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Antes que nada me voy a amparar diciendo que me resultó difícil (aunque no por ello
poco estimulante) intentar pensar con rigor un problema a partir de un eje temático
específico sin apoyarme o responder explícitamente desde un autor o filósofo particular.
También tengo que reconocer que no lo logré del todo y que las líneas que siguen están
en gran medida influenciadas por mi lectura de la filosofía política de Spinoza y por el
problema que investigo para mi doctorado, que es el de la relación entre la temporalidad
y la política en su obra.
Aclarado esto, comencemos. El nombre del eje en el cual se inscribe esta contribución
es “Política, espacialidad y comunidad: configuraciones identitarias y subjetivas”.
Creemos que en la formulación de este eje disparador falta una palabra central, fundante
y fundamental en política: tiempo o temporalidad. En efecto, ninguna configuración
identitaria o subjetiva se da al margen de una determinada relación con el tiempo o al
margen de un determinado modo de comprender el tiempo. Como el título de esta
propuesta sugiere, entonces, quiero plantear la necesidad de pensar toda comunidad
política, su fundamento y su posibilidad, en el espacio ytambién en el tiempo. O mejor,
a partir de la dimensión espacial y temporal que necesariamente supone toda
configuración identitaria. Lo que nos anima a proponer tal modo de aproximación
responde a diversos motivos. Uno de ellos, quizás el más importante, se debe a la
preponderancia que adquiere en muchas teorías la dimensión espacial por sobre la
temporal en la determinación de aquello que sirve para constituir una comunidad
política, de aquello que es esencial para comprender la política misma1. Quizás la
verdadera propuesta de estas líneas en el marco de esta discusión sea, entonces, el
llamado a que pensemos la comunidad no en el espacio -o a partir delespacio que
ocupa- a secas, sino también a partir del tiempo, en la medida en que ambas
dimensiones de la existencia humanaoperan como modos de subjetivación política (o de
producción de modos de ser) que la comunidad implica en su historicidad o constitución
singular y que le permiten reproducirse.2Es decir, de lo que se trata es de que pensemos
el devenir de una comunidad política, sus modalidades temporales (costumbres, hábitos,
repetición o novedad de experiencias) y su “función” política. Después de todo, nadie
1 Pienso por ejemplo en C. Schmitt, pero también en la lectura que hace Carlo Galli tanto de Maquiavelo
como de Hobbes en su texto Espacios políticos. La edad moderna y la edad global. Allí podemos leer:
“Desde el punto de vista externo, la espacialidad política que está implícita en el pensamiento de Hobbes
prevé que el espacio estatal sólo cuantitativamente (por extensión, población y riqueza) se distingue del
de otros Estados […] La esencia del Estado, su principio de orden, es su confín, su límite, su relación con
otros estados.”
2 La subjetivación política es fundamentalmente “la formación de un uno que no es un yo o uno mismo
sino que es la relación de un yo o de uno mismo con otro”, RANCIÈRE, J., Política, identificación,
subjetivación. Nos parece interesante el hecho de que se profundice la relación por encima de las partes
que entran en relación (a partir de una representación temporal que las afecta).
1
dudaría en sostener que una comunidad “vive” y dura, y que en su transcurrir puede
cambiar y darse diferentes formas en la organización del poder.
Sin duda, el esquema de esta propuesta no es algo inexplorado en teoría política
moderna o contemporánea. Puede pensarse, por ejemplo, que Spinoza o Montesquieu
exploraron ese camino3. Como sea, y tramposamente sin entrar aquí en detalle, una
premisa central sobre la que se apoya esta propuesta es la idea segúnla cual la
modernidad(y la política) se concibió a sí misma en referencia a un pasado que había
que dejar atrás y en proyección hacia un futuro incierto, descubriendo de este modo para
sí, lo que en palabras de K.Löwith podemos llamar el “mundo histórico” y “la
existencia histórica”.Desde este punto de vista, la comprensión y estudio de las
comunidades políticas debe tener en cuenta la historia y su historia singular4. Lo que en
términos generales caracteriza entonces a la comunidad política en la modernidad es la
ruptura con el vector temporal propio de la tradición. Para la teoría política ya no se
trata de fundar la obediencia en el pasado, en la fuerza de la tradición; con el
descubrimiento de la conciencia histórica moderna, la comunidad mira hacia adelante,
haciendo reposar la autoridad y la obediencia en la autoconstitución del mundo humano
que se dirige secularmente hacia el futuro.
Lo primero que habría que aclarar es qué entendemos aquí por “comunidad política”.
Para simplificar y examinar lo que nos interesa aquí, usaremos este concepto en un
sentido amplio, significando con él cualquier colectivo o agregación de singularidades
cuya existencia es producida por la acción común de estas mismas singularidades. En
este sentido, “comunidad política” ya no designará simplemente la asociación artificial
que vincula estructuralmente a los hombres en pos de su conservación bajo la forma
estatal moderna.Desde esta perspectiva pueden, al contrario, en un Estado existir
diferentes y muchas comunidades, es decir diferentes grados y niveles de agregación de
individuos, sin que se deje de comprender al Estado mismo como una comunidad
política de mayor complejidad.
Cuando se piensa en la figura predominante de la fundación política moderna o en los
fundamentos de la comunidad política tal como aparece en Hobbes, generalmente se
destaca la idea del contrato que los individuos efectúan ya partir de cual se constituyen
en una unidad política gracias al poder soberano absoluto que colocan sobre ellos
mismos. De este modo, Hobbes coloca el contrato, y con él la fundación de la única
forma y la única comunidad política,más allá del tiempo; al contrario, es en gran medida
el origen del tiempo. En efecto, el pacto social crea la voluntad de la comunidad y la
dirige hacia una meta común.Con el Estado desaparece la ansiedad característica del
estado de naturaleza y emerge un espacio político previsible y predecible gracias a la
proyección del sujeto político en un tiempo homogéneo y uniforme. Y puesto que el
Estado es sin más igualado a la comunidad política (representación), se torna difícil
pensar la existencia de diferentes temporalidades en su “interior”.
Ahora bien, las comunidades no comienzan a existir, es decir a durar, a partir de un
contrato que “instantáneamente” liga a cada uno de sus miembros en y a un espacio
políticamente instituido. Sin duda un aspecto elemental de toda comunidad política, o
3 “La misma libertad pareció insoportable a pueblos que no estaban acostumbrados a gozar de ella, del
mismo modo que el aire puro perjudica a veces a aquellos que han vivido en regiones pantanosas”,
MONTESQUIEU, Del espíritu de las leyes, LXIX, cap. II, p. 204.
4 Para los griegos la historia era una disciplina inferior a la filosofía: era tarea de esta última, y sin
referencia a la historia, determinar la naturaleza de la comunidad política perfecta.
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de todo Estado, es su existencia en un espacio determinado, su finitud o limitación
extensiva. Sin embargo, una comunidad, tal como queremos pensarla aquí, no es el
producto acabado y estático de la existencia de un espacio “colmado” de
individualidades monádicas que constituyen desde su interior esa comunidad. La
conservación de la comunidad en el tiempo supone inherentemente el cambio constante.
Es falsa entonces la idea de una comunidad estática y dotada de un tiempo absoluto y
homogéneo, comunidad a la cual el paso del tiempo no la afecta de ningún modo.
5 Por ejemplo, la experiencia del paso del tiempo, o mejor, la experiencia de la duración no es la misma
en todas las sociedades, ni es compartida por todos los miembros de ella. Tampoco todas las costumbres
tardan lo mismo en asentarse en todas las sociedades.
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significa que una comunidad política, una vez que alcanza un grado alto de complejidad
y organización, cese de cambiar y de transformarse.6 En este sentido, la permanencia “en
el tiempo” de una comunidad es la estabilidad (no estática) de su propio devenir, en una
línea imaginaria de tiempo que une su pasado y a partir de la cual proyecta un futuro.
El devenir de una comunidad política, entonces, su estabilidad o permanencia, así como
sus discontinuidades y rupturas, se da a partir de un presente: las relaciones
intersubjetivas, o mejor transindividuales, se desarrollan en un “aquí” y un “ahora” que
da “forma” a la experiencia política y social que, a su vez, las dota de sentido e
inteligibilidad. Pero a los individuos se le proponen (y se proponen a sí mismos) fines,
roles, funciones que cumplir.7La comunidad, como sostiene G. Simondon, “presenta
frente al ser individual una red de estados y de roles a través de los cuales debe pasar la
conducta individual”8. Esto muestra que ninguna comunidad existe en la inmediatez de
su puro presente. La vida colectiva, en efecto, se construye a través del lenguaje, de los
símbolos, o en una palabra, a través de la imaginación de un pueblo, la cual constituye
esa vida común -organiza el poder- en función de un pasado y en proyección hacia un
futuro, ambos construidos a partir de la potencia del presente.
6 De hecho en Spinoza sucede lo contrario, a saber, a mayor nivel de complejidad mayor capacidad de
transformación, mayor capacidad de afectar y ser afectado.
7 “La redistribución, la reorganización se hace por sí sola, al menos en un período histórico largo. Pues la
relación consigo mismo no seguirá siendo la zona reservada y replegada del hombre libre, independiente
de todo sistema institucional y social. La relación consigo mismo será incluida en las relaciones de poder,
en las relaciones de saber. Se reintegrará en esos sistemas de los que inicialmente había derivado. El
individuo interior es codificado, recodificado en un saber moral, y sobre todo deviene lo que está en juego
en el poder, es diagramatizado”, DELEUZE, G., Foucault, p. 135.
8 SIMONDON, G., La individuación, p. 436.
4
comunidadresponde así al imaginario del pueblo o de la multitud9, es decir, a sus
hábitos y costumbres adquiridas a fuerza de repetición en el tiempo. La imaginación de
un pueblo o de una multitud, a partir de la cual éste “produce-presentifica” las
instituciones que sirven a su seguridad, resulta por eso mismo constituyente y
determinante de la continuidad/estabilidad de la comunidad o cuerpo político que
forma.En efecto, un pueblo o multitud acostumbrado a determinadas instituciones que
responden justamente a ese hábito no puede crear(se) otras que tiendan a romper esa
“continuidad” señalada o expresada en sus costumbres10.
9 Quizás sería mejor hablar simplemente de “multitud”, tal como hace V. Morfino para caracterizar y
diferenciar la temporalidad típica del “sujeto” político spinoziano frente a otras variantes modernas. Sin
embargo, no queremos entrar en esa discusión aquí. Como sea, mucho de lo que decimos aquí se apoya
en dicha interpretación.
10 En este contexto, el mejor “régimen” del que dispone una comunidad política para reducir la
representación de la contingencia es la producción artificial y común de la contingencia. Y este es un
aspecto central puesto que esta última no es la misma representación del futuro que se hacen los
ciudadanos: la producción del tiempo por parte de la comunidad política ya no es un futuro posible
indeterminado que se cree o “espera”, sino que es producido por la acción del cuerpo colectivo.