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Y se comprende que sea así, si se tiene en cuenta que las respuestas de individuos y
actores sociales ante situaciones aparentemente similares variarán muy
significativamente. De hecho, la misma enunciación de generalizaciones sobre los
fenómenos sociales permitirá a los actores que sean conscientes de las mismas
modificar inmediatamente su comportamiento y, por tanto, eliminar, restringir o reforzar
la validez de tales generalizaciones (MacIntyre, 1984: 88-108).
Por otra parte, como han señalado distintos autores (Weber, 1990; Ragin, 1987), un fin
presente en cualquier investigación desarrollada en esta disciplina consiste en la
explicación de fenómenos específicos, de las causas por las que estos últimos
tuvieron unas y no otras características. Por ejemplo, no sólo nos interesa establecer
si existe una relación de carácter general entre determinados aspectos de la estructura
social y los regímenes políticos imperantes en cada sociedad, sino también averiguar
por qué ciertas sociedades específicas tienen o han tenido unos regímenes y no otros,
así como entender las características singulares de las acontecimientos políticos que
han tenido lugar en las mismas. El análisis comparativo de todos los casos pertinentes
(aquellos en los que están presentes los factores causales que se consideran
relevantes y/o los tipos de proceso o resultado político que se pretende explicar)
resulta imprescindible para establecer inferencias causales de carácter general y para
facilitar la comprensión de los casos específicos analizados. Sin embargo, por diversos
motivos, algunos de ellos característicos de toda práctica científica (Hempel, 1960) y
otros propios exclusivamente de las ciencias sociales (ver arriba), es a menudo
imposible predecir el desarrollo de acontecimientos y procesos políticos específicos a
partir de leyes causales de rango universal. Puesto que nuestra disposición a
comprender los hechos sociales se orienta en buena medida hacia acontecimientos,
objetos y procesos singulares por los que sentimos un interés especial, es claro que,
en el ámbito de las ciencias sociales, la actividad investigadora no puede limitarse a la
producción de normas generales y pretendidamente universales.
Por estos motivos, más que como un mecanismo destinado a la producción de normas
causales de vocación universal, parece conveniente concebir la comparación como un
proceso orientado a la explicación de fenómenos y procesos específicos a partir del
conocimiento de la existencia de vínculos (probables, más que necesarios) entre los
distintos factores relevantes que configuran los fenómenos políticos. A diferencia de
los análisis históricos clásicos, un análisis comparado de las características antes
mencionadas se interesará por trazar vínculos generales entre los distintos fenómenos
políticos a partir del análisis de los casos relevantes para nuestra investigación y a la
luz de los argumentos teóricos más sólidos y coherentes con los casos analizados. Es
mediante la explicitación de tales vínculos generales que los caracteres de los
procesos políticos singulares que interesan a los investigadores se hacen inteligibles.
Al mismo tiempo, esos mismos vínculos generales sirven para definir las aristas
singulares de cada proceso político específico. En este punto confluyen las
dimensiones explicativas e interpretativas del análisis de los fenómenos políticos.
En este sentido, el uso de este método en las ciencias sociales no está subordinado al
propósito último de establecer generalizaciones causales de rango pretendidamente
universal. Más bien, el método comparativo puede servir al fin de esclarecer procesos
históricos singulares a partir de la comprobación de ciertas conexiones probables entre
determinados fenómenos políticos. Es por estos motivos que la aplicación de este
método de análisis debe asentarse en una comprensión crítica del estudio de la
sociedad, una comprensión que eluda tanto la reificación idealista de las categorías
espirituales como los riesgos inherentes a una visión puramente objetivista de los
fenómenos políticos (Habermas, 1988: 20-21).
REFERENCIAS