo de los vivos”, lo hizo Creada en 1995 y presidida por monseñor Desmond Tutu,
aparecer como un actor plenamente activo en su caso la Comisión buscó una verdad sin amnesia (Cassin, Cayla
y como un hombre que jamás cedió en lo referente a y Salazar 2004; Tutu 2004). “Atendía a las graves vio-
su honor: una víctima, sin duda, con seguridad a su laciones de los derechos humanos”; estaba habili-
pesar, pero que supo movilizar, desde el aislamien- tada para conceder amnistías, siempre y cuando el
to y la angustia, un obstinado heroísmo cotidiano victimario reconociera plenamente sus crímenes (full
(Dreyfus et al. 2005). Víctima y héroe. A esto apunta disclosure); no tenía poder coactivo. A lo largo de las
la campaña entonces lanzada por algunos para soli- audiencias, se vio obligada a validar varios tipos de
citar al presidente de la República que sus restos fue- verdad: entre ellas, la verdad que cura (healing truth),
ran trasladados al Panteón, a título de “héroe común la que resulta de que para la víctima sea posible expre-
y corriente”, para que encarnara a todos aquellos y sar públicamente lo que padeció, y algunas veces, no
aquellas que, en las condiciones más terribles, han siempre, en presencia de su verdugo. “El trabajo de re-
luchado para preservar lo que constituye la dignidad y cuperación de la autoestima de la víctima y el trabajo
la humanidad del ser humano (Duclert 2007). “Héroe de aceptación de responsabilidad por parte del verdu-
común y corriente”, es verdad, pero héroe verdadero go son paralelos y coextensivos” (Garapon 2002, 248).
y pleno. Otros, en cambio, se opusieron, negándose a Veinte mil víctimas rindieron testimonio. ¿La “cura”
llevar hasta el final esta conversión de la víctima en fue siempre imposible? No necesariamente, según
héroe. Para ellos, el Panteón debía seguir siendo el algunos estudios realizados entre quienes dieron tes-
“lugar de los héroes de la República”. De hecho –aña- timonio para –al ofrecer públicamente sus sufrimientos–
dían–, Zola, el “héroe” del caso Dreyfus, se encuentra contribuir a sanar las “heridas del cuerpo social”. Tal
ya en el Panteón. La solicitud no prosperó. como lo indica el Preámbulo de la nueva Constitución,
la Comisión fue concebida como el primer instrumen-
to para “curar las divisiones del pasado”, y por ende,
Víctima y justicia: un único presente como medio para posibilitar una nueva apertura del
tiempo, más allá del apartheid; ya que, según la pro-
De manera más general, el surgimiento de la víctima funda convicción de Desmond Tutu (2000), “No hay
está unido al peso del presente en nuestro tiempo. futuro sin perdón”.3
Para una víctima, el único tiempo disponible puede
bien ser el presente: el presente del drama que acaba Las comisiones de verdad se han multiplicado con manda-
de irrumpir o que irrumpió tiempo atrás pero que tos y competencias que varían de acuerdo con los países.
sigue siendo para la víctima su único presente. Puede Pueden contarse alrededor de cuarenta, entre las cuales
ser un presente fijo o un presente que no pasa. Esta algunas se encuentran en proceso de constitución. La
temporalidad propia de la víctima se inscribe muy
bien en la configuración presentista en la que nos mo-
vemos hoy en día, o mejor, trabaja esta estructura y la
3 There Is No Future without Forgiveness es el título del libro que publicó
refuerza (Hartog 2012).
entonces.

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comisión más reciente es la de Brasil, creada a finales 1995, 120). Al finalizar el proceso Papon, Touzet, el abo-
de 2011, y que debe ocuparse de las violaciones a los de- gado de las partes civiles, apuntaba en la misma di-
rechos humanos que ocurrieron entre 1946 y 1975. No rección: “No estamos en medio de debates históricos.
tiene competencia penal y debe contribuir a la “recon- Las víctimas sufren. Sólo después vendrá la historia”,
ciliación nacional”. Se suelen asociar estas comisiones queriendo decir con esto que sólo después el tiempo
con la justicia transicional; sin embargo, a primera podría volver a ponerse en marcha, y el pasado hacerse
vista, no es el caso de Brasil. A menos que deba dedu- por fin pasado. Porque “el sufrimiento –agrega Antoine
cirse que el período de la dictadura, por no haber sido Garapon– pasma el tiempo: se sumerge no en el pasado
rectificado, no ha concluido aún. sino en un eterno presente, del cual es imposible des-
prenderse” (Garapon 2002, 169).
En la serie de juicios por crímenes de lesa humanidad
que tuvieron lugar en Francia entre 1987 y 1998 (Barbie, Si bien Francia tiene una manera particular de conce-
Touvier, Papon), lo que estaba en juego, sin duda, era birlas y llevarlas a cabo, las políticas de memoria so-
también el tiempo. Pueden considerarse, en efecto, brepasan ampliamente los marcos nacionales. Desde
como manifestaciones tardías o desfasadas de una justi- la institución de la Corte Penal Internacional en 2003,
cia transicional que sellaba un tiempo intermedio (o así se tratan en los niveles europeo y mundial. La memo-
percibido) que se había prolongado hasta ese momento. ria se convierte entonces en un nuevo campo de acción
Concebidos como momentos de memoria, los juicios de- pública internacional, en el que la Shoah ocupa un
bían permitir, una vez más, o finalmente, la expresión lugar central (Gensburger 2008; Rousso 2007 y 2009).
y la escucha de las quejas de las víctimas, y apuntaban Occidente lo descubrió tarde, pero hoy en día es en Eu-
a que estas últimas pudieran recibir alguna forma de ropa del Este donde se anudan los más acuciantes con-
reparación. Pero tenían también que operar como “ins- flictos de memoria, los más inextricables; allí donde
trumentos de la historia” y, sobre todo, tenían que per- se afrontan con más dureza, en un mismo pueblo, in-
durar como tales. Los debates fueron entonces filmados cluso en una misma familia, memorias incompatibles;
previendo una futura difusión.4 Nos situamos así en el allí donde las políticas de memoria suelen decidirse y
registro de la historia como lección para el futuro. determinarse en íntima relación con reivindicaciones
de identidad y con afirmaciones nacionales, quedan-
Esos juicios plantearon además la pregunta específi- do atadas con ello a profundas incertidumbres acerca
ca –que fue debatida– de la presencia del historiador del futuro. Es lo que ha sucedido con el Holodomor en
como testigo, testigo por su condición de experto, sin Ucrania, con las hambrunas de 1931 a 1933. Literal-
duda; pero formalmente “testigo”, en el sentido del mente, Holodomor significa “dejar morir de hambre”.
Código Penal francés. Participando en la manifesta- El Parlamento ucraniano votó en 2006 una ley que re-
ción de la verdad, presta juramento y se involucra no conocía el Holodomor como un genocidio contra el pue-
solamente en el presente del juicio (debe testificar sin blo ucraniano, perpetrado por la Unión Soviética. La
notas), sino también en la “atemporalidad jurídica” ley condenó asimismo la negación pública de dicho
del crimen de lesa humanidad. genocidio. La acción parlamentaria suscitó inmedia-
tamente controversias que ponían sobre la mesa el pa-
Personaje principal del proceso, el acusado queda “ence- sado comunista y los objetivos de Stalin. ¿Se trataba
rrado en lo imprescriptible: ese tiempo detenido, petri- acaso, como lo afirmó el presidente Iouchtchenko, de
ficado; un tiempo que no puede pasar. Lograr ocultarse “aniquilar la memoria nacional”, minando los funda-
o escapar de él debe ser para el acusado su deseo más mentos de “la espiritualidad ucraniana (la familia,
querido. Pero también para las víctimas, el tiempo, la fe en Dios y el amor por la tierra)”? Finalmente, la
de un modo u otro, ha quedado detenido, aun cuando penalización de la negación no fue aprobada y no se
les haya tomado un tiempo llegar a poder decir lo que reconoció el carácter específico del crimen contra el
tenían para decir y para ser escuchadas. Entre tantos pueblo ucraniano. El Holodomor, con todo, se transmu-
otros, el testimonio de Jean Améry no deja ninguna tó en un lugar central de la identidad ucraniana, con
duda al respecto: “el resentimiento bloquea el acceso a exposiciones, conmemoraciones, monumentos, etc.
la dimensión humana por excelencia: el futuro” (Améry La tragedia se transfiguró así en un patrimonio al-
rededor del cual tendría que poder reconstruirse una
identidad colectiva. Su inserción en el marco de la ley
4 El canal History Channel transmitió por televisión, en otoño de le permitía a un ucraniano reconocerse, en cuanto
2000, una parte de las grabaciones del proceso de Klaus Barbie, y en
tal, como víctima.
2005, las del proceso de Maurice Papon.

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El tiempo de las víctimas
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De manera más general, y más allá de los procesos- el grupo de acción internacional para la cooperación
faro por crímenes de lesa humanidad, se ha producido sobre educación, memoria y estudio del Holocaus-
desde 1990 un desplazamiento del centro de gravedad to, una verdadera organización internacional. “Nos
de las acciones jurídicas: del acusado a la víctima. “La identificamos con las víctimas y con sus sufrimien-
historia se lee a partir de entonces a través de los ojos tos, y nos inspiramos en su lucha”, afirman en su ma-
de la víctima”, escribe una vez más Garapon, atento nifiesto. La conferencia de las Naciones Unidas contra
observador de este desplazamiento del que traza los el racismo, que tuvo lugar en Durban en septiembre
contornos, cuyo significado despeja y cuyas condicio- de 2001, se había fijado por objetivo nada menos que,
nes de posibilidad pone de manifiesto (Garapon 2008, confrontando la esclavitud y la trata de negros, “repa-
61). Este fenómeno, si hace parte de un movimiento rar” los crímenes de la historia y “sanar” el pasado,
general de extensión de la judicialización, marca un según las palabras de Mary Robinson, secretaria ge-
pasaje del derecho penal al derecho civil, es decir, de la neral de la conferencia. Este escenario de una justicia
sanción a la reparación o a la indemnización. “Al recla- transicional a escala mundial que cobija varios siglos
mar reparación de su perjuicio […], los demandantes ha fracasado, debido a un cierto exceso victimario
postulan que la historia no concluirá mientras que no por parte de algunas ONG y a una focalización en el
se la haya purgado de sus crímenes impunes y sus deu- enemigo sionista, culpable del Holocausto de los pa-
das impagadas. Estas demandas judiciales –aunque no lestinos (Hazan 2007). En noviembre de 2005 la ONU
lleguen a término– inauguran una nueva relación con votó una resolución titulada “Memoria del Holocaus-
el tiempo” (Garapon 2008, 62). Todo perjuicio es conver- to”. Para esta ocasión, se decidió que el 27 de enero
tible en deuda, susceptible de ser evaluado; al saldar la sería el día internacional dedicado a la memoria de
deuda se “liquida la historia”; se pone fin al resenti- las víctimas. Finalmente, si miramos hacia el Este,
miento y se puede volver a empezar de cero. ya mencioné la ley de 2006 que reconocía el Holodomor
(las hambrunas de 1931-1933) como un genocidio con-
Pero esta justicia, de inspiración tan liberal, que no tra el pueblo ucraniano.
conoce el presente, ignora la historia y prescinde de la
política, desemboca en una situación paradójica. A di- De este modo, memoria, crimen de lesa humanidad,
ferencia del régimen de lo imprescriptible que se limi- trauma, reparación, se convierten en elementos que
ta a la vida del acusado, el tiempo de esta justicia civil participan en la fabricación de este tiempo de las vícti-
está ligado a la vida de las “víctimas potenciales” que mas que se ha convertido en nuestro tiempo, un tiem-
pueden manifestarse a los largo de varias generacio- po en el que domina el presente. Esta transformación
nes. Si bien es verdad que una de las piedras de toque de nuestras relaciones con el tiempo ha esbozado una
fundamentales es “la actualidad del sufrimiento”, configuración inédita: la del presentismo. Es como si
la pregunta que surge es cómo determinar hasta qué el presente, el presente del capitalismo financiero, el
punto puede remontarse el tiempo a partir del trauma de la revolución de la información, el de la globaliza-
inicial. Al pretender ajustar las cuentas y hacer una ción, pero también el presente de la crisis que se inicia
economía de la historia, ¿no se corre acaso el riesgo, en 2008, absorbiera en sí las categorías de pasado y de
con esta justicia, de pasar de lo imprescriptible a lo in- futuro que se han hecho más o menos obsoletas. Es
terminable, transmutándose ella, sin siquiera haberlo como si, convertido para sí mismo en su propio hori-
realmente querido, en un instrumento presentista? zonte, se volviera un presente eterno. Con este presen-
(Garapon 2008). Si el tiempo de lo imprescriptible es te se han situado estas palabras en el primer plano de
un tiempo configurado por el derecho, una “ficción nuestros espacios públicos, palabras que son también
jurídica” necesaria, hemos tendido a “neutralizarlo”, consignas, prácticas, y que se traducen en políticas:
haciendo de él un tiempo social, un equivalente justa- memoria, patrimonio, conmemoración, identidad,
mente de lo interminable, de un tiempo inasignable, etc. Son formas de convocar el pasado en el presente,
destemporalizado, que en todo momento puede reacti- privilegiando una relación inmediata, haciendo un
varse en el presente de la queja y de la deuda. llamado a la empatía y a la identificación. Para cercio-
rarse, basta con visitar los monumentos a la memo-
En el transcurso de los años, la memoria, tomando ria y los museos de historia que se han inaugurado en
por epicentro la víctima, se convirtió finalmente en estos últimos años. Además de esto, este presente se
un nuevo campo de acción pública internacional: el de rodea de todo un cortejo de nociones o conceptos, más
las políticas de la memoria (Gensburger 2008; Rousso o menos destemporalizados: modernidad, posmoder-
2007 y 2009). Bastan algunos ejemplos. En 1998 se creó nidad; pero también globalización e, incluso, crisis.

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Bogotá, diciembre de 2012 • Pp. 12-19.

¿Qué es en efecto una crisis “sistémica”, sino una cri- zas y a los miedos así alimentados, puede más adelante
sis que dura, delimitando una suerte de presente per- venir a unirse una nueva forma de “terror” de la historia,
manente, el presente, justamente, de la crisis? para retomar la expresión acuñada por Mircea Eliade en
1944. En cuanto al pasado histórico, tendemos a tratarlo
¿Nos enfrentamos, con estos desplazamientos o esta o a administrarlo en lugares precisos (los tribunales), y a
reconfiguración, a un fenómeno durable o transito- través de acciones específicas (las políticas de la memo-
rio? No podemos aún saberlo con seguridad: hasta ria). A tratarlo entonces en presente y por el presente.
ahora nos estamos esforzando para intentar medir su
verdadera envergadura. Para Marcel Gauchet, lo que
está aquí en juego es “un cambio en la relación con la Referencias
historia” que “ha adoptado la forma de una crisis del
futuro, de la cual el desvanecimiento de la idea revo- 1. Améry, Jean. 1995. Par-delà le crime et le châtiment. Essai pour
lucionaria no es sino el síntoma más llamativo. Con la surmonter l’insurmontable. Arlés: Actes sud.
posibilidad de representarse el futuro, lo que entra en
crisis es la capacidad del pensamiento histórico para 2. Barcellini, Serge. 2001. Du droit au souvenir au devoir
hacer inteligible la naturaleza de nuestras sociedades de mémoire. Cahiers français de la Documentation française
con base en el análisis de su evolución, y la capacidad 303: 24-28.
de este pensamiento para proporcionar, bajo la forma
del pronóstico y el proyecto, guías para llevar a cabo ac- 3. Cassin, Barbara, Olivier Cayla y Philippe-Joseph Salazar
ciones autotransformadoras” (Gauchet 2010, 523). Este (Dirs.). 2004. Vérité, réconciliation, réparation. París: Seuil.
cambio relacional es justamente lo que el concepto
(moderno) de Historia no alcanza a aprehender. En el 4. Detienne, Marcel y Jean-Pierre Vernant. 1979. La cuisine
fondo futurista, no resulta ya lo suficientemente ope- du sacrifice en pays grec. París: Gallimard.
rante para captar el desenvolvimiento de sociedades
que, tendiendo a absorberse por completo en un único 5. Dreyfus, Alfred, Lucie Dreyfus, Vincent Duclert y Michelle
presente, no saben ya cómo regular sus relaciones con Perrot. 2005. Ecris-moi souvent, écris-moi longuement…: Correspon-
un futuro corrientemente percibido, cada vez más, en dance de l’Ile du Diable (1894-1899). París: Mille et une nuits.
Europa al menos, como una amenaza o incluso como
una catástrofe que se avecina. 6. Duclert, Vincent. 2007. Dreyfus au Panthéon. París: Galaade
Éditions.
Este futuro no se concibe más como un futuro indefini-
damente abierto, sino, muy al contrario, cada vez más 7. Fassin, Didier y Richard Rechtman. 2007. L’empire
restringido, cuando no cerrado del todo, en particular du traumatisme, Enquête sur la condition de victime. París:
por el hecho de la irreversibilidad generada por toda una Flammarion.
serie de acciones nuestras. Pensamos inmediatamente
en el cambio climático, en los desechos nucleares, en 8. Friedlander, Saul. 1978. Quand vient le souvenir. París: Seuil.
las modificaciones de lo vivo, etc. Descubrimos, de ma-
nera cada vez más rápida y precisa, que el futuro no so- 9. Garapon, Antoine. 2002. Des crimes qu’on ne peut ni punir ni
lamente se extiende cada vez más lejos ante nosotros, pardonner. París: Odile Jacob.
sino que sobre ese futuro tan lejano, la incidencia de
lo que hacemos o dejamos de hacer hoy no representa 10. Garapon, Antoine. 2008. Peut-on réparer l’histoire? Colonisation,
nada en la escala de una vida humana. En el otro sen- Esclavage, Shoahk. París: Odile Jacob.
tido, río arriba, también hemos aprendido que el pasa-
do viene de lejos, cada vez de más lejos (la época de la 11. Gauchet, Marcel. 2010. A l’épreuve des totalitarismes 1914-1974.
aparición de los primeros hombres no ha hecho sino re- París: Gallimard.
troceder). Enfrentados a estas conmociones de nuestros
puntos de referencia, surge la tentación de detenerlo 12. Gensburger, Sarah. 2008. L’émergence progressi-
todo, de retroceder, de volver a los paraísos perdidos. ve d’une politique internationale de la mémoire:
La industria del turismo sacó inmediatamente partido l’exemple des actions publiques de ‘partage’ de la
de las islas paradisíacas y de otros territorios vírgenes, mémoire. En Traumatisme collectif pour patrimoine, dirs.
en los que el turista compra experiencias muy bien ca- Vincent Auzas y Bogumil Jewisewicki, 25-41.Quebec:
libradas de desaceleración programada. A las amena- Presses de l’Université Laval.

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El tiempo de las víctimas
François Hartog

13. Hartog, François. 2012. Régimes d’historicité, Présentisme et 18. Rousso, Henry. 2009. Les dilemmes d’une mémoire
Expériences du temps. París: Points Seuil. européenne. En Historicités, dirs. Christian Delacroix,
François Dosse, Patrick Garcia, 203-221. París: La Dé-
14. Hazan, Pierre. 2007. Juger la guerre, Juger l’histoire. París: PUF. couverte.

15. Klein, Kerwin Lee. 2000. On the Emergence of Memory 19. Thomas, Yan. 2011. Les opérations du droit. París: Seuil.
in Historical Discourse. Representations 69: 127-150.
20. Tutu, Desmond. 2000. There Is No Future without Forgiveness.
16. Macho, Thomas. 2007. Zum Bedeutingswandel der Nueva York: Doubleday.
Begriffe des Opfers und des Opfertodes im 20. Jahr-
hundert. En Nachleben der Religionen, Kulturwissenschaftliche 21. Tutu, Desmond (Dir.). 2004. Amnistier l’Apartheid, Travaux
Untersuchungen zur Dialectik der Säkulasierung, eds. Martin de la Commission de Vérité et Réconciliation París: Seuil.
Trem y Daniel Weidmer, 225-235. Múnich: Weidmer
Hrsg. W. Fink. 22. Vernant, Jean-Pierre. 1965. Mythe et pensée chez les Grecs.
París: François Maspero.
17. Rousso, Henry. 2007. Vers une mondialisation de la mé-
moire. Vingtième siècle, Revue d’histoire 94: 3-10. 23. Wieviorka, Annette. 1998. L’ère du témoin. París: Plon.

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