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Escritos de e W Bullinger Vol 2 PDF
Escritos de e W Bullinger Vol 2 PDF
WILLIAM BULLINGER
VOL. 2
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La Palabra de Dios puede, de alguna manera, ser comparada a la tierra.
Todo lo necesario para el sustento y la vida puede ser obtenido arando la
superficie de la tierra: pero hay tesoros de belleza y riqueza que se obtienen
ahondando sus profundidades. Así sucede con la Biblia. “Todas las cosas que
pertenecen a la vida y a la piedad” residen a la superficie para los humildes
santos; sin embargo, por debajo de esa superficie se halla un “gran botín”
que será encontrado solamente por aquellos que lo busquen
como un “tesoro escondido”.
E.W. Bullinger
Contemplando……………………………………………………… 4
El poder practico de nuestra esperanza…………………….……… 6
El tesoro, el vaso y el poder………………………………………... 11
La senda real hacia la santidad…………………………………….. 16
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre…………………………….. 21
Las inescrutables riquezas de Cristo……………………………….. 25
La oración…………………………………………………………… 29
Santificación………………………………………………………… 35
Sacrificó realmente Jefté a su hija………………………………….. 38
¿Creemos a Dios?......................................................................... 44
La muerte no es la puerta de entrada al Cielo……………………… 47
Un refrescante estudio sobre la resurrección……………………….. 56
La resurrección del cuerpo…………………………………………... 59
Los sufrimientos y la gloria…………………………………………. 69
Los derechos del Señor Jesucristo…………………………………... 73
Todo en todos………………………………………………………... 79
Fuimos hechos aptos………………………………………………… 83
La higuera, el olivo y la vid…………………………………………. 88
El Gran Secreto Sagrado……………………………………………... 92
Perfeccionaos………………………………………………………….119
Las Tres esferas de la gloria futuras………………………………….123
Perfección: “Telos” y “Arios”………………………………………...131
Citas sobre la “evolución” y la falsamente denominada “ciencia”….134
Seiscientos sesenta y seis……………………………………………..145
Los “Hijos de Dios” en Gén. 6:2 y 4………………………………… 149
Las ocho “señales” del evangelio de Juan…………………………… 153
La Gran Nube de Testigos………………………………………….....161
Josafat: Una gran lección para nuestros tiempos……………………..214
Persecución………………………………………………………….....223
El PECADOR se ocupará con sus pecados tanto cuanto pueda; con la búsqueda del
pecado, y el placer del pecado. Cuando se vivifica, entonces:
El SIERVO se ocupará con su servicio hasta que llegue a estar con él tan absorbido,
que no tenga tiempo para ocuparse con Aquel a Quien el servicio se supone sea rendido. Y
finalmente:
Esto nos lleva de vuelta al secreto de una vida santa. Se resume en una sola
palabra: Contemplar.
1. Katoptrizomenoi
2. Theomai
3. Theoreo
4. Epopteuo
Conclusión:
Salmos 34:5: Los que miraron a Él fueron alumbrados. En hebreo significa dirigir los
ojos hacia, mirar con profundo interés, añoranza, respeto y afecto.
Hay algunas cosas que son objeto de fe, otras que son objeto de esperanza, y
también algunas cosas que son objeto de conocimiento o saber; y nosotros no
esperamos que nuestra labor en conexión con esta Conferencia que ahora damos no venga a
ser en vano. Ni tan siquiera lo creemos. Simplemente lo sabemos. Sabiendo que… vuestra
labor en el Señor… no es en vano.
Es precisamente esta sola bendita esperanza, queridos amigos, que Dios ha ligado a
la santidad de vida. Este es Su propio plan para certificarla. Bien sabemos que el hombre
piensa siempre que puede mejorar los métodos de Dios, y mismo Su propia gente no es del
todo inocente en esta materia. Por eso mismo hay muchos queridos hijos de Dios
diciéndonos que tienen un plan mejor para obtener y asegurar la santidad de vida. Nos
dicen que su plan es la fe – y que por un cualquier acto de fe que
emprendamos, lograremos un cambio en nuestras vidas, etc. Pues que me perdonen si les
digo que, yo, prefiero el plan de Dios. Dios no asoció nunca nuestro andar en santidad a
la fe, sino a la esperanza. La Esperanza es el secreto de una vida santa, y no la fe. Aquel que
tiene esta ESPERANZA en Él – en Cristo – a sí mismo se purifica, así como Él es
puro. Este es el testimonio de la Palabra de Dios. Esta esperanza es la garantía de una vida
purificada; es una preservación contra todas las perversiones. Yo jamás he visto una vida
degradada que estuviese aguardando y fijando sus ojos en la venida de Cristo del cielo, y
todavía no he visto a nadie en púlpito alguno donde este fuese el tema de consideración.
Esta verdad, por encima de todas las demás, es la verdad de todas las edades y
específicamente para nuestro tiempo. ¿Cómo son los tiempos o edades actuales?
Son tiempos peligrosos. Sin embargo, por todas partes se nos exhorta a conformarnos con
los tiempos. Pero queridos amigos, son tiempos peligrosos y por tanto, nuestro
conformarnos con ellos será muy peligroso, si nos vamos con-formando de acuerdo a los
tiempos peligrosos. El fin de los tiempos peligrosos es el juicio, y si nos conformamos con
ellos iremos con ellos conformándonos al juicio, también.
En 2ª Timoteo 1:15, dice: Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están
en Asia.
Esta debe haber sido una experiencia muy triste en la vida de Pablo – ver que todos
aquellos que estuvieron firmes con él, ahora le abandonasen – sin embargo él conocía a
UNO que nunca le abandonaría. En el vers.12 dice: Porque yo sé a QUIEN he creído. Él no
dijo, como muchas veces se cita yo sé en Quien he creído. ¡No! sino que dice ¡Yo sé, yo Le
conozco! ¡Yo creo lo que Él dice! Este es también nuestro recurso. La fe no fingida, referida
en el quinto versículo, es la que necesitamos. En estos días, cuando los hombres se apartan
de nosotros y nos abandonan, cuando se vuelven a las fábulas, mientras más próximos nos
mantengamos del Señor, nada podrá afirmarnos en cualquier lugar mejor, sino una fe no
fingida en el Dios viviente.
Es justamente en conexión con esto que tenemos el importante pasaje (2ª Timoteo
3:16) introducido y concerniente a la inspiración de toda la Escritura, diciéndonos, si es que
tenemos oídos para oír, que cuando los hombres resisten a la verdad, nuestro único recurso,
nuestra única defensa, es la Palabra de Verdad. Esta es la lección que aprendemos por
el lugar donde aparece este pasaje: No confiamos en nuestra propia sabiduría en la
presencia de aquellos que resisten, sino que dependemos de la Espada del Espíritu, - la cual
es la Palabra de Dios.
¿Qué es lo que se puede hacer con los hombres que deliberadamente aparten sus
oídos de la verdad de Dios, y que se den por satisfechos con las fábulas del hombre?
Esta, por tanto, es la verdad para los tiempos que vivimos. Esta es la verdad para el
día en que se traza nuestro destino. No es de admirar que este simple mandamiento, el cual
pasa desapercibido para la mayoría, sea introducido con un tan solemne encargo en el
vers.1. No es de admirar que sea seguido y acabado por una referencia al Juez
justo venidero (vers.8).
Cuando aquellos que deberían predicar la Palabra están dirigiendo sus esfuerzos
para agradar a las personas, y predicando las filantropías de los periódicos, los “buenos
hábitos”, y un Evangelio social; cuando aquellos que deberían predicar el Evangelio de la
Gracia de Dios están predicando el aumento salarial de las masas para que alcancen un
nivel social más elevado; cuando aquellos que deberían predicar el Juicio venidero, y
provocar el espanto en los pecadores (Hechos 24:25), están en su desespero inventando
nuevos métodos y haciendo todo lo posible por agradar y entretener a los pobres
pecadores; cuando vemos a las multitudes de los denominados pastores intentando
amansar a las cabras, en vez de procurar y alimentar a las ovejas de Cristo; yo clamo,
cuando veamos que es este el carácter de nuestros días, entonces podemos estar bien
seguros de que el juicio no está lejos.
Aarón hizo el buey de oro para agradar al pueblo, y el juicio vino repentinamente
sobre todos ellos (Éxodo 32:26-28).
Herodes, para agradar al pueblo, azotó a Jacobo, y estaba decidido también a azotar
a Pedro, y fue herido por un ángel de Dios – y expiró comido de gusanos (Hechos 12:3,
23).
Bien podéis creerme, queridos amigos, el juicio no está lejos – ¡sí, está mismo a la
puerta! Estamos aquí para testificarlo como lo testificó Noé; para andar con Dios como
Enoc anduvo; viendo qué tipo de personas debemos ser, mientras repetimos Su profecía en
los oídos de una iglesia mundana y un mundo religioso: He aquí vino el Señor con Sus
santas decenas de millares (Judas 14).
Pero hay una bendita esperanza ligada con esta cuarta y última característica de
estos malos y peligrosos tiempos. Se registra en el vers.8: Por lo demás, me está guardada
la corona de justicia, la cual dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino
también a todos los que aman Su venida.
E.W.BULLINGER
Tenemos este Tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de
Dios, y no de nosotros. (2ª Corintios 4:7).
Para eso, al mismo tiempo que el Apóstol magnifica su oficio, habla sin embargo de
sí mismo como no siendo nada.
I. El “Tesoro”.
Nada hay que no hayamos recibido (1ª Corintios 4:7). Cualquiera que haya
podido ser el agente o medio personal que Dios empleó, tanto da que haya sido del más
bajo rango, como si del más grande de acuerdo al parecer humano, él propio agente o
persona no pasa de ser un simple vaso lleno con el tesoro de Dios.
Lo que este tesoro fue en el caso del apóstol se nos dice en Hechos 26:16: Para esto
he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de
aquellas en que me apareceré a ti.
El Tesoro por tanto es ésta Divina Iluminación; y es el don de Dios. Justo como
cuando Dios ordenó que la luz se separase de las tinieblas, así fue como Dios hizo brillar
en nuestros corazones la iluminación del conocimiento de Su gloria, en la persona de
Cristo.
Aquel que vino en gracia volverá en gloria. Las buenas nuevas conciernen a ambas
cosas. Es la gloria de su gracia (Efesios 1:6).
II. El “Vaso”.
¿Y por qué ha escogido Dios depositar este maravilloso Tesoro en vasos de barro?
Él nos dice que, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no nuestra.
Por no darnos cuenta de esto, muchas falsas doctrinas se han introducido aquí:
¡como si Dios hubiese dicho que hay una mejor disposición o adaptación en el corazón de
un hombre pobre para recibir el Evangelio, que la que reside en el corazón de un hombre
rico! Cuando lo cierto es que, para Dios, tanto el rico como el pobre son ambos a Sus ojos
exactamente la misma cosa: porque no hay diferencia – y ninguno de ellos se convertirá
para el Señor a menos que sean vivificados por el gran poder de Su Espíritu.
III. El “Poder”.
El vaso que contiene este Tesoro es un débil vaso de barro, para que la excelencia
del poder sea de Dios, y no de nosotros.
Así es como resalta y surge una obra ponderosa, así es además como lucirá un
brillante tesoro. Parece decirnos avisándonos que es posible que haya mucho de humana
sabiduría, aprendizaje carnal, elocuencia, en el vaso; y que se ponga mucha atención y
admiración de parte de aquellos que escuchan por aquel mero instrumento; es posible que
haya mucha adulación a la persona (Judas 16), pero la atención debería fijarse solo en
el poder, poder de lo alto, “pneuma hagión” de Dios.
Este es el peso y contenido del Libro de los Hechos de los Apóstoles. Allí lo que
debemos ver son los hechos y obras del Espíritu Santo. Observe al vaso de barro Pedro,
Es precisamente cuando nos damos cuenta de la debilidad del vaso que vemos la
necesidad de este poder.
Esta es la única cosa necesaria hoy en día. Hay demasiado aprendizaje y sabiduría
humana; demasiada energía carnal utilizándose e ideando todo tipo de nuevos métodos para
influenciar a los hombres; pero todo es en vano sin este poder desde lo alto.
Los hombres con su propio poder bien pueden querer trastornar las iglesias; pero lo
que precisamos es que el poder que pone de manifiesto la debilidad, y la necedad, y la
insignificancia, y la humillación de los hombres, trastorne el mundo entero (Hechos 17:6).
Hace muy poco tiempo estuvimos en una ciudad provincial, donde había sido
instalado un nuevo servicio de tranvías eléctricos. Parecía que todo estaba listo y preparado.
Las líneas estaban dispuestas; los postes eléctricos levantados; los alambres conductores
fijados; los coches listos; y nosotros preguntamos ¿Qué es lo que esperan? La respuesta
fue AL PODER. La estación del poder (central eléctrica) no estaba acabada.
¡Oh! Así son las cosas en el medio spiritual también. Se precisa de Su poder. Todo
lo demás puede estar listo y preparado, toda la destreza humana puede estar presente, y
listas también las ideas y sabiduría del hombre; pero, si no tenemos el poder de lo alto, todo
eso es en vano y no vale de nada.
Y todo este poder Divino sin embargo es suficiente para todo: su excelencia y
eminencia está enfatizada. Sobrepasa a todas las posibilidades humanas, y excede a todas
las imaginaciones del hombre. Es el poder de lo alto que causa que la Palabra de Dios
opere de manera efectiva en el corazón; y convierta al pecador para que pueda ver lo que
antes no podía. Es solo, y solo este poder, lo que puede hacer que amemos lo que
anteriormente odiábamos, y detestemos lo que antes amábamos.
Entonces podemos entender el por qué Dios ha depositado este tesoro, y es utilizado
solamente en, estos vasos de barro: Es para que sea visto y reconocido que el poder es de
Dios, y no de nosotros.
E. W. BULLINGER
El hombre es por causa de su caída naturalmente egoísta; y está por tanto inclinado
necesariamente a ocuparse consigo propio. Incluso los cristianos, que poseen una Nueva
naturaleza, no están libres de esta siempre presente tentación.
¿Todavía nos sorprendemos que esta nueva imaginaria teología fracase a la hora de
conseguir sus tan ansiados objetivos? ¿Nos sorprendemos al encontrar que este “Evangelio
de Rendidos Esfuerzos”, que nos llegan del Occidente, fracase a la hora de producir el
sólido Cristianismo y la santidad de vida que el Antiguo Testamento (que proviene del
Oriente) ha producido a través de todas las edades? ¿No deberían haber sido puestos los
cristianos en guardia contra todos estos fraudulentos sistemas, para que desconfiasen de
todos ellos y los considerasen sospechosos? ¿No se están ya todos dando cuenta, ahora, de
que no pasaban de ser sino puro fracaso? Esa no es la Senda Real para la santidad de vida.
Al igual que todos los remedios humanos la dosis tiene que volver a repetirse una y
otra vez, y aun cuando ven los hombres que no proporciona la cura para el problema
realmente, siguen tomando su dosis, sin aliviar nunca el conflicto existente entre las dos
Naturalezas.
Hemos visto a muchos que han sido decepcionados por el uso de estas nuevas e
imaginarias medicinas o remedios mundanos, que tan ampliamente son difundidas por
todas partes hoy en día, en los tiempos peligrosos actuales. Porque, una vez que todas estas
medicinas y remedios son vanas y sin provecho, la enfermedad por tanto continúa
desarrollándose y empeorando cada día.
Existe solamente un remedio o medicina; un único camino; una única Senda Real.
Sin embargo es un Camino muy antiguo: La senda antigua, es como la denomina Dios.
Ojalá que tengamos éxito a la hora de guiar a alguien en la procura de esta senda
antigua, la senda de la paz y del descanso, la senda de la justicia y de la verdadera santidad.
Los que miraron a Él, fueron alumbrados, esta es la descripción de aquellos que
usaron el remedio que Dios Mismo providenció y señaló (Salmos 34:5). Y en el mismo
Libro de Salmos se nos ofrecen y relatan dos “casos” de quienes intentan por sí tomar otros
remedios.
Estos dos “casos” se nos ofrecen en dos Salmos de Asaf. Y el mismo Asaf era quien
estaba equivocado en esta materia. Olvidó y dejó de lado la fuente de aguas vivas, y cavó
para sí y de sí mismo cisternas rotas que no retenían las aguas de su propia imaginación; y
el resultado que produjo se pone en evidencia en el Libro para nuestro aviso. El nuevo
remedio que intentó estuvo a punto de llevarlo a la locura. Asaf intentó poner en práctica
dos remedios; ¡y el segundo lo puso en práctica porque el primero había fracasado! ¡Qué
necio e ignorante era yo! (dijo él). Es exactamente lo mismo que sucede hoy en día, y así
seguirá siendo hasta el fin.
Vallamos ahora y leamos el relato Divino de estos dos “casos”. El primero se nos da
en:
Salmos 77
1. Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé, y Él me escuchará.
2. Al Señor busqué en el día de mi angustia; alzaba mis manos de noche sin
descanso; mi alma rehusaba el consuelo
3. Me acordaba de Dios y me conmovía; me quejaba, y desmayaba mi
espíritu. Shela
4. No me dejabas pegar los ojos; estaba yo quebrantado, y no hablaba…
6. Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón, y mi (propio)
espíritu inquiría.
¿Cuál podría ser el resultado de este auto examen sino la miseria? Y así sucedió.
Porque continuó preguntándose:
Aquí tenemos otro Shela señalándonos la Senda Real para la paz y la felicidad. La
miseria era el resultado de su introspección; y así aparece siempre la miseria del ser
humano. Puesto que ¿qué es lo que puede haber dentro nuestro que nos cause la mínima
satisfacción, a no ser lo que Dios haya hecho y producido? - “Las obras maravillosas
Suyas preparadas de antemano” (Efesios 2:10). “Su obra en la nueva creación” (2ª
Corintios 5:17).
Aquí, por tanto, tenemos la descripción del primer “caso”. Aquí vemos la
naturaleza de la enfermedad: el efecto producido por el falso remedio; el miserable
resultado; y la verdadera recuperación de la sanidad. El Segundo “caso” también nos lo
proporciona el mismo Asaf en:
Salmo 73
1. Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón.
Ahora observe cual es el efecto de todo esto. Asaf está procurando algo por sí
mismo, es cierto. El inevitable resultado de fijar los ojos en los demás, y especialmente en
los que parecen ser “más aventajados”, es hacernos volver los ojos hacia nosotros propios y
a razonar acerca de nosotros mismos, comparándonos con ellos:
2. En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies (estuve a punto de volverme loco);
por poco resbalaron mis pasos.
16. Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí;
17. Hasta que entrando en el SANTUARIO de Dios, comprendí el fin de ellos…
21. Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas.
22. Tan torpe era yo que no entendía, era como una mula delante de ti.
Aquí tenemos una meta alta para alcanzar. Hemos visto los pasos por los cuales a
ella nos aproximamos. Y, habiendo alcanzado esta Senda Real la atravesaremos hasta el
final; y viviremos esta misma bendita y feliz experiencia de Asaf, que se resume en estas
palabras:
Aquí, por tanto, llegamos al final de todo el asunto. Y nada había de provechoso ni
en sí mismo ni en los demás, sino solo miseria y distracción – sino que solamente en Dios
Mismo y en lo que realizó en nosotros se halla el gozo y la paz. Ahora, queridos amigos,
E.W. Bullinger
EL DIVINO MANDAMIENTO:
Esta palabra mirad aparece siempre especialmente asociada con el Espíritu Santo;
puesto que es Él quien así llama nuestra atención para lo que ahora nos escribe a
continuación y revela para nuestra instrucción.
Y ¡Sí! o Amén, aparece siendo la expresión en conexión del Padre; porque todas las
promesas de Dios son “Sí,” ciertas y seguras, en la fidelidad de Su pacto asegurado.
Siempre que nos encontremos con esta palabra mirad debemos esperar encontrarnos
con alguna cosa digna de la más profunda atención.
Así sucede aquí; puesto que hay algo en esta declaración que llena nuestros
corazones con admiración, gozo y alegría cuando se nos lleva a conocer y apreciar y
experimentar…
Somos nosotros quienes hemos sido palpados y contemplados por la fe del Cristo de
Dios – La Palabra o Verbo de Vida (1ª Juan 1:1).
Somos, nosotros que tenemos comunión con el Padre, y le conocimos como tal,
pero solo en Cristo y no en nosotros (1a Juan 1:3)
Somos nosotros que sabemos que somos hijos de Dios, y no hijos del diablo (1ª
Juan 3:10).
No que nosotros tengamos algo de que jactarnos, ni mérito alguno de nuestra parte y
en nosotros mismos. Porque el efecto de este Divino amor derramado en nuestros corazones
nos revela precisamente: nuestra falta total de amor. A la luz de este amor solo de Dios es
como nos damos cuenta de nuestra propia enemistad y oposición a la verdad de Dios, al
Cristo de Dios, y a la gente de Dios; y aprendemos que nosotros mismos fuimos en otro
tiempo necios, desobedientes, engañadores, siervos de los deleites y placeres carnales,
viviendo en malicia y envidia, odiosos y odiándonos los unos a los otros. PERO, - y aquí
viene a darnos la causa del gran cambio– fue, cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y Su amor para con nosotros. No por obra alguna de justicia
que nosotros hubiéramos hecho de antemano, sino que solo por Su misericordia ÉL NOS
salvó…cuando aún éramos pecadores (Tito 3:3-5).
Fue otorgado libremente de sola gracia, dado sin merito alguno, sin obras de por
medio, sin causa alguna. Fue…
¡No puede ser! Es solamente cuando se nos muestra a la luz Divina nuestra
verdadera condición – como rebeldes y proscritos hijos que somos, determinados a hacer
nuestra propia voluntad, inclinándonos a nuestra propia destrucción, sin ningún rasgo
redentor, sin ninguna cualidad compensatoria; con todo en contra nuestra para atraer sobre
nosotros la ira Divina – y entonces, y solo entonces, veremos cuál es la cosa más grande del
Pero la única razón que Jehová dio, acerca del por qué siempre que hizo alguna cosa
o dio algo a Su gente es: porque te amó. Eso es todo; nadie ni nada lo influenció o llamó
exigiéndole para derramarlo, ¡sino que lo dio porque Le place! (Lea Deuteronomio 4:37;
7:7-9; 9:5, 6; 10:15; Números 14:8; Salmos 86:2; 2ª Samuel 15:25, 26).
(2) Eterno…
¿Qué podemos acrecentar diciendo sobre esto, queridos amigos y lectores? Solo nos
queda humillar nuestras cabezas en adoración, y decir ¿quién soy yo, oh Señor Dios, y qué
soy yo para que te acordases de mí?
(3) Infinito.
No solamente no tiene límite alguno en tiempo o duración, sino que no está sujeto
tampoco en cuanto a extensión. No conoce límite alguno. Nada bueno en nosotros lo trajo
en concretización, y ningún pecado nuestro puede separarnos de él. Es infinito, en cuanto a
sí mismo, en naturaleza, manifestaciones y comunicación. Es infinito en cuanto a nuestras
profundas necesidades, nuestra débil fe y nuestra tenue esperanza y amor.
(4) Inagotable.
Como hubo amado (de la misma forma) a los suyos que estaban en el mundo, los
amó hasta el fin (Juan 13:1). Hasta el fin del tiempo, hasta el fin de sus necesidades, hasta
el fin de sus pecados; y ni el Pecado, ni Satanás, ni la Muerte, ni el Infierno entero, ni todas
estas cosas juntas podrá jamás menguar o disminuir este amor del Padre de lo alto hacia
cada uno de Sus hijos.
(5) Invencible.
Sobrepasa todos los obstáculos; derriba todas las barreras; quita y remueve todas las
limitaciones; hace humilde al ser más orgulloso; somete las más férreas voluntades; derrite
los más duros corazones; y purifica todos nuestros pecados.
Para que seamos llamados Hijos de Dios, y en los mejores textos griegos
concordando con la Versión R.V se añaden las palabras,… y eso es lo que somos.
Aquí de nuevo vemos que no hay interferencia humana alguna de parte del hombre.
Dios no está dando aquí ninguna de Sus instrucciones. Él otorga y concede de gracia, y es
Él quien así nos llama y denomina.
Hemos sido llamados por el Padre de acuerdo a Su solo propósito y buena voluntad,
Llamados por el Hijo en Su obra de redención,
Llamados por el espíritu santo en Su vivificante poder.
Llamados a Dios Mismo; llamados a Su reposo; llamados a Su gloria eterna.
Ojalá que tanto nosotros como nuestros lectores tengamos oído para oír este
llamamiento, y un corazón lleno con este amor tan único, derramado dentro nuestro por la
Divina gracia y Su solo poder.
E.W. BULLINGER
Estas palabras, se toman generalmente, igual que sucede con muchas otras,
separadas de su contexto; y así, de esa forma, si no se tiene en cuenta el contexto, se
tergiversan de su verdadera interpretación, la cual se determina y averigua, siempre, por el
contexto donde aparecen (Efesios 3:8).
Generalmente, estas palabras se toman como si las riquezas que se hallan atesoradas
en Cristo la “Cabeza” fueran inescrutables para todos los miembros de Su cuerpo; y no se
toman dispensacionalmente. Es decir, se toman sin tener en cuenta el tiempo y las
personas, para las que estas riquezas si fueron inescrutables, y el tiempo y las
personas para las que ahora son abiertas y sondables.
Claro que esta es la más bendita de las verdades: tenemos así atesoradas estas
riquezas. Sin embargo la cuestión es la siguiente, ¿Es esto a lo que se refiere en Efesios 3:8,
con las inescrutables riquezas de Cristo?
Es verdad. Sin embargo estas riquezas o tesoros, en su mayor parte fueron y son
inescrutables. ¡Pero las Escrituras son la Casa del Tesoro, donde deben ser escudriñadas y
encontradas y conocidas y disfrutadas todas Sus riquezas!
Ahora debemos y podemos averiguar lo que allí está revelado del propósito del
Padre; el amor del Hijo; y el poder del Espíritu.
Pero, ahora bien, la pregunta permanece todavía. ¿Es esto, todo lo que encierra esta
expresión las inescrutables riquezas en Efesios 3:8? Y nosotros respondemos, ¡No, de
ninguna manera!
La enseñanza de Romanos 11:33 es, por tanto, que los juicios de Dios no pueden ser
comprendidos por nosotros, aun cuando podamos averiguarlos o ir siguiéndoles la pista.
Mientras tanto, y al mismo tiempo, aunque los “caminos” de Dios en gracia no podían ser
sondados de ninguna manera, antes que llegase la presente dispensación, incluso así, ahora
pueden ser comprendidos si se buscan.
Esto es lo que era insondable, inescrutable por el hombre, y además había sido
“guardado o escondido en Dios”. No “guardado o escondido” en las Escrituras; ni
escondido entre los hombres; sino escondido en Dios solamente, y guardado solo en Él en
secreto, hasta que Le plació revelarlo: El maravilloso Gran Secreto.
Cuando el Señor por primera vez mencionó Sus sufrimientos (Mateo 16:21),
tampoco se olvidó de hablarles a Sus discípulos del hecho ciertísimo: de que el Hijo del
Ahora bien, con respecto a los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían
después (1ª Pedro 1:11), no había nada que les dijera a los profetas que los predijeron, qué
intervalo habría, ni tan siquiera sabían si es que habría intervalo alguno que los separase.
De todo lo que los profetas sabían, nada les decía si es que la gloria vendría
inmediatamente después del sufrimiento, o si habría algún tiempo en elipsis; y, si lo
hubiese, cuánto duraría este tiempo. Por eso el Espíritu nos dice a través de Pedro que los
profetas que hablaron de estas cosas, inquirieron y diligentemente indagaron…
escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en
ellos. Pero en ese tiempo eran inescrutables.
Esta es la causa de por qué los profetas no pudieron sondar estas riquezas de
Cristo. Se hallaban escondidas en Dios (Efesios 3:9). Era el Gran Secreto, y había
sido, guardado en secreto desde antes del principio del mundo (Romanos 16:25); ¡y eran
por tanto inescrutables!
Lo que los profetas divisaban, era igual a dos grupos distintos de montañas
sobrepuestas una a la otra en frente de ellos, una más cercana, y la otra más distante; ¡sus
cimas las podían ver muy bien! pero todas las bellezas del valle que había entre las dos
cordilleras, no podían ser vistas por ellos. Ellos veían la cordillera más próxima, (“los
sufrimientos de Cristo”); ellos veían también la cordillera que había por detrás (“la gloria
que seguiría”); pero no podían ver el presente intervalo, lleno de la plenitud –las riquezas –
de Su Gracia, para los miembros del Cuerpo de Cristo: La Iglesia, que es Su Cuerpo.
Así que nuestro privilegio ahora es sondar el valle y escudriñarlo. Bien sabemos,
ahora, ciertos asuntos, acerca de lo qué este tiempo de intervalo significaba. Cerca de dos
mil años han pasado desde entonces, y aun permanecemos en ese hermoso valle, ¡y más
Estas riquezas de gracia y de gloria nunca fueron divisadas por “ojo profético
alguno” anteriormente. Sin embargo, ¡ahora se abren de par en par ante nuestros ojos! ¡Y,
mientras se dan también a conocer estas riquezas de Cristo a los seres celestiales y poderes
en los cielos, el Espíritu Santo nos las revela también a la Iglesia sobre la Tierra!!
Ojalá que nos demos cuenta más profundamente de estos, nuestros maravillosos
privilegios; que apreciemos las riquezas que son nuestras en Cristo; ¡y que ocupemos
nuestros corazones con Él y con Sus riquezas, en vez de ocuparnos en nuestro pobre y
débil andar o comportamiento, con todas sus faltas y enfermedades!
E.W. BULLINGER
Pues igual sucede con nuestra respiración. La única cosa que nos concierne con ella,
es obtener el aire puro, y respirarlo. Si nos preocupamos con el acto en sí de respirar,
rápidamente nos atemoriza que se deje de respirar, porque no nos concierne a nosotros pre-
ocuparnos con eso, se hace por sí, natural y espontáneamente.
En todo el tiempo que nosotros no estemos ocupados en ninguna de estas dos cosas,
tanto respiramos como comemos, ya que, inconscientemente, cargamos con nosotros las
leyes de la fisiología.
Pues así sucede también en el mundo espiritual. Si nos contentamos meramente con
analizar y describir la Palabra de Dios, nunca “creceremos en ella”. Si vamos
apropiadamente a ser nutridos por ella, debemos efectivamente alimentarnos de ella cada
uno por sí mismo. Si no nos dedicamos meramente a escuchar algo acerca de la comida o
alimento, ni estamos ocupados en el arte de analizarla en nuestros viejos corazones,
entonces, debemos ser partícipes de ella nosotros mismos, y dejarla ir digiriéndose
interiormente.
Para ser real, debe ser solo el resultado natural de la posesión de la vida espiritual.
Debe ser espiritualmente espontánea, y sin el más mínimo plan y designio artificial, de
igual forma que nuestro propio respirar.
En otras palabras, la oración es la ocupación del espíritu con Dios. Tiene que ver con
Él.
Eso es por lo que tan a menudo la encontramos a la oración, expresada con la palabra
“clamor”.
En el Nuevo Testamento, en todos los lugares donde aparece menos en dos (1ª
Timoteo 4:5, y Santiago5:15), es una de dos palabras: la primera tiene que ver con
el poder de Aquel con quien tenemos que tratar todas las cosas; mientras que la posterior
señala nuestra propia necesidad y deficiencia, y nos habla respecto a nuestra
especial carencia e incapacidad.
Eso es por lo que se nos dice que oremos. No es que Dios precise de nada nuestro. No
es que sea ignorante de nuestras necesidades y pensamientos y deseos. Sino que la oración
se entiende que es para fortalecernos a nosotros en las situaciones donde no tenemos ayuda
posible. Se entiende que es para ponernos delante del Dios poderoso con nuestros rostros
en el polvo, confesando que, en nosotros propios, no somos nada y nada poseemos, y nada
podemos hacer; sino que nuestra única ayuda se halla en Dios: que, en nosotros propios, no
podemos encontrar ni mostrarle a Él mérito alguno, ninguna razón, ninguna causa de por
qué deberíamos haber tenido la más mínima de Sus misericordias. Así que todo
debe provenir de Dios, para y por nosotros, a través solo de Su pura, libre y soberana
gracia. Es decir, no teniendo para nada en consideración nosotros el deber de nuestras
oraciones (porque eso sería del todo un fundamento de mérito, y no de fe), sino solamente
tenemos en consideración que Él, es el Dios de toda gracia.
Aquellos que conocen el asiento o lugar en donde el acto de orar los ha llevado a
ellos, no pueden jactarse de ninguna aportación suya a la gracia, porque Dios no les ha
encomendado que se la guarden para ellos. Sino que llegan, y esto es lo que lleva consigo
su clamor o gemido:
No se trata de implorar, como cuando alguien sabe qué pedir, eso no es lo que aquí
tenemos. ¡Los bebés claman y gritan! Sin saber qué pedir. Y ninguna otra súplica es tan
fuerte y poderosa para la madre. Tiene que ver sobre todo con Aquel que escucha el clamor
de Su gente; el gemido de los oprimidos en el fango y hoyo de la corrupción; el gemido de
aquellos quienes son robados y despojados, y han caído en las manos de ladrones. Esto
resalta el cometido que tiene la oración, el cuidado y la ayuda del buen
Samaritano, el hermano nacido para desgracia, el Sumo Sacerdote que ha tenido
compasión del ignorante, y de todos aquellos que se desviaron del camino.
Algunos podrán objetar que han sido puestos muy bajo, pero aquellos que así hayan
conocido algo del Dios más alto, estarán ciertamente agradecidos de haber tomado su lugar
como hombre, más rebajado.
¡Algunos podrán decir que estamos rebajando al hombre a la posición de las Bestias!
Pero no es así, es peor que eso, y vamos más lejos: El hombre Caído se hundió y llegó más
bajo que el nivel de las bestias. Fíjese bien hermano mío, las “bestias” pueden ser domadas
por el hombre; pueden ser útiles y obedientes; pero el “hombre” caído por naturaleza es
enemigo de Dios. No se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede (Romanos: 8:7): es decir,
nada es en sí mismo, ¡pero la gracia puede buscarle y tratar con él, y transportarlo a Su
Reino!
¡Otros bien pueden objetar y decir que estamos tomando a los hombres por meros
robots o máquinas! ¡Pero eso no es decir ni mitad de lo que es cierto!
Los pecadores salvos, que han venido a ponerse debajo del poder invencible de la
gracia de Dios, han descubierto su propia inutilidad y la gloria de la faz de Dios. Se han
dado cuenta de su propia desesperada situación. Estos conocen bien algunas cosas de las
Así se les ha revelado, que Aquel Quien está ahora a la derecha del Dios más Alto,
por causa de ellos, se rebajó hasta lo más bajo como hombre: llegando a ser como el buen
Samaritano, haciéndose igual que él (el perdido) era; atendiendo él solo todos sus
cometidos, los del caído; y providenciando y asegurando todas las benditas necesidades
para él.
El Dios Altísimo que me favorece, que cumple todas las cosas por mí, dice David.
Observe que favorece se halla en itálico (en la Vers. Inglesa). La elipsis u omisión se deja
en blanco para que cada uno encuentre allí la falta, de acuerdo a su necesidad. Es como en
Salmos 138:8: que dice que Jehová cumplirá, o perfeccionará, Su propósito es decir, todo
aquello que a mí me concierne.
Varios traductores han rellenado el hueco en blanco con las palabras de acuerdo a sus
propias ideas. Uno de ellos suple el hueco con la palabra “propósito”; otro, “Su
misericordia”; otros, “Sus promesas” o, “mis deseos”, o “me favorece” (trad. Reina-
Valera). Lutero suplió con “mis pesares”.
Pero no tenemos necesidad alguna de rellenar nada de lo que Dios deja en blanco. Si
suplimos la elipsis con algo nuestro, vamos a dejar de fuera todas las demás cosas. Una
buena palabra para suplirla hubiera sido, la palabra propia del Salvador: Y todo lo que
pidiereis (Juan 14:13)…yo lo haré.
Y observe bien, que no dice, os capacitaré para que lo hagáis vosotros. ¡No! Sino
que es mucho mejor que eso: yo lo haré. Es Dios en Cristo en mi, el que cumple todas las
cosas por, y en mí.
¡Oh Dios mío! ¡Cuántos y cuántos no hay todavía hoy en día, caídos en el mismo
pecado de Su pueblo Israel, cuando así limitan estos y limitaron aquellos al Santo y Único
de Israel!
¡Qué trampa tan grande es esta! Solamente vemos una senda de ayuda y bendición, o
liberación: y por esa única vía que vemos “nosotros” es la que pedimos. No queremos ni
tener en cuenta las demás de Dios. Nosotros no sabemos cuántos caminos mejores tiene el
Señor en Su infinita sabiduría. Solo conocemos un camino, y con ese camino que
torpemente vemos “nosotros”, le limitamos a Él, y se lo pedimos insistentemente, para
nuestro propio obstáculo y daño.
¡Oh, hermano mío, dejemos de una vez por todas de limitar al Santo y Único de
Israel!
Nosotros, que no podemos llevar a buen Puerto nuestros asuntos – (puesto que
ninguno de nosotros los ha mejorado como Le plació a Él solucionarlos), no dudaríamos a
la hora de tomar para nosotros los asuntos del universo, y de pedir porque todo se realice
aquí y allí. ¡No haríamos menos que eso, si fuésemos omniscientes!...!Pero es que no lo
somos ni tan siquiera podemos!
¡Oh, cuán grande bendición es tener que tratar todas las cosas y asuntos con, y
dejarlas todas en, el Dios Altísimo!, El Dios que perfecciona y lleva a cabo todas las
cosas por mí. ¡El Dios, que conoce y sabe muy bien lo que es mejor!
Cuando así nos limpia y nos reviste, cantamos sin remedio y a voz en cuello: Me
vistió con vestiduras de salvación (Isaías 61:10).
Cuando desmayamos por el camino, escucharemos Su palabra: Me
hará descansar…Aderezas mesa delante de mí… (Salmos 23:2, 5).
Cuando nuestro corazón está endurecido, nos acordaremos que Dios ha enervado mi
corazón y me ha turbado (Job 23:16); Cuando vemos nuestra inutilidad e incapacidad, nos
acordaremos y diremos: Jehová, Señor, Tú nos darás paz, porque también hiciste en
nosotros todas Tus obras. (Isaías: 26:12).
¡Oh! ¡Cuán grande y alto Dios Altísimo es nuestro Dios! el Dios que perfecciona
todas las cosas por nosotros. El Dios de toda Gracia.
Verdaderamente, bien podemos decir con David, Clamaré al Dios Altísimo, al Dios
que cumple y perfecciona todas las cosas…por mí.
E.W. Bullinger
Santificación. Esta es una de las cuatro cosas que Dios ha hecho en Cristo para Su
gente. Estas cuatro cosas son:
Es de práctica común entre aquellos que no se han dado cuenta de la verdad de las
dos naturalezas, hablar constantemente de la Santificación como si fuese una obra
progresiva por la cual la Vieja naturaleza se mejora constantemente, hasta que sea hallada
por cada uno la herencia de los santos (es decir, santificados) en luz.
Así, pues, por todo esto, está perfectamente claro que si el hombre natural no puede
ni “recibir” ni “alcanzar el conocimiento de los asuntos del Espíritu de Dios”, ¿cómo podría
él ser santificado? La carne es eternamente opuesta al espíritu; es decir, la Vieja naturaleza
es eternamente opuesta al espíritu, el cual es la Nueva naturaleza, tal como Gálatas 5:17
testifica. ¡El conflicto no es la Santificación! ¡Ni tampoco se trata del Espíritu de Dios en
Su operación en nuestra Nueva naturaleza, mejorando nada de aquello con lo cual Él
mantiene y lleva a cabo una disputa ardiente!
Todos aquellos que están buscando la Santificación como si fuese una obra
progresiva, están buscando una paz en una naturaleza arruinada, en vez de estar ocupándose
con aquella paz que se hizo por el perfecto sacrificio de Cristo. En vez de estar ocupados
con la obra finalizada por y para ellos, se engañan y la sustituyen con una siempre
inacabada obra en ellos. Es una cuestión de Cristo o de “ego”; y la única razón de por qué
las multitudes de cristianos están ocupados con la progresiva santificación, se debe a que
exalta al “ego”. Mientras que la obra del Espíritu es justo lo opuesto – esto es, glorifica a
Cristo. Él me glorificará, fueron las palabras del Salvador (Juan 16:14), y en ellas tenemos
el estándar o modelo por el cual debemos examinar todas las cosas en nosotros y a nuestro
alrededor.
Más POR ÉL estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por
Dios…Santificación.
Es cierto, nuestro andar está marcado por los fracasos, y enfermedades, y caídas, y
pecados. Pero esto es algo muy diferente, nuestro andar es del todo distinto de
nuestra posición en Cristo, y no puede afectarla ni lo más mínimo.
Pero esto no es un intento para mejorar nuestro andar. Al estar así ocupados, la
Nueva naturaleza se alimenta y crece y llega a fortalecerse. Habrá crecimiento en esto,
pero, es un crecimiento en cuanto a nuestra posición en Cristo, que es perfecta, y en Él
somos justos y santos en toda Su justificación y toda Su santidad.
E.W. Bullinger
Nota: el siguiente estudio es un capítulo del libro “La Gran Nube de Testigos en
Hebreos 11”. Este libro, al igual que todas las demás obras de E.W. Bullinger son
de dominio público (es decir, pueden ser copiados libremente).
Su mensaje al rey de Amón (vers.14-27) nos muestra que estaba bien versado en la
historia de su pueblo, como se registra en el libro de la Ley. Debemos estudiar su vida de
cerca y con algún propósito; porque no solamente conocía los acontecimientos históricos y
los daba como hechos, sino que los reconocía también como habiendo sido ordenados por
Jehová.
Dependía todo en Jehová. Había sido Él Quien entregó a Sehón y a todo su pueblo
en mano de Israel (vers.21). Había sido Jehová, Dios de Israel, Quien había vencido a los
amorreos delante de Su pueblo (vers.23). Todo lo que Jefté e Israel poseía, había sido Dios
Quién lo había depositado en sus manos (vers.24). Y había sido Jehová, el Juez, Quien fue
llamado a Juicio entre Israel y Amón (vers.27).
Jefté había escuchado las palabras de Jehová como estaban escritas en las Escrituras
de verdad; y las creyó.
Este es exactamente uno de los ejemplos que el Apóstol refiere en Hebreos 11. Él,
también, conoció la historia que Jefté creyó, y la fe con la cual conquistaba todo a través de
Dios. Esto es lo que le da a Jefté su sitio entre esta gran nube de testigos.
Cuando clamó para que Dios juzgase, leemos: Y el Espíritu de JEHOVA (el Señor)
vino sobre Jefté, y otra vez notamos las palabras que describen el acto del Espíritu Santo en
aquella dispensación (vers. 29).
En el poder de ese Santo espíritu, Jefté llevó a cabo su guerra con Amón, y Jehová
coronó su fe entregándole a los Amonitas en sus manos (vers.32).
Al igual que Moisés, Jefté también habló inadvertidamente con sus labios, pero eso
no afectó su fe en lo que había oído de parte de Dios; su voto lo hizo de acuerdo a su celo,
sin embargo no de acuerdo a conocimiento. Aquello de que sacrificó a su hija, y que Dios
no reprueba un sacrificio humano con una palabra desafortunada, como oímos
tradicionalmente, es una teoría increíble. No pasa de ser y no es nada más, que una
interpretación humana, sobre la cual han diferido hasta los Teólogos que la propagan en
todas las edades, y que ellos han concluido solos, sin tan siquiera haber tenido en cuenta un
cuidadoso examen del texto.
Es importante recordar aquí, que el antiguo comentador judío Rabí David Kimchi
(1160-1232) traduce las palabras del voto(Jueces 11:31) de manera muy diferente de las
Versiones A.V. y R.V., y nos dice que su padre el Rabí Joseph Kimchi (fallecido en 1180)
mantenía el mismo punto de vista. Tanto el padre como el hijo, juntos con el Rabí Levi ben
Gerson (nacido en 1288), todos ellos entre los más eminentes gramáticos y comentadores
de hebreo, que debían conocerlo mejor que ningún comentador gentil, dieron su
incalificable aprobación a la traducción de las palabras del voto que, en vez de tomarlo
relativo a un objetivo, lo traducen e interpretan como consistente de dos partes distintas.
A esta peculiar razón se llega por observar la bien conocida regla de que, la
partícula conectada ( וcomo “o” o “ni” en castellano) se utiliza generalmente como una
disyuntiva, y significa o o ni alternativa, cuando hay una segunda proposición, (como en
castellano empleamos, esto o aquello; o ni con esto ni con aquello. De hecho, esa es la
misma traducción que sugiere la A.V. al margen.
Génesis 41:44 - Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su
mano ni su pie en toda la tierra de Egipto
Éxodo 21:18 - Si algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra O con el
puño, y este no muriere, pero cayere en cama…
Números 22:26 - Y el ángel de Jehová (el Señor) pasó más allá, y se puso en una
angostura donde no había camino para apartarse Ni a derecha Ni a la izquierda.
Deuteronomio 3:24 - ¿Qué Dios hay en el cielo O en la tierra que haga proezas
como las Tuyas?
2ª Samuel 3:29 - Caiga sobre la cabeza de Joab, y sobre todas las casas de su
padre: que nunca falte de Joab quien padezca de flujo, NI leproso, NI quien ande con
báculo, NI quien muera a espada, NI quien tenga falta de pan.
Salmo 26:9 - No arrebates con los pecadores mi alma, NI mi vida con hombres
sanguinarios.
Ahora estamos en una posición para leer y entender las palabras del voto de
Jefté, donde tenemos y aparece la misma palabra, o mejor dicho, la letra que la representa,
en el hebreo.
Jefté hizo voto (es decir, hizo un “voto solemne”) a Jehová, el cual estaba en su
pleno derecho de ofrecer. Ese voto había sido provisto en la Ley que prescribía
exactamente lo que debería hacerse en semejante caso; e incluso cuando el voto afectaba
Así, pues, está clarísimo que el voto de Jefté consiste en dos partes; una alternativa a
la otra. Podía tanto dedicarlo a Jehová (de acuerdo a Levítico 27), o, si no fuese capaz de
eso, debía entonces ofrecer un holocausto.
También debe ser observado que, cuando dijo cualquiera que saliera de las puertas
de mi casa a recibirme, ¡la palabra Cualquiera es Masculina! Sin embargo quien sale de su
casa a recibirlo es FEMENINA, y por tanto no se puede poner, propiamente, dentro de la
esfera o ámbito de su voto, ciertamente no de acuerdo al significado de sus palabras.
Tales ofrendas eran comunes entre las naciones paganas en aquel tiempo, pero
observamos debidamente que Israel no se hallaba entre ellas con esta gran peculiaridad,
porque los sacrificios humanos eran desconocidos en Israel.
Está registrado que Jefté hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella
nunca conoció varón (vers.39). ¿Qué tiene esto que ver con un holocausto, de cualquier
manera? Sin embargo sí que tiene del todo que ver con la primera parte o alternativa de su
voto, dedicándola a Jehová, y fue por consentimiento y deseo propio, de la hija, que Jefté
no ofreció holocausto. Esto nos parece conclusivo. “Dedicarse” no tiene nada que ver con
un sacrificio mortal, sino que tiene que ver con una vida de dedicación. Ella se
dedicó porque quiso y lo deseó a una virginidad perpetua.
¿A qué otra cosa más podría la costumbre de Israel (vers.39, 40) hacer referencia
cuando dice que, fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita,
cuatro días al año. (vers.40).?
Esto se hacía anualmente, las amigas de la hija de Jefté iban a regocijarse con ella,
en esta continuidad virginal de su vida, y no a condolerse sobre el pasado hecho de su
muerte, como muchos neciamente han juzgado.
Por el tono completo de la escritura, debemos concluir, así como por el Salmo
106:35-38, Isaías 57:5 etc., que los sacrificios humanos eran abominables a los ojos de
Sostener esta idea es una calumnia haciéndola recaer sobre Jehová el Señor, así
como sobre Jefté.
Las palabras de Milton, una vez más, combinadas con la música de Handel (El
Oratorio de Jefté) ha perpetuado la tradición de que un padre israelita ofreció a su hija
en holocausto a Jehová.
Sería esperar demasiado que estas palabras nuestras pudiesen romper la corriente de
la tradición con respecto a cualquiera de los importantes asuntos anteriores.
Existe una Idea Grabada con el cual tenemos que contender por un lado, pero hay
Ritualismo por el otro; y están tan profundamente arraigadas, que solamente una ponderosa
fe (como la de los poderosos ejes) (2) puede removerlos con éxito.
(2) “Los poderosos ejes” en las Máquinas descubiertas al tiempo de autor – tal como los
ejes de la locomotora que dislocan al tren.
Ojalá que tengamos una fe igual que esa, para que cuando tengamos que contender
con aquellos que se nos oponen, no dependamos sobre nuestros propios argumentos o
nuestra propia sabiduría, sino citando la Palabra de Dios escrita, y empleando la espada del
Espíritu – las palabras respiradas de Dios que son provechosas para equipar al hombre de
Jefté escuchó,
Jefté creyó, y
Jefté fue uno de aquel grupo de vencedores que alcanzaron conquistas a través de
Dios.
E.W. Bullinger.
Otros creen que la Biblia contiene la Palabra de Dios, pero no pueden decirnos
cómo buscarla o cómo distinguir Sus palabras, o dónde escuchar Su voz.
Otros la reciben, y reciben sueldos y dignidades por eso mismo, pero niegan su
Divino origen e inspiración, y gastan sus energías en destruirla; declarando que sus
historias son mitos y leyendas, y viejas fábulas, y sus profecías las imaginativas
suposiciones de hombres mortales, o la obra de hombres que vivieron después de sus
cumplimientos.
Otros se contentan en usar la Biblia como un libro para cortar en pedazos, no para
encontrarle faltas, sino procurando textos acoplables a sermones y almanaques, o tarjetas
de aniversarios, o autoadhesivos; justo como Shakespeare y los poetas la usaron con el
mismo propósito.
Otros creen que es inspirada por Dios, pero tienen sus variadas escuelas de
pensamientos en cuanto al tipo de inspiración envuelta, y la naturaleza y medida suya.
Otros creen, de hecho, como artículo de fe, que es inspirada, pero sostienen que
nadie puede realmente comprenderla, y así se esfuerzan en atribuirse todas las
responsabilidades de creerla, sobre la base de su ignorancia.
Otros van un paso más adelante, y, mientras sostienen que, al mismo tiempo que
nadie en el mundo puede entenderla, la Iglesia (¡cualquiera que sea el significado de esa
expresión pare ellos!) si que puede. Estos procuran protegerse a sí mismos al delegar su
responsabilidad de creer a Dios por si mismos, a la Iglesia; y de esta forma, mientras se
rehúsan a creer a Dios, ellos creen en el hombre, y devoran tragándose con credulidad todo
lo que el hombre pueda decir.
Otros la reciben, y la creen hasta un cierto punto y la evalúan, y hasta respetan las
Escrituras como la Palabra de Dios, pero no por una Divina o viviente fe, porque su fe no
contiene la evidencia de las buenas obras, que se manifiestan solamente en obediencia de
fe.
Obediencia de fe es la obediencia que procede de, y es producida por, una fe
viviente en el Dios Vivo. En otras palabras, es el acto resultante, como si lo que se ha oído
ya fuese verdad.
Nosotros escuchamos, por ejemplo, lo que dice Dios acerca de nuestra condición
por naturaleza; que no solamente es que seamos criaturas arruinadas teniendo en cuenta
todo lo que hayamos hecho, sino que además somos criaturas arruinadas, teniendo en
cuenta lo que somos por naturaleza. ¿Creemos esto? Si lo creemos, entonces actuaremos
conformemente, y la creencia nos hace sentirnos tan tristes y miserables, que llegamos
agradecidamente a creer lo que nos dice Él, cuando declara que ha provisto un sustituto
para el pecador convicto; y que Él ha hecho acepto aquel Único perfecto, en vez de o en
lugar del pecador.
Si creemos esto, estaremos en paz con Dios; y nunca más afectados o preocupados
acerca de nuestra posición bajo Sus ojos; nosotros ya nada tenemos que hacer, que no sea
saber más y más de Aquel Uno, y darle gracias por lo que ha hecho habiéndonos llevado
para Su Gloriosa Presencia. Nunca más nos volveremos al viejo lugar del cual hemos sido
librados. Ya no le pediremos más veces que nos perdone los pecados de los cuales nos ha
librado, porque estaremos siempre regocijándonos en Aquel Uno, en
Quien TENEMOS redención a través de Su sangre, el perdón de los pecados (Colosenses
1:14), y al mismo tiempo que le damos gracias por HABERNOS PERDONADO TODOS
NUESTROS TRASPASOS (Colosenses 2:13), olvidaremos y dejaremos de lado nuestra
vieja ocupación de estar siempre confesando nuestros pecados y orando pidiendo perdón.
No tendremos que entregarnos o rendirnos a nada. Nada tenemos que hacer ni que
ver con ese nuevo miserable evangelio de la ocupación del ego; y, todo lo asociado con su
fraseología la dejaremos totalmente de lado, como estando muy por debajo y en un plano
completamente diferente de la experiencia Cristiana.
Sin la Palabra del Espíritu Santo a través del Apóstol Santiago no poseeremos este
examen. Pero ahora que lo tenemos, y lo vemos, sería falta nuestra si no nos
beneficiásemos de él, y no lo empleásemos para nuestra bendición y paz y descanso.
E.W. BULLINGER
En el medio Cristiano hoy en día se difunde una enseñanza que no está en la Escritura
concerniente a la muerte del creyente en el Señor Jesucristo.
Por todas partes se nos avisa a través de bien intencionados cristianos que a la hora de
la muerte, vamos a estar con el Señor. Esta frase se utiliza sobre todo en los funerales
donde los predicadores malentienden o toman las Escrituras fuera del contexto para atenuar
el dolor, diciendo que el ser amado no está realmente muerto, sino verdaderamente
disfrutando en el Cielo la presencia de Dios. Esta enseñanza promueve la creencia en la
mentira de Satanás, en vez de lo que Dios les dijo a Adán y Eva cuando los puso en el
Paraíso.
En Génesis 2:17 Dios dijo, Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no
comerás; porque el día que de él comieres ciertamente morirás. En el hebreo esta última
expresión podría leerse y muriendo, morirás. Esto era una certeza.
En Génesis 3:4, la segunda vez que habla, leemos: Entonces la serpiente dijo a la
mujer…(ciertamente) No moriréis… Esto está en plena contradicción con la Palabra de
Dios en Génesis 2:17. Como alguien dijo hace ya mucho tiempo: “Esta mentira ha pasado
a ser el fundamento del espiritismo y de la creencia tradicional en cuanto a la muerte”.
Examinemos por nosotros mismos las Escrituras y veamos lo que Dios ha dicho e
inspirado a Sus santos y dejó registrado con respecto a la muerte.
Observe que no hay mención alguna del infierno. La sentencia es que el hombre
regresa al polvo.
En Job 14 leemos en el versículo 10: Mas el hombre morirá y será cortado; perecerá
el hombre…y ¿dónde está él? El versículo 12 dice: Así el hombre yace y no vuelve a
levantarse, hasta que no haya cielo, no despertarán. Los versículos de 13 a 15 dicen, ¡Oh
Quien (si Tú (Jehová)me dieras, en la Versión inglesa) me diera que me escondieses en el
Seol (sepulcro), que me encubrieses hasta apaciguarse Tu ira, que me pusieses plazo, y de
mí te acordases! …Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación
(dice: hasta que sea transformado, en la versión del autor – till my change come.
N.T.) entonces (Tú) llamarás, y yo (Te) responderé…
En Salmos 89:48, el escritor dice así, ¿Qué hombre vivirá y no verá muerte?
¿Librará su vida del poder del Seol?
El Salmo 49 enseña que el hombre no es capaz de redimirse a sí mismo, sino que está
condenado a corrupción. Es como las bestias del campo que perecen (vers.12 y
20). Solamente Dios nos redime del sepulcro o Seol, que es el polvo (vers.15).
En Eclesiastés 9:5 leemos que los muertos no saben nada; ni tienen más paga (o
ventajas); porque su memoria es puesta en olvido (cesa de existir). Vea también el vers.10.
De acuerdo a Génesis 2:7 el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, o
suelo, y respiró en su nariz aliento de vida (en hebreo neshmah) y el hombre llegó o pasó a
ser un alma viviente (en hebreo nephesh). Así que el hombre es un alma, y sin la vida (dada
por Dios) el hombre es – o pasa a ser – un alma muerta. Es el espíritu, o vida, que Dios da y
quita. No hay alma alguna (como si fuese parte separada de la persona) en el Cielo.
¿Qué fue lo que dijo nuestro Señor justo antes de morir en Lucas 23:46? Clamando a
gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto
expiró. Jesús le encomendó su vida de respiración en las manos de Su Padre, y Jesús estuvo
muerto durante tres días y tres noches.
Ahora de vuelta al Antiguo Testamento una vez más vemos lo que Dios nos dejó
registrado.
En Génesis 49:29 leemos: Les mandó luego (Jacob), y les dijo, Yo voy a ser reunido
con mi pueblo; sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el
heteo. El vers. 33, dice así: Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos, encogió los pies
en la cama y expiró, y fue reunido con sus padres.
Vemos una vez más que esta expresión “reunido a su pueblo” era una expresión
idiomática hebrea empleada para la “muerte” y el “sepulcro” o lugar de entierro. Nada nos
sugiere aquí la “ida” alguna a un lugar de felicidad. Será preciso el poder de la resurrección
de Dios, para levantar a los muertos.
En Deuteronomio 32:49 el Señor le dijo a Moisés que fuese al Monte Nebo para que
viese la tierra de Canaán. En el vers. 50 dice,…y muere en el monte en el cual subes, y se
unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su
pueblo.
Volviendo ahora al Nuevo Testamento vemos en Juan 3:16…para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Y en Juan 3:36, el que cree en el Hijo tiene
vida eterna… Otra vez en Juan 5:24, De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y
cree al que me envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, más ha pasado de
muerte a vida. Estos versículos no nos enseñan que el creyente no morirá, porque en el
siguiente versículo el Señor nos dice: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán
la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán. Este “vivirán” es en la resurrección. La
vida eterna que se nos promete se cumplirá completamente en la resurrección.
Vea bien que aquí, Lázaro, el hermano de María y Marta, ya estaba muerto. No
estaba en el cielo. Los vers.13 y 14 nos dicen exactamente lo que el Señor quiso decir en el
vers.11 cuando les dijo Lázaro duerme. El vers.14 dice,…entonces Jesús les dijo
En Juan 11:33, cuando Jesús vio a María llorando, y a los judíos que habían venido
con ella, se estremeció en espíritu (o en sí mismo), y se conmovió. La
palabra estremeció tiene el significado de un resoplido, como el de un caballo asustado o
airado. De ahí, sentir una fuerte emoción o estar indignado.
Este contexto completo del capítulo 11 fue para demostrar la gloria de Dios tal como
dijo Jesús en el vers.40. Si usted, como cristiano, uno que cree en el Señor Jesucristo como
su Salvador personal, cree que después de la muerte una parte suya puede existir separada
del cuerpo, (que es exactamente lo que los incrédulos fariseos enseñaban a los judíos) y esta
parte suya está disfrutando en este estado, entonces dígame una cosa, ¿para qué trajo el
Señor de vuelta a Lázaro a este medio de pesar y aflicciones?
Además, ¿para qué se les dio a los Doce el mandamiento en Mateo 10:8 de que
levantasen a los muertos? Y ¿por qué Pablo trajo en Hechos de vuelta a la vida a Eutico,
que había sido levantado muerto? No hay lugar alguno en las Escrituras donde diga que los
muertos que fueron levantados se encontrasen en el Cielo, ni en lugar de felicidad alguno.
Volviendo a Hechos 2:29, Pedro, hablando a los del pueblo judío poco tiempo
después del día de Pentecostés, dijo: Varones hermanos, se os puede decir libremente del
patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de
hoy. ¿Podría alguien en su sano juicio decir que David, de alguna forma, se fue al cielo
para estar con Cristo? ¿Qué es lo que nos dice el vers.34? …Porque David no subió a los
cielos…
Pedro acababa de recibir la promesa de Dios que se expone en Lucas 24:49 por el
Cristo resucitado. Esta promesa decía que serían investidos (o llenos) con poder de lo alto.
Pedro recibió este poder en el día de Pentecostés en Hechos 2:4. Debemos creer a este
hombre espiritualmente investido cuando dijo que David no había ascendido a los cielos.
David es reconocido como estando todavía dormido en el polvo. Está aguardando el
llamamiento para vida hecho por su Señor.
Pablo, el apóstol de Dios, y escogido por Dios para predicar buenas nuevas
concernientes a Su Hijo Jesucristo a las naciones, fue inspirado a revelar más luz sobre la
muerte del creyente y su resurrección del estado de la muerte.
En el vers.17, Pablo lleva el caso un paso más adelante y dijo,…si Cristo no resucitó,
vuestra fe es vana (sin provecho), aun estáis en vuestros pecados. Observe aquí, los
creyentes que habían fallecido (dormido) son los que también están perdidos. Si los
creyentes van inmediatamente al Cielo a la hora de morir, ¿podría Pablo haber pronunciado
esta tremenda declaración – también perecieron? En el vers.20 Pablo repone la
verdad: Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es
hecho. Observe cuan a menudo en estas Escrituras leemos de aquellos que duermen, o
se fueron a dormir, dormidos en Cristo. No podemos ignorar estas palabras que el Espíritu
Santo inspira, y decir de los muertos que realmente no están muertos, sino sentados
inmediatamente después de la muerte en la presencia de Dios.
Pablo nos dice en el vers.22: Porque así como en Adán todos murieron, también en
Cristo todos serán vivificados. Vers.23 Pero cada uno a su debido orden: Cristo, las
primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Cristo tiene que venir de nuevo. El
vers.26 nos dice que el postrer (o último) enemigo que será destruido es la muerte. La
muerte todavía no ha sido destruida, pero debido a la muerte y resurrección de Cristo, el
poder de la muerte que tiene Satanás ser un día destruido.
Nosotros como creyentes en Cristo todavía somos mortales, pero tenemos la promesa
de la inmortalidad. En 1ª Timoteo 6:16 la Escritura dice que sólo Dios tiene inmortalidad.
En 1ª Cor.15:51-55 vemos más cosas de la verdad de Dios reveladas o dadas a
conocer. En el vers.51 y 53 Pablo dice: He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos,
Pablo dice entonces que cuando todo lo anterior suceda, cuando se cumpla la palabra
que se ha escrito, entonces la muerte será sorbida en victoria. ¿Dónde está oh muerte, tu
aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Vea Isaías 25:8 y Oseas 13:14.
Cuando Pablo escribió estas verdades a los Corintios durante el periodo del Libro de
Hechos, Israel como una nación estaba en litigio delante de Dios. Los gobernadores y
sumos sacerdotes habían repudiado a su Mesías que había venido de acuerdo a sus profetas.
Dios había respondido la oración de Cristo en la cruz: Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen.
Así, pues, Israel tenía una segunda oportunidad para arrepentirse como nación y
volverse a Jesús su Mesías como Pedro declara en Hechos 2 y 3. Pero la empedernida Israel
rehúso creer y Dios comenzó entonces a tratar con los individuos en vez de, como hasta
entonces, la nación de Israel. El elemento del tiempo era tal como el de la Gran Tribulación
de Israel, el tiempo de la angustia de Jacob referida por el profeta Daniel, estaba muy cerca
y a la mano.
En el vers.51 Pablo dijo: he aquí, os digo (os cuento) un misterio (secreto); no todos
dormiremos (sino que estaremos en ese momento vivos), pero todos seremos
transformados (es decir, seremos instantáneamente revestidos del cuerpo resucitado). Vers.
52: En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará la
trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros (los vivos) seremos
transformados. Vers.53: Porque es necesario que esto corruptible, se vista de corrupción, y
esto mortal se vista de inmortalidad. Vers. 54: Y cuando esto corruptible se haya vestido de
incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la
palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. Vers.55: ¿Dónde está, oh
muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
Estos versículos nos enseñan que en ese tiempo, los creyentes que estén vivos, así
como los creyentes que hayan muerto en Cristo, deben ser investidos con un cuerpo
resucitado y glorioso para ser partícipes en la segunda venida de Cristo. Los muertos tienen
que ser vivificados y revestidos en un cuerpo incorruptible, y los mortales que estén vivos
entonces deben ser revestidos de inmortalidad, o instantáneamente transformados con un
cuerpo espiritual glorificado.
Otra sección en las Escrituras que se emplea continuamente tanto por predicadores
como por laicos es 2ª Corintios 5:8. Este versículo se toma fuera de su contexto para
enseñar que al tiempo de la muerte el creyente está vivo en el Cielo. Eso no es lo que este
versículo nos enseña.
Pablo dijo en 5:4: Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos
con angustia, porque no quisiéramos ser desnudados (morir y estar desnudo, sin
cuerpo), sino revestidos (con el nuevo o resucitado cuerpo espiritual de 5:1), para que lo
mortal sea absorbido por la vida (vida eterna).
Pablo estaba aguardando por el retorno de Cristo mientras estuviera vivo, y por eso
mientras todavía estaba vivo en la carne gemía deseando ese nuevo cuerpo. No podría
gemir así si estuviese muerto. Él no quería ser hallado desnudo, o muerto en la venida de
Cristo, sino que esperaba encontrase vivo, o vestido.
En 5:6 Pablo explica que si estamos (vivos) en este cuerpo, estamos ausentes del
Señor (sin una transformación que tome lugar o resurrección no podemos ver a Cristo). El
vers.8 se toma generalmente fuera del contexto de la resurrección, para decirle a la gente
que sus entes amados que han muerto están ahora con el Señor. Eso no es en absoluto lo
que Pablo está diciendo.
Él resume el contexto desde 4:14 a 5:8 el cual concierne al cuerpo terrenal (mortal) y
el cuerpo espiritual (cuerpo resucitado).
Pablo en el vers.8 estaría encantado y satisfecho de dejar este cuerpo (cuerpo mortal)
y de de estar presente con el Señor (en el cuerpo resucitado). Ahora bien, el error que
prevalece es, que sin la resurrección a la hora de la muerte se puede estar inmediatamente
con el Señor. Este error se enseña a pesar de lo que Pablo enseña en 1ª Timoteo 6:16, que
solamente Dios tiene inmortalidad. Esto está en el contexto en resurrección.
Pero ahora desde que Pablo los hubo visitado por primera vez, algunos de los
convertidos habían fallecido, esto había causado muchos pesares entre ellos, porque ahora
los fallecidos se perderían la venida de Cristo.
Así que Pablo tuvo que escribirles palabras de consuelo a estas personas y lo hizo en
1ª Tes.4:13-18. En el vers.13 Pablo escribe: Tampoco queremos hermanos que ignoréis
acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen
esperanza. Observe la expresión que usa Pablo aquí que tanto utiliza en los demás
lugares acerca de los que duermen. Para Pablo eso significaba que “morir” es como
“dormir”. Ahora en el vers.14, Pablo está mostrando a los familiares del difunto por qué no
deben entristecerse, porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios
con Jesús a los que durmieron en él.
Aquí están las palabras reconfortantes de Pablo para los familiares. Ellos vendrán con
Jesús en su venida a la tierra. Pero, dices tú, ellos están dormidos en muerte. Sí, pero en
unos pocos versículos después se nos explica cómo vendrán con el Señor.
Vers.15: Por lo cual os decimos esto en palabras del Señor: que nosotros que
vivimos (no habiendo muerto), (es decir,) que habremos quedado hasta la venida del Señor,
no precederemos a los que durmieron a la hora de encontrar al Señor.
Este contexto revela la verdad de Dios para este gran acontecimiento y la secuencia
en que se despliega. Estas palabras de Pablo fueron dadas en consuelo a los creyentes en el
vers.13.
¿Se da cuenta de la contradicción de palabras de aquellos que nos dicen que nuestros
seres amados están ya disfrutando la felicidad del Cielo? Amigos míos, se precisa un
tiempo determinado para unificar a los creyentes muertos con un espíritu vivificante o
cuerpo resucitado. Las Escrituras exponen tal explicación.
Me parece que ha llegado el momento para que la verdad escritural sea enseñada con
respecto al estado de la muerte que el Espíritu Santo nos ha dado a entender.
Para resumir esta enseñanza con respecto al estado del creyente que ha muerto en
Cristo, ofrecemos los siguientes puntos:
2. Si Adán desobedeció a Dios comiendo del árbol del conocimiento del bien y del
mal, Adán ciertamente murió. (Génesis 2:17).
9. Pablo nos enseña que solamente en el cuerpo resucitado podrán los santos, o
Cristianos, estar presentes con el Señor. Nadie puede vivir eternamente con el Señor
separado de su cuerpo resucitado. Pablo afirma categóricamente que solamente Dios posee
inmortalidad en Sí Mismo. Nosotros, tanto creyentes vivos, como muertos tendremos que
ser revestidos de inmortalidad, y eso no sucede cuando morimos, sino sucederá cuando
Cristo nos de un cuerpo resucitado en aquel día. (1ª Cor.15:42-44, 55; 2ª Cor.5:1-8; 1ª
Timoteo 6:14-16).
E.W. Bullinger
Ahora bien, cuando el Espíritu Santo utiliza una cosa para describir o explicar otra
diferente, Él no escoge la palabra o expresión opuesta. Si nos habla de la “noche”, Él no
emplea la palabra “luz”. Y si habla de la “luz del día”, Él no emplea la palabra “noche”. El
no emplea “lo dulce por amargo, y lo amargo por dulce” (Isaías 5:20). Emplea, eso sí,
el adulterio para ilustrar la idolatría; no emplea “virtud”. Y así también, si Él utiliza la
palabra dormir como muerte, eso se debe a que “dormir” nos ilustra bien a lo que se parece
la condición de la “muerte”. Si la tradición estuviese cierta, entonces Él debería haber
empleado la palabra despierto o en vigilia. Sin embargo el Señor primeramente utiliza una
Figura, y dice Lázaro duerme, y a continuación, cuando habla claramente, dice Lázaro ha
muerto. Y ¿por qué? Pues porque dormir expresa y describe la condición del
estado despojado, o desnudado de la muerte. En el estado normal de sueño, no hay
conciencia alguna. Pero si hubiese utilizado el Señor, por tanto, esta palabra dormir, para
representar la mismísima condición opuesta de conciencia plenamente despierta, (lo cual
dice la tradición que sucede cuando morimos) entonces nos habría dejado confundidos.
Pero todas Sus palabras son perfectas; y son utilizadas con el propósito de que aprendamos,
y no para que nos extraviemos.
En Filipenses 2:27, leemos que Epafrodito estuvo a punto de morir, pero Dios tuvo
misericordia de él. Así que fue la misericordia la que preservó a Epafrodito de que muriera.
Pero eso difícilmente podría ser denominado “misericordia” si es que la muerte fuese
las puertas de la gloria, como dice la tradición popular.
Ezequías también tenía motivos para alabar a Dios por haberlo librado del rey de los
terrores. La “misericordia” mostrada a Epafrodito; el “regalo” para Pablo, fue “amor” para
Ezequías. Este rey dijo (Isaías 38:17-19): Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la
muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad. El que vive, el que vive, éste
te dará alabanza, como yo hoy.
Por otra parte, la muerte de Moisés sí que fue permitida, ese fue su castigo; por
tanto, no hubo para él liberación aunque bien la buscó (Dt. 1:37; 3:23, 27; 4:21, 22; 31:2).
No hay duda de que no hubiese podido ser un castigo si la muerte no fuese muerte; sino,
como universalmente se sostiene, ¡la puerta del paraíso!
En 1ª Tes. 4:15, leemos: Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que
nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a
los que durmieron.
Para concordar con la tradición, si fuese como en ella se pregona, aquí se debería
haber escrito, no precederemos a los que se hallen ya con el Señor. Pero esto no tendría
sentido alguno; y nada de eso se dice en la Palabra de Dios.
Entre tanto que podamos sacar nuestras propias deducciones de lo que las Escrituras
declaran, todos debemos concordar que es sumamente importante revestir estos puntos de
vista en términos Escriturales, y debemos preguntarnos y responder cuán lejos estas
creencias y dichos populares han anulado prácticamente, en todo tiempo y hasta los años
más recientes, la esperanza de la resurrección, la esperanza de la nueva venida del Señor
para cumplir su promesa, para llevarnos con él. Recordemos cómo habla el apóstol en 1ª
Corintios 15 de algunos, que decían que no habría resurrección de muertos; y cómo
escribiendo a Timoteo se refiere a Himeneo y Fileto, quienes habían apartado a muchos de
la fe diciendo que la resurrección ya se había efectuado.
El más grande consuelo, que el más grande Consolador que el mundo haya jamás
conocido le dio a una hermana que había perdido a su amado hermano fue: tu hermano
resucitará. Toda la esperanza se resume a este gran tema: y, si nuestra teología no tiene
lugar en ella para esta gran esperanza, entonces mientras más deprisa la abandonemos y la
cambiemos mejor será; porque debes recordar que este tema es un tema de revelación.
El Salmo 146:4 declara hablando del hombre: pues sale su aliento, y vuelve a la
tierra. En ese mismo día perecen sus pensamientos. El pasaje no dice nada acerca del
“cuerpo”. Habla de lo que sea que producen los pensamientos. El “cuerpo” no piensa. El
“cuerpo”, aparte del espíritu (su alma), no tiene pensamientos. Aquello que producía los
pensamientos, ya no lo tendrá nunca más, y eso es el “hombre”.
Y en Eclesiastés 9:5 se declara que: “los que viven saben que han de morir, pero
los muertos nada saben”. No dice que los “cuerpos muertos” nada saben, sino los muertos,
esto es, las personas muertas, las cuales están en claro contraste con los “vivos”. Esto es
como dijo uno de estos “vivos”, David, por el espíritu santo (Salmos 146:2;
104:33): Alabaré a Jehová en mi vida. Cantaré salmos a Dios mientras viva. Así que ya no
habrá más alabanzas al Señor después que haya cesado el aliento. ¿Y por qué? Pues porque
ni en los príncipes ni en hijo de hombre alguno hay salvación (Salmos 146:3, 4). Todos
ellos vuelven a su polvo; y cuando mueren, mueren con ellos también sus pensamientos,
y “nada saben”.
Hay unos pocos temas que se resaltan más de la Palabra de Dios, y hay pocos temas
que hayan sido tan despreciados por la tradición de los hombres, como la doctrina de la
Resurrección. Yo creo que fue el fallecido Mr. Spurgeon quien lamentó el hecho de que,
nuestra teología inglesa, siendo al mismo tiempo tan rica en cada una de las áreas de la
doctrina cristiana, no contenga ni tan siquiera una sola obra satisfactoria sobre el tema, este
es un hecho muy remarcable.
El mayor consuelo ofrecido, por el más grande Consolador que el mundo haya
jamás conocido a una hermana por su amado hermano fallecido fue: “Tu hermano
resucitará”. Toda la esperanza se resume y sujeta a este gran tema; y, si en nuestra
Teología no hay lugar en ella para esta gran esperanza, entonces mientras más deprisa la
abandonemos y cambiemos, mejor será; porque tenemos que recordar que este tema es un
tema totalmente de revelación. No existe hombre alguno sobre la faz de la tierra que pueda
contarnos nada de la revelación, excepto lo que él mismo haya aprendido de la Palabra de
Dios. No se trata por tanto de una cuestión de razonamiento humano; no es una cuestión de
opiniones de grandes o sabios hombres; no es una cuestión de ningún sistema de doctrina o
de filosofía; sino que es pura y simplemente una cuestión de Divina revelación.
Nuestros ojos contemplan al momento presente por todas las esquinas de las calles y
en las librerías grandes carteles anunciando un libro: “Existencia después de la
Muerte”, escrito por una pobre y mortal mujer, ¿y qué es lo que nos podrá contar ella
acerca de eso? ¿Qué es lo que sabe acerca de ese tema, que no sean las mentiras que ha
aprendido por los demonios y espíritus inmundos? Es cierto que, aun teniendo la Palabra de
Dios en nuestras manos, nosotros conocemos solo en parte; pero, gracias a Dios, viene un
tiempo cuando todo nos será dado a conocer, cuando venga lo perfecto.
Me gustaría señalar, antes de seguir adelante, que cualquiera que sea la resurrección
a que Jesucristo se refirió, y la resurrección de Su gente que les esté hablando, siempre
mantienen esta preposición: “de entre los muertos”. No siempre se observa en la Versión
Autorizada, pero estoy convencido que en la Revisada se traduce uniformemente, “de
entre”; así, pues, cuando estudiéis este tema por vosotros mismos, si tomáis en cuenta la
Versión Revisada, no os equivocaréis acerca del verdadero uso de la referencia en esta
materia de la resurrección.
Pero ahora ha llegado el momento de hacerse una pregunta, ¿Cómo van a levantarse
los muertos? ¡Por supuesto que el hombre tiene muchas opiniones al respecto, muchas
ideas; y de una cosa estamos perfectamente ciertos, que si las examinamos detalladamente,
hallaremos que son todas contrarias a los pensamientos de Dios. Podríamos resumirlas
todas ellas en cuatro grandes clases.
Podríamos llamar a la primera la teoría del GERMEN. Es una teoría muy antigua.
Es una antigua teoría judía. Al fin y al cabo, es la misma teoría del Talmud. La tuvieron en
consideración algunos de los padres, tales como Tertuliano y Gregorio de Niza y Basil.
Todos estos suponían que hay un hueso, o una cierta sustancia, en el cuerpo humano que no
puede ser destruido por nada, y dicen que su nombre es “luz”. Bien podrías pulverizarla en
un mortero, pero no puedes destruirla. No puedes disolverla en ácidos, ni en otras
sustancias, y nada hay sobre la tierra que pueda destruirla; y, dicen ellos, este es el germen
del cual será hecho el cuerpo de resurrección.
Ahora bien, menos mal que después de todo, no pasa de ser una hipótesis. No hay
Escritura para sustentar esto en ninguna parte, y ¿Qué dice la Escritura? Nos dice con toda
claridad que, “aquello que tú siembras, no se vivifica si no muere primero; sin embargo
éste germen interno, dice la teoría, no muere nunca, y por tanto no puede ser regenerado o
vivificado. Se siembra cuerpo animal, se resucita cuerpo espiritual. Aquello que es nacido
de la carne [y este germen es carne] carne es”.
Y la segunda gran clase de ideas pueden ser resumidas bajo el término de la teoría
de la IDENTIDAD. Esta es una teoría posterior, pero ya había sido una teoría de la
temprana cristiandad, y algunos de los Padres la profesaron. Tatiano y Tertuliano y otros
creyeron que los mutilados se levantarían mutilados, que los niños se levantarían niños.
Jerónimo estaba convencido que todos se levantarían con cerca de treinta años de edad, sin
importar nada a la edad que muriese. Por supuesto, menos mal que todas no pasan de ser
meras teoría. Los mahometanos sostienen esta idea también; y los medievales o padres
escolásticos sostenían que así como una persona muere, así mismo sería levantada. Eso es
por lo que, en este mismo momento, si un mahometano es herido en batalla, nunca
permitirá que sus miembros sean amputados. Prefiere morir en agonía, porque está
convencido que se volverá a levantar exactamente como murió. Sin embargo esta teoría se
anula por escrituras tales como estas:
Los cuerpos que poseemos en este momento son en cierto sentido los mismos
cuerpos que cuando éramos niños. Nosotros tenemos fotografías nuestras, sin duda alguna,
tomadas en diferentes periodos de la infancia, otras en la juventud, y otras que hayan sido
tomadas más recientemente. Es el mismo cuerpo, y sin embargo filosófica y científicamente
no es el mismo. Para nosotros sí que es el mismo, en cualquier caso y periodo de edad. El
que había muerto, salió. Era Lázaro quien salió, y no otro. Y el que había muerto se
levantó, y comenzó a hablar. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección, y
ellas les conocieron y les hablaban. Al sepulcro, gracias a Dios, le fueron robadas algunas
de sus presas, y hay los que van a escapar ilesos de la muerte. El sepulcro ha sido robado
de muchos; y, si pudiésemos responder a esta pregunta, ¿Cómo se levantarán los
muertos?, con una cierta y definitiva palabra, yo la expresaría con la palabra
COTINUIDAD y re-creación; y eso es por lo que se nos exhorta en 1ª Pedro 4:19, cuando
dice, de modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al
fiel Creador. De hecho, la transfiguración del propio Señor Jesucristo, es el tipo, o molde
del cuerpo de resurrección, y aquel fue un cuerpo visible. Moisés y Elías aparecieron en
gloria, dice. Pero el cuerpo de Cristo era igualmente glorioso, y Sus ropas eran tan
blancas, como ningún lavador sobre la tierra las podría emblanquecer. Era la gloria de la
revelación del Rey. Es una especie de muestra de la venida del Rey en Su Reino, con los
que habrán sido resucitados de entre los muertos y aquellos que habrán sido transformados.
Pero echemos ahora un breve vistazo, a lo que hizo Jeremías, en la casa del
alfarero, en Jeremías 18:1-4.
Palabra de Jehová que vino a Jeremías diciendo, levántate y vete a casa del
alfarero, y allí te haré oír Mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él
trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echo a perder en su mano; y
volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
Lo podréis ver, por ejemplo, en el PACTO de las obras que hizo Él con Israel. El
Pacto fue hecho, y el hombre ha quebrado siempre todo lo que Dios le ha confiado en sus
manos. Han quebrado Mi Pacto. El primer pacto de obras fue como aquel vaso quebrado
sobre la rueda; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla al alfarero. Y
acerca de este Pacto está escrito que si el primero hubiese sido sin defecto, no hubiera
habido lugar para procurar el segundo (Hebreos 8:7); pero fue quebrado por Su defectuoso
pueblo, y por eso se hizo un nuevo pacto como le plació al alfarero mejor hacerlo.
Y así sucede también con respecto a LA TIERRA. La tierra fue creada en gloria y
belleza, pero ha sido estropeada. Entró el pecado, la maldición fue pronunciada, y esta
tierra, habiéndose quebrado en las manos del alfarero, no va a volver ser remendada, sino
que va a salir una nueva. Y vi un nuevo cielo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la
primera tierra pasaron. (Ap.21:1). Y fueron hechos como le pareció mejor al alfarero.
El Nuevo vino no puede ser depositado en viejos odres, el paño Nuevo no se debe
poner en remiendo del viejo vestido; sino que el vino Nuevo en odres nuevos se ha de
verter, y así ambos quedan preservados.
Esta es nuestra esperanza, y bien podemos ver que se haya del todo sujeta en Cristo.
Nos remite enteramente a Él; sin embargo la gente no le hace caso. Los pastores fueron y
avisaron al pueblo de Su primera venida. Dice que, el pueblo se maravilló. ¡Es curioso! ¡No
dice nada más! Es decir, la gente se maravilló, y luego siguieron hablando de sus asuntos
cotidianos del día a día. Los asuntos de entonces eran muy similares a los nuestros actuales,
de impuestos, comercio y política. Augusto acababa de imponer un impuesto a través de
todo el imperio, y esa sería sin duda alguna el tema de mayor conversación.
Se maravillaron, y después se volvió cada uno a ocuparse con sus negocios. Pero los
primeros cristianos sin embargo apreciaban mucho esta bendita esperanza, y el testimonio
del historiador Gibbon es digno de repetirse. Está contenido en unas pocas palabras del
capítulo 15 de su primer Volumen. “Esta gran verdad de la venida del Señor, de que
seremos levantados en Su venida, fue creída universalmente entre estos primeros
cristianos”. Y dice este autor, “la aproximación de este acontecimiento fue predicho por los
apóstoles. Su tradición fue siendo preservada también por sus más próximos discípulos, y
aquellos que entendían en su sentido literal los discursos del Propio Cristo, estaban
obligados a esperar con anhelo la venida del Hijo del hombre, antes que aquella
generación se extinguiera”. [Aquí es donde Gibbon se equivoca. Ellos “no estaban
obligados a esperarlo antes de que aquella generación se extinguiese”; pero subsiste
todavía el hecho de que así lo hicieron] Mientras que por propósitos sabios han permitido
este error para que subsistiera la iglesia, ha resultado un saludable efecto sobre la fe y
práctica del Cristianismo”. Aquí tenemos entonces el testimonio de un enemigo a esta
verdad, en cuanto al efecto que produce en los que la mantienen. ¡Ojalá que podamos ser
influenciados por esta bendita esperanza en este momento! ¡Ojalá que nos acostumbremos a
mirarla de frente aguardándola, tal como un ejército se entrena en los ataques nocturnos, o
justo como en un transatlántico se entrena a la tripulación a través una falsa alarma de
fuego a bordo, para que cada persona ocupe su determinado lugar si fuera el caso. ¡Ojalá
que nos entrenásemos nosotros propios, y practicásemos por nosotros propios, la espera
anhelante por esta asamblea, ¡la espera paciente para oír la voz del arcángel y la trompeta
de Dios! ¡Esa va a ser una asamblea a viva voz! La Trompeta de Dios sirve para el mismo
propósito. Vea en Números 10:7, Para REUNIR a la congregación tocaréis, Y cuando Su
gente sea reunida en el aire sonará esta trompeta de Dios. Pero Él dice, mas no con sonido
de alarma. ¡No! sino que será la señal para nuestra reunión con Él. No será para nosotros
de alarma, sino que será una bendita asamblea reunida y una trompeta de reunión. Al igual
que Cristo es el bendito objetivo y centro de nuestra esperanza, así se nos presenta a
nosotros en este gran objetivo. Aquel que tiene esta bendita esperanza en Él – no en sí
mismo. Aquel que retuvo esta esperanza en Cristo. ¿Qué esperanza? ¿Por qué retener la
esperanza de ser como Él es en su venida, cuando le veamos tal como Él es? El que
mantiene esta esperanza sobre Él, ¿Qué es lo que produce? ¿Cuál es su efecto? Todo aquel
Si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Si sufrimos, también reinaremos con Él.
Porque esta tribulación momentánea, producen nosotros un cada vez más excelente y
eterno peso de gloria.
Ellos escribieron acerca de los sufrimientos, y escribieron además de las glorias que
vendrían tras ellos; pero no había nada que les dijese acerca de las estaciones y los tiempos.
No sabían si la gloria vendría inmediatamente después de los sufrimientos, o si habría algún
intervalo, ni tampoco si ese intervalo sería corto o prolongado. Ni una palabra había acerca
de todo esto. Ese es el motivo que indagasen acerca de los tiempos.
Sin embargo ahora, todo ha sido ya revelado. Se ha ministrado para nosotros en las
Escrituras de la verdad sobre la tierra; y Dios está dando a conocer, por medio de la
Iglesia, Su multiforme sabiduría a los principados y potestades en los lugares
celestiales (Efesios 3:9, 10).
Los ángeles y los profetas vieron de antemano los sufrimientos como si fuesen las
cumbres de unas altas montañas en la distancia –mientras que más lejanas veían también
otros altos picos que se sobreponían por detrás correspondientes a las glorias. Pero acerca
de lo que habría entre estas dos cordilleras no lo podían ver ni conocer. Sin embargo ahora
se nos ha revelado. Los sufrimientos han ocurrido ya, y ahora nos hallamos en el valle entre
estas dos cordilleras. Las glorias son las que tenemos en frente. El secreto oculto en
Dios ha sido dado a conocer; y ahora nosotros podemos comprender, en parte, la respuesta
a la pregunta que le hizo Cristo a los dos discípulos que halló en el camino de Emaús ¿No
era necesario que el Cristo padeciese estas cosas, y que entrara en su gloria? (Lucas
24:26). Las dos cosas están ligadas entre sí de manera inseparable, especialmente en la 1ª
Epístola de Pedro 1:11; 3:18; 4:13; 5:1.
Esto es precisamente por lo que, cuando el Señor hizo por primera vez mención de
sus sufrimientos en Mateo 16:21, inmediatamente después habla del tiempo cuando vendría
en la gloria de Su Padre (vers.27), y añadió que algunos de los que se encontraban en ese
momento allí lo verían. Y a continuación, después de seis días, tres de ellos vieron el poder
y la venida de nuestro Señor Jesucristo, y fueron testigos de su majestad, cuando estuvieron
con él en el Santo Monte durante la transfiguración (2ª Pedro 1:16-18; Juan 1:14).
Habiendo oído hablar acerca de los sufrimientos, a los discípulos no se les dejó que
concluyesen que todo estuviese con ellos acabado; por eso mismo les fue dado a
contemplar la más maravillosa exhibición de las glorias que vendrían después.
Existen ciertas escrituras que no podremos entender a menos que empleemos esta
llave. Al igual y del mismo modo que les sucedía a los ángeles y profetas (1ª Pedro 1:11,
12) también será en vano que las escudriñemos, y mientras tanto hay algunos que se
rehúsan a indagar y a mirar en estas cosas reveladas ya y de manera profana hablan de
ellas como la teoría del intervalo.
Si esto es, o no, simplemente una teoría, debemos permitir que la Escritura lo
decida, y que el Maestro mismo nos lo enseñe.
¿Cuál sería el motivo de este acto tan misterioso? ¿Por qué no continuó leyendo?
Sencillamente, porque no podía; porque las palabras que hay inmediatamente después se
refieren al final de esta actual y presente Administración de Gracia, y hablan y son
pertenecientes de la Dispensación venidera del Juicio. Si hubiese seguido leyendo Isaías
61:1, 2, la línea siguiente hubiese sido:
Pero esta parte de la profecía no se habría cumplido entonces. Mientras que con lo
que acababa de leer, bien pudo decirles: hoy se ha cumplido esta profecía delante de
vosotros. Sin embargo no podría haber dicho que hoy se ha cumplido esta Escritura, si no
hubiese cerrado el libro y hubiese seguido leyendo la siguiente línea.
Y sin embargo, tanto en la Versión A.V. como en otras Versiones solamente hay
una coma entre las dos líneas, y esa sola coma representa un periodo de cerca de 2000 años
aproximadamente entre las dos declaraciones (y en los Manuscritos más antiguos no existen
siquiera marcas de puntuación).
Es característico del hombre que sea educado y entrenado para un objetivo –y ese
es, defender y exigir firmemente sus derechos. Esta es la única parte de su educación que
tiene pleno éxito, y por todas partes vemos al hombre defendiendo sus derechos. La
mujeres, también, están ahora levantándose demandando sus derechos; y los pueblos hacen
lo mismo. ¿No será tiempo de que alguien se levante reclamando los derechos del Señor
Jesucristo? Todavía no ha logrado Sus derechos en este mundo, pero sin duda alguna va a
tenerlos; y ahora deberían ser los hijos de Dios los que den testimonio de esos derechos y
quienes deberían hablar por Él durante su ausencia mientras esos derechos se encuentren en
suspense. Lo que ahora me propongo es presentarlos aquí en conexión con Sus cuatro
títulos: El Hijo del Hombre, el Hijo de Abraham, el Hijo de David y el Hijo de Jehová.
Con respecto al hombre, sabemos que fue creado con dos grandes objetivos.
Primero, para tener dominio sobre toda la tierra; y, en segundo lugar, para que tuviese
comunión con Jehová. No preciso alargarme demasiado sobre este punto. Es algo que no
precisa de aprobación alguna, porque el hombre siempre está listo para adquirir el mayor
grado de dominio que pueda sobre la tierra, aunque le tenga sin cuidado alguno cultivar su
comunión con Jehová. El hombre perdió estos derechos y privilegios en la caída, a través
de adulterar la palabra de Jehová. Todos sabemos las consecuencias de esa caída. El pecado
se introdujo en el mundo, y a través del pecado la muerte. Toda la creación se vio envuelta
en esa terrible calamidad, como vemos en los efectos que estamos sufriendo hoy en día, y
en las influencias que nos envuelven constantemente a nuestro alrededor.
Ahora bien, hay un gran principio sobre el cual Jehová siempre actúa: Él jamás
remienda nada de lo que el hombre estropeó, ¡jamás! Él nunca repara o remienda nada de lo
que el hombre haya arruinado, sino que siempre hace algo nuevo, algo fresco y reciente.
Vayamos ahora a la casa del alfarero con Jeremías (Jer.18), y allí podremos comprobar
esta maravillosa lección que Jehová nos enseña. Jeremías vio que el alfarero estaba
haciendo un vaso, y ese vaso se quebró en la rueda, y volvió a hacer otro nuevo, según le
pareció mejor al alfarero. Esta es la escena que Jehová le mostró a Jeremías, y su estricta
interpretación pertenece a Israel, porque una vez que Israel se había quebrado y arruinado,
Él no iría a remendar a la nación, sino hacer algo nuevo: Darle a Su pueblo un nuevo
espíritu y un nuevo corazón. El mismísimo principio se aplica a todo lo que el hombre ha
quebrado y arruinado; se aplica a toda la creación. Jehová no va a remendar esta tierra, sino
que está haciendo un nuevo cielo y una nueva tierra. Él no remienda al hombre viejo, sino
que hace un nuevo hombre.
Así que la esperanza de la creación está puesta no sobre hombre alguno, sino en el
Hijo del Hombre, la Simiente de la Mujer, el Segundo Hombre, el Segundo Adán, el Señor
proveniente del cielo. Solo Él será quien restaure todas las cosas, y esa obra le pertenece
sólo a Él por derecho. Ese es precisamente Su especial cometido.
Él vino y fue despreciado como el Hijo del Hombre. Por tanto, en consecuencia de
ese repudio todas las cosas se hallan ahora en suspense, y nosotros esperamos que el Señor
Jesucristo obtenga Sus derechos siendo como es el Hijo del Hombre. Aguardamos el
cumplimiento del Salmo 8, que hasta ahora todavía no se ha cumplido. Todavía no vemos
que todas las cosas estén sujetas a Él, pero en breve llegará el día en el cual todas las cosas
se pongan bajo los pies del Hijo del Hombre. Este Hombre, después de haber ofrecido un
único sacrificio para siempre por los pecados, se sentó a la diestra de Jehová, esperando
desde entonces este cumplimiento. Y nosotros también estamos sentados con respecto a
toda la obra asociada con nuestra salvación y aguardando, si es que verdaderamente
estamos en comunión con Él; esperando, no que nos vengan cosas buenas terrenales (que es
siempre nuestro pobre y egoísta punto de vista), sino aguardando que le sean a Él
entregados Sus derechos en este mundo, para que domine sobre él. Ese dominio es suyo por
derecho, y el viene para ejercitar este maravilloso dominio sobre toda la creación. Todavía
no vemos que todas las cosas sean sujetas a Sus pies.
EL HIJO DE ABRAHAM
Ahora vamos a verle bajo el título el Hijo de Abraham. Las naciones de la tierra
habían fracasado prácticamente, de la misma forma que lo hizo el hombre; fueron tan
perversos en su ruina que Jehová tuvo que destruirlos con el juicio del diluvio. Después,
entonces, Jehová se propuso hacer otra nación, e hizo una nueva de la simiente de
Abraham. No podemos demorarnos ahora observando su llamamiento, o su vida, pero
observaremos que, en Génesis 15, Jehová estableció un pacto incondicional con Abraham.
Debemos señalar estos pactos incondicionales y diferenciarlos de aquellos que fueron
delimitados bajo condiciones, porque el hombre no ha cumplido nunca ni guardado ningún
pacto que haya hecho: (Han quebrado todos Mis pactos). Sin embargo, Abraham se
dispuso a hacer un pacto con Jehová. Dividió los sacrificios, y estaba preparando
convenientemente todas las cosas, cuando Jehová lo detuvo poniéndole a dormir. En su
sueño Abraham vio los símbolos de la presencia divina pasando entre aquellas piezas del
sacrificio, y aquel pacto fue realizado incondicionalmente, un pacto eterno, el cual por tanto
no podría nunca ser quebrado. Es ese pacto, el territorio le fue ofrecido a Abraham.
En Lucas 1 Jehová habla del hijo de Zacarías, y de las misericordias que había
prometido a los padres. ¿Qué fue lo que les recordó? Su santo pacto. ¿Cuál pacto? ¿Sería el
pacto que Él hizo con Abraham otorgándole el territorio, una vez que nunca llegaron a
poseer la tierra de la manera como Jehová había mencionado en Génesis 15? Israel había
EL HIJO DE DAVID
Pero he aquí que Él también era el hijo de David. Aquí tenemos la cuestión del
trono. El gobierno de Israel era una pura teocracia. Jehová fue su Rey, y el pecado de Israel
consistió en el repudio de Jehová como su Rey. No simplemente por desear tener un
hombre como su rey. Jehová no era el rey de las demás naciones, no tenían a Jehová como
su rey, pero Israel sí que, de una especial manera, lo tenía. Y si usted lee la historia de
Israel encontrará que este es el punto que se resalta. Saúl fue ungido, pero pronto fue puesto
de lado. Es muy instructivo leer la historia de la unción de David. (1 Samuel 16). Jehová les
dio un rey en medio de Su enfado, y lo desechó en Su ira. Después escogió a David. Eso es
lo que significa cuando dice que David era “un hombre conforme a su corazón”. Esto no
quiere decir, como los infieles no se cansan de repetir, que todo lo que David hizo en su
vida fuese conforme al corazón de Dios, sino que David fue el hombre que Jehová eligió.
Por eso está escrito de los otros hijos de Isaí: “Jehová no ha elegido a estos”, mientras se
presentaban uno a uno en frente de Samuel. Samuel preguntó a Isaí si estos eran todos sus
hijos, y él respondió: “Queda aun el menor que apacienta las ovejas”. Así las guardaría
Jesucristo después. Así guardaría el verdadero David a Sus ovejas.
No precisamos ver de cerca la historia de los reyes. Los reyes ha sido siempre un
fracaso. El mundo todavía no ha visto nunca un rey apropiado, porque el hombre con su
naturaleza caída nunca ha llegado a tomar el poder sin usarlo para su propio beneficio.
Usted haría lo mismo. Los hombres no pueden hacer un uso correcto de los dones de
Jehová, mientras más grande sea el don que el hombre reciba, peor es el fracaso con
respecto a ese don. Es por eso que, en 2 Samuel 7, Jehová vuelve a hacer otro pacto
incondicional con David. Este es el capítulo del gran reino, y corresponde a Génesis 15,
que es el capítulo de la tierra. Como “hijo de Abraham” el Señor Jesucristo es el heredero
de la tierra, como “Hijo de David” Él es el heredero al trono.
EL HIJO DE JEHOVÁ
No le conocieron, pero podrían haberle conocido. El Señor les había dicho: “Erráis,
ignorando las Escrituras”, y es por eso que cometieron ese terrible error. Ese fue el secreto
de aquel grave pecado; ellos no conocían las Escrituras. Yo no debería estar sorprendido
de cualquier error que usted pueda cometer, o de cualquier error en el que usted pueda caer,
si usted ignora las Escrituras. “Erráis ignorando las Escrituras”. Ellos erraron, no porque
no tuviesen las Escrituras, sino porque no quisieron conocerlas. Ese fue su pecado.
Ese fue la falta que Cristo corrigió, incluso entre sus discípulos. Él dijo: “!Oh
insensatos y tardos de corazón para creer TODO lo que los profetas han dicho!” Ellos no
creyeron “todo”. Ellos solo creyeron la parte que quisieron creer, y rechazaron el resto.
Eso es precisamente lo que la mayoría de los “cristianos” están haciendo hoy en día.
La Iglesia cree una parte de las Escrituras, no toda, y por tanto cada uno es tan culpable
como los judíos lo fueron rechazando los derechos del Señor Jesucristo.
Los judíos escogieron para sí solo una porción de la verdad y pusieron de parte el
resto, y así invalidaron o dejaron sin efecto las Escrituras. La Iglesia hace la misma cosa
hoy en día y deja de lado o repudia otra porción. Los judíos dijeron: “Cuando el Mesías
venga, subyugará el mundo para nosotros”. La Iglesia dice: “Que el Mesías se quede donde
está, y nosotros subyugaremos al mundo, y lo convertiremos para Él”.
Así que todos son igualmente culpables, si bien que la incredulidad judía no es tan
mala como la incredulidad cristiana.
Viene un tiempo cuando “el Hijo del Hombre se sentará en el trono de Su gloria”.
Todavía no se ha sentado en él. En Apocalipsis 3:21 está escrito: “Al que venciere, le daré
que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre
en su trono”. El está sentado ahora a la diestra del Padre, en el trono del Padre, “esperando”
el tiempo en que se siente en Su propio trono. Él no está reinando todavía. Pero nuestros
amigos dicen: “Oh, sí, Él reina en nuestros corazones”. Pero este no es el tema principal de
la profecía, sino que Él va a reinar sobre “el trono de David”, sobre toda la tierra, y sobre
todos los reinos de la tierra. Sí, dele gracias a Jehová si es que Él reina en su corazón; pero
esa no es la cuestión que aquí estamos tratando. Además, la Iglesia no puede brindarle un
trono, incluso aunque tuviese el poder para ofrecérselo.
Él solo puede recibirlo de parte de Jehová. Cuando estuvo en la tierra la gente quiso
hacerle rey, pero él no podía aceptar ese trono de ellos. Él lo recibirá de la manera
apropiada por Aquel que tiene el derecho de entregárselo. Además, la Iglesia sin él es
absolutamente incapaz, y nada puede hacer sin Él en el mundo.
Ya hemos visto que fue repudiado como el Hijo de Abraham, como el Hijo de
David, como el Hijo del Hombre y como el Hijo de Jehová. Pero, sin embargo, Él declaró
“Mi consejo permanecerá, y haré todo lo me he propuesto”. Las demandas del Heredero se
mantienen en suspense.
¿Cuál ha sido la única consecuencia del repudio de la Iglesia hacia estos derechos?
¡La Iglesia a sí misma se ha metido en serios apuros! Todas las cosas se hallan en una
tremenda confusión por la terrible apostasía que asienta en su seno. La corrupción
eclesiástica sobreabunda. Solamente la bendita esperanza del retorno de Cristo puede
solucionar el problema de todas las falsas religiones, porque todas las falsas religiones
usurpan los derechos del Señor Jesucristo. Usurpan Sus derechos Sacerdotales, puesto que
reclaman para sí el perdón de los pecados. Usurpan Sus derechos Reales, puesto que
quieren gobernar el mundo. Usurpan Sus derechos como Profeta, porque anulan Su palabra
y la sustituyen por sus tradiciones. Pero una vez que usted se apropia de los derechos del
Señor Jesucristo, y da testimonio de Él, esto le pone fin a toda la falsa religión. Nada hay
que asiente en usted estos derechos de manera eclesiástica, política y socialmente, excepto
esta preciosa verdad. Nada queda para la Iglesia y para el mundo sino el juicio, el tremendo
juicio, el cual descenderá brevemente sobre la cristiandad apóstata.
Ahora, por tanto, el Heredero está aguardando por su heredad; el Rey está esperando
por Su trono; el hombre está a espera del dominio universal; el tabernáculo de David está
aguardando para ser erguido; el templo para ser edificado; los judíos aguardan por su
territorio; y así espera todo hasta que llegue el tiempo en que se cumpla la gloriosa
profecía: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno
como un hijo de hombre que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante
de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino para que todos los pueblos, naciones y lenguas
le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será
destruido” (Daniel 7:13-14). Amén.
E.W. BULLINGER
1. Le da muchas devociones al creyente para que cumpla sus. Coloca pesadas cargas
o demandas debajo de su credulidad. Sea en India, China, Roma o Inglaterra en todas partes
existe una gran cantidad de demandas que tienen que ser asumidas.
3. Sin embargo la Religión da, en sus muchas devociones, muy poco por que
esperar. Desde el Cielo Chino, al cual se accede de acuerdo al mérito, pasando por el Cielo
Mahometano de licenciosa glorificación; el Purgatorio Romano de penas y sufrimientos; y
el cielo de los que profesan ser Protestantes, que consiste mayormente en hallar una
relación nueva a través de alguna “fuente” o en alguna “puerta” que ellos abran. En todos
los casos, hay muy poca esperanza en comparación con “aquella bendita esperanza”
revelada en el Evangelio.
4. Pero uno de los más grandes contrastes consiste en lo siguiente: ¡la incerteza en
cuanto a la salvación! En esto, la Religión y la Cristiandad son exactamente opuestas.
Siempre podrás reconocer la profesión de la religión a través de esta marca o señal. Todas
ellas niegan prácticamente que la obra de Cristo ESTÉ YA finalizada, que la redención
haya sido concluida, y que la salvación haya sido cumplida y llevada del todo a cabo en la
Cruz; ¡que Él vino a salvar a Su gente, y que ya los salvó! Eso es por lo que la gente
religiosa, hoy en día, comenta y habla acerca de que la gente tiene que buscar y preservar
su salvación, no haciendo caso de que todos los que se hallen en Cristo, ya fueron por Él
salvos en el Calvario.
Incluso los más religiosos entre los Protestantes Evangelistas, si preguntamos si ellos
realmente creen cuando profesan y confiesan una y otra vez con sus labios – yo creo en el
perdón de los pecados –raramente no dirán y añaden a seguir: “espero bien que así sea”, o
afirmen que, “¡al fin y al cabo, nadie puede saberlo en esta vida!” Nunca pueden hablar
con certeza absoluta acerca de esto. Algunos le llaman a esta actitud humildad, y en ella
tienen mucho orgullo, pensando que es presunción o arrogancia tomar el firme fundamento
en el cual nos ha sido ofrecida la gracia de Dios en Cristo Jesús con toda seguridad.
Pero esto nos lleva a examinar ahora el contraste entre todo esto y la Cristiandad que
se revela en las Epístolas a la Iglesia.
Esta era precisamente la posición de los santos en Colosas, y debe ser también la
posición de cada verdadero cristiano hoy en día. La Epístola que se les dirige comienza
con Gracia: la gracia que se halla entre los perdidos, que nos liberta, nos limpia, y nos
mantiene en perfecta libertad delante de Dios nuestro Padre. Dios es Quien la revela, por la
Fe se disfruta, y por la fe se dejan de lado todos los razonamientos provenientes de los
sentimientos o experiencias personales.
Los santos en Colosas son nombrados como estando en Cristo (vers.2) y por
tanto completos en Él (vers.9). En aquel por quien TENEMOS redención en su sangre, el
perdón de los pecados (ver.14). El cual nos HA LIBRADO del poder de las tinieblas y nos
HA TRASLADADO al reino de Su amado Hijo (vers.13).
Así, por tanto, se nos asegura ciertamente, y se nos trata como teniendo ya, una
presente redención, una presente liberación y un presente traslado.
Por supuesto, en cuanto a nuestro andar y nuestro entero caminar, ahora sobre la
tierra, es verdad que en todas las cosas a través de súplicas y oraciones tenemos que hacer
conocidas nuestras peticiones delante de Dios; pero si nos damos cuenta y somos
conscientes de nuestra verdadera posición, nuestras oraciones estarán llenas de alabanza,
porque nuestros corazones están plenos de reposo, y nuestro vaso rebosante con
bendiciones.
Por eso mismo, en el vers. 12, la oración del Apóstol a través del Espíritu Santo por
nosotros es para que podamos estar ocupados dando gracias al Padre QUE NOS HIZO
APTOS para participar de la herencia de los santos en luz. Ciertamente seremos
conmovidos cuando nos demos cuenta de las riquezas de la gracia que han logrado tan
grandes cosas para y por nosotros.
¡Cuán pocos son, aun mismo entre los propios salvos del Señor, los que conocen algo
de la extensión de estas riquezas que son suyas por gracia! ¡Cuán pocos se dedican a contar
y a morar en estas riquezas de la gracia! Los egoístas ocupan sus pensamientos con ellos
mismos y con su manera de andar; y por eso, el inevitable resultado que obtienen con eso
es que incesantemente procuran desarrollar por sí alguna obra que esté todavía por
concluir en ellos y por ellos, que los haga aptos delante de Dios. Algunos piensan que las
aflicciones y las dificultades les ayudan a lograrlo; otros juzgan que la santidad de vida les
dará algunas ventajas, no dándose cuenta que ellos ya han sido hechos aptos para la gloria,
y no queriéndose dar cuenta que es algo que no es para hacer, sino que ya ha sido hecho.
El hecho solemne es que, con tales cosas por hacer, no solamente pierden la paz y
bendición y regocijo de la presente certeza en cuanto a su posición; sino que además, al
tomar una posición que implica la posibilidad de que se le puede añadir una jota o una tilde
para ganarse el Cielo, ellos (1) niegan la verdad en cuanto a la ruina que impera en la carne
del hombre, (2) dejan de parte la obra de Dios habiendo hecho de nosotros una nueva
creación en Cristo, y (3) ponen en duda el pleno valor de la obra de Cristo quien a través de
una sola ofrenda HIZO PERFECTOS para siempre a los santificados (Hebreos 10:14).
Que NOS HIZO APTOS para participar de la herencia de los santos en luz.
La expresión todo en todos es elíptica. Esta figura literaria y la forma que se emplea a
través de la Escritura está completamente explicada y ejemplificada en la obra “Figuras
Literarias”.
Al suplir las palabras omitidas en la elipsis el sentido debe quedar completo, siempre
y cuando aparezca la elipsis en estricta armonía o acuerdo con la naturaleza del sujeto o
tema principal y el contexto.
1ª Corintios 12:6: Hay diversidad de dones (operaciones), pero Dios, que hace todas
las cosas en todos, es el mismo…Pero todas estas cosas las hace uno, y el mismo
Espíritu (vers.11).
Aquí tenemos el mismo Dios que opera todo (estos dones) en todos (los miembros del
cuerpo de Cristo): y lo que son estos dones, y quienes son estos miembros, está plenamente
explicado en el contexto inmediato. Vea los versículos 4-31.
Esta Escritura enseña que cada manifestación es la vida divina en actividad en cada
uno y todos los miembros de cuerpo único de Cristo, y es la operación del mismo Espíritu
habitando en todos los miembros.
Efesios 1:22-23: Y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia, la cual es su
cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Aquí podríamos leer así: que llena
(o suple plenamente) todo (dones espirituales y gracias) en todos (los miembros de Su
cuerpo). Compare Efesios 4:10-13. Todas las necesidades son provistas por la Cabeza
(vers.16).
Esta bendita posición es la porción de cada creyente; es decir, de cada uno que, por el
Espíritu Santo, confiese que Jesús es el Señor (1ª Corintios 12:3), y habiendo sido
bautizado por el Señor Jesús con el espíritu en un solo Cuerpo (1ª Corintios 12:13), es
apartado de toda distinción de nacionalidad, o posición social, o sexo, u ordenanzas; tanto
da si anteriormente pertenecía a los rudos bárbaros como a los instruidos griegos; a los
salvajes escitas o a los inteligentes judíos; da igual si es siervo esclavo o un amo, si es
mujer o varón; todos ahora han sido hechos por Él, uno en Cristo.
El Nuevo Hombre es la creación de Dios, y todas las cosas que son de Dios (2ª
Corintios 5:18), son creadas en justicia, y santidad de la verdad; renovadas según la imagen
misma de Aquel que lo creó. Del mismo modo que Cristo (personal) porta en sí la imagen
del Dios invisible, así cada nueva criatura en Cristo (místico) porta en sí la imagen del
Creador. Cristo es su justicia, su santificación, y la vida eterna dentro de él es el
conocimiento de Dios y de Jesucristo enviado por Dios. El Espíritu de Dios mora en él, el
Espíritu de poder y amor y de mente sana (2ª Timoteo 1:7). Cristo es todas las cosas al ser
la Cabeza, para aquellos que son Su cuerpo; no solo con respecto a las cosas espirituales,
sino con respecto también a las cosas que se ven, porque Cristo en Su muerte en la cruz es
su circuncisión; en Su sepultura es su bautismo; y en Su resurrección es su vida. Por eso ya
no hay ni circuncisión ni incircuncisión, sino que Cristo es todo en todos (Colosenses
3:11).
En Colosenses 2:1, Pablo expresa cuán grande es el conflicto o lucha que mantiene
por los santos y por todos los que nunca han visto su rostro (esta última expresión nos
incluye a nosotros hoy en día) para que sean consolados sus corazones unidos en amor,
hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer (conocer
exactamente) el misterio de Dios. Y después, habiéndoles declarado la plenitud de los
creyentes en Cristo con respecto a las ordenanzas o mandamientos, habiendo sido
levantados en y con Cristo, en Colosenses 3:11, proclama: Cristo es el todo, y en todos, y
después entonces se dirige a los santos en un lenguaje apropiado a Cristo personalmente;
porque Él es el Escogido de Dios, el Santo y el Amado; y se dirige a los santos también
como los elegidos de Dios, santos y amados. Las palabras no pueden ser más enfáticas y
expresivas en cuanto a la unidad vital que existe entre la Cabeza y los miembros del cuerpo,
la bendita posición de los santos en Cristo, habiendo sido reunidos para poseer “la herencia
de los santos en luz”. No podemos olvidarnos que todo nace y fluye del eterno propósito
del Padre, el misterio de Su voluntad, (Efesios 1:9), a través de la redención que es en
Cristo Jesús, en quien tenemos redención por Su sangre (vers.7). Todo se debe al Espíritu
de Su gracia y verdad, por el cual recibimos Su plenitud, plenitud que está contenida en la
verdad y el amor que también posee el Hijo del Padre - Cristo Jesús.
La Epístola cierra con la oración de Epafras, de los santos, para que estéis firmes,
perfectos y completos en todo lo que Dios quiere. La posición de los santos es del todo, la
voluntad de Dios; en todo lo que Cristo vino a cumplir. He aquí vengo para hacer Tu
voluntad, oh Dios, la cual ya cumplió plenamente en Su muerte, para que por un solo
sacrificio ofrecido pudiese Él perfeccionar para siempre a los que son santificados. Estar
perfectos y completos en todo lo que Dios quiere, es para que comprendamos nuestra
perfecta aceptación delante de Dios, en la perfección que tuvo la ofrenda de Su amado Hijo,
quien a través del Espíritu Eterno se ofreció a Sí Mismo sin mancha a Dios. Para que
comprendamos por la fe todo lo que Dios ha hecho en Cristo para nosotros en Su presencia,
lo que ha sido hecho de nosotros para Dios en Cristo, y Cristo en nosotros la esperanza de
gloria, en resumen, para que entendamos que Cristo es el todo, y en todos.
La aplicación práctica es esta: Yo, por tanto, prisionero del Señor, os ruego que
andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados, con toda humildad
paciencia y mansedumbre, perdonándoos los unos a los otros en amor; solícitos en
guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de paz.
1ª Corintios 15:28. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también
el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en
todos. La palabra griega panta aparece seis veces en los versículos 27 y 28, y en cada caso
se traduce correctamente todas las cosas, a excepción de esta última ocurrencia que hemos
Cuando toda la obra por la cual el Hijo de Dios se hizo hombre se cumpla
plenamente, y por la cual todas las cosas se pongan debajo de sus pies, entonces el Hijo le
entregará el reino al Padre; la nueva creación será vista entonces en toda su plenitud, para
que Dios sea todo en todos. La obra completa de regeneración, desde la vivificación de
aquellos que están muertos en delitos y pecados hasta la manifestación de la gloria de Dios
en la Nueva Creación en su plenitud, será manifiestamente la obra de Dios y de Dios
solamente, a través de la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha de una vez y para siempre,
y por el poder del Espíritu Santo. El eterno propósito del Padre, a través del Hijo, por el
Espíritu Santo. Entonces será manifestado plenamente que todas las cosas son de
Dios. Dios el Creador de todas las cosas reinará sobre todas las cosas, y será glorificado en
todas las obras de Sus manos.
El Espíritu Santo opera todas las cosas en los miembros de Cristo, el poder por el
cual Él someterán todas las cosas a Sí Mismo.
Cristo la Cabeza es todas las cosas: para Sus miembros, para ser aceptos en el
Amado, para tener el acceso al Padre, y para poseer una buena conciencia delante de Él.
En la Nueva Creación todas las cosas son de Dios, que dio a Su Hijo unigénito, que
le hizo ser una ofrenda por el Pecado, que le levantó de la muerte, que puso todas las cosas
debajo de sus pies, y que le dio ser la Cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia, la cual es
Su cuerpo. Que Dios sea todo en todos.
E.W. BULLINGER
¡Sí! Hay un cuadro completo que puede ser imaginado, pero solo cuando todo la
esencia de la verdad espiritual es comprendido y disfrutado. Solo cuando la sana doctrina
de la fe por fin se hace luz en la mente de los santos, solo entonces se afirma y arraiga en
nuestros corazones. Solo cuando las Epístolas de S. Pablo, S. Juan, y S. Pedro son del todo
conocidas y creídas, así como las Palabras del Señor Jesús según se registran en los Cuatro
Evangelios, solo entonces desaparece el temor que surge por darle rienda suelta a la
imaginación en la interpretación de la enseñanza que está por detrás del típico y figurativo
lenguaje de la Escritura.
Aquel que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno
abre (Ap. 3:7), Él Mismo permanece en pie a la puerta, y guardará el corazón de Su siervo
para que no se aleje demasiado en la divagación de su imaginación, pues aun no sabe ni la
mitad de la historia, y aun cuando Él le diese al siervo la totalidad de los Tesoros de su
casa, a cambio de Su amor, para él serian totalmente despreciables. La Sabiduría es más
hermosa que los rubís, pero incluso los tesoros escondidos de la casa de la Sabiduría no
satisfacen a quien conoce algo del amor, del amor de Aquel en quien se encuentran
escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Cada uno de estos tres hermosos árboles cuando se estudia por separado en su
simbólica conexión con los caminos y pensamientos de Jehová, concerniente al pueblo y la
historio de la Tierra de Emmanuel, nos sugerirán mucha e instructivas ideas y
pensamientos, y cuando se toman en conjunto como símbolos asociados, tienen una
enseñanza todavía más profunda para aquellos que tienen ojos para ver y corazones para
entender.
Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al Olivo: Reina sobre
nosotros. Mas el Olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a
Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Y dijeron los árboles a la
Higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. Y respondió la Higuera: ¿He de dejar mi dulzura y
mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron luego los árboles a la Vid:
Pues ven tú, reina sobre nosotros. Y la Vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que
alegra a Dios y a los hombres, para ser grande sobre los árboles? Dijeron entonces todos
los árboles a la Zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. Y la Zarza respondió a los árboles:
Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no,
salga fuego de la Zarza y devore a los Cedros del Líbano.
La Higuera y la Viña
La Higuera y la Viña son modelos o tipos de Israel bajo el primer Pacto – sin
embargo el Olivo es un modelo de Israel en cuanto a la cierta y segura promesa y bendición
de Dios, una figura de aquel lugar privilegiado en la gracia de Dios, de quienes ahora están
en posesión de las infalibles promesas de Dios y entre quienes mora Su gran honor.
Hiciste venir una Vid de Egipto. Echaste las naciones y la plantaste. Limpiaste sitio
delante de ella. E hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra. Los montes fueron cubiertos
de su sombra, y con sus sarmientos los cedros de Dios. Extendió sus vástagos hasta el mar,
y hasta el río sus renuevos (Salmos 80:8-11).
Pero leamos ahora la triste canción del Amado con respecto a Su Viña. ¿Qué podría
hacerse con las uvas salvajes cuando tanto amor y cuidado se habían depositado sobre
aquella Viña? ¿Qué más se podría hacer a mi Viña, que yo no haya hecho ya en ella? …la
Bajo el primer Pacto, la Higuera no había producido nada sino solo hojas; una gran
dedicación pero sin fruto alguno: y de la Viña Escogida solamente se cosecharon uvas
salvajes y agrias.
Tampoco produjo nada más, incluso cuando a la Nación Amada le fue enviada
“el bien amado, el Hijo Único lleno de gracia y verdad, la Vid Verdadera, cuyo Padre era el
Labrador (Juan 15:1). Cuando entre ellos él creció como planta sensible y delicada y como
raíz salida de la árida y seca tierra, aquella Nación altamente favorecida le menospreció y
repudió sin contemplación alguna. No vieron ninguna hermosura en Él, el más Alto entre
diez millares.
Pero hubo, sin embargo, unos pocos pámpanos que permanecieron en Él, en la Vid
Verdadera, y produjeron mucho fruto; sus voces salieron por toda la tierra y sus palabras
alcanzaron hasta el fin del mundo.
Sin embargo Israel no conoció ni como nación escuchó la enseñanza del Espíritu
Santo; no se arrepintieron ni la tuvieron en consideración.
Israel y el Olivo
La Higuera se marchitó, y nunca más dio su fruto ni volvió a crecer. Israel fracasó
estando debajo del primer Pacto, y es un nuevo Pacto el que hará Dios con la Casa de Israel
y la Casa de Judá.
La Higuera se esforzará una vez más para producir sus hojas, ¡pero no obtendrá
fruto alguno! ¡Cuando estas cosas comiencen a suceder, entonces será el principio de
dolores! Y el tiempo de la tribulación de Jacob estará muy próximo y a la mano, ¡incluso a
las puertas!
Ningún fruto se producirá en el intento para renovar el primer Pacto – puesto que
vergonzosamente quebraron ellos aquel Pacto, y Dios quebró Sus
cayados, Gracia y Ataduras, del Pacto que había hecho con el pueblo (Zacarías 11: 10
y14).
Pero aunque la Higuera se marchitó y fue cortada – aunque la Vid Verdadera fue
recogida en el cielo y no la volvieron a ver; sin embargo el Olivo todavía permanece y se
mantiene, aun cuando algunas de sus ramas hayan sido cortadas, y así sucede todavía hasta
los días de hoy.
El Olivo salvaje fue injertado. Israel perdió por un tiempo determinado el privilegio
especial de ser los poseedores y expositores de los oráculos de Dios. El Evangelio de la
Gracia de Dios, la Salvación de Dios y el Misterio concerniente a Cristo y a la Iglesia fue
predicado entre los gentiles – y así sucede también hasta los días de hoy.
Pero los gentiles, como tales, tampoco están permaneciendo en la bondad de Dios,
se están olvidando y dejando de lado el principio de la justificación por la sola fe, la
doctrina que determina si una iglesia está firme o cae; los gentiles están menospreciando el
principio de la gracia. Y del mismo modo que Dios no perdonó a las ramas naturales del
Olivo, tampoco perdonará a los jactanciosos y vanos gentiles, que no hayan recibido el
amor de la verdad por la cuan puedan ser salvos.
El escriba instruido en los misterios del Reino de los Cielos debería ser capaz de
sacar de sus tesoros las cosas Nuevas y Antiguas. Y entre estos tesoros se hallarán las
solemnes lecciones de la Higuera, el Olivo y la Vid.
E.W. Bullinger
No hay un tema de más grande importancia para el Cuerpo de Cristo que aquel que,
en el Nuevo Testamento, se denomina El Gran Secreto Sagrado; pero no todos los
cristianos están en condiciones ni en posición para recibirlo. Sino solamente aquellos
que han creído al Padre, y que han sido así justificados como lo fue Abraham, es decir, por
la fe en Su Palabra en relación a la sangre redentora; y quienes, en la obediencia de fe, se
reconocen a sí propios muertos y levantados de nuevo en Cristo, llenos con espíritu santo y
poder, y cuya ciudadanía se halla ahora en los cielos – solamente estos pueden ser el
recipiente adecuado de la maravillosa revelación del Gran Secreto Sagrado de Cristo. Esta
Era actual del Secreto Sagrado en la cual vivimos es el punto central del Plan Divino de
Dios; donde la Multiforme Sabiduría de Dios se ha dado a conocer.
Así, pues, está perfectamente claro y es cierto que, la palabra musterion, tal como se
emplea en la Escritura, es un secreto sagrado. Sin embargo, a finales del segundo siglo
después de Cristo, la palabra musterion adquiere un uso adicional. Se utilizó no
meramente hablando de un secreto sagrado, sino además como de un signo o símbolo
secreto. En este sentido la emplearon los padres griegos para denotar cualquier signo o
señal, tanto de palabras como de actos. Hablaban por ejemplo de la ofrenda de Isaac como
si fuese un musterion, es decir, un signo o símbolo o ilustración del secreto propósito de
Dios concerniente a Su Hijo Jesucristo.
Justino Martir (148 D.C.) por ejemplo dice que, en todas las falsas religiones, la
serpiente se representaba como un gran símbolo y misterio (Apología 1:27). Y refiriéndose
al Cordero Pascual, dice, el musterion por tanto del Cordero…era un tipo o ilustración de
Cristo. Hablando de Isaías 7:14: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, él
comenta lo siguiente: una vez que esto se refiere a la casa de David, Isaías estaba
explicando cómo aquello que fue dicho por Dios a David, en un Secreto, vendría
efectivamente a suceder. Y añade: “tal vez no seas consciente, amigo mío, acerca de esto –
que había muchos dichos oscuros, o en parábolas; por señas secretas; o en símbolos, los
cuales los profetas que vivieron después de las personas que los habían dicho o hecho,
expandían e interpretaban (Tripho, c.68).
Un secreto era prácticamente sinónimo con un símbolo, y sin embargo había una
leve diferencia. Tal vez se expresase mejor como un signo secreto; y este era el uso que
tenía la palabra cuando le fue dada la Revelación o Apocalipsis a Juan. Por eso mismo, en
ese Libro, debemos darle a la palabra este significado. En Ap.1:20, se emplea hablando
del Sagrado Secreto de las siete estrellas, y en el cap. 17:5, 7, se utiliza hablando
de Babilonia. Es por eso que, en estas cosas, tenemos que ver una secreta señal o signo de
algo que estaban representando por detrás.
Las etimologías populares de la palabra actual, están por tanto del todo equivocadas
y son engañosas. Si la palabra (de acuerdo a Tertuliano) hacía cualquier referencia a un
juramento militar, eso se debía sencillamente a que en la administración de tal juramento se
daban algunas señales secretas o se hacía con una simbólica representación. Así que es
cierto, por tanto, que el uso moderno eclesiástico de la palabra sacramento no solo es una
grosera tergiversación de la verdad, sino que además se basa en la ignorancia de la historia
de la palabra.
Los sufrimientos en sí, no fueron nunca un secreto; ni tampoco las glorias que
vendrían después. Ambas cosas fueron el tema principal de la profecía del Antiguo
Testamento. Ambas se hallan allí plena y claramente reveladas. Y lo que es más
significativo acerca de estas profecías es lo siguiente: que mientras que las glorias aparecen
sin referencia alguna a los sufrimientos; sin embargo, nunca tenemos una profecía de los
sufrimientos sin encontrar, en el contexto inmediato, una referencia a la gloria venidera.
Los profetas que profetizaron, y todos los que oyeron o leyeron sus palabras,
estaban perfectamente conscientes de estos dos grandes hechos: los Sufrimientos, y la
Gloria; sin embargo, eran completamente ignorantes en cuanto a cuál sería el intervalo, si
es que alguno hubiese (como hoy sabemos), que los separasen entre sí. No sabían si
la gloria vendría inmediatamente a seguir a los sufrimientos o si habría un intervalo de un
año, o diez años, o cien, o mil años entre los dos hechos. No había nada que les diera
información alguna a este respecto. Es por eso precisamente, que se hallaban sin lugar a
dudas perplejos. De hecho, Dios nos dice (1ª Pedro 1:10-11) que inquirieron y
diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué
tiempo indicaba el espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano
los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. Pero nada había que
pudiera aclararles nada con respecto a cuánto tiempo debería pasar, entre los sufrimientos y
Una manera de solucionar la dificultad sugería que habría dos mesías: Uno, el Mesiah-
ben-Joseph, el cual pasaría por los sufrimientos; y el otro, Mesiah-ben-David, que
disfrutaría de las glorias. Algunos presumen que la pregunta de Juan el Bautista, en Mateo
11:3, se refiere a esta antiguo credo tradicional cuando envió a dos de sus discípulos a
preguntarle a Jesús, ¿eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?
Nadie podía saber qué persona o qué tiempo indicaba el lapso que debía haber y
transcurrir entre los sufrimientos y la gloria. Fueron asuntos inescrutables. Había, eso sí,
riquezas que podían ser exploradas en aquel entonces. Muchas promesas y profecías
conectadas con Cristo podían entonces ser entendidas, investigadas, trazadas y disfrutadas
por los fieles de aquel tiempo. Los profetas transportaron a sus lectores desde la cumbre de
una montaña – los sufrimientos, a la cumbre de la otra – la gloria, pero el valle que había
entre estas dos montañas no podían ellos explorarlo. Nosotros, que por gracia se nos ha
introducido en el gran secreto sagrado, y que tenemos la clave para abrir estos tesoros,
podemos saber algunas cosas de estas riquezas de (o pertenecientes a) Cristo. Así que hubo
también otras riquezas conectadas con Cristo que fueron insondables e inescrutables en
tiempos pasados. En conexión con este secreto del presente intervalo, y, de hecho,
formando parte de él, había, como ya hemos dicho, otros varios secretos sagrados:
La ceguera por la que Israel pasaría no era ningún secreto. Fue plenamente revelada
en el Antiguo Testamento. En el año que el rey Uzias murió, Isaías tuvo una gloriosa visión
del rey de Israel preparatoria a la solemne misión que había recibido:
Anda y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, más no
comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, ni
oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. Y yo
dije ¿Hasta cuándo Señor? (Isaías 6:9-11).
¿Hasta cuándo? Sí, esta era la gran y ansiada pregunta de Isaías. El profeta indagó y
procuró diligentemente qué tiempo. ¿Cuánto tiempo? Preguntó, ¿Cuánto tiempo durará esta
ceguera a Israel? Este decreto de ceguera dictada judicialmente fue pronunciado debajo de
las circunstancias más impresionantes. Todas las cosas que en él aparecieron añadían
solemnidad e importancia a la ocasión. Y cuando llegamos al Nuevo Testamento
encontramos la misma profecía tres veces referida: Mateo 13:14 (la profética Palabra de
Dios), 15; Juan 12:40 (Isaías vio la gloria de Cristo); y Hechos 28:26 (bien habló el Espíritu
Santo, por Isaías).
La ceguera de Israel en sí, por tanto, había sido el tema de esta especial revelación,
y no era por tanto ningún secreto. Fue revelado que sería tan larga como la desolación
permaneciese en el territorio. Pero había una cosa en conexión con ella que sí fue guardada
en secreto, y que fue posteriormente revelada en Romanos 11:25, donde hablando de esta
ceguera, está escrito: Porque no quiero hermanos que ignoréis este misterio, para que no
Tampoco era secreto alguno que el reino, tan de tiempo atrás profetizado, sería
repudiado y despreciado; que el Rey no sería bien recibido; que el Mesías sería
despreciado, y que, por tanto, el reino no sería en aquel entonces erguido. Todo esto fue un
claro asunto de revelación Divina. Muchas profecías lo habían declarado. Pero lo que
sucedería con el reino durante el repudio y expulsión del Rey no fue revelado; esta parte se
mantuvo en secreto. No puede haber un reino sin un rey, por tanto, mientras Él esté fuera,
el reino debe hallarse en suspense. En el Antiguo Testamento tenemos el reino
profetizado. En los Evangelios y en Hechos tenemos el reino repudiado. En las Epístolas
tenemos el intervalo entre este repudio y el asentamiento todavía futuro del reino en poder
Divino, juicio y gloria, que se muestra en el Apocalipsis.
En el vers.10, los discípulos se le acercaron y le dijeron, ¿Por qué les hablas por
parábolas?
Y él respondiendo les dijo, porque a vosotros os es dado saber los misterios del
reino – más a ellos no les es dado. Entonces en el vers. 34 leemos, todo esto habló Jesús
por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba, para que se cumpliese lo dicho
por el profeta (Salmo 88:2) cuando dijo— ¡abriré en parábolas mi boca; declararé cosas
escondidas desde antes de la fundación del mundo!
Por tanto, en estas siete parábolas, tenemos la revelación de los secretos sagrados
concernientes al reino de los cielos; es decir, qué es lo que sucedería en consecuencia de y
después de su repudio y expulsión, y se nos dice que, estas cosas, habían sido guardadas en
secreto por todas las edades. Y posteriormente, que cuando el Señor Jesús habló en
parábolas, habló, no para revelar los sagrados secretos a las multitudes, sino para
ocultárselos; y también para que Sus discípulos y nosotros pudiésemos entenderlos. Está
claro, por tanto, que no debemos procurar encontrar el Cuerpo de Cristo en estas parábolas,
sino que, cualquier cosa que de ellas podamos aprender, debemos distinguirlas bien entre
Del rechazo del reino se nos lleva, hemos aprendido, al tiempo del fin, al tiempo de
la tribulación de Jacob (Jer.30:7), cuando el Hombre de Pecado venga a ser revelado. Será
manifiesto a su debido y señalado tiempo. Pero se nos avisa que aun ahora mismo, ¡sí!,
incluso en el tiempo que se dio la revelación en 2ª Tesal.2:7, el misterio del inicuo ya se
hallaba en operación. Aun ahora, en el momento presente y actual, vemos este secreto
propósito operando. La iniquidad está siendo desarrollada. La vemos en la familia, en la
sociedad, en la iglesia y en el Estado. Si se nos pidiese que describiésemos el más grande
rasgo que caracteriza nuestro tiempo, bien podríamos definirlo y decir que es la iniquidad.
Esta es la obra del consejo secreto y que prepara el propósito del Anticristo venidero, cuya
abierta manifestación será la señal del cierre de este presente intervalo, y cuya destrucción
final marcará el comienzo del Reino de Cristo. Porque entonces (es decir, en los días que
comience a tocar la trompeta el séptimo mensajero) el misterio de Dios se consumará,
como Él lo anunció a Sus siervos los profetas (Ap.10:7).
Colosenses 1:24-28a
Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta
de las aflicciones de Cristo (esto es, el Cristo, de quien el cuerpo es compuesto por la
Eclesia, no la persona de Cristo) por su cuerpo que es la iglesia, de la cual fui hecho
ministro—según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que
anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio (o secreto) que había estado oculto
desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado en sus santos—A quienes
Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que
es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria—a quien anunciamos, amonestando a todo
hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría. En el cap.2:2, el Apóstol se debate
Aquí, aprendemos que este gran sagrado secreto nunca había sido anteriormente dado
a conocer, y que fue dado a conocer para anunciar cumplidamente la Palabra de Dios. Por
eso mismo, hoy en día, la Palabra de Dios no puede ser debidamente anunciada a menos
que el Gran Secreto Sagrado sea proclamado.
Romanos 16:25, 26
Aquí, observamos, que el mismo secreto es referido como habiendo sido dado a
conocer por una revelación especial, y como habiendo estado guardado en tiempos eternos
en silencio, ni una sola palabra había sido inspirada concerniente a él anteriormente.
Además, aquí tenemos un hecho adicional: en Colosenses 1, le fue revelado en primer lugar
al Apóstol Pablo. Aquí se da a conocer además por escritos proféticos. Observe que no se
emplea artículo alguno ni con escritos ni con profetas. Eso quiere decir que no son los
escritos de profetas del Antiguo Testamento, porque se nos dice que se ha dado a conocer
ahora. No habla de los profetas del Antiguo Testamento, porque la palabra que usa no
es profetas, sino proféticos, no el nombre sino el adjetivo, y debería traducirse por medio
de escrituras proféticas. Estos escritos fueron dados a través de los profetas posteriores, en
los tempranos días de la Asamblea de Dios. El Señor Jesús había dicho, he aquí, yo os
envío profetas (Mateo 23:34); les enviaré profetas y apóstoles (Lucas 11:49). Esta promesa
fue debidamente cumplida, porque en Efesios 4:8, 11, leemos: Subiendo a lo alto, llevó
cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres…y él mismo constituyó a unos apóstoles;
a otros profetas…
EFESIOS 3: 1-11
Esta es la escritura que más plenamente (más que ninguna otra) nos da las
particularidades concernientes a la revelación del Gran Secreto Sagrado:
Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles, si es
que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con
vosotros, que por revelación me fue declarado el misterio, como ahora lo he escrito
brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio (o
Esta es la escritura que, más clara y plenamente que otra cualquiera, nos da las
particularidades concernientes a la revelación del Gran Secreto Sagrado. Como, ahora, es
revelado. Esto no puede significar, como algunos han pensado y suponen, que ya hubiese
sido de cualquier otra manera revelado anteriormente, aunque no de la misma forma que
ahora. ¡No puede ser! Porque se declara distinta y enfáticamente una y otra vez, aquí y en
todas partes, que nunca había sido de manera alguna revelado: Que los gentiles serían
coherederos y miembros del mismo cuerpo (Gr.-sussomos). Sussomos es una palabra
peculiar eclesiástica, la cual aparece aquí solamente. Eso no significa que hubiese un
cuerpo ya previamente en existencia y que otros llegasen a ser posteriormente a su debido
tiempo miembros suyos. Sino que estos (gentiles) escogidos, junto con los creyentes
hebreos también escogidos (2:13-15), harían parte juntos de un mismo cuerpo, siendo en
Cristo creado, de los dos, un nuevo hombre. (Efesios 2:15).
No cabe duda que, en lo que dice esta escritura, no tenemos ni una sola referencia al
Evangelio. El Evangelio nunca se guardó en secreto. La buena nueva de salvación a través
de Cristo, la simiente de la mujer, ya había sido revelada desde los primeros tiempos
(Génesis 3:15), y fue predicada en Abraham (Gálatas 3:8). Ni tampoco podía ser el hecho
de que las Naciones o gentiles serían meramente bendecidas juntamente con Israel: pues
este hecho nunca se mantuvo en secreto.
En Romanos 15:8, se declara específicamente que, Cristo Jesús vino a ser siervo de
la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los
Isaías 49:6: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob,
y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para
que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.
Pero tenemos otras dos escrituras, que van más allá en cuanto al desarrollo de la
especial figura bajo la cual se representa el secreto sagrado, esto es, un Cuerpo. Estas
escrituras son 1ª Corintios 12 y Romanos 12. En la primera se expone más completamente,
de la siguiente manera:
Los miembros del Cuerpo del Cristo son aquellos que han creído el testimonio de
Dios (así como lo creyó Abraham también), en cuanto a su condición de perdidos
pecadores, en cuanto a la gran salvación que es en Cristo el Salvador; y que se reconocen a
sí mismos como habiendo muerto cuando Él murió, y que fueron resucitados cuando Él
resucitó; identificados de esa forma con Cristo en Su muerte, resurrección, en su nueva
vida, y su poder. Esta es la verdad que conlleva dentro el significado de “el Cuerpo de
Cristo”. No puede suceder que, una parte del Cuerpo, esté muerta, y la otra siga viva: que
un miembro pueda ser amputado, y al mismo tiempo el Cuerpo estar completo. De ahí que
la expresión “en Cristo”, signifique estar práctica y activamente en el Cuerpo de Cristo.
No hay otra manera de estar “en Cristo”. No podemos estar en la persona de Cristo Jesús,
podemos, eso sí, estar en Cristo, solo por ser miembros de Su Cuerpo. Por tanto, si
No nos corresponde juzgar a las personas, pero esto sabemos y damos como hecho,
que la reunión donde seremos reunidos con Cristo en las nubes (el denominado “Rapto”)
¡es una verdad, que solamente concierne al Cuerpo del Cristo!
El tiempo se va acercando y está para breve, cuando el Cuerpo se halle ya del todo
completo, y los miembros sean reunidos en uno. Pero ahora se hallan debajo de tribulación.
¡Oh, cuánto dolor y amargura y murmuraciones y descontento se manifiestan, en cuanto a
la posición que cada miembro ocupa o debe ocupar en el Cuerpo! Se olvidan de lo que la
Escritura nos dice a todos, que Sus miembros no han sido colocados aquí como les place a
ellos, sino que está escrito que, más ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de
ellos en el cuerpo, como Él quiso (vers.18). Ahora bien, los miembros se juzgan unos a los
otros, y algunos piensan que son más viles, que otros. ¡Oh qué estúpida idea! Para nada
importa lo que pensemos o piense nadie, sino lo que somos a los ojos de Dios y bajo Su
estima. Y entonces, juzgando, ¡Qué hermosa lección nos perdemos debido a nuestro
egoísmo! - En el versículo 26 leemos si un miembro sufre, todos los miembros sufren con
él, y restringimos o limitamos esta joya a la “simpatía mutua” de los miembros, excluyendo
a la Cabeza. Pero sin embargo la verdad de Dios es que, El sufrió, y nosotros sufrimos con
Él. Él se llenó de honra, y nosotros nos llenamos de honra en Él. Palabra fiel es esta:
porque si morimos con Él, con Él también viviremos. Si sufrimos con Él, para que también
junto con Él seamos glorificados y reinemos con Él (2ª Timoteo 2:11, 12).
En EFESIOS 4:16.
La palabra griega afh haphe haf-ay, un toque o roce, en latín junctura, solamente
aparece aquí y en otro pasaje (Colosenses 2:19). ¡No es “articulación” sino un nexo o
conexión o juntura, por el cual pasa el alimento de sensación de un órgano a otro! Y no se
trata tanto del contacto de las partes de los órganos entre sí, no es tanto el contacto físico de
los miembros, sino la relación mutua que los entrelaza desde la Cabeza. Galeno (siglo II
A.C.) dice que el cuerpo debe su complejidad en parte a su articulación (gr. arthron), y en
parte a su unión o juntura (gr. sumphusis, symphosis). Aristóteles (356 D.C.) habla de dos
tipos de juntura: contacto y (symphusis) cohesión. Así que es el contacto o juntura entre
las diversas partes o miembros, lo que transporta el suministro necesario, haciendo
referencia especial a la adaptación y mutua simpatía e influencia que reciben toda y cada
una de las partes o miembros en contacto a la Cabeza. Aristóteles a esto lo denomina,
patheetica (lleno de sentimiento, o sensibilidad), y nosotros hemos intentado expresarlo por
la palabra “sensación espiritual, revelación” El otro pasaje está en:
COLOSENSES 2:19
¿Para qué vamos a sujetarnos a ordenanzas de hombres? ¿Por qué, iríamos ahora
a permitirle a hombre alguno que nos esclavice con votos y compromisos y cargas,
diciéndonos, no manejes, ni gustes, ni aun toques? Todas estas cosas perecen, así como
también perecen todos los mandamientos y doctrinas de hombres.
Y si esto es así, ya habéis muerto juntamente con Cristo, ¿qué es lo que sigue? Que
así como la Cabeza del Cuerpo está en el cielo, los miembros del Cuerpo están allí también
en Cristo. Cuando lo creemos, nuestros deseos, y pensamientos, e ideas, serán celestiales y
no terrenales. Porque (vuelvo a repetir) habéis muerto, y ahora estáis, en cuanto a vuestra
posición delante del Padre, viviendo en otra esfera, y en otro plano diferente donde todo es
espiritual. Las reglas y ordenanzas no cuentan para nada ya, en el crecimiento de este
Cuerpo. Porque TODO es espiritual, celestial y eterno.
Ahora bien, una vez que éste es el crecimiento del Cuerpo ¿cuál es su finalidad?
¿Cómo va a ser y aparecerá el varón perfecto? ¿Cuándo va a completarse, y qué es lo que
sucederá con Él? Bien sabemos que, el fin natural del cuerpo natural, es la disolución en el
polvo: ¿Será ese el fin de éste Cuerpo? ¿Cuál es su fin revelado?
El Gran secreto sagrado del Cuerpo ha sido hace mucho tiempo atrás revelado, en
cuanto a su lugar en los propósitos del Padre, en cuanto a su constitución, y en cuanto a su
crecimiento. Y ahora, en cuanto a su fin, se necesita otra especial revelación; y ya se ha
dado también. Su fin surge naturalmente de su relación con Cristo, como se muestra en
Colosenses 3. Dado que los miembros murieron juntamente en Cristo, y se levantaron en
Cristo, nuestra vida está en Cristo. Así ahora, aunque podamos quedarnos dormidos,
nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Por tanto, el siguiente paso será, cuando
Cristo, que es nuestra vida, se manifieste, entonces vosotros seréis también manifestados
con él en gloria (Colosenses 3:1-4). Sería imposible que fuese de otra manera, una vez que
la Cabeza y los miembros no pueden separarse. Por eso precisamente, el Gran secreto
¿Qué es esto de que no todos moriremos. ¿Qué quiere decir? Y de la manera que
está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio
(Hebreos 9:27). Entonces, según este secreto ahora ¿No debemos morir? ¡No! Bendito sea
Dios. ¡No necesariamente! Los miembros del Cuerpo ya fueron juzgados con la Cabeza, y
fueron crucificados con Cristo. Y por tanto no hay motivo alguno por el cual debieran tener
que morir, ni razón alguna por la que pasar a juicio (Romanos 8:1). Pueden quedarse
dormidos, pero no todos. Pero tanto da que estén vivos como dormidos, todos seremos
transformados: en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta: porque tocará la
trompeta, y los muertos serán levantados, y nosotros seremos transformados (1ª Corintios
15:51-57). Tampoco queremos, hermanos míos, que ignoréis (que seáis ignorantes de) los
que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque
si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que
durmieron en Él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que
vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que
durmieron; porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta
de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros
los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto,
alentaos los unos a los otros con estas palabras. (1ª Tes. 4:13-18).
¡Oh, qué bendita verdad para ser aprendida! Bien dijo el Apóstol: He aquí os digo
un sagrado secreto. No quiero que lo ignoréis. Este, entonces, es el fin del Cuerpo del
Cristo sobre la tierra. El hombre plenamente formado; el Cuerpo es completo, y cuando
llegue a estar completo, ¡será recibido arriba en gloria!
Ya hemos considerado los tres grandes pasajes, en los cuales se revela. Pero hay
también un cuarto, que resume todos los asuntos de doctrina contenidos en su revelación,
con especial referencia al fin del Cuerpo del Cristo.
1ª TIMOTEO 3:16
Porque el Señor “mismo” con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta
de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero.
La R.V. pone “aquel que”, (en vez de “mismo”) en el texto, y dice correctamente en
el margen: La palabra “Dios”, en lugar de “Aquel que”, no se basa en suficientes evidencias
antiguas. Eso creemos nosotros. Nosotros creemos que la palabra griega original era Ho, la
cual, siendo neutra, concuerda con la palabra musterion, que también es neutra. Después
entonces, algún escribano, no comprendiendo el sentido le añadió una “S”, volviéndola en
Hos, la cual es masculina, aquel, o aquel que, aunque el sentido se hace así más oscuro.
LA ESTRUCTURA DE 1ª TIMOTEO
Aquí tenemos lo que es verdad de la persona de Cristo Jesús, sí, por supuesto, pero
además tenemos algo más; nosotros incluimos y afirmamos que es verdad, también,
aplicado de los miembros, si lo tomamos como refiriéndose al Cuerpo del Cristo (todo): la
Cabeza y los miembros.
¿Cómo es eso?
Las tres pares de declaraciones, por tanto, pueden ser contrastadas así: Núm. 1 y 2:
Aunque manifestados en la carne, sabemos lo que es ser justificados en el espíritu.
Núm. 3 y 4: Es para que se dé a conocer a los seres mensajeros en los lugares
celestiales; y además también está siendo proclamado a los hombres abajo en la
tierra. Números 5 y 6: Por gracia, creemos nosotros el maravilloso testimonio ahora,
mientras estemos en el mundo; y estamos aguardando ser, llamados de lo alto para
ser juntamente reunidos en gloria y para siempre.
Aquí leemos cómo, la misma gracia que nos trajo la redención y el perdón para Su
gente, es la misma que hizo que abundásemos también en toda sabiduría y
conocimiento. ¿Qué sabiduría es esta? – la que nos da a conocer el misterio de su voluntad,
según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo (bajo una cabeza), de reunir
todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que
están en los cielos, como las que están en la tierra. En Él, así mismo, tuvimos herencia,
habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad. Aquí tenemos el gran secreto sagrado y su propósito también
referido, y en el vers.22 se nos dice cómo el Señor Dios de nuestro Señor Jesucristo, el
Padre de gloria…dispuso o colocó, todas las cosas, en sujeción debajo de sus pies. Y lo
puso a Él por cabeza, sobre todas las cosas a la asamblea, con la cual nos ha bendecido a
nosotros con toda bendición espiritual, en los lugares celestiales, en Cristo (vers.3).
Aquí la súplica del Apóstol es por sí propio, a fin de que al abrir mi boca me sea
dada palabra para dar a conocer con denuedo el musterion (sagrado secreto) es decir, la
doctrina del Cuerpo de Cristo, la cual es el gran secreto sagrado y el gran sujeto o tema
principal del grato mensaje, la buena nueva de Pablo. Se trataba especialmente de la buena
nueva revelada y dada a conocer por Pablo, de acuerdo a lo que él propio denominaba, mi
buena nueva o evangelio (Romanos 16:25).
…Tenemos que mantener, como la esencia de la Fe. Por eso dice: Manteniendo el
Secreto Sagrado de la fe en una pura conciencia. Aquí una vez más el gran secreto del
Cuerpo de Cristo se expone como el objetivo central y tema principal de la Fe Cristiana.
Estos son pasajes que se refieren al gran secreto sagrado, pero hay uno en particular que
está lleno de enseñanzas para nosotros, y es:
(5) 1ª CORINTIOS 2 y 3.
La condición que reinaba entre los santos corintios era tal, que todavía no estaban
preparados para recibir instrucciones en esta preciosa verdad. Cuando les escribió la
primera epístola, eso es lo que les explica el apóstol, y les dice claramente: Así que
hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con
excelencia de palabras o de sabiduría; pues me propuse no saber entre vosotros cosa
alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado. En vez de declararles el Sagrado Secreto,
tuvo que limitarse él propio a las simples verdades del Grato Mensaje. Solamente predicó
un Salvador crucificado. No pudo declarar todas las grandes verdades envueltas en
un Salvador levantado y glorificado. La razón por la cual no pudo, nos la explica a seguir.
Wescott y Hort, en su Texto Griego, preservan una antigua traducción, pero que no
tiene base ni soporte por los demás Manuscritos, ellos ponen al margen: Esto
es, pneumatikos, espiritualidades; y debería leerse así: declarando asuntos espirituales de
una manera espiritual. Entonces viene el cap.3:1, retomando la idea que se dejó en 2:1: De
manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales –
como a niños en Cristo: Os di a beber leche y no vianda; pues aun no eráis capaces ni sois
capaces todavía, porque aun sois carnales, pues habiendo entre vosotros envidias y
disensiones ¿no sois carnales y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo
ciertamente soy de Pablo; y el otro: yo soy de Apolos! ¿No sois carnales?
La gran verdad central de todo el argumento es que estos cristianos corintios fueron
arrebatados con “Corporaciones” de hombres, o “Denominaciones” como ahora llamamos,
y eran por tanto incapaces de recibir la verdad del Cuerpo único de Cristo. Mientras ellos se
dedicasen así a poner los miembros en el lugar de la Cabeza, eran carnales y no espirituales,
y por tanto no estaban listos para poseer nada concerniente al Secreto Sagrado de Dios, y
no se les pudo declarar. Por eso, cuando el Apóstol fue a Corinto, determinó no ir más allá
de la enseñanza elemental del evangelio, para alimentarlos con la leche, la proclamación de
un Salvador crucificado; pues ellos no estaban en condiciones de escuchar nada acerca
del glorificado Salvador – el grato mensaje de la gloria de Cristo. Y todas las demás cosas
gloriosas que se nos han ofrecido de parte del Padre, y las cuales Él preparó teniendo en
vista su gloria, la gloria de los miembros del Cuerpo en Cristo, y su glorificada Cabeza en
el cielo.
Antes de poner esto a la luz, primero preguntemos, ¿Por qué la gran doctrina del
Sagrado Secreto fue guardada siempre en secreto total y completo? ¿Por qué lo mantuvo el
Padre en Su seno, para que nadie lo descubriera hasta que decidiese revelarlo? La razón
está clara. Si no se hubiese mantenido en secreto, ¡los hebreos hubiesen tenido una razón y
una excusa para el repudio que hicieron (la segunda vez) de Cristo en los Hechos de los
Apóstoles! ¡Podrían haber alegado, que ellos estaban simplemente cumpliendo las
profecías, si Dios lo hubiera antes revelado! y no podrían haber sido responsabilizados por
eso. Es cierto que el repudio al Mesías que llevó a Su sacrificio, ya había sido predicho de
antemano; pero acerca del repudio posterior al Cristo ascendido y de la oferta del Reino
hecha por los discípulos a Israel en los Hechos y las primeras Epístolas, se dicen cosas con
absoluta autoridad y solemnes. Ese era el llamamiento a la congregación, el llamado al
arrepentimiento de Israel para que Dios mandara "días de refrigerio y les enviase al Rey a
la tierra.
La presente administración que tienen (los hebreos) con todos sus sufrimientos, se
debe y es en consecuencia de este segundo repudio, y el Padre es siempre justo en todos
Sus actos.
Los Evangelios son un registro del repudio del Mesías de parte de Israel, y no un
registro del fundamento de la Asamblea. Esto expone la necedad de aquellos que procuran
aplicar el Sermón de la Montaña a la Asamblea de Dios y al mundo durante esta presente
administración; y los que sueñan en edificar la Nueva Teología sobre las enseñanzas de
Jesús, en vez de aplicarla en la enseñanza peculiar para esta administración en el Gran
Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios, y ellos oirán.
No parece que sea imposible fijar la fecha de la revelación del Sagrado Secreto a
Pablo, o decir cuál es la parte de Hechos donde debería aparecer. Por 2ª Corintios 12:1-7 es
aparente que la abundancia de las revelaciones le habían sido dadas catorce años
antes. Esto es lo que escribe cerca del 60 D.C., y catorce años antes entonces pondría su
fecha en el 46 D. C., lo que estaría en sincronía con el importante capítulo dispensario de
Hechos 13, donde tenemos las mismas solemnes y significativas palabras pronunciadas a
los hebreos:
Las Naciones, como tales, ya habían sido nombradas y bendecidas mucho antes de
esto. Pero ahora, estaba a punto de comenzar su conexión con el Sagrado Secreto guardado
hasta aquí, eso está claro por el vers. 1, donde Bernabé y Pablo habían sido por el Espíritu
Santo escogidos o separados (por Dios Mismo), para la obra, a a cual Yo (dice Él) les he
llamado (vers.2). No puede haber duda alguna que los Hechos de los Apóstoles (como los
hombres llaman al libro) registra la historia transitoria entre el repudio hebreo del Reino, y
el asentamiento del Cuerpo de Cristo.
Se quita del medio y remueve también otra tradición muy popular que dice, que la
Asamblea de Dios, ¡data su comienzo desde Pentecostés! Es solamente una interpretación
tradicional de parte del hombre, y está destituida de cualquier autoridad a menos que se
pruebe por la Palabra de Dios.
Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi espíritu sobre toda carne, y
vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros
ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
derramaré de mi espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales
abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la
luna en sangre, antes que venga el Dios del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo. (Joel 2:28-32).
En Hechos 2 (la primera parte de) Joel por tanto se cumplió. Los acontecimientos
preliminares anteriores del Día de Dios tuvieron lugar entonces. Todo estaba preparado, y
por eso en Hechos 3, al igual que en Mateo 3, el llamamiento que se dio para Israel
fue Arrepentíos. Cuando el Rey vino era Arrepentíos, porque el Reino de los Cielos esta
cerca y a la mano. Pero se rehusaron a arrepentirse, y repudiaron el Reino. Ahora, una vez
más, en la (nueva) base de (la) Expiación (ya) hecha, el llamamiento continúa y se vuelve a
hacer en Hechos 3 al pueblo hebreo, y es el mismo que el anterior – Arrepentíos – para que
el Rey os sea enviado (de vuelta a vosotros, ¡los que le repudiasteis una primera vez!), Pero
otra vez y de nuevo rehusaron arrepentirse, y repudiaron al Rey. Así que los Hechos de los
Apóstoles, es (para la Nación hebrea) lo mismo que los Evangelios: un registro histórico
del repudio del Rey y del Reino hecho por Israel, y esto explica el repudio de Dios hacia
Israel durante un cierto tiempo, mientras que al mismo tiempo que eso dura, sea revelado
Su sagrado y Gran secreto propósito, concerniente a la Asamblea de Dios.
Así se puede ver bien, que Pentecostés no tiene nada que ver con la Asamblea de
Dios; y sin embargo todos los predicadores modernos hablan acerca de la bendición
Pentecostal, y el revestimiento Pentecostal, etc. etc., y la terrible herejía de la liga
Pentecostal se basa enteramente en una escritura que no se refiere a la Asamblea de Dios
para nada; y aquellos que así la fundamentan son los mismos que dejan de lado con gran
reluctancia la enseñanza de Dios en las Epístolas Paulinas, las cuales se dan expresamente
para guía, enseñanza, bendición y edificación del Cuerpo de Cristo. Todos esos cristianos
precisan aprender lo concerniente a la obra y el poder del Espíritu Santo que ahí se halla
contenido, está plenamente revelado en esas Epístolas, las cuales están escritas para ese
propósito.
Así que ahora tenemos una llave cuádrupla para la interpretación del Antiguo
Testamento, los Cuatro Evangelios, los Hechos y el Apocalipsis. ¡No tenemos (cuando
interpretemos la Escritura) que leer en estos lugares lo que sea y pertenezca al tema de una
revelación posterior o subsecuente! - Este principio no puede ser suficientemente
sobreestimado en su poder de aclarar nuestro entendimiento de la Palabra de Dios. ¿Por qué
hay tanta confusión cuando se lee la Palabra? ¿Por qué se dan tantas conflictivas opiniones?
Los versículos finales de Marcos no deberían haber sido mutilados por todas sus
varias traducciones, si no hubiesen sido equivocadamente tomados como si fuesen para la
enseñanza de la Asamblea de Dios. Este fue, estamos convencidos, el problema y dificultad
que se creó por así interpretar los versículos, la causa que llevó a los traductores al repudio
del pasaje, en vez de repudiar el falso principio de interpretación.
El hecho, por tanto, fue que la Comisión en el vers.18 fue obedecida por aquellos
que les fue otorgada y la recibieron primero, y las señales predichas sucedidas (de
hecho) siguieron a los que creían. La Iglesia, posteriormente, tomo consigo
equivocadamente esta Comisión, como si se le hubiese otorgado a ella llevarla a cabo, y
no viendo aquellas específicas señales siguiéndoles o respaldándoles, cuestionaron la
genuinidad de la Escritura, que las predecía, antes de imaginarlas para sí, y ser así tan mal
empleada.
Además, la Verdad del Reino en el Sermón de la Montaña nunca habría sido tomada
como enseñanza de la Asamblea de Dios, y de esa manera los Infieles y el mundo se
hubiesen visto privados de una de sus más prontas armas y burlas que hacen contra la
Palabra de Dios. La Iglesia nunca se debería haber puesto en los Juicios de Mateo 25, los
cuales conciernen solo a las naciones Gentiles; y nada dicen ni cuentan acerca
Viendo el Gran Secreto, se puede ver con toda claridad los puntos de vista del
Apocalipsis, y teníamos que haber visto que la Revelación allí referida se asocia al
asentamiento o afirmación del repudiado Reino, con poder y en juicio, después que el
Cuerpo de Cristo haya sido quitado de en medio; y que habiendo sido revelado el fin del
Cuerpo de Cristo en 1ª Corintios 15 y 1ª Tesal.4, no hay lugar alguno o parte en la tierra
para ella, durante los acontecimientos que tengan lugar en la Gran Tribulación del día de
Dios.
Vea 1ª Cor. 11:29. Porque, el pan que partimos, ¿no es la comunión del Cuerpo de
Cristo? (1ª Cor.10:16) Esto tiene por fuerza que referirse a la Asamblea, al Cuerpo de
Cristo, tal y como lo explica el versículo siguiente – Siendo uno solo el pan, nosotros, con
ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.
Esto es lo mismo que decir, el pan, el cual partimos, asienta nuestra comunión, no
con el Cristo personal (lo cual es la fuente de todos los errores conectados con la llamada
Celebración del Señor), sino la comunión y relación en amor de todos los miembros del
Cuerpo de Cristo. El pan único establecido para la comunión conjunta de todos los
miembros, los unos con los otros, y con Cristo a la Cabeza del Cuerpo en gloria, con quien
esperamos en breve reunirnos, y de ahí que, todas las veces que comiereis este
pan, nosotros, la muerte del Señor anunciamos hasta que Él venga. Esto es lo que
significa discernir el Cuerpo.
E.W.BULLINGER
El mandamiento del Señor Jesús en Juan 5:39, de que deberíamos escudriñar las
Escrituras puede obedecerse con gran provecho y bendición en conexión con esta
palabra perfeccionaos. Hay fuertes razones gramaticales para que tomemos esta
palabra escudriñar como imperativa, porque el modo indicativo muy raramente, o casi
nunca, se mantiene al principio de la frase sin el pronombre u otra diferente palabra que la
indique (de hecho, en la versión española es un verbo imperativo: escudriñad N.T.).
Además, la palabra escudriñar aquí, significa seguir el rastro o seguir la pista, tal como un
perro o un león sigue la pista de su presa a través de su olfato. Así que aquí se nos dice que
tenemos que seguir la pista de esta palabra perfeccionaos, y sondarla y seguirla para
aprender su lección por el uso que el Espíritu Santo le ha dado y ha hecho de ella.
1. Mateo 4:21
Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su
hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que REMENDABAN sus redes.
Aquí la palabra se traduce remendar; y por tanto, se nos enseña que, para ser
perfectos, tenemos que ser remendados o reparados en cuanto a nuestra manera de andar,
nuestras obras, y nuestros caminos. El verbo en 2ª Corintios 13:11 se encuentra en la voz
pasiva, y significa llegar a ser remendados, no meramente remendar, como si la acción
estuviese de nuestra parte o fuésemos nosotros a remendarnos – porque nosotros somos
como las redes, en Mateo 4:21, y precisamos de otra mano, sí, de una mano Divina, puesta
sobre nosotros con ese objetivo. Solamente Él puede ver el habitáculo y los defectos,
solamente Él puede ver el peligro que flota de nuestro interior, por nuestros hábitos de
pensamiento, nuestro modo de hablar, nuestro método de trabajo; y solamente Él puede
enmendar lo roto y suplir lo que tengamos en falta, para que seamos adecuados en el
empleo que Él nos quiera dar, y para el servicio en que nos quiera utilizar. Así
que remendar sería ser perfectos en el sentido en el cual se da el precepto en 2ª Corintios
13:11.
Destrucción es todo para lo que estos vasos han sido preparados, y para todo lo que
ellos se preparan. Por eso, en el sentido contrario, estar preparados para la obra en la cual
Dios, por Su infinita gracia, nos ha escogido, es ser perfectos de acuerdo a 2ª Corintios
13:11. Esta es la oración en nuestro respaldo, que a través de la gracia y dones del Espíritu
Santo podamos dar testimonio fiel y rendir fiel servicio para Cristo el Señor. La finalidad
Aquí, el significado se aclara más. Estar perfectos significa no estar divididos, sino
unidos. Eso es lo que sucedería si nuestro objetivo fuera Cristo y nuestro además fuese el
deseo aquel de Pablo cuando dijo: a fin de conocerle (a Cristo) (Filipenses 3:10). No se
refiere necesariamente a una unidad exterior. Esa es meramente la idea de unidad del
hombre. Los hijos de Dios son y están todos unidos en Cristo, y no hay otra unidad o lazo
de unión que valga. El hombre hace y lleva a cabo sus “divisiones”, y dentro de estas partes
suyas que divide, con los miembros que así separe, es que considera estar “unido” o “en
comunión”. Pero ninguna de estas barreras puede separarnos, ninguno de estos grupos
puede contener e incluir la totalidad del “rebaño de Dios”. Los miembros del Cuerpo único
se encuentran dispersos y esparcidos entre todas las divisiones y denominaciones separadas
del hombre, y estos miembros Suyos, aunque así ubicados, están perfectamente unidos y
juntos en Cristo Su cabeza. Todos ellos son de un mismo parecer en cuanto a Su gloriosa
persona; todos ellos son de una misma mente y manera de pensar en cuanto a Su obra
perfecta. Todos mantienen una misma posición, hallados en Él (Filipenses 3:10); y una
misma bendita esperanza, esperando al Salvador, el Señor Jesucristo…y todos serán
hechos iguales a Él, porque Él en Su venida transformará nuestros cuerpos viles, para que
seamos hechos en la semejanza de Su cuerpo glorioso (Filipenses 3:20, 21).
4. Gálatas 6:1
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois
espirituales RESTAURADLE con espíritu de mansedumbre; considerándote a ti
mismo, no sea que tú también seas tentado.
Esto nos enseña que, aunque seamos perfectos en cuanto a nuestra posición en
Cristo, estamos lejos de serlo en cuanto a nuestra manera de andar en la tierra. Por eso se
nos da esta abundante provisión de gracia para colmatar nuestra profunda necesidad: Aquel
que restaura mi alma. Esta es la obra especial del gran Pastor mismo, y todos aquellos que
son espirituales son graciosamente inducidos, sí, son exhortados, a andar en Sus pasos en
esta materia. Él nos restaura a nosotros – considerándonos a nosotros mismos. ¡El espiritual
tiene que restaurarnos, considerándose a sí mismo! ¡Cuán grande y significativa diferencia
hay aquí, de lo que suponen y enseñan los hombres! (Salmos 23:3).
Ahora bien, ¿Dónde están los espirituales? ¿Dónde tenemos que buscarlos? ¿Dónde
vemos puestos sus esfuerzos espirituales en obediencia a esta preciosa palabra? ¡Oh Dios
Restauración, por tanto, es uno de los diversos significados que tiene esta palabra,
y una comparación con los demás pasajes nos ayudará a completar el cuadro. Dios sostiene
que deben ser hallados algunos entre nosotros que sean espirituales; y si alguno de nosotros
hubiese sido tentado, y hubiese caído en algún error doctrinal, o alguna mala práctica, ¡oh!
Ojalá que pudiera ser hallada cerca aquella mano gentil para ministrarnos así la preciosa
Palabra de Dios en el espíritu de mansedumbre, para que podamos ser restaurados.
6. Hebreos 11:3:
Por la fe entendemos haber sido CONSTITUIDO el universo, por la palabra
de Dios.
Lo que aprendemos de todo esto es que: Si nuestras facultades de alma y cuerpo van
a ser puestas en orden, eso debe suceder por el mismo Divino Mandamiento. Si nuestros
tiempos y estaciones e idas y venidas van a ser reducidas al orden, eso debe suceder por la
voluntad y la palabra de Jehová. Si nuestros caminos y obras van a ser controlados, no por
ley natural alguna dentro del mundo espiritual, sino por leyes espirituales dentro del mundo
natural; y no por la opinión de hombres, sino por la palabra de Dios, entonces
somos perfectos en el sentido que se expone en 2ª Corintios 13:11.
Ojala que nosotros, nosotros propios y nuestros lectores sean así perfeccionados: es
decir, ojalá que nuestro andar sea constantemente REMENDADO con Su amorosa mano.
Ojalá que seamos CONSTITUIDOS para todos nuestros deberes por el Espíritu
Santo.
Ojalá que seamos PERFECTAMENTE UNIDOS en Cristo y en Su verdad.
Ojalá que seamos RESTAURADOS por el Gran Pastor que procura y encuentra
su oveja perdida.
Ojalá que estemos PREPARADOS para todas las emergencias que surjan, y
revestidos para enfrentarlas con poder desde lo alto.
Este es nuestro deseo y esta es nuestra oración. Esta, además, es la enseñanza del
Espíritu Santo en cuanto a nuestra perfección. Ni una sola vez ni nunca emplea Él la
palabra, ni en el original ni en el castellano, que implique un cambio de la carne en espíritu,
o de la vieja naturaleza en la nueva, o de ningún cambio de corazón. Ni nunca nos
contempla Él a nosotros como seres en una condición tal que no precisen ser remendados,
restaurados, constituidos, o preparados y bien podemos bendecir Su santo nombre de que
estas sean las mismas necesidades por las cuales nos ha suplido tan ampliamente en Cristo.
E.W. BULLINGER
Hay algo más que tenemos que aprender concerniente a las dispensaciones, antes de
que podamos entender correctamente la posición única y la maravillosa enseñanza de las
posteriores Epístolas Paulinas, escritas desde la prisión en Roma.
Hasta cierto punto todos nosotros concordamos en que hay tres esferas.
Somos unánimes con nuestros lectores en que, estas profecías, se deben tomar en su
significado literal; y no intentar explicarlas, ni aguarlas, dándoles una interpretación
espiritualista que les prive o robe de toda su verdad y poder.
Todos esperamos y tenemos delante el tiempo en que, Aquel que esparció a Israel,
lo vuelva a reunir y guarde (Jeremías 31:10); y cuando todos sean enseñados por
Dios (Juan 6:45, Isaías 51:13); esto sucederá, cuando los reinos de la tierra vengan a ser
los reinos de nuestro SEÑOR, y de Su Cristo (Ap.11:15); y además, cuando la Jerusalén
terrenal sea restaurada en mayor gloria que la de antiguamente.
Ese reino y esfera de bendición y gloria se hallará sobre la TIERRA; y será la nueva
Israel, con un corazón de piedra cambiado en un corazón de carne, y con un nuevo
espíritu, con el cual producirán, los frutos de justicia (Ezequiel 36:1-36). Esta será la
tal regeneración o palingenesia, y en ese tiempo, los apóstoles se sentarán sobre doce
tronos para juzgar a las tribus de Israel (Mateo 19:28).
Esta será la primera y más baja esfera de bendición. Se hallará sobre la TIERRA,
y debajo de todos los cielos. Este nuevo Israel compone el pueblo de los santos del
Altísimo (Daniel 7:27). Y con este Israel, todas las naciones de la tierra participarán de esa
bendición, de acuerdo a la promesa original que le hizo Dios a Abraham.
Esta ciudad es la herencia de aquellos que, como Pedro declaró a los creyentes de la
Dispersión, habían alcanzado una misma preciosa fe que la
nuestra. Esta herencia es incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en LOS
CIELOS para vosotros. En el griego, por la figura homoioteleutos, se enfatiza y señala
esta herencia, como siendo no terrenal, sino aphtharton, amianton, amaranton (1ª Pedro
1:4). Y los moradores y habitantes de esta ciudad celestial se declara escrituralmente que
son la novia, la esposa del Cordero (Ap.21:9).
Ahora bien, siempre hubo conocimiento de estas dos simientes desde el llamamiento
de Abraham, la terrenal y la celestial. La una fue comparada por Jehová al polvo de la
tierra o a la arena del mar (Génesis 13:16; 22:17); y la otra la comparó a las estrellas del
cielo (Hebreos 11:12; Génesis 15:5).
Esta simiente posterior, igual que su padre Abraham, también aguardan por una
porción celestial y una bendición celestial, por la ciudad que tiene fundamentos.
¿Dónde y cuál podría ser esta ciudad si no fuera la ciudad que Juan vio descender
del cielo proveniente de Dios, cuyos fundamentos se describen específicamente en
Apocalipsis 21:19, 20?
Estos participantes del llamamiento celestial pueden ser trazados a través de todas
las edades, desde los días de Abraham hasta el día de hoy. Todos ellos componen la
congregación del Señor, y son continuamente nombrados como tales.
Pero esto es muy importante recordar, que no todos los de Israel, eran los
frecuentadores y adoradores del Tabernáculo y del Templo. No todos llevaban consigo las
leyes dadas a Moisés, ni ofrecían los sacrificios prescritos, ni atendían a las fiestas de
Jehová, ni cumplían los rituales ordenados. Estos pocos (probablemente los menos, como
vemos también hoy en día) eran los que se reunían para la adoración establecida de
Jehová. Solo estos son llamados la asamblea o la congregación.
Y este es además el uso que tiene la misma palabra en los Evangelios cuando el
Señor dijo:
Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que
le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que
darnos.
Y cuando el Señor añadió a la tal ekklesia, los que fueron salvos en Hechos
2:47, después de Pentecostés, los añadió a los 120 que antes de Pentecostés se reunían en
asamblea continua y diariamente en el Tempo, ya no para ofrecer sacrificios, sino
para, partir el pan (o comer juntos; como en Lucas 24:30, 35 y Hechos 27:35) en las casas,
con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.
Y el Señor añadía a la iglesia (ekklesia) a los que habían de ser salvos (Hechos
2:46, 47).
Es cierto que las palabras la iglesia (Gr. ekklesia) en el versículo 47, se omiten en
todos los Textos Críticos (hasta en los más conservadores y los menos “modernos”)
Lachmann, Tischendorf, Tregelles, Alford, Wescott y Hort, y la versión Revisada; pero
nosotros no hemos dejado de ponerla aquí, para mostrar que incluso aquí, se usaría con el
sentido del Antiguo Testamento de la congregación del SEÑOR, y no podría usarse en el
sentido posterior, es decir, en el sentido cómo se emplea en la Epístola a los Efesios; pues,
está claro que no la habrían comprendido entonces (ni tampoco nosotros hoy en día, si
nunca hubiésemos visto la Epístola posterior).
Así que cuando Pablo dijo que él persiguió a la iglesia de Dios (1ª Corintios 15:9;
Gálatas 1:13), tampoco habría podido emplear la palabra en un sentido diferente a éste,
pues era hasta entonces el único que se conocía, con la misma idea o significado más
remoto. Sus palabras deben ser entendidas por tanto en el mismo sentido en que entonces
las empleaba en ese momento, tanto él como sus lectores; y no debemos leer en ningún
pasaje de Escritura aquel especial tema principal de la subsecuente revelación;
especialmente, cuando el sentido está tan perfectamente expuesto, y se ve tan claramente su
más alta posición.
Así que, la palabra ekklesia en los Evangelios, los Hechos y las primeras Epístolas
Paulinas debe ser tomada en el sentido de su uso en el Antiguo Testamento, como
significando sencillamente la congregación o asamblea, o compañía de gente adoradora de
Jehová, partícipes de un llamamiento celestial, que tienen una esperanza celestial, una
esfera de bendición celestial, y que aguardan por su lugar y participación en la resurrección
de vida.
Desde los tiempos antiguos estaba revelado que habría una resurrección, (vea Job
19:25-27; Oseas 13:14; Juan 11:24); pero fue revelado subsecuentemente también que no
habrá solo una, sino que habría dos resurrecciones, una para vida, y otra para juicio. Pablo
testificó de la primera como siendo la esperanza de aquellos que eran los adoradores de
No solamente hay una esperanza para aquellos que hacen parte en la primera
resurrección, sino para aquellos que queden vivos y permanezcan cuando tal
acontecimiento suceda.
La palabra del Señor hace mención de ella primero, y el Espíritu Santo a través de
Pablo la expande en 1ª Tes.4:16, 17. Concierne al Señor, no solamente en cuanto a ser Él
mismo la Resurrección, sino como siendo además la Vida también. Él dice:
A. Yo soy la Resurrección
B. Y la vida
C. Aquel que en Mi cree, aunque muera, vivirá de nuevo. Para él, Yo seré la
resurrección.
D. Y todo aquel que vive, y cree en Mi no morirá para siempre. Para él Yo seré
la “Vida”.
Esta fue (y todavía sigue siendo) la esperanza para todos los que son partícipes del
llamamiento celestial (Hebreos 3:1).
Muchos de estos se hallaban presentes cuando el Mesías llegó. Eran aquellos que
aguardaban por la consolación de Israel (Lucas 2:25), que aguardaban por la redención en
Jerusalén (Lucas 2:38), que esperaban que el Señor sería quien redimiría a Israel (Lucas
24:41, que aguardaban por el reino de Dios (Marcos 15:43; Lucas 23:51) eran todos los
que le recibieron (Juan 1:12, los que solícitos recibieron las palabras de Pedro o Pablo en el
día de Pentecostés y posteriormente (Hechos 2:41, 8:14, 11:1, 17:11), los que recibieron la
palabra en medio de gran tribulación (1ª Tes.1:6), y que cuando recibieron esa palabra, la
aceptaron no como palabra de hombres, sino según es en verdad la palabra de Dios, la
cual opera efectivamente en los que creen (1ª Tes.2:13), y que no recibieron lo
prometido (Hebreos 11:39) pero que la creyeron y la abrazaron por la fe.
Pues bien, a esos, que muchas veces vemos en nuestras propias tribulaciones
también, aquí los vemos a todos a través del Antiguo Testamento, como siendo la iglesia
de la asamblea de Dios, y partícipes (con nosotros) del llamamiento celestial. Teniendo
una esperanza celestial, y aguardando una esfera de bendición celestial.
3. Y esto por fina ahora nos lleva a la tercera esfera, la cual es la más grande
bendición de todas, y la más alta en gloria.
E.W. Bullinger
Las dos raíces son telos y artios. La primera siempre tiene la idea de final y la
posterior de equipado plenamente, lleno en capacidad.
(1) TELOS:
Telos es la palabra que ponen los griegos al final de un libro; igual que los latinos
ponen Finis, y nosotros ponemos Fin. Por tanto, el nombre teleios significa aquello que
alcanza su fin (como un libro, o una obra cualquiera que finalizó): aquello que ha llegado a
su límite.
El verbo, que es teleivo, significa alcanzar el final o llegar al fin; es decir, todo está
completo o finalizado. Lo que ese final puede ser, la palabra por sí misma nunca nos lo dice
con exactitud. Siempre depende del contexto, y nosotros debemos procurar ese final en el
sujeto que haya sido expuesto y tratado. Por ejemplo en:
El contraste aquí está claro, que se da, entre los sacrificios de la ley y aquel único
sacrificio que Cristo realizó (vers.11).
La ley…nunca puede, con esos sacrificios que ellos ofrecían cada año
continuamente, hacer perfectos a los que se acercaban para ofrecerlos (Hebreos 10:1).
¿Y por qué no? Pues porque nunca estaban finalizados. Nadie podía escribir
un telos o finis en contra de ellos. Entonces ¿cómo podían los que se presentaban allí
escribir un telos o finis con respecto a la conciencia?
Aquí había dos cosas acabadas y finalizadas: la obra que el Señor Jesús vino a hacer,
y la profecía del Salmo 69:21. Así que se puede escribir finis en contra de todos los
esquemas para la paz a las conciencias de culpa. Todas son vanas y más que inútiles,
porque todos esos esquemas niegan prácticamente el hecho bendito de que Dios haya
escrito telos o finis en los méritos de la muerte de Cristo; y todos además ignoran o ponen
de parte las palabras del Salvador en agonía, cuando declaró en alta voz sobre la cruz antes
El pecador que descansa sobre esta obra única finalizada o concluida, debe tener una
conciencia también reposada, acabada, finis. Nada se le puede añadir ni sustraer. El
sacrificio es perfecto en ese sentido; y, por tanto, en el mismo sentido, la conciencia del
pecador salvo también debe ser perfecta: es decir, debe considerar y darse cuenta de que
“nada ha sido dejado por hacer o concluir por Cristo” ni nada puede ya él hacer más por
sí mismo, o por cualquier otro, o cualquier otra cosa, ya que se da cuenta, además, que se
ha escrito finis, sobre la preciosa muerte o sacrificio único de nuestro Salvador Cristo.
Filipenses 3:12
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto (en todos los beneficios que
tengo en Cristo).
Aquí el contexto nos muestra que el tema principal del capítulo es concerniente a
todo lo que Pablo había dejado de lado como judío, y ahora consideraba como basura y
pérdida en comparación con los “beneficios” que tenía en Cristo.
Todos estos beneficios, para él, se hallaban en Cristo, y toda la excelencia del
conocimiento también se hallaban en Cristo. Ese conocimiento consistía en conocerle a Él
como su justicia (“hallado en Él” vers.9), en conocerle en Su persona, en experimentar el
poder de Su resurrección, siendo partícipe de Sus padecimientos, en ser hecho semejante a
él en Su muerte. Todas estas eran pasadas y presentes bendiciones, pero había además dos
bendiciones futuras: la resurrección y el rapto (vers.11 y 20, 21; compare con 1ª Tes.4:16,
17).
Pablo tenía todo lo necesario en Cristo. Él había escrito finis en todos los demás
beneficios y ventajas terrenales y en todo el conocimiento mundano. Había escrito telos en
todos los demás objetivos del corazón, porque Cristo fue el fin de ambas cosas, tanto de
una como de la otra. La obra de Cristo es un final de todos los objetivos en cuanto a la
conciencia, y la persona de Cristo es el fin de todos los objetivos del corazón. La sangre de
Cristo nos ofrece una conciencia perfecta, y la Persona de Cristo nos guarnece además con
el más perfecto de los objetivos.
Mateo 5:48
Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto.
Aquí la palabra tiene la misma interpretación; y la palabra “pues” nos muestra cuáles
son los puntos que señala. La perfección aquí no es absoluta sino relativa, y está limitada
por el contexto a nuestro trato con los demás. Nuestro Padre está tratando en gracia y hace
que Su sol brille, y Su lluvia caiga tanto para los buenos como para los malos, sobre los
(2) ARTIOS:
2 Tim. 3:17
Para que el hombre de Dios sea perfecto.
Aquí tenemos la otra palabra, artios, la cual, aunque solo se emplee aquí y solo aquí
aparezca, sin embargo da su carácter a otra clase de palabras cuando se utiliza en
combinación, y se usa como un verbo.
Hablando del tiempo los griegos la empleaban del momento preciso o al tiempo
justo. Y hablando de números o cantidades significa invariable, bien ajustado como lo
opuesto a excedente, sin ajuste, etc.
Empleada en conexión con la Palabra de Dios, nos enseña que, el hombre de Dios
que sea versado en las Escrituras, que está sujeto a ellas, que es beneficiado de ellas, y es
instruido en ellas, es perfecto, es decir, tiene una regulación perfecta de vida. Bien puede
escribir finis sobre todas las demás reglas. Bien puede escribir telos sobre todas las demás
maneras de guiarse. Para todas hay y tiene ya un final. Se encuentra listo para todas las
emergencias que surjan, equipado para todas las exigencias, preparado para cada una de las
dificultades que enfrente, y provisto para toda contingencia.
LA PERFECCIÓN EN GLORIA.
E.W.BULLINGER
…! Oh! Qué importante y enorme lección para todos aquellos que ministran o
hablan de parte de Dios es esta en el Libro de Job: Que Dios Mismo sea el único gran tema
de todo nuestro testimonio. Nada menos; nada más; y ninguna otra cosa diferente.
De acuerdo a Génesis 1, y estos cuatro capítulos de Job, Dios creó cada cosa con sus
específicos atributos, y poderes de reproducción “según su especie”; cada una con su
definitivo objetivo y propósito señalado.
Nosotros respondemos, que es más fácil creer a Dios que creer a esta sin cabida
hipótesis. Si la creemos será simplemente credulidad, y no fe; puesto que nadie ha visto
todavía cosa alguna evolucionando en otra diferente. Podremos, eso sí, ver flores y
animales “mejorados” o “empeorados” genéticamente por cultivo; ¡pero nunca una flor
evolucionó hasta hacerse un animal! Estas plantas podrán ser respectivamente
desarrolladas o mejoradas, pero si se las dejase en paz sin intervención humana alguna,
revertirían del todo a su tipo de origen, y no pasarían como una “evolución” de ninguna
manera, ni tampoco yendo a una diferente y más alta especie de ninguna clase.
Sin embargo, he aquí, hoy en día los púlpitos están siendo ocupados por
predicadores alabando al hombre; los maravillosos descubrimientos e inventos del hombre
se sobreponen a todo. La sabiduría humana y agudeza se engrandecen. El hombre es
prácticamente endiosado; mientras que Dios es desposeído, o desacreditado de Su propia
creación. Este es el evangelio de la humanidad que se está predicando en los púlpitos, en
vez del Evangelio de Dios.
Esta, la más antigua lección (del Libro de Job) en el mundo, por tanto, nos llega
como un resplandor de luz, exponiendo la vanidad del ministerio moderno, e iluminando y
dejando ver bien las tinieblas por las que estamos rodeados.
No hay que admirarse de que el fin que persigue el hombre sea tan diferente del fin
que persigue el Señor. No es de sorprender que en vez del pecador se humille en el polvo
delante del gran Dios, él se exalte con su propia justicia y orgullo. No es de sorprender que,
en vez de inclinar su rostro, lo levante con altanería hacia lo alto. Y tampoco nos
sorprenderá que se muestre desde el principio el ministerio de Jehová, como vemos, y que
lo hallemos en este libro más antiguo (el de Job).
Los mismos preceptos y persuasiones que dirigen los hombres (tanto santos como
pecadores) solo sirven para ministrar al natural orgullo del corazón humano; y así se tiende
a derrotar el mismo fin en vista que persiguen. Porque cumpliéndolos, solamente elevan al
hombre a un temporal sentimiento de mayor o menor justicia; mientras que el objetivo
único del Evangelio y Sus preceptos es convencer a todos los hombres de su total error y
equivocación; de su caída. Porque ese es el requisito único necesario que tiene hoy delante
el hombre para conocer la gratuita justicia de Dios. El hombre debe humillarse antes de
poder ser exaltado.
Elifaz, Bildad y Zofar están tan activos hoy en día como siempre – intentando hacer
buenos a los hombres, a través de razonamientos y persuasiones. Pero
solamente, oscurecen el consejo con palabras sin entendimiento.
Esta es la lección que aprendemos del hecho de que, cuando Jehová interviene
dirigiéndose a Job, se propone mostrarse en Si Mismo y a Sí Mismo solamente. Donde
todos los demás denominados “amigos” han fracasado, Él se basta por Sí Mismo.
Aparte de todo lo que Él dice; aparte de la belleza y gloria de todo lo que Él revela;
el hecho de que, Él Mismo, sea Su gran y único tema, nos enseña mucho si tenemos oídos
para oír; y ese hecho nos dice que: el verdadero ministro, tiene que interpretar solo al
Padre de Gracia a los perdidos pecadores. Y este fue el objetivo del propio ministerio de
Cristo sobre la tierra (Juan 1:18)…
"La Ascendencia Del Hombre”. Por E.W. Bullinger. De “Las Cosas Por
Venir”, Julio 1894,1(1):20.
…Vivimos días en los cuales la levadura está tan esparcida a través de toda
la masa, que el pan sin levadura de sinceridad y verdad raramente se deja ver o casi nunca
aparece.
…Nosotros, los que creemos que existe una Divina filosofía y verdadera ciencia en
la Palabra de Dios, que contrasta y es enemiga con los libros de tales escritores, no estamos
de manera alguna sorprendidos por los torpes apuros y dificultades en que estos modernos
científicos se meten por sí mismos en sus propias filosofías mundanas.
La verdadera respuesta a estas teorías animales, terrenales y diabólicas tiene que ser
hallada únicamente en la Palabra de Dios…
…! Ahora bien! Sabemos que tanto Satán y el hombre rebelde, se saldrán por algún
tiempo con la suya en la administración venidera. El mundo entero terminará en el
Apocalipsis adorando al dragón. Este dragón le entregará su poder, su trono “y su gran
autoridad” al “Hombre” venidero, y la adoración de la humanidad irá de la mano con la
adoración al caído Lucifer a través de la Bestia o Anticristo. Así dice la Profecía.
Sin embargo, no deja de ser en la obra de la Nueva Creación, como fue también en
la antigüedad, que todas las cosas son de Dios.
Si algún hombre se halla en Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas
pasaron: he aquí que todas son hechas nuevas. Y todas las cosas provienen de Dios (2ª Co.
4:17, 18).
Pero eso lo único que hace es confirmar la veracidad del Libro: puesto que es
precisamente eso mismo lo que predice que sucedería y tendría lugar. Viene el tiempo
cuando no sufrirán la sana doctrina; sino que…apartarán sus oídos de la verdad, y se
volverán a las fábulas (Gr. – Miths. 2ª Timo.4:3,4)…
…La teoría de la evolución no es tan actual como parece, sino que tiene su origen
en las tinieblas de la mente pagana de la antigüedad también. Fue impartida por
Anexagoras (año 428 A.C), Platón (año 384 A.C.), y Epicuro (año 270 A.C.).
El fallecido Sr. Darwin fue, eso sí, es el avivador moderno de esta teoría pagana. Él
mismo dice: “Yo creo que los animales descienden en total de solamente cuatro o cinco
progenitores, y las plantas proceden de un igual o menor número. Análogamente, de aquí
daría un paso más al frente a la credulidad de que todos los animales y plantas han
descendido de algún único prototipo o célula…puedo además deducir por analogía, que
probablemente todos los seres orgánicos que han vivido alguna vez sobre esta tierra, han
descendido de alguna forma primordial, de la cual la vida respiró su primer aliento” (del
libro, “El Origen de las Especies”, 1ª edición. 1859, Pag.484).
Pero, igual que Eliú en el Libro de Job, tenemos algo a decir en respaldo de Dios, y
unos pocos hechos valdrán la pena ser leídos en todo el volumen
de “Hipótesis e inferencias”…
Así, pues, tanto en los animales como con las plantas, en ambos reside
invariablemente la permanencia de las especies. Es cierto que, “Híbridos y variedades”,
pueden obtenerse a través de cruces de una misma especie, pero esos resultados no son
permanentes ni tienen poder de reproducción. La manzana brava y la viña pueden crecer
juntas desde el mismo suelo. Sus raíces pueden entrecruzarse; pueden tener el mismo aire,
la misma agua de riega, el mismo sol; sin embargo, una saldrá amarga y la otra dulce.
Esta diferencia siempre se ve permanentemente.
Viendo claramente esta permanencia, el propio hombre nos pide que creamos con fe
ciega al hombre, cuando nos dice que esta diferencia la cuentan ellos y quieren que
nosotros contemos, como evolución. Nosotros replicamos, que no cometeremos el pecado
de poner una “fe ciega” en la teoría del hombre; sino que nos mantendremos escépticos al
respecto, y creeremos a Dios, debido a que la inmutable permanencia que vemos en todas
las especies de vida, prueba la veracidad de su indeleble marca “según su especie” (Génesis
1:11, 12, 21, 24, 25, etc.) “teniendo dentro su propia semilla” (Génesis 1:11, 12).
Así, pues, probado por los hechos, estamos abiertos a verificar por todo lo visto, que
las teorías, y creencias, e inferencias e hipótesis de los hombres no valen para nada y son
vanas y sin provecho alguno, y está visto que son completamente indignas de cargar
consigo el nombre de ciencia. Pues en latín “scientia” significa conocimiento.
Damos a continuación unos pocos extractos de una muy brillante noticia que
apareció en el periódico “Daily Telegraph” del 9 de Febrero. Es una ilustración de lo que
Dios dice de los simples científicos que: Pretendiendo ser sabios, se volvieron
necios (Romanos 1:22). Y esto es verdad. Tan real, que mientras más grande sea la
profesión que el hombre pretenda hacer alejado de Dios, más grande aparece el necio
resultado…
Estas son en esa noticia las “últimas Palabras” de Ernest Haeckel, del contenido en
un panfleto impreso de tres intervenciones leídas que el profesor Jena presentó en Berlín, y
La respuesta del Dr. Haeckel… ¡Es toda una obra de memoria genética!
Los lectores berlineses bien hubieran hecho en suspender la admisión que este
mismo autor había hecho unos años atrás en el mismo auditorio, diciendo entonces “que el
más intimo o recóndito carácter de la Naturaleza, es tan poco comprensible para nosotros,
como también lo fue para Anaximander y Empedoces 2.400 años atrás!...”
Son palabras que provienen de uno que se considera a sí mismo como un ateísta
monista, alguien que ha ridiculizado la creencia en Dios como si de superstición se tratase,
y como si fuera una página pasada que debe “cesar de tenerse como verdad”; sin embargo
aquí en sus solemnes “últimas palabras”, les dice a sus discípulos que “¡la voluntad de Dios
está operando en cada lluvia que cae de cielo!” ¡Oh Dios mío! En vez del Misterio del
Universo, ¡ahora, lo que tenemos por fin es…el Misterio de Haeckel!
El hombre sin poder ser regenerado, lo mismo da que sea un cristiano profesante
como si no lo es, está siempre procurando justificar su incredulidad. Por eso acepta el
hombre tan fácilmente la teoría de Darwin…
El otro es un método de creación; que está de acuerdo con que el plan y modelo de
que, cada especie y sus variedades, son completamente perfectas desde el principio, no
admitiendo mejoría, ni evolución o desarrollo ninguno dentro de ellos.
Podemos estar seguros y decir que Satán desea ardientemente que su método sea
bien asimilado y seguido por el hombre, sea cual sea la idea que él propio tenga de él,
La verdad acerca de la "Evolución”. Por Mauro, P., De “Las cosas por venir”.
Enero 1908, 14(1):6-9.
Cristo se entregó a Sí Mismo por nuestros pecados, para que pudiese librarnos de
este presente y perverso mundo, de acuerdo a la buena y perfecta voluntad de Dios nuestro
Padre (Gálatas: 1:4).
Una cualidad común de todos los productos de la evolución que sirve para
distinguirlos y separarlos de todos los productos de la creación, es la inestabilidad de la
forma o molde primitivo, y su tendencia para revertir su condición original, es decir,
revertir la condición en la cual fueron producidos por la creación.
A la luz de la verdad que aquí se nos presenta, podemos percibir bien a quien adoran
estos hombres cuando así le prestan homenajes al dios de la evolución.
Desde hace tiempo se nos exhiben experimentos como si fuesen hechos por “la
ciencia”, curiosamente, sacados por una vía experimental que nunca se ha trillado antes, y
sobre la cual han basado “los científicos actuales” las denominadas verdades científicas.
Yo mismo he sido desviado de mi trabajo a menudo por esos engaños y sus engañadores, y
eso durante meses y meses seguidos… Pero intenta por ti mismo hacer los experimentos
que proponen, y hallarás que el resultado es totalmente diferente de lo que predican…Te
puedo bien decir que preferiría no saber ninguna cosa de la ciencia, que estos libros
"falsamente científicos" me dijesen.… para propósitos prácticos, para ciencia aplicada, en
la mejor ciencia, la ciencia única, yo prefiero asumir la materia y seguir adelante por mí
mismo, pues así encontraría más cosas acerca de la verdadera ciencia de lo que hombre
alguno de entre estos falsos científicos pudiera decirme, y estaría seguro de lo que vaya
¿Qué es lo que los científicos dirán de este testimonio proveniente de un hombre tan
experto y perito? ¿Y qué dirán los muchos que se han acostumbrado a poner tanta “fe
ciega” en lo que dicen los científicos?
"La falsamente denominada Ciencia”. Por E.W. Bullinger, De “Las Cosas Por
Venir”. Octubre 1901, 8(4):39-40.
E.W. Bullinger
Muchos son los nombres que pueden ser hallados, con el valor numérico cuyas
letras sumen o se remonten a 666.
El número, siempre que aparece, tiene que ver con computar, ( (pseephizo),
avaluar, calcular, (no meramente contar o enumerar) Vea Ap.13:18.
666 era el símbolo secreto de los antiguos misterios paganos conectados con la
adoración del Diablo. Hoy en día es el secreto que conecta y asocia aquellos antiguos
misterios, con su moderna revitalización en el Espiritismo, la Teosofía, etc., etc. El esfuerzo
actual del gran enemigo se dirige ahora hacia la reunificación en un gran conjunto o punto
central que abarque todo eso. Los periódicos, mundanos y religiosos, están repletos de
esquemas de la tal reunificación. La “Reunión” está en el aire. Las sociedades en pro de la
Esta letra ahora en nuestros días está siendo muy familiar y se ve por todas partes; y
no es agradable cuando vemos así tatuados (ignorantemente, no hay duda) a muchos con la
simbólica “S”, “S”, especialmente cuando sabemos que se asocia, no con “salvación”, sino
con juicio, y además con la “sangre y fuego,” que, en Joel 2:30, 31, se dan como una de las
terribles señales antes del gran y terrible día de la venida del Señor.
Es muy significativo que los romanos no usasen todas las letras de su alfabeto,
como lo hicieron los hebreros y los griegos. Solamente emplearon seis letras*, D, C, L, X,
V, y I. Y es todavía más remarcable, y tal vez significativo, que la suma de estas letras sea
666:
*La letra M aparecía entonces solamente siendo dos Des:
1. D = 500
600
2. C = 100
3. L = 50
60 666
4. X = 10
5. V = 5
6
6. I = 1
Por todo esto se podrá ver que el número 666 se halla muy vigente, y está repleto
con un más profundo significado, tal vez, más profundo que nada de lo que hayamos
todavía descubierto. Una cosa, sin embargo, es cierta, y es que, el triplo de 6 señala el
colmo de la enemistad del hombre hacia Dios, en la persona del Anticristo venidero.
V= 5 F= - D= 50
I= 1 I= 1 E= -
C= 100 L= 500 I= 1
A= - I= 1
R= - I= 1
I= 1
V= 5
S= -
Total: 112 + 503 + 51 =666
**El valor numérico (por geométrica) de las palabras en Daniel 3:1, que describe
la edificación de esta imagen es 4662. Las propias figuras son significativas, pero lo son
todavía más los factores de este número: 4662 = 7 x 666. Y 4 más 6 más 6 más 2 son 18, el
triple de seis.
En cuanto al triple número 666, ya hemos visto entonces que mientras una figura (6)
sea significativa, dos figuras (66) lo son todavía más; y que tres figuras (666) denotan la
concentración o esencia del número.
Pueden ser colocados en la forma de un cuadrado con seis figuras en cada espacio,
para que la suma de cada figura en cualquiera de las direcciones resulte en otra
significativa trinidad = 111.
6 32 3 34 35 1
7 11 27 28 8 30
19 14 16 15 23 24
18 20 22 21 17 13
25 29 10 9 26 12
36 5 33 4 2 31
GEOMÉTRICA
Por otro lado, si comparamos “el Cántico de Moisés y del Cordero”, en Apocalipsis
15:1-5, nos da el remarcable valor de 9261, que tiene los significativos factores 33 x 73.
CONCLUSIÓN
Ahora llegamos al final de nuestro estudio de los números como son empleados por
Dios en Sus obras y en Su Palabra, y hemos visto que todo es perfecto.
Nuestra comprensión e interpretación del fenómeno puede ser señalada con muchas
imperfecciones, y somos conscientes de que, después de todo, no hemos tocado sino la orla
sola de este gran e importante tema.
Pero una cosa, sin embargo, es cierta, y es que, tenemos, en la Escritura de Verdad,
una revelación de Dios absolutamente carente y exenta de errores, y que cualquier
dificultad que encontremos procurando comprenderla, deben ser consideradas como
provenientes de nuestras propias limitaciones.
Y también estamos seguros de otra cosa, que la Palabra Escrita no puede separase
de la Palabra Viviente, ni el significado espiritual de una, podrá ser entendido sin la vital
unidad que tiene con la otra.
E.W. Bullinger
Se debe al solo acto específico Divino de creación que cualquiera de los seres
creados puedan ser denominados un hijo de Dios. Puesto que aquello que es nacido de la
carne, carne es. Dios es espíritu, y aquello que es nacido del Espíritu es espíritu (Juan 3:6).
Por eso mismo Adán es llamado un hijo de Dios en Lucas 3:38. Aquellos que en
Cristo tengan la nueva naturaleza que es a través de la creación directa de Dios (2ª
Corintios 5:17. Efesios 2:10) pueden ser, y son llamados hijos de Dios (Juan 1:13.
Romanos: 8:14, 15. 1ª Juan 3:1).
Eso es precisamente por lo que a los ángeles se les denomina hijos de Dios en los
demás lugares donde se emplea la expresión en el Antiguo Testamento. Job 1:6; 2:1; 38:7.
Salmos 29:1; 89:6. Daniel 3:25. No tenemos ni el derecho ni la autoridad de tomar la
expresión en Génesis 6:2, 4 en ningún otro sentido. Además, en Génesis 6:2 la Septuaginta
la traduce “ángeles”.
Los ángeles son denominados “espíritus” (Salmo 104:4. Hebreos 1:7, 14), puesto
que los espíritus son creados por Dios.
Sabemos muy ciertamente que hubo una caída de los ángeles por Judas 6.
El tiempo de su caída se da como habiendo sucedido en los días de Noé (1ª Pedro
3:20. 2ª Pedro 2:7), aunque ya anteriormente debió haberse dado otra caída, la cual causo
el fin del mundo que entonces era (o había) (Génesis 1:1, 2. 2ª Pedro 3:6).
Fue por este pecado que fueron reservados para el juicio, 2ª Pedro 2:4, y se
hallan encarcelados, 1ª Pedro 3:19.
Tan pronto como se dio a conocer que la Simiente vendría a través de ABRAHAM,
debió surgir una nueva irrupción, tal como se registra en Génesis 6:4, “y
también DESPUÉS DE ESO” (es decir, después de los días de Noé, más de 500 años
después de la primera irrupción). El ardiente deseo del enemigo era ocupar la tierra de
Canaán antes de que Abraham llegara allí, y así oponerse y resistir su ocupación por su
simiente. Por eso leemos que cuando Abraham entró en Canaán, el cananita ya se hallaba
en el territorio.
Este gran conflicto se puede ver a través de toda la Biblia, y forma un gran e
importante tema o sujeto del estudio Bíblico. En cada uno de los casos, el instrumento
humano tiene su propio y personal interés para servir, mientras que Satanás mantiene y
persiste con su único objetivo en vista. Por eso precisamente Dios tuvo, en cada caso, que
interferir y apartar la maldad y el peligro, de los cuales sus siervos y gente eran
completamente ignorantes. Los siguientes asaltos del gran Enemigo están expuestos de
manera prominente:
Después de que la línea de David fuese escogida y dada a conocer (2ª Samuel 7), esa
fue la línea seleccionada para los asaltos siguientes. El primer asalto de Satanás estaba en la
unión de Joram con Atalía a través de Josafat, a pesar de 2ª Crónicas 17:1. Joram asesinó a
todos sus hermanos (2ª Crónicas 21:4).
- Los árabes asesinaron a todos sus hijos, excepto Joacaz (2ª Crónicas 21:17; 22:1)
- Ezequías no tenía hijos, cuando un doble asalto fue llevado a cabo por el rey de
Asiria y el rey de los Terrores (Isaías 36:1; 38:1). La fidelidad de Dios fue puesta a prueba
y enfrentada.
- En Nazaret, una vez más (Lucas 4) hubo otro intento de despeñarlo y destruir su
vida.
- Por fin se llega a la cruz, y el sepulcro se cierra. Los guardas son puestos para
vigilancia; y con una gran piedra queda sellado. Pero Dios lo levantó de la muerte. Y ahora,
en este momento, igual que Joás, Él se halla sentado y aguardando (Hebreos 10:12, 13),
escondido y oculto en el hogar de Dios en las alturas; y los miembros del cuerpo
único también en Él se hallan allí (Colosenses 3:1-3), igual que el otro Josafat; y enviados
para testificar de Su venida, como el otro Joiada (2ª Crónicas 23:3).
- La irrupción de los ángeles caídos (hijos de Dios) fue el primer atentado; y fue
dirigido a toda la raza humana.
- Cuando David fue entronado, inmediatamente después su linaje real fue asaltado.
E.W. BULLINGER
Hay tres nombres (palabras?) bajo los cuales se habla de los milagros en el Nuevo
Testamento:
2. Teras = una maravilla. Esta palabra tiene que ver con el efecto producido en
aquellos que presenciaron la gran obra hecha. Siempre se traduce "maravilla", y aparece
tres veces en tres de los Evangelios: es decir, Mateo 24:24. Marcos 13:22. Juan 4:48. Fuera
de los Evangelios aparece en Hechos 2:19, 22, 43; 4:30; 5:12; 6:8; 7:36; 14:3; 15:12.
Rom.15:19. 2ª Corintios 12:12. 2a Tes. 2:9. Hebreos 2:4. No aparece nunca en el Evangelio
de Lucas; y solamente una vez en Mateo, Marcos y Juan. La traducción "milagro" debía ser
confinada a esta palabra, teras.
Así que nuestro estudio entonces tiene por objetivo buscar el significado que
contienen. Para este propósito, hemos puesto las ocho señales de acuerdo a su Estructura;
para que veamos cómo, al igual que las restantes palabras y obras de Dios, tanto el orden
que tienen como todo lo que las relaciona y se conecta entre ellas, todo es perfecto.
En estas estructuras podemos observar que fueron ordenadas como una Interrelación. Eso
nos dice que el orden histórico en que fueron producidas debe tener su correspondencia
también con el orden literario en que fueron registradas.
Así que tenemos cuatro parejas; la señal y significado posterior, en cada pareja, es
siempre un avance o continuación de la anterior; así, pues, mientras que la primera trata con
lo preliminar y parcial, nos lleva también hasta su correspondiente posterior señal, la cual
es permanente y conclusiva.
EL SIGNIFICADO
Ahora estamos en condiciones para examinar estas ocho "señales" más
minuciosamente; y estamos capacitados para ver que los puntos que corresponden se
entienden para enfatizar el significado de cada una.
Hay dos cosas que sobresalen claramente: Todas ellas manifiestan la necesidad de
ISRAEL, y la condición de desesperanza y muerte; y la gloria del MESÍAS, y Su habilidad
de satisfacer esa necesidad y de restaurar la perdida condición de Israel.
La primera señal significa esa necesidad: "no tienen vino" (2:3), mientras que la
última significa que con todos sus arduos esfuerzos "no habían logrado alcanzar nada", ni
tenían "alimento"; pero también significa que el Mesías pudo suplir tanto una cosa como la
otra - el sustento y el gozo.
Los discursos que siguen llevan el significado más lejos, y muestran que esta
destitución espiritual solamente podría ser remediada por los dones Divinos; en
regeneración espiritual y en resurrección.
Nicodemo, que fue atraído por las señales (Cap.3:2), buscó sus significados, y se le
enseñó la necesidad del "nuevo nacimiento" de Ezequiel 36:24-32. Las palabras "os es
necesario" de 3:7 y 3:14 refuerzan y explican la necesidad; mientras que el don de Dios
(vers.16) era la única respuesta a su pregunta “¿Cómo puede hacerse eso?”
Cuando el Mesías le dé el gozo a la nación, será "lleno hasta arriba" (2:7. Isaías
9:2-7. Juan 21:11); y cuando llene el Territorio con el restaurado Israel en resurrección,
serán de igual modo todos y cada uno llenos en plenitud (Ezequiel 37:12-14). Por eso en la
octava señal el Mesías es denominado el Llamador, significando que Él será
el Reunificador (Jeremías 31:10); mientras que los siete discípulos (Juan 21:2) significa la
perfección espiritual con la cual será Israel reunificada "uno por uno" (Isaías 27:12) hasta
que sea reunificado el último ("153"). "Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de
Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y
no cae un granito en la tierra" (Amos 9:9).
Ambas "señales" se manifestaron en Jerusalén (5:1 y 8:50 con 9:1), teniendo así una
referencia especial hacia el Gobierno y su asiento de autoridad.
Ambas se asocian con un "estanque" (5:2 y 9:7, 11) y deben significar aquel Estanque de
purificación espiritual que en un día todavía futuro se "Abrirá un manantial para la casa de
David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la
inmundicia" (Zacarías 13:1). En conexión con esto es significativo que estas dos "señales"
sean las únicas entre las ocho donde tenemos una referencia al pecado (5:14 y 9:2, 24, 25,
34), de la misma forma que la segunda y la séptima son las dos únicas conectadas
con muerte.
La doble referencia a las palabras de Moisés (5:45, 46 y 9:28, 29), y a las obras del
Padre (5:17 y 9:4), son ambas también "señales", llenas del más profundo significado en
cuanto al pecado de Israel, y el engrandecimiento de la gracia de Dios Quien había
levantado al Mesías como el Profeta, igual que a Moisés (Dt.18:15-19), y envió a Su Hijo
para buscar y para encontrar y para salvar aquellos que se hallaban perdidos (Lucas 19:9,
10).
Estas son las dos "señales" centrales, y están enfatizadas por ser las únicas "señales"
que se registran también en los restantes tres Evangelios; eso implica que los Cuatro
Evangelios son necesarios para darnos su completo significado.
Ambas "señales son seguidas por el propio significado del Señor en los discursos que
manifiestan la especial gloria de Su Deidad.
Las dos "señales" se conectan juntas por el paréntesis de 6:23, lo cual muestra que el
significado es uno mismo, la manifestación Divina del Mesías; en la primera, como el
Creador y el único que suple todas las necesidades de Su Pueblo; tanto en lo temporal de
acuerdo a 6:6-13, como en lo espiritual de acuerdo a 6:32-51; en la posterior, como el
Creador y Señor de los elementos.
Así, pues, estas dos "señales" centrales manifiestan las dos centrales verdades que
son comunes a los restantes tres Evangelios: es decir, la gloria del Mesías, y Su repudio de
parte de la nación.
CONCLUSIÓN
En cuanto a las ocho "señales" en su totalidad, se hallan divididas en siete y una; las
siete tienen lugar durante el ministerio de nuestro Señor; y una (la octava) después de Su
resurrección; siendo el número ocho simbólico de ese mismo hecho, la Resurrección tuvo
lugar en el octavo día.
E.W. Bullinger
CONTENIDO
Introducción:
El Alcance de Hebreos Once. Pág. 3
Reconocimiento por la fe (versículo 3). Pág. 8
La Fe (viene) por Oír
El Oír (viene) por la Palabra de Dios
Estamos seguros de que nuestros lectores, a estas alturas, ya deben ser conscientes
del hecho de que no debemos dar una interpretación de ningún pasaje de la Escritura, e
incluso de un capítulo, aparte de su contexto.
También hemos aprendido que el alcance del pasaje debe ser deducido de su
Estructura. En otras palabras, debemos saber de qué se está tratando todo lo que leemos
antes de que podamos hallar una clave para el entendimiento de las palabras: y esta clave
solo la podremos sacar exponiendo la Estructura de todo el contexto.
Una vez que nuestro objetivo aquí consiste de un capítulo entero, será necesario que
veamos el exacto lugar en que se encuentra en relación a la Epístola en su totalidad.
Debemos, por tanto, dar la Estructura de toda la Epístola de Hebreos:
Aquellos a quienes él denomina “los antiguos” en Hebreos 11:2 son como, dice él,
la “gran nube de testigos” en Hebreos cap. 12.
El alcance de todo el pasaje (del cual este capítulo hace parte) es, como ya hemos
visto, una exhortación a la paciencia teniendo en cuenta la gran tribulación que estos
creyentes hebreos atravesaron, y la fidelidad de Dios a Sus promesas que les hizo.
Pablo les señaló a sus lectores la gran nube de testigos que habían hecho suceder tan
maravillosos testimonios por el poder de una fe viviente en el Dios Vivo: para aquellos que
dieron testimonio, no solamente en su fidelidad de vida, sino en su muerte de martirio
también.
Ellos pudieron dar testimonios tan maravillosos; y fueron fortalecidos para soportar,
y conquistar, y para esperar pacientemente por el cumplimiento de las promesas que habían
visto, por la fe “de lejos”.
Por esto precisamente, “por una fe como ésta”, es que sus ejemplos fueron tan
necesarios, y fueron un tan grande incentivo y aliento para aquellos a quienes el Apóstol
dirigía la carta. El alcance de toda la sección es (como hemos visto), una exhortación y un
aviso contra la apostasía; y las palabras que inmediatamente preceden son estas: “Pero
nosotros no somos como los que retroceden, para perdición, sino de los que tienen fe, para
preservación del alma”.
¿Cómo es esto de “los que tienen fe”? - es el tema de lo que sigue en el cap.11. La
Fe tiene que ver con aquellas cosas que “no se ven”. Las cosas por las cuales esperamos
“no se ven”, como está escrito: La esperanza que se ve, no es esperanza: porque lo que
alguien ve, ¿para qué aguardarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo
La Fe por tanto es lo contrario a lo que vemos (2ª Corintios 5:7). Esta es la esencia
de todo el capítulo 11. Comienza en el vers.3 con la declaración de que los acontecimientos
que vemos suceder a nuestro alrededor no nacen o tienen origen de la nada, sino que nacen
del hecho de que es Dios Quien gobierna y decide soberanamente, y que Él es Quien ha
preparado y ordenado las edades, los tiempos y las ocasiones.
La palabra traducida “universo” no se emplea del mundo creado, ese sería cosmos,
o proveniente del mundo inhabitado, que es oikoumene; o proveniente de la tierra trillada y
hollada, la cual es ge; pero lo que aquí tenemos en plural es aion, y significa edades, o
dispensaciones. Esta es su más apropiada traducción. Es por fe que comprendemos y
entendemos que los acontecimientos que vemos desarrollarse a nuestro alrededor no
acontecen por casualidad.
Hasta la propia sabiduría humana lo reconoce y dice que “hay alguna mano por
detrás de todo esto que nos lleva a nuestro destino”; esa mano “no es algo que puedan
ver”; y no es algo que “podamos juzgar por las apariencias”.
Esta es la fuerza que tiene la palabra traducida “constituido” como se puede ver
estudiando todas sus ocurrencias. Entonces se verá que, en ninguna otra parte excepto aquí,
se traduce “constituido” mientras que en todas las demás traducciones juntas muestran que
el mejor significado que se le podría haber dado a la palabra en Hebreos 3 hubiese sido
“preparado”, tal como en los capítulos anteriores (Hebreos 10:5). Así que el sentido del
versículo sería que, aunque así parezca, los eventos que vemos con nuestros ojos que están
sucediendo a nuestro alrededor, no suceden por casualidad, o por los fenómenos exteriores,
como se juzga comúnmente por las apariencias; sino que están preparados, gobernados o
liderados por Dios, que posee, en Su propia soberana ordenanza, “la dispensación del
cumplimiento de las edades o tiempos” (Efesios 1:10); y ordena todo “de acuerdo al
propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efesios 3:11).
“Por la Fe entendemos (por la palabra de Dios) que las edades o tiempos fueron de
antemano preparados, así que, las cosas que vemos, tuvieron su origen, de las cosas que
no se ven”. Es decir, como hemos visto anteriormente, a medida que andamos por la Fe y
no por la vista, entendemos que no debemos juzgar según las apariencias, porque en una de
sus “palabras” con más peso, Dios nos ha dicho que Él no mira lo que mira el hombre,
porque el hombre juzga según la apariencia, pero el Señor mira al corazón” (1ª Samuel
16:7).
Fue debido a una Fe como esta que los antiguos supieron las cosas no eran lo que
parecían, y por tanto no las juzgaron por lo que sus ojos podían ver.
Fue por esta Fe que Abraham y Sara, aunque primero se tambaleasen por las
palabras del ángel, aun así rápidamente “entendieron” que esas eran las “palabras de
Dios”. No tuvieron en cuenta las apariencias externas de su condición natural física, sino
que fueron “fortalecidos en la fe”, y creyeron a Dios en cuanto a las cosas que no podían
ver.
Fue por este tipo de Fe que José no tuvo tampoco en cuenta las circunstancias que le
surgieron en Egipto, sino que creyó a Dios y sabía que desaparecerían al debido tiempo que
Él tenía preparado. Fue debido a una Fe de este tipo que Moisés no se dejó engañar por el
externo y esplendoroso ambiente de lujo del que estaba rodeado en el Palacio de Faraón,
sino que voluntariamente renunció a todo; rechazando los tesoros; escogiendo antes los
padecimientos; y estimando el oprobio por ser de Cristo como mejor que todo. “Así se
mantuvo como viendo al Invisible” (vers.27).
La totalidad del capítulo y todas sus partes, deben estudiarse a la luz de este tercer
versículo. No nos lleva de vuelta a la Creación, y desvía nuestros pensamientos en una
sintonía totalmente diferente; sino que pone el fundamento de todo lo que sigue en una vía
que no es incierta.
Vamos a ver que el vers.3 no se ha escrito para enseñar que haya “más que un
mundo”; sino que se escribió para darnos, desde el principio, el secreto de los
maravillosos testimonios de los antiguos, que consiste en lo siguiente: que ellos
anduvieron “por Fe y no por vista”; y que, por tanto, ellos no tenían en cuenta las
apariencias exteriores ni hacían juicios por los fenómenos externos; sino que,
entendiendo que las edades o tiempos y dispensaciones habían sido preparadas de
antemano por Dios, ellos reposaban en la Palabra profética, y creyeron que Él se hallaba
dominándolo y gobernándolo todo para el cumplimiento de Sus propios designios, en
ellos y a través de ellos.
3 Este es el sentido en el cual aion se emplea en esta Epístola (como en los demás
lugares). Vea Hebreos 1:3, donde el verbo poieo se utiliza en el sentido de señalar,
como en el cap.3:2. Vea también Hebreos 6:5, donde se emplea de “la edad venidera”;
y Hebreos 9:26, donde la primera palabra “mundo” es cosmos, y significa el mundo
creado, y la segunda es esta palabra aion, edad o tiempo.
En nuestro último punto sobre este capítulo vimos que el tercer versículo no era una
digresión del sujeto que el capítulo había introducido, sino que pone el fundamento todavía
más profundo.
En el vers.2 tenemos el hecho de que fue por la exhibición de una fe como esta, que los
antiguos alcanzaron un buen testimonio. Habiendo sido hechos ellos mismos testigos,
obtuvieron testimonio de Dios, y así vinieron a ser una gran nube de testigos (cap.12:1)
para nuestro ejemplo y alentar nuestro ánimo.
En el vers.3 se nos dice que la Fe, en su propia naturaleza, siempre se dice respecto
a las cosas que no se ven: y que aquellos que ejercitan una Fe como ésta no andan por vista;
no juzgan por las apariencias, y ellos “entienden” que las cosas que ven no suceden por
acaso ni por nada que el ojo externo humano pueda llegar a conocer.
PROVIENE DE DIOS
En Efesios 2:8 leemos: “porque por gracia sois salvos (es decir, por medio de) la
fe: y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
Este lenguaje es inconfundible y será siempre gratamente recibido por aquellos que
no tropiecen en la generosidad de esa gracia (Mateo 11:6).
Para ver el argumento del contexto de Romanos 10:17 debemos regresar al vers.13.
“porque todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo. ¿Cómo pues invocarán a
aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán de aquel de quien no han oído? ¿Y cómo
Por tanto, la manera en que la fe viene, se explica e ilustra gráficamente. Se cree que
proviene de Dios. Por eso es y viene como “el don de Dios”.
En este versículo diecisiete (de Romanos 10) tenemos tres palabras que llaman
nuestra total atención.
La palabra traducida “oír” no es el sentido del oído, o el acto de oír, sino que es el
asunto que se ha oído. Por eso en el vers.16 se traduce “anuncio”. “¿Quién ha creído a
nuestro ANUNCIO?” es decir, lo que han oído de nosotros.
En Gálatas 3:2, el Apóstol pregunta, ¿habéis recibido el espíritu (es decir, la Nueva
naturaleza) por las obras de la ley, o por el oír de fe? Esto es, por creer lo que oísteis de
parte de Dios a través de mí (compare vers.5).
La siguiente frase nos dice que, esa fe creyente viene por oír la “palabra de Dios”.
La primera, logos, significa una palabra compuesta de letras; mientras que rhema es
un dicho constituido por palabras. Por eso significa el dicho de un pasaje, e incluye la
totalidad de lo que se está diciendo.
Ahora bien, por Hebreos 1:1 aprendemos posteriormente que Dios ha hablado, “En
diversos tiempos y de varias maneras”. O, de acuerdo a la Versión R.V., “por diversas
porciones y en diferentes formas”.
Así, por tanto, se podrían traducir las primeras palabras de Hebreos de la siguiente
manera: la Epístola comienza: “En muchas partes y por diferentes vías, de la antigüedad,
Dios, habiendo hablado a los padres por los profetas, al final de estos días nos habló por
Su Hijo”.
Además, lo que les habló a cada uno, no fue lo mismo en cada caso; Dios habló de
muchos temas, y en muchas ocasiones y en muchas partes y de muchas maneras.
Lo que le dijo a Noé no fue lo que habló con Abraham. Él no le dijo a Noé que
saliera de su tierra para irse a otra diferente. Ni a Abraham le dijo que preparase un arca.
Dios habló de muchos temas, y cada uno de los que oyeron Sus palabras, y creyeron lo que
les dijo, ejercitaron la Fe salvadora y agradaron a Dios, puesto que “sin Fe es imposible
agradar a Dios”.
Todos nosotros amamos que se crea lo que decimos; y no hay manera más cierta de
ofender a otros que por desacreditar sus palabras.
Ahora bien, si se nos hubiese pedido que hiciésemos una lista de los padres de la
antigüedad que tuvieron “una fe como ésta”, estamos seguros de que no hubiésemos
seleccionado los nombres que se nos dan en este capítulo. Hubiésemos probablemente
dejado de lado algunos cuyos nombres que aquí se ofrecen; y hubiésemos incluido otros
que el Espíritu Santo omitió. Nuestra lista sería diferente, debido a que nuestro objetivo
formando la lista no sería el mismo que el objetivo Divino. Dios, en Su infinita
misericordia, ha hecho que el orden Cronológico coincida con el orden Experimental.
La fe de Enoc es la que viene después, no porque haya vivido antes que los demás
(porque otros Patriarcas deben también haber tenido “una fe igualmente preciosa”), sino
porque tenemos que aprender la verdad experimental que dice “dos no pueden andar juntas
a menos que se pongan de acuerdo” (Amós 3:3); y que andamos con Dios a medida que le
adoramos. Debemos saber lo que significa “tener paz con Dios” antes de que podamos
disfrutar “la paz de Dios.” Por eso la Expiación viene antes de la Comunión. La adoración
viene antes de nuestro Andar.
Después viene la fe de Noé, no porque no hubiese alguno más después de Enoc que
creyese a Dios, sino porque aprendemos, experimentalmente, que no podemos ser testigo
para Dios, a menos que sepamos lo que es andar con Dios.
Fue debido a este eterno principio que leemos del Señor Jesús, que “estableció a
doce, para que ESTUVIERAN CON ÉL -- y -- para enviarlos a predicar” (Marcos 3:14).
Nadie puede por Él ser “enviado” hasta que hayan estado “con Él” primero.
Debemos saber qué es esto de andar con Dios, antes de que podamos ser testigos para
Dios.
Así, pues, este primer grupo de tres patriarcas nos dan estos tres principios eternos.
Están “escritos para nuestro aprendizaje.”
Este orden no puede ser revertido o modificado sin que ocasionemos un desastre.
Hay muchos que intentan andar con Dios que no conocen lo que significa tener paz con
Dios: por eso intentan salvarse por su andar, en vez de por la fe a través de la gracia de
Dios. Hay muchos que intentan ser testigos para Dios que no saben lo que es disfrutar un
“andar con Dios”.
Es obra, y no gracia.
Aprendamos estas grandes lecciones que residen en el umbral de Hebreos 11, para
que podamos entender mejor los ejemplos e ilustraciones que se dan.
Ya hemos aprendido que la “fe” (viene) por oír”. Todavía nos falta aprender que el
“oír” (viene) por medio de lo que Dios ha dicho”.
1 Por eso las varias lecturas en Romanos 10:7, que los Revisores han adoptado, y
“el oír viene por la palabra concerniente a Cristo”. Esta lectura es la que mantienen
Lachmann, Tischendorf, Tregeller, y Alford.
2 Vea Lucas 1:38; 2:29; 3:2; 5:5. Juan 3:34; 5:47; 6:63, 68. Hechos 5:20. 2ª. Pedro
3:2.
Hablando de los tiempos antiguos a los padres por los profetas, Dios habló en
muchas partes y en muchas maneras. Él habló dando órdenes, en avisos, en amonestación,
en reproche, en exhortación, en juicio, en profecía, en promesa y en gracia.
Entre aquellos que le oían, “algunos creyeron las cosas que fueron dichas, y
algunos no las creyeron”, algunos obedecieron y otros fueron desobedientes.
Dios además habló en muchos tiempos y sobre muchos temas: y la fe de cada uno
que creyó lo que dijo Él, se ejercitó en una diferente dirección.
En el caso de Enoc no se nos dice lo que Dios le dijo. Por el contexto remoto, la
última Epístola del Nuevo Testamento (Judas 14), pareciera que fue acerca de la venida del
Señor con todos Sus santos. Sea lo que fue, Enoc creyó a Dios; y por un todavía más
remoto contexto, el primer libro del Antiguo Testamento, aprendemos que Su fe en este
bendito hecho resultó en, o produjo Su andar con Dios. (Génesis 5:21).
Esta debe ser la experiencia de todo verdadero creyente. Deben “creer a Dios”, y
no al hombre. Deben creer lo que Dios dice y ha dicho; y no a las tradiciones de los
hombres.
¿Creemos a Dios?
Dios nos ha dicho que en el hombre no mora el bien (o no hay nada bueno, como
dice la versión inglesa) (Romanos 7:18). Los Púlpitos, Plataformas y Periódicos a una sola
voz declaran lo contrario, que algunas cosas buenas residen en el hombre. ¿A quién
creemos?
Dios nos ha dicho que Él creó los cielos y la tierra y todo lo que en ellos hay
(Génesis 1; Isaías 45:18). El hombre dice que todo ha ido evolucionando, aparte de Dios.
¿A quién creemos?
El Señor Jesús dijo ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre (Juan
6:65). El hombre dice que todos los hombres pueden venir a Él. ¿A quién creemos?
El Señor Jesús dijo, Dios es espíritu; y los que adoran DEBEN adorarle en espíritu
(Juan 4:24). El hombre en cambio dice que la adoración debe hacerse por “actos de
adoración” llevados a cabo en la carne. ¿A quién vamos a creer?
El Espíritu Santo declara que hay un solo Cuerpo (Efesios 4:2-4). El hombre hace e
insiste diciendo que tenemos muchos cuerpos. ¿A quién creemos?
Dios le dijo a nuestros primeros padres ciertamente moriréis (Génesis 2:6). La vieja
serpiente le dijo ciertamente, no moriréis (Génesis 3:4). Y todos sus ministros hoy en día y
a una sola voz repiten la misma mentira, y la enseñan además como si fuera verdad de
Dios. El credo que poseen se expresa por tanto en las palabras:
El Espíritu Santo declara que este mundo es un lugar oscuro, y que, la palabra
profética es la única luz que hay en él, a la que haremos bien en estar atentos (2ª Pedro
1:19).
Así que ellos se persuaden de sus propios sentimientos, pero se niegan creer la
palabra de Dios prometida.
Esta fue la pregunta para Israel en Cades-Barnea. Moisés le había dicho al pueblo
cómo Jehová le había dicho primero: Subid y tomad en posesión la tierra que os había
dado, pero fuisteis rebeldes contra el mandamiento del Señor, y no le creísteis, ni oísteis Su
voz”. (Deuteronomio 9:13).
Muy raras veces nos ponemos a meditar en la inspiradora solemnidad que tienen las
palabras: Y vemos que no entraron a causa de su incredulidad de Hebreos 3:19.
Dios habló a Israel y le dijo: Subid y tomad en posesión la Tierra. Subid sobre las
ciudades altas de los Amonitas. Fue un momento solemne; para ser recordado para siempre.
Ellos oyeron Su voz aquel día. Él dijo: ¡Subid! Entrad en Mi reposo. Pero sin
embargo, en esto no habéis creído al Señor vuestro Dios (Deuteronomio 1:32).
Igual sucede con las palabras del Salmo 95 (denominado el Venite) y que se canta
semana tras semana (generalmente tan rápido como las palabras puedan ir saliendo por la
boca), ¡cuán pocos son los que se paran a pensar de la solemnidad de su significado!
¡Sí! Cuarenta largos años. ¿Y por qué? pues porque creyeron el falso testimonio de
los diez espías, en vez de el de aquellos dos que testificaron la veracidad del testimonio que
DIOS LES HABÍA DADO ACERCA DE LA TIERRA.
Eso es por lo que el Apóstol pudo decir: “NOSOTROS, los que vivimos y hayamos
quedado”: porque, ¿cómo sabía él que la nación se Arrepentiría; y que él realmente sería
uno de aquellos que estuviesen vivos, y subiría sobre las ciudades Altas, ¡Sí!, en las nubes
del cielo, sin pasar por muerte, es decir, sin atravesar el Jordán?
Pero después que se acabó la oferta para Israel, y se envío la salvación a los
gentiles, la cuestión que surge es la siguiente, ¿Hubo después alguna revelación más? ¿Se
habían acabado las riquezas de Su gracia y de Su gloria? ¿No tenía nada más que darle a
conocer a Sus hijos?
¿Será que no podemos obtener nuestra respuesta a estas preguntas por las palabras
del Señor en Juan 16:12, muchas cosas tengo que deciros, pero ahora no las podréis
sobrellevar”?
¿Por qué sería que los discípulos no las podrían sobrellevar en ese tiempo? Porque
todavía Él permanecía vivo. El grano de trigo todavía no había caído en tierra y muerto
(Juan 12:24). Porque todavía no había sido resucitado de los muertos. En todos estos
acontecimientos residen importantes doctrinas. Antes de que los eventos acontecieran, estas
doctrinas no podían ser dadas a conocer.
¿No será éste el mismo caso de 1ª Tesalonicenses 4? ¿No tendrían que darse ciertos
eventos antes de que una nueva revelación de verdad pudiera darse a conocer? ¿No tendría
la oferta de Pedro que llegar a su fin y ser retirada antes? Y entonces, después que Israel
rechazase la oferta ¿no estarían dadas las condiciones para que se diesen nuevas
Escritos de E. W. Bullinger II Página 180
revelaciones añadidas? ¿No deberíamos, razonado por Juan 16:12, aguardar por algo más
reciente y fresco de entre los tesoros de la gracia y de la gloria de Dios? ¡Claro que
deberíamos! Y, si lo procuramos así, hallaremos que, estas revelaciones le fueron dadas,
cuando el Apóstol estaba en prisión en Roma; en ese momento se dieron a conocer secretos
escondidos de los hombres durante generaciones, y escondidos en Dios: El Gran Misterio o
Secreto concerniente a Cristo y a la Iglesia.
¿CREEMOS A DIOS?
¿No estamos, como Israel, en Cades-Barnea? ¿No debemos creer a Dios que nos ha
hablado a través de Pablo de igual forma que lo hizo con Josué y Caleb? ¿O vamos a creer
a la mayoría de los espías?
¿Hay alguien que se atreva a decir que cuando Pablo escribió 1ª Tesalonicenses 4,
Dios no nos dio nada reciente y nuevo, teniendo en cuenta que el hecho de que, hasta este
tiempo, ni un ápice teníamos del Misterio? ¿Quién podrá decir que en Efesios, no hay una
sola palabra de revelación y enseñanza dada para nosotros?
¿Tendría el mismo Pablo conocimiento alguno acerca del misterio antes de que se lo
hubiera inspirado Dios a escribir en sus libros y pergaminos (2ª Timoteo 4:13)?
¿No nos dice todo esto que, los objetivos de nuestra Fe, están PUESTOS POR
ESCRITO en las Escrituras de verdad, y no dictados por las tradiciones de los hombres?
Y ¿Será que la Epístola a los Efesios contiene TODO lo que Dios ha revelado?
¿Cuál es el precio del llamamiento de lo alto (5:14). No sería la meta del Apóstol
ser conforme a Cristo en gloria? (Las versiones A.V. y la R.V. han oscurecido este asunto
traduciendo “alto” como si fuera un adjetivo; cuando se trata de un adverbio, y debería
haber sido traducido elevado (como la R.V. tiene al margen) o del modo ascendido.)
¿Esta sección dice lo mismo que 1ª Tesal. 4? ¿O añade alguna cosa más? La
totalidad del contexto parece mostrarnos que el Apóstol se estaba extendiendo a algo que
tenía delante, y que le hacía olvidar todo lo que quedaba atrás. No había logrado alcanzarlo,
pero él se impulsaba hacia la meta, él continuó mientras era firmemente asido, a su vez,
por Cristo Jesús.
Así que, si la Fe viene por oír, escuchemos hoy Su voz en lo que Dios ha hablado,
para que podamos entrar en Su reposo.
Capítulo 1º
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo
cual [es decir, por medio de su fe, la cual lo llevó a su martirio] alcanzó
testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y
muerto, aún habla por ella”.
Ya que la “Fe viene por el oír” (Romanos 10:17), Abel y Caín debieron ambos
escuchar cuál era el sacrificio que debían traer.
Una vez que oír (viene) por, y consiste de, lo que escuchamos a través de la
Palabra de Dios, tanto Abel como Caín debieron ambos oír lo mismo de Dios.
De otro modo, su actuar hubiese sido solo a través de una fantasía o capricho, y no
por fe; y entonces no habría lugar o espacio, ni para la obediencia de un lado, ni para la
desobediencia del otro.
En el registro de Génesis 4 nos encontramos con más detalles adicionales sobre este
mismo asunto. Pero primero que nada vamos a ver el lugar donde se escribe la historia.
Dios debe haberles hablado (como ya hemos visto) a Caín y a Abel, acerca de la
manera en que se aproximarían de Él. Debe haber tenido que hablar acerca del camino que
deberían tomar todos los que quisiesen volver, y tener acceso a Su Presencia.
La lección que se nos da a través de este primer ejemplo de fe es que, Abel creyó lo
que había escuchado de parte de Dios sobre este importantísimo asunto, y Caín en cambio
no creyó a Dios.
Pero el punto principal reside, en que el camino de vuelta que tomó, fue su propio
camino; mientras que el camino que tomó Abel era el camino que Dios trazó, aquel mismo
que había revelado y dado a conocer.
Caín tuvo que oír el informe que Abel oyó, pero no le creyó a Dios; sino que se
inventó lo que le debió parecer un mejor, o más excelente camino.
“Caín trajo del fruto de la tierra, una ofrenda a Jehová” (Génesis 4:3). Pero es que,
esa tierra el Señor poco tiempo antes había maldecido por causa del pecado en el hombre, y
le había dicho a Adán maldita será la tierra por tu causa” (Génesis 3:17).
Caín, por tanto, trajo, como su ofrenda al Señor aquello que había sido declarado
maldito.
¿Qué fue lo que determino al sacrificio de Abel ser más excelente que el de Caín?
Significan que Dios ha hablado; que Caín y Abel habían oído; ¡que Abel obedeció a
Dios y que Caín no!
Era una cuestión, como ya hemos visto, de creer en aquello que había sido dicho en
cuanto a:
El camino de vuelta a Dios (que Abel tomó) fue por sacrificio, por la muerte de un
sustituto, por la sangre de Expiación.
El camino del hombre (que Caín se inventó) fue sin sangre; y un camino que se
había sacado de su propio corazón. Sin embargo, sin el derramamiento de sangre no hay
remisión de pecado (Hebreos 9:22).
Caín pudo haber traído su ofrenda por el pecado igual de fácil y sencillamente que
Abel. Lo tenía a la puerta (Génesis 4:7), él tuvo esa posibilidad. Si él hubiera hecho el bien
conforme a lo necesario a una ofrenda por el pecado, hubiese sido acepte. Si él hubiese
hecho el bien, y no hubiera pecado, entonces Dios habría tenido el mismo respeto y agrado
a su ofrenda como tuvo por la de Abel.
Pero, ¡No señor! Fue la “Nueva Teología” de su día: y consistía en no creer lo que
Dios había dicho; y en inventarse un “Nuevo” camino propio.
Esto es por lo que Dios no tuvo respeto por su ofrenda, no importaba cuánto le
hubiese a Caín costado producirla. El sudor de su frente no podía sustituirse por “la sangre
del cordero”.
No importa cuántos son, ni cuán variadas sean las religiones del mundo, todas
pueden reducirse a estos dos caminos. Cualquiera que sean las excrecencias y
excentricidades de la imaginación del hombre, siempre mantiene este “prototipo” (tal como
dicen los Evolucionistas).
Estas dos expresiones resumen y abrazan los dos caminos: ESTA HECHO y HAY
QUE HACER.
Estos son los Dos Caminos que tenemos delante de nosotros aquí, en Caín y Abel.
En uno de ellos jamás hubo cambio alguno; es el único camino de vuelta a Dios.
Cristo sufrió, el justo por el injusto para que pudiésemos ser llevados a Dios” (1ª Pedro
3:19). Este es su fin, y se corona en Cristo. En el otro, no se da otra cosa sino cambios
constantes. La Evolución sigue corriendo su constante y persistente curso, y continuará
haciéndolo así hasta que llegue a su fin con el endiosamiento del hombre, y se corone en el
Anticristo.
Todos los que están en el camino de Caín están trabajando en favor del hombre, y
para el mejoramiento del hombre. Están listos con sus propias ideas en cuanto a qué es lo
que el hombre debe HACER para ser salvo. Cualquiera que sea la variedad envuelta de la
imaginación del hombre, todas son unánimes en afirmar que el hombre DEBE hacer alguna
cosa. Cualquiera que sean sus diferencias o sus controversias, todos concuerdan en que, el
Hombre debe HACER ALGO.
El hombre debe hacer algo, sentir algo, experimentar algo, dar algo, pagar algo,
producir cualquier cosa. El debe ser llamado y “registrado” en algo. Él tiene que HACER
algo.
Todos ellos insisten en este principio evolutivo, no importa que puedan diferir en
“cómo llegar” ni en todo los demás. Donde difieren simplemente es en qué puede ser, aquel
“algo” que se debe hacer. Eso es lo que explica el vasto número de sistemas de religión,
que han evolucionado en la historia del mundo.
Si tienes algo en desacuerdo con lo de los demás, entonces ten mucho cuidado, o
puedes ser asesinado, como Abel lo fue, por uno de esos Caínes. Pues no hay nada más
cruel en este mundo que la Religión.
Fue la Religión que asesinó a Abel. Fue la Religión que mató a los profetas,
crucificó a Cristo, y la que produjo todo el noble ejército de mártires.
Fue la Religión y las contiendas de las sectas religiosas que entregaron a Jerusalén
en manos de la espada y al poder de Roma.
Fue la Religión la que devastó la Tierra Santa con la sangre de las Cruzadas.
Fue la Religión de la Roma pagana que echó a los cristianos a los leones.
Es la Religión que hoy en día que está en la raíz de, e impregna los asuntos del
mundo político; y es en la contienda por la supremacía religiosa en las reglas y educación
de Roma que se manifiesta y exhibe la mayor amargura, envidia, idolatría y malicia, y todo
lo exento de caridad en las luchas políticas de la actualidad.
La pregunta de 1ª Juan 3:11, 12, nos pone delante el contraste que hay entre el amor
cristiano y el odio a muerte de la religión.
Este es el mensaje que oísteis desde el principio, que os améis los unos a los otros.
Y no como Caín (que era) del Maligno, y asesinó a su hermano. ¿Y por qué le asesinó?
Porque sus obras eran malas, y las de su hermano Justas.
Las obras de Caín eran malas, porque eran sus propias obras, y del Maligno, el cual
(en el capítulo anterior) había arruinado a sus padres por la misma incredulidad en las
palabras de Dios. Las obras de Abel eran justas, porque fueron por fe, y de acuerdo a lo que
Dios requería.
Bien podremos ver que la religión ha derramado más sangre, y produce más tristeza
y llanto que todas las guerras y desolaciones que han causado los políticos y dinastías del
mundo puestas juntas. Ha habido, y todavía hay, las guerras de credos, así como de razas.
Hay más cosas al margen de Génesis 4:10, de las que aparecen en la superficie. Las
palabras del Señor a Caín están llenas de significado: ¿Qué es lo que has hecho? la voz de
la sangres de tu hermano clama a Mí desde la tierra. Debemos explicar este plural,
sangres.
En el antiguo Comentario Judío (El Mishna. Sanherd Cap. 4:5) leemos: “No dice
`sangre` sino las sangres de tu hermano, es decir, su sangre, y la sangre de su posteridad,
sus simientes”.
El Tárgum de Jerusalén dice “la voz de la sangre de la multitud de los justos que
saldrían de Abel su hermano.”
Se parece, casi del todo, con lo que quiso decir el Señor Jesús cuando dijo: que
sobre vosotros recaiga toda la justa sangre derramada sobre la tierra desde la sangre de
Abel hasta la sangre de Zacarías.
Estos no ponen nada entre el pecador y el Salvador; mientras que la esencia de todas
las religiones es poner cualquier cosa, tanto da que sea un sacerdote, o sacramentos o
credos, o ceremonias de algún tipo o de otro. Alguna cosa tiene que decirse, o hacerse, o
creerse, o sentirse, la cual, ellos, a un Credo le pongan:
En uno de esos dos caminos, cada persona que lee estas líneas, se mantiene hoy en
día.
La Fe de Abel muestra que, además de los Dos Caminos o vías de Acceso a Dios,
hay también Dos Caminos en la adoración a Dios.
Ambos son por fe; en ambos, vemos que la fe viene por el oír, y el oír viene por lo
que Dios ha dicho.
Así como tenemos solamente Dos Caminos de Acceso, uno el camino verdadero, y
el otro el camino falso con muchas variedades, así también existen solamente Dos Caminos
para la Adoración, y el camino falso tiene muchas variedades y diferencias, cada una
afirmando ser el camino verdadero.
“Y JEHOVÁ LLAMÓ”
Esto concuerda con, y explica Jeremías 7:22-24: Porque no hablé yo con vuestros
padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la
tierra de Egipto.
Y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por Pueblo, y andad en todo
camino que os mande, para que os vaya bien, pero,
NO OYERON
Esto es precisamente lo que sucedió a las puertas del Edén. Desde donde Dios
habló. Caín y Abel lo escucharon. Abel creyó lo que había oído. Caín (igual que
posteriormente Israel) ni atendió a la voz ni le dio oídos, sino que anduvo en los consejos e
imaginaciones de su propio perverso corazón. Esta es la esencia de todo el asunto.
El hombre mismo actúa sobre estos principios. Si alguno busca encontrarse con él,
es él quien señala el tiempo y el lugar y determina cuándo y dónde se debe encontrar con él.
Así que Dios también deja muy claro desde el principio que, si algún hombre se
acerca a traerle una ofrenda a Él, debe ser tal y tal cosa, y debe ser ofrecida de tal y tal
manera.
Y pondrá (el ofertante) su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado
(Por Él) para expiación suya. (Levítico 4).
Sin embarco Caín, aunque oyó lo que Dios habló, no obedeció; y, en vez de traer lo
que Dios había señalado, él trajo una ofrenda del consejo e imaginación, de su malvado
corazón (Jeremías 7:24).
Y no solo eso. No solamente era algo, distinto de lo que Dios aprobó, sino que fue
el producto de lo que Dios había puesto bajo maldición: Maldita será la tierra por tu causa
A Abel y a su ofrenda;
A Caín y a la ofrenda.
No es la sangre de los bueyes ni carneros; pues todos esos tipos o sustitutos, han
sido suplidos en el antitipo*. Ahora, la sangre de Cristo es la que habla mejor que la de
Abel; nadie ni nada puede ser acepte que no sea solo a través de sus méritos.
*El término Antitipo es un término teológico, quizás no muy conocido por muchos, pero
que se aplica al cumplimiento del sacrifico expiatorio de Cristo en el Nuevo Testamento teniendo
como base las figuras o sombras, como es, en este caso, el sacrifico de animales físicamente aptos
(sin defectos, o puros) de acuerdo a la ley Levítica (Lev.4:35) para el perdón de los pecados. (Nota
de traductor).
Dios es espíritu
Adorarle en espíritu
Y en verdad.
Estas son las palabras oídas que hay que retener, como habiendo sido escritas para
nosotros de los labios del Hijo, en las Escrituras de Verdad.
DEBEN
Nos dice que Dios no verá con agrado nada que no sea espiritual en nuestra
adoración hacia Él.
El Hijo, que ha hablado desde el cielo, ha declarado que la carne para nada
aprovecha (Juan 6:63). Así que es inútil por tanto que traigamos ante el Señor cualquier
cosa que la carne pueda hacer. ¡Todo debe ser espiritual!
Las obras de la carne son opuestas a los frutos del Espíritu. (Gálatas 5:19-25).
Aquellos que son de Cristo han crucificado la carne con sus deseos.
La adoración aceptable, por tanto, DEBE ser el fruto del Espíritu y no el fruto de la
tierra; o dicho de otra manera, no las obras de la carne, que se halla bajo maldición.
Nosotros no podemos adorar a Dios, Quien es espíritu, con nuestros ojos, por
observar un sacramento o algo así. Nosotros no podemos adorar a Dios, Quien es espíritu,
con nuestros oídos, por escuchar música, por muy hermosa que pueda ser, tanto si es
“interpretada” por nosotros mismos o por otros. Nosotros no podemos adorar a Dios, Quien
es espíritu, con nuestro olfato, por oler incienso, o cualquier otra cosa así. Nosotros no
podernos adorar a Dios, Quien es espíritu, con nuestras gargantas por cantar himnos o
temas, solos, cuartetos, o coros. La única canción que se sobrepone al techo o tejado y entra
en el cielo DEBE ser del espíritu, y proveniente del corazón. El mandamiento dice
“Cantando con canticos
EN VUESTROS CORAZONES
Al Señor”
AL SEÑOR
Es inútil que alguien diga “me gusta hacer tal y tal servicio”. Me gusta escuchar, o
hacer, esto y aquello.” “¡Me hace sentir muy bien!”. O, “no me gusta esto o lo otro en el
Servicio Divino”. No importa lo que a uno le guste o le disguste, piense, o sienta. No es una
cuestión de lo que me guste o no: La cuestión es
El Servicio Divino se supone que sea, viendo todo esto, un servicio o adoración
ministrado a Dios. Le cabe por tanto a Él decir cuál es Su deseo. La pública adoración no es
un Servicio que se ofrezca a o para el público, sino a o para Dios. No importa, por tanto,
cuan hermoso sea un Solo, o una Sinfonía o un Himno pueda ser “interpretado” (esa es la
expresión correcta); sino que lo importante es si a Dios le agrada y acepta con respeto.
El HIJO de Dios habló (Juan 4:24). Nosotros hemos oído Sus palabras. La única
cuestión es ¿Creemos lo que Él dice? Debemos recordar que todo lo que no proviene de fe,
es pecado. (Romanos 14:23).
¿VAMOS A OBEDECER?
¿Vamos a adorar por fe como hizo Abel, o vamos a adorar como lo pretendió hacer
Caín?
El hombre puede ir, y ciertamente va, por el camino de Caín, ¡Sí! justamente de la
misma manera. Pero todo será sin provecho alguno, y todo será trabajar en vano.
¿CREEMOS A DIOS?
Esta es la única cuestión final, la verdadera respuesta para aquellos que siguen hoy
en día la vía de los mercaderes ismaelitas, que obtenían su ganancia de la denominada
“adoración pública”, al igual que los artífices efesios hacían con los templecillos de su
diosa Diana.
Aquí tenemos dos declaraciones en una, porque se trata del mismo verbo en cada
clausula. La Versión A.V. traduce el primer verbo como “testigo” y el segundo
“testimonio”. La Versión R.V. traduce así: por lo cual obtuvo testimonio para él de que era
justo, dando Dios testimonio con respecto a sus ofrendas. En esta traducción, tenemos una
nota al margen: sobre sus ofrendas. Y la nota dice que El texto griego en esta clausula, es
un tanto incierto.”
La incerteza que refiere es acerca de la palabra de Dios, en cuanto a bien que sea el
caso genitivo, o el dativo: es decir, si es que es el genitivo, como lo han mantenido las dos
Versiones, o si bien es que alcanzó testimonio a través de sus ofrendas para Dios, lo cual
sería el dativo. Pero el alcance de ambas clausulas es el mismo. Es el testimonio que Abel
alcanzó y que Dios le dio. Dios lo dio…no lo obtuvo Abel.
En otras palabras, Abel alcanzó el testimonio, porque Dios se lo dio. Él solo recibió
lo que Dios dio.
Es la palabra que la versión R.V. al margen traduce sobre, la que nos da la clave a la
solución, porque nos recuerda el hecho posteriormente revelado en conexión con todos los
Sacrificios: es decir, que los sacrificios que Dios aceptó con agrado, nunca se consumieron
por fuego emanando de la tierra, o encendido por fuego hecho con manos humanas; sino
por fuego que Dios hacia descender desde el cielo.
En Génesis 22:6, 7, cuando dice que Abram tomó el fuego en su mano, tenemos la
figura metonimia, por la cual el fuego se pone por el resplandor del tronco de madera que
iba a ser consumido. Si el fuego es literal, entonces la “mano” también que ser literal, y
Abraham tomó el fuego es su mano natural: lo cual es absurdo.
Este no fue un fuego encendido por Gedeón, o hecho con sus manos de hombre. Fue
un fuego sobrenatural producido por el milagro que realizó el mensajero de Jehová, para
mostrar que Él había recibido con agrado la ofrenda de Gedeón.
Cuando Manoa hizo su ofrenda y la ofreció sobre una roca para el Señor, el ángel
actuó maravillosamente, y Manoa y su mujer lo contemplaron. Porque aconteció que
cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la llama del
altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra (Jueces 13:19,
20).
Aquí, una vez más, vemos que se trató de un fuego de Jehová, consumiendo y
aceptando sus ofrendas. No fue un fuego encendido por manos humanas.
Cuando David ofreció su ofrenda sobre el altar que edificó en el campo que compró
de Ornan el Jebusita, el Señor le respondió por fuego sobre el altar de la ofrenda
encendida (1ª Crónicas 21:26).
Cuando Elías hubo ofrecido un sacrificio en el Templo donde Jehová había decidido
poner Su nombre, y donde el fuego caído del cielo se mantuvo continuamente ardiendo(2),
el fuego tuvo que descender desde el cielo especialmente para la ocasión. Después de que
los profetas de Baal habían en vano intentado producir el mismo fenómeno apelando a su
dios, y después que Elías hubo empapado con agua la madera y las ofrendas leemos que:
entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y
aun también el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y
dijeron: ¡Jehová es Dios! ¡Jehová es Dios! (1ª Reyes 18:38, 39). (1) (2).
1. Compare el cap.10, donde Nadab y Abiu utilizan, no este fuego del brasero del altar para
encender el incienso en sus incensarios, sino que tomaron otro fuego: es decir, salido de esta tierra, o
encendido por manos humanas. A este fuego se le denominó fuego extraño o ajeno, y la
consecuencia fue que, salió fuego de delante de Jehová y les devoró a ellos y murieron delante del
Señor (Lev.10:2).
2. Es con el intento de imitar eso mismo, que la Iglesia de Roma pretende guardar la luz
perpetua delante de sus altares, a pesar del hecho de que sea encendido por manos humanas y no
consume nada sino sus propias pretensiones.
Además de todos estos ejemplos, tenemos que añadir las palabras del Salmo 20:3,
Jehová haga memoria de todas tus ofrendas y acepte tu holocausto. Aquí, al margen de la
Versión A.V. leemos, de la palabra acepte, que en el hebreo significa reduzca a cenizas.
¿Por qué? Pues porque esta era siempre la vía en que Jehová aceptaba y veía con agrado las
ofrendas que se le ofrecían. Por fuego del cielo. Todas las reducía a cenizas, y así les
demostraba que eran agradables para Él, y que las recibía en sustitución de aquel quien las
ofrecía.
¿Cómo se dio cuenta Caín de que Dios no miró con agrado su ofrenda?
Ciertamente no podemos tener duda alguna acerca de la palabra, puesto que fue por
fuego que descendió sobre el sustituto del pecador, en vez de sobre el pecador mismo;
sobre el cordero de Abel en vez de sobre Abel. Así que la doctrina de sustitución fue la
primera doctrina enseñada a la humanidad; la primera registrada en las Escrituras de la
verdad; la primera con respecto a lo que al hombre se le requería que creyese, habiéndolo
oído antes de parte de Dios.
Dios había hablado. Lo que dijo puede ser resumido en las palabras que
posteriormente se dijeron también a Israel: sin derramamiento de sangre no hay remisión
(Hebreos 9:22). Es la sangre la que hace expiación por el alma (Levítico 17:11). La paga
del pecado es muerte (Romanos 6:23).
Eso es por lo que la aceptación debe ser un acto de Dios. Todo lo que el pecador
podía hacer residía en la fe para traer su ofrenda, poner su mano sobre ella y confesar la
ofrenda como su sustituto. (Levítico 1:4). Le correspondía a Dios dar Su testimonio, sobre
si Él la había aceptado.
Dios ha hablado. Él nos ha dicho que no puede y no aceptará a los caídos hijos de
los hombres en sus pecados. En nosotros mismos, no solo somos pecadores arruinados
debido a lo que hemos hecho, o dejado de hacer; sino que somos criaturas arruinadas
debido a lo que SOMOS desde la caída de Adán. La cuestión es, ¿Creemos a Dios en
cuanto a este hecho solemne?
Lo que aceptó Dios fue la “ofrenda” de Abel (Hebreos 11:4); Abel fue acepte
solamente en su ofrenda (Génesis 4:4). De igual manera, Dios nos ha dicho que puede
aceptarnos, como tales, solamente en los méritos y Persona del perfecto Sustituto: Su
Cristo. Aquel que Él ha provisto. ¿Creemos en esto a Dios?
¿Cuál es el recibo que podemos extender nosotros que le sirva a Dios como prueba
de que nuestra deuda ha sido saldada?
No hay otra prueba sino el hecho bendito de que la Palabra de Dios nos asegura que
Él ya aceptó el pago en nuestro respaldo en la persona de nuestro Sustituto, cuando lo
levantó de la muerte.
Tenemos que creer lo que Él dice cuando nos afirma esto, y a Él le agrada
aceptarnos en el Sustituto.
Así es como Abel fue acepte; y así es como el pecador se salva hoy en día. Por la
misma fe en lo que Dios ha dicho, ponemos nuestras manos en el Cordero de Dios como
nuestro Sustituto; y entonces obtenemos el testimonio de Dios de que somos justos. Dios
basa Su testimonio en que levantó a Cristo de la muerte, y aceptó la creencia del pecador
EN ÉL.
Serás salvo.”
Así es la fe que viene por oír, y oír (que viene) por la Palabra de Dios. (Romanos
10:6-11, 17). Pero en vez de creer el reporte que Dios y ha dicho, lo que los pecadores se
les enseña hoy en día es a creer en lo que pueden hacer. ¡Como si fuesen ellos los
acreedores, y se imaginasen que Dios fuese su Deudor!
Sin embargo, en vez de eso, el pecador intenta hacer que Dios le crea en lo que él
hace, y que es capaz por sí mismo de HACER ALGO.
Es por eso que, mientras se persista en enseñarles a las multitudes a que hagan algo,
muchos se reducirán a hacer ciertas cosas como “obras”; y aun estarán dispuestos a
confesar, y decir: “no es la obra de mis manos”. Sin embargo no se dan cuenta de que esta
forma de aceptación de Cristo es, después de todo, una “obra”: cuando esta obra se pone en
lugar de creer a Dios.
!Si! es cierto, no es el fruto o labor de mis manos. Nada hecho con las manos puede
obtener de Dios un equilibrio en la nueva creación de Dios, donde todas las cosas
pertenecen a Dios: pues el fundamento de la nueva creación es el fundamento de la
resurrección.
Aunque fuese fundido por la humanidad un dios con sus manos, sería un dios hecho
y habría salido de su propia imaginación, y de los delirios de sus propios corazones. Pero el
Dios de nuestra salvación es el Dios que nos ha hablado por Su Hijo, y nos ha dejado el
simple deber de señalarle al pecador lo que Él ha dicho. Eso es por lo que hay que
Predicarle al Mundo. Esta es la primera gran lección de la Santa Escritura.
Por medio de la cual (fe) alcanzó testimonio de que era justo; dando
Dios testimonio de su ofrenda.
Ya hemos hablado del testimonio que Dios dio; ahora debemos hablar del
testimonio que Abel alcanzó: es decir, aquel de que era justo.
Ya hemos también resaltado el hecho de que ambos, tanto Abel como Caín, los dos
oyeron lo que Dios dijo, en cuanto a lo que ambos hombres eran, por naturaleza, a Sus ojos.
Ambos eran exactamente lo mismo; ambos habían nacido igualmente de Adán en su
semejanza (Génesis 5:3). Eran hijos de hombres y no (como Adán había sido) hijos de
Dios: es decir, hijos del Adán y Eva, caídos. No había diferencia alguna. (Romanos 3:21).
Es cierto que Adán había estado en una categoría diferente. Había sido creado (no
nacido) en la semejanza de Elohim; y creado en el Paraíso: Sin embargo estos dos habían
nacido por igual en la semejanza de Adán propiamente; y fueron nacidos fuera del Paraíso.
Nuestra lección comienza por tanto a partir de este punto. Ese es el motivo o por
qué esta es la primera lección que se nos pone delante. Esa es la causa de que se halle justo
al principio de la Revelación de Dios.
En Adán debió haber algo de bueno, aunque fuese un humano. Pero nada de bueno
tenían Caín ni Abel. Lo que es nacido de la carne ES (y permanece siendo) carne. Incluso
Pablo en días posteriores tuvo que aprender la más importante de todas las lecciones, y
confesó “Yo sé (como una solemne realidad) que, en mi, esto es, en mi carne, no mora el
bien”.
Todos los que son nacidos en la semejanza caída de nuestros primeros caídos
padres, son nacidos sin nada de bueno dentro de ellos.
Esto aquí no es una cuestión, ni aquí ni en parte alguna, de lo que el hombre haya
hecho, o dejado de hacer, sino una cuestión, simplemente, de lo que el hombre ES.
El hombre más impío que haya alguna vez vivido se lamentará, y arrepentirá, y se
disculpará profundamente de muchas cosas que haya hecho, o dejado por hacer. La vasta
mayoría, hoy en día, caerá en sí sabiendo que son pecadores. Pero eso es una parte muy
pequeña de todo el asunto; tan pequeña que difícilmente diríamos que es una porción de
todo.
Como sucedió también con Isaías, cuando se vio a sí mismo en la presencia de Dios,
y en la presencia que era del todo tres veces “Santo”; y vino a saber cuan necesitado estaba
de llegar a ser absuelto del verdadero carácter de su humana naturaleza. Las palabras de
Isaías fueron estas
YO SOY,
Debió ser esto y mucho más; pero hay algo por detrás, y algo por debajo, y alguna
cosa más allá de todo eso en la confesión de Isaías, y eso es:
¡Pero esto es, ciertamente, muy diferente a tener una justicia Divina imputada a
nosotros!
Lo que tenemos que preguntarnos es: ¿Fue la justicia de Abel la misma que la de
Abraham? Nosotros vemos que Lot fue un hombre justo (1ª Pedro 2:7, 8), y sin embargo no
se incluye en este capítulo. El propio Abraham, desde el tiempo de su llamamiento en
ENTONCES, es cuando está escrito, Abraham creyó a Dios y le fue contado por
justicia. Lo que sea que esto significase para Abraham en la vía de bendición bajo el punto
de vista de Dios, no se nos dice. Pero debe haber habido una señal distintiva visible de
antelación del favor Divino; y cuenta para mucho de lo que leemos de Abraham, que no
encontramos en el caso de otros, los cuales no se mencionan en este capítulo.
2 Por esta razón: porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree a
Dios.
3 Por esta razón añadida; que en este Evangelio se revela la justicia, por fe y para
fe, es decir, Dios ha dado nuevas revelaciones de los objetos de la fe del hombre; y ha
revelado la manera cómo el hombre puede no solo ser absuelto sino también justificado.
4 Por la concluyente razón que constituye esto como las buenas nuevas: que, no
solamente es revelada la justicia de Dios, sino que también la ira de Dios se revela, de la
cual, este evangelio trae buenas nuevas de completa liberación.
Esta es la justicia revelada en el Evangelio. Es algo más grande y distinto que una
justicia legal. Es algo dado y recibido a través de imputación sobre el principio de la fe. Y
es esta justicia, la que se imputa a los creyentes hoy. No es el legítimo derecho de Dios de
imputar justicia, ni es Su actuación conforme a ese atributo; sino que es algo que imputa o
atribuye Él o reconoce para el creyente. En otras palabras, es la justicia imputada o
atribuída.
(1) En cuanto al tiempo pasado, Dios actuó justamente pasando por alto
los pecados, en Su abundante gracia, es decir, en absolver aquellos que creyeron en
Él cuando habló en los diversos tiempos y de varias maneras”.
(2) En cuanto al presente, en este tiempo, Él declara que es igualmente
justo en justificar; es decir, en imputar como justo a todo aquel que creyó en Jesús;
todo aquel que creyó lo que se le dio a conocer acerca del Salvador.
Por eso en 2ª Corintios 5:21, se nos adelanta una revelación posterior, esto es, que
aquellos que ahora creen a Dios en lo que les ha revelado de Cristo, son divinamente
hechos justos en Él.
Por eso creer a Dios en lo que ahora dice, en Su Evangelio, concerniente a Su Hijo,
no solamente es para ser salvos de la ira venidera por Su poder, no solamente para ser
absueltos y dados por no culpables, sino para ser contados como positivamente justos, por
Su gracia.
Pero todo esto es por fe; es decir, por creer lo que Dios ha revelado.
Abel creyó a Dios, y fue judicialmente absuelto. Dios dio testimonio de su ofrenda,
al aceptar la muerte del cordero sustituto, en vez de la muerte que Abel se merecía como
pecador. Por eso fue justificado Abel; y permanece aún judicialmente absuelto delante de
Dios.
Pero esto nos lleva a una cuestión posterior, que es tanto interesante como
importante. ¿Por qué esta justicia, tanto si es legal como si imputada, depende sobre nuestra
creencia en lo que dice Dios? ¿Por qué no hay más condición ninguna delegada por Dios de
entre todas las muchas cosas que Dios podría haber requerido del hombre, ¿por qué esta fe
sola se mantiene como único suelo o base de justificación, y esto además, durante todas las
edades o tiempos, desde aquel día hasta ahora? ¿No será esa pregunta digna de
cuestionarse?
No se nos da con muchas palabras; pero se nos pone delante de nosotros muy
claramente al principio de las páginas que abren el segundo, tercer y cuarto capítulos de
Génesis.
Eva cayó por no creer lo que Dios había dicho. Tropezó con las palabras que Dios
habló. Ella trató con estas palabras de las tres formas en que el hombre puede manipularlas
engañosamente.
“Ciertamente no moriréis”, y
“Seréis como Dios”,
Estas fueron las sentencias que Eva creyó; y las palabras de Dios, habiendo sido
omitidas, añadidas y alteradas, fueron al fin y al cabo desacreditadas. Así, pues, por creer
las palabras de Satanás, se introdujo el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte. Por
tanto, solo por la creencia a la Palabra de Dios puede el hombre reconquistar la vida, y
dejar de lado el pecado.
Esta es LA RAZÓN POR LA CUAL creer lo que Dios dice es la única condición de
justificación.
¡Oh, Dios mío! ¡Cuán diferente contraste tiene todo esto con lo que lleva a cabo la
religión! La religión ocupa al hombre enteramente consigo mismo: con lo que haya hecho,
con lo que pueda hacer, y con lo que debe hacer. Dios ocupa al hombre Consigo Mismo, y
con lo que ha dicho.
Esto es lo que caracteriza a toda “religión” en el día actual y presente, en “El Día
del Hombre”. El hombre es exaltado, y Dios es relegado y puesto de parte. Los hechos del
hombre sustituyen la creencia del hombre. Eso es por lo que, por todas partes, las palabras
del hombre han sustituido las palabras de Dios. Y a medida que la importancia de las obras
del hombre vaya creciendo en su estima, más irá decreciendo la Palabra de Dios. Eso es por
lo que, en el mundo religioso las dos grandes cuestiones que ocupan al hombre son: (1)
aquello que él debe hacer para ser justo, y (2) aquello que debe hacer para ser santo. Son
siempre “QUEHACERES”, desde el principio hasta el final, en vez de creer a Dios.
Tan sutil es el veneno de la Vieja Serpiente, que no solo hace al hombre, en los días
actuales, en esta su nueva teología que no crea en las palabras de Dios; sino que además le
hace no creer nada de todo lo que hay en la Palabra de Dios. Eso es por lo que pone su
máximo empeño y esfuerzo en menospreciar y dejar de lado todo lo que sea sobrenatural
en las Escrituras de verdad.
Aquí es donde Dios hace hincapié con Su decreto irreversible. Se establece la única
condición indispensable de que Él no tiene respeto alguno a las obras del hombre; no altera
Su sentencia de muerte debido a lo que el hombre haya dejado de hacer.
Cualquiera que lo haga así, y dé este simple primer paso, permanece judicialmente
absuelto, como permaneció Abel.
Cualquiera que crea a Dios en su promesa posterior, en, por, y a través de Cristo, su
fe le es contada (reconocida o imputada) por justicia, como le fue contada a Abraham.
Porque no solo por su causa se escribió, que le fue contada, sino POR NOSOTROS
TAMBIÉN, nos será contada si creemos en Aquel que levantó a Jesús nuestro Señor de la
muerte, el cual fue entregado por causa de nuestras ofensas, y levantado para nuestra
justificación. (Romanos 4:22-25).
Abraham y David creyeron a Dios con respecto a Sus promesas en Cristo. Por eso
está escrito que la justicia se les imputó (Génesis 15:6 y Romanos 4:3; Salmos 32:2 y
Romanos 4:6). Dios le había predicado, anteriormente, el Evangelio a Abraham (Gálatas
3:8), David habló de Cristo (Hechos 2:31); y ambos creyeron a Dios.
¿CREEMOS NOSOTROS?
¿Creemos lo que Dios ha dicho acerca de nosotros propios como caídas y arruinadas
criaturas; y, que somos declarados justos habiendo sido judicialmente absueltos?
Y, ¿Vamos a seguir creyendo todo lo que Dios ha dicho acerca de Sus promesas en
Cristo, como levantado de la muerte, y que así somos en esa cuenta justificados, siéndonos
nuestra fe imputada por justicia, ¡sí! Una justicia Divina que se nos imputa y reconoce, por
la cual somos hechos divinamente justos en Cristo?
Estas son las cuestiones que se resuelven por considerar la fe de Abel. Nos lleva
desde la no imputación de pecado, hasta la imputación de justicia.
Nos lleva más allá de la doctrina de la sustitución; más lejos que el sacrificio de un
animal para el pecado del hombre; y guía al pecador, a la más alta doctrina de su
identificación, como un santo con Cristo.
La única cuestión que permanece es esta: ¿Vamos a vivir por fe para fe? (Romanos
1:16, 17).
¿No va todo esto mucho más lejos que los meros razonamientos teológicos y
escolásticos argumentos en cuanto a lo que sea la justicia de Dios, y de la ley envuelta en la
justificación de Cristo, que fue muy discutida entre la Hermandad* hace ahora unos pocos
años atrás?
*El autor se refiere a un tema de debate en un seminario organizado por la iglesia “la Hermandad” en
el Reino Unido, que causó una gran controversia y alcanzó mucha fama en la época.
Estas controversias crearon mucha amargura, y dejaron mucha confusión por detrás.
Sin embargo, nuestro tema nos lleva más allá y se sobrepone a todo esto, y nos revela el
hecho bendito de que Cristo Propio, en todo lo que Él ES, y TIENE, y HA HECHO, es, de
Dios, hecho igual en nosotros, los que creemos en Él: “JUSTIFICACIÓN”.
En vez de regocijarse en este hecho bendito, y alabar a Dios por todas las cosas
maravillosas que ha hecho para nosotros, muchos de Sus hijos se enredan en una especie de
controversia pos muerte; y se ponen a disecar la vida y el sufrimiento de Cristo. Por eso, en
vez de sujetarse a la Cabeza y de vivir en la unidad de la paz, se hallan mordiéndose y
devorándose unos a otros, entre los “miembros”.
¡Ojalá que podamos seguir andando por fe y para fe, y creamos a Dios en todo lo
que nos revela en cuanto a nuestra identificación con Cristo, que tenemos Su justicia, Su
santidad. ¡Su perfección, que ha sido imputada a nosotros, y toda Su sobreabundante
gracia!
Ya hemos visto, en nuestro último capítulo, el por qué la Fe, es decir, creer lo que se
ha oído de Dios, es la única base de aceptación con Dios, y el suelo único o base de que
seamos judicialmente absueltos a Sus ojos.
Estas son las últimas palabras divinas escritas para nuestro aprendizaje concerniente
a Abel:
El clamor de su sangre desde la tierra fue para reclamar venganza sobre Caín (como
se menciona en Génesis 4:10).
Su fe nos habla hoy en día. Esa fe nos dice que no hay nada más que pueda ser
sustituido por la fe: Esa fe nos cuenta que nada más se le puede añadir a la fe. No son las
obras. No son los sentimientos. Ni son tampoco las experiencias ni los arrepentimientos.
No es incluso por amor. Sino que es fe y fe solamente.
La Fe tiene que ver con lo que oímos de parte de Dios; no con lo que sentimos.
Nuestros sentimientos no nos conectan con Dios, sino simplemente con nosotros mismos.
Cualesquiera que sean, no afectan para nada nuestra relación con Dios, o nuestra posición
delante de Él. En el mejor de los casos son buenos +sentimientos humanos. Pero, la Fe es
Divina y tiene que ver con Dios.
La Fe, por supuesto, produce sus propios sentimientos, pero solamente dentro de sus
preciosos frutos; pero los sentimientos nunca llegarán a producir la Fe. “Siendo justificados
por fe, tenemos paz para con Dios” (Romanos 5:1). Esta paz es sentida. Es un bendito
sentimiento de paz con Dios. Pero viene por la fe en lo que Dios ha dicho; y no por
sentimiento alguno que se origine en nosotros mismos.
Así, pues, la sangre de Abel continúa clamando a nosotros, aunque Abel esté
muerto.
Pero la sangre de Cristo también clama. Nos habla de una mejor sangre que la de
Abel (Hebreos 12:24).
Abel solamente tuvo que ver con una cosa buena –el tipo o modelo, pero nosotros
tenemos que ver con la mejor cosa – el anti-tipo (El cumplimiento del sacrifico expiatorio
de Cristo en el Nuevo Testamento para el perdón de los pecados. Nota de traductor);
nosotros tenemos aquello que el tipo o ilustración prefiguró, la preciosa sangre de Cristo
misma. Si la primera fue capaz de conseguir una justicia legal, la posterior es ciertamente
capaz y poderosa para conseguir una justicia que sea Divina. Así la fe de Abel, continúa
hablándonos.
Pero Caín también habla. Habló a Abel. Y dijo Caín a su hermano Abel (Génesis
4:8)…y aconteció que, etc. En la Versión A.V. existen dos puntos después de la palabra
hermano. En algunos Manuscritos hay una pausa o corte; en otros hay un asterisco * * *
indicando la omisión.
Lo que Caín le dijo a Abel fue salgamos al campo. Hacía parte de los planes de
Caín, llevar consigo a solas a Abel su hermano al campo; y cuando llegaron allí,
súbitamente, se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. Sus palabras, y actos, muestran
la deliberada intención de sus planes.
Aquí tenemos parte del camino de Caín. Aquí tenemos, al principio de la Biblia, la
manifestación real de lo que verdaderamente es la religión.
Caín fue un hombre religioso. Caín se acercó para adorar a Jehová. Trajo sus
ofrendas y dones. Las puso delante de Jehová. Pero sus obras eran malas; y asesinó a su
hermano (1a Juan 3:12).
Esta es la esencia de toda religión desde aquel día hasta el día de hoy.
Este es el camino de Caín: y todo aquel que posee religión en vez de a Cristo (El
cual es, en Su misma bendita Persona, la esencia y centro de la verdadera Cristiandad), se
halla pisando en aquel camino hoy en día.
Pero, con Caín, el Señor puso del todo el asunto en su verdadero plano: Si bien
hicieres, ¿no serás enaltecido(o agradablemente acepte)? (Génesis 4:7). Esto se representa
en la traducción de la primera frase en la Septuaginta: Si tú ofreces correctamente…
No había diferencia alguna entre los dos hombres. Toda la diferencia residía en sus
ofrendas, con las cuales demostraron que uno creyó a Dios, y el otro no.
Abel hizo lo bueno porque creyó, y por tanto, obedeció a Dios – Caín no hizo lo
bueno; porque no ofreció correctamente, aunque la forma correcta de hacer la ofrenda por
el pecado estaba a la mano.
¡Oh! ¡Cuántos y cuantos millones de personas han pisado desde entonces el camino
de Caín!
Son como el mismo Pablo, quien al mismo tiempo que era el más religioso, también
era un blasfemo, y un perseguidor e injuriador (1ª Timoteo 1:13); al mismo tiempo que
actuaba movido por la justicia que en la ley es sin tacha alguna, el andaba persiguiendo a
la Iglesia. Si alguien hubo alguna vez que anduviese en la carne, y en la religión, Pablo
podía decir, yo más. (Filipenses 3:4-7).
Todo esto es como los atenienses que eran muy religiosos (Hechos 17:22). No es
una cuestión de empeño, o celo, ni tan siquiera de sinceridad. La sinceridad no puede
servirnos para nada, a menos que, lo que sinceramente creamos, sea lo que Dios ha dicho.
El hombre, con todo su celo religioso, quiere ofrecerle algo a Dios, conforme le parece. Es
por eso que son muchos los que se esfuerzan en presentarle la obra o fruto de sus manos; y,
siendo ignorantes de lo que Dios ha dicho, o no creyéndole, su único gran esfuerzo no solo
se centra en mejorarse a sí mismos, sino mejorar todo el mundo también.
Ellos juzgan y ven que no todas las cosas son o están como a ellos les gustaría; sin
embargo, en vez de creer a Dios para que las remedie, ellos buscan sus propios remedios.
Por eso, el hombre todavía sigue pisando el mismo camino de Caín, y lo sigue
cuando se aparta de la presencia del Señor (Génesis 4:16). El hombre no puede soportar
Su Presencia. ¡Busca esconderse y alejarse de Dios cuanto le sea posible! (Efesios 2:13).
Todo su esfuerzo se destina a hacer algo original que lo deleite, y que lo haga
sentirse feliz, ¡tan feliz cuanto sea posible! ¡Exactamente igual que Caín que construyó sus
ciudades, y multiplicó sus lujos!
¡Sí! El hombre, de igual forma que Caín, es muy religioso, Pero al fin y al cabo, la
tierra con Caín clamaba, manchada por la sangre de su hermano. Y, como entonces, así
sucede también hoy en día, el mundo que las Iglesias están procurando mejorar, está teñido
con la sangre de Cristo. Así como la sangre de Cristo habla mejor que aquella de Abel para
el creyente; de igual forma también habla de una más terrible venganza para el incrédulo.
Aunque los tres persiguen sus propios rumbos por separado, hasta una cierta etapa,
hay una evolución de uno a otro, y los tres acaban de igual manera en juicio.
El de Caín fue un castigo más grande que aquel que podría soportar (Génesis 4:13).
El de Balaam fue una plaga de la fiera ira del Señor (Números 25). El de Coré fue la
sepultura que abrió su boca y los encerró en la oscuridad de las tinieblas para siempre
(Judas 13).
¡Qué gran y solemne lección es esta para todos los que se rehúsan creer a Dios!
¡Qué final tan desastroso para el camino de Caín! ¡Qué gran contraste hay entre los dos
caminos!
En Samuel leemos acerca de la muerte de Saul; y por todo lo que allí leemos,
fueron los filisteos quienes lo asesinaron; pero cuando volvemos a leer el registro del
mismo acontecimiento en el Primer Libro de Crónicas en el décimo capítulo, vemos muy
pocas referencias de cómo murió Saul, y en los versículos 13 y 14 se nos dice brevemente
el por qué, es decir, la causa: “Así murió Saúl por su rebelión que prevaricó contra Jehová,
contra la Palabra del SEÑOR Jehová, la cual no guardó, y porque consultó una adivina, y
no consultó al SEÑOR Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de
Isaí”. En 1ª Samuel 31 dice que los filisteos asesinaron a Saúl; sin embargo en Crónicas
dice que el Señor mató a Saul. Dios tenía que cumplir un doble propósito: Tenía que
castigar el gran y grave pecado de Saúl; y además tenía que cumplir Su propósito
afirmando a David sobre el trono de Israel. Así que en uno de los Libros vemos el simple
acontecimiento, y en el otro vemos los motivos o razones secretas del porqué sucedió.
Esta será la llave siempre que surja una dificultad leyendo estos libros. Esta es la
razón de por qué era necesaria más de una historia. Tenemos el punto de vista humano y el
Divino; aquello que pertenecía a las apariencias externas se da en Samuel y Reyes; mientras
que lo que tenía que ver con “el corazón”, y la secreta razón de todo, se da en Crónicas.
Ahora bien, las palabras iniciales de cualquier libro, de cualquier historia, o de una
parte de la Palabra de Dios son siempre esenciales. Las primeras palabras son todo; la
primera ocurrencia de una expresión tiene siempre un gran valor, dándonos la llave para
todo lo que sigue. Observe las primeras palabras del Señor Jesús. Debe haber hablado al
tiempo en que todos los niños comienzan a hablar, pero no se registran ninguna de las
palabras que declaró, hasta que tuvo doce años de edad. Cuando el Espíritu Santo Dios
escogió preservar las primeras palabras del Señor Jesús, es porque ciertamente tenía por
detrás una buena razón. ¿Cuáles fueron esas palabras? Solamente estas: “¿No sabíais que
en los negocios de Mi Padre me es necesario estar?” Que palabras tan maravillosas son
estas cuando nos damos cuenta de la conexión que tienen con el Salmo capítulo 40, y el 10º
capitulo de Hebreos: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”.
Se trataba de “los negocios del Padre” a los que Él vino a ocuparse. Ahora juntemos
estas palabras con las últimas que profirió: “¡CONSUMADO ES!” ¿Qué es lo que estaba
consumado? Los negocios del Padre que él había venido a “tratar”. Para ver la importancia
y belleza de este gran principio, será bueno que sigamos esta regla en lo que digamos y
escribamos: porque hay un dicho que dice que “la primera impresión es muy importante”.
Ahora bien, la primera impresión que el Espíritu Santo nos ha dado acerca de
Josafat es esta: “el cual se hizo fuerte contra Israel” (2ª Crónicas 17:1). Estas palabras son
la llave para la totalidad de su historia: y para entenderla debemos recordar que Jeroboam,
Rey de Israel, asentó las tiendas en Betel y Dan, y los idolatras volvieron a introducirse al
Templo de Dios. Josafat “se esforzó contra” los idólatras y la idolatría. Este esfuerzo contra
la idolatría lo leemos en todas las historias del Antiguo Testamento, así averiguamos qué es
lo que agrada a Dios. No nos deja la menor sombra de duda.
“Y después de algunos años descendió a Samaria para visitar a Acab; por lo que
mató Acab muchas ovejas y bueyes para él” (2ª Crónicas 18:2). Si no se hubiese juntado en
parentesco con Acab, no hubiese tenido parte ni habría participado de la hospitalidad de
Acab; y vemos muy claro que la hija de Acab, y las ovejas y bueyes de Acab, consiguieron
lo que los hombres de guerra de Acab no habían podido conseguir hacer anteriormente:
porque EL SEÑOR estaba con él cuando se esforzaba contra Acab, pero cuando contrajo
parentesco con Acab, el Señor ya no andaba con él, aunque Sus ojos no lo perdieran nunca
de vista.
El hecho siguiente nos muestra el resultado de esta visita, y fue que Acab persuadió
a Josafat que fuese con él contra Ramot de Galaad (vers.2) que era una de las Ciudades de
Refugio. Esta ciudad había caído en manos de los Sirios, y Acab quería reconquistarla, pero
sabía que no podría llevar a cabo sus planes sin la ayuda de Josafat; por eso le dijo (vers.3),
“¿Quieres venir conmigo contra Ramot de Galaad?” Y Josafat le respondió: “Yo soy como
tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra”.
Ahora bien, debía haber algunas personas piadosas en Judá que dijeron: “nosotros
no vamos hacer lo mismo; no imitaremos a Josafat uniéndose así en alianza con aquel
perverso idólatra Acab”: y debió también haber algunos diciendo: “! Oh! Pero mira, es
buena persona; si supiese que esto es malo no lo haría; y además, ¡mira que buena obra
está haciendo! Es una de nuestras Ciudades de Refugio, ¿no tenemos derecho a reclamar
la ciudad de Ramot de Galaad que Dios nos dio?” Si fue eso lo que algunos dijeron o no,
no lo sabemos, pero es exactamente lo que la gente dice hoy en día: “Estoy seguro de que,
si supiera que esto no está mal, este buen hombre no haría tal y tal cosa”. Sin embargo
hemos de saber lo que Dios piensa de todo el asunto.
Tenemos que preguntarnos qué son las “buenas obras”. No debemos tomar en
cuenta lo que el hombre define por “buenas obras”. Dios lo ha definido muy bien en
Efesios 2:10: donde Él habla de las “buenas obras” diciendo que son las que Dios ha
preparado de antemano para que anduviésemos en ellas. Solamente esas son “buenas
obras”; ninguna más. Es posible que haya grandes obras, pero no son buenas obras. ¿Había
sido esta una obra preparada por Dios para Josafat? Podemos estar perfectamente seguros,
por lo que ocurrió, que Él no la preparó ni la dispuso. Josafat no solo se comprometió a sí
mismo, sino también a su pueblo; y después se sintió muy perturbado.
Observe el versículo siguiente: “Además dijo Josafat al rey de Israel: Te ruego que
consultes hoy la palabra del SEÑOR JEHOVÁ”. Pero ya era demasiado tarde, después de
haber dicho: iremos a la guerra contigo. Esto es exactamente lo que sucede con la gente
hoy en día; primero afirman y se comprometen con lo que intentan hacer, y después
“consultan al Señor”. Claro que nosotros deseamos hacer algo mejor que eso. Ciertamente
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no queremos que el Señor nos ayude en nada a menos que sea Su obra, a menos que sea lo
que Él preparó para que nosotros lo hagamos. Sin duda tenemos un beneficio que no tienen
los que se contentan con intentar hacer la voluntad de Dios. Si realmente supiésemos lo
infinitamente más sabia que es la sabiduría de Dios que la nuestra, deberíamos decir: “¿No
has ordenado Tú ya y preparado TODASLASCOSAS para mí?” Y no deberíamos ser
hallados planeando, calculando y desarrollando lo que hemos resuelto hacer por nuestra
cuenta, y después pidiéndole a Dios que nos guíe o ayude a llevarlo a cabo.
Y ahora viene la batalla; sin embargo, antes de que comience, el Espíritu Santo nos
lleva aparte, al campamento de Israel para ver lo que sucederá a Josafat, y nos permite
escuchar lo que el rey de Israel dice en su tienda; después entonces Él nos lleva al
campamento de los Sirios, y nos permite oír lo que el rey de Siria le está diciendo a sus
capitanes.
Josafat agradó a Dios cuando se esforzó y se hizo fuerte contra Israel; sin embargo,
preguntamos, ¿se manifestó Su juicio cuando Josafat estableció parentesco con Acab? El
capítulo siguiente nos dice que, le salió al encuentro el vidente Jehú el hijo de Hanani, y
dijo al rey Josafat: “¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen al SEÑOR
JEHOVÁ? Pues ha salido de la presencia del SEÑOR ira contra ti por eso.”
¿Deseamos ser agradables al Señor? Aquí tenemos una lección para nosotros: ¡No
nos mezclemos con los idólatras! No busquemos “juntarnos en parentesco con ellos de
ninguna manera”. ¡Si los romanistas no son idólatras, entonces jamás existió idólatra
alguno! Los romanistas y ritualistas no son solamente idólatras, sino que degradan a Su
Dios comiéndoselo. Nosotros hemos aprendido por esta historia que no tenemos nada que
ver con los idólatras si tenemos el deseo de agradar a Dios. “Todo lo que se escribió antes,
se escribió para nuestra instrucción” fue escrito para nuestra enseñanza.
La Palabra de Dios no es solamente una luz para nuestros ojos, sino una lámpara
para nuestros pies, para exponernos donde colocarlos mientras atravesamos el laberinto de
este mundo perverso. Sin embargo, no obstante todo lo que Josafat había atravesado, se nos
dice (cap.19:1) que “volvió en paz a su casa en Jerusalén”. Observe el contraste que tiene
esto con la vuelta o retorno de Acab. No volvió en paz a su casa. Esto es un retrato fiel de
cómo trata con nosotros “el Dios de toda gracia”; Él, nuestro Dios del Pacto. El Dios de
Jacob lo que prácticamente significa es el Dios de toda gracia. El Dios de Jacob significa el
Dios con el cual Jacob tenía que tratar, cuando no merecía otra cosa que ira. ¡Dios lo halló,
y le dio gracia y favor inmerecidos! Le dio todas las cosas, aunque nada mereciese; por eso
está escrito: “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob” (Salmos 146:5).
Ahora podríamos pensar que Josafat aprendió bien la lección de ahí para adelante;
pero mire el versículo 35 del 2º capítulo. Se nos lleva hasta el final de su reinado, y
debemos observar la belleza y perfección de las palabras, y la plenitud de verdad que
contienen dentro. Y después de cometer este terrible error, y la gran tribulación que
atravesó hasta que la maravillosa gracia de Dios lo liberó, después de la advertencia
solemnemente que había recibido Josafat, el rey de Judá TRABÓ AMISTAD con Ocozías
rey de Israel”. Bien podríamos pensar, tal vez, que este Ocozías fuese un hombre mejor
que su padre, pero no lo era – porque se añade “el cual era dado a la impiedad”.
“HIZO CON ÉL COMPAÑÍA para construir naves que fuesen a Tarsis”. Esta fue
una alianza comercial. Primero tenemos una alianza matrimonial; después una alianza
militar; y, finalmente, tenemos una alianza comercial. Eliezer hijo de Dodava, de Maresa,
profetizó contra Josafat, diciendo “Por cuanto has hecho compañía con Ocozías, Jehová
destruirá tus obras. Este es el resumen de todo. Tres veces repite el Espíritu Santo estas
palabras “hiciste compañía” para mostrarnos el verdadero secreto del mal; pero en el Libro
de Reyes (1ª Reyes 22:48) tenemos este hecho adicional:
Cuando se partieron las naves, el enemigo no le dejó irse libremente sin otro asalto.
Es cierto, los barcos que fueron construidos se rompieron, pero sucedieron más cosas, y
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Ocozías el hijo de Acab le dijo: “Vayan mis siervos con los tuyos en las naves. Mas Josafat
no quiso” ¡Gracias a Dios! Al final aprendió la lección. ¡Ojalá que tengamos la gracia de
aprender! Y ahora, tenemos dos grandes lecciones para nuestro tiempo:
(1) Es de señalar que en Inglaterra estamos atravesando por esta misma experiencia
en nuestra historia nacional. Nuestro Josafat fue James I. Ha sido a través suyo que tenemos
la Versión Autorizada (King James); él fue un buen hombre, pero también muy débil.
James I, igual que Josafat, entregó en matrimonio a su hijo Carlos con una idólatra,
Henrietta, la hija de Enrique, Rey de Francia. Por supuesto, bien sabemos ahora que no
debería haberlo hecho; y, si él hubiese leído esta narrativa, habría salvado el país de un
vasto número de miserias. Pasó por las mismas tribulaciones que en el caso de Josafat;
llevó al país al desastre nacional.
(2) Pero hay además otra lección. La primera fue política. Esta es religiosa, y se
conecta con la obra Cristiana.
El resultado de esta alianza fue desastroso, y así sucedió también en los casos de
Josafat, en Judá, y de James I, en Inglaterra: porque estas Versiones romanas contienen los
libros apócrifos, y una gran disputa y controversia surgió con quien tiene su sede principal
en Escocia. El difunto James, y Robert Haldane, y el Dr. Andrés Thompson fueron los
conquistadores de una Biblia Pura; mientras que la puesta en circulación con los libros
apócrifos fue defendida con argumentos que minan y aguan el Canon de la propia Escritura.
Además, el ruego se hace para que aquellos buenos hombres (es decir, como
Josafat) no apruebe este tipo de alianzas, si son erradas; y esa es una “buena obra” para
hacer circular estos libros (como Josafat pensando que sería bueno reconquistar Ramot de
Galaad). Pero está escrito: “Mejor es el que se enseñorea de su espíritu que el que toma
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una ciudad” (Proverbios 16:32). Josafat no se enseñoreó de su espíritu; ni tampoco se llegó
a adueñar de la ciudad. Pero a nosotros no se nos deja en la duda en cuanto al veredicto del
Señor sobre estas alianzas, tanto da que sean con las Versiones romanistas, legislaciones
Jesuitas, como con comuniones socinianas. La palabra del profeta Jehú fue escrita para
todas las edades, y conlleva una solemne advertencia para todo el Pueblo del Señor hoy:
¿Das ayuda al impío, y amas a los que aborrecen al SEÑOR JEHOVÁ? – 2ª Crónicas 19:2.
Ya hubo miles y miles de almas que perecieron por su fe en Dios y en Su Palabra que
fueron notables y han sido contabilizados, pero, sin embargo, otros muchos millares hubo
con la misma fe que se quedaron en el olvido, que nunca serán conocidos hasta que llegue
“aquel día” venidero del reparto de recompensas en el “Bema”, y aparezca entonces “el día
de la venganza de nuestro Dios”.
La Armada Invencible que salió en barcos por mar desde España no se destinaba a
conquistar territorios, ni fue impulsada por motivo alguno de cariz político, sino por la
supremacía religiosa. Numerosos instrumentos de tortura fueron hallados en aquellos
barcos bajo las órdenes de Roma, los cuales no servían de armamento para guerras
honorables, sino para la subyugación de la conciencia, y la extinción de la libertad.
Estos son, siempre han sido, y siempre serán los dos objetivos principales de las
persecuciones religiosas a lo largo de toda la historia del hombre.
Así que un miembro de tales sectas se atreva a aprender y descubrir alguna verdad
nueva de la Palabra de Dios por sí mismo, que sea diferente de lo que haya sido de
antemano determinado por la propia secta religiosa, rápida y súbitamente experimentará los
peores rasgos típicos de la “religión”, y se dará cuenta, mismo en su vida privada, del poder
de una secreta inquisición, la cual es tan real hoy en día como la de Roma antigua, y cuyas
torturas, aunque no sean físicas ni corporales actualmente, son sin embargo sentidas igual
de palpablemente, y pueden, además, tener repercusiones y efectos en la salud del cuerpo y
los poderes mentales.
Se requiere, por tanto, la “misma y apropiada fe” en nosotros, que la que tenían los
santos de la antigüedad, si es que vamos a atrevernos a creer a Dios en lo que nos ha
revelado en Su Palabra.
Así, pues, repetimos de nuevo, que nada sino una fe viva en el Dios viviente “nos
podrá mantener firmes cuando así tengamos que enfrentar la intolerancia religiosa”.
Recordemos aquellos “otros” (de HEBREOS 11:36) que no tienen nombre ni son
contabilizados; así nos demos también nosotros por satisfechos, sin tener tampoco ningún
nombre por el cual seamos recordados.
Aquellos que a través de la fe ofrecida por Dios fueron capaces de hacer grandes
maravillas y señales, pueden haber sido nombrados y conocidos, seguidos y hasta alabados
por el mundo. Sin embargo, hay “otros” que deben contentarse con andar con Dios, siendo
desconocidos por el mundo y por la propia Iglesia misma, y sufrir por lo que están
aprendido de la Palabra de Dios y de Su boca, y por atreverse a creer a Dios… en vez de las
tradiciones de los hombres.