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LA ETNOHISTORIA:
reflexiones y acotaciones
en torno a su definición
unque redundara en cierta malicia re- Los etnólogos son especialistas, sobre todo y a pesar de incur-
cipalmente a sociedades preliterarias no se limitó sólo a éstas. medio de la tradición oral y con la escritura
En esa transgresión de sus fronteras de estudio, tanto la histo- pictográfica que hoy conocemos como conte-
ria como la antropología vieron la aparición de la etnohistoria. nido de los nombrados “códices”.
Pero no se debe perder de vista que, cuando la historia iba También el pasado se narró simultáneamen-
más allá del tiempo de la escritura alfabética, el historiador veía te de manera oral y pictográfica. Los códices
trocada su propia denominación, y resultaba así, por ejemplo, prehispánicos y coloniales sufrieron el agrega-
egiptólogo, sinólogo, etcétera. También es conveniente do de notas al calce, de descripciones e inter-
observar que en dicha innovación disciplinaria pretaciones al margen en idioma castellano.
casi siempre intervenían los propios antropólo- Por otra parte, ocurría simultáneamente la
gos, como es fácil constatar en el caso de los contemplación deductiva de la antro-
estudios arqueológicos de Egipto. pología, ejercida por misioneros y
No fue lo mismo para la his- cronistas, sobre las extrañas cultu-
toria y para la antropo- ras recién conocidas.
logía estudiar Egipto o Esas observaciones
Mesopotamia que estu- (que por cierto exis-
diar Mesoamérica. Las tieron ya en la obra
primeras son sociedades pionera del propio padre
de hace más de dos mil años. de la historia griega, sobre otros
En cambio, lo más intenso de los estudios me- pueblos extraños) eran cotejadas con in-
soamericanos (excepto para la arqueología) corresponde a los formantes indígenas, y corregidas y aumenta-
siglos XV y XVI, es decir, a sociedades de hace apenas 600 años. das por la mentalidad occidental. Modificadas
El prurito formal de la historia, que ha servido ambiguamen- por la interpretación. Cuando no mal infor-
te para presumir de que su campo de estudio se define con refe- madas adrede por la desconfianza y la preven-
rencia a las sociedades con escritura, nació por el hecho de que ción natural de los recién conquistados.
la misma historia cobró su factura en la propia sociedad que la Como quiera, también ocurría simultánea-
creara: Grecia. Así, fue un ejercicio primordialmente de la pro- mente un fenómeno típico de ciertas coyuntu-
pia memoria: Heródoto narraba el pasado de su propia cultura ras de la antigüedad: la mitología oral, hecha
y de su propia escritura. una con la visión histórica del pasado, era por
El caso tardío del encuentro histórico de occidente con Me- primera vez cosificada o estampada y fijada con
soamérica creó una problemática distinta a la tradición narra- la escritura. Lo anterior generó los primeros
tiva de la historia griega, y después, occidental. documentos canónicos aptos para el ejercicio
De Mesoamérica obtuvimos el fenómeno de una sociedad cu- profesional del quehacer del historiador.
yo pasado no fue narrado con escritura alfabética por sus propios ¿Cómo aprehender una historia local con-
artífices. En cambio fue narrado de esa forma por los españoles. tada por extraños, del modo transicional lin-
Por españoles fue narrada la historia mesoamericana al mis- güístico aludido; con el paso vertiginoso de un
mo tiempo que la lengua náhuatl y otras eran fijadas con carac-
teres latinos que permitieron escribir de ese modo, por primera
vez. Esto permitió que el pasado indígena fuera contado por
extraños, quienes escucharon narraciones orales en náhuatl, y
refirieron así, por primera vez, una historia de pueblos sin escri- También el pasado se narró
tura alfabética, contada con el alfabeto del castellano. Al mis- simultáneamente de manera
mo tiempo, nobles indígenas estudiosos del latín y del castella-
no pudieron crear, por primera vez también, textos de su propia
oral y pictográfica
historia en lenguas extranjeras. Y no se puede olvidar que la
historia indígena también fue narrada a su propio modo por
tórico en material etnográfico. Esto quiere de- j. Patrón general de poblamiento y naturaleza de las co-
cir –es de suponerse–, que estudia de sus mate- munidades.
riales la posibilidad de entrever fenómenos ta- k. Efecto de la política y presencia española, en los patrones
les como los sistemas de parentesco, el ciclo de generales de poblamiento.
vida, la teología imbuida en su religiosidad, la l. En los archivos “ha quedado como partida en mil pedazos
mitografía científica, el análisis del discurso y la fotografía instantánea de aquella experiencia masiva de con-
la semiótica, etcétera, asuntos que el historia- tacto cultural que no tiene paralelo en la historia”. Reconstruir
dor no suele estudiar. esa fotografía “es una de las tareas específicas del etnohistoria-
f. Al hablar del estudio de una línea base, dor” (p. 195).
se propone también como típico fenómeno de
importancia etnohistórica, “la aculturación En la década de los sesenta, Richard Adams (1962) observaba
de los indios”. “En otras palabras, los documen- que en Estados Unidos las opiniones sobre el significado de
tos permiten seguir el desarrollo de una cul- etnohistoria se dividían en dos cuestiones fundamentales: uno,
tura esencialmente india, pero modificada por que la etnohistoria era una historia aparte, de los indios. Y dos,
el contacto…”. que se distinguía por el uso de materiales documentales sobre
g. Descubrir la visión del mundo indígena; indios y otros pueblos.
“el punto de vista del grupo dominado en la si- De todas formas, en estas tentativas definitorias estaba im-
tuación de contacto [para intentar] corregir la plícita la idea constante (puesto que si es una historia aparte
versión, natural y humanamente etnocentris- sólo es asequible cuando ha sido escrita) de que la etnohistoria
ta, de los españoles”. es la historia de cómo la cultura occidental se entremezcla con
h. Las fuentes, para el etnohistoriador, des- otras, casi siempre de manera dominante y que esa suerte de
criben las técnicas agrícolas, construcción de absorción sólo es observable mediante la primera instancia del
viviendas, confección de tejidos, producción propio dominio, esto es, por la imposición (o dotación) de es-
de alimentos, variedad y proporción en la die- critura alfabética que crea documentos canónicos sobre el pa-
ta, importancia alimentaria y social, organiza- sado de las culturas indígenas.
ción económica, instituciones como el merca- Así lo reitera también, en la misma década de los sesenta,
do, fiestas, localización de grupos indígenas y Charles Hudson cuando observa que el término significa “la
demografía, personalidad del indio, localización aplicación del método histórico a los tipos de culturas y socie-
geográfica, número de habitantes, lengua, pro- dades que estudian los antropólogos sociales en su trabajo de
ductos, centros ceremoniales y distribución de campo”.
la población en relación con ellos, diversidad La etnohistoria no es simplemente historia de pueblos no-
de lenguas, etcétera, asuntos que no se pueden occidentales; es eso, más la descripción etnológica de dichos
inferir de la sola visión de la arqueología. pueblos, mediante los documentos canónicos de su pasado, en
i. Etnografía del indio en el periodo co- efecto muchas veces posibles mediante la escritura alfabética
lonial. aportada por occidente. Más el auxilio arqueológico, lingüísti-
co, iconográfico y de muchas otras disciplinas, métodos y téc-
nicas de la investigación.
Y no es que los pueblos no-occidentales hubieran sido siem-
La etnohistoria pre incapaces de arribar a una dimensión signada por la escri-
no es simplemente tura alfabética o un equivalente (porque en el pasado tuvimos
ejemplos diversos), sino que la acción hegemónica expansio-
historia de pueblos
nista de occidente sorprendió a ciertos pueblos antes de adqui-
no-occidentales rir dicha posibilidad de narrar de esa manera su propio pasado.
Muchos historiadores, y aun antropólogos, conjeturaron acer-
ca del término en cuestión, aduciendo si acaso no se trataba de
uno más surgido para designar lo que era historia. Otros no-
taban que su uso implicaba una diferenciación étnica con un
trasfondo discriminatorio. Pero el asunto, a nuestro juicio, es En el pasado hemos visto
ambiguo y su tono depende de la apreciación misma de las di-
la imposición hegemónica
ferencias: éstas siempre existieron, puesto que los pueblos del
mundo no se desarrollaron todos hacia un mismo fin. Y algunos, entre culturas que por
que se desarrollaran hacia la escritura alfabética o hacia “el pro- igual han contado con escri-
greso”, resultaron hegemónicos, expansionistas y opresores.
Ejemplo histórico (y etnohistórico) de ello fue la conquista de tura alfabética
América.
Sería un error tendencioso y estéril interpretar lo anterior
como un discurso que cobija la insinuación de que el propio ca- peripecias humanas en el vasto mosaico que
rácter hegemónico de occidente dependió de haber contado implica el desarrollo universal de las culturas.
con escritura alfabética, y la secuela cultural y tecnológica de No se acaba de aceptar que el objeto de
este don. Pues en el pasado hemos visto la imposición hegemó- estudio de la etnohistoria sea también el mo-
nica entre culturas que por igual han contado con escritura al- do en que una cultura dominante interactúa
fabética. Un ejemplo típico de ello (aunque hay muchos) fue la con otra que, simultáneamente, encuentra un
dominación árabe en la península ibérica. código como el de la escritura alfabética para
El quid della question estriba en que muchos que han querido describir su pasado, y el resultado de dicho
definir la etnohistoria no han podido superar el obstáculo de la complejo movimiento. Y en cambio nadie ha
necesidad de su universalización. Es decir, que no han podido reclamado que la epigrafía no haya podido ser
aceptarla como disciplina científica de una condición excep- aplicada como método al estudio del pasado
cional de las culturas, sino que se han impuesto la aceptación de ciertos países, sin que por ello se dudara del
de lo “científico-social” sólo a condición de ser aplicable a todos carácter científico de este método.
los pueblos del orbe, y, peor aún, en cualquier fase de su histo- Por fuera de estas particularidades, existe la
ria. Pero, en cambio, nunca trataron de conjeturar del mismo constante de que “el nivel etnográfico es esen-
modo que lo hicieron con la etnohistoria, a actividades igual- cial y definitorio en etnohistoria” y así “puede
mente científicas como la prehistoria y la protohistoria, que es- concebirse una monografía etnohistórica co-
tudian periodos predeterminados, o a la propia historia que no mo la interpretación de una situación socio-
estudia a “nuestros contemporáneos primitivos”. cultural en un momento dado, según el estilo
Pero la etnohistoria, aun habiendo tenido un objeto de es- tradicional de la etnología o la antropología
tudio restringido no sólo a ciertas culturas, sino a ciertas etapas social” (Jiménez, 1975).
de las mismas, es una disciplina científica que tiene universali- Está implícito pues, en este autor, que son
dad precisamente porque es una especialidad de métodos y téc- ciertos fenómenos los que interesan a la etno-
nicas de observación de modalidades únicas del desarrollo de historia. ¿Cuáles podrían ser dichos fenóme-
ciertas culturas. En eso estriba su propia validez científica, y no nos? Aquellos “donde los datos y los hechos
en una falsa extensión universal de su objeto de estudio. resulten significativos”. ¿Cuáles podrían ser sig-
Otro problema que igualmente ha estado presente en el mo- nificativos? Aquellos donde exista “interde-
mento de proponerse una definición de la etnohistoria es el pendencia de los elementos de un sistema y de
prejuicio de la cientificidad: o la etnohistoria es ciencia o no es los sistemas entre sí”. Además de que se debe
nada. Pero no se ha aceptado del todo la elucidación del pro- incluir una variable fundamental: “el medio
blema al nivel más modesto (que por lo general es el que corres- natural y las relaciones del hombre con el me-
ponda a las llamadas ciencias sociales) de observarla como una dio o, en otras palabras, la ecología cultural”.
disciplina científica –que no una ciencia– es decir, como un Estas ideas son importantes en las búsque-
método determinado para observar una particularidad de las das definitorias del objeto de estudio de la dis-
estudio de la etnohistoria, así como sus propias ciertos fenómenos sociales no es necesariamente correcta u ob-
técnicas de investigación, “sirven para escribir jetiva, y mucho menos científica. No sólo eso: puede ser erró-
historias de pueblos indios debido a su marco nea y perversa. Desde luego que la opinión respectiva de los
de trabajo holístico e inclusivo. Es especial- protagonistas inmersos por ejemplo en ciertos rituales religio-
mente importante por su habilidad para unir sos, digamos, los sacrificios humanos, no nos dirían mucho de
diferentes marcos de trabajo y tener acceso a los móviles psicosociales y antropológicos de dichos ritos. Y
un contexto más informado, para hacer inter- aún más, en el caso extremo de que la etnohistoria se pudiera
pretaciones del pasado”. ejercer no solamente entre sociedades con un pasado colonial,
La definición del campo de estudio de la sino en otras carentes de ello, digamos por ejemplo, la ale-
etnohistoria se ha hecho más refinada a través mana. Tendríamos que echar marcha atrás de la afirmación de
de los años. “En un principio la etnohistoria Schiefflin, si preguntáramos a la propia gente alemana nazifa-
difería de la historia propiamente dicha en que cista por el sentido que atribuiría a la aparición del fenómeno
añadía una nueva dimensión, ‘el uso crítico de social culminado con el liderazgo de Hitler. En todo caso, la vi-
conceptos y materiales etnológicos en el exa- sión propia del mundo cultural muchas veces puede servir para
men y el uso de las fuentes históricas’ como la ilustrar una historia de las mentalidades, y no necesariamente
describió Fenton. Más tarde, Axtell definió para conocer las causas de los fenómenos de esa suerte. La vi-
la disciplina como la que esencialmente usa de sión etnohistórica aspira a alcanzar rango científico, que es un
“métodos históricos y etnológicos para obtener problema moderno y básicamente occidental. No es posible
conocimiento sobre la naturaleza y las causas caer en la visión simplista, populista y aún peor, irracionalista,
del cambio sociocultural, en una cultura defi- que tiende a asignar igual rango a una visión científica y mo-
nida por conceptos y categorías etnológicas.” derna que a otra, antigua y religiosa o ideológica.
Otros más han entendido este concepto Por último, Simons formuló su concepción de la disciplina
básico como el idóneo para conocer actores como “una forma de biografía cultural que se basa en tantas cla-
históricos de los cuales no había una com- ses de testimonios como sea posible, sobre un periodo de tiem-
prensión cabal. En este sentido, Schiefflin es- po tan largo como lo permitan las fuentes”. Disciplina basada
tableció que “la etnohistoria debe tomar en en un acercamiento o un paradigma que es más rico, por estar
cuenta, fundamentalmente, el sentido que la unido a las “memorias y a las voces de los pueblos vivos”.
propia gente da a las causas de la aparición de En México, uno de los pocos investigadores que han hecho
ciertos fenómenos sociales, así como a las pro- un recuento importante sobre las definiciones existentes de la
pias maneras culturales de construcción del etnohistoria, a más de haber discutido ampliamente el proble-
pasado”. ma y de haber propuesto una definición propia, de mucha tras-
Debemos tomar alguna distancia a propósi- cendencia, fue el profesor Carlos Martínez Marín (1976).
to de esta endeble afirmación, en la inteligen- En su obra fundadora, Martínez observa ciertos atributos del
cia de que la versión propia de los artífices de desarrollo de la antropología, que permitieron que la etnohis-
toria fuera más que el método que tantos proclamaban sin con-
ceder el rango formal de disciplina para este originario híbrido
de la antropología y de la historia. La aparición de la historia
La visión etnohistórica
social, de la historia económica, de la historia de la cultura, que
aspira a alcanzar rango científi- “convergieron hacia las dos manifestaciones de la antropología:
co, que es un problema la etnología diacrónica y el proceso de aculturación”, serían dos
instancias previas a la aparición de la etnohistoria.
moderno y básicamente occi- Con un sentido mucho más específico que el de algunos au-
dental tores importantes (por ejemplo Hobsbawm, 1998, quien había
señalado cómo la historia como actividad profesional resultaba
indispensable para los propósitos políticos del nacionalismo,
sociedades preliterarias, colonizadas, no occi- grupos han quedado fuera de los intereses etnohistóricos, al me-
dentales; nunca hemos visto uno referido a so- nos hasta hoy.
ciedades europeas. Lo que no eliminaría, des- Por lo demás, queda con las manos libres la posible argu-
de luego, que puedan aparecer en el futuro. mentación de que Italia también es autóctona y en diversos
Pero hemos de señalar también que más momentos sometida parcialmente por extranjeros, por ejemplo,
adelante el propio autor contradice a esas ase- por españoles en Nápoles y Sicilia, al mismo tiempo que los
veraciones de arranque en su definición, pues mesoamericanos eran invadidos por España. Estas instancias,
señala que la disciplina “tiene por objeto la re- no consideradas, enriquecerían los términos de la definición que
construcción histórico-cultural de los grupos estamos analizando, aun al nivel ilustrativo e inclusivo de sus
indígenas autóctonos independientes, de los propias declaraciones.
grupos indígenas sometidos al poder colonial, A continuación viene una tentativa de este autor por pro-
de grupos con cultura tradicional y de grupos blematizar, a escala fenomenológica y filosófica, sus categorías
modernos marginales y de sus relaciones con de aproximación, pues declara que la disciplina es “una premi-
los demás grupos con los que conviven”. sa para la explicación de la naturaleza de los procesos culturales
Esto es extremadamente interesante. La et- operados en las sociedades o grupos sujetos de estudio a través
nohistoria, desde esta perspectiva no podría es- del tiempo, con apoyo en un momento de partida, presente o
tudiar a Italia, por ejemplo, que no tuvo a otro cercano, que se analiza hacia atrás o viceversa, mediante dos
grupo que llegara del exterior a escribir su his- análisis ineludibles, el cultural y el histórico, en forma conjun-
toria; que no es país que veamos genéricamen- ta [más el manejo de] las dos dimensiones temporales”.
te como colonizado, ni careció de escritura. Pe- Se sabe que explicar la naturaleza de los fenómenos cultura-
ro si en el mismo párrafo la definición prevé les es una empresa intelectual que no ha podido ser cumplida
que la etnohistoria puede estudiar no sólo a del todo. Y mucho menos la naturaleza de los fenómenos cul-
grupos indígenas independientes o sometidos turales “a través del tiempo”. Se han explicado las caracterís-
al poder colonial, sino también a “grupos mo- ticas de determinada cultura y en ello la etnografía ha jugado
dernos marginales”, bien podría entonces la un papel protagónico. Pero explicar su naturaleza implica una
etnohistoria estudiar por ejemplo a grupos de acción incumplida. Al menos desde la perspectiva de la antro-
obreros de las distintas regiones italianas, o pología. Hay aquí pues una preocupación y una propuesta de un
mexicanas. Pero repetimos que no se han he- gran valor. A menos que aceptemos que el perfil de la cultura
cho dichos estudios y que por lo tanto tales es solamente circunstancial.
La contradicción fundamental que atraviesa a lo largo de
esta –no obstante– importante definición, termina por conso-
lidarse cuando se dice que “su problemática deriva […] de la
naturaleza y pluralidad de las sociedades en estudio”. Las analfa-
betas y anárquicas con predominio de tradición oral; las que,
con tradición oral, preservan pasado y cultura con “verdaderas
Se sabe que explicar la natu-
crónicas orales”; (y aquí viene la oscura contradicción) “las que
raleza de los fenómenos cul- poseen escritura y en las que sus peculiaridades se registraron
turales es una empresa inte- por medio de extranjeros”.
No es del todo fácil extraer de aquí a qué sociedades se re-
lectual que no ha podido ser
fiera el autor. La frase es naturalmente oscura. Sociedades que
cumplida del todo posean escritura no suelen, ni lo necesitan, registrar sus pecu-
liaridades por medio de extranjeros. A menos que se refiera a
sociedades con escritura no-alfabética, que son incapaces de
consignar con detalle las peculiaridades de su propia historia.
Pero entonces resultarían externas al campo de estudio de la et-