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Rescate de fauna en el Neotrópico: cerrando el milenio

por

Carlos Drews

Citar este documento así:


Drews C. 1999. Rescate de fauna en el Neotrópico: cerrando el milenio. En C. Drews (editor).
Rescate de fauna en el neotrópico, pp. 495-520. Editorial Universidad Nacional EUNA, Heredia,
Costa Rica.

Introducción

Durante este último siglo del milenio los mecanismos de difusión de información se han desarrollado a velocidad
vertiginosa de manera que hechos, ideas, perspectivas y actitudes tienen el potencial de alcanzar en poco tiempo millones
de personas alrededor del globo. La aviación civil, las telecomunicaciones masivas, los eficientes canales de distribución
de impresos en múltiples idiomas, y el Internet a través de su red mundial, entre otros, han dado pie a un grado de
mobilidad tanto de personas, como de productos físicos e intelectuales, nunca antes alcanzado por la humanidad. Esta
globalización ha tenido repercusiones fundamentales en relación a las prácticas de uso de fauna. En primer lugar, los
consumidores de productos de animales y de animales vivos para mascotas, laboratorios y colecciones de exhibición, ya no
provienen necesariamente del rango de distribución de las especies involucradas. Los grandes volúmenes de animales que
la tecnología permite ofrecer a distancia, extraer del entorno silvestre y transportar, permiten atender una demanda masiva
y dispersa alrededor del planeta (ver Drews: Capítulo 1). En segundo lugar, la tecnología ha permitido una participación
igualmente masiva en la expresión de puntos de vista sobre los esquemas de aprovechamiento comercial de animales
silvestres. En la medida en que la información puede alcanzar miles de interasados, por ejemplo en relación al declive de
poblaciones silvestres, capacidades cognitivas de la fauna, y reflexiones filosóficas, se hace más factible que se consolide
una masa crítica con iniciativas concretas, humanitarias y conservacionistas, para controlar prácticas de aprovechamiento
faunístico detrimentales.

En relación a iniciativas de rescate de fauna, la problemática a nivel neotropical radica esencialmente en la extracción de
fauna silvestre para el comercio internacional y la tenencia de animales como mascotas en hogares a nivel doméstico
dentro de la región. Ambos conducen a decomisos cuando se infringe la ley, o a donaciones cuando la mascota deja de ser
deseada. Además, en menor grado, se rescatan en casos aislados animales encontrados heridos en condición silvestre. Este
escenario se contrasta drásticamente con la labor de rescatadores en Norteamérica, por ejemplo, donde la gran mayoría de
animales atendidos son individuos heridos, envenenados o huérfanos que son llevados a los centros de rescate por
particulares (Gentz: Capítulo 28, E.Clark com. pers.). Con el propósito de caracterizar la situación del rescate de fauna en
el Neotrópico al cerrar el milenio, me baso en gran medida en las contribuciones a este volumen, debido al dificultoso
acceso a material publicado adicional sobre este tema. Presento primero una síntesis de las reflexiones sobre el por qué de
tales iniciativas, luego ilustro los principales puntos compartidos por los países de la región en relación al manejo y marco
legal de los centros de rescate, las especies comúnmente rescatadas y las técnicas utilizadas, y discuto los aspectos
contrastantes, así como la perspectiva futura de este movimiento. Como referencia para la caracterización regional utilizo
los aportes a este volumen de los siguientes países: Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala,
Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, El Salvador y Venezuela, los cuales considero representativos del Neotrópico en
general (Capítulo 1 ).

Reflexiones sobre el por qué

Hay varias maneras de responder de manera válida a la pregunta del por qué se llevan a cabo iniciativas de rescate de
fauna. Una respuesta se puede apoyar en el hecho de que existe un gran volumen de animales decomisados o mascotas no-
deseadas que requieren atención. Otra respuesta puede ir más allá y responder que existe una motivación humanitaria en
las personas que rescatan animales y que su compasión es el motor de tales iniciativas. Algún biólogo con vergüenza
profesional de admitir que se le parte el corazón al ver animales maltratados, podría argumentar que se trata de un
proyecto piloto para reintroducciones de especies en peligro de extinción. De otra parte, una funcionaria del gobierno
podría explicar que las iniciativas de rescate se llevan a cabo porque son parte de los compromisos adquiridos como
signatarios de la Convención para el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna (CITES por sus

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siglas en inglés) para la disposición de animales decomisados.

La importancia de reflexionar sobre las justificaciones de este quehacer radica en que al conocerlas, se puede en un
ejercicio de introspección detectar cuál se aplica a cada persona y en consecuencia formular objetivos de trabajo acordes y
consecuentes con ese compromiso. Es fundamental distinguir con honestidad entre la motivación personal que genera una
iniciativa y la justificación que se presenta ante la sociedad por la misma. Un ejemplo es la presentación de una iniciativa
de rehabilitación de animales decomisados, motivada por razones humanitarias, como un proyecto de conservación de
especies amenazadas con el ánimo de captar fondos destinados a tal propósito. Es evidente que unos pocos individuos
rehabilitados, y una pequeña proporción de ellos liberados con éxito, poco contribuyen a mejorar la viabilidad de sus
poblaciones silvestres (Grandy: Capítulo 4, Jiménez: Capítulo 5). En algunos casos, sin embargo, el proyecto de rescate de
animales individuales tiene un componente genuino de conservación a través de sus programas de investigación,
educación ambiental y concientización, por ejemplo (Capítulo 5, Clark: Capítulo 6, Mendoza y Ramos: Capítulo 19). Hay
por lo menos un ejemplo en el Neotrópico en el cual, por el contrario, un proyecto de conservación de una especie
amenazada (la cotorra margariteña, Amazona barbadensis) ha adoptado entre sus tareas la rehabilitación y liberación de
individuos decomisados (Carrillo y Rojas-Suárez: Capítulo 22 ). En cualquiera de estos proyectos, un esquema rigurosos
de registro y análisis puede contribuir al seguimiento y diagnóstico de las condiciones ambientales del entorno, como lo
demostró el caso de intoxicación masiva de avifauna por un pesticida, descubierto a partir de un águila enferma que
ingresó a un centro de rescate en los Estados Unidos (Capítulo 6).

La concatenación entre rescate de fauna y el establecimiento de pie de cría de especies amenzadas con animales no-
liberables para reintroducciones posteriores, es otra opción comúnmente planteada en el Neotrópico bajo la sombrilla
conceptual de la biología de la conservación. Esta es difícilmente realizable por la naturaleza diferente de las políticas,
objetivos y metodologías de ambos programas (Capítulos 4 y 5, Nassar: Capítulo 30). Si bien las liberaciones de animales
rescatados deben ser realizadas con cautela, la transferencia de las consideraciones genéticas y poblacionales de la biología
de la conservación a las liberaciones individuales puede llegar inclusive a convertirse en un obstáculo innecesario para
llevarlas a cabo (p.ej. Capítulo 4). La reintroducción aparece sólo como un último recurso dentro de las herramientas de
conservación por sus bajas probabilidades de éxito, obstáculos inherentes de índole genética, veterinaria y social, así como
los elevados costos asociados. Pero esto no debería obstaculizar un programa de liberación de individuos rescatados - la
reinserción de una pieza desplazada a su hábitat de origen (Capítulo 4). Conviene enfatizar que consideraciones
humanitarias y el reconocimiento del valor intrínsico de los animales (Hoyt: Capítulo 3) son justificación suficiente para
promover una iniciativa de rehabilitación y liberación, por lo cual la franqueza se traduce en transparencia y norte para el
proyecto. Sin ser requisito, su complemento con actividades concretas orientadas hacia la conservación, como la educación
ambiental, potencia significativamente el alcance de tal iniciativa.

En la base de los programas de rescate está su razón de ser: el hábito de mantener animales silvestres como mascotas en
hogares, tanto dentro como fuera del Neotrópico. Un enfoque a la raíz de la cadena comercial que termina en fauna
desplazada, debe concentrarse en el estudio de las actitudes de la sociedad hacia los animales (Drews: Capítulo 2).
Estudios de esta índole se han realizado por ejemplo en Estados Unidos, Alemania y Japón (Kellert y Berry 1980, Schulz
1986, Kellert 1993), así como en Botswana (Mordi 1991), pero ninguno hasta la fecha en el Neotrópico. El entendimiento
de las mentes de los consumidores de fauna a nivel doméstico permitiría optimizar recursos y diseñar estratégicamente las
campañas de educación, concientización y moralización nacionales con el fin de mitigar esta demanda por animales
silvestres a partir de un cambio de actitud (también Hernández: Capítulo 12, Capítulo 19, Quintanilla: Capítulo 18). A una
agresiva campaña de educación ambiental, entre otros factores, se ha atribuido el éxito en la conservación y aumento
poblacional de la cotorra margariteña (Amazona barbadensis) en Venezuela (Capítulo 22). Lograr cambios de actitudes,
sin embargo, no es una tarea fácil y puede tomar varias generaciones. En el escenario ideal, la simpatía por los animales
que genera su adquisición debe convertirse en una empatía informada y consecuente, que reconoce los requerimientos de la
fauna silvestre para su bienestar y prescinde de someterla a cautiverio en hogares (Capítulo 2). A corto y mediano plazo,
por lo menos, una exigencia que se debería cumplir es la implementación estricta de las leyes que regulan el uso de fauna y
que preveen sanciones para la captura, tráfico, comercio y tenencia ilegal de animales en la mayoría de las naciones
neotropicales. Los rescatadores de fauna están atendiendo un problema causado por otros y es apenas justo que los
causantes sean hechos responsables de sus actos (Capítulo 3).

Finalmente, una manera de responder al por qué de las iniciativas de rehabilitación y liberación es que se adquirió un
compromiso ético por ayudar a garantizar la vida de los animales que son desplazados por acciones humanas. Esta
argumentación es una trampa. En la medida en que garantizar la vida resulte, por ejemplo en un cautiverio a perpetuidad
en condiciones inadecuadas, estaríamos fallando en lograr el bienestar del animal en cuestión. Hoyt (Capítulo 3) es
contundente a este respecto y nos sugiere como misión prevenir el abuso y sufrimiento de los animales más que perpetuar
su vida. A menos que se pueda razonablemente esperar que la preservación de la vida de un animal dado no va a resultar
en contínuo o recurrente sufrimiento y dolor, debemos optar por la eutanasia precisamente para aliviar el sufrimiento

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venidero. El plantemiento claro de esa misión para con los animales, permite a los rescatadores de fauna justificar ante la
sociedad que lo cuestione, la decisión de optar por la eutanasia. En el bienintencionado afán por cumplir con el programa
de rescate no se debe olvidar que el bienestar animal está por encima de nuestro interés personal o profesional en
rehabilitarlos y liberarlos (Capítulo 3).

Centros de rescate

Un centro de rescate y/o rehabilitación de fauna silvestre es el lugar donde se reciben animales silvestres con el fin de
habilitarlos nuevamente para regresar a su hábitat natural (Drews: Capítulo31). Aunque puede ser ventajoso tener una
planta física propia para este propósito, en el Neotrópico ha sido común que las autoridades que efectúan decomisos de
fauna recurran a los zoológicos, zoocriaderos y personas particulares con el fin de que los animales sean rehabilitados, a
pesar de no tratarse de centros de rescate en el sentido estricto. En Costa Rica, por ejemplo, donde existen cuatro centros
de rescate oficiales, se realizó un diagnóstico nacional que incluyó 26 lugares que han desempeñado tal función (Ramírez
y Guillén: Capítulo 11). En varios países los zoológicos se ven sobresaturados ante la llegada de fauna decomisada, y ni las
instalaciones ni la filosofía de manejo de animales son acordes con lo estipulado para el rescate de animales. De manera
que en la mayoría de tales casos, los zoológicos no constituyen una opción viable de rehabilitación y eventual liberación.
Hay casos excepcionales, sin embargo, en los cuales zoológicos han creado instalaciones aparte, dedicadas a la
rehabilitación de fauna en aislamiento de visitantes y bajo un concepto compatible con un rescate de fauna profesional (ver
p.ej. Chacón y Janik: Capítulo 27 ).

Actualmente, es reducido el número de centros de rescate concebidos como tales en el Neotrópico. De los doce países
analizados , en cuatro no existen centros de rescate (Bolivia, Cuba, Nicaragua y Perú) y solo tres tienen más de un centro
de rescate (Argentina 6-8, Costa Rica 4, Panamá 2). En Colombia, Guatemala, Honduras, El Salvador y Venezuela existe
un centro de rescate a nivel nacional. A pesar de que algunos países no tienen centros de rescate, sí existen en la actualidad
iniciativas de rescate de fauna - como es el caso de Bolivia y Cuba, por ejemplo. Estas iniciativas son precisamente las que
eventualmente proponen la creación de tales centros y mantienen la inercia en la rehabilitación de fauna silvestre de sus
respectivos países. Ejemplos del funcionamiento de centros de rescate neotropicales se encuentran en Lara y López
(Capítulo 14: Guatemala), y los capítulos 10 (Colombia), 15 (Honduras), 19 (El Salvador), 21 (Venezuela) y 25 (Costa
Rica).

Los centros de rescate en general han emanado de iniciativas privadas (ONGs o individuos) en colaboración con el
gobierno. En Venezuela, sin embargo, el gobierno no ha tenido participación en la creación ni en el manejo del único
centro de rescate del país (Alió: Capítulo 21). Por el contrario, en Colombia (Capítulos 9-10) y Argentina (Capítulo 7) han
habido iniciativas gubernamentales para crear centros de rescate. Como signatarios de CITES a cada gobierno le
corresponde prever logística- y económicamente la disposición de fauna decomisada (Artículo VIII de CITES). Esto ha
facilitado el enlace entre los intereses de particulares y ONGs por rescatar fauna y los gobiernos respectivos. Autoridades
gubernamentales de por lo menos tres países neotropicales, Colombia (Capítulo 9), Costa Rica (Capítulo 12) y Panamá
(Ramos: Capítulo 17), han planteado que si bien la coordinación de los centros de rescate debe ser gubernamental, los
centros en sí deben ser administrados por entes privados o por una combinación de entes privados y gubernamentales. En
Cuba, sin embargo, todas las iniciativas de rescate de fauna son gubernamentales.

La situación que Aprile & Bertonatti (Capítulo 7) describen para la Argentina, es diciente de la evolución de centros de
rescate a nivel neotropical: “Los primeros intentos de crear centros de rescate o de rehabilitación, se llevaron adelante con
disparidad, partiendo de una concepción casi simplista, y de la presunción (errónea) que la mayoría de los animales
rescatados podían ser rehabilitados y liberados en la naturaleza.” Entretanto hay en la Argentina algunos centros
especializados por taxones, se trabaja con mayor rigor técnico, hay coordinación con otros centros y divulgación del
quehacer, mientras que paralelamente otras iniciativas de rescate mantienen un nivel básico y simplista en sus actividades.
Este panorama se da también a nivel de la región Neotropical. Entre los lugares que se han especializado por taxones se
encuentran, por ejemplo, programas de rescate para pingüinos, pinnípedos y zorros en la Argentina (Capítulo 7).
PROFELIS en Costa Rica rehabilita exclusivamente felinos silvestres (Weber y Weisel: Capítulo 25). En Honduras,
AMARAS, el único centro de rescate que existe se ha especializado en aves, pero inevitablemente se ha visto forzado a
recibir ocasionalmente mamíferos y reptiles (Steiner: Capítulo 15). La mayoría de centros de rescate neotropicales carecen
de especialización taxonómica y atienden, más bien, toda la fauna decomisada y donada en su área de influencia. El
amplio espectro en la calidad del cautiverio (encierros, dietas y cuidado veterinario) y profesionalismo de las operaciones
que rehabilitan animales quedó reflejado también, por ejemplo, en el diagnóstico nacional que se llevó a cabo en Costa
Rica (Capítulo 11)1. Ya existen, sin embargo, recomendaciones concretas sobre aspectos de información, infraestructura y

1 Ese diagnóstico reveló que, en general, los encierros para aves eran de menor tamaño que lo estipulado
por la ley, mientras que los de mamíferos eran en la mayoría de los casos acordes con la normativa. En relación a

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administración que repercuten en la calidad del cautiverio en centros de rescate y en el cumplimiento profesional con sus
objetivos (Flores: Capítulo 23, Capítulo 12, y Drews: Capítulo 31).

En la mayoría de los países analizados aquí, el volumen de fauna que requiere ser atendida supera la capacidad instalada
para hacerlo. Autoridades concientes de esta situación, prefieren dejar de realizar decomisos (principalmente de mascotas
silvestres ilegales) que comprometer los animales a una disposición incierta y poco humanitaria (p.ej. Argentina: Capítulo
7). Por esta razón, en algunos casos y donde la ley lo permite, la autoridad opta por multar al hogar infractor y darle
seguidamente la custodia certificada del animal, que por quitárselo (J. Hernández, com.pers.). Conforme los centros de
rescate dan a conocer y promueven sus servicios ante las autoridades gubernamentales y la sociedad civil aumenta el
volumen de animales que ingresan anualmente por decomisos y donaciones (p.ej. El Salvador: Capítulo 19). Además es de
anticipar que el volumen de comercio de animales silvestres continuará en aumento, por lo menos al corto y mediano plazo
(p.ej. Nicaragua, Pérez: Capítulo 16), y con ello también el número de decomisos en general. Esto exige al centro de
rescate la capacidad de crecer en personal e infraestructura para atender tal demanda.

Cuando existe un centro de rescate a gran distancia del lugar del decomiso generalmente se dispone del animal localmente
a través de liberación sin rehabilitación o entrega en consignación a particulares. Por esta razón, varias de las estrategias
de rescate planeadas sugieren que exista una red de centros distribuidos estratégicamente en el territorio nacional (p.ej.
Colombia: Capítulos 9 y 30, Costa Rica: Capítulo 12, Cuba: Capítulo 13). Las labores que cada centro incorpore dentro de
sus labores, tales como el rescate en sí, el acopio y atención básica, la rehabilitación, la readaptación y la liberación
eventual, responderían a la estrategia desarrollada a partir de las necesidades locales (Capítulo 12). Por esta razón debe
anteceder a la formulación de la estrategia nacional de rescate un diagnóstico de necesidades y oportunidades que
involucre al sector gubernamental y privado. Tales estrategias a nivel nacional podrían incluir la acreditación de
rehabilitadores debidamente entrenados (Capítulos 6 y 12), que podrían ayudar con las labores en los centros de rescate o
recibir en sus hogares en custodia temporal los animales a rehabilitar2. La importancia de mantener una base de datos
digital, centralizada y accesible sobre todos los movimientos de fauna a nivel nacional ha sido resaltada por Peña y Herrera
(Capítulo 20). En Honduras, la estrategia nacional de rescate de fauna fue aprobada en 1995 pero no ha sido aún
implementada (Capítulo 15). La implementación de tales estrategias nacionales de rescate será un objetivo para el nuevo
siglo, pues en la actualidad ninguno de los países analizados la ha materializado y, con excepción de Cuba, las inciativas
de rescate aún carecen de coordinación.

Otras iniciativas de rescate

Algunas organizaciones no-gubernamentales se han dedicado a brindar apoyo logístico y personal a las autoridades
gubernamentales en la realización de denuncias y decomisos de fauna silvestre (p.ej. Argentina, Bolivia y Capítulo 31).
Estos grupos canalizan los animales a las iniciativas de rehabilitación y liberación, tales como centros de rescate y otras
entidades que cumplen esta función. Por incluir a veces redes numerosas de voluntarios, estas ONGs resultan ser un
instrumento valioso para el procesamiento adecuado de los grandes decomisos.

Pocos países de la región neotropical han implementado mecanismos para atender rescates de mamíferos marinos y
desastres a partir de vertimientos de petróleo. En Argentina existen varios grupos específicamente entrenados para
responder a empetrolamientos y a varamientos de cetáceos y pinnípedos (Capítulo 7). En el Caribe, con sede en Puerto
Rico, funciona una red ejemplar que atiende varamientos de mamíferos marinos3. En Costa Rica se realizaron en 1998 un
curso y un seminario internacional sobre biología, conservación y rescate de cetáceos, organizados por el Programa
Regional en Manejo de Vida Silvestre - Universidad Nacional y PROMAR, respectivamente, con el fin de impulsar
iniciativas en esta dirección. Esfuerzos similares deben estar ocurriendo en otros países de la región, y en el nuevo siglo
probablemente se dará la implementación de estrategias de rescate en gran parte de las costas del Neotrópico.

Legislación en torno al rescate de fauna

La legislación actual ha sido considerada como deficiente para llevar a cabo programas de rescate de fauna en por lo

enriquecimiento, tan solo un 8% de los encierros tenían todos los elementos básicos, mientras que en la mayoría
faltaban plantas o árboles naturales, barreras visuales y juguetes.

2 Tal esquema, que aliviaría la presión financiera y logística de los centros de rescate, ha sido puesto en
práctica con éxito en el Wildlife Center of Virginia de los Estados Unidos (E. Clark, com. pers.).

3 Red Caribeña de Varamientos, P.O. Box 38030, San Juan - Puerto Rico 00937-1030, EEUU, t: +1-787-
7678009, stenella@caribe.net

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menos Argentina, Bolivia, Costa Rica, Cuba, Nicaragua, El Salvador y Venezuela (este volumen). Las principales
deficiencias mencionadas son que la ley se mantiene a un nivel muy general y vago, así como que carece de una normativa
clara sobre la tenencia de fauna y la disposición de fauna decomisada, donada o rescatada. Sin embargo, ya en varios de
los países analizados la ley hace mención explícita de los centros de rescate (p.ej. Costa Rica, Guatemala, Honduras),
posiblemente en respuesta al compromiso con CITES para con la disposición de animales decomisados del tráfico ilegal.
Las leyes de mayor pertinencia son las referentes a uso y conservación de vida silvestre, protección y bienestar animal,
caza, áreas protegidas, ordenación territorial, biodiversidad, medio ambiente y recursos naturales, impactos ambientales y
sanidad, así como recursos pesqueros, en aquellos casos en que la vida silvestre por definición abarca solamente los
organismos terrestres (p.ej. Colombia, Venezuela). Además son pertinentes las legislaciones regionales dentro de cada país,
en relación a los tópicos antes mencionados. Cabe mencionar que en algunos casos las leyes y/o resoluciones
específicamente orientadas al uso y conservación de la vida silvestre fueron promulgadas en los años 70 (p.ej. Colombia y
Venezuela), pero en la mayoría de los demás países se hizo apenas recientemente (Cuadro 1).

Cuadro 1. Año de promulgación de los instrumentos legales de mayor pertinencia actual para el rescate de fauna en
algunos países del Neotrópico (fuente: este volumen).

País Instrumento legal Año

Argentina Ley Nacional de Conservación de la Fauna Silvestre 1981


Bolivia Ley del Medio Ambiente 1992

Colombia Código de Recursos Naturales Renovables 1974


Costa Rica Ley de Conservación de la Vida Silvestre 1992

Cuba Resoluciones No. 87 y No. 111 1996


Guatemala Ley de Áreas Protegidas 1989 (y 1996)

Nicaragua Ley General del Medio Ambiente y los Recursos Naturales 1996
Panamá Ley 21 y Ley 24 1986 y 1995

El Salvador Ley de Conservación de Vida Silvestre 1994


Venezuela Ley de Protección a la Fauna Silvestre 1970

La CITES fue firmada en 1973 por 21 naciones, incluyendo 6 neotropicales, a saber Argentina, Brasil, Costa Rica,
Guatemala, Panamá y Venezuela. La convención entró en vigencia en 1975, una vez que fue ratificada. Dentro de los 10
primeros países en ratificarla figuraron por el Neotrópico Chile, Ecuador y Uruguay. En el marco de esta convención, las
naciones signatarias adquieren compromisos legales en torno al comercio internacional de especies amenazadas de flora y
fauna con el fin de no poner en peligro su existencia. Más de 30.000 especies se incluyen en los apéndices de CITES, y
más de 145 naciones se han suscrito a la convención4. A pesar de una temprana participación de las naciones neotropicales
en el proceso CITES, los instrumentos legales que definen la disposición de decomisos en estos países son de creación
relativamente reciente (p.ej. Colombia 1981, Cuba 1996, Argentina 1997, Guatemala 1989 (1996), El Salvador (1986 y
1994). Algunos países han basado su legislación sobre disposición de decomisos y otra fauna rescata precisamente en el
texto de CITES a este respecto. Ya que en esta región los decomisos de animales en el tráfico internacional son un
componente importante del rescate de fauna, la consolidación de las iniciativas de rescate irá de la mano con la
implementación de los compromisos CITES relacionados a la disposición de decomisos (ver también Capítulo 1).

Es sorprendente que dentro del marco legal pertinente al rescate de fauna pocos autores de reseñas por país en este
volumen mencionaron explícitamente la normativa sobre bienestar animal. A manera ilustrativa, la Ley Nacional de
Protección a los Animales fue promulgada en Argentina en 1954 (Capítulo 7), el Estatuto Nacional de Protección de los
Animales en Colombia en 1989 (Capítulo 9) y la Ley de Bienestar Animal en Costa Rica en 1994. Esto sugiere que tal vez
no existen aún leyes específicas de bienestar animal en la mayoría de los países neotropicales, aunque es posible que el
contenido relevante haya sido cobijado por leyes de más generalidad. La legislación sobre bienestar animal es de particular

4 Cites World, Agosto 1998.

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relevancia en el contexto de condiciones de traslado de fauna silvestre, así como de su tenencia en establecimientos
públicos y hogares.

A pesar de existir en algunos países una base legal que protege la fauna silvestre de la sobreexplotación y maltrato, la falta
de implementación efectiva de la misma es una deficiencia identificada por varios contribuyentes a este volumen. Así
mismo, el desconocimiento de la ley por la sociedad se considera un factor adicional que contribuye a los grandes
volúmenes de fauna mantenida como mascota y comerciada de manera ilícita. El reforzamiento del cumplimiento de las
leyes a partir de divulgación y educación, y su aplicación por parte de las autoridades ha sido considerada una
recomendación prioritaria por lo menos para Bolivia (Capítulo 8) y Honduras (Capítulo 15). El diseño de una campaña
eficiente de divulgación de la ley se beneficiaría en gran medida por los resultados de una encuesta que permita cuantificar
el nivel de este desconocimiento y caracterizar el grupo meta prioritario para este propósito.

La fauna rescatada

Es incuestionable que la mayoría de animales rescatados en el Neotrópico resultan de decomisos. Tal es la situación por lo
menos en Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Honduras, Panamá, Perú y El Salvador. No
obstante, una proporción variable entre centros de rescate corresponde a entregas de particulares (donaciones). En
Nicaragua las cifras de decomisos son altas y los animales son entregados al zoológico nacional, pero al no existir una
estrategia ni centro de rescate de fauna se desconoce la proporción de fauna rescatada que corresponde a donaciones. En el
centro de rescate FUNZEL el 15% de los animales son entregados por particulares (Capítulo 19). En el centro de rescate
de APROA en Venezuela se reciben principalmente animales donados, mientras que los decomisos son entregados por las
autoridades a los zoológicos (Capítulo 21).

En la medida en que en el Neotrópico la mayoría de los animales rescatados o bien están destinados al mercado de
mascotas (y por ello son principalmente pichones o crías) o ya han sido mascotas en hogares, se plantea la gran dificultad
para su liberación de que generalmente no poseen las destrezas necesarias para sobrevivir en libertad. La readaptación es
más probable en el caso de juveniles que cuando se trata de adultos que han pasado gran parte de su vida en cautiverio. En
general pues, se trata de candidatos difíciles, además de que la readaptación5 es un proceso técnicamente laborioso y sobre
el cual se cuenta con poca experiencia para la mayoría de las especies de la región. El éxito de liberación, por lo tanto, es
anticipable que sea bajo en las iniciativas de rehabilitación neotropicales. En contraste, la fauna rescatada en
Norteamérica, por ejemplo, por tratarse principalmente de animales enfermos, heridos y huérfanos (Capítulo 28) contiene
una gran proporción de individuos que ya tienen las destrezas silvestres, y que tienen una estadía pasajera en el centro de
rescate mientras se recuperan, antes de ser reinsertados en su hábitat original. En consecuencia, la probabilidad de éxito en
estas liberaciones tiende a ser alto.

A nivel neotropical, se destacan entre los decomisos de animales vivos las aves y los reptiles. Los psitácidos conforman la
mayoría de las aves decomisadas en la mayoría de los países analizados, con excepción de Argentina donde las aves
canoras y ornamentales representaron el 66% de las aves decomisadas y liberadas, y los psitácidos solo el 10% (Capítulo
7). Entre los reptiles predominan los decomisos de iguanas y tortugas, destinados en su mayoría al mercado de mascotas y
en pocos casos al consumo local. Los mamíferos rara vez superan el 10% de los decomisos anuales de fauna en el
Neotrópico y corresponden generalmente a especies carismáticas destinadas a ser mascotas en hogares y establecimientos
públicos (primates, prociónidos y felinos, generalmente), especies para consumo (p.ej. ungulados y caviomorfos) y uso
medicinal (edentados en El Salvador, por ejemplo). Los anfibios solo aparecen decomisados excepcionalmente aunque a
veces en grandes volúmenes (p.ej. Nicaragua, Cuadro 2).

A pesar de que algunos grupos taxonómicos predominan claramente entre la fauna rescatada, el espectro de especies
atendidas puede ser muy diverso. Los registros de dos años de ingresos al Centro de Rescate de FUNZEL en El Salvador
incluyen por lo menos 68 especies de vertebrados (Capítulo 19). Entre las liberaciones reportadas para la Argentina
(Capítulo 7) figuran por lo menos 57 especies de vertebrados, incluyendo 9 especies de reptiles, 34 de aves y 14 de
mamíferos. El Cuadro 2 presenta el listado de géneros y especies decomisados en Nicaragua durante cuatro años,
cubriendo un espectro que es representativo del norte del Neotrópico. Entre los decomisos registrados figuran por lo menos
31 especies de vertebrados. El 88% de las aves fueron psitácidos y el 45% de los reptiles fueron iguanas y garrobos
(Ctenosaura similis), el resto lagartijas y serpientes. Entre los relativamente pocos mamíferos decomisados, el 39% fueron
primates, 26% edentados, 20% fueron carnívoros de mediano tamaño, y el resto venados, ardillas y una danta. Un
decomiso de 1000 ranas representó el 39% de todos los animales decomisados durante ese período.

Dentro del amplio abanico de especies rescatadas una proporción corresponde a especies amenazadas, aspecto a tener en

5 también referido a veces como precondicionamiento

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cuenta en la decisión sobre su disposición final. Por ejemplo, en los establecimientos que han sido depositarios de fauna
rescatada en Costa Rica, el 29% de los individuos cautivos están en peligro de extinción (en 18 especies) y 34% bajo la
categoría de población reducida (en 24 especies) según la legislación nacional (Capítulo 11). La mayoría de los 2343
animales amenazados son Crocodylia (42%) y psitácidos (39%). Ya que en el Neotrópico la mayoría de los animales
rescatados son a su vez codiciados comercialmente, los centros de rescate deben prever medidas de seguridad y vigilancia,
para proteger los animales que tienen en custodia. En el centro de rescate de El Salvador, por ejemplo, se han dado seis
casos de robo de animales, todos ellos psitácidos (Capítulo 19).

Cuadro 2. Fauna decomisada en Nicaragua entre 1993 y 1996, n= 2581 animales (adaptado de Pérez: Capítulo 16).

Clase Género o Especie Total


Aves 483 (19%)
Aratinga spp. 216
Amazona spp. 147
Ara spp. 15
Brotogeris jugularis 41
Aratinga sp. / Brotogeris sp. 8
Ramphastos spp. 32
Pteroglossus torquatus 11
Burhinus bistriatus 9
Falco sparverius 1
Icterus (pectoralis) 3
Reptiles 1014 (39%)
Ctenosaura e Iguana 135
Ctenosaura similis 167
Iguana iguana 150
Laemanctus longipes 120
Corytophanes cristatus 200
Cnemidophorus sp. 100
Micrurus spp. ? 100
Spilotes pullatus 24
Boa constrictor 18
Mamíferos 84 (3%)
Primates Alouatta palliata 1
Cebus capucinus 9
Ateles geoffroyi 23
Carnivora Felis pardalis 9
Felis tigrina 1
Procyon lotor 2
Nasua narica 4
Urocyon cinereoargenteus 1

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Edentata Dasypus novemcinctus 20
Bradypus variegatus 2
Ungulata Odocoileus virginianus 8
Tapirus bairdii 1
Rodentia Sciurus variegatoides 3
Anfibios
Agalychnis callidryas 1000 (39%)

La amplia gama de especies que potencialmente pueden ingresar a un centro de rescate neotropical representa un difícil
desafío para los veterinarios y rehabilitadores, pues requiere un acerbo equivalente de conocimientos de historia natural,
que no siempre es fácilmente accesible en la literatura especializada. Las peculiaridades de la fauna neotropical rescatada
requieren a nivel veterinario de metodologías y soluciones diferentes de aquellas que son comunes en Norteamérica
(Capítulo 28). Algunos de los problemas médicos principales, que son anticipables por E.Gentz (Capítulo 28) para la fauna
neotropical, se derivarían del estrés y la desnutrición asociadas al cautiverio bajo condiciones extremas (p.ej. envíos
decomisados de centenares de individuos acinados). Estos incluyen anemia, deshidratación, caquexia, hipoglucemia, falta
extrema de proteína, hipovitaminosis y posiblemente hipertermia, así como supresión inmunológica con sus diversas
manifestaciones según grupo taxonómico. Es de esperarse que anfibios decomisados presenten deshidratación. En reptiles
se anticiparían abscesos, neumonía, septicemia y estomatitis. Las aves serían susceptibles a diversas enfermedades virales
que hacen forzoso un procedimiento estricto de cuarentena. Además, grupos como los psitácidos pueden presentar
malformaciones y cambios degenerativos en los órganos derivados de hipovitaminosis nutricional. Entre los mamíferos,
los carnívoros principalmente deben ser protegidos contra contagios virales. Además pueden presentar hipocalcemia por
deficiencias nutricionales durante su cautiverio previo. En los primates el estrés probablemente se manifestará como
enteritis y diarrea. Los monos en particular deben ser rehabilitados bajo un esquema que minimice el riesgo de transmisión
de enfermedades entre ellos y los humanos (en ambos sentidos). Los primates neotropicales difieren en sus requerimientos
nutricionales de los del viejo mundo, por lo cual es menester consultar fuentes bibliográficas específicas para primates de
esta región.

Las instalaciones deben ser acordes a este espectro de especies potenciales y considerar dos criterios: la taxonomía de los
animales y los volúmenes anticipados (ver también Capítulo 30). Los rescates voluminosos serán principalmente aves de
mediano y pequeño tamaño (psitácidos, aves canoras y ornamentales), así como medianos y pequeños reptiles.
Ocasionalmente, el centro de rescate tendrá que acomodar casos aislados de mamíferos de mediano tamaño. Ya que el
origen de los animales serán principalmente decomisos, se debe anticipar que repentinamente ingresarán varios cientos y a
veces miles de animales, de envíos destinados al mercado internacional. El centro debe poder responder con un tamaño y
estructura adecuados de los encierros, así como la capacidad para proveer dietas de vegetales diversos y presa viva en
grandes volúmenes. Es indispensable prever para tales casos la disponibilidad inmediata de asistentes (p.ej. red telefónica
de voluntarios) para el procesamiento veterinario eficiente de todos los animales, cuya condición al ingresar generalmente
requiere de atención inmediata. En el plan anual de operaciones se debe incorporar la estacionalidad de decomisos de
psitácidos jóvenes y otras especies, de acuerdo a su patrón reproductivo (p.ej. Capítulos 14, 15, 17 y 30).

Las repatriaciones no son frecuentes en el Neotrópico pero cobran importancia cuando el país funciona de puente para el
tráfico internacional ilegal de fauna silvestre. Se ha estimado, por ejemplo, que de 1500 a 3000 animales diarios llegan a
El Salvador para el mercado local e internacional, en su mayoría iguanas de Nicaragua y Honduras (Capítulos 19 y 20).
En países con tal condición, los centros de rescate deben anticipar la llegada de especies no-nativas. En El Salvador, por
ejemplo, la especie más común entre los decomisos de aves fue la lora Amazona farinosa, la cual ni siquiera incluye dicho
país dentro de su rango de distribución (Capítulo 20). Toda repatriación de animales, se ve sujeta a ser complementada en
el país de destino por un proceso de rehabilitación y eventual liberación, por lo cual la repatriación en sí no es el destino
final del animal.

Liberaciones y otras opciones de disposición final

No hay una respuesta simple a la pregunta sobre qué proporción de la fauna desplazada puede ser finalmente liberada con
éxito a su medio natural. Habría que discriminar, por ejemplo, entre las peculiaridades de liberaciones en el marco de
reintroducciones, o en el contexto de fauna donada o rescatada, así como en relación a fauna decomisada (Capítulo 30).
Así mismo, las liberaciones implican una responsabilidad moral y científica no solamente hacia el animal que se pretende

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liberar sino para con la población que lo ha de recibir (Capítulos 9 y 26). Una proporción de los animales nunca podrán ser
liberados de manera responsable, porque sus discapacidades físicas y sicológicas les condenarían a una muerte inevitable y
cruel en el medio silvestre. La readaptación exitosa de animales que han sido mascotas dependientes de humanos durante
gran parte de su desarrollo y vida de adultos es altamente improbable (aunque no siempre imposible). Nuestro compromiso
de velar por la salud de las poblaciones silvestres también impide llevar a cabo algunas liberaciones, en particular cuando
hay desconocimiento sobre el origen de algunos animales decomisados6 y ante la imposibilidad técnica de llevar a cabo
adecuados controles veterinarios para algunas especies o en volúmenes cuyos costos son prohibitivos.

Por el contrario, entre los animales rescatados hay con frecuencia candidatos considerados como adecuados para una
liberación rápida. Tal es el caso de los reptiles y anfibios, aunque desconozco estudios que den seguimiento y corroboren su
adaptación exitosa. Pichones de psitácidos decomisados con frecuencia son mantenidos en jaulas hasta que adquieren su
plumaje de vuelo y luego liberados a un destino incierto. Con liberaciones graduales, sin embargo, se ha comprobado éxito
final en la readaptación de por lo menos 24 especies de aves centroamericanas (Capítulo 27). Un protocolo de
requerimientos y procedimientos para liberaciones de aves aparece en White et al. (Capítulo 26). Primates sometidos a un
delicado proceso de adaptación social y nutricional pueden ser eventualmente liberados con éxito (p.ej. Sánchez: Capítulo
24). Felinos en rehabilitación, por un lado pueden ser entrenados en destrezas silvestres, pero esto no es garantía de que
sobrevivan a la liberación, y por otro lado algunos han demostrado que pueden sobrevivir a pesar de haber sido mascotas y
sin entrenamiento alguno (Capítulo 25). La proporción de fauna liberable, entonces, va a depender de los taxones y
volúmenes que ingresen al proceso de rehabilitación, así como de la capacidad del centro de llevar a cabo un protocolo de
readaptación individualizado y técnicamente profesional.

Algunos datos sugieren que los destinos finales más comúnes entre los animales que ingresan a centros de rescate
neotropicales son las liberaciones y las defunciones. En el centro de rescate de la WSPA en Colombia, el 23% de los
ingresos eran liberados y 36% correspondían a defunciones (Capítulo 10). En el centro de rescate de FUNZEL en El
Salvador, estos rubros corresponden aproximadamente a un 40% cada uno entre los destinos de la fauna rescatada
(Capítulo 19). Sin embargo, los datos presentados por centros de rescate no necesariamente reflejan el panorama de la
fauna rescatada por las autoridades ya que no todos los animales son entregados a los centros de rescate. El Servicio de
Parques Nacionales de El Salvador, por ejemplo, reporta que un 66% de los animales decomisados son liberados y 31%
corresponden a defunciones (Capítulo 20). La liberación inmediata de reptiles, por ejemplo, explica la discrepancia entre
la proporción que corresponde a este taxon entre la fauna decomisada (98%) y la fauna que finalmente ingresa al único
centro de rescate salvadoreño, donde reptiles correspondieron a menos del 40%7.

Ante la realidad de que una proporción (a veces grande) de animales rescatados no deben ser liberados, hay que estructurar
adecuadamente las demás opciones. Una avenida comúnmente incluída en los esquemas de disposición de varios países de
la región es el cautiverio perpetuo a través de remisión a zoológicos, estaciones de cría, colecciones vivas de museos,
universidades o institutos de investigación, para darle utilidad educativa o conservacionista “ex situ” al animal en
cuestión. Algunos centros han optado por mantener en sus instalaciones unos pocos animales no-liberables, pero de alto
valor educativo por la naturaleza de su historial e impacto carismático. En algunos casos se ha propuesto (e implementado)
entregar la custodia de animales no-liberables a particulares que los adopten de manera responsable y con un mínimo
adecuado de condiciones de cautividad (p.ej. Argentina, El Salvador y Panamá). Esta opción no deja de ser controversial,
aunque represente una manera de aliviar la saturación en centros de rescate y colecciones permanentes, y a su vez permita
a las autoridades multar sin decomisar el animal (J.Hernández, com.pers.). En teoría por tratarse en su mayoría de
animales con serias discapacidades debe desalentar a la tenencia de mascota por su mensaje conmovedor (Capítulo 7).
Pero a la vez, el mensaje puede malinterpretarse y perpetuar la noción de que los animales silvestres son mascotas
aceptables en hogares. El centro de rescate de FUNZEL en El Salvador eliminó eventualmente por consideraciones éticas
la consignación de animales a particulares.

En la decisión sobre la disposición de animales no-liberables se debe recordar en todo caso la razón primordial del rescate
inicial que era aliviar el sufrimiento antropogénico del animal. El cautiverio perpetuo bajo cualquiera de los escenarios
anteriores, si las condiciones son inadecuadas, puede representar la condena del animal a un sufrimiento prolongado. Por
esta razón hay que mantener presente la opción de la eutanasia como una alternativa real y humanitaria (Capítulo 3,
Klein: Capítulo 29). Todos los países neotropicales que se han pronunciado sobre las vías de disposición de fauna a
considerar, incluyen la eutanasia (este volumen), pero esto no implica que todos y cada uno de los centros de rescate de la

6 Un diagnóstico de 26 sitios que han funcionado como centros de rescate en Costa Rica reveló que
aunque el 65% realizan liberaciones, la mayoría tenían registros incompletos sobre la procedencia de los animales
y no cumplían con los requisitos de ley para llevar a cabo liberaciones (Capítulo 11).

7 Datos de 1995 (Capítulo 20).

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región la aplican en la actualidad con la consecuencia que amerita. Finalmente, la disposición del cadáver en cualquier
circunstancia de defunción debe responder a un protocolo que permita su aprovechamiento con fines caritativos (si es
comestible), educativos y científicos.

Conclusiones y perspectivas

En la mayoría de los países neotropicales existen al cerrar el milenio iniciativas de rescate de fauna silvestre, aunque no en
todos los países existen aún centros de rescate específicos para esta tarea. La mayoría de los animales rescatados son el
producto de decomisos de animales vivos destinados principalmente al comercio de mascotas. Predominan entre la fauna
rescatada las aves (principalmente psitácidos) y los reptiles. Debido a las peculiaridades biológicas de la fauna neotropical
y a su condición típica de decomisos que ingresan a los centros de rescate, los requisitos de metodología, infraestructura y
soluciones médicas difieren notoriamente de aquellos comúnmente encontrados en Norteamérica. Cuanto más urgente se
hace el llamado al desarrollo y divulgación de una experiencia propia, regional y culturalmente acorde con la realidad
neotropical. La capacidad técnica y experiencia desarrollada en Norteamérica, sin embargo, puede ser un estímulo y punto
de apoyo valioso en la materialización aún muy incipiente de estrategias de rescate nacionales en la región. Las iniciativas
de rescate en el Neotrópico incluyen elementos filosóficos humanitarios y conservacionistas en el discurso sobre sus
justificaciones. La introspección, claridad y franqueza sobre la ética que mueve a cada uno de los protagonistas actuales de
estas iniciativas permitirá canalizar de manera más coordinada y eficiente los recursos destinados al bienestar de la fauna
desplazada. El ímpetu de las iniciativas de rescate que ya se documenta en el Neotrópico sugiere un escenario optimista en
cuánto al aumento en rigor técnico, la adecuación e implementación de la ley, y el crecimiento en eficiencia e impacto de
su quehacer. El entendimiento de las actitudes de la sociedad neotropical hacia la fauna formará parte del pilar de
conocimientos que se requieren aún para atender adecuadamente los animales rescatados así como las raíces del problema
en sí: la falsa simpatía por el animal silvestre y el cariño humano que se convierten en su principal enemigo.

Referencias

Mordi R. 1991. Attitudes toward wildlife in Botswana. Garland Publishing, New York, Estados Unidos.

Kellert S. 1991. Japanese perceptions of wildlife. Cons. Biol. 5: 297-308.

Kellert S. 1993. Attitudes toward wildlife among the industrial superpowers: United States, Japan and Germany. J. Soc.
Iss. 49: 53-69.

Kellert S.R. y J.K. Berry 1980. Phase III: Knowledge, affection and basic attitudes toward animals in American society. -
informe técnico -, U.S. Fish and Wildlife Service, Washington, D.C., EEUU, 162 págs.

Schulz W. 1986. Attitudes toward wildlife in West Germany. En D.Decker y G.Goff (editores), Economic and social values
of wildlife. Westview Press, Boulder, Estados Unidos.

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