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Grado en Enfermería
Departamento
Curso Académico
2015-2016
Cuidados de enfermería al paciente portador de sondaje nasogástrico, trabajo
fin de grado
de Nerea Larrañaga Gómez, dirigido por Matilde Pérez Fernández (publicado por la
Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
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Universidad de La Rioja, Escuela Universitaria de Enfermería
Tema: Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
Autor: Larrañaga Gómez, Nerea
TRABAJO FIN DE GRADO
1. RESUMEN
ABSTRACT
1
Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
2. INTRODUCCIÓN
Una de las funciones principales del cuerpo humano es la alimentación, que consiste
en la ingestión de alimento a través de la boca, siendo masticado y degustado
mediante los dientes y muelas y la lengua respectivamente.
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Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
La nutrición orofaringea fue descrita por primera vez en el siglo XII, aunque hasta 4
siglos después no fue aceptada como una práctica común, si bien es cierto que desde
ese momento fue utilizada de forma frecuente.
Para llevar a cabo este procedimiento eran utilizados tubos huecos comúnmente
realizados en plata.
Se data en el año 1598 la primera introducción de una mezcla nutricional en el
estómago mediante una sonda hueca que presentaba una ampolla en el extremo
externo.
Poco tiempo después, Fabricio de Aquapendente inventó una sonda de plata que era
introducida a través de las fosas nasales hacia la faringe, con el fin de administrar
sustancias nutritivas.
A mediados del siglo siguiente (XVII) la plata fue reemplazada por el plomo para la
realización de los tubos, aunque ya en 1646 se comenzaron a realizar los primeros
catéteres flexibles de piel.
La época de la nutrición enteral moderna comienza a finales del siglo XVII, momento
en el que John Hunter, primera persona en publicar la introducción de nutrientes
mediante el uso de una jeringa, administra alimentos en soporte licuado, tales como
huevos, agua, azúcar o leche.
En el año 1872 Clouston descubrió un nuevo material para las sondas, creando así
dos tipos: sondas de caucho elástico con y sin alambre de espiral.
A mediados del siglo XX se desarrolló la primera dieta de composición química
definida, recibiendo el nombre de dieta elemental.
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2.2. JUSTIFICACIÓN
He optado por este tema con el fin de, mediante la comparación de diferentes
protocolos, actualizar la técnica de inserción y retirada de la sonda nasogástrica,
adaptándola y mejorándola.
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Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
3. OBJETIVOS
Objetivos generales
Conocer los materiales disponibles en relación al sondaje nasogástrico y a los
sistemas recolectores.
Ser capaz de realizar un uso adecuado de estos materiales.
Unificar los criterios para llevar a cabo la práctica del sondaje nasogástrico de
la manera más correcta posible.
Comparar protocolos para observar puntos comunes y diferencias manifiestas.
Conocer la técnica de colocación y retirada de sonda nasogástrica en
pacientes neonatos y pediátricos.
Establecer unos cuidados de enfermería de calidad basados en la evidencia
científica disponible.
Proporcionar al paciente una atención integral de forma activa y pasiva.
Objetivos específicos:
Distinguir entre los diferentes tipos de sonda y decidir el más adecuado en
función de la situación y el paciente.
Conocer los diferentes tipos de sistemas colectores, así como su utilidad y
ventajas e inconvenientes.
Crear pautas estándar para la colocación, el mantenimiento y la retirada del
sondaje nasogástrico.
Educar al paciente con respecto a los autocuidados de la sonda nasogástrica,
tanto para la estancia hospitalaria como para una posible atención domiciliaria.
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Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
4. METODOLOGÍA
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Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
5. DESARROLLO
Los órganos de los que está compuesto el aparato digestivo son, en orden vertical, la
boca, la faringe, el esófago, el estómago y el intestino delgado y grueso, al final del
cual que encontramos el ano.
Además, como órganos adheridos al proceso, tenemos el hígado y el páncreas (7, 8),
(Anexo I).
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Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
En el intestino grueso tiene lugar la formación de heces, compuestas por los restos de
los alimentos digeridos, bacterias, bilis y agua, lo que determinara la consistencia fecal
(Anexo VIII).
El intestino grueso finaliza en el recto, que conduce al ano, músculo en forma de
esfínter por donde se expulsan las heces (5, 9).
Estas son la anatomía y fisiología básicas y simplificadas del aparato digestivo, así
como una breve explicación del proceso de la deglución.
En el caso de diversas anomalías relacionadas con el aparato digestivo se precisa el
uso de la sonda nasogástrica, por lo que es de gran interés tener unos conocimientos
elementales sobre el funcionamiento de dicho aparato.
Las principales indicaciones del sondaje nasogástrico son (10, 11, 12, 14):
Administración de alimentación enteral: en pacientes que conservan el
peristaltismo intestinal pero que no son capaces de ingerir y/o deglutir
alimentos por vía oral.
Administración de medicamentos.
Lavado gástrico por evidencia o sospecha de intoxicación.
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Las contraindicaciones absolutas son aquellas que debemos cumplir bajo cualquier
circunstancia y son (13):
Evidencia o sospecha de perforación esofágica.
Evidencia o sospecha de fractura de los huesos de la base del cráneo
y/o de los huesos faciales.
Evidencia o sospecha de obstrucción nasofaríngea o esofágica.
Evidencia o sospecha de ingestión de sustancias ácidas, alcalinas,
otros cáusticos o derivados de petróleo, por el riesgo de perforación
esofágica y/o gástrica.
Presencia de coagulopatías severas no controladas.
Sin embargo, también existen las contraindicaciones relativas, que son aquellas que
precisan de valoración concreta del caso clínico.
Estas son:
Varices esofágicas, esofagitis o síndrome de Mallory-Weiss, por riesgo
de sangrado y/o lesión de la pared esofágica.
Disminución del nivel de conciencia, por riesgo de aspiración.
Intubación endotraqueal, por riesgo de mala inserción de la sonda.
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Tras analizar las situaciones en las que está indicada la colocación de sonda
nasogástrica y aquellas en las que no lo está, debemos conocer los tipos de sondas
existentes, así como sus principales utilidades, con el fin de reconocer la más
beneficiosa para el paciente.
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Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
Una vez conocidas las características principales de las sondas nasogástricas, voy a
explicar los tipos concretos de sondas, así como sus particularidades.
Las sondas más comúnmente utilizadas son la Levin y la Salem, pero hay otros tipos
de sondas que sin ser tan empleadas debemos conocer, como la Sengstaken-
Blakemore, la Ewald o Edlich y la Nelaton:
Sonda Levin: este tipo de sonda está compuesta por una sola luz con cuatro
perforaciones en el extremo. Además, también presenta cuatro marcas a lo
largo de la sonda, en los centímetros 37, 54, 67 y 68 comenzando la medición
desde la punta, que sirven para orientar más fácilmente la introducción de ésta.
La sonda Levin se presenta desde el calibre 12 hasta el 20 (17). Debido a la
consistencia del material por el que está compuesta, esta sonda debe
permanecer colocada un máximo de entre 7 y 10 días, pues tiende a
endurecerse con el calor corporal y las secreciones gástricas, lo que aumenta
la probabilidad de desarrollar lesiones a lo largo del tracto digestivo.
Habitualmente se emplea para la descompresión del estómago mediante
aspiración, pero también puede ser utilizada para realizar lavados gástricos y
para la administración de nutrición enteral, aunque esta última indicación no es
la más aconsejada (18).
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Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
Sonda Salem: la sonda Salem presenta dos luces y varios orificios en la zona
distal. La luz de menor calibre, habitualmente marcada en azul, es la utilizada
para la introducción de aire, mientras que la luz principal, de mayor calibre, se
emplea para la realización de lavados gástricos (19, 20).
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Entendemos por sistema colector la bolsa que se adapta al extremo final de la sonda
nasogástrica, dónde se recoge el contenido gástrico una vez que sale del cuerpo (17,
24, 25).
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Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
Las bolsas colectoras más utilizadas para las sondas nasogástricas son las bolsas de
orina dada, principalmente, su compatibilidad con el extremo conector de las sondas.
De forma simple, podemos dividir en dos tipos los sistemas colectores de orina (26):
Sistemas colectores cerrados: la principal característica de los sistemas
cerrados es su capacidad para ser reutilizados en varias ocasiones.
Están provistos de una llave que permite vaciar el contenido de la bolsa sin
necesidad de desconectarla de la sonda. Son sistemas seguros e higiénicos,
pero no son los habitualmente utilizados en casos de sonda nasogástrica.
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Sistemas colectores abiertos: este tipo de sistemas son de uso único, pues
no se pueden vaciar una vez llenos. Cada vez que la bolsa esté completa hasta
2/3, aproximadamente, de su capacidad total, debemos reemplazarla por otra
nueva, desconectado la sonda de la bolsa que vamos a retirar.
A pesar de no ser el tipo de sistema más indicado para la recolección de orina,
son los utilizados en la mayoría de las ocasiones con las sondas nasogástricas,
pues no existe la alta posibilidad de contaminación que acarrean las sondas
vesicales.
Por otro lado se encuentran los aparatos aspiradores, que mediante un sistema activo
de presión evacuan el contenido gástrico al exterior, almacenándolo en una bolsa
colectora.
La aspiración que ofrecen estos aparatos puede ser intermitente o continua, en función
de las necesidades.
La principal indicación de estos aspiradores es la obstrucción intestinal.
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Para empezar, debemos informar al paciente sobre la técnica que vamos a llevar a
cabo, además de prepararle adecuadamente para ésta.
Comenzaremos comprobando la identificación del paciente, tras lo que le
informaremos, tanto a él como a la familia si fuera necesario, del procedimiento que
vamos a realizar, procurando mantener su tranquilidad y resolviendo aquellas dudas
que pudieran surgirle. Además, fomentaremos su colaboración durante el proceso,
para facilitar en la medida de lo posible la realización de la técnica.
Procuraremos también un ambiente tranquilo disponiendo para ello de las medidas
necesarias, preservando así su intimidad y confidencialidad.
También le pediremos al paciente que se retire la prótesis dental o los piercings
bucales, en caso de portarlos, para una mayor comodidad tanto suya como nuestra.
Recursos humanos:
Auxiliar de enfermería
Enfermera
Material necesario:
Sonda nasogástrica adecuada a la indicación del sondaje y a las
características del paciente
Tapón para la sonda y/o bolsa colectora
Pinzas de Kocher
Lubricante hidrosoluble
Jeringa de 50 ml de cono ancho
Tiras reactivas de pH
Fonendoscopio
Esparadrapo hipoalergénico
Guantes no estériles
Gasas
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Empapadera
Batea
Vaso con agua
Pajita
Introducción de la sonda
Preparar todo el material necesario para la colocación de la sonda
nasogástrica.
Colocar al paciente en decúbito supino en la cama, elevando la cabecera de
ésta unos 45º hasta fowler o semifowler (Anexo IX) si la patología lo permite.
En caso contrario, colocar al paciente en decúbito lateral izquierdo.
Realizar higiene de manos no estéril con agua y jabón (Anexo X) y ponerse
guantes.
Examinar los orificios nasales del paciente tras haber retirado las posibles
mucosidades y seleccionar aquel que presente mayor flujo de aire con la
expiración.
Cubrir el pecho del paciente con un empapador y colocar cerca la batea para
los posibles vómitos que pudieran surgir durante la colocación de la sonda.
Medir, con ayuda de la propia sonda, la distancia entre la punta de la nariz del
paciente al lóbulo de la oreja, y de aquí al apéndice xifoides del esternón. Esta
medida suele rondar los 50 cm en adultos. Marcar el punto hasta el que
debemos introducir la sonda nasogástrica.
Empapar la punta de la sonda con lubricante hidrosoluble, como glicerina, en
abundancia con la ayuda de gasas, para facilitar así su inserción. No se debe
utilizar lubricante de base oleosa, como la vaselina, pues el cuerpo no está
capacitado para realizar su reabsorción.
Insertar la sonda nasogástrica por el orificio nasal elegido, hasta traspasar la
resistencia que encontramos al llegar a la nasofaringe.
Pedir al paciente que haga el movimiento de deglutir, ayudándole si es
necesario ofreciéndole pequeños sorbos de agua con una pajita.
Seguir introduciendo la sonda, pasando por el esófago, hasta llegar al
estómago y comprobando que la marca realizada en la sonda queda en el
borde del orificio nasal.
Comprobar la correcta localización de la sonda realizando un aspirado de
contenido gástrico simplemente, o midiendo el pH de dicho contenido en una
tira reactiva de pH. El pH gástrico, que es el que debemos obtener, es inferior o
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En este apartado voy a puntualizar únicamente las diferencias principales del sondaje
nasogástrico realizado en pacientes pediátricos, como son las indicaciones y las
contraindicaciones, la elección de la sonda, el momento de la inserción o la fijación de
la sonda (34, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48).
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Neonatos prematuros y no prematuros en los que el aporte por vía oral no sea
suficiente.
Vaciamiento de residuos o de aire en la cavidad gástrica.
Reposo gástrico.
Administración de medicación.
Es importante tener en cuenta que los niños son más delicados que los adultos, por lo
que en caso de encontrarnos con alguna de las siguientes situaciones durante la
inserción de la sonda deberemos suspender la colocación de ésta (38):
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Otro aspecto importante a tener en cuenta es la fijación de la sonda, pues los niños
tienden a llevarse las manos a todos los objetos extraños que encuentran, facilitando
así la extracción involuntaria de la misma.
Existen varias formas de cortar el esparadrapo, en caso de no tener apósitos
específicos para sonda nasogástrica, en función de las necesidades.
Algunas de éstas son la de forma de pantalón, la de H o la E, aunque la más utilizada
es la bigotera.
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Por último, pero no por ello menos importante, se debe tener en cuenta que en casos
en los que la indicación de la sonda nasogástrica sea la nutrición enteral, el niño
puede mantener un ritmo de vida relativamente normal si así se considera, yendo al
colegio de manera habitual.
Es por ello que se debe formar a los cuidadores o profesores para el cuidado del niño
portador de sonda con respecto a los sistemas de nutrición enteral, su funcionamiento,
almacenamiento, limpieza y detección de posibles complicaciones.
Es importante reforzar el binomio padres – colegio, de forma que el niño sufra las
menores consecuencias negativas posibles.
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5. 8. CUIDADOS DE ENFERMERÍA
Una de las primeras cosas que se debe hacer tras la colocación de la sonda
nasogástrica es el posterior registro de dicha actividad, anotando el tipo y calibre de
sonda utilizada, así como la fecha y hora de colocación y la cantidad de contenido
drenado si ésta fuera su indicación (13).
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5.9. COMPLICACIONES
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Además, algunas indicaciones preventivas son el ayuno del paciente las horas
previas a la colocación de la sonda, así como las maniobras suaves durante el
proceso, favoreciendo la colaboración del paciente (52).
Obstrucción laringotraqueal: la obstrucción laringotraqueal ocurre al realizar
una inserción incorrecta de la sonda, desviándose hacia el tracto respiratorio.
Con el fin de minimizar los riesgos que esto supone, debemos hacer una
correcta comprobación de la localización de la sonda tras la inserción, pero
además, observaremos signos en el paciente que nos hagan sospechar esta
complicación, como la disnea o la tos fuerte y persistente.
Una vez valoradas las posibles complicaciones inmediatas a la inserción de una sonda
nasogástrica, debemos tener igualmente en cuenta aquellas que podrían aparecer tras
varios días de mantenimiento de ésta, que son las consideradas complicaciones
tardías, como:
Erosiones y/o ulceraciones del ala nasal: la mayoría de los problemas
ocasionados por las sondas en las alas nasales están causados por una falta
de movilización de la sonda.
Además de realizar movimientos periódicos de la sonda como medida
preventiva o paliativa, debemos realizar curas tópicas en las erosiones o
ulceraciones ya existentes. Si la laceración fuera de mayor importancia,
deberíamos, además de realizar las curas pertinentes, cambiar la sonda de
fosa nasal.
Ulceraciones y/o abscesos del septum nasal: habitualmente la causa de las
posibles ulceraciones en el septum o tabique nasal tienen como origen la
presión mantenida de la sonda en esta zona.
Para evitar esta complicación, movilizaremos la sonda ligeramente cada 24
horas. En caso de que el paciente presente fiebre y/o dolor agudo en el
tabique, síntomas que nos podrían indicar la presencia de un absceso,
deberemos retirar la sonda, cambiándola de fosa nasal y realizar tratamiento
local de la erosión (51).
Movilización o extracción involuntaria de la sonda: en pacientes con
disminución del nivel de conciencia o con un grado de agitación considerable,
es relativamente frecuente esta complicación, especialmente si las sondas
utilizadas son de muy pequeño calibre.
Para ello, extremaremos la vigilancia del paciente y fijaremos bien la sonda a la
nariz, comprobándolo una vez en cada turno (11).
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Otra de las causas por las que la sonda puede movilizarse y en raras
ocasiones salirse del orificio nasal son las náuseas y los vómitos de repetición.
El primer paso consistiría en la recolocación o el reemplazamiento de la sonda.
Asimismo, se debería considerar la prescripción de fármacos antieméticos y/o
la colocación de la sonda a nivel intestinal (51).
Obstrucción de la sonda: la obstrucción de la sonda es una complicación
muy común causada por la ausencia o mala práctica de lavados. También las
fórmulas enterales muy densas o algunos medicamentos pueden favorecer la
obstrucción de la sonda.
Como medida preventiva, realizaremos lavados de agua cada 6-8 horas. Para
desobstruir la sonda, la movilizaremos ligeramente e introduciremos 10 ml de
agua tratando de aspirarlos posteriormente. Si no obtenemos resultados tras
realizar repetidamente dicha maniobra, procederemos al recambio de la sonda
(54).
Otitis y/o sinusitis media: la otitis y/o sinusitis media se dan por irritación
nasofaríngea sumada a obstrucción de la trompa de Eustaquio. Si observamos
esta complicación, debemos retirar la sonda tan pronto como sea posible y
tratar al paciente con medicación por orden médica (53).
Retención de secreciones bronquiales: la causa de la retención de las
secreciones bronquiales es el traumatismo y/o el edema de las mucosas de la
faringe y la laringe.
Con la hidratación del tracto respiratorio mediante nebulizadores de suero
fisiológico y la fisioterapia respiratoria evitaremos en gran medida esta
complicación.
Esofagitis y/o erosiones esofágicas por reflujo gastroesofágico: tras la
inserción de la sonda, el esfínter esofágico inferior puede perder su
funcionalidad completa, lo que ocasionaría el reflujo de las secreciones
gástricas, provocando desde esofagitis hasta erosiones esofágicas.
Para paliar los síntomas utilizaremos medidas posturales, colocando al
paciente sentado o incorporado durante el mayor tiempo posible.
Hemorragia gástrica: las hemorragias gástricas relacionadas con la
colocación de sonda nasogástrica suelen ocurrir por una succión excesiva
sobre la mucosa del estómago.
Con el fin de prevenirlo, utilizaremos aspiradores intermitentes en lugar de
continuos.
Además, evitaremos las posibles adherencias a la mucosa mediante la ligera
movilización de la sonda.
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Una de las primeras diferencias que se puede percibir es la frecuencia del cambio de
la fijación de la sonda.
Si bien es cierto que la ligera movilización de la zona de apoyo de la sonda de forma
diaria está totalmente recomendada, esto no tiene porque ir de la mano del cambio del
esparadrapo o apósito de fijación con la misma frecuencia.
Aunque pueda resultar difícil desplazar la sonda sin previamente despegar el apósito
fijador, si éste ha sido colocado de forma lo suficientemente holgada manteniendo la
sujeción, tendremos un pequeño margen de maniobra sobre el que movilizar la sonda.
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Según un artículo publicado en 2010 y editado en 2012 por la revista Best Practice, los
errores de colocación de la sonda nasogástrica oscilan entre 1,3 y 3,2% (35).
Existen diversas técnicas mediante las que comprobar si la sonda ha sido colocada de
manera correcta, aunque las más nombradas en los artículos utilizados en este trabajo
son la insuflación de aire acompañada de auscultación, la colocación de la sonda en
un vaso con agua una vez colocada, la aspiración y valoración del contenido obtenido,
la medición del pH de dicho contenido y la radiografía.
La técnica más veces recomendada consiste en insuflar aire por la sonda en una
embolada, con la ayuda de una jeringa, a la vez que se ausculta con un fonendoscopio
la zona del epigastrio (13, 14, 28, 29, 36, 38, 42, 43, 48, 52).
Algunos de los mismos protocolos que recomiendan utilizar esta técnica para saber si
la sonda ha sido correctamente colocada, reconocen a su vez que es un
procedimiento poco fiable y que debe ir acompañado de otras formas de
comprobación (13, 26, 38).
Otro de los métodos recogidos reside en la colocación del extremo externo de la sonda
en el interior de un vaso con agua. En caso de que aparecieran burbujas se debe
suponer que la sonda ha sido incorrectamente insertada en el árbol bronquial, y por
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Estos dos métodos no son resolutivos en absoluto, pues no se deben realizar juicios
de valor sin haber analizado previamente el contenido extraído de la sonda (35, 56).
A pesar de que la mejor de las dos opciones es la valoración visual del débito, se debe
considerar la subjetividad de cada persona, pudiendo apreciar diferentes matices en
función de factores como la luz o la habilidad para distinguir pequeños detalles.
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Son pocos los protocolos que recomiendan la realización de este método, a pesar de
ser uno de los más correctos.
Además, cada uno de ellos refleja unos valores de pH diferentes. La regla básica que
se cumple en todos ellos es que el pH gástrico debe ser ácido, es decir, menor de 7,
pero los valores de pH intestinal y pulmonar son demasiado similares entre si,
rondando el 7, por lo que la diferenciación entre estas dos localizaciones deberá ser
comprobada con otros métodos.
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6. CONCLUSIONES
Con el fin de concluir mi trabajo de fin de grado expongo en esta última sección los
puntos más relevantes de éste.
Este trabajo está dirigido a todos aquellos profesionales de enfermería que tratan con
el sondaje nasogástrico, con el fin de aclarar, en la medida de lo posible, los
conocimientos sobre esta práctica.
Teniendo en cuenta que los pacientes portadores de sondaje nasogástrico siguen
sufriendo complicaciones prevenibles con una mejoría de la calidad de los cuidados
por parte del equipo de enfermería, tiene gran importancia la formación continua,
asegurando así una atención de calidad, que asegure su confort y bienestar general,
minimizando los efectos secundarios que esto puede acarrear y favoreciendo así
todos los aspectos de la vida del paciente.
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Esto reducirá al mínimo los errores producidos por causa humana y las
complicaciones relacionadas a este proceso.
Para finalizar, me gustaría comentar que todos los objetivos marcados al inicio de este
trabajo han sido cumplidos y querría reivindicar la continuidad de la investigación en
este ámbito, para poder conocer la más reciente y renovada información.
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7. ANEXOS
Fuente: NIDDK, National Institute of diabetes and digestive and kidney diseases (58)
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Anexo IV – Estómago
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Anexo V- Duodeno
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Anexo VI – Yeyuno
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https://sites.google.com/site/quirosite/
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Cuidados de enfermería en el paciente portador de sondaje nasogástrico
ÍNDICE
1. RESUMEN - ABSTRACT
2. INTRODUCCIÓN
2.1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
2.2. JUSTIFICACIÓN
3. OBJETIVOS
4. METODOLOGÍA
5. DESARROLLO
5.1. RESEÑA ANATOMOFISIOLÓGICA
5.2. INDICACIONES DEL SONDAJE NASOGÁSTRICO
5.3. CONTRAINDICACIONES DEL SONDAJE NASOGÁSTRICO
5.4. CARACTERÍSTICAS DEL SONDA NASOGÁSTRICA
5.5. TIPOS DE SONDA NASOGÁSTRICA
5.6. TIPOS DE SISTEMAS COLECTORES
5.7. PROTOCOLO DE CATETERIZACIÓN
5.7.1. CATETERIZACIÓN PEDIÁTRICA
5.8. CUIDADOS DE ENFERMERÍA
5.9. COMPLICACIONES
5.10. COMPARACIÓN DE PROTOCOLOS
6. CONCLUSIONES
7. ANEXOS
8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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