Está en la página 1de 10

La importancia de

expresar los sentimientos.


Liberación Emocional.
www.naturalezacosmica.blogspot.com.es
La importancia de expresar los
sentimientos.

• Cuando los sentimientos son sanos, el estado


anímico alcanza la felicidad y la dinámica
cerebral fluye con normalidad.

• De lo contrario, el estado anímico no está en


equilibrio y pueden surgir trastornos como
la depresión o ansiedad.

• En otras palabras, indica la sicóloga clínica


educativa, Martha Heredia Asebey, Docente
de la Universidad Udabol, los sentimientos
son emociones conceptualizadas que
determinan el estado de ánimo.
• Qué significa expresar. Expresar los sentimientos es dar a conocer a los demás
nuestra propensión o inclinación para responder de manera emocional delante de
objetos particulares, personas, situaciones o circunstancias. Por Ejemplo, indica
Heredia, expresiones como “odio a los gatos” o “me gusta el fútbol” serían
representativas de este fenómeno emocional. En este sentido, el amor o el odio serían
entendidos más como sentimientos que como emociones. "No existe un ¿Por qué
debo expresar mis sentimientos?, la persona tiene capacidad de decidir qué
sentimientos podrá expresar y a quienes podrá darlos a conocer", acotó la
especialista.

• Para lo bueno y lo malo. Según la sicóloga, todo depende del contexto en que se
encuentra. "Si una persona se encuentra en psicoterapia será conveniente que
exprese sus sentimientos positivos y negativos, hacia diferentes personas o
situaciones, ya que está buscando solucionar sus conflictos internos", dijo. Por otra
parte, en el diario vivir no se puede ir por la vida expresando sentimientos negativos,
sin analizar antes el efecto que pueden tener en las personas con las que
interactuamos. "Es decir, deberíamos efectuar un análisis, al expresar este
sentimiento negativo que quiero lograr", acotó.
• En la pareja. Una pareja sólida es la que expresa sus sentimientos constantemente, no
solamente los sentimientos relacionados hacia su pareja, sino que le comunica también sus
sentimientos hacia otras situaciones de interacción en el ámbito laboral o social en el que se
desenvuelve, indicó la sicóloga. Por Ejemplo, una buena relación de pareja se construye en
base a la comprensión y tolerancia. "Podremos expresar todos los sentimientos positivos que
tengamos hacia nuestra pareja, decirle “me hace feliz estar contigo”, pero el expresar los
sentimientos negativos generalmente producirán rechazo en la persona que los recibe, por
ejemplo. “no soporto a tu madre”, explicó.


• ¿Por qué reprimimos nuestros sentimientos a menudo?


• Los sentimientos nos obligan a unos ante otros, y por tanto llevan consigo el riesgo del
desengaño. Nos hacen tomar partido, expresar verdades embarazosas, abrigar preferencias
personales, prestar atención, etc. Por otra parte, tomar las cosas a la ligera significa marcar el
paso hasta que la situación sea difícil, y entonces desentenderse de ella sin remordimientos,
para buscarse algún nuevo interés: otro compañero, otro empleo, otra causa. Esto puede
evitarnos muchas desazones, luchas y exámenes de conciencia. Dos personas pueden
compartir fortuna, comida y lecho, y sin embargo seguir siendo mutuamente extrañas.
• “Nuestras emociones están allí para ser sentidas, pero no para dominar nuestra vida,
porque, de hacerlo, se volverán tóxicas”.

• Sanar nuestras emociones implica prepararnos para liberarnos de las emociones


negativas y tóxicas que, en definitiva, no nos ayudan a encontrar una solución.

• La ansiedad, la angustia, la insatisfacción crónica, el apego, la envidia, el miedo, la culpa,


el rechazo, los celos… Son algunas de las «emociones tóxicas» que nos ayuda a identificar
y gestionar para alcanzar la paz interior.


• Sanar nuestras emociones implica prepararnos para liberarnos de las emociones
negativas y tóxicas que, en definitiva, no nos ayudan a encontrar una solución.


• La cuestión es otorgarle a cada emoción el verdadero significado que tiene. Las
emociones no pueden ser controladas desde fuera sino que deben serlo desde dentro de
nuestra vida. Vivir significa conocerse, y ese conocimiento es el que nos permite
relacionarnos con el otro y con nosotros mismos.
• Cualquier emoción que reprimamos o guardemos —sea positiva o negativa— es
susceptible de convertirse en tóxica. Esa emoción se puede llamar miedo, ansiedad,
enojo, envidia, malhumor, etc.


• Cuando vivimos la emoción tóxica, de alguna forma nuestro cerebro la reconduce y al
final va a parar a algún órgano del cuerpo, enfermándonos. Hay personas que les cuesta
expresar, por ejemplo, el enojo. Creen que estar enfadado es malo y que no es correcto
mostrarse así, por lo que reprimen esa emoción, la guardan, se la tragan o la disimulan y,
sin querer, esa emoción no expresada la envían a una parte de su cuerpo y pudiendo
tener un problema de salud, como un infarto.


• Otras personas tienen miedo a tener miedo; entonces evitan situaciones que les generen
ansiedad, como por ejemplo hablar en público o estar con otras personas, convirtiendo
esa emoción en tóxica. Otros individuos guardan las emociones por tener una autoestima
baja y creen que no tienen derecho a expresar lo que desean o sienten, por lo que anulan
las emociones, canalizando erróneamente los sentimientos y llevándoles a un estado físico
y psíquico enfermizo.
• Hay multiplicidad de causas, pero todas ellas tienen algo en común: cada vez que
guardamos una emoción o la reprimimos, esa emoción puede acabar siendo tóxica. Nos
afecta produciendo enfermedades psicosomáticas, infartos, enfermedades
gastrointestinales, etc. Por lo general, todas las emociones tienen una plataforma
emocional: el estrés. Cuando una persona tiene una sobrecarga, llámese una deuda
económica, un problema en el hogar, con los hijos o con el trabajo, toda esa sobrecarga al
final produce una enfermedad, ya sea con más o menos incidencia o más o menos
gravedad. Por esto es importante identificar lo que sentimos y ponerlo en palabras para
liberar cualquier sobrecarga emocional. Las emociones no son ni buenas ni malas,
simplemente son energía, y la energía es una fuerza que hay que gastarla o liberarla.

• Una de las emociones nocivas es la llamada ansiedad tóxica. Utilizaremos un paralelismo


musical para entender su desarrollo en nuestros cuerpos. Por ejemplo, las cuerdas de una
guitarra pueden estar muy tensas o poco tensas. Cuando están muy poco tensas, la
guitarra prácticamente no suena; pero cuando están excesivamente tensas, la guitarra
produce notas cada vez más agudas, rompiéndose fácilmente por la presión de la tensión.
Por ello, la afinación correcta de una guitarra se sitúa en el término medio, en el lugar
donde suena bien y puede hacer buena música. Esto es exactamente lo que sucede con la
ansiedad. Existe una presión básica que toda persona necesita; pero cuando hay una
excesiva tensión es cuando se produce la ansiedad tóxica.
• Preocupaciones que uno no puede controlar como ‘y si pierdo el trabajo…’, ‘y si no me va
a ir bien este negocio…’, ‘y si no me van a querer…’, ‘y si no me separo…’, todas estas
preocupaciones no resueltas son las que nos pueden llevar a un trastorno de ansiedad.
Son preguntas del futuro que no tienen respuesta o, más concretamente, que tienen una
respuesta catastrófica.


• El pesimismo es una característica habitual del ansioso. Este tipo de persona siempre ve
el final de la película: ve que lo echarán del trabajo, ve que la relación le irá mal, ve que
no será capaz de cumplir un objetivo y casi siempre imagina un futuro negro. Es entonces
cuando el organismo reacciona con taquicardias, con sudoración, con mareos, con
constipados, con problemas de sueño, durmiendo todo el día o no durmiendo nada, con
problemas de alimentación, comiendo mucho o no comiendo nada… El cuerpo está
avisando de que hay una preocupación que es tóxica. En el caso extremo del proceso, se
dan casos de angustia profunda, en los que el individuo siente que se va a morir, por lo
que, por ejemplo, puede ir al cardiólogo para hacerse pruebas, sin dar resultados
positivos, o puede estar andando por la calle y sentirse angustiado hasta el punto de
sufrir mareos, sudoraciones y trastornos generales sin existir una razón orgánica para
tales alteraciones. El cuerpo reacciona negativamente al proceso de angustia sin, en
realidad, tener ninguna razón orgánica que lo produzca.
• Otra emoción que puede ser tóxica es la angustia. La angustia es como la alarma de un
coche: si alguien quiere robarlo, suena; pero si la alarma suena en cualquier momento,
significa que el coche está funcionando mal. La angustia es buena frente a una situación
de desafío o cuando tenemos realmente miedo por algo puntual. Ahora bien, si la
angustia es permanente o se dispara aleatoriamente en cualquier momento, estamos
frente a una angustia tóxica.


• Otra emoción tóxica es la envidia. Es una emoción que por fuera parece dar una imagen
normal, pero por dentro sufre la carga de la disconformidad y el deseo incontrolado. La
envidia puede ser muy falsa, porque aparenta para sobrevivir. Muchas veces se oye
decir: ‘tengo envidia sana’, como si, por poner un ejemplo paralelo, se pudiera tener un
cáncer terapéutico. No existe el cáncer terapéutico como no existe la envidia sana. La
envidia es una emoción tóxica que se alimenta de un deseo totalmente incontrolado, de
una emoción desbocada, que intenta descalificar para adquirir una supuesta seguridad
propia. Para vencer la envidia como para vencer otras emociones nocivas es
conveniente tener conciencia de que existen y que nos afectan.

• Es el primer paso.
La Ciencia de la
Naturaleza.
www.naturalezacosmica.blogspot.com.es

También podría gustarte