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Las obras literarias, como acto de comunicación, tienen como receptor al público
(lectores no especializados para quienes se escribe la obra). Dámaso Alonso recordaba: No
olvidemos (…) que las obras literarias no han sido escritas para comentaristas o críticos… Las
obras literarias han sido escritas para un ser tierno, inocentísimo y profundamente
interesante: el lector.
La palabra “crítico” deriva del griego “krités”, que significa juez. Su primer paso
consistirá en que el crítico pueda reconocer la calidad de una obra literaria para lo que ha de
contar con instrumentos adecuados y esto supone la existencia de patrones, normas o
modelos absolutos cuya existencia no está admitida por todo el mundo.
Por otra parte hay que señalar la existencia de poéticas (teorías de literatura). Aun
cuando la subjetividad del crítico puede constituir el impulso inicial, su juicio ha de basarse en
una teoría determinada porque la mera subjetividad es explicación para el propio lector, nunca
una guía para los demás.
Con respecto al análisis y la crítica literaria podemos señalar que las explicaciones que
se han dado para basar los fundamentos de la crítica son esencialmente de tres tipos:
- Otras renuncian a definir los conceptos, lo que imposibilita la construcción de una teoría.
Otra tendencia se basa en la idea de Wittgenstein de que el arte debe huir de cualquier
definición (tesis de Watson: no es necesario para conocer el romanticismo decir qué es).
Una tercera corriente que ha impedido el desarrollo de las teorías literarias proviene de
la reacción contra el historicismo, que sostiene la imposibilidad de separar la exégesis del
significado (interpretación) del juicio de valor (evaluación). El historicismo postula que la
interpretación de una obra literaria solo puede hacerse sobre la base del sistema de valores
total de la época en que se haya escrito, lo que haría imposible la crítica de obras del pasado,
porque nunca se podrán reconstruir con certeza las normas históricas; pero aunque tal
reconstrucción fuera posible, el juicio de valor basado en ellas no tendría sentido para el lector
moderno.
La mejor crítica a esta tendencia la realizó Wolfgang Kayser. Según él, el juicio crítico
hay que emitirlo en y a través de la interpretación, ya que cada sistema de valoración se basa
en una teoría literaria y cada intérprete es hijo de su tiempo.
Aunque no es fácil, toda teoría literaria debe desarrollar métodos para garantizar que
las observaciones y conclusiones del crítico no están mezcladas con sus preferencias
personales.
Métodos paratextuales
En cuanto a los antecedentes, la crítica literaria surge a finales del siglo XVIII y se
consolida en el XIX. El siglo XVIII es el de las normas rígidas a las que debía ajustarse la obra
para ser considerada artística.
Se puede considerar el positivismo (siglo XIX) como uno de los momentos iniciales de la
crítica, y dentro de él a H.Teine. Este parte de la idea de Sainte-Beuve sobre la necesidad de
una explicación causal, genética, de los fenómenos psicológicos observados y descritos en
relación a un determinado escritor. Las fuentes que originan el estado moral elemental, al que
Taine llama “facultad maestra” son tres: la raza, el medio y el momento.
Frente al positivismo surge una corriente que se centra en hacer acopio de datos
objetivos de tipo histórico-filológico. Pueden incluirse aquí los acercamientos a la producción
de un autor a través de su biografía.
Desde los tiempos de Grecia se consideró al escritor como un hombre con una
psicología especial dentro de la comunidad humana.
En cuanto a la literatura y el receptor, habría que hablar del receptor como elemento
integrante de lo literario como proceso semiótico (lo que nos lleva a la estética de la
recepción).
Teorías textuales
El formalismo ruso apareció en el primer tercio del siglo XX, primero en Rusia y después
en Checoslovaquia. Los autores de este movimiento fueron Jakobson, Tomachevsky, Schlovskij,
Eichenbaum y Propp. Confluyen en él dos círculos, el de Moscú y el de San Petesburgo, con la
“Sociedad para el estudio de la lengua poética”. Desapareció hacia 1930. A partir de 1920,
Jakobson forma el Círculo Lingüístico de Praga.
2) Según Jakobson, lo distintivo de la poesía es que en ella una palabra es percibida como
una palabra. El lenguaje poético se resiste a la economía. Se formula la teoría del
extrañamiento: La lengua literaria produce extrañamiento ante actos y acontecimientos
habituales haciendo que la atención se quede en las palabras. Las dificultades para determinar
los mecanismos según los cuales se produce el extrañamiento llevó a formular la teoría de la
función poética. Esta (que se centra sobre el mensaje) consiste esencialmente en la
recurrencia como característica básica del lenguaje literario; lo ya emitido vuelve a aparecer en
la misma secuencia. La recurrencia la realiza la función poética proyectando el principio de
equivalencia del eje de la selección (paradigmático) sobre el eje de la combinación
(sintagmático). Por otra parte encontramos la teoría de los “coupling” o emparejamientos de
Levin. El coupling consiste en la colocación de elementos lingüísticos equivalentes o en la
utilización de posiciones equivalentes como engaste de elementos fónicos o semánticos
equivalentes.
b.- La función narrativa. Propp explica que “por función entendemos lo realizado por un
personaje determinado desde el punto de vista de su significado para el desarrollo de la
historia”.
El New Criticism se dio en Estados Unidos a finales de los años 30 del siglo XX y en este
movimiento aparece T.S. Eliot. Las principales ideas de este autor son las siguientes:
- La creación poética es un proceso a través del cual el artista escapa a la obsesión de sus
emociones y de su personalidad. Es un acto que se apoya en la tradición, la madurez y la
reflexión.
- Se debe estudiar las relaciones existentes entre las partes de un poema y su significado.
- La teoría del “correlativo objetivo”, por la que la única manera de expresar una emoción
en forma artística consiste en hallar un conjunto de objetos, una situación, una cadena de
acontecimientos que serán la fórmula de la emoción particular. Es la obra literaria como
estructura autónoma.
1) Exclusión del subjetivismo del crítico. Se postula una crítica ontológica, centrada en la
obra en sí, considerada como un mundo autónomo de fuerzas organizadas en el que cada
elemento se halla en dependencia funcional con los demás.
Por otra parte, la Estilística es el estudio del estilo, el modo peculiar en que el lenguaje
está plasmado en cada obra.
Charles Bally explica que es una rama de la Lingüística, cuyo objeto es estudiar “los
hechos de expresión del lenguaje organizado desde el punto de vista de su contenido afectivo;
es decir, la expresión de los hechos del lenguaje sobre la sensibilidad”.
- Kart Vossler parte de la teoría de Croce que identifica lengua con poesía, al considerar
que toda actividad lingüística es acto de creación individual. A la disciplina que estudia el
lenguaje como creación teorética individual y artística la llama Estilística. El estudio de la
literatura debe ser inmanentista, desde su propio lenguaje.
- Leo Spitzer formuló los principios básicos de la Estilística, basándose en la teoría del
desvío del lenguaje poético. La lengua literaria consiste en un desvío de la lengua estándar. El
punto de partida del análisis estilístico es la obra. Cada obra requiere una estrategia distinta
que excluye un método único aplicable a cualquier obra literaria. El inicio del análisis es una
intuición inicial, ligada a la subjetividad y a la sensibilidad del público.
- Dámaso Alonso adopta un punto de vista inmanentista. Para llegar a las obras literarias
existen tres grados de conocimiento: el del lector (intuición totalizadora), el del crítico (lector
excepcional) y conocimiento científico, la Estilística (estilo: lo peculiar).
Con respecto a las primeras, recordemos que la gramática del texto parte del hecho de
que los conocimientos sintácticos del hablante no son capaces de explicar por qué hay una
determinada sucesión de periodos constituye un enunciado coherente y otra no. En sentido
lato, la pragmática ha de entenderse como el estudio de los contextos de producción y
recepción. En sentido estricto, la pragmática literaria es una teoría de los actos de habla,
considerando al lenguaje como un modo de actividad.
En este punto debemos hablar de la estructura del texto literario, de la estructura del
texto lírico y de la estructura del texto narrativo:
- Estructura del texto literario: como notas distintivas del texto, en primer lugar
encontramos que su extensión no es pertinente. Para Lotean y Pjatigorsky, sería “una
formación semiótica singular, cerrada en sí, dotada de un significado y de una función íntegra y
no descomponible”. La coherencia implica y presupone una estructura a través de la cual se va
desarrollando. Lotean señala que un texto presupone una estructura, un límite espacio-
temporal y una jerarquía interna en sus constituyentes.
- Estructura del texto lírico: el “impulso rítmico” atraviesa todo el poema y constituye su
verdadera estructura rítmica. Otros elementos formales son el verso, la rima, las figuras, los
tropos, etc. Recordemos también los “coupling” de Levin, esa colocación de elementos
lingüísticos equivalentes en posiciones también equivalentes. También aparece la isotopía de
Greimas, el conjunto de categorías semánticas redundantes que permiten la lectura uniforme
de una historia.
- Estructura del texto narrativo: hay conceptos muy importantes en narratología, como la
distinción entre trama y argumento, el punto de vista o focalización, y la voz y niveles
narrativos (polifonía de la enunciación).
- En cuanto al concepto de “uso”, una obra es literaria cuando una sociedad la acepta
como tal.
- Obras que en algún momento han sido consideradas plenamente literarias, en otras
épocas no lo son.
Quizá el mayor interés resida en la distinción entre destinatario y receptor. El
destinatario es la persona a quien efectivamente va dirigido el mensaje y que figura en la
portada (como el Duque de Béjar en la primera parte del Quijote). El receptor literario es el
lector genérico.