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LA MINERÍA DESDE 1904 HASTA 1952

1. RESUMEN

Empresa minera 'Federico Thiel'. Fue fundada en 1904, por este industrial. El
yacimiento ubicado en el cerro de Esmoraca 317 (provincia Sud Chichas), contaba
con minerales de bis-muto, plata, oro, estaño y wolfram; además, galena
argentífera, vanadita y baritina. Desde 1904, hasta 1934, se explotaron óxidos y
sulfuros de bismuto; desde 1928-41, sus menas de wolfram, siendo su producción
mensual unas 6.9 toneladas finas del 68-70% de wolfram. 318 F. Thiel (el padre),
trabajaba con poco personal y personalmente, la wolframita, obteniendo barrillas
con esas leyes. Durante las épocas de crisis 1921-32 la empresa se mantuvo,
gracias a la explotación aurífera. Los minerales, como: la galena argentífera,
casiterita, vanadita y baritina se consideraban reservas; y lo mismo ocurrió con los
minerales de bismuto. La falta de infraestructura caminera en esas zonas alejadas
no permitía que esta empresa prospere. Federico Thiel (hijo), construyó más tarde
un camino hasta Villazón (110 kilómetros), por su cuenta, para exportar a Santa
Carolina, en la Argentina; y otro, a Tupiza (140 kilómetros). En ambos, erogó fuertes
sumas y no pudo pagar el costo de un puente sobre el río San Juan, para que el
camino sea transitable durante toda época del año. Este empresario pensaba en la
hidro-electrificación aprovechando el caudal del citado río; electricidad que pensaba
utilizarla en la refinación del oro. Por 1941, Esmoraca, pertenecía a la 'Aramayo de
Mines en Bolivia', que no explotaba nada y mantenía sus ingenios paraliza-dos.

En 1903, el gobierno de José Manuel Pando (1899-1904), otorgó a Félix Duchén y


Enrique Nogel, el monopolio para fundir estaño-plata; aprovechando los gases de
carbón en la tostación de minerales estañífero-argentíferos, con el consiguiente
ahorro de combustible. Esta concesión era por una década; pero, y no se conocen
los resultados ni la procedencia de las menas. Por esos mismos años, en Chayanta,
la 'Empresa Minera de San Luis', de Garafulich y MacLenseng, tenía una fundidora
de estaño.

El 8 de mayo de 1909, en el gobierno de Ismael Montes (1904-1909), se autorizó a


Hermann Mullighaus, instalar un ingenio para tratar minerales de estaño aplicando

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un método basado en hornos adecuados para obtener barras. En agosto de ese
mismo año, durante la presidencia de Eliodoro Villazón (1909-1913), la empresa
'The Andes Tin Co.', obtuvo otro monopolio o privilegio para implantar un nuevo
proceso con hornos eléctricos; 376 esta empresa extranjera estaba inscrita en New
Jersey/Estados Unidos, y con personería jurídica reconocida el 17 de mayo de 1907.

En 1911, Patiño adquirió acciones de la fundición alemana 'Zinnerwerke


Wilhensburg GmbH', y pocos años después de la inglesa 'Williams Harvey Co.'. En
1912, se constituyó un capital para sufragar los gastos de una comisión de expertos
que visitarían Bolivia, con el objeto de estudiar la factibilidad de montar una
fundidora de estaño; los propiciadores de esta idea habían juntado un capital de 100
000 francos para este proyecto y eran: unos accionistas fran-ceses, Simón I. Patiño
e Ismael Montes (cada parte proporcionó un tercio). A su vez, Montes, dividió su
participación con Pedro Suárez. Los expertos estuvieron en Bolivia en 1913, visi-
tando centros mineros (en Potosí, Oruro y La Paz) y lugares con agua para futuras
fuentes energéticas, con el objeto de subsanar la falta de carbón; y un año más
tarde retornaron a Europa, donde informaron que si no se utilizaba energía
hidroeléctrica, la fundición de estaño era antieconómica. La guerra, en Europa,
impidió la culminación del proyecto.

Consta en la Resolución Suprema del 4 de octubre de 1915, que los señores John
C. Berry y J.C. Lutwieler, en representación de un grupo de capitalistas
estadounidenses, propusieron la formación de una empresa dispuesta a instalar
hornos de fundición, eléctricos, para estaño, en el país. Bolivia, participaría con el
40% de las acciones. Aunque este procedimiento no fue probado, llama la atención
que los proponentes hayan pedido 25 años de privilegio y, lo que más llama la
atención, era la dotación de 100 kilómetros alrededor de la instalación y la liberación
de derechos aduaneros de importación para los insumos requeridos. El Ministerio
de Justicia e Industria, pasó la misiva, que comprendía ciertos privilegios y
franquicias, a consideración de la Cámara Legislativa. Hubo una interferencia del
industrial minero estadounidense, David C. Bricker, representante de 'Wile Electric
Company', que a su vez ofrecía hornos portátiles, de capacidad variable y que

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podían ser operados por cualquier persona. Ambos proyectos fracasaron, porque
no se implementaron.

Por 1914, se fundió estaño en Potosí, en cantidades limitadas. Sus barras eran
exportadas a la Argentina. Tres años más tarde, esas exportaciones de barras
potosinas adquirieron cierta importancia (321 toneladas); pero, no se tiene datos
sobre el grado y calidad de esas barras.

Otros dos intentos, de bolivianos, se dieron en junio de 1917. El primero, para


instalar una planta en Viacha/La Paz, mediante la 'Sociedad Fundidora Boliviana'.
Entre sus socios figuraban: Darío Gutiérrez, Macario Pinilla, Rafael Taborga, Carlos
Calvo, Mauricio Mollard, Jacobo Backus, Abdón S. Saavedra, Luis Lavadenz,
Ezequiel Romecín, Miguel Casanova y otros. El proceso a emplearse fue inventado
por C.J. Calvin. Lanzaron la oferta para comprar concentrados, y luego
desaparecieron del mapa sin efectuar ninguna inversión (Peñaloza 1987: 366).380
El segundo, fue el de Ricardo Cruz, minero chicheño, con base en Uyuni; quien
invirtió un millón de bolivianos para montar un moderno horno en esa localidad. Se
dice que fundió concentrados obteniendo barras del 99.12% de pureza; y al poco
tiempo paró esta operación por falta de combustible. Cruz, continuó explotando
antimonio y fue la base para conformar una empresa.

El control absoluto de la firma inglesa la tomó Patiño, a través de una filial, la


'General Tin Industries', registrada en Delaware, en 1929. 'Patiño Mines', invirtió sus
reservas de 634 995 libras esterlinas, en acciones de esa filial, tomando el control
de ésta; y élla a su vez, invirtió otros 1 332 000 libras, “conforme al contrato de
opción que le transfirió Patiño Mines”, en acciones de la 'Williams Harvey'. El
vendedor de las acciones fue la 'National Lead Co.'.

En 1929, se conformó un “holding”, 383 denominado 'Consolidated Tin Smelters


Ltd.', con un capital emitido de 3 257 931 libras esterlinas (registrada en Londres).
Este nuevo ente controlaba las siguientes fundidoras, en diversas partes del mundo:
'The Penpoll Tin Smelting Co.' (de Bootle/Inglaterra), 'The Cornish Tin Smelting Co.'
(de Cornwall/Inglaterra), 'Eastern Tin Smelting Co.' (de Penhang/Malasia, pero
registrada en Londres), la parte de Patiño de la 'Zinnerwerke Wilhensburg

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GmbH'/Alemania, lo cual le daba el control sobre 85 000 toneladas, con capacidad
de tratamiento, por fundición, de un total que fluctuaba entre 170 y 200 mil toneladas
de concentrados de estaño, que se producía anualmente (no incluía la fundición
alemana, destruida por la guerra). Con esto, Patiño adquirió el control de numerosas
empresas productoras de concentrados, repartidas por el mundo y; con ello, la
ilusión de instalar una fundidora en Bolivia, quedó como tal: ¡una ilusión!.

En el pasado siglo, destaca la figura de otro pionero orureño. El hijo de Mariano


Peró Aramayo,384 Fernando, destaca que en 1935, su padre, soñó con la erección
de una fundición de estaño en Oruro, al observar el enorme tonelaje que el país
producía y que se exportaba en forma de concentrados a las fundidoras del
extranjero; además de las propias que Peró vendía y que tenían una ley del 65%
Sn, casi libres de impurezas. Este industrial minero adquirió conocimientos sobre
hornos de fundición de bismuto, en la 'Compañía Aramayo de Mines', en
Tasna/Potosí. Previamente tuvo que viajar a Europa, para adquirir el know how o
“proceso Lamy”, de fundición de estaño, que existía; y lo encontró en Francia. Pagó
por la patente 800 mil libras esterlinas. El proceso consistía en la reducción de los
concentrados de casiterita en hornos eléctricos, usando luego la refinación térmica
hasta alcanzar lingotes de 99.8% Sn, para su exportación a la Argentina.

En 1936, hizo el pedido de los equipos y éstos llegaron un año después, y decidió
montar la fundidora en la ciudad de Oruro. Un 30 de mayo se inició la construcción
de la planta, no sin antes haber tenido un largo trámite de expropiación del terreno
en Agua de Castilla. En cuanto a la infraestructura, Oruro, presentaba buenas
condiciones: ferrocarril con conexión a Chile y Argentina, luz de la 'Bolivian Rubber
Co.' desde su planta hidroeléctrica de Miguillas, comunicaciones a través de 'Via All
America Cables Inc.', agua, aeropuerto y caminos a las minas y departamentos
aledaños.

Según Peñaloza: en 1937, se constituyó una empresa unipersonal con la


denominación de 'Fundición de Estaño de Oruro'. Sus instalaciones figuraban (en
abril de 1942), con la razón social de 'Bony y Compañía', “como habiendo
traspasado sus derechos y el uso de la patente Lamy al señor Mariano Peró, quien

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quedó como dueño”. Peró se negó a explicar en qué consistía el susodicho proceso.
Además, según la documentación, no se habían hechos pruebas de laboratorio,
menos semi-industriales. L. Lamy, figuraba como presidente y gerente general de
la 'Compagnie Francaise de L’Etain', con sede en París/Francia, y con una fundición
en Alta Saboya (Annecy Vovray, con capacidad de producir 5 000 toneladas de
estaño, plomo, aleaciones, metal antifricción, metal para tipos, sales de cobre y
sales de zinc). Constaba que la empresa no pertenecía a ningún “holding” conocido,
y que el proceso les pertenecía y que 'Bony y Compañía', eran sus representantes
(cuyo capital, en 1960, era de 39 millones de francos). El proceso Lamy, no fue
probado en Oruro; pero, se trató de una buena iniciativa.

En el gobierno de Germán Busch (1937-1939), se hizo un nuevo esfuerzo para


montar una fundidora que tratara concentrados de baja ley. Con este motivo se firmó
un contrato con la alemana 'Klockner Industrie Anlagen GmbH', de Duisburg.388 La
planta estaría ubicada en Oruro, y tendría una capacidad de 7 500 toneladas finas
al año (menos de la tercera parte de la producción boliviana). El costo de la
maquinaria rondaba los 5.3 millones de dólares; para lo cual el gobierno alemán
garantizaría el otorgamiento de un crédito. La muerte del presidente Busch, a fines
de agosto, y el inicio de la guerra en Europa, frustró este proyecto.

A comienzos de 1940, estuvo de visita en Bolivia, Gerald Pearce, 389 a la razón


gerente de la 'Consolidated Tin Smelters Ltd.' (del “holding” de Patiño). A esta visita
se le dio mucha publicidad, dentro del criterio de conservar para Inglaterra; o sea
para la 'Williams Harvey', el control del comercio y la fundición de estaño, en
circunstancias que Estados Unidos y Bolivia iniciaban negociaciones para la venta
de parte de nuestros concentrados al país del norte. Los concentrados de alta ley,
de Patiño, quedarían excluidos de este contrato para alimentar a la fundidora
inglesa. Cuando la fundición de Peró, empezó a exportar estaño metálico de buena
calidad (1946), las afirmaciones pesimistas de Pearce y Patiño, quedaron
desmentidas por la realidad.

Peró, cambió de tecnología (entre 1945 y 1946) y habiendo conseguido un préstamo


de la Argentina, encargó la construcción de tres hornos rotatorios de tambor corto,

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que funcionaban a petróleo. Este fue un adelanto, ya que era la primera vez, en
1945, que en Bolivia se utiliza-ban esos hornos y el combustible petróleo, para fundir
concentrados estañíferos de sus minas y del Banco Minero; y hacía factible la
exportación de lingotes requeridos en las fábricas argen-tinas de metales blancos,
baterías y soldadura de estaño-plomo. Desde 1945, hasta 1964, la producción fue
incrementándose hasta llegar a 3 000 toneladas finas anuales en ese último año;
los lingotes tenían 99.86% Sn con la marca Estaño-Oruro, registrada en el London
Metal Exchange, de Inglaterra.

Según la versión de Peñaloza: en 1946, comenzó a operar la fundidora en Oruro,


produciendo 50 toneladas al mes, con una pureza de 99.4 a 99.56% Sn, a partir de
concentrados del 50% Sn que le entregaba el Banco Minero. Hasta julio de ese año,
la inversión alcanzó a más de 7.8 millones de bolivianos (187 000 dólares) y, como
ya se ha dicho, COMIBOL y el Banco Mi-nero apoyaron a Peró, con créditos y
anticipos. Esta fundición tuvo mucho apoyo del presi-dente Gualberto Villarroel
(1943-1946), ya que su orden fue : “¡Hay que fundir estaño en Bolivia. No importan
las dificultades ni el costo, Sólo fundiendo sabremos manejar este negocio!”.

La planta comenzó a funcionar, previo el período de puesta en marcha, en 1947,


con una capacidad de 100 toneladas al mes de estaño metálico. La producción
alcanzó en 1949, las 400 toneladas; y desde ese año empezó a decaer y paró en
1951.

Otra tentativa se remonta a 1946, cuando el Banco Minero, proyectó construir


primero una planta concentradora para tratar minerales de los mineros chicos
(k’ajchas), que explotaban en el Cerro Rico de Potosí. Se adquirió terrenos en la
ribera de los antiguos ingenios de amalgamación, vendidos por Julio Garret. Se
efectuaron pruebas metalúrgicas y para ese efecto el gobierno traspasó al Banco,
el Laboratorio Metalúrgico que poseía el Ministerio de Economía (ya que su similar
de Minas e Hidrocarburos recién se creó en 1952), y adquirió un laboratorio de
ensayes químicos, de propiedad de José Barrand Hesse. Este fue el origen del
Laboratorio Pirometalúrgico del Banco. En este recinto, a fines de la década del 40,
el ingeniero Jorge Salesky, realizó una investigación con resultados prometedores.

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Él desarrolló los procedimientos: Piromet, Hormet 1 y Hormet 2, para fundir estaño.
En 1951, este ingeniero formó la 'Empresa Hormet', para fundir estaño por el método
que lleva este nombre, consistente en volatilizar concentrados de baja ley.

En 1948, el Banco Minero encargó a la firma americana 'Chemical Construction


Corporation', la realización de una consultoría para ver la posibilidad de instalar una
planta de lixiviación de minerales de baja ley, y poder enriquecerlos hasta el 60%
Sn, y facilitar su fundición en el país. Este proceso era similar al que utilizaba la
fundidora de la ciudad de Texas/Estados Unidos, y que era operada por la 'Tin
Processing Corporation', por cuenta del gobierno norte-americano. Este proyecto
fracasó, por las interferencias que practicó Mauricio Hochschild, quien en fecha 5
de marzo de 1949, se dirigió al gerente del Banco Minero, José Núñez Rosales,
haciéndole notar que: dadas “las condiciones naturales de Bolivia no se prestan
para la fundición de ningún metal”. Con esto, Hochschild, llegó a atemorizar al
gobierno, y el proyecto pasó al olvido, y el gerente fue exonerado de su cargo.

2. LA LEGISLACIÓN MINERA BOLIVIANA

2.1. RECOPILACIÓN DE 28 DE NOVIEMBRE DE 1906

La situación jurídica minera era caótica. José R. Estenssoro es encargado de


recopilar todo la normativa jurídica. Toma:

• Política minera.
• Aplicación.
• Reglas técnicas.
• Domicilio y adquisición de minas.
• Conservación de minas.
• Amparo y pérdida de concesión.
• Aranceles (impuestos).

Como la compilación era ardua, Estenssoro tomó como ayudante a Abdón


Saavedra. Este último en un impulso de figuración presenta solo, sin Estenssoro, el
Proyecto de Código de Minería, atribuyéndose todo el trabajo para sí. El proyecto
es aprobado con el nombre de Código Saavedra con apoyo del Presidente de la
República: su hermano, Bautista Saavedra.
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2.2. CÓDIGO DE MINERÍA DE 1925

Liberal. Estructura orgánica de normas jurídicas. Regula mejor la exploración,


explotación y el beneficio. Su error: dar mucha cobertura al cateo (que no es
importante en la minería).

Influido por los Barones del Estaño, que deseaban conservar sus minas. Su utilidad:
ordeno eficientemente la industria minera.

2.3. LEY DE 1944

No permite que un extranjero pueda tener concesiones mineras. Es rudimentaria.


Mas tarde se nacionaliza las minas (1952).

2.4. CÓDIGO DE MINERÍA DE 1967

Dominial sobre toda sustancia mineral cualquiera sea su forma. Regalista.

3. CONCLUSIONES

Prosiguiendo con este intento de síntesis en torno al libro de Jorge Espinoza


Morales, este capítulo es uno de los más fascinantes, por sus enseñanzas en
nuestra Historia Económica.

Tal como lo señala en la introducción al mismo: “desde la fundación de la República,


durante más de siglo y medio, la minería marcó a fuego la economía de Bolivia”. El
período 1900-1952, es el período del auge del estaño que sustituyó a la plata. Este
auge se explica por la demanda internacional dirigida a atender la aplicación y
consumo creciente en la industria de la hojalata. Mientras la plata cayó en precio
desde 16,6 $us/LF a 7,8 entre 1880 a 1910, el estaño subió de 0,196 a 0,841 en el
mismo periodo. Las exportaciones de estaño crecieron de 9.739 TMF en 1900 a
38.723 en 1930 y en 1951 fueron 33.654 TMF.

Desde la colonia hasta 1952, la actividad minera era enteramente privada. La etapa
1900-52 estuvo dominada por el trío Patiño-Hoschild-Aramayo, los denominados
“barones del estaño”.

De manera muy sintética, Patiño, la figura más destacada de los tres, debió alcanzar
esa cumbre por su visión, capacidad gerencial y suerte. Ésta última se manifiesta

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en una mañana de 1900, cuando él y su esposa escucharon gritos de sus
trabajadores que le informaron haber descubierto una rica veta de plata. Pero éste
pensó: “Dios mío, haz que no sea plata, sino estaño”. Los resultados fueron
fantásticos en el contenido de estaño, entre 47 a 56%. Se había descubierto la veta
más rica y potente de estaño del mundo. Esta fue denominada apropiadamente “La
Salvadora”.

A partir de ese descubrimiento, todo es un cuento de hadas. Simón I. Patiño,


conjuntamente con Mauricio Hoschild y Carlos Víctor Aramayo, se convirtieron en
los grandes millonarios de Bolivia y el mundo. Según las varias fuentes recogidas
por nuestro autor, Patiño en 1925 había sido reputado por el New York Times como
uno de los diez hombres más ricos del planeta, una fortuna que en valores de hoy
alcanzaría a 3.500 millones de dólares.

Según los datos que proporciona el trabajo, la participación porcentual de la minería


en relación con el total de las exportaciones fue incrementándose paulatinamente y
llegó a su máximo entre 1950-52 con el 97%. Entre 1940 y 1950, la participación en
las exportaciones estaba conformada por Patiño 44%, Hoschild 24% y Aramayo 6%.
Las tres personas controlaron entre 75y 80% de las exportaciones del país antes de
la nacionalización de las minas “algo insólito en el mundo”.

Las empresas del grupo Patiño conformaron 4 grupos, el grupo minero Hoschschild
7 empresas y minas y el grupo Aramayo 9 minas.

Cabe destacar que los barones del estaño se caracterizaron por pagar bajos
impuestos, tener dobles planillas para disminuir sus ingresos y acompañaron sus
actividades con un enorme poder político. Patiño buscó y encontró el método de
fundar sociedades bajo la protección de leyes extranjeras, exportando ingentes
capitales que sustrajo al control boliviano. Asimismo “con cortos periodos de
interrupción, los gobernantes le obedecían y se dirigía a ellos no pidiendo sino
ordenando. Así fue hasta 1952.

Para compensar la caída en el precio del estaño como resultado de la crisis de USA
de 1929, tuvieron la visión para crear el Comité Internacional del Estaño, para

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establecer cuotas de producción entre los países productores, con objeto de evitar
grandes fluctuaciones de precios.

Dos hechos confluyeron para determinar la nacionalización de las minas en 1952.


Uno fue el empobrecimiento y disminución de reservas de las minas, de trabajos a
mayor profundidad, falta de inversión, unido a conflictos políticos y sociales. Otro
fue la tesis de Pulacayo, propuesta por Guillermo Lora, que apuntaba a las
reivindicaciones obreras.

En 1952 con la revolución de Abril terminó el poderío de los barones y la gran


minería y se impuso uno que se ha ido alternando entre militares y políticos, en
transiciones entre derecha e izquierda. El futuro es definitivamente incierto.

4. BIBLIOGRAFÍA

Peñaloza, Luis (1987): Nueva historia económica de Bolivia. Bolivia: el estaño y los
barones. La Paz/Cochabamba: Ed. Los Amigos del Libro.

Aramayo, Isidoro (1874): Potosí. Historia de sus minas. Descripción jeolojica de


ellas. Su presente estado y perspectiva futura. Potosí: Imprenta Municipal.

Arzáns de Orsúa y Vela, Bartolomé (1955): Historia de la Villa Imperial de Potosí,


eds. Lewis Hanke/Gunnar Mendoza. 3 vols., Providence: Brown University Press
(escrito entre 1705 y 1736).

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