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Andr6s Simón Lorda
Consejo editorial
Carlos Dlaz, Miguel Garcla-Bar6,
Graciano González R.-Arnaiz, Jos6 Marla Vegas, Colección Esprit
Jesús M' Ayuso, Eduardo Martlnez, Mariano Moreno,
Josep M. Esquirol, Francesc Torralba,
Angel Barahona, José Antonio Sobrado.
Director editorial
J. Manuel Caparrós
I 15
- Así pues ¿qué experiencia hay del Tú?
- Ninguna. Pues no se le experimenta.
-- ¿Qué se sabe entonces del Tú?
- Todo o nada. Pues de él no se sabe nada parcial. Ante la inmediatez de la relación todo lo mediato resulta
insignificante. Igualmente resulta insignificanteque mi Tú sea ya el Ello
de otros Yo -"objeto de experiencia comúnw- o que s 6 1 ~-precisa-
metlte por la repercusión de la acción de mi ser- pueda llegar a serlo.
Pues la autkntica Ifnea de demarcación, por lo demás móvil, fluctuante,
no pasa entre la experiencia y la no experiencia, ni entre lo dado y lo no
El Tú me sale al encuentro por gracia -no se le encuentra buscan- dado, ni entre el mundo del ser y el mundo del valor, sino transversal-
do-. Pero que yo le diga la palabra básica es un acto de mi ser, el acto mente por todos los dominios que están entre el Tú y el Ello: Eiitrc la
de mi ser. actualidad y el objeto1.
El Tú me sale al encuentro. Pero yo entro en relación inmediata con
él. De modo que la relación significa ser elegido y elegir, pasión y ac-
ción unitariamente. Asf pues, en cuanto que acción de todo mi ser, en
cuanto supresión de todas las acciones parciales y por ende de todas las
sensaciones de acción -fundadas sólo en su carácter limitado-, debe
asemejarse a la pasión. La actualidad, no la actualidad puntual que sólo designa eventual-
La palabra básica Yo-Tú sólo puede ser dicha con la totalidad del ser. mente en el pensainieiito el tBrmino del tienipo "tri~nscurrido",la íip;i-
Pero la reunión y la fusión en orden al ser entero nunca puedo realizar- riencia de la detención del transcurrir, sino la actualidad real y cumpli-
las desde mf, aunque nunca pueden darse sin mi. Yo llego a ser Yo en el da, solamente se da cuando hay presencia, encuentro, relación. Sólo
Tú; al llegar a ser Yo, digo Tú. porque el Tú se torna presente surge la actualidad.
Toda vida verdadera es encuentro. El Yo de la palabra básica Yo-Ello, el Yo por tanto al que no se le con-
fronta un Tú concreto, sino que está rodeado por una pluralidad de "coii-
tenidos", sólo tiene pasado pero no presente alguno. Coii otras palabras:
En la medida en que el ser humano se deja satisfacer coii las cosas qiie
experimenta y utiliza, vive en el pasado, y su instante es siii preseiicia.
No tiene otra cosa que objetos; pero los objetos consisten en haber sido.
La relación con el Tú es inmediata. Entre el Yo y el Tú no media nin- La actualidad no es lo fugitiv'o y pasajero, sino lo actualizante y per-
gún sistema conceptual, ninguna presciencia y ninguna fantasla; y la durante. El objeto no es la duración, sino la cesación, el detenerse, el
memoria misma se transforma, pues desde su-aislamiento se precipita en romperse, el anquilosarse, la cortadura, la carencia de relacióii, la ilu-
la totalidad. Entre el Yo y el Tú no media ninguna finalidad, ningún de- sencia de presencia. Los seres verdaderos son vividos en la actualidad,
seo y ninguna antelación; y el anhelo mismo cambia puesto que pasa del los objetos en el pasado.
sueño a la manifestación. Toda mediación es un obstáculo. S610 donde
toda mediación se ha desmoronado acontece el encuentro.
l . Buber uliliza lo oposicidn entre las palabras Ge#eii,i,trr/ (actualidad, prcsciiciü) y L'e,~eii~rriiirl
(objeto) que no se puede reflejar en casiellano. (N. d. T.).
y agraciando. Lo otro situado ante ml "toma cuerpo": Su cuerpo emer-
ge del flujo de la actualidad inespacial e intemporal a la orilla de la exis-
tencia.
Esta dualidad fundamental tampoco se supera apelando a un "mun- No tan claro es el sentido del efecto en la relación con el ser huma-
do de ideas" entendido como un mundo tercero y colocalo por encima no-'N. El acto esencial que funda aqul la inmediatez es con frecuencia
de las coiitradicciones. Pues no hablo sino del ser humano real, de ti y interpretado sentimentalmente, y de este modo mal conocido. Los sen-
de iiií, de iiuestra vida y de iiuestro mundo, no de un Yo en sl, ni de un timientos ,acompaÍían al acto metafisico y metapsíquico dcl amor, pero
ser en sí. Para el ser humano real, empero, la auténtica línea divisoria ellos no lo constituyen; y los sentimientos concomitantes pueden ser de
iaiiibi6ii atraviesa el iiiuiido de las ideas. naturaleza muy diferente. El sentimiento de Jesús respecto al poseso es
Por supuesto que quien en el mundo de las cosas se contenta con ex- distinto al sentimiento respecto al disclpulo bienamado; pero el amor es
perimentarlas y usarlas se ha construido un edificio o una superestnic- uno. A los sentimientos se les "tiene"; el amor ocurre. Los sentimientos
rura de ideas donde halla refugio y paz frente al vértigo de la futilidad: habitan en el ser humano; pero el ser humano habita en su amor. Esto no
Deposita en el umbral la túnica de su mediocre cotidianidad, se envuel- es una metáfora, sino la realidad: El amor no se adhiere al Yo como si
\.e eii liiio iiiiiiaculado, y se regala con el esyecticulo del ser originario tuviese al Tú s610 conio "contenido", como objeto, sino yuc está entre
o del deber ser en el cual su vida no tiene ninguna participación. Puede Yo y 'N. Quien no sepa esto, quien no lo sepa con todo su ser, no cono-
iiicluso placerle el proclaiiiarlo. ce el amor, aunque atribuya al amor los sentimientos que vive, que ex-
Pero la humanidad del Ello que tal honibre imagina, postula, y pro- perimenta, que goza y exterioriza. El amor es una acción cósmica. A
paga no tiene nada eii común con una humanidad viviente a la cual un quien habita en el amor, a quien contempla en el amor, a ése los seres
ser humano verdaderamente dice Tií.La más noble ficción es un fetiche, humanos se le aparecen fuera de su enmarañamiento en el engranaje;
el sentimiento ficticio más sublime es una perversidad. Lis ideas ni ha- buenos y malos, sabios y necios, bellos y feos, uno tras otro, se le apa-
bitan meramente en nuestras cabesas, ni se entronizan sobre ellas; ellas recen realmente y como un Tií, es decir, con existencia individualizada,
deainbulliii entre iiosotros y toiiiaii posesióii de iiosotros: ¡Desdichado autónoma, única y erguida; de vez en cuando surge maravillosamente
de aquel que deja sin decir la palabra básica, pero pobre de aquel que en una realidad exclusiva, y entonces la persona puede actuar, puede ayu-
lugar de esa palabra básica habla con un coiicepto o con una consigna dar, sanar, educar, elevar, liberar. El amor es responsabilidad de un Yo
como si fuera su nombre! por un 'N: en esto consist: la igualdad -y no en ningún tipo de senti-
miento- de todos los que se amaii, desde el mhs pequeiio hasta el mhs
grande, y desde el animicamente guarecido, aqucl cuya vida sc halla in-
cluida en la de un ser amado, hasta el de por vida escarnecido en la cruz
del mundo, aquel que pide y aventura lo tremendo: limar a los seres 1111-
manos.
Que la relación inmediata coinporta un efecto en lo otro situado ante Quede en el misterio el significado de la acción en el tercer caso, el
mí se ve claro en uno de los tres ejemplos: El acto esencial del arte de- de la creatura y nuestra contemplación de ella. Si crees eri la sencilla
rerniina el proceso en el cual la forma se convierte en obra. Lo otro si- magia de la vida, al servicio del todo, comprenderás lo que significa ese
ruado ante iní se consuma en el encuentro, entra gracias a él en el mun- aguardar, ese esperar ansiosamente, ese "tender el cuello hacia adelan-
do de las cosas para continuar influyendo infinitamente, para devenir te" de la creatura. Toda palabra resultaría falsa; pero observa: los seres
iiiiiiiiiaiiitiirc.Ello, pero iaiiibi6n de nuevo infinitamente Tú, iluminando viven en tomo a ti, y, te dirijas a donde te dirijas, siempre llegas al ser.
como Csta se ha agotado o ha sido contaminada de mediaiez, el Tú de-
viene un objeto entre objetos, quizií el objeto más sobresaliente, pero uii
objeto más, fijado según medida y límites. En toda obra, la realización
Relación es reciprocidad. Mi Tú me afecta a mí como yo le afecto a en un sentidosignifica desrealización en el otro. La intiiición pura se
61. Nuestros alumnos nos enseñan, nuestras obras nos edifican. El "mal- mide brevemente; la realidad natural, que tan s61o se me manifestó en
vado" se vuelve revelador cuando le roza la palabra bdsica. ¡Cuan gran- el misterio de la acción recíproca, vuelve ahora a ser descriptible, des-
demente somos instruidos por los niños, por los animales! Vivimos ines- qomponible, clasificable, punto de intersección de innumerables círcu-
crutablemente incluidos en la fluyente reciprocidad universal. los de leyes. Y el amor mismo no puede mantenerse eii la relación i i i -
mediata; dura, pero en la alternancia de actualidad y latencia. El ser
humano que todavfa era único e incondicionado, no manejable, única-
mente presente, no experimentable, apenas tangible, se ha iransforniado
ahora nuevamente en un 61o en una Ella, en una suma de propiedades,
en una cantidad con forma. Ahora puedo de nuevo abstraer de él el co-
- Hablas del amor como si fuera la única relación entre los seres hu- lor de sus cabellos, su forma de hablar, su bondad; pero, mieniras pue-
manos; pero, puesto que existe el odio, ¿podrías elegir ese amor como do hacer eso, ya no es mi Tú ni lo será.
ejemplo por antonomasia7 Por naturaleza, cada Tú existente en el iiiundo est6 iiicliiiado a vol-
- En la medida en que el amor es "ciego", es decir, en la rnedida en verse cosa, o al menos a caer en la cosificación. En el lenguaje objetivo
que no ve un ser total, no se encuentra aún verdaderamente bajo la pa- ,
habrfa que decir: Toda cosa en el mundo puede aparecer a un Yo conio
labra básica de la relación. El odio es ciego por su naturaleza; sólo se su Tú antes de su cosificación. Pero el lenguaje objetivo solamente cap-
puede odiar una parte de un ser. Quien ve un ser en su totalidad y ha de ta un jirón de la vida real.
rechazarlo ya no está en el reino del odio, sino en el de la humana limi- El Ello es la crisiílida, el Tú la mariposa. S610 que no siempre aiiibos
tación del poder decir Tú. No poder decir al ser humano confrontado, al estados se distinguen netamente entre sí, sino que a menudo se da una
humano de enfrente, la palabra básica, la cual siempre incluye una caótica situación, enredada en una profunda dualidad.
afirmación del ser interpelado, tener que rechazar o al otro o a sf mismo,
eso es la barrera en la cual reconoce su relatividad el entrar-en-relación,
y que sólo se subsume con esa relatividad.
Sin embargo, el que odia inmediatamente está más próximo a la re-
lación que el que carece de amor y de odio.
Al principio está la relación.
Atendamos al lenguaje de los "primitivos", es decir, de aquellos pue-
blos que son pobres en objetos, y cuya vida se alza en un círculo esire-
cho de actos muy presenciales. Los núcleos de este lenguaje, las sen-
tencias, las formas originales pregramaticales de cuyo despliegue surge
Ésta es, empero, la sublime melancolla de nuestro destino: que todo la pluralidad de clases de palabras, indican preferentemente la totalidad
Tú haya de convertirse en un Ello en nuestro mundo. Por muy presente de una relación. Nosotros decimos "muy lejos", el zulú empleo para ello
en exclusiva que hubiese estado en la relación inmediata, tan pronto una expresión tal como "alll donde uno grita: 'imadre, estoy perdido!'";
y el habitante de la tierra del fuego sobrepasa nuestra sabiduría analíti- por la investigación actual pero todavla no suficientemente comprendi-
ca con una locución de siete sllabas, cuyo sentido exacto es: "uno y otro do, a saber, ese poder misterioso cuya idea se ha encontrado, con mu-
se miran esperando cada uno de ellos que el otro se ofrezca a hacer lo chas variantes, en la creencia o en la ciencia -ambas son aqul una- de
que ambos desean pero no pueden hacer". En esta totalidad las personas muchos pueblos primitivos: ese rnana u orenda a partir del cual un ca-
-las pronominales y las sustantivas, incluso relevantes-, están embu- minolleva hasta el brahmán en su significación primaria, y aún hasta la
tidas, sin autonomía plena. Lo que importa no son los productos de la dynamis, charis de los papiros mágicos y de las cartas apostólicas. Se lo
disociación y de la reflexión, lo que importa es la verdadera unidad ori- ha caracterizado como una fuerza suprasensible y sobrenatural, emple-
ginaria, la relacióii vivida. ando para ambos calificativos nuestras categorías, que no se correspon-
Saludamos a aquel al que nos encontramos desehndole felicidad, o den con las del primitivo. Su experiencia carnal define los Iímires de su
testimoniándole nuestra consideración, o encomendándole a Dios. Pero mundo, al cual, por cierto, pertenecen de forma completamente "natu-
cuííii inediatiis son estas fóriiiiiliis desgastadas -¿qué queda aún en el ral" las visitas de los muertos; admitir lo no sensible como cxistcntl:
"iHeil!" del originario otorgamiento de poder?-, frente al saludo rela- debe parecerle sin sentido. Los fenómenos a los que confiere "poder
cional eternamente joven, natural, de los cafres: "¡Te veo!", o frente a místico" son todos ellos fenómenos relacionales elementales, todos
su variante americana, el ridlculo y sublime "ihusmCame!". ellos por ende en general fenómenos sobre los cuales se forma ideas
Cabría suponer que las relacioiies y conceptos, pero tambiCn las re- porque afectan su carne y dejan en ella una imagen de afectación. La
presentaciones de personas y cosas, se han desprendiao de representa- luna y los muertos, que durante la noche le visitan con aflicción o con
ciones de acoiitecimientos relacionales y situaciones relacionales. Las jiibilo, tienen ese poder; pero tambiCn el sol que le quema, y la fiera que
impresiones y emociones elementales que despiertan el espíritu del ser le aulla, el jefe cuya mirada le constriííe, y el chamhn cuyo canto le for-
Iiuiiiaiio "iiatu~l"soii las que proceden de aconteciinieiitos relacionales talece para la caza. El muna es precisamente lo actuante, aquello que ha
-xperieiicia de un interlocutor- y de situaciones relacionales -vida transformado la persona luna de allá arriba del cielo en un Tú que con-
con un iiiterlocutor-. No piensa en la luiia que ve todas las noches, has- mueve la sangre, y cuya huella mneniónica permanecería cuando de la
ta la noche e11que, en el sueño o eii la vigilia, viene corporalmente ha- imagen excitante se separase la imagen objetiva, aunque dicho munu no
cia 61, se le acerca, le hechiza con gestos, o le embelesa con contactos, aparezca sino en el agente y productor de una acción; es aquello con lo
e11iilgo iiiiiiirgo o diilce. De ella no conservii, por cjemplo, la represen- cual, cuando se posee, por ejemplo en una piedra mágica, cabe actuar de
tacióri óptica del disco luniínico móvil, y tainpoco la de. un ser demo- esa manera. La "imagen del mundo" del primitivo es mágica no porque
iiíaco a ella consustancial de algún modo, sino ante todo tan sólo la inla- tenga como centro la fuerza mhgica humana, sino porque Csta sólo es
geu excitante niotórica, que atraviesa su carne, de 'aquella acción lunar una variedad particular de la universal, de la que toda acción esencial
respecto de la cual sólo poco a poco se distancia la ipagen personal de procede. La causalidad de su imagen del mundo no es u n co~iri~iuutl~,
la luna actuante: s61o ahora comienza la memoria de lo experimentado sino un fulgurar, irradiar, y volcarse siempre nuevo de la fuerza, un mo-
cada noche iiicoiiscieiiteme~itea iluminarse como representación del vimiento volchnico sin contexto. Mana es una abstracción primitiva,
iigeiite y del productor de esa accióii, y a posibilitar su objetivación, a presumiblemente mds primitiva que por ejemplo el número, pero no
saber, el devenir Él o Ella de un Tú originariamente inexperimentable, más sobrenatural que él. La memoria, al escolarizarse, clasifica uno tras
i;iii sólo padecido. otro los grandes sucesos relacionales, las afecciones elementales; lo más
A partir de este c~rlicteri'elacioiial originario y largamente actuante importante para el instinto de conservación y lo más maravilloso para el
de todo fenónieiio esencial se hace tambien más comprensible un ele- instinto de conocimiento, precisamente "lo que actúa", es lo qu: más
iiieiito espirirual de In vida del priiiiitivo, muy estudiado y comentado energicamente se destaca, se realza, se autonomiza; pero lo menos im-
portante, lo no común, el cambiante Tú de las vivencias, retrocede, per- sistema dual, el ser humano presiente ya allí ese patetisnio cósmico del
manece aislado en el recuerdo, se objetiva poco a poco, y se distribuye yo, antes incluso de haber interiorizado la mismidad de su yo.
muy poco a poco en grupos, en géneros; y, en tercer lugar, hompilante Por el contrario, en el hecho natural, que traducirá en la palabra bási-
en su condición de separado, a veces más espectral que el muerto y que ca Yo-Ello la.expEriencia referida al Yo, el Yo todavía no está incluido.
la luna, pero siempre claramente incontrovertible, se alza el otro, el Este hecho es el distanciamiento, respecto de su entorno, de la carnali-
compañero "inalterable": "Yo". dad humana en cuarito que portadora de sus impresiones. La carnalidad
La conciencia de Yo no está más vinculada al poder originario del ins- aprende a conocerse y a distinguirse en esta su peculiaridad, pero esa su
tinto de "autoconservación" que al de los otros instintos; el Yo no quie- distinción permanece en la sola continuidad, y así no puede aceptar el
re propagarse allí, sino la carnalidad, que aún no sabe de ningirin Yo; no cardcter de yoidad implícita.
el Yo, sino la carnalidad, quiere hacer cosas, herramientas, juguetes, . Mas,cuando el Yo de la relación ha emergido y ha deveiiido existeii-
quiere ser "creadora"; e incluso en la función cognoscitiva primaria no te en su existencia separada, desiste él también, diluydndose extraña-
se encuentra un cognosco ergo sum, por ingenua que sea su configura- mente y funcionalizándose en el hecho natural del distanciainieiito de In
ción, ni un sujeto experimentador, por infantil que fuere. El Yo emerge carnalidad respecto de su entorno, y despierta en él la yoidad. S610 aho-
como elemento singular de la descomposición de las vivencias origina- ra puede surgir el acto yoico consciente, la primera forma de la palabra
rias, de las vitales palabras originarias Yo-Te-faciente y Tú-Me-faciente, básica Yo-Ello, de la experieiicia referida al Yo: El Yo surgido se eii-
despuds de la sustantivación y la hipostación del participio de presente. tiende como el ponador de las impresiones, y el entonio como su obje-
to. Esto ocurre, en verdad, precisamente de forma "primitiva" y iio
"epistemológica"; pero desde el momento en que se pronuncia la frase
"yo veo el árbol" de tal modo que ya no expresa uiia relación eiitie el
Yo-ser humano y el árbol-Tú, sino que afirma la percepcidn del árbol-
objeto por medio del ser humano-conciencia, ha alzado ya la barrera eii-
La diferencia fundamental entre las dos palabras básicas se pone de tre sujeto y objeto: se ha pronunciado la palabra básica Yo-Ello, la palo-
manifiesto en la historia espiritual del primitivo, pues ya en el aconteci- bra de la separación.
miento relaciona1 originario pronuncia la palabra básica Yo-Td de ma-
nera natural, por así decirlo anterior a la configuración de la forma, y por
ende antes de haberse conocido a sí mismo como Yo; por contra, la pa-
labra básica Yo-Ello sólo se toma posible en general al través de este co-
nocimiento, mediante el aislamiento del Yo.
La primera palabra básica, ciertamente, se descompone en Yo y Tú, - Entonces, jesa melancolía de nuestro destino sería una melanco-
pero no ha surgido de la reunión de ambos, es por su lndole anterior al Ila surgida en los tiempos más remotos?
Yo; la segunda ha surgido de la unión de YO; Ello, es por su lndole pos- - Ciertamente, en la medida en que la vida consciente del ser hu-
terior al Yo. mano es una vida surgida desde los tiempos más remotos. Pero en la
En el acontecimiento relacional primitivo, y por su exclusividad, está vida consciente sólo vuelve como humano surgir el ser cósmico. El es-
i:icluido el Yo. Como en ese acontecimiento, por su esencia, s61o exis- plritu aparece en el tiempo como un producto, incluso como un produc-
ten dos compañeros en su plena actualidad, el ser humano y lo que le to derivado de la naturaleza, y sin embargo precisamente es él aquel pro-
confronta, y, como el mundo se convierte en dicho acontecimiento en un ducto que la envuelve intemporalmente.
mentos en que visiblemente no existe ningún deseo de alimento, los de- que expresa cada vez más nitidamente la reciprocidad, la "ternura", pero
licados ademanes de las manos se tienden al vacio tras algo indetermi- el instinto de "autor" que se establece más tarde -instinto de produc-
nado. Siempre podría decirse que Cste es un ademán animal, pero con a
F cidn de cosas de modo sintttico o, donde esto no se da, de modo analí-
ello no se explica nada. Pues precisamente estas miradas, tras largos en- tico: por desmembración, por desgar:amiento se determina tambiCn
sayos, quedarán fijadas en un arabesco rojo del tapizado, y no se apar- .i
"or el surgimiento de una "personificación" de lo hecho, por un "didlo-
tarán de allí hasta que el alma del rojo se les haya revelado; precisa-
mente este movimiento adquirir6 su forr.ia y determinación sensible al
E go". El desarrollo anlmico del nifío estd indisolublemente ligado al de-
sarrollo de la petición de Tú, a las satisfacciones y decepciones de esiii
contacto con un osito de peluche, e interiorizará con todo amor e inol- petición, al juego de sus experimentos, y a la seriedad trágica de su de-
vidablemente la forma de un cuerpo completo; en ambos casos no hay sorientación. La genuina comprensión de estos fenómenos, perjudicada
experiencia de un objeto, sino interacción -naturalmente sólo en la con cada intento de retrotraerla a esferas más estrechas, s61o puede ser
fantasfa- con un interlocutor que actúa como viviente. (Tal "fantasla" favorecida si en su consideración y discusión se tiene presente su origen
no es sin embargo eii modo alguno un "animismo cósmico"; es el ins- cósmico-metacósmico: el emerger a partir del indiviso mundo originario
tinto de hacer de toda cosa un Tú, el instinto de relación cósmica que, anterior a la forma, del cual ha salido ya, en efecto, el individuo corpo-
cuando no le es dado ningún interlocutor viviente y activo, sino su sim- ral nacido en el mundo, pero todavla no cabalmente el ser carnal iictuii-
ple imagen o símbolo, completa el ajeno actuar vital'con la propia ple- lizado, esencial, que sólo lentamente ha de surgir a partir de ese mundo
nitud). Carentes de significación y obstinadas en la nada resuenan toda- originario, precisamente por medio de su entrada en relaciones
via pequeñas c inarticuludas voces; pero precisamente ellas se habrin
convertido algún día, imprevisiblemente, en diálogo. ¿Con quitn? Tal
vez con la tetera que hierve a borbotones, pero convertidos en diálogo. 35 ?C
Ciertos movimientos calificados como reflejo son una sólida paleta para
la construcci6n del mundo por la persona. No es precisamente que el
niño s61o perciba un objeto y que entre despuCs en relación con 61, sino El ser humano se torna Yo en el Tú. El interlocutor viene y desapa-
que la tendencia relacional es lo primero, la mano extendida hacia la rece, los acontecimientos relacionales se condensan y se disipan, y, en
cual se acerca el interlocutor; lo segundo es la relación con Cste, una for- este cambio, la conciencia del compafiero que permanece idéntico, In
ma previa del decir Tú aún iio verbal; pero la transformación en objeto conciencia del Yo, se ilumina y crece cada vez más. Ciertamente aúii
es un resultado tardío surgido de la disociación de las vivencias origi- aparece tan sólo en la trama de la relación, en la referencia al Tú, conio
narias, de la separación de los interlocutores unidos, lo mismo que el un llegar al .sonocimiento de aquello que tiende al Tú y que no es el Tú,
convertirse en Yo. Al comienzo está la relación como categorla del ser, pero emergiendo cada vez más fuertemente, hasta que al fin el vínculo
como disponibilidad, forma incipiente, m,odelo anímico: el apriori de la se rompe y, a lo largo de un instante, el Yo se enfrenta a sí mismo, el di-
relación, el Tú innuto. suelto, como a un Tú, para tomar en seguida posesión de sí, y en ade-
Las relaciones vividas son realizaciones.del Tú innato en aquel que lante entregarse en su toma de conciencia a las relaciones.
realiza el encuentro; el hecho de que este Tú pueda ser conocido como Mas sólo ahora puede constituirse la otra palabra básica. Pues cier-
interlocutor, aceptado en la exclusividad, y, finalmente, interpelado con tamente el Tú de la relación ha palidecido continuamente, pero con ello
la palabra básica, todo eso se funda en el apriori de la relación. no se ha convertido en el Ello de un Yo, ni en objeto de un percibir y
En el instinto de contacto -primariamente instinto de "roce" táctil, experimentar desvinculado, tal y como lo será en adelante, sino por así
luego óptico, con otro ser- se realiza el Tú innato muy pronto, de modo decirlo en un Ello para sí, en un ser anteriormente no tomado en corisi-
deración y que para surgir espera nuevos acontecimientos relacionales. vierten en coordinables, El Tú no conoce ningún sistema de coordena-
Verdaderamente el cuerpo que se sazona hacia la carne se diferenciaba das.
de su entorno en cuanto portador de sus impresiones y ejecutor de sus Pero, habiendo llegado hasta aquí, es menester expresar tarnbién
impulsos, en el agruparse para orientarse, no en la absoluta separación aquella otra parte sin la cual esta parte de la verdad básica sería un frag-
del Yo y el objeto. Y ahora el Yo separado emerge, transformado: redu- mento inservible: el mundo ordenado no es el orden del mundo. Hay
cido de su plenitud sustancial a la condición de punto funcional de un momentos de profundidad silenciosa en que el orden del mundo cs con-
sujeto que experimenta y usa, se apodera de todo "Ello que es para sí" templado como actualidad. En ese vuelo se escucha el sonido cuya in-
y se afirma a sí mismo junto con él en orden a la otra palabra básica. El descifrable imagen musical es el mundo ordenado. Estos iiistaiites son
ser huniíiiio que ha llegado íi ser capaz de Yo, el que dice Yo-Ello, se si- inmortales, estos son los más pasajeros: ningún contenido puede ser re-
túa ante las cosas, no frente a ellas para el torrente de la acción recí- tenido de ellos, pero su fuerza atraviesa la creacióii y el conocimiento
proca; incurvado sobre las cosas con la lupa objetivante de su mirada del ser humano, irradiaciones de su fuerza penetran en cl mundo orde-
de miope, u ordeniIndolas para lo escénico con los prismáticos objeti- nado y le derriten una y otra vez. Tal es la historia del individuo, tal la
vantes de su mirada de presbite, aislándolas en su consideración sin de la especie.
sentimieiito de universalidad; aqueilo sólo podría alcanzar7,0en la rela-
cióii, esto s61o a partir de ella. Únicamente ahora experimenta él las
cosas como sumas de cualidades: Ciertamente las cualidades habfan
pciiiiaiiecido eii su nie~iioriaa partir de cada vivencia relacional, perte-
necientes a su Tú recordado, pero solamente ahora las cosas se compo-
neii para 61 de sus cualidades; con el solo recuerdo de la relación - o n í - Para el ser humano el mundo es doble, según su propia doble actitud
rico, o iniüginario, o peiisado según la clase de este ser humano- ante él.
coinpleta el iiúcleo que se manifestaba vigorosamente en el T6, abar- Percibe el ser en tomo a sf, las simples cosas, y los seres en cuanto
cando todas las cualidades, la substancia. Y tambiéii únicamente ahora cosas, percibe el acontecer en tomo a sí, los simples sucesos y las üc-
sitíia las cosas en un contexto espacio-tempo-causal, sólo ahora recibe ciones en cuanto sucesos, las cosas componiendose de propiedades, los
cada una su lugar, su curso, su mensurabilidad, su condicionalidad. El sucesos componiBndose de momentos, las cosas en la red cspaciül, los
Tíi aparece, eii efecto, en el espacio, pero precisamente en el espacio del sucesos incluidos en la red temporal, las cosas y los sucesos limitados
interlocutor exclusivo en que todo lo demas solamente puede constituir por otras cosas y sucesos, mensurables en ellos, comparables con ellos,
el rransfondo del que el Tú se destaca, no su límite y su medida; el T6 un mundo ordenado, un mundo separado. Este mundo es en alguna
aparece en el tiempo, pero en el del acontecimiento cumplido en sí, que medida digno de confianza, tiene densidad y duración, su articulación
c, vivido no como parte de una secuencia rlgida y sólidamente anicu- puede supervisarse, se le puede hacer presente continuamente, se le re-
liida, sino en una "duración" cuya dimensión puramente intensiva s61o produce con ojos cerrados y se le testifica con ojos abienos; está cierta-
resulta determinable a partir de sf mismo; el Tú aparece simultánea- mente ahl, tocando tu piel si lo consientes, acurrucado en tu alma si lo
iiiente coi110 agente y conio receptor del efecto, pero no añadido a una prefieres, es en efecto tu objeto, continúa siéndolo según tu gusto, y per-
cadena de causaciones, sino en su acción recíproca con el Yo que es co- manece extraño para ti, fuera de ti y en ti. Lo percibes, lo tomas por
iiiieiizo y fin del acoiitecer. Esto pertenece a la verdad básica del mun- "verdad" para ti, se deja captar por ti, pero no se te entrega. Sólo res-
do iiiodenio: s610 el Ello puede ser ordenado. Solamente en la medida pecto de él puedes "ponerte de acuerdo" con otros, él está dispuesto a
eii que las cos;is que eran nuestro Tú pasan a ser nuestro Ello se con- s r para vosotros objeto común, incluso aunque a cada uno 61 sc Ic an-
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toje diferente. pero tú no puedes encontrar a otros en 61. No podrías con-
tinuar viviendo sin él. su autenticidad te mantiene, pero si murieses en El mundo del Ello tiene cohereiicia en el esp;icio y en el tiunpo.
él serías enterrado en la nada. El mundo del Tú no tiene iiingusii coheriiiciii eii el C S ~ ~ C ni ¡CiiO
Por otro lado el ser humano se enfrenta al ser y al devenir como a lo tiempo.
que le interpela. siempre solamente como una realidad esencial, y a cada Cada Tú debe'-lli-gar a ser un Ello una vez transcurrido el acoiiieci-
cosa sdlo como realidad esencial; lo que allí existe se le descubre en el miento de la relaci6n.
xontecer, y lo que allf le ocurre se le presenta como ser; ninguna otra Cada Ello piiedr convertirse en u n Tú por la entrada en el aconteci-
cosa es tan presente como ésta, pero esta implica el mundo entero; me- miento de la relación.
dida y comparación se escapan; de ti depende cuánto de lo inconmen- Estos son los dos privilegios básicos del mundo del Ello. Ellos niur-
surable se convierta en realidad para ti. Los encuentros no se ord!nan ven al ser humano a contemplar el iiiuiido del Ello coiiio oiuiido e11 cl
para el mundo. pero cada uno de ellos es para ti una seilal del orden del cual se tiene que vivir y en el cual también es grato vivir. el que u i i i i o
mundo. Ellos no estfin ligados entre si, pero cada uno te garantiza tu so- le aguarda con toda clase de estímulos e iiicihciones. acreditacioiics !
lidaridad con el mundo. El mundo que asi se te aparece es incierto, pues conocimientos. Los momentos-Tú aparecen en esta sólida y saliid;ihlc
siempre se le aparece como nuevo, y tú no podrias tomarle la palabra; crónica como prodigiosos episodios lírico-draniáticos, de un encanto se-
carece de densidad. pues todo en t?I lo penetra todo; carece de duración, ductor, ciertumeiite, pero peligrosaiiielite arrebaiadores hacia 10 i i i h ~CS-
pues lo mismo llega sin ser llamado, que desaparece cuando es reteni- trenio, diluyendo el contexto experimentado, dejando atrás más preguii-
do; es inexaminable: si lo quieres hacer examinable, lo pierdes. Viene, y tas que contentamiento, quebrantando la seguridad. taii inlióspitos coiiio
viene a ofrecérseie; si no te alcanza, si no te encuentra, desaparece; pero indispensables. Y puesto que, sin embargo. es iiecesario volver desdc
vuelve de nuevo, cambia. No estd fuera de ti, te toca en lo profundo y si ellos ''al mundo", ipor que no pen~iauecereii el? ¿Por qliC 110 1lsiii;ir . 1
tú le llamas "alma de mi alma" no has dicho demasiado: pero cuidate de orden a ]o que tenemos enfrente y reniiiirlo ii 1;i coiidicióii de ol?iti<i'?
querer trasplantarlo en tu alma, pues entonces le aniquilas. Es tu actua- ¿Por que si alguna vez no se puede por menos de decir, por ejemplo. Tii
lidad: sólo en la medida en que le tienes. tienes tú actualidad; y puedes al padre. a la mujer, al compañero, por que iio decir TCi y pensar Elloa?
convertirle en objeto para ti. experimentarlo y usarlo, tienes que hacer- Producir el sonido Tú con los órganos bucales todavía no quiere decir
lo continuamente, pero entonces ya no tienes actualidad. Entn tú y 61 en absoluto pronunciar la misteriosa palabra básica; mis aún. susurrar
biiy recil".ocidad dcl don; tú le dices Tú y te das a 61. 61 te dice Tú y se un amomi0 TL'Icon el iilina c algo sin peligro .mientms
~ . no sc tiene el1
da a ti. Respecto de él no puedes ponerte de acuerdo con otros, estás serio otra intención que la de experimentar y utilizar.
solo coi1 CI; pero él te enseiía a encontrar a otros y a mantener su en- En el solo presente no se puede vivir, le devoraria n uiio si 110se ho-
cuentro; y, por el favor de sus apariciones y por la melancolfa de sus biese preocupado de superirlo rjpida y fuiidanieiitali~ieiiic.Sin ciiib:ii'-
despedidas, te conduce hacia el Tú, en el cual se cnizan las llneas para- go, es posible vivir en el simple pasado; es mas, sólo en Pi cabe orguiii-
lelar de las relacioiies. No te ayuda :i conservarte en vida, solamente te zar una vida. S610 se necesita dedicar cada iiisiiiiite o experimentar y ;i
usar, y entonces ya no abrasa.
ayuda a vislumbrar la eternidad. - En fin, con toda Ia seriedad de la verdad, escucha esto: sin el Ello 110
puede vivir el ser hl,unano. Pero quien solameiite vive Coi1 el El10 110 i's
La historia del individuo y la de la especie humana, por mucho qiie
puedan disociarse, coinciden en todo caso en una coso: en que anibah
conllevan un crecimiento progresivo del iiiuiido del Ello.
Esto es cuestionado respecto de la historia de la especie; se seiiala
que las sucesivas civilizaciones siempre comienzan con un estadio pri-
mitivo homogCneamente construido, aunque coloreado de diferentes
modos, y con un pequeño mundo de objetos conforme a él; de ese modo
la vida del individuo no se corresponderfa con la de la especie, sino coi1
la de cada cultura en particular. Pero., si se prescinde de las aprireiitr-
mente aisladas, se observa que aquellas culturas que se eiicuentraii bajo
el influjo histórico de otras adoptan en un determinado estadio -no
muy temprano, auiique precedieiido a su 6poca de pleiiiiud- el iiiundo
del Ello de'aqukllas, sea por recepzión inmediata de la cultura todavía
contemporiínea, tal como la griega respecto de la egipcia, sea por re-
cepción mediata de la cultura anterior, tal y como la cristiandad occi-
'dental recibió la griega: Tales culturas aumentan su mundo del Ello no
sólo por propia experieiicia, sino tainbiSii por los iiifliijos recibidos dcI
exterior, y sólo ahora, en la así desarrollada, se pleiiifica lo cxpaiisióii
definitiva, descubridora. (Provisioiialmente dejaremos de lado cuáii
graiideii~eiiteIiaii participado cii ello Iri coiiiciiiplaci6ii y lus iicioacioiics
del mundo del Tú). De este modo, en general, el mundo del Ello de toda
cultura es mAs extenso que el de su precedente, y a pesar de ciertas iii-
terrupciones y de retrocesos aparentes hay que reconocer clnrameiiic eil
la historia el aumento progresivo del mundo del Ello. No es relevante al
respecto si a la "imagen del muiido" de una cultura le corresponde niíís
el carácter de la finitud o el de la, por así decirlo, iiifinitud, más propia-
mente dicho, de la no fiiiitud; un mundo "finito" puede muy bien conte-
ner miís componentes, cosas, procesos, que uiio "iiiliiiito". TambiCii hay
que tener en cuenta que se debe comparar no s61o el alcaiice del coiiu-
cimiento relativo a la naturaleza, sino tarnbiéii el de la difereiiciacióil so-
minal del acontecimiento intrincado. pues eso universal fue percibido en desde la oscuridad, y tste respondió con su vida. Aquí la palabra sc ha
lo particular, en el cara a cara. Pero ahora es encerrado en la forma-filo hecho vida uiia y otra vez, y esta vidn, cuinpliese liis ieyes o Iris qiichrn-
del conocimiento conceptual. Aquel que lo libera de allf y de nuevo lo se -lo uno y lo otro en todo caso es iiecesario para que el espíritu iio
mira presencialmente resitúa el significado de ese acto cognoscitivo muera en la tierra-, es enseñanza. Asl esta palabra se presenta ante los
como un acto real y efectivo entre seres humanos. Pero también se pue- que vienen después iio para enseííarles lo que es ni lo qiie debe ser, siiio
de tratar al conocimiento de forma tal que se diga: "Por tanto, asi se re- cómo es vivida en el esplritu ante la presencia del Tú. Y esto significa
laciona, así se llama la cosa, asl ha sido prodiicida, y en consecuencia le que en todo momento está dispuesta a convertirse en un Tú para ellos. y
corresponde" que se t.rate como a Ello a lo que ha devenido Ello, que a abrir el mundo del Tú; o mejor, no s61o está dispiiesta. sino qiie vieiir
como tal Ello sea experimentado y utilizado, como Ello aplicado a la ininterrumpidamente a ellos, y les conmueve. Pero ellos, que se Iiaii
empresa de "orientarse" en el mundo, y luego a la de "conquistar" el vuelto desganados e incapaces para el intercambio vivieiite que abrt: el
mundo. mundo, están enterados de todo; ellos han eiiceri.ado lu persoiiii eii la
Así tambieii el arte: En la contemplaci6n de algo interpelante se le historia y sus discursos en las librerías; ellos haii codificado asiiiiisnio el
revela al artista la forma. Él la fija en una imagen. La imagen no habita cumplimiento o la ruptura; y tampoco codician con adoracióii ni niiicho
en un mundo de dioses, sino en este gran mundo de los seres humanos. menos con veiieración, bastante inezclada coi1 psicología, segúii le ciia-
Ciertamente está "ahi"', aun cuando ninguna mirada humana la visite; dra al ser humano moderno. iOh rostro solitario como estrella en la os-
pero duerme. El poeta chino cuenta que los seres humanos no habian curidad, oh dedo viviente sobre uiio frente iiiseiisible, oli tlesvaneciciirc
querido oír la canción qiie CI tocaba con su flauta de jade, entonándola paso!
entonces para los dioses, los cuales abrieron el oldo, momento a partir
del cual tambiCn los seres humanos quedaron a la escucha de la canción;
así pues, el poeta ha ido desde los dioses hasta aquellos de quienes la
imagen no puede prescindir. Tras el encuentro con el ser humano espe-
ra ansiosamente, como en un sueíío, que 61 rompa el hechizo y abrace la
fcrma durante un instante intemporal. Hele ahl a ese ser humano Ilega- El desarrollo de la funci6n experiineiitadorri y iitilizadoia se pi-odticc
do ya, experimentando lo que hay que experimentar: asi ha sido hecha sobre todo por disminución de la capacidad relaciona1 del ser humaiio.
la cosa, o esto se expresa en aquello, o sus cualidades son de tal natura- El mismo ser humano que preparaba su espíritu coino medio para cl
leza, y naturalmente tambien quC rango alcanzan. gozo, jcómo se conduce con los seres que le rodean?
No es que el entendimiento cientlfico y estCtico no sean necesarios, Hallándose bajo la palabra bhsica de la separacióii, que tnantienl: cs-
pues lo son para hacer su obra fielmente y para sumergirse en la verdad cindidos al Yo y al Ello, ha dividido su vida con sus semejantes en do5
supraintelectiva de la relación, que abarca lo inteligible. distritos netamente circunscritos: instituciones y sentimientos. Distrito-
Y en tercer lugar está el puro actuar, la acción sin capricho, elevada Ello y distrito-Yo.
por encima del espíritu del conocimie?to y del esplritu del arte, pues Las instituciones son el "afuera" el] que se persigue toda clasc de
aquí el eflmero ser humano no tiene que enfrentarse imaginativamente fines, en que se trabaja, se negocia, se influye, se emprende, se compi-
al material más duradero, sino que, sobrepasándole 61 mismo en dura- te, se organiza, se economiza, se administra, se predica, soii el tejido
ción como imagen, rodeado de murmullos por la música de su viviente casi ordenado y de alguna manera consensuado, en el cual, con la parii-
discurso, asciende al cielo estrellado del esplritu. Aqul, desde el miste- cipación múltiple de cabezas humanas y de mieinbros humanos, tiene
rio más profundo, se le apareció el Tú al ser humano, le habló él mismo lugar el curso de los acontecimientos.
Los sentimientos son el "adentro" en el que se vive y se descansa de I la desesperación por la irrealidad de estos le hablará fácilmente de la
las institucioiies. Aquí se le mueve a uno el espectro de las emociones existencia de algo mejor, pues tambien la desesperación es un seiiti-
ante la inirada iiiteresada: aquí uiio goza de su afecto y de su desafecto, miento, y como tal sentimiento interesa.
de su placer, y, si no es demasiado violento, de su dolor. Aquí uno está Los seres humanos que sufren porque las instituciones no promueve11
en casa y se arrellaiia en la mecedora. ninguna vida pdblica han encontrado un remedio: habría que flexibiliznr
La5 iiistituciones soii un foro complicado, los sentimientos un - e n las instituciones precisamente por medio de los sentimientos, o disol-
todo CiiSO- iiposeiito rico eii variaciones.
Naturalmente, la separacióii entre ambos está continuamente amena-
zada, p~ieslos seiitiinieiitos cuprichosos a veces irrumpen eii las institu-
ciones más sólidas, pero esa separación puede restablecerse con buena
l verlas, o romperlas, sería menester renovarlas precisamente por medio
de los sentimientos, en la medida en que se introdujera en ellas la "li-
bertad del sentimiento". Cuando, por ejemplo, el Estado automatizado
agrupa a ciudadanos totalmente extraños entre sí, sin cimentar ni pro-
volunt~id. - mover reciprocidad alguna, se dice que hay que reemplazarlo por la co-
Lo iiiiís difícil es uiiii separnción drástica eii los terrenos de la así Ila- munidad de amor; y que la comunidad de amor debc surgir precisamcn-
iiiada vida persoiial. Eii el inatrimoiiio, por ejemplo, dicha separación no te cuando las gentes, a partir de un sentimiento libre, entusiástico, sc
cabe a veces sin inrís, aunque se da. Ella se produce sobre todo en los te- agrupen y resuelvan vivir juntas. Para el ser humano, einpero. esto no es
ireiios dc Iii iisi Iliiiiiudu vida pública; coiisidkrese por ejeinplo cudii irre- asl; la verdadera comunidad no surge por el hecho de que lis gentcs teii-
prochablemeiite en la vida de los partidos, pero también de los grupos gan sentimientos recíprocos -aunque obviamente tampoco puede ha-
teiiidos por no partidistas y de sus "inoviniieiitos", se distinguen entre sl berla sin ellos-, sino por estas dos cosas: porque todas ellas estén eii-
las sesioiies teiiipestuosiis y la adiniiiistracióii que eii el fondo se arras- tre sf en viva relación recíproca con un centro viviente, y porque estén
tra ciiiisiiiaineiite, yii sea de forina equilibrada y mecdnica, o desordena- entre sl en viva relación reclproca. Lo segundo se desprende de lo pri-
da y orgiiiicii. mero, pero todavía no esta dado con 2110. La viva relación recíproca in-
Pero el Ello separado de las iiistitucioiies es un golun, y el Yo sepa- cluye sentimientos, pero no procede de ellos. La comunidad se edifica a
rado de los seiitiiiiieiitos iiii piíjnro iiiiíiiiico revoloteando. Ni uno ni otro partir de la viva relación recíproca, pero el maestro de obra cs el vivo
coiioceii al ser Iiuiiiaiio; iiqut5l sólo el ejemplar, &!e sólo el "objeto", centro activo.
ninguno la persona, ninguno la comunidad. Ni uno ni otro conocen la Tampoco las instituciones de la así llamada vidn personal pueden ser
presencia: ~iqiiCllos,iiicluso los niris moderiios, sólo el pasado tieso, el renovadas a partir del libre sentimiento -aunque obviamente tampoco
ser acabiido; Cstos, iiicluso los inás perseveraiites, un;i y otra vez sólo el sin el-. El matrimonio, por ejemplo, nunca se renovará a partir de algo
instante evanesceiite, el no ser todavía. Ninguno de ellos tiene acceso a distinto a aquello de lo cual el verdadero matrimonio surge desde siem-
la vida real. Las iiistitucioiies no producen ninguna *
vida pública, y los pre, asaber, que dos seres humanos se revelan el Tú recfprocamente. So-
sentimientos ninguna vida personal. bre este fundamento, el Tú, que no es el Yo de ninguno de los dos,
Coii dolor crecieiite y eii número creciente sienten los seres humanos edifica el matrimonio. Éste es el hecho metafísico y m:tapsíquico del
que las iiistitucioiies no pruduceii iii~i~uiiavida pública; Cste es el lugar amor, que sólo se acoinpaña por los sentimientos de amor. Quien quie-
del que parte la aiigustia biiscadora de nuestra contemporaneidad. Que ra renovar el matrimonio por otro procedimiento no difiere esencial-
los seritiiiiieiitos iio produce11iiiiiguiia vida personal sólo unos pocos lo mente de quien quiere abolirlo: ambos ponen de manifiesio que ya no
han coniprendido; aquí parece, ciertamente, residir lo mAs personal; y conocen el hecho. Y, en realidad, si de toda la cacareada erótica de nues-
niin cuando recientemente se haya aprendido, como el ser humano mo- tros dtas se quitase cuanto hace relación al Yo, y en consecueiicia toda
deriio, ii ociipnrse ainpliiiiiieiite con los propios sentimientos, tampoco relación en la cual uno no esta en absoluto presente para el otro, en la
cual no se ha hecho en modo alguno presente respecto de 61, sino que
uno s61o se goza a si mismo en el otro, ¿que quedarla, en efecto? unida a que no ve como portadores del Tú inexperimentable a los seres
L1
Vida pública verdadera y vida personal verdadera son dos figuras en :, humanos con los que tienen que tratar, sino como centros operacionales
:
-
compenetración. Para que ellas surjan y duren se requieren sentimien- y tendenciales quehay que evaluar y utilizar según sus particulares ap-
tus, que son el contenido cambiante, y se requieren instituciones, que titudes? ¿No se derrumbaría su mundo sobre 61 si en vez de añadir
son la forma permanente. pero ambos juntos aJn no crean la relaciona- j 81+É1+81en orden a un Ello, intentara hacer la suma de Tú y Tú y Tú.
lidad humana. sino un tercero, la presencia central del Til. mds aún, para .: de donde nunca resulta algo que no sea de nuevo un Tú? ¿No significa-
decirlo más verdaderamente. el Tú central acogido en la presencia. ría esto cambiar el magisterio formativo por un diletantismo experi-
mentador, y la razón iluminadora por un brumoso sentimeiitalismo? Y si
desde los dirigentes miramos a los dirigidos. ¿la evolución misma en la
fonna moderiia del trabajo y en la forma moderna de la posesión no han
borrado casi todo rastro de vida recíproca, de relación plena de sentido?
Sería absurdo querer limitarlas, y, si tal absurdo se produjera, entonces
La palabra básica Yo-Ello no es perjudicial, conio tampoco la mate- se d e s t ~ i r i aigualmente el enorme aparato de precisión de esta civili-
ria es perjudicial. Lo perjudicial serla que la mateda se atribuyese lo zación, Ii, única que posibilita la vida de la humanidad extraordinaiia-
existeiite. Si el ser humano la deja dominar, le invade el incesantemen- mente incrementada.
te creciente mundo del Ello. el propio Yo se despotencia en favor suyo, - Orador, hablas demasiado tarde. Hasta hace muy poco tiempo hu-
hasta que el incubo sobre 61 y el fantasma dentro de 61 susurran mutua- bieses podido creer en tu discurso, pero ahora ya no puedes. Pues hace
mente el reconocimiento de su no salvaci6n. un instante has visto como yo que el Estado ya no es dirigido; los fogo-
neros aún apilan carbón, pero los directores s61o en apariencia dirige11
las miíquinas que van a toda velocidad. Y en este instante mientras ha-
blas puedes oir como yo que la maquinaria de la eco~ioniíacomienza í i
zumbar de forma insólita; los maestros de obra se ríen de ti deliberada-
mente, pero la muerte se asienta en sus corazones, Ellos te dicen que
- pero entonces no estJ IU vida comunitaria del ser humano hun- adaptarfan la maquinaria a las circunstanciss, pero t ú observas que en
dida con necesidad en el mundo del Ello? 'En su extensión actual y en adelante s61o podrían adaptarse a la maquinaria en la medida en que ella
su actual configuración son pensables las dos CAmaras de esta vida. la lo permita. Sus voceros te dicen q?e la economfa incorpora la herencia
Econoinh y el Estado. sobre otra base que sobre la de una renuncia del Estado, pero tú sabes que no hay otra cosa que heredar sino la tini-
consciente a toda "inmediatez". incluso sobre un rechazo flexible, deci- nfa del Ello en expansi6n. bajo el cual el Yo, cada vez más incapaz de
dido. de toda instancia "extraña". no procedente de su propio terreno? Y dominio, sueña aiin con ser el amo.
si el yo que experimenta y que usa es el que manda aqul, el que usa bie- La vida comunitaria del ser humano no puede, como tampoco el ser
nes e instituciones en la economfa, el que usa las opiniones y las ten- humano mismo. renunciar al mundo del Ello. sobre el cual planea la
denciiis en la política. 'no es precisamente a esta soberanfa ilimitada a presencia del TLIcomo el espiritu sobre las aguas. La voluntad de aprc
la que hay que agradecer la extensa y sdlida estructura de las grandes Ea- vechamiento y lavoluntad de poder del ser humano actúan de forma na-
lidades "objetivas" en estos dos dominios? Y ¿la grandeza imaginativa tural y legitima en tanto que van ligadas a la humana voluntad relacio-
del estadista dirigelitr y del economista dirigente no va precisamente nal y sostenidas por ella. No hay ningúii iiisiinto iiiiilo h i i ~ t i iqiie
instinto se separa del ser; el instinto ligado al ser y por él determinado
es el plasma de la vida comunitaria, el separado del ser es su descom- No es importante que el Estado regule la economía o la economía el
posición. La economía, corazón de la voluntad de aprovechamiento, y Estado mientras ambos no se hayan transformado. Es importante que las
el Estado, corazón de la voluntad de poder, participan de la vida en tan- instituciones del Estado se hagan más libres y la economía más justa,
lo que participan del espíritu. Si reniegan de él reniegan de la vida; lo pero no para el problema aqul tratado de la vida real; las instituciones
real se toma, naturalmente, su tiempo para llevar a cabo su tarea, y du- no pueden llegar a ser libres y justas de suyo. Pero lo decisivo es si el
rante un buen rato parece ver moverse una imagen donde ya desde hace espíritu que dice Tú y que responde permanece en la vida y en la reali-
lieiiipo se agita uii inecaiiisnio. Coii la introducción de cualquier tipo de dad; si lo que aún ha fecundado de el en la vida comunitaria del ser hu-
inmediatez no se produce allí de hecho ningún remedio; la flexibiliza- mano se ha sometido luego al Estado y a la economía, o está operante
ción de la ecoiiomla dirigida o del Estado dirigido no puede compensar autónomamente; si lo que de CI persiste todavia en la vida personal del
el hecho de que éstos no se encuentren ya bajo la supremacía del espí- ser humano se incorpora de nuevo a la vida común. Eso, evidentemen-
i.itii que dice Ttí; iiiiiguiia revolucióii de la periferia puede reemplazar la te, no se hará con una fragmentación de la vida comunitaria en reinos
relacióii vital con el centro. Las estructuras de la vida humana comuni- independientes a los cuales pertenecería también la "vida espiritual";
iiirin iidquiereii su vida a partir de la abundancia de la capacidad rela- ello sólo significarfa abandonar definitivamente a la tiranía las r ~Iiones
a b'
cioiial que poseeii sus iiiieinbros, y su forma auténtica a partir del vln- sumergidas en el mundo del Ello y despotenciar totalmente al espíritu,
culo de esta fiierza en el espíritu. El estadista o el ecoiiomista que rinde pues de suyo el espíritu nunca actúa en la vida en cuanto que 61 mismo,
tributo al espíritu no superficializa; él sabe bien que a los seres huma- sino sobre el mundo atravesando y transformando con su poder el mun-
nos con los que ha de tratar 110se les puede enfrentar como simples por- do del Ello. El espíritu está verdaderamente "cabe sí" si puede confron-
tadores del Tú sin arruinar sil obra; pero se atreve a hacerlo, sólo que no tar al mundo que se abre a él, darse a él, liberarse a él y eii él. Esto sa-
sin iiiíís ni iiiíís, hasta el liinite que a 151 le inspira el espíritu; y ahi el es- lamente lo podria la espiritualidad dispersa, debilitada, degenerada,
píritu le iiispira los Iíiiiites; y el atrevimiento que hubiese hecho saltar contradictoria, que hoy representa al espíritu, si de nuevo floreciese en
L I I ~ L estructura
I aislada tiene éxito en la estructura sobre la que se cierne orden a la esencia del espíritu. en orden al poder decir Tú.
la nctuulid;id del Tú. No es un fiiiiitico, sirve a la verdad que -supra-
i.i.acional- no atenta coiitra la razón, sino que la contiene en su interior.
En lu vida coiiiuiiituiiu no Ii:ice siiio lo que en lo vidii personal hace el
ser Iiumaiio que se siente totalmente incapaz de realizar el Tú en puri-
dad, y que sin enibargo lo experinieiita diariamente en el Ello, según la
iioriiia y medida de este día, estableciendo diariamente de nuevo los Ií- En el mundo del Ello impera ilimitadamente la causalidad. Todo fe-
iiiites, (lescubriendo esos limites. Igualmente el trabajo y la posesidn no - nómeno "físico" perceptible por los sentidos, pero tambien todo fen6-
pueden tampoco ser rescatados a partir de sí mismo$ sino por el espiri- meno psiquico encontrable o encontrado, vale con necesidad como cau-
tu: sólo por su presencia puede afluir a todo trabajo sentido y alegria, a sado y causante. De ahl tampoco hay que excluir los fenómenos a los
toda posesión respeto y devocióii, iio pleiiamente peso sí moderada- cuales podría atribuirseles el caríícter de finalidad, en cuanto compo-
iiieiite: sólo por 61 puede todo lo trabajado y todo lo poseído, permane- nentes del continuum del mundo del Ello: este tolera, en efecto, una te-
ciendo adherido al inundo del Ello, transfigurarse hacia el interlocutor y leología, pero s61o como el reverso operado en una parte de la causali-
Iiaci;i la piiteiiciri del Ttí. No hay iiiiigúii retroceso, Iiay, incluso en el mo- dad, el cual no perjudica su totalidad convergente.
iiieiiro de la iiids profuiida iiiiseria, iiicluso en él, un excedente antes in- El imperio ilimitado de la causalidad en el mundo del Ello, de fun-
sospechado. damental importancia para el orden científico de la naturaleza, no opri-
me al ser humano, el cual no se limita al mundo del Ello, sino que siem-
pre puede trascender de él hacia el mundo de la relación. Aqul el Yo y probar su eficacia. Lo que aqui se llama necesidad no puede aterrorizar.
el Tú estin libremente uno frente a otro en una acción reclproca no re- le, pues ha conocido alll la verdadera necesidad, el destino.
ferida a ninguna causalidad ni modulada por ninguna; aquf se garantiza Destino y libecad estan reclprocamente prometidos. El destino úni-
para el ser humano la libertad de su ser y la del ser. S610 quien conoce camente encuentra a quien realiza la libertad. En que yo descubra la ac-
la relacidn y sabe de la presencia del Tú esttí capacitado para decidirse. ción que me requiere. en eso. en el movimiento de mi libertad. se hace
El que se decide es libre, porque se ha situado ante el rostro. patente para mf el misterio; pero tambikn en el hecho de que 110pueda
He aquf la sustancia fgnea de toda mi capacidad de querer bullendo realizarla tal como yo la pensaba. también en la resistencia. se me hace
indómita. girando primitivamente todo lo posible para ml, enredada y patente el misterio. A quien olvida toda condición de causado y se dcci-
como inseparable, las miradas seductoras de las potencias de todos los de desde lo profundo, a quien aparta de sí bieiies y vestido y se prescii-
confines resplandeciendo. el todo como tentación, y el Yo, surgido en un ta desnudo ante el rostro, a ese que-es libre, el destino - e n cuanto que
instante. con las dos manos hacia el fuego, hasta lo profundo, donde se compañero de su libertad- le mira de frente. El destino no es su lími-
esconde el acto único que me interpela. mi acto, conmovido: [Ahora! Y, te, es su complemento; libertad y destino se abrazan eiitre sí hacia el
tan pronto como se ha desterrado la amenaza del abismo, la pluralidad sentido; y en el sentido contempla el destiiio los ojos Ileiios de luz, ;iCiii
sin núcleo ya no aparece en la igualdad cambiante de su anhelo, sino antes tan severos, como la gracia misma en ellos.
que s61o dos son coexistentes. lo otro y lo uno, el e m r y la misi6n. Mas No, al ser humano que portando la chispa vuelve al mundo del Ello
s61o ahora comienza la realización en ml. Pues el haber decidido no no k oprime la necesidad causal. Y de los seres humanos de espíriiu
consistirfa en que lo uno hubiese sido realizado y lo otro hubiese per- brota en las Cpocas de vida sana la confianza para todo el pueblo; para
manecido almacenado cual masa caduca que, capa a capa, me escorifi- todos, también para los mas sordos, está ahí ya de algún modo. natura-
case el alma, sino que solamente quien dirige toda la fuerza de lo otro listamente, instintivamente, oscuramente, reco~iocidoel encuentro, la
al cumplimiento de lo uno, quien deja entrar en la realización de lo ele- presencia, todos de algún modo han seguido la huella del Tú; ahora el
gido la pasión no marchitada de lo no elegido, s61o quien sirve a Dios espiritu les muestra la ciudadanía.
"incluso pese a los malos instintos", se decide y decide el acontecer. Si Pero en las Cpocas enfermas ocurre que el inundo dcl Ello ya no csth
se ha comprendido esto. entonces también se sabe que precisamente a transido y fructificado por los flujos del mundo del Tú cual corrientes vi-
tales: aislado y estancado, un gigantesco fantasiiiii del píiiita~ioopriiiii:
esio hay que designarlo como lo correcto, lo recto, aquello hacia lo cual
uno se dirige y se decide; y si hubiese un diablo, no serla el que se hu- al ser humano. En la medida en que éste se contenta cor. u n mundo de
objetos que par:I 61 ya no pueden Ilcgiir o scr iinii premncia, si~conlbc;i
bicsc dccidiclo contra Dios, sino el que en la eternidad no se ha decidi-
do. ese mundo. Entonces la causalidad habitual se agranda hasta toriiarsc Sa-
La causalidad no le agobia al s3r humano al que la libertad le estií ga- talidad opresora, asfixiante.
rantizada. Sabe que su vida mortal según su ser es un oscilar entre el Tú Toda gran cultura extendida por pueblos descansa en un aconieci-
y el Ello. y experimenta su sentido. Le bGta con ser capaz de franquear miento de encuentro originario, en una respuesta dada una vez al Tú en
: su punto fontanal, en un acto esencial del espíritu. Este acto. reforzado
coniinuamente el umbral del santuario en que no serla capaz de pema-
necer; el Iiecho mismo de que haya de abandonarlo una y otra vez va por la energía de generaciones posteriores en la inisma direccióii. crea
para él inmediatamente ligado al sentido y a la determinación de esta en el esplritr un peculiar entendimiento del cosmos: s61o por este acto
vida. Allí, en el umbral. se enciende en él renovadamente la respuesta, se hace posible colitiiiuamente el cosmos del ser ht~niiiiio;~610iih0r:i
el espíritu: aqui. en el país profano y menesteroso, la chispa tiene que puede continuamente el ser humano edificar coi1 almíi reconfortada y
con un entendimiento peculiar del espacio templos y moradas humanas,
plenificar el tiempo agitado con nuevos himnos y canciones, y dar for- sen de recorrer alegremente y sin saberlo el mismo círculo de muerte.
ma a la comunidad humana misma. Pero s61o es libre y por ende creati- Un camino sin nombre conduce a través de sus subidas y bajadas, no uii
vo en cuanto que es capaz de hacer y soportar en su propia-vida ese acto camino de progreso y de evolución, sino un descenso en espiral por el
eseiicial, en cuanto CI mismo entra en la relación. Si una cultura ya no submundo espiritual, pero tambi6n un ascenso, por así llamarle, hacia el
se centra eii el acoiitecimieiito relacional viviente, incesantemente reno- torbellino más Intimo, más refinado, más enredado, donde no existe nin-
vado, entonces se esclerotiza hacia el mundo del Ello, que s61o erupti- gdn más lejos ni tampoco ningún hacia atrás, sólo la conversión singu-
vniiieiite de ciiuiido cii cuando lograii roiiiper las accioiies ardientes de lar: la ruptura. ¿Habremos de recorrer el camino hasta el final, hasta la
espíritus tiislados. A partir de ahí se intensifica la causalidad trivial, que pruebade la dltima tiniebla? Pero donde está el peligro crccc tambiin lo
nunca antes logr6 perturbar la textura espiritual del cosmos, convirtién- que salva.
dole eii fatalidad opresora, iisfixiaiite. El destino sabio, soberano, con- El pensamiento biologista y el historiosófico de esta dpoca, por dilb-
cordado con la plenitud de sentido del cosmos, que imperaba sobre toda rentes que se vieron a si mismos, han colaborado para producir una fe
causnlidad, toriindo eii uii deinoiiisirio absurdo, ha caído en ese demo- en la fatalidad mhs pertinaz y angustiosa de lo quc nunca antcs sc pro-
riismo. El mismo kartnn que a los antepasados les pareció disposición , . dujera. No es ya el podcr del karma y tampoco el poder de las estrellas
benefactora -pues lo que nos concierne en esta vida nos eleva a esfe- lo que rige inevitablemente la suerte de los seres humanos; potencias di-
ras niás altas eii uii futuro- se da a conocer ahora como tiranía, pues la versas buscan la soberanfa, pero, si se piensa bien, la mayoría de nues-
actuaci6n de una vida anterior, inconsciente para nosotros, nos ha ence- tros contemporhneos cree en una amalgama de ellas como los romanos
rrado en la prisi6n de la que no podemos escapar en esta vida. Donde tardíos en una amalgama de dioses. Esto se facilita por la naturaleza
iiiiterioriiieiite se abovedaba la ley con sentido de un cielo de cuyo arco misma de la aspiración. Ya sea la "ley de vida" de una lucha universal
lumínico pende el huso de la necesidad, impera ahora sin sentido y tirá- en la que cada cual ha de luchar contra los otros o renunciar a la vida, o
iiic.iiiieiite el poder de las estrellas eriaiites; aiitaiío bastaba con entre- la "ley del alma" de una estructura total de la persona psíquica a partir
parse a la Dik6, la "senda" celeste, que es también la nuestra, para habi- de instintos utilitarios innatos, o la "ley social" de un proceso social in-
riir eii el coraz3ii libre de In plenitud total del destino. Ahora, hagamos contenible al que la voluntad y la conciencia sólo podrian acompañar, o
lo que hagamos, la Heiniarltierie o fatalidad ajena al espfritu nos obliga la "ley cultural" de un inalterablemente parejo surgir y perecer de las
cargando sobre cada cerviz todo el peso de la masa muerta del mundo. formaciones históricas, ya sean cualesquiera otras formas, siempre se
El deseo iiiipetuoso de iedeiicióii, a pesar de iiunierosas tentativas, afirma que el ser humano queda sujeto a un acontecer includiblc contra
queda eii últiiiia iiistaiicia iiisatisfecho Iiasta que lo extingue uno que el cual no podrla defenderse, o dnicamente en su fantasía. De la forzo-
enseña n escapar a la rueda del eterno retorno, o uno que salva hacia sidad de las estrellas salvaba la sacralidad mistérica, de la forzosidad del
la libertad de los hijos de Dios a las almas sometidas a los.poderes mal6- kurma el sacrificio brahmanico acompaiiado de conocimiento, y en am-
ficos. Tal obra procede de un nuevo acontecimiento de encuentro que bos se prefiguraba la salvación; pero el ídolo sincrético no tolera fe al-
llega a ser substancia, de una nueva respuesta que determina el destino, guna en la liberación. Pasa por necedad imaginarse una libertad; sólo
de uii ser Iiuiiiaiio ii su Tú. Eii la extensióii deeste acto esencial central cabría elegir entre esclavitud resuelta y esclavitud rebelde pero sin sali-
puede una cultura ser disuelta por otra que se ofrece a su irradiación, da. Por mucho que en todas las leyes se hable de evolución teleológica
pero tanibiSn puede uiia cultur? ser renovada en sí misma. y de devenir orgánico, a todas ellas les subyace la obsesión del trans-
La eiiferiiittdad de nuestra Cpoca no se iguala a la de ninguna, pero se curso, es decir, de la causalidad irrestricta. El dogma del transcurso pau-
tiiipareiita con las enferiiiedades de todas las ipocas. La historia de las latino es la abdicación del ser humano ante el exuberante mundo del
culturas no es uii estadio de eones en el que uii corredor tras otro hubie- I
Ello. EI nombre del destino es mal utilizado por él: El destino no es una
campana que esluviera encasquetada sobre el mundo de los seres hu- '
manos; nadie le encuentra cuando se ha apartado de la libertad. Sin em- Asl como se obtiene poder sobre el lncubo cuando se le llama por su
bargo el dogma del transcurso no deja ningún espacio para la libertad, . .verdadero no~nbre,así también el mundo del Ello, que hasta hace un
ninguno para su mis real manifestación, cuya tranquila f u e m cambia la momento se extendla inhdspitamente ante la escasa fuerza del ser hu-
'
faz de la tierra: la conversión. Ese dogma desconoce al ser humano que mano, debe rendiíse a quien le conoce en su esencia, a saber, como el
supera la lucha universal mediante la conversión; al que desgarra el te- +
alejamiento y la alienación precisamenre de aquella afluyente cercana
jido de los impulsos utilitarios mediante la conversión; al que se libera plenitud en que se le presenta a uno cada Tú terrenal, de s q ~ ~ e lque.
l o en
del hechizo de la clase social por la conversi6n; al que por la conversión efecto, a veces se le apareció a uno grande y terrible cual diosa madre,
rcvoiuciona. rejuvenece. transforma las seguras im8genes históricas. El pero en todo caso siempre materiialmeiite.
dogma del transcurso de las cosas, ante su juego, s61o te deja esta elec- - Mas ~ c 6 m opodría sacar la fuerza para llamar al íiicobo por su
ción: observar las reglas, o abandonar. Pero quien realiza.la convcnián nombre aquel en cuyo interior mismo se acurruca un faniasma. el Yo
derriba las piezas. En todo caso ese dogma te permitir8 cumplir la de- despotenciado? ¿Cómo puede emerger en su ser la fuerza relaciona1 prr-
pendencia con la vida y "permanecer libre" en el alma, pero esta liber- dida donde a toda hora un vigoroso fantasma apisona los escombros?
tad el converso la considera la más ignominiosa esclavitud. ~ C 6 m ose reagrupa un ser que constantemente es perseguido por el atin
Lo único que al ser humano puede resultarle fatal es la fe en la fata- de la yoidad disuelta en el clrculo vacío? ¿Cómo debe desciibrirse h¿\i.i'\
lidad: esa fe suprime el movimiento de la conversión. la libertad aquel que vive en la arbitrariedad?
La fe en la fatalidad es una fe err6nea desde el principio. Todó - Asl como libertad y destino se copertenecen, aijl se copertenecen
pensamiento del triinscurso es solamente un poner orden de la nada- arbitrariedad y fatalidad. Pero libertad y destino esti111prometidos entre
como-ser-que-ha-devenido, del acontecer separado del mundo, de la sl y reclprocamente se unen en orden al sentido; arbitrariedad y fatall-
objetualidad como historia; la actualidad del Tú, el acontecer de la com- dad, el fantasma del alma y el dcl mundo, pactan coexistiendo y evitiín-
penetracib. es inaccesible para ese pensamiento: no conoce la realidad dose reclpmcamente sin vlnculo ni roce, en la ausencia de sentido, has-
del esplritu. y su esquema de dicha realidad no es vdlido para b e . La ta que en un instante la mirada extraviada choca con la otra mirada, y
adivinación a partir de lu objetualidad vale s61o para aquel que no co- arranca la confesión de la servidumbre de ambas. ;CuBnta espiritualidad
noce la presencialidad. El dominado por el mundo del Ello esttí obliga- elocuente y artificial se consume hoy para impedir o al menos para en-
do a ver en el dogmu del transcurso inalterable una verdad que produce cubrir este suceso!
clarificaci611CII el acaparador, pero en verdad este dogma sólo le per- El ser humano libre es el que quiere sin arbitrariedad. Cree en la rea-
mite transformarse aún mas profundamente en esclavo del mundo del lidad, es decir, cree en la real compenetración de la real dualidad Yo y
Ello. Empero. el mundo del TiI no esttí clausurado. Aquel que con ser 'N. Cree en la vocación y en que ella necesita de esa dualidad: la voca-
concentrado. con fuerza relacional resucitada, se dirija hacia CI, tendd ci6n no le tutela, le espera, 61 debe acercarse a ella, y sin embargo no
la libertad. Y quedar libre de la fe en la no-libertad significa quedar li- sabe dónde estl; debe perseguirla con todo su ser, eso sí lo sabe. Lo cual
bre. -. no ocurrir6 tal como lo imagina su resolución, pero lo que venga s61o
vendr8 si él se resuelve hacia aquello que él es capaz de querer. Debe sa-
crificar su pequeiio querer no libre y regido por cosas e instintos a su
gran querer, que se aleja del ser deterninado y se encamina hacia la vo-
cación. Entonces ya no interfiere, pero tampoco permite el mero suce-
der, Escucha atentamente lo que emerge de 61. el camino de lo esencial
en el mundo; no p a n ser llevado por ello sino para así reíilizarlo 61 mi\-
'si
U-
7..
Lo uno es la forma espii.itual del diferenciarse de tipo natural, lo otro 1: su punto de vista. sino precisamente sólo esto: precisamente sólo la ex-
la de la compenetración de tipo natural. !' prosidn del ser neceiario y lleno de sentido. El ser individual, por el coii-
La finalidad del contrastarse es el experimentar y el usar, y la finali- i:F . trario, se regala en su ser asi, más aún, la mayorla de las veces se reen-
dad de éstos la "vida". es decir, el morir que dura un tiempo de vida hu- [,. . . laen la ficci6n de sil peculiar manera de ser que el se ha aderezíído. Pues
: para Q conocerse significa bhsicamente construir una imagen de si mis-
mana.
La finalidad de la relación es su propia esencia, es decir, el roce con . mo que pueda valer cada vez mhs profundamente para engañar al pro-
el Tú. Pues por el roce toca cada Tú un hálito de la vida eterna. ' pio ser individual, y procurarse en .su conteiiiplación y estimi~cibiiIü
Quien está en la relación participa en una realidad, es decir, en un ser apariencia de un conocimiento del propio ser así, cuyo verdadero cono-
cimiento conducirfa a la autoaniquilación o ril reniiciniieiito.
que no sólo está en él ni tampoco sólo fuera de él. Toda realidad es un
obrar en el que yo participo sin poder apropiármelo. Donde no existe La persona contempla su sí mismo, el ser individual se ocupa con su
"mi": mi forma, mi raza, mi actuación, mi genio.
ninguna participación no existe ninguna realidad. Alli donde existe au-
toapropiación no existe ninguna realidad. La participaci6n es tanto m& El ser individual no toma parte eii iiinguiia rerilidad y no obticiie
plena, cuanto inás inmediato el roce del Tú. nada. Se contrasta frente a lo otro, y de ello busca tanto conio puede to-
El Yo es real por su participación en la realidad. Es tanto más real mar en posesión mediante la experimentación y el USO. esta es sii diná-
cuanto más plena es la participación. mica: el autodiferei~ciarsey la toma de posesión, ambas ejercidas eii el
Pero el Yo que sale fuera del acontecimiento relaciona1 hacia la se- Ello, ambas en lo irreal. El sujeto que cree ser, por mucho que pudiera
par:iciÓri y hacia su autoconciencia no pierde su realidad. La partici- apropiarse, no extraer6 de ello ninguna substancia. permaiieceri puii-
pación permanece en él preservada y viva; con otras palabras, como se Nai, funcional, experimentador, utilizador, nada mas. Todo su ser así ex-
dice de la relación más elevada y que podrla elevarse a todas, "conser- tenso y complejo, toda su celosa "individualidad" a él no le puede ayu-
va en él la semilla". este es el ámbito de la subjetividad en el que el Yo dar en orden a ninguna substancia.
No hay do5 clases de seres humaiios, pero hay dos polos de Iiumaiiidad.
es consciente de su compenetración y de su separación al mismo tiem-
Ningún ser humano es pura persona, ningún ser individiial piiro. niii-
po. La subjetividad pura sólo puede ser comprendida dindmicamente,
guno completamente real, ninguno completamente irreal. Cada uiio vive
como el vibrar del Yo en su verdad solitaria. Éste es también el lugar en
en un Yo doble. Pero hay seres humanos tan niarcadameiite personales.
que la petición de una relacióii cada vez rnás elevada e incondicionada,
de participación plena en el ser, se forma y crece. En la subjetividad es que podrla denominhrseles personas, y otros tan marcadamente indivi-
donde madura la substancia espiritual de la persona. duales, que podría denominárseles seres individuales Entre aqu6llos y
Cstos tiene lugar la verdadera historia.
La persona se torna consciente de si misma en tanto participa en el
ser, en tanto que coexistente, y por ende como existente. El ser indivi- Cuanto más el ser humano, cuanto más la humanidatl están regidos
dual deviene consciente de si mismo en cuanto que ser-asi-y-no-de-otro- por el ser individual, tanto más profundamente sucumbe el Yo a la irrea-
modo. La persona dice: "Yo soy", el ser individual dice: "Asf soy yo". lidad. En tales épociis la persona lleva eii el ser humii~ioy en la 1ii11iii1-
Para la perslnil. "conócete a ti mismo" significa: 'conócete como ser"; nidad una existencia subterránea, oculta, por así decirlo inválida, hiisia
terio. Ese Yo cree en ella, y cuando dice a la rosa "i también t ú eres Tú!"
está allí con ella en una realidad única. Por eso cuando el Yo vuelve so-
bre sí permanece en él el espíritu de lo real, el mirar del sol se adhiere
El ser humano es tanto rniís personal cuanto mds pregnante está en la al ojo feliz que se acuerda de su propia condición solar, y la amistad de
humana duplicidad de su Yo el Yo de la palabra biísica Yo-Tú. los elementos acompaña al ser humano en el silencio del morir y del Ile-
Segiln su forma de decir Yo -segiln lo que el quiere decir cuando gar a ser.
dice Yo- se decide el lugar al que un ser humano pertenece y a dónde Así suena a traves de los tiempos el "suficiente, verdadero, y puro"
conduce su trayectoi.ia, La palabra Yo es el verdadero schibboleth2de la decir Yo de las personas de Sócrates y de Goethe, compenetradas con las
humanidad. demás.
iEscuclia al inenos! Y para traer aquí aiolación antes que nada una imagen del Pmbito de
iCuPn inalsonante es el Yo del individuo! Puede mover a gran com- la relación incondicional, ¡cuán poderoso, hasta el asombro, es el decir
pasión cuando proviene de una boca trigica, oprimida por el silencio de Yo de Jesús, y cuan autentico, hasta la naturalidad! I+~chch cl Yo dc la
uiia coiitiadiccióii íntiina. Puede mover a crueldad cuando proviene de relación incondicionada en que el ser humano a su Tú le llama Padre, de
una boca caótica que expresa la contradicción salvajemente, sin cuida- tal manera que 61 mismo no es más que Hijo, y sólo Hijo. Si aún dice
'
do iii coiiocii-iiieiito.Cuando proviene de una boca vana y untuosa es pe- Yo, s61o es para mentar el Yo de la sagrada palabra básica, elevada por
noso O enojoso, 61 a lo incondicionado. Si alguna vez ejerce el aislamiento, la coinpene-
Quieii pronuncia con letras mayúsculas el Yo separado cubre de ver- tración es mayor; y sólo desde ella habla a los otros. En vano intentareis
güenza al espíritu universal, que así ha sido rebajado a la mera espiri- reducir a este Yo a un mero poder actuante en sí, o a este Tú a un mero
riiiilidad. poder residente en nosotros; en vano procurareis de nuevo despotenciar
iPero ciilin bello y legítimo suena el tan viviente, tan energico Yo de lo real, la relación presencial: Yo y Tú permanecen, uno puede decir Tú
'
Sócrates! Es el Yo del didlogo interininable, y la atniósfera del diálogo y es entonces Yo, uno puede decir Padre y es entonces Hijo, la realidad
exhala el perfiin~eeii todos sus caminos, lo mismo ante los jueces, que permanece.
e11la última hora de la prisión. Este Yo ha vivido en la relación con los
seres huiiiaiios, la cual se coipoieiza en el lenguaje. Creía en la realidad
de los seres humanos, y a ellos se dirigía. De este modo estuvo con ellos
en la realidad, y esta ya no le abandonó. Tampoco su soledad puede ser
nunca abandono, y cuando el mundo de los seres humanos le silencia,
oye a su di~nolidecir Tú. - Pero ¿y si la misión de un hombre pide de el que solamente co-
iCuiíii bello y legítimo suena el Yo le no de ~ o e t h e Es
! el Yo del nozca la vinculación con su propia causa, por tanto ninguna relación
puro intercainbio coii la iiaturaleza; esta se le-ofrece y habla incesante- real con respecto a un Tú, ninguna presencia actual más de ningún Tú,
iiiente coii 61, le revela sus secretos y sin embargo no traiciona su mis- que todo en torno a él se torne Ello, un Ello precisamente útil a su cau-
sa? ¿Cómo es el decir Yo de Napoleón? ¿NOes legítimo? 'No es propio
de la persona este fenómeno del experimentar y del utilizar?
1
- De hecho, el amo de este siglo desconoció evidentemente la di-
1. Sliibol<.,b (espiga) ~)OI.
1;) palabra IicLi~.c:ipr011~11ciadi1
L'S L'I juez Jcl~Ii~i!
p;ir;I distinguir a los
mensión del Tú. Se ha dicho correctamente que todo ser era para él v a -
ciir.iiiigos Einicos quc ncg;ih;in su origcn (Juccrs 12, 5 y 6).Por dcrivaci6n, signo distintivo (N.
il~.IT I. : lore. 61, que en sentido lato comparó coii Pedro a los seguidores que le
6 I
rechazaron tras su caída, no tenía a nadie a quien él pudiese rechazar, Tras semejante carrera y semejante caída iquiéii osaría afirniar que el
pues no tenía a nadie al que hubiese reconocido como ser. Él era el Tú ser humano ha comprendido su misión enorme, más que enorme, o que
demoniaco de las multitudes, el que no responde, el que responde a un !
; no la ha comprendido? Es cierto que la época cuyo amo y modelo Iia Ile-
Tú con un Ello, el que responde ficticiamente en lo personal, el que res- P gado a ser lo demoniaco y .sin presencia desconoce al ser humano. 'la1
ponde sólo eii su esfera, la de su causa, sólo con sus hechos. Bste es el Cpoca no sabe que aqul imperan fatalidad y consumacióii, no verriondez
límite histórico elemental en que la palabra básica de la compenetración de poder ni gusto de poder. Tal Cpoca se entusiasma con el derpotisnio
pierde su realidad, su cardcter de acción reclproca: el Tú demoniaco C: de esa cabeza, y no vislumbra quC signos están escritos en ella conlo 105
para el cual nadie puede llegar a ser Tú. Adem6s de la persona y del ser
individual, además del ser humano libre y del arbitrario, no entre ellos,. '
'
guarismos en el cuadrarite del reloj. Se empeiía en imitar esa mirada
arrojada sobre los seres siii comprender su iiecesidad y coaccióii. coii-
existe este tercero, este tercero elevándose fatalmente en tiempos de fa- funde el rigor del Yo con la efervescente conciencia de sl propio. La pa-
talidad hacia quien suben las llamas aunque CI mismo estC en un fuego labra "Yo" sigue siendo el schibboletli de la humanidad. Napoleón la
frío, hacia quien conducen las referencias por millares pero del que nin- pronunciaba sin fuerza relacional, pero la pronunciaba como el Yo de
guna referencia parte, el que no participa en ninguna realidad y en el que una consumación. ~ Ú i e nse esfuerza por repetir pedísecuainente ti.aicio-
se participa inconmensurablemente como en una realidad. na s61o la incurabilidad de su propia autocontradicción.
En efecto, él ve a los seres en torno a sl como motores capaces de dis-
tinto rendimieiito, útiles para c;ilcular y usar al servicio de su causa. Asi
tambitn se ve, empero, a sí mismo -sólo que 61 debe comprobar su ren-
dimiento con experimentos siempre nuevos y, sin embargo, no experi-
menta los límites de ellos-. También él mismo es tratado por si como
Ello. - ¿Qué es eso de autocontradicción?
Así pues, su decir Yo no es pleno, no es vitalmente enCrgico; ni si- -Cuando el ser humano no experimenta el apriori de la relación eii
quiera -como en el ser individual moderno- es un decir Yo que si- el mundo, cuando no hace ejercer ni realiza el Tú innato en el Tú que
mule algo semejante. No habla en absoluto de sl, habla únicamente "a encuentra, entonces bate hacia el interior. Ese Tú se desarrolla en el ob-
partir de si". El Yo que él dice y escribe es el sujeto gramatical necesa- jeto no natural, en el objeto imposible, en el Yo, esto es, se desarrolln nllí
rio de sus aserciones y órdenes, ni más ni meiios; no tiene ninguna sub- donde no existe absolutamente ningún lugar para el desarrollo. Así se
jetividad, pero tampoco tiene ninguna autoconciencia ocupada con su produce el ir al encuentro de sí mismo que iio puede ser rclacióii, iii pre-
ser así, y ni siquiera alguna ilusión de manifestar su sl mismo. "Yo soy sencia, ni fluyente acción recíproca, sino únicamente autocontradicción.
el reloj que existe y no se conoce": asl ha expresado 61 mismo su fata- El ser humano puede intentar interpretarlo como una relación, por ejem-
lidad, la realidad de este fenómeno y la irrealidad de este Yo en la Cpo- plo como una relución religiosa, para arrancarse el horror del ejercicio
ca en que fue arrojado de su causa y en que por primera vez podría y del doble yo: debe descubrir continuamente lo engañoso de esa inter-
debería hablar de sl, pensarse a sl m i s m ~ por , primera vez reflexionar pretaci6n. Aquí está el borde de la vida. Algo incumplido se ha refugia-
sobre su Yo, que sólo ahora aparecla. Ese Yo que aparecla no es un sim- do aquí en la desvariada apariencia de un cumplimiento; ahora anda a
ple sujeto, pero tampoco pertenece a la subjetividad; desencantado, tientas por laberintos y se hunde cada vez más.
pero no liberado, se expresa en la terrible frase, tan legltima como ile-
gi'tima: "jel todo nos contempla!". Por último,'se hunde de nuevo en el
sigilo.
A veces, cuando el ser humano se estremece en el extrañamiento en- la izquierda, según desee- y distingue una imagen. Entonces ve que el
tre Yo y niiiiido, le viene la idea de que algo hay que hacer. Como cuan- Yo esta inserto en el mundo, y que propiamente el Yo no existe en ab-
do en una mala media noche estás atormentado por culpa de un ensue- soluto, por lo cual el mundo no puede hacerle nada al Yo, y se tranqui-
no despierto, los bastiones sz han desmoronado y los abismos gritan, y liza; o ve que el mundo está inserto en el Yo, y que propiamente no exis-
t1.í en medio del sufrimiento observas "existe la vida aún, tan sólo tengo te el mundo en absoluto, por lo cual el mundo no puede hacerle nada al
qiie ir hacia ella", pero jcóino?, así también el ser humano en las horas Yo, y s e tranquiliza. Y otra vez, cuando el ser humano se estremece en
de la retlexióii se enciieiitni estreiiiecido caviliiiido y sin dirección. Y en el extraiíamiento y el Yo le angustia, levanta la vista y distingue una
el fondo tal vez conoce la dirección pese a todo, con el saber no com- imagen; y, viere la que viere, lo mismo da: el Yo vacío está abarrotado
placido de la profiiiididad, la dirección de la conversión que pasa por el d e mundo, o la pleamar mundana le colma, y se traiiquiliza.
sacrificio. Sin embargo rechaza este saber: lo "místico" no hace frente a Mas llega un instante, y está cercano, en que el ser humano cstrcmc-
Iii luz elkctrica. Trae en su auxilio al pensamiento en el que - c o n ra- cido levanta la vista y ve como en un reldmpago ambas imágenes en
zón- confía mucho: el pensamiento debe desagraviar p a n él todo de una. Y un estremecimiento más profundo le conmucvc.
nuevo. Cjertaiiieiite el gran arte del pensamiento consiste en pintar una
iiiiugeii del iiiiiiido ;iutCiitica y verdaderamente fidedigna. Así, dicele el
ser huiiiaiio a su peiisainieiito: "Mira ese que vivaquea terriblemente ahí
con los ojos crueles, jno es el mismo con el que he jugado antaño?, ¿re-
cuerdas aún cómo me sonreía ei;tonces precisamente con esos ojos, que
eiitoiices efiiii buenos? Observa i i i i Yo niiseruble, quiero confesbrtelo:
Estd vacío y, haga lo que haga en iní con la experiencia y el uso, no pe-
iicti.;i rii su ~ q t i ~ d i i¿NO
d . qiiieres r e ~ ~ ~ i ~ i l üi i61~yr ai lmí,
~ ~de forma
que 61 ceda y yo sane?". Y el pensamiento servicial e ingenioso pinta
coii su pro~lerbialceleridiid unii -no, dos- serie de imdgenes sobre las
paredes derecha e izquierda. Sobre una está -o mejor, acaece, pues las
iinágenes del niuiido del pensainiento son auténtica cinematografía- el
universo. Del torbellino de los astros emerge la pequeña tierra, del de-
anibular sobre la tierra emerge el pequeiío ser humar,o, y luego la histo-
ria le lleva ii través de las edades para reconstruir tenazmente los hor-
migueros de las culturas que la propia historia pisotea. Por debajo de la
serie de irnigenes está escrito: "uno y todo". En l a otra pared está el
alina. Una hilandera hila las órbitas de todos los astros y la vida de to-
das las criiituras y toda la historia uiiiversal;"todas las cosas son de un
tejido de hilo, y ya no se llaman astros ni criaturas iii mundo, sino sen-
sricioiies y rrpreseiitnciones, o tal vez vivencias y estados anímicos. Y
bajo la serie de ini;tgeries está escrito: "uno y todo".
Cuaiido en ;idelante de proiito el ser humano se estremece en el ex-
iriifiaiiiiriito y e1 mundo le angustia, levanta la vista -a la derecha o a
Las lineas de las relaciones, prolongadas, se encuentran en cl Tú eier-
no.
Cada Tú singular es una mirada hacia el Tú eterno. A través de cada
Tú singular la palabra básica se dirige al Tú eterno. De esta acción me-
diadora del Tú de todos los seres procede el cumplimiento de las rela-
ciones entre ellos, o en caso contrario el no cumplimiento. El Tú innato
se realiza en cada relación, pero no se plenifica en ninguna. Únicamen-
te se plenifica en la relación inmediata con el Tú que por su esencia no
puede convertirse en Ello.
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en el instante de una mirada. el mundo del Tú habla irradiado de las pro- Se invoque a Dios como 61o como Ello, es sieitlpre alegoríii. Pero cuiiii-
fundidades. y ahora ya había vuelto a recaer en aquel mundo del Ello. do le decimos Tú, entonces la verdad iiiquebrantable del mundo es apa-
Relato este nimio incidente. que he experimentado vanas veces, a
causa del lenguaje de esta casi imperceptible alborada y ocaso del sol
-
labrada por el mortal.
Tres soii las esferas en las que se construye el mundo de la relación. De entre las tres esferas se destaca una: la vida con los seres huma-
La primera, la vida coii la naturaleza, en que IaTelación llega hasta nos. Aqul se plenifica el lenguiije como secuencia, en discurso y contra-
el nivel del Ieiiguiije. discurso. S610 aqui encuentra su respuesta la palabra explicitada en el
La segiinda, la vida con los seres humanos, en que la relación ad- lenguaje. S610 aqui va y viene de la misma forma la palabra básica, es-
quiere forina lingüística. tán vivas en una lengua la palabra biísica de Iü invocación y la de la res-
La tercera, la vida coii las entidades espirituales, en que la relación puesta, Yo y Tií no s610 están en relación, sino también en firme "leal-
carece de lenguaje, pero generando lenguaje. tad". Aqul y s610 aqui estan unidos los momentos relacionales por el
En cada esfevi, en cada acto relacioiial, a través de cada realidad que elemento del lenguaje, en el cual elemento ellos están inmersos. Aquí lo
de\,iene preseiite ri nosotros, tendemos la mirada hacia la orilla del Tú interpelante se ha abierto a la plena realidad del Tú. Así pues, sólo aquí
tambidn de la naturaleza del movimiento. Se sana al poseso en la medi- rentes: la comunidad que se construye a partir de la relación, y la unióii
da en que se le despierta y educa para la compenetración, no en la me- masiva de unidades-hombre carentes de relación, la que ha llegado a ser
dida en que se dirige hacia Dios en su condición de poseso. Cuando uno palmariamente ausencia de relación del ser humano moderno. Mas el lu-
permanece en esa condición, jque significa que ya no evaque el nombre minoso edificio de la comunidad, para el que aún hay un acceso desde
de un demoiiio o de un ser deinóiiicamente desfigurado para él, sino el la mazmorra de la "socialidad", es obra de la misma fuerza que actúa en
de Dios? Significa que a partir de ahí blasfema. Es blasfemia cuando la relación entre el ser humano y Dios. Esto no significa que sea una re-
uno, tras haber derribado el ídolo tras el altar, quiere ofrecer a Dios sa- lación entre otras; ella es la relación universal en que todas las corrien-
crificios impíos apilados sobre el altar profanado. tes vierten sin por ello secarse. Mar y corrientes: ¿quién puede hacer
Cuando uno ama a una mujer teniendo presente su vida en la propia aqul distinciones y establecer limites? Aqui sólo existe un confluir de Yo
vida, el Tú de los ojos de ella le permite coiitemplar uii rayo del Tú eter- aTú, cada vez más infinito, que es un confluir sin límites de la vida real.
iio. Pero a aquel que está ávida de la "siempre nueva dominación de la No se puede dividir la vida entre una relación real con Dios y una rela-
mujer", ¿queréis ofrecer a su avidez un fantasma de lo eterno? Aquel que ción no real Yo-Ello con el mundo; no se puede orar con veracidad a
sirve a u11pueblo iiitlamáiidose en el inmenso destino, cuando se quiere Dios y utilizar al mundo. Quien conoce al mundo como lo utilizable co-
ciitregar a él, se entrega a Dios. Pero para quien la nación es un ídolo, al noce tambien a Dios del mismo modo. Su oración es un mero procedi-
c~iiildesearía soiiieter todo, porque en Iii imagen del ídolo exalta la pro- miento de descarga; cae en la escucha del vacío. Él es el sin Dios, no el
piii, jcreéis que bastaría tan sólo coii que le quitarais las ganas de ha- "ateo" que desde la noche y la nostalgia de su ventana de la Iiabitacióii
cerlo para que percibiera la verdad? Y a más abundamiento, ¿que sig- invoca lo innominado.
iiilica que alguien trate al diiiero, ilo-ser por excelencia, "como si fuera Se dice además que el ser humano "religioso" surge como individual,
Dios"? ¿Que tienen en común la voluptuosidad del arrebañar y del ate- como único, como separado ante Dios, porque ha superado también el
soriir coi1 Iii alegría por la preseiicia de la preseiicialidad? ¿Puede el ser- estadio del ser humano "moral", que todavía permanece en el deber y en
vidor de Mammona decir Tú al dinero? ¿Y cómo se conduciría respec- la obligación hacia el mundo. El ser humano moral estaría aún cargado
to de Dios. si no sabe decir Tú? No puede servir a dos señores, y con la responsabilidad por la acción de los agentes, pues se encontraría
rriiiipoco ri uiio tras otro; debe priiiiero apieiider a servir de otro modo. determinado por la tensión entre ser y deber ser, y, en su valerosa abne-
El pseudoconvertido por medio de la substitución "tiene" ahora un fan- gación, grotesca e inbtil, arrojarla sil corazón pedazo a pedazo al abis-
iasiiiii al que deiioniiii;i Dios. Pero Dios, la preseiicia eteriia, iio se deja mo insondable entre ambos. Pero por otra parte el ser humano "religio-
poseer. ¡Ay del poseído que se imagina poseer a Dios! so" habrla subido de esa tensión a la tensión entre mundo y Dios; aquí
regirla el mandato de abandonar la inquietud de la responsabilidad y
tambien la inquietud de la autoexigencia, aqul no existiría ningún yue-
rer propio, tan sólo el sujetarse a lo dispuesto, aquí todo deber se fusio-
narfa con el ser incondicionado, y, aunque el mundo subsistiera, sin em-
bargo ya no valdrla; cada cual tendría que desempeñar lo suyo en el
Se habla del ser hun~aiio"religioso" como de uno que no necesita es- mundo, pero por asl decirlo sin obligación, en la perspectiva de la nuli-
eii relricióri alguna con el niuiido i i i coi1 el ser, porque el nivel de lo
t;ir dad d e todo hacer, Pero eso significa imaginar que Dios habría creado a
social que se determinaría desde el exterior se hallarla en él sobrepasa- su mundo como apariencia, y a sus criaturas como desvanecimiento. Sin
do por una fuerza actuarite únicamente desde el interior. Pero bajo el duda quien se presenta ante el rostro ha sobrepasado deber y obligación,
<oiicepto de lo social se inezclaii dos realidades coinpletamente dife- pero no por haberse alejado del mundo, sino porque sc ha accrcado a CI
verazmente. Deber y obligación sólo los hay para con el extraño, pues dad completa, encasilla el origen de lo nuevo; pero a nosotros, para
para el amigo se está bien dispuesto y lleno de ternura. A quien se pre- quienes se trata de la consideración real de lo real, no puede servirnos
senta ante el rostro en la plenitud de la presencia, iluminado por la eter- de explicación ninguna subconsciencia, como tampoco niiigúii otro me-
nidad, sólo a él se le hace completamente presente el mundo y puede de- canismo anfmico: La realidad es que recibimos lo que antes no teriía-
cir Tú con una respuesta singular al ser de todos los seres. Aqul ya no mos, y que lo recib.imos de tal modo que sabemos que ello nos ha sido
hay tensión alguna entre mundo y Dios, sólo la realidad una. Ese ser hu- dado. En el lenguaje de la Biblia: "Los que esperan expectantes a Dios
mano no se ha liberado de la responsabilidad: ha cambiado el sufri- cambiarán la fuerza". En el lenguaje de Nietzsche, que es fiel a la reali-
miento de lo finito, la persecución de las consecuencias, por la fuerza dad hasta en su descripción: "Se toina, no se preguritli q u i h da".
motriz de lo infinito, el poder de la responsabilidad del amor respecto El ser humano recibe, y no recibe un "contenido", sir,o una presen-
del total e indiscernible acontecimiento cósmico, el profundo estar refe- cia, una presencia como fuerza. Esta presencia y estii fiierzii eiicierraii
rido al mundo ante el rostro de Dios. Evidentemente dicho ser humano tres realidades inseparablemente, y ello sin embargo de tal modo que
ha suprimido para siempre el juicio moral: el "malvado" es para 61 pre- podrlamos considerarlas como separadas en tres. En primer lugar, la to-
cisamente aquel que se le encomienda en orden a una responsabilidad tal plenitud de la reciprocidad real, del ser aceptado, del estar compeiie-
m8s profunda, el más necesitado de amor; pero el decidirse deberá ejer- trado. Sin que pueda precisarse de algún modo cómo se ha producido
cerlo en las profundidades de la espontaneidad hasta en la muerte; de- aquello con lo que uno se ha compenetrado, y sin que el estar coinpe-
berá, ejercer el paciente decidirse-siempre-de-nuevo en orden a la acción
netrado le facilite a uno de algún modo la vida: hace la vida más dificil,
legftima. Ahl la acción no es vacfa, es intencional, tiene carítcter de mi-
pero la hacenitls cargada de sentido. En segundo lugar, la inexpresable
sión, está, puesta en juego, pertenece a la creación; pero esta acción ya confirmación del sentido. Ese sentido queda autentificado. Nada, nada
no se impone al mundo, y por ende crece en el mundo como si fuera una en absoluto puede ser ya sin sentido. La pregunta por el sentido de la
no-acción. vida ya no está alll. Pero, si estuviera, no se podrfa quizds respoiider. No
sabes mostrar el sentido, ni sabes determinarle; no tienes ninguna fór-
mula, ni tienes imagen alguna para él. Y sin embargo es para ti más cier-
to que las sensaciones de tus sentidos. Este sentido, revelado y ociilto,
~ q upretende
t al menos coi] nosotros, qué solicita de iiosotros? No quie-
re ser explicado -iiosotros no podeinos tal cosa-, sólo qiiiere ser ilc-
¿Qué es el fenómeno primordial eterno, presente en el aqul y en el tualizado por nosotros. En tercer lugar, este sentido no es el sentido dc
ahora, de aquello que nosotros llamamos revelación? Es esto, a saber: "otra vida", sino el de esta nuestra vida, no el sentido de u n "nllendc",
que el ser humano no sale del momento del supremo encuentro siendo sino el de este nuestro mundo, y quiere ser confirmado por nosotros eii
el mismo que había entrado en él. El momento del encuentro no es una esta vida, en este mundo. El sentido puede ser percibido, mas no puede
"vivencia" que se excita en el alma receptiva y se redondea felizmente. ser experienciado; no puede ser experienciado, pero puede ser efectua-
En el encuentro algo le ocurre al ser humano. A veces es como un so- do, y esto es lo que CI reclama de nosotros. Su garantla no quiere ser eii-
plo, a veces como un combate de boxeo, no importa: ocurre. El ser hu- cerrada en ml, sino a travCs de mi ser manifestada en el mundo. Pero así
mano que surge del acto esencial de la realización pura tiene en su ser como el sentido mismo no se deja transmitir ni enunciar en un saber uni-
un plus, u n acontecimiento del cual antes nadie tenfa noticia, y cuyo ori- versal y universalmente aceptable, asf tampoco puedo su acreditacióii
gen no sabría designar correctamente. Cualquiera que sea la orientación
ser transmitida como un imperativo vhlido, esa acreditación no está es-
científici~del mundo en su legítimo esfuerzo por encontrar una causali- crita de antelnaiio, iio esti coiisigiiiida cii tabla alguiin rliic Iiubicia ~ L I C
. algo que continuamente se pueda verificar y aplicar, como un cotltitrirrr~ii
espacial y temporal sin solución de continuidad qiie le asegtire la vidíi
Por su naturaleza. el Tú etemo no puede convertirse en Ello, pues por en cada punto y en cada momento.
su naturaleza no puede ser reducido a medida ni Ilmite, ni aun a la me- El ritmo vitil de la relación pura, la alternancia de una actualidad y
dida de lo inconmensurable ni al Ifmite del ser ilimitado; porque, por su de una latencia, en la cual sólo decrece nuestra fuerza relaciona1 y por
ndiuralew. no puede ser pensado como una suma de propiedades, tam- énde la actualidad, pero no por ello la protopresencia, no basta a la sed
poco como una suma infinita de propiedades elevadas a la trascenden- de continuidad del ser humano. Aiihela extensión temporal, durocióii.
cia; porque no puede ser encontrado ni en el mundo ni fuera del mundo; Asl se convierte a Dios en un objeto de fe. Originariamente la fe inte: i.iI
porque no puede ser empfricamente dado; porque no puede ser pensado; en el tiempo los actos relacionales: poco a poco los substituye. En el l u -
porque nos equivocamos cuando, respecto de ÉI, el que es, decimos: gar del siempre renovado movimiento óntico de la concentr;ición y dc Iii
"Yo creo que 61 es". pues tambidn "J?I" es todavfa metafora, pero 'Tú" irradiación aparece el descansar en Un Ello en el que uno cree. El "si11
, . embargo creo" del luchador que conoce la lejanla y la cercanía respec.
no.
Y, sin embargo. hacemos continuamente del Tú etemo un Ello, un to de Dios se transforma cada vez más plenamente en la seguridad del
algo. hacemos de Dios una cosa. según nuestra naturaleza. No por ca- usufructuario, persuadido de que a él nada le podría ocurrir puesto qiie
pricho. La historia que cosifica a Dios, el camino que presenta a Dios existe Uno que no permitirla que a 61 le ocurriera nada.
como cosa a través de la religión y de sus imágenes marginales, a travts Tampoco la estructura vital de la relación pura, la "soledad" del Yo
de sus resplandores y de sus tinieblas, de sus enaltecimientos y desor- ante el Tú, la ley según la cual el ser humano, aunque incluya el inuiitlo
ganizaciones vitales. el camino de alejamiento respecto del Dios vivo y en el encuentro, sin embargo sólo como persona puede "salir" liíicio
del ulterior retorno hacia Él, los cambios de presencia, configuración, Dios y encontrarle, no basta a la sed de continuidad del ser huiniiiin.
objetivaci6n. conceptualización. disolución, renovación, son un camino, Éste anhela el despliegue en el espacio, la manifestación en la cual ILi
son el camino, comunidad de los creyentes se une con su Dios. Así se convierte a Dios
¿De dónde proceden el saber expresado y el actuar llevado a cabo por en objeto de culto. También el culto completa originariamente los actos
las religiones? La presencia y la fuerza de la revelación (pues todas las relacionales, en la medida en que él inserta la oración viviente, el inme-
religiones se reclaman necesariamente de alguna clase de revelación - diato decir Tú, en un contexto espacial de gran fuerza imaginativa y 1;)
por la palabra, naturalistamente, animistamente-, estrictamente ha- vincula con la vida de los sentidos; y el culto también se convierte poco
blando sólo hay religiones de la palabra), la presehcia y la fuerza que el a poco en substitutivo en la medida en que la oración personal ya no cs
ser humano recibe en la revelación, ¿cómo se convierten en "conteni- apoyada por la oración comunitaria, sólo reemplazada por ella. y. piies-
do"? to que por lo demás la acción del ser no admite ninguna regla, surge en
La explicación tiene dos aspectos: El aspecto exterior, pslquico, lo su lugar la devoción reglada.
comprendemos cuando consideramos a! ser humano para sl, separados Pero en verdad la relación pura sólo puede ser llevada a su constaii-
de la historia; el aspecto interior, fáctico, el fenómeno originario de la cia espaciotemporal si se encarna en la materia total de la vida. No pue-
religián, cuando lo reinsenamos en la historia. Ambos se copertenecen. d e ser preservada, s61o acreditada, s61o puede ser realizada, sólo ejerci-
El ser humano anhela tener a Dios; anhela una continuidad en la te- da en la vida. El ser humano únicamente puede legitimarse en la
nencia de Dios en el tiempo y en el espacio. No quiere contentarse con relación con Dios, de la que él se ha convertido en participe, si según su
Ir inexpreiablc confirmación del sentido, quiere verla extendida como fuerza, según su medida, hace presente cada día nuevamente a Dios en
el mundo. En ello radica la única garantía pura de la continuidad. La ea-
este libro, me azuzó una necesidad intejior. Una idea que desde mi j u -
1' ventud me había rondado continuamente. y que re había opiiciido conti-
nuamente, habla alcanzado ahora una claridad consistente, y ésta era de
f naturaleza tan abiertamente suprapersonal, que inmediatamente supe
i
1
que debla testimoniar en su favor. Algún tiempo después de haber lo-
grado también la palabra pertinente y de poder redactar el libro en su
forma definitiva4, ocurrió que, en efecto, todavía habla mucho que coni-
pletar, pero justamente en su propio lugar y en forma independiente. Así
fueron surgiendo algunos escritos más pequeños' que en parte ilustraban
' con ejemplos la idea de la que se trata, en parte la aclarahan en orden a
la refutación de objeciones, en parte tambikn ejercían la crítica a intui-
ciones, escritos a los que esa idea tiene quizá algo importnnte qiie ngrn-
decer, pero en los que sin embargo mi insistencia más esencial, la estre-
cha vinculación de la relación para con Dios y la relación para con el
pr6jim0, no está situada en su quicio central. Más tarde han ido Ilegan-
do ulteriores aportaciones, ya sea sobre los fundamentos antropológi-
cos" ya sea sobre las consecuencias scicio16gicas7.Sin embargo se ha
demostrado que en ningún modo está aclarado aún todo suíicienteme~i-
llos otros proceden mi ser espiritual y mi ser natural. Y sólo este terce- Jerusalén, octubre de 1957
ro, el atributo de la coiidicióii personal, nos resultarfa inmediatamente
cogiioscible en su coiidicióii de atributo.
Mas aliorn, al apelar al uiiiversalineiite coiiocido contenido del con-
cepto de persona, se presentaría la contradicción. A la persona, añade, le
pertenece en efecto el que su condición propia consista en la autonomía
de si, pero que en el coiijunto de los seres sea modificada por la plurali-
dad de las otras realidades con autonomía propia; y esto, en efecto, no
podrla valer respecto de Dios. A esta coiitrndiccióii responde la desig-
nación paradójica de Dios como persona absoluta, es decir, no relativi-
zable. En la inmediata relación con nosotros aparece Dios como la per-
sona absoluta. Empero, la coiitradicción debe desaparecer a la luz de un
análisis mis riguroso.
Dios iiiuestra -podríainos decirlo así ahora- su absoluteidad en la
relacióii que tiene para con el ser huinaiio. El ser humano que se dirige
a Él no necesita, pues, apartarse de ninguna otra relación Yo-Tú; legíti-
iiiaiiieiite las pone en ielacióii consigo, y las deja glorificarse "en el ros-
tro de Dios".
Hay queppi'ecaverse, enipero, en general de coiiipreiider el diálogo
con Dios, el diálogo del que tenía que hablar en este libro y en casi to-
dos los que le ha11seguido, como algo que acaeciera únicamente al mar-
gen de la cotidianidad o por encima de ella. La palabra de Dios dirigida
a los seres humanos empapa el acontecer en la propia vida de cada uno
de nosotros y todo acontecer en el mundo de nuestro alrededor, todo lo
biográfico y todo lo histórico, y lo convierte para ti y para ml en orden,
en exigeiicili. Acoiitecimiento tras iicontecimiento, situación tras situa-
ci611,capacita y habilita iiiediaiite el lenguaje $rsoiial para exigir de la
persona humana perseverancia y decisión. Ciertamente pensamos a me-
nudo que no hay nada que olr, sin embargo desde hace mucho tiempo
nos hemos echado a nosotros mismos cera en las orejas.
La existencia de In mutualidad entre Dios y el ser humano es inargu-
iiieiir;ible, coiiio la esisreiicia de Dios es iiiarguiiientable. Pero quien sin
COLECCIÓN ESPRIT
Tíl~ilosp~hlicn(1os
1. Yo y tú
Martin Buber
Traducción cle Cor.los Díaz. Terrera ecliciórr
3. Prolegdnretlos a la caridad
Jean-Luc Marion
Trad~iccióricle Carlos Díaz
4. El rese~rtir~iiert~o
e» la iiiorul
Max Scheler
Edición dc José María Vegas. Scgiiir~l~r
eflicióri
5. Anior y justicia
Paul Ricacur
Traducción de Toriias Dorrrirlgo Morarall~
12. E l e ~ r c i r e ~ i col1
t ~ n Dios
Juan Miiriín Velasco
Nitci~oc(licíú~i,rrvis(ir1r1/)o/.el ririroi: Segrriirlo erliciái~
1 3 . Ser y loier
Gabriel Marcel
fio(1itcció11(le Aiio M(ii.i(r Siricliez