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Derecho

TEMA:

 Las Obligaciones

ASIGNATURA:

Derecho Civil II

PRESENTADO POR:

Jonás Bonilla S.
MATRICULA: 13-6257

FACILITADOR:

Yudelka Padilla

SANTIAGO DE LOS CABALLEROS,


REPÚBLICA DOMINICANA,
23 de Febrero2015
Realice las siguientes actividades:

1- Elaboración de un esquema en el que se destaquen, en orden


jerárquico, los distintos medios de pruebas de las obligaciones.

Medios de Pruebas

El Código Civil Dominicano en su artículo 1316 distingue cinco medios de pruebas, que
son:

 La Prueba Literal (Actos Auténticos y Bajo Firma Privada).


 La prueba por testigos.
 Las presunciones.
 El Juramento.
 La confesión.

Actos auténticos
1. Literal
Actos bajo firma privada

2. Testimonial

Medios de Simples
3. Presunciones
Pruebas Juris tantum
Legales
Jures et de jures
4. El Juramento

5. La confesión.

Las pruebas son procedimiento por medio de los cuales se puede demostrar la
existencia de los derechos, sean en ocasión de un litigio o fuera de este.

El código Civil Dominicano en su Art. 1316 distingue distintos tipos de prueba que son:

La prueba literal

Es la que resulta de los escritos, tales como los actos que hayan sido redactados al
momento de la conclusión de una convención o de un hecho jurídico.
El acto bajo firma privada:

Es aquel que ha sido redactado por las mismas partes, cuyas firmas pueden ser
legalizadas por un notario cuando las partes así lo deseen.

Acto autentico:

Es definido en el artículo 1317 del CC, como aquel que ha sido otorgado por ante
oficiales público, que tienen derecho de actuar en el lugar donde se le otorga el acto, y
con las solemnidades requeridas por la ley.

Prueba testimonial:

Es aquella que se hace por medio de testigos, sobre lo que una persona ha visto,
escuchado o percibido a través de los sentidos y se encuentra reglamentada por los
artículos 1341 a 1348 del CC.

Las presunciones legales: estas pueden ser:

1-Juris tantum, estas se caracterizan porque pueden ser combatidas con la prueba en
contrario, se puede destruir por medio de testigos y por presunciones simples y por
prueba admitida por la ley.

2-Juris et de jure, estas también se le dominan irregrabable.

La confesión:

Es la declaración por el cual una persona reconoce expresa o tácitamente como cierto
un hecho que puede tener para ella consecuencias jurídicas capaces de perjudicarle.

El juramento: es otra manera de probar las obligaciones, y pueden ser el juramento


decisorio y el deferido de oficio por el juez o cualquiera de las partes.

2- Resolución del caso simulado 14 del libro básico de la


asignatura, relacionado con la interpretación de los contratos y
responder las preguntas que le siguen.
No fue correcta la decisión del juez, ya que es un caso donde ambos tienen un
derecho, ya que el vendedor no pago la totalidad más los intereses, como establecía
el contrato y por parte del comprador, no cumplió con el saldo en el año establecido
en el contrato, ya que solo hizo dos pago parciales, por tal sentido, el juez debió
escuchar a ambas parte en audiencia para edificarse correctamente del caso y como
mandaría la ley, en este caso, ya que ninguno cumplieron con los establecido en el
contrato, por lo que entendemos que el juez debió escuchar a ambas parte, para tener
más amplitud de conocimiento sobre el contrato en cuestión.

No fue correcta la decisión del juez, ya que es un caso donde ambos tienen un
derecho ya que el vendedor no pago la totalidad mas los interese como establecía el
contrato y por parte del comprador, no cumplió con el saldo en el anos establecido en
el anos establecido en el contrato, ya que solo hizo dos pago parciales, por tal sentido,
el juez bebió escuchar a ambas parte en audiencia para edificarse, correctamente del
caso y como mandaría la ley en este caso ya que ninguno cumplieron con los
establecido en el contrato, por lo que entendemos que el juez debió escuchar a ambas
parte, para tener más amplitud de conocimiento sobre el contrato en cuestión. Juzgue
el rol del demandante y del demandado. Y exponga como defendería a cada uno.

ATENDIDO: A lo que establece el Artículo 1134 del Código Civil dominicano el cual
establece, que las convenciones legalmente formadas tienen fuerza de ley para aquellos
que la han hecho. Estas no pueden ser revocadas, sino por su mutuo consentimiento, o
por las causas que están autorizadas por la ley.

ATENDIDO: A que las convenciones obligan, no solo a lo que se expresa en ella, sino
también a todas las consecuencias que la equidad, el uso o la ley dan a la obligación
según su naturaleza, según lo establece el ARTÍCULO 1135 DEL CODIGO CIVIL
DOMINICANO.

NOTA VER ARTICULO 1138 Y SIGUIENTES

Nota: Justifique su respuesta en cada uno de los caso, invocando texto légale, doctrina
y jurisprudencia.

“Todo contrato tiene por objeto la cosa que una parte se obliga a dar, o que una parte
se obliga a hacer o a no hacer” Art. 1126 del Código Civil. En cualquier circunstancia el
objeto de dicho contrato debe cumplir con una serie de requisitos.

El objeto debe estar en el comercio: “Solo las cosas que están en el comercio pueden
ser objeto del contrato” Art. 1128 Código Civil. Esto incluye todas las cosas que el
orden público, las buenas costumbres, la moral y/o el legislador expresamente ha
prohibido su negocio. En esta categoría se incluyen las cosas del dominio público, del
Estado, la salud, el cuerpo humano. Las sucesiones no abiertas se consideran por la ley
fuera del comercio tal como lo expresa el Art. 1600 del Código Civil. El cual dice que la
sucesión de una persona viva no puede ser vendido, aún con el consentimiento de la
misma. La sentencia del 19 de mayo de 1999 dictada por la Tercera Cámara de la
Suprema Corte Justicia dice “La venta de la cosa ajena es nula (Art. 1599). Tampoco se
puede vender la sucesión de una persona viva. (Art. 1600)”.
El objeto debe ser lícito: nadie puede obligarse a realizar algo que vaya contra la moral
o algo que sea en naturaleza ilícito. Aquí se aplica el Art. 6 del Código Civil, el cual dice
que las leyes que interesan al orden público y las buenas costumbres no pueden ser
derogadas por las convenciones particulares. Este articulo, puede ser considerado
como un requisito de validez igual a aquellos mencionados en el Art. 1108 del Código
Civil, pero esto puede ser discutido. Es cierto que cualquier contrato que vaya en
contra la ley es nulo, esto no se puede discutir. Lo que si esta sujeto a discusión, es
hasta que medida las buenas costumbres condicionan la validez de los contratos. Estas
al no estar tipificadas en las leyes, no son definidas fácilmente, y por lo tanto cambian
dependiendo de los grupos sociales y de los tiempos. La moral evoluciona con los
tiempos, y lo que antes podría ser visto como inmoral, hoy en día puede ser práctica
normal (Ej. bailar reggaetón en el presente no representa para muchos una
inmoralidad, pero si retrocedemos el reloj a los años 1950 es muy posible que dicho
baile estuviese prohibido).

El objeto debe ser posible: toda obligación está destinada a cumplirse por lo tanto
nadie puede obligarse a cumplir lo imposible. De la misma manera en que no se puede
obligar a nadie a realizar algo imposible, nadie debe comprometerse a realizar lo
imposible. Lo imposible se define como aquello que es imposible para todo el mundo
no para una persona especifica. La imposibilidad debe afectar a todo el mundo sea
quien sea el deudor. Por lo demás, la imposibilidad para poder declarar nulo un
contrato por falta de objeto tiene que consistir en una imposibilidad simultánea a la
celebración del contrato, en el cual las partes ponen al deudor a realizar una
obligación que era imposible en el momento en que se intercambiaron los
consentimientos. (Ej. Yo me obligo como acreedor a venderte un objeto, pero tengo
que importarlo para vendértelo, sin embargo en el momento de celebrar el contrato,
no después, hay una prohibición para poder entrar al país dicho objeto. En este caso el
contrato es nulo por imposibilidad en el momento de realizar el contrato).

El objeto debe existir: cuando se refiere a la transmisión o venta de una cosa, es


necesario que dicha cosa exista para que el contrato sea valido. El Art. 1601 Código
Civil sanciona con pena de nulidad la venta que se realiza si la cosa ya ha perecido.
Cuando el objeto no existe falta un elemento esencial para la validez del contrato y por
lo tanto esta viciado por una nulidad absoluta.
Ahora, las cosas futuras pueden ser objetos de obligaciones como explica Art. 1130
Código Civil. La regla, como habíamos visto, es que la cosa debe existir en el momento
de realizarse el contrato, pero según este articulo las partes pueden obligarse con una
cosa futura. Tal seria el caso de la venta de un inmueble que no aun no ha sido
construido o la venta de una cosecha futura. Lo que si es necesario es que ambas
partes estén concientes que la cosa, en el momento de la celebración del contrato, no
existe. En caso que una de las partes no este conciente de ello el contrato es nulo.

El objeto debe ser determinado: el objeto del contrato debe de ser algo determinado
por lo menos en cuanto a su especie. La cantidad de la cosa puede ser incierta, con tal
que esta pueda determinarse; así lo establece el Art. 1229 del Código Civil. Se entiende
que vender cualquier cosa es lo mismo que no vender nada, pues la deuda puede ser
saldada con la entrega lo que sea, por esta razón no hay ninguna obligación si no se
determina el objeto de la misma.

La determinación en cuanto a su especie: es necesario que se precise en que consiste


la prestación debida, una casa, carro etc. Pero no se exige que la cosa este
individualizada o sea, este carro o esa casa. Tampoco es necesario precisar en el
contrato la calidad de la cosa, esta será determinada por un juez, si las partes así lo
desean. Cuando las partes no muestren sus voluntades en este asunto se aplicara la
regla del Art. 1246 Código Civil, la cual establece que el deudor entregue una cosa de
calidad media.

El objeto de la obligación puede ser o un cuerpo cierto o una cosa genérica. En el caso
que sea un cuerpo cierto, la propiedad se transmitirá inmediatamente, convirtiéndose
el comprador en el propietario desde el momento de la venta, aun cuando no se haga
entrega de la cosa. En caso que la cosa pereciera por un caso fortuito o fuerza mayor la
perdida será soportada por el comprador que se convirtió en propietario de la cosa. Si
es una cosa genérica, el comprador no se convierte en el propietario hasta el momento
en que se individualice la cosa (Ej. Yo compro100 libras de habichuelas, pero todavía
están mezcladas con 1000 libras que hay guardadas en un almacén. Es imposible saber
cuales son mis 100 libras si no están individualizadas y por tanto no me las puedo
llevar), pues hasta ese momento el propietario no es más que el acreedor de la
prestación, y por ende si la cosa perece por una fuerza mayor o caso fortuito la perdida
la soportara el vendedor.
La determinación en cuanto a la cantidad: es necesario que se defina el objeto en
cuanto a la cantidad o cuantía de las cosas. Cuando se habla de cuerpos ciertos por sí
mismo, no se puede hablar de cantidad del mismo, pero si puede haber un número
determinado de cuerpos ciertos. No basta con decir te vendo unos celulares, pues el
deudor se libraría de dicha deuda entregando el menor número de celulares posibles.
En contraste cuando nos referimos a una cosa de género en si misma, si se puede
hablar de la cantidad. Si una persona tiene X quintales de arroz para vender, es
necesario precisar en el contrato cual es la cantidad exacta que el comprador quiere
obtener, pues de lo contrario se estaría refiriendo a la compra de todos lo quintales de
arroz. Así mismo se tiene que precisar cuánto es el valor de la cosa ya sea un cuerpo
cierto o de género. Sin embargo esta cantidad no se refiere a la obligación del deudor
del cuerpo cierto/cuerpo de género, se refiere al otro contratante, cuando este debe
pagar un precio a cambio de la entrega de la cosa.

La cosa ajena: la venta de la cosa del otro, es nula. Esta puede resultar en daños y
perjuicios cuando el comprador ignora que fuese de otro Art. 1599 Código Civil.
Cualquier contrato que tenga como objeto la venta de algo ajeno es nulo, y tal como lo
expresa el Art. 1599 si el comprador no está consiente ello este podría demandar en
daños y perjuicios.

La Causa Lícita

“Los autores consideran que los términos causas del contrato y causa de la obligación
son diferentes. La causa de la obligación es la razón por la cual una persona decide
obligarse; es la razón misma de la obligación contraída. Mientras que la causa del
contrato son los móviles o motivos individuales que han llevado a cada contratante a
celebrar un contrato, o sea los fines perseguidos”.

A. La Causa de las Obligaciones

Hay dos teorías que buscan explicar la causa de la obligación: la de los causalitas y la de
los anticausalistas. Según el Dr. Jorge A. Subero Isa “los causalistas presentan una
clasificación tripartita de los contratos para explicar que dentro de cada categoría de
contrato la causa de la obligación será siempre la misma”.
Contratos Sinalagmáticos: este contrato crea obligaciones para ambas partes
contratantes, estas obligaciones se sirven de causa; el compromiso de una parte es el
fundamento del compromiso del otro. La causa de una parte (la razón por la que se
obliga) es el objeto de la obligación de la otra parte. Así mismo cuando el objeto de una
parte es nulo la causa de la otra parte también será nula. Por igual, si ese objeto es ilícito
la causa de la otra parte será igual de ilícita, es el caso de los traficantes de drogas.

Contratos Reales Unilaterales: la causa de la obligación de estos contratos es la entrega


de la cosa. El prestatario o el depositario están obligados a restituir la cosa prestada o
depositada, porque la han recibido, sino no existiría causa.

Contratos a Título Gratuito: la causa de la obligación es la intención de beneficiar al


beneficiario, sin recibir nada a cambio. La beneficencia misma es la causa de la
obligación.

JURISPRUDENCIA
Sentencia impugnada: Segunda Sala de la Cámara Civil y Comercial de la corte de
Apelación del Distrito Nacional, del 20 de agosto de 2009.

Materia : Civil.

Recurrente : J M Constructora, S. A.

Abogados : Licdos. Bolívar R. Maldonado Gil, Lidia Jiminián y

Dra. Ruth N. Rodríguez Alcántara.

Recurrido : Grupo Modesto, S. A.

Abogados : Licdos. Fernando Langa F., Tulio H. Collado Aybar,

Luis Felipe Rojas Collado y Jesús García.

SALA CIVIL

Casa

Audiencia pública del 21 de diciembre de 2011.

Preside: Rafael Luciano Pichardo.


Dios, Patria y Libertad

En Nombre de la República,

La Sala Civil de la Suprema corte de Justicia, actuando como corte de Casación, dicta
en audiencia pública la sentencia siguiente:

Sobre el recurso de casación interpuesto por J M Constructora, S. A., sociedad


comercial organizada y existente de conformidad con las leyes de la República
Dominicana, con su domicilio y asiento social ubicado en el número 15 de la calle
Arístides García Gómez, sector Los Prados de esta ciudad, debidamente representada
por José Miguel Ureña, dominicano, mayor de edad, portador de la cédula de
identidad y electoral núm. 001-0634327-0, contra la sentencia dictada por la Segunda
Sala de la Cámara Civil y Comercial de la corte de Apelación del Distrito Nacional, el 20
de agosto de 2009;

Oído al alguacil de turno en la lectura del rol;

Oída a la Licda. Lidia Jiminián, abogada de la recurrente J M Constructora, S. A., en la


lectura de sus conclusiones.

Oído al Licdo. Jesús García, abogado del recurrido Grupo Modesto, S. A., en la lectura
de sus conclusiones.

Oído el dictamen del magistrado Procurador General de la República, el cual termina:


“Que en el caso de la especie, tal y como señala el segundo párrafo del artículo 11 de
la Ley núm. 3726, de fecha 29 del mes de diciembre del año 1953, sobre
Procedimiento de Casación, por tratarse de un asunto que no ha sido objeto de
comunicación al Ministerio Público por ante los jueces del fondo, “Dejamos al criterio
de la Suprema corte de Justicia, la solución del presente recurso de casación”;

Visto el memorial de casación depositado en la Secretaría General de la Suprema corte


de Justicia el 16 de octubre de 2009, suscrito por el Lic. Bolívar R. Maldonado Gil y la
Dra. Ruth N. Rodríguez Alcántara, abogados de la recurrente, en el cual se invocan los
medios de casación que se indican más adelante;

Visto el memorial de defensa depositado en la Secretaría General de la Suprema corte


de Justicia el 12 de noviembre de 2009, suscrito por los Licdos. Fernando Langa F.,
Tulio H. Collado Aybar y Luis Felipe Rojas Collado, abogados del recurrido Grupo
Modesto, S. A.;
Vista la Constitución de la República, los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos de los cuales el país es signatario, la Ley núm. 25 de 1991, modificada por la
Ley núm. 156 de 1997 y los artículos 1 y 65 de la Ley sobre Procedimiento de Casación;

Visto el auto dictado el 28 de noviembre de 2011, por el magistrado Rafael Luciano


Pichardo, Presidente de la Sala Civil de la Suprema corte de Justicia, por medio del cual
llama a la magistrada, Ana Rosa Bergés Dreyfous, jueza de esta sala, para integrar la
misma en la deliberación y fallo del recurso de casación de que se trata, de
conformidad con las Leyes núms. 684 de 1934 y 926 de 1935;

La CORTE, en audiencia pública del 7 de septiembre de 2011 estando presente los


jueces Rafael Luciano Pichardo, Eglys Margarita Esmurdoc y José E. Hernández
Machado, asistidos de la Secretaria de la Cámara Civil de la Suprema corte de Justicia,
y después de haber deliberado los jueces signatarios de este fallo;

Considerando, que, en apoyo a su primer medio de casación, la recurrente alega que el


fallo impugnado adolece de una errónea interpretación del contrato suscrito por las
partes en causa, así como también de desnaturalización de los hechos de la causa y
violación a los artículos 1101, 1134, 1183 y 1184 del Código Civil, respecto a la fuerza
de ley que tienen los contratos frente a las partes y las causas que permiten la
resolución de dicha convención; que, en efecto, prosigue argumentando la recurrente,
en fecha 31 de octubre de 2006 entre ella, en calidad de subcontratista, y el Grupo
Modesto, S. A, como contratista fue suscrito un contrato de suministro, obligándose la
hoy recurrida, en el párrafo II del artículo quinto de dicho contrato, a entregarle la
suma RD$ 25,000.000.00, como avance inicial para la ejecución de los trabajo a que se
comprometió a ejecutar la recurrente, obligación esta que no fue ejecutada por el hoy
recurrido y cuyo violación conllevó a que la actual recurrente no pudiera cumplir con
las demás obligaciones puestas a su cargo en la referida convención; que esa
inejecución por parte del hoy recurrido facultó a la actual recurrente a apoderar las
jurisdicciones de fondo de una demanda en resolución del contrato y el abono de
daños y perjuicios; que dichas jurisdicciones de fondo, a fin de justificar el
incumplimiento contractual por parte del Grupo Modesto, S.A, se sustentaron en la
excepción “non adimpleti contractus”, toda vez que juzgaron que el cumplimiento a
sus obligaciones contractuales estaba supeditado en que la recurrente cumpliera,
previamente, con otras obligaciones puestas a su cargo; que, en ese sentido, expresa la
corte a-qua en las páginas 49 y 50 del fallo impugnado, que, según el convenio suscrito
por las partes, la hoy recurrente se encontraba en la obligación de proveerse de una
póliza de seguros a fin de garantizar el avance inicial y cualquier vicio oculto que
presentara la obra, así como someter ante la empresa Tecnoamérica, entidad
encargada de la supervisión de los trabajos, el equipo y el material a utilizar en la
preparación del material asfáltico que sería utilizado; que, sostiene la recurrente,
contrario a lo juzgado por la corte a-qua, en la especie, no opera la referida excepción,
toda vez que la única condición a que estaba supeditada la entrega de la primera
partida de RD$25,000.000.00, está contenida en el párrafo II del artículo quinto del
referido contrato y consistía en que JM Constructora, S.A, estuviese movilizada al lugar
de la construcción y lista para producir asfalto; que luego de cumplir la recurrente con
dicha condición, solicitó al Grupo Modesto, S. A., mediante comunicación de fecha 14
de febrero de 2007, la entrega de la primera partida, posterior a ello, al percatarse que
en la construcción se estaba aplicando asfalto con otra compañía y, a falta de
información sobre esa situación y al no obtener respuesta de la referida comunicación,
decidió enviar otra comunicación el 17 de abril de 2007, solicitándole, nueva vez, el
pago ya acordado y manifestándose su inquietud de que se estaba aplicando asfalto
con otra compañía; que como respuesta a dicha comunicación la hoy recurrida le
notificó el acto núm. 586-2007 del 17 de mayo de 2007, mediante la cual le manifestó
su decisión de terminar unilateralmente el citado de construcción sin alegar ninguna
causa, expulsando a la ahora recurrente de la zona y cancelando el mencionado
contrato para continuar su contratación con otras personas en su lugar; que, respecto
a la póliza de seguros que alegadamente debió concertar la ahora recurrente, en
ningún momento se acordó que, previo a la entrega del avance inicial de la obra, ésta
debía proveerse de una fianza como garantía de dicho pago, más aún cuando fue
convenido en el artículo décimo del contrato que dicha garantía consistiría en el
descuento de un 5% que haría la contratista de los pagos por cubicaciones; que,
finalmente, la recurrente alega que la corte a-qua ignoró que para tener derecho el
Grupo Modesto, S. A, a exigir las obligaciones asumidas por la recurrente en el
mencionado contrato, esta tenía que efectuar el pago inicial acordado, toda vez que
era luego de efectuado dicho avance que iniciarían los trabajos y se proveerían de
cualquier autorización requerida por la supervisora del proyecto;

Considerando, que la decisión recurrida y los documentos a que la misma se refiere,


ponen de manifiesto los hechos siguientes: que mediante contrato suscrito por la
sociedad comercial Grupo Modesto, S. A, y el Estado dominicano, la ahora recurrida
tenía a su cargo el diseño y construcción del proyecto de ampliación de la autopista
San Cristóbal-Bani, incluyendo la circunvalación; que el Grupo Modesto, S. A, en
calidad de contratista del proyecto, contrató, a su vez, los servicios de la sociedad JM
Constructora, S. A, como subcontratista, a fin de que esta última realizara el suministro
de asfalto, riego de imprimación, riego de adherencia, suministro, transporte y
colocación de asfalto para el referido proyecto, según fue pactado en el artículo cuarto
del contrato de suministro suscrito por las partes ahora en causa el 31 de octubre de
2006; que, producto de las diferencias que surgieron sobre a la forma en que debía ser
ejecutado el referido contrato, la subcontratista, actual recurrente, interpuso una
demanda en resolución de contrato y reparación de daños y perjuicios, la cual fue
rechazada por la jurisdicción de primer grado sustentada, esencialmente, en la
excepción nom adimpletis contractus, puesto que consideró dicho tribunal que “(...) el
incumplimiento del demandado fue una consecuencia del incumplimiento del
demandante en las obligaciones previas a cumplir para la perfecta ejecución del
contrato”; que la corte a-qua, apoderada del recurso de apelación interpuesto contra
dicho fallo, procedió a confirmar la sentencia recurrida apoyada, en síntesis, en los
motivos siguientes: que “(...) el contrato antes descrito en su artículo quinto al resaltar
la palabra “listo”, quiere decir, que todo debe estar debidamente aprobado por la
entidad correspondiente para dar inicio a la obra en cuestión (...); que “en el artículo
décimo párrafo I del convenio suscrito por las partes, la hoy recurrente se encontraba
en la obligación de proveerse de una póliza de seguro como garantía, emitida por una
compañía aseguradora y de esta manera garantizar el avance inicial y cualquier vicio
oculto que presentara la obra, siendo de fácil apreciación que el incumplimiento
contractual por parte de hoy recurrente no consiste únicamente en no depositar las
documentaciones pertinentes por ante Tecnoamérica, entidad encargada de
supervisión, sino que no constan pruebas en el presente expediente de que haya
realizado el depósito de la pactada fianza, advirtiéndose de esta manera, concluye
dicho fallo, que el no cumplimiento del pago inicial por parte de la recurrida, va ligado
a la violación contractual por parte de la recurrente a lo acordado”;

Considerando, que una interpretación de la cláusula décima sería válida en caso de


que las partes se hubiesen concretado a pactar que el anticipo sería entregado cuando
la subcontratista estuviere “movilizada y lista”, dando lugar esa sola expresión a la
confusión, por vaguedad del término;

Considerando, que, respecto a la interpretación de los contratos, esta Suprema corte


de Justicia, en su rol de casación ha mantenido el criterio, ratificado en esta ocasión,
que, si bien se admite, en el caso de ausencia de una cláusula expresa, que los
tribunales pueden apreciar soberanamente, si la resolución puede ser pronunciada en
caso de inejecución del contrato y reparada por una condenación a daños y perjuicios
en provecho de la parte frente a quien dicho contrato no se cumplió, no obstante las
disposiciones expresa del artículo 1184 del Código Civil, esto es así, siempre que no se
incurra en desnaturalización, lo que ocurre cuando se atribuye a las cláusulas del
contrato un alcance distinto al que realmente tienen, por lo que los tribunales no
pueden, sin incurrir en la censura de la casación, interpretar un contrato cuyas
cláusulas no sean oscuras o ambiguas, como ocurre en la especie;

Considerando, que, además, respecto a los vicios ocultos y fiel cumplimiento que
garantizarían la referida póliza de seguros, la corte a-qua debió someter a su
escrutinio, tal y como lo expresa la recurrente, lo acordado en la parte inicial del ya
citado artículo décimo, el cual consagra: que “la contratista retendrá sobre base
mensual a la subcontratista la cantidad del cinco por ciento (5%) de las partidas a ser
pagadas, a título de fondo de garantía para asegurar la buena calidad y responsabilidad
de los trabajos. En caso de que para el cliente, los trabajos realizados no sean
satisfactorios, y éste decida y resuelva aplicar deducciones posteriores o reparaciones
a defectos ocultos, entonces los gastos en que incurra la subcontratista para tales
reparaciones serán con cargo al fondo de garantía, aceptando las deducciones que
correspondan a la subcontratista (...)”; que lo allí convenido denota que la buena
calidad, responsabilidad y vicios ocultos de los trabajos realizados por la ahora
recurrente se encontraban asegurados con la retención que haría la contratista del 5%
sobre la base mensual de las partidas a serle pagadas a la ahora recurrente y no por la
póliza de seguros que debía contratar la subcontratista;

Considerando, que, en cuanto a la garantía que debió dar la recurrente del avance
inicial que le sería entregado por el Grupo Modesto, S. A, la corte a-qua estaba en el
deber de ponderar las implicaciones en el caso de la Ley núm. 340-06 sobre Compras y
Contrataciones de Bienes, Servicios, Obras y Concesiones, la cual exige en sus artículos
28 y 30 la constitución de dicha garantía para la validez de los contratos concertados
por los oferentes, adjudicatarios y contratistas con el Estado, pero, dicha exigencia no
es requerida por la referida disposición legal a los subcontratistas o a los subcontrato,
como define la referida ley a toda contratación efectuada por el contratista con una
tercera persona natural o jurídica para la ejecución de una parte del contrato principal,
como ocurrió en la especie; que, por tanto, para condicionar la validez del subcontrato
al cumplimiento por parte del subcontratista de la referida garantía, dichas partes
deben convenirlo expresamente, lo que, contrario a lo juzgado por la corte a-qua, no
ocurrió en la especie;

Considerando, que las consideraciones expuestas ponen de manifiesto una falsa


aplicación por parte de la corte a-qua del contrato de suministro suscrito por las partes
ahora en causa, consecuente de la desnaturalización de las cláusulas de dicha
convención, violaciones estas que justifican la casación del fallo impugnado, sin
necesidad de analizar las demás violaciones alegadas por la recurrente en los demás
medios de casación propuestos;

Por tales motivos, Primero: Casa la sentencia dictada el 20 de agosto de 2009, por la
Segunda Sala de la Cámara Civil y Comercial de la corte de Apelación del Distrito
Nacional, cuyo dispositivo se ha copiado en parte anterior del presente fallo, y envía el
asunto ante la Cámara Civil y Comercial de la corte de Apelación de San Cristóbal, en
las mismas atribuciones; Segundo: Condena a la recurrida al pago de las costas,
ordenando su distracción en provecho del Licdo. Bolívar R. Maldonado Gil y la Dra.
Ruth N. Rodríguez Alcántara, abogados de la recurrente, quienes afirman haberlas
avanzado en su totalidad.

Así ha sido hecho y juzgado por la Cámara Civil de la Suprema corte de Justicia, y la
sentencia pronunciada por la misma en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, en su
audiencia pública del 21 de diciembre de 2011, años 168º de la Independencia y 149º
de la Restauración.
Firmado: Rafael Luciano Pichardo, Eglys Margarita Esmurdoc, Ana Rosa Bergés
Dreyfous y José E. Hernández Machado. Grimilda Acosta, Secretaria General.

La presente sentencia ha sido dada, firmada y pronunciada por los señores Jueces que
figuran al pie, en la audiencia pública del día, mes y año en ella expresados, y fue
firmada, leída y publicada por mí, Secretaria General, que certifico.

3-Resolución del caso No. 15 del libro básico de la asignatura,


el cual está directamente relacionado con los modos de prueba
de las obligaciones y responder las preguntas que le siguen.
Fue correcta la decisión del juez, justifique sus respuestas, invocando textos legales,
doctrina y jurisprudencia.

ATENDIDO A QUE: EN EL ARTICULO 1326 DEL CODIGO CIVIL


DOMINICANO, ESTABLECE QUE: El pagare o la promesa hecha bajo firma
privada, por la cual una sola parte se obliga respecto a otra a pagarle una suma
de dinero o una cosa valuable, debe estar escrita por entero de la mano del que
la suscribe, o a lo menos se necesita, además de su firma que haya escrito por
su mano un bueno yo aprobado, que contenga en letras la suma o cantidad de
la cosa.

ATENDIENDO A QUE: En el diccionario jurídico del DR, SALVADOR POTENTINI, EL


SIGNIFICADO LEGAL DEL PRESTAMO es un contrato por el cual una persona entrega a
otra una cosa mueble que le pertenece, para que se sirva de ella con cargo de
restitución.

ATENDIENDO A QUE: Este caso es materia civil y no penal, la prueba por excelencia es la
prueba escrita, el acreedor debió salvaguardase, y estipularlo donde se pudiera
demostrar bajo cuales condiciones se realizo el préstamo si lo hubo, y cuál era el
monto y si debía pagarse interés o no.

Debió establecer las condiciones de dicho préstamo.

DOCTRINA

El Objeto del Contrato


Cuando las voluntades de las partes contratantes se encuentran, el objeto de las
mismas es vincularse jurídicamente, en otras palabras crear obligaciones. El contrato
tiene en si como objeto vincular las partes, una parte se vincula con otra en caso de un
contrato unilateral o se pueden obligar entre si, en caso de un contrato sinalagmático.
Se trata de la obligación de cumplir una prestación determinada[17]. El contrato puede
tener como objeto crear un derecho real, transferir un derecho o una obligación. Sin
embargo, es fácil confundir el objeto del contrato con el objeto de la obligación.

El Código Civil no hace distinción entre los dos, y se entiende que el objeto del
contrato no es más, que el objeto de las obligaciones que ese contrato hace nacer. Sin
embargo, hay autores que consideran que es necesario diferenciar los mismos. El
objeto de las obligaciones es lo que debe la parte que se obliga, en otras palabras la
prestación que el deudor debe cumplir (Ej., Pagar la cosa, Entregar etc.). En cambio, el
objeto del contrato esta constituido por las partes integrantes del negocio jurídico en
su totalidad, no por determinada acción principal o accesoria.

No obstante, la diferenciación de estos términos no tiene mucha utilidad y termina


teniendo solo un valor teórico más que practico. Pues el contrato cuyas obligaciones
estén basadas en objetos que no reúnan los requisitos establecidos por la ley, son
considerados inválidos. Por esta razón es necesario verlos a ambos juntos, no como
términos independientes.

B. Requisitos del Objeto

“Todo contrato tiene por objeto la cosa que una parte se obliga a dar, o que una parte
se obliga a hacer o a no hacer” Art. 1126 del Código Civil. En cualquier circunstancia el
objeto de dicho contrato debe cumplir con una serie de requisitos.

El objeto debe estar en el comercio: “Solo las cosas que están en el comercio pueden
ser objeto del contrato” Art. 1128 Código Civil. Esto incluye todas las cosas que el
orden público, las buenas costumbres, la moral y/o el legislador expresamente ha
prohibido su negocio. En esta categoría se incluyen las cosas del dominio público, del
Estado, la salud, el cuerpo humano. Las sucesiones no abiertas se consideran por la ley
fuera del comercio tal como lo expresa el Art. 1600 del Código Civil. El cual dice que la
sucesión de una persona viva no puede ser vendida, aún con el consentimiento de la
misma. La sentencia del 19 de mayo de 1999 dictada por la Tercera Cámara de la
Suprema Corte Justicia dice “La venta de la cosa ajena es nula (Art. 1599). Tampoco se
puede vender la sucesión de una persona viva. (Art. 1600)”.

El objeto debe ser lícito: nadie puede obligarse a realizar algo que vaya contra la moral
o algo que sea en naturaleza ilícito. Aquí se aplica el Art. 6 del Código Civil, el cual dice
que las leyes que interesan al orden público y las buenas costumbres no pueden ser
derogadas por las convenciones particulares. Este articulo, puede ser considerado
como un requisito de validez igual a aquellos mencionados en el Art. 1108 del Código
Civil, pero esto puede ser discutido. Es cierto que cualquier contrato que vaya en
contra la ley es nulo, esto no se puede discutir. Lo que si esta sujeto a discusión, es
hasta que medida las buenas costumbres condicionan la validez de los contratos. Estas
al no estar tipificadas en las leyes, no son definidas fácilmente, y por lo tanto cambian
dependiendo de los grupos sociales y de los tiempos[18]. La moral evoluciona con los
tiempos, y lo que antes podría ser visto como inmoral, hoy en día puede ser práctica
normal (Ej. bailar reggaetón en el presente no representa para muchos una
inmoralidad, pero si retrocedemos el reloj a los años 1950 es muy posible que dicho
baile estuviese prohibido).

El objeto debe ser posible: toda obligación está destinada a cumplirse por lo tanto
nadie puede obligarse a cumplir lo imposible. De la misma manera en que no se puede
obligar a nadie a realizar algo imposible, nadie debe comprometerse a realizar lo
imposible. Lo imposible se define como aquello que es imposible para todo el mundo
no para una persona especifica. La imposibilidad debe afectar a todo el mundo sea
quien sea el deudor. Por lo demás, la imposibilidad para poder declarar nulo un
contrato por falta de objeto tiene que consistir en una imposibilidad simultánea a la
celebración del contrato, en el cual las partes ponen al deudor a realizar una
obligación que era imposible en el momento en que se intercambiaron los
consentimientos[19]. (Ej. Yo me obligo como acreedor a venderte un objeto, pero
tengo que importarlo para vendértelo, sin embargo en el momento de celebrar el
contrato, no después, hay una prohibición para poder entrar al país dicho objeto. En
este caso el contrato es nulo por imposibilidad en el momento de realizar el contrato).

El objeto debe existir: cuando se refiere a la transmisión o venta de una cosa, es


necesario que dicha cosa exista para que el contrato sea válido. El Art. 1601 Código
Civil sanciona con pena de nulidad la venta que se realiza si la cosa ya ha perecido.
Cuando el objeto no existe falta un elemento esencial para la validez del contrato y por
lo tanto esta viciado por una nulidad absoluta.
Ahora, las cosas futuras pueden ser objetos de obligaciones como explica Art. 1130
Código Civil. La regla, como habíamos visto, es que la cosa debe existir en el momento
de realizarse el contrato, pero según este articulo las partes pueden obligarse con una
cosa futura. Tal seria el caso de la venta de un inmueble que no aun no ha sido
construido o la venta de una cosecha futura. Lo que si es necesario es que ambas
partes estén concientes que la cosa, en el momento de la celebración del contrato, no
existe. En caso que una de las partes no este conciente de ello el contrato es nulo.

El objeto debe ser determinado: el objeto del contrato debe de ser algo determinado
por lo menos en cuanto a su especie. La cantidad de la cosa puede ser incierta, con tal
que esta pueda determinarse; así lo establece el Art. 1229 del Código Civil.

Se entiende que vender cualquier cosa es lo mismo que no vender nada, pues la deuda
puede ser saldada con la entrega lo que sea, por esta razón no hay ninguna obligación
si no se determina el objeto de la misma.

La determinación en cuanto a su especie: es necesario que se precise en que consiste


la prestación debida, una casa, carro etc. Pero no se exige que la cosa este
individualizada o sea, este carro o esa casa. Tampoco es necesario precisar en el
contrato la calidad de la cosa, esta será determinada por un juez, si las partes así lo
desean. Cuando las partes no muestren sus voluntades en este asunto se aplicara la
regla del Art. 1246 Código Civil, la cual establece que el deudor entregue una cosa de
calidad media.

La cosa ajena: la venta de la cosa del otro, es nula. Esta puede resultar en daños y
perjuicios cuando el comprador ignora que fuese de otro Art. 1599 Código Civil.
Cualquier contrato que tenga como objeto la venta de algo ajeno es nulo, y tal como lo
expresa el Art. 1599 si el comprador no esta consciente ello este podría demandar en
daños y perjuicios.

La Causa Lícita

“Los autores consideran que los términos causas del contrato y causa de la obligación
son diferentes. La causa de la obligación es la razón por la cual una persona decide
obligarse; es la razón misma de la obligación contraída. Mientras que la causa del
contrato son los móviles o motivos individuales que han llevado a cada contratante a
celebrar un contrato, o sea los fines perseguidos”.

La Causa de las Obligaciones

Hay dos teorías que buscan explicar la causa de la obligación: la de los causalistas y la
de los anticausalistas. Según el Dr. Jorge A. Subero Isa “los causalistas presentan una
clasificación tripartita de los contratos para explicar que dentro de cada categoría de
contrato la causa de la obligación será siempre la misma”.

Contratos Sinalagmáticos: este contrato crea obligaciones para ambas partes


contratantes, estas obligaciones se sirven de causa; el compromiso de una parte es el
fundamento del compromiso del otro. La causa de una parte (la razón por la que se
obliga) es el objeto de la obligación de la otra parte. Así mismo cuando el objeto de
una parte es nulo la causa de la otra parte también será nula. Por igual, si ese objeto es
ilícito la causa de la otra parte será igual de ilícita, es el caso de los traficantes de
drogas.

Contratos Reales Unilaterales: la causa de la obligación de estos contratos es la


entrega de la cosa. El prestatario o el depositario están obligados a restituir la cosa
prestada o depositada, porque la han recibido, si no no existiría causa.

Contratos a Título Gratuito: la causa de la obligación es la intención de beneficiar al


beneficiario, sin recibir nada a cambio. La beneficencia misma es la causa de la
obligación.

Por otro lado, la teoría de los anticausalistas que se basa en criticar la teoría de la
causa por considerarla como falsa e inútil. Se considera falsa porque entiende que una
de las obligaciones no podrá ser considerada como la causa de la otra en los contratos
sinalagmáticos porque la causa precede naturalmente al efecto. Así mismo para los
contratos unilaterales donde en estos contratos la entrega de la cosa no es la causa de
la obligación, sino que es la esencia del contrato. También los contratos a título
gratuito son liberalidades, la causa es la intención liberal. Se considera inútil para los
contratos sinalagmáticos porque cuando falta la obligación se considera nula, pero no
por falta de ella sino por falta del objeto. Mientras que para los contratos reales
unilaterales, los anticausalistas dicen que si la cosa no se entrega no es que falta la
causa sino que falta un requisito para la formación del contrato. Por último para los
contratos a título gratuito se considera inútil porque la falta de intención liberal es lo
que impide la formación del contrato, no la causa.

El Dr. Jorge A. Subero Isa explica que para que la causa sea válida el art. 1131 del
Código Civil establece que debe ser lícita y no debe ser falsa. Las siguientes situaciones
son situaciones que anulan el contrato.

Ausencia de Causa: es difícil de imaginar que una obligación carezca de causa sin
embargo existen excepciones como son:

Un contrato sinalagmático en el que una de las partes está desprovista de objeto, por
lo que la otra parte se consideraría desprovista de causa.

Un heredero, después de comprometerse a recibir la herencia, descubra un


testamento que revoque el anterior.

La contracción de un compromiso para remediar una situación que no existe.

En sentido general las obligaciones no pueden carecer de causa. Siguiendo el Art. 1131
del Código Civil, la ausencia de causa hace que se anule el contrato.

Falsa Causa: la causa aparte de que debe existir, no puede ser considerada como falsa.
“La causa se considera falsa cuando el deudor ha incurrido en un error sobre la causa:
ha creído en una causa que no existe”[21]. En caso de que ocurra una falsa causa, el
contrato se considera absolutamente nulo.

Causa Ilícita: el Art. 1133 del Código Civil dispone que la causa es ilícita cuando está
prohibida por la ley y cuando es contraria al orden público y las buenas costumbres.
Causa Simulada: cuando las partes conocen la causa verdadera, pero la disimulan a
terceros. Como no es falsa, ni hay ausencia, y suponiendo que no es ilícita, no se puede
castigar con la nulidad, porque existe aunque sea secreta.

La causa se prueba por parte de quien alega la ilicitud de la causa. La prueba de la


causa depende de si la causa ha sido expresada o no en un documento. Lo más
frecuente es que el documento tiene la causa expresada. Si el deudor niega la causa de
la obligación, debe aportar una prueba de causa contraria. Los terceros pueden probar
por todos los medios la causa de la obligación. Cuando el documento carece de causa
entonces la carga de la prueba de la existencia de la causa de la obligación. Subero Isa
explica que “el que alegue la falta o ausencia de causa puede hacerlo por todos los
medios y no tiene que probar contra el contenido de un documento”.

La Causa del Contrato

“La causa del contrato consiste en los móviles o motivos determinantes que han
llevado a una persona a celebrar el contrato”. Esos móviles o motivos varían con los
individuos: la causa de las obligaciones pueden ser la misma para todos los
vendedores, pero la causa del contrato es diferente para cada vendedor. La
jurisprudencia le garantiza mucha importancia a los móviles que permiten la
realización del contrato, si son inmorales o ilícitos se anula.

Cuando se invoca el carácter inmoral o ilícito de la causa del contrato es muy difícil
probar que el motivo para celebrar el contrato fue inmoral o ilícito. Lo debe probar
aquel que alegue la existencia de un hecho debe probarlo.

El que alega contrario es quien debe buscar la prueba de la causa del contrato. Se
pueden apelar todos los elementos de prueba, la inmoralidad o la ilicitud debe ser
asimilada al fraude del cual es libre la prueba según el art. 1353 del Código Civil.

Larroumet Christian. Teoría General del Contrato. Vol. I. 1991. Editora Termis.
Colombia. P. 181.
Subero Isa, Jorge A. El Contrato y los Cuasicontratos. 2008. Editora Corripio. República
Dominicana. P.129.

Subero Isa, Jorge A. El Contrato y los Cuasicontratos. 2008. Editora Corripio. Rep. Dom.
P.130.

Duguit citado en Mazeaud, Henri y León. Lecciones de Derecho Civil. Ediciones


Jurídicas Europa-América, Buenos Aires, 1976

Larroumet Christian. Teoría General del Contrato. Vol. I. 1991. Editora Termis.
Colombia. P. 86.

Código Civil de la República Dominicana, Artículo 1108.

Subero Isa, Jorge A. El Contrato y los Cuasicontratos. 2008. Editora Corripio. República
Dominicana. P.128.

Subero Isa, Jorge A. El Contrato y los Cuasicontratos. 2008. Editora Corripio. República
Dominicana. P.128.

Subero Isa, Jorge A. El Contrato y los Cuasicontratos. 2008. Editora Corripio. República
Dominicana. P.129.

Subero Isa, Jorge A. El Contrato y los Cuasicontratos. 2008. Editora Corripio. República
Dominicana. P.130.

Subero Isa, Jorge A. El Contrato y los Cuasicontratos. 2008. Editora Corripio. República
Dominicana. P.130.
JURISPRUDENCIA

B.J. NO. 1045, DICIEMBRE 1997

Sentencia impugnada : Cámara Civil de la Corte de Apelación de

Santo Domingo, el 29 de diciembre de 1995.

Materia : Civil.

Recurrente : Francisco Sanchis Barres.

Abogados : Dres. Carlos A. Balcácer y Consuelo

González.

Recurrido : San Diego, C. por A.

Abogado : Dr. Darío Fernández.

Dios, Patria y Libertad

República Dominicana En N

En Nombre de la República, la Cámara Civil de la Suprema Corte de Justicia,


regularmente constituida por los Jueces Rafael Luciano Pichardo, Presidente; Ana Rosa
Bergés de Farray, Eglys Margarita Esmurdoc, Margarita A. Tavares y Julio Genaro
Campillo Pérez, asistidos de la Secretaria General, en la Sala donde celebra sus
audiencias, en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, Distrito Nacional, hoy 3 de
diciembre 1997, años 154° de la Independencia y 135° de la Restauración, dicta en
audiencia pública, como Corte de Casación, la siguiente sentencia:
Sobre el recurso de casación interpuesto por Francisco Sanchis Barres, dominicano,
mayor de edad, casado, cédula No. 2898, serie 72, domiciliado y residente en esta ciudad
de Santo Domingo, contra la sentencia civil No. 429, dictada por la Cámara Civil de la
Corte de Apelación de Santo Domingo, el 29 de diciembre de 1995, cuyo dispositivo se
copia más adelante;

Oído al alguacil de turno en la lectura del rol;

Oído al Dr. Darío Fernández, abogado de la recurrida San Diego, C. por A., en la lectura
de sus conclusiones;

Oído el dictamen del Magistrado Procurador General de la República;

Visto el memorial de casación depositado en la Secretaría de la Suprema Corte de


Justicia, el 18 de marzo de 1996, suscrito por los Dres. Carlos A. Balcácer y Consuelo
González, cédulas Nos. 001-0366347-2 y 001-0172058-8, respectivamente, a nombre de
Francisco Sanchis Barres, en el cual se proponen contra la sentencia impugnada, los
medios de casación que se indican más adelante;

Visto el memorial de defensa, suscrito por el Dr. Darío Fernández del 3 de mayo de 1996;

Visto el auto dictado el 19 de noviembre de 1997 por el Magistrado Rafael Luciano


Pichardo, Presidente de la Cámara Civil de la Suprema Corte de Justicia, por medio del
cual se llama a sí mismo, en su indicada calidad, juntamente con los Magistrados Ana
Rosa Bergés de Farray, Eglys Margarita Esmurdoc, Margarita A. Tavares y Julio Genaro
Campillo Pérez, Jueces de este Tribunal, para integrar la Cámara, en la deliberación y
fallo del recurso de casación de que se trata, de conformidad con las Leyes Nos. 684 de
1934 y 926 de 1935;

Vista la Ley No. 25 de 1991 modificada por la Ley No. 156 de 1997;
La Cámara Civil de la Suprema Corte de Justicia, después de haber deliberado y visto los
textos legales invocados por la parte recurrente y los artículos 1 y 65 de la Ley sobre
Procedimiento de Casación;

Considerando, que en la sentencia impugnada y en los documentos a que ella se refiere


consta lo siguiente: a) que con motivo de una demanda comercial en rescisión,
resciliación, resolución y terminación de contrato de alquiler de casa, incoada por la San
Diego, C. por A., contra los señores Francisco Sanchis Barres y Jesús Vallina Rodríguez,
la Cámara Civil y Comercial de la Tercera Circunscripción del Juzgado de Primera
Instancia del Distrito Nacional, dictó la sentencia del 6 de junio de 1994, cuyo dispositivo
es el siguiente: "FALLA: PRIMERO: Rechaza las conclusiones de los demandados Sres.
Francisco Sanchis Barres y Jesús Vallina Rodríguez, por improcedentes, mal fundadas y
falta de pruebas; SEGUNDO: Acoge en todas sus partes las conclusiones de la parte
demandante: San Diego, C. por A., y, en consecuencia: a) Ordena la rescisión,
resciliación, resolución y terminación del contrato de alquiler entre la San Diego, C. por
A., y Jesús Vallina Rodríguez, del 23 de junio de 1962, por los motivos expuestos con
anterioridad; y, en consecuencia: b) Ordena el desalojo inmediato de ambos
demandados Sres. Francisco Sanchis Barres y Jesús Vallina Rodríguez del inmueble
alquilado, con todas sus consecuencias legales; c) Ordena que esta sentencia sea
ejecutoria provisionalmente no obstante cualquier recurso, y sin prestación de fianza;
TERCERO: Condena a dichos demandados al pago de las costas y distraídas en provecho
del abogado concluyente por la parte demandante, quien afirma haberlas avanzado en
su totalidad; CUARTO: Comisiona al alguacil de estrados de esta Cámara, señor Francisco
César Díaz, para notificar la presente sentencia"; b) que sobre el recurso interpuesto, la
Cámara Civil de la Corte de Apelación de Santo Domingo dictó la sentencia ahora
impugnada, cuyo dispositivo es el siguiente: "FALLA: PRIMERO: Acoge como bueno y
válido en la forma, el recurso de apelación interpuesto por Francisco Sanchis Barres,
contra la sentencia dictada el 6 de junio de 1994, por la Cámara Civil y Comercial de la
Tercera Circunscripción del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional, que
favoreció a la compañía San Diego, C. por A.; SEGUNDO: Rechaza en cuanto al fondo, el
citado recurso de apelación, y en consecuencia, confirma en todas sus partes la
sentencia impugnada, por los motivos y razones antes expuestos; TERCERO: Condena al
señor Francisco Sanchis Barres, al pago de las costas del procedimiento, ordenando su
distracción en beneficio y provecho de los Licdos. José María Acosta Espinosa y Frank
Reynaldo Fermín Ramírez, abogados quienes afirmaron haberlas avanzado en su
totalidad";
Considerando, que el recurrente propone en su memorial contra la sentencia recurrida,
los siguientes medios de casación: Primer Medio: Violación al artículo 1ro., párrafo II del
Código de Procedimiento Civil, modificado; Segundo Medio: Violación a la Ley No. 18,
de 1988; Tercer Medio: Violación del Decreto No. 4807, del 16 de mayo de 1959, artículo
3;

Considerando, que en el desarrollo de sus tres medios de casación, los cuales se reúnen
para su examen, el recurrente alega, en síntesis, lo siguiente: a) que
independientemente de la demanda de que se trata, por violación contractual por haber
el inquilino originario Jesús Vallina Rodríguez entregado en el subalquiler al recurrente
Francisco Sanchis Barres, el inmueble alquilado al primero, lo que pretende la recurrida
es el desalojo y resciliación del contrato de alquiler y que en tal virtud se impone la
doctrina legal del artículo 1ro., párrafo II del Código de Procedimiento Civil; b) que la
sentencia impugnada fue dictada en atribuciones civiles a pesar de haber sido
introducida y sostenida en atribuciones comerciales; que ni en el primer ni segundo
grado la parte recurrida depositó la constancia correspondiente al pago del impuesto
sobre la vivienda suntuaria y solares urbanos no edificados, o la certificación que
acredite la exención de pago de dicho impuesto exigido por la Ley No. 18-88, para que
el tribunal pueda pronunciar sentencias de desalojo, en desahucio y lanzamientos, así
como en general, para dar curso a ninguna acción que directa o indirectamente pueda
afectar inmuebles gravados por esta ley; c) que en el caso de la especie el inmueble
arrendado se alquiló originalmente para fines comerciales y así permanece, y que el
recurrente, último inquilino, recibió sus derechos por parte de la recurrida al aceptar
por costumbre y tradición los pagos de los últimos años a su nombre; que por esos
motivos la sentencia impugnada debe ser casada; pero,

Considerando, que el estudio de la sentencia impugnada y de los documentos del


expediente ponen de manifiesto que la parte recurrida San Diego, C. por A., fundamentó
su demanda en resciliación de contrato de alquiler y desalojo en el hecho de haber el
inquilino Jesús Vallina Rodríguez subalquilado el inmueble dado en arrendamiento, no
obstante estarle prohibido expresamente en el contrato de alquiler, del 23 de junio de
1962, es decir, en la violación del referido contrato, por lo que la competencia del
tribunal de primera instancia es indiscutible y resulta de la combinación de los artículos
3 del Decreto No. 4807, de 1959, y 1ro., párrafo 2 del Código de Procedimiento Civil, ya
que, como ha sido juzgado por esta Suprema Corte de Justicia por su sentencia del 18
de octubre de 1985, "la competencia de atribución del Juzgado de Paz tiene un carácter
excepcional limitado a los asuntos que expresamente le son atribuidos por la ley; que el
artículo 1ro. del Código de Procedimiento Civil, en su anterior redacción como en la
actual, sólo atribuye competencia al Juzgado de Paz para conocer de las acciones en
resciliación del contrato del alquiler, desalojo y lanzamiento de lugares, cuando éstas se
fundan en la falta de pago de los alquileres o arrendamientos; que fuera de ese caso la
incompetencia del Juzgado de Paz es absoluta para conocer de dichas acciones.";

Considerando, que sobre el alegato de que la demanda de la parte hoy recurrida fue
introducida y sostenida por vía comercial y luego el tribunal falló en atribuciones civiles,
la Corte a-quo razonó del modo siguiente: "el alegato es cierto, pero no entraña la
revocación de la sentencia, porque simplemente el tribunal a-quo, dentro de sus
facultades..., consideró y determinó decidirla en atribuciones civiles por la naturaleza
civil de la demanda en rescisión de contrato de alquiler en contra de dos personas físicas,
como lo son los señores Francisco Sanchis Barres y Jesús Vallina Rodríguez,
presuntamente no comerciantes, y además se rechaza dicho pedimento, porque no
violó el derecho de defensa al notificársele la demanda el 15 de octubre de 1990 y se le
citó para el 31 de octubre de 1990, tiempo suficiente para constituir abogado y exponer
sus alegatos, que por cierto no indujeron ante el tribunal a-quo, la nulidad de dicho
procedimiento, el cual se invoca por primera vez en esta alzada"; que en efecto, el
artículo 43 en su párrafo II de la Ley No. 821, modificada de 1927, sobre Organización
Judicial, expresa que: "En los Distritos Judiciales en los cuales los Juzgados de Primera
Instancia estén divididos en Cámaras, la Cámara Civil y Comercial tendrá atribuciones
para conocer de todos los asuntos de esa naturaleza, y las Cámaras Penales de los
asuntos penales, ya sean éstos de carácter criminal o correccional, y los demás asuntos
que les atribuya la ley."; que es obvio que el tribunal de primer grado, que lo fue la
Cámara Civil y Comercial de la Tercera Circunscripción del Juzgado de Primera Instancia
del Distrito Nacional, tiene competencia para conocer tanto en materia civil como
comercial, de los asuntos que le conciernen, y que el cambio de un procedimiento a
otro, que solo puede suscitar una cuestión de nulidad de procedimiento, podría
conllevar la revocación de la sentencia recurrida si se hubiese comprobado que con
dicho cambio se lesionó el derecho de defensa, el cual fue preservado por el juez de
primer grado a la parte demandada y actual recurrente, como lo verificó
suficientemente la Corte a-quo, por lo que también el referido alegato carece de
fundamento y debe ser desestimado;

Considerando, en cuanto a la violación del artículo 12 de la Ley No. 18-88, del 5 de


febrero de 1988, sobre vivienda suntuaria y solares urbanos no edificados, invocada por
el recurrente bajo el fundamento de que la parte recurrida no depositó los recibos
correspondientes al pago del impuesto establecido por esa ley ni, en su defecto, las
certificaciones de las exenciones de pago del mismo, es cierto que la violación de dicho
texto legal, en la circunstancia por él prevista, constituye un medio de inadmisión que
puede ser suscitado de oficio por el juez apoderado de una demanda en desalojo, por
tener un carácter de orden público. Sin embargo, el estudio de la sentencia impugnada
y de la de primer grado revela que el recurrente no promovió ante los jueces del fondo
el medio de inadmisión derivado de la falta de cumplimiento de las disposiciones
contenidas en el artículo 12 de la Ley No. 18-88, según el cual: "los tribunales no
aceptarán como medio de prueba, ni tomarán en consideración títulos de propiedad
sometidos al pago de este impuesto, sino cuando juntamente con esos títulos sean
presentados los recibos correspondientes al último pago del referido impuesto ni se
pronunciarán sentencias de desalojos, ni desahucio, ni lanzamiento de lugares, ni se
fallarán acciones petitorias, ni se acogerán instancias relativas a inmuebles sujetos a las
previsiones de esta ley, ni en general darán curso a ninguna acción que directa o
indirectamente afecten inmuebles gravados por esta ley, si no se presenta, juntamente
con los otros documentos sobre los cuales se basa la demanda, el último recibo que
demuestre haberse pagado sobre el inmueble de que se trata, el impuesto establecido
por esta ley. La sentencia que haga mención de un título o que produzca un desalojo,
acuerda una reivindicación, ordena una partición o licitación, deberá describir el recibo
que acredite el pago del impuesto correspondiente"; que si bien el artículo 12 transcrito
pone a cargo del propietario la obligación de aportar la prueba de haberse cumplido con
el pago del impuesto creado en la citada ley, cuando esto no ocurre corresponde al
demandado en desalojo demostrar, que la edificación o vivienda dada en
arrendamiento, está sujeta al pago del impuesto por tener un valor, incluyendo el solar
donde esté edificada, de medio millón de pesos (RD$500,000.00) o más;

Considerando, que en ese orden, esta Suprema Corte de Justicia ha juzgado que aún
cuando el referido artículo 12 consagra un fin de inadmisión, que puede ser suscitado
de oficio por el juez apoderado de una demanda en desalojo, por tener un carácter de
orden público, la inadmisibilidad no puede ser pronunciada sino después que se
establezca que el inmueble de que se trata estaba sujeto al pago del impuesto por tener
un valor incluyendo el solar en que esté edificado, de RD$500,000.00 o más, conforme
a lo que dispone el artículo 2 de la indicada ley; que, contrariamente, en la sentencia de
primer grado, cuyos motivos de hecho y de derecho hizo suyos la Corte a-quo, se deja
constancia del depósito en el expediente por la recurrida de la notificación de avalúo
hecha por la Dirección General de Catastro Nacional, el 6 de julio de 1989, en relación
con el inmueble alquilado, registrado en esa oficina bajo el No. 15824-A, con un valor,
incluidos terrenos y mejoras, de RD$140,017.40; que al disponer el citado artículo 2 de
la Ley No. 18-88, que "las edificaciones gravadas serán aquellas destinadas a viviendas
o dadas en arrendamiento, cuyo valor incluyendo el del solar donde estén edificadas,
sea de Medio Millón de Pesos (RD$500,000.00) o más, y los solares no edificados
comprendidos en las zonas urbanas", es evidente que se trata, en el caso, de un
inmueble no sujeto al pago del referido impuesto, por tener un valor inferior, según la
certificación de avalúo, inferior al mínimo fijado por ley;

Considerando, por otra parte, que los medios de inadmisión con los cuales un adversario
puede hacer declarar al otro inadmisible en su demanda, sin examen al fondo, si bien
pueden ser propuestos en todo estado de causa, y el juez puede promoverlos de oficio
cuando resulte de la falta de interés o cuando tenga un carácter de orden público,
especialmente si deriva de la inobservancia de los plazos en los cuales deben ser
ejercidas las vías de recurso, no menos cierto es que al establecer el artículo 45 de la Ley
No. 834, de 1978, la posibilidad para el juez de condenar a daños y perjuicios a los que
se hayan abstenido, con intención dilatoria, de invocarlos con anterioridad, el legislador
quiso referirse con la expresión "en todo estado de causa", utilizada en el indicado texto
legal, a los jueces del fondo, únicos con capacidad para imponer una condena en daños
y perjuicios; que como la Suprema Corte de Justicia, en funciones de Corte de Casación,
decide si la ley ha sido bien o mal aplicada en los fallos en última o única instancia
pronunciados por los tribunales del orden judicial, sin conocer en ningún caso del fondo
del asunto, es obvio que en este rol no podría decidir sobre los medios de inadmisión
que no fueron suscitados ante los jueces del fondo, excepto si ellos son de orden público,
pues la casación no constituye un tercer grado de jurisdicción; que si es cierto que es de
principio que los medios de orden público son susceptibles de ser propuestos primera
vez en casación y aún promovidos de oficio, éstos no podrían ser invocados más que si
la corte que ha rendido la sentencia atacada ha sido puesta en condiciones de conocer
el hecho que le sirve de base al agravio y de verificar su realidad, pues no sería ni jurídico
ni justo reprochar al juez del fondo haber violado una ley que nadie le había señalado ni
indicado como aplicable a la causa; que al invocar el recurrente por primera vez en
casación el medio de inadmisión consagrado en el artículo 12 de la Ley No. 18-88, sin
que la corte a-quo fuera puesta en condiciones de verificar el hecho que fundamenta el
agravio, el medio que se examina resulta irrecibible;

Considerando, que en relación con el alegato del recurrente en el sentido de que él fue
el último inquilino del inmueble y que recibió sus derechos por parte de la recurrida al
aceptar los pagos de los últimos años a su nombre, la Corte a-quo al fallar en el sentido
que lo hizo expuso lo siguiente "que el hecho de que el señor Francisco Sanchis haya
pagado alquileres de la casa No. 77, de la calle Montecristi de ésta ciudad, sólo puede
ser válidamente aceptados en representación del señor Jesús Vallina, puesto que el
señor Francisco Sanchis, no tenía calidad de inquilino o de subinquilino autorizado en
virtud de que como hemos transcrito precedentemente, el contrato entre la San Diego,
C. por A., y Jesús Vallina, prohibe el subinquilinato sin el consentimiento escrito del
propietario; que por lo demás, ninguna copia de cheques se refiere a pago alguno a la
San Diego, C. por A."; que como se advierte por lo antes expuesto, la Corte a-qua, al
fallar como lo hizo procedió correctamente y de acuerdo con los principios legales que
rigen la materia, ya que la circunstancia de que un tercero, como en efecto lo es el
recurrente en el contrato de inquilinato intervenido entre la San Diego, C. por A., y Jesús
Vallina Rodríguez, realice los pagos correspondiente al arrendamiento, no le subrogan,
en virtud de ese hecho, en los derechos y obligaciones del inquilino, pues para ello se
requiere que la voluntad expresa de los contratantes así se haya manifestado en forma
inequívoca, sobre todo, como en la especie, existiendo en el contrato una cláusula que
prohibe la inquilino ceder y subalquilar, ni en todo ni en parte el inmueble, sin la
autorización escrita del propietario, por lo que el aspecto que se examina carece de
fundamento y debe ser desestimado;

Considerando, que por todo lo anteriormente expuesto, en la sentencia impugnada no


se ha incurrido en las violaciones denunciadas, y, en consecuencia, los medios del
recurso carecen de fundamento y deben ser desestimados.

Por tales motivos, Primero: Rechaza el recurso de casación interpuesto por Francisco
Sanchis Barres, contra la sentencia dictada por la Cámara Civil y Comercial de la Corte
de Apelación del Departamento Judicial de Santo Domingo, en sus atribuciones civiles,
el 19 de diciembre de 1995, cuyo dispositivo se ha copiado en parte anterior del
presente fallo; Segundo: Condena al recurrente al pago de las costas con distracción en
favor del Dr. Darío Fernández, abogado de la recurrida, quien afirma avanzarlas en su
totalidad.

Firmado: Rafael Luciano Pichardo, Ana Rosa Bergés de Farray, Eglys Margarita
Esmurdoc, Margarita A. Tavares y Julio Genaro Campillo Pérez. Grimilda Acosta,
Secretaria General.

La presente sentencia ha sido dada y firmada por los señores Jueces que figuran en su
encabezamiento en la audiencia pública del día, mes y año en él expresados, y fue
firmada leída y publicada por mí, Secretaria General que certifico.

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