Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Más allá de que la bibliografía acerca de los primeros años del socialismo argentino (1890-
1930) es relativamente amplia, con respecto a sus relaciones con el radicalismo sólo pueden
citarse los trabajos de Aricó (1999) y Portantiero (1999)- quienes, partiendo de una matriz
común de origen gramsciano, plantearon, en sus trabajos sobre Juan B. Justo, algunas
hipótesis de carácter general acerca de las razones por las cuales dos movimientos populares y
tendencialmente reformistas como el radicalismo yrigoyenista y el socialismo encabezado por
Juan B. Justo no lograron confluir en una agenda común de transformaciones sino que, antes
bien, se convirtieron en duros rivales. Al comenzar a trabajar en la tesis me propuse,
entonces, partiendo de la tradición de análisis abierta por Aricó y Portantiero, pasar de la
historia intelectual, en el que se inscriben esos trabajos sobre Justo, a la historia política, para
reconstruir el modo en que los socialistas argentinos se habían posicionado frente al
radicalismo argentino.
Avanzar en esta propuesta implicaba afrontar dos dificultades. La primera era la de integrar
dimensiones analíticas que en los trabajos sobre el socialismo argentino se suelen presentar
separadas: los, escasos trabajos planteados desde la sociología política analizan las relaciones
establecidas entre diferentes grupos al interior del Partido Socialista; los, algo más
numerosos, trabajos en clave de historia política, se centran en las relaciones entre el Partido
Socialista y otros actores políticos y sociales con los que interactuó en diferentes arenas; los,
más abundantes, trabajos en clave de historia intelectual abordan los rasgos del discurso de
los intelectuales socialistas –en particular los de su líder Juan B. Justo- , sin relacionar esos
rasgos, y sus variaciones, con las transformaciones organizativas del partido ni con los
cambios en los vínculos establecidos entre socialismo y otros actores sociales que las hicieron
posibles.
La segunda dificultad -más fundamental- era la de reunir las, también dispersas, herramientas
teóricas y metodológicas planteadas por distintos autores dedicados al análisis de los partidos
políticos. El punto de partida fueron los análisis de Weber (1999 A; 1999 B) quien provee
elementos conceptuales para el análisis de los partidos políticos, sus orientaciones e intereses
y las formas con que se construyen las relaciones con otros actores políticos y sociales. Las
formulaciones weberianas reunían la consideración de los intereses materiales desarrollados
en el seno de los partidos con la estimación de la importancia de los ideales y creencias, con
las miradas críticas del funcionamiento de partidos y sistemas de partidos iniciadas por
Ostrogorski (1979) y Michels 1969).
Lamentablemente, los análisis sobre partidos políticos no han seguido los esfuerzos
integradores de Weber y han tendido a disociar éstas dimensiones, tomando en cuenta sólo
una de ellas y disgregando al partido como objeto de análisis. El planteo de Panebianco
(1990)- que busca combinar variables para producir diferentes “modelos de partido”- se
concentra en el análisis interno de la organización y coloca en un segundo plano la relación
con el entorno y la influencia que éste ejerce sobre la estructura organizacional.1 Pero lo más
problemático es el hecho de que la centralidad dada la dimensión organizativa lo conduce,
como antes a Duverger (1957) a una consideración limitada de la dimensión ideológica, lo
que reduciría la cuestión weberiana de la legitimidad al mero intercambio de incentivos por
participación.2
Es ese tipo de abordaje el que propusimos en nuestra tesis. En particular creo que el abordaje
me permitió responder a la segunda de las preguntas3 que me había hecho al iniciarla. “¿Por
qué la caracterización de la UCR fue haciéndose cada vez más negativa?”. Y ello porque la
acentuación del antagonismo entre socialistas y radicales se explica tanto por factores
asociados con el modo de constitución de la clase obrera en la Argentina, como por el modo n
que los dirigentes socialistas construyeron la propia tradición, tanto por rasgos organizativos
del PS, como por los efectos de la dinámica política nacida de la Ley Sáenz Peña.
Otro de los factores que contribuirían a ahondar el foso que separaba a socialistas y radicales
surgía del modo en que se interpretaba la relación entre fuerzas sociales y actores políticos.
3
La primera de las preguntas, de tipo exploratorio, podría formularse así: “¿cómo interpretaron los socialistas a
la UCR?”. La tercera, en clave más politológica, pero no desprovista de un interés normativo”, podría adoptar la
siguiente forma “¿cuáles fueron las implicancias de la caracterización negativa del radicalismo, para la posición
del PS dentro del sistema político, y aún diría más, para la dinámica misma de ese sistema?”
Justo ponderaba la rápida transformación que, desde mediados del siglo XIX, estaban
experimentando la economía y la sociedad, a la vez que lamentaba que los cambios tardaran
en expresarse a nivel político. En base a esa mirada Justo no reconocía un lugar legítimo para
radicales y anarquistas, a quienes asociaba con las condiciones de atraso del país, viéndolos
simplemente como sobrevivencias culturales de un pasado destinado inexorablemente a
desaparecer.4 La estigmatización de estas tradiciones políticas imposibilitó la constitución de
un discurso capaz de articular motivos y símbolos de importancia en la identidad popular,
instalándose una concepción pedagógica de la política que tendría marcada permanencia en
las prácticas y en la definición de la identidad de la izquierda argentina, ampliando su
distancia respecto a otros actores sociales y políticos.
La aprobación de la Ley Sáenz Peña, que llevó al radicalismo al gobierno nacional y que
aumentó la importancia de las fuerzas socialistas, no suavizó el enfrentamiento. De hecho la
modificación producida en el sistema político, disminuyó los incentivos para que los
socialistas se acercaran a una fuerza de la que los alejaba no sólo una muy diferente
interpretación de los procesos políticos y de los fines que debían cumplir los partidos, sino
también la competencia electoral directa en la Capital Federal, principal bastión de los
socialistas. A partir de 1912, el segundo distrito electoral del país, que además era la sede del
poder político nacional, asistió a una permanente lucha entre la UCR y el PS.
La distancia entre yrigoyenistas y socialistas –dos actores que se proponían dar cuenta de
anhelos de inclusión en una comunidad nacional y de progreso cultural y social- se acentuaría
con el paso de los años. Podemos preguntarnos si justamente ese enfrentamiento tan marcado
no se explica justamente por esos rasgos, compartidos, pero construidos en torno a matrices
identitarias que eran, como vimos, muy diferentes. La socialista estructurada en torno a una
correlación entre actores políticos y sociales, la radical otorgando a la política un sustrato
moral. Aún más contribuiría al enfrentamiento el hecho de que cada socialistas y radicales
modificaran sus discursos intentando apelar a sectores que “el otro” consideraba como
propios. La interpelación yrigoyenista fue alternando su inicial apelación general, que decía
representar a toda la “nación”, con una progresiva identificación con un pueblo que se
enfrentaba a los sectores más altos de la sociedad, lo que acentuaba su atractivo entre los
trabajadores. Los socialistas fueron reemplazando su inicial interpelación clasista por
apelaciones a colectivos universales como “los ciudadanos” o “los consumidores”, que le
permitían aumentar su inserción entre sectores de clase media.
4
En dos intervenciones, formuladas en base a una mirada materialista y aún economicista de la historia, Justo
(1898, 1910) había delineado una clara interpretación del vínculo del socialismo con las tradiciones políticas
populares. En ellas proponía al socialismo como el continuador y profundizador de las luchas de clases de los
gauchos del pasado y las de los obreros de fin de siglo. Pero, a la continuidad de ser ambos explotados y
resistentes, se oponía la ruptura sostenida en la superioridad que daba a sus contemporáneos la mayor conciencia
de los medios y de los fines de la lucha. Para Justo, y en general para los socialistas, aquellos que planteaban una
más clara continuidad eran inconscientes que no percibían que el tiempo de las revueltas criollas había pasado,
radicales y anarquistas; o, directamente, conservadores que apelaban a la idealización del pasado y de la figura
del gaucho para descalificar la movilización política de los trabajadores urbanos, principalmente inmigrantes de
su tiempo.
3- Socialismo y peronismo: Algunas hipótesis
Concluiremos esta breve intervención delineando algunos rasgos del modo en que los no
socialistas reintpretaron su propia tradición al enfrentarse, muy duramente, con el fenómeno
peronista.
Creemos que un punto clave para explicar la dureza de esa mirada es 1930, momento a partir
del cual la clave cívica se hizo predominante en el discurso y las prácticas socialistas La
adopción de esa clave se tradujo en una aceptación más plena de la tradición liberal,
aceptación que, creemos, no se explicaría sólo por el énfasis que a la defensa de esas
libertades daban las iniciativas represivas del gobierno de Uriburu y, aún más acusadamente,
las iniciativas que proponían avanzar en la dirección de la implantación de instituciones
corporativas; sino también, por la posibilidad de encontrar un camino que dejara atrás el
aislamiento en el que el afianzamiento de la frontera yrigoyenista había sumido a quienes
permanecieron en el viejo PS.
El predominio de la narrativa cívica sería, con el paso de los años 30’ acentuado por las
lecturas que se hacían de la situación internacional y en particular de la experiencia del
fascismo. A partir de 1945 con la inclusión del socialismo en el espacio anti-peronista y con la
afirmación de pertenencia a la tradición liberal, la dimensión cívica –modulada cada vez más
en una narrativa civilizatoria que postulaba al PS como “educador de las masas”- se haría
abrumadora, subordinando del todo a la dimensión social: así se distinguiría entre una justicia
social democrática y otra demagógica (Burdman, 17-18) o, en el terreno de las competencias
estatales, entre una planificación autoritaria y otra para la libertad.
5
Tal concepto, había sido acuñado en los años 20’ para referirse al fascismo italiano (y en ocasiones había sido
usado aprobatoriamente por los propios fascistas), pero su uso había sido reactivado en los años de posguerra,
fundamentalmente por intelectuales,- muchos de ellos exiliados europeos-, que, provenientes de tradiciones de
izquierda, planteaban una revalorización de las experiencias liberal-democráticas occidentales y una dura
requisitoria contra la Unión Soviética y los regímenes que ésta apoyaba.
las libertades amenazadas, que lo era todo, pavimentaba el acercamiento a liberales y
conservadores.
Estos planteos que borraban la dimensión social de la propia identidad socialista no dejaron
de suscitar reacciones en las filas partidarias –siendo las de Julio V. González y Dardo Cúneo
las más notorias-; sin embargo estas resistencias no lograron poner en cuestión el predominio
del núcleo dirigente encabezado por Nicolás Repetto y Américo Ghioldi. La cuestión no
quedaría de todos modos cerrada y después de 1955, las preguntas por la relación con las
masas peronistas y con las fuerzas comunistas –y, simétricamente, el problema del vínculo
con la tradición liberal-democrática- volverían a agitar las aguas del socialismo argentino.
Referencias Bibliográficas
Aboy Carlés, Gerardo (2001): “Las dos fronteras de la democracia argentina. La
reformulación de las identidades políticas de Alfonsín a Menem.” Homo Sapiens Ediciones.
Rosario.
Aricó, José (1999): “La hipótesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina”.
Editorial Sudamericana. Buenos Aires.
Burdman, Javier (2007): Ghioldi y La Vanguardia ante el surgimiento del peronismo. La voz
del Partido Socialista entre 1943 y 1945. (Mimeo)
Duverger, Maurice (1957): “Los partidos políticos”. Fondo de Cultura Económica. México.
Justo, Juan B. [1910] (1947): “El socialismo argentino”, en Dardo Cúneo (comp.) La
realización del socialismo (Tomo VI de las Obras Completas de Juan B. Justo). La
Vanguardia. Buenos Aires.
Justo, Juan B. [1898] (1947): “La teoría científica de la historia y la política argentina”, en
Dardo Cúneo (comp.) La realización del socialismo (Tomo VI de las Obras Completas de
Juan B. Justo). La Vanguardia. Buenos Aires.
Lidtke, Vernon E. (1985) “The alternative culture. Socialist Labor in Imperial Germany”.
Oxford University Press. Oxford.
Michels, Robert (1969) “Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias
oligárquicas de la democracia moderna”. Amorrortu. Buenos Aires.
Nettl, Peter (1965): “The german social democratic party 1890-1914 as a political model”, en
Past and Present, Nº 30”.
Ostrogorski, Moisei (1979): “La démocratie et les partis politiques” Editions du Seuil. Paris
Panebianco, Angelo (1990): “Modelos de partido. Organización y poder en los partidos
políticos”. Alianza Editorial. Madrid.
Portantiero, Juan Carlos (1999): “Juan B. Justo. Un fundador de la Argentina moderna”.
Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.
Roth, Guenther (1963): “The Social Democrats in Imperial Germany. A Study in Working-
Class Isolation and National Integration”. The Bedminster Press. Totowa, New Jersey.
Schorske, Carl E. (1955): “German social Democracy, 1905-1917. The Development of the
Great Schism”. Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts
Weber, Max (1999 A): “Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva”. Fondo de
Cultura Económica. México.
Weber, Max (1999 B): “Escritos políticos” Ediciones Altaya. Madrid.