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Madrid-Mallorca 2012
TÍTULO
Una mirada actual a la filosofía griega. Ponencias del II Congreso Internacional
de Filosofía Griega de la Sociedad Ibérica de Filosofía Griega
PRIMERA EDICIÓN
Abril de 2012
Editor literario:
Dr. Antoni Bordoy
Comité editor:
Dr. Francesc Casadesús
Sr. D. Daniel Pons
Sr. D. Raúl Genovés
Sra. Da. Catalina Aparicio
Comité Científico:
Dr. Juan de Dios Bares (Universidad de Valencia)
Dr. Alberto Bernabé (Universidad Complutense de Madrid)
Dr. Tomás Calvo (Universidad Complutense de Madrid)
Dra. Maria do Céu Fialho (Universidade de Coimbra)
Dr. Víctor Gómez Pin (Universitat Autònoma de Barcelona)
Dr. Enrique Hülsz (Universidad Nacional Autónoma de México)
Dr. António Manuel Martins (Universidade de Coimbra)
Dr. António Pedro Mesquita (Universidade de Lisboa)
Dr. Ramón Román (Universidad de Córdoba)
Dr. Álvaro Vallejo (Universidad de Granada)
Los trabajos que forman parte del presente volumen han superado un doble
proceso anónimo de revisión por pares.
ISBN-10: 84-695-3074-7
ISBN13-13: 978-84-695-3074-0
ÍNDICE
SECCIÓN I
HACIA UNA PERSPECTIVA GENERAL DE LA FILOSOFÍA GRIEGA
SECCIÓN II
EL NACIMIENTO Y LOS PRIMEROS PASOS DE LA FILOSOFÍA GRIEGA
Parte 3
Aspectos generales de la filosofía griega preplatónica
Parte 1
La filosofía griega en época clásica
SECCIÓN IV
MEMORIAS DE LA FILOSOFÍA GRIEGA EN LA HISTORIA
II
Internacional de Filosofía Griega de la Sociedad Ibérica de Filosofía Griega:
contribuir al avance y la transmisión de los conocimientos relativos a la filosofía
griega, ofreciendo un marco plural, en el que todas las perspectivas y disciplinas
puedan tener su espacio y, sobre todo, facilitando y fomentando al máximo la
participación de quien, como sucede con quienes trabajaron en la elaboración del
Congreso, sienten a la par placer y emoción al dedicar, como muchos han hecho a
lo largo de la historia, horas y horas al estudio de esta parte de la historia del
pensamiento occidental.
***
III
SECCIÓN I
HACIA UNA PERSPECTIVA
GENERAL DE LA FILOSOFÍA
GRIEGA
FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE
PARMÉNIDES*
Alberto BERNABÉ
Universidad Complutense
1. Introducción
1.1. Propósito
* Este trabajo forma parte de una investigación financiada por el Ministerio de Economía e
Innovación (FFI2010.17047). Deseo agradecer a Miguel Herrero, Ana Jiménez San Cristóbal,
Madayo Kahle, Raquel Martín, Alexander Mourelatos y Marco Antonio Santamaría por haber leído
el manuscrito y haber aportado interesantes propuestas.
1 Mourelatos 1970.
2 Relaciones de Parménides con el orfismo habían sido propuestas por diversos autores, como
Diels 1897; Dörfler 1911 o Jaeger 1957, pero en una época en que el orfismo era mucho menos
conocido y los autores eran en exceso imaginativos sobre su alcance y su extensión. Mourelatos
(1970, 42) se hace eco de la afirmación de Guthrie (1965, 11) sobre posibles influjos órficos en
Parménides: «all these echoes are on a verbal level and demonstrate not more than that Parmenides
was stepped in the tradition of older and contemporary poetry». Y señala (p. 44) que «the presence
of traces of Orphism (doubtful at best) ... in Parmenides’ text does not warrant a revision of our
conception of Parmenides’ relation to traditional materials... Parmenides is neither an Orphic, nor a
latter-day shaman».
3 Linforth 1941; Dodds 1951.
5 Cf. § 2.2.12.
6 Tarán 1965.
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7Por ejemplo, una gran especialista en el filósofo como es P. Curd despacha la cuestión con la
frase: «others, including Burkert, have seen influence from the Orphic tradition» (Curd 1998, 19 n.
44).
8 Sobre el orfismo, cf. una reciente y exhaustiva síntesis: Bernabé-Casadesús eds. 2008 y un
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
10 Una frase tan rotunda como cierta que le debo a mi colega Madayo Kahle.
11 Burkert (2007, 385-389) prefiere hablar de «misterios báquicos».
12 Una buena sistematización de las variantes de explicación del proemio puede encontrarse en
Couloubaritsis 1986, 80 ss., que las divide en literales, religiosas, alegóricas y racionalistas.
13 Un síntoma de ello es que muchos estudios modernos empiezan en B 1 30 o incluso en el fr. 2 y
consideran (sin decirlo) el proemio casi como un «desagradable accidente» de la tradición. Hay
incluso modos sutiles de renunciar a entenderlo, como el expresado por Lesher 2008, 473: «while
the full significance of many of the details in these lines may never be known, ...» . Una posición
totalmente contraria la encontramos en Kingsley 1999, quien considera a Parménides un místico o
un hierofante y minimiza su condición de filósofo, en lo que es seguido por Gemelli Marciano 2008.
En ambos autores se trata de rastrear en el poema fórmulas mágicas, experiencias místicas y
abducciones. Mi reluctancia hacia estas posiciones se debe a que no creo en las abducciones de
ninguna especie, místicas o no, ni en los viajes del alma chamánicos, de forma que considero que
todas las experiencias de ese jaez que se describen se derivan exclusivamente de la imaginación del
narrador, esto es, son productos literarios.
14 Palmer (2009, 51), uno de los pocos autores modernos a quien le interesa examinar el proemio y
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A. BERNABÉ
dobles o triples sentidos hacen el texto menos preciso, pero más rico de
sugerencias y de posibilidades abiertas15.
De acuerdo con lo dicho, intentaré profundizar en la naturaleza y los motivos
de las posibles relaciones entre el léxico y el imaginario del proemio y los propios
de la literatura religiosa asociada a los Misterios16; asimismo trataré de poner de
relieve cómo en esta parte del poema hay una gran cantidad de detalles que
coinciden con la tradición de la poesía religiosa mistérica, y cómo el filósofo la ha
reelaborado y enriquecido con nuevos propósitos, para crear un imaginario
nuevo. El proemio de Parménides es un excelente ejemplo de los trasvases de
lenguaje y narrativa poéticos a religiosos y viceversa17.
2. El proêmio
2.1. Razones
A diferencia de los milesios, que expresaban sus ideas sobre el origen y sobre
la evolución de las cosas como un relato, como un datum, sin especificar el modo
en que habían llegado a sus conclusiones, Parménides, que expone como piedra
angular de toda su obra la premisa sobre lo que es, y que luego argumenta
detenidamente sobre las consecuencias de esta afirmación inicial, presenta tanto
una como la otra como reveladas por una diosa y describe pormenorizadamente
un viaje que lo conduce a presencia de esta divinidad.
Tampoco utiliza, como los milesios, la prosa, sino la poesía hexamétrica.
Mourelatos18 tiene razón en señalar que la pregunta «why poetry» no debe
siquiera hacerse, dado que el λόγος en prosa no sería una opción viva para
alguien que se sitúa en las coordenadas ideológicas del autor. Sin embargo,
conviene señalar que, como veremos, el proemio de Parménides es también
atípico para la poesía hexamétrica tradicional.
Sexto introduce el pasaje con los siguientes términos: ἐναρχόμενος γοῦν τοῦ
Περὶ φύσεως γράφει τοῦτον τὸν τρόπον «Pues bien, al comienzo del Acerca de la
naturaleza escribe (sc. Parménides) de este modo».
Lo que sigue en el texto de Sexto Empírico, el verso que se refiere a «las
yeguas que me llevan», es, por tanto, el primero del poema. El proemio de
Cf. la atención prestada por Mourelatos (1970, c. 9) y Miller (2005) a las ambigüedades del
15
texto.
16 El método será parecido al que he seguido en Bernabé (2004) para los presocráticos y (2011)
para Platón.
17 Cf. los estudios de Herrero de Jáuregui (2010) para trasvases de poesía épica a religiosa y (2011)
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
comencemos nuestro canto», 22: αἵ νύ ποθ᾽ Ἡσίοδον καλὴν ἐδίδαξαν ἀοιδήν «ellas (las Musas)
una vez le enseñaron a Hesíodo un hermoso canto».
22 Hes. Op. 1-2: Μοῦσαι Πιερίηθεν ἀοιδῆισι κλείουσαι, / δεῦτε Δί᾽ ἐννέπετε, σφέτερον πατέρ᾽
ὑμνείουσαι «Musas de Pieria, que conferís gloria con vuestros cantos, venid aquí a celebrar con
himnos al padre Zeus».
23 Hes. Op. 10: ἐγὼ δέ κε Πέρσηι ἐτήτυμα μυθησαίμην «yo intentaré decir palabras verdaderas a
Perses».
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Por ejemplo, B 6.2: τά σ᾽ ἐγὼ φράζεσθαι ἄνωγα «te exhorto a que medites sobre ello», B 7.5:
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κρῖναι δὲ λόγωι πολύδηριν ἔλεγχον «discierne con la razón la prueba muy argumentada». Cf.
Curd 1998, 20, quien señala que para Parménides no hay conflicto entre inspiración divina y
pensamiento racional.
26 Cf. ὁδὸν πολύφημον B 1.2.
27 Marsoner 1976-1978.
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
28 Bernabé en prensa 1.
29 Cf. Martín Hernández 2005.
30 Pi. Ol. 6.21-29. El primer análisis de la metáfora del carro se debe a Fränkel 1930, 1950. El
paralelo es desarrollado por Bowra 1953, 42-43; cf. Cerri 1999, 96-99, quien considera que en
Parménides el carro puede simbolizar la sophía, que incluye la tensión hacia la Verdad y la plena
posesión de la técnica poética necesaria para comunicarla.
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31 Cf. además, Simon. Epigr. 213.3 (AP 6.213), Pi. P. 10.65, I. 2.1-2, 8.61, (de forma menos clara
Thgn. 249-250), También Emp. B 4.5 recurrirá a una imagen semejante. Cf. Bowra 1953, 41-43;
Martinelli 1987 y Cerri 1999, 98 n. 133, quien aporta más pasajes y bibliografía.
32 Aquí y en adelante, OF seguido de un número remite a la edición de los fragmentos órficos de
Bernabé 2004-2007.
33 En el carro. Cf. West 1983, 214.215, quien señala las conexiones entre el carro de Fanes y el de
Sol.
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
Platón no fue el primero que utilizó el auriga y los caballos, sino que
antes de él lo hicieron los poetas inspirados por los dioses: Homero (Il. 8,
438), Orfeo y Parménides. Pero aquellos lo dijeron sin una causa, por
estar inspirados, pues lo decían poseídos por el entusiasmo divino.
Hermias comete un error, pues, dado que las Rapsodias son muy posteriores al
filósofo ateniense, no pudieron ser su fuente. Sin embargo, es sabido que los
poetas órficos trabajan constantemente reelaborando su tradición, por lo que no
es imposible que el tema del carro celeste apareciera en pasajes de una Teogonía
órfica más antigua, que habría sido reelaborada por el poeta de las Rapsodias.
Dado, además, que la Olímpica VI está dedicada a Hagesias, un siracusano, no
sería imposible que pudiéramos situar en un poema épico religioso de la Magna
Grecia el origen de la tradición en la que se basaron Píndaro y el filósofo de Elea
y que pudo ser conocida luego por Platón.
Anoto en passant que trata de yeguas y no de caballos. La presencia de lo
femenino es totalmente predominante en el proemio34.
2.2.2. ὅσον τ᾽ ἐπὶ θυμὸς ἱκάνοι «tan lejos como alcance el ánimo» (B 1.1)
34 Coxon 1986, 157. Gemelli Marciano (2008, 29 y n. 20) lo considera relevante desde una
perspectiva mistérica y cita el paralelo del hCer. 18. La lección del manuscrito es –οισι, pero Gemelli
Marciano propone corregirla, basándose en la lectura ἀθανάτα[ισι de la versión órfica del himno
(OF 389). El argumento puede invertirse; el poeta órfico que adapta el himno homérico cambió el
sexo de las caballerías para adaptarlas a la tradición. Cf. asimismo Cerri 1999 101 y n. 140.
35 Cf. el paralelo de Od. 15.339 πέμψει δ᾽ ὅππηι σε κραδίη θυμός τε κελεύει, citado por Diels y
recogido por Coxon 1986, 157, aunque en este caso el verbo aparece en indicativo. Sobre θυμός en
Homero, cf. Megino 2002, con bibliografía. Cf asimismo Conche 1996, 44.
36 Como señala Cordero 2005, 38, quien, además de recoger las principales propuestas anteriores
en n. 7, presenta el paralelo de Od. 12.57-58 en que hay dos caminos y Odiseo tendrá que elegir uno
de ellos con ayuda de su θυμός (ὁπποτέρηι δή τοι ὁδὸς ἔσσεται, ἀλλὰ καὶ αὐτὸς/θυμῶι
βουλεύειν).
37 Proemio de las Ephemerides (OF 559.1-4).
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38 Cf. las observaciones de Kranz 1916; Marsoner 1976-1978; Cordero 2005, 41.
39 Cf. Hes. Th. 22 citado en § 2.1.
40 Tarán 1965, 9s, con bibliografía, quien señala que es poco probable que se trate del θυμός de las
43 Cf. § 2.2.7.
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
44 En términos de Fränkel 1968, 159, recogidos por Tarán 1965, 10, el imperfecto hace actual lo que
antes se ha dicho en general. Contra Conche 1996, 44.
45 Aunque es un participio de presente, el carácter defectivo del verbo y en especial el uso de ἔφη
[that] repetition is a well known method used in mystical texts for bringing about another state of
consciousness», lo cual puede ser cierto; pero también se usa la repetición para otros múltiples
usos, incluido el aprendizaje de la tabla de multiplicar.
47 OF 474.15. Cf. Bernabé-Jiménez San Cristóbal 2008, 50-53.
48 Obsérvese, también aquí, el uso de los tiempos, futuro «tomarás» (el iniciado concreto), frente a
presente «caminan» (referido a otros iniciados, a todos los iniciados de antes, de ahora y de
después).
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para ellos. Lo mismo ocurre en otra de Pelinna, un poco posterior (IV a. C.) OF
485.7:
καὶ̣ σ̣ὺ μὲν εἶς ὑπὸ̣ γῆ̣ν τελέσας ἅπερ ὄλβιοι ἄλλοι.
y tú irás bajo tierra, cumplidos los mismos ritos que los demás felices.
La iniciada ha cumplido los mismos ritos que (ἅπερ) han convertido en felices
a los iniciados y va a ir al mismo sitio al que van quienes lo han hecho
adecuadamente. En ambos casos, el camino es un camino a un Más Allá
subterráneo, al Hades órfico.
52 Cf. el completo, aunque no conclusivo, estado de la cuestión en Palmer 2009, 51 n. 1, así como
¿qué revelación del dios vienes a traernos? (Edipo, a Creonte, que ha ido a consultar el oráculo).
Miguel Herrero me señala el paralelo de Od. 20.100 y 105, en que Odiseo pide un presagio (φήμη) a
Zeus y éste se lo envía.
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
Parménides llama a este camino «de la deidad», lo que quiere decir que no es
un camino humano (cf. B 1.27 ἀπ᾽ ἀνθρώπων ἐκτὸς πάτου ἐστίν «está fuera de
lo hollado por los hombres»), no es un camino de este mundo54. Algo muy
semejante puede decirse del «camino sagrado» (ὁδὸν ... ἱεράν) al que se refiere la
laminilla órfica de Hiponion (OF 474.15), en el pasaje citado en § 2.2.3, que
tampoco está en este mundo, sino en el Más Allá y sobre cuyo recorrido se
instruye a los iniciados.
En cuanto a δαίμονος, una de las vexatae quaestiones del poema es la identidad
de la diosa. Como candidatas, se han propuesto Justicia (Δίκη)55, Día56, Noche
(divinidad sabia en las cosmogonías órficas a la que van a consultar diversos
dioses)57, la Musa de Parménides58, Persuasión (Πειθώ )59 Mnemósine (la diosa de
la Memoria, que también tiene un importante papel en algunos textos órficos,
porque permite al iniciado mantener en el Más Allá el conocimiento que ha
aprendido en la iniciación)60, o incluso la propia Perséfone, la diosa infernal61,
entre otros nombres. En mi opinión, se trata de una discusión estéril. Si el poeta
no dice su nombre es que no quiere decirlo62. Si lo hiciera, la situaría en un
espacio religioso concreto, conocido, tradicional. Y eso es precisamente lo que no
quiere hacer63. Reparemos también en el hecho de que tampoco ella llama a
Parménides por su nombre.
Otra cosa distinta es que la visita a la diosa tiene muchos puntos en común
con la visita a la Noche por parte de Zeus en el Papiro de Derveni (cf. § 2.2.9).
54 Bowra 1953 anota que en el Himno órfico a Zeus (OF 243.15) se lee la expresión θεῶν ὁδοὶ
οὐρανιώνων «caminos de los dioses celestiales» y presenta el paralelo significativo de Pi. O. 2.70
Διὸς ὁδόν, que tampoco es un camino de este mundo y que está reservado para almas elegidas.
55 Deichgräber 1958, 6, 7 y 37.
56 Gomperz 1924, 4 y n. 9.
57 Morrison 1955, 60; Mansfeld 1964, 244-247; Gómez-Lobo 1981; West 1983, 109; Palmer 2009, 58,
quien asevera: «the first reason for making this identification is simple and straightforward, – the
daughters of Helios bring Parmenides to the halls of Night ... and the goddess who greets him
upon his arrival there welcomes him to “our home”». El problema es que, para que fuera cierto este
tajante aserto, habría que admitir la propuesta de interpretación de que las Helíades van a buscar a
Parménides y lo traen de vuelta (cf. § 2.2.8), lo que no resulta tan evidente como le parece al autor.
58 Guthrie 1965, 10; Hölscher 1969, 74.
61 Cerri 1999, 107 107s.; Kingsley 1999, 92-100; Gemelli Marciano 2008.
63 Bowra 1953, 47 sugiere: «this experience is unique to him (sc. Parmenides), and therefore he can
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Si es un camino «no hollado por los hombres» (B 1.27) εἰδότα φῶτα no puede
querer decir «el hombre que sabe el camino» como postula Tarán64; el verbo
φέρει está en presente. Si sólo llevara al hombre que conoce el camino porque ya
lo ha recorrido, ¿cómo podría recorrerlo alguien por primera vez? Αdemás, no es
Parménides quien conduce el carro, sino las Helíades. Sí podría significar «el
hombre que ya conoce», porque es un camino que tiene que ver con el
conocimiento, pero no con un conocimiento cualquiera, sino iniciático, y se sitúa
en el ámbito de la revelación religiosa65; ello nos llevaría de nuevo a la conexión
con el pasaje de la laminilla de Hiponion (§ 2.2.3), el viajero se presentaría como
un μύστης y el viaje sería ya, de suyo, un símbolo de la adquisición de
conocimiento. Sin embargo, me parece que, sin perder la conexión semántica de
εἰδότα con el saber iniciático, es más probable entenderlo como un predicativo de
resultado; el camino lleva a un hombre «para que sepa», para que, como
resultado de su paso por él, «sea conocedor»66.
El camino (o la diosa, el relativo ἣ de B1.3 es ambiguo) lleva al mortal para
que sea conocedor «respecto a cuanto hay» (κατὰ παντα <τά> τ᾽ ἦι)67.
un participio sustantivado con objeto directo y φῶτα como acusativo de la palabra cuasihomófona
que significa «luz», pero no parece posible que un sintagma como éste fuera entendido de otro
modo por un griego de la época.
67 Conjetura de Suárez de la Torre 2010, que en mi opinión resuelve con bastante eficacia este
locus disputatus.
68 Il. 19.317 y Od. 13.22. Mourelatos 1970, 17.
69 Conche 1996, 47 interpreta el optativo en σπερχοίατο como indicación de que se trata de una
ficción. No me parece probable una «descarga» tan notoria de la tensión creada en lo que el poeta
presenta en todo momento como una verdad.
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
Un eje al rojo es coherente con la posibilidad de un viaje en el carro del Sol (cf.
§ 2.2.8), pero también este hecho, la mención de que las ruedas urgen el carro y el
adverbio ἀπτερέως (B 1.15) pueden indicar que el viaje no es un recorrido
tranquilo, sino apresurado70. Por una parte ello puede significar que es un viaje
especial, en el que el carro va a una desusada velocidad, pero es curioso, que en
los viajes de los iniciados, como el que se describe en la láminas de oro órficas,
parece haber una especial urgencia (ὦκα OF 474.11, καὶ τότ᾽ ἔπειτα OF 476.11).
En el caso de las laminillas se trata de que el difunto iniciado debe actuar
rápidamente para no errar su camino al Más Allá cuando acaba de morir. A este
respecto, Segal señala en su comentario a la laminilla de Pelinna el contraste
entre urgencia inicial y calma final, con palabras que podrían aplicarse
perfectamente al proemio parmenídeo71. Un nuevo matiz que sugiere un ámbito
escatológico para nuestro pasaje.
Las hijas del Sol son personajes de una mínima entidad en la mitología
griega72. En la mayoría de las fuentes, su papel se reduce a haber sido
acompañantes de su hermano Faetón cuando usurpó el puesto de auriga y de
haber dado lugar a diversos hechos maravillosos como resultado de su dolor
(conversión en álamos, sus lágrimas, en ámbar, etc.). No conozco mejor
justificación de su presencia en el poema que la que presenta Cordero73, según el
cual, el fracaso de Faetón se debió a dos razones: que no tenía derecho a hacer lo
que hizo (usar el carro) y que emprendió el viaje sin conocer el camino y sin guía.
Faetón sería así la imagen negativa del viajero parmenídeo, que cuenta con el
aval de la justicia y con la guía de conductoras que conocen el rumbo. Así pues,
hemos de suponer (con una buena cantidad de otros estudiosos74) que este viaje
se hace en el carro del Sol, lo que parece sugerir, por una parte, que el viaje es
70 Conche 1996, 46s. señala el sentido del verbo, pero sin considerarlo significativo.
71 Segal 1990, 414 sobre OF 485-86: «these markers of urgency contrast with the calmer mood of
the last line, the assurance of the bliss that awaits the addressee. This movement from intensity to
reassurance constitutes the dynamics or the implicit drama of the represented event».
72 Cf. Coxon 1986, 160; Palmer 2009, 56. Este último autor considera, a partir de una serie de
textos mesopotámicos, que el sol viajaría por la noche por el mundo subterráneo. Pero es bien
conocido que el modelo atestiguado en el mito griego es que el Sol descansa por la noche en un
caldero que, llevado por la corriente de Océano, lo conduce de nuevo a Levante, mientras auriga y
caballos duermen, cf. Stesich. S 17 Page, Mimn. 12 West, y representaciones figuradas en Yalouris
1990, 1015 nn. 99-100. Sobre el pasaje de Estesícoro cf. sin embargo § 2.2.9.
73 Cordero 2005, 40; Ranzato 2011, 8 («volendo presentar il kouros come una sorta di “fortunato
Fetonte”»). Cf. la dubitante aproximación de Bowra 1953, 45-46 y las interesantes apreciaciones de
Cerri 1999, 100-101.
74 Como Cornford, 1939, 30; Guthrie 1965, 24.
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A. BERNABÉ
celeste y, por otra, que hay en él una garantía de verdad, en tanto que el Sol todo
lo ilumina y todo lo ve75.
Es importante reseñar que la poesía órfica convierte al Sol (a menudo
identificado con Apolo) en origen de la revelación que son los versos de las
Rapsodias órficas, en cuyo proemio leemos (OF 102):
Además del mito que recogía Esquilo en la tragedia perdida Basárides, según el
cual Orfeo se hizo adorador del Sol76, hay un amplio material que indica que hay
entre los órficos un gran desarrollo del culto al Sol desde muy pronto77.
2.2.9. προλιποῦσαι δώματα Νυκτός/ εἰς φάος «dejada atrás la morada de la noche
hacia la luz» (B 1.9-10)
Se ha discutido hasta la saciedad la dirección del viaje. Y una de las claves del
problema consiste en la relación existente entre πέμπειν, προλιποῦσαι y εἰς
φάος. Si εἰς φάος se relaciona con πέμπειν, las Helíades llevarían al κοῦρος de
la oscuridad a la luz en el viaje que se está describiendo78. Si, por el contrario
πέμπειν está tomado en sentido absoluto y εἰς φάος va con προλιποῦσαι,
podría entenderse que las Helíades han hecho el recorrido de la oscuridad a la
luz, pero no se especificaría que fuera en el viaje que se está describiendo, sino
que pudieron hacerlo antes, para buscar al κοῦρος. Tal es la interpretación de
75 Cerri (1999, 97) considera que Parménides sustituye a las Musas por las Helíades porque el
suyo no es un relato mítico, sino un discurso científico, mientras que Ranzato (2011, 15) señala que
Parménides quiere transmitir la idea de que el kouros recorre un camino de inspiración divina, pero
diferente del tradicional.
76 Cf. p. 138ss. de la edición de Radt.
77 Cf. OF 536-545.
18
FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
Burkert y de Palmer79, quien traduce «having earlier left the halls of Night for the
light» y piensa que las Helíades han salido de la morada de la Noche, han
recogido a Parménides y lo llevan de vuelta. Para que la frase hubiera sido clara,
se requeriría un indicador como πρόσθεν y la referencia a un viaje de vuelta otro
como πάλιν, y no tenemos ni una cosa ni la otra. Por su parte, Ferrari80 interpreta
que Parménides se refiere al momento en que ya ha sido iniciado por Noche y
describe el viaje de salida, de este a oeste, siguiendo la ruta del sol. Es evidente
que si el pasaje puede ser interpretado de formas tan diversas es porque es
ambiguo. Y, como en otros rasgos del proemio, pienso que tal ambigüedad ha
sido buscada por Parménides, quien describe su viaje a Otro Mundo con rasgos
diversos, incluso contradictorios, tomados de tradiciones asimismo diversas.
En todo caso, me gustaría añadir un par de detalles interesantes:
El primero es que el hecho de que las Helíades salgan de las moradas de la
Noche coincide con una descripción de Estesícoro81:
ἆμος δ᾽ Ὑπεριονίδα ἲς
δέπας ἐσκατέβα <παγ>χρύσεον ὄ-
φρα δι᾽ Ὠκεανοῖο περάσαις
ἀφίκοιθ᾽ ἱαρᾶς ποτὶ βένθεα νυ-
κτὸς ἐρεμνᾶς 5
ποτὶ ματέρα κουριδίαν τ᾽ ἄλοχον
παίδας τε φίλους.
Cuando la fuerza del Hiperiónida
en la copa toda de oro se embarcó,
para, una vez atravesado Océano,
llegar a lo profundo de la noche sagrada,
tenebrosa,
junto a su madre, su legítima esposa
y sus hijos.
19
A. BERNABÉ
82 OF 487.1
83 OF 339.
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
Aún debo añadir un pasaje muy revelador del Himno a Deméter (es difícil
encontrar contexto más iniciático que este himno)84 en que hallamos ese mismo
camino inverso; Zeus encarga a Hermes que vaya al mundo de los muertos:
No deja de ser curioso que también en este último pasaje media una
persuasión al soberano del Más Allá para que el viaje sea permitido (cf. B 16
πεῖσαν ἐπιφραδέως), probablemente porque éste representa una transgresión
del equilibrio cósmico y del orden normal de las cosas85. Sin duda predominan
los elementos catabáticos en el proemio, pero están considerablemente velados
de ambigüedad, sin que Parménides precise si el camino es de ida o de vuelta,
subterráneo o celeste. También hay connotaciones claramente iniciáticas, en que
se relaciona la luz con la vida y el conocimiento86. El camino de Parménides,
como el de Perséfone en el himno y como el que le está vedado a Alcestis, es un
camino que tiene que ver con el Más Allá, pero que también sugiere la vuelta, la
«dirección contraria», un viaje, pues, inhabitual, en una imaginería especial, que
el poeta ha creado con elementos de la tradicional. No es un espacio real, sino un
espacio ambiguo, el de la iniciación, que en vano buscaríamos en la geografía.
Tarán asevera que «no hay nada en el contexto que sugiera una influencia de
la concepción órfica de Noche»87, pero sí lo hay: la relación de la Noche con la
transmisión de conocimiento, que se encontraba en las Rapsodias, pero que ahora
sabemos que estaba ya en la Teogonía del Papiro de Derveni, que es
contemporánea o anterior al filósofo. En este último poema se cuenta que Zeus
va a emprender la nueva creación del mundo y acude a Noche, dado que la
84 HCer. 336-338. Señalado por Pérez de Tudela 2007, 122; Gemelli Marciano 2008, 34.
85 Ranzato 2011, 32.
86 Coxon 1986, 162. Cf. Palmer 2009, 57: «the language of the proem associated him (sc. the
travelling)... with initiates into mysteries and with the souls of the dead travelling to the
underworld».
87 Propuesta por Kern 1890, 174.
21
A. BERNABÉ
Como señala Macías90, la luz tiene aquí un doble significado: por un lado, el
conocimiento, y por otro, la vida; el conocimiento que ha revelado la divinidad
permite la liberación del alma y su acceso a la verdadera vida.
También es posible traer a colación una inscripción de Olbia, de unos
miembros del Tíaso de Bóreas, con probables conexiones órficas y con claras
semejanzas a las láminas de hueso (§ 2.3.6)91, en que se lee:
88 OF 6 (P. Derveni col. X 9, XI 1, XI 9, XII 1). Sobre vaticinios de la Noche en las Rapsodias, cf. OF
113, 219, 237 (en que es visitada por Zeus), 238, 251. Sobre «los caminos de la noche y el día» cf. §
2.2.11.
89 Fr. 912.6-9 Kannicht.
22
FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
2.2.10. ὠσάμεναι κράτων ἄπο χερσὶ καλύπτρας «tras haberse destocado la cabeza
con sus manos» (B 1.10)
2.2.11. ἔνθα πύλαι Νυκτός τε καὶ Ἤματός εἰσι κελεύθων «Allí están las puertas de
las sendas de la Noche y del Día» (B 1.11)
95 Me resulta más verosímil que considerar que es una metáfora de la niebla matinal a través de la
que sale el sol (!), como quiere Palmer 2009, 57. Interesante la contraposición entre la expresión de
Parm. y la de Hes. Th. 9-10 (en los mismos versos en ambos poemas) según el cual, las musas
vienen κεκαλυμμέναι ἠέρι πολλῶι / ἐννύχιαι «veladas por espesa niebla, nocturnas», señalada
por Cerri 1999, 103 y desarrollada por Ranzato 2011, 11.
23
A. BERNABÉ
Por otra parte, el comienzo del verso parmenídeo ἔνθα πύλαι es característico
de referencias al Tártaro96. Si la geografía infernal parmenídea fuera la misma que
la homérica y hesiódica, este verso sugeriría que el viaje del κοῦρος lleva al
ἄδυτον subterráneo de la Noche, pero, como estamos viendo, los indicios del
filósofo son un tanto contradictorios.
Fuera de la localización que quiera dársele a la Noche y el Día, las puertas
abiertas o cerradas son también un símbolo de acceso permitido o negado a la
verdad. En el comienzo de los poemas atribuidos a Orfeo, aparecía un verso, que
conocemos en dos versiones97:
96 Cf. Coxon 1986, 161, quien apunta que pueda haber una connotación de que los seres humanos
en general están como encerrados en el Tártaro. No entiendo la afirmación de Tarán 1965, 13 «there
is no need to identify ἔνθα».
97 OF 1, cf. Bernabé 1996.
98 Pace Tarán 1965, 14, que niega que ello indique la localización de las puertas. Pero αἰθέριος en
griego no significa otra cosa sino «que está en el éter» o «en el cielo», cf. A. R. 3.159-60 αὐτὰρ
ἔπειτα πύλας ἐξήλυθεν Οὐλύμποιο / αἰθερίας. En Nonn. D. 38.192 Faetón le pide a su padre, el
Sol «el carro de fuego y el curso de los caballos que van por el cielo» ᾔτεεν ἔμπυρον ἅρμα καὶ
αἰθερίων δρόμον ἵππων (cf. 42.35 «por el camino celeste», δι᾽ αἰθερίης δὲ κελεύθου), cf. Nonn. D.
6.203 αἰθέριον κελάδημα πύλαι κανάχιζον Ὀλύμπου «las puertas del Olimpo resonaron con
etéreo estrépito». Sólo el parti pris del autor, que comienza varios de sus comentarios aseverando
que «no hay» influencia órfica, puede llevar a negar lo evidente. Es seguido por Conche 1996, 49:
«certes, le voyage de Parménide ne correspond aucunement à une expérience efective», algo que va
de soi; nadie ha afirmado que Parménides atravesó realmente unas puertas por el cielo.
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
tránsito del carro de Hera a través de las puertas del cielo, guardadas por las
Horas99.
ὁ μὲν δὴ θεός, ὥσπερ καὶ ὁ παλαιὸς λόγος, ἀρχήν τε καὶ τελευτὴν καὶ
μέσα τῶν ὄντων ἁπάντων ἔχων, εὐθείαι περαίνει κατὰ φύσιν
99 Il. 5.748-754.
100 La idea es desarrollada por los trágicos (por ej. S. OC 1381s. εἴπερ ἐστὶν ἡ παλαίφατος / Δίκη
ξύνεδρος Ζηνὸς ἀρχαίοις νόμοις «si la Justicia celebrada desde antiguo continúa sentada junto a
las normas de Zeus que rigen desde siempre») conoce un desarrollo filosófico en Anaximand. B 1
D.-K., Heraclit. frr. 45, 80, 52 Marcovich (= B 23; 28; 94 D.-K.) y acaba por convertirse en un tópico;
cf. por ejemplo Philo de Iosepho 48, Plut. Alex. 52, Arrian. Anab. 4.9.7, Aelian. fr. 25 (II 197.21
Hercher), Liban. Decl. 49.2.11. Cf. Cerri 1999, 104s.
101 Descuento las fuentes que usan en citas o comentarios de uno u otro pasaje.
102 OF 233.
103 Kern 1920, 40 n. 2; Rathmann 1933, 64, 80 n. 14, cf. también Lobeck 1839, 396; Schuster 1869, 27;
Kern 1888, 52; Bowra 1953, 49; Brisson 1987, 64; 1990, 2889.
104 Por ejemplo, Tarán (1965, 15) concluye que de ello no debe inferirse un influjo órfico (sin
explicar, naturalmente, por qué no, fuera de que el autor parecía haber decidido de antemano que
no los había); cf. West 1983, 109.
105 Ad loc., p. 163.
106 Cf. Bernabé 1998, 47, 64s, 2011, 190-191; Casadesús 1997, 65s.
25
A. BERNABÉ
Podría argüirse que el autor del escolio cita versos posteriores a Platón (como
hacen a menudo los Neoplatónicos), pero la antigüedad de estos versos la
garantiza su presencia en el mismo Himno a Zeus de Orfeo que cita el Papiro de
Derveni107.
Si Platón ha puesto en prosa en la primera parte del texto que nos ocupa unos
versos órficos acerca de Zeus principio y fin, está claro que también ha
prosificado, en la referencia a Justicia, como indicó Burkert108, un fragmento
órfico igual o muy similar al que he mencionado. En efecto, parece que
συνέπεται es el trasunto, en presente y en el ático de la época, del verbo, propio
de la épica, ἐφέσπετο. Y el rarísimo adjetivo poético πολύποινος ha sido
traducido por el filósofo por una perífrasis más comprensible τῶν
ἀπολειπομένων τοῦ θείου νόμου τιμωρός, «vengadora de las infracciones de la
ley divina».
El hecho de que Platón aluda a un verso como éste como procedente de «un
antiguo relato», la expresión típica del filósofo para referirse a los textos órficos, y
el hecho de que aparezca inmediatamente detrás de la cita de un fragmento que
nos consta por otras fuentes (ya desde el P.Derveni) que es órfico, nos hace tener
por muy verosímil que la expresión aparecía en un texto órfico considerado ya
26
FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
antiguo en el siglo IV a. C. , por lo que tiene que ser, por lo menos, de finales del
VI o principios del V a. C.109.
Hemos de añadir el testimonio de un interesante fragmento cerámico apulio
que estuvo en Ruvo y del que sólo nos queda un dibujo110, que aboga por la
relación de Dike con el mundo ultramundano y con el orfismo.
109 Cf. más materiales sobre Dike entre los órficos y en Platón en Jiménez San Cristóbal 2005;
Bernabé 2011, 189-204.
110 Antigua colección Fenicia c. 350 a. C. (cf. Bernabé 2011, 203, con bibliografía).
27
A. BERNABÉ
Pero, además, el Más Allá es también el lugar en que se unen pasado, presente
y futuro, el lugar en que se conocen todas las cosas (por eso Odiseo desciende al
Hades, por Eneas baja a los infiernos en la Eneida para conocer el futuro de
Roma).
Lo más probable es Parménides quisiera indicar con la escenografía
ultramundana unida a la presencia de Justicia que, al penetrar en estos terrenos,
accede a un tipo de verdad especial, pero que, además, lo hace legítimamente,
dentro del orden debido de las cosas112. No es pura imaginería, sino una manera
de expresar la legitimidad de su acceso a un cierto tipo de conocimiento, basada
en una tradición suritálica seguramente bien conocida por sus lectores/oyentes.
112 Aunque la necesidad de persuadir a Dike implica que el camino no es habitual, sino
excepcional, cf. Gómez Lobo 1999, 33, así como el paralelo de la persuasión de Hermes a Hades en
hCer. 336-38, cit. en § 2.2.9.
113 La interpretación se apoya, además, en un testimonio de Hesíodo (Th.748-750) sobre el palacio
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
116 Pi. fr. 33,1 Maehler = 65 Cannatà Fera (OF 443), P.Derveni col. 6.4-5, Pl. Cra. 400c (OF 430 I). Cf.
mágica». Lo malo es que encontramos similares «fórmulas mágicas» en secuencias tomadas al azar
de autores poco sospechosos de magia como πτήσεως ὡσεί Philo spec. leg. 4.128, ὄφεως, ὡσεί
Psalm. 57.5, πόλεως ὡσεί Iustin. dial. Triph. 34.5 etc., etc. Sobre la persuasión, cf. § 2.2.9 y n. 85.
118 Paso por alto (porque no tengo elementos nuevos que aportar) la descripción detenida de la
apertura de las puertas, sobre la cual cf. los interesantes comentarios de Ranzato 2011, 34-36, que
pone de relieve las conexiones entre la descripción del recorrido del carro y ésta (con la función de
los ejes o el sonido chirriante).
119 Pi. N. 6. 53-54 καὶ ταῦτα μὲν παλαιότεροι / ὁδὸν ἀμαξιτὸν εὗρον «todo ello configura el
camino real que mis predecesores encontraron». Cf. asimismo Emp. 96.2-3 Wright (B 133.2-3 D.-K.)
ἧιπέρ τε μεγίστη / πειθοῦς ἀνθρώποισιν ἁμαξιτὸς εἰς φρένα πίπτει «allí donde es más ancho el
camino real de persuasión que desemboca en la inteligencia de los hombres». No creo que sea una
coincidencia que el camino real se relacione con la persuasión.
120 Publicada por Jordan 1992 (y vuelta a publicar como OF 830c). El texto se encuentra también,
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A. BERNABÉ
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
2.3.4. ἐπεὶ οὔτι σε μοῖρα κακὴ προὔπεμπε νέεσθαι / τήνδ᾽ ὁδόν «que no fue un hado
malo quien te impulsó a tomar este camino»(B 1.26)
126 Burkert 1969, 14 y n. 32. Cf. más precisiones en Cosgrove 1974, 94; Cordero 2005, 39; Palmer
2009, 58 con bibliografía. Tarán (1965, 16, con bibliografía anterior) considera que marca las
diferencias entre la naturaleza divina y la humana.
127 Como señala, acertadamente, Mourelatos (1970, 16), quien pone de relieve, además, que
Parménides evita presentarse como personaje y decir detalles sobre sí mismo, a diferencia de
Hesíodo, Jenófanes o Empédocles. Llega demasiado lejos Morgan (2000, 74), cuando afirma que
«the κοῦρος ... cannot be identified with Parmenides as constructor of the poem».
128 Cf. Sourvinou-Inwood 1995, 95 ss., donde puede hallarse un buen número de ejemplos de este
uso.
129 Bernabé-Jiménez San Cristóbal 2008, 96-97.
31
A. BERNABÉ
θέμις y δίκη son casi sinónimos en Esquilo130. No parece que aquí estén
personificadas131. Sobre la presencia de ambas entidades es pertinente recordar
que en el proemio de los poemas órficos (§ 2.2.11) el yo que va a pronunciar la
revelación de los poemas sólo habla a quienes es θέμις hacerlo y también que
Δίκη es una entidad relevante en este ambiente (§ 2.2.13).
Lo curioso es que la tal verdad (indicada en el verso que sigue) no es otra cosa
sino la contraseña que identifica al difunto como un iniciado: «Soy hijo de Tierra
y de Cielo estrellado». Etimológicamente ἀλήθεια «verdad» es un compuesto
privativo de λήθη «olvido», lo que quiere decir que la «verdad» se concibe como
el «no-olvido»134. En el universo de las laminillas, la verdad no es otra cosa que
aquello que no debe olvidarse, lo que se ha aprendido en la iniciación. Cuando se
le pide al iniciado que diga exactamente toda la verdad a los guardianes de la
laguna de Mnemósine para que éstos le permitan beber, lo que se le pide es que
recuerde la verdad revelada, la contraseña indicativa de pertenencia a un grupo
sabedor de ciertas doctrinas cuya verdad última sólo conocen los iniciados.
En las láminas de hueso de Olbia se lee ἀλήθεια tras la expresión βίος
/θάνατος/ βίος, lo que parece aludir a que una vida tras la muerte es la «verdad»
proclamada como algo que no debe olvidarse135.
133 OF 477.7.
134 Cf. Pugliese Carratelli 1988, 165; Bernabé-Jiménez San Cristóbal 2008, 37-39
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
3. Conclusiones
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A. BERNABÉ
humano como él, con el solo empleo de su razón, bien entendido que tampoco
consideró que hubiera sido posible sin intervención de la razón en absoluto, de
modo que debía de ser algo que estaba mas allá, que se situaba en el ámbito de
las verdades eternas. Tal ámbito no es otro que la omnisciencia de la divinidad.
Y, por otra parte, en los Misterios, el espacio en que la verdad divina se transmite
a los seres humanos es el espacio iniciático, entre nuestro mundo y el Más Allá,
entre lo humano y lo divino, entre la vida y la muerte. Consecuentemente ése es
el escenario en que Parménides sitúa la revelación, que pretende, además,
presentar como legítima y no como una intromisión indebida de un mortal en las
verdades de los dioses.
Como hemos visto, un buen número de hechos sugiere un conocimiento por
parte de Parménides de la tradición órfica y mistérica, especialmente de la
suritálica. Y en efecto, para describir la transmisión de la verdad profunda,
utiliza el lenguaje de los Misterios, que es de suyo ambiguo, pregnante y
evocador.
3.2. La diosa
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FILOSOFÍA Y MISTERIOS. LECTURA DEL PROEMIO DE PARMÉNIDES
140 En palabras de Cosgrove 2011, 38-39: «neither ἀνάβασις nor κατάβασις, the journey to the
realm of the goddess is better viewed as a unique ἀπόβασις» (en n. 65 señala que el término se lo
sugirió Mourelatos).
141 Cf. Miller 2005, 18ss.
35
A. BERNABÉ
huesos y la carne de sus versos. Hesíodo142 presenta a las propias musas como
inspiradoras de su poesía que, de modo semejante a la diosa parmenídea, le
hacen saber que conocen tanto la verdad como lo falso.
Parmenides considera que la verdad a la que ha llegado es revelada, que le ha
sido transmitida por una diosa y en el espacio propio de tales revelaciones, el
iniciático, aunque considera que su propia actitud, su deseo y su predisposición
pueden haber facilitado que lo llevaran a la senda adecuada y probablemente por
ello inicia el poema antes del encuentro con la diosa. No es una pura revelación,
sino transmisión de conocimientos sobre los que el filósofo debe razonar.
Sobre la convicción de que la verdad que le ha llegado acerca de lo que es
tiene que haber sido revelada, reelabora la tradición, para configurar su propio
escenario. En esta reelaboración, los aportes literarios e ideológicos del orfismo
son, al menos, tan significativos como los de Homero o Hesíodo. Parménides
crea, así, un escenario rico en significación, no filosófico desde una perspectiva
moderna, pero sin duda de enorme capacidad de evocación poética, para situar
ese conocimiento sobrehumano donde debía estar en su tiempo y en sus
coordenadas: fuera del mundo. Como haría, después, Platón en sus descripciones
del Más Allá, Parménides pone la imaginería tradicional al servicio de sus
propios intereses ideológicos y literarios, creando un escenario que tiene el
aroma, el sonido de la tradición, pero que es profundamente original, como el
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39
A. BERNABÉ
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***
40
DETERMINISMO, CAUSAS E MODALIDADES CRISIPIANAS
1 Para além de Heraclito e Demócrito o caso mais óbvio, neste contexto, é o de Platão (Leis X, Rep.
X, para citarmos penas alguns textos mais significativos).
2 Não há ainda nenhuma edição recente dos fragmentos de Crisipo que receba o apoio consensual
dos investigadores. Por isso, continua a ser indispensável o uso da antologia de Von Arnim. Como
ponto de partida, aceitam-se, geralmente, como possíveis fragmentos do tratado perdido de Crisipo
Sobre o destino os correspondentes aos textos SVF 2.913; 2.915; 2.925; 2.927; 2.939; 2.998; 2.999 e
2.1049.
A. M. MARTINS
3 Seguimos aqui a informação de Bobzien (1998, 3-7) e dos textos mais recentes no âmbito da
história da filosofia antiga.
4 Apesar de conter algumas lacunas e de não haver uma edição plenamente satisfatória é o texto
mais próximo de Crisipo. Seguimos a edição de Sharples 1991. Cícero já tinha escrito outros dois
textos que completam alguns temas tratados no De fato: um opúsculo Sobre a natureza dos deuses e
outro Sobre a adivinhação. providência
5 Já von Arnim tinha chamado a atenção para o caso do capítulo 11 do De fato do Pseudo-
Plutarco. Para uma reconstituição sumária do texto de Crisipo a partir dos testemunhos de Cícero,
Pseudo-Plutarco e Diogeniano ver o estudo de Gourinat 2005, 251-259.
42
DETERMINISMO, CAUSAS E MODALIDADES CRISIPIANAS
6 Para o texto de Alexandre de Afrodísia usamos a excelente edição de Carlo Natali (2009) com
introdução e notas, edição do texto grego a partir da edição de Sharples e tradução.
7 Para além dos opúsculos Sobre a providência, o destino e o que depende de nós, interessam para
esclarecimento deste tema passos do Comentário ao Timeu e da Teologia Platónica. Para uma primeira
informação ver, no quadro mais amplo da reflexão do neoplatonismo sobre a natureza o estudo de
Linguiti, 2009.
43
A. M. MARTINS
Já sabemos que Crisipo terá sido o primeiro pensador estóico a articular uma
doutrina complexa para justificar o princípio básico de que ‘tudo tem uma causa’.
Embora seja certo que uma compreensão menos inadequada da sua posição exige
um contextualização que tenha em conta toda a filosofia grega anterior, não deixa
de fazer sentido começar com uma comparação sumária com a posição de
Aristóteles8. Bobzien 1999 reconstrói a teoria das causas em Crisipo a partir de
uma base textual bastante limitada mas é aquela que lhe oferece alguma
segurança: o passo de Estobeu (Ecl. 1.138.23-139.4) sobre a noção de causa em
Crisipo; a tipologia das causas no De Fato de Cícero (41-45); e a distinção de
vários tipos de causas em Plutarco (de Stoicorum repugnantiis, 47).
Deixando agora de lado os pormenores da crítica textual fixemos as linhas
mestras da doutrina estóica que razoavelmente podemos conjecturar que Crisipo
defendeu. O mundo é compreendido como um todo contínuo de matéria,
omnitemporal, sem partes indivisíveis, sem falhas, com a terra no seu centro e
rodeado de um vazio infinito. Constituído por dois princípios (archai), o activo e
o passivo. O princípio passivo é matéria; o princípio activo é logos insito nela, isto
é, a divindade (DL 7, 134). Só ele é responsável por toda a mudança e tudo
quanto há no mundo. Ambos os princípios são corpóreos. Isto não impede
Crisipo e outros estóicos de designar o princípio activo como pneuma, um misto
de ar e de fogo. O princípio passivo é associado aos elementos água e terra.
Se aceitarmos o valor destes testemunhos podemos considerar que as causas
de que falam os estóicos são corpos, são relativos e todos os nexos causais são
explicáveis pelo princípio activo omnipresente e sempre actuante. Retomando o
texto citado de Estobeu e um passo de Sexto Empírico onde se aplica o modelo
original à interacção dos corpos particulares (S.E. M. 9.211) Bobzien (1999, 198)
8Para uma primeira e sumária aproximação aos pressupostos partilhados por Aristóteles e por
Crisipo bem como o que os separa designadamente em matéria de causalidade ver D. Frede (2003,
180-4). Ver também Natali 2009, 35-42. O texto de referência sobre esta problemática e com
excelente reconstrução das posições de Crisipo é Bobzien 1998. Sobre a teoria das causas em
Crisipo ver também Bobzien 1999, Meyer 2009 sem esquecer os livros de Duhot 1989 e Salles 2005.
44
DETERMINISMO, CAUSAS E MODALIDADES CRISIPIANAS
45
A. M. MARTINS
10Para uma informação mais pormenorizada sobre todo este tema ver Bobzien 1998, 96-143.
Sobre a diferença entre a definição das modalidades em Crisipo e Filo e Diodoro ver Bobzien 1993.
Para uma interpretação diferente ver Vuillemin 1996, 105-129 e 251-6. Citamos esta edição inglesa
porque tem importantes correções no que se refere ao cap. 2 e um aditamento ao cap. 5 que trata
precisamente de Crisipo. Uma primeira noção da lógica estóica e sua especificidade pode ler-se em
Bobzien 2003.
46
DETERMINISMO, CAUSAS E MODALIDADES CRISIPIANAS
47
A. M. MARTINS
Não podemos entrar aqui na discussão técnica de todo o sistema nem sequer
dos problemas principais desta temporalização das modalidades. Mencionemos
apenas a questão da possível perturbação de todo este esquema pela doutrina
estóica do eterno retorno dos ciclos cósmicos.
O contributo positivo de Crisipo nesta matéria, em comparação com Diodoro
Crono e Filo (de Mégara), teria consistido na introdução do critério de ausência
(ou presença) de impedimentos externos. Esta caracterização deste tipo particular
de contigência iria servir a Crisipo para evitar um determinismo rígido no qual
não houvesse qualquer possibilidade de alteração do encadeamento das causas.
Uma das funções principais da noção de contingência, em Crisipo, seria
precisamente mostrar que as noções de possibilidade e de não necessidade são
uma condição necessária do que está em nosso poder11Se a sua solução é
satisfatória ou não é algo que dificilmente hoje podemos avaliar com rigor. A
maior parte dos testemunhos conservados são de adversários da sua posição
teórica e, por isso, não admira que insistam nas contradições e aporias da
doutrina de Crisipo. Mas o testemunho de Cícero (De Fato 39-41) indica
11 Bobzien 1998, 134. Usamos as expressões “o que depende de nós” ou “o que está em nosso
poder”, para nos referirmos ao que Cícero designa pela expressão “in nostra potestate” e os textos
gregos τὸ ἐφ᾽ἡμῖν. Vejam-se as reservas de Bobzien (1998, 281) ao uso acrítico desta expressão para
caracterizar a posição de Crisipo e dos estóicos mais antigo e, mais recentemente Salles ( 2007, 88-
9,9) e a resposta de Boeri (2007,100-102,107-109) a Salles sobre esta questão do uso, como termo
técnico, da expressão “o que depende de nós”.
48
DETERMINISMO, CAUSAS E MODALIDADES CRISIPIANAS
claramente que Crisipo negava que tudo o que acontece pelo destino é
necessário. Para além de Bobzien 1998, também Ricardo Salles 2005 veio
reconstruir a posição determinista de Crisipo em termos positivos e comparando-
a com posições equivalentes na filosofia contemporânea.
49
A. M. MARTINS
- quod si ita est, ne illa quidem, quae adpetitu efficiuntur, sunt sita in
nobis; non sunt igitur neque adsensiones neque actiones in nostra
potestate.
- Ex quo efficitur, ut nee laudationes iustae sint nec vituperationes, nec
honores nec supplicia.
- Quod cum vitiosum sit,
- probabiliter concludi putant non omnia fato fieri, quaecumque fiant.
Nesta argumentação o ponto fundamental parece ser (4) onde se nega, tudo
indica, que se nem o impulso (adpetitus, horme) nem os assentimentos estão em
nosso poder, então, também não estará o que fazemos por impulso. Como (5) é
inaceitável também para Crisipo, parece que ele pode aceitar, para já, (6) mas de
modo nenhum a conclusão. Nesse caso, estaria a dar razão aos seus críticos
entrando em contradição.
Passemos agora a DF 41 onde, como vimos, Crisipo procuraria superar estas
dificuldades através da já conhecida distinção entre causas antecedentes e causas
principais. Isto permitiria a Crisipo evitar, simultaneamente, que tudo ficasse
rigidamente determinado pela necessidade e manter a tese “omnia fato fiunt”. O
que Crisipo parece querer dizer é que mesmo que admitamos que os nossos
assentimentos são condicionados pelo destino isso não implica que eles sejam
necessários. Toda a argumentação parece estar orientada para mostrar que há
pelo menos um sentido em que o impulso e sobretudo o assentimento, por mais
condicionados que estejam, dependem de nós também. Na explicação de como
isto pode acontecer encontramos no texto de Cícero a referência às distinções
entre causas (antecedentes e principais) e à ilustração desta questão pelas
analogias do cilindro e do cone que apesar de necessitarem de um empurrão
inicial e “externo” que os coloque em movimento não só continuam em
movimento mas movem-se daquela maneira e não de outra em função de algo
que é próprio da sua natureza - neste caso determinada forma geométrica. O
mesmo deve suceder com o assentimento. A analogia do cilindro e do cone é
relatada também por Aulo Gélio (NA 7.2.11). Não devemos perder de vista que
nestas analogias temos sempre um efeito que é um movimento ou mudança e
que é causado por dois itens que são causa(s) do mesmo efeito mas em sentido
diverso. Como os comentadores mais recentes sublinharam, estas analogias são
eficazes dentro do quadro teórica da física da época e não à luz da física
moderna14. Contudo, o que estas analogias parecem indicar é que a margem de
indeterminação que depende de nós está confinada àquilo que os sujeitos são, em
14Aqui o ponto central é a ausência de qualquer coisa parecido com uma lei da inércia na física
dos antigos. Ver Duhot 1989, 173-178, Bobzien 1998, 264-267.
50
DETERMINISMO, CAUSAS E MODALIDADES CRISIPIANAS
15Boeri 2007, 109-110. As questões são complexas quer do ponto de vista textual quer conceptual.
Remetemos o leitor interessado para a bibliografia citada onde, além de desenvolvimentos
importantes que aqui não poderíamos nem sequer aflorar, encontrará também abundante literatura
sobre cada uma das questões mais particulares.
51
A. M. MARTINS
Bibliografia
52
DETERMINISMO, CAUSAS E MODALIDADES CRISIPIANAS
- Sedley, D. N., 2005: “Verità futura e causalità nel De fato di Cicerone”, in Natali, C.-
Maso,S.(eds), La catena delle cause. Determinismo e indeterminismo nel pensiero antico e in
quello contemporaneo, Amsterdam.
- Sharples, R.W., 1983: Alexander of Aphrodisias On Fate. (Text, Translation and
Commentary). London
- Valgiglio, E. 1993: [Plutarco]. Il Fato, Napoli.
- Vuillemin, Jules, 1996: Necessity or Contingency. The Master Argument. Stanford.
- Weidemann, H., 1996: “Alexander of Aphrodisias, Cicero, and Aristotle's Definition of
Possibility”, in I. Angelelli & M. Cerezo (eds), Studies in the History of Logic, Berlin, 33-
41.
***
53
TRES SITUACIONS PLATÒNIQUES DEL RECORD
La varietat del que hi ha als diàlegs platònics pot ser viscuda com un obstacle
per tal d’«extreure» la «filosofia» inscrita al Corpus Platonicum (=CP). Al CP hi ha
coses molt diverses: salutacions, caminades, interrogatoris, intents de definició,
mites, discursos, escrits, al·legories, etimologies, atenesos, forasters, juraments,
gent que s’enfada, mestres i deixebles, amants i estimats, pares i fills, esclaus,
nois, joves i vells, presons, palestres i pòrtics i fins arbres i rius alguna vegada.
Com que ens dediquem als estudis filosòfics cal buscar teories filosòfiques. A
l’iniciar-nos en els estudis ja sabem quines són: l’amor, la ciutat ideal, la
reminiscència, la teoria de les idees, de la Virtut, de la Bellesa, del Bé, la
ignorància socràtica, la immortalitat de l’ànima són algunes de les més famoses.
Avançar en l’estudi de Plató sembla que és saber bé els llocs del CP on es troba
cada doctrina. La «doctrina de la reminiscència»–prototip d’apriorisme i
innatisme epistemològics- es tracta sobretot al Menó, al Fedó i al Fedre.
1.1. La situació aporètica de Menó. Ara, només ara, Menó «recorda» una fama
socràtica com a aporètic, com a bloquejador, com a sembrador de confusions o
dubtes : «Sòcrates, ja havia sentit abans de trobar-me amb tu, que no fas res més
que problematitzar-te ἀπορεῖς i problematitzar ἀπορεῖν els altres» (79e6-80a2).
Ens cal recordar el vocabulari de la facilitat tessàlia. Tot arrancava d’un «No és
pas difícil οὐ χαλεπόν» (71e1, 71e6), i sobretot del «no hi cap problema οὐκ
ἀπορία» (72a1-2). Negatius que ens permeten establir el contrast entre el principi
i el final d’un trajecte. Al traduir Plató cal traduir totes les aparicions d’un mateix
terme de la mateixa manera tant com sigui possible o, si més no, indicar les
repeticions d’un mateix terme per allunyades que estiguin: únicament així
marquem bé els trajectes i els contrastos. En el nostre cas present cal assenyalar
de la mateixa manera el no de 72a1 i el sí de 80a1-2. No hi havia cap dificultat o
problema (72a1), i ara Menó està ple de dificultats o problemes (80a1-2). S’ha dit
que Menó confessa d’una manera bastant ingènua que no pot respondre a la
qüestió (Nehamas 1985, 6). ¿És cert que la confessió d’ignorància de Menó és
ingènua? Se’n pot dubtar, ens convé fer-ho com a lectors, perquè la frontera entre
erística i dialèctica està fluctuant des de l’acollida de Menó a la primera definició
de figura. Convé atendre a poc a poc com descriu Menó el seu estat abans de la
comparança que seguirà amb el peix tremolosa. La brillantor de la figura ha
eclipsat el que li és previ en l’atenció dels comentaristes. El retrat que Menó fa de
Sòcrates té clarament dues parts. En la primera, Sòcrates ja és associat amb la
bruixeria i la màgia; la segona és la comparança amb la tremolosa. El que és
comú a tot aquest moviment és que la mancança que ha causat en Menó la
perplexitat no està situada ni per un moment en ell mateix, sinó en Sòcrates.
56
TRES SITUACIONS PLATÒNIQUES DEL RECORD
Aquest és el senyal decisiu de l’aporia de Menó [Ionescu, 2007, 30]. ¿El tu socràtic
actua sobre el deixeble de Gòrgias i el desposseeix del que li «pertany»? ¿Podem
reformular una qüestió: ¿què és en veritat el que li pertany a Menó i per què?
Menó li retreu a Sòcrates «tu m’embruixes γοητεύεις i em drogues φαρμάττεις i
senzillament ἀτεχνῶς m’encantes κατεπᾴδεις» (80 a2-4). El que tenen en comú
aquestes tres accions és suspendre una relació habitual mitjançant un agent
exterior.
(a) Les bruixes de Tessàlia, precisament de Tessàlia, que surten al Gòrgias eren
capaces, es deia, de fer baixar la lluna del cel, o sigui trasbalsar l’ordre normal de
la realitat. Als Núvols d’Aristòfanes aquest fet es contempla com aprofitable per
tal de que Estrepsíades no pagui els seus deutes. L’ordre normal de la realitat
sembla que és que els que aprenen a fer discursos en llocs ben considerats per a
aquesta tasca els vagin fent indefinidament que per això ho han après.
M’embruixes (γοητεύεις, segona persona del singular del present d’indicatiu del
verb γοητεύειν derivat del verb γοαν «fer crits de dolor, lamentacions». El nom
de l’actor és γόης que embruixa llençant crits i encanteris lúgubres, el bruixot, el
mag, el xarlatà).
(b) Em drogues (φαρμάττεις del verb φαρμακάω, derivat del nom φάρμακον
que dona els nostres fàrmac, farmàcia, farmacèutic). Pharmakon designa en el seu
sentit primer una planta medicinal qualsevol sigui benèfica o nociva, o millor en
la indistinció dels seus possibles efectes com a remei o verí. És el mot que designa
la cicuta al Fedó.
(c) M’encantes (κατεπᾴδεις. El verb κατεπᾴδειν està construït del prefix κατα
que expressa a una idea de completesa i acabament (catàleg) i del verb επᾴδειν,
compost a la seva vegada de prefix επι- sobre (epifenomen, epíleg) i del verb
ἀείδειν. que vol dir cantar). Eπᾴδειν vol dir acompanyar cantant i per extensió
deixar sentir encantaments. Aquest verb està acompanyat de l’adverbi ἀτεχνῶς,
que es pot traduir per «senzillament»; literalment és un negatiu de τεχνῶς,
habilitat, artifici, perícia, ofici, i té un sentit que oscil·la entre un positiu simple i
natural en front del que és artificiós i rebuscat i un negatiu groller, inexpert, tosc.
La composició és gairebé exclusivament una composició de la llengua de Plató i
té dues úniques aparicions: aquesta que estem comentant i un altra al Gòrgias en
boca de Càl·licles. Aquest paral·lel és molt instructiu per tal de tenir una pista per
a entendre com experimenta Menó la música socràtica. Càl·licles diu que els
millors i els més forts entre nosaltres són manipulats des de la infància com
lleons esclavitzats per encantaments i sortilegis aprenent que el deure és la
igualtat i que això és el que és bell i el que és just! (Gòrgias, 483e4 - 484a2 trad. M.
Balasch, Fundació Bernat Metge [FBM]). ¿Menó s’està sentint desposseït d’alguna
57
J. SALES I CODERCH
cosa que li correspon en l’ordre regular del món on els lleons fan de lleons
lliurement?
El paral·lel ben natural entre el Menó i el Gòrgias està mobilitzat ben
diferentment en els comentaris de Rémi Brague i de Dominic Scott. Segons
Brague, la màgia fóra desbordar els seus límits o mantenir-se fora d’aquests
límits, ser o fer de bruixot és sortir de la seva forma i expandir-se en una
pluralitat de formes. La bruixeria és escapar a la limitació. La dialèctica, la recerca
conjunta en l’amistat, podria obrir Menó a una recerca possible paralitzant
l’expressiva discursivitat gorgiana posseïda en la facilitat de dir. Segons Scott, la
referència a l’esclavatge indica que una part utilitza l’altra per als seus fins, la
qual cosa implica la noció de manipulació. Scott parla d’«inactivitat intel·lectual»
i «mort cognitiva» com l’estat en el que Sòcrates deixaria les seves víctimes i
afirma que la refutació socràtica eradica tant el mal com el bé.
És ben cert que Menó es queixa a Sòcrates perquè ha estat desposseït de la
seva habilitat habitual i reduït al silenci. El que cal veure és el valor d’aquesta
habilitat perduda, per tal de judicar no únicament el com s’ha produït aquesta
pèrdua sinó el sentit de què es produeixi. ¿Fer emmudir al tessali, portar Menó al
silenci és, de veres, un fruit d’una inhabilitat socràtica? ¿Què hi ha d’intel·lectual i
de cognitiu en el sistema de respostes de Menó? ¿Què ha naufragat? ¿Quina
bondat ha erradicat Sòcrates respecte a Menó? El fet cert al que assistim és que el
silenci de Menó és atribuït per ell enterament a una acció socràtica
d’encantament. Goldschmidt (1971) observa que el Menó té l’estructura dels
primers diàlegs fins a la primera aporia. Però l’aporia s’arrisca fins gairebé
conduir Menó vers l’odi pels raonaments i situar-lo en aquesta forma de
l’escepticisme que Plató anomena misologia. Hi ha al Menó una misologia respecte
al logos socràtic, en nom, dels «mils de vegades innumerables discursos davant de
moltes persones» (80b23) que el foraster de Tessàlia deixeble de Gòrgias ja ha
pronunciat. ¿Dues discursivitats distintes es combaten o s’amistancen? ¿L’horitzó
de la progressió del diàleg és l’erística o la dialèctica? ¿O és en la seva indistinció
on està situat el lector? Gòrgias diu al seu Elogi d’Hel·lena que les paraules
encanten, creen plaer, eliminen tristeses i mouen l’ànima. Menó no rep pas la
discursivitat interrogativa socràtica de la manera que Gòrgias diu que actua el
discurs a l’encantar. Menó roman quiet, es troba paralitzat sota uns efectes que ell
compara a l’efecte que imagina com el de la tremolosa sobre la seva ànima i la
seva boca. Meno diu: «Em trobo de veritat estabornit d’ànima i de boca, i no sé que
respondre’t». (A Eutifró les paraules li giraven en rodó i ell es mareja, potser
perquè encara les paraules són seves i les voldria salvar fixant-les; cf. Eutifró 11b ,
Sales 1992, 52-53).
58
TRES SITUACIONS PLATÒNIQUES DEL RECORD
59
J. SALES I CODERCH
60
TRES SITUACIONS PLATÒNIQUES DEL RECORD
61
J. SALES I CODERCH
en front del model de la figura com allò que acompanya sempre al color. Convé
captar el teixit d’al·lusions que conté el text platònic, detectar les projeccions que
fan d’altres moments sobre el text acotat, i les del text acotat sobre d’altres llocs
del diàleg o d’altres diàlegs. Més familiarment podem descriure aquesta tasca
necessària per a la interpretació com detectar «rebots». Aquests rebots són signes
de fils que construeixen el tot d’un diàleg com un lligam entre motius diversos
que massa sovint una idolatria escolar dels llocs filosòficament més densos ha
arrencat com a significatius amb més o menys gràcia. En la resposta que és el
sarcasme, repte, o formulació per Menó de la «paradoxa» de Menó, el jove tessali
fa servir l’expressió «τὸ παράπαν» (80d6; ni poc ni gaire tradueix Olives). Aquesta
expressió és la que ha usat Sòcrates per tres vegades fent la veu d’un atenès
qualsevol al començament del diàleg: «De fet jo mateix em trobo tant lluny de saber
si és ensenyable o no ho és, que no sé ni poc ni gaire (τὸ παράπαν) què és això de
l’excel·lència» (71a7). L’ha fet servir repetidament, de manera que tenim un nou
exemple del que acabem de dir sobre la conveniència de respectar la repetició
dels termes en la comprensió del text platònic. «Pateixo del mateix mal que els meus
conciutadans, pel que fa aquesta qüestió, i em faig retret de no saber ni poc ni gaire (τὸ
παράπαν) què és això de l’excel·lència» (71b3; trad. Olives modificada). I,
finalment, «creus que és possible per al qui no coneix ni poc ni gaire τὸ παράπαν qui
és Menó, de saber si es bell, si és ric, i si també és noble o tot al contrari» (71b5; trad.
Olives). També aquesta és la paraula que fa servir Menó per tal de descriure
l’estat en el que l’ha posat el contacte socràtic: «Ara no sé ni poc ni gaire (τὸ
παράπαν) dir el que és» (80b4). El ποῖον de 80d6 és també un rebot del ποῖον de
75b4: «Si no sé una cosa què és, com en sabria les qualitats» (Olives). La traducció
d’Olives de ποῖον per qualitat ens planteja un problema difícil entre l’abans i el
després del vocabulari filosòfic. És Aristòtil qui, sobre la seva lectura atenta del
Menó, fixa termes, no pas els personatges dels diàlegs de Plató, als quals no se‘ls
pot fer parlar com si ja haguessin llegit Aristòtil. El problema que cal que ens
ocupi és que no podem asistir d’una bona manera al naixement de la tecnicitat
filosòfica en el vocabulari que tracta qüestions catalogades si ja les projectem en els
moments del seu origen com a tals. El que Menó mimetitza, allò que imita, en
l’escena del diàleg no és tant una ignorància socràtica sinó una ignorància
completa de tots els atenesos de la que Sòcrates se’n fa representant Al meu
entendre, s’ha donat poca importància a aquest tret del Menó que obliga a insistir
en la interpretació del diàleg en el caràcter de Menó com a Foraster, com a
visitant, com a xenos, com a Foraster de Tessàlia. La ignorància socràtica com a
figura es realitza com a reactiu davant la saviesa dels atenesos. Estem en una
variació platònica peculiar d’un tema anterior, el que dificulta moltíssim la
interpretació de Scott (2006) que estaríem en un judici de Plató sobre el mètode
62
TRES SITUACIONS PLATÒNIQUES DEL RECORD
socràtic del elenkhos o refutació. L’assistència al diàleg (Sales 1999), estar-hi, ens
permet lligar la ignorància atenesa i socràtica de la faula del desert amb el silenci
de Menó: és en aquest lligam que neix com acció dialogal socràtica la possibilitat
d’una recerca conjunta. El jove tessali refusa recordant els termes amb què
Sòcrates ha refusat primerament entrar en el joc inicial que obriria, des de la
perspectiva de Menó, el joc del diàleg o de la trobada. Hi ha un joc inicial ajornat
pel silenci atenès a tractar la qüestió gorgiana. Menó se’n recorda tant que quan
ens pot semblar com a lectors que la lliçó de l’esclau ha habilitat Menó per tal de
recercar conjuntament amb Sòcrates què és l’excel·lència o virtut, l’areté, Menó li
recorda la seva qüestió inicial desatesa. És sobre aquest lloc que proposem la
divisió en dues parts del tot del diàleg. Dues parts que s’oposen com un «no» i
com un «sí» socràtics a tractar la qüestió que Menó li vol fer tractar d’entrada.
Pensem com una clau d’interpretació que el «no» és un «senyal de fortalesa
socràtica» i que el «sí» és, com ell mateix declara, «senyal de feblesa», de manca
d’autoritat.
El text de la intervenció de Menó s’articula en els tres interrogants. En l’anàlisi
del text s’han diferenciat dues paradoxes, la de la recerca (inquiry) que
correspondria als dos primers interrogants, i una altra qualificada com la
paradoxa de la descoberta (discovery, per Scott 2006, 83-87; i del coneixement per
Weiss, 2001, 53) que correspondria al tercer. El que és primerament decisiu de la
reformulació socràtica és el nivell on ella es situa: «Comprenc que vols dir, Menó,
ves quin logos combatiu desembarques! (μανθάνω οἷον βούλει λέγειν, ὦ
Μένων. ὁρᾷς τοῦτον ὡς ἐριστικὸν λόγον κατάγεις)». L’acció socràtica, el
μανθάνω (80e1) inicial, és una comprensió del que vol dir Menó; des d’aquesta
comprensió el dir de Menó com a resposta a la invitació d’una recerca conjunta
està identificat com un ὡς ἐριστικὸν λόγον κατάγεις. La paraula clau és
κατάγεις. El verb κατάγνυμι vol dir primerament conduir de dalt a baix, el seu
ús corrent està lligat al treball de filar i amb la pesca. La primera qüestió crítica
sobre aquest tot de nou ratlles és si les dues formulacions són o no són
equivalents. Recordem el dilema socràtic: «Comprenc el que vols dir, Menó, ves quin
logos combatiu desembarques. L’home no pot cercar ni el que sap ni el que no sap, perquè
el que sap, poc ho cercaria si ja ho sap, i no li cal fer-ne la recerca; ni tampoc el que no sap,
si no sap el que ha de cercar» (80e1-5). Les diferències que es poden observar entre
les dues formulacions són les següents: 1/ Menó utilitza la segona persona,
Sòcrates la tercera. Moliné (1969, 155-157) emfasitza aquesta diferencia, la qual
cosa donaria a les paraules de Menó una sospita de mala fe; també hi ha qui
prefereix parlar d’«exasperació desconcertada» (Sharples 1985, 114). Sigui quin
sigui el grau d’intensitat que calgui atribuir-li, Menó ha formulat les seves
paraules com una queixa a la pràctica socràtica que li ha tret la seva seguretat
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1Un estat de la qüestió s’obté de Weiss 2001, 49-76: «Impasse, Paradox, and the Myth of Learning
by Recollection» , i de Scott 2006, 75-91: «Meno’s paradox: 80d-81a». Aquests dos llibres estan
recensionats a Butlleti Platònic, VI (Anuari de la Societat Catalana de Filosofia, XX, (2009): 221-232).
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ve del llatí sacerdos, de sacer sagrat. El sacerdot és, certament el que presenta les
ofrenes del sacrifici ritual. També és, però, sagrada, la persona del suplicant que
està com el sacerdot sota protecció divina. El que tenen de comú les dues figures
és que tenen un deute amb la divinitat perquè té un deute per expiar per la falta
comesa o perquè la seva vida depèn del culte. La renovació d’aquesta categoria,
d’una manera paral·lela al cas de Woodruff amb la reverència, ha estat feta per
Giorgio Agamben sobretot a Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita.
No és gens fàcil diferenciar el que Sòcrates recorda com a testimoni per tal de
satisfer la curiositat o tafaneria de Menó («qui són, què deien»), de les
conseqüències que en treu Sòcrates cara a la qüestió debatuda, que és la
possibilitat de la recerca conjunta. D’una manera molt clara, el moment final té
aquest caràcter: a l’entorn de la qüestió hi ha un «sí», el de Sòcrates, i un «no», el
de Menó. El «no» de Menó es recolzava en el logos combatiu, que Sòcrates
emparenta amb la mandra, mentre deriva del logos dels savis sobre qüestions
divines (περὶ τὰ θεῖα πράγματα, 81a6) l’activitat de la recerca possible.
Tenim el testimoni d’una afirmació dels «divins» <1> i <2> en front de la dels
«erístics» i la seva aplicació a la situació del diàleg <3>. El problema és el moment
intermedi: ¿fins a quin punt està derivat de les «fonts»? ¿Fins a quin punt és una
«doctrina»? ¿Quin és el contingut de la «doctrina» i quin el de les seves
justificacions?
Hi ha clarament dues afirmacions que són l’antecedent d’una tercera, que té a
més una condició supletòria. L’afinitat de tota la naturalesa, el parentiu entre les
seves parts és el primer antecedent: «Perquè, estan emparentades totes les parts de la
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arguments (logoi) successius sobre l’ànima. Al Fedó Sòcrates no dóna mai una
definició d’ànima, la dóna Símmias com harmonia (86bc). El Sòcrates del Fedó
combat aquesta doctrina (91e-95a). En tot el CP hi ha una única definició
d’ànima: ànima es automoviment (autokinesis) (Fedre, 245e3). La figura de
l’automoviment potser pot, o no, regir des d’alguna unitat la xarxa de figures i
conceptes que formen l’ampli vocabulari sobre l’ànima humana: Respiració, Buf,
Ombra, Vida, Atenció, Harmonia, Memòria, Consciencia, Daimon, Persona, Destí,
Veritat, Coneixement, Narració, Logos, Enllaç.
Dos mites, dues proves… ¿L’argument de la ciclicitat i l’argument del record,
memòria o reminiscència són dues proves? Exactament la bona qüestió és: ¿i com
és que hi ha més d’una prova al Fedó, què és el que es prova i per què? Els noms
que en els estudis platònics s’han donat a aquesta primera prova (70c4-72e) han
estat molt diversos. La raó de la diversitat és un desplaçament de l’atenció o cap
al seu punt de partida, o al seu centre com a generalització, o al seu terme com a
conclusió. Si ens atenim al punt de partida de l’argumentació ens trobem amb el
palaios logos: «una doctrina antiga que hem recordat abans, segons la qual arriben
allà des d’aquí i després tornen aquí i reneixen dels morts» (70c). L’argument, si
se l’anomena pel seu punt de partida, s’ha de dir de la palingenèsia (Eggers 2006,
Dixsaut 1991): reneixen dels morts, renéixer, i no reencarnació, metempsicosis, ni
transmigració. Sòcrates es mou com un hipotètic deixeble: pren un punt de
partida per tal d’operar sobre ell en l’examen. Treballa sobre la desconfiança dels
homes adduïda per Cebes, des d’un logos rebut dels sacerdots. De la mateixa
manera, Sòcrates al Menó combat el logos erístic, combatiu, (80e) de la
impossibilitat de la recerca amb l´ajuda del logos «aprendre és recordar».
L’argument avança mitjançant una generalització: «tot allò que pren naixença
(génesis) provarem de veure si neix de la mateixa manera, no d’altra cosa sinó de
llurs contraris (ek ton enantion)» (70e). Se’l pot anomenar, doncs, argument de la
gènesi o dels contraris. La lògica dels exemples imposa des d´ella mateixa una
regulació en la reciprocitat: A B, B A en una successió indefinida, en un
moviment incessant. Combatre la por a la dispersió no es fa mitjançant un refugi,
un refugi en la quietud sinó en l’exploració d’un moviment que es determinarà
com un viatge. Sòcrates no examina ni la naturalesa de les plantes, ni la dels
animals; no resulta, doncs, adequat parlar d’estructura cíclica de la naturalesa.
Sòcrates examina «the structure of any logos about becoming» (Burger 1999, 56). El
dir sobre la gènesi és entre contraris mitjançant un punt de partida i un punt
d’arribada. El nom del procés deriva del punt al qual s’accedeix. Sòcrates es lliura
a una anàlisi semàntica comuna, apel·lant a una experiència comuna (Dixsaut
1991, 341n.117). L’exemple immediatament anterior és el del somni i la vigília. El
somni i la mort són a Hesíode els «fills de la nit»; la nit es travessa sense anihilar-
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La tercera prova serà, doncs, un primer intent de síntesi de les dues anteriors.
El seu motor és l’aclariment ontològic de la dispersió. Si aquesta prova-logos es la
síntesi de les dues primeres, ¿és la prova-logos final? La nostra lectura cal que es
desdobli en un doble interrogant : ¿per què no ho és o perquè no és rebuda com a
tal pels jutges? La prova es mou en un doble registre: /a/ el que la constitueix com
a separació del que és dispersable compost i el no és que és simple; i /b/ la seva
utilitat com encantament per tal de combatre la por a la mort que com la
Mormolikeia espanta els nens tebans. Hi ha, doncs, dos vocabularis: el de la
composició/simplicitat i el de la funcionalitat encantatòria de la conversació
filosòfica. És per això que la prova una vegada posseïda desemboca ben
naturalment en una intensificació de l’elogi de la vida filosòfica que ja contenia la
defensa. L’afinitat cognoscitiva que té la phronesis amb el que és simple, és a la
vegada el que contrapesa l’afinitat perceptiva que té el cos amb el compost,
mutable, múltiple i un estadi superior en l’elecció de destí. El discurs socràtic
com a treball poiètic, recordi’s la nova sensibilitat adquirida a la presó per la
repetició del somni, s’escapa, es llença a produir (poiesis) les figures de l’afinitat
electiva de les ànimes com a destins: ase, llop, abella, diví. Estem en la
intensificació de la seva elecció de vida (bios) entre altres eleccions possibles La
defensa de Sòcrates s’ha desbordat en la seva repetició, se li ha desbordat como
un cant. La recepció pels jutges és el llarg silenci de 84c1, un silenci de respecte al
moribund: «Feia estona que cadascun de nosaltres es trobava perplex i empenyia
l’altre perquè t’interrogués, moguts pel desig d’escoltar-te. Però no voldríem
ésser inoportuns ni amoïnar-te en aquestes tristes circumstàncies [sumforá =
esdeveniment, circumstancia, accident, desgracia]» (84d). El moment és
descoratjador com indicador de la crisi del dialogos: «ni tan sols us n’arribo a
convèncer vosaltres i temeu que jo sigui ara més susceptible (δυσκολώτερόν =
difícil de satisfer amb l’aliment, intractable) que abans». Aquest moment dóna
lloc, certament, a una bella pàgina que compara la joia del cant dels ocells a la
conversació filosòfica. Monique Dixsaut observa molt encertadament: «Avant
Nietzsche donc, Platon nous dit que c’est la surabondance qui fait penser et non
pas la douleur du manqué» (Dixsaut 1991, 113). És el mateix moviment que el del
poeta Joan Maragall a l’Oda infinita. La aporia, les apòries ( A-poria = Pènia, mare
de Eros) que Símmias i Cebes van circulant per sota, són la dificultat que li cal
emergir sòlidament també en la seva recepció en l’amistat dialèctica distinta del
combat. Al logos li cal poder-se construir sòlidament; les dificultats demanen ser
dites, enunciades, com un cant. L’objecció de Símmias, l’objecció de Cebes es
revesteixen de figures per tal de ser formulades: la lira i el vestit del teixidor. La
refutació de la doctrina de l’ànima com a harmonia de la lira que formula
Símmias i que també té captivat a Equècrates és el que la manera antiga de
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El Logos de Lísias2 és un discurs escrit, una peça disposada com a tal per a
l’aprenentatge d’una habilitat o ofici (tekhne): la retòrica o capacitat d’expressar-
se. El jove Fedre ha passat el matí instruint-se amb el logos i debatent sobre el
logos. El col·leccionista de discursos que és Fedre, en el seu passeig, recomanat
per un metge, transporta amb ell el discurs en la seva corporalitat de biblos per tal
de seguir estudiant-lo. El porta amagat. El biblos està sota el mantell de Fedre,
sostingut per la seva mà esquerra, la qual cosa frustra una primera possibilitat
que apareix en l’escena del diàleg des de la curiositat inicial de Sòcrates. El Fedre
és un diàleg voluntari mogut per la salutació de Sòcrates a Fedre: «d’on vens, on
vas?» (227a1). Fedre ve d’estar amb Lísias i se’n va a passejar. Fedre és un
personatge reactiu, molt secundari, és un client dels entesos o professionals
(deinos) i, també un «impresario» (Ferrari 1987,4), algú amb els tics de l’actual
«beautiful people» (Griswold 1986,25), «dedicat als plaers del discurs com a flux»
(Rosen 1968, 1987, 331-332; Sales 1996, 14-19). A Fedre li agraden els discursos
que fan els altres, en fa fer molts, és qui en fa fer més d’entre els coneguts de
Sòcrates tret, potser, de Símmias el tebà que surt al Fedó (242b). Fedre és també
un «salutista» (Sala 2007, 45), fa passejades higièniques i evita l’excés en el beure
(Convit, 176d), és cuida molt de la seva salut, sempre ho fa des de les
prescripcions que fan també uns altres, els metges. Sòcrates està encuriosit per
Lísias: a través de Fedre sap que estava a la ciutat (227b3) i no al Pireu, on es situa
l’escena de La república. A Sòcrates l’interessa la conversa diatribé (227a3, b6,10,c4)
que s’ha tingut com un regal de paraules. La figura d’un banquet de paraules,
aliment de l’ànima, és bastant freqüent a Plató, sobretot referida a l’epideixis o
exhibició d’oradors i de sofistes (Fedre 236e, Lisis 211c, Gorgias 447a, Rep. I 352b,
354ab, Rep. X 571d, Timeu 17a, 17b). La dialògica platònica és sovint de segon, o
tercer, ordre; els personatges no solament parlen entre sí sinó que ho fan des del
que ja s’ha parlat en maneres determinades de parlar, més o menys subtils o
rústiques, que circulen com a models de la manera de parlar. La curiositat de
2 Tots els testimonis antics són molt tardans, a partir del segle I dC. Tots parlen del logos de Lísias
sense més precisions, tret de Diògenes Laerci (segle III) i Hermias (segle V). Diògenes Laerci diu
que Plató ha transportat el discurs de Lísias al Fedre paraula per paraula (III.25), Hermias afirma
que «cal saber» que el discurs és del mateix Lísias i que figura en el recull de Cartes. A partir d’Ast
(1810) l’erudició moderna es troba dividida entre els partidaris de l’autoria lisíaca i els partidaris de
la composició platònica. Els primers argumenten sobretot que no tindria massa sentit la crítica a
Lísias i la comparació entre el talent de Lísias i el d’Isòcrates al final del diàleg si no fos el talent
personal de Lísias el que es discutís des de l’inici. Aquesta posició ha estat defensada darrerament
per Ernst Heitsch en la seva edició del Fedre (Heitsch 1993). Els segons es fan forts en el fet que una
transcripció de l’escrit d’altri seria un unicum al CP. Sembla ben savi, com fan Léon Robin (1933) i
Paul Shorey (1933), confessar que no estem pas en condicions de decidir. L’ús paròdic de les
partícules semblaria inclinar cap a l’autoria platònica perquè és molt exagerat (Shorey 1933,
Dimock 1952). S’ha aventurat també que es tracta d’un fragment d’un discurs més ampli
(Görgemans 1988). Eva Sala (2007, 64-71) conclou que «la questione rimane aperta».
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TRES SITUACIONS PLATÒNIQUES DEL RECORD
Sòcrates podria ser satisfeta escoltant Fedre mentre passegen junts. Fedre podria
entretenir Sòcrates amb la seva veu sobre un tema que interessa a Sòcrates, ta
erotikà, tractat des de la subtilesa, kompsós, que és característica del refinament
ironitzat per Plató com allò propi de l’ambient del que ara surt Fedre. S’ha parlat
que aquest ambient és el d’una elegant esterilitat (Velardi 2006,15). Hi ha un joc
entre kompsós i agroikós, un joc que deriva de la comèdia i en el que no és sempre
fàcil situar el socratisme.
El Fedre és un joc molt complex de veus, una polifonia diversa, variada, en un
joc de presències i absències sovint molt subtils. S’ha dit que des del punt de vist
de l’estil és «the most composite and extravagant of Plato’s works» ((Thesleff
2009, 118). És ben possible, però potser cal descomptar de l’extravagància el que
és una imitació dels recursos de la comèdia. Charles Griswold a la seva
introducció del llibre sobre el Fedre afirma que «the prologue to the Phaedrus is
one of the strangest in the Platonic corpus» (Griswold 1986, 8). Convindria, però,
interrogar aquest sentiments d’extravagància i estranyesa que bons lectors de
Plató tenen sovint davant del que estan llegint. Diferents diàlegs causen diferents
sorpreses respecte a una normalitat dialògica que potser no acabem de saber mai
on és, potser perquè el joc de la variació platònica és omnipresent. Sigui com
sigui, hi ha una primera veu que s’anuncia com una veu narrativa possible i que
no sona pas com una veu real: és la de Fedre narrant dianoèticament (228d3) el
logos de Lísias. L’interès de Sòcrates pel llibre de Lísias la converteix en una veu
supèrflua (Benardete 1991, 2009, 107). Aquesta veu de Fedre romandrà, però,
efectiva quan li dictarà a Sòcrates la hipòtesis (236b2) del seu primer discurs, que
serà, per això, el discurs de Fedre (244a1). L’eliminació de la veu dianoètica de
Fedre reclama la nostra atenció perquè situa el biblos de Lísias tal com està situat
al diàleg en la dualitat experts / profans, i en la dualitat memòria / oblit. La
presència de l’escrit de l’expert elimina la possibilitat de l’exercici de memòria
efectiva del profà, aprenent o home comú. El que anava a fer primerament Fedre
tot passejant en solitud és un exercici d’aprenentatge que feien els deixebles dels
oradors, és una pràctica seguida per l’escola d’Isòcrates, i combatuda per
Alcidamant, perquè té efectes contraris a allò que sembla que pretén, això és,
dotar al deixeble de facilitat en el seu dir. La trobada amb Sòcrates, un Sòcrates
tafaner i disfressat de malalt per sentir discursos 228b7, l’ha dotat per uns
moments de l’esperança de tenir un sugkorubantionta (228c13) amb qui hagués
3 τὸν συγκορυβαντιῶντα, 228c1 és un terme forjat per Plató. Manuel Balasch tradueix per
«companys de guilladura» més expressiu, certament, que les solucions més comunes «quien le
acompañase en sus transportes de Coribante» ( Gil 1957) i similars. Els coribants, en llatí freneticus,
són els que acompanyen Cibeles (Eurípides, Bacants, 119ss.). Plató repeteix l’al·lusió a Fedre 234d,
Critó 54d, Eutidem 277de, Convit 215e, Ió, 533 e-534b, 536c, Lleis, 790d-791. Poratti (2010, 226-227)
reconeix (amb R. Padel: «A quien los dioses destruyen. Elementos de la locura griega y trágica»,
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Ediciones Sexto Piso, México, 2005) que no està gens clar quina cosa eren, i que a l’Atenes del segle
V eren un element més imaginari que no pas real.
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4 Robin fa una divisió del Fedre en quatre parts per tal de marcar bé la cesura que representa la
intervenció del daimon entre el primer i el segon discurs de Sòcrates. Normalment, però, el diàleg es
divideix en una primera part amb els tres discursos sobre eros i una segona part amb la discussió
sobre la retòrica. Si aquesta graella s’endureix, aleshores el problema de la unitat del diàleg es fa
central.
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TRES SITUACIONS PLATÒNIQUES DEL RECORD
a ell mateix per ell mateix, de promotor de discursos que Fedre exerceix, li
permet una sobirania en aquest aspecte, una sobirania sobre els experts com a
suposat senyor del favor del públic. Si des d’aquesta perspectiva ens fixem en el
que es diu tant en la primera relectura del començament del discurs (262e) com a
la segona relectura del començament del discurs (263d4-e3) ens adonarem què
vol dir que li falti el cap o arkhé. Fer universal la cura del logos és obrir-se a la
cura de l’anima (Jan Patočka). Una extensió de l’ofici de la controvèrsia
(antilogikè) més enllà dels tribunals i de les conduccions del demos (demogería,
261e2) porta a una afirmació capital: hi ha un sol ofici per tot el que es diu. La
qual cosa mou la retòrica més enllà del que cal dir-ne zones d’amuntegament en
públic de tots els ciutadans. És el que hem anomenat factor okhlogenètic en relació
amb el Gòrgias (Sales 1992, 124), factor que és neutralitzat cap a una direcció a
explorar. La qüestió hermenèutica pensem que és exactament aquesta: ¿per què
portar la possible bondat de la retòrica al terreny privat és destruir-la? Potser ho
entendrem millor si restem atents a què és el que queda fora del discurs de Lísias
des del seu inici i com és que queda fora del logos el que d’alguna manera és el
que correspon a la situació que el motiva, això és, una relació interpersonal.
«What philosophy is seems to be inseparable from the question of how to read Plato»
(Benardete 2000, 407). La memòria és el lloc filosòfic que gruixut, per ampli o
dens, en la vida humana, pot afeblir-se en mandra, por o en erotisme com amor
refredat en indiferència eròtica. La lectura dels diàlegs platònics ens pot donar
instruments per definir sempre de nou l’exercici filosòfic. «Sempre de nou»,
l´immer wieder husserlià de 1938 a Praga quan no li era pas gens fàcil formular-lo
com una frivolitat. Plantejar-nos una recerca conjunta en l’amistat és com jugar un
joc entre «aprimaments d’excessos» o «escalfaments de congelacions»,
«refredaments de flamarades» o «engreixament de bulímics», a menys que
dormitem en una situació en què ja res no ens fa ni fred ni calor.
Bibliografia
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J. SALES I CODERCH
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TRES SITUACIONS PLATÒNIQUES DEL RECORD
- Sales J., 1992: Estudis sobre l’ensenyament platonic I. Figures i Desplaçaments. Barcelona.
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- Sales J., 2007: « Mites platònics sobre l´amor: entre Aristòfanes i Diotima» a Aula
Carles Riba, Del Mite als Mites. Santa Coloma de Queralt.
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- White, N., 1974-5: «Inquiry». Review of Metaphysics 28, 289-310.
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81
SECCIÓN II
EL NACIMIENTO Y LOS
PRIMEROS PASOS DE LA
FILOSOFÍA GRIEGA
PARTE 1: POESÍA, TEATRO Y MITO
¿POR QUÉ NO MORÍ ANTES O NO NACÍ DESPUÉS? (HESÍODO,
TRAB. 175)
1 Gigon, 1945.
2 Aristot. Metaph. A.3.1983b6. No obstante, la conocida frase según la cual «el amigo del mito es
en cierto modo un filósofo» (Aristot. Metaph. A.2.982b18) parece relativizar la diferencia entre
filósofo y «mitófilo».
NÉSTOR LUIS CORDERO
88
¿POR QUÉ NO NACÍ ANTES O MORÍ DESPUÉS?
3 El verbo ekkorypho significa «exponer en sus puntos principales», «narrar en forma sumaria». Cf.
una extensa gama semántica, es común en ella un matiz que supone cierta argumentación, incluso
cierta racionalización. Resulta ilustrativo observar hasta qué punto en esta etapa del pensamiento
carece de sentido la pretendida antinomia entre lo «mítico» y lo «racional», entre el mythos y el
logos. El relato «mítico» que ofrece Hesíodo es considerado logos por él mismo. Además, a poco de
comenzar el poema, Hesíodo había anunciado ya su intención de «narrar (mythoo) cosas auténticas
(etetyma)» (v 10).
5 El verbo griego correspondiente, poieo, significa «hacer» y no tiene, ni en su uso corriente ni en
otras cosas, «raza» y «género» es genos. Según Rosenmayer 1957, 265, esta amplitud del término
genos permite a Hesíodo referirse tanto al material que caracteriza a determinada raza como al
lapso temporal en que desarrollará su actividad, es decir, «tanto al medio como al agente». Cuando
los escritores latinos tradujeron el término griego por secula redujeron considerablemente la
amplitud de genos, y así fue, según Baldry 1952, 88, como comenzó a imponerse el significado de
«edad» que hoy suele ser el más habitual.
7 Es curiosa esta intromisión de Zeus durante el reino de Cronos...
89
NÉSTOR LUIS CORDERO
justos que sus predecesores, y demostraron su coraje en Troya y ante las murallas
de Tebas. Algunos encontraron allí la muerte, y a otros Zeus les concedió una
larga vida en los confines de la tierra, donde el suelo ofrece tres cosechas por año.
Finalmente, sobrevino la edad de hierro, que es la actual. En ella vive Hesíodo
(¿nosotros? Veintinueve siglos no son nada en la historia de la humanidad), y es
entonces cuando se queja por no haber muerto antes o por no haber nacido
después. En el relato de esta edad actual Hesíodo pasa continuamente -y
curiosamente: volveremos sobre este «detalle»- del presente al futuro. Los
hombres sufren fatigas, días y noches, y los bienes se mezclarán con los males.
Pero cuando los niños nazcan con las sienes encanecidas, Zeus acabará con esta
raza. Se impondrá la desmesura y no se respetará a los padres, a los ancianos ni a
los dioses. Aidós y Némesis huirán hacia el Olimpo y no habrá salvación contra
el mal (v. 201). Así termina el relato de las edades de la humanidad.
Todos los estudios consagrados a Los trabajos y los días concuerdan en un
punto: el mito de las edades tiene una importancia decisiva para la comprensión
del sentido de la obra. Pero esta unanimidad se diluye cuando se trata de explicar
en qué consiste ese sentido, pues ello supone una serie de cuestiones previas,
cuyas respuestas divergen hasta el infinito: ¿por qué Hesíodo narra este mito?
¿Cuál es su estructura? ¿Hesíodo lo forjó él mismo o lo tomo, completa o
parcialmente, de la tradición oral? Sería ilusorio pretender en estas líneas ofrecer
un panorama completo de la cuestión, así como aspirar a ofrecer una solución
definitiva de la misma. Mi único objetivo es el de unir algunos elementos del
relato aparentemente no relacionados entre sí, los cuales permitirán comprender,
si esto es posible, la enigmática frase que da título a este trabajo.
Si nos atenemos a la expresión «en primer lugar» (v. 109)8 con la que Hesíodo
comienza su relato, el lector puede suponer que la narración sigue un orden
cronológico9, lo cual parecería confirmarse con el término "ahora" (nûn) (v. 176)
que se refiere a la época de Hesíodo. Pero este relato, que parece ser cronológico,
al estar ilustrado por metales que van del oro al hierro, parecería seguir también
un orden axiológico. Si es así, lo primero, habría sido entonces lo mejor, y lo
último, lo peor, lo cual concuerda con la visión más bien apocalíptica de la
realidad que se le atribuye a Hesíodo. Pero hay dos elementos que cuestionan
esta interpretación un tanto simplista: (a) la tercera edad no tiene equivalente
90
¿POR QUÉ NO NACÍ ANTES O MORÍ DESPUÉS?
«metálico», y (b) si bien la segunda edad es muy inferior (v. 127) a la primera, la
cuarta es «más justa y más valiente» (v. 158) que la tercera.
O sea que no hay una referencia forzosa a «metales» en las cinco edades, ni
una degradación progresiva10. En consecuencia, toda aproximación crítica que
pretenda desentrañar -si ello es posible- el esquema subyacente en el mito de las
edades debe rechazar la fácil tentación sugerida por el «nombre» y por el orden
cronológico de las edades, y de su consiguiente -y falsa- jerarquización. Se
impone seguir otro camino que consiste en analizar la especificidad de cada edad
en sí misma e intentar luego establecer las relaciones que se impongan.
Antes de emprender esta tarea, no se puede ignorar que, al no tener un
equivalente «metálico», la edad de los héroes enturbia un panorama que parecía
ser más o menos transparente. Se dijo que su presencia se justifica para dar
cabida a los héroes épicos11, para apoyar «la filiación a la epopeya de su
pueblo»12, para justificar el destino de los héroes después de su muerte13, o
porque históricamente la época de Hesíodo estuvo precedida por hazañas
guerreras. Pero basta un somero análisis de las cinco edades para comprender
que no es la raza de los héroes la que rompe la simetría del esquema; es, en
realidad, la edad de hierro la que pone en peligro el equilibrio en su sucesión de las
razas. En efecto, Hesíodo señala en forma un tanto genérica que «los Olímpicos»
crearon las edades de oro (v. 110) y de plata (v. 128), y que Zeus, concretamente,
produjo la de bronce (v. 143) y la de los héroes (v. 158). Nada se dice, en cambio
sobre el origen de la edad de hierro. Además, mientras que la descripción de los
acontecimientos propios a cada una de las cuatro primeras edades está en tiempo
pasado, para referirse a la quinta Hesíodo usa el presente y el futuro. Estos
detalles invitan a trazar una línea divisoria entre la edad de hierro y las cuatro
precedentes. Esta característica fue ya observada por algunos autores que
extrajeron de ella conclusiones excesivamente condicionadas por sus
interpretaciones de las etapas precedentes . 14
10 Jaeger 1957 [trad esp.] 75, en cambio, ve una «degradación siempre creciente». Hay autores
que, convencidos de que no existe una degradación progresiva, sostienen que el esquema
propuesto por Hesíodo es cíclico. Éste es el caso, entre otros, de Nestle 1941, 50, n. 150, y de
Verdenius 1962, 133. No obstante, como veremos más adelante, la irrepetibilidad de ciertas
circunstancias (p.e., la «caída» del hombre después de la rebelión de Prometeo, así como el origen
de la mujer), invalidan toda posible concepción circular.
11 Solmsen 1949, 83 n. 27.
14 Para Vernant 1971a 20, por ejemplo, la quinta edad, que «introduce una dimensión nueva»,
mostraría que, «en realidad no hay una edad sino dos tipos de existencia humana, rigurosamente
opuestos», mientras que Kirk 1973 [trad. esp.], 274 habla, directamente, de seis estadios, pues
admite una Edad de Hierro I y de una Edad de Hierro II. Según Walcott 1961, 5, el mito, que
obedece claramente a una composición circular («ring composition»), debió terminar normalmente
91
NÉSTOR LUIS CORDERO
con la edad de los héroes. La disimetría se debe a que Hesíodo necesitaba una degradación final y
se vio obligado a agregar una edad de hierro.
15 Fórmula de Vernant 1962, 112.
16 Ya Waltz 1906 había presentado su edición de Los trabajos y los días con un título muy sugestivo:
Hésiode et son Poème moral, mientras que Jaeger 1957 [trad.esp.], 75 se refiere al «uso normativo del
mito» por parte de Hesíodo
17 C f. Rosenmayer 1957, 263. Según .Panzini 1928, XI, autor de una pintoresca traducción del
Poema al italiano, la premeditada utilidad de la obra explicaría la tradicional pobreza estética que
algunos le atribuyen.
18 Es la «buena lucha» la que «coacciona a trabajar incluso al indolente» (v. 20)
92
¿POR QUÉ NO NACÍ ANTES O MORÍ DESPUÉS?
estructuradas en su tiempo19- resulta innegable que Los trabajos y los días son un
himno a la justicia20. «Escucha a la justicia, Perses», exclama Hesíodo en el verso
213, pues «la justicia es, para los hombres, la excelencia máxima» (v. 279). Los
animales se devoran mutualmente porque carecen de este don de Zeus (v. 278),
mientras que los hombres que la practican ven florecer sus ciudades (v. 227)21. Al
equilibrio que está implícito en la justicia22 se opone el desequilibrio propio de la
desmesura (hybris). La medida (métron, v. 694), al igual que la justicia, recibe el
calificativo de «excelencia» (áristos): la desmesura, por el contrario, es «un mal
para los mortales» (v. 214) y quienes se abandonan a ella causan su propia ruina
y la de la ciudad (v. 240). La justicia es el elemento constitutivo de la naturaleza
humana, y, en definitiva, es un don divino (v. 279).
Pero también el esfuerzo, bajo la forma del trabajo, proviene de los dioses. Su
presencia entre los mortales es una consecuencia del castigo que mereció
Prometeo por haber desafiado a Zeus. Desde entonces los humanos están
obligados a trabajar para obtener el sustento (v. 289). Los dioses castigan a
quienes se enriquecen sin trabajar (v. 236); «el hambre es la compañera de quien
no trabaja» (v. 303) y la vergüenza lo persigue (v. 318). Quien trabaja, en cambio,
es el más amigo (philteros) de los dioses (v. 309).
Para ejemplificar qué es lo que ocurre cuando estos valores o se ponen en
práctica o se desconocen, Hesíodo recurre a cuatro modelos: las cuatro primeras
edades. Ellas son esquemas conceptuales que visualizan didácticamente la
existencia (e incluso el destino post-mortem) de quienes privilegiaron ciertos
valores en detrimento de otros. ¿Significa ello que Hesíodo inventa estos
modelos, o, por el contrario, que a la manera de Vico o de Spengler, ve que la
historia cumplió efectivamente ciertos derroteros o ciclos? Ni una cosa ni la otra,
y por ello las cuatro edades no están todas ubicadas en el mismo plano. Como
señalara acertadamente J.P.Vernant 23 hay, por un lado cierta relación entre la
primera edad y la segunda, y, por el otro, entre la tercera y la cuarta. Como ya
dijimos, Hesíodo afirma que la edad de plata es «mucho peor» que la de oro (con
lo cual establece una relación entre las dos), así como la de los héroes es «más
19 Según Péron 1976, 265, el análisis de Hesíodo se coloca en un plano relativamente abstracto,
pero, para expresar estas abstracciones, el vocabulario de que dispone es notoriamente insuficiente.
Hesíodo, representante de una mentalidad que podría calificarse de pre-filosófica, debe luchar
contra fórmulas anquilosadas por la tradición oral para expresar a través de ellas una nueva
ideología. Cf. Hoekstra 1957, 212.
20 Para esta problemática es indiferente que se entienda dike como un término moral, como
propone Dickie 1978, 98, o, simplemente, como un concepto legal, como afirma Gagarin 1973, 88.
21 Cf. Solmsen 1949, 42. «Por dike los hombres son hombres», dice Disandro 1939, 188.
93
NÉSTOR LUIS CORDERO
justa y mejor» que la de bronce (o sea, una vez más, una relación), mientras que
ésta es «completamente diferente» («en nada semejante», v. 144) de la de plata.
Las cuatro primeras edades se agrupan, entonces, en dos parejas: oro-plata,
bronce-héroes. Vernant extrae como conclusión que cada uno de los pares se
refiere a ámbitos diferentes (él llama «teológico-jurídico» al primero, y
«guerrero» al segundo)24. Sin pretender negar la sutileza de esta distinción -que, a
juicio nuestro, está excesivamente influida por el destino post-mortem de los
integrantes de cada edad- creemos que el marcado «realismo» presente en la
descripción de las edades de bronce y de los héroes, opuesto a la notoria
«irrealidad» de las dos primeras edades, ofrece una perspectiva analítica
seguramente más fértil.
En efecto, las dos primeras edades presentan modelos ideales, absolutamente
a-históricos25, que responden a dos esquemas conceptuales opuestos y que
describen la obra de «los Olímpicos»: la armonía plena y total con los dioses
(edad de oro) y la ineptitud total con el predominio de la «loca desmesura» (v.
124) (edad de plata). La edad de oro26 se ubica en el tiempo mítico -valga la
expresión- del origen de la humanidad, bajo el reino de Cronos27. El género
humano no ha «caído» todavía, pues Prometeo no se ha rebelado aún contra los
dioses. Por esa razón no es necesario trabajar la tierra: ésta ofrece automáticamente
sus frutos (v. 118), gracias a lo cual los hombres de oro viven «como los dioses»
(v. 112). En esta etapa hay literalmente sólo «hombres», pero no seres humanos,
ya que la mujer no fue inventada todavía. Si se nos permite utilizar una imagen
extemporánea, podría sostenerse que en esta edad de oro la humanidad no ha
todavía abandonado el paraíso terrenal. Esta situación ideal, pero irrepetible,
sería la descripta en la Teogonía (v. 536), cuando hombres y dioses compartían
alegremente los festines en Mecona. No debe extrañar entonces no haya
referencia alguna al otro componente (junto con el trabajo) de la esencia humana:
la justicia, pues en este estado de cosas, ella está implícita. Hesíodo dice
simplemente que los hombres de la edad de oro «vivían en paz» (v. 119)28 y que
al morir pasaron a ser guardianes de los actos justos e injustos de los hombres. La
edad de oro es, entonces, inalcanzable en todo su esplendor, pues los hombres ya
mientras que Kirk 1976 [1974], 132 observa que «por lo general se cree en una edad de oro en
tiempos de Cronos».
28 Según Péron 1976, 286, «paz», al igual que dike, es el concepto opuesto al de desmesura
94
¿POR QUÉ NO NACÍ ANTES O MORÍ DESPUÉS?
no son como dioses y el trabajo y la mujer existen, pero ejemplifica el mejor modo
posible, ideal, de convivencia con la divinidad.
Tampoco la edad de plata es alcanzable y, en este sentido, su descripción es
también ideal. Así como los hombres de oro desconocían la vejez («no los
aplastaba la triste vejez», v. 113/4), los hombres de plata desconocen, a la inversa,
la madurez: son siempre niños y, por eso, tampoco en esta etapa cabe hablar de
«seres humanos». Se dejan llevar por la «loca desmesura» y no conocen el trabajo,
pero no porque no lo necesiten, como los hombres de oro, sino porque son
incapaces29 de valerse por sí mismos: los deben alimentar sus madres30. Zeus,
irritado porque tampoco respetaban las divinidades locales (v. 137), los ocultó
bajo la tierra, donde se convirtieron en espíritus subterráneos. Vale decir que la
edad de plata es el modelo negativo por excelencia: no hay en ella ni justicia, ni
trabajo, ni respeto por los dioses.
La edad de bronce y la edad de los héroes, en cambio, son realmente humanas
e históricas. La edad de bronce alude concretamente a la representación que tiene
Hesíodo de los orígenes de la historia. Por primea vez hay una correspondencia
real entre el nombre de la edad y la temporalidad histórica que le corresponde.
Nada era de oro en la edad de oro, ni de plata en la edad de plata, pero todo es
de bronce en la edad de bronce: «armas, viviendas, herramientas» (v. 150/1). Una
descripción de la cultura aquea no hubiese sido más pertinente. Pero quizá Zeus
no tuvo en cuenta que, al fabricar a esta raza «a partir de los fresnos» (v. 145), es
decir, árboles que se utilizan para la fabricación de las lanzas31, estos hombres no
fueron aptos para cultivar los campos («no comieron el grano», dice Hesíodo en
los versos 146/7) y se dejaron dominar por la lucha desmesurada (v. 146) hasta
que se exterminaron mutuamente. Yacen anónimos en el reino de Hades, tal
como corresponde a una condición humana ordinaria.
La cuarta edad, la de los héroes, «más justa y mejor» que la de bronce, parecer
haberse inspirado, como modelo, en la de oro. Ya no caben dudas de que con los
héroes estamos en una etapa histórica32 ni de que hay, como en el caso de la edad
de bronce, una relación entre su nombre y sus protagonistas. Aparecen incluso ya
nombres propios (Edipo, Helena, Troya, Tebas), y se acusa a «la malvada guerra»
y a «la terrible discordia» (v. 160) de la muerte de los héroes. Hesíodo parece dar
29 El adjetivo «incapaz» o «necio» (nepios) que Hesíodo confiere a este grotesco niño de cien años,
es atribuido a su hermano Perses en el verso 286: también él se ha comportado como un hombre de
la edad de plata, dejándose llevar por la «loca desmesura»
30 Esta referencia a la mujer muestra claramente que cada etapa debe analizarse en sí misma, sin
relación con las demás. En efecto, Pandora, la primera mujer, no fue aun fabricada en la edad de
oro, y en la edad de plata se da como un hecho que ya hay mujeres.
31 Vernant 1971a, 26, señala la significación que tienen las ninfas Meliai (es decir, «de los fresnos»)
en el ámbito de la guerra.
32 Los héroes «inauguran la historia», dice Fernández Bernardes 1977, 90.
95
NÉSTOR LUIS CORDERO
a entender que esta gente se vio envuelta en litigios que no desearon, pero que
supieron afrontar. Después de muertos, Zeus los envía a la isla de los
Bienaventurados33 y la tierra les ofrece tres cosechas por año (v. 173). Sus pechos
están libres de preocupaciones (v. 170) -también en esto se asemejan a los dioses
(v. 112)- y reciben el calificativo de «semidioses».
Con estos cuatro paradigmas a la vista, Hesíodo encara su tiempo, la
conflictiva edad de hierro. A primera vista pareciera que esta edad estuviese
condenada de antemano -y así lo entiende la mayor parte de los intérpretes-, pero
no es así. Hesíodo confía en poder influir en el curso de los acontecimientos. Si
así no fuera el contenido ético-didáctico de su poema no tendría sentido. ¿De qué
vale exhortar al trabajo y a la justicia si ya se sabe que la historia va a seguir su
decadencia inexorable? Sólo si se tiene confianza en una mejora de la situación en
el futuro podemos explicarnos la expresión de deseos que nos llevó a escribir este
trabajo: «¿por qué no nací después?». No es difícil explicarnos por qué hubiese
preferido morir antes, en plena edad de los héroes. En cambio, para desear
«nacer después» hay que tener la certeza de que el penoso estado actual de la
humanidad dejará paso a un futuro mejor.
Esto no implica, como han creído algunos autores, que Hesíodo admita una
concepción cíclica del tiempo y que, en consecuencia, después de la edad hierro
todo recomenzará con una nueva edad de oro. Tanto en esta obra como en la
Teogonía la concepción hesiódica del tiempo es lineal. En la Teogonía, después de
preguntar «¿Qué fue lo primero?», Hesíodo comienza con «lo primerísimo
(protista)» que surgió (v. 116) y en Los trabajos y los días comienza con la edad
producida «en primerísimo lugar (protista)». Si bien luego la narración
experimenta ascensos y descensos, éstos son propios del acontecer histórico: no
habrá otro Prometeo que desafiará a los dioses, ni una nueva Pandora capaz de
destapar el ánfora que contiene todos los males. El ser humano alcanzó ya su
plena naturaleza y, basándose en su propio esfuerzo y con la ayuda de los dioses,
construye su presente y encara su futuro.
La edad de hierro se está haciendo. Su futuro dependerá de cómo actúen los
mortales. Si eligen la desmesura, no rinden culto a los dioses, no respetan lo
sagrado y desconocen el trabajo, como en las edades de de plata y de bronce,
llegará un momento en que incluso la esencia humana se habrá metamorfoseado:
los hijos serán diferentes de sus padres (v. 182), pues nacerán con las sienes
encanecidas (v. 181). Recién entonces «Zeus aniquilará esta edad mortal» (v. 180)
33Según la feliz expresión de Rohde 1928 [trad. francesa], 86, «salen del reino de los hombres, no
de la vida».
96
¿POR QUÉ NO NACÍ ANTES O MORÍ DESPUÉS?
34 El término aidos, que hemos traducido por «vergüenza », alude al sentimiento del honor (cf.
Péron 1976, 269), mientras que nemesis, que hemos vertido por «indignación», corresponde a la
ofensa que se experimenta ante la evidencia de una injusticia; de ahí también el significado de
«venganza divina»
35 El verbo que hemos traducido por «irán» (iton) es en realidad un presente con valor de futuro.
36 Entre ellos, Jaeger 1957 [trad. esp.], 76, y West 1971, 50 n. 1.Observa este autor que la
terminología utilizada para caracterizar a esta ciudad es muy similar a la usada en la descripción de
la edad de oro.
37 Rosenmayer 1957, 276.
38 Rosenmayer 1957, 279 denomina «deterministic future» a la forma verbal utilizada por
Hesíodo.
97
NÉSTOR LUIS CORDERO
Bibliografía
***
98
EL CARA A CARA: UN ACERCAMIENTO A LAS RELACIONES
ENTRE EL YO Y EL OTRO EN LA ODISEA
1. Introducción
Creo que resulta conveniente, antes que nada, aclarar los dos términos que
aparecen como principales en el título de la comunicación: el «Yo» y el «Otro».
¿A qué, o mejor, a quién nos estamos refiriendo cuando hablamos del Yo en la
Odisea y a quién o quiénes cuando lo hacemos del Otro?
Esta pregunta se podría redefinir de la siguiente manera: ¿quiénes son los
poseedores de la identidad y quiénes de la alteridad en el poema?
Con respecto a la identidad, el mismo título del poema nos dará una pista: la
Odisea es el poema de Odiseo, lo que nos sugiere que él será el portador, o por lo
menos, el término medio con respecto al cual se mida la identidad dominante. Es
un tanto difícil delimitar en Homero las características que conllevan esa
identidad; no es posible aún, en este periodo, hablar de una identidad colectiva
griega unificada (como sí lo es, por ejemplo, en Época clásica y, más aún, en el
Helenismo) y mucho menos, de una identidad individual, que no existe todavía
(ésta aparecerá con Sócrates) 1.
Pero si queremos continuar con el análisis, es necesario intentar esclarecer, en
la medida de lo posible, qué tipo de identidad encontramos en Homero. En la
Odisea no se observa una percepción de la identidad cultural griega basada en la
lengua, como sucederá en épocas posteriores. De hecho, los términos Hélade
(Ἑλλάς) y Helenos (Ἕλληνες), tienen, en Homero, un sentido restringido a una
delimitada ciudad de Tesalia y sus habitantes2.
1 «Para un griego el cogito, ergo sum no tendría ningún sentido (…) Si yo existo, es porque
dispongo de manos, de pies, de sentimientos, porque puedo andar, correr, ver y sentir. (…) Pero
jamás pienso mi existencia en términos de esa conciencia que tengo.» Vernant 2001 (1989), 216.
2 «Hellas, the ancients understood as a Thessalian city and district in φθιῶτις, under the sway of
100
EL CARA A CARA
No es de extrañar que los filósofos se hayan sentido atraídos por los viajes. El
viaje constituye en sí mismo una fuente inagotable de conocimientos, de
aprender de otras culturas y paisajes. El asombro es una de las características
primordiales del filósofo, que nunca debe dejarse de sorprender ante nada y, si
algo pone a prueba la capacidad de asombro de las personas, es el viaje. El
filósofo viajero observa con ojos de niño todo lo que tiene a su alrededor; si la
rutina y la cotidianidad ejercen influencias negativas sobre la vitalidad del
asombro, el viaje lo hace renacer de nuevo. El viaje también pone a prueba su
capacidad elástica, el filósofo ha de tener una mentalidad elástica capaz de
comprender, de la manera más neutral posible (sin dejar de ser crítica), la
multiplicidad de identidades con las que se encuentre. No se pretende caer en el
relativismo, pero el filósofo viajero (o por qué no, el ser humano que viaja)
deberá intentar comprender las estructuras morales, psicológicas, tradicionales,
etc. de los Otros, no resultando de ninguna manera fácil si se hace, única y
lateralmente, bajo los presupuestos de la propia cultura. Por eso el viaje, para el
ser humano, conlleva una prueba muy importante de sus capacidades de
observación, en la medida de lo posible, neutral, comprensión y, sólo después,
crítica.
Con respecto a este tema Boitani (2001) nos habla de la maravilla y el estupor5,
refiriéndose al viajero y a los versos de Homero en la Odisea; pero, al leer estas
páginas es inevitable establecer una comparación entre el viajero y el filósofo. En
verdad que mucho se parecen estas dos actividades: el viajar y el filosofar. La
maravilla que incita al viajero a seguir viajando, a seguir conociendo mundo, es
una sensación muy parecida a la de los filósofos que aman el saber por el estupor
que produce la existencia, por el asombro y por las maravillas que se encuentran
en ella, por la incertidumbre que nos provocan las cosas que nos rodean; así, el
viajero siente estupor ante las cosas que no conoce, aunque este estupor, este
maravillarse, no siempre es radiante (empleando el término que utiliza Boitani en
la obra), sino que muchas veces provoca miedo, desasosiego, pérdida,…
Por tanto, podríamos decir que el encuentro con el Otro se establece
atravesando fronteras. Tomamos esta fórmula de la obra homónima de J. P.
Vernant6. Atravesar fronteras no significa únicamente traspasar los límites geo-
políticos impuestos entre países, significa encontrarse con la alteridad; significa
vivir la experiencia de la alteridad; superar las propias fronteras internas y
encontrarse con el Otro. La atracción que emana de lo extraño provoca la
aproximación entre el espíritu del viajero y el del filósofo: los dos se ven
motivados a acercarse a lo extraño mediante el saber. A través del acercamiento a
101
BÁRBARA ÁLVAREZ RODRÍGUEZ
3. Tipos de encuentros
7 Esta clasificación cae dentro de una mucho más específica, la cual la hemos tomado de las
investigaciones del profesor Gabriel Bello Reguera. Cfr. Bello 2011.
102
EL CARA A CARA
Para analizar las relaciones que se establecen entre Odiseo y las gentes con las
que se va encontrando hemos de pararnos primero en un término muy
importante: el de xenos (ξεῖνος). La palabra xenos, se utiliza para nombrar al
extranjero y significa tanto extranjero o forastero como huésped. Esto en sí ya es
significativo, ¿por qué tratar con el mismo término a algo extraño a la
comunidad, como podría ser un extranjero, y a un huésped, vocablo que connota
ya familiaridad? Principalmente se debe a que uno de los rasgos característicos
de la cultura griega es el deber sagrado de acoger a los viajeros venidos de fuera.
Hay un epíteto atribuido a Zeus, Zeus xenios (Ζεύς Ξένιος), el Hospitalario,
protector de los extranjeros/huéspedes. Era un grave a agravio a los dioses no dar
hospitalidad a quienes la pedían, o maltratar a los huéspedes.
Normalmente, se conoce a esta actividad como deber de la xenia (ξενία) (o
deber de hospitalidad) y se desarrollaba del siguiente modo: cuando un
extranjero llegaba a una casa o a una corte de un país extraño, lo primero que
hacían sus anfitriones era ofrecerle comida, bebida y lavado; después de todo
esto, era entonces cuando se le hacían las típicas preguntas sobre su procedencia,
sus motivos para haber viajado hasta allí, etc. También, antes de su partida, el
anfitrión le ofrecía algunos presentes para que se los llevara a su casa como
símbolo de su hospitalidad. Con esto, el viajero gozaba de una garantía, de un
respaldo, ya que sabía que, por regla general, a cualquier sitio que fuera, iba a
encontrar una ayuda en el camino, tanto de alojamiento como de comida. El
deber de xenia era recíproco, quien fuera acogido como huésped en casa de
alguien debía acoger a esa misma persona en su hogar (o a sus hijos, pues el
estatus de “huésped de” era hereditario) y devolverle los regalos.
El ejercicio de este deber se encuentra ejemplificado en muchos episodios del
poema, ya hemos mencionado el de Telémaco y Menelao pero, quizá, el más
característico y el que a mí me interesa resaltar en esta comunicación, es el
encuentro de Odiseo con los feacios. Digo que es el más característico porque la
hospitalidad feacia para con Odiseo llega a los límites de ser ellos los encargados
de poner el fin al viaje errático de Odiseo (a pesar de que esta hazaña les costara
la pérdida de una nave a manos de Poseidón, y cuyo augurio ya conocían) y digo
que es el que a mí me interesa más resaltar aquí porque los feacios son un pueblo
extranjero, situados en los confines del mundo y casi sin relación con otros
mortales. A pesar de esto, ni Alcínoo (que, recordemos, es uno de los reyes
feacios) ni ningún miembro de su familia (el primer encuentro de Odiseo con
algún habitante de la Isla de Esqueria se da con Nausícaa, hija de Alcínoo), digo
que en ningún momento ninguno de los personajes con los que se encuentra
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EL CARA A CARA
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EL CARA A CARA
la carne cruda. Y, el que más me interesa remarcar, es que no son piadosos a los
dioses: cuando Odiseo le pide los dones de hospedaje a Polifemo éste se ríe de él,
tratándole de necio, le dice que los cíclopes no se cuidan de Zeus, pues son
mucho más fuertes que él. Los cíclopes representan lo arcaico, lo primitivo y, por
supuesto, una alteridad muy radical que lo único que producirá en nuestros
protagonistas será un tremendo horror.
La segunda explicación puede venir dada por el hecho de que la amistad por
hospedaje se establecía únicamente entre familias con algún tipo de poder
político; como vimos, lo más factible es que el deber de hospitalidad enmascarara
otro tipo de relaciones de carácter político, económico y militar y son éstas el tipo
de relaciones que se dan entre las capas más altas de la sociedad. Lo que nos lleva
a deducir que entre el pueblo llano este tipo de contactos con los extranjeros eran
o inexistentes o muy reducidos. Por tanto, sería algo lógico que se sintiera temor
hacia los extranjeros, pues eran algo desconocido y, como se sabe, lo desconocido
infunde miedo. Además, como atestiguan los testimonios de los saqueos de los
héroes a su vuelta de Troya, éstos debían de ser algo natural. En donde no
existen relaciones de hospitalidad, es decir, alianzas, la otra opción que aparece
como la más natural sería el saqueo y, en estos casos, el pueblo llano sería el que
se lleva la peor parte.
5. Conclusiones
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BÁRBARA ÁLVAREZ RODRÍGUEZ
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EL CARA A CARA
Bibliografía
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BÁRBARA ÁLVAREZ RODRÍGUEZ
- Mauss, M., 2007: Essai sur le don. Forme et raison de l´échange les sociétés archaïques,
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Atravesar fronteras. Entre mito y política II, Buenos Aires 2008).
***
110
A COMÉDIA ARISTOFÂNICA NA APOLOGIA DE SÓCRATES
memória dos atenienses, e bem sabemos que quanto mais antiga é uma crença,
mais difícil é sua refutação.
Destarte, atrelar o comportamento filosófico a investigações físicas e ao lógos
mais fraco é duplamente temível. Em primeiro lugar, porque, como nosso
personagem diz, essa não é uma acusação originada de qualquer cidadão, mas
justamente daqueles que estão encarregados da educação dos atenienses e que,
portanto, gozam da condição de autoridade na formação dos homens mais
influentes de Atenas, sendo, portanto difíceis de serem refutados. Em segundo
lugar, temíveis são as acusações, pois identificam o filósofo ao ateísmo no cerne
de uma comunidade cuja religião não era um assunto de cunho privado.
Como sabemos, as investigações físicas já haviam levado outro filósofo ao
lugar de réu. Anaxágoras também foi acusado de ateísmo por suas afirmações,
tendo sido encarcerado e, posteriormente, fugindo para a Jônia. Nesse sentido,
temos que, em grande medida, Sócrates era identificado por seus concidadãos a
fisiólogos tais como Tales, Anaxágoras e Anaxímenes e, como eles, suas
pesquisas eram associadas às investigações naturais que para muitos
significavam a tentativa de dar provas da inexistência dos deuses. Portanto, cabe
ao filósofo elaborar sua defesa a partir do esclarecimento do que, de fato, ele é,
quais são suas intenções e em que se baseia seu comportamento, já que as
acusações que o atingem, em muito, são fruto da confusão sobre a atividade
filosófica de Sócrates com a ocupação de outras figuras que rondavam a cena
ateniense, como os sofistas e os oradores de então.
O texto afirma que os boatos que desenharam a má-fama de Sócrates segundo
as tintas das investigações celestes e do ensino do lógos mais fraco não é obra de
um indivíduo em especial, mas de muitos cuja identificação é desconhecida:
<<De tudo, o que tem menos sentido é não se poderem dizer nem saber seus
nomes, salvo quando se trata, porventura, de um autor de comédias>>2. Assim,
Sócrates atribui sua péssima reputação a pessoas inomináveis, mas também a um
comediógrafo.
De certo modo, o aparecimento de um autor de comédias que, posteriormente,
será nomeado como Aristófanes, em sua Apologia, pode ser interpretado tal qual
um ajuste de contas platônico com o poeta que, certa vez, fez de seu mestre
querido, motivo de chacota em um dos principais festivais atenienses e, por isso,
seria culpado pela condenação de Sócrates, no tribunal. Contudo, essa direção
interpretativa, além de precipitada é deveras superficial. Seguindo Guthrie (2001,
55),
112
A COMÉDIA ARISTOFÂNICA NA APOLOGIA DE SÓCRATES
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CRISTINA DE SOUZA AGOSTINI
Por um lado, as calúnias antigas dizem ser Sócrates um físico voltado para os
problemas do céu e daqueles que estão debaixo da terra, o que equivale a
considerá-lo um cidadão afastado de questões relevantes para a polis, semelhante
a Tales de Mileto, também sujeito a piadas como aquela da queda no buraco
enquanto olhava para os astros e, por outro lado, identificando-o ao ensino do
logos mais fraco, concebem-no ser sofista da mesma linhagem que Górgias,
Pródico ou Hípias. De fato, tais ideias sobre o metier de Sócrates eram
concernentes à grande parte da polis que entre os séculos V e IV viu o borbulhar
de sofistas, de oradores e de filósofos que aparentemente se ocupavam das
mesmas coisas: intermináveis discussões com jovens ricos. Com efeito, As nuvens
coloca no palco precisamente essa indiferenciação entre sofista e filósofo,
presente na mente da maioria dos politai e que Platão, em muitos diálogos
procura desfazer quando delimita os campos da atuação filosófica e o da
sofística, como n’A República e no Protágoras, por exemplo, e ainda quando
estabelece o problema das pesquisas materiais de Anáxagoras, no Fédon. Assim,
cabe ao filósofo, em sua defesa, desfazer primeiro, os mal-entendidos que
permeiam há muito tempo a cabeça dos atenienses, para então, voltar-se às
acusações dos que moveram o processo e o trouxeram ao tribunal.
A fim de justificar a estranha ocupação que possui, Sócrates remonta ao
oráculo délfico o porquê se colocou a seguinte empreitada: conversar com os
homens considerados mais sábios para compreender o sentido da fala do deus
segundo a qual não haveria ninguém mais sábio que Sócrates. Assim, é em
decorrência de um oráculo que Sócrates começou suas investigações e por causa
dele angariou a antipatia de muitos. De fato, o deus de Delfos é Apolo, cuja
predição sobre o futuro e as advertências sobre o mal o faziam ser amplamente
114
A COMÉDIA ARISTOFÂNICA NA APOLOGIA DE SÓCRATES
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CRISTINA DE SOUZA AGOSTINI
Assim, o filósofo esclarece o que, de fato, faz e o porquê faz: a fim de encontrar a
verdade, ele investiga conversando com homens que se arrogam sapiência, como
modo de servir o deus.
Contudo, isso ainda não explica a maneira segundo a qual os boatos sobre o
filósofo se formaram. Para compreendermos isso, é necessário que nos voltemos
para os moços que o acompanhavam em suas investigações. Com relação aos que
o seguem, Sócrates afirma desses que são justamente os jovens ricos, que
dispondo de tempo livre, gostam de ouvir o exame dos homens e,
posteriormente, também interrogam outros que se julgam sábios, sem serem. Os
homens refutados pelos moços indignam-se contra Sócrates, que consideram ser
o responsável pela propagação do ensino refutador e, por conseguinte
116
A COMÉDIA ARISTOFÂNICA NA APOLOGIA DE SÓCRATES
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11 Ar. Ra.1491-1499.
12 Ar. Au. 1280-1282.
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CRISTINA DE SOUZA AGOSTINI
120
A COMÉDIA ARISTOFÂNICA NA APOLOGIA DE SÓCRATES
por conseguinte, que estão para além dos muros de uma polis democrática; esta
que, aliás, confere ao poeta a liberdade de expressão para fazer tanto de Sócrates
quanto de Lâmaco sujeitos da invectiva cômica.
Bibliografia
- Bouvier, D., 2000: <<Platon et les poètes comiques: peut-on rire de la mort de
Socrate?>> in M. L. Desclos (eds.), Le rire des Grecs. Anthropologie du rire en Grèce
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***
121
LA SABIDURÍA EN LAS BACANTES DE EURÍPIDES
crítica, y que utiliza posiciones marginales como desafío a una cultura que se ha
traicionado a sí misma.
Las Bacantes culmina cincuenta años de presencia en los escenarios de las
tragedias euripídeas. Puede que fuera un encargo específico del rey Arquelao, o
que cerrara una trilogía sobre el trágico destino de los nietos de Cadmo, muertos
todos a manos de sus madres. Lo cierto es que esta tragedia crepuscular se nos
revela paradójica, como un enigma que se resiste a ser desvelado. Resulta, cuanto
menos, sorprendente que un autor tan crítico y provocador acabe su carrera con
una tragedia de corte arcaizante y temática tradicional, que retoma una
estructura ritual rigurosa. Pero parece bastante improbable que Las Bacantes
pueda ser interpretada como un arrepentimiento del poeta ante las puertas de la
muerte. Si se acepta la visión de un Eurípides como ilustrado defraudado, su
obra póstuma no rebate sino que refuerza la rebeldía intelectual de un
dramaturgo que juega con los límites de una Atenas que se debate entre la
retórica sofista y el intelectualismo moral socrático. Las Bacantes plantea una
religiosidad de corte popular y rural como alternativa a la religión olímpica, que
se desmorona ante el agnosticismo de la nueva intelectualidad. Parece un ataque
frontal a esa Atenas irreconocible que ha perdido su autoridad cultural a favor
de una prepotencia política que le asegura el liderazgo pero no la admiración del
mundo filoheleno. Eurípides plantea una vuelta a las raíces, no desde la
restauración de lo que ya había, puesto que su despliegue ha llevado al declive a
la dorada Atenas, sino como un nuevo comienzo desde estructuras profundas e
identitarias que puedan reconducir la cultura ateniense hacia el esplendor
perdido. Así, Las Bacantes se convierte en una recuerdo vivo de los orígenes, no
sólo del teatro, sino del propio autor que rememora en la Macedonia de su
ancianidad el ambiente de su Flia natal; se trata de innovar desde la tradición
popular que crece como alternativa al panteón olímpico, desde la esencia, en un
movimiento similar al realizado por la Ilustración negativa de J. G. Herder o J. G.
Hamann. La religiosidad de Las Bacantes no es el reconocimiento de lo
establecido o un conservadurismo rancio, todo lo contrario: es una apuesta
radical por un cambio profundo en la mentalidad griega que ante los avances de
la filosofía no puede seguir confiando en la moral caballeresca, ni refugiarse en
las máximas sapienciales de los sabios reconocidos. La imparable corriente
mistérica, se ofrece como punto de partida novedoso, pero genuinamente heleno,
para afrontar ese cambio. Sin embargo, la obra póstuma del trágico de Flia no es
un calco del dionisismo del siglo V a.n.e. puesto que el autor utiliza diferentes
elementos de otras religiones mistéricas, ya que el realismo, pese a lo que tantas
veces se ha dicho, no es uno de sus objetivos a alcanzar. La puesta en escena del
culto dionisíaco corre a cargo del coro de bacantes lidias que acompañan al dios
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LA SABIDURÍA EN LAS BACANTES DE EURÍPIDES
tebano. Ellas son las que traen la buena nueva de la llegada del dios a su ciudad
natal, y no es otra que la de una nueva sabiduría que, sin embargo, rememora
una sabiduría arcaica: sólo el hombre piadoso es sabio. EL coro revela una
concepción de la sabiduría asociada indisolublemente a la piedad que será
retomada por Platón, y que en Las Bacantes tiene un claro antecedente. Lo
paradójico es que esta concepción bifornte se presenta como la auténtica
sabiduría y como claro rechazo a la propuesta de los círculos sofistas no como
mera ignorancia, si no como una sabiduría no sabia. Este malestar, visible en
teatro y filosofía, denota que la intelectualidad ateniense se comenzaba a revolver
contra la Ilustración que ella misma había creado, desencantada con su desarrollo
y en vías de una revolución intelectual cuyo marcado conservadurismo culmina
en la filosofía platónica. Pero, como quisiera mostrar, se perfila en Las Bacantes: el
legado intelectual de Eurípides, no como epígono de la Ilustración ateniense sino
como vanguardia de un Romanticismo en ciernes.
125
Mª DE LOS ÁNGELES NAVARRO GONZÁLEZ
126
LA SABIDURÍA EN LAS BACANTES DE EURÍPIDES
Tiresias no ha tenido que convencer a Cadmo para que se vista con la piel de
corzo y agite el tirso báquico en honor a Dioniso. Sin embargo para convencer a
Penteo, representante de un nuevo tipo de gobernante laico para quien la ley
cívica es independiente del poder religioso, deberá entregarse a fondo. El
problema es que la estrategia que adopta es tan bizarra que roza el personaje de
comedia. En cierto sentido, supone el reverso del jánico Dioniso: el hijo de Sémele
aúna sin problemas su parte olímpica con la celebración de sus misterios
cercanos a las divinidades ctónicas. En cambio, el intento retórico del adivino
apolíneo por mantener su antigua profesión a salvo del torbellino báquico sólo
consigue demostrar el sinsentido que supone el intento de traducir una
cosmovisión mitológica a todo un nuevo mapa conceptual que intenta abrirse
127
Mª DE LOS ÁNGELES NAVARRO GONZÁLEZ
paso con el concepto de filosofía como el punto centrífugo antes ocupado por la
sabiduría.
3 Bac. 201-2.
4 Bac. 203.
5 Bac. 200.
6 Bac. 204-9.
128
LA SABIDURÍA EN LAS BACANTES DE EURÍPIDES
10 Bac. 359.
11 Bac. 332.
12 Bac. 325.
13 Bac. 787.
14 (fr. 77 B, 5)
16 : Ἄρεώς τε μοῖραν μεταλαβὼν ἔχει τινά·16(Cabe recordar que Ares y Afrodita son los
129
Mª DE LOS ÁNGELES NAVARRO GONZÁLEZ
paso más: los misterios son, en última instancia, celebraciones agrarias de los dos
elementos civilizatorios por excelencia: el pan de las diosas y el vino de Dioniso.
De modo que su reduccionismo vuelve a quedar abocado al absurdo, ya que
intentando glorificar a Dioniso lo acaba convirtiendo en un mero símbolo de la
embriaguez. En segundo lugar, lo intenta remedando el estilo épico de los aedos
que, sin embargo, convierte al dios en un ειδολόν, como la Helena de Gorgias,
volviendo con ello Eurípides a confundir la mente del espectador entre el mito
arcaico y el panorama intelectual de actualidad. Lo hace, además, incurriendo en
un tópico de la comedia que ridiculiza su intento de narración homérica. Por
último, y como no podía ser de otro modo, comete el error de introducir como
corolario de su mito, una explicación etimológica del doble nacimiento del Dios
en el muslo de Zeus, de donde se deduce que, precisamente, la principal
exigencia del dios, es una simple leyenda concebida a partir de un mero juego
lingüístico. Así que, de nuevo, se acaba negando la divinidad que se quería
afirmar en un nuevo callejón sin salida. Y todo ello comenzando con el verbo
δῐδάσκω, pues pretende aleccionar a Penteo, como si fuera un niño, contándole
un mito, lo cual ya es en sí rijoso, puesto que anteriormente se había erigido
Cadmo en su pedagogo. Pero Tiresias se traiciona a sí mismo y acaba su
pretendida enseñanza con el verbo πείθω. La danza báquica del adivino, acaba
en un baile de máscaras en el que todos son traidores y traicionados, y nada es lo
que parece.
17 Bac. 299.
18 Bac. 915.
19 Bac. 301.
130
LA SABIDURÍA EN LAS BACANTES DE EURÍPIDES
20 Bac. 772
21 Bac. 311-2.
22 Bac. 326-7.
23 Bac. 214.
24 Bac. 272.
25 Bac. 274.
131
Mª DE LOS ÁNGELES NAVARRO GONZÁLEZ
Penteo dice no saber quién es este nuevo dios, al que considera un mago
lidio: (γόης ἐπωιδὸς Λυδίας ἀπὸ χθονός26,) utilizando la misma palabra que se
utilizaba para hablar de figuras como Empédocles. Sería, entonces, un personaje
dotado de una sabiduría diferente a la proclamada por Tiresias, pues es alguien
capaz de crear novedades, alguien que desafía a la tradición. Para Penteo, el
dionisismo es una patraña urdida por un falso dios (ίους ὅτι γάμους
ἐψεύσατο27.) que esconde un culto a Afrodita de lo más vulgar e improcedente.
Sus excesos merecen que se sea excesivo con él: (ὕβρεις ὑβρίζειν28).Y hay otro
culpable: Tiresias. Si Dioniso ha enloquecido a las tebanas, Tiresias ha
manipulado a Cadmo para que éste dance en la fiesta báquica. Tiresias,
reforzando su vertiente sofística, es acusado de persuadir al viejo regente con sus
artimañas: (σὺ ταῦτ' ἔπεισας, Τειρεσία· τόνδ' αὖ θέλεις /τὸν δαίμον'
ἀνθρώποισιν ἐσφέρων νέον / σκοπεῖν πτερωτὰ κἀμπύρων μισθοὺς φέρειν.29)
le acusa de introducir nuevos dioses en Tebas con la única finalidad de mantener
su actividad económica, típica crítica de Eurípides a los adivinos. De esta manera
el elogio de la tradición y el conservadurismo moral que había defendido Tiresias
se revela como simple interés pecunario, que pretende, haciendo servir la retórica
de nuevo cuño, defender la religión olímpica tradicional, de la que él se beneficia.
Cadmo es acusado de insensatez, pero el verdadero culpable para Penteo es el
maestro, Tiresias, y es él el que merece ser castigado: por tu insensatez a éste, que es
el maestro, voy a castigar ( τῆς σῆς <δ'> ἀνοίας τόνδε τὸν διδάσκαλον/ δίκην
μέτειμι.30.) Curiosamente, mientras los personajes masculinos se acusan
mutuamente de no ser sensatos, el término se reserva para las mujeres tebanas
que, pese a haber caído en un trance báquico, no han perdido sus facultades
mentales, como sí le ocurrirá a Penteo:
26 Bac. 234.
27 Bac. 245.
28 Bac. 247.
29 Bac. 255-7.
30 Bac. 345-6.
31 Bac. 314-8.
132
LA SABIDURÍA EN LAS BACANTES DE EURÍPIDES
Esta afirmación vendrá reforzada por el propio Dioniso: “verás, contra lo que
cuentan, sensatas a las bacantes” (ὅταν παρὰ λόγον σώφρονας βάκχας ἴδηις.32)
Dioniso, en cambio, a Penteo le inspira la rabia, que sí conlleva una pérdida de la
decisión personal: “apruebo tu cambio de mente” (αἰνῶ δ' ὅτι μεθέστηκας
φρενῶν.33) apremiado por las ménades lidias: “sácale primero de sus cabales e
inspírale la rabia ligera, pues mientras tenga buen entendimiento no querrá
ponerse un vestido de mujer” (πρῶτα δ' ἔκστησον φρενῶν, /ἐνεὶς ἐλαφρὰν
λύσσαν· ὡς φρονῶν μὲν εὖ /οὐ μὴ θελήσηι θῆλυν ἐνδῦναι στολήν, 34);pero
anteriormente Penteo se negaba a escuchar sus palabras: “no quieras razonar
conmigo” (οὐ μὴ φρενώσεις μ',35). De modo que, hasta el momento, Tiresias ha
malinterpretado el mensaje de Dioniso, mientras que Penteo se muestra
incapacitado para aceptarlo. Veamos ahora la posición de Cadmo.
32 Bac. 940.
33 Bac. 944.
34 Bac, 850-2.
35 Bac. 792.
36 Bac. 178-9.
37 Bac. 196.
133
Mª DE LOS ÁNGELES NAVARRO GONZÁLEZ
θνητὸς γεγώς.38), pero su nieto Penteo considera que es Dioniso el que desprecia
a Tebas: prendedle, que a mí me desprecia y a Tebas (λάζυσθε· καταφρονεῖ με καὶ
Θήβας ὅδε.39) Hallamos, pues, ya en el primer episodio, el núcleo teórico sobre el
que gravita la trama trágica: quién y quién no es dueño de su razón y quién, por
tanto, es sabio o un loco, entendiendo ambas nociones como posesión de las
propias facultades, como dominio de sí mismo.
1.3.1. La interpretación evemerista.
Cadmo es, quizá, el personaje más ambiguo de la tragedia euripidea. Se
nos dice, por boca del propio Dioniso, que fue él el que creyó en la palabra de su
hija Sémele respecto a su unión con Zeus, siendo sus hermanas las que no
creyeron esta versión40. Sin embargo, en boca de Cadmo, esta defensa de Sémele
parece más una cuestión de conveniencia que de creencia verdadera. El viejo
regente, aconseja al joven rey que mienta con honor (καταψεύδου καλῶς41), con
lo que daría la razón a sus hijas y se torna culpable a los ojos de Dioniso.
Acercándose con ello a técnicas sofísticas como las de Critias, racionaliza el mito,
despojándolo de todo elemento sobrenatural y apelando a su creencia sólo por el
bien de la comunidad y por evitar que a su nieto le ocurra como al desaparecido
Acteón, hijo de Autónoe, despedazado por las perras de Ártemis. Lo curioso es
que es el descreído Cadmo el que profetiza el amargo final que Penteo lleva
escrito es su nombre, y no Tiresias. Aunque, no debería extrañarnos, ya que en
Las Bacantes nadie es quien parece ser.
2. La alternativa dionisíaca
38 Bac. 199.
39 Bac. 503.
40 Bac. 26-31.
41 Bac. 334.
134
LA SABIDURÍA EN LAS BACANTES DE EURÍPIDES
μεγάλα διώκων /τὰ παρόντ' οὐχὶ φέροι; μαι-/νομένων οἵδε τρόποι καὶ
/κακοβούλων παρ' ἔμοιγε φωτῶν. 42)
De los hombres como Penteo, hay que cuidarse para poder alcanzar la
felicidad: apartar sabiamente el corazón y el pensamiento de los hombres excesivos
(†σοφὰν δ' ἀπέχειν πραπίδα φρένα τε/ περισσῶν παρὰ φωτῶν†.43) puesto que
la única posibilidad de ser felices es la vía piadosa: ¿Qué sabiduría, qué hermosura
hay fuera de honrar a los dioses, para los mortales? (†τί τὸ σοφόν, ἢ τί τὸ κάλλιον†
/ παρὰ θεῶν γέρας ἐν βροτοῖς44). Reniega el coro, pues, de la sofia para hacer
apología de la gnome como la única posibilidad real para la medida humana:
“una sabiduría prudente que a los mortales no les lleve a replicar contra los
dioses, una razón humana hay que tener para una vida sin pena” (†γνώμαν
σώφρονα θάνατος ἀπροφάσιστος / εἰς τὰ θεῶν ἔφυ /βροτείω τ' ἔχειν ἄλυπος
βίος.45). Es lo que repite el mensajero tras presenciar la horrible muerte de Penteo:
“ser prudente y respetar las cosas divinas es lo mejor; creo es la más prudente
cosa de que se pueden servir los mortales” (τὸ σωφρονεῖν δὲ καὶ σέβειν τὰ τῶν
θεῶν /κάλλιστον· οἶμαι δ' αὐτὸ καὶ σοφώτατον /θνητοῖσιν εἶναι κτῆμα τοῖσι
χρωμένοις.46) A esta gnome piadosa se opone Penteo, que es: “un sin dios, sin
ley, sin justicia, el hijo subterráneo de Equión” (τὸν ἄθεον ἄνομον ἄδικον
Ἐχίονος / γόνον γηγενῆ·47) cuyas acciones caen, en consecuencia, bajo la
influencia de su injusta gnome e ilícita cólera ( ὃς ἀδίκωι γνώμαι παρανόμωι τ'
ὀργᾶι48). Pero hay un conocimiento inspirado por Baco: “y cuando conocieron
claramente la orden de Baco las hijas de Cadmo” (ὡς δ' ἐγνώρισαν / σαφῆ
κελευσμὸν Βακχίου Κάδμου κόραι 49) que choca con la realidad. Así, Penteo, a
punto de morir a manos de su madre “el gorro de su cabellera arrancó para que
le conociese y no le matase” (ὁ δὲ μίτραν κόμης ἄπο/ἔρριψεν, ὥς νιν
γνωρίσασα μὴ κτάνοι50). Ello es porque el conocimiento de Ágave no es el de
una iniciada, como es el de las ménades lidias, instruidas en los misterios
dionisíacos, sino que actúa inspirada por la venganza del dios. Los dioses pueden
aclarar tanto como enturbiar la razón humana, de ahí la necesidad del rito y la
iniciación, de instrumentos mediadores entre el mortal y la divinidad. La
42 Bac. 395-401b.
43 Bac. 428-9.
44 Bac. 877-8.
45 Bac. 1002-4.
46 Bac. 1150-2.
47 Bac. 995-6.
48 Bac. 997.
49 Bac. 1088-9. Así, le recuerda Cadmo que trae la cabeza de su hijo manchada de sangre, antes de que
135
Mª DE LOS ÁNGELES NAVARRO GONZÁLEZ
51 Bac. 430-2.
52 Bac. 893-6.
136
LA SABIDURÍA EN LAS BACANTES DE EURÍPIDES
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***
137
PROMETEO Y LA AKRASIA
140
PROMETEO Y LA AKRASÍA
La sofística del siglo V a.C. marca un giro en la filosofía griega por el cual se
orienta hacia un interés predominante por los asuntos humanos. Explicar los
orígenes del hombre, de las habilidades, de las costumbres y de las convenciones
sociales y morales es una tarea que cobra relevancia. El discurso filosófico ya no
solamente intenta proponer una explicación completa y sistemática de la
generación, crecimiento y estado actual del kósmos, también intenta establecer el
origen y la naturaleza de las instituciones humanas (Barnes 1996 [1979], 450-451 y
Guthrie 1994 [1969], 26-27). Protágoras fue considerado ya desde la Antigüedad
el más importante exponente de este movimiento intelectual. Nació en Abdera,
también patria de Demócrito, hacia el 485 a.C. Se cuenta que murió ahogado en
un naufragio cuando abandonaba Atenas, tras haber sido juzgado y condenado
por impiedad (D.L. IX, 54). Este cargo de impiedad podría haberse basado en las
líneas iniciales de su tratado Sobre los dioses que rezaban:
141
JUAN FELIPE GONZÁLEZ CALDERÓN
Tales palabras provocaron que Protágoras fuera incluido en las listas de ἄθεοι
de la Antigüedad. Con todo, esta frase puede simplemente prestarse para
atribuirle una actitud agnóstica y no propiamente considerarlo un ateo, es decir,
como alguien que se abstiene de juzgar sobre la existencia o no de los dioses y no
como alguien que niega su existencia. Protágoras se puede caracterizar, en efecto,
como un escéptico que suspende el juicio, más bien que no como un ateo (Barnes
1996 [1979], 449 y Guthrie 1994 [1969], 232). Como quiera que sea, no parece
consecuente con la actitud de un agnóstico y mucho menos con la de un ateo
relatar mitos que tienen como protagonistas principales las divinidades
tradicionales. Platón lo muestra en el Protágoras relatando el mito de Prometeo y
lo que uno puede legítimamente preguntarse es si realmente Protágoras llegó
alguna vez a integrar este mito en su propio discurso filosófico y, si es así, por
qué lo hizo, o mejor, con qué fin.
Su interés por el origen de las instituciones humanas está testimoniado por
diversas fuentes. Una de estas fuentes, Diógenes Laercio, doxógrafo del siglo III
d.C., menciona una obra perdida de Protágoras, el Περὶ τῆς ἐν ἀρχῇ
καταστάσεως, cuya temática habría sido el estado original del hombre y el
origen de las organizaciones sociales y políticas primitivas (D.L. 9.55; Guthrie
1994 [1969], 72). Se ha asumido que Platón en el discurso que pone en boca de
Protágoras reproduce las propias opiniones de este famoso sofista y, lo que es
más importante, tal y como aparecían referidas en el mencionado tratado
(Guthrie 1994 [1969], 72). Aunque no hay manera de tener certeza a este respecto,
no deja de ser persuasiva la idea de que el mito de Prometeo podría haber estado
integrado en la mencionada obra y así lo sugieren, entre otros, García Gual (1979:
54), Guthrie (1994 [1969]: 72-73) y Kerferd (2008 [1997]: 251). El problema es que
esta suposición simplemente se basa sobre el grado de supuesta afinidad
temática entre el tratado y la versión del mito que aparece en el Protágoras. Sin
embargo, no hay manera de comprobar que la temática del tratado sea
exactamente la que se supone y, de hecho, el título por sí mismo podría también
corresponder a una cosmología —para no decir que la existencia misma del
tratado podría también ponerse en duda—. Simplemente se trata de una
conjetura que se hace sobre la base del tipo de intereses que preocupaban a
Protágoras. Por supuesto, derivar una conjetura a partir de otra nunca será la
142
PROMETEO Y LA AKRASÍA
143
JUAN FELIPE GONZÁLEZ CALDERÓN
144
PROMETEO Y LA AKRASÍA
¿Ahora tanto la justicia (δίκην) como la conciencia moral (αἰδῶ) las debo
poner de esta manera en los hombres o las debo repartir entre todos?
Entre todos, dijo Zeus, y que todos participen <de ellas>. Pues no habría
ciudades, si pocos de ellos participaran, como participan de las otras
artes (ἄλλων τεχνῶν) (Pl. Prt. 322b).
145
JUAN FELIPE GONZÁLEZ CALDERÓN
(Pradeau 2004, 246). No era un creyente, así que la utilización del mito era
exclusivamente instrumental. No hacía otra cosa que apoyarse en él para servir a
sus propios fines y representar de manera simbólica la correcta fundamentación
del orden democrático que él, como su principal ideólogo, promocionaba (García
Gual 1979, 56). Lo que pretende simplemente era poner sus tesis en un lenguaje
compartido por la mayoría.
3. Μῦθος-λόγος en Platón
146
PROMETEO Y LA AKRASÍA
147
JUAN FELIPE GONZÁLEZ CALDERÓN
busca es educar a una mayoría. Gracias a que provoca placer, el mito se muestra
como un instrumento de persuasión de alcance universal, un instrumento que
permite adecuar la conducta de un auditorio, cuando este auditorio sea porque
aún son niños, sea porque no han sido ilustrados, carece de la formación para
comprender el logos filosófico (Brisson 2005 [1982], 103).
No obstante, hay una relación de complementariedad entre μῦθος y λόγος
que aún no ha sido considerada. Como ya se señaló, el mito es un discurso que
versa sobre el ámbito de lo que no es verificable, de lo que está más allá de la
comprobación empírica: un pasado remoto o un mundo que no es el de los
objetos sensibles. Wittgenstein ha dicho: «Sobre lo que no se puede hablar se
debe callar» («Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen»). Lo
que parecía pensar Platón, más bien, era que aquello sobre lo que no se podía
razonar deductivamente y presentar pruebas empíricas debía ser tratado por
medio de mitos (Brisson 2005 [1982], 119-120). El método deductivo y empírico
tiene límites infranqueables, de modo que hay un ámbito inaccesible al discurso
racional. Allí precisamente es donde el mito se muestra como un relevo
apropiado para darle continuidad al logos filosófico. Tal vez, el pasaje que mejor
ejemplifica esta idea en la literatura platónica es la escena del Fedón cuando
Sócrates está a punto de beber la cicuta y ya no tiene tiempo para revisar la
validez de los axiomas sobre los que parte su prueba de la inmortalidad del alma
y, entonces, no tiene más opción que la de recurrir a un mito, un mito que le
permite creer en la inmortalidad del alma, algo que fue incapaz de lograr a través
del método deductivo (Pl. Phd. 107d-115a; Brisson 2005 [1982], 155).
Llegados a este punto, está claro que Platón, a pesar de reconocer sus defectos,
otorgaba al mito funciones importantes, entre otras: i) promover el progreso
moral de una mayoría incapaz de comprender el logos filosófico y ii) darle
continuidad al logos filosófico allí donde este encuentra barreras infranqueables.
Cabe ahora preguntarse con qué propósito específico se integra la versión
protagoreana del mito de Prometeo en el diálogo aquí examinado. Se podría
pensar, por lo dicho en la primera sección de este trabajo, que esta integración del
mito de Prometeo en el diálogo no es nada más que la reproducción de una
versión del mito que Protágoras presentó en su tratado Περὶ τῆς ἐν ἀρχῇ
καταστάσεως y que Platón se limitó a reproducir esta versión con la suficiente
precisión y exactitud como para criticar adecuadamente las tesis de su oponente.
Conforme a esta respuesta, Protágoras habría recurrido al mito como un
instrumento discursivo que contribuye a la promoción moral de la mayoría, con
148
PROMETEO Y LA AKRASÍA
149
JUAN FELIPE GONZÁLEZ CALDERÓN
Bibliografía
Edición crítica
- Croiset A. –Bodin, L., 1966: Platon Oeuvres complètes, III, 1, Protagoras. Paris.
Traducciones
- García Gual, C., 1990 [1981]: Platón. Diálogos, I, Madrid.
- Manuwald, M., 1999: Platon. Werke. Band VI, 2. Protagoras, Göttingen.
Textos de apoyo
- Barnes, J., 1996 [1979]: The Presocratic Philosophers, London/New York.
- Brisson, L. 1975: «Le mythe de Protagoras. Essai d’ analyse structurale», en Quaderni
urbinati di cultura classica, 20, pp. 7-37.
- Brisson, L. 2005 [1982]: Platón, las palabras y los mitos. Madrid.
- García Gual, C., 1979: Prometeo: Mito y tragedia, Pamplona.
- Guthrie, W. K. C., 1990 [1962]: Historia de la filosofía griega, IV. Platón. El hombre y sus
diálogos: primera época, Álvaro Vallejo Campos y Alberto Medina González (trads.),
Madrid.
- Guthrie, W. K. C., 1994 [1969]: Historia de la filosofía griega, III. Siglo V. Ilustración,
Joaquín Rodríguez Feo (trad.), Madrid.
150
PROMETEO Y LA AKRASÍA
- Kerferd, G. B., 2003 [1991]: «From the Begining to Plato», en C. C. W. Taylor (ed.),
Routledge History of Philosophy, Volume I, London/New York.
- Pradeau, J-F., (2004). Les mythes de Platon, Paris.
- Reinhardt, K., 2007 [1927]: Les mythes de Platon, Anne-Sophie Reineke (trad.), Paris.
***
151
PARTE 2: EL MUNDO DE LOS FILÓSOFOS PREPLATÓNICOS
MUNDOS Y COSMOS EN ANAXIMANDRO
Tomás CALVO
Universidad Complutense
II
Una lectura atenta de estos textos suscita de manera inmediata una serie de
problemas que han sido, y continúan siendo, debatidos con insistencia.
1 Así, por ejemplo, lo hacen F.Cubells, Los filósofos presocráticos. Valencia,1965; C.Eggers, Los
filósofos presocráticos I. Madrid, Gredos,1978; A.Bernabé, De Tales a Demócrito. Madrid, Alianza
Editorial, 2001.
156
MUNDOS Y COSMOS EN ANAXIMANDRO
157
TOMÁS CALVO
mayoría de los que han discutido esta cuestión, me inclino por considerar que el
más próximo al original es el texto de Simplicio en que se dice que a partir de la
sustancia primordial “se generan todos los cielos y los cosmos que hay en ellos” :
ἐξ ἧς ἅπαντας γίνεσθαι τοὺς οὐρανοὺς καὶ τοὺς ἐν αὐτοῖς κόσμους. Y ha de
considerarse así, en mi opinión, por dos razones fundamentales. (1) En primer
lugar, porque se trata de la lectio difficilior, de la lectura más difícil : en efecto, no
es fácil (no resultaría fácil para lectores contemporáneos de Aristóteles o
posteriores a él) entender en qué forma podría haber una pluralidad de “cosmos” en
el interior de cada universo, y eso es lo que parece sugerir la frase de Simplicio
según la cual “se generan todos los cielos y los cosmos que hay en ellos”. (2)
Además, y en segundo lugar, porque las variantes que presentan los demás
testimonios pueden explicarse de manera adecuada como modificaciones del
texto de Simplicio introducidas precisamente para evitar las dificultades que este
suscita. 2 (a) Así, en la versión de Hipólito según la cual “se generan los cielos y el
cosmos que hay en ellos”, es razonable pensar que la palabra κόσμος se utiliza en
singular para que no quede duda de que en cada universo, en cada mundo,
solamente hay un orden u ordenación de los cuerpos celestes y de los seres que lo
componen. (b) La variante de la versión de la Miscelánea del Pseudo-Plutarco
habla, por su parte, de “los cielos y, en general, todos los cosmos que son
infinitos”. Todo hace suponer que el autor de la frase considera sinónimas las
palabras οὐρανός y κόσμος de la versión de Teofrasto. De modo que el “y” (καί),
pasa a ser epexegético (“los cielos, es decir, en general todos los cosmos”). El
adverbio καθόλου (“en general”), por su parte, se introduce a fin de facilitar la
sinonimia pretendida, como indicador de que la palabra κόσμος podría referirse
a una totalidad más amplia que la palabra οὐρανός : en efecto, en la época en que
se escribe la Miscelánea la palabra κόσμος significaba ya el universo en su
totalidad, el universo con todo lo que contiene, mientras que la palabra οὐρανός
podía aún significar una parte de esta totalidad, la bóveda celeste o bien, la
región ocupada por los cuerpos celestes. (c) La versión, en fin, de los Placita
philosophorum de Aecio se aleja aún más del texto de Simplicio en la dirección
emprendida por la Miscelánea. En realidad, la sinonimia de las palabras οὐρανός
y κόσμος parece darse ya por descontada, hasta el punto de que la palabra
οὐρανός ha desaparecido quedando solamente κόσμος en el plural : γεννᾶσθαι
ἀπείρους κόσμους, “se generan infinitos cosmos”. 3
2 Sobre esto, cf. Ch.Kahn, Anaximander and the Origins of Greek Cosmology. (Reimp.), Philadelphia,
1985, pp.34, aunque no comparto su sugerencia de que la variante de Hipólito pueda deberse a un
error de copista).
3 Dados los límites propios de esta comunicación no me es posible entrar en el muy discutido
debate sobre la pluralidad, infinita o no, de los mundos en Anaximandro. Me limito a indicar que,
en mi opinión, han de tenerse en cuenta al respecto las siguientes circunstancias. (1) Ni Aristóteles
158
MUNDOS Y COSMOS EN ANAXIMANDRO
ni Teofrasto atribuyen la teoría de los infinitos mundos a Anaximandro; esta atribución aparece y
se extiende entre los doxógrafos posteriores siguiendo, en general, la línea de alejamiento respecto
de Teofrasto que hemos observado en los textos citados de la Miscelánea y de los Placita. (2) En la
doxografía hay testimonios que apuntan a una sucesión indefinida de mundos, mientras que otros
parecen sostener más bien la coexistencia simultánea de presuntos mundos innumerables, al estilo
de la cosmología atomista. (3) Si hubiera que atribuir alguna de estas teorías a Anaximandro (lo
cual es muy problemático), tal vez lo más razonable sería atribuirle la de una sucesión indefinida
de mundos. (4) No obstante, sí que cabe atribuirle una pluralidad de mundos sin que estos tengan
que ser necesariamente infinitos.
En relación con este tema puede verse el reconocido artículo de F.M.Cornford “Innumerable
Worlds in Presocratic Cosmogony” (Classical Quarterly, 1934, 1-16). Además, Ch.Kahn, o.c., pp.46-
53. También W.K.C. Guthrie, A History of Greek Philosophy I. Cambridge Univ. Press, 1967, pp.106-
114. (Hay traducción española), así como la discusión (en cierta medida confusa) del asunto en
G.S.Kirk-J.E.Raven-M.Schofield, Los filósofos presocráticos (2ªed). Madrid, Gredos, 1987, pp.183 ss.
4 W.K.C. Guthrie, o.c., n.1, p.208; . Se trata, sin duda, de momentos que son más fáciles de
delimitar desde un punto de vista lógico que desde el punto de vista histórico, de su evolución
semántica efectiva.
159
TOMÁS CALVO
III
Una vez admitido, por las razones indicadas, que el texto de Simplicio puede
considerarse como el más próximo a Teofrasto, y por tanto, como más cercano al
propio Anaximandro tanto en la doctrina como en la letra, quisiera discutir
finalmente algunas dificultades peculiares que plantea la utilización de las palabras
οὐρανός y κόσμος en plural por parte de Simplicio: “de la cual se generan todos
los cielos y los cosmos que hay en ellos”. La construcción de esta frase, como ya
he señalado con anterioridad, parecería sugerir que dentro de cada uno de los cielos o
mundos hay una pluralidad de órdenes u ordenaciones. Pero vayamos por partes.
Comencemos con la palabra οὐρανός. Antes de decidir sobre su significación
más precisa conviene establecer a qué se refiere la generación de que se habla en
esta frase. Cabe, en principio, partir de dos hipótesis diferentes. (1) Si se supone
que en Anaximandro existe un único universo, y esta sería la primera hipótesis,
5 Sobre este punto y, en general, sobre la temática de esta comunicación puede verse mi artículo
“La noción de physis en los orígenes de la filosofía griega”, en: Daímon, Revista de filosofía 21, 2000,
pp. 21-38.
160
MUNDOS Y COSMOS EN ANAXIMANDRO
6 Esta es la interpretación de los οὐρανοί propuesta ya por E.Zeller y repuesta por F.M.Cornford
(art.cit., p.11).
7 Obsérvese que para la argumentación que propongo resulta irrelevante si tales universos se
generan de modo sucesivo (de manera que nunca existiría más uno a la vez) o si se generan de
modo que haya una pluralidad de mundos coexistiendo simultáneamente. Y, por supuesto,
también resulta irrelevante si tal pluralidad es infinita o no.
8 Esta posibilidad fue sugerida por F.M.Cornford : “the “heavens” being the rings of the heavenly
bodies, the κόσμος or κόσμοι in them may be the region or regions of the world-order framed by
them” (art.cit., ibidem).
9 Cf., Ch.Kahn, o.c., p.49-50.
161
TOMÁS CALVO
***
162
LA HOSTILIDAD DE LOS ELEMENTOS EN HOMERO
Y EMPÉDOCLES
1 Sobre Empédocles como poeta, cf. Hershbell 1968 y 1970, van Groningen 1971, Capizzi 1987,
Gemelli Marciano 1990, Kingsley 1995, 42 – 45, 52 f., Rosenfeld-Löffler 2006, Bordigoni 2004,
Friedländer 2005. El coloquio de la fundación Hardt de Octubre de 2011 llevó el título de
"Empédocle Poète" y supone la consagración de esta perspectiva. Omito aquí la bibliografía general
sobre Empédocles, fácilmente accesible.
2 Rashed 2007, 33-37, seguido por Picot 2008, 20-25, sobre el fr. 84 DK, el ojo de Philotes, como eco
de la barca de Odiseo en Od. 5.247-259. Otros paralelos con la Odisea abundan en la trasposición
empedoclea del peregrinar del héroe al del daimon: Capizzi, 1987: 113 hace derivar la oposición
Philotes / Neikos de Od. 24.476, 543 ; Kingsley 1995, 253 relaciona B 146 con la apoteosis de Heracles
en Od. 11.602 ; Martin / Primavesi 1999, 302 relacionan el movimiento en que el cosmos perece
(ensemble d7) con la corriente de Caribdis de Od. 12.427 f y las lágrimas de Empedocles (ensemble
d7) con las de Odiseo en Od. 8.522; Bordigoni 2004, 259 muestra que en B 20.5 el vagar de los
miembros por las costas de la vida modifica la expresión odiseica "vagar por las costas del mar".
MIGUEL HERRERO DE JÁUREGUI
épico (p. e. los nostoi) como cósmico (p. e. un viaje revelatorio como el de
Parménides), o la amplia gama de posibilidades intermedias (p. e. la katábasis
del alma derivada de las katábasis heroicas).
El viaje del daimon se relata sobre todo en el famoso fr. 115 DK, que recibe
cierta luz de los paralelos homéricos. Cada verso de este fragmento ha sido
discutido desde el punto de vista de su transmisión y su significado. El texto del
que partimos aquí es el siguiente (en nota las escasas variaciones respecto a Diels
y Kranz):
3 La lectura φόβωι de los manuscritos ha recuperado el favor de los estudiosos (Gagné 2006, Picot
2007, Rashed 2008) tras siglos de aceptación de la conjetura de Stephanus φόνωι.
4 Este verso, excluido por algunos editores del pasado, ha sido bien defendido por Rashed 2007,
sugestiva reconstrucción de los treinta primeros versos de las Purificaciones a partir del ensamblaje
de los fragmentos 112, 114, 115, 113, 119 y 121. Ello no afecta a la tesis aquí expuesta.
164
LA HOSTILIDAD DE LOS ELEMENTOS EN HOMERO Y EMPÉDOCLES
Es claro que la mención de los dioses que dominan sobre los elementos
naturales representa poner por testigo al cosmos entero, lo que como es sabido
tiene paralelos en el antiguo oriente y en textos griegos posteriores6. Basado en
estos pasajes y otros de corte similar, Giovanni Cerri ha demostrado en su
estudio sobre la ideología de los cuatro elementos en la poesía arcaica que "la
doctrina de los elementos, antes de ser un teorema del pensamiento científico
165
MIGUEL HERRERO DE JÁUREGUI
jonio, había sido durante siglos ideología corriente, considerada por sí misma
evidente, y subyacente a ritos, mitos, narraciones poéticas"7. Uno de los ritos más
comunes y frecuentes en diversos contextos era el juramento.
No resulta, pues, difícil proponer, en primer lugar, que el peregrinaje a través
de los cuatro elementos, que en el texto empedocleo parecen adoptar un papel
activo cuasi personal, se imagina como el castigo cósmico que recibe el perjuro.
Ahora bien, que los elementos hostiguen al exiliado errabundo tampoco es una
invención empedoclea ex nihilo, sino que tiene un claro precedente y
probablemente modelo en dos largas escenas de naufragio en la Odisea.
Acerquémonos a ellas examinándolas con el fr. 115 DK en mente.
El primer naufragio es entre la isla de Calipso y Esqueria, provocado por la ira
de Posidón al ver que ha vuelto a hacerse a la mar (contado por el poeta en 5.313-
445, y resumido por el propio Odiseo en su relato ante los feacios en 7.248-283).
El segundo, posterior en la narrativa del poeta, pero anterior en la línea temporal,
es en el que perecieron todos sus hombres tras abandonar Trinacia y comer las
vacas del sol (12.403-444). En ambos los elementos atacan a Odiseo con violencia:
los vientos (fácilmente identificables con el aire) y el agua son obviamente
hostiles a Odiseo cuando Posidón suscita la tormenta; el fuego, por su parte está
representado por el rayo justiciero de Zeus y por el Sol, que busca venganza de
sus vacas sagradas. Así, cuando Odiseo ve venir la tormenta que se le avecina
dice aterrorizado (5.303-305): "De qué nubes rodea el ancho cielo Zeus / y
remueve el mar, y azotan ráfagas de todos los vientos". Sin duda al decir Zeus en
vez de Posidón Odiseo tiene presente el recuerdo de su anterior naufragio, que
después contará con detalle (12.405ss):
166
LA HOSTILIDAD DE LOS ELEMENTOS EN HOMERO Y EMPÉDOCLES
Pero poco antes de encontrar este refugio que da fin a su errar, Odiseo
meditaba si le era más peligroso quedarse en el río y helarse o ser atacado por las
fieras en tierra (5.466-473). En efecto, incluso la tierra, habitualmente un símbolo
de salvación para los náufragos, se vuelve hostil. Cuando en el primer naufragio
Odiseo, arrastrado por el agua y los vientos, ve tierra, se alegra y nada hacia ella,
pero pronto se da cuenta de que la tierra también es peligrosa (5.398-432) 8:
167
MIGUEL HERRERO DE JÁUREGUI
10 Los "puertos respetuosos de los extranjeros, libres de mal" (ξείνων αἰδοῖοι λιμένες, κακότητος
ἄπειροι,) son mencionados por Empédocles como punto de llegada en 112.3 DK. Donde quiera que
se deba colocar este verso (cf. Rashed 2008, 31n.57) parece claro que se refiere a un punto de llegada
para un viajero que conoce la desgracia. Puede ser otra reminiscencia odiseica en Empédocles.
11 Para la imagen de los pies como clave que permite escapar de la desgracia, también en la
168
LA HOSTILIDAD DE LOS ELEMENTOS EN HOMERO Y EMPÉDOCLES
169
MIGUEL HERRERO DE JÁUREGUI
12 En Herrero 2012 comparo las escenas de súplica de la Odisea y las laminillas y argumento la
presencia de una escena similar en Empédocles tras el relato de la caída.
13 En Od. 5.420 πόντον ἐπ' ἰχθυόεντα φέρῃ βαρέα στενάχοντα la palabra ἰχθυόεντα concuerda
con πόντον, del que es epíteto habitual, pero también con el acusativo de persona, lo que puede
sugerir una cierta asociación de Odiseo con los peces que pueblan el mar en que él nada. Además el
miedo al monstruo marino que le devore (421s), y la comparación que a continuación (432ss) hace
el propio poeta con un pulpo abundan en esta asociación del héroe con animales marinos.
170
LA HOSTILIDAD DE LOS ELEMENTOS EN HOMERO Y EMPÉDOCLES
Bibliografía
- Bordigoni, C., 2004: "Empedocle e la dizione omerica" in: Studi sul pensiero e sulla
lingua di Empedocle, a cura di L. Rossetti - C. Santaniello, Bari, 199-290.
- Burkert, W. 1985: Greek Religion, Cambridge Mass.
- Capizzi, A. 1987: “Trasposizione del lesico omerico in Parmenide ed Empedocle.
Osservazioni su un problema di metodo”, QUCC 54, 107-118.
- Cerri, G. 1998: "L’ideologia dei quattro elementi da Omero ai Presocratici", AION 20, 5-58.
- Eitrem, S. 1926/1927: "Die vier Elemente in der Mysterienweihe", Symbolae Osloenses 4,
39-59 / 5, 39-59.
14Seaford 1986, 10-12 ofrece nuevos argumentos para revitalizar la tesis de Eitrem 1926 y 1927
según la cual Empédocles habría tomado su teoría de los cuatro elementos de los misterios. Si bien
Eitrem se fundaba en fuentes más tardías (p. e. Apul. Met. 11.23: per omnia vectus elementa), Seaford
da buenos paralelos de época clásica, como varias invocaciones del Prometeo Encadenado. Sin
embargo, más que suponer que todo proviene de los misterios, me parece más acertada la posición
de Cerri antes enunciada (cf. n. 7), es decir, que los elementos cósmicos serían un tema compartido
en diversos ritos y tradiciones.
15 Sobre la relación de Empédocles con los misterios griegos, cf. Kingsley 1995, y en especial con
171
MIGUEL HERRERO DE JÁUREGUI
- Friedlander, P. 2005: “El lenguaje poético de Empédocles” Synthesis (La Plata) 12, 59-
77.
- Gagné, R. 2006: “L’esthétique de la peur chez Empédocle”, RPhA 24.3, p. 83-110.
- Gemelli Marciano, M. L. 1990: Le metamorfosi della tradizione: mutamenti di significato e
neologismi nel Peri physeos di Empedocle, Bari.
- Herrero de Jáuregui, M. 2012: “Salvation for the wanderer: Odysseus, The Gold
Leaves, and Empedocles”, in V. Adluri (ed.), Philosophy and Salvation in Greek Religion,
Berlin-Leipzig, 4-36.
- Hershbell, J. P. 1968: “Empedocles’ Oral Style”, CJ 63, 352-357
- 1970: “Hesiod and Empedocles”, CJ 65, 145-161
- Kingsley, P. 1995: Ancient Philosophy, Mystery and Magic: Empedocles and Pythagorean
Tradition. Oxford / New York.
- Martin, A.- Primavesi, O., 1999: L'Empédocle de Strasbourg, Berlin.
- Picot, Jean-Claude. 2007: “Empedocles, fragment 115.3 : Can one of the Blessed pollute
his limbs with blood?” In S. Stern-Gillet / K. Corrigan (eds.) Reading Ancient Texts I :
Presocratics and Plato—Essays in honour of Denis O’Brien, Leiden, 41 – 56.
- — 2008. “Empédocle pouvait-il faire de la lune le séjour des Bienheureux ?” Organon
(Warszawa) 37(40): 9 – 38.
- Rashed, M. 2007: “The Structure of the Eye and its Cosmological Function in
Empedocles. Reconstruction of Fragment 84 D.-K.” S. Stern-Gillet / K. Corrigan (eds.)
Reading Ancient Texts I : Presocratics and Plato—Essays in honour of Denis O’Brien,
Leiden, 21 – 39.
- — 2008. “Le proème des Catharmes d’Empédocle. Reconstitution et commentaire.”
Elenchos 29.1: 7 – 37.
- Rosenfeld-Löffler, A. 2006: La poétique d'Empédocle, Cosmologie et métaphore, Bern-New
York.
- Santamaría, M. A. 2011. "I have reached the desired crown with swift feet" (OF 488.6),
in M. Herrero de Jáuregui et al. ed. Tracing Orpheus: Studies of Orphic Fragments in
Honour of Alberto Bernabé, 213-218. Berlin.
- Seaford, R., 1986: “Immortality, Salvation, and the Elements”, HSCP, 1-26.
- Van Groningen, B. A. 1971: “Empédocle, poète” Mnemosyne 24, 169-188.
***
172
EN LOS CAMINOS ALADOS DEL SUEÑO. PARMÉNIDES Y LA
METÁFORA DEL DORMIR Y EL DESPERTAR
1 Véanse, por ejemplo, M. Conche 1996, 67-68, Herbert Granger 2008, 14 y J. A. Palmer 1999, 22-
23.
2 M. Laura Gemelli Marciano 2008, 21-48.
3 Cfr. J. A. Palmer 2009, 61n. 37.
BERNARDO BERRUECOS FRANK
relación entre verdad y dóxa. Dicho de otro modo, se intentará llevar a cabo un
ejercicio de radicalización de la función poética en el poema de Parménides.
1. Palimpsestia homérica
174
EN LOS CAMINOS ALADOS DEL SUEÑO
Después del coloquio que tienen Penélope y el Odiseo dóxico, y tras haberlo
reconocido Euriclea por su cicatriz que, en definitiva, se constituye como un
σῆμα de su identidad, Penélope le cuenta un sueño a aquel cuya presencia no se le
presenta: Un águila llega al palacio y mata, rompiéndoles el cuello, a las 20 ocas
de Penélope, símbolo de los pretendientes y de los veinte años de ausencia
odiséica. He aquí que Penélope dice:
6 Od. 19.49=Il. 1.610: ἔνθα πάρος κοιμᾶθ', ὅτε μιν γλυκὺς ὕπνος ἱκάνοι. Od. 9.333: τρῖψαι ἐν
ὀφθαλμῷ, ὅτε τὸν γλυκὺς ὕπνος ἱκάνοι. Il. 10.96: (…) ὕπνος ἵκάνει.
7 Un escolio explica que con cuerno Homero se refería por sinécdoque a los ojos debido a que la
membrana exterior del ojo es parecida al cuerno (κερατίνην πύλην συνεκδοχικῶς τοὺς
ὀφθαλμοὺς, κερατοειδὴς γὰρ ὁ πρῶτος χιτὼν τοῦ ὀφθαλμοῦ), mientras que con marfil Homero
se estaría refiriendo a la boca, debido a que los dientes son del mismo color del marfil, de tal forma
175
BERNARDO BERRUECOS FRANK
que el pasaje vendría a decir que las cosas que se ven son más confiables que las que se dicen
(ἐλεφαντίνην δὲ τὸ στόμα, ἐλεφαντόχρωτες γὰρ οἱ ὀδόντες. ἐκ δὲ τούτων πιστότερα εἶναι τὰ
ὁρώμενα τῶν λεγομένων). Para un status quaestionis de las interpretaciones sobre este pasaje véase
Benjamin Haller, 2009, 397-417. Véanse también Rhys Carpenter (1946, 101) y Anne Amory (1966,
1–57) quien analiza el papel del cuerno como símbolo de la verdad en virtud de su transparencia en
contraste con la opacidad del marfil.
176
EN LOS CAMINOS ALADOS DEL SUEÑO
bostezo8. Este vínculo entre el χάσμα y los sueños aparece claramente expresado
en Plutarco quien hace mención de las χάσμαι ὑπνώδεις (los bostezos
somnolientos)9.
Por otra parte, la adjetivación de las puertas del proemio de Parménides como
“etéreas”, que ha llevado a algunos intérpretes, mal que les pese a los defensores
de una katabasis10, a postular su emplazamiento en el cielo11, es consecuente con
esta atmósfera onírica. Un pasaje de Eurípides lo comprueba. Dice Edipo:
8 Tanto el sustantivo χάσμα como el adjetivo ἀχανής se derivan del verbo χαίνω-χάσκω cuyo
significado, según el Liddell and Scott es «yawn», «gape», «oppening the mouth wide», y, según
Chantraine es «ouvrir la bouche», «être bouche bée», «bâiller». Para el sentido de «bostezar», véase
Platón, Cármides 169c4-5: οἱ τοὺς χασμωμένους καταντικρὺ ὁρῶντες ταὐτὸν τοῦτο
συμπάσχουσιν.
9 Mor. 45d5.
10 Cfr. Gómez Lobo 1985. Morrison (1955, 59n. 3) se limita a decir, sin aclarar más que, a partir de
13 A. 426.
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Multaque eiusdem monstra, quippe qui bellum, qui discordiam, qui cupiditatem
ceteraque generis eiusdem ad deum revocat, quae vel morbo vel somno vel oblivione
vel vetustate delentur (…) (De natura deorum, 1.28)
3. Despiertos-dormidos: Heráclito
Μνημοσύνη y Ἥβη.
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Este pasaje está más cerca de la sintaxis onírica homérica que de la sintaxis
onírica dóxica; de hecho, el pasaje se asemeja al famoso οὖλον ὄνειρον de la
Ilíada (2.6). En lugar de presentarse por la intercesión del soñador que, mediante
un acto dóxico, describe su contenido, el sueño revela y da señales; y el contenido
de esta revelación es la verdad, entendida aquí en el sentido amplio de «lo que
sucederá realmente», «el futuro» (τὰ μέλλοντα). No puede ser una casualidad
que el único sueño en las Historias que no es introducido por δοκεῖν se presente
como un mecanismo revelador de la ἀλήθεια. Esto sugiere, al nivel de los
presupuestos del discurso herodoteo, una dicotomía implícita entre ἀλήθεια y
δόξα en lo que concierne a los sueños. Pero también establece una línea de
continuidad con la tradición de las epifanías oníricas. Demostrada la sintaxis
dóxica de los sueños, faltaría ahora confirmar las conexiones posibles entre
vigilia y verdad.
5. Vigilia y verdad
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24 Para la relación entre κραίνειν y la palabra del poeta, el adivino y el rey de justicia, véase M.
Detienne 1990, 99-107.
25 Detienne 1990, 122: «Il n’ y a pas d’ Alétheia mantique sans une part d’Apaté (…)»
26 Ar., Eq. 809, schol. Pi., O. 12, schol. A., A. 491, AP. 5.166.
27 ἐκ τούτου γὰρ οἱ ὄνειροι μιγνύμενον, ὡς ὁρᾷς, τῷ ἀπατηλῷ καὶ ποικίλῳ τὸ ἁπλοῦν καὶ
sueños (VH 2.33): καὶ πλησίον ναοὶ δύο, Ἀπάτης καὶ Ἀληθείας· ἔνθα καὶ τὸ ἄδυτόν ἐστιν αὐτοῖς
καὶ τὸ μαντεῖον, οὗ προεστήκει προφητεύων Ἀντιφῶν ὁ τῶν ὀνείρων ὑποκριτής, ταύτης παρὰ
τοῦ Ὕπνου λαχὼν τῆς τιμῆς.
29 Cfr. John Gould 1955, 136. Véase también Steven S. Tigner 1970, 204-212. Claro está que hay
también algunos sueños en los diálogos platónicos que no conllevan una carga epistémica negativa
y que son de origen divino, como por ejemplo Ap. 33c, Cri. 44a-b y Phd. 60e-61a; véase Steven M.
Oberhelman 1993, 125-126.
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30 Menón 85c6-10: {ΣΩ.} Τῷ οὐκ εἰδότι ἄρα περὶ ὧν ἂν μὴ εἰδῇ ἔνεισιν ἀληθεῖς δόξαι περὶ
τούτων ὧν οὐκ οἶδε; {ΜΕΝ.} Φαίνεται. {ΣΩ.} Καὶ νῦν μέν γε αὐτῷ ὥσπερ ὄναρ ἄρτι
ἀνακεκίνηνται αἱ δόξαι αὗται·
31 476c2-d7: Ὁ οὖν καλὰ μὲν πράγματα νομίζων, αὐτὸ δὲ κάλλος μήτε νομίζων μήτε, ἄν τις
ἡγῆται ἐπὶ τὴν γνῶσιν αὐτοῦ, δυνάμενος ἕπεσθαι, ὄναρ ἢ ὕπαρ δοκεῖ σοι ζῆν; σκόπει δέ. τὸ
ὀνειρώττειν ἆρα οὐ τόδε ἐστίν, ἐάντε ἐν ὕπνῳ τις ἐάντ' ἐγρηγορὼς τὸ ὅμοιόν τῳ μὴ ὅμοιον ἀλλ'
αὐτὸ ἡγῆται εἶναι ᾧ ἔοικεν; Ἐγὼ γοῦν ἄν, ἦ δ' ὅς, φαίην ὀνειρώττειν τὸν τοιοῦτον. Τί δέ; ὁ
τἀναντία τούτων ἡγούμενός τέ τι αὐτὸ καλὸν καὶ δυνάμενος καθορᾶν καὶ αὐτὸ καὶ τὰ ἐκείνου
μετέχοντα, καὶ οὔτε τὰ μετέχοντα αὐτὸ οὔτε αὐτὸ τὰ μετέχοντα ἡγούμενος, ὕπαρ ἢ ὄναρ αὖ
καὶ οὗτος δοκεῖ σοι ζῆν; Καὶ μάλα, ἔφη, ὕπαρ. Οὐκοῦν τούτου μὲν τὴν διάνοιαν ὡς
γιγνώσκοντος γνώμην ἂν ὀρθῶς φαῖμεν εἶναι, τοῦ δὲ δόξαν ὡς δοξάζοντος; Πάνυ μὲν οὖν.
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32 Para un análisis más amplio de la compleja función del sueño en los diálogos platónicos, véase
Carlo Brillante 1996.
33 ἐπεὶ ὡς ἀληθῶς γε οὐκ ἂν δυναίμην ἀμφισβητῆσαι ὡς οἱ μαινόμενοι ἢ [οἱ] ὀνειρώττοντες
οὐ ψευδῆ δοξάζουσιν (…) Otros pasajes platónicos en los que ocurre la metáfora del sueño y la
vigilia son, por ejemplo, Plt. 278e y Prm. 164d.
34 Véase C. Brillante 1996, 14.
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Bibliografía
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1427.
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EN LOS CAMINOS ALADOS DEL SUEÑO
***
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5 O’Brian 1987, 7.
9 Mesmo em passagens, onde são usados adjetivos de menor precisão, a descrição ainda é
realística e bastante objetiva, como, por exemplo, na descrição dos mortais bicéfalos ou surdos ou
mudos. De fato, a referência é à incapacidade dos sentidos de colher a realidade com coerência,
assim como por um raciocínio duplo, com dois pesos e duas medidas, isto é, com uma mente
bicéfala.
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linguagem severa da lição. Mas, talvez por ser epílogo de uma descrição
extremamente sugestiva e fantástica, os estudiosos não quiseram ver nele um
sentido literal, preferindo uma leitura metafórica. Com efeito, já Sexto Empírico
propõe uma interpretação alegórica do proêmio e diz que as éguas são os
impulsos irracionais da alma, a via de muito conhecimento é a especulação
filosófica, as donzelas são as sensações, etc. Quando chega ao nosso verso, diz
que «o coração imóvel da verdade que bem persuade (aqui uma das variantes
das quais falávamos) corresponde à base imóvel da ciência»10. Ou seja, em sua
opinião, a alegoria se estenderia até compreender uma parte das palavras da
deusa. Infelizmente, porém, nesse verso a alegoria não convence: antes de tudo,
uma ciência com base imóvel, na Grécia e nas colônias gregas, na época de
Parmênides, ainda não existia e o ‘cientista’ ainda se diferenciava pouco do
sacerdote-poeta-mago-curandeiro; depois, e sobretudo, a verdade como imagem
do conhecimento não é uma alegoria, assim como também o coração imóvel
como base imóvel não é alegoria, são metáforas, onde isto quer dizer que a
alegoria funciona por toda a primeira parte do proêmio, mas falha exatamente no
nosso verso, pois, em 1.29 a linguagem de Parmênides muda.
E, de fato, todos os estudiosos modernos que consegui consultar tratam este
verso como uma metáfora. Em suas interpretações, eles dizem que a verdade é
algo perfeito porque uma verdade imperfeita não é uma verdade. Acrescentam
que a verdade tem um centro, que é seu núcleo mais resistente e imutável,
porque uma verdade que muda não é uma verdade eminente; este núcleo é,
então, o coração, enquanto sua imobilidade está representada pelo adjetivo
«intrépido», que não treme, que não tem medo, que resiste a qualquer ataque e
que, portanto, é estável. Para completar a imagem, temos a qualificação da
verdade, que porém chega até nós em três variantes: Simplício reporta Ἀληθείης
εὐκυκλέος11, a variante escolhida por Diels; Sexto empírico e outros, com
pequenas diferenças de lição em diferentes manuscritos, escrevem Ἀληθείης
εὐπειθέος12 e Proclo, por sua vez, escreve Ἀληθείης εὐφεγγέος13. Por razões de
espaço, não podemos examiná-las aqui como gostaríamos.
Qual das três variantes temos que aceitar para melhor traduzir nossos versos?
Por enquanto deixemos suspensa a resposta e passemos a nos ocupar com a
outra metade do verso: ἀτρεμές ἦτορ. Com raras exceções, todos os estudiosos
10 S.E. M. 7.114.2-3: «ἠμὲν Ἀληθείης εὐπειθέος ἀτρεμὲς ἦτορ”, ὅπερ ἐστὶ τὸ τῆς ἐπιστήμης
ἀμετακίνητον βῆμα.»
11 Simp. in Cael. 557.25-558.2.
12 S.E. M. 7.111.35: «ἠμὲν Ἀληθείης εὐπειθέος ἀτρεμὲς ἦτορ». Os outros são Diógenes Laércio,
Plutarco e Clemente.
13 Procl. in Ti. 1.345.15
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14 Entre as exceções, por exemplo, Casertano (1978, 15) traduz: «sia il fondo immutabile della
verità senza contraddizioni».
15 Jameson 1958, 26. Jameson afirma: «This phrase is a part of a military metaphor which, though
never precisely formulated, runs trough the Way of Truth and is peculiarly representative of
Parmenides’ feelings». Parece que Jameson conheça até mesmo os sentimentos de Parmênides, por
isso não hesita em falar em metáfora militar, ainda que não explicitamente expressa, mas apenas
latente, no texto parmenidiano. Eu penso que haja exagero, pois o texto, em minha opinião, não
sugere tal metáfora.
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18 Jameson 1958, 27. Em seu artigo, Jameson afirma que ῆτορ não é uma palavra com associações
intelectuais. Entre outras coisas, ele diz que a dúvida de Aquiles (Il. 1.188) pode ser suficientemente
explicada com um conflito emocional profundo entre orgulho e respeito pela autoridade. Pode até
ser que ‘emoção profunda’ seja suficiente, todavia e explicação de ‘ponderação’ é melhor e,
portanto, permanece o sentido de âmbito intelectual de ἦτορ.
19 Alcméon, aproximadamente contemporâneo ou de pouco anterior a Parmênides, é o primeiro
que faz referência ao cérebro como órgão das percepções e do pensamento. Antes dele, para a
fisiologia antiga, a sede do pensamento era o peito. Para esta discussão, cfr. Longrigg 1993, 47 et
passim.
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20 Veja-se, por exemplo, Smyth 1956, 314 et passim. Sendo genitivo de origem, tem sentido de
causa e não impõe a distinção entre um possível genitivo subjetivo (a verdade bem persuasiva que
tem um coração imóvel) ou objetivo, ainda que referido a πυθέσθαι.
21 Od. 4.792: «ὁππότε μιν δόλιον περὶ κύκλον ἄγωσι».
24 Th. 6.99.1.2
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27 Conexo, do lat. «Con + nexo = to join, fasten or link together» (Oxford Latin Dictionary 1968,
397); onde necto significa «to make by plainting or interweaving» (ibidem: 1166), portanto, com o
sentido de entrelaçar, trançar, atar com nós. Talvez o termo ‘conexo’ não mais nos lembra o
significado originário no qual estava incluído o sentido de redondeza e circularidade das tranças
das guirlandas e das coroas. Porém, se é a leitura poética a perder, a leitura ponderada ganha
muito, porque o sentido resulta pleno e claro.
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30 D. L. 9. 21.1-4.
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Bibliografia
Todas as citações em grego dos autores antigos são do Thesaurus Linguae Grecae.
- Burnet, J., ³1920: Early Greek philosophy, London (¹1892).
- Casertano, G., 1978: Parmenide, la scienza, l’esperienza, Napoli.
- Cordero, N. L., 1984: Les deux chemin de Parménide, Paris e Bruxelles.
- Cordero, N. L., 2005: Siendo se és, Buenos Aires.
- Curd, P., 1997: The legacy of Parmenides, New Jersey.
- Diels, H., 1897: Parmenides lehrgedicht, Berlin.
- Diels, H. – Kranz, W. 1951: Die Fragmente der Vorsokratiker, Zürich.
- Jameson, G., 1958: «“Well-rounded truth” and circular thought in Parmenides», Phronesis,
1958, vol. 3 num.1, Leiden.
- Liddell, H. G.-Scott, R.-Jones, H. S., 1996: A Greek-English lexicon, Oxford (¹1843).
- Longrigg, J., 1993: Greek Rational Medicine, London.
- O'Brian, D., 1987: Études sur Parmenides, P. Aubenque (ed.), Paris.
31 Xenoph. DK 14-16.
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202
LA LUCHA POR LA LEY: UNA NUEVA PROPUESTA DE LECTURA
DEL FRAGMENTO 22 B 44 DK DE HERÁCLITO
Raúl CABALLERO
Universidad de Málaga
- El sentido exacto de ὑπὲρ τοῦ γινομένου. ¿Qué significa «luchar por la ley
que se va haciendo»? Quizá que la lucha por la ley es un proceso abierto y
nunca acabado, siempre susceptible de nuevos desarrollos, igual que
ocurre en la propia Naturaleza. Esta lectura, sin embargo, no me parece
plenamente satisfactoria por su escasa concreción. La ‘oscuridad’ de
Heráclito nunca se traduce en una expresión vaga o imprecisa.
- La triple repetición de ὑπέρ. Esta no es imposible, pero extraña en un autor
de la economía expresiva de Heráclito.
- La ausencia de artículo delante de τείχεος: si se refiere a la muralla de la
ciudad, es un elemento físico y concreto, que requeriría la determinación
del artículo, igual que el pueblo (el pueblo concreto de Éfeso) y la ley (la ley
concreta de la polis).
1 Marcovich 1999, XII-XIV. El sintagma ὑπὲρ τοῦ γινομένου se lee también en el manuscrito D,
perteneciente a la llamada Recensio vulgata, mientras que es omitido por el primer corrector de P
(P2) y sus apógrafos (Q Co W), así como por la Editio Frobeniana (1533).
RAÚL CABALLERO
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LA LUCHA POR LA LEY
6La relación entre la unidad de los contrarios, que es el pensamiento central de Heráclito, y sus
ideas políticas está implícita en B 114: cf. Conche 1986, 219; Lledó 1994, 265s.; Caballero 2005, 18s.
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7 FGH 3.147, fr. 96: Πολέμων παρὰ Ἑρμοδώρῳ γεγράφθαι φησί· ὑποδήματα δὲ φορεῖν τὴν
ἐλευθέρην σκυδικὰς καὶ μασθλητινάς. Cf. Ps.-Heraclit., Epist. 3; Epist. 7.1, 7.9; Epist. 8.1, VIII 2;
Epist. 9.1, 9.6.
8 No es este el lugar para discutir sobre la posible localización histórica de estos sucesos, asunto
que ya hemos tratado en Caballero 2008, 9-21. Cf. también Senzasono 1996 y Mouraviev 2003, 137-
140. Lo que importa tener en cuenta es que la evolución política de Éfeso conoció impulsos
democratizadores en tres períodos distintos de la vida de Heráclito: a) El estallido de la rebelión
jonia, con la deposición de los tiranos y la instauración de regímenes isonómicos en las ciudades
jonias (499-498, cf. Hdt. 5.38); b) La instauración de regímenes ‘democráticos’ por parte de
Mardonio en Jonia una vez derrotada la rebelión antipersa (492, cf. Hdt. 6.43); c) La entrada de las
ciudades jonias en la Liga ático-délica liderada por Atenas (478).
9 García Calvo 1985, 269s.
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13Si bien en el caso de Solón esta lectura reposa sobre el examen autóptico que hizo Wilcken del
papiro Lond. 131, que conserva la Constitución de los atenienses de Aristóteles, el único testimonio
del que disponemos para esta parte inicial del poema elegíaco de Solón (Ath. 5). Aunque hay otras
conjeturas, esta es la que retienen casi todos los editores y ninguna de las variantes propuestas
posteriormente (καρφομένην Diels ap. Blass3: ‘marchita’; καιομένην Hudson-Williams: ‘en
llamas’, cf. Lisias 33.7) mejora las dos lecturas más plausibles que pueden extraerse del papiro:
‘postrada, puesta de rodillas’ (κλινομένην Wilcken) y ‘masacrada’ (καινομένην Blass3).
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210
LA LUCHA POR LA LEY
15 Aunque no es seguro que formen un solo cuerpo, este dístico suele editarse en unión con el
siguiente, lo que le daría un significado netamente político: εἶμι παρὰ στάθμην ὀρθὴν ὁδόν,
οὐδετέρωσε / κλινόμενος· χρὴ γάρ μ' ἄρτια πάντα νοεῖν. / πατρίδα κοσμήσω, λιπαρὴν πόλιν,
οὔτ' ἐπὶ δήμωι / τρέψας οὔτ' ἀδίκοισ' ἀνδράσι πειθόμενος. En cualquier caso, ambos dísticos
tienen una impronta claramente soloniana, hasta el punto de que Bergk los atribuyó al poeta
ateniense.
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de ὑπὲρ τοῦ κλινομένου y solo tiene sentido si, igual que ὑπὲρ τοῦ νόμου,
depende directamente de μάχεσθαι. Pero, incluso en este caso, plantearía
problemas: primero, la triple ocurrencia de ὑπέρ, que parece excesiva en un
autor de la economía expresiva de Heráclito; y, en segundo lugar, el
sentido de la preposición en el sintagma ὑπὲρ τείχεος, del que no se
conserva ningún ejemplo anterior al siglo IV a.C. con el significado de «en
defensa de la(s) muralla(s)», y solo se usa con el significado de «por encima
de la(s) muralla(s)»16 o «al otro lado de la(s) muralla(s)»17.
Bibliografía
***
Gorg. fr. B 11a.12 DK: ἀλλ' ὑπὲρ τειχέων <διὰ> κλίμακος; Cf. Thuc. 2.76.4: ἀπὸ κεραιῶν δύο
16
<πόδα>.
212
LOS AKOUSMATA PITAGÓRICOS Y LAS LAMINILLAS ÓRFICAS
DE ORO
Los akousmata son breves frases en las que los pitagóricos expresaban ideas o
prescripciones1. También se llamaron σύμβολα y αἰνίγματα. Es probable que
estas frases, a menudo semejantes a sentencias o máximas, circularan en un
principio oralmente. Con el tiempo fueron recogidas por escrito en colecciones2,
que luego pasaron a las biografías de Pitágoras de Diógenes Laercio, Porfirio y
Jámblico. Éste último (VP 18.82) señaló que había tres clases de akousmata, en una
división que quizá se remonte a Aristóteles (Burkert 1972, 173): los que definen
algo (τί ἐστι, como «¿Qué son las Islas de los Bienaventurados? El sol y la luna»);
los que determinan qué es aquello que posee una cualidad en mayor grado
dentro de un grupo (τὰ δὲ τί μάλιστα, como: «¿Qué es lo más justo? Sacrificar»)
y los que prescriben qué se debe hacer o no hacer (τί πρακτέονἢ οὐ πρακτέον)3.
Algunas de las máximas del primer y segundo grupo se asemejan a las del
tercero por tener un contenido moral, ya que a veces definen qué es lo justo o lo
más justo. Por tanto, muchos de los akousmata ofrecían pautas de conducta,
definían la “vida pitagórica”, o Πυθαγορεῖος τρόπος, del que habla Platón (R.
530d). Son expresiones de sabiduría vital semejantes a los proverbios que
circularon oralmente en época arcaica, como las máximas de los Siete Sabios
(muchas de las cuales hablan de lo más destacado dentro de un grupo, en lo que
se parecen a los akousmata del segundo tipo, como ya vio Jámblico, VP 83).
1 Sobre los acoúsmata pitagóricos, ver Boehm 1905, Delatte 1915, 269-312, Guthrie 1962, 183-192,
Burkert 1972, 166-192, Parker 1983, 294-299, Thom 1994, Riedweg 2002a, 89-93, 99-105, Struck 2004,
96-104, Vítek 2009.
2 Vítek 2009, 265-266 ha postulado con buenas razones que el primer compilador de los
akousmata pudo ser Aristóxeno de Tarento.
3 πάντα δὲ τὰ οὕτως <καλούμενα> ἀκούσματα διῄρηται εἰς τρία εἴδη· τὰ μὲν γὰρ αὐτῶν τί
Vítek (2009, 246) ha ofrecido una interesante división de los akousmata en:
doctrinales4, éticos, dietéticos, religiosos y rituales. El grupo más nutrido es éste
último. Se han encontrado paralelos para algunos de estos akousmata rituales, por
ejemplo en Hesíodo, como las exhortaciones a no orinar enfrente del sol, TD 727,
y de no cortarse las uñas durante el sacrificio, 742-743, lo que indica que son
anteriores a Pitágoras. Parece probable que estas normas formaron parte desde
pronto de las enseñanzas atribuidas al maestro (si realmente él las enseñó quizá
no es posible saberlo), ya que resulta difícil que se añadieran preceptos de este
tipo a un corpus de normas religiosas o éticas.
Algunas de estas normas, las hesiódicas y las pitagóricas, se refieren a esferas
poco dignas de la vida humana, como la evacuación, el cortado de uñas o el
lavado. Al ser expresión de supersticiones varias, ya desde la Antigüedad, al
menos desde la época helenística, se pensó que debían tener un significado
simbólico, ya que el literal parecía demasiado extravagante o incomprensible.
Esta idea provocó que se buscaran explicaciones, que a veces acompañan a los
akousmata. A través de estas explicaciones o de interpretaciones alegóricas las
normas rituales fueron transformadas en exhortaciones éticas o religiosas,
carentes del elemento supersticioso o mágico. Sin embargo, encontramos
interpretaciones diferentes para los mismos akousmata y sólo los de tipo ritual se
consideraron simbólicos, lo que parece indicar que éstos, como todos, en realidad
tenían un significado literal, y que las interpretaciones son secundarias.
El primer autor que dio a estas máximas el nombre de akousmata fue Jámblico.
Es probable que anteriormente se llamaran σύμβολα. La primera vez que se
testimonia el término en relación a estas máximas es en el título Interpretación de
los símbolos pitagóricos, de Anaximandro de Mileto el Joven5. En las épocas arcaica
y clásica, el término σύμβολον significa «lo que se pone junto, lo que coincide»,
en alusión a la mitad de un objeto que se parte en dos y se entrega a cada una de
las partes que han hecho un acuerdo. El sentido primero de σύμβολον es por
tanto el de aquello que marca un acuerdo. Como señala Struck (2004, 100), parece
que los pitagóricos usaron σύμβολα como signo de su pertenencia al grupo de
seguidores de Pitágoras. Según Aristóxeno de Tarento (ap. D. L. 8.16), cuando el
maestro observaba que alguien empleaba estos símbolos, lo incluía en su grupo:
ἱκανός τε γὰρ ἦν φιλίας ἐργάτης τά τ' ἄλλα καὶ εἴ τινα πύθοιτο τῶν
συμβόλων αὐτοῦ κεκοινωνηκότα, εὐθύς τε προσηταιρίζετο καὶ φίλον
κατεσκεύαζεν.
4 Entre éstos, pueden distinguirse algunos de tipo cosmológico: como los que afirman que el mar
es la lágrima de Crono o los planetas los perros de Perséfone.
5 Suda, s. v. Ἀναξίμανδρος.
214
LOS AKOUSMATA PITAGÓRICOS Y LAS LAMINILLAS ÓRFICAS DE ORO
Y Jámblico llega a decir que los pitagóricos usaban los σύμβολα como códigos
secretos:
ἐπὶ δὲ τῶν θυραίων καὶ ὡς εἰπεῖν βεβήλων, εἰ καί ποτε τύχοι, διὰ
συμβόλων ἀλλήλοις οἱ ἄνδρες ᾐνίττοντο, ὧν ἴχνος ἔτι νῦν [ὧν]
περιφέρονται τὰ θρυλλούμενα.
En cuanto a los de fuera, y por así decir, profanos, si alguna vez aparecía
uno, los hombres se hablaban en clave mediante símbolos, de los que
queda huella todavía hoy en las habladurías que circulan.
Los pitagóricos y los órficos compartían un modo de vida que iba encaminado
a mantener la pureza. Ellos hacen permanente lo que era una exigencia temporal
para participar en ciertos ritos, como los Misterios de Eleusis6. Esta pureza se
mantenía mediante la abstención del derramamiento de sangre y de ciertos
alimentos, como la carne o las habas. La conservación o pérdida de pureza debía
conllevar sus consecuencias, probablemente ligadas a la vida después de la
muerte y a la reencarnación. El puro sin duda obtendría un mejor destino que el
impuro.
Estas concepciones se reflejan en las laminillas órficas, preciosos testimonios
sobre las ideas escatológicas de los órficos7. En varias laminillas, lo primero que
el alma del difunto dice ante Perséfone es: «vengo pura de entre puros»8. Esta
6 Parker 1983, 297, que cita D. L. 8.33: ἀπέχεσθαι... καὶ τῶν ἄλλων ὧν παρακελεύονται
καὶ οἱ τὰς τελετὰς ἐν τοῖς ἱεροῖς ἐπιτελοῦντες. «What was appartently [Pythagoras'] innovation,
and a drastic one, was to change temporary abstinence, confined to the period preceding a ritual
act, into permanent rules of life on which salvation depended».
7 Véanse las ediciones y comentarios de Graf-Johnston 2004 y Bernabé-Jiménez 2008, y los
estudios recogidos en Edmonds 2001.
8 Turios, “Timpone piccolo”, OF 488.1: Ἔρχομαι ἐκ κοθαρῶ<ν> κοθαρὰ, χθονί<ων>
βασίλεια; Turios “Timpone piccolo”, OF 489.1: Ἔρχομα<ι> ἐ<κ> κα<θα>ρῶν {σχονων} καθαρά,
215
MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ
ἕτεροι δὲ τῶν αὐτῶν τούτων τὰς ἀρχὰς δέκα λέγουσιν εἶναι τὰς κατὰ
συστοιχίαν λεγομένας, πέρας [καὶ] ἄπειρον, περιττὸν [καὶ] ἄρτιον, ἓν
[καὶ] πλῆθος, δεξιὸν [καὶ] ἀριστερόν, ἄρρεν [καὶ] θῆλυ, ἠρεμοῦν [καὶ]
κινούμενον, εὐθὺ [καὶ] καμπύλον, φῶς [καὶ] σκότος, ἀγαθὸν [καὶ]
κακόν, τετράγωνον [καὶ] ἑτερόμηκες
Otros de éstos mismos dicen que los principios son diez, que enuncian en
columnas paralelas: límite, ilimitado; impar, par; uno, pluralidad;
derecho, izquierdo; masculino, femenino; en reposo, en movimiento;
recto, curvo; luz, oscuridad; bueno, malo; cuadrado, oblongo.
Porfirio (VP 38-39) testimonia que Pitágoras, entre los opuestos, llamaba al
mejor mónada, luz, derecho, permanente y recto; al peor, díada, tiniebla,
216
LOS AKOUSMATA PITAGÓRICOS Y LAS LAMINILLAS ÓRFICAS DE ORO
izquierdo, desigual, circular y móvil9. Por otro lado, Hermipo (ap. Joseph. Ap.
1.114) habla de la abstención de las aguas que producen sed (διψίων ὑδάτων
ἀπέχεσθαι). El mismo autor conserva otro σύμβολον: «no deben hacerse
ataúdes del ciprés, porque es el material del trono de Zeus». Independientemente
de la razón (que puede ser tardía), es claro que el ciprés debe ser evitado, en
especial en contexto funerario, como ocurre con las laminillas citadas, donde el
ciprés está asociado a la fuente del Olvido, a la que ni siquiera hay que
acercarse10. Es muy significativo un pasaje de Jámblico que contiene varios
elementos presentes en estas laminillas:
Encontramos la misma idea de que hay que evitar la dirección izquierda, los
caminos concurridos y cierto tipo de agua, pues están relacionados con los
impuros. Estos tabúes, si son antiguos, parece que fueron adaptados por los
órficos a su visión del Más Allá.
Para el locus corruptus de una laminilla de Turios OF 487.2
ΔΕΞΙΟΝΕ*ΘΙΑΣΔΕΞΙ̣ΝΑΙ (Pugliese Carratelli 1993, 60) he propuesto la siguiente
lectura: δεξιὸν ἐϲ̣ θίαϲ<ον> δεῖ {ξ} <ϲ᾿> ἰ<έ>ναι, es preciso que vayas al tíaso de la
derecha.
La formulación de una orden con δεῖ es más propio de la prosa que de la
poesía, pero pudo estar influido por el estilo de las máximas pitagóricas, que
emplean a menudo este verbo:
9 ἐκάλει γὰρ τῶν ἀντικειμένων δυνάμεων τὴν μὲν βελτίονα μονάδα καὶ φῶς καὶ
δεξιὸν καὶ ἴσον καὶ μένον καὶ εὐθύ, τὴν δὲ χείρονα δυάδα καὶ σκότος καὶ ἀριστερὸν καὶ ἄνισον
καὶ περιφερὲς καὶ φερόμενον.
10 Ap. D. L. 8.10, también en Iambl. 153-156.
11 Esta prohibición también está en Phil. Quod omnis probus 1.
217
MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ
ἐπὶ κολάσει γὰρ ἐλθόντας δεῖ κολασθῆναι. θύειν χρὴ ἀνυπόδητον καὶ
πρὸς τὰ ἱερὰ προσιέναι. εἰς ἱερὸν οὐ δεῖ ἐκτρέπεσθαι· οὐ γὰρ
πάρεργον δεῖ ποιεῖσθαι τὸν θεόν (18.85).
Conclusión
Los puntos en común que hemos señalado entre tabúes pitagóricos y textos
órficos muestran que ambos movimientos se desarrollaron a partir de bases
parecidas y en un contexto próximo, el de la Magna Grecia. Parece que elementos
más primitivos y cercanos a la superstición, plasmados en los akousmata, fueron
convertidos por los órficos en imágenes poéticas de especial eficacia, como el
ciprés blanco, la fuente del Olvido, más concurrida, y el camino más lejano y
escondido que llevaba a la fuente de la Memoria. Es un ejemplo más de la
interrelación entre estos dos movimientos a veces difíciles de deslindar hasta
para los mismos antiguos.
Bibliografía
218
LOS AKOUSMATA PITAGÓRICOS Y LAS LAMINILLAS ÓRFICAS DE ORO
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***
219
PARTE 3: CUESTIONES GENERALES SOBRE LA FILOSOFÍA GRIEGA
PREPLATÓNICA
¿HAY VOLUNTAD EN LA FILOSOFÍA GRIEGA?
Nadie puede negar que la noción de voluntad tiene una gran relevancia
antropológica y ética. Homines sunt voluntates: los hombres son (sus)
voluntades, es decir, lo más característico de un hombre (varón o mujer) o lo que,
de algún modo, integra y dinamiza todas sus energías, es su voluntad. Este viejo
aforismo, atribuido a Agustín de Hipona1, expresa lacónicamente la importancia
antropológica de nuestro tema. Tomás de Aquino también la expresa en esta
aserción categórica: “el acto de la voluntad es el acto del hombre”2.
Ciertamente, el problema de la voluntad ha sido y sigue siendo un problema
capital de la filosofía. El mismo Agustín plantea dos preguntas distintas acerca
del ser humano: ¿qué es el hombre?3 y ¿quién es el hombre?4 Son preguntas
siempre abiertas que nos sitúan ante la existencia y la libre actividad de un ser
peculiar que, desde hace milenios, es un enigma (e incluso un misterio) para sí
mismo. Cada vez que nos interrogamos acerca de lo que somos –acerca de la
estructura o constitución del hombre y su lugar en el cosmos, pero también
acerca de su existencia temporal: su acción en el mundo (su actividad ad extra) y
su vida interior (su actividad ad intra)–, hemos de plantearnos el problema de la
libertad (la cuestión de si somos o no, en realidad, libres, y, si nuestra libertad es
real, qué sentido puede tener: por qué y para qué somos libres) y preguntarnos
por el sentido o significado de la acción humana.
1 Cfr. V.-J. HERRERO, Diccionario de expresiones y frases latinas, Gredos, Madrid 1980, p. 104, n. 1832.
Hay otros aforismos clásicos y modernos que expresan también la importancia de la voluntad en la
orientación práctica de la vida; por ejemplo, esta sentencia, también agustiniana: “donde hay una
voluntad, hay un camino”; cfr. M. DJUTH, “Where There’s is a Will, There is a Way: Augustin on the
recta via and the Good Will’s Origin before 396”, in The University of Dayton Review, 22, n. 3 (summer
1994), pp. 237-250.
2 “(…) actus voluntatis est actus hominis” (TOMÁS DE AQUINO, In II Sent., d. 7, q. 2, a. 1, ad 2).
3 “Quid ergo sum, Deus meus? Quae natura sum?” (AGUSTÍN DE HIPONA, Confessiones, X, 17).
Cuando se trata de la filosofía griega, estamos siempre ante las fuentes del
pensamiento europeo. Es indudable que los conceptos fundamentales de la
filosofía occidental fueron acuñados en la antigua Grecia. Seguramente, hay muy
pocas excepciones7. Ciñéndonos al campo de la antropología filosófica y al tema
del alma humana, ¿qué podemos decir de la noción de voluntad? ¿Es una noción
original del pensamiento griego, o se trata más bien de un descubrimiento
realizado en otro horizonte del pensar –sea el romano, el cristiano o el moderno?
Ciertamente, en la lengua griega encontramos varias expresiones que apuntan
directamente a esta noción. En el campo semántico del deseo y el querer,
podemos destacar términos como boúlesis, thélesis y proaíresis.
Sin embargo, si examinamos el estado de la cuestión, vemos que ciertos
helenistas muy reconocidos afirman que estamos ante una notable laguna del
pensamiento griego: no encontramos una concepción clara de la libre voluntad.
R. Alvira reconoce que “poco o muy poco sabemos acerca de la voluntad. La
filosofía griega, fuente originaria de nuestro pensamiento occidental, no se
persona, así como la noción jurídica de persona, fueron acuñados en el mundo clásico. Ahora bien,
el concepto metafísico es de origen cristiano: se elabora en un contexto teológico, durante la
elaboración de la doctrina acerca de la Trinidad divina y la controversia cristológica. En ese
proceso, fue clave la distinción entre persona y naturaleza
224
¿HAY VOLUNTAD EN LA FILOSOFÍA GRIEGA?
8 R. ALVIRA, Reivindicación de la voluntad, Eunsa, Pamplona 1988, p. 56. (El paréntesis es mío). “El
gran Desconocido” o “la Persona olvidada” (de la Trinidad) es una expresión que algunos autores
cristianos han usado para referirse al Espíritu Santo, puesto que la teología clásica y la literatura
espiritual se han ocupado más del Padre y del Hijo. Análogamente, la voluntad sería “la gran
desconocida” o “el pariente pobre” si se compara con el entendimiento o intelecto, mucho más
estudiado por la tradición filosófica clásica y moderna.
9 Algunas de tales experiencias han sido magistralmente expresadas en las epístolas del apóstol
Pablo; sobre todo, en su Epístola a los romanos, redactada entre los años 54 y 58 d. C.
10 H. ARENDT, La vida del espíritu, Paidós, Barcelona 2002, p. 239. (El paréntesis es mío). Parece que
conception of the will” (W. D. ROSS, Aristotle, Methuen, London, 5ª ed. 1949, p. 199).
225
JAVIER GARCÍA-VALIÑO ABÓS
mismo Ross no está enteramente de acuerdo con esta tesis, puesto que él
considera que la noción aristotélica de προαίρησις es una notable “tentativa” de
formular una noción de la voluntad, aunque no lo haya logrado con éxito. Por su
parte, Gauthier afirma rotundamente: “en la psicología de Aristóteles, la
voluntad no existe”12. Más recientemente, MacIntyre ha sostenido la misma
posición con respecto a todo el pensamiento antiguo pre-cristiano: “Aristóteles,
como cualquier otro autor antiguo pre-cristiano, no tenía un concepto de la
voluntad, y no hay espacio conceptual en su esquema para tan extraña noción en
sus explicaciones del defecto y el error”13
Oswald Spengler, que atribuye a la noción de voluntad una gran importancia
vital, cultural y filosófica, considera que no hay voluntad en el hombre antiguo y
que, consiguientemente, no hay en las lenguas antiguas una palabra específica
para designar esa “energía de la dirección” que es la voluntad: “el hombre
antiguo, todo presente, carece también de esa energía de la dirección que domina
nuestra imagen del mundo y del alma, que compendia todas las impresiones
sensibles en un disparo hacia la lejanía, todas las experiencias íntimas en el
sentido del futuro. El hombre antiguo no tiene voluntad. Lo confirma la idea
antigua del sino (...). El concepto de ‘voluntad’ (...) los griegos no lo conocían (...).
En los idiomas antiguos falta la denominación (...) de ésta [de la voluntad]”14.
Estimo que este juicio de Spengler sobre el hombre antiguo es exagerado.
Más recientemente, M. A. Dihle y J. de Romilly han sostenido una tesis similar
con respecto al mundo griego antiguo15.
Sostengo, con H. Arendt, que “antes del surgimiento de la cristiandad, no
encontramos la noción de una facultad espiritual que se corresponda con la
libertad, como la facultad del intelecto se corresponde con la verdad”16. Se trata
de “una extraña laguna en la lengua y el pensamiento griegos”17. Seguramente, la
razón de esta laguna está, en primer lugar, en que los griegos no llegan a
descubrir una instancia tendencial o apetitiva que, siendo un principio intrínseco
12 “In the psychology of Aristotle the will does not exist” (R. A. GAUTHIER y J. Y. JOLIF, Aristote:
L’Éthique à Nicomaque, Publications Universitaires, Lovaina, 2ª ed. 1970, “Commentary”, p. 218).
13 “Aristotle, like every other ancient pre-Christian author, had no concept of the will and there is
no conceptual space in his scheme for such an alien notion in the explanations of defect and error”
(A. C. MacINTYRE, Three Rival Versions of Moral Inquire, Notre Dame University Press, Notre Dame
1990, p. 111).
14 O. SPENGLER, La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la historia universal (trad.
esp.: Manuel García Morente), Calpe, Madrid 1923, tomo I, vol. II, pp. 143-144. Las cursivas son
mías.
15 Cfr. M. A. DIHLE, The Theory of Will in Classical Antiquity, Berkeley-Los Ángeles-Londres
1982, p. 18; J. DE ROMILLY, “Patience, mon coeur”. L’essor de la psychologie dans la littérature
grecque classique, Paris, 1984, p. 16.
16 H. ARENDT, La vida del espíritu, Paidós, Barcelona 2002, p. 241.
17 Ibid., p. 289.
226
¿HAY VOLUNTAD EN LA FILOSOFÍA GRIEGA?
18 J.-P. VERNANT y P. VIDAL-NAQUET, Mito y tragedia en la Grecia antigua, Taurus, Madrid 1987, vol.
I, pp. 46-47.
19 Para una exposición de esta tesis, cfr. N. W. GILBERT, “The concept of the will in early Latin
virtus; es una denominación que indica una disposición práctica, externa y visible, la gravedad de
una realidad humana. Nosotros empleamos en tales casos la palabra 'energía'. La voluntad de
Napoleón y la energía de Napoleón son cosas muy diferentes –como, por ejemplo, la fuerza
ascensional [es muy diferente de] el peso–. (...) César no es un hombre de voluntad, en el sentido de
Napoleón. Característico es el lenguaje del derecho romano, que mejor que la poesía expresa con
espontaneidad el sentimiento fundamental del alma romana. El propósito se dice animus (animus
occidendi); el deseo que se endereza a lo punible, dolus, por oposición a la involuntaria lesión del
derecho (culpa). Voluntas no aparece como expresión técnica (del derecho romano)” (O. SPENGLER,
La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la historia universal: trad. esp.de Manuel
García Morente, Calpe, Madrid 1923, tomo I, vol. II, p. 144, nota al pie). El último paréntesis es mío.
21 J. SÁNCHEZ LASSO DE LA VEGA, “El concepto del hombre y el humanismo en la época
helenística”, en el volumen colectivo El concepto del hombre en la antigua Grecia, Madrid 1955, p. 118,
nota 26.
227
JAVIER GARCÍA-VALIÑO ABÓS
2.1. Platón
22 “The translation is justified by the fact that velle and voluntas in Ciceronian Latin correspond
fairly well in their non-technical uses to and in Greek” (T. H. IRWIN, “Who
discovered the Will?”, en AA. VV., Philosophical Perspectives, 6. Ethics, edited by James E. Tomberlin,
California State University, Northridge 1992, p. 456). Las cursivas son mías.
23 Vernant, J.-P., y Vidal-Naquet, P., Mito y tragedia en la Grecia antigua, Taurus, Madrid 1987; cap.
228
¿HAY VOLUNTAD EN LA FILOSOFÍA GRIEGA?
2.2. Aristóteles
229
JAVIER GARCÍA-VALIÑO ABÓS
Pero es indudable que prepara y allana el camino que, por varios conductos –
principalmente, los estoicos Crisipo y Epicteto y el peripatético Alejandro de
Afrodisia, en diálogo crítico con la escuela estoica–, permitirá comprender cada
vez mejor el papel de la voluntad en relación con la libertad humana y otras
instancias antropológicas (apetitivas y cognoscitivas), e incluso hacer posible
(filosóficamente) el concepto mismo de voluntad tal y como se entiende en el
ámbito del cristianismo. De hecho, Tomás de Aquino considera que en
Aristóteles hay una teoría coherente sobre la voluntad, heredando la traducción
tradicional de boulesis por voluntas (hecha por Cicerón) y de proairesis por electio.
26 “This is not to deny that the early Stoic concept of assent (), and in its wake, the
Epictetan concept of , are essential both for the development of the concept of the will
and for the problem of the compatibility of determinism and moral responsibility” (S. BOBZIEN,
Determinism and Freedom in Stoic Philosophy, Oxford University Press, Oxford 2001, p. 13).
27 “(…) finally a faculty of the will is introduced (no doubt influenced again by Epictetan concept
of , and, that is, indirectly by the early concept of assent) to warrant the independence of
human evil deeds from god´s providence and creation” (S. BOBZIEN, Determinism and Freedom in
Stoic Philosophy, Oxford University Press, Oxford 2001, p. 411-412). Las cursivas son mías.
230
¿HAY VOLUNTAD EN LA FILOSOFÍA GRIEGA?
noción de una voluntad libre con el problema del mal: “la necesidad de una
voluntad libre llega a ser acuciante en la filosofía platónica y cristiana, en el
contexto de los problemas de cómo entró el vicio (o el pecado) en el mundo y
cómo la providencia de Dios y su presciencia del futuro es compatible con la
responsabilidad humana”28.
En este último punto pienso que Bobzien se equivoca. Según la teología
cristiana, no es preciso garantizar aquella independencia, porque el mal ha sido
permitido (y previsto) por Dios, y tiene un sentido en la misma providencia
divina. En efecto, en la visión cristiana, aunque Dios no quiere (ni puede querer)
el mal o el pecado, lo permite porque respeta la libertad del hombre, querida por
Él en su designio de creación, y también para manifestar su compasión y
misericordia con los hombres y, en el momento oportuno (en el tiempo o en la
eternidad), suscitar, con ocasión del mal, un bien mayor, según su omnipotencia
y su designio de salvación: el mysterium salutis.
En esta indagación de los orígenes de una facultad de la libre voluntad en el
pensamiento cristiano antiguo, pienso que Bobzien acierta al destacar la
importancia del carácter inmaterial del alma: en consonancia con la tradición
platónica, “los primeros pensadores cristianos (…) tenían la ventaja de un alma
inmaterial que hacía posible, para la acción humana, llegar a ser independiente
de la cadena de causas materiales”29 que determinan el curso de todas las cosas
naturales30.
28 “The need for a free will becomes pressing in Platonist and Christian philosophy, in the context
of the problems of how vice entered the world, and how god´s providence and foreknowledge of
the future is compatible with human responsibility” (S. BOBZIEN, Determinism and Freedom in Stoic
Philosophy, Oxford University Press, Oxford 2001, p. 412). El paréntesis es mío.
29 “Early Christian thinkers (…) had the advantage of an immaterial which made it possible for
human action to become independent of the network of material causes” (S. BOBZIEN, Determinism
and Freedom in Stoic Philosophy, Oxford University Press, Oxford 2001, p. 411). Las cursivas son
mías.
30 Para la cuestión del origen del problema de la libre voluntad en la antigüedad, cfr. S. BOBZIEN,
“The inadvertent conception and late birth of the free-will problem”, en Phrónesis, 43, pp. 133-175.
231
JAVIER GARCÍA-VALIÑO ABÓS
3. Conclusión
31 Cfr. J. DE ROMILLY, “Patience, mon coeur”. L’essor de la psychologie dans la littérature grecque
classique, Paris 1984, p. 16.
32 Cfr., en particular: H. ARENDT, The Life of the Mind, Harcourt Brace & Company, San Diego,
Nueva York y Londres 1978: segunda parte (“Willing”), cap. II, sección 10: “Augustine, the first
philosopher of the Will”; A. DIHLE, The Theory of the Will in Classical Antiquity, University of
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232
¿HAY VOLUNTAD EN LA FILOSOFÍA GRIEGA?
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¿HAY VOLUNTAD EN LA FILOSOFÍA GRIEGA?
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- Kenny, A., The metaphysics of mind, Oxford University Press, Oxford 1992.
- Kenny, A., Aquinas on mind, Routlegde, London and New York 1993. (Trad. castellana:
Tomás de Aquino y la mente, Herder, Barcelona 2000).
- Vernant, J.-P., y Vidal-Naquet, P., Mito y tragedia en la Grecia antigua, Taurus, Madrid
1987; cap. 3: “Esbozos de la voluntad en la tragedia griega”, pp. 45-77.
- Wadell, P. J., The primacy of love: an introduction to the ethics of Thomas Aquinas, Paulist
Press, New York 1992. (Edición en lengua castellana: La primacía del amor: una
introducción a la ética de Tomás de Aquino, Palabra, Madrid 2002).
***
235
DISCURSOS SOBRE EROS: LOS EROTIKOI LOGOI EN LA
LITERATURA SIMPOSIACA-FILOSÓFICA GRIEGA
del Banquete para aludir a que «en los discursos sobre el amor dice, como
sabemos, que los amantes, a causa de la vehemencia de su amor, desean unirse y
convertirse ambos, de dos que eran en uno». Por último, en el décimo Diálogo de
las heteras de Luciano una tal Dróside se queja de que su amante Clinias no la
visite y pase los días con un tal Aristéneto que «lee en su compañía los discursos
eróticos que los antiguos filósofos dedicaban a sus alumnos» (X, 4). Como puede
apreciarse por estos cuatro testimonios, los erotikoi logoi llegaron a ser un género
literario presente en la literatura griega desde finales del s. V a. C. hasta el final
de la Antigüedad (más o menos en el siglo IV d. C.) Son, pues, mil años de
existencia de un género practicado por multitud de autores.
238
DISCURSOS SOBRE EROS
239
MARCOS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ
b) En el caso del Fedro los discursos que nos interesan para nuestro catálogo
son tres:
El de Lisias (230e-234c). Fedro, el protagonista del diálogo, le presenta a
Sócrates un discurso del orador Lisias (ca. 458.380 a. C.), del que se discute
si realmente se trata de un discurso del gran orador ateniense o es una
recreación platónica en tono de parodia. El discurso en sí parte de la
proposición del principio de que «hay que conceder los favores al que no
ama antes que al que ama» (227c). Los argumentos se agrupan en torno a
cuatro grandes axiomas, más o menos expresos, que señalan aspectos
negativos del enamorado: los enamorados están enfermos y su amor dura
lo que su deseo; los enamorados dejan traslucir sus sentimientos, lo que es
un inconveniente para la moralidad vigente; la amistad perdura menos con
un enamorado y, por último, los enamorados no hacen mejores a sus
amados. El discurso termina con el tema de la firmeza de la amistad que
nada tiene que ver con el deseo.
Primer discurso de Sócrates (237a-241d). En esta primera intervención de
Sócrates se parte de una primera definición: Eros es un deseo (287d). Pero
este deseo está sustentando en dos principios que hay en nosotros y nos
arrastran, uno es un deseo natural de gozo (un deseo como sensatez) y el
otro es el deseo como desenfreno, un empuje hacia el amor que entra por
los sentidos para llegar al mundo cognoscible y poder observar así la
verdad.
Segundo discurso de Sócrates (244a-257b). Aquí nos habla Sócrates de una de
las formas más intensas de locura: la locura amorosa, en la que distingue la
locura como enfermedad humana y la locura como inspiración divina (que
se puede subdividir, a su vez, en profética, como la de Apolo, místico-
ritual, como la de Dioniso, poética, como la de las Musas y la del deseo
corporal, como la de Afrodita y Eros). En este segundo discurso Sócrates
3 Véase la traducción de M. Martínez (VC Gredos, 93, 1986) y de F. García Romero (Alianza
Editorial, Marid, 1989).
240
DISCURSOS SOBRE EROS
representa el alma humana alada, como una alegoría de un carro tirado por
dos caballos y conducido por un auriga, que constituye una de las páginas
maestras de Platón4.
3.4. Demóstenes (384-322 a. C.). Entre los discursos del más brillante orador
ateniense está uno, considerado por algunos estudiosos como apócrifo (el 61),
que lleva por título Erótico o Discurso sobre el amor, en el que, en el estilo de la
oratoria epidíctica o de aparato, intenta reconciliar puntos de vista mantenidos
por Isócrates, combinando las consideraciones de Lisias sobre el amor y el
idealismo del Sócrates platónico. El discurso tiene como parte central el elogio
del joven Epícrates, dentro de unas estrictas reglas: distinción entre belleza del
cuerpo y virtud del alma, entre dotes naturales y virtudes adquiridas, etc. No
obstante, la cuestión central del discurso versa sobre la tesis de que un amante
justo no haría ni exigiría hacer nada vergonzoso. El discurso suele datarse en la
segunda mitad del s. IV a. C6.
4 Véase la traducción de E. Lledó para los tres discursos (BC Gredos, 93, 1986, págs. 289-413) y la
de J. L. Calvo para el discurso de Lisias, (BC Gredos, 209, 1995, Discurso XXXV, págs. 313-326).
5 Véase la traducción de J. Zaragoza (BC Gredos, 182, 1993, págs. 295-356).
6 Véase la traducción de A. López Eire (BC Gredos, 87, 1985, págs. 307-336).
241
MARCOS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ
3.5. Plutarco (46-120 d. C.). Este gran y prolífico escritor de Queronea (Beocia),
biógrafo, historiador y filósofo moral, tiene en su inmensa producción literaria
dos obras de tipo simposiaco, como son El banquete de los siete sabios y las Charlas
de sobremesa, que, sin embargo, no tocan nuestra temática. Sólo la segunda, en el
libro I, cuestión quinta, que aborda el tema De por qué se dice lo de «Eros hace a uno
poeta», pudiera relacionarse con el asunto que estamos abordando, pero su forma
de diálogo entre varios personajes lo deja fuera de los discursos eróticos que
estamos seleccionando. Pero tiene una tercera obra, el diálogo Erótico, datada por
los estudiosos en época de plena madurez del autor (en torno al 106 d. C.), que
contiene varios pasajes que pudiéramos calificar de discursos eróticos. La obra se
inserta en la tradición del diálogo filosófico sobre el amor al estilo del Banquete y
Fedro, de Platón, o el Banquete de Jenofonte. El marco del diálogo, narrado por un
tal Autobulo, se desarrolla durante las fiestas en honor de Eros en Tespias,
adonde había acudido Plutarco con su esposa Timóxena. Reunido allí con un
grupo de amigos, la noticia de que la viuda Ismenodora pretendía casarse con el
joven Bacón, del que estaba enamorada, suscita entre ellos un debate sobre este
caso concreto y sobre el amor en general, por lo que el diálogo transcurre en
torno a tres núcleos temáticos: comparación entre pederastia y amor heterosexual
(cap. 3-9), elogio del dios Eros (cap. 13-20) y defensa del amor conyugal (cap. 21-
25). De estos temas sobresalen cinco intervenciones que consideramos discursos
eróticos, los dos primeros sobre los dos tipos de amores, pederástico o
heterosexual:
242
DISCURSOS SOBRE EROS
3.6 Marco Cornelio Frontón (ca. 100-170 d. C:). Este gramático, retórico y
abogado, oriundo de la antigua Numidia norteafricana y asentado en Roma,
cuenta entre sus escritos en latín con un excelente epistolario. De sus cartas
seleccionamos la quinta, escrita en griego, y que lleva por título Tratado sobre el
amor, que consideramos un discurso erótico en la línea de los de Lisias y Sócrates
en el Fedro platónico. El escrito tiene forma de carta y pudiera estar dirigida al
emperador Marco Aurelio, de quien fue preceptor. La temática de este
parlamento es la justificación de la tesis expuesta ya en el Fedro de que se siente
más placer con los que no aman que con los que aman8. Para el estudio de este
discurso-carta remitimos al trabajo de (Fasse 1973).
3.7. Luciano de Samosata (Siria, 115-180 d. C.). Es autor de unas ochenta obras en
prosa en forma de ensayos, cartas, discursos y diálogos, entre los que está la
número 49 que lleva por título Erotes (Amores), que suele considerarse como una
obra no suya (de ahí que se hable del Pseudo-Luciano), sino propia de un
imitador, por lo que su cronología es discutida, aunque parece que hay acuerdo
en datarla antes del 250 d. C. No obstante, como aparece en el corpus de sus
obras, la analizamos bajo su nombre. La obra podría subtitularse «Los dos tipos
de amor», ya que el núcleo central de la misma son las dos defensas, la del amor
homosexual y la del heterosexual, debate similar al que ya vimos en el Erótico de
Plutarco. Esta obra se configura en forma de diálogo, pero en ella hay dos pasajes
que corresponden a dos discursos, uno para cada tipo de amor, que para
nosotros entran en la categoría de discursos eróticos. Los encargados de defender
ambas posturas son:
7 Véase la traducción de M. Valverde Sánchez (BC Gredos, 309, 2003, págs. 7-123).
8 Véase la traducción de A. Palacios (BC Gredos, 161, 1992, págs. 50-54).
243
MARCOS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ
3.8. Máximo de Tiro (siglo II d. C.).Tenemos pocos datos ciertos de este autor:
que era natural de Tiro, que residió en Roma en tiempos del emperador Cómodo
(180-192 d. C.) y que era un conferenciante y filósofo platónico del tiempo que se
conoce como «Segunda Sofística». De él nos han llegado unas cuarenta y una
composiciones, a las que su autor unas veces denomina discursos (logoi), otras,
investigaciones (skemmata), otras, cuestiones filosóficas (philosopha zetemata) y
otras, disertaciones (dialexeis). Pensamos que cuatro de estas composiciones (de la
18 a la 21) pueden considerarse discursos eróticos, similares a los que venimos
recogiendo en nuestro trabajo. Estos discursos llevan por título Cuál es la erótica de
Sócrates (18), Sobre el amor (19), Sigue sobre la erótica de Sócrates (20) y Sigue sobre el
amor (21). La temática general de estas cuatro disertaciones gira en torno a tres
cuestiones fundamentales: definición de amor, los dos tipos de amor (el puro y
virtuoso frente al impuro y vicioso) y la técnica erótica de Sócrates, que se
compara especialmente con la de Safo y Anacreonte. Para el análisis y estudio de
estos discursos remitimos al trabajo de (Szarmach 1982)10. En relación con la
técnica erótica de Sócrates debemos mencionar al filósofo y retórico francés,
nacido en Arlés, en el siglo IV d. C., Favonino Arelate, discípulo de Dión
Crisóstomo, cuya obra se ha perdido, pero de la que nos han llegado algunos
fragmentos, entre ellos cuatro sobre La técnica erótica de Sócrates, que debemos
entender en la línea de la expuesta por Máximo de Tiro11.
166).
244
DISCURSOS SOBRE EROS
un debate sobre los dos amores (el heterosexual y el pederástico) del estilo que
hemos visto en Plutarco y Luciano. El amor de las mujeres lo defiende el
protagonista, Clitofonte (II, 37), mientras el de los muchachos es elogiado por un
tal Menelao (II, 38)12. De la otra novela, Metíoco y Parténope, de la que no
conocemos su autor y que se fecha también en el s. II d. C., conservamos un
fragmento papiráceo que es parte de un discurso de Metíoco sobre Eros,
contraponiendo la figura mítica y el concepto más filosófico y racional del
sentimiento amoroso, lo que hace que lo incluyamos en nuestra relación de
discursos eróticos13.
3.10 Ateneo de Náucratis (ca. 200 d. C.). Este escritor, oriundo de la ciudad
egipcia que le da el sobrenombre, es autor de una obra simposiaca que en
castellano se traduce unas veces por Deipnosofistas, otras por Banquete de los
eruditos y otras por La cena de los eruditos. Consta de quince libros en forma de
diálogos, sobre una gran variedad de temas, constituyendo una fuente de
información muy valiosa sobre el mundo antiguo. Se la suele fechar hacia el año
192 d. C. o pocos años después. El libro XIII es el único que tiene título (Sobre las
mujeres) y, según el estudioso y traductor del mismo, J. L. Sanchís Llopis, es un
auténtico erotikos logos, tanto por su unidad como por su temática: el mundo de
las heteras, las referencias a la pederastia, los motivos de Eros y el amor, y otros
muchos temas plagados de infinidad de anécdotas. Es un auténtico catálogo
sobre las muchas cuestiones relacionadas con el amor14.
3.11 Plotino (205-270 d. C.). El filósofo griego más importante del final de la
Antigüedad y principal exponente del neoplatonismo es autor de una obra de
ensayos filosóficos dispuestos en seis libros de nueve ensayos cada uno,
denominados Enéadas («Los nueve»). El III, 5 lleva por título «Sobre el amor» y
es uno de los últimos que escribió nuestro autor. Pretender ser una síntesis
interpretativa de la doctrina platónica sobre el amor como sentimiento y de la
divinidad Eros, tal como aparece en los diálogos Banquete y Fedro de Platón.
Empieza con el problema de qué es Eros, si un dios o un sentimiento. Sigue con
el tema del amor como sentimiento del alma, con Eros como dios y daimon, para
terminar dedicando a este concepto (procedente del Banquete platónico) y al mito
12 Para el comentario a este debate remitimos al ya citado trabajo de (Brioso 2000, págs. 67-70).
Para la traducción véase M. Brioso (BC Gredos, 56, 1982, págs. 229-331 y 231-232, respectivamente).
13 Véase la traducción de J. Mendoza (BC Gredos, 16, 1979, págs. 263-65).
14 Véase la traducción de J. L. Sanchís, Ateneo de Náucratis. Sobre las mujeres, ed. Akal, Madrid,
31994.
245
MARCOS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ
de Eros como hijo de Poros y Penía la última parte del tratado. Pensamos que
puede incluirse en nuestro listado de discursos eróticos15.
3.12 Metodio de Olimpo (s. III-IV, muerto en el 311). Es un escritor cristiano que
llegó a ser obispo de Olimpo (Licia), de gran educación filosófica e importante
teólogo. Estuvo fuertemente influenciado por la filosofía de Platón. De sus
numerosas obras en griego sólo nos ha llegado completa un diálogo que lleva
por título Banquete, o sobre la virginidad. En ella diez vírgenes celebran una comida
en el jardín de Arete (Virtud) y pronuncia cada una (Marcela, Teófila, Talía,
Teopatra, Talusa, Agata, Prócila, Santa Tecla, Tisiana y Domnina) un discurso
exaltando la virginidad cristiana y su sublime excelencia. La serie de estos
discursos se cierra con el de la propia Areté. Pensamos que estos discursos
pueden incluirse en nuestra serie como una visión cristiana de la temática
amorosa16.
3.13. Temistio (317-388 d. C.). Es un rétor griego de Paflagonia, que abrió una
escuela de retórica en Constantinopla y fue prefecto del Emperador Teodosio I.
Se conservan unos treinta y tres discursos completos, la mayoría panegíricos de
los emperadores bizantinos. El que lleva el número trece se titula Erótico o sobre
la belleza del Príncipe, que está dedicado al soberano Graciano, y tiene como marco
literario en general la doctrina erótica de Sócrates en el Banquete centrada en la
belleza. Podemos considerar este discurso como el último ejemplo de nuestros
discursos eróticos griegos17.
246
DISCURSOS SOBRE EROS
247
MARCOS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ
Bibliografía
***
248
ΦΙΛΟΠΟΝΟΣ O ΑΡΓΟΣ: LA CARACTERIZACIÓN DEL FILÓSOFO
GRIEGO ANTIGUO ENTRE BIOGRAFÍA Y COMEDIA*
Sergi GRAU
Universitat de Barcelona
* Este trabajo forma parte del Proyecto de investigación «Los contextos del drama ático: de la
inserción en la polis a la teorización filosófica» (FFI2009-13747), financiado por el Ministerio de
Ciencia e Innovación, y se integra también en el Grupo de investigación «Estudis de Literatura
Grega Antiga i la seva Recepció» (2009SGR 799), financiado por la Generalitat de Catalunya.
1 No trataré en esta sede los igualmente frecuentes ataques de la Comedia a la condición extraña
del ascetismo filosófico (cf. CAMPS-GASET - GRAU 2011; GRAU en prensa a) o a la fanfarronería
(ἀλαζονεία) del filósofo (GRAU en prensa b). Estos tres ejes, sin embargo, completan la imagen del
filósofo en la Comedia, tal como ha sido analizada en GREY 1896; WEIHER 1913; GAILLY 1946;
IMPERIO 1998. De todas ellas existen, como he tratado de demostrar en los diversos artículos citados
en esta misma nota, claros ecos en las biografías.
2 Cf. RODRÍGUEZ ALFAGEME 2000.
efectiva en la composición de las tragedias, entre Eurípides y Sócrates, tal como aparece en DL II 18
y se evoca en las Ranas aristofánicas 1491-1492, algo que también recuerdan Ael. VH II 13 y Aul.
Gell. XV 20, 4. Los testimonios aparecen recogidos por Kannicht en los TrGF TT 10b, 11a, 158, 159 y
fr. 588. Entre la numerosa bibliografía reciente, cf. GALLO 1983; ROSSETTI 1992; ARRIGHETTI 1994;
SCHORN 2004, 227-231. De hecho, Eurípides aparece en las biografías conectado especialmente a
SERGI GRAU
Πυθαγορίζουσα tienen Cratino (fr. 6 K-A) y Alexis (fr. 201 K-A), y un Πυθαγοριστής, Aristofonte
(fr. 9 K-A). Y, de hecho, los pitagóricos son uno de los blancos habituales de los ataques cómicos: cf.
SANCHIS LLOPIS 1995. Platón es igualmente objeto de numerosas parodias en la Comedia Media: son
un buen ejemplo los fragmentos 1, 151, 163 y 247 K-A de Alexis, el 20 K-A de Anaxándrides, o el 13
K-A de Anfis, sobre el cual cf. LÓPEZ CRUCES 2008. Para el trato de Platón en la Comedia, cf. BROCK
1990.
5 Cf. Ar. Nub. 836-837; Ach. 853; Thesm. 813; Plut. 84-85; Éupolis fr. 258 K-A… Lo mismo vale para
los autores de la Comedia Media: cf. Aristofonte fr. 9.2; 10.4; 12.9; Alexis fr. 201.5-6…
6 Especialmente si pertenecen a la Academia platónica: cf. Antífanes 35 K-A o Efipo 14 K-A.
250
ΦΙΛΟΠΟΝΟΣ O ΑΡΓΟΣ
El fragmento está bastante corrupto, pero queda claro que, a pesar de los ecos
aristotélicos en la mención del Liceo y las paródicas referencias centrales al
poema de Parménides, el filósofo es presentado aquí como un tipo genérico,
caracterizado por su hambruna, fruto del extraño ascetismo que practica, por sus
palabras solemnes e ininteligibles y por su inutilidad, exactamente igual que en
los pasajes de Aristófanes que acabamos de comentar: en la Comedia, los
filósofos se dedican, sobre todo, a charlar ociosamente sobre asuntos sin interés
alguno.
En marcado contraste con esta imagen cómica8, las biografías tratan de ofrecer
una visión bien diferente. Por un lado, la filosofía reporta grandes beneficios a
quienes la practican y también a las ciudades de los filósofos. El filósofo funda
ciudades y templos, inventa elementos imprescindibles para la vida cotidiana, es
político, legislador y soldado en su patria, purifica ciudades, erige estatuas, salva
a sus conciudadanos del poder de la tiranía, defiende la democracia con valentía
y libertad9… La biografía, pues, pretende exaltar la figura de los filósofos
haciendo de ellos personajes altamente beneficiosos para la sociedad, dotándolos
del evergetismo característico de los héroes culturales.
Por otro lado, del filósofo se destaca, en las biografías positivas, su carácter de
φιλόπονος, de esforzado y entregado al trabajo, precisamente lo opuesto a la
acusación de ἀργία que resulta tan frecuente en los versos cómicos. La
φιλοπονία se concreta habitualmente en una gran capacidad de concentración,
251
SERGI GRAU
fuera de lo común. Sócrates, por ejemplo, era capaz de mantenerse toda la noche
en la misma postura durante una campaña militar, mientras meditaba (DL II
23)10. Carnéades, a su vez, estaba tan absorto en el estudio que le crecían
desmesuradamente uñas y cabellos y no se percataba de nada de lo que sucedía a
su alrededor (DL IV 62). De Demócrito se cuenta que se encerró en una casa para
dedicarse al estudio y no salía de ella durante días (DL IX 36). Todo esto le
permite al filósofo desarrollar una gran actividad, que se suele concretar, en las
biografías, en la escritura de muchas obras, algo que se considera especialmente
meritorio: en la mentalidad biográfica, podríamos decir, cuantas más obras ha
escrito un filósofo mayor es la estima que se le tiene11. De Crisipo se destaca que
trabajaba más que nadie, tal como demuestran la multiplicidad y profusión de
sus escritos (DL VII 180); Demócrito es calificado de pentatleta de la filosofía,
porque la practicaba en todas sus formas y disciplinas, y era enormemente activo
(DL IX 37); Aristóteles, por supuesto, es calificado de φιλοπονώτατος por la
innumerable cantidad de temas que trató y los muchos libros que dejó escritos
(DL V 34); y de Teofrasto se repite con insistencia el gran mérito de su gran
capacidad de trabajo12, que lo llevó al extremo de dejar consumir sus fuerzas sin
darse ni cuenta, hasta el punto de tener que ser llevado en litera cuando ya era
anciano (DL V 41)13. Esquines es definido como φιλόπονος desde su infancia, y
por ello no se apartó nunca del lado de Sócrates (DL II 60); exactamente lo mismo
que se destaca de Lácides: justo en el breve esbozo inicial de su carácter se dice
que, a pesar de ser pobre, fue esforzado desde la infancia, lo cual le valió obtener
la dirección de la Academia (DL IV 59). También Cleantes realizó idéntica
promoción: era muy pobre, por lo cual se vio obligado a trabajar regando
huertos, pero su φιλοπονία le permitió superar cualquier adversidad (DL VII
168). Polemón, por su parte, tras su conversión a la filosofía a partir de una vida
disoluta, llegó a ser tan φιλόπονος que aventajó a todos sus compañeros e
incluso sucedió por ese motivo a Jenócrates en la dirección de la Academia (DL
IV 16). Fue igualmente la φιλοπονία del púnico Clitómaco lo le valió que su
maestro Carnéades se fijara en él y le enseñara las letras y la filosofía griegas, que
aprendió hasta el punto de sucederle, también, en la dirección de la Academia
(DL IV 67). Sea como sea, es evidente que la gran capacidad de trabajo, la
φιλοπονία, es una de las virtudes más apreciadas de un filósofo en la tradición
biográfica14.
14 Diógenes Laercio llega a tratar de φιλόπονοι a los filósofos hasta once veces a lo largo de sus
Vidas, tal como señala JANÁČEK 1968, 449. Incluso el mismo Laercio se precia de su propia
252
ΦΙΛΟΠΟΝΟΣ O ΑΡΓΟΣ
φιλοπονία cuando, a la hora de concluir su biografía de Platón, destaca que examinó afanosamente
(φιλοπόνως διειλήσασι) todo lo que se ha dicho sobre él.
253
SERGI GRAU
15 Para un análisis reciente y juicioso de la Antíope de Eurípides y sus ecos en la tradición, cf.
LÓPEZ CRUCES 2007.
16 Para un análisis en profundidad de esta cuestión, cf. NIGHTINGALE 1995, 13-59.
18 Este es, precisamente, uno de los ejes argumentativos principales del Gorgias: cf. NIGHTINGALE
1995, 47-55.
19 Algo bastante habitual a lo largo de su obra: cf., especialmente, BROCK 1990; BELTRAMETTI 1991;
quien insiste es una distinción entre vida «contemplativa» y vida «activa»: cf. especialmente,
NIGHTINGALE 2004.
254
ΦΙΛΟΠΟΝΟΣ O ΑΡΓΟΣ
Por eso de Anaxágoras, de Tales y de los que son como ellos se dice que
son sabios (σοφοὺς), no que sean prudentes (φρονίμους), porque se ve
que desconocen su propia conveniencia, y se dice de ellos que saben
cosas extraordinarias, admirables, difíciles y divinas, pero inútiles
(ἄχρηστα), porque no persiguen los bienes humanos (τὰ ἀνθρώπινα
ἀγαθὰ).
21 Cf. Pl. Phdr. 248d, Alc. 122c, Resp. 535cd, Leg. 824a; Arist., Eth. Eud. 1222a 38, Eth. Nic. 1165b 16,
Hist. an. 608a 32, [Oec.] 1345b 9, Pol. 1338b 25, Rh. 1405a 6, Top. 118a 22.
22 Cf. ZANKER 1997 [1995] capítulo tercero, passim.
255
SERGI GRAU
años más tarde, Filemón (fr. 174 K-A): «De esforzarse se obtiene el señorear
cuanto desees» (ἐκ τοῦ φιλοπονεῖν γίνεθ' ὧν θέλεις κρατεῖν). Es esta una
noción que no aparecía en absoluto en la Comedia Antigua24 y que no es
infrecuente leer, en cambio, en la Comedia Media, aunque la fragmentariedad de
los testimonios no nos permite discernir si se trata de afirmaciones serias o bien
de una distanciada ironía. Un par de fragmentos de Alexis nos servirán para
constatarlo25. El primero, perteneciente a La mujer del Ática (fr. 28 K-A), nos ha
sido transmitido por Estobeo (III 30, 8), precisamente bajo el epígrafe Περὶ
ἀργίας, y aparece claro por qué los autores cómicos percibían como algo
extravagante la ociosidad de los filósofos:
24 La exaltación del esfuerzo sí es, en cambio, un tema recurrente en Eurípides: cf. Supp. 577;
Arquelao, fr. 233 y 236-240 Kannicht; Las cretenses, fr. 461 Kannicht; Meleagro, fr. 525 Kannicht; Télefo,
fr. 701 Kannicht; Témeno, fr. 745 Kannicht. En ningún caso, sin embargo, está asociado al esfuerzo
intelectual, del mismo modo que sucedía en los textos de Platón y de Aristóteles que acabamos de
señalar.
25 Cf. también Anaxándrides 64 KA.
26 Trad. de SANCHIS LLOPIS, MONTAÑÉS GÓMEZ & PÉREZ ASENSIO 2007. En realidad, el tema ya era
tratado profusamente por Hesíodo, Op. 302-310, lo cual nos da una buena pista de por qué la ἀργία
de los filósofos era sentida a nivel popular con especial desdén.
27 De hecho, hay quien ha querido ver en el fragmento elementos epicúreos: cf. PAOLETTA 1983-
1984. Sin embargo, no parece que sea más que una parodia del lenguaje filosófico en general.
256
ΦΙΛΟΠΟΝΟΣ O ΑΡΓΟΣ
174ab, 176d; Prm. 135d. En Resp. 488e, Platón usa, deliberadamente sin duda, los mismos términos y
conceptos con que la Comedia ataca habitualmente a los filósofos, con el fin de desmentir tales
acusaciones: el filósofo es μετεωροσκόπον τε καὶ ἀδολέσχην καὶ ἄχρηστον. Aunque,
257
SERGI GRAU
En las biografías, sin embargo, las respuestas son de un carácter muy distinto:
aunque nunca rayan el simple utilitarismo material, apelan sistemáticamente a la
utilidad práctica de la filosofía, siguiendo el estilo de las antiguas máximas de los
siete Sabios. Así, Arcesilao opina que la prerrogativa de los filósofos es τὸ καιρὸν
ἑκάστων ἐπίστασθαι, conocer el momento oportuno para cada cosa (DL IV 42),
en la misma línea del célebre Καιρὸν γνῶθι, «Conoce el momento oportuno», de
Pítaco (DL I 79; Stob. III 1, 172). Aristipo responde que la filosofía permite vivir
en compañía de todos, τὸ δύνασθαι πᾶσι θαρρούντως ὁμιλεῖν (DL II 68). En
realidad, parece que circulaba todo un catálogo de respuestas de Aristipo a esta
cuestión31. El filósofo se muestra absolutamente convencido de la superioridad de
la filosofía: interrogado sobre la diferencia entre un sabio y alguien que no lo es,
el mismo Aristipo se limita a responder, sencillamente, que, si se les pone
desnudos ante gente que no los conoce de nada, en seguida se podrá constatar la
diferencia (DL II 73). También Aristóteles responde a la pregunta: la filosofía
permite hacer, sin que nadie lo ordene, lo que algunos hacen por temor a las
leyes (DL V 20). Naturalmente, la pregunta da especial juego entre los cínicos.
Antístenes responde algo que parece darle la vuelta a la afirmación de Aristipo:
ser capaz de vivir en compañía de uno mismo (DL V 6). Diógenes, a su vez,
responde que, si no para otra cosa, al menos la filosofía permite estar preparado
para cualquier eventualidad (DL VI 63). Una variante más popular de la
respuesta la ofrece el Gnomologium Vaticanum 182: poder ser rico con tan sólo un
óbolo. Y Crates, tomando la citación de las Diatribas de Teles32, responde: «Un
cuartillo de lentejas y no preocuparme por nada», θέρμων τε χοῖνιξ καὶ τὸ
μηδενὸς μέλειν (DL VI 86). La pregunta, por tanto, constituye un tópico en sí
misma, como lo demuestra su presencia en gnomologios y su aparición constante
entre los apotegmas de los filósofos. También Ateneo (162e) reporta la respuesta
de Ctesibio de Calcis a la misma pregunta:
significativamente, la discusión más llana y directa sobre el tema se plantea en los Amatores (136e-
137b), obra espuria que presenta fuertes contactos con la tradición biográfica. Para Isócrates, cf.
sobre todo Antid. 261-262, 269.
31 Cf. GIANNANTONI 1990, IV A 104.
258
ΦΙΛΟΠΟΝΟΣ O ΑΡΓΟΣ
259
SERGI GRAU
sus discípulos como de diversos tiranos y monarcas, o bien de sus hijos34. Hasta
el cínico Diógenes fue el excelente educador de los hijos de Jeníades, cuando éste
lo compró como esclavo; de hecho, a pesar del rechazo doctrinal de los cínicos –y
del propio Diógenes– a toda educación tradicional35, lo cierto es que el filósofo
instruyó a estos niños en el tiro con arco, la equitación, el tiro con jabalina, la
palestra y todo el conjunto de actividades atléticas de la educación griega más
tradicional (DL VI 30). Y Zenón de Citio recibe incluso un decreto honorífico de
su ciudad por, entre otras cosas, haber exhortado a la virtud durante toda su vida
a los jóvenes que se le confiaban para ser educados (DL VII 10).
Lejos de resultar una actividad propia de ociosos, al margen de la vida pública
y sin utilidad alguna para la ciudad, tal como la presenta la Comedia, en las
biografías el filósofo es un excelente educador en la mejor educación tradicional,
y la filosofía parece el perfecto manual de buenas maneras. Porque filosofar es,
en última instancia, vivir bien, καλῶς ζῆν, según Diógenes cínico; y, en
definitiva, si uno no se preocupa de filosofar, ¿qué saca de vivir? (DL VI 65). Sin
duda esta noción, habitual en todas las escuelas, de que sólo el filósofo vive bien,
ha cuajado en la tradición biográfica. No faltan tampoco los contrapuntos
paródicos: cuando, en medio de una tempestad en alta mar, uno de los marineros
de la nave se reía de Aristipo porque todo un filósofo como él estaba muerto de
miedo, mientras que ellos se mantenían tranquilos, el filósofo responde (DL II
71): «Es que no es por la misma vida por la que nos angustiamos unos y otros»
(οὐ γὰρ περὶ ὁμοίας ψυχῆς ἀγωνιῶμεν ἕκαστοι); o bien, en una variante de esta
misma anécdota que aparece en Eliano (V. H. IX 20)36: «Es bien natural: para
vosotros la angustia y el peligro actuales son por una vida desgraciada, mientras
que para mí lo son por una vida feliz» (καὶ μάλα γε εἰκότως· ὑμῖν μὲν γὰρ περὶ
κακοδαίμονός ἐστι βίου ἡ σπουδὴ καὶ ὁ νύν κίνδυνος, ἐμοὶ δὲ περὶ
εὐδαίμονος). La vida de un filósofo es, por tanto, más digna de ser vivida que la
de la gente ordinaria, de manera que, en esta parodia a propósito de Aristipo, es
normal que al filósofo le resulte más grave su pérdida, mientras que los demás
tampoco pierden tanto.
Ahora bien, resulta difícil imaginar que alguno de estos pensadores haya
incluido realmente en sus obras semejante tipo de apologías de los beneficios de
la actividad filosófica para la ciudad y la humanidad entera, especialmente en los
términos absolutamente pragmáticos y materialistas que aparecen en las
biografías. Sobre todo, el tono marcadamente anecdótico de las respuestas de los
260
ΦΙΛΟΠΟΝΟΣ O ΑΡΓΟΣ
filósofos en las biografías apunta más bien en otra dirección: las escuelas son las
que debieron de fomentar esta imagen, como respuesta positiva a los ataques
cómicos, construyendo apotegmas y χρεῖαι en que el filósofo se defiende de los
ataques de los que era objeto sobre la escena y sale airoso de las críticas37.
Bibliografía
37 Cf. OWENS 1983. Sobre los mecanismos de composición de estas χρεῖαι, cf. GRAU 2009b.
261
SERGI GRAU
***
262
SOBRE LA MEDICINA ANTIGUA Y EL INICIO DE LA CIENCIA
Introducción
El término hipótesis fue introducido por Platón en filosofía como paso previo
para desarrollar un razonamiento analítico y, según parece, ya era de uso
corriente entre los geómetras. La lectura de Sobre la medicina antigua (Περὶ ἀ
ρχαίης ἰητρικῆς)1 nos induce a pensar que la incorporación de hipótesis a la
argumentación no sólo era un procedimiento novedoso en medicina y filosofía,
sino también en el estudio de la naturaleza. En este trabajo vamos a examinar
1 Dentro de la Colección Hipocrática, este texto ha sido muy comentado y estudiado: M. Wellmann
1930, H. Wanner 1939, W. A. Heidel 1941, W. H. S. Jones 1942, A. J. Festugière 1948, H. Diller 1952,
etc. Asimismo, tenemos la edición en castellano y griego de C. Eggers Lan 1991 [1987] y la versión
castellana de J. Alsina et al. 1976. La edición de referencia del Corpus Hippocraticum se debe a J. L.
Heiberg 1927, aunque no está completa; sí lo está la edición bilingüe de É. Littrè 1839 y la
preparada por W. H. S. Jones 1968. Muchos otros investigadores, algunos de los cuales citamos
aquí, han analizado esta obra; encontramos sus trabajos recogidos en J. A. López Férez (1992) y Ph.
J. Van der Eijk (2005).
PIEDAD YUSTE LECIÑENA
2 Los hay dedicados a exponer en público, a modo de discursos epidícticos; también, estudios
clínicos y terapéuticos; tratados teóricos; otros, de carácter más filosófico, etc. Ver Festugière 1948,
p. IX).
3 Por su semejanza con las Sentencias Cnidias, se piensa que los libros II y III de Las enfermedades y
Sobre las enfermedades internas, son obra de la Escuela de Cnido. Ver É. Littré VII, p. 116 y ss.
También Jouanna 1974.
4 Dadas sus características, posiblemente se trata de un discurso epidíctico, escrito en el último
tercio del siglo V (Eggers 1991, LIII). Galeno no dio importancia a este texto, al pensar que no era
del mismo Hipócrates; así, no se tradujo ni al latín ni al árabe en la época medieval. Cobró nuevo
interés a partir del siglo XIX y Littré atribuyó su autoría a Hipócrates (Jouanna 1990a, 7). Leer
también los estudios de P. Laín Entralgo 1944 y 1976, G. E. R. Lloyd 1963 y el análisis introductorio
de Eggers 1991.
264
SOBRE LA MEDICINA ANTIGUA Y EL INICIO DE LA CIENCIA
5 Comenta Jouanna (1990a, p.158, n. 4): Durante el siglo V y principios del IV, la perífrasis «περὶ
τῶν μετέωρον ᾔ τῶν ὑπό γῆν» hacía referencia a las investigaciones cosmológicas (Littrè I, p. 573).
6 Alsina (1976, 181). Littré (Ibíd.).
7 Men. 86 e. Para comprender los diferentes significados y usos del término «hipótesis» en los
Diálogos de Platón, leer a R. Robinson (1953). También Lloyd 1963 y Eggers 1991. Diller, en 1952,
propuso que Platón pudo ser fuente de inspiración del argumento esbozado en VM; esta tesis ha
sido rebatida por Eggers (1991, XLIX y ss.).
8 Aris. APo I 2 y en 76b: «Lo que es capaz de ser demostrado, pero el maestro lo presupone sin
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PIEDAD YUSTE LECIÑENA
10 Proclo atribuyó a Platón la invención del método analítico, In primum Euclidis Elementorum
librum commentarii 211, 19-22 (Friedlein, G. 1967 [1873], in Euc., Leipzig). Filipo de Oponte (ca. 375-
347 a. C.) fue alumno de la Academia y autor del Libro XIII de las Leyes o Epinomis; en su opinión,
Platón animó a Leodamas a que perfeccionara el método de análisis como forma de demostración
en geometría, aunque no podemos atribuirle ningún problema o teorema específico (Lasserre 1990,
3 y 8). También encontramos el término hipótesis en Euthphr. 11c. Para revisar los diferentes usos y
significados de este vocablo en los Diálogos, leer a R. Robinson (1953).
11 De flatibus cap. 15 (Flat., Littré VI, p. 115). Leer el interesante análisis que hace J. A. López Férez
13 Dioph., Arithmetica (Diophanti Alexandrini Opera Omnia, P. Tannery (ed), Leipzig, 1893-95). Hay
una edición en castellano a cargo de Manuel Benito Muñoz, Emilio Fernández Moral y Mercedes
Sánchez Benito. Editorial Nivola, Colección Episteme, Madrid, 2007.
14 Son ejercicios en los que se resuelven relaciones (ecuaciones) de segundo grado utilizando
266
SOBRE LA MEDICINA ANTIGUA Y EL INICIO DE LA CIENCIA
17 Acerca de las familias y miembros que participaban de este conocimiento, leer a M. J. Geller
(2010a).
18 «Vuelvo a aquellos que siguiendo el nuevo método, buscan el arte desde una hipótesis» (VM
cap. 13)
19 Entre finales del siglo V y principios del IV el cielo y la tierra eran considerados el habitáculo
de los dioses (Jouanna 1990a, 83); por tanto, quien intentaba investigar en ellos era acusado de
impiedad. Recordemos los procesos abiertos en contra de Anaxágoras y Sócrates. También eran
frecuentes las burlas y alusiones satíricas dedicadas a estos filósofos, como las de Aristófanes contra
Sócrates en Las Nubes (Derenne 1930). Platón, en Ap. 18a, relata cómo el pueblo pensaba que
aquellos que investigan «los fenómenos celestes y todo cuanto hay en las profundidades de la
Tierra…no creen en los dioses».
267
PIEDAD YUSTE LECIÑENA
20Encontramos vestigios de una medicina laica en los cantos de Homero (Festugière 1948, p. VIII),
quien relata las técnicas curativas llevadas a cabo por los hijos de Asclepio, Podalirio y Macaón,
cuando acompañaron a las tropas aqueas en su expedición a Troya: «Un médico palpará la herida y
te aplicará medicinas que calmen tus negros dolores» (Il. IV, 194). Leer a P. Laín Entralgo, La
medicina hipocrática 1976.
21 Hasta Alcmeón de Crotona, ningún médico o terapeuta concibió la medicina en conjunción con
método y un justo razonamiento, pensaron que un arte tal merecía ser atribuido a un dios (Littrè I,
cap. XIV, p. 603). Posteriormente, dirá Aristóteles: «Se llega al arte cuando a partir de muchas
nociones obtenidas por experiencia, se viene a parar a un concepto único y universal, aplicable a
todos los casos semejantes» (Metaph. 980b).
23 Fue Alcmeón de Crotona el primer filósofo que identificó el estado saludable con el equilibrio
entre las cualidades del organismo: húmedo, seco, frío, caliente, amargo, dulce, etc., y que el
predominio de una de ellas produce la enfermedad: «En efecto, el predominio (μοναρχία) de una
sola de cada <pareja de fuerzas contrarias> es destructivo. Y la enfermedad sobreviene a causa de
calor o frío, así como, en cuanto a la ocasión, de la abundancia o carencia de alimento; y en cuanto
a la ubicación, en la sangre, en la médula o en el cerebro. También pueden sobrevenir por causas
exógenas, como por ciertas aguas o regiones, o por esfuerzos o por tormentos o cosas similares a
éstas. La salud, por el contrario, es una mezcla bien proporcionada de las cualidades» (Aëtius V,
30,1).
268
SOBRE LA MEDICINA ANTIGUA Y EL INICIO DE LA CIENCIA
24 Geller (2004) defiende el parentesco teórico entre este texto y los tratados médicos del último
período de Babilonia, en los cuales se anunciaba el pronóstico de la enfermedad ateniéndose
únicamente al examen del enfermo.
25 Morb. Sacr. cap. V (Litrè VI; Alsina 176, 262).
269
PIEDAD YUSTE LECIÑENA
Medicina y Astronomía
26 Texto anónimo fechado en la primera centuria d. C, en el que se recogen, entre otras cosas, las
opiniones y explicaciones concebidas por los médicos griegos de los siglos IV y V a. C., según la
compilación realizada por un discípulo de Aristóteles: Menón. La primera edición se debe a H.
Diels, Anonymi londinensis ex Aristotelis Iatricis Menoniis et aliis medicis eclogae, Supplementum
Aristotelicum, III, 1, Berlín 1893. Además, tenemos la edición bilingüe de Jones (1947).
27 Anon. Lond. XVIII.20 (Jones 1947, 73). La hipótesis de Lloyd ha sido luego rebatida por Eggers
intervalo entre finales del siglo V y principios del IV. Galeno no dio importancia a este texto, al
pensar que no era del mismo Hipócrates; así, no se tradujo ni al latín ni al árabe en la época
medieval. Cobró nuevo interés a partir del siglo XIX, y Littré opina que es de Hipócrates. Ver
Jouanna (1990a, 7).
29 VM cap.3 (Littré I, p. 577).
270
SOBRE LA MEDICINA ANTIGUA Y EL INICIO DE LA CIENCIA
34 Edelstein (1967, 406) comenta que los científicos antiguos no cuestionaban la experiencia y
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PIEDAD YUSTE LECIÑENA
37 En opinión de Jouanna, el autor de VM aún no disocia saber técnico de experiencia, pues para
él, la ausencia de experiencia es sinónimo de azar (1990a, 77). Platón fue el primero en distinguir de
manera explícita entre arte fundado en la razón (τέχνη) y experiencia rutinaria (έμπειρία) (Grg. 448
e). Aristóteles afirma que «los que se dedican al arte conocen el porqué y la razón de las cosas»
(Metaph. 981b).
38 Ninguno de estos tratados pertenece la Escuela de Cnido, más arcaica y agresiva que la de Cos
y menos científica que ésta, ya que “no se apoya en ninguna hipótesis ni valora el tratamiento de la
dieta “(Geller 2004, 17).
39 Anaximand. 169 (12 A 11): «los vientos se generan al separarse del aire los vapores más
Lacedemonia…señalar solsticios y equinoccios», frag. 150 (12 A 1), en D. L. De Vitis philosophorum II,
1 (Ibíd.).
43 «Anaximandro comprendió la oblicuidad del Zodíaco», frag. 152 (12 A 5), en Plin. HN II 31
(Ibíd.).
44 «Tales descubrió que el Sol se eclipsa al pasar por debajo de la Luna», frag. 41 (11 A 3), en
272
SOBRE LA MEDICINA ANTIGUA Y EL INICIO DE LA CIENCIA
astros46. La astronomía fue una de las ciencias que más avanzaron en el período
alejandrino, precisamente por la utilización de hipótesis y modelos teóricos con
los que interpretar los datos recogidos de las observaciones (Sarton 1959); estos
últimos, probablemente, tomados de los registros guardados por los sabios de
Babilonia. La regularidad de la revolución de los astros y la predicción de sus
movimientos, apunta a una norma interna, a una ley que discrimine entre
sucesos necesarios e imposibles.
El autor de VM no advierte las ventajas que un razonamiento por hipótesis
aportaría al desarrollo de la astronomía; ni siquiera le interesa este campo.
Probablemente, las formulaciones de los primeros cosmólogos griegos le
parecieron meras conjeturas sin sustento en el ámbito de la realidad y portadoras
todavía de cierto halo de misterio y superstición, por no decir impregnadas de
paganismo47.
Repasando los documentos transmitidos por los filósofos anteriores a Platón,
observamos que muchos de ellos entendían los fenómenos del cielo de la misma
manera que sus homólogos asirios y babilonios48. Así, leemos un fragmento
atribuido a Teón de Esmirna (198, 4): «Eudemo narra… que Anaxímenes fue el
primero en descubrir que la Luna toma su luz del Sol y de qué modo eclipsa»49.
Aecio recoge esta misma idea, aunque sostiene que «Tales fue el primero en decir
que la Luna es iluminada por el Sol. Análogamente, Pitágoras y Parménides»50.
Del filósofo de Elea conservamos unas hermosas palabras: la Luna, «…brillando
de noche con luz ajena, errante en torno a la Tierra… vuelve siempre su mirada
hacia los rayos del Sol»51. Asimismo, Empédocles, el pensador rebatido en VM,
disponía de un conocimiento actualizado acerca del comportamiento de los
astros: « (la Luna) cubre los rayos del Sol cuando éste pasa por encima de ella;
ensombrece así una parte de la Tierra tan grande como el ancho de la misma»52.
Anaxágoras de Clazomene, acusado de impiedad por defender que «el Sol es una
fenómenos estelares no tenían origen divino, fueron recusadas. Anaxágoras, primer filósofo que
introdujo estas ideas, fue acusado de impiedad (Edelstein 1930, 15). Platón se alinea junto a los que
defienden la naturaleza divina de los astros (Ap. 26c-d).
48 Según podemos comprobar en los registros astronómicos de ambas culturas; p.ej., en F.
Rochberg, 2004.
49 El autor de estas palabras pudo ser Anaxágoras (frag. 223, en Eggers y Victoria, op. cit.).
50 Frags. 996 y 997, en Aëtius II 26, 2 y II 28, 5, respectivamente (Eggers y Victoria, op. cit.). En
relación a las ideas cosmológicas de Parménides, ver Alexander P. D. Mourelatos: Parmenides, Early
Greek Astronomy and Modern Scientific Realism, conferencia impartida para la Sociedad Ibérica de
Filosofía Griega en Madrid, el 29 de abril de 2011.
51 Frags. 998 (28 B 14) y 999 (28 B 15), en Eggers y Victoria, op. cit.
52 Fragmento recogido en Plutarco, De facie quae in orbe lunae apparet 16 (Eggers y Victoria, op.cit.)
273
PIEDAD YUSTE LECIÑENA
53 Frags. 745 (59 A 42) y 746 (59 A 77), en Hippol. I 8, 9 y Aëtius II 29, 7, respectivamente (Eggers y
Victoria, op. cit., p. 369).
54 Se trata de documentos escritos en cuneiforme y fechados a partir del siglo VIII antes de
nuestra era. Los fenómenos a los que aludimos, Lunar 6, son los registros de las primeras y últimas
visibilidades de la Luna y sus posiciones relativas al Sol; en Hermann Hunger y Abraham Sachs,
2006: Astronomical Diaries and related texts from Babylonia, Verlag der Österreichischen Akademie der
Wissenschaften.
55 Leer el texto de G.E.R. Lloyd (1963) acerca de quién o quienes fueron objeto de las críticas en
VM.
56 Solamente nos ha llegado una obra de Aristarco: Sobre los tamaños y las distancias del Sol y la
Luna, en la cual el autor no exponía su teoría heliocéntrica. Sabemos de ella por Arquímedes en
Arenarius (Archim. Aren. I, 5) y en Plu. De facie quae in orbe Lunae apparet 16 (Moralia 920a-945d).
274
SOBRE LA MEDICINA ANTIGUA Y EL INICIO DE LA CIENCIA
Corrientes médicas
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PIEDAD YUSTE LECIÑENA
cosas, o arche, uno o varios elementos: «según uno de ellos61, hay tres seres, que
unas veces se hacen mutuamente la guerra los unos a los otros de alguna manera,
y que otras veces, volviéndose amigos, nos hacen asistir a sus desposorios, a sus
alumbramientos y a la nutrición de sus retoños. Hay otro62 que se detiene en dos
seres: lo húmedo y seco, o bien lo caliente y lo frío, seres que él hace cohabiten y a
los que casa debidamente»63. Y continúa: «cuando uno de ellos levanta la voz
para decir que el ser es, que se hace múltiple, o único, o doble; cuando otro nos
cuenta la mezcla del calor con el frío, luego de haber establecido el principio de
las disociaciones y las asociaciones, ¿comprendes algo de lo que dicen?»64. En este
fragmento, Platón considera míticas las nociones de los filósofos y cosmólogos
griegos que atribuyen el origen y devenir de los seres a unos pocos elementos.
Quizá el autor de VM asumió, como Platón (Sph. 243 b), que esas concepciones se
parecen a las «historias que se cuentan a los niños» y no advirtió entonces el
avance epistemológico que indican estas reflexiones, pues enfrenta la
información procedente de los sentidos a concepciones supuestas, no verificadas,
prevaleciendo las primeras. Aparentemente, Platón no ve en estas conjeturas una
posible semejanza con el comienzo de su propio método65. Sin embargo la
medicina científica, como el resto de los saberes, tomará la ruta de las hipótesis y
la observación, conjuntamente66. Tal vez, desde la perspectiva del autor de VM,
echar mano de un principio oculto sería dar un paso atrás; seguir creyendo que la
salud y la enfermedad dependen de la intervención divina, como habían pensado
durante siglos quienes adjudicaban los síntomas de las dolencias a la mano de un
dios67, o cuando se esperaba que éste revelara su diagnóstico y el remedio a
61 Se alude a Ión de Quíos, filósofo de tendencias pitagóricas. En su obra Triagmos (36 A-B DK)
escribió: «todo es tres y nada más ni menos que tres». Posiblemente, escribió también sobre
meteorología.
62 Probablemente, esta frase alude a Arquelao de Atenas, discípulo de Anaxágoras, aunque
podría tratarse de Parménides, quien también «postula dos causas y dos principios: caliente y frío,
que es como si dijera fuego y tierra, y de ellas asigna al Ser lo caliente y lo otro al No-Ser» (Aris.
Metaph. 986b).
63 Un texto parecido encontramos en Isócrates (Or. XV, 268): « [Recomendaría a los jóvenes] que
no se extravíen en las doctrinas de los antiguos sofistas; de los cuales uno afirmaba que la multitud
de las cosas es infinita, mientras Empédocles decía que eran cuatro, y el Odio y la Amistad
<obrando> en ellas; Ión, no más de tres; Alcmeón, sólo dos; para Parménides y Meliso, una;
Gorgias, absolutamente ninguna».
64 Sph. 243b; trad. F. Samaranch.
65 Como dice Robinson (op. cit., p. 111), «hay buenas razones para pensar que Platón miraba las
hipótesis como algo que tiene que ser probado o rechazado». En este sentido, las hipótesis de los
filósofos naturalistas son distintas a las que considera Platón y, en consecuencia, rechazadas.
66 Edelstein afirma que el progreso de la medicina, como conocimiento científico, estuvo aliado
siempre a la filosofía dogmática (op. cit., p. 353), señalando que la corriente empirista no logró
grandes avances en esta línea.
67 En Mesopotamia, durante el período acadio, era común pensar que el mal provenía de un dios,
diosa o demonio; se decía «la mano de…». René Labat, 1951: Traité akkadien de diagnostics et
276
SOBRE LA MEDICINA ANTIGUA Y EL INICIO DE LA CIENCIA
través del sueño68. En estos casos, la causa del mal siempre se achacaba a la
infracción de una norma y el dios ofendido enviaba un castigo al culpable.
Imputar el origen de la enfermedad a principios no visibles, tan eternos y divinos
como la propia naturaleza69, no dejaba de ser algo ya superado por las mentes de
la modernidad. Lo leemos en Sobre la naturaleza del hombre (Nat. Hom), cuyo autor,
probablemente Pólibo, escribió:
Pólibo no sólo critica a los filósofos naturalistas, como se hace en VM, también
a quienes sostienen que el ser humano está constituido por sólo una de las
siguientes sustancias: sangre, pituita, bilis amarilla y bilis negra. Por el contrario,
él defiende que son cuatro los humores que componen nuestro cuerpo (cap. 4).
La existencia de estos fluidos puede ser corroborada por la observación; incluso
es fácil advertir cómo algunos de ellos aumentan o disminuyen con el transcurso
de las estaciones (cap. 7). Sin embargo, el autor de este tratado va más allá de los
datos que nos proporciona la experiencia sensible cuando postula:
pronostics médicaux. Paris, Leiden : Académie Internationale d’Histoire des Sciences. Después,
mediante esta simbología sólo se haría referencia a un conjunto de síntomas (Geller 2004, 26).
68 Es el procedimiento de «incubación». Los enfermos acudían a los templos para rogar al dios
Asclepio que desvelara el modo de curar sus dolencias; aquellos esperaban recibir esta información
mientras dormían, por lo cual, su estancia en los lugares de culto podía prolongarse durante meses.
Ver, por ejemplo, Edelstein (1967, 205-246), Horstmanshoff 2004; también ML del Barrio 1990, M. E.
Gorrini 2005, Luis Gil 2011.
69 VM 1 (Littrè VI, p. 353). Este tratado sí debió escribirlo el mismo Hipócrates.
70 Nat. Hom 1 (Alsina 1976, 281; Littrè VI, p. 33). Acerca del autor de este tratado, ver Hermann
Grensemann (1968) Der arzt Polybos als verfasser Hippokratischer schriften, Wiesbaden.
71 Posiblemente, debido al léxico y el estilo empleado, esta obra fue escrita con posterioridad a la
277
PIEDAD YUSTE LECIÑENA
Porque sólo las cualidades más fuertes de estas sustancias son las que
perjudican a los hombres: lo dulcísimo, lo amarguísimo, lo más ácido, lo más
astringente, etc.
72 Alsina traduce el término «λογισμός» - generalización realizada por medio de una reflexión -
por la palabra «teorización». Ver Preceptos, cap. 1(Alsina 1976, 327-328; Littré IX, pp. 251-253).
73 Ibíd. cap. 2.
75 Ya en el tratado egipcio, El secreto del médico, se concibe una red de 46 vasos o canales en el
interior del cuerpo, los cuales transportan los fluidos orgánicos. Ver el Papiro Ebers en Mark Ebers
(ed.), reprint 2001: The formation of inter-organizational networks. Oxford University Press.
76 VM cap.14 (Alsina 1976, 196. Littrè I, p. 603). Observamos aquí la influencia de Alcmeón de
Crotona.
278
SOBRE LA MEDICINA ANTIGUA Y EL INICIO DE LA CIENCIA
Conclusión
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PIEDAD YUSTE LECIÑENA
acerca del funcionamiento de los órganos internos del cuerpo, que le habría
alineado junto a los que proclaman que las causas de la enfermedad pueden ser
no visibles y, en consecuencia, tan ocultas como las que intenta soslayar. Sin
embargo, la corriente que inicia o prosigue no va más allá de un análisis
superficial del enfermo y de un propósito exclusivamente terapéutico, pues
desconoce el origen real de las dolencias que aquejan a sus pacientes. La
medicina científica, por el contrario, habría tomado la senda de las hipótesis para
emitir un diagnóstico e iniciar el tratamiento adecuado. Esta metodología que
parte de principios no apoyados del todo en la experiencia sensible estaría – a los
ojos del autor de Sobre la Medicina Antigua- formalmente más próxima a la
terapéutica tradicional que aceptaba la existencia de agentes no materiales como
desencadenantes del mal y, en consecuencia, la habría rechazado. Igualmente, las
reflexiones de los astrónomos le parecerían deambular en el límite entre el
conocimiento y la superstición. Así comprobamos cómo la ciencia se abre paso
por terrenos sinuosos y evoluciona a partir de fuentes que, a nuestros ojos,
parecen inconcebibles. No sigue una trayectoria lineal, predecible y lógica en
cuanto esperada, sino que comparte elementos procedentes de ámbitos
aparentemente incompatibles, como son la adivinación, la experiencia reflexiva y
la imaginación:
Bibliografía
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de P. Laín Entralgo, Madrid: Instituto Arnau de Vilanova, CSIC.
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López Férez 1990 (ed.), 539-548.
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siècles avanti J.C. Liège: Bibliothèque de la Faculté de Philosophie et Lettres de
l’Université de Liége, fasc. XLV.
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***
282
SECCIÓN III
LA PLENITUD DE LA FILOSOFÍA
GRIEGA
PARTE 1: LA FILOSOFÍA GRIEGA EN ÉPOCA CLÁSICA
LE VOCABULAIRE DE LA PSYCHOLOGIE DANS L'OEUVRE
D'ALCIDAMAS D'ELEE
Julie TRAMONTE
Université de Provence - Universitat de Barcelona
* Toutes les citations en grec d'Alcidamas d'Élée sont à rapporter à l'édition de G. Avezzù 1982.
1 Segal 1962, 122 et 132-3.
JULIE TRAMONTE
***
témoignage alcidamantéen à l'aide d'une édition alors caduque et d'une chronologie aujourd'hui
vivement contestée par de nombreux spécialistes.
5 Tordesillas 1989, 209.
288
LE VOCABULAIRE DE LA PSYCHOLOGIE DANS L'OEUVRE D'ALCIDAMAS D'ELEE
6 Sauf dans le De Musica (PHibeh I 13), qui contient une critique virulente de la doctrine des ἤθη.
La paternité de ce texte est néanmoins vivement discutée.
7 Voir Zographou-Lyra (1991) pour une analyse exhaustive de ces correspondances.
platonicienne.
10 Il faut également mentionner une unique occurrence de λόγος au sens intellectuel, en Od. 26
(λογιώτατοι καὶ δεινότατοι). Sa pertinence pour notre analyse est cependant discutable en raison
de sa présence à la seule forme adjectivale superlative.
11 Cf. Robin 1933, 100-102 et DPhA, s.v. Alcidamas (102-3 notamment).
289
JULIE TRAMONTE
Un des premiers points sur lequel nous aimerions nous pencher concerne
l’autonomie du champ lexical des facultés qui n’apparaît plus, comme dans
l’oeuvre de Gorgias, inextricablement lié à la question rhétorique. En effet, chez
le sophiste de Léontinoi, les mots de l’âme, qui se disent très souvent en termes
d’effets de discours12, peinent à être pleinement autonomes. Par conséquent,
comme nous l'avons mentionné en introduction, dégager un champ sémantique à
la fois cohérent et différencié dans l'expression des multiples éléments qui le
composent semble presque impossible.
Or, chez Alcidamas, ces deux problématiques de la psyche et du logos sont
certes interdépendantes dans l’économie argumentative, mais parfaitement
dissociables d’un point de vue lexical. En effet, comme l’a déjà remarqué Neil
O’Sullivan, une des caractéristiques les plus notables du style alcidamantéen
repose sur l’emploi privilégié du vocabulaire sous sa forme nominale abstraite13;
et le vocabulaire des facultés ne contredit pas cette tendance puisque cette forme
représente un peu plus de 85% de l'ensemble des occurrences analysées. De
plus, ces formes coïncident avec la présence exceptionnellement importante chez
Alcidamas, et parallèlement assez rares en grec dans des textes non-
philosophiques, de périphrases verbales apparaissant sous la forme « substantif +
καθίστημι » 14. Or, comme le rappelle Bruno Snell dans un de ses plus grands
ouvrages, ce type de périphrases est « symptomatique de l’interpénétration de la
sphère verbale et nominale » et ne saurait être dissocié de « la naissance d’une
pensée conceptuelle »15. Ces éléments, entres autres, permettent de questionner
selon nous le statut de simple orateur auquel on a souvent cantonné
Alcidamas16, probablement en raison de sa rivalité féroce avec le rhéteur Isocrate
et d’une tradition qui a souvent voulu rejeter la figure sophistique hors du
champ de la philosophie.
Par ailleurs, la profondeur conceptuelle du langage de l'âme chez Alcidamas,
se confirme à un niveau plus strictement philosophique puisqu’on observe une
certaine homogénéité du champ sémantique de la psyche - uni autour des images
de mouvement, de fluidité et de tension - dont les éléments présentent par
ailleurs les traits d'une certaine spécification fonctionnelle. Nous nous limiterons
ici aux exemples les plus parlants.
16 Comme le fait avec force insistance M. Patillon (1999, 83-7) dans sa récente traduction, par
290
LE VOCABULAIRE DE LA PSYCHOLOGIE DANS L'OEUVRE D'ALCIDAMAS D'ELEE
17 Comme semble l’indiquer son association avec des termes comme μεθίστημι, μεταβαίνω,
ἔρχομαι, ou encore διάβασις.
18 §34, καθεστάναι τὴν γνώμην εὔλυτον.
291
JULIE TRAMONTE
devant son public20. En effet, lorsque l'orateur se retrouve coi devant son public,
il ne fait rien d'autre que montrer que l’excellence de souplesse de sa gnome n’est
pas atteinte, ce qui provoque toute une symptomatologie de troubles psychiques:
embarras (§§8, 16, ἀπορία), égarement (§8, πλάνος), confusion (§8, ταραχή),
tumulte (§16, θόρυβος) pour l'orateur; défiance et indignation (§12, ἀπιστία,
φθόνος) pour l'auditoire. Or, fait remarquable, ce rapport entre troubles
psychiques et gnome présente la particularité d’être systématiquement exprimé
sous le mode de l’emplissement : la gnome de celui qui bute et ne trouve plus ces
mots « est pleine » d’embarras, d’égarement, de confusion (§§8, 16, πλήρη ἔχειν)
et celle de celui qui l'écoute se remplit (on pourrait presque dire « se gorge », §12,
ἐμπίπλημι) de défiance et d’indignation. Cela laisse envisager une double
potentialité, en tant que 'forme creuse', de la gnome: une négative d'une part où
l'emplissement serait à entendre au sens de double contamination -
contamination de la gnome du mauvais orateur et contamination conséquente de
l'auditoire à la vue des difficultés éprouvées par le rhéteur; une positive de
l'autre, où la gnome serait virtuellement une forme-à-remplir susceptible de jouer
un rôle privilégié dans la paideia.
On observe la même chose dans le traitement alcidamantéen de la mémoire.
Un parallèle a souvent été établi entre les positions platonicienne et
alcidamantéenne quant à la critique de l'écriture relativement à ses conséquences
sur la mneme. Mais, à l’aune de cette analyse du vocabulaire psychologique, ce
parallèle ne nous semble qu’apparent. Tandis que dans le Phèdre , Platon -
déplorant la confiance aveugle en des empreintes exogènes21 - semble viser par
ses reproches certaines dispositions tant pistiques qu'éthiques du sujet
mémorisant22, Alcidamas, lui, semble focaliser son attention sur un aspect plus
spécifiquement « objectuel », et dès lors technique, de la question 23. Ce n'est pas
eu égard à sa fonction première et en tant qu'elle suppose une confiance en
l'écriture que la composition par écrit développera l'oubli, mais en raison de son
caractère exact, précis, travaillé (ἀκριβής). L’improvisation, qui ne suppose que
la mémorisation de « matrices argumentatives » (ἐνθυμήματα)24, plus
importantes et moins nombreuses que les mots (ὀνόματα), permet de garantir la
20 Nous reprenons ici (librement) la belle expression d'A. Tordesillas (1989, 212).
21 Pl., Phdr., 275a3-5: ἅτε διὰ πίστιν γραφῆς ἔξωθεν ὑπ' ἀλλοτρίων τύπων, οὐκ ἔνδοθεν αὐτοὺς
ὑφ' αὑτῶν ἀναμιμνῃσκομένους·
22 Au sens où cette confiance débouche sur une absence d'exercice de la mémoire, une
« ameletèsia mnèmès » comme le rappelle J.-P. Vernant (1959). Que cette absence d'exercice puisse
être également lue à un niveau éthique, i.e. comme une forme de négligence, semble être corroboré
par le Tht. 153b5-c4.
23 Vallozza 1987.
24 Nous suivons, à propos du statut des enthymèmes chez Alcidamas, une partie de l'analyse de
292
LE VOCABULAIRE DE LA PSYCHOLOGIE DANS L'OEUVRE D'ALCIDAMAS D'ELEE
25 Arist., Rh., III, 3, 1406a1-b14 = Alcid. fr. 16 (μένους μὲν τὴν ψυχὴν πληρουμένην), fr. 26
(δρομαίᾳ τῇ τῆς ψυχῆς ὁρμῇ), fr. 28 où φροντίς semble désigner un état d'inquiétude (σκυθρωπὸν
τὴν φροντίδα τῆς ψυχῆς) enfin, dans le fr. 31, sa relation directe, en temps que complément
d'agent, avec le terme ἐπιθυμία, traditionnellement lié au champ de l'irrationnel (τὴν τῆς ψυχῆς
ἐπιθυμίαν). Aristote cite ces exemples dans le cadre d'une analyse de la froideur stylistique, mais
la récurrence de cette association laisse à penser qu’Alcidamas défendait une conception
« sensualiste » de la ψυχή.
26 §23, ἴσως δ' ἀδύνατόν ἐστιν ἀνθρωπίνην πρόνοιαν ἐφικέσθαι τοῦ μέλλοντος, ὥστε προϊδεῖν
ἀκριβῶς.
27 Anon. M.X.G. 980b1-5.
293
JULIE TRAMONTE
Ainsi faisant, Alcidamas met sur le devant de la scène les capacités de réaction
du rhéteur qui, pour ne pas se voir destituer de sa capacité à agir
opportunément, et donc utilement pour sa cité28, doit se distinguer par sa
« présence continue » au monde qui l'entoure, à ce qui se passe autour de lui29.
Mais en marge de cette unité sémantique forte, dont la terminologie rappelle
les grands traits de la physique empédocléenne30, Alcidamas semble différencier,
d’une certaine façon et comme en filigrane, les termes psychologiques qu’il
emploie en leur affectant à chacun une tâche spécifique.
Par exemple, lorsqu’il emploie le terme gnome le sophiste s'éloigne
manifestement de la valeur que donnait généralement le grec à cette notion et qui
renvoyait de manière privilégiée à l'intelligence, à la compréhension, à la
prudence, au jugement, ou encore à l'intention, c'est-à-dire à des fonctions plus
strictement intellectuelles ou volitives de l'âme, pour la rapporter, au contraire, à
une certaine forme de sensibilité au double sens du terme, i.e. en tant qu'elle a
trait aux affects d'une part et qu'elle relève du champ de ce qui peut être perçu
par les sens de l'autre. En ce sens, il s'agit d'un indicateur des attentes de
l'auditoire capable d'évaluer la justesse ou le manque de mesure du discours, tant
pour ce qui concerne sa longueur factuelle (§23), que pour ce qui a trait à son
adéquation aux nécessités de la vie31. Ou, pour le dire plus simplement: le logos,
pour être acclamé, doit s'accorder congrûment tant aux circonstances qu'aux
désirs des hommes32, congruité que doit pouvoir mesurer in actu la gnome. Ainsi
Alcidamas prend-il position dans un débat qui avait longtemps animé Platon et
les sophistes en faisant de la visibilité de γνώμη33 le fondement d'une métrétique
du discours essentielle à l'orateur pour susciter la sympathie de son public en
vue de l'obtention du consensus (§22) .
28 L'idée d'utilité, omniprésente dans le texte, préside aux discours politiques et judiciaires. Voir
Gastaldi 1981, 194.
29 Ce qui n'est pas sans rappeler les caractéristiques et les modalités d'une autre forme
d'intelligence, la μῆτις. Cf. Detienne - Vernant 1974, 21: « Sur ce temps heurté et instable de l'agón,
la mètis confère une prise dont on serait, sans elle, dépourvu: au cours de l'épreuve, l'homme à la
mètis se montre, par rapport à son concurrent, tout à la fois plus concentré dans un présent dont
rien ne lui échappe, plus tendu vers un avenir dont il a par avance machiné divers aspects, plus
riche de l'expérience accumulée dans le passé. Cet état de préméditation vigilante, de présence
continue aux actions en cours, le Grec l'exprime par les images de l'aguet, de l'affût, quand
l'homme sur le qui-vive épie l'adversaire pour frapper au moment choisi ».
30 Hypothèse déjà soulevée par Mazzara (2005, 58, n. 18) mais que nous croyons pouvoir
généraliser. À la suite de Kerferd 1983 nous y voyons un probable héritage empédocléen.
31 §34, τῇ χρείᾳ τοῦ βίου σύμμετρον τὴν δύναμιν τῶν λόγων.
32 §3, καὶ τῷ καιρῷ τῶν πραγμάτων καὶ ταῖς ἐπιθυμίαις τῶν ἀνθρώπων εὐστόχως
ἀκολουθῆσαι.
33 §23, ἀποβλέποντι.
294
LE VOCABULAIRE DE LA PSYCHOLOGIE DANS L'OEUVRE D'ALCIDAMAS D'ELEE
La dianoia quant à elle semble se présenter comme le pôle le plus 'logique' des
facultés intellectuelles, tant au sens discursif qu’au sens plus intellectif du terme,
puisque c’est littéralement d’elle que vient le logos (§28, ἀπ᾽ αὐτῆς) - qu’il soit
composé par écrit (γεγραμμένος) ou improvisé (ἐκ τοῦ παραῦτικα) - et que
sous sa forme la plus vive, elle garantit également l'excellence du processus de
réflexion (§24).
Mneme et pronoia, pour leur part, travaillent de pair à l’exposition du discours.
Le rôle de la première se circonscrit à la mémorisation et au rappel des matrices
argumentatives (ἐνθυμήματα), celui de la seconde à leur usage et à leur
ordonnancement34 afin de satisfaire au mieux l’exigence de persuasion du
discours ainsi agencé.
Quant à nous, malgré la pauvreté des occurrences, le terme semble pouvoir
être rapproché de la faculté raisonnante de l’âme, ce qui rejoint l’acception
commune et topique qui renvoie à l'idée de sens commun35.
Il semblerait donc que les éléments développés ci-dessus nous permettent de
poser l'existence d'une conception fonctionnelle et philosophiquement
consistante de l'âme et des facultés chez Alcidamas, ces dernières se caractérisant
par le dynamisme, la souplesse et la labilité que leur impose l'impérative
adéquation du discours aux deux paramètres extrêmement volatiles que sont,
d'une part, les situations devant être exprimées et les envies de l'auditoire de
l'autre. S'il n'est pas possible de reconnaître dans le Sur les Sophistes une
conception aussi formalisée de la psychologie que dans l'oeuvre platonicienne, ce
n'est pas donc pas, selon nous, à cause de son caractère proto ou para
philosophique, mais bien parce qu'elle intègre pleinement la notion typiquement
sophistique, et proprement indéfinissable, de kairos, tant dans ses dimensions
objectives que subjectives.
Or, reconnaître l'existence d'un substrat psychologique philosophiquement
consistué chez Alcidamas nous oblige à opérer un renversement de taille et à
reconsidérer le statut même de la rhétorique, qui ne doit plus lors être considérée
comme un seul expédiant visant à agir sur les âmes mais comme le produit d'une
intelligence visant à convaincre d'autres intelligences.
34 §33, τοῖς μὲν γὰρ ἐνθυμήμασι καὶ τῇ τάξει μετὰ προνοίας ἡγούμεθα δεῖν χρῆσθαι τοὺς
ῥήτορας.
35 Cf. Alcid. Od. où l'expression apparaît comme une formule de captatio benevolentiae (§4, τὸν
νοῦν προσέχειν <δεῖν>) ou sous la forme d'une incise rhétorique visant à forcer l'assentiment de
son auditoire (§29, ἐὰν νοῦν ἔχητε).
295
JULIE TRAMONTE
36 Cet impératif doit être confronté à la définition de la bonne rhétorique énoncée dans le Phèdre,
la formulation alcidamantéenne semble très proche du projet platonicien de rhétorique
philosophique universelle et perpétuelle, le réquisit de complaisance vis-à-vis des dieux en moins
(273e6-7). Sur ce sujet lire Tordesillas 1992.
37 Ce qui introduit une tension, certes, mais non une erreur logique (on se rappellera la structure
296
LE VOCABULAIRE DE LA PSYCHOLOGIE DANS L'OEUVRE D'ALCIDAMAS D'ELEE
cardinale chez Gorgias - est associée négativement aux discours préparés à l'avance, qui sont
éloignés de la vérité et emplissent de défiance l'esprit des auditeurs (§12). La fiction ne semble donc
pas avoir sa place dans la sphère politique pour Alcidamas.
42 López Eire 1996, 30-32.
297
JULIE TRAMONTE
***
En conclusion, nous croyons que les remarques mises en évidence ici peuvent
justifier l'attribution à Alcidamas d’une psychologie philosophiquement
consistante qui, tout à la fois, permet d’inscrire le discours dans une relation
proprement dynamique avec la polis, de réévaluer le statut de l’auditoire et de
redéfinir les contours d’une définition de l’art rhétorique désormais centrée sur la
notion de vraisemblance, et de replacer du même du même coup Alcidamas dans
une histoire de la philosophie où il a, croyons-nous, toute sa place.
Bibliographie
Nous interprétons cela comme une victoire de l'εἰκός λόγος mimétique (i.e. tendant vers le
44
vrai) défendu par Alcidamas sur l'εἰκός λόγος argumentatif développé par Gorgias aux §§6-22 de
son Pal. Sur les différents types d'εἰκός, cf. Mazzara 1999, 7.
298
LE VOCABULAIRE DE LA PSYCHOLOGIE DANS L'OEUVRE D'ALCIDAMAS D'ELEE
***
299
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES NO
GÓRGIAS DE PLATÃO
Daniel R. N. LOPES
Universidade de São Paulo
I.
apresentada por Sócrates na discussão com Polo sobre a retórica como uma
pseudo-arte (463a-466a). De acordo com essa analogia, a medicina estaria para a
justiça, assim como a legislação para a ginástica. Embora Platão saliente no
Górgias o aspecto curativo e corretivo do elenchos, não seria irrazoável inferir que
ele também é dotado de um poder preventivo e dissuasivo, quando aplicado a um
interlocutor cuja alma não se encontra ainda «doente». Nesse caso, o elenchos teria
uma função análoga à da ginástica ou da medicina preventiva, ou seja, uma
função protréptica: manter o bom estado da alma e evitar que ela contraia os
vícios que a corromperiam, conduzindo-a a boas decisões e ações no âmbito
privado e/ou público3. Talvez o caso da personagem Hipócrates no Protágoras
seja um exemplo paradigmático dessa função preventiva do elenchos, na medida
em que o breve diálogo com Sócrates lhe revela o desconhecimento do que
ensinava o sofista e dos riscos a que ele submeteria sua alma se viesse a se tornar
discípulo dele, dissuadindo-o, pelo menos momentaneamente, de um ação
precipitada e irrefletida4. O caso de Cálicles, todavia, concerne a uma alma
acometida por uma grave «doença»: a intemperança. Trata-se, portanto, de um
caso crônico, ou o elenchos, uma vez aplicado apropriadamente, seria capaz de
curá-la mesmo em condições extremas? Vejamos se o próprio texto nos oferece
indícios suficientes para verificarmos em que medida o poder terapêutico do
elenchos é eficaz em casos como esse.
II.
[…] O homem que pretende ter uma vida correta deve permitir que seus
próprios apetites dilatem ao máximo e não refreá-los, e, uma vez
supradilatados, ser suficiente para servir-lhes com coragem e inteligência,
e satisfazer o apetite sempre que lhe advier. Mas isso, julgo eu, é
impossível à massa: ela, assim, vitupera tais homens por vergonha, para
encobrir a sua própria impotência, e afirma que é vergonhosa a
intemperança, como eu dizia antes, e escraviza os melhores homens por
natureza; ela própria, incapaz de prover a satisfação de seus prazeres,
louva a temperança e a justiça por falta de hombridade5. (491e8-492b1)
302
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES
303
DANIEL R. N. LOPES
304
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES
se de qualquer modo» (495b4). Nesse sentido, o homem que pretende viver bem deve ser capaz de
satisfazer todo e qualquer apetite, inclusive aqueles elencados por Sócrates (494c-495a). Admitindo a
identidade entre prazer e bem, as consequências apontadas por ele são necessárias, e Cálicles não
teria como negá-las, tendo em vista o que ele próprio havia declarado anteriormente. É neste
sentido que Cálicles aceita as conclusões do argumento, para não ser incoerente com o que havia
admitido antes (ou seja, que bem e prazer são a mesma coisa), e não porque elas refletem o que ele
realmente pensava (495a5-6). Diante das conclusões indesejadas reveladas pelo elenchos, Cálicles
poderia, como fará efetivamente adiante (499b), admitir que há prazeres melhores e prazeres
piores, distinção essa que seria perfeitamente admissível conforme a primeira formulação do
hedonismo: nesse caso, o homem virtuoso deve permitir que os apetites bons, quaisquer que sejam
eles (a maioria, talvez, mas não todos), engrandeçam ao máximo para assim satisfazê-los, tendo a
coragem e a inteligência suficientes para isso. O fim de todas ações ainda assim seria a satisfação
dos apetites e a busca pelo prazer.
305
DANIEL R. N. LOPES
III.
306
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES
8Em outras palavras, «deve-se satisfazer os apetites que, uma vez saciados, tornam melhor o
homem, e evitar aqueles que o tornam pior» (503c7-d1).
9Irwin 1995, 194.
10CAL: Não me persuades, Sócrates. Pois o homem cujos jarros se repletam não sente mais
nenhum prazer, e isso, como há pouco dizia, é viver como uma pedra, pois, quando se sacia, nem
se gratifica nem sofre. Todavia, viver de forma aprazível consiste precisamente na máxima fluidez.
(Pl. Grg. 494a6-b2)
307
DANIEL R. N. LOPES
308
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES
IV.
16Do ponto de vista da psicologia moral dita «socrática» (ou do «eudamonismo psicológico»
associado a Sócrates), tal como apresentada no Mênon (77b-78b), nós desejamos apenas o que
pensamos contribuir para nossa felicidade como um todo, de modo que a opinião determina o
apetite. Se, por outro lado, julgamos que alguma coisa não contribui para a nossa felicidade, isso é
suficiente para não a desejarmos. Portanto, nessa perspectiva, é impossível termos apetites por
coisas que acreditamos serem prejudiciais à nossa felicidade, o que implica a negação do fenômeno
da akrasia, como discutido no Protágoras (352c-353a). Sobre o «eudamonismo psicológico», cf. Scott
2006, 51.
17Pl. Grg. 460a-c.
18Pl. Grg. 493d, 494a, 513c-d, 523a, 527a. Depois do monólogo de Sócrates, Cálicles recobra seu
interesse pela discussão em determinados momentos (510a-b, 513c, 517a, 520a, 521c, 522c), porém
logo suplantado por sua incredulidade.
309
DANIEL R. N. LOPES
pelo povo» (513c7-8). E esse eros de Cálicles nasce justamente do elemento que
governa sua alma, as epithumiai, como é próprio de uma alma intemperante.
Nesse sentido, Sócrates está diante do teste decisivo do poder terapêutico do
elenchos, diante de sua «pedra de toque», como ele mesmo ressalta (486d). É
possível «curar» uma alma intemperante como a de Cálicles, quando ela é
governada por eros que nasce, por sua vez, do predomínio das epithumiai? Ou
tratar-se-ia antes de um caso crônico, de modo que Platão estaria examinando no
Górgias precisamente os limites da eficácia persuasiva do elenchos socrático e de
seu poder terapêutico?
De fato, quando Sócrates apresenta a Polo, no final da segunda parte do
diálogo, as conclusões paradoxais a que chegou a discussão, uma vez admitido
que cometer injustiça é tanto pior como mais vergonhoso do que sofrê-la, ele
admite que há certo limite para a eficiência daquele tipo de punição impingido
pelos tribunais aos criminosos:
310
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES
seria representado por Platão como um caso crônico? Seria ele incurável de sua
intemperança, ainda que afetado pelo pharmakon da vergonha?
A evidência textual que suponho ser a chave para a resposta à questão se
encontra no mito que encerra o diálogo:
[…] Cabe a todos os que estão sujeitos ao desagravo, cujo desagravo por
parte de outrem seja correto, tornarem-se melhores e obterem alguma
vantagem, ou tornarem-se modelo aos demais, para que estes últimos,
quando verem seu sofrimento, fiquem amedrontados e se tornem
melhores. Mas os que são beneficiados e que recebem a justa pena
infligida por deuses e homens são aqueles que cometeram erros curáveis;
contudo, é por meio de sofrimentos e dores que eles são beneficiados,
aqui como no Hades, pois não há outro modo de se livrarem da injustiça.
Por outro lado, os que cometeram as injustiças mais extremas e tornaram-
se incuráveis devido a esses atos injustos, tornam-se modelo, embora eles
próprios jamais possam obter alguma vantagem porque são incuráveis.
Não obstante, são os outros que obtêm alguma vantagem disso, aqueles
que os vêem experimentar, ininterruptamente, os maiores, os mais
dolorosos e os mais temíveis sofrimentos por causa de seus erros,
dependurados no cárcere de Hades como simples modelo, espetáculo e
advertência para os injustos que ali chegam a todo instante. (525b1-c8)
22Sedley (2009, 66) considera que as referências à recalcitrância de Cálicles não são suficientes
para afirmar, com segurança, se ele constitui um exemplo de alma incurável ou não, tal como
aludido no mito. Ele considera, contudo, provável que Cálicles seja representado como tal. A leitura
que estou propondo, por sua vez, assume que, de fato, Platão representa Cálicles como exemplo
paradigmático de uma alma incurável, a fim de ressaltar os limites da eficácia persuasiva e do
poder terapêutico do elenchos socrático.
23Scott 1999, 25-26.
24Pl. R. 358c5-d6.
311
DANIEL R. N. LOPES
Bibliografia
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***
312
PADRÕES ARGUMENTATIVOS NO HIPÓLITO, DE EURÍPIDES, NA
APOLOGIA DE PALAMEDES, DE GÓRGIAS, E NA APOLOGIA DE
SÓCRATES, DE PLATÃO
Para Guido Calogero (1957), James Coulter (1962) ou qualquer leitor atencioso
da Apologia de Palamedes, de Górgias, e da Apologia de Sócrates, de Platão, fica
evidente a utilização pelos dois acusados de três tópoi: 1) as acusações são
contraditórias (AP. 25-26, AS. 24c; 25e); 2) como benfeitores para a Grécia, eles
não teriam razão para traí-la (Pal. 25, Apol. 24c), 3) eles são homens honrados –
Palamedes, pelos companheiros, Sócrates, por Apolo – e não teriam necessidades
econômicas para agir como seus acusadores dizem que agiram e comprometer
sua honra (AP. 15-16, 30; AS.,31c ) 1. Além desta semelhança, notemos também, o
fato de ambos se apoiarem na distinção entre opinião (doxa) e verdade (aletheia) e
de se utilizarem do argumento da verossimilhança (eikos) na estrutura
argumentativa de suas defesas.
Estas semelhanças não são, porém, razão suficiente para afirmar a afinidade
teórica entre seus autores. Coulter, apoiado em uma determinada leitura de
passagens do Fedro e do Górgias, e na alegação da proximidade temporal deste
diálogo e da Apologia de Sócrates, defende que Platão radicalmente refuta a
retórica de Górgias:
Na minha perspectiva, para compreender melhor estes dois textos, bem como
certos pressupostos filosóficos da retórica gorgiana, sem julgá-la pelos
pressupostos platônicos, é pertinente analisarmos uma obra anterior a estas duas.
Trata-se da tragédia Hipólito, de Eurípides, em que o jovem filho de Teseu,
Hipólito, personagem mítico como Palamedes, é, como Sócrates, acusado e
punido injustamente. Este terceiro caso ajuda-nos também, a mostrar aspectos da
discussão filosófica, política e jurídica que estava ocorrendo nos séculos quinto o
quarto em Atenas. As palavras iniciais do diálogo Górgias, de Platão, “De
guerras e batalhas (Polemou kai maches), é que dizem, Sócrates, se deve participar
assim (Górgias, 447a)” indicam este quadro agonístico na cidade de Atenas. As
palavras de Sócrates sobre a proximidade entre teatro e retórica, no final do
mesmo diálogo, também nos mostram a proximidade entre estas atividades e os
textos a ela relacionados3. Hoje, o estudo de obras de literatura dramática, feito
nos departamentos de letras, distancia tais textos da reflexão filosófica, mas
devemos considerar que esta separação anacrônica pode ser bastante prejudicial
à compreensão do debate filosófico tal qual ocorreu nos séculos V e IV a.C.
Tendo em mente a conexão entre estes três textos, passarei, então, a fazer
algumas considerações sobre a tragédia Hipólito. Na minha interpretação dessa
peça, que não é o caso expor aqui4, existe, a meu ver, uma determinada
concepção ética, que é conseqüência de uma posição epistemológica, qual seja,
uma visão cética em relação à possibilidade de conhecermos a realidade (em
particular a divina) e, talvez, até, de supormos que haja uma realidade a ser
conhecida. Parte desta posição não é novidade. Lembremos, por exemplo, que
Hipólito e Medeia foram consideradas por Charles Segal (no seu famoso artigo de
AS 31c: Porque da verdade de minhas alegações exibo, suponho, uma prova cabal: minha
pobreza.
AP 21: A vida tornar-se-ia impossível para quem não era digno de confiança
AS 38a: vida sem exame não é digna de um ser humano
AP 26: Logo, em ambos os casos serias mentiroso
AS 25e: numa suposição como na outra, estás mentindo
AP 32: nem pelos mais novos, nem pelos mais velhos
AS 33a:. Conquanto nunca me opusesse a moço ou velho
AS 30a: ...encontrar, moço ou velho; persuadindo-vos, moços e velhos
AP 32: para os mais velhos não sou incomodativo, para os mais novos não sou inútil
AS 33b: estão a disposição do rico e do pobre para que me interrogue
AP, 34: É-vos necessário [...] nem preferir as acusações às refutações, nem pensar que o tempo
breve é um juiz mais sábio do que o tempo longo
AS 19a: [...] que empreende delir em vós os efeitos dessa calúnia, a que destes guarida por tantos
anos, e isso em prazo tão curto.
AP, 36: todos vos acusariam de serdes vós a cometer uma injustiça flagrante, e não o acusador
AS, 38c : vos lançaram a fama e a acusação de haverdes matado Sócrates.
3 Soc: Portanto, a poesia é certa oratória pública (demagoria) [...] Oratória pública não seria, então,
retórica? Ou os poetas nos teatros não te parecem agir como retores? (idem, 503c-d
4 Ela foi objeto do IV capítulo de minha tese de doutorado, Coelho (2002).
314
PADRÕES ARGUMENTATIVOS
5 De fato, se Eurípides é famoso por retratar os deuses nos seus dramas, ele o é, também, porque
pede à sua audiência para questionar a natureza dos deuses e mesmo sua existência5, e, nesse
aspecto, Hipólito é uma peça particularmente interessante de ser estudada, pois, apesar da presença
das duas personagens divinas – Afrodite e Ártemis – pode-se defender que a transferência de
tensão entre as deusas reforça que o âmbito de todo o drama está na esfera dos personagens
humanos.
6 No caso de Fedra, talvez o que mais nos comova seja sua luta para esconder sua paixão pelo
enteado Hipólito. Esta luta fica clara, por exemplo, no seu diálogo a ama (vv.320-35), no qual Fedra
mostra sua consideração por seu marido (v. 321) e o ódio às mulheres cujo comportamento oculto
ousado contrasta com a fama de moderadas (vv.413-14). De fato, quando a deusa Ártemis, ao final
da peça, inocentar Hipólito, ela também, mostrará que Fedra não agiu voluntariamente (v. 1305).
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320
PADRÕES ARGUMENTATIVOS
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Lanham.
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321
LA CONFESSIO PYTHAGORICA DEL FEDÓN:
SÓCRATES, NOVIO DE LA MUERTE
Nemrod CARRASCO
Seminari de Filosofia Política (UB)
Introducción
Sócrates tiene mucho que ver con el cuerpo, ese cuerpo de Sileno que evoca
Alcibíades en el Banquete, ese cuerpo que oculta al hombre interior y la belleza de
su alma, pero que lleva incontestablemente la carga erótica que, en el Fedro, va
ligada a la mania y sirve de guía para encontrar la verdadera belleza. Si hemos de
hacer caso al Sócrates del Fedro, ¿qué necesidad hay de prepararse para la
muerte, un estado que se caracteriza, de acuerdo con la primera definición que
nos ofrece el Fedón, por el hecho de separar el alma del cuerpo (Phd. 64c2-65a8)?
¿Hasta qué punto es preciso que el filósofo enseñe a su alma a deshacerse paso a
paso de todas aquellas coacciones del cuerpo que el Fedro y el Banquete vinculan
inexorablemente al aprendizaje de la belleza? ¿No resultará que la enseñanza del
Fedón consiste en algo más indeterminado y esquivo que todo esto? Y, sin
embargo, pese a nuestras preguntas, nos parece que Nussbaum tiene de alguna
forma razón. Sin duda apunta hacia algo que decimos y pensamos sobre el Fedón,
por muy inseguros que estemos sobre el significado de este diálogo.
No obstante, criticar de este modo las concepciones de Platón plantea un
problema. Esa crítica exige que consideremos que el enfoque platónico sobre
la filosofía se identifica con la visión pitagórica de Sócrates tal como se
manifiesta en el Fedón; esto supone, o bien acusar a Platón de no ser consciente
de todo lo que ha escrito en otros diálogos o bien de apoyar la evolución de su
propio planteamiento en diálogos posteriores donde sí se revaloriza el papel
de eros y su relación con la belleza. De todos modos, al finalizar la primera
parte del Fedón, es imposible no tener en cuenta las siguientes palabras de
Sócrates:
[La filosofía] pone en calma las pasiones, sigue al razonamiento, y, sin separarse
en ningún momento de él, contemplando lo verdadero, divino, y que no es objeto
de opinión, y alimentada por ello, cree que así debe vivir mientras viva, y que,
una vez que su vida acabe, llegará a lo que es afín a sí misma y tal como ella es,
liberándose de los males humanos. Y, como consecuencia de tal régimen de vida,
no hay peligro de que sienta temor [puesto que hase ejercitado en ello], oh
Simmias y Cebes, de quedar esparcida en el momento de separarse del cuerpo, o
de ser disipada por el soplo de los vientos y de marcharse en un vuelo, sin existir
ya en ninguna parte (Phd. 84a-b).
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LA CONFESSIO PYTHAGORICA DEL FEDÓN
por los efectos de la muerte sobre el alma, la esperanza de una vida feliz en
compañía de los dioses. En consecuencia, una interpretación adecuada del
Fedón debe considerarlo, no un diálogo que olvida la experiencia sobre eros,
sino un diálogo que trata precisamente de esta experiencia, y también de cómo
debe ser purgada y trascendida, de por qué los dioses deben venir a salvar a
los filósofos, y quizá, también, de por qué la filosofía no puede salvar a la
ciudad o, en todo caso, no puede salvarnos políticamente.
El Fedón es un diálogo sobre la pasión filosófica, afirmación esta difícil de
sostener desde algunas de las críticas que se han escrito sobre él. El único
discurso en el que se identifica la vida filosófica con el deseo de morir es, en
realidad, el retrato pitagórico de una pasión compleja, cuya naturaleza se halla
indisolublemente ligada a la persona de Sócrates. Desde luego, en el centro de
la obra se desarrolla otro discurso, plagado de alusiones órfico-pitagóricas,
que pretende respaldar o fundamentar este deseo en un sentido
inequívocamente religioso (Phd. 80c2-84b7). Pero difícilmente podremos
entender el motivo de dicha fundamentación o valorarla sin comprender
primero en qué sentido la elección filosófica constituye una aquiescencia a la
muerte, qué tipo de pasión mueve al filósofo a estar convencido de su decisión
y de qué modo ésta se contrapone al eros de quienes no son filósofos, esto es, a
los amantes de todo lo que la ciudad dice que debe amarse. Debemos estar
dispuestos a analizar el significado de esta desafección erótica del Sócrates
pitagórico, cuyo esfuerzo consiste precisamente en separar la psykhe de la vida
del cuerpo, y, al final, preguntarnos si los discípulos y el auditorio al que va
dirigido el relato de Fedón están preparados para ser persuadidos por el logos
de Sócrates. He aquí por qué debemos dirigir nuestra atención al fragmento
del Fedón conocido como la Apología de Sócrates.
2 Que Fedón mencione la ausencia de Platón, el autor del diálogo, puede tener igualmente la
función de dispensar al relato de toda acreditación auténtica. Mientras que la autenticidad del
relato procurada por Fedón hace hincapié en su presencia expresa en la prisión de Atenas, fuera de
éste resulta cuanto menos dudosa por la ausencia del autor. Además, cualquier mención de Platón
en sus obras es inusual; tanto, que da la impresión de que Platón intenta plantearnos su carácter
ficticio.
325
NEMROD CARRASCO
3 Los testimonios y los fragmentos más conocidos de Fedón se hallan en Giannantoni (1990); una
colección más generosa de los testimonios del Zorico se presenta y se discute en Rossetti (1980, 183-
200).
4 Sobre el sentido de la elección dramática de Fedón como narrador, véase Boys-Stones (2004, 1-
23). Otras explicaciones sugestivas se pueden encontrar en Dorter (1982), así como McQueen y
Rowe (1989, 1-18).
5 Desde el comienzo del Fedón, Platón deja bien claro que el relato se desarrolla en un lugar
determinado (Fliunte), que el destinatario del mismo está estrechamente relacionado con una
suerte de socratismo pitagórico y que la conversación entre Equécrates y Fedón (bastante
improbable históricamente) sugiere una relación más que verosímil entre la comunidad de los
pitagóricos del Peloponeso y el círculo de los socráticos.
6 Alabar la vida de Sócrates es placentero, ciertamente, pero jamás dice que recordar a Sócrates
en silencio o en solitud sea su mayor placer, sino que lo es al recordarle mientras habla o escucha a
otros. Al escuchar los discursos de Sócrates, como si fueran hablados en voz alta por él mismo o por
otros, Fedón parece sentir que Sócrates todavía permanece de algún modo con él y padecer menos
el dolor de su pérdida (Phd. 115c6-d2). Es preciso no ignorar esta concurrencia de lo agradable y lo
doloroso en la persona (sôma) del narrador, puesto que el cuerpo es el espejo del debate dialéctico
y, muy en especial, de la guerra de contrarios que el propio Sócrates también experimenta y razona
el día de su muerte. La importancia del problema “placer-dolor” para la comprensión del Fedón la
pone de manifiesto el hecho de que ese problema es ignorado por el narrador del relato: lo que
Fedón no presta atención es al hecho de que en esa experiencia se encuentra el problema del
diálogo.
326
LA CONFESSIO PYTHAGORICA DEL FEDÓN
7 Este modo de sentir la vida ha ejercido una gran influencia sobre las tradiciones posteriores,
hasta el punto de ser irrelevante si los autores han hablado todavía de una experiencia griega
concreta o en nombre de la peculiar experiencia del filósofo. La idea, común en Roma y en la
Antigüedad tardía, según la cual la filosofía enseñaba antes que nada a morir, no es más que su
versión vulgarizada.
8 La palabra philosophos tiene en este contexto un sentido netamente pitagórico y no es extraño
que Sócrates sea estilizado como un philosophos pitagórico. De ahí la ocurrencia frecuente de los
términos philosophia/philosophos/philosophein en la apología y su uso continuo por parte de Sócrates:
Simmias sólo emplea hasta tres veces expresiones relacionadas con esta familia de palabras (Phd.
64b3, b5, 64e2-3), mientras que Sócrates lo hace hasta en dieciséis ocasiones. Sobre el uso de esta
terminología por parte de Sócrates conviene resaltar dos puntos; a) Sócrates se refiere a aquellos
que han dedicado su vida a la filosofía (Phd. 63e10) y “viven en la filosofía” (Phd. 68c11-12), esto es,
la comprensión de la filosofía como un ars vivendi se presenta con un rasgo genuinamente
pitagórico (Pitágoras es mencionado sólo una vez en el Corpus platonicum como el fundador de una
forma específica de vivir, el bios pithagorikos (Plt. 600b); b) la alusión a los filósofos se hace
frecuentemente acompañada de adverbios que dan a la palabra un sentido enfático (Phd. 63e9-10,
64a4-5, 64b9-c1, 64e2-3, 66b2, 67d8, 67e5, 69d2-3); como señala Burnet ad Phd. 67b4: “Esto significa
que los philosophoi “en el verdadero sentido de la palabra”, son los únicos que tienen derecho a
denominarse como tales”, lo cual parece un signo distintivo de la comunidad pitagórica, cuyos
miembros estaban unidos por creencias cuasi-religiosas.
327
NEMROD CARRASCO
Es la vida como filósofo o, como Sócrates dice, es con arreglo a la filosofía que
cabe esperar la mejor de las vidas en el más allá. Es evidente que con esta
fórmula Sócrates da a entender que cualquier hombre que sea filósofo debe
albergar esta confianza. Sin embargo, ¿qué razón puede tener este filósofo para
confiar en que los dioses serán justos y será recompensado con la mejor de las
vidas posibles en el más allá? (Phd. 64a1-2). El primer paso para la respuesta a la
pregunta es una tesis algo paradójica, de la cual se dice que los demás hombres,
los alloi, no se dan cuenta, a saber, que “los que cultivan rectamente la filosofía no
hacen otra cosa que prepararse para la muerte y estar muertos” (Phd. 64a4-6). La
tesis es extraña porque, ciertamente, no parece cubrir el problema planteado:
aunque el filósofo se distingue de la ciudad en esta disposición a afrontar la
muerte, de esta actitud no se puede deducir de ningún modo su felicidad en el
Más Allá, ni siquiera que pueda haber algo así como una vida después de la
muerte. Al razonar como lo hace Sócrates, es preciso mantener la existencia
futura del alma como un presupuesto y, lo que es más importante, conviene tener
en cuenta la oposición, esencial en el argumento, entre la ciudad y el filósofo: los
polloi, que reconocen al filósofo como un moribundo, son incapaces de preguntar
por qué el filósofo ama la muerte por encima de cualquier cosa y cuál es el bien
que hace que su vida sea realmente meritoria (Phd. 64a10-b6).
El filósofo no ama su vida más que la mayoría; pero, para expresar su apego a
la muerte, distingue lo que es propio del alma y del cuerpo, oponiéndose así al
philosomatos:
La mayoría de los hombres piensa que la vida no vale nada para quien no
encuentra placer en ninguna de estas cosas. Y llegan a creer que prácticamente es
como estar muerto, esto de no hacer caso de los placeres que se disfrutan
mediante el cuerpo (65a4-7)
Esto es efectivamente lo que sostienen los muchos, los polloi, de los filósofos;
dominados en su existencia por el apego mórbido a la muerte, que les parece la
única cosa necesaria, o sabiendo que la vida filosófica es aquello cuya posesión
otorga la felicidad más grande, el philosophos rechaza los placeres sensibles y los
prestigios asociados al cuerpo porque resultan extraños a su ser. Dado que la
ciudad asocia el placer a lo más valioso la mayoría debe pensar indiferentemente
328
LA CONFESSIO PYTHAGORICA DEL FEDÓN
9 No es difícil que el philosophos se haga acreedor de la burla de los polloi y de los poetas como
Aristófanes, cuyo personaje principal en las Nubes acaba por prender fuego al “pensatorio” de los
intelectuales: el philosophos se cree cómodamente instalado bien lejos de sus ciudades, en la Isla de
los Bienaventurados, y conociendo como dice conocer la auténtica grandeza, se limita a mirar las
cosas humanas como insignificantes.
10 El cuerpo es el principal obstáculo para la autosuficiencia del sabio: la necesidad de adquirir
alimentos (Phd. 66b8-c1), las enfermedades (Phd. 68c1-2), los estados emocionales de todas clases
(Phd. 68c2-4) son impedimentos corpóreos para la adquisición de conocimiento. Pero de un modo
más general el cuerpo es también causa de males políticos: no habría guerras, rebeliones ni
combates sin la presencia de eros (Phd. 68c6-8), cuya fuerza obliga a la adquisición de posesiones
(Phd. 68c8-d1). Que el Fedón aborda nociones pitagóricas es algo que Cicerón atestigua en Cato
mayor de senectute XII 39-41, donde el anciano Catón cita un discurso de Arquita de Tarento, cuya
idea básica se corresponde con lo que encontramos en esta Apología: la voluptas corporis es el mayor
mal para el pueblo (XII 39), el origen de la traición y la rebelión en la ciudad (XII 40), del mismo
modo que el cuerpo es el enemigo de la mens (XII 40) y lleva la luz del alma (lumen animi) a la
perdición (XII 41).
11 Loraux 2004 [1990], 317-358
329
NEMROD CARRASCO
Para demostrar que tan sólo los filósofos tienen derecho a ser llamados
andreioi, Sócrates se limita a afirmar que cualquiera que tema la muerte no puede
considerarse un filósofo, sino un amante de la vida, un philosomatos (y además,
como sugiere Sócrates, alguien que sea probablemente un amigo de la riqueza y
de los honores o de una de estas dos cosas). El acento en la andreia que caracteriza
el argumento de Sócrates conduce a una cierta depreciación del coraje cívico.
Pues no hay nada en la Apología que sugiera que los hombres pueden ser
realmente valerosos: “a excepción de los filósofos, los hombres son valerosos por
miedo”. Por ejemplo, la valentía exhibida por el ciudadano-soldado alabado en la
Oración fúnebre le procura la posesión más noble y más dichosa que la ciudad
puede tributar a su muerte, pero no es esa posesión la pretendida por los
filósofos al separar su alma de la ciudad. Sócrates desea reemplazar la alabanza
del honor por una alabanza de la verdadera virtud:
Y tal vez, oh Simmias, no sea el recto cambio con respecto a la virtud el trocar
placeres por placeres, penas por penas y temor por temor, es decir, cosas mayores
por cosas menores, como si se tratara de monedas. En cambio, tal vez sea la única
moneda buena, por la cual debe cambiarse todo eso, la sabiduría. Por ella y con
ella quizá se compre y se venda de verdad todo, la valentía, la moderación, la
justicia y, en una palabra, la verdadera virtud; con la sabiduría tan sólo, se
añadan o no los placeres y los temores y todas las demás cosas de ese tipo. Pero si
se cambian entre sí, separadas de la sabiduría, es muy probable que una virtud
semejante sea una mera apariencia, una virtud en realidad propia de esclavos y
que no tiene nada de sano ni de verdadero. Por el contrario, la verdadera realidad
tal vez sea una purificación de todas las cosas de ese tipo, y asimismo la
moderación, la justicia, la valentía y la misma sabiduría, un medio de
purificación (69a6-c2)
330
LA CONFESSIO PYTHAGORICA DEL FEDÓN
12 La capacidad del eros para la distorsión y la autojustificación nunca se tiene bastante en cuenta.
Sócrates habla de un “hechizo” y de la cooperación voluntaria en el propio cautiverio (los muros de
nuestra prisión los crea eros). Todo placer o dolor al que servimos es un clavo que sujeta el alma a
una peligrosa fuente de engaño e impureza (Phd. 83d). La única solución parece, pues, amar la
propia muerte, remontarse a un punto donde las pasiones humanas dejen de empujar y pueda
ejercitarse la reflexión “pura en sí misma por sí misma” (Phd. 66a), sin dolor ni distracción –de
manera que la propia muerte aparezca finalmente, a los ojos del alma, como un bien ajeno a
cualquier tipo de intercambio.
331
NEMROD CARRASCO
Sócrates de Platón13. Sin embargo, hay que reconocer que la enseñanza pitagórica
de Sócrates presenta una contradicción difícil de superar: la vida filosófica es
presentada como el mayor bien posible, pero, ¿hasta qué punto puede ser un bien
para alguien que está muerto?14 O, por decirlo de otro modo, ¿en qué medida la
vida filosófica puede ser disfrutada en algún momento? ¿Es posible que Sócrates,
que debería insistir como cualquier pitagórico en la armonía indispensable entre
el logos y el comportamiento, no haya explicado en absoluto con el logos lo que
estaba revelando con su comportamiento?
El único modo de comprender la contradicción pasa por traer a colación de
nuevo las dos clases de virtud que están en juego: la virtud común o política,
cuyo fin último es el honor, y la verdadera virtud, que es idéntica a la sabiduría.
El hecho de que Sócrates asocie la virtud verdadera a la purificación, o confunda
la virtud política con el intercambio, se explica en última instancia a partir de la
contraposición entre dos tipos de eros: para la ciudad es elogiable desear morir
porque la muerte es el umbral de la gloria y no hay vida que no merezca no ser
reconocida que la muerte consagrada a su salvación; para la filosofía es necesario
querer morir porque el alma debe hallarse preparada para su inmortalidad antes
de la muerte. En el primer caso, la entrega del cuerpo va acompañada con la
confianza de que la muerte será compensada por la vida de la ciudad, pero en el
segundo caso, la aniquilación del cuerpo, purificadora, vincula inexorablemente
la vida del alma a la perfecta gratuidad de eros15. La razón por la que debería
abandonarse cualquier tipo de recompensa divina parece una consecuencia
lógica de la premisa de Sócrates, la suposición de que es preferible estar muerto a
no estarlo. El problema del Fedón es que la muerte de Sócrates no parece
completamente desinteresada y no resulta obvio que pueda explicarse en estos
términos de un modo inteligible.
13 En la historia de la ética, el Fedón muestra por primera vez que el carácter moral de un
comportamiento puede ser juzgado sin tener en cuenta los motivos de la acción y del cálculo coste-
beneficio aplicado a la misma. Klaus Reich sugiere que la doctrina de Kant sobre el imperativo
categórico pudo venir influenciada por una lectura del Fedón, al que Kant podría haber accedido
por una traducción y un comentario de Moses Mendelssohn.
14 Sobre el carácter decisivo de esta contradicción, véase Benardete (2000, 277-297).
15 En el Gorgias, la muerte de Sócrates tampoco es presentada por Platón como una “muerte
para”, sino como una eventualidad plenamente aceptada: la hipótesis de la muerte es considerada
como carente de atopon (Grg. 521d) o de extrañeza; todo parece señalar que esta muerte, en su
estricta literalidad, no es “sin lugar”, pero que pueda “tener lugar” tampoco implica que sea objeto
de intercambio o que pueda entenderse, por así decir, como una entrega a una cierto credo
filosófico. El decalage entre los dos modos de morir resulta harto evidente: por un lado, la muerte
por el objeto amado como el acto sacrificial del amante abnegado; por otro lado, una muerte
ciertamente no atopos, no absurda, pero sin recompensa, una muerte que no tiene lugar en el
sentido de que podría ser localizada en el tiempo, sino que “siempre tuvo lugar”, una muerte más
allá de lo que la ciudad entiende como tal.
332
LA CONFESSIO PYTHAGORICA DEL FEDÓN
333
NEMROD CARRASCO
Igualmente es muy posible que quienes nos instituyeron los misterios no hayan
sido hombres mediocres, y que, al contrario, hayan estado en lo cierto al decir
desde antiguo, de un modo enigmático, que quien llega profano y sin iniciar al
Hades yacerá en el fango, mientras que el que allí llega purificado e iniciado
habitará con los dioses. Pues son, al decir de los que presiden las iniciaciones,
“muchos los portatirsos, pero pocos los bacantes”. Y éstos, en mi opinión, no son
otros que los que se han dedicado a la filosofía en el recto sentido de la palabra.
Por llegar yo también a ser uno de ellos omití en lo posible cuanto estuvo de mi
parte, a lo largo de mi vida, sino que me afané de todo corazón. Y si mi afán fue el
que la cosa merecía y ha tenido éxito, al llegar allí, sabré, si Dios quiere, la exacta
verdad, dentro de un rato, según creo (69c3-d6)
pitagórica y nuevas referencias al lenguaje de los misterios (Phd. 80c2-84c7): la esperanza de una
334
LA CONFESSIO PYTHAGORICA DEL FEDÓN
Bibliografía
Benardete, S., 2000: The argument of the action: Essays on Greek Poetry and Philosophy,
Chicago University Press.
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Le Brun, J., 2002: Le pur amour: de Platon à Lacan, La Librairie du XXI Siecle, Seuil.
vida feliz en compañía con los dioses como algo estrictamente reservado a los filósofos de verdad
(Phd. 81a9, 82b10); el destino de las almas no-filosóficas, introducidas en la rueda interminable de
los nacimientos; el énfasis en la pureza (82d6) y en todo tipo de purificaciones (Phd. 80e2, 83d9, e3)
de las que se nutre el alma (Phd. 83d8-9, 84b1); la sublimación de tareas cotidianas como el lavarse y
el ingerir alimentos... Lo que tenemos en este pasaje no es un discurso argumentativo, sino una
especie de mantra religioso con el que aplacar el miedo irracional a la muerte. Esto incluirá
ciertamente una especie de letanía, junto al uso de expresiones rítmicas (Phd. 80d6, d7, e3-6, 81a5,
a6-7, b5-6, b8-c1, c8-9, 82a4, a5, 83b6-7, e2-3, 84a9), cuyo carácter retórico se verá acentuado con una
construcción paratáctica.
19 Esta posibilidad hace acto de presencia en la teología del siglo XVIII con la suposición
imposible de Fenelón. ¿Qué pasaría si el hombre, cuya máxima aspiración es alcanzar la felicidad,
estuviera desprovisto de toda recompensa celeste? ¿Qué ocurriría si la promesa divina de una vida
futura fuese completamente gratuita? Sobre la posibilidad lógica de la suposición imposible en
Fenelón y la lectura platónica de su opúsculo “Sobre el amor puro”, véase Le Brun (2002, 23-47).
335
NEMROD CARRASCO
Loraux, N., 1990: Les expériences de Tirésias, Gallimard (trad. esp.: Las experiencias de
Tiresias, Barcelona, El Acantilado, 2004).
Nussbaum, M., 1986: The fragility of Goodness, Cambridge University Press (trad.esp.:
La fragilidad del bien, Madrid, Visor, 1995).
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McQueen, Rowe, E.I, C.J, 1989: “Phaedo, Socrates and the Chronology of the Spartan
War with Elis”, Methexis 2, 1-18.
***
336
LA DIMENSIÓN RACIONAL DEL HEDONISMO DE ARISTIPO
338
LA DIMENSIÓN RACIONAL DEL HEDONISMO DE ARISTIPO
el bien, lleva a vivir como las bestias, a la esclavitud ejercida por los objetos del
deseo5. Aristipo, no obstante, parece haberse anticipado a la objeción del
estagirita, a juzgar por las variadas anécdotas que al respecto aduce Diógenes
Laercio. La ética socrática, asentada en la autonomía y la libertad6, no implica
necesariamente la renuncia a los placeres ni ningún tipo de ascetismo. Aristipo
considera que el autodominio no está reñido con el goce constante. Frecuentaba
las relaciones con la hetaira Lais
A quienes lo censuraban les dijo: «Yo la tengo a ella, pero no ella a mí.
Porque lo mejor es el dominar y no ser sometido en los placeres, no el
abstenerse de ellos»7.
El cirenaico disfruta sin reparos de todo placer accesible, de todo aquello que
tanto la naturaleza como la polis ponen fácilmente a nuestra disposición.
Dominar un barco o un caballo no significa no usarlos, sino conducirlos donde se
cree conveniente8. El hombre insensible al fuego bien podría arrojarse al Etna,
como acepta los placeres quien es capaz de dominarlos9. Aquí, por supuesto, se
aprecia una diferencia fundamental respecto al cinismo, pues Aristipo rechazaba
el esfuerzo y el trabajo en cuanto actividades no placenteras, pues su modelo no
es Heracles, sino Odiseo quien, aunque fiel a su promesa del regreso, disfruta del
instante, de lo presente e inmediato. Uno de los rasgos característicos de los
filósofos cínicos es precisamente el ascetismo, la esforzada renuncia de todo
aquello que pueda comprometer la libertad del individuo y su independencia
respecto a las convenciones sociales. Por eso el propio Antístenes llegó a decir
que prefería la locura al placer10. Semejante afirmación supone una muestra más
de la profundidad del pensamiento y el carácter socrático, ya que dos de sus más
cercanos discípulos interpretaron su propuesta ética de maneras tan
contrapuestas11. De este modo tan sugerente describe Gomperz la figura y
personalidad de Aristipo:
8 Tomo este ejemplo del análisis de la figura de Aristipo en: Guthrie, W.C.K. 1988, 467.
10 D.L. VI, 3.
11 San Agustín, La ciudad de Dios, VIII, 3: «Los socráticos tuvieron entre sí tan diferentes opiniones
sobre su objetivo que […] unos decían que el sumo bien era el placer, como Aristipo, y otros que la
virtud, como Antístenes […]».
339
IGNACIO GARCÍA PEÑA
Para ahondar un poco más en la naturaleza del placer, la clave de bóveda del
pensamiento de Aristipo, debemos citar y analizar el que probablemente es el
más conocido de los pasajes que al respecto ha transmitido Diógenes Laercio:
aunque en consonancia con las tesis del tardío Filebo (Phlb. 51a-53c).
16 Es, sin duda, lo que encontramos en Epicur. Ep. [4]: D.L., X, 129-132. Por supuesto, no resulta
fácil decidir si la opinión pertenece al propio Aristipo o si, por el contrario, supone precisamente
una respuesta de sus seguidores a la doctrina epicúrea.
17 Mannebach 1961, fr. 207-209.
340
LA DIMENSIÓN RACIONAL DEL HEDONISMO DE ARISTIPO
341
IGNACIO GARCÍA PEÑA
que uno de los pilares básicos de su pensamiento y su acción era el cuidado del
alma, la sede de la identidad personal, aquello que realmente somos. En el texto
de Diógenes Laercio, no obstante, encontramos que esta opinión se atribuye al
conjunto de los cirenaicos20, siendo constantemente contrapuesta a la doctrina de
Epicuro. Sin embargo, poco más atrás hemos encontrado una tesis que contrasta
radicalmente con la superioridad del placer corporal:
20 Una de las cuestiones de más difícil solución es la de decidir qué ideas se atribuyen al propio
Aristipo y cuáles constituyen formulaciones posteriores de sus discípulos. Es incluso tema de
debate la propia fundación de la escuela de Cirene, pues se discute si fue Aristipo, el discípulo de
Sócrates, o bien el nieto homónimo del filósofo hedonista. Sobre esto puede verse: Giannantoni
1958, 55-73.
21 D.L. II, 87.
342
LA DIMENSIÓN RACIONAL DEL HEDONISMO DE ARISTIPO
De manera que los placeres del alma y los del cuerpo, cuya distinción es
meramente artificial, designan estados de júbilo semejantes, puesto que
son experimentados, vividos y percibidos por la misma identidad
corporal, la misma subjetividad carnal24.
343
IGNACIO GARCÍA PEÑA
344
LA DIMENSIÓN RACIONAL DEL HEDONISMO DE ARISTIPO
Preguntado por Dionisio que por qué los filósofos acuden ante las
puertas de los ricos y, en cambio, los ricos nunca a las de los filósofos,
dijo: “Porque los unos saben lo que les hace falta, y los otros no lo
saben”30.
Una vez que Dionisio le dio a escoger una entre tres heteras, se llevó las
tres diciendo: “Ni siquiera a Paris le fue bien al escoger una”. No
345
IGNACIO GARCÍA PEÑA
Bibliografía
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346
POR AMOR DE SÓCRATES:
ALCEBÍADES E PLATÃO NO BANQUETE
Gabriele CORNELLI
Universidade de Brasília
Comecei minha fala um pouco de longe, ainda que espere ficar logo mais
evidente que este ponto de partida é essencial à compreensão da leitura do
Banquete que aqui proponho. O ponto de partida é o último romance do
premiado escritor sul-africano John Coetzee (premio Nobel pela literatura em
1993): Summertime. Neste romance Coetzee cita Platão numa passagem muito
significativa. O contexto é aquele de um convite para o chá que Adriana,
brasileira, emigrada para a África do Sul, mãe de duas adolescentes, faz ao
professor de língua inglesa de uma delas, sendo este o próprio Coetzee.
Perguntado, o professor explica conforme acima sua filosofia de ensino. O que
emerge é certa indistinção entre eros e paidéia (“parece outra coisa”). A mesma
relação entre eros e Paidéia desenha as páginas do Banquete, enquanto
representação de uma maneira mais geral de entender as relações pedagógicas e
homoafetivas na Atenas clássica.
Mas a lectio platônica de Coetzee não termina aqui. O romance Summertime é
pensado como uma série de entrevistas com mulheres que o próprio Coetzee
(autor e personagem, portanto, ao mesmo tempo, do romance) teria amado em
juventude. Entrevistas realizadas por um estudioso inglês interessado em
desvendar esses anos pouco estudados da biografia do celebre romancista, antes
de seu sucesso. Uma destas entrevistas, à Margot Jonker, inicia-se com uma
interessante explicação do procedimento de edição da mesma:
Vou contar, senhora Jonker, o que tenho feito desde que nos encontramos
em dezembro passado. Depois que voltei da Inglaterra, transcrevi as fitas
de nossas conversas. Pedi a um colega da África do Sul para conferir se
eu tinha traduzido direito as palavras em africânder. Depois, fiz uma
coisa bem radical. Cortei as minhas interferências e perguntas e finalizei
o texto para ser lido como uma narrativa ininterrupta falada na sua voz.
O que eu gostaria de fazer hoje, se agradar à senhora, é ler o novo texto
com a senhora. O que acha? Tudo bem. Mais uma coisa. Como a história
que a senhora contou era bem longa, eu dramatizei aqui e ali, deixei as
pessoas falarem com suas próprias vozes. A senhora vai entender o que
eu quero dizer assim que a gente começar (Coetzee 2009, 95).2
348
POR AMOR DE SÓCRATES
3 (1) o diálogo é contado por Sócrates a Euclides, (2) este transcreve depois “o que mais o
impressionou”, e (3) complementa suas anotações, ao longo do tempo, com o que mais lhe vinha à
memória. Depois (4) volta a interrogar Sócrates (sua memória do diálogo) e a corrigir o trabalho.
Por fim, (5) registra tudo isso de um modo completamente distinto daquele que ouviu,
apresentando-o não como uma narrativa de Sócrates, mas como um diálogo direto, “retirando tudo
aquilo [as narrações de Sócrates], e (6) entrega ao escravo para que ele leia em voz alta. O particípio
exelôn, do verbo exairéô, eliminar, separar, não pode ser mais preciso e indicativo de um curto-circuito
epistêmico que o autor Platão parece nos propor: a versão final do diálogo nasce da uma eliminação,
um afastamento da narrativa direta de Sócrates: é o resultado declarado de uma recriação do
diálogo.
349
GABRIELE CORNELLI
400 aEC, devido ao fato de Apolodoro afirmar que o encontro não havia sido recente pelo fato de
Agatão faltar de Atenas já há muitos anos (172c). Como Agatão deixou Atenas em 407 e faleceu em
400, o diálogo deve ter acontecido “muitos anos” depois de 407 e, certamente, antes de 400.
Nussbaum (1986, 355-340) levanta uma sugestiva hipótese a este respeito, pela qual a data da
narração coincidiria com a chegada em Atenas da notícia da morte de Alcebíades.
7 Mas não se pode ir muito além desta observação, pois a bem ver Aristodemo é, ele mesmo, uma
350
POR AMOR DE SÓCRATES
Apolodoro, pela verdade, afirma ter “verificado” a história com Sócrates, que
haveria confirmado (homologéin) a veracidade da mesma. Mas, a esta altura, surge
naturalmente a dúvida se esta homologação faça mesmo alguma diferença. De
fato, a vagueza da narração é sublinhada novamente pela complicação do fator
“tempo”, ainda que ironicamente com a afirmação do contrário: já que esta
história Apolodoro a teria contado para Gláucon antes-de-ontem, não estava
certamente impreparado (ouk amelétêtos) para conta-la novamente. Afirmando,
portanto, implicitamente, que a memória, especialmente quando não treinada,
influi decididamente para a confiabilidade da crônica. A incerteza, então, é
novamente afirmada pelo revés da história. É como ser Apolodoro estivesse
afirmando: “ainda bem que contei esta mesma história antes-de-ontem; caso
contrário, esqueceria bem mais detalhes do que já esqueceu”.
Obviamente, a pergunta que toda a tradição de interpretação de Platão se faz
é: porque esta insistência de Platão, logo no prólogo, neste jogo entre ficção e
realidade?
Rowe fala de um Platão que deseja conquistar a cumplicidade do leitor na
ficção (Rowe 2001, 15). Não há dúvida que é também isso que Platão procura.
Mas a explicação dos motivos pelos quais Platão lança mão desta complexa
trama me parece em geral insuficiente: comumente, os autores destacam as
vantagens de sua ausência no texto como possibilidade de se eximir da
responsabilidade pelo que suas personagens afirmam (como se isso fosse
possível! Cf. ainda Rowe 2001, 15), ou como recuo estratégico de Platão que não
desejaria impor sua verdade ex-catedra, “falando como um livro“, na celebre
expressão do Protágoras.8 Todavia, nenhuma das duas explicações é convincente,
em última análise: pois não procuram compreender a profunda ligação do
prólogo com o restante do diálogo, relegando o mesmo a uma simples
introdução. Mas Platão é capaz de bem mais do que isso, seja como autor, seja
como filósofo. Aliás, no caso específico do Banquete, é fácil imaginar que se sinta
quase obrigado a demonstrar ser capaz de bem mais do que isso: de fato,
enquanto escritor, no Banquete, está se confrontando aqui, idealmente, com dois
grandes poetas, Agatão e Aristófanes. Não acaso pretende concluir, no último
diálogo entre Sócrates, Agatão e Aristófanes (223d), ainda que de forma
enigmática e implícita, que é o filósofo o poeta maior, pois somente ele sabe
escrever tanto comédia como tragédia.
Somente um exagerado respeito quase sagrado por Platão ao qual nos
acostumou certa tradição, já neoplatônica, pode nos afastar da compreensão de
que aqui Platão esteja falando – sem sombra de humildade – dele próprio: é
351
GABRIELE CORNELLI
9 Reale anota justamente que se o final do Fédon é o grande drama trágico de Platão, o final do
Banquete, com a irrupção de Alcebíades, pode ser considerado o ponto alto da comédia de Platão
(2005, 224).
10 É certamente o caso de anotar que no homônimo Banquete de Xenofontes, ainda que se trate de
outro banquete, desta vez na casa do milionário ateniense Cálias, no Pireu, e como pretexto a
comemoração da vitória recente, numa competição de pancrácio, nas Grandes Panatenéias de 4223,
do jovem Autólico, filho de um tal Lícon, na terceira parte do mesmo (cap. 8) é colocado na boca de
Sócrates exatamente um erotikós lógos, a significar a importância desta memória (cf. Pinheiro 2011,
14-15).
352
POR AMOR DE SÓCRATES
11Da mesma forma, o jogo de Platão está provavelmente presente na utilização, por Alcebíades,
do termo hérmaion, que também remete para as hermas, para descrever a sorte que ele teve ao
encontrar Sócrates (217a).
353
GABRIELE CORNELLI
354
POR AMOR DE SÓCRATES
Mas Alcebíades nunca foi formalmente acusado com relação ao caso das
hermas. No entanto, no clima de terror e calunias, enquanto Alcebíades se
preparava para a expedição siracusana, surge uma denúncia explícita contra ele
de ter cometido outro ato sacrílego: Alcebíades teria participado de uma paródia
dos mistérios, numa casa privada. Ândrocles quis conectar as duas profanações,
das hermas e a paródia dos mistérios, enquanto prólogos de uma ameaça à
democracia. Plutarco revela assim as intenções difamatórias de Ândrocles:
13 Cf. para a narração dos eventos e o funcionamento das leis de exceção De Romilly (1995, 82).
14 Trad. Mario da Gama Cury.
355
GABRIELE CORNELLI
Ainda que a participação de Alcebíades no caso das hermas nunca tinha sido
provado, a associação dos dois sacrilégios devia marcar o imaginário público de
Atenas.16 Assim, de fato, descreve a reação do imaginário do povo ateniense
novamente Tucídides:
15 Trad. Maria do Céu Fialho e Nuno Simões Rodriguez. A importância da acusação de Ândrocles
para a sorte de Alcebíades é também confirmada por Tucidides (VIII, 65, 2), em ocasião do
assassinato dele.
16 É significativa, neste sentido, a confusão entre as duas acusações, de profanação das hermas e
18 Uma ampla resenha das acusações encontra-se tanto em Sobre os mistérios como em Sobre seu
regresso, discursos que o também envolvido Aldócides escreve durante estes últimos anos tão
conturbados do século V.
19 Dediquei ao exame destas causas um artigo recente, publicado nas Atas do congresso Socratica
2008, para o qual remeto (Cornelli & Chevitarese 2010). Os esforços para desvendar os motivos
356
POR AMOR DE SÓCRATES
Platão, portanto, não podendo negar obviamente esta profunda ligação entre
Sócrates e Alcebíades, todavia lança mão de uma habilíssima construção
dramática para poder reescrever a história, fazendo mais uma apologia de
Sócrates, com a intenção de livrá-lo de uma acusação que devia pesar de maneira
especial sobre Platão e sobre a memória de Sócrates: deste ter sido o
amante/mentor (tentando traduzir o amplo léxico implicado na relação
erastes/eromenos) de Alcebíades.
Já Gomperz (1905, 394) havia pensado no discurso de Alcebíades como uma
resposta a Polícrates, que no final dos anos 90 do século quarto, isto é, poucos
anos depois da morte de Sócrates, teria escrito um ato de acusação contra
Sócrates. O testemunho principal da existência de um katégoros, de um acusador
identificado pela crítica com Polícrates, são os Memoráveis de Xenofontes (I,2,9).20
Ainda que Robin (1908) tenha considerado a hipótese desta resposta direta a
Polícrates toute gratuite (1908, 60), e tenha preferido pensar, no mesmo caso,
numa polêmica de Platão versus Aristófanes, que seria então considerado por
Platão, “entre os adversários de Sócrates, o único cuja influência àquela altura
ainda valia a pena combater” (1908, 61), o fato é que a todos pareceu que Platão
sentisse a necessidade, ao associar Sócrates dramaticamente a Alcebíades, de
defende-lo.
Que Sócrates precisasse, de certa forma, ser defendido de Alcebíades é um
tópos recorrente nos diálogos. Pense-se, por exemplo, na celebre proibição divina
(daimónion enantíôma) que impedia Sócrates de falar a Alcebíades no início do
Alcebíades Maior (130a).
Boa parte do discurso de Alcebíades no Banquete tende a sublinhar a derrota
da paidéia de Sócrates, reforçando desta forma a impressão de uma forte
tendência apologética. São as próprias palavras de Sócrates, ao final do elogio, a
sublinhar esta derrota, no momento em que desmascaram a tentativa de
prevaricação, de aproveitamento, de troca injusta entre a verdadeira beleza de
Sócrates e sua beleza efêmera que Alcebíades procurava realizar, por sua própria
admissão (218e). O termo que Sócrates utiliza para indicar este “forçar a mão” de
Alcebíades é muito significativo: pleonéktein, inserindo assim Alcebíades naquele
contexto de violência e prevaricação que descrevem bem aqueles anos de
imperialismo ateniense, e que Vegetti resumiu magistralmente no conceito de
“antropologia da pleonexia” (Vegetti 2003).
Assim, em boa parte, o elogio de Sócrates, por Alcebíades, pode ser
considerado uma apologia.
desta condenação e morte não são certamente irrelevantes, ainda que deva concordar com Ferrari
que este constitua “um problema talvez insolúvel” (Ferrari 2007, 20).
20 Xenofontes refuta estas mesmas acusações com vigor ao longo de todo cap. 2.
357
GABRIELE CORNELLI
Se pense, por exemplo, ao próprio uso das imagens das estátuas dos silênos,
que ilustram a necessidade de superar a aparência, a máscara histórica incômoda
de Sócrates, para olhar para uma verdade sobre sua vida e seu legado, que ainda
permanece escondida para a maioria. Pois afirma Alcebíades “nenhum de vocês
o conhece” (216c-d). Não é difícil pensar que, na voz de Alcebíades, seja o
próprio Platão a dizer isso.
O sentido apologético é especialmente evidente na insistência de Sócrates,
conforme o relato de Alcebíades, para que este abandone as tá Athenaíôn práttô, as
questões políticas de Atenas, para se dedicar ao cuidado consigo mesmo
(emautós). Obviamente, tanto in re como post factum, um conselho como este de
abandonar a política, quando dirigida ao grande estadista, verdadeiro animal
político ateniense, é fadado ao insucesso, mas é funcional ao projeto
historiográfico platônico de marcar uma separação entre Sócrates e a política
ateniense de seu tempo.
A belíssima página de 221e-222a sobre os logói socráticos, que participam
metonimicamente da imagem da estátua dos silenos, que Alcebíades havia
atribuído ao próprio Sócrates, sendo assim vulgares por fora, mas divinos por
dentro, se encerra com a admissão que esses mesmos discursos “tendem em
direção a tudo o que importa procurar para quem queira se tornar kalô-kagathô)”
(222a). Isto é, a paidéia de Sócrates, ainda que possa parecer atópica, em verdade
está profundamente comprometida com os mesmos ideais da kalô-kagathía que
orientam a politéia ateniense.
Assim, o problema não está no ensinamento de Sócrates, e sim, ao contrário,
na incapacidade de Alcebíades de superar sua philotimía, seu amor pelas honras
dos muitos (216b). Esta philotimía, do qual Alcebíades é exemplo quase que
paradigmático no mundo antigo (cf. Tucídides, Alcibíades Maior, Plutarco, passim),
o leva por um lado a se afastar de Sócrates, fugindo assim de seus conselhos, e
por outro a sentir vergonha de sua própria fraqueza. Diz bem Giorgini (2005,
454) que “sem sombra de dúvida, a figura de Alcebíades representou a mais
ampla derrota tanto da educação ateniense como da pedagogia socrática”.
Que se trate de uma apologia é enfim evidente, nas entrelinhas do tecido
dramático, por uma passagem central, em que Alcebíades identifica seus
interlocutores no banquete como juízes: vocês são juízes (dikastái) da
superioridade de Sócrates, onde por superioridade se traduz hyperêphanía, que
mantém a mesma ambiguidade do termo em português, indicando tanto uma
qualidade real como a arrogância da personagem do filósofo ateniense.21
358
POR AMOR DE SÓCRATES
359
GABRIELE CORNELLI
22 Para uma interessante possibilidade de leitura desta questão, que sublinha a relação da
convicção de verdade, cf. Casertano (2007, 104-107). A economia deste ensaio me impede de
explorar a dimensão erótica desta convicção, que espero deixar para outro simpósio.
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POR AMOR DE SÓCRATES
Referências bibliográficas
361
GABRIELE CORNELLI
***
362
PLATÃO E A ΕΚΒΟΛΗ ΤΗΣ ΔΟΞΗΣ – SOBRE O CONCEITO
NEGATIVO DE ΠΑΙΔΕΙΑ NO SOFISTA
1 Veja-se a fórmula usada em 227d6-7: “(...) τὸ λείπειν μὲν θάτερον, ἐκβάλλειν δὲ ὅσον ἂν ᾖ
πού τι φλαῦρον”.
364
PLATÃO E A ΕΚΒΟΛΗ ΤΗΣ ΔΟΞΗΣ
retenção do melhor e a eliminação do pior, de tal modo que o resultado seja mesmo
algo em que o melhor (só o melhor e todo o melhor) se acha preservado, enquanto
o pior sc. o que não presta (i.e., todo o pior, tudo o que não presta, sem qualquer
excepção) se acha eliminado.
Depois da fixação preliminar da natureza do καθαρμός sc. da τέχνη
καθαρτική, o forasteiro passa à consideração dos diversos domínios sobre os
quais pode ser exercida esta forma de τέχνη – e que dão lugar à multiplicidade
das suas espécies. Este é um ponto que não podemos seguir e pormenor – e o que
importa reter é a divisão fundamental que é feita entre tudo aquilo que pertence
à esfera do σῶμα sc. dos σώματα (quer se trate de σώματα tῶν ἀψύχων, quer se
trate de σώματα τῶν ζῳῶν), por um lado, e, por outro lado, aquilo que pertence
à esfera da ψυχή. O forasteiro considera sumariamente as formas de καθαρμός
ou de κάθαρσις que correspondem à primeira esfera, para se concentrar
naquelas que têm que ver com a própria ψυχή (ou, como também diz, com a
διάνοια). É também nestas – quer dizer, naquilo que em 227d descreve como
ψυχῆς κακίας ἀφαίρεσις, i.e., como uma eliminação daquilo que não presta na ψυχή
– que agora nos concentramos.
O que possa ser uma κακίας ἀφαίρεσις, o que possa ser uma τέχνη cujo
ofício é esse, quantas e quais τέχναι desta ordem haverá – tudo isto depende da
identificação da ψυχῆς κακία, quer dizer, da identificação do que “não presta”
(e, portanto, é para eliminar) nela.
Visto isto, importa agora considerar a forma como leva a cabo essa tarefa de
discernimento. Para identificar o que há de κακία na ψυχή (o que “não presta”
nela, se há diversas modalidade do que “não presta” nela, quantas e quais são e
que diferentes τέχναι lhes correspondem), o forasteiro toma como base e fio
condutor o discernimento das formas de κακία que há no corpo vivo e as τέχναι
que lhes correspondem. Assume, portanto, que há paralelismo entre as duas
esferas, de tal modo que se pode tentar ver claro numa a partir da outra.
No ponto de partida desta operação de discernimento da κακίας ἀφαίρεσις
está o passo em que estabelece que, de facto, há κακία da ψυχή e que há κακία
nela porque a ψυχή também comporta algo correspondente às duas formas
fundamentais de κακία (do que “não presta”, do que há que eliminar) próprias do
corpo: a νόσος (a moléstia, a enfermidade ou a doença) e o αἴσχος (a deformação ou
deformidade) – e isto de tal modo que, por outro lado, toda a κακία da ψυχή se
esgota ou naquilo que é οἷον νόσος ou naquilo que é οἷον αἴσχος.
Mas, segundo o forasteiro, em que consiste a νόσος e em que consiste o
αἴσχος que são susceptíveis de afectarem o corpo vivo? A νόσος consiste em
qualquer coisa como uma perda, ruína, destruição ou corrupção (διαφθορά) daquilo
que, por natureza, pertence à mesma família (τῆς τοῦ φύσει συγγενοῦς), i.e. daquilo
365
M. JORGE DE ALMEIDA CARVALHO
que, por natureza, tem parentesco ou afinidade, está em harmonia. E isto de tal
modo que essa διαφθορά resulta de qualquer coisa como uma διαφορά – de um
ir ou puxar em direcções diferentes: de um desαcordo, uma dissensão ou desavença
tal que isso que, por natureza, estaria em harmonia ou em concórdia passa a estar
em guerra civil ou sedição2 Numa palavra, a νόσος consiste em qualquer coisa
como uma discórdia do naturalmente concorde, uma desunião do naturalmente unido e,
nesse sentido, um desirmanamento e guerra do naturalmente “irmão” e em paz.
Por outro lado, o αἴσχος tem que ver com o deformado ou deforme, que o
forasteiro põe em relação com a ἀμετρία, i.e., com a desconformidade ou
desproporção. Aqui são vários os aspectos que há que ter em atenção. Por uma
parte, αἴσχος não expressa só a noção de deformidade ou a correspondente ideia
do disforme, da fealdade, sem mais nada. De facto, tem um campo semântico
próximo do de turpitudo e sugere ao mesmo tempo uma conotação de torpeza, de
ignomínia, de vergonha ou desonra, de algo vil, etc. Por outra parte, tal como o
forasteiro o apresenta, o αἴσχος ou a deformidade tem essencialmente que ver com
ἀμετρία, i.e. com um defeito de conformidade, com um desencontro de coisas que não
quadram, não “dizem umas com as outras”, não “batem certo”. Numa palavra, o
αἴσχος ou a deformidade prende-se com a falta de συμμετρία, com a falta de
correspondência ou conveniência de diferentes elementos numa boa relação.
Posto isto, consideremos então que é que, segundo o forasteiro, é οἷον νόσος e
οἷον αἴσχος no caso da ψυχή. Passamos muito rapidamente o primeiro aspecto,
que não é nem aquele sobre o qual o forasteiro mais detidamente se debruça,
nem aquele que tem relevo para nós. O essencial é que o conflito entre as δόξαι,
as ἐπιθυμίαι e o λόγος – e, em geral, o conflito dentro da ψυχή, quando os seus
diversos elementos puxam cada um para seu lado e se guerreiam entre si – é a στάσις
(a desavença ou sedição interna, i.e. a discórdia do naturalmente concorde, o
desirmanamento do que naturalmente é “irmão”) que faz a πονερία e tem o carácter
de qualquer coisa como uma doença da ψυχή.
Mas, se é isto que é οἷον νόσος na ψυχή, vejamos agora que é que é οἷον
αἴσχος. Em vez de o indicar directamente, o forasteiro foca primeiro aquilo que
podemos descrever como um caso particular de ἀμετρία ou de falta de
συμμετρία –aquela que tem que ver com a κίνησις e com as formas de κίνησις
dirigidas a um alvo:
2 O forasteiro não resiste a um jogo de palavras e a) brinca com a semelhança entre διαφθορά e
διαφορά b) joga com os diversos valores de διαφθορά (enquanto significa ao mesmo tempo
destruição ou ruína e sedução/corrupção no sentido da διαφθορά νέων, etc. e c) cruza terminologia
do discurso médico e do discurso político.
366
PLATÃO E A ΕΚΒΟΛΗ ΤΗΣ ΔΟΞΗΣ
Vejamos, então, os aspectos que são postos em relevo e que configuram o caso
particular de ἀμετρία para que o forasteiro chama a atenção. Em primeiro lugar,
trata-se da relação entre aquilo que participa num movimento dirigido a um alvo
(σκοπός) e o próprio alvo que isso estabelece para si mesmo, procurando atingi-lo.
Em segundo lugar, está em causa o falhar o alvo, o não conseguir atingi-lo, um
passar ao lado ou ir parar fora dele (ἀποτυγχάνειν). Mas, em terceiro lugar, não
está em causa este falhanço ou esta falta de pontaria como algo episódico (que ocorre
umas vezes, outras não) – está em causa muito mais do que isso: está em causa
um movimento que καθ’ ἑκάστην ὁρμὴν (a cada novo impulso, a cada nova
ocorrência de si) volta a falhar o alvo, a sofrer um desvio que o afasta dele; está,
portanto, em causa qualquer coisa como um desvio permanente, sistemático. Em
suma, o forasteiro fala de um movimento ao mesmo tempo apontado a um alvo e
afectado por um condicionamento que sempre o desencaminha dele.
Vincados estes pontos, o passo que o forasteiro dá a seguir “faz a ponte” entre
este caso particular de ἀμετρία e aquilo que se passa com a ψυχή. O nexo tem
que ver com a forma como a ψυχή está votada a saber, de tal modo que só ignora
a contragosto, mau grado seu (ou seja, de tal modo que o ἀγνοεῖν – o ignorar –
contraria a sua tendência). Não cabe discutir aqui o sentido e o fundamento da
afirmação geral que é produzida pelo forasteiro: “(...) ψυχήν γε ἴσμεν ἄκουσαν
πᾶσαν πᾶν ἀγνοοῦσαν”. Para efeitos do que aqui está em causa basta ter
presente que há um quantum de tendência para a supressão do escondimento, um
quantum de pressão dirigida a que as coisas se manifestem como são (ou, como
também podemos dizer, dirigida a um acompanhamento delas, a um não-as-
ignorar: a que não nos escapem). É essa pressão assim dirigida – apontada a esse
alvo – que permite ao forasteiro reconhecer e apresentar a ψυχή como
pertencente àquilo que está em causa no caso particular anteriormente
considerado («ὅσ’ <ἂν> κινήσεως μετασχόντα καὶ σκοπόν τινα θέμενα
πειρώμενα τούτου τυγχάνειν»). A ψυχή é, como diz, ἐπ’ ἀλήθειαν ὁρμωμένη –
tem como alvo a ἀλήθεια.
Mas, se é assim (e se, portanto, acontece que, na sua relação com a ἀλήθεια, a
ψυχή configura algo equivalente à 1ª cláusula do caso particular de ἀμετρία
referido pelo forasteiro, por outro lado a ignorância que subsiste nela
corresponde justamente a um desvio relativamente ao alvo a que assim se
encontra dirigida ou apontada: o alvo da ἀλήθεια. É isso que se exprime na fala
367
M. JORGE DE ALMEIDA CARVALHO
do forasteiro, em 228c10, onde diz: «Τό γε μὴν ἀγνοεῖν ἐστιν ἐπ’ ἀλήθειαν
ὁρμωμένης ψυχῆς, παραφόρου συνέσεως γιγνομένης, οὐδὲν ἄλλο πλὴν
παραφροσύνη».
Vejamos um pouco melhor os pontos decisivos. Aquilo que, na ψυχή,
corresponde à 2ª cláusula do caso particular anteriormente considerado é o
desvio em relação à ἀλήθεια, que o forasteiro exprime dizendo que, ao dirigir-se
ao alvo (à ἀλήθεια), a ψυχή se torna παράφορος relativamente a ele. Este termo
expressa justamente a ideia de desvio (do nosso “ao lado”, fora do alvo) – a ideia de
um movimento que se perde ou se extravia a caminho do alvo, falhando-o, indo para
o outro lado. O forasteiro volta a ceder à sua veia para as brincadeiras com a
linguagem, que de facto já se expressa nesta mesma formulação. Pois, ao falar de
παράφορος, está a aludir ao jogo antes feito a respeito de διαφθορά e διαφορά e
a sugerir a ideia de uma παραφορά, para fazer pendant com aquelas. E a
“brincadeira” continua quando, para caracterizar isso de que a ἄγνοια fica
desviada pelo desvio que a constitui, fala de uma σύνεσις (conforme diz, no
ἀγνοεῖν, a ψυχή torna-se παράφορος συνέσεως). Neste contexto, σύνεσις
significa, com toda a nitidez, ao mesmo tempo duas coisas. Por um lado, significa
a união (como corresponde à carga semântica de συνίημι, no sentido literal, que se
presta a exprimir o que acontece quando o movimento apontado alcança o alvo).
Na ἄγνοια, a ψυχή torna-se παράφορος συνέσεως, porque falha a junção com o
alvo, o atingimento – porque falha o alcançar do alvo que é a ἀλήθεια. Mas, por
outro lado, σύνεσις significa aqui também o que muitas vezes significa: a
compreensão ou intelecção – o atingimento no sentido do perceber, captar, etc.
Finalmente, a mesma veia para a brincadeira com a linguagem leva também à
caracterização do que se passa no ἀγνοεῖν como παραφροσύνη, ou melhor por
meio de uma reinterpretação do sentido de παραφροσύνη, que põe a tónica no
valor do prefixo: do “παρά” (“fora”, “ao lado”, etc.). No seu uso mais comum,
παραφροσύνη denota o transtorno ou o desarranjo, no sentido da demência, da
delusão ou do delírio – ou, como também dizemos, do desvario ou tresvario. O
forasteiro modifica-lhe o sentido, para exprimir o desvio relativamente à ἀλήθεια a
que está sujeito o movimento da ψυχή dirigida ou apontada para ela. Mas, ao
mesmo tempo, mantém, cum grano salis, a ligação com esse sentido mais corrente,
a implicar que o próprio desvio de que está a falar também é παραφροσύνη no
sentido comum – é delusão, delírio, desarranjo ou desvario, etc.). À luz da
perspectiva que o forasteiro propõe, παραφροσύνη exprime o estado de uma
ψυχή que, no seu acesso às coisas sc. no seu movimento em direcção ao alvo da
ἀλήθεια, se tresmalha, se extravia ou desencaminha e vai parar fora do alvo, a um
“destino” de desvio, de distorção, etc.
368
PLATÃO E A ΕΚΒΟΛΗ ΤΗΣ ΔΟΞΗΣ
Vejamos, então, o que com isto se desenha. Chamam a atenção, entes do mais,
dois aspectos. Por um lado, a ἀμετρία em causa não é um ἀμετρία ou falta de
correspondência entre diferentes elementos da própria ψυχή (como se sugere a
partir da ἀμετρία ou da deformidade no caso do corpo), mas sim a ἀμετρία entre
a ψυχή enquanto está apontada à ἀλήθεια e o alvo da ἀλήθεια, a que a ψυχή
assim se acha dirigida. Em segundo lugar, na descrição que o forasteiro faz da
deformidade da ψυχή, a ἀμετρία ou a falta de συμμετρία (de conformidade, de
conveniente correspondência, etc.) é diferente do tipo de falta de proporção que se
sugeriria a partir do paralelismo com o αἴσχος do corpo. No caso deste, a
συμμετρία/ἀμετρία tem um carácter como que estático, relativo a questões de
dimensão e posição, a correspondências e não correspondências desta ordem, etc.
Ora, o que Forasteiro aponta como ἀμετρία ou falta de συμμετρία, no caso da
ψυχή, é uma falta de proporção ou conveniência (qualquer coisa como uma
desproporção funcional) de natureza dinâmica: aquela desproporção,
inconformidade ou falta de correspondência que há entre um movimento dirigido
a um alvo, apontado a ele, mas que não o atinge, e o alvo para que está apontado e
que assim falha.
Além disso, há ainda um outro aspecto que também chama a atenção e que
tem que ver com a relação entre a ἀμετρία ou a deformidade da ψυχή que é o
ἀγνοεῖν – a ignorância (a sua desproporção relativamente à ἀλήθεια que
pretende alcançar) e o modelo apresentado pelo forasteiro para introduzir a
descrição da ἄγνοια como ἀμετρία e αἴσχος. Como vimos, esse modelo inclui
como momento importante a ideia de um desvio καθ’ ἑκάστην ὁρμὴν – de um
desvio permanente, sistemático, que afecta cada impulso, cada movimento. Tudo
indica que não é por acaso que o forasteiro inclui esta componente, que não era
precisa para ilustrar a própria ideia do desvio – e que se trata, portanto, de algo
especificamente relativo ao que se passa com a ψυχή, na sua relação com a
ἀλήθεια. A questão está em saber que é que este καθ’ ἑκάστην ὁρμὴν quer dizer
no caso da ἀμετρία da ψυχή em relação à ἀλήθεια.
Desenham-se, no fundamental, duas possibilidades. Por um lado, pode falar-
se de um desvio ou παραφορά permanente, καθ’ ἑκαστὴν ὁρμήν, por causa
daquilo que o forasteiro diz relativamente ao carácter “indesejável” de toda e
qualquer ἄγνοια – ou seja, porque o alvo para que a ψυχή está apontada é
qualquer coisa como uma ἀλήθεια total. Com efeito, se é assim, se o alvo é este,
então o facto de subsistir, de cada vez, uma margem de ἄγνοια significa que há,
de cada vez, uma margem de ἀποτυγχάνειν. O desvio de que o forasteiro está a
falar será, então, relativo à totalidade da ἀλήθεια e há ἀποτυγχάνειν καθ’
ἑκάστην ὁρμὴν porque, de cada vez, se falha uma parte do alvo (o que, por outro
lado, não impede que, a par desse ἀποτυγχάνειν, sempre já haja também uma
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370
PLATÃO E A ΕΚΒΟΛΗ ΤΗΣ ΔΟΞΗΣ
371
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3E que, portanto, tem uma carga semântica fortemente ligada à ideia de aquisição, da passagem do
menos para o mais.
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PLATÃO E A ΕΚΒΟΛΗ ΤΗΣ ΔΟΞΗΣ
4Assinale-se de passagem um ponto que também é muito relevante: no que diz respeito à
παιδεία, a modificação do sentido deste termo que é introduzida pelo forasteiro abre caminho a
uma outra: a παιδεία, em vez de ser algo que os πολῖται já têm assegurado e que ficou para trás
(como a escada que os levou onde estão), pode muito bem ser algo que ainda lhes falta.
373
M. JORGE DE ALMEIDA CARVALHO
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PLATÃO E A ΕΚΒΟΛΗ ΤΗΣ ΔΟΞΗΣ
ainda se fica fora dela). À partida, um empreendimento de ἐκβολὴ τῆς δόξης não
pode antecipar até onde irá o emagrecimento a que conduz. Na verdade,
tampouco pode presumir que haja sequer um núcleo já constituído de είδέναι
efectivamente tal que lhe resista e que o resultado da ἐκβολή não possa ser
justamente o apuramento de que em tudo, sem excepção, ainda nos falta ir ao alvo.
***
375
SOBRE LA POLÉMICA EN TORNO A LA INCORPORACIÓN DE
ESCLAVOS EN LA REPÚBLICA DE PLATÓN∗
Introducción
∗
Parte de este material corresponde a la tesis titulada “El problema de la esclavitud en el Estado
platónico: análisis de los fundamentos éticos de los términos libertad y esclavitud en la República de Platón”,
dirigida por el prof. Dr. Mauricio Chapsal Escudero, y presentada en abril de 2011 para optar al
grado de Magíster en Filosofía Política en el Departamento de Filosofía de la Universidad de
Santiago de Chile.
1 Flacelière 1989, 74.
2 En este punto, particularmente gráfica son las palabras de Sófocles en Ayx. 485: «no hay
margen de ambigüedad que ha despertado cierta polémica entre los investigadores: contrarías al
DANIEL GONZALO P. SANTIBÁÑEZ GUERRERO
funcionamiento del cosmos que «la guerra es el padre y el rey de todas las cosas; a
unos los muestra como dioses y a otros como hombres, a unos los hace esclavos y a otros
libres»4; mientras que Hipócrates de Cos, por su parte, sostendrá (a propósito de
la figura del bárbaro) que «los hombres que habitan en un país montañoso, escabroso,
elevado y rico en aguas (… ) son, como es natural, de elevada estatura y constitución bien
dotada para las fatigas y las valentías. Tales naturalezas comportan, en medida no
pequeña salvajismo y fiereza»5; etc. La defensa a la esclavitud natural que realizará
Aristóteles en libro I de su Política, en este sentido, representará el
pronunciamiento final de una visión tan consolidada en la cultura griega que,
como destacará Touchard, incide en que la esclavitud finalmente nunca llegue a
constituirse verdaderamente como un problema político y filosófico6.
Será entonces a partir de este contexto que la situación de Platón resultará
especialmente llamativa, pues a pesar de concebir su proyecto político bajo la
forma de un Estado controlador, el filósofo no manifestará en ningún pasaje de su
obra una admisión o rechazo formal hacia la esclavitud como institución7,
dejando este aspecto de su pensamiento como una cuestión difícil de resolver y
sujeta a la especulación8.
Este silencio, de hecho, ha originado una serie opiniones y teorías disímiles
cuyo origen es posible remontar (de acuerdo con lo señalado por K. Popper) a la
primera mitad del siglo XIX, manteniendo su vigencia hasta la actualidad.
párrafo ya destacada, el poeta sostendrá en Io. 854 que «una sola cosa avergüenza a los esclavos: el
nombre. En todo lo demás el esclavo, si es un hombre bueno, no es peor que el libre».
4 Heraclit. Fr. 53 (Kirk, Raven y Schofield).
6 Touchard 2007, 28 y s.
378
SOBRE LA POLÉMICA EN TORNO A LA INCORPORACIÓN DE ESCLAVOS
10 En tal sentido, conocida es la frase «The safest general characterization of the European philosophical
tradition is that it consists of a series of footnotes to Plato». Whitehead 1978, 39.
11 Grote 1865, 124.
12 Grote 1865, 239. Resulta interesante este carácter de “oposición” que el historiador británico
observa entre las doctrinas de Sócrates y Platón, especialmente en lo referente a las ideas políticas.
Al respecto, Grote considera como diametralmente contrarias a las imágenes de Sócrates
presentadas en Apol. y R., pues mientras en la primera obra éste confiesa su propia ignorancia y
dirige su mayéutica hacia el descubrimiento de la verdad, en la segunda parece sentir la autoridad
intelectual y moral suficientes como para transmitir (Grote señalará que desde el «throne of King
Nomos») la correcta forma de organización del Estado y la dirección de la vida de sus habitantes:
así, a partir de estas diferencias, «Neither the Sokrates of de Platonic Apolgy, nor his negative Dialectic,
could be allowed to exist in the Platonic Republic». Grote 1865, 240.
13 Gomperz 1952, 511 y s.
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DANIEL GONZALO P. SANTIBÁÑEZ GUERRERO
La fuerte crítica que Popper realizará al estado platónico tiene como soporte
previo la separación que H. Bergson realizará entre la morale close (propia de la
société close, caracterizada por el estricto respeto a las normas mediante el uso de
mecanismos de coerción y presión social), y la morale ouverte (que corresponderá
precisamente a la société ouverte donde la fuerza aglutinante se sostendrá en la
valoración de cualidades humanas tales como el razonamiento, la creatividad o la
sociabilidad)16.
Popper, cuyo contexto histórico (como Eggers Lan destaca17) corresponderá al
de los grandes movimientos totalitarios de la Segunda guerra mundial, establecerá un
paralelo entre la sociedad cerrada definida por Bergson y los regímenes políticos
que, con una postura autoritarista, conservadora y de control sobre la sociedad,
restringen las libertades civiles y las capacidades críticas y creativas del hombre.
Así, tanto la ideología fascista en Italia y nacionalsocialista en Alemania como los
conceptos marxista-estalinistas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,
representarán para Popper la amenaza principal para la consolidación del
modelo de sociedad abierta y, junto con ello, la difusión de las ideas liberales,
democráticas y participativas que ésta incorpora18.
Si bien la fuente ideológica principal de estos sistemas políticos e ideológicos
de carácter totalitario corresponderá en una importante medida a las ideas
elaboradas un siglo antes por Marx y Engels, será el filósofo griego Platón a
quien Popper adjudicará, en el modelo político expuesto en República, el
antecedente más antiguo de las ideas totalitaristas, antihumanista, antigualitaria y
(por ende) esclavistas del la historia humana.
Como sabemos, Platón organiza la ciudad a partir de las necesidades básicas
que el hombre de forma individual se ve impedido de satisfacer19. A partir de
esto, el autor establecerá tres clases o linajes encargados de realizar una labor
19 Pl. R. 369c y s. Por este motivo, para Guthrie, en Platón no habría una concepción natural de
sociabilidad humana (al estilo de Aristóteles), ya que finalmente la polis surge por necesidades
materiales y económicas, siendo la necesidad de concordia y unidad espiritual un requisito posterior para
su conservación. Guthrie 1990, 427 y s.
380
SOBRE LA POLÉMICA EN TORNO A LA INCORPORACIÓN DE ESCLAVOS
20 Pl. R. 371a y s.
21 Pl. R. 374a-c.
22 Pl. R. 433d.
23 Popper 1966, 46 y s.
24 Ídem
25 Ídem.
27 Cuestión que a juicio de Popper quedaría zanjada con las afirmaciones de Platón en Leys. 777a
381
DANIEL GONZALO P. SANTIBÁÑEZ GUERRERO
382
SOBRE LA POLÉMICA EN TORNO A LA INCORPORACIÓN DE ESCLAVOS
de Levinson volvería a caer en este mismo lapsus por lo menos en unos dos o tres
pasajes más de la misma obra34.
A pesar de que esta interpretación de Levinson representará uno de los
enfoques más significativos dentro del desarrollo de esta discusión, finalmente
será el enfoque entregado por G. Vlastos el que con el tiempo se erija como la
opinión más importante respecto a este problema, siendo de hecho el primer
autor en advertir el tema de la esclavitud como una dificultad dentro del
pensamiento político de Platón y no como una elemento característico de éste35.
Vlastos, cuyo punto de vista se desarrollará formalmente Slavery in Plato’s
Thought (1941) y Does Slavery exist in Plato’s Republic? (1968), partirá del hecho
que cualquier pronunciamiento en torno a existencia de esclavos en República
necesariamente deberá adoptar la forma de una reconstrucción a partir de
referencias ocasionales36, siendo en esta línea que el autor destacará especialmente
la referencia a los curanderos (esclavos asistentes de los médicos) en Leyes, quienes
ejercen el arte de la medicina no por el conocimiento sino por la observación e
imitación de la labor del médico (quien si tiene una comprensión de esta arte)37,
teniendo por tanto sólo opinión aparente38 originada en la experiencia y la percepción
externa39.
De este modo, a partir de este pasaje, Vlastos asumirá que para Platón el
esclavo aparecerá como un sujeto limitado en la capacidad de comprensión
racional («deficiency of reason»)40, siendo por ello que sólo a los gobernantes
corresponderá la dirección de los asuntos de la ciudad (en virtud de su
conocimiento del Bien), incumbiendo a los esclavos únicamente obedecer las
disposiciones de estos superiores intelectuales, dada su natural imposibilidad de
producir un conocimiento verdadero41.
Este nuevo concepto de la esclavitud no sólo implicaría una diferencia
importante respecto a la lectura de toda la tradición predecesora, sino que
además, a juicio de Vlastos, implica entender a gran parte de la población bajo
esta noción de esclavitud, pues aquellos con la capacidad de aproximarse al Bien
34 Ídem.
35 Vlastos es el primero, en este sentido, en advertir el tema de la esclavitud en Platón como
problema y no como un elemento de su pensamiento político. Velásquez 1996, 148.
36 Vlastos 1941,147.
38 Ídem.
39 Idem.
41 Vlastos 1941, 148 y s. Como destaca Vlastos, Platón en este punto se opone a la tesis de
Protágoras sobre la posesión del arte político en todos los hombres por igual (Prot. 322c y s.). Para
Platón el conocimiento del Bien corresponde sólo a unos pocos: la mayoría se encuentren
naturalmente privado del conocimiento racional, por lo cual, están impedidos de encaminar al
Estado hacia el Bien y organizarlo de manera justa. Cfr. R. 474c, Pol. 292e y Leys. 690b.
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45 Vlastos 1941, 150 y s. Vlastos hablará específicamente de «sense of virtuous, amicable, an cheerful
47 Pl., R. 371d-e.
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51 Pl., R, 416d.
52 Ídem.
55 Ídem.
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SOBRE LA POLÉMICA EN TORNO A LA INCORPORACIÓN DE ESCLAVOS
Bibliografía
«Y de cierto, los más y los más varios apetitos, concupiscencias y desazones pueden encontrar en los
57
niños y en las mujeres, y en los domésticos, y en la mayoría de los hombres que se llaman libres, aunque
carezcan de valía».
58 Pl. R. 577d, 579d y s.
59 En este punto, y apropósito del logos empleado de manera individualista por los sofistas, Brun
destaca como el Estado platónico, finalmente, tiene por objetivo asumir el rol de protector de los
individuos frente el espíritu individualista: “el superorganismo que libera a los individuos de la tiranía de
su organismo individual”. Brun 1992, 152 y s.
387
DANIEL GONZALO P. SANTIBÁÑEZ GUERRERO
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***
388
A DEFINIÇÃO DE JUSTIÇA E A UNIDADE DA VIRTUDE
EM REPÚBLICA IV
Carolina ARAÚJO
UFRJ/Faperj/CNPq/Capes
1 Cf., por exemplo, Vlastos 1981, 221-265; Penner 1973, 35-68; Irwin 1995, 78-94; Brickhouse &
Smith 1994, 103-136.
2 «On this view, then, it is not just that not every human desire aims at the good or even at what
seems to the person to be the good. It is also that not every human action aims at the good in either
of these ways. It is a fact of human psychology, the Socrates of the Republic is committed to
thinking, that adult, ordinarily developed humans are quite capable of doing things that they think
are thoroughly bad, even at the precise time of action, all the while believing that a better course if
available to them». (Lorenz 2008, 264) Cf. também Irwin 1995, 223-243; Lorenz 2006, 9-54.
CAROLINA ARAÚJO
3 Para demonstrar melhor a identidade entre justiça e virtude, talvez fosse importante mostrar
como a definição de justiça como ordenação na alma segundo a natureza corresponde à definição
de saúde como a mesma ordenação no corpo ( Ἔστι δὲ τὸ μὲν ὑγίειαν ποιεῖν τὰ ἐν τῷ σώματι
κατὰ φύσιν καθιστάναι κρατεῖν τε καὶ κρατεῖσθαι ὑπ' ἀλλήλων – 444d3-4; τὸ δικαιοσύνην
ἐμποιεῖν τὰ ἐν τῇ ψυχῇ κατὰ φύσιν καθιστάναι κρατεῖν τε καὶ κρατεῖσθαι ὑπ' ἀλλήλων –
444d7-10).
4 Talvez o discurso de Agatão em Pl. Smp. 196b5-197b9.
390
A DEFINIÇÃO DE JUSTIÇA E A UNIDADE DA VIRTUDE EM REPÚBLICA IV
obra só apresenta uma arete (cf. 335c2, 353e2, 433d6, 433d10): a justiça5. Coragem,
sabedoria e temperança são características da cidade boa (427e6-10) que, de certo
modo, dependem de sua justiça6.
5 Como já anunciado, os livros V-VII passarão a tratar também a phronesis como virtude. A
desatenção a esse quadro da unidade da virtude no livro IV, levanta falsos problemas: «In spite of
the four distinct definitions of aretaí, wrongdoing is collected under one head as ‘confusion and
aberration among the drives in the soul’. Confusion is increased by a statement of Socrates, made
only a page or so later, to the effect that ‘arete has only one aspect, whereas there are innumerable
aspects to its opposite, four of which deserve particular mention’. We may at least infer from this
lack of agreement that Plato’s definitions of aretaí in Book IV are not his final word on the subject»
(Gould 1955, 152). É de se notar que Gould já teria à sua disposição um comentário mais atento:
«Talvez a sua [de Platão] perspectiva própria possa ser estipulada de modo mais razoável ao dizer
que há ou uma única virtude (justiça) ou três (temperança, coragem e sabedoria, cada uma animada
pela justiça)». (Murphy 1951, 18). Mais recentemente outros comentários foram atentos ao
problema, de um ponto de vista, porém, distinto do que se apresenta aqui: «The net consequence of
these three structural relations is that a polis cannot have anyone of the four cardinal virtues unless
it has all of them. A polis has wisdom if and only if it has courage, it has courage if and only if it
has moderation, it has moderation if and only if it has justice. Justice is not simply one virtue
among many, then; it is all the cardinal virtues in one». (Reeve 1988, 243). «La risposta consiste
probabilmente nel fatto che la giustizia non è uma quarta ‘cosa’ accanto alle altre tre, ma ne
presume la determinazione sequenziale perchè costituisce la forma e la struttura gerarchica di cui le
tre altre qualità della città buona (cioè giusta) risultando dimensioni interni. Vi è dunque nella polis
‘una sola forma della virtù’ (445c5sg.: ἓν ... εἶδος τῆς ἀρετῆς), cioè la giustizia, come del resto
sappiamo che la giustizia è la ‘virtù dell’ anima’» (Veggeti 1998, 19). Todavia, como será claro na
sequência, não podemos concordar com a conclusão de Vegetti: «Questa única virtù non ha tuttavia
una determinazione autonoma, perché costituisce il prodotto sintetico dell’ esistenza e della
dislocazione gerarchica delle tre dimensioni morali e intellettuali della città buona» (Veggeti 1998,
19). O que nos cabe desenvolver a partir dessa constatação comum é como essa unificação é
possível e que tipo de argumento a sustenta.
6 Isso portanto é bem diferente das teses gerais sobre a unidade das virtudes no Protágoras, a
saber, a da identidade das virtudes, defendida por Penner: «... in the doctrine of "the unity of
virtues," Socrates intended the stronger (2) [Bravery = wisdom = temperance = justice = piety]. That
is, as long as he held (i) [Men are brave if and only if they are wise if and only if they are temperate
if and only if they are just if and only if they are pious], he also held (2), and (2) was his preferred
formulation of the doctrine. For similar reasons, I will also maintain that as long as he held the
"Virtue is knowledge" doctrine, he held not just the equivalence (9) Men are virtuous if and only if
they have knowledge, but also the stronger identity (10) Virtue = knowledge» (Penner 1973, 39) ou
a da sua bicondicionalidade, como defendida por Vlastos: “…the five virtues constitute coextensive
dispositions: those who instantiate any one of them must instantiate every one of them. We can put
this into symbolic form: N[(x) (Cx Jx Px Tx Wx)] or, what comes to the same thing, N
(C≡J≡P≡T≡W).” (Vlastos 1981, 232), evidentemente Vlastos não propõe que esta seja uma saída para
a República, propondo para a justiça aqui uma saída a ser exposta adiante. No entanto, ainda nesse
cenário, vale ressaltar a proposta interpretativa de Cooper para o problema no Protágoras que,
embora não seja estendida pelo autor à República indica uma interseção entre os dois diálogos que
gostaríamos de desenvolver em outra ocasião: «In fact, Protagoras and Socrates have just before
been speaking of justice and so on as having or being "powers" and "capabilities," comparable to
those of the eyes and ears (330a-b), and it seems clear that it is as such that they are continuing to
speak of them here. What Socrates and Protagoras agree is that the "power" of justice in a person is
just, and that of piety pious. But what does that mean? Here the analogy with eyes and ears may
help. In one's eyes one has the power of sight; with them, one is able to see; using them one sees.
What, then, is it that justice is the power to do —what is it that a person having justice does in using
it? Evidently, the obvious and basic answer is: acts justly, does justice. If we bear in mind the
391
CAROLINA ARAÚJO
Para entendermos esse «de certo modo» e como a justiça funciona como uma
unificação da virtude no livro IV, é preciso que nos voltemos à sua definição:
fazer o próprio e não o múltiplo (τὸ τὰ αὑτοῦ πράττειν καὶ μὴ πολυπραγμονεῖν
δικαιοσύνη ἐστί - 433a8-9), em um contexto político em que o próprio se define
como uma única ocupação pública que seja determinada pela natureza de cada
cidadão (ἕνα ἕκαστον ἓν δέοι ἐπιτηδεύειν τῶν περὶ τὴν πόλιν, εἰς ὃ αὐτοῦ ἡ
φύσις ἐπιτηδειοτάτη πεφυκυῖα εἴη – 433a5-6). A organização segundo a
natureza passa, no âmbito político, pela determinação do que é próprio a cada
cidadão segundo um conjunto de ocupações que tecem a comunidade política.
Essa organização política, saberemos mais à frente, é um espectro da justiça
(εἴδωλόν τι τῆς δικαιοσύνης - 443c4-5), uma vez que ela diz respeito, não a uma
ação externa, mas à ordem interna de cada cidadão, que é, afinal de contas, a
determinação do seu próprio (ἀλλ' οὐ περὶ τὴν ἔξω πρᾶξιν τῶν αὑτοῦ, ἀλλὰ
περὶ τὴν ἐντός, ὡς ἀληθῶς περὶ ἑαυτὸν καὶ τὰ ἑαυτοῦ - 443c10-d1). É pelo
conceito de próprio que passamos da cidade, à medida que o próprio é a ação
política desempenhada por cada um, à alma, à medida que o próprio é
verdadeiramente a disposição das partes de cada alma (Καὶ ταύτῃ ἄρα πῃ ἡ τοῦ
οἰκείου τε καὶ ἑαυτοῦ ἕξις τε καὶ πρᾶξις δικαιοσύνη ἂν ὁμολογοῖτο – 433e10-
434a1)7.
A essa altura já podemos ver que a relação originariamente analógica entre
alma e cidade não se limita à igual proporção entre os termos de cada um dos
elementos isolados8. A noção de um próprio interno, entendido como disposição,
context here of justice as a power, something in a person that is responsible for their being able to
do, and doing, certain things, as sight in the eyes is responsible for a person's being able to see and
for their seeing (whenever they do see), we can perhaps understand along the following lines
Protagoras's and Socrates' ready agreement that justice is just and piety pious» (Cooper 1998, 242-
243).
7 «O termo grego ἕκαστος exprime a particularidade (ἕκας), mas a particularidade que cada
homem tem em comum com cada coisa em particular em sua relação com um universal
(Allgemeines)». (Burckhardt 1981, 10), uma noção que se harmoniza com a abordagem de Lear:
«For psyche-analysis and polis-analysis are, for Plato, two aspects of a single discipline,
psychology, which has as its core the relation between inside and outside». (Lear 1997, 62).
8 Defendendo que não se trata de analogia, mas de um motivo, Andersson argumenta: «In the
analogy some properties are selected and composed for comparison. In the motif, polis-psyche
operate as na interpretative instrument in order to help the reader to see as much as possible of the
polis-background and the social thought which permeate the Republic and explain how polis can
illustrate man ». (Andersson 1971, 25). No entanto, a interpretação do motivo é sustentada pelo que
Andersson chama de anti-motivo, ou seja, de algum modo também a alma forma a cidade, nem
tanto por ser a cidade um conjunto de almas, mas antes por ser o caráter de uma alma o
responsável pela transformação da cidade de injusta em justa, notoriamente a necessidade do rei-
filósofo. O que nos parece muito razoável, nesse entrecruzamento das posições de Burckhardt, Lear
e Andersson é o modo como a noção de próprio (ἕκαστος) desfaz o procedimento analógico,
introduzindo-nos em um modelo interativo entre alma e cidade que será o ponto crucial do
privilégio da justiça enquanto realização do próprio.
392
A DEFINIÇÃO DE JUSTIÇA E A UNIDADE DA VIRTUDE EM REPÚBLICA IV
393
CAROLINA ARAÚJO
10 τὴν δὴ τοιαύτην δύναμιν καὶ σωτηρίαν διὰ παντὸς δόξης ὀρθῆς τε καὶ νομίμου δεινῶν τε
πέρι καὶ μὴ ἀνδρείαν ἔγωγε καλῶ καὶ τίθεμαι – 430b3-5.
11 μόνην δεῖ τῶν ἄλλων ἐπιστημῶν σοφίαν καλεῖσθαι – 429a2-3.
12 ὥστε ὀρθότατ' ἂν φαῖμεν ταύτην τὴν ὁμόνοιαν σωφροσύνην εἶναι, χείρονός τε καὶ
ἀμείνονος κατὰ φύσιν συμφωνίαν ὁπότερον δεῖ ἄρχειν καὶ ἐν πόλει καὶ ἐν ἑνὶ ἑκάστῳ - 432a6-
b1.
13 «In its primary signification ‘just’ is a relational predicate, to speak of a person as having this
property is to think of the way in which he habitually relates himself to persons or groups in his
conduct [just 1] (…) But it so happens that among the derivative uses of ‘just’ there is one in which
it functions as a one-place group-predicate, predicable of groups as such, on condition that their
members, or subgroups composed by their members, are just in the primary sense, i.e., behave
justly one to another [just 2]». (Vlastos 1978, 86-87). Vlastos entende essa diferenciação de sentidos
como a primeira se relacionando a pessoas e a segunda se relacionando a cidades. No entanto, o
ponto que mostramos é que precisamente o segundo sentido funciona como condição do primeiro,
formando portanto um conceito mais complexo de justiça.
394
A DEFINIÇÃO DE JUSTIÇA E A UNIDADE DA VIRTUDE EM REPÚBLICA IV
A relação entre justiça e princípio14 remete à fundação da cidade que, por sua
vez, impõe que, dada a impossibilidade da auto-suficiência humana15, a
comunidade seja necessária16. Todavia a insuficiência humana se explica pela
diferença de natureza entre os seres humanos, entendida como uma diversidade
de aptidões práticas17 que fundamenta a complementaridade entre eles e a
unidade da comunidade. Uma unidade que será, afinal, regida por um princípio
de beleza (κάλλιον πράττοι ἄν τις εἷς ὢν πολλὰς τέχνας ἐργαζόμενος - 370b5-
6) no qual a realização do próprio de cada um gera o todo belo (ἕνα ἕκαστον
τούτων δεῖ τὸ αὑτοῦ ἔργον ἅπασι κοινὸν κατατιθέναι - 369e3-4). Se a cidade
fundada segundo esse princípio da beleza da comunidade pode ser inflamada
pelo costume, será uma versão desse princípio o critério para a sua purificação:
ἀδύνατον ἕνα πολλὰς καλῶς ἐργάζεσθαι τέχνας - 374a6. É por todo esse
contexto de fundação e cura da cidade que a realização do próprio e não do
múltiplo, ou um aspecto disso (ἤτοι τούτου τι εἶδος – 433a3), não apenas vai se
mostrar como a definição da justiça, como será caracterizada como algo muitas
vezes dito e ouvido (καὶ τοῦτο ἄλλων τε πολλῶν ἀκηκόαμεν καὶ αὐτοὶ
πολλάκις εἰρήκαμεν. – 433a9-b1)18.
A ser assim, a cidade seria justa também porque a definição de justiça lhe
serviu de princípio. O que se deve concluir então é que a justiça constitui a noção
de cidade como comunidade e o faz de modo tal que compromete o surgimento
da cidade com a sua excelência, sua beleza. Mas não é apenas como uma versão
ampliada, o caráter propriamente político da justiça, que a justiça é tratada como
uma premissa oculta da ação humana. Também a sua função anímica já havia
sido antecipada na República, precisamente na refutação a Trasímaco.
Nessa passagem do livro I, Sócrates descreve a mais completamente injusta
das cidades (τελεώτατα οὖσα ἄδικος– 351b5), a melhor no dizer de Trasímaco,
como a que submete as demais. Nesse cenário, surge a pergunta se ela pode ter
14 ὃ γὰρ ἐξ ἀρχῆς ἐθέμεθα δεῖν ποιεῖν διὰ παντός, ὅτε τὴν πόλιν κατῳκίζομεν, τοῦτό ἐστιν,
ὡς ἐμοὶ δοκεῖ, ἤτοι τούτου τι εἶδος ἡ δικαιοσύνη - 433a1-3.
15 Γίγνεται τοίνυν, ἦν δ' ἐγώ, πόλις, ὡς ἐγᾦμαι, ἐπειδὴ τυγχάνει ἡμῶν ἕκαστος οὐκ ὐτάρκης,
ἀλλὰ πολλῶν ἐνδεής· ἢ τίν' οἴει ἀρχὴν ἄλλην πόλιν οἰκίζειν - 369b8.
16 Οὕτω δὴ ἄρα παραλαμβάνων ἄλλος ἄλλον, ἐπ' ἄλλου, τὸν δ' ἐπ' ἄλλου χρείᾳ, πολλῶν
δεόμενοι, πολλοὺς εἰς μίαν οἴκησιν ἀγείραντες κοινωνούς τε καὶ βοηθούς, ταύτῃ τῇ συνοικίᾳ
ἐθέμεθα πόλιν ὄνομα - 369c1-4.
17 πρῶτον μὲν ἡμῶν φύεται ἕκαστος οὐ πάνυ ὅμοιος ἑκάστῳ, ἀλλὰ διαφέρων τὴν φύσιν,
(se excetuarmos Alcibíades I, 127c), de modo que eirekamen refere a conversas cotidianas». (Adam
1963, 239). «Essas notas não se referem a declarações anteriores nas obras de Platão, mas a atitudes
adotadas pela tradição grega, tal como foram expressas na dike de Homero e Hesíodo e
impregnaram os hábitos pessoais e sociais da polis». (Havelock 1978, 320).
395
CAROLINA ARAÚJO
essa dunamis sem a justiça ou se ela lhe é necessária19. Se Trasímaco nega essa
necessidade, Sócrates pretende demonstrá-la pelo exemplo da quadrilha que se
une para cometer injustiça (351c7-9) extraindo daí justiça tem como função
própria proporcionar concórdia e amizade20. Pelo uso do verbo parekhein,
anuncia-se uma peculiar relação de causa e efeito em que justiça e injustiça se
diferenciam em status de, respectivamente, concórdia e amizade, sedição e ódio,
de modo não diferente do que encontraremos posteriormente no livro IV.
Mas, como adiantamos, o argumento de Sócrates a Trasímaco não se restringe
à ação em comum, ou ainda, passa a ver o agente como uma comunidade: «E se
meu extraordinário amigo, a injustiça vier a ser em um só, não destruirá o seu
poder próprio? Ou nada a menos terá?» (Ἐὰν δὲ δή, ὦ θαυμάσιε, ἐν ἑνὶ
ἐγγένηται ἀδικία, μῶν μὴ ἀπολεῖ τὴν αὑτῆς δύναμιν, ἢ οὐδὲν ἧττον ἕξει -
351e6-7). Temos aqui a mesma duplicação da noção de justiça, uma vez que ela é
o poder de agir em comum, supondo a integração de suas partes em uma
comunidade, que, por sua vez, depende do poder de agir em comum das partes
de suas partes, da integração como unidade de cada um dos membros de uma
comunidade. O ponto a ser explicitado, justificando portanto a presença da
justiça como um princípio, é como Trasímaco pode aceitar o indivíduo como uma
comunidade sem que isso preveja a tese da tripartição da alma.
A chave para essa concordância parece estar na seguinte pergunta de Sócrates:
«E se não cometessem injustiça? Não seria melhor» (Τί δ' εἰ μὴ ἀδικοῖεν; οὐ
μᾶλλον; - 351d1). O termo mallon refere-se adverbialmente à expressão «poderia
fazer algo» (πρᾶξαι ἄν τι δύνασθαι – 351c), fazendo com que a conclusão seja de
que, ao não cometerem injustiças, os membros de um grupo podem realizar
melhor, ou de modo mais eficiente, a ação conjunta que se propuseram. Assim,
não se trata apenas de que a justiça permita ou não uma ação, mas de que ela
interfira comparativamente na possibilidade dessa ação ser executada. Quanto
melhor as partes se comprometerem, seja com a sua razão de estarem reunidas,
i.e. o próprio de sua comunidade, seja com os fins a que se propõem, mais chance
de êxito tem a ação a que se lançam, sua possibilidade é maior, e se Trasímaco
sustenta a infalibilidade do governante (οὐδεὶς τῶν δημιουργῶν ἁμαρτάνει -
340e3-4), ele aceitará que a condição de ação de um agente é melhor se ele atua
com suas partes em conjunto.
Porque supõe uma relação entre princípio comunitário e finalidade da ação,
configurando um requisito de eficiência, Trasímaco pode conceder que a justiça
19 πότερον ἡ κρείττων γιγνομένη πόλις πόλεως ἄνευ δικαιοσύνης τὴν δύναμιν ταύτην ἕξει, ἢ
ἀνάγκη αὐτῇ μετὰ δικαιοσύνης - 351b7-9.
20 Στάσεις γάρ που, ὦ Θρασύμαχε, ἥ γε ἀδικία καὶ μίση καὶ μάχας ἐν ἀλλήλοις παρέχει, ἡ δὲ
396
A DEFINIÇÃO DE JUSTIÇA E A UNIDADE DA VIRTUDE EM REPÚBLICA IV
não é apenas condição para a ação, mas possibilidade de seu qualificativo como
eficiente, como capaz de atingir o seu propósito e, nesse sentido, como excelente.
Afinal parece ser essa a conclusão que diz que «os justos parecem ser os mais
sábios, os melhores e aqueles que têm mais poder de agir» (ὅτι μὲν γὰρ καὶ
σοφώτεροι καὶ ἀμείνους καὶ δυνατώτεροι πράττειν οἱ δίκαιοι φαίνονται –
352b). É portanto a relação entre princípio, possibilidade e finalidade que justifica
a anterioridade da justiça e o seu papel de unificação da virtude, de
estabelecimento da comunidade segundo as partes e os fins.
Podemos assim concluir que a função unificadora da justiça na República se
relaciona com a sua eficiência enquanto organização segundo a natureza das
partes e segundo fins, conjugando disposição e ação de modo tal a responder por
uma certa unificação necessária do agente para alcance desses fins, a noção de
próprio. Uma unificação que, então, funciona como um requisito para o
intelectualismo: a fim de que o verdadeiro desejo pelo bem se concretize como
propósito da ação, uma ordenação deve ser imposta sobre o agente e sua
diversidade de fins21. Nesse sentido, é por uma preocupação prática acerca da
eficiência da ação, de sua capacidade de atingir propósitos, que a virtude se
unifica, na República, por ação da justiça. Que essa noção seja inerente ao conceito
de arete ao longo de toda a obra, a que certamente será somada a condição
epistêmica de sua realização, é a conclusão a que gostaria de chegar.
Bibliografia
restricts justice, as a virtue of individuals, to those who possess within themselves knowledge of
what it is best to do and be». (Cooper 1997, 20).
397
CAROLINA ARAÚJO
- Lear, J. 1997: «Inside and outside the Republic» en R. Kraut (ed.) Plato’s Republic critical
essays. Lanham, 61-94.
- Lorenz, H. 2006: The brute within. Appetitive desire in Plato and Aristotle. Oxford.
- Lorenz, H. 2008 «Plato on the soul» en Fine (ed.) The Oxford Handbook of Plato.
Oxford, 243-266.
- Murphy, N. R. 1951: The interpretation of Plato’s Republic. Oxford.
- Penner, T. 1973: «The Unity of Virtue». The Philosophical Review 82, 35-68.
- Reeve, C. D. C. 1988: Philosopher-kings. The argument of Plato’s Republic. Princeton.
- Vegetti, M. 1998: Platone: La Repubblica, v. III. Napoli.
- Vlastos, G. 1978: «Justice and happiness in the Republic» en Vlastos (ed.) Plato. A
collection of critical essays. v. II. Notre Dame, p. 66-95.
- Vlastos, G. 1981: «The unity of virtues in the Protagoras» en Vlastos (ed.) Platonic
Studies. Princeton. 221-265.
***
398
IMÁGENES, DOXA Y EPISTEME
7 Significado de ta polla kala, concepción del ser subyacente a la distinción entre on, me on y metaxy,
400
IMÁGENES, DOXA Y EPISTEME
desde la perspectiva del filósofo, emitimos una opinión sobre las Formas
inteligibles. Como sabemos, los diálogos están llenos de esas opiniones y
precisamente la tarea del filósofo es desenmascararlas como tales. Así pues, las
opiniones, a diferencia de la episteme, pueden caer en el error, y, por lo tanto,
podría decirse que al pretender responder a la pregunta socrática tienen como
objeto intencional a las Formas inteligibles. De este modo, desde el momento en
que el philodoxos emite juicios sobre la belleza o justicia de múltiples cosas o
acciones, aun cuando su atención se fija en estas últimas, hace uso de elementos
inteligibles sin conocerlos ni reconocerlos como tales. Por esta razón se dice de él
que vive como soñando (476c), y, como tal, no sabe que es así y que ese mundo
onírico se constituye en virtud de imágenes del mundo de la vigilia. Por
consiguiente, sus opiniones no se limitan, como inicialmente parecería ser, a las
cosas sensibles9. En este sentido se dice desde la perspectiva del filósofo que
retorna a la caverna que se ve «obligado a contender sobre las sombras de lo justo
o sobre las estatuas de las que son sombras», estatuas y sombras que ocupan el
lugar de los entes sensibles y sus imágenes en la línea y que constituyen el modo
en que conciben la justicia los que jamás han visto la justicia en sí (517e), esto es,
los que solo disponen de doxa.
Pero, por lo demás, una lectura del pasaje que inicia esta sección de República
V ofrece una explicación de la posibilidad de emitir opiniones sobre las Formas
inteligibles. Pues allí se dice de las Formas inteligibles que «cada cual en sí misma
es una, pero por su comunidad con las acciones y los cuerpos y entre sí, cada una
aparece por todas partes mostrándose múltiple» (476a4-7). Claramente se
contrapone aquí la unidad del ser de las Formas con la multiplicidad de sus
modos de aparecer o manifestaciones, pero sin reducir estas últimas al ámbito
sensible. Hay, pues, manifestaciones inteligibles de Formas superiores y, en
última instancia, de la Forma del Bien como principio de todo10. Precisamente por
esta razón, solo cuando las Formas son aprehendidas en conexión con el
principio (μετὰ ἀρχῆς), son strictu sensu inteligibles (511d) y constituyen
propiamente una episteme (533c). Sin esa conexión, o, como se dice en Menón
98a1-7, sin el «nexo» con el «razonamiento causal» (αἰτίας λογισμῷ), solo es
posible la dοxa. Evidentemente que esta es una cuestión de la cual los philodoxoi
no son conscientes, de manera que reducen la unidad y el ser de las formas a sus
múltiples apariencias, sean estas de orden sensible o inteligible, distinción de la
9 Esa impresión podría dar R. 476c, donde se dice que «los amantes de las audiciones y los
espectáculos se deleitan con sonidos bellos o con colores y figuras bellas, y con todo lo que se
fabrica con cosas de esa índole”, pero no hay que perder de vista el uso del predicado “bellos”, que,
como tal, refiere a lo inteligible..
10 Cf. Ferrari 2000b, 369-376.
401
RAÚL GUTIÉRREZ BUSTOS
Ahora bien, Platón no solo admite opiniones sobre las Formas inteligibles,
sino que la misma distinción entre la unidad de la Forma y la multiplicidad de
las apariencias que participan en ella, supone un conocimiento de estas como
imágenes. Así pues, del filósofo que retorna a la caverna se dice justamente que
verá mil veces mejor que sus habitantes y conocerá (γνώσεσθε) cada una de las
imágenes y de que lo son (520c). Sin embargo, es necesario precisar que ese
conocimiento de las imágenes es un conocimiento derivado del conocimiento
propiamente filosófico, es decir, presupone que el filósofo haya visto ya la
verdad sobre las múltiples cosas bellas, justas y buenas (διὰ τὸ τἀληθῆ
ἑωρακέναι καλῶν τε καὶ δικαίων καὶ ἀγαθῶν πέρι, 520c). Es, pues, el
conocimiento de las Formas y, en última instancia, de la Forma del Bien, la que
hace posible la distinción entre el original y sus imágenes, y, de ese modo, una
forma de conocimiento de las imágenes en cuanto tales. Es más, refiriéndose al
Bien, Platón distingue entre imágenes basadas en la episteme e imágenes basadas
en la doxa (534c)12, distinción que, a mi parecer, si bien es hecha de paso, es
402
IMÁGENES, DOXA Y EPISTEME
403
RAÚL GUTIÉRREZ BUSTOS
circunstancias. Lo mismo sucede con la regla de Polemarco según la cual hay que
«hacer bien a los amigos y daño a los enemigos». Pero hay que tener presente que
este intento de definición es la respuesta a la pregunta socrática τι ποτὲ λέγει
(331e6-7) referida al enigma de Simónides presentado por Céfalo y legado a su
hijo Polemarco para defender su posición. Son varios los intentos de mostrar su
carácter ambiguo y su dependencia respecto de las circunstancias. En primer
lugar solo se aplica en tiempos de guerra. El intento de aplicarla en tiempos de
paz es reducido al absurdo, pues solo regiría las asociaciones relativas al dinero,
pero no para su uso sino solo para su custodia (332-333d). Ahora bien, concebida
como una techne, la justicia, al igual que la medicina o cualquier otra techne,
podría ser usada para bien y para mal, de modo que si es útil para guardar
dinero, también podría serlo para robarlo (333e-334b). Ante semejante absurdo,
no le queda a Polemarco más que confesar que se encuentra en aporía (334b6).
Pero, además, así como el prisionero en la caverna no distingue entre las
imágenes y sus originales, uno podría equivocarse en relación a los que son
buenos o malos y los que solo lo parecen, y, por consiguiente, a los verdaderos
amigos o enemigos, y lo que solo lo aparentan (334c-d). Ello lleva a una
ampliación del intento de definición de la justicia en el sentido de que justo sería
hacer bien al amigo que es bueno y daño al enemigo que es malo (335a). Sin
embargo, dañar algo es hacerlo peor, y, por tanto, teniendo en cuenta la analogía
entre techne y arete, no se puede admitir que el justo haga daño a nadie mediante
la justicia que, por lo demás, como ha reconocido Polemarco, es excelencia
humana. De todos modos, en determinadas circunstancias, como en la guerra,
podría ser justo.14 Una vez más, la regla en cuestión, resulta ser justa e injusta
según las circunstancias.
Finalmente, Trasímaco sostiene que la justicia es «lo conveniente para el más
fuerte». Y nuevamente pone Sócrates en evidencia que esta concepción es
equívoca, pues expresa su acuerdo con la primera parte, que la justicia es algo
conveniente, pero cuestiona la adición del término «fuerte» (339b). Como con
Polemarco, es la pregunta de Sócrates – τι ποτὲ λέγει (338c) – la que obliga a
Trasímaco a precisar el sentido de su respuesta. Sin embargo, Trasímaco oscila
entre la mera descripción fáctica y la abstracción teórica15, lo cual se ve reflejado
en la exigencia socrática de que aclare si, cuando identifica al gobernante con el
más fuerte, habla «según el decir común o en el rigor de la palabra» (341b5-6).
Así se enfrenta al dilema de que si, por un lado, se considera a «los que en
verdad gobiernan» (343b5), estos pueden errar en la determinación de lo
14 En casos de guerra contra los bárbaros, cf. 470c5-7, 375b-d, aunque Sócrates parece admitir que
sería bueno para ellos.
15 Cf. Adam 2009, I 33.
404
IMÁGENES, DOXA Y EPISTEME
conveniente para sí mismos; pero, si para evitar esta objeción, se refiere a los que
disponen del arte de gobernar y que, en cuanto tales, no pueden errar, no podrán
ejercer su arte en función de su propio beneficio, sino que, según la
determinación de toda techne, buscará lo conveniente para el objeto del que se
ocupa, en este caso, los gobernados (341c-342e), esto es, como lo dirá Sócrates
más adelante, para todos (420b-421c), no solo para el más fuerte, salvo que se
considere más fuerte no tanto, como Trasímaco, al gobernante que detenta y
ejerce el poder político sin encontrar obstáculos, es decir, el tirano que es capaz
de realizar la injusticia perfecta en su propio beneficio (344a), sino a la
comunidad cuyos miembros cooperan, cada uno a su manera, para su mejor
funcionamiento (cf. 352d-354b). Así pues, también la concepción de la justicia de
Trasímaco sería justa e injusta según las circunstancias16, específicamente, según
como se entienda el término «fuerte». En suma, las concepciones de Céfalo,
Polemarco y Trasímaco son meras sombras o imágenes equívocas de la justicia.
Semejantes sombras requieren de la intervención del filósofo para ser puestas al
descubierto, razón por la cual este desciende a la caverna a disputar sobre estas
sombras e intentar instaurar nuevas sombras mediante nuevos modelos
formativos (τύποι).
405
RAÚL GUTIÉRREZ BUSTOS
17 Es verdad que Glaucón entiende la justicia desde la perspectiva de los temores de los más
débiles y Trasímaco, más bien, desde aquella de los apetitos del más fuerte, pero no cabe duda que
una es la contraparte de la otra y que, en última instancia, ambas tienen como fundamento la teoría
sofística del “estado natural”. Sobre las diferencias cf. Barker 1918, 184. Vegetti 1998, 162, sostiene
que si bien Glaucón “sembra pensare che esse offrano un supporte alla teoría di Trasimaco, che
tuttavia propiamente non lo richiede e che anzi lo contradice (perché nel suo pensiero l’arche
sostituice completamente physis)”.
406
IMÁGENES, DOXA Y EPISTEME
«El inicio –ἀρχή– es lo más importante en toda obra», dice Sócrates, más aun
cuando se trata de moldear (πλαττεῖν) las almas de los más jóvenes con el
modelo formativo (τύπος) que se quiera dejar grabado en ellos (377a-c). Pues, es
durante la niñez que se forman nuestras opiniones sobre las cosas justas y bellas
(538c6) que son, sin duda, las que determinan nuestro modo de vida. Por eso, en
la polis justa resulta inadmisible que los niños escuchen cualesquiera mitos y
acojan en sus almas opiniones opuestas (ἐναντὶας δόξας) a las que deberán tener
cuando sean adultos (377b). Esos modelos y esas opiniones son los que encuentra
el filósofo en la caverna, pero que, en la polis que comienza a construir en
República II, han de ser sustituidos por unas reglas (νόμιμα) concernientes a las
cosas bellas, justas y buenas que, a su vez, han de ser imágenes de las Formas
inteligibles. Para ello se recurre a dos especies de logoi, la de los «verdaderos» y la
de los “falsos”, que, sin embargo, contienen algo de verdad (377a). De los «falsos
», unos pueden ser kaloi, otros no (377c), y estos no lo son no solo porque son logoi
falsos, sino porque transmiten un typos falso y, por consiguiente, instauran en el
alma, específicamente en la mejor parte de su ser, el logistikón, una «auténtica
mentira» (ἀληθῶς ψεῦδος) sobre los asuntos más importantes (τὰ κυριώτατα),
sobre τὰ ὄντα (382a-b). Esta es la condición de los prisioneros, la de la eikasia.
Consecuentemente, los fundadores de la polis justa deberán establecer nuevos
typoi conforme a los cuales los poetas han de componer sus mitos (379a) y que
permitan orientar a sus ciudadanos hacia la arete.
Pero, además, la formación de los ciudadanos en la polis justa requiere de logoi
verdaderos, que, como tales, deben ser un reflejo del conocimiento de las Formas
y, por eso mismo, han de ser válidos en los diferentes niveles ontológicos. Siendo
así, también podrán ser accesibles directa o indirectamente para todos, aun
cuando no todos dispongan del conocimiento de su fundamento. Solo el filósofo
ha de estar en condiciones de «dar razón» de ellos. Este es al caso del discurso
sobre la justicia. Pues entendida como «hacer cada uno lo suyo» (τὸ τὰ αὑτοῦ
πράττειν) debe, según Sócrates, asentarse tanto en el niño como en la mujer, en
el esclavo como en el hombre libre, en el artesano como en el gobernante y el
gobernado (433d). Así pues, en un primer nivel, Sócrates busca hacer accesible
esta noción mediante la analogía entre techne y arete. De ese modo recurre a un
lenguaje perfectamente comprensible por sus interlocutores en República I, pues,
407
RAÚL GUTIÉRREZ BUSTOS
18 Nótese que aquí solo me refiero al refrán con el cual se puede ejemplificar la referencia de la
techne a su objeto, mientras que el pasaje en que efectivamente menciona Sócrates este refrán,
añade, no por casualidad, la mención a aquel que por «naturaleza» (φύσει) es zapatero (R. 443c5).
19 Véase la nota anterior.
408
IMÁGENES, DOXA Y EPISTEME
irónicamente: “… cuánto me cuesta hacer una comparación”; “… cuán torpe soy en ellas”.
409
RAÚL GUTIÉRREZ BUSTOS
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***
410
ONOMA - ΌΝ HΟÛ ΜÁΘΜΑ ΕΣΤÍΝ
(ONTOLOGÍA Y LENGUAJE EN EL CRATILO DE PLATÓN)
1. Introducción
1 Sírvase agradecer al profesor Baliñas su Colección de artículos sueltos sobre pensamiento icónico
(inédito), que reúne el grueso de su trabajo sobre esta cuestión.
RAMÓN PALAO GÓMEZ
2 Nos referimos, entre otros ensayos suyos, a Platone. Alla ricerca della sapienza segreta.
3 Preface to Plato (Cambridge, 1963).
412
ONOMA. ONTOLOGÍA Y LENGUAJE EM EL CRATILO DE PLATÓN
413
RAMÓN PALAO GÓMEZ
Diálogos transcritos por Platón, visto así, resultan ser una fiel expresión (peri
hermeneias) de la oralidad dialéctica de su maestro Sócrates.
414
ONOMA. ONTOLOGÍA Y LENGUAJE EM EL CRATILO DE PLATÓN
415
RAMÓN PALAO GÓMEZ
Creo que los helenos, sobre todo los que viven bajo la dominación de los
bárbaros, han tomado de estos gran número de nombres (…) que si se
intentase interpretar estas palabras dentro de la lengua griega, y no de
aquella a que pertenecen, es irremediable tropezar con grandes
dificultades6.
En resumidas cuentas, a lo largo del diálogo, Sócrates procede como sigue: por
un lado interpreta unas palabras en función de otras, apelando en última
instancia a la voz del poeta, la de Homero o su misma voz inspirada, y en el caso
de encontrarse con palabras para las que no encuentra explicación, establece el
supuesto de que son extranjeras. Por ejemplo, el aire, «¿no ha sido llamado aer,
porque levanta, airei, lo que está sobre la tierra? ¿O será porque se escurre
siempre, aei rei?» ; mientras que el fuego, pyr, le pone en un aprieto y concluye
que es de «origen bárbara». Asimismo, a partir de este punto se abre otro plano
del discurso que conviene explicitar. Los nombres comunes se dicen de las cosas,
y en la medida en que Sócrates está demostrando tener mucho acierto para
proponer interpretaciones de las palabras, Hermógenes aprovecha para
preguntarle sobre todo tipo de cosas, sobre los elementos más generales, sobre
las causas, unas de otras, y de esta forma Sócrates inicia una especie de relato
alegórico y cosmológico inspirado en los nombres. La tierra, ge, que «sería
mucho más clara si se pronunciase gaia», las estaciones, horai, el año, eniautos y
etos, hasta desembocar en la sabiduría, phronesis, la comprensión, synesis, o la
justicia, dikaiosyne. Teniendo en cuenta que al repasar los nombres propios
Sócrates ya había realizado una suerte de teogonía, de dioses y héroes, al
examinar los nombres comunes se adentra en el otro gran reino, el de la
naturaleza y los mortales frente a la eternidad. De esta forma, se va delimitando
también el ámbito de la ciencia natural.
Hasta ahora, Sócrates ha aceptado ponerse en la posición de Cratilo para
defender el argumento de que el lenguaje es apto para representar las cosas.
Pero según avanza, desiste de poder hallar la propiedad natural que hace a las
palabras ser correctas. En el fondo, cree que el lenguaje no tiene dicha
propiedad. ¿Pero cuál es la razón por la que desconfía? ¿Cuáles son sus
motivos? Cuando completamos el recorrido del diálogo, habiendo explorado
hasta el fondo la hipótesis naturalista, descubrimos que ésta entraña una
concepción metafísica del ser de la naturaleza en perpetuo cambio y movimiento.
Y en efecto, Sócrates ya había identificado a su adversario desde el principio:
Cratilo no es más que un discípulo de Heráclito. Y la doctrina del de Efeso no es
mera sofística, son palabras mayores.
6 Ibid. 409e.
416
ONOMA. ONTOLOGÍA Y LENGUAJE EM EL CRATILO DE PLATÓN
4. El giro ontológico
7 Ibid., 411b-c.
8 Cito por la traducción de J. L. Calvo (1983, 429).
417
RAMÓN PALAO GÓMEZ
9 Véase “Comentario a: Aristóteles, De Interpretatione, 1-3” (VV. AA., 1998); análisis más amplios
en El decir griego y Lingüística fenomenológica.
418
ONOMA. ONTOLOGÍA Y LENGUAJE EM EL CRATILO DE PLATÓN
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RAMÓN PALAO GÓMEZ
5. Algunas conclusiones
12 Ibid. 58.
13 Gadamer 1999, 501.
420
ONOMA. ONTOLOGÍA Y LENGUAJE EM EL CRATILO DE PLATÓN
propone es que ese nombre se deriva de ousia, esencia, que unos dicen essia y
otros osia:
Es razonable que comiencen con Hestía el sacrificio precisamente aquellos que
dieron el nombre de essía al ser del Universo. Cuantos, a su vez, la llamaron osía
pensarían, casi de acuerdo con Heráclito, que los seres se mueven todos y que
nada permanece14.
Una vez más, con su explicación Sócrates se anticipa a uno de los
presupuestos hermenéuticos: que el lenguaje es la casa del ser, su esencia.
La primera conclusión que me gustaría apuntar es que en la concepción griega
y hermenéutica del ser como presencia no hay una salida clara del lenguaje. No
hay un metalenguaje, ni un criterio de demarcación científica, ni una lengua
original que nos permitan salir de la estructura lógica en la que las cosas se
manifiestan. Tal vez la posición de Sócrates, su anhelo de las cosas y su
desconfianza del lenguaje como medio para el acceso verdadero a ellas, sea el
precedente más claro de la metafísica reinante en el pensamiento occidental: el
paradigma de la facticidad que, a fuer de ser un realismo, es un idealismo. Su
origen, más allá de Platón, podrá remitirse a Parménides, que inauguró la lógica
clásica basándose en el principio de no contradicción, en la distinción entre ser y
no-ser. Su evolución ha supuesto la sustitución paulatina de la concepción griega
del lenguaje basada en la estructura apofántica por el modelo de oración
compuesta de predicados objetivos asignados a un sujeto: <sintagma nominal
(sujeto) + sintagma verbal (verbo y predicados)>.
Segundo, que la hermenéutica contemporánea se propone precisamente
retomar la concepción olvidada de los griegos sobre el lenguaje y el ser. Pero los
griegos a los que se vuelve son más bien los sofistas y los presocráticos. Porque,
desde luego, Sócrates no tiene una posición del todo clara. De acuerdo que no
acepta, sin más, la metafísica heracliteana, y que concluye su diálogo con
Hermógenes y Cratilo avisando de que «al imperio de las palabras no se debe
prestar una fe ciega», pero como bien nos hace ver Gadamer (1999, 497):
El resultado de la discusión negativa del Cratilo es que, en la medida en que se
reduce al absurdo la tesis de que la palabra sea una copia, la única posibilidad
que parece quedar es la de que es un signo.
El descubrimiento de que el lenguaje es un sistema ordenado de signos no se
producirá hasta la llegada del siglo XX, pero la concepción de la palabra que lo
sustenta, como hemos visto, se remonta a mucho antes:
421
RAMÓN PALAO GÓMEZ
15 Ibid. 498.
422
ONOMA. ONTOLOGÍA Y LENGUAJE EM EL CRATILO DE PLATÓN
o bien, tal y como sugiere la Escuela de Tubinga, porque en realidad los escritos
transmitidos son una falacia, una copia de las auténticas enseñanzas de Platón no
escritas.
Y si para Platón la búsqueda mediante el lenguaje es una doxa y lo que
propone es acceder a las cosas por medio de la dianoia, ya Aristóteles se desmarcó
de su maestro proponiendo precisamente dar cuenta del cambio, esto es,
estableciendo una ciencia (episteme) que permita «salvar los fenómenos». Con el
Estagirita se sistematiza la fijación de la lógica y el método experimental de la
observación científica. Los cimientos de una larga tradición que aún hoy se trata
de entender.
Bibliografía
***
423
¿POR QUÉ SÓCRATES NO PUEDE VOLVER A CRUZAR EL RÍO
Y ABANDONAR A FEDRO?
Beatriz BOSSI
Universidad Complutense de Madrid
Con esta pregunta que Sócrates hace a su compañero, sin más preámbulo,
comienza el Fedro. La pregunta parece simple, inocente, como un pretexto para
entablar una conversación, pero también podría interpretarse como un signo
deliberado que marca una situación psicológica dinámica en la que todos nos
encontramos: venimos desde nuestras creencias e ignorancias y vamos
intentando abrirnos a nuevos conocimientos. La pregunta es respondida en el
plano horizontal de la traslación en el espacio. La respuesta en el plano
psicológico vertical de los aprendizajes no puede ofrecerse aún. Pero allí queda
suspendida, pendiente del contenido y de la acción dramática. Habrá una
conversación, plena de encuentros y desencuentros y después, cada cual seguirá
su camino. En la interacción, cada uno de los personajes recibirá una cierta
revelación acerca de sí mismo y tras la plegaria y la despedida, podrá ponerse en
marcha de otro modo.
Contesta Fedro que se va fuera de las murallas, a dar una vuelta, un paseo por
los caminos, para descansar. Las murallas protegen, las murallas encierran. El
fármaco cura, el fármaco mata.
El Fedro está compuesto de fino encaje. En este diálogo, como también en el
Lysis2, lo que dicen los personajes y lo que sucede en la acción dramática son las
dos caras de una misma trama, de un mismo tejido. Porque no es sólo que Fedro
lee un discurso escrito por Lisias, acerca la conveniencia de complacer al que no
ama, sino que el mismo Fedro está preso de la retórica vanguardista y snob de
3 Como cuando dice que lo seguiría hasta Megara ida y vuelta sin quedarse rezagado (227 d), o
cuando este Sócrates urbanita y “rarísimo” que parece un forastero a los ojos de Fedro, y que desea
dejarse guiar por él hacia la belleza del paisaje recién descubierto, también declara que podría ser
llevado por toda Ática encandilado por los discursos escritos (230 d). Sorprenden estas
declaraciones cuando Sócrates no soporta los discursos largos (Prot. 334 d y Gorg. 449 b).
4 No es casualidad que Sócrates calificará con este mismo adjetivo a quienes no se creerán la
prueba de que el amor es una locura que nos es dada por los dioses para nuestra mayor fortuna
(245 b-c). También se aplicará, como veremos, al discurso de Lisias y al primer discurso de Sócrates,
con el sentido de ‘temible’.
426
¿POR QUÉ SÓCRATES NO PUEDE VOLVER A CRUZAR EL RÍO Y ABANDONAR A FEDRO?
Hay aquí varias pistas. Por una parte, se nos revela que ambos están unidos en
su locura poética, que es una de las cuatro locuras divinas que se mencionarán
más adelante; por la otra, se alude a los cultos coribánticos en los que el iniciado
era entronizado en medio de danzas y cánticos entusiastas (cfr. Eutidemo 277d).
Efectivamente, tal es la atmósfera que se avecina. Terminado el argumento de
Lisias, Sócrates encontrará el discurso “genial” (daimoníos 234 d 1) y confesará
haber entrado en delirio báquico (234 d 5: sunebákcheusa) al mirar la divina cabeza
de Fedro, encendida, mientras leía el discurso. Al parecer, este Sócrates no podrá
decirle abiertamente lo que piensa de su contenido y aparentemente se limitará a
hacer observaciones formales. ¿Por qué Sócrates no hace su trabajo? ¿Por qué no
lo refuta abiertamente, ni lo pone en su sitio, ni lo humilla para enseñarle?
Fedro está encandilado por el discurso de Lisias y es incapaz de someterse a la
prueba de la refutación, y el mismo Sócrates se ve arrastrado a entronizar a Fedro,
y a no contradecirlo, porque está bajo el efecto del veneno de Fedro. Al punto que
hará falta la intervención del daimon para actuar como antídoto. Pero será un
peculiar antídoto que combatirá el mal selectivamente, eliminando los principios
activos dañinos y dejando una dosis adecuada de otros que le permitirán cantar
las bondades de la divina locura erótica capaz de elevar las alas del alma hacia el
valle supremo de lo real.
Las palabras de Sócrates indican que conoce tan bien a su interlocutor, que
haría falta que se olvidara de quién es él mismo para ignorar el propósito de
Fedro, que no es otro que ejercitarse para provocar, fervientemente, su
admiración. Pero esta sentencia de Sócrates no vale sólo para esta escena puntual,
sino que se cumple en todo el recorrido de la acción dramática. Más adelante,
cuando esté a punto de abandonar a Fedro a su ignorancia y a volver a cruzar el
río de regreso, la certeza acerca de lo que Fedro necesita saber lo obligará a
retornar. Y al girarse hacia Fedro, Sócrates regresará a sí mismo: dejará a un lado
su herida narcisista porque Fedro ha podido enamorarse tan ciegamente de la
retórica de Lisias y del joven mismo, y se volcará a su amigo para enseñarle lo
que es el alma y cuál es su verdadero destino. Al revelar estos misterios se los
recordará a sí mismo y habrá redescubierto ante sí, su mejor posibilidad.
427
BEATRIZ BOSSI
5 De Vries (1969, 6) indica que aunque Sócrates lo llama “joven” (257 c 8) o “chico” (267 c 6) estas
formas denotan la coquetería del propio Sócrates, un hombre mayor, para enfatizar la diferencia en
edad al dirigirse a alguien más joven.
6 Para la tesis de que no existe una relación erótica entre Fedro y Sócrates, cfr. De Vries 1969, 6;
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¿POR QUÉ SÓCRATES NO PUEDE VOLVER A CRUZAR EL RÍO Y ABANDONAR A FEDRO?
7Pieper 1964, 29: “La ironía añade ciertas dificultades a la conversación. Si estamos tratando con
alguien a quien le agrada hablar con marcas irónicas, simular que es estúpido cuando está
construyendo un argumento poderoso, y hacerse el entusiasta mientras practica una crítica incisiva,
entonces debemos ser infernalmente cuidadosos… Este es exactamente el modo cómo debemos
conducirnos con el Sócrates de Platón”.
429
BEATRIZ BOSSI
430
¿POR QUÉ SÓCRATES NO PUEDE VOLVER A CRUZAR EL RÍO Y ABANDONAR A FEDRO?
8 Tejera (1992, 291) señala que Sócrates está bloqueado, “vencido por el erotismo de la situación”,
resistiendo la sexualidad de su respuesta y observa que los intérpretes que no ven este punto son
injustos con la actitud de auto control de Sócrates, quien encasta su respuesta en una narración
acerca de un perseguidor y un perseguido para tomar distancia del discurso de Lisias (Schaerer
1938; De Vries 1969; Cooper 1938; Fowler 1914). También para Helmbold y Holther (1952, 388)
Sócrates corteja a su interlocutor en una atmósfera emocional cálida, con múltiples alusiones al eros
paidikos.
9 Trabattoni (2011, 292) ha llamado la atención sobre el hecho de que lo que Sócrates quiere decir
es que hay un modo ordenado, proporcionado, medido, y por tanto, bueno, de satisfacer el deseo
natural de placer, en tanto que deviene malo cuando se deja librado al exceso.
431
BEATRIZ BOSSI
encubierto (el del que aparentemente no ama) sea manifiesto (el del que ama
apasionadamente) “nada tiene de bello ni digno”10.
Y así resulta que este Sócrates en apariencia más vulnerable, inseguro, y
enamoradizo que se distancia del gran Maestro de los diálogos de juventud que
vencía sin convencer, y que cansaba a sus interlocutores por su jactancia y sus
deseos encubiertos de victoria a toda costa, este Sócrates más humano y cercano
ha sabido desplegar sutiles estrategias escénicas para rechazar indirecta pero
categóricamente los juicios de valor de Lisias. Ha dicho lo suyo, y empieza a
sospechar que tal vez logre vencer a su propio Tifón. Pero ha hablado tan
discretamente que tendrá que enfrentarse a la amarga experiencia de comprobar
que el propio Fedro no se ha percatado en absoluto de que su discurso en
realidad contradice al de Lisias11.
El discurso de Sócrates y el de Lisias coinciden textualmente en rechazar el
amor excesivo, posesivo y manipulador, y en valorar positivamente el deseo
sexual natural gobernado por la opinión racional sobre lo mejor, i.e., auto
controlado. Tres veces Lisias enfatiza este aspecto de la conducta de que no ama:
1) no obra por necesidad sino voluntariamente deliberando sobre lo mejor (231 a
4-5); 2) siendo dueño de sí mismo, elige lo que realmente es mejor (232 a 4-6) y
no será dominado por el eros sino por sí mismo (233 c 1-2). Pero no sostienen
realmente la misma tesis, sino la contraria, porque Sócrates se ha dado cuenta de
que el no amante es un farsante que persigue lo mismo que el otro, el placer
sexual sin más, i.e. sin la supuesta amistad y consideración que Lisias pregona a
favor del que no ama (233 a y 233 c-d) y utiliza una apariencia de autodominio
para obtener más fácil y eficazmente, lo mismo que el otro12.
10 Sinaiko (1965, 35-36) señala que la definición, alcanzada exclusivamente en base a opinión
común, adolece de falta de determinación: al no especificarse que éste es sólo un tipo de amor y
darse la definición como si fuera la única, ésta resulta engañosa.
11 En este sentido, el análisis de las ambigüedades psicológicas de Sócrates conduce a la
conclusión, ya defendida por Friedländer (1960, 207), de que la intención del primer discurso de
Sócrates, lejos de limitarse a revisar formalmente el discurso de Lisias, consiste en desenmascarar
los peligros del mensaje del hablante. En esta misma línea, Calvo (1992, 50) entiende que este
discurso es ‘profundamente verdadero’. Y aunque Sócrates lo criticará severamente, inclusive
juzgando que no es ni sano ni verdadero (242 e 5-243 a 1), “no reniega, en retrospectiva, de su
contenido sino sólo de su falta de integración en una perspectiva más amplia” (Ferrari, 1987, 112).
La definición del amor vulgar no es la única ni la mejor, pero resulta útil en el marco del discurso
de Sócrates, quien pretende desenmascarar al que no ama.
12 Coincido con Trabattoni en cuanto al modo cómo ambos discursos coinciden textualmente,
432
¿POR QUÉ SÓCRATES NO PUEDE VOLVER A CRUZAR EL RÍO Y ABANDONAR A FEDRO?
433
BEATRIZ BOSSI
5. “Atravieso este río y me voy antes de que me fuerces a algo más difícil” (242 a 1-2)
434
¿POR QUÉ SÓCRATES NO PUEDE VOLVER A CRUZAR EL RÍO Y ABANDONAR A FEDRO?
6. “¿Adónde se me fue, ahora, el muchacho con el que hablaba? Para que escuche también
esto y no se apresure, por no haberlo oído, a conceder sus favores al no enamorado” (243 e
4-6)
El amor de amistad que siente Sócrates por Fedro se va revelando, a partir del
giro socrático, como algo cada vez más serio, sólido y comprometido. A mi modo
435
BEATRIZ BOSSI
de ver, no podemos interpretar la relación entre ellos en clave erótica13, por una
parte, porque el diálogo termina presentándolos como dos amigos que todo lo
tienen en común, y que son amantes adultos con sus respectivos jóvenes amados,
y por la otra, porque el divino eros no marca tanto la relación recíproca entre
ambos personajes, como la inspiración de ambos hacia un objeto común de
adoración celeste. Y sin embargo, en este momento, quizás el más crítico del
diálogo, los vemos desbordarse emocionalmente en una especie de breve
actuación dentro de la acción o “play inside the play”, cuando Sócrates se dirige a
Fedro como si fuera su “joven amado que no debe apresurarse a complacer al no
amante” y éste le sigue la corriente, correspondiéndole dócilmente como si
Sócrates fuera su amante, al tiempo que le contesta solícito con un: “aquí está,
siempre a tu lado, muy cerca, cuando tú quieras” (243 e 7-8). Desde mi punto de
vista, este requerimiento de Sócrates, en esta circunstancia peculiar, antes de
iniciar su nuevo canto entusiasmado, obedece a su deseo profundo de apertura
mental, interés y consideración por el contenido, por parte de un Fedro que se ha
mostrado sólo como un distraído, juguetón, indiferente y superficial snob, ante
los intentos de Sócrates de curarlo de su ceguera14.
Dicho lo cual, quisiera agregar que, a mi modo de ver, aunque la finalidad de
la relación entre los personajes no sea predominantemente erótica, esto no
significa que no pueda contener algunos elementos que podríamos situar en el
límite entre lo propio de las relaciones amistosas y el inicio de las relaciones
eróticas, porque el tema de la discusión impone un cierto tono “apasionado” al
modo de relacionarse. Me explicaré: es evidente que el hecho de que Sócrates
revele a Fedro cómo de fecunda y feliz es una relación erótica cuando los
enamorados están, además, llenos de la divina locura por la sabiduría, tiene
consecuencias directas e inmediatas para su vida personal. Sócrates le enseña a
desempeñar el papel de amante doble: enamorado de su amado por amor a la
filosofía; esto requiere reencauzar su relación con Lisias y demandar a su amado:
13 Nussbaum (1986, 204; 211) cree que Sócrates es el amante por excelencia y que Fedro es el
amado complaciente, y ve en este episodio una confesión de apertura al amor loco y divino entre
ellos. Gooch (1992, 309-312) ha rebatido esta interpretación mostrando que el motivo de la relación,
marcada por el lenguaje durante todo el diálogo, es siempre de compañerismo y amistad, y que, al
final, los personajes no emprenden una vida en común, sino que retornan a sus respectivos amados,
no para apreciar la belleza en ellos sino para convertirlos al verdadero amor de la sabiduría. Sólo
cuando el amante controla su caballo negro, recién cuando es capaz de ver en el amado aquella
Belleza sentada en su trono junto a la Moderación, a ambos les crecen las alas del alma para
permitirles el ascenso. (Para una defensa anterior de esta misma interpretación, véase De Vries
1969, 113.)
14 Hackforth (1952, 53), contra Friedländer, no considera que la velada sugerencia de Sócrates de
que Fedro es efectivamente el amado, y la aceptación por parte de Fedro de este papel, sea otra cosa
que un juego. Aunque lo sea en cierto modo, hemos de intentar comprender su significado en el
pasaje en cuestión.
436
¿POR QUÉ SÓCRATES NO PUEDE VOLVER A CRUZAR EL RÍO Y ABANDONAR A FEDRO?
“que escriba que es al que ama, más bien que al que no ama, a quien,
equitativamente, hay que otorgar favores” (243 d 5-7) porque el amante es el que
cuida y el que enseña. En este sentido, como cuidador y maestro, podríamos
decir que Sócrates desempeña el papel de amante de Fedro, al menos para que
Fedro pueda aprender a amar de verdad a su amado, imitando lo que Sócrates ha
hecho con él en este encuentro.
Ahora estamos en condiciones de comprender por qué Fedro es la causa
profunda del regreso de Sócrates: Fedro necesita aprender lo que es el verdadero
y libre amor para poder curarse de la seducción del farsante, de la que no pudo
librarse con el discurso de la censura del amor vulgar15. Y lo aprenderá con otra
narración mítica y con el amoroso cuidado de Sócrates, o quizás habría que decir,
lo aprenderá porque el relato dice lo mismo que la actitud de Sócrates en la
acción dramática. Al final, Sócrates será capaz de persuadir a Fedro. Es en este
punto donde Sócrates deja de lado sus celos, su afán de competencia y se quita la
máscara de condescendencias vanguardistas y miramientos literarios, para
revelarse, ante la rendición incondicional de Fedro, como un verdadero maestro
amante, capaz de plantar en su alma semillas fecundas, que podrían iniciarlo en
una vida filosófica plena.
Así pues, en términos generales, el ideal que el diálogo propone no es una
vida intelectualmente gratificante en solitario, sino una vida que sólo puede
resultar ascendente, si cuenta con la guía y el cuidado del maestro que regresa
siempre para contar cuentos y hacer las preguntas adecuadas, de paso que se
deleita contemplando la graciosa belleza del joven y el modo cómo también su
alma va progresando. Se trata de una vida que sigue el modelo de la procesión
del cortejo divino, i.e. una vida que es un camino en común, que no se estanca,
que lleva consigo sólo lo indispensable, cuyo destino es el conocimiento, y cuyas
etapas van marcadas por sucesivos intentos de dar respuesta a los interrogantes
capaces de evocar los bellos recuerdos esquivos.
Pero el ideal del amor platónico por excelencia, i.e. de una vida intelectual,
emocional y sexual en común, sin relaciones genitales, no es el que Sócrates y
Fedro realizarán en sus vidas privadas, sino el que ellos, como personajes del
diálogo, han contribuido a poner de manifiesto para provecho del lector. Y lo han
hecho tan vivamente, con sus palabras entrelazadas de tal modo con sus
actitudes, sus gestos y hasta sus sobre actuaciones, (como ésta en la que Sócrates
15 No estoy en absoluto de acuerdo con Griswold (1986, 71) en que “la explicación de Sócrates de
por qué debe pronunciar otro discurso sugiere que a él le concierne más su propio bienestar
espiritual que el de Fedro”. Tampoco veo que haya un “agudo contraste” entre las varias fuentes
internas que conducen a Sócrates a la palinodia y las externas que produjeron su primer discurso. A
mi modo de ver, en ambos casos el motivo fundamental es persuadir a Fedro.
437
BEATRIZ BOSSI
y Fedro nos hacen creer que están enamorados), que el divino temible Platón casi
logra engañarnos.
La palinodia ejercerá su purificación sobre ambos. En su empeño por liberar a
Fedro de su ignorancia teórica y vital acerca del verdadero amor, Sócrates se ha
liberado, gracias a la mediación de su daimon, de las pasiones y los humos que lo
amenazaban. En su empeño por quedarse a su lado y seguir aprendiendo, Fedro
acaba por liberar a Sócrates de su ignorancia acerca de sí mismo, al darle la
ocasión de revelarse como un auténtico conductor de almas, i.e., como “una
criatura límpida con un destino divino”.
Bibliografía
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***
438
EL PROBLEMA DE LA UNIDAD DEL FEDRO DE PLATÓN
1.0. Introducción
El Fedro es uno de los diálogos de Platón más admirados por el gran interés de
su contenido filosófico y la belleza de su escritura. Sin embargo, a la vez que
conocido y reconocido, el Fedro es uno de los diálogos que ofrece más
dificultades de interpretación, partiendo por la propia definición de su objeto: ¿es
acaso el tema fundamental de este diálogo, el amor, materia de tres discursos
sucesivos que ocupan más de la mitad del texto? ¿O es la retórica, de la cual se
habla en la parte restante? ¿O tal vez sea la belleza, el subtítulo con el cual se
conoce a este diálogo desde la más remota antigüedad1? La interpretación más
extendida en nuestros días favorece parejamente al amor y a la retórica. El hecho
de que ambos temas parezcan igualmente relevantes ha planteado, a su vez, el
problema de la aparente falta de unidad del diálogo y las consiguientes
dificultades de comprensión. En la actualidad, hay intérpretes que consideran
que este asunto es irresoluble y sencillamente renuncian a buscar dicha unidad2.
Nuestra interpretación del Fedro se aleja de aquella lectura que no reconoce en
él una unidad temática y formal, especialmente, si atribuye esta condición a una
voluntad de su propio autor. Ello no puede ser si en este mismo diálogo se
afirma la necesidad de que las partes de un discurso tengan plena coherencia,
que estén dispuestas de modo semejante a la estricta unidad de un organismo
vivo3.
1 Según Diógenes Laercio (Vida de los filósofos, III-58), así fue subtitulado este diálogo ya por
Trasilo, el primer compilador sistemático del Corpus Platonicum, en el s. I a. de C. , siguiendo una
tradición de doble titulación de los diálogos que podría remontarse hasta el mismo tiempo de
Platón, en el siglo IV: Cf. Hoerber, R. G., 1957, 10-20; Philip, J. A. , 1970, 296-308 (esp. 301-302).
Otros defienden que el doble título tendría su origen en Trasilo y su preocupación por dar a cada
diálogo un título descriptivo de su contenido: cf. Tarrant, H. 1993.
2 Vid. Lledó, E., 1986, p. 291-92, 295.
3 Fedro 264 c.
BLANCA GÁLVEZ IGLESIAS
En este lugar nos proponemos abordar el problema del objeto del Fedro. Su
objeto es, naturalmente, un tema que es tratado en el diálogo. Pero un tema tiene
que cumplir ciertas condiciones para ser calificado como el objeto de un diálogo,
supuesto que éste tenga unidad. Podríamos formular estas condiciones como
sigue: a) debe ser un tema relevante; b) tiene que extenderse a todo el diálogo,
en un orden de razones o de una argumentación; c) tiene que poseer carácter de
fin, o sea de tema de fondo y no de medio solamente para explicar o
fundamentar otra cosa.
La primera condición nos parece evidente, pero conviene precisar que la
relevancia a la que aludimos es la que tiene objetivamente el texto, sugerida por
el argumento de su autor, y no la relevancia que subjetivamente puede presentar
un asunto para un lector en determinadas circunstancias históricas o vitales. Las
lecturas, por ejemplo, que se han hecho de los diálogos platónicos en distintas
épocas han experimentado enormes cambios, pues se van destacando unas cosas
4 Fedro 259 e.
440
EL PROBLEMA DE LA UNIDAD DEL FEDRO DE PLATÓN
441
BLANCA GÁLVEZ IGLESIAS
442
EL PROBLEMA DE LA UNIDAD DEL FEDRO DE PLATÓN
El tema de la retórica, estando expuesto en una parte del texto, se eleva sobre
ésta y se extiende al conjunto como su tema de fondo. Así como la belleza está en
función del amor, el amor está en función de la retórica. Esto puede no aparecer
inmediatamente al lector, pero estimamos que Platón deja suficientes señales
para que pueda ser reconocido. En lo que sigue intentaremos explicar nuestra
interpretación general del diálogo y desentrañar estas señales.
Nuestra tesis es la siguiente: el interés de Platón en el Fedro es la retórica, a la
cual se acerca aquí de un modo nuevo. Nuevo no solamente para sus adversarios
o para los retóricos, sofistas, políticos, intelectuales y lectores ajenos a la
Academia, sino también nuevo para su círculo más cercano. Lo nuevo es su
actitud de real y positivo interés hacia la retórica, marcadamente diferente de la
posición más negativa y contestataria que podemos observar en otras obras
anteriores, como el Gorgias, el Menéxeno o el Eutidemo. Este cambio de actitud y de
interés llega hasta el punto de impeler a Platón a diseñar y proponer el proyecto
de una retórica nueva y distinta que supere y encauce la tradicional, el proyecto
de una retórica como verdadero saber, como τέχνη que esté en continuidad con
la verdad y la filosofía, y no en disputa ni en una relación de indiferencia con
ésta. ¿Qué otra cosa sino lo insólito e importante que es el nuevo concepto a los
ojos del mismo Platón puede explicar el hecho de que el programa de la nueva
retórica sea formulado una y otra vez en el mismo diálogo8, mediante un juego
de repeticiones que no tiene parangón en la obra de Platón y que su arte no
permitiría, si no fuera querido ex profeso?
Pero no hallamos aquí solamente una afirmación de la retórica, sino también
una negación. La crítica platónica de la disciplina tradicional presente en los
diálogos anteriores se mantiene y suma nuevos motivos. Por eso, lo característico
del Fedro es la exposición conjunta de ambos aspectos: el momentum destruens de
la crítica, y (sobre todo) el momentum construens de la nueva propuesta. Ahora
bien, estos movimientos respecto de la retórica están dichos, o sea, puestos en
palabras y elevados a la teoría, en la segunda mitad del texto (257b-279b); pero
nos parece que antes están realizados y puestos en práctica en la primera mitad
(227a-257a), como casos concretos que servirán para dirigir el estudio de la
retórica en la parte final.
8 Este programa se repite en el Fedro, con ligeras variaciones, al menos cinco veces: cf. 263b-266d
y 271a-b, para el concepto y las reglas de la nueva retórica en general; 271d-272b; 273d-274a; 277b-c,
para el concepto y las reglas de la nueva retórica aplicadas a la escritura.
443
BLANCA GÁLVEZ IGLESIAS
9 Hay distintas opiniones sobre la verdadera autoría del discurso que se atribuye a Lisias en el
Fedro. Algunos lo ponen en duda, porque no hay un testimonio histórico de que Lisias haya
producido un trabajo semejante. Desde luego, que no haya tal testimonio tampoco demuestra que
él no haya sido su autor. Ahora bien, dado que, según nuestra interpretación, Platón hace uso de
este discurso para tener en vista un ejemplo concreto sobre el cual ejercer su crítica de la retórica
tradicional, estimamos que tendría muy poco sentido que Platón inventara un mal discurso para
atribuirlo a un personaje de su tiempo, histórico, real, y pasara, en seguida, a criticarle por ello.
10 Véase 234 e-235 a, donde Sócrates manifiesta la deficiencia de algunos aspectos formales o
literarios del discurso de Lisias sobre el amor, sin pronunciarse aquí sobre su contenido: “Sólo
presté atención a lo retórico, aunque pensé que, al propio Lisias, no le bastaría con ello. También
me ha parecido, Fedro, a no ser que tu digas otra cosa, que se ha repetido dos o tres veces, como si
anduviese un poco escaso de perspectiva en este asunto, o como si, en el fondo, le diese lo mismo.
Me ha parecido, pues, un poco infantil ese afán de aparentar que es capaz de decir una cosa de una
manera y luego de otra, y ambas muy bien”. Trad. de E. Lledó, 1986.
11 Cf. Fedro 262d-264e.
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EL PROBLEMA DE LA UNIDAD DEL FEDRO DE PLATÓN
13 Fedro 262cd.
14 Cf. Fedro 261a-262c.
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BLANCA GÁLVEZ IGLESIAS
El tercer punto dice que los discursos sobre el amor son paradigmas de la
retórica. Esto es importante. Los discursos acerca del amor están aquí para la
retórica, a su servicio. Esto podría parecer extraño. Lo habitual, lo más natural, es
que en un discurso sobre el amor lo importante sea el amor, no el discurso; que lo
relevante sea el objeto o el contenido, no el lenguaje o la estructura. Así se da en
el Banquete: es un conjunto de discursos sobre el amor, donde el fin considerado
es el amor, no los discursos. Por eso se lo ha subtitulado “acerca del amor” y
nadie cuestiona que se lo llame así. Pero, en el Fedro las cosas se invierten: el fin
de los discursos sobre el amor no es el amor, sino los discursos. Tal vez esa
inversión pudo confundir a algún lector. Sin embargo, lo dicho parece indicar
que ese es el orden puesto por Platón. Desde esta perspectiva, es un diálogo
metafísico, ético, estético, pero sobre todo lógico: pues consiste en un λόγος sobre
el λόγος.
Hemos considerado en general la unidad del Fedro. Pero falta aún considerar
algunos problemas que, estando referidos a asuntos más específicos, tienen, sin
embargo, incidencia en la estructura del diálogo y son relevantes en la
determinación de su interpretación general.
Podemos comenzar inquiriendo algo más acerca de lo último que pusimos, es
decir, acerca del carácter “lógico” del Fedro. ¿Cuál es el λόγος en cuestión? Desde
luego, son los discursos sobre el amor. Y estos son discursos escritos, pero sólo el
de Lisias está representado, en la ficción del diálogo, como efectivamente escrito.
Los dos discursos de Sócrates son representados como discursos orales,
puramente pronunciados. El punto es importante, pues en este diálogo se
comparan justamente la oralidad y la escritura, se definen sus características, sus
diferencias y su jerarquía. Descartado el amor como objeto de la obra, queda el
lenguaje. Se puede decir que el diálogo sugiere que su asunto es la escritura
retórica. Es un discurso escrito sobre el discurso escrito.
Efectivamente, el diálogo se abre con este asunto. Fedro le manifiesta a
Sócrates su admiración por “un escrito” que ha compuesto Lisias para persuadir
a un joven de que se debe rendir no ante quien lo ama, sino ante quien no lo ama
(227c); describe a Lisias como “el más hábil de los que ahora escriben” (228a), y
luego procede a “leer” el discurso escrito que escondía bajo su manto (231a-234c).
El diálogo prosigue con dos discursos orales de Sócrates (237a-257b), que se
comparan con el de Lisias. Luego volveremos sobre ellos. La siguiente sección
general (257b-279b), se abre con una discusión acerca de si es o no vergonzoso
ganarse la vida como “logógrafo” (λογογράφος), (257c), o sea como alguien que
446
EL PROBLEMA DE LA UNIDAD DEL FEDRO DE PLATÓN
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BLANCA GÁLVEZ IGLESIAS
Para completar esta visión general, tenemos que dar nuestra interpretación de
algunos puntos relevantes de los discursos sobre el amor (ἔρως). Hay un
discurso de Lisias, que es leído por Fedro, y dos discursos de Sócrates. El
discurso de Lisias (parte ii) es un ejercicio retórico construido para persuadir a un
joven de rendirse no a un amante, sino a un no amante, sobre la base de un
argumento que presenta el amor como un mal o una enfermedad, pues se lo
identifica con la pasión irracional, con el deseo de placer (ἐπιθυμία ἠδονῆς), que
lleva al amante a inferir graves males a su amado. Sócrates rechaza este discurso
y se ve desafiado a pronunciar un discurso mejor sobre el mismo tema (237a-241
d). Inicia su discurso asumiendo el mismo concepto de amor ya dicho
(ἐπιθυμία), lo define perfectamente y tras haberse referido con orden y maestría
a sus aspectos negativos, no llega a sacar la consecuencia que esperaba Fedro
(i.e., que es mejor rendirse a un no amante), porque se calla abruptamente y
quiere marcharse del lugar. Pero una señal divina se lo impide y le hace
comprender que ha sido injusto con el dios Ἔρως por hablar mal de él; tiene que
permanecer hasta purificarse mediante la declamación de un nuevo discurso,
piadoso, que dé una justa cuenta del amor divino (243e-257b).
448
EL PROBLEMA DE LA UNIDAD DEL FEDRO DE PLATÓN
Ahora bien, ¿Cómo se relacionan estos tres discursos entre sí y con el resto del
diálogo? Podemos resumir los puntos de interpretación más generalizados como
sigue16: a) el discurso de Lisias adolece de reduccionismo o sensualismo en las
ideas, desorden en la exposición y falta de rectitud moral en la intención; b) el
primer discurso de Sócrates adolece de las mismas deficiencias que el de Lisias,
tendría el mismo contenido, pero una mejor construcción formal; c) el segundo
discurso de Sócrates es radicalmente diferente y superior a los dos discursos
precedentes en forma y contenido, por su visión elevada y divina del amor; d) la
razón por la cual Sócrates es impelido a pronunciar su segundo discurso es el
desagrado moral de Sócrates con el contenido de su primer discurso.
Estamos de acuerdo con la primera tesis, pero tenemos razones en contra de
las tres siguientes. En primer lugar, nos parece que el primer discurso de
Sócrates, como bien ha destacado T. Calvo17, difiere en forma y fondo del de
Lisias. La superioridad formal de aquél es manifiesta e indiscutida, pero también
lo es la superioridad de su contenido. Esta faceta es menos evidente, puesto que
ambos discursos se parecen en cuanto parten de un concepto de ἔρως como
ἐπιθυμία. Sin embargo, el discurso de Lisias no se limita a describir dicho ἔρως,
sino que está animado y determinado por él, pues habla del amor como pasión
sexual, surgió de una pasión similar y a ella misma sirve. Hay en él una completa
simbiosis de forma y contenido, que lo convierte en una poderosa estratagema
para atrapar, seducir y manipular a jóvenes incautos. Por el contrario, el discurso
de Sócrates, no tiene otra relación con la pasión y el deseo de placer, que la de ser
objeto de sus enunciados por medio de un “cuento” (μῦθος). No es el páthos de la
ἐπιθυμία la que lo mueve, ni lo que está en sus intenciones. De este modo, ni se
muestra como producto de intenciones aviesas ni dice nada falso que se pueda
reprochar. A ello se pueden sumar otros indicios que obran en favor de la tesis de
que el primer discurso de Sócrates es verdadero y no es impío. Por ejemplo, la
invocación a las Musas (237a), que hace Sócrates antes de dar inicio a su discurso,
lo cual anuncia, como dice Hackforth18, que su contenido tiene un fundamento
inspirado, y por tanto será serio y verdadero. O el hecho de que el daímon que
previene a Sócrates de hacer algo censurable, no interviene, como ha subrayado
Calvo19, antes de que inicie su primer discurso, sino cuando ha dejado de hablar y
se quiere marchar (cf. 242c), etc.
16 Cf. entre otros, Taylor, A.E., 2001, cap. XII, pp. 299-319; Jaeger, W., 1967, Lib. IV, cap. VIII, pp.
982-998; Griswold, Ch., 1986, pp. 45-136 (esp. 72-73); Friedländer, P., 1970, vol. II. (219-242); Robin,
L. , Platon, 1985, Notice, pp. XL-XLVI; Hackforth, R. , 1972, p. 53 ss.; Ferrari, G.R.F., 1987, 95-112
(esp. p. 103 ss.); Rowe, C.J., 1986, 7-9, y el comentario a 241d-243e.
17 Cf. Calvo M., T. 1992, p. 48.
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EL PROBLEMA DE LA UNIDAD DEL FEDRO DE PLATÓN
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BLANCA GÁLVEZ IGLESIAS
al elogio? Hace poco se habló del Amor, ya fuera bien o mal, después de
haberlo definido; pero, al menos, la claridad y coherencia del discurso ha
venido, precisamente, de [la definición].23
452
EL PROBLEMA DE LA UNIDAD DEL FEDRO DE PLATÓN
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20.
453
BLANCA GÁLVEZ IGLESIAS
***
454
PERCHÉ PLATONE SCRISSE DIALOGHI SOCRATICI?
ANALISI DEL RUOLO DELL'UDITORIO
Laura CANDIOTTO
Università Ca' Foscari di Venezia
1. Introduzione
invece come dato il fatto che Platone fu uno degli scrittori del genere letterario,
diffuso all'epoca, dei logoi sokratikoi.
2. Il processo
4 X. Mem.II.
5 Wolff 2010 [1985], 124.
6 In merito a questa tematica, che qui posso solo citare per accenni, rimando al mio contributo
"Socrate e l'educazione dei giovani aristocratici. Il caso di Crizia" esposto al convegno Socratica,
Trento 23-25 febbraio 2012 e che verrà pubblicato negli atti nel corso di quest'anno.
7 Su questo aspetto rinvio all'attenta analisi condotta da Luc Brisson nella sua introduzione
456
PERCHÉ PLATONE SCRISSE DIALOGHI SOCRATICI?
L'analisi degli interlocutori socratici (dal punto di vista della loro storicità e
del loro ruolo sociale) è a mio parere la prova maggiore in grado di convalidare
la tesi che qui voglio sostenere. Questa analisi, inoltre, permette di comprendere
perché nei dialoghi socratici non si compia una cooperazione che permetta di
raggiungere una conoscenza vera. Platone, in molti dialoghi, pone di fronte a
Socrate politici, retori e sofisti che sono i fautori della degenerazione di Atene;
con essi non è possibile mettere in atto la cooperazione dialogica e anche se essi
accettassero le regole del dialogare (come si nota nel Gorgia specialmente nella
figura di Callicle o nell'Eutifrone con l'interlocutore omonimo) questo non sarebbe
sufficiente per poter raggiungere la verità. Scopo quindi dei primi dialoghi
socratici non è quello di testimoniare il raggiungimento di una conoscenza
condivisa ma di mostrare all'uditorio come questa, con determinati interlocutori,
non sia raggiungibile. Perché Platone ha voluto testimoniare ciò?
La risposta, a mio parere, si trova analizzando nello specifico chi fossero i
primi interlocutori socratici e comprendendo che l'esito del dialogo dipende
massimamente da che tipo di persona sia l'interlocutore, chi sia concretamente,
che ruolo rivesta nella società e che stile di vita conduca.
Gli interlocutori socratici sono innanzitutto personaggi storici e posso essere
raggruppati in tre categorie: gli aristocratici (al cui interno un ruolo importante è
giocato dai giovani aristocratici), i rappresentanti della società dell'epoca (sofisti,
retori, politici) e di una particolare techne (indovino, rapsode, stratega), gli amici
di Socrate e Platone. Una categoria trasversale ad esse è data dalle relazioni
familiari o non tra i personaggi: padre e figlio, zio e nipote, amante e amato.
Platone, nei primi dialoghi, ha scelto di mettere Socrate di fronte a questi
personaggi per testimoniare le reali relazioni intrattenute dal maestro ma anche
per costruire la sua memoria e per operare una coscientizzazione del pubblico. Le
prime due categorie di interlocutori sono le categorie che Platone ritiene sia
necessario criticare, sia perché responsabili del degrado della società ateniese sia
perché, agli occhi di Platone, in parte responsabili della morte di Socrate.
Fornendo una testimonianza in merito a chi fossero stati gli interlocutori di
457
LAURA CANDIOTTO
14 Kahn 1996.
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PERCHÉ PLATONE SCRISSE DIALOGHI SOCRATICI?
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4. Le strategie
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PERCHÉ PLATONE SCRISSE DIALOGHI SOCRATICI?
ricerca nel suo metodo di ricerca. Esse non sono né interscambiabili né un mero
mezzo strumentale. La parola "strategia" non deve far pensare ad una modalità,
tendente alla falsità, che Socrate utilizza per "incantare" l'interlocutore. Le
strategie rappresentano, invece, gli strumenti del metodo socratico, utilizzati per
condurre il proprio interlocutore al miglioramento. Questi strumenti, a volte,
possono essere ingannevoli ma la finalità maieutica all'interno della quale
rivestono il loro ruolo fa sì che l'inganno non sia la loro caratterizzazione
specifica. Spesso, una strategia è necessaria per un particolare tipo di
interlocutore e non può essere cambiata con un'altra; la strategia utilizzata,
inoltre, non è usata da Socrate in un modo fisso e prestabilito ma essa, insieme
alla modalità con la quale l'interlocutore reagisce, agisce sullo stesso Socrate che,
di conseguenza, trova un'altra strategia. Socrate instaura sì un dialogo
asimmettrico con l'interlocutore dove è lui a dettare le regole, ma al contempo si
inserisce all'interno di un contesto relazionale del quale esso stesso subisce gli
effetti. Quest'ultimo aspetto è rintracciabile specialmente quando Socrate sostiene
di essere caduto in aporia. Inoltre, ciò che Socrate vuole ottenere attraverso l'uso
di queste particolari strategie, varia da dialogo a dialogo dal momento che varia
il contesto dialogico. Varia perché è diverso l'interlocutore, ciò che Socrate si
aspetta da lui e ciò che Socrate vuole ottenere attraverso il dialogo.
Anche Socrate, come i retori ed i sofisti, per condurre il dialogo e per ottenere
un certo effetto sugli interlocutori, si serve di strategie retoriche ma esse
assumono un significato differente perché inserite in un contesto maieutico.
Anche lo scrittore Platone nel caratterizzare il metodo del proprio maestro usa la
retorica e la affida a quest'ultimo come strumento stratecigo, ma opera al
contempo una trasfigurazione di essa: l'utilizzare parole false o verosimili per
manipolare l'uditorio si chiama "retorica", l'utilizzare parole vere per far
conoscere all'uditorio la verità si chiama "dialettica" o "vera retorica"15.
Schematizzando: per Socrate la finalità principale del dialogo è il miglioramento
dell'interlocutore attraverso il disvelamento dei propri errori e l'attingimento
della verità, per i sofisti (ovviamente nell'interpretazione che fornisce Platone di
essi) la finalità è la vittoria agonica dell'interlocutore e l'ottenimento di fama,
onore e gloria. Per questo motivo, nel domandare socratico, vi è una continua
richiesta all'interlocutore di mettersi in discussione all'interno di una prospettiva
di "conoscenza di sé", di "cura di sé"16: Socrate ha di mira il miglioramento del
proprio interlocutore e per fare questo ritiene che sia necessario che egli si liberi
dagli errori e possa cogliere la verità anche se questo potrà provocare qualcosa
che viene percepito dall'interlocutore come dannoso per la sua immagine sociale.
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Comunque anche dal punto di vista stilistico ci sono delle importanti differenze:
Socrate rifiuta tecniche microretoriche (chiasmi, eufonie, giochi di parole, etc.) e
discorsi lunghi per non essere associato ad un sofista.
La parola "strategia" richiama ad una preparazione di un piano di guerra.
Questo aspetto può apparire in contrasto con la concezione di dialogo come
collaborazione tra interlocutori. Il continuo richiamare, da parte di Socrate, alla
collaborazione tra interlocutori, non significa che il dialogo debba essere pacifico,
anzi. Gli interlocutori sono invitati a collaborare contro l'errore, guerreggiando
anche l'uno contro l'altro ma con la ferma decisione che lo si sta facendo insieme
e per liberarsi dall'errore. Inoltre, lo stesso richiamare alla collaborazione
dialogica, agisce come strategia nei momenti in cui gli interlocutori si rendono
conte che Socrate sta per confutarli. Socrate, a quel punto, utilizza quelle che io
chiamo "professioni di fede per il metodo dialogico" per fare in modo che il
dialogo possa proseguire, rassicurando l'interlocutore, e quindi possa apparire
chiaramente l'errore di cui l'interlocutore si fa portavoce. Socrate, quindi, forte
della volontà di voler "distruggere" l'errore, si sente legittimato di utilizzare
strategie che, "distruggendo" l'interlocutore, gli fanno del bene17. O, almeno, se
non fanno del bene a lui, lo fanno all'uditorio.
Tra le molte strategie socratiche18, espongo solo quella che è fondamentale per
l'argomento della tesi che sto dimostrando e cioè quella che chiamo "elenchos
retroattivo".
Da un punto di vista formale, il dialogo socratico è strutturato come un
dialogo tra un interlocutore principale (che fa le domande) ed un interlocutore
secondario (che fornisce le risposte), accompagnati nella maggior parte dei casi
da uditori che nel corso del dialogo diventano interlocutori secondari o che
rimangono uditori passivi.
Su di essi agisce "l'elenchos retroattivo", l'azione di coscientizzazione che
Socrate mette in atto nei confronti dell'uditorio19. La confutazione, intesa come
mio testo.
19 Cf. Dorion 2007, 284-289, dove sottolinea nei due testi, oltre al legame dato dal processo di
Socrate, l'esistenza di due tipi di elenchos: un "elenchos dialettico" (che ha di mira solo l'interlocutore)
ed un "elenchos retorico" (che ha di mira l'uditorio che giudica). Accogliendo la terminologia
proposta da Dorion, ritengo che, anche quando Socrate utilizza l'"elenchos dialettico", egli sia
consapevole del contesto retorico, del fatto che ci sia un uditorio che giudica se l'operazione messa
in atto da Socrate è corretta e specialmente che giudica (attraverso ciò che io chiamo l'"elenchos
462
PERCHÉ PLATONE SCRISSE DIALOGHI SOCRATICI?
pulizia dagli errori e come purificazione, non è esercitata direttamente verso gli
uditori ma, grazie alla confutazione degli interlocutori secondari, l'interlocutore
principale può da dietro agire anche su di loro. Il termine "retroattivo" vuole
infatti richiamare quella azione che è efficace anche dietro la scena principale e
cioè che agisce sull'uditorio interno al dialogo e sul pubblico. Il fatto che sia
"dietro" richiama anche ad un'azion in parte nascosta o perlomeno non chiara
all'uditore e al lettore. Se fosse chiaro ciò che Socrate sta facendo, l'uditorio non lo
accetterebbe. Da notare che lo stesso accade nel caso dell'elenchos diretto
all'interlocutore: se egli fosse consapevole del metodo socratico, non potrebbe
subire la vergogna necessaria per la buona riuscita della purificazione. L'essere
quindi un'azione che agisce da dietro è funzionale sia per le finalità platoniche di
ordine politico e sociale, sia per il funzionamento stesso della strategia.
Affinché l'elenchos possa agire all'interno di un contesto maieutico e non essere
solo una strategia di negazione dell'interlocutore, l'interlocutore è chiamato a
cooperare con Socrate, a dire solo ciò che pensa (essere sincero), a fornire risposte
brevi, ad essere disposto a vergognarsi in pubblico e a mettere in discussione il
proprio stile di vita.
Naturalmente l'elenchos diretto agli uditori e al pubblico è molto meno potente
rispetto all'elenchos che si rivolge all'interlocutore principale, perché manca della
conoscenza diretta e biografica. Tuttavia, se consideriamo l'importanza che
rivestiva il riconoscimento sociale nella società greca e ci rammentiamo di come
l'immagine che l'uomo aveva di sé si costituiva in base alla percezione che gli
altri avevano di lui, possiamo comprendere come la confutazione pubblica di un
interlocutore potesse andare ad incidere sulle percezioni e del pubblico e
dell'interlocutore stesso. Quest'ultimo, infatti, non accettava la confutazione
socratica proprio perché non era disposto a vergognarsi in pubblico. Questo tipo
di elenchos, infatti, viene messo in atto, specialmente quando gli interlocutori
socratici sono retori, sofisti e politici, i quali perderebbero la loro reputazione se
accettassero di vergognarsi in pubblico. Tuttavia, proprio il non accettare la
confutazione, fa sì che, grazie alla costruzione drammaturgica del dialogo, essi
appaiano inadeguati al pubblico. La purificazione elenctica, come spiegato
chiaramente in Sofista 230 b-230 e 5, richiede che l'interlocutore sia disposto a
vergognarsi. L'emozione della vergogna è condizione necessaria alla
purificazione. Questo aspetto sottolinea come il dialogo socratico utilizzasse
anche strategie emotive e, specialmente, come fosse necessaria una
retroattivo") se l'interlocutore di Socrate è adeguato o meno. In altre parole, il contesto sociale nel
quale sono inseriti i dialoghi socratici, fa sì che ogni "elenchos dialettico" (anche se Socrate dice che
gli basta avere un solo testimone, Cf. il dialogo con Polo, Grg. 474a) abbia anche una valenza
retorica.
463
LAURA CANDIOTTO
5. Esempi testuali
464
PERCHÉ PLATONE SCRISSE DIALOGHI SOCRATICI?
465
LAURA CANDIOTTO
Il ruolo attivo dell'uditorio è chiaro, inoltre, nei casi di ironia socratica. Basti
qui solo un esempio tratto dal Carmide: nel momento in cui Socrate chiede
direttamente a Carmide se ritiene di possedere la saggezza, egli risponde non in
prima persona ma riportando ciò che gli altri pensano di lui23. Carmide, cioè,
dimostra di non avere quella conoscenza di sé che agli occhi di Socrate (anche se
in questo passo24 non è detto esplicitamente e Socrate, fingendo di non accorgersi,
continua ad indagare) è necessaria per essere saggi. Gli uditori, che conoscono il
pensiero socratico (ricordiamo la presenza di Cherefonte) capiscono dalle
risposte di Carmide che egli non è saggio. Le risposte di Carmide e
l'atteggiamento ironico di Socrate agiscono come messaggio all'uditore che sa di
più di quanto è detto esplicitamente nel testo.
6. Conclusione
L'analisi degli interlocutori socratici dei primi dialoghi platonici, del ruolo
dell'uditorio e delle funzioni strategiche del metodo hanno messo in luce le
finalità di ordine politico e sociale della scrittura di logoi sokratikoi da parte di
Platone. In questi dialoghi, naturalmente, sono presenti finalità anche di ordine
più strettamente filosofico (teoretiche, gnoseologiche o morali); il riconoscere
finalità di ordine politico e sociale, tuttavia, permette di inserire la scrittura di
Platone nel suo tempo, riconoscendo alla filosofia un ruolo nella costruzione
della società.
Bibliografia
già da lui posseduta, basta che la ricerchi. Cf. Pl. Chrm. 160 d5-e1.
466
PERCHÉ PLATONE SCRISSE DIALOGHI SOCRATICI?
***
467
SUCESSÃO E DESCONTINUIDADE NA CONSTITUIÇÃO DO
APARECIMENTO SEGUNDO O FILEBO
Para a Sara.
Neste estudo não poderemos fazer uma análise exaustiva de todos os aspectos
relevantes para a compreensão do tema que temos entre mãos. Trata-se apenas
de procurar pôr na pista de um conjunto de problemas, a partir do qual se poderá
começar a ver alguns elementos fundamentais para a compreensão disso com
que estamos sempre já em contacto: o haver acesso, o estar num aparecer, o ter
uma mostração das “coisas”. Em particular, o que o Filebo põe no centro das suas
análises corresponde a algo que pode ser descrito como uma desmontagem da
nossa auto-compreensão natural do acesso – aquela compreensão que está
automaticamente constituída no nosso ponto de vista sem que para tal seja
necessário um esforço – e ao mesmo tempo uma revisão e refundação desse
acontecimento de ἀλήθεια em que sempre já damos connosco e com tudo o que
nos rodeia. Entremos então in medias res.
O fenómeno do aparecimento sugere-se como algo de pronto e imediato – algo
que está (que sempre já está) “aí à minha frente” constituído de uma forma
automática e directamente disponível, sem qualquer tipo de restrição ou limitação.
Assim, o acontecimento do αἰσθάνεσθαι parece dizer respeito a algo de simples –
algo que, por assim dizer, se dá “em bloco” e de um modo totalmente contínuo. De
sorte que a possibilidade de complexidade no âmbito do αἰσθάνεσθαι dirá
apenas respeito a uma multiplicação interna ao acontecimento da αἴσθησις – e a
forma de presença do que quer que seja é (e só pode ser) a de captações
(αἰσθήσεις). As αἰσθήσεις são justamente isso que engloba tudo, que “chega” à
totalidade do que há e nada deixa fora; as αἰσθήσεις funcionam como uma
espécie de “base” ou “raiz” de tudo aquilo com que estamos em contacto: o que
quer que apareça terá de corresponder a uma αἴσθησις ou a um
desenvolvimento previsto e possibilitado por ela. E assim, a αἴσθησις sc. o
conjunto das αἰσθήσεις parece coincidir inteiramente com o próprio φαίνεσθαι
SAMUEL JOSÉ GAMBITO DE OLIVEIRA
– por tal forma que o vir à luz, o manifestar-se, o revelar-se, etc., tem justamente
o modo de ser que é próprio da αἴσθησις (sc. das αἰσθήσεις), que assim
“rasgam”, “cunham” ou “atravessam de uma ponta a outra” todo o
acontecimento de acesso que nós somos. Tudo isto de tal modo que, se nos
perguntarem que é que está em causa no acontecimento de aparecer (como é que
se dá, que é que o constitui, etc.), a resposta parece ser fácil de dar: “basta abrir os
olhos”. E assim, a vida de cada um de nós poderia ser apresentada como uma
espécie de grande “livro” em que se regista o que é “ditado” por isso que em cada
caso me é dado a “ver”.
Ora, se é assim que tende a estar compreendido o acesso que somos (e tende
com uma enorme carga de evidência, de tal modo que parece não ser possível que
seja de outro modo), os elementos que o Filebo nos dá permitem pensar em algo
muito diferente.
O primeiro passo para a modificação dessa compreensão natural passa por
uma consideração mais atenta daquilo que está em causa no acontecimento da
αἴσθησις. Antes do mais, aquilo para que o Filebo aponta é que a αἴσθησις
corresponde a um quantum mínimo de “representação”, de “acesso” – quer dizer,
a αἴσθησις diz respeito a um primeiro momento de superação da ἀναισθησία ou
da λήθη total: a ἀναισθησία ou λήθη que caracteriza o acontecimento do σῶμα
sem mais1. Mas esta primeira ruptura – que, por assim dizer, coloca a αἴσθησις já
“para lá” da continuidade com o σῶμα – não é ainda suficiente para dar conta do
modo de ser que é próprio da αἴσθησις.
O que o Filebo mostra em 33css. é que a αἴσθησις se reduz ao “instante”. E aqui
importa perceber bem o que isto quer dizer. Ao considerarmos a determinação
“instante”, tendemos a compreendê-la de tal modo que ela corresponde a um
momento no quadro de uma sucessão temporal. O instante é justamente isso que
está “entre” um “antes” e um “depois” – e que tem o seu sentido definido pelo
“enquadramento” de uma determinada distensão temporal (i.e. pela forma como,
não sendo essa distensão, ocorre todavia “no meio dela”, na pertença a ela, etc.).
Mas aquilo de que se fala no Filebo é um instante absoluto: um instante
completamente “fechado” em si mesmo, sem qualquer comunicação com um
“para trás” e um “para diante” – ou seja: um “presente” “arrancado” à própria
sucessão temporal e absolutamente incapaz de ter qualquer consciência dela2.
Mas, se é assim, estes passos do Filebo permitem justamente ver como o plano
de superação de λήθη em que estamos excede radicalmente o “ponto de vista”
470
SUCESSÃO E DESCONTINUIDADE NA CONSTITUIÇÃO DO APARECIMENTO
471
SAMUEL JOSÉ GAMBITO DE OLIVEIRA
4 Cf. 34b6-9: «{ΣΩ.} Ὅταν ἃ μετὰ τοῦ σώματος ἔπασχέν ποθ’ ἡ ψυχή, ταῦτ’ ἄνευ τοῦ σώματος
472
SUCESSÃO E DESCONTINUIDADE NA CONSTITUIÇÃO DO APARECIMENTO
αὐτὴ ἐν ἑαυτῇ ὅτι μάλιστα ἀναλαμβάνῃ, τότε ἀναμιμνῄσκεσθαί που λέγομεν. ἦ γάρ {ΠΡΩ.}
Πάνυ μὲν οὖν.»
5 De sorte que não se acentua a sua radical heterogeneidade, o seu modo de ser próprio, etc., e os
dois planos acabam por estar como que “misturados” num “amálgama” indistinto.
6 Sobre o sentido da expressão “ἀναπολήσῃ πάλιν” em 34b11, veja-se v. g. Bury 1897, ad loc.
473
SAMUEL JOSÉ GAMBITO DE OLIVEIRA
474
SUCESSÃO E DESCONTINUIDADE NA CONSTITUIÇÃO DO APARECIMENTO
Que é que ele dá a ver sobre a forma como estamos constituídos? É a partir da
análise que o Filebo faz do fenómeno da ἐπιθυμία, em 34c6ss., que nos podemos
encaminhar para uma reposta preliminar a estas perguntas. Não cabe aqui seguir
esta análise em toda a sua extensão. Importa apenas realçar um momento
essencial dela, que se desenha a partir de 34e3.
Sócrates, com a anuência de Protarco, afirma que de cada vez que dizemos
que alguém «tem sede» (διψῇ) isso significa que «está em esvaziamento»
(κενοῦται). E, em 34e13-35a2, a discussão entre Sócrates e Protarco põe-nos na
pista de um ponto muito importante, ainda que a “rapidez” com que é dito e a
forma como não chama muito a atenção para si possam fazer que o leitor passe
“por cima” dele sem se dar conta da sua relevância:
475
SAMUEL JOSÉ GAMBITO DE OLIVEIRA
476
SUCESSÃO E DESCONTINUIDADE NA CONSTITUIÇÃO DO APARECIMENTO
Antes do mais, importa vincar, mesmo que só num esboço muito breve, a
carga semântica envolvida em δοξάζειν e δόξα. Para isso, é particularmente
relevante o exemplo dado em 38c5-d11. Por meio dele, percebemos que a noção
de δοξάζειν, δόξα tem que ver com a fixação de uma determinada perspectiva, o
estabelecimento de uma versão de como as coisas são. É isso que está em causa quando
alguém vê «ao longe» (πόρρωθεν) uma coisa que lhe aparece «de forma não
muito clara» (μὴ πάνυ σαφῶς) e se vê confrontado com a pressão de dispor de
um κρίνειν a seu respeito. E o que justamente supera o estado de dúvida ou de
hesitação é a definição de um “é assim”, a “posição” de uma determinada
perspectiva sc. uma δόξα: “é um ἄνθρωπος!” ou “é um ἄγαλμα!”. Importa
sublinhar a ideia de fixação de perspectiva: pois a constituição de uma
determinada δόξα (por exemplo, a δόξα correspondente à definição do estado de
coisas “é um homem”) impede o cabimento de uma δόξα alternativa –
justamente pela forma como, na assunção que produz, exclui a simultânea
assunção de uma perspectiva diferente8.
Assim considerada, a noção de δόξα sc. de δοξάζειν presta-se a ser entendida
como algo que ocorre de forma “avulsa” e que tem lugar apenas nas alturas em
que se supera uma dúvida ou hesitação. Ora, o Filebo chama a atenção para algo
muito diferente. A própria dúvida ocorre sempre já num meio ou numa “atmosfera”
constituída por assentamentos, por δόξαι – nomeadamente, as δόξαι
correspondentes à identificação de que “isso” em relação ao qual se está em
dúvida aparece «junto de uma pedra» (παρὰ τὴν πέτραν), «debaixo de uma
árvore» (ὑπό τινι δένδρῳ). Mas não sucede apenas que as δόξαι “envolvam” o
momento de dúvida, como algo que “paira” à sua volta e que não interfere no
seu núcleo. Não: tal como acontece em nós, a dúvida versa sobre versões já
constituídas, sobre assentamentos de que já dispomos – que assim funcionam
como a sua “base” ou o seu “sustentáculo”. O que dá a ver – e este é o ponto mais
importante – que está sempre já a operar em nós uma fixação contínua que permite
que isso que aparece (mesmo nos casos de dúvida) seja sempre acolhido à luz de
8 Um outro aspecto que está intimamente ligado a tudo isto e que é também posto em relevo no
exemplo de 38c5-d11 é a circunstância de o plano do δοξάζειν inaugurar a possibilidade da
verdade e da falsidade (aquilo que, nesse exemplo, se exprime pelo «ἐπιτυχῶς εἰπών» e pelo
«παρενεχθείς», respectivamente). Não cabe aqui explorar este aspecto. Importa apenas sublinhar
que é pelo facto de o δοξάζειν introduzir a possibilidade de uma versão da realidade que tal
δοξάζειν (ou tal δόξα) pode pôr a descoberto aquilo que assim fixa ou, pelo contrário, ocultá-lo,
passar ao seu lado, etc. E isto de tal modo que – como se documenta em vários passos do Corpus
Platonicum – uma perspectiva “endoxal” envolve intrinsecamente uma fragilidade, um defeito: não só
pela forma como está de raiz exposta à possibilidade de ψεῦδος (e de poder ser, na sua totalidade,
uma perspectiva que encobre, oculta, “fecha”), mas também pelo facto de, mesmo ao pôr algo de
aλήθηs, está ainda aquém daquele “ἔχειν λόγον δοῦναι/διδόναι”, de que se fala nos diálogos
platónicos ao fazer-se referência (explícita ou implicitamente) a uma perspectiva constituída no
modo da δόξα. A este respeito, veja-se, por exemplo, Pl. Smp, 202a5.
477
SAMUEL JOSÉ GAMBITO DE OLIVEIRA
9 Cf. 38e15-39a7.
10 Tal não significa que cada um destes modos de ser não inaugure algo de próprio e que não se
confunde com o δοξάζειν, não é redutível a ele, etc. A possibilidade que se desenha é que, tal como
acontecem no nosso ponto de vista, cada um destes planos de realidade não se constitua no
isolamento de si, antes esteja na sua raiz “contaminado” por uma mistura com o plano da δόξα.
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SUCESSÃO E DESCONTINUIDADE NA CONSTITUIÇÃO DO APARECIMENTO
11 Cf. 39b3-7
12 Cf. 39d7-e6.
479
SAMUEL JOSÉ GAMBITO DE OLIVEIRA
vida» (διὰ παντὸς τοῦ βίου)13 – e que faz que isso em que sempre já se está posto
(que se “tem nas mãos”, que serve de fundo a tudo o que aparece, a que não se é
indiferente e a que é preciso dar resposta, etc.) tenha a natureza de um “programa
de vida” na sua totalidade.
Tudo isto configura um quadro muito diferente daquele que é sugerido pela
compreensão natural do acontecimento do αἰσθάνεσθαι. De entre as várias
rupturas que o Filebo acaba por produzir nela, importa em especial vincar a
seguinte. Ao contrário do que parece à auto-compreensão natural do acesso, o
“livro” que somos não é escrito a partir do “ditado” da apresentação que se tem,
como se se tratasse de um mero “registo”. Não: o que vimos permite pelo menos
abrir a porta à possibilidade de esse aparecer que sempre já nos é familiar ter na
sua base um elemento fundamental de actividade, em virtude da qual o
αἰσθάνεσθαι tem no seu centro (e é “aceso” por) um momento original de
“posição” sc. de δοξάζειν. E assim, esse “livro” que somos é um “livro” escrito por
cada um de nós, é um “livro” cuja narrativa é composta desta ou daquela forma
por um “autor” sc. pelo γραμματεύς que “abre” aquilo a que sempre já
chamamos a “minha vida”.
Posto isto, importa ainda chamar a atenção para um outro ponto fundamental
que, se percebemos bem, também está implicado nas análises do Filebo. Se o
acontecimento do αἰσθάνεσθαι é aberto pelo γραμματεύς sc. pela δόξα, tal
significa que a forma como está escrito esse αἰσθάνεσθαι e o “programa de
vida” a que ele corresponde corre o risco de não pôr ainda a descoberto (mas antes
passar ao lado de e ocultar) o que realmente é o próprio αἰσθάνεσθαι e o que
efectivamente está em causa na vida14. E assim, o Filebo acaba por deixar nas
nossas mãos uma interpelação muito séria: em última análise, qual o valor
cognoscitivo do “livro” da nossa vida, das determinações que o constituem, dos
“caminhos” que ele estabelece como seus, do “programa” que tem adoptado,
etc.? Até que ponto isso que está escrito por cada um de nós não passa
radicalmente ao lado daquilo que faz a própria vida e que verdadeiramente está
em causa nela?
13 Cf. 39e4-6
14 A respeito do deficit constitutivo do modo de ser da δόξα, veja-se o que se disse supra, nota 8.
480
SUCESSÃO E DESCONTINUIDADE NA CONSTITUIÇÃO DO APARECIMENTO
Bibliografia
***
481
LA UNITAT DEL FILEB DE PLATÓ
1La construcció de cases i naval és descrita per Sòcrates com el saber productiu més precís,
superat només per l'aritmètica i la dialèctica, ja que és aquell on hi ha més presència de mesures (cf.
55d1-59d9). La mesura és, de fet, la protagonista de fons del conjunt del Fileb platònic, ja que és a
BERNAT TORRES MORALES
ella a qui es concedeix el primer dels premis al final del diàleg (cf. 66a4-8). El mètode hermenèutic
sobre el que basem la nostra lectura del diàleg ha estat exposat per Monserrat (2002, 7-25) i posat a
prova en diversos treballs realitzats sobre el Polític, el Teetet o el Sofista (cf. Monserrat 1999; Ibáñez
2007; Notomi 1999).
2 L'única referència temporal del diàleg la trobem a 50d7-e4, on Sòcrates demana que el deixin
marxar abans que es arribi la mitjanit i s'ofereix per a resoldre algunes de les qüestions pendents
l'endemà.
3 Fileb (Φίληβος) es defineix sobretot pel seu nom, el qual significa «el qui estima la joventut» (cf.
16b, 46b, 53d), la qual cosa té sens dubte a veure amb els plaers que es deriven de la vida dels joves
i de la seva bellesa; ell és el defensor originari d'un discurs sobre el plaer que serà transmès a
Protarc; el seu nom ens remet també al plaer com a forma de seducció, la seva personalitat és la
d’un que viu en la il·limitació dels plaers. Ell mateix manifesta una vinculació amb la divinitat
Afrodita. S’ha dit que Fileb seria el representant d’Eudoxe en el present diàleg (cf. Robin 1950;
Gosling 1975). Protarc (Πρώταρχος) significa el «primer principi» o el «primer començament». De
Protarc sabem que és fill d'un Cal·lies (cf. 19b, 36d), que es reconeix a ell mateix com a deixeble de
Gòrgies (cf. 57e) i que és seguidor de Fileb i segurament més jove que ell. Demostra un afany quasi
insaciable de discursos. Protarc és un filòleg en el sentit estricte del terme, un enamorat dels
discursos, el qual gaudeix sentint parlar a Sòcrates sobre el plaer, la reflexió i la millor de les vides,
però que no sembla quedar mai satisfet. La personalitat de Protarc es descriu a més per una curiosa
tendència eròtica que el mou ara cap al bell Fileb, ara cap a l'entenimentat Sòcrates. Πρώταρχος
significa el primer principi i és amb ell que comença el diàleg i és per ell que no aquest no troba un
final, car vol formular encara una darrera pregunta a Sòcrates. Sòcrates és més gran que Fileb i
Protarc i manifesta una estranya combinació entre la voluntat d'encaminar la mirada i la reflexió
del jove Protarc i la de tornar cap a casa. Σωκράτης significa el govern seriós i és ell qui proposa
inicialment la vida de la reflexió com a millor vida possible, i és ell també qui descriu el millor plaer
com un plaer pur de dolor, és a dir, seriós i avorrit. Si un dels temes centrals del diàleg és la teoria
dels principis, com nosaltres defensem, i Protarc és el primer principi (la unitat?), Fileb podria ser
representant del segon (l’il·limitat?)? i a qui representaria Sòcrates?.
4 Vegeu per això el nostre treball Torres 2011.
484
LA UNITAT DEL FILEB DE PLATÓ
485
BERNAT TORRES MORALES
1. Escena inicial. Delimitant la vida humana: el plaer, la reflexió i la barreja entre ambdós
(11a-12b)
5 «El discurs no ha estat des de l’inici -afirma Sòcrates- sobre la reflexió i el plaer, sobre quin dels
dos cal triar?» (cf. 18e4-6). Allò que cal triar, allò més desitjable és αἱρετέον, noció que es
manifestarà com una de les característiques del bé (cf. 20d8). La tria, la decisió, és en definitiva
l'objectiu final que persegueix aclarir el diàleg (creiem que aquest és un dels principals assoliments
de la interpretació que fa Gadamer del diàleg, no en la seva versió de 1931, sinó en la seva versió de
1978). Cal primer, però, mirar adequadament per tal que això sigui possible.
6 El final del diàleg, la penúltima intervenció de Sòcrates, també ens situa enfront d'una decisió,
concretament enfront d'una tria que ha de discernir (cf. κρίνειν, 67b4) entre l'autoritat de l'eros
animal i la de la musa filosòfica, és a dir, una tria que ha d'encertar el lloc intermig on se situa
l'home (cf. 67b4-6). Just al centre del diàleg trobem també un aclariment sobre el judici i l'intent de
fer un judici o de discernir (δόξα ἡμῖν καὶ τὸ διαδοξάζειν), el qual es realitza mitjançant un
exemple on allò que cal discernir (cf. κρίνειν, 38c4), mitjançant el discurs, és una figura humana. La
imatge de l'home i la dificultat per determinar-la mitjançant el discurs se situen, per tant, a l'inici, el
mig i el final del Fileb.
7 Aquest verb apareixerà diverses vegades al llarg del diàleg i val la pena mantenir aquesta
traducció per tal de deixar constància de la presència de l'arrel de πέρας, el límit. En la mateixa
línia, unes ratlles més amunt, Protarc ha dit que Fileb ha abandonat o se n'ha desdit de continuar en
la conversa emprant en verb ἀπείρηκεν, on s'hi troba un clar ressò del terme ἄπειρον. Aquest verb
troba un important ressò just al final del diàleg quan Protarc formula la darrera pregunta a Sòcrates
afirmant que ell (Sòcrates, a diferència de Fileb) no abandonarà (cf. ἀπερεῖς, 67b).
486
LA UNITAT DEL FILEB DE PLATÓ
487
BERNAT TORRES MORALES
il·limitat) continuï essent un plaer i, per tant, objecte de desig per part de Protarc.
La guia socràtica es fa necessària en aquesta tasca.
Per altra part, l'assimetria es posa de manifest observant com la reflexió se'ns
presenta com una unitat complexa formada per elements diferenciables i que
tenen tots com a tret característic el fet que permeten aplicar límits, mesures i
determinacions sobre allò que no en té, sobre allò indeterminat o il·limitat (cf.
seccions 5, 6 i 6.2). En dir, per exemple, «recordo haver gaudit» estic limitant
l'experiència d'un plaer passat tot retenint-la a la memòria i aquest record em
servirà al seu torn per esperar o fer un càlcul sobre els plaers futurs que decideixi
cercar. Així doncs, plaer i reflexió ens donen notícia respectivament d'allò que és
il·limitat per si mateix i d'allò capaç de posar límit a allò il·limitat. Al llarg del
diàleg tots i cadascun dels elements que constitueixen l'enumeració socràtica
relativa a la reflexió seran analitzats i estudiats detingudament com a unitats que
constitueixen cadascuna d'elles i totes com a conjunt, la unitat de la reflexió, la
qual cosa conduirà a trobar la seva unitat originària (ἀρχὰς ἓν) (cf. secció 5 i 6.2).
De nou veurem en aquest sentit que la teoria del principis és la que determina en
tot moment la recerca socràtica exposada en el Fileb.
Amb tot, doncs, no només apareixen en aquesta escena el límit i l'il·limitat, la
unitat i la multiplicitat, de manera latent, sinó que la mateixa acció dramàtica
posa de manifest la presència d'aquests elements. La decisió inicial del jove
seguidor de Fileb, la seva defensa instintiva del λóγος del plaer, se situa en una
indeterminació que cal orientar. Caldrà encara, doncs, orientar la mirada de
Protarc envers la direcció correcta si és que aquest vol prendre una decisió
raonable: la mirada de Protarc al principi del diàleg roman fixada en el λóγος del
plaer sense veure a través d'ell allò que aquest transmet i, per tant, sense veure el
lloc del plaer en el tot de la vida i l'experiència humanes. En aquest sentit, la
primera paraula del diàleg, l'exigència de mirada, representa també una clau
important per interpretar el desenvolupament de conjunt de Fileb.
2. Del veritable nom de les coses: Afrodita, el plaer i la igualtat entre els discursos (12c-
14b)
Un cop establertes les condicions del diàleg i els principals elements que es
discutiran, Sòcrates es disposa a mostrar que tot i la unitat del plaer (el seu nom
és un i la seva experiència és també aparentment unitària), aquest és en si mateix
bigarrat (ποικίλος) i conté en ell mateix elements dissemblants (ἀνομοίους).
Sòcrates es centra aquí, doncs, en la diferència entre els noms i les realitats que
aquestes designen. El nom del plaer és Afrodita, afirma Sòcrates, i afegeix que ell
té un temor sobrehumà pels noms dels déus (cf. 12c1-3). Aquest element
488
LA UNITAT DEL FILEB DE PLATÓ
dramàtic té una rellevància sovint desatesa. Com hem dit, el plaer s'identifica, en
si mateix, amb allò il·limitat i, per tant, si allò il·limitat resulta ser una divinitat,
aleshores la funció natural assignada als déus (i.e. la imposició de límits i ordre)
esdevé quelcom veritablement temible: l'home comú tem el poder limitador de la
divinitat, però Sòcrates tem el seu poder com a il·limitació. L'escena demostra, a
més, que Sòcrates no té un interès especial pels noms de les coses, sinó per les
coses mateixes i la seva naturalesa, principi sense el qual es fa molt difícil
entendre el conjunt d'arguments del diàleg9. Més enllà del seu nom (que és un), el
plaer és bigarrat i dissemblant: «per una part, gaudeix l’home disbauxat i, per
l’altra, gaudeix el moderat en tant que és moderat; gaudeix el desenraonat ple de
judicis i d’esperances desenraonades i el reflexiu en tant que reflexiona» (cf. 12c7-
d4)10. Notem que l'exemple socràtic no parla aquí del plaer en si mateix (el qual
com ja hem dit és il·limitat), sinó del plaer acompanyat de raons, reflexions,
opinions o esperances, és a dir, del plaer barrejat amb diverses formes de reflexió
(i.e delimitat). Aquest element passa totalment desapercebut a Protarc, el qual
s'escandalitza i nega que el plaer sigui diferent a ell mateix: allò que diferencia el
plaer acompanyat d'un judici raonable d'un de desenraonat, afirma el jove
Protarc, no és el plaer mateix, sinó la circumstància o la causa per la que aquest es
produeix. Com hem dit, la indestriable vinculació entre plaer i reflexió que
Protarc no és capaç d'acceptar aquí, serà un dels principals elements que
desenvoluparà el conjunt del diàleg (cf. seccions 4 i 6).
Protarc defensa aferrissadament, doncs, la unitat del plaer. Aquest fet és d'una
rellevància cabdal pel desenvolupament del diàleg. Notem en primer lloc que si
Protarc hagués acceptat que l'exemple socràtic és suficient per mostrar la
complexitat de la unitat de plaer, aleshores ja no es faria necessari continuar la
conversa pel camí per on seguirà. Protarc, tot i viure en la il·limitació del plaer, el
viu (perquè encara no l'entén o el veu) com a unitat delimitada en si mateixa. El
sentit de la teoria dels principis es fa aquí de nou present: Protarc defensa la
unitat del plaer com si fos una unitat originària (ἀρχὰς ἓν) i, en aquest sentit, tal i
com farà explícit Sòcrates en el moment d'exposar la teoria dels principis, Protarc
ha caigut en l'error dels savis actuals, car ha establert un u més ràpidament del
que pertoca a causa de no atendre als intermitjos (cf. τὰ μέσα; 16a1-17a5).
9 És per això que creiem que qualsevol intent de formular un vocabulari tècnic platònic en el Fileb
que no s'atengui exclusivament a les definicions i usos que es desprenen de mateix diàleg està
condemnat al fracàs. Aquest principi requereix, per tant, acceptar que les nocions emprades al llarg
del diàleg es determinen a partir del seu ús, més o menys precís, en el mateix diàleg i no en d'altres
obres del corpus.
10 Els quatre tipus descrits són derivats respectivament dels verbs ἀκολασταίνω, σωφρονέω,
ἀνοηταίνω i φρονέω.
489
BERNAT TORRES MORALES
Finalment, però, després que Sòcrates afirmi que en el cas de la reflexió també
s'hi troben diferències intrínseques i elements contraris (cf. secció 6.2), Protarc
sembla acceptar la diversitat del plaer. La ironia platònica es fa aquí manifesta en
tant que aquesta acceptació està condicionada a la igualtat entre els dos
discursos, però no a la comprensió de la cosa mateixa. La prova és que Protarc
afirma que la igualtat entre els dos discursos li plau (cf. ἀρέσκω, 14a6), la qual
cosa no implica que l'hagi entès (i.e. delimitat). Protarc, per plaer, defensa la
diversitat del plaer sense saber-ne la raó: trobem aquí sens dubte una nova
manifestació de la il·limitació del plaer en si mateix com a forma de vida i la seva
relació amb la reflexió o la raó. La tasca delimitadora del plaer es mostra així com
a insuficient o impossible i es contraposa clarament a la dialògica socràtica, la
qual se les ha d'haver amb un interlocutor absolutament desconeixedor de la
seva pròpia naturalesa: Protarc és mogut pel plaer, pel plaer dels discursos i pel
plaer de la victòria. Sòcrates no ho pot dir encara, però resulta evident pel
desenvolupament del diàleg que el plaer només podrà assolir qualsevol victòria
acompanyat de la reflexió: la fita final d'una vida il·limitada no és altra que la
mera il·limitació i això només és possible evitar-ho posant un límit (i.e fent bon ús
de la reflexió) al plaer. Plaer i reflexió arribaran a la meta només si van
acompanyats l'un de l'altre.
La següent secció del diàleg està dedicada justament a situar al mig (τὸ μέσον)
de la conversa la diferència (cf. διαφορότης, 14b1) entre ambdues posicions, això
és, entre les dues unitats tractades:
11 Cf. 14b5. Aquesta referència ens remet directament al primer acord de 11c7-9 el qual, com
veiem, ha de servir de guia pel conjunt del diàleg. Com ja hem dit, cal introduir Protarc en l’art del
diàleg conjunt, en la lluita conjuntat, per tal d’allunyar-lo de l’hàbit sofista de la lluita per la
victòria. Les següents aparicions de συμμαχέω confirmen el seu sentit positiu de cara al diàleg en
contraposició a la lluita per la victòria (dues aparicions més: 30d8 –on Sòcrates lluita conjuntament
amb aquells que afirmen que el tot està governat per la raó- i 44d7 –la lluita conjunta amb aquells
que afirmen que el plaer és sempre una negació del dolor).
490
LA UNITAT DEL FILEB DE PLATÓ
12 Protarc exposa la versió vulgar o popular (τὰ δεδημευμένα) del problema (cf. 14c-e). Frede
parla aquí d’esnobisme socràtic perquè allò que s'anomena aquí vulgar ha estat tractat en altres
diàlegs seriosament (1993, xxi). Delcomminette afirma que la intenció és la de situar la discussió en
l’àmbit dels intel·ligibles (2006, 53 i ss.). Nosaltres no creiem que es tracti de situar la discussió en
l'àmbit dels intel·ligibles, sinó més aviat de fer intel·ligible el tot de la realitat tot posant de manifest
la seva complexitat. En cap moment es parla d'idees en el text platònic, sinó d'unitats i de la seva
captació mitjançant la mirada atenta i la reflexió.
13 El text de la segona pregunta és un anacolut, car passa del plural al singular de οὗτος (de
ταύτας a ταύτην). En aquest sentit, la pregunta ens pot remetre a la recerca dels intermitjos en les
unitats (Delcomminette 2006, 68-78); o bé, com veu William, al grau de proximitat de cadascuna de
les unitats que composen allò que realment existeix respecte de la causa (William 1940, 161; i
diagrama 1).
491
BERNAT TORRES MORALES
Hi ha, doncs, dos camins possibles alhora de posar en pràctica la teoria dels
principis: aquell que va de l'u als molts i el que va dels molts a l'u. Aquest fet és
especialment rellevant en tant que determinarà el recorregut de bona part del
diàleg: la recerca que es durà a terme en relació amb el plaer (cf. secció 6.1)
segueix, com veurem, el segon camí que Sòcrates esmenta aquí, aquell que va de
l'il·limitat a la unitat. El mateix camí seguirà també l'examen cosmològic o
ontològic (cf. secció 5). Per contra, el primer camí, aquell que va de l'u a
l'il·limitat, és el que permet aclarir la naturalesa de la reflexió o el saber (cf. secció
6.2)15. És rellevant notar que allò que es manté constant en ambdós camins és, en
primer lloc, que el procés ha de recórrer els intermitjos (τὰ μέσα) que separen l'u
dels molts, el límit de l'il·limitat; i, en segon lloc, que el procés ha d’acabar
conduint-nos de la totalitat a l'u («τελευτᾶν τε ἐκ πάντων εἰς ἕν»), això és, a la
unitat inicial o originària (cf. ἀρχὰς ἕν, 16d6). Amb tot, Sòcrates, situant la
diferència entre els dos discursos al mig, estableix el mètode de recerca que ha de
permetre aclarir, conjuntament amb Protarc, la qüestió tractada.
14 Cf. 18a6-b4. Resulta rellevant que en l'exposició del segon camí Sòcrates esmenta que el qui el
segueix ho fa perquè s'hi veu forçat, per necessitat (ἀναγκασθῇ). També Protarc, empès per Fileb i
també per necessitat (cf. 11c6), s'ha d'enfrontar justament al discurs del plaer. Resulta significatiu en
aquest sentit l'ús del verb κατανοεῖν (comprendre), el qual designa aquí i en altres llocs del diàleg
el pas de l’il·limitat a la unitat (cf. 18c5, 18b9, 26c5, 35d8, 40e9 i 48b).
15 Cal afegir, però, que Sòcrates indica, a partir dels exemples exposats, que aquests dos camins
no es troben sempre determinats pels objectes de recerca, sinó més aviat per la situació cognoscitiva
de l'observador. Això és així perquè un mateix objecte de recerca pot ser vist com a u o com a
il·limitat: el so vinculat a les lletres i la gramàtica pot ser una unitat que cerca ser dividida, però
també una multiplicitat que cerca ser unificada. Notem que la primera direcció podria ser la de
l’aprenent (el qual aprèn des de la unitat dels sons les estructures que aquests contenen com a
multiplicitat), mentre la segona és la del déu o l’home diví que ha de classificar allò que es presenta
com a múltiple seguint un cert mètode. Aquest segon camí s’ha de trobar, doncs, sempre a l’origen
de qualsevol recerca, car allò que ens trobem és sempre originàriament una multiplicitat que ens cal
ordenar. Com veuen Gadamer (2000, 90) o Delcomminette (2006, 148-159 i 291)
492
LA UNITAT DEL FILEB DE PLATÓ
4. De la dialèctica al bé: la millor de les vides com a barreja de plaer i reflexió (18e-23b)
Un cop aclarits els elements bàsics sobre les que s'estructurarà el diàleg i el
mètode de recerca a seguir, Sòcrates ha de retornar encara, abans de començar
l'examen acurat de les dues unitats, a la qüestió plantejada a l'inici del diàleg: «El
discurs no ha estat des de l’inici (ἐξ ἀρχῆς ὁ λόγος) sobre la reflexió i el plaer,
sobre quin dels dos és digne de ser escollit (αἱρετέον)?» (cf. 18e3-5). El conjunt
d'aquesta secció està dedicada a aclarir el tercer element que restava indeterminat
en l'escena inicial, això és, el terme envers el qual les unitats del plaer i la reflexió
es podran determinar com a formes de vida: la millor de les vides o de les
possessions humanes. L'aclariment socràtic d'aquest element sens presenta, des
de la perspectiva dramàtica, com una forma d'evitar la perplexitat i el ridícul de
Protarc, el qual no es veu capaç de dividir les formes del plaer com sembla
demanar-li Sòcrates (19a1-20a1). Tanmateix, la pèrdua d'aquesta perplexitat en
farà néixer una de nova en el jove interlocutor. Això és així perquè en aquesta
secció Sòcrates mostrarà que en la lluita per la victòria ni el plaer ni la reflexió no
hi tenen res a fer enfront la vida entesa com a barreja entre ambdós elements, la
qual s'assoleix gràcies a la memòria socràtica del bé o d'allò bo, caracteritzat pel
fet de ser suficient (ἱκανὸν), acabat o perfecte (τέλεον) i digne de ser escollit
(αἱρέω) per tothom (cf. 20a-e)16. Aquestes condicions, les quals no descriuen en
contingut del bé o d'allò bo, sinó la seva estructura formal, no les compleixen ni
el plaer ni la reflexió. Això és així perquè en tot plaer hi ha implicats una sèrie de
processos on s'hi troben presents diverses formes de reflexió sense les quals el
gaudi seria merament animal (cf. 21c3-10). Això implica, doncs, que el plaer en si
mateix i la vida que aquest representa són lluny de ser autosuficients, perfectes i
desitjats per tothom, la qual cosa condueix a Protarc a la nova perplexitat de la
que parlàvem, la qual el fa caure, en aquest cas, en un mutisme total (cf. 21d5).
Sòcrates no s'oblida però del seu candidat original i fa notar que també la reflexió
humana comporta certs plaers i que, per tant, tampoc pot ser el bé. Amb tot,
doncs, no és possible assignar el primer premi ni a la vida de la reflexió ni a la del
plaer, sinó que aquest cal donar-li a un tercer element.
La importància del tercer com a possibilitador del diàleg que enunciàvem a
l'inici del nostre comentari es posa ara de manifest de manera clara. Sense la
presència d'aquest tercer element, Sòcrates seria incapaç de fer entrar a Protarc en
la conversa, ja que aquest no només està obsessionat amb la victòria del seu
16Notem que així com el primer i el segon element semblen representar respectivament el
caràcter intern i extern o relacional del bé o d'allò bo, mentre el tercer ens remet a la forma com
aquest apareix a aquells que el persegueixen, és a dir, ens remet a la perspectiva humana i
cognoscitiva en relació amb el bé (cf. Bury 1897, 211-214) i també amb les coses bones.
493
BERNAT TORRES MORALES
candidat, sinó també amb la derrota de la vida de la reflexió. No volem dir amb
això que la imatge del bé sigui un mer artefacte retòric, sinó que aquest fa la
funció de fita o d'objectiu clarament acceptat pels dos interlocutors com a bo i
superior a ambdós candidats. De fet, la mateixa argumentació socràtica mostra
que en parlar del bé no s'està referint únicament a una noció abstracta o ideal
(cosa que correspon únicament a la seva definició formal en tres elements), sinó a
quelcom que es troba present en tota forma de vida d'una o altra manera i que ha
de ser desitjat per a l'home per tal de ser allò que és, això és, bo. El bé es troba en
tota barreja, és a dir, en tota realitat, sigui aquesta humana, animal o vegetal (cf.
22b5). Tenir això en compte és important per tal de captar la complexitat
d'aquesta noció, que no ens remet a la idea del bé, sinó més aviat a la naturalesa
d'allò bo i de les coses bones. La secció 7 del diàleg es dedicarà a posar en
pràctica la bona barreja enunciada aquí, i per aclarir-la Sòcrates posarà l'exemple
d'uns copers que serveixen vi i que han de trobar la bona combinació entre la font
de l'aigua (i.e. la reflexió) i de la mel (i.e. el plaer). Abans d'aquest moment
productiu de la bona vida, però, cal examinar amb atenció les unitats del plaer i
la reflexió per tal de veure el lloc adequat on ens cal situar-los i la mesura amb la
qual han d'accedir a la barreja.
Fixem-nos que la teoria dels principis ens serveix de nou per aclarir
l'argument socràtic: la vida humana se'ns descriu aquí com a unitat composta per
u i molts i on hi cohabiten de manera natural el límit i l'il·limitat. La vida és
necessàriament una barreja entre plaer i reflexió. Així doncs, on abans teníem
dues unitats separades, ara, gràcies a la recerca incansable socràtica, hem trobat
una única unitat que les agrupa a ambdues i que es mostra com a més real i
millor. A més, analitzant els elements que la constitueixen (els intermitjos), hem
trobat una certa estructura, una mesura relacional segons la qual tot plaer
implica, com ja hem aclarit, la presència de la reflexió. El mateix val per la
reflexió, tot i que la diferència és que en aquest segon cas el plaer és un resultat
de l'activitat de la reflexió, mentre en el primer, la reflexió és una condició
necessària d'una vida de plaer. Amb tot, la recerca d'unitats en la pluralitat a la
que ens encamina la teoria dels principis està oferint els seus fruits per tal
d'aclarir la complexitat de la vida humana com a tot. Repetim-ho, en el fons de
l'argumentació del Fileb s'hi troba la imatge de la vida humana en tota la seva
complexitat.
El coneixement de l'estructura relacional de la vida humana no assegura,
tanmateix, que les relacions entre les parts s'estableixin de forma correcta. Dit
d'altra manera, una cosa és saber que la millor de les vides és una barreja entre
plaer i reflexió i una altra de ben diferent és saber la mesura exacta en la qual el
plaer i la reflexió s'han de combinar en aquesta barreja. Dit a partir de l'exemple
494
LA UNITAT DEL FILEB DE PLATÓ
socràtic que trobem a la part final del diàleg: una cosa és saber que en el vi se li
ha d'abocar aigua i mel en una determinada proporció i una altra de ben diferent
és saber en cada ocasió quina és la proporció exacta, la mesura justa, amb la que
això s'ha de fer per tal d'obtenir el resultat òptim. Efectivament, al final del seu
argument Sòcrates afirma:
17 Notem que amb la introducció de la barreja i allò que en sigui responsable o causant (αἴτιος)
Sòcrates ha fet aparèixer tots els elements que constitueixen la teoria dels principis tal i com l'hem
exposat a l'inici del nostre treball.
18 El «τῷ ἐμῷ νῷ» de Sòcrates (cf. 22e4) ens remet al «ὁ σὸς νοῦς» que Fileb ha emprat unes línies
més amunt (cf. 22c3), la qual cosa ens remet, al seu torn, a la qüestió de la divinitat i de la causa.
495
BERNAT TORRES MORALES
Bibliografia
***
496
ENEMIGOS DE PLATÓN
«Amicus Plato, sed magis amica veritas». Puesta en boca de Aristóteles, esta
célebre sentencia (quizá propia, en todo caso apropiada) ha atravesado
nuestra historia recordando a la filosofía que puede (tal vez debe)
guardar profundo respeto hacia su pasado, pero no le es dado, en ningún
caso, guardar ciega fidelidad. En Ética a Nicómaco no hay lugar (filosófico)
para la disculpa, pero sí hay necesidad (humana) de confesar el malestar
que provoca cuestionar al Maestro. Un maestro que, desde Plotino hasta
la Modernidad pasando por San Agustín y el Renacimiento, ha influido
de manera decisiva en el pensamiento occidental.
Heredera de pensadores como Foucault, Deleuze, Derrida o Vattimo y al
auspicio de la imponente figura de Nietzsche (quien valoró su propio
pensamiento como “platonismo invertido”), la filosofía postmoderna
parece cuestionar el discurso platónico hasta el punto de proponer su
irrevocable clausura.
No han faltado voces que han denunciado una general falta de atención
al propio conjunto textual platónico por parte de la exégesis
postmoderna: «Amica veritas, sed magis inimicus Plato».
De la mano de Emanuele Severino y, sobre todo, de Eugenio Trías nos
proponemos mostrar cómo el discurso platónico puede resultar
pertinente, vinculante y prometedor, también, en tiempos de
postmodernidad.
1. La hostilidad necesaria
revolución ni catástrofe»1. Tal vez por eso, porque no ha hecho demasiado ruido,
pueda parecer (como así se lo parece a autores como Habermas) que no cabe
hablar tanto de «postmodernidad» (como sustrato sociocultural, cosmovisional)
cuanto de «postmodernismo» (como ideología particular). Pero que algo no sea
llamativo no quiere decir que no sea real. Y así el simple hecho de que la
Postmodernidad sea una dimensión fundamental e ineludible en cualquier foro
de discusión filosófica actual, es señal, al menos, de que ni la modernidad es tan
fácilmente presupuesta, ni la cuestión postmoderna tan sencillamente
prescindible: parece que, de algún modo, eso a lo que la Postmodernidad apunta
nos atañe filosóficamente.. Ahora bien, ¿a qué apunta la polémica postmoderna?
Nada parece poder conferir un sentido unitario al abigarrado conjunto de
propuestas que, de una u otra forma, se han ido asociando, en el imaginario
filosófico colectivo, a la sensibilidad y el pensamiento postmodernos (Sloterdijk,
Bauman, Lyotard, Baudrillard, Lyon). Una voz tan autorizada en este campo
como Gianni Vattimo ha intentado solucionar esta radical diseminación haciendo
girar el heteróclito pensamiento postmoderno en torno a dos clásicos como
Nietzsche y Heidegger:
498
ENEMIGOS DE PLATÓN
499
JONATAN CARO REY
Para ello vamos a relacionar los dos puntos que consideramos más decisivos del
cuestionamiento postmoderno de Platón con los comentarios críticos que Trías va
«esparciendo» a lo largo de su obra. Estos dos puntos críticos serán la negación
platónica del devenir y el dominio socrático del discurso.
500
ENEMIGOS DE PLATÓN
501
JONATAN CARO REY
En efecto para todas estas posturas el devenir exige más respeto: no puede ser
equiparado a lo esencial de la Idea. Se requiere de una mayor sensibilidad que no
caiga en la solución fácil y astuta (en sentido hegeliano): conferir al devenir los
rasgos del ser inmutable. Acabar con la metafísica requiere invertir el platonismo,
lo cual, desde el planteamiento foucaultiano y deleuziano implica, más que
subvertir el platonismo (trabajo de la ironía que toma el platonismo desde arriba
y confiere la dignidad del Ser al devenir) pervertirlo: apurarlo bajando de la Idea
hasta «este cabello, esta mugre de debajo de la uña, que no merecen en lo más
mínimo el honor de una idea»12.
Así pues, frente al olvido platónico del devenir por el acceso a la Idea
inmutable, que se repetiría en la demasiado simple operación de conferir al
devenir el carácter de la Idea, la Postmodernidad (heredera de estos pensadores)
se propondría, en buena lógica nietzscheana, reivindicar el devenir tal cual es.
Ahora bien, ¿es tan evidente el olvido y el menosprecio platónico del devenir?
Un autor tan acreditado como Emanuele Severino ha llegado a afirmar lo
siguiente:
502
ENEMIGOS DE PLATÓN
503
JONATAN CARO REY
504
ENEMIGOS DE PLATÓN
Pues bien, el lenguaje erótico revelado por esa metáfora sexual del Banquete
denotaría que la unión entre lo Inteligible y el devenir que acontece en el acto de
generación implica bilateralidad, frente a la unilateralidad que propicia la
metáfora visual (contemplativa). Lo que surge de la generación, como verdadera
finalidad de la dialéctica platónica según lo señalado, sería algo intermedio entre
lo inteligible y lo sensible, entre el mundo de las Ideas y el mundo del devenir.
En cualquier caso algo que negaría la primacía absoluta de la Idea y su dominio
pleno sobre el devenir. El terror que según Severino Platón revela como
connatural al mismo carácter trágico del devenir (terror que consiste en el hecho
de que «lo que es» puede no ser) no se salvaría en un acto de autonegación: aquel
que protagonizaría el amante del conocimiento que, siendo como es hombre (y,
por tanto, contingente ser del mundo que deviene) sacrifica esa misma naturaleza
mutable tras la contemplación de lo inteligible (supuestamente, su verdadera
naturaleza). El terror se salva, al menos desde esa connotación erótica (explícita
en el Banquete y más o menos implícita en la República) de una forma más
intermedia que en absoluto supone la eliminación radical del devenir ni su
sometimiento absoluto a la idea:
505
JONATAN CARO REY
Así pues, si bien la generación en el mundo del devenir esta tutelada, por
así decir, por la Idea, dicha generación no es en absoluto promovida
desde una genética puramente ideal: lo ideal aporta y transforma,
ciertamente el devenir, ya que, desde esa óptica de la generación la
inmortalidad no se logra mediante la la pura inteligibilidad, sino en la
reproducción (idealmente mediatizada, ciertamente) del propio devenir.
Al mismo tiempo, también la idea se ve transformada por su «intimidad»
con el devenir; intimidad que necesariamente obliga al mundo inteligible
a salir de su concepción estática (las puras Ideas «monológicas») para
recrearse en una concepción dialéctica como la que se muestra
claramente en diálogos como el Parménides o el Sofista.
506
ENEMIGOS DE PLATÓN
Para Derrida el hecho mismo de que la filosofía se escriba implica una ruptura
de lo escrito tanto con el sujeto emisor, que ostentaría el monopolio del
significado, verdadero tanto como con el contexto22. La simple permanencia de la
escritura implica esta independencia (por relativa que se quiera) respecto del
autor y su mundo. Y esto es precisamente lo que la escritura platónica negaría en
la figura de ese Sócrates que domina todos los diálogos y vela por el sentido
verdadero de lo dicho. Lo cual, según Derrida, estaría corroborado, además, por
la explícita condena platónica de esa «escritura fármaco».
507
JONATAN CARO REY
Platón, gran filósofo y gran artista, sobrevuela con su tremenda ironía (de
excelso comediante) a todos sus críticos del siglo XX, evidenciando la
ausencia de humor (y de sentido común) de la mayoría de los filósofos
del pasado siglo, y no sólo de sus epígonos.
¿Cómo no entender irónicamente su reflexión sobre el carácter
subsidiario y secundario de la escritura frente a la Palabra Viva en un
personaje (Platón) que no hizo otra cosa que pergeñar hermosísimos
textos, en los que dejaba discurrir a un personaje de ficción, Sócrates, que
sin embargo se negó a escribir? Sócrates, no se olvide, es un personaje de
ficción. Su «habla viva» es y existe en virtud de la gestación textual y de
23Tengamos presente que en el conjunto de la obra platónica el Crátilo, por ejemplo, nos muestra
un diálogo sin conclusión. Parece que allí donde no se revela la verdad Platón no fuerza a admitir
definitivamente nada como tal.
508
ENEMIGOS DE PLATÓN
4. Enemigos de Platón
509
JONATAN CARO REY
manera, por tanto de orientarse en ese viejo oficio por el propio Platón
fundado e inaugurado, al compás mismo de su fundación política y
ciudadana: la filosofía27.
Bibliografía
510
ENEMIGOS DE PLATÓN
***
511
PLATÓN: ¿TEÓLOGO DE LA POLÍTICA?
1 Pl. R. 379a.
2 Taubes 2007 [1955], 266.
3 Taubes 2007 [1955], 267.
514
PLATÓN: ¿TEÓLOGO DE LA POLÍTICA?
No le faltaría razón a Taubes (2007 [1955], 266 – 267), por tanto, al afirmar que
la polémica platónica contra la labor educativa de los poemas homéricos y
hesiódicos es una polémica de carácter teológico-político: Platón no rechaza a los
dioses de Homero y Hesíodo únicamente como ficciones poéticas, sino como
paideia y, por consiguiente, por su significado para la polis y sus ciudadanos.
Heredero de la crítica teológica de Jenófanes de Colofón, así como de la
distinción parmenídea entre lo verdadero y lo falso, el filósofo-rey platónico se
arroga el derecho de enseñar, en primer lugar, qué sea eso que designa el término
theos; educación es, en primer lugar, theologein. El Estado ideal concebido por
Platón está dotado de una base teológica a cuyo conocimiento solo alcanza la
privilegiada mente del filósofo (platónico). Sólo él puede detentar legítimamente
el poder de enseñar; es decir, el poder espiritual que, dos milenios más tarde,
Hobbes (2004 [1651]), desde una perspectiva obviamente teológico-política, no
5 Pl. R. 379d.
6 Pl. R. 379a.
7 Taubes 2007 [1955], 266.
8 Esta crítica no es original en toda su extensión sino que ya había sido anticipada por el poeta y
sabio Jenófanes de Colofón (aprox. 570 – 470 a.C.), quien se enfrentó tanto a la inmoralidad de los
dioses homéricos y hesiódicos, como a su antropomorfismo, que reduce definitivamente al absurdo
(Kirk-Raven 1960, fr. 11 (169), 14 (170), 15 (172), 16 (171), 23 (173), 168 – 169). Respecto de esta
última cuestión, la de la forma de la divinidad, Platón señala que, en cualquier caso, el Dios es «un
ser simple, más que ninguno incapaz de abandonar la forma que le es propia» (Pl. R. 379c–d).
9 Pl. R. 377a y ss.
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ROBERTO NAVARRETE ALONSO
dudó en denominar como poder eclesiástico: gobierno de las almas, tanto o más
necesario que el gobierno de los cuerpos, que el poder civil.
Si nos atenemos a lo señalado en la Carta VII, lo que separó a Platón (Ep. VII,
324d-326d) de sus conciudadanos en la esfera política, a la par que le incitó a
idear una solución a los malos gobiernos de su tiempo, e incluso a tratar de
ponerla en práctica, fuera de Grecia, fue la condena y ejecución de Sócrates (399
a. C.). Cabría incluso explicar su actitud vital hacia lo público, así como la
dirección general de su pensamiento en materia práctica, a partir de aquel triste
acontecimiento en la historia política de Atenas. Tal fue la impresión que causó
en el joven alma de Platón el asesinato legal del hombre a quien consideró como
el más justo de su tiempo (Pl. Lg. 324d). A pesar de admirar a Sócrates por su
decisión de sufrir la muerte antes que dejar la ciudad en la que nació y que sólo
había abandonado temporalmente para cumplir, caritate patriae, con el servicio
militar, el discípulo aventajado del injustamente ajusticiado se retiró
inmediatamente a Megara, temeroso quizá de correr él la misma suerte; más
tarde, fundó una Academia privada en las afueras de la ciudad, evitando así los
espacios públicos que habían conducido a Sócrates hacia una muerte injusta,
pero legal12.
El asesinato legal de Sócrates a manos de sus conciudadanos constituye la
causa vital de la oposición de Platón a la democracia. Su causa teórica, la doctrina
de la técnica heredada del propio maestro, justifica a su vez la necesidad de un
especial conocimiento para el desempeño de las funciones públicas; es decir, de
la paideia, en los términos en los que nos referimos a ella en el anterior apartado.
Los custodios de la ciudad han de estar formados en su profesión tanto como los
zapateros en su propio arte13. Carente de todo principio de representación
política, así como de balance of powers, la solución platónica al problema
gubernamental pasa por la creación de un cuerpo especializado de ciudadanos
que desempeñe las funciones directivas del Estado14. De este modo habría podido
evitarse, si no la acusación, sí la muerte del maestro, tal y como el propio Sócrates
(Pl. Ap. 24c–25c) sugiere al comienzo de su interrogatorio a Meleto y, de hecho,
pronostica en otro lugar (Pl. Grg. 521b-e), al comparar el tribunal que le
condenará con uno de niños ante el que un médico es llevado a juicio por un
cocinero.
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PLATÓN: ¿TEÓLOGO DE LA POLÍTICA?
pocos, por no decir el único, que se ocupa del verdadero arte de la política. En este sentido, Sócrates
se convierte para Platón en modelo para la formación de aquellos que deben encargarse de la
dirección del Estado.
18 Expresada en estos términos, debo y agradezco esta comparación entre las respectivas muertes
517
ROBERTO NAVARRETE ALONSO
518
PLATÓN: ¿TEÓLOGO DE LA POLÍTICA?
absoluto de creencias o teología, sino de culto (García – Baró 2005, 74). Resulta significativo que en
Leyes X, dedicado a la causa que se le había imputado a Sócrates aproximadamente medio siglo
antes, se introduzca el siguiente matiz: no resultan impías solo las sediciones a las que conduce «el
pensamiento de que no existen los dioses tales como la ley prescribe concebirlos» (Pl. Lg. 890a), con
especial atención a la proliferación de cultos privados (Pl. Lg. 909d–e, 910b–c), sino el pensamiento
mismo: «tener un recto pensamiento acerca de los dioses y, en consecuencia, vivir bien o no» (Pl.
Lg. 888b). Como puede apreciarse, tras su desengaño político en Siracusa, retirado a una existencia
individual dedicada al estudio y la contemplación, el monoteísmo pierde peso como problema
político; en su vejez, Platón ha dejado de lado la posibilidad de llevar a cabo una revolución
fundada teológicamente como la propuesta en República y se conforma con lo que viene en segundo
lugar después de aquello (Pl. Lg. 807b-c); es decir, con la reforma del Estado (Fernández – Galiano
1999, 53). A pesar del libro X, así como de la necesidad de, según el Ateniense (Pl. Lg. 771a), obtener
la sanción de la religión para el ordenamiento político, comenzando éste por lo sagrado, la
radicalidad teológico-política de Platón, fundada en el monoteísmo de Republica, se ve atenuada
por el politeísmo de Leyes (cf. Guthrie 1978, 359 – 366).
519
ROBERTO NAVARRETE ALONSO
28 Ocurre, de hecho, lo contrario. Así, en el caso de Leo Strauss, que en abierto diálogo con
Schmitt reivindicó siempre el valor de la filosofía política frente a la teología política, consideradas
ambas como insalvablemente contradictorias entre sí (Strauss 1983, 171-173), sitúa el origen de la
primera, precisamente, en la sabiduría humana reivindicada por Sócrates (Pl. Ap. 20d-e). En todo
caso, Strauss, como Meier (1992, 17), parecen pasar por alto el hecho de que, según el propio
Sócrates (Pl. Ap. 23a), lo que en realidad ocurre es que es sabio el Dios y la sabiduría del hombre
vale poco o nada.
520
PLATÓN: ¿TEÓLOGO DE LA POLÍTICA?
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ROBERTO NAVARRETE ALONSO
4. Conclusión
Llegados a este punto, quizá sea posible ofrecer una respuesta a la cuestión
planteada en este trabajo y determinar en qué sentido la teoría platónica del
Estado puede considerarse, si es que se puede, una teología política, tal y como
hace Taubes (2007 [1995], 266 – 267). Por lo pronto, resultaría erróneo subsumirla
bajo la categoría schmittiana de teología política. No tanto, quizá, por el hecho de
que Schmitt (2001 [1922], 43 y ss.) restrinja su uso a las concepciones del Estado
de los cuatro últimos siglos (es decir, de Hobbes y Bodin en adelante), cuanto
porque el motivo por el cual lo hace viene dado por una interpretación de la
teoría política moderna cuya clave de bóveda es el concepto de secularización. No
hay en Platón analogía estructural alguna entre los conceptos propios de la
teología y aquellos otros propios de la ciencia política como resultado de un
proceso de secularización de los primeros. ¿Cómo podría haberla, en realidad, si
Platón es el fundador de la teología, en el sentido de un discurrir (racional) a
propósito de la divinidad, así como, al mismo tiempo, de la teoría política
occidental? Si la teología ocupa el lugar central en el ordenamiento de la polis
ideado por Platón, si éste está sancionado por lo sagrado, no es evidentemente
como resultado de un proceso de secularización de la teología sino que, al
contrario, dicha sanción constituye una legitimación teológica de la política,
análoga a la ofrecida por el Dios de la revelación a la Respublica Christiana. No se
trataría, entonces, de una teología política en sentido schmittiano, sino de una
teologización de la política como respuesta a la absoluta profanación de la justicia
manifestada por la condena y la ejecución de Sócrates.
Aunque quepa establecer un paralelismo, como el sugerido por el motto de
este trabajo, entre la posición adoptada por Sócrates en su defensa y en relación
al Estado, por un lado, y, por el otro, la distinción schmittiana entre legalidad y
legitimidad que, efectivamente, legitima en determinadas circunstancias una
posición de resistencia frente a la instancia soberana similar a la adoptada por el
Protestantismo en relación a la Iglesia de Roma, lo cierto es que la teoría
platónica del Estado no puede ser catalogada como teología política en un
522
PLATÓN: ¿TEÓLOGO DE LA POLÍTICA?
523
ROBERTO NAVARRETE ALONSO
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***
525
PLATÓN: FUENTE PARA UNA RELECTURA DE LA TEORIZACIÓN
POLÍTICA HERODOTIANA
Carmen SOARES
Facultad de Letras de la Universidad de Coimbra
de Historias, que creo reductora y, como tal, defensable solamente al nivel de una
lectura inmediata. Soy de opinión que el texto permite individualizar un número
superior de politeiai, en un total de seis regímenes distintos, tal como claramente
sucederá en el texto de Platón. Si no los identifico ya con sus correspondientes
nombres es porque sigo el método de investigación platónico1 según el cual no se
debe partir de un nombre para conocer una realidad, ya que sólo podemos saber
qué nombre darle al cierto después de conocerla.
Otra idea generalizada, esta de valor incontestable, es la de que el móvil de la
discusión entre los nobles persas reside en la búsqueda de la mejor forma de
gobierno, noción particularmente enfatizada en el habla del último de los
intervinientes en el diálogo, Darío. De este pasaje cito (con traducción mía) un
breve trecho, en el cual se encuentra la clave para la comprensión del principio
de la aceptación de dos grupos distintos de regímenes: los “mejores” (a los que se
aplicado en el texto el adjetivo aristos) y los “peores” (así designados por mí, con
base en la caracterización negativa que sufren, como pasaré a clarificar).
De los tres regímenes de que disponemos, digo que todos ellos son los
mejores (πάντων ἀρίστων ἐόντων) – el mejor (ἀρίστου) es el gobierno
popular, la oligarquía y la monarquía; afirmo que este último supera de
lejos a los otros. De hecho nada se revela mejor (ἄμεινον) que un único
hombre dotado de excelencia (ἀρίστου);
(3. 82. 1-2)
528
PLATÓN: FUENTE PARA UNA RELECTURA DE LA TEORIZACIÓN POLÍTICA
hombre, del gobierno de pocos y del gobierno popular, en el caso del último
afirma (uso la traducción de Francesc Casadesús Bordoy, 2008):
529
CARMEN SOARES
¿Qué nos dice Otanes sobre el alma del monarca tirano? Para contestar a esta
pregunta, tendré que comenzar por presentar dos ideas que, siendo, en el texto,
anteriores a esa caracterización, son de todo indispensables a su cabal
entendimiento: el poder absoluto corrompe el alma, incluso la de un individuo
que merezca la distinción de ser valorado como ‘el mejor de todos los hombres’
(τὸν ἄριστον ἀνδρῶν πάντων, ibidem); el alma humana posee un defecto innato, la
envidia (φθόνος δὲ ἀρχῆθεν ἐμφύεται ἀνθρώπῳ, ibidem). Si agregamos a esta
propensión natural para el vicio de la envidia una vida próspera, están reunidas
las condiciones que explican el aparecimiento de la ‘insolencia’ (ὕβρις), la
segunda de las características que autorizan a Otanes a denominar de ‘absoluta
villanía’ (πᾶσα κακότης) y de ‘todo el tipo de inconsecuencias’ (πολλὰ καὶ
ἀτάσθαλα) la actuación del tirano.
A propósito de la noción de que es la abundancia de bienes lo que incita la
faceta envidiosa del tirano a cometer abusos de poder, el personaje tiene el
cuidado de sugerir que esa es una de las incoherencias (diríamos nosotros) de la
psicología del gobernante único. La envidia, a pesar de innata, deja de ser
moralmente justificable cuando el sujeto vive desahogadamente, por lo que, al
contrario de lo que sucede, el tirano debería ser ἄφθονος (3. 80. 4). La segunda de
las perplejidades ético-comportamentales suscitadas por el retrato del tirano
consiste en lo que entiendo designar por bajo nivel de autoestima. La falta de
confianza en su mérito personal y en la aceptación social de sus acciones llevan al
tirano a hostilizar a sus pares o individuos moralmente superiores (ideas
contenidas en el adj. ἄριστος, cf. ibídem) y a rodearse de ciudadanos de baja
procedencia, social y/o ética (los κάκιστοι, cf. ibídem). Unos – es fácil deducirlo –
representan la amenaza de potenciales rivales; otros configuran una base de
apoyo manipulable y obediente. Igual inseguridad explica el entusiasmo con el
que el tirano acoge las calumnias y la insatisfacción permanente que le causan los
elogios de terceros, vistos unas veces como desconsideración (cuando
moderados), y encarados otras como actos de lisonja (cuando más profusos) (3.
80. 5).
A título de corolario del retrato del monarca tiránico, Otanes enumera tres
comportamientos por él cualificados como ‘los más graves’ (τὰ μέγιστα, ibídem):
alterar las costumbres patrias, ejercer violencia sobre las mujeres y condenar a
muerte sin juicio previo. Al ser presentada en estos términos, la tiranía, producto
de la actuación del tirano, significa el desmoronar de bases fundamentales de la
pólis griega: las normas, la moderación y la justicia.
Bien distinto de este gobierno despótico de un único hombre es la monarquía
retratada por Darío. El primero contraste evidente lo encontramos en la relación
entre ethos y política. Mientras Otanes admite que el ejercicio del poder influye en
el carácter del gobernante, corrompiéndolo, Darío tiene una posición
absolutamente contraria. Como vimos antes (a propósito de 3. 82. 2), su
preferencia por la mejor forma de monarquía se basa en la ética. Es porque la
530
PLATÓN: FUENTE PARA UNA RELECTURA DE LA TEORIZACIÓN POLÍTICA
ejerce ‘un único hombre dotado de excelencia’ (ἀνδρὸς γὰρ ἑνὸς τοῦ ἀρίστου) que la
politeia de un solo hombre es la preferida de Darío. El carácter del gobernante
(γνώμῃ γὰρ τοιαύτῃ) es lo que le confiere la competencia para ser el ‘intendente’
(ἐπιτροπεύοι ἄν) de las masas. El régimen, aun cuando gobernado por un monarca
perfecto, sigue, sin embargo, estando sujeto a la ruina, como se entienede de la
condición identificada por Darío para que se mantengan sus virtudes. El
requisito en cuestión es, una vez más, de naturaleza moral, a saber: el monarca
no puede revelar sus decisiones a ‘individuos mal formados’ (δυσμενέας ἄνδρας,
3. 82. 2). O sea, en la monarquía los peligros de degeneración del régimen no
derivan del carácter del gobernante, como sucedía con la tiranía, sino de la
inmoralidad de terceros.
Esta idea de que las formas de constitución pueden degenerarse, otro topos de
la teorización política platónica (particularmente desarrollado en la República),
constituye, además, un motivo central para entender los motivos que llevan a
Darío a hacer la apología de la monarquía como la mejor de las mejores politeiai.
Como vimos, la degeneración de la monarquía, cuando suceda, nunca derivará
del gobernante, sino de los gobernados. Ya en lo que se refiere a la oligarquía y al
gobierno popular, son los propios gobernantes los responsables por su ruina
(manifestada en perturbaciones sociales sangrentas, propias de la stasis). O sea,
porque la monarquía es, en su esencia (es decir, en lo que concierne al
gobernante), siempre τὸ ἄριστον, le toca, ya en Herodoto, el papel de
“constitución regeneradora”. Como esclarece el texto, cuando el régimen de
pocos y el de la multitud colapsan, la monarquía es siempre la respuesta para la
salvación de la pólis. Y este es el argumento político más objetivo para el primado
conferido por el noble persa a la monarquía (ἡ μουναρχίη κράτιστον, 3. 82. 4).
Las dos formas de gobierno de un único hombre, monarquía y tiranía, son las
que más extensamente se caracterizan en el texto. Esa importancia refleja, creo
yo, las posiciones extremas que parecen ocupar en el marco de la teorización
política herodotiana. La primera, acabamos de verlo, se figura como “la mejor de
las mejores” (3. 82. 2), la segunda coge de la parte de los dos intervinientes que la
llevan en cuenta solamente críticas violentas. Por ser esta la única politeia que no
merece ninguna caracterización positiva, pienso que es legítimo proponer, en la
senda de lo que hará Platón (cf. El Político 302e-303a), para ella el título del “peor
régimen” de todos. Nos falta aún considerar las formas de gobierno oligárquico y
democrático, objeto ambas tanto de elogios como de críticas.
Aunque conociese y usase el nombre δημοκρατίη (cf. 6. 43. 3 e 131. 1) y el verbo
δημοκρατέομαι (cf. 4.137. 2, 6. 43. 3), Herodoto no aplica ninguno de ellos en el
único pasaje de su obra en el que discute de forma teórica las diferentes politeiai.
Prefiere hablar de ‘gobierno/poder de las masas/pueblo’3, sinónimos de ἰσονομίη
(3. 80. 6). Podemos leer, en la elección de esta terminología, un indicador de que,
3 Πλῆθος δὲ ἄρχον (3. 80. 6), δήμου τε αὖ ἄρχοντος (3. 82. 4), ἐς τὸ πλῆθος…τὸ κράτος (3. 81.
1).
531
CARMEN SOARES
hacia el último cuarto del s. V a. C., es decir, transcurrido casi un siglo sobre el
nacimiento de la democracia (si tenemos en cuenta el caso ateniense, que no fue
el primero4), el régimen es vulgarmente identificado a través de sus dos
características más genuinas: que es un gobierno en el que la mayoría de los
gobernantes (la ‘multitud’, como indica la palabra griega πλῆθος) es de origen
social humilde (el demos), y que los gobernantes poseen una parte (νόμος) igual
(ἴσος) en el gobierno de la pólis. A propósito de la interpretación que aquí
propongo para isonomia (‘tener una parte igual de’), se impone clarificar que es el
texto herodotiano que sugiere esta lectura amplia. O sea, la declaración de Otanes
de que el gobierno popular lleva el más hermoso de los nombres: isonomia viene
seguida de la descripción detallada del modus faciendi político que justifica la
atribución de esa titulación. Es porque los ciudadanos acceden a los cargos por
sorteo, porque son forzados a prestar cuentas del uso de fondos públicos y
porque toman sus decisiones en común, es gracias a estas tres formas de
funcionamiento que se puede hablar de ‘gobernación compartida’ o, si
preferimos la palabra griega, de isonomia5.
No podemos, sin embargo, descontextualizar la reflexión que acabamos de
hacer. Así, al tiempo que sirven de emblemas del gobierno popular, los
mecanismos de gestión del poder enunciados desempeñan, en el ámbito del
habla de Otanes, el papel de reversos positivos de defectos concretos por él
apuntados a la tiranía (poder ilimitado y autocrático e impunidad de la que goza
el gobernante). En suma, como sugiere la atribución del superlativo κάλλιστον al
nombre isonomia, estamos ante la versión perfecta de la democracia o, como
escribe Herodoto en el habla de Darío, ante ‘el pueblo en su mejor’ (δήμου τε
ἀρίστου, 3. 82. 1).
Al futuro rey de Persia y a Megabizo atribuye nuestro Autor la descripción de
la versión negativa de la democracia. Los dos la presentan como un ‘mal’
régimen. El primero le aplica el adjetivo neutro sustantivado κακόν (3. 81. 3). El
segundo reduce todas sus acciones a κακότης (‘villanía’), llama a los gobernantes
κακοί y denomina su forma de actuar con el verbo κακέω (3. 82. 4). Verificamos,
una vez más, que el carácter de los gobernantes (es decir, la ética) modela el
régimen (es decir, la politeia). Los gobernantes κακοί son personas a las que les
faltan virtudes morales y de instrucción, de acuerdo con la caracterización que
Megabizo hace de las masas. El defecto de la insolencia, asignado asimismo al
4 Las instituciones democráticas habrían surgido hacia los inicios o mediados del s. VI a. C. en
poleis como Mileto, Mégara, Samos y Quios (Ferreira 1990, 11).
5 Como fácilmente se entiende, considero que Heródoto no usa esta designación en su sentido
restricto de ‘igualdad ante la ley’. Sin embargo, esa noción no está excluida, si aceptamos que se
aplica a todas las decisiones que la población es llevada a tomar en el marco de la gobernación de
las diversas instituciones democráticas (grupo en el que incluimos, además de la Asamblea, el
órgano deliberativo por excelencia, los Tribunales Populares). También Rosivach (ob. cit., 47-48 y
nn. 11 y 14) defiende esta interpretación etimológica, cuya validez ve confirmada en la oposición
que desde temprano (en la canción de mesa de Harmodio y en el frag. 4 Diels de Alcméon) se
establece entre isonomia y el poder de un único hombre.
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PLATÓN: FUENTE PARA UNA RELECTURA DE LA TEORIZACIÓN POLÍTICA
tirano, es una de las dos fallas más grandes de la gestión popular (véase el uso de
la forma ὑβριστότερον, 3. 81. 1). La otra es la estupidez (ἀξυνετώτερον), que, más
que resultado de un bajo QI (hipótesis sin comprobación en el texto), derivará de
la falta de enseñanza. Es lo que sugiere Megabizo al afirmar que, al contrario del
tirano, que, cuando comete actos de hybris, sabe lo que está haciendo, el pueblo
no posee conocimiento, porque nunca aprendió nada de bello ni, por sí solo, supo que
era (3. 81. 2). En realidad, el pueblo, por falta de recursos, no tendría igual acceso
a la formación que las élites (aristocráticas y/o adineradas), paradigma de
educación tradicionalmente referenciado por la expresión completa ‘lo bello y lo
bueno’. Más aún: ese es un saber y una formación moral que no se compadecen
con autodidactismos – como acabamos de oírle a Megabizo. Es conveniente
recordar que la denuncia de la falta de competencia (léase formación) del pueblo
está puesta en boca de un legítimo porta-voz de la clase privilegiada de los
nobles. La falta de instrucción parece también relacionarse con la toma de
decisiones no maduradas, otra actitud censurable típica de las masas.
Hemos dejado para el final analizar la atribución del adjetivo ‘incontrolable’
(ἀκόλαστος, 3. 81. 2) al pueblo, una vez que, implicando la noción de desorden,
nos remite al inicio del habla de Otanes. Ahí, al afirmarse lo que no es la
monarquía tiránica, se subentienden los principios orientadores de la buena
gobernación. Esta debe buscar no sólo ‘lo que es agradable y bello’ (ἡδὺ…ἀγαθόν,
3. 80. 2), como ya referí, sino también ‘la organización del estado’ (χρῆμα
κατηρτημένον, 3. 80. 3). Se hace, de esta forma, más evidente que la politeia
democrática concebida en los términos enunciados por Megabizo no puede, de
ninguna forma, corresponderse al perfil de su versión aristos, anteriormente
trazada por Otanes.
Pero retomemos el habla de Megabizo. Llegados a este punto de este análisis,
pensamos poder comprender mejor el porqué de llamar a la ‘multitud’ una ‘masa
incompetente’ (ὁμίλου γὰρ ἀχρίου). Si la ignorancia, la insolencia, la indisciplina y
la irreflexión son defectos de los individuos de la clase popular, su consecuencia
natural tan sólo puede ser un ‘cuerpo gobernativo’ (ὅμιλος) sin ninguna utilidad
(ἀ-χρήιος). También los gobernantes del régimen oligárquico aparecen
designados por un substantivo de la familia de ὅμιλος, que, como acabamos de
notar, Megabizo aplica al pueblo: ὁμιλία. O sea, el contraste inmediato entre
monarquía y tiranía, por un lado, y democracia y oligarquía, por el otro, consiste
en que, en las primeras, el ejercicio del poder es exclusivo de un solo gobernante,
y en las segundas lo comparte una asamblea de individuos (ὅμιλος u ὁμιλία). Para
Megabizo la diferencia entre el homilos popular y la homilia noble reside en la
formación ética de sus miembros, lo que conlleva consecuencias políticas
directas, pues, como podemos leer en el texto, es natural que las mejores
deliberaciones nazcan de los mejores hombres (ἀρίστων δὲ ἀνδρῶν οἰκὸς ἄριστα
βουλεύματα γίνεσθαι, 3. 82. 3).
533
CARMEN SOARES
Bibliografia
534
PLATÓN: FUENTE PARA UNA RELECTURA DE LA TEORIZACIÓN POLÍTICA
***
535
ΚΑΛΛΙΣΤΟΝ ΤΡΙΓΩΝΟΝ (PLATON, TIMEE, 54 A):
ELOGE DE LA DEESSE ATHENA
Irini-Fotini VILTANIOTI
Chargée de Recherches FRS – FNRS, ULB / Research Associate Oxford
University, Corpus Christi College (avec le soutien de la Fondation Philippe
Wiener – Maurice Anspach)
Des ces deux triangles, celui qui est isocèle et dont la réunion fournit la face
carrée du cube, n’admet qu’une seule forme, alors que celui qui est scalène, et
dont la réunion fournit la face triangulaire du tétraèdre, de l’octaèdre et de
l’icosaèdre, peut avoir un nombre infini de formes.
De ce nombre infini de triangles, Platon se force à choisir le plus beau, à savoir
celui dont est formé le triangle équilatéral comme troisième figure4. Autrement
dit, deux de ces triangles scalènes, réunis par les plus grands côtés de l’angle
droit, forment un triangle équilatéral. Cela signifie nécessairement que
l’hypoténuse a une longueur double de celle du plus petit côté de l’angle droit5,
ce qui est compréhensible puisque l’hypoténuse forme le côté du triangle
équilatéral alors que le plus petit côté de l’angle droit en donne un demi côté. En
d’autres termes, cela signifie que le carré du grand côté de l’angle droit en est
triple du carré du petit côté6.
La construction, à partir du scalène rectangle, du triangle équilatéral, qui
forme les faces du tétraèdre, de l’octaèdre et de l’icosaèdre, est décrite comme
suit : « Si l’on accouple une paire de ces triangles par la diagonale et qu’on fasse
trois fois cette opération, de manière que les diagonales et les petits côtés
coïncident en un même point comme centre, ces triangles, qui sont au nombre de
six, donnent naissance à un seul triangle, qui est équilatéral »7. Autrement dit,
ainsi que Brisson l’explique, on doit imaginer deux triangles rectangles scalènes
identiques reliés selon l’hypoténuse (qui est aussi la diagonale par rapport à un
rectangle éventuel) par les angles de même valeur et non par les angles
complémentaires. En réunissant trois quadrilatérales ainsi formés, on obtient un
triangle équilatéral. En d’autres termes, le triangle équilatéral provient de la
rotation d’angle complet du quadrilatéral en question autour d’un centre, qui
donnera le centre de gravitation (point de concours des trois hauteurs) du
triangle équilatéral.
La question qui se pose légitimement ici c’est pourquoi Platon construit le
triangle équilatéral, à partir de six scalènes rectangles, alors que deux auraient
suffi. La question devient encore plus plausible, si l’on tient compte du fait qu’il
définit le triangle le plus beau comme celui dont est formé le triangle équilatéral
4 Platon n’explique pas son choix, mais il invite le lecteur à soumettre sa proposition à la critique
afin de démontrer sa vérité (Pl. Ti. 54 b).
5 Pl. Ti. 54 d : τὸ τὴν ὑποτείνουσαν τῆς έλάττονος πλευρᾶς διπλασίαν ἔχον μήκει.
6 Pl. Ti. 54 b: τὸ δὲ τριπλὴν κατὰ δύναμιν ἔχον τῆς έλάττονος τὴν μείζω πλευρὰν ἀεί.
7 Pl. Ti. 54 d - e : σύνδυο δὲ τοιούτων κατὰ διάμετρον συντιθεμένων καὶ τρὶς τούτου
γενομένου, τὰς διαμέτρους καὶ τὰς βραχείας πλευρὰς εἰς ταυτὸν ὡς κέντρον έρεισάντων, ἕν
ἱσόπλευρον τρίγωνον ἐξ ἕξ τὸν ἀριθμὸν ὄντων γέγονεν. Voir Brisson 1974, 363 - 364. Pour une
interprétation différente de l’expression κατὰ διάμετρον, voir Taylor 1928, 374 – 375.
538
ΚΑΛΛΙΣΤΟΝ ΤΡΙΓΩΝΟΝ (PLATON, TIMEE, 54 A)
comme troisième figure. Dans les lignes qui suivent, je présenterai les
interprétations proposées par les commentateurs modernes du Timée.
The reason is probably this: the sides of the primary triangles mark the lines
along which the equilaterals are broken up in case of dissolution. Now had Plato
formed his equilaterals of two scalenes only, it would have been left in doubt
whether the triangle ABC would be broken along the line AD, or along BE, or CF.
But if they are composed of six, the lines along which dissolutions takes place is
positively determined; since there is only one way in which six can be joined so
as to form one equilateral. The same remark applies to the composition of the
square. Also by taking one-sixth of the equilateral, instead of one-half, we get the
smallest element possible for our primal base.
Cependant, qu’il s’agisse d’une division selon AD, BE ou CF, le résultat reste
le même: division du triangle équilatéral en deux scalènes rectangles identiques.
A en supposer même que la division selon chacun des trois hauteurs AD, BE, CF
peut être considérée comme une division distincte, il n’y a rien dans le texte qui
indique qu’il faut y avoir une seule manière de dissolution du triangle
équilatéral. Par ailleurs, Platon ne dit nulle part que la construction du triangle
équilatéral se fait sur base du scalène rectangle le plus petit.
L’interprétation de Taylor (1928, 374) paraît plus vraisemblable:
The reason for preferring to construct the equilateral triangle out of these
six rather than simply of the two ἡμιτρίγωνα ABD and ACD is, as Cook-
Wilson says, that the division is symmetrical with respect to A, B. C, and
one, may add, is geometrically and mechanically important. O is the
centre both of the circle described about ABC (of which OA, OB, OC are
radii), and of the circle inscribed in ABC and touched by its sides at D, E,
F (the radii being OD, OE, OF); it is also, since ABC is equilateral, the
“centre of mean position” of the points A, B, C, and, if the triangle be
supposed to have weight (being thought of as a very thin uniform
lamina), its “centre of gravity”. Since there is no doubt that the substance
539
IRINI – FOTINI VILTANIOTI
8 Pl. Ti. 69 b.
9 Pl. Ti. 41 c; 47 a - e.
10 D.L. VP 35, p. 132, éd. Delatte: τῶν σχημάτων τὸ κάλλιστον σφαῖραν εἶναι τῶν στερεῶν, τῶν
540
ΚΑΛΛΙΣΤΟΝ ΤΡΙΓΩΝΟΝ (PLATON, TIMEE, 54 A)
Either of the two triangles can be subdivided without limit into parts of
the same type as itself […]. The half-equilateral, ABC, can be subdivided
into smaller half-equilaterals by bisecting the angle at C and dropping the
perpendicular OD. It is actually so subdivided into three elementary
scalenes in Plato’s figure; and the subdivision can be carried on ad
infinitum. Plato, however does not continue the process infinitely. He
stops at a minimum triangle (OBC) of each type, which is taken to be
atomic […] 11.
Et il poursuit, en expliquant:
L’analyse rigoureuse de Cornford force l’admiration. Elle a été suivi par des
scholiastes, comme Brumbaugh (1954, 243 et suiv.) et Zeyl (2000, lxiii – lxix).
Pourtant, il n’est pas clair pourquoi Platon n’aurait pas pu montrer que ses
polyèdres ont des grandeurs différentes, en construisant, par exemple, le triangle
équilatéral à partir de huit scalènes rectangles. Ensuite, il aurait pu construire des
faces équilatérales plus petites à partir, dans un premier temps, de six scalènes
rectangles (ce que Cornford appelle « grade B »), et, dans un deuxième temps, de
deux scalènes rectangles (ce que Cornford appelle « grade A »). Ainsi, selon la
logique de Cornford, les huit scalènes de la face équilatérale de la pyramide
(« grade C ») pourraient se recombiner pour former une face équilatérale de
541
IRINI – FOTINI VILTANIOTI
12 Pl. Ti. 56 b - c .
13 Pl. Ti. 57 d.
14 Timée de Locres, qui expose la construction des polyèdres réguliers, a récemment été identifiée
542
ΚΑΛΛΙΣΤΟΝ ΤΡΙΓΩΝΟΝ (PLATON, TIMEE, 54 A)
15 Plu. Moralia 75, 381 D - F : Οἱ δὲ Πυθαγόρειοι καὶ ἀριθμοὺς καὶ σχήματα θεῶν έκόσμησαν
προσηγορίαις. Τὸ μὲν γὰρ ἰσόπλευρον τρίγωνον έκάλουν Ἀθηνᾶν κορυφαγενῆ καὶ
Τριτογένειαν, ὅτι τρισὶ καθέτοις ἀπὸ τῶν τριῶν γωνιῶν άγομέναις διαιρεῖται.
543
IRINI – FOTINI VILTANIOTI
τούτου Πλάτων ὠνήσασθαι τὰ βιβλία τὰ Πυθαγορικὰ Δίωνι γραφει […] γέγραφε δὲ βιβλίον ἕν.
(ὅ φησιν Ἐρμιππος λέγειν τινὰ τῶν συγγραφέων Πλάτωνα τὸν φιλόσοφον παραγεγνόμενον
εἰς Σικελίαν πρὸs Διονύσιον ὠνήσασθαι παρὰ τῶν συγγενῶν τοῦ Φιλολάου ἀργυρίου
Ἀλεξανδρινῶν μνῶν τεσσεράκοντα καὶ ἐντεῦθεν μεταγεγραφέναι τὸν Τίμαιον. ἕτεροι δὲ
λέγουσιν τὸν Πλάτωνα λαβεῖν αὐτά, παρὰ Διονυσίου παραιτησάμενον ἐκ τῆς φυλακῆς
νεανίσκον ἀπηγμένον τὸν τοῦ Φιλολαόυ μαθητῶν.
19 Iambl. VP 199: θαυμάζεται δὲ καὶ ἡ τῆς φυλακῆς ἀκρίβεια. ἐν γὰρ τοσαύταις γενεαῖς ἐτῶν
ούδεὶς ούδενὶ φαίνεται τῶν Πυθαγορείων ὑπομνημάτων περιτετευχὼς πρὸ τῆς Φιλολάου
ἡλικίας, ἀλλ’ οὗτος πρῶτος ἐξήνεγκε τὰ θρυλούμενα ταύτα τρία βιβλία, ἅ λέγεται Δίων ὁ
Συρακούσιος ἑκατὸν μνῶν πριᾶσθαι Πλάτωνος κελεύσαντος
20 Voir Schofield 1983, 324.
23 Pl. Phd. 61 d : τὶ δέ, ὦ Κέβης; ούκ ἀκηκόατε σύ τε καί Σιμμίας περὶ τῶν τοιούτων Φιλολάῳ
συγγεγονότες; οὐδὲν γε σαφές, ὧ Σώκρατες...ἤδη γὰρ ἔγωγε, ὅπερ νυνδὴ σὺ ἤρου, καὶ
Φιλολαὀυ ἤκουσα, ὅτε παρ’ ἡμῖν διῃτᾶτο, ἤδη δὲ καὶ ἄλλων τινῶν, ὡς οὐ δέοι τοῦτο ποεῖν.
σαφὲς δὲ περὶ αὐτῶν οὐδενὸς πώποτε οὐδὲν ἤκουσα. Voir aussi Schofield 1983, 322 -323.
24 Périllié 2008, 27.
544
ΚΑΛΛΙΣΤΟΝ ΤΡΙΓΩΝΟΝ (PLATON, TIMEE, 54 A)
ἐγκωμιάζειν.
28 A ce sujet, voir aussi Viltanioti 2012.
545
IRINI – FOTINI VILTANIOTI
30 Procl. in Tim. t. I, p. 26, 18; 85, 25; 85, 28 Diehl; Festugière 1966, 55, 121 et 122.
31 Pl. Tim. 17 c.
32 Festugière 1966, 121, n. 2.
35 Nagy 2000, 56 – 57. Dominic O’Meara (2010) dissocie le Timée et la République, en soutenant que
le discours de la veille auquel se réfère Socrate au début du Timée n’est pas celui prononcé dans la
546
ΚΑΛΛΙΣΤΟΝ ΤΡΙΓΩΝΟΝ (PLATON, TIMEE, 54 A)
l’explique, il n’est pas nécessaire que les dates de la République et du Timée soient
historiquement connectées. Le Timée est un discours « vraisemblable » (εἰκώς), et
sa connection avec la République peut être non pas littérale, mais littéraire.
En reprenant en partie une suggestion que l’on trouve chez Proclus, on a, par
ailleurs, souligné36 l’analogie entre, d’un part, la victoire de l’ancienne Athènes,
ville d’Athéna, sur l’Atlantide et, d’autre part, la victoire d’Athéna sur les Géants,
tel qu’il était représentée sur le nouveau peplos, qui, le 28 Hécatombaion, était
porté en grande pompe dans toute la cité, avant d’orner la statue d’Athéna
Poliade sur l’Acropole. On a également remarqué la correspondance entre, d’un
part, l’opposition entre Athènes et Atlantide et, d’autre part, l’opposition entre
l’Intellect et la Nécessité, autour duquel s’articule le récit du Timée à partir de 48
a37. Comme le note Proclus, « le peplos qui est l’œuvre du tissage et qui porte une
copie de la guerre cosmique que la déesse mène avec l’aide de son père et une
copie de l’ordonnance démiurgique » n’est qu’une copie inférieure par rapport
au « peplos produit par Platon en discours et énigmes sur l’opposition
universelle et les œuvres d’Athéna ».
Ainsi que Pierre Hadot le remarque,
39 Pl. R. II 378 c: πολλοῦ δεῖ γιγαντομαχίας τε μυθολογητέον αύτοῖς καὶ ποικιλτέον, καὶ
ἄλλας ἔχθρας πολλὰς καὶ παντοδαπὰς θεῶν τε καὶ ἡρώων πρὸς συγγενεῖς τε καὶ οίκείους
αύτῶν.
547
IRINI – FOTINI VILTANIOTI
Selon Platon, la gigantomachie qui orne le peplos des Panathénées représente mal
la nature d’Athéna. Il paraît donc que, dans le Timée, le philosophe ait voulu
élaborer un « mythe vraisemblable » approprié à la nature et aux œuvres
d’Athéna, un « discours vrai et mérité » en l’honneur de la déesse poliade
d’Athènes.
5. Conclusions.
Bibliographie
- Archer – Hind, R. D., 1888: Πλάτωνος Τίμαιος. The Timaeus of Plato, edited with
introduction and notes, London Macmillan and Co. and New York.
- Brisson, L., 1974: Le Même et l’Autre dans la structure ontologique du Timée de Platon. Un
commentaire systématique du Timée de Platon, Paris, Editions Klincksieck.
- Brisson, L. - Meyerstein, W., 1993: Inventer l’Univers. Le problème de la connaissance et les
modèles cosmologiques, Paris, Les Belles Lettres.
- Bruins, E. M., « La Chimie du Timée », RMM 56, 1951, 269 – 282.
- Brumbaugh, R. S., 1954: Plato’s Mathematical Imagination. The Mathematical Passages in
the Dialogues and their Interpretation, Bloomington, Indiana University Press.
- Bury, R. G., 1929: Plato. Vol. 9, Cambridge Mass./ London.
- Clay, D., 1987: «Gaps in the Universe of the Platonic Dialogues», Boston Area
Colloquium on Ancient Philosophy 3, 131 – 157.
548
ΚΑΛΛΙΣΤΟΝ ΤΡΙΓΩΝΟΝ (PLATON, TIMEE, 54 A)
549
IRINI – FOTINI VILTANIOTI
***
550
PLATONE CONTRO PROTAGORA SULLA VERITÀ
Giovanni CASERTANO
Università degli Studi di Napoli “Federico II”
552
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES NO GÓRGIAS DE PLATÃO
553
DANIEL R. N. LOPES
logica della tesi protagorea. È vero che, se tutte le opinioni sono vere, sarà vera
anche l’opinione di chi pensa che l’opinione di Protagora è falsa, ma non è vero
che da questo consegue che l’opinione di Protagora sia insieme vera e falsa.
L’opinione di Protagora è vera per Protagora, come l’opinione di chi lo confuta è
vera per colui che lo confuta; ma l’opinione degli altri per Protagora resta sempre
vera, anche se non coincide con la propria, ed indipendentemente dal fatto che
l’opinione di Protagora per gli altri è falsa. Quello che Protagora nega, in altri
termini, è che esista una “verità in sé” indipendentemente da colui che se ne fa
portatore. Ognuno è portatore di una verità che è diversa, e può essere anche
opposta, a quella degli altri, ed in questo mondo di verità diverse e contrapposte
non ha senso chiedersi e stabilire qual è la “verità più vera”, ma solo qual è la
“verità più utile”, e su questa sforzarsi di mettersi d’accordo per il bene sia degli
uomini che della città. Che è, del resto, anche questa, tesi protagorea che Platone
conosce benissimo, tant’è vero che la mette in bocca al sofista nella Apologia di
Protagora, proprio nel Teeteto (166d-167d).
Ma in effetti è tutto questo passo ad essere sottilmente ambiguo, ed a far
trasparire la coscienza dell’operazione ermeneutica, nel più classico stile di
Platone, in cui “forzature” operate a fini dimostrativi si coniugano con rapide
battute che lasciano intravvedere esigenze logiche ed epistemologiche di più
ampio respiro. Ma bisogna rileggere da 170a. Socrate afferma chiaramente,
proprio sulla base del principio protagoreo («ciò che pare a ciascuno, questo
anche è per colui a cui pare»: 170a3-4: τὸ δοκοῦν ἑκάστῳ τοῦτο καὶ εἶναι... ᾧ
δοκεῖ), di esprimere nient’altro che la propria opinione, ma poi aggiunge «anzi
l’opinione di tutti gli uomini (170a6-7: ἡμεῖς ἀνθρώπου, μᾶλλον δὲ πάντων
ἀνθρώπον δόξας λέγομεν): il che è chiaramente una scorrettezza, in termini
protagorei, perché l’opinione di Socrate è vera per Socrate, ed il fatto che sia vera
per tutti gli uomini è un’estensione puramente arbitraria fatta da Socrate.
Dopo l’espressione, dunque, della propria opinione, Socrate continua la sua
confutazione della tesi di Protagora svolgendola tutta su parametri chiaramente non
platonici. E parte dalla “costatazione di un fatto”: è un fatto che ogni uomo reputa
se stesso più sapiente (171a8: σοφώτερον) di altri in certi campi e meno sapiente
in altri campi, reputando, allo stesso tempo, la sapienza pensiero vero e
l’ignoranza opinione falsa (171b8-9: σοφίαν ἀληθῆ διάνοιαν... ἀμαθίαν ψευδῆ
δόξαν). L’introduzione del parametro “pensiero” parrebbe portare a dedurre che
la διάνοια è sempre vera perché costituisce la σοφία, e che la δόξα è sempre falsa
perché costituisce l’ἀμαθία: che è la deduzione, tra parentesi, semplicistica di
tutte quelle posizioni che insistono stancamente sul “dualismo” platonico a tutti i
costi ed in tutti i campi. In realtà una deduzione già più corretta, anche se
naturalmente problematica, potrebbe essere che, se la διάνοια non può che essere
554
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES NO GÓRGIAS DE PLATÃO
sempre vera, e se l’opinione ora è vera ora è falsa, allora la διάνοια potrebbe
essere assimilata all’opinione vera. Il discorso platonico è in effetti a questo punto
molto sottile ed articolato. Ed infatti la διάνοια subito si trasforma in δόξα, e
sono le opinioni ad essere ora vere ora false (171c3-4: τοτὲ μὲν ἀληθῆ, τοτὲ μὲν
ψευδῆ), e da questo Socrate trae due conseguenze, la prima delle quali è
semplicemente supposta, oltre che essere chiaramente non platonica, ed è solo
funzionale alla seconda, che è quella che abbiamo riportato sopra.
La prima conseguenza consiste infatti nel dichiarare l’opinione di Protagora
minoritaria: sono infatti migliaia coloro che pensano che l’opinione di Protagora
è falsa, e se la maggioranza, una grandissima quantità di persone, non consente
ad una tesi (171a1-2: τὸ δὲ πλῆθος μὴ συνοίειται), allora quanto maggiore è il
numero di persone a cui una verità non pare, rispetto a quelle a cui pare, tanto
più quella verità “non è” di quanto possa “essere” (171a3: τοσούτῳ μᾶλλον οὐκ
ἔστιν ἢ ἔστιν). La conclusione, decisamente scorretta sia logicamente, sia sul
piano della teoria protagorea, è poi ribadita in termini espliciti poco dopo: «e
dunque, poiché viene contestata da tutti, la Verità di Protagora non sarà vera per
nessuno, né per nessun altro né per Protagora stesso» (171c5-7). Conclusione
chiaramente scorretta, non solo dal punto di vista di Protagora, ma anche dallo
stesso punto di vista platonico, perché se c’è un criterio che per Platone non ha
assolutamente nessun valore è proprio quello di stabilire l’essere o il non essere
di una verità in base al πλῆθος, alla quantità di gente che su di essa giura
(esempio lampante, il Gorgia).
Ma questa prima “conseguenza”, dicevamo, è semplicemente funzionale alla
seconda, quella del “tutto vero/tutto falso”. Abbiamo visto come essa non segni
l’autocontraddittorietà della tesi di Protagora, né la scalfisca, bensì sia da essa già
teoricamente prevista. Subito dopo averla enunciata, comunque, Socrate inserisce
en passant, nel rapido scambio di battute apparentemente ripetitive con Teodoro,
una affermazione che apre ad un problema che qui non sarà affatto trattato, pur
essendo importantissimo per la questione che si sta discutendo. In 171b4, Socrate
afferma che tutti gli uomini «non concedono a se stessi di avere opinioni false (οὐ
συγχωροῦσιν ἑαυτοῖς ψεύδεσθαι)». È il problema della differenza tra il
possedere e l’affermare una verità e la semplice credenza soggettiva dell’avere
una verità: in altri termini, più platonici, il credere di dire la verità non comporta
di per sé che si stia dicendo la verità; in altri termini ancora, è impossibile un
criterio psicologico di distinzione tra opinioni vere e opinioni false. Il problema
comporta aspetti logici, etici e politici insieme, che Platone ha sempre cercato di
sviscerare in tutta la loro complessità, nel tentativo di confutare la potente
costruzione teorica protagorea. Ed anche nel Teeteto, infatti, esso sarà di nuovo
sfiorato, e sempre con la coscienza di girare intorno ad uno stesso punto: dieci
555
DANIEL R. N. LOPES
pagine prima della fine del dialogo si ripeterà infatti che nessuno riterrà di
opinare il falso, anzi ognuno riterrà di opinare il vero (200a3-5: οὐ ... ἡγήσεται γε
ψευδῆ δοξάζειν... ἀλλ∆ἀληθῆ'), e questo significa che, «dopo aver fatto un
lungo giro, ci troviamo ancora di fronte alla difficoltà di prima (200a11-12:
περιελθόντες πάλιν ἐπὶ τὴν πρώτην πάρεσμεν ἀπορίαν)». Perché, in effetti,
Protagora rimane sempre uno scoglio difficile da superare: lo si può aggirare in
mille modi, come fa Platone, qui e nel Protagora, ma non lo si può mai confutare
definitivamente.
Il fatto è che, per Platone, la verità è, oltre che un fatto di logica, anche e
principalmente l’impegno di una vita: l’impegno a non accettare mai quel che
viene detto, da chiunque venga detto, senza sottoporlo all’esame ed alla tortura
della ragione. E quindi del discorso: con un’altra delle sue splendide immagini,
Platone ci dice che ogni parto della nostra mente deve essere sottoposto, col
discorso (160e7), ad una amfidromia (160e6), affinché veramente si possa vedere se
esso sia degno di essere allevato o sia un qualcosa di inconsistente e di fallace
(161a1: ἀνεμιαῖόν τε καὶ ψεῦδος). L’uso dell’avverbio ἀληθῶς in questo
passaggio mi pare significativo, perché sposta l’accento dal risultato del processo
amfidromico al processo stesso, e questo significa che, prima di proclamare vera
o falsa una certa tesi, e dunque degna o non di essere sviluppata, di crescere,
bisogna fare attenzione alla verità del metodo con il quale la esaminiamo: in altre
parole, prima della verità di una certa tesi, bisogna assicurarsi della correttezza, e
quindi della verità, del metodo con il quale essa è stata formulata e del metodo
con il quale poi noi la esaminiamo.
Ma vorrei sottolineare due punti ancora di questi passi: uno è l’introduzione,
appunto, dell’orizzonte morale nella ricerca della verità, scandito stilisticamente
da termini che attengono alla vita ed all’impegno in essa dell’uomo: γόνιμον,
ἀνεμιαῖον, ἄξιον. L’altro è che, secondo Platone, è proprio questa prospettiva
che rende inaccettabile la tesi protagorea che dichiara che tutte le opinioni sono
vere e che ciascuno è misura della propria sapienza (161c-162a): se così fosse, non
avrebbe senso proprio la vita di Socrate, tutta impegnata fino alla morte (vedi il
Fedone) in una τοῦ διαλέγεσθαι πραγματεία (161e6), in un’attività del discutere
che non si risparmia mai. Nella prospettiva protagorea, secondo Platone, il senso
stesso della vita e della morte di Socrate si ridurrebbe ad una grande φλυαρία
(162a1), ad un enorme nonsenso.
Verità come impegno, e verità come metodo: ci sono anche altri passi che
confermano questa prospettiva. In 167-168, questa volta facendo dare al
personaggio Protagora lezioni di metodo al personaggio Socrate, secondo una
mossa drammatica non nuova (e basti pensare al Protagora), si dice che
fondamentale perché ci sia un vero dialogo è il «non commettere ingiustizia
556
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES NO GÓRGIAS DE PLATÃO
557
DANIEL R. N. LOPES
Platone: φησὶ γάρ που πάντων χρημάτων μέτρον ἄνθρωπον εἶναι, τῶν
μὲν ὄντων ὡς ἔστι, τῶν δὲ μὴ ὄντων ὡς οὐκ ἔστιν.
Sesto: πάντων χρημάτων μέτρον ἐστὶν ἄνθρωπος, τῶν μὲν ὄντων ὡς
ἔστι, τῶν δὲ οὐκ ὄντων ὡς οὐκ ἔστιν.
Traduco la frase così: «Di tutte le cose è misura l’uomo, delle cose che
sono, come sono, delle cose che non sono, come non sono».
Per Protagora, insomma, a differenza che per Platone, qui nel Cratilo, ma non
nel Teeteto, l’oggetto dei due discorsi non è lo stesso (cioè τὰ ὄντα, le cose che
sono), bensì ora τὰ ὄντα (le cose che sono) ora τὰ μὴ ὄντα (le cose che non sono):
le prime il discorso le dice “come sono” e le seconde le dice “come non sono”. E
dunque Platone sta storcendo il senso della massima protagorea, a lui nota
benissimo. Perché? Probabilmente proprio per farlo rientrare nella distinzione tra
discorso vero e discorso falso che ha appena fatto, e quindi per operare una
subliminale classificazione del discorso protagoreo nella categoria del discorso
falso, classificazione che sarà operata esplicitamente nel seguito del dialogo, con
l’assimilazione dei campi semantici di vero e falso ad altri, allogeni.
Classificazione tanto più “falsificante”, proprio in quanto per Protagora non
esiste un discorso falso. Per Protagora si può parlare delle cose che sono e di
quelle che non sono, e sempre dicendo la verità: delle cose che sono, come sono
(per il soggetto parlante), e di quelle che non sono, come non sono (per il
soggetto parlante). Tralascio qui volutamente l’importante problema del
significato dell’espressione «ὡς», che ho tradotto «come», essendomene già
occupato più volte in molti luoghi: noto soltanto come essa indichi appunto il
livello della resa linguistica di una realtà, che può essere quella esterna a noi, o
anche quella più propriamente nostra, del nostro animo; in altre parole, la
traduzione in termini di discorso di un nostro peculiare rapporto con una data
realtà. La differenza consiste nella prospettiva: per Protagora, parlare delle cose
che sono o di quelle che non sono, e dire come sono e come non sono nella
prospettiva di colui che parla, è sempre fare un discorso vero; per lui, l’essere o il
non essere delle cose non costituisce un problema, dal momento che ogni
discorso è sempre vero. Per Platone, che tenta disperatamente di trovare una
prospettiva che non sia solo quella del soggetto parlante, tenta cioè di ancorare la
verità ad un sistema di riferimento che non sia il singolo, bensì una realtà
oggettiva al di fuori di esso (quale che poi essa sia, una rete di relazioni tra
“cose”, o una rete di relazione tra idee), il discorso vero è quello che dice le cose
che sono come (oggettivamente) sono; ma può esserci anche il discorso falso, che
è quello che dice le cose che sono come (oggettivamente) non sono. Con il
sottinteso, chiaro anche se non espresso, che il discorso su di un non essere non è
un discorso su qualcosa che non esiste: è la stessa prospettiva del Sofista, anche se
558
A FUNÇÃO DA VERGONHA NA REFUTAÇÃO DE CÁLICLES NO GÓRGIAS DE PLATÃO
***
559
LA CONCEPCIÓN DEL BIEN EN EL GORGIAS DE PLATÓN
∗
Este trabajo se ha realizado con la ayuda de una beca de investigación del Estado francés y la
Fundación la Caixa. Miembro de la Sociedad Ibérica de Filosofía Griega.
1 En 458a8-b1, 472c-d, 487b y 487e-488a.
BEGOÑA RAMÓN CÁMARA
El sentido general del diálogo es mostrar que el ideal de vida defendido por
Gorgias, Polo y Calicles es muy inferior a la sabiduría socrática, una sabiduría
consciente de no saber nada que valga la pena —nada καλόν κἀγαθόν, como
dice Sócrates en la Apología (21d4)—, pero que, a pesar de toda su incertidumbre
sobre las cuestiones más importantes de la vida, no puede ser abatida por la
concepción de la felicidad y la libertad defendida por «los más sabios de los
griegos de ahora» (Grg. 527a9), y que es la única que puede proporcionar al
hombre la verdadera felicidad3. El diálogo se desarrolla en tres episodios,
marcado cada uno por un cambio de interlocutor, en los que, como es natural en
los diálogos platónicos, se van acumulando los resultados obtenidos en la etapa
previa, y a lo largo de los cuales la antítesis entre los puntos de vista socrático-
platónicos sobre la vida buena y aquellos que representan en el diálogo los
sofistas y Calicles se va haciendo cada vez más marcada y amarga. Nosotros nos
centraremos en los dos últimos capítulos, por ser los que más directamente
afectan a nuestro tema.
Sócrates introduce la idea de que todas las acciones humanas aspiran al bien
en el contexto en el que está sosteniendo frente a Polo la tesis paradójica de que
los oradores y los tiranos tienen muy poco poder en las ciudades, ya que, por así
decirlo, éstos «no hacen nada de lo que quieren, aunque hacen lo que les parece
mejor» (Grg. 466d-e). El argumento de Sócrates depende del principio, aceptado
por el joven sofista, de que lo que se desea es siempre algún bien, mientras que la
acción que se lleva a cabo para alcanzarlo puede ser neutra o incluso mala.
Sócrates articula aquí una distinción entre fines y medios, entre acciones
deseadas por sí mismas y acciones deseadas en vistas de otra cosa, que resulta
fundamental para el resto de su argumentación en el diálogo. Los que toman una
medicina, pone como ejemplo Sócrates, no es que quieran lo que hacen, sino
aquello por lo que la beben y sufren tal molestia, a saber, recobrar la salud. Así es
también respecto a todo lo demás que hacemos: «cuando se hace una cosa en
razón de algo, no se quiere lo que se hace, sino aquello por lo que se hace» (467d).
Para entender las palabras de Platón es preciso, antes de nada, reparar en dos
2En las citas del Gorgias seguiré, aunque no siempre de modo literal, la traducción de Julio
Calonge Ruiz (Madrid, Gredos, 1983). Las citas de la República proceden de la traducción de José
Manuel Pabón y Manuel Fernández Galiano (Madrid, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 1949), y las del Protágoras de Carlos García Gual (Madrid, Gredos, 1981).
3 Véase Grg. 508d-509a y 527a-c.
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LA CONCEPCIÓN DEL BIEN EN EL GORGIAS
4 Y que han sido destacados por el Prof. Charles H. Kahn, 2004, 629.
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LA CONCEPCIÓN DEL BIEN EN EL GORGIAS
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LA CONCEPCIÓN DEL BIEN EN EL GORGIAS
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BEGOÑA RAMÓN CÁMARA
habrá de decirse que los malos son tan buenos y malos como los buenos (497d-
499b).
A partir de este momento, Calicles admite la existencia de placeres malos y
dolores buenos. Los buenos placeres son, dice Sócrates, aquellos que son útiles
(ὠφέλιμοι), esto es, los que producen algún bien (ἀγαθόν τι ποιοῦσαι), mientras
que los placeres malos son aquellos que son perjudiciales (βλαβεραί), esto es, los
que producen algún daño (κακόν). Los placeres buenos se identifican finalmente
con «los que procuran salud al cuerpo o fuerza o cualquier condición propia»
(499d6-7), y los malos con los que causan lo contrario. Sócrates concluye, pues,
que hay que preferir y practicar los placeres y dolores buenos, y aprovecha la
conclusión a la que ha llevado a Calicles para reafirmar la tesis asentada en su
diálogo con Polo, a saber, que el fin de todas las acciones es el bien y que, en
consecuencia, las prácticas agradables, como todas las actividades humanas,
deben ser un medio para alcanzar el bien, no a la inversa, y para saber
distinguirlas se requiere un verdadero arte y no una mera destreza empírica que
busque sólo la satisfacción del placer. (499b-500a).
En relación con este pasaje quisiéramos hacer dos observaciones. Por un lado,
recordar que la identificación de lo bueno con lo útil o beneficioso es una de las
enseñanzas de Sócrates, constituye uno de los sentidos básicos del término τὸ
ἀγαθόν a lo largo de la obra de Platón, y forma parte esencial de la doctrina
sobre la Forma del Bien. De ésta, en efecto, afirma Platón en el corazón del libro
sexto de la República «que es la que, asociada a la justicia y a las demás virtudes,
las hace útiles y beneficiosas.» (505a3-4). Y añade que, sin un conocimiento
suficente de ella, de nada sirve poseer el resto de conocimientos, que no nos son
en tal caso de ninguna utilidad (505a-b)7. Por otro lado, destacar sencillamente
que lo que parece que es de más importancia para Platón en el Gorgias en relación
con la postura hedonista es negar que el mero placer que acompaña a la
satisfacción del deseo pueda considerarse como el mayor de los bienes humanos
sobre la base de que el placer por sí mismo no puede constituir ningún τέλος de
la acción. La estrategia que sigue el filósofo en el Gorgias es tratar de mostrar que
cuando los hedonistas afirman que el placer es aquello por lo que más merece la
pena vivir, lo que deben querer decir no es que el placer como tal, la mera
sensibilidad a cualquier sensación agradable es el fin último buscado por el
hombre, sino el sentir algo que, por la razón que sea, ya sea por la salud o el
bienestar como dice Sócrates o por cualquier otra cosa, se considera bueno. Y si
esto es así, se está admitiendo algún otro principio de la acción humana, más allá
7 Este conocimiento del Bien, la dialéctica platónica, era «el saber del bien y del mal» que se
buscaba en el Cármides, donde ya se dice que se trata de un saber sin el cual el resto de ciencias no
nos son ni buenas ni provechosas (Chrm. 174b-c).
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LA CONCEPCIÓN DEL BIEN EN EL GORGIAS
del placer desvinculado del bien, que es lo que da sentido a la misma y la vuelve
inteligible. Para el filósofo este principio sólo puede proporcionarlo el bien y es
claro que su postura frente a los defensores del placer depende en última
instancia del postulado de que debe llevarse una vida razonable. Su posición
recibirá una nueva luz en el Filebo, un diálogo donde el gran tema del placer
disfruta de un desarrollo más detallado y mucho más fino y matizado. En el
Gorgias —y en verdad en cualquier otro lugar de la obra platónica— «el bien»
significa principio, es lo que da finalidad, orden y coherencia.
Concluiremos nuestro trabajo comprobándolo de la mano de las páginas más
significativas del Gorgias en relación con la doctrina del bien. Nos referimos a
aquel pasaje en el que Platón, inspirándose en el trabajo de los artesanos, hace
una serie de reflexiones sobre la disposición o el ordenamiento adecuado —
τάξις— y el concierto y la proporción —κόσμος— de la que podemos deducir las
que son las dos principales propiedades de la esencia del bien: la idea de
finalidad, entendida en el sentido de perfección u «obra acabada y culminada», y
la idea de unidad, en su acepción de armonía.
Un hombre que habla con la vista puesta en el mayor bien, comienza Sócrates
a decirnos, no habla al azar, sino dirigiendo su atención a cierto fin. Esto es cierto
de todos los artesanos. Cada uno pone los ojos en su propia obra y «va
añadiendo lo que añade sin tomarlo al azar, sino procurando que tenga una
forma determinada lo que está haciendo.» (503d-e). Por ejemplo, continúa
explicando Sócrates, si nos fijamos en los pintores, arquitectos, constructores de
naves y en todos los demás artesanos, cualesquiera que sean, observaremos cómo
«cada uno coloca todo lo que coloca en un orden determinado y obliga a cada
parte a que se ajuste y adapte a las otras, hasta que la obra entera resulta bien
ordenada y proporcionada.» (503e-504a). También los maestros de gimnasia y los
médicos «ordenan y conciertan, en cierto modo, el cuerpo.» (504a3-4). Es esta
presencia de orden y proporción lo que distingue un artefacto bien hecho de uno
inútil, un cuerpo saludable de uno enfermo y, si somos coherentes, debemos
decir lo mismo del alma: ésta es buena en cierto orden y concierto (τάξεώς τε καὶ
κόσμου τινός). Del orden y la proporción en el cuerpo se originan la salud, la
fortaleza y todas las excelencias o condiciones del bienestar en general; del orden
y la proporción (ἐκ τῆς τάξεως καὶ τοῦ κόσμου) en el alma nacen la norma y la
ley (νόμιμόν τε καὶ νόμος), que resultan en justicia y autocontrol (δικαιοσύνη τε
καὶ σωφροσύνη).
Es evidente que en estas últimas líneas late una concepción de la virtud
entendida como la cooperación armoniosa entre las partes del alma, que es la
doctrina que Platón defenderá con ahínco en el libro cuarto de la República. En el
Gorgias, es cierto, no lo llega a decir, pero la idea asoma claramente la cabeza, y el
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BEGOÑA RAMÓN CÁMARA
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LA CONCEPCIÓN DEL BIEN EN EL GORGIAS
Dicen los sabios, Calicles, que al cielo, a la tierra, a los dioses y a los
hombres los gobiernan la convivencia, la amistad, el buen orden, la
moderación y la justicia, y por esta razón, amigo, llaman a este conjunto
«cosmos» y no desorden y desenfreno. (507e-508a).
Platón volverá sobre esta idea en diálogos como la República, el Filebo, el Timeo
o el Fedón, donde el Bien es identificado con la causa que gobierna y preserva la
vida del universo. Para describir la acción del Bien el filósofo utilizará en el
momento cimero de su argumentación en el Fedón el mismo verbo clave que usa
en este pasaje —συνέχειν— y sostendrá que es el Bien lo que une, al modo de un
Atlante, cielo y tierra, lo divino y lo humano. El orden y la regularidad en que se
desenvuelve la vida natural, y de los que el universo recibe su nombre, evidencia
que hay una razón operando, por así decirlo, en el mundo que mantiene un
orden general que determina el buen funcionamiento y la relación armoniosa
entre sus elementos, que de otra manera serían azarosos. Las palabras del Gorgias
citadas son un eco claro del modelo de justicia cósmica o natural de los
pitagóricos, que tan honda influencia tuvieron sobre Platón en este y otros
importantes aspectos de su pensamiento, y expresan el ideal pitagórico de una
politicidad que mantiene el universo en una unión y en una coherencia perfectas.
Bibliografía
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571
I MITI DELL’ALDILA’: ESCATOLOGIA E METAFISICA
IN FEDONE 107C – 115A
Alessia FERRARI
Universitat de Barcelona
Il mito1 finale del Fedone, dalla vocazione escatologica, etica ed esortativa nei
confronti della pratica della virtù, che solamente può discendere dalla
frequentazione con la filosofia, quindi in continuità con i temi del dialogo, il
quale è volto alla dimostrazione dell’immortalità dell’anima e della necessità di
una vita vissuta all’insegna della ricerca filosofica per un destino beatifico
nell’aldilà, propone, attraverso la sua complessa articolazione e il ricorso al
linguaggio dell’immagine mitica, una serie di profonde riflessioni al di là del
riconosciuto intento etico e che, anzi, ne costituiscono il supporto. L’analisi
strutturale del passo ce ne dà conferma, come appare dal prospetto qua
1 Sulla questione del significato e del ruolo generali del mythos, e del mito escatologico nello
specifico, in Platone, rimando alla lettura di Rowe, 2001, 10 ss.; Graf, 2007, [1985], 140 ss.; Murray,
1999, 251-262. Cfr. inoltre F. Ferrari, 2006, 48 ss. e 255-257; Lami-Fabrini, 1996, 26 ss. Cfr. anche
Brisson, 2008, 67-80. e 1999 [1994], 116 ss. Cfr. Frutiger, 1930, 61 ss. e 211 ss.; Reale, 2000b, 57 ss. Di
Reale è anche la traduzione del Fedone qua utilizzata.
ALESSIA FERRARI
2 Il presente contributo trae origine dalle ricerche svolte per la tesi di Master, Struttura del mito e
struttura del Fedone. Una prima approssimazione, presentata da scrive nell’anno accademico 2009-2010
presso l’Universitat de Barcelona, sotto la direzione del Prof. Josep Monserrat Molas, elaborata
grazie alla partecipazione ai lavori del gruppo Hermenèutica i Platonisme, incentrare sul legame
tra struttura dei dialoghi e messaggio filosofico in Platone. Per un approfondimento sulla
metodologia rimando a J. Monserrat Molas, 2002, 7-25.
3 Per le differenti analisi riguardanti la struttura del passo 107 c – 115 a, rimando, tra le numerose
proposte, a Droz, 1994 [1992], la quale sostiene una bipartizione del mito, individuando in esso la
componente etico-escatologica e quella geo-fisica. Un esempio di struttura tripartita si ritrova
invece in F. Ferrari, 2006, 255-257. Più articolata è l’analisi della struttura formale del mito, che
fornisce Friedlaender, 1979 [1928], 353 ss., il quale evidenzia all’interno del racconto quattro parti,
in stretta relazione reciproca, riconducibili a due linee di pensiero, una cosmologico-fisica, l’altra
mitico-escatologica. Sostiene la quadripartizione del mito anche Mattéi, 1996, 145-151.
4 Pl. R. 514 a – 519 a.
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I MITI DELL’ALDILA’
8 Ivi, 114 c 2 – 5.
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ALESSIA FERRARI
superficie della terra sarà dimora per le anime sagge, che hanno vissuto
virtuosamente attraverso l’acquisizione di un habitus, ma che non avranno
raggiunto le vette della filosofia.
Questo aspetto appare interessante tanto più quando si ponga mente al fatto
che il tema del dialogo è l’anima, di cui si vuol dimostrare l’immortalità: la psyche
che vivifica i corpi, immortale ma molteplice, anch’essa dunque appartenente ad
un genere intermedio, e della quale si dice essere affine per natura alle Idee, ma
non identica ad esse9. In quest’ottica il mito finale del Fedone si pronuncerebbe
sull’esistenza di metaxy. Stando alla testimonianza di Aristotele nella Metafisica
quegli enti matematici bifronti, eterni e molteplici sul cui livello si staglia anche
l’anima dell’uomo, venivano ammessi dall’Ateniese:
La questione della collocazione degli enti matematici all’interno dei piani della
realtà individuati ha dato luogo ad un vivace dibattito tra gli studiosi. In linea di
massima esistono due scuole di pensiero al riguardo, il risucchiarli all’interno del
mondo delle Idee, oppure, sulla scia della testimonianza aristotelica,
concependoli come intermedi, differenti dalle Idee e dai sensibili, dotati di
caratteri che permettono loro di entrare in relazione con entrambi i piani. Ciò che
possiamo dire con una certa sicurezza è che gli enti matematici rientrano nella
sfera dell’intelligibile perché coglibili col pensiero e che sono degli intermedi per
via della loro duplice attitudine11. D’altro canto simili riferimenti sarebbero in
linea con il motivo della “seconda navigazione”, il deuteros plous che attraverso lo
sforzo della ragione conduce alla sfera delle Idee per gradi successivi di
conoscenza. Parrebbe che sulla superficie della terra, luogo di molteplici visibili e
perfetti, vada individuata una rappresentazione di quel particolare livello
dell’essere, e che proprio tale parte ne costituisca l’asse portante.
9 Il concetto dell’affinità della psyche all’invisibile e divino è ribadito numerose volte durante lo
svolgimento della seconda dimostrazione della immortalità dell’anima, fondata sulla distinzione
tra due generi di enti: 79 b 16-17; 79 e 1 – 5; 80 a 8 – 9; 80 a 10 – b 5.
10 Arist. Metaph. A 6, 987 B 14 – 18. La traduzione è di G. Reale, 2000a. Cfr. G. Reale, 1997, 237.
11 Per ulteriori approfondimenti sul tema degli enti matematici rinvio alla lettura di E. Cattanei,
576
I MITI DELL’ALDILA’
12 T. Ebert, 2000, 50-73; Rowe, 2001, 115; Valgimigli-Centrone, 2000, 202, n. 21.
13 Cfr. Gallop, 2002, XIV.
577
ALESSIA FERRARI
oggetto enti non empirici, per dimostrare i loro teoremi le scienze matematiche ricorrano alla
rappresentazione visiva, confinando con le opinioni relative all’empirico.
578
I MITI DELL’ALDILA’
l’uguale in sé – autò to ison, aldilà di tutte le cose uguali e diverso, che certo non
posso aver conosciuto nell’esperienza giacchè non è oggetto d’esperienza. Ma in
74 c 4 – 5, come già notato dal Ross, si parla anche di autà ta isa17 (uguali in sé)
insieme a he isotes (uguaglianza), che non possono mai apparire disuguali come
invece accade ai legni uguali che, pur rimanendo i medesimi, a taluni possono
sembrare differenti (74 c 1 – 2). Non sono uguali le cose uguali particolari e
l’uguale in sé. Ma il pensiero e la conoscenza di quell’in sé è partita da cose
uguali particolari che ne hanno risvegliato il ricordo (74 c 10).
L’obiezione di Cebete a seguito della seconda prova offre il punto di partenza
per la terza dimostrazione della immortalità dell’anima, preceduta da un lungo
excursus sulla formazione intellettuale di Socrate.
Similmente al compagno, Cebete si basa su di un’analogia, traendo spunto
dalle figure del tessitore e del mantello. Il tessitore riveste molti mantelli, come
l’anima indossa molti corpi, ma alla fine entrambi periscono, il tessitore prima
dell’ultimo mantello indossato e l’anima prima dell’ultimo corpo di cui si è
rivestita. Si spegne perché logora, per via dell’esaurimento della propria energia.
Quindi in generale è ben più longeva dei corpi e di gran lunga ad essi superiore,
ma alla fine è destinata a perire, essendo meno durevole rispetto all’ultimo corpo
indossato. Per poter rispondere all’obiezione di Cebete (95 e 9 ss) è necessario
intraprendere un esame generale intorno alle cause della generazione e
corruzione. Nell’ambito della filosofia della physis Socrate non è capace di
risolvere questioni apparentemente semplici: qual è la causa del grande e del
piccolo? Tale problema viene affrontato anche attraverso il riferimento a numeri:
“il dieci mi pareva essere più dell’otto perché si aggiunge un due all’otto. E il
bicubito pareva essere più del cubito perché lo supera della metà” (96 e 1 – 4).
Perché il dieci è maggiore dell’otto? Il dieci è più grande dell’otto per il due.
Come può il due, più piccolo rispetto all’otto, essere causa della grandezza del
dieci in relazione all’otto? Qual è la causa del due visto che posso ottenerlo e per
aggiunzione dell’uno all’uno e per divisione dell’uno? Le difficoltà sorte dalla
considerazione della causa della generazione vengono espresse attraverso chiari
riferimenti matematici che vertono sulla relazione tra numeri. I dubbi sorti
intorno al problema delle cause della generazione non possono essere risolti in
chiave fisica. È attraverso la scoperta del piano del metasensibile, e quindi
partendo solo da nuovi postulati, le Idee, che è possibile individuare delle
17Cfr. Ross, 1989 [1951], 49 – 65, per il quale in 74 b 7 – c 6 si rivelerebbe per la prima volta il
convincimento di Platone che le entità matematiche siano qualcosa di intermedio fra le Idee e i
particolari sensibili. In Valgimigli-Centrone, 2002, 180, n. 65, per Valgimigli il riferimento ad auta ta
isa rappresenta un “errore” al quale Platone rimedia poco più avanti riprendendo a parlare di un
Uguale in sè. Cfr. Ivi, Centrone, 210 n. 66. Cfr. Rowe, 2001, 169 – 170.
579
ALESSIA FERRARI
risposte adeguate. Grande, maggiore e piccolo e minore sono tali per via della
partecipazione alla grandezza e alla piccolezza (100 e 5). Il dieci è più dell’otto a
causa della quantità, non per il due che è più piccolo dell’otto (101 b 4 – 7) e l’uno
non diventa due per aggiunzione o divisione ma perché partecipa della dualità,
così come ciò che vuole essere uno deve partecipare dell’unità (101 b 9 – c 7). A
questo punto si impone la riflessione circa l’accidentalità o la partecipazione
essenziale a determinati caratteri che quindi costituiscono l’essenza di una data
cosa. Simmia non supera Socrate per natura (pephykenai), ma per la grandezza
che casualmente si trova ad avere: (tygkhanei ekhon). Il dato che pare emergere è
che in questi riferimenti si sottolinei la differenza fra il due inteso come due unità
(un due aritmetico, anche secondo i pitagorici) e la dualità, come qualità o
proprietà universale di tutto ciò che è duale, ossia che venga attuata una
distinzione tra il piano degli oggetti matematici e il piano delle proprietà
matematiche. Il piano degli oggetti matematici (ad es. il due aritmetico) non si
configura come oggetto dell’esperienza empirica pur risultando differente
dall’Idea della Dualità di cui partecipa e che viene indicata come causa18. Sulla
scia di simili considerazioni si arriva a determinare che un contrario non potrà
essere mai contrario di se medesimo, né il contrario in sé (ad esempio la
grandezza) né il contrario in noi, il quale fugge o perisce. Il caso del caldo/fuoco e
di freddo/neve risulta emblematico: il caldo è diverso dal fuoco e il freddo è
diverso dalla neve. Ma la neve, ricevendo il caldo che pure ad essa non è
contrario, non può rimanere ciò che era, cioè neve, e insieme essere calda.
Avvicinandosi il caldo o cede il posto o perisce. Ma l’esempio più chiaro sul tema
viene ancora una volta tratto dal mondo della matematica, con il riferimento al
tre e al dispari. Il tre deve dirsi anche dispari, perché ha natura tale che mai si
allontana dal dispari (103 e 5 – 104 c 5) e, pur non portandone il nome, deve
essere detto anche dispari. Dicasi altrettanto per il 5 e l’intero insieme della metà
dei numeri: non sono la stessa cosa che il dispari eppure sono sempre dispari. E
altrettanto si dica per il pari e l’altra metà della serie numerica. I numeri, distinti
in dispari e pari, non appartengono alla sfera empirica, ma nemmeno alla sfera
delle Idee, risultando distinte da queste e partecipando di queste. Dalla
riflessione intorno all’essenza dei numeri, e del tre in particolare, consegue che
quelle cose che non sono tra loro contrarie e hanno però in sé i contrari (in modo
essenziale), non accolgono l’idea che è contraria a quella che è in essa. Il tre
perisce prima di seguitare ad essere tre e divenire ad un tempo anche pari. E
nondimeno il due non è contrario al tre, giacchè i numeri non sono contrari per
natura tra loro. Sono contrarie le idee di cui partecipano, appunto il dispari e il
580
I MITI DELL’ALDILA’
pari. Le cose che ricevono l’idea del tre devono essere anche dispari. Il tre è
prodotto dall’idea del dispari, che si presenta come causa, cui è contraria l’idea
del pari (104 e 7 – 10). Il concetto viene ribadito poco più avanti (105 a 5 – b 3): il
cinque non accoglie l’idea del pari, il dieci che è doppio del pari mai accetterà il
dispari. La frazione 3/2 e tutte le altre frazioni che comportano la metà non
accoglieranno l’idea di intero, e nemmeno le frazioni che comportano 1/3 e tutte
le altre di questo tipo. Non solo i contrari in sé non possono accogliersi
reciprocamente, ma nemmeno quelle cose che non sono tra loro contrarie e hanno
tuttavia sempre in sé i contrari, nemmeno queste accolgono l’idea contraria a
quella che è in esse, cioè che è in esse in modo essenziale, ma sopravvenendo
questa o periscono o cedono il campo. Il caso della vita e della morte soggiace
alla medesima regola. Affinché un corpo sia vivo si deve generare un’anima, la
quale, qualsiasi cosa occupi, porta sempre la vita. Ma il contrario della vita è la
morte. Quindi l’anima non potrà mai accogliere il contrario di ciò che essa
apporta. Ciò che non accoglie la morte è immortale. Il fuoco, avvicinandosi il
freddo, non si spegne e non perisce, ma fugge, come fa l’anima, allorchè si
avvicini la morte: dunque on si spegne e non perisce ma fugge.
3. Alcune riflessioni.
19Se il dialogo fosse il luogo in cui si presenta in forma di dramma la discussione in atto tra
Platone e i Pitagorici del suo tempo, il filosofo ce ne presenterebbe uno spaccato non solo attraverso
lo svolgimento del tema psicologico ed etico, ma anche attraverso riferimenti a questioni
matematiche oggetto d’interesse per entrambe le parti, fermo restando che il fulcro del dialogo nel
suo complesso, ed il passo 107 c – 115 a, non è da ricercarsi in questa tematica, alla quale spetta un
compito ausiliare, di sostegno e di mediazione. Sul tema del “soccorso” al logos, cfr. T. A. Szlezák,
1988 [1985], 299 – 333 e Szlezák, 1991, 85 ss.
581
ALESSIA FERRARI
Bibliografia
582
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583
LA IMAGEN DEL REY MINOS EN EL PENSAMIENTO PLATÓNICO
2Souilhé 1962, V-VIII, fue el que dividió las obras de Platón de cuya autoría se duda en apócrifas
y dudosas.
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LA IMAGEN DEL REY MINOS EN EL PENSAMIENTO PLATÓNICO
3 Od. 11.568-571.
4 Il. 13.449-450, 14.322; Od. 11.568, 19.178-179.
5 Albinus 2000, 67 ss.
8 Como una suerte de juge de paix, en palabras de Buffière 1973, 400. De esta manera se podría
entender la expresión «δίκας εἴροντο ἄνακτα», como hace notar Albinus 2000, 77.
9 Nilsson 1967, 454 (cit. en Heubeck-Hoekstra 1992, 111). Así también la sombra de Orión se
dedicaba a cazar en el Hades tal y como lo había hecho en vida (Heubeck-Hoekstra ibid).
587
NURIA POMBO GALLEGO
13 Grg. 523b.
14 Bernabé 2011, 160, 185-186. Sí aparece el juicio de almas, sin embargo, en Píndaro (cit. en
16 Grg. 523e-524a.
588
LA IMAGEN DEL REY MINOS EN EL PENSAMIENTO PLATÓNICO
les une Triptólemo. Y éstos son los que menciona por su nombre, ya que también
son jueces «ἄλλοι ὅσοι τῶν ἡμιθέων δίκαιοι ἐγένοντο ἐν τῷ ἑαυτῶν βίῳ»17.
A pesar de esto, y sin contradecirse a sí mismo, Platón siempre reconoció en
Minos la preeminencia en este consejo infernal, siguiendo la tradición homérica.
Así lo demuestran tanto el voto de calidad mencionado como el hecho de que
solamente el rey Minos llevaba el cetro de oro, símbolo de su poder real18.
Por tanto, partiendo de la imagen de Minos en el Hades visto en Homero,
Platón lo transforma en uno de los jueces infernales que a partir de entonces
presidirán todas las visiones del Hades y del juicio de las almas19.
17 Ap. 41a. Esto parece confirmar el concepto de iteración: los jueces debían ser semidioses que
habían llevado una vida justa cuando estaban vivos. Cf. Bernabé 2011, 160, n. 15 y 185, n. 94, quien
no parece apreciar las cuatro conjunciones copulativas que unen en la misma categoría («ἀληθῶς
δικαστάς») a los cinco elementos. Por esta razón, no comparto la opinión de Santamaría Álvarez ni
la suya al dudar de su carácter de jueces de almas.
18 Así en Min. 319d; en Grg. 526c-d, el resto de jueces llevaba únicamente una vara («ῥάβδον»).
19 Por poner sólo un ejemplo, así aparece en Dante Alighieri, Divina Comedia 5.4.
21 En D.S. 4.61.3 y Plu. Thes. 15.1 el tributo era cada 9 años; resulta difícil resistirse a ponerlo en
relación con la interpretación que Platón y Éforo hacen de Od. 19.178-180: ver infra n. 73 y 85.
589
NURIA POMBO GALLEGO
22 Od. 11.321-325. Wilamowitz-Moellendorff 1884, 149, considera que se trata de una interpolación
de época clásica (cit. en Heubeck-Hoekstra 1992, 97); en este pasaje también se califica a Minos
como «ὀλοόφρονος», un adjetivo negativo que podría corroborar esta opinión, al coincidir con las
palabras de Platón sobre la relación entre Minos y la tragedia: ver infra n. 32.
23 Abandono de Ariadna por Egle: cita a Hesíodo Héreas de Mégara (en Plu. Thes. 20), y Ath. XIII,
26 B. ditirambo 17.
27 Isoc. 10.27-29.
28 Fed. 58a.
30 Esta es una de las obras que aun apareciendo en los catálogos antiguos, suscita dudas sobre su
autenticidad. Puede verse una bibliografía sobre ello en Petrelli 1981, nota 2, y Lewis 2006, notas 2 y
3. Por las similitudes con Leyes, probablemente sea también un diálogo tardío; si no es de Platón,
Souilhé (1962, 85) opina que es de un miembro de la Academia, próximo a su pensamiento, y
escrito a finales del siglo IV a.C.
31 Min. 319b-320d.
590
LA IMAGEN DEL REY MINOS EN EL PENSAMIENTO PLATÓNICO
Esta actitud defensora de Platón estaba motivada por las calumnias hacia
Minos vertidas por la tragedia ateniense, que le representaban en sus obras como
«ἄγριόν (…) καὶ χαλεπὸν καὶ ἄδικον»32. Sócrates, hablando con su interlocutor
en el diálogo, las calificaba como «ἀττικόν λέγεις μῦθον καὶ τραγικόν»33. La
razón de este ataque no era otro que la venganza: los poetas difamaban al rey
cretense por la humillación sufrida al verse derrotados en la guerra y obligados a
pagar un oneroso tributo34.
No era la primera vez que según Platón la tragedia y los poetas extendían
historias falsas y vergonzosas sobre los héroes. También lo habían hecho sobre
Teseo, el héroe nacional ateniense, al involucrarle en el rapto de Helena35. Es por
eso por lo que no tiene a la poesía imitativa en demasiada estima, y terminará
desterrando de su polis ideal a todos los poetas, incluido a Homero, a quien sin
embargo no deja de alabar y considerar el primero de entre ellos36.
Sin embargo, en sus críticas a la tragedia por su hostilidad manifiesta hacia
Minos, Platón no entra en demasiados detalles sobre cómo se manifestó
poéticamente esta venganza. Me refiero a de qué manera concreta modificó la
tragedia la personalidad de Minos o qué brutalidad específica se le atribuyó para
convertirlo en un tirano cruel y malvado. Y como tampoco han llegado hasta
nosotros suficientes ejemplos del género trágico, no podemos valorar
suficientemente las palabras de Platón. Sin embargo, pueden resultar de ayuda
testimonios posteriores. Estrabón, geógrafo del siglo I a.C., nos dice que el Minos
tiránico y violento lo presentaban las tragedias que trataban del Laberinto y el
Minotauro, y los relatos de Teseo y Dédalo37. Plutarco, historiador del siglo
siguiente, aclara que lo que los trágicos le imputaban a Minos era la muerte de
los rehenes en el Laberinto, bien porque eran devorados por el Minotauro, bien
porque no encontraban la salida, citando unos versos de una tragedia de
Eurípides sin identificar38.
La existencia de estas dos corrientes de opinión distintas sobre el rey Minos
inició una discusión sobre el carácter del rey cretense y su verdadera
personalidad en el asunto del Minotauro que siguió tras la época de Platón.
Algunos autores se manifestaron claramente en contra de la opinión de los
trágicos sobre Minos. Por ejemplo, Aristóteles afirmaba que los jóvenes rehenes
eran llevados a Creta contra su voluntad, y que allí terminaban sus días, pero no
35 R. 391c-d.
36 R. 595b-c, 606e-607a.
37 Str. 10.4.8.
591
NURIA POMBO GALLEGO
se les hacía ningún mal, aunque no dejaba claro si se les liberaba, con la sola
condición de no abandonar la isla, o se les esclavizaba39. Por su parte, el
atidógrafo Filócoro de Atenas compartía la opinión de los cretenses, que
aseguraban que aun cuando el Laberinto fuera una prisión, su único cometido
era la de custodiar a los prisioneros hasta la resolución de unos concursos
gimnásticos de los que ellos eran el premio entregado a los vencedores40.
Pero no todos los autores resolvieron el problema de estas tradiciones
divergentes matizándolas o rechazando una a favor de la otra, sino que
ofrecieron soluciones distintas. En el siglo I a.C., Diodoro Sículo no se inclina por
ninguna de las dos versiones sino que acepta ambas como verdaderas y explica la
discrepancia argumentando que en realidad los hechos que se achacan al rey
Minos pertenecen a dos personajes distintos, por lo que la contradicción no
existe. Afirmaba que Minos era un nombre dinástico que habían compartido dos
reyes de Creta: el primero era el hijo de Zeus, benévolo y justo, del que hablaba la
tradición épica; el segundo era nieto del anterior, el que había derrotado a Atenas
y exigido el tributo, y al que atacaban por tanto los poetas trágicos41. Su
contemporáneo Estrabón, ante las versiones contrapuestas, expresa sus dudas
respecto a cuál de ellas era la verdadera («ταῦτα μὲν οὖν ὁποτέρως ἔχει
χαλεπὸν εἰπεῖν»)42.
Plutarco ofrece una compilación de lo ofrecido hasta ahora: por una parte
reconoce la doble tradición, la elogiosa de la épica, y la abiertamente hostil de la
tragedia. Su fuente es claramente el Minos de Platón, del que utiliza idénticas
citas de Homero y Hesíodo, y al que parafrasea en sus argumentos43. Como
Sócrates, considera que Minos es objeto de un «τραγικώτατος μῦθος»44. Pero
más adelante ofrece otra solución, apuntada por escritores naxios, que hablaban
no solamente de dos Minos, como había hecho Diodoro, sino también de dos
Ariadnas, puesto que también sobre ella circulaban diferentes historias sobre su
abandono en la isla de Naxos45.
La investigación histórica moderna ha intentado explicar estos pareceres
contrarios respecto a Minos mediante la hipótesis de que su nombre en realidad
no corresponde a ningún individuo o individuos en particular, sino que se trata
del nombre específico que recibían los reyes cretenses. Un titulo real, análogo al
39 Cit. en Plu. Thes. 16.2; la referencia estaba entresacada de la Constitución de los Botieos, hoy
perdida.
40 Cit. en Plu. Thes. 16.1; Jacoby 1949, 138.
42 Str. 10.4.9.
592
LA IMAGEN DEL REY MINOS EN EL PENSAMIENTO PLATÓNICO
50 Hdt. 3.122.2.
593
NURIA POMBO GALLEGO
52 Nuevamente son mencionados los carios. Willetts 1977, 110 opina que hay una contradicción a
propósito de los carios entre Heródoto y Tucídides.
53 Th. 1.4, 1.8.1-3.
55 Lg. 706a-b.
56 Ver supra n. 32: como hemos señalado, estos detalles pudieron ser los que inventó la tragedia
594
LA IMAGEN DEL REY MINOS EN EL PENSAMIENTO PLATÓNICO
El último aspecto del Minos platónico es su asociación con las leyes. En sus
escritos, Platón convierte al rey Minos en un legislador inspirado por la
divinidad, y en un pionero en el ordenamiento de la sociedad y la vida en
comunidad.
Gran parte del interés por las constituciones políticas y las legislaciones que
se manifestaba en la época anterior a Platón se centraba en la similitud entre las
leyes de Creta y Lacedemonia. No resulta extraño, puesto que no hay que olvidar
que ambos territorios tenían un origen común, al haber sido colonizado ambos
por poblaciones dorias. En alguna ocasión Creta parecía tener cierta ventaja,
como cuando Heródoto afirmaba, al hablar del origen de las leyes que Licurgo
había establecido en Esparta, que los propios lacedemonios aseguraban que las
había traído consigo cuando vino de Creta62.
Platón recoge el tópico de la semejanza de las leyes cretense y lacedemonia y
de su comunidad de origen. Según el filósofo, ambas legislaciones son propias
del sistema timocrático, la forma de gobierno más cercana a su ideal63. Pronto
aparecen personificadas en sus dos reyes míticos, a quienes se atribuía su origen:
Licurgo en el caso de Esparta y Minos en el de Creta64. Sin embargo, Platón las
hace remontar en último término a los dioses, puesto que los reyes habían
recibido sus leyes de Apolo y Zeus, respectivamente65.
Dentro de este binomio, Platón concentra su interés en Creta y su rey, y para
él la superioridad de las leyes cretenses sobre las lacedemonias es la norma.
Vuelve a poner sobre la mesa el origen cretense de las leyes de Licurgo66, así
Pitia, opinión que comparte X. Lac. 8.5; Arist. Pol. 1271b se inclina por el origen cretense, e Isoc.
12.152-153 asegura que las tomó de Atenas.
63 R. 544c.
595
NURIA POMBO GALLEGO
67 R. 452c-d; para Tucídides, al contrario, los primeros en hacerlo habían sido los lacedemonios
(Th. 1.5).
68 Min. 320b.
69 Ver n. 30. Strauss 1968, 65, opina que el Minos era una especie de proemio a Leyes. Es de
destacar que Estrabón no menciona el Minos al hablar de la magnífica legislación existente en Creta,
tan sólo menciona Leyes (Str. 10.4.9).
70 Lewis 2006; Strauss 1968.
72 Min. 319e.
596
LA IMAGEN DEL REY MINOS EN EL PENSAMIENTO PLATÓNICO
en su cueva sagrada, y que de sus conversaciones nacían las leyes que el rey
entregaba luego a su pueblo73. El filósofo no sólo lo afirma con palabras en el
Minos, sino que también lo corrobora con hechos, ya que hace que los tres
participantes de Leyes (el cretense Clinias, el lacedemonio Megilo y un ateniense
innominado), se dirijan desde Cnosos hasta la cueva y el templo de Zeus,
simulando así el viaje que periódicamente hacía Minos para reunirse con Zeus,
mientras discuten y teorizan sobre la organización política y social74.
73 Min. 319c.
74 Lg. 625b; según Bury 2004, 5, n. 1, es la cueva de Dicte en el monte Ida.
75 Ver supra n. 31.
80 Plt. 305b.
81 Min. 320b-c.
82 Min. 319d.
597
NURIA POMBO GALLEGO
este respecto, Daniélou 2002 [1961], 98-99, cita el ejemplo de Clemente de Alejandría (med. s. II
d.C.- ca. 215 d.C.).
598
LA IMAGEN DEL REY MINOS EN EL PENSAMIENTO PLATÓNICO
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***
600
SOBRE EL EIKOS COMO PISTIS TÉCNICA EN LA RETÓRICA A
ALEJANDRO
1. Introducción
1 Esta es una cuestión disputada: Fuhrmann (1966) y Márquez Guerrero (2005), cuya traducción
liderada por Timoleón al fin de liberar a los siracusanos de la agresión de los cartagineses
mencionada en Rh. Al. 1429b6-22; y como terminus ante quem el Papyrus Hibeh 26, no posterior al 300
a.C. La inclinación por una fecha cercana al terminus a quo (340), la justifica Chiron (2011, 240)
aduciendo la improbabilidad de una fecha ulterior a 338, dado que, a excepción de la carta prefacio
apócrifa, no hay mención ni indicio alguno que haga pensar que el tratado fuese escrito en periodo
monárquico. Vid. también Blass 1892, 391.
3 Las tesis sobre qué partes de la Retórica pertenecen a uno u otro periodo varían. Para una
105-106) ha subrayado el uso de expresiones como ὅθεν, πόθεν, ἐκ+gen., con las que se hace
alusión sistemáticamente a los lugares a partir de los cuales se pueden componer los diferentes
argumentos; y, también las expresiones εὐπορεῖν y πολλὰ λαμβάνειν que demuestran la voluntad
metódica de su autor y su posible pertenencia al área de influencia aristotélica. Asimismo, el propio
FRANCISCO DAVID CORRALES CORDÓN
Chiron (2011, 247-62) ha establecido un método para llevar a cabo la investigación relativa a la
influencia entre ambos tratados, llevándolo a continuación a la práctica y marcando el camino para
buena parte de las contribuciones al numero monográfico de Rhetorica especialmente dedicado a la
Retórica a Alejandro: cfr. Kraus (2011, 263-279), dedicada a la comparación de la doctrina de las
pisteis entechnoi, y la de Piazza (2011, 305-318) que hace lo propio con las doctrinas del entimema y
el ejemplo)
5 Cfr. Chiron 1998, 356; 2002, IX; Goebel 1989; Braet 1996, 348.
6 Cfr. Oates 1963, 335; Hill 1981; Sprute 1991, 288 ss.; 1994, 117-128; Braet 1996.
602
SOBRE EL EIKOS COMO PISTIS TÉCNICA EN LA RETÓRICA A ALEJANDRO
7 Cfr. Calboli Montefusco 2007, 108: "Neither of them (scil. Goebel y Chiron), however, has called
enough attention to the fact that the hearers share what the speaker says only because it is what
happens frequently. In other words, the probability of the εἰκός is rooted here (scil. in the Rhetorica
ad Alexandrum), as it is in Aristotle, on objective facts."
8 Cfr. Calboli Montefusco 2007, 111 y n.25.
9 Hoffman (2008, 3 ss.) advierte de que, durante el siglo V, el concepto de eikos, es ajeno al
podemos señalar diferencias relativas al eikos en uno y otro tratado, es decir, considerando que la
doctrina del eikos queda comprendida en la teoría del silogismo retórico, mientras en la Retórica a
Alejandro la teoría del silogismo está ausente. Sobre la diferencia lógica fundamental entre los
recursos argumentativos de ambos tratados ha sido explícitamente abordada en lo que hace al
entimema y el ejemplo, vid. Piazza (2011, 305-318).
603
FRANCISCO DAVID CORRALES CORDÓN
11 Cfr. Arist. Rh. 1357 a 27-32: φανερὸν ὅτι ἐξ ὧν τὰ ἐνθυμήματα λέγεται, τὰ μὲν ἀναγκαῖα
13 Cfr. Arist. APr. II, 27, 70 a 3-4: τὸ μὲν εἰκός ἐστι πρότασις ἔνδοξος· ὃ γὰρ ὡς ἐπὶ τὸ πολὺ
ἴσασιν οὕτω γινόμενον ἢ μὴ γινόμενον ἢ ὂν ἢ μὴ ὂν, τοῦτ' ἐστὶν εἰκός, οἷον τὸ μισεῖν τοὺς
φθονοῦντας ἢ τὸ φιλεῖν τοὺς ἐρωμένους. «Lo probable es una premisa comúnmente aceptada,
pues lo que la mayoría de las veces se sabe que ha sido de este modo o no, o que es o no es, eso es
lo probable, como odiar a los envidiosos o querer a los amados.» (texto Ross; trad. Candel
modificada)
14 Cfr. Arist. Top. 100b 21-23: «que parecen bien a todos, o a la mayoría, o a los más sabios, y, entre
estos últimos, a todos, o al amayoría, o a los más conocidos y reputados.» (trad. Candel)
15 Véase a propósito de este rasgo esencial de lo endoxon Brunschwig (1967, 113-114), Candel
(1982, 89 y n. 3 ad Top. 100 a 20), o Madden (1957, 168) quien descartaba tratar el concepto de
probabilidad aristotélico en sentido cuantitativo moderno, así como Warnick (1989), y más
recientemente los estudios a mencionados de Piazza (2000, 120-21) y Hoffman (2008, 1-29).
16 Cfr. Arist. APr. II 27, 70 a 7-9: οὗ γὰρ ὄντος ἔστιν ἢ οὗ γέγομένου πρότερον ἢ ὕστερον
γέγονε τὸ πρᾶγμα, τοῦτο σημεῖόν ἐστι τοῦ γεγονέναι ἢ εἶναι «en efecto, si al existir <algo>, existe
una cosa, o, al producirse <algo>, antes o después se ha producido la cosa, aquello es signo de que
se ha producido o de que existe <dicha cosa>» (texto Ross; trad. Candel); cfr. también Racionero
1990, n.59 ad 1357 b 1 ss.
604
SOBRE EL EIKOS COMO PISTIS TÉCNICA EN LA RETÓRICA A ALEJANDRO
17 Cfr. Arist. Rh. I, 3, 1358b1-4. El auditorio es el fin porque es el que ha de juzgar. El auditorio y el
juicio se ponen, de este modo, como reglas determinantes del discurso retórico (cfr. 1355a21-23;
1377b212-5ss.; 1391b8ss.). Coherentemente con ello, en relación a las distintas clases de auditorio, a
su vez determinada por el tiempo de eso que han de juzgar, se ordenan los tres géneros oratorios: el
que juzga a propósito del futuro, de lo que se habrá de hacer o no, delimita el ámbito de los
discursos deliberativos; el que juzga de las acciones pasadas, delimita el de lo judicial; el que hace
lo propio a propósito de lo presente, de la propia exposición y de la capacidad del orador, el de lo
epidíctico. Ahora bien, el juicio depende de las creencias del auditorio, de ahí que en Rh. 1356b26-
34, Aristóteles arguya, en aras de la universalidad de la retórica como arte, que ésta no estudiará lo
que es endoxon para tal o cual individuo, como Sócrates o Hipias (οὐδὲ ῥητορικὴ τὸ καθ' ἕκαστον
ἔνδοξον θεωρήσει, οἷον Σωκράτει ἢ Ἱππίᾳ), sino, al igual que la dialéctica, lo que es endoxon para
los que son de tal clase (ἀλλὰ τὸ τοιοῖσδε, καθάπερ καὶ ἡ δαλεκτική). Finalmente, es también
consistente con lo dicho hasta aquí, no sólo que a esas modalidades de juez correspondan distintos
endoxa, sino también que también se distingan endoxa que creen subclases dentro de los distintos
tipos de auditorio establecidos. Quizá el capítulo de la Retórica más significativo a este respecto sea
Rh. I, 8 en el que Aristóteles apunta a los distintos caracteres de los ciudadanos en función del
régimen político en el que han sido educados, recogiendo los endoxa propios de esos caracteres
distintos. En tal capítulo, parece implícita la idea de que los mismos hechos o fenómenos son
percibidos e interpretados de modo diferente por gentes educadas de distinto modo, de ahí que
premisas que son probables en un contexto oratorio no lo sean en otro, y de ahí que el orador en
cuestión haya de escoger las probabilidades que articularán su discurso a partir de las que sabe que
son las creencias de su auditorio.
605
FRANCISCO DAVID CORRALES CORDÓN
18 Cfr. Rh. Al. 1431a26: τοῦ μὲν εἰκότος ἔχουσιν αὐτοὶ οἱ ἀκούοντες ἔννοιαν. Citamos de la
edición de Fuhrmann (1966).
19 Sobre el modo en que las distintas pisteis entechnoi se relacionan sistemáticamente entre sí en la
Retórica a Alejandro, vid. Chiron 2002, 99; Kraus 2011, 269 ss.
20 Cfr. Rh. Al. 1429a24-25.
606
SOBRE EL EIKOS COMO PISTIS TÉCNICA EN LA RETÓRICA A ALEJANDRO
24 En su traducción castellana, Márquez Guerrero (2005, 236) vierte la expresión kata logon en «de
acuerdo con lo racional». Entiendo que esta traducción no acaba de expresar el matiz subjetivo que
el contexto sugiere para tal expresión pues lo que es una creencia común puede ser perfectamente
irracional.
607
FRANCISCO DAVID CORRALES CORDÓN
4. Conclusiones
608
SOBRE EL EIKOS COMO PISTIS TÉCNICA EN LA RETÓRICA A ALEJANDRO
pasa por la reivindicación del fundamento objetivo del discurso probable en este
tratado, intentando poner de ese modo en cuarentena las tesis de Goebel y
Chiron y, como consecuencia de ello, las tesis sobre la atribución del tratado.
De acuerdo con Calboli, los textos muestran que, si bien en su formulación
ofrecen diferencias, la doctrina aristotélica del eikos y la que encontramos en la
Retórica a Alejandro comparten sus características generales; pero, además, los
textos también demuestran que sus semejanzas se explican fundamentalmente a
través del reconocimiento prioritario de la naturaleza endoxal del eikos y no de la
idea de frecuencia objetiva. Bien es cierto que la capacidad de adhesión de un
discurso dado, su credibilidad, no deja de estar relacionada con eso que
llamaríamos frecuencia de un hecho, pues, como se ha visto, tanto en la Retórica
de Aristóteles como en la Retórica a Alejandro suele ser válida la coincidencia entre
lo que se da ὡς ἐπὶ τὸ πολύ y las opiniones normalmente aceptadas sobre los
hechos que se presentan como tales; pero, esa coincidencia no ha de impedir ver
que las premisas que en cada caso un orador elegirá para articular sus
argumentos serán prioritariamente seleccionadas no en virtud de la frecuencia
del hecho del que se habla, sino de la aceptabilidad (en el caso de, permítaseme la
expresión, las argumentaciones katadójicas) o inaceptabilidad (en el caso de las
argumentaciones paradójicas) de las premisas que expresan ese hecho como
frecuente por parte del auditorio.
Esta semejanza puede interpretarse bien como producto de la pertenencia de
ambos textos a la misma tradición (en la que se insertaría también un hipotético
modelo común para ambos tratados), bien como influencia de un texto sobre
otro. Dado que la doctrina de lo endoxon está ya presente en los Tópicos y en las
partes de la Retórica pertenecientes a la primera estancia de Aristóteles en Atenas,
cabe defender a partir de lo expuesto hasta aquí, una influencia de la doctrina
aristotélica sobre la de la Retórica a Alejandro en cuanto a su impostación de la
doctrina del discurso probable. Se trata de una influencia de carácter filosófico-
dialéctico sobre la Retórica a Alejandro que permiten acentuar otras coincidencias,
como es el predominio que en ésta se da de la argumentación a partir de
contrarios25. Sin duda, sobre estos rasgos de identidad de la Retórica a Alejandro,
que merecen ser objeto de estudio pormenorizado, volveremos en otra ocasión.
609
FRANCISCO DAVID CORRALES CORDÓN
Bibliografía
610
SOBRE EL EIKOS COMO PISTIS TÉCNICA EN LA RETÓRICA A ALEJANDRO
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611
ARISTÓTELES Y LA RELIGIÓN DE ALEJANDRO
1 Ver Plu. Alex. VII-VIII, seguramente a través de la obra de Onesícrito. Acerca de este autor, ver
Pédech 1984, pp. 71-157, esp. pp. 81-85, sobre la importancia de sus informaciones acerca de la
infancia y la educación de Alejandro, y su reflejo en la vida de Plutarco.
IRENE PAJÓN LEYRA
Arr. An. III.7.6: Ἐνταῦθα ἀναπαύει τὸν στρατόν· καὶ τῆς σελήνης τὸ
πολὺ ἐκλιπὲς ἐγένετο· καὶ Ἀλέξανδρος ἔθυε τῇ τε σελήνῃ καὶ τῷ ἡλίῳ
καὶ τῇ γῇ, ὅτων τὸ ἔργον τοῦτο λόγος εἶναι κατέχει. καὶ ἐδόκει
Ἀριστάνδρῳ πρὸς Μακεδόνων καὶ Ἀλεξάνδρου εἶναι τῆς σελήνης τὸ
πάθημα καὶ ἐκείνου τοῦ μηνὸς ἔσεσθαι ἡ μάχη, καὶ ἐκ τῶν ἱερῶν
νίκην σημαίνεσθαι Ἀλεξάνδρῳ.
Entonces detiene el ejército. Y sucedió un eclipse casi total de luna; y
Alejandro hizo un sacrificio en honor de la luna, del sol y de la tierra,
puesto que entiende que es por obra de estos como se explica el
fenómeno. Y a Aristandro le pareció que la perturbación de la luna
hablaba a favor de los macedonios y de Alejandro, que la batalla tendría
lugar en ese mes y que los sacrificios indicaban una victoria para
Alejandro2.
2 Los astrónomos consideran que seguramente el texto se refiera al eclipse de luna que tuvo lugar
hacia mediados de septiembre del año 331 a. C.
3 Arr. An. III.15.7: Τοῦτο <τὸ> τέλος τῇ μάχῃ ταύτῃ ἐγένετο ἐπὶ ἄρχοντος Ἀθηναίοις
614
ARISTÓTELES Y LA RELIGIÓN DE ALEJANDRO
Filipo V recogido por Polibio6, en el que estas mismas tres deidades se traen a
colación como testigos del pacto que se firma. La interpretación de que la tríada
sol-luna-tierra pudiera recibir culto de modo regular en el ambiente macedonio,
con todo, no excluye que el texto de Arriano pueda interpretarse de otro modo:
ante un fenómeno astronómico, como un eclipse, la idea de celebrar un sacrificio
en honor de elementos celestes como el sol o la luna no parece sorprendente. Sin
embargo, la necesidad de sacrificar también en honor de la tierra por
considerarla parte fundamental del suceso no parece producto de la observación
inmediata, sino que resulta más acorde con una aproximación científica al
fenómeno.
Plutarco da una versión distinta de los hechos, en tanto que presenta al rey
macedonio ofreciendo sacrificios al Miedo en compañía del adivino Aristandro,
frente a su tienda, sin ofrecer justificación alguna de esta conducta ni referirse a
la manera como Alejandro interpretaba lo sucedido.7 Quinto Curcio, a su vez, sí
se refiere en su relato a la desaparición del astro como un hecho que se presta a
dos interpretaciones distintas, una científica y otra que corresponde al terreno de
la religión, o de la superstición. Pero no atribuye la conciencia del mecanismo del
fenómeno astronómico a Alejandro, sino a los «adivinos egipcios»8 responsables
de la interpretación del suceso, a quienes mueve la intención de manipular al
pueblo llano al presentar como la manifestación de la voluntad divina lo que no
es más que un hecho natural que obedece a leyes mecánicas.9
6 Plb. VII.9.2: ᾿Εναντίον Διὸς καὶ ῞Ηρας καὶ ᾿Απόλλωνος, ἐναντίον δαίμονος Καρχηδονίων
καὶ῾Ηρακλέους καὶ ᾿Ιολάου, ἐναντίον ῎Αρεως, Τρίτωνος, Ποσειδῶνος, ἐναντίον θεῶν τῶν
συστρατευομένων καὶ ῾Ηλίου καὶ Σελήνης καὶ Γῆς, ἐναντίον ποταμῶν καὶ λιμένων καὶ
ὑδάτων: «En presencia de Zeus, de Hera y de Apolo, en presencia de la divinidad de los
cartagineses, y de Heralces y Yolao, en presencia de Ares, de Tritón y de Posidón, en presencia de
los dioses que luchan de nuestro lado, y del Sol, de la Luna y de la Tierra, en presencia de los ríos,
los lagos y las aguas.»
7 Plu. Alex. XXXI.8-9: Ἡ μὲν οὖν σελήνη τοῦ Βοηδρομιῶνος περὶ τὴν τῶν μυστηρίων τῶν
Ἀθήνησιν ἀρχήν, ἑνδεκάτῃ δ’ ἀπὸ τῆς ἐκλείψεως νυκτὶ τῶν στρατοπέδων <ἀλλήλων> ἐν ὄψει
γεγονότων, Δαρεῖος μὲν <ἐν> ὅπλοις συνεῖχε τὴν δύναμιν, ὑπὸ λαμπάδων ἐπιπορευόμενος τὰς
τάξεις· Ἀλέξανδρος δὲ τῶν Μακεδόνων ἀναπαυομένων αὐτὸς πρὸ τῆς σκηνῆς μετὰ τοῦ
μάντεως Ἀριστάνδρου διέτριβεν, ἱερουργίας τινὰς ἀπορρήτους ἱερουργούμενος καὶ τῷ Φόβῳ
σφαγιαζόμενος.
8 Sin embargo, acerca de la historicidad de Aristandro, ver Nice 2005.
9 Biduo ibi stativa rex habuit; in proximum deinde pronuntiari <iter> iussit. Sed prima fere vigilia
luna deficiens primum nitorem sideris sui condidit, deinde sanguinis colore suffuso lumen omne
foedavit, sollicitisque sub ipsum tanti discriminis casum ingens religio et ex ea formido quaedam
incussa est. Dis invitis in ultimas terras trahi se querebantur: iam nec flumina posse adiri nec sidera
pristinum servare fulgorem, vastas terras, deserta omnia occurrere; in unius hominis iactationem
tot milium sanguinem impendi, fastidio esse patriam, abdicari Philippum patrem, caelum vanis
cogitationibus petere. Iam prope seditionem res erat, cum ad omnia interritus duces principesque
militum frequentes adesse praetorio iubet Aegyptiosque vates, quos caeli ac siderum peritissimos
esse credebat, quid sentirent expromere iubet. At illi, qui satis scirent temporum orbes implere
destinatas vices lunamque deficere, cum aut terram subiret aut sole premeretur, rationem quidem
615
IRENE PAJÓN LEYRA
Tanto el texto de Arriano como el de Quinto Curcio recogen un claro eco del
relato de Heródoto del eclipse de sol que pronostica la suerte del ejército de Jerjes
en el libro séptimo de las Historias.10 En este caso, los magos que asisten al rey
pronostican una victoria para él, dado que las perturbaciones del sol indican la
suerte de los griegos, mientras que la de los persas corresponde a los fenómenos
que afectan a la luna. Confiado en el vaticinio, Jerjes se lanza a la batalla, de la
que sale derrotado. El texto de Arriano, así, parece recoger la narración de
Heródoto, y continuar su sentido: el astro que vaticina el futuro de los persas, la
luna, pierde su brillo, lo que pronostica la victoria de los griegos sobre las fuerzas
de Darío, al igual que los magos de Jerjes entendían la pérdida de la luz solar
como el símbolo de una derrota de los griegos. En ambos relatos, sin embargo, la
narración puede estar revelando un uso literario del conocimiento científico de la
época acerca de los eclipses: el propio Heródoto nos habla de la labor de Tales de
Mileto11 y de su exactitud a la hora de predecir estos fenómenos. Quizá, pues, al
atribuir a los magos persas la mencionada interpretación del eclipse solar, el
historiador esté, de algún modo, reflejando su conciencia de que es la luna, el
astro de los persas, la causa de la desaparición del astro de los griegos: el sol.
En este sentido, el relato de Arriano va un paso más allá, al atribuir
explícitamente a Alejandro una conciencia de la intervención de la luna, el sol y
la tierra en el fenómeno acaecido. Pero esta conciencia se traduce en una reacción
en términos religiosos: un sacrificio de agradecimiento por el favor que le
demuestran los dioses.
El segundo texto a comentar corresponde al relato del paso del mar Panfilio12:
αὐτὸς δὲ παρὰ τὴν θάλασσαν διὰ τοῦ αἰγιαλοῦ ἦγε τοὺς ἀμφ' αὑτόν.
ἔστι δὲ ταύτῃ ἡ ὁδὸς οὐκ ἄλλως ὅτι μὴ τῶν ἀπ' ἄρκτου ἀνέμων
πνεόντων· εἰ δὲ νότοι κατέχοιεν, ἀπόρως ἔχει διὰ τοῦ αἰγιαλοῦ
ὁδοιπορεῖν. τῷ δὲ ἐκ νότων σκληροὶ βορραῖ ἐπιπνεύσαντες, οὐκ ἄνευ
ipsis perceptam non edocent vulgus; ceterum adfirmant solem Graecorum, lunam esse Persarum,
quotiensque illa deficiat, ruinam stragemque illis gentibus portendi, veteraque exempla percensent
Persidis regum, quos adversis dis pugnasse lunae ostendisset defectio. Nulla res multitudinem
efficacius regit quam superstitio: alioqui impotens, saeva, mutabilis, ubi vana religione capta est,
melius vatibus quam ducibus suis paret. Igitur edita in vulgus Aegyptiorum responsa rursus ad
spem et fiduciam erexere torpentes.
10 Hdt. VII.37: Ὁρμημένῳ δέ οἱ ὁ ἥλιος ἐκλιπὼν τὴν ἐκ τοῦ οὐρανοῦ ἕδρην ἀφανὴς ἦν οὔτ'
ἐπινεφέλων ἐόντων αἰθρίης τε τὰ μάλιστα, ἀντὶ ἡμέρης τε νὺξ ἐγένετο. Ἰδόντι δὲ καὶ μαθόντι
τοῦτο τῷ Ξέρξῃ ἐπιμελὲς ἐγένετο, καὶ εἴρετο τοὺς μάγους τί θέλει προφαίνειν τὸ φάσμα. Οἱ δὲ
ἔφασαν ὡς Ἕλλησι προδεικνύει ὁ θεὸς ἔκλειψιν τῶν πολίων, λέγοντες ἥλιον εἶναι Ἑλλήνων
προδέκτορα, σελήνην δὲ σφέων. Ταῦτα πυθόμενος ὁ Ξέρξης περιχαρὴς ἐὼν ἐποιέετο τὴν
ἔλασιν.
11 Hdt. I.74. Cfr. Hdt. I.103.
12 Arr. I.26.1-2.
616
ARISTÓTELES Y LA RELIGIÓN DE ALEJANDRO
No tan fácil y rápido parece haber sido el camino en la versión de los hechos
que Estrabón dibuja13:
Los investigadores señalan las profundas diferencias entre uno y otro texto:
frente a la fácil marcha que presenta Arriano, gracias a la intervención divina que
hace soplar el viento del norte, Estrabón recoge una historia en la que la
impaciencia del rey hace que sus tropas tengan que avanzar atravesando el
agua, sin que aparezca en ningún caso una fuerza sobrenatural como causa de los
617
IRENE PAJÓN LEYRA
hechos14. Pero ambos textos, pese a sus diferencias, comparten el hecho de que
parecen describir un fenómeno relacionado con los movimientos de marea,
gracias a los cuales el paso se cubre de agua o queda transitable, al retirarse el
mar. En el caso de Estrabón, esta referencia a las mareas es explícita
(πλημμύροντος δὲ τοῦ πελάγους), y el mecanismo descrito (la pleamar se debe
al soplo del viento, mientras que cuando este cesa el mar se retira) recuerda en
gran manera a la forma como, según las fuentes, Aristóteles explicaba los
movimientos marinos15:
Detrás del relato, pues, quizá pueda verse, como telón de fondo, la teoría
aristotélica acerca de las mareas, que las explicaba como consecuencias del soplo
del viento. En la versión del relato que ofrece Arriano, lo sucedido en el paso de
Faselis parece responder al mismo patrón que el eclipse de luna: un fenómeno
natural sorprendente apoya el avance del ejército de Alejandro, y el rey responde
reconociendo unas causas naturales, racionales, de dicho fenómeno pero
tratándolas como el resultado de una intervención divina. En el caso del mar de
Panfilia la relación con la ciencia Aristotélica parece clara. En cuanto al eclipse
del primer texto tratado, sin embargo, esta relación no se muestra con la misma
claridad, ya que el fenómeno había sido objeto de tratamiento por parte de los
griegos, al menos, desde tiempos de Tales. No obstante, son famosas las noticias
sobre de la observación de estos fenómenos por parte de Aristóteles, quien se
14 Bosworth, 1980, ad loc., Zahrnt, 1998, p. 329, Radt, 2009, ad loc. Zahrnt bromea acerca de la
posibilidad de que la fuente del relato de Estrabón sea alguien entre las tropas de Alejandro que
cogió un resfriado por la marcha a través del mar durante el mal tiempo.
15 Stob. I.38.1: Aetii III 17, 1—9 p. 382, 3 Diels. Heraclid. Pont. F. 117 Wehrli. El texto no figura
Mete. 366a 19 ss., si bien en esta ocasión se presenta como ejemplo paralelo al fenómeno que se está
tratando, que no es el de las mareas, sino el de los terremotos.
618
ARISTÓTELES Y LA RELIGIÓN DE ALEJANDRO
viento durante el paso del mar panfilio como la intervención de un dios, y que ello inspirase a
Calístenes en su relato propagandístico, a quien, a partir de Pearson (LHA 37), atribuye el origen
del motivo de la protección divina.
619
IRENE PAJÓN LEYRA
23 Faselis marcaba el límite de los dominios persas establecidos tras las guerras médicas (ver D. S.
entre Alejandro y Aristóteles a raíz de la desgracia de Calístenes, ver Microyannakis 2003. Ver
asimismo Romm 1989, p. 567.
620
ARISTÓTELES Y LA RELIGIÓN DE ALEJANDRO
25 Con todo, ver Bosworth 1980, pp. 165-166, quien supone que el original de Calístenes sí debía
incluir estas menciones.
26 Tal es la hipótesis propuesta por Bosworth 1980, pp. 165 s. Recoge su opinión Zahrnt 1998, p.
329.
27 Acerca de la ausencia de materiales procedentes de Calístenes en el texto de Arriano, ver
Hammond 1992. Sobre el uso de Ptolomeo y Aristobulo, ver Arr. I.1.1-2. Sin embargo, ver
Montgomery 1993, p. 95 sobre la fluidez e intertextualidad entre los diferentes relatos que
conocemos de la campaña de Alejandro.
28 Acerca del carácter tardío de la obra de Aristobulo, y su manejo de los textos de otros
historiadores de Alejandro que redactaron sus textos antes que él, ver Pédech 1984, p. 33.
621
IRENE PAJÓN LEYRA
Bibliografía
- Aubriot, D., 2003: «Quelques observations sur la religion d’Alexandre (par rapport à
la tradition classique) à partir de Plutarque (La vie d’Alexandre) et d’Arrien (L’anabase
d’Alexandre)», Métis 1, 225-249.
- Bosworth, A. B., 1980: A Historical Commentary on Arrian’s History of Alexander. Oxford.
- Bucciantini, V., 2009: «Überlegungen zu den Opfern Alexanders des Grossen auf
seiner Indischen Expedition», Das Altertum 54, 267-282.
- Hammond, N. G. L., 1992: «Arrian's Use of Callisthenes?», Classical Bulletin, 68, 2, pp.
89-90.
- Microyannakis, E., 2003: «Aristotle and Alexander: on the gradual deterioration of
their relationship», en Palagia, O., Tracy, S. V., The Macedonians in Athens, Exeter, 322-
229.
- Montgomery, H., 1993: «The Greek Historians of Alexander as Literature», en Carlsen,
J., et alii, Alexander the Great, Reality and Myth. Roma.
- Nice, A., 2005: «The reputation of the “Mantis” Aristander», Acta Classica 48, 87-102.
- Pédech, P., 1984: Historiens Compagnons d’Alexandre. Callisthene, Onésicrite, Néarque,
Ptolémée, Aristobule. Paris.
- Radt, S., 2009: Strabons Geographika, Band 8, Buch XIV-XVII: Kommentar, Göttingen.
- Romm, J., 1989: «Aristotle’s Elephabnt and the Myth of Alexander’s Scientific
Patronage», The American Journal of Philology 110 (4), 566-575.
- Zahrnt, M., 1998: «Alexander an der Küste Pamphyliens. Zum literarisch-
propagandistischen Umgang mit Naturgewalten», en Olshausen, E., y Sonnabend, H.,
Naturkatastrophen in der antiken Welt, Stuttgarter Kolloquium zur Historischen Geographie
des Altertums, 6, 1996, Geographica Historica 10, Stuttgart.
***
622
LA VINCULACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA EN ARISTOTELES
1. Introducción
624
LA VINCULACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA EN ARISTOTELES
Existen también otras dos obras sobre ética asignadas al autor: la Ética
Eudemiana y la Gran ética o Magna moral1. En la primera, Aristóteles afirma que
todo aquel interesado por las cuestiones políticas debe conocer la naturaleza del
hombre, sus diferentes caracteres y formas de conducta, conocimientos que
corresponden al objeto de estudio de la ética, la que de alguna manera, como el
mismo señaló, <no es más que una parte del saber de la ciencia política> (Arist. EN
1 Es necesario advertir que existe una polémica entre los estudiosos de Aristóteles sobre ésta
última obra respecto a la autenticidad de de haber sido escrita por Aristóteles, en cualquier caso si
no fue él, y quizá un discípulo suyo la obra está en congruencia con las otras dos obras del sabio de
Estagira.
625
OSCAR DIEGO BAUTISTA
es el bien común; el segundo es no ceder ante las pasiones corporales, porque es propio del
movimiento racional e inteligente marcar sus confines y no dejarse vencer por el movimiento
sensorial o impulsivo” (Marco Aurelio, Meditaciones, Libro VII). En esta misma línea Cicerón
decía: “Aquellos hombres que saben de las constituciones políticas y sus cambios no son hombres
sino dioses porque esta materia es divina, es lo máximo a que puede aspirar el ser humano”
(Cicerón, La República).
626
LA VINCULACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA EN ARISTOTELES
627
OSCAR DIEGO BAUTISTA
en nuestro poder ser buenos o malos. (Arist. Gran Ética, Libro I, Cap. XI,
62).
De esta manera, concluye el autor, <Es evidente que es algo voluntario el que
uno siga el camino de la virtud o del vicio.> (Arist. Gran Ética, Libro I, Capítulo
IX, 58).
Por lo anterior, la ética tiene por objeto lograr que el individuo sea consciente
de cada uno de los actos que realiza y en consecuencia obtenga el dominio de sí
mismo para actuar en favor de la comunidad política.
La política tiene varios fines, pero todos se conjugan para generar el fin
supremo o máximo fin. A continuación cito tres fines que señala en sus escritos el
sabio de Estagira:
a) El bien supremo del hombre, en palabras del mismo Aristóteles, el bien
supremo:
628
LA VINCULACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA EN ARISTOTELES
Para cumplir con los fines señalados se requieren personas con capacidad para
saber dirigir un Estado, que cuenten con un perfil específico. Una de las
características de ese perfil es poseer diversas virtudes así como sentido de
justicia. Aristóteles señaló que:
Conviene hacer una pausa para recordar que la ética en su definición hace
referencia al modo de ser o carácter que las personas van forjándose a lo largo de
su vida. Y para lograr el dominio del carácter son necesarias varios elementos,
por un lado, contar con una adecuada formación y, por otro, contar con un guía
moral. Veamos a que se refiere cada uno de éstos.
La formación de la conciencia, previa deliberación y razonamiento,
proporciona madurez de juicio. A su vez, dicha madurez hace que el hombre se
incline por adoptar principios sanos, y éstos serán los parámetros alrededor de
los cuales girarán sus actos, serán los guias de su comportamiento.Quienes
poseen sanos principios no roban, no mienten, no envidian, no son soberbios ni
egoístas, por el contrario ayudan, enseñan, son verídicos, humildes en su trato,
responsables en sus tareas, resuelven problemas y dan resultados en sus trabajos.
Ningún ser humano que ha llegado a un grado de conciencia realizará actos viles.
De cometer alguna fechoría o prestarse a realizar alguna acción indebida será
porque no ha logrado alcanzar un nivel de dominio sobre sí mismo.
En relación al guía moral, el estagirita escribió:
4En la antigüedad existía la figura del Retor. Este personaje tenía entre sus funciones enseñar
Retórica pero acompañada de un conjunto de cualidades referidas a la conducta moral y al carácter.
El máximo ejemplo de un Retor es Marco Fabio Quintiliano (35 a 95 d. c.) a quién se nombro
profesor oficial de Retórica. Su fama actual viene de la obra De institutione oratoria, redactada en
doce volúmenes, el último dedicado precisamente a la conducta ética. Este personaje actuaba en
base a dos principios: cercanía y constancia. El primer principio se refería a permanecer cerca de la
629
OSCAR DIEGO BAUTISTA
Nunca nadie podría llegar a ser político con solo familiarizarse con la
política; por eso los que aspiran a conocer el arte de la política necesitan
además la experiencia. (Arist. EN 1181 a 13-16).
persona a quien se influye éticamente. El Retor ofrecía diálogo a su discípulo, establecía una
relación estrecha que daba confianza, fluidez y seguridad a la vez que resolvía cualquier duda. El
segundo principio se refería a la continuidad en la formación, la perseverancia y permanencia. La
reiteración de los valores éticos debía hacerse con paciencia, habilidad y tacto con el fin de no
generar un rechazo por las enseñanzas.
630
LA VINCULACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA EN ARISTOTELES
Entendida así, la justicia es una virtud, en relación con otro. Por eso Aristóteles
escribió: < La justicia es una virtud en máximo grado completa, porque su práctica
es la de la virtud consumada > (Arist. EN 1129 b 49-59) entendida esta como la
puesta en práctica de la virtud.
Si los gobernantes son hombres injustos y no practican la justicia sino al contrario
permiten y cometen actos injustos, sólo son usurpadores de un cargo que no les
corresponde. En palabras de Aristóteles: < Es por la práctica de la justicia y la
templanza como se llega a ser justo y sobrio y, sin esta práctica, nadie estará ni
aún en camino de llegar a ser honesto y virtuoso.> (Arist. EN 1105 b 8-12).
631
OSCAR DIEGO BAUTISTA
No hay que ser águila para saber hasta qué extremos de perversidad y
bajeza puede llegar el hombre; basta pensar que la crueldad, el desamor y
la tortura son creaciones humanas, inventadas por inteligencias
fracasadas. (Marina, 1995, 201)
632
LA VINCULACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA EN ARISTOTELES
633
OSCAR DIEGO BAUTISTA
Ante la pregunta de qué hacer ante esta situación, Aristóteles nos ofrece la
respuesta de forma clara y tajante. Nos dice: <Si el alma de un hombre está
enferma o es mala, para evitar que él haga nada malo, debe ser apartado de las
riquezas, del gobierno y del poder (...)> (Arist., Gran Ética, Libro II, Cap. III. 138).
La separación de la ética y la política ha conducido a la humanidad, además
de a la perversión de la disciplina más noble, a la humanidad a situaciones de
corrupción e injusticia, que conllevan a la infelicidad de sus miembros. La
política es el arte de intuir a tiempo cuál es el buen camino para cada nueva
situación. Supone vincular el cálculo político con el juicio ético. Los gobiernos de
hoy requieren de hombres buenos que reúnan sabiduría, prudencia, fortaleza,
justicia, capacidad, autoridad y firmeza para enfrentar las complejas
problemáticas. Todos estos, valores de servicio público que muestra la ética.
La disciplina ética es una herramienta poderosa de la que se vale un Estado
preocupado por el desarrollo y bienestar de sus miembros. Empleada
adecuadamente conduce a una mayor responsabilidad en los gobernantes, a la
fortaleza del Estado, a la defensa de los intereses ciudadanos. Convendría
reencaminar a la política, volviendo a los fines establecidos por la teoría política
fomentando las virtudes públicas formando hombres buenos. Pero ¿qué es un
hombre bueno?, el mismo Aristóteles responde:
Finalmente, y con ello termino, para Aristóteles la ética busca lo “bueno, lo bello
y lo útil”, por lo que, en palabras del autor:
634
LA VINCULACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA EN ARISTOTELES
Bibliografía
***
635
SUSTANCIA Y TEMPORALIDAD EN ARISTÓTELES
Indalecio GARCÍA
Universidad de La Sabana / Universidad Nacional de Colombia
La forma es «the cause of unity for a substance» (Met. X 1, 1052a 34: citado por
Lennox, 1985, 79).
1. Introducción
2. Forma y movimiento
1 “The form is not a different substance or object, but is, as Aristotle says, something of an object,
or belonging to it in order to be such an individual object, namely its unity or complete actuality as
a this of that kind“ (Buchheim, 2008, 14; cf. también 12).
638
SUSTANCIA Y TEMPORALIDAD EN ARISTÓTELES
precisión los límites que a ese ser vivo corresponderían, pues éste afecta incluso
la materia a su alrededor. Los límites de ese ser vivo concreto sólo son
determinados por la coordinación (o unidad) según la que su materia acontece. Y
esa coordinación sería la forma (cf. Buchheim, 2008, 14-15).
La forma es la que garantiza la continuidad de lo que se mueve: el
movimiento es un continuo no tan sólo porque en general no cese (esto es,
porque siempre haya de algún modo movimiento en el universo), sino porque,
dado el caso que algo particular se mueva, ese movimiento concreto se da en el
continuo que esa unidad concreta es (ver Carbonell, 143; citas a Ar. Met. ^ 6,
1016b 11-13; I 1, 1052a 22-25 –en estos pasajes es descrita la forma como
constituyente de la continuidad–):
3. Forma y tiempo
639
INDALECIO GARCÍA
Esto ante todo porque, como el mismo Aristóteles afirma, la operación que es
numerar tan sólo puede ser llevada a cabo por el alma. Si el tiempo es tan sólo
esto, es decir, cierta característica del movimiento, que se manifiesta cuando este
es conocido, entonces el carácter temporal del movimiento sin más, o, de modo
más estricto, de las cosas que generan ese movimiento, queda inexplicado: ¿son
las cosas temporales? ¿Son sólo temporales por ser contadas? ¿Si no hay
actividad de numerar, entonces podrían considerarse al movimiento como
atemporal?
En cuanto es una realidad dependiente del movimiento, el tiempo es continuo,
tal como como el movimiento. Esta caracterización del tiempo como continuo, a
pesar de que ha sido múltiples veces analizada, no ha sido puesta en juego con la
afirmación por parte del Estagirita de que no habiendo alma, tampoco habría
tiempo.
Si tan sólo existiese el tiempo de acuerdo con la intervención del alma, no
podría adscribírsele ningún carácter de continuo, pues la actividad del alma
establece divisiones actuales en el transcurrir temporal (o, en sentido estricto, en
el transcurrir que es el movimiento), y en cuanto actuales serían la negación del
continuo sin más: el tiempo sería detenido una y otra vez por las diversas
divisiones que respecto de él el alma establecería. Además, considerar algo como
una detención en el tiempo es algo que para el mismo Estagirita sería absurdo.
El tiempo real no admite divisiones como las establecidas por el alma, al modo
como tampoco el continuo que es la magnitud las admitiría: y es en esta
diferenciación en la que se basaría precisamente la refutación de los argumentos
de Zenón en contra de la existencia del movimiento y el tiempo que lleva a cabo
el Estagirita: por medio del pensamiento, o lógicamente, es posible sostener que
la magnitud admite divisiones infinitas, pero la magnitud es continua, esto es, de
hecho no poseería semejantes divisiones (mucho menos infinitas, pues, de
acuerdo con Aristóteles, ningún infinito puede ser actual).
Que no haya tiempo sin intervención del alma es cierto si se considera tan sólo
uno de los sentidos en que el tiempo puede ser entendido. O, dicho de modo más
cercano a como lo dice Aristóteles en el tratado, el caso en que el tiempo depende
de la intervención del alma sólo abarca uno de los sentidos del ahora –en cuanto
el ahora es causa del tiempo–: el ahora como divisor de periodos de tiempo,
como límite entre diversos periodos de tiempo, no el ahora como aspecto de algo
real. Aquí, en concreto, se considerará al ahora en relación con la unidad que
confiere la forma a la sustancia.
Si bien el concepto de forma no es empleado directamente por Aristóteles en
su tratado acerca del tiempo, el carácter de arithmos del tiempo indicaría su
relación con lo formal en la naturaleza (pues el tiempo es algo del movimiento, y
640
SUSTANCIA Y TEMPORALIDAD EN ARISTÓTELES
lo natural es aquello que posee movimiento). En sentido amplio, que parecer ser
el empleado por Aristóteles en el caso de la definición del tiempo, el término
arithmos puede entenderse como cierta armonía o logos. Si se acepta esto podría
parafrasearse la definición diciendo que el tiempo es cierto 'logos del movimiento
de acuerdo con lo anterior y posterior'.
Esta paráfrasis se hace para indicar la relación del tiempo con la forma. La
sustancia y, más en concreto, la forma en la sustancia, puede ser descrita como
cierto tipo de logos (cf. Buchheim, 2008, 7), pues en ella se imbrican
ordenadamente las distintas caractarísticas que una cosa va adquiriendo o va
perdiendo. Esto –lo formal por alcanzar y la potencialidad que se actualiza–,
sería la primera, o más básica, relación de anterioridad y posterioridad. Y es a ese
orden de anterioridad y posterioridad al que haría referencia la definición del
tiempo dada por el Estagirita: el ocurrir en la naturaleza de la actividad de la
sustancia, en cuanto implica lo anterior y posterior, sería causa de la
temporalidad.
Ahora bien, lo anterior y posterior acontecen dentro de un continuo, no se dan
separadamente, o sólo se dan si hay algo que los una, en concreto los une y hace
continuos la unidad que es la forma en la sustancia. Esta unión se manifestaría a
su vez en el caso del tiempo, en la unión de sus partes en el ahora. El tiempo
también es un continuo, que depende de cierta unidad para darse. En este caso,
lo anterior y posterior temporales se unirán en su límite que es el ahora.
Esto se menciona aquí porque ese tipo de unidad que sería el ahora, así como
se ha dicho que lo anterior y posterior del tiempo dependerían de lo anterior y
posterior propios de la sustancia, también se desprendería de un aspecto de esa
realidad sustancial: se desprendería de lo que diese unidad, o hiciese una a la
sustancia. Más claramente, la unidad que es el ahora, se dependería de la unidad
de da la forma a la sustancia natural.
Sólo por medio del concepto de forma es posible aclarar el modo como se da
la continuidad del movimiento de la sustancia, y a su vez a partir de la forma se
aclararía la continuidad del tiempo, pues ella tendría cierta relación con el ahora.
Pensar la forma de acuerdo con el ahora no implica sostener que el
movimiento acontezca como lo hace en una película: imágenes, realmente
separadas, crean la ilusión de que algo se mueve. Si el ahora designara la forma
en la sustancia, podría pensarse que el movimiento no es más que distintos
momentos, realmente distintos entre sí, puestos en sucesión por la percepción
quizá. Sin embargo, en el caso de la sustancia natural no hay algo que haya de ser
puesto en movimiento: la forma y sus diversos estados sólo acontecen en el
movimiento. Estados separados de una sustancia natural no son más que
representaciones mentales.
641
INDALECIO GARCÍA
Arisóteles habría entrevisto que el ser de las cosas que se mueven no es algo a
lo que además se le añada cierta medida temporal, sino que las mismas cosas
acontecen temporalmente, esto es, de acuerdo con la articulación unitaria del 'ya
no es' y el 'será'.
4. Conclusión
Bibliografía
ARISTOTELES
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643
ΑἴΣΘΗΣΙΣ ΚΑΊ ΠΆΘΟΣ: LA DIMENSIÓN COGNITIVA DE LAS
PASIONES EN ARISTÓTELES
1. Introducción
646
ΑἴΣΘΗΣΙΣ ΚΑΊ ΠΆΘΟΣ
7 EN. 1106ª10: “Así pues, si las virtudes no son pasiones ni facultades, sólo resta que sean modos
de ser”.
8 Ibíd., 1105b25.
647
DIEGO S. GARROCHO SALCEDO
9 Ibíd., 1102b15.
10 Ibíd., 29
11 Ibíd, 1105b25-26: ἕξεις δὲ καθ'ἃς πρὸς τὰ πάθη ἔχομεν εὖ ἢ κακῶς.
12 EE. 1220b19: ἕξεις δέ εἰσιν ὅσαι αἴτιαί εἰσι τοῦ ταῦτα ἢ κατὰ λόγον ὑπάρχειν ἢ ἐναντίως
648
ΑἴΣΘΗΣΙΣ ΚΑΊ ΠΆΘΟΣ
13 No tanto por ser “racionalistas” desde una perspectiva epistemológica moderna sino por
constituirse en apologetas del dominio de la razón sobre el πάθος.
14 Cic. Tusc. 3.7 y 4.10. Civ. 8. 17.
649
DIEGO S. GARROCHO SALCEDO
16 De An. 432b5-6: ἔν τε τῷ λογιστικῷ γὰρ ἡ βούλησις γίνεται, καὶ ἐν τῷ ἀλόγῳ ἡ ἐπιθυμία καὶ
ὁ θυμός. Sin embargo, algunas líneas más adelante Aristóteles dividirá el alma en cinco partes
(nutitiva, sensitiva, intelectiva, deliberativa y desiderativa), lo que nos devolvería al problema de
ubicar correctamente la βούλησις no ya en un esquema tripartito (como al que se hace referencia en
432b7) sino dividido en cinco partes.
17 A este respecto, y en referencia a las Éticas, creemos inexacta la apreciación de Cooper quien
subraya que la βούλησις tiene por objeto el bien en cuanto tal -as such- (1998, 267) remitiéndose a
EN. III.4. Esta interpretación podría resultar cabal en referencia a de An. pero en EN. Aristóteles
asume con toda claridad que la βούλησις puede tener por objeto tanto el bien en sí como el bien
aparente. Cfr. Arist. EN. 1113a25 y ss.
18 De An.433a20.
650
ΑἴΣΘΗΣΙΣ ΚΑΊ ΠΆΘΟΣ
pasiones sino estar gobernado o dominado por ellas. Así, «tal es la condición de
aquellos que están dominados por las pasiones, pues los accesos de ira, los
apetitos de placeres amorosos y otras pasiones semejantes perturban,
evidentemente al cuerpo»19 y, como se señala en Retórica también pueden incluso
corromper o modificar el juicio20.
A la vista de lo expuesto podría parecer que la subordinación del apetito y las
pasiones a la razón se describe como una mera situación de control o límite. Tal
es la interpretación que parecen sugerir las lecturas clásicas (Urmson, 1973) de la
doctrina del término medio en Aristóteles en las que el lógos parece imponerse en
dirección contraria a las pasiones mermando y limitando su alcance, operando
como una exacta fuerza de contención. Creemos, sin embargo, que si tal hipótesis
fuera cierta, nunca podría predicarse una implicación verdaderamente
cooperativa entre la dimensión pasional y apetitiva del alma y la parte racional.
Dicho de otro modo: asumir la relación entre el lógos y las pasiones como dos
vectores de fuerza enfrentados impediría considerar cualquier implicación
constitutiva y necesaria de la razón en el desarrollo de las pasiones.
Esta lectura parece compadecerse fielmente con la distinción aristotélica entre
los impulsos que proceden del razonamiento y aquellos otros que proceden del
deseo irracional (ὀρέξεως ἀλόγου), tal como se subraya en EE21. Tal distinción se
ajustaría pertinentemente con la taxonomía del deseo suscrita por Cooper y
justificaría el uso del término «irracional» , tanto para calificar a la parte del alma
en que se asientan las pasiones como para describir ciertas formas deseo tales
como el θυμός y la ἐπιθυμία. En EN Aristóteles se expresa con claridad al
señalar que dos son las partes del alma, una racional (τό λόγον) y otra irracional
(τὸ ἄλογον )22 y, como hemos insistido, una subparte de la parte irracional se
distingue por la capacidad de escuchar a la razón. Sin embargo, la relación entre
las partes racional e irracional del alma no es simplemente una relación de
seguimiento o subordinación sino que tanto en EE como en EN Aristóteles señala
que existe una forma de participación 23. A este respecto, el pasaje de EE resulta
especialmente claro ya que si bien a una parte del alma le corresponde obedecer
y a la otra escuchar, el de Estagira establece que son dos las partes del alma
participan de la razón, sin distinguir de modo explícito una parte racional y otra
irracional. En este pasaje de EE, por tanto, la parte que fue designada como
irracional en EN se asume de un modo un tanto indiferenciado junto con la parte
22 EN. 1139ª4-5. δύ' εἶναι μέρη τῆς ψυχῆς, τό τε λόγον ἔχον καὶ τὸ ἄλογον
23 Ibíd., 1102b14
651
DIEGO S. GARROCHO SALCEDO
24 EE. 1219b29-30.
25 Para Fortenbaugh este uso del término participación ha de interpretarse como seguimiento
(1975, 23).
26 Upheavals of thought. The Intelligence of Emotions. Cambridge (UK): C.U.P., 2001. Edición
castellana se ha traducido como: Paisajes del pensamiento. La inteligencia de las emociones. Madrid:
Paidós, 2008.
27 La definición más completa de la compasión en Aristóteles la encontramos en Retórica: «Sea,
pues, la compasión un cierto pesar por la aparición de un mal destructivo y penoso en quien no lo
merece, que también cabría esperar que lo padeciera uno mismo o alguno de nuestros allegados, y
ello además cuando se muestra próximo: porque es claro que el que está a punto de sentir
compasión necesariamente ha de estar en la situación de creer que él mismo o alguno de sus
allegados van a sufrir un mal». Rhet.1385b13.
652
ΑἴΣΘΗΣΙΣ ΚΑΊ ΠΆΘΟΣ
653
DIEGO S. GARROCHO SALCEDO
que daría lugar al surgimiento de una pasión específica parece justificada a la luz
de esta interpretación.
Podría objetarse, sin embargo, que este equipamiento racional no pertenece a
las pasiones en general sino que tendría lugar, de un modo exclusivo, en el
advenimiento la compasión. Tal hipótesis no parece plausible ya que de cada una
de las pasiones reseñadas por Aristóteles podríamos predicar una serie de
dispositivos racionales que la asisten. Así, por ejemplo, la ira requeriría también
una evaluación contextual que significara como injusto –al igual que en la
compasión- un dolor infligido que requiriera una venganza o restitución. De un
modo semejante podríamos proceder en las demás pasiones: el miedo, la envidia,
la alegría, los celos… -todas ellas descritas por Aristóteles como pasiones- dado
que difícilmente podríamos imaginar su aparición si no situamos, en su origen,
una operación racional que juzgue y evalúe un objeto o circunstancia como
dignos de tales afecciones.
Vemos, por tanto, que la razón no ejerce simplemente como límite de
contención o adecuación al término medio sino que, ya en Aristóteles, se erige
como condición posibilitadora o constitutiva de las propias pasiones31 puesto que
cierta intervención de la función razonadora se hace indispensable en la
disposición de, al menos, algunas formas de pasión. Así, la ira se haría
impensable sin una cierta forma de juicio o el miedo sería incomprensible si no se
evaluara una circunstancia como potencialmente peligrosa. La estimación y
valoración del contexto y la ulterior adecuación con la que dispongamos las
pasiones al caso particular podrán ser más o menos ajustadas pero en el esquema
aristotélico parece improbable que pueda desarrollarse una pasión sin un
elemento judicativo o evaluativo. La función limitadora de la razón no operaría,
por tanto, como un límite negativo que destruye o se opone al πάθος sino como
un límite que opera en la constitución de las distintas pasiones De este modo, la
utilidad de la razón trasciende su función tutelar o constrictora como Aristóteles
matiza al exponer, precisamente, su doctrina del término medio.
Indudablemente, dicho término medio se asume en términos cuantitativos
(según el exceso o el defecto) pero la virtud ética se definirá no sólo como una
disposición o tendencia a desarrollar pasiones conforme a una medida
equilibrada sino a tenerlas «cuando es debido, y por aquellas cosas y hacia
aquellas personas debidas, y por el motivo y la manera que se debe»32.
654
ΑἴΣΘΗΣΙΣ ΚΑΊ ΠΆΘΟΣ
4. Conclusión
655
DIEGO S. GARROCHO SALCEDO
Bibliografía
***
656
MEMORIA Y REMINISCENCIA, Y SU RELACIÓN CON EL TIEMPO Y LA
PERCEPCIÓN EN LA OBRA SOBRE LA MEMORIA Y LA REMINISCENCIA
DE ARISTÓTELES
658
MEMORIA Y REMINISCENCIA
659
JORGE LUIS GUTIÉRREZ
660
MEMORIA Y REMINISCENCIA
Entonces, siendo la memoria algo así como una impresión, la edad de una
persona tendrá que ver con una “buena” o “mala” memoria. Aquellos que tienen
poca edad, dice Aristóteles, no tienen memoria, es como si en ellos el movimiento
y el sello, la impresión, fuese aplicada la una corriente de agua. Los viejos, por su
parte, a causa de la dureza de la parte que recibe la impresión, la impresión no se
produce. Por este motivo las personas muy jóvenes y los ancianos no tienen
memoria: en los jóvenes a causa del flujo perpetúo, en los viejos debido a que se
van deteriorando. Igualmente aquellos que son demasiado vivaces o demasiado
lentos no parecen tener memoria ni los unos ni los otros, pues los unos son más
661
JORGE LUIS GUTIÉRREZ
húmedos de lo que es preciso, y los otros más duros. Por lo tanto, para los unos,
la imagen no permanece en el alma; cuanto a los otros ella no los toca.
Pero, ¿nos acordamos de la impresión o del objeto que la produjo? Si fuera la
impresión, afirma Aristóteles, nosotros no nos acordaríamos de ninguna manera
de las cosas ausentes; y si es del objeto, ¿cómo al mismo tiempo en que sentimos
la impresión nos acordamos del objeto ausente que no sentimos? Y ¿si hay en
nosotros alguna cosa semejante a una impresión o una pintura, por qué la
sensación de esta cosa misma sería el recuerdo de otra cosa, y no de la cosa
misma? Efectivamente, la memoria sería contemplar esta impresión y percibirla.
Pero Aristóteles aún se pregunta: ¿Cómo, pues, es posible acordarse de un objeto
que no está presente? Pues esto sería, efectivamente, ver y escuchar lo que no está
presente. Y esto nos lleva al problema de la relación de la memoria con el tiempo.
En lo referente la relación de la memoria con el tiempo, Aristóteles afirma que:
662
MEMORIA Y REMINISCENCIA
663
JORGE LUIS GUTIÉRREZ
Bibliografia
***
664
LA CONTRIBUCIÓN DE ARISTÓTELES A LA HISTORIOGRAFÍA
1. Introducción
(2) Po. 1459a17-32: δῆλον, καὶ μὴ ὁμοίας ἱστορίαις τὰς συνθέσεις εἶναι, ἐν
αἷς ἀνάγκη οὐχὶ μιᾶς πράξεως ποιεῖσθαι δήλωσιν ἀλλ᾽ ἑνὸς χρόνου,
ὅσα ἐν τούτῳ συνέβη περὶ ἕνα ἢ πλείους, ὧν ἕκαστον ὡς ἔτυχεν ἔχει
πρὸς ἄλληλα. ὥσπερ γὰρ κατὰ τοὺς αὐτοὺς χρόνους ἥ τ᾽ ἐν Σαλαμῖνι
ἐγένετο ναυμαχία καὶ ἡ ἐν Σικελίᾳ Καρχηδονίων μάχη οὐδὲν πρὸς τὸ
αὐτὸ συντείνουσαι τέλος, οὕτω καὶ ἐν τοῖς ἐφεξῆς χρόνοις ἐνίοτε γίνεται
θάτερον μετὰ θάτερον, ἐξ ὧν ἓν οὐδὲν γίνεται τέλος.
2 Casssani 1971, 33: «En los pritaneos de las ciudades se conservaban las listas de reyes y
magistrados, en los templos estaban grabados los nombres de sacerdotes y sacerdotisas y de
muchos vencedores en los juegos panhelénicos. Las ciudades conservaban con cuidado los textos
de las leyes, los oráculos y tratados. De los viajes realizados a todos los países por mercenarios,
colonos y mercaderes se conservaban ex votos con inscripciones reveladoras y relatos que se
transmitían de abuelos a nietos. Cuando se hubo generalizado el uso de la escritura se supieron
muchas cosas nuevas sobre el mundo, se tuvieron nociones cada vez más precisas sobre todos los
pueblos».
3 Ver Jaeger 1993 y Weil 1960, quien a su vez sigue a Moraux 1951. A las tres obras remitimos
para las referencias completas. Básicamente son tres los catálogos que recogen un elenco de las
obras perdidas de Aristóteles, el de Diógenes Laercio del siglo III, el llamado Anónimo de Ménage
o Vita Menagiana, llamado así porque fue publicado por primera vez por Gilles Ménage, en 1663,
considerada habitualmente como un epítome del Onomatologon perdido de Hesiquio de Mileto
(siglo VI) y el catálogo atribuido a Ptolomeo el-Garib, en dos versiones árabes de Ibn al-Qifti
(ca.1172-1248) y de Ibn Abi Usaibia (1203-1270).
666
LA CONTRIBUCIÓN DE ARISTÓTELES A LA HISTORIOGRAFÍA
4 La palabra, de origen indoeuropeo, está relacionada con la raíz *wid-/*weid-, «ver» que
encontramos en el latín uideo y en el aoristo -ιδ- del verbo ὁράω, «ver» en griego. La forma οἴδα
«saber» en griego es también una derivación originaria del perfecto de la misma raíz, de ahí que
mantenga siempre el sentido de «saber» como un conocimiento directo, por «haber visto»
(Moradiellos 2001, 36). Con esta raíz está relacionado también el término ἵστωρ, «el que ha visto»,
«el testigo directo».
5 Pol. 1252a24-25 εἰ δή τις ἐξ ἀρχῆς τὰ πράγματα φυόμενα βλέψειεν, ὥσπερ ἐν τοῖς ἄλλοις, καὶ
ἐν τούτοις κάλλιστ᾽ ἂν οὕτω θεωρήσειεν. Traducción García 1999. Texto Ross 1957.
6 Para la exposición completa de los textos en que aparece (también ἱστορεῖν, ἱστορικῶς e
ἱστορικός), ver Bonitz 1955, Louis 1955, Sainte Croix 1992, 24, Wartelle 1982 y 1985 y Weil, 89 y sus
referencias bibliográficas.
7 HA 491a12-28: Οὕτω γὰρ κατὰ φύσιν ἐστὶ ποιεῖσθαι τὴν μέθοδον͵ ὑπαρχούσης τῆς ἱστορίας
τῆς περὶ ἕκαστον· περὶ ὧν τε γὰρ καὶ ἐξ ὧν εἶναι δεῖ τὴν ἀπό δειξιν͵ ἐκ τούτων γίνεται
φανερόν. «Tal es en efecto el método natural de la investigación, una vez se ha adquirido el
conocimiento de cada punto concreto. Pues así aparecen claramente el objeto mismo de nuestro
estudio y las razones sobre las cuales ha de apoyarse nuestra argumentación». Traducción Pallí
1992. Texto TLG.
8 De An. 420a1-4: Τῶν καλῶν καὶ τιμίων τὴν εἴδησιν ὑπολαμβάνοντες, μᾶλλον δ' ἑτέραν
ἑτέρας ἢ κατ' ἀκρίβειαν ἢ τῷ βελτιόνων τε καὶ θαυμασιωτέρων εἶναι, δι' ἀμφότερα ταῦτα τὴν
περὶ τῆς ψυχῆς ἱστορίαν εὐλόγως ἂν ἐν πρώτοις τιθείημεν. «Partiendo del supuesto de que el
saber es una de las cosas más valiosas y dignas de estima y que ciertos saberes son superiores a
otros, bien por su rigor bien por ocuparse de objetos mejores y más admirables, por uno y otro
667
MARÍA JOSÉ MARTÍN VELASCO
motivo deberíamos con justicia colocar entre las primeras la investigación en torno al alma».
Traducción Calvo 1978. Texto TLG.
9 PA. 680a2-4: τὰ μὲν γὰρ τῷ λόγῳ τὰ δὲ πρὸς τὴν ὄψιν αὐτῶν σαφηνίζειν δεῖ μᾶλλον «unas
cosas es preciso explicarlas mejor por el razonamiento y otras por la propia visión». Traducción
Jiménez-Alonso 2000. Texto TLG.
10 APr. 46a24-27: εἱ γὰρ μηδὲν κατὰ τὴν ἱστορίαν παραλειφθείη τῶν ἁληθῶς ὑπαρχόντων τοῖς
πράγμασιν, ἕξομεν περὶ ἅπαντος οὑ μὲν ἔστι ἁπόδειξις, ταύτην εὐρεῖν καἰ ἀποδεικνύναι, οὑ δὲ
μἠ πέφυκεν ἀπόδειξις, τοῦτο ποιεῖν φανερόν. «Si no se deja de lado en la descripción nada de lo
que se da verdaderamente en todas las cosas, estaremos en condiciones, acerca de todo aquello de
lo que hay demostración, de encontrar y mostrar esa demostración, y aquello de lo que no es
natural que haya demostración hacerlo evidente». Traducción Candel 1988. Texto TLG.
11 Rh. 1360a37: ὥστε δῆλον ὅτι … χρήσιμοι … πρὸς δὲ τὰς πολιτικὰς συμβουλὰς αἱ τῶν περὶ
τὰς πράξεις γραφόντων ἱστορίαι. «De manera que se hace evidente lo útiles que resultan en orden
a las deliberaciones políticas los escritos históricos de aquellos que escriben sobre las acciones de
los hombres». Traducción Racionero 1990. Texto Ross 1959.
12 Louis (1955, 44) se pregunta si puede alguna vez equivaler a ἐπιστήμη y concluye:
«absolumant pas. Nous avons vu que, dans la Poétique (1451b1-6), Aristote distingue l’histoire de la
poésie en disant que la première raconte le particulier, la seconde, le general. La même differénce
sépare ἱστορία connaissance, de ἐπιστήμη, science: cette dernière ne peut porter que sur le general,
tandis que l’autre se contente de relever les faits particuliers avec toute l’exactitude possible». La
misma idea se encuentra en Sainte Croix 1992, 24.
13 APr. 46a17-22: ἴδιαι δὲ καθ᾽ ἑκάστην αἱ πλεῖσται. διὸ τὰς μὲν ἀρχὰς τὰς περὶ ἕκαστον
ἐμπειρίας ἐστὶ παραδοῦναι, λέγω δ᾽ οἷον τὴν ἀστρολογικὴν μὲν ἐμπειρίαν τῆς ἀστρολογικῆς
ἐπιστήμης (ληφθέντων γὰρ ἱκανῶς τῶν φαινομένων οὕτως εὑρέθησαν αἱ ἀστρολογικαὶ
ἀποδείξεις), ὁμοίως δὲ καὶ περὶ ἄλλην ὁποιανοῦν ἔχει τέχνην τε καὶ ἐπιστήμην· ὥστ᾽ ἐὰν
ληφθῆι τὰ ὑπάρχοντα περὶ ἕκαστον, ἡμέτερον ἤδη τὰς ἀποδείξεις ἑτοίμως ἐμφανίζειν. «Es
propio de la experiencia suministrar los principios correspondientes a cada cosa; quiero decir, por
ejemplo, que la experiencia astronómica suministra los principios del saber astronómico (en efecto,
una vez captados correctamente los fenómenos, se encontraron las demostraciones astronómicas),
de manera semejante también acerca de cualquiera otra arte o saber existente: de modo que, si se
toma lo que se da en relación con cada cosa, es ya competencia nuestra exponer cumplidamente las
demostraciones».
14 El estudio más completo al respecto es el de Le Blond 1973.
668
LA CONTRIBUCIÓN DE ARISTÓTELES A LA HISTORIOGRAFÍA
(3) Metaph. 981a1-24: καὶ δοκεῖ σχεδὸν ἐπιστήμῃ καὶ τέχνῃ ὅμοιον εἶναι καὶ
ἐμπειρία, ἀποβαίνει δ᾽ ἐπιστήμη καὶ τέχνη διὰ τῆς ἐμπειρίας τοῖς ἀνθρώποις· ἡ
μὲν γὰρ ἐμπειρία τέχνην ἐποίησεν, ὡς φησὶ Πῶλος, ἡ δ᾽ ἀπειρία τύχην.
γίγνεται δὲ τέχνη ὅταν ἐκ πολλῶν τῆς ἐμπειρίας ἐννοημάτων μία καθόλου
γένηται περὶ τῶν ὁμοίων ὑπόληψις. τὸ μὲν γὰρ ἔχειν ὑπόληψιν ὅτι Καλλίᾳ
κάμνοντι τηνδὶ τὴν νόσον τοδὶ συνήνεγκε καὶ Σωκράτει καὶ καθ᾽ ἕκαστον
οὕτω πολλοῖς, ἐμπειρίας ἐστίν· τὸ δ᾽ ὅτι πᾶσι τοῖς τοιοῖσδε κατ᾽ εἶδος ἓν
ἀφορισθεῖσι, κάμνουσι τηνδὶ τὴν νόσον, συνήνεγκεν, οἷον τοῖς φλεγματώδεσιν
ἢ χολώδεσι ἢ πυρέττουσι καύσῳ, τέχνης. πρὸς μὲν οὖν τὸ πράττειν ἐμπειρία
τέχνης οὐδὲν δοκεῖ διαφέρειν, ἀλλὰ καὶ μᾶλλον ἐπιτυγχάνουσιν οἱ ἔμπειροι
τῶν ἄνευ τῆς ἐμπειρίας λόγον ἐχόντων (αἴτιον δ᾽ ὅτι ἡ μὲν ἐμπειρία τῶν καθ᾽
ἕκαστόν ἐστι γνῶσις ἡ δὲ τέχνη τῶν καθόλου, αἱ δὲ πράξεις καὶ αἱ γενέσεις
πᾶσαι περὶ τὸ καθ᾽ ἕκαστόν εἰσιν· οὐ γὰρ ἄνθρωπον ὑγιάζει ὁ ἰατρεύων ἀλλ᾽ ἢ
κατὰ συμβεβηκός, ἀλλὰ Καλλίαν ἢ Σωκράτην ἢ τῶν ἄλλων τινὰ τῶν οὕτω
λεγομένων ᾧ συμβέβηκεν ἀνθρώπῳ εἶναι· ἐὰν οὖν ἄνευ τῆς ἐμπειρίας ἔχῃ τις
τὸν λόγον, καὶ τὸ καθόλου μὲν γνωρίζῃ τὸ δ᾽ ἐν τούτῳ καθ᾽ ἕκαστον ἀγνοῇ,
πολλάκις διαμαρτήσεται τῆς θεραπείας· θεραπευτὸν γὰρ τὸ καθ᾽ ἕκαστον).
«La experiencia parece relativamente semejante a la ciencia y al arte, pero el hecho
es que, en los hombres, la ciencia y el arte resultan de la experiencia: y es que,
como dice Polo y dice bien, la experiencia da lugar al arte y la falta de experiencia
al azar. El arte, a su vez, se genera cuando a partir de múltiples percepciones de la
experiencia resulta una única idea general acerca de los casos semejantes. En
efecto, el tener la idea de que a Calias tal cosa le vino bien cuando padecía tal
enfermedad, y a Sócrates, e igualmente a muchos individuos, es algo propio de la
experiencia; pero la idea de que a todos ellos, delimitados como un caso
específicamente idéntico, les vino bien cuando padecían tal enfermedad (por
ejemplo, a los flemáticos o biliosos o aquejados de ardores febriles), es algo propio
del arte. A efectos prácticos, la experiencia no parece diferir en absoluto del arte,
sino que los hombres de experiencia tienen más éxito incluso que los que poseen la
teoría, pero no la experiencia (la razón está en que la experiencia es el
conocimiento de cada caso individual, mientras que el arte lo es de lo general, y las
669
MARÍA JOSÉ MARTÍN VELASCO
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LA CONTRIBUCIÓN DE ARISTÓTELES A LA HISTORIOGRAFÍA
18 EN 1144a6: ἔτι τὸ ἔργον ἀποτελεῖται κατὰ τὴν φρόνησιν καὶ τὴν ἠθικὴν ἀρετήν· ἡ μὲν γὰρ
ἀρετὴ τὸν σκοπὸν ποιεῖ ὀρθόν, ἡ δὲ φρόνησις τὰ πρὸς τοῦτον. Traducción Pallí 1985. Texto
Bywater 1894.
19 Veggetti (2003, 26) comenta el mismo ejemplo poniéndolo en relación con la teoría de las
causas.
671
MARÍA JOSÉ MARTÍN VELASCO
(5) Po. 1451b28-32: δῆλον οὖν ἐκ τούτων ὅτι τὸν ποιητὴν μᾶλλον τῶν μύθων
εἶναι δεῖ ποιητὴν ἢ τῶν μέτρων, ὅσῳ ποιητὴς κατὰ τὴν μίμησίν ἐστιν,
μιμεῖται δὲ τὰς πράξεις. κἂν ἄρα συμβῇ γενόμενα ποιεῖν, οὐθὲν ἧττον
ποιητής ἐστι· τῶν γὰρ γενομένων ἔνια οὐδὲν κωλύει τοιαῦτα εἶναι οἷα ἂν
εἰκὸς γενέσθαι καὶ δυνατὰ γενέσθαι, καθ᾽ ὃ ἐκεῖνος αὐτῶν ποιητής ἐστιν.
«El poeta debe ser creador de argumentos más que de versos por cuanto es
poeta en virtud de la imitación y lo que imita son acciones. Y si acontece que se
ocupa de cosas que han sucedido no es menos poeta por ello, pues nada
impide que algunas de las cosas sucedidas sean tales que hayan sucedido
verosímilmente, en virtud de lo cual el poeta se ocupa de ellas».
672
LA CONTRIBUCIÓN DE ARISTÓTELES A LA HISTORIOGRAFÍA
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674
LA CONTRIBUCIÓN DE ARISTÓTELES A LA HISTORIOGRAFÍA
***
675
LA CRÍTICA DE ARISTÓTELES Y TEOFRASTO A LA CONCEPCIÓN
ÍGNEA DEL OJO1
Javier AGUIRRE
UPV-EHU
1 Trabajo que se enmarca dentro del proyecto de investigación I+D+I del Ministerio de Ciencia e
Innovación con referencia FFI2009-11795, titulado La tradición gnoseológica aristotélica y los orígenes de
la filosofía de la mente.
2 De Sensu II, 437a23. Para todas las referencias a De Sensu utilizo la edición griega de Mugnier
anotada de Solana (2006); también tengo siempre presente la edición crítica de Diels (1879), así
como la traducción italiana de Torraca (1961).
4 De Sensibus 38. Las noticias sobre Clidemo se encuentran recogidas en DK 62.
JAVIER AGUIRRE
(I)
por el modo en que Teofrasto sigue el método de exposición y análisis crítico llevado a cabo por
Aristóteles, breve y brillantemente descrito por Kahn (1960: 18): “The expository section is in
general much fuller than Aristotle’s own mention of his predecessors’ views, and there is in many
cases no Aristotelian reference whatsoever to the doctrine reported by Theophrastus. The case of
his critical judgement is similar. Sometimes the objections presuppose an Aristotelian point of view,
but more often they are aimed at internal inconsistencies or incompleteness in the doctrines
described”. En la misma línea interpretativa, Baltussen (2000: 93-94) subraya dos características
fundamentales en el modo en que Teofrasto sigue a Aristóteles en su exposición y evaluación de las
doctrinas sobre la percepción: a) Teofrasto parte generalmente de Aristóteles y trata de clarificar
aspectos concretos tratados por el Estagirita que admiten una múltiple clarificación. Al mismo
tiempo, Teofrasto muestra su independencia al plantear cuestiones no presentes en la exposición
aristotélica y destinadas a aclarar aspectos de su propio interés; b) Existe un acuerdo total de
Teofrasto con la exposición y la evaluación aristotélicas de las doctrinas de los pensadores
anteriores. Por lo general, estas doctrinas nunca son explicadas nuevamente por Teofrasto.
Podemos afirmar, por consiguiente, que Teofrasto asume como punto de partida la exposición y la
evaluación de Aristóteles, si bien las enriquece con sus propias aportaciones. Sobre el estado de la
cuestión de la originalidad de Teofrasto con respecto a Aristóteles, puede consultarse el segundo
apartado del capítulo “Teofrasto, más allá de Aristóteles”, en Solana (2006: 11-22).
6 Cf. De Sensibus 26. La doctrina de Alcmeón sobre las sensaciones es tratada por Teofrasto en los
capítulos 25 y 26. Todas nuestras referencias pertenecen al capítulo 26, por ser éste el capítulo en el
que Teofrasto se ocupa de la visión.
7 Sigo la interpretación mayoritaria de Watchler (1896: 49), Stratton (1917: 176 n. 79), Sassi (1978:
78-79) y Solana (2006: 84 n.55), según la cual cada uno de los dos adjetivos se refieren,
respectivamente, al fuego y al agua, y no solamente al agua, tal como propone Beare (1906: 12).
678
LA CRÍTICA DE ARISTÓTELES Y TEOFRASTO A LA CONCEPCIÓN ÍGNEA DEL OJO
11 De Sensu II, 437ª27-29: Ei gàr mè ésti lanthánein aisthanómenon kaì horônta horómenón ti, anánke ár’
autòn heautòn horân tòn ophthalmón. Dià ti oûn eremoûnti toût’ ou symbaínei; El argumento de
Aristóteles parece evidente: si el ojo está en funcionamiento y su composición es ígnea, entonces
debe verse siempre a sí mismo, y no sólo cuando es presionado y movido.
12 437a29-33: Tà d’ aítia toútou , kaì tês aporías kaì toû dokeîn pûr eînai tèn ópsin enteûthen leptéon. Tà
gàr leîa péphyken en tôi skótei lámpein, ou méntoi phôs ge poieî. El fenómeno ha sido descrito por el
filósofo en De Anima II 7, 419ª1-6.
13 437ª33-b1: toû d’ ophthalmoû tò kaloúmenon mélan kaì méson leîon phaínetai.
679
JAVIER AGUIRRE
(II)
14 437b1-4: Phaínetai dè toûto kinouménou toû ommatos dià tò symbaínein hósper dúo gígnesthai tò hén.
Toûto d’ he tachytès poieî tês kinéseos, hóste dokeîn héteron eînai tò horôn kaì tò horómenon. Bernabé (1987:
188 n. 17) recoge el fenómeno del palo que es movido rápidamente entre los dedos.
15 437b10. En este contexto, el término anáklasis, “repetición”, significa “reflejo”; cf. Beare (1906:82-
83). Alejandro de Afrodisias (19, 20) explica el fenómeno diciendo que el ojo ve una parte de sí
mismo como siendo otro: hórâi tò méros tò hautês hos állo.
16 Así se desprende del testimonio de Aecio IV 13, 12: Alkmaíon katà tèn toû diaphanoûs antílepsin
437b23-438a5.
19 De Sensu II, 437ª13-14.
680
LA CRÍTICA DE ARISTÓTELES Y TEOFRASTO A LA CONCEPCIÓN ÍGNEA DEL OJO
160-62), Long (1966: 262-64), O’Brien (1970: 140-46) y Sassi (1978: 85-88).
681
JAVIER AGUIRRE
23 Con respecto a esta cuestión, Beare (1906: 15) ha descrito las tres alternativas posibles: a) que la
luz ígnea del ojo atraviese simplemente la capa de agua hasta la superficie del ojo; b) que la luz
salga del ojo y se dirija hasta el objeto visible; c) que las emanaciones del objeto y la luz del ojo se
encuentren en un punto intermedio. La alternetiva c) se identifica con la doctrina platónica de la
synaúgeia descrita por el filósofo en Timeo 45b, de la que no hay base documental para adscribírsela
a Empédocles. La opción más acorde con las descripciones de Aristóteles y Teofrasto y del propio
Empédocles parece ser la b), solución desarrollada por Wright (1981: 242): “There is no
incompatibility here. From Plato and Theophrastus it is clear that for E[mpedocles] vision occurs
when the effluences fit into the pores of the eye (cf. Meno 76c, Sens. 7), and there is no question of a
coalescence of fire from eye and light from the object, as in Plato Tim. 45b, Theaet. 156d. But light
from fire within the eye is as necessary for vision as external light, and the two are complementary
(for eyes with less fire see better by day, and those with more, by night)”. Hay que subrayar,
finalmente, que en su exposición crítica de la doctrina visual empedoclea Teofrasto no se hace eco
de contradicción alguna; ya en el primer capítulo de De Sensibus, el Licearca atribuye a Empédocles
la idea general de que “el sentir acontece por causa del efluvio” (tò mèn aisthánesthai têi aporroía
gínetai), hecho que no impide que en su exposición posterior aluda también a la importancia que en
la visión posee la luz ígnea proveniente del ojo.
24 La exposición de la doctrina empedoclea de la percepción visual está desarrollada en De
esta cuestión: en Dox. Graec., el erudito alemán coloca el agua en el interior del ojo (tò mèn entòs
autês eînai pŷr <kaì hýdor>, tò dè perì autò gên kaì aéra), mientras que en Vorsokr. coloca el agua en su
alrededor, junto a la tierra y el aire (tò mèn entòs autês eînai pûr, tò dè perì autò <hýdor kaì>, gên kaì
aéra), alegando para ello B 84; en ambos casos, según la descripción empedoclea de la configuración
del ojo participarían los cuatro elementos, tal como parece exigir B 109, fragmento recogido por
Aristóteles en De An. I, 404b13-16: gaíei mèn gàr gaîan, hýdati d’ hýdor, aithéri d’ aithéra díon, atàr pyrì
pŷr aídelon (…). Sin embargo, tal como plantea Stratton (1917: 64 n. 25) siguiendo una sugerencia
682
LA CRÍTICA DE ARISTÓTELES Y TEOFRASTO A LA CONCEPCIÓN ÍGNEA DEL OJO
que la luz de las linternas” (katháper tò en toîs lamptêrsi phôs), imagen empedoclea
de la que dan cuenta tanto Teofrasto como Aristóteles. Asimismo, Teofrasto
añade en su exposición que en la estructura externa o membrana del ojo se
distinguen poros de fuego y de agua dispuestos alternadamente, y precisa que
por medio de los poros de fuego conocemos los objetos blancos, mientras que por
medio de los de agua conocemos los objetos negros, “pues cada tipo de objetos se
adapta a sus poros respectivos” (enarmóttein gàr hekatérois hekátera)27, y añade
también que “los colores son llevados a la vista por medio del flujo” (phéresthai dè
tà chrómata pròs tèn ópsin dià tèn aporroén). La exposición de Teofrasto es
plenamente coherente con los principios generales que sobre la percepción
defiende el filósofo de Agrigento, según los cuales “el sentir acontece por medio
del efluvio, al tiempo que lo semejante conduce a lo semejante” (tò mèn
aisthánesthai têi aporroíai gínetai, tò d’ hómoion phéretai pròs tò hómoion)28.
Seguidamente, Teofrasto aporta en De Sensibus 8 importantes datos que no se
encuentran en la descripción aristotélica. Según la exposición de Teofrasto, los
ojos no tienen la misma composición de fuego y agua29 ni el fuego se encuentra
en la misma posición, sino que en unos se encuentra en el centro del ojo y en
otros alejado de él, característica a la que Empédocles atribuye, según Teofrasto,
el hecho de que unos animales vean de modo más penetrante de día y que otros
lo hagan de noche. Los animales cuyos ojos tienen menos fuego ven mejor de día
debido a que en ellos la luz interior es igualada por la exterior, mientras que los
que tienen ojos con menos agua ven mejor de noche debido a que en ellos tal
deficiencia también queda compensada por el aire húmedo de la noche.
Paralelamente, los animales cuyos ojos tienen más fuego ven peor de día y los
que poseen más agua ven peor de noche. La explicación de Empédocles recogida
por Teofrasto afirma que los ojos que tienen abundante fuego ven peor de día
porque entonces, al ser más abundante el fuego, éste cierra y ocupa los poros del
agua; por el contrario, los ojos que tienen abundante agua ven peor de noche
porque entonces el agua cierra y ocupa los poros del fuego. La situación se
compensa una vez que en unos el agua es separada por la luz exterior y en otros
el fuego es separado por el aire. Teofrasto concluye que, según la doctrina
empedoclea, los ojos que mejor ven son aquellos cuyos dos elementos
manuscrita de Taylor, el aire del que habla Teofrasto no significa el aire atmosférico, sino el aire-
humedad, de modo que la introducción del agua en el pasaje de Teofrasto por parte de Diels no
estaría justificado.
27 La relación que Empédocles establece entre la constitución ígnea y acuosa del ojo y la
percepción de blanco y el negro está expuesta por Aristóteles en Gen. An. V 1, 779b15 ss.
28 De Sensibus 1.
29 Para la interpretación de esta parte de la exposición, sigo la enmienda del texto griego de
Bignone (1916: 368 n. 4) <tàs mèn ek tôn íson>, recogida por Solana (2006: 64 n. 20) frente a la de Diels
(1879: 500) <tàs mèn ek tôn homoíon> y la de Schneider <tàs mèn ek tôn autôn>.
683
JAVIER AGUIRRE
30 Sassi (1978: 89) llama la atención sobre la importancia que el aspecto relativo y subjetivo de la
percepción visual adquiere en Empédocles; en efecto, la capacidad perceptiva visual depende de
las dos variables señaladas por Empédocles: 1) la posición del fuego dentro del ojo -variable que
simplemente recoge pero sin extenderse en ella- y 2) la proporción cuantitativa entre agua y fuego
en la constitución del ojo. A este respecto, cf. el testimonio aristotélico de De gen. anim. V 1, 779b15
ss. (=31A91). Sobre la posibilidad de identificar ambas variables, cf. Stratton (1917: 164-65 n. 30).
31 De este modo, Teofrasto explica la visión nocturna exactamente del modo contrario a como lo
hace Empédocles, pues mientras éste la atribuye a la deficiencia de agua en el ojo –deficiencia
compensada por el aire húmedo de la noche-, Teofrasto lo atribuye a la presencia de fuego –fuego
que aporta luz y facilita la visión nocturna-. Detrás de la crítica de Teofrasto está, tal como se
observa más adelante, su rechazo a explicar la percepción en términos de semejanza.
32 Es de suponer que Teofrasto quiere indicar que, si se acepta lo afirmado en el capítulo 8, el ojo
684
LA CRÍTICA DE ARISTÓTELES Y TEOFRASTO A LA CONCEPCIÓN ÍGNEA DEL OJO
modo que si, tal como afirma Empédocles, el exceso de un componente impide la
acción del otro, entonces la disposición de todos será aproximadamente igual. En
cuarto lugar, Teofrasto despliega su crítica a la concepción general según la cual
lo semejante se conoce por medio de lo semejante; a este respecto, Teofrasto
observa que ni el sonido se percibe mediante el sonido ni el olor mediante el olor;
muy al contrario, parece que todos los sentidos se hacen tanto más débiles cuanto
más llenos están de elementos semejantes, de tal modo que, para que la
percepción sea posible, es necesario que el órgano de la sensación esté libre de
toda afección. Según la concepción de Teofrasto, la percepción sensible en todas
sus formas, lejos de producirse por medio de semejantes, se produce por sus
contrarios. Y finalmente, Teofrasto se opone a la doctrina de las emanaciones,
alegando que, de hecho, de los cuatro elementos establecidos por Empédocles,
sólo del fuego parece haber emanaciones, pero no de los otros tres elementos.
Podemos comprobar que Aristóteles y Teofrasto, aun coincidiendo en la
exposición general de la doctrina empedoclea de la composición del ojo y de la
naturaleza de la visión, centran principalmente sus críticas en dos aspectos
distintos: Aristóteles dirige su critica a la importancia atribuida por Empédocles
al papel del fuego dentro de la estructura del ojo, a la concepción ígnea del ojo,
pues su mayor interés se centra en subrayar la naturaleza acuosa del ojo y su
carácter diáfano capaz de permitir la recepción de la luz33. Teofrasto, por su
parte, aun sin obviar esta cuestión, dirige principalmente su crítica a la doctrina
de las emanaciones y al principio del similia similibus, que para el Licearca
supondría la manifestación más clara de un materialismo ingenuo defendido por
Empédocles34.
La concepción ígnea del ojo, finalmente, tiene su expresión más madura en la
obra de Platón, quien en el Timeo reúne la mayor parte de las escasas páginas que
a lo largo de su obra dedica a los procesos fisiológicos relacionados con la
percepción. Las críticas de Aristóteles y Teofrasto a la doctrina platónica de la
percepción visual se dirigirán nuevamente a su concepción ígnea del ojo y a su
doctrina de los efluvios o emanaciones.
agua durante la noche a causa de la humedad exterior, de modo que finalmente no habrá ningún
ojo especialmente preparado para la visión.
33 La concepción acuosa del ojo está descrita por Aristóteles en De Sensu II, 438b2-16.
685
JAVIER AGUIRRE
(III)
35 La doctrina platónica de la percepción visual está expuesta en Timeo 45b ss. y 67e ss.. Utilizo la
edición griega de Albert Rivaud (1985), publicada en Les Belles Lettres, y la traducción castellana
de Gredos a cargo de Francisco Lisi (1992). Tanto la crítica de Aristóteles como la de Teofrasto
parecen tener únicamente en cuenta lo expuesto por Platón en ese diálogo.
36 De hecho, previamente, Platón afirma en Timeo 31b que “nunca podría haber nada visible sin
686
LA CRÍTICA DE ARISTÓTELES Y TEOFRASTO A LA CONCEPCIÓN ÍGNEA DEL OJO
687
JAVIER AGUIRRE
44 Un excelente estudio de los pasajes que Teofrasto le dedica a Platón se encuentra en el capítulo
“El informe sobre Platón y la fiabilidad del De Sensibus”, en Solana (2006: 23-36). Frente a la
valoración negativa de McDiarmid (1959), que encuentra en la exposición y crítica de las doctrinas
analizadas en De Sensibus manipulaciones y tergiversaciones, Solana demuestra claramente que el
tratamiento de Teofrasto goza de una gran objetividad.
45 Con esta simple frase Teofrasto resume toda la exposición que al respecto Platón realiza en
Timeo 45b. Además del ya citado capítulo de Solana (2006), la correlación entre los contenidos del
Timeo y De Sensibus 5 está esquemáticamente establecido en Stratton (1917: 160-61 n. 15).
46 Frase que reproduce fielmente el contenido de Timeo 67c y que Teofrasto repite casi
literalmente al comienzo de De Sensibus 86: “El color es una llama procedente de los cuerpos que
tienen partes proporcionales a la vista” (tò dè chrôma phlóga eînai apò tôn somáton sýmmetra mória
échousan têi ópsei). Para Platón, el objeto de la visión, aquello que primeramente ve el ojo, es el color,
cuya constitución es fuego.
47 Teofrasto resume de este modo la doctrina de la synaúgeia, expuesta por Platón en Timeo 67d y
45c-d.
48 Sobre la dificultad de interpretar el significado correcto de esta afirmación, cf. supra n. 22.
49 A juicio de Solana (2006: 34), “la observación [de Teofrasto] es exacta”, y añade un claro indicio
de la relación entre Empédocles y Platón en un fragmento del Timeo que, a propósito del olfato,
afirma lo siguiente: “nuestros conductos relacionados con los olores son más estrechos respecto a
las especies de tierra y agua, pero más anchos respecto a las de fuego y aire, por lo que nadie ha
sentido nunca ninguna olfación de estos elementos” (66d). Tal como señala Solana acertadamente,
“Platón no hace en este caso sino aplicar la teoría general de Empédocles de la adaptación entre los
poros y los efluvios de los cuerpos”. Una breve exposición de las semejanzas y diferencias entre
Empédocles y Platón con respecto a la percepción visual se encuentra en Beare (1906: 46-47).
688
LA CRÍTICA DE ARISTÓTELES Y TEOFRASTO A LA CONCEPCIÓN ÍGNEA DEL OJO
(IV)
Una vez refutadas las doctrinas ígneas del ojo desarrolladas por Alcmeón,
Empédocles y Platón, Aristóteles ha superado un escollo fundamental en vista a
desarrollar su propia doctrina de la percepción visual51; según ésta, y de acuerdo
con su doctrina general de la percepción, para que la visión sea posible siempre
es necesario un medio diáfano, característica que comparten el aire y el agua,
pero no el fuego. La exposición aristotélica de la visión está expuesta
principalmente en De Anima II 7. En este capítulo, Aristóteles primeramente
identifica el objeto de la percepción visual con el color, al establecer que “todo
color es un agente capaz de poner en movimiento a lo diáfano en acto” (pân dè
chrôma kinetikón esti tôi kat’ enérgeian diaphanôs)52. Aristóteles introduce en el
proceso perceptivo visual la necesidad de una naturaleza, a la que llama “lo
diáfano” (tò diaphanés), que identifica con aquello que posibilita la visión.
Asimismo, Aristóteles llama la atención sobre la necesidad de la presencia de la
luz a fin de hacer visible el color, por ser la luz “el acto de lo diáfano en tanto que
50 En el pasaje Menón 76a-d, Sócrates identifica el color con “emanaciones de las cosas” (aporroás
tinas tôn ónton), y añade que “de las emanaciones unas son proporcionadas a algunos de los poros
mientras que otras son mayores o menores” (tôn aporroôn tàs mèn armóttein eníois tôn póron, tas dè
eláttous è meízous eînai), doctrina que él mismo atribuye a Empédocles y a su discípulo Gorgias.
51 Expuesta brevemente en De Sensu 2, 438b2-16; este breve resumen remite a la exposición más
689
JAVIER AGUIRRE
53 418b9-10.
54 Cf. De Anima II 7, 418b22-24.
55 De Sensu 2, 438b4.
56 438b4-5.
57 438b5-6.
58 438b7-8.
59 438b10-11.
690
LA CRÍTICA DE ARISTÓTELES Y TEOFRASTO A LA CONCEPCIÓN ÍGNEA DEL OJO
sanguíneo, el blanco del ojo es grasiento y brillante, a fin de evitar que el agua del
ojo se congele; y lo mismo se puede afirmar de las duras escamas de los animales
sin sangre. Todo ello lleva a Aristóteles a concluir en el resumen final que “lo que
es capaz de ver del ojo es de agua” (toû mèn ómmatos tò horatikòn hýdatos
hypoleptéon)61.
Bibliografía
61 De Sensu 2, 438b19-20
691
JAVIER AGUIRRE
***
692
LA CUESTIÓN DEL SILOGISMO PRÁCTICO EN ARISTÓTELES
1. Introducción
5 Vigo, 2010, 5.
7En esta línea adoptamos la posición de Vigo que interpreta el silogismo práctico desde el MA
para dar cuenta de una estructura: «destinada a explicar la producción del movimiento voluntario
animal y la acción humana en términos de una peculiar versión del esquema “deseo + creencia”».
Vigo, op. cit., 2010, 17.
694
LA CUESTIÓN DEL SILOGISMO PRÁCTICO EN ARISTÓTELES
695
VIVIANE LLORENS CABESTRERO
Así, pues, cuando tres términos se relacionan entre sí de tal manera que
el último esté contenido en el conjunto del término medio y el término
medio esté o no esté contenido en el conjunto del término primero, habrá
necesariamente un razonamiento perfecto entre los términos extremos10.
Como se está viendo, para mostrar que la conclusión del silogismo práctico no
es un conocimiento sino una acción, se toma el argumento que consiste en
subrayar las diferencias entre la estructura interna del silogismo práctico y la del
teórico. Diferencias que atañen el estatuto categorial de sus premisas e impiden
hablar para el primero de una estructura inferencial del tipo proposicional: la
premisa universal del silogismo práctico integra un tipo de expresión que apunta
a una necesidad desiderativa. En efecto, al integrar un estado motivacional del
tipo ‛A desea X’, la ordenación de los componentes de la premisa en cuestión no
corresponde a la del enunciado que se encuentra en toda premisa mayor de un
razonamiento teórico. Pues ésta tiene una sintaxis binaria compuesta por dos
términos: «el predicado y aquello sobre lo que se predica, con la adición del ser o
el no ser»11, mientras que aquélla se identifica como un estado disposicional
referido a un contenido proposicional. Así, la premisa universal del silogismo
práctico es una expresión que antecede al contenido proposicional y cuenta, para
mover el agente de la acción, con un importante componente desiderativo que
actúa como mecanismo motivacional general. En resumen: para llevar a cabo una
acción, el agente debe contar, además de la facultad intelectiva que actúa en la
deliberación de los medios para la consecución del fin, con la intervención de la
facultad oréctica que es causa última del movimiento y de la acción (τῆς μὲν
ἐσχάτησ αἰτίασ τοῦ κινεῖσθαι ὀρέξεωσ οὔσης) (MA, 7, 701a35). Pues, tomado
solo, el mecanismo del razonamiento teórico −que toma principios auto-
evidentes que despliega para demostrar sus propiedades− no produce
696
LA CUESTIÓN DEL SILOGISMO PRÁCTICO EN ARISTÓTELES
697
VIVIANE LLORENS CABESTRERO
la estructura interna del silogismo teórico tiene la propiedad de una ilación lógica
que el silogismo práctico no tiene. Pues, ya en la formulación de su premisa de
partida, se rompe el nexo lógico. Así, lo que enuncia la premisa universal del
silogismo práctico no se somete a las reglas en cuestión: al decir que ‛A desea X’,
no se entiende, evidentemente, que a ‛A’ se le pueda atribuir ‛X’ como propiedad,
pues éste, ni es inherente al sujeto ni se dice del mismo14. Por consiguiente, se
dirá que la premisa universal no es una proposición sometida a reglas analíticas
sino la expresión de un deseo subjetivo. Dicho en otras palabras, está es una
expresión desiderativa que da cuenta de un estado disposicional, (el del deseo
que puede ser: i) apetitivo, b) emocional; y iii) racional) y contiene una referencia
intencional a un determinado contenido proposicional15.
14 Veáse la nota 11 de Bodéüs en la edición des Belles Lettres de las Categorías de Aristóteles en la
que expone la clasificación aristotélica de cuatro tipos de seres a partir de los siguientes criterios: a)
ser inherente a un sujeto14 (marca de los seres no-sustanciales); y b) lo que se dice de un sujeto (marca de
lo seres no-individuales como el género y la especie). Se concibe así que entre los seres: i) algunos
se dicen de un cierto sujeto pero no son inherentes a ningún sujeto (p. e., ‛hombre’ se dice de un
sujeto pero no es inherente a ninguno, pues es sustancia 2ª); ii) algunos son inherentes a un sujeto
pero no se dicen de ninguno (p., e. ‛tal blanco’ es inherente al cuerpo y no se dice de ningún sujeto
o, mejor dicho, no se atribuye sino que es sujeto de atribución); iii) otras se dicen de un sujeto y son
inherentes a un sujeto (p. e., la ciencia es inherente a un sujeto: el ánima y se dice de un sujeto, el
conocimiento de las letras); iv) algunos no son inherentes a ningún sujeto y no se dicen de ningún
sujeto (por ejemplo, hablar de ‛un cierto hombre’ no es inherente ni dicho de un sujeto). En base a
ello se puede decir que lo que se dice de un sujeto es indicador de un universal y lo que no se dice de un
sujeto o lo que es inherente a un sujeto es indicador de un particular.
15 Vigo, 2010, 17.
17 Ibid. 700b10-11
698
LA CUESTIÓN DEL SILOGISMO PRÁCTICO EN ARISTÓTELES
5. Conclusión
699
VIVIANE LLORENS CABESTRERO
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interpretación restrictiva», Dianoia, Vol. LV, nº 65.
***
700
O LUGAR DOS SEGUNDOS ANALÍTICOS
NO CONJUNTO DO ORGANON
1. Introdução
2. Conceito de organon
Como é bem sabido, a reunião dos tratados lógicos sob o título comum
ὄργανον ou a utilização desta expressão para designar os estudos neles levados a
cabo não é aristotélica.
Sem prejuízo de Andronico de Rodes já fazer implicitamente uso do conceito
na sua edição das obras de Aristóteles, ao reservar a primeira secção para o
conjunto de tratados lógicos que reputava autênticos (os tradicionais menos os
Postpraedicamenta e o De interpretatione) e até explicitamente, a crer nos
comentadores, ao recomendar que por eles começasse o estudante , foi
1
1 Cf. Filópono, In Cat. 5.18-23 Busse; David <olim Elias>, In Cat. 117.22-24 Busse.
ANTÓNIO PEDRO MESQUITA
O problema dialéctico é uma questão para análise que visa ora a escolha e
a rejeição, ora a verdade e o conhecimento, seja em si mesmo, seja como
auxiliar (συνεργόν) para o tratamento de outra questão acerca da qual não
existe opinião mais num sentido do que noutro, ou em que a maioria se opõe
aos sábios, ou os sábios à maioria, ou ainda a opinião está dividida em
cada um destes grupos.
Mas, mais ainda do que da palavra, é do conceito que ele aparenta avizinhar-
se em alguns dos ensinamentos e recomendações centrais da sua teoria do
método.
Assim quando omite a lógica da sua classificação triádica da ciência em
disciplinas teóricas, práticas e produtivas 6, parecendo querer corroborar a tese
da sua essencial informalidade ou vacuidade e, com ela, o seu carácter
puramente instrumental, ou ainda quando estabelece a prioridade do estudo dos
“analíticos” sobre o de qualquer outra ciência 7, como que a título de
propedêutica fundamental 8.
Mais rebuscadamente, há também quem veja no cruzamento de duas
passagens dos Tópicos, uma, atrás citada, em que Aristóteles distingue entre
problemas teóricos, práticos e “auxiliares” (συνεργά) e outra em que divide as
premissas dialécticas em físicas, éticas e lógicas 9, o reconhecimento aristotélico
da natureza instrumental ou ancilar da lógica.
Em suma, pode dizer-se que, sem ser aristotélica na letra, a ideia segundo a
qual a lógica não é uma ciência particular como as demais, mas um ὄργανον
Wallies; David, In Cat. 117.9-13 Busse; Olimpiodoro, In Cat. 7.26-28, 14.18-18.2 Busse.
5 Top. I 11, 104b1-5.
6 Cf. Protréptico 6 Ross; Top. VI 6, 145a15-16; VIII 1, 157a10-11; Metaph. E 1, 1025b25; E 1, 1026b5;
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O LUGAR DOS SEGUNDOS ANALÍTICOS
3. Composição do organon
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ANTÓNIO PEDRO MESQUITA
4. Ordenação do organon
704
O LUGAR DOS SEGUNDOS ANALÍTICOS
seguida por Adrasto; a segunda, que prefere Cat. Int. Top. APr. APo.
SE, já vimos ser a adoptada no catálogo de Ptolemeu. Qual fosse a decisão de
Andronico na matéria não o sabemos, embora saibamos que ele tinha a tarefa
facilitada por não reconhecer a autenticidade do Da Interpretação.
Neste contexto, a lição defendida pelos alexandrinos, que acolhia tanto a
sequência existente entre as Categorias e o Da Interpretação como a existente entre
os Tópicos e as Refutações Sofísticas (rejeitando apenas a duvidosa restituição do
título de Diógenes, fonte de todos os embaraços a este respeito) tinha excelentes
condições para ser bem sucedida. E foi-o, como vemos ainda hoje, estabelecendo
o cânone do Organon na sucessão:
Cat. Int. APr. APo. Top. SE.
Esta tinha, para mais, uma justificação teórica e pedagógica que a tornava
muito atractiva. É que permitia conceber a ordenação dos seis tratados seguindo
uma lógica que vai do simples para o complexo e do mais geral para o mais
particular. Assim, principiava-se pelos conceitos, nas Categorias, passando depois
para as proposições, no Da Interpretação, e finalmente para os argumentos, nos
Primeiros Analíticos. Aqui chegados, estudavam-se em seguida os diversos tipos
de argumentos: apodícticos nos Segundos Analíticos, dialécticos nos Tópicos e
erísticos nas Refutações Sofísticas. Qualquer que seja o valor da recomendação, a
ela se deve grandemente a ordem canónica do Organon moderno.
Ver, por exemplo: Maier 1900; Solmsen 1929; Nuyens 1948; Bochenski 1951.
15
18 Por exemplo, a de E. Weil, cuja datação serve o propósito de defender a tese da absoluta
equivalência de valor científico entre analítica e dialéctica: ver Weil 1951, 107 e 109-112.
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ANTÓNIO PEDRO MESQUITA
19 É o caso da de Jaeger, para quem, aliás, a obra seria apócrifa e póstuma: cf. Jaeger 1923, 60 e n.
16.
Cf. Brandis 1823; Maier 1900; Mansion 19452, 10; Nuyens 1948, 108-113; Gauthier 19702, 55 ; Rist
20
Deduction System”, adere expressamente, “on the basis of our own investigations”, à cronologia
proposta por Bochenski (cf. Corcoran 1974, 88). Na mesma linha, ver Graham 1987, 298, n. 10.
22 Düring 1966, 49. Assim também, mais recentemente, Gisella Striker, que afirma: “there are
good reasons to think that most or all of these treatises were written early in Aristotle’s career,
beginning when he was still a member of Plato’s Academy” (Striker 2009, xi).
23 Respectivamente, Ross 1949, 22-23, e Düring 1966, 54.
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O LUGAR DOS SEGUNDOS ANALÍTICOS
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ANTÓNIO PEDRO MESQUITA
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O LUGAR DOS SEGUNDOS ANALÍTICOS
Modernamente, J. Barnes distinguiu-se pelo regresso a esta tese 36, a qual, entre
outros, é partilhada também por R. Smith 37.
Posições intermédias não são comuns, mas também se encontram.
Bochenski, por exemplo, sustenta a seguinte cronologia global 38:
APo. II APr. I 1, 2, 4-7, 23-46, e APo. I APr. I 3, 8-22, e APr. II.
Diz ele, contra Solmsen, que Ross “parece ter definitivamente estabelecido a
prioridade cronológica dos Primeiros Analíticos em relação ao primeiro livro dos
Segundos”, mas que não foi “igualmente bem sucedido no que toca a mostrar que
o segundo livro dos Segundos Analíticos foi escrito depois dos Primeiros”.
Contudo, na cronologia por ele proposta, toda a teoria da modalidade e, em
geral, parte significativa dos Primeiros Analíticos é colocada após os Segundos
Analíticos.
A este respeito, a posição mais adequada talvez seja a de J. Barnes, quando faz
notar que 39:
A questão cronológica, colocada cruamente, pressupõe que ou Aristóteles
escreveu primeiro os Primeiros Analíticos e depois os Segundos ou vice-versa,
pressuposto que é, com grande probabilidade, falso. Com efeito, as duas obras, tal
como as conhecemos hoje, representam a última fase de uma série incompleta de
revisões. (...) Neste sentido, é uma flagrante estultícia dizer que um tratado foi
“escrito” antes ou depois do outro. No máximo, o que podemos aspirar é a mostrar
que a passagem X do tratado A foi escrita, na sua presente forma, depois da
passagem Y do tratado B.
É essa também a conclusão de J. Brunschwig, quando reconhece que “no seu
texto actual, os Segundos Analíticos não podem ser considerados nem inteiramente
anteriores nem inteiramente posteriores aos Primeiros” 40.
Pelo mesmo motivo, é arriscado assumir uma posição definitiva no que toca à
datação absoluta dos Segundos Analíticos.
Para consideração, deixamos apenas uma amostragem da variedade de
datações propostas:
36 Em Barnes 1981.
37 Ver especialmente Smith 1982.
38 Bochensky 1951, 23.
39 Barnes 19942, xv.
40 Brunschwig 1981, 81.
709
ANTÓNIO PEDRO MESQUITA
Perante tanta alternativa disponível, não será difícil a cada um escolher a que
melhor lhe pareça ou convenha.
Bibliografia
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710
O LUGAR DOS SEGUNDOS ANALÍTICOS
711
ANTÓNIO PEDRO MESQUITA
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712
AUTORIDAD, NATURALEZA Y VIRTUD:
MUJERES Y ESCLAVOS EN EL OIKOS Y EN LA POLIS.
ALGUNAS DISTINCIONES SEGÚN ARISTÓTELES
Margarita MAURI
Universitat de Barcelona
Στάγειρα. Estudios Aristotélicos de Filosofía Práctica
-
- Hombres naturalmente libres y hombres naturalmente esclavos
El término physis, tan presente en los textos aristotélicos, como controvertido por
su polisémico uso, es uno de los principales problemas a los que hacer frente
cuando se trata de la cuestión de la esclavitud. ¿A qué clase de condición se
refiere Aristóteles con la expresión de ‘condición natural’? En los textos que
siguen intentaremos entender la expresión ‘condición natural’ en dos sentidos
diferentes y la aplicaremos a las afirmaciones de Aristóteles relativas a las
condiciones de libre y esclavo.
- Physis en el sentido de ‘naturaleza primera’, o conjunto de capacidades
propias y esenciales del hombre relativas a la clase de ser vivo que es.
- Physis en el sentido de ‘naturaleza segunda’ o resultado de la intervención,
favorable o desfavorable, del individuo sobre el conjunto de capacidades
propias y esenciales correspondientes a su ‘naturaleza primera’. Esta
naturaleza segunda estaría conformada, en un primer momento, por la
intervención primera de muchos elementos no elegidos por el sujeto, y, en
un segundo momento, por las decisiones que éste tome con respecto a su
persona.
Sería lícito deducir que hombre libre es el que se pertenece a sí mismo. Dejando a
un lado el sentido legal de la expresión ‘pertenecerse a sí mismo’, la forma
habitual de entender esa expresión es haciéndola equivalente a la de
‘autodominio’. Así, se pertenece uno a sí mismo cuando es capaz de deliberar y
escoger lo que desea sin encontrar impedimentos interiores, la presencia de una
dualidad razón-pasión, ni exteriores, una voluntad ajena que impida la
materialización de la elección.
Que alguien se pertenezca a sí mismo puede deberse a tres causas:
2.1 Primera causa: Al tipo de ser que es, es decir a su naturaleza. En este
sentido, la libertad aparecería como un atributo propio de la definición esencial
del ser humano; atendiendo a las capacidades propias de su especie, todo ser
humano sería, por tener esas capacidades, un ser libre.
2.1.1 A favor de entender el término physis como lo dado sin más con la
generación, puede aducirse el siguiente texto de Aristóteles: “En efecto,
llamamos naturaleza de cada cosa a lo que cada una es, una vez acabada su
generación, ya hablemos del hombre, del caballo o de la casa.”2. El hombre libre
lo es, pues, en cuanto es hombre.
2.1.2 Contra esta forma de interpretar la condición de libertad ligada a la
naturaleza humana está la afirmación de Aristóteles según la cual existen
hombres que por naturaleza no son libres. Luego, el mero hecho de ser hombre
no va unido a la condición de ser libre.
2.2 Segunda causa: Al tipo de ser que es, es decir a su naturaleza, cuando esa
naturaleza tiene ciertas condiciones. Esta posibilidad restringe la anterior puesto
que, aun manteniendo que la libertad depende de la definición esencial, esta
esencia puede materializarse diversamente de modo que las condiciones y
posibilidades de la physis no sean las mismas.
2.3 Tercera causa: Al trabajo que el hombre ha ejercido sobre su naturaleza
inicial al llevarla a su desarrollo, completando con una ‘segunda naturaleza’
aquello que la naturaleza primera había brindado como posibilidad. En esta
segunda interpretación, la libertad aparece como una conquista nacida de la
ejercitación en la excelencia. A este concepto de libertad se refieren las palabras
de R. Just cuando afirma que <<Freedom was control of oneself by oneself-and
by nothing other than oneself.>>3 quien sugiere que los términos de ‘libertad’ y
714
AUTORIDAD, NATURALEZA Y VIRTUD
En el caso del hombre que es esclavo por naturaleza nos encontramos con un
planteamiento parecido al del hombre libre por naturaleza.
Hay hombres que por su condición natural, de primera naturaleza, aún siendo
hombres, son en algo diferentes a los hombres libres.
Si la condición de esclavo reposa en la naturaleza primera, habrá que ver qué
características tiene esa naturaleza inicial para que pueda hablarse de esclavitud.
En este sentido, se han considerado cuatro posibilidades:
3.1 Primera posibilidad: que la diferencia entre una naturaleza primera de
esclavo y una naturaleza primera de libre sea una diferencia radical, es decir, que
se trate de dos naturalezas diferentes. En este caso, los esclavos, en realidad, no
serían hombres sino otra cosa. Sin embargo, diferentes textos de Aristóteles
descartan esa posibilidad:
(…) cuál es la naturaleza y la facultad del esclavo: el que por naturaleza no pertenece a
sí mismo, sino a otro, siendo hombre, ése es naturalmente esclavo; es hombre de otro el
que, siendo hombre, es una posesión, y la posesión es un instrumento activo
independiente.7
En cuanto esclavo, pues, no es posible la amistad hacia él, si bien lo es en cuanto
hombre, porque parece existir una especie de justicia entre todo hombre y todo el que
puede participar con él de una ley o convenio, y, por tanto, también una especie de
amistad, en cuanto el segundo es hombre.8
4 Ibid., 179.
5 Política, 1255ª 25-26
6 Política, 1337a 1-3
7 Política,1254ª 13-17
715
MARGARITA MAURI
(…) y en todos ellos (esclavos, mujeres y niños) existen las partes del
alma, pero existen de distinto modo: el esclavo carece en absoluto de la
facultad deliberativa (boleutikon) (…).10
12 En tanto que esclavo, éste no puede ejercer la función deliberativa, sin embargo, queda
716
AUTORIDAD, NATURALEZA Y VIRTUD
E. Garver13 pone en relación los textos del libro I de la Política con los del libro
VII. Mientras en el libro primero Aristóteles afirma que el esclavo no puede
deliberar, y, por tanto falla en una de las actividades de la facultad racional, en el
libro VII, el Estagirita mantiene que los esclavos no son deficientes en logos sino
en thymos. Algunos autores, continúa Garver, ven incompatibles las afirmaciones
del libro I y del VII relativas a los esclavos por naturaleza porque entienden que,
en el libro I, Aristóteles defiende que los esclavos tienen un logos deficiente –
puesto que no son capaces de deliberar- mientras que en el libro VII se mantiene
que su deficiencia no está en el logos sino en el thymos. Garver enlaza causalmente
ambos textos al afirmar que, según Aristóteles, los esclavos son deficientes en
logos porque son deficientes en thymos. Para Garver, el texto de referencia es el
siguiente: <<La condición dominante y libre proviene también en todos de esa
facultad del alma, puesto que el brío (thymos) es dominante e invencible>>14
El thymos es uno de los elementos que conforman la parte apetitiva (orexis)15.
En De Anima III, 10 Aristóteles atribuye a la facultad de la orexis la capacidad de
mover al sujeto, siendo la actividad de la orexis el punto de partida del pensar
práctico. Sin orexis no hay movimiento ni tampoco actividad racional práctica. El
texto de la Política no habla de orexis, sino de uno de sus elementos, el thymos. La
deficiencia en thymos es, también, una deficiencia en orexis, es decir una
deficiencia en todo lo que desencadena el movimiento que culmina en la acción.
Aristóteles atribuye a los pueblos asiáticos inteligencia, pero afirma que carecen
de thymos; esa incapacidad natural para moverse a sí mismos hacia objetivos que
pondrían en movimiento la actividad racional práctica (praxis y poiesis) les
convierte en pueblos esclavos, no por incapacidad racional, sino por incapacidad
apetitiva. Desde mi punto de vista, Garver está en lo cierto cuando hace
depender la deficiencia racional del esclavo por naturaleza de una falta de thymos
en tanto que éste es una parte de la facultad de la orexis.
Por su parte, J.Frank16 sitúa la deficiencia racional del esclavo en la falta de
ejercitación de su capacidad racional. Un logos no ejercitado causaría la
imposibilidad de deliberar. En este sentido, podría entenderse que la deficiencia
del esclavo está condicionada a un no desarrollo de la physis racional. Esto da pie
a suponer que el término physis podría entenderse en un sentido dinámico y en
un sentido estático. D. Dobbs17 interpreta el término physis en el sentido dinámico
cuando incluye en el término todo lo que hace posible el desarrollo humano;
13 E.Garver 1994
14 Política, 1328ª6-7
15 De Anima 414b 2
17 D. Dobbs 1994.
717
MARGARITA MAURI
desde su punto de vista, hablar del esclavo por naturaleza no es referirse a una
que no ha podido desplegarse.
3.3 Tercera posibilidad: las diferencias entre libres y esclavos no estarían en las
capacidades propias del ser humano, que en ambos serían las mismas, sino en la
relación soma-psykhés: aquéllos cuyo cuerpo sea más vigoroso son naturalmente
esclavos. Esta posibilidad parece avalada por diversos textos:
De acuerdo con este segundo texto, el vigor del cuerpo no sería más que una de
las condiciones del esclavo puesto que cualquiera puede pensar en el vigor del
cuerpo de Leónidas sin que lo piense al mismo tiempo como esclavo. Aristóteles
señala el vigor del cuerpo como lo mejor que el esclavo puede aportar. En el caso
de Leónidas, por ejemplo, el vigor corporal, aún dándose, sería inferior a su
capacidad de mando y de organización.
3.4 Cuarta posibilidad: todos los hombres son iguales en su primera naturaleza,
sin embargo aquéllos que no se han ejercitado en el autodominio, adquieren la
condición de esclavos en su segunda naturaleza, es decir, merecen por su
conducta ser de otro porque no tienen autodominio. En este supuesto, la
esclavitud es el resultado de una ausencia de condiciones externas y/o de interés
individual por llegar a la excelencia.
Sin embargo, dos textos de Aristóteles pondrían en cuestión esa interpretación:
Regir y ser regidos no son cosas necesarias sino convenientes, y ya desde el nacimiento
unos seres están destinados a ser regidos y otros a regir.20
El texto pone en la naturaleza primera las condiciones de la diferencia, si bien
podría entenderse en el sentido de que determinado entorno no propiciaría el
desarrollo de la naturaleza primera lo cual determinaría que, desde el
nacimiento, algunos estuvieran determinados a obedecer. La misma idea aparece
en el siguiente texto en el que Aristóteles se refiere al arte de la guerra como un
arte adquisitivo:
718
AUTORIDAD, NATURALEZA Y VIRTUD
(…) y éste (el arte de la caza) debe utilizarse (…) frente a los hombres que, habiendo
nacido para ser regidos, no quieren serlo, porque esta clase de guerra es por naturaleza
justa.21
(…) y en todos ellos (esclavos, mujeres y niños) existen las partes del
alma, pero existen de distinto modo: (…) la hembra la tiene (la facultad
deliberativa), pero desprovista de autoridad (akurion). 23
21 Política 1256b24-26
22 Aunque Aristóteles se refiere siempre al hombre esclavo, hay que suponer que sus
consideraciones son también aplicables a la mujer esclava cuya condición ha de ser peor ya que no
puede deliberar, no tiene (por lo general) un cuerpo vigoroso y, además, participa de todo lo que
hace a la mujer un ser humano inferior al hombre.
23 Política, 1260a12
24 WW.Fortenbaugh 1977.
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AUTORIDAD, NATURALEZA Y VIRTUD
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AUTORIDAD, NATURALEZA Y VIRTUD
37 Política, I,4
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Bibliografía
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724
DESEO Y PLACER EN LA FILOSOFÍA DE ARISTÓTELES
des praktischen Intellekts und damit auch das mittelbare Prinzip der Handlung ausmacht, kann
Aristoteles sogar behaupten, dass die Verursachung der Handlung im Grunde nur durch die
Tätigkeit der desiderativen Teils der Seele su erklären ist» (Vigo 1998, 290).
MANUEL C. ORTIZ DE LANDÁZURI
una imaginación o un pensamiento que se presenta como apetecible, bien por ser
agradable o conveniente. En este proceso psicológico cobra una gran importancia
la imaginación que, en la representación de lo placentero y lo doloroso, hace
despertar un impulso para la acción4.
Aristóteles establece tres tipos de deseos que, como se verá, guardan una
relación distinta respecto a los placeres y dolores: apetitivo (epithumia), pulsional
(thumos) o racional (boulesis)5.
4 «Die in der Vorstellung lebenden Lust und Unlustgefühle sind nun ihrer Natur nach so geartet,
dass sie Sofort in der Seele ein Streben, einen Trieb (hormé) nach tatsächlicher Realisierung der
vorgestellten Lust, nach wirklichem sinnlichem Genuß, beziehungsweise (bzw.) nach Vermeidung
der Unlust erwecken. Wie das Gute, so stellt sich auch das Angenehme als begehrenswert (orektón)
dar, wirkt daher ebenso wie jenes als Motiv auf das Begehrungsvermögen ein und erzengt hier ein
aktuelles Begehren, das, je nachdem es eine positive oder negative Richtung hat, auch hier als
diókein oder als pheúgein erscheint. Die Verbindung zwischen Lustvorstellung und
Befriedigungstrieb ist hier aber so unmittelbare, dass häufig zwischen beiden nicht genau
unterscheiden, das Gefühl selbst als Trieb bezeichnet oder das Βegehren mit zu den pathē gezählt,
kurz jedes als das andere in sich schließend behandelt wird» (Loening 1903, 99).
5 Señala Tomás Calvo que «el fenómeno general de atracción y repulsión (‘búsqueda’ y ‘huida’ de
los objetos, dice a menudo Aristóteles) recibe el nombre de orexis, palabra que traducimos siempre
por ‘deseo’, así como tò orektikón por ‘facultad desiderativa’. Sus especies son tres: thumós –palabra
que traducimos por ‘impulsos’ a que en el campo del adjetivo corresponderá en nuestra traducción
la palabra ‘pulsional’–, ephithumía, que traducimos como ‘apetito’, y boúlēsis. En cuanto a este
último término, lo traducimos como ‘voluntad’ y ‘volición’ según que el contexto haga referencia a
la facultad o al acto de la misma». (Nota de Tomás Calvo en su traducción de ARISTÓTELES, Acerca
del alma, Madrid, 1978, 175-176). Sin embargo, la boúlēsis no es tanto un acto de voluntad, como un
deseo deliberado, y así lo he traducido. «boúlēsis bedeutet nur eine besondere, mit gewissen
anderweiten Faktoren verknüpfte Unterart der orexis: das durch die Vernunft bestimmte, aur eines
Gutes als Ziel gerichtete Begehren» (Loening 1903, 142).
6 De Anima, 432 b 5-7.
7 El término thumós parece un tanto difícil de precisar. A veces se traduce como coraje, pero
también como impulso, aunque distinto del apetito. Siempre se coloca en la parte irracional del
alma, y es compartido también por los animales: «La elección no es algo común a los animales, pero
sí el apetito y el impulso (thumos)». Ética a Nicómaco, 1111 b 11-13. «Lo que se hace impulsivamente
(dia thumon) en modo alguno parece hecho por elección». Ética a Nicómaco, 1111 b 18-19. El thumos
parece ser un tipo de deseo relativo a las emociones: uno actúa impulsivamente cuando se deja
arrastrar por las emociones sin dejar que medie la inteligencia. Por eso la coloca en la parte
irracional del alma. «In Homer thumos appears to be, among other things, any strong emotion,
including anger, but also strong desire. [...] But in Plato, Aristotle and later authors, at least, thumos
seems to mean anger. [...] It would appear that the notions of thumos an to thumoiedes carry with
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DESEO Y PLACER EN LA FILOSOFÍA DE ARISTÓTELES
(boulesis8). El deseo no es una facultad más entre otras, sino que envuelve todas
las facultades (a excepción de aquellas que no envuelven conocimiento de ningún
tipo, como los movimientos del propio organismo, ya que la condición de que
pueda haber deseo es que haya algo conocido que se desee)9. Tanto el deseo
sensible (epithumia) como el pasional (thumos) comparten la misma estructura
psicológica. Ambos tipos de deseo vienen provocados por un objeto inmediato
(que puede estar presente físicamente o ser producto de nuestra imaginación,
recuerdos10, etc.), y envuelven a la corporalidad humana en su conjunto, de
manera que estos deseos provocan en muchas ocasiones movimientos corporales
hacia el objeto de la tendencia11. Dice Aristóteles que estos deseos se atienen a lo
inmediato, al presente, y no aplazan de ningún modo su objetivo:
them some notion of manliness, spiritedness and sense of honour, not present in orge, which is why
to thumoiedes is often translated “the spirited element”» (Urmson 1990, 167-168). Es decir, el thumos
parece ser una reacción volitiva debida a un sentimiento interior de haber sido herido, un deseo
vinculado a la emoción. Al igual que la epithumia, tiene un fuerte fundamento en la corporalidad
humana, pero se distingue de ésta que el objeto que persigue no es la satisfacción de un apetito,
sino de un deseo interior.
8 El término boulesis no resulta nada sencillo de determinar, supone un tipo de deseo en el que
interviene la razón, aunque puede tener por objeto cosas imposibles, a diferencia de la volición
concreta (proairesis), que siempre es de algo real. Viene a ser algo menos afectivo y más razonado
que el simple deseo. Cfr. Rodier 1985, 532.
9 «Objecting to the tripartite account of Plato, Aristotle insists that if the parts of the soul are the
three Platonic divisions, orexis will be found in all three and it is unreasonable to “tear it apart”»
(Skemp 1978, 185).
10 «Las fantasías, las sensaciones y las ideas causan alteración. Pues las sensaciones al punto
resultan ser un cierto tipo de alteraciones, y la fantasía y la imaginación tienen el poder de los
hechos actuales. En cierta manera la forma concebida de [algo caliente o frío], de algo placentero o
temible, sucede ser como cada uno de los hechos actuales, y por eso se tiene frío o miedo con tan
sólo pensarlo». De Motu Animalium, 701 b 16-22.
11 «El movimiento se da siempre que se busca algo o se huye de algo. [...] Incluso cuando el
intelecto manda y el pensamiento ordena que se huya de algo o se busque, no por eso se produce el
movimiento correspondiente, sino que a veces se actúa siguiendo la pauta del apetito, como ocurre,
por ejemplo, en los que carecen de autocontrol». De Anima, 432 b 29-433 a 3.
12 De Anima, 433 b 5-10.
727
MANUEL C. ORTIZ DE LANDÁZURI
13 «En ningún momento (chronon tis) podría tomarse un placer tal que, prolongándose en el
tiempo, se perfeccionase en cuanto a su forma». Ética a Nicómaco, 1174 a 17-19.
14 Cfr. Ética a Nicómaco, 1152 b 34.
15 Cada actividad tiene su placer correspondiente, distinto específicamente (to eidei) del de otra
728
DESEO Y PLACER EN LA FILOSOFÍA DE ARISTÓTELES
Los placeres están mucho más unidos a las actividades que los deseos, ya
que éstos están separados de ellas tanto por el tiempo como por su
naturaleza, mientras que los placeres les son muy próximos, y hasta tal
punto inseparables de ellas que se discute si la actividad es lo mismo que
el placer17.
16 Dice Aristóteles, hablando de los virtuosos: «La vida de éstos, por consiguiente, no necesita en
modo alguno del placer como de una especie de añadidura, sino que tiene el placer en sí misma».
Ética a Nicómaco, 1099 a 15-17.
17 Ética a Nicómaco, 1175 b 31-35.
19 «Le plaisir est la forme sous laquelle le bien provoque et éveille dans toute âme le désir, et par
729
MANUEL C. ORTIZ DE LANDÁZURI
aspiran a lograr los bienes adecuados para que el ser humano llegue a su
plenitud. Estas tendencias psicológicamente se experimentan como deseos.
Ahora bien, ¿qué relación guardan los deseos respecto a los placeres? ¿Es el
placer la satisfacción de un deseo? Aristóteles se aproxima a esta cuestión en el
libro X de la Ética a Nicómaco:
730
DESEO Y PLACER EN LA FILOSOFÍA DE ARISTÓTELES
21 «Die Begierde sowohl wie die Lust kommt nach platonischer Anschauung auf die Herstellung
eines naturgemäßen Zustandes hinaus. Lust und Begierde werden daher von Plato auch sonst
miteinander in unmittelbare Verbindung gebracht» (Wittmann 1920, 253).
22 «Las sensaciones en seguida resultan ser alteraciones, la imaginación y la reflexión tienen la
fuerza de las cosas, pues, en cierto modo, la idea pensada del calor o del frío d del placer o de lo
temible resulta ser tal como precisamente es cada una de estas cosas, y por eso se tiene frío y miedo
solamente con pensarlo» (De Motu Animalium, 701 b 17-23). La imaginación juega un papel muy
importante en el deseo, ya que la fantasía presenta un objeto como placentero o doloroso,
impulsando a actuar en una u otra dirección. Cfr. Nussbaum 1978, 246.
23 Esto se deduce del hecho de que el deseo se produce por la imaginación de algo como
placentero o conveniente: «El animal es capaz de moverse a sí mismo en la medida en que es capaz
de desear. Por su parte, la facultad de desear no se da a no ser que haya imaginación. Y toda
imaginación, a su vez es racional o sensible» (De Anima, 433 b 27-31). Por tanto, el placer que puede
haber en el deseo es el debido a una representación.
731
MANUEL C. ORTIZ DE LANDÁZURI
24 De este modo habla Aristóteles en el libro VII de los placeres remediales, que vienen a paliar
una carencia o un dolor. Cfr. Ética a Nicómaco, 1152 b 33-36.
25 Cfr. Ética a Nicómaco, 1175 a 24-1175 b 1.
732
DESEO Y PLACER EN LA FILOSOFÍA DE ARISTÓTELES
733
MANUEL C. ORTIZ DE LANDÁZURI
Bibliografía
Traducciones de Aristóteles:
Bibliografía secundaria:
Friedo Ricken plantea que para comprender el concepto aristotélico de placer se debe entender
29
desde la noción de una naturaleza que se despliega en tendencias, en deseos, y cuyas actividades se
experimentan como placenteras al realizarse con perfección. Cfr. Ricken 1976, 104.
734
DESEO Y PLACER EN LA FILOSOFÍA DE ARISTÓTELES
***
735
LA CONCEPCIÓN DE LA ΦΡΟΝΗΣΙΣ EN MAGNA MORALIA
1 Este trabajo ha sido elaborado en el marco del Proyecto PON 02A08 financiado por la Consejería
de Educación de la Junta de Castilla y León.
2 Cf. Aubenque 1963, 155-156; Becchi 1987, 37; Gauthier-Jolif 1958-1959, II, 2, 464-465.
la misma (distinguir las partes por sus objetos) son las habituales en las obras de
Aristóteles. Hay una parte del alma que carece de razón y otra que la posee. Esta
última se divide en la parte con la que conocemos (τὸ ἐπιστημονικόν) y en la
parte con la que deliberamos (τὸ βουλευτικόν). El objeto que corresponde a la
primera es lo inteligible (τὸ νοητόν) y a la segunda lo sensible (τὸ αἰσθητόν). El
objeto de la parte deliberativa es descrito de manera general (lo sensible en
proceso de cambio) y de manera específica (aquello que está en nuestras manos
elegir, aquello sobre lo que existe voluntad y elección de actuar o no actuar).
El siguiente párrafo, cuya interpretación es difícil y controvertida, puede tener
el siguiente sentido: Dado que es objeto de esta investigación la recta razón y que
ella ha de tener que ver con alcanzar la verdad en un ámbito determinado de la
realidad, se estudia a continuación aquello que se refiere a la verdad en cada uno
de esos ámbitos4.
El contraste entre σοφία y φρόνησις se produce en cuanto a sus objetos. El
objeto de ésta última es descrito prácticamente en los mismos terminos que ya
hemos referido. El objeto de la σοφία es «lo que puede ser probado de manera
concluyente mediante demostración y razonamiento»5. Más adelante (1197a 32-b
10) aclara que los objetos a los que se refiere la σοφία son aquellos que son
siempre lo mismo, eternos y divinos, mientras que los objetos de la φρόνησις se
transforman, puesto que lo que es conveniente aquí y ahora o para una
determinada persona no son siempre lo mismo. El objeto de la φρόνησις es,
pues, lo conveniente para el hombre (1197b 8-9), pero esto cambia. Que cambie
no significa que no se pueda decir nada con sentido sobre él, sino que
necesitaremos una determinada virtud, la φρόνησις, que alcance la verdad en
este ámbito.
La comparación con la τέχνη (ámbito de la ποίησις) nos permitirá llegar a una
primera definición de φρόνησις (ámbito de la πράξις). La comparación es muy
importante porque ambas capacidades están cercanas entre sí y habrá que
distinguirlas con cuidado. Mientras que en el ámbito de la producción (ποίησις)
existe siempre un fin diferente de la acción misma (se distingue la actividad del
arquitecto y el resultado de su actividad), en el ámbito de la práctica (πράξις) el
4 Esta interpretación tiene sus dificultades, pues la suposición (ὑπόληψις) deja en duda si algo es
verdadero o no. Habría dos sentidos posibles en los que este tratado se ocupa de la verdad. O bien
en el sentido de ocuparse de aquello que alcanza necesariamente la verdad en cada ámbito o bien
en el sentido amplio de «verdad». En el primer sentido, el tratamiento de la suposición está fuera
de lugar; en el segundo no. Puede pensarse que EN (VI, 2, 1139b 15-17) escoge el primero y por eso
se ocupa del arte y no de la suposición ni de la opinión) y MM el segundo. En todo caso, resulta
extraño que MM no cite aquí el arte y más adelante se ocupe de él.
5 Arist. MM, I, 34, 1106b 38-1197a 1. Las traducciones de MM son de Martínez-Rodríguez 2011.
738
LA CONCEPCIÓN DE LA ΦΡΟΝΗΣΙΣ EN MAGNA MORALIA
Parece que la prudencia es una virtud, no una ciencia. (1) Pues los
prudentes son elogiados y el elogio es propio de la virtud. (2) Además, de
toda ciencia existe una virtud, mientras que de la prudencia no existe
virtud, sino que evidentemente ella misma es una suerte de virtud7.
Sobre el primer argumento se vuelve con más detalle más adelante (1198a 21-
22): Si cada una de las virtudes es elogiable, también la prudencia se contará
entre las cosas elogiables. En efecto, dado que cada una de las virtudes, al actuar
de acuerdo con lo que la prudencia le indica, se traduce en acciones buenas y por
eso es elogiable, también la prudencia habrá de ser eleogiable en grado máximo y
será virtud en grado máximo8.
6 Aristóteles ni en EN ni en EE la define como ἕξις προαιρετική (cf. Aubenque 1963, 119 y n.1;
Donini 1965, 115-116 n.17). En EN (II, 6, 1106b 36) esta expresión define la virtud ética (cf. Arist. EN
VI, 2, 1139a 23; Arist. EE II, 10, 1227b 5-11). Parece que, en parte, los MM atribuyen en parte a la
φρόνησις lo que las otras éticas atribuyen a la virtud (cf. Becchi 1987, 42). ¿Es descabellado pensar
que esto se debe a que la φρόνησις, por primera vez en la ética aristotélica, asume con cierta
claridad la dimensión de virtud ética sin dejar de ser virtud intelectual?
7 Arist. MM, I, 34, 1197a 16-20; Cf. Arist. EN VI, 5, 1140b 22: «mientras existe una virtud del arte,
no la hay de la prudencia».
8 Este argumento parece estar en contradicción con el capítulo 5 del primer libro: «nadie es
elogiado por las aptitudes de la parte racional, ni nadie es ensalzado por ser sabio (σοφός), ni por
ser inteligente (φρόνιμος), ni en general por ninguna de tales aptitudes» (1185b 9-12). El texto
sirvió para negar la autenticidad de MM (cf. Donini 1965, 117, nota 19) De la necesidad de
argumentar a favor de que la prudencia sea virtud se sigue que no era claro ni evidente que lo
fuese. Ni siquiera en la etapa en que se escriben las otras éticas lo era, pues también en ellas
encontramos diversos argumentos para el mismo propósito. Probablemente la dificultad surgiera,
en el caso de la φρόνησις de su carácter de hábito de la parte racional del alma. Algunas
739
JESÚS MANUEL CONDERANA CERRILLO
1196b 36-1197a 1; 1197a 20-30; Donini 1965, 117, nota 19), mientras que existen artes diferentes (cf.
Arist. MM I, 34, 1197a 3-13).
10 Cf. Arist. MM II, 3, 1199b 36-1200a 11.
740
LA CONCEPCIÓN DE LA ΦΡΟΝΗΣΙΣ EN MAGNA MORALIA
2. La génesis de la virtud
El párrafo (1197a 36-1198a 21), que continúa explicando las relaciones entre
habilidad y prudencia, aborda la génesis de la virtud y define más propiamente
la virtud en relación con la prudencia13. El texto resume el proceso educativo
como el proceso que va desde actuar κατὰ τὸν ὀρθὸν λόγον a actuar μετὰ
(ὀρθοῦ) λόγου. Actuar de este segundo modo es actuar de acuerdo con la virtud
11 En contra de lo que dice Donini (1965, 121), MM I, 34 no sigue un orden sin concierto.
12 Arist. MM II, 3, 1199a 4-13 se ocupa de la comparación entre εὐβυλία y φρόνησις. Como
seguimos el hilo conductor del capítulo 34, no nos ocupamos directamente de esta comparación.
13 Saltamos el párrafo 1197b 28-35. En realidad es una digresión con fundamento, pues el tema
741
JESÚS MANUEL CONDERANA CERRILLO
completa y perfecta que es la acción en que existe armonía entre la dirección del
impulso de la virtud y lo que la razón establece. La tarea educativa tiene éxito
cuando el educando, gracias a la prudencia del educador, ha llegado a actuar no
solo como actúan los virtuosos, sino a hacerlo por los motivos por los que ellos
actúan.
Aparece de nuevo el tema de la razón recta. Al inicio, nuestro capítulo se
preguntaba qué es la recta razón y cuál es la recta razón. Para buscar una
respuesta a estas preguntas hemos de acudir a otros lugares de MM.
La expresión ὀρθὸς λόγος está por «criterio recto, pero subjetivo». Esta razón
recta, que juzga lo que está bien y mal, podría, en algún caso, estar equivocada
(no ser recta), es decir, alguien podría estar equivocado pensando que algo es
bueno no siéndolo17. En la persona verdaderamente prudente, como veremos en
14 Ésta nos parece la definición de virtud teniendo en cuenta lo dicho en Arist. MM I, 34, 1197a 36-
1198a 21.
15 En EN (y EE) la pregunta y la respuesta se plantean explícitamente. Después de definir la
virtud, añade que el ὀρθός λόγος es la φρόνησις (cf. Arist. EN 1144b 27-28; 23-24). Con ello se
responde a la pregunta con la que empezaba el libro VI de la EN (cf. Donini 1965, 125. 192).
16 Cf. Bärthelein 1963, 226-227.
17 Este significado está relacionado con el tipo de conocimiento que tiene el incontinente que
escoge el mal «sabiendo» (1200b 27: ἐιδώς) que es un mal. Con parecido significado aparece en este
742
LA CONCEPCIÓN DE LA ΦΡΟΝΗΣΙΣ EN MAGNA MORALIA
los dos siguientes apartados, esta recta razón deja de ser criterio subjetivo para
ser el criterio objetivo de la conducta. Por eso entra en la definción de la virtud
misma, como hemos visto, y es el criterio para la acción recta que se sigue del
ejercicio de las virtudes, como vamos a ver a continuación.
mismo capítulo en Arist. MM II, 6, 1203a 13-15; 1203b 16-19; 1204a 5-12. Con este significado se
emplean también términos tales como εἰδέναι (1200b 27; 1204a 5), ἐπιστήμη (1201b 14) y en
muchos lugares el término λόγος únicamente (por ejemplo en 1202a 3. 4; 1203a 8. 9) o bien
λογισμός (1202a 6). Al final del tratado del placer (Arist. MM II, 7, 1206a 36-b 29) aparece λόγος
con el sentido también de ὀρθὼς λόγος (cf. Bärthelein 1963, 230).
18 Arist. MM II, 6, 1204a 10-12. Algo semejante podría decirse respecto de quien posee buen
consejo, que es el hábito que acierta a señalar lo mejor y más apropiado en el ámbito de la acción,
pero la prudencia es el elemento activo en este terreno (cf. Arist. MM II, 3).
743
JESÚS MANUEL CONDERANA CERRILLO
Según MM las virtudes son los hábitos (ἕξεις) o impulsos (ὁρμαί) que tienden
a los fines buenos (que ellas no establecen). La prudencia es la capacidad que
razona al servicio de esos fines buenos constituyendo el justo medio en el que se
realiza precisamente ese fin (como en el texto anterior, la función de la prudencia
es «ordenar»). En este sentido la virtud es del fin, la prudencia de los medios
para fin, en cuanto que indica el justo medio en el que el fin de las virtudes se
realiza19.
Los dos textos son complementarios, pues dibujan unas relaciones
interesantísimas entre prudencia y virtud moral que otros textos pueden ayudar
a precisar. MM II, 3 se pregunta si, dado que el injusto parece tener el
conocimiento de lo bueno y de lo malo, esto significará que posee el mayor bien
que es la prudencia, ya que que la prudencia es ese conocimiento. Pero no es así
19 Esa tarea de asignar el justo medio la ejemplifica MM normalmente con la imagen de lo que
hace el médico quien no tiene únicamente un conocimiento general de en qué consiste la salud (fin
que el médico no establece), sino también un conocimiento práctico en el sentido de que es capaz
de saber qué ha de hacerse aquí y ahora con este enfermo concreto para curarlo (cf. Arist. MM II, 3,
1199a 30-b 19; 10, 1208a 20-30).
20 Cf. Arist. MM I, 1, 1183b 8-18; II, 6, 1201a 11-13.
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LA CONCEPCIÓN DE LA ΦΡΟΝΗΣΙΣ EN MAGNA MORALIA
Ya que la felicidad consiste en vivir de acuerdo con las virtudes, la vida del
hombre prudente es la vida del hombre feliz.
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JESÚS MANUEL CONDERANA CERRILLO
ocio a su señor, de modo que aquél no se vea impedido por las tareas
imprescindibles para poder llevar a cabo algo noble y conveniente. Así,
de modo semejante a éste, la prudencia es una suerte de intendente de la
sabiduría que le procura a ésta ocio y la posibilidad de cumplir su propio
trabajo, sometiendo las pasiones y moderándolas (1198b 14-17).
24 Arist. MM I, 2-4 expone esta controvertida noción de felicidad (cf. Becchi 1977, 153-178; Donini
1965, capítulos 3 y 4 especialmente).
25 Cf. Bärthelein 1963, 226-227. 234-236. 258. Un argumento que corrobora esta interpretación se
encuentra en Arist. MM II, 11, 1211a 16-1211b 3 donde se pregunta si uno puede ser amigo de sí
mismo. La respuesta es que tal cosa solo puede plantearse en la medida en que en el alma hay
partes y solo se da en el bueno.
26 Cf. Arist. MM I, 34, 1197a 20-31. Las afirmaciones de este texto son concordes con lo que
Aristóteles dice en el resto del corpus, según hemos mostrado en Conderana 2002, 31-91.
746
LA CONCEPCIÓN DE LA ΦΡΟΝΗΣΙΣ EN MAGNA MORALIA
31 Las seis cuestiones planteadas acerca de la φρόνησις al final del capítulo no tienen paralelo en
Arist. EN-EE (cf. Donini 1965, 119-120). Tampoco las cinco aporías sobre la φρόνησις de Arist. MM
II, 3 (cf. Dirlmeier 1964, 361-371).
747
JESÚS MANUEL CONDERANA CERRILLO
748
LA CONCEPCIÓN DE LA ΦΡΟΝΗΣΙΣ EN MAGNA MORALIA
Bibliografía
***
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ASPECTOS DA GÊNESE DA NOÇÃO DE ΜΑΚΑΡΙΑ EM EPICURO
medita, pois, esses preceitos e outros seus congêneres, dia e noite, contigo
e com seus semelhantes, e nunca mais serás perturbado, quer acordado,
quer dormindo, mas viverás como um deus entre os homens. De fato,
não se assemelha em nada a um mortal o que vive entre os bens
imortais4.
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ASPECTOS DA GÊNESE DA NOÇÃO DE ΜΑΚΑΡΙΑ EM EPICURO
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FERNANDO ROCHA SAPATERRO
754
ASPECTOS DA GÊNESE DA NOÇÃO DE ΜΑΚΑΡΙΑ EM EPICURO
corpo. O termo μάκαρ em Epicuro está ligado não somente à vida prática, mas a
uma vida contemplativa inclusive, que em suma é a vida do sábio.
A figura do sábio é um ideal socrático que considera a sabedoria prática e
retorna com a filosofia helenística, segundo atesta o estudo de Reale (2008, 16-18)
e está presente tanto no pensamento de Epicuro e dos epicuristas como da escola
sua contemporânea, a filosofia do Pórtico. Embora seja um elemento comum de
ambos, para o Jardim, o sábio não é aquele que se entrega às práticas e exercícios
da lógica, mas é o que sabe se conduzir no todo de uma vida. De certo modo, é
no contexto desse ideal que aparece a preocupação com a realização humana,
fazendo com que o homem não busque algo que lhe é impróprio ou impossível,
algo que o faria distanciar-se da natureza na qual está inserido, mas algo que lhe
permita saber a relação de seu viver com a natureza. Por isso, o sábio é o que
medita e pratica o que lhe aproxima da natureza - o prazer -, e é também o que se
afasta daquilo que lhe assalta a mesma natureza - a dor -, não almejando nada
que lhe seja exterior ou não-natural, como a fortuna, a suntuosidade, a
abundância dos bens, as honrarias, a fama, o favor dos deuses, entre outras
coisas. Podemos dizer que o sábio é o verdadeiro μακάριος. Então, como essa
noção é assimilada ou aparece no vocabulário de Epicuro? Os elementos que
fazem aparecer essa noção parecem decorrer tanto de fatores históricos, como da
articulação e coerência no sistema de seu pensamento.
O primeiro aspecto é oriundo de uma razão histórica. Transpor o uso de
elementos divinos para os mortais não parece ser incomum no período
helenístico. Várias mudanças ocorreram nesse período, dentre elas a decadência
das poleis com a conseqüente propagação da cultura grega para outros povos e a
relevância de Alexandria como centro cultural e intelectual em detrimento de
Atenas. Ali, vários homens dados à intelectualidade, sobretudo os poetas,
vivendo como estrangeiros são mantidos na corte despótica dos Ptolomeus como
assalariados. O rei nada mais é do que o mecenas desses poetas.
Essa aplicação dos poetas na período helenístico faz aparecer um tipo de
poesia com marcas de erudição e destinada a um público erudito, cujo tema de
fundo destaca a glória dos reis e sua mistificação. Esse período viu nascer a
transposição de elementos divinos-imortais para o rei-mecenas-mortal. Nos
poetas como Filetas de Cós, Calímaco e Teócrito não é incomum a aplicação de
termos divinos aos reis. Esse deslocamento de conceitos resulta em uma
viabilidade de aplicação dos mesmos em outras instâncias da cultura helenística.
Os poetas contemporâneos de Epicuro passam a divinizar homens mortais. Esse
fato provavelmente demonstra a possibilidade de tratar os homens como
imortais justamente no conjunto de suas propriedades. Ao mesmo tempo,
aparece um tipo de poesia que afasta o ser imortal das características divinas,
755
FERNANDO ROCHA SAPATERRO
como é o caso da poesia de Teócrito que usa uma tratativa invertida com os
heróis, aproximando-os mais dos homens e afastando-os dos deuses. Para ele, os
heróis são retratados em cenas da vida comum com um profundo toque de
realismo. Calímaco também apresenta os heróis, que em Hesíodo eram
designados como μακαρίοι, com uma austera rejeição dando lugar ao elogio dos
soberanos. Dois exemplos podem ser apresentados: um extraído do segundo
hino e outro do fragmento 110. No segundo hino diz que aquele que lutou com
os bem-aventurados poderia lutar com seu rei6. No fragmento 110, Calímaco
exalta a esposa de Ptolomeu III, Berenice II, considerando-a como uma imortal,
desde o seu nome que quer dizer «a que traz a vitória» (φερενίκη). A mecha de
sua cabeleira recebe seus elogios e é considerada imortal entre os imortais,
conforme atesta o fragmento 110, traduzido pelo poeta latino do século I a.C.,
Catulo:
Para aqueles que não podem seguir, ponto por ponto, cada um dos meus
escritos sobre a natureza, nem examinar os livros mais longos entre os
meus tratados, compus uma epítome (ἐπιτομή) de tudo, a fim de que
possam preparar a memória para compreender as doutrinas mais
importantes8.
756
ASPECTOS DA GÊNESE DA NOÇÃO DE ΜΑΚΑΡΙΑ EM EPICURO
Por que Epicuro teria uma preocupação sintética com a filosofia, não
remontando a grandes princípios e fundamentações, enfim, a um articulado
sistema? Uma resposta conclusiva para esse problema nos escapa, todavia, o
mesmo ideal de sábio que guia os tempos e os pensamentos da era helenística,
anseia por uma resposta. A síntese da filosofia ou a epítome, possibilita aos
homens um acesso ao saber filosófico, muitas vezes erudito e imerso em
definições que comumente seria impossível à massa. A série de estudos e práticas
das ciências do intelecto produz um escasso público, muitas vezes afastado das
possibilidades da filosofia. A filosofia para Epicuro é comparada ao fármaco, sua
linguagem ética é extraída da medicina e o seu papel é curativo. É quase como
uma função da filosofia sanar a alma. Michael Erler (2003, 222-223) interpreta a
filosofia epicurista, sobretudo a recepção do pensamento do mestre por seus
discípulos como uma terapia da alma, a ponto de os discípulos poderem receber
referências de «pacientes», pois ao longo de sua vida devem aprender a reduzir
as necessidades inúteis, a controlar os desejos e a serem interiormente
independentes. A filosofia epicurista é uma philosophia medicans, afirma ele9.
A arte da medicina quer produzir a sanidade do corpo, assim como a filosofia
quer produzir a saúde da alma. Esse caminho é o percurso da filosofia que tem o
intuito de fazer do discípulo alguém que encontra, na meditação dos princípios, a
tranqüilidade da alma (ἀταραξία). A filosofia como medicina indica o caminho
da saúde, por meio de uma vida sensata, sem opulências, com distanciamento de
desejos vãos, pois o verdadeiro prazer é conatural à sapiência (φρόνησις)10. A
filosofia para Epicuro é como a medicina e seu fármaco, que tem a capacidade de
gerar o sábio. Esse não é aquele que se aplicou ao aprendizado das definições ou
o que conheceu as técnicas, ou ainda, o que se exercitou nas ciências teoréticas.
Para compreender isso, podemos recorrer ao testamento de Diógenes de
Enoanda, um discípulo epicureu que deixou gravado também de forma sintética,
num epítome, os princípios da cura da alma em uma inscrição encontrada na
cidade:
757
FERNANDO ROCHA SAPATERRO
758
ASPECTOS DA GÊNESE DA NOÇÃO DE ΜΑΚΑΡΙΑ EM EPICURO
que, segundo ele, basta seguir os preceitos para viver «como um deus entre os
homens»14.
Sob este aspecto dizemos que ao sábio está o acesso ao divino, porém não ao
sábio do conhecimento teorético apenas, e sim, ao comum mortal, que possui um
tipo de sabedoria prática (φρόνεσις). Entre o sábio e deus há uma comunicação
de bens, em outras palavras, isso corresponde a dizer que ambos participam de
um mesmo destino, a μακαρία. Filodemo nos ajuda a esclarecer isso ao falar da
relação entre os deuses e os sábios:
759
FERNANDO ROCHA SAPATERRO
Bibliografia
***
760
FIN, FELICIDAD Y COSAS NATURALES
EN EL ESTOICISMO ANTIGUO
1Aunque es cierto que encontramos algunos pasajes atribuidos a Crisipo en los que aparece el
término (ἐκλογή). Cf. Epicteto, Diss. II, 6, 9 (SVF 3. 191).
DANIEL DOYLE SÁNCHEZ
2 También Clemente de Alejandría, aunque de no cita directamente a Diógenes, repite con gran
similitud terminológica la fórmula que aparece en DL. Cf. SVF 3. p. 219=Diog. 46: <Διογένης δὲ ὁ
Βαβυλώνιος τὸ τέλος> ἐν τῷ εὐλογιστεῖν <ὅ> ἐν τῇ τῶν κατὰ φύσιν ἐκλογῇ κεῖσθαι
ὑπελάμβανεν.
3 Esta idea es recurrente en varios lugares distintos en la obra de Aristóteles, especialmente en
Met. V y Cat. XII. Pero también se sugiere, por ejemplo, en el ámbito político donde se entiende que
la polis es lo último genéticamente, aunque lo primero por naturaleza para el ser humano.
762
FIN, FELICIDAD Y COSAS NATURALES EN EL ESTOICISMO ANTIGUO
vistas a la felicidad. A este respecto es razonable pensar que uno de los motivos
por los que una figura como Carnéades asumió ―al menos, parcialmente― la
definición diogeniana tiene que ver con esta tensión manifiesta. En particular, las
fuentes le atribuyen a Carnéades fórmulas del fin no exentas de polémica, en la
medida en que en ellas se hace referencia con frecuencia a los argumentos
estoicos sobre la virtud y las cosas conformes a la naturaleza (τὰ κατὰ φύσιν)4.
Su propósito, en última instancia, es refutar a los estoicos desde sí mismos,
asumiendo la definición del fin propuesta por éstos y empleándola como un
arma dialéctica poderosa5. En este sentido, la validez de sus críticas residiría
exclusivamente en el contexto (estoico) específico en el que están formuladas6.
Veamos cuáles son.
Ha sido frecuente entre los estudiosos del estoicismo asumir que la crítica
fundamental que Carnéades desarrolló contra la definición estoica del fin está
directamente vinculada con la figura de Diógenes de Babilonia. Pero, esto, en
cierta manera, es y no es verdad. Es verdad en la medida en que el principal
reproche que Carnéades dirigió a las definiciones del fin apunta, en esencia, al
aspecto más notable de la definición diogeneniana, «la selección de cosas que son
conformes a la naturaleza», y que también aparece de un modo u otro en las
definiciones de su discípulo Antípatro. No es verdad en la medida en que las
fuentes que exponen las críticas escéptico-académicas (básicamente Cicerón en
Fin. 5, y Plutarco en CN 26-27) presentan constantemente a Carnéades en disputa
con Antípatro, y no con Diógenes. Frente a esta complejidad interpretativa, una
hipótesis razonable sería pensar que Carnéades criticó a Diógenes a través de
Antípatro7, pues éste sostuvo una definición muy parecida a la de su maestro,
aunque, como se verá, con alguna variación sistemática importante. Esto, a su
vez, daría cuenta del cambio de definición que Antípatro desarrolló
posteriormente en favor de una nueva propuesta más ajustada. Pero vayamos
por partes.
de la posición estoica (Acad. II 139). Esto parece concordar con el testimonio de Quintiliano
(Institutionis oratoriae 12, 1, 35), quien sostuvo que Carnéades llegó a argumentar con fuertes bríos
tanto a favor como en contra de la justicia literalmente de un día para otro.
7 Esta hipótesis ha sido especialmente defendida por Long (1967: 76).
763
DANIEL DOYLE SÁNCHEZ
La cierta continuidad sugerida en las fórmulas del fin dentro del estoicismo
parece ponerse en cuestión a la luz de las definiciones de Diógenes y Antípatro.
Con ellas no sólo se reformula sino que se reinterpreta la noción de naturaleza, el
componente decisivo de las definiciones anteriores. Pues bien, sobre la base de
esta innovación se delimita el objeto de la crítica de Carnéades. Respecto de las
fórmulas de Diógenes basta con recordar 1) que en todas ellas aparecen los
términos de selección (ἐκλογή), cosas conformes a la naturaleza (τὰ κατὰ φύσιν) y
buen razonar (εὐλογιστεῖν), y 2) que se hace especial hincapié en la noción de
ἐκλογή. Este término, que, según parece, hasta Diógenes no se habría empleado
en ninguna de las definiciones del fin, es justamente el que sirve de puente de
unión entre en la primera formulación (de las dos modelos que conservamos) de
Antípatro y la de su maestro.
Estobeo (Ecl. 2. 75, 11) le atribuye a Antípatro la afirmación de que el fin
consiste en «vivir eligiendo lo que está en conformidad con la naturaleza y
rechazando lo que es contrario a ella de forma continuada» (ζῆν ἐκλεγομένους
μὲν τὰ κατὰ φύσιν, ἀπεκλεγομένους δὲ τὰ παρὰ φύσιν διηνεκῶς). En
Clemente de Alejandría (Strom. II. 21, SVF 3. 58, Antip.) se repite casi
literalmente: «elegir constante y asiduamente las cosas que son conformes a la
naturaleza y rechazar las que son contrarias a la naturaleza» (ἐν τῷ διηνεκῶς καὶ
ἀπαραβάτως ἐκλέγεσθαι μὲν τὰ κατὰ φύσιν, ἀπεκλέγεσθαι δὲ τὰ παρὰ
φύσιν). Más allá de las similitudes respecto de la propuesta digoeniana, lo que
me interesa destacar aquí son algunos cambios importantes a tener en cuenta.
Uno es que ya no aparece εὐλογιστεῖν, término que, como se vio, era uno de los
tres elementos fundamentales en la definición de Diógenes. Otro es el énfasis en
el hecho de que el proceso de selección de lo que es según naturaleza y de
rechazo de lo que es contrario a la naturaleza debe ser continuo (διηνεκῶς). Pero
lo más significativo es que, a diferencia de las definiciones del de Babilonia ―en
las que no se explicitaba un criterio de la selección racional―, la conformidad con
la naturaleza se convierte en este caso claramente en el criterio de selección y de
rechazo, de manera que lo que es conforme a la naturaleza (τὰ κατὰ φύσιν)
habría que elegirlo, mientras que lo que es contrario (τὰ παρὰ φύσιν) habría que
rechazarlo. La pregunta que debemos afrontar entonces es cómo hacer
compatibles las definiciones de estos autores y trazar cierta continuidad entre
ellos, si como se advierte en el criticismo de Carnéades se hace referencia tanto
las cosas conformes a la naturaleza como a su elección y, como se ha sugerido, el
blanco de tiro de su crítica es la definición de Diógenes pero vía Antípatro.
764
FIN, FELICIDAD Y COSAS NATURALES EN EL ESTOICISMO ANTIGUO
765
DANIEL DOYLE SÁNCHEZ
absurdo, tanto como afirmar, por ejemplo, que ejercitamos la medicina para
ejercitar la medicina, pero no para sanar. Pero los estoicos se defendieron con
insistencia de esta primera crítica alegando que el arte de la sabiduría no es
asimilable al de la medicina o al del gobierno, porque en el primero el fin
buscado se halla en el interior de sí mismo, no fuera, mientras que los segundos
siempre apuntan a un fin exterior (la salud del cuerpo y la de las ciudades,
respectivamente). Esto es justo lo que argumenta Catón (voz que proclama el
planteamiento estoico en De Finibus) mediante una analogía de la sabiduría con el
arte teatral9 y el baile (cf. Fin. 3. 24). En ese párrafo se establece una distinción
entre dos tipos de artes, según el resultado de su aplicación sea interno o externo.
La navegación y la medicina tienen como fines propios el llegar a salvo a puerto
y el sanar a la gente, respectivamente. Se trata, por tanto, de fines externos que se
distinguen de la propia actividad de navegar y la práctica médica. En este
sentido, el criterio para la evaluación de este tipo de artes se centra más en el
éxito o fracaso de sus resultados que en la propia actividad. Por el contrario, el
arte teatral y la danza toman como criterio de evaluación la realización misma
del arte, en la medida en que no aparece un fin externo adicional como
consecuencia del actuar o bailar comparable a la curación de un paciente o, con
más claridad de contraste, a la fabricación de un zapato. Por eso la prudentia se
parece más al arte de actuar o al baile, ya que su puesta en marcha, vale decir, el
obrar virtuoso, se define en función del modo en que se éste realiza
independientemente del resultado exterior que se derive de un obrar así. Ahora
bien, en el mismo pasaje ciceroniano (Fin. 3. 24-5) se explica, sin embargo, que
[24] hay otra diferencia entre la sabiduría y estas mismas artes [el teatro y
la danza], porque en ellas lo que está bien realizado no comprende todas
las partes de las que constan esas artes, mientras que lo que nosotros
llamamos acciones rectas o, si te parece bien, acciones rectamente hechas,
pues los estoicos las llaman κατορθώματα, contienen todos los requisitos
de la virtud. Sólo la sabiduría está totalmente contenida en sí misma, lo
que [25] no ocurre en las demás artes. Erróneamente, pues, se compara el
fin último de la medicina y del arte de navegar con el fin último de la
sabiduría. La sabiduría, en efecto, abarca a la vez la grandeza de alma, la
justicia y el considerar inferiores a ella todos los accidentes humanos, lo
que no les acontece a las restantes artes10.
9 Cf. DL 7.160, en referencia a Aristón de Quíos, donde se compara al sabio con el buen actor.
10 Tr. Herrero Llorente, V. J.
766
FIN, FELICIDAD Y COSAS NATURALES EN EL ESTOICISMO ANTIGUO
11 Pero, además, este tipo de artes precisan de elementos externos tales como un compositor
director, escenario, una audiencia y acompañamiento musical. Algo irrelevante para el ejercicio de
la virtud, al modo en que lo entienden los estoicos.
12 Cf. SVF 3.63-74 y LS 61. También Cicerón Off. 2.17.
767
DANIEL DOYLE SÁNCHEZ
13 Este es uno de los argumentos que Long (1967) sostiene para mantener su hipótesis de que
Plutarco, en su afán reprochador, confundió y distorsionó las tesis de sus contrincantes.
14 Cf. Cicerón, Fin. 3. 22.
768
FIN, FELICIDAD Y COSAS NATURALES EN EL ESTOICISMO ANTIGUO
15 El ejemplo del arquero también aparece en Estobeo, Ecl. 2. 64 y en Plutarco CN 1071c, SVF 3. 10,
3. 304, 3. 280. Esta metáfora la encontramos ya en Platón (Rep., 519c) y en las éticas de Aristotéles
(EN, 1094a 22-24 y 1109a-1109b14, Eth. Eud. 1214b 6-9). Para una discusión acerca de este ejemplo
véase Long 1968, 329-43 y también del mismo autor 1967. Asimismo Inwood 1986, 547 y Striker
1991, 24-35. Para una interpretación diferente véase Irwin 1986, en Striker-Schofield 1986, 205-44.
16 Cf. Política, 1331b30-34. Cf. también Retórica 1360b4-7.
17 Nótese que Estobeo es la única fuente que nos informa de esta distinción. Sobre este punto,
algunos intérpretes han especulado acerca del momento en el que esta distinción estoica fue
incorporada en la discusión filosófica. Cf. Long 1967, 78 y, en la misma línea, Boeri 2004, 101 n. 71.
Diferente opinión puede verse en Inwood 1986, 551, n. 9.
18 Un aspecto interesante que cabe destacar a propósito de esta última expresión (ser feliz) es que
refleja la distinción ontológica fundamental estoica entre lo corpóreo y lo incorpóreo, y que también
está presente en su concepción sobre el fin de la vida. En particular, lo que los estoicos expresan
mediante el nombre felicidad es un cuerpo, que se corresponde con la meta u objetivo que se propone;
mientras que lo que expresan a través del verbo o, más concretamente, a través del predicado ser
feliz es un incorpóreo. En cuanto tal, las fórmulas del fin del tipo «vivir de acuerdo con la virtud o
en coherencia con la naturaleza», «el buen fluir de la vida» o la más sencilla, «vivir feliz», son
técnicamente entidades no corpóreas, en las que se pone de manifiesto que el fin no es la cosa
769
DANIEL DOYLE SÁNCHEZ
misma a la que se apunta sino el logro del agente de dicha cosa. Esta distinción ontológica a la base,
pero sobre todo la idea que se explicita a partir de ella según la cual lo decisivo es ser feliz y no la
felicidad en sí misma, cobra especial importancia desde un punto de vista sistemático, pues revela el
marcado carácter antinominalista del estocismo.
19 Alejandro de Afrodisia define (SVF 3. 19=Quaest. II 16p. 61,1. Bruns) una στοχαστικὴ τέχνη en
estos términos: "τὸ πάντα τὰ παρ᾽ αὐτὰς ποιεῖν τὸ πρὸς τοῦ προκειμένου τυγχάνειν".
20 Cf. Alex.Aphr. DA 2. 167.18; Estobeo Ecl. 2. 80. 9-13, 81.4; DL 7. 105.
770
FIN, FELICIDAD Y COSAS NATURALES EN EL ESTOICISMO ANTIGUO
2. A modo de conclusión
21 Aquí me he centrado básicamente en las tesis sobre el fin que se suelen atribuir a los estoicos
antiguos, es decir, desde Zenón hasta Antípatro. Sin embargo, se ha de tener en cuenta que el
devenir de esta disputa, cuya intensidad con el paso del tiempo tiende ir a menos, tuvo todavía
cierto arraigo en el estoicismo medio a través de las figuras como Panecio y Posidonio (cf. SVF 3.
12). Posidonio, en particular, está de acuerdo con el intento de Antípatro de dar una función
positiva al alcance de las cosas que son conformes a la naturaleza, puesto que eso supone un
acompañamiento inevitable en el desarrollo del τέλος. Pero se aleja de éste por cuanto parece
Antípatro perdió de vista el verdadero fin de la acción humana, la cual, en opinión de Posidonio,
debe ser definida en términos una vida consistente (ὁμολογούμενως βίος). En este sentido, lo que
en el fondo objeta Posidonio no tiene que ver con emplear la distinción entre σκοπός y τέλος para
explicar su fórmula su fin, sino más bien con el hecho de definirlos en términos de las cosas que son
conformes a la naturaleza (cf. SVF 3. 12). Que la definición de Antípatro abre un espacio
argumentativamente equívoco se ratifica por el rigorismo preceptivo, algo más tardío, que toma
como modelo de agencia reglas de actuación más propias del espíritu romanizante en que el
estoicismo se va adentrando.
771
DANIEL DOYLE SÁNCHEZ
Bibliografía
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- Cherniss, H., 1976: Plutarch. Moralia, XIII. Cambridge (Mass.).
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(Teubner).
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Reimpreso en Striker, G., 1996, 221-81.
- ―――― 1996: Essays on Hellenistic Epistemology and Ethics, Cambridge.
***
772
CRISIPO E A NOÇÃO DE PHANTASÍA ESTÓICA
Rachel GAZOLLA
Pontifícia Universidade Católica de S Paulo- Brasil
1.
“...afirmam que muitas sensações são falsas, e que as coisas seguidamente são
bem diferentes de sua aparência sensível...” (Cícero Acad. I, SVF .,...).
RACHEL GAZOLLA
O que são, portanto? D. Laércio (cit. Diocles de Magnesia -VII, 6-9) diz que a
escola concebe a phantasía gravada na alma como um toque, uma impressão a
partir de um ser, um selo desse ser, de modo que a phantasía “...não poderia nascer
de nada inexistente (cit.D.L.VII, 50, 6-9). Essa notícia confirmada por Plutarco, um
crítico ferrenho da Stoa, é lida por ele de modo ingênuo: acredita realmente que,
como um selo que se molda na alma, as coisas-corpos se imprimem, e no seu
entendimento, ao noticiar deixa claro que o valor da impressão é total quando da
recepção, o que dispensaria, afinal, a busca de um critério de verdade. Ora,
Plutarco parece não compreender o sentido da palavra somatós para a escola,
muito usada à época mas não com o sentido que lhe deu o Pórtico.
Assim, nada é transparente na reflexão do Pórtico se não se compreende o que
é corpóreo como o que age e padece, rigorosamente. Não se trata do corpo
tangível e visível, como facilmente se pensa. No caso das notícias de Plutarco,
que assim parece entender somatós, estaríamos diante de marcas de seres inteiros
na alma corpórea, como se o que é sensível se espelhasse na alma. Porém. Não se
trata do sensível espercificamente, mas do corpóreo, o que muda muito o ângulo
de reflexão. Essa leitura leva esse noticiador, e alguns outros, a considerar muito
contraditória a reflexão da Stoa, porém outros noticiadores menos críticos, como
Alexandre de Aphrodísia, notam que a týposis é uma metáfora de uma dinâmica:
a própria
Essa notícia que será explicada adiante. Ser afetado não significa que uma
figura em três dimensões nos marca, mas que uma týposis como metáfora é
movimento de alteração da alma, heteroiôseos, segundo Zenão (S.Emp. Contra os
sábios, VII, 227,1-232), provocado por um corpóreo em outro corpóreo. O que se
confirma como presença na alma é que algo (tò tì) altera seu modo de agir, e são
corpóreos que jamais cessam de agir e padecer. Emerge, então, um primeiro fio
para o esclarecimento da questão que temos em mãos.
2.
De fato, o que nos afeta dizemos serem os sensíveis, e damos este nome às
coisas “inteiras” ou partes delas, que nos chegam – acreditamos - pela via dos
cinco sentidos. Para um estóico, na recepção de algo nada se dá por inteiro (ou
partes dele), nem está aqui e agora, não tem um significado claro nem um nome,
774
CRISIPO E A NOÇÃO DE PHANTASÍA ESTÓICA
775
RACHEL GAZOLLA
3.
776
CRISIPO E A NOÇÃO DE PHANTASÍA ESTÓICA
4.
Sabe-se que para a Stoa, segundo a natureza temos ennoiai, noções naturais, e é
por elas que apreendemos o que nos chega e o próprio poder de recepção que se
tem, conforme o entrelaçamento das phantasíai, da unificação do hegemônico, do
assentimento… Primeiras doações naturais, as ennoiai são corpóreas (cósmicas),
fora da temporalidade, mas há ainda as prolépseis (Aecio, Plac.IV,11 e 12- SVF
II,83 e 54; D.Laércio VII, 107-108- SVF I, 230), noções que se formam
posteriormente, pelo trabalho da alma para o conhecimento, pressupondo, então,
os incorpóreos:
“...O lógos segundo o qual somos ditos logikoì constitui-se a partir das
prolépseis...”; (b)“...Das noções (ennoíai), umas se produzem naturalmente...
outras a partir de nossos aprendizados e diligências. Estas são nomeadas
simplesmente noções (ennoíai), aquelas, apreensões (prolépseis)...”. [1]
O que apreendemos na recepção está longe de ser o que definimos como “x”
ou concebemos como “x” pelo julgamento. Como noção doada naturalmente, que
diz respeito ao nosso lógos segundo a phýsis, trata-se de um ennóema (de noûs,
inteligência) e é phántasma para o logístico. O trabalho do logístico é aquele com o
que se desprega dos corpóreos, das presenças sem a reflexão (dianoia). Refletir é
doação natural, sim, mas o conteúdo interpretado é incorpóreo. Assim, nossa
vida cotidiana é um constructo, uma interpretação. Há uma notícia importante
777
RACHEL GAZOLLA
que nos dá S.Empiricus sobre os estóicos (Adv. Eth. II, 89), que esclarece um
pouco nossa compreensão do assunto em todos os ângulos, preferencialmente o
das ações éticas:
...Entre as coisas inteligidas (noouménôn), umas o são pelo que envolve de fora
(periptôsin), outras, por semelhança (homoióteta), outras, por analogia
(analogían), outras, por metástase (metáthesin), outras, por síntese (syntesin),
outras, por oposição (enantíôsin). Assim, é por recepção <ou por algo de fora
derramar-se em nós> que se intelige as sensações (tà aisthetá)...”.
“ (Crisipo disse que) ...assim como, empurrando um cilindro fazemos com que
comece seu movimento, mas não lhe podemos dar a propriedade de rolar, também
a phantasía será marcada e marcará sua forma na alma, mas nosso assentimento
estará em nosso poder ; empurrado do exterior como se disse sobre o cilindro, ele
se moverá por sua própria força e por sua natureza.”
778
CRISIPO E A NOÇÃO DE PHANTASÍA ESTÓICA
Bibliografia sumária
***
779
EL PAPEL DEL ORDEN Y DEL AZAR EN LA COL. IV DEL PAPIRO DE
DERVENI
Carlos MEGINO
Universidad Autónoma de Madrid1
1. Introducción.
2. El texto.
La col. IV, tal como queda tras las inclusiones de Ferrari, es la siguiente5:
] ὑπελάµ̣µ̣[ανε
[ . ]ου ε . [. . . . . . . . . . . . . ὥ]σ̣περ φυ]σι̣κ̣[ὸς µετ]ὰ δίκης ἐ̣ὼν
ὁ κείµ[ενα] µετα̣θ̣[εὶς] µὲν ἃ εὐχα̣[ῖς χρὴ ἐ]κ̣δ̣ο̣ῦναι,
µᾶλλ[ον ἃ] σ̣ίνεται̣ [ἢ ὡ]ς ἀνηµµέ[να εἰς] τ̣ὰ τῆς τύχης π̣[ῶς
οὐκ εἴ̣[α λα]µµάνει̣ν̣. ἆρ᾿ οὐ τα̣ῦ̣[τα κρατεῖ ο]ὐ̣δὲ κόσµος;
p. 138.
4 En Bernabé (en prensa). Agradezco al Prof. Bernabé haberme permitido consultar su trabajo
antes de su publicación.
5 Ferrari sólo ofrece el texto hasta la línea 6, el resto es el de la edición de Bernabé, 2007, 190ss.,
salvo la lectura κ[ατά τι οὔ]ρους de la línea 8, que se debe a Richard Janko 2008, 37-51.
CARLOS MEGINO
3. Interpretaciones posibles.
En esta columna, el autor del Papiro se refiere a alguien que identifica como
un «físico», es decir, un filósofo de la naturaleza9, el cual, habiendo alterado los
contenidos que deben incluirse en las invocaciones a los dioses, atribuye a los
avatares del azar lo pernicioso que acontece en la vida. En ese sentido, se trataría,
como dice Ferrari10, de un intelectual que había alterado los fundamentos de la fe
y del culto tradicionales, decidiendo cuáles de éstos debían seguir perteneciendo
al ámbito de la plegaria, y que rechazaba considerar los aspectos nocivos de la
experiencia de otro modo que como accidentes del azar. Esto implicaría que
6 También sería posible leer con Janko (2008): ἆρ᾿ οὐ τά̣[ξιν ἔχει διὰ τῶ]νδε κόσµος; «¿Acaso el
mundo no tiene un orden por medio de esas cosas (i. e. sirviéndose de las vicisitudes del azar)?»
7 κατὰ [ἀντί]α coni. Ferrari
9 Esa es la acepción más común del término φυσικός como substantivo. No creo necesario
entenderlo en el sentido de “médico”, como hace Ferrari (2010, 143), una acepción que se
compadece peor con el tipo de intelectual que se alude en el papiro. Así también, Bernabé (en
prensa).
10 Ferrari 2010, 140.
782
EL PAPEL Y EL ORDEN DEL AZAR EN LA COL. IV DEL PAPIRO DE DERVENI
dicho intelectual se oponía a la plegaria que pide a los dioses protección contra
los males o que intenta aplacarlos para evitar su cólera o castigo, debido a que
consideraría a los dioses irresponsables de los efectos perniciosos de la existencia,
ya que éstos tendrían como causa al azar.
Seguidamente, el autor incluye una pregunta cuya formulación, según la
lectura propuesta por Ferrari, es lo suficientemente ambigua como para permitir
más de una interpretación.
Según la primera interpretación, el autor parece confirmar esa preeminencia
del azar con una pregunta retórica que, por su propia construcción, espera una
respuesta positiva, a saber, que, efectivamente, es cierto que ni siquiera el orden
del mundo tiene el poder de dominar las vicisitudes del azar. Puesto que el autor
del Papiro no está citando a nadie, sino que habla él mismo de las doctrinas de
un tercero, debemos aceptar que asume como opinión propia lo que acabamos de
exponer.
Según otra interpretación, la pregunta, en lugar de suponer una confirmación
de la impotencia del orden del mundo frente al azar por parte del autor, podría
ser la repetición en forma de pregunta de una consecuencia del papel
preeminente del azar que el autor encuentra en el físico en cuestión, sin implicar
un asentimiento por su parte.
Así, según la primera interpretación, el autor del papiro convendría con dicho
físico en su opinión sobre el cambio de los contenidos tradicionales en las
invocaciones y plegarias a los dioses y la responsabilidad del azar en las
experiencias perniciosas que se sufren en la vida. Según la segunda
interpretación, cabría la posibilidad de que el autor expusiera la opinión del físico
para refutarla.
La adopción de una u otra interpretación condiciona tanto el modo de
entender la alusión a Heráclito en el resto de la columna, como la identificación
del físico citado.
Si se adopta la primera11, la cita de Heráclito sobre las Erinis como garante del
orden representado por la Justicia, que impide cualquier transgresión de los
límites que a cada entidad le corresponden, incluyendo el propio sol, sería
congruente con el papel de las Erinis expuesto en la col. III y no sería
incompatible con la presencia ocasional del azar en el mundo, por ejemplo, como
responsable de todo aquello que perjudica a los hombres. De este modo, podría
entenderse que el físico aludido no sería otro que el mismo Heráclito, que sería
citado como argumento de autoridad para apoyar la propia postura del autor del
783
CARLOS MEGINO
papiro sobre el modo ritual de invocar a los dioses en relación con el orden del
mundo y el papel de las Erinis en él.
Sin embargo, si se adopta la segunda interpretación12, la alusión a Heráclito
tendría como fin apoyar la refutación de la opinión del físico sobre las plegarias y
su relación con el papel del azar en el mundo. Por consiguiente, Heráclito no
podría ser el físico en cuestión, sino que éste habría que buscarlo en algún
filósofo de la naturaleza que defendiera una postura anti-tradicional sobre la
pertinencia de las plegarias a los dioses, basada en la asunción de que dichas
plegarias son ineficaces para protegerse del mal, puesto que éste proviene del
azar, ante el cual el orden de las cosas, garantizado por los dioses, se muestra
impotente. Por lo tanto, esta postura implica una negación implícita de la
responsabilidad divina en la experiencia humana del mal.
784
EL PAPEL Y EL ORDEN DEL AZAR EN LA COL. IV DEL PAPIRO DE DERVENI
castigar las faltas de los hombres. En la col. VI, se nombra a las invocaciones,
junto con las libaciones (χοαί) y los sacrificios no cruentos (θυσίαι), como los
medios de apaciguar a los démones vengadores, identificados por el autor con las
almas de los muertos y con las Euménides, es decir, las Erinis. Además, la col. V
nos habla de los terrores del Hades, por cuya creencia aboga el autor del Papiro.
De todo ello podemos deducir que las invocaciones de las que habla el autor son
plegarias propiciatorias a los dioses del inframundo, en concreto a las Erinis, que
tienen como objeto principal evitar su castigo en este o en el otro mundo, y, por
tanto, alejar el mal que estas divinidades puedan ocasionar de los que se inician
en el rito. Por lo tanto, estas invocaciones tienen como fundamento la creencia en
que las divinidades a las que se dirigen tienen poder para satisfacerlas, del
mismo modo que lo han tenido para causar los males que las han motivado.
14 Od. 10.526.
15 Que es lo más común, cf. p. e. Hes. Th. 419, Thgn. 341, Hdt. 1.31.24, Pi. O. 4.15.
16 A. Eum. 1.
17 A. Th. 820.
18 S. El. 636.
785
CARLOS MEGINO
tiene algún papel dentro del orden de las cosas, sino si prevalece sobre el orden
en todo aquello considerado como nocivo o pernicioso. Para saberlo habría que
examinar tres cosas: primera, cuál es la doctrina del autor sobre el azar (τύχη);
segunda, qué es el causante de lo que daña al hombre en el Papiro; y tercera, qué
concepción hay en éste de la estructura y gobierno del cosmos. El conocimiento
de estas tres cosas podrá ofrecernos una respuesta a la cuestión planteada.
En cuanto a la primera, tenemos el inconveniente de que el autor del papiro
no menciona el azar en ninguna ocasión más, con lo que no tenemos un término
de comparación. No obstante, si acudimos a la noción de azar que aparece en la
tradición anterior y en la literatura filosófica más o menos contemporánea del
autor del papiro, sí podemos hacernos una idea de qué podría entender éste por
azar.
Según la tradición literaria, el azar o la fortuna (τύχη) sería aquella
circunstancia casual y fortuita que no se prevé y está fuera del control humano,
pero que, sin embargo, produce un efecto que puede ser bueno o malo. Entre los
efectos para la vida que suelen atribuirse al azar están la condición del
nacimiento19, los talentos y cualidades naturales20, el éxito o fracaso en las
acciones que se emprenden, hechos sin explicación racional21 y, sobre todo, los
cambios de fortuna en el curso de la vida22. Ese carácter incontrolable del azar
provoca que algunos autores consideren que tiene un carácter divino23 y que
gobierna todas las cosas24, e incluso que los dioses también están sujetos a su
poder25. De ahí que también sea objeto de plegarias26.
El azar no se opone a la necesidad27, sino más bien a la regularidad previsible
o predeterminada, como por ejemplo, la propia del orden natural28 o bien la
establecida por la Moira o el destino29. En Arquíloco, por ejemplo, azar y moira
aparecen citados juntos como causas de todo lo que acaece al hombre30. De ahí
que el azar pasara a convertirse en una de las causas eficientes de todo lo que
22 Cf. p. e. Cleobul. ap. Stob. 4.44.75., E. fr. 554 N.2 ap. Stob. 4.41.44. Cf. también Democr. 68 B 176.
23 Cf. p. e. Hdt.1.126, 3.139, etc., S. Ph. 1326, Pl. R .592a. Esta opinión también la compartían los
25 Cf. p. e. Anon. ap. TGF. 426 N. = Stob. 1.6.16: Πάντων τύραννος ἡ τύχη 'στὶ τῶν θεῶν.
26 Así p. e. Cleóbulo, uno de los Siete Sabios, aconseja en una de sus máximas invocar al azar:
786
EL PAPEL Y EL ORDEN DEL AZAR EN LA COL. IV DEL PAPIRO DE DERVENI
31 Anaxag. 59 A 66 DK = Aët. 1.29.7. Cf. también Arist. Ret I 10, 1369a 5, quien añade otras causas
más.
32 Anaxag. 59 A 66 DK, Democr. 68 A 70, SVF II 965-967, 970, 971.
34 El azar no sólo es causa, sino que también puede ser considerado como efecto: «Como causa es
algo que concurre per accidens en la causa propia del hecho en cuestión (Aristóteles negará que en
sentido estricto sea causa). Como efecto es para Aristóteles el resultado de la intersección o
coincidencia (symbaínei) externa de dos órdenes causales distintos; éste sería el caso del acreedor
que encuentra fortuitamente a su deudor» (G. R. de Echandía 1995, 152 n. 53).
35 Arist. Ph. II 5-6, 196b 10ss., Ret. I 10, 1369a 32-b 1.
787
CARLOS MEGINO
último sólo son causa las divinidades vengadoras y castigadoras que tienen como
función restaurar el orden perturbado por las faltas humanas, y que actúan al
servicio del orden cósmico establecido por Zeus, que es el que verdaderamente
domina todas las cosas.
Por lo tanto, cae también el segundo pilar de la primera interpretación, de
modo que para el autor del Papiro el orden cósmico no es impotente frente al
azar como causante de los males del mundo. Antes al contrario, los males a los
que el hombre se enfrenta y que tiene que combatir son expresión de ese mismo
orden, que ha sido violado por la acción de los propios hombres. El azar, si tiene
algún papel en la vida humana, nunca lo podrá tener a costa del orden del
mundo.
5. Conclusión.
36 Otra razón que hace improbable la identidad del físico con Heráclito es que la mención de
Heráclito sea posterior a la del físico: si al principio de la col. IV se estuviera hablando de Heráclito,
¿por qué a continuación se le menciona por su nombre? ¿Qué necesidad hay de nombrar de nuevo
a aquel de quien se está hablando?
37 No creemos que la locución μετ]ὰ δίκης, «con justicia», de la línea 2, suponga una valoración
positiva de la postura del físico por parte del autor del Papiro, como cree Bernabé (en prensa), ya
que la conformidad con la justicia puede entenderse aplicada a la consideración del filósofo en
cuestión como un «físico» y no a la opinión sostenida por éste.
788
EL PAPEL Y EL ORDEN DEL AZAR EN LA COL. IV DEL PAPIRO DE DERVENI
Bibliografía
- Bernabé, A., 2007: Poetae Epici Graeci testimonia et fragmenta, II 3, Berlin-N. York.
- —, (en prensa); «Apuntes sobre la col. IV del Papiro de Derveni», Actas del XIII
Congreso Español de Estudios Clásicos (Logroño, 18 al 22 de julio de 2011).
- Burkert, W., 2011: «The Derveni Papyrus on Heraclitus (col. IV)», en M. Herrero-A. I.
Jiménez-M. A. Santamaría et al. (eds.), Tracing Orpheus: Studies of Orphic Fragments,
Berlin-Boston, 361-364.
- Echandía, G. R. de, 1995: Aristóteles. Física, Madrid.
- Ferrari, F., 2010: “Democrito a Derveni? PDerv. col. 4, 1-6”, PP 65, 137-148.
- Janko, R., 2008: “Reconstructing (again) the Opening of the Derveni Papyrus”, ZPE
166, 37-51.
***
Por esta razón consideramos preferible la lectura de Ferrari κατὰ [ἀντί]α en la línea 5, en lugar
38
789
CONSIDERACIONES EN TORNO A LA AUTORÍA DEL PAPIRO DE
DERVENI1
Francesc CASADESUS
Universitat de les Illes Balears
6 Burkert (1968:99).
9 W. Burkert 2008.
792
CONSIDERACIONES EN TORNO A LA AUTORÍA DEL PAPIRO DE DERVENI
15 Janko 2001.
793
FRANCESC CASADESÚS
ellos presentan más dificultades que soluciones, puesto que lo poco que sabemos
no permite establecer ninguna comparación fiable.
El hecho de que se hayan propuesto nombres tan dispares es un
reconocimiento implícito de que no se ha conseguido encontrar a alguien que
reúna las características más relevantes del autor del papiro de Derveni. Ni tan
siquiera se ha podido encontrar algún candidato que pueda aproximarse a su
principal modus operandi: comentar algunos versos de una teogonía órfica con el
fin de justificar su propios principios teológicos y filosóficos. En realidad, ante la
notoria falta de antecedentes, se ha considerado esta técnica de comentario
exegético como propia del un período alejandrino.16
En este contexto, lo más sorprendente es que las coincidencias no se limitan a
la técnica exegética o a la estructura del comentario, sino también afectan a
discusiones sobre el significado de determinados adjetivos comentados por el
autor del papiro, los mismos que fueron explicados por escoliastas alejandrinos
de los poemas homéricos17.
Lo mismo ocurre si intentamos hallar un paralelismo con un autor o corriente
filosófica que hubiera podido compartir el método utilizado por el comentarista
del papiro, así como su estrategia expositiva: resulta que coinciden
completamente con el estoicismo18.
En efecto, sabemos que los primeros filósofos estoicos, entre ellos Crisipo,
recurrieron al testimonio de los poetas para afianzar sus principios filosóficos, tal
como informan Filodemo y Cicerón:
y el modo que tenían los estoicos de interpretar a los poetas cabe destacar que algunos lo han
sugerido: Así, Burkert 1968, 107; Boyancé 1974, 108; West 1983, 80, F. Jourdan, 2003:XXV; Brisson,
2009; F. Casadesús, 2010 ha resaltado de manera sistemática los numerosos paralelismos entre el
autor papiro de Derveni y los primeros filósofos estoicos. Betegh 2007 ha intentado refutar estas
tesis. Por su parte, Bernabé 2007 ha incluido en su edición del Papiro de Derveni buena parte de los
paralelismos propuestos por F. Casadesús.
19 PHerc VI 16 (SVF II 1078).
794
CONSIDERACIONES EN TORNO A LA AUTORÍA DEL PAPIRO DE DERVENI
Et haec quidem in primo libro de natura deorum, in secundo autem volt Orphei,
Musaei, Hesiodi, Homerique fabellas accommodare ad ea, quae ipse primo libro
de deis immortalibus dixerat, ut etiam veterrimi poetae, qui haec ne suspicati
quidem sint, Stoici fuisse videantur.
(sc. Crisipo) , en el primer libro y en el segundo sobre la naturaleza de los
dioses quiere acomodar las fábulas de Orfeo, Museo, Hesíodo y Homero
a las cosas que él mismo había dicho acerca de los dioses inmortales, para
que incluso los más antiguos de los poetas, que ciertamente no las habían
conjeturado, pareciese que habían sido estoicos” 20.
Esta coincidencia debiera ser suficiente para llamar la atención de los estudiosos,
pues resulta muy significativo que los dos únicos nombres de autores
mencionados en el papiro de Derveni, Heráclito y Orfeo, fueran los mismos a los
que apelaban los primeros filósofos estoicos con la finalidad de afianzar sus
principios doctrinales. La posibilidad de que esta coincidencia pudiera deberse a
una simple casualidad queda descartada porque, como se verá a continuación,
otras muchas, formales y de contenido, obligan a considerar muy seriamente la
semejanza entre el autor del papiro y los primeros filósofos estoicos.
Así pues, además de recurrir al testimonio de autoridad de Heráclito y de un
poeta como Orfeo, el autor del papiro de Derveni tuvo muy presente el lenguaje
común y corriente y ofreció abundantes explicaciones etimológicas de sus
795
FRANCESC CASADESÚS
El autor del papiro vuelve a apelar al ejemplo del lenguaje común para
explicar la etimología de la diosa Afrodita a partir del hecho de que a la unión de
un hombre con una mujer se la denomina ἀφροδισιάζειν en el lenguaje corriente,
κατὰ φάτιν,:
796
CONSIDERACIONES EN TORNO A LA AUTORÍA DEL PAPIRO DE DERVENI
Este recurso a explicar etimologías a partir del lenguaje vulgar, junto con la
apelación al testimonio de los poetas, fue un rasgo muy característico de Crisipo
que lo utilizó con mucha frecuencia, tal como lo resaltan numerosos
testimonios27.
La conclusión resulta evidente, pero no por ello menos llamativa: el autor del
papiro de Derveni siguió un procedimiento idéntico al de Crisipo, al utilizar el
testimonio de un poeta, considerar el lenguaje vulgar y proponer explicaciones
etimológicas para demostrar sus propias opiniones.
Pero la completa semejanza no se limita a la metodología del comentario, sino
que hay que añadir aún numerosas similitudes que refuerzan la vinculación
entre el papiro de Derveni y los primeros filósofos estoicos. Así, y por señalar
simplemente algunas de las más llamativas, cabe resaltar que el autor del papiro
de Derveni, en la misma columna XVIII que acabamos de mencionar, recurre al
testimonio de Orfeo para demostrar, que Zeus, equiparado al pneuma, el destino
o Moira, y el pensamiento gobierna a todos los seres.
26 PD XXI 7-10.
27 “C’était en effet une pratique très fréquente chez Chrysippe que d’associer citations de poètes,
manière de parler et étymologie pour établir l’opinion commune sur une question”, Gourinat
2005a, 23.
28 SVF II 898.
29 SVF II 883. Cf. εἰ ταύτην τὴν ὁδὸν ὁ Χρύσιππος ἐτράπετο παρελθὼν τὴν κατὰ τοὺς μύθους
τε καὶ τὰς ἐτυμολογίας [...] καὶ ποιητῶν μαρτυρίας, Gal. De plac. Hipp. et Plat. 3.8.36.
797
FRANCESC CASADESÚS
798
CONSIDERACIONES EN TORNO A LA AUTORÍA DEL PAPIRO DE DERVENI
Ἕν τ' εἶναι θεὸν καὶ νοῦν καὶ εἱμαρμένην καὶ Δία· πολλαῖς τ' ἑτέραις
ὀνομασίαις προσονομάζεσθαι. κατ' ἀρχὰς μὲν οὖν καθ' αὑτὸν ὄντα
τρέπειν τὴν πᾶσαν οὐσίαν δι' ἀέρος εἰς ὕδωρ.
Dios, la inteligencia, el destino y Zeus (Δία) son uno y se denominan con
muchos otros nombres. Al principio, siendo por sí mismo, a través del
aire cambia toda la naturaleza en agua31.
Sobre la transformación del aire, que es Zeus, en agua, atribuida a los estoicos
en este pasaje de Diógenes Laercio, hay que recordar que el autor del papiro, en
su inclinación por demostrar, como los estoicos, que Zeus es una divinidad única,
también estableció una equivalencia parecida al mantener que el Océano es aire y
el aire Zeus, ‘Ὠκεανός’ ἐστιν ὁ ἀήρ, ἀὴρ δὲ Ζεύς32.
Respecto a la identificación del pneuma con el destino y, estos a su vez con la
razón que gobierna el mundo, con una alusión directa a las Moiras y su
correspondiente explicación etimológica, resulta especialmente ilustrativo, por
las similitudes que presenta con el papiro de Derveni, el siguiente pasaje de
Estobeo en que se atribuye el mismo proceder a Crisipo:
31 DL VII 135-136.
32 PD XXIII 3.
33 Estobeo I, 5, 5, 15, 21-40= SVF II 913.
799
FRANCESC CASADESÚS
800
CONSIDERACIONES EN TORNO A LA AUTORÍA DEL PAPIRO DE DERVENI
ὅτι δ᾽ ἡ κοινὴ φύσις καὶ ὁ κοινὸς τῆς φύσεως λόγος εἱμαρμένη καὶ
πρόνοια καὶ Ζεύς ἐστιν, οὐδὲ τοὺς ἀντίποδας λέληθε· πανταχοῦ γὰρ
ταῦτα θρυλεῖται ὑπ᾽ αὐτῶν· καὶ τὸ 'Διὸς δ᾽ ἐτελείετο βουλή' τὸν
Ὅμηρον εἰρηκέναι φησὶν ὀρθῶς ἐπὶ τὴν εἱμαρμένην ἀναφέροντα καὶ
τὴν τῶν ὅλων φύσιν, καθ᾽ ἣν πάντα διοικεῖται36.
Que la naturaleza es común y común también la razón de la naturaleza,
el destino, la providencia y Zeus no les pasa inadvertido ni a los
antípodas. Pues por doquier estos (sc. los estoicos) lo repiten una y otra
vez. Y afirman que Homero ha dicho correctamente aquello de "se
cumplió la voluntad de Zeus", porque se refería al destino y a la
naturaleza del universo, según la cual todas las cosas son regidas.
36 SVF II 937.
801
FRANCESC CASADESÚS
Bibliografía
- Bernabé, A. 2007: Poetae Epici Graeci. Testimonia et Fragmenti. Pars II, Orphicorum et
Orphicis similium testimonia et fragmenta, fasc. 3 Berolini et Novi Eboraci.
- Betegh, G., 2007: “The Derveni Papyrus and Early Stoicism”, publicada en Rhizai, 4,
133-152.
- Boyancé, P., 1974 : “Remarques sur le papyrus de
Derveni”,«Remarques_sur_le_papyrus_de_Derveni» Revue des Études Grecques, 91-110.
- Brisson, L., 2009: “Zeus did not Commit Incest with his Mother. An Interpretation of
Column XXVI of the Derveni Papyrus”, ZPE, 168 27-40.
- Burkert, W., 1968: "Orpheus und die Vorsokratiker. Bemerkungen zum Derveni-
Papyrus und zur pythagoreischen Zahlenlehre", A&A 14, 93-114.
37 Il. 23.77s.
38 Il. 20.127s.
39 Il. 6.488.
40 D. L. VII 180-1.
802
CONSIDERACIONES EN TORNO A LA AUTORÍA DEL PAPIRO DE DERVENI
- Burkert, W., 1970: "La genèse des choses et des mots: le Papyrus de Derveni entre
Anaxagore et Cratyle", Études philosophiques 25, 443-55.
- Burkert, W., 1983: "Eraclito nel Papiro di Derveni: due nuove testimonianze", en L.
Rossetti (ed.) Atti del Symposium Heracliteum, Chieti 1981, Roma, 37-42.
- Burkert, W., 1986: "Der Autor von Derveni: Stesimbrotos Περὶ Τελετῶν?", ZPE 62, 1-5.
- Burkert,W., 1997: “Star Wars or One Stable World? A Problem of Presocratic
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- Burkert,W., 2008: “How to Learn About Souls: The Derveni Papyrus and Democritus”.
Publicado por el Center for Hellenic Studies en
http://chs.harvard.edu/wa/pageR?tn=ArticleWrapper&bdc=12&mn=2653.
- Casadesús, F., 2001: "El Papiro de Derveni y la técnica órfica de interpretación
etimológica", Πρακτικὰ ια´ Διέθνους Συνεδρίου Κλασσικῶν Σπουδῶν, ᾽Αθήναι, I
143-151.
- Casadesús, F., 2008: “El papiro de Derveni” en Orfeo y la tradición órfica. Un
reencuentro, A. Bernabé y F. Casadesús (eds.), 459-494.
- Casadesús, F., 2010: “Similitudes entre el papiro de Derveni y los primeros filósofos
estoicos” en Orfeo y orfismo. Nuevas perspectivas A. Bernabé, F. Casadesús y M.
Santamaría, 192-239.
- De Lacy, Ph., 1948: "Stoic views of poetry", AJP 69, 241-271.
- Ferrari, M., 2010: “Democrito a Derveni? PDerv. Col. 4, 1-6”, Parola del Passato 65, 137-
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- Funghi, M. S., 1997: "The Derveni Papyrus", en Studies on the Derveni Papyrus, A. Laks
y G. M. Most (eds.), 25-37.
- Gourinat, J. B. 2005 (a) : “Explicatio fabularum: la place de l'allégorie dans
l'interprétation stoïcienne de la mythologie” en G. Dahan y R. Goulet (eds.), Allegorie
des poètes. Allégorie des philosophes. Études sur la poétique et l’hermenèutique de l’allégorie de
l’Antiquité à la Réforme, París 9-34.
- Gourinat, J. B. 2005(b): «Prédiction du futur et action humaine dans le traité de
Chrysippe Sur le destin» en G. Romeyer G. y J. B. Gourinat (eds.), Les Stoïciens. París,
247–273.
- Lamedica, A., 1991: "La terminologia critico-letteraria dal papiro di Derveni ai corpora
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di studi sui lessici tecnici greci e latini, Messina, 83-91.
- Henrichs, A., 1984: "The Eumenides and wineless libations in the Derveni papyrus",
Atti del XVII Congresso Internazionale di Papirologia, Napoli, II 255-268.
- Janko, R., 1997: "The Physicist as Hierophant: Aristophanes, Socrates and the
Authorship of the Derveni Papyrus", ZPE 118, 61-94.
- Janko, R., 2001: "The Derveni Papyrus (Diagoras of Melos, Apopyrgizontes Logoi?): a
New Translation", CPh 96, 1-32.
- Jourdan, F., 2003: Le Papyrus de Derveni, París.
- Kahn, Ch., 1997: "Was Euthyphro the Author of the Derveni Papyrus?", en A. Laks y
G. M. Most (eds.), 55-63.
803
FRANCESC CASADESÚS
***
804
EL POETA EN EL ESTOICISMO: LA REHABILITACIÓN DE UNA
AUTORIDAD DESACREDITADA POR PLATÓN1
Introducción
Tal y como nos dice Platón, Homero era el educador de la Hélade2, una
influencia que el filósofo intentó limitar con acerada crítica. La obra de Platón
refleja una férrea voluntad de proyectar la comunidad adecuada al desarrollo de
la excelencia humana3, un objetivo en el que la educación adquiere una
importancia decisiva. Por eso, tanto la actividad del poeta como su extraordinaria
consideración social son objeto de análisis en los diálogos de Platón; un examen a
partir del cual el filósofo no sólo pone en entredicho los rasgos conformadores de
esa prestigiosa concepción tradicional, sino que, además, con la introducción de
nuevos atributos perfila una inédita imagen negativa de los inspirados.
Muchas son las razones aducidas por Platón en su tarea de desacreditar a
los poetas, pero, dadas las limitadas dimensiones de este trabajo, expondremos
sólo aquellas que con posterioridad serán revertidas por los estoicos a la luz de
los escasos testimonios que para ello contamos. Se trata, en definitiva, de
presentar las dos antitéticas interpretaciones y los corolarios epistemológicos que
subyacen a ambas.
806
EL POETA EN EL ESTOICISMO
Al final del Fedro, Sócrates alude a las sustanciales divergencias que hacen
incompatibles dos modos distintos de composición: el del filósofo, quien escribe
en el alma, conforme a la verdad y sobre cosas justas, bellas y buenas; y el de
quien escribe sin conocimiento, ya sean poemas, discursos o leyes, del que se dirá
«que es un poeta, autor de discursos o redactor de leyes»8.
El poeta es un imitador y, por consiguiente, ocupa el nivel más alejado de la
verdad9; de ahí su facilidad para producir todas las cosas10. A ojos de Platón, sólo
el no saber discernir la ciencia de la ignorancia y de la imitación puede hacer
creer que exista alguien entendido en todos los oficios. La idea de que un hombre
sólo realiza bien un oficio es una constante en toda la obra platónica, pero en la
República deviene además principio rector en la organización del Estado. Por eso
Platón critica con ahínco a quienes, como el rapsoda Ión, se creen capaces de
desempeñar cualesquiera ocupaciones de las que habla Homero. Se establece
«que todos los poetas, comenzando por Homero, son imitadores de imágenes de
la excelencia y de las otras cosas que crean, sin tener nunca acceso a la verdad»11.
En el Fedro nos dice que ningún poeta ha cantado ni cantará jamás como
merece el lugar donde habita la verdad, sobre todo porque siendo la realidad
accesible sólo por el nous, la senda que a ella conduce les está vedada, además de
no contar tampoco con el coraje que para hablar de ella resulta indispensable12.
La filiación de los poetas a la teoría heraclítea del movimiento es otro de los
motivos que Platón aduce para negarles el acceso al conocimiento: Epicarmo y
Homero en el Teeteto13, y Homero, Hesíodo y Orfeo en el Crátilo14 son adscritos a
la tesis del efesio. Asimismo, Sócrates en el Teeteto expone las consecuencias que
se derivan de las teorías que, como la de Protágoras, se basan en la percepción,
entre las que destacamos la identificación de apariencia, φαντασία, y percepción,
αἴσθησις, una identidad que se hace necesaria si las cosas son para cada uno tal y
como las percibe15. Platón pone así de manifiesto sus objeciones a toda
gnoseología que haga del mundo sensible su objeto de conocimiento, además de
llamar la atención sobre los impedimentos que ofrece, para ser conocida, una
realidad en continuo movimiento. Esto se observa sobre todo en el Crátilo,
diálogo en el que Sócrates, parodiando la inspirada actividad de los poetas, lleva
a cabo una serie de disparatadas etimológicas para criticar a sofistas, a insensatos
11 Pl. R. 600e.
807
CATALINA APARICIO VILLALONGA
19 Pl. R. 603ab.
20 Pl. R. 602c-603a.
21 Pl. R. 601bc.
22 Pl. R. 601b-602a.
808
EL POETA EN EL ESTOICISMO
23 Pl. R. 602b.
24 Pl. R. 601ab.
25 Pl. R. 377d.
26 Pl. R. 377d-378d.
809
CATALINA APARICIO VILLALONGA
verá en las mentiras de los poetas la causa de la impiedad de los jóvenes y de sus
sediciones, así como el origen del convencionalismo, del relativismo y de la
moral heroica29. También cuando el Ateniense se ocupa de las infracciones contra
la propiedad estatal, alude a diferentes episodios en los que los poetas narran
hurtos cometidos por los hijos de Zeus para sentenciar que nadie debe dejarse
engañar por semejantes relatos, ni mucho menos creer que el robo es propio de
los dioses y no algo malvado30.
La inadecuación de los contenidos de las obras poéticas al proyecto educativo
diseñado por Platón motiva su exhaustividad a la hora de señalar los
inconvenientes que presentan para la formación de los jóvenes las composiciones
de los poetas, cuyas licencias expositivas son del todo inaceptables para el
filósofo. Y como la promoción de la virtud es la guía que marca el camino de su
diseño docente, la evitación de las mentiras poéticas respecto de las inadecuadas
actitudes de los dioses tiene por objeto suscitar en los futuros guardianes, desde
su infancia, los valores de respeto mutuo, a los padres y a los dioses31, además de
propiciar la valentía, una de las más importantes virtudes que debe adornar a los
encargados de salvaguardar la seguridad del Estado. Así, pues, lo primero que
hay que descartar para este cometido es todo aquello que estimule el temor a la
muerte, siendo el Hades de las descripciones poéticas una de sus principales
fuentes. En efecto, los poetas convierten esta morada subterránea de
desvanecidas almas en un lugar tenebroso y temible; tanto, que según palabras
de Homero es preferible ser esclavo de un hombre pobre «antes que reinar sobre
todos los muertos»32, unos versos de la Odisea que, al oponerse al objetivo de
inculcar más el temor a la esclavitud que a la muerte33, muestran cuán
perjudiciales pueden ser. Sócrates rechaza asimismo de la poesía otros aspectos
que inhiben la virtud de los jóvenes y dificultan su educación; así habla: de
rehusar las temibles denominaciones con que los poetas se refieren a los
moradores del Hades; de excluir toda actitud impropia atribuida a varones
ilustres y a dioses34; de evitar la presentación de dioses y hombres de valía
dominados por la risa, con el objetivo de impedir posibles reacciones violentas
provocadas por la hilaridad35; de propiciar la estimación de la verdad y de
desestimar la mentira inútil, siendo tan solo de utilidad la de los médicos en
33 Pl. R. 387b.
34 Pl. R. 387b-388d.
35 Pl. R. 388e-389a.
810
EL POETA EN EL ESTOICISMO
2. La interpretación estoica del poeta, una subversión del perfil creado por Platón
36 Pl. R. 389b-389d.
37 Pl. R. 389d-391a.
38 Pl. R. 391de.
39 Pl. R. 392ab.
40 Pl. R. 459c-460a.
811
CATALINA APARICIO VILLALONGA
44 DL VII 149.
812
EL POETA EN EL ESTOICISMO
45 Le stoïcisme était, du moins pour ses théories morales, une suite du cynisme, dont il poursuivit
également, en la majorant encore, l'interprétation allégorique d'Homere. Pépin, 1976, 125. La
inclinación de Zenón hacia una interpretación alegórica de los antiguos poetas es mantenida
asimismo por Cappelletti, 2002, 131, n. 259.
46 DL VII 4.
48 Plut. Mor. XI, Sobre las contradicciones de los estoicos 8, 1034 f [S.V.F. I 260].
49 DL VII 36.
50 Epiph. Const. Haer. III 2, 9 (III 37 DDG, pág. 592, 30 [S.V.F. I 538]. Cappelletti, 2002, 244, n. 274.
813
CATALINA APARICIO VILLALONGA
60 Que Zenón interpretó a los dioses como si fueran elementos o fuerzas naturales lo refiere
también Minucio Félix, IXI 10 [S.V.F. I 169], y Cicerón, ND I 36 [S.V.F. I 67], quien además le
reconoce a Zenón, Cleantes y Crisipo la tarea de explicar el carácter alegórico de las teogonías
poéticas II 63 [S.V.F. I 166].
61 Pl. R. 370b y 394e.
814
EL POETA EN EL ESTOICISMO
66 DL VII 83.
67 Stob. Ecl., II, p. 66, 14 W; DL VII, 125; D. Chr., Or. LXXI 5 (Vol. II p. 182 Arn.).
68 Long, 1984, 139.
69 DL VII 180.
815
CATALINA APARICIO VILLALONGA
Así pues, de las cosas que son, les dio a aquéllas el nombre de «Ideas»,
afirmando que todas las cosas sensibles existen fuera de ellas y que según
ellas reciben su nombre: y es que las múltiples cosas que tienen el mismo
nombre que las Formas (correspondientes) existen por participación (Met.
I 6 987b).
Bibliografia
- Cappelletti, Ángel, J., 2002: Los estoicos antiguos. Fragmentos. Traducción y notas,
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- Porter, J. I., 1996: «La filosofía de Aristón de Quíos», en R. Bracht Branham-M.-O.
Goulet-Cazé (eds.), Los cínicos, Barcelona 2000, 208-251.
***
816
ECOS DE HERÁCLITO EN EL HIMNO A ZEUS DE CLEANTES*
Sabemos que Cleantes dedicó cuatro libros a las Explicaciones de las doctrinas de
Heráclito1 y parece ser que el estudio de textos heraclíteos era habitual en la
escuela estoica antigua2. Aunque es lugar común que el estoicismo ha asimilado
aspectos fundamentales de la filosofía del de Éfeso, cabe advertir el peligro que
supone generalizar en exceso esta cuestión.
El propósito de esta comunicación consiste en mostrar el paralelismo existente
entre algunas de las tesis centrales del Himno a Zeus de Cleantes y al menos diez
fragmentos de Heráclito; y en argumentar por qué esta correspondencia puede
considerarse un recurso a la autoridad de Heráclito, hecho que coincide con el
«modus operandi» -usual en el estoicismo- de recurrir al prestigio de importantes
filósofos anteriores. Finalmente indagaremos hasta qué punto es lícito considerar
a Cleantes uno de los máximos responsables de la transposición de aspectos
fundamentales del pensamiento heraclíteo en el estoicismo, pues, en efecto, el
himno contiene muchas expresiones y elementos que revelan un trasfondo que
refiere de forma clara a Heráclito3.
3 Cf. Hahm 1977, 81; Thom 2005, 4, 22, 24, 77, 125. Por otra parte, el trabajo realizado por Zenón y
Cleantes en este sentido marca una tendencia que será asumida y profundizada por el tercer
responsable de la escuela estoica. Philodem., De pietate c. 14 = SVF II, 636[1]: (sc. Crisipo) «Anche nei
suoi libri Sulla natura tratta di argomenti simili, insieme a quelli già menzionati che rivelano affinità
con le tesi di Eraclito. Nel primo libro sostiene che la notte è il dio che in senso assoluto precede
tutti; nel terzo che il mondo degli esseri intelligenti è solo uno, e che è abitato da dèi e uomini; che
Zeus altro non è che la guerra, né più né meno di quel che dice Eraclito. Nel quinto libro fa tutto un
discorso sul fatto che il cosmo è un vivente dotato di ragione e di sapienza e che è dio».
RAÚL GENOVÉS
1. Estado de la cuestión
4 Long 1996.
5 Long intenta demostrar cuáles son los aspectos de la filosofía heraclítea que fueron
correctamente interpretados y cuáles no, en el contexto más amplio del estudio de las posibles
fuentes a partir de las que los distintos estoicos antiguos pudieron tener acceso a Heráclito.
6 Thom 2005.
7 Hahm 1977.
818
ECOS DE HERÁCLITO EN EL HIMNO A ZEUS DE CLEANTES
son fundamentales para la comprensión del Himno, y relaciona diez de ellos con
la mayoría de los versos que lo componen.
Vincula así el primer verso al fragmento DK 22 B 3212 «lo sabio, que es sólo y
único, no quiere y quiere verse llamado por el nombre de Zeus»; los versos 9, 10
y 11 -hablan del rayo como instrumento de Zeus- y se asocian a los fragmentos 11
y 64 que presentan el rayo como instrumento del gobierno divino. El fragmento
114 de Heráclito expresa la omnipresencia y efecto del poder de la ley divina que
reflejan los versos 2, 7, 8, 12, 13 y 39, en los que late también el fragmento 41, el
orden sabio que gobierna todas las cosas por medio de todas las cosas.
Los versos 17 a 22 dicen que sin Zeus nada se produce en el mundo, a
excepción de las insensateces que hacen los kakoi; y los nueve siguientes
describen la ineptitud de estos para captar el «Logos de todas las cosas» que les
proporcionaría una vida feliz; ideas que coinciden perfectamente con los
fragmentos 1 y 5013. En el Himno Zeus armoniza «todas las cosas en una, las
buenas con las malas», de modo similar a como el dios es identificado con
diversos pares de contrarios en el fragmento 67 del Efesio. El verso 19 dice que
«las cosas desagradables son gratas para ti» (refiriéndose a Zeus), y también el
fragmento 102 afirma que «para el dios todas las cosas son hermosas y justas,
pero los hombres consideran unas justas y otras injustas». Por otra parte, la
exhortación de Heráclito en el fragmento 2 a seguir el Logos común coincide con
el llamamiento de Cleantes presente en todo el poema.
Por otra parte, J. Thom, en la primera monografía completa realizada sobre el
Himno a Zeus14, sostiene que es lícito considerar este poema como una auténtica
oración15, aunque no descarta la función pedagógica. Comenta que Cleantes
consideraba la poesía el medio más adecuado para transmitir cuestiones relativas
a lo divino16, y subraya que este poema presenta «la canónica división tripartita
de un himno de culto: Invocación (vv. 1-6), Argumento (vv. 7-31), y Oración (vv.
32-39)»17.
12 Todos los fragmentos de Heráclito empleados en este trabajo han sido tomados de la
traducción de Bernabé (2001) de los fragmentos presocráticos, que sigue la numeración de
Marcovich, si bien para las citas hemos seguido la numeración de Diels-Kranz.
13 DK 22 B 1: «De esta razón, que existe siempre, resultan desconocedores los hombres, tanto
antes de oírla como tras haberla oído a lo primero, pues, aunque todo transcurre conforme a esta
razón, se asemejan a inexpertos teniendo como tienen experiencia de dichos y hechos; de estos que
yo voy describiendo, descomponiendo cada uno según su naturaleza y explicando cómo se halla.
Pero a los demás hombres les pasa inadvertido cuanto hacen despiertos, igual que se olvidan de
cuanto hacen dormidos». B 50: «No escuchándome a mí, sino al logos, sabio es reconocer que todas
las cosas son una».
14 Thom 2005.
819
RAÚL GENOVÉS
18 En esta línea de interpretación Thom sitúa a varios especialistas (cf. Neustadt 1931, Zuntz 1958,
Tortorelli 1973, y Long 1975-76) y subraya que los fragmentos heraclíteos más citados en relación
con este punto son DK B 1, 2, 10, 50, 51 y 102. Vid. Thom 2005, 22.
19 Ésta parece ser la postura de Crisipo. Vid Thom 2005, 23.
20 Thom (2005, 24) considera que este poema de Cleantes se inspira en diversas fuentes antiguas
22 Varios investigadores piensan lo mismo; Thom cita a Festugière (1954), Nilsson (1967), Long
and Sedley (1987), Annas (1996), y Sedley (1998). Vid. Thom 2005, 26-27. El dios identificado con el
cosmos supera al elemento racional humano, y es por esto que puede ayudarlo. Ib., 27: «According
to Cleanthes’ Hymn, the philosophical life is a religious life, and vice versa».
23 Vid. Thom 2005, 77, 104, 110.
24 Vid. Thom 2005, 125. También p. 123: «As we seen in v. 12, the phrase koinòs logos derives form
Heraclitus».
820
ECOS DE HERÁCLITO EN EL HIMNO A ZEUS DE CLEANTES
28 Thom 2005, 34-39; relaciona el v.10 con B 30; v.11 con B 11 y 64; v.12 con B 64 y 114; vv. 18-21
con B 10; vv. 20-21 con B 50; vv. 21-24 con B 1 y 114; vv. 24-26 con B 34, 89 y 114. Por último
relaciona v. 35 con B 41, y la armonización de los contrarios de los versos 18-21 con seis fragmentos
de Heráclito (B 1, 2, 10, 50, 51, 102).
29 Vid. Neustadt 1931, 396-98. Vincula el verso 10 al fragmento 30; v. 11 al fr. 11; v. 12 a B 64; vv.
18-19 a B 10, 51, 58 y 102; v. 20 a B 50; v. 21 a B 1; v. 33 a B 2; v. 24 a B 34; vv. 24-25 a B 46 «el parecer
de uno, “enfermedad sagrada”».
30 Vid. Hahm 1977, 80-81; n. 65; y n. 68. Ib., 187. Cinco de los fragmentos se citan solo como
refuerzo a la teoría de los contrarios, junto con B 10 y 50 que se vinculan también a la línea 21; de
modo que 13 se relacionan directamente y cinco indirectamente.
31 Aunque en principio también podrían vincularse los fragmentos B 2, 45, y 119 con el verso 3,
ese intento exige una argumentación que desborda el marco de este estudio. Lo mismo ocurre en el
821
RAÚL GENOVÉS
En los primeros versos del Himno se identifica a Zeus con diversos aspectos
que el estoicismo le asigna y que evocan rasgos similares a los concedidos por el
presocrático: «el más ilustre de los inmortales», supremo rey de todas las cosas,
«siempre todopoderoso», «guía de la naturaleza», «regente del cosmos»,
conductor de «manos invencibles» que blanden el «rayo inflamado» y eterno, con
el que dirige al «Logos común» omnipresente; Zeus es ordenador de la
desmesura, armonizador del caos y unificador de lo múltiple; padre, unidad y
gobierno justo. Por esto -dice el verso 1- tiene muchos nombres. Long vincula
este verso al fragmento B 32 «lo sabio, que es solo y único, no quiere y quiere
verse llamado por el nombre de Zeus»32 aduciendo que en Heráclito la función
cósmica del fuego es inseparable de sus atributos: «logos, ley, sabiduría y
divinidad»33.
Sin embargo, este paralelismo presenta algunos problemas, pues mientras
Cleantes intenta demostrar la unidad de todas las divinidades en Zeus, este
fragmento -fiel a la ambigüedad de Heráclito- puede interpretarse precisamente
en sentido contrario, es decir, la divinidad rehúsa la etiqueta unitaria exclusiva
de tal modo que siendo uno es a la vez multiplicidad. En el sistema estoico la
idea de multiplicidad guarda más relación con la participación del dios único en
todas las cosas, que en una identificación con ellas tan radical como la heraclítea.
Aunque es cierto que todas las definiciones atribuidas a Zeus en estos versos son
afines a Heráclito, quizá es más adecuado aquí hablar de una inspiración a partir
del fragmento que de una reproducción exacta de contenidos.
Según Diógenes Laercio, para los estoicos antiguos:
caso de los versos dedicados a la crítica a los kakoi (vv. 22-31), a los que podrían asociarse cinco
fragmentos más (B 13, 78, 86, 107, 117), aparte de los tres que sí tratamos en nuestro estudio. Por
otra parte, la alusión al Logos común de los versos 12 y 13 («Con él (cf. rayo) diriges el Logos común,
que, a través de todas las cosas, Va y viene, mezclándose con las grandes y pequeñas luces»), suele
relacionarse con los fragmentos B 1, 2, y 89; la afirmación «a través de todas las cosas» puede
vincularse a B 41 «una sola cosa es lo sabio: conocer la razón que gobierna todas las cosas a través
de todas las cosas» (D.L. IX 1). El Logos «mezclándose con las grandes y pequeñas luces» podría
estar inspirado en el fragmento B 30 «este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo Dios
ni hombre alguno, sino que fue siempre, es y será; fuego siempre vivo, prendido según medidas y
apagado según medidas, como el sol, una de las manifestaciones del fuego, o «Los límites del
amanecer y del atardecer, la Osa y, opuesto a la Osa, el término del brillante Zeus». En cuestiones
astronómicas Cleantes es el estoico que más siguió a Heráclito. Vid. SVF I, 508; y Hahm 1977, 151-
153.
32 DK 22 B 32.
822
ECOS DE HERÁCLITO EN EL HIMNO A ZEUS DE CLEANTES
37 Homero Il. 2-412, 3.298; y Píndaro Nem. 5.35; entre otros (Esquilo Suppl. 816 y Sófocles Philoct.
823
RAÚL GENOVÉS
divina», pues según Heráclito todo es regido por el Logos común, de donde
emanan todas nuestras normas. Para Cleantes el Logos es Dios, el principio
inmanente en la materia que produce y guía todas las cosas, como muestran la
regularidad y el orden de los movimientos de los astros en el cielo y de todas las
cosas en el cosmos40 a que se alude en los versos 7-8. Por esto «el fin es vivir
coherentemente con la naturaleza»41, es decir, según la razón, que es regente de la
physis y en el caso humano, además, su característica fundamental, que equivale
a vivir según la virtud42.
Los versos 14-17 muestran que nada escapa al gobierno de Zeus; sin embargo
las insensateces de los kakoi se dan fuera de él. Thom resuelve la contradicción de
que algo pueda darse fuera del control divino acentuando aquí el paralelismo
con Hesíodo y Solón, en detrimento del influjo heraclíteo. En nuestra opinión, no
obstante, tanto la teoría de los contrarios como la crítica de Heráclito a los
ignorantes que se orientan a lo particular y se alejan de lo común43, permite
superar esta aparente incompatibilidad. En efecto, el concepto de Logos
propuesto por el de Éfeso implica la armonía de los opuestos y el ordenamiento
del caos de tal modo que para el dios, el caos es orden y lo desagradable grato,
como muestra el fragmento B 102 «para el dios todas las cosas son hermosas y
justas, pero los hombres consideran unas justas y otras injustas»44. No se trata
40 Vid. SVF I, 493, 497, 528, 531, 532. Esta es la idea que expresan los versos 7-8: «A ti este cosmos
que gira alrededor de la tierra – te obedece por donde lo guíes y, gustoso, es gobernado por ti».
41 SVF I, 552 [1] = Stob., Ecl. II, 7, 6a, 76, 3.
42 SVF I, 552 [2] y [3] = D. L. VII, 87; Clem., Strom. II 21, 129 p. 497. También los fragmentos B 2, 45
como poseedores de una inteligencia propia»; B 89: «Para los que están despiertos, el orden del
mundo es uno y común, mientras que cada uno de los que duermen se vuelve hacia uno propio».
44 B 102. También B 124: «Desperdicios sembrados al azar, el más hermoso orden del mundo»,
además de otros doce fragmentos, en concordancia con los versos 18-20 del poema. Vid. DK 22 B
10, 36, 48, 50, 51, 54, 57, 59, 60, 62, 67, y 88. Todos estos fragmentos muestran la fundamental
importancia de la unidad de los contrarios en la filosofía de Heráclito, hasta el punto de entablar
duras críticas a reconocidas celebridades como Hesíodo, al cual se le reprocha en B 57 (HIPÓL., IX
10, 2) haber distinguido el día de la noche, cuando «son una sola cosa».
Para Heráclito el cosmos es resultado de la ordenación y unificación de la diversidad realizada
por el Logos a partir de las relaciones antitéticas. Según G. Reale -siguiendo a Marcovich-, pese a
que el concepto de Uno es un punto importante del pensamiento griego, «il primo dei pensatori che
824
ECOS DE HERÁCLITO EN EL HIMNO A ZEUS DE CLEANTES
tanto pues de una transformación del desorden cuanto de una visión distinta,
que como expresa el fragmento B 124 permite afirmar: «desperdicios sembrados
al azar, el más hermoso orden del mundo»45.
Respecto a la unificación de los opuestos que aparece en los versos 18-21
Thom relativiza la posible influencia de la teoría heraclítea de los contrarios y su
aplicación al nivel moral por parte de Cleantes46, para resaltar la función
ordenadora y transformadora de Zeus más que la unidad de bien y mal. Pero
esto es discutible, pues la cuestión en Heráclito, y también en el Himno, no es
tanto el hecho de que Dios transforme el mal en bien, sino que bajo su visión todo
es justo y «todas las cosas son una»47; es la ignorancia de los hombres que se
apartan del Logos la que abre la perspectiva de lo malo; el verso 20 dice «has
armonizado todas las cosas en una, las buenas con las malas». Según los versos
15-17 las únicas acciones que se producen fuera de Zeus son las insensateces de
los kakoi. Incluso aceptando la apreciación de Thom de que esta perturbación del
orden cósmico ha de ser corregida48, esto no es incompatible con Heráclito; el
fragmento: «El sol no rebasará sus medidas. Pues si no, las Erinis, defensoras de
la Justicia, darán con él»49, encaja perfectamente en este punto. En el nivel donde
es posible el desorden, la justicia corrige. Y desde una perspectiva más amplia, el
Logos común rige, siempre en todas partes; hay un orden superior que integra la
polaridad orden-caos y que, de hecho, ve grato lo desagradable, hermosas y
justas las cosas injustas, y armoniza bueno y malo, tal como reflejan los versos 19-
20 y el fragmento 10250. En Heráclito, para conocer el funcionamiento armónico y
el orden del mundo es necesario reconocer el Logos, del que se deriva también el
correcto comportamiento ético51. Ésta es una cuestión central que encontramos en
Cleantes y que se convertirá en piedra angular del estoicismo; el Himno a Zeus es
una clara muestra de este paralelismo.
Por otra parte, la crítica de los versos 22-31 a los ignorantes que se alejan del
Logos común suele asociarse a B 2: «aun siendo la razón común, viven los más
como poseedores de una inteligencia propia»; B 34: «Escuchando sin entender, a
sordos se asemejan. Les cuadra el testimonio del dicho: “presentes están
49 DK 22 B 94.
50 DK 22 B 102: «Para el dios todas las cosas son hermosas y Justas, pero los hombres consideran
825
RAÚL GENOVÉS
B 29: Eligen una sola cosa, por cima de cualquier otra, los mejores: la
gloria imperecedera entre los mortales. Los más, en cambio, están
cebados como reses55.
B 125a: ¡Ojalá que no os falte la riqueza, efesios, para que quede probado
lo perversos que sois!56.
52 DK 22 B 34.
53 DK 22 B 50.
54 Aparte de los que aquí comentamos vid. también: B 104: «¿Qué sensatez o qué inteligencia es la
de ésos? Dan crédito a los recitadores de los pueblos y toman al vulgo por maestro, sin saber que
los más son malos y pocos los buenos»; B 110: «Que a los hombres les suceda cuanto quieren
no es lo mejor».
55 DK 22 B 29.
56 DK 22 B 125a. Como se ha dicho, hay otros cinco fragmentos que podrían relacionarse con esta
parte del poema (B 78, 86, 104, 107, 110, y 117), si bien la argumentación de estos paralelismos
desborda el marco del presente estudio.
826
ECOS DE HERÁCLITO EN EL HIMNO A ZEUS DE CLEANTES
3. Conclusiones
827
RAÚL GENOVÉS
de los textos heraclíteos, a partir de la cual el autor del poema hizo su propia
interpretación para adaptarlos a sus intereses y doctrinas62.
A diferencia de Long63, Thom opina que los estoicos vieron en la concepción
heraclítea del fuego el antecedente de su concepto del fuego como el aspecto
material de la acción, y relaciona el efecto de los rayos del sol sobre la naturaleza,
con el rayo divino del verso 10 del poema64. Esta identificación del rayo de Zeus
con los rayos del sol pareciera permitir también la identificación del sol con Zeus.
Según testimonios antiguos Cleantes considera que el sol «tiene una posición
hegemónica y dominante» en el cosmos65. Se relaciona el rayo con el fragmento B
30, donde Heráclito identifica el orden del mundo con el «fuego siempre vivo,
encendido según medidas y apagado según medidas».
En nuestra opinión, no obstante, para Heráclito el sol no es la única ni la mejor
manifestación del fuego. Es cierto que la inteligencia cósmica emplea el fuego
para manifestarse y gobernar66 (B 64 y 66); ahora bien, el fragmento 94 dejan bien
claro que ni el sol puede rebasar las medidas impuestas por su propia naturaleza,
(por el fuego). Según Heráclito el sol es un elemento particular que se somete,
como cualquier otro, al conjunto del cual forma parte; lo particular se subordina a
lo común; y todo se subyuga al Logos común67. Aún con la posible diferencia en
este punto entre Cleantes y el de Éfeso68, estas cuestiones se convertirán en
elementos centrales de la física y la ética estoicas. Tanto las ideas centrales del
poema como los fragmentos de Heráclito latentes en él son acordes con la
concepción orgánica del cosmos fundamental en la filosofía del Pórtico69.
Long vincula 10 fragmentos al Himno, Thom otros 10 y Hahm hasta 18. En
nuestra modesta aportación hemos sugerido los paralelismos con otros cinco
distintos a estos70, si bien las semejanzas propuestas podrían ser objeto de un
67 DK 22 B 2, 89, y 50. El logos es el principio rector que Heráclito intenta explicar y que la
mayoría de los hombres son incapaces de captar, pues -dormidos- se orientan cada uno a su logos
particular, ignorando que «todas las cosas son una».
68 Vid. Hahm 1977, 152.
69 Es lugar común reconocer las influencias de Heráclito en el estoicismo; así Long, por citar un
ejemplo, sostiene que: «Cleanthes was well acquainted with Heraclitus and reflects his influence
both in thought and in language. The influence of Heraclitus on Stoicism is a commonplace of
ancient philosophical commentators and epitomists», Long 1996, 35-36; y que conceptos
fundamentales del estoicismo como el «logos que todo lo gobierna», la «armonía», el fuego,
«símbolo o vehículo del logos», y la noción de «vivir homologoumenos, en conformidad con el
logos», fueron absorbidos directamente por el estoicismo como elementos básicos (Long 1984, 145-
149).
70 B 114, 102, 124, 29 y 125.
828
ECOS DE HERÁCLITO EN EL HIMNO A ZEUS DE CLEANTES
estudio más exhaustivo. Por otra parte, según los testimonios de Diógenes
Laercio, Cleantes dedicó cuatro libros a la interpretación de Heráclito71. Con lo
visto hasta ahora, no parece exagerado considerar el Himno a Zeus una clara
muestra del recurso al de Éfeso, dada la abundancia de paralelismos y paráfrasis
que contiene. Como este poema es además el único texto del estoicismo antiguo
que nos ha llegado completamente íntegro, podemos decir que es la primera
constancia estoica escrita de esta tendencia. Con él Cleantes inauguría la praxis
de recurrir a Heráclito y absorber importantes elementos de su pensamiento para
fundamentar aspectos centrales de su propia filosofía72.
Así las cosas, es razonable considerar a Cleantes el iniciador en sentido fuerte
y máximo responsable de la recepción heraclítea en el estoicismo. Si bien Zenón
sería el inspirador de la práctica de apelar a la autoridad de importantes autores
anteriores, al interpretar el consejo del oráculo de que «se impregnase de los
muertos» en el sentido de conocer las opiniones de los antiguos para vivir
mejor73, en el caso de Heráclito será su sucesor en la escuela quién materializará
en obra este cometido. Hemos visto que el Himno a Zeus de Cleantes aúna
elementos órficos y pitagóricos con diversos aspectos de la poesía de Homero o
Hesíodo, entre otros. No obstante, el refrendo de autoridad filosófica se
fundamenta claramente y sobre todo, en Heráclito.
Bibliografía
Vid. Hahm 1977, 81: «Thus Cleanthes, in addition to quoting Heraclitus as a forerunner of
72
Stoicism, may actually have introduced some Heraclitean elements directly into his own
philosophy»; y Thom 2005, 4.
73 D. L. VII, 2: «Dicen Hecatón y Apolonio de Tiro, en el libro primero Sobre Zenón, cuando una
vez preguntó a un oráculo qué hacer para vivir de la mejor manera, el dios le respondió que se
impregnase de los muertos. De esto coligió que debía leer las opiniones de los antiguos». El estudio
exhaustivo de la absorción de elementos de la filosofía heraclítea por parte de Zenón es una
cuestión que ha de ser tratada en un estudio aparte.
829
RAÚL GENOVÉS
- Johan C. Thom, 2005: Cleanthes’ Hymn to Zeus, Text, Translation, and Commentary,
Mohr Siebeck, Tübingen.
- Kahn, C., 1979: The art and thought of Heraclitus, Cambridge university press, Longon.
- Kirk, G. S., 1970: Heraclitus. The cosmic fragments, Cambridge.
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- -1996: «Heraclitus and Stoicism», en Stoic Studies, Univ. California Press, London.
- Marcovich, M., 2007: Eraclito. Frammenti, Milán.
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- Reale, G (ed.), 2006: Tutti i frammenti degli stoici antichi, raccolti da Hans von Arnim;
introduzione, traduzione, note e apparati a cura di Roberto Radice; presentazione di
Giovanni Reale. Milano.
***
830
QUÉ UNE A CÍNICOS Y ESTOICOS. EN TORNO A UN TÓPICO
HISTORIOGRÁFICO
1 Vid. D.L. VI 14; 15; 19; 104. Cf. D.L. I 14-15; Euseb. PE XV 13, 6-8; Ps.-Galen. Hist.Phil. 3; Iul. Or.
VI 10; Cic. de Orat. III 16.
2 D.L. VII 3.
832
QUÉ UNE A CÍNICOS Y ESTOICOS
833
DANIEL PONS
19 Vid. Phld. Stoic.Hist. IV; Rist 1969, 64; Mansfeld 1968, 339; 349. Crisipo, no obstante, parece que
la daba y la comentaba como buena, vid. D.L. VII 34. Por lo demás, también la autoría de la Politeia
de Diógenes ha sido discutida desde antiguo, junto con la mayoría de las obras que se le atribuyen,
vid. D.L. VI 80; Rist 1969, 59 n. 5.
20 Vid. por ejemplo Rist 1969, 64.
21 Cf., como contraria a esta opinión, Goulet-Cazé 2003, 83 ss. Otra hipótesis posible sería que la
Politeia tuviera el valor de una simple utopía de aire cinizante en el pensamiento de Zenón y en
ningún caso un proyecto o una orientación de vida efectiva.
22 Vid. Porter 2000, 216-217. Cf. Rist 1969, 77-78.
24 Vid. SVF I 203; Rist 1969, 69; 70; Goulet-Cazé 2003, 86-98.
834
QUÉ UNE A CÍNICOS Y ESTOICOS
29 Cf. Goulet-Cazé 2003, 112 ss. En definitiva, lo único que podría sostenerse de forma consistente
en referencia al papel de Aristón de Quíos en esta polémica cuestión es que pudo tomar ejemplo de
los cínicos para intentar introducir en la escuela ciertas posturas que, sin embargo, no encuentran
un claro apoyo en el pensamiento estoico posterior ni anterior; pero parece extraño declarar, por
eso mismo, que con ello se demuestre que hubiera un fundamento cínico en el origen del
estoicismo.
30 Rist 1969, 77-78.
835
DANIEL PONS
la virtud que no fueron analizados por el pensamiento cínico por el mismo hecho
de ser considerado algo indiferente)31.
Llegados a este punto, lo más sencillo sería simplemente asumir como bueno
el dato historiográfico de la sucesión de escuelas, concretado en el seguimiento
que por un tiempo hizo Zenón de Crates el cínico, y comenzar a establecer
paralelismos de contenidos o áreas temáticas entre la filosofía cínica y estoica32.
Así pues, a bote pronto, se puede establecer que el estoicismo comparte con el
cinismo, aun cuando su formulación sea realmente muy distinta, un interés
especfícico por varios ámbitos generales de construcción del discurso filosófico,
como pueden ser:
23. La consideración de la virtud como fin de la tarea del filósofo, y de su
precepto existencial (entendido en equivalencia a la virtud) como un
«vivir según la naturaleza».
24. Un sentido amplio y fundante del cosmopolitismo.
25. Y también el valor del esfuerzo, que correlaciona con un estado del
sabio de autarkeia y apatheia.
En estos ámbitos generales de conexión entre ambas escuelas se deberá
considerar, sin embargo, el carácter propio del pensamiento estoico, por el que,
ya desde sus inicios, se reconocerá una creciente intromisión de elementos
claramente incompatibles con el ejemplo filosófico del cinismo: en efecto, al
precepto de "vivir según la naturaleza" se le asociará desde Zenón un interés
creciente no sólo por la teoría Física, sino también por la Teología y, de forma
derivada, de la Lógica, para asegurar el correcto estudio del funcionamiento
oculto de la naturaleza, algo repudiado por principio por los cínicos como una
inutilidad; igualmente, tampoco la virtud escapa de los intentos de definición
más escrupulosa, llegando incluso a establecer preceptos racionales para la
elección de indiferentes; y el sentido estoico del cosmopolitismo reintroducirá
progresivamente, en contraposición al cinismo, la obediencia a las leyes de la
polis33 (sobre todo en época imperial), junto con el valor del deber y de la
ciudadanía, así como una reflexión detallada acerca de la función del estadista.
Por lo demás, la consideración del esfuerzo apropiado del sabio en relación con
la consecuión de la autarkeia, varía notablemente su sentido en el discurso estoico,
al ser comprendido dentro de un reencontrado ámbito de la naturaleza humana
como animal político, y la apatheia, por su lado, parece que se convierte en una
31 Vid. Rist 1969, 57-58; Porter 2000, 211. Cf. Cic. Fin. III 68.
32 Por este mismo método, también podría identificarse, por ejemplo, al autor del papiro de
Derveni como un tipo de órfico o quizás algún tardopresocrático de segunda línea, estableciendo
los puntos en los que coinciden ambos polos, aun cuando en otros aspectos puedan parecer
divergentes.
33 Vid. D.L. VII 121.
836
QUÉ UNE A CÍNICOS Y ESTOICOS
escuelas en favor del testimonio de la biografía griega. En Les Kynika du stoïcisme, la investigadora
francesa acude a múltiples testimonios de la historia del pensamiento para defender que hasta las
prácticas más escandalosas del cinismo pudieron tener algún tipo de reconocimiento en el
pensamiento estoico de Zenón y sus seguidores directos, Cleantes y Crisipo, aun cuando, en
general, también se debatieran entre la admiración y la vergüenza ante tales contenidos,
principalmente de la Politeia de Zenón (vid. Goulet-Cazé 2003, 19; Cic. Fin. III 68). Por este motivo,
se trata de un trabajo que, sin duda, hay que tener muy en cuenta. No obstante, otros especialistas
han considerado que los testimonios a los que se puede recurrir para defender este tipo de acogida
de los kynika en el estoicismo, principalmente Plutarco y Filodemo, son hostiles al estoicismo y, por
tanto, tendenciosos, pudiendo caer en el intento de resaltar facetas escandalosas en la Estoa, vid.
Salles 2006, 142.
39 D.L. VII 2.
40 Eclecticismo que se refuerza con la evidente influencia que ejercen sobre el estoicismo también
distintos filósofos presocráticos, muy destacadamente Heráclito, y que combina bien con el
precepto de «impregnarse de los muertos" que, según Hecatón y Apolonio de Tiro, le dió un
oráculo a Zenón cuando le preguntara qué hacer para vivir de la mejor manera, D.L. VII 2.
837
DANIEL PONS
Magnesia, según el cual Zenón podía haber leído una buena cantidad de literatura socrática desde
niño, alentado por su padre.
44 Vid. Caizzi 1964, 65-69; Pépin 1976, 105-107; Long 1997, 2-7; Souto Delibes 2000, 31-48; Alesse
46 Cf. Phld. Rhet. XVIII 12-20 (= SSR V A 69); Alesse 2000, 56.
47 D.L. VI 104.
838
QUÉ UNE A CÍNICOS Y ESTOICOS
por parte de Antístenes, en contraste con la posición radical de rechazo de Diógenes el Cínico. Vid.
Rist 1969, 55-57.
51 Mansfeld (1986, 339) parece compartir este punto de vista. Cf. Mansfeld 1986, 349; 351.
52 De hecho, llama la atención que en la doxografía común a todos los cínicos que expone
Diógenes Laercio al final de su libro VI y que prepara el camino hacia la exposición de la filosofía
estoica en el libro VII, se observe una casi absoluta primacía a referencias de Antístenes y su
Heracles como fuente tanto de la conclusión de las opiniones comunes a todos los cínicos como de la
conexión con la postura filosófica posterior del estoicismo. Cf. Mansfeld 1986, 349.
53 Cf. D.L. VI 15-18.
54 Cf. Arist. Metaph. 1024b 30-34; D.L. VI 3; 17; Ascl. in Metaph. 353, 18-25; Procl. in Cra. 37; Cic. Ac.
II, 47, 145; Arr. Epict. I 17, 10-12; Elorduy 1972, 34-37; Brancacci 1990; Brinkmann 1997.
55 Vid. Phld. Piet. 7, 3-8; Cic. ND I 13, 32; Clem.Al. Prot. VI 71, 2; Elorduy 1972, 33; Brancacci 1985-
1986.
839
DANIEL PONS
56 Según Stobeo (IV 4, 28), Antístenes sostenía que la distancia que conviene tomar respecto a los
asuntos de la polis es la misma que la que tomamos frente a un fuego: ni demasiado cerca, para no
quemarnos; ni demasiado lejos, no sea que nos helemos.
57 Vid. A.R. Schol. II 569-570; Poll. VI 98-99; X 68; Phot. Bibl., s.u. «Ourodóke».
58 Vid. D.Chr. Orat. LIII, 36, 4-5 (= SVF I 274); Porph. ad Il. 636-637; Iul. Or. VII 217 A; Schol. ad Od.
α I, Winckelmann, 24-25; ε 211, Winckelmann, 26; Sen. de Cons. II, 2; Pépin 1976, 105-109; 123; 127-
128 (cf. ibid. 1993); Campos Daroca 2003.
59 Cf. Fritz 1972, cols. 93-95; Gigante 1993, 164.
61 No obstante, y pese a que un testimonio (SVF I 41) indica que Zenón escribió unas Memorias de
Crates, se puede sospechar también si la supuesta relación de Zenón con Crates el Cínico pudo
responder más bien a una reconstrucción de la biografía antigua para ligar en forma de diadoche a
Zenón y los estoicos con la línea marcada por el socrático Antístenes. Cf. Alesse 2000, 98. En
definitiva, tomando las expresiones lúcidamente acuñadas por Reichenbach (1938, 7-8), podemos
encontrarnos ante dos tipos de explicación de un mismo suceso, resueltas desde un contexto de
descubrimiento o, por el contrario, desde un contexto de justificación. También sobre esto hay que
tener en cuenta, en cualquier caso, la sugerencia de Mansfeld (1986, 318), quien recuerda que el
nombre de Crates el cínico es confundido en ocasiones en la literatura antigua con el de Crates de
Atenas, el académico.
62 Cf. Hahm 1977, 220; Alesse 2000, 58.
63 De este modo, Antístenes se revelaría como un nuevo y caleidoscópico Sócrates, en tanto que
origen de escuelas de pensamiento bien diversas que, no obstante, siguen siendo, cada una a su
manera, fieles al legado del maestro. Dos escuelas, la cínica y la estoica, que a su vez entroncan con
un efectivo y específico origen socrático por la vía de Antístenes. Cf. Wolff 1997, 31-37.
840
QUÉ UNE A CÍNICOS Y ESTOICOS
Bibliografía
841
DANIEL PONS
***
842
“HACEDOR Y PADRE”: PROCLO Y EL USO DEL ESTOICISMO
COMO NEXO DE UNIÓN ENTRE EL DEMIURGO PLATÓNICO Y EL
ZEUS ÓRFICO*
Antoni BORDOY
Universitat de les Illes Balears
* El presente estudio ha sido redactado en el marco del Proyecto I+D FFI2009-01862 “Estudios
sobre la transposición de las doctrinas órficas en la filosofía estoica”, financiado por el Programa de
Humanidades del Ministerio de Ciencia e Innovación. En este sentido, las tesis desarrolladas en
este texto reposan sobre otros estudios realizados en el marco de este proyecto y que se encuentran
actualmente en proceso de publicación.
1 Cal. Com., p. 57 W.
2 Plot. IV 8.28-29: «Una cosa aparecerá bien clara: que no en todos los diálogos dice lo mismo de
tal forma que se pueda entrever fácilmente la intención del autor». Igal 1992, 528, n. 9, matiza que
«Plotino no dice que Platón se contradiga, sino que, a primera vista, resulta desconcertante».
3 Cfr. Brisson 2002, 17-18. En línea con la postura adoptada por L. Brisson, Larsen 1972, 208 señala
que el carácter mediador del neoplatonismo se torna en ocasiones en interpretación y que, dicha
interpretación, acaba por transformarse en una crítica que, si bien parte de las doctrinas que se
comentan, adquiere la forma de una defensa de las tesis del autor.
ANTONI BORDOY
que siguen tienen como objetivo poner de manifiesto que, para comprender y
justificar la exégesis que Proclo realiza del Timeo en el Tratado acerca del mundo, es
necesario contemplar la existencia de una tradición filosófica no reconocida, el
estoicismo, que interfiere en la definición que este maestro atribuye a Platón y a
Orfeo. Se pretende, de este modo, demostrar en la medida de lo posible que, pese
a no ser mencionadas de forma directa, las doctrinas estoicas tiñen en esquema
teológico que Proclo atribuye a Platón y sirven de ajuste entre su propio
pensamiento, el del Académico y las doctrinas órficas.
4 Pl. Ti. 27c. Vid. Lg. 887c, Filebo 25b, Epímonis 980c, Cartas VIII 353a. Los textos del Timeo
utilizados en el presente estudio provienen de la traducción, en ocasiones modificada, de J. M.
Zamora (2010), Platón. Timeo. Madrid: Abada.
5 Pl. Ti. 27c-d.
844
HACEDOR Y PADRE
12 Sobre el paralelismo de esta idea con las de Calcidio, vid. Bordoy 2010.
845
ANTONI BORDOY
cualquier otro, será necesario alegrarse, ya que hemos de tener presente que yo,
el que habla, y vosotros, los jueces, tenemos una naturaleza humana”13.
Esta situación brinda a Proclo una oportunidad única para resaltar la
importancia de Timeo, quien en este diálogo sustituye a Sócrates como
interlocutor principal. En efecto, según este neoplatónico es imposible que el
maestro de Platón llevara el peso del discurso, pues Sócrates plantea
magistralmente las cuestiones, pero no da soluciones; Timeo, en cambio, no
plantea cuestiones, pero dispone de un discurso verosímil, lo único posible
cuando se habla desde la perspectiva del dios. Asimismo, Timeo cumple una
segunda condición: es un hombre de ciencia, es decir, alguien que “no se mezcla
con ninguna opinión de otro, y no persigue más que el camino del
conocimiento”14. Esta apertura a otros modos de pensar y otros tipos de discurso
será clave en la exégesis de Proclo, pues justifica el uso de tradiciones como el
orfismo para explicar el modelo de Platón, e incluso será lo que, sin ser explícito,
justificará la presencia de un esquema estoico.
Una vez construida la interpretación general del Timeo y de las doctrinas que
contiene15, Proclo analiza frase a frase las partes que, según su opinión, resultan
más importantes, siempre con la idea de que, como ya se ha dicho, este diálogo
contiene doctrinas que son susceptibles de ser utilizadas en el nuevo contexto. En
este sentido, por tanto, la primera explicación que parece plausible al hecho de
que la definición del Demiurgo no responda por completo a la Platón, sino que
presente elementos muy próximos a concepciones monoteístas y más modernas,
es la que se trata de elementos que Proclo traslada desde su propio pensamiento
al de Platón. En cierto modo esto es algo que ya han puesto en evidencia las
críticas contemporáneas a la historiografía, hasta el punto de que resulta ya
imposible negar la presencia de elementos de quien interpreta en lo interpretado.
No obstante, y de ahí el interés que adquiere el Tratado acerca del mundo para el
un diálogo que tiene como finalidad “la ciencia de la Naturaleza”, motivo por el cual todo su
contenido está orientado al estudio de la génesis y el funcionamiento del universo. En este sentido,
el Comentario al Timeo transforma la conocida acusación que sobre Platón habían recogido autores
como Aulo-Gelio, Diógenes Laercio o Jámblico, relativa a que el Timeo era en realidad una obra que
había sido comprada a un pitagórico y que después había sido hecha pasar por auténtica, en la idea
de que lo que hace el Académico es en realidad continuar la línea de los pitagóricos, y por ello toma
a Timeo como principal interlocutor. A su vez, el recurso a Timeo servirá también para justificar la
relación del diálogo platónico con el orfismo.
846
HACEDOR Y PADRE
tema propuesto, la clara división de este maestro platónico entre las obras que
expresan su pensamiento y los comentarios, está en relación directa con la
metodología que aplica en cada una de ellas. Es por ello que en sus comentarios
aparece el sentido histórico, de tal forma que muestra consciencia de distinción
entre lo que pertenece a sus ideas y lo que es la realidad de las doctrinas de
Platón. El Comentario al Timeo está repleto de estos elementos, de búsquedas en la
tradición platónica de afirmaciones y teorías que él contrasta con otras y con las
propias palabras del Académico, de tal modo que, si bien ciertamente no se
puede excluir por completo –y de hecho sería un error hacerlo–, la presencia de
sus ideas, tampoco lo es suponer que es de esa propia tradición que interpreta de
donde se extraen estructuras y contenidos que se aplican a la exégesis del
Demiurgo.
Zeus no aparece en el Timeo más que en una sola ocasión, en el parágrafo 41a,
cuando se menciona la genealogía de los dioses: “De Gea y Urano fueron hijos
Océano y Tetis; y de ellos nacieron Forcis, Crono, Rea y todos sus acompañantes;
y de Crono y Rea, Zeus, Hera y todos los que sabemos que son llamados sus
hermanos y, además, los otros que son descendientes de estos”16. La importancia
que se atribuye a la figura de Zeus es más bien poca, y a ello cabe añadir la idea
aceptada comúnmente de que en este parágrafo Platón utiliza términos como
γένεσις con objeto de hacer burla de unas teogonías. El Demiurgo completa esta
burla al dirigirse a los dioses: “Dioses de dioses, las obras de las que yo soy
demiurgo y padre, por haber sido iniciadas por mí, son indisolubles, al menos si
no es mi deseo. Como todo lo atado puede ser desatado, pero es propio de un
malvado querer desatar lo que está unido en bella armonía y se encuentra en
buen estado.”17 De este modo, y pese a las dificultades que Timeo había atribuido
a su discurso y que su relato se ha iniciado mediante una plegaria a los dioses,
Platón no duda en situar un elemento filosófico por encima de cualquier
explicación teogónica y poética. Los arquetipos y el espacio, el ser, la inteligencia
y la necesidad, entre otros elementos, sustituirán así a los dioses y los actos que
llevan a cabo entre ellos. La concepción griega clásica queda entonces plasmada
en este diálogo: el Demiurgo no es un Dios, no se está llevando a cabo una
defensa del monoteísmo, sino que se describe el principio de construcción misma
del cosmos.
847
ANTONI BORDOY
Si se observa desde esta perspectiva, el Tratado acerca del mundo refleja una
concepción diametralmente opuesta a la del Timeo, pues en ella uno de los
principios más buscados es el de la identidad entre el Zeus y el Demiurgo. No se
trata de una fusión ingenua de elementos, pues incluso en sus Himnos, textos
exclusivamente litúrgicos, Proclo es consciente de la duplicidad de perspectivas.
De este modo, el Demiurgo del Tratado acerca del mundo se convierte en una
entidad con una consistencia ontológica mucho mayor que la otorgada al
Demiurgo del Timeo, y es no sólo un artesano, sino que es también artífice, es
creador y hacedor del universo y de todos los seres que en él habitan. Es en este
punto donde adquirirá un nuevo significado la expresión ποιητὴν καὶ πατέρα
del Timeo, pues para Proclo este artesano es, en efecto, hacedor y padre.
Con esta idea que el Tratado acerca del mundo recorre las opiniones que han
dado con anterioridad los platónicos, buscando en ellas la evolución hacia su
propio pensamiento. La historia de las exégesis está orientada a mostrar el
reconocimiento del Demiurgo como un hacedor que habita junto y en el νοῦς,
produciéndose a partir de él una serie de relaciones triádicas que explicarán la
génesis y la causalidad del universo. Es así que Proclo atribuye a Numenio el
haber utilizado por primera vez la expresión “tres dioses” en la exégesis del
Demiurgo, correspondiendo a los tres elementos que intervienen en la génesis
del universo18: el “padre”, el “creador” y la “creación”. Una idea que más
adelante Ático19, basándose en Pl. R. 509b9, completaría afirmando que dichas
tres características se deben a que el Demiurgo es “bueno” e “intelecto”.
Plotino ocupa un lugar preeminente en esta historia, aunque no el definitivo,
pues introduce un avenase importante cuando, recapitulando en EN III 9 las
doctrinas de Pl. Ti. 39e ss., y afirma que en realidad el Demiurgo es un principio
doble: en un sentido es intelectivo, en otro es el principio rector del universo.
Utilizando a Aristóteles20, Plotino habría denominado “Zeus” a ese principio y lo
consideraría trascendente y, siendo intelecto, equivaldría al padre y creador que
se transporta a lo inteligible, es decir, a la región que media entre el Uno y el
mundo. Es en lo Inteligible en donde se situaría el reino verdadero de Crono, así
como el intelecto de Zeus, de tal modo que este Intelecto abrazaría la
multiplicidad que forma los inteligibles, permaneciendo él en la unidad. Amelio21
completaría el esquema de Plotino, introduciendo la asociación de tres
demiurgos con tres intelectos y denominándolos “tres reyes”: el que es,
propiamente denominado “intelecto”; el que posee, que a pesar de ser inteligible
848
HACEDOR Y PADRE
849
ANTONI BORDOY
25 Procl. in Ti. II, 310.8-15. Citación a Il. establecida por Praechter (GGA. 524) en VIII 3 (= I 499),
corrigiendo la citaci´n a Il. XX 22.
26 Procl. in Ti. II, 310.15-17.
850
HACEDOR Y PADRE
Así pues, nos queda que el Demiurgo no puede sino ser el tercero de los
padres intelectivos. Su función específica es, en efecto, la de fabricar el
intelecto, no la de fabricar el cuerpo [sc. del mundo] –de hecho, él sólo no
da forma al cuerpo, sino junto a la necesidad (Pl. Ti. 47e 4ss.), mediante la
cual él crea–, ni crear el alma, pues es mediante la cratera que la produce:
851
ANTONI BORDOY
Los términos en los que, según Proclo, se habría expresado Platón se ponen
entonces de manifiesto: que el Timeo utilice la denominación de “intelecto” para
referirse al Demiurgo es consecuencia de que el Académico se mueve en términos
de unidad y multiplicidad, pues de un lado el Demiurgo es algo distintos de los
dioses intelectivos e inteligibles –por cuanto equivale a la más excelsa de las
causas– y de otro representa aquello en lo que residen el resto de Demiurgos. La
denominación general del Timeo es, en consecuencia, la que sintetiza Platón en la
expresión “creador y padre” (Pl. Ti. 28c 3), situándolo el primer término como la
cúspide de los dioses intelectivos y como mónada de la esencia divina paternal, y
el segundo como algo anterior a la serie de los reyes y como límite del rango de
aquello que forma la realeza. Sin embargo, es necesario distinguir los dos
términos por cuanto uno refiere a la función paternal, es decir la función de
gobierno, y el otro a la función creadora.
2.2. El Demiurgo como Zeus: rasgos órficos del Artesano del Timeo
Sucede tal como lo enseña Orfeo cuando dice que el Dios Inteligible es
“absorbido” por el Demiurgo del Universo (OF 167a K). Es por este
motivo que, con Fanes, todas las cosas han sido de nuevo creadas en el
interior de Zeus, las brillantes alturas del Éter inmenso y del Cielo, las
profundidades del Mar estéril y de la gloriosa Tierra, y el vasto Océano y
el Tártaro en lo más profundo de la tierra, y los ríos, el mar sin límites,
todo lo demás, y todos los Bienaventurados Inmortales, Dioses y Diosas,
y todo lo que había ya nacido, todo lo que más adelante deberá nacer,
todo lo que ya nació y que está engendrado en el vientre de Zeus (OF
167b K).
852
HACEDOR Y PADRE
Unos versos atribuidos a Orfeo a los que siguen otros pertenecientes a un himno
a Zeus incluido en las Rapsodias:
[Preguntó Zeus] Y cómo lograría hacer que todo el Universo sea uno y
que cada cosa esté al mismo tiempo separada. (fr. 164 Kern)
853
ANTONI BORDOY
le había aconsejado (fr. 166 Kern) que extendiera entre todo lo que sucede a la
creación descrita en los fragmentos anteriores un vínculo de fuerza30. El
resultado, afirma el autor del Comentario, es que el Universo adquiere una forma
viva y definitiva. En este sentido, Proclo combina ideas procedentes de dos
partes del Timeo de Platón: Pl. Ti. 38e, en donde se habla de la presencia de la
vida en los cuerpos celestes; y Pl. Ti. 30b, en donde se asegura que el Demiurgo
situó el Intelecto en el alma y el alma en el cuerpo.
El esquema planteado por Proclo resulta, en este sentido, claro: la exégesis del
Demiurgo de Platón se inserta en una línea evolutiva dentro de la propia
tradición platónica que conduce hacia Proclo y que, después, es contrastada con
el orfismo, de tal manera que la definición que se considera original es la que
mezcla estas dos tradiciones, platonismo y orfismo. Cierto es que el pensamiento
del Académico está de acuerdo con esta preeminencia de un principio único pues
“numerosos indicios sugieren que Platón también simpatiza con la imagen
monolítica que transmitía el Himno órfico a Zeus”31. No obstante, respecto a su
presencia en el Timeo es necesario hacer notar dos hechos: a) como ya se ha dicho,
al hablar del Demiurgo Platón presenta una imagen crítica velada a las teogonías
poéticas, si bien esta figura mítica puede recordarlas; y b) el uso que Platón hace
del orfismo, pese a que implica referencias a Zeus, se centran en torno a su papel
como gobernante y legislador, así como en la construcción del más allá, pero no,
como sugiere el Tratado acerca del mundo, en su papel como creador del intelecto.
De hecho, respecto a este segundo punto cabe notar que el propio Proclo
reconoce que en el Timeo se postula una necesidad anterior al propio Zeus, a la
cual éste debe estar sometido.
En este sentido, es posible observar como la exégesis que Proclo hace del
Demiurgo de Platón emplaza en el centro dos elementos, la figura del Dios y el
Intelecto, los cuales intenta constantemente poner en relación. Si a ello se suma el
hecho de que, en el Himno a Zeus mencionado por Proclo aparece el fuego bajo la
forma de rayo como la herramienta básica del Dios o es directamente
mencionado, es posible observar como en los puntos clave de la exégesis
aparecen los tres principios fundamentales del estoicismo: Dios, el Logos y el
fuego32. Resulta asimismo interesante que dos otros documentos con los que el
30 En la edición Bernabé, los frs. 164 K, 165 K y 166 K, citados por Proclo, constituyen un mismo
fragmento: OF 237 F.
31 Casadesús 2008, 1265.
854
HACEDOR Y PADRE
Tratado acerca del mundo mantiene una estrecha relación, el Papiro de Derveni y el
De mundo, y que presentan estructuras argumentativas similares, también han
sido puestos en relación con el estoicismo. En efecto, ya como punto de partida,
aunque por motivos diferentes, Proclo comparte con los estoicos la fascinación
por los poetas que forman el núcleo de la cultura griega clásica, Homero, Museo
y Hesíodo, en gran medida porque ofrecen una misma concepción de Zeus.
Testimonio de ello en el caso de los estoicos son Cicerón, Filodemo y Galeno33,
quienes afirman que ya los primeros estoicos se dedicaron a acomodar los poetas.
Gracias a Diógenes Laercio ha quedado constancia de cuál es la concepción de
Zeus que tienen los estoicos:
La definición del Dios que Diógenes Laercio atribuye al estoicismo concuerda por
completo con las características que Proclo atribuye al Demiurgo de Platón: la
inteligencia como principio fundamental de la definición del Dios, el ser un
principio completamente bueno y alejado del mal, la providencia, la ausencia de
una forma humana, el ser el padre de todas las cosas y el hecho de tener que
llamarlo por aquello que es en función de sus efectos.
En este sentido, el Himno a Zeus de Cleantes es, tal vez, uno de los documentos
que más permiten observar esta similitud. Es en él en donde a Zeus se le domina
“el más ilustre de los inmortales, de muchos nombres, siempre todopoderoso”35,
situándolo por encima del resto de dioses, al igual que hará Proclo con su
Demiurgo sin atender al hecho de que, según Platón, debiera ser una figura
distinta de éstos. Respecto a esta definición es necesario notar que este estoico es
el primero de los que se tiene constancia que añade a Zeus tantos epítetos, algo
que no sucede ni siquiera en el caso de Homero36. En el origen de ello se sitúa la
creencia estoica en el monoteísmo, que conduce a situar a Zeus como la primera
y la más importante de las divinidades, con independencia del lugar que ocupe
en la genealogía. De hecho, el estoicismo tiende a suprimir las parejas de dioses
855
ANTONI BORDOY
856
HACEDOR Y PADRE
3. En conclusión
857
ANTONI BORDOY
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- Kühn, W., 2009: Quel savoir après le Scepticisme. Plotin et ses prédécesseurs sur la
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- Merlan, Ph., 1960 [1053]: From Platonism to Neoplatonism, Haag.
- Merlan, Ph., 1969: Monopsychism, Mysticism, Metaconsciousness. Problems of the Soul in
858
HACEDOR Y PADRE
***
859
ESCÉPTICOS Y MÉDICOS: ¿EXISTE UNA ESCUELA ESCÉPTICA?
transcrito con posterioridad al Latín como escuela. Pero hay que tener en cuenta
que διατριβή, usado en un sentido técnico, es probablemente el más antiguo de
los dos. En cuanto al tercer término, αἵρεσις es traducido algunas veces por
“escuela”, otras por “secta”, y otras por “dirección filosófica” o “sistema”.
“Secta” sería la traducción estándar en Latín, pero en español, y en casi todos los
idiomas modernos, tiene unas connotaciones que pueden tanto hacernos
comprender el sentido original de αἵρεσις, como confundirlo o disfrazarlo.
3 Cf. D.L:, IV, 1; 3; 14; 16; 21; 24; 32; 37; 60; 61; 62; 63; V, 2; 4; 5; 36; 38; 58; 68; VI, 24; 40; VII, 28; 37;
41; 174; 182 y 185; X, 6; 14; 15 y 26. Cf. Daniel Pons Olivares, datos de su tesis cedidos amable y
generosamente.
4 Cf. D. L. II, 109; IV, 30; 42; 63; v, 62 y VI, 24. . Cf. Daniel Pons Olivares.
5 Cf. Véase principalmente, D.L. I, 18-21; II 47; 105; 109; III, 41; IV, 23; 67; VI, 103-104; VII, 38; IX
862
ESCÉPTICOS Y MÉDICOS
6 Así hay que entender la crítica que Aristocles realiza del pirronismo ya sea denominado
αἵρεσις, secta, o ἀγωγή, corriente (tradición) filosófica, vid., Aristocles en, Eusebio de Cesárea, Praep.
Evang., XIV, 18, 29-30.
7 DIADOJÉ DE LA ESCUELA EMPÍRICA (D.L., IX 115-116) Pirrón de Elis (360-270 a. C). Timón
de Fliunte (320-220 a.C.) Dioscórides de Chipre, Nicoloco de Rodas, -Eufranor de Seleucia y Prailo
de Troade, Eubulo Alejandrino, -Tolomeo de Cirene (restaurador) (fl. 100 a. C), -Sarpedón,
Heráclides de Tarento?, Enesidemo de Cnosos (fl. 80-60 a.C.), Zeuxipo el ciudadano -Zeuxis el
Goniopo -Antíoco Laodiceo, Menódoto de Nicomedia, Tiodas Laodiceo (fl. II siglo 135?), Heródoto
de Tarso, Sexto Empírico (fl. 200 d. C.), Saturnino “Citenas”.
8 El término ἀγωγή también es utilizado por Sexto Empírico como regla de vida, escuela
filosófica o corriente filosófica, cf. H.P., I, 145. Parece que Enesidemo también se refería al
pirronismo como ἀγωγή, (Cf. Focio, 170b 2 y Aristocles en Eusebio de Cesárea, Praep. Evang.XIV,
30, un término más suave que αἵρεσις.
863
RAMÓN ROMÁN ALCALÁ
Por otro lado, los dos textos principales sobre la escuela escéptica se sitúan en
el relato de la filosofía helenística con todo lo que ello conlleva. La filosofía
helenística se reconoce dentro de una unidad de tradición filosófica que a partir
de Aristóteles se convierte en algo parecido a “un arte de vivir”. La búsqueda de
conocimiento científico-teórico dejó de ser la señal de definición del filósofo, y la
filosofía de un hombre era algo por él vivido. A partir de aquí, la tarea del
filósofo consistiría en descubrir la mejor vida, enseñarla, y vivir de ello (esta es la
premisa que preside, yo creo, la obra de Diógenes Laercio): la ética o mejor la
filosofía práctica emergió como la parte rectora del individuo o sujeto9.
En este contexto, quiero situar mi artículo y responder a esas dos cuestiones
del principio, es decir, si existe verdaderamente una escuela escéptica tal como
propone Diógenes Laercio y es reconocido por Sexto Empírico, y cuáles son las
razones por las que medicina empírica y escepticismo filosófico se enredan hasta
confundirse, siendo el único caso en el que la sucesión filosófica de una escuela
se ve completada por más médicos que filósofos.
864
ESCÉPTICOS Y MÉDICOS
… [115] Como bien dice Menódoto, éste no tuvo ningún sucesor, y esta
tradición filosófica quedó abandonada, hasta que la restauró Tolomeo de
Cirene. Según dicen Hipóboto y Soción, escucharon a Timón, Dioscórides
de Chipre, Nicoloco de Rodas, Eufranor de Seleucia y Prailo de Troade, el
cual tuvo tal entereza que, según dice el historiador Filarco, sufrió el
suplicio, injustamente recibido, por traidor a la patria, sin dignarse a
dirigir la palabra a sus conciudadanos.
[116] A Eufranor lo escuchó Eubulo Alejandrino, a éste Tolomeo, a éste
Sarpedón y Heráclides. A Heráclides, Enesidemo de Cnoso, que escribió
Discursos pirrónicos en ocho libros. A éste, Zeuxipo el ciudadano, a éste
Zeuxis el Patizambo (pié torcido), a éste Antíoco Laodiceo, natural de
Licos. A éste Menódoto de Nicomedia, médico empírico, y Tiodante de
Laodicea. A Menódoto, Heródoto, hijo de Arieo de Tarso. A Heródoto lo
escuchó Sexto Empírico, autor de diez libros acerca de los escépticos y
otros muy excelentes. A Sexto lo escuchó Saturnino de Citenas, también
empírico.
10 Los diversos testimonios sobre la fundación de la Escuela Empírica indican cuatro posibles
fundadores: Para Celso, Proem., 10, el posible fundador de la escuela fue Serapión de Alejandría
(segunda mitad del siglo II a. C; Para Plinio, Hist. natur. 29, 5, la escuela surge de Acron de
Agrigento (s. IV a.C); para Galeno, Subf. Emp., 1, 42-43, Acron es citado entre los iniciadores más
antiguos, pero cita también a Timón y Filino y, por último, para la pseudogalénica “introducción”
4, XIV, 683 K, la escuela surge a partir de Filino de Cos (primera mitad del siglo II a.C.), aunque
advierte que la tradición empírica en medicina es más antigua y vuelva a reconocer a Acrone como
el fundador de esta tendencia. La mayoría de los estudiosos apuestan por hacer de Filino de Cos
como el fundador de esta escuela, cf. Stok, F., (1993), pp. 620-626.
865
RAMÓN ROMÁN ALCALÁ
11 Esta discusión está descrita en el siglo II d.C. por el médico Galeno, en Subfi. Emp., De sectis y
Med. Exp., ver sobre todo “Sobre las Escuelas Médicas” (De sectis), III, 1-9; para ver un recorrido de los
trabajos sobre esta cuestión antigua de medicina y filosofía de Solmsen, Edelstein, Lloyd, Viano,
Barnes, Frede, Hankinson, Matthen, y Littman, ver la bibliografía de Chiesara, M.L., (2007), p.185-
6, nota 1.
12 Soción de Alejandría, llamado el Mayor; (s. II-I a. C.) Filósofo griego. Es autor de una
sobre todo Haas, P.L., (1875), p. 13, Brochard, V., (1969), pp. 227-240 o Glucker, J., (1978), pp. 351-
354.
14 cf. Brochard, (1969), pp. 311-313 y 365-369 y Deichgräber, K., (1965), pp. 18-19, 212-214 y 264-
265
15 Viano, C.A., (1980), pp. 563-571
866
ESCÉPTICOS Y MÉDICOS
16 No sabemos casi nada de él, sólo que estamos ante otro personaje que, junto con Sexto y
Menódoto, permite establecer una relación entre escepticismo y medicina empírica, a juicio del
segundo fue el responsable de la restauración del escepticismo, cf. Viano, (1980), pp. 567-568, quien
coincide en esta apreciación.
17 Cf. Glucker, (1978), pp. 351-356, sintetizado y aprobado por Brunschwig, J., (2000), pp. 249-251.
existido, he aquí que recientemente, en Alejandría de Egipto un tal Enesidemo se propuso reanimar
estas pamplinas (ὕθλον). Tales son más o menos los representantes más conocidos de esta corriente;
en efecto, aunque se la califique como secta (αἵρεσις) o corriente filosófica (ἀγωγή), o algún otro
nombre que la designe, ningún hombre de sentido, evidentemente podría encontrarla correcta,
adecuada (ὀρθὴν); es más yo mismo me negaría a llamarla filosofía, ya que ella destruye los principios
mismos que permiten filosofar”, Aristocles, Eusebio de Cesárea, Praep. Evang., XIV, 18, 29-30.
19 Cf. La tabla de la escuela empírica, en Caujolle-Zaslawsky, F., (1994), pp. 882-883.
867
RAMÓN ROMÁN ALCALÁ
ancestro Pirrón o mejor dicho Timón21. Los lugares establecidos por esta lista
artificial para Eubulo, su maestro Eufranor y su oyente Tolomeo no pueden ser
aceptados más que con muchas reservas.
No obstante, la mención de Eubulo, en este contexto, no está desprovista de
todo contenido documental. Es necesario señalar que es reconocido como nativo
de Alejandría, y que es el primero de la lista en ser señalado como tal: Alejandría
es el lugar donde Enesidemo ha ejercido su actividad filosófica (Aristocles) y es
muy probable que Sexto Empírico haya permanecido en Alejandría o muy cerca,
en Canopo22, ciudad sumergida en la actualidad y que era señalada como
curativa en la antigüedad, admitiéndose generalmente la posibilidad de que la
actividad de la escuela pirrónica se hubiese desarrollado en Alejandría o
alrededores.
21 Efectivamente toda la lista surge en la vida de Timón y no nombra a Pirrón, lo cual sería un
dato a tener en cuenta para aplicársela al propio Diógenes, ya que no es necesario pues en el libro
IX queda claro que Timón es discípulo de Pirrón.
22 Cf. Las interesantes páginas de la tesis doctoral de Ignacio Pajón Leyra, (2010), pp. 337-351.
23 Posiblemente, porque la lista es una invención a posteriori de Diógenes, ya que al observar que
la medicina empírica estaba plagada de elementos escépticos decide enlazar la línea médica con los
supuestos iniciadores Pirrón y Timón, recuperados por Enesidemo.
24 Las antiguas escuelas de Medicina eran tres: 1. la Dogmática o Lógica, que teorizaba sobre las
causas “no evidentes” de la salud y la enfermedad ; 2 la empírica que hablaba de estas causas como
incognoscibles y se limitaba a las observaciones y los hechos evidentes; y 3 la Metódica que
adoptaba una posición intermedia, rechazando afirmar o negar las causas " no evidentes ".
868
ESCÉPTICOS Y MÉDICOS
28 Esto como bien dice Stok, F., (1993), p. 638 no deja de ser una hipótesis sin posibilidad de
verificar, en este artículo se estudia en profundidad todas estas posibilidades ver pp. 638-640.
29 Cf. Marelli, C. (1980), pp. 662-664.
869
RAMÓN ROMÁN ALCALÁ
31 Galeno entrará en esta polémica con la subfiguratio empirica y con el de sectis sobre todo ver el
libro III, tratando de resolver la sospechosa indiferencia en la definición de la medicina en el
escepticismo, ver Marelli, (1980), pp. 664-676.
32 Cf. Viano, C., (1980), p. 567.
34 Ver el extenso y clarificador artículo de Spinelli, E., (2000), pp. 35-61, principalmente pp. 38-40,
allí estudia y argumenta todas las posibilidades del texto y las razones para preferir alguna de ellas.
35 Lo cual parece claro, el escepticismo de Platón podrá existir o concitar dudas sobre su
existencia, pero es evidente que no es radical como el pirroniano, esto es lo que aclara Sexto en este
texto y así entendemos la alusión a Enesidemo y Menodoto. Platón, evidentemente, no es
pirrónico, lo vemos en Sexto, en Enesidemo y en Platón mismo, cf. Bonazzi, M., (2011), pp. 21-24.
36 Viano (1981), p. 649.
870
ESCÉPTICOS Y MÉDICOS
37 Es curioso que al comienzo de las Hipotiposis cuando Sexto habla de las escuelas, dice que hay
tres, dogmática, académica y escéptica, y pone ejemplos: “Y creen haberla encontrado los llamados
propiamente dogmáticos; como por ejemplo los seguidores de Aristóteles y Epicuro, los estoicos y
algunos otros. De la misma manera que se manifestaron por lo inaprensible los seguidores de
Clitómaco y Carnéades y otros académicos. E investigan los escépticos” H.P., I, 3-4, curiosamente
en los escépticos no hay ejemplos de filósofos, ni nombres. Otro texto H.P. I, 16-17 el propio Sexto
se pregunta si los escépticos forman escuela (aíresein) dirección o sistema.
38 “De manera que quien vaya a dedicarse a la medicina no debe contentarse con desdeñar la
riqueza, sino que ha de ser enormemente trabajador. Y evidentemente no es posible que sea
trabajador uno que se emborracha, se sacia de comida y persigue constantemente los placeres
amorosos, en suma, uno que se hace esclavo de su sexo o de su estómago. El verdadero médico se
reconocerá en verdad por ser amigo de la moderación al tiempo que compañero de la verdad”,
Galeno, Que el mejor médico es también filósofo, 3, (traducción de Teresa Martínez Manzano).
39 Es decir, él mismo, el tratado habla del médico pepaideuménos, el médico como hombre de
ciencias e intelectual, protagonista de una nueva cultura, ver introducción de Galeno, Tratados
filosóficos y autobiográficos (2002), p. 71-72.
40 Con Galeno la supremacía de la filosofía con respecto a las téchnai desaparece, Galeno priva a la
filosofía de su valor universal y la propone como una mera téchne específica. A partir de aquí, no es
la filosofía la que da sentido a las diferentes artes, sino las restantes artes, medicina o arquitectura
las que dan sentido a la filosofía, cf. Isnardi Parente, M., (1961), 257-296.
871
RAMÓN ROMÁN ALCALÁ
No hay apenas distinción entre Galeno y los médicos empíricos o metódicos, los
dos están de acuerdo en que el propósito de la medicina es la salud, y su fin la
adquisición de esta, el médico debe conocer los factores saludables y los nocivos,
llamando saludables a los que preservan la salud y nocivos a los que la quitan. El
médico debe conocer los dos aspectos a fin de obtener unos y evitar los otros. Los
empíricos parten de la experiencia para el conocimiento de estos factores,
mientras que los dogmáticos parten de la razón o la lógica para su conocimiento.
Un texto de Aulio Cornelio Celso41 termina de profundizar en esta relación tan
cercana entre médicos y filósofos. Celso es un escritor del siglo I d.C. del cual es
muy difícil determinar su profesión, pero sabemos que escribió de retórica y
medicina. Toda la recopilación del conocimiento y de la práctica de la medicina
que hace tiene su origen en fuentes Helenísticas que el autor recopiló
entrevistando a médicos de diferentes escuelas y tendencias, que en esa época
eran dogmáticos, empíricos y metódicos. Según este autor, la Medicina
dogmática alentaba el uso del pensamiento racional y especulativo, para deducir
el origen de los síntomas y signos de los cuales se derivaba un tratamiento.
Mientras que la Medicina empírica despreciaba como inútil la posición
dogmática, asimilándolos a los filósofos ineficaces, fundando la medicina en la
práctica y en los resultados. Los médicos metódicos, por su parte, rechazaban
tanto a unos como a otros, a los dogmáticos por creer en causas ocultas, y a los
empíricos porque no usaban el arte de la observación a un nivel adecuado desde
su punto de vista.
Así, en el prólogo de su libro De medicina, Celso llega a identificar filosofía y
medicina, ya que advierte que muchos de los que profesaron la filosofía se
hicieron expertos en medicina, citando entre los más ilustres nada más y nada
menos que a Pitágoras, Empédocles, Demócrito o Hipócrates42. Esta mención es
41 Aulio Cornelio Celso es un escritor del siglo I d.C., nació alrededor del 25 a.C. y murió el año 45
de nuestra era, no sabemos cuál era su profesión, pero sabemos que escribió sobre retórica y
medicina. En esa época la medicina en el Imperio era ejercida casi exclusivamente por griegos,
provenientes en su mayoría de la escuela de Pérgamo, Cos y Alejandría. Los Patricios no podían
ejercer esta profesión ya que estaba prohibida para ellos (hasta Vespasiano no se permite la
fundación de Escuelas de Medicina en Roma). La calidad de los médicos griegos era muy variable,
así como su extracción social, algunos eran esclavos y otros hombres libres, su clientela era también
variada, esclavos, prostitutas, gladiadores, soldados, Patricios, autoridades. La medicina era una
salida profesional que generaba fama riqueza y ciudadanía romana es decir derechos, auqnue
todos los médicos se encontraban con la tradicional desconfianza de los romanos sobre los
griegos.Cornelio Celso pertenecía a una familia republicana destacada, patricio educado en el latín
y en la cultura clásica era elegante y preciso en sus escritos. Aunque parece que no ejerció nunca la
medicina sí que fue amigo de muchos médicos, conociendo los secretos de la profesión por su
continuo contacto con ellos. Su monumental obra se perdió, pero el papa Nicolas V alrededor de
1450 recuperó su obra médica y la editó en 1478.
42 El texto dice así: “Al comienzo, la ciencia de la medicina era considerada una parte de la
872
ESCÉPTICOS Y MÉDICOS
un ejemplo más que coincide con la distribución que hace Diógenes de la filosofía
en dos líneas, una a partir de Anaximandro y otra a partir de Pitágoras43. Si,
además, recuperásemos el texto del proemio del libro I de Diógenes en el que
habla de los dos principios de la filosofía44, llamaría la atención las coincidencias
entre los autores encuadrados en esta línea “eféctica”, que suspenden el juicio,
con los filósofos del texto de Celso citado más arriba. Para Diógenes las dos
líneas de la filosofía tendrían una llamativa diferencia, la jónica es teórica y
científica, mientras que la Itálica sería práctica y médica. La mayoría de los
autores de esta segunda línea coinciden con los denominados “médicos famosos”
por Celso (Pitágoras y los pitagóricos, Empédocles, Demócrito que conecta con
Pirrón y Timón, también médico, y toda la serie posterior), y aquellos que no
aparecen en el texto de Celso y que sí forman parte de los famosos aislados de
Diógenes, tienen llamativos elementos relacionados con la medicina, por ejemplo
Heráclito que se intentó curar de Hidropesía (con resultados evidentemente
cosas se realizaba por las mismas personas, claramente porque la curación fue necesaria sobre todo
para aquellos cuya fuerza corporal había sido debilitada por el pensamiento agitado y la mirada de
la noche. De ahí encontramos que muchos que profesaron la filosofía se hicieron expertos en la
medicina, y entre ellos los más ilustres fueron Pitágoras, Empédocles y Demócrito. Pero fue, como
unos creen, un pupilo de este último, Hipocrates de Cos, un hombre ante todo digno de ser
recordado, notable tanto por su capacidad profesional como por su elocuencia, quien separó esta
actividad del estudio de filosofía. Después de él Diocles de Caristo, Praxágoras y Crisipo, y después
Erófilo y Erasístrato, practicaron ese arte y realizaron avances en múltiples métodos de
tratamiento”, Celso, De medic., Proem., 6-9 .
43 “Los inicios de la filosofía fueron dos. Uno, a partir de Anaximandro; el otro, a partir de
Pitágoras. El primero escuchó a Tales, Ferecides fue el maestro de Pitágoras. Una se llamaba
“jónica”, porque Tales que era jonio, de Mileto, fue el maestro de Anaximandro. La otra, “itálica”
por Pitágoras, porque filosofó la mayor parte del tiempo en Italia. La jónica termina con Clitómaco,
Crisipo y Teofrasto; la itálica, con Epicuro. Pues a Tales le sucedió Anaximandro; a éste,
Anaxímenes; a éste, Anaxágoras; a éste, Arquelao; a éste, Sócrates, que introdujo la ética; a éste los
demás socráticos y Platón, el que fundó la antigua Academia; a éste, Espeusipo y Jenócrates; a éste,
Polemón; a éste Crántor y Crates; a éste, Arcesilao, el que introdujo la Academia Media; a éste
Lácides (¿o Lacides?) que ejerció la filosofía en la Academia Nueva; a éste, Carnéades; a éste,
Clitómaco. Y así hasta Clitómaco. 15) Y así termina con Crisipo: a Sócrates le sucedió Antístenes; a
éste, Diógenes el Perro; a éste, Crates de Tebas; a éste, Zenón de Citio; a éste, Cleantes; a éste,
Crisipo. Y así termina con Teofrasto: a Platón le sucedió Aristóteles; a éste, Teofrasto. La jónica
termina de este modo. La itálica es así: a Ferecides le sucedió Pitágoras; a éste, su hijo Telauges; a
éste Jenófanes; a éste, Parménides; a éste, Zenón de Elea; a éste, Leucipo; a éste, Demócrito; a éste,
muchos, pero por su nombre destacan Nausífanes y Naucides; a éstos, Epicuro”, D.L., I, 13-14.
44 “De los filósofos, unos fueron dogmáticos y otros efécticos. Los dogmáticos son cuantos declaran
que las cosas son comprensibles. Los efécticos son cuantos suspenden el juicio sobre esas mismas
cosas porque las consideran incomprensibles. Algunos de ellos dejaron escritos, pero otros no
escribieron absolutamente nada como, según algunos, Sócrates, Estilpón, Filipo, Menedemo, Pirrón,
Teodoro, Carnéades y Brisón; según otros, también Pitágoras y Aristón de Quíos, excepto algunas
cartas. Otros escribieron un único libro: Meliso, Parménides, Anaxágoras; sin embargo, Zenón
escribió muchos; más aún Jenófanes; más aún, Demócrito; más aún, Aristóteles; más aún Epicuro y
más aún Crisipo”, D.L., I, 16.
873
RAMÓN ROMÁN ALCALÁ
45 En septiembre de 1962 se encontró en Elea-Velia una pieza de mármol con esta inscripción
“Parmeneides, hijo de Pyres Ouliadês Physikós”, Kingsley informa sobre este hallazgo y defiende
razonablemente que la inscripción solo puede referirse a Parménides, cf. Kingsley, P., (2010), pp.
133-135. Desde hacía tiempo los especialistas pensaban que el nombre de Parménides que aparece
en casi todas las fuentes antiguas era una corrupción del de Parmeneides, que aparece en el
manuscrito más antiguo, y ahora la inscripción les daría la razón. El nombre de su padre, Pyres,
reconocido en los textos como su progenitor es un nombre muy raro, por lo que no deja margen de
duda de que estamos hablando del Parménides conocido. Pero el título de Ouliadés, relacionado
con los sanadores Oulis, sacerdotes de Apolo que pertenecían a los sanadores iatromanties
interesados en la incubación, los sueños y la curación a través de ellos, eso era nuevo y no se había
encontrado antes aplicado a este autor. De la misma forma la última palabra physikós solía
designar a alguien interesado en la naturaleza y también una forma de referirse a la vez a los
médicos, y a los filósofos.
46 Por eso, ataca especialmente a los filósofos llamados “sanadores” que siendo sus rivales en
medicina, pertenecen a una tradición que proviene de Pitágoras, de quien se decía que iba de
ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, “no para enseñar sino para curar”, Cf. Kingsley, P., (2010),
p. 137. Diógenes también afirma de Pitágoras que tenía interés por la medicina, D.L. VIII, 12.
874
ESCÉPTICOS Y MÉDICOS
Bibliografía
875
RAMÓN ROMÁN ALCALÁ
- VIANO, C. A., «Lo scetticismo antico e la medicina», en Lo Scetticismo antico, Atti del
Convegno Organizzato dal Centro di Studio del Pensiero Antico del C.N.R., Roma, 5-8
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- SPINELLI, E., “Sextus Empiricus, the Neighbouring Philosophies and the Sceptical
Tradition (again on Pyr. I 220-225)”, Acta Philosophica Fennica, (2000), vol. 66, pp. 35-
61.
- ZELLER, E., Die Philosophie der Griechen in ihrer geschichtlichen Entwicklung, Dritter Teil,
erste Abteil.: Die nacharistotelische Philosophie, Leipzig, 1923.
***
876
PARTE 2: LA FILOSOFÍA GRIEGA EN ÉPOCA HELENÍSTICA
LE PARADIGME DE L’ARCHITECTE DANS LE DE OPIFICIO DE
PHILON D’ALEXANDRIE (OPIF. 17-22)
Baudouin S. DECHARNEUX
Université libre de Bruxelles (Campus Solbosch)
Centre interdisciplinaire d’étude des religions et de la laïcité
travaux de Jean Pépin et de Lambros Couloubaritsis font autorité : Pépin, 1987, 7-40 et 1981. Sur le
mythe (et l’allégorie en tant que variante du genre mythique) compris en tant que méthode chez
Couloubaritsis, outre les travaux déjà cités : 1984, 9-44 ; 1990, 323-340 ; 1991, 14-44 ; 2008, 57-120.
3 Cf : Decharneux-Inowlocki 2011, 7-11 ; Broze 2011, 105-116.
5 Sur le Philon politique, citons notre article récent qui fait le point sur la question : Decharneux
2011, 151-173.
6 Opif. 17-22. Pour cette étude, nous suivons l’édition et la traduction suivante des œuvres de
Decalogo est un des traités les plus importants de Philon quant à cette thématique.
880
LE PARADIGME DE L’ARCHITECTE DANS LE DE OPIFICIO
881
BAUDOUIN S. DECHARNEUX
882
LE PARADIGME DE L’ARCHITECTE DANS LE DE OPIFICIO
4. Le paradigme de l’architecte
Lorsqu’une cité se fonde pour satisfaire l’ambition d’un grand roi, un homme
est convoqué qui a reçu la formation d’architecte. Celui-ci déploie alors son art
examinant tour à tour le climat qui serait favorable pour l’érection de la cité, la
situation géographique qui conviendrait le mieux, « il dessine d’abord dans sa
pensée toutes les parties de la cité qu’il sera amené à construire : sanctuaires,
gymnases, prytanées, places publiques, ports, cales sèches, ruelles, fortifications,
fondations des maisons et des édifices publics [Arnaldez 1961, 153]». Puis, ayant
enfermé en son âme (psychè) comme dans une cire, les empreintes de chaque
partie, il crée en lui une sorte de cité intelligible. Chacun des traits du projet
ressort alors clairement dans sa mémoire (état inné - réminiscence), et les yeux
fixés sur le modèle, il va en passer à la construction matérielle du projet.
L’énumération pour anodine qu’elle puisse paraître à une première lecture, n’en
reste pas moins étonnante car, en ce qui concerne la cale sèche par exemple, les
catégorisations pourraient suivre un autre plan. En y regardant de plus près, on
distingue trois plans : 1) les sanctuaires, gymnases et prytanées qui relèvent
directement du rapport au divin : les sanctuaires étant les lieux où l’on rend le
culte réservé aux dieux, le gymnase étant le lieu où le savoir se transmet, le
prytanée étant dévolu à ceux qui, en quelque sorte héroïsé, vivent aux frais de la
cité15 ; 2) les places publiques, les ports, les cales sèches, sont des lieux où
883
BAUDOUIN S. DECHARNEUX
884
LE PARADIGME DE L’ARCHITECTE DANS LE DE OPIFICIO
16Opif. 100.
17 La question du rapport à l’architecture de l’époque se pose. Même si elle dépasse largement
notre propos, il pourrait s’agir d’une allusion aux maquettes, dans l’Antiquité de grande taille, que
les architectes utilisaient pour montrer à leurs clients comment serait l’ouvrage qu’ils leur
commandaient. En outre, on se souviendra que le développement progressif, paliers par paliers,
sur base des fondations (ici philosophiquement des formes) était une pratique généralisée, de sorte
que la forme géométrique de base (fondation) contrastait par rapport au déploiement postérieur de
l’édifice (différents paliers). On notera également que, pour les édifices les plus achevés et dont la
perfection était renommée, les règles architecturales admettaient des principes correctifs établis en
fonction des connaissances optiques. Aussi, l’idée du plan géométrique, tracé idéalement, en
885
BAUDOUIN S. DECHARNEUX
5. Conclusions
décalage par rapport aux règles présidant à son déploiement (principes optiques mis en rapport
avec les aspects pratiques du chantier) était particulièrement parlante sur la plan philosophique.
18 Cf. : B. Decharneux 1995, 163-185. Cette étude porte essentiellement sur Plt 287b-291c.
886
LE PARADIGME DE L’ARCHITECTE DANS LE DE OPIFICIO
Bibliographie
887
BAUDOUIN S. DECHARNEUX
888
LE PARADIGME DE L’ARCHITECTE DANS LE DE OPIFICIO
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- Zamora, C., 2010: Platón, Timeo, edición bilingüe, notas a la traducción y anexos de Luc
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***
889
LA NOTION D’ΕΜΦΡΑΞΙΣ DANS LES TRAITÉS DE GALIEN SUR
LES DIFFÉRENCES ET LES CAUSES DES MALADIES ET DES
SYMPTÔMES : DE LA CONCEPTION PHILOSOPHIQUE À LA
PRATIQUE MÉDICALE
Dina BACALEXI
CNRS Centre Jean-Pépin (UPR_76)
L’Année Philologique
1. Lexicologie.
1 S. u. φράσσω.
2 Les références à Galien selon Kühn et les éditions critiques mentionnées dans la bibliographie.
892
LA NOTION D’ΕΜΦΡΑΞΙΣ DANS LES TRAITÉS DE GALIEN
[…]. Κατὰ μὲν γὰρ τὴν ἔμπτωσιν τῆς δυνάμεως ὅταν ἐπεγείρασά τε
καὶ συναθροίσασα σφοδρώτερον ἑαυτὴν ἀπώσηται τὰ τῶν νεύρων
ἐμφράγματα, κινεῖται τὸ κῶλον.
Les humeurs épaisses et visqueuses obstruant les voies de la faculté3
constituent des causes des tremblements. Cependant, quand les liquides
bloquant les voies de la faculté à travers les nerfs ne sont pas
complètement moulés4, surviennent alors ces mouvements dont on a dit
précédemment qu’ils surviennent parfois lors des paralysies naissantes.
Selon l’impact de la faculté, quand, se réveillant et se rassemblant en
elle-même avec plus de violence, elle repousse ce qui obstrue les nerfs, le
membre bouge.
3 Sur la notion de δύναμις et sa traduction : Boudon 2002, 288, n. 2 ; Johnston 2006, 28-31.
4 Johnston 2006, 243 traduit impacted.
5 Pino Campos 2006, 14-15 et 17 souligne la conception (erronée pour nous aujourd’hui, mais
893
DINA BACALEXI
7 Le corps est décrit par la métaphore du cercle dans la tradition hippocratique (Loc. Hom. 1.1-4).
produire le meilleur corps possible (beau et fonctionnel) est notamment exposée dans Pigeaud
1993. Le groupe Épicure-Asclépiade-Érasistrate, pour qui le corps est formé par fragmentation où les
ἄτομα/ἄναρμα et le vide sont les éléments constituants, s’oppose au groupe de Galien, Aristote et
les Stoïciens, qui voient le corps comme une union, en privilégiant les liens entre les parties et les
organes. Cette divergence est également étudiée par López Eire 1991, 59-61, dans le cadre de
l’éclectisme de Galien. C’est l’idée d’une composition harmonieuse perturbée par le souffle ou le
liquide coincés dans les lieux stratégiques de passage qui est exposée dans les traités Sur les maladies
et les symptômes.
9 Barnes 1991 explique la nécessité pour le médecin galénique d’adopter la « vraie » physique,
non celle des atomistes, afin de procéder à la guérison en combinant les principes des Méthodistes,
des Empiriques et des Rationalistes. Sur l’importance que Galien donne à la méthode logique dans
le cadre de la pratique médicale : López Eire 1991, 68-71.
894
LA NOTION D’ΕΜΦΡΑΞΙΣ DANS LES TRAITÉS DE GALIEN
10 Nous suivons la trad. de Johnston 2006, 145, même si ὑγρόν est le terme générique pour
« liquide ».
11 Sur le terme διάθεσις et sa traduction (« disposition », « condition » ou « état ») : Johnston 2006,
27-28 et n. 25. Il est préférable d’utiliser « état » pour ἕξις. Mais S. P. Mattern 2008, 102-105
(tempérament et constitution du malade auquel Galien se réfère dans ses études de cas) utilise
κρᾶσις pour « tempérament » et ἕξις pour « constitution ».
895
DINA BACALEXI
foie reçoivent le sang est resserré, il y aura de ce fait deux maladies, celle
de la veine elle-même qui est affectée, et l’obstruction au niveau du
conduit. Mais si la veine elle-même n’est en rien affectée et que la
distribution (du sang) est altérée à cause d’humeurs visqueuses et
épaisses coincées dans les conduits, la seule maladie de viscère sera celle-
ci : l’obstruction.
ἀλλὰ τῶν μὲν ὄγκων αἴτιον ὑπάρχει ῥεῦμα χυμῶν εἰς αὐτὸ
κατασκῆπτον τὸ σῶμα τῶν ὀργάνων· τῆς δὲ ἐμφράξεως ἤτοι πάχος ἢ
γλισχρότης τῶν χυμῶν
12 Voir, par exemple, De morb. diff. K. 6.857, 6.860 ; De morb. caus. K. 7.31, 7.33 ; De sympt. caus.
K. 7.110 ; 7.222 ; 7.264.
13 Hankinson 1991, 219-220 sur l’âme nutritive. L’élément le plus important pour Galien n’est pas
lesquelles elle se fait : Johnston 2006, 39-40 associée à διάδοσις; Gundert 2009, 299-300.
896
LA NOTION D’ΕΜΦΡΑΞΙΣ DANS LES TRAITÉS DE GALIEN
Mais les masses ont pour cause un flux d’humeurs qui se jette sur le
corps des organes lui-même ; l’obstruction, l’épaisseur ou la viscosité
des humeurs
15 Μύσις dérive de μύω, « fermer » selon Chantraine et les CEG (2009, 700-701 ; 1330).
L’étymologie « conduit à rattacher μύω au groupe des termes tirés de l’onomatopée μῦ […] qui
s’appliquent à une bouche fermée ». L’étude des composés et des dérivés confirme l’idée de
fermeture simple, non par obstruction. Mais l’association des deux termes dans ce passage, sans en
faire des synonymes, interroge sur leur réelle différence de sens.
897
DINA BACALEXI
de la conception du corps comme une machine avec la mécanique sont étudiés par Vegetti 1993, 69-
70.
19 Tieleman 1996, 27 (réf. à PHP 7.1.5-7). Le rôle du cœur concerne les mouvements involontaires,
comme le pouls.
898
LA NOTION D’ΕΜΦΡΑΞΙΣ DANS LES TRAITÉS DE GALIEN
4. Ἔμφραξις et ἔκφραξις.
spécialisée du cerveau, chargée également du drainage des substances superflues vers les cavités
nasales ou vers la bouche en vue de leur évacuation.
22 Siegel 1970 154-157 étudie l’olfaction, l’anatomie de ses organes, ainsi que l’importance de la
899
DINA BACALEXI
900
LA NOTION D’ΕΜΦΡΑΞΙΣ DANS LES TRAITÉS DE GALIEN
901
DINA BACALEXI
23Le diagnostic par le bruit, avec le détail du parcours de ce souffle si particulier et l’énumération
de ses variantes sonores que le médecin doit être capable de reconnaître est exposé notamment
dans le 3e livre du De symptomatum causis (K. 7.239 sqq., surtout 241-242).
902
LA NOTION D’ΕΜΦΡΑΞΙΣ DANS LES TRAITÉS DE GALIEN
Bibliographie
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und das hellenistische Erbe, Stuttgart, 63-77.
***
903
EL DIDASKALIKOS DE ALCÍNOO: SISTEMATIZACIÓN DE LA
DOCTRINA PLATÓNICA Y UNA PROPUESTA DE TRADUCCIÓN
1 Freudenthal, 1879. Las noticias que puedan ofrecer detalles significativos y aclaratorios sobre la
vida de Albino son escasas. La única referencia fiable que puede establecer un punto cronológico
claro en la vida del filósofo nos la proporciona el médico Galeno (129-199 d.C.), cuando se refiere al
invierno del 151-152 d.C. en su obra De libris propiis, año en el que dicho autor se trasladó a Esmirna
para asistir a las clases del “platónico Albino”. De este dato se extraen dos consecuencias: en primer
lugar, que en ese año era lo suficientemente conocido como para que los alumnos se desplazaran a
escuchar sus clases hasta Esmirna y, en segundo lugar, que la fecha de nacimiento de Albino debió
de ser muy cercana a los primeros años del s. II d.C. Esta cronología aproximada coloca al filósofo
en un momento clave dentro del desarrollo del medioplatonismo. Dentro de los platonistas del s.II
d.C., Albino fue sin duda uno de los más destacados. Y así fue considerado en la propia
Antigüedad como un filósofo respetado y conocido, tal y como demuestran las referencias de
Tauro, Prisciano o Proclo. La otra gran referencia biográfica sobre Albino la encontramos en el
manuscrito Parisinus Gr. 1962. Según este manuscrito, Albino publicó las lecciones de Gayo, ya que
eran común en las escuelas filosóficas que el alumno publicara las lecciones del maestro, de manera
que parece evidente que Albino fue discípulo de Gayo, cuyos principales escritos y doctrinas se han
perdido en la actualidad y resulta imposible trazar ni siquiera un esbozo cercano a la realidad de su
personalidad histórica. A pesar de ello, es posible encontrar citas en diversas fuentes antiguas
relativas a su persona. La cultura filosófica antigua se hico eco de Albino; así Tertuliano recuerda
en su obra De anima (28.1; 29.4) el nombre de Albino. En la primera cita se puede leer que Albino
había atribuido un origen divino al vetus sermo sobre la metempsicosis. Proclo, en su Comentario al
Timeo, relaciona a Albino con la interpretación alegórica de la generación del mundo.
2 Whittaker, 1974, 320-354.
JORGE TOMÁS GARCÍA
3 Witt,1937.
4 Westerink -Trouillard- Segonds, 1990.
5 Beaujeu, 1973.
6 Resulta muy aclaratorio en este sentido, especialmente dada el contexto intelectual que se hace
906
EL DIDASKALIKOS DE ALCÍNOO
2. La obra de Alcínoo
vida y doctrina de Gayo no sabemos nada realmente de manera cierta y establecida. Sinko, hace ya
más de un siglo, defendió la tesis de que Alcínoo y Apuleyo, de manera independiente, habían
utilizado a Gayo como fuente primaria, si bien dicha tesis fue discutida y matizada posteriormente
por Invernizzi, 1976, 150 y ss., y Goransson, 1995, 56.
907
JORGE TOMÁS GARCÍA
10 Entre las antiguas introducciones a la filosofía de Platón se han conservado las siguientes: la
Isagoge de Albinos (sobre el diálogo como género literario y sobre la clasificación de las obras de
Platón); el Didaskalikos de Alcínoo (exposición sumaria de la filosofía de Platón); el Liber de Platone
et eius dogmate de Apuleyo, pertenecientes las tres al platonismo medio del s. II; y, por otra parte, la
Vida de Platón que hace de introducción al Comentario sobre el Alcibíades de Olimpiodoro, y los
Prolegómeno, pertenecientes ambas al s. VI.
11 La primera traducción moderna de la obra, y que fue la referencia hasta la traducción de John
Whitakker para Budé, es la edición de Teubner de C.F. Hermann (Leipzig, 1853), que trató el texto
del Didaskalikos en el volumen VI de la edición de las obras de Platón. A continuación, la edición de
Fr. Dübner (París, 1873) no mejoró el trabajo realizado por Hermann, y será la edición de P. Louis
(París, 1945) el que añadió realmente material y nuevas interpretaciones al texto de Alcínoo. John
Whitakker, en su edición para Budé (París, 1990) realizó la mejor compilación de todos los
manuscritos y su introducción y traducción pasó a convertirse modélica en muchos aspectos.
908
EL DIDASKALIKOS DE ALCÍNOO
valor de las Formas o las Ideas por el valor inmutable de los números. Jenócrates
(c. 396-314 a.C.), discípulo de Platón, le acompañó a Sicilia cuando fue invitado
por el tirano Dionisio de Siracusa, y sucedió a Espeusipo en el año 339 a.C. en la
dirección de la Academia platónica, cargo que desempeñó hasta su muerte.
Jenócrates estaba especialmente interesado en el comentario del Timeo de su
maestro, lo que llevó consigo una formalización del sistema platónico y se mostró
como un amante de las divisiones tripartitas, de manera que separó la filosofía
en física, ética y lógica.
Después de esta época en la que los que habían sido contemporáneos de
Platón se hicieron cargo de la Academia, se produjo un periodo de tiempo en el
que los estoicos, especialmente en la persona de Arcesilao (c. 316-241 a.C.), el
considerado fundador de la “Academia Platónica Media” y que se caracterizó
por debilitar las afirmaciones positivas de Platón recuperando el escepticismo y
poniendo de nuevo en uso el método socrático de la interrogación, la ironía y la
duda. Carnéades (c. 214- 129 a.C.), director de la Academia desde el 160 al 137
a.C., era contrario a todo dogmatismo, sosteniendo tanto la imposibilidad de la
certeza total como de la incertidumbre completa, así como la de llegar
al conocimiento de la divinidad, de igual modo negaba la posibilidad del
conocimiento cierto y el carácter científico de las leyes naturales. Pero con
Antíoco de Escalón (130-68 a.C.) se produjo una clara ruptura con el clima de
renovación socrática anterior, volviendo al positivismo platónico, incluso a través
de la recuperación de algunos de los preceptos aristotélicos más cercanos al
platonismo12.
12 Sólo después del eclecticismo de Antíoco de Ascalón (s. I a. C.), y, muy especialmente, del
mediplatonismo por él propiciado en las figuras de Filón de Alejandría (20 a. C. - 50 d. C.), Alcinoo
(s. II) y Albino (s. II), conocerá el platonismo su desarrollo neoplatónico: sólo allí se establecen las
bases para que pensamiento general y esencia absoluta vuelvan a unirse, reconociendo el valor de
la Idea.
909
JORGE TOMÁS GARCÍA
claramente la concepción de las ideas como pensamientos de Dios, pero en un sentido panteísta,
pues en Antíoco, como ecléctico que era, domina la influencia estoica15. Considera que en él
también puede haber influido Plutarco. Pero en éste último la teoría sólo se encuentra
implícitamente.
16 De Vogel, 1954, 118.
orden de las Formas y lo divino. Para Alcínoo, Dios se identifica con la figura del Bien en la Rep. de
Platón y con el Demiurgo del Timeo, ver Zamora, 2005, 329-336.
910
EL DIDASKALIKOS DE ALCÍNOO
En el capítulo X del Didaskalikos Alcínoo define las cuatro vías o métodos por
los cuales el espíritu humano puede elevarse hasta el conocimiento del Primer
Principio, a saber: a) método afirmativo, que atribuye a Dios predicados
positivos; b) método analógico, por ejemplo el que se basa en la comparación
entre Dios y el Sol; c) método de trascendencia, mediante el cual podemos
elevarnos de una cualidad visible a una idea; y d) método negativo, que define el
Primer Principio a partir de las características que no posee.
El texto fundamental que opera como punto de partida para la posterior
creación de un discurso teológico en los filósofos del medio platonismo es el que
encontramos en el Timeo 28c de Platón:
18Andresen, 1952, 157-195. Esta cita fue ampliamente difundida entre los autores
medioplatónicos: Alcínoo, Ático, Apuleyo, Celso. En Platón la inefabilidad es aplicada al demiurgo,
claramente distinguido en el mismo contexto del Bien, que es su modelo, mientras que para Justino
esta se refiere a Dios mismo.
19 Wolfson ha insistido en el papel de Alcínoo como pensador que medió entre las
consideraciones acerca de la divinidad de Filón y las que hallamos en las Enéadas. Pero para
Alcínoo, aun siendo Dios inefable, éste puede ser ‘comprehendido por la mente’ (Didaskalikos IV,
911
JORGE TOMÁS GARCÍA
días este conocimiento alcanza una actualidad nueva. De esta manera, el método
de abstracción o αφαίρεσις puede ser considerado como un método
perteneciente a la vía negativa, siendo igualmente un verdadero proceso que
dirige la mente hacia el conocimiento20. La via negationis parecía deber pararse
ante esta nobilísima actividad del espíritu21.
La implicación de todas estas declaraciones es que tanto Alcínoo y Plotino
utilizan la αφαίρεσις término en el sentido técnico de απόφασις de Aristóteles.
La analogía que cita Alcínoo es todo este proceso de conocimiento de Dios y lo
divino no es, sin duda, entre la vista, en su relación con el sol, y la mente
humana, en su relación con Dios, sino más bien entre la inspiración, en su
relación con Dios, y el pensamiento, en su relación con Dios. Esta analogía está
tratando de establecer es cómo aunque Dios no se identifica con la mente
humana, todavía hay una relación causal entre Dios y el pensamiento del
hombre22. Existe un primer principio que es inefable (ἄρρητος), identificado con
Dios, que además es eterno, completo en sí mismo, sin necesidad: no es ni género
ni especie, ni está sometido a los accidentes de lo temporal, sino que no es ni
bueno, ni malo.
Festugière recoge otros ejemplos de filósofos platónicos del s.II d.C. que
siguieron la línea de pensamiento marcada por Alcínoo: Apuleyo23, Máximo de
Tiro, Celso o algunos ejemplos de los Oráculos Caldeos24, que forman parte de la
corriente intelectual comentada anteriormente y que parte de la obra de Platón
Rep. 509b y ss. De esta manera, el platonismo medio intenta responder a una
realidad histórica y cultural25.
54), algo que contradice otros textos en los que el propio Alcínoo describe a Dios como
incomprehensible.
20 Pagotto Marsola, 2007, 372.
23 Apuleyo (De Plat. 1.12; De mund. 37; Asclepius 16) claramente en línea con Alcínoo concibe a
Dios como ser trascendental a través de los adjetivos ultramundanus, summus or summus
exsuperantissimus. Fue el autor francés Festugière el que demostró de manera más clara que
realmente existía una continuidad más que evidente en la tradición griega respecto al tema de la
transcendencia de Dios y de lo divino. La modalidad doctrinal para comprender a Dios
intelectualmente puede rastrearse históricamente desde Aristóteles.
24 Estos Oráculos son fragmentos de sabiduría ligados a la sabiduría babilónica, posiblemente
escritos por Juliano el Teúrgo, que vivió en la época de Marco Aurelio (s. II d.C.) Tienen como tema
principal la teología filosófica y el ritual teúrgico, cuyo objetivo es convocar a los dioses para que
acudan a las estatuas o a un medio humano, para que el alma se libere de su prisión corporal y
alcance el destino divino. Su filosofía pretende ser una justificación racional del ritual, mezclando
elementos del platonismo medio y del neopitagorismo.
25 Resulta interesante comprobar de qué manera se utilizaron sinónimos griegos en el lenguaje
teológico neotestamentario para definir algunas de las cualidades de Dios de la misma manera que
podemos encontrar en las líneas de Alcínoo. La locución “el que no necesita de nada", a través de
uno de sus sinónimos griegos se descubre bajo su forma verbal negativa en Mal 1,10 (LXX) y se
912
EL DIDASKALIKOS DE ALCÍNOO
revela su significado bajo Hechos 17,27, en el discurso de Pablo en el Areópago. Los sinónimos a
que nos referimos son ανενδεής y απροσδεής. En este sentido, el significado ha mostrado
continuación, la expresión se encuentre también en Platón, Tim 33d y en el mismo sentido en
Alcínoo, referida directamente a Dios (X, 3). Los elementos que componen esta exposición doctrinal
sobre la trascendencia divina se insertan cómodamente en un contorno helenístico judeocristiano,
tal y como destaca García Bazán, 1977, 223-242.
26 Está admitido de manera unánime que Alcínoo toma a Platón (Parm. 142a; Carta VII 341c,
342a7-e3; Banq. 211a7; Sofista 238c; Timeo 25c5) como fuente primaria en el capítulo X del
Didaskalikos.
27 Whittaker, 1978, 144-154.
913
JORGE TOMÁS GARCÍA
28 Las tres vías del conocimiento de Dios propuestas por Dionisio y conocidas por Tomás, según
aparecen en Scriptum Super Libros Sentenciarum son la via causalitatis, consistente en atribuir a Dios
las perfecciones metafísicas que primariamente pertenecen a Él y que comunica a través de la
causalidad a las creaturas; la via symbolica, que se refiere a Dios en un sentido metafórico,
atribuyendo a Él cualidades y caracteres del mundo sensible o físico del universo; y la via negationis,
que es efectuada por medio de la negación o remoción de todo modo de perfección creatural en
Dios como trascendente.
29 La metáfora utilizada por Diotima en el Banquete reaparece en autores tardíos como Dioniso el
Aeropagita y Gregorio Nacianceno. Ambos la emplean en relación con la esencia infinita de Dios,
ver Colaclidés, 1966, 116-117.
30 Elsas, 1986, 11-30.
31 La cuestión fascinante, desde una perspectiva filosófica, atañe a cómo se generó la idea de
infinitud divina, y hace ahora un siglo Henri Guyot escribió dos monografías (Les reminiscences de
Philon le juif chez Plotin. París, 1906, y también L’infinité divine depuis Philon le juif jusq’uà Plotin,
París, 1906) en las que trataba de probar mediante un riguroso examen de los textos que cierta
conceptualización acerca de Dios que hallamos en Plotino y que lo distancian de las que se daban
en el pensamiento de la Grecia clásica, el autor de las Enéadas la perpetró debido al influjo que
sobre él tuvo la obra teológica de Filón. Una extraordinaria aportación sobre la influencia del
concepto de Dios de Filón en el neoplatonismo es el de Beltrán, M. y Llinás, 2010, 49-61.
32 Plotino se considera la fuente próxima, aunque la fuente última de todo el problema de los
atributos divinos se encuentra en Filón. Filón declara repetidamente que Dios es absolutamente
apoios, carente de cualidad. Esto implica que no hay distinción de género y especie en Dios, que
Éste es genikotaton (De Gigantibus, 52). Y, dado que no pertenece a una clase, no podemos saber lo
que es. Todos los predicados de Dios son estrictamente propiedades (idiotetes). No indican Su
esencia y no los comparte con nada otro. Dado que la esencia de Dios es una y única, lo que le
pertenece como propiedad tiene que ser también uno y único, y Filón reduce todas las propiedades
divinas a la de actuar: “Habiendo examinado entre otras cosas si el Ser tiene nombre, reconocemos
914
EL DIDASKALIKOS DE ALCÍNOO
Bibliografía
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con claridad que ningún nombre le conviene; si alguien, en consecuencia, habla de Él, lo hará
metafóricamente” (De Somnis 1, 39).
33 Una formulación muy similar se puede encontrar en varios autores coetáneos, no sólo
915
JORGE TOMÁS GARCÍA
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***
916
EL DESBORDAMIENTO DEL UNO, EN PLOTINO
Miquel BELTRAN
Universitat de les Illes Balears
«hay que pensar que las cosas son así. Que existe lo que está más allá del
ser, o sea, el Uno, tal cual nuestro razonamiento trató de mostrarlo en la
medida en que la demostración era posible en este asunto»1.
Pero acaso porque el Principio de todas las cosas es todas y ni una sola, la
demostración no se aviene bien con su auto-identidad, que se halla por sobre lo
que de ella procede, incluido el ser en sí mismo. La razón opera con la diferencia,
y su ámbito de disquisición se reduce a ésta, la cual se establece una vez el ser,
irrumpiendo, impone la distinción. Queda, sin embargo, el asombro de que, dado
que ninguna cosa había en el Uno, por eso brotan todas de él, y
«precisamente para que el Ente exista, por eso él mismo no es Ente, sino
Progenitor del Ente…el Uno, siendo perfecto, porque nada busca, nada
posee, nada necesita, se desbordó, por así decirlo, y esta
sobreabundancia suya ha dado origen a otra cosa, y ésta, una vez
originada, tornóse hacia aquél y se llenó»2.
Habrá que convenir en que cabe indagar sobre cómo el Uno que nada necesita
se desborda en la sobreabundancia, y también en que la consideración del
Principio como Causa, en el sentido de hallarse más allá de su producción, aboca
a considerar perentoria una solución al enigma. Tal y como Perl (1977, 301)
expone la cuestión,
«la inicial introducción de la otredad, por la cual el ser (to on), lo que es3,
procede del absolutamente simple Uno, se ha considerado…con
persistencia…un impenetrable misterio del Neoplatonismo»4.
1 V. 1. 10. 1-4. Se cita por la traducción de Igal. Así, esta cita es Igal 1988, 39.
2 V. 2.1. 5-11. Igal 1988, 45.
3 Que Plotino identifica con las formas, o el intelecto.
MIQUEL BELTRÁN
Y más adelante:
Perl observa, tras citar lo anterior que «Plotino difícilmente podía haber hecho
una presentación más engañosa de su filosofía»9. En primer lugar y ante todo,
porque esta consideración de la emanación conduce a pensar en el Uno como
“una cosa que existe”, mientras que tal y como él mismo había establecido, no es
un ser ni puede ser pensado. Dado que el ser es necesariamente finito, lo que es
no puede ser primero, sino que depende y es derivativo. Ser es hallarse
determinado. Todo ser es en virtud de su determinación, de tal modo que
depende de ésta. La emanación comporta precisamente esta dependencia de lo
determinado con respecto a su determinación. El Uno es, en este sentido, la
propia determinación, o lo que define. Previo a la díada, que sin recibir definición
es Intelecto o ser. Con todo, la díada no es algo que existe, en efecto, en su estado
de indefinición previo a recibir determinación, sino intelecto en su aspecto
receptivo, ser necesitado de determinación que la recibe eternamente del Uno10.
918
EL DESBORDAMIENTO DEL UNO, EN PLOTINO
El ser, así, depende, en el sentido de que deriva, del Uno como definidor,
supremo definidor de todas las cosas. Así habrá que entender que Plotino llame
al Uno luz que ilumina todas las cosas, como en el siguiente pasaje:
«en la hipótesis de que el sol fuera todo luz, tendríamos una ilustración
de lo que estamos diciendo, porque entonces sería luz no inherente a
ninguna de las formas de los objetos vistos»11.
El Uno procura las determinaciones allí donde las formas son inteligibles, y él
mismo, no siendo ser, no es inteligible. No se trata de un ser, sino de nada:
Además,
«puesto que la esencia originada es Forma –no cabe llamar de otro modo
a lo nacido de aquél- y Forma no particular, sino universal, de manera
que no se deje a ninguna otra, síguese forzosamente que aquél es aforme.
Y si es aforme, no es Esencia, puesto que la Esencia debe ser un “esto”, es
decir, algo determinado. Ahora bien, al Uno no es posible concebirlo
como un “esto”; si no, ya no sería Principio, sino sólo aquello que has
dicho que es “esto”. Si pues, en el originado están incluidas todas las
cosas, ¿cuál de las incluidas en éste dirás que es aquél? No siendo
ninguna de ellas, dirás solamente que está más allá de ellas. Ahora bien,
estas cosas son los Seres y el Ser; luego aquél está más allá del ser. Y es
que la expresión “más allá del ser” no expresa un “esto” –pues no es
positiva; ni expresa el nombre de aquél, sino que comporta meramente la
noción de “no esto”»13.
Así pues, decimos que está más allá del ser, pero puesto que el Uno no es
derivativo, y que el ser es todo lo que es, se trata, al referirlo –al Uno- de aquel
modo, de distinguirlo del ser. Si el Uno fuese, en el sentido que fuere, entonces
una diferencia específica lo constituiría, y tendría algo en común con las formas –
la distinción- y se los podría subordinar –al Uno y al ser por igual- a un término
común. Pero que el Uno es sin esencia significa que está también más allá de la
919
MIQUEL BELTRÁN
14 Cf. V. 5. 4. 14-16.
15 Rist 1967.
16 Gerson 1994.
920
EL DESBORDAMIENTO DEL UNO, EN PLOTINO
Decir que el Uno produce el ser, así pues, no es situar al Uno como una
mónada previa que causa el ser, sino que describe tout court el carácter
derivativo, dependiente, del ser. No puede pues ser presentado el Uno, y esto es
lo esencial para subvertir las consuetudinarias consideraciones sobre el mismo
entre los estudiosos, como Causa de todas las cosas en un sentido positivo. El
Principio no es generador de todo como algo que produce, sino que, como
leemos en un pasaje que habrá que declarar el más capital para el entendimiento
del Uno en la obra de Plotino:
921
MIQUEL BELTRÁN
Y prosigue Perl:
«Dado que situar el Uno como la ‘causa’ del ser es simplemente un modo
de describir este carácter derivativo de todo lo que es, sería más preciso
considerar al Uno no como el generador sino como la producción del ser,
no como el hacer sino como la creación de todo»22.
O también:
Habrá que admitir pues que el Uno no es un principio que actúe, sino la
propia actividad productiva (y así, de nuevo, concluir que no se trata de algo que
produce, sino de la misma producción de los seres). La derivación, pues, del Uno
hacia lo múltiple no es un proceso de causa-efecto, sino simplemente la
descripción del estatuto secundario del ser como determinado, la diferenciación
del ser en virtud de la cual cada cosa es ella misma. El poder de todas las cosas,
922
EL DESBORDAMIENTO DEL UNO, EN PLOTINO
923
MIQUEL BELTRÁN
seres que dependen, para sus distintas identidades, para ser lo que son, de ella.
Ser es a la vez ser uno y el otro, el ser.
El problema de la introducción de la multiplicidad, en el desbordamiento del
Uno, desaparece bajo esta nueva óptica, pues el Uno es en sí mismo la
introducción de la otredad, y no algo previo a la diferenciación que establece el
ser. No habrá que imaginar el Uno como simple, y productor posteriormente de
la multiplicidad que es el ser, pues no hay un Uno previo. Se trata –observa Perl-
de una pura exterioridad, que permanece sin embargo en sí misma como
potencia de todas las cosas. Y el Uno se desborda porque no puede reservarse en
sí mismo, porque equivale al puro dar, es el dar en sí mismo, el desplegarse en la
distribución en la cual los seres son.
Si bien muchas de las presentaciones de Plotino sugieren una emanación
desde el Uno, la noción de éste como germen anterior a la producción del ser
debe ser rechazada. Habrá que demorarse en el símil de la potencia de la luz en sí
misma, y dejar de lado la idea del origen. Pero si el Uno es la diferenciación
constitutiva del ser, esto implica que es inmanente al ser. Y este es,
paradójicamente, el sentido de su trascendencia, que radica en que no puede
identificarse o reducirse a los seres que distribuye en su desbordamiento.
Trasciende precisamente en su inmanencia, porque él
«está y no está: no está porque no está abarcado; pero porque está libre
de todos, no está impedido de estar en ninguno. Porque si está impedido,
quiere decir que está delimitado por otro, que los siguientes a él no tienen
parte en él, y que Dios llega hasta ahí, y ya ni siquiera subsistirá en sí
mismo, sino que estará esclavizado a los posteriores a él. Así pues, los
seres que subsisten en otro están allí donde están, mientras que cuantos
no están en un lugar, no hay lugar donde no estén. Porque si no está
aquí, es claro que algún otro lugar lo retiene, y si está aquí, está en otro.
Así que es falso que no esté en lugar alguno. Si, pues, es verdad que no
esté en lugar alguno y es falso que esté en lugar alguno, para que no haya
de existir en otro, quiere decir que no se aparta de ninguno. Ahora bien,
si no estando en lugar alguno, no se aparta de ninguno, es que está en
todas partes subsistiendo en sí mismo»31.
924
EL DESBORDAMIENTO DEL UNO, EN PLOTINO
cosas. Pues sólo el puro dar puede dar sin estar en relación con el que recibe. Si el
Uno fuese otras cosa que el dar (otra cosa que el puro desbordamiento), si tuviese
una esencia íntima previa al dar, entonces consistiría en algo más allá de la
producción del ser, y esta última actividad sería una afección del dador, y
comportaría una relación con lo producido. Pero, si como dice Plotino,
Bibliografía
925
MIQUEL BELTRÁN
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***
926
LAS FUENTES DEL CONCEPTO DE TOLMA EN PLOTINO
1 Baladi 1970, 7. Un análisis muy interesante del término puede verse también en: Zamora 2000.
PABLO GARCÍA CASTILLO
dejar que se unan a ellos por última vez. Homero dice que el corazón le ladraba,
como ladra la perra que ampara a tiernos cachorros, pero Odiseo increpó a su
propio corazón, ordenándole que calle, porque ya había sufrido otras cosas más
duras, como el día en que el cíclope devoraba a sus valientes amigos, y allí su
corazón supo aguantar (etolmas) y el ardid de Odiseo le sacó de la cueva.
Aunque hay algunos ejemplos más, creo que los aducidos bastan para mostrar
el prevalente sentido moral positivo que el término tolma y los relacionados con
él poseen en los versos de Homero. Atenea es la figura negativa de esta audacia,
por intentar oponerse a Zeus, mientras el esforzado y paciente Odiseo es la figura
ejemplar de esa bravura y valentía moral que significa tolma en los primeros
versos de la poesía épica.
En las tragedias griegas apenas ocurre algún miembro de la familia léxica de
tolma. No obstante, los escasos ejemplos que encontramos refuerzan el campo
semántico que les otorgó Homero. Así, en Prometeo encadenado (vv. 226-238),
Esquilo permite al titán explicar las razones de su sufrimiento y su audacia, llena
de valor moral y de solidaridad hacia los mortales, pues Zeus, – siempre la
audacia se dirige contra Zeus –, al ocupar el trono que fue de su padre,
distribuyó entre las distintas deidades diferentes prerrogativas, pero no tuvo
para nada en cuenta a los inferiores mortales, antes, al contrario, quería aniquilar
por completo esa raza y crear otra nueva. Nadie, excepto él, Prometeo, se opuso a
ese designio. “Sólo yo, dice el titán, fui el atrevido (etolmesa) que libré a los
mortales de ser aniquilados y bajar al Hades” (vv. 237-238).
En Eurípides, en cambio, aparecen de nuevo los dos significados básicos del
término: resignación y valor. En el primer sentido aparece en Heracles (v. 756),
cuando el tirano de Tebas, Lico, que pretende asesinar a la mujer y los hijos de
Heracles, muere a manos del padre de éste, Anfitrión, y, al salir a escena, ya
medio muerto, escucha la sentencia del Corifeo que le grita que se resigne y
aguante con valor (tolma), pues recibe la muerte a cambio de las que él mismo
causó. Y algo semejante sucede en Hécuba (v. 333), cuando el Corifeo expresa,
entre lamentos, lo que siente el pueblo: que hay pocas cosas más duras que la
esclavitud, que, por el sometimiento de la fuerza, obliga al ser humano a soportar
(tolma) lo que no debe. El único ejemplo de significado positivo aparece en un
verso de Hipólito (v. 476), muy conocido, en el que la nodriza, tras explicar a
Fedra que no tiene más enfermedad que estar enamorada, le recomienda que no
sea insolente, pues insolencia es querer ser más que un ser humano, y que tenga
el valor de amar (tolma d’erosa), pues una divinidad lo ha querido así.
Precisamente, en esta tragedia, que se estrenó el año en que nació Platón, se
anticipa la audacia de eros que constituye uno de los temas recurrentes de los
grandes diálogos platónicos.
928
LAS FUENTES DEL CONCEPTO DE TOLMA EN PLOTINO
929
PABLO GARCÍA CASTILLO
2 Op. cit., 9.
3 El más exhaustivo estudio de la obra y el pensamiento de Filón puede verse en: López Pérez
2009. Aún sigue siendo interesante la lectura de Bréhier 1908.
4 El mismo sentido negativo de tolma puede verse también en Ph. De virtutibus, 94; De specialibus
6 Ph. De somniis, II, 28; De migratione Abrahami, 183; De Josepho, 189; De vita Mosis, I, 251; I, 260, I,
8 Clem.Al. Strom. VI, 148, 3. Cito siempre siguiendo el texto griego de los dos volúmenes de la
930
LAS FUENTES DEL CONCEPTO DE TOLMA EN PLOTINO
14 Plot. V, 1, 9.
931
PABLO GARCÍA CASTILLO
por eso se ha dicho: “De la Díada indefinida y del Uno provienen las
Formas y los Números”. Porque esto es la Inteligencia. Por eso no es
simple, sino múltiple17.
16 Plot. V, 5, 6.
17 Plot.. V, 4, 2.
18 Plot. V, 1, 5.
932
LAS FUENTES DEL CONCEPTO DE TOLMA EN PLOTINO
Empédocles dijo que hay una ley que obliga a las almas que pequen a
caer acá abajo […] creo que no descubría más de lo que descubrieron las
enigmáticas declaraciones de Pitágoras y sus seguidores acerca de éste y
otros muchos puntos21.
19 Plot. II, 4, 5.
20 Plot. V, 1, 9.
21 Plot. IV, 8, 1.
933
PABLO GARCÍA CASTILLO
22 Cilento, 1971.
23 Plot. II, 9, 6.
24 Plot. II, 9, 1.
25 Plot. II, 9, 9.
26 Plot. II, 9, 4.
Remitimos a los estudios de Puech, García Bazán y Montserrat Torrents citados en la bibliografía.
28 Plot. II, 9, 11.
934
LAS FUENTES DEL CONCEPTO DE TOLMA EN PLOTINO
30 Plot. V, 2, 1; III, 8, 5 y V 1, 1.
31 Plot. IV, 8, 4.
935
PABLO GARCÍA CASTILLO
Hemos visto también el giro religioso y teológico que el término adquiere con
los alejandrinos y en los escritos herméticos, en los que adquiere el significado de
“curiosidad”, entendida como un estado de agitación y preocupación por lo
sensible, que produce una paralización de la actividad inteligible.
Finalmente, aludimos a los pitagóricos y a las enseñanzas orales de Platón, en
donde aparece la díada, no sólo como el arquetipo de la dualidad, sino como el
audaz punto de partida de la alteridad que conduce a la pluralidad. Y hemos
terminado con una breve alusión a la discusión de Plotino con los gnósticos, cuya
audacia supone un punto de ruptura entre ellos.
Por tanto, hemos de concluir que Plotino hereda el término de la tradición
clásica, pero lo transforma en una categoría ontológica, cuyo contenido debe
mucho más a Platón, a los pitagóricos e incluso a los alejandrinos que a sus
adversarios directos, los gnósticos. En esta breve historia semántica del término,
hemos de concluir que con Plotino tolma adquiere el significado fundamental de
alteridad, procesión y contingencia, tomado sobre todo de su conocimiento y
comentarios del Sofista de Platón, de su interpretación de la tradición pitagórica,
que era fundamental en sus enseñanzas en Roma, como asegura Porfirio32, y de
su formación en Alejandría, en las clases de Ammonio. Ésas son las tres grandes
tradiciones que dialécticamente se entrelazan en el concepto plotiniano de tolma.
Bibliografía
936
LAS FUENTES DEL CONCEPTO DE TOLMA EN PLOTINO
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937
INFLUENCIAS DE LAS ÉTICAS NEOPLATÓNICAS*
* Este trabajo se ha llevado a cabo en el marco del proyecto de investigación «Éticas griegas y
filosofía contemporánea», subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (Ref. FFI2009-
09498).
1 Plotino se opone de modo explícito a la existencia de virtudes por encima del alma, cf. Plot. 1.2
1. Virtudes cívicas
5 Sobre τὸ καθῆκον, vid. D.L. 7.106-107 (= SVF III 493) y Stob. II 85.13 (= SVF III 494).
6 Porph. Sent. 32, li. 6-14. Utilizamos la edición a cargo de Brisson et al. 2005.
7 Cf. Pl. Ti. 48a, 56c. Diógenes Laercio (D.L. 5.31) establece una oposición entre μετριοπαθής, que
designa el ideal ético aristotélico, y ἀπαθής, que corresponde, por su parte, al ideal ético estoico.
940
INFLUENCIAS DE LAS ÉTICAS NEOPLATÓNICAS
y las abejas, en el ejemplo que el propio Porfirio nos ofrece de este tipo de vida en
el tratado De abstinentia8. Probablemente encontremos aquí un eco del reino de
Crono, que en la literatura griega a partir de Hesíodo es sinónimo de una edad
de oro, caracterizada por la ausencia de discordias y de guerras, por la
abundancia de recursos que satisfacen las necesidades de la vida y por la bondad
del clima, que hacen de la tierra un paraíso9. Pero también en la mitología
tradicional Crono es un dios político que gobierna a los titanes10. En el mito del
reino de Crono, descrito por Platón en el Político (268 d), el Extranjero alaba
sinceramente el modo en que el Joven Sócrates ha seguido el relato11, pero da una
respuesta evasiva a su pregunta12, diciendo que el período en que todo brotaba
espontáneamente de la tierra nada tiene que ver con el período actual, y prosigue
haciendo una narración de cómo era la edad de oro en tiempo de Crono13.
A partir de ahora, podemos plantearnos si las virtudes cívicas podrían
poseerlas también los animales, dado que no son más que seres humanos
reencarnados. Para Olimpiodoro, las virtudes «naturales», que constituyen el
primer grado de virtudes, derivadas del «temperamento» (ἀπὸ κράσεως), son
comunes a los hombres y a los animales. En su Comentario al Fedón de Platón, los
bueyes son calificados de temperantes, las cigüeñas, de justas, y las grullas, de
inteligentes14.
Asimismo, Porfirio enumera las cuatro virtudes cardinales (10-14)15, que
retoma casi literalmente de la exposición de Plotino16. En la historia de la ética, las
cuatro virtudes –prudencia (φρόνησις)17, valentía (ἀνδρία), moderación
(σωφροσύνη) y justicia (δικαιοσύνη)– conforman una arquitectura coherente que
fue designada, al parecer por primera vez en el siglo IV d.C. por Ambrosio de
Milán, con el nombre de «virtudes cardinales»18. Esta expresión, que sustituye a
las denominadas «virtudes principales» (πρῶται ἀρεταί), aparece en el discurso
15 Sobre los cánones y la evolución histórica de las cuatro virtudes cardinales, véase North 1966,
165-183.
16 Cf. Plot. 1.2 [19] 1.17-21.
18 La expresión «virtud cardinal» es empleada por primera vez por San Ambrosio de Milán, en su
importante obra De Officiis ministrorum (compuesta después de 386), que constituye la primera
exposición sistemática de la ética cristiana, y que desde el punto de vista literario y de la
distribución de la materia debe mucho a Cicerón. Cf. Ambr. De Officiis ministrorum I 24.107-27, 109
(ML 16); Biblioteca Ambrosiana 13, 89-103. Sobre esta importante obra, vid. Becker 1994; y Castillo
2001, 297-322.
941
JOSÉ MARÍA ZAMORA
942
INFLUENCIAS DE LAS ÉTICAS NEOPLATÓNICAS
27 Cf. Plot. 1.1 [53] 10.14-15: «-Y las amistades, ¿de quién son? –Una del compuesto y otras del
943
JOSÉ MARÍA ZAMORA
2. Virtudes purificadoras
944
INFLUENCIAS DE LAS ÉTICAS NEOPLATÓNICAS
36 Esta dominación ejercida o sufrida, expresada por el verbo κράτειν activo o pasivo, constituye
uno de los rasgos característicos de la teoría porfiriana del alma. Cf. Porph. Sent. 37, li. 22 y 27
(activo), li. 36, 37 y 41 (pasivo); Gaur. XII 3, p. 50, 17-20 (pasivo y activo); XIV 4, p. 54, 21-25 (pasivo).
37 «Poner orden» (κατακοσμοῦσι), este verbo hace referencia, en primer lugar, a la ordenación,
impuesta por la medida sobre lo irracional, aunque en un segundo sentido cercano puede
relacionarse con «adornar”. Cf. Plot. 1.2 [19] 2.14; Aug. De quantitate animae 33.73; y Marin. Procl.
18.13.
38 Porph. Sent. 32, li. 15-23.
945
JOSÉ MARÍA ZAMORA
39 El término διάθεσις proviene del vocabulario estoico. Los filósofos del Pórtico establecen una
distinción, tratando de los bienes y los males del alma, entre las διάθεσεις, como las virtudes y los
vicios, y las ἕξεις, como las actividades habituales (cf. SVF II 393, III 525; III 104-105). Las
«disposiciones» constituyen un absoluto que no puede intensificarse ni relajarse, a diferencia de los
«hábitos», que pueden crecer y decrecer.
40 Porph. Sent. 32, li. 92.
45 Cf. Cic. Fin. 4.14: conuenienter naturae uiure. Cf. SVF III 4, 5, 6.
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INFLUENCIAS DE LAS ÉTICAS NEOPLATÓNICAS
3. Virtudes contemplativas
Por tanto, es preciso que una vez purificada el alma se una a lo que la ha
engendrado; y, por consiguiente, la virtud que le es propia tras su
conversión es la que consiste precisamente en un saber y un
conocimiento del ser; no porque no posea ese saber en sí misma, sino
porque, sin lo que está antes de ella, [55] no ve lo que está en ella. Por
tanto, hay otro género de virtudes, un tercero, después de las virtudes
purificadoras y de las virtudes cívicas, las del alma que está actuando de
manera intelectiva (νοερῶς τῆς ψυχῆς ἐνεργούσης)47.
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JOSÉ MARÍA ZAMORA
48 Porph. Sent. 32, li. 61-62: καὶ ἀντακολουθοῦσί γε αὗται ἀλλήλαις ὥσπερ καὶ αἱ ἄλλαι.
49 Cf. Pl. Tht. 176a-b; cf. Phd. 67b.
50 Plot. 1.2 [19] 3.5-6; 20-21.
55 D.L. 3.78.
57 En Marc. (16, p. 115, 7-8 y 17, p. 116, 6) Porfirio recurre de nuevo a Tht. 176b para interpretar la
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INFLUENCIAS DE LAS ÉTICAS NEOPLATÓNICAS
4. Virtudes paradigmáticas
Roloff 1971, col. 307-310. Asimismo, en Abstin. II 34, 3; II 43, 3; III 26, 13; III 27, 1; III 27, 5, recurre a
esta misma fórmula platónica, relacionando la «asimilación» (ὁμοίωσις) con la «impasibilidad»
(ἀπάθεια) del alma y el «fin» (τέλος).
58 Cf. Macr. Comm. 1.8.3-10, y Marin. Procl. 3.
62 Plot. 1.2 [19] 3.31: Ἡ δὲ ἀρετὴ ψυχῆς· νοῦ δὲ οὐκ ἔστιν οὐδὲ τοῦ ἐπέκεινα. (Trad. esp. de Igal
1982).
63 Porph. Sent. 32, li. 67.
949
JOSÉ MARÍA ZAMORA
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INFLUENCIAS DE LAS ÉTICAS NEOPLATÓNICAS
Porfirio acaba de calificar de θεοί, que practican las virtudes que consisten en
volverse a contemplar las formas inteligibles69. Por lo que puede ser calificado de
«padre de los dioses» (θεῶν πατήρ)70.
Conclusiones
951
JOSÉ MARÍA ZAMORA
952
INFLUENCIAS DE LAS ÉTICAS NEOPLATÓNICAS
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***
954
EL SÍMBOLO EN EL DE MYSTERIIS DE JÁMBLICO:
UN ITINERARIO DE CONTEMPLACIÓN
El texto que proponemos como base de nuestro estudio supone un reto para
unos ojos como los nuestros, acostumbrados a una mirada que parte de una
comprensión determinada de la filosofía. El trabajo del concepto, la ardua labor
de la razón, que han venido a ocupar la centralidad del cometido filosófico no
pueden dar cuenta del telos, de la finalidad, del sentido de esta obra. Al
sumergirnos en ella nuestros parámetros de comprensión más básicos se ven
tensionados hasta lo imposible, nuestro marco teórico amenaza con dejarnos
abandonados, indigentes ante este edificio cuyos pilares nos son tan ajenos. De
pronto, nos sentimos vulnerables recorriendo los laberínticos pasillos de
incontables puertas. El entramado teórico que ha llegado a devenir inconsciente
para la mayoría de los hombres contemporáneos, construido sobre la dicotomía
racional-irracional, se resiste, entonces, a su ruina y busca expulsar del ámbito de
la reflexión este texto que nos habla de símbolos, de rituales, de dioses y
epifanías.
Cuando este modo de reflexión pasa a ocupar la sombra de lo irracional puede
decirse que se ha perdido el sentido de la filosofía antigua. La razón de una cierta
modernidad se ha impuesto a la filosofía, tornándola mero discurso teórico, en el
mejor de los casos taxidermia de los textos del pasado. Grandes estudiosos de la
filosofía antigua han levantado acta de este proceso. Pierre Hadot, que ha
dedicado parte de su obra a poner de manifiesto esta pérdida del sentido de la
filosofía, afirma:
1 Oráculos Caldeos, frg. 108. Σύμβολα γὰρ πατρικὸς νόος ἔσπειρεν κατὰ κόσμον, ὃς τὰ νοητὰ
νοεῖ· καὶ κάλλη ἄφραστα καλεῖται.
MARÍA JESÚS HERMOSO FÉLIX
956
EL SÍMBOLO EN EL DE MYSTERIIS DE JÁMBLICO
la tarea de una mejor comprensión del mismo. Esta es la labor que continúa
Jámblico, en un tiempo diferente con unas necesidades distintas, con una
problemática propia que exigía respuestas a la altura de los retos que se estaban
planteando. Éste se incardina en el sentido mismo de la filosofía de raigambre
platónica como un itinerario de trasformación de la mirada a través de la belleza
para inaugurar una reflexión profunda sobre los Misterios y los rituales de su
época. Si Platón había utilizado el lenguaje de los misterios para dar cuenta de la
cualidad y la tarea de la filosofía4, Jámblico utilizará el marco teórico que le
brinda la filosofía platónica para dar cuenta del sentido de la religión pagana.
Éste, ante los retos que estaba planteando la fuerza creciente del cristianismo,
apuesta por dignificarla y darle una unidad hermenéutica, acogiendo lo que
podía ser integrado en un camino serio de conocimiento y cribando lo que
pertenecía al ámbito de la mera manipulación y la superstición.
Los símbolos y los rituales pasan a ocupar el primer plano de la reflexión5.
La razón no se encuentra en que un supuesto pesimismo respecto a las
capacidades cognoscitivas del hombre se haya adueñado de la época, como
señala la línea exegética que sigue a Dodds6. Antes bien, el motivo se halla, como
decimos, en la potencia misma de una filosofía que intenta dar una respuesta al
declive del mundo helenístico. Ésta extiende de modo natural su comprensión
básica de la ontología, de la antropología y de la epistemología al ámbito
simbólico que se despliega en el ritual. Al hacer esto abre al espacio filosófico
ámbitos tan relevantes para lo humano como la paideia que acontece en la
dinámica que instaura el símbolo.
Nuestro estudio debe comenzar por atender a los pilares básicos de
comprensión de esta filosofía, a las líneas de fuerza que dan valor a esta
propuesta, a los núcleos de sentido que sostienen este intento. Si retenemos la
concepción de la filosofía como mero trabajo conceptual, como labor de una
razón reducida al ámbito predicativo, el De Mysteriis no puede sino parecernos
irracional y su razón de ser impenetrable. Sin embargo, si tomamos en serio la
finalidad de la filosofía de raigambre platónica, su aspiración más alta, sus
latidos más básicos, comienza a emerger el valor profundo de una reflexión
capaz de plantearnos un reto transformador.
957
MARÍA JESÚS HERMOSO FÉLIX
7 τὴν παιδείαν οὐχ οἷόν τινες ἐπαγγελλόμενοί φασιν εἶναι, τοιαύτην καὶ εἶναι. φασὶ δέ που
οὐκ ἐνούσης ἐν τῇ ψυχῇ ἐπιστήμης ἐντιθέναι, οἷον τυφλοῖς ὀφθαλμοῖς ὄψιν ἐντιθέντες. ὁ δέ γε
νῦν λόγος σημαίνει ταύτην τὴν ἐνοῦσαν ἑκάστῳ δύναμιν ἐν τῇ ψυχῇ καὶ τὸ ὄργανον ᾧ
καταμανθάνει ἕκαστος, οἷον εἰ ὄμμα μὴ δυνατὸν ἦν ἄλλως ἢ ξὺν ὅλῳ τῷ σώματι στρέφειν
πρὸς τὸ φανὸν ἐκ τοῦ σκοτώδους, οὕτως ξὺν ὅλῃ τῇ ψυχῇ ἐκ τοῦ γιγνομένου περιακτέον εἶναι,
ἕως ἂν εἰς τὸ ὂν καὶ τοῦ ὄντος τὸ φανότατον δυνατὴ γένηται ἀνασχέσθαι θεωμένη· τοῦτο δ'
εἶναί φαμεν τἀγαθόν. τούτου τοίνυν αὐτοῦ τέχνη ἂν εἴη, τῆς περιαγωγῆς, τίνα τρόπον ὡς
ῥᾷστά τε καὶ ἀνυσιμώτατα μεταστραφήσεται, οὐ τοῦ ἐμποιῆσαι αὐτῷ <τὸ> ὁρᾶν, ἀλλ' ὡς
ἔχοντι μὲν αὐτό, οὐκ ὀρθῶς δὲ τετραμμένῳ οὐδὲ βλέποντι οἷ ἔδει, τοῦτο δεῖ μηχανήσασθαι.
958
EL SÍMBOLO EN EL DE MYSTERIIS DE JÁMBLICO
«Existe un único cuidado de todo para todos, dar a cada parte los
alimentos y movimientos propios; hay movimientos connaturales con lo
divino que hay en nosotros, a saber, las contemplaciones y revoluciones
del Todo. En consecuencia es necesario que cada uno, acomodándose a
éstas, enderece nuestras revoluciones –destruidas en la cabeza en el
momento de nacer-, por medio del estudio de las armonías y
revoluciones del Universo. Y debe asemejar lo que contempla a lo
contemplado, de acuerdo con la naturaleza originaria (τῷ
κατανοουμένῳ δὲ τὸ κατανοοῦν ἐξομοιῶσαι κατὰ τὴν ἀρχαίαν φύσιν)
y, una vez que se realiza la semejanza, alcanzar la culminación de una
959
MARÍA JESÚS HERMOSO FÉLIX
vida excelente, propuesta a los hombres por los dioses para el presente y
para el futuro»8.
8 θεραπεία δὲ δὴ παντὶ παντὸς μία, τὰς οἰκείας ἑκάστῳ τροφὰς καὶ κινήσεις ἀποδιδόναι· τῷ δ'
ἐν ἡμῖν θείῳ ξυγγενεῖς εἰσι κινήσεις αἱ τοῦ παντὸς διανοήσεις καὶ περιφοραί. ταύταις δὴ οὖν
ξυνεπόμενον ἕκαστον δεῖ τὰς περὶ τὴν γένεσιν ἐν τῇ κεφαλῇ διεφθαρμένας ἡμῶν περιόδους
ἐξορθοῦν, διὰ τὸ καταμανθάνειν τὰς τοῦ παντὸς ἁρμονίας καὶ περιφοράς, τῷ κατανοουμένῳ
δὲ τὸ κατανοοῦν ἐξομοιῶσαι κατὰ τὴν ἀρχαίαν φύσιν, ὁμοιώσαντα δὲ τέλος ἔχειν τοῦ
προτεθέντος ἀνθρώποις ὑπὸ θεῶν ἀρίστου βίου πρός τε τὸν παρόντα καὶ τὸν ἔπειτα χρόνον.
9T. 92c.10
960
EL SÍMBOLO EN EL DE MYSTERIIS DE JÁMBLICO
10Οὗτοι γὰρ τὴν φύσιν τοῦ παντὸς καὶ τὴν δημιουργίαν τῶν θεῶν μιμούμενοι καὶ αὐτοὶ τῶν
μυστικῶν καὶ ἀποκεκρυμμένων καὶ ἀφανῶν νοήσεων εἰκόνας τινὰς διὰ συμβόλων
ἐκφαίνουσιν, ὥσπερ καὶ ἡ φύσις τοῖς ἐμφανέσιν εἴδεσι τοὺς ἀφανεῖς λόγους διὰ συμβόλων
τρόπον τινὰ ἀπετυπώσατο, ἡ δὲ τῶν θεῶν δημιουργία τὴν ἀλήθειαν τῶν ἰδεῶν διὰ τῶν
φανερῶν εἰκόνων ὑπεγράψατο. Εἰδότες οὖν χαίροντα πάντα τὰ κρείττονα ὁμοιώσει τῶν
ὑποδεεστέρων καὶ βουλόμενοι αὐτὰ ἀγαθῶν οὕτω πληροῦν διὰ τῆς κατὰ τὸ δυνατὸν
μιμήσεως, εἰκότως καὶ αὐτοὶ τὸν πρόσφορον αὐτῆς τρόπον τῆς κεκρυμμένης ἐν τοῖς συμβόλοις
μυσταγωγίας προφέρουσιν.
961
MARÍA JESÚS HERMOSO FÉLIX
11En. I 6.2.1. Λέγωμεν τί δῆτά ἐστι τὸ ἐν τοῖς σώμασι καλὸν πρῶτον. Ἔστι μὲν γάρ τι καὶ βολῇ
τῇ πρώτῃ αἰσθητὸν γινόμενον καὶ ἡ ψυχὴ ὥσπερ συνεῖσα λέγει καὶ ἐπιγνοῦσα ἀποδέχεται καὶ
οἷον συναρμόττεται. Πρὸς δὲ τὸ αἰσχρὸν προσβαλοῦσα <ἀνίλλεται> καὶ ἀρνεῖται καὶ ἀνανεύει
ἀπ' αὐτοῦ οὐ συμφωνοῦσα καὶ ἀλλοτριουμένη. Φαμὲν δή, ὡς τὴν φύσιν οὖσα ὅπερ ἐστὶ καὶ
πρὸς τῆς κρείττονος ἐν τοῖς οὖσιν οὐσίας, ὅ τι ἂν ἴδῃ συγγενὲς ἢ ἴχνος τοῦ συγγενοῦς, χαίρει τε
καὶ διεπτόηται καὶ ἀναφέρει πρὸς ἑαυτὴν καὶ ἀναμιμνήσκεται ἑαυτῆς καὶ τῶν ἑαυτῆς.
962
EL SÍMBOLO EN EL DE MYSTERIIS DE JÁMBLICO
El proceso que aquí señala Plotino se halla en la base del modo en que se
despliega la dinámica que instaura el símbolo. Jámblico toma en el núcleo mismo
de su significación este carácter transformador de la belleza, tan íntimo a la
filosofía platónica y lo extiende al poder transformador del símbolo y el ritual.
Un ejemplo claro de ello es el modo en que interactúa con el alma el carácter
simbólico de los nombres divinos. En el nombre divino nos es dado el saber
contemplativo de los dioses12 en el que tenemos lo que somos13. El nombre
muestra al alma una huella de lo de su estirpe, una huella de sí misma, de la
contemplación que le pertenece en propio. Ésta percibe en el símbolo un reflejo
de su propia identidad primera, de una identidad más honda y más auténtica
que todo cuanto ha creído ser.
La atracción que siente por su propia identidad primera brinda el suelo del
itinerario que abre el símbolo, de su potencia transformadora. El alma inaugura,
a través del símbolo, un camino de retorno que la conduce suavemente a través
de una revolución completa de su percepción y de su experiencia.
Paulatinamente se va abriendo a una contemplación que subvierte su propia
identidad, lo que creía ser hasta ese momento. Tal es la salvación del alma que
facilita la potencia que porta el símbolo:
«Resulta evidente por los mismos hechos lo que ahora estamos diciendo
que es la salvación del alma (τῆς ψυχῆς σωτήριον): pues cuando tiene
felices contemplaciones, el alma muta a una vida distinta (ἡ ψυχὴ ἄλλην
ζωὴν ἀλλάττεται), ejerce otra actividad (ἑτέραν ἐνέργειαν ἐνεργεῖ) y
tampoco cree ser entonces hombre (οὐδ' ἄνθρωπος εἶναι ἡγεῖται τότε),
con toda la razón. Con frecuencia incluso, renunciando a su propia vida,
toma a cambio la actividad bienaventurada de los dioses»14.
Esta «vida distinta del alma»15 es la que busca despertar la dinámica que
instaura el símbolo. En el proceso que éste inaugura nada hay de supersticioso,
nada sobrenatural que no se encuentre ya fundamentando el poder unificador de
θεωρεῖν τὰ μακάρια θεάματα ἡ ψυχὴ ἄλλην ζωὴν ἀλλάττεται καὶ ἑτέραν ἐνέργειαν ἐνεργεῖ
καὶ οὐδ' ἄνθρωπος εἶναι ἡγεῖται τότε, ὀρθῶς ἡγουμένη· πολλάκις δὲ καὶ τὴν ἑαυτῆς ἀφεῖσα
ζωὴν τὴν μακαριωτάτην τῶν θεῶν ἐνέργειαν ἀντηλλάξατο.
15 A esta vida distinta se refiere también Plotino en En. VI 9.9.45 con las siguientes palabras: «Si
alguno vio, sabe lo que digo; sabe que el alma está entonces en posesión de una vida distinta, desde
el momento en que se acerca a él y se allega a él y participa de él hasta el punto de darse cuenta, en
ese estado, del proveedor de vida verdadera (Ὅστις δὲ εἶδεν, οἶδεν ὃ λέγω, ὡς ἡ ψυχὴ ζωὴν
ἄλλην ἴσχει τότε καὶ προσιοῦσα καὶ ἤδη προσελθοῦσα καὶ μετασχοῦσα αὐτοῦ, ὥστε γνῶναι
διατεθεῖσαν, ὅτι πάρεστιν ὁ χορηγὸς ἀληθινῆς ζωῆς)».
963
MARÍA JESÚS HERMOSO FÉLIX
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Cf. Myst. 1.3.2-18: «La unión simple que nos liga a los dioses. No hay pues que transigir con
16
que nosotros podamos admitirla o no admitirla, ni considerarla ambigua (pues está siempre en acto
a la manera del Uno), ni es digno examinarla como si fuera atribución nuestra aceptarla o
rechazarla; pues estamos nosotros contenidos en ella y estamos llenos de ella y tenemos lo que
somos en el saber contemplativo de los dioses (ἡ τῶν θεῶν ἐξηρτημένη μονοειδὴς συμπλοκή.
Οὐκ ἄρα συγχωρεῖν χρὴ ὡς δυναμένους αὐτὴν καὶ διδόναι καὶ μὴ διδόναι, οὐδ' ὡς ἀμφίβολον
τίθεσθαι (ἕστηκε γὰρ ἀεὶ κατ' ἐνέργειαν ἑνοειδῶς), οὐδ' ὡς κυρίους ὄντας τοῦ κρίνειν τε καὶ
ἀποκρίνειν οὕτως αὐτὴν δοκιμάζειν ἄξιον· περιεχόμεθα γὰρ ἐν αὐτῇ μᾶλλον ἡμεῖς καὶ
πληρούμεθα ὑπ' αὐτῆς, καὶ αὐτὸ ὅπερ ἐσμὲν ἐν τῷ τοὺς θεοὺς εἰδέναι ἔχομεν)».
964
EL SÍMBOLO EN EL DE MYSTERIIS DE JÁMBLICO
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***
965
LA IMAGINACIÓN EN PROCLO
Introducción
1 Tanto Beierwaltes (1975) como Blumenthal (1996,138-149) han aludido a ciertas inconsistencias
en la doctrina de Proclo sobre la imaginación, visibles en especial al comparar el comentario a los
Elementos (In Euc) y al Timeo ( In Ti). La ambigüedad de Proclo quedaría patente en la insuficiente
distinción entre phantasia y doxa. No podré detenerme en este debate en estas páginas. Para un
análisis de los textos en cuestión de In Ti, cf Launer (2002).
2 Cf de An.III-3, y todo el libro III. Además tiene bien presente MA y Mem.
4 Sobre poética y lenguaje, cf Sheppard 1995. Sobre el símbolo y el mito en In R., cf St-Germain
1. Precedentes
5 427b16-26
6 428a5-16
7 428a1-4
8 428a18-428b10
10 428b13-14, 429a1-2
11 Mem. 450a22-24
imaginación.
13 de An. 433b29 y 434a5-7, 433a9-10, MA. 702a18-19.
968
LA IMAGINACIÓN EN PROCLO
17 R. 510de
18 Sheppard 1997b,116-7.
969
JESÚS DE DARAY SUÁREZ-LLANOS
21 In Euc. 3-11
23 In Euc. 37,23-26
24 In Euc. 37,1-10
970
LA IMAGINACIÓN EN PROCLO
Proclo, ante todo, quiere subrayar, frente a Aristóteles, que los objetos matemáticos
no proceden de la experiencia sensible sino del interior del alma25. Ni son producto de
la abstracción (κατὰ ἀφαίρεσιν), ni son definiciones resultantes de coleccionar
experiencias particulares26. Los argumentos son conocidos. Los sentidos no aportan la
exactitud y la certeza a las matemáticas. El alma sería además menos digna que la
materia. No podría haber demostraciones sin experiencia sensible previa. Y sobre
todo, el alma sería incapaz de discernir lo verdadero de lo falso, y de medir la verdad
(τὴν ἀλήθειαν παραμετρεῖ)27. No es la realidad exterior sensible la que funda los
objetos matemáticos sino que es la misma alma la generadora de las ideas
matemáticas.
Las razones (logoi) matemáticas son generaciones (γεννήσεις) y proyecciones
(προβολαί) de las ideas preexistentes en el alma. Proceden del nous porque son
realidades inteligibles, pero a la vez proceden también del alma misma, que se mueve
discurriendo desde sí misma28. «El alma no es una tablilla vacía de palabras, sino que
siempre está escrita, escrita por el nous y escribiéndose a sí misma»29. El alma es otro
universo (διάκοσμος) de todas las cosas, que se está produciendo a sí mismo desde su
propio principio30. «Y cuando proyecta sus razones, entonces revela todas las ciencias
y virtudes»31. El alma contiene todos los principios de los números y las figuras,
siendo el círculo y el movimiento circular el principio de los movimientos de las cosas
que no se mueven por sí mismas32.
Así pues, el alma proyecta dentro de sí, por su propia actividad, las ideas
matemáticas inteligibles recibidas del nous. Pero el alma no posee esos logoi de forma
unitaria y concentrada –tal como los posee el intelecto-, sino de forma procesual33 y
discursiva. El alma, por medio de la dianoia, despliega ante sí, todo el universo
matemático. «La dianoia hace existir toda la variedad de las ciencias matemáticas,
proyectándolas y desplegándolas»34. Proyección (προβάλλω, ἐπιβάλλω) y despliegue
25 In Euc. 12,2-15,15
26 Sobre la discusión con Aristóteles, cf Giardina 2008.
27 In Euc. 13,18
28 In Euc. 15,16-16-8
29 In Euc. 16,8-10: καὶ οὐκ ἂρα ἦν ἡ ψυχὴ γραμματεῖον καὶ τῶν λόγων κενόν, ἀλλὰ
γεγραμμένον ἀεὶ καὶ γράφον ἑαυτὸ καὶ ὑπὸ νοῦ γραφόμενον.
30 In Euc. 16,27-17,2
31 In Euc. 17,4-6: καὶ ὅτ᾽ ἂν προβάλλῃ τοὺς αὐτοῦ λόγους, τότε καὶ ἐπιστήμας προφαίνει
33 Sobre la relación del tiempo con la proyección del alma y la dianoia, cf MacIsaac 2002.
34 In Euc. 17,24-26: προβάλλουσα ἡ διάνοια καὶ ἐξελίττουσα πᾶσαν τὴν ποικιλίαν ὑφίστησι
971
JESÚS DE DARAY SUÁREZ-LLANOS
35 In Euc. 18,2-3
36 In Euc. 19,3-5: ἀλλὰ διὰ ζητήσεως εἰς τὴν εὕρεσιν πρόεισιν καὶ ἀπὸ τοῦ ἀτελοῦς εἰς
τελειότητα ἐπάνεισι.
37 In Euc. 19-32
38 In Euc. 45,12
39 In Euc. 42,20-43,10
41 In Euc. 46,3-9
42 In Euc. 45,8-9
972
LA IMAGINACIÓN EN PROCLO
3. Geometría e imaginación
Sin embargo, Proclo plantea una aporía al comienzo del segundo prólogo. Puesto
que los Elementos de Euclides, que van a ser comentados, versan sobre geometría; y
puesto que la geometría es sólo una parte de la ciencia matemática universal; la
geometría entonces tendrá todas las características de la dianoia y la dialéctica. Esto
viene confirmado pr el mismo Platón, que denomina διανοητά a las figuras
geométricas43. Además, señala Proclo, los antiguos consideraron a la geometría parte
de las matemáticas, aunque subordinada a la aritmética, y lo argumentaron
satisfactoriamente44. Ahora bien, si la geometría se ocupa de figuras extensas y
divisibles, ¿cómo explicar que la geometría pertenezca al ámbito de la dianoia, y a la
vez se ocupe de figuras materiales?
Por un lado, «todo lo que es expresable y cognoscible en la geometría, está definido
a partir de razones aritméticas»45. Las figuras geométricas presentan propiedades que
no existen en la realidad sensible: por ejemplo, el punto no tiene partes, ni la superficie
espesor. Pero, por otro lado, el objeto de la geometría es material, sensible, extenso y
divisible. Proclo insiste en la aporía, exigiendo a la vez la obligación de atenernos a las
cosas mismas (τοὶς πράγμασιν αὐτοὶς)46.
La solución propuesta por Proclo es suponer la existencia de un receptáculo
material (διὰ τὴν ὑλικὴν ὑποδοχήν) que acoja (δεχομένην) las razones aritméticas: es
decir, una materia inteligible apta para recibir todo el universo inteligible presente en
la dianoia 47. Esta materia inteligible, señala Proclo, ya fue propuesta por Aristóteles48.
Se trataría de una materia capaz de presentar divisiblemente lo indivisible,
extensamente lo inextenso y en movimiento lo inmóvil49. Una materia capaz de recibir
ὑλικῶς todo lo inteligible. Por tanto, junto a la materia propia del mundo sensible,
habrá que admitir además otra materia para la imaginación. «Pues la materia es de
dos tipos: una, la de las cosas correlativas con la sensación; y otra, la materia de las
imágenes»50.
43 In Euc. 50,10-12
44 In Euc. 48,5-15
45 In Euc. 48,12-13: πᾶν γὰρ, ὅσον ἐστὶ ῥητὸν ἐν αὐτῇ καὶ γνωστόν, ἐκ τῶν ἀριθμητικῶν
ἀφορίζεται λόγων.
46 In Euc. 50,15
47 In Euc. 49,24-50,2
48 Cf Metaph. 1036a9-12
κινουμένως.
50 In Euc. 51,15-16: καὶ γὰρ ἡ ὕλη διττή, καὶ ἡ μὲν τῶν αἰσθήσει συζυγούντων ἡ δὲ τὼν
φανταστὼν
973
JESÚS DE DARAY SUÁREZ-LLANOS
51 In Euc. 50,18-51,12
52 In Euc. 51,18-20
53 In Euc. 51,12-13
54 In Euc. 51,21
55 In Euc. 51,21-52,1
56 In Euc. 52,5
57 In Euc. 52,8
974
LA IMAGINACIÓN EN PROCLO
58 In Euc. 52,12-20
59 In Euc. 52,20-26: ἡ δ᾽ αὖ φαντασία τὸ μέσον κέντρον κατέχουσα τῶν γνώσεων ἀνεγείρεται
μὲν ἀφ᾽ ἑαυτῆς καὶ προβάλλει τὸ γνωστόν, ἅτε δὲ οὐκ ἔξω σώματος οὖσα ἐκ τοῦ ἀμεροῦς τῆς
ζωῆς εἰς μερισμὸν καὶ διάστασιν καὶ σχῆμα προάγει τὰ γνωστὰ αὐτῆς, καὶ διὰ τοῦτο πᾶν, ὅπερ
ἂν νοῇ, τύπος ἐστὶ καὶ μορφὴ νοήματος.
60 In Euc. 52,21ss
61 In Euc. 52,26-53,12: καὶ τὸν τε κύκλον διαστατῶς νοεῖ τῆς μὲν ἐκτὸς ὕλης καθαρεύοντα
νοητὴν δὲ ὕλην ἔχοντα τὴν ἐν αὐτῇ, καὶ διὰ τοῦτο οὐχ εἷς ἐν αὐτῇ κύκλος, ὥσπερ οὐδὲ ἐν τοῖς
αἰσθητοῖς. ἅμα γὰρ διάστασις ἀναφαίνεται καὶ τὸ μεῖζον καὶ τὸ ἔλασσον καὶ τὸ πλῆθος τῶν τε
κύκλων καὶ τῶν τριγώνων. εἰ οὖν ἐν τοῖς αἰσθητοῖς κύκλοις ἐστὶ τὸ καθόλου κατατεταγμένον ,
ὅ καὶ ἕκαστον αὐτῶν κύκλον ἀπετέλεσεν καὶ πάντας ομοίους ἀλλήλλοις καθ᾽ ἕνα λόγον
ὑποστάντας, διαφέροντας δὲ ἢ μεγέθεσιν ἢ τοῖς ὑποκειμένοις, κἂν τοῖς φανταστοῖς κύκλοις
ἐστί τι κοινὸν καὶ μετεχόμενον καὶ κατὰ τοῦτο πάντες τὴν αὐτὴν ἔχουσι μορφήν. ἡ δὲ διαφορὰ
αὐτοῖς καθ᾽ ἕν ἐνταῦθα μόνον τὸ ἐν τῇ φαντασίᾳ μέγεθος.
975
JESÚS DE DARAY SUÁREZ-LLANOS
Pues bien, la geometría se ocupa del único círculo inteligible, pensado por la dianoia,
pero teniendo siempre presente el círculo de la imaginación. «Viendo el círculo de la
imaginación, examina el círculo de la dianoia»65. Las demostraciones pertenecen al
terreno de la razón discursiva, pero se llevan a cabo mediante figuras imaginadas.
Desde luego, la geometría no tiene por objeto la realidad sensible. Pero tampoco su
objeto son las ideas de la dianoia,
62 In Euc. 53, 12-15. La imaginación en Proclo tiene una correspondencia directa con el ὄχημα, con
un cuerpo inmaterial que sirve de vehículo al alma y que es inseparable de ella. Sobre este punto, cf
Dodds 21963, 313-321
63 In Euc. 53, 15-16
64 In Euc. 53,21-54,13
65 In Euc. 54,24-26
976
LA IMAGINACIÓN EN PROCLO
Los objetos de la geometría, por tanto, son a la vez objeto de la dianoia y objeto
de la imaginación, según los consideremos en cuanto pensados o en cuanto extensos y
divisibles. En cuanto pensada, la figura geométrica es una e idéntica. En cuanto
imagen, es múltiple y variable. La geometría ha de proyectar una y otra vez el mismo
concepto en sucesivas imágenes, para investigar sus propiedades esenciales.
La dianoia posee los logoi, pero no tiene fuerza (ἀσθενοῦσα) para verlos
de una forma concentrada. Entonces los despliega (ἀναπλοῖ) y traslada a
un lugar adecuado, y los lleva hasta la imaginación que está en el
vestíbulo; y en la imaginación, y con la imaginación, la dianoia despliega
(ἀνελίττει) el conocimiento de dichos logoi. La dianoia se complace en su
separación de los sensibles y encuentra apta la materia de la imaginación
para la recepción de sus ideas67.
66 In Euc. 54,18-22
67 In Euc. 54,27-55,6: ἔχουσα γὰρ ἡ διάνοια τοὺς λόγους, ἀσθενοῦσα δὲ συνεπτυγμένως ἰδεῖν
ἀναπλοῖ τε αὐτοὺς καὶ ὑπεκτίθεται καὶ εἰς τὴν φαντασίαν ἐν προθύροις κειμένην προάγει καὶ
ἐν ἐκείνη ἢ καὶ μετ᾽ ἐκείνης ἀνελίττει τὴν γνῶσιν αὐτῶν, ἀγαπήσασα μὲν τὸν ἀπὸ τῶν
αἰςθητῶν χωρισμόν, τὴν δὲ φανταστὴν ὕλην εὐτρεπῆ πρὸς ὑποδοχὴν εὑροῦσα τῶν ἑαυτῆς
εἰδῶν.
68 In Euc. 55,6-10
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JESÚS DE DARAY SUÁREZ-LLANOS
Así pues, la imaginación actúa por sí misma, y eso justamente es lo que permite
caracterizarla como nous. Actúa desplegando un espacio74, creando la distancia capaz
de producir figuras extensas. Y en esa creación de la distancia consiste precisamente
su realidad. La esencia de la imaginación es un espacio infinito e infinitamente
divisible75. Lo que define a la imaginación es precisamente el espacio: un espacio
anterior a la experiencia sensible. Un espacio extenso capaz de recibir todas las cosas y
de hacerse todas las cosas. La imaginación, como el alma, es en cierto modo todas las
cosas. Esta universalidad posibilita a la imaginación conocer todo lo real, siempre por
medio de figuras extensas. Universalidad y capacidad de actuar por sí misma son dos
características de la imaginación que la definen como intelecto. Y simultáneamente, su
receptividad respecto a las ideas procedentes de la razón, es lo que la asemeja a la
sensibilidad. Es inteligencia y es sensibilidad.
69 In Euc. 55,10-56,15
70 In Euc. 55,23-56,1
71 In Euc. 56,13-15
72 In Euc. 56,14-18
73 In Euc. 56,17-22: παθητικὸς οὗτος καλούμενος νοῦς, ἐξελίττων ἑαυτὸν περὶ τὴν ἀμέρειαν
τοῦ ἀληθοὶς νοῦ καὶ διϊστὰς ἑαυτοῦ τὸ ἀδιάστατον τῆς ἀκραιφνοῦς νοήσεως καὶ μορφῶν
ἑαυτὸν κατὰ πάντα τὰ ἀμόρφωτα εἴδη καὶ πάντα γιγνόμενος, ἅ ἐστιν ἡ διάνοια καὶ ὁ ἀμερὴς
ἐν ἡμῖν λόγος.
74 Acerca del espacio de la imaginación como un espacio automotor y autodeterminante,
978
LA IMAGINACIÓN EN PROCLO
Bibliografía
- Beierwaltes, W., 1975: «Das Problem der Erkenntnis bei Proklos», en B. Dalsgaard-H.
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- Dodds, E. R., 21963: Proclus. The Elements of Theology, Oxford (11933).
- Friedlein, G., 21992: Procli Diadochi. In Primum Euclidis Elementorum Librum
Commentarii, Leipzig (11873).
In Euc. 59,9-26
76
77Sobre la inspiración divina y los sueños, con particular atención a Jámblico y Sinesio, cf
Sheppard 1997a.
78 In Euc. 62,1-63,5
80 In Euc. 62,26-63,1
81 In Euc. 62,22-26
83 In Euc. 141,12-13
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JESÚS DE DARAY SUÁREZ-LLANOS
***
980
PENSADORAS PITAGÓRICAS DE LOS SIGLOS III a.C- III d.C:
REFLEXIONES FILOSÓFICAS
1 Jámblico en esta obra nos ofrece un catálogo con el nombre de doscientos treinta y cinco
pitagóricos, de los cuales diecisiete son mujeres pitagóricas.
INMACULADA FONT MARREÑA
Según Melisa, el ornamento de una mujer para atraer a su esposo debe ser su
propia manera de ser, y no sus vestidos. También añade que, de la misma
manera que la mujer debe complacer a su marido, el marido también debe vivir
para su esposa: «La belleza en una mujer libre consiste, en efecto, en pertenecer al
2 Recordemos que las heteras eran mujeres libres en el sentido que no dependían del control de
ningún hombre. En general eran muy bellas y poseían un amplio abanico de conocimientos
científicos y culturales.
3 Meunier 1980, 109.
982
PENSADORAS PITAGÓRICAS DE LOS SIGLOS III A.C.-III D.C.
4 Ídem.
5 Esta Teano a la cual se atribuye esta epístola en cuestión no es Teano de Crotona, la esposa de
Piotágoras, ya que Teano de Crotona vivió en el siglo VI a.C y Platón en 427 a.C.- 347 a.C.,
aproximadamente. De hecho, de acuerdo con el testimonio de Suda, se habla de hasta tres Teanos
distintas.
6 Tampoco queda claro quién seria esta Ródope. Sin embargo, sabemos que no fue Ródope de
Tracia, la esclava de Jadmon de Samos, compañera de esclavitud de Hisopo, hetera y amante del
hermano de Safo, de la cual nos habla Herodoto en su libro Historia, ya que las fechas no coinciden
con las de Teano y su contemporánea Ródope: Herodoto- 480 a.C- 420 a.C., Hisopo- 570 a.C.- 526
a.C., y Safo- 650 a. C- 580 a.C.
7 Teano de Crotona. “Carta a Ródope”, en: Gutiérrez- Jufresa-Mier-Pardo 1992, 108.
983
INMACULADA FONT MARREÑA
Otra pitagórica de este segundo periodo es Aesara de Lucania (circa 300 a.C. -
100 a.C). Lamentablemente disponemos de pocos datos, ya que ni siquiera
aparece entre las diecisiete mujeres del catálogo de Jámblico. Solamente se ha
conservado un fragmento de su obra titulada Libro sobre la naturaleza humana el
cual, de acuerdo con Mary Ellen Whaite (1987, 19), es clave para poder entender
mejor la filosofía de las pitagóricas Fintis y Períctione (la primera formó parte del
primer período de la doctrina pitagórica, y la otra del segundo).
Aesara desarrolló una teoría intuitiva del derecho familiar. Según ella es
necesario buscar dentro de cada uno de nosotros, dentro de la propia naturaleza
(esto es, el alma), porque es de allí de donde saldrán las leyes morales. Es decir, si
se estudia la naturaleza del alma se consiguen leyes morales que, según Aesara,
tienen tres aplicaciones clave: para la moralidad privada e individual, para
gobernar las instituciones familiares, y en último lugar, para gobernar las
instituciones de la sociedad.
Como pitagórica, Aesara también defendía la tesis del alma tripartita. El alma
estaba dividida en tres partes, que eran: la mente, encargada de los pensamientos
y de los juicios; el espíritu, que contiene la fuerza y el coraje; y el deseo, que
proporciona el amor y la amistad. En relación a la mente, añadía que: «La mente
es capaz de conocer todas las cosas tal y como son. Y se convierte en bella gracias
a la educación sistemática y a la virtud.»8.
Estas tres partes del alma constituyen una unión asociada que funciona
armoniosamente. Este punto es importante, ya que estaría relacionado con la
justicia. Ante todo debe haber justicia en el alma, para que después pueda haber
justicia dentro de la familia, es decir, en el oikos, ya que esto repercutirá en una
buena justicia social. Este punto es común en el pensamiento de la mayoría de
filósofas pitagóricas, puede verse en Teano de Crotona (esposa de Pitágoras, la
cual formó parte del primer período del pitagorismo) y en Períctione –como
veremos a continuación. De acuerdo con estas pensadoras, la tarea y la
responsabilidad de las mujeres era la de establecer el armonía y la justicia dentro
del hogar (la misma responsabilidad que tenía el hombre respecto a la sociedad)
porque, como acabamos de ver, solo habrá armonía dentro de la sociedad si antes
se ha establecido el armonía en el alma y después en el oikos. El armonía pues, se
constituye como el principio metafísico del derecho, de las leyes, de la justicia y
de la psicología humana.
Una vez más, encontramos dentro de las reflexiones de estas pitagóricas
algunos de los elementos que Platón incluyó dentro de su teoría antropológica y
política. A saber, la tesis de acuerdo con la cual el alma está dividida en tres
8 Ibídem, 20.
984
PENSADORAS PITAGÓRICAS DE LOS SIGLOS III A.C.-III D.C.
partes, las características y los atributos de cada una de estas partes, así como la
necesidad de que haya armonía y justicia primero dentro del alma para que
luego pueda haber armonía y justicia dentro de la polis.
12 Ídem.
985
INMACULADA FONT MARREÑA
13 Ídem.
14 Citado por Ménage 2009, 133.
986
PENSADORAS PITAGÓRICAS DE LOS SIGLOS III A.C.-III D.C.
Hasta aquí, hemos podido conocer algunas de las alumnas que formaron parte
del segundo período de la doctrina pitagórica. Pero recordemos que a lo largo del
primer periodo también se pueden encuentrar mujeres como Teano de Crotona,
Damo, Mía, Arignota, Temistoclea, Timica, Fintis y Equecratia, de las que
lamentablemente disponemos de poca información, así como escasos fragmentos
de sus obras y de algunas de sus cartas.
Vemos pues, que la escuela pitagórica fue una de las escuelas filosóficas más
fructíferas en cuanto al número de alumnas mujeres, así como también respecto a
la producción filosófica femenina15. Sin embargo, debemos tener cuidado a la
hora de inferir posibles hipótesis sobre las causas que permitieron la
participación de las mujeres en esta escuela, ya que las razones de su
participación no se debieron al hecho que la filosofía pitagórica fuese una
doctrina que defendiese y luchase a favor de la causa femenina, es decir, por la
libertad, la igualdad, el respeto, la consideración, la participación, etc. de las
mujeres; más bien al contrario -como veremos a continuación-. Además, hablar
de en términos de feminismo en plenos siglos III a.C- III d.C. sería cometer un
error de anacronismo, ya que si tenemos en cuenta la concepción de la mujer en
la Grecia Clásica que dominaba en aquellos momentos, podemos darnos cuenta
que un planteamiento con unas características y unas finalidades de este tipo no
era posible.16
Nuestra hipótesis es que los posibles motivos nacen de características y de
conceptos propios y reales del pensamiento pitagórico, como por ejemplo los de:
alma, paideia, orden, armonía, prudencia y número; así como también de algunos
de los rasgos más distintivos de esta escuela y de las cualidades atribuidas a su
maestro. De manera que justificaremos las posibles razones de la existencia de
pensadoras pitagóricas teniendo en cuenta las características de la filosofía
pitagórica en general, y tomando nuevamente como fuente principal la
15 La escuela El Jardín (Kepos) de Epicuro también aceptaba mujeres como discípulas. Nicidion,
Mammarion, Batis, Temista, Hedea, Eroction, Demetria, Leontion y Teófila son los nombres de
algunas de ellas. Sin embargo apenas se conservan obras suyas. Solamente disponemos de
pequeños fragmentos de algunas cartas que Epicuro envió a Temista y a Leontion haciendo
referencia a cuestiones filosóficas.
16 La concepción de la mujer que dominó en Grecia a lo largo de los siglos VI-IV a.C. era una
concepción patriarcal. No se podía definir la mujer como ciudadana libre de la polis porque no
tenían logos (palabra/razón) que les permitiese crear ni ordenar, sino solamente obedecer y
comprender ciertas cuestiones. También se la consideraba inferior al hombre en cuanto a las
cuestiones morales, porque de acuerdo con los griegos, la mujer estaba llena de vicios femeninos
como la astucia, la mentira, la simulación, el exceso, la sexualidad, etc. Es decir, estaba gobernada
por la hybris y la metis. Sus labores eran la maternidad, la gestión de la economía doméstica y la
educación de los hijos. Y todo esto gracias al matrimonio, porque el matrimonio constituía su
situación social, era su única actividad cívica y por lo tanto también un deber civil. El oikos era su
lugar natural, concretamente el gineceo, y no la polis propiamente.
987
INMACULADA FONT MARREÑA
988
PENSADORAS PITAGÓRICAS DE LOS SIGLOS III A.C.-III D.C.
989
INMACULADA FONT MARREÑA
Bibliografía
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- Zaragoza, J., 2007: Invisibilitat i poder, cares del femení a la Grècia Clàssica, Tarragona.
***
990
LA PARADOJA DEL SORITES Y LA TRADICIÓN ELEÁTICA
La paradoja del Sorites o montón de trigo fue discutida prolijamente por los
lógicos antiguos y sigue siendo discutida por los lógicos de nuestros días, sin que
se haya vislumbrado ninguna solución convincente. Trataré de mostrar que el
Sorites puede entenderse como una prueba indirecta de la enseñanza de
Parménides acerca de la condición convencional y ficticia de la realidad en que
los mortales creen, y discutiré brevemente las consecuencias del argumento para
nuestra comprensión del mundo.
El Sorites o paradoja del montón de trigo aparece mencionado por Diógenes
Laercio (II 108) entre los razonamientos dialécticos que usaba Eubúlides de
Mileto, junto al «Mentiroso», la más famosa de las paradojas lógicas antiguas, y
algunas otras, bastante menos memorables1. Poco sabemos del presunto inventor
de esas dos paradojas ilustres: se nos dice que fue discípulo del socrático Euclides
de Mégara2, maestro de Demóstenes3 y adversario de Aristóteles, contra quien
escribió supuestamente un libelo denigratorio4. Ningún fragmento de Eubúlides
ha llegado hasta nosotros, ni sabemos siquiera si llegó a fijar por escrito sus
razonamientos aporéticos o si se limitó a usarlos en el debate dialéctico a viva
voz, como la formulación de Diógenes parece dar a entender5; pero algunos
1 Sobre el conjunto de los razonamientos aporéticos atribuidos a Eubúlides, véase Prantl 1855, 50-
55 (a pesar de lo desdeñoso e incomprensivo del comentario, valioso por la rica documentación
textual), Döring 1972, 106-114, Sedley 1977, 89-96, Wheeler 1983 y Montoneri 1984, 95-111; un
resumen sucinto ofrecen Kneale-Kneale 1972 [1961], 107-108, y Bredlow 2010a, 430-431.
2 D.L. 2.108 = SSR 1, II A 23 y II B 1 = 50 Döring.
3 SSR 1, II B 2-4 = 51A-56 D. La noticia parece poco fidedigna: cf. Döring 1972, 102-104, y
Montoneri 1984, 94 n. 3.
4 SSR 1, II B 8-11 = 60-62 D.; cf. Döring 1972, 105-106, y, con razonable desconfianza acerca del
ψευδόμενον... καὶ σωρείτην κτλ. Parece significativo que Diógenes, por lo general diligente
citador de bibliografías, no nombre ningún escrito de Eubúlides, aunque menciona su polémica
contra Aristóteles, de la que Arístocles asegura que se formuló en un libro (cf. n. 4); en cuanto a sus
dos citas de Eubúlides en otros pasajes (2.42, 6.20 = 66-67 D.), es más bien dudoso que se refieran a
nuestro filósofo (v. Döring 1972, 114).
LUÍS ANDRÉS BREDLOW
Yo digo: Dime, ¿tú crees que un solo grano de trigo es un montón? Dirás
que no. Luego digo: Y ¿qué me dices de dos granos? Pues voy a hacerte
pregunta tras pregunta, y si no admites que dos granos forman un
montón, entonces te preguntaré acerca de tres granos, y luego pasaré a
interrogarte acerca de cuatro granos, luego de cinco y seis y siete y ocho;
y creo que dirás que ninguno de ésos forma un montón... No cesaré de
seguir añadiendo uno tras otro, de la misma manera, ni pararé de
preguntarte sin cesar si admites que cada una de esas cantidades forma
un montón... Si dices de alguno de esos números (sean cien granos de
trigo, por ejemplo) que ahora no forma un montón, pero luego, cuando se
le añada un gramo más, dices que ahora el montón se ha formado,
entonces esa cantidad de trigo se convierte en montón por la adición de
un solo grano, y si se quita el grano, el montón queda eliminado. Y no
conozco nada peor ni más absurdo que admitir que el haber o no haber
un montón dependa de un solo grano de trigo. Y para eludir ese absurdo,
no pararás de negar, y nunca admitirás que tal suma forma un montón,
aunque el número de granos llegue al infinito... En razón de esa
negación, se demuestra que no hay montón6.
6 Gal. Exp. Med. 16.2, 115 Walzer. Excepto dos breves fragmentos en griego, el tratado de Galeno
sólo sobrevive en una versión árabe –editada y traducida por E. Walzer (1944)–, traducida a su vez
del siríaco. Debido a mi desconocimiento del árabe, traduzco, faut de mieux, la traducción inglesa de
Walzer; espero no añadir muchas infidelidades más a las ya acumuladas por mis predecesores.
7 Asp. in EN 56,34-57,3.
992
LA PARADOJA DE SORITES Y LA TRADICIÓN ELEÁTICA
por dos o tres»8, etcétera. Más formal es la versión estoica que refiere Diógenes
Laercio:
8 Asp. in EN 56,32-34.
9 D.L. 7.82 (= SVF 2, 274). Egli (1967, 8, 55) propone leer μυρίων y μύρια (,ι) por δέκα (ι´),
conjetura también aceptada por Barnes (1982, 28 n. 9), Burnyeat (1982, 320 n. 15) y Goulet, en
Goulet-Cazé (dir.) 1999, 844 n. 2.
10 D.L. 7.192: Περὶ τῶν πρὸς τὰς φωνὰς σωρειτῶν λόγων. No sabemos si esos razonamientos se
referían a los términos técnicos de la escuela (así Sedley 1977, 91) o más bien a las palabras del
lenguaje ordinario (Barnes 1982, 41 n. 48; Burnyeat 1982, 324 n. 24, y Mignucci 1993, 232 n. 10,
recordando el razonamiento sorítico que usa Sexto, M. 1.68-69, contra la definición de gramática de
Dionisio de Tracia).
11 D.L. 7.197. Sobre el razonamiento del «poco a poco», cf. Gal. Exp. Med. 16.2, 115, y Simp. in Ph.
177,2-4; sobre los ἡσυχάζοντες, Cic. Acad. 2.93 (cf. n. 19) y Sedley 1977, 113 n. 94; contra la
identificación con el Sorites, Barnes 1982, 42 n. 49.
12 S.E. M. 6, 415-421; para la atribución del primer argumento a Arcesilao, v. Sedley 1977, 92, y
Barnes 1982, 43-45. Krämer (1971, 76) sugiere que en la Academia escéptica el Sorites se relacionaba
con la díada indefinida de lo grande y pequeño de las enseñanzas no escritas de Platón.
13 Cic. ND 3, 43-52; S.E. M. 9, 182-184. Un estudio pormenorizado de esa controversia ofrece
Burnyeat 1982.
993
LUÍS ANDRÉS BREDLOW
Galeno entrevé con acierto las devastadoras consecuencias del argumento; pero
limitarlas a las cosas que tengan «medida de extensión o de multitud» parece
ilegítimo: pensemos, por ejemplo, en los colores (¿dónde está el límite exacto en
que lo rojo deja de ser rojo?). Con más justeza escribe Cicerón:
14 Gal. Exp. Med. 7.8-8.1, 96-97; cf. el pormenorizado examen del argumento en Barnes 1982.
15 Hor. Ep. 2.1, 39-48.
16 Gal. Exp. Med. 16.1, 114.
994
LA PARADOJA DE SORITES Y LA TRADICIÓN ELEÁTICA
punto preciso en que una mesa, al quitársele una sola astilla más, deja
repentinamente de ser una mesa (conclusión que parece apenas menos absurda
que la anterior), o bien habremos de admitir que no hay cosa en el mundo que
pueda ser una mesa. Por vía de un razonamiento semejante, Peter Unger, en un
artículo elocuentemente titulado There are no ordinary things, ha llegado a la
conclusión inquietante de que no hay cosas tales como mesas, sillas, piedras o
montañas, ni, en general, lo que de ordinario se llama cosas18. Es fácil, desde
luego, ridiculizar esa tesis; lo difícil, acaso imposible, es refutarla. Veamos
algunas tentativas.
Del primer intento de desactivar la paradoja, el de Crisipo, no nos ha llegado
más que el consejo de suspender el diálogo y callar antes que la interrogación se
adentre en el terreno resbaladizo de los casos dudosos19; recomendación que
mereció el escarnio del académico Carnéades:
Ignoramos las razones precisas que inspiraron el silencio del filósofo; pero la
mera cantidad de cinco o seis libros sobre la cuestión nos hace imaginarlas
intrincadas y numerosas. Sabemos que la doctrina de Crisipo postulaba límites
exactos21 entre la virtud y el vicio, entre la sabiduría y la ignorancia, entre lo
evidente y lo dudoso; podemos imaginar que preveía también unos límites no
menos exactos entre el montón y el no montón, entre el calvo y el peludo, y así
para todas las cosas, aunque sólo pudiera discernirlos el verdadero sabio, que
posee el criterio infalible de la verdad: que Crisipo, personalmente, lo
desconozca, sólo demuestra la ignorancia de Crisipo (y de todos los hombres que
no son sabios), no la inexistencia del límite22. Esa solución, que supone un límite
21 No parece aventurado pensar que los argumentos al estilo del Sorites hayan influido en la
1982, 334-336, con las útiles observaciones críticas de Leib 2001, 152-158. Menos probable es que
Crisipo haya pensado en una modificación de las reglas lógicas de inferencia, como sugiere
Mignucci 1993, 243-245.
995
LUÍS ANDRÉS BREDLOW
23 Una introducción sucinta a los debates contemporáneos sobre el Sorites y problemas afines
puede encontrarse en Sainsbury 1995, 23-51; una discusión pormenorizada en Burns 1991,
Williamson 1994 y Keefe 2000; una selección representativa de los intentos de solución más
recientes en Beall (ed.) 2003.
996
LA PARADOJA DE SORITES Y LA TRADICIÓN ELEÁTICA
0,9999) que se trata de un montón? Una vez más, el razonamiento nos obliga a
postular un límite preciso donde nada nos autoriza a suponerlo24.
Otros prefieren volver a la estoica fe de Crisipo: prefieren creer que hay, en la
naturaleza de las cosas, unos límites precisos –aunque desconocidos por
nosotros– que definen con absoluta exactitud qué es un montón, una mesa, una
calvicie o un hombre alto; que la vaguedad y la indeterminación no son más que
ignorancia25. Como toda creencia en hechos ocultos o indemostrables, ésta cuenta
con algunas conjeturas suplementarias que tratan de hacerla parecer menos
increíble. Una es la que postula unos límites exactos pero movedizos, que, como
el punto ciego del campo visual, se desplazan con tal agilidad que nunca están
allí donde fijemos nuestra atención26. Otra recurre a la lógica intuicionista, que
rechaza el principio según el cual la negación de una negación equivale a la
afirmación: según ese modo de razonar, podemos sostener que no es verdad que
no haya límite y, al mismo tiempo, negarnos a admitir que lo hay27. No quiero
escatimar la debida admiración a los esfuerzos de ingenio ni a los sofisticados
aparatos formales en que se sustentan esas tentativas; pero temo que no hacen
sino multiplicar la paradoja. Por mi parte, confieso que, en comparación,
renunciar a la creencia en las mesas o en los montones de trigo me parece casi
tolerable, casi de sentido común. Trataré en seguida de justificar esa preferencia,
que se arriesga a parecer temeraria o disparatada; pero para eso primero hemos
de volver un momento al presunto descubridor de la paradoja.
Eubúlides era discípulo (o discípulo de un discípulo) del megárico Euclides, de
quien Diógenes Laercio refiere que «traía entre manos el escrito de
Parménides»28; así lo corroboran Cicerón y el peripatético Arístocles, que
aseguran que Euclides y sus discípulos fueron seguidores de Parménides y de
Zenón de Elea29. A pesar de esa unanimidad de las fuentes, K. von Fritz y algunos
otros estudiosos han puesto en cuestión la filiación eleática de la escuela de
Mégara30; creo que sin mucho fundamento, pero no voy a entrar ahora en esa
cuestión, que he discutido pormenorizadamente en otra parte31. Creo que no es
muy aventurado pensar que la paradoja del Sorites debía servir de prueba
24 Como han observado Unger 1979a, 128-130, Burns 1991, 109-113, Sainsbury 1995, 46, y Priest
2003, 11, para las lógicas multivaloradas; para la lógica borrosa (fuzzy logic) en sentido estricto, cf.
Haack 1996, 239-240. Las tentativas de solución «supervaloracionistas» -como las de Tappenden
1993 o Heck 2003- se prestan a una objeción análoga: cf. Putnam 1983, 284, Burns 1991, 108, 116,
Sainsbury 1995, 38-39, y Wright 2003, 88.
25 Por ejemplo, Cargile 1969, Williamson 1992, 1994, 2000, Sorensen 2001.
29 Cic. Acad. 2.42, 129 (SSR 1, II A 31 = 26A D.); Arístocles, fr. 5 Heiland = Eus. PE 14.17.1 (27 D.).
30 Von Fritz 1931, 707-724; Döring 1972, 83-87; Muller 1985, 101-107, y 1988, 71-77.
997
LUÍS ANDRÉS BREDLOW
Será, pues, todo mero nombre <o «sólo de nombre», si lo tomamos como
acusativo de relación34>
Lo que han convenido mortales, creyendo que era de veras,
Que se hace y deshace, que es lo que es y que deja de serlo,
Que cambia de sitio y que muda los resplandecientes colores35.
32 Así ya Wheeler 1983, 293-294. Sobre el parentesco del Sorites con el razonamiento del celemín
de mijo atribuido a Zenón (A 29 = Arist. Ph. 7.5, 250a19; Simp. in Ph. 1108,18), cf. Krämer 1971, 75-
76, Döring 1972, 108, 111, Montoneri 1984, 104 n. 27; en las diferencias entre los dos argumentos
insisten Untersteiner 1963, 175-177, Moline 1969, 393 n. 3, Sedley 1977, 112 n. 85, y Barnes 1982, 37.
33 Un desarrollo más amplio de esta interpretación puede encontrarse en Bredlow 2011a y 2011b;
sobre el fr. 2 y la noción de verdad necesaria, cf. también Palmer 2009, 83-105.
34 La sugerencia es de J. Lohmann, ap. Bröcker 1964, 84.
35 Parm. fr. 8, 38-42 D-K. En la interpretación sintáctica de este pasaje sigo a Coxon 1986, 211. Para
la interpretación ὄνομα = «mero nombre», remito a LSJ, s.v., III («a name and nothing else, opp. the
real person or thing»), con abundantes referencias. Algunos intérpretes (entre los más recientes,
Bollack 2006, 176-177, Solana 2006, 36-38, y Palmer 2009, 385) prefieren para el v. 38 la variante ms.
ὀνόμασται (por ὄνομ’ ἔσται), entendiendo que lo que «ha sido nombrado» hacerse y deshacerse,
etc., es el Ser o lo-que-es mismo; Parménides, sin embargo, dice expresamente (fr. 19, 3) que los
hombres han puesto nombres a las cosas que nacen y parecen; y ciertamente, de haber puesto esos
mismos nombres (hacerse y deshacerse, ser y no ser, etc.) a lo-que-es, aún más equivocados
estarían, y los nombres vendrían a ser igualmente «meros nombres». Para una discusión más
detallada, remito a mi «Parmenides’ Physics and the Beliefs of Mortals» (en preparación).
998
LA PARADOJA DE SORITES Y LA TRADICIÓN ELEÁTICA
Si entiendo bien estos versos, enuncian por primera vez lo que hoy
llamaríamos la relatividad lingüística de la realidad. Para la creencia vulgar, los
nombres vienen a ser meras etiquetas que se sobreañaden a las cosas, que ya
están dadas, antes y fuera del lenguaje; para Parménides y su diosa, es el nombre
el que constituye cada cosa como distinta de las demás36. Entre las cosas
perecederas y mudadizas, no cabe el «sí o no», el «ser o no ser», la distinción
tajante, sino únicamente la gradación continua del más y del menos; sin embargo,
los hombres las dividen en opuestos que ellos creen rígidamente separados: luz y
tiniebla, vida y muerte, ser y no ser37.
Casi como un eco o como una paráfrasis en prosa de los versos de Parménides
suenan estas líneas de B. L. Whorf: «La segmentación de la naturaleza es un
aspecto de la gramática (...). Cortamos y organizamos la riada y flujo de los
acontecimientos como lo hacemos principalmente porque, a través de nuestras
lenguas maternas, somos partes de un acuerdo de proceder así, no porque la
naturaleza misma esté segmentada exactamente así de un modo visible para
todos»38. Convenimos, con Whorf, en que la realidad –el orden o cosmos de cosas
distintas y definidas– no se concibe sin la operación lingüística de denominación
y clasificación; añadiremos, con Parménides y su diosa, que esa operación
importa un falseamiento inevitable. Así lo entendía también B. Russell: «El
lenguaje (...) es una herramienta útil y aun indispensable, pero peligrosa, ya que
empieza por sugerir una definición, separación y casi permanencia de los objetos
que éstos, como la física parece mostrar, no poseen. El filósofo se enfrenta, por
tanto, a la difícil tarea de usar el lenguaje para deshacer las falsas creencias que
sugiere»39.
Concebimos el mundo como una vasta colección de cosas distintas, separadas y
bien definidas; imaginación sin duda útil y aun necesaria para sobrevivir (no en
vano es una invención de mortales, y no en vano es una diosa quien lo dice), pero
que no deja de ser engañosa. La señal más clara de su falsedad es que encierra
paradojas irresolubles: la más sencilla y evidente es la que deriva de la suposición
elemental de que una cosa puede cambiar –es decir, hacerse otra– y, sin embargo,
seguir siendo la misma que era. (Heraclito la ilustró con la imagen del río, que es
el mismo y no el mismo cada vez que entramos en él.)40
36 Sobre los nombres en Parménides, véase Owens 1975, Coxon 1986, 256, Conche 1996, 195-196,
Barrett 2004, 282-287, y Bredlow 2011b.
37 Para esta interpretación de las «creencias de los mortales», cf. Bredlow 2011b, 2011d, 2012.
38 Whorf 1971 [1956], 240 (traducción modificada). Una aproximación entre Parménides y F. De
40 Como bien entendía Simplicio (in Ph. 77,27-34; in Cael. 558,14-560,1), Parménides no niega el
cambio; niega que algo pueda cambiar y, sin embargo, ser lo que es.
999
LUÍS ANDRÉS BREDLOW
41 Epicarmo, fr. 2 D-K = D.L. 3.11. Sobre el razonamiento creciente, cf. Bredlow 2010a, 436.
42 Sobre el razonamiento de Meliso, cf. Bredlow 1997.
43 Cf. la reconstrucción del razonamiento de Gorgias en Bredlow 1999.
1000
LA PARADOJA DE SORITES Y LA TRADICIÓN ELEÁTICA
Bibliografía
1001
LUÍS ANDRÉS BREDLOW
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***
1003
O “ΑΜΑ ΤΗ ΦΥΣΕΙ ΕΙΝΑΙ” COMO RADICALIZAÇÃO DO “ΠΡΌΣ
ΤΙ” NO COROLLARIUM DE TEMPORE DE SIMPLÍCIO
1. Introdução
modo de apontarmos à possibilidade de referência, relação, que não a da posse. Cf. Aristotle,
Categories, Loeb, n. a, p. 46.
ANTONIO DE CASTRO CAEIRO
1. 2. Simplício
1006
O “ΑΜΑ ΤΗ ΦΥΣΕΙ ΕΙΝΑΙ” COMO RADICALIZAÇÃO DO “ΠΡΌΣ ΤΙ”
8 Mas nem todas as coisas que estão numa relação com outras nem tão pouco todas as formas de
1007
ANTONIO DE CASTRO CAEIRO
9Verifica-se reciprocidade a partir dos seguintes exemplos: “ὡς γὰρ ὁ δοῦλος δεσπότου δοῦλος
λέγεται, οὕτως καὶ ὁδεσπότης δούλου δεσπότης λέγεται, καὶ ἐπὶ τῶν ἄλλων ὡσαύτως ἐξισάζει
ἀφ’ ἑκατέρου πρὸς τὸ ἕτερον ἡ κατηγορία· διὸ καὶ ἀντιστροφὴ λέγεται, ὅταν ὡς τοῦτο πρὸς
ἐκεῖνο, οὕτως κἀκεῖνο πρὸς τοῦτο ἀντικατηγορῆται.” Simp., in Cat., 180.
1008
O “ΑΜΑ ΤΗ ΦΥΣΕΙ ΕΙΝΑΙ” COMO RADICALIZAÇÃO DO “ΠΡΌΣ ΤΙ”
2.2. Sincronização
10 189, 18 p. 7b15 Δοκεῖ δὲ τὰ πρός τι ἅμα τῇ φύσει: Τὸ μάλιστα ἴδιον τῶν πρός τι νῦν
ἀποδίδωσιν τὸ ἅμα εἶναι τῇ φύσει. οἰκειότερον γάρ ἐστιν πρὸς ἐπιστήμην τὸ διὰ τῶν κατ’ ἰδίαν
ὑπαρχόντων τὴν θήραν τοῦ γνωστοῦ ποιεῖσθαι, ἐπὶ δὲ τῶν πρώτων γενῶν καὶ ἀναγκαῖόν
ἐστιν τοῦτο· οὕτως γὰρ μόνως ἕκαστον αὐτῶν αὐτὸ καθ’ ἑαυτὸ θεωρεῖν δυνατόν.
1009
ANTONIO DE CASTRO CAEIRO
ser que X esteja sincronizado com Y sem existir em simultâneo e in re com ele.
Pode ser que X aponte para o seu correlato recíproco e tudo já com ele
sincronizado sem se ter descoberto que elemento Não-X é esse. Nesse sentido, é
possível pensar-se a dinâmica complexa dos relativos ainda sem correlatos, das
posições ainda sem contraposições recíprocas e revertíveis umas nas outras. É
possível pensar-se um complexo de posição correlata e recíproca de outra sob a
specie do ἅμα τῇ φύσει εἶναι em que um não já é correlato de um ainda não, um
desde sempre já está sincronizado com um já não para nunca mais, em que uma
antes é correlato de um depois, outrora mais tarde, etc., etc.. Ou seja, não há uma
redução do carácter instantâneo do simul ao agora, do ἅμα ao νῦν.
Diz nas Categorias, Simplício que Aristóteles acrescentou τῇ φύσει ao ἅμα,
porque o advérbio tem várias acepções. O que Aristóteles pretendia mostrar era
τὸ συμπεφυκέναι ἀλλήλοις καὶ αἴτια εἶναι ἀλλήλων καὶ ἀπ’ ἀλλήλων
ἠρτῆσθαι καὶ συνεισάγειν τε ἄλληλα καὶ συναναιρεῖν· o ser constitutivo de
uns e de outros e a causa responsável por uns e por outros bem como o estarem
intrinsecamente conectados uns aos outros, incluem-se mutuamente e anulam-se
também mutuamente. (Cat., 190, 1-5).11
Precisamente se se dá o caso de Simplício determinar a essência do agora
como Aristóteles, no seu comentário à Física como ἀμερές e o ἅμα. Com base na
característica intrínseca do τῇ φύσει ἅμα εἶναι projectam-se três campos
semânticos de πρός τι como συνυπάρχειν.
11Pai e o filho existem essencialmente por causa um do outro. (constituídos um pelo outro), um é
causa do outro ser o que é e estão intrinsecamente ligados um ao outro e quando o pai é pai é pai
do filho e o filho é filho do seu pai e quando um morre, deixa de haver relação, passa a haver filho
sem pai que é um órfão e um pai sem filho que é tão absurdo que nem tem nome. ἀναμφίβολος,
ον, unambiguous, σύντομα καὶ ἀ. Ascl.Tact.12.11; ἀ. νίκη v.l. in D.H.3.57; φύσις Gal.17(1).370(358).
Adv. ἀναμφιβό-λως M. Ant.1.8, Luc.Anach.24.
1010
O “ΑΜΑ ΤΗ ΦΥΣΕΙ ΕΙΝΑΙ” COMO RADICALIZAÇÃO DO “ΠΡΌΣ ΤΙ”
1011
ANTONIO DE CASTRO CAEIRO
1012
O “ΑΜΑ ΤΗ ΦΥΣΕΙ ΕΙΝΑΙ” COMO RADICALIZAÇÃO DO “ΠΡΌΣ ΤΙ”
enquanto essencialmente absoluta e em si. Mas o ser posse de outrem sucede por
incidente. É acidental, como traduz tradição.
Simplício parece justamente tentar encontrar com Aristóteles uma entidade
peculiar ambígua quanto à definição e ontologia específicas. Por outro lado,
parece ter perfeitamente identificado uma entidade que é em si de acordo
consigo própria a sua essência e enquanto tal não é relativamente a qualquer
coisa de outrem, mas é-o de algum modo por acidente por relação com algo. Que
estatuto seria então o de uma entidade que seria definida de algum modo pela
relação acidental que tem com qualquer coisa, uma relação que de algum modo
se estabelece. É esta relação acidental que se estabelece de algum modo com algo
a definição da essência do que subsiste em si de acordo consigo mesmo? Haverá
contradição na definição do absoluto pela característica da relatividade? Terá esta
entidade então um correlato? É o correlato desta substância recíproco? Pode esta
converter-se no seu correlato? Como é ela já de algum modo pela sua própria
natureza ao mesmo tempo com o seu correlato na acção recíproca da sua
possibilidade?
Em primeiro lugar tem de se evitar encontrar uma substância que é πρός τι,
porque a sua definição seria uma auto contradição, 198, 17-20: μὴ εὑρεθῇ τις
οὐσία τῶν πρός τι οὖσα. Por outro lado, enquanto todo parcial do todo
englobante, já não parte de nenhum outro todo mais abrangente, a substância
está numa relação de pertença expressa pelo genitivo de posse. “Ser uma posse
de” é uma relação especial. É preciso, por isso uma outra definição: ἕτερος
ὁρισμὸς: o que faz de uma coisa relativa uma coisa relativa é ser de algum modo
o mesmo que ser na relação com outra coisa: ἔστιν τὰ πρός τι οἷς τὸ εἶναι
ταὐτόν ἐστιν τῷ πρός τί πως ἔχειν. Já não se diz então relativamente a algo de
outro, mas o ser na identidade com a própria relação não qualificada ou
qualificada com o em aberto: πως: οὐκέτι τὸ λέγεσθαι πρὸς ἕτερον, ἀλλὰ τὸ
εἶναι τοῖς πρός τι ἀποδούς.
Assim tal como também uma casa é enquanto casa em si uma substância, é
também enquanto posse de alguém um ser na relação com algo: 199, 3-4: ὥσπερ
καὶ οἰκία, καθὸ μὲν οἰκία, καθ’ αὑτήν, καθὸ δέ τινος κτῆμα, πρός τι. O que se
descobre é então a possibilidade de sentido para uma entidade que é definida e
configurada pela categoria do πρός τι e que alastra ao próprio substrato do que é
o que é e contamina assim a fortiori todas as restantes categorias. O πρός τι é, por
conseguinte, um princípio único de todas as coisas, genitivo objectivo, um
princípio relativamente àquelas coisas que justamente, dizem, se assemelham a
um rebento ou a um enxerto e que têm uma natureza episódica e não conseguem
existir por si em si mesmas, mas têm o seu ser sempre numa outra coisa. 204, 27:
μία ἄρα πάντων ἀρχὴ τὰ πρός τι, ἅπερ παραφυάδι ἐοικέναι φασὶν καὶ
1013
ANTONIO DE CASTRO CAEIRO
ἐπεισοδιώδη τὴν φύσιν ἔχειν καὶ μὴ δύνασθαι καθ’ αὑτὸ ὑποστῆναι, ἀλλ’ ἐν
ἄλλῳ τὸ εἶναι ἔχειν. Que substância tem esta essência e natureza episódica,
adventícia, bastarda e não é capaz de se ter de pé em si mesma segundo si
própria? Que substância é esta que é definida com oxímoroi, e é no seu próprio
âmago uma contradição? Não deixam de ressoar as palavras: ἀλλ’ ἐν ἄλλῳ τὸ
εἶναι ἔχειν.
1014
O “ΑΜΑ ΤΗ ΦΥΣΕΙ ΕΙΝΑΙ” COMO RADICALIZAÇÃO DO “ΠΡΌΣ ΤΙ”
13Cf.: Sonderegger, Erwin (1982) Simplikios: Über Die Zeit, Ein Kommentar Zum Corollarium De
Tempore. Göttingen: Vandenhoeck & ruprecht in Göttingen. “[D]ie physische Zeit gründet in einer
Zeit höherer Einheit, doch soll dies nicht der ὅλος ἅμα χρόνος sein, sondern der von Simplikios so
genannte πρῶτος χρόνος. Dies entwickelt Simplikios in einem Abschnitt, der sich am Gedanken
der πρόοδος διά μεσότητος orientiert, p. 36. (…) Diese e. Z hat gegenüber Aion und 'fließΩender
Zeit' eine 'mittlere Natur' und ist bezogen auf die Psyche. Als Maß vermittelt die Zeit dem
Werdenden Ordnung und Einheit.” pp. 36-37.
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ANTONIO DE CASTRO CAEIRO
1016
O “ΑΜΑ ΤΗ ΦΥΣΕΙ ΕΙΝΑΙ” COMO RADICALIZAÇÃO DO “ΠΡΌΣ ΤΙ”
2. 5. Os limites15
συνεχὴς γὰρ ὢν ὁ χρόνος διαιρούμενα ἔχει καὶ αὐτὸς τὰ μέρη εἰς ἀεὶ διαιρετά. ὥστε κἂν ἐν
συνεχεῖ ῥοῇ ᾖ ἥ τε κίνησις καὶ ὁ χρόνος, οὐκ ἔστιν ἀνυπόστατα, ἀλλ’ ἐν τῷ γίνεσθαι τὸ εἶναι
1017
ANTONIO DE CASTRO CAEIRO
ἔχει· τὸ δὲ γίνεσθαι (οὐ τὸ μὴ εἶναι ἁπλῶς ἐστιν, ἀλλὰ τὸ ἄλλοτε ἐν ἄλλῳ μέρει τοῦ εἶναι
ὑφίστασθαι. ὥσπερ γὰρ ὁ αἰὼν αἴτιός ἐστι τοῦ κατὰ τὸ εἶναι μένειν ἐν τῷ ἑαυτοῦ ἑνὶ ὄντι τὸ
τὴν νοητὴν διάκρισιν ὑπομεῖναν ἀπὸ τοῦ οἰκείου ἑνὸς ὄντος, οὕτως ὁ χρόνος αἴτιος τοῦ
χορεύειν περὶ τὸ νοητὸν ἓν τοῦ εἴδους ἀπαύγασμα τὸ εἰς αἴσθησιν ἐκεῖθεν ὑπελθὸν καὶ
τεταγμένην ἔχον τὴν τῆς, Simp. in Ph., p. 777.
1018
O “ΑΜΑ ΤΗ ΦΥΣΕΙ ΕΙΝΑΙ” COMO RADICALIZAÇÃO DO “ΠΡΌΣ ΤΙ”
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ANTONIO DE CASTRO CAEIRO
μὴ γὰρ ὄντος διπλασίου οὐκ ἔστιν ἥμισυ, e se deixar de haver metade, não há
há o dobro, καὶ ἡμίσεος μὴ ὄντος οὐκ ἔστι διπλάσιον, e assim também a
respeito de muitas outras coisas quantas as que são desta maneira. ὡσαύτως δὲ
καὶ ἐπὶ τῶν ἄλλων ὅσα τοιαῦτα.
Talvez a chave da compreensão esteja aqui nesta passagem e sobretudo se nós
tivermos em atenção os operadores já empregues: a reciprocidade e a
coexistência bem como a razão dada da definição estrita daquilo por referência
com o qual os relativos se definem mutuamente e são postos sob essa
referência.O agora não é parte do tempo mas é tempo. O agora é parte do tempo
enquanto tempo. O agora não é parte do tempo e é tempo. Mas o tempo das
partes pressupõe a totalidade do tempo.
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O “ΑΜΑ ΤΗ ΦΥΣΕΙ ΕΙΝΑΙ” COMO RADICALIZAÇÃO DO “ΠΡΌΣ ΤΙ”
com o número que conta, se este mesmo tampo na sua identidade é o tempo
total, de que se diz subsistir ao mesmo tempo na sua totalidade, então a tese [de
Damascio] não me parece nada tosca. O λόγος do tempo como a mudança
existem ao mesmo tempo na sua totalidade tnato na lucidez como na natureza de
tal sorte que o “ao mesmo tempo” existe neles, não é nada de espantoso. Com
efeito o λόγος incorpóreo e sem extensão pre-existe ao do corpo e é dele que
existe o corpo da extensão, razão pela qual é impossível que seja inextenso, assim
também o tempo e a mudança têm de existir ao mesmo tempo nas suas
totalidades nos originais e nos λόγοι formais, é impossível, tal como penso, que
exista nas imagens e nas substâncias criadas.17
Bibliografia
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[Commentaria in Aristotelem Graeca 9 & 10. Berlin: Reimer, 9:1882; 10:1895]: 9:1-800;
10:801-1366.
***
τὸ ἀεὶ ἄρα ἐστὶν ὁ μέγιστος χρόνος. πότερον οὖν τὸ ἀειγενὲς ἀεὶ καὶ ὁ ῥέων χρόνος οὗτος ὁ
17
μέγιστος; ἀλλ’ οὗτος οὐδέποτε πάρεισιν εἰς τὸ εἶναι σύμπας οὐδὲ γίνεται ὅλος ἄθρους οὐδὲ
ἔστιν ἀεὶ τὸ ἀεί, μᾶλλον δὲ οὐδέποτε. ἐν μὲν γὰρ τῷ ποτὲ πῶς ἂν εἴη τὸ ἀεί, χαλεπὸν καὶ
πλάσαι· ταὐτὸν γὰρ ἔσται καὶ ἅμα τὸ ποτὲ καὶ τὸ ἀεί. ἀλλὰ μὴν οὐδὲ ἐν τῷ ἀεί. αὐτὸ γὰρ τοῦτο
λέγομεν οὐκ εἶναι ἅμα τὸ ἀεί, ῥεῖν δὲ κατὰ μέρος. ἄτοπον οὖν τὸν μέν τινα καὶ ἐλάχιστον
ὑφίστασθαι χρόνον, τὸν δὲ σύμπαντα μηδέποτε. καίτοι εἰ σημαίνει τι τὸ ἀεὶ καὶ μὴ ἔστιν
ἐπειδὴ δὲ καὶ ἄλλο διάστημα τὸ μεγεθικὸν ἦν, προσέθηκε ‘τῆς τοῦ παντὸς φύσεως’, φύσιν
καλέσας τὴν τοῦ γινομένου ἀπὸ τοῦ ὄντος ἔκφυσιν ἀεὶ γινομένην καὶ ῥέουσαν. καὶ προελθὼν
ἔτι σαφέστερον ἐποίησεν, ὅτι οὐ κατὰ μέγεθος ὥρισε τὸ διάστημα, ἀλλὰ κατὰ τὴν τοῦ ἀεὶ
συνέχειαν.
1021
SECCIÓN IV
MEMORIAS DE LA FILOSOFÍA
GRIEGA EN LA HISTORIA
AKRASÍA INVERSA: ANÁLISIS Y PROPUESTA
chocolate y concluye que lo mejor para él será no comérselo y, aun así, termina
por comerse el pastel de chocolate.
Una característica fundamental del acto akrático es que el agente, antes de
actuar, no haya cambiado su juicio respecto de qué acto es mejor realizar. Así,
quien decide no comer pastel de chocolate pero ante la tentación se convence a sí
mismo de comérselo, quizás arguyendo que ‘una vez al año no hace daño’, no
estará actuando de forma akrática sino conforme su juicio (que habrá modificado
convenientemente antes de actuar). Siguiendo a Richard Holton (2009, 2-3),
entenderemos que este tipo de actos que conllevan un cambio de juicio son actos
de debilidad de carácter (weakness of will), reservando el término 'akrasía' para los
actos que el agente realiza contra su mejor juicio4.
Tradicionalmente se considera que un acto akrático es peor que el acto que el
agente decidió realizar en primer lugar. Contra esto, Arpaly y Schroeder
defienden que también existen actos akráticos que son mejores que el acto que el
agente había decidido realizar previamente. Para referirse a este tipo de actos
akráticos, acuñan la expresión 'akrasía inversa' (inverse akrasia). La akrasía inversa
es ese tipo de akrasía en que el acto realizado es mejor que el plan de acción
recomendado por el mejor juicio del agente5. De entre los ejemplos de akrasía
inversa ofrecidos por estos autores, destacan los de: Huckleberry Finn de Mark
Twain, quien es incapaz de entregar a su amigo Jim, un esclavo fugitivo, a su
propietario legal; el amigo íntimo de Adolf Hitler, Joseph Goebbels, quien, en
momentos de debilidad, ayuda a escapar a algunos judíos de la tortura nazi; y el
ejemplo citado por Aristóteles, el caso de Neoptólemo, quien es persuadido por
Ulises para mentir a Filoctetes con el fin de llevarse su arco, pero
compadeciéndose de él abandona el plan6.
4 Esto contradice el uso que Donald Davidson da a la expresión 'deblidad de carácter' (weakness of
will) equiparándola a la akrasía en su influente artículo «How is Weakness of Will Possible?» (1969)
que situó el tema de la akrasía en el debate filosófico contemporáneo.
5 «In the cases of interest to us, however, akrasia results in what, for lack of a better word, might
be called rightdoing of one sort or another. That is, the akratic course of action is superior to the
course of action recommended by the agent's best judgment. Because these cases reverse our usual
expectations from akratic action, we call them cases of inverse akrasia.» Arpaly-Schroeder 1999,
162.
6 En su libro Unprincipled Virtue (2003, 8), Nomy Arpaly desarrolla el concepto de akrasía inversa
mostrando un gran interés por un tipo de persona que han sido olvidado en la filosofía práctica:
aquellas personas buenas de acción pero con principios morales erróneos, como quien muestra un
buen trato con sus vecinos indistintamente del color de su piel pero, a la vez, su hablar transluce
racismo. De este tipo de personas, Arpaly dice que pueden ser poco habilidosas en el razonamiento
abstracto y buenas en el obrar, y por lo tanto merecerán una evaluación moral distinta de quien
tiene principios morales erróneos y los aplica estrictamente en su actuar. Arpaly muestra interés en
este tipo de personas por ser propensas a protagonizar actos de akrasía inversa.
1026
AKRASÍA INVERSA
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IGNASI LLOBERA TRIAS
Queda así justificada la distinción entre dos formas de entender la akrasía. Por
un lado, se puede caracterizar la akrasía desde la teoría de la acción o psicología
moral: tal y como la define Arpaly, la akrasía consiste en que el agente haya
decidido, una vez considerados todos los factores relevantes, qué plan de acción
seguir y, aun así, realize una acción distinta. En este caso, no se valora si el juicio
y la acción son buenos o malos absolutamente, puesto que lo que interesa es el
actuar del agente contra su propio juicio. Lo que sí se puede valorar es si la
acción realizada por el agente es mejor o peor que la acción recomendada por su
mejor juicio12: en caso de que la acción realizada sea peor que la recomendada,
nos encontramos con un caso tradicional de akrasía; en el caso de que la acción
realizada sea mejor que la recomendada, nos encontramos con un caso de akrasía
inversa tal como la define Arpaly.
Por otro lado, se puede caracterizar la akrasía desde la ética normativa:
Aristóteles entiende que la akrasía consiste en que el agente moral juzgue
correctamente cuál es moralmente la mejor acción y después, sin darse ningún
cambio de juicio al respecto, lleve a cabo un acto moralmente reprobable.
Aristóteles añade algunas características alconcepto de akrasía, a saber, que el
acto realizado esté motivado por un placer vergonzoso y que se trate de actos
que tienen por objeto cosas agradables por naturaleza o relacionadas con apetitos
y placeres corporales como el sexo, el comer, etc.13
1028
AKRASÍA INVERSA
En la célebre novela de Mark Twain, Huckleberry Finn, un niño del sur de los
Estados Unidos, se hace amigo de Jim, un esclavo fugitivo. Las convicciones
morales de Huck, típicas de su época y lugar, le dictan que debe entregar a Jim a
su legítimo propietario legal. Huck está convencido de que esto es lo que debe
hacer, pero siempre que tiene la oportunidad de cumplir con este deber se siente
mal sólo con pensar en hacerlo. Huck se descubre, simplemente, incapaz de
entregar a Jim a su dueño. Finalmente, abandona la idea de entregar a Jim y,
consecuentemente, decide que él mismo es un chico débil y malo, y que ser moral
es demasiado difícil para él15.
Huckleberry Finn decide entregar el esclavo Jim a su legítimo propietario
legal, pero siempre que tiene la oportunidad de entregarlo, se descubre incapaz
de hacerlo. En estas ocasiones, Huckleberry Finn realiza actos de akrasía inversa.
1029
IGNASI LLOBERA TRIAS
Con Manuel Vargas (2009, 13-15), nos preguntamos qué hubiera pensado de
Huck un conciudadano suyo convencido de la bondad de la esclavitud: sin duda
consideraría que el acto realizado por el niño es sencillamente akrático y no
akrático inverso, puesto que juzgaría que el acto realizado es peor que el acto que
su juicio le recomendaba, a saber, entregar el esclavo a su legítimo propietario
legal. En cambio, Jim el esclavo y nosotros mismos, no podemos sino entender
que Huck está realizando un acto akrático inverso: su juicio le recomienda una
acción (entregar Jim a su dueño) peor que la que realiza (no entregarlo a su
dueño). ¿Cómo se entiende Huck a sí mismo: como akrático o como akrático
inverso? Sin lugar a dudas, Huck piensa de sí mismo que es akrático, puesto que
juzga en todo momento que lo correcto sería entregar a Jim a su legítimo
propietario pero se descubre incapaz de realizar tal acción.
Nos damos cuenta, con Vargas, del problema de la proyección: se está
considerando que la acción realizada es mejor que la que el agente había
decidido previamente en referencia no a los valores y convicciones del agente,
sino a los valores y convicciones del evaluador (2009, 10). Así es: considerar que
Huck es akrático o akrático inverso depende de los valores y convicciones que el
evaluador tenga respecto a la esclavitud. Un esclavista convencido del siglo XVII
considerará que Huck está actuando de forma akrática puesto que el acto
realizado es peor que el acto decidido previamente, mientras que un anti-
esclavista convencido del siglo XIX considerará que Huck está actuando de
forma akrática inversa.
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19Chad Kleist (2009, 260-262) tematiza la relación entre empatía y justicia centrándose en el
ejemplo de Huckleberry Finn. Nos interesa aquí la distinción que recoge de Nancy Snow
(«Empathy», Am Philos Q, 37(2000), 65-78) entre empatía, tener un sentimiento con otro (empathy), y
simpatía, tener un sentimiento por otro (sympathy).
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AKRASÍA INVERSA
20 Como se ha dicho anteriormente (ver nota 14), entendemos que nuestro desarrollo de la akrasía
inversa hecha desde la teoría de la acción es compatible con qualquier tipo de ética normativa. De
no serlo, entenderíamos que se trata de una deficiencia no de nuestra teoría de la acción, sinó de
dicha propuesta de ética normativa.
En este último apartado y a propósito de Rosalind Hursthouse, usamos la ética de la virtud como
ética normativa compatible con la akrasía inversa para seguir con el desarrollo de dicho concepto.
En ningún caso se presupone que sólo la ética de la virtud es compatible con la teoría de la acción
desarrollada en la comunicación ni que la ética de la virtud merezca ningún tipo de prioridad aquí
frente a otro tipo de éticas normativas contemporáneas.
1035
IGNASI LLOBERA TRIAS
Bibliografía
Agradezco los estimulantes comentarios que me han brindado sobre versiones anteriores de
22
esta comunicación los miembros del grupo de investigación STAGEIRA – Estudios de Filosofía
Práctica Aristotélica: Dra. Margarita Mauri, Laura Cortés, Montse Figuerola y Viviane Llorens.
Agradezco también los comentarios siempre instructivos de Sergio Ramos al respecto.
1036
AKRASÍA INVERSA
***
1037
ALUSIONES A FILÓSOFOS GRIEGOS EN LA CÁBALA DE
ABRAHAM COHEN DE HERRERA1
Entre los tópicos más habitualmente empleados por aquéllos que se han
dedicado al análisis de la cábala de Puerta del Cielo de Abraham Cohen de
Herrera, el único cabalista del siglo XVII que escribió su obra en castellano,
destaca el de caracterizar la obra como un proyecto de sincretismo entre las
tradiciones filosóficas griega, árabe y escolástica con el misticismo especulativo
judío.
Efectivamente, el proyecto de Herrera busca conciliar el proceder filosófico y
la cábala o, como se ha dicho, representa un intento de «escolastización» de ésta
última2. De ahí que Puerta del Cielo abunde en referencias, por ejemplo, a Platón o
Aristóteles en el caso de la Grecia antigua, a Plotino o a Tomás de Aquino en lo
tocante al neoplatonismo y la escolástica, pero también Marsilio Ficino o Pico
della Mirandola, en la línea con el sincretismo renacentista secundado por el
propio Herrera al que aludíamos arriba. Todos ellos, sin embargo, son tenidos en
cuenta en discusión o como recurso para dar consistencia a la tradición, heredada
a través de las enseñanzas de su maestro, Israel Sarug3, tal y como anuncia el
propio autor al comienzo de la obra, de la cábala de Isaac Luria y Moisés
Cordovero.
Concretando aún más, y siguiendo a Dujovne, Puerta del Cielo trata de
interpretar la cábala a la luz del neoplatonismo y de ahí que su riqueza en ideas
propias de la tradición mística judía se estructuran, en la obra, de forma más
orgánica que en otros escritos de su género. Probablemente, todavía con
Dujovne, se trate de la primera vez que se escribía un libro de Cábala redactado
3 En efecto, el título y subtítulo de la obra se concretan como sigue: «Puerta del cielo y lus para
procedencia. Así, si bien la discusión se ha centrado en el origen portugués o español del sefardí
más que probablemente nacido en Italia, cabe recordar que, amén de la redacción castellana de sus
obras, su ascendencia es hispana, tal y como el propio Herrera confirma al afirmar de sí mismo que
era «hijo del anciano honrado y prudente R. David Cohen de Herrera en buena memoria procedido
de Córdoba» Herrera 1987, 143.
7 Scholem 2006, 430.
8 Krabbenhoft 1982, 7.
1040
AKRASÍA INVERSA
Ab eterno y antes de todas las demás cosas es necesario que haya y por
consiguiente es cierto que huvo como también hay y havrá siempre un
eterno e incauzado cauzador de todo, que siendo por sí y no por otro, en
sí y para sí y no en otro ni para otro, es necesario ser y por su esencia acto
purísimo y libre de toda material y pasiva potencia, infinito bien y
senzillísimo uno que en sí y por sí con inlimitada perfeción y suficiencia
existe y consiste, y que como tal excediendo a las demás cosas sin tener
proporción con ninguna dellas ni con todas juntas las contiene en sí con
suma eminencia y senzilleza, produze, conserva, govierna y perficiona
fuera de sí con su infinita bondad, potencia y sabiduría no para adquerir
o augmentar algo que le falte, pues como infinitamente perfecto no le
falta ni puede faltar nada, sino para dar y comunicar a todos por merced
y gracia alguna porción de la bondad que con inmensa exuberancia en sí
es y contiene, representando en todos sus efectos y en cada uno dellos
aunque en unos más y en otros menos aquella perfección que siendo en sí
inaccesible e inalcançable a todos los produzidos entendimientos es
solamente conocible y conosida y por consiguiente celebrada y glorioza
por ellos y en ellas10.
Así pues, en sintonía con el canon marcado desde esta primera proposición, en
los primeros capítulos precedentes al libro cuarto que nos ocupa en tanto en
cuanto es el lugar en que Herrera alude de forma explícita a la autoridad
filosófica –entre ella la de los filósofos griegos- con el fin de conjurar las
afirmaciones de la cábala recibida, el autor de Puerta del Cielo describe, por un
lado, la singularidad de En-Sof como primera causa, por otro, analiza la identidad
de En-Sof por su libre capacidad o albedrío para crear y, ya en VI.I, expone trece
pruebas de que la emanación del Adán Kadmon u hombre primordial no pone
en peligro el libre albedrío ni la propia trascendencia de En-Sof . A saber,
1041
IGNASI LLOBERA TRIAS
recordamos aquí de forma sintética dichas razones: Primera, que del uno en
cuanto uno no puede proceder sino uno, ni del mismo que siempre es y
permanece el mismo sino lo mismo. Segunda, que todos los que quieren que de
la primera causa procedan inmediatamente muchos efectos confiesan que no
emanan de su única y sencillísima sino de la multitud de las ideas
representadoras especies y ejemplares que en su divino entendimiento concibe y
explica y de la varia elección, determinación e imperio de su libre voluntad.
Tercera, que de perfectísima causa como es la primera debe proceder
perfectísimo efecto que no puede ser sino uno. Cuarta, que si la causa primera
produjo inmediatamente dos o más efectos, o han de convenir en todo, diferir en
todo o convenir en parte y diferir en parte. Quinta, que cualquier multitud se
reduce a su unidad como la casi innumerable multitud de todos los hombres a
una especie e idea humana y todo la multitud de las específicas e ideales
unidades que necesariamente son en algún número determinadas se han de
reducir y reducen a una soberana unidad en común a todas las más las contiene
en sí y explica fuera de sí. Sexta, que el sumo y más alto efecto de la causa
primera no puede ser sino uno porque si fueran dos o más o todo lo que es o
posee el uno es y tiene el otro o no. Séptima, que no puede haber sino uno –efecto
de la causa primera- y a la verdad el que es sumo, primero y excedente a los
demás como es el primero perfectísimo efecto de la causa primera no puede ser
sino uno, porque habiendo otro a quien él no antecediera y excediera no fuera
primero y antes de todos sumo y perfectísimo y que a todos los demás
producidos sobrepuja y excede, pues se concede que hay otro a quien él no
precede y antecede, que es repugnancia. Octava, que el ejemplado que imita y
representa cuanto más es posible su único ejemplar y dechado no puede ser sino
uno. Novena, que no hay sino uno que represente cuanto más al infinito ejemplar
divino. Décima, que el que es inmediatamente próximo y cercano al puro y
sencillísimo uno no puede ser sino uno y sencillo porque si lo fuera multíplice y
vario no le fuera cercano ni semejante ni pudiera con la multitud y variedad que
es y contiene convenir con el indivisible uno ni inmediatamente con él porque al
uno no se adjunta y toca sino uno. Decimoprimera, que ordenando la causa
primera a sus efectos y encaminándolos por competentes medios al último fin
que es ella misma, debe ordenar y encaminar a su perfectísimo efecto que es sin
duda el primero a dicho fin tan próxima e inmediatamente cuanto es posible.
Decimosegunda, que como de la perfección activa de la causa primera procede
no solamente el ser mas también la actividad y operación de sus efectos.
Decimotercera y última, que toda causa eficiente procura asemejar a sí a su efecto
1042
AKRASÍA INVERSA
Es así que el título del segundo capítulo del libro IV de Puerta del Cielo reza: “
En efecto, y tal y como venimos anunciando, los filósofos a los que Herrera
cita y a los que tiene en tan alto grado de consideración en la medida en que
corroboran la teoría zohárica del Adam Kadmon u hombre primordial o
precedente, intermediario entre el infinito y sumo bien y los seres creados cuyas
analogías y semblanzas con el demiurgo platónico son evidentes son, para
Herrera:
14 Íbid., 160.
1043
IGNASI LLOBERA TRIAS
El último de los cuales afirma que «del purísimo uno próximamente procede
un mundo grandemente uno y del sumo bien un mundo sumamente bueno»16.
Así como, segundo lugar, Plotino quien contra los gnósticos, afirma que
En quinto lugar, aduce Herrera que tanto Platón, como los antiguos teólogos
Zoroastro, Mercurio Trismegisto y Pitágoras, entre otros, denominan a ese
15 Íbid., 160.
16 Íbid., 161.
17 Íbid., 161
18 Íbid., 162.
19 Íbid., 163.
1044
AKRASÍA INVERSA
Bibliografía
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Krabbenhoft, Fundación Universitaria Española, Madrid
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Herrera», Boletín de la asociación española de orientalistas 37, 155-175.
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- Gordin, J., 1995: Écrits. La renouveau de la pensé juive en France, Albin Michel, Paris.
- Häussermann, Friedrich, Das Buch Sha’ar ha-Shamayim oder Pforte des Himmels.
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17th Century. Assen. Van Gorcum. The Netherlands, 1981.
- Saccaro del Buffa Battisti, G., “Le origini della metafisica di Spinoza nell’abbozzo del
1661”, De Homine 42-43, 1972, 19-142.
***
20 Íbid., 163.
1045
DA REPÚBLICA AO LEVIATÃ: INTERFACES ENTRE O PENSAMENTO
POLÍTICO DE PLATÃO NA REPÚBLICA E O PENSAMENTO POLÍTICO DE
HOBBES NO LEVIATÃ
1. Introdução
1 Nascido em 428 ou 427 a.C período final do chamado “século de ouro” da cultura grega,
descendente de uma família aristocrática ateniense, recebendo formação nos moldes da educação
tradicional dos jovens aristocratas: o ginásio para a formação do guerreiro belo; a música e os
poetas, para a formação do guerreiro bom. Realizou três viagens à cidade de Siracusa, na magna
Grécia, sendo que na primeira manteve contato com os jovens pitagóricos, ligando-se por laços de
amizade por longo tempo, já a segunda, foi convidado por Dião, este governava em lugar de
Dionísio II muito jovem ainda, por causa do entusiasmo que suas idéias lhe causara, acreditava
firmemente que Donísio II se tornaria um bom governante, entretanto, a conspiração aconteceu e
Dião foi afastado e por fim, a última foi em 361 a.C a convite de Dionísio II e dos amigos
pitagóricos, desta feita, solicitou que Platão transmitisse suas idéias aos outros membros e lhes
desse conselhos para o bom exercício do poder.
1050
DA REPÚBLICA AO LEVIATÃ
1051
JUDITE EUGÊNIA BARBOSA COSTA
2 Hobbes nasceu na Inglaterra, numa aldeia chamada Wetport a 5 de abril de 1588. Oriundo de
família bastante humilde, muito cedo deixou de contar com a ajuda paterna. Seu pai, clérico
anglicano, era homem turbulento e desapareceu após uma briga na porta de sua igreja, e seus
estudos ficaram a cargo de seu tio, Francis Bacon, luveiro de elevada posição econômica. Seus
primeiros anos de estudos estão voltados para os estudos dos Clássicos e Latinos, predileção que o
acompanhará por toda sua trajetória. Com 14 anos ingressa no Magdalen Hall, em Oxford,
prosseguindo seus estudos sem maiores pretensões. Aos vinte, recebe o título de Baccalaurens
Artium, e em seguida, é indicado pela direção do seu College para preceptor do filho de William
Cavendish, que virá a ser o Conde de Devonshire, e esta indicação, marca o início de uma longa
convivência e amizade, que o salvará posteriormente de alguns infortúnios.
3 Durante esse tempo Hobbes realizou três importantes viagens de estudo pelo continente. A
primeira, que corresponde a seu período humanista, foi realizada entre 1610-1613. Viajando pela
França e Itália aproveitou para aumentar seus conhecimentos de idiomas estrangeiros, dominará o
latim, o grego, lerá em francês. Prossegue com a leitura dos clássicos por encontrar neles
instituições sobre o homem e a política. A segunda configura sistematicamente a suas novas
reflexões filosóficas e científicas. Por volta de 1629-1634 é levado pelo método da geometria,
influenciado pela a obra de Euclides: escreveu “Elements”, utilizando-a como modelo de método
1052
DA REPÚBLICA AO LEVIATÃ
para o filosofar, com sua rigorosíssima construção dedutiva, que o ajudará nas suas considerações
sobre o mecanismo dos corpos. A terceira, refere-se à tendência do pensamento que se consolidará,
ocorre entre 1634-1637, sendo particularmente importante, pois conheceu pessoalmente Galileu na
Itália, embora já tivesse ouvido falar dele em viagem anterior, e o padre Marin Mersene (1588-
1648), que tinha como “missão relacionar-se com os doutos dos diversos países e de pô-los em
contato uns com os outros”. É Carlo Dati, discípulo de Galileu quem diz “Grande traficante foi
Mersene, tendo comércio com todos os literatos da Europa”. No final de 1640 esteve exilado na
França, não em conseqüência de uma perseguição efetiva, mas pelo medo de vir a ser perseguido
pelo que escreveu e divulgou, naquele mesmo ano, sua obra Elementos de Direito Natural Político,
onde propõe uma série de conselhos práticos de administração política na qual afirmava ser a
monarquia a melhor forma de governo. Durante os onze anos que passou na França, quase sempre
em Paris, freqüentou os círculos científicos do Padre Mersene, com quem travava discussões
acirradas sobre a Inglaterra e seu sistema de governabilidade. Em 1646 foi convidado para ensinar
apenas Matemática ao Príncipe de Gales — o futuro rei Carlos II, que, também, foi exilado em
Paris. Aceitou de bom grado o regime nascido da revolução que ele condenara, mas jamais se
comprometeu com o novo senhor, a ponto de não poder ser benevolamente acolhido por Carlos II,
seu antigo discípulo, quando ocorreu a Restauração em 1660.
4 BOBBIO, Norberto. Thomas Hobbes. Rio de Janeiro: Campus, 1991, p.66.
1053
JUDITE EUGÊNIA BARBOSA COSTA
[...] Além do mais, não é dos homens no poder que falo, e sim (em
abstrato) da sede do poder [...] O que talvez possa ser tomado como
ofensa são certos textos das Sagradas Escrituras, por mim usados com
uma finalidade diferente da que geralmente por outros é visada. Mas fi-lo
com a devida submissão, e também, dado meu assunto, porque tal era
necessário. Pois eles são as fortificações avançadas do inimigo, de onde
este ameaça o poder civil. E se apesar disto verificardes que meu trabalho
é atacado por todos, talvez vos apraza desculpar-me, dizendo que sou
um homem que ama suas próprias opiniões, que acredito em tudo que
digo, que honrei vosso irmão, como vos honro a vós, e nisso apoiei para
assumir o título (sem vosso conhecimento) de ser, como sou, [...] Hobbes,
1983, 3.
1054
DA REPÚBLICA AO LEVIATÃ
Platão e Hobbes embora estejem separados por séculos suas idéias mostram-se
convergentes à medida que, são dois autores polêmicos e foram de certa forma,
incompreendidos nos seus propósitos, seus opositores sempre procuravam uma
forma atingi-los, seja por sua condição privilegiada, Platão filho de aristocratas,
Hobbes protegido da família Cavendish, seja por suas idéias: Platão imaginava
um ideal de República justa e segura para garantir a vida de todos e Hobbes, com
1055
JUDITE EUGÊNIA BARBOSA COSTA
seu discurso de um estado forte e absoluto para propiciar a paz e segurança dos
súditos.
Hobbes infere sobre o estado de natureza, partindo de dois pontos principais:
a primeira das condições objetivas é a igualdade de fato, ou seja, os homens são
capazes de causar um ao outro, o maior dos males: a morte, uma segunda
condição é a escassez dos bens, pois pode ocorrer que, mais de um homem deseje
possuir a mesma coisa, a igualdade faz seguir em cada um a esperança de
realizar seu próprio objetivo.
O homem é dominado por duas paixões: “apetite ou desejo” e “aversão”. A
coisa em direção das quais o ser humano se move são desejadas, aquelas de que
se afasta lhe são repugnantes. Esses apetites e aversões estão constantemente
mudando, não só de uma pessoa a outra, mas no interior da mesma pessoa.
Em Platão os indivíduos sofrem por não compreenderem suficientemente sua
falta de rigor para responder o que é?Anota-se que, ao fazer essa pergunta o
interlocutor é chamado para dar a definição da coisa sobre a qual ele está
investigando. Trata-se de saber qual a verdadeira essência, algo universal (oisía) e
de como por em evidência o conjuntos dos objetos: a beleza de todas as coisas belas,
a justiça de todas as ações justas. Conforme assevera P. R. 353e.
Não concordamos que a justiça é uma virtude da alma, e a injustiça um
defeito?
Concordamos, efetivamente.
Logo, a alma justa e o homem justo viverão bem, e o injusto mal.
Assim parece, segundo teu raciocínio.
Mas sem dúvida, o que vive bem é feliz e venturoso, e o que não vive
bem, in-versamente.
Pode-se inferir que Platão alcança o conceito de justiça, fundando um Estado
eficiente que garanta a plena satisfação das necessidades de seus cidadãos,
protegido contra as ameaças internas e externas à sua existência e, ainda, sendo
possível travar alianças e formar parcerias com outros Estados. Daí a eficácia do
Estado chegando ao indivíduo eficiente para o Estado, o qual é formado, para tal,
pela educação.
Em suma, pode-se dizer que Platão tem uma visão otimista do homem,
acreditava ser possível ascender para uma novo momento de superação de sua
saída das sombras para alcançar a claridade e perceber que há outras formas do
lado de fora da caberna. Ao passo que, para Hobbes as animações voluntárias do
homem nunca cessam: não existe um bem supremo que satisfaça seus apetites. E
para que essa luta, senão para buscar a felicidade.
1056
DA REPÚBLICA AO LEVIATÃ
1057
JUDITE EUGÊNIA BARBOSA COSTA
Portanto, durante todo o tempo que os homens vivem sem um poder que seja
capaz de controlar a todos, o homem se encontra naquela condição miserável que
se chama guerra. Quais as causas dessa guerra? Primeiro: o caráter ilimitado do
desejo; segundo: a competição e terceiro a desconfiança.
Hobbes concebe o homem como um indivíduo isolado em sua força,
necessidades e ambições, preocupação vital com sua segurança, isto é, com a
preservação da vida.
Poderá parecer estranho alguém que não tenha considerado bem estas
coisas que a natureza tenha assim dissociado os homens, tornando-os
capazes de atacar-se e destruir-se uns aos outros. E poderá portanto
talvez desejar, não confiando nesta interferência, feita a partir das
paixões, que a mesma seja confirmada pela experiência. Que seja
portanto ele a considerar-se a si mesmo, que quando empreende uma
viagem se arma e procura ir bem acompanhado; que quando vai dormir
fecha suas portas; que mesmo quando está em sua casa tranca suas
portas; que mesmo quando está em sua casa tranca seus cofres; e isto
mesmo sabendo que existem leis e funcionários públicos armados
prontos a vingar qualquer injúria que lhe possa ser feita. Que opinião tem
ele de seus compatriotas, ao viajar armado; de seus concidadãos, ao
fechar suas portas; e de seus filhos e servidores, quando tranca seus
cofres? Não significa isso acusar tanto a humanidade com seus atos como
eu faço com as minhas palavras? Mas nenhum de nós acusa a natureza
humana. Os desejos e outras paixões do homem não são em si mesmos
um pecado. Nem tampouco são as ações que derivam dessas paixões, até
o momento em que se tome conhecimento de uma lei que as proíba; o
que será impossível até o momento em que sejam feitas as leis; e
nenhuma lei pode ser feita antes de ter determinado qual pessoa que
deverá fazê-la. Hobbes, 1979, 76.
1058
DA REPÚBLICA AO LEVIATÃ
1059
JUDITE EUGÊNIA BARBOSA COSTA
Bibliografia
- Blackburn, Simon. The Oxford Dictionary of Philosophy. New York: Oxford University
Press, 1996.
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- Chauí, Marilena. Introdução à história da filosofia: dos pré-socráticos a Aristóteles. 2 ed,
São Paulo: Companhia das Letras, 2002.
- Hobbes, Thomas. Leviatã ou matéria, forma e poder de um Estado eclesiástico e civil. 3 ed.
São Paulo: Abril Cultural, 1979. Coleção Os Pensadores.
- Hobbes, Thomas. Leviathan. London: Pinguin Classics, 1985.
- Lebrum, Gerard. O que é poder. São Paulo: Brasiliense, 1984.
- Lefort, Claude. Pensando o político: ensaios sobre democracia, revolução e liberdade. Rio de
Janeiro: Paz e Terra, 1991.
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São Paulo: s/d.
- Ribeiro, Renato Janine. A Marca do Leviatã. São Paulo: Ática, 1978.
- Weffort, Francisco C. (Org.). Os Clássicos da Política. 4. ed São Paulo: Ática, 1993. v. 1.
***
1060
HERÁCLITO EN LA MIRADA DE F. NIETZSCHE. VIGENCIA Y
LÍMITES DESDE UNA LECTURA ACTUAL
Marta DE LA VEGA
Profesora Titular, Filosofía Política, Teoría y Sociología Políticas
Universidad Simón Bolívar, Caracas
Introducción
1 También hemos consultado la traducción realizada por J. D. García Bacca de los fragmentos de
los presocráticos: García Bacca s/f, 207.
MARTA DE LA VEGA
2 Nietzsche, Ibid.
3 Heidegger 1994 [1954], 179.
4 Heidegger-Fink 1986 [1970].
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HERÁCLITO EN LA MIRADA DE F. NIETZSCHE
Pues sucediendo todas las cosas según este logos, parecen inexpertos al
experimentar con palabras y acciones tales como las que yo describo,
cuando distingo cada una según la naturaleza y enseño cómo es. Pero a
los demás hombres les pasa inadvertido cuanto hacen despiertos, del
mismo modo que les pasa inadvertido cuanto hacen mientras duermen.6
5 Herakleitos (D-K) 1968 [1903], 150. Heraclitus (Marcovich) 1967-1968, ed.ma, 2; ed.mi, 21-22.
6 Nietzsche 2003 [1995], 75.
7 También hemos consultado la traducción realizada por J. D. García Bacca de los fragmentos de
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MARTA DE LA VEGA
8 Ibid.
9 Marcovich 1968, ed. Minor, 39.
10 Nietzsche 2003 (1995), 87 y 90.
11 Ibid., 88.
12 Ibid., 90.
13 Ibid., 24.
14 Ibid., 90.
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HERÁCLITO EN LA MIRADA DE F. NIETZSCHE
15 Ibid.
16 Ibid., 78.
17 Ibid., 78 y 79.
18 Ibid., 91.
19 Ibid., 87.
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MARTA DE LA VEGA
necesidad de que el hombre, en tanto que hombre, deba conocer el logos.”20 Para
Nietzsche, Heráclito no niega la existencia del sufrimiento ni del absurdo: la
guerra se le muestra como “el mismo desarrollo eterno del mundo”21. Se trata de
un juego universal, en una dirección análoga a la que Nietzsche dará a su
proyecto filosófico para determinar un nuevo principio de fundamentación de la
realidad, más allá de la metafísica.
En el frag. 16 aparece aún más explícito el carácter de objetividad del logos como
ley universal, como un nombre para el Ser: “¿Cómo podría uno ocultarse de lo
que nunca se pone?”22 El símil alude a un sol eterno, siempre desoculto, que
siempre ilumina, siempre luz: aletheia. Por su estructura ontológica, el ser
humano se halla permanentemente en esa iluminación, abierto a esta relación
ineludible con el ser, incluso cuando no se da cuenta de ello23. Al yo filosofante le
va, en su ser, la apertura al logos; según la interpretación de Nietzsche: “fuera de
él contempla el absurdo, la ilusión, la ausencia de conocimiento”24. Significaba
para Nietzsche que Heráclito:
Para Nietzsche, “Heráclito creó una nueva imagen del sabio (σοφός)”26
respecto de la tradición antigua de los sabios en Grecia, y distinta, igualmente, de
la de los otros dos tipos más puros de filósofos, Pitágoras y Sócrates. La imagen
de Pitágoras, el sabio como reformador religioso y la de Sócrates, el sabio que
busca siempre y en todo lugar, se distingue de la de Heráclito, el sabio orgulloso
20 Ibid., 91.
21 Ibid.
22 García Bacca s/f, 208.
posible en esta ocasión abordar su interpretación, de rica resonancia etimológica, dadas las
restricciones de extensión de nuestro texto. Cfr. Heidegger 1994 [1954], 225 y ss.
24 Nietzsche 2003 (1995), 71.
25 Ibid., 72.
26 Ibid., 74.
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HERÁCLITO EN LA MIRADA DE F. NIETZSCHE
27 Ibid., 76.
28 Herakleitos (D-K) 1968 [1903], 159. Heraclitus (Marcovich) 1967-1968, ed.ma, 536 y 537; ed.mi,
125. Marcovich lo personifica y agrega: ≪…It is law, too, to obey the will of one (man). Aquí
transcribimos la traducción de García Bacca s/f, 210.
29 Nietzsche 2003 [1995], 88.
30 Ibid., 76.
31 Nietzsche 1968 [1901], 275 y 276. Nietzsche 1981, 286. Nietzsche 1964, 348.
33 Ibid.
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MARTA DE LA VEGA
Todas las cualidades de las cosas, todas las leyes, todo nacer y perecer
son una continua manifestación de la existencia del Uno: la
multiplicidad, que para Parménides es una ilusión de los sentidos, es
para Heráclito el ropaje, la forma de aparecerse del Uno, en modo
alguno una ilusión; de otro modo, el Uno no se aparecería en absoluto.35
No hay en Heráclito visión teleológica del mundo. Sin entrar en los aspectos
en los que polemiza con Anaximandro desde su interpretación de Heráclito,
Nietzsche sostiene que la doctrina de la armonía que descansa en los opuestos, es
un juego. “Los opuestos están el uno dentro del otro”36, dice. Nada más lejano del
carácter heracliteano que la contraposición δίκη (justicia) y ἀδικία (injusticia)
convertida en similitud entre ἀγαθόν (bueno) y κακόν (malo). Y agrega: “Se
trata de una consecuencia que el mismo Heráclito no debió extraer.”37 El
agonismo, la lucha, es lo que diferencia a los griegos. Para Nietzsche, es “una de
las ideas más grandiosas: la lucha como acción continuada de una Δίκη unitaria,
legítima y racional”, simbiosis de la justicia y la guerra: πόλεμος-δίκη; y agrega:
“idea surgida del fundamento más profundo de la esencia griega.”38 La lucha, la
guerra, aparecen en Heráclito como fundamento de una cosmodicea.
En este sentido, para Nietzsche, Heráclito dispone todo el mundo de lo
diferenciado alrededor del Uno; el devenir y el perecer son la propiedad básica
de un principio39. En oposición a Anaximandro, la destrucción (φθορά) no es, en
absoluto, un castigo. El devenir eterno contiene a la vez algo terrible y extraño,
así como su contrario, un afortunado asombro. Además: “Si todo está en devenir,
las cosas no pueden estar adheridas a ningún predicado…”40 Hay un constante
fluir, un incesante cambiar: “el mundo es un cántaro de mezclas que deben
34 Ibid., 79.
35 Ibid.
36 Ibid., 87.
37 Ibid.
38 Ibid., 81.
39 Ibid., 80.
40 Ibid.
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41 Ibid., 82.
42 Ibid.
43 Ibid.
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accede a ese esenciar de la physis al que se referirá Heidegger, por cierto también
en función de su propio proyecto filosófico de superación de la metafísica45. Esto
no significa que Heráclito dé un salto hacia un mundo metafísico, que abandone
el horizonte del devenir. Tampoco ese devenir es la esencia de todas las cosas,
puesto que sería lo fijo, sino fundamento del esenciar de las cosas, como dirá
Heidegger. A diferencia de Heráclito, desde la óptica de los filósofos griegos de
la antigüedad después de Platón, con Aristóteles, la naturaleza era el principio
del movimiento de todas las cosas, principio por el cual esas cosas eran o no eran,
su esencia, ὅ τι, el qué de las cosas. Para Aristóteles, la naturaleza es “la substancia
de las cosas que tienen el principio del movimiento en sí mismas”46. Por tanto,
será sinónimo de forma, de substancia y de esencia47. Al contrario, en Heráclito,
la physis es un substrato originario del que todo fluye, que está en permanente
transformación y que constituye el único principio fundamentador, lo Uno, que
no es, sino que deviene; que no es esencia sino que funda el esenciar. Physis, phyein,
aei phyon, aletheia, son todas expresiones que designan el ámbito del ser, del logos,
de la verdad. No así en la mirada de otros filósofos; en los eleatas, en Parménides
en especial: “…al observar que nuestro intelecto no capta en absoluto el devenir,
deducen de ello la existencia de un mundo metafísico.”48 Ser es devenir en
Heráclito; así, es el ancestro filosófico más remoto de Nietzsche.
Esto significa que la sentencia πάντα ῥεῖ (todo fluye), desde la ciencia natural,
es un axioma que sirve de punto de partida para comprender, explicar e
interpretar la realidad. Heráclito se convierte además en prefigurador de
hallazgos importantes de la ciencia contemporánea.
3. La interpretación innovadora del logos como fundamento ontológico según Heráclito
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49 Ibid., 88.
50 Ibid., 80.
51 Heidegger 1994 [1954], 180-184.
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HERÁCLITO EN LA MIRADA DE F. NIETZSCHE
Bibliografía
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Dublin/Zürich.
- Gadamer, H-G., 1999: Der Anfang des Wissens, Stuttgart. (Trad. esp.: El inicio de la
sabiduría, Barcelona 2001).
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- Heidegger, M., 1954: Vorträge und Aufsätze, Todnauberg/Freiburg. (Trad. esp.:
Conferencias y Artículos, Barcelona 1994).
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Barcelona 1986).
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- __, 1968: Editio Minor, Mérida (Venezuela).
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teología de los primeros filósofos griegos, México 1977).
- Nietzsche, F., 1995: Die vorplatonishen Philosophen, Berlin. (Trad. esp. del alemán y del
griego: Los filósofos preplatónicos, Madrid 2003).
- Nietzsche, F., 1901: Der Wille zur Macht, Leipzig. (Trad. ingl. W. Kaufmann [1906 y
1911]: The Will to Power, New York 1968). (Trad. esp.: La Voluntad de Poder, Madrid
1981).
- Nietzsche, F. 1964: Der Wille zur Macht, IX, Stuttgart.
***
1073
GIORGIO COLLI: I GRECI E NIETZSCHE
Stefano BUSELLATO
Università di Siena (Italia)
1. Anche in Italia, soprattutto in Italia, Giorgio Colli resta uno tra i filosofi che
maggiormente ancora aspettano d’essere riconosciuti per il suo reale valore1. I
motivi di ciò sono molteplici e approfondirli non è il tema del presente lavoro
ma, oltre che storici e contingenti, essi pertengono principalmente alla natura
intrinseca e decisamente originale della meditazione colliana. Un’originalità che
può essere riassunta sotto la categoria, tanto cara a Nietzsche,
dell’Unzeitgemäßigkeit: in anni in cui regnava monocraticamente lo storicismo,
Colli si presentò come fermo antistoricista vedendo nella storia – sulla scorta
della lezione di Schopenhauer – la semplice vernice esteriore di ciò che non muta,
l’apparenza, il palpito ingannevole. Il positivismo e lo scientismo di tipo
analitico, che iniziava a imporsi con sempre maggiore successo quale ambito di
risposte definitive, fu frequentato da vicino da Colli ma allo scopo di dimostrare,
1Alcune delle considerazioni qui svolte, sono state accennate in maniera più generale in Busellato
2009. Ringrazio il Prof. Linguiti per avermi dato la possibilità di approfondirle nel corso di un
seminario sulla differente interpretazione nietzscheana e colliana dei presocratici tenuto all’interno
della cattedra di Storia della filosofia antica presso l’Università di Siena. Le abbreviazioni delle
opere di Nietzsche che seguiranno si basano su quelle stabilite da Nietzsche 1969.
STEFANO BUSELATO
con gli strumenti della ragione stessa, i limiti e i pericoli della razionalità. Si
dedicò all’elaborazione di una teoresi di stampo metafisico quando della
metafisica era già stata sancita la fine e lo fece attraverso un linguaggio
anacronisticamente mitologico; metafisica quella colliana che d’altronde non
poteva essere neanche accolta in ambito religioso perché puramente conoscitiva e
anticristiana. Ancora, nella piena crisi del rapporto tra universalità e individuo,
tra verità e sua interezza, incrinato in modo apparentemente definitivo da
relativismi, soggettivismi e speculazioni negative, Colli, in questo forse l’ultimo,
si rivolse al sistema, cercando di dotare il proprio di potenziale
onnicomprensività. Nel far ciò rimase volontariamente indifferente alla filosofia
contemporanea, giudicata scadimento e povertà, e si indirizzò a ciò in cui egli
vedeva il vertice della meditazione occidentale dal quale potere ripartire – la
filosofia greca. A questa si devono aggiungere solo un numero
sorprendentemente (ma significativamente) limitato di altri autori per avere con
buona completezza i riferimenti filosofici decisivi dell’opera colliana: Nietzsche,
Schopenhauer, Kant (un Kant anch’egli apertamente schopenhaueriano) e, in
misura minore, Spinoza.
Un altro importante elemento, a un tempo biografico ed intellettuale,
necessario da tenere in conto per inquadrare con chiarezza l’argomento qui
affrontato, è la convinzione di Colli che un’azione culturale forte, umanistica in
senso ampio, capace cioè di incidere sul livello spirituale della propria epoca, non
era più possibile esercitarla all’interno delle strutture accademico-universitarie.
Con buona preveggenza e forte di una trentennale esperienza di docenza per la
cattedra di filosofia antica all’Università di Pisa che dava conferma
all’opposizione burckhardtiana tra Stato e cultura, egli vide in esse apparati
ormai incapaci di reagire propulsivamente ad una tendenza globale di
progressiva emarginazione del sapere e a una conseguente sua condanna
all’autoreferenzialità. Colli si convinse così che il luogo dove potere tentare una
risposta concreta a tale situazione fosse invece l’editoria. Questo non solo lo
motivò ad assumere il ruolo di direttore di collana per prestigiose case editrici
(Einaudi, Boringhieri e Adelphi) ma, soprattutto, lo spinse ad intraprendere i due
monumentali lavori che furono prima l’edizione critica dei Werke di Nietzsche
(con Mazzino Montinari), per DeGruyter e Adelphi, poi la straordinaria
ricostruzione filologica dei frammenti presocratici progettata in nove volumi, La
sapienza greca, interrotta dalla sua scomparsa, terminati i primi due tomi e dato
inizio al terzo (con Eraclito di Efeso).
La scelta della via dell’editoria a scapito di quella universitaria, non solo valse
a Colli la comprensibile ostilità del mondo accademico ma, cosa che qui più
interessa, causò anche un patente fraintendimento: la fama del filologo e del
1076
GIORGIO COLLI: I GRECI E NIETZSCHE
2. Sia detto subito che sotto il profilo teoretico, tra i moderni Colli considerò
Schopenhauer la figura più compiuta, non Nietzsche, verso il quale non
risparmiò invece di sottolineare spesso le carenze tecnico-filosofiche. All’autore
dello Zarathustra mancò per Colli la «coscienza di un rapporto preciso tra la
componente intuitiva del pensiero e quella deduttiva. Nell’intuire salta alla
conclusione, e mentre sta deducendo è colto dall’intuizione»2. Nietzsche, «non sa
dimostrare, ma sa cogliere la verità»3, perciò «non è mai stato in grado di dirci
quando e perché una conoscenza è vera o falsa»4.
Da un punto di vista prettamente speculativo,
5 Ibid., 137.
6 Ibid., 128.
1077
STEFANO BUSELATO
Tu ti stupisci che io dia ancora oggi tanta importanza alle idee di Nietzsche,
ad es. più che a Schopenhauer. Il fatto è che per me Nietzsche è stato, ed è, la
più grossa “vissutezza” sul passato: a parte i Greci, ma in un certo senso
anche più dei Greci, perché questa è una vissutezza in cui si sente la
persona. Questa è la mia risposta, e quando voglio tradurre questa
“vissutezza” in giudizio storico, “per me” questo non si può esprimere
diversamente se non dicendo che “Nietzsche è ciò che di più grande conosco
dopo i Greci”7.
Già da qui appare evidente come il lavoro che Colli svolse sugli antichi
sapienti e l’importanza fondante che essi ebbero nella propria filosofia non fu in
ragione del legame che ebbe con Nietzsche, al contrario, Nietzsche fu per lui
importante per il legame che questi instaurò col pensiero greco, rispetto al quale
egli rimase perciò subordinato. Non interessa a Colli il Nietzsche à la page pronto
a prestarsi alle più disparate attualizzazioni, interessa al contrario ciò che in lui
permette di superare «l’urto volgare del presente» vale a dire «lo sguardo del
greco antico sul nostro mondo»10.
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GIORGIO COLLI: I GRECI E NIETZSCHE
Non si tratta di vedere a cosa serve per noi il pensiero di Nietzsche, dove
tocca, arricchisce, stimola, i problemi moderni: in realtà il suo pensiero serve
a una sola cosa, ad allontanarci da tutti i nostri problemi, a farci guardare al
di là di tutti i nostri problemi11.
1079
STEFANO BUSELATO
Riguardo al secondo aspetto, tutta l’opera colliana, sia teoretica sia filologica, fu
spesa nell’indagagine dell’«origine dell’origine», il tentavo di «spiegare certi
fenomeni, lontanissimi da noi, ricercando l’origine ancora più lontana in un
passato ulteriore»17.
4. Se questi sono dunque gli aspetti importanti verso i quali Colli si sentì
debitore e in qualche modo prosecutore di Nietzsche, le prese di distanza e gli
appunti critici nei confronti del tedesco furono forse addirittura ancora più
rilevanti. Se Nietzsche si è permesso di inaugurare un nuovo piano d’indagine
rifiutando la propria accondiscendenza verso visioni storiografiche ritenute fino
a prima punti fermi e indiscutibili, dal valore di Diogene Laerzio quale accesso al
mondo antico, che invece solamente il caso «ha voluto il balordo guardiano di
tesori di cui ignorava il valore»18 dimostrandosi autore mosso da un’acritica
«fiducia pari alla sua stupidità»19, o verso la globalità delle interpretazioni più
autorevoli di fine Settecento e ottocentesche del fenomeno greco, giudicate frutto
dell’erudizione filistea – se questo è stato l’atteggiamento di Nietzsche che
permise lui di cogliere i risultati che colse, per Colli allora si rende necessario un
medesimo atteggiamento d’irriverenza verso Nietzsche che permetta a propria
volta di aprire a un piano differente da quello nietzscheano.
Essere giusti con Nietzsche significa misurarlo con quella che lui stesso ha
proclamato come “giustizia”. La medesima spietata severità con cui egli ha
guardato al suo passato e al suo presente va rivolta contro di lui. Le sue
debolezze devono essere scoperte con malvagità, senza indulgenza, perché
così lui ha fatto con gli altri. Quello che non è riuscito a vedere, non
dobbiamo perdonarglielo. Ciò significa avere imparato da lui20.
Proprio nel punto decisivo dell’opera di Nietzsche, si deve ascoltare lui parlare
dei greci come egli ascoltava Goethe e Winkelmann, «con un assenso che
approfondito porta al dissenso»21. Fu questo l’essenza dell’atteggiamento di Colli
verso Nietzsche, esteso ad approccio esegetico: mantenere uno sguardo cauto e
critico verso il tedesco, imparare «a prendere ma anche a difenderci»22 da lui.
Atteggiamento che, lo si è detto, Colli manifestò con grande precocità fino dagli
anni della gioventù.
17 Colli 1973-74.
18 OFN I, 2, p. 486.
19 Ibid., p. 373.
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GIORGIO COLLI: I GRECI E NIETZSCHE
Egli fu sempre convinto che i Presocratici fossero gli unici filosofi degni di
questo nome e che da Socrate iniziasse la decadenza della filosofia –
sennonché si possono elevare dei dubbi che abbia capito sin nella loro
essenza proprio quelli tra i Presocratici che egli amava di più. [...] Nietzsche
[...] è vissuto quindi sino ad un certo limite in comunione perfetta con questi
Presocratici, ma non ha mai penetrato in fondo la necessità ed il valore delle
loro dottrine25.
23 Prima in edizione fuori commercio con il titolo Ellenismo e oltre. Einleitung (Colli 2004) e da
ultimo con il titolo Apollineo e dionisiaco (Colli 2010).
24 Colli 1988 [1948].
26 Sul tema si vedano almeno Colli-Staude 2009, dove è spesso svolto un confronto con Giorgio
Colli; Cancik 1995, Borsche – Gerratana – Venturelli 1994; Conway – Rehn 1992.
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STEFANO BUSELATO
27 MA I § 170.
28 M Pref. § 5.
29 “Intimità” ( o “immediatezza” diverrà in seguito vocabolo tecnico della teoresi colliana in diade
31 Ibid., p. 70.
32 Sulle scelte dell’edizione colliana dei frammenti presocratici, si veda Del Corno 1983, 55-62.
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GIORGIO COLLI: I GRECI E NIETZSCHE
36 Sulla particolare accezione del termine mistico è necessario vedere Colli 1974, 156; poi anche
1083
STEFANO BUSELATO
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GIORGIO COLLI: I GRECI E NIETZSCHE
capito che la dialettica non era apparsa in Grecia per il dissanguarsi della
vita, ma al contrario per una sua esuberanza40.
Anche Nietzsche, pur essendo uno dei pochi a rimanere immune nel proprio
filosofare all’hybris razionalista, a livello interpretativo è caduto quindi in ciò che
Colli chiama l’«equivoco radicale che ha sempre stravolto il denso dell’antica
filosofia», «il non aver capito che per i greci la ragione è solo strumento
accessorio, non un che d’autonomo»42. Dopo Parmenide la ragione, da apparato
rappresentativo che veicola l’extrarappresentativo, da sottoinsieme conscio di
additare solamente ad un sovrainsieme inesprimibile interamente tramite i mezzi
razionali, prese il corso tracotante dell’autorefenza, della smorta astrazione, cioè
ruppe il proprio legame con la Physis, che Colli – attirandosi il disappunto di
molti specialisti – traduce in diversi modi a seconda dei contesti, rimandando
1085
STEFANO BUSELATO
Si spiegano qui le tante pagine di fredda teoresi dell’opera di Colli, i suoi studi di
logica e l’adottarne sovente il linguaggio e i meccanismi, fino al cimentarsi come
divertissement nel tentare con regolarità di risolvere celebre teorema di Femat.
Questo tenendo sempre conto, per usare le parole dell’amato Spinoza, che la
«razionalità non è in noi la cosa più eccellente, ma è soltanto come una scala
lungo la quale ci innalziamo al luogo desiderato»45. Non è un caso allora che Colli
affermi che «dopo i greci nessun filosofo è stato profondo nella misura di
Spinoza»46 e che ponga come formula algebrica «uno Spinoza più un Nietzsche
dà un filosofo greco»47.
46 Colli 1983, 53
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GIORGIO COLLI: I GRECI E NIETZSCHE
Grazie al sua opera di riscoperta di un’autentica grecità, per Colli Nietzsche «ci
ha lasciato un’immagine diversa dell’uomo, ed è con questa che dobbiamo
misurarci noi»53.
51 Venerare uno scritto, un uomo del passato è il sentimento più nobile dell’uomo: con esso si
vuol superare l’urto volgare del presente, e si cerca di trarre da questo mondo umano dei valori
permanenti. Questo è il senso della “cultura” di Nietzsche – uno dei suoi pensieri centrali – e
questo è il senso del nostro parlare di Nietzsche» (Colli 1974, 115)
52 Colli 1974, 199.
53 Ibid., 201.
1087
STEFANO BUSELATO
Bibliografia
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102.
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- Campioni, G., Colli “interprete”di Nietzsche, in AA.VV., Giorgio Colli. Incontro di Studio,
a cura di S. Barbera e G. Campioni, Milano, pp. 19-18.
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- Colli, G., 1974: Dopo Nietzsche, Milano.
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- Colli, G., 1983: Per un’enciclopedia di autori classici, Milano.
- Colli, G., 1988 [1948]: La Natura ama nascondersi - Physis kryptesthai philei,
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- Colli, G., 2004 [1940]: Ellenismo ed oltre (a cura di S. Busellato), Pisa.
- Colli, G., 2010 [1940]: Apollineo e Dionisiaco (a cura di E. Colli), Milano.
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- Conway, D.W., – Rehn, R., 1992: Nietzsche und die antike Philosophie, Trier.
- Del Corno, D., 1983: Colli e la sapienza greca, in Giorgio Colli. Incontro di Studio
cit., pp. 55-62, Milano.
- Montevecchi F., 2004: Giorgio Colli. Biografia intellettuale, Torino.
- Nietzsche, F., 1969: Opere, a cura di G. Colli e M. Montinari, Milano.
- Nietzsche, F., 2005: I filosofi preplatonici, Bari.
- Spinoza, B., 2007: Breve trattato su Dio, l’uomo e il suo bene, in Opere, a cura di F.
Mignini e O. Proietti, Milano.
***
1088
EL MITO ABSOLUTO. LA INGENIERÍA COGNITIVA EN LA GRECIA
ARCAICA DESDE HEGEL
1 Sin ser tratados directamente en el ensayo, podemos decir que este fenómeno del mito de origen
se repite de manera progresiva en culturas fuera del espectro mesopotámico e indoeuropeo como
aquellas culturas del extremo oriente, polinésicas, australianas, mesoafricanas y americanas
prehispánicas, en su mayoría carentes de un respaldo escritural. Para acreditar aquello basta mirar
el corte genealógico que comportan las construcciones mitológicas de los pueblos autóctonos de la
Guinea superior, Nigeria o la zona congolesa; siberianos o mongoles, como también aquellos que
poblaron la Gran Colombia, la meseta en Centroamérica, el altiplano andino o la Araucanía
chileno-argentina. Todos ellos, tras un largo etcétera que los secundan, después de diversas
mutaciones en el relato oral, han construido su base mitológica según una divinidad única o
múltiple que va forjando la totalidad del mundo. La extensión de este escrito y nuestra incapacidad
de considerar de antemano a la totalidad de los relatos míticos en una estructura unitaria simbólica
son argumentos suficientes para detener nuestro empeño de considerar las afirmaciones
subsiguientes como válidas para todas culturas mencionadas; en su desmedro nos limitamos casi
exclusivamente al desarrollo del concepto del mito bajo la mirada dirigida a la sociedad helénica
antigua, según el criterio de la filosofía hegeliana.
1090
EL MITO ABSOLUTO
1091
PABLO CÉSAR PULGAR MOYA
Se ha de decir con esto último que la palabra poética (epos), la cual reúne para
el hombre el resultado histórico de la naturaleza abstracta y de una divinidad
preceptiva, se eleva como portador de verdad religiosa. En la Grecia arcaica, así
como también en la India brahmánica, en la religión védica, en los cultos acadios
o en el mito judeoisraelita, la palabra del sacerdote se confunde con la del poeta
en tanto constituyente directo del modo de construcción y consagración religiosa
de manera que, al mismo tiempo que la generalizada creencia de que los dioses
se alimentan y regocijan con los alimentos y tesoros ofrendados en el sacrificio de
oblación, nace la necesidad que estos dioses sobrevivan a través de la
confirmación del mito en el rito, es decir, cuando la palabra es tomada como acto
cultual. Los diferentes modos de expresión en que se muestra la construcción
simbólica religiosa manifiesta, de esta forma, el conflicto del nacimiento de la
epistemología, en tanto proceso racionalizador, con la naturaleza que ha sido
racionalizada en el mito. Este último se afirma en el relato como siendo real
(como su ser siendo) y como realizado en el culto (como su ser siente).
El origen y desarrollo del cómo llega a establecerse el acto de sacralización
(sacrificium) de la palabra y la expansión en su contenido por sí mismo
verdadero, no es objeto de consideración en el presente escrito, sino que nos
referiremos a esta palabra en cuanto mito que llega a ser piedra angular para la
génesis del pensamiento abstractivo y cogitativo. La consideración de estos
procesos de sacralización de la palabra se hace complejo en la medida que se
diferencian considerablemente entre sí y dependen de cada una de las
comunidades antiguas en la cuales se desarrollaba, y además difiere en sus
modos de religación y modos de unificar el vacío simbólico latente entre el acto
ritual y la palabra mítica. El mito, considerado en tanto palabra mántica, se
vincula directamente a una acción religiosa, erigiéndose con ello como espejo
simbólico y fundamento del mismo pensamiento de un pueblo: se eleva por tanto
como su autoentendimiento. Este acto vinculante ha sido llamado rito, de manera
que a un momento, mientras el culto se comprende como «la acción sagrada, el
mito es la palabra sagrada que sigue a esa acción y la explica […] en cuanto
acción o gesto, ilustra la palabra sagrada o el texto sagrado»3. El origen de esta
acción cultual (to dromenon) es incierto, pudiendo ser originada como
representación o imitación de aquello que se quería obtener o como un intento de
aplacar la furia de la divinidad; mas, nos basta empero en este ensayo aclarar
1092
EL MITO ABSOLUTO
que, cualquiera sea su origen, estamos siempre frente a un acto de ajustar los
elementos irracionales de la naturaleza, como un acto de afirmar y actualizar la
consideración religiosa e histórica de la identidad del pueblo que es poseedor del
mito. De esta manera, se vuelven racionales aquellos vínculos entre la naturaleza
abstraída y potencializada con el desarrollo histórico de la comunidad religiosa.
En la práctica, el mito es verdad del espíritu religioso como primera
manifestación positiva (afirmación) de la naturaleza por medio del
entendimiento. Esta verdad es una adaequatio entre el sujeto vinculante y el
objeto de representación, en donde a la vez involucramos a la acción ritual, «cuya
finalidad sería a la vez invocar a una potencia superior y explicar el significado
de la acción»4. El rito no puede carecer nunca de su contraparte mítica, sino que
éste se haya ligado a los relatos en la medida que es objeto de su constitución
histórica. La palabra vale así como memoria y el rito como renovación de los
vínculos memoriales, ejemplo de ello, donde la palabra es parte del proceso
cultual, es la enorme cantidad de himnos elaborados en la Grecia arcaica, como
también letanías y plegarias de la cristiandad.
El mito es el objeto del rito y su antecedente, sin él el rito carecería de sentido
convirtiéndose tan solo en una acción vacía. Quizás uno de los elementos que
primero se nos viene a la cabeza al reflexionar sobre los actos rituales, son los que
se llevan a cabo en los procesos mortuorios y las ofrendas sacrificiales en el rito,5
ya que respecto a éstas podemos decir que es característico de su constitución el
tener una mántica carga simbólica, quizás no arrojada por otro acto dentro del
culto. Es precisamente este simbolismo el que lo permite ser permeable a
interpretación y reposicionamiento en el despliegue del mito como pensamiento
abstracto inmediato. La sacralización de la naturaleza puede llegar a mostrar
tanto una ofrenda simbólica o alegórica consciente, como una ofrenda real en
cuanto consagrada, sin mediación de un tercer término, a la divinidad. Con esto
nos referimos derechamente a los sacrificios de oblación y soteriológicos de la
Grecia arcaica y, con ellos también, a la construcción de templos honrados a los
dioses6. No se trata solamente de un sistema de representaciones, sino un modo
en que lo real se presenta a sí mismo en tanto manifestación inmediata: es así
como puede verse que las ofrendas alimenticias, la quema de cadáveres animales
y hierbas aromáticas tenían como fin el agrado de los dioses, así como al mismo
como simbólico, sino que busca valer como un sacrificio real donde la comunión renueva los
vínculos del primer acto sacrificial de la muerte de Cristo.
1093
PABLO CÉSAR PULGAR MOYA
tiempo los templos construidos en su nombre eran su casa y las estatuas el Dios
mismo7.
El sacrificio animal adquiere a través del tiempo un giro simbólico cada vez
mayor, donde la materia ordinaria se vuelve un bien preciado de los hombres a
causa de su inmolación. El sacrificio real va cediendo lugar de manera progresiva
al sacrifico simbólico a fuer de ser negada en la sinrazón, transformándose en
una mímesis, una imitación del acto real a través del símbolo de sacrificio. En las
fiestas populares griegas la ceremonia propiciatoria y el relato mítico adquirían
especial importancia y los rituales dentro de ellas seguían siendo válidas como
contacto real con la divinidad, donde el poeta-vidente, el profeta y el ciudadano
vulgar en las fiestas se elevaban como medium de la voluntad de los dioses al
hacerse partícipe del frenesí colectivo, en donde «la distancia normal entre el
sacrificante, la víctima y la divinidad se enturbia, se difumina y desaparece»8.
7 Esto se ve, por otro lado, ilustrado en los cultos primitivos del África meridional,
particularmente en los sacrificios regicidas: en muchos pueblos, no les estaba permitido a los
soberanos locales sucumbir de muerte natural, tal era la situación en Camboya, el Congo, Etiopía y
otras naciones aledañas, sin embargo, en vistas de la conservación de su propio poder, como nos
dice Frazer (1969, 313): «cuando un primer rey consiguió rescatar su vida logrando que se aceptara
la de otro como sacrificio en lugar de la suya, tuvo que demostrar que la muerte de otro serviría
para el objeto tan bien como podría servir la suya».
8 Vernant 1991, 62.
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EL MITO ABSOLUTO
mayoría de los casos quiere decir representación, aunque bien podría ser traducido como presentación
(p. ej. de teatro), aunque para esta última se acomoda más la palabra Darstellung; por otro lado,
también puede significar imaginación. Se ha de ver entonces la cercanía que comporta
representación e imaginación en la filosofía clásica alemana (incluyendo a Hegel) y donde ambos
conceptos muchas veces quedan indistintos dentro de sus textos.
12 Como nos comenta Rebstock (1971, 150), podemos decir que: para Hegel «[das Wort] Mythos
immer noch verstanden als das Korrelat der jeweiligen Auffasung von Phantasie und
Einbidungskraft».
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EL MITO ABSOLUTO
Bibliografía
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SEXTO EMPÍRICO, “LA FUENTE MÁS FRUCTÍFERA DE LA
FILOSOFÍA ANTIGUA”, ¿TAMBIÉN UN PILAR DE LA DIALÉCTICA
DE HEGEL?
1 Popkin, R. H., 1983: La historia del escepticismo desde Erasmo hasta Spinoza, México.
2 Hegel, G. W. F., 1971: Werke, Suhrkamp, 18, p. 191.
3 Hegel, G. W. F., 1971: Ibid., 19, p. 340.
Al tratarse de una reseña, puede resultar extraño un título tan amplio o, quizá
mejor dicho tan ambicioso, como el de «relación del escepticismo con la filosofía».
Sin embargo, si nos adentramos en su lectura, en seguida nos percataremos de la
pertinencia del título. En efecto, Schulze –apodado Enesidemo por el título de su
obra más famosa- había causado sensación al lanzar sobre la filosofía kantiana la
acusación de ser un «dogmatismo encubierto». Hegel comienza su reseña de la
Crítica de la Filosofía Teorética declarando que, ocho años después de la
publicación de su Enesidemo, Schulze vuelve a la carga contra la filosofía kantiana
con un mamotreto en el que, valiéndose de su peculiar escepticismo, pretende
socavar los cimientos de la filosofía teorética (o de lo que Herr Schulze entiende
por tal). Una valoración de ese singular escepticismo, sigue diciendo Hegel, no
podrá llevarse a cabo más que después de haber establecido la relación existente
entre el escepticismo en general y la filosofía; de ella se derivará un mejor
conocimiento del mismo (en torno al cual, en los últimos tiempos, circulan ideas
que ocultan la «nobleza» del auténtico escepticismo).
¿Cuáles son las tesis fundamentales del escepticismo de Schulze? En primer
lugar, se trata de una filosofía que no va más allá de la conciencia y que posee una
certeza indubitable de lo que se da dentro de su ámbito, pues no podemos dudar
de ello más que de la propia conciencia, que de este modo se aniquilaría a sí
misma5. Lo que se da en y con la conciencia se llama hecho de conciencia (Tatsache
des Bewusstseins); tales hechos de conciencia son, pues, lo indudablemente real.
De ahí se deriva también que no pueda ser objeto de duda nada de lo que enseña
la experiencia, y especialmente el conjunto de las sensaciones; a lo que se añaden
las ciencias (con excepción de la Filosofía).
Ahora bien, ¿se corresponde esto con la concepción de los antiguos escépticos?
Hegel, aparte de rechazar la palabra «duda» por errónea e improcedente en el
contexto propiamente escéptico, remite a la crítica a la que el antiguo
escepticismo somete tanto las sensaciones como las ciencias; el más antiguo, las
primeras y el posterior, tal como nos lo presenta Sexto Empírico, también las
segundas6. Sin embargo, esta crítica de la sensación, tal como se nos transmite en
los diez tropos de los escépticos más antiguos, la interpreta Schulze como crítica
al phainomenon entendido a la manera dogmática, es decir, como algo tras, o por
debajo de lo cual se oculta el verdadero ser de las cosas. Ni qué decir tiene que
para Hegel carece totalmente de fundamento esta interpretación según la cual el
escepticismo no ataca propiamente las percepciones sensibles sino tan sólo el ser
que los dogmáticos consideran que está detrás de ellos; «cuando el escéptico dice
que la miel es igualmente amarga que dulce e igualmente dulce que amarga no
1102
SEXTO EMPÍRICO, “LA FUENTE MÁS FRUCTÍFERA DE LA FILOSOFÍA ANTIGUA”
se está refiriendo a ningún ser que esté por detrás de la miel»7. En cuanto a que
ciencias como la Física y la Astronomía modernas estén a resguardo de la crítica
escéptica, Hegel exclama: «¿qué habrían dicho los escépticos antiguos de este
bastardo del escepticismo, que se puede avenir con el estridente dogmatismo de
estas ciencias?»8. El señor Schulze, por otro lado, se equivoca al ocultar su
ignorancia apelando a la fragmentariedad e inseguridad de nuestras noticias
acerca del escepticismo antiguo –asegura Hegel-, ya que la obra de Sexto
Empírico nos ha conservado muy fielmente su carácter general.
A juicio de Hegel, el problema de Schulze es el de su propio e insuficiente
concepto de Filosofía. Desde la perspectiva de un concepto de Filosofía que nada
tiene que ver con el de Schulze, hay un escepticismo auténtico que le es
consustancial a la propia filosofía. Por tanto, «si no precisamos de una vez por
todas cuál es la verdadera relación del escepticismo con la filosofía, si no
entendemos que el escepticismo mismo está íntimamente unido a toda filosofía y
que, por consiguiente, hay una filosofía que no es escepticismo ni dogmtismo y
que, en consecuencia, es las dos cosas, a nada conducen todas las historias,
narraciones y nuevas ediciones del escepticismo». Basta leer lo que dice Diógenes
Laercio en el libro IX de sus Vidas acerca de la extensión del escepticismo, cómo
algunos consideran a Homero su iniciador, y cómo numerosas máximas de los
siete sabios pueden considerarse cercanas a las phonai escépticas, amén de la
mención de numerosos filósofos considerados también escépticos, como
Empédocles, Zenón, Jenófanes, Demócrito y el propio Platón. «Todos estos que
menciona Diógenes Laercio –afirma Hegel- comprendieron que una filosofía
verdadera incluye necesariamente un lado negativo, que apunta contra todo lo
limitado, con lo cual está dirigida contra todo el cúmulo de hechos de conciencia
y su certeza innegable…»9. Y en este punto lanza Hegel la archifamosa
interrogación: ¿qué mejor documento y sistema del auténtico escepticismo
podríamos encontrar que el Parménides platónico, que abarca y destruye todo el
saber del entendimiento basado en conceptos? Platón no duda de las verdades del
entendimiento; lo que pretende es la negación total de dicho saber. «Y este
escepticismo, que es la cara negativa del conocimiento de lo Absoluto, es
condición inmediata de la razón como su cara positiva», afirma Hegel. Este tipo
de conocimiento del entendimiento es el característico de las ciencias que según
Schulze ofrecen resistencia a la duda escéptica; sin embargo es justamente este
tipo de conocimiento el que, al modo de ver de Hegel, constituye el blanco de la
negación escéptica. Pues el escepticismo que aparece explícitamente en el
7 Ibid., p. 225.
8 Ibid., p. 226.
9 Ibid., pp. 227-228.
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Mª DEL ROSARIO ZURRO
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SEXTO EMPÍRICO, “LA FUENTE MÁS FRUCTÍFERA DE LA FILOSOFÍA ANTIGUA”
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1105
ARTE E VERDADE: DA IMITAÇÃO À APRESENTAÇÃO DA
VERDADE EM PLATÃO E HEGEL
1. Introdução
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ARTE E VERDADE
E mais adiante: «Se existe o belo em si, todas as coisas que denominas de bela
serão belas por esse fato? » Pl. HpMa. 288a. Isto implica afirmar que ao
qualificarmos de belas as coisas, os objetos e as pessoas mantemo-nos apenas
conferindo meras ilustrações sobre as mesmas, ou seja diz-se ou pergunta-se por
aquilo que seja belo e não o que é o belo”. Pl. HpMa. 287e. Por isso, o diferencial
da abordagem platônica acerca do belo nos remete a pensar a ideia do belo, o
belo em si. No âmbito de suas definições, além do belo ser pensado a partir de
sua relação com a conveniência, do acordo com sua finalidade ou mesmo em sua
identidade com o útil (khresimon), sua designação vincula-se também a
determinados prazeres sensíveis, restritos ao ouvir e ao ver, correspondendo
assim «aquela parte do agradável que alcançamos por meio da vista ou do
ouvido. » Pl. HpMa. 299b.
Em uma perspectiva filosófica moderna e sob os fundamentos da estética de
Hegel, a problematização filosófica sobre o belo e a arte, também pressupõe
algumas particularidades quanto à perspectiva do seu tratamento. Para o
pensador, o rigor filosófico prescreve a impossibilidade de invocarmos
representações a partir de princípios que não resultem de uma elaboração que
lhe anteceda. Desse modo, abordar filosoficamente a arte é submetê-la a um
«esforço conceitual»1 abarcando-a não abstratamente como um mero objeto no
mundo da existência de acordo com os esquemas unilaterais e fixos de um
pensamento conceitual, mas pensando-a na intimidade do seu conceito, na
expressão e dinâmica de sua necessidade interior. A filosofia da arte, diz-nos
Hegel forma um elo necessário no conjunto da filosofia; só assim, à luz desse
conjunto, compreende-se «como uma totalidade orgânica em si mesma, que se
desenvolve a partir do seu próprio conceito e, em sua necessidade de se
relacionar consigo mesma como um todo que retorna a si, se une a si como um
mundo de verdade» Hegel 1999 [1835], 47. Cada parte da filosofia apresenta sua
singularidade identificada e reconhecida como particularização do universal,
pois é somente na recondução à unidade que a unilateralidade é ultrapassada
como absolutização de um momento e a Razão (Vernunft) reconhecida como seu
fundamento; apenas enquanto momento do todo, um conteúdo encontra sua
justificação, do contrário reduz-se a uma «certeza subjetiva» ou a «um
pensamento infundado». Eis o que confere a necessidade de uma fundamentação
científica da arte em sua indispensável referência espiritual. Em uma primeira
1A expressão «esforço conceitual» ou «esforço tenso do conceito» é usada por Hegel no prefácio à
Fenomenologia do Espírito quando então ressalta uma exigência atenciosa ao conceito para o
estudo da ciência. Nessa oportunidade, no propósito de elucidar o seu mundo conceitual em sua
natureza própria e na dinâmica do seu auto-desenvolvimento, desenvolve uma diferenciação entre
o «pensamento que raciocina» e o “pensamento conceitual”.
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ALMIR FERREIRA DA SILVA JUNIOR
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ARTE E VERDADE
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ARTE E VERDADE
3 «O externo é pois, em primeiro lugar o mesmo conteúdo que o interno. O que é interno existe
também externamente, e de modo inverso; o fenômeno não mosra nada que não esteja na essência,
e na essência nada existe que não seja manifestado», Hegel,1988 [1817], 169
1115
ALMIR FERREIRA DA SILVA JUNIOR
1116
ARTE E VERDADE
Bibliografia
- Bayer, R., 1961: L’historie de l’Esthétique, Paris (trad. Esp.: Historia de la Estetica, Mexico
2000).
- Guinsburg, J., 1965: Platão. A República, II, São Paulo.
- HEGEL, G.F.W. Vorlesungen über die Ästhetik, Werke I, Frankfurt am Maim: Suhrkamp,
1986.
- Lima, L. C., 1995: Vida e Mimesis, Rio de Janeiro.
- Marcuse, H., 1941: Reason and Revolution, New York (trad. port.: Razão e Revolução, Rio
de Janeiro 1988).
- Morão, Artur., de 1988-1992: Hegel. Enciclopédia das Ciências Filosóficas em Epítome, I-III,
Lisboa
- Nunes, C.A., 1980: Platão. Hipias Maior, Belém.
- Werle, M.A., de 1999-2000: Hegel. Cursos de estética, I-II, São Paulo.
***
1117
LA TESIS SOCRÁTICA DE LA UNIDAD DE LAS VIRTUDES
CONSIDERADA DESDE UNA PERSPECTIVA CONTEMPORÁNEA
En varios diálogos, Sócrates afirma que las virtudes particulares (la valentía, la
piedad, la justicia, la templanza, etc.) son partes de la Virtud considerada como
un todo y que todas ellas constituyen una unidad. Estas afirmaciones
corresponden a lo que a lo largo de la ponencia denominaremos como la tesis de
la unidad de las virtudes. Ahora, dicha tesis ha dado lugar a una intensa discusión
entre los comentaristas contemporáneos: ¿está Sócrates simplemente afirmando
que, aunque cada virtud particular es distinta de las demás, es imposible poseer
una de ellas sin poseer las demás? ¿O está sosteniendo la tesis más fuerte de que
en realidad las virtudes particulares son una y la misma cosa, a saber, la Virtud?
En respuesta a estos interrogantes han surgido dos líneas de interpretación. La
primera de ellas, tiene su origen en el trabajo de Gregory Vlastos1, y defiende lo
que se ha denominado la tesis de la equivalencia. Según esta tesis, las virtudes
particulares son habilidades plenamente distinguibles unas de otras, aún cuando
todas ellas son partes de la Virtud considerada como un todo. La unidad de las
virtudes particulares es posible gracias a la sabiduría. La sabiduría, desde esta
posición, es vista como una condición tanto necesaria como suficiente para la
posesión de cualquier virtud particular. Así, aún cuando las virtudes se
diferencian unas de otras, quien posee una de ellas necesariamente debe poseer a
todas las demás y a la Virtud en general, puesto que esta última no es más que
una colección de sus partes. Esta posición, sin embargo, resulta bastante oscura.
Si cada virtud es una habilidad particular, un conocimiento diferente del
correspondiente a las otras virtudes, ¿por qué la sabiduría es una condición
necesaria para su posesión? ¿Por qué la posesión del conocimiento particular
1 Vlastos, 1972, 12
SERGIO ALMEIDA MORENO Y MARÍA CAMILA ESPITIA
1120
LA TESIS SOCRÁTICA DE LA UNIDAD DE LAS VIRTUDES
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SERGIO ALMEIDA MORENO Y MARÍA CAMILA ESPITIA
general (puesto que ellas sólo son porciones del conocimiento general que
constituye la Virtud); aun cuando, a la vez, puede decirse que todas ellas forman
una unidad con esta última (ya que, en últimas, son simples aplicaciones de una
única clase de conocimiento). Adicionalmente, esta interpretación permite darle
sentido al problemático pasaje del Eutifrón, en que Sócrates deja ver que es
posible que una virtud particular sea parte de otra. Así, si la justicia es el
conocimiento del bien y del mal aplicado a las situaciones en que buscamos
beneficiar a otros, la piedad será una parte de esa porción de conocimiento,
puesto que ella no es más que es el conocimiento del bien y del mal aplicado a las
situaciones en que buscamos agradar a los dioses es la piedad en beneficio de los
otros.
Nuestro interés en esta ponencia no es entrar a discutir cuestiones relativas a
la exégesis de los textos de Platón, sino mostrar la relevancia de la tesis socrática
de la unidad de las virtudes, en el marco de las investigaciones contemporáneas
acerca de la cognición moral. Por tal razón, asumiendo que la interpretación de
Brickhouse y Smith que acabamos de presentar es la correcta, lo que queremos
considerar a continuación es cómo se relaciona la tesis socrática, entendida del
modo indicado, con algunas teorías recientes de la Ciencia Cognitiva acerca de
las virtudes y los conceptos morales.
A fin de abordar esta cuestión, debemos comenzar por apartarnos un poco de
las ideas socráticas y platónicas y aproximarnos a una concepción de las virtudes
que se asemeja mucho más a la de Aristóteles. Hemos dicho que para Sócrates la
Virtud es el conocimiento del bien y del mal y que este conocimiento puede
aplicarse a rangos específicos de situaciones y problemas, dado lugar a las
virtudes particulares. Sin embargo, es importante tener en cuenta que para
Sócrates (así como para Platón) tal conocimiento tiene un carácter marcadamente
intelectual; a tal punto que, según él, es posible especificarlo mediante una
definición. Así, conocer la Virtud es, nada más ni nada menos, que conocer la
definición del bien. Tanto Sócrates como Platón creían ciegamente en la
posibilidad de tal definición. Sin embargo, una simple reflexión permite
cuestionarla: ¿qué tiene en común el bien relativo al modo en que debemos
enfrentar los peligros con el bien relativo a la búsqueda del beneficio de los
otros? ¿Es posible que la misma definición del bien que se aplica a las situaciones
del primer tipo se aplique a las situaciones del segundo tipo? Ciertamente, estas
preguntas siembran una profunda duda respecto a la posibilidad de que hay una
única definición del bien. Y muy seguramente, estas consideraciones fueron las
que llevaron a Aristóteles a sostener su conocida tesis de que «el bien se dice en
muchos sentidos», es decir, que no existe una única definición del bien y que el
1122
LA TESIS SOCRÁTICA DE LA UNIDAD DE LAS VIRTUDES
conocimiento que se asocia a cada virtud particular es diferente del que se asocia
a las demás.
¿Implica esto que debemos renunciar a la tesis socrática de la unidad de las
virtudes? Parece que sí, por lo menos si ella se basa en una concepción
intelectualista del conocimiento del bien. Sin embargo, no es necesario
comprometerse con esta concepción de dicho conocimiento. A este respecto, el
ejemplo que Brickhouse y Smith emplean para ilustrar su interpretación es
bastante revelador:
Consider the relationship between the knowledge that constitutes a general
discipline such as triangulation, on the one hand, and the specialized
applications such as in coastal navigation and surveying, on the other. It is
important to notice that coastal navigation and surveying are not subdisciplines
of triangulation. Rather they are triangulation; they are the applications of
triangulation to different problems, in different contexts, and it is in virtue of these
differences in application that we distinguish the one sub-discipline from the
other and from triangulation as a general skill. Obviously, coastal navigation and
surveying produce different results: the location of a position at sea relative to a
position along a coast, as opposed to land-measurements. Nevertheless, because
these different results are achieved by different applications of the same
knowledge – triangulation– anyone who knows navigation knows surveying.3
Nótese que el ejemplo funciona para ilustrar la tesis socrática, debido a que el
conocimiento que constituye la triangulación no se concibe como un
conocimiento intelectual, especificable a través de una definición; sino como una
habilidad práctica, como un know-how. Poseer el conocimiento de la triangulación
es poseer cierta sensibilidad, la cual se puede caracterizar como la capacidad de
aplicar ciertos procedimientos en respuesta a las particularidades del contexto.
Así, si la tesis de la unidad de las virtudes se considera en el marco de una
concepción experiencial del conocimiento del bien (la cual lo asimile a un cierta
sensibilidad análoga a la triangulación), entonces los problemas del
intelectualismo socrático y platónico no necesariamente llevaran a rechazarla.
Este es, precisamente, el modo en que John McDowell, en su famoso ensayo
«Virtue and Reason»4, ha propuesto entender la tesis socrática: la Virtud es un
tipo de sensibilidad, una capacidad perceptual, que lleva al hombre a hacer lo
correcto en respuesta a los requerimientos que le imponen las situaciones de la
vida cotidiana; cada virtud no es más que una manifestación particular esa
sensibilidad única5.
1123
SERGIO ALMEIDA MORENO Y MARÍA CAMILA ESPITIA
1124
LA TESIS SOCRÁTICA DE LA UNIDAD DE LAS VIRTUDES
representación un vector de codificación sensorial. Para cada color que los seres
humanos podemos discriminar hay un único vector de codificación sensorial, i.e.,
un único patrón de activación de los conos en la retina. Teniendo en cuenta esto, es
posible representar el espacio de todos los colores que los seres humanos
podemos discriminar, mediante un espacio tridimensional cuyos ejes
corresponden las frecuencias de activación de cada grupo de conos:
7 Cf. Churchland, [1988, p. 148], 3; Churchland, [1994, pp. 397 – 404], 4; Churchland, [1996, pp. 24
– 6], 5
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SERGIO ALMEIDA MORENO Y MARÍA CAMILA ESPITIA
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LA TESIS SOCRÁTICA DE LA UNIDAD DE LAS VIRTUDES
1127
SERGIO ALMEIDA MORENO Y MARÍA CAMILA ESPITIA
Bibliografía
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Ethics No. 1, pp 311-324.
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Trad.: Guillermina Feher de la Torre, pp. 373 – 408.
- Churchland, P.M., 1996: The Engine of Reason, The Seat of The Soul. Cambridge: The MIT
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- Churchland, P.M., 1998: «Toward a Cognitive Neurobiology of the Moral Virtues»,
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London: Harvard University Press.
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Morality (Autonomy, Community, Divinity) and the “Big Three” Explanations of
Suffering», en: Allan Brandt & Paul Rozin (eds.), Morality and Health, New York:
Routledge.
1128
LA TESIS SOCRÁTICA DE LA UNIDAD DE LAS VIRTUDES
- Vlastos, G., 1972: «The Unity of the Virtues in the Protagoras», The Review of
Metaphysics Vol. 25, No. 3, pp. 415-458.
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LA JUSTIFICACIÓN DE LA VIRTUD, DE HOY A ARISTÓTELES
1 Watson 1990.
LAURA CORTÉS I ANDREU
una justificación. Es decir, tiene que aclarar por qué son precisamente las
virtudes aquello que el hombre debe adquirir. El propósito de esta comunicación
es identificar los distintos tipos de justificación que se han dado recientemente
para legitimar la teoría de la virtud como un sistema ético que, en la discusión
filosófica, puede estar en pie de igualdad respecto al utilitarismo y a la
deontología. Además, se analizará la justificación de la virtud que nos
proporciona el propio Aristóteles para determinar si, en último término, esta
puede ser de alguna ayuda en el contexto filosófico actual.
2 Sin embargo, una concepción de inspiración aristotélica nunca etiquetaría como instrumento
algo que es perfectivo de la actividad (energeia) de una facultad (dynamis) que en el caso de
Aristóteles es la racional.
1132
LA JUSTIFICACIÓN DE LA VIRTUD
1133
LAURA CORTÉS I ANDREU
Enunciado esto, vamos a ver cuál es, en caso de que exista, la estructura de
justificación de la virtud que nos proporciona el propio Aristóteles en su Ética
Nicomáquea. En I.7, y después de haber hecho diversas digresiones sobre la
pertinencia de la ciencia ética a la política y las divergencias entre las persones
sobre la naturaleza de la felicidad, Aristóteles vuelve a encarar frontalmente la
pregunta sobre cuál es el fin último de todas nuestras acciones.
Pero los fines de nuestras acciones son diversos, y algunos los elegimos por
otras cosas. Así, por ejemplo, una flauta o cualquier otro instrumento es un fin,
pero no lo elegimos por él mismo, sino, podríamos decir, por el goce que nos
produce. O, quizás, por la ejercitación mental que supone el aprender a tocarlo.
En cambio, dice Aristóteles, hay fines que se buscan por sí mismos y nunca por
causa de otra cosa. Estos son más perfectos que los que se buscan por otra cosa, y
también más perfectos que aquellos que a veces se buscan por sí mismos, y a
veces por otra cosa. «Sencillamente, llamamos perfecto lo que siempre se elige
por sí mismo y nunca por otra cosa. Tal parece ser, sobre todo, la felicidad [...]»4.
Por lo tanto, el fin último del hombre, o aquello que todos buscamos por sí
mismo y no por nada más, no es otra cosa que la felicidad o eudaimonia.
Aristóteles añade:
4 Íbid. 1097a34-35.
5 Íbid. 1097b7-15.
6 Según Annas 1993, 39 Aristóteles es el primer filósofo en explicar estos límites formales como
1134
LA JUSTIFICACIÓN DE LA VIRTUD
1135
LAURA CORTÉS I ANDREU
7- Por lo tanto, diremos que la función propia del hombre es vivir una vida
racional de acuerdo con la virtud.
El concepto de función realiza el nexo entre virtud y eudaimonia. Hemos dicho
ya que todos los hombres están de acuerdo en que el fin último de nuestras
acciones es la felicidad. Entonces, si hacemos equivaler la eudaimonia con el
desarrollo excelente de la función propia del hombre, y explicamos que esta
excelencia no es otra cosa que la virtud, resulta claro que el hombre feliz no será
otro que el virtuoso. Aquí podría concluir la justificación aristotélica de la virtud:
la virtud es necesaria en cuanto es causa del desenvolvimiento excelente de la
función propia del hombre y, por eso, de su felicidad. Pero puede parecer que
aquel contenido del concepto de felicidad que se buscaba no queda aún
completamente definido sólo con esta estructura. Faltaría una exposición más
detallada de qué es la virtud, cuántas hay y en qué consisten, además de una
caracterización de ese tipo de hombre que posee las virtudes y, por ello, es un
hombre eudaimon.
Ciertamente, a Aristóteles no le pasa por alto la necesidad de estas
explicaciones. Así, casi inmediatamente después del argumento del ergon se
dedica –libro II- a definir la virtud, y seguidamente dedica gran parte del libro
III, los libros IV, V y VI enteros, y el apéndice que constituye el libro VII, al
tratamiento exhaustivo de las virtudes –éticas y dianoéticas-. Además, a lo largo
de esta extensa exposición, principalmente en el libro VI, encontramos diversas
alusiones y descripciones del hombre virtuoso o phronimos que ayudan a forjar
una imagen de este. En último término, el carácter del hombre virtuoso
proporciona la sustancia que se busca para la definición de eudaimonia.
Finalmente, en el libro X, Aristóteles cierra la Ética Nicomáquea volviendo a
tematizar explícitamente el contenido de la felicidad y estableciendo el nexo
entre ética y política que cierra su tratado. Es aquí, en la referencia final del
Estagirita al contenido de la felicidad, donde tiene su punto de partida la
polémica discusión entre fin inclusivo y exclusivo. En efecto, desde que Hardie
formulara esta dicotomía ha tenido lugar una controversia extensa y larga,
ocupando a autores tan destacados como J. L. Ackrill, R. Kraut, T. Irwin, S.
Broadie y R. Crisp. Aunque este tema tiene una relación directa con lo que aquí
tratamos, convendrá eludirlo por evidentes razones de adecuación
espaciotemporal.
En definitiva, lo que resulta claro es que no sólo se puede decir que Aristóteles
se dedica a proporcionar una justificación de la virtud, sino que la estructura de
esta justificación coincide, prácticamente, con la estructura de toda la Ética
Nicomáquea. Así pues, podemos decir que el concepto de virtud encuentra su
1136
LA JUSTIFICACIÓN DE LA VIRTUD
03. Conclusión
1137
LAURA CORTÉS I ANDREU
Bibliografía
***
8 Hursthouse 1999 es quizá el mayor exponente de presentación de una virtue ethics que,
basándose en ideas ya desarrolladas por Philippa Foot, defiende una visión de la naturaleza
humana de corte aristotélico.
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UNA POLARIDAD ARISTOTÉLICA FERTILIZADA POR LA FÍSICA
CONTEMPORÁNEA
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UNA POLARIDAD ARISTOTÉLICA FERTILIZADA POR LA FÍSICA CONTEMPORÁNEA
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UNA POLARIDAD ARISTOTÉLICA FERTILIZADA POR LA FÍSICA CONTEMPORÁNEA
oculta que explicaría el valor fijo de un observable físico A tendría que ser
alterada en función de si a la vez se está midiendo un segundo observable B, o si
se está midiendo un tercer observable C, si se da la circunstancia de que estos
dos últimos observables, aunque compatibles con el primero, son incompatibles
entre sí. Pues si tras haber observado B, se pasa a observar C la variable pasaría
de ser explicativa de la pareja A-B a ser explicativa de la pareja A-C. Este
carácter por así decirlo dialéctico de las propiedades ocultas de las cosas
traiciona el espíritu mismo de la teoría.2.
El segundo ataque a la conjetura digamos einsteniana es más radical. Pues
resulta que la medición efectuada puede ser alterada por una segunda medición
aun en el caso en que ambas mediciones no se efectúen sobre la misma partícula
sino sobre partículas situadas a gran distancia. Esta apertura a la no localidad
queda asociada al nombre de John Bell y a sus famosas desigualdades.
El asunto se hace por así decirlo barroco e incrementa su peso filosófico con
un teorema más reciente (que tuvo asimismo verificación experimental) en razón
del cual el entrelazamiento que supone la violación de las desigualdades de Bell
es tele-transportado a parejas de partículas distantes3 4 5 . Aspecto esencial es que
el nuevo entrelazamiento solo se realiza si por el procedimiento que sea la
información (dirección por ejemplo en el caso de la medición de spin) es
transferida desde la parte en la que se efectuó la medida de Bell a la parte por así
decirlo contagiada. Así la información no es algo que se añade a la observación
realizada por el físico, sino que forma parte de aquello mismo de lo que el físico
da cuenta, viene a ser un ingrediente del cúmulo global de circunstancias que
permiten hablar de realidad física. La información es, en suma , un atributo per
se de la physis.
Misterioso asunto desde el punto de vista de la visión convencional de la
naturaleza y que fortifica en la idea de que toda reflexión sobre las
determinaciones de la Physis pase hoy por la elucidación del peso de los
evocados teoremas, que parecen destruir la esperanza de reconciliar la ciencia
más determinante de nuestro tiempo con los presupuestos filosóficos de nuestra
visión del mundo.
5 Zeilinger, 2000.
1143
VÍCTOR GÓMEZ PIN
4. Un raro mundo clásico: Ser «en sí» dependiente del contexto... Lugar «propio»
inseparable del lugar de otro
6 En la que todo parece restaurarse en su significación cabal, una teoría en la que el mundo en el
que ahora me inserto es el de siempre. Pero algunos encontraran excesivo el precio, a saber la
existencia de otros mundos, mundos ortogonales, por así decirlo, en relación a este mundo mío.
Este sería sin embargo tema de otro trabajo.
7 Suarez, 1998 (1597). Disputatio 4 (Unitate transcendentali in communi) y 5 (De unitate
individuali eusque principio).
8 Leibniz, 1979 (1663). Leibniz cuenta solo 17 años cuando escribe este texto determinante.
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UNA POLARIDAD ARISTOTÉLICA FERTILIZADA POR LA FÍSICA CONTEMPORÁNEA
9 Cabe preguntarse si entre los rasgos constitutivos de la individuación cuenta el situs entendido
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UNA POLARIDAD ARISTOTÉLICA FERTILIZADA POR LA FÍSICA CONTEMPORÁNEA
físicos. Suelen citarse al respecto las consideraciones de Heisenberg 10, pero, como
señala Ishman11, también se vincula a tal concepto la noción de propensity,
desarrollada por Popper y precisamente la de latencia desarrollada por
Margeneau 12.
Es de señalar sin embargo que el ser en potencia del que aquí se trata difiere
del de Aristóteles en un extremo esencial. El paso aristotélico de la potencia al
acto no es contingente, sino que está determinado por una serie de variables que
para nosotros son desconocidas. Lo aparentemente azaroso de lo que acontecerá
es en última instancia la expresión de nuestra impotencia para determinar, o al
menos para conocer , todo lo que está operando. Hay azar y suerte (buena o
mala), pero no hay para el Estagirita azar en sí, como lo indica esta prodigiosa
frase, premonitora de la tesis según la cual el mundo no es resultado de un juego
de dados: «El azar y la suerte son posteriores a la inteligencia y a la naturaleza
(kai nou kai physeos)13.
De hecho azar y suerte «son, o bien un conjunto de causas naturales o bien
de causas fraguadas por la inteligencia», y su irreductibilidad se debe tan solo a
que «el número de tales causas es infinito» 14.
El carácter meramente potencial de las entidades cuánticas tiene más radicales
implicaciones ontológicas. Consideremos el caso simple de la polarización de la
luz, ateniéndonos para los intereses del ejemplo a la circunstancia en la que la
luz debe ser considerada un conjunto discreto, un número de fotones. Sea una
emisión de considerable intensidad, polarizada en un ángulo alfa respecto al eje
horizontal-vertical, y un polarizador orientado en dirección horizontal.
Tenemos una fórmula probabilística que permite hacer una previsión sobre la
proporción de luz que pasará el filtro constituido por el polarizador y la que será
rechazada, es decir tenemos una previsión de cual será el comportamiento
efectivo de un número grande de fotones.
El asunto ha sido mil veces formulado: ¿qué sucede cuando consideramos un
simple fotón?; ¿ pasará el filtro o no lo pasará? La respuesta es que no lo
sabemos; para nosotros es totalmente aleatorio, no hay fórmula previsora de lo
que acontecerá a un fotón. ¿Y por qué no lo sabemos? Hay dos posibilidades, : o
somos ignorantes, o no cabe saberlo.
10 Heisenberg, 1952.
11 Isham,1995.
12 “Reality in quantum mechanics” Phil. Science 16, 287-302 (1949).
13 Fisica, II, 7, 198 a 9-11. Sin desperdicio asimismo las líneas inmediatas: “En consecuencia, si el
cielo tuviera causa en el azar y la suerte, sería necesario que con anterioridad la inteligencia y la
naturaleza fueran causa de múltiples cosas [que subyacen tras el azar] y del universo mismo”.
14 Física, II, 7, 198 a 3-5.
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UNA POLARIDAD ARISTOTÉLICA FERTILIZADA POR LA FÍSICA CONTEMPORÁNEA
Pues en este caso el lazo constatado tras información en una zona alejada de
aquella en la que ha sido producida una medida de Bell no surge siquiera de
una intervención sobre el terreno. O sea: no hay condiciones «locales» (las
comillas vienen de que utilizamos el término en un sentido no técnico) de la
abolición de la claridad y la distinción a la que aquí se asiste, es decir, abolición de
las condiciones de posibilidad de que la pluralidad sea un conjunto de
individuos substanciales. Lo único que ha producido tal de-substancialización de
lo dado es la información de lo que pasa en la lejanía. Si antes me refería a una
suerte de automatismo o proceso sin causa para la individualización, ahora cabe
referirse a lo mismo para la inseparabilidad.
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VÍCTOR GÓMEZ PIN
dicho que la Mecánica Cuántica tiene que ver con el ámbito cotidiano, nadie le
hubiera dicho que en la matriz de la misma se halla una tentativa de dar cuenta
de ese ámbito cotidiano, nadie hubiera vinculado el comportamiento de esas
partículas al comportamiento de los fenómenos de inmediato percibidos, y por
consiguiente no encuentra chocante que las cosas no funcionen en tal ámbito como
funcionan en la cotidianidad.
La persona de nuestro apólogo no creería estar tratando de la naturaleza, no
creería estar haciendo lo que se llama física o en todo caso se trataría de una física
de un horizonte paralelo, un horizonte de entidades cuyas propiedades tienen
una pluralidad de valores posibles, uno de los cuales por razones en parte
misteriosas llega a imponerse sobre los demás; entidades que muestran
incompatibilidades entre rasgos que en el mundo de la cotidianidad no solo se
perciben en una misma cosa, sino como caracteres definitorios de la misma.
Física, en suma, de entidades latentes.
Bibliografía
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***
1150
EL PRINCIPIO DE LOS AXIOMAS DE LA INTUICIÓN DE LA
PRIMERA CRÍTICA KANTIANA A LA LUZ DE LA DEFINICIÓN
ARISTOTÉLICA DEL TIEMPO EN FÍSICA IV
1152
EL PRINCIPIO DE LOS AXIOMAS DE LA INTUICIÓN
Si el infinito fuera un todo acabado, cualquier parte del infinito sería a su vez
infinita, apunta a continuación Aristóteles (Metaph. 1066b 15). Al margen de las
aporías en las que desemboca tal circunstancia, el Estagirita tiene sin embargo
diversas razones para negar el carácter actual del infinito. En primer lugar, la
existencia de la materia hace innecesario postular un infinito a partir del cual
llegaran a ser las cosas en el ciclo de su generación y su destrucción. No hay por
tanto generación y destrucción absolutas, sino transformaciones provistas de un
sustrato material que garantiza la continuidad de dichos procesos. A favor de la
infinitud actual podría sostenerse que lo finito siempre ha de estar limitado por
otra cosa que, a su vez, qua cosa finita, deberá hallar su límite en otra cosa, y así
ad infinitum. Sin embargo, estar limitado no significa necesariamente estar
limitado por otra cosa. Un cuerpo halla su límite en su propia forma o figura sin
que esto implique contacto o respectividad alguna respecto de otro cuerpo.
Aristóteles (Ph. 203b 15) elabora una refutación de un tercer argumento en
favor de la actualidad del infinito que recuerda mucho a la estrategia seguida por
Kant (KrV A598-B626) en su crítica al argumento ontológico de San Anselmo, en
base a la distinción entre lo real y lo posible. El hecho de que no encontremos
término en nuestra representación de ciertas unidades matemáticas no significa
que de hecho la geometría o la aritmética operen realmente con cantidades
infinitas. La respuesta a la cuestión sobre la posibilidad de aplicar legítimamente
dicha infinitud (ya sea en su modo extensivo o intensivo) al fenómeno del
tiempo, resulta en última instancia una indicación sobre el propio modo de ser
del tiempo. La presentación del continuo espacial como la forma privilegiada del
continuo de la cual dependen las demás, como ya puede sospecharse, determina
de manera crucial la caracterización del tiempo como tal. Dicha relación de
dependencia estructural es mediada por otra análoga a ésta. A la dependencia
que el tiempo guarda con el movimiento le antecede otra relación de
dependencia: la del movimiento con el espacio4. El movimiento, según
Aristóteles (de An. 406b12-13) hace salir de sí (existemi) a lo subsistente pero, pace
Platón, desde la reconstrucción aristotélica de sus propias tesis como la síntesis
de la tradición parmenídea y heraclítea, éste nada tiene que ver con la diferencia
o la carencia de ser. El movimiento, del que existen tantos géneros como modos
de ser, es infinito en razón de la propia infinitud del espacio y del movimiento5.
4 Que el tiempo dependa del movimiento no significa en modo alguno que pueda reducirse a
éste: hay movimiento sólo allí dónde existe un móvil; el tiempo se define respecto del movimiento
del móvil a través del concepto de número, pero no se identifica con él.
5 Lo que cambia, cambia sustancialmente, cuantitativamente, cualitativamente o localmente (Ar.
1153
ANA JIMÉNEZ RODRÍGUEZ
6 Aristóteles glosa la posición de Anaxágoras según la cual las cosas estaban en reposo antes de la
intervención de la Inteligencia y, en la misma línea, la tesis de Empédocles según la cual el amor y
el odio gobiernan la unión y separación de las cosas que da lugar al movimiento y al reposo (Ar. Ph.
250b 25)
7 A este respecto, puede consultarse Vigo 2006a, donde aparecen bien diferenciados los
1154
EL PRINCIPIO DE LOS AXIOMAS DE LA INTUICIÓN
embargo, si tomamos dos ahoras futuros respecto del ahora que hemos tomado
como punto de referencia, habremos de afirmar, al contrario, que el antes se sitúa
en el punto más próximo a nuestro ahora. El tiempo es entonces consecuencia del
movimiento, pero no como un movimiento sin más, sino desde lo numerable del
movimiento, según la dirección de lo anterior y lo posterior9.
Bergson (1970 [1927]) dirige sus críticas a la definición aristotélica del tiempo
como lo contado del movimiento, precisamente en la medida en que no puede
zafarse de su referencia al espacio, que ha resultado ser el concepto clave de la
definición de tiempo en el ámbito de la objetivación del ente en la ciencia positiva
y, en realidad, a lo largo de toda la tradición filosófica. Entiende que la
yuxtaposición, la discontinuidad y la impenetrabilidad, como características del
espacio que se transfieren a la noción vulgar de tiempo, son el resultado de la
aplicación ilegítima del esquema del número a la comprensión del tiempo. Con la
idea de duración desaparece la multiplicidad numérica y el acento recae sobre las
propias transiciones. La condición de posibilidad de la unión entre el antes y el
después, esto es, de la sucesión, es la conciencia. No obstante, la sucesión no es
algo exterior que soporte la diferencia entre dos instantes, sino el propio fluir, sin
que puedan pensarse puntos inmóviles que jalonen el propio movimiento.
En la duración, el tipo de multiplicidad numérica que define las magnitudes
extensivas de la naturaleza, así como la manera de entender cómo puede tener
lugar la división indefinida de los continuos, son transformados profundamente.
La división no aparece como algo externo al objeto a dividir, sino que toda
escansión tiene la capacidad de trastocar la naturaleza de aquello que jalona. El
desarrollo de la idea de una multiplicidad, de acuerdo con la cual el ser del objeto
cambia en el propio proceso de su división, está ligada a la confrontación que
Bergson sostiene con la interpretación riemanniana de las multiplicidades
continuas. La división numérica de la materia es independiente de su contenido
sustancial. Las divisiones y lo dividido comparten una misma naturaleza. La
medida de sus partes queda delimitada por el número de elementos que
contenga dicho objeto o, lo que es lo mismo, el patrón de medida es arbitrario,
queda sujeto a un dominio infinito de sistemas métricos. La matematización del
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EL PRINCIPIO DE LOS AXIOMAS DE LA INTUICIÓN
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11 KrV (B203/A163).
12 KrV (B203/A163).
13«Así, pues, sólo podemos percibir un objeto como fenómeno gracias a esa misma unidad que
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EL PRINCIPIO DE LOS AXIOMAS DE LA INTUICIÓN
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5. Conclusión
16Entre dicha corriente interpretativa, se cuentan los casos en los que, como Turró (1996, 52), han
considerado que el acento sobre los procesos de mediación reflexiva entre el universal y las
multiplicidad a subsumir bajo aquél (también, por cierto, entre la razón teórica y la razón práctica)
debe ponerse en la facultad de juzgar entendida como Verbindungsmittel. En otros casos, se entiende
que el esquematismo cumple una función meramente mecánica en la aplicación in concreto de
categorías a fenómenos, desempeñando la deducción trascendental el papel relevante a la hora de
explicar dichos procesos de mediación y de legitimación del conocimiento objetivo en sentido
crítico. Puede encontrarse un trabajo excelente donde se exponen las consecuencias teóricas de la
1160
EL PRINCIPIO DE LOS AXIOMAS DE LA INTUICIÓN
diferencia entre ambos tipos de categorías en Vigo 2006b. En la conjuctio matemática tiene lugar
justamente una síntesis de lo homogéneo. El nexus o combinación dinámica exige sin embargo la
mutua implicación y dependencia de sus elementos. Sobre la influencia del silogismo aristotélico en
la pregunta fundamental de la filosofía trascendental sobre la posibilidad de los juicios sintéticos a
priori véase Schulte, 1972.
17 En esto consiste precisamente el movimiento: actualidad de lo que existe en potencia (Ar.
19 O, tal como aparece formulado en Pl. Ti. 29b: ¿cómo es posible hacer ciencia sobre algo que
1161
ANA JIMÉNEZ RODRÍGUEZ
Bibliografía
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- Kant, I., 1781: Kritik der reinen Vernunft [KrV], Riga (trad. esp.: Crítica de la Razón Pura,
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justamente en no admitir las ideas como entidades trascendentes. Sólo en un sentido inmanente
pasarán a integrarse en la teoría hilemórfica.
1162
EL PRINCIPIO DE LOS AXIOMAS DE LA INTUICIÓN
- Ross, W. D., 21979: Aristotele’s Physics. A Revised Text with Introduction and Commentary,
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- Schulte, G., 1972: «Die aristotelische Syllogistik in der transzendentalen Logik Kants
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FILOSOFIA 2, 269 – 293.
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- Vigo, A., 2006b: «Reflexión y juicio», en DIÁNOIA, LI, 57, 27-64.
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***
1163
LA INTERPRETACIÓN ARISTOTÉLICA EN LAS CIENCIAS
COGNITIVAS CONTEMPORÁNEAS
En la década de los noventa del pasado siglo, un artículo firmado por Hilary
Putnam y Martha C. Nussbaum respondía a una polémica iniciada por Burnyeat
a raíz de la referencia hecha por Putnam a la obra aristotélica. En relación al
llamado problema mente-cuerpo, Putnam defendía el enfoque funcionalista
recuperando de Aristóteles su noción de alma como «organización funcional»1.
Para Burnyeat, en el tratamiento aristotélico de la percepción, sólo intervienen
condiciones de receptividad de las formas sensibles: temperatura intermedia, una
retina transparente, aire llenando el oído, etc. Una vez establecidas estas
condiciones, ya no se habla más en términos materiales. Es decir, Aristóteles no
hace referencia a la afección del órgano sensible porque no existe una transición
fisiológica en la percepción sensible. De hecho, Aristóteles nunca trata en detalle
los órganos sensibles que para él no tienen diferenciación y se contemplan sólo
como partes homeomeras (el aire en el interior del oído, etc.). Burnyeat considera,
finalmente, que las percepciones son irreductibles a procesos materiales
relacionándolo con el hecho de que las facultades vitales son aquellas que
explican y no en ser explicadas2.
Burnyeat3 se apoyará en Acerca del Alma III, 2, 425b 26-426a 26 para ilustrar el
efecto del sonido en el órgano auditivo. La vibración o resonancia se transfiere
del aire exterior al aire interior del oído y esta vibración o resonancia en el oído
es idéntica a la audición del sonido: un acontecimiento en el único plano de la
forma sin referencia a un interior en el que los órganos queden afectados por la
percepción. En cambio, para nosotros, una vibración es un suceso físico y la
audición un suceso mental. El hecho de que Aristóteles piense simplemente en
dos descripciones de un mismo acontecimiento muestra que nuestras categorías,
introducidas por Descartes, establecen una dualidad entre cuerpo y mente poco
apropiada para caracterizar la filosofía aristotélica, afirmará Burnyeat.
Putnam y Martha C. Nussbaum le replicarán que una cosa es mantener que la
percepción y los fenómenos vitales no puedan ser reducidos a elementos más
simples y otra muy diferente mantener que la percepción no está acompañada o
realizada por ninguna transición material como parece concluir Burnyeat. Como
le reprocharán4 a Burnyeat, su postura le lleva a considerar el alma como un
mero elemento exterior hospedado en el cuerpo cuando para Putnam las
actividades psicológicas de los seres vivos, tales como percibir, desear e
imaginar, están realizadas o constituidas en la materia y son de hecho las
actividades de alguna materia específica. La relación entre forma y materia es de
constitución o realización, no de identidad ni de mera correlación.
Además, siguiendo a Putnam5, es a partir de Hume y Berkeley cuando las
sensaciones pasan a ser consideradas inmateriales y se identifican con la mente.
En Descartes, las sensaciones no corresponden al interior de la mente porque
continuaba considerándolas como algo físico o material. En la línea de Putnam,
Charles H. Kahn indicará6 que no es justo que se le reproche a Descartes ser el
artífice de la separación entre mente y cuerpo. Tanto Aristóteles como Descartes
conciben la relación del alma con el cuerpo como un todo. En lo que difieren es
en la manera en la que definen el alma y su modo de interacción con el cuerpo.
Centrándonos en Aristóteles, la sensación no sólo afecta al alma o al cuerpo
sino a su unión considerada como un todo7.
Esto está en clara correspondencia con su teoría de la percepción porque para
Aristóteles en las cosas sensibles se encuentran los objetos inteligibles8. La
consecuencia de ello es (contrariamente a los que suelen oponer un Platón
orientado en las ideas a un Aristóteles centrado en lo sensible) que en el
conocimiento sensorial está presente también el conocimiento intelectual. Así
queda reflejado en este párrafo de Acerca del alma:
Both philosophers connect the soul with the body as a whole; and both recognize its special
relationship to a central organ. Thus Descartes remarks that the soul is joined to the whole body in
such a way that it cannot be said to be in one bodily part to the exclusion of the others… » Kahn
1979, 26.
7 Somn. Vig., I, 454a7-8.
1166
LA INTERPRETACIÓN ARISTOTÉLICA EN LAS CIENCIAS COGNITIVAS
CONTEMPORÁNEAS
En todo caso, tanto Putnam como Burnyeat coinciden en afirmar que para
Aristóteles las formas se encuentran a la vez en las cosas y en la percepción.
Recuperar una visión aristotélica sería comprender que de hecho en el mundo
natural las percepciones sensibles son también formas de las cosas percibidas.
Por ejemplo, el ultravioleta para la abeja no sólo se encuentra en la retina del ojo
sino que también está presente en las realidades exteriores, lo que permite que la
abeja pueda captar el ángulo de polarización de la luz para guiarse en sus
desplazamientos.
En relación al funcionalismo y a Aristóteles, Putnam no sugiere, como
entiende el funcionalismo clásico, que el vínculo entre las funciones y la materia
sean contingentes. De entrada, para Aristóteles no cualquier forma es válida en
cualquier materia12. La encarnación en algún tipo de materia específica es
esencial para los animales y sus actividades vitales. Lo que es contingente es la
12 «Ellos no obstante, se ocupan exclusivamente de definir qué tipo de realidad es el alma, pero
no definen nada acerca del cuerpo que la recibe, como si fuera posible –conforme a los mitos
pitagóricos- que cualquier tipo de alma se albergara en cualquier tipo de cuerpo: parece,
efectivamente, que cada cosa posee una forma y una estructura peculiares. En definitiva, se
expresan como quien dijera que el arte del carpintero se alberga en las flautas. Y es que es necesario
que el arte utilice sus instrumentos y el alma utilice su cuerpo. » De An., I, 3, 407b20-26.
1167
ALBERT ARISÓ CRUZ
13 Cuando descendemos a un cierto nivel material la misma función puede estar presente en otras
materias. Como indica Putnam: un jarvik II es el corazón de la persona que lo recibe como una
córnea trasplantada es la córnea del receptor.
14 La más conocida es la tomografía por emisión de positrones (TEP) que mide el flujo sanguíneo
en el cerebro.
15 Searle 2000 [1997], 175.
16 Edelmann propone pensar los fenómenos conscientes a escala de redes de neuronas llamados
engramas mientras que Penrose sitúa la escala a un nivel inferior respecto de las neuronas. Esta
1168
LA INTERPRETACIÓN ARISTOTÉLICA EN LAS CIENCIAS COGNITIVAS
CONTEMPORÁNEAS
que la relación del cerebro con la conciencia no es para nada una relación causal, sino que la
conciencia consiste simplemente en programas en el cerebro. Y niega que la específica
neurobiología del cerebro cuente para la conciencia en particular y para la mente en general. A
despecho de sus pretensiones científicas…» Searle 2000 [1997], 171.
18 Searle 2000 [1997], 170.
ese sentido de la unidad natural y orgánica de lo intencional con su materia constitutiva, que es una
de las grandes contribuciones del realismo aristotélico. Sugerimos que el pensamiento de
Aristóteles realmente es, propiamente entendido, la realización del deseo de Wittgenstein de tener
una ”historia natural del hombre”». Putnam 1997 [1994], 104-105.
20 Code 1991.
1169
ALBERT ARISÓ CRUZ
21 De An., I, 4, 408b13-15.
22 Searle 2000 [1997], 190.
23 En referencia al intelecto agente, Tomás Calvo indicará que: «La participación de los individuos
1170
LA INTERPRETACIÓN ARISTOTÉLICA EN LAS CIENCIAS COGNITIVAS
CONTEMPORÁNEAS
24«Intangibles son, a su vez, ya lo que posee en grado mínimo la característica de los cuerpos
tangibles –como sucede con el aire- ya los excesos en las cualidades tangibles». De An., II, 11, 424a
12-15.
1171
ALBERT ARISÓ CRUZ
Bibliografía
1172
LA INTERPRETACIÓN ARISTOTÉLICA EN LAS CIENCIAS COGNITIVAS
CONTEMPORÁNEAS
- Putnam, H., 1994: Words and Life, Harvard University Press, Cambridge y Londres
(trad. esp.: La herencia del pragmatismo, Barcelona 1997).
- Putnam,H., 2000: «Aristotle’s mind and the contemporary Mind. », en: Demetra
Sfendoni-Mentzou (ed.), Aristotle and contemporary science. Volume one. Peter Lang
Publishing, New York, 7-28.
- Searle, J., 1997: The Mystery of Consciousness, Granta Books, London (trad. esp.: El
misterio de la conciencia, Barcelona 2000).
***
1173
UNA CRÍTICA A LA TEORÍA FUNCIONALISTA EN LA
INTERPRETACIÓN DE LA PSICOLOGÍA ARISTOTÉLICA
1176
UNA CRÍTICA A LA TEORÍA FUNCIONALISTA
indagación ‘científica’, esto es, una investigación que pretende hacerse con rigor
crítico sin mediación de las historias fabulosas tradicionales, aunque tal vez no lo
lograse del todo —esa es otra cuestión. El rigor crítico al que me refiero da
comienzo como es sabido con Jenófanes y alcanza las propias reflexiones de
Platón. El tipo de ‘indagación’ o ‘investigación’ (historia) que persiguió
Aristóteles10 destierra, también, el cuento (mythos) y el prodigio o la maravilla
(thaumasia). Concretamente, su investigación zoológica (bajo cuyo término se
comprende una plasmación de sus principios físicos, psicológicos y metafísicos11)
se guía por sus propias preocupaciones e intereses teóricos12.
En suma, creer que hay unos seres en Júpiter que pueden hablar sería tanto
como dar fe irracionalmente a los cuentos, y Aristóteles fue un ‘científico’
riguroso que pretendió desterrar esta clase de explicaciones.
Aristóteles dice que «la forma del hombre (anthropou eidos) se manifiesta
siempre en carnes, huesos y partes de este tipo»13. Esto zanjaría la disquisición de
que pudiesen existir otros seres humanos hechos de materiales que no sean éstos
a los que se refiere el Estagirita. Al hilo de este pasaje de la Metafísica, Bernard
Williams14 se planteó si, en todo caso, sería posible interpretar que «la forma
humana pueda realizarse en algo distinto a las carnes y huesos, etc.». Lo más
prudente es sostener que dicha separación se hace imposible15; Williams lo
encuentra «difícil» de aceptar. Aristóteles determina que la forma humana
«siempre» se realiza en esas partes materiales a las que él mismo se ha referido.
El pasaje en cuestión de la Metafísica trata sobre la posibilidad de ‘separar’
(chorizo) la ‘forma’ (eidos) de la ‘materia’ (hyle), pero no hay que perder de vista
que se dan, según Aristóteles, formas en que dicha separación es posible y otras,
como la forma humana, en que no. En el caso de los círculos y los triángulos, a
diferencia del ser humano, la «<separación> parece posible»16. Por tanto, en este
caso, puede abstraerse de la forma del círculo o del triángulo la materia con que
tales figuras geométricas están hechas, así el bronce, la piedra o la madera:
1177
JOSÉ-JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO
1178
UNA CRÍTICA A LA TEORÍA FUNCIONALISTA
hay duda de que aquél que ahora es un órgano artificial continúa siendo la
misma parte del ser humano, aunque no esté hecho de carne y de otros tejidos
similares23, pero ¿qué es lo que habría pensado Aristóteles?
El supuesto del órgano artificial transplantado lo han barajado las
interpretaciones funcionalistas de Aristóteles. Y en ella, desde luego, no puede
incluirse a B. Williams. Uno de los críticos más incisivos del funcionalismo,
Myles Burnyeat, antiguo alumno y luego amigo de Williams, es el autor del
ensayo que más polémica ha levantado en las tres últimas décadas contra los
presupuestos funcionalistas24. El propio Williams25 hace referencia al entonces (en
1986) paper de Burnyeat que circuló sin publicar por los principales ámbitos
académicos de EEUU y el Reino Unido durante más de una década. En último
lugar, menciono a John Ackrill26, el influyente colega de Williams en Oxford (su
artículo «Hylomorphism» se incluye en el volumen conmemorativo dedicado a
Ackrill)27. El mismo Ackrill también se mantuvo en los antípodas de una
interpretación funcionalista del ‘alma’ o psyche en Aristóteles. Y Williams28
reconoce basarse expresamente en la idea de la psyche aristotélica, tal como
Ackrill29 la estudió en su famoso e influyente artículo «Aristotle’s definition of
psyche».
27 Publicado en los Oxford Studies in Ancient Philosophy 4. Véase Annas-Woods (ed.), 1986.
1179
JOSÉ-JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO
1180
UNA CRÍTICA A LA TEORÍA FUNCIONALISTA
35 Cf. de An. II 1, 412b 19-24. Este ejemplo, junto a otros del mismo tenor, los ha tratado
pormenorizadamente Christopher Schields en su monografía sobre la homonimia (Schields 1999,
131-154).
36 Cf. Metaph. IX 1, 1046a 29-35.
1181
JOSÉ-JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO
1182
UNA CRÍTICA A LA TEORÍA FUNCIONALISTA
1183
JOSÉ-JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO
Para Aristóteles el alma es, entonces, lo animado; también dice que «el ser es
para los vivientes el vivir, y el alma es su causa y principio»51. Sin embargo, la
‘vida’ (zen) no tiene un sentido unívoco, es decir, que estar vivo tiene diversos
niveles de alcance o de significación. Existen formas de vida que solamente
cumplen con todas o al menos con alguna de las referidas funciones u
operaciones. No resultará ocioso enumerarlas otra vez: intelecto, sensación,
movimiento y reposo local, movimiento entendido como alimentación,
envejecimiento y desarrollo. El caso ínfimo lo constituyen las plantas52. Las
plantas tienen alma-vida (psyche) porque «poseen en sí mismas la potencia
(dynamin) y el principio (archen)». La psyche es, por tanto, autónoma, pues posee
el principio interno del cambio. Pero las plantas tienen sólo la facultad o la
potencia del movimiento entendido como alimentación; en ellas «no se da
ninguna otra potencia del alma»53. Fuera de esta forma de vida ínfima se
encuentra la vida animal, y «el animal lo es primeramente por la sensación».
Aquellos animales, aunque «ni se muevan ni cambien de lugar, pero posean
sensación, los llamamos animales (zoa) y no simplemente vivientes (zen monon)
(sc. las plantas)»54. Cada una de estas facultades y operaciones definen el alma55 y
bien «o constituye un alma o una parte del alma»56. Para el animal, la facultad de
alimentación constituye sólo una parte de su alma, mientras que para una planta
toda. Por último, Aristóteles establece que la operación más excelsa que se da en
el alma de un ser vivo es la intelectiva, no obstante ésta exclusivamente la poseen
los animales humanos, como pusimos un especial énfasis al empezar basándonos
en la Política57 —repárese que he dejado al margen de todo nuestro planteamiento
el caso de la divinidad.
Aristóteles reconoce, y ésta será la última consideración que voy a hacer, que
las partes del alma «no se dan separadas (chorizesthai] como algunos
pretenden»58, salvo en el caso del intelecto, a pesar de lo cual —matiza— «la
cuestión no es clara»59. Aristóteles se está refiriendo a la opinión que tenía la
Academia60, aunque ha de tenerse presente, también, lo que ha dicho
despectivamente sobre los pitagóricos según vimos más arriba (las dos opiniones
1184
UNA CRÍTICA A LA TEORÍA FUNCIONALISTA
Bibliografía
1185
JOSÉ-JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO
***
1186
ESTADO DE NATURALEZA, CONTRACTUALISMO, Y LEY CIVIL: UNA
LECTURA HOBBESIANA DE ALGUNOS TEXTOS SOFÍSTICOS1
Los estudiosos del contractualismo señalan a los sofistas como los precursores
directos de esta forma de entender las relaciones políticas. En ellos podemos
encontrar ya protoformulaciones del estado de naturaleza, explicaciones
contractuales del origen del Estado y de las leyes o discusiones acerca de la
necesidad de obedecer a los gobernantes y a sus mandatos. Buenos ejemplos de
ello los podemos encontrar respectivamente en Calicles, en la definición del
concepto de la justicia que Glaucón ofrece en el libro segundo de la República o en
el mito de Prometeo del Protágoras platónico.
De lo que se trata en este breve trabajo es de ofrecer, no tanto una lectura
fidedigna de éstos y otros textos sofísticos, sino de ver hasta que punto toda esa
tradición confluye en la filosofía política de una de las grandes figuras del
contractualismo clásico: Thomas Hobbes. Al final del mismo, debería quedar
claro que el centro de su teoría política está desarrollado en cierto modo en todos
estos pensadores antiguos aunque su mensaje de fondo no coincida exactamente
con las tesis de los mismos.
Como muy bien señala Leo Strauss en su famosa obra Natural Right and
History, Thomas Hobbes se ve más a sí mismo como un continuador de la
tradición política idealista de Sócrates, Platón o Cicerón que como un realista
político a lo Protágoras, Epicuro o Carnéades2. Según él, la teoría política de
Hobbes se preocupa por el correcto orden de la sociedad como algo deseable en
sí mismo, por el derecho natural, por la ley o por la justicia; pero nunca baraja la
1 El presente estudio se enmarca dentro del proyecto de investigación titulado La Filosofía de las
Pasiones en la Escuela de Salamanca (BOCYL-D-29032011-32/ SA 378A11-1) financiado por la Junta de
Castilla y León.
2 Strauss 1953, 167-169. En lo sucesivo me baso en estas páginas para establecer la posible relación
3 Hobbes, De Corpore, i, 174-175. En lo sucesivo citaremos las obras de Hobbes como sigue: el
nombre del autor, la obra a la que se hace referencia, el capítulo de la misma y, por último, la
paginación de la traducción que aparece recogida en la bibliografía final. Las traducciones de los
textos, salvo que se indique lo contrario, serán siempre las que aparecen en dicha bibliografía.
4 Hobbes, De Cive, i, 54-55 y nota.
5 «Platón, que fue el mejor filósofo griego, prohibía la entrada es su escuela a quienes no eran ya
geómetras en algún grado» (Hobbes, Leviatán, xlvi, 544). Éste es seguramente el ejemplo más claro
que tenemos para probar que Hobbes era un conocedor y amante de la obra de Platón. Sin
embargo, tal y como hemos mencionado más arriba, Hobbes no habla de ningún sofista en sus
obras debido a que muchos de los fragmentos que tenemos hoy en día, como los de Antifonte, no se
habían descubierto aún. Sabemos también que en la época isabelina circulan con éxito gran parte de
los textos de Jenofonte entre los intelectuales ingleses. Con todos estos datos en la mano no es
descabellado suponer que el conocimiento que Hobbes tenía de las teorías sofistas se debía limitar a
su presentación en las obras de otros autores clásicos.
1188
ESTADO DE NATURALEZA, CONTRACTUALISMO Y LEY CIVIL
6 Lessnoff 1986, 20-21. Lessnoff, por ejemplo, defiende también la teoría de que el contractualismo
de los antiguos sofistas y el de los autores políticos modernos resulta inconmensurable ya que ni
sus objetivos ni sus recomendaciones son los mismos.
7 Hobbes, De Corpore, vi, 237-240. Existe una gran controversia entre los intérpretes del
pensamiento hobbesiano acerca de si existe o no unidad y/o continuidad entre la filosofía natural y
política del autor que no vamos a exponer ahora. Baste decir aquí que para nosotros, tal y como se
verá a continuación, resultaría imposible entender a la perfección la teoría política de Hobbes si no
se atiende al carácter materialista, mecanicista y fisiológico de su antropología.
8 Hobbes, De Corpore, xxv, 559-560.
1189
DAVID JIMÉNEZ CASTAÑO
11 «En el estado de naturaleza el beneficio es la medida del derecho» (Hobbes, De Cive, i, 62). Con
esta frase lapidaria resume Hobbes su idea de que en el estado de naturaleza, al no existir las leyes
del Estado, cada uno debe juzgar por su propia cuenta lo que puede suponerle un beneficio o un
perjuicio.
12 Hobbes, Leviatán, vi, 55. Usamos aquí el término moral en un sentido coloquial ya que para
Hobbes en el estado de naturaleza sólo es bueno lo que nos reporta un beneficio sin atender a los
motivos o las consecuencias que la moral tradicional ha considerado en sus discursos.
13 Hobbes, Elementos, I, viii, 131.
1190
ESTADO DE NATURALEZA, CONTRACTUALISMO Y LEY CIVIL
Ahora bien, como todo hombre busca la supervivencia y puede usar todo su
poder para conseguirla, es igualmente lícito que todo hombre use la razón para
superar las dificultades del estado de naturaleza de la forma más ventajosa
posible15. Es aquí donde entra la definición hobbesiana de ley natural:
Si el derecho natural nos confería libertad absoluta para hacer o no hacer todo
lo que nos procurara un beneficio, ahora la ley de la naturaleza, conociendo los
peligros del estado de naturaleza, nos va a obligar a hacer u omitir una sola de
esas acciones para asegurarnos un resultado óptimo16. Entre estas
recomendaciones de la razón encontramos la de buscar la paz y reservar la
guerra sólo para casos inevitables17, pero también la de hacer esto mediante un
pacto por el que todos nos comprometemos a conferir nuestro derecho natural a
un tercero que se encargará de gobernarnos mediante leyes18. Es así como nace
contractualmente ese Leviatán hobbesiano encargado de coordinar las acciones
de sus súbditos y de definir los conceptos de bueno-malo, justo-injusto y mío-tuyo
gracias a las leyes civiles19 y al incomparable poder que las sanciona20.
Sin embargo hay que dejar claro que el pacto y la sociedad civil no han
producido ningún cambio en la naturaleza del hombre ya que éste todavía se
sigue moviendo para obtener beneficio y para evitar el dolor; lo único que ha
cambiado ahora es que hay un poder común irresistible que es capaz de imponer
su criterio por la fuerza a los demás. En este sentido la ley civil acabará actuando
de guía de las acciones del ser humano en su camino hacia la satisfacción de su
deseo: en la sociedad civil uno sigue siendo libre para hacer u omitir todo aquello
que le reporte un beneficio, pero sólo si su acción no supone una violación de la
los hombres pactan entre sí la cesión de sus derechos a un tercero para que medie entre ellos
imponiendo su voluntad.
19 Hobbes, De Cive, vi, 126.
20 Hobbes, Leviatán, xxviii, 272. «no hay poder sobre la tierra que se le compare» reza el lema que
1191
DAVID JIMÉNEZ CASTAÑO
voluntad del soberano21. Hacer lo contrario supondría violar las condiciones del
pacto y con ello posicionarse en contra de un Estado de poder incomparable.
De este modo tenemos que el placer y el dolor son el origen y el motor de la
sociedad civil en tanto que nos unimos para obtener un beneficio mayor que el
que obtendríamos en el estado de naturaleza y para evitar la muerte segura que
en él encontraríamos, mientras que acatamos las leyes del soberano por esos
mismos motivos y porque de no hacerlo podríamos vernos amenazados por su
poder. De lo que se trata a continuación es de ver cómo podemos reconstruir
todo lo que acabamos de exponer sobre la filosofía política de Hobbes a partir de
las teorías de los sofistas recogidas por Platón y por Jenofonte.
1192
ESTADO DE NATURALEZA, CONTRACTUALISMO Y LEY CIVIL
valor y habilidad satisfaciendo cada deseo a medida que nace (Pl. Grg.
491e).
magistralmente las líneas fundamentales del razonamiento de Protágoras para elaborar nuestra
propia exposición.
1193
DAVID JIMÉNEZ CASTAÑO
Prt. 321d). De esta manera los hombres consiguieron el arte necesario para la
vida en la naturaleza pero no para la vida política: tenían religión, tenían
lenguaje y tenían técnicas rudimentarias para construir calzado o viviendas, pero
vivían aun dispersos y perecían frente a los animales o frente a otros hombres.
Sólo podían solucionar este problema agrupándose en ciudades, pero como no
poseían aún el arte de la política, se injuriaban los unos a los otros cuando se
juntaban y acababan dispersándose de nuevo. Ante esta situación, Zeus envía a
Hermes para que entregue a todos los hombres por igual las dos virtudes
políticas fundamentales: el respeto y la justicia. Es sólo entonces cuando los
hombres pueden reunirse y vivir en comunidad ya que al compartir todos el
mismo sentido de la justicia pueden formar ya ciudades y sacar el máximo
provecho al fuego y a las artes robados por Prometeo30.
Por lo que acabamos de exponer, el paralelismo entre el estado de naturaleza
de Hobbes y la situación de los hombres de Protágoras es más que evidente. Los
habitantes del estado de naturaleza hobbesiano también poseen artes, religión y
algunos avances técnicos elementales, pero como se dedican a buscar la
satisfacción de sus deseos de forma individual no pueden disfrutar por mucho
tiempo de ninguna de estas ventajas31. Tampoco tienen la opción de agruparse en
ciudades ya que todos intentan dominar a sus iguales movidos por ese gusto
incesante por el poder. Sin embargo, la coincidencia más reseñable reside en el
hecho de que Protágoras, en contra de lo que han sostenido la mayoría de los
pensadores políticos de la Antigüedad, considera que el hombre no es un animal
político por naturaleza32. A su modo de ver, los hombres son más bien inútiles
políticos por naturaleza y de ahí que necesiten la intervención divina para poder
agruparse en Estados33. Hobbes también se muestra crítico con la idea del zoon
politikon, pero en su teoría el hombre posee de forma natural todo aquello que
necesita para crear ese gran artificio que es el Leviatán. Ahora bien, si
equiparamos el respeto y el sentido de la justicia de Protágoras con las leyes de la
naturaleza de Hobbes la diferencia entre ambos queda bastante mitigada ya que,
para el inglés, ley natural y ley divina son una y la misma cosa34.
30 Barker ²1961, 72-73. La obra de Barker es más que recomendable para entender el alcance de las
teorías políticas de los sofistas.
31 Hobbes, Leviatán, xiii, 115.
33 Alegre 1986, 42-46; Barker ²1961, 72; Guthrie 1969, 141-142. Barker defiende la teoría de que,
para Protágoras, el Estado existe más bien iure divino y no, como otros como Guthrie sostiene, ex
contractu. Por su parte, Guthrie, al igual que Alegre, sostienen que el uso de los dioses por parte del
agnóstico Protágoras es más bien alegórico y que se puede incluir a este autor entre la nómina de
los contractualistas.
34 Hobbes, De Cive, iv, 101.
1194
ESTADO DE NATURALEZA, CONTRACTUALISMO Y LEY CIVIL
35 X. Mem., IV, 4, 5 ss. En lo sucesivo nos atenemos a este fragmento para exponer la teoría de la
ley natural de Hipias.
36 Barker ²1961, 79 nota. Barker defiende la idea de que la postura defendida por Glaucón en la
segunda parte de la República guarda enormes similitudes con las tesis expuestas por Antifonte en
Oxyrhyncus Papiri. Sin embargo, tal y como él mismo dice, no deja de ser extraño que si Platón
conocía la teoría política de Antifonte no lo mencionara en ninguna de sus obras.
37 Pl. R. 359c.
1195
DAVID JIMÉNEZ CASTAÑO
Por lo tanto, el pacto social se celebra con la intención de obtener una defensa
fiable frente a la injusticia que impera en la naturaleza, aunque hay que señalar
que el carácter hedonista y egoísta de los hombres no cambia y continúa intacto
en sociedad. De hecho, es este comportamiento el máximo valedor de la sociedad
civil ya que los hombres entienden que deben ceder gran parte de su poder y
libertad natural para conseguir un beneficio menor pero seguro. En otras
palabras: los individuos renuncian a satisfacer libremente sus deseos y se pliegan
a las normas pactadas en función de la igualdad ya que, de otra manera, no
podrían asegurarse una cuota suficiente de placer.
Pero este último hecho nos lleva directamente al mito del anillo de Giges, el
cual es utilizado para explicar que, de no existir esa especie de igualdad natural
entre los hombres a la hora de competir por los bienes, el más fuerte nunca
aceptaría el pacto y buscaría su placer sin importarle el perjuicio de los demás40.
La moraleja de dicho mito es que la justicia es una convención establecida en
función de la igualdad natural para satisfacer los propios deseos de los hombres,
pero que si dicha igualdad no existiera, el más fuerte no necesitaría el abrigo de
la sociedad y se seguiría comportando como en el estado de naturaleza41.
38 Pl. R. 358e.
39 «La experiencia ha demostrado la dificultad de sacarle provecho al mal obrar y evitar sus
perjuicios, por eso, y como solución de compromiso, se establecieron las leyes y concertaron
acuerdos obligándose a sí mismos a evitar ambas cosas» (Guthrie 1969, 105).
40 Pl. R. 359b-360d.
41 Pl. R. 359c.
1196
ESTADO DE NATURALEZA, CONTRACTUALISMO Y LEY CIVIL
Así pues, parece que la teoría contractual de Glaucón coincide palabra por
palabra con la de Hobbes. Para el filósofo inglés el pacto se celebra para evitar las
calamidades del estado de naturaleza y, en consecuencia, asegurarse una cuota
razonable de beneficios a costa de ciertos sacrificios42. Los hombres hobbesianos
se despojan del derecho a todo que les confiere inicialmente la naturaleza a
cambio de que el soberano, única persona que conserva su poder natural, les
proteja de aquéllos que violan lo establecido por las leyes43. Ahora es la ley la que
coordina las acciones de todos y la que establece el modo legítimo de satisfacer
los propios deseos. Ahora bien, vimos que también para Hobbes el carácter
egoísta y hedonista de los hombres sigue intacto después de la celebración del
pacto, por lo que si alguien pudiera zafarse del lastre de la igualdad natural y
tener un poder suficiente como para imponer su criterio no necesitaría de los
demás ni entendería el pacto como algo necesario44.
Acabamos de ver que tanto para Glaucón como para Hobbes la ley civil
sustituye al libre criterio utilizado por los hombres en el estado de naturaleza
para guiar sus acciones en pos del placer. Lo que nos queda por ver ahora es la
forma en la que un sofista como Protágoras entiende la ley y la posible relación
entre su lectura y la de Hobbes.
Para hacer esto, debemos volver de nuevo al mito de Prometeo platónico y
retomarlo justo en el punto en el que lo abandonamos más arriba45. Lo último
que le ordena Zeus a Hermes es que le de a los hombres la siguiente instrucción:
«E instruye en mi nombre la ley de que maten, como una enfermedad en la
ciudad, a quien no tenga capacidad de participar del respeto y de la justicia» (Pl.
Prt. 322d). Dicho de otro modo, lo que manda el dios es que se instituya una ley
por la que se castigue al que no sea capaz de cumplir con las normas
fundamentales de convivencia. Más adelante, a la hora de tratar sobre los
castigos aplicables a delitos más leves, Protágoras y Sócrates analizan el papel del
castigo en la aplicación de las leyes. Para el primero los castigos no deben
aplicarse para reparar el daño hecho ya que eso es imposible46. Los castigos
Hobbes, el cual viene a decir que intentar aprovecharse de las ventajas del pacto sin cumplir uno
mismo con los términos del mismo es poco menos que un suicidio debido a la desigualdad de
poder que hay entre el Estado y el insensato.
45 Pl. Prt. 322d, 324a-b, 325a-b. En lo sucesivo nos atenemos a estos fragmentos para exponer la
1197
DAVID JIMÉNEZ CASTAÑO
deben tener como meta tanto el persuadir a futuros infractores de realizar tal
acción como el corregir, si se puede, la conducta del propio culpable47. Sólo de
esta manera la ley y la fuerza sancionadora podrán compaginarse para
bienordenar la sociedad.
Hobbes también considera que la ruptura de una ley por parte de un
ciudadano supone una violación de los términos fundamentales del contrato
originario y que el que atenta repetida o gravemente contra ellos se coloca en una
situación de guerra contra el Estado48. Cuando esto se da, Estado e infractor
vuelven de nuevo a aquél estado de naturaleza en el que la fuerza era la medida
del derecho por lo que, como es obvio, el segundo tiene todas las de perder.
Respecto a la función del castigo aplicable a injusticias más leves, el filósofo
inglés defiende exactamente la misma teoría que Protágoras, es decir, que el
castigo tiene que hacerse con miras al futuro y no para reparar un mal pasado49.
1198
ESTADO DE NATURALEZA, CONTRACTUALISMO Y LEY CIVIL
teórica del mismo en base a ciertos comportamientos del ser humano moderno53.
Así pues, no parece que por este camino podamos hablar de una coincidencia
entre el contractualismo de los sofistas y el de Hobbes.
Sin embargo lo que más nos interesa es el siguiente punto, el del uso de la
teoría para justificar y/o limitar la autoridad ya que es aquí donde se localiza el
principal desencuentro entre contractualistas antiguos y moderno. Por un lado,
tenemos que para Glaucón la physis sigue siendo superior al nomos por lo que, si
tenemos la posibilidad, debemos librarnos de las limitaciones del contrato y
perseguir nuestro propio beneficio54. Dicho de otro modo, para Glaucón el
contrato ni ata ni obliga. En Hobbes esto es parecido pero no exactamente igual:
los súbditos tienen que cumplir la ley por fuerza, pero para que ésta funcione
tienen también que entender que esa es la mejor de las soluciones55. En este
sentido existe una especie de obligación racional además de la meramente física
de la fuerza.
De esta forma, y pese a las múltiples coincidencias puntuales o formales entre
las teorías de los sofistas y la de Hobbes, la conclusión que podemos sacar de
todo lo dicho es que no es posible asegurar ni que exista una influencia directa de
los primeros sobre el segundo ni que sus explicaciones sean materialmente
coincidentes.
Bibliografía
55 Hobbes, Elementos, II, ix, 303. De hecho se puede arrancar de esta idea para ver en Hobbes a
una especie de protoilustrado que defiende la educación del ciudadano para superar los problemas
sociales.
1199
DAVID JIMÉNEZ CASTAÑO
***
1200
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL COMENTARIO A LA POÉTICA
DE ARISTÓTELES POR FRANCESCO ROBORTELLO DE UDINE (1555)
Francesco Robortello fue un humanista del s. XVI que entre otras obras
escribió un extensísimo comentario a la Poética de Aristóteles, bajo el título de
Francisci Robortelli Utinensis, in librum Aristotelis de arte Poetica, explicationes,
publicado en Florencia en 1548 y cuya segunda edición – de la que nos hemos
servido1 – apareció en 1555. Gran conocedor de las obras de la antigüedad
grecolatinas, trata en estos Comentarios de hacer entendible esta obra nada fácil de
Aristóteles. Para ello va siguiendo paso a paso la Poética, desmenuzando párrafo
tras párrafo, explicándolo y comentándolo. Se basa en autores como Platón,
Proclo, Ateneo, Plutarco, Cicerón, Horacio, Quintiliano y muchísimos otros, entre
los cuales, claro está, acude también a las otras obras del mismo Aristóteles, como
Retórica, Metafísica, Ética, etc. Ilustra sus explicaciones con continuas menciones
demostrativas de obras y textos escogidos de Esquilo, Sófocles, Eurípides, así
como de Homero y Virgilio.
Dada la enorme extensión de estas Explicationes nos limitaremos aquí a ofrecer
una muestra de cómo procedía Robortello a la hora de comentar la Poética de
Aristóteles, haciendo mención preferentemente de las obras de carácter filosófico
para ello utilizadas, pero sin prescindir de otras de carácter retórico y erudito, a
fin de dar sentido a la exposición y análisis. Hemos partido del tema clave de la
Poética, es decir, la tragedia, que Aristóteles divide en seis partes: fábula,
pensamiento, caracteres, elocución, aparato escénico y melopeya. De estas cinco
partes nos circunscribiremos a la fábula y los caracteres, y ello sin atender a todos
sus aspectos, sino sólo a una selección que a continuación exponemos, guiados
por el criterio de pertenecer a unidades de sentido.
1 Hemos utilizado tanto el texto original de Robortello como la traducción inédita al español
realizada por la dra. Rosalía Esclapés, profesora senior de la Universitat de València; los textos
griegos de la primera parte fueron traducidos por el dr. Vicente Bécares, de la Universidad de
Salamanca. Actualmente nos ocupamos en la edición de esta obra.
JESÚS BERMÚDEZ Y RUBÉN MONTAÑÉS
1. La fábula
1202
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL COMENTARIO A LA POÉTICA DE F. R. DE UDINE
1203
JESÚS BERMÚDEZ Y RUBÉN MONTAÑÉS
1.3. De los sucesos y personas con que se puede conseguir τὸ φοβερὸν καὶ τὸ
ἐλεεινόν
1204
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL COMENTARIO A LA POÉTICA DE F. R. DE UDINE
sí; si se dan entre los que no son amigos ni enemigos, que desde luego, no se
conocen mutuamente, no se despierta ninguna conmiseración. Así pues los que
suceden entre amigos, son los que pertenecen a la tragedia; los que no son ni
amigos ni enemigos los llama Aristóteles μηδέτεροι11.
Para esclarecer dicha distinción de Aristóteles, Robortello comienza por
explicar este último vocablo griego apoyándose en el libro II de Sobre la
adivinación de Cicerón, donde dice: «hay que examinar qué es lo bueno, qué es lo
malo, qué es ni lo uno ni lo otro»12; pues así llama a lo que no es ni bueno ni malo,
y algunos antiguos filósofos, como dice el mismo Cicerón, la llamaban
ἀδιαφορία13. En efecto, se coloca como término medio entre enemigo y amigo,
mediante una negación, el que es ne-utrum, «ni lo uno ni lo otro». Igualmente
manifiesta Robortello que Aristóteles en el libro IV de la Ética [nicomaquea],
donde intenta establecer el término medio entre ἄρεσκος y δύσκολος o δύσερις,
parece significar exactamente aquello que no es ni una cosa ni otra14. Llamamos
por tanto neutrum, concluye Robortello, al que está intermedio entre el amigo y el
enemigo, porque como dice Aristóteles ni ama, ni odia (ὅτι ἄνευ πάθους ἐστί)15.
Una vez clarificado el término neutrum, Robortello pasa a tratar sobre la
consideración del caso en que un enemigo mate a su enemigo. Piensa que ese
hecho no sólo se debe considerar violento, sino también insigne, y conlleva un
prestigio de valentía, como Aquiles al matar a Héctor, pues la naturaleza ha
dispuesto que todos los hombres desean abatir a sus enemigos, tanto más si ha
dado nacimiento a la enemistad alguna afrenta o injuria que todos consideramos
honroso vengar. Se apoya en el libro II de la Retórica de Aristóteles donde
muestra que las causas de la enemistad son la ira, la injuria y la calumnia (ὀργή,
ἐπηρεασμός, διαβολή); pero considera que hay que distinguir entre ὀργή, «ira»
y ἔχθρα «enemistad», como dos líneas más abajo dice Aristóteles: «la enemistad
no es por cosas que vayan contra uno mismo, pues basta con que supongamos
que alguien es de tal modo para que le odiemos. Y la ira se refiere siempre a los
individuos, como es el caso de Sócrates»16.
Por tanto, prosigue razonando Robortello, las enemistades y el odio tienen
doble fuerza, pues se asumen no sólo contra este o aquel hombre, sino también
contra diferentes formas de ser, como contra el ladrón, el bandido, el avaro, y a
veces contra toda una nación; además como las enemistades nacen de la ira y ésta
tiene en sí cierta satisfacción por el deseo de venganza, por ello, concluye,
1205
JESÚS BERMÚDEZ Y RUBÉN MONTAÑÉS
1206
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL COMENTARIO A LA POÉTICA DE F. R. DE UDINE
23Título y tema de una tragedia perdida de Sófocles, la tradición mítica referente a Alcmeón la
recogen, entre otros, Pausanias (Paus. 7.24.4; 8.24.8; 10.10. 2), Apolodoro (Apollod. 3.6.2; 7.2-7) e
Higino (Hyg. Fab. 73).
1207
JESÚS BERMÚDEZ Y RUBÉN MONTAÑÉS
sin merecerlo los delitos de tus mayores»24. Igualmente, en los Epodos: «Así es: un
destino acerbo acompaña a los romanos y el crimen de la muerte fraterna,
cuando se derramó en tierra la sangre inocente de Remo, sagrada como una
maldición para sus descendientes»25.
2. Los caracteres
Respecto a los caracteres, el poeta debe tener en cuenta cuatro aspectos: si son
bondadosos (χρηστά) o malvados (φαῦλα), adecuados (ἁρμόττα), iguales
(ὁμαλά) y semejantes (ὁμοῖα). De estos aspectos, dice Aristóteles en su Poética,
hay uno fundamental: que sean bondadosos (ὅπως χρηστὰ ᾖ)26. Robortello hace
especial hincapié en este punto, destacando que lo ha dicho de forma ingeniosa y
sin oponerlo a «malvados» (φαῦλα), y la hora de esclarecerlo acude a Proclo,
quien comenta que Aristóteles en este punto coincide con Platón, y queda patente
en los propios diálogos de éste. Según Proclo dos causas impulsaron a Platón a
rechazar los poemas trágicos, cómicos y todo lo demás en lo que se daba la
imitación: una, la variedad (τὸ ποικίλον) y otra por el móvil de las pasiones
excesivas (τὸ τῶν παθῶν ἀμέτρως κινητικόν)27.
La variedad, explica Robortello, consiste en imitar tanto a los buenos como a
los malos, a los justos e injustos, ladrones, adúlteros y una mezcolanza semejante.
Platón no aprueba esta variedad, prosigue, porque si el único propósito de la
poesía es prestar siempre utilidad a los hombres, necesariamente no se debe
imitar a ninguna clase de hombres sino a los buenos y a los sabios, pues si se da
la variedad en un poema, como los hombres por propia naturaleza son más
propensos al placer que a la virtud y a la sabiduría, por fuerza sus caracteres
pueden corromperse al desear ser semejantes a aquellos.
Aquella variedad (ποικίλη) es, según Proclo, una imitación muy agradable,
pero no es instructiva (παιδευτική), es decir, no sirve para formar rectamente la
vida de los hombres28. Robortello señala que este comentarista en parte aprueba
el parecer de Aristóteles y Platón y en parte no, y prosigue comentando que
Aristóteles comparte la opinión de Platón en la medida en que no desea que se
realice la imitación de los caracteres malos en la tragedia, ni en otras
27 Procl. In R. 1.51.3.
28 Procl. In R. 1.46.27.
1208
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL COMENTARIO A LA POÉTICA DE F. R. DE UDINE
29 Procl. In R. 1.65.16. Véase la nota 4. De nuevo el texto griego de Proclo aportado por Robortello
presenta divergencias con el canónico; se hace aquí más evidente que no dispone de él.
30 Procl. In R. 1.66.24.
1209
JESÚS BERMÚDEZ Y RUBÉN MONTAÑÉS
que ya saben los hombres que él mismo acostumbra a hacer y a decir. Por
ejemplo, está aceptado en opinión de los hombres que Aquiles era inexorable,
duro; por tanto, así debe representarse. Que Ulises era astuto y sagaz; y hay que
representarlo como tal. Que Medea era feroz; por tanto, según la semejanza, así
se ha de expresar.
Una vez más cita literalmente un texto de la Epístola a los Pisones de Horacio
para apoyar su comentario: «Al escribir, dice Horacio, sigue la tradición, o
inventa personajes que sean consecuentes. Si acaso pones en escena al ilustre
Aquiles, que sea infatigable, irascible, intransigente, impetuoso, que diga que las
leyes no se han hecho para él, que todo lo resuelva con las armas. Que Medea se
muestre feroz e indomable, Ino lastimera, Ixión pérfido, Ío errante, Orestes,
triste»35.
Proclo, el siguiente autor al que acude Robortello, en la cuestión primera,
donde investiga e intenta dar una explicación de por qué Platón no acepta en su
República a la poesía, y a los poetas que imitan, señala: porque imitan ἀνομοίως,
es decir, no representan a los personajes como son, según lo semejante. Εl mismo
Proclo explica qué es imitar ἀνομοίως: cuando representan a los héroes o a los
dioses, atribuyéndoles aquellos rasgos que convienen a los hombres; ἀνομοίως
también, porque atribuyen a los mismos, discursos llenos de perturbación, que él
llama λόγοι ἐμπαθεῖς, «discursos apasionados» aunque los dioses carecen de
toda clase de perturbaciones36.
La explicación de la causa de estos extravíos la encuentra Robortello en Timeo,
en las siguientes palabras de Platón: «Es evidente que el pueblo de los imitadores
imitará muy fácilmente y de manera óptima aquello en lo que ha sido educado»37.
Prosigue Robortello su explicación manifestando que resulta difícil imitar τῷ
ἔργῳ, es decir con los hechos mismos, y mucho más difícil con el discurso. Por
eso los poetas no pueden representar las acciones de los héroes, ni imitar su vida
valerosa, sabia y honesta; ni componer los discursos que pronuncian en la guerra
contra los enemigos o en la ciudad entre sus ciudadanos, pero les atribuyen
aquellos discursos que usan en general los hombres vulgares y poco juiciosos,
tomando luego nombres y apelativos de las cosas y nombres a que están
acostumbrados desde la infancia.
Por tanto, concluye siguiendo a Proclo que la imitación ἀνόμοιος, «no
semejante», es doble: una, como si un pintor queriendo representar a Aquiles,
1210
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL COMENTARIO A LA POÉTICA DE F. R. DE UDINE
38 Pl. In R. 1.45.10-46.7.
39 Arist. Po. 1454 a 26.
40 Cic. Ιnv. 1.36. La definición de habitus aparece también en 2.30.6.
1211
JESÚS BERMÚDEZ Y RUBÉN MONTAÑÉS
43 Ars 191-192.
44 Cic. N.D. 1.53. 7.
45 Pl. Cra. 425d 6. Traducido por J. Calonge Ruiz, E. Acosta Méndez, F. J. Olivieri, J. L. Calvo, en
1212
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL COMENTARIO A LA POÉTICA DE F. R. DE UDINE
50 Ath. 11.118.7. En cuanto al historiador Teopompo, FHG 1.325 Jacoby (Theopomp. Hist.).
1213
JESÚS BERMÚDEZ Y RUBÉN MONTAÑÉS
de ella un hombre del Renacimiento tan culto y de formación tan vasta como lo
fue Francesco Robortello.
Bibliografía
Per a altres autors antics hem fet servir les següents edicions,
utilitzades pel TLG:
- Ciceró, *De Inventione (M. Tulli Ciceronis Scripta Quae Manserunt Omnia)*,
ed. E. Stroebel. Leipzig: Teubner, 1915.
- Ciceró, *Lucullus (M. Tulli Ciceronis Scripta Quae Manserunt Omnia)*, ed.
O. Plasberg. Leipzig: Teubner, 1922.
- Ciceró, *De Natura Deorum (M. Tulli Ciceronis Scripta Quae Manserunt Omnia)*,
ed. W. Ax. Leipzig: Teubner, 1933.
- Hermògenes, *Hermogenis opera*, ed. H. Rabe. Leipzig: Teubner, 1913 (reimp.
Stuttgart: 1969).
- Horaci, *Carmina / Epodi / Ars poetica (Q. Horati Flacci Opera)*, ed. F.
Klingner. Leipzig: Teubner, 1959).
- Procle, *Procli Diadochi in Platonis rem publicam commentarii*, ed. W.
Kroll. Leipzig: Teubner, 1899 - 1901 (reimp. Amsterdam: Hakkert, 1965).
***
1214
DE LA INSUFICIENCIA PLATÓNICO-ARISTOTÉLICA FRENTE AL
ESPACIO-TIEMPO CUÁNTICO
Albert COMAS
Universidad Autónoma de Barcelona
1. Preámbulo
1 Schrödinger, 1935.
2 Cooper L. N.; Van Vechten D., 1969.
3 Everett, 1957.
4 Everett, 1973.
ALBERT COMAS
Wigner (1961, 285) plantea la siguiente extensión del experimento del gato de
Schröndiger: supongamos que un amigo de Wigner lleva a cabo el experimento
del Gato de Schrödinger después de que Wigner salga del laboratorio. Wigner no
sabrá si el gato está vivo o muerto hasta que vuelva. La pregunta que Wigner
plantea es la siguiente: si el estado del sistema antes de que él entrase en el
laboratorio es una superposición de «gato muerto/amigo triste» y «gato
vivo/amigo contento», ¿cuándo se determina el resultado del experimento?
¿Cuando Wigner conoce el resultado? ¿O ya se había determinado antes? La
interpretación relacional de la mecánica cuántica ofrece una respuesta coherente
a la pregunta de Wigner pero nos obliga a una revisión de la noción de tiempo-
espacio platónica
En los últimos años una gran cantidad de físicos han defendido las ventajas
que obviar el tiempo podría tener para la física. Julian Barbour6 es uno de los
más destacados pero la interpretación relacional de la MC ha sido posible gracias
precisamente por olvidar el tiempo:
5 Everett, 1957.
6 Barbour, 1999.
1216
DE LA INSUFICIENCIA PLATÓNICO-ARISTOTÉLICA
build a picture of the physical world where the notion of time plays no
role at all. 7
7 Rovelli, 2008.
8 Gómez Pin, 1997, 9.
9 Ghirardi; Rimini; Weber, 1986, 470.
10 La teoría llamada Ghirardi–Rimini–Weber obvia el problema recurriendo a una postura
estocástica obvia, ya que considera espontaneo el colapso de la función de onda y simplemente
propone un estudio probabilístico que no va al fondo de la cuestión.
1217
ALBERT COMAS
Ha dicho algunas cosas que me parecen muy bien, como eso de que
aquello que le parece a cada uno también es. Pero me sorprendieron sus
palabras iniciales, porque al comienzo de Sobre la Verdad, no dijo que «el
cerdo es medida de todas las cosas» o «el cinocéfalo» o algún otro animal
de los que tienen percepción. (…) ¿Tiene algún sentido decir que nosotros
somos más ignorantes y que tenemos que acudir a él, cuando cada uno es
la medida de su propia sabiduría? ¿Cómo no vamos a decir que
Protágoras habla para la galería al hacer estas afirmaciones?13
11 En el caso del experimento del amigo de Wigner, cabría incluir un tercer observable-
observador, pero no entra en contradicción con la interpretación relacional de Rovelli.
12 Al otorgar a cada observador un tiempo propio la interpretación relacional es muy similar a la
Many-Instants Interpretation, sobre todo en los términos en que la describe Barbour (2000, 302).
13 Tht. 161, c-e
1218
DE LA INSUFICIENCIA PLATÓNICO-ARISTOTÉLICA
El texto viene a colación por su analogía con el experimento del amigo de Wigner
que hemos descrito más arriba y que se pregunta por los distintos instantes en los
que se determinaría el resultado del mismo experimento para cada uno de los
implicados.
Una singularidad de la teoría relacional de la MC es atribuir al observador un
rol intrínseco. Esto le permite sortear los principales escollos con los que
tropiezan otras teorías y por la misma razón obliga a revisar nociones de espacio-
tiempo y por consiguiente de movimiento como las que se plantean en estos
pasajes.
En este pasaje se conviene que más allá de la percepción de cada uno, más allá
del movimiento que percibimos, hay un marco inmutable. Este marco,
identificado como un espacio euclidiano clásico es el que la ciencia moderna
erigiría como marco absoluto del movimiento. He aquí de nuevo la «profunda
convicción griega», señalada por Schrödinger, de que 1) la naturaleza es
cognoscible y que 2) el que conocimiento nos cambia a nosotros pero ella
permanece inalterada.
Sócrates parte de esta profunda convicción y por consiguiente sólo puede
plantear el problema en forma de dilema entre quienes afirman que no todo está
en movimiento y los «Homero, Heráclito y los de su estirpe» que coincidirían con
Protágoras y afirman que todo está en movimiento (Tht. 160e). En el mismo
sentido, que «el hombre es la medida de todas las cosas» es caer en un
relativismo absoluto.
Bibliografía
1219
ALBERT COMAS
***
1220
¿ESTADO ARISTOTÉLICO O ESTADO TRASNACIONAL?
ARISTÓTELES, AGUSTÍN DE HIPONA Y EL ESTADO
CONTEMPORÁNEO
1. Introducción
que «médicos», saben cómo utilizar los «fármacos» para dirigir según convenga
la pólis1).
2. Desarrollo
1 Arendt (1961) dedica parte de su reflexión sobre la autoridad a Platón. No sería ocioso analizar
la relación que mantiene esta tradición política platónica con la concepción agustiniana de un
estado trasnacional del que la teología forma parte esencial, aunque dejaremos esto para otro
momento.
1222
¿ESTADO ARISTOTÉLICO O ESTADO TRASNACIONAL?
vemos gobernada nuestra existencia política por una institución como la Unión
Europea, basada principalmente en el beneficio económico mutuo entre los
estados que la componen– a la tensión que existe al extender el estado y
transnacionalizarlo (en este sentido, el proyecto que hoy mantenemos habría roto
con lo que se intentó tras la separación pre-moderna entre estado e iglesia; si
Agustín veía en ambos un beneficio mutuo que se guiaba por los principios de la
revelación, hoy asistimos a la idea de un «estado global» que, sin embargo,
contradiciendo la solución pre-moderna a las guerras de religión, mantiene el
espíritu agustiniano político de hacer de «la ciudad terrenal» una unión mutua
de todos los ciudadanos que, en la idea cristiana, aspiraban a progresar en su
alma moralmente hasta convertirse en miembros de la «ciudad de Dios». La idea
de que la Pax romana había sido alcanzada dentro de los límites del imperio
romano como consecuencia de la providencia divina es una idea arriana que
Agustín combatirá aun proponiendo la identificación de la ciudad terrenal con la
ciudad de Dios. Una vez esbozadas algunas ideas básicas que configuran el
trasfondo de nuestra idea de confrontar la idea de pólis aristotélica a la idea
paulino-agustiniana de extender la palabra divina hasta los confines del mundo
(y tratar de ver las implicaciones que todo ello para a configuración de una idea
teológico-política de estado), pasemos a desarrollar nuestra propuesta.
1223
VÍCTOR PÁRAMO VALERO
se preocupa más por la simple ley, por la ley como ley, que por la ley
buena o por las leyes mejores, y por el simple gobierno más que por el
gobierno más que por el gobierno mejor. Así, simplemente se limita a
consentir con la norma de legitimidad, en contraste con el nivel de
consentimiento. Aristóteles ya había previsto, por decirlo así, la situación
de Marsilio. En efecto, cuando Marsilio dice que la ley como ley no tiene
que ser buena o justa mientras que la ley perfecta debe ser justa, está en
perfecto acuerdo con la observación de Aristóteles, de que un gobernante
no es menos gobernante porque gobierne injustamente, o por la
costumbre de Aristóteles y en realidad de sentido común, que nos
permite hablar de leyes malas o injustas; para no hablar del hecho de que
cuando Aristóteles opone la esclavitud por naturaleza a la esclavitud por
ley, ciertamente no está diciendo ley por ley justa. Cuando Marsilio con
frecuencia, o en general, se aparta del hecho de que la república está
ordenada hacia la virtud, actúa en absoluto consenso con la observancia
aristotélica de que casi ninguna de las ciudades se preocupa por la
virtud; observación que no impide a Aristóteles llamar “ciudades” a esas
malas ciudades2.
Al margen de las consecuencias que esto puede tener para la idea de una
autonomización de las leyes políticas frente a los dictámenes morales, es patente
la vinculación que Marsilio mantiene con Aristóteles excede los presupuestos
agustinianos de legislación política y cívica que vienen exigidos por el
Deteuteronomio y, más aún, por la regla de oro evangélica, formulada de modo
positivo, según la cual el deber de toda persona es tratar al otro (al otro como sí
mismo) tal cual él desearía que le tratasen. El problema que aquí se plantea,
recuperando los presupuesto naturalistas expuestos en la Política de Aristóteles3,
es la posibilidad de hacer frente al humanismo que, tomando ciertos principios
teológico-morales cristianos, divinizaría al hombre. Heidegger, su Carta sobre el
humanismo, recurre a una conocida expresión para plantear la necesidad de una
ética que vuelva a su origen: el lenguaje es la casa del ser4. La casa para
Aristóteles precede al individuo, pero no precede a la comunidad (pólis). El
lenguaje, la palabra, que es el presupuesto básico que hace que la comunidad (el
todo) esté ética y ontológicamente antes que la parte (Política I, I), cobra todo su
sentido cuando le sirve al hombre para expresar lo injusto y lo justo5. Al plantear
que la pólis puede estar regulada sin la virtud de los hombres (aunque desde los
5 Arist. EN 1133a.
1224
¿ESTADO ARISTOTÉLICO O ESTADO TRASNACIONAL?
6 Lastra 2011.
7 Deleuze 1969.
1225
VÍCTOR PÁRAMO VALERO
3. Conclusión
1226
¿ESTADO ARISTOTÉLICO O ESTADO TRASNACIONAL?
político que tuvo lugar tras la autonomización de los Estados, cuya culminación
fatídica vimos (donde la teoría de la constitución de Schmitt jugó un papel
esencial) en el Estado nacional-socialista alemán. Parece evidente que la
propuesta de Agustín constituye una eterna solución al totalitarismo. ¿Podemos
hoy articular una sociedad global como estado transnacional que llegue a evitar
por completo la posibilidad de «comunitarismo estatal»? Esto es, y por así
decirlo, ¿Es viable impedir que la idea de justicia pueda sólo surgir en el contexto
de la comunidad como un todo antes que el individuo (contraposición a la idea
aristotélica) y como el decisionismo al que los estados, ya no concebidos como
naturales desde Hobbes, están abocados si no se consigue fundamentar la
regulación estatal en un principio de justicia –puesto que lo teológico, a pesar de
Schmitt, ya no supone una aceptación global, al contrario que sucedía en la Roma
del último san Agustín? La idea de estado transnacional desde los presupuestos
del agustinismo político permitiría a ese «cierre de las fronteras» al que
apuntábamos al principio.
La política de Agustín constituye una solución a la situación en la que la
radicalización del aristotelismo y la imposición de los presupuestos de los
políticos maquiavelistas dejaron al hombre en la modernidad y de la que todavía
hoy nosotros formamos parte. La idea de un estado trasnacional agustiniano, tal
como hemos venido exponiendo aquí, nos ofrece una respuesta férrea al
totalitarismo –el cual constituye todavía un peligro: el peligro de su
globalización. En esencia, esa es la propuesta de hacer del Estado mundial
contemporáneo un Estado al modo en que lo pensó Agustín desde el
transnacionalismo que le permitían los principios teológico-políticos cristianos.
El peligro de la política Aristóteles para un Estado global estaba ya expresado en
Marsilio de Padua.
Bibliografía
- Arendt, H., 1961: Between Past and Future: Six exercises in political thought, New York.
- Agustine of Hippo, 1947: On Free Choice of the Will, Charlottesville.
- Aristoteles, 1912: Ethica Nicomachea. Ed. Susemihl, F., and Apelt, O., Leipzig.
- Aristoteles, 1989: Politica. Ed. Aubonnet, J., Paris.
- Deleuze, G., 1969: Logique du sens, Paris.
- Heidegger, M., 1993: Basic Writings, New York.
- Lastra, A., 2011: La filosofía y los dioses de la ciudad, Valencia.
- Strauss, L., and Cropsey, J. (ed.), [1963] 1997: History of Political Philosophy, Chicago.
***
1227
EL NEO-PIRRONISMO DE ROBERT FOGELIN:
ESTRATEGIAS ESCÉPTICAS EN LA EPISTEMOLOGÍA ANALÍTICA
CONTEMPORÁNEA
1. Estrategias neo-pirrónicas
1230
EL NEO-PIRRONISMO DE ROBERT FOGELIN
error es siempre elevado, como que el sujeto no tiene que saber más (o recibir
nueva información) para que le exijamos más. Toda actuación epistémica
contiene imperativos cognitivos discernibles y, en lo que se refiere al alto grado
de responsabilidad exigida, invariables; deberes que, acordes con el imperio de la
fortuna, prescriben un ejercicio de habilidades que ni desconocemos ni
cumplimos. Acumulamos en nuestro haber juicios arbitrarios. Actuamos
desatendiendo nuestras reglas de racionalidad. Porque prodigamos creencias
muy por debajo de su justificación mínima, carecemos del derecho a creer.
Es precisamente el punto anterior, y con independencia del valor que
concedamos a los procedimientos neo-pirrónicos de generación del escepticismo,
el que da pie a una objeción obvia. Antes o después la duda llegará a un fin, es
decir, alcanzaremos una posición en la que, porque las posibilidades sobre las
que se desarrollaba el escepticismo (por definición, eliminables) han sido
excluidas, podremos legítimamente atribuir competencia y conocimiento al
sujeto. Una vez compruebo que el pájaro no es un mecanismo sé que es un
pájaro. Una vez me hago una prueba de ADN carece de sentido pensar que
pueda ser alguien distinto a quien soy. Tal vez la estrategia sea correcta, pero es
incapaz de legitimar un escepticismo ilimitado, de prolongarse hasta alcanzar los
resultados que Fogelin le adscribe: que nunca conocemos, que en ningún caso
somos epistémicamente responsables.
Para hacer frente a esta réplica, Fogelin (1994, 193) recurre a una estrategia que
genera un regreso al infinito, donde se introducen nuevas posibilidades que
exigen nuevas comprobaciones que, a su vez, son incapaces de eliminar otras
posibilidades que exigen más comprobaciones, y así, indefinidamente. Por
mucho que el interior del pájaro no esté formado por engranajes metálicos,
todavía no sé si se trata realmente de un pájaro, y no de una réplica o de un robot
biológico (hipótesis que los datos de los que dispongo no me permiten eliminar).
La fiabilidad de las pruebas de ADN se basa en numerosos supuestos. ¿Son todos
ellos válidos? ¿Lo he comprobado? ¿La concordancia de resultados no podría
deberse (en algunos casos) a causas hasta ahora desconocidas, causas que en un
futuro lejano nos obligasen a reemplazar este test por otro comparativamente
más fiable? «Hay algo de desquiciado en las anteriores preguntas», nos
apresuramos a decir. Sin embargo, generan el punto de inquietud que el
escéptico necesita. Y, lo que es más importante, lo hacen de acuerdo con el
parámetro cotidiano de escenarios no eliminados pero eliminables. Es verdad
que la serie de requisitos, al ser o bien finita pero ilimitada a efectos prácticos o
bien infinita, implica la imposibilidad de que se satisfagan todas las condiciones,
pero basta con distinguir entre la totalidad de los miembros del conjunto y el
conjunto como totalidad de sus miembros para que el escepticismo neo-pirrónico
1231
MODESTO M. GÓMEZ ALONSO
pueda ser absoluto sin dejar de ser natural. Cada una de las bases en las que se
fundamenta la posibilidad de la negación de lo que creo es eliminable de facto
(todas son eliminables en el sentido de «ningún miembro de la serie es tal que
impida la apelación a evidencias para su solución»), sin que de ello se siga que su
suma sea eliminable. A la inversa, que la serie no pueda completarse no implica
que alguno de sus miembros no sea en sí mismo eliminable. Varían los referentes:
si consideramos uno a uno los miembros de la serie, todos son eliminables; si
consideramos la clase (todos los miembros), es ineliminable. Por eso, aunque
podamos llegar a saber que x no es un agregado de piezas metálicas o que las
pruebas de ADN son positivas, no podemos saber que el pájaro no sea artificial
ni que seamos quienes creemos ser.
Un escepticismo robusto e independiente de escenarios globales parece
garantizado. Y, con él, la transición entre actitud natural y escepticismo ilimitado.
De hecho, no hay transición alguna: son las propias reglas de nuestro lenguaje
cognitivo ordinario las que justifican las conclusiones pirrónicas, conclusiones
que, más que ejemplificar la extensión o la modificación artificiales de nuestro
concepto de conocimiento, reflejan fielmente su contenido. La epistemología no
gana un terreno propio en los límites del sentido común. Por el contrario, la
materia de la que están hechas nuestras prácticas e intuiciones cognitivas es
esencialmente epistemológica.
1232
EL NEO-PIRRONISMO DE ROBERT FOGELIN
1233
MODESTO M. GÓMEZ ALONSO
ilegitimidad de éstas (si no supiese que estoy sentado no podría confiar en nada
de lo que percibiese); se siguen tres conclusiones: (C1) Es absurdo probar
empíricamente, y, por tanto, cuestionarla en virtud de que no ha sido probada,
una proposición fundamental. (C2) Dudar de una proposición fundamental
significa dudar de cualquier evidencia. (C3) Una duda basada en la posibilidad
de eliminación de las hipótesis escépticas que la generan no puede extenderse a
las condiciones que posibilitan esa cláusula sin contradicción. Un neo-pirronismo
completo es, por consiguiente, inimaginable e incoherente. Pirronismo implica
limitación. Es más, implica razones: lo que significa que el recurso a «razones
desconocidas» equivale a la apelación a «razones arbitrarias», a sinrazones.
Un escepticismo que pueda afectar a todas nuestras creencias perceptivas
exige, por tanto, argumentos envolventes, hipótesis que, como el escenario del
sueño, sean empíricamente irrefutables: ineliminables apelando a evidencias que
dicha posibilidad abarcaría; susceptibles de erosionar nuestro aparato perceptivo
por no depender en su formulación de él; incapaces de, pese a lo anterior, dañar
nuestra capacidad racional. Como poco, o se complementa la estrategia neo-
pirrónica o se trata de un procedimiento limitado.
El alcance de los argumentos pirrónicos podrá ser limitado, pero eso no ayuda
a mejorar las tensas relaciones que, dentro de esos límites, guardan con el sentido
común. Naturalizando las dudas escépticas, Fogelin, más que eliminarla, sitúa la
escisión entre el escrutinio epistemológico y las prácticas cotidianas, entre lo que
deberíamos decir y hacer y lo que de hecho hacemos y decimos, entre nuestra
racionalidad y nuestras formas de vida, en el corazón mismo del lenguaje
ordinario, agudizando más, si cabe, el desasosiego que ese desajuste produce. No
es de extrañar, por ello, que busque estrategias con las que minimizar el impacto
de sus conclusiones, estrategias que, sin embargo, y bajo pena de incoherencia,
están condenadas al fracaso.
Fogelin recurre a un elaboradísimo procedimiento de impermeabilización que,
en lo que se refiere a sus fines, hereda del escepticismo antiguo, posición que ya
se había enfrentado a los cargos de atentado contra el sentido común,
imposibilidad práctica (el escepticismo se presentaba como una escuela ética que
recomendaba la suspensión del juicio con el fin de lograr «tranquilidad en
cuestiones de opinión y moderación en todo aquello que no depende de
nosotros»12; pero, ¿es posible vivir sin creencias?, ¿cumplir el ideal de vida
1234
EL NEO-PIRRONISMO DE ROBERT FOGELIN
13 Annas-Barnes 2000, 7.
14 Fogelin 1994, 5-9.
15 Fogelin 1994, 198-199.
1235
MODESTO M. GÓMEZ ALONSO
1236
EL NEO-PIRRONISMO DE ROBERT FOGELIN
1237
MODESTO M. GÓMEZ ALONSO
1238
EL NEO-PIRRONISMO DE ROBERT FOGELIN
1239
MODESTO M. GÓMEZ ALONSO
escepticismo antiguo, con algún que otro añadido (el escéptico no podría
legitimar su actitud ética porque, para hacerlo, tendría que demostrar
racionalmente que nada se puede saber, lo que sólo puede hacerse si se asegura
la no- fiabilidad cognitiva de la razón, conclusión que, implicando la no-
fiabilidad de los argumentos que la demuestran, posee el estatus, más que de
hecho que se conoce, de posibilidad que se ignora, igualmente dañina para la
epistemología y para un escepticismo que éticamente aspira a convertirse en una
opción segura).
Con independencia de lo anterior, resulta evidente es que, por su carácter
incondicional, el escepticismo de Fogelin no concuerda con el pirronismo
descrito por Frede. ¿Cómo tomar en serio sus momentos pirrónicos, por ejemplo,
cuando señala que sus conclusiones se limitan a constatar que «por todo lo que
sabemos no sabemos nada»20, cuando dichas cualificaciones anulan, no sólo la
validez de sus conclusiones, también el sentido de sus procedimientos? Si
Fogelin es un escéptico urbano lo ha disfrazado muy bien. Mejor dicho: si es un
escéptico rústico no se ha molestado en ocultarlo lo suficiente.
También resultan evidentes las deficiencias estructurales del escepticismo de
inspiración pirrónica: (i) Su incapacidad de extender la duda a la totalidad de
nuestras creencias perceptivas, entendida ésta como imposibilidad de demostrar
su fragilidad (que pudiese haber circunstancias bajo las que las creencias
fundamentales pudiesen ser empírica o evidencialmente falsas). (ii) Su limitación
conceptual, que equivale al hecho de que, al no distinguir entre conocimiento
animal (saber) y conocimiento reflexivo (saber que se sabe), ni es consciente de
que el cumplimiento del primero es independiente de la capacidad del sujeto de
desechar hipótesis escépticas (uno sabe aunque no sepa que sabe) ni delimita
claramente sus objetivos y los procedimientos que estos implican (sus objetivos
se reducen al área reflexiva, y, por consiguiente, sólo pueden alcanzarse
mediante escenarios envolventes). (iii) Su incompatibilidad con el sentido común,
que refleja las confusiones conceptuales señaladas, y que, paradójicamente, el
escepticismo metódico cartesiano logra evitar sin renunciar a la epistemología.
Fogelin no ha resucitado al pirronismo, lo ha transformado. Pero dudo mucho
que, se trate de la modificación o del original, la posición pirrónica sea lo
suficientemente sofisticada, no sólo para responder, sino para poder plantear los
problemas más radicales de las epistemologías moderna y contemporánea.
1240
EL NEO-PIRRONISMO DE ROBERT FOGELIN
Bibliografía
***
1241
NON EST EXCELENTIOR STATUS QUAM VACARE PHILOSOPHIAE.
LOS ARISTOTÉLICOS DE OFICIO A FINALES DEL SIGLO XIII
2Cfr. P. Mandonnet, Siger de Brabant et l'averroïsme latin au XIIIe siècle, 2 vols., Louvain, Institut
Superieur de Philosophie, 1908-11.
1244
NON EST EXCELENTIOR STATUS QUAM VACARE PHILOSOPHIAE
Megenberg, que reconoce a los artistae el derecho a ser llamados por antonomasia
philosophi3.
Probablemente, uno de los motivos que explican que esta ese identificara
con los maestros de la facultad de artes es que, sobre todo a partir de la bula
Parens Scientiarum de Gregorio IX, se afirma la necesidad de expurgar los escritos
que se enseñaban en la universidad parisina de la contaminación aristotélica.
Parece que el interés del papa se centró esencialmente en proteger de la
formación de los futuros teólogos, lo que permitió que la marginal facultad de
artes se hiciera cargo sin muchas perturbaciones de las olas de traducciones de
los escritos aristotélicos que iban afluyendo a París.
473, p. 543.
1245
FRANCISCO LEÓN FLORIDO
1246
NON EST EXCELENTIOR STATUS QUAM VACARE PHILOSOPHIAE
1247
FRANCISCO LEÓN FLORIDO
9R. Hissette, 1977: Enquête sur les 219 articles condamnés à Paris le 7 mars 1277 (Philosophes
médiévaux, t. XXII), Publ. Univers., Louvain-la-Neuve, pp. 7-14.
1248
NON EST EXCELENTIOR STATUS QUAM VACARE PHILOSOPHIAE
10 Quodlibet 2, q. 9.
11 Ética a Nicómaco X, 7-9, 1177 a 12 y ss.
12 Thomas d’Aquin, Boèce de Dacie, Sur le bonheur (traducidos y anotados por Ruedi Imbach e Ide
1249
FRANCISCO LEÓN FLORIDO
1250
NON EST EXCELENTIOR STATUS QUAM VACARE PHILOSOPHIAE
***
1251
PLOTINO EN LA OBRA DE MARÍA ZAMBRANO
1. Introducción
libro El hombre y lo divino (1955, 19732ª), que la causa del mal de la Filosofía actual
se encontraba precisamente en sus orígenes griegos, cuando Platón condenó la
Poesía por decir mentiras y Aristóteles condenó a los Pitagóricos por no ser
rigurosamente objetivos al establecer enseñanzas dogmáticas y exigir prácticas
iniciáticas.
Tras analizar las propuestas filosóficas de Platón y de Aristóteles, las ideas de
las escuelas estoicas, epicúreas y cínicas, Zambrano lee y admira con agradable
sorpresa la obra de Plotino, pues siendo filosofía pura, no traspasa los límites de
la razón, y ve en ella la síntesis y final del pensamiento griego antiguo al mismo
tiempo que una semilla germinadora de un hombre nuevo que nacería con el
pensamiento de San Agustín, en este caso a partir de unas Confesiones que parten
de una creencia religiosa y que da al hombre una nueva esperanza de divina
unidad.
En esta ocasión presentamos algunos ejemplos que manifiestan el proceder de
María Zambrano cuando acude al pensamiento de Plotino. La presentación de los
textos siguientes es una lectura parcial de la obra zambraniana, primero, porque
no es posible incluir todas las referencias registradas y, segundo, porque
entresacamos unos comentarios de Zambrano sobre Plotino que se insertan en
una exposición bastante más amplia. No obstante, esta forma de proceder da
cuenta de la importancia del filósofo egipcio en el pensamiento de María
Zambrano. La filosofía zambraniana tiene otras numerosas perspectivas que
analizan el pensamiento de otros filósofos como Descartes, Spinoza, Leibniz,
Hume, etc., o ideas pitagóricas, místicas y estoicas, pero que no podemos abordar
en esta ocasión.
Igualmente, para entender el pensamiento de Zambrano es necesario tener en
cuenta el papel de la poesía en la vida humana, como es la épica de Homero, la
lírica de Safo, Píndaro o Teognis, y la tragedia de Sófocles. Para Zambrano en
cada uno de estos géneros también hay ideas que un filósofo no puede
desatender. Del mismo modo se explica el interés por escritores contemporáneos
como Unamuno y Antonio Machado, Lorca y Miguel Hernández, Lezama y
Valente, etc. E igualmente forman parte de su filosofía, de su «Razón Poética [o
creadora]» la interpretación de las artes pictórica, escultórica y arquitectónica,
incluso de las artes menores como los vasos cerámicos y las máscaras. Por tanto,
la obra filosófica de María Zambrano no se ocupa exclusivamente de lo
filosóficamente racional, sino de todo lo que es propio del hombre, incluido lo
racional, y también todo aquello que no lo es, lo que ella engloba bajo el
calificativo de «lo pático», es decir, aquello que no siendo estrictamente razón, sí
son sentimientos, como alegrías y tristezas, emociones, pasiones, sueños y
ensueños, porque forman parte de lo humano: se trataría de un camino hacia
1254
PLOTINO EN LA OBRA DE MARÍA ZAMBRANO
1255
LUIS MIGUEL PINO CAMPOS
En otro pasaje, inserto en su ensayo «La Guía, forma del pensamiento» (Revista
de Indias 56, agosto 1943, Bogotá, pp. 151-176), Zambrano acude de nuevo a
Plotino como ejemplo de un filosofar que se asemeja a la mística, porque el
conocimiento intelectual trata de hacerse puro y pierde con ello racionalidad. Lo
explica en estas líneas:
La filosofía ha pretendido siempre la máxima objetividad, el mayor
desprendimiento de lo individual: Dios, la naturaleza, el conocimiento, la
universalidad. Y en cuanto a su papel de «camino de vida», su poder estribaba en
sacar al individuo de sus prisiones como la mística, mas [más] por el
conocimiento de la razón. De tal manera que ha sido bastante que el
conocimiento intelectual se extreme, o que aparezca un conocimiento puro no
racional, para que la mística sea el término de la filosofía (Plotino, Bergson). Y es
que filosofía y mística tienen un anhelo común: salvarse de ser individuo,
trascender la prisión individualizadora. (Íd.: 82-83).
También Plotino es uno de los filósofos que Zambrano sitúa entre quienes
sostienen la idea de que el hombre necesita un segundo nacimiento para existir
verdaderamente. Es en su ensayo «La vida en crisis» (1942), donde desarrollaba
ya esa forma de expresión literaria y filosófica, en la que la autora se confiesa a sí
misma y medita sobre las dudas e inquietudes en las que se desenvuelve la vida
humana, una vida en continua crisis, que es como decir una vida en inquietud,
una vida que se ve arrastrada y en la que el individuo apenas tiene opción. Tras
recorrer las ideas de quietud y creencia, de trascendencia y realidad, de confianza
y esperanza, de esclavitud y libertad, llega a afirmar orteguianamente que el
hombre necesita hacerse, hacer su propio ser, y en este punto hay una clara y
radical diferencia entre el hombre y los restantes animales: éstos nacen de una
1256
PLOTINO EN LA OBRA DE MARÍA ZAMBRANO
vez y se sabe hasta dónde pueden llegar, pero el hombre nunca ha nacido del
todo, sino que tiene que hacerse a lo largo de una gran parte de su vida, de
engendrarse de nuevo o de esperar ser engendrado. Esperar significa la
esperanza de nacer del todo, de llevar a plenitud lo que sólo es inicialmente un
proyecto, y en este sentido la esperanza es la sustancia de nuestra vida. Al mismo
tiempo, esta esperanza revela el carácter agónico de la vida humana, pues ésta
nunca está satisfecha, como si su nacimiento hubiera sido incompleto y por ello
jamás el hombre se conforma con vivir naturalmente, sino que siempre necesita
algo más allá de lo natural sea religión, filosofía, arte o ciencia; no encaja en este
mundo ni se acomoda a él: su nacimiento no es completo ni tampoco el mundo
que le aguarda. Esa esperanza en algo más, esa ausencia de plenitud es la que se
refleja en los mitos de la antigua Grecia, en las almas que acudían a los ritos
purificadores y en el horror del nacimiento; de ahí la nostalgia humana por una
Edad de Oro, por un Paraíso Perdido o por un origen divino del hombre
(Dionisos, titanes): nostalgia de lo perdido y horror por haber nacido. Es en este
contexto donde Zambrano recuerda la obra de Plotino:
Y ante este horror descubre dos salidas: desnacer a la manera de Buda y todas
las religiones que quieren ante todo borrar el hecho del nacimiento y anularlo. O
existir, nacer de nuevo, ser engendrado nuevamente; de donde ha salido toda la
cultura occidental, desde Grecia. La Filosofía en Grecia trata de engendrar al
hombre, haciéndole nacer a la conciencia, como es visible en Sócrates, Platón y
Plotino; también en los estoicos y en toda la Filosofía de preparación para la
muerte, pues el «estar maduro para la muerte» de Platón y los estoicos, no es sino
un segundo nacimiento, como después veremos más de cerca. (Íd.: 113).
1257
LUIS MIGUEL PINO CAMPOS
1258
PLOTINO EN LA OBRA DE MARÍA ZAMBRANO
En otro ensayo, «La Escuela de Alejandría» (1944b) habla del florecimiento del
Cristianismo, al que le resistían dos corrientes filosóficas tradicionales, la
neoplatónica y el estoicismo. Éste no competía realmente con el cristianismo, sino
que regresaba al desamparo o a la desesperanza inicial de la filosofía e,
impotente, se resignaba a volver al Logos inicial que alumbra con medida y se
extingue con medida; el hombre se resigna a carecer de originalidad y a no tener
nada propio. Del neoplatonismo destaca la tarea de la escuela alejandrina, en la
que se encontraba Hipatia, mártir también, como los cristianos, pero por la
intransigencia de éstos. Es Hipatia el símbolo de la fidelidad a la Filosofía,
característica de esta Escuela, y no sobrepasa los límites en los que la Filosofía
deja de serlo para convertirse en Religión. Cuando se vive en el extremo de vivir
de la Filosofía y sólo de ella, se coincide con el Eclecticismo, por cuanto el
neoplatonismo y el eclecticismo tienen en común dos rasgos: absorber nociones
de escuelas antagónicas y extremarse al proponer aforismos propios de creencias
y no de razones. Se convierte así en una actitud, por cuanto que parte de un
principio ambiguo con la esperanza de rebasar todos los anteriores, e incluso
supone una verdad previa a toda investigación que la sitúa por encima de toda
doctrina. Mas este eclecticismo origina en sentido opuesto el escepticismo que
comporta un desaliento respecto de la moral intelectual y rechaza que la vida
pueda sostenerse en el amor al conocimiento. Toda esta escuela desembocará en
una melancolía originada por el presentimiento de que la Filosofía se extinguía,
de que el alma griega en su perfección mostraba su fondo último y primero: la
esperanza de donde tomó nacimiento. Y llegará así a la gran figura de Plotino al
que dedica el resto del ensayo y al que se referirá en numerosos escritos
posteriores. Lo definirá como la figura cumbre de la escuela alejandrina, rostro
de la filosofía griega y del alma mejor de la antigüedad; lo comparará con
Sócrates y con Platón; reconocerá su dependencia aristotélica. Sus palabras son
testimonio de la admiración y afecto que este filósofo le inspiraba:
Transparente belleza lograda por la unidad de su pensamiento y de su vida,
pues su vida testificó su doctrina. Y según sucede con Sócrates, su pensamiento
se manifiesta en plenitud cuando se conoce su vida. Los dos nos parecen dos
milagros de unidad: Sócrates por haber extraído su pensamiento de su propia
1259
LUIS MIGUEL PINO CAMPOS
vida, verificando eso tan nombrado por los hombres como descuidado, y raro de
lograr: la experiencia. Plotino, haciendo de su vida una parte de su pensamiento,
como si únicamente hubiese vivido a la manera de los místicos: lo preciso para
alcanzar su ser. / Su biografía es breve y bastante conocida, apenas la tiene,
aunque vivió largos años: su vida fue retirada y al mismo tiempo casi teatral;
transcurrió ante la mirada de las gentes, sin hermetismo alguno. Este rasgo les es
común con todos los sabios de la antigüedad. «Jamás el sabio es hombre
privado» dice Marco Aurelio, y Séneca afirma que nunca el sabio se ve reducido
a la inactividad porque su presencia es ya una manera de actuar sobre sus
conciudadanos. Y es que el sabio antiguo tomado en todas sus especies, entre
ellas ésta del filósofo, no tiene intimidad, esa intimidad que tan celosamente ha
guardado el moderno. [...] Vive retirado, en ocasiones retraído, y sin embargo, no
deja de estar presente enteramente ante los demás hombres. Y si lo está a los
demás es porque a quien realmente lo está es a sí mismo. Ha logrado con toda
plenitud su ser: no tiene fondo, no tiene posibilidad. Vive en plena actualidad
como ser terminado y sin tránsito posible. Sus pasiones se han consumido por el
pensamiento, se han reducido a él o son tan accesorias que no importan, algo así
como el oleaje de un mar en calma. Pues el sentido de la «apatía», ideal común de
sabiduría, es esta plena actualidad, esta vida sin posibilidad. Impasibilidad en el
sentido más profundo; lo que no puede padecer porque está totalmente en acto.
(Íd.: 175).
3. Conclusiones parciales
1260
PLOTINO EN LA OBRA DE MARÍA ZAMBRANO
para la muerte», sino que buscó desde el pensamiento de Plotino otra fórmula en
la que el hombre no renunciara ni a vivir ni a sí mismo. El descubrimiento de San
Agustín por parte de Zambrano en Las Confesiones fue decisivo en su vida: las
Confesiones agustinianas eran una forma de expresión igualmente filosófica,
mediante la cual él, San Agustín, se afirmaba a sí mismo y afirmaba su vida,
dando con ello un sentido trascendente hacia lo divino, que es, al modo
plotiniano, la Unidad.
Bibliografía
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1261
LUIS MIGUEL PINO CAMPOS
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PLOTINO EN LA OBRA DE MARÍA ZAMBRANO
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Huéscar, 1956-1957», Revista de Occidente, nov., n. 294; edición y estudio de Juan
Padilla, pp. 119-136.
***
1264
M. FOUCAULT: LA NOCIÓN DE EPIMELEIA HEAUTOU COMO
FORMA DE VIDA
2 Ibid., p. 456
1266
M. FOCAULT: LA NOCIÓN DE EPIMELEIA HEAUTOU
¿Cuál fue la causa de que esta noción de epimeleia heautou (inquietud de sí) haya
sido, a pesar de todo, pasada por alto en la manera como el pensamiento, la
filosofía occidental rehizo su propia historia?¿cómo pudo suceder que se
privilegiara tanto, se atribuyera tanto valor e intensidad al «conócete a ti mismo»
y se dejara, o al menos en la penumbra, esta noción de inquietud de sí que, de
hecho, históricamente, cuando se consideran los documentos y los textos, parece
haber enmarcado ante todo el principio del «conócete a ti mismo» y haber
enmarcado ante todo un conjunto extremadamente rico y denso de nociones,
prácticas, maneras de ser. Formas de existencia, etcétera?3
Entre otras, Foucault apunta que la razón a considerar para explicar el hecho
de que el precepto de la inquietud de sí fue olvidado y borrado el lugar ocupado
por ese principio durante cerca de un milenio en la cultura antigua, es lo que
Foucault denomina el «momento cartesiano». A qué se refiere, y este nos parece
una cuestión importante a tener en cuenta en su investigación, con esta
expresión?. Se refiere al racionalismo cartesiano que a su juicio produjo el efecto
de una recalificación del gnothi seuton (conócete a ti mismo) de los y una
descalificación de la epimeleia heautou (inquietud de sí). En efecto, el proceder
cartesiano al privilegiar la evidencia como el origen y el punto de partida de la
filosofía, el autoconocimiento deviene el principio de acceso a la verdad y hace
del principio “conócete a ti mismo” un acceso fundamental a la verdad.
3 Ibid., p.27
4 Ibid., p.30
1267
PABLO FRAU BURON
fueron muy diferentes la cuestión filosófica del «cómo tener acceso a la verdad»
y la práctica de la espiritualidad nunca se separaron, es decir las trasformaciones
necesarias en el ser mismo del sujeto que permiten el acceso, nunca se separaron.
La espiritualidad o esas prácticas reunidas entorno a la noción de epimeleia
heautou habrían sido en la antigüedad el centro de gravedad de la actividad
filosófica. La espiritualidad seria así el conjunto de búsquedas, prácticas y
experiencias que pueden ser las purificaciones, las ascesis, las renuncias las
conversiones de la mirada, las modificaciones de la existencia, etc. Que
constituyen el precio a pagar por el sujeto por tener acceso a la verdad. Según
Foucault, la espiritualidad en occidente, tiene tres características. En primer
lugar, ésta postula que el sujeto no tiene la capacidad de tener acceso a la verdad
y que por tanto hace falta que el sujeto se transforme, se modifique. La verdad
sólo es dad al sujeto a un precio que pone en juego el ser mismo de éste. De esta
característica tiene como consecuencia que no puede haber verdad sin una
transformación del sujeto. En segundo lugar y como consecuencia de la primera,
ésta transformación del sujeto puede llevarse a cabo de diferentes formas. Puede
que esa transformación puede darse de formas: el eros y la askesis. Una por la cual
el sujeto inicia un movimiento de eros (amor) hacia la, verdad o bien un
movimiento por el cual la verdad llega a él. Además se da otra forma por la cual
el sujeto puede y debe trasformarse para acceder a la verdad. Es un trabajo sobre
sí mismo, una elaboración se sí sobre sí mismo, una transformación progresiva y
de la que el sujeto es responsable, la askesis. Para Foucault eros y askesis son las
dos grandes formas mediante las cuales se concibieron, en la espiritualidad
occidental, las modalidades que posibilitaban al sujeto transformarse y lograr el
acceso a la verdad. En tercer lugar y como última característica, la espiritualidad
postula que el acceso produce efectos que son la consecuencia del rumbo
espiritual tomado por alcanzarla, Foucault destaca que además tiene efectos que
denomina de «contragolpe» de la verdad sobre el sujeto. La espiritualidad no es
por tanto sólo lo que da al sujeto para compensarlo, sino es lo que ilumina al
sujeto, es lo que le proporciona buena venturanza, la tranquilidad del alma. En
definitiva, en la verdad y en el acceso a ella el sujeto se realiza. De esta manera se
puede decir que para la espiritualidad no puede lograr un acceso a la verdad si
no va acompañado por la trasformación del sujeto mismo. De esta manera para
Foucault la reflexión del como tener acceso a la verdad (filosofía) y las prácticas
para el acceso a la verdad (espiritualidad) no estaban separados a excepción de
Aristóteles, el único filosofo de la antigüedad que tuvo menos importancia la
cuestión de la espiritualidad y como apunta Foucault, nunca hemos dudado en
reconocer como fundador de la filosofía en sentido moderno. Este análisis tiene
1268
M. FOCAULT: LA NOCIÓN DE EPIMELEIA HEAUTOU
5 Ibid., p.33
6 Ibid., p.58
1269
PABLO FRAU BURON
señala algunas de las más relevantes como son por ejemplo: En primer lugar, las
prácticas o ritos de purificación (no se puede tener acceso a los dioses, no se
pueden practicar sacrificios, no se puede escuchar el oráculo, no se puede entrar
en la vida onírica para esclarecernos hechos, si el sujeto no se ha purificado. La
práctica de la purificación, como rito necesario y previo al contacto, no solo con
los dioses, sino su mensaje es una temática conocida que recorre todo el periodo
grecorromano. Por así decirlo, la purificación es la condición para establecer una
relación con la verdad en posesión de los dioses. En segundo lugar, existen las
técnicas de concentración del alma, orientadas a impedir que el alma se disperse
o sea influida por el exterior, evitar que sea expuesta a un peligro exterior o que
algo o alguien externo la dañe. Es preciso recoger el pneuma, el alma en sí
mismos, protegerla, darle solidez para permitirle permanecer, resistir a lo largo
de toda la vida. En tercer lugar, hay que mencionar las técnicas de retirada o
anakhoresis que consiste como un apartarse o ausentarse, pero un ausentarse sin
desaparecer, un modo de cortar el contacto con el mundo o con las sensaciones.
Es un modo de ausencia visible, visible a la mirada de los otros, pero ausentes.
En cuarto lugar, las técnicas de resistencia que ligadas a las otras, hace posible
que bien soportar pruebas dolorosas o bien resistir tentaciones. Para Foucault,
todo este tipo de prácticas existían en la cultura griega arcaica y la arqueología
muestra que es posible encontrar huellas de todas ellas. Estas técnicas de sí las
encontramos ya en las escuelas pitagóricas, y van a estar presente hasta la época
romana.
7 Ibid., p.59
1270
M. FOCAULT: LA NOCIÓN DE EPIMELEIA HEAUTOU
1271
PABLO FRAU BURON
cuidar nuestra alma». Este principio del cuidado perpetuo, a lo largo de toda la
vida, se impone sin cesar, si queremos vivir de manera saludable.9
1272
M. FOCAULT: LA NOCIÓN DE EPIMELEIA HEAUTOU
crítica, permite deshacerse de los malos hábitos, opiniones falsas. Tiene una
función de lucha. Se concibe como un combate permanente. No se trata de
formar para el futuro, sino que hay que dar al individuo las armas y el coraje
necesarios para combatir durante toda su vida. Tiene una función también
curativa y terapéutica. Esta ya en el periodo helenístico mas cerca del modelo
médico que del modelo pedagógico. La existencia de la noción de pathos que
significa tanto la pasión del alma como la del cuerpo permite aplicar las
expresiones de sanar, curar, amputar, escarificar, purgar, tanto al alma como al
cuerpo.
Después de exponer algunas de las transformaciones de la noción epimeleia
heautou en el ámbito de la actividad filosófica finalizamos esta exposición
apuntando algunas de las prácticas que la “inquietud de sí” implicaba. Foucault
apunta que estas prácticas designadas por el término askesis tenían los siguientes
objetivos:
10 Ibid., p.460
1273
PABLO FRAU BURON
Foucault apunta aquí que aparece otra gran diferencia respecto del
movimiento prescrito por Platón. Platón pide que el alma se vuelva hacia sí
misma para recuperar su verdadera naturaleza. El ejemplo de Plutarco sugiere, al
contrario, la absorción de una verdad dada por una enseñanza, una lectura o un
consejo. Se asimila hasta hacer de ella una parte de nosotros mismos. Llegados
hasta este punto se plantean las cuestiones técnicas que permiten estas prácticas:
la importancia de la memoria, la importancia de la escucha; la importancia de los
retornos a sí mismo. Todo un conjunto de técnicas cuyo objetivo es relacionar
verdad y sujeto. Entre los ejercicios destinados a perfeccionar estas técnicas
Foucault distingue entre los que se efectúan en situación real y constituyen un
entrenamiento de resistencia y abstinencia, y los que constituyen entrenamientos
en y por el pensamiento. La investigación enumera los siguientes ejercicios: a) La
praemeditatio malorum, que consiste en una meditación sobre los males futuros. Se
trata de imaginar de una manera sistemática, lo peor que puede suceder aunque
tenga pocas posibilidades de darse. La función es anular el porvenir y el mal; b)
Exercitatio. Las practicas de abstinencia, privación o resistencia física. Se trataba
de establecer y someter a prueba la independencia del individuo con respecto del
mundo externo; c) Vigilancia, para entrenar la actitud de vigilancia permanente
con respecto a las representaciones que pueden surgirnos en la mente. Tiene
función de encontrar en esas representaciones, tal como se presentan, la
oportunidad de recordar una serie de principios verdaderos que pueden
concernir a la muerte, a la enfermedad, al sufrimiento, etc.; d) melete thanatou o
meditación sobre la muerte. Es una manera que la muerte pueda hacerse actual
en la vida.
11 Ibid., p.462
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M. FOCAULT: LA NOCIÓN DE EPIMELEIA HEAUTOU
Bibliografía
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PROJEÇÕES DA FILOSOFIA GREGA:
A IDEIA DE TEMPO ENTRE TRADIÇÃO E RUPTURA
Iniciando
como uma obra de arte aberta na própria filosofia ocidental; mantêmo-la em uma
suspensão que não está fechada, mas, aberta e, sob determinadas condições de
posibilidades traduz o ser enquanto algo se põe históricamente.
Para começar, quando falo aqui de tradição estou pensando desde o
predominio de um desenho filosófico dado no pensamento ocidental e que tem
uma forma aparentemente homogênea. Ou seja, de modo geral, a aparição da
ideia do tempo que nos é dado imediatamente é de algo consecutivamente
cognoscível, apreesível porque cronologizável, e inteiro porque infinito: algo que
pode estar por si submetida ao todo e que, por fim, se organiza e justifica. Algo
assim como se houvesse um telos, uma metafísica que o organiza e o encadeia.
Mas, também estou colocando que este suposto todo compacto e soberano, esta
forma aparentemente homogênea se encontra faltante e recheado de coisas de
uma ordem que nos escapa. É constituido, portanto, de algo plástico que tem
certa maleabilidade, resistência, mas, que, também, se rompe. E, por isso, a
tradição não é a grande narrativa que ela mesma gostaria de ser. Há, na
experiência de tempo, uma certa fragilidade que se configura por sua verdadeira
e cotidiana descontinuidade. A experiência é distinta da expectativa: nesta,
sobrevive a ideia do todo enquanto um ideal inteiro; naquela, já se esfacelou, se
rompeu pelos esforços e contingências do uso que é intrínseco à toda a
experiência mesma. Nesse sentido, quais demandas poderíamos escutar na
tensão entre o que seria uma continuidade e uma ruptura nisso que nomeamos
tempo?
Hoje sabemos que se colocam diferentes perspectivas acerca da concepção de
tempo e seria impossível analisá-las todas neste momento e forma de abordagem.
Assim sendo, as restrições de interpretação não significam o limite do tema, mas
sua complexidade. Tratarei do mesmo a partir da clássica ideia de Aristóteles,
exposta no Livro IV, da Física, procurando estabelecer pontes com a filosofia
estética de nosso contemporâneo Walter Benjamin, especialmente no texto dele
sobre o conceito de história. Temos assim delineado um problema de orden
filosófica que nos é dado a partir de duas temporalidades que se confrontam.
Dizendo em outras palavras, com esta abordagem temos projeções da filosofia
grega antiga desenhando, em alguma medida, os horizontes interpretativos da
filosofia contemporânea. Logo, a ideia de tempo se encontra tensionada entre
tradição e ruptura.
Enquanto Aristóteles elaborou a ideia de tempo a partir da natureza, no
horizonte da física, Agostinho a manteve na vinculação de uma metafísica
confessa. Como sabemos Agostinho situa-se no centro de uma metafísica e
considera a imutabilidade do ser desde uma essência divina cristiana. Em
Agostinho, apesar de toda beleza de sua retórica, o tempo está submetida à
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Assim, coloca-se a questão: Não haveria uma propriedade aí que lhe confereria
uma legitimidade de existência? Este é o ponto central que pretendo explorar na
ideia do agora. Ou seja, reconhecer a existência do agora enquanto uma
experiência temporal própria. Isso pode desfazer também o telos que constitui a
ideia de tempo influenciando, repercutindo em nossas traduções da existência?
Se doamos sentido à existência no agora, então, há, também, aí, mais coisas para
escutar-se na tradução do tempo.
Ainda em Aristóteles, o tempo é um movimiento no qual a natureza das
coisas, como nascimento e norte, acontecem. Aí, o tempo parece ser más una
demarcação lógica e territorial a partir da qual pontua-se o antes e depois. Ou
seja, se coloca uma finalidade. Toda experiência orgânica, imanentemente finita,
é entendida a partir deste princípio de que o vir a ser se coloca desde um
motor/dinâmica que é dado através da privação (que determina seu contrário, o
começo das coisas); a força pela qual o ser é; a matéria que possibilita a
continuidade e a identidade das coisas2. Esta é uma ideia que fixa o ser enquanto
ente na empiria, na physis. Ou seja, physis tambiém como inseparabilidade do topos
onde o(s) ser(es) relaciona(m)-se em movimento. Daí, a percepção de uma empiria
como fundadora do tempo, em seu carácter sensível que pode provocar a
intelecção de algo. Logo, o tempo nos vem enquanto movimento que requer
privação, forma e materia, demandando corporeidades (physis).
Na Física, de Aristóteles, a maneira de percepção do tempo, nos é dada desde
a compreensão do mesmo enquanto movimento que se apresenta através de uma
sucessão de antes e depois: «Porque el tiempo es justamente esto: número del
movimiento según el antes y después»3.
Mesmo que Aristóteles afirme, metafóricamente, o irrepetível do
movimento/tempo, porque
2 Aubenque 2001.
3 Arist. F. 219b
4 Arist. F. 224a
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À guisa de conclusão
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