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132 EL NIÑO EN ANÁLISISY LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA

Atendí hace unos años la consulta de unos padres por un


nene de dos años, a quienes les resultaba muy difícil poner
límites. Por supuesto, ellos estaban muy preocupados por la
insolencia y la falta de reparos de su pequeño hijo, pero no
atinaban a hallar una solución. Cuando recibí al pequeño en
el consultorio, llegó con sus armas y municiones, mientras
me proponía un juego. Tomó un muñequito y me aclaró:
"¡Se portó mal!". Apenas atiné a exclamar y a preguntarle: Capítulo 4
"¡Uy!, ¿qué hacemos?", cuando lo vi dirigir una enorme y
desproporcionada ametralladora hacia el pequeño muñeco, El dibujo en análisis
mientras sentenciaba: "¡Hay que matarlo!". A continua- y las intervenciones del analista
ción, con un ruido ensordecedor y sin pausa, fui testigo de
la ejecución. El pequeño lanzaba un enorme disparo, con
un "¡prrrr!", largo y sonante. Tamaña decisión merecía Oh, escritor ¿con qué letras escribirás tú con tanta
matizarse y decidí proponerle algunas otras opciones: que peifección la figuración, tal como lo hace este dibujo?
le habláramos, para que suspendiera su accionar, por ejem- LEONARDO DA ViNcI, Windsor Collection 1
plo. Pero la respuesta insistía: "¡Hay que matarlo". Sugerí,
subiendo la apuesta, que lo pusiéramos preso, en la cárcel;
pero no, tampoco. La única y perseverante respuesta era: Hace algunos años me propuse investigar paso a paso
"¡Hay que matarlo!". Entronado en su sadismo, el superyó los tiempos del dibujo como reveladores de los tiempos
era su único recurso, cruel y terminante frente a la pulsión. del sujeto en el análisis de un niño. Tomé sumo interés
Cuando lo Simbólico se va enriqueciendo, el juego halla en formalizar, desde una perspectiva lógica, la lectura que
espacio y forma para desplegar su creación; en él la acción los analistas hacemos de ellos y las intervenciones que su
se va desplegando entre lo supuesto y lo real, contribuyen- abordaje permite efectuar. Como punto de partida decidí
do, con su enmarcado "creíble", a conformar la pantalla de la retomar algunas cuestiones en torno al tema con el afán
realidad. En no pocas ocasiones el juego es la antesala de una de profundizar sus aristas, obvias en apariencia. Y dado
operación escritura! que ofrece su contrapunto para enmar- que con anterioridad no desdeñé el intento de volver a
car la escena en la representación pictórica. interrogar qué es un niño para el psicoanálisis, comencé
por abordar una primera pregunta, simple y compleja a la
vez: ¿qué es un dibujo?

l. Folio 19.071 rectur (r).


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Solemos constatar que, en general, los niños dibujan Una vez colocados estos ejes, surge otra pregunta: ¿qué
espontáneamente. Y es cierto: el dibujo no surge en el importancia reviste para el sujeto esta escritura del no? Y
encuentro con un analista, ni fue creado por el psicoaná- ¿por qué el niño se complace en dibujar? Para orientar la
lisis. Del mismo modo que la transferencia y el juego, el respuesta, recordemos algunas de nuestras hipótesis pre-
dibujo encuentra su fuente en la estructura humana, y el vias. Si el niño es un lugar en el Otro pero el sujeto es una
psicoanálisis se sirve de él y de su eficacia. En este mismo respuesta, no es un dato menor atender a la expresión de esa
sentido, no podemos entrar en el tema del dibujo sin consi- respuesta de la que depende la existencia. Se nace niño, pero
derar su lugar en la estructura y formularnos a su vez otras se llega a existir como sujeto en la respuesta que se dirige al
preguntas que se enlazan a la anterior: ¿qué sentido tiene el O tro. Aún así, vale decir, sin embargo, que no hay chance
dibujo para el ser humano? ¿Por qué es una práctica habi- para la respuesta como acto solitario; el sujeto deberá res-
tual durante la infancia y, luego, solo vocación de algunos? ponder sí, para luego también afirmar su no, en varias oca-
¿Cómo definir la función del dibujo? siones. En primera instancia, deberá decir sí al padre, para
En principio, no parece aventurado afirmar que el dibujo aceptar la prohibición del goce incestuoso, proveniente de
es una escritura. Pero ¿de qué? Pues bien, comenzaría por su interdicción. Luego, también decir sí a los significantes
anticipar mi respuesta diciendo que el dibujo es la escri- del Otro que alojan y habilitan la alienación necesaria. Y
tura de un no. A propósito de ello, recordaba el manifies- aunque parezca paradójico, esos tiempos serán el antece-
to surrealista del gran artista René Magritte, quien, bajo el dente necesario para engendrar el no del sujeto. Solo así, si
dibujo de una enorme y evidente pipa negra sobre un fondo esos tiempos previos se cumplieron, ese no, en el intervalo
marrón, escribió en cursiva legible "ceci n'est pas une pipe". del Otro, será un no de separación radical, un no al sentido
Mucho se ha escrito sobre esta obra. Sin embargo, ¿qué del Otro que deja en afanisis al sujeto, una puerta a no ser el
quiere decir que esto no es una pipa cuando es evidente que objeto-niño que realiza la ilusión fantasmática de comple-
es una pipa? ¿Qué expresa ese no? A mi entender, el dibujo tud y satisfacción, es decir, será un no habilitante del sujeto
escribe que no es lo Real, no es el objeto real; no es tam- para efectuarse, para ex-sistere, existir fuera del campo ori-
poco lo Imaginario, pues no es la representación lograda ginario que lo vio nacer.
de la pipa, y, aún más, no es lo Simbólico, porque el dibujo Ahora bien, ¿qué ocurre con el dibujo? Cuando un niño
no es la palabra pipa. Pero, para expresarlo con mayor pre- dibuja, con el diseño de sus trazos, abre para el sujeto el
cisión, diré que en el dibujo opera una sustitución, hacien- tiempo de escriturar su respuesta diferencial. Y lo hace con
do presente, en el orden espacial y temporal, una lógica de un alcance novedoso, pues en ese accionar se va generando
incompletud. El dibujo pone el acento y revela, en el instan- un desmantelamiento que separa la afinidad entre lo real
te preciso de su ejecución, una no identidad entre el objefo y la realidad. En este sentido, el niño es, en cierta medida,
y el ser. El objeto no es, no se representa y no se nombra más surrealista que realista: disjunta el dibujo de la realidad.
sino parcialmente. Y el dibujo muestra el tiempo en que esa Pero no debemos confundirnos. Acuerdo con quienes
operación se escritura. opinan que el niño no disfruta de la pintura abstracta ni
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entiende nada de poesía porque no dispone aún de la metá- evidencia plantea una pregunta por aquello que motoriza el
fora. A diferencia de aquellos artistas que revolucionaron cambio: ¿qué es lo que permite que los dibujos luego ganen
el mundo del arte conmoviendo el realismo pictórico, des- representabilidad?
haciendo la buena forma, el niño recorre el camino inverso Sabemos que esta no es espontánea. La progresión
hasta lograr la representabilidad en sus dibujos. Solo más engendrada con los garabatos, lejos de avanzar tranquila y
tarde, si ha consumado el tránsito por cada uno de los tiem- naturalmente, tropieza con más de una contingencia, todas
pos de su subjetividad como tiempos de escritura, podrá, ellas relativas a la promoción de los tiempos del sujeto. Y el
si lo desea, ser surrealista. Lo cierto, pero no evidente, es dibujo, expresión cabal de la tramitación de esos tiempos,
que sin el dibujo y su función productora le será difícil per- no deja de mostrar sus vicisitudes. Ante este nuevo mojón, y
geñar otras escrituras. El universo de las letras le reclama- para dar otros pasos, me gustaría abrir nuevas preguntas en
rá, temprana y previamente, el ejercicio de una pérdida del el enriquecedor contrapunto entre los tiempos del sujeto y
referente concomitante con un viraje de su punto de vista. del dibujo: en principio, ¿qué revelan los tiempos del dibujo
Para escribir, las imágenes de la infancia serán, paso a paso, con respecto a los tiempos del sujeto? Luego, ¿qué función
relegadas a otro perfil. Rotando el bisel de los espejos, ellas tiene el dibujo en el análisis de un niño? Finalmente, ¿qué
ya no se verán de frente. lee un analista en el dibujo de un niño hecho en transferen-
He asistido en más de una oportunidad, a lo largo de cia?
mi experiencia como analista, a ese tiempo maravilloso e
inaugural en que un niño comienza a escribir. Debo con-
fesar que no cesa de conmoverme ese grandioso acto de LOS TIEMPOS DEL DIBUJO COMO TIEMPOS
libertad. Sin embargo, los múltiples tropiezos que la opera- DEL SUJETO Y DEL ESPACIO
ción escritural manifiesta, contradiciendo toda evidencia de
adquisición natural, demuestran que, para llegar a escribir, Del mismo modo que admitimos la respuesta del suje-
previamente un niño ha de dibujar. to como un tinte diferencial -pues ella nunca es idéntica
Así, de ese modo, paso a paso, entre manchas y borrones, ni satisface plenamente la expectativa del Otro-, el dibujo
los tiempos del dibujo se realizan como tiempos sucesivos, tampoco debe considerarse como mero reproductor. Pues, el
momentos de respuesta del sujeto, que, inscribiéndose en dibujo no reproduce ni representa nada de un modo acaba-
una serie, se resta del vasto campo del Otro. Orientando do; en todo caso, me inclino a considerarlo como productor
sus pasos a la búsqueda de un lugar electivo, los tiempos del de una diferencia. Desde esa perspectiva, prefiero proponer
dibujo, con potencia renovadora y fuente inagotable, serán una distinción respecto de un modo tradicional de acercar-
tiempos de escritura del sujeto. Es de observar cómo, tem- se al dibujo considerado como expresión reproductiva de un
pranamente, desde pequeño, el niño comienza por extender niño.
sus marcas en la amplia superficie del Otro. Sin embargo, Más aún, si el dibujo es productor de una diferencia, bien
ellas no siempre dejan paso a otras producciones. Tamaña podríamos equipararlo con una operación de escrituración.
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Me refiero a que no es posible saltear el acto necesario de cias a que no fueron colocadas en línea. En aquellos tiem-
escriturar un bien antes de tomarlo en propiedad: debo pos estaba claro que lo que se ve no coincide con lo Real, y
escriturarlo si deseo considerarlo bien propio. Del mismo también sabían entonces que para que se percibieran de un
modo, suelo subrayar que la operación de escrituración cierto modo, había que colocar los objetos de determinada
corresponde al sujeto e implica un trazo distintivo de su manera. A pesar de ello, se desató una gran discusión entre
autoría y responsabilidad. Suelo resaltarlo, porque ese gesto esa postura y la "fidelidad naturalista" reinante en propues-
es el que le otorga un magno sentido a los dibujos: expresar tas de la Antigüedad, que planteaban que el campo visual
los tiempos en que se subjetiviza el espacio. Dicho en otras estaba relacionado est~ictamente con los ángulos en donde
palabras que acerquen claridad y den marco a la hipótesis se situaba la visión. El acento se ubicaba en la perspectiva
que deseo desplegar, ellos indican los tiempos de pasaje del fisiológica, en detrimento del enfoque simbólico.
espacio del Otro a la escena del sujeto.
Sin ahondar en tal discusión, cuyo interés es innegable,
Apoyado en esa función, como respuesta del sujeto, el quisiera recordar solo algunas de sus aristas con la intención
dibujo no es un reflejo reproductor sino un productor vital de hacer presente la magnitud polémica, de siglos y siglos,
de diferencia. Ese trazo distintivo, noble marca diferencial que arrastra la cuestión del espacio. Toda una tradición, con
del sujeto, será el lugar frágil y enorme donde el sujeto se argumentos lógico-matemáticos, se empeñó en demostrar
represente y se presente. Considerado este sesgo en su valía que el espacio es efecto del discurso. Y, sin duda, en esta
esencial, cuando el analista, colocado ante las piedras basales discusión, el psicoanálisis ha aportado su perspectiva, enri-
del edificio como testigo de un instante fundacional, logra queciéndola con su punto de vista. Cuando Lacan acudió
suspender la evidencia muda ante el dibujo de un niño, halla a la lógica y se apoyó en ella para dar estatuto científico a
una oportunidad para localizar el trazo del sujeto. sus propuestas, dejó asentado en acto que, a su entender, la
Un libro clásico, La perspectiva como forma simbólica, del ciencia aporta elementos para avanzar sobre el abordaje de
historiador del arte Erwin Panofsky, 2 desarrolla las varia- lo Real y que ellos contribuyen a enriquecer la existencia sin
bles en las que se apoyó cada época histórica, desde la Anti- descuidar el estatuto del sujeto. Es su utilización por parte
güedad hasta los tiempos modernos, para explicar cómo los de los científicos, y no la ciencia misma, aquello que debe
objetos del mundo se ven y se representan. Página a página, ser cuestionado, sobre todo cuando sus procedimientos for-
Panofsky describe la ferviente polémica sostenida por los cluyen al sujeto. Por eso, lejos de rechazar los avances de
griegos en torno a la construcción de los templos y su pers- la ciencia, Lacan sostuvo sus propuestas sirviéndose de los
pectiva. Como es sabido, las magníficas columnas dóricas avances científicos y de las diferentes escrituras para forma-
logran el efecto visual de estar perfectamente alineadas gra- lizar sus hipótesis y ponerlas a prueba; por ejemplo, apeló a
la topología y a la escritura del nudo borromeo. Pero tam-
bién abordó la cuestión de la representación y del espacio
2. Panofsky, E., La perspectiva como forma simbólica, Barcelona, Tus- con esquemas cuya vigencia mueven nuestro interés sobre
quets, 1991.
ellos, una y otra vez.
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EL DIBUJO EN AN ÁLISISY LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA
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""'
dor del espacio y de la relación del cuerpo con los espacios
Fue el derrotero de sus pasos, y mi interés por recorrer los
tiempos de subjetivación del espacio, los que me invitaron que habita.
a interrogar los indicadores de la distribución espacial y sus
relaciones de oposición, sucesión o contigüidad en la estruc-
Espacio real y espacio virtual en los tiempos del sujeto:
tura y en la clínica. Por ejemplo, los pares adentro/afuera,
arriba/abajo; derecha/izquierda, delante/detrás. Con el el esquema óptico
interés de recolocar los tiempos del dibujo en la perspecti- 4
Reproduzco aquí la forma mínima propuesta por La can,
va del sujeto y su relación con el espacio, volví al esquema
pues guarda interés en el abordaje de los dibujos en el aná-
óptico en el que Lacan apoya su controvertida tesis del esta-
dio del espejo como formador del yo, situado como función
de desconocimiento. En aquel tiempo, en plena discusión
con las férreas teorías entronizadoras de un yo libre de con-
lisis de un niño.

._...-- - - - ~ --- .........._x'


...............
"
flicto, Lacan se basó en las leyes reflectivas de la óptica para
exponer ese instante fundacional de la constitución psíquica
i/~- Espejo //
-.;..,__ - s 1 "'

en que el sujeto logra situar la representación y la imagen \


del cuerpo propio en el espacio virtual. Provocador, desde \
un punto de vista revolucionario introdujo en Marienbad \
una navaja filosa, rasgando con ella la trama del tejido que
establecía, en esos tiempos, la dirección de la cura, centrada
1
en el fortalecimiento yoico y la identificación con el analis- /
ta como Ideal. Cómo no despertar polémicas con un plan- /
teo que, en 1936, desgarra la tela de una ilusión: el cuerpo "
propio, más específicamente lo propio, se forma en espacio
ajeno. 3
X" ' "'-, "'-/
//
. . . . . . ............. ....- .>y'
Para avanzar en la relación del dibujo con el espacio, me
interesa recordar algunas coordenadas de la función cons-
tituyente que se realiza en el estadio del espejo, específica-
-------
mente en esta ocasión, como tiempo fundacional, organiza- Lacan coloca de perfil un espejo cóncavo y ubica la posi-
ción del sujeto que mira, con un ojo en el margen superior

3. Lacan,J., "Le stade du miroir comme formateur de la fonction du 4. Lacan,J., "Remarque sur le rapport de Daniel Lagache", en Écrits,
Je telle qu'elle nous est révélée dans l'expérience psychanalytique", en
Écrits, París, Seuil, 1966. París, Seuil, 1966.
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izquierdo. A cierta distancia del espejo cóncavo sitúa un


desde su punto de vista, objetos imaginarios reflejados en el
cajón abierto de cara al espejo, en donde habría un florero
espacio virtual. Luego llamará estadio del espejo a este tiempo
invertido. Luego, con líneas punteadas (y-y' y x-x') realza la
de conformación del espacio especular, en el que también
eficacia del espejo cóncavo, por la cual el jarrón va a refle-
habrá lugar para lo Real. El espejo cóncavo equivale al orga-
jarse en el espacio pero en forma invertida, apareciendo en
nismo, al sistema nervioso central, desde ya necesario, para
otro plano. Por efecto y eficacia de la reflexión de los rayos,
que se constituya el cuerpo del sujeto que no es asimilable
un objeto se presenta invertido y en un plano distinto de
al organismo. Es sabido que un bebé nace en un estado de
aquel en que está realmente. Lacan llama a ese espacio espa-
prematuración; la mielinización de su sistema nervioso no
cio real. Las experiencias con que nos divierten los ilusionis-
le permite tener dominio de su cuerpo, preso de fragmenta-
tas se basan en las mismas leyes ópticas por las cuales vemos
dos movimientos involuntarios.
aparecer en el espacio real lo que en realidad es una imagen
En síntesis, con su esquema, dando lugar a la dimensión
del objeto real. Siguiendo con nuestro esquema, el florero
temporal y a la espacial, Lacan propone nada más y nada
invertido es el objeto real y el florero colocado al derecho,
menos que, gracias a la perspectiva del Otro, a ese espejo
que no está indicado en el esquema, porque se supone que
del Otro equivalente a la significación del Otro, el sujeto
el sujeto no lo ve desde donde está, es la imagen del obje-
verá, anticipadamente, una imagen unificada de su cuerpo.
to. A esta imagen, le-corresponderá una escritura i (a). A la
Con ella se cerrará una conformación imaginaria del cuer-
imagen real del florero, erigido en el espacio real, Lacan
po y también, gracias a esa operación unificante, surgirá la
le coloca unas flores, que no son producto de la reflexión,
unidad del yo, del moi. Coherencia del psiquismo a partir
son reales, y que llama a, objeto a. Ellas no son imagina-
del narcisismo.
rias. Luego, frente a este artificio coloca un espejo plano,
Lo interesante de este punto que hace merecida su con-
abriendo un espacio tras el espejo, un espacio virtual. Es el
sideración es que el sujeto se aliena a esa imagen, represen-
que Borges sitúa detrás de los espejos. Es el que estamos
tación del cuerpo del sujeto que no corresponde a lo Real,
habituados a ver cuando nos miramos al espejo, es aquel
tomándola como propia, y en franco desconocimiento dirá
que reduplica la escena del espacio real. En ese espacio se
de ella: "soy yo". De ese modo, significativamente con la
refleja el cajón, el jarrón y las flores, como imagen virtual.
mirada que no se ve, quedará velado para siempre un real
La imagen virtual a la que corresponde la escritura i' (a) es
el reflejo de una imagen real y es la que ve el sujeto. del cuerpo.
La otra cuestión a destacar, sobre todo a los fines del
Ahora bien, ¿para qué le sirve a Lacan el esquema ópti-
co? Para mostrar, además de la función de desconocimiento dibujo y sus tiempos, es que el espacio real dará lugar al
espacio virtual, como espacio del mundo. La consecuencia
inherente a la conformación del yo, la incidencia del punto
de vista del sujeto en la percepción del mundo. Entonces más contundente del esquema es que demuestra que la rea-
dirá, que el espejo plano es el Otro y que el sujeto, colo- lidad se crea a partir de la pérdida de un trozo de real. Lo
cierto es que el sujeto ve la imagen integrada de su propio
cado donde dibujó el ojo, ubicado en cierta posición, verá,
cuerpo, y la ve unificada, a pesar del estado de fragmenta-
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tanto y al mismo tiempo, lo Imaginario, cuya consistencia


ción. Y se percibe, también, siguiendo la mirada y los signi-
ganancial estabiliza, al operar casi fotográficamente, coa-
ficantes del Otro. Se ve feo, lindo, gordo, flaco, tonto, inteli-
.gula el movimiento. La imagen del espejo inicialmente no
gente o lo que sea, pero siempre desde esa llave que le otor-
se mueve, y esa estabilidad genera júbilo. Pero su estabili-
ga la significación y la palabra del Otro para la percepción.
dad necesaria no deja de entrañar riesgos. Recuerdo a una
Resulta paradójico e inquietante aceptar que, al mirarnos en
muchacha que, a pesar de su evidente belleza natural, no
el espejo, nos reconozcamos gracias a un desconocimiento.
lograba sino verse fea, pues así habían calificado su aspecto
Nos vemos donde no somos pero creemos ser, ahí donde el
en comparación al de su hermana, sobrevalorada en extre- "'"1\
Otro nos dio lugar. En otros términos, nos identificamos
mo por la madre de mi paciente. A medida que creció, todos
con la imagen propuesta por el Otro. Desconocemos que no
le decían: "¡Sos muy linda!", pero ella seguía viéndose fea.
somos esa imagen, desconocemos la diferencia entre el ser
¿Por qué? Porque no se veía con los ojos, sino con la mira-
y la imagen. A su vez, oculto el engaño, tal como le ocurrió
da. No es lo mismo ver que mirar. La distinción vale, ya que
al hombre platónico de la caverna, la imagen se toma como
entre una y otra operación se sitúa la perspectiva del sujeto.
yo, como moi, como buena forma del cuerpo. Sin embargo,
aunque lo olvidemos, la imagen oculta en su interior algo O sea, el cristal con que se mira.
Volviendo al esquema óptico, será en el espacio virtual
que no se ve. En lo que vemos hay algo esencial, invisible a
donde el sujeto hallará los objetos del mundo, localizándo-
los ojos. No vemos que nos hemos constituido en la mirada
los sin advertir que lo hace desde una posición, el sitio en
del Otro, ni percibimos que tomamos por real lo que no es
el que se encuentra ubicado. Quiero reiterar la importancia
sino una imagen: velando lo Real, ese es el modo en que se
de la posición antes de continuar con el tema del dibujo,
constituye la realidad. La representabilidad depende de lo
pues es esencial para su entendimiento. Gracias al espejo
que no se ve. Más aún, insisto: se crea la realidad a partir de
del Otro, el sujeto verá su cuerpo integrado, verá un domi-
perder un real. Pero este rodeo necesario por el esquema
nio corporal que no tiene, verá su cuerpo como propio. Es
óptica y el estadio del espejo, ¿en qué atañe a nuestro tema?
el tiempo del sujeto en el que se cierra la conformación
¿qué ocurre con el dibujo?
imaginaria, dependiendo de una imagen que cierra bien a
Cuando un niño dibuja, no desmantela el objeto real:
la mirada del Otro. El yo descónoce para reconocerse y
le pone un manto. Por eso, es más realista cuando vela lo
olvida que se conoció alienándose a la propuesta de Otro.
Real, cuando enmarca la realidad. De uno u otro modo, y en
En ese sentido, es un poco cómico decir: "Yo me conozco
contra de los siempre renovados e infructuosos intentos de
bien", pues en el corazón de lo imaginario hay un carozo de
colocar su base en el asiento neuronal, para el ser humano,
real que la imagen cubre, un real que no se ve. Cuando nos
el preciado criterio de realidad se encuadra siempre en una
miramos, no vemos la mirada del Otro. Pero, entre tanto,
perspectiva simbólica, construida con significantes provis-
y a pesar de la constancia con que se intenta mantener las
tos y provenientes del campo del Otro, que fue definido
ilusiones, lo Real subsiste, orgánico, pulsional, mirada pre-
por Lacan como batería significante. Serán esos significantes
sente más allá de lo que se ve. Hemos de recordar para
los que orienten, en el origen, la percepción del sujeto, en
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,,,, 11 N IÑO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA EL DIBUJO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA 147

lo que sigue que su permanente operar persiste y siempre sentación unificada dando coherencia tanto a los objetos
amenaza la unidad de la imagen, desbordando la estabili- que allí se presentan como homeostasis a nuestro cuerpo;
dad que la constituye y activando benéficamente también pero también por lo Real, que conmueve la unidad, y lo
un movimiento impulsador de nuevos deseos y goces. Simbólico, que anuda con su enlace delimitador. Por eso,
He retomado, pues, el esquema óptico, porque, además el destino y la vida de un sujeto variará notablemente si ha
de reconocer su vigencia, según mi perspectiva es suma- encontrado o no legitimidad oportuna para incorporar el
mente ilustrativo del tiempo de la vida en el cual se consti- cambio cuando aparece lo Real. Los significantes reunifican
tuye la representación del espacio. Su detenida formulación la imagen del cuerpo, amenazada por el despertar pulsio-
permite apreciar en su justa medida el valor de los signifi- nal. No es lo mismo para una púber haber escuchado nom-
cantes del Otro como clave para la percepción y constatar brar su despertar puberal con palabras de alegría - "¡Ya sos
cómo ella se organiza, señala, recorta y ubica, delimitada señorita!"-, a que solo encuentre silencios, o la negación
por los significantes del Otro. Si vemos una puerta, si pode- del crecimiento, tal como expresaba la mamá de Wanda en
mos recortarla en la continuidad de una pared, es porque el drama Despertar de primavera, de Frank Wedekind: 5 "Me
contamos con el significante puerta. Si no contáramos con gustaría tenerte siempre como ahora ... hija". En ocasiones
él, no la veríamos. Aunque cueste creerlo, nuestro mundo el deseo de la madre solo recibe con algarabía y bendiciones
se sostiene predominantemente detrás de los espejos, en ese la infancia de su pequeña cori palabras tales como: ¡"Qué
espacio virtual. Sin embargo, el espacio no es solo simbólico linda sos!" o "¡Qué hermosa nena!"; pero, en otro tiempo,
ni solo imaginario. cuando el cuerpo puberal empieza a mostrar otras formas
y mueve la imagen habida hasta ese momento, la rechaza o
maldice provocando situaciones sin salida o desenlaces trá-
El nudo del espacio: Real, Simbólico e Imaginario gicos, tal como ocurre en la pieza teatral mencionada.
Para algunos seres humanos la imagen primera es fuente
La geografía en la que se mueve el sujeto es una topología de cristalización y esas personas conservan un aspecto ani-
en la que se anudan lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario ñado a pesar del paso del tiempo. Obedientes a la primera
del espacio. Es que la dimensión del espacio se constituye impresión estampada por la mirada del Otro, no atinan a
en el discurso como una guarda con tres perfiles, real, sim- moverse por temor a desarmarse. Un chiquito que se había
bólico e imaginario: lo Imaginario de la imagen; lo Real que manchado con témperas en el consultorio, me decía: "¡Mi
ella contiene, no especularizable, y los significantes del orden mamá me mata!", y cuando algo le salía mal, exclamaba:
Simbólico, con los que se recortan y delimitan los otros dos. "¡Mirá que tonto!". Tonto era el significante con el que el
Sin embargo, si bien desde estas coordenadas el espacio Otro nombraba lo que no encajaba en la imagen del yo ideal.
se constituye como un efecto del discurso, ese espacio no
es solamente simbólico, como expresa Panofsky. El espacio
está constituido por lo Imaginario, que configura la repre- 5. Wedekind, F., Despertar de primavera, Buenos Aires, Quetzal, 1991.
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Gracias a lo Real que mueve a la imagen y permite des- sear'. Es sabido que la curiosidad infantil será la base de
colocarla de su rigidez, no nos quedamos como soldaditos la futura investigación y de la búsqueda de saber. Pero esa
de plomo, hijos identificados con el moi, al yo soy lo que debo búsqueda no se emprende sin interrogar los significantes
ser y si no, no soy nada. La lógica dual e imaginaria, con su del Otro, sin ver más allá de 'lo visible.
representación esférica del todo o nada, debe caer, cediendo Una de mis pacientes, una chiquita encantadora pero
paso a la incompletud con la que se engendra el movimien- encantada, no podía dar besos más que a su familia. Un día
to. Con esa dinámica, en el espejo se genera, a partir de ese me pidió ayuda diciendo que no sabía por qué. Le pregunté
momento y desde la perspectiva del sujeto, un resto. Lacan en ese momento: "Solo das besos a los de tu familia, ¿no es
lo escribió con un signo negativo y la letra griega fi minús- cierto?". Ella asintió, expectante, pero agregó: "No sé por
cula: menos fi (-cp). Indica una falta imaginaria; quiere decir qué, no sé ... los otros son raros ... ". El significante raros dio
"No soy yo todo el falo de mi madre". La imagen no con- pie a la palabra, y abrió la chance a mi pregunta retórica:
forma totalmente a nuestra progenitora. El sujeto responde " ¿Entonces vos no das besos a los que te parecen raros por-
"No, no idéntico al falo". El falo imaginario remite, de ese que, cuando no son de la familia, no sabés qué hacer?". Era
modo, al falo simbólico, es la representación imaginaria de bastante claro para mí, pues ¿qué es lo raro sino un modo
una falta simbólica. de nombrar lo no familiar, lo extraño? Justamente, llama-
Pero el movimiento no es gratuito. Genera un conflicto mos extraño al espacio más allá del espejo del Otro, donde
en el ser. A partir de ese momento, el niño se debate entre el sujeto no encuentra lo familiar, lo reconocido. De modo
ser o no ser el falo de la madre. Entre identificarse quieta y que avances y retrocesos en el espacio muestran el trato
mansamente con la imagen que se espera de él o emprender que el sujeto tiene con la escena familiar y su delimitación.
el camino de su deseo. Tal vez por ese motivo, cuando se incursiona en un ámbito
La clínica es elocuente en finas distinciones temporales nuevo y no se conoce a nadie, siempre se prefiere ir con un
en el plano del estadio del espejo. Muestra si se constituyó amigo. Es que el espacio del mundo va tomando color entre
o no la imagen, si se conformó o no el moi y también si, las luces y las sombras del discurso familiar que, a veces
después de conformarse, se movió o se quedó coagulado. intimidante y otras habilitador, cierra o abre caminos para
Solo si hubo movimientos habrá otro espacio, lugar para enmarcar la perspectiva del sujeto.
el sujeto del deseo más allá de complacer la demanda del Por eso digo que el espacio es del Otro, pero se hace
Otro. Condición ineludible, el cuerpo solo podrá moverse escena con la entrada del sujeto. En ocasiones, cuando el
en el espacio si se ha desprendido de la fijeza de la imagen analista es partícipe de las producciones pictóricas hechas
especular. Resulta interesante prestar atención al modo en en transferencia, si admite lo que propongo, puede leer en
que se relaciona el cuerpo con los espacios que habita. Si la ellas la relación del sujeto con el espacio y los tiempos de
imagen queda en el espejo, el sujeto no va a ningún lado. posicionamiento en la escena. Le es posible también loca-
Aquel que se acomodó en el espejo de la mamá no buscará lizar si se ha cursado o no ese pasaje. En otras palabras, los
conocer los goces del mundo. Buscar quiere decir 'curio- dibujos en análisis hacen legibles los tiempos del sujeto, su

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150 EL NIÑO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA

promoción y su detenimiento. Por eso los tiempos del dibu- del Otro, el sujeto ganará la orientación geográfica. Habrá
jo merecen ser finamente delimitados. espacios permitidos y otros que no lo son. El lugar del suje-
to dependerá de una pérdida, de que algo se pierda para él y
de él en la inmensidad del campo del Otro. Paredes, mesas y
LOSTIEMPOS DEL DIBUJO pisos no son lugares elegidos para desplegar la creatividad.
Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA En todo caso, son el anticipo de la marca del sujeto en la
vastedad del Otro. Sin embargo, las líneas y manchas que el
Al recorrer paso a paso los tiempos del dibujo en la infan- niño coloca en ese campo no son menos vitales para su exis-
cia, vemos retribuida nuestra dedicación con una pródiga tencia que el espléndido júbilo que lo lleva a agarrarse de
riqueza diferencial apta para leer cómo se va enmarcando, muebles y soportes para caminar, ejercitando el disfrute de
paso a paso, el espacio y la escena en la estructura del sujeto. su cuerpo. Las primeras líneas, jugadas entre continuidades
Pletóricos de matices, ellos permiten leer no solo tiempos y discontinuidades, son paradigmáticas de cuán difícil es
en el ordenamiento del espacio sino también las modalida- para el sujeto accionar los frenos, respetar el margen, parar,
des de relación mantenidas por el sujeto con su cuerpo en no continuar la línea sobre la mesa o el suelo. Sumido en
la escena del mundo. la prematuración con que su organismo llega a la vida, sin
Es prácticamente imposible llamar dibujo a las primeras real dominio del cuerpo, el niño, dependiente aún de un
marcas que un niño deja en la pared, en el piso o incluso en sostén acorde a su frágil situación, se ayuda con el borde de
una hoja. Sin manifestación alguna de trazo electivo ni con- la hoja para hallar un margen orientador. De hecho, en este
trol corporal, líneas, garabatos, arabescos y trazos circulares primer tiempo, la marca, más que un trazo del sujeto en el
anteriores a la representación no plantean una delimitación campo del Otro, es expresión de un goce del cuerpo, auto-
espacial. En todo caso, ella se irá esbozando entre lo conti- · mático o instrumental. Una vez más, no será banal para el
nuo y lo discontinuo, en tanto la aprehensión motriz otorga futuro de las pinceladas haber encontrado o no una mirada
al sujeto cierto dominio de su cuerpo. En ese momento de habilitante.
la vida en el que reina la motricidad gruesa, las primeras Atendí a una chiquita que había respondido a la angus-
marcas se trazan con el cuerpo. Los dedos o las manos que tia de su mamá con una actitud obsesivamente controlado-
manchan la pared, son los gestores iniciales del dibujo auto- ra. Parecía una maestrita, indicando cómo debían hacerse
mático, resultado de la batalla entre lo Real pulsional y lo las cosas y de qué manera mantener todo ordenado. Por
Imaginario del cuerpo, con escasas armas simbólicas. Sin supuesto, su aspecto inmaculado le impedía jugar, y sus
discriminar lugares aptos ni afinar los fines, el movimiento dibujos intentaban una perfección que impedía su trazado.
se rige por un orden pulsional continuo y constante. De hecho, los empezaba, pero con prisa crítica los desecha-
Solo habiéndose beneficiado con la prohibición del ba despectivamente. Dada su actitud autoritaria, le era difi-
incesto, ley reguladora de sitios abiertos o cerrados al goce, cil consolidar amistades y finalmente, sus miedos ante las
vara orientadora que interdicta una porción del espacio oscuridades nocturnas le impedían cerrar los ojos y dormir.
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EL DIBUJO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA 153

Habiendo avanzado la cura, disfrutaba de mezclar colores sino porque el cuerpo ha cedido una porción de inmediatez.
con las témperas, luchando por no sucumbir a la obsesión Una redistribución de goce en el cuerpo ha inaugurado un
cada vez que la pintura corría hacia mi mesa, preguntándo- nuevo tiempo del sujeto. Lo Real pulsional ha ido encon-
me reiteradamente si no importaba, si después se limpiaba. trando su enlace a lo Simbólico y, con ello, abriéndose puer-
Yo trataba de calmarla, restándole dramatismo al asunto e tas, delimitando una nueva porción de espacio subjetivo.
instándola a que pintara sin preocupaciones cuando, ines- Hace años atendí a un chiquito que estaba paralizado en
peradamente, un pincel cayó sobre el escritorio, dejando su producción por el terror a mancharse la ropa. Su actitud
una pequeña mancha. "¡Ayyyy!", gritó asustada. Armando no respondía como en el caso anterior a una simple incli-
con ese real un juego, mientras cercaba la mancha con mis nación obsesiva: la ropa era equivalente a su piel. Las tém-
manos, le dije con voz impostada: "¡No te preocupes! ¡Yo la peras estaban a su disposición, pero él estaba pendiente de
detendré!". Y al instante opté por preguntarle con actitud su remera. Apuntando a inscribirlo en la serie de "los chi-
exagerada de dramático temor: "¿Es una mancha peligrosa? cos" y ofrecerle una perspectiva apta para jugar como ellos,
¿Es un monstruo? ¿Debemos tener cuidado?". Completa- le dije que a los chicos les encantaba pintar con los dedos.
mente descomprimida, la niña comenzó a reírse. La seve- Inquieto y excitado, apeló a preguntarme en el marco de
ridad de superyó, rígido y cruel, aceptó beneficiarse de la la confianza 7 transferencia!: "¿Vos cómo sabés?". "Porque
6
comicidad de la escena, para ceder espacio al juego. hace muchos años que trabajo con chicos, veo que les gusta
Este y otros casos nos enseñan que, para manchar el mucho pintar y, si les molesta mancharse, pueden ponerse
espacio del Otro, el sujeto debe haber sido beneficiado con algún delantal arriba de la ropa", le respondí. "¡Ah!, ¿sí?",
una doble donación. En primera instancia, depende del avanzó, con cierto tono sorprendido y deseoso.
Otro ofrecer el intervalo necesario para que el niño respon- Su madre no había podido contribuir con su deseo a la
da como sujeto, y luego pero como condición principal del conformación imaginaria del cuerpo de su hijo; ella esta-
Nombre del Padre depende la nominación para enlazar ese ba atravesando una severa depresión en el momento de su
real que pide lugar. Solo una mirada tierna y tolerante puede nacimiento. Mi pacientito batallaba con la falla ocurrida en
soportar, esto es, dar soporte, al movimiento del espejo en el ese tiempo de constitución y suplía con la ropa inmaculada
que se refleja la diferencia entre el niño esperado y el sujeto la amenaza de fragmentación que una mancha podía oca-
hallado. La capacidad pictórica se encaminará a la búsqueda sionarle. El sostén narcisístico en transferencia lo habilitó
de la representación de la imagen, si le es posible simbolizar a lanzarse sobre la témpera con la intención de tocarla con
su pérdida. Cuando la mano tome un crayón, un lápiz o un su mano entera. Al constatar que no entraba en la paleta de
pincel, lo hará no solo porque la habilidad se lo permita pintura disponible, quiso un tacho para lograrlo, al tiempo

6. Freud, S., "El chiste y su relación con lo inconsciente" [1905] , en 7. Meghdessian de Nanclares, A. B., "Clínica del sujeto en la adoles-
Obras completas, t. VIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1985.
cencia", en Cuadernos Sigmund Freud, 21 (2001), p. 121.
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154 EL N IÑO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA EL DIBUJO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA 155

que, extendiendo sus manos hacia mí, me pedía: "¡Pintame, impidió toda libidinización del niño. Solía repetir un pedi-
pintame!". Demandando al Otro cobertura para su cuer- do continuo, cada vez que iba a moverse: "¡Sosteneme, sos-
po, lo escuché exclamar: "¡Ahí falta!". Y, revelando con sus teneme!". Aun cuando no parecía realmente necesario para
palabras su estructura, agregaba: "¡Pintámelas, así tengo su organismo, sí lo era para su cuerpo.
manos!". Cuando terminé de hacerlo, fui testigo de su jubi- En cambio, cuando el estadio del espejo se cumplimen-
loso impulso, que lo llevó a dejar las marcas de sus manos en te y el conflicto entre ser o no ser el falo imaginario del
mi pared. Permanecí en silencio, pero al ver que se dispo- Otro despierte al sujeto, promoviendo no solo pérdidas sino
nía a continuar, preferí acercarle una opción que apuntara también ganancias de goce, la imagen del cuerpo entrará
a cierta permanencia de la imagen y a renunciar a una por- en movimiento y se animará, haciendo pie en otras esce-
ción de goce: "Por favor, en la pared no, la pared habrá que nas. En el plano del dibujo, el trámite se hará efectivo como
limpiarla; en cambio me encantaría que lo hicieras en una una escritura de la propiedad adquirida, mostrando la nueva
hoja, así puedo guardar tu dibujo de recuerdo". perspectiva del sujeto.
Tiempos, destiempos y contratiempos son inevitables en El comienzo de la representación en la obra diseñada es
la conformación de la estructura. Sin embargo, y aunque los indicativo de una disponibilidad simbólica para la figura-
tiempos del sujeto no siguen una evolución, se recrean en ción. Muestra que el sentido otorgado inicialmente por el
una progresión cuyas fallas son remediables pero no rever- Otro ha podido vacilar, "hacer juego" y, con ello, ha torna-
sibles. do viable simbolizar la imagen. En definitiva, la figuración
La constitución del cuerpo humano depende de la con- señala los efectos de una incorporación.
figuración de una imagen sin la cual un niño no camina, no Surge entonces la geometría, respondiendo a una ope-
puede erguir su cuerpo ni pararlo en el espacio de modo ración simbólica. Por eso, cuando el cuadrado, el círculo
vertical, de abajo hacia arriba, elevándolo del plano y alcan- y el triángulo hacen su aparición, estamos en otro tiempo
zando otra dimensión espacial. Las intervenciones del ana- del sujeto. La aparición de las formas geométricas señala
lista resultarán notablemente más eficaces si toman como que se ha dinamizado la imagen. Con una ganancia notable,
punto de partida la delimitación de los tiempos del sujeto desde ese momento, continuidad y discontinuidad pivotan
y las contingencias sufridas en su estructuración relativas a alternativamente, contribuyendo a promover la serie. Para
los contratiempos acaecidos en la dialéctica entre el sujeto entonces, la producción simbólica otorga la llave para ini-
y el Otro, y también en los tiempos del cuerpo y la subjeti- ciar, con el pasaje al plano, la figuración del espacio en dos
vación del espacio. Recuerdo un chiquito de cinco años que dimensiones. Lo alto y lo ancho serán los mojones inau-
no podía caminar, a pesar de no detectarse falla neurológica gurales de lo bidimensional. Por esa vía, promovida por la
alguna que se lo impidiera. Lo que sí había fallado era ese fluidez del juego significante, se pierde la univocidad del
tiempo esencial de constitución del sostén narcisístico. Trá- sentido que vestía la imagen del cuerpo y cristalizaba la
gicamente, había muerto el padre en el momento en que él perspectiva del sujeto. En definitiva, el dibujo de la figura
nació, y un estado de depresión generalizado en la familia humana es una escritura producto. Su producción se opera
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como distancia espacial y temporal entre el cuerpo real, la El dibujo del cuerpo: t iempos de la imagen
imagen del cuerpo y su representación en el plano.
Conjuntamente, montado sobre esa serie, en el pasaje de El cuerpo representado con palitos es un título de pro-
uno a otro operan sucesivos cambios en el punto de vista piedad escriturado por el sujeto y lleva la firma inaugural
del sujeto, con evidente ganancia existencial. Cuando el de una adquisición. La toma de posesión del cuerpo tiene el
niño accede a la representación pictográfica del cuerpo, no costo de una mudanza que requiere un cambio de lugar, y el
solo está inscribiendo la pérdida del cuerpo real: también niño parece dispuestO a pagar el precio del apetecido bien.
está sustituyendo la imagen del cuerpo. Al restarla del espa- No sin conmoverse en el intento y a pesar del conflicto
cio virtual nacido en el espejo del Otro, la coloca en otro ineludible y persistente que enfrenta el ser humano cuando
punto de vista y legitima, con ello, nuevos movimientos en se anima a desprenderse del andamiaje que lo vio nacer, el
el mundo. Pero el magno paso realizado con esa operación sujeto hace su apuesta. Desprenderse de ser el objeto que
de sustracción es la notación de su ausencia como objeto, satisface los anhelos de los otros y arrojarse al camino de los
al tiempo que se efectúa como sujeto de una escritura. El propios sueños es un acto. De eso se trata el dibujo de un
dibujo del cuerpo ofrece, de ese modo y conjuntamente, niño, de un acto de escrituración. Y la magnitud de la ope-
un tiempo de simbolización de la imagen y una perspectiva ración, cuando se produce en transferencia, hace al analista
diagnóstica para la clínica pues con su trazado el niño pone testigo y partícipe de un documento íntimo y a la vez públi-
en acto la simbolización de una ausencia: simboliza la ima- co, que se realiza en el espacio de la exogamia. Es que, más
gen de un cuerpo que no requiere de la presencia continua precisamente, los primeros dibujos son el punto de engarce
y real de la mirada para sostenerse. de un abanico abierto a la futura aptitud creativa y recreati-
Es esta grandiosa manifestación de existencia subjetiva va del sujeto y de su escritura.
la que hace del dibujo una producción conmovedora. Es Dado que cada manifestación expresa un pasaje, quiero
que en todo dibujo es localizable la posición del sujeto, su detenerme en los tiempos del dibujo para mostrar la alter-
punto de vista, la perspectiva en que se sitúa respecto de nancia de presencia/ ausencia del objeto, e indicar el tras-
la representación del objeto. Cuando miramos un dibujo, paso de un espacio a otro. Tempranamente, la escritura del
estamos ante la conquista del espacio subjetivado, el que sujeto dará muestras de los ritmos en la subjetivación del
hace de la percepción de cercanías o lejanías, más que pará- espacio: su medida, avance y detención.
metros mensurables, la apreciación de la distancia por parte Aquí tenemos el dibujo de un nene:
del sujeto, su perspectiva del mundo.
Por eso, minuciosamente, sin saltear la lectura enrique-
cedora de sus pasos, me ha interesado transitar los tiempos
del dibujo y del sujeto, ya que cuando la imagen del cuerpo
se representa, también lo hace en tiempos.
EL DIBUJO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL A NALISTA 159
158 EL NIÑO EN ANÁLI SIS Y LAS INTERVENCION ES DEL ANALISTA

En cambio, el siguiente es un cuerpo batata. Las extremi-

• dades salen del cuerpo-cara ensamblado.

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Este otro dibujo difiere del anterior porque no está hecho


solo con palitos: tiene tronco, manos y gestos de expresión, Difiere de este otro, en el que se advierte cierta profun-
ojos, nariz y boca. didad. El cuerpo está pintado y adornado.

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EL DIBUJO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA 161

Finalmente, aquí tenemos la distinción de partes del a su singularidad. La diversidad guarda, por lo tanto, una
cuerpo. Cabeza, tronco y extremidades guardan propor- lectura general de los tiempos del dibujo.
ción, más allá de unos ojos que no ofrecen su mirada. Si al dibujar el cuerpo aparece la verticalidad, arriba y
abajo, ella será el indicador de la relación del sujeto con
la simetría del espejo. Es que la alienación perceptiva del
niño a la imagen especular incluye el desconocimiento de
la inversión simétrica que opera en la mirada. La frecuente
extrañeza que sentimos ante nuestra imagen en las tomas
fotográficas son expresivas de ella. Cuando la operación ha
fallado, los niños invierten la representación, dibujando al
revés, según la perspectiva del otro. La inversión de letras en
la escritura o la rotación derecha/izquierda, arriba/abajo son
también la evidencia de una falla en la represión especular.
En otras palabras, es la manifestación de un goce retenido
en el cuerpo. La falla de simbolización en el dibujo solo lo
muestra y hace presente. Es que uno a uno, sucesivamen-
te, con la ganancia simbólica, los tiempos del dibujo ponen
2 dé manifiesto cómo el cuerpo toma profundidad según una
decisiva simbolización de la imagen, que habilita el paso de
la visión plana a la visión de la extensión del espacio. Es rele-
vante tener en cuenta este hecho, en la medida en que la
El cuerpo hecho con palitos es diferente del que muestra profundidad del campo visual abrirá la puerta para la futura
tronco, cabeza, brazos y piernas; también del cuerpo bata- perspectiva, tomando de ella la tercera dimensión. Solo así,
ta y del que presenta cierto estiramiento del cuerpo. En el paso a paso, el dibujo abandonará la presentación puramente
renacuajo todavía subsisten lo que se suele llamar manos sol, frontal y, aun cuando esta última subsista, el punto de vista
pero el cuerpo va tomando profundidad, aunque aún no irá ofreciendo sus distinciones; no coincidirá estrictamente
está lograda la distancia. Sin embargo, todos ellos están, en con la imagen plana y frontal reflejida en el espejo inicial.
ese momento, flotando en el espacio: no se recorta ningu- Notablemente, implicará otro tiempo del sujeto, incluirá su
na escena. Al observarlos no debemos creer que sus dife- respuesta, dará atisbos de su marca distintiva.
rencias responden solo a la singularidad de cada niño. La También en el plano del arte, es curioso e interesante
complejidad de nuestra disciplina, el psicoanálisis, estriba observar el modo en que los artistas hallan vías y estímu-
en su capacidad para considerar lo universal de la estructura lo para la creación. Algunos han optado por dibujar con
humana aunando las contingencias particulares del sujeto modelos vivos o hacer still life, naturalezas muertas, como
EL DIBUJO EN ANÁLISISY LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA 163
162 EL NIÑO EN ANÁLISISY LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA

se las nombra en castellano, contando con la observación lo visible sino que hace visible" .9 Entre aquel chiquito que
directa del objeto. Ellos escriben en el plano el pasaje de recortaba el espacio de una mesa, convirtiéndolo en esce-
un objeto del mundo, con valor de objeto real, a un obje- na artística y el hombre que investigaba las variaciones de
to representado. Otros artistas eligen tomar un objeto del la tonalidad mientras experimentaba con la acuarela negra,
mundo con valor de objeto representado; en ese caso, su habían pasado mucho más que años: se habían sucedido los
vinculación es con un cuadro, una fotografía o un dibujo, tiempos de elaboración.
y lo traspasan a otro plano, el de su producción. De ese Con mayores recursos simbólicos, el espacio va dando
modo, al copiar o calcar, reproducen una imagen que está lugar a otra escena. Y aun cuando la visión plana domina en
a la vista, recolocándola gráficamente. Finalmente, están la infancia, una simple y grandiosa línea comienza a indi-
aquellos que prefieren reproducir un objeto que no se ve, car una ampliación de la mirada al dividir la hoja en tres.
que está en el recuerdo o tal vez dibujar objetos creados por Con ella se produce el milagroso surgimiento de la tierra, el
la imaginación. Unos y otros revelan tiempos de recreación cielo y un lugar entre ellos, planteando un incipiente "mon-
del objeto, que se engendra alternativamente entre pasajes taje de escena".
de presencia y ausencia habilitantes de su transformación. Es el tiempo de los elementos alineados o yuxtapuestos,
Suelo prestar atención a las manifestaciones temporales sin profundidad del campo visual. Con una línea se ha habi-
en la producción de mis pequeños artistas. No dejo escapar litado un punto desde el que se elevan todos los objetos: la
la oportunidad de apreciar la gama enorme en sus produccio- casa, el auto, el árbol, la flor o una nena.
nes. Me detengo atentamente en distinguir cuándo un niño
dibuja espontáneamente en la hoja o en el pizarrón, cuándo ....,=.-\) ,.,
......
borra y reescribe, cuándo intenta la copia de un objeto real,
tomando un modelo, cuándo me pide una revista para copiar
o calcar y en qué circunstancias inventa sus propias imágenes.
Paul Klee, el gran pintor suizo, cuenta en su diario per-
sonal8 un recuerdo infantil que lo retrotraía al inicio de su
actividad artística. Contaba apenas con nueve años de edad
cuando, frente al mármol de las mesas del bar de un tío, tra-
taba de extraer las formas que apenas se dejaban ver entre
las vetas del noble material. Tal vez, esa experiencia fue la
que sirvió de fuente para su reflexión: "El arte no representa

8. Klee, P., Tagebücher 1898-1918, Berna, 1988, cit. en Partsch, S.,


Paul Klee 1879-1940, Berlín, Benedikt Taschen, 1991, nota 2, p. 96. 9. Ibíd.
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EL DIBUJO EN ANÁLISISY LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA 165


164 EL N IÑO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIO NES DEL AN ALISTA 11'

Más por una cuestión de tiempo que de edad, aún no ser aquel que satisfacía plenamente el deseo de la madre, el
se ha logrado la distancia y la profundidad. La perspecti- niño habrá despertado de un sueño que cambió el sentido
va del sujeto sigue siendo predominantemente frontal, ve de su mundo. Y solo con ese instante del despertar, la mira-
todo de frente, no hay entre los elementos más relación que da había hecho un viraje, abriendo un enigma en su saber.
la de acercase o alejarse. Es notable la fijeza que limita los Las preguntas por el origen y la búsqueda de saber habrán
diferentes planos, como si quien mira al mundo lo hiciera motorizado el enriquecimiento del acervo simbólico y las
siempre desde el mismo lugar. opciones para abordar otros espacios.
Fue el caso de Miranda. Cuando los padres llegaron a
verme, su hijita contaba cuatro años y una fobia persistente
\!/ /
le hacía difícil moverse de al lado de su mamá, para quien la
-0--
--=/1~
niña ocupaba un importante lugar. Su situación, según me
relataron, se había agravado luego del nacimiento del her-
manito, que contaba un año al momento de la consulta. En
uno de nuestros encuentros, Miranda comenzó por dibujar
una nena. Primero la cabeza, lugar fuertemente agalmático
para los padres, intelectuales prestigiosos, y luego el cuerpo
[] [] en tamaño proporcional, pero con unos pies enormes. "La

) nena, ¿tiene los pies tan grandes porque pisa fuerte?", le


pregunté. Miranda respondió que sí y, cual buena entende-
dora del mensaje que portaba mi pregunta, continuó dibu-
jando. Pintó la nena, llamativamente sin respetar los límites
de la línea -acaso para mostrar que lo real pulsional desbor-
daba los límites del cuerpo-, y luego, en segunda instancia,
Con la movilidad del sujeto se amplía el horizonte de pasó a dibujar una secuencia escritura! en el pizarrón. Entre
la vida. También en el dibujo, perdida la frontalidad de la marcas y borraduras, la serie fue imprimiendo una tem-
mirada, se ve la línea del horizonte que, como es sabido, no poralidad, transitando de la huella al significante y luego
es una línea real. Profundamente dependiente de la pers- a la letra. Primero una casa y un sol. Al costado, un árbol.
pectiva del sujeto, es el cristal con el que miramos, el lugar Luego borró el tronco y seguidamente resaltó la manija de
en el que colocamos nuestra percepción. Su ganancia no es la puerta en color rosa. "¿Rosa?", le pregunté. "Sí, rosa de
desdeñable si coincidimos en que, para el sujeto, ponerse en nena", me respondió. Era evidente que se había producido
perspectiva es un modo de cambiar el mundo. Pero cam- una operación menos, más: menos tronco, más manija rosa
biar el punto de vista no es natural. Una vez más diré que de nena. Luego le agregó manzanas al árbol, al que le había
requiere tiempos. Solo con el magno descubrimiento de no quitado el tronco, y aclaró: "Está lleno de manzanas". Le
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EL DIBUJO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA 167


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166 EL NIÑO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA

pregunté entonces si no había lugar para ninguna manzana imaginario y abre las compuertas del recuerdo y la memo-
más. En silencio y como respuesta a mi pregunta, Miranda ria, producto de la amnesia infantil. Cuando efervescente, la
ramificó su producción agregando pasto, que luego borró, y imaginación se enriquece con el enjambre significante, los
dijo: "Es verano". "¿Y el pasto se va?", pregunté, recordan- dibujos se hacen secuenciales, aparecen los caminos, los ríos,
do que el verano anterior había nacido su hermanito. No los cursos de agua. Poco a poco, ellos ganan en profundi-
me sorprendió su respuesta afirmativa, pero me mantuve dad y establecen diferencias en los planos horizontales. En el
atenta al modo en que iba a continuar su producción. plano del piso, precisamente, se empieza a colocar la tercera
Miranda fue borrando en pasos todo el dibujo, menos el dimensión. Entretanto, el punto de vista puede variar junto
sol. Parecía dudar en dejar la puerta con la manija rosa de a la movilidad del lugar en el que se sitúa el sujeto.
nena, pero finalmente la suprimió. En su lugar, dibujó una
nena rosa con ojos de diferente tamaño y color -uno celeste
más pequeño, el otro rosa más grande-, y sin boca. A conti-
nuación dibujó un nene cuya cabeza de color amarillo, con
sus cabellos como rayos, parecía un sol. No era difícil notar
la gran sonrisa colocada en el rostro del nene, en franco
contraste con la ausencia de labios en la niña a la que solo
más tarde, luego de un rato, le diseñó una sonrisa. Aprove-
ché para decirle que cuando apareció el nene, la nena no
sonreía y pregunté si no le había gustado que apareciera E8 EE
ese nene. Con la cabeza baja y el gesto serio afirmó que no,
asintiendo sobre la importancia de la aparición del nene,
celeste, como un sol, en el llenado del Otro. Pero a partir
de ello, pidió guardar el dibujo en la carpeta que le había
ofrecido cuando llegó y dio inicio a un nuevo juego.
Del mismo modo que el enmarcado fantasmático se cons-
truye en tiempos legibles en la escena lúdica, los tiempos del
sujeto se leerán en los tiempos del dibujo, anticipo de otra En este tramo son frecuentes los síntomas en la escritura
escritura. Si nos mostramos atentos, podremos constatar sus que se enlazan a los contratiempos sufridos en los tiempos
diversas eficacias. Así, el niño que dibujaba en la primera anteriores. Los problemas de aprendizaje no deben simpli-
infancia hará pie en ese tiempo para iniciar, con la laten- ficarse en su procedencia, pues las inversiones en la simetría
cia, otra transición, cursada esta vez entre lo pictográfico y de las letras o en la verticalidad, arriba/abajo, o las dificul-
lo escritura!. Para aprender a leer y escribir, el niño debe- tades en el respeto del renglón y del margen, indican en
rá escuchar una señal que anuncia la pérdida del referente realidad tropiezos en la subjetivación del espacio.
EL DIBUJO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA 169
168 EL NIÑO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIO NES DEL ANALISTA

Un chiquito con graves fallas en su consistencia ima- ficado: la expresión "mierda" aparecía profusamente cada
ginaria sufría -como Stephen Dédalus, el protagonista de vez que algo no funcionaba acorde a lo esperado. Por eso
algunas obras de James Joyce-, de una incapacidad para le pregunté, intentando acuñar un índice simbólico con mi
responder al otro cuando debía enfrentarlo. Sus juegos de intervención: "A veces no sabés qué hacer con eso marrón
escondite revelaban con claridad su enorme dificultad para que no te gusta, ¿no es cierto?". En primera instancia tuve
sustraerse a la mirada, y de hecho "se escondía mal", siempre la impresión de que mi intento había caído en saco roto,
a la vista. Debí jugar a simular buscarlo, a pesar de tenerlo pero un cambio de juego teñido de goce fálico contradijo,
a mi alcance, y eso ayudó a construir ciertos atisbos lúdicos para mi contento, la apresurada conclusión, indicándome
donde lograba hacer trampa, o lo que es lo mismo, intenta- otro resultado: Joaquín jugaba a los palitos chinos.
ba "engañar la mirada del Otro". Al reconocerlo escondido Así como decimos que el tiempo del sujeto incidirá en
a mis ojos, le señalaba que no todo se ve. En medio de ese su producción pictórica, del mismo modo en el dibujo,
estado de cosas, él intentó escribir su nombre, Joaquín, pero simultáneamente, se leerá el tiempo del sujeto. Cuando
al hacerlo, escribió la jota en espejo, invertida, en franca la línea del horizonte varía es porque la flexibilidad del
falla de simetría. En lugar de J, escribió t. juego significante anida en la posición del sujeto y gracias
La inseguridad en todas sus producciones lo llevaba a ella el dibujo presenta interacción entre sus elementos.
siempre a preguntarme si estaba bien escrito; y sin corregir- Con esa adquisición, el mundo se verá dinámico, se harán
lo, pues eso solo atizaba la denigración de su imagen, decidí posibles múltiples direcciones y será habilitada la adquisi-
probar un juego: le propuse que aquello que había escrito ción de diferentes planos. El sujeto abandonará la fronta-
lo miráramos desde distintas perspectivas para poder defi- lidad, desplegará la extensión, se abrirá la distancia entre
nirlo. Con mi intervención, apuntaba a mover la fijeza de el espectador y el horizonte. Momento fecundo, se habrá
la mirada que lo había devaluado una y otra vez en su vida. consumado un pasaje del primer plano al plano de atrás.
Entre tanto, él había agarrado los marcadores, y tal como Finalmente, esta adquisición, coincidente con el tiempo
lo venía haciendo hasta ese momento, arrojó a la basura del precipitado fantasmático -producto amasado con la
aquellos que tenían la más mínima fallita; pero mientras lo metamorfosis de la pubertad-, inclina al abandono del
hacía, me contaba que le había pegado a un chico que venía dibujo y del juego. ¿Por qué?
provocándolo desde hacía un tiempo. Fue el primer indicio Porque los tiempos del sujeto son tiempos recreativos.
de una respuesta frente al goce del Otro, del que se dice Recordemos brevemente que, si en el nido del origen hubo
que es inexistente, pero no inoperante. "Le devolví", afir- una falta, el niño será albergado como objeto de deseo,
mó, y se puso a dibujar un auto manejado por él. Lo intere- abriéndose, en la vida otorgada, oportunidad para la exis-
sante es que al dibujar el auto que manejaba, pintó algo en tencia del sujeto. Luego, con la respuesta del sujeto se ins-
color marrón, luego intentó borrarlo pero no pudo, y me cribirá el hueco, abriéndose la puerta para ir a jugar. Desde
dijo: "No sé qué hacer con esto". El color al que aludía era entonces, si se renueva la operación escritura! una y otra vez,
una franca metonimia del objeto con el que estaba identi- cada vez que sea necesario, se estará recreando la falta ini-
170 EL NIÑO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA EL DIBUJO EN ANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES DEL ANALISTA 171

cial; entre juegos y dibujos se dará marco a la escena del le propuse correr la mirada hacia el ámbito exterior: "Dibu-
fantasma, articulador del deseo del sujeto. Jugar, dibujar y já el lugar donde estaban". Tomó una hoja y, apoyándose en
escribir serán nombres de la felicidad. los esbozos de delimitación de espacios, fue contando qué
Pero si es así, ¿por qué -se preguntaba Freud- el adulto pasaba "por aquí y por allá".
abandona sus ricos escenarios, y la severidad gravita en des- Desde ya, no esperaba yo que hiciera un dibujo en sen-
medro del placer lúdico? Según mi experiencia, hacia el fin tido estricto, sino de procurarle, ante la carencia simbólica,
de la pubertad, que no es aún el tiempo de la seriedad de la una herramienta entre real e imaginaria para comenzar a
vida, se deja de jugar y dibujar porque el juego se juega en recortar la arrasadora magnitud de lo vivido. En efecto, con
la escena del mundo. Dispuesto el marco y colocados los · el lápiz y el papel pudo recortar el espacio. Los borradores
objetos de goce y deseo más allá de lo familiar, el espacio de dibujos, guardados en su caja, se fueron convirtiendo, a
exogámico invita al acto y a otros juegos. A jugar en la cama, lo largo de la cura, en elementos aptos para el armado de
por ejemplo, y en el mejor de los casos a dibujar el contorno herramientas, que concluyó al fin de su análisis con el dibu-
del cuerpo amado y deseado. jo como sinthome, 10 reparador de una falla en la estructura.
No suelo pedirles a los niños que dibujen, prefiero dejar Un dibujo es siempre una interpretación de lo que se ve,
abierta la puerta a la enigmática presentación del sujeto, pero eso no releva al analista de interpretarlo. El analista
pero puedo sugerirlo cuando apunto a una intervención. lee la interpretación como una codificación que el sujeto ha
Recuerdo, por ejemplo, un chiquito sumido por la magni- hecho del objeto real y, al leer el dibujo desde una perspec-
tud de su angustia en un grave estado de confusión. En el tiva analítica, con su lectura hace un desciframiento. Con él,
encuentro conmigo él intentaba vanamente describir una más que apuntar al objeto real que promovió la representa-
situación en la que su padre había explotado en insultos, ción pictórica, se dirige a develar una verdad que concierne
en un lugar de vacaciones con la familia. Pero mi pacien- al dibujante. Así, al darle estatuto al dibujo de un niño, el
te no contaba con recursos simbólicos para dar lugar a la analista apunta al sujeto.
serie significante que permite la narración o el relato de un
acontecimiento. Él sólo profería palabras sueltas y entre-
mezcladas: que la mamá lloraba, que el padre gritaba, que
alguien miraba, que eso no se hace, que a él le dolía la panza.
Hablaba, pero no había sujeto de la palabra. Realmente no
se le entendía. Intenté preguntarle, pero él no atinaba a res-
ponder más que con frases inconexas. En su desesperación,
parecía, sin embargo, perfilarse una precaria descripción del
espacio del hotel en el que estaban, como intento de delimi-
tación en el oleaje traumático. Entonces intentando colocar
10. Laca o,]., El Seminario, Libro 23: El sinthome (1975-1976), Bue-
su perspectiva en otra posición fuera del espacio traumático nos Aires, Pnid6s, 2006.

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