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José de La Mar

José Domingo de La Mar y Cortázar (Cuenca,


Presidencia de Quito, 12 de mayo de 1776 - José Domingo de La Mar y
Cartago, Costa Rica - 11 de octubre de 1830), fue un Cortázar
militar y político que nació en el territorio del
gobierno de Quito, identificándose peruano.1 Llegó
a ocupar en dos ocasiones el alto mando de la nación
peruana: primero, durante los años de 1822 a 1823,
como Jefe de una Junta Gubernativa; y después,
entre 1827 y 1829, como Presidente Constitucional.
En ambas ocasiones fue elegido por el Congreso de
la República del Perú. Es considerado por la
mayoría de historiadores y tratadistas como el primer
"Presidente Constitucional de la República del
Perú", ya libre de toda influencia extranjera (luego
de las elecciones de 1827) ya que, si bien el primero
en usar el título de presidente de la República fue
José de la Riva Agüero en 1823, el gobierno de este
fue de facto, más no constitucional. Presidió también
por breve tiempo el Consejo de Gobierno, durante la
dictadura de Bolívar (1826).

Como militar participó en la Guerra de la


independencia española, y posteriormente luchó en Presidente Constitucional de la República
el Perú, primero en el ejército realista, para pasar Peruana
luego a las filas patriotas, contribuyendo 22 de agosto de 1827-7 de junio de 1829
decisivamente a la victoria final en Ayacucho. Predecesor José Bernardo de Tagle
Durante su gobierno de 1827-29 sufrió una tenaz Presidente de la República Peruana
oposición política, por obra de sus viejos camaradas
de la guerra de la independencia que ambicionaban Simón Bolívar
el poder. Comandó a las tropas peruanas durante la Dictador del Perú
Guerra contra la Gran Colombia, pero fue derrocado Sucesor Agustín Gamarra
en pleno conflicto por el general Agustín Gamarra y dio Golpe de Estado confabulado con
desterrado a Costa Rica, donde falleció poco Antonio Gutiérrez de la Fuente
después.

Índice Presidente del Consejo de Gobierno del Perú


24 de febrero de 1825-10 de abril de 1826
Primeros años
Presidente Simón Bolívar
Carrera militar en España
Predecesor -
Al servicio del Virreinato del Perú
Sucesor Hipólito Unanue
Presidente de la Junta Gubernativa (1822- Vicepresidente del Consejo de
1823) Gobierno

En la campaña final de la Independencia


5 de enero de 1826-25 de febrero de 1826
Bajo la dictadura de Bolívar Presidente Simón Bolívar
Presidente Constitucional del Perú (1827- Predecesor Hipólito Unanue
1829) Vicepresidente del Consejo de

Obras y hechos importantes de su Gobierno


gobierno Sucesor Hipólito Unanue
Guerra con la Gran Colombia Vicepresidente del Consejo de
Gobierno
Derrocamiento
Destierro y muerte
Véase también
Referencias Presidente de la Suprema Junta Gubernativa
del Perú
Bibliografía
21 de septiembre de 1822-27 de febrero de
1823
Primeros años Predecesor José de San Martín
(Protector del Perú)
Francisco Xavier de Luna
Nació en Cuenca, Presidencia de Quito, en el actual
Pizarro
Ecuador, el 12 de mayo de 1776. Sus padres fueron (Presidente del Congreso
el vizcaíno Marcos La Mar Migura, administrador de Constituyente del Perú)
las Cajas Reales de Guayaquil y Cuenca, y la dama
Sucesor José Bernardo de Tagle
guayaquileña Josefa Paula Cortázar y Lavayen,
(Encargado del Poder Supremo)
hermana de José Ignacio Cortázar y Lavayen y
Francisco Cortázar y Lavayen, obispo de Cuenca y
gobernador de Jaén de Bracamoros,
respectivamente. Sus primeros años los desenvolvió
en Guayaquil, puerto que desde 1803 había vuelto al Diputado constituyente de la República del
Virreinato del Perú, con el que mantenía poderosas Perú
relaciones comerciales, por lo cual La Mar siempre por Puno
se consideró peruano.1 De cualquier manera, la 20 de septiembre de 1822-10 de marzo de 1825
circunstancia de su nacimiento sirvió a sus enemigos
en el Perú para desacreditarlo como extranjero en
Información personal
varias ocasiones.
Nacimiento 12 de mayo de 1776
A los 2 años de edad fue enviado a España en Cuenca, Presidencia de
compañía de su tío, Francisco Cortázar y Lavayen, y Quito
estudió en el Colegio de Nobles de Madrid. En Fallecimiento 11 de octubre de 1830
España, transcurrió el resto de su infancia y su (54 años)
juventud. Cartago, Costa Rica
Sepultura Cementerio Presbítero Matías
Maestro
Carrera militar en España Nacionalidad Peruana

Ingresó al ejército español, como subteniente del Familia


Regimiento de Saboya. En 1794 participó en la Cónyuge Josefa Rocafuerte
campaña del Rosellón contra la Primera República Ángela Elizalde
Francesa bajo las órdenes del limeño conde de la Información profesional
Unión, por lo que fue ascendido a capitán (1795). Ocupación Militar

Participó después en diversas acciones militares Conflictos Guerra de la Independencia


contra la Francia revolucionaria, y era ya teniente Española y Guerra de
Independencia de Perú
coronel al momento de producirse en España la
guerra nacional contra la invasión napoleónica (1808). Combatió en la defensa de Zaragoza bajo las
órdenes de José de Palafox y Melci (1808-1809). Cayó gravemente herido, y aunque aquella plaza
finalmente capituló, mereció el título de “benemérito de la patria en grado heroico” y el ascenso a coronel.

En 1812 fue transferido al frente de Valencia, que dirigía el general Joaquín Blake, y mandó una columna
de 4.000 granaderos veteranos (la llamada “columna La Mar”). Nuevamente fue herido, siendo trasladado
al hospital de Tudela, donde fue apresado por los franceses. No bien se recuperó el mariscal Soult lo
condujo prisionero a Francia y confinado en el castillo de Semur (Borgoña), donde se dedicó a estudiar a
los clásicos de la cultura francesa. Al cabo de un tiempo logró fugar, en compañía del brigadier Juan María
Muñoz y Manito; atravesó Suiza y el Tirol y llegó al puerto de Trieste, sobre el mar Adriático, donde se
embarcó de vuelta a España.

Al servicio del Virreinato del Perú


Por entonces Fernando VII había sido restituido en el trono español y reimplantado el absolutismo en la
península. Dicho soberano premió a La Mar por sus servicios, ascendiéndole a la clase de brigadier (1815)
y nombrándole caballero de la Orden de San Hermenegildo. Enseguida lo envió a Lima como Subinspector
general del Virreinato del Perú, anejo al cual estaba la gobernación de la Fortaleza del Real Felipe del
Callao.

Llegado al Perú, La Mar tomó la posesión de su cargo, en noviembre de 1816. El Virreinato del Perú se
encontraba entonces asediado por los patriotas de Buenos Aires, que trataban de ganar el Alto Perú, donde
eran mantenidos a raya por las fuerzas del virrey José Fernando de Abascal.

Por esos días Abascal fue sustituido por Joaquín de la Pezuela, con quien La Mar trabó buenas relaciones,
estando siempre presente en todas las juntas de guerra reunidas para organizar la defensa militar del
Virreinato. En julio de 1818 le fue denunciada una conspiración, en cuyos planes se preveía la liberación de
los detenidos patriotas y la captura de las fortalezas del Callao y debió dictar las medidas que hicieron
fracasar tal complot. En marzo de 1819, una escuadra patriota procedente de Chile y bajo el mando del
almirante Thomas Cochrane inició el bloqueo del Callao, y tras un ligero combate se retiró con algunas
presas realistas. Dicha escuadra volvió a amenazar el puerto en septiembre de ese año. Previsor y sereno se
mostró La Mar durante aquella emergencia, y en diciembre del mismo año mereció ser promovido a
mariscal de campo.

Obligado a permanecer en la fortaleza del Callao, La Mar afrontó un nuevo bloqueo de la Escuadra
Libertadora desde octubre de 1820. No se sabe qué papel le cupo en el motín de Aznapuquio en el que los
oficiales españoles derrocaron al virrey Pezuela. Por su grado debió ser elegido para reemplazarlo; el hecho
es que se nombró nuevo virrey a José de la Serna (enero de 1821).

Cuando se produjo el avance de los patriotas hacia Lima, La Serna y los realistas abandonaron la capital el
6 de junio de 1821, quedando La Mar con la orden de continuar con la defensa de la Fortaleza del Callao, a
la espera de refuerzos. Sitiado por mar y por tierra, La Mar rechazó todos los ataques patriotas, hasta que en
septiembre de ese año, llegó desde la sierra el general realista José de Canterac, quien acampó en el Callao
tras una maniobra temeraria a la vista del ejército patriota. Antes de retornar a la sierra, Canterac dejó a La
Mar provisiones para tres días, aunque no se sabe exactamente lo que acordaron en lo referente a la defensa
del fuerte chalaco.

Lo cierto es que La Mar, ante la carencia de provisiones y de armas, a lo que naturalmente se sumaría sus
sentimientos de criollo y su vieja amistad con San Martín (a quien conocía desde los días de la guerra de la
independencia española), poco después se rindió y firmó la capitulación del Callao (19 de septiembre de
1821), cuyos fuertes pasaron a poder de los patriotas.
La Mar juzgó que ya había cumplido su compromiso de servir a la causa del rey; en consecuencia, renunció
al grado y las condecoraciones que el monarca le otorgara; y el 26 de octubre se incorporó a las fuerzas
patriotas, con la clase de General de División.

Presidente de la Junta Gubernativa (1822-1823)


Convenientemente decidido por la causa de la independencia,
La Mar viajó a la ciudad de Guayaquil a visitar a su familia y,
estando allí, la Junta de Guayaquil, lo nombró en enero de
1822 Comandante General de la provincia. Desde este cargo
consiguió la capitulación del comandante realista Villegas, así
como la entrega de las fragatas “Prueba” y “Venganza” y de
la corbeta “Alejandro”, que puso a disposición del gobierno
peruano. En premio a tales servicios, el Supremo Delegado
Torre Tagle lo reconoció como Gran Mariscal (22 de marzo
de 1822). Guayaquil, sin embargo, fue anexionada por Simón
Bolívar a la Gran Colombia.

Elegido diputado por el departamento de Puno,2 3 4 La Mar


concurrió a la instalación del Primer Congreso Constituyente
del Perú el 20 de septiembre de 1822; y al día siguiente fue
elevado a la Presidencia de la Suprema Junta Gubernativa del
Perú, cuerpo gubernamental creado por los diputados para
suceder al gobierno protectoral de San Martín. Los otros
integrantes de la Junta fueron Felipe Antonio Alvarado y
Manuel Salazar y Baquíjano. Se le considera por ello a La
Mar como el primer presidente constitucionalmente electo en
el Perú, aunque lo haya sido en un cargo colegiado.

José de La Mar (Presidente de la Junta Siguiendo el plan que dejara San Martín, organizó la Primera
Gubernativa) (1822-1823) Expedición a puertos intermedios contra los realistas que aún
resistían en el sur peruano, pero dicha campaña terminó en
fracaso y se le responsabilizó de ello. Además, se le acusó de
mostrar pasividad frente a los realistas que ocupaban el centro del país. Todo ello hizo que el descontento
contra la Junta fuera general y la opinión unánime fue establecer un gobierno unificado en un solo
mandatario. El 26 de febrero de 1823, los generales del ejército acantonados en las cercanías de Lima
ordenaron la prisión de La Mar y obligaron al Congreso a designar como primer Presidente de la República
del Perú a José de la Riva Agüero. Este acto de insubordinación del ejército es conocido como el "Motín de
Balconcillo" y marcó el inicio de la intromisión de los militares en la vida política del país.

En la campaña final de la Independencia


Puesto en libertad, La Mar se dirigió a Chile y después a Guayaquil, donde contrajo matrimonio con doña
Josefa Rocafuerte, perteneciente a una familia guayaquileña (era hermana de Vicente Rocafuerte, futuro
Presidente de Ecuador).

Vista su trayectoria militar, el Libertador Simón Bolívar lo convocó y nombró General en Jefe de la
División Peruana del Ejército Unido Libertador del Perú (26 de enero de 1824), con la misión de
reorganizar las fuerzas patriotas en Trujillo, tarea que cumplió con eficaz éxito. Tomó luego parte en la
victoriosa campaña de la sierra. Presenció la batalla de Junín, no llegando a participar en ella. Convenció a
Sucre a dar la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), donde su división (la Legión Peruana) sufrió
el más rudo ataque del enemigo, pero su reacción
finalmente decidió el triunfo sobre los realistas, lo cual
fue reconocido por Sucre en el parte de batalla, por
estas palabras:

"Cumplo el agradable deber de recomendar a


la consideración del Libertador, a la gratitud
del Perú y al respeto de todos los valientes de
la tierra, la serenidad con que el señor
general La Mar ha rechazado todos los
ataques a su flanco y aprovechado el instante
de decidir la derrota". La Batalla de Ayacucho, donde el Mariscal José
de La Mar comando la División peruana y junto al
Batallón de los LLaneros de Vargas al mando del
Bajo la dictadura de Bolívar General Venezolano Jacinto Lara cuya actuación
decidió el triunfo patriota sobre los realistas.
En premio a su actuación se le entregó la hacienda
Ocucaje, pero La Mar no la aceptó y la devolvió a su
dueño. Aceptó, en cambio, integrar el Consejo de Gobierno constituido por Bolívar el 24 de febrero de
1825 para hacerse cargo del poder ejecutivo durante la estadía del Libertador en el Alto Perú. La Mar se
hallaba entonces en Guayaquil y demoró mucho en ir a Lima a asumir la presidencia de dicho Consejo,
hasta que por fin llegó y asumió la investidura el 5 de enero de 1826.

Cuando el Libertador volvió a Lima el 10 de febrero de 1826, La Mar le presentó su renuncia, que aquel se
negó a admitir, concediéndole solo una licencia temporal por motivo de salud (al parecer sufría de un mal
hepático). En uso de aquella licencia, el día 25 de febrero La Mar dejó la presidencia del Consejo en manos
de Hipólito Unanue y se retiró a Guayaquil, desde donde insistió en su renuncia total, a tal punto que
Bolívar se la aceptó por Decreto del 8 de junio, nombrando en su reemplazo al mariscal Andrés de Santa
Cruz.

Refiriéndose a La Mar, Bolívar dijo en una ocasión que era el mejor hombre tanto en lo militar como en lo
civil, pero que aborrecía el mando. Era verdad que el mariscal cuencano no sentía mayor apegó por el
poder, llegando incluso a confesar que “hasta el nombre de presidente me asusta”.

Estando en Guayaquil, La Mar tuvo que soportar el dolor por la muerte de su esposa doña Josefa
Rocafuerte. Se estableció en la hacienda que una hermana suya tenía en Bujío, con ánimo de alejarse de la
vida política.

Presidente Constitucional del Perú (1827-1829)


Tras el fin de la influencia bolivariana en el Perú, el 28 de febrero de 1827 se convocó las elecciones para el
Congreso. La Mar fue elegido diputado por Huaylas y se preparó para volver a Lima. Pero sucedió
entonces que una entusiasta población guayaquileña, enterada del retiro de las tropas grancolombianas del
Perú, lo obligó prácticamente a asumir el mando como Jefe Político y Militar de la plaza de Guayaquil.
Poco después recibió la noticia de su nombramiento por el Congreso de la República del Perú como
Presidente Constitucional de la República (9 de junio de 1827). Su elección había sido impulsada por
Francisco Xavier de Luna Pizarro, el sacerdote liberal y presidente del Congreso, quien veía en La Mar un
militar idóneo para el gobierno republicano, por ser una persona desafecta al militarismo y al caudillaje. Su
candidatura triunfó sobre la de Andrés de Santa Cruz, quien quedó muy descontento por el resultado de la
elección.
La Mar salió de Guayaquil recién el 24 de julio, tras dejar en orden
los asuntos de dicha provincia, y el 19 de agosto llegó a Chancay,
desde donde se dirigió a Lima de incógnito. Buscaba evadir un
fastuoso recibimiento. El 22 de agosto asumió por fin sus
funciones como el Presidente Constitucional del Perú, el primero
libre de tutela extranjera.

Desde el primer momento de su gobierno se perfilaron como


grandes opositores los militares Agustín Gamarra, Antonio
Gutiérrez de la Fuente y Andrés de Santa Cruz, quienes formaron
una especie de triunvirato, trabajando mancomunadamente por la
caída del Presidente.

Tres fueron las conspiraciones sucesivas que tuvo que sofocar La


Mar:

Retrato del Presidente La Mar (dibujo


La primera (diciembre de 1827), donde aparecieron
de fines del siglo XIX) Presidentecomplicados el jurista Manuel Lorenzo de Vidaurre (uno de
Constitucional del Perú (1827-1829).
los sostenedores de la candidatura de Santa Cruz) y el
guerrillero Ignacio Quispe Ninavilca Santisteban.
La segunda, promovida por el coronel Gaspar Alejandro
Huavique (23 de abril de 1828), fue sofocada cuando el sargento mayor Felipe Santiago
Salaverry dio muerte al conspirador, en duelo sostenido ante los soldados a quienes
intentaba seducir.
La tercera (mayo de 1828) dio origen a la dispersión de numerosos oficiales en apartadas
guarniciones de provincia.

Las tres conspiraciones fueron atribuidas a las intrigas de Santa Cruz, cuyo alejamiento se dispuso
nombrándolo ministro plenipotenciario en Chile; pero insistentemente se afirmaba entonces que ellas no
eran sino episodios de una conspiración más vasta y profunda, en la cual se hallaban comprometidos
Gamarra, Santa Cruz y La Fuente, y cuyo estallido parecía temporalmente diferido por los inminentes
conflictos con Bolivia y Colombia.

Por si fuera poco, La Mar tuvo también que enfrentar una peligrosa sublevación de los indígenas de
Iquicha, en la provincia de Huanta. Estos aún luchaban, nominalmente, bajo las banderas del Rey de
España, y el 12 de noviembre de 1827 asaltaron y tomaron Huanta. Luego, avanzaron amenazadoramente
sobre Huamanga pero fueron contenidos, y tras una cruenta campaña fueron finalmente sometidos.

Obras y hechos importantes de su gobierno


1. Primer esbozo de Presupuesto. El ministro encargado de Hacienda, José de Morales y
Ugalde, presentó al Congreso una extensa memoria de todo lo hecho dentro de su ramo en
el pasado gobierno y una relación de las entradas y gastos públicos en 1827. Los gastos
pasaban de cinco millones de pesos: de ellos, Guerra y Marina absorbían casi dos millones
y medio.
2. Promulgación de la Constitución liberal de 1828. Pocos días después de instalarse el
Segundo Congreso Constituyente en 1827, se declaró nula y sin vigor la Constitución
Vitalicia jurada el año anterior, y en su reemplazo se dio la Constitución de 1828 cuya
promulgación y juramento público se dispuso para el día 5 de abril de 1828, lo que tuvo que
ser postergado para el día 18 de ese mes, por haber ocurrido el 30 de marzo un tremendo
terremoto en Lima que dejó a la ciudad casi en ruinas. Y aunque sus bases fueron tomadas
de la constitución de 1823, se las enriqueció con normas que la experiencia aconsejaba.
En lo civil puso término a ciertos rezagos de la vida colonial, a saber: empleos hereditarios,
mayorazgos, vinculaciones y privilegios. Se abolió la
tortura y las penas infamantes y solo hubo pena de
muerte en los casos de homicidio calificado. En lo
político estableció: la elección indirecta del presidente y
el vicepresidente, para un período de cuatro años,
inmediatamente renovable; cámaras de senadores y
diputados, cuya renovación se efectuaría cada dos
años por tercios y mitades, respectivamente; creación
de un Consejo de Estado, al cual se encargaba la
misión de observar y asesorar al poder ejecutivo;
creación de las Juntas Departamentales, como medio
de satisfacer y atenuar las tendencias federalistas. Pero
especialmente debe subrayarse que esa constitución
liberal autorizó al Presidente de la República
suspender las garantías constitucionales e investirse de
facultades extraordinarias, por un tiempo determinado y
con cargo de informar al Congreso acerca de las
medidas adoptadas durante el ejercicio de dichas
facultades. Finalmente, agregaremos que dicha
Constitución ofreció el fomento de las industrias y la
educación, la realización de estadísticas, la civilización
de los indígenas y el apoyo a la inmigración, entre otras
buenas intenciones que poco o nada se materializarían
Efigie de La Mar en el Panteón de
al correr del tiempo.
los Próceres en Lima.
3. La ocupación de Bolivia y el Tratado de Piquiza.
Bolivia se hallaba todavía bajo la órbita
grancolombiana, con el mariscal Sucre a la cabeza como Presidente vitalicio. Sucedieron
por entonces varios movimientos rebeldes en dicho país, en uno de los cuales resultó
herido el mismo Sucre, quien tuvo entonces que delegar el poder en su Presidente del
Consejo de Ministros, general José María Pérez de Urdininea. Gamarra, que tenía bajo su
mando el poderoso ejército peruano del Sur, por voluntad propia invadió Bolivia el 1º de
mayo de 1828, con la manifiesta intención de salvar a dicho país de la amenaza de la
anarquía y proteger la vida de Sucre, aunque su verdadera intención era expulsar a los
grancolombianos y poner punto final al predominio bolivariano en dicho país. Tras un paseo
triunfal por territorio boliviano, sin apenas hallar resistencia, firmó con el gobierno de
Urdininea el Tratado de Piquiza (6 de julio de 1828), en el cual se acordó, entre otras cosas,
el retiro de las tropas grancolombianas de Bolivia y la renuncia a la presidencia por parte de
Sucre. Este hecho fue muy importante para el Perú, pues se eliminaba un peligroso frente
en la guerra inminente con la Gran Colombia.

El mayor problema internacional que tuvo que enfrentar La Mar fue precisamente el enfrentamiento bélico
con la Gran Colombia, artificial creación geopolítica que ya amenazaba con dividirse.

Guerra con la Gran Colombia

Las relaciones del Perú con la Gran Colombia se deterioraron debido en parte a las diferencias fronterizas
que mantenían ambos países (La Mar reclamaba Guayaquil, mientras que Bolívar pretendía las provincias
de Tumbes, Jaén y Maynas), pero más que nada por la finalización de la influencia bolivariana en el Perú y
la revocación de la Constitución Vitalicia en 1827, hechos que enfurecieron a Bolívar, pues veía como su
proyecto federativo se desmoronaba. Y más aún, cuando se produjo la ocupación peruana de Bolivia en
1828 y la expulsión de Antonio José de Sucre, que igualmente pusieron fin a la influencia bolivariana en
ese país.
El conflicto empezó como una guerra de papel entre ambos estados, es decir, por medio de la prensa se
hicieron mutuas provocaciones e injurias. El Perú expulsó de Lima al diplomático colombiano Cristóbal
Armero,5 mientras que en Bogotá no se recibió al diplomático peruano, José Villa, a quien se le
extendieron sus pasaportes.6 Acto seguido, Bolívar declaró la guerra al Perú el 3 de julio de 1828.7 La
Mar aceptó el reto y movilizó el ejército y marina peruanas contra la Gran Colombia. La marina peruana
bloqueó la costa pacífica grancolombiana y ocupó el puerto de Guayaquil; por su parte el ejército peruano
ocupó la provincia de Loja, en el sur grancolombiano (actual Ecuador).

Otra división del ejército peruano a órdenes del mariscal Agustín


Gamarra marchó desde el sur del Perú hasta el teatro de las
operaciones, con el propósito de auxiliar a La Mar. Ambos
mariscales planearon tomar la ciudad de Cuenca, que era el lugar
de nacimiento de La Mar y donde naturalmente este contaba con
muchos partidarios. Las fuerzas peruanas sumaban en total 4500
soldados.

Mientras que Bolívar no pudo ir en persona al teatro de


operaciones debido a la rebelión de los generales José María
Obando e José Hilario López, por lo que ordenó al mariscal Sucre
que desde Quito organizara la defensa del Sur de Colombia. El
vencedor de Ayacucho, quien hacia poco había sido presidente de
Bolivia, organizó un ejército con veteranos de la Independencia,
entre los que se contó el general Juan José Flores (futuro
presidente del Ecuador).

Los dos jefes peruanos, La Mar y Gamarra, no coordinaron bien


sus movimientos y Sucre, actuando con su característica habilidad, Mariscal Agustín Gamarra, cuya
en la madrugada del 13 de febrero de 1829 sorprendió el parque de ambición lo empujó a derrocar al
artillería peruano en el pueblo de Saraguro y lo destrozó. A Presidente La Mar, ayudado por
Antonio Gutiérrez de La Fuente.
continuación, el mismo Sucre, al frente del grueso de su ejército
(4500 hombres), acorraló y derrotó a una división de vanguardia
del ejército peruano (integrada por unos 1000 soldados) en el lugar
denominado Portete de Tarqui, cerca de Cuenca (27 de febrero de 1829). Dicha división peruana se hallaba
aislada del grueso de su ejército, y pese a que poco después acudieron en su auxilio fuerzas al mando de La
Mar y Gamarra, estas no pudieron restablecer la batalla y optaron por retirarse, tomando posiciones
defensivas. Los grancolombianos intentaron perseguir a los peruanos, pero al ser rechazados por los
Húsares del Perú, se aferraron también a sus posiciones.8

Tarqui fue un revés para los peruanos pero no una derrota decisiva. Cada ejército quedó dueño de su
terreno y esperaban que al día siguiente se reiniciara la lucha y se librara la batalla definitiva.9 No obstante,
una versión ecuatoriana considera a esta Batalla del Portete de Tarqui como un triunfo total del ejército
grancolombiano (antecedente inmediato del ecuatoriano) y se ha consagrado el 27 de febrero como el Día
del Ejército Ecuatoriano. Por su parte, los peruanos recuerdan el valor desplegado por sus soldados en
Tarqui, que en número reducido (en una proporción de 1 a 4) resistieron vigorosamente el ataque masivo de
todo el ejército colombiano hasta sucumbir gloriosamente.

La batalla final no se libró, pues La Mar, viendo que su situación era insostenible (se le agotaban sus
municiones así como no podía maniobrar en ese territorio, muy accidentado), aceptó negociar con el
adversario. Fue así como al día siguiente, 28 de febrero, se firmó el Convenio de Girón, por el cual se
establecía el retiro de las tropas peruanas del territorio colombiano que habían ocupado (es decir Guayaquil
y Loja). Los grancolombianos reconocían implícitamente como peruanas a las provincias de Tumbes, Jaén
y Maynas, al no reclamarlas en ese momento.
Pero sucedió entonces que Sucre, al redactar el parte de guerra y el decreto de premios expedido para los
vencedores de Tarqui, tuvo expresiones que fueron consideradas falsas y ofensivas por los peruanos.
Mandó, por ejemplo, que en el campo de combate se erigiera una columna en la que se leería en letras de
oro lo siguiente:

“El ejército peruano de ocho mil soldados que invadió la tierra de sus libertadores fue vencido
por cuatro mil bravos de Colombia el veinte y siete de febrero de mil ochocientos veinte y
nueve”.10 11

La Mar protestó en carta que dirigió a Sucre. Aclaró que el ejército peruano sólo sumaba cuatro mil
quinientos hombres y no ocho mil (cifra notoriamente abultada); que en Tarqui fue derrotada nada más que
la vanguardia peruana, la cual no ascendía o llegaba apenas a mil hombres; que en vano el ejército peruano
esperó el ataque final del ejército grancolombiano, después de que los Húsares del Perú rechazaran la carga
del prestigioso batallón colombiano Cedeño. También señaló la valiosa y decisiva contribución peruana en
las batallas de Junín y Ayacucho, como respuesta al reproche de que el Perú se mostraba desagradecido
ante sus “libertadores”.12 De otro lado, los oficiales grancolombianos actuaron con salvajismo, fusilando a
un buen número de los prisioneros peruanos, y enrolando a la fuerza a otro grupo de cautivos. Por todo
ello, La Mar decidió suspender el Convenio de Girón hasta que se retiraran los agravios y corrigieran los
excesos. Aunque Bolívar calificó de “quejas de vieja” las observaciones de La Mar, para cualquier testigo
neutral sería innegable que le asistía toda la razón al presidente del Perú.

Derrocamiento

La Mar estaba dispuesto a continuar la guerra, pero fue entonces cuando un grupo de oficiales peruanos lo
apresaron en Piura, en la noche del 7 de junio de 1829. Dichos militares portaban una carta de Gamarra
para La Mar, donde aquel le pedía su renuncia como consecuencia de la derrota frente a Sucre. La Mar se
negó a hacerlo, y de inmediato lo trasladaron al puerto de Paita, donde en la madrugada del día 9 lo
embarcaron junto con el coronel Pedro Pablo Bermúdez y seis esclavos negros, en una miserable goleta
llamada "Las Mercedes", con destino a Costa Rica. Las razones que arguyó Gamarra para dar el golpe de
estado fueron: el hecho de ser La Mar un “extranjero” en el Perú (lo cual era falso, pues La Mar era
peruano tanto por voluntad propia como de acuerdo a ley),1 y que su elección por el Congreso había
nacido de un arreglo tramado por Luna Pizarro (lo cual es discutible).

Gamarra planeó el golpe con el apoyo del general Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien en Lima se
encargó de derrocar al encargado del mando, Manuel Salazar y Baquíjano. Le apoyaba además el
presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz. Estos tres personajes —Gamarra, La Fuente y Santa Cruz—
formaron una especie de triunvirato, cuyas maquinaciones posibilitaron la caída de La Mar.13

Gamarra, ya asentado en el poder, arregló un armisticio con la Gran Colombia y finalmente firmó el
Tratado de Paz con dicho país.

Destierro y muerte
La nave llevando al mandatario derrocado arribó a Puntarenas el día 23 de junio de 1829. De inmediato La
Mar pasó a San José de Costa Rica donde fue recibido con honores y desde donde dirigió un oficio al
Congreso del Perú, exponiéndole los atropellos y vejámenes a los que había sido víctima por obra de los
golpistas. Luego se trasladó a Cartago donde fijo su residencia. Viudo y sin hijos, con la salud precaria y
sin tener a ningún familiar cerca, el abatimiento le fue minando más que la edad. Envió poder para casarse
con su sobrina carnal doña Ángela Elizalde, quien viajó en vano a reencontrarse con La Mar. El ilustre
militar peruano expiró el 11 de octubre de 1830 en la ciudad de Cartago, a los 54 años de edad, sumido en
la más negra melancolía. Año fatídico para los prohombres de la independencia, pues poco antes había sido
asesinado Sucre y poco después moría Bolívar.

En 1834 el presidente peruano Luis de Orbegoso inició los


trámites para repatriar los restos de La Mar, lo que entonces no
llegó a realizarse. En 1843 los restos fueron entregados a un
marino alemán, Eduardo Wallerstein, quien los reclamó en nombre
de la señora Francisca Otoya, de Piura. Dicha dama conservó los
restos durante tres años para finalmente entregarlos al gobierno
peruano, restos que, extrañamente, también eran reclamados por el
gobierno ecuatoriano.14 El gobierno de Ramón Castilla organizó
solemnes pompas fúnebres y depositó el ataúd en el Cementerio
General de Lima, donde se hizo un mausoleo (1847). En su honor
el Aeropuerto Mariscal Lamar de la ciudad de Cuenca, su ciudad
natal, lleva su nombre.

Restos de José de la Mar descansa,


en el Cementerio Presbítero Matías
Maestro.

Predecesor:
José Bernardo de Tagle Sucesor:
Presidente Constitucional de la Agustín Gamarra
República del Perú dio Golpe de Estado confabulado
con Antonio Gutiérrez de la
Simón Bolívar 3º Presidente Constitucional de la Fuente
Dictador del Perú República del Perú
22 de agosto de 1827 a 7 de junio de 1829

Predecesor:
Francisco Xavier de Luna Sucesor:
Pizarro Presidente de la Suprema Junta José Bernardo de Tagle
Presidente del Primer Congreso Gubernativa del Perú Encargado del mando
Constituyente del Perú 21 de septiembre de 1822 a 27 de febrero
de 1823

Sucesor:
Predecesor: Hipólito Unanue
- Presidente del Consejo de Gobierno del Vicepresidente del Consejo de
Gobierno
Perú
24 de febrero de 1825 a 10 de abril de 1825

Predecesor: Sucesor:
Hipólito Unanue Hipólito Unanue
Vicepresidente del Consejo de Vicepresidente del Consejo de
Presidente del Consejo de Gobierno del
Gobierno Gobierno
Perú
5 de enero de 1826 a 25 de febrero de 1826

Véase también
Independencia del Perú
Primer Congreso Constituyente del Perú de 1822
Perú
Presidentes del Perú

Referencias
1. Qué más prueba de la peruanidad del Gran Mariscal José de La Mar, que su misma
declaración, en una carta que remitió a Santiago Távara Andrade, donde decía
textualmente: «Soy tan peruano como el que más blasone de serlo» (Távara, Santiago:
Historia de los partidos, publicado por entregas en el diario El Comercio en 1862 y
republicado en 1951, cap. V, pág. 43. Citada por: Vargas Ugarte, Rubén: Historia General
del Perú. Tomo VII, pág. 102. Segunda Edición. Lima, Perú, 1984. Pero no solo se trataba
de una simple declaración de voluntad, sino que la peruanidad de La Mar tenía respaldo
legal: por ley del Congreso peruano del 12 de febrero de 1825 se confirió a los vencedores
de Ayacucho la ciudadanía peruana. La Mar jamás se consideró grancolombiano ni menos
ecuatoriano, no estando demás recordar que el Ecuador nació como nación el mismo año
en que el Gran Mariscal moría desterrado en Costa Rica.
2. Gálvez Montero, José Francisco (2002). Las bases del Estado Peruano y el proceso de
independencia (Tesis Doctoral). Madrid: Universidad Complutense de Madrid. p. 426-428.
ISBN 978-84-8466-047-7.
3. «Constitución Política del Perú de 1823» (http://www4.congreso.gob.pe/dgp/constitucion/co
nstituciones/Constitucion-1823.pdf). Congreso del Perú. Consultado el 11 de febrero de
2020.
4. Tuesta Soldevilla, Fernando. «Constituyentes 1822-1825» (http://blog.pucp.edu.pe/blog/fern
andotuesta/wp-content/uploads/sites/945/2016/05/1822-1825-Constituyentes.pdf). Polítika.
PUCP. Consultado el 12 de abril de 2020.
5. Basadre 1998, p. 183.
6. Basadre 1998, p. 190.
7. Basadre 1998, p. 191.
8. Basadre 1998, pág. 199.
9. Basadre 1998, pág. 200.
10. Vargas Ugarte, tomo VII, pág. 192.
11. Basadre 1998, pág. 201.
12. Basadre 1998, p. 201. Efectivamente, la empresa de la Emancipación hispanoamericana
fue una obra mancomunada y cada nación hispanoamericana dio su aporte para
consumarla.
13. Basadre 1998, pp. 202-203.
14. Basadre 1998, pp. 204-205.

Bibliografía
Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y
aumentada. Tomo 1. Editada por el Diario "La república de Lima y la Universidad "Ricardo
Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
De la Puente Candamo, José Agustín: Historia General del Perú. Tomo VI. La
Independencia. Lima, Editorial BRASA S.A., 1993.
Denegri Luna, Félix: Historia marítima del Perú (Tomo VI-Volúmenes 1 y 2). Lima, 1977.
Varios autores: Grandes Forjadores del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-
50-8
Morote, Herbert: Bolivar: Libertador y enemigo Nº 1 del Perú. Lima, Jaime
Campodónico/Editor, 2007. ISBN 978-9972-729-60-7
Riva Agüero y Sanchez Boquete, José de la (Pseudónimo: P. Pruvonena): Memorias y
documentos para la historia de la independencia del Perú y causas del mal éxito que ha
tenido esta (http://books.google.com.pe/books?id=phyOMEi_RQwC&dq=documentos+histor
ia+peru&source=gbs_navlinks_s) París, 1858.
Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 9, JAB/LLO.
Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-158-8
Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Sexto y Séptimo Tomo. Tercera Edición.
Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú, 1981. ISBN 84-499-4818-5

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