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Introducción
En este blog se resume como el ejercicio puede utilizar las grasas como combustible. Se
muestran información directa e indirecta sobre la utilización de grasas en diferentes tipos
de ejercicios. Existe una vasta cantidad de información sobre el tema aunque sin embargo
es difícil compendiar y resumir los aspectos metodológicos que se desprenden de la
investigación científica. Por lo que el objetivo de esta revisión es establecer los
procedimientos óptimos que se deben utilizar en los programas para la pérdida de grasa y
de peso corporal.
Para analizar los procesos básicos de degradación de las grasas, recomendamos al lector
leer los trabajos previamente publicados en Grupo Sobreentrenamiento de Jeukendrup A.
parte 1. Esto permitirá una comprensión más eficiente de este escrito.
Como se discutió en el primer artículo sobre tejido adiposo, sabemos que el adipocito está
formado por triglicéridos. Un triglicérido es la unión entre un glicerol y tres ácidos grasos.
Podemos decir que el profesional de las ciencias del ejercicio que diseña programas para
perder grasa y peso corporal necesita movilizar el contenido de esta célula como objetivo
principal.
Para que el triglicérido se rompa se necesita algún tipo de señal que le indique que la
energía acumulada en esa célula se necesita en el músculo para generar movimiento.
Identificar cual es el mejor ejercicio en sujetos con sobrepeso para obtener este resultado,
es hoy el objetivo más importante de la investigación científica.
La degradación de grasas debe pasar por varios pasos hasta llegar a la mitocondria para
ser completamente degradas y que la energía llegue a las proteínas contráctiles.
Sin querer menospreciar estos trabajos de gran impacto académico creemos que no crean
una base sólida para el desarrollo de programas de ejercicio con el objetivo de perder
peso. Para intentar solucionar la problemática de cuál es la mejor intensidad para
maximizar el gasto de grasas esto, proponemos analizar el concepto propuesto por Brooks
del aporte cruzado de energía (Brooks 1994). El autor propone que a medida que
incrementamos el consumo de oxigeno, se incrementa el porcentaje de utilización de
hidratos de carbono y disminuye el de grasas (ver figura 2).
Figura 2. Aporte cruzado de energía.
Entonces !!! repitiendo lo que un alumno me dijera una vez; es mejor quedarse en reposo
para gastar mucha grasa. Y la verdad analizando estrictamente los porcentajes de gasto
de cada sustrato la aseveración suena lógica. Pero, por que no es así? La respuesta la
encontramos analizando los valores absolutos de gasto de energía. El trabajo de
Cheneviere 2011 nos aclara un poco el concepto. El autor utilizó sujetos jóvenes 26 años
de peso normal (hombres75.0 ± 2.0 kg - mujeres 61.7 ± 2.3 kg) con un nivel de consumo
de oxígeno moderado (hombres 50.3 ± 1.6 - mujeres 40.6 ± 1.8 ml•kg-1•min-1). Sabemos
que estos sujetos no eran entrenados debido a su valor de consumo de oxigeno. Esto se
puede corroborar comparando los datos con los valores poblacionales promedio
publicados por Pollock 1978 (ver figura 3).
Figura 3. Valores poblacionales de consumo de oxigeno.
Estos datos no se oponen a los propuestos por Brooks sino que los complementan. Es
claro que no siempre que subimos la intensidad de entrenamiento gastamos menos grasa
en valor absoluto (aunque si relativo en relación a los hidratos de carbono). Pero entonces
como terminamos de explicar el tema. Es claro que ejercitándome en forma aeróbico
continua en zonas intermedias del VO2 por debajo de umbral anaeróbico se va a
maximizar la utilización de grasas. Sin embargo este concepto no quiere decir que el
entrenamiento de alta intensidad no sea útil para perder grasa como se observó en el
artículo de Boutcher S (ver sección de artículos).