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Una vez terminada la guerra con la derrota de las tropas francesas, el rey Fernando
VII vuelve a España (1814) de su exilio en Francia, anula la Constitución y restablece el
absolutismo.
Entre 1833 y 1840 se produce la Primera Guerra Carlista, que enfrenta a los
liberales y los absolutistas. Entre tanto, en esta primera mitad del siglo XIX, logran su
independencia la mayoría de los países hispanoamericanos. España deja de ser, entonces,
una potencia colonial: únicamente quedan bajo la corona española Cuba, Puerto Rico y
Filipinas.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, además de las diferentes crisis políticas,
estallan también diversos problemas sociales. Este periodo se inicia con el reinado de
Isabel II en 1843 y se caracteriza por ser una época de crisis continuas y de malestar
político. En 1868, comienza el sexenio revolucionario y estos fueron unos años en los que
se suceden el breve reinado de Amadeo de Saboya y la Primera República.
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MOVIMIENTOS LITERARIOS.
1. EL ROMANTICISMO.
En la primera mitad del siglo XIX, las obras poéticas de los autores románticos
pueden clasificarse en dos tipos: la lírica y la narrativa.
→ La poesía lírica.
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− Mayor subjetivismo, el poeta vierte en el poema sus sentimientos, sus emociones,
sus vivencias más íntimas y, a veces, su deseo de libertad.
− La naturaleza y el paisaje son el reflejo del alma del poeta. Predominan el
desorden, las ruinas, la oscuridad, los precipicios,…
− Abunda el tema amoroso, pero también otros de carácter religioso, histórico,
legendario, de ultratumba, etc.
− Se utilizan metros y estrofas distintas en un mismo poema.
→ La poesía narrativa.
Las características de esta poesía vienen dadas por los siguientes aspectos:
José de Espronceda, el Duque de Rivas y José Zorrilla son los mejores exponentes
de la poesía narrativa de nuestro Romanticismo.
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El teatro romántico.
Los dramaturgos románticos más importantes son el Duque de Rivas, José Zorrilla,
Francisco Martínez de la Rosa, Juan Eugenio Hartzenbusch y Antonio García Gutiérrez.
La prosa romántica.
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José Ignacio Javier Oriol Encarnación de Espronceda
Delgado fue llamado “el Lord Byron español” por su carácter
revolucionario. Se tuvo que exiliar por sus ideas liberales,
debido a la represión absolutista de Fernando VII. Esto le
permitió conocer el Romanticismo europeo de Inglaterra,
Francia, Holanda y otros países. Su vida amorosa también
resultó bastante agitada, en especial las relaciones con su
amante Teresa Mancha. Murió un 23 de mayo de 1842 a los
treinta y cuatro años.
→ Sus poesías breves: con estas obras Espronceda inicia su andadura poética dentro del
estilo neoclásico y bajo la influencia del poeta celta Ossian. En las composiciones
cortas, muestra su espíritu de rebeldía romántica y su protesta contra una sociedad
conformista. Canta a seres situados al margen de esa sociedad y de sus
convencionalismos. Algunos de estos personajes son ejemplos de libertad frente a la
rigidez de las normas sociales. A este grupo pertenecen: “Himno al sol”, “Canción
del pirata”, “Canto del cosaco”, “El reo de muerte”, “El mendigo”, “A Jarifa en
una orgía”...
FRAGMENTO DE “HIMNO AL SOL”.
Para y óyeme ¡oh sol! yo te saludo diera también su ardor a mis sentidos;
y extático ante ti me atrevo a hablarte: al rayo vencedor que los deslumbra,
ardiente como tú mi fantasía, los anhelantes ojos alzaría,
arrebatada en ansia de admirarte y en tu semblante fúlgido atrevidos,
intrépidas a ti sus alas guía. mirando sin cesar, los fijaría.
¡Ojalá que mi acento poderoso, ¡Cuánto siempre te amé, sol refulgente!
sublime resonando, ¡Con qué sencillo anhelo,
del trueno pavoroso siendo niño inocente,
la temerosa voz sobrepujando, seguirte ansiaba en el tendido cielo,
¡oh sol! a ti llegara y extático te vía
y en medio de tu curso te parara! y en contemplar tu luz me
¡Ah! Si la llama que mi mente alumbra embebecía![…].
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→ Poemas mayores:
− “El estudiante de Salamanca”, es la mejor y más brillante obra de Espronceda.
Es un largo poema de carácter narrativo estructurado en cuatro partes. Su
protagonista es un personaje con tintes donjuanescos. Félix de Montemar, joven
seductor y libertino que burla y abandona a su amada doña Elvira, que «murió de
amor». Mata después en un duelo a espada a don Diego de Pastrana, hermano de
doña Elvira. Contempla su propio entierro y acaba en una cripta, donde se casa
con el espectro de su enamorada y, finalmente, muere. El autor utiliza gran
variedad métrica. Escribe un texto de rasgos románticos, tanto por las escenas y
el ambiente creado (sombras, tinieblas, cortejo fúnebre, espectros) como por el
tema y el lenguaje poético que emplea.
FRAGMENTO DE “EL ESTUDIANTE DE SALAMANCA”.
Era más de media noche, y pavorosas fantasmas
antiguas historias cuentan, entre las densas tinieblas
cuando en sueño y en silencio vagan, y aúllan los perros
lóbrego envuelta la tierra, amedrentados al verlas:
los vivos muertos parecen, En que tal vez la campana
los muertos la tumba dejan. de alguna arruinada iglesia
Era la hora en que acaso da misteriosos sonidos
temerosas voces suenan de maldición y anatema,
informes, en que se escuchan que los sábados convoca
tácitas pisadas huecas, a las brujas a su fiesta. […]
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Este autor destaca por:
El Duque de Rivas.
→ Obras poéticas:
− “El moro expósito”: es un largo poema narrativo con
momentos de gran lirismo e intensidad dramática.
− Los “Romances históricos” están basados en leyendas e historias medievales y
del siglo XVI.
− En las “leyendas”, utiliza una gran variedad de metros, como, por ejemplo, en
“La azucena milagrosa”.
→ Obras teatrales:
− “Don Álvaro o la fuerza del sino”. El autor divide esta obra en cinco jornadas,
mezcla la prosa con versos de diferentes medidas, rompe con las tres unidades y
plantea una acción muy dinámica, con una rápida sucesión de hechos y de escenas.
La ambientación, el asunto y el lenguaje, más sencillo o más grandilocuente según
lo requiera el momento, son plenamente románticos; también lo son los
protagonistas, sujetos a las pasiones y al fatalismo de un destino aciago y un amor
desgraciado.
Don Álvaro, que es un personaje misterioso, mata accidentalmente al padre
de Leonor cuando intentaba raptarla y cree que su amada también ha muerto. Huye
a Italia y mata en un duelo a un hermano de Leonor. Regresa a España para hacer
penitencia, casualmente cerca de un lugar donde también se había retirado su
enamorada. Allí lo encuentra don Alfonso, el segundo hermano de Leonor, y lo
desafía. Alfonso queda herido de muerte, llega Leonor, su hermano cree que ha
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ido a encontrarse con Álvaro y, antes de morir, la mata. Don Álvaro, desesperado,
se arroja por un precipicio.
→ Obras poéticas:
− Las “Orientales”, grupo de poemas líricos o narrativos
en los que se recurre al tópico romántico del exotismo.
− Las “Leyendas”, son lo mejor de su producción poética. Están escritas en metros
diversos y se basan principalmente en temas tradicionales. Pertenecen a esta obra
“A buen juez, mejor testigo”, “Margarita la tornera”, “El capitán Montoya”…
− “Granada”, poema incompleto en el que Zorrilla vuelve al tema oriental, el reino
moro de Granada.
→ Obras teatrales:
− “El zapatero y el rey”, se centra en la figura de Pedro I, visto como un rey
justiciero que protege a todos.
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− “Traidor, inconfeso y mártir”, tiene como base la leyenda sobre el rey don
Sebastián de Portugal, que desapareció en la batalla de Alcazarquivir y a quien la
imaginación popular no daba por muerto.
− “Don Juan Tenorio”, es la obra más famosa de Zorrilla. El autor caracteriza el
personaje de Tirso de Molina, ya de por sí con rasgos románticos (rebelde,
libertino, impetuoso), con otros nuevos (bravucón, apasionado), que implora lo
que antes pudo poseer y que se salva por el amor de doña Inés.
Don Juan Tenorio comienza en una hostería de Sevilla: don Juan gana a don
Luis Mejía una apuesta sobre el número de mujeres burladas en un año. Mejía
propone al Tenorio conquistar a una novicia, y ese acude al convento de doña Inés
y la lleva a su quinta.
Don Juan se enamora de doña Inés, mata en un duelo a don Gonzalo (padre
de doña Inés) y huye. Pasado un tiempo, vuelve a Sevilla, invita a cenar a la estatua
sepulcral de don Gonzalo, que le devuelve la invitación y le da una mano para
llevarlo a los infiernos. Doña Inés, que también había muerto, le tiende, a su vez,
la mano y salva el alma del Tenorio.
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Mariano José de Larra (1809-1837).
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FRAGMENTO DE “ARTÍCULOS”.
A todo esto, el niño que a mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas a un plato de
magras con tomate, y una vino a parar a uno de mis ojos, que no volvió a ver claro
en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir
dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que
había roído; el convidado de enfrente, que se preciaba de trinchador, se había
encargado de hacer la autopsia de un capón, o sea gallo, que esto nunca se supo:
fuese por la edad avanzada de la víctima, fuese por los ningunos conocimientos
anatómicos del victimario, jamás parecieron las coyunturas. «Este capón no tiene
coyunturas», exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que
como quien trincha. ¡Cosa más rara! En una de las embestidas resbaló el tenedor
sobre el animal como si tuviera escama, y el capón, violentamente despedido, pareció
querer tomar su vuelo como en sus tiempos más felices, y se posó en el mantel
tranquilamente como pudiera en un palo de un gallinero […].
→ Obra poética.
− “Rimas”: poemas breves y en su mayoría asonantados. Combinan
endecasílabos y heptasílabos, con uso del pie quebrado. Se alejan del
efectismo y la sonoridad de la poesía romántica anterior. Su tono es
más intimista y sus versos son más sencillos y leves. Su estilo es
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sencillo, más natural, menos recargado retóricamente que el de los
románticos exaltados. Son frecuentes los paralelismos, las anáforas y
los hipérbatos expresivos.
Solo unos pocos de estos poemas fueron publicados en vida del
escritor. El total de su poesía se recoge en la edición que,
aprovechando un manuscrito autógrafo, “El libro de los gorriones”,
llevan a cabo unos amigos de Bécquer poco después de su muerte.
En este libro aparecen recogidas setenta y nueve rimas en un
orden determinado que se ha mantenido tradicionalmente hasta
nuestros días. Se forman así, cuatro grupos o series de rimas, de
acuerdo con una clasificación temática en la que se aprecia el
desarrollo de una especie de historia amorosa.
Clasificación temática de las “Rimas”.
Rimas Temas
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Algunas leyendas son: “El monte de las ánimas”, “El
miserere”, “Maese Pérez el organista”, “El beso”, “El rayo de
luna”, “Los ojos verdes”…
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Realismo. Sun obras fundamentales son tres libros de versos: dos en gallego,
“Cantares gallegos” y “Follas novas”, y una en castellano, “En las orillas del Sar”.
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2. COSTUMBRISMO.
La vejez de Bretón de los Herreros, misántropo y muy irritable, llegó incluso a romper
con la Academia. Su vejez fue triste. El emperador don Pedro de Brasil le visitó en 1872,
rindiendo tributo a la popularidad de Bretón en aquel país. Murió en 1873 de pulmonía.
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(1831), su obra más popular; Todo se pasa en este mundo (1835); La redacción de un
periódico (1836); o Escuela del matrimonio (1852).
En conjunto, su obra resulta voluminosa. Escribió más de 150 piezas originales y unas
cincuenta adaptaciones. Refundió obras de Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca y
Juan Ruiz de Alarcón, entre otros, y realizó traducciones de autores como Racine y
Voltaire. Autor de gran amenidad y originalidad, nunca se incluyó en la corriente del
drama romántico, cuyos procedimientos ridiculizó con frecuencia; muy al contrario, sus
obras poseen un carácter intrascendente, satírico y alegre. Como notas dominantes de su
estilo, sobresalen la facilidad y soltura con que compuso sus versos.
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− “Novelas, cuentos y artículos” (1893).
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Es una de las pioneras de la narrativa femenina española, y tal vez en la primera mujer
que en España se dedicó profesionalmente a las letras. La gran aportación de Fernán
Caballero a las letras españolas fue el haber renovado la narrativa que había ido
languideciendo durante el siglo XVIII a fuerza de repetir y anquilosar los géneros creados
durante el siglo de oro.
El elemento narrativo le sirve de marco para describir la vida íntima del pueblo español
con sus creencias y tradiciones, tomando siempre partido por lo castizo y tradicional
encarnado en la vida del campo andaluz, frente a la influencia corruptora de la ciudad.
Sus obras están presididas por una intención docente de signo católico, contrario a la
ideología enciclopedista y de acuerdo con el romanticismo nacionalista y conservador.
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Académico de la Española, y se le concedió la Gran Cruz de Carlos III. Como
representante de una familia acomodada, Mesonero defendió los valores burgueses del
trabajo, el ahorro y de la apertura a las innovaciones técnicas. Sentía una gran aversión
por el compromiso político, lo que no le impidió preocuparse por la modernización de su
ciudad y por elevar el nivel cultural de sus habitantes.
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Antonio María de Trueba y de la Quintana (1819-1889).
Produjo sus obras esenciales entre 1850 y 1860. Sus idealizadas descripciones del
paisaje vascongado vienen a coincidir con las que Fernán Caballero hizo del de
Andalucía, aunque resulten inferiores.
Autor de una producción literaria de carácter popular y tono moralizante que hunde
sus raíces en los principales modelos formales y temáticos del costumbrismo romántico
español. Sobresalió entre los escritores de su época por sus magníficos relatos
costumbristas, género en el que se mostró como un consumado maestro.
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Luis Taboada (1848-1906).
3. EL REALISMO.
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alejadas de la vena lírica, y escritas, principalmente con el deseo de resaltar el
contenido, las ideas.
→ Gaspar Núñez de Arce que por su parte, cultiva por un lado, una poesía
grandilocuente y retórica en la que suele dar rienda suelta a sus preocupaciones
cívicas y morales, y por otro, una poesía a la que imprime un tono sentimental.
Sus obras principales son: “Gritos de combate”, “La última lamentación de Lord
Byron” y “Un idilio”.
El teatro realista.
El teatro de esta época, conocido como “alta comedia”, pone freno a la exaltación
del drama romántico y adopta las nuevas tendencias realistas.
Las características de las obras de teatro de esta época son las siguientes:
Destacan autores como Ventura de la Vega, López de Ayala, Tamayo y Baus y José
Echegaray.
La novela realista.
El movimiento realista se produce en el último tercio del siglo XIX, especialmente gracias
a la influencia de la narrativa francesa.
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→ Idealizar la realidad y los conflictos que surgen entre el individuo y la sociedad o
plantear una visión más crítica.
→ Presentar un estilo sobrio y distintos registros lingüísticos dependiendo de la
condición de los personajes.
3.2Escritores realistas.
→ Obras narrativas:
− “Episodios nacionales”: Trafalgar, Bailén, Gerona, La batalla de
Arapiles, El equipaje del rey Jose, etc. Están formados por cuatro series de
diez episodios cada una y una quinta, incompleta, de solo seis. Galdós
plasma un panorama histórico-novelesco de la España del siglo XIX,
desde la guerra de la Independencia hasta Cánovas del Castillo. La serie
más atractiva es la primera, de mayor carácter épico.
− Obras de la primera época:
“Doña Perfecta”, es una obra centrada en el problema de la
intolerancia político-religiosa en una ciudad provinciana. El autor
busca mostrar que solo la comprensión y la intolerancia abrirán
camino al futuro del país.
“Marianela”, es una novela de carácter más idealista. Al hilo de
la historia, resalta la bondad y la belleza espiritual de este
personaje, uno de los más delicados y tiernos creados por Galdós.
− Novelas españolas contemporáneas: en esta etapa Galdós escribe más de
veinte novelas, en las que da cabida a algunos aspectos naturalistas. Esta
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nueva orientación narrativa se abre en 1881 con la publicación de “La
desheredada”, referida a una mujer que, engañada, imagina ser la heredera
de un título nobiliario.
A partir de este momento, el autor abandona el carácter más abstracto
de la novelas de tesis y va a hacer de sus personajes una figuras más
humanas y cercanas a la inmediata realidad. Adquieren mayor relevancia la
pintura de ambientes y la representación de las diferentes clases sociales.
“Fortunata y Jacinta” es una obra larga y compleja que culmina el
gran universo novelesco de Pérez Galdós. El autor nos presenta el Madrid
comercial de la época, la moral de clase y el singular espacio
socioeconómico de la burguesía. Todo ello contrasta, por ejemplo, con el
ambiente de “Miau”, novela referida a un pobre funcionario “cesante” que
acaba suicidándose; o con el de “Misericordia”, obra en la que la vieja y
bondadosa “Benina” se mueve entre los mendigos madrileños y recorre los
ambientes más miserables, sórdidos y desoladores de la capital española.
Doña Perfecta habla con Pepe Rey. Tras acusarle de ateo y materialista, le dice a su
sobrino que no quiere que se case con su hija. Prosigue la conversación.
—¿No entiendes lo que te he dicho? —repitió ella—. Que se acabó todo, que no hay boda.
—Permítame usted querida tía —dijo el joven, con entereza— que no me aterre con la
intimación. En el estado a que han llegado las cosas, la negativa de usted es de escaso
valor para mí.
Doña Perfecta se levantó indignada, majestuosa, terrible. Su actitud era la del anatema
hecho mujer. Rey permaneció sentado, sereno, valiente, con el valor pasivo de una
creencia profunda y de una resolución inquebrantable. El desplome de toda la iracundia
de su tía que le amenazaba no le hizo pestañear. Él era así.
—Eres un loco. ¡Casarte tú con mi hija, casarte tú con ella, no queriendo yo!...
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Los labios trémulos de la señora articularon estas palabras con el verdadero acento de
la tragedia.
—¡No queriendo yo!... —repitió la dama—. Sí... y lo digo y lo repito: no quiero, no quiero.
—Ella y yo lo deseamos.
—Menguado: ¿acaso no hay en el mundo más que ella y tú? ¿No hay padres, no hay
sociedad, no hay conciencia, no hay Dios?
—Porque hay sociedad, porque hay conciencia, porque hay Dios —afirmó gravemente
Rey, levantándose y alzando el brazo y señalando al cielo—, digo y repito que me casaré
con ella.
Clarín (1852-1901).
El prao Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido, como una
colgadura, cuesta abajo por la loma. Uno de sus ángulos, el inferior, lo despuntaba el
camino de hierro de Oviedo a Gijón. Un palo del telégrafo, plantado allí como pendón
de conquista, con sus jícaras blancas y sus alambres paralelos, a derecha e izquierda,
representaba para Rosa y Pinín el ancho mundo desconocido, misterioso, temible,
eternamente ignorado. Pinín, después de pensarlo mucho, cuando a fuerza de ver días y
días el poste tranquilo, inofensivo, campechano, con ganas, sin duda, de aclimatarse en
la aldea y parecerse todo lo posible a un árbol seco, fue atreviéndose con él, llevó la
confianza al extremo de abrazarse al leño y trepar hasta cerca de los alambres […].
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Rosa, menos audaz, pero más enamorada de lo desconocido, se contentaba con arrimar
el oído al palo del telégrafo, y minutos, y hasta cuartos de hora, pasaba escuchando los
formidables rumores metálicos que el viento arrancaba a las fibras del pino seco en
contacto con el alambre […].
La Cordera, mucho más formal que sus compañeros, verdad es que, relativamente, de
edad también mucho más madura, se abstenía de toda comunicación con el mundo
civilizado, y miraba de lejos el palo del telégrafo como lo que era para ella,
efectivamente, como cosa muerta, inútil, que no le servía siquiera para rascarse. Era una
vaca que había vivido mucho. Sentada horas y horas, pues, experta en pastos, sabía
aprovechar el tiempo, meditaba más que comía, gozaba del placer de vivir en paz, bajo
el cielo gris y tranquilo de su tierra, […].
Aquella paz sólo se había turbado en los días de prueba de la inauguración del
ferrocarril. La primera vez que la Cordera vio pasar el tren, se volvió loca. Saltó la sebe
de lo más alto del Somonte, corrió por prados ajenos, y el terror duró muchos días,
renovándose, más o menos violento, cada vez que la máquina asomaba por la trinchera
vecina. Poco a poco se fue acostumbrando al estrépito inofensivo. Cuando llegó a
convencerse de que era un peligro que pasaba, una catástrofe que amenazaba sin dar,
redujo sus precauciones a ponerse en pie y a mirar de frente, con la cabeza erguida, al
formidable monstruo; más adelante no hacía más que mirarle, sin levantarse, con
antipatía y desconfianza; acabó por no mirar al tren siquiera.
“Su único hijo” es una novela que fue publicada algunos años después de “La
Regenta”. El autor se mueve entre el tono realista-naturalista y romántico-idealista para
bordar el tema de la paternidad. El protagonista es el pobre Bonifacio Flores, y la obra
nos narra una historia de traiciones y de desengaños amorosos.
− “La Regenta”.
Ana Ozores, es una mujer joven, hermosa y casada con un hombre mayor. Se siente
infeliz y frustrada en su matrimonio, en el que no ha podido tener hijos. Busca, entonces,
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refugio espiritual en el ambicioso Fermín de Pas, joven sacerdote que tiene el cargo de
Magistral en la catedral de Vetusta y secretamente enamorada de ella. Ana Ozores
terminará entregándose a Álvaro Mesía, una especie de donjuán provinciano. Cuando el
marido Víctor Quintanar, que había sido el regente de la ciudad, descubre el adulterio de
su esposa, se siente ultrajado en su honor y se bate con el amante de su mujer. Quintanar
muere en el duelo, Mesía huye, Ozores se ve despreciada por la sociedad vetustense y
queda más ahogada que nunca en el agobiante espacio físico, social y espiritual de la
ciudad.
Los capítulos 1-15 abarcan solo tres días, tienen un ritmo lento, en ellos se
presentan los personajes y los ambientes y se esboza la acción; hay numerosas
descripciones y existen abundantes reflexiones de los personajes.
Los capítulos 16-30 abarcan tres años, aunque ocurren saltos temporales;
predomina en ellos, sobre todo, la acción y se desencadenan los hechos.
Junto a ellos, el marido de Ana, mucho más que esta, buen hombre, entregado a sus
aficiones más que a su esposa, y Álvaro Mesía, persona mediocre, donjuán provinciano
dedicado a la política.
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personajes. Es la sociedad vetustense donde se enmarca la peripecia narrativa y
sentimental, pero es la sociedad española de la época la que critica acerbamente a Clarín.
“La Regenta” tiene tintes naturalistas y sobresale también por su magnífica prosa,
el humor y la ironía. Otros de sus rasgos más relevantes son las minuciosas y plásticas
descripciones y la riqueza de los diálogos.
Por donde quiera que pasaban el personaje y su apéndice, los labradores dejaban sus
faenas y se descubrían hasta los pies, con más miedo que respeto; después de lo cual
decían en voz baja:
-¡Temprano va esta tarde el señor Corregidor a ver a la señá Frasquita! […]
-Oye, tú, Manuel: ¿por qué irá solo esta tarde el señor Corregidor a ver a la navarra? -
le preguntó una lugareña a su marido, el cual la llevaba a grupas en la bestia. […]
-¡No seas mal pensada, Josefa! -exclamó el buen hombre-. La señá Frasquita es
incapaz...
-No digo lo contrario... Pero el Corregidor no es por eso incapaz de estar enamorado de
ella... Yo he oído decir que, de todos los que van a las francachelas del molino, el único
que lleva mal fin es ese madrileño tan aficionado a faldas...
-¿Y qué sabes tú si es o no aficionado a faldas? -preguntó a su vez el marido.
-No lo digo por mí... ¡Ya se hubiera guardado, por más Corregidor que sea de decirme
los ojos tienes negros!
La que así hablaba era fea en grado superlativo.
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-Pues mira, hija, ¡allá ellos! -replicó el llamado Manuel-. Yo no creo al tío Lucas hombre
de consentir... ¡Bonito genio tiene el tío Lucas cuando se enfada!...
-Pero, en fin, ¡si ve que le conviene!... -añadió la tía Josefa, retorciendo el hocico.
-El tío Lucas es hombre de bien... -repuso el lugareño-; y a un hombre de bien nunca
pueden convenirle ciertas cosas...
El marco andaluz le sirve a Valera para situar los hechos y los personajes.
Adquieren más relevancia las mujeres, aunque no en una dimensión social, sino,
principalmente, en lo que concierne al tema amoroso o al matrimonio.
Al entrar, Pepita y yo nos damos la mano, y al dárnosla me hechiza. Todo mi ser se muda.
Penetra hasta mi corazón un fuego devorante, y ya no pienso más que en ella. Tal vez soy
yo mismo quien provoca las miradas si tardan en llegar. La miro con insano ahínco, por
un estímulo irresistible, y a cada instante creo descubrir en ella nuevas perfecciones […].
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No es ella grata a mis ojos solamente, sino que sus palabras suenan en mis oídos como
la música de las esferas, revelándome toda la armonía del universo y hasta imagino
percibir una sutilísima fragancia, que su limpio cuerpo despide […].
− “Sotileza”, la novela del mar, se centra en la peligrosa vida que llevan los
pescadores.
− “Peñas arriba” se desarrolla en el mundo rural, en la montaña, cuya belleza y las
costumbres de las gentes de la aldea acaban conquistando al joven Marcelo, que
procedía de Madrid.
FRAGMENTO DE “SOTILEZA”.
A Andrés le parecían siglos los minutos que llevaba corridos en aquel trance espantoso,
tan nuevo para él; y comenzaba a aturdirse y a desorientarse entre el estruendo que le
ensordecía; la blancura y movilidad de las aguas, que le deslumbraban; la furia del
viento que azotaba su rostro con manojos de espesa lluvia; los saltos vertiginosos de la
lancha, y la visión de su sepultura entre los pliegues de aquel abismo sin límites. Sus
ropas estaban empapadas en el agua de la lluvia y la muy amarga que descendía sobre
él después de haber sido lanzada al espacio, como densa humareda, por el choque de las
olas; flotaban en el aire sus cabellos goteando, y comenzaba a tiritar de frío. Ni intentaba
siquiera desplegar sus labios con una sola pregunta. ¿Para qué esta inútil tentativa? ¿No
lo llenaban todo, no respondían a todo cuanto pudiera preguntar allí la voz humana, los
bramidos de la galerna?[...].
4. EL NATURALISMO.
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El Naturalismo es una tendencia literaria derivada del Realismo, cuyos postulados
y concepciones lleva al extremo. Este movimiento arraigó especialmente en Francia.
− Incorpora una visión materialista del ser humano, por ejemplo, el comportamiento
y la conducta de la persona pueden explicarse gracias a causas orgánicas o
fisiológicas.
− Plantea una concepción determinista del ser humano, al que presenta
condicionado por el ambiente y la herencia biológica.
− Coloca a loa personajes en situaciones que permiten seguir y explicar su conducta,
destacar los aspectos más degenerados y bajos del individuo o recrear con detalle
los ambientes sórdidos y degradados.
− Acude a las teorías sociológicas, fisiológicas y científicas que se están
desarrollando en el siglo XIX para llevar a cabo sus planteamientos.
− Utiliza hasta sus últimas consecuencias las técnicas realistas de observación y
documentación.
4.1Escritores realistas.
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Emilia Pardo Bazán (1851-1921).
Es una autora de gran fuerza descriptiva y de estilo cuidado, aunque tampoco elude
la expresión espontánea.
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de consorcio no es posible conocerlas ni creer que son las mismas, y su tez lleva ya
arrugas, las arrugas aldeanas, que parecen grietas del terruño. Todo el peso del hogar
les cae encima, y adiós risa alegre y labios colorados. Las coplas populares gallegas no
celebran jamás la belleza en la mujer después de casada y madre: sus requiebros y
ternezas son siempre para las rapazas, las nenas bunitas.
Sabel no desmentía la regla. A los cuarenta y tantos años era lastimoso andrajo de lo
que algún día fue la mejor moza diez leguas en contorno. El azul de sus pupilas, antes
tan claro y puro, amarilleaba; su tez de albérchigo era piel de manzana que en el
madurero se va secando; y los pómulos sobresalientes y la frente baja y la forma
achatada del cráneo se marcaban ahora con energía, completando una de esas cabezas
de aldeana de las cuales dice cualquiera: «Más fácil sería convencer a una mula que a
esta mujer, cuando se empeñe en algo».
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FRAGMENTO DE “LA BARRACA”.
Le habían herido; tal vez iba a morir. ¡Recristo! Un animal tan necesario para él como
la propia vida y que le había costado empeñarse con el amo... Miró en torno, buscando
al criminal. Nadie. En la vega, que azuleaba bajo el crepúsculo, no se oía más que un
ruido lejano de carros, el susurro de los cañaverales y los gritos con que se llamaban de
una barraca a otra. En los caminos inmediatos, en las sendas, ni una persona.
Batistet intentó disculparse ante su padre de este descuido. Cuando corría hacia la
barraca, asustado por los gritos de su madre, había visto venir por el camino un grupo
de hombres, gente alegre que reía y cantaba, regresando, sin duda, de la taberna. Tal
vez eran ellos.
El padre no quiso oír más... ¡Pimentó! ¿Quién otro podía ser? El odio de la huerta
le asesinaba un hijo, y ahora aquel ladrón le mataba su caballería, adivinando lo
necesaria que era para su existencia. ¡Cristo! ¿No había ya bastante para que un
cristiano se perdiese?...
Y no razonó más. Sin saber lo que hacía, regresó a la barraca, cogió su escopeta de
detrás de la puerta y salió corriendo, mientras instintivamente abría la recámara de su
arma para ver si los dos cañones estaban cargados. Batistet se quedó junto al caballo,
intentando restañarle la sangre con su pañuelo de la cabeza. Sintió miedo viendo a su
padre correr por el camino con la escopeta preparada, ansioso de dar desahogo a su
furor matando.
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