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descubrimiento de lo pasado (no así con la observación, que es sobre todo, un
constante presente), dando por resultado un relato cuya mayor o menor
densidad estará dada por el papel facilitador del entrevistador.
Este último punto establece una primera diferencia en torno a los tipos de
entrevistas. El grado de preparación y capacidad de estructura dado por el
diseño hará que la técnica se oriente de manera directiva o no directiva. En este
sentido hay que tener en claro que no se trata de una jerarquización “valórica” o
de “calidad”, sino de las necesidades propia del estudio específico a desarrollar.
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capacidad de reflexión del entrevistado, sino además la empatía y confianza
para con el investigador.
Sobre la empatía que debe tener el investigador, ésta debe facilitar que el
entrevistado hable de su mundo subjetivo y no en la perspectiva de comprender
o compartir determinados puntos de vista. La capacidad de vincularse en esa
escucha atenta y efectiva no debe anular jamás el criterio científico de la
indagación: si el relato resulta poco convincente en términos de coherencia
interna, el investigador puede repreguntar para chequear o bien buscar
información complementaria que coteje de lo dicho. En definitiva, mantener el
estatus de analista, por mucho arropamiento o contención tenga que realizar
durante la situación de entrevista.
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La mayor dificultad detectada en personas no adiestradas en la técnica, es el
inicio de la interacción. Es necesario comenzar explicando el sentido del
encuentro, su finalidad, objetivos y sucintamente los temas que serán abordados.
Se trata de persuadir al interlocutor de la importancia de su relato y dar las
garantías de máxima confidencialidad y secreto de lo dicho, sin por ello caer el
entrevistador en una posición de servilismo o dependencia. Negociar
previamente con el entrevistado el lugar, el tiempo y las condiciones ambientales
o contextuales, es un punto que facilita este equilibrio de poder necesario para la
adecuada interacción.
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4. Respetar los tiempos de respuesta del entrevistado de tal manera de no
apresurar o peor aun, cortar el relato manifiesto. Asimismo, ser hábil en el
manejo de los silencios, sin violentarlos.
Este hecho permite clarificar uno de los aspectos centrales que diferencia la
entrevista científica con el recurso periodístico: la cuña o la frase para el bronce
tienen escasa validez en el estudio de lo social, privilegiando la amplitud de
aristas por sobre la respuesta concisa.
Una de las estrategias que existen para evitar respuestas monosilábicas (si o no),
está dada por la revisión de la pauta de preguntas. Es importante que junto con
la división temática que exista, se prioricen en orden cronológico aquellas que
apunten a revelar procesos, entre otras, las preguntas por el cómo, el cuándo o el
por qué. Las preguntas cerradas deberán quedar para el final de la entrevista.
Similar cuidado debe tenerse con las preguntas sesgadas, que tienden a poner
en la formulación un juicio u opinión sobre el fenómeno. La neutralidad de la
interrogación así como su redacción amable (no confrontacional) serán también
elementos de apoyo para el éxito en la aplicación de la técnica.
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merezcan la pena profundizar, especialmente cuando se aproxima el cierre de
un determinado tema, asegurando así la ausencia de otras aristas relevantes.
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