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En 1812 fue transferido al frente de Valencia, que dirigía el general Joaquín Blake, y mandó una columna
de 4.000 granaderos veteranos (la llamada “columna La Mar”). Nuevamente fue herido, siendo trasladado
al hospital de Tudela, donde fue apresado por los franceses. No bien se recuperó el mariscal Soult lo
condujo prisionero a Francia y confinado en el castillo de Semur (Borgoña), donde se dedicó a estudiar a
los clásicos de la cultura francesa. Al cabo de un tiempo logró fugar, en compañía del brigadier Juan María
Muñoz y Manito; atravesó Suiza y el Tirol y llegó al puerto de Trieste, sobre el mar Adriático, donde se
embarcó de vuelta a España.
Llegado al Perú, La Mar tomó la posesión de su cargo, en noviembre de 1816. El Virreinato del Perú se
encontraba entonces asediado por los patriotas de Buenos Aires, que trataban de ganar el Alto Perú, donde
eran mantenidos a raya por las fuerzas del virrey José Fernando de Abascal.
Por esos días Abascal fue sustituido por Joaquín de la Pezuela, con quien La Mar trabó buenas relaciones,
estando siempre presente en todas las juntas de guerra reunidas para organizar la defensa militar del
Virreinato. En julio de 1818 le fue denunciada una conspiración, en cuyos planes se preveía la liberación de
los detenidos patriotas y la captura de las fortalezas del Callao y debió dictar las medidas que hicieron
fracasar tal complot. En marzo de 1819, una escuadra patriota procedente de Chile y bajo el mando del
almirante Thomas Cochrane inició el bloqueo del Callao, y tras un ligero combate se retiró con algunas
presas realistas. Dicha escuadra volvió a amenazar el puerto en septiembre de ese año. Previsor y sereno se
mostró La Mar durante aquella emergencia, y en diciembre del mismo año mereció ser promovido a
mariscal de campo.
Obligado a permanecer en la fortaleza del Callao, La Mar afrontó un nuevo bloqueo de la Escuadra
Libertadora desde octubre de 1820. No se sabe qué papel le cupo en el motín de Aznapuquio en el que los
oficiales españoles derrocaron al virrey Pezuela. Por su grado debió ser elegido para reemplazarlo; el hecho
es que se nombró nuevo virrey a José de la Serna (enero de 1821).
Cuando se produjo el avance de los patriotas hacia Lima, La Serna y los realistas abandonaron la capital el
6 de junio de 1821, quedando La Mar con la orden de continuar con la defensa de la Fortaleza del Callao, a
la espera de refuerzos. Sitiado por mar y por tierra, La Mar rechazó todos los ataques patriotas, hasta que en
septiembre de ese año, llegó desde la sierra el general realista José de Canterac, quien acampó en el Callao
tras una maniobra temeraria a la vista del ejército patriota. Antes de retornar a la sierra, Canterac dejó a La
Mar provisiones para tres días, aunque no se sabe exactamente lo que acordaron en lo referente a la defensa
del fuerte chalaco.
Lo cierto es que La Mar, ante la carencia de provisiones y de armas, a lo que naturalmente se sumaría sus
sentimientos de criollo y su vieja amistad con San Martín (a quien conocía desde los días de la guerra de la
independencia española), poco después se rindió y firmó la capitulación del Callao (19 de septiembre de
1821), cuyos fuertes pasaron a poder de los patriotas.
La Mar juzgó que ya había cumplido su compromiso de servir a la causa del rey; en consecuencia, renunció
al grado y las condecoraciones que el monarca le otorgara; y el 26 de octubre se incorporó a las fuerzas
patriotas, con la clase de General de División.
José de La Mar (Presidente de la Junta Siguiendo el plan que dejara San Martín, organizó la Primera
Gubernativa) (1822-1823) Expedición a puertos intermedios contra los realistas que aún
resistían en el sur peruano, pero dicha campaña terminó en
fracaso y se le responsabilizó de ello. Además, se le acusó de
mostrar pasividad frente a los realistas que ocupaban el centro del país. Todo ello hizo que el descontento
contra la Junta fuera general y la opinión unánime fue establecer un gobierno unificado en un solo
mandatario. El 26 de febrero de 1823, los generales del ejército acantonados en las cercanías de Lima
ordenaron la prisión de La Mar y obligaron al Congreso a designar como primer Presidente de la República
del Perú a José de la Riva Agüero. Este acto de insubordinación del ejército es conocido como el "Motín de
Balconcillo" y marcó el inicio de la intromisión de los militares en la vida política del país.
Vista su trayectoria militar, el Libertador Simón Bolívar lo convocó y nombró General en Jefe de la
División Peruana del Ejército Unido Libertador del Perú (26 de enero de 1824), con la misión de
reorganizar las fuerzas patriotas en Trujillo, tarea que cumplió con eficaz éxito. Tomó luego parte en la
victoriosa campaña de la sierra. Presenció la batalla de Junín, no llegando a participar en ella. Convenció a
Sucre a dar la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), donde su división (la Legión Peruana) sufrió
el más rudo ataque del enemigo, pero su reacción
finalmente decidió el triunfo sobre los realistas, lo cual
fue reconocido por Sucre en el parte de batalla, por
estas palabras:
Cuando el Libertador volvió a Lima el 10 de febrero de 1826, La Mar le presentó su renuncia, que aquel se
negó a admitir, concediéndole solo una licencia temporal por motivo de salud (al parecer sufría de un mal
hepático). En uso de aquella licencia, el día 25 de febrero La Mar dejó la presidencia del Consejo en manos
de Hipólito Unanue y se retiró a Guayaquil, desde donde insistió en su renuncia total, a tal punto que
Bolívar se la aceptó por Decreto del 8 de junio, nombrando en su reemplazo al mariscal Andrés de Santa
Cruz.
Refiriéndose a La Mar, Bolívar dijo en una ocasión que era el mejor hombre tanto en lo militar como en lo
civil, pero que aborrecía el mando. Era verdad que el mariscal cuencano no sentía mayor apegó por el
poder, llegando incluso a confesar que “hasta el nombre de presidente me asusta”.
Estando en Guayaquil, La Mar tuvo que soportar el dolor por la muerte de su esposa doña Josefa
Rocafuerte. Se estableció en la hacienda que una hermana suya tenía en Bujío, con ánimo de alejarse de la
vida política.
Las tres conspiraciones fueron atribuidas a las intrigas de Santa Cruz, cuyo alejamiento se dispuso
nombrándolo ministro plenipotenciario en Chile; pero insistentemente se afirmaba entonces que ellas no
eran sino episodios de una conspiración más vasta y profunda, en la cual se hallaban comprometidos
Gamarra, Santa Cruz y La Fuente, y cuyo estallido parecía temporalmente diferido por los inminentes
conflictos con Bolivia y Colombia.
Por si fuera poco, La Mar tuvo también que enfrentar una peligrosa sublevación de los indígenas de
Iquicha, en la provincia de Huanta. Estos aún luchaban, nominalmente, bajo las banderas del Rey de
España, y el 12 de noviembre de 1827 asaltaron y tomaron Huanta. Luego, avanzaron amenazadoramente
sobre Huamanga pero fueron contenidos, y tras una cruenta campaña fueron finalmente sometidos.
El mayor problema internacional que tuvo que enfrentar La Mar fue precisamente el enfrentamiento bélico
con la Gran Colombia, artificial creación geopolítica que ya amenazaba con dividirse.
Las relaciones del Perú con la Gran Colombia se deterioraron debido en parte a las diferencias fronterizas
que mantenían ambos países (La Mar reclamaba Guayaquil, mientras que Bolívar pretendía las provincias
de Tumbes, Jaén y Maynas), pero más que nada por la finalización de la influencia bolivariana en el Perú y
la revocación de la Constitución Vitalicia en 1827, hechos que enfurecieron a Bolívar, pues veía como su
proyecto federativo se desmoronaba. Y más aún, cuando se produjo la ocupación peruana de Bolivia en
1828 y la expulsión de Antonio José de Sucre, que igualmente pusieron fin a la influencia bolivariana en
ese país.
El conflicto empezó como una guerra de papel entre ambos estados, es decir, por medio de la prensa se
hicieron mutuas provocaciones e injurias. El Perú expulsó de Lima al diplomático colombiano Cristóbal
Armero,5 mientras que en Bogotá no se recibió al diplomático peruano, José Villa, a quien se le
extendieron sus pasaportes.6 Acto seguido, Bolívar declaró la guerra al Perú el 3 de julio de 1828.7 La
Mar aceptó el reto y movilizó el ejército y marina peruanas contra la Gran Colombia. La marina peruana
bloqueó la costa pacífica grancolombiana y ocupó el puerto de Guayaquil; por su parte el ejército peruano
ocupó la provincia de Loja, en el sur grancolombiano (actual Ecuador).
Tarqui fue un revés para los peruanos pero no una derrota decisiva. Cada ejército quedó dueño de su
terreno y esperaban que al día siguiente se reiniciara la lucha y se librara la batalla definitiva.9 No obstante,
una versión ecuatoriana considera a esta Batalla del Portete de Tarqui como un triunfo total del ejército
grancolombiano (antecedente inmediato del ecuatoriano) y se ha consagrado el 27 de febrero como el Día
del Ejército Ecuatoriano. Por su parte, los peruanos recuerdan el valor desplegado por sus soldados en
Tarqui, que en número reducido (en una proporción de 1 a 4) resistieron vigorosamente el ataque masivo de
todo el ejército colombiano hasta sucumbir gloriosamente.
La batalla final no se libró, pues La Mar, viendo que su situación era insostenible (se le agotaban sus
municiones así como no podía maniobrar en ese territorio, muy accidentado), aceptó negociar con el
adversario. Fue así como al día siguiente, 28 de febrero, se firmó el Convenio de Girón, por el cual se
establecía el retiro de las tropas peruanas del territorio colombiano que habían ocupado (es decir Guayaquil
y Loja). Los grancolombianos reconocían implícitamente como peruanas a las provincias de Tumbes, Jaén
y Maynas, al no reclamarlas en ese momento.
Pero sucedió entonces que Sucre, al redactar el parte de guerra y el decreto de premios expedido para los
vencedores de Tarqui, tuvo expresiones que fueron consideradas falsas y ofensivas por los peruanos.
Mandó, por ejemplo, que en el campo de combate se erigiera una columna en la que se leería en letras de
oro lo siguiente:
“El ejército peruano de ocho mil soldados que invadió la tierra de sus libertadores fue vencido
por cuatro mil bravos de Colombia el veinte y siete de febrero de mil ochocientos veinte y
nueve”.10 11
La Mar protestó en carta que dirigió a Sucre. Aclaró que el ejército peruano sólo sumaba cuatro mil
quinientos hombres y no ocho mil (cifra notoriamente abultada); que en Tarqui fue derrotada nada más que
la vanguardia peruana, la cual no ascendía o llegaba apenas a mil hombres; que en vano el ejército peruano
esperó el ataque final del ejército grancolombiano, después de que los Húsares del Perú rechazaran la carga
del prestigioso batallón colombiano Cedeño. También señaló la valiosa y decisiva contribución peruana en
las batallas de Junín y Ayacucho, como respuesta al reproche de que el Perú se mostraba desagradecido
ante sus “libertadores”.12 De otro lado, los oficiales grancolombianos actuaron con salvajismo, fusilando a
un buen número de los prisioneros peruanos, y enrolando a la fuerza a otro grupo de cautivos. Por todo
ello, La Mar decidió suspender el Convenio de Girón hasta que se retiraran los agravios y corrigieran los
excesos. Aunque Bolívar calificó de “quejas de vieja” las observaciones de La Mar, para cualquier testigo
neutral sería innegable que le asistía toda la razón al presidente del Perú.
Derrocamiento
La Mar estaba dispuesto a continuar la guerra, pero fue entonces cuando un grupo de oficiales peruanos lo
apresaron en Piura, en la noche del 7 de junio de 1829. Dichos militares portaban una carta de Gamarra
para La Mar, donde aquel le pedía su renuncia como consecuencia de la derrota frente a Sucre. La Mar se
negó a hacerlo, y de inmediato lo trasladaron al puerto de Paita, donde en la madrugada del día 9 lo
embarcaron junto con el coronel Pedro Pablo Bermúdez y seis esclavos negros, en una miserable goleta
llamada "Las Mercedes", con destino a Costa Rica. Las razones que arguyó Gamarra para dar el golpe de
estado fueron: el hecho de ser La Mar un “extranjero” en el Perú (lo cual era falso, pues La Mar era
peruano tanto por voluntad propia como de acuerdo a ley),1 y que su elección por el Congreso había
nacido de un arreglo tramado por Luna Pizarro (lo cual es discutible).
Gamarra planeó el golpe con el apoyo del general Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien en Lima se
encargó de derrocar al encargado del mando, Manuel Salazar y Baquíjano. Le apoyaba además el
presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz. Estos tres personajes —Gamarra, La Fuente y Santa Cruz—
formaron una especie de triunvirato, cuyas maquinaciones posibilitaron la caída de La Mar.13
Gamarra, ya asentado en el poder, arregló un armisticio con la Gran Colombia y finalmente firmó el
Tratado de Paz con dicho país.
Destierro y muerte
La nave llevando al mandatario derrocado arribó a Puntarenas el día 23 de junio de 1829. De inmediato La
Mar pasó a San José de Costa Rica donde fue recibido con honores y desde donde dirigió un oficio al
Congreso del Perú, exponiéndole los atropellos y vejámenes a los que había sido víctima por obra de los
golpistas. Luego se trasladó a Cartago donde fijo su residencia. Viudo y sin hijos, con la salud precaria y
sin tener a ningún familiar cerca, el abatimiento le fue minando más que la edad. Envió poder para casarse
con su sobrina carnal doña Ángela Elizalde, quien viajó en vano a reencontrarse con La Mar. El ilustre
militar peruano expiró el 11 de octubre de 1830 en la ciudad de Cartago, a los 54 años de edad, sumido en
la más negra melancolía. Año fatídico para los prohombres de la independencia, pues poco antes había sido
asesinado Sucre y poco después moría Bolívar.
Predecesor:
José Bernardo de Tagle Sucesor:
Presidente Constitucional de la Agustín Gamarra
República del Perú dio Golpe de Estado confabulado
con Antonio Gutiérrez de la
Simón Bolívar 3º Presidente Constitucional de la Fuente
Dictador del Perú República del Perú
22 de agosto de 1827 a 7 de junio de 1829
Predecesor:
Francisco Xavier de Luna Sucesor:
Pizarro Presidente de la Suprema Junta José Bernardo de Tagle
Presidente del Primer Congreso Gubernativa del Perú Encargado del mando
Constituyente del Perú 21 de septiembre de 1822 a 27 de febrero
de 1823
Sucesor:
Predecesor: Hipólito Unanue
- Presidente del Consejo de Gobierno del Vicepresidente del Consejo de
Gobierno
Perú
24 de febrero de 1825 a 10 de abril de 1825
Predecesor: Sucesor:
Hipólito Unanue Hipólito Unanue
Vicepresidente del Consejo de Vicepresidente del Consejo de
Presidente del Consejo de Gobierno del
Gobierno Gobierno
Perú
5 de enero de 1826 a 25 de febrero de 1826
Véase también
Independencia del Perú
Primer Congreso Constituyente del Perú de 1822
Perú
Presidentes del Perú
Referencias
1. Qué más prueba de la peruanidad del Gran Mariscal José de La Mar, que su misma
declaración, en una carta que remitió a Santiago Távara Andrade, donde decía
textualmente: «Soy tan peruano como el que más blasone de serlo» (Távara, Santiago:
Historia de los partidos, publicado por entregas en el diario El Comercio en 1862 y
republicado en 1951, cap. V, pág. 43. Citada por: Vargas Ugarte, Rubén: Historia General
del Perú. Tomo VII, pág. 102. Segunda Edición. Lima, Perú, 1984. Pero no solo se trataba
de una simple declaración de voluntad, sino que la peruanidad de La Mar tenía respaldo
legal: por ley del Congreso peruano del 12 de febrero de 1825 se confirió a los vencedores
de Ayacucho la ciudadanía peruana. La Mar jamás se consideró grancolombiano ni menos
ecuatoriano, no estando demás recordar que el Ecuador nació como nación el mismo año
en que el Gran Mariscal moría desterrado en Costa Rica.
2. Gálvez Montero, José Francisco (2002). Las bases del Estado Peruano y el proceso de
independencia (Tesis Doctoral). Madrid: Universidad Complutense de Madrid. p. 426-428.
ISBN 978-84-8466-047-7.
3. «Constitución Política del Perú de 1823» (http://www4.congreso.gob.pe/dgp/constitucion/co
nstituciones/Constitucion-1823.pdf). Congreso del Perú. Consultado el 11 de febrero de
2020.
4. Tuesta Soldevilla, Fernando. «Constituyentes 1822-1825» (http://blog.pucp.edu.pe/blog/fern
andotuesta/wp-content/uploads/sites/945/2016/05/1822-1825-Constituyentes.pdf). Polítika.
PUCP. Consultado el 12 de abril de 2020.
5. Basadre 1998, p. 183.
6. Basadre 1998, p. 190.
7. Basadre 1998, p. 191.
8. Basadre 1998, pág. 199.
9. Basadre 1998, pág. 200.
10. Vargas Ugarte, tomo VII, pág. 192.
11. Basadre 1998, pág. 201.
12. Basadre 1998, p. 201. Efectivamente, la empresa de la Emancipación hispanoamericana
fue una obra mancomunada y cada nación hispanoamericana dio su aporte para
consumarla.
13. Basadre 1998, pp. 202-203.
14. Basadre 1998, pp. 204-205.
Bibliografía
Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y
aumentada. Tomo 1. Editada por el Diario "La república de Lima y la Universidad "Ricardo
Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
De la Puente Candamo, José Agustín: Historia General del Perú. Tomo VI. La
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Denegri Luna, Félix: Historia marítima del Perú (Tomo VI-Volúmenes 1 y 2). Lima, 1977.
Varios autores: Grandes Forjadores del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-
50-8
Morote, Herbert: Bolivar: Libertador y enemigo Nº 1 del Perú. Lima, Jaime
Campodónico/Editor, 2007. ISBN 978-9972-729-60-7
Riva Agüero y Sanchez Boquete, José de la (Pseudónimo: P. Pruvonena): Memorias y
documentos para la historia de la independencia del Perú y causas del mal éxito que ha
tenido esta (http://books.google.com.pe/books?id=phyOMEi_RQwC&dq=documentos+histor
ia+peru&source=gbs_navlinks_s) París, 1858.
Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 9, JAB/LLO.
Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-158-8
Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Sexto y Séptimo Tomo. Tercera Edición.
Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú, 1981. ISBN 84-499-4818-5
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