Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Teología de La Liberación-Ariel Sepúlveda
Teología de La Liberación-Ariel Sepúlveda
LIBERACIÓN
Ariel Sepúlveda
Profesor Iver Otárola
Teologías Contemporáneas
06/07/18
INDICE
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 3
CONCLUSIONES .............................................................................................................. 14
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................ 16
INTRODUCCIÓN
“Una Fe que aspira al cielo mirando la Tierra”. Esa fue la primera frase que me
encontré al iniciar esta investigación, la leí en artículo de una revista del Profesor y Teólogo
Matín Forciniti. Esa frase me recordó a las palabras de Jesús, “hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo”, en aquella oración modelo para los cristianos, y creo que todos los que
seguimos las pisadas del maestro queremos lo mismo, que Su voluntad y al mismo tiempo
nuestra fe, estén guiadas en dirección a lo eterno, pero que mientras estemos en este mundo,
podamos ser buenos cristianos, considerando que eso implica, gastar todas nuestras fuerzas
en demostrar nuestra ayuda al prójimo, siendo nuestro eje central la proclamación de un
evangelio sano y bíblico. Eso es lo que queremos decir con que su voluntad se cumpla en la
tierra, o parafraseando al profesor, “que nuestro norte sea el cielo, pero mirando a la tierra”.
Esta idea de mirar la tierra y al mismo tiempo las problemáticas de la sociedad han
estado presente siempre, la pobreza, la inmigración, la desigualdad, los malos gobienos y el
abuso a los oprimidos y subordinados, son ideas que se presentan claramente en la Biblia
desde antes de Jesús incluso, ya podemos observar el famoso Proverbio del Antiguo
Testamento sobre la ayuda a los más pobres “El que se apiada del pobre presta al SEÑOR, y
Él lo recompensará por su buena obra” (Proverbios 19:17), incluso, las palabras de Levítico
aclarándonos que el mismo Israel fue un migrante, y de la ayuda que debemos prestar a los
extranjeros, “No opriman a los extranjeros que habiten entre ustedes. Trátenlos como si
fueran sus compatriotas, y ámenlos como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron
extranjeros en Egipto” (Levítico 14:33), sobre las injusticias sociales encontramos a Isaías
amonestando “¡Ay de los que decretan estatutos inicuos, y de los que constantemente
escriben decisiones injustas!”, (10:1), sobre los malos gobiernos que explotan y hacen mal a
su gente nos dice Ezequiel “Los príncipes que… son como lobos que desgarran la presa,
derramando sangre {y} destruyendo vidas para obtener ganancias injustas…” (22:27). Es
cosa de leer a los profetas menores y nos encontraremos con la gran cantidad de denuncias
que hacen contra la opresión, contra el mal gobierno, y contra los abusos a los más
indefensos. Por si fuera poco Jesús nos aclara aún más el panorama al dedicar su vida a la
predicación del evangelio en medio de la pobreza, del pecado, de los sectores más mal
mirados, acercándose siempre a los desprotegidos, los niños, los pobres, los enfermos, a las
mujeres (que estaban muy desprotegidas en la antigüedad), él se acercó a dignificar, y no
sólo a eso, sino que los sanó, les dió de comer, y sobre todo les dio alimento al espíritu.
Claro está que los cristianos debemos caminar por el mismo sendero, y hacer lo
mismo, pero ¿qué ha pasado con el darse por el otro?, ¿estamos amando a nuestro prójimo
como nos amamos nosotros?, son preguntas difíciles de responder y con variadas respuestas,
pero creo que como autocrítica, en realidad no nos hemos entregado a los demás cómo lo
hizo Jesús, sino que al contrario, nos hemos envanecido, enrriquecido como Iglesia y nos
hemos quedado en nuestra zona de confort, haciendo un par de buenas obras y unas “buenas
ofrendas”, pero en realidad de “muerte a nuestra vida”, poco se ve hoy en día.
Así es cómo surge una reacción a esto, una parte de la Iglesia latinoamericana se
detiene y dice: “Vamos por mal camino”, nos hemos alejado de las enseñanzas Bíblicas y las
de Jesús, y toma un camino muy humano, el de reaccionar frente a tanto estudio teológico y
filosófico europeo, y dicen: Ahora lo llevaremos a la práctica.
1
Freire, P. “Pedagogía del Oprimido”. Editorial Siglo Veintiuno. 1997
Inicios de la Teología de la Liberación
2
Costadoat, J. “Trazos de Cristo en América Latina” Editorial Teología y Vida, 2011 pág. 12
Mientras en Roma se reunía el Concilio, en América Latina los sacerdotes del ala
más radical comenzaban a organizarse. En 1965, en la Argentina, sesenta de ellos iniciaron
el movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Abiertamente confrontaron a los obispos
y a otros prelados que seguían los caminos del desarrollismo, así como a quienes se negaban
a tomar acción a favor del pueblo y parecían estar más preocupados por el funcionamiento
de la iglesia que por hacer de ella una agencia de servicio y de cambio. El mismo año, un
artículo en una revista religiosa brasileña declaraba que la salvación del mundo estaba
intrínsecamente relacionada con la búsqueda de una solución para la tragedia del hambre y
con “la liberación de los pueblos colonizados económica y políticamente”. Pronto el
movimiento que había comenzado en la Argentina se extendió a todo el continente, con
organizaciones paralelas en diversos países.
El hito histórico del Sínodo regional de Medellín fue muy importante en los
inicios de esta teología, ya que fue allí donde se elaboró la teoría de la dependencia que se
concentró en mostrar las causas profundas del empobrecimiento de las mayorías de nuestros
pueblos. Según esa teoría sólo se podrá superar dicha situación injusta rompiendo con el
sistema capitalista imperante. En los círculos intelectuales y universitarios dichos estudios
causaron profunda impresión.
¿Teología de la Liberación Marxista?
“Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para
que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su
condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La
crítica a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas, cuyo halo lo
constituye la religión”.4
Claramente son conceptos alejados y que no pueden ser cercanos, ni mucho menos
iguales, y es por ello que es necesario realzar que la teología de la liberación pretende alzar
los conceptos bíblicos de ayuda social al prójimo a través del amor de Dios, y no sin Ese eje
central. Es decir, son conceptos muy alejados de los que presenta la Biblia, por ende es una
contradicción hacer un sincretismo entre a teología de la Liberación y las corrientes
marxistas.
3
Marx, K. “Crítica de la filosofía del derecho de Hegel”. Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2005, p. 50.
4
Idem.
Centralidad en los pobres
Era de vital importancia resolver las controversias que genera la pobreza, en medio
de una iglesia que tenía grandes riquezas, y por ende, muchas preguntas se intentaron
responder por parte de los teólogos de la liberación:
“¿De qué manera hablar de un Dios que se revela como amor en una realidad
marcada por la pobreza y la opresión? ¿Cómo anunciar el Dios de la vida a personas que
sufren una muerte prematura e injusta? ¿Cómo reconocer el don gratuito de su amor y de
su justicia desde el sufrimiento del inocente? ¿Con qué lenguaje decir a los que no son
considerados personas que son hijas e hijos de Dios? Estos son interrogantes frontales de
la teología que surge en América Latina, y sin duda también en otros lugares del mundo en
que se viven situaciones semejantes".5
Hacia el final de los años setenta todavía era frecuente escuchar que los pobres
estaban en esa situación por ser flojos y viciosos; o que los ricos materialmente eran muy
pobres en valores espirituales. Semejantes frases, al generalizar el mal y no distinguir causa
y efecto, pretendían mantener, al menos, la conformidad ante las tremendas injusticias
sociales.
Sin embargo, la experiencia del dolor secular de los campesinos, de los indígenas
y de los negros, que toma nuevas formas en la barriadas y campos latinoamericanos y cuyo
clamor, si en momentos apareció sordo, se fue haciendo cada día más claro y fuerte, siguió
empujado la reflexión de la teología de la liberación. La Conferencia episcopal de Puebla,
5
J. Sobrino "El principio, misericordia”, Editorial Sal Terrae, Santander 1992. página 47.
tuvo la paciencia de volver a describir quién es el pobre y que el motivo de su situación no
es casualidad, sino casual; “Comprobamos, pues, como el más devastador y humillante
flagelo, la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos
expresada por ejemplo, en mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, problemas de
salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral,
migraciones masivas, forzadas y desamparadas, etc.”
Critica y Aciertos
Nace en un periodo político muy complejo en América Latina, donde la pobreza era
creciente, los índices de alfabetización no iban en aumento, donde había una crisis
política, por las crecientes dictaduras latinas de corte militar, y es por ello que creo
que es necesario hacer este alcance; levantarse en medio de la crisis, ser un disidente
positivo nunca es algo fácil, se necesita coraje y valentía, y esto es algo que tuvieron
que realizar los teólogos de la liberación, ya que muchos fueron perseguidos
rápidamente por el poder que tenían desde las iglesias, y aun así no desistieron de su
misión y visión.
Como en cada periodo de la historia, en el siglo XX, la iglesia (sea protestante o
católica) también pierde el norte. El gran avance de la teología de la prosperidad en
la segunda mitad de siglo, sobre todo en los círculos protestantes, donde lo más
importante estaba siendo lo material, y el énfasis era disfrutar de los gozos que nos
brindaba este mundo, se hace un choque reaccionario que les recuerda que el objetivo
no era la acumulación de riquezas tal como proponía el capitalismo, sino que
debíamos volver al viejo evangelio austero y dadivoso de Jesús. Esto en medio de
una Iglesia que se dividía entre dos dioses tal como nos dice Pedro Trigo aludiendo
a la “teomaquia cristiana” (g. “teomaquia” = “lucha de dioses”), denunciando "los
falsos dioses que hay en el corazón de los creyentes y la resta de opinión frente a las
injusticias sociales"6, una Iglesia claudicando entre dos dioses, el de las riquezas y el
bienestar, frente al Dios que se entregó por los demás. Esta corrección en todo tiempo
es buena, y nos abre los ojos frente a la realidad del presente.
6
Trigo, P. "Creación e historia en el proceso de liberación", Paulinas, Madrid 1988. pág. 15.
Sin duda podría haber más aspectos positivos, pero me parece que esos dos puntos
sintetizan bien lo que pienso de este movimiento. Ahora en los ASPECTOS NEGATIVOS y
en las críticas, debo decir lo siguiente:
Otra crítica es que claramente se han centrado demasiado en los aspectos sociales, o
como diría el mismo Gutiérrez, teólogo de la liberación "hemos tratado de vincular
un concepto teológico de liberación a un concepto sociocultural de liberación"8, es
decir, se han centrado demasiado en lo social y cultural, y han perdido el centro, que
era una liberación espiritual.
7
Gutierrez, G. "Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente" Sígueme, Salamanca 1986 pág. 13
8
Idem. Pág 24
9
Idem. Pág. 48
CONCLUSIONES
En defensa de esta perspectiva teológica creo que debemos sacar como algo positivo
el énfasis en la justicia social, el no hacernos los sordos frente a los ruidos que
claman por justicia, sino que a denunciar, a obedecer las escrituras que nos hablan
más de 1300 veces sobre las injusticias sociales, y ponerle más atención a eso que a
otras objeciones como los temas sexuales, que solamente se nos habla unas 28 veces
en todas las escrituras, es decir poner el énfasis que la Biblia da a luchar o a tener
“sed de justicia”, tal como nos dicen las palabras de Jesús.
"en nombre de Dios las minorías privilegiadas suelen luchar con todos los medios
del poder y de la técnica para defender sus propiedades y su civilización; en
nombre de Dios las mayorías resisten humanamente en condiciones inhumanas y
luchan por sobrevivir apenas a la diaria erosión de la pobreza. En estas mismas
mayorías empobrecidas, en nombre de Dios a muchos se les hace aceptar
resignados su condición de miseria y sometimiento; y en nombre de Dios muchos
van despertando y organizándose para una lucha de liberación colectiva"10
10
"Dios de los cristianos" Ronaldo Muñoz, Paulinas, Madrid 1988, pag 26
BIBLIOGRAFÍA