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O LO UNO O LO OTRO – Resumen

Kierkegaard en O lo uno o lo otro nos plantea la importancia de la elección para ganarse a sí mismo, para adquirirse.
La elección es fundamental para el contenido de la personalidad. Al elegir el sujeto se sumerge en lo elegido, de lo
contario se atrofia. Cuando no se elige o se mantiene en la deliberación se corre el peligro de luego no poder elegir, de
que otros elijan por nosotros y perderse a uno mismo. Además cabe señalar que de este modo es frecuente la
equivocación por lo que luego hay que extirpar el error de adentro de uno para comenzar de cero cada vez que se
yerra. Por ello hay que elegir, y elegir a tiempo.

Pero para elegir se debe pertenecer a la esfera de lo ético, pues toda elección estética es totalmente inmediata y por
tanto no es elección. La única alternativa absoluta es la elección entre el bien y el mal, y ésta es absolutamente ética.
Aquel que conociendo la vida ética elige lo estético es un pecador. Lo estético, por lo contrario a lo que se piensa, no
es el mal, es la indiferencia. Lo ético constituye la elección, es la expresión de la voluntad, lo ético es elegir querer;
por supuesto que de este modo queda configurado el bien y el mal (querer bien – querer mal). La elección constituye
lo bueno lo que no significa que no se pueda elegir mal. Señalemos que no se trata de elegir alguna cosa, no se trata de
la realidad de lo elegido, sino de la realidad del elegir.

La filosofía también parte de un error, también se mueve en la esfera estética. No vive en un tiempo absoluto como lo
plantea sino que vive en la inmediatez, en su afán objetivo no participa se mueve plenamente en el plano de la
contemplación dejando de lado la existencia.

Hay una confusión entre pensamiento y libertad. En el primero la contradicción no se sostiene se resuelve en algo
otro, y luego, en una unidad superior; esto es lo que le sucede a la filosofía. En la libertad la contradicción se sostiene,
puesto que la excluye. Dicha libertad no tiene que ver con el libre albedrio sino con la verdadera libertad positiva, el
mal esta fuera de la misma, la libertad se perfecciona excluyendo al mal.

Las esferas de la filosofía son la lógica, la naturaleza y la historia. Esta última es algo más que el producto de la libre
acción de individuos libres. Un individuo actúa pero no puede prever el orden de cosas superior. La filosofía no tiene
que ver con el obrar interno que es el que constituye la verdadera vida de la libertad. La filosofía se ocupa del obrar
externo, al cual toma integrado y transformado dentro del proceso de la historia universal. Este proceso es el objeto
dela filosofía tratado bajo la determinación de la necesidad no bajo la de la libertad. En el proceso histórico el filósofo
no plantea ninguna disyuntiva (“o… o…”) y por tanto no hay libertad sino necesidad. La filosofía exige que se actúe
de manera necesaria de allí que tiende a hacer que todo se detenga. El individuo tiene una existencia doble: la historia,
que no sólo es el producto de sus propias acciones libres, y el obrar interno, que le pertenece sólo a él. En este mundo
rige un absoluto “o…o…”, pero este mundo no tiene nada que ver con la filosofía. El individuo que elige llega a ser él
mismo; la consciencia se recoge y él es él mismo. En lo ético la personalidad se centra en sí misma de manera que lo
estético es excluido de manera absoluta. En cuanto la personalidad se elige a sí misma éticamente excluye
absolutamente lo estético; pero puesto que no llega a ser una esencia distinta sino que llega a ser ella misma, lo
estético retorna a su relatividad.

Cabe entonces plantear la diferencia entre el vivir estéticamente y vivir éticamente. Lo ético en un hombre es aquello a
través de lo cual llega ser lo que llega a ser. Lo estético en un hombre es aquello que inmediatamente es. Vivir
estéticamente es vivir disipadamente consagrado al placer; ser parcial, conocer de forma relativa. Se vive en la
inmediatez, en un presente sin profundidad. El espíritu en el esteta no está determinado como espíritu sino que está
determinado de manera inmediata. Hay diferente estadios en la vida estética. Hay algunos en quienes la personalidad
no está determinada de manera espiritual sino física, quienes aprecian la salud o la belleza por sobre todas las cosas.
Otras concepciones de la vida enseñan que se debe gozar de ella, pero ponen la condición para ello fuera del
individuo. Es el caso de aquellos que conciben la riqueza, los honores, la nobleza, etc. como tarea y contenido de la
vida. En consonancia con esta última hay quienes plantean también el gozo de la vida pero la condición para ello, a
diferencia del anterior, está en el individuo mismo. Aquí la personalidad está determinada como talento: talento
práctico, mercantil, matemático, artístico, filosófico, poético, etc. Puede ser que uno no se conforme con el talento en
su inmediatez y lo eduque pero la condición para la satisfacción en la vida es el talento mismo, y ésta es una condición
que no está puesta por el individuo.

Estas tres formas de vivir estéticamente tienen en común el hecho de tener una cierta unidad, aquello sobre lo que
construyen su vida es en sí simple. Por lo contrario la siguiente forma de vivir estéticamente es realizada sobre algo
que en sí mismo es plural. Su enseñanza es goza de la vida viviendo según su deseo. El deseo es en sí mismo una
pluralidad con lo que se ve que esta vida se dispersa en una pluralidad ilimitada. Puesto que esta concepción de la vida
se dispersa en algo plural, es fácil advertir que se sitúa en la esfera de la reflexión; pero esta reflexión sigue siendo
sólo una reflexión finita y la personalidad sigue siendo inmediata. El individuo es inmediato en el deseo mismo, el
individuo está en él en tanto que inmediato goza en el momento. El espíritu busca irrumpir en vano, el esteta ofrece la
saciedad del deseo. Pero el espíritu inmediato reclama una forma superior en la que habrá de captarse a sí mismo
como espíritu, la personalidad quiere tomar consciencia en su valor eterno. Si no sucede esto el movimiento se
irrumpe, se reprime, y entonces aparece la melancolía. La melancolía es pecado pues es pecado de no querer de
manera profunda e íntima, y he ahí la madre de todos los pecados. Sólo el espíritu puede eliminar la melancolía,
cuando éste se encuentra a sí misma desaparecen las penas (motivo de la melancolía).

La siguiente concepción de vida dictamina goza de la vida y lo expresa diciendo goza de ti mismo, debes gozar de ti
mismo en el goce. Es una reflexión más elevada pero aún así no penetra en la personalidad misma que sigue siendo
fortuitamente inmediata. La condición para el goce es externa pues aunque se plantea el gozar de sí mismo en el goce,
dicho goce está ligado a una condición externa. La única diferencia entonces es que goza de manera reflexiva y no
inmediata.

Todas estas formas de vivir estéticamente están fundadas sobre lo efímero de modo que despiertan la desesperación,
ya sea que los individuos sean consientes de esa desesperación o no. Pero cuando lo saben la exigencia de una forma
superior de existencia es irrecusable. La última concepción de vida estética es por tanto la desesperación misma, en
ella la personalidad ha tomado conciencia de la vacuidad de tal concepción. No es una desesperación en acto, es una
desesperación en el pensamiento que ha tomado conciencia de la vanidad pero no ha avanzado. La personalidad no
desea nada, no aspira a nada lo sume la pena que trueca en alegría, en “risa de la desesperación”.

Es por dicho que para vivir en la elección, vivir en la esfera ética, el individuo debe elegirse a sí mismo, dar a luz el
impulso formativo de la voluntad para hacerse consciente de sí mismo en su valor eterno.

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