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El Derecho Civil y Teoría de La Ley
El Derecho Civil y Teoría de La Ley
La norma jurídica.- Un ordenamiento Jurídico está compuesto por un conjunto coherente de principios y
reglas que determina el funcionamiento de una sociedad en un momento determinado.
El principal elemento de dicho ordenamiento es la norma jurídica, esto es, un mandato mediante el cual se
impone, en términos permisivos, prohibitivos o imperativos, la conducta que deben mantener los sujetos en
sus relaciones de relevancia jurídica, atribuyendo a su inobservancia, una amenaza de sanción, y que tiene
como fin asegurar la convivencia pacífica de los hombres y proteger sus intereses materiales y espirituales.
El Estado de Derecho es el estándar con arreglo al cual es la ley las que determinan el contenido y los límites
de los derechos y deberes de los sujetos. Hay una gran discusión sobre los requisitos que se deben cumplir
para afirmar que se está frente a un Estado de Derecho, pero se puede decir que son: i. que exista
separación de poderes públicos, ii. que cada uno de esos poderes sea ejercido en forma autónoma respecto
a los demás, iii. que la titularidad de las funciones públicas, así como sus procedimientos sean reglados
legalmente, iv. temporalidad e institucionalidad del poder público, y v. respeto a los derechos
fundamentales.
Las normas jurídicas pueden clasificarse según diversos criterios. Veremos dos de ellos.
Según el interés tutelado, los sujetos y la calidad en que éstos actúan, las normas jurídicas:
Normas jurídicas de derecho público son las que reglan la organización del Estado, fijan los poderes de la
autoridad pública y los derechos de los individuos en su relación con ellos.
Normas jurídicas de derecho privado son las que reglan las relaciones de los particulares entre sí, o las de
éstos con los entes estatales cuando éstos actúan como particulares.
Esta distinción nace de la circunstancia de que, mientras en el ámbito de las normas jurídicas de derecho
público, los particulares actúan en un plano de inferioridad respecto del ente estatal, en el de las normas
jurídicas de derecho privado, los sujetos actúan en un plano de igualdad. Por ello, hay reglas distintas para
ambos tipos de normas, por ejemplo, en materia interpretativa: así las normas de derecho público sólo se
puede hacer aquello que la ley expresamente autoriza, mientras que en las normas de derecho privado se
puede hacer todo lo que la ley no prohíbe expresamente.
Según cómo el interés público comprometido en objeto regulado determina el derecho de las partes a
modificarlas, las normas jurídicas se pueden distinguir entre:
Normas jurídicas de orden público son aquellas que, por regular materias que configuran el ordenamiento
jurídico indispensable para la organización social y que por ello afectan a toda la colectividad, no pueden ser
objeto de modificación o derogación por los particulares en las relaciones jurídicas existentes entre ellas. Por
ejemplo, dado que la norma que establece que la responsabilidad de los delitos deben ser determinada por
un tribunal con competencia en lo penal es de orden público, la víctima y el victimario no pueden, por su
cuenta, ponerse de acuerdo en quién es culpable y qué pena debe cumplir por ello.
Normas jurídicas de orden privado son aquellas que, por afectar sólo a los intereses de los particulares en
sus relaciones entre sí, pueden modificarlas o derogarlas en un determinado contrato o convención que
celebren entre ellos.
El artículo 12 CC señala que podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren
al interés individual del renunciante, y que no esté prohibida su renuncia. Es decir, la ley dice que, mientras la
propia ley no lo prohíba, las partes pueden alterar las reglas de un contrato o incluso crear uno nuevo.
Aunque la ley, en el artículo 1825 del Código Civil (CC) dice los gastos en que se deba incurrir para efectuar la
entrega de la cosa vendida al comprador son de cargo del vendedor y del comprador los que se hicieren para
transportarla después de entregada., las partes pueden acordar que sean todas de cargo cualquiera de ellos.
No hay que confundirse con la clasificación anterior, pues aunque todas las normas jurídicas de derecho
público son de orden público, no todas las normas jurídicas de derecho privado son de orden privado, hay
normas jurídicas que, aunque son de derecho privado (reglan las relaciones de los particulares entre sí), son
al mismo tiempo normas jurídicas de orden público (regulan materias que configuran el ordenamiento
jurídico social y afectan a toda la colectividad). Por ello, no pueden ser modificadas por las partes.
Son normas de derecho privado y al mismo tiempo, normas de orden privado la mayor parte de las normas
de familia, las que determinan la capacidad de las personas, las denominadas leyes reguladoras de la prueba,
etc.
Así, en el matrimonio, aunque marido y mujer son libres para celebrarlo, tienen que hacerlo en la forma que
la ley señala y no pueden ponerle fin sino en los casos y con los procedimientos establecidos por la ley. Ello
es así, porque el matrimonio es una institución del derecho de familia que está definida por el inciso
segundo del artículo 1° de la Constitución Política de la República de Chile (CPR), como el núcleo
fundamental de la sociedad.
El Derecho Civil.
El derecho civil es el conjunto de principios y reglas que regulan la persona como sujeto de derecho y en sus
relaciones patrimoniales y de familia.
Así, las materias que regulan las normas del derecho civil son: la personalidad, la familia y el patrimonio. Las
normas de la personalidad se refieren a la persona en cuanto a tal (atributos de la personalidad: nombre,
domicilio, etc.). Las normas de la familia rigen su organización, el estado civil y los derechos y obligaciones
que son consecuencia de aquél (matrimonio, filiación, etc.). Las normas de patrimonio se refieren a las los
derechos reales, los derechos personales, y los derechos de la sucesión por causa de muerte.
Es un derecho común, porque rige la generalidad de los actos de las personas, salvo los regulados. Es decir,
cada vez que una materia no esté regulada, debe aplicarse el derecho civil por su carácter común.
Es un derecho supletorio, pues sus normas se aplican a falta de norma especial. Es parecida a la
característica anterior, pero se refiere a materias que sí se encuentran reguladas, pero no en todos sus
aspectos ni en todas las situaciones que pueden darse, de modo que en lo no previsto por la normativa
particular, se aplica el derecho civil.
Es un derecho que se aplica a la persona en cuanto tal, es decir, en cuanto a su vida privada y relaciones
particulares.
Sus normas, por regla general, pueden ser modificadas por la voluntad de las partes. El derecho civil
descansa sobre el principio de la autonomía de la voluntad, en virtud del cual los particulares pueden regular
las situaciones jurídicas en que se vean envueltos. No sólo alterando las reglas de los contratos existentes
(contratos nominados o típicos) sino creándolos ellos mismos (contratos innominados o atípicos).
Recordar que hay normas de derecho civil y, en consecuencia, de derecho privado, que pese a ello son de
orden público, razón por la que no pueden ser modificadas por la voluntad de las partes.
LOS PRINCIPIOS DEL DERECHO CIVIL CHILENO
a) La ley es la principal fuente formal del derecho.- Como ocurrió en la mayoría de los países hispanos,
Andrés Bello siguió la tradición jurídica romanista apartándose de los postulados de la escuela historicista,
dando una radical preeminencia a la ley desplazando a la costumbre a un lugar secundario, entre las fuentes
formales del derecho. El derecho escrito se aplica por sobre el derecho consuetudinario y éste sólo rige
según las remisiones que la ley haga a su respecto.
Manifestaciones en el CC: artículos 2, 3, 5, 8, y 10.
d) La propiedad privada y la libre circulación de la riqueza. – Concibe un modelo de propiedad privada libre
de gravámenes, promoviendo una libre circulación de la riqueza. Ello, en contraposición al régimen feudal,
en el cual sobre un mismo predio existían distintos titulares, unos como dueños o señores y otros que
efectivamente tenían la tenencia de la tierra y pagaban un censo o renta a los primeros. De igual forma, en el
Derecho Indiano existían instituciones en virtud de las cuáles se impedía la subdivisión del dominio,
especialmente inmueble, como ocurría con los mayorazgos. Las normas del Código Civil concluyen con tal
estado de cosas.
Manifestaciones en el CC: artículos 82, 745, 769, 1126, 1317, 1964, 2031, y 2415.
f) La buena fe.- Este principio se encuentra presente en toda la extensión de la legislación civil chilena
aunque no existe a su respecto una fórmula general. Su expresión más precisa la encontramos en la
interpretación contrario sensu del inciso final del artículo 44. Con todo, en materia contractual, no siempre la
mala fe consiste en una intención positiva, pudiendo consistir en una actitud negligente.
1º Estar de buena fe: significa una actitud mental consistente en ignorar que se perjudica ilegítimamente un
interés ajeno o no tener conciencia de obrar contra derecho.
Manifestaciones en el CC: 706, 906 y ss., 913, 1267, 1576 inciso 2º, 1916, 2202, 2295, 2297, y 2468.
2º Actuar de buena fe: consiste en la fidelidad a un acuerdo, observar la conducta necesaria para que se
cumpla en la forma prometida la expectativa ajena. La norma general de la buena fe como conducta, la
encontramos en el artículo 1546.
Manifestaciones en el CC: 1590, 1591 (sobre normas del pago), 1670, 1672 (sobre la pérdida de la cosa
debida), 1548, 1549 (sobre el efecto de las obligaciones ), y 1827, 1858, 1861 (sobre la compraventa).
Sanción a la mala fe.- Como la buena fe es un principio protegido por nuestro ordenamiento civil, su
vulneración es sancionada, es decir, acarrea consecuencias jurídicas perjudiciales para el que no está o no
actúa de buena fe. Aunque la norma que establece la sanción de la mala fe en forma más amplia la
encontramos en el artículo 1468 hay numerosos otros casos de sanción.
La ley civil, parte de la idea que todas las personas actúan de buena fe. El artículo 707 establece la regla
general al respecto. En consecuencia, en derecho privado la buena fe se presume, salvo disposición legal en
contrario, lo que ocurre muy excepcionalmente, por ejemplo: último inciso del artículo 706, en el artículo
2510 n°2 y n°3; en el artículo 968 nº5; y en el artículo 280 del Código de Procedimiento Civil (CPC).
buena fe “subjetiva” y la buena fe “objetiva”.- es una distinción que pretende establecer cuál es el modo en
que se determinará si concurre buena fe o mala fe en una persona en una acto determinado. La buena fe
subjetiva se refiere a la conciencia del individuo y en el caso concreto en los términos de la definición del
artículo 706. Para la buena fe objetiva, se recurre a ciertos criterios generales en que se trata de establecer si
el comportamiento se encuadra o no dentro de éstos. Es a lo que se refiere la ley cuando alude a términos
como “el buen padre de familia”, “el buen comerciante” o a conductas-tipo.
Es considerado este principio por nuestro CC. en diversos preceptos, como por ejemplo:
Manifestaciones en el CC: artículos 658; 663; 668; 669 (sobre la accesión), artículos 905 al 917 (sobre las
prestaciones mutuas), artículos 1688; 1578 (sobre la nulidad de los actos de un incapaz y sobre la nulidad del
pago), artículos 1889; 1890, 1893 (sobre la lesión en la compraventa), artículo 2307 (sobre la acción de
reembolso del comunero contra la comunidad), artículos 2295; 2297; 2299 (sobre la acción de restitución del
pago de lo no debido),y artículo 2325 (sobre el derecho de indemnización por los responsables civiles por
hechos de terceros)
Según algunos, dada la amplia recepción en nuestro derecho civil del principio de la reparación del
enriquecimiento sin causa, ella sería una fuente adicional de obligación distinta de las que señalan los
artículos 1437, 2284 y 2314.
h) El interés superior de los hijos, y en particular de los no emancipados.- instaurado en nuestro Derecho
con la ratificación de la Convención Sobre los Derechos del Niño (D.O. 27-9-1990), y en el Código Civil con la
ley n°19.585. Aunque no está circunscrito exclusivamente a los hijos menores de edad, la mayoría de las
normas que lo consagran se refieren a ellos.
Manifestaciones en el CC: 147, 201, 222, 225, 229, 234, 236, 242, 244, 245, 254, 255, 321, 1792-21, etc…
i) Protección al cónyuge más débil.- es un principio particularmente destacado en la Ley de Matrimonio Civil
que en su artículo 3 , establece que “Las materias de familia reguladas por esta ley deberán ser resueltas
cuidando proteger siempre el interés superior de los hijos y del cónyuge más débil”. El mismo cuerpo legal
concretiza este principio en una serie de materias, como sucede, por ejemplo, en la obligatoriedad de
presentar acuerdos regulatorios para que haya lugar a una separación de hecho, separación judicial, un
divorcio, o una nulidad; así como en la compensación económica a que tiene derecho el cónyuge más débil,
en el divorcio y la nulidad. Con todo, se trata de un principio que tiene varias manifestaciones en el CC.
Manifestaciones en el CC: 141 AL 149 (sobre bienes familiares); artículo1749 (sobre limitaciones a la
administración ordinaria de la sociedad conyugal; 1773 (sobre preferencia a favor de la mujer en el pago de
las recompensas al liquidarse la sociedad conyugal; y 1777 (sobre beneficio de emolumento en favor de la
mujer; 1792-20 al 1792-26 (sobre crédito de participación en los gananciales). También, ya en materia de
alimentos, tenemos los ats. 321 al 337 del CC y e la Ley 14.908 sobre Abandono de Familia y Pago de
pensiones alimenticias.
j) una protección especial a la propiedad y a la posesión de los bienes raíces.- El legislador civil brinda una
mayor protección a los derechos que se tienen y ejercen sobre bienes inmuebles que la que brinda a los
bines muebles, lo que se explica porque tradicionalmente la economía se fundaba en la propiedad raíz, lo
que hoy ya no es así, con la valorización cada vez mayor de bienes muebles y de bienes intangibles.
Manifestaciones en el CC:
i. En materia de Compraventa: la de bienes inmuebles es un contrato solemne (escritura pública),
mientras que la de bienes muebles es un contrato consensual (1443 y 1801).
ii. En materia de Tradición: la de los bienes inmuebles se efectúa por la inscripción del título en el
Registro del Conservador de Bienes Raíces competente (artículo 686), mientras la de los bienes
muebles se realiza por la entrega material o simbólica de las cosas significando una de las partes a la
otra que le transfiere el dominio, por cualquiera de los medios señalados en la ley (684),.
iii. En materia de Prescripción adquisitiva ordinaria: el plazo para los muebles es de 2 años, mientras
que para los inmuebles el plazo es de 5 años:(2508)
iv. En materia de posesión legal de bienes adquiridos por sucesión por causa de muerte: para disponer
de los bienes inmuebles, los herederos necesitan que se les haya concedido la posesión efectiva y
que se hayan practicado las inscripciones del artículo688. Respecto de los bienes muebles
heredados, la ley no exige estas diligencias.
v. En materia de sociedad conyugal: los bienes que los cónyuges aportan a ésta y los que adquieren a
título gratuito durante su vigencia, si son bienes muebles ingresan al haber relativo de la sociedad
conyugal, mientras que si son bienes inmuebles permanecen en el haber propio de los aportantes.
(Si son adquiridos a título oneroso durante la vigencia de la sociedad conyugal, sean muebles o
inmuebles ingresan al haber absoluto de la sociedad conyugal).
vi. En materia de Acción rescisoria por lesión enorme sólo procede en la compraventa o permuta de
bienes raíces (artículo 1891).
vii. En materia de enajenación o gravamen de bienes del pupilo: cuando tales bienes son inmuebles se
hará por pública subasta, previo decreto judicial (artículos 393 y 394).
viii. En materia de cauciones reales, la garantía constituida en un bien mueble se denomina prenda
(2384) y la constituida en un bien inmueble se llama hipoteca(2407).
ix. En materia de modos de adquirir el dominio, la ocupación sólo procede respecto de bienes
muebles, atendido lo dispuesto en el artículo 590 del Código Civil.
x. En materia de muerte presunta, para que los poseedores provisorios puedan vender los bienes del
desaparecido en pública subasta: en el caso de bienes muebles, basta que el juez lo estime
conveniente, oído el defensor de ausentes; mientras en los bienes inmuebles debe haber una causa
necesaria o utilidad evidente declarada por el juez, con conocimiento de causa (en base a
antecedentes que consten en autos), y con audiencia del defensor (artículo 88).
xi. En materia de posesión, la ley protege la posesión de bienes inmuebles, mediante las acciones
posesorias (artículo 916),mientras la de bienes muebles sólo puede recuperarse mediante la acción
publiciana, sólo si se es poseedor regular (artículo 894).
xii. En materia de la accesión de cosa mueble a cosa inmueble: la ley considera como cosa principal al
inmueble, aunque la cosa mueble valga más (artículos 668 y 669).
II. FORMACIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO CIVIL.
El derecho romano es el ordenamiento legal de la Antigua Roma que, por medio de la expansión territorial
propia de su imperio, se expandió a buena parte de Europa.
Luego de la caída del Imperio Romano de Occidente cae en desuso pero es redescubierto durante la Edad
Media gracias al estudio que de él se hacía en monasterios y universidades donde se ve influido por los los
conceptos jurídicos canónicos propios de la escolástica medieval basada en la enseñanza de los padres de la
Iglesia.
Esta evolución da forma al denominado Derecho Común, un derecho culto, científico y general, con
pretensiones de aplicación universal, que se manifiesta en la Europa medieval en oposición al Derecho
Germánico Consuetudinario, asentado gracias a expansión de los pueblos bárbaros.
El Derecho Común tenía una técnica más depurada, por lo que comenzó a ser preferido por los abogados y
jueces profesionales formados en las universidades, haciendo que este derecho romano cristianizado fuera
ampliando su influencia en la vida diaria, toda vez que combinaba el espíritu práctico e individualista de los
romanos con el sustento moral y comunitario del cristianismo. Con todo, también se vio influido por el
derecho germánico, incorporando de éste algunas instituciones que nos acompañan hasta hoy.
Sumado a tales influencias, es innegable que la Ilustración ha hecho un aporte: desde su promoción del
individualismo ético, propugna el desaparecimiento de las corporaciones propias de la cultura germánica;
establece el principio de la autonomía poniendo fin a las restricciones del corporativismo y del mercantilismo
económico; y un inconfundible sello individualista de la propiedad, concebida como un derecho de uso, goce
y disposición arbitrarios.
Pero además del evidente influjo conceptual de la Ilustración, existe una importante consecuencia práctica:
el movimiento codificador, expresado principalmente en la dictación del Código Civil francés en 1804,
conocido como el Código Napoleónico.
Todo lo anterior es importante para nosotros porque que, debido a su formación romanista, Andrés Bello
basó su trabajo en las Instituciones del Derecho Romano, las que por ser ordenadas y simplificadas ofrecen un
conjunto de soluciones elaboradas en función de una solución jurídicamente justa.
Para Andrés Bello en el Derecho Romano estaba el origen de la legislación civil moderna, razón por la cual en
su estudio podemos comprenderla, interpretarla, integrarla, y juzgarla.
Un Código es una ordenación sistemática de reglas legales relativas a una determinada rama del Derecho o
una parte de ella. En consecuencia, un Código Civil es una recopilación organizada y sistematizada de las
reglas que norman el derecho civil, esto es, del conjunto de principios y reglas que regula a la persona como
sujeto de derecho y sus relaciones patrimoniales y de familia
a) Génesis del C.C.CH.- En los orígenes de la historia Chile, mientras duró la dominación española, se
aplicaban íntegramente el derecho de ese país, compuesto por:
a. la Novísima Recopilación(1805)
b. la Nueva Recopilación (1567)
c. las Leyes de Estilo,
d. las Leyes de Toro, 1505
e. Las Leyes de Toro
f. el Fuero Real (1255)
g. las Siete Partidas (1252-1284).
h. el Fuero Juzgo (1241), traducción del Liber Iudiciorum (654)
En consecuencia, no existía un derecho propio, sino que se trasplantaba íntegramente el derecho hispano en
los territorios conquistados, lo que se hizo inviable, por lo que en 1614, se empieza a exigir la autorización
previa de un órgano especial, el Consejo de Indias, para que una ley española fuera aplicables en las Indias.
Ya en el Chile independiente, siguen vigentes las mismas normas pero se agregan a esta legislación las leyes
patrias, dictadas por la incipiente institucionalidad chilena, como es el caso de la relativa al matrimonio de
los no católicos (1844); a la prelación de créditos (1845 y 1854); a las sociedades anónimas (1854); etc..
Como consecuencia de la emancipación política, tanto por los anacrónico y confuso de la legislación
española que se aplicaba, como por las corrientes filosóficas, sociales y económicas de la época, comienza a
tomar fuerza en Chile la idea de la codificación.
Pero es sólo en el año 1829, con la llegada de Andrés Bello 1 a Chile, que estas ideas se comienzan a
concretizar. Llegado a Chile, Bello comienza a trabajar en forma privada y silenciosa avanzando por su cuenta
en varios aspectos de lo que sería el Código.
Desde un punto de vista formal, la creación del Código Civil parte en 1840, con la creación por parte del
Congreso Nacional de una “Comisión de Legislación del Congreso Nacional” a la que se encomendó la
“codificación de las leyes civiles, reduciéndolas a un cuerpo ordenado y completo, descartando lo superfluo
o lo que pugne con las instituciones republicanas del Estado, y dirimiendo los puntos controvertidos entre
los intérpretes del Derecho” 2. Luego, por ley de 29 de octubre de 1841 se crea una Junta Revisora:
establecida para examinar los títulos que la Comisión presentara al Congreso, y en proponer las
modificaciones pertinentes.3
Por ley de julio de 1845, ambos órganos fueron refundidos en una nueva Comisión que publicó un cuaderno
sobre la sucesión por causa de muerte en noviembre de 1846 y se publicó el denominado “Libro de los
contratos y obligaciones convencionales” en agosto de 1847. Sin embargo, en los dos años siguientes el
trabajo fue haciéndose cada vez menos frecuente hasta que terminó cesando.
1 Andrés Bello nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781. Estudió Derecho, Filosofía y Medicina, además
de leer a los clásicos como Horacio y Virgilio. A los 19 años, acompaña al naturalista alemán Von Humboldt
en sus exploraciones por Iberoamérica. En 1810 Viaja a Londres como ayudante de Simón Bolívar donde se
queda por casi 20 años, desempeñándose como secretario de las legaciones de Chile y Colombia, forjando
una gran amistad con Mariano Egaña quien le propone venir a Chile como Oficial Mayor del Ministerio de
Relaciones Exteriores. En 1829, con algo menos de 50 años llega a Chile en medio de la anarquía que
enfrentaba a pipiolos y pelucones. La instauración del Estado Portaliano posibilitó las condiciones político
institucionales para que su aporte viera resultados. Bello es también el redactor de una "Gramática de la
lengua castellana" (1847) la más importante de su género durante mucho tiempo en toda Hispanoamérica.
El 15 de noviembre de 1865, ocho años después de la entrada en vigencia del Código Civil, fallece en
Santiago.
2 La Comisión, mixta, estaba compuesta de dos senadores y tres diputados, y entre sus miembros figuró por
el Senado el propio Andrés Bello. El trabajo de la Comisión se comenzó a publicar en el diario “El Araucano”
desde mayo de 1841, con el fin de que aquellos que así lo desearen, formulasen sus observaciones. El primer
objeto de su trabajo fue la “Sucesión por causa de muerte”, a la cual se le dio prioridad por ser la parte más
defectuosa de la legislación civil vigente.
3 La Comisión de Legislación del Congreso Nacional estaba compuesta por tres diputados y dos senadores,
elegidos por cada una de las cámaras.
Sin embargo, Andrés Bello continuó con el trabajo en forma individual, lo que terminó en un proyecto de
Código que presentó en 1852.
El Gobierno creo una Comisión Revisora del Proyecto de Andrés Bello (en adelante conocido como el
Proyecto de 1853). 4
El trabajo de la Comisión Revisora que, luego de más de 300 sesiones, introdujo una serie de
modificaciones, propuestas en su mayoría por el propio Andrés Bello, concluyó en el denominado “Proyecto
Inédito”, así llamado porque no fue publicada hasta que fue incorporado en el tomo XIII de las “Obras
Completas” de Andrés Bello, impreso en 1890.
El proyecto resultante de dos revisiones efectuadas al proyecto inédito, denominado “Proyecto Definitivo”,
fue sometido por el Presidente Montt a la revisión del Congreso el 22 de noviembre de 1855, mediante
mensaje fue redactado por Bello. El Congreso lo aprobó en bloque, y fue promulgado el 14 de diciembre de
1855 para comenzar a regir, según ordenaba su artículo final, el 1 de enero de 1857, fecha desde la que se
derogaron, aun en la parte que no fueren contrarias al código, todas las leyes preexistentes que regularan
cualquiera de las materias que en él se tratan.
b) Fuentes del CC chileno.- Desde el punto de vista de la legislación positiva, las fuentes que podemos
mencionar son las Institutas del Derecho Romano; el Código Civil francés de 1803 (también conocido como
“Código de Napoleón”); ciertas leyes españolas derivadas de las Siete Partidas; la Novísima Recopilación y el
Fuero Real; así como una serie de codificaciones extranjeras como los códigos de Luisiana, Sardo, de Austria,
de Prusia, de las Dos Sicilias, del Cantón de Vaud, Holandés y Bávaro.
En cuanto a las fuentes de tipo doctrinario, se recurrió a la obra de diversos autores como Savigny, los
comentaristas franceses del código civil francés (Delvincourt, Rogron, Mourlon), juristas españoles como
Gregorio López, Matienzo y especialmente el autor del Proyecto de Código Civil Español, Florencio García
Goyena. En lo que se refiere específicamente al libro de las obligaciones y los contratos, el autor más
consultado fue el considerado como el padre espiritual del Código Napoleónico, Roberto Pothier.
4 Integraban dicha Comisión, dirigida por el propio Presidente de la República Manuel Montt, entre otros, el
propio Andrés Bello, Ramón Luis Irarrázaval, Manuel José Cerda, Antonio García Reyes y Manuel Antonio
Tocornal. El mismo decreto del Gobierno que nombró la Comisión Revisora dispuso que el trabajo
presentado por Bello y conocido como "Proyecto de 1853" se imprimiese y distribuyese a los ministros de
corte, jueces letrados y miembros de la Facultad de Leyes de la Universidad, para sus observaciones
c) Estructura del CC chileno.- El Código Civil cuenta con un Mensaje (que es la comunicación formal con la
que el Presidente de la República lo sometió a la aprobación del Congreso), un Título Preliminar, cuatro
Libros y un Título Final de un solo artículo. Tiene un total de 2525 artículos (2524 artículos correlativos más
el artículo final del Título Final).
Parte Artículos N° Contenido
Título preliminar 1° a 53° 53 . Teoría de la ley (definición, promulgación, efectos, interpretación
y derogación) y definición legal de varias palabras de uso
frecuente.
Libro Primero 54° a 564° 511 . Reglamenta las personas naturales, su nacionalidad y domicilio,
“De las personas” principio y fin de su existencia; el matrimonio; los esponsales;
obligaciones y derechos entre los cónyuges; la filiación; de las
acciones de filiación; de los derechos y obligaciones entre los
padres y los hijos; la patria potestad; las pruebas del estado civil;
los alimentos que se deben por ley a ciertas personas; de las
tutelas y curadurías; y de las personas jurídicas.
Libro Segundo 565° a 950° 386 . Regulación de los bienes; el dominio; los modos de adquirirlo; la
“De los bienes y de su posesión; las limitaciones al dominio (la propiedad fiduciaria, el
dominio, posesión, uso usufructo, el uso o habitación y las servidumbres); la acción
y goce” reivindicatoria; y las acciones posesorias.-
Libro Tercero 951° a 1436° 486 . Regula la sucesión intestada; la ordenación del testamento; las
“De la sucesión por asignaciones testamentarias; las asignaciones forzosas; la
causa de muerte, y de revocación y reforma del testamento; la apertura de la sucesión;
las donaciones entre los albaceas; la partición de bienes; pago de las deudas
vivos” hereditarias y testamentarias; beneficio de separación; las
donaciones entre vivos.-
Libro IV 1437° a 2524° 108 Se ocupa de la definición de los diversos tipos de contratos; de
“De las obligaciones en 8 los requisitos de los actos jurídicos; de las clases de obligaciones;
general y de los del efecto de las obligaciones; de la interpretación de los
contratos” contratos; de los modos de extinguirse las obligaciones; de la
nulidad; de la prueba de las obligaciones; de los regímenes
patrimoniales matrimoniales; de los diversos contratos; de la
cesión de derechos; de los cuasicontratos; de los delitos y
cuasidelitos civiles; de la prelación de créditos; y de la
prescripción.-
Título Final Artículo Final 1 Dispone la fecha de entrada en vigencia del Código Civil, y
“De la observancia de deroga las leyes preexistentes sobre las materias que en él se
este Código” tratan.
III. FUENTES DEL DERECHO CIVIL.
El derecho es una expresión de la cultura que, como tal, no surge de la nada, sino que está determinado por
el contexto en que se desarrolla.
Cuando hablamos de las fuentes del derecho nos referimos al nacimiento y forma de expresión de las
normas que lo conforman y abarca varios aspectos: a) por qué surge la norma de derecho (fuentes
materiales); b) ¿quién tiene la potestad de dictarlas?; c) ¿Cómo se puede saber qué normas jurídicas están
vigentes en un momento determinado?; d) ¿de dónde proviene tal o cual norma? y, e) el cómo se manifiesta
la norma de derecho (fuentes formales).
Responden a la pregunta “¿por qué se dictó esa norma?” y permiten comprender las normas para poder
interpretarlas y aplicarlas correctamente.
b. Fuentes de Producción del Derecho.- son los entes, tanto públicos como privados que intervienen en la
generación de la norma jurídica. Son fuentes de producción del derecho el Poder Legislativo que genera las
leyes; el Poder Ejecutivo que genera reglamentos, decretos e instrucciones; el Poder Judicial, que genera
Autos Acordados, una Corporación Privada, que dicta normas internas para su funcionamiento, e incluso las
personas naturales, que generan actos jurídicos como los contratos que son ley para los que los celebran.
Responden a la pregunta “¿quién pronunció esa norma?” y permiten establecer el ámbito de competencia y
jerarquía de la norma en relación con otras.
c. Fuentes de Conocimiento del Derecho.- son los medios a través de los cuales es posible informarse del
contenido de la norma jurídica. Estos medios pueden ser oficiales o no. En Chile, la fuente de conocimiento
principal es el Diario Oficial, pero sobre todo hoy, con la irrupción de las TICs, cada vez surgen nuevas formas
de imponerse de las normas.
Responden a la pregunta “¿cómo puedo saber qué norma es la vigente en un determinado momento?”.
d. Fuentes Históricas del Derecho.- son los antecedentes jurídicos que influyen en un determinado
ordenamiento jurídico. En el caso del CC Chileno, sus principales fuentes históricas están en el derecho
romano, , en el derecho español, y en el derecho francés.
Responden a la pregunta “¿de dónde proviene esa norma?” y es de utilidad para su comprensión e
interpretación.
e. Fuentes formales.- son el modo en que se manifiesta el derecho, en que adquiere forma jurídica. Son las
efectivamente reconocidas por el ordenamiento jurídico nacional y que, por lo mismo, son vinculantes,
obligatorias. Dado que la forma en que el derecho se manifiesta es la norma jurídica, podemos decir que
cuando hablamos de fuentes formales nos estamos refiriendo a los tipos de norma jurídica que tienen fuerza
en un ordenamiento jurídico.
En un estado primario social, la fuente casi exclusiva es la costumbre, con un origen indeterminado alejado
en el tiempo. En un estadio más avanzado, al surgir entes a los que se confiere la atribución de resolver las
disputas con relevancia jurídica, sus decisiones se van haciendo cada vez más coherentes entre sí, dando
lugar a costumbres judiciales, que son las primeras manifestaciones de jurisprudencia.
Cuando el Estado va adquiriendo una organización más sofisticada aparece como fuente formal la ley, es
decir, decisiones públicas generales y obligatorias que resuelven a priori cuestiones de relevancia jurídica.
A ello se agregan los principios, que son consensos espontáneamente compartidos sobre lo que es justo y lo
que es bueno para el grupo social, que a pesar de no haber sido integrados formalmente en el ordenamiento
jurídico, se entiende que son parte de él. 5
Lo que da fisonomía a un sistema de derecho y que permite diferenciarlo de otros es la estructura de sus
fuentes formales.
En efecto, en la tradición romanista continental tiene un rol preponderante y casi excluyente la ley. El CC
chileno, como ya dijimos fiel seguidor de esta corriente, fija esta característica en sus tres primeros artículos.
En cambio, para el sistema anglosajón o del common law, aunque también tiene como fuente formal a la ley,
se estructura en base a una figura de precedentes judiciales: lo que falla un tribunal es vinculante,
obligatorio por ese mismo tribunal y por todos los tribunales inferiores para el futuro, mientras aquél no
cambie justificadamente su criterio.
Las fuentes formales pueden ser de dos tipos: directas o indirectas (o auxiliares).
Las fuentes formales directas expresan directamente normas jurídicas y que bastan por sí mismas para
fundar una decisión judicial. Son de este tipo la ley, la costumbre jurídica y los principios.
5 Son principios generales del derecho público: el principio de legalidad, el de separación de funciones, los
principios limitadores del derecho penal, el del debido proceso, y el de ignorantia iuris non excusat. Dentro
de los principios generales del derecho privado el principio de la buena fe, el pacta sunt servanda, y el de los
actos propios (venire contra factum proprium non valet).
Las fuentes formales indirectas (o auxiliares), en cambio, no son suficientes para fundar una sentencia y el
juez, aunque puede recurrir a ellas para justificar su decisión, necesariamente debe recurrir a una fuente
formal directa. Son de este tipo de fuente formal la jurisprudencia de los tribunales y la doctrina jurídica.
4.- Clasificación.
a. Costumbre general y local: atendiendo a si la costumbre impera en todo el territorio del Estado o
sólo en determinadas regiones o lugares del mismo.
b. Costumbre contra la ley, fuera de la ley y según la ley. Es la clasificación más importante.
Costumbre contra ley es la que introduce una norma destructora de la ley, ya sea proclamando su
inobservancia, ya sea imponiendo una conducta diferente a la establecida por la ley. En cualquiera
de estas situaciones conduce al desuso de la norma legal.
La costumbre fuera de la ley o en el silencio de la ley, es la que rige una materia sobre la cual no hay
ley. Tiene aplicación en derecho comercial o mercantil.
Costumbre según la ley es la que adquiere carácter de norma jurídica en razón de llamarla la propia
ley a regir una materia dada. Es a la que se refiere el artículo 2 del Código Civil.
En tal sentido, estamos ante una excepción al principio de que son los hechos y no el derecho lo que
se prueba. Aquí, será necesario acreditar la existencia de una norma jurídica.
En materia civil, puesto que no existe ninguna disposición especial sobre la materia, cualquier
medio de los establecidos por la ley es idóneo para demostrar la existencia de la costumbre. Habrá
que atenerse entonces a los artículos 1698 y siguientes del CC. y a las normas probatorias del C.P.C.
No ocurre lo mismo en el ámbito del Derecho Comercial, donde impera un criterio restrictivo:
conforme al artículo 5º del Código de Comercio, la costumbre sólo puede ser probada por alguno de
los medios siguientes:
b) Por tres escrituras públicas otorgadas con anterioridad a los hechos que motivan el juicio en que
debe acreditarse la costumbre. Se puede probar la costumbre, exhibiendo contratos celebrados por
las mismas partes o por terceros, en los cuales se haya hecho referencia a la señalada costumbre,
como un imperativo contractual. A diferencia del caso anterior, la ley previene aquí una eventual
colusión para "fabricar" la prueba, exigiendo que las escrituras que contengan los contratos, se
hayan otorgado no sólo antes del inicio del juicio en el que se pretende acreditar su existencia, sino
incluso del acaecimiento de los hechos que motivan el actual pleito.
En derecho penal no tiene ningún valor. En primer lugar, por tratarse de una rama del derecho
público, y por la otra, por el principio de la reserva legal, según el cual no hay delito sin una ley
expresa que sancione la conducta de que se trata.
En materia indígena, sin embargo, la costumbre cuando se hace valer en juicio entre indígenas
pertenecientes a una misma etnia, si constituye derecho, en la medida que no sea incompatible con
la Constitución Política de la República. En lo penal (en materia indígena) sí se la considerará cuando
ello pudiere servir como antecedente para la aplicación de una eximente o atenuante de
responsabilidad. Cuando la costumbre deba ser acreditada en juicio podrá probarse por todos los
medios que franquea la ley y, especialmente, por un informe pericial que deberá evacuar la
Corporación Nacional de Desarrollo Indígena a requerimiento del Tribunal (artículo 54 de la ley
19.253).
- es una norma de conducta nacida de la reiterada y constante práctica social, y considerada como
obligatoria por la comunidad.
- en derecho civil sólo rige cuando la ley la “llama” o se remite a ella, siempre que no sea contraria a la
moral, al orden público y que resulte probada.
- debe ser alegada y aprobada por la parte que la invoca ante los tribunales, puesto que éstos no están
obligados a conocerla.
FUENTES DIRECTAS DEL DERECHO CIVIL: LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO
Son aquellas ideas y fundamentos que, aunque no están escritos, se deducen de tanto del “sentido común
jurídico” como del conjunto de normas y constituyen la base del ordenamiento jurídico e inspiran la
elaboración de las leyes.
Los principios generales del Derecho por un lado, actúan cuando no existe ley o costumbre aplicables y, por
otro, permiten un recto entendimiento de las normas mediante elementos de ética, equidad, lógica y sentido
de la realidad y de la justicia.
Mientras para un iusnaturalista provienen del derecho natural y se obtienen mediante una deducción de sus
grandes premisas, para un positivista se obtienen mediante un ejercicio de inducción desde el conjunto de
normas del ordenamiento, esto es, desde lo particular a lo general.
Son principios del derecho privado el de la buena fe (el legislador favorece la conducta recta u honesta en
relación con las partes interesadas en un acto o contrato), el de pacta sunt servanda (“lo pactado obliga”), y
el de los actos propios o "venire contra factum proprium non valet", (no es admisible actuar contra los
propios actos, debiéndose observar, dentro del tráfico jurídico, un comportamiento consecuente).
Son los criterios que de modo reiterado manifiestan los tribunales, y especialmente la Corte Suprema, en sus
sentencias. Para que exista Jurisprudencia no basta con una única sentencia sino que son necesarias
reiteradas resoluciones de idéntica índole.
Aunque el artículo 3 del Código Civil establece el principio del efecto relativo de las sentencias, lo que fallan
los (Tribunales Superiores de Justicia (Corte Suprema y Cortes de Apelaciones) tiene una evidentes influencia
en las actuaciones de los jueces y tribunales inferiores que, en sus sentencias, tienden a no contradecir los
criterios que han seguido sus superiores en casos similares.
Según la RAE, la doctrina es la Opinión que comúnmente profesa la mayoría de los autores que han escrito
sobre una misma materia.
En el ámbito forense, la doctrina es la idea del derecho que sustentan los juristas y está conformado por el
conjunto de obras y comentarios que elaboran los autores, investigadores y profesores de derecho sobre los
códigos, los textos legales y las cuestiones jurídicas en general.
Aunque no constituye una fuente directa del derecho, es indiscutible el papel fundamental en la su
elaboración, su desarrollo progresivo, su interpretación y su reforma.
IV. TEORIA DE LA LEY.
Así, para Santo Tomás de Aquino la ley es una orden de la razón destinada al bien común debidamente
promulgada por el que cuida la comunidad.
Para Marcel PLANIOL es una regla social obligatoria establecida con carácter general y permanente por la
autoridad pública y sancionada por la fuerza.
Según Henri Capitant la ley es una disposición jurídica, reconocida como necesaria, elaborada por un
organismo especial llamado poder legislativo.
Según el artículo 1 del Código Civil, “La ley es una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en
la forma prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o permite”.
Según esta definición, la ley no es “la” declaración sino que sólo es “una” declaración de la voluntad
soberana, pues no es la única. También lo son las sentencias judiciales y las decisiones adoptadas por la
ciudadanía convocada a un plebiscito o en la elección de sus representantes.
Se critica este concepto porque no da una idea clara del objeto de la ley, ni de lo que ésta es, en sí misma.
Además, da la idea de que fuera el haber sido manifestada en la forma prescrita por la Constitución, lo que la
hace obligatoria.
Del análisis de este concepto del CC, podemos encontrar los elementos externos e internos de la ley:
1) Son elementos externos, esto es, aquellos mediante los cuales las personas pueden conocer la ley:
a) declaración de la voluntad soberana.- la soberanía reside en la Nación que, en lo que a legislar se
refiere, ha delegado su ejercicio en el Congreso Nacional y el Presidente de la República
(colegisladores). Por ello, no son ley los decretos del Presidente de la República, aunque sean de
efectos generales y permanentes.
6 2 Ducci Claro, Carlos, “Derecho Civil. Parte general”, Segunda Edición, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago, año 1984, págs. 54 a 57.
ser usufructuario y Pedro nudo propietario. Tal figura, también está proscrita por la ley, pues atenta
contra el principio de la propiedad privada y la libre circulación de la riqueza.
La jerarquía de las normas jurídicas consiste en entender que el ordenamiento jurídico en un conjunto de
normas referidos a distintas materias pero que no todas tienen la misma fuerza, de modo que unos se
subordinan a otras en razón del lugar más arriba o más abajo que ocupan en una especie de pirámide.
CPR y sus
modifs
1er escalón
LQC, LQS, DFL, DL y los Trats
2do escalón Internacs firms y ratifs.
DS Reglamentarios y Simples
3er escalón
El CONTROL DE LA CONSTITUCIONALIDAD, se ejerce por el Tribunal Constitucional, órgano que vela para
que las normas de rango legal del segundo escalón se ajusten a las normas de rango constitucional de
superior jerarquía. Asimismo, cautela que las normas reglamentarias de inferior jerarquía guarden respeto y
armonía con el ordenamiento constitucional. Se encuentra regulado este órgano en un Capítulo especial de
la Constitución Política.
El CONTROL DE LA LEGALIDAD, se verifica por la Contraloría General de la República, órgano que se ocupa
de revisar la legalidad de las normas reglamentarias de rango inferior al legal. Su regulación se encuentra
contemplada en los artículos 98 a 100 de la Constitución Política.
En cuanto a su contenido: las normas constitucionales, consagran los grandes principios jurídicos; las normas
legales y las reglamentarias, detallan o pormenorizan dichos principios generales, fijan la forma de llevarlos a
la práctica;
En cuanto a su origen: las normas constitucionales emanan del Poder Constituyente; las legales del Poder
legislativo y las reglamentarias de la Potestad Reglamentaria;
En cuanto a su validez: La Ley tiene una fuerza menor que la Constitución ya que está limitada o comprimida
por la Constitución a la cual debe respetar y adaptarse a la norma superior, so pena de no ser aplicada en un
caso concreto por inconstitucionalidad. A su vez, los decretos supremos y demás normas de inferior
jerarquía, deben subordinarse a la ley y con mayor razón a la Constitución. En el mismo sentido, el orden
jerárquico de las normas implica que la creación de las normas de inferior grado está subordinada en cuanto
a su validez a las de grado superior de manera que las primeras (las de menor rango) representan una
aplicación de las últimas (de las de grado superior).
La norma va de lo más general a lo más detallado, se deben estudiar conjuntamente las leyes con sus
correspondientes reglamentos cuando correspondan.
Como conclusión, las normas jurídicas, están jerarquizadas en cuanto a su contenido es decir a lo que
expresan, como en lo que respecta a su origen, es decir en cuanto a la forma como se generan, y a su validez,
esto es, en lo concerniente a su eficacia, la que dependerá de su sujeción a la norma de rango superior.
LOS EFECTOS DE LA LEY
Ya vimos que, en cuanto a la sanción, la infracción de ley va a sancionarse de un modo distinto según se trate
de normas imperativas, prohibitivas o permisivas
Pero también podemos analizar los efectos de la ley en el tiempo, en el espacio o territorio, y en cuanto a las
personas.
La esfera normal de aplicación de las normas jurídicas la determina, por un parte, el territorio sobre el cual
impera la autoridad soberana que las dicta, y por otra, el tiempo que media entre el día que la norma
empieza a regir y aquél en que cesa su fuerza obligatoria.
EFECTOS DE LA LEY EN CUANTO AL TIEMPO.
La ley, para ser obligatoria, debe cumplir con el procedimiento establecido en la Constitución que considera,
luego de su tramitación en el Congreso, que se proceda a su promulgación y a su publicación.
Según artículo 6º del Código Civil para que la ley sea obligatoria, es necesario:
a) que sea promulgada por el Presidente de la República, y
b) que sea publicada, sea en el Diario Oficial o en la forma dispuesta en la misma ley (artículo 7º, inciso 3º).
La publicación es el medio por el cual se somete la ley al conocimiento de los individuos regidos por ella.
En consecuencia, la regla general es que la ley entra en vigencia y es obligatoria sólo desde su publicación,
salvo que la misma ley diga algo distinto sobre su forma de publicación o sobre la fecha o fechas en que haya
de entrar en vigencia. Así, si así lo dispone la misma ley, ésta puede entrar en vigencia un tiempo después de
su publicación, disponer la entrada en vigencia en fechas distintas para ciertas regiones, o establecer
distintas fechas para distintas normas de la ley (ver, como ejemplo, ley N°19.947 de Matrimonio Civil).
Presunción o ficción de conocimiento de la ley.- El artículo 7º en su inciso primero dispone que la ley se
entenderá conocida de todos desde la fecha de su publicación. Inmediatamente, el artículo 8º preceptúa que
después que haya entrado en vigencia nadie podrá alegar ignorancia de la ley.
Por lo tanto, es un principio fundamental del derecho civil chileno que la ignorancia de ley no excusa su
incumplimiento (recordar principio de la omnipotencia de la ley). Y ello se explica por el interés de la
sociedad en que no existan excusas para eximirse de un mandato legal.
Más que una presunción de ley, que es la suposición de que tuvo lugar un hecho desconocido a partir de la
ocurrencia de otro conocido, ya que aquí no existe dicha figura, nos encontramos más bien frente a una
ficción legal.
Con todo, esta regla no es absoluta, pues hay casos en que el legislador acepta la ignorancia de ley para
excusar el incumplimiento cuando concurre junto a figuras que repudia con mayor fuerza.
Es lo que ocurre respecto al enriquecimiento sin causa en los artículos 2297 y 2299, cuando a propósito del
cuasicontrato del pago de lo no debido, dispone que el que ha pagado una suma de dinero o entregó una
cosa a otro creyendo que estaba legalmente obligado a ello, puede solicitar la repetición (o sea, la
devolución) de lo que pagó o entregó, amparándose incluso en el error de derecho.
b) Derogación de la ley
La derogación es el cese de los efectos de una ley en razón de otra ley posterior, privándose a la primera de
su fuerza obligatoria, reemplazando o no sus disposiciones por otras.
Derogación expresa, tácita u orgánica.- Según qué tan directamente opera la derogación puede ser: a)
expresa, cuando la nueva ley dice explícitamente que la antigua queda derogada (ver artículo final del CC); b)
tácita, cuando la nueva ley contiene disposiciones que son incompatibles con las de la ley anterior. Se funda
en que la ley más nueva prima sobre la anterior en todos aquellos puntos en que no sea posible la aplicación
de ambas, pero deja vigente todo aquello de las leyes anteriores que no pugne con las disposiciones de la
nueva ley.; o c) orgánica si se produce cuando una ley regula en forma global una materia regulada por una o
varias leyes precedentes, aunque no haya incompatibilidad entre todas las disposiciones de una y otra.
Derogación total o parcial.- en cuanto a su alcance, puede ser: a) total, si suprime por completo la ley
antigua, sea suprimiéndola, sea reemplazándola por otra; o b) parcial, si suprime uno o más preceptos de la
ley antigua, sustituyéndolos o no por otros, quedando el resto de las disposiciones vigentes.
Si con posterioridad a la promulgación de una ley general se dicta una ley especial sobre la misma materia,
es indudable que ésta prevalece sobre la primera en todo lo que sean incompatibles. La ley especial deroga
las disposiciones de otras leyes generales que no pueden coexistir con las normas de la primera. Lo anterior
resulta de la aplicación del principio de la especialización así como también de los principios de la derogación
tácita.
El problema es más complicado cuando a una ley especial sucede una ley general. La mayor parte de la
doctrina, apoyándose en el aforismo “la ley posterior general no deroga la ley anterior especial”, sostiene
que las disposiciones especiales deben ser derogadas expresamente por la ley general posterior. Pero
algunos autores (Ruggiero, Coviello), no piensan de la misma manera y estiman que esta es una cuestión de
interpretación que se resuelve por el examen, en cada caso, de la intención del legislador. Es posible,
sostienen, que la ley general posterior deje en evidencia la determinación de someter a su imperio los casos
que se encontraban regidos por la ley especial.
1º La nueva ley nada puede haber dispuesto respecto a las situaciones jurídicas disciplinadas por las leyes
anteriores, con lo cual lisa y llanamente queda abolida la correspondiente institución jurídica o ésta queda
gobernada por normas o principios generales; o
2º Si la nueva ley algo dispuso, significa que se aplican sus disposiciones, aún cuando sean idénticas a las
disposiciones que a su vez fueron suprimidas por la ley derogatoria, también abolida ahora.
Es necesario, por tanto, que una ley “restauradora” o “restablecedora” devuelva expresamente su vigor a
una ley derogada; la simple abrogación de la ley derogatoria no puede por sí sola dar vida a lo que ya no
existe. Y es lógico que así sea, teniendo presente que la ley es una declaración positiva y actual del legislador.
Si bien la derogación constituye la causa más frecuente de la cesación de la eficacia legal, existen otras
causas llamadas intrínsecas, porque van implícitas en la misma ley.
c) La desaparición de una institución jurídica, o la imposibilidad de un hecho que era presupuesto necesario
de la ley. Así, por ejemplo, habiendo sido derogada la pena de muerte (salvo para el ámbito del Derecho
Penal Militar), todos los preceptos que partían de la base de su existencia, dejaron por esa sola circunstancia
de producir efecto.
Los hechos, relaciones o situaciones jurídicas que han surgido y producido todos sus efectos bajo el imperio
de la ley antigua, no son, naturalmente, alcanzados por la nueva norma.
Pero el problema se presenta con respecto a los hechos, relaciones o situaciones jurídicas que han surgido al
amparo de una ley y que por cualquiera razón vienen a desarrollarse o a producir todos o algunos de sus
efectos cuando dicha norma ya no rige y tiene imperio otra. En estos casos, cabe preguntarse entonces qué
ley debe aplicarse, si la antigua o la nueva.
El artículo 9º del Código Civil contiene al respecto un precepto universalmente aceptado: la ley sólo puede
disponer para lo futuro y no tendrá jamás efecto retroactivo. Dos reglas contiene el precepto:
1º La ley dispone para el porvenir: rige todos los actos y situaciones que se produzcan con posterioridad a su
vigencia;
2º La ley nada dispone sobre los hechos pasados, realizados con anterioridad a su vigencia: esta segunda
regla, constituye el principio de la no retroactividad de la ley.
Cuando la ley nueva alcanza con sus efectos al tiempo anterior a su vigencia, internándose en el dominio de
la norma antigua, se dice que tiene efecto retroactivo, porque una ley vuelve sobre el pasado.
Cuando la ley nueva rige ella sola, exclusivamente, desde el día en que entra en vigor, todos los actos y
situaciones que se produzcan en el futuro, hablamos de efecto inmediato de la ley. En dicho contexto, la ley
nueva no permite la subsistencia de la ley antigua, ni siquiera para las situaciones jurídicas nacidas en el
tiempo en que ésta última regía. Los efectos de tales relaciones jurídicas, que se produzcan después de
entrar en vigencia la nueva ley, se regirán por ésta, en virtud del señalado efecto inmediato. Las leyes
procesales, suelen tener efecto inmediato.
La regla general es el efecto inmediato de la ley. Lo excepcional es el efecto retroactivo.
Sin embargo, la ley antigua, a pesar de haber sido derogada, continúa rigiendo aquellos contratos celebrados
bajo su vigencia. En este caso, entonces, no hay efecto inmediato de la ley nueva, sino que ultra-actividad de
la ley antigua.
Justificación de la irretroactividad.- Las razones que han determinado el establecimiento de este principio se
relacionan directamente con la seguridad jurídica. Ninguna seguridad y confianza tendrían los particulares si
su patrimonio, su condición personal y los efectos de sus actos y contratos fueran a cada instante puestos en
discusión, modificados o suprimidos por un cambio de parecer del legislador. El interés general, exige que lo
hecho regularmente bajo una ley, sea considerado válido e inamovible, no obstante la mudanza de
legislación.
Pero esto tiene dos excepciones, esto es, hay dos cosas en que ni siquiera el legislador puede dictar leyes con
efecto retroactivo.
a) En materia penal, conforme al Nº 3 del artículo 19 de la Constitución (“nadie puede ser juzgado
sino por un tribunal establecido con anterioridad”, “ningún delito se castigará con otra pena que
la que señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva ley
favorezca al afectado”), la ley desfavorable al inculpado será inconstitucional si es retroactiva. A
contrario sensu, la ley más favorable beneficiará tanto al actualmente investigado o formalizado
como al ya condenado y podrá en consecuencia tener efecto retroactivo (artículo 18 del CP).
En síntesis, el legislador tiene libertad para dictar leyes retroactivas, salvo en materia penal -a menos que la
nueva ley sea más favorable- y en materia civil respecto al derecho de dominio.
El principio de la irretroactividad ante el juez.- El artículo 9º del Código Civil, como toda ley, es obligatorio
para el juez. Este no puede aplicar una ley con efecto retroactivo, salvo que la misma ley así lo disponga, caso
en el cual está obligado a aplicarla con ese efecto. El artículo 9º contiene pues una prohibición para el juez,
pero no para el legislador.
La retroactividad debe ser expresa.- El juez no puede eludir la prohibición del artículo 9, bajo el pretexto de
una intención tácita del legislador. En otras palabras, no es posible aceptar una retroactividad implícita o
“tácita” o, dicho de otro modo, para que se pueda aplicar una ley con efecto retroactivo, la ley debe así
decirlo expresamente.
Si se define la retroactividad en su sentido estricto, como la acción de volver sobre hechos consumados, el
legislador sólo puede imponerla en forma expresa. Ello, porque dicha retroactividad es contraria a la función
del juez, que es simplemente declarativa del derecho. La misión del juez es buscar y determinar los efectos
jurídicos producidos en el pasado, lo que no puede hacer sino conforme a la ley vigente en el momento en
que tales efectos se produjeron.
Así, nuestra jurisprudencia ha resuelto que la retroactividad es una regla de excepción, que debe
interpretarse y aplicarse en forma restrictiva, de acuerdo a sus propios términos.
La teoría de los derechos adquiridos y de las meras expectativas.- Las teorías sobre esta materia tratan de
responder la pregunta: ¿cuándo una ley es retroactiva?.
La teoría de los derechos adquiridos y las meras expectativas tiene su origen en la teoría de Blondeau,
expuesta en su obra “Ensayo sobre el llamado efecto retroactivo de las leyes”, publicada en 1809. Antes,
Portalis, uno de los principales redactores del Código Civil francés, había hecho ya la distinción entre
derechos adquiridos y simples expectativas. El italiano Gabba, a fines del siglo 19, desarrollará con mayor
profundidad la teoría.
Esta puede enunciarse así: una ley es retroactiva cuando lesiona intereses que para sus titulares constituyen
derechos adquiridos, en virtud de la ley antigua; pero no lo es, cuando sólo vulnera meras facultades legales
o simples expectativas.
El juez no debe, en una controversia que recae sobre un derecho adquirido bajo la ley precedente, aplicar
una ley nueva; pero puede hacerlo si el juicio versa sobre un hecho que bajo la ley antigua sólo constituía
una mera facultad legal o una simple expectativa.
Se entiende por derechos adquiridos, todos aquellos derechos que son consecuencia de un hecho apto para
producirlos bajo el imperio de una ley vigente al tiempo en que el hecho se ha realizado y que han entrado
inmediatamente a formar parte del patrimonio de la persona, sin que importe la circunstancia de que la
ocasión de hacerlos valer se presente en el tiempo en que otra ley rige. Los derechos adquiridos entran al
patrimonio por un hecho o acto del hombre o directamente por el ministerio de la ley.
Las facultades legales constituyen el supuesto para la adquisición de derechos y la posibilidad de tenerlos y
ejercerlos (por ejemplo, la capacidad, la facultad para testar).
Las simples expectativas son las esperanzas de adquisición de un derecho fundadas en la ley vigente y aún
no convertidas en derecho por falta de alguno de los requisitos exigidos por la ley (por ejemplo, la
expectativa a la sucesión del patrimonio de una persona viva; la expectativa de adquirir por prescripción el
dominio).
Ahora bien, la ley nueva no puede lesionar, si el legislador le ha dado efecto retroactivo, los derechos
adquiridos; pero sí puede vulnerar las facultades legales y las simples expectativas, porque ni aquellas ni
éstas constituyen derechos que hayan entrado definitivamente a formar parte del patrimonio de una
persona.
De lo anterior se deriva una consecuencia importante: puesto que en el patrimonio no entran sino los
derechos privados, toda una serie de derechos se sustrae al principio de la irretroactividad, como son los que
derivan de normas de Derecho Público, que no pueden dar lugar a derechos adquiridos.
LEY SOBRE EL EFECTO RETROACTIVO DE LAS LEYES.-
Finalidad y contenido de la ley.- La ley sobre el efecto retroactivo de las leyes (LER), fue promulgada en 1861
y tiene por objeto, como lo dice su artículo 1, solucionar los conflictos que resulten de la aplicación de leyes
dictadas en diversas épocas.
Esto es, se va a aplicar la LER cuando entra en vigencia una ley que afecta hechos, relaciones o situaciones
jurídicas que han surgido al amparo de una ley anterior que ya no rige.
La LER saca la mayoría de las soluciones de la teoría de los derechos adquiridos y las meras expectativas,
pero en algunos puntos se aparta de sus soluciones y establece otras que han parecido más justas y
adecuadas al legislador.
Vale decir, en sus 26 artículos la LER cubre todas las materias de que trata en sus cuatro libros el Código
CIVIL.
Territorialidad y extraterritorialidad de las leyes.- Los problemas que origina el conflicto de leyes en el
espacio, giran en torno a dos principios contrapuestos: a) el territorial, según el cual las leyes se dictan para
un territorio y tienen su límite dentro del mismo; y b) el personal (o extraterritorial), según el cual las leyes
se dictan para las personas y siguen a éstas fuera del territorio nacional.
Si el principio territorial se aplicara absolutamente, el Estado podría exigir el reconocimiento exclusivo de su
derecho sobre el territorio que le pertenece, pero no podría pretender que sus normas fueren reconocidas
más allá de las fronteras.
Si se aplicara en términos absolutos el principio personal, el Estado sólo podría legislar para sus nacionales y
no podría hacer valer autoridad alguna sobre los extranjeros que residieran en su territorio.
Obviamente, la aplicación extrema de uno o de otro principio, generaría graves dificultades.
Por eso, cuando las relaciones sociales y comerciales entre las naciones se hicieron más continuas y
regulares, se comprendió que la ley no podía ser absolutamente personal ni absolutamente territorial y que
resultaba necesario buscar fórmulas de armonía y conciliación entre ambos principios contrapuestos.
Esta ha sido la constante aspiración de los sistemas de Derecho Internacional Privado.
TERRITORIALIDAD DE LA LEY.
Normas que lo establecen.- El artículo 14 del CC consagra en nuestro Derecho el principio territorial, al
disponer que la ley es obligatoria para todos los habitantes de la República, inclusos los extranjeros.
Conforme a lo anterior, en principio, todos los individuos que habitan en el territorio nacional, sean chilenos
o extranjeros, quedan sometidos a la ley chilena desde el punto de vista de sus personas, sus bienes y sus
actos jurídicos.
Dicho principio, respecto de los bienes, también está consagrado en el inciso primero del artículo 16 CC.
Equiparación de los chilenos y extranjeros.- En compensación a las obligaciones que el artículo 14 CC impone
a los extranjeros al someterlos a las leyes chilenas, se les otorga en el artículo 57 CC una franquicia, al
establecerse que en lo relativo a la adquisición y goce de los derechos civiles, le ley no reconoce diferencias
entre los chilenos y los extranjeros.
Hay algunas excepciones a la regla anterior, fundadas más bien en el domicilio antes que en la nacionalidad,
como se verá a propósito de esta última.
EXTRATERRITORIALIDAD DE LA LEY
Los casos en que la ley produce efectos fuera del territorio del Estado que las dicta, son excepcionales,
porque la regla general es que no produzca efectos sino dentro de sus límites.
No obstante, hay casos en que la ley chilena produce efectos fuera del territorio nacional, hipótesis en la cual
hablamos de extraterritorialidad de la ley chilena.
Para abordar este tema, debemos distinguir entre tres tipos de leyes:
A. Leyes personales.
B. Leyes reales.
C. Leyes relativas a los contratos.
A. LEYES PERSONALES.- La extraterritorialidad de la ley chilena, en lo que respecta a las leyes personales,
está determinada por el artículo 15 CC. Similar fundamento tiene el artículo 80 de la Ley de Matrimonio Civil
(LMC).
Debemos precisar que la norma del artículo 15 no implica una inconsecuencia con respecto al artículo 14
como, en principio, pareciera haberla, porque mientras el artículo 14 declara que en Chile rige solamente la
ley chilena (lo que equivale a decir que no se acepta la ley personal del extranjero), en el artículo 15 se
dispone que la ley personal del chileno rige más allá de las fronteras de nuestro país. Sin embargo,
examinando la cuestión a fondo, se ve que no hay tal inconsecuencia:
en primer lugar, porque la ley chilena sólo rige en el extranjero para los actos que han de tener efecto en
Chile;
en segundo lugar, no se exige ni se pide a las autoridades extranjeras amparo para la ley chilena, para los
referidos actos que han de tener efectos en Chile. De tal forma, en caso alguno se pretende que la ley
chilena sea aplicada por tribunales extranjeros.
Fundamento del artículo 15.- el legislador chileno quiere evitar que, mediante un subterfugio, se burlen las
leyes nacionales relativas al estado y capacidad de las personas y a las relaciones de familia, todas de orden
público, ligadas a la constitución misma de la sociedad, y en especial a la familia, su núcleo básico.
Aplicación restrictiva del artículo 15.- constituyendo esta norma una excepción al principio general de la
territorialidad, debe aplicarse restrictivamente, sólo en los casos que ella contempla. Su carácter excepcional
queda de manifiesto teniendo presente:
1. Que sólo se refiere a los chilenos.
2. Sólo hace obligatorias para el chileno que está fuera del país las leyes chilenas relativas al ESTADO
de las personas y a su CAPACIDAD para ejecutar actos que hayan de tener efectos en Chile, y a las
obligaciones y derechos que nacen de RELACIONES DE FAMILIA. Las demás leyes chilenas, aunque
sean personales, no obligan al chileno que se halla en el extranjero.
3. Sólo se refiere a los actos que hayan de tener efectos en Chile y sólo respecto al cónyuge y parientes
chilenos.
Análisis del Nº 1 del artículo 15.- El acto ejecutado por un chileno en el extranjero está sujeto a la ley
chilena, en cuanto a su estado y capacidad, si ese acto va a producir efectos en Chile. Si los produce, queda
sujeto a las leyes chilenas; en caso contrario, se rige por las leyes del país en que el acto se realiza. Un acto
produce efectos en Chile cuando los derechos y obligaciones que origina, se hacen valer o intentar cumplir
en Chile.
Así, por ejemplo, en cuanto a la capacidad, si un chileno de 17 años, domiciliado en Panamá, donde la
mayoría de edad fuere adquirida a los 16 años, vende un bien raíz ubicado en Chile, tal compraventa
adolecerá en nuestro país de nulidad relativa, a menos que el vendedor hubiere actuado representado o
autorizado. En Panamá en todo caso, el acto es válido.
De igual forma, en cuanto al estado de una persona, si por ejemplo un chileno de sólo 13 años contrae
matrimonio en Arabia Saudita, donde los varones pueden celebrar tal contrato a partir de los 12 años, el
matrimonio adolecerá de nulidad en Chile. El mismo principio se recoge en la Ley de Matrimonio Civil,
artículo 80º en relación a los artículos 4º a 7º.
Análisis del Nº 2 del artículo 15º.- Esta disposición tiene por objeto proteger a la familia chilena. Los chilenos
domiciliados o residentes en el extranjero quedan sometidos a la ley chilena en lo que respecta a sus
relaciones de familia; los derechos que emanen de tales relaciones de familia, sólo pueden reclamarse por
los parientes y el cónyuge chilenos.
Directamente ligada con esta disposición, está la norma del artículo 998º. La regla general respecto a las
sucesiones (artículo 955º) es que éstas se reglan por las leyes del último domicilio del causante; pero como
las leyes chilenas protegen siempre a los parientes chilenos, han establecido que si en una sucesión abierta
en el extranjero tiene el causante bienes en Chile, en éstos deberá adjudicarse el total de lo que corresponda
a los herederos chilenos, quienes tendrán los mismos derechos que las leyes chilenas les acuerdan en las
sucesiones abiertas en Chile. Regirá al respecto el artículo 149º del COT, que dispone que cuando una
sucesión se abra en el extranjero y comprenda bienes situados en Chile, la posesión efectiva de la herencia
deberá pedirse ante el juez del lugar en que tuvo el causante su último domicilio en Chile, o en el domicilio
del que la pida si aquél no lo hubiere tenido (artículo 833 del CPC); este juez será también competente para
conocer de la apertura y publicación del testamento (artículo 1009 del CC). El artículo 998 está ubicado entre
las reglas de la sucesión abintestato y comienza diciendo “en la sucesión abintestato de un extranjero...”.
Pero de acuerdo con la doctrina unánime, este precepto debe aplicarse por analogía a las sucesiones
testamentarias en lo que respecta a las asignaciones forzosas de los sucesores chilenos, pues existen las
mismas razones de protección en una y otra sucesión. Así, por ejemplo, si un inglés muere en Londres, en
donde existe libertad absoluta para testar, y dicho inglés tenía dos hijos, uno inglés y otro chileno, y al morir
el causante deja un testamento en el cual instituye como único heredero a su hijo inglés, y ha dejado bienes
en Chile, el hijo chileno tiene derecho a pedir que se le adjudique en esos bienes, todo lo que según la ley
chilena debiera percibir a título de legítima, dado su carácter de asignatario forzoso (artículos 1167 y 1182
Nº 1).
B. LEYES REALES.- Son las que se refieren directamente a los bienes, y sólo de un modo accidental o
accesorio a las personas. El principio general, basado en la territorialidad, es que los bienes situados en
Chile, se rigen por la ley chilena: artículo 16.
No se toma en consideración para determinar cuál es la ley aplicable a un bien situado en Chile, la
nacionalidad del propietario, sino que exclusivamente el lugar de su ubicación.
Contrario sensu, se desprende del inciso primero del artículo 16 que los bienes situados en el extranjero no
están sujetos a las leyes chilenas, aunque sus dueños sean chilenos y residan en el territorio nacional.
Excepciones al principio anterior.- Las excepciones al principio señalado son las siguientes:
1. La del inciso segundo del artículo 16. La regla del inciso primero del artículo 16 se entiende sin
perjuicio de las estipulaciones contenidas en los contratos otorgados válidamente en el extranjero.
Esto implica que no obstante estar situados los bienes en Chile, las estipulaciones contractuales que
a ellos se refieren, otorgadas válidamente en el extranjero, tienen pleno valor y efecto en Chile (el
inciso tercero del artículo 16º contiene una contraexcepción, que nos devuelve al principio general
del inciso primero, como veremos).
2. La del artículo 955: en efecto, de acuerdo al inciso primero del artículo 16, dado que los bienes
situados en Chile están sujetos a la ley chilena, la manera de adquirir dichos bienes también ha de
ser conforme a nuestra ley. Sin embargo, según el artículo 955, la sucesión -que es un modo de
adquirir- se regla por la ley del último domicilio del causante; de suerte que si éste fallece teniendo
su último domicilio en el extranjero, se regirá por la ley del país en el cual tenía su último domicilio
(sin perjuicio que en lo relativo a los bienes que se encuentran en Chile, regirá el artículo 149 del
COT). Aquí, también opera una contraexcepción, que nos devuelve al principio general del inciso
primero del artículo 16: la contenida en el artículo 998, ya visto, respecto del cónyuge y parientes
chilenos.
Visualicemos lo anterior con un ejemplo: si un alemán fallecido en Colonia y teniendo su último domicilio en
dicha ciudad deja bienes en Chile, en principio, según la regla general del inciso primero del artículo 16, la
sucesión de sus bienes deberá regirse por la ley chilena; pero en virtud del artículo 955, correspondería
aplicar la ley alemana (la del último domicilio); con todo, si hay chilenos con derecho a herencia o alimentos,
sus derechos se reglan por las leyes chilenas y podrán solicitar que se les adjudique el total de lo que les
corresponda en los bienes situados en Chile, solicitando incluso en nuestro país la posesión efectiva de la
herencia, en lo tocante a esos bienes (artículo 998 CC y artículo 149 COT).
C. LEYES RELATIVAS A LOS ACTOS Y CONTRATOS.- Para determinar la ley por la que se rige un acto jurídico
ejecutado en el extranjero, debemos distinguir entre:
C.1.- requisitos externos (o de forma) de los actos jurídicos.- son los que se relacionan con la manera de
hacer constar fehacientemente la existencia del acto jurídico. De esta clase de requisitos es, por ejemplo, la
exigencia de que la compraventa de bienes raíces deba constar en escritura pública.
En cuanto a la ley que rige la forma de los actos, los actos jurídicos se rigen por la ley del lugar en que han
sido ejecutados o celebrados, cualquiera que sea la legislación del país en que han de producir sus efectos,
según el principio “Lex locus regit actum”, principio universal de Derecho, consagrado - entre nosotros - en
el artículo 17 CC, en el artículo 1027 CC (respecto de los testamentos) y en el artículo 80 LMC. Nuestra Corte
Suprema ha declarado que este principio es de carácter general, se refiere a todo acto o contrato, a todo
instrumento, sea público o privado.
El citado principio no es obligatorio en la legislación chilena, sino facultativo. Es decir, los chilenos en el
extranjero pueden sujetarse a las leyes chilenas para realizar actos que hayan de surtir efecto en Chile,
acudiendo a los funcionarios diplomáticos o consulares que estén autorizados para desempeñar en estos
casos funciones de ministro de fe.
De tal forma, en cada caso concreto, los chilenos residentes en el extranjero decidirán ajustarse a las leyes
chilenas o extranjeras según más les convenga.
Para que un instrumento público otorgado en el extranjero tenga validez en Chile, se requiere:
a) que haya sido extendido con las formalidades prescritas por la ley del país en que se otorgó; y
b) que se pruebe su autenticidad conforme a las normas establecidas en el CPC. La autenticidad de los
documentos públicos se refiere al hecho de haber sido realmente otorgados y autorizados por las
personas y de la manera que en los respectivos instrumentos se exprese (artículo 17, 2º). La autenticidad
de los instrumentos públicos se prueba en la forma que establece el artículo 345 CPC: legalización.
Excepción al principio “Lex locus regit actum”.- Este principio tiene una excepción en el artículo 1027, que
sólo reconoce validez a los testamentos otorgados en país extranjero cuando fueren escritos. No se reconoce
validez en Chile a un testamento verbal otorgado en otro país, cualquiera que sea el valor que las leyes de
ese país le atribuyan.
Para algunos autores, constituirían también excepciones al principio los artículos 18 y 2411 (en la práctica, la
hipoteca debe constar por escritura pública, porque si no, el Conservador de Bienes Raíces no la inscribirá,
aunque la ley extranjera acepte un instrumento privado).
Casos en que las escrituras privadas no valen como prueba en Chile (artículo 18, en relación con el artículo
1701).- Cabe recordar que tratándose de actos solemnes, la ley considera que no hay manifestación de
voluntad si no se cumplen las formalidades por ella exigidas. Así, el contrato de compraventa de bienes
raíces es solemne, porque debe otorgarse por escritura pública (artículo 1801, inciso segundo). Igual cosa
respecto de la hipoteca (artículo 2409). Estos actos no existen jurídicamente mientras no se realice la
solemnidad, y siendo así, es evidente que no podrá probarse su existencia por medio alguno que no sea la
escritura pública.
Se entiende así la conexión existente entre los artículos 1701 CC y 18 CC. Cabe señalar que el último, se
aplica a chilenos y extranjeros, porque se refiere a los actos que van a producir efectos en Chile y en nuestro
país sólo rige la ley chilena. Todo extranjero que fuera de Chile ejecute un acto que haya de tener efecto en
nuestro país y que según nuestras leyes deba otorgarse por escritura pública, debe tener en claro que su
acto no valdrá en Chile si no se cumple este requisito, aun cuando las leyes del país en que el acto se realiza
no exijan dicha solemnidad.
Lo anterior puede parecer contradictorio con el principio “Lex locus regit actum” reconocido en el artículo
17º, pero en verdad no hay tal contradicción, atendido lo dispuesto en el inciso final del artículo 16, que
establece que los efectos de un contrato celebrado en el extranjero para cumplirse en Chile, deben sujetarse
a nuestras leyes (en general, entendemos por efectos de un contrato los derechos y obligaciones originados
por el mismo). Y en tal contexto, uno de los efectos de un contrato es su prueba (en este caso, por escritura
pública), de manera que el artículo 18 es una consecuencia del inciso final del artículo 16.
C.2.- requisitos internos (o de fondo) de los actos jurídicos.- Son de esta clase la voluntad, la capacidad,
el objeto y la causa del acto o contrato.
Por regla general, los requisitos internos, al igual que los externos, se rigen por la ley del país en que el acto o
contrato se ejecuta o celebra. Pero como estos requisitos miran, por una parte, al estado y capacidad de las
personas, y por otra parte a los bienes, debemos tener presente lo dicho respecto a las leyes personales y
reales, y considerar de igual forma si el acto jurídico producirá o no sus efectos en Chile.
El problema sólo se planteará si tales efectos se producen en Chile, caso en el cual debemos distinguir entre
el chileno y el extranjero, en cuanto al estado y capacidad (artículo 15); el primero debe sujetarse a nuestra
ley, mientras que el segundo, a la ley del país en que el acto o contrato se ejecutó o celebró.
INTERPRETACION DE LA LEY
La interpretación jurídica o legal , que se denomina hermenéutica legal, consiste en la determinación del
verdadero significado, alcance, sentido o valor de la ley en general, frente a situaciones jurídicas concretas a
que dicha ley debe aplicarse.
Es determinar el sentido y alcance de una norma en un caso concreto adaptándola a la práctica, a la realidad.
Como bien sostiene Ruggiero, no sólo se interpretan las normas obscuras o ambiguas, sino también las que
presentan una redacción clara en su apariencia. La interpretacion no presupone una dificultad en la
inteligencia de la ley.
Equivocadamente, se piensa que un texto legal no requiere de una interpretación cuando su sentido se capta
rápidamente. Sin embargo, toda aplicación de una norma por transparente que esta sea implica una labor
intelectual necesaria para resolver el caso particular y concreto con la fórmula general y abstracta dada por
el legislador. Por ende, resulta evidente que no es posible aplicar la norma sin su previa interpretación.
Por lo demás, la claridad u obscuridad de una ley es un concepto relativo que además puede variar con el
tiempo, en especial al promulgarse normas posteriores que regulan la misma materia.
Normas aplicables del Código Civil.- Diversas normas del Código Civil regulan lo concerniente a la
interpretación:
a) Artículos 19 al 24, en relación a la interpretación de la ley.
b) Artículos 4 y 13, al consagrar el principio de la especialidad.
c) Artículos 25 al 51, que definen varias palabras de uso frecuente en las leyes.
d) Artículos 1560 al 1566, relativos a la interpretación de los contratos.
e) Artículos 1056 al 1069, respecto de la interpretación de las disposiciones testamentarias.
Por un lado, aunque el sistema reglado evita la arbitrariedad, lo cierto es que limita al juez en cuanto a los
medios para indagar el sentido y alcance de la ley más allá de lo que aquélla previene.
En cuanto al sistema no reglado, si bien proporciona al juez un campo más amplio para realizar su
investigación, permitiéndole amoldar la ley con mayor facilidad al momento que se vive, tiene el riesgo de
prestarse en mayor grado a la arbitrariedad.
Las herramientas de interpretación de la ley son los medios de que dispone el intérprete (principalmente el
juez) para establecer el (los) posible(s) sentido(s) y alcance(s) de la ley interpretada. Estos medios son
comúnmente aceptados por la doctrina y en ocasiones consagrados expresamente por los propios
ordenamientos jurídicos.
Según Savigny, los elementos de interpretación (también llamados métodos de interpretación) son el
elemento gramatical, el elemento histórico, el elemento lógico y el elemento sistemático. Según algunos
autores posteriores, debe agregarse el elemento teleológico.
a) Elemento Gramatical.- tiene por objeto la interpretación en base al tenor literal de la palabra y debe tener
lugar según las reglas del lenguaje. Aunque de lo preceptuado en el inciso primero del artículo 19 CC
("Cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu.”),
aparece en un primer momento que, como sostiene la Escuela Exegética, prevalece por sobre cualquiera otra
consideración el tenor literal de la ley, lo cierto es que la norma citada exige para ello que el sentido de la ley
sea claro, de modo que en forma previa a la aplicación literal, es necesario determinar cuál es el sentido de
la ley, aunque este parezca inequívoco.
Esta idea se reafirma en el inciso primero del artículo 22 CC y en el artículo 23 del Código Civil, preceptos en
los cuales también el legislador se refiere al sentido de la ley.
El sentido de la ley será claro cuando el alcance de la disposición legal se entiende por su sola lectura, sea
porque considerada aisladamente de las demás leyes no origina dudas, sea porque relacionada con ellas no
denota discordancias.
Por lo demás, la claridad de la ley puede ser un concepto relativo. Una norma que no provoca dudas al
tiempo de promulgarse puede originarlos después por diversas circunstancias. De igual forma, las leyes que
parecen claras en su texto abstracto, pueden tornarse obscuras al confrontarlas con hechos reales.
Por su parte, el sentido de la ley será diverso, según el tipo de palabra utilizada por el legislador, puede
usarlas en su sentido natural y obvio, en su sentido legal o en su sentido técnico.
Cuando hablamos de entender una(s) palabra(s) en su sentido natural y obvio, nos referimos a lo señalado
en la primera parte del artículo 20 CC (“Las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio,
según el uso general de las mismas palabras;”). Es decir, se trata del sentido que corresponde al uso general
de las palabras. Consiste en la regla general, la forma más usual para interpretar una palabra. Sentido natural
y obvio, ha dicho la jurisprudencia, es aquél que da a las palabras el Diccionario de la Real Academia de la
Lengua Española. Se interpretan según su sentido natural y obvio todas aquellas palabras que sin entenderse
como técnicas, el legislador tampoco las ha definido. Algunos autores, siguiendo postulados más modernos,
sostienen que para buscar el sentido natural y obvio de las palabras más que atenerse al diccionario citado,
hay que atender al uso general que le da a una palabra la comunidad, considerando las mudanzas o
mutaciones que experimenta el lenguaje.
Cuando hablamos de entender una(s) palabra(s) en su sentido legal, nos referimos a lo señalado en la
segunda parte del artículo 20 CC (“pero cuando el legislador las haya definido expresamente para ciertas
materias, se les dará en éstas su significado legal.”). Se interpretan en tal sentido las palabras, cuando el
legislador les ha dado una definición. Así, por ejemplo, en los artículos 25 al 51 del Código Civil encontramos
el párrafo “Definición de varias palabras de uso frecuente en las leyes”. El sentido legal allí atribuido a dichas
palabras prevalece sobre el que puedan tener en su sentido natural y obvio.
Cuando hablamos de entender una(s) palabra(s) en su sentido técnico, nos referimos a lo señalado en el
artículo 21 CC (“Las palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que les den los que
profesan la misma ciencia o arte, a menos que aparezca claramente que se han tomado en sentido diverso”).
Se refieren a las palabras técnicas de toda ciencia o arte. El significado auténtico de los vocablos de una
ciencia o arte solo lo pueden dar las personas que se consagran a esas disciplinas. Por eso es lógico presumir
que el mismo alcance o significado les ha dado el legislador. Con todo, una palabra técnica puede ser
empleada impropiamente en una ley o con un sentido diverso al estrictamente técnico, como ocurre en el
artículo 1447con la palabra “demente”, la que no está utilizada en su sentido técnico, pues en psiquiatría se
denomina así al que sufre un proceso de pérdida de sus facultades psíquicas, especialmente la inteligencia,
por causas sobrevenidas en el curso de su vida. La expresión no comprende por ende, en su sentido técnico,
a los que sufren perturbaciones mentales congénitas. No cabe duda sin embargo, que la ley pretende
comprenderlos bajo el vocablo demente, así como a cualquiera que padece trastornos graves y
permanentes. Cuando tal ocurre, debemos interpretar la expresión en un sentido natural y obvio o en un
sentido legal, según corresponda.
b) Elemento lógico.- Está contemplado en el inciso segundo del artículo 19 CC y en el inciso primero del
artículo 22 CC, normas que abordan dos aspectos de este elemento, tanto el que dice relación con el espíritu
de la ley como el que se refiere a la coherencia interna de la norma.
Dispone el inciso segundo del artículo 19 CC, para interpretar una expresión obscura de la ley se puede
recurrir a su intención o espíritu, claramente manifestados en ella misma. Es lo que se conoce como la
finalidad perseguida por el legislador o ratio legis.
Por su parte, el inciso primero del artículo 22 CC establece que el contexto de la ley servirá para ilustrar el
sentido de cada una de sus partes, de manera que haya entre todas ellas la debida correspondencia y
armonía. Se refiere por ende esta norma, a la lógica correlación formal y de fondo que debe existir en toda
ley.
c) elemento histórico.- tiene por objeto indagar el estado del derecho existente sobre la materia al
elaborarse o promulgarse la ley, así como el estudio de los antecedentes que tomó en cuenta el legislador
antes de dictar la ley que se trata de interpretar.
El conocimiento de los antecedentes o de la historia fidedigna del establecimiento de la ley que resulta del
estudio de los proyectos, actas de las Comisiones Legislativas, debates en las Cámaras, exposición de motivos
con que se acompañaron los proyectos, mensajes, etc., tiene un apreciable valor porque trasunta el
pensamiento del legislador.
Dispone el inciso segundo del artículo 19 dispone, para interpretar una expresión obscura de la ley, recurrir a
la historia fidedigna de su establecimiento. La investigación se retrotrae a las circunstancias coetáneas, a la
tramitación de la ley, atendiendo tanto a las circunstancias “extrajurídicas” (fuentes materiales) como a los
trámites constitucionales necesarios para su aprobación y promulgación (iniciativa, discusión, indicación,
etc., de todo lo cual queda constancia en las actas respectivas).
d) elemento sistemático.- se basa en la conexión que enlaza a todas las instituciones jurídicas y normas en
una gran entidad. Se trata de ver la relación que hay entre la ley interpretada y el conjunto del ordenamiento
jurídico. Se asemeja al elemento lógico en cuanto a establecer la armonía y coherencia de la ley, pero ahora
no entre sus diversas partes sino en su relación con todo el ordenamiento jurídico, y en especial con aquellas
leyes que versan sobre la misma materia o sobre asuntos semejantes.
El inciso segundo del artículo 22, establece que los pasajes obscuros de una ley pueden ser ilustrados por
medio de otras leyes, particularmente si versan sobre el mismo asunto. Se trata de la proyección del
elemento lógico, pero ahora más allá de una ley. Es la correspondencia y armonía entre las leyes y no sólo
entre las disposiciones de una misma ley.
La ley, será interpretada recurriendo al sentido de otras leyes, que contengan elementos semejantes, desde
el momento que versan sobre la misma materia. La ley obscura y las otras leyes a las que se recurre para
interpretar la primera, deben responder a un mismo principio informador, orientador.
e) elemento teleológico.- Finalmente, algunos autores han agregado como elemento de interpretación el
finalista o teleológico, que es el que permite establecer el sentido o alcance de un precepto legal atendiendo
al fin de éste, es decir, a los objetivos que el legislador buscó conseguir mediante su establecimiento.
En el proceso interpretativo el intérprete no debe olvidar que las leyes especiales prevalecen sobre las
generales, lo que es de toda lógica: en efecto, si el legislador dicta una ley sobre una materia determinada
quiere decir que desea sustraerla de la regulación general. Sería absurdo, entonces, hacer prevalecer ésta
sobre aquella, pues una ley particular supone un estudio específico de la materia que regirá.
El artículo 4 CC se refiere a las disposiciones de cuerpos legales especiales que se aplicarán con preferencia a
las del CC.
Por su parte, el artículo 13 CC hace referencia a las normas contenidas en una misma ley, de modo que las
relativas a cosas o negocios particulares, prevalecerán sobre las disposiciones generales cuando entre las
unas y las otras hubiere oposición.
a.- interpretación declarativa.- mediante ella se reconoce o constata que la fórmula o los términos literales
utilizados por la ley coinciden exactamente con la intención del legislador. Esto es, las palabras de la ley
expresan con fidelidad o acierto dicha intención legislativa.
Por lo tanto, la interpretación se denomina “declarativa” pues quien la realiza no tiene más que manifestar o
declarar lo que dice la ley.
b.- interpretación extensiva.- puede ocurrir que las palabras utilizadas en la ley no reflejen exactamente la
intención del legislador, en términos tales que su tenor literal restrinja dicha voluntad legislativa en
condiciones no queridas o deseadas al promulgar la ley. En otras palabras, la ley dice menos o parece abarcar
menos de lo que quiso decir o abarcar el legislador.
Frente a ello, es necesario interpretar la ley extendiendo su alcance. Así sucede, por ejemplo, en el caso del
artículo 1464 N°3 CC respecto a la voz “embargadas”, interpretada en sentido extensivo, abarcando no sólo
el embargo, propio del juicio ejecutivo, sino también, por ejemplo, las medidas precautorias, decretadas en
los juicios ordinarios.
c.- interpretación restrictiva.- a la inversa del caso anterior, puede ocurrir que las palabras utilizadas en la ley
no reflejen con exactitud la intención del legislador en términos tales que su tenor literal extiende en
demasía dicha voluntad legislativa.
Es decir, la ley dice más de lo que pretendió decir el legislador, pareciera invadir zonas que el legislador no
pretendió tocar o regular.
Ante tal conclusión, es necesario interpretar la ley en forma restrictiva. Así sucede, por ejemplo, en el
artículo 1490 CC con la voz “enajena” que se ha interpretado en su acepción restrictiva o estricta, referida
sólo a transferir el dominio a una persona, y no al acto por el cual sin que opere tal transferencia, el dueño
constituya una prenda sobre la cosa mueble, caso de enajenación en su acepción amplia).
Cabe señalar que por expreso mandato de la ley, lo favorable u odioso de una disposición no se tomará en
cuenta para ampliar o restringir su interpretación. La extensión que deba darse a toda ley, se determinará
por su genuino sentido, de acuerdo al artículo 23 del Código Civil. Este artículo tiene un fundamento
histórico, ya que en tiempos antiguos, al interpretar la ley, lo odioso se restringía y lo favorable se ampliaba.
Como esto se prestaba para abusos, el legislador consideró conveniente abolir en forma expresa tal fórmula.
Aparte de las normas del Código, existen para la interpretación de las leyes una serie de aforismos jurídicos,
formados en la práctica del ejercicio profesional y que a menudo la doctrina y la jurisprudencia emplean.
Suelen ser citados en fórmulas latinas, creadas por los antiguos juristas.
En todo caso, ninguno de estos aforismos debe emplearse de modo exclusivo y no tienen un valor absoluto.
Se utilizan para ilustrar el criterio del juez que fallará el litigio.
De acuerdo con la doctrina predominante, la analogía consiste en resolver un caso conforme a las
leyes que rigen casos semejantes u análogos en casos no previstos por la ley. Por ejemplo, antes de
la vigencia del Derecho Aeronáutico, muchos problemas que originaba la navegación aérea, se
resolvían aplicando las normas del Derecho Marítimo.
No se debe confundir la analogía con la interpretación extensiva. Por esta última, una norma se
aplica a casos no comprendidos en su texto, pero sí en su espíritu, en su intención, en su razón de
ser (ratio legis). Como esos casos corresponden al supuesto que se ha querido regular, se considera
que el legislador por omisión u otra causa ha dicho menos de los que quería decir, estimándose
natural y también lícito extender a esos hechos la aplicación de la norma.
La analogía, en cambio, busca solucionar un caso concreto aplicando otras normas, sea porque la
norma inicialmente no ofrece solución, sea porque la solución ofrecida no presenta un sentido claro
e indudable aplicable al caso en cuestión.
Así, por ejemplo, encontramos algunos casos de aplicación por analogía de normas en las siguientes
hipótesis:
a. Indemnización de los deterioros que hubiere causado en la cosa el poseedor vencido
(artículo 906 CC). Debemos distinguir entre poseedor vencido de mala fe o de buena fe, la
que se considerará en el momento en que se produjeron los deterioros (aplicando el
artículo 913 por analogía);
b. el artículo 998 está ubicado entre las reglas de la sucesión abintestato y comienza diciendo
“en la sucesión abintestato de un extranjero...”, de acuerdo con la doctrina unánime, este
precepto debe aplicarse por analogía a las sucesiones testamentarias en lo que respecta a
las asignaciones forzosas de los sucesores chilenos, pues existen las mismas razones de
protección en una y otra sucesión;
c. No admite modalidades la aceptación o renuncia a los gananciales de la sociedad conyugal
(aplicando por analogía el artículo 1227 en relación al artículo 956, inciso primero);
d. No sería suficiente para celebrar la prenda el mandato que una persona tuviera para
vender, aplicando por analogía el artículo 2143, que excluye en tal caso la posibilidad de
hipotecar;
e. Podría ocurrir que una cosa sea enajenada por distintos contratos a distintas personas no
relacionadas entre sí. ¿Cuál de los adquirentes será preferido? La ley resuelve la cuestión
respecto de la compraventa y la permuta en el artículo 1817. ¿Qué ocurre tratándose de
una donación? A nuestro juicio, no habiendo normas que resuelvan el punto, parece
razonable aplicar, por analogía, lo dispuesto acerca de los dos primeros contratos;
f. La ley prohíbe que las capitulaciones matrimoniales contengan estipulaciones relativas a la
vigencia de la sociedad conyugal (artículo 1721, inciso tercero). No permite la ley adelantar
o retrasar la vigencia de la sociedad conyugal o crear causales especiales de extinción, si los
esposos optan por tal régimen. Lo mismo cabe señalar respecto del régimen de
participación en los gananciales: aunque la ley no lo señale expresamente, entendemos
que aquí se aplica el aforismo “donde existe la misma razón, rige la misma disposición”,
operando una interpretación por analogía.
a. artículo 1801, inciso segundo CC: si la ley exige escritura pública en ciertas compraventas,
debemos entender que en las demás, no;
b. artículo 1465: la condonación del dolo futuro no vale; a contrario sensu, la del dolo ya
acaecido, es válida
Se suele criticar este argumento afirmando que el silencio del legislador nada prueba. Si la ley es
una declaración de voluntad, es necesario que el legislador se haya manifestado. Por esta razón,
este argumento debe utilizarse con cautela y discreción.
c) argumento a fortiori: si a una situación se le aplica una solución jurídica determinada atendiendo a
cierta razón, a otro caso se le debe aplicar la misma solución cuando concurre la misma razón con
mayor claridad. Este argumento se sintetiza en dos formas:
a. argumento a mayore, conforme al aforismo: “quien puede lo más puede lo menos”.
Ejemplo: Si una persona puede vender un inmueble con mayor razón puede hipotecarlo o
arrendarlo.
b. argumento a minore, conforme al aforismo: “al que le está prohibido lo menos con mayor
razon le está prohibido lo más”. Ejemplo: si alguien no puede arrendar o hipotecar un bien
con mayor razón no lo puede vender.
d) argumento de no distinción: decían los juristas romanos “ubi lex non distinguit nec nos distinguere
debemos”, (“donde la ley no distingue tampoco cabe al interprete distinguir”). Por ejemplo, según el
artículo 988 CC, si la ley no distingue, todos los hijos del causante, tanto matrimoniales como no
matrimoniales, concurren en el primer orden sucesorio, con igualdad de derechos.
Este principio es cierto si la ley no distingue ni en su tenor ni en su espíritu, pero puede ocurrir que
no distinga en el primero pero si en el segundo.
e) argumento del absurdo: conforme al cual debe rechazarse interpretación que conduzca al
absurdo, es decir, toda conclusión que pugne con la lógica. Por ejemplo, una parte de la doctrina ha
invocado éste argumento, para los efectos del cómputo del plazo de prescripción de la acción
destinada a perseguir la responsabilidad extracontractual por la comisión de delitos y cuasidelitos
(artículo 2332, se postula que el plazo debe computarse desde que se manifiesta el daño y no desde
la comisión del hecho ilícito).
Se entiende por equidad natural, el sentimiento seguro y espontáneo de lo justo y lo injusto que deriva de la
sola naturaleza humana, con prescindencia del Derecho Positivo o derecho escrito. Se trata de la equidad en
su acepción de justicia natural.
La equidad referida a un caso determinado se define como “la justicia del caso concreto”, pues busca para
este, la justicia adecuada, incluso desentendiéndose de la norma general y abstracta, cuando su aplicación
repugna a la justicia natural. En este sentido la equidad se opone al derecho rígido y estricto.
Nuestro ordenamiento jurídico, no permite sin embargo usar la equidad para corregir la injusticia que en un
caso dado puede resultar de la aplicación de la norma general y abstracta, pues encuentra preferible
sacrificar la justicia al principio de la “certeza del derecho” o de la “seguridad jurídica”.
Nuestro ordenamiento jurídico, estima mejor, que los particulares sepan desde un principio las normas
ciertas que los van a regir, que por lo demás serán por lo general también justas, en lugar de atenerse a un
incierto o probable acomodo de ellas a su caso, por parte del juez.
Pero si bien el legislador chileno no permite usar la equidad para corregir las leyes, sí posibilita recurrir a ella
como último elemento para interpretarlas (artículo 24 CC).
En consecuencia, si una ley puede tomarse en dos sentidos y conforme a las reglas de interpretación no se
puede determinar cuál de ellos es el genuino, el juez se inclinará por el que más conforme parezca a la
equidad natural.
Con todo, la equidad deberá aplicarse por el juez en armonía con el espíritu general de la legislación. Aún
más, la equidad no sólo es un elemento supletorio de la interpretación de la ley sino que también opera en
los casos de lagunas legales: art 170 N°5 CPC, respecto de la integración de la ley.
LA INTEGRACION DE LA LEY.
En un caso determinado, el juez puede encontrarse en la situación de que no exista una norma precisa del
ordenamiento Jurídico, que resuelva la materia de la que está conociendo. Frente a este vacío o laguna legal
opera la integración, en cuya virtud el juez está obligado a dictar sentencia fundándose en el principio de que
puede existir un vacío en la ley pero no en el derecho. Las disposiciones que contemplan esta obligación son
las siguientes:
Artículo 76 de la Constitución Política, cuando establece que reclamada su intervención en forma legal y en
negocios de su competencia los tribunales no podrán excusarse de ejercer su autoridad, ni aun por falta de
ley que resuelva la contienda o asuntos sometidos a su decisión.
Artículo 10, inciso 2, del Código Orgánico de Tribunales, que reitera la norma constitucional.
Artículo 170, número 5, del Código de Procedimiento Civil, cuando dispone que toda sentencia definitiva
debe contener la enumeración de las leyes y en su defecto de los principios de equidad con arreglo a los
cuales se pronuncia el fallo.
En el ámbito del Derecho Comercial rige la costumbre y a falta de este operan las reglas generales de
integración. En el ámbito penal, el problema de las lagunas legales no existe, ya que sin ley no hay delito ni
pena, por lo tanto solo cabe absolver al acusado o procesado.