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Empecemos señalando que esa proporción tan pequeña de agua está en el centro
de los procesos que determinan el clima, el ciclo hidrológico, la química atmosférica
y el desarrollo de la vida.
La forma principal del agua atmosférica es el vapor de agua; cuando nos referimos
a la cantidad de este contenido en el aire lo llamamos "humedad". Aunque no sea
tan visible como las formas líquidas o sólidas (nubes, neblinas, lluvia, nieve,
granizo), el vapor de agua está siempre presente en la atmósfera, incluso en los
desiertos.
El Sol emite radiación electromagnética que va desde las longitudes de onda muy
cortas, como los rayos X, la luz ultravioleta y la radiación visible, hasta la infrarroja
y longitudes de onda más largas, como las ondas de radio. La cantidad de radiación
solar que llega a la superficie exterior de nuestro planeta está básicamente
determinada por nuestra distancia al Sol y es relativamente constante.
Elpapeldelaatmósfera
La capacidad que tienen las diferentes superficies para reflejar una determinada
fracción de la energía solar que reciben se conoce como albedo. Del total de
radiación solar que llega a la Tierra anualmente, una tercera parte es reflejada
inmediatamente al espacio por la superficie del planeta, las nubes, la nieve y los
hielos, por lo que se puede decir que la Tierra tiene un albedo promedio de 30 por
ciento (o 0.3). Las regiones polares son las áreas con más reflexión en la superficie
terrestre.
Esta temperatura hace posible, entre otras cosas, que el agua se encuentre
presente en sus tres fases, lo que permite el almacenamiento, transporte y
redistribución de la energía y da lugar al sistema climático característico de este
planeta. El balance entre energía entrante y saliente se complementa con radiación
terrestre con longitudes de onda que no son absorbidas por la atmósfera, por lo que
escapan al espacio; a esta región del espectro electromagnético se le llama ventana
atmosférica.
En los miles de millones de años que tiene nuestro planeta, han sido muchos los
procesos y las circunstancias que han determinado las características y la
composición de su cobertura gaseosa. Entre ellos están su distancia al Sol y la
generación de un campo magnético que la protege del viento solar; la fuerza de
gravedad, que le permitió constituir una atmósfera al retener a la mayor parte de los
elementos y compuestos atmosféricos; la generación biológica de oxígeno, que
permitió la existencia de una capa de ozono que filtra la radiación ultravioleta; una
atmósfera químicamente oxidante, en lugar de reductora, y finalmente la presencia
en pequeñas concentraciones de compuestos que permiten la entrada de la
radiación solar pero atrapan la emitida por la superficie terrestre (gases de efecto
invernadero), permitiéndole conservar una temperatura promedio que favorece los
procesos biológicos.
2. por qué decimos, cuando subimos a una montaña que el aire esta enrarecido?
Lo que ocurre es que cuanto más alto ascendemos, menos masa de aire tenemos
encima de la cabeza y, por tanto, menos presión, que es la fuerza que necesitan los
pulmones para poder absorber ese aire – y con él, el oxígeno– a través de la tráquea.
En la cima del Everest, situada a 8.848 metros de altitud sobre el nivel del mar, la
presión es de 0,33 atmósferas, dos tercios menos que en la costa, donde la presión
atmosférica es de 1 atmósfera.
En esas condiciones, el aire apenas entra en los pulmones, y los alvéolos no reciben el
oxígeno que precisan para incorporarlo al torrente sanguíneo y suministrarlo a los
músculos y a los otros órganos del cuerpo. Esa carencia es la que produce el famoso
soroche o mal de altura, que a partir de los 2.500-3.000 metros de altitud se traduce
para muchas personas en cansancio extremo, dolor de cabeza, mareos, digestión lenta,
náuseas, taquicardia y, en los casos más graves, edema pulmonar y hasta infarto de
miocardio.
Por eso, la mayoría de los alpinistas que suben ocho miles utilizan botellas de oxígeno
suplementario. Además, antes de atacar la cima pasan unas semanas de aclimatación entre
3.000 y 6.000 metros. De esa forma, el cuerpo aumenta la producción de hemoglobina, la
proteína que transporta el oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos a través de los
glóbulos rojos.
5. ¿Qué es un globo sonda? ¿Por qué capa de la atmosfera viajan los globos sonda?
CFC y similares.
Monóxido de carbono.
Dióxido de carbono.
Monóxido de nitrógeno.
Dióxido de azufre.
Metano.
mira, el hidrogeno y el helio no porque son muy ligeros y la tierra ni tenía ni tiene la
masa necesaria para atraerlos, pero si gases más pesados que el hidrógeno y el
helio, tales como vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2), monóxido de
carbono (CO) y nitrógeno (N2), además de otros en mucho menor cantidad [dióxido
de azufre (SO2), sulfuro de hidrógeno (H2S), amoníaco (NH3) y oxígeno (O2)
Los cumulonimbos son nubes muy grandes y sobre todo altas que
suelen formar tormentas. En su parte más baja habrá gotitas de agua
líquida, pero en su parte más alta (arriba) hay temperaturas muy bajas
(recuerda a más altura menos temperatura) y por eso las gotitas de
agua están congeladas en pequeños cristales.
Los cúmulos o cúmulus (cumulus en latín) son un tipo de nube que exhibe
considerable desarrollo vertical, tiene bordes claramente definidos y un aspecto
que a menudo se describe como algodonoso o parecido al 'algodón'. Los
cúmulos pueden formarse solos, en filas o en grupos. Dependiendo de los efectos
de otros factores atmosféricos, como la inestabilidad, la humedad y el gradiente
térmico, los cúmulos son precursores de otros tipos de nubes, como el
cumulonimbo. Los cúmulos pertenecen a la categoría general de nubes
cumuliformes, la cual incluye también cumulus congestus y cumulonimbus. Los
cúmulos y cumulonimbos más intensos están asociados con fenómenos de tiempo
severo tales como granizo, trombas o mangas de agua y tornados.
Cuando el sol se pone por el horizonte, los rayos que atraviesan la atmósfera
colisionan con las moléculas de nitrógeno. La luz de color azul se dispersa en
todas las direcciones por igual y es la luz que nos llega a nosotros en la superficie.
Entonces, si la luz solar está compuesta por todos los colores, ¿por qué vemos el
cielo azul? Al atravesar la atmósfera, los rayos de luz chocan con las moléculas de
nitrógeno (el gas más abundante) y aunque éste dispersa la luz en todas las
direcciones por igual, no lo hace del mismo modo con todos los colores, sino que
tiene predilección por las tonalidades azules.