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La empresa perdona un momento de locura" de Rodolfo Santana, cuenta la historia de Orlando

Núñez, un obrero que, de manera ejemplar, trabaja en una fábrica metalúrgica desde hace más de
20 años. En todo ese tiempo nunca faltó a su trabajo; envejeció con la fábrica, la que vio crecer
desde sus inicios.
Un día, mientras enseña a trabajar a un joven aprendiz, ve como una troqueladora le agarra la
mano y se la destroza. Este hecho hace que Orlando “enloquezca”, empiece a golpear las máquinas
y a gritar contra la fábrica, sus ruidos, sus jefes. Orlando se vuelve “loco”.
La obra se inicia cuando después de ese hecho, la psicóloga de la empresa entrevista a Orlando
para conocer las causas que originaron ese desproporcionado comportamiento.
A través de la entrevista nos vamos introduciendo en el mundo de Orlando, su manera de vivir, su
familia, su filosofía ante la vida, sus temores… y también descubrimos los verdaderos y profundos
motivos que hicieron a su desmedida reacción.
En contraposición, irán surgiendo los ocultos intereses por los que la empresa lo convocó a ese
encuentro profesional.
La obra se transforma en un verdadero enfrentamiento entre un humilde trabajador y la
representante de la empresa para la cual trabaja. Así, la desigualdad de fuerzas existente surgirá
feroz y decisiva.
El final tan inesperado como conmovedor, despertará al más adormecido sentido crítico e invitará
inexorablemente a la reflexión y el debate.

Ello entra en concordancia con esa búsqueda dramática de Santana en la cual bajo la mirada de la
investigadora Yoyiana Ahumada trata de “desmontar los grandes tótems de la modernidad: la
razón y el progreso, arremetiendo contra mitos como el intelectual, como clase éticamente pura, la
fe, la violencia del poder, (…) y la “santidad foucaltina” de las instituciones al ver como esa clase de
poder empresarial procura la profilaxis de una empresa haciendo entrar en razón a un obrero que
se ha salido del carril a través de un interrogatorio que raya en la tortura psicológica. Es la
anticatarsis del sistema opresor que cínicamente oprime al desvalido –el obrero o el trabajador
obediente– para seguir esquilmándole su plusvalía.

Dentro de lo que ha sido el mes Homenaje a Rodolfo Santana, Un año en la Eternidad que dispuso
Fundarte y el GDC para ser programado dentro del Circuito Teatral de Caracas en este 2013 y a un
año de la sensible desaparición física –pero nunca de su trascendente legado– que fue presencia
de este significativo dramaturgo, director y guionista venezolano, se exhibió en los espacios del
Teatro Nacional la propuesta La empresa perdona un momento de locura que contó, como casa
productora, con la Fundación Teatro San Martín y Fundarte para llevarle al espectador esta joya de
la dramaturgia santaniana que, bajo la dirección de Rubén León, se propone al espectador un
montaje sencillo y a la vez directo con la idea argumental que esta pieza transmite.

Con limpieza escénica, pocos recursos escenográficos, pero teniendo los necesarios para
enmarcar el ámbito de encuentro de la psiquiatra y el trabajador (encarnados de forma correcta por
las actuaciones de Mariana Alviárez Villamediana y Emiliano Molina) se produjo ese efecto vital de
un mensaje como una reflexión que caló con vital pertinencia en el público asistente. La empresa
perdona un momento de locura fue asumida por una conjunción creativa inteligente, sobria y plena
de buen talante que me hace pensar que este montaje podría ir a espacios como fábricas,
universidades, escuelas y comunidades a fin de divulgar y discutir el pensamiento de un autor y la
perspectiva de un grupo que entiende que la realidad debe ser entendida con compromiso
ideológico. Más que nunca, Rodolfo Santana está con nosotr

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