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BIBLIOTECA DE LA REVISTA DE OCCIDENTE


SECCIÓN DE FILOSOFÍA

PRIMERA PARTE

PANORAMA GENERAL

i-.
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~t-~;,.,...:._u-,.
..~~- ..... ---------·----~--

~4
P. F. STRA WSON ~

LOS LÍMITES DEL SENTIDO


Ensayo sobre la Crítica
de la Razón Pura de Kant

Traducción de
'1
1
CARLOS THIEBAUT LUIS-ANDRÉ

~-

~•
Ediciones de la
Revista de Occidente, S. A.
General Mola, 11
MADRID - 1975
:ti#~l'-·
Título original en inglés: The Bou11ds of Se11se. A11 Essay 011 Kant' s Critique of Pure .~
Reaso11
Editora original: Methuen & Co. Ltd. Londres. 2.ª edición 1968

© Edición Española: Revista de Occidente, S. A., Madrid 1975

Fe-.i5337
Índice
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

PRIMERA PARTE

PANORAMA GENERAL

l. Las dos caras de la Crítica . . . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . 13


2. La metafísica de la experiencia .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . 21
. 3. Metafísica trascendente .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . 29
4. La metafísica del idealismo trascendental .. . .. . .. . .. . .. . 34
5. Conclusión . .. . .. . . . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . 37

SEGUNDA PARTE
LA METAFfSICA DE LA EXPERIENCIA

I. Espacio y tiempo ......... . : . .................... . 43


l. Espacio y el tiempo como formas de la intuición: la interpre~
tación austera ... ... ... ... ... ... ... ... .. . ... .. . .. . ... ... 43
2. Espacio y el tiempo como formas de la intuición: la interpre-
tación del idealismo trascendental . .. .. . .. . .. . . .. .. . .. . 47
3. Materia y forma: reladones y sensación ... ... ... ... ... ... 52
4. La unidad del espacio y el tiempo .. . .. . .. . .. . ... ... .. . ... 57
5. A priori e «innato» .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . ... 61
6. Observaciones finales ... ... ... ... ... .. . .. . .. . ... ... ... 63

II. Objetividad y unidad .......................... . 65



ISBN: 84-292-8709-4 l. Programa de la analítica .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . 65
Depósito legal: k 36.322 - 1975 2. Lógica formal y Lógica trascendental ............ , .. 67
Printed in Spain - Impreso en España 3. Bosquejo de una argumentación excesivamente prematura. 74
por Ediciones Castilla, S. A. - Maestro Alonso, 21 - Madrid-28 4. ¿Por qué una deducción trascendental? .... : ............ . 77
;tlit;™1:r1tf9é!MMrf!'t\Cl!t.hl'.e:IM:c·'dd i':f+r'"t' · ct'~'j'lb""'Aw !'1°íCJrfne1Mett •".,. - ..._ -• ,..

6 indice 7
indice
5. Objetividad y unidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 80
6. Síntesis, autoconciencia, y la naturaleza como construida por IV. Dios ... ................. . ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 185
la mente ............................................ . 83 l. Las antinomias· dinámicas: olvido de la solución crítica con-
7. Unidad y objetividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 87 vencional ......................................... . 185
8. La subjeti".ida~ trascendental y la limitación de las categorías 2. Las antinomias dinámicas: ¿una solución alternativa? .. . 188
a la expenencta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 99 3. La existencia empíricamente incondicionada: dificultades acer-
9. Comentario final ................... :. .............. . 104 ca de la substancia . .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . 192
4. La transición de las ideas «cosmológicas» a las «trascenden-
III. Permanencia y causalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 105 tales» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 196
5. El ideal de la razón pura . . . . . . . . . . . . . . . . .. 197
l. Visión «histórica» de los Principios: consideraciones y re- 6. Las ilusiones de la teología filosófica . . . . . . . .. 199
chazos ......................................... . 105'. 7. Observaciones finales . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. 202
2. Relaciones de tiempo objetivas y subjetivas . . . . . . . . . . . . . .. 108
3. Permanencia: la refutación del idealismo y la primera ana-
logía .................................. ·. ··· · · · · ·· · · · 111 CUARTA PARTE
4. Causalidad: las argumentaciones de la segunda y tercera
analogías ............................................ . 118 LA METAFÍSICA DEL IDEALISMO TRASCENDENTAL
5. Causalidad: otro intento ....................... . 124
6. Un elemento lógico falaz ....................... . 130 l. Las teorías . . . . . . . . . . .. . .. 209
7. Percepción verídica y percepción no verídica . . . . .. 132 2. Algunas preguntas . . . . . . . .. 213
8. ¿Por qué sólo un mundo objetivo? .............. . 133 3. Lo que se postula ........ . 213
4. La-cosa-en-sí y los fenómenos en el sentido interno 219
5. La-cosa-en-sí y los fenómenos en el sentido externo 222
6. Idealismo trascendental y realismo empírico . . . . .. 228
TERCERA PARTE 7. Conceptos formales y significatividad: experiencia y realidad. 234
8. Conclusión: la estructura de la experiencia . .. .. . .. . .. . 240
METAFfSICA TRASCENDENTE
QUINTA PARTE
I. La lógica de la ilusión .......................... . 139
LA TEORÍA KANTIANA DE LA GEOMETRÍA
II. Alma . . . .. . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 145
l. La teoría y sus críticas .. . .. . . . . .. . .. . .. . . . . .. . .. . . .. 245
l. El desarrollo de la ilusión: reconstrucción . . . . . . . . . . . . . . . 146 2. Geometría física y geometría fenoméniea . . . . . . . . . . ..... 248
2. El yo en Hume y Kant . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 3. Objeciones y matizaciones .................... . 253
3. Las complicaciones del idealismo trascendental . . . . . . . . . . . . 152
indice de materias .. . . . . .. . .. . .. . . . . .. . .. . .. . . . . .. . 259
III. Cosmos .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 157
l. Argumentaciones y objeciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
2. ¿Hay de todas formas un problema? ... ... . .. . . . ... ... . .. 165·;'.
3. Representación de las alternativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166'"
4. La solución de Kant: su forma general, y tres interpreta-
ciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167.;.
5. ¿Una cuarta interpretación? ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 1761
6. Reconsideración de las preguntas cosmológicas . . . . . . . . . . . . 178'1il
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Prefacio
Este libro tiene su origen en las clases dadas desde 1959 en adelante,
en años alternos, en la Universidad de Oxford acerca de la Crítica de la
· Razón Pura de Kant. Como cualquier especialista en Kant que lo lea
podrá detectar inmediatamente, no se trata, en modo alguno, de una obra
académica histórico-filosófica. No he estudiado de manera sistemática los
'escritos de los predecesores de Kant, las obras menores de éste o la enor-
me cantidad de comentarios al respecto, que se han venido sucediendo a
. lo largo de dos siglos. He escrito para aquellos estudiosos de la Crítica
·que, como yo mismo, han leído y releído la obra con una sensación que
. es una mezclai de grandes atisbos y grandes confusiones. Mi intento
es presentar una interpretación clara, ordenada y unificada del sistema de
pensamiento que contiene la Crítica, pero apoyándome firmemente en el
.texto tal y como éste nos aparece. He tratado de mostrar cómo grandes
partes de la estructura pueden separarse unas de otras, pero mostrando
también, al mismo tiempo, de qué modo están concebidas como interrela-
cionadas dentro del sistema. He intentado dar razones concluyentes para
~rechazar totalmente algunas partes; finalmente, he intentado indicar, aun-
que nada más que indicar, cómo los argumentos y conclusiones de otras
·¡ ·~·pueden modificarse y recor¡.struirse de modo tal que acaben siendo más
¡¡ {,aceptables. Con el fin de alcanzar tales objetivos he relegado a segundo
:¡ ?término algunas de las características de la obra, especialmente mucho
~¡ ·~~.de lo que atañe al detalle arquitectónico, así como a la teoría de la
l'. ·t «psicología trascendental». No es que yo piense que no haya nada qne
j¡ { h~ce~ ~on, t;sta última; el ii:tentar reconstruirla sería, c_uando meno~, un
2! (, eiercrcro util para la filosofia de la mente. De cualqmer forma, pienso
il -".que cierta pérdida de equilibrio y de claridad en mi propósito sería el
resultado de emprender tal tarea en el presente trabajo.
· He dado al libro el título que lleva no sólo haciéndome parcial eco
de un título que el mismo Kant consideró, sino también porque alude glo-
almente a los tres hilos conductores principales de su pensamiento. De
os maneras traza los límites del sentido y en una tercera los traspasa .
. ·guye, por otra parte, que una cierta estructura mínima es esencial para
~alquier concepción de la experiencia que nos podamos hacer verdadera-
hente inteligible a nosotros mismos; y, por otro .Jado, que el intento de
---- ~ -- ~~- ... .,._. __ .. _ -- -- "\

10 Los límites del sentido

prolongar más allá de los límites de la experiencia el uso de los conceptos


estru~tura~es, así como de cualquier otro concepto, conduce solamente
·a exigencias vacías de significado. El racionalismo dogmático sobrepasa .l\ll •.
los límites superiores del sentido, mientras que el empirismo clásico no
alcanza los inferiores. Ahora bien, los argumentos de Kant por lo que a
estas conclusiones restrictivas se refiere, se desarrollan dentro de tun
a:mazón,. de un conjunto de teorías que parecen violar sus propios princi-
p10s críticos. Kant trata de trazar los límites del sentido desde un punto
externo a ellos, un punto que, si se trazan rectamente los límites no "
puede existir. '
En el Panorama General con el que se abre este libro, he distinguido
esas tres líneas principales de pensamiento y para ello he utilizado los l. Las dos caras de la Crítica
títulos de «Metafísica de la Experiencia», «Metafísica Trascendente» y
«Metafísica del Idealismo Trascendental»; cada uno de estos encabeza-
~ientos es el título de las tres partes fundamentales y sucesivas. Ahora , Es posible imaginarse especies de munclos muy diferentes del mundo
bien, tales partes no son ni pueden ser plenamente independientes unas q~e nosotros conocemos. Es posible d_escrifür tipos de experiencia muy
~e ~tras; sólo cuando el cuadro es completo se puede captar del todo el dif.erentes ~e .l~ experienc~a que, de hecho, tenemos. Sin embargo, cual-
sigmficado de cada parte. qwer descnpoon con sentido y gramaticalmente lícita de UQ posible tipo
. Quiere; mostrar mi mayor reconocimiento al Profesor H. L. A. Hart, ; ~rienda no constituiría una ~escripción re~mente int~ligibJe. Hay
qmen leyo todo el manuscrito del libro y a quien estoy profundamente .~~_!..t~§_) a l.o que podernos concequ¡, o hacernos inteligible a nosotros
agradecido por su ayuda y aliento; también a la junta rectora de mi Colle- . '. mismos ~orno éstructura generiil posible de la .experiencia. EY estudio de
ge,. q1:e me permitió ausentarme y quedar libre de mis cargas desde enero :. tales .lí~te~, el estudio del co~junto de ideas\ que forman' la estructut\i
a Ju~uo. de 1965, tie~po durante el cual, juntamente con las vacaciones , q_ue 1;[fit!_ tüdo nue~tro pensamiento acerca del mu?do y de l.a experien-
subsigwentes, fue ~sc~ito la mayor parte d~l libro, tal y como ahora está; . ci~ d, m~ndo es, sm duda alguna, una tarea filpso:fica muy importante.
finalmente, a la senonta Ruby Meager, qmen leyo las pruebas e hizo su- :'. Nmgun fil?sofo como Kant ha hecho un esfuerzo tan tenaz al respecto.
gerencias, muy valiosas para su perfeccionamie11to, y que fueron adoptadas . •', . Una dificultad central a la hora de entender su intento estriba en el
en su mayor parte. . 1.hecl_io de que el mismo Kant lo concibió en términos de una cierta analogía
Tüdas las citas de la Crítica están tomaaas, con muy pocas modifica- ·, .e~l,llvocada. Es un lugar común, de observación tanto ocasional_ .como
dones, de la traducción de Kemp Smith. Las referencias se dan con «A» :,:Clentífica, que e! carácter de _tJ,U~stra experiencia, la mantlta-.s{lgún se-nos .)
y «B» como es ya costumbre; cuando se dan ambos números las refe- , <manifiestan l~__ cosas, está determinado. parcialmente por nuestra 'Lconstk , ..:v

rendas corresponden a los pasajes que son comunes a la pri~era y se" · :;ituci?n ·.ht:L!ll:¡¡na, por l;:l~~Nr3lezLde__nuestr.9~ ór~Q_L§ensori~_es y por
gunda edición. . ,~ : sistema nervioso. La manera de trabajar del mecanismo perceptivo hu- ,•
P. F. s. , ano, la manera según la cual nuestra experiencia depende causalment~
Oxford de tal trabajo, son temas que pertenecen a 1a investigación empír!ca
Junio, 1966 Y.científica~ no~ la ~osó.~ca. Ka:it. era m_uy consc!ente de .esto; sabír/'muy
bien que dicha mvesugac1on empmca tema un canz muy distinto de; la que
· él se proponía: estudiar la estructura fundamental de las ideas en. aquellos.
,términos en los que únicamente podemos hacer inteligible para nosotros
. :mismos la idea de la experiencia del mundo. No obstante, y a pesar de
[ 1 d~se cuenta-de ello, concibió esta última investigación en forma de una
Lést@:ha an~Qgfa con la primera. Allí donde encontrara características
·.~·~. .·gener.ales. li~itantes. ?·. n.e,c.esarias,..ma. n·.ifestaría ~ue su o~igen ~staba en
.¡ \-?~tra prop1a~constitucwn .cog.rut:Lva~ .. -~t~_J:~~~!..ª->__ .ademas, la confildei;ó
,; ;;mllispensable...en cuan.Jo explicación.de la pos1hil1dad ·de ~nocer IaesttUC=
1
::tiü!'!J., nece~arfa de la experiencia... No hay duda, no o~stap.te, de que esta
t .teona es incoherente y que enmascara, en vez de explicar, el carácter real
~'.~'·
~ &ttb~:J")§jpFp'f~:;j¡k,"f~~¡¡;,,,z~..¡,;j!\iwc,,.,...;z¡r..,,",,.c,,"-#'""•"'-"º ,., ... ,... ..._ --~~~·-~ ------- ·

Panorama general 15
14 Los límites del sentido
especificar las condiciones_ empíricas de laplicaóón_d~§ conceptQS que
-º'~- g1 investigación; en consecuencia, un problema centrª-1 para t!ntender utilizaban, parecía que los filósofos estaban dando información acerca de
Crítica es, precisamente, el de separar todo aquello que, en esta doctrina la naturaleza de la R~alidad tal y como es en sí misma en vez de tal y
pende de la argumentación analítica, de lo que es, de hecho, indepén" como aparece en la experiencia, limitada y depepdiente del sentido, de
diente de ella. " criaturas como nosotros. Ahora bien, su aparente conocimiento era iluso-
No obstante, la separación ?e esta? dos ":ertientes e~ l.a . Crítica es s . río, y ~rime_!~_t:g:ea de una filosof!á cr.!!_ic;~ y científica era la de asegurar
lamente parte de u~a tarea mas amplia consistente en dividir entre .lo qu · que esto sé reconociera asCLa primera tarea de la filosofía es la de esta-
resta de fecundo e mter~sante y lo que y~ no parece aceptable, o mch.~s , blecer sus propios límites. .
prometedor, en sus ensenanzas. Comenzare, por lo tanto, este examen tn; Kant no se contentó solamente con sacar esta toncluS.ión general ne-
trod~ctori~ deslin~ando, en oposición cruda, ~os element;>s de tal división.'. gatbdt acerca de la imposibilidad de la metafísica trascendénte.15eiis6que
Contmuare despues dando cuenta, de modo mtroductorio y por tanto no; la tendencia a pensar en términos de ideas.. para las que no se puede espe-
muy completo, de algunos de los temas centrales de la obra. , cificar ninguna condición empíric;a de.aplic"!.c:ión no sólo era una aberración
Como muchos de sus predecesores y de sus sucesores, Kant puso énfasis· del filósofo, sino, más bien, una _pro_Q_ensión natural e inevitable de J_a
en el. hecho de que los resultados obtenidos hasta entonces en filosofí . razón humana. Se tí-ataba, incluso y en algunos-aspectos,ae l:ina-teruleñcia
contrastaban desfavorablemente con los obtenidos en las matemáticas · bffiefiCiosa."Ciertas ideas, que en. sí mismas no tendtían aplicación empí-
en las ciencias naturales. Si había que colocar también a la filosofía «en el~_ rica o significación alguna, surgirían, sin embargo, de modo inevitable en
camino seguro de la ciencia», uno de los requisitos era que debía de limita •. el curso de la investigación científica, pudiendo tener también la prove-
sus pretensiones; y un instrumento fundamental para esta limitación nece : chosa fonciÓ!J._<;le estimular la indc=Jinidª extens!c)n del conocimiento empí-
saria era un p~i~cipio repetidament: e~~nciado~ y aplicado por Kant a lo: -rico 2• t'aífosión de un conociff1jento, met~~ísico surgir~a Sólamente- en el
largo de la Crztzca. Se trata del prmcip10 segun el cual no puede haber. momento en que se pensase que debian •.~ darse realidades que respon-
ningún uso legítimo ni incluso con sentido, de ideas o conceptos si ·no se· dieran a tales ideas, así como que fuese posible jener. conoc;im~
los. por;i~ en .relación con las conqici<;>r;ies empíricas o experimen.tales de su · ~~ reªlidades _s~n--eLpur.Q_I)en_s~r, _§in...mezé_la·_a~h~x~r~en~ia. ~r~
aplicacion. Si fo que deseamos es .:utilizar un concepto de una cierta mane . en este tipo de pensamiento donde se violaba el prmcip10 de s1gmficativi-
ra, pe:t:().s_QfilQS incapaces_ d~ ~specificar et·típodesituación-~periénda· i dad. Una proporción sustancial de la Crítica está dedicada a mostrar cómo,
situación a la que-se aplicaría el_ cQn~ejii:O;:us:aae:--Oe=·e~anera;::e.nfonces ·. en algunos casos célebres, estamos tentados a. violar el principio, así como
realmente, 110 estamos--liacren(fo ningún. uso --l€gítimo-<lel--·coaeepto. e¡i : a demostrar el carácter vacío, y en algunos casos conflictivo, de las preten-
cuestión-J_.--Usándolo de esta forma, no sólo estamos diciendo lo que n9 · siones del conocimiento metafísico, que resulta de actuar de esta manera.
conocemos, sino que no conocemos, realmente, lo que estamos diciendo. . Por lo tanto, se declara glob'almente y se demuestra con detalle que
1
~f~ • ~st~ principio, al que n;e referiré .c?mo principio de, sig~cativida~; la ~~~i!;:a_tt~c_endet\te es J~.apo~ible como ~or~a de cono~imiento, o,
1

· ./!f~ant *, es tal que }os filosofos .emp1:i~tas no en~ontraran dificultad .eR 1 • d1r1a e~ rmsmo. Kant, imposible . como_--crencia. Esto,, ~m e_mb~rgo,
·-- , _~~-f_ de acuerdo ~on el. Con, parei,a facilidad est~ran de acuerdo tamb1é~ ., no qmere deci: q~e sea Cúmpletamente 1mpa:s~ble toda metaflSlc~ cienufic~.
'.._ ~op, Ja consecuencia que de el saco Kant, es decir, el rechazo total de la · Por el contrano, ~-una enorme tarea posltlva para una genUI!ll! metafi-
.iif~hlísica trascendente. Regiones enteras de la filosofía -regiones de. s~_ciel!~!fig,,. una tarea que, seg~n Kant, s;= pue?e, resolver -~e ui;a ve.z
mti:ijna pretensión y mínimo acuerdo-- deben su existencia, sostenía ; ~ra siempre y que, aJ menos parcialmente, el realizo en lag~rte mas __01:i-
Kan~ \al ~~ho d~~Ptlfil:--l:aLptlndpio. Liberados de la obligación de gL.ilal,--interes~nt~-Y--difícil: de-la. Cr~tjca. La tarea a la que aca?o de .refe-
- .. rirme es la s1gu1ente: la mvest1gac10n de la estructura que fi1a las ideas
1 «Todo~i·Ios conceptos, y con ellos todos los principios, incluso aquellos que ' t¡ los principios cuyo uso y aplicación son esenciales pa~a el conocimiento
s!)n posibles ª' P;iori, se .rela~ionan con las intuiciones. ,empíri~as, es ~ecir, c~m. los _r empírico y los cuales están implícitos en toda ~oncepción coherente q~e
d¡¡tos de una po~ble experiencia. ~l margen de esta rel~c1on no uenen vali~ez ob¡et~va» : de la experiencia nos podamos formar. Es posible, naturalmente, sentir
c{B 195). ~t di~ de las categonas, los conceptos mas generales, que «solo permlten ,. .
un uso empú:ko .y. ~arecen totalmente de significado cuando no se aplican a objetos :_ . . , . ._, · .
de l,a experienciajfosible, es decir, al mundo de lo sensible» (B 724). Frases como · 2
De~de el l?un:o d~ .vista de ~:int, no era esta J.a--uni_ca functGJl de las ,ideas
éstas se repiten .por tenas en la Crítica. • · que ~ de s1gmficat1vidad empmca. Bensaba qui;_ la. v¡da !IIDr~i depend1a ~e
~:., . • · • .:- : 1~r_, 1. _ _ _ . .'~· · tales ~ero distinguía claramente entre (el~n~ar 1)1QiiííY'erpensar que-p~tef.!dia
. .E.!.~r.z.n(i,Pff, ~ -.Stgn!f~cance al que s~ r.efier~, Strawson, lo hemos traduc1~~: ~·. · sc,inoclfnl~nto. El principio de sign~ficativid~~· aunque hay~ de mterpretar~e. estncta-
c?~º P_nncr¡;no ae: ~~at;vid~d, y no_ de sigmfic~cic;m,, por ,razones puramente ~t¡¡¡ : ·: Jni:~- lo que a las especulacwnes teoricas y pretensiones de conocimiento se
l~sucas¡ ·~ro, tal -'Y':~º' el m1~mo senala, t~l J?r!nc1p10. es~a muy cer~~ de lo
ciertos @Q!!919~ ·~n;t:P.m§t'l!~'>Iltend1eron como prmc1p10 de s1gmficado empmco. ,
qfi ~· refiere tenía que entenderse, como veremos, con ciertas reservas.
!li .~ - =-

.·,
"
·- H-"--·-- ,....._~........---..._.,, -•'-<~ .._ ... _ ............. ~-·-·~• •• -.~~-··-~&..;.\.~.J..:~··..-..-- . . ~---·--....., "'·----·--·~-.--•

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16 Los límites del sentido Panm·ama general 17

escepticismo y manifestarlo, no sólo ante los pormenores del programa de~.e la conciencia individual, demuestra con ello su. inc~pacidad para c'?n;-
Kant tal y como éste lo lleva a cabo, sino también ante el programa mismo; · render las condiciones de posibilidad de la experiencia en general. Fila-
se puede creer que es inverosímil que tal investigación no pueda arrojar ofos, tan dispares en otros aspectos, como son :Descartes Y Hu!!!e, se
sino los resultados más pobres. Pero si estas dudas son injustificadas, y es' semejan en este sentido, siendo igualmente culp~k-este...error.
posible un estudio fecundo de este tipo, entonces merecerá plenamente' Estos temas de la Crítica a los que acabo de referirme de un mod.0
el título de metafísica. Será, como siempre se ha dicho que es la metafísica,· eneral tienen una evidente armonía. Se podía estar tentado de decir
el más general y fundamental de los estudios; su método, además, será: ue tomados en conjunto, forman la estructµra de una filosofía verda~e­
no empírico, o a priori, no porque, como la metafísica trascendente, pre- am'ente empirista, libre, por una parte, de las ilusiones: de- la ~e-tafís1ca
tende habérselas con un reino de objetos inaccesibles a Ja experiencia, sino trascendente~. y por otra, de la obsesión .R_or los contenidos I>!lY.füillLd~
porque se interesa por la estructura conceptual que se presupone a toda a-cQ!!Ciencia, típica del lempirismo clásic9j En conjunto, representan ~l
investigación empírica. A este tipo de investigación la llama a veces Kant aspect~ -menos duro, más aceptable de la Crítica. Ahora bien, una. explt-
«trascendental» como distinto de «trascendente», aunque no sea en modo cación de la obra que sólo se refiriese a--rales'"fémas sería muy parcial. Su
alguno consistente su uso de tal expresión. ,exposición y; desarrolló está unido a todo lo. largo con 'r_eorí(IS más_ c~1_es-
En su adhesión al principio de significatividad y su rechazo consiguien· :tionables, uno de cuyo~ orígepes ya he indicado antes. Ciertamente, K~nt
t~ de la p~etafísica tr.a~~endente, Kant está cerca de la tradici~n. del empi· peti.s6-que estaba investigando la estructur~ l?eneral de, l~s ideas Y pn~- .
nsmo clasico; la tradlClon de Berkel~y y Hume, la cual ha recibido proba' 'pios que hay que suponer en todo-cono~im_tento emp1nco; solo qu~ ~~
blen:iente, al menos en Inglaterra, su ~~s cl~ra expresión moderna en, ;os pensó que su inyestigación era posible pr~cisamente porque la concib10
escritos de A. J. Ayer. En la elaboracion, sin embargo, de su metaflSlca ·también, y en primer lugar, como un estudio de fa estructura Y de la ma-
positiva de la experiencia, Kant se aparta tajantemente de esta tradición. El neta de proceder de las capacidades cognoscitivas de seres. t~I Y como ~os­
problema central del empirismo clásico se basaba en el supuesto de que otros somos. El lenguaje específico de la obra es, de..prinop10 a fin, psico-
lo úni~o que realmente nos ofre~e Ja experienci~ 1:1º son sino impresiones ógico. Cualquiera de Iás nec.e:sida:'l~ que Kant ·encont~ó. , en lo que a
sensonales separadas y fugaces, unagenes y sentimientos; el problema, en-.. inuestra concepdón de 1ª- ¡;;;xpenenoa se refiere, las adscnb10 a la natura-
tonces, consistía en mostrar cómo, con una base tan exigua, podríamos no- 'leza de nuestras facultades.
sotros dar una justificación racional de nuestra representación ordinaria del , Kant preparó el fundamento de esa adscripción presentando una cierta
mundo ya que éste contiene cosas materiales y personas que existen y se :áualidad fundamental, inevitable en todo pensamiento filosófico que trate
interaccionan continuá e independient:>:mente. Hume, ciertamente, rechazó :de la experiencia o del conocimiento empírico: la dualidad .deJos.-c:oJ:i.c.ep-
~l pr~blema. así. plantead.o, manteniencio que tal justificación n~ sólo era;1:198 generales, por unapm-te,yde-las..ins.t~d~-Partkulares de los con-
imposible, smo mnecesarta ya que las la~unas encontradas, y de1adas, porj ~os genei:ale;s_ql!(;!_se encnentroo_ep la expertenci~1_l)_Q!'._2tra. Hemos de ser
la razón serían rellen~d~s con la ayuda de ~a,s ficcio.i;ies que la imagi~a~ión'i 'capaé:~~ de clasificar cualquier hechgí que entre en el.campo. de nues.tra.-ex-
pr~4uce. Entre las opimones de Hu1:1e, ~l m<:1s sofisticado ~e los ell!pln&~q petiencia consciente, d~. alguruwnanera, d~uant 0 1, poseedor
cl_a_,sicos, y las de Kant, hay. un sutil e mteresante paralelismo. Hay ~am-: de_ algunas ca~act~nsuca~~~tfil!".s. D~cir que de~en;ios tener 5oncept~s
bien, no.o?stant~, u~ gran a.b1smo. Y es que Kant rechazaba el dogma basico- general~ con eífin de que se haga pos1~le_~l conoc1m1en;o emP:mco equ1-
del empmsmo, ¡amas cuest10nado por Hume, y no con la actitud ingem:¡a, ¡viile a decir que hemos de tener capacidad'?s tale~ que·\nos s~rWltl-Pfil'ª
o refinada, del sentido común, el cual ha parecido ser a veces en Inglaterra' reconocer los hech9s. No menos evidente es que si esas capacidades han
la alternativa del siglo xx al empirismo clásico. Su rechazo tomó la far-, hjetcitarse,-aebemos de terlft ,µn mates~l sobre el que puedan hacerlo;
ma, más bien, de una prueba según la cual la mínima concepción empi- las instancias .particulares de 1Q? conceptos genernle¡;; han de._:encontrarse
rista de la experiencia era incoherente si se la tomaba aislada; sólo tenía 1 e~-T~ experiencia. La importancia de esta dualidad fundamental es ple~­
sentido dentro de una estructura más amplia, que incluía necesariamente:, •mente reconocida por Kant. La palabra que utiliza para señalar el conoci-
el uso y la aplicación en la experiencia de conceptos de un mundo objetivo.; miento en la experiencia de instancias particularc;s de conceP_tos generales
Así pues, se supone que la realización del programa de Kant en relación a, es <<intuición»; y lo que se indica abreviado en su famoso dicho: <~pensa­
una metafísica positiva implica el rechazo de lo que él llama idealismo· mientas sin contenido son vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegos»,
3
«problemático», incluso si tal idealismo es solamente el punto de p.artida es algo en lo que pone el énfasis repetidaJ11e_nte • • •
metodológico, más que punto de llegada, de .Ja reflexión filosófica. Cualquier Hay muchos lenguajes en .Jos que' expresar esta inevitable dualidad.
filósofo que nos invite o nos desafíe a justificar nuestra creencia en el mundo
objetivo saliendo hacia afuera, por así decirlo, desde los datos privados ' ;, . 3 A 51/B 75.
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18 Los límites del sentido Panorama general 19

El de Kant es psicológico y consiste en dividir la mente en compartim. 'al por otra parte, es, dice Kant, un realismo empírico que no asigna
tos o facultad.es. Kant distingue entre I~ fa?:ltad receptiva de la se1_tsibil ~gunª superioridad de ..rtatus, en Jo que ~Ja. realidad o~~t~,d~ su
dad, por medio de la cual tenemos las mtuic10nes, y la facultad activad ·.existencia se refiere, a los estados de concienoa- sobre-los ob¡etos.J1s1Gos.
entendimiento, que es fuente de los conceptos; de ~S!a manera se prep '.Cuando observemos, sin. embargo, la manera según la cual Kant defiende
el camino para adscribir. ~ estas facu_ltad_es las ~!.~~}.erísticas- deli · .. , ·~dta pretensión, debemos hacerlo c~n. escepticifürio. ?s cie~t? que nos ga-
que encuentra en 'la nocion de_ expen~~i~ en_general,; a r:iodo de orig • :·rantiza tanto un ~onocimiento inmed~atd de los ob¡etos fisicos. del, <~sen­
De este mod?, parece que no h_ay ~ungun modo concebible en que _I !tido ~xtemo»;.cuya forma es el espacio, como de los e_staclo5" ps1oo~~~os,
conceptos esten en nuestra experiencia, a np _s~r que conozcamos sus , ,füs objetos del «sentido interno», c;,uya forma es el tiempo. Tambien lo
tancia_s el! el esp~cio y en _el tiempo, ~' al 111~0~ ~n.d ..~kropo: En cons. ~et, que dice que nuestra expedencia orientada a lo interno no nos acarrea
cuencia, el espacio y el tiempo estaran «en nosotros>y son simplem~. fanás conocimiento de nosotros mismos tal como somos que el que propor-
las formas de nues.tra sensibilida.d, nada más que miestr~ manera d~ c9!li '.clona la experiencia diri&ida hacia el e:x;terior de las cosas tal como son
cer las cosas particulares que .son capaces de subsumirse en concepto ¡\en sí mismas. Pero'·tailclcorrespondencias no se traducen en otorgar la
Se arguye, rep~timos, que a -menos que los conceptos que se utiliza · r~ma realidad a los cuerpó-s en el espacio («objetos externos») y _a Jos
,, s_u -~plicación a nuest~a experiencia no, impliquen implícitam~nt~ la ~l\ ;e§!!dos ~-C:Qñde11 cia.G<4et~rminaciones int~!}ª-.5?~_). La teoría se~ún la cual
cacion de algunas noc10nes (las categorias) muy generales, sena imposib] '1<fs constituyentes material y mental del mundo natural son igualmente.
el que se diera algo como el conocimiento autoconsciente de la sucesi~ (fenómenos no llega, finalmente, a atribuir igual peso a los cuerpos y a
de la experiencia en el tiempo. La aplicación de tales nocion~ es, por 1:uos estados de conciencia. Kant, comg id_~alista trascendental -qu@ es, está
tanto, una. condició~ n~cesaria de ·~a _POsibilida~ . de todo lo 9ue mere , g,_cerg¡ deJkrkeky de. lo que él mismo cree. . , . .
d.02mbre de experiencia de CO!J:Ocimiento .!=m21nco. Ahora bien, esta , -, Las teorías del idealismo trascendental, y la idea que les esta asociada
c~sa~i~dad, insis~ii;ios, s: presenta como una c~nsecuencia de nuestra co; .;;de un ~arate-mental que recibe y ordena p~oduc~ndo Ja ~atur¡¡.leza -tal
tltucion cognosclt1va; solo que esta vez se asigna a nuestra facultad . , :como UQSQtros la conocemos desde una realidad mcognoscible de~cosas
entendimiento, c:iue se describe. como .ª~tuando . en nuestra sensibilid'. ~~Y--~º estas son en sí mismas, son,, sin duda al!S1;1~ª' los_ {>_:incipales
con el fin d~ sati_sfacer sus _propios requlSlt~s. , í~iJbsJ;áculos para una _comprensi?n sim~ru:e-tica de la Cntzca~o~e~n-
Estas asignaciones contienen ya las semillas de ese ~esastroso 1!1()4e :timos tentados con mterpretac10nes debiles. de estas doctrmas, mterpreta-
que, como veremos, tenía Karit podetosos motivos p~ra es11iiiar:_E1_ mun;J ~?iones que ~!~s.-~pre~~ntan ~orno ayudas exp~si~vas t~l vez ,no entendidas
natur~l t~l y co;no lo conocemos .n?sotros, el contenido e~t~ro de nues, ~.del todo por quien las nace. De esta manera, l~ teoria segun la_ cual nos-
experienc1a, esta ~otalmente condic10na_do por las car~cterisucas a la~ q,.: ptros sólo podemos conocer }~~ ..cosas como obJetos de _una pos1~l~-:-expe­
nos estamos refi.riei:do: nuestra experi~ncia es esencialmente ~xperien.. ,irieru:ia, Y- no como son en s1 mismas, adolece de una ~ierta ª1:11b1~e~d;
de un mundo espacio-temporal con ob1etos regulados Y concebidos co ;i ;-.~ podemos también estar tentados a veces por su sentido sutil e 1r601co
distintos de la experiencia temporal ~u~e9iva. qi;ie de ellos tenemos .. Pe( ~kue, a veces, parece suscribir el mismo K~nt. Por decirlo una vez más: po-
de igual manera,. todas estas .caractensticashrr1!t.a_~s representan2imp\ .liemos estar tentados de ii;iterpretar ~odo el modelo de la Nat~ralez~ he~J;a
ª
mente modos bamJo.s.. cuale~,eben de apa_recerles.Jas cos¡¡s ~quellos.s ·· · r la mente como un simple medio para representar una mvestlgaciqn
i:~~ que-estáff·.~tituidos _como lJ.OSQtro~, con l.§1._pi.ism~-s~~l}~lidad r:' ;,rµWítil'.=a o conceptual de tal forma que se_a fácilmente ace~table Pi!~f!. :!!!!~
mismo ~nt~ncl1m1en~o _que el nuesttQ. Nosotros no tenell!.,os., m :Pºd " "ÜE!'ginación que se complazca con figuraciones. De cualquiei; :nanera, to-
tener mngun conocimiento de las c_osas tal como son ..e;i s1.misn: s ; i.aas estas interpretaciones darían a fa mayor parte ~e la Crtttc~ un tono
cuanto opuestas--a--su-.forma de_mamfestarse; y es que solo es posible:, ,;·de al menos semiconsciente ironía que le es extrano a su caracter; hay
conocimiento de aquello que se puede experim~ntar, y no hay nada qu~ :además otras razones más decisivas para pensar que, tomadas en conjunto,
se pueda experimentar, a no ser que est(_.§_ujeto a las formas im_pue .: ~tales focturas no serían capaces de explicar lis .int(;lntiones)de Kant.
~r nuestr_a. sei;isibilid~d y nuestro ent,engimiento. ·~ ·w,: Una de estas se hace patente ~n 'el «Prefacio». C~mo allí dice Kant,' _su
Este «idealismo trascendental» segun el cual todo el mundo de la N~i Siritencióti no es solamente poner freno a las pretensiones de-la-me~tca
tural~a es ~ero ~enómeno,, s~ d~stin&ue clara~e?te en Kant de -cualqui,. ·~~e.a en su. intento de. darnos i:n conocimient~ ~~prasensible,--Sino
c:itro tipo de idealismo. El tipico idealista «empmco», ~om? le llama K~ igue también quiere frenar las pretensiones de la sensibihdacl !'!11.....S~eo
toma ~º?1º verdade:amente :eales los .estad?s de conciencia t~mroralm ., ~coextensiva con lo real. La prueba de. nuestra hecesa!1a.. 1gn.o-
te sucesivos y cuest10na o mega la existencia :eal (o_ el c:moc1rmento q~. ,J;ancia acerca de lo suprase11.ill;!le¡~a-lvaguE<ll! 1.Qs i11ter.es~s_.de_la_.moi:al-y
de ella tengamos) de los cuerpos en el espacio. El idealismo trascend ~gíón poniendo a .salve-0 1....reinu de lo..supr.asen_sible .tanto c:lel es-
-1---·------
20 Los límites del sentido Panorama general 21

cepticismo como de nuestro conocimiento. Hay también otra serie de in·1~ típcíones __y~s en las diversas partes de la obr~. Es tal la rebus-
dieaciones de diferente tipo, más importantes aún en el presente contexto, 1c c~~Y JlJtµicial simetría de esta estructura impuesta que, si en filosofía
que se refieren de modo más directo a los objetivos .Q!incipales. de la > ~, filgc) se le puede llamar así, merece el calificativo de barroco. De cual-
Crítica. Así, el mismo principio de significatividad en cuanto f aplicadq J quier forma, es esta una característica que, aunque puede causarnos inne-
a las categorías, es derivado por Kant como una cons~cuencia deiilfüittf.' cesarios problemas, así como darnos un placer irrelevante, de la que po-
raleza de la parte que juega la facultad del entendimiento a la hora d~ or· i demos, en último término, prescindir sin peligro alguno.
denar la experiencia, mientras que la verdadera posibilidad de conocí~· ·
to de las -características necesarias de la experiencia queda dependi@Eº .
d~ su subjedvismo trascendental: la teoría de la )Ilente fabricando 1~·1:
turaleza. Esta es, evidentemente, la esencia d7 la «revolución_ ~()p_etnica~ ;
. 2. La metafísica de la experiencia
que él anunció con orgullo como clave para <übtener una_ metafísica refof. El corazón de la Crítica de la Razón Pura, así como sus pasajes más
mada y cientílicl. Es solamente debido a que los objetos de la e:Xpefiencial.; difíciles están contenidos en la División que se titula Analítica Trascen-
han de conformarse a la constitución de nuestra mente por lo que pode·~ dental. Es aquí donde Kant, manteniendo {;lgt:!_na dependencia con la sec-
mos tener la clase de conocimiento a priori de la naturaleza de la expe· · ción anterior, en la que se trata del espacio y el tiempo, llamada Estética
rienda que se demuestra, en sus rasgos generales, a lo largo de la CríticaJ Trascendental, intenta mostrar cuáles son .las características que deben
misma. lil!!itar Cl!ªlquier nQción de experiencia que podamos hacernos inteligible.
Estas entrelazadas teorías que se centran en la tesis del idealismó· Trataré de indicar, sumariamente, la naturaleza de este intento y de va-
tr_ascendental no ·son los únicos obstáculos para una comprensión simpa· lorar el grado de éxito que obtiene.
tética. Hay_, otros que son atribuibles en parte al estado del conocimiento
Entre las tesis generales que supone o defiende Kant al respecto se
científico de la época en la que Kant escribió. Creía, sin ningún género-·de
pueden distinguir las siguientes:
dudas, que tanto fa geometría de Euclides, la física de Newton, como la
lógica de Aristóteles habían alcanzado su total perfección; más aún, fundó·
en tales creencias ·otras todavía más problemáticas. De este modo, pensó: 1) La experiencia exhibe esencialmente una sucesión tempo-
que la geometría euclídea suministraba un único cuerpo no sólo de ve · ; ral (tesis de la temporalidad).
11
dades sino de verdades necesarias acerca de la estructura del- espado. físj. · 2) Debe darse esa unidad entre los miembros de alguna serie
i;;o.~ apoyándose en esta creencía·encontró lo que creía era\ un pod~so · de exp~riencias extendida temporalmente que::-se- necesita para gue
argumento en .favor de la .. tesis según la cual el espacio estaría trascen- sea posible la autoconciencia o la <'.!UtQadsc:ripció11 de las experien-
dentalmente «en nosotros». La teoría de la geometría de Kant: auñqüe · cias al sujeto de tales experiencias- ( tesis-·de la necesaria unidad de
no es defendible si se la toma en conjunto, contiene ideas de valor; por la conciencia).
otro lado, al ser relativamente independiente de la estructura principal 3) La experiencia debe incluir el conocimiento de objetos que
de la Crítica no llega a oscurecer nada de aquello que de la estructurat sean dfatinguibles de sus experiencias, en el sentido de qµ_e los jui-
deseemos mantener. Es, a su vez, por esta convicción en lo que él tomót cios acerca de esos objetos son juicios acerca de lo que sucede, in-
como presupuestos de la física de Newton, por lo que estos encarnaban las depe1_19ientemente de que se dé de hecho la experiencia particular
con.diciones de_QQ~ibilidacl del conocimiento empírico en general; y es q_ue y subjetiva de ellos (tesis de la objetividad).
la ansiedad por llegar, por vía de conclusión,, a unos ptÍUcipios, que St\!.Ua;. 4) Los objetos a los que se refiere el apartado tercero son esen~
ponen a priori, }de la ciencia natural no llega a oscurecer ~ealmente lo __que: cialmente espaciales (tesis de la espacialidad).
hay de sustancioso en los argumentos de una parte del libro que es ceñ-, 5) Debe de haber una estructura (espacio-temporal) de .la re¡¡-
tral. y crucial: nos referimos a las Analogías de la Experiencia. Podemos lidad empíricª unifü;g,4!, y que englobe toda la experiencia así forno
decir que la acrítica aceptación, así como la desenfrenada· manipulación los objetos (tesis de la unidad espacio-temporal).
que Kant hace de las formas y clasificaciones de la lógica tradicional, tie- 6) Ciertos principios de permanencia y causalidad deben de
ne lugar de muy diferente manera. Puede ser que esa sea, en parte, fa satisfacerse en el mundo físico u objetivo de las cosas situadas en
causa de su ilimitada fe en un cierto armazón estructural, elaborado y el espacio (tesis de las Analogías).
simétrico, que adaptó, sin tener en cuenta la lógica formal tal comd él
la entendía, y que impuso resueltamente a todo lo largo de lo que anal · Kant se ocupa de la primera de.estas tesis a lo largo de su obra como si
liza. Se reproducen una y otra vez los mismos sistemas de divisiones, dis·W fuera un, dato incuestionable, sin que podamos siquiera considerar la posi-

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22 Los límites del sentido Panorama general 23
bilidad de cualquier otra alternativa; lo único que podemos hacer es darnos Ei tada en.. la Aualítiq y es así la tesis según la cual tales objetos deben de
por satisfechos al contemplarla. La segunda la ve Kant inseparablemente E?seer el tipo de unidad de relación estipulado por_ la doctrina que afirma
unida. con la exigencia de conceptualización de la experiencia, con la exigen- l que dichos objetos pertenecen a un sistema unitario espacio-temporal.
cia dé que los contenidos particulares de la expfiiencia hayan de reconocer- . La premisa esencial de la Analítica es, como ya he observado antes,
se, en cuanto que tienen algún carácter general,'. así relacionados, se j:niedeñ' \@_ tesis de la unidad necesaria de la conciencifj. Esta «necesaria unidad»
ver razonablemente como una especie de definición s}tJ,.ndard de aquello que recibe- otrosmuchos nombres en la Crítica. La expresión favorita de Kant
ha de tomarse como «experienciª»· Dudo que filósofo alguno, incluso el más es la de <rnnidad trascendental de la apercepción»; y a tal unidad de la
económico de los empiristas, haya trabajado alguna vez en la práctica, o apercepción o de la conciencia se la denomina a veces unidad de «auto-
haya tratado de trabajar, con una concepción tan limitada. Esta tesis o esta conciencia». El empleo que Kant hace, a veces, de esta última frase po-
especie de definición standard sirve como premisa d@ la Deducción Trascep- dría dar la impresión de que aquello en lo que está pensando es algún
dental de las Categorías, la sección de la Crítica que costó a Kant, así c_omo tfil9. especial .de conciencia de sí, diferente del conocimiento de unp mis-
a la mayor parte de sus lectores, las mayores fatigas, dado que es unp d.~ mo_ ordinario o empírico, tal como s@ .expresa normalmente al hablar de
los pasajes más abstrusos de la argumentación, y más impresionantes ·y ª.!11.ºªdsc;ripciones de percepciones, sentimientos, etc. Ahora bien, esto no
excitantes también, de toda la filosofía. La única de las otras tesis citadas es así. Como ya he señalado, lo que a él le interesa son las condiciones .
que es más supue~tf!:) que probada ,por Kant es la número 4, la tesis de la gt;!l..erales del uso de los conceptos, del reconocimiento de los conteniqos
espacialidad. Efectivamente, Kant la distingue apenas de las restantes te- p~ticulares en cuanto tienen algún carácter general; considera, por otra
sis aunque sería algo que tendría que demostrar. De la verdad de que los parte, esas condiciones como las condiciones fundamentales, al mismo
objetos de nuestra experiencia, concebidos en cuanto existentes ind.e~:._ tiempo, de la posibilidad de la auto-conciencia ordinaria o empírfoa.
dientemente de la experiencia que de ellos tenemos, son de hecho objetqs_ El cumplimiento de tales condiciones pone un standard mírlimo de lo
espaciales, no parece seguirse inmediatamente que el único modo según el q~e ha de tomarse como experiencia. Tal exigencia standard, arguye Kant,
cual se pueden concebir tales objetos sea el espacial. Se podría tal vez sólo puede satisfacerse así: la seri_t:. de experiencias extendidas temporal-
conceder, sin embargo, que el único modo de existencia concebible de mente que han de formar los contenidos de una experiencia posible deben
tales objetos es el espacial si despojamos al concepto de espacialidad de de· conectarse de tal modo t'.ntre ellas que den como resultado una represen-
sus asociaciones sensoriales acostumbradas, dándole así un significadQ__gin- tación unificada del mundo objetivo, mundo del cual estas experiencias
damentalmente formal; e incluso si permitimos que el concepto comp0rte '-o algunas de ellas- son experiencias. La argumentación al respécto
sus asociaciones: usuales, visuales y táctiles, se puede seguir manteniendo se, desarrolla en la Deducción Trascendental de las Categorías y en cier-
que el modo espacial es,.. al menos, aquel en analogía con el cu_al podemos tas secciones de la Analítica de los Principios; una vez más, el orden y
concebir cualquier modo alternativo de existencia de los objetos indepen- detMle de la exposición no facilitan en nada su comprensión. En la De-
dientes de 11º-~ª_tra .. ~~p_eris:nc;ia. ducción nos encontramos con la insistencia frecuente en que es necesaria
El resto de las tesis citadas son defendidas y argumentadas, explícita una 'ciert'-conexión y unidad entre nuestras experiencias para constituir-
o implícitamente, en la Analítica. Puede que, en este punto, el orden de las como experiencias de un mundo objetivo y regulado; en que los con-
la exposición de Kant conduzca a error. Y es que ya en la Estética, que ceptos del mundo objetivo que aplicamos a la experiencia encarnan las
precede a la Analítica, se afirma que solamente hay un Espacio y un reglas de tal unidad, y que esta regulada conexión de las experiencias
Tiempo, por lo que es del todo natural suponer que el espacio que allí subsumidas en conceptos de lo objetivo es precisamente lo requerido para
se afirma que es esencial es el espacio de los objetos concebidos como . la necesaria unidad de la conciencia, es decir, para la posibilidad de la
existiendo independientemente de las experiencias de conocimiento que autoconciencia.
de ellos tenemos, dado que la tesis de la unidad espacial no tiene otra apli- A primera vista, la fuerza de estas pretensiones no es, en modo algu-
cación plausible. Podríamos, por lo tanto, caer en el error de supóñer que no, evidente. Esto se hace de alguna manera más claro cuando nos volve-
la Analítica empieza con el supl,lesto de queJa experiencia lo es nece~ mos a ciertas secciones de los Principios, los cuales se supone que contie-
riamente de objetos existentes independientemente y que forma un siste.. nen una elaboración más detallada de las implicaciones de la Deducción,
ma unificado espacio-temporal y de que busca, con esta base, estabkcef especialmente en lo referente al argumento llamado Refutación del Idea-
ult~tiores condi_gones necesarias de la posibilidad de la experiencia. Sería lismo y las argumentaciones de las Analogías. Las experiencias tienen
ésta una falsa impresión. !La tesi~ c;kJa objetividad -que se podría abre- lugar en una relación temporal; pero para que sea posible la auto-con-
vj_a,r diciendo que la·experiencia ..debe incluir conocimiento de objeti:i:s qlf~ ciencia («la conciencia de mi propia existencia en cuanto determinada en
forman el tema de los juicios- objetivos- está. implícitamente ar.gurn~~- el tiem¡)o» ), al menos, ha de ser posible el distinguir entre el orden y·
...
?,"

24 Los límites del sentido Panorama general 25


11
disposición de nuestras experiencias y el orden y disposición qt.{e disfrutan principio. de' conservación cuantitativa, que no se sigue de él y que no es
independientemente los objetos de dichas experiencias. Para que esto sea,,. en absoluto pertinente a la hora de satisfacer aquellas condiciones que
a su vez, posible, los objetos de la experiencia han de concebirse como · el argumento pide sean satisfechas. En la famosa argumentación de la
existiendo dentro de un marco permanente dentro del cual puedan tener · .segunda-Analogía, por otra parte, quiere mostrar ta,~e la experiencia del
sus propias relaci~nc;s de coexistencia y si:cesión y dentro del cúal podamos·: Cl!Olhio objetivo, de la sucesión que tiene Jugar en el mundo objetivo y no
encontrarlos en distintos momentos, manifestando solamente. tales encue:n- ' ~pl_amente ep. la serie de nuestras. experiencias subjetivas, sólo es posible
tras el orden subjetivo de las experiencias que de ellos tenemos. El mar- si se toma cada suceso como algo causalmente determinado; de cualquier
co duradero es, naturalmente, espacial, es espacio físico; además, el in- · forma, solamente se puede tomar como legítimo el paso crucial de este ra-
terés inmediato de Kant en la Refutación del Idealismo consiste en poner '; zonamiento si la facultad crítica queda entumecida con la vulgaridad del i
non sequitur. En su decisión de establecer los principios que consideraba
j
de manifiesto que esas necesarias distinciones de relación temporal deben . j
@ trazarse dentro de la experiencia, por lo que hemos de conocer inme- ; como los fundamentos necesarios de la ciencia física, intenta Kant, a tra-
diataménte, o de modo no inferencia!, los objetos que están en el espacio. ; vés de las Analogías, sacar más partido del argumento de lo que este pue-
«La conciencfa de mi existencia es, al mismo tiempo, una inmediata co.n- ; de realmente dar.
ciencia de la existencia de otras cosas fuera de mí.» 4 A pesar de todo, \J1LDeducción Trascendental, las f\nalogía~ y la. B.e- 1
Las ideas fundamentales que subyacen a toda la compleja argumen- . f_ll~as!9nJ tomadas conjuntamente establecen importantes conclusiones ge-
tación de estas secciones se pueden expresar, de una manera aproximada, · nerales. La 'd1'.finición standard de la experiencia (tesis 2) es indudable-
como sigue. En primer lugar, nadie podría ser consciente de una.serie de ' ~ac:eptahle. Hay, sin duda alguna, razones para pensar que hay formas 1
experiencias extendidas temporalmente en cuanto suyas, a no ser que l~' de conocimiento sensible que no llegan a tal standard. Pero parece que el
conociese en cuanto que le aportan conocimiento de un mundo objetivQ : cumplimiento de las condiciones fundamentales de la posibilidad de la
y unificado, a través del ~ual la serie de experiencias en cuestión forman, ... auto-conciencia, de la auto-adscripción de las experiencias, debe ser algo
precisamente, una ruta subjetiva o experiencia!. En segundo lugat; esfaJ que pertenezca necesariamente a cualquier concepto de experienciil) que
concepción, necesaria. para la posibilidad de 1a autoconciencia, debe estar rws_pueda .i¡er de interés, y ciertamente a la misma existencia de cualquier
implícita en el carácter de los conceptos que, de hecho, se empleen y se' concepto de la experiencia como tal. En ninguna parte resplandece más
apliquen directamente en la experiencia. No sería suficiente cualquier· con--t.' el genio de. Kant que en su identificación qe las condiciones tnás funda"
junto de conceptos por sí mismo para dar, esto es, para requerir tal CO.Q: mentales en su forma más general: es -Clecir, la posibilidad de disting11ir
cepción. (Por ejemplo, no bastaría el árido atavío empirista de conceptos entre un orden temporal de las pen:epciones subjetivas y un orden de
de cualidad sensorial simple.) Los conceptos aplicados han de incluir, al disposición que poseen independientemente los objetos de tales percep-
menos, c;onceptos~ de objetos per~istentes y reidentificables en el espacio; ciones, una estructura unificada y durndei;a de relaciones entr~ .fo.~ __ccm_sti-
adgnás, ·todo objeto que pueda subsumirse en conceptos como los señala- t tuyentes de<mmundo objetiyo. Es. casi tan importante su reconocimiento
dos debe de manifestar algún grado de «regularidad en sus operaciones» 5, de que esta distinción ha de estar implícita. en lo~ co~~~Pt~J_l?_~~Jo~_sua­
es decir, lrnu:ambios fl Jos qu~_ e.stán sujetos deben de estar sometidos, .en les entran los contenidos de la experiencia ya que no se plantea la per-
genetal a:l menos, a la ley de la causalidad. · cepción, por así deCirfo, ce fa 'pura estructura misma. Son estos enormes
Kant supuso que había establecido unas necesidades más estrictas y nuevos avances en epistemología, tan grandes y tan nuevos que casi dos
que las citadas. Argüía, ciertamente, que 'las distinciones necesarias entre" siglos más tarde de que fueran alcanzados no han sido plenamente absor-
las relaciones temporales subjetivas -Y objetivas implicaban.Ja __Jl~c~s_aria bidos por la conciencia filosófica.
aplicabilidad en. la .experiencia de los con\eptos de permanencia y causali- Hay, desde luego, un abundante material de discusión en estos temas.
dad. Ahora bien, ncJ se conformaba con l~ permanencia_ m~rnrnente rel!!:, Se puede mantener, tal vez, que Kant no llegó a establecer' todas 1.as con-
tiva de los cuerpos reidentificables en eLe_ruiacio, aunque sea ·esto precisa- dicione~_de posibilidad de la autoconciencia empírica: Y se podría contes-
mente fo más qúe el argumento puede establecer; tampoco se conformaba tar. que lo que ha hecho es establecer las más· fundamentales. Se puede
con un corolario tan débil acerca de la causalidad como el que he indica- cuestionar también el que la tesis de la objetividad lleve realmente con-
do. Infiere, del !argumento de la permanencia en l¡i 1:1rimera Ana!ogi~; un· sigo la tesis de la unidad en la forma no cualificada en que la afirma Kant.
Incluso si la unidad de la conciencia exige el contexto original de un
• B 276. mundo unificado espacial (o cuasi-espacial), ¿no posee entonces un obje-
5
La frase está adaptada de Hume. Cfr. Tratado sobre la Naturnleza Humana, Jl tivo potencialmente mucho mayor? ¿No podría servir como un eslabón
libro I, parte IV, capítulo 2. entre, digamos, mundos objetivos espacialmente independientes? A las
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26 Los límites del sentido Panorama general 27 .

pretensiones fantásticas que quisieran explotar tal potencialidad podría- bargo, en ruanto derivadas en la Deducción Metafísica, se derivan hacien-
mos, ciertamente, aplicarles el comentario kantiano de que el estar dis- do abstracción completa de los modos de la sensibilidad; se derivan sim- ! 1
plemente de los requisitos del entendimiento, que es la facultad de los
puestos a permitir que nuestro concepto de la objetividad abarque mun- '
dos espacialmente independientes, dependería, completamente, de la po- concelJ.tos. En consecuencia, para apreciar el significado real de las cate-
sibilidad, si se diera, de representar a tales mundos integrados sistemática- gorías en· su aplicación a la experiencia~ 'que requiere la cooperación del
ent~ndimiento y de la sensibilidad, debemos de interpretl;lr las categorías
mente de maneras distintas; y es que Kant tenía seguramente razón al
insistir en la necesaria conexión entre objetividad y unidad sistemática. en
íii.11:ªª términos de la forma general de la intuición sensible. Este es el
La relación que hemos hecho de la argumentación central de la Ana- papel que juega el Esquematismo, que establece la transición desde las
lítica omite mucho de lo que puede encontrarse a lo largo de su desarro- categorías puras a las categorías-en-uso, interpretando las primeras en
llo; son esas omisiones las que paso a comentar. La Deducción Trascen- términos del tiempo.\ En el Esquematismo basta con dar la interpretación
dental de las Categorías se encuentra entre una sección a la que. se refiere li solamente en términos de tiempo, sin mención explícita del espacio; y es
Kant subsiguientemente como Deducción Metafísica y de un famoso texto . que es el carácter~temporal de la experiencia el invocado en las premisas
denominado Esquematismo. Es ante todo necesario recordar, para entet'l.· t _de 1a argumentación tanto de la Deducción como de los Princi¡:üos; el que
der esta disposición, la importancia que da Kant al lenguaje de las facul- la aplicación de las categorías¡ requiera una estructura, la cual no puede
tades y en particular la seriedad con la que se toma la dualidad del enten- concebirse sTno como espacial (o en analogía con el espacio), será algo que
dimiento y la sensibilidad. Su cooperación le es esencial a la experiencia; emerja en el curso de 1a argumentación.
el entendimiento como la fuente de los conceptos y 1a sensibilidad apli: Sólo se necesita una cierta familiaridad con la lógica formal para ser
cando las formas de la intuidón. La experiencia, el conocimiento ~tnpfri­ tanto crítico con respecto a la lista de formas que constituyen la base de
co, _f§, posible sólo cuando las intuiciones se subsumen en conceptos, cuj!n- la derivación kantiana en la Deducción Metafísica como escéptico con res-
do ~e. llevan a cabo juicios empíricos. Pero las funciones generales del pecto a toda la concepción de la misma derivación. Y no se necesita nin-
entendimiento se pueden estudiar haciendo abstracción de los modos de guna para maravillarse de la mayor parte ·de las transiciones que realiza
la sensibilidad. De hecho hay ya una ciencia que investiga tales funciones: desde la forma a la categoría. La lista de las doce categorías, en cuatro
la ciencia de la lógica fornial. Puesto que esta ciencia nos provee de una conjuntos de tres, permanece con nosotros, de cualqtúer forma, para im-
relación completa de aquellas formas dentro de las cuales deben de en~rar ponernos sus propias artificialidades de disposición en varios estadios del
nuesti:os juicios, cualquiera que sea su contenido, podemos tener la espe- libro. La elucidación de lo que implica la necesaria aplicación de las cate-
ranza de encontrar en tales formas un indicio de cualesquiera necesidades gorías está contenida en el capítulo que sigue al Esquematismo y que es-
que nuestro entendimiento sólo impone en el carácter de nuestra experien- tablece los «principios del entendimiento puto». He comentado ya las
cia. La lógica formal misma no lleva a cabo este tipo de investigación, ya partes qel capít_ulo que forman realmente, junto con la Deducción Tras-
que lo único que hace es darnos verdades analíticas acerca de las relaciones c~ndental, una compleja argumentación'·sobre la necesaria unidad y o~je­
lógicas entre tales formas, reglas de inferencia formalmente válidas; hace tiviaad de la experiencia (especialmente_ las Analogías y la Refutación del
abstracción completa de todo problema acerca de las condiciones bajo. las fcfoalisnio). Los Postulados del Pensamiento Empírico contienen, sobre el
cuales pueden ser aplicadas esas formas para obtener juicios individualmen- résto de los principios, tanto instrucciones como llamadas de atención
te verdaderos o válidos acerca de los objetos. Planteando precisamente acerca del \(!r;nple9 sk los ~ou¡;eptos de posibilidad y necesidad en un sen-
esta cuestión en su forma más general, intentaba Kant derivar de lo que tido distinto del estrictamente lógico, sólo que añaden poco que sea nue-
consideraba las doce formas proposicionales fundamentales, doce «concep- vo. Se asume que los principios «matemáticos» (Axiomas de Intuición y
tos puros del entendimiento» o categorías, cada una de las cuales debía Anticipaciones de Percepción) establecen lo que, desde el punto de vista
poder aplicarse a la experiencia si se quisieran hacer juicios verdaderos del entendimiento, son las condiciones necesarias de la aplicación de las
de las correspondientes formas. . matemáticas a los objetos de la experiencia; sólo que su conexión con los
Ahora bien, en la Deducción Trascendental; como ya hemos yisto, temas generales de la Analítica es tenue y está hecha, en la medida en que
hay una 'argumentación generalj cuyo resultadO- es que los conceptos bl!]o·~­ esté realmente hecha, a través del concepto de «síntesis».
los cuales subsumimos los contenidos de nuestra experiencia han de ser Hasta el momento nada he dicho sobre este concepto, aunque apare-
tales que confieran a la exQeriencia una cierta conexión o unidad regula- · 1 ¡ ce frecuentemente en la Deducción Trascendental, especialmente en la
da. Concluye Kant que los principios generales de tal unidad son precisa~ 2rjm.era edición. He tratado la Deducción como una argumentación que
mente \ lq:;; asegurados por la necesaria aplicabilidad a la expe,~iencia de J>tG¡;ede por medio del análisis. .del,{oncepto de experiencia en general para
las categorías que ya han sido derivadas. Las c~tegorías «puras~~ sin em- Qegar a la conclusión de que una ·cierta objetividad y una cierta unidad


Panorama general 2Y ~l
28 Los límites del sentido

son condiciones necesarias de posibilidad de lª experi~da. Y. así ~§..J;Q.!llO


argumentación.· Peto~ también es un ensayo sobr~ el,~µjeto-rm~naú~,d..e
l~ psicología tra~senden~:;ij. ?ado ~ue Kant considera la n~cesana. umdad 3. Metafísica trascendente
y conexión de la experienoa, al igual que todas las necesidades ~rascen-
dentales, como el producto de la~ º~~raciones de la m~nte, se sient~ ~l JDespi:és, d~ construir, demoler; después de la Analítica Trascenden-
mismo obligado a dar alguna exphcacion de tales operac10nes._ Se .obtiene tal, .la Dialectica Trascendental. Esta exten~ e imponenfe sección de la
dicha explicación considerandoili n~c~~Eüumidad de la experiencia c?mo C:ítzc;i es substancialmente más fácil de entende]i---O¡ue la Analítica ·y le de-
producto de nuestras faculta4es ( esp~ciglmep.te de la memoria y la 1ma- dicare menos espacio .
.ginación controladgis por el entendimie~to) a_ partir de las impresionea_o , 1:-a idea .principal de l~ ~ialéctica consiste en exponer la ilusión me-
datos inconexos y separados de los sentldos; tal .proceso, qu~ da com~· re- t~fis1c~;. el instrumento prmc1pal de la exposición es ~l principjo de §ig-
sultadQ fa JJ.p.i_cfad..._ ~s lo que K1ant llama «Smtes1s». La teona de la smte- rµfi~at1v!-~ad. Adelanta Kant, como señalé anteriormente, una tesis secun-
sis, como .cu~;quier otro. intento de~.E~]c°-lggía tr~s.cendent~l,. se expo- · d~ria .d1c1end<;> .9~e cie:t?s ideas i:ara. Jas cuales no se puede especificar
ne a \}a obJecion. ad homznem de que lli?,...POd(!mos ex1g1r conoc1m1ento em.- mn~na cond1c10n empmca de aphcac10n y que son, por lo tanto el ori-
pí~i-~C>) alguno de su verdad, ya que esto sería tanto como Y.º;stular un ·: gen. d~ la ilusión, si las toi;namos en relación a objetos de un po;ible co-
C.Q!l2~1J1!.~ntQ ewpírico de aquell0 ..9..l!.~,.se toma como la cond1c10n antece- · n?c~m1ento pueden tener, sm embargo, cuando se las emplea en un modo
dente de ese conocimiento empírico. La creencia en que se da el proceso : . diferente, que Kant llama «regulativo», utilidad e incluso una función
de síntesi~ como \tna_sondición' ?.ntec~dente de la exi:ieriencia Y la cr~en- . neces~ria en 4~~tensión d.el conocimiento empíricci'. Tales serían las ideas
cía en que laidmptesiones inconexa}; que son d mate.naJ para que com1en- . de D10s Y de alma, conceb1da ésta como una substancia simple inmaterial.
ce l! poner~e e_I1 1Ilarcha ~l proceso tie~en .luga.r previamente, se apoyan Y A~nque sería una ilusión irnsar que .J?odamos._tener conocimiento, 0 in-
son. mutuamente necesarias. La expenencia,. sm embargo, no P.uede, por . cluso una form~ de s:ualquier concepc1on defimda, de Ob.kt2§ _que corres-
hipótesis, apoy~r ninguna de las .~os cre~ncias; y pues,tc: que mnguna de . po~dan a ~~ sin embargo, sostiene Kan~, los avances en fa i:>síco-
ellas es necesana a la argumentac1on estnctamente anahtica, podemos con- logia y en la ciencia en general s~-ªYi.tdan, o mcluso dependen, de que
siderar toda la teoría como una de las aberraciones a las que el m()E~io pensemos en los estados internos finnn:..s,fjuesen:· estados de-una su&sta:nda
explicativo de Kant le condujo inevitablemente. , . . , inmateri~y .que pens~~os en el mundo material como si fuese la creación
Puede dar la impresión que descartar el relato de la s111tes1s n~s de1.a , ~e una mtehgencia divma. Pensar así es hacer un uso regulativo pe tales
con una serie de interrogantes: así, cuando hablamos de .la necesana..JJ.!ll- ideas. No es, ci~rtamente, muy plausible la pretensión de Kañt ·de que
dad de las experiencia¡¡, ¿cuáles son los ítems que se um:fican de esa ma- . tal uso de las ideas .S!_~ natural, e incluso necesario, a la razón humana
nera? ¿En qué consiste su neces?ria unid.ad? Las resJ?ue?tas ,ª.esas pre- : cuando está ocupa~a en el quehacer cíeñtífico. Se hace patente, siii.-ém-
guntas son suficientement: conocidas y, ~111 duda~ estan 1mphc1ta~ en lo bargo, cuando consideramos la estr~1ctura general de la Dialéctica, por que
que; ya se ha dicho. En pnmer lugar, los 1tems .umfic~dos. son prec1samen- ·hubo de manten~r e~~e punto. ?e ':'lsta. .
te las experiencias relatadas 1en nuestra referen_cia ordmana de l.o q,ue nos- Y es que _la 1lus10n tamb1ei:, tiene una estructura sistemátic;:,11. En nin-
otros vemos, sentimos, o~mos! etc. No ~s posible en general nrngun re~a- ?Una part.e, c1ertam:nt~, .la pas1on de Kant por l?, sistemático exhibe una
to fiel dé tales experiencias s1 no hace uso de los conceptos de los ob}e· mdulgencra menos mh1b1da que en la construcc1on de la estructura de
tos de los cuales son nuestras experiencias. En ·segundo lugar, la unidad .nuevo basada en la lógica formal, dentro de la cual él trata los t~mas·
de estas bajo las regla.s que. los conceptos de l?s objeto~ conl~evan es pre- d.e la Dial~ctica6 La estructura lógica misma es poco más que .~na curio-
cisamente lo que se e¡emphfica en la coherencia y conszstencza general 9.~ s1dad filosofica . No obstante, entra dentro de su construccion alguna
nuestras descripciones ordinarias de lo que vemos, oímos, sentimo¡5, etc. obse;v.ación de ~enuin~s ~~alogía.s )( co.nexio~:s. Hace notar Kant que
La posibilidad de emplear conceptos como estos, y por lo tanto de.la e&- es .t1p1co de la mvest1gac10n rac10nal s1stematica el plantear cuestiones
jetividad de la experiencia en general, está uni~a necesariamente al cu_m- ·tales que la respuesta a tal cuestión pueda formar ella misma el tema de
plimiento de este requisito de consistencia o umdad. Coi:tando un sueno, • .,
el requisito de consistencia se puede, evidentemente, de¡ ar de lado, tpeto: . ?u ?ase. es una «demostrac1om> ~e que hay tres, y sólo tres, tipos de ilusión
1 .d d 1 realidad objetiva al hablar de un sueño es un dialéct1c~ ¡nevltables! cada uno corr~lac10nado con cada una de las tres formas del
e uso e co?ceptos; e a d taz<?nam1ento deductivo, y todos naciendo de una única «exigencia de la razón», con-
uso secundario, precisamente porque tales conceptos que an, en :sta oca- ceb1da como ~a facultad de la inferencia mediata, por la completitud de las premisas
sión, liberados de aquel uso que los hace coru::.eptos de una realidad .ob:,. de una s?luc1ón ~a4~-, Mantiene que !as elaboraciones ulteriores están determinadas
)etiva. por la cuadruple d1v1S1on de las categorias.
'~~

30 Los límites del sentido Panorama general 31


otra pregunta1 del mismo tipo general. Así, es típico de la empresa cien- · cosas que están en el espacio y en el tiempo fuesen cosas en sí, entonces
tífica el buscar una siempre creciente generalidad de explicación, el tratar . el principio de significatividad no se les aplicaría; serían cosas de tal
de dar cuenta de más amplios órdenes de fenómenos dentro del cam¡m ; especie que se podrían usar propiamente los conceptos en relación a ellas
de una teoría unificadora. Esta búsqueda de una comprensión siempre .' sin que se tuvieran en consideración criterios empíricos para su uso.
mayor de explicación encuentra su paralelo en otras tendencias natura- : La conclusión de que las cosas en el espacio y en el tiempo no son
les de la investigación tanto rudimentaria como elaborada, como son la :: tales cosas se podría construir como un rechazo irónicamente forzado a
tendencia a pulsar nuestra investigación más y más hasta las más remotas ' toda concepción de «cosas tal como ellas son en sí mismas», así como
regiones del espacio y del pasado y el inquirir siempre con mayor minu- · una afirmación oblicua de la autonomía del principio de significatividad.
ciosidad en la composiciói{ de la materia en general. Podríamos decir de · Ahorai bien, la ironía no es una característica de Kant, a no ser que la
este paralelismo que todos esos tipos de investigación tienen un carácter ,: tomemos como un tipo obvio· de jovialidad. Lo que realmente resulta de'
serial, que los ítems que se van revelando forman una serie, teniendo' aquí es ese aspecto del idealismo trascendental que, al final, niega al
cada uno una relación típica con respecto a su predecesor. Kant sostenía mundo natural todo tipo de existencia independiente de nuestras «tepre-
que la idea de la totalidad de las series de ítems descubiertos en el curso~. sentaciones» o percepciones, un aspecto al que me he referido ··ya al
de la investigación era una inevitable concomitancia de ciertos tipos de. hacer notar que Kant está má~ cerca de Berkeley de lo que él mismo
investigación serial; y esta concepción parece imponernos la necesidad· cree.
de una cierta alternativa. O .bien la serie tiene un término último y limi-; Habría que poner de relieve otros muchos aspectos en una detallada
· 4!.nte -el comienzo absoluto del mundo en el tiempo y su límite en el·· ~tló.n ..d~.1@..áJJ.tinomias. La validez de los. argumentos que usa Kant
espacio, el último fundamento o condición de todo lo que se da en la para derivar las contradicciones es más que cuestionable; y no es tan evi-
Naturaleza, los constituyentes .últimos de la materia, etc.-, o no tiene dente como él pensaba que no es posible ajpguna.... s@lución empírica a
ningún término limitante, y es una serie infinita o ilimitada. Donde esta todos estos «conflictos de la razón». Así, los· desarrollos de fa ciencia fí-
disyunción parece imponérsenos por fuerza, Kant pensó que podía pro- sica, imprevisibles en su tiémpo, parecen dar ~!Iillifi~MQ empírJrn a la
bar que el elegir cualquiera de los dos miembros nos lleva' a la contra~· n~9Jl._c:le espacio físico y al mundo en el espacio como finito auogue ili-
dicción; de ahí que llamara a esta división de la Dialéctica la Antino- aj.lfilig. Dejo de momento estos aspectos, para volver a la cuestión de la
mía de la Razón Pura. Su solución de estos <<conflictos de la razón pura estructura general de la Di'aléctica.
consigo misma» lleva a invocar el prin'cipio de significatividad. Operando ' Su tesis unificadora, como ya he señalado, es que la razón humana
con el concepto de la serie como un todo, somos incapaces de considerar es conducida ·inevitablemente, en su búsqueda de conocimiento sistemá-
si cualquier intuición o experiencia posible podría responder a este con- tico, a habérselas con ciertas ideas de carácter absoluto parar las que no
cepto. Sin embargo, sostiene Kant que no hay modo alguno según el cual . se puede especificar ninguna condición empírica de aplicación, pero que
pudiera decidirse la experiencia en favor de uno de los dos miembros · pueden tener un papel regulativo útil en el progreso del conocimiento.
de la disyunción. El problema de cuál de las dos alterna tivas aparente- ' Es esta una tesis compleja con cuatro partes que hay que distinguir da~
1

mente necesarias ~ea la verdadera no se puede_ i:ilantear; d~ ahí _que el ramente: 1) que todas las ideas en cuestión tienen el carácter que expre-
concepto de totalidad absoluta que parece exigirnos la disyunc10n no saba Kant con las palabras absoluto o incondicionado (por ejemplo una
tiene hingún uso empírico. «En su significado empírico, la palabra 'todo'·· totalidad absoluta, un primer comienzo absoluto, un fundamento úÍtimo
es siempre solamente comparativa.» 7 incondicionado, un constituyente absolutamente simple de la materia, et~
Kant trata su solución como una confirmación de la tesis del idealis- cétera.); 2) que somos conducidos inevitablemente por la naturaleza de
mo trascendental. Si espacio y tiempo, así como el mundo en el espacio la in.v~stigación siste1?ática a habérnoslas con tales ideas; 3) que todas
y el tiempo, existieran como cosas en sí mismas, se mantendrían como est~s i~eas s~n esencialmente trascendente~ con ~especto a cualquier ex-
necesariamente verdaderas las disyunciones en cada uno de los casos. penencia posible; 4) que algunas de estas ideas tienen una utilidad regu-
Puesto que suponer de que tal disyunción se da nos lleva a la contradic- lado_ra en_ ca~~ esfera ei: ~a que surgen. Inc~uso en el caso de los tipos
ción tenemos una prueba tan buena como cabría desear a favor de que de mvestigacion cosmologica como los considerados en las Antinomias,
tant~· el espacio y el tiempo como el mundo natural no existen como esta compleja teorfa, como indiqué ya en el párrafo precedente, no pare-
cosas en sí mismas, sino solamente como fenómenos, están en nosotros, ce ser verdadera en todas sus partes. Si dejamos de lado, sin embargo, los
etcétera. Tal prueba parece descansar en la premisa según la cual si las des~rrollo~ P?~tkantianos de la cien_cia, algui:os al menos de estos tipos
de mvestigac1on parecen ofrecer brillantes ejemplos de la interconexión
7
A 483/B 511. necesariar de estas cuatro características; por otra parte, la sugerencia kan-
3
~11
32 Los límites del sentido Panorama general 33
tiana de que la idea reguladora apropiada para la ciencia en estos casos ;sólo no encontramos, sino que no podemos encontrar, nada dentro de
es la de una totalidad concebida como una serie ilimitada, que pone por ;este campo que podamos identificar como el sujeto permanente de los
delante una tarea de investigación que no se agota nunca, parece total- restados de conciencia. ¿Cómo nace, entonces, esta ilusión? Un resumen
mente razonable. . ~ a modo de eslogan de la respuesta de Kant sería éste: la unidad de la
El éxito de la tesis general en el caso de la investigación cosmológica ;experiencia se ha confundido con Ja experiencia de la unidad. Ya se ha
debió animar a Kant a formarse una idea exagerada de su plausibilidad '.argumentado que para que sea posible la autoconciencia tiene que darse
en lo que él consideraba como las otras dos esferas de la inevitable ilu- 1una unidad tal entre los miembros de una serie de experiencias que las ,,
sión dialéctica; a saber, la teología y la psicología. La historia de la filo- •constituya en experiencias de un único mundo objetivo. Ahora bien, ¡¡'
sofía sugiere, ciertamente, que la creencia de que nosotros podamos tener '.mientras que el cumplimiento de esta condición constituye el fundamento ijl
conocimiento del alma como una cosa o substancia absolutamente una, ;básico de la posibilidad de la autoconciencia, se requieren más condicio-
permanente e inmaterial, es una ilusión filosófica natural, aunque no in- :nes (se puede sostener) para la adscripción de hecho de las experiencias
evitable. Es falso, sin embargo, que hayamos de encontrar tal idea de .a uno mismo. Deben de darse criterios de identidad empíricos aplicables,
modo natural a través del estudio sistemáticamente empírico de la psico- a lo largo del tiempo, de un sujeto de experiencia. Tales criterios existen,
logfa, así como es igualmente falsa la idea de que no tenga ninguna uti- como el mismo Kant parece reconocer, e implican el hecho de que «el ser
lidad reguladora. Una vez más, el tema de Dios da lugar, ciertamente, a 'pensante (como el hombre) es él mismo ... un objeto del sentido externo» 8 ,
nociones acerca de lo absoluto y lo último. Dios es la existencia absolu- :es decir, un cuerpo en el espacio. Pero estamos expuestos a pasar por alto
tamente necesaria, absoluta perfección, el fundamento último de todas Ja pertinencia de tales criterios por el hecho de que nosotros no los tene-
las cosas, etc. Pero solamente en el caso en el que la idea de Dios se mos que emplear efectivamente cuando utilizamos la palabra «yo» al
asiente en nociones como las tratadas en las Antinomias, es decir, las ¡adscribirnos experiencias actuales o recordadas. (Cuando tengo dolor, por
de absoluto comienzo y causas primeras, es cuando será plausible del todo· ejémplo, no tengo que buscar y mirar que soy yo el que tiene dolor).
el decir que somos conducidos inevitablemente por la razón a tratar co~ ¡Así, podemos caer en la tentación de pensar que tenemos conocimiento
tal idea; pero incluso entonces, como el mismo Kant reconoce, tal base :de un sujeto continuo e idéntico como tal, conocimiento que sería inde-
es inadecuada para sostener la idea de Dios. No hay plausibilidad alguna, )endiente de cualquier criterio empírico de identidad. Tratamos, por
por otra parte, en la sugerencia kantiana según la cual toda la empresa decirlo de alguna manera, de abstraer_ la fuerza del «yo» del acopio de
científica se desarrolla necesariamente bajo la égida de la idea de un .los criterios empíricos que le dan su poder de referirse a un sujeto per-
creador inteligente, y que, por tanto, nos vemos inevitablemente condu- .manente y, al mismo tiempo, contemplarlo como poseyendo tal poder.
ciclos a esta idea en la búsqueda característica de la Razón de explicado- 'Pero si llevamos a cabo tal abstracción, lo único que puede hacer la palabra
nes generales. Ideas como la de Dios, o de dioses, tienen muchas fuentes, :es expresar la conciencia en general, o las condiciones generales de la
algunas de las cuales no están claramente conectadas con la Razón; y el :posibilidad de la experiencia. De este modo, confundimos la unidad de
poner en relación tal idea con la explicación científica es algo que supone la experiencia con la experiencia de la unidad; y de este modo, surge la
una peliagudo problema para el teólogo más que una inspiración nece- :ilusión del conocimiento del alma como una cosa inmaterial y permanente.
saria para el científico. · .· :S6lo se trata, sin embargo, de una. ilusión; si caemos en ella, nos queda-
La exposición que hace Kant en los Paralogismos de la ilusión meta- :mos incapacitados para defender esa idea del alma en contra de las teorías
física del conocimiento del alma es en sí misma de una peculiar brillantez, rivales menos ilusorias, ya que no existe ningún medio empírico capaz de
así como de especial interés por su conexión 'con la argumentación general ,dec;idir entre ellas. Añade Kant que le es esencial a su propia filosofía
de fa Analítica. El blanco del ataque es la teoría según la cual cada uno 'crítica el demostrar la vacuidad de una pretensión de conocimiento así;
de nosotros puede conocer la existencia, en su propio caso, de una cosa 'Y es que si esto fuese permisible, entonces nuestro conocimiento habría
pensante, duradera, puramente inmaterial y no compuesta, cosa que so- ~de trascender el reino de la experiencia para entrar en el de las cosas tal
lemos llamar «yo». La línea de ataque ~stá dirigida por el principio de :y como son en sí mismas.
significatividad. Si hemos de hacer un uso legítimo de los conceptos :
cruciales de identidad o de identidad numérica a lo largo del tiempo, :
hemos de aplicarlos, a la luz de criterios empíricos, a los objetos dados en ·
la experiencia. Ahora bien, si abstraemos totalmente del cuerpo y consi:
deramos simplemente nuestras experiencias o estados de· conciencia en "
cuanto tales (los contenidos del sentido interno), es evidente que no~ • B. 415.

!'
L);
~.
34 Los límites del sentido

4. La metafísica del idealismo trascendental


Panorama general

[ ducen inevitablemente este tipo de teorías. Pero, no nos basta para nues-
~ .tra comprehensión esta forma de crítica ad hominem. Debemos analizar
1
35

qué nociones no están bien aplicadas, qué verd!l_des es~ág_ p_~zy5!rti<lªll _en
p~, y cómo i:io (!Stán bien aplicadas o pervertidas. Debemos re
Hay que decir algo más acerca de ~ doctrinas del idealismo tras' ' ferirnos aquí a l!!_ anª1ogfu!, o ·mo.clelo, que mencionamos al comienzo de
l
1
cendental. He mencionado las interpretaciones <añQdiiias por medio de festa introducci?n. Sabemos que para 01alquier ser, miembro del mundo
las cuales nos vemos tentados y a las que dan color algunas de las propias : njUI.U:a). Y espacio-temporal de la ciencia y de la observación cotidiana, sólo
observaciones del mismo Kant; he dicho también que hemos de concluir,' se. le._pueden !1Jtlt!ife$tar.. sensiblemente los objetos espacio-temporales de
con cierto grado de disgusto, que no dan respuesta, o no lo hacen coii ese illJJndo a/.ectamla__de:__alguna: _forma su constitución. Cómo aparecen de
consistencia, a las intenciones de Kant. La teoría no es simplemente el h!cho taks--úhjetos; qué características par~~n tener, son cosas que de-
que nosotros no podamos tener conocimiento de una realidad supra- i::i:~en ei+-pa~e-tle-4a _co?stitución del ser_ ~-que se apar(!fen. Si su consti-
sensible, sino que la realidad es suprasensible y que _posotros no podemo~ , Ul~ion fuese diferente, diferentes serían las manifestaciqnes de fos mismos
tener conocimiento alguno de ella. Hay abundantes puntos en los cuales ob¡etos. Muchos filósofos, como Locke y Lord Russell, han opinado que
esta teoría-hace rápidas inmersiones en la ininteligibilidad. Considérese;· e.s.tos hechos eran buenas razones para negar que somos sensible o per-
por ejemplo, la opinión según la cual, dado que el espacio y el tierripo nó '. c~almente conscientes...de las cosas como de hecho son, o de como .en sí
son otra cosa que formas· de nuestra sensibilidad, nuestro conocimiento 'mismªs son. Por ejemplo, los objetos aparecep. color~i!dos, pero se afirma,
de todas las cosas que están en el espacio y el tiempo, incluyéndonos a-: ~están_ realmente. coloreados; lo que· realmente sucede es .que los objetos
nosotros mismos, es conocimiento de cosas sólo como fenómenos y no' t~:rien,-~iertas propiedades físicas, y que posotros tenewsis cier.ta constitu-
como son en sí mismas. Nos conocemos a nosotros mismos, pues, en una cwn fisica, de.tal forma que el efecto de las primera:usobre la segunda es
forma temporal y de ahí que s@?_~ cuanto fenómenq y n_o_~pmo--SOmoi que los objetos. se nos manifiestan f<Jloreados. Esta línea de pensamiento,
en-nosotros mismos. Ahora bien, ¿qué tipo de verdad acerca de uno, aunque no se imponga, es perfectamente inteligible. Todavta sabenws lo
mismo es esa según la cual uno se le muestra a sí mismo sólo en guisa . que_se quiere decir por «los ·objetos .como realmente soq{Sori tóbjetos
temporal? ¿Nos manifestamos realmente así a nosotros o solamente nos P~4q_s coi;i? dotados ~olamente con aguellas.,Propiedades que\!~~_adséri~n
parece que nos manifestamos así a nosotros mismos? Da la impresión que las teonas fisicas, especialmente aquellas que explican el mecanismo causal
hemos de escoger la primera alternativa inmediatamente o perder el tierno ~per~epció1(_So? obj~to~ pensados comotposeedores,realmente Q~._aque­
po en una variante de esta inútilmente elaborada. ¿Es, por tanto, un }13.§..~ropieda~es (pnmar1a~) que les hfil:en capaces de manifestarse de dif~­
hech.o temporal, un .hecho sobre_ lo que sucede en el tiempo, el q_ue nos r~t.e.~~~aneras a seres equipados con '(parat?s sensores y ?erviosos disti~tos,
mamfestemos realmente a nosotros en un modo temporal? Decir esto ;pero\_!J:9· como poseedores de .aquellas propiedades ulteriores (secundarias),
sería deshacer nuestra elección ya que f.odo fo que ocurre en eLtiemp-0 cuya aparente P?sesión _queda explicada por el efecto de las p!Q_piedades
cae del lado de los fenómenqs. De este modo, no es un hecho acerca d~ "P!lmanas sobre ~~encionado aparato..
lo que sucede .en el tiempo él que nos manifestemos realmente a nosotros . Esta conce.ti.~ión, aunque quizá no sea atractiva, no es.ininteligible. Aquel
mismos de modo temporal. Ci~rtaínente\yo me manifiesto a mí mismQJ:em: :filósofo, con llleDte científica, que la abrace se separa, realmente, de algunas
poralmente; pero yo no me magifiesto temporalmente a mí mismo' en 'aplicaciones ordinarias del contraste entre el fenómew y la realidaq!; pues
realidad. Pero, en suma, ¿qué es lo que significa el~manifestar realfilen: (como se lame?taba Berkeley) no hay circunstancias en las que las cosas,
te»? La pregunta ~o tiene__n::spuesta; se_J~an atravesado 'los límites de tal como él dice que son, puedan manifestarse .m.mo realmente son. La
de la inteligibilidaq), bajo cualquier standard. Difícilmente puede alegar conexión con la experiencia sensible está aún ahí, sólo que menos directa.
Kant que el hecho no es alarmante en razón de que esto está de aeuerdo; La concepción kantiana del contraste entre las cosas como son en sí
con el standard puesto por su propio principio de significativida~, el l!lismasl Y las cosas como se manifiestan parece· tener el mismo punto.de
cual se deriva, a su vez, del conjunto de teorías a las que pertenece la )!artida que la: concepción cltl_iilósofo con mente científica,_ Tienen ambas
presente teoría. No es defensa de una doctrina ininteligible ¡el que su: en común que, dado que CQ!Wfell!Q_~ )os objetos sólo porqu~_§.QffiQ§ ªfecta-
ininteligibilidad esté certificada por un principio de ella derivado 9 • , • 4o~ por ellos Y sólo comg__ g~ .llJ.ilJ).i_fiestan el~ !~.?111tas -9.L..IlUestro ser así
No es ~sto sino un ejemplo de las muchas incoherencias a ia-:-s que con- :aJectado, no los conocernos ~-º-l!lº-2Q_n~g _sí misrp._Q~, Pero el siguiente
·- . ;taso es muy cgstinto en am?a~ concepci?~e~. El filósofo con mente cien-
9 La incoherencia de esta teoría se analiza más ampliamente en la parte IV tífica no nos mega el conoclilliento empinco de esas cosas; como son: en
sección 4. .sLmi&!I1ª1>, que nos afectan para producir los fenómenos sensihld. Sim-
1
"""
!i,~1
~1-

36 Los límites del sentido Panorama general 37

plemente !Jíiega que \las propiedade~~ con las que, en condiciones norma' en este sentido: podemos rastrear los pasos por los que. el ~~delo original\
les, aquellos objetos se nos manifiestan sensiblemente, estén indqid f la analogía gobernante, (es pervertido o transpuesto a una· forma,_ en.. Ja
(o estén todas incluidas) entre las propiedades que tienen, y que sabem i cu.al..riº1~ cualquier regg!sito de inteligibilidaá aceptable, incleyenc;k),. el
que tienen, tal com9 en sí mismos son. Pero Kant niega completa.menf, p.topio. principio kantiano _de significativtdaq. Y aún más, podemos enten-
l!ll posibilidad ~alquier conocimiento empfricoy tal como_son en...} der el papel del modelo o de la figura resultante como una ayuda a Kant
mi¡¡¡µ¡is, de_~ cosa&.--que nos afectan para producir_ 1a ..experi · : .en su uso de ideas más aceptables: certificando el principk.,.de-s.igai&a-
sensible. Evidentemente, es coherente con esta negativa, y requerido p ' ú.v.idad y explicando la posibilidad del programa de una metafiska..~{C.Íen­
ella, ~L~ar t@lbién que los objetos fü_ic9.§:...de la ciencia son e~ cos¡u) tífica» de la -experiencia. Podemos, y debemos, incluso hallar un lugar
CQ!!!o ..son en sí mismas, ~ nos ~ctan para producir la~rienci en la filosofía para un conceptg: que lleve a cabo, al menos, algy.g,as de las
sensible. Kant puede, ~ignando toda ia-.e.s.tructura espacio~t.emporal d , fu!_iciones negativas que asume_ el concepto kantiano de lo nouménico. Al
ñiüñao natural a la.constitución ~ceptiv.a_del sujeto 4e la e.xperiencia, dl rechazar el dogma, carente de sentido, de que nuestro esquema concep-
crendo que todg(el. mundo natllra~)es (l?..!!!Q...fen?mel}°'j rec,onciliar, form~. J:.ual no corresi.:o~de en ningún punt.o con la Realidad, no debemos abrazat
m.~pte, estas ilegat.ivas, con e~ punto. d~. partig_~ que comparte con ; el dogma re~trictivo de que la Reahd~~ tal c~~o es queda completamente
filosofo de mente científica, para la aplicacion del\contraste entre Itas.~ i compreh~ndida en ese esquema. Admitimos facilmente que existen hechos
e.orno .~on en sí.!llispas y ·~~füLfQll)o ~e !!_lariif!<;statl. Pero el preci ;. que no conocemos. Debemos también admitir que puede que existan tipos
de tal recc,mciliación formal es alto. Pues la transposición terminológi de hechos de los que, actualmente, no tene-mos una concepción mayor de la
tesultante, de objetos que «afectan» la constituci<Ji del sujeto, pone a t , que tenían.. nuestros..antepasados sobr.e cierto tipo de hechos, .admitidos
terminología totalmente fuera del alcance de su\ uso inteligible, es deci en nuestro esquema conceptual pero ...no en el ·suyo. No sólo aprendemos
del ámbito espacio-tempotal. La teoría de que sólo conocemos las 4 ' a contestar 'viejas pteguntas, sino también a cómo plantea,i:,,otras nuevas.
como fenómenQ§ y_µo como son en sí mism_as, .dado que su manifestársen La iqea de los aspectos de la Realidad que serían descritos en las contes-
es ..cl....tes.ultado .de. la afección de nuestra constitución por los objet~ ~ taciones a las preguntas que aún no sabemos plantear, como la idea del
1m.iL..t.e.orfa qµ\!._.podremos entender siempre y cuando la «afección» s' r.::;ij_mbito Muménico, aunque no tan drásticamente, limita la pretensión del
en.tendida como algo que ocurre en el espacio y en el tiempo; _pern...cua conocimiento humano real y de la experiencia a ser l~<coextensivos coq lo
s.e._nos añade que hemos de entender. el mismo espacio y tiempQ.-..na. '> r~al».
\más_ que como una capacidad o apti.tud de nuestro ser afectados .de_ · .Este parece ser el límite necesario, y no muy avanzado, a la simpatía ií
_rma de.t~rminada po.r objetos q.ue. n.º.· est·. án. e. llos mismos i:;n. ~L~ por la m ..etafísica del idealismo. ,ttascen~i:;ntal. Aunque ~s. d. ifíc·il.;.s..eparar
!I

! en el tiempo, no i.:od~mos. seguir.. entt~.ndtendo .. tal doctrma,...p

r «nosotros».
. sus_ doct_nna_s de la argumentacion. analltlca de la metaflSlca. PQ&füYLQe
sabemos lo que qmere ..dec.lr («.llfectar»,¡ o..J.o...qlJ.e__ hemos__de_e.ntend · ~xperiencia de Kant, una vez, sm embargo, que tal desenredo ha sido
llevado a efecto, es notable cuán poco esas doctrinas parec:en haber dis-
No hay duda en que Kant ofrece más información, pero no un ulteri t torsionado esa argumentación.
esclarecimiento, sobre el sujeto de la «afección». Cualquier modo de e'
nocimiento que dependa de la existencia del objeto que se conoce , .
rtal que «la facuiltad de representación del sujeto es afectada por' . 5. Conclusión
objeto». Así el conocimiento de Jás cosas-__como l.filln....f!n sí rpi~~ («int ;

=
~ió:p. no-sensible o intelectuah>) sería creativr¿. ptoduciendo \.~u propio o : Hemos_ d~jado sin tocar por ahota muchos puntos de la Crítica en este
1

jetó; un tipo de conocimiento que <<.en_cuan!Q. podemos Juzgªr, :;; breve tratamiento. Concluyo considerando dos que no están muy desconec-
sólo competirle ..al. ser-primordial» 10 • Kant¿eñala qt,te somos..incapaces ' tados el uno del otro.
aprehender la posibilidad de tal tip,o...de.Áoñocimienl:o. No que s : Kant, a lo largo de la Crítica, hace uso frecuente de cierta distinción
c;;uál, sea la osi;:uridad que rode~ estas nocion~s, tambié? ode toda ª. la que. no, ~e hecho _re~erend~: la distinción :ntre las proposiciones analí- !
'Í:eona de que las cosas--qu~stan..en el esp.acl.Oc~·-Y..·..en- trnm.pG-- sen
1
tlcas y smtetlcas a przorz. Se dice que ambos tipos de proposiciones tienen ' 1
menos. · · en común el que pueden set conocidas J10 sólo como verdaderas, sino de ¡ 1

Las teorías del fon6meno:..}! nrnímeJo, del idealismo trascendental, d tal forma que ninguna experiencia podría infirmadas o presentar un con-
<l¡i subjetiviQ.ªd última del mundo natural, pueden, entonces, entender . traejemplo. En este sentido, ambos tipos de proposiciones son conttasta- 1
~. - 'i das con las proposiciones verdaderamente empíricas, que son aquellas que
,,:¡• .
'º B 72. _F, sabemos .son verdad sólo y en la medida que son confirmadas por la expe- ·,

"
11 1
1
38 Los límites del sentido Panorama general 39
tF

rienda. Kant mantiene que. mientras el carácter a priori de las proposi- fundamental y general de cualquier concepción de la experiencia tal
dones analíticas no plantea un pmblema-filosófico profundo, algo muy como nos la podemos hacer inteligible»- de tal forma que sugiera al
distinto sucede con las p~ sintéticas a priori. De hecho, dice pensamiento de corte kantiano que cualquier límite nece~ario que encon-
en la Introducción que todo el problema, a cuya solución está dedicada la trás.emos en tal_ mncepción sería un límite impuesto por nuestras capa- .
Crítica de la Razón Pura, puede resumirse en la siguiente pregunta: c.idades? Y si, a pesar de todo, rechazamos la explicación kantiana de la/
¿~ómo son posibles los juicios _sintéticos_q_priaú?. _ ' posibilidad del programa, por incoherente tfD sí misma y porque falla
Quizá pudiera pensarse que debiéramos prestar más atención a una en su intento, ¿qué otra explicación estamos preparados para ofrecer?
distinción a la que Kant da tanta importancia. Pero es dudoso que ·un A esto simplemente puedo contestar que no veo razón alguna por la que
tratamiento más amplio fuese más ventajoso. Kant no da' ·.!1-unca, una · fuese necesaria aquí una gran -~9ría. Evidentemente, el.s;onjunto de ideas,
explicación teórica moderadame_nte satisfactoria sobre 'la_dkQ.t;bmí~(entre Q __ de esquema!' de pensamie_!J.to, Utilizados por los seres humanos. reflejan
Uas.. proposiciones analítkas y sintéticas a priori,1 ni tampoco puede espigarse s_g_ naturaleza, sus necesidad_es y su situación. No son esquemas estáticos,
de entre los ejemplos esparcidos de vez en cuando. Pueden, evidentemen- · sino que permiten esé afinamiento indefinido, esa corrección y extensión
te, entre las proposiciones que se denominan ·a priori, distinguirse...omd1as , que acompañan el avance de la ciencia y el desarrollo de las formas
fsubclases; y en la historia de las 'controversias sobre tales proposiciones sociales. En el estado de ~utoconciencia conceptual que es 'la reflexión
muchos filósofos han seguido a Kant, al menos hasta el punto de desear res- · fi~ch, la gente puede, entre otras cosas, concebir las variaciones del
tringir el título de «analíticas» para los miembros de una o más de estas ; carácter de su propia siJ:l!.m::jón y necesidades y discutir, de una manera in-
subclases. Pero es realmente muy dudoso que una restricción general . teligible, las formas bajo las que pudieran adaptarse sus esquemas de pen-
claramente presentable de tal tipo situase en la clase opuesta, la de pro-·" samiento a tales variaciones. Pero no debemos inquietarnos si los cambios
siciones sintéticas a priori, sólo a aquellos tipos de proposiciones a las concebibles son sólo inteligibles como variaciones dentro de un cierto
que pretendía referirse la pregunta resumen de Kant. Podemos enumera~, ~rr;taZÓJ:?:__g~n~ral y fundamental de.id~ si los desarrollos ulteriores pudie-
como pertenecientes a esta pretendida clase, 'verdades de ];Lgeometrí~ · ran ser concebidos sólo como desarrollo de, o desde, una cierta base
y de la..aritmética y supuestas ~posiciones a príorJ de l~iencia em- general. Nada hay aquí que exija, o permita, una explicacion como la de
pírica. Pero no podemos formarnos realmente una concepción general Kant. De cara a fijar los límites de un pensJilllien;o cQp~ente no es nece- /

de tal pretendida clase en los términos de la respuesta que Kant formula sario, como Kant, a pesar de sus contradictores, intentó hacer, pensar am-
a su pregunta resumen. Lo que Kant entiende en general por proposi- · ~s li!_dos de_ esQs límites. Basta con llegar a pensarlos. Ningún filósofo
dones sintéticas a priort es justamente esa clase duroposi_sione¡;;, el ·éa~ .en ninguna obra ha llegado tan cerca de alcanzar esta agotadora meta
nocimiémo·cieCii'Ya necesi9;ld sólo podía ser explicado -suponía~ po, , como Kant en la Crítica de la Razón Pura.
niendo en marcha todos ·{o.s recursos copernic~!_l.9!._g_~Ja <;rJJJcfll, apelando\ ·
de esta manera, al modeloTe- ~los objetos ..que se conforman a nuestros
mod~Lde répresentacióm:I, es decir, ape1anclcY:i"\la- constítf¡c;ífü1_ d~~-@~a
sensibilidad y a las reglas del entendimiento. '"Dádo que, como ya: he
mostrád'o, nada queda, o puede quedar, realmente explicado por este
modelo -ya .que es incoherente'--, debe concluirse que KªnLJ19 _illme
una. C()QCepción general clara de fo_,sintético a. priori.
· Sín embargo, puede argumentarse que hay un pro,12Jema aquí, aun
incluso si no ha sido formulado felizmente en la prégunta resumen_ de
Kant. He señalado que'. el resultado más positivo de la Crítica_ es...el~­
a_rrollo, o desarrollo parcial, de un cierto programa: el de la determinación
de- fa estructura-fundamental y general de cualquier c0:n.c.epción de- la
experiencia que podamos hacerpos inteligible. Tanto si elegimos la deno-
minación de «sintétic~s _a pr_iori» para l~ proposi~ que desc~n
tal-estructura como s1 no lo hacemQ~ queda al menos claro que tienen 1
~.~arácter o s!atus distin!ivo; y la ¡eoría copernic~_de Kant era ,u~ :·
mtento de explicar es~ .st.aws. Despues de todo, ¿no nos es,~ fac1l
feer la formulación real del programa -«la determinación de la estmctura
'"
CAPÍTULO 1

::
Espacio y tiempo
La teoría kantiana de la naturaleza de la experiencia humana está
dominada por éqatro grandes dualidades: la dualidad de los fenómenos y de
las cosas como son en sí mismas; de las intuiciones y los conceptos; de lo
a priori y lo empírico; de lo interno y lo externo. Las cuatro aparecen
en la primera gran sección de su obra, 1!L_Estética- Trascendental. Nos
acercaremos a la tarea de entender cómu . están -allí. relacionadas a través
de la dualidad de las intuiciones y loL CotK~!º~

l. Espacio y tiempo como formas de la intuición: la interpr.eta~·


ción austera
1:-µu~ad de(fas intuiciollt,LY JQs~c.QJJcepto~· no es, de hecho, más
que un aspecto de una dualidad que puede reconocerse en cualquier filosofía
·que trate seriamente el conocimiento humano, sus objetos o su expresión
y comunicadóh. Son éstas tres direcciones distintas de la tarea filosófica
más que tres tareas diferentes. No pueden separarse realmente la teoría
_del ser, la teoría del conocimiento y Iª teoría de la proposición:• y nuestra
dualidad aparece . necesariamente en .1ª~ tr.es, bajo diferentes formas. En
la primera, no podemos evitar la distinción entre los ítems concretos y
las_ clases generales o características que aquellos ejemplifican; en la se-
gunda, debemos reconocer la necesidad tanto de poseer conceptos genera-
les como de conocer _las cosas en la experiencia, cosas que no son concep-
tos, y que se subsumen en ellos; en la_!e_r_cei;_a, debemos reconocer la nece-
-sidad de aquellos recµri;os_Jingüísticos, o de otro tipo, que nos permitan
tanto clasificar o describir en términos generales y nos indiquen a qué
casos particulares se aplican nuestras clasificaciones o descripciones.
Hacer, como Kant, que . el__segundo aspecto, o espistemológ!~o, de
estas direcciones sea el dominante no es riada malo en sí mismo, aunque,
como nmestr~.espectacularmente su propio ejemplo, pueda tener sus pe-
( ligros. Estos aparecerán pronto. Para empezar, seguramente reconoceremos
que no pos podemo.s-fu.Lmar concepto alguno de la experiencia, del cono-
\ d\llient~írico, que-RQ...JJos permita conocer, en la experiencia., ít~ms

.#
44 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 45
particulares que podamos, reconocer o clasificar COI!!Q_ ~ªl>Q~,__de tipQLQ_ca- particular y otro del mismo tipo general, siendo por tanto el terreno fun- ·¡1
'1
ra~terísticas gei;ieral~s. Debemos ~ener la capacidad de hace.L!ale~_¿:e_c:onoci- damental de la identidad de los ítems particulares u. 1
mientas y clasificac~ones, es de~ir,. debemos tener conceptos ~enerales; y , . Introduzcamos aho~~ otra dualidad kantiana, la de lo a priori y .lo _e.m-
d.ebemos tener qcas!~~-s para eiercita~ y ?esa!~ollar esta capacidad, es de- 1
E!Jiq,J. ~~hemos ~ambien, para empezar, buscar en esta dualidad una__j¡i-
c1r, debemos tener lo que Kant denornma mtuic10nes. :- • , te¡:pretacion :relativamente austera. Una variante de lo «a priori» es lo
«puro» ~ ' n:ientras que lo «empírico» estaría relacionado con «derivado de
2
Kant expresa tales necesidades en su lenguaje más rico de departamen- i1
tos o de facultades de la mente, aumentando así enormemente los riesgos la ~xperiencia» Y «perteneciente a la sensación». «A priori» y «puro» están
de la perspectiva epistemológica. Distingue entre la sensibilidad, que es ndrmalmente conectados con .«anterior a la experiencia» y también con 1
receptiva y a través de la cual los objetos nos «son dados» y el entendí- b entro 1~~ ~~sotros»; .~ero ignoraremos esta última conexión en tanto
miento, que es activo y a través del cual los objetos ~<son ·pensados». Por uscamos \.lfL!Q,~ER:i:eta,c:;_o~- a11stexa__clel_cont!'E~~· Sugerí, en el análisis ge-
la primera tenemos intuki®es, el segundo es la fuente de los conceptos. rter~l de la Critica, que el resultado más positivo de Kant en metafísica
La cooperación de ambos es necesaria para :la experiencia, para el conocí- ha~Jla. que bus~~rlo en su "'intent? d~ articular la estructura general de cual-
mi:nto empírico .. ~jaremos, por el mon:ento, que ~eimanezcap la~entes las ,,;:¿~ concepcioi;- de. ~a ex~etiencra que nos~tros pudiésemos ?acernos
pel~~rosas potencialidadd de este 1engu~. La teona de la Aecesar1a c~~- " ·ideas deramente 1i;itel;gible. Si tal estr_J,!Ctura existe, si hay un con¡unt<;> de
racion de las facultad.J pl!,_eg$, por el momento, leerse como 1,Ina vivióa _bros dque e~ mdispens~blemente en taL~structura, entonces los miem-
reafirmación de aquellas <fiec~sidades que más a~~teramente se expresan ea.el adecuad ese con¡unto tendran con t~da segundad un status distintivo. Sería
párrafo anterior. · 0 contrastarlos con aquelfas ideas menos generales que corresponden
, . , • · ·~tos de nuestra experiencia desde los que po·de
; Que diremos ahora sobre la teona que afirma que el .espacio y _el - 1. d . · mos a b st raer si.·n poner -
, '- . . . , . , · e~igro a to a 1a misma estructura d 1 ·' d e ·1 a experiencia,
· ··
tiempo son formas de 1ntu1cion? Empezaremos tamb1en con una clave has- y . · e - a concepc1on
. , - . .,,. . . ., _ . como con 1os conceptos lo mismo debe s d 1 ' · 'd
tante. ba¡a; La . dualidad de. mtmc10n y concepto . es....simplemente
_ el aspecto ~
¡as, que son conceptos. ' uce er con as caractenstica$ e
@f>istemologico de la dualidad entre caso particular y clase general. Es sim- Ima inemos . .
plemente ef pensamiento del caso particular tal como es encontrado en la · f ,g . que:_ !1°s apropiamos en este sentido del contraste entre
. . , - . h 1
lQ_a priori Y o empmco, y kentonces en el sentido d t · ·'
experiencia y alh reconocido como un caso de alguna clase genera1'· No ay , ~t . ' e es a aptopiac1on, nos
, ., . . l , e-lllrentamos con 1a teona antiana de que el e p · 1 ·
razon alguna por la que no debieramos mvocar cualquiera o todos os sólo formas de la intuición sino . s. aCJo Y .e t~e?;.Pº no son
aspectos de esta dualidad para que nos ayuden a entender la doctrina sobre· enfrentamos simpl
el espacio y el tiempo, Claramente el pensamiento en su máxima generali~ a d , ª
.emlen e
t Í d
fo~mas priori 9-~Jª:-;nt1;1ic10J11. No no~
pens.amiento e una ¡:onex10n mnata entre la
., , . . ' .. , .. . - - -1.!!ea e 1¡ems particu ares susceptibles de ser encontrado 1 · ·
dad : establece alguna conexion mt1ma y peculiar entre eLespac10 -;z--el 1 'd d - , ' d ---.--- s en a exper1encia,
. ' . , . . , . . Y a 1 ea _e que son items or enados espacial y temporalm t E t
tiempo.; por una parte, y la ide_a. de un 1tem particu1ar, el cas_<?_particµlat · en e. s amos
del_ c_:_cg1i;;~pto general, por otra. Tomemos cualquier concepto ~lfsral, cual- 11
La ,teoría de la proposición empírica es u d" ,., ·, d · , d fil 'fi
· 'd d · l d , ( l 1 , K d na 1re_c1on e mqmetu oso ca
quier 1 ea e un tipo genera e item supuesto, so amente, que os 1te111s qu; ant no esarrolla (mucho) en 'la Crítica. Pero merece la pena notar cómo un
que en él se subsuman, si es que hay alguno, sean tales que puedan conce- fosofo d,rr~oderno r;pr~duce nuestra. ?ualidad fundamental cuando busca formular
birse como posibles términos de la experienci¡a y puedan convertirse en , c6~~0~01 c1otnes. sem ,ª'.1ttcas de 1a l~dosibilidad de la proposición empírica en general y
. d . . , . · " , ·· fi . 'd nec a 1mp11c1tamente e1 a o «concret0>> de la dualid d 1 ,
ob¡etos el conocimiento emp1nco) y parecera su c1entemente evi ente 'fc--<; tiempo. J. L, Austin dice que la proposi'ci'o'n empi' , . ª 1con ~' es~acido Y e1
· · · 1 d .\
cualquiera de sus casos partlcu ares, que realmente ocurren, deben _,e/ 11 os e conv_enczones, q~e ,describe como sigue: ·~ d , nea reqmere a existencia e dos
hecho ocurrir en algún momento, que cualquiera de sus casos partLgtlare~ ;, «Convenciones descrzpttvas que correlacionen las palabras con los tipos de situa-
'h h \ ¡ , · cwn, cosa, suceso, etc., que pueden hallarse en el mundo
que rea 1mente pue d an encontrarse d eb en d e ec o encontrarse. en_ a gun Convenciones demostrati·va ·
1ac1onen 1as pa1a·bras con las situac · n h,15t,0
· · b · 1
sztzo. Para que un p.om re ·genera pue a .l!P: Lc.ars.e a [Un caso particµ :¡ir, eb e ·rreas;
, d l' . · 1 d , etc., que pueden hallarse - s en
queelcorre
mundo,» za es -

encontrars~ -~m habit~c~lo local ?~ como pudiéramo; decir más c~utel~-~ d frª drialid~d de las convenciones semá':1~icas de Austin se corresponde con la
samente, s¡ no un habltaculo tamb1en loq1l, '{11 menos sl tempora\. La (dent~: (eua lª? kdnuana d~ _las facu~tades cognosc1uvas. Por las convenciones demostrativas
. d d 11 1 , . 1b
s:
dad, al igual que la existencia, de l!os casos'pi!'rticulaf~i? d~ Jq_§_conceptos. _!aoe~~e <~hi~~~~f:~~oi:;s i~Icet alcanzar la correlbaciódn co_n las situaciones. hist~ricas,
v en emente una pa1a ra e tiempo y que «s1tuac1ones»
genera1es (es d ecir, . e nuevo, e aque os \~onceptos genera e~; cuyos cai¡os una P.ª a ra de todas las maneras fundamentalmente espaci·a1 e'st ·
-----;-1 · 1 1
particu ares, s1 es que · ay a guno, son ta es que pue en encontrarse en ' elac . en e con a teona e Kant de que las formas de la intuición
h d · -· f' ilm t 1 , d , o se soneqmpara
el espacio muyY
. . ) .bd, l' d 1 . 1 . L
1a experiencia ..ga iga a en e espacio y en e tiempo; a pos1ci n espac10c • , 12 Kant establee. '6 . tiempo. d' . . ,
. . " '~ · f d 1 d' . . , · e una 1stmc10n entre «puro» y a priori (cfr B 3 )
tempora1 sumimstra e1 terreno un amenta para istmguir entre un 1te_m ,ii lo dejamos aquí de lado, no provocaremos confusión alguna, , ; pero
46 Los límites del sentido
~'
1

La metafísica de la experiencia 47
enfrentados al pensamiento de que esta conexión es tan vital que no puede ma de relaciones 1entre Úos ít~Il.1-ª--..J>articulares, como las que las argumen-
ser quebrada sin anular toda '@sQ.ncepción de la:_e:xperie.n_citt. Y puede que tacrones .precedentes han mostrado, son necesarias para que sea posible Ja
nuestro primer impulso sea reaccionar ante este pensamiento de una manera fu!ienci~, debe concebirse, al menos por nosotros, en~aJ()gÍl! ~illL~l.~.!!~
allí donde se trata de la ord~QaciQ_n_!~mpor_¡ih y de otp en relación.~on la . p.acio: En el panorama gerittral traté de corregir la falta de explicitación de
ordenación espacial.. Admitiremos en seguida que el l\bstraer completaQJ.ente : este. elemento, que. aparece en el desarrollo que Kant hace de sus puntos
la idea de tiempo, de la secuencia temporal, conservando la de la experien. ;. de vista, enumerando separadamente la tesis de la objetividad y la tesis ¡¡
1
cia en general es una tarea que sobrepasa nuestra capacidad. En el habla · de .la espa.cialldad.
normal nos referimos a momentos de-la-exp,eriencia de un J:iJ;ill_J2ª-r_tkulat·
mente. !;;k,yado 1 ~omo momentos «Í!Ü.en:~Q:E_al~s». Pero, sin ~m~¡_t;rg~ son ¡
m~-~tos ·que t!_enen lu~ar en la P!:_~C:~.s10n. temporal que e.s. tan i¡;g~! .2. Espacio y tiempo como formas de la intuición: la interpreta-
g_fecedidp_s por otros. De otra forma, s:~ia posi e que 1!)~. cc:n_ci~~es~ 1 ,, eión del·idealismo trascendental
como-!ormando parte .de algo que pu~~der ppt..~<e~p{!r~_erigm>. . .
A;Í:kld. €.a-.de la exp~riencia en gener11y¡i~r..ec:~.-s.~!_Iealr;nte inse,narª-ble ~' El último párrafo es anticipa torio. Lo que de él debem .. os .retener es
l~~-rn~esión .teniporal de e~pci?/. Pero pue e ~~e, al m~nos al~. que aunque. de he:ho .~~t cont:mpl~ el espacio y el tiempo, com°"'fur-
!a
prii:c~i;io, no nos suced~ To mismo coi;. la idea de. º{~ena~ion es~l. La~ ~as a priori ,de _la mti.w;:i~¡ en el sen~:do e? el .que sugerí podíamos apro-
audicion ge una...s~uencia de notas musicales, por e¡empió, puede parecer un • ~iarnos del termmo, no es ~sta la acepc10n pnmana que el término «a priori»
caso de ún tipo de exper!encpa que puede conside~.a¡se C:oherentem~te ~o : ~ne para .él, ? .el sentide 9ue está en primer pfang q¡ando avanza l~~
aisJada de todo lo demás.J ¿No es acaso concebible que la. experiencia e · :i~de. la Este.tica. ~l sentido que allí predomina es el que nos introduce
general debería consistir exclusivamente en tales secuencias de la expe. ineluctable e mmediatamente en las fantasías doctrinales del idealismo
rienda de_ audición? ¿Y d~~dé habría entonces. ;in lugar. necesa:io (,o in-. trascendent?l: El m~delo, que deb:mo~ esfo~zarnos por separar del des-
duso posible) para la noc10n,. de una ordenacion espacial< de los item · arrollo anahtico kantiano de la expenencia, esta ya presente, casi con toda su
particulares hallados en la_ experiepcia? . fuerza, en los párrafos ini.dales de la Estética. Debemos dejar que surjan
Kant no arguye, ni incluso afirn:~ explíc~tamente, en la Estética Tras- a la luz to~as esas ·~9.1:!~<2taci~~~s de la terminología kantiarla que hasta
cendental, la tesis de que la ordenacion espac_!_al de al menos algunos de los ahora han sido supnmiCias o ignoradas.
ítems particulares. ?aliados en la ~xp~riencia sea un elemento 11es:.~s.ªrfo.. a . ~orno preliminar, reconsi~era:e?;os la. afirmación de que \el ~spacio y
cualqmer concepcion de la expenencüi> que podamos presentam~mo; el tiemp? ~on formas de la mtuic10n, de1ando al margen la cualificación
inteligible. Más adelante a~rmará este yunto de ~ista. ~e una forma r:iás; ~e «a Pnorz». Rep:~s~r;té .esto como u~a afirmación epistemológica sesgada
explícita, en su forma kantiana, es decir, que las mtmciones. deL~seníl.do . acerca ~ la con:xion mtima entre la idea del caso particular y ~as de:...Ja
externo>~ son condición necesaria de la posibilidad de ~a experiencia, e? 1.a Qrdena~ion :spacrnly temp~ral: el espacio y el tiempo son:las formas de
Refutac:,ión del IdealistD.o y la Nota General sobre el Sis~er:ia de Jqs-1?-:iw· 4 la. ~articulan~ad. Pero ~l mismo sesgo epistemológico se basta para intro-
pios. Habiendo argüido que la posibilidad del autoconocimiento empírico Y: ducir una peligrosa ambigüedad en la afirmación. Leamos: lo espacial y lo
el conocimiento de los objetos. a través de la~ ~~tegorías son mu~uan:ent · temporal son m?dos_ por los que conocernos los casos particulares de los
dependientes y ~robos necesano.s, para la posibilidad de la ex~en:n.c;a e •. CQgcep~o~. generales, en cuant_? o.rdenados en relació? uno a otro. Aquí
general, declarara, en la Refutacion, que el que tenga lugar la mtuici_()U. ¡la amb1guedad se muestra a s1 misma. ¿Son lo espacial y lo temporal las
lo&-objetos-~spaciaksJes una condición necesaria del {QrimetQ.,y, en la NO . formas por las que los casos particulares están ordenados y por lo tanto
General, que es una ·condición necesaria para la po~i~ilidad de entende. las formas por las que nosotros los conocer:ios como ordenados? ¿O son
el segundo. Hay algo que queda no totalmente explícito en este proces nuestras formas de conocer los casos particulares en cuanto ordenados
de argumentación. Hubiese sido más claro, y más característico del filósofo· Y por lo tainto las formas como están ordenados? Basta leer la afirmación
el argüir que las condiciones generales de posibili?ad de !a exp~rienci · acentuando el «nos~tros» p~ra inclinar la balanza hacia la subjetividad.
re@ieren la existencia de algún modo de oi;q(,11,acign sem!hl:, diferent . Pode~o~ ~onceb1r todo esto como algo simplemente inherente,.aL,,üsgo
dd tempor111 y al me.tiQS análogo al espacial, de b§)tem~..Jll!.f!!culare~a ~ ¡,:p1stemologicb. Pero Kant es mucho más intencionado. El armazón esencial
liados en la expetieru;ia; y proceder entonces dedarandQ. q.1:1~' tal .fQm del n:odelo es_tá conscientemente presentado en la teoría que afirma \g~
m::mo_
e~_n_ las sosas, n~ -llilikJllQL<;;oncebir, a~ternativa alg;t:tna al mod 'ruiac~?, y el tiempo ~on formas de la intui~ión sensible. . . . .
-espaeal. S1 se pusiese en duda este ultimo aserto, com<}. podria su~er . F11er:ionos en primer lugar en la teona de que lJ_a mtmción humana
sería posible retraerse a la pretensión menor; es decir, que cualquier ~iste , ~esencialmente una intuición set¡J,{qle. En sí mismo, no parece que haya
4
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·:~1~
'
Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 49
48 ,.¡,

ningún aventurismo filosófico en esto. Equival~, como ~~nt explica, a que podem?~ conocer los obii=J:.<:?S) que nos-~ t'aLc~son en sí mismos,
nuestro conocimiento, o percepción, de~-~?}e\O requiere ~1P0J excep.c1on hec~a de que sabemos negativamen~ que no son cosas en el
afectados_ por es~ o?i_~to\ ESto, a su vez, ~gmyale~ a nada mas qtJe a qu~ }a.- espacio y ~ tiempo. .
e:Xisteñda de ~Cilijeto percibido es qtía ex1stencla y nu~a perce~on Es suficientemente evidente que tal teoría, en la que t~is de .ap_arieo.cia
de él ~tra distinta, que depende __c!e la primera, por ~o.~p.to, en un sent~~o tan. sobri~ asumen repentin~mente un sentido tan alarmante y revolucio- ·I
no-lógico 0 .b!lllsal, aunque eLgue sea c~rrect'? descr!~~!la como p:rcepci~n na;10, sera, con toda probab1li~ad. fértil en par~dojas. A ellas me dedicaré
del pbjetQ dependa lógicamente de la ex1stenC1a d:l.oh1:to. C~alquier t~ 0!.~ª mas detemdamente con poster10odad. Pero existe una complicación, a la l:í~
que manteñga que conocemos objetos cuy~ existencia es. mdependic::_l}!e que ahora ~; enfrent.a Kant, en \:a Estética, y a la que debemos prestar al-
de nuestro conocimiento queda comprometida a t~nt°:. Si, pensando en guna atencion en este momento, y relacionar con la cuarta ge aquellas dua-
Karít como analista de la concepción de la experiencia en ~eneral; ~os ' lidades que mencioné al principio, la dualidad de lo interno y lo extern9.
confunde una afirmación, tan temprana e infup.dada, .de esta .tesis, sera solo, · Tanto el espacio como el tiem.po están asignados a la constitución subjetiva
porque la pensemos como una tesis que, en cualquier concienzuda exone- . de nuestras mente, y todos los J!ems ordenados espacial y temporalmertte
ración de la empresa analítica, debe ~rgumenta:se para afirmar un~o , 9ue tienen lugar en nuestra experiencia son declarados simplemente como
tti=f~_sario de la experiencia. Pero no es algo evidt:;~1f que no P29J:ia habc;:r : ·et result~do de que esa coi;stit.ución es afectada por los objetos tal cgmo
exp~riencia· posible -o ninguna de la que nos pu?iesemos form~r '?11ª. con- descono.cidamen!e s?n en s1 mismos. ¿Pero ac~so nuest;as experiencias o
cepción coherente -en la que el esse de l()s 21:,1etos de conoQ1mento no estad<;>s de conciencia, algunos de ellos percepciones de items relacionados
fuese. sino su percipi. · . espacialmente y otros no, no ocurren esencialmente con un orden tempo-
Sin embargo, la tesis no es excepcio~al en sí misma. ~o 9-~~ cambia • ral?, ¿Y no ~s acaso 'ir;ic~mpatible, la admisión de estos dos punto§ .. S~n la
totalmente la situación es añadir a la teona de que nuestra 1~tuic1on es,-en .· t~__ ge que el conocm:11ento de ltems ordenados temporalmente no...e~ el
e~ sentido, sensible, la posterior de que el espacio Y eL pemp.o.no~ cooocimienill,je nada tal como es en sí mismo?
SÍ1l9- formas de nuestr~ sensibilidad, tal como ~ant .lo ~!1ende. Tal adi- !<ant p~r~ibió claramente qi:e aquí se encerraba .u_na dificultad, o vio que
ción no tiene necesanamente que tmn§f9rmar' la sltuac10n .e,n tanto .en podia perc~b:rse una. Su soluc1on conlleva la negacion de la s_egll.llda de Jas
cuanto. leamos la última teoría simplemente como una afirmac1on, d~go ®~ropos¡_C!Q:tles que apareceA conjuntamente incompatibles con la doctrina
epistemológico, de la tesis de que lo ~spacial y lo tem~or~ son la~'S' de. que el CO.UQ&Íll}iento de ítems ,or~enados temporalmente no es~~l conoci-
de la particularidad. Siempre y cuando la le~mos . as1, podemos suponer miento d~ nada_.!.fils.omo es en s1 mismo. Es decir, niega que al .~onoce¡,-Jo
que los objetos «que afectan», sobre cu~a existencia -:--dado que nuestr~ · que.son ~ue~tr.QS. ..es.t.ados de conciencia (ordenados temporalmente) conozca-
intuición es «sensible»- depende no-lógica o causalmente nue~tro conocl· · mos consigwentemente algo sobre nosotros mismos, o sobre nuestras men-
miento de los casos particulares, son simplement~ aquellos mismos casos tes, tal como en sí ~s~as son. Y liga esta negativa con la teoría general de
ordenados espacial y temporalmente a los que a~hcamos nues.tros concep- las formas de la sens1bihdad afirmando que de los dos modos, el e.sp.acial y el
tos generales a Pero es claro, más allá d~ cualquier duda pos1?le, que no; tempo~al,;,~n los qu,e están ordenad9s los ítems encon_trados en la_e._xperieg~if;l,
es ésta la lectura que se pretende 13 • Los items o:dena?os e~pacial Y tempo· ; ese el tiempo específicamente el modo en el que los ítems particulares-apa-
ralmente no s.onJos objetos afectadores en cuestión, smo solo'. Y como .mu· : r~cen ordenados como resultado de una auto-afección en nosotros~tal romo
cho sus efectos los fenómenos que se manifiestan .a-seres equipados, corno somos en nosotros mismos. Ya que los objetos que afectan somos 4l,osotros
nos~tros, con ~odos espa?ales_y temp~rales de jntuición sensibl:. Está hÚsmos, po?ríamos denominar)?~ resultados, de lá afe~ció~ ~l fenó;lieJUJ..de
aquí toda la fuerza sub1et1va de la teona que afirm~ que el espaC1~ d nosotros .mzsmos, y hablar leglt!m"'amente de, autoconcienciª"'~ropírica, y de
tiempo son formas de tafint_ui~i~n. Llamarlas ~demas f~rm~§ a 12!J. 0 rz_es ~r consc:entes de nuestros propios estados mentales (temporalmente orde-
simplemente acentuar la sub1~tiv1?ad: el espac10 Y el tiempo est~n <'.~n nados), siempre y _cuando recorde~os 9ue no es. este un conocimiento de
nosotros, anteriores a la exp,er1encia»,; es un .r~~go de nu~s~~a constltucion nosotros como realm~nte somos, sino sol~ de n?sotros como nos m;mifesta-
cognoscitiva, y por esta razon son unª condi~ion de posibilidad de la ~x-. l!!Qll~ Esta es 111.Juerza, au?que no todavia completamente elabopda, de la
P.e:tÍS!.ndª·'tal como la tenemos, en la c,ual los objetos nos aft:~!an de tal fowt t~o;ia que afirma que el tiempo es .la ~orma del sentido internd. Podemos
cjüe producen el conocimiento de ite.ms ordenados e~p~cial Y tempm~ • facrlm~nte aceptar parte de lo que significa como algo a lo que no podemos
mente. Dado que la intuición es esencial p~ra ~l. ~onocim1ento de .los ohJ.e.: · c~nceb1r realmen.te a.ltern~tiva alguna; es decir, que todos los estados par-
tos y que no tenemos otros modos ge mtwcion que._ los sensibles, nQ tis::ulares de conciencia -incluyendo nuestras percepciones de objetos orde-
.· ' nªdos esp¡¡cialmente- están ordenados temporalmente. Significa también
" Cfr., por ejemplo, A 42/B 59. que la aparición de tales estados, así ordenados, es el resultado de una auto-
50 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 51
afección atemporal de nosotros ~orne; somos en nos_otros mismos. ~~1!1- es 1~ suficientement~ llam?tivo como para merecer un comentario más
po no es sino la fotmª-~kl sentido interno. . amplio. P_one_ de relieve un aspecto del idealismo trascendental que nos-
En los estados de conciencia ordenados temporalmente se incluyen las_' otro~ (y el) podemos _estar· tentadqs de olvidar a veces, aunque en otras
percepciones de cosas ordenadas espacialmente. (Como ya he resaltado, to- , ocasi~nes apa:ezca forzadamente en nuestra atención cuando Kant, en su
davía queda por afirmar, pero será afirmado, que no nos p~emos formar 1 pr~ntiti;id, lo mvoca. Kant ~compaña con frecuencia sus afirmaciones sobre
concepción alguna de la experiencia para la cual esto no sea vá?do.) El cono-... , la i~eahdad ~a~1to del espacio como del tiempo con una afirmación sobre la
cimiento de los ítems particulares en cuanto ord~?ados espacialmente Y po- : r:alidad.empu_ica ~e ambos. Es esto, reclama con evidente sinceridad, fo que
seyendo características espaciales como la extens10n y la figura, '.d~pende ~ ?if~r~ncia16 su idealismo del de Berkeley que «degrada los cuerpos a mera 1'
que poseamos una facultad de intuici?n espac_ial o «externa» llamada el ilusic:n» • ~er?' 1?-?sotros podem~s preguntarnos si es tan clara como él
sentido externo. Decir que el espacio es solo una forma de n17estra P~r:so esa distmc10?. Parece decir, al postular una misma realidad em-
1
sensibilidad (la forma del sentido externc_>) conll_eva algunas d~ las ~ismas pmca p~a el es~acio Y el tie~po, que los ítems particulares situados en
implicaciones que el decir que lo es también. el ~:empo. Es ~e.c1r, es simple- el espacio ~ el tiempo, ~ualqmera que sea su carácter, ya el de cuerpos
mente una característica de nuestra constltucion cognoscltlva el que el r e? el espacio (y en el tiempo) o solo el de estados de conciencia en el
efecto de los objetos como son en sí mismos sobr~ esa constitución sea pro- ti~mpo, está~ en pie ?e iguald~d. en lo q_ue a la existencia real se refiere
ducir el conocimiento de ítems ordenados espacialmente Y poseyendo ca- (tienen la misma realidad empmca), aunque todos ellos sean sólo fenó-.
racterísticas espaciales. Pero existen diferencias respecto a lo que puede menos .de las cosas en sí, es decir, que dependen para su existencia del
afirmarse de cada una de las dos formas de la intui~ión_ sensible. Así, por afectarnos a i;iosotros, como somos en nosotros mismos, por parte de
lo que respecta a aquellas cosas tal como son ~n si mis~a~, que af~ctan otras (o las mism~s) cosas como son en sí. Pero no es éste el significado
nuestra facultad del sentido externo para produci; el conocimiento de i~ems ._ real de su pensa;niento. No afirma que las cosas (incluyéndonos a nosotros)
espaciales, no podemos afumar que sean lo mismo 9ue, o de la misma . como. son ~n si, ~l afectar n.uestr~ constitución cognoscitiva, produzcan
naturaleza que, nosotros como somos en nosotros mismos. No podemos '. ~os tipos diferenciados de existencia, los cuerpos en el espacio (y en el
afirmarlo, ni podemos negarlo tampoco 14• Es ún_punto, en el que debemos tiempo} por un~ parte y, pot. otra, los estado~ de conciencia ordenados
permanecer ignorantes. Pero sea como sea, hay algo mas que p~demos afu- temporalm~nte, i?cl'-:yendn en ellos las percepciones de aquellos cuerpos
mar. Tanto si los objetos que afectan nuestra facultad del sentido. externo en el espa_cio. Mas hien, los efectos reales de estas transacciones entre las
para producir el conocimiento de ítems particulares ordenados espacialmente . cosas en s1 s?n todos estados de conciencia ordenados temporalmente; pero
son en sí mismos idénticos o distintos a como nosotros somos en nosotros : en esto~ se mcluyen (~, se. arguye posteriormente, si la experiencia ha de
mismos como si son de igual 0 distinta naturaleza, podemos estar seguros ' ser posible, se deben mcluir) estados de conciencia que nosotros conside-
de que 'sus fenómenos, es decir, los ítems ordenados espacialmente por los r~os como percepciones de cuerpos en el espacio. Así, el espacio y el
que surge el conocimiento que de e~los tenen:os, deben d~ ~star or_denados , tiempo, los cuerpos y los estados de conciencia, no están en pie de igual-
en el tiempo tanto como en el espacio, es decir, deben e:xfobir re~aciones dt: l dad_. ~uede. que el problema se nos oscurezca (como a Kant) a causa de
existencia simultánea 0 sucesiva. Pues. todos Jo~ estados particulares .de • su ii;s1stencia en q~e todas las cosas que e.stán en el. espacio y el tiempo
conciencia, incluyendo nuestras percepciones _de Items ordenados espa~~l- • son igualmente fenomenos. Pero el pensamiento kantiano no pone la mis-
mente, están necesariamente ordenados en el tiempo? y por lo tanto ta~b;:n ma fuerza en. estas dos clas~s de cosas. Los estados de conciencia, orde-
lo están esos ítems ordenados espacialmente. El tiempo «es la condicion • nados en el tiempo, son fenomenos porque son meramente efectos de las
inmediata de los fenómenos internos (de nuestras almas) y, por lo tanto _la :_ cosas como son en sí -y no estadc;s de ciertas cosas (nosotros) como son
condición mediata de los fenómenos externos ... Todn fenomeno cualquie- (somc;is), atemporalmente, en realidad. Pero los cuerpos que están en el
15
ra ... descansa necesariamente en relaciones de tiempo» • · esi:ac10 son fenómenos de una manera mucho más fuerte. No son ni si-
El que Kant representase, de esta ?1anera, la re~erencia al tiempo de 'qlllera efectos de las cosas como son en sí. Lo qu: suced~ es simplemente
todos los objetos de conocimiento relacionados espacialmente, como cnnse- . que .ent~e los efectos de las cosas :~roo son_ en si hay ciertos estados de
cuenda de fa necesaria relación al tiempo de todos los estados de c~no- conciencia que nos _vemos constremdos a Juzgar como percepciones de
cimientn aunque sea algo perfectamente coherente con lo que ha antecedido,. cuerpos en el espacio; Y los cuerpos, al margen de estas percepciones
, . -· -no son nada. '
1• Esta idea no está explícitamente desarrollada en la Estética, sino más tarde, 1 Este aspecto del idealismo trascendental pasa ~ primer plano en cier-
sobre todo en los Paralogismos. 1
1
• A 34/B 50-1. • B 71.
,;• 1
·'".!' ~·

52 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 53


tos momentos en los que la teoría kantiana se emplea a fondo, como suce- Metafísica! del Concepto de Espacio (y· en la sección correspondiente rela-
de, sobre todo, en la primera y segunda antinomias. Y regresa al trasfondo tiva al tiempo) se presentan, y numeran, como argumentos, cuatro textos. _,
sólo cuando la teoría misma no juega un papel muy activo. Me abstendré Dos de ellos tratan la singularidad -o unicidad- del espacio y el tiempo,
de comentar globalmente ahora esta teoría. Debemos esperar a que sus - y a ellos me referiré en la siguiente sección. Consideraré los otros dos
ramificaciones hayan quedado desplegadas antes de intentar una valoración ahora, a pesar de su extrema debilidad, sólo para indicar hasta qué punto
final. Siempre estaremos a tiempo de ignorar esta perspectiva de Kant míen- f, no iluminan nada si se consideran en sí mismos. ·
. tras le contemplamos en su rol impuesto de ·ánalista de la concepción de Kant arguye, en primer lugar, que la idea de espacio no puede derivar-
una experiencia posible. Pero debemos por lo_ menos dejar ante nosotros se de la experiencia de los objetos en cuanto relacionados, entre sí o con
su exposición inicial. nosotros, espacialmente. Pues tal experiencia presupone la representación
del espacio 17 • El argumento es realmente insuficiente. Es difícil extraer
de él algo remotamente referido a lo que se persigue, excepto la tautología
3. Materia y forma: relaciones y sensación de que no conoceríamos los objetos como relacionados espacialmente a no
ser que tuviér"amos la capacidad para hacerlo. Si la «presuposición» de
Debemos, naturalmente, preguntar en qué argumentos se basan, en la f· la «representación del espacio» significa algo más que esto, el argumento
Estética Trascendental, estas notables teorías referentes al espacio y al fr por sí mismo no arroja luz sobre lo que pudiera ser.
tiempo. En el caso del e~pacio, el argumento más importante, con mucho, El argumento siguiente se centra en las afirmaciones de que (a) <<nunca
se deriva de la idea que Kant tiene de las proposiciones de la geometría, . nos podemos representar la ausencia de espacio», aunque (b) «podemos
las «matemáticas del espacio», como la denomina en otro contexto. A ello : perfectamente pensarlo vacío de objetos» 18 • Esto sugiere un tipo de expe-
se añaden, paralelamente, algunas referencias, más bien superficiales, a las 1 1 rimento del pensar que se nos invita a realizar. Pero a pesar de la confiada
proposiciones relativas al tiempo, que consideraba de la misma naturaleza anticipación de Kant sobre sus resultados, no queda en absoluto claro qué
que los axiomas y teoremas de la geometría y cuyo conocimiento le pare- es el experimento y qué implican sus resultados. Podemos, por ejemplo,
cía, por tanto, requerir el mismo tipo de explicación. Por regla general, las E cerrar los ojos e imaginar una oscuridad sin forma alguna; o podemos de-
consideraciones que se presentan en el caso del espacio son más ricas de cirnos las palabras «espacio vacío ilimitado» y parecer que quieren decir
contenido que las que aduce en relación al tiempo. Estas últimas no son· algo. ¿Verifica esto (b)? Y, si lo verifica, ¿qué se demuestra, en consecuen-
sino tenues paralelos de 1as primeras, allí donde es posible tal paralelismo. cia? ¿Se deduce que no podríamos hacer tales cosas a no ser que la rela-
Así pues, concentraré mi atención en las primeras. Pero dado que la teo- . ción al espacio de los ítems que conocemos así relacionados se debiese
ría de la geometría de Kant se merece una amplia consideración, y que 1· completamente a nuestra constitución cognoscitiva? Parece ser un paso
dedicársela ahora sería interrumpir en exceso la exposición y la recons- : excesivo. ¿Y qué sucede con (a)? Quizá significa que no nos podemos ha-
trucción de su teoría general de 1a experiencia, pospondré su examen paral cer realmente inteligible la concepción de una experiencia no espacial.
más tarde, indicando sólo por ahora que, a pesar de su gran intuición, no· Y quizá, de hecho, no podamos hacerlo. Pero, si así fuese, es algo que aún
puede ser ya defendida como una teoría de «las matemáticas del espacio» : debe argumentarse; y, una vez hecho satisfactoriamente, se establecería
y carece de fuerza para probar las tesis del espacio del idealismo trascen- · que el espacio es una característica a priori de la experiencia en el sentido ¡"
~
dental. de la intetpretación aústera de lo a priori, más que en el de la del idealis- '
- ~¿Qué otras consideraciones restan? Si dejamos a un lado la teoría de mo traséendental. Para deducir la conclusión del idealismo trascendental,
la geometría, nos debe impresionar, creo, lo exiguo de los argumentos necesitaríamos un argumento ulterior que mostrase que ningún aspecto de
reales que apoyan las tesis del idealismo trascendental. En la medida en la .experiencia podría ser a priori en el primer sentido sin ser a priori en
que nos preocupemos por la historia intelectual de Kant, podemos refe-" el segundo.
rirnos a esos primeros debates, que tanto ocuparon su atención, entre los. Queda claro que se gana poco estudiando sólo con detalle estas peque-
que defendían teorías sobre el carácter absoluto del espacio (y del tiempo) ñas unidades de argumentación. Debemos más bien, tratar de recoger, del
y los que mantenían que su carácter era relacional; y podemos subrayar curso general de la Estética, las pistas que podamos sobre cualquier consi-
que él concebía que el idealismo trascendental reconciliaba la verdad de .. deración distinta al argumento de la geometría, que le parecía a Kant cons-
ambas sin caer en sus respectivos errores. Pero todo esto está indicado de tituir los cimientos de las tesis de la idealidad.
una manera demasiado esquemática en el texto de la obra como para su-
ministrar un argumento independiente del que se apoya, una vez más, en 11
A 23/B 38.
la naturaleza de la verdad de la geometría. Por otra parte, en la Exposición " A 24/B 38-9.

1
\:'
54 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 55
•11 ¡
Se nos sugiere un indicador en la forma como, en el tercer párrafo de el sesgo epistemológico de la investigación. Acentuando la conexión ent~e
la ~stética, se est~blece la distinción entre la materia. y la forma de los «forma» y «relación», y suprimiendo el sesgo epistemológico, expresaría-·
feno?1enos, es decir, de lo que conocemos cuapdo experimentamos ítems mos la teoría de que el espacio y el tiempo son formas de la intuición de
1
particulares que caen bajo conceptos generales. Se dice que la forma es la siguiente manera: el espacio y el tiempo son los sistemas fundamentales
«lo que hace que la diversidad de los fenómenos (es decir, el complejo '¡de relaciones entre los ítems particulares hallados en la experiencia; o bien:
de los elementos de los fenómenos) pueda ser ordenado según ciertas rela. · el espacial y el temporal son los modos fundamentales en los que relacio-
ciones». Se dice que la mf!teria es lo que del fenómeno corresponde a la . ·nan entre sí los ítems particulares hallados en la experiencia. Al reintro-
sensación. Dado que la forma queda inmediatamente adscrita a la mente, ! ducir el sesgo epistemológico, reescribimos est~ última formulación de la
a nuestras facultades cognoscitivas, y dado que la sensación se afirma como .f siguiente manera: el espacial y el temporal son los modos con los que
aquello de los fenómenos cuya responsabilidad ha de asignársele, no a • conocemos los ítems particulares hallados en la experiencia, en cuanto re-
nuestras facultades cognoscitivas, sino al objeto que las afecta, el armazón lacionados entre sí. La re-escritura introduce la ambigüedad que ya he
general de la tesis idealista se nos da ya con esta oposición entre materia señalado.
y forma; falta simplemente adscribir el espado y el tiempo al lado formal ¿Y qué decir de la oposición entre el espacio y el tiempo como formas,
en vez de al material. Parece, no obstante, que podemos extraer dos pis- por una parte, y «lo que pertenece a la sensación», por otra? Kant particu-
tas de esta rápida construcción. La primera reside en la conexión entre lariza la naturaleza de la oposición en el caso del espacio y, al hacerlo,
forma y relación; la segunda en la oposición entre forma y sensación. muestra que el tema no tiene tanto que ver con el espacio como con la
¿Pueden tanto el punto de conexión como el de oposición validarse en espacialidad; no se refiere tanto a la idea de un sistema de ítems relacio-
relación al espacio y al tiempo de tal modo que suministre un fundamento nados espacialmente comü a la idea de características espaciales y de rela-
independiente, o incluso la apariencia de un fundamento independiente, a ciones en general. Después de observar que una forma pura de la sensi-
la tesis de la idealidad? · bilidad también puede llamarse intuición pura, prosigue:
1
Sobre el primer punto, podemos citar a Kant en contra de sí mismo.
Admite que no hay incoherencia en mantener una visión relacional del es- Si saco de la representación de un cuerpo ... lo que pertenece a
pacio y del tiempo y negar, a la vez, su idealidad trascendental 19 • La ob- la sensación, impenetrabilidad, dureza, color, etc., algo resta todavía
jeción a tal postura, dice, es que nos deja incapaeitados para dar cuenta de esta intuición empírica, a saber: extensión y figura. Estas perte-
de ese conocimiento de las verdades necesarias referentes al espacio y al necen a la intuición pura que existe en la mente a priori, aun sin un
tiempo de las que la geometría nos suministra un brillante ejemplo. Pode- objeto real de los sentidos o de la sensación 21 •
mos librarnos de los estorbos newtonianos del espacio y el tiempo, consi-
derados como existencias independientes («dos no-entidades autosubsisten- Parece que estamos en terreno conocido, 'un caminü ya trillado por
tes eternas e infinitas») 20 simplemente considerándolüs como sistemas de Locke y, con un espíritu diferente, por Berkeley. Podemos estar tentados
relaciones entre ítems particulares como los que encontramos en la expe- : de hacernüs eco de las críticas de Berkeley a Locke. Si abstraemos realmen-
riencia. Pero si nos paramos aquí, no tendremos una teoría adecuada de • te el color Y la dureza y todo lo que «pertenece a la sensación», lejos de
nuestro conocimiento matemático de la Naturaleza. Deberemos concluir \ quedarnos con las nociones «puras» de extensión y figura, nos quedamos
que si las proposiciones de la geometría se sustentan en cosas espaciales, sólo. con pala~ras vacías de sentido, o al menos vacías de todo sentido que
ello es simplemente una verdad contingente. Pero sabemos que esta con- ·. pud~e~a plausible.mente representarse en conexión con cualquier clase de
clusión es falsa. Sólo podemos evitarla dando un paso ulterior reconocien- · mti:1c~ón, es de~ir, conectado con cualquier cosa del todo análoga al co-
dü que los sistemas de relaciones espaciales y temporales entre los ítems ncictmiento sensible de ítems particulares. (Las palabras en cuestión po-
particulares encontrados en la experiencia sólo tienen su fuente en nuestra· drían revestir un~ pura fuerza lógica por su lugar como signos no inter-
propia mente. Así arguye Kant, y, al hacerlo, deja claro que no hay ningún '. pretados en un sistema formal.) Pero por muy justa que sea en sí misma
paso independiente desde el carácter relacional del espacio y el tiempo • la protesta de Berkeley, estaría, hasta cierto punto, errada aquí. La teoría
(como aspectos de los fenómenos) a su idealidad. Así pues, no podemos · kantiana de la intuición pura no está concebida en el mismo espíritu que
hacer caso omiso al argumento de la geometría. : la de las cualid~des primarias de Locke. La segunda de las oraciones cita-
Como ya he apuntado, puede alentarse la ilusión en este punto con das, Y no la prtmera, es la que suministra la indicación más exacta sobre
la naturaleza de la teoría kantiana. Esta afirma que «sin que ningún objeto
1• Cfr. A 39-41/B 56-8.
20
A 39/B 56. " A 20-1/B 35.
' ~1 u·
1

56 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 57


real de los sentidos, o de la sensación» esté presente, tenemos la facultaa 1Í.
de representarnos, por medio de la imaginadón, ejemplares individuales : . . .
de figuras que responden a ciertos conceptos espaciales (p. ej., el de triátl~ > 4. La unidad del espacio y el tiempo
gulo), con cuya ayuda podemos determinar que todas las cosas que responf ,
den a tales conceptos poseen necesariamente otras ciertas propiedades 9 • Hay. al menos tres formas que cabe distinguir, aunque conectadas, por
relaciones; lo que.no se seguiría lógicamente sólo de aquellos conceptos 22~ ,1' las que Kant~ las expresiones\e prioriJe\«Íntuiciónt> en su estudio sobre
Ciertamente, la protesta de Berkeley enmudece más que ·se silencia. La'~ el e~pac:to. Pc_>r:lo menos dos de ellas hallan paralelos en el caso del tiem-
primera de las oraciones citadas debe, al menos, juzgarse como engañosa¡ po. En primer lugar, declara que éLe.s_pacio 'JLeLtiempo son formas.a...p:rimi
Pues hay que señalar que no podríamos ejercitar esa facultad de construc,: tf.c_)a intuicÍÓf! empÍt'ieti -lo que ya hemos analizado, tanto en su \i!}.ig-
ción imag!nativa sin hacerlo por medio de algún modo sensorial, como} p~ación auste,r.a como en kill:lJill:alismQJtascenden_taL. En segundo lugar 1 ~
por ejemplo, el visual; y es difícil entender lo que podría significar visua! declara que teñemos una facultad o poder de intuición a priori no empírica
lizar una línea sin visualizar lo que podría denominarse, en el sentido más espacial, y ejerciéndola conocemos las verdades geométricas, a lo que tam-
amplio de la expresión, un límite de color. Pero no es necesario que acen: bién hemos aludido. En tercer lugar, declara que el espacio y el tiempo
tuemos nuestra protesta. Podemos ver que lo que realmente Kant intenta son ellos mismos intuiciones a priori.
decir -por muy engañosamente que lo haga-, al oponer «lo que perte'. , Es esta tercera afirmación, desarrollada en los dos últimos párrafos.
nece a la sensación» a cierta clase de conceptos espaciales, incluyendo, so: ', numerados de las Exposiciones Metafísicas, la_que nos ocupa._ahata. iLas
bre todo, los conceptos de figuras espaciales, es que no dependemos de los :: i~entrales parecen_ ser que sólo -e,idste un espacio y un4Í€fl:lPO--Y que
resultados de la observación empírica de. las características y relaciones de :--'.ambns s0n infil!ú:Qs. Atendamos, en primer lugar, a la primera idea. Enten-
objetes encontrados realmente en la experiencfa para determinar que cier- · deremos mejor su fuerza cQnsiderando una obj~~ÍÓ!í, que podría planteár-
tas propiedades pertenecen necesar.iámente a las' cosas -que caen bajo con· - sele en el caso del espacio. Decir que sólo hay 'uri espacio es_decir, por lo
ceptos pertenecientes a esta clase. Dependemos, en. verdad, para este re-. menos, que todo objeto relacionad~)' espacialmente está relacionado espa-
sultado, del ejercicio de nuestra facultad de la intuición sensible: pero sólo; cialmente a cualquier otro objeto. Es-decir, que sólo hay un sistema de
en su ejercicio «puro», no «empírico». · cos.ás relaciopadas esQacialmente. -A esto podría objetársele que de heého
Sugiero, entonces, que lo más· que podemos hallar, más allá de una - existen sistemas de cosa_s---relac1onadas espacialmente que son independien-
mera afirmación de la teoría del fukfilisnw trascendental~ en la oposición · t~_ espacialmenJf. Por ejemplo, los elementos de la imagen visual que una
entre lcl_§pJ!QQJ y 'eLtlemp<!J y lo que ~pertenece a la sensación», es una· persona (X) tiene pueden relacionarse espacialmente entre sí, y lo mismo
breve y posiblemente confusa presentación de la teoría de la intuición pura . sqced_~ con los elementos de la imagen visual de otra persona (Y}. Pero
que debe ser desarrollada aún para solucionar el problema del conocimien- carece de sentido alguno el preguntarse sobre las relaciones espaciales en-
to de las verdades de la geometría 23 • Una vez más, no encontramos ningún : tre los elementos de la imagen visual de X y los de la de Y. '!i~ tie11en
@__rg!-!_rp~nto ind~pf1Jdim1(01 para Oa -tesis de que ~Ql:LS:,~ priori en el . Ull: espacio común. Y aún más,,_no tiene sentido alguno inquirir las relacio-
sentido del-idealismo trascendental. Todas las consideraciones que hasta· nes espaciales entre los elerp~s de mi imagen visual y partes de mi
ahora tenemos ante nosotros, si son algo más que simples afirm:lciones de_ ruerpo u objetos_de mi habitación; E,l espacio que incluye el tintero que
tal tesis, descansan sobre ~de_la_:geometría1@ está sobre mi .mesa no abatca .aLtintero._,que hay en el ojQ_de_mi mente.
_ Este no tomíll ni ocup:;t parte alguna 1del espacig al que pertenece mi tin-
. tero físico.
" . Es claro que incluso si lo que se contiene en esta objeción es verdad~
Kant la consideraría irrelevante. La clase de ítems relacionados espacial-
~e, cada u119_de los cuales considera que está relacionado espacialmente
con cada uno de los otros en un sistema comprehensivo, sólo es la clase...de
22
Cfr. A 713/B 741. c~rpos físicos públicos, concebidos por nosotros cor:p9 objetos de nuestra
23
La acusación de confusión puede encontrar varios apoyos. Podría, por ejem- percepción, distintos de nuestras percepciones de.....ellos y de los estados de
plo, señalarse que la pretensión de Kant de que conocemos, sin fundamento en la oonciencia en general. Es el espacio ocupado por tales cuerpos d q!le...él
observación empírica, proposiciones referentes a las figuras geométricas, se puede
poner en paralelo con una pretensión similar respecto a prop_osiciones sobre relá- afirma como unitario y único. J
ciones de color. Pero el color es aducido por Kant como un ejemplo pleno de «lo Parece, en efecto, verdad que tenemos de hecho una concepción así
que pertenece a la sensación». del espacio fís_iéb, y también lo parece que, incluso sin la limitación impli-
i~1¡ .,
58 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 59

cada por la pala?ra, «físico)~, tenemos una tal concepción_del tiempo. Pen· ·:: que·él espa.cio _q,ue se declar.a «~~_!lcialmente uno» sólo puede entenderse
samos .de cualqui:r item re~l que mantienen una relación temporal con otro ~ c.wno espacio f~~~sd, eLJ§~acio-en que. el que están, m11tuameute-r~laGien~~ 1
1
cualquie:a! que tiene relaciones temporales con todos los _ítems de iguales cj.as, cuerpos ÍlSlcos p1;1bltcos, C_Q!}<;.~bidos por.Jmsotros como ob¡etos di- f

carac.tensucas., Pe?s~mos. que todos 10~ casos pa,r_ticulares _!:eI!!f>orales se f f~tes:-?e las. perc;p51on~s qQe de_eJl?s -tellOOlos. M~nt~ner, pues, _qu~ la
relac10nan en .<m...J101co ..sist@ma de relaciones tempoliaWS,Cfe la misma for- .: CQl!.<;~p710n. de un . um_co sistem~pac10-temporal umtano es a przorz en
ma como se piensa que los casos materiales están relacionados en un únicó ,¡ ~nt1do austero¡ es estar ya emmelto en un compromiso bastante com-
sistema_espacial. Es decir, tenemos ·fa concepción de un único-Sistema es: . p,kjp_relativ.o._a los_ªspectos necesarios d~imestra experiencia: un compro-
pacio-ti4mporal qye ahma.,.todo lo que sucede y todo lo·que exi~te ~- e miso,, en primer lu~a~,,· con ,(una forma de) la tesis de la objetividadJ.~on
mente . , , ; la_ tesis de la espacialidad, eh segundo h!gar;. y, finalmente, con la teili:ile
¿Y cómo es que concebimos que el espacio y el tiempo están relaciona-"; ·lla unidad espacio-temi:ioraD N~ ha)'. duda que Kant está comprometido con
dos de ~sta .fc:rma con ÚLªfüma~.Ó°: de Kant de que el espade-y .el tiem- i. e~tos tres puntos; y s1 la .Críti~a tiene gl~balmente a~gu.na ,ideá qu~ ~a go-
po .§..Qn.mtuiciones _puJ:.a;Lo .tLPJJ,Qrz? En lo que a la palabra «intuición.» h_1.tt,rna, es la de que la e:1'~s~encia de necesidades a priori en el sentido aus-
. se refiere, de nuevo cQptrastada..con «concepto», podemos pensar, al menos , .t:ro sólo puede expli_cª-rli<= por _la t.e,sis de que. t~les necesidades no reflejan
ei: l?arte, que Kant senala que Ja-·palabra «espacio» ~e usa de dos map.e_ra_:¡ •.filno aspectos de m1:estra constlt1;lcio?- cognosc1uya. ~ero apelar. a esta~ al-
distmtas:, como una palabra dJ. un ~oncepto genernl Y-.Q2illQ__ qtra que....no . turas a ~stas nece.si~ades para Justificar la atnbuc1~n. ~e la smgulandad
lo es. As1 podemos pensar Un. espacio concreto de..tres .pie&".cúbicos como del espacio y.del :t~empb a nuestra facultad de la sensibiltdad parecería una
un caso del concepto general «espacio de tres pies cúbicos». Podemos decir ·' Jal~a de consonancia con el hecho de que los temas de la objetividad y la
de nuevo que el espacio limitado por el suelo, las paredes y el techa de un '.:· QQid~~' están. entre los centrales de l~ Analítica, que se supone explora las
cuarto es mayor que ~l que limitan el suelo, las paredes y el techo de otro;- · _cpndiciones impuestas por el entendi~iei;itoj más que por 1ª'-~ensibilidad,,
am?os son ~.os p..arttculares del concepto.:...sk.-~<JJn e~pacio»J Pero estos es- , sobre l.a naturaleza de nuestra experiencia. Mer:ce la pena resaltarlo, no
pactos particula~es, aunqu~ <0ad~uno sea un caso de «un espacio», no son c?n la idea de ~ratar ~e hacer que el modelo kanuan? de las fa~ltades fun-
casos del espacio (o del 1 Espacio) en el sentido que acabamos de darle a ; c1one mn s~avidad, smo ~ara asegurarse de hasta donde las te~i~_f.!fü@_!l:das
la p~labra, es deci!, en IJ~adón al sis-te_ma comprehensivo desqsas fískas , ~la Esté~1~a deben considerarse como ·presupuestas en la argJJmentªción
relacionadas espacialmente. Más bien,..son partes del espacio. ·:y_ similat:-. · de la. Anahtica. .
mente sucede coa-<<tiempos» y «tiempo». ··, S1 nos volvemos a los comentanos del texto en los que, de hecho, Kant
Sirva lo dicho, por el momento, como elucidación de este uso de la • · apoya la declaración de que el espacio y el tiempq no son sófojntuicion@s (es
«intuición» en. con~~ión co~ :I espacio:,__y_eLtiempo. ¿Qué sucede, .enton- , decir, cada; uno esencialmente una) ~ino intuicion;s .Puras a ~· P_r~or!) pare-
ces? con la cahfic.ac1on a przort! ¿Hemos de entender que la misma/¿j!!.f.!:!- ,·~en ~esumirse ~n, ~sto: . que la~. n?c10nes ?e u.n umco esp_acio iltm1.tad9 o
la.ri~a4 .del espac~o ,Y ;l tiempo debe ser at~ibuida ,~_puestra facult¡iJ:ldeja ·'. infi?Uo Y de 1!!1 :in~co t~~mpo tlmJJtado omfimto son en. cierto. senttciQ¡an-;
s~1h11idad? Quiza si. Pero la convergencia de distmtas líneas de pensa- · t~rtore'si a 91.ªl~uier nocion que .poc:lalños tener ~e espªs10s o tie?1p?¿_ p~r­
mtento en este punto, y una cierta falta de integración de la doctrina de í. til:Ula!i:s~·º lm~:1_tadc:~· No podemos. Jlegar a la idea de un espacio mfimto
la Estética con la de la Analítica Trascendental fomentan ·algunas dificul- ' todo-~harcante. Ilac1endola (~ompoméndola ), por· así deci~lo, ~ partir de
tades de interpretación. · esp~cios const1tuyent_es prev~amente da~os; J?ºr el .co?tr~:io, solo t;n~mos
Volvamos primero a nuestro sentido relativamente _austero de lo i i ~ª i~eª de _JQµspaqos P!ll!!.Culares aL111du1r. la 111mtacton en el umco e
priori. Mantener que la unidad del espacio y el tiempo: es --~n ~~t~ s~~tido , m~to, espacio to:Jo-abar.c-ante. ., ,
a p_riori sería _mantener que es un elemento esencial en cualquier COt1J:é;p, · e Como c~?e mterpretar esto? ~ifictlment~ podem~s tom~r~o como
ción coherente de la experiencia que nos pudiéramos hacer. Ya he señalado una pbservacion sobre el. orden en el qu~ la,s ideas estan, expltcitamente
enmarcadas en el pensamiento humano. Si as1 fuese, tendnamos que con-
24 seri' a 1·ncorrec to dec1r. que 1a f'1s1ca
. d . 'd d h f d b siderarlo insatisfactorio, dado que las dos alternativas mencionadas no son
e 1a re1at1v1 a nos a orza o a a an- . · xh · · d 1 d ·
donar esta concepción. Sólo nos ha forzado a modificarla. Seguimos pensando que . e aus~1vas y mnguna e as os es tan plausible como una tercera, a sa-
todo concreto físi~ (suceso u objeto) está relaci~mado espacial y temporalmente con · her: mientras que de hecho no nos formamos la idea de un solo espacio
todos los <lema~. S1mplement~, no podemo~ segun pens~ndo qu~ las relaciones tem· ' .todo-abarcante meramente por un tipo de adición mental de diferentes
porales,. la longitud, la velocidad del cambio, ~te.,. son mdepend1ent~~ del punto de espacios experimentados sí nos la formamos subsiguientemente a
referenc1a desde el que se hacen estas determmac1ones. La concepc1on fundamentál ., ' . . . .
una
.
ope-
"."'
de un único sistema comprehensivo no está en peligro por la no-unicidad de las "racron -~Qn..ron.ceptos_espaciales sobre extensiones limitadas ( expenencta de
posibles formas de ordenar (en el espacio y en el tiempo) los ítems que abarca. _ \'diversos espacios).

fe
W•
~

60 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 61


[
Si tomamos el comentario como referido a -un orden de presuposición n~píri.co de la facultad de Ja intuición espacial~ No tenemos por qué su-
conceptual más que a un orden de enmarque temporal de los conceptos, t ~nede compro.metido con la afirmación de que la idea de espacios _par-.
resulta igualmente insatisfactorio. Se podría mantener perfectamente que r t.kul~res empíricos, determinada- por conjuntos _particulares de f\l<:!!POS
'Ja. idea de µn, \Ípico espacio todo-abarcante está realip_e!_ltejmplícita eri · telacionados espacialmente, implica la de un único espacio tod9.:-abarcag~
.nuestro .lllQ.do.:...Qr.ditH!Iio:_de". QP~rnl:_SQÍ!,_c:o!lceptos espaciales orCfíñanos en ,que c<;>mpreh<;!nda todoJ> los cuerpos relacionados de esa forma~ mientras
§.lLªf>.lica.ci<?n.~ . lª r_~alidad empí:rka, .a Jo que toiiiitilos ~ggiQ es12aci,Q físi~o '~~ga la implicaci?n inv.~ Por el contrario -aunque no es nada
.real. Pero esto no avalaría un laudo de prioridad conceptual. Tal vez la , obvio que Kant estuvie~e aclarado en este punt0-;- queda abierto el ca-
idea de los espacios _patticulares, determinada por conjuntos particulares : mino para admitir que la-.tesis de la unidad necesaria deLespaciQ físic;g\
de Q.bjetos físic~ espacialmente relacionados, conlleve la idea delJJn único 1 que comprehende todos los cuerpos relacionados espacialmente, no puede
ern.!lcio todo-abarcan te; que comprehende todos los objetos d~ esas caracte' ',apoyarse. sólo en las consideraciones que se desarrollan en la Estética. La
rísticas; pero la idea de \.in único espacio todo-abarcan~e, que comprehenda . geometría no tiene nada que decir sobre el que haya un único sistema
todos los objetos fíücos espacialmente relacionados, conlleva, sin duda al-·'. ~prehensiyó de cuerpos físicos.
guna, la idea de IOs espacios particulares, determinada por los conjuntos'. . Incluso loSCtos primeros párrafos numerados de la Exposición Meta-
particulares de tales cosas. - . . , física, que he descartado como inútiles, se hacen más claros bajo esta luz.
No creo. que podamos entender el pensamiento de Kant sobre este '.La supuesta ~«representación del espacio» del argumento 1, la capacidad
punto sin referirnos una vez más al atgim1~nto de la geomeú~. En pers: ¡ck «pensa~lo vacío ?e <;>~jetos» del argumento 2, pueden quizá concebirse J
pectiva kantiana, nuestro cooocimiento de Oas verdades de la geometrí¡ como_ alusio?es al ·eJercicio_ puro o no-empíricp de la facultad de intuición
a~~qu~ ,dependiente g_e la_ intuiciótj, es (ipdependi:~te de la in~uición em: ;espacial. ~videntemente, si e~tendemos estas frases d~ esa forma, reduci-
pmca.' No depende en modo alguno de la observacion de los ob~to~s-Íisieos t mos los parrafo? que las contienen a mera dependencia del argumento Jle
reales' 1como los que conocemos a través .de Tos-sentidos. Depende comple- )!_fil!.OllJ,~J:ía. Pierden su sta·~us d_e argumentos independientes. Pero eso,
tamente qel ejercicio de la facultad de la intuición pura espacial. Podemos,'. en su caso, no es perder demasiaao. .
si queremos, ejercitar esta facultad co.n la ayuda de unas líneas físicas di.·•.· L~egamos ~na vez más, entonces, a la conclusión de que el calificar el
bujadas en un papel físico. Pero podemos h.acerlo igualmente bien con la ~Jo Y el tiempo como a priori en el sentido o sentidos del subjetivis-
(ma.ginación.1 Por tal ejercicio conocemos no sólo\ las caracterísdci:1s__ne.ce• ll.lQ_J:tascendental. (en cualquier sentido que implique que están «en nos- 1

sil-ias de las figuras espaciale\> (p. ej., los triángulos y círculOs) qi':ie cons; :~s previamente a la experiencia»), tanto si sé opta por declarar que d
truimos en ,}~ i11,tl]iciq11~-Y~~ conoce.mas también las cara~t~tis..ti~. J~~acio Y el :ti~mpo s~n i~t~ciqp.es ~ priori como si se considera que son ~
cesarías del espacio en e que fas__construimob, p. ej., que es infi::~~ ,~mas a_pnort de.la mtu1ciqn (empmca), no descansa, en un fundamento
1
!
tridin:en?ion~l. De es!a forma podemo_s d:s~:ibir con t6r..cwie?ad el · · :indepeqdieri.te ~~ argumentQ. de la geometría o en su paralelo superficial
esp¡¡ciÜ' mfi11_ito (euchdeo) como una mtuic10n pura_, ~s deor, como pro- ¡en el caso del tiempo. . -.
aucto del ejercicio de la facultad de la intuición pura.' La tesis del idealismo.;
trascendental, en lo que al espacio se refiere, es la compleja tesis de que" . • .
la facultad de intuición espacial, o conocimiento espacial, que puede ser ;5. «A priori» e «innato»
ejercitada puramente, es decir, en total independencia de cualquier afección;.
de nuestra constitución cognoscitiva por las cosas como son en sí es la ,' Hasta ahora, me he referido a dos sentidos o interpretaciones de la
misma_facultad que, en un papel distinto, es, por así decir, excitada por e!I>resión al _Jl.ri9.zj. En la primera interpretación, o interpr~tflción austera,
el efecto qu_e sobre nosotros causan las cosas como son en sí y que es en· UlJ. concepto o característica (~lemento) podrá denominarse::_: a priori s~ era
ton ces responsable de nuestro conocimiento, en la intuición pura, de ítems :un element<;J:0 es.!!YS1º!Jll es~nc;ial en cualquk.t concepción de la experiencia
ordenados. y caracterizadoS' espacialmente.· Y por esta razón, (las mat~á- que nos pudiéramos hacer inteligible. En la segunda interpretación, o idea-
ticas purns ,del espacio son lis matemáticas del espacio físicq,--y las pro- li§.ta trascen.denta:l, denominar a priori a ~n elemento era pretender que
posiciones de la geometría pura se convalidan en los objetos físicos_ de Ja: fil. presenda ~orno un rasgo de la experiencia era totalmente atribuiblti. a
intuición empírica. · :.la..naturaleza de. nuestra constitucióQ.mg,.noscitiva y no lo era, en absoluto,
Como ya he dicho, evaluaremos más tarde esta teoría de la geómet.ti,ia. !a. la _i;,aturaleza de a9uellas cos~s, ~orno son ei; sí, que_ afectan a esa cons-
Pero hacer referencia a ella ahora ayuda a aclarar más ciertas cosas. Cmµ· ,tl!ucion _para producir la experiencia. Se podna argumentar que al limitar
prendemos, cuando Kant reclama 'el rtatucde intuición a pri.<J.!j p~I la. atención a estas dos interpretaciones de la expresión, he olvidado un
~pacio infioito, que está pensando en ·lQª resultados del ej~rcicio. puro ~r .sentido que pudiera tener) familiar en la historia de la filosofía; y
,1 ¡·

) .
----"--·
11f
~
62 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 63
que algunas de las argumentaciones kantianas podrían entenderse más sa·
tisfactoriamente como tratando de establecer que ~s ideas del espa· . .
cio_y_deJJierni;w (en vez del espacia...y-el-tiemp0-@n-si..J:nismo}-s~[!. 6. Observaciones finales
en este ter~~r sentido. Este sentido es el que apar~da en aquellos vie¡os
deb~tes pintorescos respecto al origen de nuestras ~<leas, con_ la palabra'..: 1) La Estética contiene o implica un .m!mero_de...tesis que, si se nos
) .: <_<innat&. Quizá al menos algunas de las argumentac10r:es kantianaS: d~be· , invitase simplemente a pronunciarnos sobre su verdad sin compromiso
ríán fonsiderarse como si \intentasen establecet..,.que.las.J~a8-:del...espa€io Y~ respecto a su tru:á<;ter lQ.gi~ estaríamos muy dispuestos a ~ficar de_yer-
el tiempo tuviesen _el mismo caráctei: que Descartes .Y Leib111z..;:e<;lfil!la.~~ : ~deras, o al menos a aceptarlas como reflexiones justas sobre nuestra
para al menos algunas de nuestras ideas y__qgc;des denegaban. Lo~~me ~ concepción real y operante de la experiencia y el mundo. Serían las si-
al-afirmar que todas nuestras ideas se derivaban de la.expenenoa. ; .: guientes: (a) los estados p...articulares_de conciencia están. prdenados.tem-
Hay dos buenas razones para rechazar esta sugerencia. En primer lugar,;¡ poralmente; (b) tales es.tados incl~n las percepciones sens.oria.les.deits:ms
y fuesen las que fuesen las cuestiones que se disputasen en esos debates, · particulares, concebidos como existiendo independientemente .de Jos. esta-
tendían a estar desesperanzadamente oscurecid.as por _los término~ en los r ~.de· cond~a, ítems que están ordenados tanto esímdaLcomo.tempo-
que se desarrollaban. Esos términos eran bastante n~os, super-ric?s, en' ralmente; (c) d_~sp_a~c_iq_e~L~Lgl!e estos ítems e~tán_otdenados ..es..unitarjo,
\s!igerencias metafót:ids: \las ideas como_Wi\f~~t~ es¡::nt()S..~!.1.J~s l?izarras es decir, qu,S!_ i:ada ítem de esas características está.relacionado espacialmrulte
d_e la mente (copiados de los originales expenmentados, o escritos por la ~ada !illº deJQS: demás; (d) el tiempo ~~l cuaJ están ordenados tanto
mano de Dios); o las i.deas conio eLmobiliario de la casa .de--la.~.µt: WQs. íte.rns_como los estados de conciencia-que...incluyenJas ·-percepdones
(recogido en ese almacén de la experiencia, o con características estruct~· ·. sensoriales es unita:cio,....es decir, que cada ítem particul?r que constituye:,,_ o
rales prefabricadas). Aun si se realiza un determinado esfuerzo para hwr :, ~llC.QtJ!fado en, l~xperiencia está relacionado temporalmente con cada
de tales imágenes, .\k_Q~~l.!si.Q.n_sQbr~ Jqs oríg~n.~S. propende a p~r_man;cet ~ l!!lQ._de 1ºs demás._
cornQ.._Q.!l__estéril intercambio· de te).llils: por Mn lad·º· que toda la cai:~c1dad ~ 2) Entrelazada con estas tesis__incuestionables está la compleja teoría
de_~ensf)r, reconocer, c1asificat,._eJ;~., debe_ser adqumd~ ~~~e~cl~· ~ del UQ.ealism9_~dental, reflejándose esa complejidad en las_ tesis e_!!la-
cid_Q__ no piensa en ahwuto), .Y,:,_J?~J__ Q}.!O, que la adqmsic10n __Qf.JJJLmac1· '. zadas de que.elespado y el tiempo son formas a Ptiorilde la intuición .em-
dad presupgge la capacidad Pª-rn.Ji_ggµirirla. . . , . . . · pírka, de qu~ son ~}los mismos fotuiciones pura$\ y de que ~en:emo¡¡ Ja fa-
La segunda razón para rechazar la sugerencia tiene un ~aracte~ dec~siv~ S!:!_ltad de.Ja mt.uic10n pura o a priori espacial y temporal. Esta sorpren-
Fuese lo que fuese lo que se supusiese significab~ l.!!..__!e~_9e~ .mna~snJP' dente teoría, y toda su complejidad, no descansa en la __Estétic;a 1'.rascen- ~
no tendría interés alguno para Kant en lo concermente a cualquiera e as . dental en otro apoyo discernible que el argumento de Ja geometría en el
~epr~sentac~ones» que ?l-t'.oosideraba a prio~ ~xcept? en tanto en cu~nto '1 cáso ~-~usp_~cio y ~as superficiales. suge.rencias en la argumentación par?-
estuviese unida a, o tuviese como consecuencia, ~ª t_es1s de que la );nanife~., lela en el caso del tiempo. La premisa vital del argumento de la geometna
tación de la correspondiente característica en la expe:ien~ia, su pres~1?-ºª ;i~s que se sabe.que. las proposiciones geométricas se mantienen necesaria-
eii el mundo, es -sofamente atribuible a nuestra cons~ituciÓn <;QgnOSCltlJai: . \mente para-los objetos físjcos en el espacio. _
a la naturaleza de nuestras facultades, y no al carácter de aqu~llas cosas,'¡ 3) Por lo que respecta a las incuestionables tesis enunciadas en el
como son en sí, que afectan 'nUestta constitución para producir la. ex¡¡;- :apartado l.º, surge el problema de cuáles de ellas engloban:aspectos a priori
rienda, para producir, en verdad, nuestro mundo. Kant no. tendr_ía mteres. 'de nuestra concepción de la e){.Q_eriencia en el sentido relativamente aÜste-
alguno en una tesis que mantuviera que las ideas de espacio Y tiempo .es-; r.2Jde esa expresión al que ya he irludido. No es obvio en absoluto que
tán «en nosotros previamente a la experiencia» Y que no llevase coi;isigo; todas ellas lo consigan. Aunque, por ejemplo, todo el mundo estaría dis-
la tesis de que el espacio y el tiempo mismos están en nosotros .Pr:vio~,ª, puesto a reconocer que 'la id_ea de un espacio físico unitario fo1.·nrn_Q_a_r.te
la experiencia. Mutatis mutandis, él mismo más tarde. hace una mdicac10n · de...nuestra concepción real y operante de la realidad, hay__cant.kLLcLd~_da­
paralela de forma explícita al_ rechazar una sugerenc.ia paralela referente· taa.-.hajo fa forma de ficci6n literaria y filosófica, que muestran cierta pre-
ª las categorías, los elementos a priori de la experiencia que se supone son paración para retar a la tesis de que no nos podemos J9ppar ningulliL.c.:on-
aportados por el entendimiento 25 • cepci_Qn alternatiy.a coberente que carezca de esa carncterístid. Unfl gran
··parte de nuestro interés por la Crítica debe, pues,-é.eiitrarse en cómo logra
Kant establecer que ciertas características sQn, en.el sentido austero, carac- ¡
t~rísticas a priori de nuestra concepción de la experiencia. Allí donde po-
., B 167-8. f. damos pensar que reclama este carácter para alguna característica de esa 1
5

'1 1
'·H·1
64 Los límites del sentido

concepción debemos, por supuesto, estar preparados para verle enlazar) tal CAPÍTULO 2 !

p~nsión a la ulterior de que \la car~~terística en cues.t!_ón s~lo tiene su·I"····


:f§.ente en nuestras facultades cognoscltlvas, y para verle explicar aq~a i
pretensión por esta última. Pero sería un error pensar que, dado que una' .
característica de nuestra concepción de la experiencia figura de forma pro:' ;
minente en la Estética, podamos concluir que lK~nt__atribuye su origen
exclusivamente a la sensibilidad y que, por tanto, no debe esperarse nin·
gún argumento que tienda a ~stablecer su pretensión como una caractetís·
Qb1.JeftVtaa
;!fa_ q_priori de nuestra \concepción de la experieru;llt. Para caer ert el len·. ,
guaje del propio modelo kantiano: es esencial para l.a...experiencia la coope', .
· • • dy J
Untaa
· dJ 1
i"
raci9n de la facultad de ]a. sensibilidad con otra facultad, la del en~di. '.
miento:-Podemos confiadamente esperar una tl~boración ulteri2r del mode: · · ·
lo en el que nuestras facultades respondan a las cosas como son en .-sí\ para ' l. Pro grama de la analítica
producir la experiencia. Podemos también por lo menos esperar una _l!fAU· ·
mentación analítica ulterior que tienda, quizá, a asegurar para algunos ·
rasgos ya mencionados, así como para otros que todavía no lo han sido, Contrastando con el trasfondo del idealismo trascendental, el rico len-
el status de elementos a priori a nues.tra.couc~pdón de la experiencia. guaje de las facultades suministra una exposición simple de las metas del
¡,próximo estadio de la investigación crítica. La cooperación de la sensibi-
':
1 lidad y del entendimiento le es esencial a la experiencia, como también lo es
! el que estas facultades se exciten por las cosas como son en sí. Ya se ha
!f expuesto en la Estética Trascendental lo que la sensibilidad aporta a priori
' a la. experiencia. A la Lógica Trascendental le compete determinar la con-
" tribución a priori del entendimiento. Esta ciencia «se referirá a las leyes
del entendimiento ... solamente en tanto en cuanto se relacionen a priori
.: con los objetos» 26 •
Si tratamos de separar esta formulación de las metas a alcanzar del
¡ trasfondo idealista trascendental, y reescribirla en nuestra modalidad aus-
1 tera, puede parecer que nos enfrentamos a una perspectiva bastante vacía.

Para que la experiencia sea totalmente posible, debemos conocer los ítems
pa:rticulares y conocerlos subsumidos en conceptos generales. Así tradu-
cimos la dualidad de intuiciones y conceptos, la necesaria cooperación de
·~ la sensibilidad y del entendimiento. No podemos concebir ninguna forma
de la. experiencia en la que no esté. Incluida la ordenación temporal de
los items particulares que conocemos; y quizá (aunque esto está aún por
probar) no podamos concebir coherentemente forma alguna de experien-
, da que no implique una ordenación espacial de, al menos, algunos de
esos items. Así, traducimos la tesis de la Estética acerca de las contribu-
ciones a priori de· la sensibilidad. ¿A qué problema nos enfrentamos aho-
. ra? Parece que tal problema debería formularse más o menos así: ¿qué
característieas, abstrayendo de las formas de la particularidad, de la or-
denación temporal y espacial de los ítems particulares encontrados en la 1

experiencia, podemos hallar necesariamente implicadas en cualquier con- i


• cepción coherente de la experiencia solamente en virtud del hecho de

"" A 57 /B 81-2.
lf'/
66 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 67
que lo~ ítems particulares que conocemos deben caer bajo (ser subsumi- a un principio más fundamental, del que ella misma se deriva, un prin- ¡í
dos ba1o) los conceptos generales? . . cipio que ahora simplemente denominaremos como el de 1a necesaria
La pre151:1nta parece ofrecernos bast~nte poco mate~tal de traba10: nada, unidad de la conciencia. Esta cesión que el principio de conocimiento
de hecho, smo «la forma del pens~mi~nto 7
de un ob1e;o en general~>, tal ; objetivo hace de su status como premisa de la investigación, devuelve
como
. ., lo expresa suavemente Kant • Sm embargo,. segun avanza la mves- '· al de la necesari"a u ni"d ad d e 1a conc1enc1a
· · t od a 1a prof undid ad e mteres
· ,
t1gac10n,
·d 0 ·caemos
, f endla 1cuenta hque
b',la palabrad'd
«Objeto» ha de tomarse
. . en , con cuya pe'rdt'da se no s ame,na zab a. L o que h emos de h acer,. pues, es se-
.
si:;nti_ mas uer,te e 0 que u ieramos po i ~ pensar en un prmcipio. : guir la argumentación e interpretarla lo me'or ue odamos dando nues-
11 q pd
;~~
S1gmfica algo mas que meramente un caso particular de un concepto ge- 1 , • • •, '
neta-1. T1ene· connotac10nes e «Ob'Jettv1
. . · d . 'dad ». Sab er a1go de un ob'Jeto, ':. tra elaqmescencia a esa usurpac10n tempora , prepara os para el momento
. ,
·
por ,e1emp · se sub sume en ta1 y ta1 concepto genera1, es sab er a1go ', en
1o, que que, 1a premisa rea 1mente soberana afirme su supremaC1a ·
que se mantiene con independencia de que· ocurra cualquier estado de ¡
conciencia particular, cualquier experiencia concreta de conocimiento del ,
objeto como incluido en el coñcepto general en cuestión. Si los juicios sobre 2, · Lógica formal y lógica trascendental
los objetos son válidos, lo son objetivamente, independientemente del ' . . , . .
estado concreto de conocimiento de la experiencia particular que emite : Kant se fiJa, en primer lugar, en la Iog1ca formal buscando una pista
el juicio. ' ' para descubrir l~s categorías .. T~a!aré de reconstruir, independi~ntemente
Si hemos de ver a Kant como analista de la estructura de la concep- : del modelo asociado a Ji: sub1ettvidad tr~scendental, el razona.m_i~nto que
ción de la experiencia en general, hemos de enfrentarnos al sentido fuerte · lleva a e~te paso: una h_nea de pensamiento que no carece micialmen:e
de lá palabra «objeto» con una mezcla de sentimientos. Por un lado se de atractivo pero que, sm embargo, se derrumba ante un examen mas
nos ofrece la esperanza de que la investigación sobre «la contribución a i atento.
priori del entendimiento» sea más fructífera de lo que a primera vista;, Empezamos con una reafirmación del tema, ya familiar, de que toda
parecía. Puede muy bien ser que no nos podamos formar concepción al· ·experiencia, todo conocimiento empírico, requiere la cooperación de la
guna de la experiencia, incluyendo en ella el conocimiento de los objetos sensibilidad y del entendimiento, es decir, el conocimiento de los objetos
en este sentido fuerte, a no ser que también incluya el uso de ciertos con- : particulares como cayendo bajo conceptos generales; Ja. única modifica-
DI
ceptos generales identificables, o de tipos de concepto general, además ' ción se introduce teniendo en cuenta que la palabra «objeto» ha de to- wi
de los conceptos meramente espaciales o meramente temporales de los marse en el sentido fuerte al que acabo de aludir. Lo que ahora debe
que presumiblemente estamos ·equipados, de ser verdad la teoría de la centrar nuestra atención es lo que está implicado en reconocer los obje-
Estética austeramente interpretada. Si es así, la tarea de la Analítica será' tos como cayendo bajo conceptos, el «subsumirlos en los conceptos».
identificar tales conceptos, o tipos de conceptos, y mostrar que tienen tal , Esto es idéntico a realizar juicios sobre los objetos. «El único uso que
status. Kant piensa, claramente, que hay tales conceptos y tiene prepa- , el entendimiento puede hacer . . . de los conceptos es emitir juicios por
rado un nombre para ellos: son las categorías, los conceptos puros del medio de ellos» 28 • Subsumir un objeto en un concepto implica el pensar
entendimiento. ',, · que'una cierta proposición es verdad del objeto o es objetivamente válida.
Reconocer, pues, el sentido fuerte de la palabra «objeto» puede ani: ..El conocimiento empírico, como todo conocimiento, es esencialmente ex-
mar nuestras esperanzas en un sentido. Pero puede parecer que las des- : presable en proposiciones.
corazona en otro mu~ho _más import~nte .. Si debe comp~tir a la definició~ • Tenemos actualmente a disposición, en la lógica formal, una clasi-
d~ la palabra «e~penencta>> el q~e esta mcluya necesariamente el_ cono~i- ficación completa y completamente general de las formas generales de la
m1e,nto de los ob1etos ,e? el sentt?o fuer~e, se avapora entonces cier~o ln·., proposición. La lógica formal nos suministra, por así decir, la teóría com-
t~res_ ,de la tarea anaht1ca. A_ primera vista P1:1~de parec~r. c¡.~e la mves: ,· pleta de las formas generales del pensamiento. Cualquier proposición o
ttgaciC?n se desarrolla cor_no ~i fuese una cuesti?n. de defimcton, ~orno si : juicio debe tener alguna de las formas generales reconocidas y clasifica-
la tests ~e que l~ expenencia mcluye el conocimii:;nto de los objetos en : das en la lógica formal. No quiere esto decir que esta nos suministre
este sentid?, deb1es~. ser tratada ~orno una premisa fundam~nt_al de la j-directamente lo que andamos buscando, es decir, los conceptos generales
argumentac1on anaht1ca., Pero al irse. desarrollan.do esta, felizmente ;8e.¡que deban tener aplicación a los objetos de la exper,íencia. Pues, como
hace claro que no es as1, que esta tesis ha de de1ar su lugar de premisa_ 'Kant repetidamente insiste, en la propia lógica formal no se tienen en
~
" A 51/B 75, 28
A 68/B 93.
·'\l'!'
ir
68 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 69
cuenta las condiciones que los objetbs deben satisfacer en orden a que , lo~ Prolegóm:n?s. En ·1a sección ?9
de ~sta obra encoi;itrapios: «El t~a­ "
';
las diferentes «funciones del juicio» que la lógica formal distingue se . baJo de .l~s. logicos es.taba ante tnl, terminado . . . Relac10ne estas f~c~o­
empleen en la realización de juicios objetivamente válidos. La lógica ge. ; nes del JUICIO [es decir, las formas o aspectos formales de las propos1c10-
neral, como él la llama, no se ocupa de las relaciones de sus formas con í nes] con los objetos en general, o, más bien, con las condiciones para
los objetos, sino de las relaciones lógicas que hay entre las formas mis· . determinar los juicios como objetivamente válidos, y surgieron conceptos
mas. «La lógica general hace abstracción de todo contenido de conocí- ;. puros del entendimiento ... » Debe admitirse que cuando contemplamos
miento, es decir, de toda relación del conocimiento a un objeto, y sólo '. el Cuadrq de las Categorías y lo comparamos con el Cuadro Lógico de
considera la forma lógica de la relación de cualquier conocimiento a éual'' los Juicios, no nos parece que el primero «surja» del segundo de esa for-
quier otro conocimiento» 29 • La lógica general utiliza conceptos tales como, ma tan fácil e inevitable que sugieren las palabras de Kant. Pero esta es
verdad, sujeto, predicado, proposición hipotética, etcétera. Nos dice, por . otra cuestión que dejaremos al margen por ahora.
·ejemplo, que dada la verdad d~ una proposición hipotética y la verdad !_ · Antes de corn¡iderar más a fondo la naturaleza del argumento que
de su antecedente, se sigue necesariamente la verdad de su consecuente. ·. subyace a esta derivación, .deberíamos preguntar hasta qué punto Kant
Pero no tiene directamente nada que decir acerca de las condiciones bajo · permanece fiel a la anunciada intención de suscitar la contribución a
las que la forma misma hipotética de la proposición puede ser usada para , priori que a la experiencia realiza sólo el entendimiento. Es decir ¿debe
hacer juicios verdaderos o válidos sobre objetos, es decir, acerca de las' la argumentación entenderse hasta ahora como haciendo abstrac~ión de
condiciones bajo las que podemos decir verdadera o válidamente que un . la necesidad de una ordenación temporal (y quizá también espacial) de los
posible estado de cosas está de tal forma relacionado a otro que, dado ítems particulares encontrados en la experiencia? Hay una sección de la
el primero, podemos concluir la existencia d~l. segun~o. La lógica .general ; Crítica que apunta la pregunta y cuyas frases iniciales pueden sugerir
nos ofrece, de nuevo, en. el caso de pr~po~1c10nes singulares, la I~ea de· una contestación negativa. El fragmento, que precede inmediatamente
algo que aparece como sujeto de la pred1cac1ón, pero no como predicado; a la deducción real de las categorías comienza de la siguiente forma:
pero nada dice sobre las condiciones bajo las cuales podemos hacer uso . '
de esta idea en los juicios sobre objetos. La lógica general abstrae, como ya hemos dicho repetidamente,
De todas formas, aunque la lógica formal abstrae, de esta manera, de~ de todo contenido del conocimiento y busca en cualquier otra SI
toda relación de sus formas con los objetos del juicio empírico, es segu·f fuente, sea cual fuere, las representaciones que ha de transformar l~
ramente posible formarse una idea de otra lógica «paralela» (la lógica en conceptos ... To.a Lógica trascendental, por el contrario, tiene
trascendental) que no haga abstracción de esta relación. Para que sea~ ante sí una diversidad de elementos sensibles a priori que ofrece
posible la experiencia o el conocimiento empírico debemos emitir juiciosf la estética trascendental... El espacio y el tiempo contienen una di-
empíricos. Las formas que aísla la lógica son las formas que debemos versidad de elementos de la intuición pura, a priori 30•
emplear al hacer tales juicios. Todo ello es una necesidad del pensamien·•·
to, de la tarea de subsumir los objetos en los conceptos. Debemos, por
lo tanto, tener alguna concepción de las condiciones generales de aplica· Sin embargo, según avanza el texto, se hace claro que no ha de invocarse
ción de estas formas al construir juicios empíricos verdaderos, juicios vá- en este momento el carácter específicamente espacial y temporal de nues-
lidos sobre los objetos de la experiencia; y las condiciones generales deJr. tras. formas de intuición. Lo que debemos invocar es la noción 31
de «la unidad
aplicación de estas formas a los objetos deben ser satisfechas objetiva· sintética de la diversidad en una intuición en general» • Esta referencia
mente, pues de otra forma no podríamos emitir juicios objetivamente( es anticipadora de las teorías que se desarrollarán en la Deducción Tras-
válidos, y el conocimiento o la experiencia empírica serían imposibles. De cendental. Por el momento debemos contentarnos con la declaración de
esta manera si para cada forma fundamental de la lógica concebimos la que esta «unidad sintética de la diversidad» es un requisito para el co-
condición general de su aplicación a los objetos de la experiencia, el re· nocimiento· de los objetos y es el producto del entendimiento.
sultado en cada caso será un concepto puro o categoría, es decir, un con· Y lo que es más, hay razones decisivas, de carácter independiente,
cepto general que tiene aplicación necesaria en el mundo de la experiencia. para mantener que la espacio-temporalidad de la experiencia no debe
Esta es la dirección general del razonamiento (reconstruido). La de- ·Íhvocarse en este momento. Las categorías, tal como están deducidas en
claración original de Kant que más se aproxima a la forma en la que yo el momento actual, están «sin esquematizar». Se afirma que las categorías
he expuesto tal razonamiento es probablemente la que se encuentra en•·
30
A 76-7/B 102.
29
A 55/B 79. " A 79/B 105.
70 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia
----------7~1 7
esquematizadas son conceptos que deben tener aplicación si han de em-- ¡ ficación que hace Kant, y que expone en el Cuadro de los Juicios, de las
plearse las formas de la lógica general para emitir juicios sobre los ob- ' ,«funciones lógicas del juicio». Las características formales que enumera
jetos de una experiencia que es de carácter específicamente temporal. Se · están agrupadas bajo cuatro encábezados, cada uno con tres subdivisio-
deducen de las categorías sin esquematizar por la adición de esta candi- nes. Los universales, particulares e individuales se agrupan bajo la can-
ción; y llegamos a apreciar la necesidad de que tengan aplicación a los , tidad; bajo la cualidad, los afirmativos, negativos e «infinitos»; los cate-
objetos espaciales, del sentido externo, cuando consideramos lo que im- ! góricos, hipotéticos y disyuntivos, bajo el encabezado de relación; y bajo
plica su necesaria aplicabilidad. Así pues, no puede pensarse que la : el de n,zodalidad se: traza una distinción entre los juicios, según lo que
deducción originaria de las categorías en las secciones que ahora consi- suceda sea posible, real o necesario. Podemos advertir que no está del
deramos -la «Deducción Metafísica» de las categorías- descanse sobre todo claro a qué se refiere esta lista. Desde luego no es, y Kant tampoco
el carácter espacio-temporal de -la experiencia 1 Debemos pensar que las '. la considera así, una enumeración de formas lógicas coordinadas unas con
1
categorías se deducen aquí simplemente sumando a las formas de la lógica otras; pues, por ejemplo, una proposición categórica pudiera ser univer-
la idea de aplicar esas formas al construir juicios verdaderos sobre los ob- sal o singular. Tampoco es exactamente, aunque quizá Kant la vea así, una
jetos del conocimiento (intuición) en general, sea cual sea el carácter de lista de cuatro conjuntos de características de tal manera que la forma
nuestros modos de conocimiento. lógica de cualquier proposición esté determinada cuando se especifique cuál
Es, evidentemente, más fácil decirlo que comprender lo que significa. de las tres características mutuamente excluyentes de cada uno de los cuatro
Pero, en cierto sentido, podemos entenderlo. Vemos aquí a Kant llevando al conjuntos posee la proposición. Una proposición hipotética, por ejemplo,
límite la distinción entre intuiciones y conceptos, sensibilidad y entendí- pudiera tener un antecedente universal y un consecuente individual. ¿Qué
miento, tratando de sacar todo lo que se puede sobre las condiciones a es, entonces, universal o singular? Es claro que las relaciones entre las
priori del conocimiento empírico o experiencia a partir de una considera- clasificaciones son al menos un poco más complejas de lo que esta suge-
ción que versa meramente sobre una mitad de esta distinción, a saber, la renci~ permitiría; y hay rarezas de inclusión y disposición que constituyen
necesidad de subsumir los objetos particulares de la experiencia -sean un esquema que se repite con persistente artificialidad a lo largo de la Lógica
cuales sean las «formas de la particularidad»- en los conceptos gene- Trascendental.
rales. Para hacer esto -y vuelvo a bosquejar aquí la argumentación- No tendría objeto detenernos en las imperfecciones de detalle que
debemos emplear las formas que distingue la lógica. Esta nos ofrece ver- hay en el Cuadro de los Juicios de Kant. Este ha realizado, al menos, una
dades analíticas acerca de las relaciones lógicas que existen entre estas lista de características las cuales se pretenden todas fundamentales en la
formas; nos dice, por ejemplo, que si es verdadero un juicio de una forma, clasificación de las formas lógicas proposicionales, no habiendo otras que
entonces otro juicio relacionado, de otra forma distinta, debe ser verdadero tengan tal carácter. Lo que habría que hacer es construir una lista para-
(o falso). Pero nada nos dice sobre las condiciones bajo las cuales son empí- lela de lo que pudieran llamarse interpretaciones putativas categoriales,
ricamente verdaderos, verdaderos objetos de la experiencia, juicios únicos una para cada característica; es decir, una lista de conceptos en la cual
de formas diferentes. El tener conocimiento empírico no basta para que ' pretendiésemos se aplique o use el concepto apropiado cuando se emite
seamos capaces de calcular, de inferir, dada la verdad de un juicio de una , una juicio, acerca de los objetos de la experiencia, que presenta la corres-
forma, la verdad de otro de una forma diferente. Debemos conocer la verdad pondiente característica formal. Podríamos entender que cada uno de los
empírica de cada juicio. Si alguna condición debe satisfacerse, sea como sea conceptos de esta lista paralela tendría una aplicación necesaria a la rea-
de hecho nuestra experiencia de los objetos, si algún concepto debe tener lidad empírica.
aplicación, para que cualquiera de estas formas pueda emplearse de manera Pero debemos reflexionar sobre esta conclusión. Es verdad que el
que resulte un juicio verdadero 8obre los objetos de la experiencia, enton- conocimiento (al menos en cualquiera de los sentidos que nos atañe) es
ces ese concepto tendrá una aplicación necesaria en la experiencia, aunque esencialmente expresable en proposiciones. Pero de ahí no se sigue que
la total elucidación de lo que significa para tal concepto el tener aplicación cualquier forma, cualquier característica formal, que el lógico piense me-
en la experiencia debe esperar a que se sume la condición de la espacio- rece la pena distinguir, sea absolutamente necesaria en la expresión del
temporalidad. Y la necesidad de aplicar tales conceptos será simplemente conocimiento. Dado un cierto equipo mínimo indispensable de nociones,
atribuible a la necesidad de subsumir los objetos en los conceptos, es decir,. el lógico puede, si así lo· desea, distinguir indefinidamente muchas formas
sólo al puro entendimiento. de proposiciones, pertenecientes todas ellas a la lógica formal. Si permi-
Basta lo dicho en cuanto a la forma general de la argumentación y timos que exista una categoría pará cada forma, tendríamos un número
los supuestos sobre los que descansa .. Surgen serias dudas cuando lo indefinido de categorías. Pero Kant pretende que su lista- de categorías
contemplamos más de cerca. Consideremos, en primer lugar, la clasi- es completa y exhaustiva. «Sabía, más allá de toda duda, que exactamente
··~¡;
- ··---·--------~-~--·~· ., · -·1r
72 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 73
éstas, y solamente éstas, ni más ni menos, constituirían nuestro conoci- una elección; pues es escoger un sistema lógico en vez de otro. Pues parece í
miento de las cosas proveniente del entendimiento puro» 32 • seguro que hay algún conjunto fundamental de nociones que deben re-
Ahora bien, lo que Kant pretendía aquí que era completa no era la presentarse de una forma: u otra en lo que pudiéramos reconocer adecua-
Usta entera de todos los conceptos puros del entendimiento, dado que damente como una lógica proposicional comprehensiva y adecuada. Y no
'1
sugiere que sería «una tarea no desagradable» el elaborar, a part~r de su es muy probable que nos despistemos mucho si adoptamos la lógica
lista fundamental, un sistema de conceptos. derivados que serían igual- actual, en la que tan asiduamente se ha buscado la economía de los con- i1 1

mente puros o a priori 33 • Afirmaba que poseía una lista completa de ceptos pri,nütivos como guía. La lógica actual se suele presentar en dos
los conceptos puros del entendimiento primitivos o no derivados. Sólo partes: la lógica proposicional, o lógica de las funciones veritativas, y la
éstos merecen el nombre de categorías, pues a sus derivados se les reserva: lógica de predicados, o lógica cuantificacional. En sus bases yacen, res-
el de «predicables». Y esto, especialmente a la luz de los desarrollos de la pectivamente, dos ideas fundamentales y no derivadas: en primer lugar,
lógica posteriores a Kant, nos debería hacer más seriamente críticos ante la idea de la composición de una función de verdad en general; en se-
su lista de formas lógicas o características formales. Pues para que una .,, gundo lugar, la idea general de la cuantificación.
forma o una característica merezcan un lugar en la lista, no es suficiente el Ninguna de las dos ideas parece ofrecer mucho como cosecha, en lo
que sean una posible forma o característica lógica, que un lógico pueda que a las categorías se refiere. No puede haber ninguna manera particu-
derivar de sus recursos fundamentales o que la pueda describir en términos lar en la que debamos concebir los objetos de la experiencia de cara a que
de éstos. Debe ser una forma o característica esencial, que presente, como sea posible la composición, como funciones veritativas, de afirmaciones
ninguna otra pudiera, alguna parte de aquellos mismos recursos fundamen- sobre tales objetos. Garantizado el cumplimiento de las condiciones nece-
tales e indispensables. Sólo bajo esta condición podemos tratar de derivar;. sarias para realizar juicios atómicos objetivos, la posibilidad de componer
de una forma o característica lógica de las proposiciones, sin peligro una tales juicios como funciones veritativas no puede revertir en nuestra po-
categoría, elemento conceptual indispensable en nuestro pensamiento sobre sesión de ulteriores conceptos a priori sobre un objeto en general. Y algo
los objetos. Pero no está en absoluto claro que todos los elementos de la similar sucede con respecto a la cuantificación. Garantizado que siempre
lista kantiana satisfagan esta condición. Por ejemplo, en la lista se incluyen podemos emitir un juicio objetivo concreto de tal forma que una cosa
las formas hipotéticas y disyuntivas, cuyos análogos en la lógica moderna especificada posea un cierto predicado, es difícil creer que sea necesaria ;¡.
son interdefinibles con la ayuda de la negación. No es suficiente el que estas ninguna suposición ulterior sobre ·cómo debemos concebir los objetos de ¡~,
formas puedan ser forjadas por un lógico, o incluso que sean formas que cara a explicar la posibilidad de un juicio en el sentido de que una cosa ~¡
de hecho empleemos. Pues si la. forma es derivada, entonces cualquier u otra, no especificada, posea un predicado; es decir, de cara a explicar la
concepto puro implicado en el uso de ella es también derivado y por lo posibilidad de la cuantificación.
tanto no es una categoría. Aquí hay dos puntos. El primero es que todas las formas especiales
Si hemos de guiarnos seriamente por la lógica formal, debemos repen- de la composición veritativo-funcional pueden definirse en términos de
sar lo andado. Debemos preguntarnos qué es lo mínimo que un lógico tal composición en general, la cual, a su vez, puede explicarse totalmente
debe reconocer como forma lógica. Y esto nos lleva a la dificultad de 1, en términos de la noción de una proposición como algo que es verdadero
que, en lo que se refiere a las formas lógicas, la elección que el lógico ' o falso, pero no ambas cosas, mientras que todas las formas que implican
hace de las formas primitivas es una elección. Así, por ejemplo, se puede la cuantificación pueden definirse en términos bien de la cuantificación
decir que la idea de cuantificación en general es una idea primitiva dado existendal o de la universal, junto con la composición veritativo-funcional.
que no puede ser definida, excepto para un lenguaje de antecedentes li- El segundo es que «referir» las nociones generales de la composición verita-
mitados, en términos de constantes proposicionales, nombres y predicados; tivo-funcional y de la cuantificación «a las condiciones para determinar
pero es materia de elección el introducir el cuantificador existencial sin como objetivamente vá:lidos los juicios» no puede resultar en nada de «los
una definición formal y definir en función suya el cuantificador universal, conceptos a priori de un objeto en general» que no esté 'Yª contenido en la
o viceversa. Es mejor así, incluso por lo que a un solo sistema lógico se noción de una proposición singular de sujeto-predicado, es decir, una pro-
refiere, no pensar en formas lógicas fundamentales sino en ideas lógicas posición formalmente atómica en la que un predicado de uno o más argu-
fundamentales, el equipamiento básico de nociones a partir de las cuales mentos se aplica a uno o más objetos de referencia especificados. Entonces, si
se construye el sistema lógico. Incluso proceder de esta manera es hacer' hemos de hacer algún uso de la pista que nos suministra la lógica formal,
es en esta única noción en la que nos debemos fijar.
32
Prolegómenos, 39. La proposición formalmente atómica es algo esencialmente determina-
33
A 82/B 108. ble como verdadero o falso y que conlleva esencialmente la introducción
--- -- ···~ ' "·'
ilt¡:t~

~ La metafísica de la experiencia 75
74 Los límites del sentido ~·
1;
de conceptos generales y su aplicación a casos especificados o identificados; multáneamente nuestros conceptos o categorías a priori y la garantía de su
conlleva esencialmente la predicación de conceptos sobre los objetos de · aplicación. Y alcanzaremos estos resultados simultáneamente porque no son
referencia identificados. Así pues, seguir el camino de la lógica consistirá dos resultados, sino uno solo. Es evidente que las categorías resultantes no
en preguntar lo siguiente: ¿cómo debemos concebir, en general, los ob- serán las no esquematizadas que Kant contemplaba como descubribles con
jetos si hemos de hacer juicios empíricos, determinables como verdaderos la ayuda que aporta el camino de la lógica formal y sin referencia alguna a
o falsos, en los que prediquemos conceptos acerca de objetos de referencia nuestros modos reales de intuición. Serán las categorías esquematizadas que
iden'tificados? O: ¿qué debe ser verdad en general de un mundo de obje- empleamos de hecho en nuestro mundo espacio-temporal.
tos sobre el que hacemos tales juiéfos? Pero parece que la pregunta añade Es verdad que si estuviésemos preparados para que la investigación se
poco o nada a aquella con la que empezamos, a saber, ¿qué hay implicado desarrollase a lo largo de estas líneas, podríamos de hecho hacer algún pro-
en el subsumir objetos de la experiencia en conceptos, es decir, en el realizar greso. En primer lugar, podríamos argüir que de ca.ta a preservar la unidad
juicios, que pueden determinarse como verdaderos o falsos, acerca de del sistema espacio-temporal, desde un juicio a otro, deberíamos conce-
objetos de la experiencia? La excursión a través de las formas de la lógica bir, al menos, como persistentes a través del tiempo algunos objetos
no nos ha hecho avanzar un solo paso. Nos quedamos sólo con la noción espaciales de referencia y como re-identificables desde una ocasión de
de categorías no esquematizadas, si es que hay alguna, correspondiente· ·referencia a otra. Pues la unidad del sistema espacio-temporal exige que
a la distinción lógica entre el «nombre» (expresión de referencia definida) exista un solo espacio en distintos momentos. Ni el espacio mismo que
individual y la expresión del predicado. La referencia de esta distinción ocupan los objetos, ni las partes de ese espacio, son en sí mismos, aparte
lógica a las condiciones de realización de juicios objetivos sobre la expe- de sus ocupantes, objetos de la intuición empírica, como diría Kant. De
riencia parece ofrecernos, como mucho, las nociones de un objeto particu- ahí que la preservación de la unidad del espacio de un juicio a otro re-
lar y de una clase o carácter universal como «categorías» que deben tener quiera le persistencia y la re-identificabilidad de sus ocupantes. Aquí, en
aplicación en un mundo en el que tales juicios pueden hacerse. Pero pu- este concepto de objeto persistente que ocupa un espacio, podría decirse
diéramos haber alcanzado este flaco resultado directamente desde la dis- que tenemos al menos una pálida analogía con la categoría esquematizada
tinción inicial entre intuiciones y conceptos, entre sensibilidad y en- de substancia en Kant, que él asocia, lo cual es suficientemente significa-
tendimiento. tivo, con la noción lógica de sujeto de una proposición categórica.
Más aún, el requisito de la re-identificabilidad tiene algunas conse-
cuencias referentes a los conceptos en los que deben subsumirse estos ob-
3. Bosquejo de una argumentación excesivamente prematura jetos de referencia persistentes. No podemos simplemente re-identificar
una cosa, o reconocerla como l,a misma cosa, sin hacer uso de la noción de
Los resultados de la apelación a la lógica formal no son sólo cortos. que es una cosa de una cierta clase. Es la noción de la clase de cosa la que
Su pobreza es tal que hace casi vana cualquier consideración crítica de da significado, en la aplicación particular, a la expresión «la misma». Es
detalle sobre la derivación kantiana de las categorías a partir del Cuadro · decir, debe haber conceptos en los cuales subsumamos cosas persistentes,
de los Juicios. Podría, sin embargo, urgirse que, incluso con resultac!os tales que los conceptos en cuestión contengan dentro de sí la idea de las
tan drásticame11te pequeños, cabe aún hacer algún progreso. Pues, podría condiciones bajo las cuales podemos decir que una cosa que se subsuma
argüirse, el giro hacia la pregunta por las condiciones de realización de en ese concepto es la misma que la que previamente identificamos en re-
juicios atómicos de sujeto-predicado acerca de objetos, aunque no es un lación a ese concepto. Pero el que deban existir conceptos de esta clase
gran giro, facilita realmente la visión de una posible línea de desarrollo, aplicables de una forma suficientemente general y pronta como para hacer
dando por supuesto que estemos preparados para completar esta pregunta 1 posible el uso de la noción de sistema unificado espacio-temporal de cosas
añadiéndole, como supuestos, todas aquellas tesis de la Estética Trascen- persistentes parece requerir, por decir lo mínimo, que el mundo debiera
dental que puedan deslindarse de la teoría del idealismo trascendental.
exhibir una cierta regularidad en sus operaciones. Si las cosas cambian o
La pregunta se plantearía entonces así: ¿cómo debemos concebir en
se mueven, como de hecho sucede, deben hacerlo en formas de las que pue-
general los objetos si hemos de ser capaces de emitir juicios, determinables dan dar razón sus conceptos. Nuestros conceptos de cosas persistentes deben
como verdaderos o falsos, en los que prediquemos conceptos acerca de ob-
ser conceptos de cosas que cambian o se mueven de una forma regular o ex~
jetos identificados de referencia, concebidos como relacionados en un tínico · plicable, o, como diría Kant, de acuerdo con leyes causales. De ahí que s1
sistema espacio~temporal? Esta pregunta será, de nuevo, la misma de: ¿qué
debe ser, en general, verdad de un mundo de objetos, así concebidos, de los estos concepto~/han de ser fácilmente aplicables, como debe suceder si ha de
que hacemos tales juicios? Al contestar estas preguntas, encontraremos si- ser posible el conocimiento de un mundo unificado, entonces por lo menos \
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iJ
76 Los límites del .sentido La metafísica de la experiencia 77

) gran parte del cambio que sucede en el mundo debe estar sujeto a la ley
causal.
Es evidente que este segundo resultado nos trae el eco kantiano de {4. ¿Por qué una deducción trascendental?
una forma incluso más fuerte. La necesaria aplicabilidad del concepto .
de causa era una de las tesis que él. argumentaba con más fuerza, bien que • No debemos, por lo tanto, apresurarnos especulativamente a lo largo
en distintos terrenos. Pero aunque estos difiriesen, Kant era muy cons- ~.de un. camino que ni es atractivo ni kantiano. Debemos, en su lugar, plan-
ciente de la conexión de la categoría de substancia con la de causa; y '• tearnos dos preguntas. En primer lugar, ¿cómo se desarrolla, de hecho, en
existen textos, incluso en la Deducción Trascendental, que parecen im- l: Kant el siguiente paso de la investigación? En segundo lugar, ¿qué es lo
plicar consideraciones semejantes a la que acabo de esbozar. . ; q'ue debe esperar la crítica simpatizante de este ulterior estudio? Como
Lo hasta ahora dicho no es más que el esquema de una argumentación.· : hemos visto, era poco lo que podía sacarse del último estadio, la «de-
Pretende sugerir que, a pesar de que el acudir a la lógica formal no pro- r ducción metafísica» de las categorías a partir de las formas de la lógica;
dujo virtualmente resultado alguno, a pesar de que el intento de derivación ; aúnque, evidentemente, debemos dejar a un lado este pensamiento nega-
de las categorías a partir de la noción de un juicio objetivo fue un fracaso, sé. 1 tivo si hemos de entender la propia concepción de Kant sobre el siguiente
f
podría hacer todavía algún progreso hacia el descubrimiento de las cate~ paso a dar, la Deducción Trascendental de las Categorías. Pero dejar este
gorías si estuviésemos preparados para asumir como premisas algunas tesis ' pensamiento al margen parece, a primera vista, ahondar Ja dificultad de
que se avanzaban en la Estética Trascendental. Pero está claro, en primer " entender el papel de la Deducción. Esta, aparentemente, parece estar ideada
lugar, que no es éste el camino que sigue el propio argumento kantiano; y ; para suministrar una argumentación general que establezca la necesaria apli-
que, en segundo lugar, no es un camino deseable para ninguna argumenta- cabilidad de las categorías a los fenómenos, a los objetos de la experiencia.
ción. El primer punto está claro, dado que hasta que no llegamos a 108 Dice Kant sobre las categorías: «Si podemos probar que sólo por sus me-
Principios no encontramos ninguna argumentación detallada en el sentido ' dios un objeto puede ser pensado, será ésta una deducción de ellas su-
de que esta o aquella· categoría concreta (por ejemplo, substancia o causa) ficiente y justificará su realidad objetiva» 34 • ¿Pero no se pretendía que la
sea un elemento necesario de nuestra concepción de la experiencia 0 una ' Deducción Metafísica probaba precisamente que «sólo por sus medios un
característica necesaria de la experiencia. De hecho, hasta que no llegamos : objeto puede ser pensado»? ¿Por qué ha de ser necesario buscar una prue-
al Esquematismo no sabemos lo que es en realidad la interpretación de las ._ha distinta e independiente de la misma conclusión? ¿Cómo sería de
categorías en su aplicación a una experiencia esencialmente temporal (por . hecho posible, a no ser que la nueva prueba descansase sobre distintas
ejemplo~ que la interpretación de la categoría de substancia se da en térmi- ; premisas?
nos ?;:la permanencia de lo real en el tien:?o). Tod? .el misterio de la,De- Esta idea de ~as distintas premisas infunde de nuevo ánimos a aquellas
ducc1on Trascendental yace entre la Deducc1on Metafts1ca de las categonas a esperanzas analíticas que parecíamos forzados a suspender mientras el
partir de las formas del juicio y esta interpretación y demostración de las concepto de «objetividad» figurase entre las características de la experiencia
categorías concretas. . 'que se tomaban como premisas. Notemos primero, postergando un poco
En lo que al segundo punto se refiere -que no sería en absoluto desea- más la consideración de aquellas esperanzas que aunque la Deducción
ble que la argumentación siguiese inmediatamente el camino que acabo de Trascendental es en verdad una argumentaciÓn no es sólo eso. También
esbozar-basta con referirse a algunas de mis consideraciones anteriores. Si <es una explicación, una descripción, un relat;, Para entender su papel
ya sería un desengaño para nuestras esperanzas analíticas encontrar que una 'como relato, debemos volver a con.siderar todos aquellos elementos del
argumentación descansa sobre la suposición (o definición) de que la ex-· modelo kantiano que rechazamos en nuestra interpretación más austera.
periencia implica necesariamente el conocimiento de objetos, los temas de '.Debemos recordar las implicaciones subjetivas que para Kant tienen las
los juicios objetivos, cuánto más se desengañarían estas esperanzas con una palabras «a priori» y la seriedad con la que toma la división entre la fa.
argumentación que asume que la experiencia se refiere_necesariamente a un cultad de la sensibilidad y la del entendimiento. Para él, decir que una
mundo objetivo y espacio-temporalmente unitario. Las conclusiones de ·forma de la intuición o un concepto de un objeto en general es a priori,
una tal argumentación no podrían tener más fuerza que la que tienen ·no es afirmar en primer lugar que inserte una condición limitante de
estos cuestionables presupuestos. cualquier experiencia de la que nos podamos formar una noción coheren-
te. Es, primariamente, decir algo sobre la fuente u origen de la caracte-
rística correspondiente de la experiencia. Nuestro conocimiento de los
04
A 97 .

.ilí
78 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 79
, objetos debe tener un carácter espacio-temporal porque es así como está capaz de juicio, es decir, capaz de conceptualizar los elementos así unidos.
·I constituida nuestra facultad de la sensibilidad. Debemos pensar los oh- Encontrare~os que su conclusión general es que esta unidad requiere otra
jetos de acuerdo con las categorías porque eso es lo que exige la consti· ' clase ?e ~mdad o conexión por parte de la diversidad de elementos de la
tución de nuestra facultad de entendimiento. Si esto es así, es en verdad experie~cta,. a saber, precisamente la misma unidad que se requiere para que
cierto que no se requiere ninguna prueba ulterior, que sólo por medio de la experiencia tenga el carácter de experiencia de un mundo objetivo unifica-
las categorías puede pensarse un objeto. Pero parece que también se . do_y,_por lo tanto, para que sea capaz de ser articulada en juicios empíricos
requiere algo más; una explicación. Tenemos ante nosotros los elementos . o~¡etivos .. ~n lo. que a esta conclusión general se refiere, queda como una am-
de una obra de teatro trascendental; y queremos saber cómo se desarro- plia cues:ion abierta la pregunta de qué conceptos específicos 0 tipos de con-
lla. En la mente tenemos las formas puras de la intuición sensible y los : cepto~, si_ es· que hay_ alguno, son esenciales si la conceptualización de la
puros conceptos de un objeto en general. Fuera de la mente tenemos lá fXJ?eriencia ha de satisfacer estos requisitos generales de objetividad y de
fuente desconocida e incognoscible de la materia de esas formas, la fuente . ?ru~ad. Pero :1<ant! en base a la Deducción Metafísica, se creerá a sí mismo
de aquello de lo que está hecha nuestra experiencia de contenidos. El ' Justificado al ide:itificar los «puros conceptos» allí derivados a partir de las
resultado es la Naturaleza, el tema sobre el que versan nuestros juicios form~s de la lógica precisamente como tales elementos conceptuales.
objetivos. Pero si la mente hace la Naturaleza, queremos saber todo lo ;. Si este esbo:? es correcto, entonces el sentido kantiano de la necesidad
que se pueda de cómo sucede esto, queremos entender en concreto cómo ' de una Deducc10n Trascendental, no meramente como explicación sino
tan diferentes cualidades pueden cooperar en ello. En la Deducción Tras· com? prueba -necesidad que Kant siente claramente, pero que ~1 unca
cendental se nos cuenta cómo sucede, se nos da una explicación. Este rol . explica clar~i_nente-, concuerda muy· satisfactoriamente con nuestras espe-
explicativo de la Deducción Trascendental -que tiene un papel más ranzas anahticas puestas en suspenso. Una de las partes más importantes
prominente en la primera edición que en la segunda- es anunciado en el ., del .PªJ:<=l de la Deduc_ci~n será el establecer que la experiencia implica
mismo texto que contiene la frase que cité en el último párrafo, y que •, necesariamente el con_ocimiento de objetos, en sentido. fuerte, y, por lo tanto,
ahora devuelvo a su contexto: el desplaza~ esa tesis. del !tat~~ de defi?ición previa, 0 de suposición
hecha premisa, de la mvestlgac10n. Es evidente, incluso si estamos satis-
Encontramos en las categorías, así, los conceptos que contienen a fechas con la argumentación general de la Deducción, que no seguiremos
priori el pensamiento puro implicado en toda experiencia. Si pode- · los pasos de Kant cu?ndo marcha desde las conclusiones altamente gene-
mos probar que sólo por su medio puede pensarse un objeto, entonces rales hasta la conclusión específica ulterior de que los «puros conceptos»
será una deducción suficiente de ellas y justificará su validez objetiva: 1 que se enumeran tienen necesariamente aplicación a la experiencia. Pues
Pero dado que en tal pensamiento se pone en juego algo más que la :.·no te1!emos tanta fe en la Deduccióq Metafísica como para que se nos
mera facultad de pensar, el entendiiniento, y dado que esta misma fa.~ garantice este paso. En vez de ello, podemos razonablemente mirar hacia
cultad, como una facultad del conocimiento que se supone se refiere a a?elante con la esper~nza de que una elaboración ulterior, en los Princi~
los objetos, exige una explicación referente a la posibilidad de t~ pios, de ~stas conclus10nes altamente generales sea al menos parcialmente
relación, debemos considerar en primer lugar, no en su constituCÍÓij mdependier:te de cualquier suposición sobre la corrección del Cuadro de
empírica sino la trascendental, las fuentes subjetivas que forman el -las Categorias.
fundame~1to a priori de la posibilidad de la experiencia 35 • · Pero no nos ha de sorprender el observar que el propio plan kantiano
pa~a. el des~rrollo, después de la Deducción, de la argumentación de la
De nuevo, en un texto retrospectivo, situado al final de la versión de Crz~zca contiene un paso más. Dado que la Deducción, tal como Kant la
la primera edición de la Deducción, se nos dice que la tarea ha sido «hace! , entiende, no es una de?ucción meramente de las conclusiones altamente
comprehensible esta relación del entendimiento a la sensfüilidad» y por lo. gene~ales que h~ mencionado, sino de las categorías puras -conceptos
tanto «hacer inteligible» la validez objetiva de las categorías 36 • . ·previamente derivados en la abstracción de nuesti:os modos de intuición,
Volveremos ahora al papel de la Deducción Trascendental como una reales Y tempo~ales- ,él encue~tra naturalmente deseable el suministrar,
argumentación. Encontraremos que su premisa fundamental es que la expe· en el Esquematisi;io, aun otra hst_a de concepto~ (completando el significa-
riencia contiene una diversidad de elementos (intuiciones) que, en el caso, ~o de las_ cat.e15ortas no esquematizadas al ?n~d~rles la condición temporal
... ,.de cada sujeto de experiencia, deben estar unidos en una única concienci; de su _apl~sacwn) antes de pasar, en los Princip10s, a demostrar en detalle
,, :~·..., _ la aphca~10n de cada uno de ellos. ~-'-" Í.J-,
·• ~-' "), A 96_7 _ '. Consideraremos ahora, pues, la Deducción Trascendental, recor !Mg''~,......,,
• . . ··". A 12s. ·que hemos de contemplarla ·como dos cosas a la vez: tanto com ;wna.,, ._ ll
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80 Los límites del sentido La metafísica de la exp·eriencía 81


argumentación sobre las implicaciones del concepto de experiencia en c~s d.e int7grarla junto con otr~s fases como una parte de una única· expe-
general, y como una descripción de los trabajos trascendentales de las riencia. unificada de un único mundo objetivo.
facultades subjetivas, por medio de los cuales se produce la experiencia. De1aremos de lado por ahora, para considerarlas bastante más adelan-
Sería indudablemente satisfactorio si pudiésemos reducir completamente . te, las dudas sobr7 esta última generalización del requisito de la conexidad.
el segundo aspecto al primero, interpretando toda la psicología trascen- Se puede elevar, mcluso ~l _Prin_cipio de este desarrollo, una objeción más
dental en términos de la argumentación analítica. Sin embargo, cualquier fun?amental a le;> 9ue esta 1mphcado en la experiencia de los objetos con-
esfuerzo para hacerlo, aunque quizá fuese heroico, estaría ciertamente ce?idos como distmtos de los estados particulares subjetivos del conoci-
fuera de lugar. Lo que debemos hacer es, más qien, tratar de desenredar miento qrn~ d~ ellos t~emos. Se podría conceder que el empleo de con-
los dos elementos, teniéndolos presentes a ambos, pues parece probable cepto~, ordinanos empmcos de objetos no implica de hecho la clase de
que· no podemos entender completamente la exposición de la argumenta- conex10n regulada de las percepci~nes de la que habla Kant, negando, sin
ción sin prestar una cierta atención a las exigencias del modelo. Creo que embargo'.> qi.:e el empleo. de cualquiera de tales conceptos sea necesario para
es un obstáculo más serio para la comprensión el que Kant, en parte l~ expenencia de los ?b~etos concebidos como distintos de los estados par-
debido a las exigencias de la psicología trascendental, en parte debido al 1, ttc;uJares de s~ conocimiento. ¿Por qué no podrían los objetos de conoci-
esfuerzo típicamente kantiano de alcanzar el máximo grado de generalidad mient? c~ncebirse corr;o ítems que poseyeran una existencia distinta de las
y abstracción en cada paso de la investigación, posponga hasta los Princi- ex.periencias de conocimie!1to que de ellos tenemos, aunque los conceptos
pios alguna de las consideraciones que dan substancias realmente a las argu- haJo los cuales se subsumiesen no fuesen de tal forma que diesen pie para
mentaciones y conclusiones altamente generales de la Deducción. rechazar cualquier percepción particular putativa como «no-rerulada» y
por lo tanto, como una represent~c~ó11 no _verdadera de un objeto? D~
nuevo, el empleo de ~~mceptos em?mcos ordmarios de los objetos va de la
mano co? ~a concepc10n de-los_.nb¡etos y de sus características particulares
5. Objetividad y unidad . . . . ~mo e;xistiendo en un ord~n y .d~~Q9.'.s!ción propios qµe pg_ ~s--ieóricameriie
Empezamos tomando...p1mns1oottlmente ,como premisa la tesis de que la Qiscermbl~ cld .orden] dispot!mrm _de_Jas_ experienciª.s. d_e _conocimiento
experiencia incluye necesariamente el conocimiento de objetos, concebidos gu~ un sujeto ti~ne sobre ello~ ª1:'!19-1::!~'-s.l~__p.s;c;ho,_s~a distintO:. Pe~~-p"ar
·¿
c~stintos de los estados subjetiv:os.-partlfüf.aTes=ael:."conoomiento que que. debe· cóficebfrse esta característica como esencial a la experiencia con-
ik_ellos tenemos, de las «representaciones» o «experiencias» particulares. ceb1da. ésta como la experiencia de objetos? ¿Por qué no cabe co~cebir
Kant mañtiene que para que las representaciones tengan, así 2 un~eferen- los objetos ~e conocimiento como ítems que poseen una existencia distinta
cía objetiva, e.s_necesario que pose;:¡I1 ~~P.l.bmu,m11_cietlª--1Lnidad.Qsonexión . de ~as e~p~;iencias de co~ocimiento que de ellos tenemos, aunque el orden
e~!rc: ~!!~s. No podríamos emplear ningún concep!o e?1pírico or~inario. de Y dispostcion con los que se concibe su existencia independiente reflejase
los oojetos a no ser que nuestras diversas expenencias perceptivas pose-·, d.e forma exa:ta~ punto por punto, el orden y disposición de las experien-
yeran la clase de coherencia e interconexión que se requiere para la apli- ' etas de conocimiento que un sujeto tiene de ellos?
cación de tales. conceptos. Ka~~ hab}a de los c?nc~ptos de los ob)e~~-~-~o , Al n'l?rgen de cualquier argumento d~ Kant, puede parecer que hay
reglas que gobiernan la conexion 4e!as expenentnrs-:-Potlemmri'lustrar este base sufi~iente pa~~ rechazar estas sugerencias. Hay, sin embargo un texto
punto .::-Cosa que.Kant no hace en la Deducción, aunque si en los Princi-. ' en la primera edición, de. la. Deducción que podría casi constr~irse com~
pios- señalando que cualquier percepción particular «no-regulada», que : una respuesta ª tales ob1ec10nes desde el punto de vista del idealismo
no alcance a hacerse coherente con el curso general de la experiencia como trascenden!a.1. Kant, ª través de una alusión a esta última teoría introduce
articulada en juicios que incluyen estos conceptos, es reputada como me- bn esta edición ~l .te.IJ1ª._Q~)a obj~Jiyidad. L~s objetos en gener~l se conci-
ramente subjetiva, como una ilusión o una «apariencia», no como una re- en come: esc:s lten:s de existencia mdepend1ente a los que se debe nues-
presentación verdadera de cómo es el mundo objetivamente. Kant piensa . tra e;:penencia sensible. Pero los objetos como realmente son, o como son
que este requisitÓ d~'!l_nidad y conexión de las repres.entaciones.__se_ex- 1 en si, yacen completamente fuera de n~estra experiencia. Nunca los co-
tin.de a todo el cur~Q de nuestra experiencia. _No se pueden aceptar rupturas nllemo~. Lo q~e conocemos ~on los fe~omenos, y los «fenómenos no son
en él. No se considera una percepción particular no regulada como un . ·e os mismos smo representacioi:ies sensible~ que, como tales y en sí mis-
atisbo de otro mundo objetivo, sino que se la relega al status de ilusiOn' '. mas, no de~~n t~marse como ob1eto; que existen fu~ra ?e nuestro poder de
. , , . subjetiva. De forma similar, si ha de tomarse cualquier fase de la expe· ' representacion» · Por lo tanto, s1 nuestra experiencia debe tener para
rietjcr¡i como una fase de la experiencia de lo objetivo, debemos ser capa- · V A 104.

•, ~.

~;r._ ·:...~..... _, . .-·~·


.--.r

82 Los límites del sentido La metafísica. de la experiencia 83


~
nosotros el carácter de objetividad que se requiere para el conoc1m1ento plicado por la premisa provisional. Se hace así innecesario discutir si lo
empírico, nuestras «representaciones sensibles» deben contener algún sus- lo que se dice que está implicado en la premisa provisional lo está real-
tituto o suplente para el conocimiento del objeto real, desconocido. Esta mente.
suplencia es precisamente esa conexidad regulada de nuestras representa- Nuestra experiencia sensible pudiera exhibir, como de hecho hace,
ciones que se refleja en nuestro empleo de conceptos de objetos empíricos, esa conexión que nos capacita para emplear conceptos empíricos de obje-
concebidos estos como formando todos juntos un mundo natural unifica- tos, para estimar que nuestras representaciones sensibles· -aparte de
do, con su propio orden, distinto del orden subjetivo de las percepciones, y algunas pocas excepciones no reguladas- son percepciones verídicas de es-
controlándolo. En realidad, no hay nada que caiga bajo el campo de nuestra li tados de cosas en un mundo objetivo. ¿Pero no podría, acaso, haber sido
experiencia sino esas mismas percepciones subjetivas; de forma que todo lo esa experiencia.de un carácter muy diferente? ¿No podrían las representacio-
que puede entenderse realmente por conocimiento empírico de los objetos es nes sensibles haberse sucedido unas a otras en la conciencia, sin poseer
la existencia de una regla y orden entre esas percepciones como el que está 11 esa conexión que hace posible el uso de los conceptos ordinarios de lo
implicado en nuestra capacidad para tomarlas como percepciones de un. objetivo? Kant contesta que no hubiera sido posible una experiencia de un
mundo objetivo, con su propio orden independiente, al que podemos carácter tan disconexo. No basa su respuesta en una definición que incluya
adscribir, como consecuencia, el orden de nuestras percepciones. La no- «conocimiento de los objetos» dentro del significado de «experiencia». Fun-
ción de experiencia de objetos no puede tener más significado que éste, ( damenta su contestación en un principio bastante distinto. Se podría decir,
pero, por la misma razón, no puede tenerlo menor. como él hace, que está basada en una tautología. Cuando meditamos en la
Es este un argumento revelador. La pretensión de que para que la idea de una posible experiencia en la que las representaciones sensibles se
experiencia cuente como experiencia de lo objetivo debe presentar las suceden unas a otras, pero que no poseen esa conexión necesaria para el em-
mismas características, cuya necesidad era puesta en cuestión por nues- pleo de conceptos de lo objetivo, estamos al menos pensando que esa
tro objetor imaginario, se representa como descansando en esa parte de sucesión de representaciones pertenec:~-~Y.!l'! única conciencia. La tautología
la doctrina del idealismo trascendental de acuerdo con la cual nosotros en la que Kant basa su declaración de que ninguna experiencia así es posi-
no conocemos realmente objetos de existencia independiente, sino sólo ble es que las experiencias o representaciones que pertenecen a una única
los fenómenos que «sólo son ellos mismos representaciones sensibles». conciencia deben satisfacer las condiciones para pertenecer a una única con-
Pero esta fundamentación parece superflua. No necesitamos asumir como ciencia.
premisa que lo que normalmente concebimos como objetos, de existencia ¿Cuáles son, pues, esas condiciones? Dado el estado de la argumenta-
independiente de nuestro conocimiento de ellos, no son realmente tales crón, se debe admitir que la respµesta de Kant es en cierta forma subli-
cosas para llegar a que esta concepción estaría vacía a no ser que la me. bo. que.. se. requie!'.@.-para qu~ ·Uná ·!refie de experiencias pertenezca a
experiencia le suministrase un terreno, como en el caso de esa conexión una. única conciencia es que qc;~n poseer pr~.di¡amente esa conexiQp
que hace posible el empleo ·de conceptos empíricos· ordinarios de los regulada, también requerida para' que colectivamente.. constituyan una ex~
objetos. He aquí una característica de frecuente aparición en el subjetivis- periencia que se extienda en el tiempo, de un único mundo objetivo'.--Ef
mo trascendental de Kant. Se la invoca de forma regular para mantener peso de toda la argumentación pasa, así; a. fa necesaria unidad de la
tesis que podrían bastarse por sí solas; y es ésta la razón por la que algu-. conciencia._
nas veces nos vemos tentados a hacer interpretaciones tan inocuas sobre Evidentemente, esta respuesta eleva preguntas, sugiere objeciones. Sin
las tesis del subjetivismo trascendental. Pero tales interpretaciones no se embargo, antes de tratar de valorarla debemos enfrentar ese otro aspecto
oponen realmente al impacto de la obra en su conjunto. de la Deduceión Trascendental -cómo acontece la actividad de nuestras
La referencia a este pasaje es, de hecho, disgresiva. Debíamos notar facultades__:.. con el que ahora se entrelaza la argumentación. No trataré
en primer lugar lo que Kant consideraba implicado en la premisa provi- de penetrar en todos los puntos de esta jungla; más bien, la sobrevolaré lo
sional de la objetividad de la experiencia. Ahora debemos señalar el suficiente como para resaltar sus características principales.
momento en el que la premisa provisional cede su puesto, el momento en ,
el que se hace· patente que no es, en absoluto, simplemente una cuestión 11 6. Síntesis, autoconciencia, y la naturaleza como construida por
de definición de la «experiencia» el que la experiencia incluya el conocí- ;_ la mente
miento de objetos. Cuando esto se hace patente, algo más también -se·:'
hace patente: el que la argumentación que parte de la premisa funda-.'\ A veces Kant expresa la tesis de la necesaria unidad de la conciencia
mental no es simplemente una argumentación para la premisa provisional diciendo que debe ser posible que el «yo p_~e~:S_()~ acompañe todas ll!is
generalmente afirmada, sino para todo lo que se mantiene que está im- represegtacione,s, si éstas han de ser algo ... para-.mi. El pensamiento pa-
i"11P ~ '
84 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 85
r~ce ser comple~o, una fusión. de ?os pensamientos. (Más. ~ár?e veremos periencia l~adJ~YAmundgg!:">i~!iyo l!riificado es una consecuencia necesaria
com? K~~t considera que una 1mp!1ca la otra.) Una es la vie¡a idea de. que de~ de qu~ 1lPJQ ºªjo ~stª. condición podría yo ser consdente de mis
las 1n_tmc~ones deben ser subsumid~s en, los coi:iceptos para producir la dis~t,as experiencias como siendo_ todas-y cada una mías. Y por lo tanto
expe!1e?cta. Por lo tanto, en term1nologia kantiana, la facultad del en-· tambien, concluye Kant, somos nosotros mismos la fuente de cualquier
tendim1ento (del pensar, de los conceptos, de las reglas) debe entrar en orden y conexión generales que sean necesarios en la Naturaleza para que
juego. Pero, más aún, si las diferentes experiencias han de pertenecer r se satisfaga este requisito de la objetividad y unidad.
a una única co?ciencia, debe dars~ la. posibilidad de la auto-cc:nciencia en .Muchas tesis están, aquí, ligadas entre sí. La sugerencia que de una
l~ P.arte del sujeto ~e tales experiencias. ~ebe ser uno Y ~l n;i~smo enten· forma inmediata nos concierne es la de que la conciencia de nuestra pro-
dim~entc_:> .el que este ocupado en su tr_ii~a¡o de ~onc~ptuahzacwn de tc:das . pía identidad no es, fundamentalmente, sino nuestra conciencia del poder '
las mtuic~ones que pertenec~n ~ una umca conc.ienci~, Y debe ser posible 1 de síntesis o combinación y de su ejercicio. Tal perspectiva parece encontrar
que el sujeto
. , ·1 de
b estas expenencias l" . ,conozca
d , esta identidad.
'& d" . , . expresión en varios comentarios de Kant . As1' ' en la segu nd a e di·c1on, ·' es-
E s mutl uscar una exp 1cac10n e como se satrníace esta con 1c1on ;. cribe que la relaci"o'n d e di"ferent es rep r esen t ac1ones
. 1a 1"dentt"dad d e1
, d · · · , · d" · L con
en 1·o que d « a ' s·u¡"eto surge ""so'lo en 1a medi"d a en que yo puedo conectar una represen-
· depos1,namismo
· enommarse
d e acuerautoconoencia
emp1nca
conciencia · · or mana.
d o con 1as d etermmaciones de nuestro t 1., t · . t d , .
. , . . , .
estad o en 1a percepcion mterna es meramente empmca y siempre cam tan- . b" ac· on , con od ra y soy conscten
. ed" . e, la smtests de el1as» 39 '· do ', de for-
· , yo fi"JO y permanente en este f1 UJO · d e los ma mas agu 1
te. No puede presentarse nmgun 'd a '"dend a prtmera
d" e. 1c1on
· ' que «1a mente .no po na. nunca
, · t
fen?men_os m ernos.» 38 El t f · ili r todas·· fas ·drsttrsiones sobre pensar su i enti a en la ivers1dad de sus representacrones ... si no tu-
ema ~s ª1;1 ª en ·~ viera ante' sus o 'os la identidad de su acto or la ue subordina toda sín-
t11rdentrdad personal, aunque m aqui, por Kant, m en otra parte, por . d h¡ . , . . . P · ···· q 40 --·-- · · - ·- --···
Hume, se desarrolla con toda su fuerza. El problema no se resolvería si t~sis e 1ª apre ension. · · ª una unidad trascende.ntal~> · En otro~ ~ugares,
las «determinaciones» de nuestro estado interno no fuesen «siempre cam- s~n ei:ibargo, se ~one el. acento no en. la ~onc1encia de la actividad de
hiantes», si algunas, por ejemplo, fuesen constantes o relativamente cons- smtetizar 0 combmar, smo en. l.a, conciencia del. poder para hacer eso.
tantes; seguirían siendo estados de nosotros mismos. Lo que es .impar- Encon~ramos en la segu~da ~~~oon: «El pensamiento de que las repre-
tante es que el referirse simplemente al hecho del auto-conoéimiento sen~actones dadas en .la mtmcion me pertenecen todas Y ~ad~ una es.··
empírico (conocimiento de los propios estados internos como tales) no eqmvalente ª.l pensa!11i:into d~ que l;is uno en un~ autoconciencia. o Pt_tedo
es resolver el problema, sino plaritearlo. Lo.'._ gue buscamos es pr.ecisa- , ª~ menos umrlas. asI» ·,Escribe mas tarde: «Exi~to _c,omo una mtehgen-
me-nt.e-eLterrmo fundamental de la posibilidad de fa -aufo-adsciipoón · cia que es consciente solo de su poder de combmacion» 42 •
empírka ge divers;~- estad~~ de conciencia por parte de uria cürlc:Tencia Lo precavido de los dos últimos comentarios nos debería advertir contra
ca~rooocet'...'.S.u:propfa identidad a través de sus determipª~m· el leer demasiado en los dos primeros. Kant, después de todo, no piensa
.biantes...(o..constantes). que tengamos una clase especial de experiencia o conocimiento del yo y _de
A veces parece que Kant se vuelve, para hallar una respuesta, a una su, actividad, distinto de esa autoconciencia empírica en la que, como él
clase especial de «autoconciencia trascendental» asociada a la actividad de ; mantiene, sólo conoc.emos el fenómeno de nosotro~ m_ismos. Señala, en la
la facultad del entendimiento. Parece como, que hay que buscar la llave.:. segunda edici6n: «En la unidad sintética originaria de la apercepción ten-
de la unidad de la conciencia en el hecho de que la conexión de nuestras . go conciencia de mí mismo, no como me manifiesto ni tampoco como soy
percepciones es producida por_la.-aGti-vidad· de la-·mente. El proceso de pro- ; en mí mismo, sino solamente de que soy. Esta representación es un pen-
ducéión de tal conexión o unidad se llama síntesis; y nuestra concienci~ ; samiento, no una intuición» 43 • De nuevo, en la primera edición, dice de
de la identidad de nosotros mismos no es, fundamentalmente, sino nuestra la «simple representación 'Yo'», la cual es «conciencia trascendental» y
conciencia de este poder de síntesis, o combinación, y de su ejercicio. Puedo ' que «hace posible la unidad colectiva de todas las demás representaciones»,
tomar como mía una representación dada solamente porque yo la he cóm- que «tanto si esta representación es clara u oscura, o incluso si de hecho
binado o sintetizado con otras. Ahora bien, los únicos modos de sintetizar l tiene lugar, no nos preocupa aquí» 44 •
intuiciones dadas, posibles para un entendimiento como el nuestro, son los
que están representados por las categorías; y la combinación de las repre- 09
B 133.
sentaciones de acuerdo con las categorías es su combinación en juieios acer-· «> A 108.

ca de lo que objetivamente sucede. Por lo tanto, el_h_e_<:hc:> d_~qJJe-mÍ-eX=-f¡· " B 134.


"' B 158-9.
"" B 157.
38 44
A 107. A 117, nota.
86 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 87

Podemos empezar a preguntarnos precisamente en qué forma una re- Con la esperanza de atajar por completo la teoría de la síntesis, no me
ferencia a las actividades de combinación o síntesis del entendimiento se detendré ahora sobre su elaboración en la Crítica, la cual suministra un
supone elucida las condiciones bajo las que es posible la autoconciencia, \ material tan inextinguible para los comentaristas. Serán, sin duda, necesa-
siendo. éstas también las condiciones bajo las que experiencias diversas : '. rías algunas referencias subsiguientes a tal teoría para aclarar el significado
puede decirse que están unidas en una única conciencia. El principio supre- ' de comentarios posteriores. Me limito aquí al bosquejo más simple y al
mo de la unidad sintética «sólo dice que todas mis representaciones en comentario más breve.
cualquier intuición dada tienen que estar bajo la condición por la cual tan La teoría de la síntesis descansa firmemente sobre la distinción entre
sólo puedo tomarlas, en la identidad de mí mismo, como mis representa- las diversas facultades. Lo que se da sólo en los sentidos·, en la mera recep-
ciones» 45 • Esto es bastante claro por sí solo. La conditjón bajo la cual di-. tividad, es una cosa; lo que construye el entendimiento, la facultad activa,
versas representaciones pueden afirmarse como unidas en una única con- '.1 con la ayuda de su no menos activo teniente, la imaginación, el mensajero
ciencia es precisamente la condición, sea eso lo que fuere, bajo la cual un ;. de la sensibilidad y el entendimiento, es otra muy distinta. Los datos de
sujeto de experiencias puede adscribirse a sí mismo experiencias diferen- · la sensibilidad solos están separados, aislados, sin complejidad. Toda com-
tes, consciente de la identidad de aquello a lo que pertenecen estas expe- · · binación, toda conexión, es producida por la imaginación que construye
riendas diferentes, en momentos diferentes. Se dice que el cumplimiento y reproduce como es necesario los aislados datos de los sentidos, actuando
de esta condición depende de las actividades sintetizadoras de la mente. siempre bajo ·el control del entendimiento, la fuente de los conceptos. La
Pero dado que estas no producen, después de todo, ningún tipo de auto- experiencia es el resultado de esta actividad de combinación o síntesis. No
cOnocimiento o auto-consciencia distinto al que suministra la autoconcien-. es que la actividad de la síntesis esté confinada a los datos de la intuición
da empírica ordinaria, parece qµe tendremos que buscar la explicación de [ empírica. También la síntesis «pura» está implicada en la generación de
la posibilidad de la auto-adscripción de las experiencias en la naturaleza ; la unidad de la «pura diversidad» del espacio y el tiempo y en las cons-
del resultado de las actividades sintetizadoras más que en un conocimiento . trucciones de la matemática pura.
especial de esas mismas actividades o de los poderes que se ejercitan al •·. Carece de sentido devanarnos los sesos acerca del status de estas pro-
ponerlas en práctica. Quizá esa misma conexión de las experiencias, bajo ' posiciones. Ni pertenecen a la psicología empírica (incluyendo la fisiológi-
conceptos de lo objetivo, que se dke es producida por la síntesis, sea la ca) ni a la filosofía analítica de la mente, aunque algunas de ellas pueden
condición -o la condición fundamental- sólo bajo la cual sea posible la tener análogos, cercanos o remotos, én ambas. Pertenecen a la asignatura
auto-adscripción de experiencias. Exploraremos en la próxima sección las imaginaria de la psicología trascendental, una parte del modelo kantiano.
posibilidades de este cambio de énfasis. • Existen, por supuesto, muchos momentos en los que tendremos que refe-
Kant, pues, no pone realmente en claro en la Deducción cómo la teo- rimos al modelo si hemos de seguir la línea que sigue la exposición de
ría de la actividad de la mente explica la posibilidad el~- adscribir experien- Kant.
das al único Y.º- y_tómO:: expli~ª_,,:par lo tanto, la unidad de diversas repre-
sentadones.~n. una. única ... c;onciencia. Lo que se afirma claramente es la
conexión necesaria, por vía de la síntesis, entre la unidad de la conciencia, · 7. Unidad y objetividad
por un lado, y la relación de .las representaciones a un mundo objetivo ·
(empírico), por el otro; y queda:por ver si esta conexión puede establecer• Vamos a considerar ahora, sin depender de las teorías de la psicología
se independientemente de la teoría de la síntesis. Lo que también se a/ir- trascendental, la tesis de que para que una· serie de experiencias diversas
ma con claridad es lf1 subjetividad de la fuente de ese orden en la Natura· ; pertenezcan a una única conciencia es necesario que 'estén conectadas de
lªf1 1 necesario para producir d mundo objetivo unificado de núestra ex- : tal forma que constituyan una experiencia, extendida. temporalmente, de
_periencia; afirmación que es paralela, en el ladQ de la facultad activa del ; un mundo objetivo unificado. Llegaremos a percibir en el proceso que la
entendimiento, a la tesis de la fuente subjetiva de los modos de relación· misma tesis de la unidad necesaria de la conciencia puede representarse
espacial y temporal en la facultad pasiva de la sensibilidad. Pero la única como basada en una premisa aún más fundamental: en nada menos que
base para esta afirmación está en la teoría de la síntesis, y quizá pueda ata- · la necesidad, para que cualquier experiencia sea posible, de la dualidad
jarse esa teoría estableciendo una conexión analítica directa entre la uni- , .originaria de intuición y concepto. Pero debemos primero recordar lo que
dad de la .conciencia y la objetividad unificada del mundo de nuestra ex-·· ha de entenderse por la noción de una conciencia unitaria, por una parte,
periencia. y por la noción de experiencia, o de conocimiento empírico, de los obje-
tos, por otra.
45
B 138. La noción de una única conciencia a la que pertenecen diferentes ex-

~
ni

88 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 89

periencias está ligada a la noción de la autoconciencia, de la adscripción ': marrones, resplandores, ·silbidos, sensaciones de cosquilleo, olores. Para
de una experiencia o estado de conciencia a uno mismo. No es necesario, ; que una conciencia pudiera tener algún tipo de experiencia serían cierta-
para que diferentes experiencias pertenezcan a una única conciencia, que mente necesarios los conceptos, el reconocimiento, algún campo de memo-
el sujeto de esas experiencias esté constantemente pensándolas como sus ; ria; y todos ellos se implicarían unos a otros. ¿Pero por qué los conceptos
experiencias; pero sí es necesario que esas experiencias estén sujetas a cual· ; no habrían de ser simplemente conceptos de cualidad sensorial, como el
quier condición que se requiera para que le sea posible adscribírselas a si . de figura en el vocabulario, primitivo y limitado, de los teóricos de los
mismo como sus experiencias. <<Todas mis representa€Íones ... deben estar i datos sensoriales? La pretensión de que una experiencia posible pudiera
sujetas a esa condición sólo bajo la cual yo puedo adscribirlas a la identi- " tener este carácter limitado no es en absoluto incoherente con el recono-
dad de mí mismo como mis representaciones» 46 • Esto se mantiene ,. cimiento de que, de hecho, no tiene meramente un carácter más complejo
para «todas mis representaciones (aún si yo no soy consciente de ellas como 1 sino incluso muy diferente. Es decir, puede coherentemente admitirse que
tales [es decir, como mías])» 47 • La unidad de la conciencia a la que per- ' es imposible de hecho dar cuenta del carácter de nuestra experiencia per-
tenece una serie de experiencias implica, entonces, la posibilidad de la : ~e~tual ~eal, incluso si la consideramos exclusivamente en su aspecto sub-
auto-adscripción de la experiencia por parte de un sujeto de esas experien- : ¡ettvo, sm emplear conceptos de objetos substanciales. Sólo se pretende
cías; implica la posibilidad de conciencia, por parte del sujeto, de la iden· dec~r que no es esta una característica necesaria de cualquier experiencia
tidad numérica de aquello a lo que él adscribe esas diferentes experiencias.. posible, que es perfectamente concebible el que la experiencia tuviera
Y a hemos discutido lo que debemos considerar implicado en la expe- como contenido precisamente la clase de impresiones esencialmente disco-
riencia o conocimiento de objetos, concebidos como distintos de cualquier • nex~s de las que venimos habl~ndo; impresion~s que ni requieren estar
estado de conocimiento que de ellos tengamos 48 • Un juicio que pretenda · <mrudas en el c~ncepto de. un ob1et0>>, en el sentido en el que Kant entien-
validez objetiva pretende ser verdad «sin importar cuál pueda ser el estado-; de esta frase, m lo permiten. .
del sujeto» 49 ; la experiencia de los objetos es posible sólo si también lo , Hay pasajes en la versión de la primera edición de la Deducción que
son juicios objetivamente válidos. La posibilidad de estos implica el enlace ¡ casi podrían leerse como comentarios a tal sugerencia. Si los fenóme-
regulado de las percepciones que se. refleja en nuestro uso de conceptos ' nos no fuesen de tal forma que permitiesen que el conocimiento fuese
empíricos de objetos, co:ncebidos estos como poseedores de un orden y'. expresable en juicios objetivos, serían «algo falto de valor para nosotros» 51 ;
disposición propios, distintos del orden y disposición de las experiencias'. serían meramente «un juego ciego de representaciones, menos incluso que
de conocimiento de esos objetos que el sujeto tiene 50 • " . un sueño»
52
• O, de nuevo, en un texto de fatal expresión, Kant afirma que
La unidad de las diversas experiencias en una única conciencia requiere · si fuese accidental el que los fenómenos encajasen en un todo conexo de
la experiencia de objetos. Podemos probar la fuerza de la tesis analizando : conocimiento humano, podría entonces suceder que no encajasen entr~
cómo se mide en el ataque. Empecemos por la línea de ataque más obvia. :· ellos así, que no fuesen «asociables» en la manera requerida; y «en el caso
Sin duda alguna, podría decirse, el contenido de una experiencia posible de que no fueran asociables, pudiera haber una multitud de percepciones,
debe estar unificado de alguna forma y debe subsumirse en conceptos. ·. Y también toda una sensibilidad, en la cual surgirían a mi mente numerosas
¿Pero por qué los objetos (acusativos) de conocimiento de una conciencia. conciencias empíricas, pero separadas, y sin pertenecer a una conciencia
tal no habrían de ser una: sucesión de ítems tál que no pudiese trazarse . de mí mismo. Esto, sin embargo, es imposible» 53 •
una línea de demarcación entre el orden y disposición de los objetos (y de, Los comentarios no son argumentaciones· y en cualquier caso estos
sus rasgos y características particulares) y el orden y disposición de las: comentarios no parecen muy felizmente expres'acios. La dificultad que Kant
experiencias de conocimiento de ellos que el sujeto tiene -ítems que, por. hallará en la hipótesis avanzada como objeción a su tesis (llamémosla la
tanto, no serían los temas de juicios objetivos, en el sentido kantiano? : hipótesis de una experiencia de puros datos sensoriales) es en realidad muy
Tales objetos podrían ser de la clase de los que hablaban anteriores teóri- • profunda. Acercándonos a ella a un nivel relativamente superficial, pronto
cos de los datos de los sentidos: rojo, parches redondos, formas oblongas í nos encontramos a mayor profundidad. En primer lugar, preguntamos:
' ¿cómo podemos otorgarle sentido a la noción de la única conciencia a la
"' B 138. que se supone pertenecen las sucesivas «experiencias»? Parece que nada
" B 132. 'añadimos, sino una formación de palabras, a la hipótesis de una sucesión
"' Véase la sección 5 de este capítulo.
•• B 142.
50
Este último elemento de la noción de objetividad no queda claramente formu: •• A 111.
2
lado hasta que no se llega a los Principios. Es necesario considerarlos, a este efecto, ' A 112.
03
por adelantado. A 122.
~-t
--··--·· -r,·;q

90 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 91 1 '

de impresiones esencialmente disconexas al estipular que todas pertenecen ¡ Estas serían, ~n~liy-idualmente:, la. distinción de un componente subjetivo ·I
?,
a una conciencia idéntica. Ni parece que añadamos nada al decir: la con- : de_ntro de un Jmcio de ~x.pen~ncia (como «parece:: como si esto fuese una :

ciencia unitaria es la que las conoce todas sucesivamente. El problema con '· ~iedra pesada» .pu~d~ distmgmrse de «esta es una piedra pesada»); colec-
tales «objetos de conocimiento», como los que nos ofrece la hipótesis, es· tlv~mente, la _dist_mc1ón entre el orden y disposición subjetivos de una íí
simplemente que como su esse es, ante todo intento e intención, su percipi · sen; de expenenc1as, por una pa:te, y el orden y disposición objetivos de i'
(es decir, no hay ningún fundamento efectivo de distinción entre ambos), . l~s ~te1:11s de los, cu~les ~~n expenencrns, por otra. Garantizando que estas :~
así su percipi parece no ser sino su esse. La hipótesis no parece contener · ~St1J?-C10nes ~st,an 1mphc1tas en el carácter conceptual de algunas expe-
ningún fundamento para distinguir entre la supuesta experiencia de co- . r:encias -quiza algunas de ellas hayan de desecharse como ilusión subje-
nocimiento y el ítem particular que conoce el conocimiento. Dada la pala- tlva sobre la base de Sl~, falta de_ enl~ce con otras-, quedamos libres para
bra «experiencia» tendemos a pasarla por alto a causa de las tenaces im:· '. ¡c?nceder que hay tambie:z experiencias que carecen totalmente de este ca-
plicaciones de nuestro vocabulario, dada su oculta retención de ataduras , racter conceptual, es decir, experiencias cuyos objetos (acusativos) no son
de las que ha abdicado formalmente la especulación filosófica. Pero si he- '. de lo~ qi;ie deben concebirse como existiendo independientemente de su
mos de tomar la hipótesis seriamente, no debemos pasarla por alto. : · exp~n.enCJa. Lo que s~ excluye es qu~ las experiencias debieran ser todas de
Ya hemos alcanzado el nivel más profundo de dificultad. Conveníamos · !~última clase mencionada. Pues si, per impossibile, fuesen así, faltaría
al comienzo que la experiencia requiere tanto las intuiciones particulares ' :nclu~o, to~almente la base d~ Ia _idea de la referencia, por parte de un su-
como los conceptos generales. No puede haber experiencia alguna que no · ¡et~ identico, de tales experiencias a un sujeto así de una serie de ellas;
implique el reconocimiento de ítems particulares como pertenecientes a tal ' Y si faltasen las .~ases de esta idea, s~ría. imposible distinguir los compo-
o cual clase general. Parece que ha de ser posible, incluso en las impresio- ; nentes recogn?scltlvos de tales «~xperienc1.as» como componentes no total-
nes más evanescentes y puramente subjetivas, distinguir un componente de mente ab~orbidos por sus acusativos sensibles; y si esto fuese imposible,
reconocimiento, o juicio, que no sea simplemente idéntico a, o completa· : no con,tarian en absoluto_ como experiencias. Tenemos aquí la fuerza de
mente absorbido por, el ítem particu1ar que se reconoce, el cual forma el la teoria de que el «yo pienso» (con una referencia idéntica para el «yo»)
objeto del juicio. Y sin embargo, al mismo tiempo, parecemos forzados a ; debe ser. caP_az de acompañar todas las percepciones de un único sujeto
conceder que existen experiencias particulares subjetivas (pür ejemplo, una ' de exp~rien~rn~; ,Y tenemos aquí .tam?ién sus implicaciones referentes a la
momentánea sensación de cosquilleo) cuyos objetos (acusativos) no tienen ; n;cesari~ objetividad de la experiencia. Pero su fuerza e implicaciones es-
existencia independiente de su conocimiento. Es claro el camino que.Kant ' tan aqm separadas de la teoría de la síntesis, de las tesis de la psicología
debe considerar como salida a esta dificultad: aceptar que el componente , trascendental.
recognoscitivo, necesario para la experiencia, sólo puede estar presente en Veamos ahora cómo podría atacarse, en una dirección distinta la tesis
ésta a causa de la posibilidad de referir experiencias diferentes a un idén, ' ~antiana. Podría plantearse que no se satisfacen, simplemente, l~s requi-
tico _sujeto de tod~s e~las. El reconocimiento implica el_ conocimiento po; si.tos ~s~ablecidos por Kant para «Una experiencia posible» en las propias
tenctal de la experiencia dentro de la cual entra necesariamente el recono· , disposlClones que Kant propone para satisfacerlos. Demos provisionalmen-
cimiento, como perteneciente a uno mismo, como compartiendo con otros ·te por supuesto que la posibilidad de la experiencia en general está ligada
esta relación al yo idéntico. Y el hecho de que esta potencialidad está implí- , a la posibilidad de la auto-adscripci6n de experiencias. Es una verdad de
cita en el reconocimiento es lo que salva al componente recognoscitivo de · carácter muy general que la adscripción de diferentes estados o determina-
la experiencia particular de ser absorbido en el ítem reconocido (y salva, -dones a un sujeto idéntico nos lleva a la existencia de algunos medios para
por tanto, el carácter de la experiencia particular como experiencia) incluso : distinguir o identificar al sujeto de tales adscripciones como un objeto en-
cuando ese ítem no puede concebirse como existente independientemente • tre otros. Aplicando esta verdad general al caso que nos ocupa podríamos
de la experiencia particular que de él se tiene. ' decir, en la terminología de Kant, que la posibilidad de adscribir experien-
¿ Qué es, pues, lo que está implicado en la potencialidad de tal recono- '.cías a i;in sujeto de experiencias requiere la existencia de alguna «intuic;ión
cimiento, en la potencialidad -que ha de estar presente en toda experien· . determmada» que corresponda al concepto de un sujeto de experiencias;
cía- del conocimiento de uno mismo como poseyéndolo? Kant debe res· o, sustituyendo la terminología de Kant por otra más actual, podríamos
ponder que lo mínimo implicado es precisamente lo que la hipótesis de , decir que esta posibilidad requiere la existe1-: ~- de criterios de identidad
la «experiencia» de los puros datos sensoriales trata de excluir: que al me. -empíricamente aplicables para sujetos de ex;n . .1:~~ias 54 • En la práctica
nos algunos de los conceptos en los cuales se reconoce que se subsumen '1(5' ~('> :~
los ítems particulares experimentados deberían de ser tales que las mis- · · 54 Lo que no es decir que tales criterios deben invocar'Se ·én la auto-adscripción
mas experiencias contuviesen las bases de ciertas distinciones relacionadas. de experiencias. Véase el análisis de los Paralogismos, parte III, capítulo 2.

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92 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 93



real esta condición se satisface por el hecho de que cada uno de nosotros 'ciones de expe_riencias. Le basta si son necesarias para la posibilidad de .
es un objeto corpóreo entre objetos corpóreos; de hecho, un hombre entre · tal. hecho. Pudiera ser que no representen las condiciones totales que ne- il
hombres. Los pronombres personales, incluyendo el pronombre «yo», tie, 1 c~stt~mos para que tenga satisfactoriamente sentido la noción de autocon·-
nen una referencia empírica; y en cierta forma tal referencia debe asw: ··cienc~a; Y aun así, Kant ha ejecutado con éxito una difícil hazaña de abs-
rarse· si ha de tener sentido la noción general de adscribir experiencias a : tra.cción de la parte más fundamental_ de esas condiciones totales. .
qn sujeto. , ' Contemplemos, pues, la cuestión desde este ángulo. Podemos conside- j
Pero las disposiciones kantianas para posibilitar la auto-adscripción de , ~~r la historia de un ser humano normal como un «caso» en el que lo que :j
experiencias (continúa la objeción) no incluyen ninguna referencia a estos ¡ llllporta es sólo que se cumplan las condiciones. de la auto-adscripción, en -~
hechos. Kant habla del «yo permanente» de la apercepción trasceng!=!ntal; ; el que n~ hara, por tanto, ninguna objeción posible al hablar de una serie l

pero no entiende, ciertamente, por esto el hombre permanente (aLm.5!nOs ¡de expenenc!as que pertenecen a una conciencia unitaria. De hecho, no
relativamente), un objeto entre otros en el mundo, un pyp.to deJlRfü:f!ciÓn ; todos los mie~bros de una serie así son auto-adscritos: puede que un
de criterios empíricos de identidad personal. Pero si rechaza esta interJ?re· , ~ombre_ sea mas propenso a perderse en la contemplación del mundo (o en
ración del «yo permanente», ¿no elimina de su significación ordinaria lá · m~eracciones con é!) _que a ser consciente de sí mismo, o a pensar sobre sí
noción de adscribir experiencias a un sujeto, sin poner nada que llene el prusmo, como percibiendo (o haciendo) lo que percibe (o hace). Pero lo
vacío? No está, realmente, en mejor posición que la del teórico de los da- 'que s.alta a la vista, en relación con tales series de experiencias, sean auto-
tos sensoriales que mantiene que una experiencia posible, el contenido de adscn~as o no, es el hecho de que sus miembros construyen o producen
una conciencia, podría consistir teóricamente de una sucesión de datos sen· colectivamente, aunque no todos ellos contribuyan en esta tarea una ima-
soriales intrínsecamente disconexos ligados de alguna forma por la memo-· g~n de u~ modo objetivo unificado a través del cual las misma; experien-
ria y la anticipación. Es verdad que ·Kant está en una posición diferente , cias constituyen de ~orma colectiva una ruta única, subjetiva, experiencia!,
de la de ese teórico, pues mantiene que para que existan una serie de '.una entre otras posibles rutas subjetivas a través del mismo mundo obje-
. experiencias pertenecientes a una conciencia unitaria, algunos (aunque no . tivo. El núcleo de la objeción que acaba de bosquejarse es que la noción
todos) de los miembros de la serie deben estar conceptualizados de tal ·de. la identidtirf_d.~( sujetq_ ge:_ tal serie de experiencias depende de la com-
forma que encajen entre sí para formar una imagen coherente de un qi.un- , pleja no7i911_5le la i~~~tida~ ~e. un hombre. El núcleo más fundamental de
do objetivo. Se mantiene, así, Kant en una postura intermedia entre el teóri- fas condiciones kantianas es que las mismas experiencias de tal sujeto de-
co de los datos sensoriales y el que insiste en que la noción de una serie de . ben de estar de tal forma conceptualizadas que determinen una distinción
experiencias que pertenecen a una conciencia depende, para tener sentido, 'entre la ri:ta subjetiva de sus experiencias y el mundo objetivo a través
de la existencia de criterios de identidad de un sujeto de experiencias em- del cual discurre esa ruta. La historia de un hombre, podríamos decir, es
píricamente aplicables. ·-entre otras muchas cosas- el hacerse cuerpo de un punto de vista ex-
Pero esta posición (concluye la objeción) intermedia es realmente una ;tendido temporalmente en el mundo. No necesitamos mantener que po-
postura insostenible. Si puede decirse con sentido que las experiencias :dríamos explicar totalmente la noción de auto-adscripción de experiencias
esencialmente conectadas de Kant, las cuales forman juntas una imagen ,sólo en términos de la noción de un tal punto de vista extendido tempo-
coherente de un mundo objetivo, son los contenidos posibles de una con· 'talmente abstraído de todo lo demás. Todo lo que necesitamos mantener
ciencia, ¿por qué no puede igualmente decirse con sentido lo mismo de las .es que no podríamos explicar la primera noción sin recurrir a esta última.
experiencias esencialmente disconexas del teórico de los datos sensoriales? : Existen aquí implicaciones -que menciono, interrumpiendo la argu-
Si, por otra parte, se objeta que no se le ha dado ningún significado a ha- mentación, pero sobre las que no me detendré- referentes a la relación
blar de tales «experiencias» disconexas pertenecientes a una conciencia, 'causal de un sujeto percipiente con el mundo objetivo de su percepción.
dado que no se le ha conferido ninguno al que se las adscriba un sujeto, Una serie de experiencias construye una imagen de un mundo objetivo en
1

es decir, a la noción de autoconciencia, ¿no vale, entonces, la misma obje- !el cual el orden y disposición de los objetos, de los que son experiencias,
ción para la postura kantiana? El kantiano debe o dar más peso a la no: 'debe concebirse como distinto del orden y disposición de las experiencias
ción de autoconciencia o bien abandonar sus objeciones ante la concepción ;que forman la serie. Pero estas no pueden aparecer en un orden cualquie-
de una posible experiencia_s)r;ún la teoría pe los datos sensoriales. -r~. El que una se:ie tal produzca la imagen que produce es cuestión en par-
Podría contestarse q~ur~1 ladrido de esta objeción es peor que su mQr- 'Je de que sus miembros posean su propio orden. Hay cierta necesaria in-
dedura. Pues su punto wndamental puede ser concedido sin detrimentQ' terdependencia entre ambos tipos de orden y disposición, el subjetivo y el
para la postura kantiana. No le es esencial a Kant mantener que sus con, objetivo. No podemos especificar, como ~s evidente, ninguna forma con-
diciones son suficientes para explicar el hecho de que ocurran autoadscripf ,creta de interdependencia sobre unas bases tan generales. Sólo podemos
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94 Los límites del sentido '-.-:. La metafísica de la experiencia 95
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señalar, a partir de ellas, el hecho general de que nuestras imágenes del·· ¿No debería, sin embargo, concederse que la necesidad del cumplimiento
mundo objetivo y nuestra imagen de posibles rutas perceptuales a través\ de la condición de objetividad estaba explicada incorrectamente, o no ade-
de él no pueden ser independientes entre sí. La investigación ulterior so'~ cuadamente, en la argumentación originaria? Pues allí se explicaba la nece-
bre esta interdependencia es un desideratum de la teoría del conocimiento;· sidad de la condición de objetividad como requisito de la posibilidad de
Menciono ahora la cuestión para resaltar más claramente las implicacionef: la autoconciencia, de la auto-adscripción de experiencias. Sin embargo, se
de la noción de un punto de vista, extendido temporalmente, sobre un· ; le ha concedido de hecho al crítico que el cumplimiento de la condición
mundo objetivo. ~ de o~jeti~idad no es suficiente para hacer posible la auto-adscripción de
Regresemos al punto central de nuestra postura. El núcleo de la oh-. ' experiencias, es decir, para hacer totalmente inteligible la noción de la
jeción que ha de considerarse era que la noción de adscribir experiencias · auto-adscripción. de experiencias por parte de un sujeto capaz de tener con-
a un sujeto de ellas depende de la concepción de los sujetos de experien·· ' ciencia de su propia identidad numérica a lo largo de la serie de sus ex-
cias como «objetos de intuición» distinguibles. Tales sujetos, si lo que está eir ' periencias. Pero si el cumplimiento de la condición de objetividad, por sí
cuestión es una pluralidad, deben concebirse como pertenecientes percep.. misillo, no hace posible tal auto-adscripción, no puede ser un elemento
tivamente a un mundo común. El núcleo de la respuesta era que si tales necesario de una concepción coherente de una experiencia posible en tanto
sujetos deben concebirse como pertenecientes perceptivamente a un mundo ,. hace posible tal auto-adscripción. Una explicación adecuada llevaría con-
común, también debe concebirse que cada uno tiene su propia experiencia ;¡ sigo una referencia a las condiciones totales de la posibilidad de auto-ads-
de ese mundo. Entendido adecuadamente, lo fundamental de la objeción , cripción de experiencias (incluyendo la existencia del sujeto como un ob-
no contradice la tesis kantiana, sino que la incluye. Si hacemos abstracción ; jeto intuible en el mundo); y entonces señalaría que las condiciones totales
del hechc; d~ que _el sujeto es un ítem intuible en el mundo objetivo de: implican la condición de objetividad. Pero en ninguna parte de la obra de
su. experiencia> de3amos de lado el hecho de que el mundo es un n:un~o Kant aparece sugerido que la posibilidad de la experiencia requiera que
ob3etivo; >.' este. hecho debe ser aportado en la naturaleza de la experien~a "un sujeto de, experiencia sea un objeto intuible en el mundo.
que un s;i1et? tiene de _ese mundo. Es_t<;> es lo qu~ Kant. aporta. l!na sene Para rebatir esta última formulación de la crítica, bastará con mostrar
de experiencias que satisfaga las condiciones ka~tlanas tiene u°: cierto do· que el requisito que subyace a la condición de objetividad puede explicar-
ble aspecto. Por una p~rte construye, acu~~lativamente, una imag~n _del ; se, y es explicado, como algo menos, aunque esté implicado en ella, que
mun.do en la que los objetos Y los acontecimientos. ( ~on sus caractensticas , la satisfacción de las condiciones totales de la posibilidad de la auto-ads-
par_tlculares) _se presei:itan poseyendo _un orden obj~tlvo, un orden ..que es ' cripción empírica de las experiencias. La única concesión que se exige es
ló,gicamente independiente de cualquie~ ruta experiment~l concreta.ª t~a- que la formulación de este requisito es algo oscura. La objeción ue hemos
ves del. mundo. s· Por ,otra ' posee su .propio
d orden. como . sene de experiencias
. · d "d d , f . . . q
t . esta o consi eran o revertla, en su orma ongmana, en que 1a adscnpcion
. .,
d e · 0 b Jetos. 1 pensasemos esa sene
· d · · · d 11 d e experiencias como
· · · contmuamen
, d 1f .e : de st d · t · , 1 · · f b"
e · a os a un su¡e o requena que e mismo sujeto uese un o jeto mtu1- . ·
articuladas en una ., sene e ¡u1c1os
d eta a
d os, esos
. ., ( juicios serian
. l) d e ta or-
d · . ble ·p 1 ·
a a e que ex1s iesen cr1 er10s e 1 ent1 a emp1ncamente ap 1cables.
r t" ·t · d "d "d d , · l"
ma que prod ucirian, por un 1a o, una escnpcion parcia e un mun o . s· b .. . ., . . .
oh· etivo y, por otro, una carta del rumbo de una sola experiencia subje: · 1Il em argo, e1 requisito. qu~ suby~ce ª la condic1on. d~ objet1v1~ad no_ es
tija de ese mundo. Y no sólo la serie como un todo, sino cada miembro , exactam~nte que la e~penenci~ debiera poderse ~~scnb1r a un sujeto, smo
de ella, tiene un doble aspecto. Esto emerge explícitamente cuando un jui- · q~e ~ebiera tener u?, cierto caracter_de ~utorreflex1v1?~d que expresa Kan7 en
do objetivo es corregido por otro: lo que permanece inalterado cuando se . termzn_os de la noczon de ~utoco~czencta. La expr~s1on no es, en su con3un-
efectúa la corrección es la experiencia subjetiva, el «parecer». En esta . t~, f~hz, pues nos ve~os. inmediatamente conducidos ,Pº~ ella a pensar e~
duplicidad de aspectos yace el fundamento básico de la posibilidad, aunque , t~rminos de autoconciencia perso_na! ,Y por ~a~to en .terr:imos de las. coi:d1-
no, podría concederse, las condiciones completas de la realidad de la autÓ· · ciones totales para la autoadscnpc10n empmca ordmana de e~penencias.
adscripción de experiencias en general, incluyendo tales como no contri· : Pero _lo que, con ell~ se prete~de es menos que. est~>, lo que sm embargo
huir en absoluto, o no tener una contribución concordante, en la construc- : constituye aun el nucleo esencial de la autoconciencia personal.
ción de la imagen del mundo objetivo. Lo que se quiere decir por la necesaria autorreflexividad de una expe-
El crítico que arguyera la necesidad de criterios empíricamente aplica· :. rienda posible en general podría expresarse de otra forma diciendo que la
bles para la identidad de un sujeto de experiencias pudiera sentir, al en· experiencia debería ser de tal forma que diese lugar al pensamiento de la
frentarse a esta respuesta, que no se ha recogido el elemento más sutil de misma experiencia. Y esto es lo que, fundamentalmente, sucede en la con-
su crítica. Pues, demos por supuesto que el empleo de conceptos de fo dición de objetividad. Da lugar, por una parte, a «De esta manera y así
objetivo es una condición necesaria de la posibilidad de la experiencia.· es como son las cosas objetivamente» y, por otra parte, a «Así es como
7
96 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 97

1Je experimenta que son las cosas»; y da lugar al segundo pensamiento quier concepción de la experiencia que nos podemos hacer inteligible 55 •
porque da. lugar al primero. Esto es lo que se consigue -como podemos · Esta respuesta muestra también la precaución que hay que tener al
ver, de una forma no muy feliz, por medio de la referencia al componente leer la exposición en los muchos momentos en los que se invoca la noción
separable de la experiencia subjetiva en cualquier juicio objetivo concreto. de «autoconciencia». No muestra, sin embargo, que sea necesario tanto
de la experiencia y por la referencia a una ruta subjetiva experiencial (en- cuidado que se exija un abandono total del lenguaje de la misma expo-
tre otras posibles) a través de un mundo objetivo. Lo que es neéesario es sición.
que exista una distinción, aunque no una oposición (normalmente), im- Concluyo con algunos comentarios que nada ·nuevo añaden a la ar.gu-
plícita en los conceptos empleados en la experiencia, entre cómo son las mentación pero que pueden servir de ayuda antes de concluir este apartado.
cosas del mundo del cual es la experiencia y cómo estas se experimentan 1) Regresemos, en primer lugar, a la concepción que de una expe-
que son, entre el orden del mundo y el orden de la experiencia. Esta ne- l'I riencia posible tiene el teórico de los datos sensoriales. Si una tal experien-
cesaría duplicidad es el punto real de conexión entre lo que Kant refiere 1» cia fuese posible, también lo sería una serie de juicios de experiencia
como «autoconciencia originaria (o trascendental)», por un lado, y la con· correspondientes. Pero un conjunto de tales juicios no resultaría en una
dición de objetividad, por otro. Es legítimo, aunque pudiera conducirnos imagen de un mundo de objetos, cuyas relaciones son distintas a las rela-
a error, expresar la anterior concepción en términos de auto-conciencia, de ciones de las experiencias de esos objetos. No suministraría tampoco, por
aufocadscripción de experiencias, pues, mientras no equivale a la posibi- lo tanto, base alguna para la concepción de una ruta experimental a través
lidad de auto-adscribirse experiencias (es decir, no es la concepción de las de un mundo así ni para el aislamiento del componente subjetivo, experien-
condiciones totales que dan sentido a· la noción de la identidad de un su-. cial, en los juicios individuales. No suministraría, por tanto, base alguna
jeto de experiencias), sin embargo, sí representa realmente la base funda- para la necesaria auto-reflexividad de la experiencia, que es, a su vez, el
mental de la posibilidad de la auto-adscripción de experiencias. Pues «Así es núcleo esencial de la posibilidad de la auto-adscripción de las experiencias.
como yo experimento (he experimentado) que son las cosas» presupone De aquí que el teórico no ha conseguido producir una descripción de
«Así es como se experimenta (se ha experimentado) que son las cosas»; una experiencia posible.
y la última proposición presupone a su vez una distinción, aunque no t; Incluso a pesar de la argumentación, podríamos estar todavía tentados
(normalmente) una oposición, entre «Así es como se experimenta que son por la objeción final de que cada uno de nosotros puede imaginar perfec-
las cosas» y «De esta manera y así es como son las cosas». tamente que un tramo de su propia experiencia es como describe el teó-
rico de los datos sensoriales, y puede por tanto concebir una pluralidad
Es por ello por lo que la autoconciencia trascendental no debe identi- de otros tramos similares, no suyos. ¿Qué más se requeriría para demos-
ficarse con la posibilidad de la auto-adscripción empírica de experiencias: J trar la posibilidad de que toda una experiencia tuviese, a lo largo de toda
Pero debe reconocerse como la condición básica de esa posibilidad. Y se .· su extensión temporal, el carácter de tal tramo? Y esta es precisamente la
muestra que requiere el cumplimiento de la condición de objetividad. concepción que tiene el teórico de los datos sensoriales de una experiencia
Esta respuesta a la última formulación de la crítica tiene una impor-1 posible. Pero, por supuesto, no basta que, equipados como estamos de re-
tante consecuencia. Deja abierta la pregunta de si las condiciones de «una I· cursos conceptuales, nos podamos formar tal imagen. Lo que debe mos-
experiencia posible en general» incluyen, o no, la satisfacción de las con- · trarse es que la imagen contiene en sí misma los materiales para la concep-
diciones totales para la auto-adscripeión empírica de experiencias, es decir, li ción de sí misma como experiencia. Lo que se ha mostrado es que esto
la existencia de criterios de identidad de un sujeto de experiencia empíri- ~o sucede. Ni tampoco podemos' suponer que las objeciones a esta con-
camente aplicables. Si los incluyen, entonces el requisito de la autoconcien- 1 cepción de una experiencia posible podrían contrarrestarse simplemente
cía trascendental se deriva del requisito de la posibilidad de la auto-ads- · apoyando la eJ.aboración hasta tal punto que permitiési:;mos la «construc-
cripción empírica, y deriva últimamente su inteligibilidad de este último. ción lógica» de un mundo objetivo, mientras guardamos el status de jui-
Y si no los incluyen, entonces el requisito de la autoconciencia trascenden- • cios básicos de la experiencia para los juicios de los datos sensoriales. Pues
tal sólo se deriva del pensamiento de una experiencia posible en general,. si tuviera sentido la concepción elaborada de una posible experiencia, tam-
y es inteligible de manera muy independiente del concepto, empíricamen- bién lo tendría la concepción más simple de la que es una elaboración.
te aplicable, de identidad de un sujeto de experiencia. Dado que Kantp. O, si esta consecuencia no se acepta, entonces no se ha propuesto ninguna
nunca se enfrentó explícitamente con esta alternativa, no puede estar to- '
talmente claro cuál hubiera sido su respuesta. Pero es evidente que cual- 55
Es aconsejable hacer referencia aquí al análisis de Kant del tema del autoco-
quiera de las dos contestaciones es compatible con pretender que la argu· t nocimiento en los Paralogismos, tratamiento que complementa la argumentación de
mentación de la Deducción establece los aspectos más generales de cual- · la Deducción. Véase la parte III.
98 Los límites del sentido ,J> La metafísica ae la experiencia 99
alternativa real al requisito kantiano de que los mismos juicios de expe-
riencia fundamentales o básicos deberían ser juicios objetivos. (Sería no que Kant nunca confrontó explícitamente 57 vimos que era posible formu-
entender las cosas en gran medida el suponer que la teoría de la síntesis lar de una manera más cauta la argumentación.
implica algo distinto a este requisito: hagamos la interpretación que ha- Se podrá comprobar que, al ir avanzando en este apartado el estudio
gamos de esa teoría, queda claro que la síntesis no es una operación que de la argumentación de la Deducción, la noción, que a primera vista pa-
se lleva a cabo sobre la base de la experiencia, sino una condición previa rece sencilla, de <mna conciencia unitaria a la que pertenecen diversas ex-
de ella.) ' periencias» aparece como menos y menos adecuada para expresar el pensa-
2) El estudio de la argumentación de la Deducción en este apartado miento fundamental en el que descansa la argumentación. Deja, primero,
ha sido evolutivo; y quizá este hecho pida una mirada retrospectiva a una su lugar a la de la posibilidad de la autoconciencia empírica (personal}, y
de sus primeras fases, para hacer así explícito algo que estaba implícito 1 posteriormente a la noción más profunda de autoconciencia trascendental,
en la evolución. Si había una tesis que parecía central al principio, era · la necesaria reflexividad de la experiencia, que aparece como la condición
esta: la posibilidad de la experiencia requiere que se satisfaga la condición básica de la posibilidad de la autoconciencia empírica. Y así debe suceder;
básica de la auto-conciencia, entendiendo por esta la posibilidad de la auto- pues sólo expresa un pensamiento coherente al interpretarse en estos tér-
adscripción de diversas experiencias por parte de un sujeto que es capaz ., minos.
de tener conciencia de la identidad numérica de aquello a lo que se ads- 3) El último comentario se refiere a la memoria. Puede parecer ex-
criben las diversas experiencias. Se argüía; entonces, que esta tesis central traño que haya tratado los temas de esta sección haciendo una referencia
tenía como consecuencia la necesidad de una conexión, alojada en los con- explícita tan pequeña a este importante factor de la experiencia. ¿No im-
ceptos, de (al menos algunas de) las experiencias que el sujeto es capaz de plica esenciilrpente la noción de una serie de experiencias, extendida tem-
adscribirse al constituirlas en experiencias de un mundo objetivo unifica- poralmente, que pertenece a una única conciencia, la memoria, aparte de
do. Es ahora posible, como mostré anteriormente en mi exposición, repre- incluir otros aspectos? ¿No incluye la noción de componente conceptual
sentar la misma tesis central como una consecuencia de la tesis más gene- de la experiencia el reconocimiento y, por lo tanto, la memoria? ¿Cómo
ral de que cualquier experiencia debe contener un componente conceptual puede olvidarse tanto esta facultad? Es evidente que la memoria está im-
o componente de reconocimiento. Pero esta conexión se presentaba allí . plicada en la experiencia, en el reconocimiento, en la conciencia de la iden-
sin anticipar la dificultad que surgió, subsiguientemente, respecto a la no- tidad del yo a través de la diversidad de la experiencia. Pero está dema-
ción de la auto-conciencia 56 • ¿Cómo debe replantearse esta fase de la ar- siado profunda y esencialmente implicada como para poder ser manejada
gumentación para solucionar esa dificultad? como si fuera un factor que se pudiera separar y aislar y que, por ejemplo,
La operación es muy sencilla. Pues la necesidad de salvar al compo- puede invocarse para enlazar episodios, temporalmente sucesivos o sepa-
nente recognoscitivo de una experiencia de ser absorbido en su acusativo rados, en una secuencia experimental. Si la experiencia es imposible sin la
sensible (salvando así el status de la experiencia como experiencia) es, memoria, la memoria también lo es sin la experiencia. Sean cuales sean
simplemente, idéntica a la necesidad de dar lugar, en la experiencia, al pen- los oscuros niveles de donde surgen, emergen juntas de ellos.
samiento de la misma experiencia; y es precisamente esta necesidad la que
reclama directamente la distinción entre cómo son las cosas y cómo se ex-
perimenta que son y, por lo tanto, también reclama el uso, en los juicios 8. La subjetividad trascendental y la limitación de las categorías
de existencia (aunque no en todos ellos), de conceptos de lo objetivo. En
este replanteamiento, la referencia a la conciencia empírica, por parte del
a la experiencia
sujeto, de su propia identidad numérica queda cortocircuitada. Pero puede,
entonces, reintroducirse señalando que la condición que se requiere para Hay temas de la Deducción a los cuales, hasta ahora, he dedicado
la auto-reflexividad de la experiencia es también la condición básica que poca o ninguna atención. La mayoría de ellos están conectados con la tesis
se requiere para la auto-adscripción empírica de experiencias, señalando de la subjetividad en referencia al orden de la Naturaleza, la tesis de que
nosotros mismos somos la fuente del orden y de la objetividad del mundo ....
que la «auto-conciencia trascendental» es el núcleo de la auto-conciencia
empírica. natural, tesis que corresponde, al nivel del entendimiento, a la tesis del
Presentar de esta manera la argumentación de la condición de objetivi- idealismo trascendental al nivel de la sensibilidad. Debemos, como es evi-
dad es hacerlo de la forma más audaz posible. Al analizar las alternativas dente, reconocer que Kant hace dos usos distintos de la noción de subje-
tividad, de la misma forma que emplea en dos sentidos diferentes el con-
56
Véase págs. 91 y sigs. 57
Véase la pág. 96.
La metafísica de la experiencia 101
100 Los límites del sentido
de estos modos de intuición, cómo, de una manera general, resulta en '
traste entre lo que está «dentro de nosotros» y lo que está «fuera· de conexión con ellos. El espacio y el tiempo pueden considerarse separada-
nosotros». La tesis de la objetividad referente al orden de la Naturaleza mente de la intuición empírica real, de la materLa de la sensación, como
no es una retracción de la diferencia entre el orden subjetivo de las expe- se hace, en el caso del espacio, en las construcciones de geometría pura.
riencias auto-adscritas o auto-adscribibles, por una parte, y el orden obje- Incluso en tales construcciones de la intuición pura tratamos con una
tivo del mundo, al que debemos concebir pertenecen algunas de estas ex-
diversidad que tiene distintas partes que deben considerarse juntas, es de-
periencias, por otra. La fuente subjetiva de ese orden objetivo no es el yo cir, que deben sintetizarse o unificarse. Pero lo que así sintetiza la intuición
tal como aparece en la auto-conciencia empírica ordinaria, sino ese misterio
pura es, desde otro punto de vista, precisamente el sistema de relaciones
del yo como es en sí mismo. , en el que necesariamente se presentan los ítems encontrados en la intui-
Las dos tesis de la subjetividad trascendental, la de la Estética y la de ;1 ción empírica, y sujetos por lo tanto a las categorías (funciones, ellas mis-
la Deducción, no son meramente paralelas. En la opinión de Kant la úl- . mas, de. la síntesis). El espacio y el tiempo son tanto intuiciones puras
tima descansa y presupone la primera. Hay cierto razonamiento que pare- como formas de la intuición empírica. De ahí que el ser encontrado empí-
ce desarrollarse como ahora paso a exponer 58 • Supuesto que, simplemente ricamente un espacio y tiempo unificados y el estar sujeto a los principios
por estar en el espacio y en el tiempo, todos los objetos naturales, como el, generales de la unidad impuesta por el entendimiento sobre «la diversidad
espacio y el tiempo mismo, están en nosotros (fenómenos sólo, meras mo- , de una intuición dada en general» (es decir, a las categorías) vayan nece-
dificaciones de la sensibilidad, sin existencia fuera de nuestro poder de re- sariamente juntos. Basta con señalar, de este fragmento, que puede consi-
presentación), es entonces inteligible que deban necesariamente confor- derarse, en parte, como una anticipación de los Principios, donde las ca-
marse a las condiciones del entendimiento para ser objetos del conocimiento tegorías se ponen en relación con los modos sensibles de intuición, y en
empírico, objetos de una experiencia posible. Lo que puede existir sólo parte como otra manifestación de las complejas necesidades de la teoría
como fenómeno (es decir, las cosas en el espacio y el tiempo) debe satis- de la síntesis.
facer todas las condiciones (las impuestas por el entendimiento como las A continuación, debemos notar la conexión que Kant suponía existía
impuestas por la sensibilidad) para existir como fenómeno. Si, por otra entre la tesis de la subjetividad referente al orden de la naturaleza y
parte, las cosas que están en el espacio y el tiempo pudieran tener una otra importante teoría, de hecho otra supuesta conclusión, de la Deduc-
existencia propia, no sería en absoluto necesario que satisficieran las con- ción Trascendental. Se trata de la teoría de que la aplicación de las cate-
diciones del entendimiento para ser objetos de conocimiento (es decir, que gorías está limitada a los objetos de una posible experiencia sensible, y
se conformasen a las categorías); y, a no ser que estuviésemos preparados que recibe un acento particularmente fuerte, en la segunda edición, en los
para considerar que las categorías tienen origen empírico, si tales condi- análisis de la Deducción 60 • De ella, y de su conexión con la tesis kantia-
ciones se cumpliesen sería un mero accidente, una carambola de la armo- na de la subjetividad tráscendental, hablaré con más extensión posterior-
nía preestablecida 59 • Basta con señalar que este razonamiento es respeta- mente, cuando Jlegue a tratar en general la metafísica del idealismo tras-
ble en sus propios términos, pero estos son los del modelo. cendental. Pero algo debe decirse ahora del tratamiento de estos temas en
Hay en la Deducción, en el desarrollo de la segunda edición, otro pun-· ' la Deducción.
to en el que se establece explícitamente un enlace con las teorías de la Es- Las conclusiones que, en la sección anterior, extraje provisionalmente :JI
tética. Vemos así que aunque, al final de la Sección 20, Kant dice haber · de la versión reconstruid"a de la argumentación analítica de la Deducción j1
probado que «la diversidad de una intuición dada en general» está nece- , eran de una naturaleza extremadamente general. Cualquier cosa que po-
sariamente sujeta a las categorías, sólo llama a esto un comienzo de la damos entender como una experiencia posible debe ser, potencialmente,
deducción de las categorías y no considera acabada la tarea hasta que, en la experiencia de un sujeto autoconsciente y debe tener, por lo tanto, la
la Sección 26, ha apelado al hecho de que el espacio y el tiempo,.además conexión interna, alojada en conceptos de lo objetivo, que es necesaria
de ser nuestras formas de intuición sensible, son ellos mismos intuiciones. para constituirla como un curso único de experiencia de un mundo objeti-
Se supone que, hasta la Sección 20, la argumentación referente a la nece- vo. No hay mención aquí de ningún concepto, o tipos de concepto, par-
saria unidad sintética del entendimiento ha procedido por la abstracción ticulares que deban tener apHcación si la experiencia ha de ser posible.
de modos reales de intuición sensible, el temporal y el espacial. Cuando .Kant, confiando en la Deducción Metafísica, se piensa justificado para sa-
de hecho nos referimos a estos, se supone que somos capaces de apreciar car la conclusión más específica de que las categorías enumeradas son pre-
cómo precisamente la conclusión general está en armonía con la naturaleza cisamente tales conceptos; pues son, piensa, los conceptos que debemos
58 Véase A 128-30/B 164. "" Cfr. B 146-8/B 148-9/B 165-6.
'
9
B 166-8.
.:;_~

102 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 103

aplic,a: en la experiencia si h~~º? de emplear, al hacer juicios obje~iyamen- • · asegu_r~r la significativi_dad no sensible de las categorías. Se nos debe •
te validos, las formas de los ¡mcios que debemos emplear para emitir cual- '., perm1t1r pensar, por e¡emplo, en causas no limitadas a las condiciones
quier juicio. f
, del ,e~pacio y tiempo 62 . , To?o esto le plantea con más urgencia el definir
En nuestro momento filosófico, puede parecer innecesario dar especial t enfaucamente, en los termmos de su teoría de las facultades cognosciti-
énfasis a la tesis de que un concepto que tenga aplicación necesaria a fa ; ' vas, las razones de la restricción del uso significativo de ~stos conceptos
experiencia no tiene uso posible en la expresión del conocimiento excepto · ~ en }o que al conocimiento se refiere. Esto es algo que él hace. Las cate-
si se asocia con criterios empíricos para su aplicación, es decir, excepto si se •·. gortas son «sólo reglas para un entendimiento cuyo todo poder consiste
aplica a objetos de la experiencia posible. Nadie, pensamos, mantendría : en pensar · · · una fa~ultad, por tanto, que por sí no conoce nada, sino
la idea de que el uso de conceptos empíricos ordinarios puede divorciarse que. m~r~1:1ente combma Y ordena el material del conocimiento, es decir,
de las condiciones de su aplicación empírica sin pérdida de significa- la mtmcton que debe serle dada por el objeto» 63 •
tividad. No parecería que hubiese otra razón para suponer lo mismo en . Por un lado, pues, «nosotros mismos introducimos el orden y regu-
el caso de las categorías -si es que el análisis de la noción de experiencia " laridad en los fenómenos que llamamos naturaleza. No podríamos ha-
muestra que debe de haber tales conceptos- ,que en el caso de los con- liarlos en los fenómenos a no ser que nosotros, o la naturaleza de
ceptos empíricos ordinarios. Pues lo que distingue una categoría, si es que nuestra n;i~nte, los hubiéramos puesto originalmente ahÍ» 64 • Por el otro,
hay alguna, de un concepto empírico ordinario es que cuando llevamos est~ f~ncton o~denado:a de las categorías es su única función en el co-
nuestra noción de experiencia hasta los límites de la abstracción coheren- noc1m1ento. As1 la tests de los límites de la aplicación de las categorías
te, seguimos encontrando que esta noción implica la aplicabilidad del con- se presenta como el reverso de la tesis de que el entendimiento es el
cepto en cuestión. Decimos que un concepto es meramente empírico cuando ; respo~sabl<; del orden fundamental de la Naturaleza.
decimos: si la experiencia hubiese sido distinta en estos y estos aspectos, • . Solo, sm embargo, del orden fundamental. Kant subraya que si bien
no hubiésemos podido usar este concepto. Decimos que un concepto es no- . podemos ~conocer ,a priori la necesaria conformidad de la Naturaleza
empírico (a priori) cuando no podemos concebir un antecedente contra- ; a la l:y e? general -sier:ido todo ello una condición de la posibilidad de la
factual coherente del que poder derivar un consecuente relacionado con tal , e~~enenct~- _esto no significa que los métodos de la investigación em-
concepto. Nada hay en esto que sugiera que podemos separar completa- ' pir:ca ordmana de la Naturaleza deban ser sino empíricos. Esta idea
rpente tal concepto de las condiciones empíricas de su aplicación y usarlo esta muy claramei:ite ~firmada en las dos ediciones 65 • Nos queda, evi-
sin embargo para hacer aserciones significativas. dent~ment~, p~r discutir aún la pregunta sobre lo que Kant exactamente
Pero presentar el asunto simplemente en estos términos es ignorar considera implicado en la necesaria ~?nformidad de la Naturaleza a la
completamente el doble aspecto que tiene, para Kant, la noción del a priori. , ley general. In~luso esta vaga. concepcton pude parecer que excede lo que
Sea lo que fuere un aspecto necesario de la experiencia, lo es a causa ;. podem~s, considerar , establecido por la argumentación analítica de la
de la subjetividad de su fuente. Estas dos ideas están para él indisolu'. · Deduccion Trascendental.
blemente ligadas 61 • Y más aún, hay dos fuentes subjetivas distintas de
los aspectos necesarios de la experiencia: la sensibilidad, por un lado; el
entendimiento, por otro. Se piensa que las categorías son derivadas aten-
diendo a los requisitos del entendimiento en abstracción de la sensibili-
dad. Si esta abstracción ha de ser algo más que una pretensión, se debe
suponer que los conceptos así derivados tienen alguna significatividad, 62
Cfr. B 166, nota.
considerándolos al margen de la intuición sensible. Y de hecho Kant "' B 145.
64
A 125.
tiene otras razones, conectadas con el tema de la moralidad, para desear 65
En la primera: «Ciertamente, las leyes empíricas como tales nunca pueden
, derivar su origen del entendimiento puro. Eso sería tan poco posible como entender

1
La unión, en el caso de las categorías, puede mostrarse más efectivamente completamente la inagotable multiplicidad de los fenómenos meramente por referencia
citando un sólo texto más que por cualquier comentario aclaratorio: «Esta. müdad de '. a las formas puras de la intuición sensible» (A 127). ·
naturaleza ha de ser necesaria, es decir, debe ser una cierta unidad a priori de la En la segunda: «El entendimiento puro no está en posición de prescribirle a los
conexión de los fenómenos; y tal unidad sintética no podría ser establecida a priori fenómenos n'.nguna ley a priori aparte de aquellas implicadas en la naturaleza en
a no ser que existiesen fundamentos subjetivos de tal unidad contenida a priori en general, es decir, de conformidad con la ley de todos los fenómenos en el espacio y
los poderes cognitivos originarios de nuestra mente, y si estas condiciones subjetivas; : en el tiempo. No se pueden, en su naturaleza específica, derivarse leyes especiales de
en la medida en que son fundamento de la posibilidad de conocer cualquier objeto ; las categorías, aunque estén completamente sometidas a él. Para obtener cualquier
de la experiencia, no fuesen al mismo tiempo objetivamente válidas» (A 125-6). , posible conocimiento estas leyes especiales deben abastecerse en la experiencia» (B 165).

~.: .. '
104 Los límites del sentido
CAPÍTULO 3
9. Comentario final
¿Qué es lo que tenemos, de hecho, tras esta larga discusión? La ar:',;
1
gumentación analítica que hemos hallado nos conduce a mareantes alturas'
de abstracción y generalidad; está entrelazada con la elaboración de las('~
tesis de la subjetividad, la psicología trascendental de las facultades; de~;~
pende completamente, para que resulte algo detallado y específico a modo~~
de conclusión, de la derivaeión de una lista de categorías a partir de las~ (fermanencia y causalidad
formas del juicio. No podemos poner confianza alguna en esta derivación. '.
No tenemos fe alguna en la teoría de la síntesis. Sin embargo, nos hemos ;¡
quedado con algo; si no con una prueba, sí con una razón como para'' ~; Pasamos de la Deducción Trascendental a los Principios con, la espe-
considerar favorablemente una conclusión extremadamente general: a sa.Í; :ranza bastante definida de que la significatividad de las conclusiones gene-
ber, que cualquier curso de experiencia del que nos podamos form,ar una:! '1:ales que se argüían en la Deducción se clarificará más y de que, en el ~~;
concepción coherente, debe ser, potencialmente, la ¡experiencia de un,) !Proceso, esas mismas conclusiones se establecerán de una manera más
sujeto auto-consciente y, como tal, debe tener tal conexión interna, alojadáli ;firme., Pues, realmente, la argumentación de la Deducción, tal como la he
en los conceptos, como para constituirla (al menos en parte) en un curso de; finterpretado, es. demasiado general y demasiado oscura como para con-
experiencia de un mundo objetivo, concebido éste como determinante del.! ~iencernos sino de una manera precaria. Tenemos la teoría de que una
desarrollo de esa misma experiencia. El si esa conclusión general conlleva: '.é1;mdición necesaria para la posibilidad de la experiencia en general es i~
la necesaria aplicabilidad a la experiencia de cualquier concepto o prin· ¡ ¡que exista alguna forma de conexión, alojada en los conceptos, entre las
cipio ulterior y, si ello sucede, cuáles serían éstos, son preguntas abiertas: ,iexperiencias para así constituirlas en experiencias de un mundo objetivo. ·1ii

a una discusión posterior. Las argumentaciones principales de las que' ·El mantenimiento de esta teoría se haría indudablemente más firme con
hará uso Kant revertirán en la relaci6n de la noción general de objetividad •Un.a argumentación definida y aceptable en el sentido de que ciertas for-
con la de orden temporal. Podemos esperar que serán de naturaleza menos ;mas específicas de la conexión que se aloja en los conceptos están nece-
abstracta que los desarrollos de la Deducción y, consiguientemente, ¡»· 'sariamente implicadas en una experiencia posible. Y, debe entenderse, es
demos confiar que existan no sólo conclusiones más específicas, sino un ,~esa argumentación lo que debemos buscar en los Principios.
asidero mejor, y quizá una confianza mayor en la conclusión general, con la
que la Deducción nos deja en una: situación de toma de consideración más
que totalmente poseídos o persuadidos por ella. l. Visión «histórica» de los principios: consideraciones y re-
chazos
Nuestra muy definida esperanza sólo puede decirse satisfecha con algu-
nas .serias condiciones. Y son tan serias como para que no nos sorprenda
1que muchos filósofos hayan adoptado un punto de vista ante los Principios
\muy diferente al esperanzador que acabo de mencionar. Este punto de
;vista, que debo bosquejar antes de seguir adelante, no es sino una apli-
cación de una cierta teoría general sobre la naturaleza de la metafísica;
,1 y la aplicación de esta teoría a los Principios descansa sobre el hecho de

que lo que Kant ofrece realmente como conclusiones explícitas de las


''argumentaciones desarrolladas en los Principios puede considerarse, en
un cierto número de casos, como supuestos fundamentales de la teoría
,,,física tal como existía en tiempos de Kant, y cierto tiempo antes y des-
ipués. Kant arguye,. así, un principio de la conservación cuantitativa, un
,principio de la continuidad de la alter'ación, el principio de que todo
106 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 107

cambio de estado tiene un causa, el principio de la interacción recíproé~~ echo, que toda la Crítica necesita una reconstrucción a fondo por parte
de todas las partes de la materia en todo momento. Es fácil conectar todó~'1 e un físico filosófico.
estos principios con la física newtoniana. Y esa conexión estaba, cierta·'
mente, en la mente de Kant, como podemos ver, si es que no pudiéramos; Su teoría del espacio y tiempo como particularidades y como
hacerlo en otro lugar, en una nota a pie de página en B 252, en la que, 1 formas a priori <;le la percepción quizá necesitase ser reemplazada
hablando del. principio de q1:1e todo cam~io. tiene ur:a causa, tiene el Cuí-.~'" por una noción diferente del espacio y del tiempo; y sus tres ana-
dado de decir que no considera el movimiento umforme de un cuerpo i. logías por un conjunto diferente. Se podrían tener en cuenta Concept
como un caso de cambio de estado. Pero aunque Kant consideraba sus of Nature de Whitehead y otras obras suyas ... como intentos en esta
conclusiones como presupuestos de la ciencia física, no lo hacía, y no po:: '\, dirección. Cualquier físico filosófico que asumiese esta tarea apren-
dría hacerlo en coherencia con las metas declaradas de los Principios, bajo ( dería bastante no sólo de la perspectiva general kantiana, sino tam-
esa perspectiva histórica que está implicada en la frase «Supuestos de Ja r bién de los resultados de su examen de la ciencia de su tiempo 68 •
f:.
teoría física tal como existía en su tiempo». nosotrc:s,. sin embargo, se nos ;~; . Este es un punto de vista sobre la cuestión. Y si fuese el único la
impone esa :'isión h_is.tórica; pue~, se nos dice autorizadamenti:, .1 estru:~ :.Crítica globalmente sería un trabajo menos interesante de lo que noso;ros
ª
tura de las ideas basteas contemda en algunas de las· conclustones e.xplíE l6perábamos. Aceptar este punto de vista nos llevaría a dejar de lado
citas de .l,os Principio;. está cada día, más descartada, 0 al menos puest~ Ha: !dea de que podet?os encontrar en los Principi~~ una elaboración ul- ~
Jlil
en cuest10n, por la flSlca contemporanea. ;· ;tenor de las conclustones generales de la Deduccton Trascendental por
Esta postura, según 'la concepción de la metafísica a la que acabo d~ 'llleclio de afirmaciones más detalladas de las condiciones generalmente
aludir, no es en absoluto insatisfactoria. Es precisamente lo que debiéramo~ -necesarias de la posibilidad de cualquier experiencia de la realidad ob-
esperar. Pues en esta concepción de la metafísica, toda, l~ funció? de su 'tare~ )etiva que nos podamos hacer inteligible. Deberíamos, en su lugar, eon-
es precisamente articular la estructura enterrada, bastea, de ideas dentr&J '.kiderar la misma Deducción Trascendental bªjo una nueva luz, sabiendo
de las cual se desarrolla el pensamiento científico -y alguno~ añadiráJi, ~que en general debemos contentarnos con una metafísica histórica: estu-
el pensamiento social y moral- de u~a época o de una ,sociedad: N~ :dios descriptivos del marco fundamental de ideas dentro del cual se ha [!
debemos pensar en la estructura de las ideas como. un~ teona o conJunto1 ~esarrollado, en este o aquel período, o se desarrolla ahora, el pensamiento
de principios adoptado conscientemente por los ci.entificos (? los mora;, :.científico. . 100

listas) como solución a algún problema concreto, smo m~s bien co~o lo ; Está esto tan verdaderamente lejano de las intenciones de Kant, y de 1~¡

que suministra los verdaderos términos en los que, en la ep~ca ~ sociedad¡ Jo que él suponía que había alcanzado, que al menos deberíamos dudar
en cuestión, se suscitan los problemas o se. construye~ teonas nvale~. No, 'sobre la cuestión. Imaginemos que estamos de acuerdo, como decía
deben pensarse, de esta manera, tales con1u.ntos. de t~eas _como abierto~¡ {.ollingwood, en que la falta de sentido histórico llevó a Kant al error de
a la refutación directa; se abandonan en s1lenc10, mas bien, cuando e~ juponer que los presupuestos fundamentales del pensamiento científico
pensamiento científico (o social) entra en una nueva fase. Toda la tare~; He su tiempo eran los presupuestos absolutamente necesarios del pensa-
del metafísico, considérela él como la considere, es realmente ponernoi' <· 'ento científico en general. No se sigue, de su error, que no haya condi-
en claro el carácter de nuestro pensamiento, ~anto ahora como .en el PªJ qones de necesidad afirmables sobre la posibilidad de la experiencia en
sado, clarificando lo que estos conjuntos de ideas son o han sido. ; general, ni se sigue que Kant no se acercase en los Principios a afirmar
Las distinciones implicadas en este análisis de la metafísica no está~,: íales condiciones. Lo que se sigue, quizá, es que era más propenso a pro-
del todo claras. Pero, claramente, hay algo en ellas. Quien acepte no sólo, ' nerlas erróneamente, a identificar erróneamente lo que él tomaba como
1
las distinciones sino el análisis de la metafísica que las acompaña, debe. resupuestos necesarios de la ciencia física precisamente como esas con-
suponerse que felicita a Kant por haber real~zado un trabajo excel~nte e~ filciones nec;sarias ?e la posibilidad de la experien~ia er,i gen~ral qu~ él
lo que a la física newtoniana se re?7re, e mcluso le re_comen~ara como!. uscaba: ,Sena especialmente propen?o a ~ste err~r s1 hubiese ciertos tipos
modelo para cualquier sucesor metaf1s1co que desee asumir la misma tarea.. e relac1on formal entre ambas cons1derac1ones: s1 los presupuestos de una
en relación con la física cuántica y la teoría de la relatividad. Esta esj 'ase particular de ciencia fuesen, por ejemplo, formas bastante específicas
substancialmente, la visión que, sobre la Analítica de los Princii;iios, en~ ae las condiciones necesarias de la experiencia. .
67
·contramos expresada en COllingiwood 66 y Korner • Este sugiere, de .! El carácter de las conclusiones que Kant. avanza explícitamente en los
t~l.
"" Metafísica, III B. " Op. cit., pág. 87.
67
Kant, capítulo 4.
108 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 109

Principios, no es, entonces, un obstáculo insalvable para nuestras es ':rcepciones» 69 ; y la propia descripción retrospectiva que de ellas Kant hace
ranzas. Podemos, razonablemente, rechazar la invitación de rendimos· la siguiente:
antemano a una perspectiva meramente histórica y podemos persever: ..
con reservas, en el intento de permanecer fieles a una concepción de 1611 Nuestras analogías retratan realmente la unidad de la natura-
Principios que corresponde de una manera más cercana a la del propio Kan~ leza en la conexión de todos los fenómenos bajo ciertos exponentes
Sin duda alguna, las reservas son importantes. En primer lugar, no tenemot que no expresan otra cosa que la relación del tiempo . . . con la uni-
que atarnos al Cuadro de las Categorías que Kant invoca para justificar sif dad de la apercepción . . . En conjunto dicen estas analogías que
propia selección y presentación de los Principios. En segundo lugar, dJ todos los fenómenos están en una naturaleza, y deben estar en ella,
bemos evitar las trampas puestas por la propia preocupación kanÍ:iana sobr~ porque sin esta unidad a priori no sería posible unidad alguna de la
cuáles eran de hecho los presupuestos de la ciencia física contemporánea) experiencia y por lo tanto determinación alguna de los objetos en la
Esto significa que hemos de adoptar como nuestra única y preciosa pis~ misma 70 •
aquellas conclusiones generales que podamos considerar ya establecida~
!? al menos impresionantemente argüidas, en la Deducción TrascendentaD No es totalmente cierto que sólo tengamos que fijarnos en las Analo-
Y a he expresado estas conclusiones de diversas maneras. Una de emi ías en el presente estado de la argumentación. Existen otros dos textos
era ésta: en lo que Kant insistía más en la Deducción Trascenden~ n los Principios, ambos añadidos en la segunda edición, que merecen
era en la necesidad de una cierta unidad o enlace de las experiencias, pr~ ora nuestra atención. El primero es la Refutación del Idealismo no
cisamente ese enlace que implica y es implicado en el empleo de concept~: uy estratégicamente situado en la mitad de los Postulados del P~nsa­
de objetos que se conciben como constituyendo juntos un mundo objét¡) iento Empírico 71 ; y el segundo es la Observación General al sistema de
vo. La concepción de un mundo objetivo está ligada con la concepció¡¡ Os Principios con el que concluye el capítulo 72 • Ambos se refieren a la
de posibles rutas experienciales alternativas a través de él, con la ~ ~~sidad de una intuición externa, de un conocimiento de los objetos
tinción entre experiencia subjetiva y el mundo del cual es experiencia,·1j.I ~- están en el espacio, tema del que Kant hace abstracción, aunque por
con la posibilidad verdadera de la autoconciencia empírica. La conce~ ·uenas razones, en la descripción de las Analogías que acabo de citar. El ,,
1V~

ción, pues, del enlace entre la objetividad y la unidad o conexión nec¡, primero de estos textos es en parte -aunque sea también mucho más- u'
saria de la experiencia es el verdadero corazón de nuestra preciosa pista! dna argumentación anti-cartesiana en el sentido de que la autoconciencia
!l~
Y lo que debemos buscar en los Principios es la exposjción de lo qui sólo es posible por medio de la percepción de objetos externos. En el se-
m.,
está necesariamente implicado en esta concepción. gundo texto, una vez que Kant ha argüido en las Analogías que la apli-
cabilidad de los conceptos de substancia, causa y comunidad (o interne-
.ción recíproca) es una cpndición necesaria de la posibilidad de la experiencia
2. Relaciones de tiempo objetivas y subjetivas 'l. objetiva, · ::¡ñade. que es una condición para que seamos capaces de dar
.• ¡sentido a estas noeiones o para poder hacer algún uso de ellas el que sea-
Donde parece estar la mayor esperanza de encontrar esta exposici' ¡nos capaces de aplicarlas a objetos de la intuición externa o espacial es
es en la sección de los Principios titulada Analogías de la Experiencia. N :decir, a objetos que conocemos como objetos en el espacio. '
la encontramos en los Axiomas de la Intuición o en las Anticipaciones de . 1~ Ambos textos son importantes porque subrayan una vez más lo poco
Percepción. Estas secciones están ampliamente dedicadas a la aplicab': ,que Kant depende de las tesis de la Estética Trascendental como premisas
dad de las matemáticas a, primero, las cantidades -extensiones Y dur' ~de sus argumentaciones en la Analítica, tema ya apuntado en el análisis
dones- espaciales y temporales empíricamente dadas y a, segundo, ~ql! :que hice anteriormente sobre la relación entre las tesis de ambas partes
llas propiedades de los objetos físicos cuya mensurabilidad se refle¡a .·. ~de la obra de Kant. En la Deducción se ha argüido que debe existir algu-
variaciones de grado o en magnitudes intensivas en las sensac;iones q lna forma de conexión entre las experiencias que las constituya en las
excitan. Tampoco hallaremos lo que buscamos en los Postulados d .experiencias de un mundo objetivo. Podríamos haber esperado que, en
Pensamiento Empírico, que consisten en su mayor parte en instrucci01'\· 'la argumentación que ahora contemplamos, Kant extendería las tesis de la
y precauciones sobre el uso de los conceptos de posibilidad y necesida ~~stética hasta el punto de tomar como premisa la espacialidad del mundo
en su aplicación al mundo natural, en sentidos distintos del estrechamen .r ..
lógico. Pero las Analogías parecen prometernos algo de· 10 que busc~m . '· 10 ~ ~\~;B 263
Se declara que el principio general de la~, Analogías es que «la experien ' 71 B 274-9, cfr. también B xxxix-xli, nota.
1
, sólo es posible mediante la representac1on de un enlace, necesano de 1 .. '2 291-3.
110 Los límites del sentido l.
~
La metafísica de la experiencia 111

de los objetos. Entonces el problema que quedaría por resolver en 14 ~d, alojada en los conceptos, entre las experiencias en orden a consti-
Analogías se formularía de la siguiente manera: para concebir el mund"' 0~Has en experiencias de una realidad describible por medio de juicios
como objetivo debe ser posible distinguir entre el orden de las percep<i iol:ljetivos. Esperamos descubrir lo que son estas formas de conexión y
dones que tienen lugar en una ruta experiment~l .ª través de él Y ~ .;únidad entre las condiciones para determinar las relaciones de tiempo

orden y relación que poseen los constituyentes obJetlvos del mundo. _Es~ <objetivas, en oposición a las meramente subjetivas, que hay entre las
orden y esas relaciones no pueden ser determinados por l~ refer:ncia ~ ·:experiencias.
la misma estructura pura espacio-temporal, que no es un posibl~ ~bJeto de¡ ;·;,. Los elementos que todavía podemos hallar aceptables de la solución
percepción. De una forma u otra, por lo tanto, el o~den subJetiv_o debe; ~kantiana a este problema forman realmente una única estructura com-
representarse en los conceptos que aplicamos ~ los mismos cont_erudos d~: tP!tja· de ~rgumentación. Pero Kant no presenta un argumento unificado
nuestras percepciones, o en los cuales subsumimos estos coi:temdos; co~j 1P~"'este tipo. Debemos recogerlo lo mejor que podamos de las diversas
ceptos, como dice Kant, de conexión necesaria de las percepc10nes. El Pto; Jargiimentaciones de las tres Analogías y de la Refutación del Idealismo.
blema de las Analogías es mostrar cómo se representa, Y debe represent ,,-Gomlenzo por considerar, conjuntamente, los desarrollos de la Refuta-
tarse, ese orden. ;ción y de la primera Analogía.
Pero, de hecho, Kant no plantea el problema de esta forma. A lo largo ·:, ,
de las Analogías el problema sólo se representa como el de llegar a afumar ·
las condiciones necesarias para. determinar rela~ion~s de tiemp~ objetivas, J. · Permanencia: la refutación del idealismo y la primera analogía
No se asume en la argumentación el que esto implique determinar las re· ·
ladones objetivas no sólo en un orden temporal, sino en un orden espacio- 1: El resultado anunciado de la Refutación es «volver el juego del idea-
temporal; más bien es algo que, en cie:to sentido, e1:1erge de ella. En los <.lismo contra sí mismo» en base a que la autoconciencia empírica sólo es
dos textos a los que me acabo de referir llegamos mas cerca que en otro~ ·'posible a través de un conocimiento inmediato de los objetos que están
lugares a una formulación explícita del tema. , : ~en el espacio. El resultado anunciado, aunque no alcanzado, de la primera
Acabo de decir que Kant se plantea el pr?blema en las J\nalogias :orno ·;Analogía es probar un principio de conservación cuantitativa en el sentido ¡¡:'
el de llegar a afirmar las condiciones necesaria~ para determinar relacione~ ;de que el quantum de substancia de la Naturaleza ni aumenta ni disminu- [I
de tiempo objetivas. Creo que en ningún otro sitio aparece con mayor clar1, )e: Esto último, sin embargo, no es sino la sorprendente glosa kantiana )0
dad el genio generalizador de Kant que en su reducción del probl_ema ª esta ;sobre una idea más prometedora que figura en un puesto prominente en
~M
forma. Quizá sea suficientemente evidente, dadas las. argumentaciones de~· :ambas argumentaciones: la de la necesidad de que haya algo permanente x1
Deducción Trascendental, que el problema descubrirá lo que es necesario 1.en la percepción. Uno de los análisis se refiere explícitamente a las condi-
para que una sucesión temporal de e-:cperiencias (o_ de percepciones) se hagan 'ciones generales .de la posibilidad de la autoconciencia; el otro, también
percepciones de una realidad objetiva, una reaI:dad de la cual son tam•¡ '.explícitamente, a las condiciones generales para determinar las relaciones
bién posibles otras series temporales de percepciones. Pero fue una. gra~ ;de tiempo entre los objetos de experiencia. Visto lo dicho sobre la co-
intuición percibir que es.te problema puede _re?uci:se al de ?escubrir la; tlíeJ9ón entre estos problemas, no ha de sorprendernos si ambas argumen-
condiciones necesarias dé la posibilidad de distin~mr dos con¡untos de r~ (ladones apuntan hacia una conclusión común.
ladones: 1) las relaciones de tiempo entre los ob¡et?s de los ~uales ha-ifo: ~· Por desgracia, esto sólo sucede de una manera dubitante. El desarrollo
considerarse que son las percepciones; 2) las r~lac10nes de ~lep:ipo ~ntr,!, ;de la argumentación que hubiésemos esperado que tuviese lugar, más que
los miembros de la serie (subjetiva) de las mismas percepciones. Si ~~ él que de hecho se sigue, podría ser el que a continuación se expresa. Es
hubiese ninguna forma de hacer esta di.stinción, no te1?dría, ;enton:es, si~ ,)inposible trazar las distinciones necesarias entre: 1) las relaciones de tiempo
nificación alguna la distinción entre ob¡etos y percepci?n~s de ob¡etos;:~¡ ,He los miembros de una serie subjetiva de percepciones, y 2) las relaciones
caerían en Ul}._CQlapsQJ:ambién todas las ~ociones constg~ientes: es deor\ {de tiempo de al menos algunos abjeto.s de los cuales son las percep-
la noción de· una_ r~!ª _s:ubjetiva g -~xr.enI?ental .,ª .- trayes _clf:!_l1~~ndq pónes, a no ser que los objetos en cuestión se consideren como pertene-
'<,;) objetivo, la posibilidad de la autoconciencia empm7a, la ne~~saria aut :' óentes a una estructura de relaciones permanente en la que los mismos
reflexividad de la experiencia, y, por lo .tanto, la ~ts~a. ;iocion de ex~ :Objetos disfruten de relaciones temporales (de coexistencia o sucesión)
rienda. Si, por el contrario, puede realizarse la ~i~tinc10n, entoi:ces la¡ Jntre sí independientemente del orden de nuestra percepción de ellos. Esta
condiciones de necesidad para hacerla son las condiciones de necesida~.d~ ·~structura duradera de relaciones es espacial. El espacio es el marco per-
la posibilidad de la experiencia. En la Deducción Trascendental se?,ª argutd,: ''-mente necesario de las relaciones de tiempo objetivas. Tal como el mismo
°
en términos generales la necesidad de algunas formas de conexwn uru, ,·ant formula enfáticamente en B 291, «el espacio sólo es determinado
¿i\

112 Los límites del sentido La metqfísica de la experiencia 113

··~
1

como permanente». Pero no se trata en absoluto de percibir la misma¡.\· mismo sujeto, acceso alguno a este sistema más amplio de relaciones tem-
estructura necesaria, de percibir, por así decirlo, la pura permanencia ? porales excepto el de sus propias experiencias. Todas éstas, o algunas de

espacial. Debemos así percibir algunos ob¡etos como duraderos, aun in· ellas, deben, por lo tanto, ser consideradas por él como experiencias de co-
cluso si nuestras percepciones no tienen ese carácter, debemos verlos como sas (distintas de las experiencias mismas) que posean entre sí las relacio-
subsumidos en conceptos de objetos persistentes, aunque sean. objetos de 1 nes temporales de ese sistema más amplio. Pero sólo hay una manera de
percepciones no persistentes. La idea de una ruta subjetiva experimental a, que las cosas o los procesos percibidos puedan suministrar un sistema
través de un mundo objetivo depende de la idea de la identidad de ese de relaciones temporales independiente del orden de las percepciones que J
l
mundo a través y a pesar de los cambios que haya en nuestra experien: de ellos tiene el sujeto, a saber, perdurando y siendo reencontrables en ex- ~
i
da; y esta idea depende, a su vez, de nuestra percepción de los objetos periencias perceptuales temporalmente diferentes. Por lo tanto, el cono- l

como poseedores de una permanencia independiente de nuestra percepción cimiento de cosas permanentes diferentes de mí mismo es indispensable
de ellos, y de que seamos, por lo tanto, capaces de identificar los objetos en mi asignarme experiencias a mí mismo, en mi ser consciente de mí mis-
como numéricamente los mismos en diferentes situaciones perceptuales. mo en cuanto teniendo, en distintos momentos, diferentes experiencias 73 •
Ninguna de las dos argumentaciones sigue exactamente estos pasos. La Lo que aquí tenemos es, evidentemente, una forma de la argumenta-
primera Analogía arguye oscuramente la necesidad de algo permanente y1·· ción de la tesis de la objetividad, con un énfasis especial en que la
salta a continuación al principio de conservación ya mencionado. La Refuta· · perdurabilidad o permanencia debe representarse de alguna manera en el
ción, a través de la idea de algo permanente, arguye la necesidad de un co- ,. orden objetivo. No hay, como siempre, ningún argumento independiente
no;:imientc;> ii;mediato d7 los objetos externos. <;onsiderem?s est<;> últi?1o e~~
1
en el sentido de que el orden objetivo deba ser espacial. En su lugar,
mas detemm1ento. Comienza Kant: «Soy consciente de m1 propia ex1stenc1a · vemos la transición usual desde «las cosas distintas a nuestras repre-
como determinada en el tiempo» y sigue directamente con «Toda determi' , senta.dones de ellas» a través de «las cosas externas» o «los objetos de
nación de tiempo presupone algo permanente en la percepción», haciéndos1I la intuición externa» hasta «las cosas espaciales» o «las cosas en el es-
eco, por lo tanto, de la primera Analogía. Procede entonces a argumentar . pacio». Si se le cuestionase a Kant directamente sobre ello, sin duda, y
que este algo permanente debe ser algo que percibo fuera de mí. De todasl.' razonablemente, nos respondería que, dotados con el tipo de experiencia
formas, no estaba, claramente, muy contento con la manera de formular la '. del que estamos dotados, no podemos realmente hacernos inteligible la
argumentación en el texto principal. Tal como justamente señala «hay algu·: ·idea de ninguna alternativa al orden espacial; o, al menos, que si conce-
na oscuridad en las expresiones empleadas en la prueba»; y vuelve a luchar · bimos alternativa alguna, sólo lo podemos hacer en analogía con el espa-
con la argumentación en una larga nota a pie de página del Prefacio, varias cio. Quizá merezca la pena replantear el curso de la argumentación bre-
veces más larga que la formulación originaria de la prueba. Quizá sea posb vemente de tal forma que surja la fuerza de esta respuesta.
ble acercarse más al movimiento real de su pensamiento de lo que hasta Nos hemos encontrado ya antes , el pensamiento que yace en el cora-
ahora he hecho en el desarrollo de la argumentación que acabo de exponer. zón de toda la argumentación de· la tesis de la objetividad, y es el que
Haré el intento. •· introduje primeramente en conexión con la Deducción Trascendental: la
Imaginemos que pensamos simplemente primero en una serie temporal condición fundamental de la posibilidad de la autoconciencia empírica es que
de representaciones o experiencias, haciendo abstracción momentánea del 11 la experiencia debe contener al menos las semillas de la idea de una ruta
hecho de que lo que queremos realmente significar por la pertenencia de una experiencia! o subjetiva a través de un rpundo objetivo. La idea de una
experiencia a tal serie no es en realidad nada distinto a que es una expe· sucesión meramente temporal de representaciones, de la forma «Ahora A,
rienda de un sujeto potencialmente autoconsciente. Podemos pensar sin¡.· ahora B, ahora C», etc., no contiene por sí misma las semillas de esta idea.
plemente en los miembros de la serie como ordenados temporalmente en Si, y sólo si, ampliamos la formulación a «Aquí ahora A», etc., y considera-
relación unos con otros, poseyendo cada uno una posición temporal deter- mos las implicaciones de esta adición, encontraremos realmente las
minada en la serie por la relación a los demás. Pero, recordando ahora de lo 73
que hicimos abstracción, vemos que estas relaciones internas temporales empíricaLacomo argumentación, de expresa intención anti-cartesiana, toma la autoconciencia
un elemento incuestionado en cualquier experiencia posible. Podría
de los miembros de la serie son bastante inadecuadas para mantener o dar i reenmarcarse sobre . la pesa del quizá menor requisito de la auto-reflexividad de la
ningún contenido a la idea del conocimiento del sujeto de sí mismo en cuantq 1. eicperiencia. La distinción requerida entre «las cosas siendo así y así» y «las cosas
teniendo tal y tal experiencia en tal y tal momento (es decir, en tal y tal t siendo experimentales como siendo así y asÍ» sólo puede suministrarse en el seno
posición en un orden temporal). Para darle un contenido a esta idea nece; \ como de la serie temporal de ias experiencias mismas,. Y'~sólo si algunas de éstas se toman
experiencias de cosas que poseen entre sí relaciones temporales independientes
sitamos, por lo menos, la idea de un sistema de relaciones temporales qu~ ~ del orden en el que de hecho se experimentan. A partir de este momento, la argu-
comprenda algo más que esas mismas experiencias. Pero no hay,. parad 'i' mentación prosigue como se indica. · ·
rn-rn 11
114 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia
115 • 1 ! !'
semillas de esta idea. Pues la adición de «aquí» a «ahora» es completa- es perfectamente verdad que esta estructura absolutamente permanente · 1

mente ociosa a no ser que lleve consigo la posibilidad de contrastes taks y duradera no. es en sí misma, por así decir, un objeto puro de percepción, \ 1
como «en otro sitio ahora» y «aquí de nuevo más tarde»; es decir, a no y que su durabilidad debe, por lo tanto, representársenos de alguna forma 1 1
ser que conlleve las implicaciones de un marco espacial (o cuasi-espacial) empírica en nuestra' percepción real de los objetos. Pero, todo lo que se i l
más amplio y duradero, a través del cual es posible una ruta experiencia! requiere es que nosotros seamos en principio capaces de localizar en el
precisamente porque son posibles otras rutas experienciales diferentes. Por marco duradero todas las cosas objetivas que encontremos, es decir, que
lo tanto, dado que el mismo marco «puro» no es objeto de percepción, la seamos capaces de relacionar todo aquello que tomemos como objetivo con
condición fundamental de la posibilidad de la autoconciencia empírica en todo lo otro que también tomemos como objetivo en un sistema de rela-
el tiempo es el conocimiento de objetos duraderos en el espacio (o, al me- ciones espacio-temporales. Y para que esto sea posible no es, ciertamente,
nos, en algún análogo del espacio que nos podamos hacer inteligible sólo 1 necesario el que operemos con (o incluso que soñemos con) ningún princi-
como análogo del espacio). pio científico de conservación, ni que de hecho un principio tal se aplique al
Debemos regresar ahora a las pretensiones reales que Kant le otorga mundo de nuestra experiencia. Lo que sin duda es necesario es que seamos
a la primera Analogía. Debemos enfrentamos al contraste, entre lo que él capaces de identificar los mismos lugares, y por lo tanto objetos o procesos,
pensó que había establecido y lo que puede considerarse que estableció a en diferentes momentos. Dadas las limitaciones de nuestra experiencia
través de estas argumentaciones respecto al tema de que la permanencia , perceptual real, esto a su vez requiere que debamos percibir algunos objetos
o durabilidad debe representarse de alguna forma en el orden objetivo (es- · como poseedores de una permanencia de la que carecen las percepciones
pacial). La anunciada conclusión de la primera Analogía es, en efecto, el que de ellos tenemos. Requiere que nuestra experiencia perceptual sea tal
principio científico de conservación de la masa, o de alguna otra esencia que sólo pueda describirse de una manera adecuada por la aplicación de
mensurable de la materia. El teorema a probar se formula como sigue: «En ciertas clases de conceptos, precisamente esas clases (por ejemplo, conceptos
todo cambio de los fenómenos permanece la substancia; el quantum de la de cuerpos materiales) cuyo empleo real por nuestra parte trata de justificar
74
misma no aumenta ni disminuye en la naturaleza» • De nuevo, al final del el teórico de los datos sensoriales por otros medios. Pero nada de esto
primer breve recorrido de la prueba, encontramos la conclusión: implica la necesidad de ninguna permanencia absoluta ni de los objetos
particulares ni de tales aspectos cuantitativos de la materia que los físicos
Lo permanente, en relación con lo cual solamente pueden ser ·referían antes, o ahora, con los nombres como «masa» o «energía».
1
determinadas todas las relaciones temporales de los fenómenos, es. 1 Las confusiones radicales de Kant sobre el asuiifo apareéeii. eri textos
la substancia en el fenómeno, es decir, lo real del mismo; y, como como el ·que sigue:
substrato de todo cambio, permanece siempre lo mismo. Y pues no
puede cambiar en su existencia, tampoco su cantidad en la natura- Las substancias, en el fenómeno, son los substratos de todas las
75
leza puede aumentar o disminuir • determinaciones del tiempo. El nacer de unas y el morir de otras,
. suprimiría incluso la única condición de la unidad empírica del tiem-
Esta interpretación que Kant. h~ce .de sus propios re~ultados es has- : 1: po. ~os fe~ómenos ,se referirían entonces a dos tiempos diferentes y
tante inaceptable excepto en la hipotesis que ya he men~iona~o, a saber, · la existencia correna en dos arroyos paralelos, lo cual es absurdo.
que Kant estaba expuesto a la ter:t~ción muy fu:rte de identi~c~r. lo que , Sólo hay un ti.empo en :1 cual deber: ;alocarse los diferentes tiempos,
consiguiese establecer como cc:n~ic10nes necesarias de la, posibilidad d~
76
no como coexistentes, smo en sucesion unos tras otros •
la experiencia de un mundo ob1euvo con lo que ~a c?i;icebia como sup?e~
tos fundamentales e incuestionables de la cienci.a fisica. Con esta hipo- . El cambio de «substancia», en singular (como aparece en la formulación
tesis ~o es totalmente ininteligible que la tentación opere. en el p~es~n~e originaria de la prueba) a «substancias», en plural, es bastante désconcer-
caso. Kant, podemos decir, ha consegui~o establ~cei; ~lgún tipo de pr~nopio tante. Kant ha dicho, sobre la substancia en singular, que stt «quantum»
de conservación metafísico. Ha establecido el principio de Ja necesaria c~n- . no puede aumentar o disminuir en la Naturaleza. Si suponemos que la
servación de la identidad del. mundo de las cosas que estan en el espdcio: '._substancia puede dividirse en .unidades, iguales (9uizá las partículas últi-
Esto es lo que debe concebirse como abSolutamente permanente Y i:t,ª ;, mas), que se llamen substancias, podriamos derivar, de hecho, de este
clero: la estructura espacio-temporal de las cosas como un todo. Tambien · dictum la conclusión de que el número de substancias en la Naturaleza
.·ni puede aumentar ni disminuir. Nó llegaríamos todavía a la consecuen-
1

75
B 224.
B 225. ' 1
' A 188-9/B 231-2.
:~J
"~f·
116 Los límites del· sentido La metafísica de la experiencia 117
c~a de que las substancia~ ~o pueden dejar,. o empeza~, la existencia, natura~. Tiene que co~tar aquí no sólo con ~l principio kantiano general,
smo meramente que las perdidas y las ganancias deben siempre y simul- . . Yadrmr~~le, de que solo podemos darle sentido a un concepto en base a
táneamente contrar~estarse entre sí. Pero entendamos lo que entenda- , ·:.las condiciones de su uso e~pírico. También está el hecho de que se supo-
m?s por «substancias», parece obvio que nuestro esquema (o nuestros ,; '., ne que el concei;t? en cuesttón es una categoría, es decir, un concepto tal
mi.tos) ~onceptual p~rmitiría el que hubiese comienzos y :finales en la t. que el uso empmco. qu~ de él hagam'os es condición necesaria para que
e~istencia de cualqmer clase de ítems concretos, concebidos como sea, . podamos tene~ e~penencia alguna de un mundo objetivo. La necesidad de
sm destruir nuestra captación de la continua unidad e identidad de la ~ue ten~a aplicación al mundo objetivo es, de hecho idéntica a esta nece-
estructura espacio-temp?ral. del mundo al que esos íteT?s pertenecen. Si sidad. S~n d.uda pued~ des~ri~i~se ~I u~o, en la aplic~ción a los objetos de
el que hay unos constltuttvos elementales de la materia permanentes e ·· la exi:enencia, de algun prmc1p10 cienti:6co de constancia cuantitativa de la
1

ii:tdes,tructibles ha sido, o es, un presupuesto de alguna visión o teoría materia. Se. pueden dar reglas para el uso empírico de ese concepto. Pero
cienti:6ca, entonces es~e. ,hecho sól? muestra qi:e. ~al supuesto no ~s ~n ! { la sug~r~n~1a de que ~l u~o de este ~ncepto está necesariamente implícito
absoluto una pr~c~nd1cion necesaria de la posibilidad de la experiencia . w en los Jlllcios de e~enencia de cualqmer persona que no sea un científico es
de un mundo ob1ettvo. bastante poco plausible. Una persona con mente precientí:6ca es muy capaz
1

Quizá hayamos llegado algo más cerca a explicar, aunque no a justificar, de ver Y de pensar que algo se va coi: el f1umo o queda reducido a cenizas, sin
el texto en cuestión. Kant, digámoslo así, ha mostrado la necesidad de · dulner en abs.oluto que algo cuantitativamente idéntico persiste a lo largo
algo duradero y permanente: todo el entramado de la Naturaleza; y si la e .. proceso. Si realmente estamos tratando de una categoría, lo estamos
palabra «substancia» ha de enlazarse con el concepto de permimenciª ah- ,, ha~te?do de un concept~ qu: .todo aquel c~paz de tener un~ experiencia
soluta, ~s a t?do el entramado d~ la N~turaleza al que debiera aplicársele, t ~.hJ~!iv~ dÍ~e; al n::enos imphcit.amente, aplicar; pero la teona de la apli-
como hizo Spmoza. Kant es, al mismo tiempo, al menos parcialmente cons- , cacto~ imp tcita sena poco plausible en este caso. Kant, por lo tanto, nada
ciente de que lo que esta permanencia representa para nOsotros en la· 'nos. dice de ~;cho sobre el uso que hacen los científicos de los principios
experiencia no es ninguna cosa única absolutamente permanente, sino más . . debcons~rvacion. Pospone to?o el problema del «c~iterio empírico de una
bien meramente esos objetos de percepción relativamente permanentes que, ., ,, su stancta» ~ ese texto ulte:1or ,al que me he referido, en el que dice que
en sus relaciones entre. sí, producen Ja única est:uct?,1'ª duradera n. Pudiera, f<la ,substanc.ia apa;ece mamfestan?~se no a travé~ de la peri;rianencia del
por lo tanto, ser su:6Cientemente natural la aphcacion de la palabra «subs- .: . enomeno, smo .1,11ª 8 adecuad~ Y .factlme~~e a traves de la acción» 79, y, de
tanda», en un sentido· transferido, también a estos objetos. Tendríamos · nuevo, ~<la. accion es ui: critt;rio empmco suficiente para establecer la
entonces substancias, en plural; y, evidentemente, al menos algunas clases substanciahda~ de un ~u1eto sm que se .requiera preguntarnos antes por
de entidades espacio-temporales relativamente persistentes tendrán un de- su perma:iencia ª traves de la comparación de las percepciones» 80• Pero
recho histórico -én verdad aristotélico- al título. Si imaginamos ahora i a~que dice que el. «a~tuar» es un criterio de permanencii¡, no nos dice
una fusión de las dos ideas de permanencia absoluta y de pluralidad,·.' ~ál. es el, 0 un,. ~tlterio del a~tuar, excepto .cuando afirma que la acción
pertenecientes respectivamente a estos dos usos de la palabra, y -bajo la s¡grufica la relacron de un sujeto de causalidad a su efecto. Menciono
influencia de la tentación que ya he mencionado- identificamos el re- • , este !ext~ funda~entalmente como un síntoma de incomodidad, y no lo
sultado con una tercera y científica aplicación de la palabra, tenemos el · \ exammare posteriormente.
resultado que nos propusimos explicar. •i Podemos pues,. creo, decir que, por lo que respecta a la primera Ana-
Es claro que Kant no sólo estaba confuso con su teoría sobre lac·subs- logí~, t?;_mada con1unta:ne:it~ co.n I~ Refutación del Idealismo, Kant no
tanda, sino también incómodo con ella. Al :final de la primera Analogía, . consiguio .i:robar el principio c1e~t1fico de conservación que postula en
tras repetir su conclusión general, «Así pues la permanencia es una cori- , ¡~ conc~usion. Pe~o. ~rueba algo 1m~ortante. ~a experiencia de lo obje-
dición necesaria sólo bajo la cual los objetos son determinables como co- , tlvo e:cige la posibiJidad de deterfl1:ma~ relac10nes de tiempo objetivas.
sas u objetos en una experiencia posible», continúa: «Tendremos más tarde i y decir que es. posible ~na determmac1ón objetiva del tiempo es decir
ocasión de hacer las observaciones que parezcan necesarias en relación con · ~ue podemos ~si~nar relaciones temporales de coexistencia y sucesión a ob-
el criterio empírico de esta necesaria permanencia, el criterio, consiguiente- ; ,1ers.Y acotdecimientosy que podemos, cuando sea necesario, distinguir estas
mente, de la substancialidad de los fenómenos» 78 • El que Kant sintiese la , re .aciones e las relaciones temporales de nuestras percepciones, aunque,
necesidad de hacer observaciones ulteriores sobre este punto es bastante ' evidentemente, lo hagamos en base a la fuerza de estas últimas. Para que
77
Cfr. B 277, nota 2 a la Refutación del Idealismo. " A 204/B 249.
1
• A 189/B 232. El texto mencionado se encuentra en A 204-6/B 249-51. so A 205/B 250-1.
118 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 119
.. ¡.
esto sea posible debemos considerar que los objetos pertenecen a una estruc:.:;, '-! en la propi~ ~espuesta kantian~, qu~ s~ desarrolla como paso a exponer. Si
tura espacial duradera e idéntica, que los acontecimientos suceden dentro·f lo _qu_e percibimos es un camb10 ob1etivo, un suceso, un caso en un estado
de ella. y para que esto, a su vez sea posible, debemos tener criterios¡ o_b¡etivo de cosas que da ~ug_ar a otro, entonces nuestras sucesivas percep-
empíricamente aplicables de persistencia e identidad, encarnados en concep;- '~ , cro~es _de est?s estados ob1ettvamente sucesivos carecen de la característica
81
tos en los cuales podamos subsumir objetos de percepciones no persisten< l de md1ferencia de _orden • Nuestras percepciones no podríai: haber tenido
tes. Si nuestra elección recae en llamar a tales conceptos «conceptos de:,~ . lugar en el orden mverso al orden de como de hecho ocurrieron. Por de-
substancias» debemos entonces tener y aplicar conceptos de substancias,t cirlo más positivamente, el orden que tienen es un orden necesario. Si, por
' ": otra parte, lo que percibimos sucesivamente son cosas o partes de una cosa
objetivamente coexistentes (es decir, cosas o partes de una cosa que existe
4. Causalidad: las argumentaciones de la segunda v tercera ana-·~. ' simu~táneamente ªfo largo del tiemp_o que invi~rten nuestras percepcion.es
, . · · ~; sucesivas), entonces nuestras percepc10nes sucesivas de estos items coexis-
logzas .'· tentes poseen esta característica de indiferencia de orden. Podrían haber
. , : ~. tenido lugar en el orden inverso al orden en el que de hecho ocurrieron.
Kant, en la primera Analogia, se ha ocupado declaradamente de las; Kant expresa sobre todo en el caso de la sucesión objetiva estas con-
condiciones generales para _la ~~ter~in~ción objetiva del t!emp?; y ha man·¿ ·diciones por medio de una dirección particular del énfasis epis~emológico. íli'1

tenido que una tal determmacion implica. una permanencia o~Jetlva q?e s<;; · Cualquier uso, que podamos hacer en la experiencia, del concepto de un
~11.

representa de algún mod? en las p~rcepciones,_ las cuale~ estan cambiando; suceso objetivo depende de nuestro uso implícito de la noción de un orden
constantemente. Ahora bien, todo upo de relaciones de tiempo, Y por tanto\ necesario de las percepciones pertinentes. De forma similar, nuestro cono-
las relaciones de tiempo objetivas, son fundamentalmente de dos clases: re: 1 cimiento, a través de la percepción, de la coexistencia de las cosas depende
ladones de sucesión y relaciones de existencia. simultánea, o, en palabras de , de nuestro reconocimiento implícito de la indiferencia de orden de las per-
Kant, de coexistencia. (Las relaciones de superposición temporal pueden cepciones correspondientes. La carencia o la posesión de tal característica
ser analizadas en términos de las dos mencionadas.) En la s~gunda Y tercera' por parte de las percepciones es, parece decir Kant, nuestro criterio -nos
Analogías parece que Kant pasa de la cuestión de las condiciones generaler, demos cuenta o no reflexivamente de tal hecho- de la sucesión o coexisten-
de posibilidad para determinar las relaciones de tiempo obj~t!vas a lo q?e cía objetivas 82 •
parece que trata como los problemas separados de las condlClones especia-. . Antes de pasar a considerar cómo emplea Kant estas conexiones debe-
les de, respectivamente, el conocimiento empírico de la sucesión objetiva Y: , mas preguntarnos. si de hecho se pueden sostener. Parece ser que así ~s, una
el conocimiento empírico de la coexistencia objetiva. Pudiera parecer lógi:' vez interpretadas y matizadas adecuada. y razonablemente. La interpreta-
camente que hay algo raro en la idea de pruebas ulteriores independientes· ción básica sería la siguiente. Dado un período de coexistencia de dos ob-
sobre las condiciones de estos dos casos. Pues cualquier análisis, o cualqpiet . jetos particulares, perceptibles independientemente, A y B, es posible, en-
análisis completo, de las condiciones de determinación de relaciones de tiem;,' torrees, que durante el período de su coexistencia pudiéramos percibirlos o
po objetivas debe, con toda seguridad, ser un análisis de _las condici?nes d~: ', en el orden A, B o en el orden B, A; y si en ese período los percibimos de
determinaci6n precisamente de es~as_ dos clases de r;Iaciones. Pudiera ?,ª·', hecho en el orden A, B, es posible que pudiéra!11os haberlos percibido, ~n
recer, por lo tanto, que el procedimiento natura~ serta tomar l~, conclu~ion; : su lugar, en el orden B, A. Por otra parte, suponiendo que ocurra un camb10
de la primera Analogía como premisa de cualquier argumentac10n ultenor¡ i que consista en un estado de cosas, A, que da lugar a otro estado de cosas
es decir, investigar qué más condiciones deben satisfacerse si la permanencia;' objetivas, B, es posible que percibiésemos tales estados en el orden A, B,
objetiva ha de representarse en las percepciones cambia.ntes. Pero e~tas no . pero no es posible que ello sucediese en el orden B, A; y si de hecho los
son más que dudas preliminares. Dejémoslas de lado mientras exammamos '.percibimos en el orden A, B, no es posible que los pudiéramos, en su lu-
las argumentaciones mismas. · · gar, haber percibido en el orden inverso.
El pensamiento centr~ tanto de la ~egunda como de la terc~ra,Analogí~· " Debe notarse que el concepto de sucesión objetiva en general es más amplio
puede expresarse como sigue. Al considerar todas las percepc10nes sucesi- que el de un estado objetivo de cosas que da paso a otro en un único suceso o cam-
vas, que se suponen son percepciones de lo objetivo, surge cie.rta pr~gunta: b.io. Puede que,_,~n esta~o (S,) empiece a exi~tir en el momento en el que. ~esa otro (S,)
si esas percepciones podrían 0 no haber tenido lugar en el orden inverso sm q?e esto quiera dc;c1: que. hay un cambio de S1. ~ S, o que la suces10n de s, a ?i
h h · · . atecen de una caracte- constituye. un suceso umco. Srn embargo, una suces1on tal de estados puede caer ba¡o
al orden en que, de ec ~ ocurne:odn.'f si p~seedn cd ° El ·¿ d l , la percepción de un solo observador. Kant sólo se ocupa de la aplicación más estrecha
rística que podria denommarse «tn i erencta e or en». . sentl . o e a. ·del concepto.
pregunta no es obvio de inmediato. Pero al menos se clanfica parcialmente " Véase más adelante parte IV, sección 3, págs. 217-218.

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~

120 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 121 11


La primera parce del desarrollo exige poco comentario. Es evidente:: rvas con respecto a sus objetos. Kant quizá reconocería como verdad con-
que suponer que pudiéramos haber percibido los dos obj~t~s co~xist~nt~~ '''.ceptual, que no requiere un modo especial de prueba, que un efecto no
en el orden opuesto al orden en el que de hé~ho los per~ibim?~ imph~ara ~: ~puede preceder a su causa. El que cualquier experiencia concebida como
normalmente alguna supuesta diferencia ulten~r. en la situaci<?n conside-~ [percepción de algún ítem objetivo sea concebida, por lo tanto, como cau-
rada globalmente: un orden diferente de aparición de los ob¡etos en. eJt \jalmente dependiente de (como un efecto de) la existencia de ese ítem, es
.\¡
' ·~
j

proceso, una dirección distinta de nuestra atención, etc. El ~upone_r dife-~: ·;tma verdad contenida en el mismo concepto de percepción sensorial de
rendas puede hacerse de manera muy radical pero m~y legíum~, siempre{ lJos objetos cuya existencia es independiente de que nosotros los conozca-
y cuando la condición dada, la coexistencia de los ob¡etos particulares A1; ~inos. Si estas verdades se toman conjuntamente con las suposiciones de:
y B no sea trastocada. :. ;1¡ que A y B son estados de cosas objetivos, y que A precede a B en el
Este requisito, que no se altere la condición dada, preserva a la segundar, !,tiempo, constituyendo esta sucesión un único acontecimiento (el aconte-
parte de la teoría de la objeción simplista de que podríamos haber percibido3 ~Cimiento de que A es sucedido por B); 2) que a es la percepción de A y
el estado objetivo de cosas B (el barco río abajo) antes del estado objetivo~ 1~ la de B; 3) que no hay ninguna diferencia pertinente en los modos de
de cosas A (el barco río. arri?,a) si el barco hu~iera.?avegado, con el motor{ ¡9~pen~encia causal, a de.A y (3 de B _(si~ndo una diferencia pertinente
a contramarcha, en la d1reccion opuesta a la direcc1on. en que de hecho na- ;ft!alqu1era que afecte al tiempo que se mv1erte por el proceso causal por
vegaba. Quedan aún objeciones más elaboradas. Imagmemos que el es~~do,; ,elcual el objeto (A o B) produce su efecto (a o (3) para completarse), en-
de cosas A fuese tal que lo oyésemos y el estado de cosas B que lo vzese-.~ \tonces se sigue, con necesidad lógica, la consecuencia de que a precede a (3.
mos. ¿No podríamos, entonces, suponer que percibiríamos (veríamos) B). :sm embargo, si sustituimos en l) el supuesto de que A y B son coexisten-
antes de percibir (oír) A? O, de nuevo, y sin emplear diferencia al81:1na de ·J (tés, queda abierta la pregunta lógica de cuál de las dos, a o (3, aparece
los modos sensoriales de percepción, ¿no podría suponerse que mientras! :,primero. El orden necesario de las percepciones, en el primer caso, su in-
viésemos (u oyésemos) B directamente, viésemos (u oyésemos) A sólo de: ;:diferencia de orden, en el segundo, se reducen, parece, simplemente a esta
una forma muy indirecta a través de un mecanismo complejo de dila~~n~ fnecesidad e indiferencia lógicas. La causalidad figura, de hecho, en la ar-
para la transmisión de la luz (o del sonido), de tal forma que la percepcioµ. 1 gumentación; pero sólo de la forma indicada.
de B precediese a la percepción de A, aunque ambas pertenecieran al mis, 1 :-. ··No es esta la manera como figura la causalidad en la argumentación
mo modo sensorial? . ~ :de Kant. No piensa él que la causación de las percepciones por sus objetos
Es evidente que estas objeciones concretas pueden afrontarse estlpu-; 'sirva como un puente que enlaza las nociones del cambio objetivo y de la
landa que la teoría debe entenderse como aplicable sólo a per~epciones1: 'í:QeX.istencia objetiva con las nociones de un orden determinado (necesario)
de A y B que sean igualmente directas en el mismo modo sensorial. Cual:{ ~indeterminado (indiferente) de percepciones. Más bien su idea es que
quier objeción ulterior de un tipo general similar podría contrarrestarse~ Ji;tas últimas nociones son las que tienen que servir como un puente que
con estipulaciones generales similares. O, mej?r aún, puede ii;icorporarseJ ,enlace las nociones del cambio objetivo y de la coexistencia objetiva con
a la teoría el principio general de tales correcc10nes. No hay dificultad al-~ ~ertos principios generales referentes a las relaciones causales entre los
guna, como ahora veremos, en formular tal principio. . :~ ,c.>bjetos de percepción. El papel de estas nociones-enlace es suministrar una
Así pues, la teoría, adecuadamente entendida y matizada, parece qtie1, demostración de que no 'podríamos decir que conocemos empíricamente
puede mantenerse en sus dos partes, es decir, tanto en lo que respec~a. a la~ 1'esas relaciones de tiempo objetivas sin presuponer la aplicación de estos
percepción de sucesos objetivos como en lo que atañe a la percepción de~ ·principios al mundo objetivo. La idea es que no podríamos aplicar empíri-
objetos coexistentes. Sabemos que Kant se propone emplear estas verda'. '~amente los conceptos de cambio objetivo y de coexistencia objetiva (y no
des para probar que ciertos principios de causalidad se mantie~en para¡ rpodríamos, por tanto, llegar a captarlos realmente) sin usar implícitamen-
cualquier objeto o sucesos objetivos que podamos conocer empíncam7nte) t!e las nociones de orden necesario, y de indiferencia de orden, de las per-
a través de la percepción. Merecería la pena suscitar, antes de exammar rcepdones, y que estas nociones, a su vez, no tendrían aplicación alguna
el desarrollo de la argumentación kantiana relativa a estos principios, de, ,a no ser que se aplicasen los principios causales pertinentes a los objetos
una manera preliminar, la pregunta de qué conexiones en una primer~: !ele las percepciones, a los cuales se aplican, implícitamente, dichas nociones.
aproximación, si es que hay alguna, pueden hallarse entre estas verdades · A la luz de la precedente discusión sobre la teoría de la necesidad e
y el tema de la causalidad. Apenas puede ponerse en duda que tales cone·; indiferencia de orden de las percepciones, puede parecer que esta descrip-
xiones existan. Pero nn parecen referirse tanto a las interacciones o depetk pón general de la ·argumentación kantiana constituye ya un terreno tole-
dencias causales referentes a los objetos de la percepción subjetiva entr~~ 1rablemente firme para el escepticismo respecto a su valía. Pero no pode-
sí, cuanto a las dependencias causales de 1.as mismas percepciones subjeti:;: ;mos condenar las argumentaciones sin oírlas.

______________________________________.,. . __________________,. ""-______ ~-------- ...--------~--~~--~~~~~~~~~~---'.__.L_


·1
122 La metafísica de la experiencia 123
Los límites del sentido
, . ~', ·~rcepción d~ A,_@e las percepciones delobservador deban tener en el
Kant expresa de varias formas, en la segund~ J\nalog1a, la__!dea_Ae ~~¡ ·~oJ:.!kn: percepción_ de A, percepción de B, y no el or4en inverso. Pero la
el ordeñ de tas percepc10rn'!-s de esos estados objetivos de cosas, cuya ~~í.!1i: \iiecesidad qq~_~i;:_invoca en la conclusión del argumento no es en absoluto
cesión uno tras otro constituye cambio objetivo, es -como en el sentido~ '¡fila.necesidad conceptual; es· la necesidad causal del c;~mbio que tiene lu-
dicho y con las mafizaciones mencionadas vemos que e~- un orden _ne~. igar, dado algiin estado de cós?_s antecedente. Es realmente una contorsión
sario. El orden de las percepciones no sólo3 se caracteriza como 1:e_<¿fsartg;; .muy curiosa, por medio de la cual yna necesidad conceptual basada en el
sino también como un orden determinado ~ , un orden al cu:l
es~'.1-.-~ad~j, ¡h¡:cho de un cambio qu~da identificada con la necesidad causal del cambio
nuestra aprehensión o que nos vemos obligados a observa_r, . Quiz~ es.ta~¡ ¡mismo.
puedan aceptarse como vías legítimas de expresar la negac10n ~e la mdife·; .:' Si el uso que hace Kant de la noción de un orden necesario de las per-
rencia de orden. Pero a partir de aquí la argumentació~ proce?e:por un non: ·cepdones en el sent1itó de la segunda Análogía ~~gítimo, todavía cabría
sequitur de torpes groserías. Imaginemos que la suces10n obieuva en cu·es;1: 1preguntar si se podría hacer un legítimo uso de dicha noción, con inten-
tión consiste en la sucesión del estado de cosas B tras el estado de cosasAt Chlones al menos similares a la suya. La respuesta es, creo, que ello no es
es decir, en el cambio de A a B. Se admite, en el sentid? dicho Y con las m ;~ 1posible; que la noción de un orden necesario, en el sentido ql,le ahora nos
tizaciones mencionadas, como necesario que la percepción del segundo ~sta;¡ ;,ocupa, es inservible para tales intenciones. _E.sto:_no_signifi.c:a,_qus:_no ~-4-1!:.
do (B) sigue y no precede a la percepción del primer estado (A). ~o~c~bir·I~ \!Úos establecer conclusión alguna similar a la kantiana; errrelaeién al cam·
s_ecuencia de las percepciones como un cambio objetivo es c.onceb1r_J_~J¡,~ ·• io que se da en el mugQQ _objetivo, con la ayuda de otras nociones que
crtameni:e-que· e1 orderi de las percepciones es, enest.e sentido, neces~10~ 1Irs Analogías consideran. Pero debemos ponernos al trabajo de una forma
Pero - f aquí está el paso- concebir como necesa;-1?, este orden ~e )as,_ ¡inenos directa.
perc-epciones es equivalente a concebir qué la transic10n o el _cambio ~; > Antes de asumir esta tarea, sin embargo, debemos considerar la argu-
A- a·B es en sí mismo necesario, es decir, que se subsum~ en una regla,,g:, ;mentación oficial de la tercera Analogía. Es, si es que es algo, incluso
una ley de determinación causal; es equivalente a concebir q}J~, el suce~ ,menos persuasiva que la de la segunda Analogía, en la que al menos te-
del cambio o de la transición está precedido por alguna conc:hcion tal gue; .níamos el juego de la noción de necesidad para confundirnos. Hay un cier-
uii suceso de· ese tipo invariable y necesariamente sigue.ª una condici~ !~paralelismo formal entre las dos argumentaciones. Así como en la se-
de~.s~ tipo._ (Debe señalars_e que Kant no ~ice que conceb_ir que es nece~a1 ~hda ~nal~gía el orden necesa~io de. l~s percepciones se equi~al~ con ~a
rio- el orden de las percepc10nes A y B equ1va1ga a concebir q1:1e A necesita, determmacion causal del cambio obietivo, en la tercera la mdiferencrn :i
~I
causalmente a B. Dice que equivale a concebi.r. qu.: el camb_!_q_ g~_j},.J!.]l de orden de las percepciones se hace equivalente con la mutua influencia ::G;
está causalmente necesitado por algunas condic10nes no esp~cificadas_ Jlil· causal de los objetos coexistentes. Se dice que la idea de que en el mismo
tecec:fentes.) En pocas palabras, cualquier sucesión de percepciones. es una .momento en el que, de hecho, percibimos el objeto A podríamos estar per-
percepción de un cambio objetivo sólo si el orden de esas percei:c10i:es e~, 'cibiendo, en su lugar, el objeto B y viceversa, contiene implícitamente la
necesario; pero el orden de las percepciones puede ser nec_esano solo 81 'jdea de que los dos objetos están en una interacción recíproca causal. El
el cambio es necesario, es decir, si está causalmente determmado. ~e ª~! ·· samiento de los objetos como coexistentes a lo largo de un cierto pe-
que la Ley de la Causalidad Universal sea válida para t.Q~da experie~ _¡ rfodo es idé~~ico al pensam~ento d~ q:ie nuestras percepciones de ellos du:
posible. . . : rante ese penado es reversible o mdiferente respecto a su orden. De ahi
El carácter de la falacia debería estar ya claro a partir de nuestro aná;, que el conocimiento de la coexistencia objetiva implique la verdad de sea
lisis anterior de la noción de necesidad e indifere~cia de orden de las,p~r;; lo que se¡¡. lo que esté implicado en e! se~undo pensamiento. Y ~e ahí, l??r
cepciones. Kant está bajo la impresión de que esta tratando c?n una ~n.!_ca, lG tanto, que v~lga para .toda experiencia posible una ley de mteracc10n
aplicación efe.una: única noción de necesidad. De he~~o, no s?lo cambi~. la , ..~tua ;ntre · obiet~s coexistentes. ..,
a licación de la palabra «necesario» sino que tambien cambia su sentido, ·.,.. El Juego que tiene lugar en esta argumentac1on se basa fundamental-
s~stituyendo un tipo de necesidad p~r otro. Es c_on~eptualmentenecesaño; ', énte ~n «rec~proc~dad»:
la nació?- de <~r~ciprodd~d
una P?sib"le_ · de l~s
dado que lo que de hecho se observa es_ un cambio de A a J?,Y que no .~cepc1ones» refleia. una reciprocidad real d~ mfluenci~ causal;_ o la_posi-
..
existe tal diferencia en las condiciones causales de las. percepc_10nes__ ?~ es. ~:~d?d de ~perc~pc10nes reciprocas» d~ objetos reflei_a la ex1~tencrn de ,

'
¡
tos dos estados como p!lra iutmdv.cir un retraso de tiempo dif<:rencrnfe'l! n.a mfluencia re:1proca callsal ~e lo~ ob1etos. Los ~entidos p~rtmentes ?e
~.. s palabras «rec1proc0>> y «reciprocidad» son aqm . tan ampliamente dis-
" A 192/B 237. fntos que la mera repetición de la palábra carece del poder de confusión
,. A 192/B 237. tque tiene, en la segunda Analogía, el cambio de sentido y aplicación de la
.. A 196/B 242.
...:.11

124 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 125

palabra «necesidad». Un poco más tard~ las palabras <~determina~>~ Y «comu·. nes,_ será P?si?le dar contenido a la no~ón l?e?eral de e~p~i;iencia de una
nidad» también se fuerzan para que ejerzan un equivoco serv1c10. Encon· . realidad objetiva, y por lo tanto, hacer mtehgtble la pos1b1hdad de la ex-
tramos -al principio de algunos comentarios que K_ant dice, «pueden periencia m_isma. Evidentemente, una,_ 0: la, noción c~ave de este problei;ia
ayudar», como de hecho sucede, aunqu: no en el sentido. que el preten• es la de objeto~ normalmen_t~ no pe~c1~1dos y que, ~In embargo, son o~j,ec
de- la siguiente oración: «En la medida. ;n que los objetos deben se~ . tos de un_a posible per_cepcto?, coexistiendo coi;. objetos. de la percepcton
representados como coexistentes en con~xton unos con otros de_be~ de: r:al, o ex~sttendo al mismo ~i;mpo 9ue ellos. S_1 no hubiese tal co_e,xtsten-
terminar mutuamente su lugar en un tiempo y por tanto constttutr un . eta de objetos de la percepc10n posible con objetos de la percepc10n real
todo» 86. Esta oración puede yuxtaponerse con otra que de hecho aparei:e . no podría trazarse distinción efectiva alguna entre los órdenes de tiempo
páginas antes pero que, sin distorsionar la argumentación kantiana, podrfa : objetivo y subjetivo. De nuevo, la mera idea de tales objetos como objetos
igualmente ir tras ella: «Ahora b~en, sólo a_q~;llo que es la causa ~e otro; 1 de u?a per~epción posible n? bast~ para que. la distinción tenga un. uso
0 de sus determinaciones, determma la postcton de lo otro en el tiempm. ; efectivo. Solo se la empleara efectivamente s1 pensamos que los objetos
Por lo tanto «cada substancia ... debe contener en sí misma la causalidad · que de hecho nos encontramos en la experiencia, objetos que de hecho
de ciertas de~erminaciones en la otra substancia y al mismo tiempo el _efecto ·~ percibimos, existen no sólo cuando los percibimos, sino también en otros
de la causalidad de esa otra» 87 • La transición sólo exige el comentario m~1 ~·momentos, cuando percibimos no esos objetos, sino otros. Ahora bien,
simple. Demos por supuesto que el pen_samiento de un objeto de u~a p°: 1. este es el pen~amiento que s??Y~ce ª. la noción de indife:rencia de orden ¡:t11

sible percepción, objeto que no se percibe _norr:iaimente come: coexisten~ . de las pe_rc~pctones. Esta nocton 1mphc~ la de qu~ los _ob1etos. que de he-
p
,L
,g¡¡
con otro, que sí se percibe normalmente, 1mpltca ~l .pensam1ento de que cho perctblmos poseen _una permanencia o pers1sten~ta r~lat1va que -~º \:
están mutuamente relacionados de alguna forma dtstmta a la _de la men poseen nuestras percepciones de ellos. Concede promtnencta a la nocton
coexistencia. Pueden así pensarse (quizá deban -es una cuestión que h~. de la identidad particular o numérica de los objetos: la identidad de un
mas de discutir más adelante-) como relacionados entre sí en u~ espac;o · objeto realmente percibido en un momento dado con otro objeto que ~.
);>,•
común. En la medida en que la posición de cada uno en un espacio coi;nun nosotros pudiéramos haber percibido en un momento anterior o posterior. ;~
pueda especificarse en relación con el otro, puede decirse qu~ determinan Es evidente que no se nos ha alejado mucho de la concepción que go- i~
mutuamente sus posiciones. Sin embargo, el que se interacctonei: causál· · bierna la primera Analogía. El problema está en cuánto más podemos sa- :O'
mente, si es que así sucede, es una verda~ adicional que r~qu::iría algq ca:
de e~a concepción. Ya hemos. afirmado, pero ahora lo podemos ver ~~n !G
más que una equivocación para poderse derivar d~ la determmac1on mutu,1 1 mas claridad, ~l enlace er:tre la idea de algo p~rmanen~e en la pe:cepcion ffii
de posición en el sentido que acabamos de mencionar. ·.•: y dos pensamientos ulteriores, ambos de espmtu kantiano y no mdepen- :o
·, dientes entre sí. Percibimos sucesivamente objetos que sin embargo sabe-
. . ··; mos que son ~oexistentes. ¿Pero cómo podemos saber esto? Kant plantea
5. Causalidad: otro intento : · la pregunta, y la contesta invocando la reversibilidad o indiferencia del
. . . : orden de las percepciones 88 • Procede a continuación a lo que parece ser
Sin embargo, si las argumentac10n.es directas tanto de la segunda com, un mero equívoco respecto a la noción· de reciprocidad. Sin embargo, hay
de la tercera Analogía fallan, no se sigue que el p~obl~t;iª ~e ~as Analogíaj algo correcto en la respuesta kantiana; y lo correcto es la sugerencia, que
no tenga vía posible de avance, y de avance en direccion similar. la.~~~.~· parece incluir, de que es el carácter de nuestras mismas percepciones el
ª
ª
tiana, con la ayuda de los materiales que, Kant pone nuestra disposicio, .·que nos capacita para considerar que las percepciones que se suceden unas '1
1

Invertiremos aquí el orden de las Analogias Y empeza.remos. con temas qu '.a otras son percepciones de objetos que no se suceden. Este carácter de
son prominentes en la tercer~. A pesar del des~cre~i,tado juego que ~ª· ,,'las percepciones mismas puede expresarse diciendo que percibimos (algu-
Kant con las nociones de reciprocidad. Y determmacion mutua, es p~si~t) has de) las cosas que de hecho percibimos como cosas de ciertas clases
que las ideas que subyacen a estas noc10nes puedan ser empleadas mas; , ~generales, como cosas que se subsumen en conceptos generales de objetos
gítimamente. Recordemos ~u~~ es el problema g~ner_a} de .la~ Analo~l~ '.relativamente persistentes y reidentificables. Es decir, no podemos carac-
el de las condiciones de posibilidad Pª1:ª la determmacion objetiya d~l tl ·¡ terizar esas mismas percepciones excepto con la ayuda de cosas persisten-
po; y la importancia del problema res.1de en el h_ec?o de que solo st ~ ·: ,tes, como instanci:;i de las cuales percibimos los objetos de esas percepcio-
sible distinguir entre el orden del t_1empo subjetivo de las percepcio~. ~ nes. Es este el primer pensamiento, ya familiar. El segundo es que debe-
Y las relaciones temporales de los ob¡etos, de los cuales son las percepct, _mos concebir tales objetos en cuanto ordenados en algún sistema o entra-
,. A 241/B 261. ..
ª' A 212/B 259. · :1 ªª A 211/B 258.
126 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 127

~ado de r_elaciones tai que sólo él puede dar sentido a la noción de iden- . "i H~sta ahora _hemos llegad.o a ~stablecer la necesidad de los conceptos
tzdad particular de tales objetos. Digo que estos dos pensamientos no son ' de objetos persistentes Y reidentificables que pueden localizarse en un
independientes entre sí, pues carece de sentido la noción de tener concep- · ~ ma:co espacial (o ~uasi-espacial) común. Debemos tener tales conceptos y
to~ generales de l_a clase requerida y percibir los objetos en cuanto subsu- ; · aplicarlos.~ los o?jetos d~ perc~pci_ón si es que hemos de hacer algún uso
midos en ellos sm tener idea alguna de cómo podrían solucionarse las ' de la n?<:ion cruc1~! de existencia simultánea de objetos no simultáneamen-
cuestiones de la identidad particular en relación a tales objetos. te percibidos, i;io~10i;i, que es crucial porque sin ella no podemos hacer uso
Ya se ha señalado suficientemente que la manera más natural, y quiz.á aJguno de la distmcion entre determinaciones de tiempo objetivas y subje-
la única, de concebir un entramado o sistema posible de relaciones de la '· ~iv~s. Pero, sup?ngamos que ahora añadimos a la idea de coexistencia ob-
clase que se requiere, es hacerlo espacialmente. Debemos ahora añadir a · ; ¡eu.':a no perc~bzda .O~ noción clave de la tercera Analogía) la idea de su-
°
esto dos ideas, también totalmente kantianas en cuanto a tema, aunque :1 cesion cambi? .C:bjetivo Pe;cibido (r:oción clave de la segunda Analogía).
no tan totalmente kantianas en cuanto a espíritu. La primeta es que debe~ , ¿Acarrea la ~dicion de esa idea ultenores necesidades? Las dos ideas son
mos concebir que nosotros mismos, como percipientes, tenemos en todo clara!he?te diferei;ites en un aspecto de la máxima importancia. La primera
momento una posición determinable en el sistema de relaciones al que·· , nos mvita ª considerar las condiciones bajo las que hacemos la distinción
perten~cen los objetos percibidos. P1.1es sólo bajo esta condición puede . e~tre la !arma en la que están ordenadas nuestras percepciones (es de-
concebirse que la serie subjetiva de nuestras experiencias es una serie de : Clt, sucesiv:amente) Y la forma como están ordenados sus objetos (es decir, ~fi'
percepciones de objetos que existen independientemente y que gozan de . : com~ ~oexistentes). Pero la segunda no nos puede invitar a considerar las d
sus relaciones mutuas en el sistema. La segunda idea está en la naturaleza c?n?ic~~nes para ha~er. una distinción así, porque no se cuestiona ninguna ~~
,,,.
de una pregunta o de una precaución. He hablado de la necesidad de que · • distii;c~on tal. Nos mv1t~, de hecho, a considerar algo nuevo, a saber, las
los objetos pertenezcan a un sistema de relaciones, o de que estén ordena- ( condici~r;es para conc<".b1r 1:1n cambio en nuestras percepciones como la
dos en él, en el que nosotros, como percipientes, también tenemos una po- : perc~pcwn de un camb1?. Ciertamente, un cambio percibido en los objetos Í1
"~'
~{;
sición. ¿Pero es necesario que sólo exista precisamente un sistema tal? e;; dife:ent.e ª un cambio de los objetos percibidos. Pero pudiéramos sen- .i~
Es evidente que la forma más fácil y más natural en la que podemos con· tltnos mclmados a coment~r, acerca .de ello, que todo lo que se requiere jgl
cebir que se satisface esta condición es simplemente la manera en que de es que los con~eptos de objetos persistentes, que, como ya hemos argüido
hecho lo concebimos: se piensa todo posible objeto natural en cuanto lo- 1 de forma suficiente, debe~os tener Y aplicar, sean conceptos de objetos 'º'MI
calizado, en un sentido más o menos directo, en un espacio duradero y que · que se~~ ,capaces. de cambiar: por ejemplo, cualitativamente; o de cambio
1ii11
todo lo comprende. ¿Pero es realmente imposible concebir una alternativa . de.posicion relativa en el marco común; o de cambio de las posiciones re- :1l
coherente a esto? ¿No sería posible, por ejemplo, que, de cara a dar en . lativas de sus par~es. .
todo momento nuestra posición como percipientes, tuviésemos que tefe- : Debemos considerar, sm embargo, lo que esta respuesta implica. De-
rirnos a dos sistemas de relaciones independientes: uno, quizá, el espacio . ~mos reconocer que ~os .cambios en la serie siempre cambiante de percep-
de la vista y el tacto que conocemos, y el otro un cuasi-espacio no rela- ciones. pueden. ser ª.tnbmdos no sólo a los cambios en el punto de vista
donado que incluya diferentes modos de percepción? O de nuevo, ¿no ; de qu~en percib~, smo. también a los cambios que suceden en el mundo
podríamos, imaginando ciertas clases de discontinuidad radical en. nuestra ; de º~tetos que el percibe. La idea entra en juego, se nos dice, debido al
experiencia, suponernos a nosotros mismos, en diferentes momentos, ha· reqms:to de que sus concept.os de objetos persistentes deben ser conceptos
bitantes de distintos mundos espaciales, sin relación espacial entre sí? Pro-. de objetos m_u~ables, es de~ir, de objetos que pueden cambiar tanto mien-
seguir con estas preguntas en esta sección nos llevaría demasiado lejos de tras son per~ibidos como mientras no lo son. Sin embargo, estos conceptos
nuestro objetivo inmediato. Recurriré a ellas en breve. Kant, evidente- . d.eb~n todavia ser .~pues esta es la condición fundamental de todo cono-
mente, habría negado una posibilidad así sobre la base de que la unidad Clfil:ento de lo objetivo~ conceptos de objetos persistentes tales que sea
de la conciencia implica completamente la unidad del mundo objetivo; . P~!ible que el. observador aplique empíricamente criterios de reidentifica-
Pero, aceptando que la unidad de la conciencia implique la unidad de un cion ª,esos _objetos. Los objetos pueden cambiar, pero no pueden cambiar,
mundo objetivo, se puede pensar que s_e requiere ulterior argumentación P?!" ast decir, al margei; de todc: reconocimiento. Si así sucediera, no po-
para mostrar que la idea de una conciencia unificada con acceso a una plu· · ~riamos sab~r que habian. cambiado, pues no podríamos reconocerlos en
ralidad de mundos objetivos unificados es incoherente. Sin embargo, deja- cuan~o camb1ad~s. Los objetos pueden mantener, o alterar, sus posiciones
remos por ahora esta duda a un lado. Hay todavía ulteriores resultados relativas en~re si, pero no de tal forma que nos sea imposible decir cuáles
que conseguir en relación a las condiciones de posibilidad del conocimien- .han mantemdo Y cuáles han alterado su posición relativa. Podemos, pues,
to de un (cualquiera) mundo objetivo. suponer, a modo de tentativa, que mientras las percepciones del mundo
9
1 -
i

128 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 129

pueden revelar algunos cambios o?jetivos que podemos caracterizar ,como ~os, como respuesta, de forzar una distinción demasiado aguda y decir '
inexplicables, totalmente impredecibles o compl_etam~nte casuale~, solo lo simplemente qu~. tales enlaces son de dos clases: los, qu~ se establecen de
pueden hacer en contraste con un fondo de persistencias Y alteraciones que. esa forma empmca, y los que no, que entran, mas bien, en la forma-
reconocemos como explicable, predecible, y regular. . ' ción del concepto mismo. Pero es mejor 1.'econocer, como muchos han
Volvamos, por un momento, a aquellos camb~os de nuestras percepcHr insistido, 9ue hay una cierta indeterminación en nuestros conceptos. No
nes que son atribuibles a cambios del puntC? d_e vista del observador. Tal~s es necesano que nos preocupemos por. l?s ?,etalles de esta controver~ia.
cambios están asociados, en una manera similar a una ley, con el m~~- El tema fundamental es que en contradistrncion con los conceptos de sim-
miento del cuerpo 0 de las partes del cuerpo del observador en relacion ples cualidades sensoriales, y en contradistinción también con cualquier
con otros objetos persistentes. O de una manera más general, muestran concepto que pudiera haber de ítems sensoriales particulares, que pueden
una correlación regular con el cambio de la posición del observador Y ~u 1describirse totalmente en términos de cualidades sensoriales («datos sen-
orientación sensorial en relación con los objetos que hay en el_ mundo. Sm soriales», quizá, en cierto sentido de la palabra), los conceptos de objetos
alguna correlación de este tipo es imposible ver _cómo las. noc10nes ?e oh· . son siempre y necesariamente compendios de leyes o de algo parecido a
jetos, duraderos y reidentificables, de_ la percepción cambiante podnan te- · leyes causales, comportan implicaciones de poder o dependencia causales.
ner una aplicación segura en la expenencia del observador. Pero, a su. vez,- Los poderes, tal como señaló Locke -y en «poderes» incluía las propen-
la posibilidad de esta correlación parece ~epender, de que los can;bio~ Y siones p~sivas, y general~ente l~s disposiciones- forman gran parte de ¡¡¡:¡1
··-:11
persistencias mismos del mundo de los ob¡etos esten su¡etos a algun tipo nuestra idea de substancia 89• Mas generalmente, deben formar una gran •!.21,.
y grado de orden y regularidad. , pa-rte de nuestros conceptos de cualquier ítem objetivo persistente y re- ;¡:.~J
Estas limitaciones deben reflejarse de alguna forma en el cara~ter de identificable. Y no sería posible la experiencia de un mundo objetivo sin í:
nuestros mismos conceptos. Es decir, nuestros conceptos d~ los ob¡eto~ Y algunos conceptos como estos. ~
1),1,l
~

los criterios de reidentificación que encarnan, deben co~siderar cambios


.·1,..,1
Kant arguyó, como ya hemos visto, dando un paso corto e inválido, la ,,,...,,
r).':1

del mundo objetivo sujetos a la limitación de que el can:b10_ debe ser cohe- conclusión de que la Ley de la Causalidad Universal se mantenía para '.!~~

rente con la posibilidad de aplic~r. esos conceptos Y cntenos en la Yh" t~a experiei:cia posible, es. decir, arguyó la conclusión de que ex_istían con-
cia. ¿Cómo se satisface este reqmslto? ~a respu~sta parece estar en .e e- . diciones estnctamente. suficientes para absolutamei:te todo cambio 9ue po-
j ~~k~·

Oí~
cho de que nuestros conceptos de los ob¡etos estan enlazad?s _con con¡unt~ damos conocer. Es evidente que no podemos considerar ya establecida una MRt:I
de expectativas condicionales acerca de las cosas que percibim?s su~u1 1: conclusión absoluta así en base a las reflexiones que acabamos de presen- ,,1m~
das en ellos. Podemos elaborar listas,_ para cada clase de. ob¡eto, e f ~ tar. No tenemos por qué supone: que las condicione? explicativ~s, total- 1J1Wi
formas en que esperamos que no cambie a no se~ que.··' listas de las or : mente formuladas, de todo cambio o de toda ausencia de cambio deban
mas en las que espera~emos que cambie fli ... , Y listas de !~s formas ~n qde, ser, estrictamente! condiciones su~~i~ntes. ~o _tenemos por qué suponer
esperaremos que cambie a no ser que ... En ellas, en relac~on a c~da upo e ; que debe haber siempre una condic10n explicativa a no ser que la encon-
cambio, 0 de no-cambio, enumerado, las cláusulas subordmadas mtroduc<:1 trásemos. Podríamos hacer encajar algún cambio objetivo inexplicable, y
posteriores e indefinidas listas de cláusul~s, cada una de l?s cual.es b?nstl· : algunas meras excepciones de nuestras expectativas cuasi-leyes, sin daño
tuiría una condición explicativa del camb10 o de la ausencia de cam 10 en alguno para la malla tejida con necesidad pero con flojedad de nuestros
cuestión. . . . . 'conceptos de lo objetivo. Lo máximo que podemos decir de estos dos pen-
Pero puede decirse, tales expectativas con?ici~nales son precisa!°-~te 1 samientos absolutos -de las condiciones estrictamente suficientes para
el tipo de cosas que aprendemos de la expen~ncia del mundo ob¡ettvo: , todo cambio objetivo- no es que son pensamientos necesarios, sino que
¿Cómo puede, entonces, la existencia _d~, cualquie~ ~r:lace de esos ent7e l~s •son esperanzas naturales. No representan, en nuestro equipamiento de
conceptos y las expectativas, ser condicion de posibilidad de la exl?ehienela :, conceptos, elementos absolutamente indispensables en términos de los cua-
de lo objetivo? A _esto no ba~ta con responder que lo que s~ ha die 0 qu~, · Ies, de~emos ver el mundo, si es que hemos. ~e ver un n:~ndo objetiv~.
es una característica necesana de los conceptos de los ob¡etos no es _.la , Mas bien, representan una altura, una elevac1on, una pres10n hasta el h-
existencia de ningún enlace específico entre el concepto Y la expectatlv~ mite de estas condiciones verdaderamente indispensables, pero en conjunto
condicional, sino más bien la existenc~a, para cada ;in?, de esos conc_eptos, 'más laxas, que yo he tratado de argüir.
de algunos de tales enlaces. Pues el nucleo de la ob!ec10n de?e sugenr qde ·
cada uno de esos conceptos viene a establecerse mdepend1entemente e,
cualquiera de esos enlaces, estableciéndose estos, en tod_os los casos, em
píricamente después de establecer el concepto. Nos sentimos ahora tenta·J .. Ensayo/ Ubro II, capítulo 23.
~\i'.

130 Los límites del sentido ºliº La metafísica de la experiencia

1,
'J : ; ' 131
¡_otras _dos Analogías, podrían formularse, con la ayuda de algunas palabras
6. : :_favoritas de Kant, como sigue: «las partes del espacio se determinan mu-
Un elemento lógico falaz . ~ tuamente unas a otras en todo momento», y «el tiempo precedente deter-
, '-' mina necesariamente al que le sucede». Debe notarse que este último co-
Hemos visto que partiendo de las prémisas kantianas '.f siguiend~ un ¡ ~ent~rio -de h~ch.o, una cita 90- no es tan g~neral como el primero. Q~­
camino de argumentación parcialmente convergente y parcialm~nte diver- · ' n.¡!ralizando, y ehmmando la palabra «determmarn>, tenemos: «una parte
gente del suyo, podemos llegar a co?clus~ones que mues,tran ciertas arra- \ ?ada del .espacio está. necesariamente don.de está en relación a otras par.t;s
logías con las suyas: tenemos, por .asi decir, sustltut?s mas laxos para s~s : ilel espacio». y «un tiempo dado necesarrnmei;te es cuando es en r~lacion
principios de permanencia y causalidad. ~em.o,s segmd?, de hecho, l~s pi~- ' : con otros tiempos». A lo .que estos pe~samientos nos llevan_ es. sim~l:­
tas iniciales que Kant ofrecía en una direcc10n que el apenas considero:. , · mente a que podemos considerar el espacio (o un sector del espacio) divi-
la de investigar las conclusiones que pueden traz~rse, a pa!ti! de la n~:· i dic!o en espacios y el tiempo (o una extensión de tiempo) dividido en .tie?1-
sidad general de la distinción ~e los ordenes de tter:ipo obiettvo Y sub¡etl· · . pos; y ·cuando, como de hecho ~a~~i;ios, denotamo~ nom~res o descnpc10-
vo en relación a las características generales necesarias de nuestros concep- ; nes para los resultados de esta division, generamos mdefimdamente muchas
to~ (empíricos) ordinarios y clasificatorios. Kant no siguió esta dirección, . ;, proposiciones relacionales necesarias. La hora que hay entre las 3 y las 4
a partir de sus indicios, porque pensó que podría acortar los pasos Y llegar '. ; sigu_e neces.ariamente a la qi;i; hay ent.re las 2 y las 3. El cuadrado A 10 tie- ;i:11
a resultados más imnresionantes. Se ve tan claramente que cada uno de ' ·.ne necesariamente la relacion que tiene con los cuadrados A 9 y B 10
esos casos es inválido que podemos admirarnos de que Kant los. diese. ' e igualmente con los cuadrados A 1 y C 3. Un ejército podría rodear a
I\'.
Pero disminuirá nuestro asombro si consideramos una característica del • , otro y no sería una verdad necesaria que lo rodease; pero un espacio no
pensamiento kantiano en las Analogías que no he tocado ~l ~rnbl~r. de t~das . ' puede rodear a otro sin que sea una verdad necesaria que lo rodee.
ellas y que ayudará a que esta sección de la obra sea mas mtehgible si es ; : · Como antes, encontramos el pensamiento que el espacio y tiempo pu- '.~il
que no, tal como está, más aceptable. , ., · : ros y sus divisiones no son objetos de percepción empírica, de ahí que es- !~
!J\
El pensamiento fondament~l d.e las Anal?grns es_d de la cone~wn :!1- tas- relaciones necesarias entre las partes del espacio y el tiempo deban g~1
tre la objetividad de la expenencia Y la umdad de la es.true.tura espaqg_- . · estar representadas de alguna forma en objetos de la percepción, si es que 01
temporal de la experiencia. A esto s: añ_~de la cla:a .conoencrn de 9ue ~ ·: estos han de percibirse como objetos, es decir, como pertenecientes a la
puede plantearse que el puro f'.spac10-Tiemp~ ohietivo sea un ??Jeto- ·e. estructura unificada. Y se concluye que todos estos objetos deben tener ~~
,ll!lt
percepción al que podamos relac10nar otros ob¡et~~ de la percepcion. -~_d.e relaciones de conexión necesaria que son las análogas y que representan ¡ji
estos dos pensamientos juntos se sigue la conclusion general de que la ne- , esas relaciones formales entre los espacios y los tiempos. Así todas las
cesaria unidad del Espacio-Tiempo debe representa~se de alg;i?ª f~rm.a : partes de la materia -que llena y representa al espacio en l~ que con-
en un sistema de conexiones e:itre nuestras ~ercepcion:s empmcas o~di- . cierne a toda percepción posible que de él tengamos- están en interacción
narias. Entonces, como hemos visto, el pensamiento kantiano hac~ un virda- ·.recíproca, determinando mutuamente sus estados para ser lo que son. O de
je alejándose de los hechos, de cómo de hecho se a~egura .~ste sistema, -~ nuevo:
conexiones de cómo, en verdad, debe aseguarse. Vira ale¡andose, atra1qg
por el eng~ño de. ~st~blecer tre~~uper-pril.1cip~os. científicos. :i::ero ~1,ay P~­
cisamente un elemento lógico falaz en este viraie, y en su d1reccion, ~ Si es, pues, una ley necesaria de nuestra sensibilidad y, por lo 1

está precisamente _e_tj")as Analogía~ y que no. he destacado completamente. tanto, u.na condición formal de todas las percepciones, que el tiem- '1
Kant parece a veces pensar que ciertas propiedades formale~ de la estruc'. ., po anterior determine necesariamente _el siguiente (ya que no puedo
tura unificada del espacio-tiempo deben tener ~orrelatos directos en los llegar al siguiente más que por el antecedente), también es una ley
mismos objeto's de fa percepción o en las _conexiones que entr~ ellos_~-~..::. imprescindible de la representa•ción empírica de la sel'ie temporal el
y a señalé esto en el caio de la primera Analogía. Está bastante claro que que los fenómenos del tiempo pasado determinen todas las existen-
Kant piensa que deqc=_ h®.tt-~JlQS objet~s de pei:c::pc,:ión absolutatl_len~e cias en el siguiente, y que no existan estas, como sucesos, a no ser
permanentes· que repre~<_!fil~.!!J~.P-~!llª~e?cia de l¡i ~tnlsma es!ructura __ espa~ que otros fenómenos pasados determinen su existencia en el tiempo,
cío-temporal. No se satisface con permitir q1:~ la perman.encia merameñfe es decir, la fijen según una regla 91 •
relativa de objetos particulares de la percepcion sea sufi~1ente para asegu-
rar la duradera identidad de todo el sistema de tales ?bJetos. 90
A 199/B 244.
L~i¡- _Qtras ._pra.piedades-.formales,.-Guyos -correlatos. mtenta. hallar...m..las •
1
A 199/B 244.
132 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 133
Sin duda era el atractivo de las conclusiones lo que hacía atractivas pues de señalar que no se trata de «que toda representación intuitiva de
estas transiciones de las propiedades formales necesarias de un sistema es- las cosas exteriores encierre la existencia de esas cosas, pues su represen-
pacio-temporal a su representación en conexiones necesarias entre cambios tación puede muy bien ser el mero producto de la imaginación (como en
y estados previos, y entre estados de existencia simultánea. Sin duda, tam- los sueños o en la demencia)», sigue diciendo:
bién, esto explica por qué Kant no llega a completar las correlaciones y
no dice, por ejemplo, que todos los estados subsiguientes contienen, y de- ¿Es tal o cual supuesta 'experiencia una mera imaginación? Esto
ben contener, condiciones suficientes de sucesos anteriores. debe decidirse según sus determinaciones especiales, y por compa-
ración con los criterios de toda experiencia verdadera.

7. Percepción verídica y percepción no verídica 1 Lo único que hay que objetar a esta afirmación es que quizá hace que
la cuestión aparezca más reflexiva de lo que normalmente es. General-
Hemos de mencionar otro problema, en conexión con las Analogías, mente, no calculamos que sería forzar demasiado el suponer que una mata
aunque sólo sea porque a veces se ha pensado que en ellas se trataba am- . se convirtiese en un oso, y luego al revés. Más bien es que lo que vimos
pliamente, aunque no sea así, o si lo es sólo indirectamente. Es el proble- vaga e inestablemente ·como un oso lo vemos ahora, firmemente, como una
ma no de las condiciones generales para distinguir entre las relaciones mata. Evidentemente, los tipos de sucesos que Kant, como Berkeley, asig-
temporales objetivas y subjetivas, sino de cómo distinguimos de hecho, nan en conjunto a la «imaginación» son muy variados, muy diferentes
en esas experiencias que se presentan como percepciones de lo objetivo, entre sí. Pero no nos es necesario discutir ahora estas diferencias.
entre las verídicas y las no verídicas. De hecho, hay una referencia fugaz
a esta distinción en la segunda Analogía 92 , pero ninguna en la primera o 1
la tercera. Este tipo de problema es familiar en la historia de la filosofía 1 8. ¿Por qué sólo un mundo objetivo?
y pudiera parecer que Kant podría sacar algún partido de él para los pro-
pósitos de las Analogías. Incluso «el buen Berkeley», como Kant le llama Ya cité anteriormente a Kant diciendo que «nuestras analogías retra-
paternalmente, prestó atención a esta forma de problema cuando conside- tan la unidad de la naturaleza»; y, de nuevo, que «las analogías decla- ~~;1
ró lo que llamaba, induciendo a error, la distinción entre ideas de los sen- ran que todos los fenómenos están, y deben estar, en una naturaleza, ~;
tidos e ideas de la imaginación; y su respuesta, en términos de la coheren- pues sin esta unidad a priori no sería posible la unidad de la experien- ¡¡i¡
cia y orden que tienen las primeras y de los que carecen las segundas, cia ni, por tanto, la determinación de los objetos en ella». Antes de aban- jj1'.I
además de ser una respuesta generalmente popular, parece poderse conectar donar las Analogías, debo volver a aquella duda anteriormente mencio-
plausiblemente con las nociones de regularidades causales que Kant está ' nada que ataca esta misma noción de la necesidad de una naturaleza uni-
ansioso de introducir como presupuestos de la experiencia en general. r.. ficada. Hemos de suponer garantizada la interdependencia de ciertas ideas:
A pesar de todo, está claro que una consideración directa de esta cues- a saber, la posibilidad de la autoconciencia empírica, la referencia objetiva
tión puede, como mucho, producir la confirmación de resultados previamen- . de los juicios empíricos, y la referencia de tales juicios a ítems que per-
te alcanzados por la investigación de las condiciones generales de la po- i tenecen a un mundo espacio-temporal unificado. La pregunta que se sus-
sibilidad del conocimiento de lo objetivo. Es verdad, e importante, que cita es: ¿por qué sólo un mundo objetivo unificado? Las dos posibili-
sólo podemos hacer la distinción ·entre lo verídico y lo no verídico en dades opuestas que sugerí podían plantearse eran, primero, la pertenen-
percepciones putativas de lo objetivo si se satisfacen las condiciones de cia simultánea tanto a un mundo espacial como el que conocemos como
la determinación temporal objetiva, y por tanto de la experiencia objetiva. un cuasi-espacio no relacionado que incluyera los diferentes modos de
Pero, igualmente, si así sucede, podemos establecer la distinción. Algo pue- percepción, y, segundo, la pertenetk:ia, sucesiva o alternante, a mundos '
de pr,esentarse -al menos de forma momentánea- como experiencia per- espaciales diferentes y no relacionados espacialmente. Ficciones familia-
ceptual de un objeto, o de un cambio objetivo, y ser entonces relegado a la res, tanto literarias como filosóficas, nos hacen más aceptable la segunda
eS,fera del error o de la ilusión porque no muestra congruencia alguna con sugerencia que la primera. Un objetor generoso pudiera conceder que la
el cuerpo general de nuestros juicios objetivos. Kant trata de manera muy .unidad de la conciencia exige un contexto originario de un mundo espa-
adecuada la cuestión en la Nota para la Refutación del Idealismo 93 • Des- cio-temporal único y preguntar si, garantizado este contexto originario,
!>~
la autoconciencia empírica no posee entonces unas miraS' potencialmen-
92
A 201/B 247. te más amplias. Podemos fácilmente imaginar, relatar cuentos, sobre mun-
93
Nota 3, B 278-9. dos suficientemente distintos al de nuestra experiencia, aunque sin duda
134 Los límites del sentido La metafísica de la experiencia 135
los imaginemos sobre la base de éste; y no tenemos que incluir en esas ocioso. Yo no lo intentaré. Me conformaré con volver a señalar que tal
ficciones detalle alguno sobre la localización de estos mundos en relación ; ejerc:icio tendría que estar controlado por el pensamiento, totalmente
al que conocemos. De hecho, es evidente que admitir que un mundo así kantiano, de que nuestro grado de disposición para permitir que un sólo
no está en ningiín sitio relativo a algo que conozcamos es admitir que· 1 concepto de lo objetivamente real pueda llegar a aplicarse a mundos
es irreal, meramente imaginario. ¿Pero no podría esto ser meramente una · ' espacialmente independientes será directamente porporcional al grado en
limitación de hecho? ¿No podríamos seguir imaginando que, sin pérdida ' que parezca posible representar esos mundos como integrados sistemática-
de continuidad en la autoconciencia empírica, tuviesen lugar ciertas dis· mente de maneras diferentes a la espacial (prohibida, por hipótesis). Así
continuidades radicales en la experiencia tales que ningún ítem experi· se preserva el énfasis general de Kant sobre la conexión entre la realidad
mentado en el período siguiente a tal corte pudiera relacionarse espacial, '. objetiva y la unidad sistemática.
mente con ningún ítem experimentado en el período precedente, aunque
todos los ítems que siguen a la ruptura, igual que todos los que la prece·
den, estén relacionados entre sí en sus propios sistemas espaciales unifi· ..
cadas? En otras palabras, ¿no podemos concebir la unidad de la conciencia ,I;,
pasando de un mundo objetivo unificado a otro, y volviendo, quizá, otra
vez? .!,~1
Debemos recordar que todo el tratamiento kantiano de la objetividad _
se desarrolla bajo una limitación considerable, podría decirse que casi un · ~'
obstáculo. En ningún lugar depende, ni incluso lo refiere, del factor en el ...
que, por ejemplo, Wittgenstein insiste tan fuertemente: el carácter social
de nuestros conceptos, los lazos entre el pensamiento y el lenguaje, el \~~
;
lenguaje y la comunicación, la comunicación y las comunidades sociales. Si 'l}
las ficciones del tipo de las que he hablado han de tener alguna oportunidad ¡~
de hacernos admitir que es concebible la multiplicidad de mundos objeti·
vos, deben, por lo menos, tener en cuenta este factor. ·.Deben; por lo me-
nos, permitir la idea de que otra palabra para decir ob¡etívo es piíblíco. De ºl
~
otra forma, si no, aunque pudiese imaginarse a la conciencia individual il'!I
il:;
diciendo lo que quisiera sobre mundos objetivos independientes, debemos
suponer que el mundo, en otro sentido, se adherirá a su propia y aislada-
mente exclusiva norma de objetividad.
Es, pues, una condición necesaria para admitir mundos de experien· .·
cia espacialmente independientes el que los miembros de una comuni·
dad cultural sean capaces de postular una pertenencia compartida a otro
mundo así, o, más bien, que encontrasen más compulsiva tal postula-
ción que el diagnóstico de sus relatos, mutuamente coherentes, como
un tipo de sueño armonioso. No es aventurado decir que tal postulación
tendría más posibilidades de imponerse si hubiese alguna forma en la
que se pudiera representar las interacciones de ese otro mundo putativo
influenciando, o siendo influenciadas, por las interacciones que se dan
en el mundo originario. Dado que la interacción física está regulada por
hipótesis, parece que la influencia recíproca de los mundos, si es que es
pensable, podría concebirse mejor operando al nivel de las disposiciones
y relaciones interpersonales y sociales. Existirían, por no decir más, con-
siderables dificultades en la elaboración de un esquema coherente, por.
no decir ya de un esquema compulsivo, en base a estas líneas. Y sería
un ejercicio interesante el intentarlo, aunque algunos lo calificarían de
,.1·

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'~ ...-o•. : ,
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CAPÍTULO 1

.La lógica de la ilttsión


,. 1

·a- Con el final de la Analítica Trascendental llega el _final de la metafísica


de la experiencia positiva o constructiva kantiana. Queda ya completada

'
111: la exposición de esa estructura necesaria de ideas fundamentales que cons-
·,' tituye el marco de nuestro pensamiento sobre el mundo. Lo que sigue, en
la Dialéctica, es el trabajo· de demolición, la exposición de las ilusiones
. de la metafísica trascendertte. Sin embargo, esta descripción negativa ~ ~ii~.•
~¡,
ápenas da, por sí sola, una concepción adecuada del papel que juega la ¡:
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i1.¡il
Dialéctica en la gran estrategia de la Crítica. En esta gran división de \',¡1·
~·"~

la obra se asegurarán varios objetivos interdependientes. El intento de ¡;;'.<


adquirir conocimiento, trascendiendo toda experiencia posible, sobre Dios, l~W~i:

el alma y el cosmos debe ser repelido, reafirmándose el confinamiento del .)' i;


•,
~
conocimiento de lo empírico. Pero no ha de considerarse frustrante la de- ~R(:I:
rrota de este presuntuoso intento. En primer lugar, ha de realizarse de tal \'1RSI~
, ruodo que se asegure la derrota simultánea de los contraataques del mate- ¡ 1rn
rialismo y del ateísmo. En segundo lugar, el terreno así negado a la inves-
tigación especulativa, queda libre para una posible ocupación bajo un tipo
de autoridad distinta, la de la moralidad. En tercer lugar, debido a una
curiosa armonía de los intereses del conocimiento y los de la moralidad,
· iilgunas de las ideas que, como investigadores, no podemos saber si tienen
contrapartida en la realidad no sensible -aunque, como agentes morales,
; confiadamente lo creamos-, aparecen, sin embargo, con un importante
1papel a desempeñar en la dirección de nuestras investigaciones teoréticas
. dentro de su campo propio, el de la experiencia sensible. Por último, si es
·que hubiese alguna duda sobre si, más allá de lo empírico, hay algún terreno
del que pueda ser expulsada la razón teorética, quedará triunfalmente di-
sipada por una prueba, nueva e independiente, de la tesis del idealismo
trascendental, prueba a la que se llega siguiendo a la pura razón, en su
intento de adquirir conocimiento del cosmos trascendiendo la experiencia,
hasta los conflictos de las antinomias matemáticas.
Al menos, este es el plan. Estos· brillantes proyectos se nublan, como
, veremos, de manera considerable al final. De hecho, todo lo que se con-
; sigue es negativo: la exposición de la ilusi6n del concepto cartesiano de
:áln1a; la refutación de las pruebas de la existencia· de Dios; la mostración
140 Los límites del sentido Metafísica trascendente 141

de que ciertas cuestiones cosmológicas tienen, por lo menos, un carácterJ. ''~tipos de conocimiento ordinario y conocimiento científico. Y parece que las
altamente problemático. El resto es una pretensión no plaµsible y una: ·'características respecto a las cuales son válidas las analogías pueden llevar
argumentación engañosa. Pero, por el momento, nos ocuparemos de la'; ;·\lirectamente, de hecho, al menos en ciertos casos, a la ilusión meta-
f
estructura general de la Dialéctica más que del detalle de sus argumenta··~ fiska, a nuestro empleo de conceptos de una manera aparente legítima
dones. ;¡ p, significativa sin especificar, de hecho, condición alguna para su aplica-
El lector de la Crítica ya está preparado a fondo, por las discusiones: ;pón cuando son así empleados. Kant señala la tendencia, en sí legítima
desarrolladas en la Analítica Trascendental, para el tema general de láf: ¡y natural, a buscar una mayor generalidad en la explicación, por lo que
ilusión metafísica. Pues para que cualquier empleo de conceptos en pro¡] ·?<>nas cada vez más amplias de los fenómenos pueden llevarse bajo el
posiciones que tengan la pretensión de dar conocimiento. de objetos seá~ [alcance de un único tipo de teoría, lo que pudiera considerarse como
significativo, debe estar atado a una intuición posible, a las condiciones~ runa búsqueda de premisas o principios de razonamientos más y más com-
empíricas de la aplicación de ese concepto. Cualquier uso de un concepto! 1prehensivos. Esta búsqueda mu~stra grandes analogías con otras tenden-
que no esté sujeto a esta limitación a los objetos de la experiencia posible,; kias del pensamiento científico que Kant señala como igualmente legíti-
es ilegítimo. He aquí el principio de significatividad. Y, en eljíltimo capí-1 ~¡nas Y naturales: la tendencia a forzar nuestras investigaciones más y más
tulo de la Analítica, se nos recuerdan las tentaciones de violarlo bajo 4\ ~allá hasta regiones más remotas del .espacio y del tiempo pasado, y a
forma de la existencia de conceptos formales o categoriales, por un lado, x:· :inve~tigar más minuciosamente la composición de la materia. Estas ren-
de las cosas tal como son en sí mismas, por otro. Podríamos esperar qti(·· ;denc1as conexas de investigaciones muy elaboradas están en continuidad 1:íl\'
hubiese una serie de ejemplos, más o menos relacionados, sobre tales'¡ tcon las reiteraciones más simples del «¿Por qué?», del «¿Y qué hay de- hl~~¡
violaciones, tales excursiones a la metafísica trascendente. Pero esto no< ;trás de eso?» o «¿antes de eso?», del «¿Y de qué está eso hecho?», aun-
sería suficientemente sistemático como para satisfacer a Kant. El autoF, ;que Kant no hable específicamente de estas manifestaciones infantiles
~!¡
de la Crítica busca mostrar que hay al menos una cierta gama de tema5· '.individuales de la dialéctica natural de la razón humana. Tanto si las ,1{'
)
~I
dentro de los cuales las ilusiones de la metafísica trascendente no son me¡ ·pensamos en su forma elaborada o en una más primitiva, parece al menos it-·
nos sistemáticas y, en cierto sentido necesarias, que las necesidades no'. 'posible asimilar entre sí estas series de tipos de investigación, como hace ¡~in!
ilusorias de la metafísica no trascendente. Mantiene que la base de la es;• : Kant, con la ayuda de la idea de que una cosa está «condicionada» por 11
tructura sistemática de la ilusión, como la del conocimiento, está en la' otra. Siempre que encontramos una respuesta a una pregunta que forma
lógica formal. Así como los conceptos del entendimiento que ordenan,, .P?r.te de una serie así, eso que la pregunta investiga se dice que está con- ~ª'l1W
la experiencia están en correlación con las formas lógicas fundamentale~ .dic1onado por lo que la respuesta menciona. Está claro que no debemos
de las proposiciones, así las ideas que generan la ilusión están correlacio;' '.·adscribir a esta expresión significado alguno más allá del que le da esta
nadas con las formas fundamentales de la inferencia deductiva mediata: explicación. Es simplemente una manera de hablar en general sobre estos
Hay tres de estas formas, piensa Kant: los silogismos categóricos, hipoté' :tipos diferentes de investigación en serie.
ticos y disyuntivos. Y hay tres tipos correspondientes de ilusión dialéctica, ¡ · El pensamiento central de Kant sobre tales series de preguntas se
Así como en ún razonamiento formal esperamos que haya completitud ;desarrolla como sigue. Los mismos ítems que aparecen en los estadios
en las premisas de una conclusión dada, así, en toda investigación que' ,sucesivos de la investigación forman una serie, y cada uno de sus miembros
trate de objetos dados, presuponemos la completitud de las condiciones :tiene una relación típica (es decir, temporal) con el ítem que aparece en
en las cuales son dados los objetos. La típica exigencia de la razón en ~l estadio siguiente, y se dice que está condicionado por él. Inevitable-
este campo es que se dé la completitud en la serie de condiciones, y, poÍ ;ment~, en cada caso, nos formamos la idea de la serie como un todo, y con
lo tanto, «lo incondicionado»; y esta exigencia toma tres direcciones. esta idea aparece la de algo que, a diferencia de un miembro típico, no
principales, cada una de las cuales muestra una división cuatripartit~ ¡está condicionado por ningún miembro de la serie. Es la idea de lo «abso-
de acuerdo con la división de las categorías en cuatro grupos. '; l~tamente incondicionado»; y la ilusión metafísica surge de asumir, en cada
Este armazón lógico, en su conexión con los temas de la Dialéctica ,Upo de caso, que debe haber algo que responda a esta idea. Este algo in-
y su elaboración bajo la guía de la división cuatripartita de las catego: 'condicionado se concibe necesariamente de una de dos maneras. La más
rías, es en conjunto demasiado forzado y artificial como para ser tomado .~atural Y menos sofisticada es concebirlo, en cada caso, como un miembro
en serio, y me dispensaré de dedicarle más atención. Esto no quiere decir absolutamente último de la serie: aquel del que no es posible ni necesaria
que todo lo que interviene en su construcción carezca de valor o sea irre; :u.na explicación, pero que contiene el fundamento último de la explica-
levante. Kant, de hecho, bajo el encabezamiento general «la exigencia d~; pón de todo lo demás; los límites externos del mundo en el espacio, que
la razón por lo incondicionado» señala genuinas analogías entre ciertos' ;están más allá de todo lo demás, y más allá de los cuales no haya nada;
142 Los limites del sentido -~
Metafísica trascendente 143
el primer principio de las cosas en el tiempo; las partículas últimas y·· absolutamente trascendentes a cualquier experiencia posible. En cuarto
absolutamente simples de la materia, de las que está compuesto todo. La'. lugar, por las mismas características, parecería completamente razonable
manera menos natural y más sofisticada es concebirlo no como un miem, · · pretender para la idea de la alternativa infinita el status de idea directriz
bro último e incondicionado de una ·serie de cosas condicionadas, sino' o regulativa en la ciencia, planteándonos así una tarea de investigación
como la totalidad incondicionada de una serie infinita cuyos miembros que nunca podremos declarar acabada.
están todos condicionados. Sin embargo, Kant a~rma que ~~,es pos~bJe,. •. .~sí pues, ~n la_s investigac~ones teóricas en el campo cosmológico, la
para ninguno de ambos tipos de concepto, especificar condlClon empmca. , nocion de «exigencia de la razon por lo incondicionado» tiene un sentido
alguna para su aplicación, es decir, ninguna posible experiencia o intuición• : definido; y en este campo, también, las cuatro características de inevita-
podría garantizar la aplicación de cualquiera de ellos. De ahí que ambos; 1 bilidad, absoluto, trascendencia y utilidad regulativa parecen caracterizar
violen las condiciones del uso significativo. Sin embargo, la. tendencia f conjuntamente ciertas ideas que esa exigencia hace surgir. Pero Kant
suponer que uno u otro debe aplicarse es endémica a la razón humana; : pensó que la frase «la exigencia de la razón por lo incondicionado» en-
encarcelada como está en estas series de preguntas. Cuando contempla· 'carnaba una descripción precisa y general de la fuente de todais las ideas
mas el pensamiento de una serie tal, parece que no podemos escapamos: · metafísicas que se discuten en la Dialéctica. Quizá fue por esta razón
de la idea de lo absolutamente incondicionado; o bien sucede que hay un ·por la que se animó a generalizar esas características a encontrarlas ca-
término final o que no lo hay, en cuyo caso hay ~na totalidad _ii;finita de ! ra7teriza,ndo ~onjuntament~ las ideas de la teología 'especulativa, de la
miembros en la serie. Pero, al forzar esta alternativa, nos pe~mitlmo~ asu- psicologi~ rac10nal y las ideas cosmológicas. En el caso de la teología
mir la aplicación del concepto de la serie corno un todo, sm c?ns!dera.r. ~peculativa, el paralelismo se mantiene, en verdad, a lo largo de un
si podemos o no hacerlo legítimamente. Si pudiéramos hablar sigm~cat'.· cierto camino. En el caso de la psicología racional, apenas lo empieza. Es
vamente de los objetos sin considerarlos com_o: objetos de. un~ experiencia verdad que la co:icepció1.1 c?rtesian~ .del alma puede desvelarse tal que
posible -sin considerar en general las condiciones para mtutrlos o cono, . no podamos especificar entenas empmcos para su aplicación. Si esto basta
cerlos- sería perfectamente legítimo insistir en la disyunción en cada para constituir una idea trascendente, entonces es una idea trascendente.
caso. Pero no podemos, y no lo es. .. . ., . ·Es tamb~én verdad -o eso parece sugerir la historia de la filosofía- que lf1i
Pero debe señalarse ahora que el permitir que .la descnpc10n _del pro, es una idea que tendemos naturalmente a considerar. Pero cuando se )l
ceso dialéctico se desarrolle pr~~isamente e_n ~ste sentido, precisa!11e?;e rastrean las fuentes de la ~lusión, como Kant hace en !os Paralogismos, 1~R,
hasta este momento de la resolucion, he restrmg1do de hecho la descr1pc10n aparece muy claro que no tienen nada que ver con la exigencia que la ra- m
a las Antinomias e, incluso, sólo a las dos primeras. (Aunque la solución 'zón tiene de la completitud y unidad sistemática en las investigaciones em- j~
a las dos primeras lleve imp!ícita la solución a las dos s~gundas, no será pírica~; y no hay_ ~azón ?lgun? para mantener, como Kant hace, que la
ésa como veremos la solución que Kant adopte.) Esta idea es de gran ·idea tiene una utilidad directriz en el estudio empírico sistemático de la
importancia. Pues ~s precisamente del campo de las A11;tinomias ?onde '. pskología. .
encontramos, 0 donde puede parecer que hallamos, un e1emplo brillante El paralelismo, como ya he señalado, parece ir algo más lejos en el
de la necesaria interconexión de aquellas características que Kant mue~tra caso de la teología especulativa. El tema de Dios da, ciertamente, mucho
como sistemáticamenre interconexas a lo largo de todo el área de la 1lu, ·alcance a las nociones de lo absoluto y lo último. Dios es la existencia
sión metafísica sistemática. Parece, en primer lugar, q1:1e .nos vemos inevi, absolutamente nec~~aria, la perfección absoluta, etc. Más aún, hay mu-
tablernente conducidos, en la búsqueda de un conocimiento completo .Y ¡chas autores tradicionales que conectan la noción de Dios co. la de
sistemático en el campo cosmológico, a considerar la ide;:t de cada sené ;fundamento o explicación última de todo. Pero tradición no es lo mismo
pertinente, ya sea finita o infinita, como un todo. En segun~o lugar, estas. que exi~enc~a de la razón. Par~ce, por lo m;nos, exagerado decir que nos
ideas en cualquiera de las dos formas, parecen tener el caracter de absf!: vemos inevitablemente conducidos, en la busqueda de la unidad sistemá-
lutas' y iíltirna:s que Kant atribuí.a a todas las idea.s metafísicas de las que ,tica de la ~~plicación t~órica, a co,nside~ar tal idea. En la medida en que
trata en la Dialéctica: son las ideas de las totalidades absolutas, de los tal pretension sea plausible, lo sera precisamente hasta el punto en que la
últimos constituyentes de la materia, de un primer p_rin:ipio absolu:o del ddea de Dios descanse sobre nociones analizadas en las Antinomias; y, tal
universo, etc. En tercer lugar, debió ser bastante plausible en el tiempo :~~mo reconoce Kant, esta base es inadecuada para sostener la idea de Dios.
en el que Kant escribía, aunque parece menos claro ahor~, que _nunq ~ma!mente, pre:ender una utilidad directriz para la idea de un creador
habría fundamentos empíricos adecuados para optar o por la alternatlv~ d~ :mtel1gente, ommpotente y extramundano -o, como Kant hace, pretender
que la serie es finita o por la de que ~s infinita en. el caso de cu?!qmera :Coi: más fue~a, qu<; !a empresa ~e la cienci~ natural se desarrolla nece-
de. las cuestiones cosmológicas, es decir, que las ideas en cuestlon son sarzamente ba10 la egida de esta idea- no tiene mayor credibilidad que
10
1
144 Los límites del sentido
CAPÍTULO 2
,
Jll
la tesis de que nos vemos inevitablemente conducidos a esta idea por la Í
búsqueda de unidad sistemática en la explicación. ·~ ,,
~

La supuesta lógica de la ·nusión es, entonces, en sí misma amplla~.J


mente ilusoria. Los Paralogismos son realmente bastante independientesl 'l
de las otras dos grandes partes de la Dialéctica. Por otro lado, hay ciertasl ¡
conexiones entre las ideas cosmológicas y teológicas, aunque Kant exagere)
los paralelismos entre ellas, como veremos más ampliamente a partir d.d
ahora. · r.,;_(
l
1

·:!Afma1

.a: La exposición que Kant hace de las ilusiones de la psicología racional


es a la vez brillante y profunda. Su crítica filosófica es del más alto nivel. 1
lll~1
.. Sin embargo, debe confesarse que el desarrollo del pensamiento es, en l:li
.:1e1 texto, frecuentemente oscuro y complejo. Y gran parte de su oscuridad ~~~
• ~e debe a que la exposición está en cierta forma incompleta, a que se des-
1

~-~
•:l~olla ur_ia inad~cuada: consideración de una matería de central importai;- r~
. c1a. Empiezo senalando, cruda y brevemente ( 1) la naturaleza de la teona i1,.1
. ~;

~.rl
, que se ataca, (2) la línea fundamental de ataque llevada a cabo por Kant, •u1i
:l..
'y (3) el diagnóstico ofrecido por Kant sobre las fuentes de la ilusión. Pro- ~\,.¡
·cederé, entonces, a explicar y elaborar la teoría kantiana, y a criticarla y 'i)'
Complementarla cuando sea necesario. ·
:r La teoría que se ataca es la que formula que cada uno de nosotros, por ARC

el mero hecho de la· experiencia consciente, sabe que existe como una u
í(
. .:.1·s.'ubst~ncia p.e?sante cartesia11a, es .decir,.. como un suie.to individual,. in-
'¡. ,material; pers1sterite y no compuesto, sujeto de pensamientos y expenen-
·~ ícias, capaz de existir con total independencia del cuerpo o de la materia.
· :: La línea fundamental de ·ataque concuerda con el principio de signifi-
, \fa.tividad. Para pretender conocer la existencia de un objeto que se sub-
.Y: ,fome bajo cierto concepto, debemos tener criterios empíricos de aplicación
1~ [de tal concepto, y ocasión de utilizarlos. La intuición sensible, en palabras
·;;¡ ¡Je Kant,. debe ofrecernos un objeto que satisfaga esos criterios. Un con-
i ,tepto crucial en el caso presente es el de la identidad numérica a través
;: '.del tiempo, la persistencia de una cosa idéntica 94 • Pero no hay, ni puede
· ó\ 'haber,· intuición (conocimiento empírico) alguna de un sujeto de experien-
:~· '.das persistente e inmaterial.
; ': El diagnóstico acerca de las fuentes de la ilusión es que el psicólogo
. i.• 'racional, .el filósofo cartesiano del alma, confunde la unidad de las expe-
'.: riendas con la experiencia de la unidad. Es, en verdad, condición necesaria
'.~ ,tle la posibilidad de las representaciones que constituyen la experiencia
; aque deba haber tal unidad y conexión entre los miembros de una serie
. ~'<de experiencias, extendida temporalmente, que suministre la base de la
, ' f' ~:·. . : ' • • • '

. '.\f~.~ .. A-365.·
'~~

,~
146 Los límites del sentido ;¡ Metafísica trascendente 147

posibilidad de esa adscripción de las experiencias a un? n_iisrno, en lo cual~ ;;Identidad numérica a través del tiemp? d_e un sujeto de experiencia~ (un
expresarnos nuestra autoconciencia empírica. Esto no sigmfica que haya taj,;: :;hombre o ser humano) y que estos cntenos, aunque no sean los mismos
cosa corno el conocimiento de un objeto inmaterial que. s~a el s_uje~o ~~f ·:gue par~ la identidad corporal, conllevan una referencia e~enci.al al cuerpo
tario de todas esas experiencias, aunque sólo tal conociIDie?tº. lustificari~ 1.~lllnano • Kant no pasa sobre el terna en completo ~ilencio. Alude a
5

la concepción cartesiana del alma. Sin embargo, por una i_lusi?n na~ral;z l,~llo, aunque oscuramente, en la frase; «Su permanencia [la del alma]
y poderosa, confundimos la necesaria. unida~ d~ la conciencia precisa~ ~durante la vida es, po~, sup~esto, evidente,. dado que el !er pensante
mente con ese conocimiento de un sujeto umtano. . "- '.(como hombre) es tambien objeto de los sentidos externos» .
Tal corno se expresa, quizá el diagnóstico nos deje perplejo~. ¿Por,, Íi El tema al que así alude Kant de pasada es, sin duda, de primera
qué tiene que malentenderse, precisamente de_ es~ manera, la umdad d~,, limportancia. Significa que, después de todo, tenemos un concepto, que
la conciencia, una ci~rta con~xión de las experiencias?_ Parece que, ~ me7 '.s~tisface los más estrictos requisitos, de .ur: sujeto de experiencias per-
nos, falta un paso mtermedio. De hecho,. ~altan vanos pasos. De m~~ ,s1stente (un hombre). Este concepto summ1stra una base absolutamente
tratar de introducirlos; y dado que la cuesuon no es senc!lla, desarrollare!;: ,firme para el uso, genuinamente referido a un objeto, de los nombres y
en el próximo apartado, la exposición numerando los parrafos. *' pronombres personales en oraciones en las que los estados de conciencia,
·1'. (las experiencias internas, se adscriben a los objetos que se refieren por !ii(r>
., •! 'medio de los nombres o los pronombres. Un hombre es algo (por lo
1 ~\
l. El desarrollo de la ilusión: reconstruccton ,menos relativamente) permanente, un objeto de intuición persistente e ·~,

., 3 (identificable, un posible sujeto de una biografía o autobiografía. En vez ¡~'­


1) La unidad trascendental de la ap~rcepcron. ,:Puede ayud~rnds ~¡ ;~e hablar, dubitativamente, de .una ruta experiencia} a través del mundo, de ~)f:
recordar primero l~ significatividad d~ ,Ja idea de umda? necesarili e J :una serie de experien~ias q_ue constituyen esa r:ita, podemos hablar con- ~~¡.
,-\1

conciencia, o de umdad de la apercepc1on, tal corno sur?ia en l~s scus1</i; fiadamente de un objeto mnegablemente persistente, un hombre, que 1<1
.-l,i(

nes de la Deducción Trascendental. ¿Por qué s~ re9uena, Y ql!e es lo qu~. ¡~aza de manera perceptible una ruta física, espacio-temporal, a través del
:i"'
:(il1
requería, la unidad trascendental de la conCienc1~? Re.quena q_ue u~!2 {mundo y a quien puede adscribírsele una serie de experiencias sin miedo 1T
serie de experiencias, extendida temporalmente, tuviese cierto caractdr t~ .~que no haya nada persistente a lo que poder adscribirla.
1~R-
conexión y unidad, lo que quedaba ~s~?urado por los concepto~ . ~ o ,\1
objetivo, y lo r~qu7ría co~~ una condicion fund~mer:tal db la plsibdihdad :'' 3) No se invoca ningún criterio de identidad personal en la auto-ads-
1¡¡1
1(
de la autoconciencia empmca. El que la experiencia} d~d ª ~r 0 e W:: &ipción inmediata de experiencias recordadas o en curso. Llegamos ahora
mundo objetivo unificado deja lugar, por lº
menod ª ª i ea e
subjetiva o experiencia! a través del rnun o, traza ~ ~r t:rf .und
rut~ ;n hecho que.yace a la raíz de la ilusión cartesiana, y que puede expresarse
seried e e~¡¡ :como sigue. Cuando un hombre (un sujeto de experiencias) se adscribe a
periencias que, conjuntamente, producen una expe;ienci~ e fundo, u~a $í mismo un estado de conciencia en curso o directamente recordado, no se
Í
autobiografía en potencia. Tenemos aq~í, por asi decir,d 1 i;in ª<leij: 'requiere en absoluto el uso de ningún criterio de identidad personal para
básico de la posibilidad de un uso empínco del concepto e su1eto e ,*; :justificar su empleo del pronombre «yo» para referirse al sujeto de esa
autobiografía, el concepto del yo. :E experiencia. No tendría sentido pensar o decir: Esta experiencia interna
. . Stn.:f está teniendo lugar, ;pero, me está ocurriendo a mí? (Este sentimiento es
2) Concepto empmco ' · d e un ,su¡e
· t 0 d. e. experrenctas ·· una persona
b' . · ·; ··''lera, pero ¿soy yo '-quien lo siente? No tendría, tampoco, sentido pensar
embargo, esta necesaria unidad solo sumimstra el· fundamEnt? tsico, n~ p'decir: Recuerdo claramente que esa experiencia interna tuvo lugar, pero
la totalidad de las condiciones, del uso de. tal con¿eyro. sta cdaram~nt~ /me ocurrió a mí? (Recuerdo aquel terrible sentimiento de pérdida, pero
l
implícito en la postura kantiana q~e ~ualquier uso. e conce~tod ~u]etQ1: /fui yo quien lo sentí?) No hay nada que uno pueda, por lo tanto, encon-
numéricarnente idéntico, de. expenenc:~s que persisr bl traves e tiem~ frarse o recordar en el campo de la experiencia interna que permita que
requiere criterios de identidad empi~icamente ap . 1~ª des,l Y que _no .se e suscite la cuestión de aplicar criterios de identidad del sujeto para de-
. .
surnm1stra ·
nmguno mer amente en el. upo de conexion e as. , experiencias
S0 b J .terminar . . . en curso o record ad a pertenece a uno mismo
s1. 1a expenencia . o a
internas que suministra la necesaria unida? de la. apercepci~n.b le "6iro. (Creo que puede decirse, sin seria exageración, que precisamente
segundo punto tendremos que decir algo mas post~~10rmente. o re e. J??: • "
- 1ar ahora que una de las debilidades de la exposicio~
mero, d eb ernos sena d" "· ~' .-'5 El tema de la identidad
. . . . . . , . .
personal ha sido bien· d1scuttdo en la filosoha rec1ente-
de Kant es que apenas alude al hecho de que nuestro conceptoli orblmadQ ·'te. Daré la cuestión por sabida.
de identidad persona/. lleva consigo criterios empíricamente ap _ca es e~ .. ,. B 415.

....·,
-~r

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. :,
148 Los límites del- sentido Metafísica trtJScendente 149
~ i
porque Kant reconocía esta verdad, su tratamiento del sujeto es altarnert~,: ;. !a tentación d.e p~rmitirnos a .nosotros· mismos el uso de la noción del su-
te superior al llevado a cabo por·Hume.)· :.,:,:.: ¡e~o_.de experiencia ~«yo~) mientras· que pensamos exclusivamente en tér-
. · ::; . ~mo~ de los contenidos internos de la conciencia (los contenidos del «sen-
4) La referencia al sujeto empíricamente identificable no está, 1m ld¡ z ti.do tnterno» ); explica por qué esa noción, así utilizada, está en realidad
práctica, perdida en la auto-adscripción carente de criterios. Cuando «yo~/ ;· completan;i~nte vacía. de. c.ontenido; y explica por qué parece, por lo tanto,
se utiliza así, sin necesidad o posibilidad alguna de que su uso esté jus-i ! .ser la nocton de un individuo absolutamente simple, idéntico e inmaterial.
tificado por criterios empíricos de identidad del sujeto, no pierde, siJr. i · .·
embargo, su papel de referencia a un sujeto. «Yo» puede emplearse sin:, 6). Jjiata¡o kantiano. La intuición kantiana no tuvo paralelo, pero su
criterios de identidad del sujeto y referirse, a pesar de ello, a un sujeto.: ; ex~osic1on es oscura.~Una de las razones de su oscuridad es que toma un
Y puede hacerlo porque -quizá- brota públicamente de la boca d~: a•ta¡~ .. Como Y~ he ~enalado, só~o hace una referencia mínima a los criterios
un hombre que puede reconocerse e identificarse como la persona que es• ; emptr.tcos. de 1den~1dad del sujeto, al concepto empírico de un sujeto de
por la aplicación de criterios empíricos de identidad personal. O, in~lus?; ~experiencias. No ~hce de manera explícita que el uso ilusorio de «yo», que
en los soliloquios, se emplea por una persona que reconocería la apltcah11· "a~abam~s de analizar, se.a, el resultado de abstraerlo de su contexto ordina-
lidad de tales criterios para solucionar cuestiones de si era o no era él, el· rio, de ignorar su conex1on con el concepto empírico de un sujeto. En vez
mismo hombre que ahora se adscribe a sí mismo una experieneia, el que¡ r de ello, .conecta ese uso con el empleo filosófico, que ya anteriormente ha
por ejemplo, llevó a cabo tal o cual acción en el pasado. «Yo» puede ero:: Uev~do- a cabo,. del pronom?re personal de primera persona al exponer la
pl~arse sin crite!ios de identidad del sujeto y referirse, sin ,en;bargo, a u1i , teoria de l~ ,umd~d necesaria de .la co?ciencia, la unidad trascendental de
su¡eto porque, tncluso en tal uso, no se anulan en la practica los lazos , la .ªPercepcton. Dice .que .el uso du~ori? del «yo» meramente expresa esa ~~
con esos criterios. · umdad que hace posible a la expenencta. . . :i
-:. ; ¿Es esto una falla en su exposición? Creo que la omisión es una falla.
5) La ilusión de una referencia puramente interna para «yo» (de un ; ~l que teng~mos que aportar t:ozos de diagnóstico significa, por ahora,
individuo material independiente; del alma como substancia). No se rom. : que este es. mco~pleto. Pero pie.nso qu.e podría defenderse la teoría de
pen en la práctica los lazos entre la auto-adscripción care_nte de criterio¡ ; que el. uso }lusono, ?º referencial, de «yo» (o el pensamiento. ilusorio y
y los criterios empíricos de identidad del sujeto. Pero quizá sí se anulen ·, no referencia~ del .sp1eto) «expi;t;sa» la necesaria unidad de la conciencia.
\Ri
en la reflexión filosófica. Es fácil ser intensamente consciente del carácter' ¡.Pues s~ requ}~re, ciertamente, que para que pueda hacerse uso empírico
E~
inmediato, de la base puramente interna, de tal auto-adscripción y al mism~. ~(es de~ir, .legitimo) .alguno del concepto de un sujeto de experiencias exis-
tiempo retener tanto el sentido de la adscripción a un sujeto como olvida¡; l ~an cnteno~ ~mpíricamente aplicables de identidad del sujeto como los
que las relaciones de experiencia inmediatas tienen este carácter de adf¡ ' que se. sui:i-1mstrap en nuestro concepto ordinario de una persona como 'j
cripciones a un sujeto sólo debido a los lazos que he mencionado con l~ ¡algo que, inter alta, es un objeto del sentido externo. Esta es una regla
criterios ordinarios de identidad personal. Surge así una cierta ilusión:.IA ~ge~eraL Como ya .hemos visto, no sería posible incluso el empleo que del
ilusión de un uso puramente interno, y sin embargo referido. al sujeto, A~ ;concepto. de un su1eto se. hac.e en la adscripción de experiencias inmediatas
«yo». Si tratamos de abstraer este uso, de desembarazarlo de la co?extoq •ªuno mismo (en la co_n~1encia de q1;1e uno mismo está en tal y tal estado),
con los criterios ordinarios de identidad personal, de llegar a un tipo. el fª no ser que este requisito fuera satisfecho. De todas formas, Kant ha mos-
¡
referencia al sujeto que sólo está total y adecua.damente basada en la ex- tEado en la. t~oría de la ~nidad _tra~c:~dental de la apercepción que hay
periencia interna, lo que hacemos realmente es privar a nuestro uso de «Y9!. ,ciertas co?~iciones necesarias de posibilidad de la autoconciencia que pue-
de cualquier posible fuerza referencial. Simplemente expresaría, t~l col1'.o }~~- describirse de 1:1-~~era coherente sin describir la totalidad de las con-
diría Kant, «la conciencia en general». Si, a pesar de ello, con~tnuatm ;~~tones de es~a posibrltdad. y, ~n particular, sin referirse a nuestra concep-
pensando que «yo» tiene una fuerza referencial, en cuanto referido a ~:~ion de un sujeto de experiencias como objeto del sentido externo. No es
sujeto, entonces, precisamente porque sólo tenemos realmente la mera for. ,~ irrazona?I: el mantener que cuando hacemos abstracción de esta última
ma de la referencia, resultará que el objeto de esta referencia debe s~ , caractenstica de ~uestra concepción de un sujeto, como, ciertamente, hace-
un objeto de singular pureza y simplicidad, una substancia pura, individu, ¡ m~s. cuando consideram.os i;l pensamiento ilusorio y no referencial de un
e inmaterial. . ., . ¡ su¡eto puro de la experiencia, retenemos en este pensamiento (aunque sin
Kant ve con claridad que e~ he.cho clave, que la. auto~a?scr.i?¡;:ton m~e f~uda de man~ra bastante conf1;1s.a) esa idea de la conexión de las experien-
diata de pens.amientos y .exper1enc~as n? lle~e consigo aplicacion de cr1;· pas que ha m~stra.do ser ,c~mdicion _f1;1~dam:~tal necesaria de la posibilidad
ríos de identidad del sujeto, explica s1multaneamente tres cosas: expli .:de la autoconciencia empmca, condicion mintma para que tenga lugar algo

~~~~~~~-------~-------~------ilL---~~-----------------------------~-
150 Los límites del sentido ~ Metafísica trascendente 151
:t
que pueda llamarse adecuadamente experiencia. Tanto si nos damos cuenta f pdecuación para un concepto admisible de un alma o una conciencia indi-
como si no, nuestro pensamiento ilusorio es, por lo menos, el pensamiento Lvidual~s -es decir, que un hombre normal, en el curso de una vida nor-
de experiencias así conectadas, así unificadas. El que se satisfagan las con~,;
diciones que requiere la unidad trascendental de la apercepción es una•f
·-mal, tiene en todo momento sólo un alma o conciencia que le dura todo
~-el tiempo- es permitir que las nociones de singularidad e identidad de
~
,·_¡
;.

condición necesaria de nuestra ilusión, así como lo es del concepto empí- · i !as almas o conciencias estén en dependencia conceptual, o se deriven con- i
rico de un sujeto de experiencias. Pero no es una condición suficiente de-~ ';· ceptualmente, de las nociones de singularidad e identidad de los hombres
ninguna de ambas cosas, ni siquiera de la ilusión, pues, de hecho, a esta¡ l o la gente. La regla para derivar los criterios que necesitamos de los cri-
llegamos por abstracción del concepto empírico. Pero cuando así abstrae- ; (, terios que tenemos es muy simple: una persona, una conciencia; la misma
mos para generar la ilusión, no abstraemos también de las condiciones ·i persona, la misma conciencia. Sin embargo, aceptar esta regla de deriva-
requeridas por la unidad trascendental de la apercepción. Puede decirse ; ción es el suicidio de la psicología racional.
así, después de todo, que es precisamente, en efecto, esta unidad de la.! ' El fallo de Kant de no sacar partido a este tema no es sino un aspecto
conciencia la que, cuando estamos agarrados por la ilusión, tendemos a ¡ de su olvido del concepto empírico de un sujeto de experiencias.
confundir con la conciencia de un sujeto unitario. / '

7) El golpe de gracia al cartesianismo. No se satisface Kant mera-H . 2. El yo en Hume y Kant ~1!


mente con exponer la ilusión en el seno de la psicología racional. Subraya · ; r
:H".;
·1
su vacío al señalar que, si sucumbimos a la ilusión, careceremos de fuerza· ·. Hay puntos de semejanza entre Hume y Kant en el tratamiento del
\.i:
para defender nuestras conclusiones ante teorías alternativas igualmente: · tema del yo. También hay profundas diferencias. La repetida idea kantia- ~,-

v.acías .. El p~icólogo raci~nal n;iantiene que ~odo hombre tiene una segu-, na de que no hay _int~i~i,ón _interna ~el sujeto mismo, de que <<nada hay +;!
:/~l
ridad mmediata en la existencia de su propia alma como una substancill. • permanente en la mtumon mterna» , recuerda el famoso comentario de ,.,
,J11

inmaterial, idéntica a lo largo de la sucesión de sus estados. A esto pode- Hume: ~<Cuando entro más íntimamente en lo que llamo yo mismo, siem-
c\~l
mos contestar que sea cual fuere la seguridad que expresa por esta pre·.; P.re tropiezo con. ?na u otra percepción ... Nunca me sorprendo a mí mismo 99
tensión, es igualmente compatible con la hipótesis de toda una serie de , .sm una percepcion, Y nunca puedo observar nada sino la percepción» •
substancias del alma, cada una de las cuales transmite sus estados y la con-. ~_De nu~~o, la parquedad de la alusión kantiana es paralela a la ausencia \R
ciencia de ellos a la siguiente en la serie, junto con todo lo que ha adqui- de alusio;i en Hu?1e a~ hombre como «objeto del sentido externo», al pa- Etr
rido de las transmisiones que del mismo tipo han realizado los miembros pel que J_ueg~ la 1dent1dad corporal en el concepto empírico de un sujeto ~f

anteriores a la serie, como pudiera transmitirse el movimiento, de unas a · de experiencia.


otras, a lo largo de una serie de bolas elásticas <n. Esta sugerencia no es A~aba aquí el parecido. Hume se ve obligado a dar alguna explicación
más ni menos fútil que la primera pretensión. de la idea de «lo que llama él mismo». Y trata de hacerlo buscando entre
Podría avanzarse más de lo que hace Kant en esta línea de ataque. Así, · los miembros de la clase de su.s ~<percepciones» ~elaciones (de parecido y
cuando el hombre (¿un psicólogo racional?) habla, podríamos sugerir que causa) que den cuenta del «fin~tmiento» de un sujeto _idéntico al que todas
hay, quizá, mil almas que piensan simultáneamente los pensamientos que'.. pertem~cen_., Trata de re~:oduc1r_ en ~ste campo el mismo tipo de análisis
expresan sus palabras, teniendo experiencias cualitativamente indistingui· 0 . exp~i~acion de la nocion ?e
1denti~ad que el qu~ le ha servido en la
bles como las que él, el hombre, pudiera normalmente decir que tiene.· discus_ion de nuestra creencia en la. ~den:idad _contmuada de los objetos
¿Cómo podría el hombre convencernos de que sólo háy un alma asociada mat~nales ª lo l~rgo de la observact?n disc~n~mua. Se toman como per-
así con su cuerpo? (¿Cómo podría el alma -o cada alma- convencernos c~pctones d~l mismo cuerpo perce~ctones distmtas porque se establecen
de que es única?) ciertas relaciones entre ellas. No importa ahora mucho cómo podamos
. , d , . . . leer ese «porque»: o como si introdujese una referencia a crit ri d
G eneralizan o1o, el nuc1eo del ataque es este. T enemas cntenos de sm- identidad 0 d d0 l . , . . . . . e os e
gularidad e identidad para sujetos de la experiencia (gente hombres). Si . - ' de ~cuer conf e p:optofespltltu antt-ractonahsta de Hume,
., . . . . . ' . como si mtro uJese una re erencia a actores que causan nuestras ficcio
emos e a ar tam ten de almas o conciencias md1v1duales, necesttamos nes De cualquiera de 1 d f0 r d b h 1 · -
mas, Enosl e edc:docar ª fatal1ause ~cta. ~e 1
h d h bl b
criterios de singularidad e identidad para ellas. La única manera de garan- anaÍorrfa errtre lo· do tªi.s ods
· · d b ·d d dº . , d o· s s pos e casos. n a me I a en que ta exp icacton
tizar. una consecuencia que e a, con segun a , contar como con ic1on e
" B 413, cfr. también B 420/A 381, etc.
99
•, A 363-4, nota. Tratado sobre la Naturaleza Humana, libro I, parte IV, capitulo 6 .
152 Los· límites del ·sentido Metafísica trascendente 153
(o análisis) parezca satisfactoria en· el caso de que percepciones distintas · f dado un paso fuera del mundo de los sentidos y habríamos entrado
se tomen como percepciones del mismo cuerpo, lo será porque somos cá' " \ en el campo de los noúmenos 100 • ·
paces de pensar que los mecanismos (o criterios) psicológicos implicados·, .
tienen un campo de percepciones sobre el cual trabajar, sobre el cual' pue" :~' :; Reservaré para más tarde un an<!Ysis general de las complicaciones
dan operar selectiva1mente, produciendo un fingimiento (un juicio) de iden'; ' del idealismo trascendental; y hasta entonces no consideraré totalmente
tidad aquí, inhibiendo otro allá. Hasta una identidad ficticia necesita con'.· ; la-versión del cuarto· paralogismo, en la que esta teoría se trata amplia-
traste. Nada podría inducir el pensamientó siguiente: Aquí hay (un fenói) mente y que se desarrolla en la primera edición de la Crítica. Pero algo
meno de) la misma x que antes; a no ser que algo pudiera inducir este · debe decirse ~hora para mostrar ·cómo ve Kant la conexión entre esa teoría
otro: Aquí hay (un fenómeno de) una x diferente. Pero en el caso de la y los temas que acabo de presentar.
auto-identidad nada que pertenezca al campo eh el que se supone opér~n ~ Í Empecemos notando cómo podría leerse el grito mismo de alar.roa que
los mecanismos puede en absoluto excluirse, por parte de esos mecalllS· • i acabo de citar, de una manera coherente con la interpretación más débil
mos de. la adscripción a un yo. Los, i:necanismos son i~úti~es, o J?ás ~ien; :~ ' que. pudiera hacerse del idealismo trascendental. Podría decirse que lo que
son fic~1ones. El b~scarlos es tan futd como buscar. cn~en.os de identidad está en peligro, si se mantiene la teoría de la psicología racional, es sim-
d~l suJ~to para ap~1ca~los en el campo d~ la ex:penencia mterna Y deter- ' plemente el principió de que cualqukr pretensión significativa de conoci-
lf!l)ll
mmar s1 una experiencia en curso es propia o no. miento analítico de los objetos depende del uso de criterios empíricos para
La exposición kantiana de la -ilusión de la psicología racional está com- fa apilcadót1 de los conceptos en cuyos términos se expresa esa pretensión. ·~"
:r~~

pletamente libre de la incoherencia en la que cae la: teoría .del yo de «Entrar en el campo ·de los noúmenos» sería simplemente hacer una buena ·~{'
Hume, incoherencia de la que este no era inconsciente. Es evidente· que · . pretensión de conocimiento de tal clase que mostrara que este principio J
:ü1
el análisis de Kant necesita complementarse, tal como he tratado de mos· · . pcidría, al ·menos en un caso, ser violado con impunidad. La importancia ·ln~
'~~lj

trar, con un. reconocimiento mucho más explícitff que el que él -pueda ha··: metodológica general de disipar Ja ifosión de la psicología racional, a fra- . .v;:·
¡~/,
,· ...
cer del papel de criterios empíricamente aplicables de identidad del suje.t.0::' vés de un cuidado dfagnóstico de sus fuentes, consiste precisamente en
::in~f
Sin embargo, lo importante es que no hay nada que excluya, y· más bien·• ésto, en que el éxito al"disipar la ilusión nos capacita para reafirmar el
todo invita a tal complementación en el desarrollo kantiano. Hume, porl ; 'principio en··la·-misma -cara dél más seductor de sus apárentes contta-
"¡ ¡
otra parte, no ofrece simplemente disipar la ilusión del :filósofo (del psiéó- ejemplos. · · · 1Rt:
l~~o racional). ·Su intento; e.s dar una explic~ción adecuada, de. la concei>:; . No sería plausible el mantener qúe es· es.to todo lo .que K~nt quiere ::f~
c1on vulg~r del yo c~mo. ~uieto de ~xpen.encias; pero. los termmos e~ .lm» ; decir. Más bien, la teoría de que las cosas que están en el espacio y el :;o
que concibe tal exphcac1on hacen imposible que el mtento tenga exlto.": tiempo son sólo fenómenos, que las cosas no son en sí mismas extensas,
que yo no puedo, tal como soy en mí mismo, sentirme primero malo, luego
triste, significa, más probablemente, que al menos es~s sensaciones y per-
3. Las complicaciones del idealismo trascendental cepciones sucesivas y sus objetos que aparecen depend~n (de un.a forma
desconocida) para existir de algo de carácter completamente diferente {y
He ignorado completamente, hasta ahora, en este análisis de los Para:' completamente desconocido), «El campo de los noúmenos» es el campo
logismos, el sometimiento kantiano a las teorías del idealismo trascenden: - de eso· de lo que dependen, así, estas existencias dependientes.
tal. y es un hecho importante el que se pueda mostrar la fuerza de la ex· Entre la multitud de ingenuas preguntas que espontáneamente se su-
posiciqn kantiana. sobre las ilusiones de .la psicología racional sin hácer gieren, acerquémonos a una; la más pertinente en este .. momento, a través
a
referencia alguna tales teorías. Sin emb;¡rgo, para el· mismo Kant el so- •. de otra que parece ofrecer menos dificultades inmediatas. ¿Por qué, si es
metimiento al idealismo trascendental parecía convertir el análisis. de la completamente desconocido el carácter de los noúmenos, habla Kant, por
ilusión en un téma especialmente urgente. Hn lado, de los objetos externos tal como ellos son en sí, y, por otro, de
nrn¡otros tal ·como nosotros somos en nosotros mismos? ¿Se conoce al
Una piedra de escándalo, es más, la única objeción incontestable ·menos que el campo de lo nouménico contenga dos tipos distintos de exis-
que se opondría a toda nuestra crítica sería que hubiera una posibi- tencia? Una contestación, al menos parcialmente kantiana, a esta pregunta
lidad de conocer a priori que todos los seres pensantes son en sí mis- podría desarrollarse como sigue. Nada se sabe de eso. Lo que sucede es
mos substancias simples. . . y que tienen conciencia de su existencia
como separada y distinta de toda materia. Pues con ello habríamos 100
B 409.

-·-· ...... _. - ··-----------------------------------------------------------------------------------'-----------


:1
154 · Los límites del sentido Metafísica trascendente · 155 !

i
simplemente que en el seno de la experiencia (en el campo de los fenó- ; pensar, soy el ser mismo, por el cual, sin embargo, nada me es dado para
menos) se establece una distinción, sin la cual sería imposible la experien- el pensar» 102 •
cía, entre los objetos percibidos del sentido externo (los cuerpos en el i ·. Es evidente que el idealismo trascendental haría poco honor a su nom-
espacio) y las sucesivas experiencias que los seres humanos toman como · \ . bre a no ser que mostrase algún punto de contacto semejante. El título de
estados de sí mismos. (De hecho, en una interpretación del idealismo tras- ,. " ·«idealismo» podría, en realidad, justificarse por la sugerencia repetida de ·
cendental, esta distinción no es definitiva. No consideraremos esto por ; ~ que los objetos externos son reducibles a «representaciones». El título de
ahora. El hecho es que la distinción se traza, y debe trazarse, si es que ·, ' «trascendentalismo» podría, de hecho, justificarse por la teoría de que
debe ser posible en absoluto la experiencia). Ahora bien, la dependencia ! todo lo que conocemos en la experiencia, incluidos nuestros propios esta-
general, tanto de los cuerpos en el espacio como de los estados internos . dos mentales, depende de algún fundamento desconocido inaccesible a la
· de nosotros mismos, de lo desconocido nouménico se expresa describiendo experiencia. Pero si eso fuera todo, no habría nada de especialmente tras-
los primeros, en relación a lo segundo, como «fenómenos» de «las cosas cendental en el idealismo y nada especialmente idealista en el trascenden-
tal como son en sí». De ahí que sea natural hablar, por un lado, de los talismo. Lo que hace que el nombre «idealismo trascendental» sea algo
objetos externos tal como ellos son en sí y, por otro, de nosotros tal como más que una mera conjunción es el lenguaje de extremo subjetivismo en
nosotros somos en nosotros mismos. Pero esta forma de hablar sólo refleja el que se declara que la fuente de todas las características estructurales
la distinción que se traza, y debe trazarse, en la experiencia entre los obje- del mundo está en nuestro sujeto, «el sujeto en el cual la representación ''rcl
~~l
tos externos y los estados de conciencia. No implica ningún conocimiento del tiempo tiene su fundamento» 103 • ¿Pero qué podríamos sacar de este l¡::
de distinción alguna entre tipos de existencia nouménica. Por todo lo que lenguaje a no ser que el «sujeto» de tales eslóganes estuviese de a'lgun/J ma-
sabemos, quizá lo nouménico sea muy homogéneo 101 • nera conectado con lo que ordinariamente entendemos por nosotros mis- ~¡¡
Esta respuesta sólo tiene en cuenta algunos de los aspectos del idea- mos? }:¡
lismo trascendental. Planteemos ahora esa pregunta más difícil. Suponien- Se supone que el concepto de un ser pensante «en general» suminis- ' :~

do que, tal como acabamos de indicar, el idealismo trascendental es has- tra el punto de conexión. Cada ser humano, aunque nunca puede ser cons- "'
:i::r
tante más que un principio metodológico de significatividad, ¿por qué está ciente de un objeto, él mismo, como meramente un ser pensante, sino sólo
·1:
Kant tan seguro de que si se llevasen a cabo todas las pretensiones de la como un ser que piensa, siente o percibe, sucesivamente, esto ahora, luego
psicología racional entraríamos en el campo de los noúmenos? ¿Por qué aquello, es con todo un ser pensante, un asiento de las categorías, y hasta ilC
el psicólogo racional, si es que tuviese éxito, habría hecho algo más que ese punto fuente, y no meramente producto, de las condiciones de la ex- :f~
mostrar que es insostenible un cierto principio de significatividad respecto periencia. Kant, evidentemente, va mucho más allá de acuerdo con las exi-
a las pretensiones de conocimiento, al menos en una instancia especial? gencias del desastroso modelo cuyas fuentes no hemos explorado a fondo
¿Por qué no sería todavía posible mantener que lo nouménico, de lo que todavía. No es sólo meramente nuestro entendimiento el que es fuente
depende todo contenido de la experiencia, interna y externa, es completa- de las categorías, es a nuestra sensibilidad a quien se deben las formas del
mente desconocido e incognoscible?, La respuesta que debemos dar a esta espacio y del tiempo; y es porque las primeras deben afectar a las segun-
pregunta nos muestra cuán inadecuada era la que aventuramos a la pre- das en la generación del autoconocimiento empírico por lo que nos mos-
gunta anterior. Cuando todo está dicho y hecho, la teoría kantiana del yo tramos a nosotros mismos de forma distinta a como somos en nosotros
no queda agotada al desplegar, y completar, aquellas de sus características mismos. Es bastante aturdidor el confiado uso de los pronombres de pri-
que se necesitan para disipar. las il1;1sio~es de la psicología racional. Ni mera persona; pero es más que eso. Nos muestra al modelo haciéndose p~-
tampoco queda agotada la tesis del idealismo trascendental con esa corta dazos. Parece que, después de todo, se puede saber mucho del yo noume-
formulación que en términos de dependencia de la existencia acabo de nico aunque no tanto como esperaba el psicólogo racional. Escribe Kant,
presentar. Y la razón es la misma en ambos ca:sos. Lo que Kant trata de en ~na Cláusula bastante extraordinaria: «El ser que piensa en nosotros
exp::sar por el «yo piei:so» de la apercepción ?-º es simplemente esa ca- está bajo la impresión de que se conoce a sí mis~o a través de cat~gorías
ne~i°.n de las expenenci~s~ ,asegurada por medio de ~o~. conceptos de lo puras y precisamente a través de aquellas categonas que (en cada t1P_? de
ob¡e~ivo~ que ~s. la condic~on fundam_ental de la posib1hda.~ de la auto- categoría) expresan unidad absoluta» H». Hasta ese P?nto parece enganars:
conciencia empmca. Para el el «yo pienso» de la apercepc10n representa · el «ser que piensa en nosotros». Pero si el ser que piensa en nosotros esta
también el punto tangencial de contacto entre el terreno de los noúmenos
y el mundo de los fenómenos. «En la conciencia de mí mismo en el mero 102
B 429.
1
°' B 422.
101
A 359-60.
1
°' B 402.
156 Los límites· del sentido

bajo la impresión de que su entendimiento afecta su sensibilidad en la


producción de una sucesión temporal de percepciones, sensaciones y pen,
CAPÍTULO 3
samientos (incluyendo este mismo) conexos, entonces, aparentemente, el·
ser que piensa en nosotros no está en a~soluto engañado, ¡sino totalmente .
en lo cierto! No niego que todo esto, también, pudiera entenderse como .•11
una mera forma de hablar sobre las. características estructurales del hecho ;\!
fenoménico. Entenderlo así sería' tratar el modelo como un modelo, un JI)
mate~ _de exposición que debe desc~r.tarse cuando. quedan cubiertos ·sus ¡ .· . :
proposttos. Pero no parece, como mmtmo, que fuese esta la manera kan- · · r .. .
tiana de entender el problema 105 • . . ; . L OSmOS

Desarrollaré, como ahora paso a exponer, el análisis de las antinomias

. <iiriaterilÍíticas». En primer lugar, presentaré las argumentaciones en las


·que Kant pretende desplegar los «conflictos de la pura razón consigo mis- ~r,~

l
; ; ma»,. junto con algunas objeciones comunes, y algunas menos comunes,
· : i:¡ue se plantean a tales argumentaciones. Volveré, entonces, a presentar los
·1; temas de tal manera que aparezca una forma general de «solución» que
,..ij.
~~¡
¡J
'j'
~)
l}\!
,1
i

: ; se supone encaj.a con cada urio de .los «conflictos.» tratados. A continua- ~:;
'~'.
, ~ión, distinguiré y discutiré tres interpretacione~ de esta forma general de ,;.;
. {. soludón, cada una correspondit~nte a una versión distinta del idealismo ;~:
·~ trascendental. Mencionaré una cuarta versión ·sófo ·para mosfrar que no
f~
, genera una cuarta interpretación. de las soluciones. Por último, considera-
ré las preguntas cosmológicas, que se supone dari paso a los conflictos, Htl
junto con algunas líneas no kantianas .de pensamiento sobre las mismas. :¡!~
¡~
El procedimiento regular que sigue Kant en las .antinomias es esta-
. blecer, una tras otra, dos alternativas' aparentemente exhaustivas (la «tesis»

( ·y la «antítesis»), cada una de las cuales prueba Ja falsedad de su aparente


contradictora. En el caso de las antinomias matemáticas, se pretende que

1
, • )a existencia de pares de argumentaciones válidas, que parecen tener el
; i c~r~c_t:er dicho, es una prueba indirecta de la.s teorías del idealismo tras-
cer¡det_ital (a saber, que el espacio y el üempo son meras formas de nues-
;1· tra sensibilidad y que todas las -cosas que están en el espacio son meros
, _:_·fenómenos). ~bviamente.,. si e1>ta prueb,a ha .de estar libre de c!xcularidad,
·. ~ant no. debiera apoyarse en es.as teorras a la hora de construir las argu-
. !Jl<;:ntaciones, Excepto en el caso de una argumentación subsidiaria (en la
segunda p¡¡rte de la antítesis de la segunda antinomia). Kant no viola os-
ten,siblemepte esta. regla. Sjn embargo, apenas podemos entender el hecho
de que los débiles argumentos que emplea le pareciesen buenos a no ser
que supongamos- que, en su pensamiento, Jps reforzaba con elementos que
·pertenecen a aquellas teorías que habrían de suministrar «la solución» a
, fo.s ,<~ coµflictos ».

105
Véase más adelante, parte IV, especialmente sección 4.

1
1 '
'.;l'i#!'

l '58 Los límites del sentido Metafísica trascendente 159


' deficiencias propias. Kant mantiene que el mismo pensamiento de la ex-
. : tensión espacial infinita del mundo implica el pensamiento de que es po-
1. Argumentaciones y ob¡eciones ; . sible completar un proceso, temporalmente infinito, de recorrido de las
. · sucesivas partes finitas del mundo. Podríamos hacer más concreto este pen-
La tesis de la primera antinomia es que el mundo tiene: 1) un comienzo. · samiento con la ayuda de la idea de unos observadores que viajan en unos
en el tiempo y 2) límites en el espacio. Demos a la argumentación kantiana,', '.vehículos espaciales a través del universo y llegan, desde diferentes direc-
en lo que a la primera parte se refiere, una forma más concreta con la.: '.clones, a un punto dado de la tierra en un momento dado, habiendo reco-
ayuda de la suposición de que durante la existencia del mundo un reloj ha · rrido, cada uno de ellos, una distancia infinita. Esto, dice Kant, es impo-
estado marcando unos pasos regulares. La argumentación se desarrollaría ; · sible. Por lo tanto, el mundo espacial debe estar encerrado dentro de unos
como sigue. Si suponemos que el mundo no tiene comienzo, sino que ha : límites.
existido durante un tiempo infinito, entonces se sigue que hasta hoy, o hasta . Se le puede objetar que, primero, la hipótesis de una extensión espa-
un momento histórico anterior, han tenido lugar un número infinito de '. ( cial infinita del mundo no requiere la posibilidad de completar un proceso,
pasos de reloj, ha sido completada una serie infinita de intervalos. Pero , temporalmente infinito, de ·recorrido espacial del mundo. Pues esa posi-
esto, por la misma naturaleza de una serie infinita, es imposible. «La infi- . bilidad requiere, por lo menos, la ulterior hipótesis de que el mundo ha
nidad de una serie . . . consiste en el hecho de que nunca puede comple- : existido por un tiempo infinito. Por muy rápido que viajase un observa- j~
tarse por medio de sucesivas síntesis» 106 • Es por lo tanto imposible qu'é · dor, 'no podría cubrir una distanción infinita a través del mundo en un 11]
el mundo haya existido por un tiempo infinito. Y debe haber tenido mi: tiempo finito. Pero la hipótesis de que el mundo tiene un extensión infi- ¡. 1
;¡¡
comienzo. · · nita en el espacio no parece conllevar la hipótesis· de que ha existido, hasta 1if,
La argumentación parece claramente inválida. Podemos, en realidad,-' · cualquier momento dado, durante más de, por ejemplo, diez millones de :~!\
argumentar de una forma válida que, dado que la serie de pasos del reloj • · años, por no decir la hipótesis de que ha existido desde hace un número ,,
¡1:11

;;,!f,
tiene un miembro final, no puede suceder a la vez que: a) tenga un número : infinito de años. En segundo lugar, incluso si renunciamos a esta objeción,
infinito de miembro y b} tenga un primer miembro. O a) o b) debe ser , al declarar que es imposible completar un proceso temporalmente infi- ;D:
rechazado. Pero dado que la argumentación se supone basada sobre la nito, Kant repite el error en el que incurría su argumentación, según ,,
r··¡
hipótesis de que b) es falso, es eviden~e que lo que hay que rechazar hemos visto, de la primera parte de la tesis. Un proceso temporal, tanto \C
es b) y no a). completo como infinito en duración resulta imposible, sólo en el supuesto M
¿Cómo llegó Kant a proponer tal argumento? No creo que sea hacerle de que tenga un comienzo. Si, por último, se urge que no podemos con- ' "1'
injusticia el suponer que su pensamiento central pudiera representarse de cebir un proceso de recorrido que no tenga un comienzo, debemos pre- ~ º1
la forma siguiente: sería imposible completar la cuenta, mientras tenían·. · guntarnos con qué pertinencia y con qué derecho se introduce en la dis-
lugar, de un número infinito de pasos del reloj. Y esto puede parecernos· cusión la noción de recorrido.
verdad. Y parecernos verdad porque pensamos que el proceso de contar Las argumentaciones de la antítesis de la primera antinomia no son
tiene que tener un comienzo en algún momento. Pero el hecho de que tal más fuertes que las de la tesis. La primera se desarrolla como paso a
cuenta, que empezó en algún momento, no podría en ninguno subsiguiente· texplicar. Si el mundo tiene un comienzo, entonces empezó en algún mo- 1

completarse, parece también o muy irrelevante en la cuestión que nos mento definido, y digamos hace n años, y antes de entonces no existía
ocupa, o una consideración en favor del supuesto de que también la serie nada. Pero cuando nada existía, no podría distinguirse una parte del
de pasos empezó en algún momento. Sin embargo, la hipótesis que hay que tiempo de otra, y no habría nada que diese razón de que el comienzo
probar que es errónea es que no hubo momento alguno en el que empezase del mundo tuvo lugar en un momento en vez de en otro. Por lo tanto el
la serie de pasos del reloj. Podemos suponer que éste es uno de los puntos mundo no puede haber tenido un comienzo.
en los que Kant, quizá inconscientemente, echa mano de las teorías que Lo máximo que tal argumentación parece mostrar es que, si el mundo
avanzará posteriormente como solución al conflicto que, ostensiblemente, tuvo un comienzo, entonces la pregunta «¿Por qué empezó cuando lo
despliega. hizo en vez de en cualquier otro momento?» no puede en principio res-
La argumentación de la segunda parte de la tesis, a saber, que el mundo .ponderse. La conclusión de que el mundo no tuvo comienzo alguno sólo
debe tener límites en el espacio, es todavía menos satisfactoria. lncor- se seguiría si hubiese razones adecuadas para creer que si el mundo tuvo
pora lo que de deficiente hay en la primera argumentación y a ello aña.de. un principio, entonces la pregunta de por qué empezó cuando lo hizo en
vez de en otro momento debería en principio poderse contestar. Kant
'"' A 427/B 455. J no ofrece razón alguna por la que debamos aceptar esta creencia. Veamos
11
'1
160 Los límites del sentido Metafísica trascendente 161 l
si podemos encontrar razones para rechazarla. Nos proponemos, más pre- , que si el mundo tuvo un comienzo, no hay nada externo a la historia del
cisamente, la siguiente tarea. Debemos ofrecer razones para rechaza~ la , mundo a lo que pudiera relacionarse temporalmente su comienzo. Es ten-
creencia de que la pregunta debe poderse contestar, si es verdad la hipó- · tador el concluir inmediatamente que el supuesto de que pudiera haber
tesis de que el mundo tiene un comienzo, en cualquier interpretación de esa empezado en uno o en otro momento está tan vacío de sentido como el
pregunta para la que sea pertinente la argument~ción de ~ant. Esto deja · supuesto de que sus relaciones temporales externas pudieran haber sido di-
abierta la posibilidad de que puede haber otra mterpretación totalmente . ferentes; que es, de hecho, lo mismo que este vacío supuesto. Esto confirma-
distinta de la pregunta para la que resultasen irrelevantes tanto nuestras ; ría la tesis kantiana de que no puede haber ninguna explicación de que el
razones como la argumentación de Kant. mundo comenzara cuando lo hizo y no en otro momento. Pero lo confir-
Consideremos que la pregunta «¿Por qué empezó cuando lo hizo?»• . maría mostrando que no hay nada que explicar y le quitaría a la tesis toda
como planteada acerca de un proceso o serie ordinaria de sucesos que < la fuerza que pareciese poseer.
forme una parte de la historia del mundo. Podemos decir que tal pregunta, ¿Es posible, en el supuesto de que el mundo tuviese un comienzo, in-
tiene normalmente un doble carácter externo. En primer lugar, en cuantQ. · terpretar, de una manera menos vacía, la suposición de que podría haber
referida al tiempo en el cual comenzó el proceso en cuestión, refiere im- ! empezado en otro momento distinto al momento en el que de hecho empe-
plícitamente ese proceso a un marco temporal de otros sucesos Y proce· zó? Analizaré dos sugerencias ulteriores, una de las cuales, creo, tiene
sos. El momento en el que empezó el proceso en cuestión se determina: sentido. Podría sugerirse que la suposición debe interpretarse no como la 'it~¡
en referencia a este marco externo. En segundo lugar, busca sacar a la.• de un cambio en el tiempo de toda la secuencia de los sucesos que de hecho ¡)\~i
luz la referencia a alguna condición, también externa con relación al pro-, • componen la historia del mundo, sino como la de una adición anterior a :;:-~
ceso, que tuvo lugar o prevaleció en el momento cuando comenzó el· ; toda esa secuencia. La idea es que la secuencia de sucesos que de hecho ;,J\
'!,).
proceso y que es suficiente para dar razón de que el proceso comenzase constituyó la primera fase de la historia del mundo podría haber estado '~tl
,G•!
entonces. . precedida por otra secuencia de sucesos distinta, que de hecho nunca ....¡~­
d

La argumentación kantiana utiliza el hecho de que, cuando la pregunta' tuvo lugar. Creo que, si es que el mundo tuvo un comienzo en el tiempo,
se hace sobre la historia del mundo como un todo, no le sería posible sacar ello debe admitirse como una auténtica posibilidad lógica. Pero si hemos ~¡~~

a la luz la referencia a ninguna condición externa que tuviese lugar o .. de interpretar así la idea, entonces la queja kantiana de que no puede
prevaleciese en el momento en el que cual esa historia comenzó, Y por' explicarse por qué el mundo comenzó cuando lo hizo, en vez de en cual- ::e,,:
lo tanto, no podría sacar a la luz la mención de cualquier condición externa. quier otro momento, se reduce a la queja de que no puede darse una ¡:~
que pudiera dar razón de que comenzase en ese momento. Pero debe-. explicación (externa) de que no tuviese lugar, antes de cualquier cosa D
mos también considerar las implicaciones que hay en el hecho de que,:· en verdad sucedida, algo adicional a lo que de hecho ocurrió. No está
cuando la pregunta se plantea en relación a la ~istoria del m~ndo como· claro que esta idea tenga incluso en primera aproximación la apariencia
un todo, no hay nada que pueda contestar la primera referen_crn externa,· de una objeción a la tesis de que el mundo tuvo un comienzo. No cons-
normalmente implicada en tal pregunta. Sin duda alguna, s1 el mundo tituye realmente queja alguna el que, en relación a la secuencia real de
tuvo un principio, debería (o podría) haber una respuesta verdader~, al.' sucesos que constituyó la primera fase del mundo, no podamos explicar
margen de que pudiéramos saberla o no, a la pregunta «¿Por cuánto Uem, ; por qué esa serie de sucesos empezó cuando lo hizo. Lo que sería más
po ha existido?» o «¿Hace cuánto tiempo que empezó?» ~a frase «el roo-: bien una queja es que no pudiésemos explicar el hecho de que nada tuvo
mento en el que comenzó el mundo» tendría una. referencia. Pero ésta no,. lugar antes de esa secuencia. Pero nunca se piensa que el hecho de que
podría ser tal que implicase la existencia de relac10nes temporales algunas : algo no ocurra necesite una explicación, a no ser que sea algo específico
entre el comienzo de la historia del mundo y otros sucesos o procesos ex· que, en circunstancias dadas, se espera que tenga lugar.
ternos a tal historia. Ahora bien, parece que podemos cuerdamente ha~~r La segunda sugerencia puede introducirse como sigue. ¿No es lógica-
• preguntas tales como «¿Cuándo y por qué empezó la Guerra de Secesion· mente posible que estuviésemos todos, en el momento presente, ocupados
Americana?» precisamente porque podem?s supon.et cuerdamen:e qu~ !as , en aquell~s actividades que, de hecho, nos ocuparán mañ~na a esta hora, y
relaciones temporales externas a tal conflicto pudieran haber sid? distm- que recordásemos haber estado ocupados ayer en las mismas tareas que,
tas a las que de hecho fueron. Parece que, en general, es prec1samen~e· . de hecho, en este momento realizamos, y que permaneciesen sin cambio
debido a tales relaciones temporales externas por lo qu~ podemos confer~r , algunos todas las relaciones temporales de estas actividades con otros suce-
significado a las suposiciones que expresamos por med10 de c!áusulas hi· sos de la historia del mundo? ¿Y no es igualmente posible que estuvié-
potéticas tales como «Si hubiese nacido un día ante_::» o «S_i la guerra:; semos en el momento actual ocupados en aquellas tareas que a esta misma
hubiese empezado una semana después», etc. Hemos senalado, sm embargo, ' hora realizábamos, de hecho, ayer, sin tener ahora sino (como mucho)

lt
162 Los límites del sentido Metafísica trascendente 163
intenciones y anticipaciones referentes a esas actividades como las que ahora ; · «¿Por qué empezó cuando lo hizo?» planteada, por ejemplo, después
realizamos, y que permanezcan sin cambio alguno todas las relaciones ; : de la undécima palmada, pudiera interpretarse como si tuviera el sentido
temporales de todas estas actividades con los otros sucesos de la historia f de «¿Por qué empezó hace once palmadas?»; y la respuesta pudiera tomar
del mundo? Si así es, entonces la suposición de que toda la secuencia .~ la forma de explicar cómo la estructura interna del baile no hubiera
de sucesos que pertenecen a la. historia del mundo podría haber tenido ·. · permitido a los ejecutantes alcanzar sus posiciones actuales sino precisa-
1
lugar un día antes es equivalente a la suposición de que la primera de 1 mente hasta después de la undécima palmada.
estas posibilidades se cumple, y la suposición de que la secuencia podría i No quisiera afirmar positivamente· que la pregunta sobre el comienzo
haber empezado un día después es equivalente a la suposición de que la ·, ' del mundo puede interpretarse como una pregunta interna. Obviamente,
segunda de estas posibilidades también se cumple. . mi ejemplo no es sino una pobre analogía de una pregunta como la que
La idea que subyace a esta sugerencia es clara. Es validar la deficien- • esa sería. Deseo simplemente señalar que, si pudiese entenderse como in-
cia de las relaciones temporales externas para toda la secuencia de suce- f • tema, una argumentación como la de Kant no tendría poder para mostrar
sos que componen la historia del mundo por medio de una apelación a ¡ . que tal pregunta no puede contestarse. Pues, claramente, es un supuesto
nuestro sentido del momento presente. Debemos concebir cualquier cam- ' ·de tal argumentación que ha de entenderse que la pregunta busca sacar
bio de posición, hacia adelante o hacia atrás en el tiempo, de la histo- : a la luz la mención de alguna condición externa a ese proceso -la totali-
ria del mundo en relación con el ahora, con el momento presente, per- . dad de la serie de estados del mundo-- en relación a la cual se pregunta ·rJ
11¡
¡~:
maneciendo intactas todas las relaciones temporales entre las partes de : . cuándo y por qué empezó. Por lo tanto, de cara a mostrar que la pregun-
\~
esa historia. Pero esta concepción depende del supuesto de que la iden- ·....ta carece realmente de una posible respuesta, debe mostrarse al menos que
tidad del momento presente es, por así decir, totalmente independiente · : hay algo de ilegítimo o de absurdo en la idea de entenderla como una tx~¡~~
de lo que en el tiempo suceda. «¿Pero acaso no es así?», pudiéramos pen- • '.pregunta interna. No sé cómo podría hacerse esto. ¿No podría ser el ~ni
t'l
sar o argumentar, «Ahora es ahora, al margen de lo que esté ocurrien- .•. intento de algún físico, presente o futuro, el mostrar, por el contrario, '¡,~

do». Pero este pensamiento o expresión nada nos ayuda. Los pensamien- ,: ; que la pregunta puede a la vez entenderse y contestarse como una pre- :.*·
tos y las expresiones están incluidos entre los sucesos que, sin cambiar • gunta interna? [!'.~'

sus mutuas relaciones temporales, pudiéramos pensar se desplazan con · Volvamos ahora a la argumentación kantiana de la segunda parte de
relación al momento presente. La noción de que todo tenga una posición • ' la antítesis de la primera antinomia. Parece que se resuelve en un juego
diferente en el tiempo, en relación con el momento presente, está tan · ilegítimo con la noción de límite o frontera. Si el mundo fuese finito, o
i~j
:!311
vacía de sentido como el pensar en un cambio de las relaciones tempora- , · limitado, en extensión espacial, tendría cierta relación con el espacio D
les externas de toda la secuencia de sucesos del universo. .: ·vacío fuera de él, a saber, estaría limitado por ese espacio vacío. Pero éste
Lo que anima la ilusión es, sin duda alguna, el hecho de que pode- , • no es nada, es decir, que no habría nada que limitase al mundo. Por lo 1
mos éon perfecta coherencia lógica relatar cuentos _en los que las secuen- ; . tanto debe carecer de límites o ser infinito en extensión espacial.
cías concretas de sucesos se desplazan de su orden real relativo a otras · ' Tal como está, la argumentación apenas merece comentario alguno.
secuencias. Es, en este sentido, posible que cualquiera estuviese ahora Pero una nota a pie de página indica que Kant tiene un argumento mejor,
ocupado con las actividades con las que de hecho estuvo atareado ayer aunque todavía insatisfactorio, en mente. En general, si x está en y, enton-
o con las que, de hecho, estará ocupado mañana. Pero la palabra «ahora» ces x tiene una relación espacial definida con y, y tiene sentido preguntar,
no ejercita, ni tiene neq!sidad de hacerlo, sus poderes engañosos en el : por ejemplo, dónde exactamente está x en y. Pero si x es el mundo ,e y el
contexto de estos limitados supuestos. Esos poderes entran en juego sólo espacio, entonces la pregunta carece de sentido. Podemos en verdad decir,
en el contexto de un desplazamiento total en el tiempo. Entonces la ilu- con perfecta propiedad, que el mundo está en el espacio, pues por esto
sión es muy poderosa, pero no deja de ser una ilusión. no decimos sino que todas las cosas del mundo están relacionadas espacial-
Nos queda, por último, que analizar si una pregunta de la forma· · mente entre sí. Pero la hipótesis de que el mundo es finito en extensión
«¿Por qué x empezó cuando lo hizo?» no podría acaso entenderse de una espacial requiere que digamos que el mundo está en el espacio en el senti-
manera totalmente diferente, en la cual no tendría cabida toda la discu- do ulterior e inadmisible de que tiene una relación espacial definida coiz
sión anterior. ¿No es precisamente posible que tal pregunta pudiese cons- .el espacio, permitiendo así una pregunta que, de hecho, carece de sentido.
truirse correctamente como buscando una explicación en la naturaleza Hay un paso válido y otro inválido en esta argumentación. En el supues-
interna del proceso sobre el que fue planteada?. Pudiera, por ejemplo, ser • to de que la geometría del espacio físico sea euclídea, la proposición de que
característico de un cierto tipo de baile el que se acompañase con palma- el mundo es finito en extensión espacial llevaría consigo la proposición de
das dadas con ciertos intervalos por los danzantes. Entonces la pregunta que existe «en» un espacio infinito y también vacío. Esta proposición es di-
164 Los límites del sentido Metafísica trascendente 165

ferente a la de que todas las cosas físicas están relacionadas espacialmente puntuales, cada una de las cuales es el único Oc:upante de una parte del
entre sí. Pero esta proposición no permitiría preguntas sin sentido sobre espacio ocupado por el cuerpo material en su conjunto, siendo la suma
las relaciones espaciales del mundo con el espacio. Sería equivalente a la que, t de estas partes finitas la totalidad de ese espacio. Podríamos suponer que
dice que no hay nada en la lógica, o en la geometría f isica del espacio, . ; cada partícula puntual, en tal teoría, ejercita algún poder causal en la
que imponga un límite a la extensión espacial del mundo. Sería equival~nte_ ¡región espacial de la que es el único ocupante. Pero. no estamos más obli-
a admitir que no hay imposibilidad alguna en la idea de que hay cosas físicas. '. gados a pensar que una partícula debe llenar el espacio que ella sola ocupa,
a cualquier número de unidades de distancia más allá de lo que de hecho son ¡que a suponer que un único ocupante de un vagón de tren debe llenar
las partes más externas del universo. (Kant pudiera haber empleado, aun- f 1)a totalidad del vagón, aunque podríamos pensar que es su aspecto repe-
que no lo hizo, una argumentación similar en contra de la posibilidad de ¡ ; lente lo que explica el que sea el único ocupante.
que el mundo tuviera un comienzo temporal. Podría contestársele de una ·
manera semejante.) . ..:
1
La segunda antinomia de Kant se refiere a las cosas o substancias 1 ; 2. ¿Hay de todas formas un problema?
materiales compuestas y que ocupan un espacio. Argumenta que tales cosas; ,.
a la vez, deben, y no pueden, estar compuestas de partes que sean sim- ) ) Estas son las argumentaciones que Kant ofrece para la tesis y la antí-
ples y no compuestas. En la argumentación de la tesis adopta simple- ; .1 tesis de las dos antinomias matemáticas y algunas de las objeciones que,
mente el principio de que puede teóricamente quitarse de una substancia ; \contra ellas, pueden elevarse. Si aceptásemos como válidos los razona-
.,
material compuesta la composición sin perjudicar la existencia de aquello '. 'mientas kantianos, nos enfrentaríamos a un serio problema filosófico. Nos "!'
de lo que la substancia está totalmente compuesta. Es evidente que ~e ello' ; encontraríamos ante el hecho de que pueden probarse como verdaderas xi
se sigue en seguida que el compuesto debe estar hecho de partes si~ples ' :. dos respuestas, aparentemente contradictorias entre sí, a cada una de las :;~

:•.i
o no compuestas, las substancias últimas y elementales. En .la antítesis, a ; tres preguntas cosmológicas, aparentemente legítimas, sobre la extensión
su vez, arguye que lo que es compuesto y ocupa un espacio sólo puede , del universo, la duración de su historia y la constitución de la materia.
estar hecho de partes que, a su vez, ocupen un espacio, Y que todo lo : Incluso si no aceptamos como válidas las argumentaciones, nos seguimos '¡:'

que ocupa un espacio es extenso y por lo tanto compuesto. Lo compuesto, : enfrentando, según piensa Kant, con un problema filosófico. Topamos .. 1
.,d
por lo tanto, no puede estar hecho de partes simples o no compuestas. ; con las mismas preguntas cosmológicas, teniendo que elegir, aparente- ¡-!
Se le puede urgir a Kant que la argumentación de la antíte~is no of~e- •. mente, entre dos respuestas mutuamente contradictorias par'ª- cada una
. ,¡ ~1

'l' j
.. i
ce ninguna prueba de su principio referente a la substancia material : : de ellas. Kant señala que no podemos pretender una ignorancia inevita- j"d
J.
compuesta. Sin embargo, hay de hecho razones bastante buenas para ; . ble en relación con las contestaciones a estas preguntas basándonos en
aceptar la conclusión que deduce. Pues los únicos usos de la noción abs- , •que se refieren a objetos suprasensibles 107 • Se refieren, si es que a algo, a
tracta de «composición>>, que de manera pertinente se p~eden consi~erar ' cosas que están en el espacio y el tiempo. Insiste, por otra parte -y ello
en este contexto, si es que hay alguno, son los que se derivan, o pudieran es central en toda la discusión que sigue_:_ que «la solución a estos pro-
derivarse, de las teorías físicas acerca de la materia. La noción de com- : blemas nunca puede encontrarse en la experiencia» 108 • El filósofo no
posición ha encontrado un lugar característico en tales teorías asociada a puede pasarle simplemente el problema al científico de la naturaleza.
la noción correlativa de constitutivos no compuestos. El hecho de· que . Debe resolverlo él mismo. Los conceptos, en cuyos términos se enmarcan
una. aplicación concreta de esta última noción pudiera ser desplazada por ; · las preguntas cosmológicas, son de tal manera que nunca encontraremos
otra nada dice en contra de la asociación general. terreno empírico para su aplicación 109 • La fuente de estos conceptos, y
La argumentación de la antítesis está en una situación mucho peor. de los problemas que hacen surgir, es simplemente nuestro pensar, y es
Se convierte en dos proposiciones, ambas amenazables: 1) que todo en él donde debemos encontrar las soluciones.
lo que es extenso no es simple; 2) que todo lo que ocupa un espacio es
extenso. En relación a la primera, no hay razón a priori alguna para supo-
ner que «extenso» implica «compuesto», tal como se emplea en las teorías
físicas, es decir, no hay ninguna razón a priori para suponer que «simple»
implica «no extenso». Las partículas o substancias elementales pueden
concebirse con dimensiones. Pero, de nuevo, no habría contradicción o. 'º' A 478.-9/'B 506-7.
absurdidad alguna en una teoría física de a.cuerdo con la cual un cuerpo '
00
A 484/B 512.
material compuesto está hecho de un número finito de partículas simples "" A 483/B 511.
166 Los límites del sentido
- .
~ }

Metafísica trascendente 167

a las posibilidades a priori atañe, hay cantidad de maneras en las que el


mundo puede ser extenso, finita o infinitamente, en el espacio euclídeo.
3. Representación de las alternativas ; Pudiera, por ejemplo, tener forma de sacacorchos, y ello es compatible
1
'con tener un límite en un extremo y ser, sin embargo, de extensión infi-
Mantiene Kant que entre las dos antinomias matemáticas se encarnan . nita. O pudiera tener la forma de un anillo, lo que hace compatible el
tres «conflictos de la pura razón consigo misma». Se supone que cada ' que sea finito y, sin embargo, que alguien, viajando en una ruta de cur-
conflicto surge sobre la base de enfrentarnos a un par de alternativas, • vatura apropiada y constante, nunca pudiese alcanzar su límite. Simpli-
aparentemente exhaustivas, una de las cuales conlleva la noción de una fiquemos la discusión dando por supuesto que, si es de extensión finita,
totalidad infinita, y la otra la de una totalidad finita. Hablemos de ellas ¡ ' tiene forma esférica y que, si es infinita su extensión, se extiende infinita-
como la alternativa infinita y la alternativa finita. Está suficientemente ~ ' mente en todas las direcciones desde cualquier sub-región de sí mismo.
clara la manera como la antítesis finita-infinita entra en el primero de : Formémonos, ahora, la idea de una serie cuyo primer miembro es alguna
los dos conflictos. La duración del mundo, antes de cualquier momento í· (sub-región concreta del mundo, el segundo miembro otra región finita
dado, o bien es finita o bien infinita. La extensión espacial del mundo . ;.externa a la primera, el tercer miembro una región similar, exterior a la
es o bien finita o bien infinita. Kant pensó que la alternativa estaba.' 1 egunda y más distante que ésta de la primera, etc. Todos los miembros
igualmente clara en el tercer caso. Una substancia material compuesta,: ~ e la serie yacerían en un camino tridimensional centrado sobre una línea
o bien lo está de un número infinito de partes que no son simples o~ ecta, y ninguno sería de extensión menor, en la dirección de la línea, que ,,r,,..
bien de un número finito de partes simples. Y pensó esto porque no¡, 1 miembro que le precede en la serie. Es evidente que habría muchas
era consciente de la posibilidad, admisible matemáticamente, de que un~ 'eries posibles de este tipo. Pero sea cual sea la serie que seleccionemos, si T
i.1
cuerpo pudiera consistir, a la vez, de un número infinito de partes ex} , s verdadera la alternativa finita, el número de sus miembros será finito, :~':
:,
tensas y de un número infinito de partículas puntuales inextensas. Sir!:: si es verdadera la alternativa infinita, infinitos serán los miembros.
embargo, por la argumentación misma, descartaremos esta posibilidad;J ~- Cada uno de los miembros de esas series, que representan para nos-
::¡·
que no sería de las que suministrarían a Kant motivos para modificar las :. '' tros las alternativas finita e infinita de la primera antinomia, es exterior I·
teorías que desarrolla en su resolución de los conflictos. ·:, ·· todos los otros miembros de su propia serie. Pero cualquier serie que J
Volvamos a presentar las alternativas de tal manera que resalte . . ' os represente las alternativas de la segunda antinomia debe ser de clase '-1
ramente cómo se supone que la forma general de la solución de Kan(i ' ·stinta. Cada miembro de una serie así está incluido en el precedente C:j
!SI¡
encaja en los tres conflictos. Para ello, debemos ayudarnos de la noc10~." :'orno una parte de él. Cualquier substancia compuesta material puede ser a1
de serie. En cada caso, corresponde a la idea de alternativa finita la idea:¡ "1 primer miembro de esa serie. El segundo miembro sería una parte de
de un cierto tipo de serie finita, es decir, con un número finito de miem-y~ 'se cuerpo compuesto, el tercero una parte de esa parte, etc. Si las subs- 1
bros. Y, a su vez, corresponde, en cada caso, a la idea de alternativa;," '. ancias compuestas lo están de partes simples, entonces cualquier proceso
infinita la idea de una cierta serie infinita, es decir, con un número infinito:·. e descomposición progresiva por el cual se aislasen los miembros sucesi-
de miembros. Podemos decir que en cada caso, la idea de una serie tal/' ·os de tal serie se resolvería al final en -un número finito de pasos; la serie
foúta o infinita, servirá para r.epresentarnos las ideas d~ las alternativas fh: ·iene un número finito de miembros. Pero si todas las partes de las subs-
nita e infinita, aunque no sean, en todo momento, precisamente las mis.,: , andas compuestas son a su vez compuestos, tal proceso nunca llegaría a su
mas ideas a las que representan. ¿Qué son, pues, estas series? ·· ; n a través de un número finito de pasos; la serie tiene un número infinito
En el caso de la duración del mundo, podemos seleccionar, como 'de miembros. (Ya hemos señalado, y hemos acordado ignorarlo, que esta$
primer miembro de nuestra serie, una clase de. sucesos temporalmente · ; no son, matemáticamente hablando, alternativas totalmente excluyentes.)
coextensivos con las Guerras Napoleónicas. Podríamos, de hecho, elegir ' ·Este tipo de serie es, pues, como las otras, o bien finita o bien infinita.
estas mismas Guerras. El segundo miembro de la serie sería una clase de
sucesos que preceda, de forma más o. menos cercana, a tales conflictos bé- .
licos y que dure el mismo lapso finito de tiempo que el primer miembro. 14. La solución de Kant: su forma general, y tres interpretaciones
El tercer miembro sería otra clase similar de sucesos aún más anteriores,
etcétera. Parece que esta serie debe ser o bien finita o bien infinita. La solución general que adopta Kant para estos problemas se desarro-
El caso de la extensión espacial del mundo es algo más complicado. lla como paso a exponer. Dado que las cosas que están en el espacio y el
Es evidente que la discusión debe desarrollarse sobre el supuesto de que tiempo son sólo fenómenos, ninguna de esas series temporales o espa-
la geometría del espacio físico es euclídea. Pero parece que, por lo que ciales, que representan los temas de las antinomias, existe bien -,,como
;li!'.
168 Los. límites del sentido Metafísica tl'ascendente 169
totalidad limitada bien como ilimitada. Por lo tanto, por lo que a tall .f. rece que sucede algo en el espacio y el tiempo. Sólo parece que lo que
serie se refiere, podemos coherente y correctamente mantener que, de . sucede es que hay algo en algún sitio o que algo tiene lugar. Nada está
las cuatro proposiciones que siguen, las dos primeras son falsas y las dos 1 •. realmente en ningún sitio, nada tiene lugar realmente. Incluso el mismo
últimas verdaderas: '·parecer que lo que sucede es que hay cosas en el espacio y el tiempo no
puede ser algo que suceda o dure, que tenga lugar en el tiempo. Ninguna
1) la serie existe como un todo limitado; ·serie espacial o temporal existe como un todo, porque tal serie no existe
2) la serie existe como un todo infinito; en absoluto. Nada hay que pudiera ser miembro de tal serie. Sin duda
3) si la serie existiese como un todo, existiría como un todo li- alguna, si tal serie existiese en realidad, existiría necesariamente o bien
mitado; como totalidad o bien como infinita. Pero no surge pregunta alguna sobre
4) si la serie existiese como un todo, existiría como un todo in· ' . cuál de las alternativas se realiza de hecho en tal serie, pues ésta no existe.
finito. : , Ni surge tampoco pregunta alguna semejante respecto a los fenómenos.
1 . Del hecho de que parece que sucede que hay cosas ordenadas espacial o

La verdad que comparten todas las proposiciones pertinentes de las '.i ; temporalmente de ciertas maneras, no se sigue que parezca que suceda que
formas de 3) y 4 ), que es lo que se establece si se toman conjuntamente( : todas esas cosas existan o bien en tanto miembros de una serie limitada
las argumentaciones de las antinomias, constituye una prueba indireeta;; '..o bien en tanto miembros de una serie infinita. De hecho, ninguno de los ·n·
de la proposición de que ninguna serie tal existe como un todo, ya se~\ .'.miembros de esta disyunción es verdadero. ~
limitado o infinito. Y esta proposición es equivalente a aquella que dice¡': · No necesitamos dedicar mucho tiempo a esta interpretación. Es de-
que todas las cosas que están en el espacio y el tiempo son sólo fenómenosfi fmasiado difícil de reconciliar con la presencia, en el texto, de casi todo lo
y no cosas en sí. Así, las antinomias constituyen una defensa de la tesis de~; :que aparece en la producción detallada de la solución. E incluso, si por
idealismo trascendental, y esta tesis contiene la solución a los aparente54''f alguna suerte de virtuosismo, tal reconciliación pudiese ser alcanzada, pa-
conflictos de la razón consigo misma que se despliegan en las antinomias.''. '.rece probable que la solución fuerte sólo emergería como algo superfluo.
Baste lo dicho como relación formal de la solución kantiana. La prei' ¡A pesar de todo, merece mencionarse, pues la correspondiente versión
gunta es: ¿Cómo debe entenderse lo que significa? Hay por lo menos tres : ~del idealismo trascendental no debe pasarse completamente por alto en (i
interpretaciones, que difieren ampliamente, candidatas a nuestra conside-:;· da discusión de ese tema. · '"l.,
ración. Ninguna de ellas puede, plausiblemente, representarse en coheren-.: .~ Vayamos a las otras dos interpretaciones. Se asume, en el desarrollo de ""
~11¡
cia con todo lo que Kant dice en la Crítica. (Sería situar muy alta l~; '.cada uno de los tres conflictos, ya se esté presentando la alternativa finita ,,¡
norma para la exégesis kantiana.) Quizá sólo una de ellas pueda plausible-¡'- \o la infinita, que la serie que representa el tema del conflicto existe como "'
mente representarse como conformada con la intención dominante de;11 'un todo. Tenemos, por una parte, la idea de una serie finita concluida con
Kant en el capítulo de las antinomias. Sin embargo, las tres merecen;l : un miembro limitante o final, y por otra, la idea de una serie infinita sin
consideración y ninguna carece totalmente de apoyo en el texto de la¡; ,:miembro final. El desarrollo del conflicto presupone que a una u otra de
Crítica. He tratado de componer mi corto análisis general de la solución~; ;estas ideas debe corresponderle un objeto existente. Una proposición que
de Kant con una adecuada ambigüedad, de formularlo en palabras que¡í: ·.Kant repetidamente afirma, y que es central para las dos interpretaciones
están cercanas a algunas del propio Kant pero que permiten, con mayor o:;; ·de la solución que ahora consideraremos, es que ninguna experiencia po-
menor esfuerzo, cualquiera de las tres interpretaciones que consideraré.~. · sible podría nunca justificarnos cuando dijéramos que habíamos encontrado
Me referiré a ellas, respectivamente, como la interpretación «fuerte», · un objeto que responde a cualquiera de estas dos ideas. Esta proposición,
<<débil» y «mixta». A cada una de ellas corresponde, obviamente, una digo, es central tanto para la interpretación débil como para la mixta. Pero
versión diferente del idealismo trascendental, y estas versiones podrían difieren en lo que ambas construyen a partir de ella.
denominarse, adecuadamente, «idealismo trascendental fuerte», «idealismo Veamos, en primer lugar, la interpretación débil. Decir que las cosas
trascendental débil» e «idealismo trascendental mixto». Son tres interpre- que hay en el espacio y el tiempo son sólo fenómenos no es decir que sólo
taciones incompatibles entre sí, pero esto no significa que no se superpon· parezcan ser cosas en el espacio y el tiempo. Son realmente tales cosas.
gan unas a otras. Algunas proposiciones pueden ser comunes a interpre- . El decir que son «fenómenos solamente» es tachar de sin sentido toda la
taciones diferentes, y en concreto, la «débil» y la «mixta» comparten concepción de que tienen «en sÍ» características o relaciones muy distintas
aspectos importantes. . de las que a nosotros nos pudiera parecer que, posiblemente, tuviesen;
La teoría de que las cosas que están en el espacio y el tiempo son es decir, tales que nos sería imposible descubrir empíricamente que las
sólo fenómenos se entiende en la interpretación fuerte como que sólo pa- · · tienen. No puede haber uso legítimo de los conceptos en ninguna discusión
170 Los límites del sentido Metafísica trascendente 171
o argumentación respecto a las cosas que hay en el espacio y en el tiempo; ·p~ las condiciones para que tal trasplante tenga éxito no pueden cumplirse
tal que ninguna posible observación, ninguna posible experiencia, pudiese '.en este caso. Pues la noción de cualquier experiencia que nos justificase al
nunca justificar la aplicación de esos conceptos. Ahora bien, estamos : afirmar que las regiones del universo, o las fases de su historia pasada,
ciertamente justificados al emplear los conceptos de ciertas clases de or-. · ;ordenables en serie, forman, como un todo, una serie infinita, es de hecho
denación serial de las cosas que hay en el espacio y en el tiempo. Así, la : :contradictoria en sí misma. La investigación empírica de estas cuestiones
memoria y las investigaciones históricas justifican el con~epto de u~a .orde- ·· ; debe proceder a lo largo de sucesivos estadios de descubrimiento de regio-
nación serial de los sucesos, empezando por los más recientes Y s1gu1endo 'nes o fases cada vez más lejanas, empezando por una dada, y no podría,
hacia atrás hasta los más remotos, más allá del alcance de la memoria. De !por lo tanto, llegar hasta el punto de proclamar que la serie de las regiones
hecho hay un concepto perfectamente legítimo del tipo de ordenación. :'idas fases es infinita. Si queremos, podemos decir -o más aún, debería-
serial ~n correspondencia con cada uno de los conceptos de un tipo de serie 'mas decir- que la tarea de investigar estos ítems ordenados en una
que constituyen los temas de las antinomias. Pero es una ilusión, aunque . serie es un quehacer sin fin, dado que nada nos justificaría al decir que
natural el suponer que para cada concepto legítimo de un tipo de orde- ihemos llegado a su término. Debemos siempre esforzarnos en encontrar
nación 'serial hay otro concepto, igualmente legítimo, de toda la serie de · '.·nuevos miembros de la serie que añadir a los que ya hayamos descubierto.
cosas ordenadas por la relación ordenadora en cuestión. · ' i Pero no debemos concebir la ilimitada tarea de la investigación como una
La ilusión es alentada de manera compleja por muchos factores. La.· !tarea de investigación de lo ilimitado.
idea de una serie espacial o temporal como, ?n todo fin!to es el .núc~~o : Así pues, a aquel que insista que estos ítems ordenados deben perte-
·1··.
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común de muchas ideas perfectamente legitimas que tienen aphcac10n necer a una serie que, como un todo, o bien es finita o bien infinita, de- ,,
1¡~ :1

empírica. Toda la serie temporal rel?resiva ?e los reyes. Plantagenet, em- :hemos responderle que utiliza palabras de una forma muy vacía, que «en
pezando por Ricardo III; toda la sene espacia~ de ad?qurnes que hacen un su significado empírico, el término 'todo' es siempre sólo comparativo» 110
camino; toda la serie de un conjunto de ca¡as alo¡adas unas ~entro de :y que esta palabra no puede usarse de manera no restrictiva como él hace.
otras, empezando por la más externa; to~as estas c,osas son ob¡etos ,que : ;En realidad, es la vaciedad de la «alternativa finita» la que, por entenderse
1;:·

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responden a esas ideas. En todas las senes como estas sabemos que es ·imperfectamente, parece forzarnos a abrazar la «alternativa infinita» e,
lo que vale el hallazgo empírico de que tal Y ~al miembro es el el~mento, ·igualmente, es la vaciedad de la «alternativa infinita» la que, por· enten-
terminal de la serie. Pero entonces nos sentimos tentados de ~isl~r el · derse imperfectamente, parece forzarnos a abrazar la «alternativa finita». !.i
núcleo común de todas estas ideas. Lo separamos de aquellas descnpctones . La tarea adecuada es desembarazarnos de ambas y retenerlas en el quehacer ;¡¡j
que son las que de hecho nos capacitan para saber qué e~ lo q~e se con-· adecuado de la investigación empírica de lo que cae bajo el alcance de esa 1)1
sideraría descubrimiento empírico del miembro de cualquier sene tempo- actividad.
ral o espacial así, Y nos quedam~s sólo, por ejer:iplo, con la idea del todo Esta interpretación de cómo Kant soluciona el problema tiene obvios 1

finito de la serie temporal regresiva de los estadw;; de! 1:llundo en V!~eral. atractivos. Es evidente que nos obliga a adoptar una visión un tanto
P.ero esta idea. es :7ada. No só~o n.o te~emos la mas mrnm~a concepcton de · ,oblicua ante las argumentaciones que emplea en el desarrollo de los «con-
mnguna expenencia qu~ nos ¡ust1ficaria el pretend~r aplicar las. pal.abra~ , ·llictos», y a adoptar una lectura un tanto sofisticada de la tesis de que
en las .que se expresa, smo que podemos ver que mnguna experiencia ast ; todas las proposiciones pertinentes de las formas de 1) y 2) arriba men-
es posible. . . · donadas pueden considerarse falsas, mientras que las proposiciones co-
Pero inclus? e~ ,caer en la c.uenta de este ~echo, en vez de disipar com-.' rrespondientes de 3) y 4) pueden aceptarse como verdaderas m. Hablando
pletamente la 1lusion.' puede simplemente an~ma: su ,forr:ia compl7?1enta· ·· estrictamente, esta interpretación diría que las proposiciones pertinentes
ria. Podemos. concluir, ?ado qu~, nada no~ 1ustificana si, pretendiesemos de las formas de 1) y 2) deben considerarse vacías de contenido, o de
haber descubierto 9ue ~ierta regi~n del umverso e~ la mas externa. 0 que . «significado cognoscitivo» más que falsas. Pero quizá pudiéramos permitir-
cierta fase de_ si;i histona es la pr!mer~, que la ,serte enter~ de regwnes Y · nos un uso de la palabra ~<falso» que cubriese también este caso. La teoría
f~~es ~ebe exist1~ como un to_do mfintto. No solo n~ se .sigue ~al concl~- · de la verdad compartida por las proposiciones correspondientes de las for-
s10n, s111~ que la idea de _la sene entera como un. todo mfi~1 t? est~ tai;i vacia . mas 3) y 4) es un poco más problemática. Desde la perspectiva en cu es-
como la idea ~e una sene entera ~orno todo ~nlto. Esta ultima idea surge, · ·tión podemos entender casi sin complicación alguna la teoría de que si
0
pued e :i;irgtr, dco~Idlo hemos, .visto, al Pr:vabrlle ªd utnad clase petrfei:rda- fues~ correcto considerar las cosas que hay en el espacio y en el tiempo
mente 1eg1tima, e 1 eas emp1ncamente ap11ca es e o o su con em o .
empírico.,~ª primera idea, de t~atar de trasplantar :ina idea q,u~ nace en" 110 A 483;B 511 .
la matematlca pura al terreno diferente de las cuest10nes empmcas. Pero , ¡. 111 Véase págs. 167-168.

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172 Los límites del sentido t=-- Metafísica trascendente 173

como cosas en sí entonces cada una de nuestras series existiría o bien como :'' esencialmente temporal que está en concordancia con una existencia real,
todo finito 0 bie~ como infinito. En esta interpretación, el pensar las cosas~ y que ni pertenece a las series temporales ni a las espaciales. Es la serie de
que están en el espacio y el tiempo como cosas .e~, sí, no ~s ~ino libr~r a los l Jas represent~cio~es, o de las experiencias, que «pertene.cen en sí 111]1Ísmas,
pensamientos que de ellas tenemos de la condICion restrictiva que impone:• ,somo determmaciones de la mente, a nuestros estados mternos» y que
el principio de significatividad, el principio que prohíbe, d~clarándolo v.a~í?;) ; se suceden realmente ~nas a otras en el tiempo. Lo que !1ºsc;itros nos
el uso de cualquier concepto para el que no puede especificarse cond1Clon¡ ¡representamos como ob¡etos de estas representac10nes o experiencias, tanto
alguna de aplicación empírica. Una vez que esta condición se levanta,¡ j ~.las consideramos «como entes extensos o como una serie de cambios» 113
podemos, razonablemente, considerar que el pensar que nuestros ítems,: ¡.t\o tienen existencia independiente fuera de la serie de nuestras representa-
ordenables serialmente, pertenecen a una serie que, como un todo, o es: reiones. He aquí una parte de lo que la teoría quiere decir: que los objetos
finita o es infinita, es irresistible. No podernos, por más tiempo, negar-:\ ·.de la experiencia, las cosas que hay en el espacio y en el tiempo, son meros
nos a aceptar esta disyunción. ¿Pero qué hacemos con la ulterior pre-{ ;fenómenos: «no existen fuera de la experiencia» 114 • (La otra parte de lo
tensión de verdad tanto para la proposición de que si las cosas que hay: ~:'que quiere decir se refiere a su desconocida causa nouménica que no puede
en el espacio y el tiempo son cosas en sí, entonces cada una de nuestras.; ! representarse dentro del espacio y el tiempo, sino que debe considerarse en
series existe como un todo finito, como para la proposición de que si\ ''.correspondencia de algún tipo con el contenido de nuestras percepciones,
~
las cosas que hay en el espacio y el tiempo son cosas en sí, entonces cada.: líiOr lo que éstas pueden propiamente llamarse fenómenos de la primera.)
una de nuestras series existe como un todo infinito? _No creo que. P?d~-, '.:«Nada nos es dado realmente sino en las percepciones» 115, que «obtenemos i:
mos hacer mucho, a no ser que hagamos un uso caprichoso del prm~1p19.¡ ::en sí mismas» 116 • Pero estas percepciones no son, propiamente hablando,
de significatividad. Renunciamos a él de forma ostensible -o en silen::~ \percepciones de objetos que existen independientemente en el espacio y en
~I·'i
\1
cio-- para asegurarnos de que la disyunción se adrni:e o lo inv~amos, f·el tiempo. Los objetos no so.p algo además de las percepciones mismas. De
subrepticiamente para que rechace una de las alterna~1vas, esta.bleci~ndo, · ~hecho, hablamos de la existencia de objetos concretos en el espacio y en
así, la otra. Las argumentaciones de Kant en la primera antmom1a .e~: el tiempo aun incluso si no hemos tenido una experiencia real que podamos '(,
contra de las alternativas infinitas no están muy ale¡adas de est_o. Y quiza; ~tomar como percepción de esos objetos. Pero aquí hablamos simplemente
pueda también detectarse el fantasma del mismo proceder ammando las~ bajo la guía de aquellas leyes empíricas referentes a los fenómenos que '.:\
argumentaciones, curiosamente _insatisfact?~ias, ~e. la antítesis. . , ·!.;la experiencia nos lleva a formular y, si es que ésta ha de ser posible, que ::µj
Co~o ya he señal~do, esta_ 1~terpretac1on «de?11» de la s~l;ic10n kan·! nos debe conducir de tal forma que nos haga capaces formularlos. Esas 1rr1
tiana tiene sus atractivos. Qmza se~ la perspe_ctiva que hubiesemos de-1, leyes no son, fundamentalmente, sino reglas acerca de las conexiones de ;¡
seado adoptase el prop_io Kant, y _ciertament~ mcluye ~len;entos que de-. las percepciones. Y las formulaciones que las invocan no implican, en rea-
ben pertenecer a cualquier perspectiva que hub1e~a de atnbmrs~le., Pero, tal:. lidad, la existencia de otra cosa que las percepciones mismas. 1

como se pres~nta,_ ciertamente no es su perspect~~ª· Tal cual esta, ,asegura Aplicaremos ahora esta teoría a nuestro problema. Este surge direc-
el papel del idealismo tr~scendental en la solucwn al problema solo por-;·· tamente de asumir que las cosas que hay en el espacio y en el tiempo
e debilita esta concepc1ón hasta el punto de hacerla evanescente. Como. . . d d' . .
qu , 'bl . 1 t . tact la ol 1 .•existen m epen ientemente de las percepc1ons que de ellas tenemos. Si
ma's tarde veremos ' seria pos1 e preservar esencia men e m a s d h . . . . 1

. . . ' esto suce e entonces ay ctertas senes de tales cosas que deben existir
cl'o'n de'bi'l
. al mismo tiempo que se le mfunden , nuevos. vigores a la dtests· ¡ · •tn. depend'ientemente
' .
de nuestras percepc10nes: la sene. de fases de la histo-
.
del i'dealismo
., trascendental · Pero
, . esto solo puede
, realizarse a costa e a;·· · d d d . h . d
na e1 mun o remontan o e1 tiempo acia e1 pasa o; la sene de reg10nes · .
destrucc10n ?;l papel d~ este ult1?1° ei: aquella. . 'al . más y más remotas del universo que se extiende hacia fuera en el espacio·
La solucwn fuerte mega la existencia real de cualqmer cosa espac1 o. ¡ . d d . '
· t mbi' obJ'et'vo en un obJ'eto externo 0 ~n · a sene e 1as partes e las partes de las partes de los cuerpos materiales, y
tempora1 ya sea esta do m erno, ca o i ' , · l' , - 1 · b
·
mismo ob'Jeto
· externo. La so1ucion· , d e'bi'l n o. ni'ega
. la exi'stenci·a de nada·. que ocupan . siempre vos·umenes mas. pequenos
d , en . os espac10s
. d que a arcan
d'
. 'b · t · ne m n1er·os pretendientes va . esos mismos cuerpos. 1 estas series e items existen m epen ientemente
, 1emente prosctl e cier as expres10
s1mp s co o · · 'd · d b · d ·· · l'
c1os a un 1ugar que no poseen en e1 1engua1-e d e la ci'enci'a. natural . La e nuestras percepciones, e e, entonces, a rnitirse que o bien son tota i-
solución mixta cae entre ambas. Depende de esa versión del idealismo · 112
A 34/B 50.
trascendental, más prominente en la primera edición que en la segunda, 113
A 491/B 519.
pero dominante en ambas, que los críticos de Kant consideran, con razón, 11
• A 492/B 521.
11
afín al idealismo de Berkeley. . ' A 493/B 521.
La característica central de esta solución es que hay un tipo de serie '" A 499/B 527.
";lll/,

174 Los límites del sentido Metafísica trascendente 175

dades finitas q bien que son infinitas. Nos enfrentamos, necesariamente, ~ fuese, en principio, imposible determinar empíricamente cuál de las dos
ante las alternativas finita e infinita en cada uno de estos casos. alternativas quedaría prevalente. Pero el reconocer el hecho metafísico
Pero tal como mantiene esta teoría, los ítem~ que co!llponen estas ' :permite, o más bien requiere, que se niegue claramente que pudiera pre-
series, y' por lo tanto las series mismas, no ex!sten mdepen?ientem~nte de« ~.yalece~, una de, las. dos alternati:ras, y. sólo i:os capacita. para ver una con-
nuestras representaciones, de nuestras percepc10nes. Las senes pertmente~, ' ':firmacion de si mismo en la existencia -si es que existen- de pruebas
que realmente existen, las que hemos de considerar, son las series ~e aque-} ; i~ahnei:te. probato~ias de la,s dos proposiciones ~e ~ue ~ales series, de
llas percepciones sucesivas qu:: corresponde~ a los avances su~esi.vos de~ : ~stenCia ~ndependiente,. ,senan fintt~s o que .s~nan mfirntas.' (~ode~os
nuestras investigaciones empincas, haC1a el tiempo cada ve~ mas rem~to, , ·volver a senalar, en relac10n con esta idea, y qu1za con mayor 1ustificac1on,
hacia las regiones del universo cada vez más. distantes, h~cia .los consti.t~'. . que es sólo a la luz de la solución de Kant donde podemos empezar a ver
yentes cada vez más diminutos de la materia. Las exper~encias, esenci. ·: : por qué algunas de las «pruebas» que ofrece en la construcción de los
mente sucesivas, que constituyen los miembros de la «s.erie de explorac~f- ' •«conflictos» le parecían tener la fuerza que, evidentemente, él les daba.
nes» existen realmente. Pero los miembros de la «sene explor~da» so 0 , iY, consiguientemente, se debilita la pretensión de confirmar esta versión
existen en la medida en que «nos los enc?ntramos» e~ los sucesivls est~- , del idealismo trascendental por la existencia de los conflictos.)
dios de la investigación. Podríamos incluir que los mi~mbros de ª.serie; , . La solución mixta, aunque quizá no sea formahnente irreconciliable
explorada constituyen una tota~ida? finita sólo si l.a, sene ~e exploradone~ :: '.con los mejores pensam~e:itos .kantiano~ 117 , tal. como los he interpretado
lleoase a un final en una experiencia real, que pudiesemos. i~entificar com? ; en el estudio de la Anahtica, tiene a primera vista una falta de consonan-
po~eedora del carácter de una i;ituición ~e un n~iembr~ hmitante 0 te~ml- ; ~a co? esos pensamientos. M~s a~n, da paso a problema~ propio~ ~n el
nal de la serie explorada. Podnamos deCI~ que esta e~iste como tota~idad •mmediato contexto de las antmomias. Fuera del desconocido domimo de
infinita sólo si hubiésemos podido continuar la sene de exploracione~. ,lo nm1ménico, nada existe sino percepciones, representaciones, experien-
hasta el infinito. No sólo no es necesar~o que prevalezca una de estd t '.'das, determinaciones internas de la mente, ordenadas temporalmente. Pero
ternativas, sino que es imposible que nmguna de las d?s resulte ver ª e- . todas ellas existen realmente en sí mismas. Las «alcanzamos en sí mismas».
ra. Por un lado, nunca !='.ºdemos alcanz~r, por muy le1os que prolong;r- . ¿No estamos, acas?, obligados a pla?tear ent~nces. una preg~nta muy. a~á­
mos la serie de exploraciones, un estad10 en el que podamos !='.ret~n er , loga a la que consideramos en la primera antmomia al refenrnos a la his- 1
que hemos llegado infinitamente_ lejos. Por el otr~>, n_o tenemos criten.o al: '. tori~ anterior d~ u:i .supuesto mun~o o~jetivo? ¿Ti~ne la ,serie de ~as per- ui
guno que nos autorice para decir que ~na ex!='.enencia da?a, pertenecie~te cepciones un prmcipio o se alarga mfirutamente hacia atras en el tiempo? l1

a una serie de exploraciones, es el último miembro P?sible de su serte. Es fácil empezar a analizar esta pregunta de una manera confusa. E incluso
Por el contrario, siempre debemos esforzarnos en .contmu~r el dvance de. puede parecer, al principio, que no despierta especial dificultad alguna,
la serie, con la ayuda de un instrumental más P~~c1so º.mas po eroso .. · · porque, al contrario de lo que parecía sucederle a la correspondiente pre-
Pocas dudas puede haber de que esta soluc10n «mixta» es la que se gunta de la primera antinomia, no se refiere. a las fases anteriores de la
corresponde más c~rcanamente ,con ~a intención dominante de K~n.t en 1as ' historia del u?iverso en general. Parece, m.ás b.ien, que conciern_e a una
Antinomias. Sumimstra, por as1 decir, un a~oyo o ~oporte m~dafistco ~ara¡ subclase especial de sucesos dentro .de esa h1storta, a saber, la serte de las
el principio de significatividad que la solución «debil» consi er~btut no-· ~xperiencias conscientes de entes capaces de pensar. ¿No podríamos en-
mo. La razón por la cual conceptos qu~ se present~n como post emente, contrar un terreno empírico para asignarle un comienzo a esa serie? Hay
aplicables a cosas que están en el espa~10 Y en .el tiempo. i;o pu~den em .. varias respuestas inmediatas a esto: por ejemplo, que no tendríamos tal
plearse legítimamente, a no ser que existan posibles ,cc;indrctones de d~pe· i terreno a no ser que la experiencia pudiera garantizarnos primero un re-
riencia para su aplicación, descansa en el hecho metafisico de que - eJ~n- corrido completo por toda la extensión del universo espacial, lo que ya
do a un lado lo desconocido nouménico para lo que los c?nceptos espa~to- hemos declarado imposible.
temporales son completamente irrelevantes- na~a, d.espues de to?o, ~xiste' Sin embargo, hay dificultades más hondas en toda esta forma de anali-
realmente sino nuestras representaciones Y expe.nencias que'. en si mismas, zar la cuestió11. No puede existir prueba alguna de la existencia de las
son meramente determinaciones internas suc~s1vas en el tiempo, aunq~e percepciones de generaciones pasadas que no sea prueba de la existencia,
admitan, y lo hagan necesariamente, ser consideradas comof'r~presenta¿1<; en un sentido igualmente fuerte, de esas mismas generaciones pasadas. No
nes de las cosas externas. Si no fuera por este hecho meta lSlCO -po na puedo tener ninguna experiencia: que me garantice la declaración de que
decirnos quien apoyase esta teoría- deberíamos conceder qud cidª un~ . ciertas representaciones tuvieron lugar o existieron en la experiencia cons-
de las series espaciales 0 temporales qu~ repres.entan los tei:ias e as anti·
nomias existiese o bien como todo infi111to 0 bien como fimto, aunque nos I: 117 Véase parte IV, sección 6.
12

'
1w·
176 Los límites del sentido Metafísica trascendente 177
-i
cie~~e de algún hombre en e.l l?~sado sino la qu7 no me garanti~a _la dedil-, ; o~jetos que hay en el. espacio,_ los s~cesos objetivos en el tiempo son fe-
racion de que tal hombre existlo (en un su sentido no menos debil que su )' ~pomenos porque no tienen existencia real. Lo que realmente existe son
experiencia) como un objeto en el espacio y en el tiempo. No puedo; en' ~a~uellas experi~ncias que se suceden unas a otras en el tiempo y se con-
verda~, tener experiencia ~lgu~a qu~ garantice la decl!ración de qu7 exis~: i,~1deran percepc:ones .de tales, objetos y cambios. Pero estas percepciones
te o .t!ene lugar, una experiencia similar'. y contemporanea, ª.otra, smo eú. ;;·depe~den .en existencia y caracter de lo d~sconocido nouménico, que ni es
relacion a la mia. Y esto no me garantiza que, en un sentido tan fuertéi ~.espacial Il1 temporal. («Puesto que es noumeno, nada sucede en ello») 119.
como ~l que puede decirse q?e existe .la experiencia, exista en el espacior ¡;De esta form~; las pe~cepciones, sin per!uicio de que existan e~ el tiempo,
en el tiempo otro hombre, smo yo mismo. Kant habla constantemente, en.~ J>?eden tambien considerarse como fenomenos de lo desconocido noumé-
u? estilo colectivo, de «nuest~as» representa~iones o experiencias. Nada:;~ ~,meo de lo que, .de manera desconocida, dependen. Podemos, pues, man-
dice, nos es realmente dado smo las percepciones (que alcanzamos en sF \)en~r que los objetos que hay en el espacio y los cambios que suceden en
mismas). Pero tus percepciones no me son dadas a mí, ni las mías a ti:~ ¡•el tiempo so.n fenómenos en un doble sentido: primero, en que no tienen
Encontramos aquí un agudo dilema en esta versión del idealismo trasceri- · k,una existencia real en sí mismos, ya que son sólo percepciones 0 determi-
dental. o se convierte en un solipsismo trascendental o debe abandonars~:' ¡¡nacion~s ~entales; y, segundo, en que como tales, como percepciones o
en favor de otra versión .completamente diferente, la débil o la fuerte.~ ,:determmac10nes mentales, dependen de lo desconocido nouménico en exis-
(Berkeley se enfrenta a un dilema paralelo.) ~:tencia y carácter.
No hay ninguna prueba en la Crítica de que Kant considerase serfa~i ¡, Si aquí, en l~s. Antinomias, y en otros textos, en pasajes específicos
· ·¡~:.~~\
mente la posibilidad del solipsismo. El estilo en el que presenta el idea'.; ~,de !~ primera ;~ción o comunes a ambas, parece que encontramos una
lismo trascendental es constantemente el estilo colectivo. Habla para nó( ;:enfatica r7duccion de lo que aparee~ como cosas objetivas en el espacio 1l
,\
otros, y no para él solo. «Es sólo desde el punto de vista humano desd~ f! en .el tiempo a meras representaciones o percepciones de la sucesión
donde podemos hablar del espacio, de las cosas extensas, etc.» 118 • Sin em:;, ,·temporal, pod~I?os encontrar, e~ otros textos, un repudio aparentemente
bargo, la tendencia solipsista del idealismo mixto, una vez señalada, es,.i .· ?º menos enfatico, de tal reducción. Se mantiene que la existencia de ob-
evidentemente, demasiado irresistible como para ser ignorada. Debe fortii-'. (Je~o~ ·externos, de los cuale~ soy inmediatamente consciente, pero que son
df

lecernos en la resolución de encontrar en alguna parte de la Crítica una¡ ~.dzstznt~s. ~e las representa~ion.es que de ellos me hago, es una condición :\
interpretación del pensamiento de Kant que nos dispense de la versión .. ~e posibihda~ de la experiencia no menor que el que tengan lugar, suce- ; ~.
mixta del idealismo trascendental y conceda igual realidad a las represent' '. siva~ente, mis representaciones de tales objetos. No hay duda de que esta ;11!
taciones internas y a sus objetos externos. · · .· teoria, afirmada más expresamente en la Refutación del Idealismo está
5?~eta a una di':'ersi~ad de interpretaciones y podría, en una de ellas, ;econ- ¡ 1
crliarse .con el idealismo reductivo que acabamos de analizar. Pero no po-
5. ¿Una cuarta interpretación? .dem<?s !gnorar esa lectura que le asegura a los objetos del espacio, en cuan-
.:; L to distmtos de las representaciones, una pretensión de existencia real no
He presentado tres posibles interpretaciones de la solución que Kant '.;menor que la de la sucesión temporal de las representaciones. Ahora bien,
aporta al problema de las antinomias, cada una correspondiente a una ver:· [es evident~ qu.e do~ pretensiones iguales pueden ser o bien igualmente
sión distinta. del idealismo trascendental. Sin embargo, no he consumido: ~buenas o bien idénticamente erróneas. Si decimos que estas dos pretensio-
t
las posibles interpretaciones de este, y merece la pena preguntarnos- sE nes son, en un aná~sis final, es decir, trascendental, igualmente erróneas,
una cuarta interpretación del idealismo trascendental no daría lugat a iina: 11 regresam~s a la versión fuerte del idea~ismo trascendental, de acuerdo con
cuarta solución. En la versión mixta del idealismo trascendental qué ai:abq: ; la cual. solo paree~ suceder que no existe 1:1 ocurre nada en el espacio o
1

de analizar, la palabra «fenómenos» tiene, de hecho, un doble papel.- Shvé.· ;en el tiempo (f so}o .nos lo parece,. en realidad, de manera no temporal),
para contrastar lo que realmente no existe; sino que sólo Se manifiest~ quei 1, ya sea la experiencia mterna o el objeto externo, la percepción o su objeto.
existe, con lo que tiene una existencia real en el tiempo, a saber, la sucé>\ ¡,Pero si decimos que ambas pretensiones son igualmente buenas, necesita-
sión de las percepciones. En segundo lugar, sirve para contrastar lo que. ~mos, entonces, una versión distiQta del idealismo trascendental.
tiene una existencia real, pero meramente independiente (a saber, de nué'~ ;. No es difícil ver cuál sería esta versión. La teoría. de que las cosas
vo, la sucesión de las percepciones) con lo desconocido nouménico que, d; ~que está~ en el espacio y en el tiempo son sólo fenómenos, no cosas en sí,
una manera también desconocida, da lugar a esa sucesión temporal. }4: :::será equivalente a la teoría de que son existencias dependientes, tanto en
11
.• A 541/B 569.
118
A 26/B 42.
.,
j
178 Los límites del sentido Metafísica trascendente 1
179
su existencia como en su carácter, de la constitución desc<;>nocida de las 1 ~Ja,. materia y por una concepción demasiado estrecha de la investigación
cosas tal como son en sí (aunque podamos subrayar, como siempre, que la ;empírica en estos campos. Y le ciegan, podría decirse, al hecho de que las
constitución de estas no se nos manifiesta de manera tan desconocida c~m_o ., .preguntas cosmológicas, o algunas de ellas, pueden solucionarse comple-
debiera). Sin embargo, tan pronto como hayamos aca?ado de descnb1i: ~ . tamente de manera empírica al igual que otras que pertenecen incontesta-
esta cuarta versión del idealismo trascendental, es obvio que de. ella .no hlemente al campo de la ciencia natural. No es que podamos alcanzar, en
se deducirá, por sí misma, ninguna solución al problema de las antinomias,. estas cuestiones, teorías que son en principio irrevisables, pues el que esto
Es incompatible tanto con la solución fuerte como con la mixta. Y ~unque · no suceda es una característica general del proceder de la ciencia. Bastante
pudiéramos pensar que es coherente con la adopción de la perspectiva dé- i . es que podamos construir teorías, capaces de someterse a verificaciones
bil, en sus características fundamentales, ni necesita tal solución, ni es.; genúinamente empíricas, que encarnen respuestas a estas preguntas.
necesitada por ella. Sería obviamente muy aceptable el mantener que, de ', . . Dentro de un momento analizaremos lo lejos que, confiadamente, po-
tadas las posibilidades que hemos considerado, es la solución débil en ·i .demos seguir por este camino. Mientras, hay una senda opuesta de ma-
combinación con la cuarta versión del idealismo trascendental la que se "neta diferente a la de Kant que hemos de considerar. Podríamos preguntar
acerca más a las intenciones reales de Kant en este capítulo. por qué no hemos de aceptar que es un hecho perfectamente inteligible
! ·en relación a una serie de cierta clase el que esta sea, a la vez, tanto o
' finita o infinita como el que nunca será posible saber cómo es. Ciertamen- ~
6. Reconsideración de las preguntas cosmológicas te, el hecho pide un reconocimiento, y quizá una explicación filosófica. Pero ~·~
1 ·esta última se da cuando se ofrece una clara descripción de lo que sucede.
Considerem6s ahora las preguntas cosmológicas por sí mismas. ¿Plan- ~ , Consideremos, por ejemplo, en el supuesto de que el espacio físico sea ~.,,¡¡
tean realmente los problemas que suponía Kant? Si las cosas que están eq. 'euclídeo, la pregunta sobre la extensión espacial del universo. Pudiera ~i!
el espacio y en el tiempo existen «f'.!l sí mismas», entonces~ mantiene Kant, . suceder que descubriésemos, en nuestras búsquedas por el espacio exte-
¡
se sigue que, primero y de forma inmediata, todos. l.os miei;nbros. de cada rior, que a cierta distancia en cualquier dirección de la tierra, la materia JI,,
una de las series de los tres conjuntos de proposic10nes. disyu?tlvas .que . empieza a escasear y que pareciese que se acababa completamente. No po-
tienen en común la forma «Ü bien la serie de las x es fimta o bien es, ~nfi- ·dríamos concluir que el universo es finito en Sl!.. extensión, pues no podría-
nita» son proposiciones verdaderas y que, segundo, por argumento valido,.: ·mas descartar la posibilidad de que, si siguiésemos nuestras búsquedas '-11
cada uno de los disyuntos incompatibles entre sí de cada una de las propo- ·enormemente más allá en algunas direcciones, pudiéramos encontrar de ¡¡¡
siciones disyuntivas es verdadero. Está claro que Kant, de hecho, falla· a , nuevo materia. Si, por otra parte, ampliásemos el campo de nuestras in-
la hora de elaborar argumentaciones, válidas con independencia de su .sº" ·· vestigaciones, con la ayuda de instrumentos enormemente poderosos, hasta
lución al problema, que es!ableciesen la segunda de estas consec~encrns.. el punto de descubrir otros sistemas de galaxias a enormes distancias del
Por consiguiente, es evidente que el problema que plan~ea no existe en .; nuestro, e incluso otros a enormes distancias de esos, seguiríamos sin po-
su forma aguda. Esto no conlleva el que la t7oría que el propone como : ·der asegurar que no hay un límite externo de este sistema de sistemas.
solución a su supuesto problema sea falsa, smo sólo que es falso que ' La cuestión permanecería abierta, sea lo que fuere lo que descubriésemos
sea solución a un problema así. . . ·• · .o dejásemos de descubrir. Pero esto no quiere decir que no sea de hecho
Una pregunta que hemos de hacernos es si la primera de esas conse- ! verdad una de las alternativas que se presentan en la pregunta y que la
cuendas da paso, por sí misma, a algún problema filosófico. Kant, como .•· .otra sea de hecho falsa. Dado que los sistemas de la materia que componen
hemos visto, pensaba que así sucedía. Señala, correctamente, que cada pro-·. el universo espacialmente extenso existen independiP~temente de nuestras
posición disyuntiva da paso a una pregunta cosmológica de la forma: «¿Es.• observaciones, una u otra debe ser verdad.
la serie de las x finita o infinita?» Argumenta que esas preguntas son, en Debemos señalar que la adopción de este punto de vista no requiere
principio, indecidibles, y, rechazando, de nuevo correct~men~e! .un alegat? 'que olvidemos completamente ese apreciado instrumento filosófico que es
de inevitable ignorancia, concluye que el hecho de la mdecibihdad ;~p1- , :el principio de significatividad. Sólo requeriría de nosotros que lo eximié-
rica es en sí lnismo suficiente para mostrar que las preguntas cosmologicas. · semos de su aplicación en estas preguntas específicas. Después de todo
deben ser tratadas o puestas a disposición de la filosofía de una forma · ·constituyen o pertenecen a una clase de preguntas muy diferentes, y no
u otra. , . ., , debería ser muy difícil trazar un principio subordinado que cubriría la
El camino más corto para contrarrestar esta subita deduccion es negar,.·, ·exencióll' del principio general. Podría, 12or ejemplo, apelarse al hecho de
que las preguntas cosmológicas sean indecidibles empíricamente. K~nt está i. ·que la alternativa finita equivale a una infinita disyunción de proposiciones
cegado p0r ciertas creencias erróneas sobre la naturaleza del espacio Y de ·cada una de las cuales especifica, por ejemplo, que la extensión real del
180 Los límites del sentido Metafísica trascendente .. 18'1

universo. está dentro de ciertos límites. Aunque no cabe verificar empírica~' . f/utable, dad.o qüe podría; coherentemente, adoptar cualquiera de ambos
mente mnguno de los miembros de este conjunto, cualquiera está abierto/ ,¡ ¡puntos. d~ vista.
en principio, a falsación empírica. _· '. Qutza me~ezca ~a ~~na pro~u!1dizar en la idea de que esta posición le
Estas dos líneas no kantianas de pensamiento representan a las al-'_ ;ª5egura a la mvestigac10n empmca, o, al menos, al tipo de investigación
ternativas cosmológicas como auténticas alternativas, decidibles o no "1 ;·gradual que Kant contemplaba, un alcance tan poco restringido como el
según sea el caso. Sería coherente el adoptar una de estas líneas con· 41 ;que ~segurab~ la alternativa infinita. A aquel objetor que preguntase:
respecto a una (o dos) de las preguntas cosmológicas y la otra con respecto· ~<¿Quieres deci.r q.ue es .verdad a priori que hay un. cierto número de miem-
a las. otras dos (o una). Existe todavía, sin embargo, una tercera línea no :hf08 ,de la sene mvestigada más allá de los cuales no puede encontrarse
kantiana de pensamiento que considerar. Esta, al igual que lo que Kant; ¡ntngun otro?», le podría contestar quien mantenga esta visión:
pensaba, rechaza ambas alternativas calificándolas de no auténticas, pero;:_ :
por razones diferentes a las del propio Kant, y que podemos resumir como 1 Es verdad de cualquier número de miembros que no puede ha-
sigue. Cada serie cosmológica presenta, a priori, un número infinito de ber ningún miembro ulterior de la serie más allá de ese número;
posibilidades. Si, por ejemplo, fijamos una unidad de distancia o duración, pero no hay ningún .número de miembros de los que no sea verdad
existirá, en lo que a las posibilidades a priori se refiere, un número infi. que pueden encontrarse miembros, aún posteriores en la serie, más 1
,_1
nito de posibles respuestas verdaderas a la pregunta «¿Cuál es la extensión allá de ese número. El investigador no deberá, por tanto, invocar 1 ~;1
espacial del universo, expresada en estas unidades de distancia?», y a la" esta postura filosófica como una razón para abandonar su investiga- :~i
pregunta «¿Cuál es la duración que ha tenido la historia del mundo, ex- ción en ningún punto. :11
presada en términos de estas unidades de duración?» Pero decir que hay _
un número infinito de posibles respuestas verdaderas no es decir que es . , . He desarrollado estas tres líneas no kantianas de pensamiento en tér-
posible que la respuesta verdadera sea: un número infinito. Esta contesta- mmos generales. Pero no podemos esperar valorarlas sin considerar algu-
ción carecería de sentido, mientras que cualquiera de un número infinito ¡ nas de las preguntas cosmológicas individualmente en relación con el des-
de respuestas que mencione un número finito de unidades tendría perfec- arrollo real de la ciencia. -
tamente sentido y, en lo que a las posibilidades a priori concierne, sería - . Empecemos con la pregunta que forma el tema de la segunda antino-
una posible respuesta verdadera. , mia. Apenas podemos esperar que un físico cuántico se -reconozca en el 14,j
Esta visión tiene ciertos elementos de solidez. No cuestiona la legiti- retrato que hace. Kant .de un investigador empírico en este campo llevando IV
midad de la noción matemática de infinito, sino que, de hecho, hace uso'_ª. cabo la t,area mt<::mmable de dividir sucesivamente la materia en partes
de ella. Sólo niega la significatividad del aplicar la noción de un número siempre mas pequenas. Es verdad que la serie molécula-átomo-electrón tie-
infinito a conjuntos cuyos miembros son ítems empíricamente discrimina~¡ ne cierta anaJ~gía con la serie kantiana. Pero no es verdad en absoluto que
bles. No representa como paradójicas ninguna de las conocidas propieda- : _el avanc;e teor1~0..en este campo pueda eoncebirse como el descubrimiento
des particulares de los números infinitos, sino que meramente afirma qué. de part1culas dimmu.tas, de las que están compuestas otras partículas des-
e!
sería paradójico, hasta el punto de carecer de sentido, el afirmar que cual-·' cubiertas ~n. estadio anterior Y que, a su vez, deben pensarse como teóri-
quier conjunto, cuyos miembros fuesen ítems empíricamente discrimina- ca?1ente divlSlbl~s en partículas aún más diminutas que quedan por descu-
bles, pudiera exhibir esas propiedades. Quien adopte esta perspectiva pue:; br1r., En la med1~a en que pueda considerarse apropiado el modelo de las
de tomar prestada de Kant cualquiera de las ideas que él elabora para mos-1 'particulas, le e~t~, en verdad, abierta al teórico la posibilidad de un paso
trar la vaciedad de la alternativa infinita. Al mismo tiempo, en contra de, de~ ~<descoi;npos1ci?n» como sería ese, si es que lo exige una explicación
Kant, puede esgrimir que ningún miembro del conjunto infinito de posibles, teonca sattsfactona de los fenómenos. Pero no hay ninguna necesidad de
respuestas verdaderas puede estar vacío de significado, pues cualquiera de, q,ue el avance de la teoría siga este rumbo. La misma concepción de «par"
ellas es en principio refuta.ble empíricamente como muchas, de hecho, lo, t1cula» fundamental ha sufrido un cambio revolucionario con el adveni-
han sido. Desaparece la disyunción entre los dos miembros, finito e infini.. miento de la mecánica cuántica. Y, aunque en la física cuántica de nues-
to: el miembro finito es tan vacío como el infinito, pues, al declarar que: tros días ~e han realizado nuevas adiciones al número de tipos de partícu-
la serie cosmológica es finita no se le pone ningún límite a las posibilida;., ·las conocidos, lo.s. nuevos sumandos se han concebido como partículas
des. En su lugar tenemos una disyunción infinita sin ningún miembro vacío. «dementales». adlClonales, más que como constitutivos de partículas que
No se le requiere a quien mantenga esta teoría que tome postura ante la:_ :antes se c?nsideraban elementales y ahora se consideran compuestas. La
cuestión de si la respuesta que corresponde a uno de esos miembros pu·· apertura sin fin a la ~evisión de las teorías físieas le promete al teórico,
diera no ser, en principio, empíricamente confirmable y empíricamente re· en. verdad, una tarea sm fin. Pero las revisiones teóricas pueden ser, como
~--::.)"",..-

182 Los límites del sentido Metafísica trascendente 183

así ha sido, de una clase muy distinta a la imaginada por Kant. Podríamos parece totalmente inadecuada, cuando nos enfrentamos, en cualquiera de
decir que Kant le atribuye al teórico, tan pronto como ha desplegado una los dos campos, con el proceso de evolución real de la teoría.
teoría, la obligación de preguntarse respecto a los «elementos» materiales Si ahora volvemos a aquellas tres líneas no kantianas de pensamiento
de su teoría, «¿De qué están compuestos estos elementos?» Pero el teó: . que describí antes y ponemos junto a ellas la interpretación «débil» de la
rico no reconoce una obligación tan mecánica y simple como esta sino . solución kantiana, que disminuiría el idealismo trascendental a una afir-
una más general de mejorar la teoría, o de imaginar una nueva pa;a dar ; · mación del principio de significatividad, veremos que nadie que siga cual-
cuenta de algo ya sabido o recién descubierto que en su teoría tal como ·,, quiera de estas líneas puede pretender un apoyo incondicional en los he-
está, aparece como arbitrario' 0 como inexplicado. ' Puede que cuando ' reali- 1' chos. Las teorías que encarnan algo semejante a una f orma de la a1terna-
za un cambio teórico, sea hacia una reconceptualización más que hacia·, . tiva finita parecen estar fundadas empíricamente o, al menos, ser acep-
una «descomposición» de los materiales con fos que trabaja. La concep- ., . tables de manera provisional. Y sin embargo, apenas puede representarse
ción de Kant del trabajo del físico en el «análisis de la materia» tiene · que estas teorías contengan respuestas directas a las preguntas cosmoló-
una simplicidad primitiva que es, como mucho, sólo parcialmente aná- , gicas tal como ~ant las concebía. ?s arduo m~?tener que yrecisai:iente
loga a las cambiantes estructuras conceptuales que los físicos construyen . esas preguntas tienen perfecto sentido en relac1on con el tipo de mves-
de hecho. t tigación que Kant concebía; y a pesar de ello es difícil mantener que
·Q ' p d d · d 1 d d 1 · · · l carecen totalmente de sentido cuando esas teorías se presentan tal como i~1:
e .,ue o emos· 1 d ec1r
1 · e segun
... L o tema
· ·, e a primera l antmomia 't a · he menciona · d o. Tampoco pod emos negar a przorz · · 1a pos1'b'l'd
11 ad d e teo- r~
t Sl f
• · nas, emp1ncamente un a as, que encarnen algo seme¡ante a una f arma
'.)N
ex en on espacia e umversor a s1tuac10n es en a gunos aspee os · , , . d d ·
. K d'' ~ ,¡

anál oga a 1a que acab amos d e anal izar. ant 10 por supuesto que 1a 'd 1 l. · · · fi · T 1 , , b 1 l i~
, d 1 · f' · l'd p . e a a ternatlva 111 mta. a es teonas estan ya so re e terreno en e caso '.¡
geome trl a e espacio 1s1co·,era1 euc 1d ea. · ero , este supuesto
f' · es precisa- d 1 t d 1
e ema e a pnmera mita· · d d l · · ·
e a pnmera antmomia, y no ay nmguna h ·
mente e1 que pone, ·en cuestlon ad mo erna . teona astro-
, d 1s1ca. Parece que ·. 1mpos1
· 'b'l'd
1 d · · l 'd de que tamb'1en
l a a przorz en a 1 ea
, l o pud1eran
· estar en el
.~~
l os h a11 azgos emp1ncos se acomo an me¡or a 1a teona e que 1a geome- .1 d l d l d · d · l · · d
, d l · f' · d l l'd d . d h h caso e tema e a segun a mita . ¿Acaso os movimientos e cuerpos
. c1ase
t na h ab er si'do ta 1es que, en e1 contexto
e espacio. 1s1co es .e una , . c ase ,no euc 1 ea '., e una . ' e ec o' realm ente ob servabl·es no po d nan , :E
en 1~ que el mismo .espac~o fis1co s~na ,d.e extens1on fim.t~, s1 ~s qu; est! . de la geometría física euclídea, pudiera obtenerse la máxima simplifi-
tec;¿rn es verdad. !Y s: el mismo esp~c10 fils1co es.def;:~tensS1?n fimta, ~s1 s.era, cación de las leyes que valiesen para esos movimientos con la ayuda del 1'.iL1',,

~v~ entemen te, e u~1v~rso qude esta en e. -"espa.c10 1s1co. 1 esta teona tiene supuesto de que los cuerpos se extienden infinitamente con una cierta !A
ex1to, ·en e1almantemm1ento
1 e susK pos1uones,
b' d entonces.
1a pregunta
. cos·
d • d'tstn'buc10n,·, en to d as l as d'uecoones · desd e el punto de vista · d e ob ser.
mo1og1ca, t como ,ª canee. 1a ant, que a senc111 amente arrmc~:ma a, vación? 1

r.ues esa pregunta, as1 concebida, desca?sa sobre un sup~est.o que el .con- Quizá debiéramos decir que las preguntas cosmológicas, tal como
s!deraba verdadero (fuese como fuese mterpretado en termmos del 1de~- Kant las planteó, ni tienen una significación clara ni carecen claramente
l~s'?o trascen?ental) y que ha resultado ser falso, a saber, que el espacio . de ella. Sirven para mantener abierto el campo de la investigación em-
ÍlSlco es euchdeo. pírica, aunque no, o no sólo, de la manera que Kant suponía. Lo dejan
Puede señalarse, como es evidente, que aún incluso si se «descubre» ' abierto para la elaboración de teorías comprobables que él nunca imagi-
que la geometría del espacio físico no es euclídea, el que así suceda es nó, de las cuales podría, en cierto sentido, decirse que contienen respues-
contingente; no hay necesidad alguna de que los hallazgos empíricos apo- : tas a las preguntas, pero sólo tras una transformación bastante profunda
yen tal teoría. Dado que es falso, si es que lo es, de una manera mera- de su presentación. Podría decirse que Kant le ofrece tareas complemen-
mente contingente, el que el espacio físico sea euclídeo, ni podemos sim- tarias imposibles a la imaginación y que deduce de esa imposibilidad con·
plemente rechazar aquellos problemas filosóficos, si es que hay alguno, clusiones metafísicas de largo alcance. Sin embargo, la teoría física pue-
que surgen del supuesto de que es verdad, ni considerarlos resueltos. Por de ocupar, transformándolo, el terreno de esas tareas imposibles. Desde
otra parte, parece que es imposible que nuestra visión de estos proble- el punto de vista de una crítica filosófica, hay al menos una cosa clara:
mas permanezca inalterable tras reconocer que en este campo, como en. Kant se equivocó al creer que era este el terreno en el que se llevaría a
el de la investigación de la estructura de la materia, el desarrollo del cabo una batalla decisiva, y en el que se ganaría una victoria decisiva,
pensamiento teórico, el avance de la investigación, puede adoptar formas en favor de las teorías del idealismo trascendental.
y direcciones completamente diferentes a las que concibió Kant. La ima- ·
gen del avance gradual de la serie, desde el objeto más cercano al más ·
lejano, desde el más grande al más pequeño, pierde su inevitabilidad, r••
CAPÍTULO 4 ¡1
l
\.:f,,

Dios
Un filósofo del siglo veinte entra con un entusiasmo muy moderado
en la teología filosófica, aun incluso para seguir a Kant en la exposición de l.i,,
las ilusiones que se dan en este campo. La calidad de la presentación que :\!

'Kant hace de sus propias teorías parece sufrir algún deterioro al irse
aproximando a este tema. Su declinatorio análisis de las tres «pruebas» de i'
¡I
la existencia de Dios -las únicas tres posibles, según él- tienen, por , I'
•'
lo menos superficialmente, frescura y claridad. Pero el camino hacia
este brillante tríptico de argumentaciones está oscurecido por la confusión.
El tema del «ente absolutamente necesario» hace su primera aparición i .1
1

en la cuarta antinomia, pero empezaré considerando conjuntamente las dos


antinomias «dinámicas». Aunque no me referiré directamente aquí a la
teoría kantiana de la libertad -el terna que se introduce a través de la ter- r.
cera antinomia- hay paralelismos y divergencias reveladores en la pre-
sentación y tratamiento que :Kant hace de estos dos «conflictos».

l. Las antinomias dinámicas: olvido .de la solución crítica con-


vencional
Y a he explicado y discutido el punto de vista de Kant de que, en las
dos primeras antinomias, la tesis y la antítesis, en la medida en que
deben entenderse como verdaderamente incompatibles entre sí, son ambas
falsas. Y lo son porque ambas comparten el falso supuesto de que las series
cosmológicas en cuestión existen corno un todo, ya sea finito o infinito.
Cuando pasamos a la tercera y cuarta antinomia encontramos una situación
muy diferente. Mientras que las tesis tanto de la tercera como de la cuarta
antinomias encarnan un supuesto «falso», completamente paralelo al que
Japarecía en las tesis y antítesis de las dos primeras antinomias, en las
antítesis de las dos segundas no se encarna ningún supuesto similar. El
hecho de que Kant no haga nunca demasiado explícita esta diferencia está
probablemente en conexión con una anomalía sorprendente en su «solu-
ción» a las últimas antinomias. Podríamos lógicamente esperar, habiendo
186 Los límites del sentido Mett!/Ísica trascendente 187

notado la diferencia, la siguiente resolución del conflicto entre la tesis y la dios del mundo cada vez más remotos o la serie de regiones espaciales
antítesis, a saber, que en la medida en que ambas se entiendan adecua- del mundo cada vez más lejanas. Dado que la serie no existe en tanto
damente como incompatibles entre sí, la tesis es falsa y la antítesis verda- todo, no tiene lugar la cuestión de si es un todo infinito o, como se dice
dera. Sin embargo, Kant no ofrece en lugar alguno esta conclusión como en la tesis, un todo finito con un primer miembro no causado. Todos los
respuesta a cualquiera de los dos conflictos. En vez de ello, sugiere gue miembros de la serie que de hecho «encontramos» en la experiencia,
sólo se encontrará la solución cuando se reconozca que la «exigencia de la pueden, sin embargo, considerarse como fruto de una causa antecedente.
razón», que en cada tesis se expresa, puede, en un sentido, satisfacerse, Entonces, la tesis es falsa y la antítesis verdadera.
que las aserciones dialécticas que se expresan en ambos lados de cada Como he dicho, Kant pasa en silencio sobre la posibilidad de esta
antinomia «pueden ambas ser igualmente verdad» 120 cuando se las inter- solución crítica «cotwencional». Antes de analizar lo que, en su lugar,
preta correctamente. Consideremos la situación con más detalle. La ano- nos ofrece, volvamos a la cuarta antinomia.
malía que hemos señalado no será la única que encontremos. La tesis de la cuarta antinomia está curiosamente expresada como
El tipo de serie que representa el tema de la tercera antinomia es el una variación confusa de la de la tercera, con modificación de las pa-
de una serie de causas. La argumentación de la tesis es que la determinación labras y con la admisión de la alternativa infinita. Una manera sencilla
causal, verdaderamente suficiente o completa, de cualquier estadio del mundo y fácilmente aceptable de hacer inteligible la distinción entre ambas es
requiere que en algún momento de la serie precedente de causas de suponer que mientras la tercera antinomia está fundamentalmente refe-
causas anteriores hubiese una instancia de causalidad que no fuese cau- rida a las condiciones suficientes antecedentes, la cuarta lo está a las
sada y que fuese la que iniciase esa serie causal de manera espontánea condiciones necesarias antecedentes. La argumentación comienza afirmando
o libre. No podemos, verdaderamente, insistir en la necesidad de un que el mundo «contiene una serie de cambios». Parece ser que cada uno
comienzo espontáneo de una serie causal excepto por lo que respecta al de ellos está «condicionado», es decir, «está bajo» una condición causal
estadio inicial del mundo y de cara a «hacernos concebible un origen del antecedente que «lo hace necesario» 122 • El énfasis está puesto aquí en las
mundo», pues «todos los estadios que siguieron a continuación pueden condiciones suficientes o determinantes, pero creo que encontramos una
tomarse como resultados según leyes puramente naturales» rn. Pero una guía mejor para seguir las intenciones de Kant en el comentario, que se
vez que se admite la causalidad por medio de la libertad, es permisible halla en las observaciones a la tesis, de que «el cambio prueba la contingen-
considerar la idea de que se iniciase, de forma similar, por medio de la cia empírica, es decir, que el nuevo estadio en la ausencia de una causa
libertad, otra serie causal, que tuviese lugar en el seno de la historia del que pertenece al tiempo precedente, nunca habría tenido lugar por sí
mundo. mismo» 123 , es decir, que depende de una condición necesaria antecedente.
La argumentación, como se se!'íala correctamente en la antítesis y se La argumentación continúa como paso a exponer. Si consideramos la serie
reconoce en las observaciones de la tesis, deriva la fuerza que tiene sólo de los «cambios condicionados» como un todo, es obvio que debemos admi-
del supuesto de que el mundo tiene un comienzo. Eliminado este apoyo, tir que hay algo en el mundo que no está condicionado de esa manera. Eso
quedaría reducida al siguiente falso principio: para que un estado x, sea puede ser algo que sea necesario y suficiente para empezar toda la serie,
una condición suficiente verdaderamente causal de otro estado y, es nece- pero que no sea, a su vez, dependiente de ningún antecedente, o, en otra
sario o bien que no haya condiciones suficientes causalmente anteceden- alternativa, no puede ser sino toda la serie misma que hemos de considerar
tes de x o bien que la serie anterior de condiciones suficientes, causal- independiente de cualquier condición necesaria exterior a ella. Toscamente
mente antecedentes, que empiezan en x termine en un miembro que no hablando, o bien la serie no le debe su existencia como un todo a nada en
tenga condiciones necesarias, causalmente antecedentes, propias. absoluto, o se la debe a algo en concreto que, a su vez, no le debe su
La antítesis es una simple negación de la libertad, y se apoya, en cohe- existencia a nada en absoluto. En el primer caso (la alternativa infinita) lo
rencia con la argumentación de la segunda Analogía, recurriendo a la apli- que es incondicionado es la serie como un todo, en el segundo (la alternativa
cación universal del principio de causalidad. finita), la causa inicial.
Parece obvio cuál debería ser la correcta solución «crítica» a este Kant dice que la cosa incondicionada es un ente «absolutamente ne-
conflicto. Dado que las cosas que hay en el espacio y en el tiempo son cesario». Esta expresión, en el contexto del desarrollo de sus pensamien-
fenómenos, la serie de causas cada vez más remotas no debe considerarse "tos, parece curiosa y confusa. Lo esencial acerca de lo incondicionado
existiendo como un todo en mayor medida que lo sean la serie de esta- es la idea negativa de que no debe su existencia a ningún antecedente o
122
"º1 A 532/B 560. A 452/B 480.
m A 460/B 488
" A 449/B 477.
188 Los límites del sentido Metafísica trascendente 189

condición necesaria exterior a sí. Si hemos de domeñar el uso que hace \ fundamento nouménico. La serie de los fenómenos «está atada a una con-
Kant ele la expresión «necesario» en este contexto, la manera más segura dición que, siendo empíricamente incondicionada, es también no sensi-
es parafrasearla, a la luz de su empleo de la noción de la «Contingencia ¡ ble» 124 ; los fenómenos «deben tener fundamentos que no sean fenóme-
125
empírica», como «no contingente de nada». · 1 nos» , «deben descansar en un objeto trascendental que los determine
La antítesis, en su primera parte, es una negativa a que el mundo 1 como meras representaciones 126 • Y de una manera más enfática, dice acerca
¡
contenga ningún ente necesario. Kant vuelve a apelar al principio de la del final de la Dialéctica:
causalidad universal para eliminar la hipótesis de una causa inicial no cau-
sada. Arguye, contra la hipótesis alternativa de que la serie de cambios Si ... preguntamos ... si hay algo distinto del mundo que con-
es necesaria (incondicionada) como un todo, que la existencia de una tenga el fundamento del orden del mundo ... la respuesta será: sin
serie no puede ser necesaria si no lo es ninguno de sus miembros. Vemos duda. Pues el mundo es una suma de fenómenos y, por consiguiente,
cuán pobre argumentación es ésta, y cómo derrota la intención general debe haber algún fundamento trascendental de los fenómenos, es decir,
de que se argumente la antítesis, cuando trasladamos la referencia a la un fundamento solamente concebible por el entendimiento puro 127 •
existencia necesaria, y obtenemos la argumentación equivalente de que
sí cada uno de los miembros debe su existencia a (es contingente de) una Era imposible, en el caso de las antinomias matemáticas, apelar al fun-
condición causal antecedente, ¡lo mismo debe sucederle a la serie corno damento nouménico de los fenómenos como una posible fuente para satis-
un todo! facer las exigencias de la razón. Lo incondicionado, cuando tratamos cues-
Según adelanta la Crítica aparece cierta explicación de la confusa tiones de magnitudes, de extensión espacial o temporal, debe encontrarse,
presentación que de los resultados se hace en la cuarta antinomia. Mien- si es que puede hallarse en alguna parte, en la esfera de lo sensible, en el
tras, hemos de desarrollar enfáticamente el paralelismo de lo que ya espacio y en el tiempo. Pero cuando tratamos con las condiciones, necesa-
hemos señalado respecto a la tercera antinomia. La argumentación de la rias o suficientes, del cambio en el mundo sensible, podemos (como sugie-
tesis descansa claramente sobre el supuesto de que esa serie (la serie de re Kant) admitir al menos la posibilidad de que pueda existir completa-
cambios cada vez más remotos que se extiende hacia atrás en el tiempo) ! mente fuera de la esfera de lo sensible una condición incondicionada de
existe como un todo, ya sea con o sin un primer miembro, y concluye lo que pertenece a lo sensible -una causa que actúe libremente, una
presentándonos una elección entre las consecuencias de cada una de las existencia que no dependa de una condición necesaria exterior-. Así,
alternativas. Si este supuesto se rechaza, también pueden rechazarse las dos la exigencia de lo incondicionado, que se expresa en las tesis de las anti-
consecuencias de sus formas excluyentes alternativas, como sucede en la nomias dinámicas, no es, al menos, incompatible con la insistencia, des ..
antítesis. Así pues, es seguro que la teoría crítica requiere que la antinomia arrollada en las antítesis, en el carácter totalmente condicionado de todo
se resuelva adoptando precisamente este camino. Pero Kant no lo sigue. lo que pertenece a lo sensible.
Ofrece, en su lugar, una «solución» completamente diferente. Nos queda Kant pretende explícitamente que esta sugerencia constituye la única
aiín por ver lo que subyace a esta desviación, y qué forma adopta ésta. manera posible de resolver los conflictos expuestos en la~ antinomias di-
námicas 128 • A juzgar por las apariencias, la pretensión parece absurda y la
solución sugerida tanto superflua como no pertinente. La argumentación
2. Las antinomias dinámicas: ¿una solución alternativa? de las tesis de ambas antinomias descansa firmemente, como ya hemos
visto, en el falso supuesto de que la serie peninente de ítems «condicio-
La «exigencia de la razón por lo incondicionado» en la tesis de ca?a u1;a 1 nados» existe como un todo, y una solución de corte crítico se sigue inme-
de las antinomias dinámicas adopta explícitamente. la f~rm~ de e~i.gencia 1 diatamente de la falsedad de ese supuesto. Páginas atrás, en el comienzo
de una causa que obre libremente o de una existencia mcondic10na~a de la Dialéctica, Kant aclaró que el papel de la razón, su uso teórico, era
que pertenezca al mun.do de lo sensible, al mundo de las cos~s que estan el d~. esforzarse en. a~egurar la completit:id. y unida? del conocimiento
en el espacio y en el tiempo. Lo que Kant, 9e h~cho, nos sugiere,, al ofre· empmco, ?:l conocimiento que el entendim1ent? obtiene. Y pensar que
cer un nuevo tipo de solución para estas antmomias, es que la razon b,usca este proposito es realmente alcanzable es precisamente pensar que los
su cantera en un lugar equivocado. Tras esta sugerencia yace, una vez ma~, la
teoría del idealismo trascendental de que las cosas que están :n .el espac10 Y ;;; A 531/B 559.
en el tiempo son sólo fenómenos. Pero es un aspec;to muy d1stmto de esta A 537/B 565.
126
A 538/B 566.
teoría el que ahora está en i::rimer plano: no es s:mplemente el hecho de : "' A 695-6/B 723-4.
que son meros fenómenos, smo el que, como fenomenos, deben tener un 1 "' A 558/B 586 y A 564/B 592.
190 Los límites del sentido Metafísica trnscendente 191

objetos de cualquier investigación en progreso conforman un conjunto, o ~~ademas encontrar su paralelo en la cuarta antinomia? Al final de la
serie, completo 129 • De manera que no es en absoluto algo peculiar a las seccIOn que pretende yresentar la solución de la antinomia, encontramos la
antinomias matemáticas el que descansen en el supuesto de que la serie sombra de u~ par~lehsmo. Allí se implica que cuando la razón pura se usa
pertinente existe como un todo, y no es en absoluto una aberración que '.<en re/eren.eta a)tn~S» (es decir, una vez más, prácticamente) puede que se
el mismo supuesto subyazca a la argumentación de las tesis de la tercera y mt~rese _-rnteres d1f~rente al que salvaguarda la nueva solución a la tercera
cuarta antinomias. Desde el punto de vista de las exigencias de la razón antinomia- en la existencia de una causa inteligible externa a la serie de lo
teórica, no podemos con mayor derecho salir de la esfera de lo sensible en empíricamente condicionado 131 • Así pues, la «solución» consiste en volver
búsqueda de causas o existencias lirnitantes que buscar los miembros limi- ªseñalar que el carácter totalmente determinado de los fenómenos no es in-
tantes de cualquier serie espacial o temporal. En el lenguaje kantiano de compatible con la existencia de un tal «ente puramente inteligible». No se
las facultades, la razón teórica no puede tener interés alguno en ningún 1 desarrolla en este contexto ~! carácter exacto de este interés de la razón pura
empleo de los conceptos de «causa» y de «existencia necesaria» excepto el 1 cuando se usa «en referen~1a a fines». Más tarde aparecerá como un interés
uso que también le es permitido al entendimiento cuando esta facultad . en que un en~e supras~ns1ble posea propiedades que podemos, analógica-
lleva a cabo su trabajo de adquisición de conocimiento empírico. La natu- mente, concebir en térmrnos de omnipotencia y benevolencia. Quizá sea aloo
raleza de este empleo ya ha sido aclarada bastante en los Principios. La bastante natural que no se nos deba desvelar, en este momento el caráct~r
«causa» está indisolublemente ligada con el tiempo, en este uso, de forma ~xact? de esta e;:igencia de la razón. El paso de un interés r~óríco a un
que cualquier aplicación que del concepto queramos hacer a lo nouménico I~t.e;es mor.al, ba¡o la forma de una causa que actúa libremente, es una tran-
(en lo que <macla sucede») está fuera de lugar por lo que respecta a los si.cion relativamente suave. Pero nada tiene que ver el tema que a primera
intereses de la razón teórica. Lo que los Postulados del Pensamiento Ero- V!S~a aparee~ en la cuart~ ~n~inomia con los atributos distintivos que la mo-
pírico expresan sobre la «existencia necesaria» es claro e inequívoco. He- rahdad reqmere de la d1v1111dad. La nueva solución aparece una vez más,
mos de distinguir entre «la necesidad formal y lógica en la conexión de los a~nque ahora a través de los más tupidos velos, como solución a un con-
conceptos» y «la necesidad material que se da en la existencia». El uso flicto nuevo. en el que, esta vez, la identidad de uno de los antagonistas
de esta última noción sólo se da respecto a lo que está causalmente deter- j apenas se vislumbra.
minado de acuerdo con leyes empíricas. «La necesidad de la existencia .. . . Parece corno si Kant hubiese permitido que su presentación de solu-
sólo puede conocerse ... por la conexión con lo que es percibido, de acuer- Clones Y teorías se saliese, en este momento, de su cauce. Tratemos de
do con las leyes universales de la experiencia» 130 • reordenarlas u,n poco. (No se debe, como es evidente, confundir el desen-
¿ Qué es lo que subyace bajo la desviación de la «verdadera» solución redar, las teo~i~s con el adoptarlas o defenderlas. Incluso la reordenación
crítica a la tercera y cuarta antinomias? Son muchos y complejos los fac- es solo provisional, pues no todos los factores que intervienen están
tares que intervienen, pero es bastante obvio cuál sea el principal de ellos ya ante n~sotros.)
en el caso de la Libertad frente a La Causalidad Universal. Nada tiene que En pn?1er lugar, las antinomias que surgen de los intereses teóricos
ver con los intereses de la razón teórica. Se refiere a los intereses de la de , la razon pueden desarrollarse adecuadamente, dado que tienen el
«razón pura práctica», es decir, a la moralidad. Kant está deseoso de mos· caracter general .de la tercera Y. ~uarta antinomias y se refieren, por lo
trar que la determinación causal de cualquier suceso por parte de candi- tanto, ª la~ senes de las con?1c1ones, causalmente necesarias y causal-
ciones temporalmente antecedentes no es incompatible con la idea de que mente suficientes, de los cambios que se producen en el mundo. Pero,
ciertos sucesos tengan otro tipo de causa que, en cuanto perteneciente a la u_na vez desarrollada.s, ~eberían resolverse por los cauces críticos conven-
esfera de lo nouménico, estaría exenta de la condición del tiempo y <<actua- c10nales que ya he md1cado.
ría» libremente. Aunque no podamos entender esta posibilidad, no podemos . ~n segundo lugar, P.uede adecuadamente señalarse que la teoría del
rechazarla sobre la base del determinismo de la Naturaleza. Es algo que idealismo trascendental, mvocada en la solución crítica de todas las antí-
parece exigir la moralidad, aunque, por ello, no podamos pretender cono- nomias, implica la tesis ~e. que todos los posibles fenómenos dependen
ceda teóricamente. ?e un. f?ndamento noumemco que, al ser no sensible, es empíricamente
Está aquí clara la razón fundamental de la <mueva» solución: es la solu· mcondiciona~o. Una de_ las intenciones d~ este recordatorio en este mo-
ción a un nuevo conflicto, un conflicto que no se presenta en absoluto en las ·mento de?ena ser precisame?te el advertlt??s contra el extravío a causa
argumentaciones de la tercera antinomia. 1 de cualquier .ªP~rente analogi~. entre la noc10n de fundamento nouménico
y la de cond1c1on causal empmca hasta llegar a suponer que los intereses
''"' A 307-8/B 364.
'"" A 227/B 279. "' A 564/B 592.
13

--------------------------·------
--~:-

192 Los límites del sentido Metafísica trascendente 193


'J
de la razón teórica tal como en las tesis de las antinomias dinámicas se ~ :gencia de la razón por lo incondicionado» se nos aparece como una
expresan pueden ~atisfacerse por la referencia al fundamento no sensi- i .exigencia que sería satisfecha, tanto por la existencia de un «comienzo
ble de l~s fenómenos. J en la serie de los cambios» 133 , un «miembro supremo de la serie cós-
En tercer lugar, Kant podría seguir adelante, sin peligro de con- _j ;mica» 134, cuya existencia no dependiese de ninguna condición anteceden-
fundir las soluciones explotando este recordatorio para una segunda in- te causalmente necesaria, como por el hallazgo de que la serie como un
tendón, quizá para 'él más importante. De acuerdo con los principios todo está libre de una dependencia tal. Suponemos que ambas alternativas
críticos generales, el conocimiento teórico está necesariamente confinado deberían negarse porque implican un supuesto falso o vacío. Y cualquier
a lo empírico, de manera que permanece totalmente desconocida para inclinación a desviar la búsqueda desde la serie empírica hacia un funda-
nosotros la «constitución inherente» del fundamento no sensible de los -~ mento trascendental o inteligible debería reprimirse por implicar un uso
fenómenos 132 • Pero este confinamiento de la razón en su uso teórico, .. 'ilegítimo y no pertinente de las categorías que se empleen.
esta necesaria ignorancia acerca de lo no sensible, se convierte en una -~ Sin embargo, cuando nos fijamos en la sección que trata la solución de
ventaja positiva para los «intereses de la razón en su uso puro práctico»; ·esta antinomia 135 , nos encontramos con que su tema parece haber carn-
es decir, para las exigencias de la moralidad. Pues significa que no hay, biado. Parece que ahora nos enfrentamos «con la existencia incondicionada
impedimento teórico para la fe basada en la moralidad, y que el funda: . de la substancia misma» 136 o con «la derivación de la existencia contin-
mento nouménico provee lo nece~ario, aunque de una manera que. no · gente de la substancia ·misma a partir de la existencia necesaria» 137 • La
podemos entender, tanto para la libertad humana como para la ommpo- serie de los cambios o de los sucesivos estadios de las cosas no es real-
tencia divii;a. . . ,. . mente la serie que 'representa nuestro tema. Nos encontra~os con una
~or último -a;inque ,sea antlClpar el ~~.sultado del ai;~hs1s q;ie Kant· serie completamente distinta, una serie de «existencias dependientes»» 136 ,
realiza de Ja te~l~gta filosofica--:- puede_ arguirse que ta~bien los mtereses de «cosas en el mundo» que «sólo tienen una existencia empíricamente
de la razon teonca _nos autonzan, ; mcluso nos r.equieren, a pens~r el condicionada» 137 • Era importante el referirnos a la serie de cambios sólo
fund~mento 1:º sensible de los noum~i:os como St fuer.a el recepta~o ,para recordar que «dado que todo es variable en el conjunto de los fe-
de ~iertos a~nbut~~ que_ pu~den,. analogicamente, conc~birse, en termm?s .·1 nómenos, y por lo tanto, condicionado en su existencia, no puede haber f·'jl
de libertad, mtenc10n e mtehgencia suprema. Pero este mteres de la razon ningún miembro incondicionado en toda la serie de existencia depen- ..

teórica, si es que existe, no se manifiesta en las tesis de las. antinomias diente» 136. 1
111
dinámicas, sólo referidas a las series, temporalmente regresivas, de las
Señalemos, primero, el paso inválido, en el último texto citado, de I~
condiciones causales.
«X es variable» a «X está (empíricamente) condicionado en su existencia».
Como ya he señalado, esta reordenación de los temas es provisional.
Me ocuparé ahora de una complicación de considerable interés que se ha Kant está confiado a la validez del paso diferenciador desde «X es un
cambio» a «X está empíricamente condicionado en su existencia, es dedr, 1

omitido. Otras surgirán más tarde.


debe su tener lugar a alguna condición necesaria antecedente de ese tener
lugar». Pero no hay principio alguno, que él haya adoptado o discutido,
por el cual se sancione la transición desde «X sufre un cambio» a «X depen- '1
3. La existencia empíricamente incondicionada: dificultades acer- de para existir de alguna condición empíricamente necesaria de esa exis- 1

ca de la substaneia tencia». No sólo carece de principio alguno que sancione esa transición,
·sino que está confiado, a primera vista, a un principio que la prohíbe, pues
¿Cuál es, después de todo, el tema de la cuarta antinomia? La pre- ha argumentado en la Analítica que la existencia de la substancia, o de la
sentación en el argumento y en las observaciones, que se desarrolla des- materia, como algo permanente en el campo de los fenómenos, es una
de B 480 a B 488, aunque a veces algo nebulosa, es suficientemente clara. condición necesaria de la posibilidad de la experiencia en general. Lo em-
La serie con la que nos enfrentamos es la serie pasada de estadios del píricamente contingente es aquello que no habría existido si hubiese falta-
mundo, temporalmente sucesivos, y/o de los cambios que están implica- do otra condición, empíricamente encontrable, que le es antecedente, o al
dos en la transición de un estadio a otro. El hablar de estos miembros
como «condicionados empíricamente» o «contingentes» es referirse al "" A 454/B 481.
hecho de que todos ellos deben su existencia a algún antecedente, siendo 134
A 458/B 486.
135
éste una condición de necesidad causal de cada uno de ellos. Así, la «exi- · A 559/B 587 et seq.
""' A 559/B 587.
1
132
A 681/B 709. "' A 560/B 588.

- - - - - - · - - - - - - - - - - - - - - - - - - --- -- ----- e,
--- --------~ -------
194 Los límites del sentido
~-,ss-:

·'l
Metafísica trascendente 195 1

menos simul_tánea, y que es causalmente necesaria para que exista 138 • Pero • encontrábamos en relación con cualquier investigación empírica que pu-
las substancias permanentes ni pueden dejar ni empezar la existencia en ; diésemos acometer sobre las propiedades o constitución de la materia.
el campo fenoménico: no tiene lugar la cuestión de establecer empíricamen- ·. No quiero sugerir que sea precisamente este tipo de serie explicatoria,
te el s1 dependen causalmente de algo. Parece que, por una vez, se pueden implicado en este tipo de investigación -que nos recuerda, después de
satisfacer las exigencias de la razón por lo empíricamente incondicionado . todo, más la segunda antinomia que la tercera- el que Kant tiene en mente
en el campo de los fenómenos, pues la substancia, o la materia, está empí- en esta sección sobre el resultado de la cuarta antinomia. Aunque utiliza de
ric~mente incondicionada en su e:cistenci~, aunque, evidentemente, no lo.,, forma constante la palabra «serie» en estos textos, queda realmente poco
este en sus estados o en los camb10s que sufra. claro sobre qué serie está hablando. Quizá nos acercásemos más a lo
¿Acepta, o debería aceptar, Kant esta conclusión? El resultado parece ; que quiere decir si suponemos que su pensamiento dominante es el de la
causarle algunas dificultades, dificultades que le persiguen a lo largo del ¡ contingencia empírica de todas las existencias individuales o concretas
capítulo sobre la teología filosófica que sigue. En un momento de ese capítulo · -ya sean cosas, sucesos o estadios- que nos encontramos en la experien-
parece claramente aceptar que ninguna argumentación podría establecer la ; cia y que se subsumen en conceptos empíricos ordinarios. El campo de
contingencia empírica de la materia 139 • En otro, parece intentar suministr~ experiencia de tales existencias concretas es el terreno de la contingencia,
una argumentación como la siguiente: Todas las propiedades reales de la· de lo que no sería, o no sería como es, si no fuese por otra condición, tam-
materia son efectos que deben tener sus causas, y son, por lo tanto, de ., hién contingente de manera similar. De nuevo, aquí, el reino de la con-
carácter derivado, son condicionadas y «permiten así ser quitadas, con lo cual tingencia empírica universal no está de manera alguna limitado por el
toda la existencia de la materia sería quitada» 140 • Probablemente lo que se principio de que la existencia de la materia en general no es empíricamente
pretenda con esta mala argumentación sea elaborar una idea diferente a la ; contingente.
que se desarrolla en la página anterior, en donde se dice que la existencia de Podríamos preguntar todavía qué es exactamente lo que se significa
la materia no es lógicamente necesaria 141 , idea que no avanza nada en el _ por la existencia de «la materia en ge?eral» o por «~u.~stanci~» como algo
camino de mostrar que su existencia depende de alguna condición empírica, ; «permanente en el camp.o de los fen~menos». La v1s1on oficial que Kant ¡::¡,
Podría decirse, por lo que a los intereses de la investigación empírica tiene de lo. 9~e en la p~1mera Analo~ia. ~e argumenta es .que. se esta~lece, ,¡
concierne, que el problema no tendría que causarle a Kant dificultad alguna. , C?mo condlClon necesaria ?ara la pos1b1hdad de la experiencia, la ex1sten- •!
Pues podría admitir, de manera perfectamente coherente, que la materia c1a ~n el campo de los fe_nomenos d: una estr.uctu~a permane~te de la subs- 1,-~111
,,,,.
en general -lo permanente en el campo de los fenómenos- está empírica- . tanc1~, o de las substan~ias, .que retienen su _identidad a traves de aquel~os ·IJ\

mente incondicionada en ·su existencia., mientras que, al mismo tiempo, po- . camb~os de sus «determmac10nes» que constituye~ o su?yacen los estad10s
dría insistir que esa existencia empíricamente incondicionada no constituye . cambiantes del mundo. Probablemente estas. existencias sean conc;e.tas,
un miembro final de ninguna de aquellas series de ítems condicionados y . aun.que. no de tal forma como. para subsumuse en conceptos empmco~s
condicionantes a lo largo de los cuales ha de desarrollar la razón teórica su º!dinar1os. Debemos recor~ar, sm emba:go, que, sean cuales sean lo~ m~­
investigación empírica sin fin. No nos surge, por ejemplo, ninguna seguridad •· r~t?s que tenga, o haya temdo, esta teona,. ~orno un supuest~ de la c1~n~ia
en la existencia empíricamente incondicionada de la materia en general . f1S1ca, el desarrollo real de la argumenta~1on de las, Ana.logia~ resulto 1~­
cua.ndo estamos en la tarea de tratar de explicar sus propiedades específicas : a~ecuado par~ establecer tal estructura. S1 algo quedo estable~1do, fu: m~s
observables. Sería, sin duda alguna, exagerado el insistir, como Kant . b1~ la neces1da~ d~ un marco durad~ro de las c?sas espaciales, mngun
probablemente ha.ría, que cada nivel de explicación nos plantea automá- • m1~mbro o constitutivo del ~ual, necesitaba. concebuse como petmanente.
ricamente una tarea ulterior de explicación a un nivel aún más profundo. i As1 pues, po: una agra~~ble noma,. podemos ~l7gar a estar d; .acuerdo con
Sin embargo, sería ciertamente razonable el negar que pudiésemos alguna Kant, a trave~ de la critica de su argumenta.non de la Anaht1ca r.eferente
vez afirmar que hemos llegado al último límite de la teoría, que hemos . a .la, s~bstancia, e:i la ~ostura que adopta respecto a la substanc1~ en la
llegado, por fin, a descubrir las leyes y elementos fundamentales de la D1alecuca. Pues s1 es s?lo el «marco dura~ero» de la~ cosa.s e_s~aciales lo
naturaleza material. Así pues, la existencia empíricamente incondicionada que es permanente, y s1 .es falso que el con¡unto ? sene de md1v1duo,s que
de la. materia nos deja precisamente en el mismo lugar que donde nos ;om~onen ese marco ex~stan c~mo un todo, .segun parte de la teona del
.1deahsmo trascendental, mterpretese como se mterprete, entonces podemos
concluir que ni el conjunto como un todo (cosa que no existe) ni ninguno
'" A 460/B 488.
'" A 635-6/B 663-4. .
1
de sus miembros tienen una existencia no contingente. Podemos, así, re-
'"' A 618/B 646. . conciliar la teoría de que la existencia de la materia en general es no con-
'" A 617/B 645. tingente con la de que nada de lo que hay en el campo de los fenómenos
··~·

196 Los límites del sentido Metafísica trascendente 197

tiene una existencia incondicionada. Pero debemos recordar que ello s6lo ¡. no es cierta ni empíricamente contingente ni empíricamente causado. Po-
es posible si repudiamos la visión oficial que sobre la substancia se expre- ~ dríamos decir que aquí está la fuente de la tentación de desviar la exi-
sa en las Analogías. gencia dinámica por lo incondicionado a la esfera de lo no sensible. Pero
esta explicación apenas es coherente con el espíritu general de la Dialécti-
¡, ca. Se supone que la teoría del idealismo trascendental no va a meterle a
1 la razón las Ideas en la cabeza, por así decir. Se supone que las ideas de la
4. La. transición de las ideas «cosmológicas» a las «trascenden-
tales» razón surgen de manera natural, sin asistencia de la filosofía crítica. En-
tonces, la metamorfosis de las ideas dinámicas de lo incondicionado en
Si dejamos al margen los intereses de la moralidad, tal como los concebía ideas trascendentales será una transformación que sufren, de alguna forma,
Kant, ¿cómo hemos de entender, finalmente, su pretensión de que la solu- de manera natural cuando la búsqueda de un objeto que les corresponda,
ción de la tercera y cuarta antinomias está en relación con lo no-sensible en su forma más respetable como ideas cosmológicas, se encuentra con los
como una fuente posible de satisfacción de la «exigencia de la razón por lo obstáculos insuperables que elevan las argumentaciones de las antítesis
incondicionado»? Por lo menos, debemos pensar que Kant ha expresado su ,de las antinomias.
pensamiento de forma imperfecta. ¿Pero cuál es este pensamiento imperfec- Sin embargo, no es necesario que depositemos todo el peso de la ex-
tamente expresado? No puede ser el de una posible reconciliación entre plicación en esta teoría de la metamorfosis natural. Kant introduce aun,
las pretensiones de la tesis y antítesis, tal como está?. Más bien, es el de. en eLcapítulo siguiente que titula El Ideal de la Razón Pura, con algunas
una posible desviación de la exigencia que en la tesis se expresa, d~ n:ª' ¡ variaciones, otra idea de la razón que, en la medida en que es la idea de
nera que no vuelva a entrar en conflicto con la verdad de la ant1tes~s. . un objeto, es ciertamente la idea de un objeto no sensible y que tiene cierta
Kant tiene la precaución de señalar que no está dici~ndo que P1:1eda satis- afinidad con las ideas dinámicas de causa no causada y de existencia no
facerse esa desviada exigencia, y está, de hecho, oblrgado a decir, en. un.a dependiente. De esta manera las anima a metamorfosearse en ideas tras-
postura crítica general, que tal exigencia implica por lo menos una. mvi- cendentales y saca fuerza de ellas en su nueva forma. Es así, con un com-
tación a un uso ilegítimo de las categorías. Ningún objeto de una expe- " plejo equipamiento de ideas, como la razón teórica emprende la más am-
rienda posible puede responder a las ideas de una causa no causada o de biciosa de sus aventuras más allá de los límites de la experiencia.
una existencia concreta no contingente (de la que dependen causalmente
otras, pero que a su vez no depende de ninguna) aun incluso cuando se,,
interpreten como ideas cosmológ~cas, es de~ir, co1:1o re~acionadas a cosas! 5. El ideal de la razón pura :1
que están en el espacio y en el tiempo. Cuanto mas seno es, entonces, el¡
riesgo de atacar los principios críticos cuando se metamorfosean en ideas: Es una característica esencial de una idea de la razón el que surja in- i
trascendentes. Nos quedamos c9n la idea de reconciliación minimalista· evitablemente en el transcurso de la investigación empírica. Se supone i

de que la exigencia desviada, aunque no pueda ser. satisfecha, aunque Í1ll'; que, de hecho, tal idea no es sino la proyección de la intención de conse-
1

'
1

plique un uso vado de conceptos que sólo encuen~ran su empleo a~ecua~o .' guir la unidad y completitud final, de una manera muy general, de tal in-
en la esfera de lo empírico, sin embargo, ?°r .esas mismas ~azo.i:,es, no implica, vestigación. Esa intención es adecuada para mantenerse ante n~sotros como
ningún conflicto con la verdad de la antltes1s, con la aplrc~cw_n ª fo?do de. un incentivo para la investigación continua, aun cuando sea inalcanzable.
la ley de la causalidad universal de los fenómenos, con la contmgencia tota! La ilusión sólo se genera cuando, como de hecho, inevitablemente, hace-
de todas las existencias concretas que en esa esfera se dan. ., • · mos, confundimos el pensamiento de esta intención con el pensamiento d~
Aún incluso cuando se corta de esta forma la pretens:on. de haber un objeto realmente existente del que esperamos alcanzar algún conoc1-
llegado a una respuesta, q.ue?~ una preg_unta .urgente tod~via _mcontesta-( miento, pero sólo, dado que yace más allá del alcance de la experiencia,
da: ¿cómo surge esta desviac1on de la extg.encia que la razon _tiene PC:r. ~o' por métodos puramente racionales.
incondicionado? Podríamos estar tentados, 1;icluso ~or l~ propi~ expdslClol Kant realiza dos intentos, substancialmente independientes entre sí, de
de Kant, de buscar la respuesta en las teonas del id~absmo trasce~ ~nta · · mostrar cómo surge esa idea de la razón que, con la ayuda d~ las ideas
Puede invocarse una. parte, ?e este, como hemos visto, p~ra s~mm.}str?r, dinámicas transformadas, da ímpetu al intento de conocimiento extr?-~m­
la «verdadera» soluc1on cnt1ca de la ter~era Y cuarti antm?hliasf , sin. pírico de Dios. En primer lugar arguye que la idea de un ente reahsrmo
embargo, ?tra par;~ asegura la dependenci? de !odas os post es, .enome:·, •. es una idea a la que nos vemos inevitablemente con_duc~dos por la _idea
nos, cai;nbros empmcamente causados o ex1stenolas concretas emp1ncai:ibeln·· • común de que todo objeto concreto de la experiencia tiene un caracter
te contmgéntes, en un fundamento trascendenta que, por ser no sens1 e,
··~¡·.
.,
198 Los límites del sentido Metafísica trascendente 199
totalmente determinado y, en segundo lugar, que la idea de un Autor de la sino una ayuda en la adquisición de conocimiento. La intención adecuada
Naturaleza, supremamente sabio, es un presupuesto de la ciencia natural. en la razón teórica es maximizar la unidad sistemática de nuestro conoci-
El desarrollo de la argumentación en la que presenta Kant la primera miento de la Naturaleza. Debemos pensar en esta como constituida de tal
sugerencia es poco concluyente. Es más o menos como sigue. Supongamos manera que se preste a la consecución de esta intención y, sin embargo,
que sabemos que algún objeto concreto existente pertenece a la clase de nuestro pensamiento no debe imponer límite alguno al avance incesante
los animales. Esta caracterización deja abierta una amplia gama de posibi> hacia un grado mayor de unidad sistemática de la teoría física. Ambos re-
lidades mutuamente excluyentes respecto a qué especie de animal perte- quisitos se satisfacen a la vez con la idea de una inteligencia suprema que
nece. Y obtendremos más información sobre el objeto concreto en cues- gobierna el mundo desde fuera. Kant parece a veces escribir como si el
tión en la medida en que podamos «limitan> esas posibilidades hasta· pretender una unidad sistemática maximalista del conocimiento de la Na-
eliminarlas todas excepto una. Quedan todavía abiertos, como es eviden- turaleza y el pensar todas las conexiones naturales «como si fueran las
te, todo tipo de posibilidades ulteriores referentes a su historia y carac- "' leyes de una suprema razón de la cual la nuestra no es sino una pálida
145
terísticas, y aumentará nuestra información sobre este individuo en la copia>> fuesen la misma cosa. Si así es, si esos científicos que trabajan
medida en que sigamos «limitando». esas posibilidades. Debemos pensar, · y que repudian honestamente el pensamiento de una analogía como esa
cada ente individual como esencialmente determinado con relación a todas están realmente en el mismo caso que aquellos que aceptan considerar la
aquellas posibilidades que pudieran parecer, en relación a cualquier estado idea de Dios como, por ejemplo, «matemático supremo», debemos enton-
dado de información, abiertas respecto a él. El mundo está, entonces, lleno ces concluir que la pretensión de Kant por el uso regulativo de esta idea
de individuos determinados, cada uno 'de los cuales es, por así decir, un de la razón es, en realidad, mínima.
locus de limitación de todas las posibilidades que le competirían a un indi- Es evidente que esta pretensión, tanto si se la interpreta de manera
viduo de su clase. Así pues, la noción del conjunto de todas esas posibili" débil o fuerte, está acompañada de reiteradas negativas a la posibilidad de
dades nos es dado con la noción del mundo real de individuos determina- conocimiento sobre objeto alguno que responda a la idea. Es una concep-
dos. Lo que Kant sugiere es que nos vemos inevitablemente conducidos a ción puramente analógica y toda su significatividad ha quedado descrita
formarnos la idea de una super-realidad totalmente ilimitada que corres- al sentar su uso regulativo. ·1.),
ponda a la suma de todas las posibilidades que están limitadas en el caso ,\1
de los individuos reales. Esta realidad la pensamos como la fuente o Se ignora el significado de esta idea si la consideramos la afir-
mación, o tan sólo la suposición, de un ente real al que procedemos t~
fundamento de esas posibilidades, como conteniendo en sí «todo el alma-
cén de material del que se toman todos los posibles predicados de las co- a atribuir el fundamento del orden sistemático del mundo. Por el

.
sas» 142 • Esta idea, dice Kant, no es la de un mero agregado o colección. contrario, se deja totalmente indeterminado de qué índole sea en sí
Es la de un individuo único, preeminentemente. Su individualidad corres- este fundamento que elude nuestros conceptos 146 •
ponde a la unidad del mundo de las cosas que están en el espacio y en el

l
tiempo, su realidad preeminente es lo que le convierte en la fuente o fun- La intención de adquirir conocimiento de un objeto tal se encuentra
damento de todas las posibilidades supuestas por los caracteres determi- 5 ' simplemente con que «no hay conceptos disponibles; incluso los conceptos
nados de las cosas reales. No se refiere Kant, en este texto, a Leibniz, pero de realidad, sustancia, causalidad, y hasta el de la necesidad de la existencia
el eco es inconfundible. Sin embargo, es difícil sentir simpatía alguna con •' pierden todo significado y son meros títulos vacíos de conceptos sin con-
la sugerencia de que la idea de un ente realísimo surge, de esta manera, . tenido alguno, si con ellos me arriesgo fuera del campo de los sentidos» •
147

de forma natural.
Aunque Kant presente su segunda sugerencia como una extensión na- 16 Las ilusiones de la teología filosófica
tural de la primera 143 , parecen independientes de hecho: Dice Kant que ; ·
las intenciones de la ciencia natural quedan cumplidas pensando que el
mundo debe su existencia a una «suprema inteligencia» externa a él, la Veremos ahora cómo la idea de un ente supremo y las ideas dinámicas
144
cual, «al crear el mundo, actúa de acuerdo con sabias intenciones» • Esta en su forma trascendental se combinan para generar las ilusiones de la
teología filosófica. Kant expresa muy claramente que considera que la idea
concepción, adecuadamente empleada, no es una pretensión de conocimiento,
'de un fundamento no contingente de la existencia contingente es el mo-
142
A 575/B 603. '" A 678/B 706.
143
A 583/B 611, nota. ,,. A 681/B 709.
'" A 697/B 725. '" A 678-9/B 706-7.
~l¡¡J;· -1

200 Los límites del sentido Metafísica trascendente 201

tivo más poderoso que subyace a la exorbitante pretensión de conocer existencia contingente y la no contingente, tal como aparece en el argu-
la existencia de Dios. Nos imagina casi irresistiblemente impelidos a bus' mento cosmológico, es el contraste entre la existencia de algo que depende
car una salida de la cadena sin fin de la dependencia causal, de una exis- de otra cosa para existir y la existencia de algo que no depende de nada
tencia empírica a otra, precisamente porque supone que existe algo de lo· para existir. Esto se reemplaza, en el argumento ontológico, por un con-
que depende finalmente para existir todo aquello que existe contingente- traste muy distinto entre las modalidades lógicas de las proposiciones de
mente, pero que está ello mismo libre de depender causalmente en otra ' existencia. Todo aquello cuya existencia pueda negarse sin contradicción
cosa y, por lo tanto, de pertenecer al mundo sensible. Como es evidente, existe de manera contingente, y sólo aquello cuya existencia no puede
Kant está por otras razones comprometido con la verdad de esta conclu- , ser negada sin contradicción existe no contingentemente, es decir, con ne-
sión, tomada en el sentido del idealismo trascendental. Pero se opone · cesidad absoluta. Se sugiere, entonces, que el concepto de ente realísimo
totalmente a que sea correcta como conclusión a un proceso de ideas como ~ incluye el concepto de existencia, de tal forma que la proposición que afir-
el más arriba expuesto, puesto que lleva en sí una doble aplicación erró- i ma que tal ente existe es analíticamente necesaria. La despreciativa refuta-
nea de la dependencia causal universal de toda existencia o suceso con- . ción de esta sugerencia, que Kant desarrolla, aunque puede mejorarse por
creto. Primero, al usar el principio «para avanzar más allá del mundq • . lo que a su forma se refiere, es realmente concluyente. Formarnos un con-
sensible», y segundo, al emplearlo para inferir una causa primera o no · cepto, sea lo rico que sea, es una cosa, y otra distinta el declararlo ejem-
causada 148 • plificado. La necesidad lógica o analítica sólo se refiere a la conexión de
Kant nos invita, para seguir el proceso ulterior de las ilusiones de la ' los conceptos entre sí. Ningún concepto puede garantizar su propia reali-
razón, a que consideremos, a pesar de todo, que esta conclusión hacia un ·. dad sino en algo que sea, también, concepto. En el sentido en que la pa-
fundamento no contingente está deducida válidamente. Señala que no te- : labra «necesario» se emplea en el argumento ontológico, la noción de un
nemos aún formada ninguna concepción definida sobre la naturaleza de ' ente absolutamente necesario es una pura confusión.
esa existencia no contingente de la que hay que considerar dependiente, . Si el argumento que parte de los conceptos y el que parte del hecho
directa o indirectamente, cualquier existencia contingente. Y al carecer de de la existencia contingente en general fallan en su propósito, sólo le que-
esa concepción, estamos más lejos que nunca tanto de la satisfacción final da una posibilidad de éxito a la empresa de la teología teórica. Es el ca- 11
cle la razón teórica, que exige una explicación completa de todo, como de mino de tratar de probar la existencia de Dios a partir del carácter de "
t~!

alcanzar la intención del teólogo filosófico de probar la existencia de Dios. . nuestra experiencia real de las cosas que hay en el mundo. Kant muestra ·,~i
Kant, buscando una concepción definida de algo que no deba su exis- ' un cierto cariño hacia el Argumento por Designio, o físico-teológico, pero 1111
tencia a otra cosa distinta, sugiere en este momento que nos agarremos a · es muy claro respecto a sus limitaciones. Cualquiera que defienda tal ar-
la idea de la razón de un ente ilimitado o perfecto que contenga en sí el ' gumento se enfrenta a un dilema. O bien se lo representa dependiendo 1

máximo de realidad. Tal ente, si es que existe, no puede depender para sólo de los primcipios empíricos de la argumentación analógica, en cuyo l'
'
existir de otra cosa sino de sí mismo. Debe ser una existencia no contin- caso quizá escape de los comentarios críticos a los que están expuestos
gente. Dado que suponemos haber probado que existe un ente no contin- . los dos argumentos anteriores, pero deja necesariamente de cumplir su
gente, concluimos que existe un ente de realidad ilimitada. .' intención teológica; o bien puede esforzarse en validar esta deficiencia re-
Sin embargo, tal inferencia no es válida. No podemos, sin incurrí~ en: curriendo una vez más a las modalidades de los argumentos no empíricos
la falacia convertir la proposición de que si existe un ente de realidad • o trascendentales en cuyo caso, también, está expuesto a esas críticas. Se-
ilimitada,' existe de manera no contingen_te en otra que afirme que si algo , guir la primera alternativa es fundar el argumento sólo en una supuesta
existe de forma no contingente, será un ente de realidad ilimitada. La no-: analogía entre el orden y la adaptación entre las partes de la Naturaleza, y
ción de la existencia incondicionada o no contingente no conlleva esa con- el orden admitidamente intencional y la adaptación entre sí de las partes
cepción definida. El argumento cosmológico, aunque a9mitiésemos su pri- del a.rte hi;imano. ~ant insinúa qi:e es mu>': du,doso. que pueda deduci,rs~
mer paso ilegítimo, no alcanza a probar lo que pretendia. . . la existencia a partir de tal analogia. Pero s1 as1 pudiera hacerse, lo maxi-
Esta prueba, el argumento de la Causa ~rin:~ra, sea la que sea Ja. mo que podr~amos concluir .es que un ente de mucho poder e inteligencia
manera en que esté equivocado, encarna una i~us1on natural de la razon ordena matenales dados, su¡etos a le~es dada~, de tal forma que produce
humana. Kant sugiere que sucede de forma diferente con el argumento los efectos que p~demc:s observar. As1 ent.e~d1do,, el argumento no p~ueba
ontológico en el cual una ingenuidad muy elaborada da paso a reparar las en absoluto la ex1stenc1a de un creador d1v1110, smo la de un «arqmtecto
deficiencia~ que hay en el argumento cosmológico. El contraste entre la. del mundo» 149 que hace todo lo que puede con un material del que él no

"' A 609-10/B 637-8. '" A 627/B 655.


~·· .
202 Los límites del sentido Metafísica trascendente 203
es responsable, material sujeto a unas leyes que él no hizo. Si tratamos 2) El concepto de la existencia empíricamente incondicionada o no
de remediar lo inadecuado de esta conclusión, sólo lo podremos hacer aban- 'il contingente. Es d concepto de algo cuya existencia no sea causalmente
donando lo que se ha presentado como modalidad puramente empírica del dependiente de la existencia de otra cosa, es decir, el concepto de algo tal
argumento. Debemos retroceder al argumento que se basa en la contin- que no hay nada: externo a él que le sea temporalmente anterior o simul-
gencia empírica de toda existencia empírica; y cuando este vuelve a fallar, táneo y que sea una condición causal necesaria para que exista. Kant uti-
nuestro único camino es partir de los meros conceptos, el argumento on- liza indistintamente las expresiones «existencia necesaria» y «existencia
tológico. .1-1 e~píricamente incondicionada o no contingente», y parece así favorecer
Se concluye así el juicio contra una teología basada en el uso teórico sú confusión con la noción, bien diferente, de necesidad de la existencia,
de la razón. La existencia de un ente divino ni puede establecerse por analizada en los Postulados del Pensamiento Empírico, o con la de nece-
argumentos a priori ni por argumentos empíricos. «La única teología ra- . ddad formal o lógica de la existencia -ver el punto 5.º, más abajo- que
cional posible es la que se basa en las leyes morales o busca en ellas su él mismo rechaza como un concepto mal formado.
guía» 150 • Sin embargo, una comprensión a fondo de la necesaria incompe- 3) La concepción de un fundamento trascendental, no sensible, de
tencia de la razón teórica en este campo no se lleva a cabo sin una doble . .todos los fenómenos sensibles. Kant está obligado a esta concepción por
utilidad negativa para la misma teología. Si no podemos afirmar, con fun- las teorías del idealismo trascendental.
damento teórico, tampoco podremos negar aquello que quizá pueda acep-
4) La idea de. una única inteligencia y poder divinos e intencionales.
tarse con otras bases, esta vez morales. Y la concepción de un ente ideal,
la creencia en el cual pueda estar dada en base a la teología moral, se ve ll , 5) La idea de la existencia «absolutamente necesaria», es decir, de
libre así de impurezas empíricas. algo, que no sea un concepto, cuya existencia está lógicamente garantiza-
da por el concepto bajo el que se subsume.
Podemos decir de manera muy resumida que Kant representa la exi-
7. Observaciones finales gencia de algo que responda a 2) como una faceta o expresión de 1 ), y
· representa a 1) y 2) como autorizándonos o requiriéndonos a pensar ana- b
Volvamos ahora la mirada a todo el proceso de la argumentación des- lógicamente el objeto de 3) en los términos de 4 ), sin realizar, sin embar- Ji
t\i
de la cuarta antinomia al final de la Dialéctica, sin fijarnos en los detalles go, ninguna pretensión vacía y presuntuosa de conocimiento de algo que
"lii
responda a 3) y 4 ). 5) queda eliminado como una perversión de la razón
y tratando de componernos una visión clara de la postura de Kant. Deja- 11~
remos otra vez de lado los intereses de la moralidad y la posibilidad de · a la cual podemos vernos conducidos por la vacua esperanza de establecer
precisamente esa pretensión.
una teología moral, dado que lo que nos ocupa son los intereses de la
razón teórica. Con esta restricción, podemos considerar que la discusión Podemos decir, desde el punto de vista de los requisitos del sistema,
se centra en cinco ideas importantes. Lo que nos preguntamos es en qué que esta solución no carece de elegancia. No se sanciona ninguna prohibida
medida el análisis que Kant hace de las interrelaciones de estas ideas es en ; inferencia a partir de los principios críticos; las ideas de la razón juegan
sí mismo satisfactorio y en qué medida está en armonía con las exigencias el papel asignado; el idealismo trascendental está en su sitio; el conoci-
generales de su sistema. Las ideas en cuestión son las siguientes: . miento queda restringido a su propia esfera; queda sitio para la fe.
1) El ideal de completitud y de unidad sistemática en la explicación La solución es menos satisfactoria en otros aspectos. Y a hemos seña-
científica. Se nos plantea el ideal como un propósito de investigación y lado la debilidad del vínculo entre 1) y 4) tomados por sí mismos. Cierta-
de construcción de teorías, regulativo pero siempre recesivo, como algo a mente puede no ser absurdo el sugerir que ese vínculo puede existir, y ser
lo que esperamos acercarnos de manera constante más que como algo que 1 . fructífero, en algunas mentes, pero es falso que exista en todas las mentes
podamos, finalmente, alcanzar. Es este doble énfasis de Kant, en la inten- ' a las que se deben los mayores avances científicos. No puede salvarse la
ción de unidad sistemática, por una parte, y en la perpetua apertura a la situación convirtiendo la búsqueda sistemática de la ciencia en una con-
revisión de las teorías, por otra, el que da una profunda autenticidad a dición lógicamente suficiente para pensar el orden natural como si estuviese
la imagen que tiene de la tarea de la ciencia natural. Quizá tenga que dis- ·• ordenado por una inteligencia divina desde fuera del mundo. Esto sería
cutirse hasta qué punto esta imagen no está desfigurada por la nota teleo- .sacrificar la teoría con el pretexto de defenderla, procedimiento adoptado
lógica, que, sin embargo, debe añadirse, resuena en esta Crítica menos por algunos teólogos modernos, pero que no acrecienta la credibilidad
que en otros escritos. de su objeto de estudio. Sin embargo, si se diese este paso, y se dijese que
arroja luz sobre la teoría, nada perderíamos si eliminásemos cualquier re-
"º A 636/B 664. ferencia ulterior a 4 ).
-- - ·1

204 Los límites del sentido ~ Metafísica trascendente 205


:ir
¿Qué podemos decir de la absorción de 2) en 1 )? Debemos considerar ~-·~es se reafirma simplemente la discutida fusión de las dos ideas de lo
que Kant piensa que 2) no puede ser analizado adecuadamente en concor- existente no dependiente y de lo últimamente explicativo.
dancia con lo que describí como la solución crítica convencional de la Lo que acabamos de hacer es una crítica interna, elaborada en los mis-
cuarta antinomia. Por otra parte, se niega oportunamente a admitir que las·,~ mos. tér~inos kantianos, y perfectamente compatible con la aceptación
«exigencias de la razón» por algo que corresponda a 2) sean la base de del i~~ahsmo t~ascendent~l. Podría responderse tanto por una simple se-
una inferencia legítima de algo que corresponda a 3) que, por ser no sen- paracion de las ideas fundidas y reconociendo las pretensiones de los ítems-
sible estaría ciertamente incondicionado empíricamente. Y considera to- cpncretos, como por una modificación de la teoría de la necesaria perma-
daví~ menos' esta exigen~ia como fundamento de una inferencia: legítima 1 1nencia de la substancia de la forma que ya he indicado, es decir, admitiendo
de algo que corresponda a 4 ). La absorción de 2) en 1) tiene, al menos, el ~ que lo único «permanente» cuya existencia queda establecida en las Ana-
mérito de resolver estas tensiones. Y desde el punto de vista de Kant pue- logías es el marco espacial duradero, ninguno de cuyos constitutivos indi-
de aún tener un mérito mayor. Pues quizá sea la fusión de las ideas de viduales tiene que concebirse necesariamente sino como poseyendo una
lo existente no dependiente y de lo últimamente explicativo lo que le dé existencia contingente. Ninguna de las dos decisiones tiene que implicar
la credibilidad que posee a la teoría de que la búsqueda de 1) está nece-, sacrificio alguno del idealismo trascendental, pero la primera conlleva cier-
sariamente ligada al pensar una fuente, inteligente y extramundana, del .'. !~mente ~lgo. de eso: El. ví~culo entre 1) y 4) tendría que mantenerse en
orden del mundo. Es esta, en el contexto en que ahora nos movemos, la ; ple por si mtsmo, sin ningun apoyo, como el que le debe a la absorción
importancia de la absorción de 2) en 1). : de 2) en 1). (Tal como Kant sabe, no cabe mantener adecuadamente que
Imaginemos que nos resistimos a tal fusión. Como ya he señalado, la '. el vínculo entre 1) y 4) le deba nada a 3) solo (dado que 3) simplemente
teoría oficial de Kant sobre la substancia nos suministra razones internas forma parte de la teoría del idealismo trascendental.)
para hacerlo. La noción de lo últimamente explicativo es sólo una idea : Supongamos que ahora dejamos el marco del idealismo trascendental,
regulativa, algo tras lo que merece mucho l~ pena ~r, pero que hemos .1e : a?andonando a 3 ). ¿Cómo quedan entonces las relaciones entre 1) y 2)?
reconocer inalcanzable. Pero, en la perspectiva oficial de Kant, la noeton S1 tal abandono de ese marco lleva consigo la liberación de las limitaciones
de la existencia empíricamente incondicionada no tiene nada q~e ver con .: de hablar del mundo como un todo, podemos entonces darle un nuevo giro
eso. Se ha argüido en la Analítica que la existencia de. substancia~ r,erma- • a la dist~i:ción entre 1) y 2). Todo existente concreto en el mundo puede
nentes en el campo de los fenómenos posee una nece.sidad muy distmt~ a -· ser empirtcamente contingente, y sin embargo no puede serlo el mundo
la necesidad espúrea, formal o lógica, de la existencia, tal como ha sido · como un todo, pues no hay nada de lo que éste dependa. Una vez más la
rechazada en el argumento ontológico, a saber, el tipo de necesidad .que, existencia empíricamente no contingente no nos suministra ningún térmi-
según Kant, le compete al principio cai:sal. Y lo. que está, en cuestión al no de investigación, sino sólo su tema.
hablar de la substancia es la permanencia r:ec~sart~ de. los ttems concretos Nos encontramos, de manera bastante obvia, con que nuestras cinco
(substancias) que ni pueden empezar a existir, m de1ar de hacerlo. Con · ideas prineipales han sido reducidas a dos, 1) y 2), y manteniendo su se-
seguridad, tales ítems deben pretender ~uertemente 71 acceso al ~tatus .1e .; paración, podemos aún encontrar en la tradición filosófica una concepción
entes no contingentes. Kant, en la medida en que tiene en consi?erac1?n · que, teniendo algunas analogías con el esquema de Kant, no contienen, sin
estas pretensiones de las substancias permanentes al status de ex1stenC1as ' embargo, nada de lo extramundano. Si se piensa que es deseable o nece-
empíricamente no dependientes, da mala.s razones pa;a rechaz~rlas. La' saria la actitud que está propendida en 4 ), le podremos encontrar acomo-
primera, que apenas puede proponerse sert~mente, co.ns~~te en senalar ~ue ; do, pues una vez que hemos dejado al margen el idealismo trascendental,
la no existencia de la materia es pensable sin contrad1cc10n;. pero es~~ solo .· no hay obstáculo alguno para aceptar que la Naturaleza o el mismo mundo
respondería a la pretensión que se hace en ar~s de esa ~isma noc10~ de como un todo -existencia empíricamente incondicionada, realidad omnia-
una existencia lógica o conceptualmente garantizada que el c~:mdena, direc· barcante- es el objeto de tal actitud. ¿Cómo podría la inquisitiva razón
tamente como una perversión de la razón .. La otra es que s1. aceptasemos 'humana encontrar un objeto más apropiado para su devoción admirativa
la existencia de la materia como no contmgente estaría baJ<;> c<;introl }a y de humilde emulación que ese que es a la vez tema inagotable de sus
actuación libre del principio regulativo de la búsqueda de explicación, bus- preguntas y fuente de sus siempre provisionales respuestas? Pues la mis-
queda que nunca se acaba. Esto no sucede así, ~a~o que se supone que ·ma razón humana es parte de la Naturaleza. Kant, en unos breves párrafos
estos existentes no contingentes no deben summ1strarnos respuestas a hacia el final de la Dialéctica 151 , parece incluso mostrar cierta simpatía por
nuestras preguntas sino sólo sus t~mas, que son el, verdadero tema de nues-. esta concepción, o por parte de ella, aunque cualquier postura de este tipo,
tra investigación. Si esto se convierte en un~ razon para rechazar aquellas ,
pretensiones de los items concretos (substancias) de responder a 2), enton-. 1" A 699-701/B 727-9.
-~~

206 Los límites del sentido

plenamente desarrollada, como la de Spinoza, sería ciertamente ajena a su


pensamiento y quizá repulsiva para su moralidad. Quizá sea sólo por eco- , 1

nomía por lo que tal concepción pueda juzgarse superior a la «teología l


del como si» de Kant; pero, como es evidente, el salvar (lo supra-sensible)
no es algo que pueda hacer quien defienda el idealismo trascendental.
Debe por último señalarse, dejando de lado el idealismo trascendental;
que es difícil, desde el punto de vista de los intereses de la razón, encon- CUARTA PARTE
trar nada en la idea de una inteligencia extramundana y rectora del mundo
que contiene «el porqué de todo por qué», sino la perdonable indulgencia j
de un tipo de fatiga de la razón, una vuelta atrás a un modelo primitivo ·
y confortante. Después de todo, no hay ninguna buena razón por la que
1) no deba reconocerse como un ideal autónomo, y por la que 2) se con- ,, LA METAFÍSICA
sidere una idea que, si es que tiene aplicación alguna a los existentes con·
cretos, sólo lo tendrá en la medida en que se la otorgue, al menos provi-
sionalmente, el avance de los descubrimientos empíricos.
DEL IDEALISMO
TRASCENDENTAL

11''

14
11
La metafísica del.idealismo
1. trascendental
Agruparemos bajo este encabezado .un conjunto. de teoríás interconec-
tadas que han ido apareciendo en alguno u. otro momento de la exposición,
pero que no han sido todavía ordenadas y desplegadas de manera siste-
11 mática en su completa y disparatada dependencia mutua. Es esta una tarea
Por hacer, en parte porque al mismo Kant le parecían un marco indispensa-
ble de su pensamiento, y en parte porque las referencias que de ellas he
hecho hasta ahora han repetido, sin ponerla en cuestión, una nota persis-
tente en la propia exposición de Kant, nota que curiosamente parece do-
mesticar su teoría disfrazando en algún grado su calidad fantasmagórica.
:,1Ji)'
Kant habla constantemente de <<nuestra» sensibilidad, de «nuestro» enten-
dimiento, dice que esto o aquello está «en nosotros», que «nosotros mis-
mos» somos responsables de lo de más allá; y pudiera parecer sorprenden- WN
te que el confiado empleo de estos pronombres personales y posesivos IA
-que parecen abarcar a Kant, a sus lectores y al resto de la humanidad-
pueda tener algún poder para disminuir el sentido de extrañeza de teorías
que muestran lo lejano que está el uso de estas palabras de su sentido nor-
mal. Creo quecuando sacamos a estas palabras, como trataré de hacer,
de la formulación de Jas teorías se clarifica que el uso que Kant hace de
. ellas provoca en parte este efecto.
Trataré de contestar, después de formular la teoría, las que me pare-
cen ser preguntas más importantes que nos pueden surgir. Pero antes de
disponer de las preguntas, debemos conocer la formulación.

l. Las teorías
Expondré estas teorías en cortas secciones numeradas, con una mínima
caracterización. En concreto, ignoraré todas aquellas interpretaciones mar-
. ginales a las que me he referido antes como algo momentáneamente atrac-
tivo, o que merecía nuestra consideración, en este o aquel texto de la Crí-
tica, pero que no pueden seguirse considerando como la perspectiva del
propio Kant.
1
210
1
Los límites del sentido
La metafísica del idealismo trascendental 211
1) Lo suprasensible: las cosas en sí. Existe una esfera de realidad
suprasensible, de cosas, ni espaciales ni temporales, tal como son en sí. la segunda al «externo»). Es por esto por lo que cabe denominar al ele-
Prevalece, en el seno de esta esfera, una cierta relación compleja (o mento pasivo, o sensibilidad, elemento otorgador de formas.
una clase de casos de esta relación) de la que podemos hablar, en términos. Las conexiones conceptuales en virtud de las cuales las intuiciones po-
del modelo de relación causal, como «afectando» y «siendo afectada». Lla- seen el carácter de percepciones de un mundo de obietos legislado se de-
mémosla relación A. Podemos hablar, sin perjuicio de la posible identidad ben, aunque sólo en su carácter más general, al elemento activo o afectan-
parcial o total de estas cosas, y sin perjuicio de la posibilidad de que la re- te que hay en la misma cosa. Esta es la razón por la cual puede llamársele
lación sea total o parcialmente auto-reflexiva, de la cosa (o cosas) afectante al elemento activo (entendimiento) el elemento productor de formas.
(activa) y la. cosa afectada (pasiva). Las características residuales de la experiencia son debidas a los facto-
Sin duda alguna, hay al menos una identidad parcial entre los términos · res residuales que entran en la relación A (los elementos productores de
en la relación A (o en cualquiera de sus casos), pues a la cosa afectada, en materia).
cualquiera de esos casos, le corresponde una característica llamada «sen-
sibilidad», con respecto a. la cual la cosa en cuestión es afectada. Pero tam- 3) El mundo físico no es nada aparte de las percepciones. Lo que
bién le corresponde una característica llamada <~entendimiento» cori res-· 'de hecho existe como el resultado de la relación cuasi-causal A no es sino
pecto a la cual la cosa es activa, afectándose a sí misma a través de su la experiencia misma, la serie temporalmente ordenada de intuiciones con-
sensibilidad. ceptualizadas y conectadas. Aunque, dado el carácter de los elementos
Existen también otros elementos o características afectantes en el seno otorgadores y productores de formas del término afectado (y, al menos
de la relación A (o de cualquiera de sus casos). Pero desconocemos si estos en parte, auto-afectante), sea necesario que entre estos se incluyan al me-
pertenecen a la misma cosa que la sensibilidad y el entendimiento (en cues- nos algunos que tengan el carácter de percepciones de objetos legislados
tión). Si llamamos a la sensibilidad elemento otorgador de formas (para (los cuerpos que están en el espacio y en el tiempo), que tengan sus pro-
señalar su pasividad) y al entendimiento elemento productor de formas pios estados y relaciones con independencia de que tengan lugar estados
(para señalar su actividad), podemos llamar a los factores residuales que concretos de conocimiento de ellos, sin embargo, los cuerpos que están :•l
entran en la relación A, elementos productores de materia. La razón de la en el espacio y en el tiempo no existen realmente, disfrutando sus propios
antítesis «materia-forma» que aparece en estas descripciones surgirá en la estados y relación con independencia de que tenga lugar cualquier estado
'1

sección siguiente. de conocimiento de ellos. Separados de las percepciones, no son nada en 1il
111:
absoluto.
2) La experiencia. La experiencia es el resultado de esta relación
1
compleja cuasi-causal que tiene lugar en la esfera de las cosas en sí, y es 4) Conocimiento .empírico. Podemos decir que lo que emerge de la
esencial en su producción que cooperen todos los eJementos hasta ahora relación A, es decir, la experiencia, incluye el conocimiento empírico de
mencionados. El elemento productor de materia y el elemento productor la naturaleza física y la autoconciencia o conocimiento de los estados
de formas deben afectar al elemento otorgador de formas para que la ex- de uno mismo. Esto refleja el hecho de que la experiencia implica el uso de
periencia se genere. conceptos de lo objetivo, de donde nace la obligatoriedad de la distinción
La experiencia consiste en intuiciones, ordenadas temporalmente, con- entre las mismas experiencias y un mundo físico experimentado.
ceptualizadas y conectadas de tal manera que: 1) muchas de tales intuicio-
Nada de lo que surge de la relación A puede ser considerado cono-
nes tienen el carácter de percepciones de un mundo legislado de objetos (los cimiento o conciencia de las cosas tal como son en sí.
éuerpos que están en el espacio y en el tiempo) que disfrutan de sus es-
tados y relaciones propias con independencia de que tenga lugar cualquier
5) Los fenómenos de las cosas tal como son en sí. Los contenidos
estado concreto de conocimiento de ellos; y 2) en todas estas intuiciones
de la ·autoconciencia empírica, al ser el resultado temporalmente ordenado
existe al menos la potencialidad de que un sujeto autoconsciente se las
de la relación A, no son conocimientos o conciencias de las cosas como
adscriba como estados propios de conocimiento.
son en sí. Sin embargo, podemos decir que son fenómenos de esa cosa a la
Se deben al elemento pasivo de la cosa afectada tanto el carácter tem,
.•. que pertenecen tanto la sensibilidad como el entendimiento. Pues el po-
poral de la experiencia en general como el que algunas intuiciones posean
der de conceptualizar, o el poder de pensar, se manifiesta temporalmen-
el carácter de espacialidad que las permite ser ordenadas de tal forma que
1
se les puede conferir el carácter de percepciones de objetos que están en te en todo reconocimiento o clasificación empíricos, y este poder, aunque·
el espacio (la _primera característica le corresponde al sentido «interno», ,t' su manifestación en la experiencia deba ser temporal, es realmente idénti-
.: co a, o tiene su fuente en, la característica productora de formas (entendí-
212 Los límites del sentido La metafísica del idealismo· tras.cendental 213

mi~n~o) de esa cosa en sí no temporal a la que también pertenece la carac~ varse, con. independen~ia ~e_ }os elementos productores de materia (en las
tensuca otorgadora de formas (la sensibilidad). · -. «.co?strucc1one~ ~e la mtulClo? pura») para otorgar, por ejemplo, el cono-
Tan;ibién. p~demos deci; que el mundo físico 0 espacial es, aunque en ctmtento geometr1co del espac1~ y de los cue~~os q?~ en él están; y 2) pue-
un sentido dtstmto, un fenomeno de las cosas en sí. En un sentido distinto den hacerse patentes, por medio de la reflex1on cnuca (como sucede en la
pues no es simplemente, como la serie de experiencias temporalmente orde~ 4nalítica) las implicaciones del requisito del entendimiento de conceptua-
nada, una existencia dependiente, el resultado de la relación A. Sólo parece lizar-en-general los datos temporales de la experiencia.
que existe, y no es nada realmente separado de las percepciones. Sin em- . . .
bargo, hay algo más al hablar del mundo natural como fenómenos de las 8) Conoczmtento no empírico sólo de los fenómenos. El conocimiento
~osas en sí, aparte de lo que se dice al hablar de los contenidos de- la con- no e1!1p~rico al que así llegamos no es más que lo que de hecho hemos
ciéncia, como tales, como fenómenos de esa cosa a la que pertenecen tan- ' 1descnto,. a ~aber:. el conoc;imiento de ciertos aspectos, cuya presencia en
to nuestra sensibilidad como nuestro entendimiento. y lo que hay más - la expenenc1a es mdepend1ente de todas las contribuciones específicas he-
e~ que el factor productor. de. m~teria ._a~í como los productores -y otorga- chas po;. todos los e_lementos producto:es ~fo materia: Tal conocimiento
dores de formas deben formar parte de la relación A que se mantiene para- , _no empmco, al que se llega en la expenenc1a aunque independientemente
las cosas en sí y cuyo resultado es la experiencia. Podemos decir que los ; ~e su curso real, es P.or_lo tanto conocimiento sólo de los fenómenos. De-
contenidos de la experiencia en general son u.n fenómeno de los facto- · ¡ando aparte el conoc~m1ento de verdades como las que garantiza la lógica
res productores de materia bajo las condiciones impuestas por los factore~ sola, no hay otra posible. fue? te de conocimiento no empírico que se pue-
prodüctor y otorgador de formas. da encontrar en la expertencta;

6) Consciencia creativa (Intuición intelectual). Nada de lo que emer-


ja de cualquier relaci6n de afección puede tomatse como conocimiento o 2. Algunas preguntas
consciencia de la cosa afectante tal como es en sí. No puede haber, por lo
tanto, conocimiento o consciencia alguna de las cosas que existen indepen- Surgen muchas preguntas en torno a estas teorías. ¿Qué es lo que pre- 1J¡)

dientemente de ese conocimiento y de las cuales ese conocimiento o cons- tende Kant, en su favor, y cómo puede valorarse tal pretensión? ¿Hasta
1

ciencia es consiguientemente un efecto. De manera más exacta, no puede • qué punto podemos mostrar que son mutuamente contradictorias, o al me- y¡J
haber conocimiento alguno de tales cosas como en sí mismas son, sino nos incoherentes, o contradictorias con otras partes más aceptables de la 111
sólo tal como se manifiestan, de sus fenómenos. teoría del conocimiento kantiana? ¿Hasta qué punto no pueden explicarse 1

Por lo tanto, o bien no hay conocimiento d~ lo re_al suprasensible tal como aplicaciones erróneas de principios más inteligibles? ¿Cuál es la
como en sí es, o bien lo suprasensible real es creado por esa misma eons- significatividad exacta, no meramente en el contexto del idealismo tras-
ciencia y no existe independientemente de ella. En la medida en que lo cendental, sino en la teoría kantiana de la experiencia humana como un
suprasensible se piense como un posible objeto de tal consciencia no sen- todo, del tipo, relativamente familiar, de idealismo fenomenalista que se
sible (intuieión intelectual), se le denomina «noúmeno». subraya en el número 3 de la sección anterior, y cómo se puede reconci-
liar, si es que se puede, con la afirmaci6n kantiana de que su idealismo
7) Conocimiento no empírico de los fenómenos. El conocimiento ero~ · trascendental es un realismo empírico? ¿Hay acaso algo de estas teorías
pírico es el resultado de la acción tanto de los elementos productores de que merezca la pena preservar, o deberíamos mostrar que están completa-
materia (en lo real suprasensible) como de los elementos productor y mente al margen del valor que tiene el análisis de Kant sobre la estructura
otorgador de formas. Pero también es posible acceder a algún conocimien- de la experiencia, pudiéndolas dejar al lado sin perder nada en absoluto?
to de los fenómenos (de los objetos de la naturaleza que esÜn en el espa- En el desarrollo de las secciones siguientes surgirán algunas respuestas
cio y en el tiempo) que no dependa de los elementos productores de ma- a estas preguntas.
teria y que puede llamarse, por lo tanto, conocimiento no empírico de los
fenómenos. Y esto es posible dado que los elementos productor y otorga-
dor de formas determinan conjuntamente el carácter de la experiencia en 3. Lo que se postula
ciertos aspectos, sea cual fuere la contribución de los elementos producto-
res de materia. Podemos determinar cuáles son estos aspectos (que tienen . Kant piensa que las teorías del idealismo trascepdental contribuyen
lugar en el tiempo, pero independientemente del curso real de la expe- 1 vitalmente al resto de su sistema de diversas maneras conectadas entre sí
rienda) de dos formas: 1) los elementos otorgadores de forma pueden acti- ., pero diferenciables. Consideraré primero, brevemente, bajo cuatro aparta~
214 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 215

dos, lo que él pretende en relación con estas teorías, y procederé, en las Consideremos, en primer lugar, el capítulo de las antinomias, en el
secciones subsiguientes, a examinar con más detalle las teorías mismas. que se hace uso libre y fructífero del principio de significatividad que, a
primera vista, parece estar asociado de forma directa con las teorías del
1) Las exigencias de la moralidad. El más breve resumen de su visión 1, idealismo trascendental. Si las cosas que están en el espacio y en el tiempo
del conocimiento humano debe incluir al menos dos puntos: que podemos fuesen cosas en sí, dice Kant, se les podría aplicar necesariamente una
tener algún conocimiento no empírico (conocimiento que no descansa en cierta disyunción enmarcada en términos de conceptos de todos limitados
el curso real de la experiencia) de objetos de la experiencia posible en el o ilimitados. Dado que no son cosas en sí, sino sólo fenómenos, se sigue
espacio y en el tiempo, y que no podemos tener otro conocimiento no que sólo si pudiésemos especificar una experiencia posible que justificase
empírico distinto, y por lo tanto, conocimiento alguno de nada más. La la aplicación de tal concepto en un todo limitado, o de uno ilimitado, ten-
parte negativa de esta tesis es importante para Kant no sólo de una mane- drían significatividad esas nociones, en este sentido. Dado que no podemos
ra negativa, como descrédito, de una vez por todas, de las pretensiones especificar ninguna experiencia posible de este tipo, los conceptos están
de la metafísica trascendente. Tiene una importancia distinta, ya que deja vacíos de significado.
lugar a ciertas convicciones basadas en la moralidad que no llegan . a ser . Debemos ahora preguntarnos lo que se significa cuando se niega que
conocimiento. Kant mantiene que si el mundo natural fuese todo lo que las cosas que están en el espacio y en el tiempo sean cosas en sí. No es,
existiese, la libertad humana sería una ilusión y el ideal de la justicia mo- evidentemente, la ociosa negativa a que sean cosas suprasensibles, cosas
ral sería un sueño constantemente frustrado por los hechos. Pero la esfera que no están en el espacio y en el tiempo. Más bien, es la negativa a que
que se le niega al conocimiento queda, así, abierta a la fe, moralmente cer- tengan existencia alguna aparte de nuestras representaciones o percepciones
tificada aunque no pueda comprenderse, en que la realidad de la libertad ordenadas en el tiempo. Si es que el uso del principio de significatividad
humana está de alguna forma asegurada en esa esfera y que la justicia mo- descansa en alguno de los aspectos del idealismo trascendental, descansará
ral se alcanza realmente ahí. sobre el idealismo frnomenalista referente al mundo físico, una teoría que
Es evidente que la creencia en la realidad suprasensible es esencial en puede mantenerse o considerarse, como de hecho ha sucedido, por filósofos
esta parte de la teoría kantiana, y la forma de esa creencia parece condicio- muy independientemente de la creencia en una realidad suprasensible o
nada por la teoría tal como explicaré en la sección siguiente .. Pero creo en la tesis de que la serie temporal de las experiencias es el resultado de
que encontraremos poco apoyo para considerar el ideal de la justicia moral interacciones cuasi-causales que tienen lugar en la esfera de lo suprasensi- j~
una base adecuada de tal creencia, o para considerar que el problema de ble. Como ya señalé en el análisis de este capítulo, la única interpretación 1!1!
la libertad humana exige, o permite, una solución con esa ayuda. Y lo que alternativa que puede admitirse es aquella que garantiza la autonomía del
es más, sería algo totalmente ajeno al pensamiento de Kant el hacer des- principio de significatividad y sólo le otorga un significado irónico a la
cansar fas teorías del idealismo trascendental sobre tales consideraciones. frase «las cosas como son en sÍ».
Aunque él pretenda que uno de los méritos de tales teorías es que dejan En otros lugares, en los que Kant relaciona el principio de significa-
lugar a la fe en la libertad humana y la justicia moral, no utiliza tal pre- tividad con las teorías del idealismo trascendental, lo hace fundamental-
tensión, y no podría hacerlo sin contradicción, como una premisa a partir mente en conexión con las categorías, o conceptos puros del entendimien-
de la cual argüir su verdad. to, en general. Cuando las describe como meras reglas para un entendi-
miento que no tiene poder para emplearlas en el conocimiento a no ser
2) El principio de significatividad; las antinomias matemáticas. En que se dé, de otro siti~>, material para su aplicación, por medio de la sensi-
la elaboración, en su aspecto puramente negativo, que se lleva a cabo en bilidad, es posible entender este aviso en términos del modelo de la rela-
la crítica de la metafísica trascendente, de la teoría de que no podemos ción de afección que se establece entre los términos suprasensibles y co-
tener conocimiento no empírico alguno, y por lo tanto, ningún conoci- nectarlo, por lo tanto, con toda la estructura de la metafísica del idealismo
miento de nada que no sea un objeto de una posible experiencia sensible, trascendental. Es posible hacerlo, pero también bastante innecesario. In-
Kant invoca con frecuencia lo que he llamado su principio de significativi- cluso si preferimos preservar, en este aviso, el modismo psicológico de un
dad, el principio de que no podemos hacer ningún uso con significado de entendimiento activo, la fuente de los conceptos, y una sensibilidad pasi-
conceptos en proposiciones que pretendan expresar un conocimiento, a no va, que otorga intuiciones, podemos hacerlo perfectamente sin pensar que
ser que tengamos criterios empíricos de aplicación de tales conceptos. Kant el «entendimiento» y la «sensibilidad» son atributos de algo más poco
parece considerar este principio como una consecuencia de ciertas teorías familiar que los seres humanos, criaturas que tienen una historia (están
del idealismo trascendental. Debemos investigar más de cerca con preci- en el tiempo) y un volumen (están en el espado). Así que el principio de
sión de qué teorías, según Kant, deriva su fuerza este principio. significatividad, aun cuando se exprese en el lenguaje de las facultades, apa-
.,,
. ·~
1

216 Los límites del sentido ' La metafísica del idealistho trascendental 217

rece ·como algo bastante independiente de la estructura del idealismo tras- l1es de lo que el· «entendimiento» requiere para que algo sea ·una posible
cendental. experiencia en el tiempo. Y lo que el «entendimiento» requiere, como
Podemos concluir que el principio de significatividad o bien es · iñde, mínimo, es que la experiencia ha de conceptualizarse y que debe formular-
pendiente efectivamente de las teorías del idealismo trascendental o que, se en un juicio o reconocimiento. Es precisamente este requisito, que se
como mucho, depende para Kant -en algunos casos en los que se apli- descubre a través de la necesaria auto-reflexividad de la experiencia («la
ca- sólo de ese idealismo fenomenalista relativamente familiar que parece apercepción trascendental») y su referencia objetiva necesaria, el que
incluirse en el idealismo trascendental. '111 conduce finalmente a probar los principios. Pero la premisa de la argumen-
. .; tación, dado que sólo define aquello cuyas condiciones de posibilidad han
3) Conocimiento no empírico de los fenómenos. ¿Q~é P?demos decir ; ~e investigarse, no depende en forma alguna para s·er aceptado de las
del conocimiento no empírico de los objetos de la experiencia, que Kant ieorías del idealismo trascendental. Y si la premisa no depende de éstas,
dice que tenemos, y cuya naturaleza y posibilidad pretend~ haber explicádo? tampoco la prueba de los principios, y si ésta tampoco, tampoco dependerá
Es aquí, con seguridad, donde se esconde el núcleo ?el sistema, ~orlo me- elconocimiento no empírico que tenemos de los principios así probados.
nos desde el punto de vista epistemológico, si no ético, Y es aqui donde se. ··Podría objetársele a esta demostración, demasiado breve, que se olvi-
dice que la Revolución Copernicana otorga su recompensa. Kant afirma dán ciertos rasgos de la argumentación que se desarrolla en la Analítica.
que este conocimiento no empírico es de dos clases. Po; una ~ar.te, abarca Pues Kant subraya en estos textos que· si las cosas que están en. el espacio ·
el conocimiento matemático en general. Por la otra, esta constitmdo por el fueran cosas en sí, si existiesen independientemente de nuestras represen-
conocimiento de ciertos principios que son a l~ .vez el fundamer;ito :iece- taciones (percepciones), no podríamos tener conocimiento alguno de ellas.
sario de la ciencia natural y condición de posibilidad de la experiencia en No existiría el conocimiento de los objetos. Y, sin embargo, nuestras per-
general. Por lo que a lo primero respecta, Kant sólo hace un. esfuerzo cepciones deben otorgarnos conocimiento de los óbjetos si es que la expe-
serio en relación con la geometría, las «matemáticas del espac10», para rienda ha de ser posible. Por lo tanto, la referencia objetiva de nuestras
mostrar que el hecho del conocimiento matemático requi~re para ser. ex- percepciones no debe consistir sino en su sujeción a leyes de conexión
plicado la teoría del idealismo trascendental. Nos queda aun por examinar como las que suministra el principio de causalidad 153 • H
su teoría de la geometría, pero p~e~e. adelantar?e que, aunque llevemos Podemos, en este 'sentido, hacer dos comentarios. El primero es eco
al límite nuestra simpatía por las intmc1ones k.a;itianas que en e~te terreno ' d_e uno ya realizado anteriormente cuando analizábamos la Deducción lll
se dan, siempre nos quedaremos cortos en relac10n a lo le1os que el pretende Trascendental 154• Si la concepeión de lo objetivo ha de tener empleo !1!
llevar sus conclusiones. . . alguno en la experiencia, ésta debe fundarse realmente de algún modo
Restan aún aquellos principios, cuyas pr~e?as son van~c:~nes sobre en esa conexión de las percepciones que es inseparable del uso de concep-
la tesis de que en ellos se encarnan las condi:ioi:e~ de posibilidad de la tos de lo objetivo. Pero no es necesario, para argüir esta idea, invocar la
experiencia. Rechacemos la idea de que esos prmcip10s que Kant propone, teoría de que lo que normalmente concebimos como objetos que existen
de hecho, no tienen el status que él les postula, Y asumamos, para l?. que hidependientemente de las percepciones que de ellos tenemos no son real-
ahora nos interesa, que al menos algunas de estas ~ruebas son validas. : mente tales cosas. Es evidente que esto último puede . argumentarse in-
Debe señalarse, como hace el mismo Kant, que, ~~tr1ctamente hablando, dependientemente sobre la base (véase el número 6 de la Sección 1 de esta
no tenemos conocimiento de los principios en cuestlon -aunque los demos ' Cuarta Parte) de que si los objetos que están en el espacio tuviesen real-
por supuestos en las investigaciones empíricas- hasta que no se ha lle~a?o mente una existencia independiente de lo que tomamos como sus percep-
con éxito a la conclusión de la crítica que se desarrolla en la Anahtica ciories entonces esas ·percepciones no constituirían la conciencia o el
Trascendental. Estos principios necesitan probarse , Y s¿~o es ?0 sible conoci~iento de esos objetos tal como son en sí. Y esto sucedería dado
152

este tipo de prueba, y hasta que ésta se lleve a cabo, es legitm~o 7 ~ncluso : que esas percepciones serían el resultado de una relación de afección, y nada
aconsejable el escepticismo, como el de Hume, sob~e tales pnncipws, ya . que se produzca de una relación tal puede ser el conocimiento de la cosa
que suministra un estímulo a la investigación empírica de la que es arro- íifectante tal como en sí es. Pero entonces, esta perspectiva, planteada in-
jado al final. . . . dependientemente _de esta manera, no suministra ningún elemento impor-
El conocimiento no empírico de los principios sólo se obtiene, er:t~mces, , ·tante a la hora de explicar la posibilidad del conocimiento no empírico de
siguiendo el desarrollo de la argumentación qu: recorre la A;iaht!ca,. Y los objetos de la experiencia, que es lo que ahora nos planteamos.
sólo se obtiene ahí en la medida en que se reflexione sobre las imphcac10-.
"' Cfr. 190-1/B 235-6.
. Cfr. anteriormente en «Objetividad».
154
152
Cfr. A 737/B 765.

218 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 219
El segundo comentario es obvio y ya lo hemos mencionado. El rasgo r la del. i~ealismo fenomenalista. 9~een él se incluye. Aunque estos textos
del idealismo trascendental que ahí sobresale más es, de nuevo, el idea- se ?mittero~ en la segunda ,ed1c1on, no fue porque Kant pensase que eran
lismo fenomenalista que incluye, y de acuerdo con el cual las cosas físic~s • erroneos: sino porque penso que eran mal interpretados 155 •
no son cosas aparte de nuestras percepciones. -~ · ; ¿Cual es el resultado de este breve análisis de lo que Kant postula acer-
Merece la pena añadir que aquí, como en otros lugares, podemos estB; . ca de las teorías del id~alismo trascendental? No me refiero, al responder a
sujetos al desconcernante «cambio de aspecto» por lo que a algunas doc~1_. ' esta pregunta, a la validez de sus argumentaciones o soluciones sino a sus
nas del idealismo trascendental se refiere. Puede parecer que cambian, aj'.ite i;st.ructuras. Debe chocarnos, con seguridad, que, con ciertas ~eservas el
nosotros, y se convierten en reco~datorios, suavemente irónicos, de quetlas umco elemento del idea~ism~ trascendental que tiene un papel que juga; en
preguntas que nos podemos sentir tentados a plantear sobre la naturaleza esas estr;i~turas sea el idealismo fenomenalista de acuerdo con el cual el
de las cosas que están en el espacio y en el tiempo, como son en sí -al mundo flSlco no es algo aparte de las percepciones. Las reservas que mencio-
margen de lo que de ellas podamos hallar empíricamente, a través de la ' naba se refieren, primero, al burdo modelo al que antes aludí, el cual sin
percepción, y de la construcción y comprobación de teorías basadas en · embargo, no figura de forma prominente en ningún momento de las de;alla-
lo perceptual- son preguntas sin sentido, vacías de todo contenido. ·, 9as a:gumentaciones del libro. En segundo lugar, se refieren, de manera más
Sería muy difícil, en realidad, comprender cómo Kant podría sostener , e~pecifica, a. la argumentación que parte de la geometría, y que hemos
estas teorías si no fuera por esta ambigüedad de aspecto. Pero, como ya aun de considerar; y, tercero, a las supuestas exigencias de la conciencia
he señalado repetidamente, nos engañaremos si persistimos en conside- moral que, según piensa Kant, sólo pueden satisfacerse incomprensible-
rarlas sólo en su .ª~pecto aceptable. ., , . . : mente en la esfera ?e lo sup:asensible. Es evidente que no debemos supo-
Debemos admitir, al fin, que tras toda la argumentac1on y analis1s · ner. que: Kant considerase ni por un momento que el idealismo fenome-
acerca de nuestro supuesto conocimiento no empírico de los objetos que • nahs.ta ii:iplícito pudiese mantenerse separado del resto de la metafísica
están en el espacio y en el mundo natural en general yace un modelo, · del idealismo trascendental. Es ya hora de buscar una mayor clarificación
tosco e incoherente, de la mente como en sí es atemporalmente, y de las • a través de un análisis más detallado de algunos puntos concretos que
¡¡·
cosas como en sí son atemporalmente, siendo la primera, afectada por las . pertenecen a esa metafísica. Empezaré con uno de los más oscuros un
segundas y auto-afectándose, la responsable de ciertas características de • punt.o d~ la mayor importancia para Kant si es que las exigencias de la
la experiencia que pueden llegar a conocer, sin referencia al desarrollo ' conciencia moral han de ser satisfechas, por muy incomprensiblemente 'N
real de la experiencia sensible, el matemático y el filósofo crítico a través 'que ello sea. C1.
de ejercicios especiales de auto-análisis.

4) El Cuarto Paralogismo (en la primera .edición). Existe otro mo- 14. La-cosa-en-sí y los fenómenos en el sentido interno
mento, que debemos mencionar, en el cual Kant invoca explícitamente las
teorías del idealismo trascendental. Kant pretende, con la ayuda del des- Y a he señalado el confiado uso que Kant hace de los pronombres de
arrollo del cuarto paralogismo que en la primera edición se lleva a ca~o, , primera persona, tanto personales como posesivos, al afirmar o al aludir a
mostrar una vía de escape de la difícil cuestión del idealismo problemático ' las teorías del idealismo trascendental. De una forma manifiesta, le es de
y disolver el problema que se dice plantea la acción del cuerpo sobre ~a '; la mayor importancia el asegurar que hay un punto de conexión, en el sen-
mente. ¿Cómo podemos confiar que existan objetos exter.nos en ~1 espac~o' rido de la identidad, entre el mundo suprasensible y el mundo de los seres
cuando el único fundamento para esta creencia debe ser la inferencia a partir'; humanos, entre las cosas en sí, por una parte, y él y sus lectores, los refe-
de las percepciones internas? ¿Cómo pueden los movimientos de los ~u~rpos . rentes normales de los pronombres personales y posesivos, por otra. Sin
que están en el espacio producir efectos tan completamente distintos tal punto de conexión, en el sentido de la identidad, la pretensión de que
como son los estados mentales? Kant dice que estas dos preguntas presu- 'la libertad es al menos posible (aunque nos sea incomprensible) como
ponen lo que es falso, a saber, que los cuerpos existen independientemente 'propiedad de ~os e.i:,tes suprasensibles, carecería de cu.alquier papel en la
de nuestras percepciones. Desaparecen, por lo tanto, ambos problemas naturaleza o sltuac1on moral de los seres humanos. Sin tal punto de co-
cuando se reconoce la falsedad del supuesto. Y, el que éste es falso es una nexión; en el sentido de la identidad, entre esa cosa que es, en sí, donde
parte de la tesis del idealismo trascendental. ., . se alojan el espacio, el tiempo y las categorías, y el estudiante humano de la
Debemos reconocer una vez más que la soluc1on kanuana, como suce-.
día en el caso de los problemas planteados por las antinomias matemáticas, . '" La significatividad de estos textos se discutirá más ampliamente en la sec-
descansa sobre la apelación de sólo una parte del idealismo trascendental, · a6n 6.
220 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 221
geometría 0 el filósofo crítico, nos. sería i~posible encajar, po; no decir ¡ sólo que soy. «Esta repres~ntación es un pensamiento, no una intuicióa.» 1ss.
operar, ese burdo modelo de necesidades. impuestas del que d~s~nemos, ; E~ la segunda, que es la unica que me otorga el conocimiento que de mí
por medio del auto-análisis o la introspección, en nuestro conoc1m1ento po ~ mismo puedo tener, soy consciente de mí mismo sólo como me manifiesto
empírico. Sin embargo, el mero uso de los p;onombr;s personales Y po- ,, no como soy ~n mí mismo. '
sesivos nada aporta a la hora de mostrar ·donde esta ese punto de co- ~ ~stos. conJuros pronominales, repetidos como fórmulas mágicas, son
nexión. Debemos pregunta; lo q:1e.. nosotros, seres humanos, lectores. ~e::. rhi:ch1zos meficac7s. ~n la ~~rmulación referente a1 conocimiento de uno
Kant, podemos entender, sm ambiguedad alguna, por «n~s?tros» Y.<mues·¡ ~smo (autoconc1enc1~ empmca), se da simplemente por supuesta la iden-
tro» cuan?? estas ·ex~resione~ se :mplean de forma tan facil Y tan elevada i tidad. que ha de exJ?hcarse -la identidad del sujeto empíricamente auto-
al transmitir las teonas del idealismo trascendental. . . .··.. ~ons~i7nte Y. del suJ~to rea.l o suprasensible- sin hacerse un ápice más
La respuesta se indic~ ,en diversos momentos de la obra. Existe, en las mtehgible. S1 ~as ~amfestacion~s d~ x ax sor; algo que ocurre en el tiempo,
Antinomias, una afirmac10n po~o prud:nte, en un mome;it°, ~onde los no pueden asignarsele a la hist~na ?el sujeto. trascendental, suprasensi-
supuestos intereses de la moralidad estan en su punto mas alg1do en la ~le,. pues este ente carece, de histona. Es decir, no pueden describirse
mente de Kant: . .iusuficada~ente como .fenomenos, para mí, ta·l como soy en mí mismo
. · : (suprasens1blemente ),, m como fenomenos de mí mismo (también como soy
El hombre, sin e~bargo, que conoce t??º
el :est? de la na~uraleza. d~, mane~a suprasensible), dado 9ue lo ,qu~ son fenómenos para son tam-
a través de los sentidos, se conoce tambien a s1 mismo me?iar:te la.~ bien fenomenos de. La referer;c~a ª. mi mismo tal como soy (suprasensi-
mera apercepción; y esto, ciertamente, en actos y determ~nac1ones: blemente) cae, por superflua e m1ustificada, y con ella desaparece todo fun-
internas que no puede imputar a l~ i~presión de los sentidos. Es,;; dam~nt? para afirmar 9u7, en la autoconciencia empírica, me manifiesto
pues, por una parte fenómeno para s1 misr:i~· pero, por ot.ra.' .respecto·· .a mi mismo de fo~ma distmta a como realmente soy. Si, por otra parte, no
a ciertas facultades que no pueden adscnbirse a la sensibilidad, un hemos de construir temporalmente el verbo manifestarse, ¿cómo hemos
objeto puramente inteligible. Denominamos a estas facultades en- de e:itenderlo? ¿Hemos de decir, acaso, que al sujeto trascendental se le
rendimiento y razón 156 • manifiesta no temporalmente que pasa a través de una serie de estadios il~
. . . tempo~alm~~t~ . ordenados? Bajo cualquier punto 1de vista, los límites
Así pues, encontraremos el punto d(! contacto, ;n e~ sentido de la 1den· .> de l~ .mtehgibihdad que~an ~quí violados. Y si no quedasen, deberíamos NI
tidad, entre el hombre como un ente natural y e~ ffilsmo como ur: ,ente ~drm~ir que estam.a,s mas I:1os que nunca de llegar a alcanzar la buena
suprasensible, en la conciencia que el hombre tiene de. si;i posesion y 1den!1dad e~ cu~st10n. ¿que es lo que tiene que ver con nosotros la ca-
1'

ejercicio del poder de pensar, de fas facultades de~. ente.nd1;111_iento y .de la: rencia de historia. del su]eto trascenden!al?
razón. Surgen inmediatamente, en base. a los propios pnnc1p1?s, kantianos,, · Kant no ,consigue sobreponer las dificultades referentes a la identi-
dos objeciones. La primera es que aquello que pued~ ad~cr1b1rsele a un, da~ porque ~stas no pueden resolverse. El único refugio que existe es
hombre como un momento 0 instancia de esa autoconciencia d7be ~er alg~; ,la mcoher~ncia :ª partir de la pregunta sobre cómo puede conectarse, a
que ocurra en el. tiempo; la segunda, que d7be ser una conc1~ncia de Sf; modo de 1.dent1dad, el e:ite natural, .el. hombre, con su historia mental
mismo, como razonando, pensando o reconociendo algo, como .mtelectualr; pe pensamientos, percepc10nes y se~tim1.entos con el ente suprasensible,
mente atareado en algún momento, a lo largo de un tramo de tiempo. Un~ que ~arece por completo de toda historia, «en el cual la representación
autoconciencia así deb~ pe;tenecer ~ la I;isto;ia de un ente que tten_e u~; :del ti7mpo halla si: fundamento or~ginario». Ciertamente, es una vieja
historia; debe .ser conciencia de algun ep1sod10 que p~rtenece a la hist?r1~ ·C~eencia que la !azon es algo e~encialmente fuera del tiempo pero que
de ese ente que no es por lo tanto un ente suprasens1ble, no es «el su1et~ sm embargo esta en nosotros. Sm duda alguna, encuentra su fundamen-
~n el cual Ía representación del tiempo halla su f~ndamento» • , , to en el hecho de que las prop~siciones de la lógica y de 1.as matemáticas, .
157

Kant vuelve a afrontar una y otra vez estas dificultad~s en tex~os. m~s, sol~mente avala?as por la tazan, nad.a~ parecen deber m temer de los
prudentes en la Estética, en la Deducción y en los Paral?~ismos. D1st~gu~ $lldentes del tier;ipo. P~demos, tamb1en, c~ptar estas verdades atempo-
entre autoconciencia «Originaria» y aut?conciencia emp,mc~. En la prime., ra es. Perd ~a esta demasiado avanzado el dia para pensar que aquel que
ra, que no es en absoluto un conoc~m1ento :eal de m1 r;i1si:no, soy cops;; .capte ver a es atemporales debe ser atemporal.
ciente de ..mí mismo. no como me mamfiesto, ru como en m1 mismo soy1 smq:l .
·11
,,. A 546-7/B 574-5.
. ,,,. B 422. . . . ''" B 157 ..
222 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 223
1
Parece que estos puntos de vista han de tener algo en común, de tal forma
. . que hay un cierto camino, neutral entre los dos, que asegura la identidad ·
5. La-cosa-en-sí y los fenómenos en el sentido externo de la referencia a la cosa de la cual se juzga. Esta afirmación es la más
. . , general que puedo formular acerca de las condiciones bajo las que se usa
Pasamos de un aspecto de la incoherencia de la teoría de_l idealismo . el contraste al que aludimos. Y es así mismo fácil, sin multiplicar tedio-
trascendental a otro. Sin embargo, no pretendemos mostrar s1m~len;iente ; samente los ejemplos, ver cómo se satisfacen normalmente ambas condi-
la incoherencia como tal, sino observar, si es que podemos, que distor- ciones. La perspectiva corregida puede ser la de un observador que está
siones y perversiones hace surgir. . , bien situado o bien informado en relación a otros; puede ser la de un
Es imposible conocer, a través de las percepciones,' _las cosas q?e observador normal en contraposición con alguien que sufra defectos o limi-
existen independientemente de la percepción. Pues las umcas percepCio- taciones especiales; pudiera ser la que resultase de eliminar algún factor
nes que podrían brindarnos algún cono.cimiento de ~sas cosas deben ~er '. distorsionante que está en el entor.no, etc. En muchos de los ejemplos nor-
el resultado de nuestro ser afectado precisamente por estas. Por esta razon, : males que se nos pueden fácilmente ocurrir, la condición de asegurar la
tal conocimiento sólo puede ser conocimiento de esas cosas tal como se_ '. identidad de referencia queda satisfecha en diversas maneras que podrían
manifiestan, de los fenómenos de esas cosas, y no de las cosas como real- llegar a denominarse vagamente la ubicación espacio-temporal del objeto
mente son o como son en sí. sobre el que se emite el juicio.
Es ésta una compleja premisa, fundamental e inargüida, de la Críti- . No tendría objeto el detenernos en lugares comunes de aplicación de
ca. Se añade a ella la de que nuestras percepciones «externa~» son cau- . ese contraste. Pero hay una aplicación filosófica conocida que dista de ser
sadas por cosas que existen independientes de nuestras per~epc~ones Y que ' irrelevante, pues repercute, precisamente, en el hecho de que nuestra
nos afectan para producir esas percepciones. J:?e esta con¡unc1ón de pre- experiencia sensible es el resultado causal de nuestro ser afectado por los
misas surge la conclusión de que las percepc10nes externas no otorgan objetos que decimos percibir. Es tanto inteligible como verdadero decir
ningún conocimiento de las cosas que las causan, tal como esas cosas en que los fenómenos que las cosas nos manifiestan dependen causalmente
sí son, sino sólo de sus fenómenos. : del carácter tant0 de las cosas mismas como de nuestra constitución fisio- o\
Consideremos, por lo que a la percepc!ón externa ~oncierne, este lógica, que son el efecto conjunto de ambas cosas. El sentido común y la
contraste entre fenómeno y realidad en conexión con la te~1s de la depen- observación cotidiana nos pueden decir algo sobre los mecanismos causa- 111~
dencia causal que las percepciones tienen de las cosas, ex1sten~es de ma- ' les implicados, y aún más puede hacer la ciencia. A partir de estos hechos, 1
neta independiente, y que son las que nos afectan para producula~. : no nos vemos forzados lógicamente a deducir la conclusión de que las
Refiramos, primero, el contraste entre los fenómenos Y la realidad en ; cosas, tal como en sí son, son diferentes a las cosas tal como se nos mani-
general. No siempre se sitúan como opuestos ambos conceptos. Pues PC: · fiestan bajo condiciones normales de percepción. Pero, igualmente, tampoco
demos decir, y lo hacemos, algunas veces, que las cosas son como se ma~- , se nos niega lógicamente esa conclusión, dando por supuestas las con-
fiestan. Pero en este momento sí aparecen claramente como ~puestos. Perc1- : diciones generales que he expresado para 1a aplicación del contraste entre
bimos las cosas que, al afectarnos, causan nue~tras percepc10nes externas, ; fenómenos y realidad, es decir, suponiendo que la posibilidad de la iden-
no como en sí son, sino sólo· como se nos mamfiestan. Podemos, e?tonc~s, · tidad de referencia quede asegurada y que se adopte alguna norma para
preguntarnos cuáles son .fas condicio~e~, generales para .poder aplicar si~-·' la perspectiva c?r.regida. Es importante que la adopción de esta norma se
nificativamente el contraste, o la opos1c10n, entre los fenomenos Y la reali- , haga muy explicita, pues de otra manera la gente quedará confusa y
dad, y si se satisfacen en la aplicación que Kant hace en el caso de la per- ; sufrirá reacciones emocionales que no vengan al caso, resultado del hecho
cepción externa. . . . , . . de que el uso de normas habituales de una perspectiva corregida continúa
Dos conceptos que parecen inseparables d~ cua~qmer aphcac1on. s1gnifi- . al mismo tiempo que el uso intermitente y quizá provocativo de nuevas
cativa de este contraste son el concepto de i~entidad d_e referencia Y 1? : perspectivas.
que podría llamarse el concepto de la perspectiva corregida. Cuando deci- · Aunque no hay ninguna obligación lógica de dar ese paso, el hecho
mos que una cosa se manifiesta ~e esta y aquella manera, pero 9ue r~al- evidente es que muchos filósofos (como Locke y Russell) se han sentido
mente no es así, p>arece que implicamos que _hay ~~s. pun~os. de v1st~ dife-. fuertemente obligados, de una forma u otra, a darlo. Los objetos como
rentes desde fos cuales es natural que se emitan ¡u1c1os distmtos e mcom· · son realmente tienen crédito por las propiedades que les adscriben las
patibles sobre la misma cosa, y que el juicio 9ue se fo~mula naturalmei;i;e., teorías físicas o. :fisiológicas, en términos de las cuales se suministra la ex-
desde uno de estos puntos de vista sería, en cierto sentido, ~na co_rreccton" plicación de los mecanismos causales de la percepción, mientras que
del otro juicio, emitido naturalmente desde una perspectlvai diferente.. aquellas otras características que normalmente les adscribimos, en basé a1

15
224 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 225

la fuerza de nuestras percepciones, quedan eliminadas de la descripción · .mos es. tal que el objeto afecta nuestras facultades de conocimiento de
de los objetos como son en realidad. El que éstos posean aparentemente , tal forma que el objeto y la facultad producen conjgptamente, ·por.lo tant¿,
estas propiedades queda explicado simplemente como el efecto de un las· 'iepresentaciones, las «sensaciones» o las experiencias concretas de cono-
proceso causal que cabe describir completamente sin mencionar tales pro- 1, cjpiento emp,íiko que de hecho tenemos. E, igualmente, equivale este hecho
piedades, a saber, la acción de las cosas físicas sobre nuestro equipamiento•~ de nuestro modo de intuición o de conocimiento' con el hecho que expresa
sensorial y nervioso. Si éste fuera distinto, serían diferentes las propie- ; dfeiendo que nuestro modo de intuir es por medio de intuiciones sensi-
dades aparentes de las cosas, pero las cosas no se diferenciarían en su~ b[~s. Y predsamente porque estos comentarios, tomados en sí mismos,
constitución real. ' tienen reminiscencias. de las teorías de los filósofos de mente científica
Quedan satisfechas, en esta operación, las condiciones generales para ¡ podemos decir que no parecen, en sí mismos, algo extraordinario. Y sólo
aplicar significativamente el contraste entre fenómenos y realidad. Se in· ·, fu.l!.hcl<L los co.µjl,lg!!!JlOS con la teoría de que el espacio y el tiempo.mismos
dica con éxito el punto de vista de la perspectiva corregida sin perjuicio y todo lo que en ellos hay caen en el lado de los fenómenos esas remi-
de asegurar la identidad de la referencia. Las cosas, como son en realidad, níscencfas se nos aparecen de golpe como algo que no viene al caso, que
no son eliminadas de la estructura espacio-temporal de referencia. Son sim.- Ja'·corriparación con la teoría del filósofo de mente científica no parece sino
plemente las cosas tal como de ellas habla la ciencia más que ~orno nos- · inaúcir a error. Pues, la teoría que, con rasgos de Locke, se basa sobre
otros las percibimos. La perspectiva corregida es la de la ciencia, que es et"análisis científico causal de los efectos de los objetos en nuestro equi-
distinta, aunque verse acerca de las mismas cosas que contempla nuestra pamiento sensorial y nervioso, deja Jug¡¡r a copsiderar los objetos como
perspectiva ordinaria incorrecta. . son en sí (y también nuestro equipamiento receptivo, como es evidente)
Sólo queda una cosa que añadir: que, en cierto sentido, no es en como cosas esp?cio-temporales.
absoluto una perspectiva. Es decir, se sacrifica en esta aplicación filosófica:. . Sin embargo, aunque parezca que la comparación induce a error,
un elemento que está presente en las aplicaciones normales del contraste; también parece que no podemos zafarnos de ella. Pues cuando leemos, al
entre fenómeno y realidad a los objetos físicos. En estas aplicaciones, ~ • hablar del espacio y del tiempo en general, que todo lo que por ello de-
:1ii~
punto de vista de la perspectiva corregida ·es con mucha frecuencia de tal.. bemos entender realmente es una capacidad o aptitud que poseemos
manera que desde él las cosas se manifiestan realmente (sensiblemente)~ de ser afectados de cierta forma por cosas que no están en el espacio y '
como son. Por otra parte, en esta aplicación filosófica, el punto de vista· en el tiempo, carecemos de toda clave para conocer d significado de este '1it~
de la perspectiva corregida no es de tal forma que las cosas se manifiesten • comentario a no ser la analogía con lo que pudiera querer decir un filó-
como son, sino meramente un punto de vista desde el cual se habla, o se· sofo de mente científica cuando dice que al hablar del color de las cosas,
piensa, sobre las cosas en un estilo abstracto bajo el que nunca podrían lo que debemos entender es nuestra aptitud para ser afectados de una
sensiblemente manifestarse. Berkeley se indignaba con esto, pero nosotros· -manera precisa por objetos que no están coloreados en sí mismos. Todos
podemos meramente señalarlo sin indignación alguna. (Debe, también, no-: los términos empleados, el hablar de los objetos que afectan nuestras
tarse que la antítesis que aquí planteo entre la aplicación del contraste," facultades receptivas de la sensibilidad, parecen pertenecer a una teoría
ordinaria y la filosófica, entre fenómeno y realidad es bastante simple Y que¿ -la del filósofo con mente científica- que se rechaza como completa-
no puede forzarse a un desarrollo completo y detallado.) mente inadecuada en la aplicación que de esos términos se hace. Y este
Ahora bien, está bastante claro que la intención de Kant, al plantear} rechazo parece, por ahora, dejarnos sin ninguna pista sobre cómo han
su aplicación de tal contraste entre fenómeno y realidad, era muy distinta: -de satisfacerse los requisitos generales de cualquier aplicación significativa
¡
a la de los filósofos de mente científica que dan el paso que acabo de indi; del contraste entre fenómenos y realidad. ¿Cómo cabe especificar, dado
car. El mismo Kan acentúa la diferencia, esforzándose en ponernos en guar-: este rechazo, el punto de vista de la perspectiva corregida y especificarlo
dia contra suponer que la perspectiva de tales científicos -que, cierta-: de tal forma que esa identidad de referencia a los objetos como se ma-
mente él considera con simpatía, en lo que tal perspectiva alcanza- es' nifiestan y como son en realidad quede inteligiblemente asegurada?
equiv;lente a fa que él adopt~ en su teoría de la idealidad trascendental 159• ¡ ... Kant no deja totalmente sin contestar e.sta pregunta, o al ?1enos su
Sin embargo, es imposible ignorar lo que de paralelo hay entre ambas.· primera parte. Trata, con reservas, de especificar el punto de vista de la
visiones. Kant afirma constantemente que la razón fundamental poi;)~· ·perspectiva corregida. De hecho, tal especificación está para él implícita
gue cqnqcefnos las cosas sólo como. se .n?s manifiestan .Y ~o como so11. ~~; ·e~, la g,eneralida~ de la razón por la q:ie podemos conocer, en la ?ercep-
sí es precisamente que el modo de mtulClÓn o de conocimiento que posee-. cion, solo los ob1etos tal como se mamfiestan y no como son en sl. Y fa
·· -- · · razón es que nuestras percepciones son el resultado de nuestro ser afee-
,,. A 29-30/B 45; A 45-6/B 62-3. tado por el objeto, razón que podría considerarse válida en cualquier
226 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 227
modo de percepción que dependiese de la existencia independiente del ben afectarnos en relación a estos poderes. Este principio general de la
objeto. («Nuestro modo de intuición depende de la existencia del oh- intuición sensible es independiente de cualesquiera descubrimientos em-
jeto y, por lo tanto, sólo es posible si la facultad de representación del píricos que podamos hacer respecto a los mecanismos causales de la per-
sujeto es afectada por el objeto» 160 .) Así, por lo tanto, la perspectiva· cepción sensorial. La experiencia es simplemente lo que emerge de esta
corregida sería de la que dispone la «intuición no sensible», una intuición relación. Sin embargo, la sensibilidad en general,, el poder de conocimiento
no pasiva o receptiva, sino activa, espontánea, originaria, un modo de ; en general, debe tener un «correlato verdadero», la cosa como es en sí, res-
conocimiento en el cual la facultad de conocimiento no estuviese afectada '. pecto a la cual ninguna pregunta se plantea nunca en la experiencia, ni
por el objeto porque crease su propio objeto. Kant señala con frecuencia ' podría, en su caso, contestarse 162 • Pero, de nuevo, dado que todas las
que no somos capaces de comprender la posibilidad de tal modo de cono- . distinciones que establezcamos, todos los conceptos que empleemos deben,
cimiento 161 : una reserva importante. La especificación del punto de '\'ista ¡ si es que han de emplearse significativamente, encontrar un uso empírico,
de la perspectiva corregida se da en términos que, si se admiten, no po- ' tener criterios empíricos de aplicación, así los conceptos mismos que se
demos entender realmente. Y a fortiori la tarea de hacer inteligible cómo , emplean ·en el principio general de la intuición sensible deben hallar una
se asegura la identidad de referencia es imposible de realizar. u aplicación sustitutiva en la experiencia. Debemos, así, tener nuestros pro-
Quizá sea bastante evidente que Kant no consigue satisfacer las con- , píos conceptos de lo objetivo que poder usar, conceptos que consideren
diciones para aplicar de forma significativa el contraste entre las cosas · ciertos fenómenos como si fuesen cosas de existencia independiente, que
como son en sí y las cosas tal como se nos manifiestan, y que viola, de cons:ituyan nuestra ~ropia _imagen -;-1? imagen científica- d~ la depen-
hecho, su propio principio de significatividad tanto en su aplicación de este dencia causal de ~as impres10nes subjetivas en las cosas y, coniuntamente,
contraste como en el uso que hace, asociadamente del concepto de causa. de nuestras propias facultades.
Se nos deja con la tarea de tratar de explicar, si e~ que podemos, el asom- ! •• ~e tratado ~e ~eÍar patente aquí cómo el camii;i~ haci~ 1? generalidad
broso paralelo que he señalado y su todavía más asombroso fracaso, la , ~hffil~a?~ .del prmcip10. se. ~ncuent:a con, los reqmsttos hmitantes de la
extraordinaria trasposición de toda la terminología de que las cosas afee- '. tntehg1bil.1dad de la aphcac10n y cuan erroneo es, a pesar de su brillantez, •.l
1t1
tan las facultades que arroja completamente esa terminología fuera del · el tratamiento que Kant hace del impacto de tales requisitos. Pues, eviden-
campo de su uso inteligible, a saber, fuera del campo espacio-temporal. . tement~, es aceptable el principio general de que cualquier conocimiento
Quizá lo único que podamos hacer es recordar el primer y viejo apego de , perceptivo que podamos tener de las cosas que existen independientemente,
Kant a la noción del «mundo inteligible» y que pensó que había encentra-. ~ depe~de. causalmente de esas c~sas que afectan cualesquiera poderes de
do el único método correcto de conectarlo, y sin embargo separarlo, del c~~ocimiento que poseamos; e, 1gu~lmente, es aceptable el contenido em-
mundo de 1os fenómenos, de tal forma que los intereses de la moralidad, . pmco que le dam?s. Es;e no es smo la f~m~a específica, que se va lle-
de la ciencia empírica de las matemáticas y de la metafísica reformada . nando cada vez mas segun avanza el conoC1m1ento, que la verdad general
quedaban simultáneam~nte satisfechos. Pero quizá pueda decirse algo más, ; asume, tal .cº?l? son las cosas. Pero Kan~, errónea e. incoherentemente, le
más inmediatamente pertinente al tema. 1
hace al prmc1p10 general el honor excesivo de considerarlo como si for-
La extraordinaria generalidad del pensamiento de Kant se esfuerza :, mulase una :ve~d~d por si; c~enta, una verdad tal 9ue no ~~dría dársele
constantemente en oposición a lo que él mismo reconocía como límites ; n~ca al prmcipm, en m1:1gun i:mndo,. un contenido empmco que pu-
de la inteligibilidad. Subraya que no podemos comprender la posibilidad ' diera ser un momento 0 mstancia P!ecisamente de es,a. verdad. J?e ~~ta
de otra forma de intuición que la sensible. No se refiere a «los sentidos», . fo!ma, la verdad debe tener su prop10 campo no empmco de aphcac1on,
como podríamos enumerativa o incluso generalmente entender la palabra. mientras que nosotros,. po~ nuestra parte, debemos ,contentarnos con re-
· d · 1 1 1 d t "bTd d d presentarla en la expenencia con lo que realmente solo es su sombra
Q Ule~e ec1r que, por o que ~ a canee e nues ras pos1 1 i a es e coro- Si nos pre untamos por ué Kant se sintió ent d 0 , 0 .
prensión se refiere, el pensamiento, en su forma mas general de conocer d b f .g / .. q . t ª P r este :rror,
. . . . . d e emos re enrnos a sus v1e1os apegos y a 1os mtereses ta1 como el los
las cosas ob1et1vamente existentes, me1uye e1 pensamiento e que son b' d l , . l f' . l' . . '
·mdepend1entes
· d e nuestro entend"1m1ento
· l . l
conocer as, y por o tanto, tam- conce la
' e a etlca ' a meta is1ca y a ciencia.
bién el pensamiento de que el conocerlas depende de una relación entre
esas cosas y cualesquiera que sean nuestros poderes de conocimiento. De-
iw B 72.
161 Dice, una vez, que «en lo que podemos juzgar», sólo podría pertenecer a
162
Dios,. en el ente primordial (B 72). Cfr. A 30/B 45.
228 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 229

papel que, como también vimos, ponía claramente en cuestión ese colec-
tivo «nosotros» que Kant emplea con tanta libertad.
6. Idealismo trascendental y realismo empírico ¿Es realmente conciliable este p~ocl~mado dua~ism~ de los cuerpos. en
, el espacio y los estados de la conciencia con el idealismo f:nomenaltsta
El tema de la sección anterior y el de ésta se entremezclan entre sí. ' que parece incluirse en la variedad tra~cendental? Ant~s de intentar ,res-
Analizaremos ahora la afirmación que Kant hace de que su idealismo ponder a esta pregunta, .~ale la pena se;i~l.ar con algo mas de ~etalle codmo
.
trascendenta1 es un «tealismo , ·
empinco». emplea Kant ' en. la version
. . , que del .anahsis
· del
f cuarto paralogismo
li · l' · se es-
,.. · · · 1 ; arrolla en la pnmera edicion, este idealismo enomena sta imp icito para
El .a;rnhsis de Kant so.bre. la expenencia conduce .directamente a. ~ - resolver dos problemas. Los textos en cuestión, los cuales no me esforzaré
conclusion de qu~ la expene~cia ~e un ente ~o~ceptuahzado~ y potencial- en formular con mucha precisión al resumir, contienen osadas y chocantes
men~e autoconsciente .d~be mclmr. el conocimiento de o?jetos que se ,¡ afirmaciones sobre este idealismo fenomenalista. Si la teoría no se afirmase
conc~ban :n tanto. existiendo y disfrutando de sus .P~opios estados Y en otros lugares, podríamos rechazar sencillamente estos textos sobre la
relac10nes mdependientemente de los estados de conoc1~iento que, a~erc~ ·base de que Kant no los incluyó en la segunda edición y favoreceríamos
de el.los, puedan tener ~ugar. Para ;iosotros, est~s objetos son ob¡etos la Refutación del Idealismo que es claramente incompatible con ellos. Pero
espaciales, cuerpos matenales que estan en el espacio. De e~ta ma?era, en esta teoría queda afirmada con demasiada frecuencia en otros momentos
vez de inferir proble~áticamente, desde nuestras pe.rce~c10n~s internas, como para que no tengamos razones para no creer la declaración de Kant
la exist~ncia .de los objetos como sus, causas, l.a concienc~a misma de. las de que los suprimió porque pensó que no eran bien interpretados por sus
percepciones i?ternas ~orno nuestras s~lo e~ f'.osible a traves de l~ concien- críticos, y no porque considerase que eran erróneos.
da de que existen ob¡etos en el espac10, distintos de las percepciones que El escepticismo respecto a la existencia del cuerpo constituye el pri-
de ellos tene~os. , . . , . mero de estos dos problemas. Los fundamentos de tal escepticismo, aparecen
. Con segund.ad, .hay aqui un, realismo dt~ahsta de alfo~º tipo. Kant. ma- en la breve argumentación que paso a exponer. Sólo lo 9ue esta en nos-
t1za l~~ denommac10nes. Es solo u!1 ~1!ahsmo. «empmco», u~, realismo · otros puede ser percibido i~ediat~mente, es decir, es objet~ de un con.o- iic
«empmco» el que propugna. La m~tlzac1.on se sigue de la nega~10n de que cimiento no realizado por inferencia. Por lo tanto, la creencia en la ex1s-
los cuerpos que están en el espacio existen co~o c.o;sas en s1.. Podemos tencia de los cuerpos, objetos externos, no tiene mayor justificación que la Jitl
sentirnos a veces tentados d7pensar q~e ~~ la ma:1za.cion .Y .negativa no ~~Y . que recibe como conclusión de una dudosa inferencia a partir de que tienen
nada más que una rc:afirmaci?n .del p:mcip10 de ?igrnfi~auv_ida~ en relac10? lugar percepciones dentro de nosotros que nosotros tomamos como efectos
c~m el mundo. ~aten~l,, una ms1stencia, sm ulteriores .imphcac10nes metaf1- ; de un cuerpo que es una causa externa 1~. La solución que pl~ntea Kant
sicas, de que s1 mvestlgasemos la naturaleza de «los ob¡etos de nuest;os sen- se formula como sigue. Los cuerpos son simplemente una especie de nues-
tidos tal como son en sí, es decir, sii: re~aci?n alguna con los sentidos>: ¡ . tras percepciones 0 representaciones, a saber, aquellas que ~istinguimos
16

estaríamos planteando una pregunta sm sigr:ificado alguno. Ya hemos v~sto .· como pertenecientes al sentido externo, es decir, como espacialmente or-
lo difícil que es mantener una interpretación así. Encontram~s repetida, · denables. Podemos, por lo tanto, admitir la existencia de la materia, no
mente en las formulaciones de la Estética, ~n las argumentaciones de la.· como algo inferido, sino como inmediatamente percibido: sir: salirnos de l?s
Deducción y de las Analogías y en las soluc10nes que a los problemas se contenidos de la conciencia 165 • Es evidente que hay ilusiones, es decir,
ofrecen en la DiaJéctica ;l estribillo d~ que los cue:pos c;iue ~stán en el; representaciones, aparenten;iente del sentido externo, que,°.º están conec-
espacio, al ser solo fenomenos, no tienen una. ex1~tencia d1fe:ente de'. tadas con otras representac10nes de acuerdo con leyes empm~as ad.ecuadas.
nuestras representaciones o percepciones, que son solo una vanedad de• Pero esto no qui~re decir que no ~onoc~mos, de forma 111mediata, l?s
éstas, que, separadas de ellas n~ ~º? nada. Es verdad. ~ue en las argu-. c?erpos, pues decir que conocemos in.mediatamente. los cuerpos ·es deci,r,
mentaciones que tratan de la ob¡etivida~, en la Deduccion Y en las Ana- . simplemente, que tenemos representac~o.nes del se?udo ~xterno que estan
logías, podemos mostrar que esta teoria es superflua por lo que a la conectadas de acuerdo con leyes empmcas apropiadas . 1 .
estructura esencial del razonamiento se refiere, que es una rueda luperflua. El segundo problema relacionado con d anterior, se refiere a la acción
que gira celosa pero inútilmente. P.ero Kant no lo veí~ así. Y vimo; muy ·del cuerpo sobre la me~te. Lo que se pregunta es cómo la materia, que
claramente, en el análisis de las antinomias matemáticas, q.ue. segun en-.
tendía Kant su propia solución, esta teoría jugaba un papel md1spensable, ;: ~ ~~~~:
,.. A 376.
163
A 380.
'1
230 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 231
es esencialmente espaci~ y extensa, puede producir por su acción (que no , la contestación a nuestra pregunta debe ser afirmativa; una afirmación
es sino movimiento) efectos tan completamente heterogéneos como los suficientemente trivial.
estados de conciencia, representaciones, pensamientos, sentimientos y per- Pero el filósofo crítico, debe sostener Kant, consigue un cierto despego
cepciones, que no están en el espacio 167 • La respuesta de Kant es que la del esquema al que está de todo corazón entregado, dado que está preocu-
pregunta está totalmente mal planteada. Pues los cuerpos no son de dis- , pado con preguntas y respuestas empíricas. Y el punto de vista distanciado
tinta clase que las representaciones. No son sino representaciones de ¡ desde .el que cabe apreciar las necesidades de ese esquema es también
una cierta clase. Nos hemos fabricado una dificultad que no existe. Decir un punto desde el cual nuestra pregunta asume un contenido bien dis-
que los cuerpos causan nuestras representaciones de los cuerpos puede : tinto Y ~xige una respuesta no afirmativa, sino negativa. Desde este pun-
ser, realmente, en el mejor de los casos, sólo una forma inducente a error i. t? de vista, tenemos una medida para lo que existe realmente muy dis-
de decir que «las representaciones de nuestra sensibilidad están de tal ; tlnta a la que se nos somete empíricamente. Y en base a esta medida
forma interconectadas que aquellas que se denominan intuiciones externas c:ítica sólo existen, por una parte, las causas trascendentales y descono-
pueden ser representadas de acuerdo con leyes empíricas como objetos , ciclas para nosotros de nuestras percepciones o representaciones, y por
fuera de nosotros»; verdad que «no está en modo alguno ligada con la. : otra, los efectos de esas causas, las representaciones mismas. Las prime-
supuesta dificultad de explicar el origen de nuestras representaciones por i ras no las «alcanzamos en sÍ», mientras que las segundas sí. En este
medio de causas eficientes muy heterogéneas externas a nosotros» 168 • esquema no hay cabida para los cuerpos como existentes reales, aunque
Otras cuestiones sobre la acción del cuerpo sobre la mente presentan dificul- la haya, Y una cabida necesaria, para la operación con ese esquema con-
tades menores. Pues, una vez más, los cuerpos son simplemente una clase ceptual que incluye la concepción de nuestro conocimiento de los cuer-
de representaciones o de contenidos de la conciencia; y no es nada extraña pos en tanto distintos de las experiencias que de ellos tenemos.
la asociación, parecida a una ley, de representaciones de diversas clases, 1 Y lo que sucede con la pregunta «¿Existen los cuerpos independien-
de distintos tipos de contenidos de conciencia. «En la medida en que con- temente de las percepciones?» debe suceder igualmente con la pregunta
sideremos conjuntamente los fenómenos internos y externos como meras , «¿Causan los cuerpos las percepciones que de ellos tenemos?» Desde
representaciones en la experiencia, no encontraremos absurdidad alguna ni el punto de vista del esquema al que nos vemos confinados empíricamente, la iiCI~
ninguna extrañeza en la asociación de las dos clases de sensibilidad» 169 • respuesta debe ser de nuevo afirmativa. Investigamos empíricamente los
¿Cómo ha de conciliarse, pues, la teoría de que los cuerpos no son mecanismos físicos y fisiológicos de esta causación. Pero desde el punto JiZ"
sino especies de· representaciones con la teoría de que somos inmediatamen- de vista del esquema crítico la respuesta debe de ser que los cuerpos no
te conscientes de la existencia de los objetos que están en el espacio, dis- ; son nada separados de las percepciones y que la causa real de éstas es el
tintos de nuestras percepciones? Sólo hay una forma en la que represen- ' objeto trascendental desconocido.
tarnos, de forma plausible, lo que pudiera parecer el camino kantiano de No es necesario que repita las críticas a esta teoría que ya he presen-
llevar a cabo esta conciliación. Lo que se necesita es una distinción entre tado en secciones anteriores. El hecho de que sea posible, dentro del marco
lo que se implica en la pregunta «¿Existen, acaso, los cuerpos indepen- . de la teoría del idealismo trascendental, una cierta ·reconciliación entre la
dientemente de las percepciones?», cuando surge dentro del esquema ' tesis de que conocemos que los cuerpos que están en el espacio son obje-
conceptual al que nos vemos confinados en la experiencia, y lo implicado tos distintos de nuestras percepciones y la tesis de que los cuerpos que
en esa misma pregunta como surgida dentro del contexto de toda la filo- e~tán en el ~spacio no tienen existencia alguna aparte de nuestras percep-
sofía crítica. Uno de los resultados de ésta -de la parte que se refiere al , c10nes, no tiene poder alguno para volver a darle a la teoría del idealismo
análisis de la experiencia- es mostrar que debemos conectar nuestras trascendental la coherencia y la inteligibilidad de las que ha mostrado ca-
intuiciones con la ayuda de conceptos de cosas objetivas, que existen inde- ' carecer. Pero pueden hacerse uno o dos comentarios de orden distinto.
pendientemente de nuestras percepciones, y de los cuales consideramos que ' En primer lugar, pudiera parecer que Kant, después de todo, tenía una
son percepciones aquellas intuiciones. Nada hay que pueda tomarse co~o ; razón más substan~i~l que el riesgo de la mala interpretación para suprimir,
una experiencia posible, una clase de experiencia que nos podamos hacer m- . en la segunda edición, esas resoluciones de problemas que desarrolló en
teligible, para lo que no valga esta necesidad. En la medida en que nuestras/ ' la primera discusión del cuarto paralogismo. ¿No era, acaso, falso repre-
preguntas y respuestas se planteen y contesten dentro del marco del esquema , sentar la supuesta heterogeneidad de las causas externas y los efectos inter-
de las ideas a las que nos vemos necesariamente confinados en la experiencia, , nos como constituyendo incluso la apariencia de un problema cuando su
167 A _
386 7 390
propia tesis le fuerza a un grado de heterogeneidad de causas y efectos no
1•• A 387 . ' · menor: las causas trascendentales, fuera del espacio y del tiempo, y los
16
' A 386. ¡ efectos temporales, las representaciones que tienen lugar en el tiempo? ¿No
232 Los límites del sentido

era, de nuevo, falso el representar su solución al problema que plantea


l ~
La metafísica del idealismo trascendental

mostrar que la respuesta no es meramente un lugar común, aunque tam-


233

el idealismo escéptico como una solución real a un problema real, cuando bién lo sea. Consiste en mostrar el papel de este lugar común en cualquier
él mantiene que nos vemos necesariamente confinados a un esquema con- concepción inteligible que nos podamos formar de la experiencia, en mos-
ceptual, uno de cuyos principios rectores es que conocemos inmediatamente trar que se mantiene en ese lugar incluso si elevamos la concepción de la
cuerpos que están en el espacio, distintos de las percepciones que de ellos experiencia hasta el punto más alto de abstracción que pueda alcanzar
tenemos? O, si es que en este segundo aspecto Kant no actúa con dobleces, antes de desintegrarse.
¿no debe acaso sostener la torpe visión de que, si es que ha de ser posi- Podría señalarse que si descartamos las teorías del idealismo trascen-
ble la experiencia, debemos estar empíricamente confinados en un esquema dental, no sólo descartarnos las incoherencias que van asociadas a la con-
conceptual que es en sí mismo incoherente? cepción de la realidad suprasensible -que debe, a la vez, estar ligada y
Kant estaría dispuesto a aceptar esta última consecuencia. Y podría totalmente separada del mundo natural- sino que también nos despoja-
señalar su análisis de las antinomias matemáticas como apoyo de su dispo- mos de los poderes que resuelven problemas y ayudan a la argumentación
sición. Pero creo que, al menos por lo que a lo que tratamos respecta, está analítica que Kant adscribía al idealismo fenornenalista. Pero perder esto
en posición para rechazar esta alternativa y rebatir ambas acusaciones de. .no es perder nada. Ya hemos señalado la final inutilidad de esta teoría
falsedad. Pues, como hemos visto, se ve comprometido con el prindpio \I en conexión con los problemas de las Antinomias; hemos visto repetida-
superior de que ninguna percepción que dependa, como las nuestras, de los mente que era superflua por lo que a la argumentación analítica se refiere;
objetos independientemente existentes, como sus causas reales, puede po- y esa argumentación misma despoja a los pseudo-problemas del cuarto
siblemente otorgar conocimiento de esos objetos como son realmente. PO- paralogismo de cualquier fuerza que no se torne prestada de principios
dría mantener que las argumentaciones del idealista escéptico y de aquellos que pertenezcan a la teoría del idealismo trascendental.
que no pueden tragar «la influencia física» representan una aprehensión Debo mencionar, por último, la posibilidad de que se discuta que lo
confusa de esta verdad: aprehensión en la medida en que en ambos se im- que he dicho que es la forma de Kant de reconciliar la negación con la
plica el rechazo de la idea de que nunca podríamos conocer que las causas afirmación de la existencia distinta de los cuerpos s·ea realmente el camino
reales de nuestras percepciones son objetos existentes en el espacio y en el que sigue para efectuar esa reconciliación. Podría urgirse que cuando Kant
tiempo; y aprehensión confusa en la medida en que no son capaces de conce- declara que los cuerpos son en nosotros una clase de representaciones,
bir otro status para los cuerpos que están en el espacio y en el tiempo no quiere negar con esto que, incluso en términos del esquema del idealis- f;
excepto el de existiendo independientemente de nuestras percepciones. E11 mo trascendental, disfruten realmente de una existencia en el espacio dis-
esta perspectiva, las argumentaciones no sólo plantean pseudo-problemas. tinta de la existencia de las percepciones que de ellos tenernos. Simplemen-
Más bien, se encarna et1 ellas la confusión de los dos esquemas conceptua- te trata de afirmar que su existencia ·en el e~pado es el resultado de la
les, el crítico y el empírico. Esta confusión natural constituye, en sí, un afección de las cosas en sí sobre el sujeto trascendental. Parece casi dema-
problema real, que se soluciona separando ambos esquemas y reconociendo siado obvio corno para argumentarse que esta no es la perspectiva de
que cada uno tiene su propia validez. Kant. Ninguno de los poderes de resolución de problemas que él adscribe
Debemos, a continuación, plantearnos la pregunta más importante de a la tesis de que los cuerpos no son cosas en sí podrían lejanarnente pare-
cómo queda la situación del «realismo empírico» una vez que rechazamos cer que pertenecen a esa tesis según esta interpretación. Lo que es más, la
las teorías del idealismo trascendental. Es evidente que queda transforma- tesis generaría problemas por sí misma. Por ejemplo, tendríamos que con-
da. Debemos valorar en sus propios méritos la argumentación analítica de testar la pregunta de si nuestras percepciones de los cuerpos en el espacio
las conclusiones sobre la necesaria estructura de la experiencia. Si acepta- son el producto directo de nuestro ser afectados por las cosas en sí, o si son
mos la conclusión de que la experiencia implica necesariamente el conoci- el producto de nuestro ser afectados, en nuestra constitución empírica,
miento de objetos, concebidos como existentes en el espacio y ,en el tiem- por los cuerpos que están en el espacio. La primera respuesta requeriría
po e independientes de cualquier estado concreto de conocimieñto que de la tesis de la armonía preestablecida, que Kant rechaza explícitamente,
ellos tengamos, debemos aceptarla sin reserva alguna. Carecemos de cual- mientras que la segunda requeriría que tuviésemos conocimiento de las
quier norma o esquema extraño en base al cual podamos dar un sentido causas reales de nuestras percepciones, tesis que también rechflza de forma
esotérico a la pregunta de si existen realmente tales objetos, ya que debe- explícita.
mos concebirlos empíricamente como existentes, independientes de nues-·
tras percepciones. La pregunta sólo puede entenderse en el sentido del.
esquema mismo al que nos vemos confinados y en ese sentido sólo admite
una sola respuesta que es un lugar común. El logro filosófico consiste en
234 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 235
cir, ningún tipo de conocimiento que dependiese de las facultades que
son afectadas por un objeto independientemente existente fuese el cono-
7. Conceptos formales y significatividad: experiencia y realidad cim~ento de cosas t~l como son ~n sí. Podríamos, ciertamen~e, decirnos que
pudiera haber un tipo de conocimiento en el cual la sensibilidad no jugase
Entre las teorías que, conjuntame~te, f?rman la metafísica del idealis- 1 ningún papel, e? el cual el entendim_iento se diese su propio objeto; y po-
mo trascendental, no hemos hallado aun, m hallaremos, una que nos plan- demos mtroducir el nombre de <<noumenos» para los objetos de tal intui-
teemos preservar y explicar. Pero hay una o dos verdades que quizá pue- ~ ción intelectual pura. Pero no podemos entender en absoluto de lo que
dan considerarse en una vaga analogía con esas teorías, y que puedan, '. hablamos cuando decimos esto. No podemos concebir de ninguna manera
quizá, escucharse como sus callados ecos. Y donde mejor pueden verse u ; tal tipo de intuición, o al entendimiento capaz de tenerla. Los conceptos
oírse de esa1 manera es en relación con los temas del capítulo titulado Fe- , puros de nuestro entendimiento, las categorías, siguen siendo inútiles e
nómenos y Noúmenos. j inoperantes a no ser que se les suministre, de alguna otra parte el mate-
La estructura del capítulo es muy simple. Comienza con una enfática ! rial para su aplicación, a través de la sensibilidad, a través de n~estro ser
formulación del principio de significatividad. El uso de los conceptos en. 1 afectados por las cosas como son en sí, de las cuales, dado que sólo las
juicios implica esencialmente el pensamiento de su posible aplicación a ·; conocemos cuando somos afectados por ellas, seguimos sin saber nada.
objetos, y últimamente a objetos que son, ellos mismos, conceptos. Las , No sería rentable el proseguir con Kant la lucha de su pensamiento
condiciones generales de la aplicabilidad de los conceptos a los objetos hacia el hondo y misterioso terreno que aquí se ha insinuado. Podemos
implican ·esencialmente las condiciones generales de nuestro conocer los ' recordar la ansiedad que Kant desplega, cuando los intereses de la mora-
objetos, es decir, implican nuestros modos de intuición. Nuestro modo : lidad Y de la religión alcanzan un punto máximo en su mente cuando trata
de intuición es sensible y espacio-temporal. Conocemos, en la experiencia, ; de matizar la teoría de que no podemos tener conocimiento ~lguno de los
los objetos bajo 'las condiciones del espacio y del tiempo. No podemos ' objetos suprasensibles por medio de las categorías con la pretensión de
despojar a nuestros conceptos de estas condiciones de su aplicación a los ~ que, sin embargo, pensamos legítimamente tales objetos en términos de
objetos y esperar, al mismo tiempo, que preservemos su uso significativo al l~s categorías. Y podemos preguntarnos extrañados cómo puede reconci- til
recordar, o avanzar, el conocimiento de objetos. Los conceptos sólo tienen ' liarse esta pretensión con la teoría del presente capítulo, y con la Nota
un uso tal al aplicarlos a objetos de la experiencia posible. Debemos, por . que le sigue, en la que se dice que los objetos de una intuición no sensible f.Z"
encima de todo, recordar que esta verdad también lo es para las catego- no podrían conocerse en absoluto por medio de las categorías 173 , que estas
rías, esos conceptos puros del entendimiento que le aseguran al contenido . no s·erían «apropiadas pata» 174 , o «válidas con respecto a» 175 , tales obje-
de la experiencia esa unidad sin la cual sería imposible la referencia ob" tos. La pretensión que expresa Kant es que aunque no podamos compren-
jetiva de la experiencia 170 • , der la posibilidad de la intuición no sensible, la idea de tal intuición y de
Pues, prosigue Kant, «estamos sujetos a una ilusión de la que es difícil · sus objetos no sensibles, nouménicos, está libre de contradicción 176 • Pode-
escapat» 171 en relación con las categorías. En cierto sentido, las categorías ' mos también extrañarnos por lo que a la pretensión se refiere cuando lee-
se «extienden más allá que la intuición sensible, dado que piensan los ob- mos la crítica kantiana a Leibniz, la cual se desarrolla con cierta brillantez
jetos en general sin considerar el modo especial en el que pueden darse» 172• · Y algunas ideas forzadas de esa Nota conclusiva. Leibniz era uno de lo;
Ahora bien, por toda la estructura de la metafísica del idealismo trascen- ·'.. que en mayor medida Kant consideraba había cometido el pecado original
dental nos vemos obligados a concebir los objetos. en _g~?eral, c_omo son de _la metafísica ?,ogmática. Tra~ó. de afirma~ verdades sobre los objetos
en sí, independientemente de nuestros modos de mtuic10n sensible. Por ; haciendo abstracc10n de las condlClones espacio-temporales de la intuición,
ello, estamos sujetos a la tentación, a la ilusión, de suponer que las cate- ' que son sól~ las que de hecho pueden dar algún sentido a nuestro hablar
gorías nos suministran los recursos conceptuales para llegar, por el pensa- •.sobre los objetos. Tal·como Kant señala, este intento de hablar de objetos
miento puro, a conclusiones válidas sobre los objetos tal como son en sí. ,: de un carácter puramente inteligible, y completamente no sensible tenía
La forma de corregir esta ilusión es recordar que no podemos <livor- ' la consecuencia lógica de que gran parte de lo que Leibniz dice, ;ólo es
ciar el uso significativo de los conceptos de las condiciones de co?~c!miento 'coherente en el supuesto de que no está realmente hablando de objetos, en
de los objetos a los que aquellos se aplican. Pero no hay posibilidad de cuanto opuestos a conceptos, sino de los conceptos mismos. Kant afirma
que ninguna clase de conocimiento que implicase la sensibilidad, es de- 1 173
A 256/B 311-12.
110B 249-305. 11• A 287/B 343.
m B 305. 11s A 286/B 342.
"' B 309. 11• A 254/B 310.
4~
236
·~ tos que no son conceptos), pa~a cualquier empleo
Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 237
una vez m~s q~e. requeriríamos, para cualquier conocimiento de objetos 0
ejemplificación de los
puramente inteligibles -en cuanto opuestos a los conceptos-, aquello conceptos formales en afirmaciones no lógicas. Pero esas condiciones no
cuya posibilidad no podemos comprender, a saber, una intuición no sen- est~n l~mitadas previamente por el alcance de nuestro conocimiento y ex-
sible, puramente intelectual. Podemos, más bien, preguntarnos si no será periencia reales.
algo cuya imposibilidad_ sí podemos c~mprender. ¿~ued;i;i~ acaso, sig1:ifi- Kan~ si:b:~ya que. el significado de las categorías no está restringido
car algo las palabras, smo que los ob¡etos de una mtulClon tal tendrtan por _la mtuicion sensible, dado que «piensan los objetos en general sin
tanto que tener, como no tener, el carácter abstracto que pertenece ª.los .cqnsiderar el modo especial en que estos pudieran darse». Podemos co-
conceptos _generales ~ a individuos, tan abs~ractos como los números? ~entar paralela;nente,_ c~n respecte_> a, los conceptos formales, que su sig-
Es me¡or que de¡emos estos calculas sm fruto y pasemos a tratar de . n1ficado no esta restrmgido por mngun criterio empírico que empleemos
captar aquellos débiles ecos de los que hablé. Se dice que las categorías · de. hecho en s~ aplicación o ejemplificación. Kant acompaña este comen-
«se extienden más allá que la intuición sensible, ya que piensan l?s objetos J tario con ;l ~viso. de que no debemos, por lo tanto, suponer que podemos
en general sin considerar el modo especial en el cual estos pudieran dar- · emp!ear sigmficativ~n_iente las categorías en afirmaciones sobre objetos sin
se» • Se nos recuerdan muchas características del aparato c:~tico: la ?~a·· consider?~ las cond1c1ones _de su conocimiento sensible. y nosotros pode-
177

lidad, tan seri~mente defendid~, de las facultades; la d~~uccion metafi_s1c::' mos ~m~tir 1:1na advertencia paralela: los concept?s formales no pueden
de las categorrns puras a partir de las formas de la log1ca; el paso li~- ¡ ser sigmficatiyan:ente em~leados al hacer afirmaciones no lógicas sin el
tan te ulterio~ _que se. da en el E~quematisn:o, donde ~~s categorías adquie- { empleo de critenos .empíricos para la apl~cació~ de_ otros conceptos, que
ren uso empmco y vida por medio de una mterpretacion temporal. Hen_i.?8 · dan cuerpo a las ~ph~ac10?es concretas o e¡emphficac10nes de los conceptos
visto cuántas cosas hay en todo esto que fomentan la duda. Pero tamb1en formales. que estan implicados en tales afirmaciones. El aviso kantiano
hay algo que preservar; Hay cierto número de conceptos, que podríamos hace der.ivar su urgencia de la creencia de Kant en las cosas en sí las
denominar «conceptos formales» y que comparten ciertos rasgos que son ·cuales,_ si es que son objeto de conocimiento (tal como son en sí) s~rían
al menos análogos con algunas características que Kant adscribe a las · los <;>bJ~tos de una clase especial de intuición intelectual. Los límit~s de la
categorías. Entre ellos se incluyen los de identidad, existencia, clase y per- sensibd~dad no son coextensivos con lo real. Lo fundamental de la ad- ~w
tenencia a una clase, propiedad, relación, individual, unidad, totalidad. vertencia es que ?º. debemos l?ensar que podemos cruzar esos límites y
Podemos decir que las conexiones deductivas perfectamente generales .• alc~nzar un conoc1m1ento de ob¡etos no sensibles con la ayuda de las cate- :t
y pertenecientes a la lógica formal pertenecen a la región de los conceptos gor1as. .
formales: así, por ejemplo, de cualquier formulación que exprese que un En este mo?I~nto, el eco se hace más apagado, pero no desaparece to-
cierto individuo tiene una cierta propiedad se sigue una formulación sobre . t~lmente. Los limites de lo real, cabría decir, no son ciertamente coexten-
la existencia de algo que tiene esa propiedad. Tales conceptos también se ; sivos con los tipos de experiencia sensible de los que, de hecho, disfru-
aplican o ejemplifican en las proposiciones empíricas que no pertenecen a la · tamos. No debemos. s1:1poner que la naturaleza de la realidad se agota en
lógica. El concepto de identidad se aplica en cualquier afirmación directa de ' las ~lases de conocimiento qi;e de ella tenemos. Suponer esto sería in-
identidad; los conceptos de individual y propiedad se ejemplif~can en ~ual- cumr en i:na clase de do~mattsmo restrictivo tan injustificado, a su modo,
quier formulación que exprese que un cier~o i?,divid~o esl?e~ifi~~do tiene.' como el hii:cha?o dogma,r1~mo que preten?~ un. conocimiento que trascien-
una cierta propiedad. Es evidente que la aphcac1on o e¡emphficac10n de los ' de la expenenc1~. ?ste ultimo pretende, m¡usttficadamente y a priori, ex-
conceptos formales en las proposicion~s empíricas da paso a la ~x~stencia ; tend:r ;l .conoc1m1ento más all~ ?e ~a experienc~a ..El primero pretende
de criterios empíricos para la aplicado~ de otros conceptos e~pi~ic?s no ; a prtort: i.gualment~ de forma .mii:st1ficada, restrmgir la realidad dentro
formales, como, por ejemplo, de propiedades o de _cla~es de i~~viduos: ; de los h~ttes del tipo d~ exp:nencia que ~e hecho tenemos.
Pero no podemos especificar por adelantado qué criterios empmcos son Es evidente q1:1; no mcumm~s en el. n:1smo tipo de divorcio como el
permisibles en la a~licación y ejemplifi~ación de _lo~ co.r:ceptos formales en; que ,Kant esta~lec10 e1?-tr~ la realidad ob¡etiva tal como es en sí, las cosas
afirmaciones no lógicas. No podemos imponer hmitacion alg~i;ia por acle- en si,. Y la realidad ob¡~ttya tal como l~ conocemos, las cosas tal como las
lantado a las posibles analogías formales que pueden permit1~ el uso ~ ' exp~rimentamos, al resistirnos a ~ste tlp? ?e dogma~ismo restrictivo, per-
ejemplificación de los conceptos formales en maneras que previamente ru · ~!tiendo que ~l c~ncepto. de reahda? ob¡et1va se extienda más allá de los
habíamos soñado. Deben existir condiciones, directa o indirectamente rela-, hpos de. ~~perienci~ .sensible que disfrutamos. Al negarnos a someternos
donadas con lo que Kant llama intuición (es decir, conocimiento de obje-3 ala pos1cion .dogmat1ca de que, aunque no conocemos todo, conocemos al

'" B 309.
_menos to~o tipo de cosa que realmente existe, no negamos que conocemos
)""' de crert" da.e' mpecto a ciert" cl"" de co'" que realmente exfa- J. -
238 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 239

ten. Lo que hacemos, por ejemplo, es reconocer con modestia que igual la realid_ad no está limitada por los tipos de experiencia sensible que de
que sería absurdo que el ciego negase que las cosas que experimenta po- hec~o disfrutamos n~ deja abierto ningún campo ulterior que el de las
seen un cierto tipo de propiedad que él no puede experimentar, así sería teon~s basadas empíricamente (o de la pura ciencia formal), para el uso
igualmente absurdo que los que ven negasen la posibilidad de que con un f~~ufero de los conceptos formales. El modesto concepto, con el que sus-
equipamiento de órganos sensitivos más rico podrían, ellos también, des- . titmmos el de lo nouménico, tiene realmente el carácter negativo que Kant
cubrir propiedades de los objetos de los que, tal como están las cosas, no ; recl~ma p~ra este último. Significa simplemente: aquellos aspectos de la
pueden formarse concepción alguna. Es una verdad conocida que según realidad, s1 es que hay alguno, de los que no tenemos concepción alguna
la ciencia avanza se reconocen nuevos tipos de propiedad y nuevos tipos tal como están las cosas. '
de entidades in?ivi?uales. (A vece~, ~unque no siempre, exp~~samos tales J:>odemos encontrar que es más realista, en lugar de las reflexiones
res·ultad~s ~n. termmos de descu~nmrento sobre la composic~on y estruc- kantianas ~obre la naturaleza del «entendimiento puto», y es ciertamente
tura de mdividuos comunes.) Sena, de nuevo, absurdo sugenr que descu~ menos peligroso considerar los conceptos formales emergiendo en toda su
brimientos de este tipo no pueden volver a ocurrir simplemen~~ porque . gen~ralidad ili~itada, como resultado de una analogía y ex~ensión pro-
no nos . podemos hacer, en el momento presente, una concepcion so~tf .. gresivas a partir de los paradigmas básicos de la experiencia. Sin embar-
e~los. N.i tampoco pode~os suponer que el r~cha~o del dogmatismo r~stric- . go, en el reconocim~en_to de la ilimitada generalidad de los conceptos for-
tivo ?eia la puerta a?ier~a en .est~s dos direcciones b.a:tante esp~cificas, . males, en el reconocimiento complementario de que el concepto de realidad
sugeridas en la experiencia ordmana y en la construcc10n de teonas. No ~.· debe extenderse más allá de los límites de nuestra experi'e11 i· 'bl
· d , l · ·1 'b'l'd d · l
tene~o~, m P? emos tener r.a;on a guna P.ara neg~r .ª prtort a posi i i a : rea, en las advertencias contra suponer que estos dos reconocimientos le
e a sensi e
de distintos tipos de revelac10n de la realidad ob¡euva para los cuales no . abren un terreno a la metafísica en estos podemos si queremos r l _
, ·1 1 , d , .. d . . '
tenemos 1a f aci ana ogia e un nuevo organo sensitivo o e una nueva nos paralelismos ni pretenciosos ni litigiosos con algunas tesis q . p t _
' ' ve a gu
, cient1
teoria · 'fi ca. (N'i tenemos, evi'dentemente, razon , a1guna para afi rmar : necen a la metafísica del idealismo trascendental. ue er e
esa posibilidad.) Lo único en lo que podemos insistir es que cualquier as- · Debemos añadir. por 'lti' 0 1 f l ·, K h d
. d e l a rea l'd
pecto. u l tenor i ad que pue d a aparecer deb e estar en cierta
. for- , principio
. . . que subyace ' a esta
u m d ' que · a ormu
ert d ac10n
· ·, que
d l ant diace. el ;¡~
, . d ll a v encia, su escripcion e as con nones
ma sistematlcamente conecta o con aque os otros aspectos que· ya cono- .. para afirmar si'gnr'ficati'v ame n t e a1go sob re 1os ob'¡etos, o sob're los aspectos
cemAosd. . . d l'd d b' . . . d de la realidad, es burda y estrecha. Esa descripción se desarrolla siempre :Z"
mltlr que este concepto e 1a rea i a o Jetlva 1imita, e esta ma- t, · d 1 'd d d . . .,
neta las pretensiones de que la experiencia sensible real (y la teoría que ; en ermdmos ef ª necesi ª e un modo de zntutcton del objeto o del as-
, se basa) sea «coextensiva
en ella . con lo rea l » es como ya h e sena
- l ad o algo . pecto.' e una . . en 1a cual este nos .es dado · Estas oraci·ones sugieren
orma ·
. . d l · , 1 · 'd l
muy distmto a a optar a concepc10n rnntiana e as cosas en si. , y' esta .' la existencia de dificultades
. . ! como ' por e1emplo'. sobre enti'd ad es «mo
falta de analogía se extiende a la concepción del papel que juegan los con~ · vables». de la cie1:1cia. P:i~iera trazarse una pos.ible respuesta, en base al
ceptos formales y las categorías respectivamente en relación con esas dis- pensam~ento kantiano, ~iciendo que en la, medida en q~e esas e?tidades
tintas ideas limitantes de do real». Como ya hemos visto Kant niega que se connban como espacio-temporales, caeran, por eso mismo, ba10 el al-
· b ser-
¡ i

ias categorías sean aplicables a lo nouménico, a lo real c~mo objeto de la ( canee de lo que Kant refiere como ~u.estros modos de intuición sensible.
intuición no sensible. Algo muy distinto sucede con la relación de loii'; E~te tema rara vez aparece en la Crz~tca· y, por lo que ª.las palabras del
conceptos formales al modesto sustituto que se concibe para lo nouméni- ' mismo Kant respecta, par:cen sug;~ir una respuesta diferente. Cuando
co. Admitir esta modesta concepción es, simplemente, rechazar la negación trata el tema de la «materia magnetica», que sabemos «invade todos los
dogmática de la posibilidad de conocimienfo de nuevos tipos de indivi- . ~;rpos», ~ecuer?a un, ~oco a 1:ocke cuando ~e lamentaba de que no tu-
duo, propiedad y relación, de nuevas aplicaciones del concepto de identi- : v::semos º}ºs microscopicos: «S~ nuestros sentidos fueran más sutiles, tam-
dad. Es, precisamente, ver que esos conceptos formales tienen posibilidad: bien lleganamos ei: la experiencia a tener una intuición empírica inmediata
178
de admitir su uso 0 ejemplificación en formas nuevas en el seno de las; d~ ella» • Es declt, se supone que los temas en cuestión son en principio
proposiciones no lógicas. ' d1rec~amente obs~rvable~. Ningui:o de los dos tipos de respuesta parece
Resta un punto de analogía. La preocupación fundamental de Kant en\ especialmente satisfactorio. Por ejemplo, el concepto de ubicación espacial
este capítulo es insistir en que la necesaria admisión de una realidad que parece tener poca relación con las entidades de la psicología profunda; y
trascienda la experiencia sensible no abre terreno alguno para la metafí, por lo que a la observación directa concierne, las preguntas sobre qué es
sica trascendente, aunque a ello pudiera inducirnos el carácter abierto de,
los conceptos puros. De manera similar, el admitir que la concepción del ,,. A 226/B 273.
16

1
.L, ...
240 Los límites del sentido La metafísica del idealismo trascendental 241

lo que hemos de tomar como tal o si algo lo es, parecen con frecuencia o que la experiencia tiene tales y cuales características generales? Podemos
decidibles de una manera un tanto arbitraria o fuera de lugar. contestar que esta es sólo una forma abreviada de decir que no nos pode-
Así pues, la pregunta de cómo debemos describir esa condición del uso mos formar una concepción coherente o inteligible de un tipo de experien-
significativo de los conceptos, que se expresa vagamente diciendo que de- ¡ cía que no muestre tener esas característkas. Pero una formulación más
ben emplearse de tal manera que tengan aplicación a la experiencia posi- cuidada plantea preguntas ulteriores. ¿Si no podemos, cómo puede ello
1

ble, requiere una respuesta más completa que las que Kant nos ofrece. Yo explicarse? ¿Y por qué tipo de argumentación puede mostrarse que una
no trataré de contestarla. Pero pueden indicarse las condiciones principales característica concreta tiene este carácter de elemento indispensable en
que debería satisfacer una descripción más completa. Deberíamos empe- ~ cualquier concepción que de la experiencia nos podamos hacer? ¿Cómo
zar señalando que no hay mucha dificultad en explicar lo que queremos l puede probarse este tipo de indispensabilidad?
decir por criterios de observación para la aplicación de muchas clases de ~· Si alguien preguntase en general por qué tiene que haber límites én
conceptos que ya están establecidos y no ofrecen problema alguno. Po?e- '. lo que pudiera concebirse constituye una experiencia posible, pensaríamos
mos, a continuación, subrayar que para que un concepto (o una extensión : que su pregunta es absurda. Pues equivaldría a preguntar cómo puede ser
de conceptos) que acaba de introducirse y que sea problemático yu;d¡1 ; ,posible decir «La experiencia podría ser así. .. » y continuar enlazando in-
usarse significativamente es necesario que sea posible formular o mdicar , coherentemente un chorro de palabras. Así, cualquier pregunta que se
los tipos de situaciones observables en las cuales tenga aplicación ese con- plantee por qué hay límites en cualquier concepción coherente que nos po-
cepto, lo que no es lo mismo que decir que sus objetos deben ser obser- damos formar de la experíencia debe preguntarse por qué existen este
vables. Y es ulteriormente necesario que su aplicación en una situ~ción , límite o aquel. Y podemos ver, ahora, que tal pregunta no hace sino plan-
tal tenga consecuencias o implicaciones que no sean un mero duplicado . tear lo mismo que lo que se pregunta en relación con las argumentaciones
de las de otros conceptos no problemáticos y establecidos. La tentación. y los tests, pues es evidente que carece de sentido la idea de que pudié-
radica aquí en decir «consecuencias o implicaciones sometibles a test», Y semos considerar hechos ajenos totalmente a la· experiencia en búsqueda
esta adición, aunque exija una clarificación ulterior, está sin .duda en el de una explicación de la existencia de este u otro límite. (Y esta es la ra-
camino adecuado, al menos mientras nos refiramos a co?ceptos que .deno- zón por la que podemos rechazar simplemente el «modelo» de Kant, de-
minamos científicos. Pero quizá también se puede decir que ampliamos · jando aparte el hecho de que sus argumentaciones no descansan en él.)
nuestro conocimiento del mundo al aprender a verlo como. nue~o, al ex- Nos queda la pregunta que se refiere a la clase de argumentación, o test, .
·¡
tender o modificar nuestras clasificaciones, en maneras Y direcciones con . por la que se puede mostrar que ciertas características son indispensables
los que la ciencia natural tiene poco que ver. Y entoi:ces las cor:seci:en- ! en cualquier concepción coherente que de la experiencia nos podamos
das se relacionarán más con la naturaleza de nuestra mi.sr:i~ experiencia Y : hacer. fodemos señalar, para empezar, que nos referimos a la experiencia
con las conexiones que en ella hacemos que con la posib1l_idad de cu.ales- extendida temporalmente de entes pensantes o conceptualizantes. Esta con-
quiera tests que pudiéramos hacer de resultados confirmatorios o negativos .. cepción se llena, adquiere contenido, por la referencia a características
generales de nuestra experiencia real las cuales aparecen en relaciones de
dependencia progresiva o mutua. Procedemos, así, desde la necesidad de
8. Conclusión: la estructura de la experiencia la puntualización a la autorreflexividad de la experiencia, hasta la obje-
tividad y potencialidad de la autoconciencia, hasta la distinción entre rela-
Entrelazada con otras teorías del idealismo trascendental, y dependien- ciones de tiempo objetivas y relaciones de tiempo entre las experiencias
te de ellas, encontramos esa otra hebra de la teoría que a Kant le parecía subjetivas, hasta la idea de objetos concretos re-identificables, hasta la de
una revolución del pensamiento filosófico similar a la revolución coperni- la ley causal o la de la regularidad, hasta la de los objetos legislados que
cana en astronomía. Pretendía, en base a la teoría de que los fenómenos están en el espacio. El principio rector es que cualquier elemento que ya
se conforman a nuestros modos de representación, a las formas de la sen- haya sido admitido como necesario en la concepción general debe estar
sibilidad y del entendimiento, que ella sola explicaba tanto la posibili- provisto de alguna base de experiencia, debe reflejar, por ejemplo, alguna
dad de la geometría y de la matemática pura en general como la posibilidad distinción que pueda, de hecho, ser trazada en el seno de la experiencia.
de todo el programa, desa'rrollado en la Analítica, que establece la estruc- Si el principio rector se admite y se admite también alg~na característica
tura necesaria de la experiencia. concreta al suministrar alguna base como las que se admiten que son ge-
Y a hemos discutido brevemente y negado la última parte de esta pre'. neralmente necesarias entonces la necesidadp de esa característica concreta
tensión de Kant. Pero pudiera parecer que ese rechazo nos deja al menos sólo puede ~er eficaz~ente amena.zada si se nos hace corri.pr;i;~er la posi-
una respuesta incontestada. ¿Cómo es posible, después de todo, probar bilidad de que exista una alternativa ante ella. Pero esta posibilidad queda
fy~'

242 Los límites del sentido

minimizada al maximalizar la generalidad de la formulación de las con-


diciones y al mismo tiempo al introducir la vaguedad en esa formulación,
lo que está en marcado contraste con la estricta universalidad de algunos
de los principios del propio Kant. Sin embargo, como ya hemos indicado
de manera suficiente, se pueden amenazar eficazmente algunos puntos, so-
bre todo los que refieren a la espacialidad como comúnmente la entende-
mos, y a la unicidad de la estructura duradera de lo objetivo.
Podría preguntarse si, acaso, la, empresa no podría llevarse más allá QUINTA PARTE
de hasta donde llega. Y también si acaso Kant no estaba en un error al
separar tan radicalmente el lado cognoscitivo, o «especulativo» de nuestra
naturaleza, del activo o «práctico». Quizá habría que contestar afirmativa-
mente a la primera pregunta, y a la segunda que sin duda Kant incurrió
en error. He intentado mostrar lo que Kant consiguió y cómo pudieran
LA TEORÍA KANTIANA
modificarse sus argumentaciones y conclusiones de forma que fuesen más
aceptables. Y el que llevase a cabo la tarea bajo obstáculos que él mismo DE LA GEOMETRÍA
se impuso, aunque no es algo de lo que nos debamos alegrar, hace aún
más extraordinario que consiguiese tanto.
Pero, podría objetarse como conclusión, con seguridad nosotros tene-
mos una concepción mucho más amplia y menos restrictiva de una expe-
riencia posible en general que la que aquí se nos permite, incluso acerca
de una experiencia extendida temporalmente de un ser capaz de concep-
tualizar. Con seguridad, es absurdo el pretender que las ideas que se han ¡~

enumerado como pertenecientes a cualquier concepción coherente de la


experiencia entran en realidad, incluso aunque sólo sea implícitamente, en ti
todas las experiencias. ¡Con seguridad los bebés y los animales no huma-
nos tienen experiencias! Nadie lo niega. Pero debemos plantearnos lo que
pensamos, lo que debemos pensar de las experiencias de estas criaturas, y
no tenemos otra forma de hacerlo que en una analogía simplificada con las
nuestras. Cualquier adscripción de experiencias a animales que podamos ha-
cer implica el pensar que perciben este o aquel tipo de cosa, reconociendo
este o aquel individuo, intentando esto o aquello en relación con tales cosas.
Cualquier descripción que podamos dar sobre su experiencia, cualquier idea "
que sobre ella podamos considerar, debe realizarse en base a conceptos deri-
vados de los nuestros. Podemos decir, si queremos, que tales adscripciones
deben tener, en estos pensamientos, un sentido confuso, atenuado, o dismi-
nuido. Pero debemos admitir que no podemos decir· qué sentido es este.
Como mucho podemos basarnos en atenuados recuerdos de nuestros pro-
pios estados de confusión. Pero lo inadecuado de este recurso se hace
patente cuando reflexionamos que es absurdo decir que un animal sano
está, en circunstancias normales, confuso.
Debemos, en esta cuestión, contentarnos con conocernos a nosotros
mismos. Carecemos de palabras para decir lo que sucedería si ellas nos
faltaran.

___J
.,,.,
J.

',,
'

La teoría kantiana
de la geometría
No haremos surgir de nuevo, en esta última parte, los grandes temas
que en páginas anteriores han sido tratados a lo largo de este libro. Las lí-
neas que siguen son en realidad un apéndice, y su intención os cumplir
una promesa que hice en la Segunda Parte: valorar la teoría kantiana de
la «intuición pura» como fuente del conocimiento de la geometría y mos-
trar su conexión con la teoría del espacio del idealismo trascendental. Vi-
mos que, en lo que a la Estética Trascendental tocaba, la teoría de la sub-
jetividad trascendental del espacio no encontraba otro apoyo que el que
le suministraba el argumento de la geometría.
l
¡~¡!

1. La teoría y sus críticas '"

Es más fácil formular el argumento kantiano de la geometría que en-


tenderlo. La Geometría, dice, nos ofrece un cuerpo de proposiciones en
las que se combinan algunas características de las proposiciones empíricas
con otras de las proposiciones analíticas, pero que ni son analíticas ni son
empíricas. La experiencia, la intuición empírica ordinaria, puede suminis-
trar una base para proposiciones que enlazan características que no están
·'5 analíticamente conectadas, es decir, para proposiciones sintéticas. Pero ta-
les proposiciones, así basadas, no tendrán el carácter de proposiciones
necesarias. Por otro lado, sólo afirmando lo que no puede ser negado sin
contradicción podemos obtener proposiciones necesarias; pero sólo propo-
siciones necesarias que afirman conexiones analíticas, es decir, sólo proposi-
ciones que no son sintéticas. Las proposiciones de la geometría combinan
el carácter de sintéticas y el de necesarias, de ahí que ni son analíticas ni
están basadas en la intuición empírica. ¿No deberán, acaso, su carácter sin-
tético al estar basadas en algún tipo de intuición sensible, y su carácter
necesario a que este tipo de intuición es no empírico? Kant pretende que,
. , si aceptamos la teoría de la subjetividad del espacio como una mera forma
:1 de intuición que pertenece a nuestra constitución cognoscitiva, entonces
no hay dificultad alguna en ver que tal clase de intuición espacial puede
246 Los límites del sentido

existir y cómo las proposiciones sintéticas que produce se aplican con toda
necesidad a los objetos espaciales ordinarios de la intuición empírica.
l La teoría kantiana de la geometría 247

asignado una interpretación empírica a esas expresiones. Así, por ejemplo,


una interpretación física ordinaria de la «línea recta» es el camino de un
Tenemos entonces, las palabras «intuición no empírica»; y tenemos la rayp ~d~ 11;1z.~11 un medio homogéneo. Pero una vez que se le asigna a las
imagen de la mente buscando en sí el medio en el que deben aparecer ante intMp'i-'tt'J'cióiies no lógicas de un sistema geométrico una interpretación
ella los objetos, y determinando a partir de esa inspección, independiente- física, la pregunta de si sus axiomas y teoremas son verdaderos se con-
mente de la manifestación real de los objetos, verdades que deben valer vierte en una cuestión empírica, fáctica, que se resuelve por la experimen-
para cuando estos aparezcan. Pero no es fácil asignarle ni a estas palabras tación, medida y observación. Los axiomas y los teoremas son proposicio-
ni a esta imagen un sentido claro. nes sintéticas, pero no necesarias.
La mayoría de los críticos modernos de Kant dirían probablemente Una variante de la perspectiva positivista permite, ciertamente, un
que es perder el tiempo tratar de darle un sentido claro a esas palabras camino por medio del cual poder asegurar, si es que estamos suficiente-
º a esa imagen. Ambas, dirían, se invocan para suministrar una solución mente dispuestos, el carácter de proposiciones necesarias a los axiomas y
a un problema que no existe realmente: el problema del carácter necesario ' teoremas. Si una observación contradice un teorema de nuestra geometría,
y sintético de las. proposiciones de la geometría. Y el problema, desde esta. .siempre podemos encontrar la falta en otro lugar distinto a ese teorema.
perspectiva, no existe porque en la medida en que haya proposiciones ne- Podemos decir, por ejemplo, que nuestros instrumentos de medida tienen
cesarías de la geometría, soi;i en realidad verdades de la lógica, y sólo inci- un defecto o que nuestro uso de ellos es inadecuado, de tal forma que haya
dentalmente de la geometría. Y aquellas proposiciones que son tanto sin- que anular la recalcitrante observación; o podemos decir que, al contrario
téticas como esencialmente geométricas, no son verdades necesarias en , de lo que asumíamos cuando hicimos las observaciones, lo que creíamos
f
absoluto, sino hipótesis empíricas referentes a la estructura del espacio ' eran líneas rectas, por ejemplo, eran curvas, por alguna influencia deforma-
físico, sujetas a la confirmación empírica. dora, de tal manera que nuestras observaciones no contradicen el teorema,
No parece que haya ninguna duda en que estas perspectivas son, al etcétera. Si adoptamos este camino sin estar dispuestos a contemplar cir-
menos en gran parte, correctas. Sin embargo, no está del todo claro que , cunstancia alguna bajo la cual debiéramos abandonarlo, aseguramos cierta-
justifiquen un rechazo tan abrupto y total de la teoría kantiana de la geo- · ·mente la necesidad de nuestros axiomas y teoremas; pero esto sólo sucede :;
metría. si cualificamos nuestra anunciada interpretación física de las expresiones
En aras de la brevedad, hablaré de la perspectiva anti-kantiana que no lógicas con la regla de que nada en absoluto puede tomarse como fal- ...
acabo de resumir como «la perspectiva positivista». _Ya me he referido a sificación de' los axiomas y teoremas. Algunos podrán decir que esta forma
una manera en la que se permite, en esta perspectiva, que las proposiciones de garantizar la necesidad de las proposiciones de la geometría es una for-
que pueden denominarse «geométricas» pueden, a la vez, considerarse ne- ma de hacerlas analíticas. Queda claro que, tanto si decidimos aplicar la
cesarías. Esto nos lleva al hecho de que en un sistema geométrico riguro- palabra «analítico» de esta forma como si llamamos a esto una necesidad
samente formalizado, los teoremas se deducen por métodos lógicos de los convencional, la necesidad así garantizada no exige ninguna clase especial
axiomas o postulados. Esto es algo que también Kant afirma, aunque de ma- , de intuición: sólo la determinación, unida a la fertilidad en la imaginación
nera no del todo satisfactoria, cuando dice que todas las inferencias mate- de descripciones alternativas en casos difíciles.
máticas proceden de acuerdo con el principio de no contradicción. Tiene i Aceptar la explicación positivista de la geometría es negar la existencia
como consecuencia que las proposiciones hipotéticas que corresponden a to- ·' del problema kantiano y quitar así el principal apoyo de su teoría de la
dos los pasos que se dan en tales deducciones son proposiciones absoluta- intuición a priori. Deberíamos diferenciar, como no siempre se hace, entre
mente necesarias y, de hecho, y en la medida en que se trata de su n.ecesidad, la aceptación de esta explicación y llamar meramente la atención sobre la
son proposiciones de la lógica pura. El hecho de que la prótasis y apódosis ' existencia de geometría no euclídeas coherentes. Dado que Kant sostiene
de estas proposiciones hipotéticas sean proposiciones geométricas, nada tiene que no hay contradicción alguna implícita al negar los teoremas y axiomas
que ver con su necesidad. ¿Cómo queda, entonces, el status de los axiomas de la geometría euclídea, un kantiano puede admitir coherentemente la
y teoremas mismos, en cuanto distintos de las proposiciones hipotéticas existencia de geometrías no euclídeas coherentes. Lo que no puede admitir
que los conectan? Según la perspectiva positivista, hay dos formas de con- es que haya una posibilidad de que tales geometrías encajen en el espacio
siderar los axiomas y teoremas. Podemos, en primer lugar, considerarlos físico. Pues, por ser kantiano, mantiene que la estructura del espacio físico
como fórmulas de un cálculo no interpretado, es decir, aquel en el que es necesariamente euclídea. Y lo que niega precisamente la perspectiva po-
no se le asigna ningún significado a las expresiones no lógicas. En este . , sitivista es que esto sea necesario (excepto, como mucho, si es una nece-
caso, no tiene lugar la pregunta sobre su status como proposiciones, por- ' sidad convencional). No hay duda que un kantiano decidido se negará a
que no son proposiciones. Podemos, sin embargo, pensar que se le ha impresionarse con una mera perspectiva filosófica que contradiga la suya
248 Los límites del sentido
:.,
...
~

....

La teoría kantiana de lct geometría 249


(

propia. Pero cuando pasamos de la filosofía a la física, es probable que '' mino de un rayo de luz, o, en la misma línea, una línea dibujada sobre un
hasta el kantiano más decidido quede sacudido. Pues, de acuerdo con la papel con una regla y un lápiz afilado. Kant pensaba que las proposiciones
física moderna, parece que la posibilidad de que el espacio sea no euclídeo ·" de la geometría euclídea eran verdades sobre los objetos físicos de la in-
es al menos algo más que una mera posibilidad. Dado un cierto acuerdo tuición empírica. Pero era muy firme su creencia de que no era necesario
en la interpretación física de las expresiones no lógicas de la geometría, recurrir, o incluso considerar, tales objetos físicos de la intuición empírica
los hallazgos de la astro-física se acomodan con más facilidad a un uso . de cara a asegurar la verdad de las todavía espacialmente significativas pro-
de la teoría geométrica del espacio incompatible con el conjunto de teore- "J posiciones de la geometría euclídea. Podríamos, ciertamente, y con gran
mas y axiomas euclídeos que a una decidida adhesión a la teoría euclídea. ventaja, trazar líneas en un papel (con o sin regla) en el desarrollo de una
Lo cual, evidentemente, es un resultado muy coherente con el hecho de que demostración de geometría. Pero los objetos de la intuición empírica que
la geometría euclídea suministra un análisis bastante exacto del espacio se nos ofrecen, de esta manera, no son los objetos esenciales de este tipo
físico de distancias menores de las que investiga la astro-física. de actividad; simplemente están ahí para suministrar un apoyo a la acti.-
¿Por qué mencionar al kantiano decidido y a los hechos que pudieran vidad esencial de la intuición pura cuyos objetos no son en absoluto físicos.
hacer temblar su determinación? Dejando al margen tales hechos, la pers- ¿Qué son, pues, los objetos, espaciales pero no físicos (no determinables
pectiva positivista puede muy bien parecernos comprensible y plausible,· físicamente) de la pura intuición externa?
mientras que podemos dudar que la perspectiva kantiana tenga incluso la ,,. Una forma de acercarnos a la respuesta de esta pregunta es recordar
primera de estas características, sin la cual difícilmente tendrá la segunda. que Kant decía que no importaba si «la construcción de un concepto [es-
Merece, sin embargo, la pena mencionar al kantiano decidido porque la pacial] en la intuición pura» tenía lugar con la ayuda de un dibujo sobre
perspectiva positivista olvida ciertos rasgos de la situación que Kant ana- un papel, o simplemente en la imaginación. La imaginación visual no nos
liza. Y son estos rasgos los que explican la existencía de un kantiano de- puede ofrecer figuras físicas, pero sí lo que denomino, a falta de una
cidido, aunque no le justifiquen en sus pretensiones fundamentales. Tra- mejor expresión, figuras fenoménicas. (Es importante señalar que no uso
taré de exponer estas características, primero sin mucho detalle y de una la palabra «fenoménico» en el mismo sentido que Kant en la Crítica, don-
manera ciertamente expuesto a críticas. Posteriormente mencionaré algu- de también podría aplicarse a los objetos físicos). Las rectas que son ob- ¡;¡
nas de estas e indicaré cómo pueden tratarse. jeto de la intuición pura no son rectas físicas, sino, quizá, fenoménicas. ¡
No son objetos físicos, o unos bordes físicos, que cuando los vemos parecen ,.1
1

rectos. Son, más bien, precisamente las apariencias mismas de las cosas
2. Geometría física y geometría fenoménica cuando, y en la medida que, parecen rectas. Si disponemos de cierta for-
ma unas rectas, pueden parecer un triángulo. Pero lo que constituye al
Consideremos de nuevo los dos caminos que tiene la perspectiva po- triángulo objeto de la intuición pura no son esas rectas, con esa disposi-
sitivista de abordar los axiomas. y teoremas de la geometría, dejando al lado ción; más bien, es la apariencia triangular que tienen, el triángulo feno-
el convencionalismo, tal como lo he descrito, que es algo ciertamente aje- ménico que presentan, lo que es objeto de la intuición pura. Si es que
no al pensamiento de Kant. Podemos considerar, desde esta perspectiva, puede existir tal cosa como un sistema que ni es un cálculo no interpreta-
o bien que los axiomas y teoremas son fórmulas no interpretadas en un do, ni una geometría física, sino una geometría fenoménica, entonces ten-
puro cálculo que no exprese proposición alguna sobre nada; o, dada una dría senth;lo decir que, en cierto sentido, es indepediente de la intuición
interpretación física, que son proposiciones sobre lo que podría denomi- empírica. ,No necesitamos, en la geometría fenoménica, en la medida en
narse en un sentido amplio objetos físicos en el espacio. Si inquirimos en que podamos imaginar la espacialidad, comprobar los resultados por medio
cuál de estas dos maneras consideraba Kant la geometría euclídea, la res- de la referencia a objetos espaciales dados por los sentidos. Por otra parte,
puesta será claramente que ninguna de ambas se adecua a su visión del ·tal geometría no carecerá de relación con tales objetos, pues el ejercicio
problema. 1 Ciertamente, nunca consideró que tales proposiciones fuesen adecuado de la imaginación produce precisamente las mismas figuras como
fórmulas nb interpretadas que nada tienen que ver con el espacio, pues las que pueden presentarse por los objetos físicos en la intuición sensible
desde el principio consideró que tenían una significatividad espacian Y, de ordinaria. (No habría, ciertamente, razón alguna para suponer que la ima-
la misma forma, es evidente que no pensó que la única forma de 4ue po- ginación es capaz de producir tales figuras fenoménicas a no ser que los
seyeran esta última característica fuese el que tuviesen una interpretación objetos físicos de la intuición sensible pudiesen presentarlas y a veces lo
física, es decir, que el significado de las expresiones fundamentales tuviese. hiciesen.) Si es que existe tal geometría fenoménica, podríamos decir con
que explicarse en términos de los objetos físicos de la intuición empírica, razón que sería primariamente la geometría de los fenómenos espaciales
objetos tan observables o determinables como una cuerda tensa o el ca- de las cosas físicas y, sólo secundariamente, si es que ello sucede, la geo-
250 Los límites del sentido La teoría kantiana de la geometría 251
·1
metría de las mismas cosas físicas. (Debemos volver a señalar que empleo acudiendo a ningún postulado, axioma o .definición explícitamente formu-
las palabras «fenómeno» y «fenoménico» en sentido distinto al de Kant, lado. Pero, no nos podemos representar ninguna figura que consideráse-
para quien los mismos objetos físicos son fenómenos.) mos adecuada con el resto de la descripción que acabamos de dar para la
Si esta idea de la interpretación fenoménica de la geometría euclídea que no valiese este supuesto. El dibujo del sentido de la descripción recha-
puede llegar a tener sentido, quizá entonces la teoría kantiana de la intui- za cualquier alternativa al supuesto que hemos mencionado)
ción pura y de la construcción de conceptos en esta, pueda considerarse, al ¿Cómo deberíamos, pues, valorar la teoría general de la geometría
menos hasta cierto punto, como una descripción perfectamente razonable expuesta por Kant, la intuición pura y la subjetividad del espacio, a la
de ella. Es mejor, para deducir el status de las proposiciones de tal geo- luz de estas consideraciones? Kant pensó que la geometría euclídea se
metría que escojamos un ejemplo. Consideremos la proposición de que sólo adaptaba. a los objetos_ físicos,. a las cosas dadas por los sentidos que están
cabe trazarse una línea recta entre dos puntos. La forma natural de conven- en el espacio. Era consciente que la verdad de sus teoremas no estaba sim-
cernos de la verdad de este axioma de la geometría fenoménica es contem- plemente garantizada por la lógica y la definición verbal explícita. Estas
plar una figura real o imaginaria.\ Cuando hacemos esto, se hace evidente que dos consideraciones le llevaron a decir que era un cuerpo de proposiciones
no podemos, ni en la imaginación ni en el papel, representarnos ningún dibu- . .sintéticas verdaderas. (Por otra parte, le atribuía a los teoremas y axiomas
jo del que podamos decir que en él hay dos. líneas que pasan por los mis- una necesidad incoherente con el hecho de que fuesen proposiciones mera-
mos dos puntos. Se solía expresar tal necesidad diciendo que t~l¡;;s axiomas mente empíricas) Así pues, parece que tenemos aquí el problema de su
eran verdades necesarias porque eran evidentes por sí mismos)(rero, esto status sintético necesario. Pero el problema tiene dos partes separadas que
dejaba el carácter de la necesidad, o de la imposibilidad, insuficientemente no distingue Kant. (Una interpretación puramente fenoménica de la geo-
explicado. Podemos explicarlo mejor d~ien~.P que los axiomas son verda- metría soluciona el prnblema de una necesidad que no sea1 meramente el
deros sólo en virtud de los significadotd1'd7Js·a las expresiones que en ellos resultado de definiciones verbales con la teoría de la construcción en la
se contienen, pero estos significados son esencialmente fenoménicos, vi- intuición pura, la cual muestra como cabe asegurar la necesidad por una
suales, y esencialmente dibujables\(Cualquier dibujo que nos podamos ha- representación fenoménica de los significados) Es esta una evidencia in-
cer del significado de «dos líneas rectas» difiere del que nos podamos hacer tuitiva con el aguijón quitado. La palabra «sintética», si estamos de acuer-
del significado de «dos líneas distintas, que pasan ambas por los mismos do en tolerarla aquí como cualificando a «necesidad», sólo significa que
dos puntos» de una forma tal que la consideramos esencial al hecho de no nos podríamos arreglar sin esta representación fenoménica de los signi-
habernos dibujado esos significados. Tales dibujos, lejos de ser aspectos ficados cuando desarrollamos esta geometría. Quizá fuese preferible utili-
no esenciales de la geometría, son muy esenciales en la interpretación fe- zar las palabras «fenoménicamente analítico», donde el adverbio cualifi-
noménica de la geometría euclídea) Jcador «fenoménicamente» cumple exactamente la misma función. (En cual-
(No parece en absoluto que 1; frase kantiana da construcción de los . quier Caso, no parece excesivo el decir que puede interpretarse la teoría
conceptos en la intuición pura (es decir, no empírica)» sea una mala des- de la intuición pura de Kant como una descripción razonable de la natura-
cripción de este método esencial de mostrar y elaborar los significados de '1 leza de la geometría en su interpretación fenoménica~
las expresiones de la geometría fenoménica. Más aún, el fijarnos en la in- Pero, evidentemente, la teoría no se presenta como una teoría de la
terpretación fenoménica nos ayuda a ver cómo era posible que se desarro- geometría euclídea en su interpretación fenoménica. Llegamos aquí· a la
llase la geometría euclídea de manera tan satisfactoria a pesar del hecho, ·1 segunda parte del problema. Kant trata de emplear su intuición de las ne-
señalado por matemáticos posteriores más rigurosos, de que tal como se :I cesidades de la geometría fenoménica para resolver la otra y más grave
la presentaba, no todos sus teoremas pueden deducirse rigurosamente por · dificultad, la creada por la aparentemente necesaria aplicación de la
pura lógica a partir de los axiomas y definiciones propuestos. Probable- geometi:ía euclídea al espacio físico. Esta dificultad, esta necesidad, son
mente, allí donde el matemático riguroso se queje de que se omite una ciertamente ilusorias. El error fundamental de Kant, del que apenas po-
premisa necesaria para la corrección lógica de una demostración o cons- ,, demos reprocharle dado el estado en el que estaba la ciencia, estaba en
trucción, el hecho sea que los significados dibujados de las expresiones que no distinguir entre la interpretación fenoménica de la geometría euclídea
1p las interpretaciones físicas de esta geometría, es decir, aquellas que
están en cuestión excluyan realmente cualquier alternativa a la verdad de
la premisa que falta. Por ejemplo, en el primer problema de los Elemen- · todavía tienen múltiples usos y que fueron originariamente empleadas
tos de Euclides se supone que una circunferencia que tiene un radio igual ·1en astrofísica y luego abandonadas. Como no hizo esta distinción, supu~o
a una recta dada, y que tiene su centro en uno de los extremos de esa . . que la necesidad que le corresponde con verdad a la geometría euclídea
recta, se intersecciona con otra circunferencia del mismo radio y cuyo cen- ¡en su interpretación fenoménica le correspondía también en su interpre-
tro está en el otro extremo de la recta dada. Este supuesto no se justifica : tación física. Pensó que la geometría del espacio físico tenía que ser la
-~i-
;

252 Los límites del sentido ,_


La teoría. kantiana de la geometría 253
misma que la del espacio fenoménico. y este misterio parece inclinarnos a . de los fenómenos. De ahí el rechazo positivista del 'aspecto fenoménico de
la sugerencia de que la ge?metría del espacio fenomér~ico encarna, por así ' la geometría euclídea. . .
decir, condiciones sólo b~¡o las, ~uales podemos cons.1derar que las cosas Ape.nas cabe conl'.iad~mente d~cir, a pesar de que este aspecto se haya
son cosas en el espacio, ob1etos fis1cos. y es,t~ sugere~cia. aparece sobre t?C1o co~':'ertido en, ~lgo sm importancia. en el desarrollo posterior de la mate-
si pensamos que consideramos un .cuerpo fisico 711. termmos. de s~ manzfes- marica Y la ft~tca'. que, c~rezca. de importancia en el ~esarrollo originario
társenos, de que nos presenta una imagen fenomen2ca'. del mismo tlpo de las de la ge?me.tr~a. sistematica. N_i tampoco podemos deetr que es inútil en
que maneja la geometría fenoménica. Si a ello ª.nadim?~ el hecho de que i los estad:os intctales de aprendizaje de la geometría. Cualquiera que recuer-
ésta es en cierto sentido independiente de los ob1e.to,s ft.s1cos dados por los de s~s anos, ~scolare.s debe recono~er que ni aprendió la geometría como
sentidos -construcciones imaginadas que cumpliran igual pap~l .que la un calculo logico no mterpretado, 111 como una teoría física axiomática sino
visión de unas líneas trazadas con un lápiz por lo que ~ los .ob1euvos de ~ como un c1;1erp? ?e verdades evidentes sobre las figuras espaciales y de las
la geometría fenoménica respecta- creo que se nos empi~a ¡usto a hac~r l c?nsecuencias logicas de.estas. verdades. Dejando al lado el aprendizaje indi-
inteligible (aunque sólo justo) que Kant pensas~, que el ong~n del ,e.spacio ; vi~~al, parece muy pl~usible el supon.er que lo que subyace _al desarrollo siste-
en su carácter fenoménico, y por lo tanto tamb1en en su caracter fisico, ~~- matico de la geometna como una disciplina matemática es la facilidad con
subjetivo, que está en la constituc.ió?. de nuestras !11entes, o,. como el ' q.ue pueden ela.borarse los ~odelos de figuras fenoménicos para mostrar un
decía, de nuestra facultad de la sensibilidad. Pero decir ,que empieza ª.ser sistema ext.ens1vo de. relaciones entre los conceptos espaciales fenoméni-
inteligible que él pensase esto no significa que lo que el pensase empiece 1 co~. No q~ie:o. sugenr con esto 9ue ~n tal elaboración estén los primeros
a ser inteligible. . . . . :· onge~es hi~toricos de la ge~1:1etrrn. Stn duda ésta le debe el comienzo de
. Dije anteriormente que la perspectlv~ po~i,uvista, aunque sea correcta su existen~ia. a la preoc_;ip~c10n h_:-iD?ana por las mediciones de la tierra y
en un sentido, olvida ciertos rasgos de la sltuacion qu: ~(ant trata. Esta per:- , a~ desc;u.bnmiento ?e tecmcas m~tncas con pequeña o ninguna conexión
pectiva nos ofrece dos formas de entender las propos1c10nes de la geometna : sistematt.ca entre ~1: S~ ha necesitado algo descubierto en Ja Naturaleza
euclídea: como fórmulas de un cálculo no interpretado, o como un cuerpo ; para, estimular ongmanamente la imaginación humana en una dirección
de proposiciones empíricas lógicamente conectada~ que son el resultado euch.de~; y aunq:1e esto pudiera haber sido, por ejemplo, la aparición
de adoptar una interpretación física de las expr~s;ones fund~~entales de . de, d1b~1os .en el cielo, como ~n una enorme pizarra, es evidente que no fue
las fórmulas. En este segundo caso, la comprobac10n, por med10 de obser- . ª.si. Mas bien fue el hecho importante en la solución de problemas prác-
vación y medidas, de la geometría euclí~e~, muestra qu~ sus t7C:remas se tlcos, de que hay cosas físicas par.a las que valen de hecho ciertas relaciones
verifican con un aceptable grado de preclSlon en extens10nes fis1cas espa- cuando se. com~ruebai: con medidas físicas. Pero, sea cual sea su origen
dales menores a las que analiza la astrofísi~a;. pero. encontr~mos, p~ra esta '~atural, sigue s~end.': importante el reconocer el lugar que podemos ver
misma ciencia, que una geometría ,físi~a d1stmta, mcompa.tible con la. ~u- , tiene en la teorizacion de Kant .la ge?i:ietría fenoménica, y el que supo-
clídea, se adecua de una manera mas simple a la~ observac10nes y med1cio- nemas probable en el desarrollo sistematico de la geometría en general.
nes. Ambas interpretaciones de la geometría euchdea sop corre~tas. ~ero lo ' ·
que hemos tenido que señalar es que hay un tercer c~mmo ~~s1?le, d1feren- · . . . .
te de los sfos mencionados, y que olvida la per?pecttva posltlyista. Parece, . 3. Ob¡eczones y mattzaczones
con ciertas reservas y matizaciones, que consideraremos mas tarde, que
también cabe interpretar la geometría euclídea c?mo un cu:rpo de propo- { , ~legamo? ahora a algunas. objeciones. Este análisis de la geometría feno-
siciones no falseables sobre rectas, triángulos circunferencias,' etc., feno- '. menica ha sido. m_uy superficial, y se pueden plantear, desde diversos pun-
, · . como un cuerpo de proposiciones a priori sobre fenomenos espa- 'tos, algunas ob1eciones.
memcas, , E · 1 d , b'
ciales de este tipo y, por lo tanto, evidentemente, como una teona cuya . n pnmer uga:, .Pº na o Jetarse que la terminología de los aspec-
aplicación está restringida a tales fenómenos. En el curso del desarr~llo de . tos y fi~ras fenomentcas es muy sospechosa. Se puede dibujar una figura
la matemática pura, por un lado (resp;cto al,rigor) Y. de la ge?mettla, por l
la pizarra, Y puede que esa, fi?Ura tenga ciertas características para
otro esta característica de la geometna euchdea ha ido pareciendo menos as que tene~os nombres geometncos. Pero, en el mejor de los casos
imp~rtante. Pues, por una parte, el rigor de la matem~tica se apoya en la i ofusca ;1 habla:, como si, ade~ás de la figura física que vemos, hubies~
lógica, no en lo que se ve, que es por lo que Russell di10 que el desarrollo . tlgo mas 9ue vie?emos, o ~uasi-viésemos, a saber, el aspecto de la figura.
de esta ciencia mostraba que la Ans.chauung de Kant era superflua; y, por '~o es sati~~actono el e~phcar que la geometría euclídea, incluso en una
otra, las aplicaciones físicas de la ge?metría .han pasado a ser compro?a· .;'!11terpr7tac10n comp~rat1v~mente sin importancia, trate acerca de objetos
ciones y medidas físicas de muchos upas, de¡ando la mera contemplación c'¡omo ese, pues esta sencillamente ¡:ioco claro qué objetos son, o si hay
254 Los límites del sentido
La teorfa kantiana de La geometria 255
tales objetos. El apelar a la imaginación visual no mejora la cuestión.
Sería ciertamente extraño hablar, de la misma forma en que no es extraño jetarse, no es aún el efecto visual que representa la figura acabada lo que
hablar de una figura física que parece tener sólo ciertas características, de nos convence de lo· satisfactorio de la solución. Es el hecho de que pue-
que una figura representada visualmente aparece sólo con ciertas caracte- de producirse, paso por paso, de una manera determinada. Esto es co-
rísticas. Pero el usar este hecho para sugerir que lo que la imaginación :1 rrecto, pero sólo muestra que no debemos pensar los conceptos visuales
visual nos da es, por así decir, precisamente el tipo de aspecto que tiene a los que nos referimos de una manera demasiado estática. Esto ya está
una figura física, pero sin la misma figura física, es tratar de iluminar una contestado con el comentario de que la medida de si las operaciones fí-
sicas realmente llevadas a cabo son las correctas o se han desarrollado
noción dudosa haciendo un uso dudoso de una noción ya suficientemente
oscura: la de imagen visual. . satisfactoriamente está en los efectos visuales que producen según vamos
Creo que hay que tomar en serio esta objeción. Pero preferiría no ~propio dando cada paso de la operación. También está contestada en la jerga del
Kant cuando escribe en una nota a pie de página:
hacerle frente, sino dejarla a un lado, admitiendo que parte del vocabu-
lario que he empleado no es especialmente feliz, y que trata de ser más
sugerente que preciso. El problema es si la naturaleza de la geometría fe. ~ ·• El movimiento de un ob;eto en el espacio, es decir, de un ob-
noménica puede ser descrita sin una peligrosa confianza en el concepto, jeto físico, no pertenece a una ciencia pura, y por consiguiente tam-
posiblemente dudoso, de figura fenoménica; concepto que, aunque dudoso, poco a la geometría. Pero, el movimiento, considerado como la des-
satisface el sencillo deseo de que un conjunto de objetos sean un tema es- cripción de un espacio, es un acto puro de la síntesis sucesiva de lo
pecífico de estudio. Creo que puede describirse así, y en parte, es algo que múltiple en la intuición externa en general, por medio de la imagi-
ya he hecho. Pero antes de seguir ampliando esto, mencionaré otra objeción. nación productiva, y no sólo pertenece a la geometría, sino incluso a
la filosofía trascendental 179.
Esta es que toda la concepción de la geometría fenoménica, hasta
ahora descrita, le pone al geómetra en un papel demasiado pasivo y con- Podría ayudarnos el ens r 1 .
templativo. Le representa como aquel que meramente contempla las figu- ·produjeran ante nosotrot co ª en as cons~ruccrones geométricas como si se
ras que ha dibujado para encontrar relaciones entre los conceptos cuyo · mos desconocer totalmedte ~ssu cd~en~~r!o, en una pantalla de cine. Pode-
significado dibuja. Sin embargo, al geómetra de Euclides se le llama para sabremos muy bien por ejem l me ros Isrcos emple~dos en realidad. Pero
resolver problemas de construcción. El primer problema de los Elemen- tido geométrico es' decir qup o, que. sedpro)ducen lmeas rectas (en el sen-
tos es: d escr1'b'ir un triangu
., 1o eqm'l'ateto sob re una recta fin'1ta. ¿ C,orno en- . cias,
. etc. ' ' e se extien en ' que se d'b . . f
1 u¡an crrcun eren.
caja la construcción en la idea de una geometría fenoménica? ¿No es, ' Si regresamos ahora a las ob' · .
acaso, la construcción una operación esencialmente física para llevar a ,·figuras fenoménicas etc creo ¡ecrones sc:breb l~ termmología de aspectos
·
cab o, por e¡emp 1o, con una reg1a y un campas?·
, ·rea1mente inofensiva. ' Emplearl
., · que parecera
, d . .o vio q ue esta termmo · 1og1a, es'
Consideremos primero lo de que la construcción es una operación ; no nos ocupamos en realidad da ei8 so b' 1
ecu f~~e en la pura geometría usual
física. Supongamos que se nos da la figura apropiada para alguna cons- ;en ningún aspecto sino en uno·e os 0 ¡etos isrcos que están ante nosotros
trucción, por ejemplo, la figura que acompaña al texto que acabo de men- "les de los que no~ ocupamos p~~dque nos repres~ntan l~s. conceptos visua-
cionar, el de construir un triángulo equilátero sobre una recta finita dada .. tipo de características pero ~o e .que esos hob¡etos flSlcos tengan todo
,
P o d riamos suponer que a1gmen . 1a garrapatea. mientras
. . esta, di stra1'do o,,~. me d'10s f'lSlcos
. '
nos muestran nos importa a ora cuales. son Y por que,
0 su i
simplemente, que aparece, paso por paso, en el cielo. ¿Importaría esto si} iísticas de las que nos ocupamo g ~ren ~al~ente los ob¡:tos las caracte-
nuestros intentos subsiguientes de llegar a la solución con regla y com-' metría fenoménica no son en ab:ot tora. ecib.que l~s. ob3e~os de la geo-
pás, siguiendo los pasos, siguen saliendo mal, de una forma u otra, o sa- ·.fenoménicas que nos presentan eu des.tos ~ Jetos fisicos smo las figuras
len tantas veces bien como mal? ¿Acaso esos fallos prácticos nos inclina- medida en que esos objetos nos s ecir, simple~1 ente, que sólo en la
rían a sospechar que había algo erróneo en la solución? Ciertamente no. visuales en cuestión serán de alg mnuestren. 0 s~igieran las características
En lo que a la geometría fenoménica respecta, los conceptos con los 111énica. u ª pertinencia en la geometría feno-
que operamos han de considerarse conceptos puramente visuales,· y si Debemos considerar a continu ·, . . .
las técnicas que empleamos no consiguen próducir los efectos visuales' ue expresan escepticismo desde la acton un, tlp? distmto de objeciones
adecuados, tanto peor para esas técnicas o para nuestra forma de manipu- ,~ada, para lo que de hecho hall geometna misma. sEs realmente ade-
larlas. La medida de si las operaciones físicas reales son las correctas º. ón de una geometría visual int itmos fn la ,g~ometria e?clídea, la no-
son desarrolladas satisfactoriamente. está en los efectos visuales que pro-!, ' u rva Y enomemca? Por ejemplo, incluso
179
<lucen, según vamos dando cada paso de la operación. Pero, podría ob- · · · B 155.
17
Los límites del sentido La teoría kantiana de la geometría 257
256
si la pretensión de que es adecuada fuese aceptable en la geometría de líneas rectas- parecen exigir la noción de la infinitud · b
figuras bidimensionales, parece bastante menos aceptable que sea adecuada eso ni: es algo de lo que nos podamos hacer una image~ y, sm em argo,
con figuras tridimensionales .. De nuevo, ¿está realmente claro que los Ni admitir esto ni otras cosas, forzados por el cont. id d 1
'
ctamenes d e nuestra mtuicion
· · · ' visu
.d d 1
· 1uso en e1 caso d e 1a geometna
· al , me
· · d 1 ,
'
l'
metr'1ª eucl'd
d ·
·
, i dea, · requiere que en
. abandonemos totalmente este ana'l.isis.
° e ·a geo-p o-
di 1
p ana, correspon
1 · d en en rea·l i a a as proposic10nes
· eh a geometna euc
·d d i- emos,d 1 asi, a miur que as imágenes que nos formamos n d
o son a ecua as d
dea? Analicemos
, una vanante
d de un daxioma que .ya s· emos cons1 . , era o: en
m to os . osb aspectos,
d 1a los
"d coñceptos o significados i"deali"zado S que d"b 1 UJa-
· '
«DOS lineas rectas no pue en compren er un espac10». 1 estuv1esemos en ;. os, sm a an onar a i ea de que el dibuJ·ar los sigru"fi d ·
· d d e una 1arga y estrech a via , d · , · p pel ·1 . ca os ¡uega un
a mita
1dirección y luego en a otra, ¿no ten namos
e , tren, y mirasemos
1 · pnmero ·, · en 1una d '· fenbla . esencia
d ·en Iuna ·mterpretación de la geometría eucl'd i ea. Sena , pre-
acaso a impres1on v1sua e . e enomi?ar a «mterpretación idealizada fenoménica» e d
1
la convergencia, e incluso encuentro, de dos rectas,
d
· f en cada una de s~mplemente
· · las ·· i t «interpretación
f fenoménica>»' idealizada , debe ' an- andivez rse ene
direcciones, y, por 1o tanto, de d os rectas que satis acen nuestros requ1s1tos ·. c er as maneras orzosas y muy específicas. Podríamos deciºr i· t '
· 1 · ·· 1 · · ·· q t d"fi · ,
v1sua es mtu1t1vos para ser rectas, y, a mismo tiempo, nuestros requ1s1- ' u: es a mo i cacion nos acerca aún más y en un sentido
, c er amente
K t· '
tos visuales intuitivos para compren~er un espacio? O :onsideremos, de l~ idea d7 que los conc~ptos con .los que ;ratamos son de ~a~eraªb;st~~~~
nuevo: «Entre dos puntos cualesqmera de una recta siempre hay otro · ~irecta visuales le hubiera parecido hacerlos demasiado b rd t
punto». ¿Como ' podemos, me · 1uso, d ec1"d"1r si· esto esta' de acuer do con sibles. L a i"dea1·izacion · ' d e 1os conceptos que nos vemos bl" u amend e sen- 1.
· · ·, · al Q , ·
nuestra mtmc1on v1su o no? ¿ ue imagen ven na a caso ¿ os ayu a ,
d , 1 ? N d zar y
'
dm"t· . . o 1ga os a rea i-
ª a t ir, nos sumirustra una ulterior justificación para el d. t"
el mirar simplemente a una recta?· Cualquier pen- · «puro» en frases como «el poder de la pura intuición exter·na" eª ¡et ivo
· · , · forma 1 dque pudiéramos
f c1ón 1 · · ·, ,, , « ons ruc-
sar de confrontarla contra nuestra mtu1c10n visua , o e con rontar nuestra · en a mtmcion pura», etc.
intuición visual con ella, sugiere más bien que es anti-intuitiva. Podríamos, ¡ Aun así, tales objeciones, y el desarrollo de toda la disc si, f
. 1 d"b . . . l' . . d"b . zan realmente r 1 d . u on, nos uer-
por e emp o, i u¡ar o imagmar una mea recta ; 1magmar o 1 u¡ar en ª e:onoce.r a ~o estrn de la pretensión que puede, final-
ella una1 .b:ec~ y pens~r que los dos extremc:s de esta son dos puntos de la . i:iente, hac7rse. Es imposible, solo con términos kantianos, dar comprehen-
línea ongmana: .~odnam~s, ~ntonc~s, sentirnos tentados de representar · dva Y precisamente cuen;a. de la geometría euclídea en todos los aspectos
nuestra propos1cion en termmos visuales pensando que por muy corta . e su estructura mat~~atica y de sus aplicaciones. Es posible por t
que hiciéramos esa brecha siempre sería posible hacerla más pequeña sin ; partt Halar la atencion acerca de un aspecto de ese complejo' fenóm~:~
que desapareciese. Pero esto parece que, de hecho, va en contra de nuestra · tnte Ictua ' ,ª cuya. luz podemos adoptar una visión de razonable simpatía
intuición visual. , ante a teorrn !kantiana de la construcción en la intuición pura. No debemos
. . , . .d b d l d l · suponer que a geometría -un
Estas ob¡ec10nes son mas serias. P1 en no tanto un a an ono tota e leza s .11 •. ª ac t.ivi"dad h umana- es algo de natura-
análisis que hemos hecho, sino más bien su drástica modificación. No todos., de i ~ncd · ª qle' t;ue~e des{ribme t?~al Y adecuadamente desde el punto
los puntos tienen igual fuerza. Así, el ejemplo de la vía ~el tren puede 1 mis':n~ ªKa~~nM~~ihle onda de un foi.c?·, de un agrimensor, o desde el del
b
rechazarse porque no es lo que pretende ser, a saber, un e¡emplo de una ·1 que se 0 ·t d {!• e 0emos admitir que es una cosa compleja en la
figura, aprehendida visualmente, de dos rectas que comprenden un espacio:: te insi ~itec :n 1 l~ meas el~ment?s ~ifer~ntes, y que no es totalmen-
El observador mira en una dirección y tiene una imagen de dos rectas con·--, ción e~ lac~~te i ~,mea que ~ecibe mas enfas1s en la teoría de la construc-
vergentes, incluso confluyentes; luego, al girar, tiene otra imagen simílar.:11 mente inadec ~dcion pura. ~ro, P1°r otro lado, evidentemente, es total-
. . , . d. d d d .b. d .., u a para soportar e peso de la teor'i d 1 b" . "d d
No tiene una imagen umca que pu 1ese a ecua amente escn ir como os/ transcendental del e p . a e a su ¡et1vi a
· p d · ' · s ac10.
rectas que comprenden un espacio. ero no po emos, por este caminO,J
rechazar la objeción basada en la proposición de que entre dos puntos,
cualesquiera de una recta hay siempre otro punto. Tenemos que admitir
aquí un elemento de idealización conceptual en la geometría, es decir,¡
un elemento al que no podemos hallarle ningún correlato en términos de)
conceptos visualmente representables. Y es un alivio verse obligados tan.~
llana e inequívocamente a admitirlo ahora, pues parece, aunque menos,¡
claramente, estar presente en la noción de la extensión. infinita del espacio· .~..
euclídeo, así como en la de su infinita indivisibilidad. Las. únicas imágenes'1,
pertinentes que nos podemos formar -en términos de la producción di:.~
,..
Indice de materias

acción, 117 Berkeley, 16, 19, 31, 35, 51, 55, 132-
afección, 35-6, 48 ss., 155, 210-12, 218, 133, 172, 176, 224
222 SS.
'alma, 29, 32-3, 139, 143; parte III, ca-
pítulo II, passim cambio; véase sucesión
.1 analítico, 37-8, 70, 201, 245-47, 251 cartesiano, 113, nota; 139, 145 ss.
~analítica, trascendental, 21 ss., 58-9; par· categorías, 14, nota; 18, 26-7, 68 ss.,
te II, caps. II y III, passim, 193-95, 77-9, 84, 100-103, 140, 215, 234 SS.
204, 216.-17, 240 causa, 76, 106, 109; parte II, cap. III,
analogías de la experiencia, 20, 23-5, 27, secciones 4 y 5, passim, 186 ss., 196
108 SS., 195, 205, 217, 228 y percepción, 222-27, 229-33
primera analogía, 24, 111-17, 124, 195, coexistencia objetiva, 118 ss.
204 Collingwood, 106-107
segunda analogía, 25, 118 ss., 186-87 combinación; véase síntesis
tercera analogía, 123 ss. comunidad (interacción), 106, 109, 124
animales, no humanos, 242 conceptos, e intuiciones, 17-8, 43-4; par-
anticipaciones de la percepción, 27, 108 te II, cap. II, passim
antinomias, 30-1, 142; parte III, caps. III formales, 236 ss.
y IV, passim
puros; véase categorías
matemáticas, parte III, cap. III, pas- conciencia, necesaria unidad de Ja, 21,
sim, 214-15, 228, 232 23-4, 79; parte II, cap. II, secciones 6
dinámicas, parte III, cap. IV, passim y 7, passim, 146 ss.
primera antinomia, 20, 158 ss., 215 conexión de las representaciones; véase
,apercepción, unidad trascendental de la; unidad de las representaciones
véase conciencia, necesaria unidad de la contingencia, 187 ss .
.'.tª priori (versus empírico), 20, 37-8, 43, cosas (como son) en sí, 18, 30-1, 34-7, 81,
• 45 ss., 61 ss., 65 ss., 77 ss., 102 140, 177-78; parte IV, passim; véase
; aristotélico, 20, 116
también idealismo, trascendental y nou-
armonía preestablecida, 100, 233 menos
:\ustin, J. L., 45, nota
tuto-adscripción de experiencias, 84 ss.,
147 SS.
deducción, metafísica de las categorías,
1utoconciencia empírica, 23, 49, 83-6, 100, 26-7; parte II, cap. II, sección 2, pas-
·¡ 111, 146 ss., 210-11, 220-21 sim, 76-9, 101, 235-36
· necesaria unidad de la; véase con- trascendental de las categorías, 22-3,
ciencia
25-7, 70, 77; parte II, cap. II, sec-
111to-reflexividad de la experiencia, 95 ss.,
t 113, nota; 217, 241
~axiomas de la intuición, 27, 108
·Ayer, A. ]., 16
ciones 4-9, passim, 105-108, 110, 217,
220, 228
Descartes, 17; véase también cartesiano
designio, argumento por, 201
---··:"'"'~"'""·".".':'''

1ndice de materias índice de materias 261


260
innato, 61-2 percepción, 80 ss., 93-4; parte III, ca- síntesis, 27-8, 84-6
dialéctica, trascendental, 29-33; parte III, interacción; véase comunidad pítulo III, secciones 2-7, passim; par- sintético, a priori, 38
passim, 228 intuición, 17; parte II, cap. I, passim, te IV, secciones 5 y 6, passim necesario, 245-46, 251
Dios, 29, 32, 139, 143, 185, 197; par- 101, 210-13, 224-26, 234 SS. permanencia, parte II, cap. III, sección 3, solipsismo, 176
te III, cap. IV, secciones 6 y 7, passim intelectual (no sensible), 36, 212-13, passim, 125, 130, 193-95, 205-206 Spinoza, 116, 206
226, 235-36, 237 postulados del pensamiento empírico, 27,
19Qi subjetividad trascendental; véase idealis-
pura sensible (no empírica), 56, 60-1, mo trascendental
empírico; véase a priori 63, 101, 245 SS. prefacio (de la Crítica), 19, 112
entendimiento, 18, 44, 64, 65 ss., 77-8, primera causa, argumento de la, 200 substancia(s), 75, 109, 111 ss., 145, 153,
investigación trascendental, 16 164-65, 166, 193-96, 204
99-103, 155-56, 210, 215, 220, 239 principios, analítica de los, 23, 76, 79- sucesión objetiva, 118 ss., 127 ss.
escepticismo, 229 80, 101; parte II, cap. III, passim
esquematismo, 25, 27, 69-70, 76, 79, 236 juicio, 67 ss., 90 de conservación, 25, 105, 111
espacio, 18, 21-2, 24, 30-1, 36; par- prolegómenos, 69, 72, nota
te II, cap. I, passim, 69, 75, 100- psicología, empírica, 32, 87, 143 teología, 32, 143, 185; parte III, capí-
101, 110, 111-14, 124, 126-27, 133-34; Korner, 106 racional, 145 ss. tulo IV, sección 6, passim
parte III, cap. III, passim, 210; par- trascendental, 28, 80, 87 tiempo, 18, 21, 30-1; parte II, cap. I,
te IV, secciones 5 y 6, passim; parte V, passim, 70, 74-5, 100, 110 ss.; par-
passim Leibniz, 198, 235 te III, cap. III, passim, 210, 220-21,
estética trascendental, 21-2; parte II, ca- libertad, 186 ss., 214, 219 razón, 29, 140-41, 186 ss., 203-204, 220 225
pítulo I, passim, 65-6, 69, 74-6, 100, Locke, 35, 55, 129, 223, 239 realismo empírico, 19, 213, 228-33 totalidad, 30, 142, 174
109, 220, 228, 245 SS. lógica, formal, 26, 67 ss. refutación del idealismo, 23, 46, 109, 111-
euclídeo, 20, 60, 163, 179, 182, 247 ss. 114, 117, 132, 177, 229
re-identificabilidad, 24, 75, 125 ss. unidad, de la apercepción; véase concien-
.. , .
matemattcas, 108 ' , 170, 216, 226; véase relatividad, 58, nota cia, necesaria unidad deJa
fenómeno y noumeno, parte IV, sección 7, también geometna religión; véase teología de la conciencia; véase conciencia, ne-
passt/!1 . 89 ' 92 ' 99
memoria, . de la, 105·
.. , histórica revolución copernicana, 20, 38, 216, 240 cesaria unidad de la
fenoménica, geometría; véase geometría metafísica, concepc1on Russell, 35, 223, 252 (conexión) de las representaciones (ex- ·
fenómenos, 18-9, 34-5, 81, 100, 168 ss., periencias), 21, 23-4; parte II, cap. II,
186 ss.; parte IV, passim 108 de la experiencia, 16,
positiva de Kant, . ·m sensación, 45, 54-6 secciones 5-7, passim, 108, 146-47,
véase también idealismo trascendental 159
21-8; parte Il, passdental 34-7; par· sensibilidad, 18, 44 ss., 70, 77-8, 99, 156,
del idealismo. trascen ' 210-12, 215, 225, 237 espacio-temporal, 21-3, 74-5, 126-27,
geometría, 20; parte Il, cap. I, passim, 130, 133-35
te IV, passi(d0 mática), 14-6, 29-37; sentido, externo, 19, 50, 211, 222-27, 229
163, 166, 182, 216, 219; parte V, trascendente & 21 4 235 238 230 uso, regulativo de las ideas, 29, 31, 143,
parte III, pasm~,
199
passim · 19 io2 '139, 190- interno, 19, 49-50, 210, 219-21
moralidad, 15, ~~6
11
' ' significatividad, principio de, 14-6, 20,
192, 202, 214, 29-31, 37, 140, 145, 153-54, 172, 174,
Hume, 17, 24, nota; 84, 148, 151-52, 216 179, 214-16, 228, 235 Whitehead, 107
necesidad, 16 ss., 27, 38, 54, 121 ss., 130· Wittgenstein, 134
131, 188, 189, 201, 203; véase tam·
ideal de la razón pura, 197 ss.
idealismo fenomenológico, 213, 215 ss., bién a priori
229 ss.; véase también idealismo, tras- newtoniano, 20, 54, 105-106
ncita general del sistema de los principios,:
cendental
problemático, 16, 218; véase también 46, 109'
noumenos, 36-7, 153 ss., 173 ss., 189 ss.
refutación del idealismo 212, 235-39; véase también idealisni•
refutación del; véase refutación
trascendental, 18 ss., 30-1, 34-7, 47 ss., trascendental y cosas (como son) en s
81-2, 99, 139, 152-55, 157, 168-78,
183, 188, 191, 197, 200, 2-03-206; objetividad, 21 ss., 66 ss., 78 ss.; part
parte IV, passim te II, cap. II, secciones 5-7, passim
ideas (de la razón), 15, 29 ss., 139 ss., 108 SS., 133-34, 210-11, 217-18, 226 SfJ
197, 203
identidad, criterios de, para un sujeto de
la experiencia, 32-3, 91 ss., 146 ss. paralogismos, 32, 50, nota; 91, nota; 9
imaginación, 28, 55, 60, 87, 249 ss. nota; parte III, cap. II, passim, 21
incondicionado, 31, 140 ss., 187 ss., 220, 228-29
203 SS.

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