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COMPARECE

FIJA DOMICILIO
PROMUEVE DEMANDA POR
DAÑOS Y PERJUICIOS
CITACIÓN EN GARANTÍA
DENUNCIA INCIDENTE B.L.S.G.

SR./A. JUEZ/A CIVIL:


R. JAVIER, matrícula profesional nº…., en
nombre y representación de DANIEL, SEBASTIAN Y
GERARDO….., y de Cesar por su hijo menor FRANCO ….., ante
V.S. me presento y respetuosamente digo:
I. PERSONERÍA. DATOS PERSONALES.
Que la personería invocada por los señores
Daniel Alejandro surge del poder especial para juicio que en copia
debidamente firmada se acompaña, declarando bajo fe de juramento
que es copia fiel de su original y que se encuentra vigente.
Que los datos personales de mis mandantes
obran en dicho poder, al que me remito en honor a la brevedad.

II. DOMICILIO LEGAL:


Que juntamente con mis mandantes y los
letrados que me patrocinan lo dejamos constituido en España Nº475,
1ºPiso, Oficina 5 de la Ciudad de Mendoza, el que solicitamos se
tenga presente.

III. OBJETO.
Que por la presente vengo a promover formal
DEMANDA POR DAÑOS Y PERJUICIOS en contra del Sr. Alberto,
D.N.I. 22.185.540, con domicilio real en calle San Isidro 370, Barrio
La Línea, Monoblock B-2, Dpto. “8”, Rivadavia, Mendoza; del Sr.
Joaquín, D.N.I. 26.462.508, con domicilio real calle San Isidro 370,
Barrio La Línea, Monoblock B-2, Dpto. “8”, Rivadavia, Mendoza,
como propietario del rodado embistente, y de quien/es resulte/n en
definitiva civilmente responsable/s, por los daños derivados del
accidente de tránsito acaecido el día 23 de julio de 2004 a las 11:00
horas aproximadamente, en el que perdieran la vida la Srta. Vanesa y
la Sra. Patricia, como consecuencia de haber sido embestido el
vehículo en el que circulaban por el camión MERCEDES BENZ 1114,
dominio RKO-751 con acoplado dominio REZ-934, conducido por el
Sr. Alberto Alberto Alberto.
La suma total reclamada asciende a PESOS
quinientos mil ($500.000), o lo que en más o menos surja de las
pruebas que se rindan en autos y en definitiva determine el prudente
criterio de V.S, con más los intereses legales correspondientes desde
la fecha del hecho hasta su efectivo pago, gastos y costas.

IV. CITACIÓN EN GARANTÍA.


Que atento que el conductor del camión
MERCEDES BENZ 1114, dominio RKO-751 con acoplado dominio
REZ-934, Sr. Alberto Alberto Alberto, ha aportado al expediente
penal dos tarjetas de donde surgiría que dichas unidades se
encontrarían aseguradas a la fecha del accidente por la compañía de
seguros “EL COMERCIO COMPAÑÍA DE SEGUROS”, solicito se cite
de garantía a esta empresa en el domicilio de calle 9 de julio 875,
Ciudad Mendoza, a los términos y con los efectos previstos por los
arts. 25, 26 sgtes. y ccs. del C.P.C.; y 118 de la Ley 17.418.
En efecto, una de las tarjetas corresponde al
dominio RKO751 (camión Mercedes Benz) con vigencia desde el
19/12/03 válida por un año, póliza inicial 001600396, asegurado Sr.,
Joaquín; la otra corresponde al dominio REZ934 (acoplado) con
vigencia desde el 28/04/04 válida por un año, póliza inicial
001622208, asegurado Sr., Joaquín.

V. DENUNCIA PROMOCIÓN INCIDENTE


BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS.
Que denuncio la promoción de incidente por
beneficio de litigar sin gastos (Art. 95 C.P.C.), lo que pido se tenga
presente a los efectos legales que correspondan.

VI. HECHOS (Fundamentos fácticos de la


pretensión deducida).
El día 23 de julio de 2004, pocos minutos
antes de las 11:00, la Srta. Vanesa e conducía el vehículo Citröen
América, dominio UAZ-266, de propiedad de su padre, el Sr. Daniel ,
en compañía de su madre Sra. Patricia, (que se encontraba en el
asiento de acompañante), su pequeño hijo, Franco, y su hermano,
Sr. Sebastián (quienes se encontraban en el asiento trasero).
Circulaban por calle Buena Nueva, de Guaymallén, en dirección
Este-Oeste, a velocidad precaucional (35 km/h).
Al llegar a la intersección con calle Florencio
Sánchez, el rodado conducido por la Srta. Vanesa detuvo su marcha,
procediendo la conductora a mirar tanto hacia su izquierda como
hacia su derecha, a fin de cerciorarse que el cruce se encontrara
expedito. No había, en ese momento, obstáculo alguno que impidiera
el cruce seguro. El rodado conducido por el co-demandado Alberto se
encontraba a gran distancia del cruce. Por ello, con la prioridad que
le otorgaba el haber arribado mucho antes a la encrucijada y tener
expedito el paso (por otro lado, no existía cartel “PARE” alguno sobre
la vía de circulación del Citröen), Vanesa inició el cruce. Iniciada la
marcha y habiendo traspasado totalmente el eje medio de
encrucijada, el Citröen fue violentamente impactado por el camión
Mercedes Benz 1114 dominio RKO-751 con acoplado dominio REZ-
934, conducido por el Sr. Alberto , que circulaba a gran velocidad en
dirección Sur-Norte, quien inexplicablemente manejaba el rodado en
forma absolutamente desaprensiva y claramente imprudente.
Dada la altísima velocidad a la que el
codemandado conducía el camión Mercedes Benz, el rodado
conducido por Vanesa fue arrastrado por aproximadamente 22
metros, hasta la total detención de ambos vehículos (ver croquis
policial a fs. 96 de los autos nº53.147/04, “F. c/Alberto, Alberto
p/Homicidio Culposo y Lesiones”, originario del Octavo Juzgado de
Instrucción, que desde ya se ofrece como prueba). La violencia del
impacto produjo la muerte a Srta. Vanesa, y de su Sra. madre,
Patricia Sonia Agostini, en el acto por “politraumatismos” (fs….. del
referido expediente penal), como así también lesiones gravísimas a
Sebastián y al pequeño Franco, las que luego serán referidas en
detalle.
La causa única y exclusiva de la producción
del accidente en cuestión, y de los profundos daños que del mismo se
derivaron, fue la conducta gravemente negligente (rayana con
el dolo eventual) del Sr. Alberto. No puede calificarse de otra
manera el conducir un camión de las características del que
manejaba el co-accionado, a altísima velocidad, en una zona de
calzada estrecha (debe tenerse en cuenta que el Mercedes Benz
1114 ocupaba casi la mitad de la calzada de calle Sánchez) y con
intensa circulación, tanto vehicular como de peatones.
En efecto, la velocidad que desarrollaba al
momento del impacto el camión conducido por el codemandado, era
de –al menos- 95 km/h, tal como describe y fundamenta con
precisión el Licenciado Aldo Videla Valdez en el Informe Técnico
adjunto. La velocidad máxima permitida en la arteria por la que
circulaba el camión Mercedes Benz 1114 (RKO-751) es de 60 km/h
(veáse cartel de velocidad máxima ubicado sobre calle Florencio
Sánchez, en el sentido de circulación que mantenía el conductor del
camión, según fotografía certificada por la Escribana Estela A. Llano
de Giromini y de acuerdo al croquis ilustrativo elaborado por el
Arquitecto Pablo G. Rocha, que se acompañan). Tanto Sánchez
como Buena Nueva son vías secundarias, según la calificación
de la D.P.V. No es Florencio Sánchez una vía de circulación rápida.
No se trata de una autopista, ni de una semiautopista, ni siquiera es
una ruta o un corredor. Es, simplemente, una calle asfaltada.
Tampoco permite, la configuración propia de la calzada (ancho
máximo 5,50 mts, según verificación realizada por el Arq. Pablo
Rocha, certificada por Escribana, adjuntas), el desarrollo de
velocidades mayores. La carpeta asfáltica es, reitero, muy estrecha y
existen calles de importante afluencia vehicular que la atraviesan,
como por ejemplo Buena Nueva.
A ello cabe agregar que el accidente se
produjo a plena luz del día (en horas cercanas al mediodía), sin que
existieran condiciones climáticas que dificultaran en manera alguna
la conducción, frenado, o visibilidad del conductor del camión.
Por ello, y como quedará demostrado con la
prueba ofrecida que oportunamente se rinda en autos, y con la
acompañada con esta demanda, el lamentable hecho luctuoso que
origina las presentes actuaciones reconoce como causa exclusiva el
accionar del codemandado, motivo por el cual V.S. deberá hacer
lugar a la acción incoada, extendiendo la responsabilidad hacia los
eventuales civilmente responsables (arts. 1.113 del Código Civil y
118 de la Ley 17.418).

VII. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DE LA


PRETENSIÓN.
a.-Grave negligencia del conductor del
camión Mercedes Benz 1114 dominio RKO-751. Velocidad
excesiva. Maniobra evasiva negligente.

Lo primero que debe apreciar V.S. al analizar


la mecánica del accidente, es la altísima velocidad con que se
desplazaba el camión Mercedes Benz conducido por Alberto.
En efecto, como destaca el Lic. Aldo Videla
Valdez, al momento del choque el camión “circulaba a una
velocidad no menor de noventa y cinco kilómetros horarios (95
km/h)” (punto C. del informe técnico acompañado), con un margen
de error de más/menos cinco kilómetros por hora y teniendo en
cuenta una hipotética eficacia frenante del camión del 100%, aunque
existen elementos que permiten inferir que era menor. Debe tenerse
presente que, si bien el croquis elaborado por Policía Científica, a
través del Cabo P.P.D. Carlos A. Bazán (fs. 88/89 del expediente
penal) estima como velocidad del camión 72,42 km/h, ello es
simplemente una velocidad mínima (conclusión nº3, a fs. 89) y que
surge de no haber tenido en consideración la energía cinética
absorbida por el vehículo impactado y sus ocupantes.
Resulta a todas luces evidente que se trata de
una velocidad absolutamente excesiva, que evidencia un claro
desprecio por la vida humana (principalmente, la de los restantes
conductores y/o peatones, ya que rara vez resultan gravemente
lesionados los conductores de camiones en este tipo de accidentes).
Advierta V.S. que la vía por la que circulaba el camión tiene como
máxima 60 km/h, velocidad que –en razón de las circunstancias del
lugar y de los vehículos- puede entenderse apropiada para rodados
menores y con mayor poder de reacción y frenado, pero que resulta
todavía excesiva en el caso de camiones como el que nos ocupa. En
el caso, el co-demandado llevaba un acoplado de grandes
dimensiones (que disminuye la maniobrabilidad y alarga las
distancias de frenado), transitaba por una arteria estrecha,
atravesada por otras calles, y en la que suelen circular ciclistas y
peatones (a modo de ejemplo, foto 01 a fs. 90 del expediente penal).
Cabe destacar que rodados como el
conducido por Sr. Alberto JAMÁS pueden circular, bajo ninguna
circunstancia y ni siquiera en vías de alta velocidad como una
autopista, ni en zonas completamente rurales, a más de 80 km/h (así
surge de los términos del art. 69 de la Ley 6.082; lo propio dispone
la legislación nacional: ver art. 51, incisos “b” punto “3”, “c” y “d” de
la Ley 24.449). Aquí circulaba a 95 km/h, por lo menos.
Como consecuencia de todo lo anterior,
resulta claro que el coaccionado conducía al momento del
accidente, a una velocidad notoriamente superior a la máxima
permitida y evidentemente peligrosa, teniendo en cuenta las
circunstancias de lugar y del rodado que conducía (Art. 48 inc.
“b”, Ley 6.082; Arts. 512, 902 y 1109 C.C.). Su conducta bordea el
dolo eventual, o siendo más benévolo en la interpretación, la culpa
conciente. No hay dudas de que un conductor cualquiera, máxime
uno profesional como es el caso, debió representarse que tal modo
de conducir en las antedichas circunstancias produciría un accidente
con consecuencias muy probablemente desastrosas para los bienes y
la integridad de terceros.
Nótese que la velocidad determinada por el
Sr. Perito Videla lo es al momento de la colisión y luego de 29,50
metros de frenado aproximadamente (croquis de fs. 96, expte.
penal). Es decir que Alberto circulaba, en los momentos anteriores al
impacto, a una velocidad aún mayor. Hizo caso omiso de la
intersección, dispuesto a pasar por ella como si no existiera y sin
siquiera disminuir la velocidad, contrariamente a lo que exigen la
legislación vigente y elementales reglas de prudencia (Art. 69, inc.
“e” sub 3, Ley 6.082), máxime teniendo en cuenta la cercanía de un
establecimiento escolar.
Fue esa conducta desaprensiva, en particular
la altísima velocidad a la que circulaba, la que hizo imposible que el
Citröen conducido por la Srta Vanesa completara totalmente el
cruce. A la vez, fue lo que impidió cualquier posibilidad de éxito en
maniobras de detención.
El Mercedes Benz RKO-751 apareció
súbitamente, debido a la alta velocidad desarrollada, por la izquierda
del Citröen y lo arrolló.
El impacto del camión sobre el Citröen se
produjo en el cuadrante NOROESTE (croquis de fs. 02 y fs. 96;
informe técnico Lic. Videla Valdez adjunto). Esto significa que el
vehículo en que circulaban las occisas y dos de mis mandantes YA
HABÍA ATRAVESADO LA MITAD DE LA CALZADA AL MOMENTO DE
PRODUCIRSE EL ACCIDENTE.
Aquí aparece otra negligencia conductiva del
codemandado Alberto: intentó realizar una maniobra evasiva que,
lejos de contribuir a la evitación del accidente, fue determinante de
su producción. Así, los croquis policiales muestran que el camión
circulaba de Sur a Norte, sobre la mano derecha de Florencio
Sánchez. Sin embargo, el impacto se produjo sobre el cuadrante
NOROESTE, esto es sobre la mano contraria a la que venía
circulando el camión. Al advertir la presencia del Citröen que,
correctamente, estaba atravesando F. Sánchez, el conductor del
camión desvió su marcha hacia la izquierda, lo cual implicó seguir la
trayectoria del Citröen y finalmente impactarlo. Era obvio que si el
Citröen había iniciado la marcha, el camión debió haber
intentado frenar pero MANTENIENDO su mano de circulación.
Ello hubiera permitido, sin dudas, que el vehículo Citröen
hubiera terminado de cruzar exitosamente la arteria y, en
consecuencia, que el accidente no se hubiera producido. V.S.
debe tener presente que la ley de tránsito impone esta solución
(permitir que el vehículo que ha iniciado un cruce termine el mismo)
para TODOS los casos en que un vehículo inicia un cruce de una vía,
aún cuando el que circula por ella tenga prioridad –inclusive,
semafórica- (Art. 53, inc. “e”, Ley 6.082).
Es dable exigir de un conductor profesional la
máxima diligencia en el desarrollo de su tarea (Arts. 512 y 902 C.C.).
Ello le imponía a Alberto Alberto el deber de conducir a una
velocidad MUY inferior a la que observaba en el momento de los
hechos – y que debió ser inferior, inclusive, a la máxima permitida en
la arteria-, y –en la eventualidad ocurrida- le imponía haber
efectuado una maniobra de evitación diligente. Seguir la trayectoria
del vehículo finalmente embestido, sin dudas, no lo es.
Es claro que, más allá de las referencias a la
velocidad de circulación del camión, el codemandado Alberto no
pudo mantener el dominio efectivo del vehículo, que exige tanto la
norma de tránsito (Art. 48 inc. “b”, Ley 6.082) como la
jurisprudencia reiterada de nuestra Suprema Corte de Justicia. No
circulaba con el “cuidado y prevención” que era dable exigirle,
teniendo en cuenta los riesgos propios de la circulación y demás
circunstancias del tránsito (Art. 48 inc. “b”, Ley 6.082; Arts. 512, 902
y 1109 del Código Civil), ya recordadas (camión con acoplado de
grandes dimensiones, calzada muy estrecha, intersecciones
importantes en la arteria, velocidad máxima 60 km/h, circulación de
ciclistas y peatones en la zona).
A ello cabe agregar que el codemandado NO
es un conductor diligente, ni que se caracterice por la observancia
de los reglamentos de tránsito. Así lo demuestran los antecedentes
penales que posee: ha sido partícipe ya de, al menos, otros dos
accidentes en el pasado relativamente cercano, uno de ellos –
inclusive- involucrando muerte de dos personas.
Por todo ello, V.S. deberá declarar la
responsabilidad única y exclusiva del co-demandado Alberto Alberto
en la producción de los daños aquí reclamados.

b.-Riesgo creado o vicio de la cosa (Art.


1.113)
Asimismo, y más allá de toda imputación
subjetiva referente a la conducta del codemandado, cabe la
responsabilidad objetiva de quienes resulten dueños o guardianes
del rodado (conceptos que, eventualmente, podrían recaer sobre el
mismo codemandado Alberto y/o principales del conductor en virtud
de lo dispuesto por el art. 1.113 del Código Civil.

VIII. DAÑOS. ESTIMACIÓN


Seguidamente procedo a detallar los daños
sufridos por mis mandantes como consecuencia del accidente
narrado antes, estimando provisionalmente los montos
correspondientes a cada rubro reclamado y sujetando los mismos a
lo que V.S. estime justo según se acredite en autos.
VIII.1.-DAÑOS MATERIALES.
Se reclaman los siguientes rubros por daños
materiales:
VIII.1.A.-Valor vida del ama de casa.
Patricia, fallecida a causa del accidente de
marras, era esposa de mi mandante Daniel, desde hacía casi 22 años.
Ambos eran padres de la occisa Vanesa Anahí, como así también de
otros dos hijos: Gerardo Daniel y Sebastián Alejandro Junto a ellos, y
completando el núcleo familiar, vivía el pequeño Franco, hijo de
Vanesa Anahí y del Sr. César
Vanesa actuaba como “mano derecha”
de Daniel, ayudándole –junto a Patricia- en la actividad comercial de
venta de carne que habían iniciado tiempo antes de los hechos,
llevando todo lo relativo al pago de impuestos y realizando todos los
trámites familiares y comerciales.
Daniel ha pasado a ser el único sostén
anímico, moral y físico de su familia. A causa del accidente, la familia
de Daniel perdió la guía y administradora doméstica, trabajadora del
hogar, educadora diligente, madre y a la vez amiga de los hijos. Las
tareas que antes realizaba Patricia han quedado a cargo del Sr.
Daniel en soledad. Pero, como V.S. comprenderá, no sólo la
sustitución que Daniel puede hacer de la madre del hogar es
necesariamente imperfecta y sólo parcial, sino que la falta de la
figura “cónyuge-madre” provoca a su núcleo familiar un daño
material considerable.
Como ha señalado la doctrina y
jurisprudencia en forma conteste, “…tiene un innegable valor
económico la actividad doméstica, que se cumple en interés
propio y de los allegados convivientes y representada tanto
por los quehaceres materiales que suscita la atención del
hogar, como por la organización y economía familiar y la
educación y cuidado de los hijos…La administración del hogar
y la conducción de los múltiples aspectos cotidianos de la
vida de los hijos tiene el valor de una verdadera empresa,
cuyas ventajas –materiales y morales- son evidentes, así no se
visualicen desde un punto de vista monetario directo…”
(ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, Resarcimiento de daños, Tomo 2a:
Daños a las personas, 2da edición ampliada, Editorial Hammurabi,
Buenos Aires, 1996, p. 427/428. En igual sentido: C2CCom. De La
Plata, Sala III, 3-8-1995, “Mariani, Arnaldo y otro c/Musa, Alberto y
otro s/Daños y perjuicios, en Revista de Derecho de Daños, 2001-1, p.
414; CNCiv, Sala I, 02/12/2003, “Poncini, Jorge A. y otros
c/Bergamini, Carlos y otros”, www.laleyonline.com.ar).
A ello debe sumarse que “…la
trascendencia de la actividad del ama de casa y madre de
familia alcanza su punto máximo en los núcleos humildes,
imposibilitados económicamente para sustituir el esencial
aporte de aquélla…” y que “…es evidente [que] aún contándose
con el mejor y más intenso servicio doméstico, no deja de
estar presente la mujer (o su cónyuge) en múltiples
actividades cotidianas: no sólo ya en labores manuales, sino
ejerciendo además la vigilancia de estudios, regulación y
control de horarios, preocupación por la asistencia médica y
salud espiritual de la familia, etc…Ninguna empleada a sueldo
podrá reemplazar todo ese esfuerzo. No obstante lo señalado,
el sueldo del personal doméstico puede constituir una pauta
básica para evaluar la indemnización, pero aumentado en
función de las circunstancias antedichas…” (ZAVALA DE
GONZÁLEZ, Matilde, op. cit., p. 429 y 433/434 –énfasis añadido-. En
igual sentido: C1aCC La Plata, Sala III, octubre 27-1983, “Caprarella
de Hernández Bardi, Beatriz y otros c/Bocabella, José y otro”, L.L.
1985-D, 28, especialmente ps. 44 y 45).
Es claro que, tanto para Daniel como para
sus hijos Gerardo y Sebastián, la muerte de Patricia ha significado no
solamente un profundo agravio moral –que se reclama y cuantifica
más adelante-, sino también un innegable daño económico, en la
forma de la pérdida del trabajo doméstico que en su beneficio
realizaba la difunta, como así también en la forma de la colaboración
en la actividad comercial de venta de carnes que prestaba Patricia.
Teniendo en cuenta que Patricia tenía, al
momento de su muerte, apenas 40 años; que la expectativa de vida
para la mujer ronda actualmente los 78,10 años; que el salario
mínimo vital y móvil –como pauta orientadora reconocida
jurisprudencialmente- es a la fecha de pesos seiscientos treinta; que
una empleada doméstica a tiempo completo percibe alrededor de
pesos cuatrocientos mensuales; que si bien la mayor intensidad en el
trabajo doméstico se da mientras los hijos son menores y viven en el
hogar paterno/materno, ese mismo hecho permitiría a Patricia
dedicarse plenamente a colaborar con su marido en la realización de
actividades económicas fuera del hogar –como de hecho estaba
intentando hacer en sus tiempos libres-; que los hijos supérstites
eran –y son aún- menores de edad; las restantes circunstancias
vitales de los reclamantes; como así también los lineamientos de la
jurisprudencia nacional en casos similares; esta parte estima justo
reclamar por este concepto la suma de pesos treinta mil
($30.000) para Daniel y sus hijos Gerardo y Sebastián.
Sumas similares han sido consideradas justas
por diferentes tribunales de alzada del país. A modo de ejemplo, cabe
recordar que para un caso que guarda razonable analogía con el
presente, donde la fallecida tenía 39 años, era ama de casa y
efectuaba esporádicamente trabajos domésticos para terceros, sin
que se acreditara la cuantía de tales ingresos, la Cámara de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Azul estableció la suma de
$28.000 como reparación por el valor vida del ama de casa
(CCivComAzul, 30/09/1997, “Vezzosi, Juan c/Rossi, Mario”, L.L.B.A.
1998-195, también disponible en www.laleyonline.com.ar; primer
voto del Dr. Jorge Mario Galdós) . La Cámara Primera de Apelaciones
de Mar del Plata ha estimado justa la suma de $32.000 para resarcir
la pérdida de la vida de un ama de casa de 61 años
(C1aCivComMardelPlata, Sala I, 23/08/1995, “Mateo, Ramón y ots.
c/Burón, Diego y ots.”, L.L.B.A. 1995-953, también disponible en
www.laleyonline.com.ar). La Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil ha confirmado la sentencia de primera instancia que fijaba la
suma $30.000 para el cónyuge (y $15.000 para cada uno de los hijos)
como indemnización por la pérdida de la vida del ama de casa, en un
caso donde la fallecida tenía 36 años y se dedicaba solamente al
cuidado de sus hijos menores, siendo la familia en cuestión de
condición muy humilde (CNCiv, Sala H, 04/11/1997, “L. de A., M.M.
c/Brizuela, Carlos y ot.”, L.L. 1998-B, 609).
A su vez, aparece como muy moderada si
tomamos en cuenta la escasa renta anual que podría producir dicho
capital colocado a intereses en el mercado financiero local. A una
tasa anual de alrededor del 4% (B.N.A., para operaciones de plazo
fijo a 30 días), la suma reclamada ($30.000) rendiría una muy
modesta renta mensual de $100.- Por ello, y desde la óptica de la
renta que genera el capital que adoptan algunas de nuestras
Cámaras de Apelaciones (a modo de ejemplo: 4taCámCiv,
13/03/1997, As. 22.848, “Alcázar de Yunes, Adriana c/T.A.C.”, L.S.
141-139; del mismo tribunal, 17/11/1999, As. 24.625, “Pérez,
Barbarita por sí y por sus hijos menores c/Obra Social Hotelera y
Gastronómica”, L.S. 151-093), la suma aparece como muy acotada.
Lo propio puede decirse si consideramos como referencia numérica
orientativa el salario que correspondería a una empleada doméstica
sin retiro (alrededor de $400), los períodos resarcibles dada la corta
edad de la víctima y su expectativa de vida (alrededor de 457
períodos) y aún cuando se considerase una disminución por adelanto
de capital.
Por todo lo expuesto, y como V.S. puede
apreciar, la suma reclamada es sumamente modesta y ajustada a
derecho, y corresponde su acogimiento total.
VIII.1.B-Daños Psicológicos.
Como consecuencia de los hechos vividos por
los miembros de la familia, incluido el pequeño Franco quien vivía
con su madre y sus abuelos maternos, mis mandantes han sufrido
distintos trastornos psicológicos que requieren tratamiento.
Ello no es más que la consecuencia natural
de la tragedia vivida por la familia. Así lo ha señalado la
jurisprudencia con claridad:
“…es de público y notorio conocimiento,
formando parte de las máximas de experiencia, que en toda
familia normalmente constituida el inesperado y traumático
fallecimiento de uno de sus integrantes generalmente
conlleva la devastación psicológica de los sobrevivientes. Más
en casos como el que nos ocupa, en el que se produjo el homicidio de
una joven madre de 37 años de edad, destruyendo absoluta y
definitivamente la natural composición del hogar familiar, como
señalé anteriormente, frustrando así la vida matrimonial que llevaba
el coactor con aquella y privando de su madre a los restantes
accionantes…” (CCivComQuilmes, Sala II, 15/02/2005, “Orozco,
Oscar c/Medina, Arnoldo”, L.L.B.A. 2005-864; también disponible en
www.laleyonline.com.ar)
Así, Daniel presenta un cuadro de
“TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO” y “TRASTORNO
DEPRESIVO MAYOR” que determinan una incapacidad laboral del
20% y requiere, para intentar aminorar –sin garantías de éxito- una
sintomatología “surgida a partir del accidente” y que “tiene un
carácter de cronicidad”, un tratamiento psicológico de duración
estimativa de 2 años, a un costo semanal de $35 (Informe
Psicológico, págs. 14, 17 y 18). Ello nos da un total de $3.640.-
Debe tenerse en cuenta, además, que se ha indicado la
necesidad adicional de Tratamiento Psiquiátrico, que puede
incluir eventualmente necesidad de medicación, con los costos
consiguientes.
Sebastián presenta una elaboración de duelo
obstaculizada, con dificultades en la motivación, voluntad, sueño,
memoria y concentración, habiéndose acentuado los rasgos de
introversión, inhibiciones y miedo, por lo cual se recomienda
tratamiento psicológico de un año y medio de duración estimativa, a
un costo semanal de $35 (Informe Psicológico invididual elaborado
por la Lic. Natalia Illuminati, adjunto). Ello nos da un total de
$2.520.
En el caso de Gerardo, los trastornos
psicológicos descriptos por la licenciada informante (funciones
somáticas alteradas –insomnio, altos montos de ansiedad-; miedos,
sentimientos de tristeza, entre otros) redundan en un estado de
vulnerabilidad psíquica y social, que requiere tratamiento de un año
de duración, con el mismo costo semanal referido antes. El total del
mismo sería de $1.680.
Finalmente, el pequeño Franco Daniel
presenta un “TRASTORNO DEPRESIVO DE TIPO REACTIVO”,
requiriendo un tratamiento de al menos un año. Tomando como base
el costo semanal de $35, el total sería de $1.680.
La sumatoria de los distintos tratamientos
requeridos por mis mandantes alcanza a $9.520. Sin embargo,
teniendo en cuenta que el tratamiento se extiende a lo largo de dos
años, y que las sumas se entregarían de una sola vez, esta parte
practica un descuento del 10% (equivalente a los intereses que el
capital podría devengar durante los dos años de tratamiento, aun
considerando que las sesiones se van pagando a lo largo de los dos
años y no todas juntas al final). Por ello, la suma total estimada
provisoriamente por esta parte para responder al rubro “Daño
Psicológico” asciende a $8.568.-, siempre librado a lo que en
más o en menos determine V.S. de acuerdo a lo que informen
oportunamente los Peritos a designarse en autos.
VIII.1.C.-Pérdida de Chances de ayuda
económica por parte de Vanesa:
Como surge de la prueba arrimada y a
producirse en autos, Vanesa Anahí era una joven entusiasta,
emprendedora, y aplicada, cuyas perspectivas en el campo laboral
eran –cuando menos- muy buenas.
Durante sus años escolares fue excelente
alumna, como acredita el certificado analítico que se adjunta. Las
calificaciones, a lo largo de sus cinco años de escuela secundaria,
muestran un claro predominio de notas destacadas (“Muy Bueno” y
“Excelente” en casi todas las asignaturas). Como reconocimiento a
su rendimiento académico, como así también a su calidad humana,
fue designada escolta de la bandera en la Escuela “Santa María de
los Ángeles” (primaria) y abanderada en la Escuela 4-050, “Roberto
Azzoni”.
Sus inquietudes por desarrollarse y aprender
fueron siempre manifiestas. Así, realizó pasantías calificadas en
AFIP-DGI (resultando aprobada en las mismas) y tomó cursos de
computación extra escolar, con la intención de capacitarse más
allá de la formación básica que otorgan los establecimientos
educativos públicos en general.
A pesar de las dificultades propias de su
condición de madre, Vanesa siempre se las arregló para que ello no
impidiera su progreso a nivel personal y laboral.
Vanesa poseía habilidades en temas legales y
administrativos. Era “Perito Administrativo Contable” y ayudaba
a su padre Daniel en la organización de una actividad de venta de
carne, encargándose de los temas fiscales y contables (pagos,
trámites, etc.). Pero su verdadera vocación era el derecho. Quería
convertirse en abogada, y se había inscripto en el preuniversitario
de abogacía de la U.N.C. (ver constancia adjunta), y más tarde –
ante la imposibilidad de rendir en esa oportunidad por temas
vinculados al cuidado de Franco- se enroló en un curso
preuniversitario privado. Estaba determinada a lograrlo, y tenía una
voluntad “de hierro”.
Con la doble intención de aprender la
práctica tribunalicia, haciendo experiencia en temas legales, y de
iniciar una carrera que le brindara un ingreso económico razonable
para mantener a su hijo Franco y contribuir con la economía familiar,
Vanesa comenzó a buscar trabajo en el ámbito del Poder Judicial.
Luego de una intensa búsqueda, surgió una muy concreta
oportunidad de ingresar como “auxiliar” en la Defensoría Oficial
ante los Tribunales Federales de Mendoza. Inclusive fue entrevistada
por el Sr. Defensor Oficial Dr. Daniel E., quien quedó con una
excelente impresión y se mostró favorable a la incorporación de
Vanesa. Al momento de su muerte, Vanesa se encontraba terminando
los trámites pertinentes, y su ingreso a la Defensoría era inminente.
Las condiciones laborales eran francamente muy buenas, ya que se
trataba de un ingreso en planta permanente, con un salario
básico de $1.000 mensuales, con los correspondientes adicionales
en razón de asignaciones familiares, antigüedad, y demás. Había
buenas posibilidades de desarrollar una carrera, ascender, y –título
universitario mediante- poder llegar inclusive a ser funcionaria.
Es claro entonces que, ante tan buenas
perspectivas, la desaparición física de Vanesa Anahí ha generado un
daño patrimonial cierto, tanto a su hijo Franco, como a su padre
Daniel, en la forma de “pérdida de chances de ayuda”. A fin de poder
efectuar una estimación aproximativa de los mismos, corresponde –
previamente- realizar una proyección estimativa de las chances
económicas de la propia Vanesa que se vieron frustradas por su
muerte. A tales efectos debe considerarse que Vanesa tenía una vida
laboral de 43 años y medio por delante (al morir tenía apenas 21
años y 6 meses). El monto mensual a considerar es de $1.000.
Considerando que se estaría adelantando un capital que la fallecida
hubiera generado a lo largo del tiempo, se utilizará como pauta
orientativa la fórmula matemática utilizada por el Tribunal Superior
de Córdoba y propuesta por algunos autores (por ejemplo, ZAVALA
DE GONZÁLEZ, Resarcimiento de daños, Tomo 2a: Daños a las
personas, 2da edición ampliada, Editorial Hammurabi, Buenos Aires,
1996, p. 523, haciendo la salvedad que algunas ediciones presentan
el error material de mostrar “Vn” –expresión correcta- como “V
elevado a la n” –expresión incorrecta-), que contempla amortización
por anticipo de capital:
C= a.(1-Vn). 1/i donde Vn =1/(1+i) elevado a
la n.
“C” representa el capital indemnizatorio;
“a” representa la pérdida de valor económico
provocada por la muerte en cada período;
“n” representa el número de períodos a
resarcir y al cabo de los cuales se agota el capital;
“i” es la tasa anual de interés que rendiría el
capital adelantado.

En este caso, “a” es igual a 1.000 por mes;


“n” es igual a 522 (meses de trabajo, o 43,50 años), e “i” representa
el interés anual de acuerdo a la tasa pasiva del Banco de la Nación
Argentina en operaciones de plazo fijo a 30 días (4%, equivalente en
decimales a 0,04). Así, el capital total que correspondería por la
muerte de Vanesa es de pesos doscientos sesenta y seis mil doce con
cincuenta centavos ($266.012,50) Se trata, sin dudas, de una
estimación moderada, en la que no se han tenido en cuenta
asignaciones familiares, potencial de ascenso, entre otros rubros que
engrosarían notablemente el monto total.
A su vez, en el entendimiento de que se trata
de una “chance”, si bien MUY concreta, esta parte estima razonable
justipreciar dicha chance en un 70%, con lo que el capital
indemnizatorio se concreta en la suma de pesos ciento ochenta y seis
mil doscientos ocho con setenta y cinco centavos ($186.208,75).
Esta suma, será tenida como base para
estimar los daños materiales, en forma de pérdida de chance, de
Daniel A. y de Franco.

a.-Daño sufrido por Daniel A.


Sin lugar a dudas, Daniel ha sufrido un
concreto perjuicio económico ante la desaparición de su hija mayor
Vanesa.
Como ha reconocido la doctrina mayoritaria
(Ver, por todos, ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, op. cit., p. 633, y
doctrina que allí se cita), los padres tienen una expectativa
legítima de ser asistidos económicamente por sus hijos.
Lo propio es sostenido por nuestra
jurisprudencia:
“El fundamento de la indemnización por la
muerte de una persona de corta edad, las posibilidades futuras de la
víctima frustradas por el evento y las legítimas esperanzas de sus
progenitores, es cierto que debe tenerse en cuenta el medio socio
económico en que se desarrollaban, pues la ayuda o sostén se
hubiera concretado dentro de él, pero también lo es que el reclamo
pueden realizarlo los padres, sin necesidad de probar el perjuicio
material sufrido, pues este daño está en la experiencia de la vida
y no es otro que el derecho que tienen de contar con el apoyo
y asistencia de sus hijos…” (4taCámCivCom, 10/02/1997, As.
22.837, “Videla Pastrán, Eugenio c/Cuello, J.C.”, L.S. 141-048; el
destacado –negrita- es propio; en igual sentido: 3raCámCivCom,
19/11/1999, As. 24.486, “Oballi, Salomón y ots. c/Espinosa, Adrián T.
y ots”, L.S. 087-006; 2daCámCivCom, 04/06/1986, As. 82.758,
“Sevilla, Francisco y ots. c/De la Motta, Roberto”, L.S. 075-013; 1ra
CámCivCom, 20/08/1996, As. 112.339, “Nievas, Roberto por sí y por
sus hijos menores c/Attaguile, Juan Lorenzo y ots.”, L.S. 154-132)
La importancia de esta ayuda cobra especial
relevancia en supuestos como el de Daniel, quien se desenvuelve en
un medio modesto, de ingresos variables medios, y quien ha
desempeñado distintas tareas en la vida, a veces de manera
autónoma, otras en negro, lo cual determina que al llegar a la vejez
muy probablemente se encontrará en un estado de especial
vulnerabilidad económica. Es posible que no cuente con la totalidad
de los aportes necesarios o, de lograrlo, es seguro que su jubilación
será mínima y claramente insuficiente. Es en este tipo de situaciones
donde el derecho a ser asistido por los hijos cobra especial
relevancia.
Por ello, y teniendo en cuenta que la edad
jubilatoria es de 65 años y la expectativa de vida para los varones de
70,60 años aproximadamente, y que es prudente pensar que Vanesa
pudiera destinar un 30% de sus ingresos durante tal período a
ayudar a su padre, esta parte estima el daño sufrido por este rubro
en la suma de pesos siete mil ciento noventa y uno con
cincuenta y un centavos ($7.191,51).

b.-Daño sufrido por Franco D.


Tampoco pueden quedar dudas de que el
pequeño Franco ha sufrido un menoscabo patrimonial ante la
desaparición física de su madre. En efecto, acostumbra suceder
según el curso natural y ordinario de las cosas (art. 901 C.C.) que los
padres –y en especial, en aquellos supuestos de padres no
convivientes, aquellos progenitores que conviven con los hijos-
destinen una porción sustancial de sus ingresos a la crianza de sus
hijos. Así, una mejor posición económica y disponibilidad de recursos
por parte de Vanesa hubiera redundado en mejores posibilidades
para el pequeño. Posibilidades de obtener una mejor educación,
quizás con el tiempo concurrir a establecimientos privados; de
concurrir a aprender idiomas, o a realizar actividades deportivas, o
de culturales que enriquecen el espíritu –como estudiar música o
aprender la ejecución de algún instrumento musical-; posibilidades
de acceder, en definitiva, a una mayor holgura y un mejor estándar
de vida. Ello, hasta la edad legal en que dependería de su madre.
Todas estas posibilidades se han visto frustradas por la trágica
muerte de Vanesa, y deben ser reparadas. Esta parte estima
prudente fijar el monto reclamado por este concepto en el 50%
del potencial productivo de Vanesa, durante los años que
faltaban hasta la mayoría de edad (17 años y 9 meses),
contemplando debidamente la amortización por adelanto de
capital. En suma, reclamo el monto de pesos treinta y siete mil
novecientos noventa ($37.990) por este concepto.
A la vez, no caben dudas de que TODO lo que
pudiera producir en su vida Vanesa Anahí, aún más allá de la edad
hasta la que habría tenido la obligación legal de mantener a Franco
(Arts. 126 y 265 C.C.), terminaría por corresponder iure hereditatis
al pequeño Franco (Art. 3565 C.C.; y arg. Art. 3567 C.C.). Si, como
acostumbra suceder según el curso normal y ordinario de los
acontecimientos (Art. 901 C.C.), Vanesa falleciese antes que Franco –
pero, en todo caso, en un tiempo normal, esto es a una edad acorde a
la expectativa de vida en el país-, todo su patrimonio pasaría a
pertenecer al menor aquí reclamante. Ello, cualquiera fuera el
tiempo futuro en que tal hecho acaeciese. Si su madre adquiriese,
con las cantidades que pudiere ahorrar y/o créditos que pudiere
tomar, un vehículo o un inmueble, tales bienes pasarían a su único
hijo. Por ello, existe un daño indudable –bien que a título de chance-
que debe ser igualmente reparado. Esta parte reconoce la
dificultad de su estimación precisa. Por ello, brinda a V.S. una
base aproximada y deja librado a su prudente arbitrio la
determinación de la suma (Art. 90 inc. 7 C.P.C.). Sin perjuicio
de ello, y a fin de cumplir con lo establecido por el art. 165
inc. 3 del C.P.C., esta parte estima dicha chance en la suma de
pesos diecinueve mil setecientos cuarenta y tres con sesenta y
nueve centavos ($19.743,69), la que surge de descontar al total de
producción estimado de Vanesa –contemplando debidamente el
anticipo del capital- ($186.208,75), las sumas estimadas como
destinadas a solventar la crianza de Franco ($37.990) y a la ayuda a
Daniel ($7.191,51) y a tal suma aplicar un 20% (que se estima
razonable como posibilidad de ahorro, una vez deducido un 80% en
concepto de gastos varios –esparcimiento, etc.- y manutención), y a
la resultante, un 70% que se estima como chance probable de que
Vanesa destinara ese excedente (ahorro) a capitalizarse y que lo
adquirido con el mismo fuera recibido por el hijo.
POR TODO LO EXPUESTO, ESTA PARTE
ESTIMA JUSTO RECLAMAR LA SUMA TOTAL DE PESOS
CINCUENTA Y SIETE MIL SETECIENTOS TREINTA Y TRES
CON 69/100 ($57.733,69) PARA FRANCO DANIEL, EN
CONCEPTO DE DAÑOS MATERIALES DERIVADOS DE LA MUERTE
DE VANESA ANAHÍ.

VIII.1.D.-Incapacidad física de Sebastián


Como destaca el certificado médico extendido
por el Dr. Federico G. que se acompaña, el accidente dejó secuelas
físicas significativas en Sebastián
Si bien la primera impresión podría ser que
se trata de una incapacidad menor (el médico determina, de acuerdo
a los parámetros del Dec. 478/98, un 5% del total; debe hacerse la
salvedad que esta estimación es solamente provisional, pudiendo
surgir un porcentaje mayor de lo que determine la pericia médica
ofrecida, existiendo otros baremos distintos al utilizado por el Dr.
Fede que asignan un porcentaje mayor de incapacidad por
esplenectomía –a modo de ejemplo, se indica un 10% de incapacidad
en RUBINSTEIN, Santiago J., Las incapacidades laborativas:
Derechos de los incapacitacidos –Teoría y práctica-, 2da edición
actualizada y ampliada, Ed. Ábaco, Buenos Aires, 1986, p. 190-), la
realidad es bastante diferente. En efecto, al sufrir una sensible
disminución de la capacidad de respuesta de su sistema
inmunológico, Sebastián no solamente ha visto mermado su
potencial laboral total (entendido como máxima capacidad de
generación de esfuerzo productivo) sino que también ha visto
cerradas sus posibilidades en una amplia gama de actividades
laborales.
En efecto, la extirpación del bazo tiene
importantes repercusiones en el funcionamiento inmunológico del
organismo. Así, la falta de dicho órgano produce una disminución en
el “aclaramiento” de antígenos intra y extracelulares, generando una
disminución en la respuesta a antígenos polisacáridos, y alteraciones
en la fagocitosis, tal como se describe generalizadamente en la
bibliografía médica (ver certificado extendido por el Dr. Federico G.
Grilli, adjunto). Como consecuencia de los déficit funcionales
descriptos, entre otras complicaciones, los pacientes
esplenectomizados como Sebastián presentan una mayor
sensibilidad a una amplia gama de agentes patógenos (entre
ellos “Streptococco neumonie”, “H. influenza”, “N. meningitidis”,
“Streptococo beta hemolítico del grupo A”, “E. coli” y
“pseudomonas”) y un correlativo aumento en la resistencia que
los gérmenes presentan a los antibióticos conocidos. Esta
situación genera, en pacientes del mismo tipo, “una mortalidad por
sepsis de 50 a 200 veces más que el resto de la población no
esplenectomizada de sintomatología inespecífica” y aparecen en
ocasiones “infecciones fulminantes en adultos con aumento de la
mortalidad”. En el caso particular de Sebastián, estas
complicaciones han comenzado a manifestarse, mediante la
aparición de “infecciones recurrentes, principalmente de vías
respiratorias altas” y requiere aplicarse todos los años vacuna
antineumocóccica.
Como puede apreciarse sin mayores
esfuerzos, esta condición médica implica la lisa y llana imposibilidad
de realizar tareas que puedan colocar a Sebastián en exposición
directa a agentes patógenos o a situaciones de riesgo en las que
pudiera resultar herido o lastimado, lo que constituye una variada
gama de actividades. Así, y solamente a título de ejemplo, Sebastián
no sería apto para realizar tareas de maestranza y/o limpieza, ni
labores asociadas a la prestación de servicios de salud (sea como
profesional de la salud, enfermero –con o sin título-, o personal de
limpieza o maestranza), ni labores en servicios municipales de
recolección de residuos, ni tareas vinculadas a la seguridad –sea ésta
privada o a través de los organismos públicos-, ni labores en la
construcción, ni en la actividad mecánica, entre muchísimas otras.
A la fecha del accidente, y dada su condición
de adolescente y estudiante, Sebastián realizaba tareas en el taller
mecánico de su tío Nelson, aprendiendo el oficio y percibiendo como
remuneración la suma de pesos trescientos. Es claro que,
justamente, la actividad mecánica, en razón de las condiciones
higiénicas en las que suele desarrollarse (en contacto permanente
con grasa, metales sucios, partes de vehículos que por su naturaleza
presentan suciedad), de las propias necesidades de la actividad (que
requieren, por ejemplo, tirarse debajo de un auto o meterse en fosas,
ambientes propicios para cualquier sepsis) y de los riesgos
permanentes de cortes o lastimaduras en las manos y demás, NO es
una ocupación que Sebastián vaya a poder desarrollar en absoluto en
lo sucesivo. No, al menos, sin poner en grave riesgo su debilitada
salud.
Las chances laborales también se ven
directamente afectadas debido a que su condición de paciente
esplenectomizado es fácilmente detectable (se aprecia, de hecho, la
cicatriz a simple vista), la cual será advertida en exámenes pre-
ocupacionales a los que se someta, disminuyendo sus posibilidades
de empleo. Aunque no se lo admita directamente, es un hecho que
ningún empleador (en ningún ramo) quiere tener empleados “débiles
de salud” y expuestos a infecciones recurrentes, ya que lo expone –
sin ir más lejos- a no poder contar con el empleado en un “x” número
de días al año como así también a incurrir, potencialmente, en
mayores costos laborales asociados a control del ausentismo,
cobertura de enfermedades y otros.
Actualmente, Sebastián se encuentra
intentando terminar sus estudios “secundarios”, mediante la
asistencia a un establecimiento escolar para adultos, como así
también está tomando cursos vinculados a tareas de diseño gráfico.
Por ello, esta parte estima justo ponderar el
daño material derivado de la incapacidad física de Sebastián tomar
como base el salario mínimo vital y móvil, actualmente fijado en
$630, y a la proyección de 44 años útiles (desde los 21 años hasta los
65, sin perjuicio de que Sebastián ya trabajaba a los 16 años)
aplicarle el 5% directo (debe aclararse que no obstante tratarse de
un cálculo directo, esta parte entiende ajustada a derecho la suma
resultante, en tanto las repercusiones dañosas en el ámbito de la
productividad laboral claramente exceden el muy moderado
porcentaje de incapacidad estimado, como se ha argumentado antes,
y se ha tomado como parámetro un salario mínimo, sin tener en
cuenta posibilidades de salarios mayores y aumentos derivados de
antigüedad y otros ítems que usualmente conforman una
remuneración estándar de mercado; a ello debe sumarse que los
intereses que pudiera devengar dicho capital anticipado se
compensan claramente con la inflación normal y corriente en el país,
máxime ante lo moderado de la suma reclamada –ver GREGORIO,
Carlos G-HIGHTON, Elena I.-ÁLVAREZ, Gladys S., “Indemnizaciones
por daños a las personas: una comparación entre provincias”, en
Revista de Derecho de Daños, 2005-3, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe,
2006, p. 30, y nota 24). Ello nos da un resultado de pesos dieciocho
mil dieciocho ($18.018), los que se reclaman por este rubro,
siempre sujeto a lo que estime prudente V.S. de acuerdo a su elevado
criterio y probanzas de la causa.

VIII.1.E.-Incapacidad de Daniel A.:


El Sr. Daniel es una persona que ha trabajado
toda su vida, y desde muy joven. Contrajo matrimonio y fue padre a
corta edad (19 años, ver partidas adjuntas), y siempre mantuvo a su
familia en condiciones dignas, gracias a sus permanentes esfuerzos y
ansias de superación.
Durante muchos años se dedicó a la
conducción de camiones, efectuando viajes que lo obligaban a
ausentarse del hogar, que quedaba a cargo de Patricia. En épocas
cercanas al accidente, trabajaba para la empresa “Miceli”,
percibiendo una remuneración mensual de $1.800 aproximadamente.
Debido que tal actividad lo mantenía alejado por demasiado tiempo
de su familia, decidió cambiar de actividad, organizando una
actividad “autónoma” de reparto de carnes y venta mayorista, que
desarrollaba –hasta el momento mismo del accidente- en vinculación
comercial con la empresa “Transporte San Carlos”. Daniel efectuaba
el reparto conduciendo un vehículo de propiedad del Sr. Carlos
Fernández. Los ingresos eran variables, ya que percibía una
comisión sobre las ventas, pero no bajaban de los $1.800 mensuales.
Además, el movimiento a nivel ventas había comenzado a crecer, ya
que Patricia y Vanesa se turnaban para colaborar con él en la
organización de las tareas –desde el mismo hogar o ayudando con
algunas tareas fuera del hogar-.
En síntesis, Daniel siempre fue una persona
activa y muy trabajadora, que gracias a su esfuerzo personal y a la
solidaridad y apoyo de su núcleo familiar, pudo mantener su hogar
con gran dignidad y expectativas de superación.
Luego de ocurrido el accidente, Daniel tuvo
que dejar su trabajo y no ha podido, hasta la fecha, retomarlo. Ello,
por un doble orden de razones vinculadas directamente con el
accidente de marras: 1) los gravísimos trastornos anímicos y físicos
que sufrió como consecuencia de la muerte trágica de su mujer y su
hija, que determinan una incapacidad del 20% (según estima la Lic.
Natalia Illuminati, informe adjunto); y, 2) la imposibilidad de
continuar con su trabajo ya que debía hacerse cargo de la casa (tuvo
que mudar a su familia a vivir junto a su padre, ya que los hijos
tenían fobia y no querían volver a su casa anterior), del cuidado y
contención de sus hijos (ambos menores, especialmente vulnerables
y afectados –como surge de los informes psicológicos acompañados-,
y uno de ellos convaleciente de las graves lesiones sufridas), y
durante un tiempo, del pequeño Franco también.
Desde el accidente, sólo ha podido realizar
changas esporádicas, y ha mantenido a sus hijos –y, parcialmente, a
su nieto- con la ayuda económica de sus parientes (madre y esposo
de la madre).
Por ello, esta parte estima prudente y justo
reclamar la suma de pesos catorce mil cuatrocientos noventa
($14.490) por los daños materiales sufridos hasta el momento
de interposición de la demanda. La misma surge de considerar el
salario mínimo vital y móvil, como pauta orientativa y sin perjuicio de
que los ingresos inmediatamente anteriores de Daniel eran muy
superiores al mismo, como se demostrará, y multiplicarlo por los 23
meses transcurridos hasta el momento.
Sin perjuicio de ello, debe ser objeto de
reparación también la incapacidad que quedará a Daniel. Al
momento de la interposición de la demanda, presenta una
incapacidad por daño psicológico del 20% -como informa la Lic.
Illuminati-. Se trata de un daño cierto, concreto, pero que se
encuentra en evolución. Estamos en presencia de un menoscabo que
“aún está produciéndose”. Ello impide una determinación precisa a
la fecha.
El Sr. .. presenta un “duelo de
características patológicas ya que el proceso es más intenso, o
más desproporcionado con deterioro notable del funcionamiento del
individuo, tanto en sus capacidades personales, como en su manera
de relacionarse, siguiendo un patrón desadaptativo” (Informe
individual Lic. Illuminati, pág. 17. La negrita es del original y el
subrayado propio). Sufre de TRASTORNO DE ESTRÉS
POSTRAUMÁTICO y de TRASTORNO DEPRESIVO MAYOR en
relación directa al accidente, como explica la psicóloga informante,
con alto monto de ansiedad, miedos y cuadros de angustia, que
redundan en un “funcionamiento actual por debajo de sus
potencialidades” con “nivel de desorganización mental que excede
sus recursos internos”. Todos estos rasgos derivados del lamentable
accidente que nos ocupa presentan características de “cronicidad”
que “no es favorable”. Todo lo cual lleva a concluir en la existencia
de un deterioro de las capacidades laborativas, debida a
“REACCIÓN VIVENCIAL ANORMAL NEURÓTICA, Grado III”, la
que estimada de acuerdo a los patrones de la ley 24.557 resulta en
una incapacidad del 20%.
Como ya se dijo, se trata de un daño en
“evolución”. Por ello, esta parte se remite al porcentaje de
incapacidad que determinen los peritos a designar en autos, el
cual orientará el elevado criterio de V.S. a los fines de
establecer una reparación equitativa y ajustada al daño total
que se consolide con el transcurso del tiempo –el cual podrá
ser mayor o menor que el existente a la fecha-.
Nuevamente, a los fines de cumplir las
exigencias del Art. 165 inc. 3 del C.P.C., esta parte recurre a la
fórmula matemática conocida como fórmula de Vuoto utilizada antes
(punto VII.1.C de esta demanda). Considerando que el Sr. Daniel ..
tiene al momento de la promoción de la presente acción 43 años y 6
meses (esto es, 43,50 años), que el salario mínimo vital y móvil –
como pauta orientadora- es de $630, que la edad útil mínima se
extiende hasta los 65 años, y que la incapacidad total puede
apreciarse en un 20%, la suma provisoria estimada por
reparación de incapacidad laboral es de pesos veintitrés mil
trescientos veinticinco con doce centavos ($23.325,12).
POR ELLO, SE RECLAMA UN TOTAL DE
PESOS TREINTA Y SIETE MIL OCHOCIENTOS QUINCE CON DOCE
CENTAVOS ($37.815,12), EN CONCEPTO DE LUCRO CESANTE E
INCAPACIDAD LABORATIVA DEL SR. DANIEL A. ...
VIII.1.F.-Gastos de sepelio.
Los gastos de sepelio de Vanesa y Patricia
ascendieron a la suma total de pesos cuatro mil trescientos
noventa y dos con sesenta y tres centavos ($4.392,63.-), según
dan cuenta los comprobantes oficiales extendidos por “Parque de
Descanso S.C.” y por “Boschín Hnos. Sepelios” que se adjuntan,
correspondiendo la plena reparación de los mismos, a tenor de lo
prescripto por los arts. 1084 y 1085 del Código Civil.

VIII.1.G.-Valor de reposición del vehículo


destruido.
Corresponde, asimismo, el pago a su hijo
Franco, en su carácter de único heredero universal, del valor de
reposición del automóvil Citröen conducido por Vanesa al momento
del siniestro, y de su propiedad. El vehículo quedó absolutamente
inservible, como puede apreciarse en las fotografías obrantes en la
causa penal.
Por ello, esta parte estima el daño sufrido en
la suma de pesos $6.000, que surge de descontar al valor de
mercado de un automóvil de las características del embestido, el
valor que como chatarra ($500) pudieran conservar sus restos.

VIII.2.-DAÑO MORAL.
El daño moral es, conceptualmente, “una
modificación disvaliosa del espíritu en el desenvolvimiento de
su capacidad de entender, querer o sentir, que se traduce en
un modo de estar de la persona diferente de aquél en que se
encontraba antes del hecho, como consecuencia de éste y
anímicamente perjudicial” (ZAVALA DE GONZÁLEZ, op. cit., p.
49. En igual sentido: MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad
por daños, t. I, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 1998, p. 334)
Ello implica que debe resarcirse toda
disminución o alteración perjudicial que haya afectado la dimensión
espiritual de mis mandantes como consecuencia de las pérdidas de
Vanesa y Patricia, y de las importantes lesiones sufridas por
Sebastián y Franco. No sólo el liso y llano dolor debe ponderarse a la
hora de indemnizar el daño moral, sino que también deben
contemplarse las afectaciones en el querer (aspecto volitivo del
espíritu) o en el entender (aspecto intelectivo) de cada uno de los
damnificados.
Por ello, y a fin de mejor ilustrar a V.S.
respecto al impacto en los planos emocional, afectivo, volitivo y aún
intelectivo que el luctuoso hecho ha causado a mis mandantes, es
preciso efectuar algunas breves consideraciones respecto a cómo
funcionaba la familia .. antes del deceso de Vanesa y Patricia, y cómo
eran las relaciones entre sus miembros. Ello permitirá ponderar con
mayor precisión las distintas repercusiones dañosas que deben ser
reparadas.
A tales fines resulta imprescindible
considerar que, antes del accidente, “la familia presentaba un
funcionamiento en el cual los vínculos se caracterizaban de un
apego excesivo, dependencia y sobreprotección, en especial de
las mujeres hacia los varones (la madre y la hija hacia el resto de los
integrantes de la familia)…el Sr. .. desde siempre ha sido el sostén
económico de la familia y su señora era la encargada de las tareas
domésticas, cuidado de los hijos, y funcionaba como sostén
emocional de su familia…en la pareja había un nivel de
comunicación muy íntimo, en el cual todas las decisiones se
consultaban entre ambos. En los valores de los padres estaba como
meta principal la educación formal de sus hijos…” (Ver página 01 del
Informe Psicológico Familiar, elaborado por la Lic. Natalia Illuminati,
que se adjunta. La negrita es del original)
Con posterioridad al hecho, y no obstante
haber transcurrido más de un año y medio, puede destacarse el
elevado monto de angustia tanto a nivel familiar como individual
(página 02 del mencionado Informe Familiar). Como rasgos
peculiares de la dinámica familiar post-accidente, la perito psicóloga
informa respecto a la existencia de “desorganización”, “irritabilidad,
agresión e intolerancia entre unos y otros”, “labilidad emocional” y
“tendencia a la introversión” (pág. 02), todo acompañado de estrés
psicológico que ha generado “preocupación insistente por las
consecuencias futuras”, “sentimientos de culpa”, “colapso de la red
de comunicación intrafamiliar”, “aislamiento de sus miembros” y
“redistribución de roles”, entre otros cambios desfavorables.
En suma, el núcleo familiar ha sido
desarticulado, con la pérdida de dos miembros significativos, que
asumían roles determinantes en la organización familiar, tanto a
nivel material como emocional. Además, se trata de un suceso de
connotaciones particulares, ya que las fallecidas eran personas
jóvenes (de las cuales no es dable prever su muerte en el corto
plazo), que perecieron en circunstancias trágicas y repentinas, lo que
genera un agravio moral particularizado en su intensidad. No se
trata de personas que, gravemente enfermas, se sometieron a una
intervención quirúrgica de riesgo y perecieron durante la misma, o
por complicaciones posteriores. Eran simplemente dos personas que
salieron un día de su casa a realizar actividades cotidianas, y no
pudieron volver, por causa del Sr. Alberto Alberto Alberto. Ninguna
previsibilidad había de que un suceso tal ocurriese, lo que –
obviamente- profundiza el trastorno moral que mis mandantes
sufren.
Analizaré seguidamente los daños de cada
uno de ellos:

VIII.2.A.-De Daniel A.
El Sr. .. perdió súbitamente a su esposa,
compañera de vida, amante, organizadora del hogar. Todo ello, a la
corta edad de 41 años (40 tenía Patricia). Como refiere la psicóloga
informante, la familia .. era muy unida, y “en la pareja había un
grado de comunicación muy íntimo, en el cual todas las decisiones se
consultaban entre ambos” (Informe Familiar, pág. 1). No se trataba
de una pareja disuelta, o donde –por las vueltas de la vida y el
desgaste de la convivencia- simplemente compartían un techo. No.
Mi mandante y su esposa mantenían una relación afectiva muy
intensa, compartiendo las decisiones diarias, y en la cual Patricia era
un apoyo fundamental (inclusive, había comenzado a colaborar,
agregando a su labor como ama de casa el trabajo fuera del hogar
mediante una actividad de venta de carne que le había organizado
Daniel).
Daniel estaba acostumbrado a un trato
cariñoso por parte de su mujer, y a contar con su apoyo permanente.
La pérdida de su mujer, a tan corta edad y en circunstancias tan
trágicas, le ha significado la pérdida de las ilusiones de compartir el
resto de su vida con la persona elegida.
La gravedad del agravio moral padecido ha
sido puesto de manifiesto por nuestra doctrina y jurisprudencia, al
señalar que:
“la muerte del integrante de un matrimonio
que se desenvolvía normalmente (sin algún radical distanciamiento
afectivo entre sus componentes) ocasiona por lo común un
gravísimo daño moral al cónyuge supérstite. Es que el
matrimonio trasunta de ordinario una profunda unión espiritual
entre los esposos, con honda compenetración vital. Dentro de
regulares aspiraciones, ese vínculo se encuentra destinado a
perdurar, con participación en las alegrías y penas que depara la
existencia…” (CNCiv, Sala H, 04/11/1997, “L. de A., M. M. c/Brizuela,
Carlos A. y ot.”, L.L. 1998-B, 609; con cita de Matilde Zavala de
González)
Pero no solamente el Sr. Daniel perdió a su
cónyuge sino que, en el mismo momento, perdió a su hija mayor,
Vanesa Anahí, quien era una joven aplicada y promisoria. En ella
estaban puestas ilusiones y esperanzas, como todo padre hace con
sus hijos. Y si resulta gravemente perturbador perder al cónyuge a
una edad relativamente corta, más grave aún es tener la desgracia
de enterrar un hijo. Esto es, sin dudas, contrario a la ley de la vida, y
representa –quizás- el grado máximo de afección moral que puede
experimentar un ser humano (Así lo ha reconocido expresamente
nuestra jurisprudencia- A modo de ejemplo: 3raCámCivCom,
08/10/2002, “Blanco, Alfredo y ot. c/Bocaccini, Carlos y ots.”, L.S.
098-014; 4taCámCivCom, 10-02-1997, “Videla Pastrán, Eugenio
c/Cuello, J.C.”, L.S. 141-048; criterio reiterado por el mismo tribunal
en L.S. 143-073)
V.S. deberá atender especialmente a las
circunstancias concretas de las personas involucradas. Vanesa era
una joven emprendedora, excelente estudiante, con ansias y
potencial de desarrollo a nivel personal y laboral. Era, a la vez, una
madre cariñosa y dedicada a su pequeño hijo Franco.
Como ya referimos, Vanesa actuaba como
“mano derecha” de Daniel, ayudándole –junto a Patricia- en la
actividad comercial de venta de carne que habían iniciado tiempo
antes de los hechos, llevando todo lo relativo al pago de impuestos y
realizando todos los trámites familiares y comerciales.
Su desempeño escolar fue siempre
distinguido, habiendo obtenido el título de “Perito Administrativo
Contable” y siendo condecorada con la posición de escolta de la
bandera, como ya se destacara. También eran rasgos distintivos de
Vanesa .. la inquietud de aprender y formarse, y la perseverancia
(ver constancias de cursos de computación y pasantías en AFIP
adjuntas).
Tenía habilidades para los temas legales y
administrativos, lo que la había llevado a decidir estudiar abogacía
(ver constancia de inscripción de pre-universitario adjunta) y
postularse para ingresar en la esfera del Poder Judicial de la Nación
como auxiliar (para lo cual se le había presentado una excelente
oportunidad, como se demostrará) tanto para hacer experiencia en
temas jurídicos como para ayudar al mantenimiento de la casa
familiar (donde vivía junto a sus padres, sus dos hermanos y su hijo
Franco).
Es claro que pérdidas de la índole de las
sufridas por el Sr. Daniel A. .. son de difícil ponderación. Quien no
haya sufrido la pérdida simultánea del cónyuge y un hijo joven –que,
además, ayudaba en las tareas económicas de la familia-,
seguramente no puede apreciar en plenitud el grado de afectación
que tal situación causa en una persona. Agravio que, obviamente,
persiste a lo largo de toda la vida en su dolorosa realidad.
La gravedad de los trastornos y
perturbaciones sufridos explican que, desde el momento del
accidente, una persona activa y trabajadora como era el Sr. Daniel ..,
no haya podido realizar ninguna actividad de carácter
productivo, lo que no sólo le provoca un daño material (ante la
obvia necesidad de sustento), sino que le genera “una pérdida
importante de identidad, de poder, de autoridad, de estima personal
y social que afecta profundamente su persona y le provoca
sentimientos de inutilidad, vacío, frustración, indefensión y
negativismo sobre el tiempo presente y futuro” (Ver Informe
Psicológico individual correspondiente al Sr. Daniel A. .. elaborado
por la Lic. Natalia Illuminati, adjunto, pág. 9). Asimismo, ha sufrido
importantes repercusiones somáticas, tales como “sueños de
contenido desagradable que se acompañan de activación
neurovegetativa”, “insomnio crónico”, “marcado desinterés por la
alimentación…significativa pérdida de peso”, “altos montos de
ansiedad”, abuso del consumo de tabaco con carácter adictivo,
“bradipsiquia, dificultades en mantener el hilo del pensamiento”,
“ideas de desvalorización, ruina y temores”, “inquietud psicomotriz”,
“dificultades en la Memoria de Fijación, de Conservación y de
Evocación (las cuales exceden el deterioro esperable por la edad)”,
“desorientación parcial”, hipoabulia, sumadas a las esperables
consecuencias de “inestabilidad emocional”, “tristeza”, “sentimientos
de minusvalía, desamparo y soledad”, “miedos” (Ver Informe
respectivo, capítulo “Estado Psicológico Actual”, págs. 9/12).
Por ello, y atendiendo a los cánones
generales establecidos para casos similares a través de la
jurisprudencia nacional esta parte estima el daño moral total
sufrido por Daniel A. en la suma de $110.000 ($50.000 por la
muerte de su esposa Patricia y $60.000 por la muerte su hija
Vanesa), siempre librado a lo que el prudente arbitrio de V.S.
determine..

VIII.2.B.-De Sebastián A.
Sebastián tenía, al momento de producirse el
accidente, 16 años. Era un adolescente normal, con una vida activa,
que gustaba –como la mayoría de sus pares- de juntarse con sus
amigos a jugar al fútbol, o realizar otras actividades propias de su
edad. Cursaba, en ese momento, 2do Año del Polimodal en la Escuela
En el accidente de marras perdió a su madre
y a su hermana. Deberá transitar la difícil etapa de la adolescencia
sin la compañía y la guía de su madre, sin las atenciones y
contenciones que una madre prodiga a sus hijos. A la vez, la pérdida
de su hermana (cuyo innegable disvalor moral NO se reclama, a raíz
de la prescripción expresa del art. 1078 C.C.), implicará que su
sobrino Franco, con quien vivía y mantenía una relación afectiva
estrecha, no vivirá más con Sebastián y su familia.
Su propia vida estuvo en peligro, tanto
potencial como realmente. No sólo vivió cada uno de los trágicos
momentos en que el camión conducido por Alberto Alberto Alberto
impactaba el vehículo en que circulaba junto a su madre, su hermana
y su sobrino, sino que presenció en forma directa el fallecimiento de
su madre y su hermana. Fue testigo forzoso de toda la situación
inmediata al siniestro, en la que vio los cadáveres de sus seres
queridos. A la vez, y producto de los severos golpes recibidos, debió
ser hospitalizado en el Hospital Central. Allí fue intervenido
quirúrgicamente, practicándosele una “esplenectomía” (extirpación
del “bazo”) como consecuencia de un severo traumatismo abdominal
con rotura de bazo (Ver “hoja de epicrisis”, suscripta por el Dr. José
Ignacio Mangione, en la copia certificada de historia clínica adjunta).
Permaneció internado por espacio de 11 días (constancia en
copia de historia clínica adjunta), debiendo con posterioridad
concurrir asiduamente a controles médicos. Le quedó, como huella
del accidente, una importante cicatriz abdominal que –como
redestaca la Psicóloga informante- “no sólo lo afecta …por una
cuestión de estética, sino también porque es la marca de una
experiencia traumática, relacionada directamente con la muerte
propia y ajena, que se le presenta cotidianamente” (Ver Informe
individual adjunto, pág. 21)
A la vez, la operación de ablación ha dejado
secuelas: como informa el Dr. Federico G. Grilli, la pérdida del bazo
lleva al sistema inmunológico a sufrir alteraciones
perjudiciales (“disminución del aclaración de antígenos intra y
extracelulares”; “respuesta disminuida a antígenos polisacáridos”,
“alteración de la fagocitosis”; ver certificado médico adjunto), que
disminuyen su potencial como defensa frente a los agentes
infecciosos. Se trata de “un paciente con infecciones recurrentes,
principalmente de vías respiratorias altas, con vacunación
antineumocóccica anual. Tiene mayor sensibilidad a infecciones por
Streptococo neumonie, H. influenza, N. Meningitidis, Streptococo
beta hemolítico del grupo A, pseudomonas”. A la vez, sus chances
de morir por sepsis inespecíficas son entre 50 y 200 veces mayores
que las de las personas no esplenectomizadas. La literatura médica
describe la aparición en pacientes esplenectomizados de infecciones
fulminantes (ver certificado ya referido). Es claro que existe un
disvalor moral en la pérdida de salud y de potencial de curación
frente a agentes patógenos harto comunes como los mencionados.
Continuando una línea cronológica, debe
considerarse que inmediatamente después del accidente, Sebastián
no pudo seguir estudiando. A pesar de la insistencia de su padre
Daniel, Sebastián no se encontraba en condiciones psicológicas ni
anímicas de cumplir los requisitos académicos de la enseñanza
polimodal. Actualmente, y luego de dos intentos frustrados de
retomar la actividad escolar en establecimientos donde concurren
adolescentes, Sebastián está intentando continuar con sus estudios,
habiéndose inscripto en un establecimiento escolar para personas
adultas. Debe tenerse en cuenta que a raíz del accidente y a pesar de
sus mejores esfuerzos, Sebastián perdió 2 años lectivos.
A su vez, y dado el permanente recuerdo de
sus pérdidas familiares, y al igual que su hermano Gerardo,
Sebastián no pudo vivir más en la casa que habitaba la familia ...
Daniel debió conseguir ayuda familiar (primero de su padre, y luego
de su madre y el esposo de su madre) para conseguir un lugar
adonde pudiera vivir provisoriamente con su familia.
El accidente produjo importantes
alteraciones en la vida de Sebastián ... Ha sufrido repercusiones
somáticas: insomnio, con contenido angustioso de los sueños
cuando logra conciliar el mismo; altos montos de angustia, lo que
le genera dificultades para prestar atención y retener datos, como
así también consumo de tabaco para calmar la ansiedad; desorden
en los hábitos alimenticios. También ha presentado cambios en la
personalidad, acentuándose rasgos de introversión, inhibiciones y
miedos, con elaboración de duelo obstaculizada (Ver Informe
Psicológico individual adjunto).
En razón de todas las afecciones morales
descriptas y acreditadas, esta parte estima provisoriamente el total
por daño moral en la suma de $70.000 ($45.000 por la muerte de
su madre, y $25.000 por los perjuicios directos derivados del
riesgo de muerte al que se vio expuesto, como así también de
la internación, ablación, consecuencias físicas, psicológicas y
de toda índole ya descriptas).
VIII.2.C.-De Gerardo
Gerardo .. es un adolescente, al momento del
accidente en que perdiera la vida su madre y su hermana, tenía 11
años, se encuentra cursando el último año del ciclo polimodal.
También trabaja en el taller de motos de su tío.
Gerardo presenta un complejo cuadro
psicológico como consecuencia de la irremediable pérdida de sus
seres queridos más íntimos. Su progenitora le brindaba todo su calor
de madre, y el consejo y contención propias de aquél progenitor que
está más frecuentemente en la casa y se hace cargo de las cuestiones
cotidianas de los hijos. Su pérdida le provocó un profundo “estado de
tristeza y anhedonia”, que –como bien describe la psicóloga
informante- alcanza una entidad tal que puede estar enmascarando
estados depresivos. A su vez, tiene temor a sufrir un accidente en
auto, lo cual condiciona sus posibilidades de desarrollar actividades
cotidianas (como trasladarse en vehículo) sin sufrir exacerbaciones
en los montos de ansiedad elevados que presenta a causa de los
hechos luctuosos. Presenta dificultades en el control de sus impulsos,
concatenado con sus sentimientos de impotencia y enojo (ver
informe Psicológico, pág. 25, Lic. Illuminati). Estas disfunciones
psicológicas le han alterado funciones somáticas, apareciendo
“insomnio” y “gran ansiedad”.
Gerardo fue un niño feliz con su familia,
creció en el seno de un hogar compuesto por sus dos padres, sus dos
hermanos y su sobrino al que asimilaba a un hermano. La ausencia
de su madre es sufrida especialmente por hijos adolescentes –como
es el caso tanto de Gerardo como de Sebastián- quienes deben
transitar el camino de su desarrollo sin la contención materna, y con
la asistencia de su padre gravemente afectado por el mismo hecho.
Por lo demás, y como se ha sostenido jurisprudencialmente en forma
constante) la muerte de una madre provoca al hijo –de cualquier
edad, pero especialmente a los menores de edad- un perjuicio moral
cuya existencia es innegable y surge de los hechos mismos. Es, en
suma, un daño in re ipsa.
En razón de los padecimientos sufridos por
tan inconmensurable pérdida, esta parte estima que el daño moral
como consecuencia de la muerte de su madre en la suma de pesos
cuarenta y cinco mil ($45.000).

VIII.2.D.-De Franco
El pequeño niño Franco, tenía la edad de tres
años cuando presenció el accidente de tránsito en el que resultaran
fallecidas instantáneamente su mamá y su abuela. También vio a su
tío Sebastián sangrando al lado suyo, ya que estaba sentado en el
asiento trasero del Citröen impactado. Vio un gran camión
embestirlos, en medio de gritos y desesperación. Este fue, en el
mejor de los casos, el desgraciado panorama que tuvo que vivir y
presenciar el pequeño, y que provocó repercusiones morales de
considerable entidad.
Franco era hijo de padres no casados y que
ya no conformaban pareja. Como consecuencia de tal situación, el
niño vivía en la casa de sus abuelos maternos. Patricia, su abuela era
su “alter mater”; evidentemente era una “abuela-madre”. Patricia
cuidaba del pequeño Franco mientras Vanesa estudiaba o concurría
al pre-universitario, o salía a hacer trámites impositivos o de otra
índole para ayudar a Daniel. Como suele ocurrir en casos en que los
padres de un menor no conviven, y el progenitor que tiene el niño a
su cargo es menor, los abuelos asumen un rol fundamental en la
crianza del niño. Máxime cuando, como en el caso que nos ocupa, el
niño vivía en casa de los abuelos. Esta solución usual –y casi podría
decirse “natural”- fue reconocida expresamente por el art. 264 bis
del C.C. Así, Patricia tuvo la “Guarda” de Franco desde sus primeros
días de vida, ya que Vanesa era menor de edad, situación que fue
consolidada en el convenio de mediación actuación Nº 28.380/2
caratulados “Vanesa Anahí, yCésar Domingo p/ Tenencia” por ante el
cuerpo de Mediadores del Poder Judicial que desde ya se ofrece
como prueba. Por ello, el vínculo que Franco tenía con su abuela
era más intenso que el ya de por sí profundo vínculo que
establecen los niños pequeños con sus abuelos. Franco ha
sufrido un daño moral agravado: no sólo ha perdido al ser más
significativo que tiene una persona en la vida, esto es, la madre, en
una etapa clave de su vida y donde su dependencia de la madre es
máxima, sino que al mismo tiempo ha perdido a su abuela materna,
quien lo tenía a cargo y compartía la crianza con Vanesa. Ambas
lesiones deben ser reparadas.
El duelo de Franco es cualitativamente
distinto, debido a la dependencia propia de un niño de su edad con
su madre. A su corta edad presenta “un trastorno de estado de
ánimo específicamente depresivo” (conforme diagnóstico
expedido por la Lic. en Psicología M. Leonor Marengo). Su vida de
relación se halla sustancialmente alterada debido al duelo ya que,
según el informe psicológico referido, “no hay juego con los otros
niños ni autonomía en alguno hábitos de la vida cotidiana”. Tampoco
fue posible insertarlo en una sala de cuatro años, ya que se veía
invadido por la separación, reviviendo el dolor de su fatal pérdida.
La sintomatología de Franco es referida por
la Licenciada tratante como: “…dependencia, sentimientos de
indefensión, inseguridad y desvalimiento, retraimiento, timidez e
hipersensibilidad, predominan sentimientos de tristeza, angustia,
miedo y ansiedad de separación, luego del accidente presenció
trastornos somáticos como trastornos de apetito (inapetencia,
periodos de anorexia), alteraciones que aún se observan en su
comportamiento, presentó episodios de encopresis y enuresis
secundaria (diurna y nocturna)…”, padecimientos que van a marcar a
Franco con el signo de la Muerte Violenta para toda su vida.
Con todo, Franco debió sufrir otra separación
ya que tiene la sensación de haber perdido su anterior estilo de vida,
en virtud de la reorganización forzada que produjo el desgraciado
acontecimiento: dejó de vivir con su abuelo materno, para vivir con
su padre, Sr. César Domingo.
A todo ello debe agregarse el daño moral que
se deriva de las lesiones físicas que sufriera el pequeño como
consecuencia del violento impacto del camión conducido por el co-
demandado Alberto Alberto Alberto. Como da cuenta la historia
clínica del Hospital “Notti” (obrante a fs. 53 vta. y ss. de la causa
penal ya ofrecida), Franco Daniel registra internación en dicho
nosocomio en la fecha del accidente, ingresando con
“politraumatismo” (fs. 55/57) y diversas heridas, entre ellas,
“cefalohematoma en arco superciliar derecho”, “escoriaciones en
rostro y cuero cabelludo” (fs. 57) y “fractura de clavícula izquierda”
(fs. 59). Ello requirió tratamiento ambulatorio con diversos
medicamentos, y control traumatológico posterior.
Esta parte estima como daño moral sufrido
por el menor Franco .. en la suma de pesos setenta y ocho mil
($78.000), importe que se discrimina de la siguiente forma: pesos
sesenta mil ($60.000) por la muerte de su madre Vanesa, pesos
quince mil ($15.000) por la muerte de su abuela Patricia, y pesos tres
mil ($3.000) por las lesiones sufridas en el propio cuerpo.
Debe recordarse que, tal como ha sostenido
la Suprema Corte de Justicia de Mendoza en un elogiable decisorio,
Franco se encuentra plenamente legitimado para reclamar los
perjuicios morales sufridos como consecuencia de la muerte tanto de
su madre, como de su abuela:
“Cuando del hecho resulta la muerte de la
víctima, los herederos legitimados para reclamar la indemnización
por daño moral según lo previsto por el art.1078 del C.C., no son sólo
los de grado preferente de acuerdo al orden sucesorio en el caso
concreto, sino en abstracto; en consecuencia, corresponde acordar
legitimación al ascendiente, aún en presencia de un descendiente…
Si bien es cierto que el art.1078 del C.C. admite el reclamo del daño
moral sufrido como consecuencia del fallecimiento de una persona
sólo respecto a los herederos forzosos, corresponde asignar a tal
mención una interpretación amplia de modo que alcance a todos
aquellos que son legitimarios con vocación eventual, aunque de
hecho pudieron quedar desplazados de la sucesión por la
concurrencia de otros herederos de mejor grado, comprensión que
se compadece con el caráter iure propio de esta pretensión
resarcitoria y, además, satisface la necesidad de evitar soluciones
disvaliosas. (CSN, 7/8/1997, "Badin R. y ots. c/ Pcia. de Bs.As.", LL
1998-E-194; J.A. 1998-I-224. La decisión continúa la línea
jurisprudencial comenzada en sentencias del 9/12/93 (Legitimación
de la abuela, LL 1994-C-546)y abandona el criterio restrictivo
aplicado en Fallos 292-428 considerando 19, JA 1976-I-132)…”
(SCJMza, Sala I, 02/10/2002, As. 73.065, “Servicios Especiales San
Antonio S.A. en J: Álvarez Quintana, Manuel y ots. c/Rojas, Dalmiro y
ots.”, L.S. 312-193)

Por todo lo expuesto, la suma total que


en concepto de daño moral reclamo en nombre de mis
mandantes asciende a pesos trescientos tres mil ($303.000), o
lo que en más o en menos determine V.S. de acuerdo a las
pruebas a rendirse en autos.
Hago hincapié en que esta suma repararía,
bien que imperfectamente, los padecimientos afectivos, intelectivos y
volitivos que derivan de la muerte de Patricia y de Vanesa, como así
también de las lesiones de Sebastián y de Franco, y que resultan
absolutamente independientes de cualquier incapacidad o
daño psíquico que pudiera quedar a los reclamantes (como es
el caso de Daniel ..). Esto es, a través del reclamo por daño
moral se intenta satisfacer el perjuicio ya sufrido e irreparable
de los momentos que han vivido -y vivirán- mis mandantes
como consecuencia del accidente. En nada altera este pedido la
eventualidad de que alguna de la sintomatología y repercusiones
psicológicas descriptas –como base de perjuicios morales- pudiera
evolucionar o aminorarse con tratamiento adecuado. Los momentos
vividos no serán reparados ya, aunque la patología psicológica
pudiera mejorar. El dolor, el sufrimiento, la angustia, la
depresión, la percepción del mundo externo como
amenazador, el sentirse solo y abandonado, entre tantas otras
manifestaciones dañosas, y todas las repercusiones somáticas
ya descriptas son padecimientos que han acaecido y,
cualquiera sea el pronóstico psicológico, no desaparecerán.
Haciendo una analogía, en el caso que a raíz de un accidente una
persona sufra fracturas óseas que luego suelden perfectamente y sin
dejar secuelas, igualmente debe ser reparado el daño moral
(sufrimientos, dolor, trastornos, incomodidades, ingesta de
medicamentos, etc.) que esa persona sufrió con absoluta
independencia de que le quede incapacidad física o no. A lo que
cabe agregar que TAMPOCO CESARÁ JAMÁS EL AGRAVIO
PRODUCIDO POR LA FALTA DEFINITIVA E IRREPARABLE DE
LOS SERES QUERIDOS.
En síntesis, se reclama a través de este
rubro el daño moral derivado de TODA la situación, inclusive
las manifestaciones patológicas a nivel psíquico en tanto
repercuten en la esfera moral, y no el daño psíquico en sí
mismo el que, en su caso, deberá ser debidamente estimado
en el rubro correspondiente, mediante la cobertura de los
tratamientos psicológicos y psiquiátricos indicados.

VIII.3.-RESUMEN DE LIQUIDACIÓN.
Daños Materiales:
Daños Morales:
TOTAL:
IX. PRUEBA
Ofrezco las siguientes pruebas, solicitando
desde ya a V.S. su admisión y oportuna producción:
A. DOCUMENTAL:
1. Una copia de poder especial para juicio
conferido por el Sr. Daniel y por el Sr. César .
2. Un acta de defunción de Vanesa
Anahí .
3. Un acta de defunción de Patricia
Sonia .
4. Cuatro partidas de nacimiento de
Vanesa Anahí, Sebastián Alejandro , Gerardo Daniel y Franco Daniel.
Un convenio sobre guarda del niño Franco Daniel homologado en los
autos nro.32521/5º F caratulados “, Vanesa y Cesar p/
Homologación” radicados por ante el Sexto Juzgado de Familia de
Mendoza, y correspondiente cédula de notificación, ambos en
original. A todo evento solicito se requieran dichos autos ad effectum
videndi et probandi o se solicite la remisión de copia autenticada del
convenio en cuestión.
3. Siete (7) fotografías certificadas por notaria pública.
4. Un acta protocolar pasada por ante la notaria Estela A. Llano
de Giromini, titular del registro Nº291 de Capital, en … fs.
5. Un informe pericial de Perito en Criminalística Lic. Aldo Videla
Valdez en cuatro fojas útiles.
6. Cuatro informes psicológicos evaluados por la Lic. en
Psicología Natalia Illuminati en veintiséis fojas útiles,
correspondientes a: a) familiograma, b) Daniel Alejandro , c)
Sebastián Alejandro , d) Gerardo Daniel Con certificación de
entrevistas psicológicas realizadas en el proceso de
Psicodiagnóstico.
7. Un informe psicológico suscripto por la Lic. en Psicología M.
Leonor Marengo en 3 fs. correspondiente a Franco Daniel
8. Un certificado médico extendido por el Dr. Federico G. en una
foja.
9. Una copia certificada de Historia clínica del Hospital Central
correspondiente a Sebastián .. en 5 fs. útiles certificada por el
archivo de clínicas del H. Central Mza.
10. Un recibo oficial de Parque de Descanso
Nº0008 00006764 con sus respectivas autorizaciones de
inhumación.
11. Dos (2) Facturas de “Boschin Hnos.
Sepelios Sociedad de Hecho”, nros.2965 y 2966.-
12. Un recibo nº0000-00000815 extendido por
la Fundación Cooperadora Facultad de Derecho UNC 12/11/02
en concepto de derecho de inscripción y anticipo de material
bibliográfico.
13. Un certificado de estudios extendido en
diciembre de 2000 por la escuela nº 4- 050 “Roberto Azzoni”
suscripto por la profesora Berta Ana T Gonzalez y Mirta
Aballay.
14. Un certificado de pasantías laborales
contables en AFIP DGI, suscripto por la profesora Berta Ana T.
González y Mirta Aballay.
15. Un carnet plástico correspondiente a la
mat. 14157 del Instituto Manuel Belgrano, perteneciente a la
alumna Vanesa por curso de “capacitación computación”.
16. Un certificado analítico nº018/2001
correspondiente a Vanesa Anahí extendido por la D.G.E. a
través de la dirección de la escuela Nº 4- 050 “Roberto Azoni”,
en copia certificada.
17. Una copia de plan de estudio de la
Facultad de Derecho, carrera Abogacía, U.N.C.,
correspondiente al año 2002 en una foja y su vuelta.
18. Cédula de Identificación del Automotor
extendida por R.N.P.A. correspondiente al dominio UAZ266,
titular Vanesa Anahí

Para el caso de desconocimiento de los


instrumentos ofrecidos en los incisos 7, 8, 9, 10, 15 y 16 solicito se
cite a los firmantes a reconocer firma y contenido de los mismos.
En el supuesto de desconocimiento de los
incisos 11, 12, 13 y 14 solicito se oficie a las entidades que los
emitieron a los efectos que remitan copias certificadas de los
mismos.

B.-INSTRUMENTAL
1.-Expediente penal nro.P149464904,
caratulados:“F. c/Alberto s/Homicidio Culposo”, radicado ante el
Octavo Juzgado de Instrucción el que solicito sea remitido ad
effectum videndi et probandi.
2.-Expediente caratulado: “Averiguación de
Lesiones Culposas Comisaría 12º fecha 12/03/99, Segunda Fiscalía
Correccional de la Tercera Circunscripción Judicial, Imputado Sr.
Alberto Alberto Alberto, D.N.I.Nº22.185.540, el que deberá ser
requerido mediante oficio de estilo, ad efectum videndi et probandi.
3.-Expediente Nº28.224,
caratulado:“Averiguación Homicidio Culposo Causa ABO 1999,
Sumario Nº1320”, Primer Juzgado Correccional de la Primera
Circunscripción Judicial de Mendoza.
4.- Expediente Nº………….., caratulado:
VANESA ANAHÍ p/ SUCESIÓN”, originario del ………. Juzgado en lo
Civil, Comercial y Minas de Mendoza, de la Primera Circunscripción
Judicial.
5.-Expediente Nº32521/5º F caratulados

Vanesa y Cesar p/ Homologación” radicados por ante el Sexto
Juzgado de Familia de Mendoza. A todo evento solicito se remitan
dichos autos ad effectum videndi et probandi o se remita copia
autenticada del convenio en cuestión.
6.-Una copia certificada de Historia
clínica del Hospital Central correspondiente a Sebastián en 5 fs.
útiles certificada por el archivo de clínicas del Hospital Central Mza.
7.- Historia clínica del Hospital “Notti”
(obrante a fs. 53 vta. y ss. de la causa penal ya ofrecida),
correspondiente a Franco Daniel internado en dicho nosocomio el
23/07/04 (fecha del accidente), ingresando con “politraumatismo”
(fs. 55/57) y diversas heridas, entre ellas, “cefalohematoma en arco
superciliar derecho”, “escoriaciones en rostro y cuero cabelludo” (fs.
57) y “fractura de clavícula izquierda” (fs. 59). Ello requirió
tratamiento ambulatorio con diversos medicamentos, y control
traumatológico posterior.

C.- PERICIAL.

1.- MECÁNICA. SOLICITA SE FIJE FECHA


Y HORA –Presencia de partes y consultor técnico - (Art. 192
C.P.C.):
De perito ingeniero mecánico a designarse en
audiencia al efecto, quien previa compulsa de estos obrados y del
expediente penal nro. P54984964198/04 caratulado “F. c/ Alberto A:
s/Homicidio Culposo”, realizando todas las operaciones necesarias
según la naturaleza de los puntos de pericia propuestos, y
constituyéndose en el lugar del accidente, deberá informar a este
Tribunal y causa sobre los siguientes puntos: a) Descripción general
del lugar del accidente (intersección Florencio Sánchez y Buena
Nueva); b) Señale ancho máximo de calzada calle Florencio Sánchez
hacia el Sur de calle Buena Nueva –a la fecha del accidente, si se
hubieran efectuado mejoras o refacciones al momento de efectuarse
la pericia-; c) Indique si calle Florencio Sánchez presenta banquinas
hacia el Sur de calle Buena Nueva –a la fecha del accidente, si se
hubieran efectuado mejoras o refacciones al momento de efectuarse
la pericia- ; d) Indique ancho máximo de calle Buena Nueva, sobre el
costado Este de la intersección con calle Florencio Sánchez –a la
fecha del accidente, si se hubieran efectuado mejoras o refacciones
al momento de efectuarse la pericia-; e) Indique dimensiones de un
camión Mercedes Benz Modelo C L 1114-48 del tipo del conducido
por el Sr. Alberto al momento del accidente, en especial: largo –
incluyendo acoplado descripto en actuaciones penales-, ancho
máximo de cabina y ancho de caja de carga; f) Señale velocidad
máxima de circulación permitida para calle Florencio Sánchez, al Sur
de Buena Nueva; g) Determine cuál vehículo fue el embistente y cuál
el embestido; h) Indique en qué cuadrante de la intersección de calle
Florencio Sánchez y calle Buena Nueva se produjo la colisión; i)
Determine, teniendo en cuenta todos los elementos relevantes –
incluyendo energía cinética absorbida por el rodado Citröen y sus
ocupantes como elemento frenante; estado de la calzada al momento
del accidente según lo informado por Policía Criminalística; etc.-, la
velocidad a la que circulaba el camión Mercedes Benz dominio RKO-
751 al momento de la colisión; j) Considerando el tiempo normal
aproximado de reacción de un conductor en estado normal, señale la
distancia recorrida por el rodado Mercedes Benz dominio RKO-751
desde el momento en que su conductor percibió la presencia del
rodado Citröen hasta que comenzó a bloquear los neumáticos; k)
Teniendo en cuenta la eficacia frenante que, estimativamente, poseía
el rodado Mercedes Benz dominio RKO-751 (y de acuerdo a las
constancias de la causa penal y características técnicas normales de
un camión idéntico al conducido por el Sr. Alberto y la longitud de
huellas de frenada establecida por Policía Criminalística a fs. 89 del
expediente penal, indique velocidad aproximada a la que circulaba el
mencionado camión antes de iniciar acción de frenado; l) Determine
el valor de mercado de un vehículo Citröen 3CV modelo 1988 en
excelentes condiciones de mantenimiento, y el valor residual como
chatarra del mismo vehículo embestido.

De acuerdo con lo establecido por el art.


192 del C.P.C. y su nota, esta parte solicita que V.S. fije fecha y
hora para que el Sr. Perito a designarse en autos efectúe las
operaciones de reconocimiento del lugar y mediciones y
constataciones solicitadas, debiendo notificarse a las partes
con antelación suficiente. Asimismo, solicita se considere
persona autorizada para concurrir, como consultor técnico de
esta parte, al Lic. Aldo L. Videla Valdez (cfr. doctrina arts. 46
inc. 5, 192 y 193 del C.P.C.).

2.- MÉDICA:
De perito/a médico/a Especialista en
Enfermedades Infecciosas/Clínico, a designarse en audiencia a
fijarse a los efectos de que, previo examen del Sr. Sebastián como así
también compulsa de la historia clínica), se expida sobre los
siguientes puntos de pericia: 1) Si ha sido “esplenectomizado”; en su
caso, describa brevemente en qué consiste dicha práctica médica; 2)
Si presenta cicatrices compatibles con dicha práctica; en caso
afirmativo, describa la/s misma/s e indique si resulta/n advertible/s a
simple vista por cualquier persona y si resulta/n reconocible/s como
derivadas de tal práctica y/o indiciaria/s de la misma por cualquier
profesional médico que lo examinara; 3) Indique si presenta o ha
presentado complicaciones infecciosas de algún tipo; 4) Señale si la
vacunación antineumocóccica anual es un tratamiento compatible
con alguna/s complicación/es o patología/s derivada/s de una
“esplenectomía”; en su caso, describa la/s misma/s e indique
tratamiento/s requerido/s, y pronóstico; 5) Señale si la bibliografía
médica generalizada describe como consecuencia de la
“esplenectomía” una mayor sensibilidad a infecciones por
determinados microorganismos; en caso afirmativo, indique cuáles
serían dichos agentes patógenos y, respecto de cada uno de ellos, si
son o no de presencia común en el medio humano y/o en qué medio/s
se encuentran con frecuencia; 6) Indique otras complicaciones que
pudiera sufrir un paciente “esplenectomizado”, describiendo las
mismas; 7) Si la bibliografía médica describe algún aumento
significativo en la mortalidad por sepsis de los pacientes
“esplenectomizados” respecto a los “no esplenectomizados”, a lo
largo de la vida; 8) Si puede concluirse que la “esplenectomía”
produce una afectación negativa del sistema inmunológico humano;
en caso afirmativo, explique el mecanismo de dicha afectación y sus
consecuencias; 9) Determine grado de incapacidad.

3.- PSICOLÓGICA:
Deberá designarse perito licenciado/a en
Psicología, quien deberá entrevistar a los Sres. Daniel A., Gerardo D.,
Sebastián A. y Franco D y realizar las técnicas y entrevistas
indicadas por la “lex artis”, como así también compulsar los informes
psicológicos acompañados a autos por esta parte, para informar a
V.S. sobre los siguientes puntos:
-Respecto de Daniel A
a. Si Daniel presenta dificultades cognitivas
(a nivel memoria, concentración, atención, pensamiento y lenguaje,
entre otras), en su caso, señale cuáles e intensidad de las mismas; b.
Si presenta alteraciones a nivel de la voluntad, el estado de ánimo, o
la psicomotricidad; en caso afirmativo, describa tipo e intensidad de
las mismas; c. Si presenta niveles de angustia, ansiedad y/o miedos
anormales; en caso afirmativo, si los mismos guardan vinculación
con el accidente en cuestión; d. Respecto a los puntos “a”, “b” y “c”,
indique si sobre la base de las técnicas psicológicas aplicadas es
posible concluir que han existido alteraciones en las áreas referidas
en las preguntas anteriores, durante los 2 años inmediatamente
posteriores al accidente; especialmente, indique si las alteraciones
descriptas en los informes psicológicos adjuntos son producto del
accidente de tránsito; e. Si el duelo del Sr. Daniel .. por la muerte de
su esposa e hija puede considerarse como normal o no; f. Describa la
percepción de sí mismo que tiene el Sr. Daniel, e indique si la misma
presenta alguna alteración y si ésta guarda vinculación con el
accidente; g. Efectúe diagnóstico psicológico y determine porcentaje
de incapacidad, si lo hubiere; h. Determine si existe necesidad de
tratamiento psicológico; en caso afirmativo, tiempo estimativo de
duración y costo.

-Respecto de Gerardo D.:


a. Describa el estado psicológico actual de
Gerardo; b. Indique si presenta estados de tristeza, aburrimiento,
anhedonia, y falta de interés anormales; en su caso, determine causa
u origen de los mismos; c. Señale si aparecen mecanismos
psicológicos de defensa ante la pérdida de dos seres queridos, y –en
su caso- describa los mismos; d. Indique si Gerardo presenta
alteraciones en funciones somáticas; en caso afirmativo, señale tipo e
intensidad de las mismas y determine si guardan vinculación causal
con el accidente; e. Respecto a los puntos “a”, “b”, “c”, y “d”, indique
si sobre la base de las técnicas psicológicas aplicadas es posible
concluir que han existido alteraciones en las áreas referidas en las
preguntas anteriores, durante los 2 años inmediatamente posteriores
al accidente; especialmente, indique si las alteraciones descriptas en
el informe psicológico adjunto son producto del accidente de
tránsito; f. Efectué diagnóstico; g. Determine necesidad o no de
tratamiento psicológico; en caso afirmativo, señale costo y duración
estimativa.

-Respecto de Sebastián A.
a. Describa el estado psicológico actual de
Sebastián ..; b. Indique si presenta alteraciones a nivel cognitivo; en
su caso, indique tipo e intensidad de las mismas; c. Señale si
presenta niveles de ansiedad, miedos o tristeza anormales; en caso
afirmativo, describa los mismos con precisión y determine si se
deben al accidente; d. Indique si presenta alteraciones a nivel
volitivo o motivacional; en su caso, indique tipo e intensidad de las
mismas, y su origen; e. Respecto a los puntos “a”, “b”, “c”, y “d”,
indique si sobre la base de las técnicas psicológicas aplicadas es
posible concluir que han existido alteraciones en las áreas referidas
en las preguntas anteriores, durante los 2 años inmediatamente
posteriores al accidente; especialmente, indique si las alteraciones
descriptas en el informe psicológico adjunto son producto del
accidente de tránsito; f. Señale si aparecen mecanismos psicológicos
de defensa ante la pérdida de dos seres queridos, y –en su caso-
describa los mismos; g. Indique si presenta alteraciones o
repercusiones a nivel somático; en caso afirmativo, indique tipo e
intensidad de las mismas; h. Efectúe diagnóstico; i. Determine
necesidad o no de tratamiento psicológico; en caso afirmativo,
indique costo y duración estimada.

-Respecto de Franco D. a. Describa estado


psicológico actual de Franco; b. Indique si el menor presenta
alteraciones en la esfera afectiva que reconozcan su origen en el
accidente en que perdieran la vida su madre y su abuela; c. Indique
síntomas semiológicos, si los hubiere; d. Determine si las
alteraciones somáticas descriptas en el informe psicológico adjunto
(inapetencia, períodos de anorexia, episodios de encopresis y
eneuresis nocturna y diurna) resultan una reacción esperable frente
a la situación vivida por el pequeño Franco; e. Indique si presenta
algún trastorno del estado de ánimo; en caso afirmativo, indique qué
tipo de trastorno es; f. Señale si aparecen rasgos de dificultades en la
socialización o si es posible que los mismos hayan aparecido durante
los dos años posteriores al accidente; g. Indique mecanismos de
defensa psicológica aparecidos en el menor como consecuencia del
accidente y describa funcionamiento y consecuencias de los mismos;
h. Señale si el menor presenta tendencias de tipo regresivo; i.
Describa qué tipo de relación tenía el menor con su abuela materna
Patricia Agostini, j. Efectúe diagnóstico; k. Determine necesidad o no
de tratamiento psicológico; en caso afirmativo, indique duración y
costo estimativos.

-Respecto del grupo familiar en general:


a. Cuál era la forma de organización familiar
del grupo Daniel - Patricia; b. Qué rol jugaba Patricia en la
organización de la dinámica familiar y cómo ésta se ha visto alterada
–si es el caso- ante su desaparición; c. Qué rol jugaba Vanesa en la
organización de la dinámica familiar y cómo ésta se ha visto alterada
–si es el caso- ante su desaparición; d. Cuán estrechos eran los
vínculos materno-filial y conyugal en este grupo familiar; e. Qué rol
ha debido desempeñar Daniel en la dinámica familiar surgida a
partir de las muertes de Patricia y Vanesa; f. Si las causas y
circunstancias de las muertes de Patricia y Vanesa influyen
negativamente en la elaboración del duelo de los miembros
sobrevivientes del grupo familiar; g. Qué rol ocupaba Franco en la
organización familiar, y cómo ésta se ha visto alterada –si fuere el
caso- ante el fallecimiento de Vanesa y correlativo traslado de Franco
a vivir con su padre; h. Determine necesidad o no de terapia familiar,
y en su caso, costo y duración estimativos.

4.- PSIQUIÁTRICA.
De perito médico/a Psiquiatra, quien deberá
examinar al Sr. Daniel Alejandro y realizar las técnicas y entrevistas
indicadas por la “lex artis”, como así también compulsar los informes
psicológicos acompañados a autos por esta parte, para informar a
V.S. sobre los siguientes puntos:
-Respecto de Daniel A.
a. Si presenta un cuadro de duelo de características patológicas. b.
Si presenta cuadro de Trastorno depresivo Mayor en relación directa
al accidente en que perdiera la vida su hija y esposa c. Si su
funcionamiento psicológico actual está por debajo de sus
potencialidades y si presenta un nivel de desorganización mental que
exceda sus recursos internos; d. Respecto a los puntos “a”, “b” y “c”,
indique si sobre la base de las técnicas utilizadas por el señor perito
es posible concluir que han existido alteraciones en las áreas
referidas en las preguntas anteriores, durante los 2 años
inmediatamente posteriores al accidente; especialmente, indique si
las alteraciones descriptas en los informes psicológicos adjuntos
acompañados con esta demanda (Lic. Illuminati) son producto del
accidente de tránsito. e. Determine el monto de ansiedad que
presenta en funciones somáticas como el sueño, alimentación, entre
otras, y psicológicas como memoria, pensamiento, concentración; f.
si observa miedos y cuadros de angustia que pudieren evolucionar
hacia crisis de pánico; g. determine patología psiquiátrica y en su
caso grado de incapacidad en especial referencia al ámbito laboral y
relacional; h. Si presenta o ha presentado alteraciones somáticas
como alteración directa de las patologías psicológicas y/o
psiquiátricas; i. Cualquier otro dato de interés.
D.- TESTIMONIAL.
De las siguientes personas: JOSÉ,
L.E.Nº6.876.832, domiciliado en calle Baigorria 1721, Villa Nueva,
Guaymallén, Mendoza; CLAUDIA NOELIA, D.N.I.Nº35.616.775,
domiciliada en Florencio Sanchez s/n, Camping S.U.T.E., El Bermejo,
Guaymallén, Mendoza; CARLOS, domiciliado en Bandera de Los
Andes 3656, Villa Nueva, Guaymallén, Mendoza; JESICA,
domiciliada en Bº Julio Quintanilla, Mzna. C, Casa 4, Jesús Nazareno,
Guaymallén, Mendoza; EVELYN domiciliada en Mzna. E, Casa 10, Bº
Julio Quintanilla, Guaymallén, Mendoza, ALONSO MANOLO con
domicilio en Mzna. C, Casa 4, Bº Julio Quintanilla, Jesús Nazareno,
Guaymallén, Mendoza; RAÚL ANTONIO, domiciliado en Bº
LUMACO, Mzna. A, Casa 17, El Bermejo, Guaymallén, Mendoza;
DANIEL EDUARDO, con domicilio en su público despacho,
Defensoría Oficial, Tribunales Federales de Mendoza, ubicados en
calle Avda. España esquina Pedro Molina, Ciudad, Mendoza;
FERNANDO, domiciliado en Mzna. E, Casa 6, Bº Julio Quintanilla,
Jesús Nazareno, Guaymallén, Mendoza; MONICA con domicilio en
Mzna. C, Casa 4, Bº Julio Quintanilla, Jesús Nazareno, Guaymallén,
Mendoza. Todos los testigos (a excepción del Dr. Daniel Eduardo
para quien se acompaña pliego en sobre cerrado a fin que se expida
por escrito teniendo en cuenta su condición de funcionario judicial,
-art. 195 apartado III del C.P.C.-) serán interrogados a tenor del
siguiente pliego: 1) Por las generales de la ley; 2) Para que diga todo
cuanto sepa y le conste acerca del accidente de tránsito ocurrido en
fecha 23/07/04 en el que perdiera la vida la Sra. Vanesa Anahí .. y la
Sra. Patricia Agostini; 3) Reservo el derecho de ampliar.

E.- INFORMATIVA.
1. Oficio que deberá ser girado a la
Fundación Cooperadora Facultad de Derecho U.N.Cuyo a fin que
REMITA copia auténtica del recibo nº0000-00000815 de fecha
12/11/02 extendido por esa cooperadora en concepto de derecho de
inscripción y anticipo de material bibliográfico a la Srta. VANESA,
valor $30.-.
2. Oficio a la Administración Federal
de Ingresos Públicos (AFIP) para que informe si el Sr. DANIEL
ALEJANDRO, D.N.I.Nº16.796.592 tiene registrados aportes
previsionales. En su caso, durante qué períodos.
3. Oficio a la Dirección Provincial de
Vialidad a los efectos que informe el carácter primario, secundario o
terciario que revisten las arterias Florencio Sanchez y Buena Nueva,
ambas del Distrito El Bermejo, Guaymallén, Mendoza.
4. Oficio a AUTOMOTORES
MARSALA de Raúl Marsala, con domicilio en Godoy Cruz 4884, Villa
Nueva, Guaymallén, Mendoza, a fin que informe sobre el valor de un
automotor Citroen IES 3CV modelo 1988 en buen estado de
conservación, en el mes de julio de 2006.
5. Oficio a AUTOMOTORES SALTA,
con domicilio en Salta 979, Ciudad, Mendoza, a fin que informe
sobre el valor de mercado de un automotor Citroen IES 3CV modelo
1988 en buen estado de conservación, en el mes de julio de 2006.
6. Oficio al “CENS” Centro de
Estudios de la Libertad, con domicilio en calle Libertad 939, Villa
Nueva, Guaymallén, Mendoza, para que informe si el Sr. SEBASTIÁN
cursa sus estudios o los ha cursado en ese establecimiento. En su
caso, durante qué períodos.
7. Oficio a la “FUNDACIÓN UNIÓN
DE CENTROS EDUCATIVOS (FUCE), con domicilio en calle Garibaldi
216, Ciudad, Mendoza, para que informe si el Sr. SEBASTIÁN cursa
sus estudios como Operador de Diseño Gráfico o los ha cursado en
ese establecimiento. En su caso, durante qué períodos.
8. Oficio a la escuela Nº 4- 050
“Roberto Azzoni”, con domicilio en Dr. C. Schaumann 1250, Villa
Nueva, Guaymallén, Mendoza, a fin que remita copia autenticada del
certificado analítico nº018/2001 correspondiente a Vanesa Anahí ..
extendido por la D.G.E. a través de la dirección de ese
establecimiento.
19. Un carnet plástico correspondiente a la
mat. 14157 del Instituto Manuel Belgrano, perteneciente a la
alumna Vanesa por curso de “capacitación computación”.
10.trabajaba para la empresa “Miceli”, percibiendo una
remuneración mensual de $1.800 aproximadamente

9. PREVIO A TODO, ordene girar


oficios al Registro Nacional de la Propiedad del Automotor que
corresponda a fin que informen a nombre de quién se encontraba
inscripto el automóvil CITROEN dominio UAZ266 para fecha
23/07/04; el vehículo Camión Mercedes Benz dominio RKO751 para
fecha 23/07/04; y la unidad dominio REZ934 (acoplado), para fecha
23/07/04.
F.- INSPECCIÓN OCULAR.
A fin que V.S. tome acabado
conocimiento de las características del lugar del accidente, solicito
se constituya en el mismo, y de considerarlo conveniente, lo haga
juntamente con el Sr. Perito Ingeniero Mecánico que se designe y
con el Consultor Técnico propuesto por mi parte, de conformidad con
lo establecido por el art. 202 del C.P.C.

X. DERECHO.
Fundo el derecho que me asiste en lo
dispuesto por los arts. 1109, 1113, 1078 del Código Civil; 25, 26, 210
del C.P.C.; 118 de la Ley 17.418; doctrina y jurisprudencia aplicables
al caso y que oportunamente serán citadas.

XI. PETITORIO.
1.- Me tenga por presentado, por parte
y por domiciliado en el carácter invocado y a mérito del poder
acompañado.
2.- Conceda el plazo del art. 29 del
C.P.C. a fin de acreditar la personería invocada por el Sr. Arnaldo ...
3.- Tenga por interpuesta en tiempo y
forma oportunos la demanda incoada.
4.- Ordene correr traslado a los
demandados, por el término y bajo apercibimiento de ley.
5.- Ordene citar en garantía a “EL
COMERCIO COMPAÑÍA DE SEGUROS” tal como se pide en el punto
“IV.” de esta presentación.
6.- Tenga presente las pruebas
ofrecidas, ordenando oportunamente lo necesario para su
producción.
7.- Al resolver, haga lugar a la demanda
en todas sus partes, con expresa imposición en costas a la parte
demandada.
8.- PREVIO A TODO, ordene girar
oficios al Registro Nacional de la Propiedad del Automotor que
corresponda a fin que informen a nombre de quién se encontraba
inscripto el automóvil CITROEN dominio UAZ266 para fecha
23/07/04; el vehículo Camión Mercedes Benz dominio RKO751 para
fecha 23/07/04; y la unidad dominio REZ934 (acoplado), para fecha
23/07/04.

Proveer de Conformidad SERÁ JUSTICIA.-

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