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Apego y Adicciones
Apego y Adicciones
Introducción
La teoría del apego desde sus comienzos ha generado las más diversas
reacciones en el ámbito clínico e investigativo no sólo del infante sino también del
adulto, en cuanto sistema de regulación del afecto y la experiencia subjetiva. Esta
polémica tiene su origen en que la teoría del apego plantea que la vinculación del bebé
hacia la madre y viceversa no tiene por único o principal objeto el satisfacer necesidades
nutricias como planteó Freud, sino que por el contrario la vinculación sería en sí misma
el motor de la relación. Es por ello, que al mismo John Bolwby (creador de la teoría del
apego) se le aisló de los círculos analíticos durante la mayor parte de su vida por haber
osado desafiar lo que hasta entonces constituían los principios del desarrollo infantil y
sobretodo por mostrarse contrario a la idea entonces compartida de que la
sobreestimulación del bebé (teoría del spoiling) era contraproducente con un desarrollo
psicológico sano, no siendo sino hasta poco antes de su muerte en el año 1990 que la
comunidad psicoanalítica reconoció su trabajo investigativo acerca del apego infantil.
Para Mora (2002) el sistema opioide cerebral habría asegurado a los mamíferos
la tendencia a mantener vínculos sociales filiativos que resultaron adaptativos a lo largo
del curso de la evolución. Así por ejemplo, cuando los animales juegan y cuando se
acarician hay activación de opiáceos. Varios autores coinciden por tanto (McGuire &
Troisi, 1998 citado en Mora 2002; Marrone, 2001; Moneta, 2000; Mora, 2002;
Panksepp, 2002 citado en Mora 2002) en que el sistema opioide juega un papel
importante en el desarrollo de dependencia social y de apego. Asimismo, el contacto
físico sería un componente crucial en la formación del apego, ya que sería uno de los
más potentes medios de dar seguridad y reducir el miedo. Se ha investigado al
respecto que tal seguridad física puede afectar la actividad opioide en el córtex
cingulado y que la ansiedad ante la proximidad o no de la figura de apego puede,
en consecuencia, ser un factor importante en el desarrollo posterior de
dependencia de drogas o alcohol (Stevens, 2000 citado en Mora, 2002, Panksepp, s.f,
citado en De Iceta, 2001). En relación a esto, según Moneta (2000), algunas personas al
percibirse solas, consumirían sustancias con el objeto de sentirse mejor y más
satisfechos con sus vidas. Así, como los opiodes intervienen en la sensación de confort y
bienestar, incluyendo la gratificación sexual (que es mediada por la producción de
opiáceos en el cerebro) una hipótesis que emerge entonces postularía que la razón por
la cual las personas se hacen adictas a los opiáceos está relacionada con la
inducción de sentimientos gratificantes que, farmacológicamente, sería similar a la
que se obtiene en la vida social y al establecimiento de relaciones de afecto (2000).
Así por ejemplo, el éxtasis o MDMA y otras sustancias de síntesis incrementan un
sentido de afiliación social general y este sentimiento de “pertenencia al grupo” se
convertiría en uno de los principales atractivos (McGuire, 1998, citado en Mora, 2002).
Por otro lado, para aquellos sujetos cuyas habilidades sociales son limitadas, las
drogas relacionadas con el sistema opioide tales como la heroína, les permitirían además
una atenuación de sentimientos persistentes de aislamiento social (Mora, 2002) aunque
no mejorarían en la calidad de sus vínculos interpersonales; de hecho, los adictos a la
heroína suelen estar menos inclinados a comprometerse en conductas de vinculación.
Asimismo, se ha observado que madres adictas a opiáceos se vinculan menos
intensamente con su descendencia (Suchman et Al, 2006).
La conducta adictiva como estrategia de coping o manejo ante situaciones
estresantes y su relación con el modelo del Self.
Panksepp (s.f, citado en De Iceta, 2001) postula a su vez, que en las estructuras
subcorticales, se encontraría el “fondo” de los estados afectivos en las relaciones
figura-fondo que constituyen las experiencias ordinarias concientes, existiendo en ellas
una unidad coherente que se podría comparar neurosimbólicamente al Self y que
tendría su ubicación en las áreas centromediales del tronco cerebral- área gris
periacuedal (PAG) y las zonas colicular y tegmental que la rodean, estableciendo
una influencia amplia por todo el cerebro a través de vías directas e indirectas.
Estas bases neuronales del cuerpo virtual del self, son las que permiten la interacción
de los estímulos externos y los valores internos con una representación coherente y
estable del cuerpo a modo de sentimientos y emociones más arraigadas.
Brennan & Shaver (1995, citados en Mc Nally, et Al. 2003) encontraron que el
coping como motivación pero no los motivos sociales estaban asociados de manera
significativa con medidas continuas de ambos tipos de apego inseguro (evitativo y
preocupado). Estos mismos autores hallaron que mientras el apego seguro no se
relacionaba con estrategias de coping del tipo escape-evitativo, los tipos
preocupados y evitativo-temeroso del tipo inseguro se encontraron como
positivamente correlacionados con esta medida. Interesante fue, que se halló una
correlación negativa entre el estilo de apego evitativo-rechazante y las estrategias de
coping de escape-evitativo. Esto implica que la relación entre el estilo de apego del
sujeto y las estrategias de coping del sujeto, estaría primariamente mediadas por el
modelo del self, en cuanto modelo predictivo. Así, por ejemplo en este estudio que
trabaja con alcohólicos, tener una percepción mala del self se ha asociado con
experimentar un mayor número de consecuencias relacionadas a la bebida. Se
produce, por tanto un círculo vicioso en el cual los individuos incapaces de manejar
de manera adecuadamente el miedo o los afectos negativos en el contexto
interpersonal (apego inseguro) pueden ocupar el alcohol como un método mal
adaptativo de reducción de la tensión y alivio emocional, que puede
consecuentemente resultar en un mayor número de problemas asociados al alcohol.
(Lazarus & Folkman, 1984, citado en Millar & Stermac, 2000; Mc Nally, et Al. 2003).
La conducta adictiva como una alteración del apego en cuanto a una perspectiva
sistemica (modelos cerrados)
Así, los modelos mentales cerrados se pueden relacionar con el uso y abuso de
sustancias de tres formas (Bell, Forthun y Sun, 2002):
1. Un individuo con un modelo interno cerrado tiene gran riesgo de llevar a cabo
conductas no convencionales porque las convenciones de los demás (especialmente
de los padres) no son internalizadas.
3. Una vez que empieza el abuso de drogas, los sistemas internos cerrados afectan
severamente la capacidad del individuo, tanto para evaluar claramente el consumo
de drogas, como para explorar otras opciones conductuales.
Vungkhanching et Al. (2004) postulan que los estilos de apego inseguro pueden
establecer el escenario para la coexistencia de dos de los mayores patrones para el
desarrollo del alcoholismo, los cuales, según los autores serían una forma de regulación
del afecto negativo y un intento de compensar una socialización deficiente. Caspers et
Al. (2005) sugiere además, que los individuos con apegos seguros (debido a que poseen
una mirada positiva de los otros y de sí mismos) son más propensos a utilizar
regulaciones emocionales efectivas, mientras que individuos con estilos inseguros son
más propensos a utilizar métodos inefectivos para lidiar con las emociones negativas,
tales como el distanciamiento y la represión. Por ello, el manejo inefectivo de las
emociones negativas que hacen los grupos inseguros, los coloca en gran riesgo para el
uso de sustancias como manera de aliviar el malestar emocional. Así por ejemplo,
Vungkhanching (2005) encontró en su investigación con pacientes adictos que el 21%
presentaba un apego seguro, un 39% un apego inseguro-evitativo y un 54% un
apego inseguros- preocupados o ambivalente (2005). Así, este estudio como el de
Caspers, concluyen que los individuos con apegos inseguros fueron más propensos a
cumplir los criterios diagnósticos de por vida del desorden por uso de alcohol y por
ende, tenían más altos niveles de uso de drogas que aquellos que estaban en el grupo
seguro, por lo que el que el apego podría ser un predictor.
Millar & Stermac (2000) postulan que para el tratamiento de pacientes adictos
sería fundamental el promover un apego seguro a traves de:
- Considerar los modelos internos del paciente, lo cual sugiere para los clínicos
estar conscientes de este hecho y dirigir la atención a la relación problemática
que el paciente tiene con su “modelo de self”. Esto se refiere al proceso de
ayudar al paciente a contactarse y validar su auténtico self. Es necesario mostrar
al paciente que hay patrones aprendidos, en el medio, en la familia y que estos
patrones actúan como reforzadores de pensamientos, sentimientos y
comportamientos maladaptativos.
- Los terapeutas necesitan manejar las técnicas terapéuticas más efectivas para
elicitar, dirigir, y resolver las temáticas del apego. Para esto es importante
entender la recuperación como un proceso activo, por el cual los pacientes dirigen
continuamente energía y recursos en desarrollar estrategias, actitudes y
comportamientos adaptativos. Por ejemplo, el deseo de interactuar con “gente
positiva” o individuos que pudieran apoyarlos emocional y espiritualmente en su
proceso de recuperación.
Walant (1995, citado en Millar & Stermac, 2000) postula que los individuos en
tratamiento por abuso de sustancias raramente integran su "verdadero self" a la
fachada que usan en sus interacciones con su mundos interno y externo. El proceso
de recuperación debería tender a que los individuos aprendieran a identificar cómo
ellos se protegen y se aíslan detrás de su máscara y cómo esto los separa de su
“verdadero self” y de una real vinculación con los otros. En otras palabras, se trata
de crear a través de la reestructuración del modelo del self del paciente una mejor
capacidad de apego.
Conclusiones:
Existe amplia evidencia empírica que ratifica la relación entre estilo vincular y
conducta adictiva. En la actualidad se esgrimen diversas teorías sobre como se
manifiesta esta relación, no obstante, las que más respaldo han recibido son las
referentes a la función del sistema opióide y aquellas en las cuales el consumo es
conceptualizado como una estrategia de coping del sujeto ante un modelo interno del
self deficiente, donde los individuos con apego inseguro ocuparían la sustancia de
elección como una manera de paliar afectos negativos. Así, el rol del apego cumpliría
una doble función en el comportamiento adictivo, ya que actuaría como predictor de
futuras adicciones, así como mantenedor o factor de cese de la conducta adictiva.
http://www.aperturas.org/15dio.html