Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Interpretaciones Del Mito de La Caverna de Platón
Interpretaciones Del Mito de La Caverna de Platón
Platón pide que nos imaginemos una caverna subterránea que tiene una abertura por la que
penetra la luz. En esta caverna viven unos seres humanos, con las piernas y los cuellos sujetos
por cadenas desde la infancia, de tal modo que ven la pared del fondo de la fruta y nunca han
visto la luz del sol. Por encima de ellos y a sus espaldas, o sea, entre los prisioneros y la boca
de la caverna, hay una hoguera (la luz de un fuego), y entre ellos y el fuego cruza un camino
algo elevado y hay un muro de cierta altura, que hace de pantalla. Por el camino elevado pasan
hombres llevando estatuas, representaciones de animales y otros objetos, de manera que
estas cosas aparecen por encima del borde de la pared o pantalla. Los prisioneros, de cara al
fondo de la cueva, no pueden verse ellos entre sí, ni tampoco pueden ver los objetos que a sus
espaldas son transportados: sólo ven las sombras de ellos mismos y las de esos objetos,
sombras que aparecen reflejadas en la pared a la que miran. Únicamente ven sombras. <Esta
primera descripción de la escena se corresponde a lo expuesto por Platón en 514a-515c.>
Posteriormente, Platón nos propone que imaginemos lo que le pasaría a uno de estos
prisioneros si fuera liberado de sus cadenas y se le dijese que contemplara las realidades de
aquello cuyas sombras había visto anteriormente. El resultado sería que quedaría cegado por
el fulgor de la luz y se figuraría que las sombras eran mucho más reales que los objetos
materiales que proyectaban dichas sombras. Sin embargo, si se acostumbrara poco a poco a la
luz, después de un tiempo sería capaz de mirar los objetos concretos y sensibles, de los que
antes sólo había visto las sombras. Por otro lado, si perseverase y saliese de la cueva a la luz
del sol, vería el mundo de los objetos iluminados por el sol, y, finalmente aunque sólo mediante
un gran esfuerzo, se capacitaría para ver el sol mismo. <Esta segunda descripción de la
escena se corresponde a lo expuesto por Platón en cap. II, 515c-516c.>
A partir de este momento, Platón nos invita a imaginar lo que le ocurriría al prisionero liberado,
que después de haber subido a la luz del sol, volviese de nuevo al interior de la caverna. Sería
incapaz de ver bien, a causa de la oscuridad (se le llenarían los ojos de tinieblas por dejar
súbitamente la luz del sol) y con ello se hará “ridículo”; mientras que si tratase de liberar a algún
otro y de guiarle hacia la luz, los prisioneros, que aman la oscuridad, darían muerte a tal
importuno si pudiesen cogerlo. <Esta tercera descripción de la escena se corresponde a lo
expuesto por Platón en cap. II, 516c-517a.>
En el capítulo III, Platón nos facilita la clave interpretativa de los símbolos de la alegoría. Antes
de entrar en este capítulo, sería conveniente que tuviésemos claramente identificados los
elementos, topología, personas, planos y acción propios de la escena-imagen que Platón
somete a su consideración. Una progresiva clasificación de los mismos permitirá identificar las
POSIBLES LECTURAS del texto platónico.
En primer lugar, tenemos el escenario del mito, su narración se encuentra al comienzo del libro
VII de la República (aproximadamente 514a-515c). Pero a continuación del escenario comienza
también el rodaje. Los planos de este rodaje lo constituyen: un prisionero que escapa, la
dificultad de la ascensión hacia la luz, el dolor de los ojos acostumbrados a la oscuridad, el
asombro de ir descubriendo el montaje de la caverna, los deseos de volver al punto de partida,
tan cómodo en el fondo, la duda de si es mejor la luz cegadora y dolorosa que la apacible
oscuridad, el deslumbramiento y la imposibilidad de ver, una vez salido de la caverna y
enfrentado con el sol que ilumina árboles y montañas y casas: los recuerdos de su prisión, la
felicidad, el regreso, la discusión con los que no lograron liberarse, la muerte.
El alto NIVEL SIMBÓLICO de este pasaje salta a la vista: la caverna, los prisioneros, la luz de
un fuego, el camino con el tabique, los portadores, los objetos transportados, los liberados, la
salida de la caverna, la adaptación de la ascensión, la llegada a la luz del sol, el retorno a la
caverna,... Esta simbología de carácter alegórico invita a la INTERPRETACIÓN, con el fin de
dar sentido a cada uno de los símbolos anteriormente citados.
Esta invitación a interpretar queda patente al inicio del Libro VII de la República cuando se
afirma: “compara con la siguiente escena el estado en que con respecto a la educación o la
falta de ella se halla nuestra Naturaleza” (aunque aquí la clave interpretativa se dirige a una
lectura epistemológica y paidéutica, no se agotan aquí las propuestas interpretativas. El
resultado de esta comparación nos conducirá a comprender la gran semejanza que existe entre
el mito descrito por Platón y la Naturaleza humana. A tal efecto, cuando Sócrates acaba de
exponer las primeras líneas del mito, es sorprendido por Glaucón cuando éste afirma: “¡qué
extraña escena describes y qué extraños prisioneros”. A lo que Sócrates responde “iguales que
nosotros ...”.
Así pues, en la búsqueda interpretativa que iniciamos hemos de ver en qué consiste esa
semejanza (igualdad) entre la escena-imagen descrita en el mito y la naturaleza humana.
El alto nivel simbólico del que hemos hablado anteriormente ha dado lugar a MÚLTIPLES
INTERPRETACIONES. El profesor Emilio Lledó en su libro LA MEMORIA DEL LOGOS, nos
propone diversas interpretaciones, del conjunto de todas ellas, nos centraremos sólo en las
siguientes:
LECTURA EPISTEMOLÓGICA.
Esta interpretación se basa en la comparación del presente pasaje (Mito de la Caverna), con el
pasaje del Símil de la Línea dividida, tratado al final del Libro VI de la República (510a-511e).
Es fácil entrever una comparación entre las partes en que queda dividido el segmento y las
partes en que Platón divide la escena de la caverna.
Analicemos en primer lugar, el pasaje del símil de la línea dividida. En este pasaje Platón
expone, sirviéndose del famoso símil de la línea dividida, los fundamentos de su concepción
epistemológica. Platón nos propone que tomemos una línea y la cortemos en dos segmentos, y
que a su vez, cada uno de estos dos segmentos los volvamos a dividir. El resultado de estas
divisiones es, en primer lugar, las dos grandes secciones del conocimiento que corresponden
una a lo “visible” (sensible) y la otra a lo “inteligible” (eidético).
En segundo lugar, después de volver a dividir cada una de estas secciones, obtenemos cuatro
subsecciones que quieren representaren orden creciente la “claridad” o “verdad”. Esas cuatro
subsecciones representan por una parte GRADOS EPISTEMOLÓGICOS (tipos de objetos que
corresponden a cada grado de conocimiento). A su vez a cada grado ontológico y
epistemológico le corresponderá un determinado tipo de Ciencia. Así, la imaginación –grado
inferior- se alimenta de los objetos sensibles percibidos por la creencia y estudiados por la
Física (que para Platón no tiene la categoría de ciencia (episteme), pues versa sobre objetos
móviles). Por otro lado, al conocimiento discursivo, que versa sobre las entidades matemáticas,
le corresponderá como ciencia la Matemática. Y por último, el conocimiento científico que versa
sobre las ideas, le corresponderá la más superior de todas las ciencias, la Dialéctica.
Tal saber no era el resultado de una mera acumulación sin orden ni concierto. En
consecuencia, era un conocimiento pleno, “total”, nunca fragmentario (especializado) ni parcial.
De todo este análisis se concluye que DOXA (opinión) y EPISTEME (ciencia) constituyen todo
el campo del conocimiento humano para Platón. La opinión posee como campo propio el
conocimiento sensible, que inserta a la EIKASIA y la PISTIS. Mientras que la Ciencia posee
como campo propio el conocimiento recional, que inserta a la DIANOIA y la NOESIS. Para
Platón el conocimiento no es la percepción sensible, puesto que el verdadero conocimiento
tiene que ser infalible y que tener por objeto lo que "es". Sócrates ya determinó que la
percepción sensible no es todo el conocimiento y que ni aún dentro de su propia esfera la
percepción es conocimiento. La percepción no es todo el conocimiento porque mucho de lo que
sabemos a cerca de los objetos es gracias a la reflexión intelectual y no meramente a la
percepción. Por ejemplo los razonamientos matemáticos no se pueden aprender por los
sentidos. Para Platón, la percepción sensible no es ni siquiera conocimiento porque los objetos
sensibles no son los objetos propios del conocimiento ni pueden serlo, porque sólo hay
conocimiento de lo que "ES", de lo estable, de lo constante y de los objetos sensibles no puede
decirse que sean sino que devienen, que cambian.
El conocimiento tiene que ser infalible y de lo que verdaderamente "ES", el conocimiento no se
halla en la percepción sensible de objetos particulares porque estos están siempre cambiando
y el objeto del verdadero conocimiento debe de ser estable y permanente, tal cual es la
definición universal. Los juicios que pueden alcanzar el conocimiento verdadero son aquellos
que versan sobre conceptos universales. El conocimiento de lo universal será el conocimiento
más elevado, mientras que el "conocimiento" de lo particular sensible será el grado más bajo
de conocer. Esta teoría gnoseológica tiene como conclusión que la naturaleza exterior, el
mundo sensible no es la verdadera realidad, sino una copia más o menos irreal del mundo
inteligible. Con su método gnoseológico Platón dañó mucho el progreso de la ciencia. La teoría
de las Ideas impidió el progreso de la ciencia porque supuso el rechazo del método
experimental. La Idea es perfecta es perfecta e inmutable, es lo que existe. Los sentidos dan
una imagen falsa de la realidad. Platón, al igual que Parménides, consideró que los sentidos no
pueden proporcionar conocimiento. En 1690, Locke publicaba su ENSAYO SOBRE EL
ENTENDIMIENTO HUMANO, donde mantenía que todo conocimiento humano era en último
extremo empírico, procedente de la experiencia, rechazando a su vez el innatismo de las ideas
platónicas. Para Locke, la idea era un contenido mental elaborado a partir de los sentidos. Por
ejemplo, la idea de la belleza depende de los sentidos, pues no podremos formarla si antes no
hemos experimentado cosas bellas. Recoge así la teoría aristotélica que admitía que no había
nada en la mente que antes no hubiera pasado por los sentidos. Locke y Platón están en
desacuerdo en cuanto al método para adquirir conocimiento. Locke apela a la experiencia
coordinada por la razón, Platón apela a la razón, considerando a los sentidos como inútiles
para el conocimiento. El que los puntos de vista de Platón sean hoy insostenibles se debe en
parte a Locke. Sin embargo, no hay que juzgar a Platón sin recordar la indicación de
Collingwood. Hay primero que averiguar que es lo que intentaba hacer Platón. Éste no se
interesaba por el conocimiento de los sentidos, sino por la ESENCIA interna de las cosas,
hablando de estas esencias dice Sócrates en el Fedón: "·¿Habeis visto algun con vuestros
ojos?, ¿Habeis tenido noticias de ellas, por alguno de vuestros sentidos?". La respuesta será
negativa, por ello, sabiendo cual era el objetivo de Platón, es natural ver como rechazó el
empirismo (doctrina epistemológica que admite que el origen del conocimiento humano reside
en la experiencia y en la observación del mundo sensible). A partir de 1690, la filosofía se
dividió en empirista (corriente británica) e idealista (corriente continental). Ejemplos de esta
última línea continuadora de la tradición platónica son Descartes (s. XVII) y Hegel (s. XIX). Para
este último, la IDEA es el universal concreto, culminando en el siglo XIX el idealismo platónico.
La DOXA (primero y segundo nivel del símil de la línea) estaría representada por la casi
totalidad del interior de la caverna, exceptuando tal vez el espacio que queda entre el fuego de
la hoguera y la subida hacia la salida exterior, lo cual implicaría ya una renuncia al mundo de
oscuridad y una intención de acceso hacia la auténtica realidad. De esta manera podemos
entender que Platón nos diga que "esta imagen hay que aplicarla toda ella a lo que antes
hemos dicho, comparando la región revelada por la vista a la vivienda prisión y la luz del fuego
a la luz del sol" (517b).
La EIKASIA (primer nivel) queda representada por los prisioneros encadenados tras el muro y
obligados a mirar las sombras reflejadas en el fondo de la caverna, "tales hombres sólo
considerarían real y verdadero las sombras de los objetos fabricados" (515c). Estos prisioneros
representan para Platón a la mayoría de la humanidad, sumida en la más profunda ignorancia y
en el error. Su opinión sobre el mundo está deformada por sus propias pasiones y prejuicios,
aceptando lo que se les dice o se les muestra de manera pasiva y acrítica.
La PISTIS (segundo nivel) está simbolizada por aquellos hombres que se encuentran al otro
lado del muro, los que transportan los objetos fabricados, que se reflejan en la pared del fondo
de la caverna. Parece que Platón está denunciando a aquellos que creen únicamente en la
realidad obvia que se muestra empíricamente a los sentidos y que además convencen a los
demás -queriendo o sin querer- de que ésa es la auténtica realidad. Estos transportistas
parecen ser una alusión a los sofistas y al uso deformador y engañador de sus enseñanzas y
de su lenguaje. Visto así, el lenguaje, lejos de ser un vehículo de comunicación, se convierte en
un "muro" detrás del cual se esconde el engaño y los intereses de aquellos que lo utilizan para
manejar a las masas ignorantes.
La EPISTEME (tercer y cuarto nivel del símil de la línea). Parece ser que Platón identifica la
parte inferior de la línea -el segmento de lo visible- con la escena del interior de la caverna.
Mientras que el segmento que representa lo inteligible se puede relacionar con el símil de la
caverna con la subida al exterior (después de la hoguera) y el mundo externo mismo.
LECTURA ONTOLÓGICA.
LECTURA ANTROPOLÓGICA.
El profesor Emilio Lledó propone también una lectura antropológica. En la alegoria de la
caverna aparecen reseñados varios tipos de hombres en relación simbólica con el estado en
que se encuentran.
2.- En segundo lugar, aparece otro tipo de hombre, los engañadores, los hombres que
transportan objetos al otro lado del muro (514c-515a). Podríamos pensar que estos hombres
son más libres que los prisioneros encadenados, pero no es cierto. Si nos paramos a pensar,
ellos también están presos de su tarea de recorrer una y otra vez la misma ruta continua y
monótona. Su misión es en el fondo patética y es la de colaborar en el engaño, son los
mediadores del engaño. Pero en el fondo ellos resultan ser a la postre los engañadores
engañados.
3.- Parece lógico suponer que haya otro tipo de hombres. Los auténticos engañadores (los que
deben alimentar el fuego), los auténticos artífices de todo el teatro del interior de la caverna y
con los que colaboran consciente o inconscientemente los porteadores de estatuillas.
4.- Por último, aparece la sugerente hipótesis de que existiese (515c-e) un tipo de hombre
autoliberado y liberador: es el verdadero filósofo. Este tipo de hombre debería cumplir la
ingente tarea doble de: primero, educarse y educar su propia "vista", es decir, liberarse; y en
segundo lugar, para que el proceso quede concluído, deberá conducir a los demás hasta la
auténtica realidad, liberándolos, aunque les pese, de las cadenas que los retienen. Esta
interpretación nos sugiere también una interpretación política.
a.- Los prisioneros pueden ser entendidos como la sociedad ateniense engañada por el poder
de los políticos corruptos.
b.- Los porteadores pueden interpretarse como los sofistas y todos aquellos "colaboradores" de
tales regímenes políticos.
c.- Los políticos serían los que auténticamente generan tal suerte de engaños simultáneos
alimentando el fuego de la caverna y sirviéndose de los que generalizan el engaño entre la
masa social ignorante.
d.- Por fin, la figura del posible liberado hace referencia al "crítico" del poder, ya sea
interpretado como una alusión a Sócrates como "aguijoneador" y "abejorro" de los políticos de
su época, ya sea como una autoalusión del propio Platón como reformador político. De manera
más atemporal y universal, el prisionero liberado representa a todos los hombres y mujeres
"libre-pensadores", independientes y conscientes de su realidad sociohistórica y, por tanto,
comprometidos con ella.
(d).-LECTURA PEDAGÓGICA.
Por último, parece que Platón mismo sugiere una lectura interpretativa desde la "paideia"
(educación). Dice al comentar el texto: "compara nuestra naturaleza, en lo que respecta a la
educación (paideia) y la carencia de educación (apaideusía) con la escena que voy a
describirte" (5I4a). Es posible interpretar que hay simbolizadas dos formas contrapuestas de
entender la educación:
1.- La primera, representada por los transportistas del interior de la caverna, que parecen aludir
a los sofistas ya su función falsamente educadora según Platón.
(A). Representa un concepto de educación conservadora, que, lejos de modificar eI status de
conocimiento da las gentes, lo que hacen es mantenerlos inconscientemente en su ignorancia.
(B). Tal concepto de educación cumple el papel de ser mantenedor del sistema establecido
desde el poder. Tales educadores, que actúan en la caverna cual titiriteros (514b), en realidad
son a su vez "títeres" del poder, que se sirve de ellos para controlar o manipular a aquellos que
gobiernan.
(C) Este concepto de educación no requiere esfuerzo por parte del individuo, sino simplemente
adaptación o acomodación a una situación social dada, por antinatural que ésta sea.
(D) Por ello, en lugar de liberar a los individuos, en lugar de ampliar "la mirada", lo que hace es
"encadenar" a los prejuicios del sentido común.
(E) Éticamente no supone renovación personal alguna, ni reflexión crítica, simplemente
acomodación a las costumbres impuestas por la tradición. No se trata de reflexionar sobre lo
que se hace, sino de repetirlo. La ética, desde esta perspectiva, se convierte en simple
costumbrismo localista (los sofistas defendieron el relativismo y el convencionalismo ético
frente a la posibilidad de un discurso ético válido universalmente).
(F) Política y socialmente supone educar hombres acríticos, manipulados y manipulables, que
hagan perdurar las estructuras ya establecidas.
Se exige aquí un elemento implícito que actúa como principio generador básico de todo eI
proceso educativo: Ia inquietud por conocer otras realidades, eI inconformismo con la realidad
que se tiene delante. Es esa atracción, ese "eros" por el conocimiento, Io que hace iniciar al
prisionero el proceso simbólico de ascenso en la caverna.
Tal concepto de educación requiere un gran esfuerzo por parte del individuo, es un proceso
"doloroso", en palabras de Platón: "cuando uno de ellos fuese desatado y obligado a levantarse
súbitamente y volver el cuello y andar y mirar la luz, al sentir dolor por todo ello..." (515 c), "y si
alguien se le llevara de allí a la fuerza, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida...
¿no crees que sufriría y se indignaría del trato recibido...?" (515 e).
Lejos de ser un proceso fácil es un tránsito difícil y paradójico, durante el cual el individuo
puede llegar incluso a la desazón y al desencanto: "¿No crees que se sentiría perplejo y que lo
que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que ahora le mostraban?"
(515 d).
Tal ascenso paidético no significa únicamente una acumulación de conocimientos teóricos y
técnicos, sino que fundamentalmente debe ser un ascenso o perfeccionamiento ético
(recordemos que la idea de Bien es la idea máxima en el sistema platónico de la República).
Por ello, sería mejor utilizar el término "saber" en sentido pleno cuando hablamos de paideia,
en lugar del término "conocer". El término "saber" (sabio) no exige el conocer teóricamente,
sino que además requiere un cierto saber-hacer ético.
Finalmente, para que tal proceso sea realmente fructífero, debe significar un compromiso de
responsabilidad para con la sociedad, que "obligue a la transformación y reforma de las
estructuras mediante la participación de aquellos que ya han recorrido tal proceso en la
formación paidética de otros individuos y en las tareas de gobierno y legislación socio-política.
En suma, la auténtica paideia no sólo tiene un sentido de liberación individual, sino que acaba
siendo el elemento de perfeccionamiento progresivo de una colectividad.
Para finalizar, nos centraremos en el análisis del capítulo III. En este capítulo podemos
distinguir al menos tres pasajes con una unidad temática interrelacionada: la aplicación de la
alegoría de la caverna a los filósofos (este tema se continuará capítulos IV y V). Estos pasajes
son: Primer pasaje, desde el inicio del capítulo hasta 517c. El segundo pasaje desde 517c
hasta 518a. Y, por último, el tercer pasaje, desde 518a hasta el final del capítulo.
Este pasaje se centra en explicar desde una perspectiva político social el descenso simbólico a
la caverna. Hay una correlación directa entre 517c,d, e, y 516 d. Platón introduce aquí un tema
capital en su obra: la necesidad de que gobiernen los filósofos sabios aunque a estos les pese
y no sea de su agrado. Respecto a estos señalaremos dos puntos:
(1) Platón establece aquí un límite en el ascenso educacional. Una vez alcanzado este límite en
el desarrollo y formación individual, se debe comenzar el proceso de proyección social y
dedicación al perfeccionamiento de la colectividad, aunque no resulte agradable. Por ello dice
Platón: "no te extrañes de que los que han llegado a ese punto no quieran ocuparse en asuntos
humanos (participación en la vida pública de la polis); antes bien, sus almas tienden siempre a
permanecer en las alturas, y es natural, creo yo, que asi ocurra, al menos si también esto
concuerda con la imagen de que se ha hablado" (517d). (2) Habría que destacar también el
profundo sentido de la responsabilidad ético social de la formación propia. El saber, el
conocimiento, es siempre un saber comprometido socialmente. Platón se muestra contrario a la
idea del intelectual como individuo aislado de la sociedad y de sus problemas. Aunque Platón
comprende que ese "descenso" es desagradable, lo cree absolutamente necesario, es la
esencia misma del filósofo.
TERCER PASAJE (518a-final)
Platón intenta explicar y justificar simbólicamente -mediante la ofuscación que produce el paso
de las tinieblas a la luz y de la luz a Ias tinieblas- los posibles errores y la posible
desvinculación que produce el proceso educativo respecto de la realidad circundante ( "asuntos
humanos"). A pesar de ello en este pasaje Platón considera preferible que gobierne un filósofo
(ofuscado por el paso de la luz a las tinieblas) aunque no tenga costumbre de ocuparse de los
asuntos humanos, a que lo haga alguien que no ha accedido al saber. En definitiva, es
preferible que gobierne la razón aunque sea "ofuscadarnente" a que no gobierne en absoluto.