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CAUSA 56392/2000 - "Fleischer Marta Graciela c/ Hector Caporaso S.R.L.

y otro
s/ ordinario" - CNCOM - SALA D - 03/03/2005

En Buenos Aires, el 3 de marzo de dos mil cinco, reúnense los señores Jueces de esta
Sala D de la Excelentísima Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la
Capital Federal -integrada del modo que surge de fs. 328-, con el autorizante, para
sentenciar en la causa "FLEISCHER MARTA GRACIELA C/ HECTOR CAPORASO
S.R.L. Y OTRO S/ ORDINARIO", registro 56.392/2000, procedente del Juzgado 22 del
fuero (sec. 44)), donde est identificada como expediente 35853.//-

El señor Juez Monti dice:

I) Viene apelada la sentencia de fs. 279/289, en cuanto hizo lugar parcialmente a la


demanda promovida por Marta Graciela Fleischer contra Héctor Caporaso S.R.L. y
rechazó la acción contra Héctor Pinto. También se apela la providencia de fs. 291 que
aclaró que las costas derivadas de las actuaciones relativas a la demanda instaurada
contra el co-demandado Pinto deberán ser soportadas por la actora.-

II) La actora demandó una indemnización por daños y perjuicios, por la suma de $
10.000, contra Héctor Caporaso S.R.L. y Héctor Pinto. Sostuvo que había contratado
con la sociedad demandada la compra e instalación de los muebles de oficina que
detalla el presupuesto que adjuntó, entre los que se encontraba una biblioteca
colgante. Añadió que la colocación de las bibliotecas había sido realizada por Héctor
Pinto, quien, según le informaron, era el colocador de muebles de Héctor Caporaso
S.R.L. y al que le abonó el saldo del presupuesto en el momento de la instalación.-

Relató que el 5/3/99, al abrir la biblioteca, se desprendió el tarugo que sujetaba a la


pared la parte superior del mueble, cayendo éste hacia adelante e impactando sobre
ella. Según la actora, la caída de la biblioteca se debió a un deficiente sistema de
fijación a la pared y a que el tarugo utilizado era insuficiente para soportar el peso y
destino del mueble.-
Expresó que el impacto de la biblioteca le produjo heridas cortantes en el labio inferior
izquierdo y en el mentón, que debieron ser suturadas y objeto de tratamiento, y que el
esfuerzo que realizó para sostener el mueble le provocó un fuerte y sostenido dolor en
el brazo que devino en hematoma y debió ser atendido médicamente.-
Fundó la responsabilidad del co-demandado Pinto en su negligencia e impericia en la
instalación de la biblioteca y la de Héctor Caporaso S.R.L. en su responsabilidad por el
hecho de su dependiente. En cuanto a los rubros indemnizatorios, reclamó daño
emergente, lucro cesante, daño estético y daño moral.-

III) Al contestar la demanda Héctor Caporaso S.R.L, tras negar los hechos y la
documentación agregada por la actora, reconoció el presupuesto y las cartas
documento. Sostuvo que no habría habido relación de causalidad entre su obrar y el
daño, pues no () habría habido incumplimiento contractual de su parte. Dijo que el
accionante no había contratado la instalación de los muebles sino que sólo se trató de
una compraventa, en tanto las instalaciones de ellos las "terceriza" en Jaime Correa.
Añadió que fue la actora quien había entregado los tarugos a Pinto, y si ella sabía que
"era cuestión de tiempo" la caída de la biblioteca no debió cargarla hasta que fuese
fijada correctamente a la pared. Observó que Pinto había sido contratado directamente
por la actora para hacer el trabajo de colocación y adhirió a la contestación de dicho
codemandado.-
Finalmente, opuso excepción de falta de acción como defensa de fondo con
fundamento en que la actora no sería titular de la relación jurídica en que fundó su
pretensión.-

IV) En su respuesta, Héctor Fernando Pinto reconoció como suya la firma inserta en el
recibo que adjuntó la actora y dijo que concurrió a su domicilio a entregar los muebles,
no así a instalarlos, desconociendo la documentación acompañada por la parte actora
y negando los hechos invocados en la demanda.-
En lo que es de interés para el tratamiento de los recursos interpuestos, el
codemandado Pinto dijo ser operario de Héctor Caporaso S.R.L., pero que no es
instalador de muebles de su empleadora, sino que dicha tarea está a cargo de Jaime
Correa. Añadió que había recibido orden de su empleadora de cumplir con la entrega
de los muebles detallados en el presupuesto, donde no se indica colocación o
instalación. Empero, al llegar al domicilio de la actora, ésta le habría pedido que fijara
los muebles a colgar que había adquirido;; dijo que ella le habría facilitado los
elementos (tarugos fisher, etc.) y ofrecido una propina que aceptó habiendo fijado los
muebles en presencia de la actora y según sus instrucciones. Agregó que al ser la
actora arquitecta debió conocer mejor que el operario el estado de la pared.
Finalmente, expresó que el resultado antijurídico no deseado pudo ser previsto por la
arquitecta Fleischer, quien no actuó diligentemente, pues por su profesión mayor era
su deber de actuar con prudencia.-

V) La sentencia consideró que no era admisible la defensa de falta de acción, pues la


sociedad demandada no había producido prueba tendiente a acreditar que tercerizaba
las colocaciones en la persona que indicara, pese a encontrarse en inmejorables
condiciones de hacerlo. Tampoco el co-demandado Pinto, dijo la a quo, produjo prueba
tendiente a demostrar que la actora le ofreció la colocación del mueble, con materiales
provistos por ella, a cambio de un precio, de manera que operaría la responsabilidad
del colocador del mueble -el co-demandado Pinto-, esto es, de su principal, Héctor
Caporaso S.R.L., pues a tenor de lo dictaminado por el perito arquitecto se instaló
deficientemente el mueble adquirido por la actora. Señaló que cabía atribuir
responsabilidad al principal porque su subordinado actuó -al menos en apariencia-
dentro de la incumbencia o función que desempeñaba y aquél debe responder aún en
caso de haber obrado el dependiente sin instrucciones específicas de la empleadora,
en virtud de lo dispuesto por el art. 1631 del Cód. Civil. Por lo demás, observó que no
se había acreditado que la accionante hubiera dirigido la colocación de los muebles, ni
la relación contractual de la actora con Pinto.-
Sobre esa base, la juez sentenciante estimó en $ 400 el daño emergente. En cambio,
rechazó la pretensión del lucro cesante, por entender que no se acreditó que la actora
hubiera dejado de percibir alguna suma a resultas del reposo que debió guardar, así
como aquella del daño estético, por no resultar configurado un menoscabo de ese tipo
que merezca reparación independiente. Finalmente, fijó en $ 5.000 el daño moral,
atendiendo a las condiciones personales de la actora.-
En la aclaratoria de fs. 291 la a quo fundó la imposición de costas a la actora por las
actuaciones vinculadas con la demanda incoada contra el co-demandado Héctor Pinto
en su condición de vencida.-

VI) Contra dicha resolución se alzaron ambas partes.-


La actora, en fs. 309/310, se agravia por el rechazo de la indemnización pretendida en
concepto de lucro cesante con fundamento en que no se merituó que es una
profesional de la arquitectura, que ésta es una profesión remunerada y que si no podía
concurrir a laborar no percibía suma alguna. Asimismo, reprocha el rechazo del rubro
"daño estético", manifestando que el perito médico determinó que como consecuencia
del hecho dañoso padece una serie de secuelas, habiendo estimado un coeficiente de
perjuicio estético de un 15%, sin que la a quo haya formulado argumentación alguna
que excluya las conclusiones del experto.-
Finalmente, cuestiona la condena en costas dispuesta en la aclaratoria de fs. 291.
Dice que la defensa esgrimida por Héctor Pinto fue rechazada por la a quo, habiendo
la apelante vencido en el pleito; añade que la sociedad demandada adhirió a los
términos de la contestación de demanda formulada por Pinto y fue condenada en su
condición de principal, por lo que solicita se le impongan a ella las costas por resultar
vencida. A todo evento, solicita que Pinto cargue con las costas de su actuación por su
temeridad o malicia.-

VII) Por su parte, Héctor Caporaso S.R.L. expresó agravios en fs. 312/315.-
En primer lugar, cuestiona el rechazo de su defensa de falta acción. Señala que con la
documentación obrante en la causa se encontraría acreditado que no fue contratada
para colocar los muebles vendidos, que la actora debía probar su afirmación en
contrario y no lo hizo, no habiéndose acreditado que además de la compraventa
hubiera un contrato de locación de servicios o de obra. Se agravia también porque se
habría soslayado la responsabilidad que le cabría a la actora como arquitecta, pues si
dijo ella saber que "la caída del mueble era cuestión de tiempo" no debió colocarle
objetos hasta tanto se lo fijara correctamente. Dice que el resultado antijurídico pudo y
debió ser previsto por actora, dada su profesión. Subsidiariamente, se agravia de la
indemnización fijada en concepto de daño moral por considerar elevado su monto.-

VIII) Examinaré en primer término los agravios vertidos por la demandada respecto del
rechazo de su defensa de falta de acción y la responsabilidad de la actora en el
accidente, pues de prosperar éstos, devendría abstracto considerar aquellos
vinculados con los distintos rubros indemnizatorios; lo atinente a la imposición de las
costas recurrida será tratada al final.-

IX) A mi ver, tal como expresó la a quo, la sociedad demandada debió probar la
tercerización invocada en sustento de su defensa de falta de acción. No sólo por ser
ella quien se encontraba en mejores condiciones de producir esa prueba, pues se
trataba de acreditar la relación de la demandada con un tercero, sino por ser una
carga expresamente impuesta por el ordenamiento ritual en tanto se trataba del
presupuesto de hecho de su defensa (art. 377 2º párr. del Cód. Proc.), carga que no
fue cumplida por la accionada.-
Cabe añadir que no parece factible colegir del presupuesto y demás documental
arrimada a la causa que la contratación concertada no incluyera la colocación de los
muebles. Antes bien, ese hecho parecería corroborado por las declaraciones
testimoniales ( v. fs. 198/200 y 201/202).-
Por otro lado, cabe destacar que la actora adquirió de la sociedad demandada
muebles confeccionados a medida, por lo que una interpretación de buena fe de esta
relación contractual conduce a considerar verosímil que la contratación alegada
incluyera la colocación de aquellos (art. 1198 del Cód. Civil.), sobre todo en los
términos de la redacción anterior de dicho precepto, en tanto decía que "los contratos
obligan no sólo a lo que esté formalmente expresado en ellos, sino a todas las
consecuencias que puedan considerarse que hubiesen sido virtualmente
comprendidas en ellos", términos que en rigor pueden considerarse una especificación
del standard de buena fe hoy explicitado en la norma tras su reforma en 1968.-
Asimismo, es correcta la apreciación de la a quo en cuanto a que tampoco se acreditó
la contratación directa alegada por Héctor Pinto en su contestación de demanda a la
que adhiriera Héctor Caporaso S.R.L.-

X) A fin de examinar el agravio vinculado con la culpa que se atribuye a la actora en el


accidente, por su condición de arquitecta, corresponde elucidar si se encuentra
acreditada en autos esa culpa de la víctima como factor eximente de la
responsabilidad de la demandada, carga que pesaba sobre la recurrente (arg. art. 1111
del Cód. Civil, y art. 377 del Cód. Proc.).-
No existen constancias en el sub lite que permitan inferir negligencia alguna por parte
de la actora en la caída de la biblioteca, toda vez que, más allá de lo informado por el
perito arquitecto en cuanto a que un profesional se hallaría en condiciones de
establecer antes o después de la colocación del armario si los tarugos de fijación eran
los adecuados, lo cierto es que no se hubo demostrado una efectiva supervisión en la
colocación del mueble por la accionante ni circunstancias posteriores que pongan de
manifiesto una supuesta revisión de la sujeción de la biblioteca a la pared.-
En tal sentido, no se advierte configurada la contradicción que alega la apelante entre
las declaraciones testimoniales rendidas en la causa pues el testigo Villani -quien se
hallaba trabajando en la misma oficina- negó que al momento de la colocación se
encontrara la actora en su estudio, sin que la aclaración que hizo el testigo en el
sentido que aquella "iba y venía" obste a tal conclusión (v. fs. 198/200 y 201/202).-
En suma, la biblioteca fue fijada a la pared por un dependiente de Héctor Caporaso
S.R.L., sociedad dedicada al amoblamiento para empresas según se desprende del
presupuesto en copia obrante en fs. 11. Su responsabilidad debe ser juzgada a la luz
de lo normado por los arts. 625, 626 y 1631 del Cód. Civil, teniendo en cuenta también
la directiva del art. 902 del mismo código.-
Finalmente, no puede dejar de puntualizarse que la frase de la actora "la caída del
mueble era cuestión de tiempo" ha sido tomada por la demandada recurrente fuera de
contexto, dado que en su escrito de demanda se introduce como una suerte de
comentario a partir del acta de constatación notarial y fotografías que adjuntó, vale
decir, como un juicio ex post facto y no como una opinión vertida con anterioridad al
accidente (v. fs. 76vta. Punto 3.1. 2º párr.). Por ello, el agravio en análisis será
desestimado.-
XI) En virtud de lo expuesto en los acápites precedentes, corresponde analizar los
agravios de ambas partes vinculados con los distintos rubros indemnizatorios.-

i) En cuanto al agravio vertido por la actora por no haberse hecho lugar a la


indemnización pretendida en concepto de lucro cesante, cabe señalar que no caben
dudas acerca de que la profesión que ejerce la actora es remuneratoria. También se
produjo prueba tendiente a acreditar la imposibilidad de trabajar durante varios días
pues la testigo Luna expresó que habría estado sin trabajar aproximadamente durante
una semana (ver fs. 200, respuesta a la pregunta 14). La misma testigo precisó
estimativamente los ingresos de la actora, que calculó en $ 3.000 a $ 3.500 mensuales
en la época del accidente (ver fs. 200 respuesta a la pregunta 17).-
Sobre esa base, teniendo en cuenta que el hecho de que se trata derivó en un
impedimento para el desempeño de las tareas habituales remuneradas de la actora, lo
que constituye una consecuencia directa e inmediata del incumplimiento de la
demandada (art. 520 del Cód. Civil), corresponde admitir el agravio e integrar la
condena con este rubro, cuya cuantía se establece en la suma de $ 800 en virtud de
una estimación prudencial de los antecedentes obrantes en la causa (art. 165 del Cód.
Proc.).-
ii) En cuanto al rubro "daño estético", cabe precisar que la falta de claridad en el modo
en que fue planteado en la demanda exige delimitar este reclamo a fin de que no se
confunda con otras pretensiones indemnizatorias.-
En virtud de ello, cabe advertir que este rubro debe considerarse resarcible, en el
caso, dentro del marco patrimonial indirecto (v. CNCom. Sala C, in re: "Pérez, Esther c/
Empresa Ciudad de San Fernando S.A. y otro s/sum.", del 2/02/99; la misma Sala, in
re: "Best, Carolina B. c/ Vélez, Raúl Héctor y otro s/ord.", del 27/02/04), de modo que
sólo cabe incluir dentro de él los gastos que, de acuerdo con lo dictaminado por el
perito cirujano plástico (v. fs. 237/240 y 247), irrogará el tratamiento de las lesiones
sufridas por la actora a causa del accidente, a fin de procurar la reparación integral de
los daños sufridos por la accionante.-
Respecto de su cuantía, no se aprecian circunstancias que ameriten apartarse de lo
dictaminado por el experto a fs. 240 pese a las objeciones planteadas por la sociedad
demandada al contestar el agravio sub exámine.-
En efecto, por un lado, el valor del posible tratamiento de las lesiones sufridas por la
actora constituye un dato de interés para la resolución de la lítis, encuadrable en el
punto g) del cuestionario pericial de la actora, que no fue oportunamente impugnado
por la parte demandada;; por el otro, al cuantificar la indemnización pretendida en
concepto de daño estético la actora indicó una suma o lo que en más o en menos
resulte de la prueba, o en su caso la estimación a efectuarse conforme al art. 165 del
Cód. Proc. (v. fs. 78vta.), lo cual aventa toda duda sobre la eventual posibilidad de
fallar ultra petita. Así pues, cabe admitir en los términos expuestos el agravio en
análisis, para lo cual, se estima prudencialmente una indemnización de $ 6.000.-
iii) Por último, corresponde desestimar el agravio vertido por la demandada sobre el
monto indemnizatorio fijado por la sentenciante en concepto de "daño moral", toda vez
que la suma de $ 5.000 se aprecia razonable de acuerdo con las constancias de la
causa (art. 165 in fine del Cód. Proc.).-

XII) En cuanto al agravio vertido por la actora respecto de la imposición de costas por
las actuaciones relativas a la acción instaurada contra el co-demandado Pinto quien
fue absuelto en la sentencia -cuestión que no fue objeto de recurso-, debe ser
desestimado habida cuenta que no se aprecian configuradas circunstancias en la
causa que ameriten apartarse del principio objetivo de la derrota estatuido por el art.
68 del Cód. Proc., por cuanto la demanda incoada contra el Sr. Pinto configuró una
acción independiente de la instaurada contra su principal condenado, dado que la
actora pudo demandar a uno o a otro indistintamente más allá del litisconsorcio pasivo
configurado en el sub lite (ver arts. 1122 y 1123 del Cód. Civil).-
XIII) Por ello, si mi criterio fuera compartido propongo confirmar la sentencia apelada
con las modificaciones señaladas en los puntos XI i) y ii). Las costas de la Alzada
deberán ser soportadas por la demandada Héctor Caporaso S.R.L. con excepción de
las originadas en la apelación deducida por la actora contra la aclaratoria de fs. 291
que serán impuestas a ésta, ambas en su calidad de vencidas (art. 68 del Cód. Proc.).
Así voto.-

El señor Juez Cuartero adhiere al voto que antecede.-


La señora Juez Díaz Cordero no interviene en este Acuerdo por encontrarse en uso de
licencia (art. 109 del R.J.N.).-
Concluida la deliberación los señores Jueces de Cámara acuerdan:
(a) Confirmar la sentencia apelada con las modificaciones señaladas en los puntos XI
i) y ii) y la providencia de fs. 291.-
(b) Imponer las costas de alzada a la demandada vencida, con excepción de las
originadas en la apelación de la aclaratoria de fs. 291 que deberán ser soportadas por
la actora.-
(c) Diferir la consideración de los honorarios hasta que sean fijados los
correspondientes a la primera instancia.//-
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