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Bernardino Guajardo, Poesías Populares Tomo V.

"Historia y célebre romance arreglado sobre la vida y aventuras del poeta popular".

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Al auditorio entendido
Le pido atención un rato
Para hacer la narración
De mi vida i mis milagros.
Sepan todos como yo
Don Bernardino Guajardo,
Natural de Pelequén
I en Malloa bautizado
Voi a referir mi historia
En unos rasgos biográficos,
No como los publicistas
O eminentes matemáticos
Porque carezco de aquellos
Principios tan necesarios
Primero referiré
Como salí de me barrio
No tenía a la sazón
De edad cumplidos dos años
Mi padre en aquellos dias
Por desgracia fue finado,
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I a nuestro país invadían
Los invasores tiranos
Entonces fue cuando Osorio
Con su escuadra de malvados
Venía de sur a norte
A los pueblos asolando
Mi madre tuvo que huir
Entre otros mas emigrados
Porque decían que a todos
Los venían degollando.
Qué plagas no sufríamos
En aquel viaje tan largo
Caminando noche i dia
Con ajigantados pasos
Llenos de necesidad,
De fatiga i de cansancio?
Mujeres y hombres a pie
I sus caballos cargados;
Muchas infelices madres
Con sus chicos en los brazos.
Nuestro objeto era llegar
A la ciudad de Santiago.
Soportando mil aduanas
Llegamos al fin i al cabo
Encontramos hospedaje
I todos nos refujiamos
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En casa de un caballero
Caritativo i humano,
Hasta que la escuadra goda
Recibió de chile el pago,
Gracias a los invencibles
Jefes i bravos soldados
Que en Chacabuco i lo Espejo
Mas apretaron la mano,
Dejando la tendalada
De godos en esos llanos.
Los que libraron huyeron
Con su jefe don mariano,
Para nunca mas volver.
I Chile quedó en descanso.
Dejo este corto capítulo
Por seguir otro mas largo.
Nos fuimos a un pueblecito
Que le dan por nombre el bajo
De Jimenez, i aquí juntos
Vivíamos del trabajo.
Me pusieron en la escuela
Pero no duré medio año;
El maestro falleció
I todo fué devorado.
En este tiempo no habia
Conciencia ni silabarios,
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Ni era fácil aprender
Como ahora aprenden tantos,
Porque en verdad nuestro pueblo
Bastante va progresando.
La primera ocupación
Que tuve de mui muchacho,
Fue servir en la hacienda
Para pastor de ganado.
Arregláronme montura
I aprendí a andar a caballo.
Allí duré mucho tiempo
Apacentando el rebaño.
De la hacienda que refiero
Mis mayores me sacaron,
Me dieron otro patrón
Ganando mejor salario;
Aquí aprendí a trabajar
I fui mui acreditado.
Habian en esta casa
Unos mocetones malos,
Que allá como a media noche
Salian el dia sábado
A jugar i a remoler
I se volvian temprano.
Yo me juntaba con ellos
I mil mañas me enceñaron.
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Mui luego aprendí a jugar
I me hice bravo lagarto,
Que ya muchos me temian
Porque sabian mis manos.
Entré por todo partido
Ménos en el de los gauchos,
I quién sabe si tambien
Algun cabe habré tirado,
Mas aseguro que nó
Porque me precio de honrado.
Luego con la vanidad
Quise sacarla de guapo,
I era para mi entender
El hombre mas gallinazo,
I el mas cobarde podia
Haberme echado al capacho.
Anduve en esta carrerra
De soltero muchos años.
Jugando por las haciendas
Con habilosos i changos.
Yo me iba a los minerales
En visperas de los pagos
A jugar con los mineros
I con muchos hacia aro.
Tuve mui buenos amigos
Porque fuí jeneroso harto
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I trataba de compadres
A los hombres alentados;
Les compraba la amistad
Con cariñoso agasajo.
Esto quizas me libró
De que me diesen el bajo.
Tambien le serví a la patria
I ocupé un puesto mui alto,
Fuí celador catanero,
Por no decir cataneado.
Dígolo así porque un dia
Uno de esos galifardos
Me quitó el sable y con él
Me hizo correr culebreado.
Voi a espresarles ahora
Del modo que tomé estado.
Una me habló en casamiento
El cual no quise aceptarlo
Porque no tenia mas
Que todo lo encapillado,
I entre tanto no queria
Subyugarme a tales cargos;
Otra me solicitó
I al fin de miles petardos,
A ésta le dí mi palabra
Despues de ser mui rogado;
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Consentí en el casamiento
I el dia que nos casamos
Salí como un presidente
Con lo prestado i lo fiado.
Dicho desposorio fué,
Como se dice, callado;
Del padrino i la madrina
Solo fuimos visitados,
Aguanté como ocho dias
Sin pasar un solo trago;
A los nueve ya seguí
Otra vez zalagardeando;
Mi esposa ¿qué sufriria
Con hombre tan arreglado?
Mas a mí no me faltaba
Como llevarle su diario.
Empezó a nacer familia,
I habiendo reflexionado
Qué ejemplo daba a mis hijos
Siendo así tan desastrado.
Traté de enmendar mi vida
I fué lo mas bien pensado.
Para cumplir mi deseo
Hé aquí un suceso raro:
El año cincuenta i uno,
Dos de abril nunca olvidado
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Hubo un fuerte terremoto
Que causó grandes estragos.
Dicho temblor no sentí,
Aturdido de un letargo;
Mal haré si lo divulgo
I peor será si lo callo:
Estaba con una bomba
Mas grande que el mes de mayo.
Luego que volví a mi juicio,
Contrito i apesarado
Prometí a Nuestro Señor
Dejar los gustos mundanos.
Dejé, pues, la borrachera
I seguí siempre jugando.
Ya fui entrando en edad
I estaba bastante anciano.
Me ví falto de la vista
I entorpecido de manos,
Inútil para los juegos
I mas para los trabajos,
I como desde pequeño
Era mui aficionado
A acomodar mis versitos
Aunque no bien arreglados,
Me valí de este recurso,
Como presente les hago.
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Cuando la reina Isabel
Mandó a Chile sus vasallos,
Hice imprimir muchos versos
De los sucesos pasados,
De la muerte de Pareja
I de la batalla de Abtao.
Toma de la Covadonga
I combate de Callao.
A la órden de aquel valiente
Don Mariano Ignacio Prado.
Yo todos los repartia
Vendidos, dados i fiados.
Hablé tambien de la Pulga
I del Loro mal casado,
De borrachos, de adulones
I de otros sucesos varios,
Aunque muchos aplastones
Se me daban por los diarios.
Un cronista me tachó
De la Linterna del Diablo.
Este y su prensa cayó
Como piedra al océano.
Al fin queriendo dejarme
De pensamientos tan vagos,
Clamaré como David
Al Eterno i soberano:
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No me deis, Señor, la suerte
De aquellos antepasados,
Que escribieron tantas obras
Como filósofos sabios:
Del célebre Pitagóras
A saber hemos llegado
Cómo fué quemado vivo
I por sus mismos paisanos.
Sócrates, que predicó
La moral en los reinados,
Este por los crotonienses
Dicen que fué envenenado.
También el divino Homero
Que fundó tan lindos cuadros,
Anduvo de puerta en puerta
La limosna mendigando,
Mas sobre el fin de Platon
No dejo de estar al cabo,
Del que mas lo protejió
Se vió en la clase de esclavo,
I así para no llegar
A fines tan desgraciados,
Imploraré la clemencia
De la Virgen del Rosario;
El Benignísimo Padre
Jesus divino i humano,
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Me hará volver a su senda
Del la cual voi descarriado.
I hagan todos lo que yo,
Aunque sean los mas malos
En la hora de nuestra muerte
Seremos afortunados,
Con el favor de Maria
I de su hijo Sacrosanto.
Pido pues que me perdonen
Las niñas, los mozos i ancianos
Aquellos malos ejemplos
Que con habla les he dado,
I aquí concluye la historia
Del poeta del pueblo bajo.

Fin del tomo quinto

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