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LA VIDA DE HORNEY (Hamburgo, 1885 - Nueva York, 1952)

La búsqueda de amor

Karen Danielsen nació el 16 de septiembre de 1885, en una aldea cerca de Hamburgo


(Alemania). No fue la primogénita y desde pequeña envidió a Berndt, su hermano mayor.
Él era un niño atractivo y encantador –el típico primogénito adorado por sus padres–, pero
ella era más inteligente y dinámica. Escribió en su diario: “Me sentía orgullosa de que en la
escuela siempre fui mejor que Berndt, que siempre contaban anécdotas más divertidas
acerca de mí que de él” (Horney, 1980, p. 252). También lo envidiaba porque era hombre,
cuando se consideraba que las mujeres eran inferiores. “Sé que de niña quería ser hombre,
que envidiaba a Berndt porque podía pararse junto a un árbol y orinar” (Horney, 1980, p.
252).

Su padre –de ascendencia noruega– ejerció mayor influencia en ella. Cuando Horney nació,
él tenía 50 años y era capitán de un barco. Su madre tenía 33 años y un temperamento muy
diferente. Él era religioso, dominante, autoritario, pausado y callado; en cambio, ella era
más atractiva, vivaz y flexible. El padre pasaba largas temporadas en el mar, pero cuando
regresaba a casa la pareja discutía con frecuencia. La madre no ocultaba su deseo de ver
muerto al marido. Le confesó a Karen que no se había casado por amor, sino por temor a
ser una vieja solterona. En 1904 sus padres se divorciaron.

Las raíces de la teoría de la personalidad propuesta por Horney son muy visibles en sus
experiencias. Pasó la mayor parte de su niñez y adolescencia dudando de que sus padres la
quisieran. Creía que amaban a Berndt más que a ella. A los 16 años escribió en su diario:
“¡Por qué me han sido concedidas todas las cosas bellas de la tierra, pero no lo más noble,
no el amor! Mi corazón lo necesita tanto” (Horney, 1980, p. 30). Aun cuando deseaba
desesperadamente recibir el amor y la atención de su padre, él la intimidaba. Con sólo
recordar sus ojos atemorizantes y su gesto duro y exigente, ella se sentía despreciada y
rechazada debido a los comentarios negativos que siempre soltaba acerca de su aspecto
físico y su inteligencia.

Con la intención de conservar el amor de su madre, representaba el papel de una hija que la
idolatraba, y hasta los ocho años fue una niña modelo, apegada a ella y obediente. Pese a
sus esfuerzos, no sentía que estuviese recibiendo suficiente amor ni seguridad. Como ni su
conducta ejemplar ni su sacrificio rendían fruto, cambió de táctica volviéndose ambiciosa y
rebelde. Decidió que, si no podía obtener amor y seguridad, se vengaría de sus sentimientos
de inadecuación y falta de atractivo físico. “Decidí que, si no podía ser hermosa, sería
inteligente” (Horney, citada en Rubins, 1978, p. 14).

En la edad adulta encontró la enorme hostilidad que había desarrollado en la niñez. En su


teoría de la personalidad describe cómo la falta de amor en la infancia propicia la ansiedad
y la hostilidad, lo cual es otro ejemplo de una teoría elaborada inicialmente a partir de la
intuición y las experiencias personales. Un biógrafo llegó a la siguiente conclusión: “En
todos sus escritos psicoanalíticos Karen Horney luchaba por darle sentido a su vida y por
liberarse de sus propios problemas” (Paris, 1994, p. xxii).
A los 14 años se enamoró de uno de sus profesores y le dedicó muchos párrafos de su
diario. Siguió enamorándose perdidamente, sintiéndose confundida y triste como tantas
otras adolescentes. A los 17 años despertó a la realidad del sexo y, al año siguiente, conoció
a un hombre y lo describió como su primer amor verdadero, pero la relación sólo duró dos
días. Otro hombre apareció en su vida, hecho que inspiró 76 páginas de introspección en su
diario. Horney se dio cuenta de que cuando se enamoraba desaparecían, cuando menos
temporalmente, su ansiedad e inseguridad; era una especie de escape (Sayers, 1991).

Si bien su búsqueda de amor y de seguridad con frecuencia se veía frustrada, su elección de


una carrera profesional fue sencilla y exitosa. A los 12 años, después de recibir el trato
amable de un médico, decidió que sería doctora. No obstante la discriminación que
padecían las mujeres en el campo de la medicina y de la fuerte oposición de su padre, se
esforzó mucho en el bachillerato a efecto de prepararse bien para estudiar medicina. En
1906 ingresó a la Universidad de Freiburg, apenas seis años después de que, con mucha
renuencia, fuera admitida la primera mujer.

Matrimonio y carrera profesional

Cuando estudiaba medicina Horney conoció a dos hombres; se enamoró de uno y se casó
con el otro. Oskar Horney estudiaba un doctorado en ciencias políticas y, una vez casado,
se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Karen Horney destacó en sus estudios y
obtuvo el título de médico en la Universidad de Berlín en 1913.

Los primeros años de matrimonio fueron sumamente difíciles. Tuvo tres hijas, pero se
sentía muy triste y oprimida. Padecía ataques de llanto, dolores de estómago, fatiga crónica,
conductas compulsivas y frigidez, y sólo quería dormir e incluso morir. El matrimonio
llegó a su fi n en 1927, después de 17 años.

Durante el matrimonio y después de él Horney tuvo varios amoríos. Un biógrafo escribió:

Cuando no tenía un amante o cuando una relación empezaba a deteriorarse, se sentía


perdida, solitaria, desesperada y a veces tenía impulsos suicidas. Cuando se encontraba en
una relación mórbidamente dependiente, se odiaba por no poder romper con ella. Atribuía
su desesperada necesidad de tener un hombre... a su desdichada niñez. (Paris, 1994, p.
140.)

Cuando comprendió que esas relaciones poco duraderas no aliviaban su depresión ni otros
problemas emocionales, decidió someterse a psicoanálisis.

Psicoanálisis y compensación

Horney acudió a Karl Abraham (un fi el seguidor de Freud) y el terapeuta atribuyó sus
problemas a la atracción que sentía por hombres dominantes que, según le explicó, era un
residuo de la atracción edípica por su padre prepotente. Abraham dijo: “La tendencia a
abandonarse a manos de esas figuras autoritarias fue delatada cuando olvidó su bolsa de
mano [según Freud, una representación simbólica de los genitales femeninos] en la primera
visita al consultorio” (Sayers, 1991, p. 88). El psicoanálisis no tuvo éxito. Horney decidió
que le ayudaba muy poco y, así, optó por el autoanálisis, ejercicio que realizó a lo largo de
su vida.

El concepto adleriano de la compensación de los sentimientos de inferioridad influyó


mucho en el autoanálisis de Horney y fue especialmente sensible al comentario de Adler
cuando dijo que la falta de atractivo físico era una de las causas de esos sentimientos. Llegó
a la conclusión de que “necesitaba sentirse superior debido a esa deficiencia y al
sentimiento de inferioridad por ser mujer, lo cual la llevaba a presentar una protesta
masculina” tratando de destacar en un campo dominado por los hombres, como lo era la
medicina en esa época (Paris, 1994, p. 63). Aparentemente creía que al estudiar medicina y
al observar una conducta sexual promiscua estaba actuando más como un hombre.

La búsqueda de amor y de seguridad no cesó cuando Horney emigró a Estados Unidos. En


este periodo, su amorío más intenso fue con el psicoanalista Erich Fromm. Cuando éste la
terminó después de 20 años, ella se sintió profundamente lastimada. Si bien Fromm era 15
años más joven, ella tal vez lo vio como una figura Fromm de que analizara a su hija
Marianne. Él ayudó a Marianne a entender la hostilidad que sentía contra su madre y le dio
bastante seguridad para enfrentársele por primera vez en su vida (McLaughlin, 1998).

Horney continuó su interminable búsqueda de amor y cada vez escogía a hombres más
jóvenes, muchos de ellos psicoanalistas que ella estaba formando. Sin embargo, los trataba
con frialdad. En cierta ocasión, hablándole a una amiga de un joven, le confesó que no
sabía si casarse con él o si comprarse un cocker spaniel. Optó por el perro (Paris, 1994).

De 1932 a 1952 formó parte del cuerpo docente de institutos psicoanalíticos de Chicago y
Nueva York. Fundó la Associaton for the Advancement of Psychoanalysis y el American
Institute for Psychoanalysis. En 1941 inició el American Journal of Psychoanalysis.
Durante muchos años fue una popular conferencista, escritora y terapeuta.

BIBLIOGRAFIA

Horney, K. (1980). The adolescent diaries of Karen Horney. Nueva York: Basic Books.
[Diarios escritos en 1899-1911.]

McLaughlin, N. G. (1998). “Why do schools of thought fail? Neo-Freudianism as a case


study in the sociology of knowledge.” Journal of the History of the Behavioral
Sciences, 34, pp. 113-134.

Paris, B. J. (1994). Karen Horney: A psychoanalyst’s search for self-understanding. New


Haven, CT: Yale University Press.

Rubins, J. L. (1978). Karen Horney: Gentle rebel of psychoanalysis. Nueva York: Dial
Press.

Sayers, J. (1991). Mothers of psychoanalysis: Helene Deutsch, Karen Horney, Anna Freud,
Melanie Klein. Nueva York: Norton.

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