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José de La Mar

José Domingo de La Mar y Cortázar,


militar y estadista. Hijo de Marcos de La
Mar y de Josefa Cortázar. Nació en
1778 en la ciudad de Cuenca (en el
actual Ecuador), donde su padre era
administrador de las cajas reales. A
temprana edad viajó a España en
compañía de su tío Francisco y, gracias
a sus vinculaciones, obtuvo una plaza
en el afamado regimiento de Saboya.
Las influencias del tío no solamente le
depararon el ingreso, sino también el
grado de subteniente. En 1794
participó en la campaña del Rosellón
contra los franceses, combatiendo bajo
las órdenes del conde de la Conquista,
tras lo cual fue recompensado con el
grado de capitán. Participó después en
diversas acciones militares y, al
momento de la guerra nacional contra
la invasión napoleónica, ostentaba ya
el grado de teniente coronel. Se halló
presente en la defensa de Zaragoza,
luchando al lado del coronel Palafox
(1808-1809); cayó aquí gravemente
herido y, aunque la plaza zaragozana
tuvo que capitular, mereció el título de
“benemérito de la patria en grado
heroico”. Transferido al frente de
Valencia, que dirigía el general inglés Blake, condujo una columna de 4 mil
granaderos veteranos (la llamada “columna La Mar”), siendo nuevamente herido
y recibiendo atención en el hospital de Tudela. Tomado prisionero y conducido a
Francia, quedó confinado en el castillo de Saumur, Borgoña, donde ocupó sus
días estudiando a los clásicos de la lengua y la cultura francesa. Al cabo de un
tiempo logró fugar, en compañía del brigadier Juan María Muñoz, con rumbo a
Suiza, el Tirol y el puerto de Trieste, sobre el mar Adriático. De aquí** regresó a
España, donde ya el rey Fernando VII había reasumido la monarquía borbónica**;
por sus notables méritos, el soberano lo ascendió a la clase de brigadier (1815) y lo
nombró caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Enseguida fue
destinado a Lima con el puesto de subinspector general del virreinato peruano.
José de La MarAl llegar a nuestro país, en noviembre de 1816, asumió la
gobernación de la plaza y presidio del Callao. Durante el gobierno virreinal de
Pezuela estuvo presente en todas las juntas de guerra reunidas para organizar la
defensa militar. En atención a su resguardo de la capital durante el bloqueo
mantenido por la expedición naval de lord Cochrane, en 1819, mereció la
promoción a mariscal de campo. En setiembre de 1820 se reunió con Pezuela y
con los generales La Serna y Llano para determinar el plan de defensa de Lima y
la manera de recibir a los diputados del ejército libertador de San Martín.
Encargado de permanecer en la fortaleza chalaca del Real Felipe, La Mar afrontó
un nuevo bloqueo de la escuadra de Cochrane y la ocupación de Lima por las filas
patriotas. Finalmente, su carencia de provisiones y de armas, sus
sentimientos de criollo y su vieja amistad con San Martín lo movieron a
firmar la capitulación del Callao, el 19 le setiembre de 1821. El Protector, que
conocía a nuestro personaje desde España, le ofreció de inmediato el despacho
de general de división (equivalente al de mariscal de campo que tenía en las filas
realistas).
Ya decidido por la causa de la independencia, viajó a la ciudad de Guayaquil
a visitar a su familia y, estando allí, la junta de Guayaquil, de inclinación
peruanista, lo nombró en enero de 1822 comandante general de la provincia.
Desde este cargo consiguió la capitulación del comandante realista Villegas, así
como la entrega de las fragatas “Prueba” y “Venganza” y de la corbeta “Alejandro”,
siendo proclamado gran mariscal por el delegado peruano en las provincias del
norte, Torre Tagle (22 de marzo de 1822). A continuación pasó a integrar el
Congreso de la República como diputado por Huaylas. Se le confió la presidencia
de la junta gubernativa designada al retirarse San Martín, en setiembre de 1822;
organizó la primera expedición a puertos intermedios del sur, pero se le
responsabilizó de su fracaso y fue relevado de sus funciones. Se dirigió entonces
a Chile y después al Ecuador, hasta que Bolívar lo nombró general en jefe
del ejército del Perú (26 de enero de 1824), con la misión de reorganizar las
fuerzas patriotas desde Trujillo. Tomó parte en la exitosa campaña de la
sierra, combatió en la batalla de Junín y, en los campos de la Quinua (cerca
de Ayacucho), su intervención fue decisiva para el triunfo final sobre los
realistas, lo cual fue reconocido por Sucre en el parte de batalla (9 de diciembre
de 1824). En premio a su valentía se le entregó la hacienda “Ocucaje”, pero el
gran mariscal no la aceptó y la devolvió a su dueño. Aceptó, en cambio, integrar el
consejo de gobierno constituido por el Libertador Bolívar (febrero de 1825) para
hacerse cargo del poder ejecutivo durante su ausencia en Bolivia.Un año más
tarde, debido a su quebrantada salud, solicitó licencia para retirarse a sus
propiedades agrícolas en Guayaquil. Sufrió enseguida la muerte de su
esposa, doña Josefa Roca-fuerte, con quien había contraído matrimonio en
1823, y se estableció en la hacienda que una hermana suya tenía en Bujío, con
ánimo de alejarse de la vida política.
En abril de 1827 fue electo diputado por Lima al Congreso del Perú, el cual lo
designó para asumir la presidencia de la República. No fue sino el 19 de
agosto de dicho año que La Mar llegó a Chancay y se dirigió a Lima de incógnito,
buscando evadir un fastuoso recibimiento. Desde el primer momento de su
gobierno se perfilaron como grandes enemigos del nuevo presidente los militares
Gamarra, Gutiérrez de la Fuente y Santa Cruz. Su régimen tuvo que hacer frente
no sólo a la oposición que se concentraba en la capital, sino también a la
sublevación de los indígenas de Iquicha (en Ayacucho) y, sobre todo, al
enfrentamiento con la Gran Colombia. En pie de guerra, La Mar se embarcó hacia
Paita en setiembre de 1828, a fin de organizar las campañas marítima y
terrestre. La confrontación con el vecino del norte acabó en derrota y el
presidente cayó en desgracia, aniquilado por un golpe político-militar de sus
enemigos. Nuestro personaje fue embarcado con el coronel Bermúdez y algunos
esclavos rumbo a Centroamérica. Llegó a San José de Costa Rica el 24 de junio
de 1829, pasó a Cartago y fijó aquí su residencia. Doblegado por la amargura,
todavía antes de fallecer contrajo matrimonio por poder con su sobrina doña
Ángela Elizalde, quien viajó en vano a reencontrarse con La Mar. El bravo
estratega de las campañas de España y el Perú expiró el 11 de octubre de
1830 en la ciudad de San José, a los 52 años de edad. Sólo en 1843 fueron
trasladados sus restos a Piura, y dos años más tarde recibieron honrosa sepultura
en la catedral de Lima.

Agustín Gamarra
Agustín Gamarra Messia
fue un militar, presidente
de la República. Encarna
la figura del caudillo de
los primeros años de
nuestra vida
republicana. Nació en el
Cuzco el 27 de agosto
de 1785. Hijo de don
Francisco Gamarra,
escribiente español, y de
doña Josefa Petronila
Messia**, indígena de
modesta cuna. Inició la
carrera militar en 1809
formando parte del
ejército realista, pasando
luego a servir en las
tropas que el general
José Manuel de
Goyeneche condujo al
Alto Perú; más tarde
combatió en Guaqui
(1811), Salta y Tucumán
(1812), Vilcapuquio y
Ayohuma (1813). En
1814, al sublevarse en el Cuzco los hermanos Angulo y el cacique Pumacahua,
Gamarra se ofreció a debelar el movimiento, combatiendo desde Oruro bajo las
órdenes del general Ramírez. Entró victoriosamente a La Paz y Arequipa, siendo
ascendido a teniente coronel el 7 de enero de 1815, concurriendo a la decisiva
batalla de Umachiri el 11 de marzo siguiente. Integró la junta de pacificación
encargada de juzgar y castigar a los que participaron en la rebelión, pero por su
condescendencia con los culpables fue excluido del tribunal. Contribuyó a poner en
orden la intendencia del Cuzco hasta 1816, trabajando como contador interino de
rentas. Ascendido al rango de coronel, marchó a Puno con un puesto administrativo,
y en 1820 fue nombrado jefe del primer batallón del regimiento del Cuzco.
Decidió por entonces abrazar la causa de la independencia criolla, apoyando
la rebelión del coronel Centeno en Lima y participando en una conspiración
en Tupiza, que no llegó a concretarse porque los rebeldes fueron delatados por el
general Olañeta. En medio de estas circunstancias, Gamarra fue traído a Lima para
servir como ayuda de campo del virrey La Serna. Poco más duró su fidelidad a la
monarquía española, porque se presentó ante el cuartel general de San Martín en
Huaura (1821) y se incorporó al ejército emancipador. Fue enviado a la sierra central
con la misión de formar un ejército regular en base a las montoneras que actuaban
en la región. El 14 de abril de 1821 le tocó enfrentarse al ejército realista comandado
por Mariano Ricaforte, con negativas secuelas para Gamarra que resultó siendo
enjuiciado, aunque posteriormente se le exoneró de toda culpa. En una segunda
campaña a la sierra central sirvió bajo el mando del general argentino Álvarez de
Arenales, pero fue derrotado en la batalla de Concepción. A continuación pasó al
destacamento patriota comandado por el general Pío Tristán, con el cual se
encaminó al valle de Ica. La desgracia quiso que Gamarra fuera vencido en el
encuentro de la Macacona (7 de abril de 1822), tras lo cual se le siguió juicio y se le
suspendió de la milicia por cuatro meses. En medio de la convulsión política que
atravesaba el Perú, el mariscal José de la Riva Agüero fue nombrado
presidente de la República, ofreciendo a Gamarra el ministerio de Guerra, que
nuestro personaje rechazó. En cambio fue ascendido a general de brigada (8 de
abril de 1823) y partió junto con el general Andrés de Santa Cruz a la segunda
expedición de Intermedios, que duró de mayo a setiembre de 1823. Siendo
inminente la llegada de Bolívar, Gamarra se apresuró a manifestarle su
adhesión. Participó en la gloriosa batalla de Ayacucho (1824), aunque su
intervención no fue mencionada debidamente por Sucre en el parte enviado a
Bolívar, omisión que Gamarra jamás perdonaría. De todas formas, recibió el
ascenso a general de división en enero de 1825 e inmediatamente fue nombrado
prefecto del Cuzco y jefe militar de los departamentos del sur. Ese mismo año se
casó en Zurite con doña Francisca Zubiaga, quien llegaría a ser conocida con el
apodo de “La Mariscala”.
Agustín GamarraEn 1827 Gamarra fue elegido diputado por Lampa. Investido
con esta dignidad, incursionó militarmente en Bolivia para obligar a Sucre y los
colombianos a retirarse, poniendo fin a la influencia “norteña” en el gobierno de
Chuquisaca. Luego del tratado de Piquiza, celebrado el 6 de julio de 1828,
Gamarra dejó el Alto Perú (de ahí en adelante fue conocido como el mariscal de
Piquiza). A continuación le tocó intervenir en la guerra con la Gran Colombia,
hallándose en primera fila en la batalla del Pórtete de Tarqui (27 de febrero de
1829), donde los colombianos se declararon vencedores. Gamarra sufrió grandes
pérdidas y decidió realizar un golpe militar contra el presidente La Mar en el norte,
desterrándolo hacia Costa Rica. Se convocó a e elecciones en el Congreso y el
31 de agosto de 1829 consiguió su designación como presidente de la
República por un período constitucional de cuatro años, lapso en el que
enfrentó nada menos que catorce revoluciones. Fracasó en el intento de formar la
Confederación Perú-Boliviana, tuvo que afrontar la anarquía provocada por los
liberales y se vio inmerso en una grave crisis económica. En las elecciones
convocadas al final de su gobierno resultó elegido el general Luis José de
Orbegoso, que no era el candidato de preferencia de Gamarra. Estalló enseguida
una guerra civil, en la que el mariscal de Piquiza fue derrotado en Maquinhuayo,
emigrando con destino a Bolivia, a fin de procurar un acuerdo con su amigo Santa
Cruz. Al ser establecida la Confederación Perú-Boliviana, empero, cambió de
bandera y salió a buscar el apoyo de Ecuador y luego el de Chile, con el fin de
organizar una gran expedición “restauradora”. Ésta puso término al régimen de la
Confederación gracias a las victorias logradas en la Portada de Guía (21 de
agosto de 1838) y en Yungay (20 de enero de 1839).
El 10 de julio de 1840 Agustín Gamarra accedió nuevamente a la presidencia
de la República. Su primera preocupación en el gobierno fue la pacificación del
país, a pesar del levantamiento que efectuó Manuel Ignacio de Vivanco en la
sierra de Ayacucho, Cuzco, Arequipa y Puno. Todos estos focos de subversión
fueron controlados, hasta dejar como único problema el enfrentamiento con Santa
Cruz. Para evitar que este caudillo volviera a sentar sus reales en Bolivia y
confiando en el apoyo de José Ballivián, Gamarra declaró la guerra a Bolivia,
perdiendo la vida en la batalla de Ingavi, el 18 de noviembre de 1841.
Gamarra tenía para entonces 56 años de edad. Su esposa “la Mariscala” había
muerto previamente, durante su exilio en Valparaíso.

PEDRO PABLO BERMUDEZ ASCARZA


Los Presidentes del Perú, PEDRO PABLO
BERMUDEZ ASCARZA (1834).
Nació en Tarma el 27 de junio de 1793. Sus padres
fueron Justo Bermúdez y Teresa Ascarza. Estudio
en el Seminario Conciliar de Santo Toribio. Se
presentó en Pisco, al Ejercito Libertador y se le
otorgó el grado de teniente.

A órdenes del general Juan Antonio Álvarez de


Arenales emprendió la campaña de penetración a
la sierra. Luego de ser ocupada Lima y proclamada
la Independencia, participó en la toma de la plaza
del Callao.

Se unió al ejército que Bolívar estaba organizando


en el Norte del país para iniciar la ofensiva contra
las fuerzas realistas y tuvo una participación eficaz en las acciones de Junta y
Ayacucho. Ascendido a coronel, es encargado del Estado Mayor General, para
afrontar la amenaza de una guerra contra Colombia.

En 1832 fue nombrado ministro de Guerra, pero renunció debido a la extrañeza que
ello produjo; fue ascendido a general de brigada, y también decline aunque
infructuosamente; nombrado ministro de Guerra por segunda vez, colaboró con el
general Agustín Gamarra hasta el término de su mandato (1833).

Con el voto de los liberales fue elegido presidente provisorio el general Luís José
de Orbegoso; e incitado por el ex presidente, el general Pedro Bermúdez, encabezó
un golpe de Estado y se proclamó jefe supremo de la República (1834).

Pero hostigado por el pueblo de Lima, se retiró hacia la sierra y no obstante su


triunfo en la batalla de Huaylacucho (1834), la indecisión que demostrara para
sostener su causa determine la unión de las fuerzas contendientes en el llamado
«abrazo de Maquinguayo» (1834) y el reconocimiento del presidente provisorio.

Participó en la campaña que enfrenta a las dos fuerzas en las vertientes andinas
del Norte y en la decisiva batalla de Yungay (1839) quedó herido y prisionero. Fue
separado del Ejército al igual que los jefes militares adictos a la Confederación
Peruana-Boliviana.

Se dedicó a la explotación de su hacienda y a negocios mineros, y aunque su


actuación pública no había sido acertada, se lamentaba que no se tuviera en cuenta
sus méritos. Después de reincorporarse al servicio, es ascendido a general de
división (1848) y también fue prefecto y senador por Junín (1851). Fallece en Lima
el 30 de marzo en 1852.

Luis José de Orbegoso


(Luis José de Orbegoso u Orbegozo;
Chuquisongo, Huamachuco, 1795 - Trujillo,
1847) Militar y político peruano, presidente
de la República (1833-1834) y cofundador de
la Confederación Peruano-Boliviana creada
en 1836.

Estudió en Lima, en el Convictorio de San


Carlos. En 1815 regresó a Trujillo, donde el
virrey Abascal le confirió el grado de cadete
del regimiento de milicias de caballería, en
una época de militarización tras las revueltas
políticas que siguieron a las Cortes de Cádiz,
el levantamiento de los hermanos Angulo en Cuzco y otras movilizaciones sociales
que preludiaban el fin del coloniaje en los Andes.

También fue en Trujillo donde otro noble, el marqués de Torre Tagle, proclamó la
independencia peruana. Orbegoso abrazó esa causa, dándole su confianza el
libertador San Martín, que lo nombró primero Sargento mayor y luego Alférez Real
en 1821. Fue Orbegoso comisionado por los vecinos trujillanos que apoyaban al
presidente Riva Agüero en 1823 para pedir que el general Santa Cruz, que operaba
en el sur, fuese a Trujillo a sofocar las guerras civiles que amenazaban
generalizarse. Sin embargo, su misión fracasó al encontrarse diezmado el ejército
de Santa Cruz.

Tras regresar a Trujillo, Orbegoso encontró a Bolívar, quien lo nombró Prefecto del
departamento que se llamaba, en honor a la proclamación independentista, de La
Libertad. En 1826 ascendió a general de brigada. Sus relaciones personales,
provenientes de su cuna, le hicieron ser comisionado nuevamente por el Congreso
de la República, del que era diputado en 1826, para ir a Guayaquil a anunciar al
general La Mar su nominación como presidente del país.

Entonces la milicia era la prolongación directa de la política y Orbegoso continuó su


carrera militar al tomar parte en la guerra con Colombia en 1829, de la que Perú
salió derrotado. No se sometió a la revolución de Piura, que destituyó a La Mar
después de esa derrota, y se retiró entonces a su hacienda Chuquisongo. El
Congreso lo promovió a general de dvisión en 1832, a finales del gobierno de
Gamarra. Elegido diputado a la Convención Nacional que nombraría al sucesor de
Gamarra, quien intentaba nombrar a su allegado el general Bermúdez, Orbegoso
fue designado como presidente provisorio.

La eventualidad de una derrota fue prevista por el autoritario Gamarra, lo que llevó
a Bermúdez a encabezar una sublevación en enero de 1834. El pueblo de Lima
apoyó a Orbegoso, que ya había tomado los bastiones de El Callao. Los bandos se
enfrentaron en las calles de la capital y, finalmente, Orbegoso se alzó la victoria. La
violencia continuó hasta que los militares de uno y otro bando se reconciliaron en
pleno campo de batalla, en el famoso "abrazo de Maquinhuayo". Triunfante,
Orbegoso renunció a la designación provisoria a la que había sido promovido por la
Convención, pero fue conminado a continuar hasta que se promulgara una nueva
constitución, que Orbegoso juró en 26 de junio de 1834.

La situación no se pacificó. Tras la salida del presidente de la capital, ante la


eventualidad de un levantamiento de Gamarra en el sur, donde tenía sus predios
políticos más sólidos, Lima fue tomada por un joven y aguerrido General, norteño
también, Felipe Santiago Salaverry, que se proclamó Jefe Supremo en febrero de
1835. Entonces, Gamarra atacó en el sur, donde Orbegoso no tenía sino un
escuálido ejército. Atacado por todos los flancos, el presidente pidió ayuda a Santa
Cruz, quien conspiraba en Bolivia desde hacía años, para tomar el mando en el
Perú.

Con la autorización del presidente, Santa Cruz entró en territorio peruano,


derrotando a Gamarra en Yanacocha el 13 de agosto de 1835. Luego, el ejército
unido, que en realidad era el comandado por Santa Cruz, se enfrentó a Salaverry
en Socabaya el 7 de enero de 1836. Con esta acción victoriosa los escollos estaban
salvados y se proclamó la Confederación Peruano-boliviana, fruto de la
determinación de sendas asambleas populares realizadas en Sicuani (17 de marzo)
y Huaura (6 de agosto).

En este clima de continua crisis política e institucional, la situación social era de


perpetuo desorden. Los asaltos y las incursiones de bandas de negros, zambos,
mestizos -llamados "castas"- y de gentes marginales se producían en los
alrededores de Lima, en medio de una horrible crisis agraria. En este contexto se
produjo un hecho sintomático: un bandolero, llamado León Escobar, negro de los
alrededores de Lima, tomó la ciudad y fue presidente de Perú durante unas horas.

Otro de los hechos sobresalientes del gobierno de Orbegoso fue su viaje a las
provincias del sur. Una vez estabilizada la situación, el presidente partió en una
visita de buena voluntad y observación del país. No hubiese trascendido si su
capellán, el cura José María Blanco, no hubiera escrito un magnífico diario de ese
viaje. En 1838 fue derrotado en la Portada de Guía por los chilenos, que se oponían
a la unión de Perú y Bolivia, y tuvo que abandonar el país.

Felipe Santiago de Salaverry


(Lima, 1805 - Arequipa, 1836) Militar y político peruano. En 1835 se rebeló contra el
presidente Orbegoso y le sucedió en el poder. Durante su breve dictadura procuró
una alianza comercial con Chile y eliminó la contribución de castas. Derrotado y
apresado por A. de Santa Cruz, murió fusilado.
Salaverry cursó estudios en el Colegio
de San Carlos de Lima. Cuando el
general José de San Martín llegó al
Perú en 1820, Salaverry dejó la
universidad, a pesar de la oposición de
su padre, y se dirigió a la provincia de
Huaura, donde se alistó como
voluntario para unirse a las fuerzas del
general. Se integró como cadete en el
batallón Numancia, con el cual tomó
parte en las campañas militares contra
los realistas. Tras el establecimiento de
la República del Perú, Salaverry
ascendió rápidamente en el escalafón
del Ejército; con veintiocho años de
edad era ya general.
Cuando la guarnición de El Callao se
sublevó en enero de 1835 contra el
entonces presidente Luis José de Orbegoso, Salaverry derrotó a los insurgentes, y
el presidente Orbegoso le nombró gobernador de la fortaleza. Pero el 23 de febrero,
Salaverry se levantó en armas contra el gobierno. Después de que Orbegoso
abandonara Lima, Salaverry ocupó la capital y se proclamó Jefe Supremo de la
República. En pocos meses se hizo con el control del sur del país, mientras
Orbegoso se retiraba con una pequeña fuerza a las provincias del norte.
Orbegoso buscó entonces la ayuda de Andrés de Santa Cruz, por entonces
presidente de Bolivia, con quien firmó un acuerdo (que contempló también la futura
creación de la Confederación Peruanoboliviana) Poco después, el ejército boliviano
invadió Perú y Salaverry se retiró a la ciudad de Arequipa. El 7 de febrero de 1836,
sus fuerzas fueron derrotadas totalmente en Socabaya, un distrito de la ciudad
arequipeña. Después de vagar durante varios días, Salaverry se rindió al general
Miller, quien lo entregó a Santa Cruz. Contrariamente a las costumbres de la guerra
contra los enemigos que se rinden, Santa Cruz ordenó la ejecución de Salaverry.
Esto espoleó la resistencia popular contra Andrés de Santa Cruz y Orbegoso, y a la
postre a la definitiva derrota de la Confederación Peruanoboliviana liderada por
Andrés de Santa Cruz.

Andrés Santa Cruz


(Huarina, La Paz, 1792 - Saint-
Nazaire, Francia, 1865) Caudillo
boliviano que fue presidente de
Perú (1826-27) y de Bolivia
(1829-39). Andrés Santa Cruz
es especialmente recordado
como fundador de la
Confederación Peruano-
Boliviana (1836-39).

Era hijo del español José Santa


Cruz y Villavicencio y de doña
Juana Basilia Calahumana, hija
del cacique de Huarina y
descendiente de los incas.
Realizó sus estudios en el
Colegio Franciscano de La Paz y, más tarde, en el Seminario Conciliar del Cusco,
institución en la que tuvo como compañero de estudios al futuro general
peruano Agustín Gamarra. Andrés Santa Cruz se incorporó al ejército español en el
mismo regimiento que comandaba su padre, que le concedió el grado de alférez.
Luego pasó a revistar bajo las órdenes del brigadier José Manuel de
Goyeneche con el rango de ayudante de campo.

Como miembro de las tropas españolas combatió a los ejércitos patriotas en las
batallas de Potosí, Sipe Sipe, Viloma y Cinti, y en 1816 se le concedió el grado de
teniente coronel. En el combate de La Tablada, en Tarija, cayó prisionero de los
ejércitos independentistas y fue trasladado a Buenos Aires, desde donde huyó a
Lima para reincorporarse al ejército español, y fue nuevamente hecho prisionero por
el ejército argentino en la batalla de Cerro de Pasco.

Durante su cautiverio, Santa Cruz tuvo la oportunidad de reflexionar sobre su


incómoda situación. En 1821 decidió sumarse al ejército comandado por el
general José de San Martín, que luchaba en el Perú; Santa Cruz fue admitido con
su rango de teniente coronel. Tras la victoria de Otuste, marchó a Ecuador y se
sumó a las tropas del general Antonio José de Sucre, que lo ascendió a general de
brigada.

Por su actuación en la batalla de Zepita, el Congreso peruano le concedió el rango


de gran mariscal del Perú, honor no alcanzado por ningún otro boliviano. Después
de ejercer como prefecto de La Paz, ocupó en 1826 la presidencia del Perú.
Gobernó la nación entre 1826 y 1827, y tras dejar el cargo pasó a Chile como
ministro plenipotenciario de Bolivia.

Fue elegido presidente de Bolivia en 1829, y su mandato se prolongó durante una


década. Como primer mandatario, Andrés Santa Cruz fue un trabajador incansable,
cuya prioridad era la organización del país. A este fin convocó una Asamblea
Constituyente que le eligió presidente constitucional y, asimismo, aprobó la segunda
Constitución del país y puso en vigencia los códigos Civil, Mercantil, Penal, de
Procedimientos y de Minas. También creó la Universidad de San Andrés de La Paz
y la Universidad de San Simón de Cochabamba.

Su gran sueño, la Confederación Peruano-Boliviana, adquirió consistencia cuando


fue llamado por el gobierno peruano para pacificar la nación, víctima de la anarquía.
Tras varios éxitos militares contra las fuerzas que dividían el Perú, logró crear el
Estado Nor Peruano y, más tarde, el Estado Sud Peruano, que junto con Bolivia
integraban la Confederación Peruano-Boliviana.

La Confederación debió enfrentarse desde su nacimiento a la oposición de Chile y


Argentina, a la que más tarde se sumaron los enemigos internos. Chile declaró la
guerra a la Confederación, que resultó derrotada en la batalla de Yungay, en 1839.
Andrés Santa Cruz renunció a la presidencia tras el derrumbe de la Confederación
y se trasladó a Ecuador. Intentó regresar a Bolivia, pero los chilenos lo hicieron
prisionero y lo recluyeron en Chillán durante dos años, hasta que finalmente un
convenio entre los gobiernos chileno y boliviano permitió su marcha a Europa.

Residió en Francia y ejerció con notable solvencia como ministro plenipotenciario


del presidente boliviano Manuel Isidoro Belzú ante los gobiernos del Reino Unido,
Francia, España y Bélgica. Tras un fallido intento de regresar a su patria, murió
cerca de Nantes, Francia, en 1865, desde donde el gobierno boliviano, al cumplirse
el centenario de su muerte, repatrió sus restos, que actualmente descansan en un
mausoleo de la capilla de la catedral de La Paz.

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