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Í NDICE

INTRODUCCIÓN

La formación en metodología cualitativa. Perspectiva del


Programa Salud Reproductiva y Sociedad, Susana
Lerner 9
Un encuentro con la investigación cualitativa en México,
Ivonne Szusz y Ana Amuchástegui 17

1. REFLEXIONESTEÓRICO-METODOLÓGICAS
SOBRE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

Introducción al trabajo cualitativo de investigación,


Carolina Martínez 33
En busca del significado: supuestos alcances y limita-
ciones del análisis cualitativo, Roberto Castro 55

II. LA INVESTIGACI6N CUALITATIVA SOBRE EL CUERPO,


LA SEXUALIDAD Y LA SALUD. ALGUNAS EXPERIENCIAS EN MÉXICO

El cuerpo: miradas etnológicas, Mario Humberto Ruz 84


El significado de la virginidad y la iniciación sexual. Un
relato de investigación, Ana Amuchástegui 128
Los huicholes y su salud. Una investigación cualitativa,
Patricia Vargas 162

III. ALGUN AS FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

La entrevista a profundidad: un abordaje en el campo de


la sexualidad, Marta Rivas 187

7
8 PARA COMPRENDER LA SUBJETIVIDAD

Modalidades de entrevista grupa1 en la investigación


social, Manuel Pando y Martha Villaseñor 211
La entrevista grupal: herramienta de la metodología
cualitativa de investigación, Gabriel Araujo y Lidia
Fernández 229
LA FORMACIÓN EN METODOLOGÍA CUALITATIVA

LA FORMACIÓN EN METODOLOGÍA
CUALITATIVA. PERSPECTIVA DEL PROGRAMA
SALUD REPRODUCTIVA Y SOCIEDAD

SUSANA LERNER 1

El Programa de Salud Reproductiva y Sociedad (PSRS) de El Colegio de


México, que se inició en marzo de 1993 con el apoyo de la Fundación
Ford, tiene entre sus principales objetivos promover y fortalecer la
capacidad de investigación y docencia en el campo de la salud
reproductiva desde una perspectiva interdisciplinaria dentro de las
ciencias sociales. Simultáneamente, se propone impulsar la formación y
capacitación de recursos acerca de los aspectos sociales de la salud, entre
académicos y líderes encargados de la prestación de servicios y de la
elaboración de planes y programas, tanto en instituciones
gubernamentales como en organizaciones no gubernamentales.
Con estos propósitos, durante la primera etapa del programa (1993-
1995) se puso en marcha un conjunto de actividades de investigación,
docencia e intercambio entre especialistas de distintas disciplinas,
procedentes de diversas instituciones, interesados en salud reproductiva,
que sirvieran de sustento para empezar a desarrollar las bases teóricas y
metodológicas de investigación y formación de especialistas en este
campo.
Correspondió al área de formación de recursos humanos del PSRS la
programación, organización y realización de diversos seminarios, cursos
de especialización y talleres intensivos y de corta duración, entre otras
actividades, como estrategias formativas combinadas para coadyuvar en
varios aspectos: a) la formación de recursos académicos de alto nivel; b)

1
Profesora-investigadora del Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo
Urbano de El Colegio de México, y coordinadora general del Programa de Salud
Reproductiva y Sociedad.

9
10 INTRODUCCIÓN

la capacitación y sensibilización de profesionales que trabajan en salud


reproductiva con el enfoque del programa; c) la profundización de temas
considerados como prioritarios por el mismo, y d) aspectos de diseño,
conceptuación, metodología y técnicas de análisis que serían empleados
como parte del quehacer intelectual y las acciones de intervención en la
sociedad relacionadas con este campo.
Dada la capacidad limitada del programa para dar respuesta a las
necesidades y demandas existentes atendiendo a los diversos tipos de
capacitación, se buscó la manera de optimizar y crear mecanismos
multiplicadores de los esfuerzos. Entre éstos cabe mencionar: la selección
cuidadosa de los participantes, para que a su vez sean capacitadores de
otros profesionales; el apoyo a otras instituciones que realizan iniciativas
similares, y la mayor difusión de los resultados de las actividades en esta
línea, mediante publicaciones especiales y otros mecanismos.
La presente publicación es parte de esta estrategia y tiene como
propósito dar a conocer una selección de los trabajos presentados en el
primer taller sobre metodología cualitativa que se realizó en septiembre
de 1994 en El Colegio de México, y que contó con la colaboración del
Departamento de Educación y Comunicación de la División de Ciencias
Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana.2
La prioridad otorgada a este eje teórico-metodológico como parte de
las actividades formativas del PSRS obedeció tanto a la discusión en
diversos ámbitos de trabajo organizados por el programa acerca de la
necesidad de incorporar la metodología cualitativa en el proceso de
investigación sobre salud reproductiva mediante una preparación más
rigurosa y sistemática, como a la amplia demanda formativa en este tema
manifestada por investigadores de diferentes instituciones vinculados a
dicho campo. Asimismo, es necesario enfatizar que este eje temático
respondía fundamentalmente a los temas, dimensiones y enfoque que el
programa definió como esenciales para la investigación en salud
reproductiva.3

2
Como parte de esta temática, el programa, en su primer bienio, apoyó la realización
del seminario de investigación de análisis de datos cualitativos, que formó parte del programa
de doctorado en sociología del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México
en septiembre 1994-febrero 1994, y organizó el segundo curso-taller regional sobre
metodología cualitativa en salud reproductiva y sexualidad, conjuntamente con la
Universidad de Guadalajara y el Instituto Mexicano de Seguridad Social, y que tuvo lugar
en la Ciudad de Guadalajara en junio de 1995.
LA FORMACIÓN EN METODOLOGÍA CUALITATIVA 11

Así, como resultado de la propuesta de áreas prioritarias de


investigación del programa, se identificaron los siguientes cinco grandes
temas: sexualidad, género y salud reproductiva; opciones y decisiones sobre
el embarazo y sus implicaciones; el papel de las instituciones en la
sexualidad y la reproducción; las condiciones, necesidades y
disponibilidad en la calidad de la atención, y la sociedad civil y los
derechos sexuales y reproductivos. Aunado a lo anterior, el programa
consideró importante impulsar, como parte del enfoque en salud
reproductiva desde las ciencias sociales, las siguientes cuestiones: la
desigualdad social, la desigualdad genérica y étnica, la subjetividad
humana, el significado de las representaciones simbólicas de los sujetos
de investigación, la simbolización del cuerpo, el alcance del entorno
sociocultural subjetivo de los individuos, y la influencia del contexto
objetivo en ellos, entre otros. Sin duda, el análisis de estos aspectos
implicará nuevas formas de interpretar la realidad y diversas estrategias
de producción de conocimiento.
La heterogeneidad de problemas, materias y disciplinas que
intervienen en las cuestiones de la salud de la población, de su
comportamiento reproductivo, o bien de manera general en el análisis y
comprensión de la conducta de la población, exige también una
heterogeneidad de abordajes interdisciplinarios, no sólo desde el punto de
vista de los marcos teóricos derivados de las distintas disciplinas, sino
también de los enfoques metodológicos y estrategias de investigación
diferentes que den cuenta de la dimension subjetiva, cultural y social de
la salud reproductiva y la sexualidad.
Se trata, por lo tanto, de acercamientos que se fundamentan en
diversas corrientes teóricas de la sociología, la psicología, la antropología,
la lingüística, etc., que muestran la realidad subjetiva y la realidad social,
íntimamente relacionadas, donde se inscriben las conductas y acciones
humanas. A su vez, estos acercamientos parten de producciones teóricas
distintas, como el constructivismo social, la etnolingüística, la etnografía,
la fenomenología, la búsqueda de interpretaciones y significados, así
como el uso de diversas técnicas de recolección y análisis de la
información, como la observación participante, las entrevistas

3
Véase al respecto, C. Stern (coord.), “Prioridades de investigación y apoyo para
proyectos en salud reproductiva”, Reflexiones. Sexualidad, Salud y Reproducción, núm. 5,
México, El Colegio de México, 1995.
12 INTRODUCCIÓN

individuales o grupales, el análisis de textos y testimonios, la historia de


vida, o bien la combinación de éstas con herramientas derivadas de la
estadística.
La complejidad de las distintas vertientes de investigación cualitativa
ha provocado amplias y diversas discusiones y debates que se han dado y
continuarán dándose, sobre problemas relacionados con el alcance de la
objetividad en la producción de conocimiento en las ciencias sociales o
de la interpretación y com- prensión de experiencias concretas y la
realidad de los sujetos que se investigan. En pocas palabras, se busca
incursionar en el análisis que permita conocer las ventajas y desventajas
del uso de diferentes enfoques epistemológicos y metodológicos, así
como de distintas estrategias de análisis.
Al respecto, y en relación con la salud reproductiva, si bien se
reconocen los avances logrados en esta temática bajo la perspectiva
biomédica y de salud pública, también es ampliamente reconocida la
existencia de interrogantes, insuficiencias y lagunas en el conocimiento
acerca de dimensiones que son fundamentales para su mejor análisis,
comprensión e interpretación. Ello es importante para lograr una mejor
definición, elaboración e implementación de los programas y acciones de
las políticas de población, salud y, en general, de las políticas públicas.
En este sentido, los acercamientos teórico-metodológicos en el
campo de estudio de la salud reproductiva se han caracterizado por un
énfasis en los enfoques cuantitativos, en los que predomina la perspectiva
epidemiológica y demográfica, que estudia la magnitud de los fenómenos,
sus tendencias y las relaciones causales que se establecen entre diversas
variables, consideradas como los factores determinantes del contexto
macroestructural que inciden sobre dichos fenómenos.
Así, y de manera por demás esquemática, en las aproximaciones
cuantitativas predomina lo que hemos llamado “la objetivización de los
actores”, o sea, la de los eventos que experimentan los sujetos y que en la
investigación social se lleva a la práctica mediante la construcción de
conceptos operativos, que están atomizados y parcializados como parte
del recorte del objeto de estudio y que se representan mediante
indicadores “objetivos” (Lerner y Quesnel, op.cit.). En este estilo de
investigación se privilegia la variabilidad y regularidad de
comportamientos, y se buscan la objetividad, confiabilidad, repre-
sentatividad y la validación estadística, mediante la verificación de las
LA FORMACIÓN EN METODOLOGÍA CUALITATIVA 13

relaciones de causalidad que se establecen entre dichos conceptos y


variables.
No obstante, como han mostrado diversos autores, 4 estas
perspectivas, si bien incorporan dimensiones biológicas, económicas,
sociales, culturales y políticas para analizar el comportamiento de los
individuos, omiten toda consideración acerca de las cuestiones subjetivas,
simbólicas y valorativas que dan sentido y significado a las conductas y
acciones de los individuos.
De ahí la necesidad e importancia de combinar diferentes formas de
acercamiento o bien de privilegiar los enfoques correspondientes a la
investigación cualitativa. Estos últimos, cuya preocupación central es
conocer e interpretar “la subjetividad de los sujetos”, buscan comprender
el punto de vista de los actores de acuerdo con el sistema de repre-
sentaciones simbólicas y significados en su contexto particular. Por ello,
estos acercamientos privilegian el conocimiento y comprensión del
sentido que los individuos atribuyen a sus propias vivencias, prácticas y
acciones. El supuesto fundamental consiste en considerar que los
comportamientos humanos son resultado de una estructura de relaciones
y significaciones que operan en la realidad, en un determinado contexto
social, cultural e ideológico; realidad que es estructurada o construida por
los individudos, pero que a su vez actúa estructurando su conducta.
Lo señalado en párrafos anteriores muestra la amplia gama de
posibilidades de abordar la investigación cualitativa, así como la
dificultad que se presenta al intentar crear espacios de discusión y
aprendizaje interdisciplinarios en torno a la investigación cualitativa,
sobre todo cuando ésta se relaciona con la salud reproductiva, donde este
tipo de acercamientos es aún insuficiente y novedoso. De ahí que el
programa, por medio de la realización de este primer taller, haya tenido
como propósito central documentar los distintos enfoques teórico-
metodológicos de índole cualitativa que se están utilizando en la
investigacion en ciencias sociales vinculada con el estudio de la salud en
México. Para ello privilegió la presentación y discusión de diversas
perspectivas de acercamiento cualitativo mediante señalamientos acerca
4
Véanse entre otros, S. Lerner y André Quesnel, “Problemas de interpretación de la
dinámica demográfica y de su integración a los procesos sociales”, Problemas
metodológicos en la investigación sociodemográfica, PISPAL/El Colegio de México, 1986,
pp.127-148, y los trabajos de Roberto Castro y Carolina Martínez en la presente publicación.
14 INTRODUCCIÓN

de la naturaleza, alcance, ventajas y limitaciones de sus supuestos


epistemológicos y metodológicos, así como la exposición y reflexión
de las diversas técnicas utilizadas en la recopilación y análisis de la
información, y de experiencias concretas de enfoques metodológicos
cualitativos para el estudio de distintos temas relacionados con la salud
reproductiva.5
Sin duda la participación en este taller de profesionistas con
diferentes trayectorias de investigación y acción relacionadas con el
tema de la salud reproductiva, que provienen de campos disciplinarios
muy diversos, de instituciones de muy variada naturaleza y de distintos
estados del país, fue una experiencia muy enriquecedora, al permitir
identificar parte de los hallazgos, avances y retos que se presentan en la
investigación cualitativa. Asimismo, se debe reconocer que este
encuentro fue un punto de partida para lograr una mejor formación y
actualización en el tema, para la realización de investigaciones con mayor
rigor científico, así como para la identificación de necesidades y
problemas importantes en el ámbito de la salud reproductiva y la
sexualidad.
Esperamos que la difusión más amplia de los trabajos que se incluyen
en la presente publicación refleje la riqueza e importancia de los enfoques
cualitativos y, sobre todo, que represente un incentivo tanto para llevar a
cabo investigaciones con esta perspectiva, así como para continuar
promoviendo una mayor participación e interés en la reflexión crítica y la
sistematización de este tipo de acercamiento teórico-metodológico en el
área de salud reproductiva como parte de la perspectiva en ciencias
sociales. Sin duda se trata de una tarea que deberá continuar realizándose
mediante esfuerzos colectivos de profesionales de distintas disciplinas y
orientaciones.
Sólo me resta expresar mi agradecimiento a los autores de los
trabajos por su apoyo e interés en contribuir a la realización de este
encuentro, así como al resto de los participantes por su entusiasta

5
En el taller se presentaron nueve ponencias y se incluyeron ocho sesiones
adicionales, entre las cuales cinco se orientaron al tratamiento de los distintos acercamientos
cualitativos mediante el uso de técnicas específicas. En la presente publicación se incluyen
ocho trabajos, de los cuales tres abordan el uso de técnicas en los estudios cualitativos y el
resto comprenden reflexiones teórico-metodológicas acerca de la investigación cualitativa,
y experiencias concretas de investigación sobre diversos temas relacionados con la salud
reproductiva y la sexualidad.
LA FORMACIÓN EN METODOLOGÍA CUALITATIVA 15

participación en el mismo. Mi especial reconocimiento a Ivonne Szasz,


por su profesionalismo, por haber cumplido con el compromiso de la
organización y coordinación de la actividad y por su esfuerzo para
culminar la misma con la compilación de los trabajos para su publicación.
Agradezco a Ana Amuchástegui su colaboración en dichas tareas y a Lía
Rojas, quien, en su calidad de investigadora asociada al área de formación
de recursos humanos del programa, participó activamente en dicho
proceso.
LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA EN MÉXICO

UN ENCUENTRO CON LA INVESTIGACIÓN


CUALITATIVA EN MÉXICO

IVONNE SZASZ
ANA AMUCHÁSTEGUI 1

Los artículos reunidos en esta compilación forman parte de las


contribuciones presentadas en el Taller sobre Metodología Cualitativa
realizado en la ciudad de México en septiembre de 1994.2
El taller pretendió propiciar un foro en el que profesionales de la
salud y de las ciencias sociales de diversas regiones del país se reunieran
a reflexionar, estudiar y discutir sobre las posibilidades de investigación
cualitativa en relación con la salud reproductiva y la sexualidad. Se
buscaba conformar un espacio de construcción colectiva que sostuviera la
apertura hacia la diversidad de la investigación cualitativa realizada en
México, con base en los aportes de coordinadores, expositores y
participantes. Intentamos que estos últimos intervinieran activamente, en
función de sus búsquedas específicas. Otro propósito del encuentro fue
recuperar ejemplos de experiencias de investigación cualitativa
desarrolladas en México, buscando ubicar dentro de su contexto esta
corriente de estudios por medio de la explicación y el análisis de sus
fundamentos éticos, epistemológicos y metodológicos.
En el encuentro se propuso deslindar la frecuente confusión entre las
herramientas de recopilación y sistematización de información y las

1
Ivonne Szasz es profesora-investigadora del Centro de Estudios Demográficos y de
Desarrollo Urbano de El Colegio de México. Ana Amuchástegui es profesora-investigadora
del Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco y consultora externa de The Population Council.
2
Organizado por el Programa Salud Reproductiva y Sociedad de El Colegio de
México (auspiciado por la Fundación Ford), con la colaboración del Departamento de
Educación y Comunicación de la UAM-Xochimilco.

17
18 INTRODUCCIÓN

formas metodológicas de aproximación a los problemas de estudio, a fin


de evitar que ciertas técnicas, como las entrevistas o los grupos focales,
se eleven a la categoría de método de investigación. En este sentido, se
optó por promover la discusión sobre el proceso total de la investigación
cualitativa en lugar de limitarnos a entrenar a los asistentes en ciertas
técnicas de entrevista o de observación, o en introducirlos a formas
preestablecidas de análisis de material de campo. Este recorrido incluyó
desde la construcción del problema hasta los aspectos relacionados con el
uso y con los destinatarios de las investigaciones, pasando por la reflexión
de cuestiones instrumentales, éticas, políticas y metodológicas inherentes
a la producción de conocimientos. La intención fue combinar la discusión
teórico-epistemológica con el relato del recorrido metodológico de
experiencias de investigación y con talleres de entrenamiento en técnicas
específicas, al tiempo que se abrían espacios de discusión libre sobre los
problemas que los participantes enfrentan en su trabajo.
El reconocimiento de que las ciencias sociales se encuentran hoy en
una búsqueda interdisciplinaria y en una época de “géneros borrosos”,
propició el interés por incluir en la agenda aportaciones de diversas
disciplinas relacionadas con las dimensiones subjetiva, cultural y social
de la sexualidad y la salud reproductiva.3 Las aproximaciones
metodológicas presentadas durante el encuentro se apoyaron en diversas
corrientes teóricas de la sociología, la psicología, la antropología, la
comunicación y la lingüística. Algunos de los acercamientos
mencionados recuperaron elementos de la sociología interpretativa, la
teoría crítica, la etnología y la antropología social, así como aportaciones
basadas en la analogía textual, la historia oral, la psicología social, la
concepción operativa de grupos, la educación participativa, el análisis del
discurso y la filología.
La presentación de este abanico de posibilidades tuvo como fin
ofrecer a los participantes una gama de opciones para la toma de

3
Cliford Geertz propone el término de “géneros borrosos” para referirse al creciente
desdibujamiento entre las fronteras de las ciencias sociales y las humanidades, señalando
una especie de mezcla entre géneros como la ficción, la etnografía y los tratados teóricos,
que coincide con el surgimiento de nuevas corrientes interpretativas, con la flexibilización
de las reglas sobre el proceso de conocimiento y con la aparición de nuevas formas de
comunicar los hallazgos de investigación. C. Geertz, “Géneros confusos. La refiguración
del pensamiento social”, en C. Reynoso (comp.), El surgimiento de la antropología
posmoderna, México, Gedisa, 1991.
LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA EN MÉXICO 19

decisiones pertinentes a su objeto de estudio y condiciones de


investigación, en lugar de promover la formación en una sola
aproximación metodológica. Este intento corresponde a una visión
integrativa de la investigación cualitativa como aproximación
epistemológica, que rebasa el estrecho campo de la técnica y que señala
los vínculos entre el tipo de problema de conocimiento que el investigador
se plantea, su visión del mundo, su posición epistemológica, el método de
aproximación al problema de estudio, las técnicas para llevarlo a cabo y
la estrategia teórico-metodológica de análisis e interpretación del material
de campo.
Las exposiciones aportaron elementos para la discusión sobre la
objetividad en las ciencias sociales. Algunas argumentaron sobre las
dificultades para alcanzar tal objetividad en la investigación, pero
favorecieron la búsqueda de referentes que establezcan cierto grado de
confiabilidad y de correspondencia con una realidad independiente de los
sujetos en la información producida. Otras enunciaron la idea de que la
investigación misma es una construcción realizada por el investigador
junto con los participantes, en un proceso constante de interpretación y
reinterpretación, y que la rigurosidad en este tipo de investigación
requiere la conciencia y expresión de sus condiciones sociales y
subjetivas de producción, estableciendo su posición relativa e histórica.
Esta discusión no está terminada, pues parte de diferentes concepciones
de la realidad social y de la generación de conocimientos como quehacer
social.
También se señaló la importancia del investigador como instrumento
fundamental en los enfoques cualitativos, no solamente por su lugar
central en la producción de conocimientos, sino por su ubicación política
y ética frente al problema y a los sujetos de la investigación. La mayoría
de las presentaciones recomendaron tomar conciencia de la relación
humana y de poder que se establece durante el trabajo de campo. La
movilización de afectos que generalmente se produce dentro de los
procedimientos de la investigación cualitativa —como la entrevista
individual y grupal o la historia de vida— ocupó un lugar importante
dentro de las exposiciones, en el sentido de que los investigadores deben
estar preparados técnica y éticamente para responder a los efectos
inevitables que sus intervenciones generan en sí mismos y en los sujetos
investigados. La toma de conciencia de las emociones que se
desencadenan en el propio investigador, la contención emocional de los
20 INTRODUCCIÓN

sujetos entrevistados y la forma en que la intersubjetividad afecta el


proceso de generación de conocimientos deben formar parte de la agenda
de investigación.
Entre los instrumentos de trabajo de terreno que se mencionaron
estuvieron la observación —en sus diversas modalidades—, las historias
de vida, la historia oral, las entrevistas individuales en profundidad,
ciertos tipos de entrevista grupal y el uso de fuentes secundarias como
textos escritos. Algunos expositores hablaron de la conveniencia de
“triangular” la información procedente de diversas fuentes y de las
ventajas de combinar acercamientos estadísticos y cualitativos cuando
el problema de investigación así lo requiera. En el taller se evidenció que
aunque en el fondo de la opción por determinada metodología existen
problemas epistemológicos y ontológicos, se presentan, sin embargo,
diversas posiciones en cuanto a la importancia de tales elecciones y a la
compatibilidad de distintos abordajes.
Respecto a la construcción de los datos cualitativos, se enfatizó la
necesidad de considerar el contexto de los registros que se realicen, para
comprender así las expresiones de los sujetos investigados dentro del
conjunto de significados elaborados por el grupo social al que pertenecen,
y en su interacción con el investigador. La necesidad de establecer
cuidadosamente el contexto al que se refieren los datos remite a la
conveniencia de una multiplicidad de técnicas en el proceso de
investigación. Algunos expositores fueron enfáticos al recordar la
dedicación que requiere la aplicación de los dispositivos cualitativos,
advirtiendo sobre los peligros —y la falta de profundidad— de textos y
material generados sin una ubicación rigurosa dentro de un contexto que dé
cuenta de las condiciones en que se produjeron, incluyendo el entorno
sociocultural, la intersubjetividad entre investigador y participante, y las
decisiones metodológicas a lo largo de la investigación.
Con diferentes estilos, las presentaciones hicieron referencia a una
serie de elementos de apoyo para el registro y ordenamiento de los datos,
entre los que destacaron el uso de la grabación y videograbación, y la
utilización de programas de cómputo para organizar la información
etnográfica. De nuevo, la polémica en torno a la posibilidad de
objetividad de tales registros, la relación entre eventos y narrativa y las
sucesivas transformaciones que experimenta el material de campo, ocupó
un lugar preponderante.
LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA EN MÉXICO 21

El análisis y la interpretación de los datos apareció como el aspecto


menos normatizado de la investigación cualitativa. Las experiencias
presentadas en el taller ofrecieron diversos puntos de vista para la
elaboración del dato, que partieron de producciones teóricas tan distintas
como el psicoanálisis y sus cadenas asociativas, el constructivismo social
y la búsqueda del significado, la teoría feminista, la teoría fundamentada,
la lingüística y etnolingüística y el análisis del discurso literario. Las
descripciones que se expusieron sobre el proceso de análisis e
interpretación vinculaban los referentes teóricos con el diseño de los
instrumentos de análisis, de manera que codificaciones, categorías y ejes
temáticos generados a partir del material de campo aparecían coherentes
con el punto de partida epistemológico de la investigación.
Finalmente, se explicaron claramente algunos problemas relativos a
la comunicación del producto final de investigación, especialmente en
relación con el público al cual está destinado, aspecto que determina en
gran parte el estilo y lenguaje de los informes, pues la escritura es
fundamentalmente dialógica y toma en cuenta durante su elaboración las
posibles respuestas que el interlocutor emitiría frente al material. El poder
de la generación de conocimientos desempeña un papel central en
relación con sus destinatarios; si bien el contenido de la comunicación
puede ser general en términos de los hallazgos de investigación, el
objetivo y la forma de presentarlos varía considerablemente si se trata de
una devolución a los sujetos participantes, de una producción académica,
de una intervención operativa o de un informe para una agencia
financiadora.
Se hizo hincapié en la investigación cualitativa como un
acercamiento indispensable para comprender ciertas dimensiones de la
realidad: la subjetividad humana, la simbolización del cuerpo y la
sexualidad, las identidades, las relaciones de género, la interacción
social y los sistemas de significación compartida. La investigación
cualitativa aparece como una forma necesaria de acercamiento cuando la
perspectiva de la realidad que se busca conocer es el punto de vista de
los actores, la interpretación desde la experiencia vivida. Los criterios de
validación y representatividad que se aplican a la producción cualitativa
deben construirse con base en el reconocimiento de esta particular
naturaleza de los problemas que estudia. Se privilegia aquí la profundidad
sobre la extensión numérica de los fenómenos, la comprensión en lugar
de la descripción, la ubicación dentro de un contexto en vez de la
22 INTRODUCCIÓN

representatividad estadística. Es la riqueza y densidad de los estudios lo


que construye su capacidad de representar realidades culturales y
subjetivas diversas.
Nuestra intención inicial fue la de recoger en la presente compilación
la totalidad de las conferencias y la serie de diálogos establecidos entre
expositores y participantes, en los cuales infinidad de problemas,
cuestionamientos y soluciones fueron elaborados y discutidos en un
esfuerzo colectivo por ensanchar un campo de investigación. No fue
posible, por razones de tiempo, de condiciones materiales del encuentro
y de desfases en las entregas de las versiones finales de los artículos, dar
cuenta de todo el proceso de aprendizaje vivido. Quedan aquí los textos
presentados por algunos de los expositores. Esperamos que el conjunto
reunido sirva como testimonio de las cualidades del encuentro y se
convierta en un aporte a la construcción de un cuerpo de conocimientos
sobre la investigación cualitativa que se desarrolla en América Latina.
La selección de trabajos reunidos contiene reflexiones teórico-
metodológicas sobre la investigación cualitativa, la recuperación de
algunas experiencias de investigación sobre percepciones del cuerpo,
significados de la sexualidad y construcciones en torno a la salud, y
propuestas relativas a algunas herramientas técnicas para la investigación
cualitativa.
En el primer bloque sobre reflexiones teórico-metodológicas,
Carolina Martínez analiza la complejidad del campo de los estudios
cualitativos, al que percibe saturado de tensiones y contradicciones.
Retoma planteamientos de autores que lo proponen como un conjunto de
prácticas interpretativas que involucra multiplicidad de disciplinas,
problemas de investigación, métodos y perspectivas teóricas y
epistemológicas. Esta diversidad se expresa en distintas definiciones y
concepciones, paradigmas y estilos de investigación.
Mediante una revisión de diversas vertientes de investigación
cualitativa, esta autora señala que su objeto de estudio son las redes de
relaciones sociales, la comprensión del mundo social desde el punto de
vista del actor, o —desde una perspectiva interpretativa— las repre-
sentaciones culturales y su significado, la recreación de una visión a partir
de la experiencia vivida por el sujeto. Este tipo de objeto de estudio
supone un involucramiento muy cercano del investigador con los sujetos
de investigación. Las experiencias subjetivas, tanto del observador como
de las personas estudiadas, constituyen elementos centrales de este
LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA EN MÉXICO 23

acercamiento. El investigador, único capaz de construir un


conocimiento tácito, constituye la principal herramienta de la
investigación cualitativa, de manera que la validez de estos estudios se
relaciona con su destreza, competencia y compromiso. La investigación
cualitativa supone, además, un conocimiento del contexto, indispensable
para entender el comportamiento o las expresiones de las personas dentro
del sistema de significados empleado por su grupo de pertenencia, lo que
remite al reconocimiento de la investigación como un proceso
multicultural, influido por situaciones de clase, raza, género y etnicidad.
El artículo se refiere a la coexistencia de diversas vertientes de
investigación cualitativa, que dependen en cierta medida del momento
histórico, de los paradigmas dominantes en ciencias sociales, del
quehacer y de la formación profesional del investigador y el tipo de
problema que se plantea. Entre ellos destacan: la etnografía, cuyo auge se
remonta a principios de siglo; las formas de investigación cualitativa que
buscaban dar voz a los testimonios de “las gentes del silencio” surgidas
en los años cincuenta; la búsqueda de rigor metodológico de la “teoría
fundamentada” y los estilos de investigación cualitativa desarrollados
por corrientes interpretativas como la etnometodología, la fenomenología
y el interaccionismo; las reflexiones sobre flexibilidad, representativi-dad
y legitimidad en la generación de conocimientos interpretativos y las
aportaciones más recientes de la teoría crítica, el postestructuralismo, el
pensamiento feminista y el constructivismo. La autora incluye también
formas actuales de recuperación de técnicas cualitativas para la
investigación orientada a la acción, cuyo objetivo es aplicar el
conocimiento a la solución de problemas humanos y sociales.
La tendencia a identificar este amplio espectro como un campo
específico —la investigación cualitativa— se vincula con el momento
presente de las ciencias humanísticas y sociales, que la autora identifica
como de descubrimientos y redescubrimientos de formas de ver,
interpretar, argumentar y comunicar.
Continuando estas reflexiones teórico-metodológicas, Roberto
Castro se refiere a los supuestos alcances y limitaciones del análisis
cualitativo. Retomando la relación entre teoría y método, define al análisis
cualitativo como un estilo de acercamiento me- todológico propio de las
ciencias sociales interpretativas, que buscan el sentido subjetivo de la
acción humana, concibiendo al investigador como un narrador que es
parte de su propio relato. Detrás de esta opción subyace el supuesto
24 INTRODUCCIÓN

ontológico de que la realidad humana se construye socialmente, así como


los supuestos epistemológicos de que esa realidad únicamente es
accesible por conducto de las interpretaciones subjetivas de esa
construcción, y que el conocimiento de esa realidad está en función del
contexto y del discurso que se usa. Subyace también el supuesto
metodológico de que la interpretación es reflexiva respecto del contexto
y del discurso. Como consecuencia de estos supuestos —señala— es que
los métodos cualitativos definen procedimientos que privilegian el
estudio de los mecanismos interpretativos, de la subjetividad de los
individuos y de los productos que resultan de la interacción entre ellos.
Al concebir el orden social como un entramado de negociaciones
interindividuales, y al centrarse en la dimensión subjetiva de las per- sonas,
el análisis cualitativo favorece que la comprensión —y no la explicación
mediante relaciones causales o leyes— sea el tipo de conocimiento que
deba producirse, y propicia un nivel de análisis microsocial que permita
aprehender las particularidades interpre- tativas de los procesos sociales.
El autor propone que la perspectiva interpretativa opte por desarrollar el
conocimiento en forma induc- tiva, trabajando con conceptos flexibles y
en forma exploratoria.
Según Castro las observaciones cualitativas entrañan supuestos
metodológicos como el procedimiento inductivo y la conceptuación y
formulación de teoría a partir de los textos generados, la simultaneidad de
diversas fases del proceso de investigación —en el sentido que el análisis,
la interpretación y el rediseño están presentes a lo largo de toda la
búsqueda— y las nociones de muestreo teórico y saturación teórica, entre
otras. A decir del autor, estos supuestos determinan, en última instancia,
la naturaleza de los hallazgos obtenidos. Un buen ejemplo de esta
estrategia de investigación es la Teoría Fundamentada de Glaser y
Strauss.4
Finalmente, el autor advierte sobre la necesaria conciencia que se
debe tener respecto al supuesto implícito en la transformación de las
observaciones cualitativas en textos, consistente en que estos textos rep-
resentan el habla real de las personas, y ejemplifica, con la codificación
de un trozo de entrevista, la complejidad que entraña el proceso de análisis
de información cualitativa.
En el siguiente bloque de trabajos se ilustran, gracias a experiencias
de investigación cualitativa sobre el cuerpo, la sexualidad y la salud
desarrolladas en México, los diferentes pasos de investigación, las
LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA EN MÉXICO 25

reflexiones de los investigadores sobre sus opciones metodológicas y sus


problemas durante el proceso de investigación, así como los tipos de
resultados y textos que se pueden generar a partir de la investigación
cualitativa.
En un texto que presenta formas de investigación etnológica sobre
representaciones sociales en grupos étnicos del sureste de México, Mario
Humberto Ruz expone algunos caminos para aproximarse a las visiones
sobre el cuerpo, la sexualidad, la salud y la reproducción. Ejemplifica
algunas de esas aproximaciones con sus estudios sobre poblaciones
tojolab’ales actuales y precolombinas, utilizando métodos propios de la
etnohistoria, la lingüística, la etnología y el análisis sociolingüístico.
Este ejemplo de investigación cualitativa nos acerca a la coexistencia
de diversas nociones del cuerpo presentes en México. Difieren las
nociones de la relación del cuerpo humano con la naturaleza y la vida
social, la jerarquía y utilidad de sus partes componentes, la importancia y
el sentido de diversas formas de actividad sensorial y motriz y su relación
con la actividad intelectual, el trabajo, la comunicación humana, las
emociones, la sensualidad, los placeres y los vínculos afectivos y sexuales
entre las personas.
Textos como el de Mario H. Ruz permiten comprender con mayor
profundidad lo expuesto en los capítulos de reflexión teórico-
metodológica sobre la presencia de géneros borrosos y la cercanía
creciente entre las ciencias sociales y las humanidades, sobre la
complejidad de los procesos interpretativos, sobre la centralidad del
lenguaje en la investigación cualitativa y sobre la riqueza de la formación
interdisciplinaria y compenetración que se requiere con los sujetos
estudiados y con su entorno sociocultural.
En una reflexión sobre su proceso de investigación, Ana
Amuchástegui expone los dilemas metodológicos que enfrentó, y
fundamenta sus decisiones señalando la forma en que contribuyeron a
conformar el conocimiento generado. Su investigación sobre los
significados de la virginidad y la iniciación sexual en hombres y mujeres
jóvenes residentes en tres contextos socioculturales diferentes consiste en
una búsqueda de la diversidad y mezcla de dis- cursos culturales que

4
B. Glaser y A. Strauss, The Discovery of Grounded Theory. Strategies for Qualitative
Research, Aldine de Gruyter, Nueva York, 1967.
26 INTRODUCCIÓN

coexisten en el país y de los procesos de constitución de sujetos de


sexualidad en esos contextos.
La ilustración de este proceso de investigación cualitativa permite
profundizar y comprender los alcances de muchos de los aspectos
planteados en los apartados sobre reflexiones teórico-metodológicas. En
la reflexión sobre diversos elementos de su trabajo, Amuchástegui plantea
que la construcción del objeto de estudio y las interpretaciones generadas
se encuentran ligados a los intereses del investigador, a las expectativas
que genera en los sujetos estudiados y al conjunto de exigencias del
contexto subjetivo, social y político en el que se produce. Las
aproximaciones a un objeto que se construyen por medio de un abordaje
cualitativo deben tomar en cuenta las condiciones de su producción,
explicando los compromisos que intervienen, los dilemas que se
plantean durante el proceso, las opciones tomadas y la forma en que
afectan la cons- trucción del conocimiento. Ilustra la forma en que las
decisiones sobre la población comprendida en el estudio, el diseño y
rediseño de los instrumentos de campo y las categorías para el análisis de
los textos obtenidos debieron ser modificadas y adaptadas flexiblemente
en la medida en que aumentaba el acercamiento al problema y a los
sujetos, y en la medida en que se profundizaba en la interpretación del
material.
La relación entre la experiencia de los sujetos y su discurso es se- ñalada
por esta autora como uno de los dilemas centrales de la investigación
cualitativa. Plantea que la experiencia estructura los relatos, pero a su vez
la narrativa que un sujeto hace de sí mismo construye una interpretación
de su experiencia. Ejemplificándolo con su investigación, la autora
señala que el investigador debe explicar su concepción del papel del
discurso en los procesos de construcción de realidad, de análisis y de
interpretación, y expo- ne los sucesivos pasos emprendidos para el
análisis de su material de campo. Presenta los vínculos entre los
instrumentos de trabajo elegidos y la naturaleza del objeto de estudio,
planteando las tensiones entre la tradición de considerar a la sexualidad
un dominio privado, las posibilidades de expresar inquietudes sobre la
propia vida sexual a una persona ajena al grupo de pertenencia y la
necesidad humana de relatarse y dotar de significado a la propia
experiencia. Enfatiza también la necesaria preparación del investigador
para el manejo de las emociones que se generan en el proceso
intersubjetivo de construcción de una interpretación de la realidad. La
LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA EN MÉXICO 27

autora ejemplifica mediante una de sus categorías de análisis —el papel


del saber sexual en la construcción de sujetos genéricos de sexualidad—
el tipo de conocimientos sobre la sexualidad de los jóvenes mexicanos
que ha desarrollado mediante este arduo y delicado proceso de
investigación.
La parte final de este bloque de presentación de experiencias de
investigación cualitativa en México la constituye un artículo de Patricia
Vargas, quien expone los resultados de una investigación que combina
procedimientos estadísticos con acercamientos cualitativos a los saberes
y prácticas familiares de atención a la salud y en particular a la salud
reproductiva en un grupo étnico de México, el de los huicholes. El
proceso de investigación cualitativa incorporó enfoques de la
antropología y la sociología médica, utilizando técnicas etnográficas de
exploración profunda, como la observación y las entrevistas a inform-
antes clave y a madres y padres de familia, y “triangulando” la
información procedente de diversos informantes con la observación. El
análisis de las entrevistas siguió los procedimientos propuestos por la
Teoría Fundamentada de Glaser y Strauss, y la selección de la muestra
obedeció a la propuesta de saturación teórica de Bertaux.
A diferencia de los artículos anteriores, podemos considerar el
trabajo de Patricia Vargas como un exponente de la etnografía clásica
sobre salud, pues proporciona rica información sobre los sistemas de
salud tradicionales, partiendo de una posición ontológica y
epistemológica semejante a la de los procedimentos estadísticos. La
autora, más que preguntarse sobre los procesos intersubjetivos que
afectaron la investigación, o por el papel del lenguaje y su proceso
interpretativo, pone el énfasis metodológico en una búsqueda de
objetividad de los datos. En este enfoque de investigación cualitativa se
ponen en práctica medidas que buscan asegurar que los datos
correspondan a una versión fiel de la realidad estudiada, cruzando las
respuestas obtenidas de diversos tipos de informantes y contrastándolas
a su vez con las observaciones de los investigadores. Quienes aplican las
entrevistas o realizan la observación pueden ser diferentes personas, en
tanto se cuide rigurosamente que se empleen criterios semejantes. Este
tipo de acercamiento busca conocer una realidad objetiva, indepen-diente
de los procesos interpretativos de los sujetos investigados y del propio
investigador. En la clasificación cronólogica propuesta por Martínez, este
trabajo correspondería a la tradición postpositivista y modernista en
28 INTRODUCCIÓN

investigación cualitativa, que en los últimos años busca ser rescatada para
el uso de procedimientos rápidos de investigación sobre salud para el
diseño de programas para la acción.
El bloque final de trabajos contenidos en esta compilación contiene
reflexiones de investigadores mexicanos en torno a dos tipos de técnicas
empleadas en sus estudios cualitativos: la entrevista individual y la
entrevista grupal.
Marta Rivas presenta sus reflexiones sobre la entrevista en
profundidad en torno a una experiencia de investigación que exploró los
significados intervinientes en la constitución de la subjetividad y la
sexualidad en mujeres de clase media de tres diferentes generaciones en
contextos culturales diversos del país. En su visión de las entrevistas,
destaca el carácter procesal de este instrumento, su organización ligada
con las formas de relatar y reconstruir las experiencias, el carácter
dialógico del dispositivo y la importancia de mantener, en la
instrumentación, el vínculo entre reflexión teórica y experiencia. Concibe
las entrevistas como parte de una estrategia metodológica, no solamente
como una técnica de recolección de información externa a la relación
entre entrevistador e informante. Para esta autora, se trata de un ámbito en
que los datos son construidos en una interacción dialógica, en que el
proceso interaccional es en sí constitutivo de conocimiento. Define las
entrevistas como un dispositivo o procedimiento creador de
conocimientos y de efectos específicos, que responden al problema de
estudio, a la implicación del investigador, y al efecto de la interacción, de
las diferencias intercultuales y las relaciones de poder que se ponen en juego
en el curso de la entrevista.
La autora relata las formas de concreción que fue asumiendo la
entrevista en profundidad en su investigación. Frente al debate sobre el
carácter abierto o semiestructurado de las entrevistas, o sobre las
posibilidades de la historia de vida como acceso a la experiencia como
síntesis individual —transformada en la narrativa y reinterpretada en el
diálogo interpersonal—, la autora optó por un dispositivo
semiestructurado, basado en la idea de historias de vida focales. Su
objetivo fue promover relatos comparables en torno a la vida sexual de las
mujeres entrevistadas, que aseguraran una exploración procesal e
integrada alrededor de algunos eventos de sus vidas. Vincula su elección
con los objetivos del estudio, con su implicación de tipo epistemológico,
teórico, institucional e incluso libidinal como investigadora, con las
LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA EN MÉXICO 29

condiciones y riesgos del trabajo de campo, con el carácter financiado del


estudio y con las limitaciones temporales del trabajo.
La opción por un instrumento de tipo combinado obedeció a diversas
necesidades: la de centrarse en algunos momentos y eventos en la vida de
las mujeres, la de asegurar una exploración semejante en todos los casos
y la de alentar datos en profundidad, logrando narraciones más o menos
espontáneas en torno al tema elegido. Las propias mujeres fueron
consideradas informantes de su contexto cultural, en tanto sus narraciones
sirvieron para reconstruir un conjunto de significados que permitieron
establecer relaciones y contextuar los datos. Finalmente, esta autora
explica algunas técnicas utilizadas en el curso de sus entrevistas, que le
permitieron producir datos en profundidad y así avanzar en la aprehensión
del sentido de las experiencias relatadas.
La parte final del texto incluye dos breves artículos sobre las
entrevistas grupales. Manuel Pando y Martha Villaseñor describen cinco
modalidades posibles de entrevistas grupales, señalando sus diversos usos
en la investigación cualitativa, así como sus semejanzas y diferencias
metodológicas. De acuerdo con la ordenación de estos autores, los
referentes teóricos y metodológicos que orientan a los distintos tipos de
entrevistas grupales definen la lectura o forma de entender e interpretar el
discurso y comportamiento de los entrevistados, la unidad de trabajo y
análisis, las modalidades de intervención del entrevistador y el tipo de
procesos que se incluyen en el análisis.
Finalmente, Gabriel Araujo y Lidia Fernández se refieren a una de
esas formas específicas de entrevista grupal, la que corresponde a la
concepción de grupos operativos. Estos autores reflexionan sobre las
particularidades de este tipo de entrevistas, en las cuales la dinámica del
grupo —y no los individuos ni la sumatoria de sus declaraciones—
constituye la unidad de trabajo y análisis. Estos autores exponen los
referentes teóricos y las condiciones necesarias para la aplicación de este
tipo particular de entrevista, que proponen como una herramienta
invaluable en la vertiente psicosocial de la investigación cualitativa.
Con este recorrido por algunas propuestas epistemológicas y
metodológicas de la investigación cualitativa, así como las reflexiones a
partir de ciertas experiencias de investigación y la ubicación de
determinadas técnicas en el conjunto de opciones metodológicas para
la definición de un objeto de estudio particular, esperamos ofrecer al
30 INTRODUCCIÓN

lector un panorama de diversos abordajes de investigación cualitativa que


se desarrollan actualmente en México.
I
REFLEXIONES
TEÓRICO-METODOLÓGICAS
SOBRE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA
INTRODUCCIÓNINVESTIGACIÓN
AL TRABAJO CUALITATIVO DE

INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE


INVESTIGACIÓN

CAROLINA MARTÍNEZ SALGADO 1

PRIMERAS IMPRESIONES

Hay muchos caminos que conducen al terreno de la investigación


cualitativa. Probablemente la perspectiva que de ella tenemos, las
expectativas que nos genera y la manera en que la ponemos en práctica,
tengan que ver con el campo de donde venimos y la vía por la que hemos
llegado. Quisiera, por eso, empezar refiriéndome a cómo empezó para mí
esta aventura.
Mi quehacer profesional se ha dirigido, desde un principio, al estudio
de los problemas de salud en el ámbito poblacional. Hasta hace algunos
años mi trabajo se desarrollaba por entero en las áreas de la epidemiología
y la sociodemografía, disciplinas que trabajan fundamentalmente con
métodos de investigación cuantitativos. A finales de los ochenta tuve
ocasión de estar cerca de la discusión sobre las limitaciones de
procedimientos como el censo y la encuesta para profundizar en la
comprensión de los procesos demográficos y su significado (Oliveira y
García, 1986; Lerner y Quesnel, 1986; Jelin, Llovet y Ramos, 1986).
Preocupaciones similares habían orientado también nuestras discusiones
en el pequeño grupo de investigación del que yo formaba parte (Córdova
et al., 1986 y 1989). Desde entonces empecé a interesarme cada vez más
por las alternativas que ofrecían los métodos cualitativos. Pero fue hasta
1992 que pude dirigir de lleno mi trabajo hacia este terreno, gracias a una
beca2 para desarrollar un proyecto que incluyó mi propia capacitación en

1 Departamento de Atención a la Salud, UAM-X.

33
34 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

ciertos procedimientos de tipo cualitativo y el desarrollo de un ejercicio


empírico para mostrar su utilidad en la comprensión más profunda de
algunos tópicos en el ámbito poblacional, entre ellos, desde luego, la
problemática de salud.3 Ésta fue la ruta por la que llegué al campo de la
investigación cualitativa.
De mis primeras impresiones al incursionar en este nuevo ámbito,
hay dos que para mí fueron fundamentales. En primer lugar, el
reconocimiento de las experiencias subjetivas tanto del observador como
de las personas estudiadas y la importancia que se les concede como
elementos de la investigación misma. En segundo, la multiplicidad de
posiciones que hay en ese gran continente, que si bien dificultan al recién
llegado orientarse en su interior, lo colocan frente a un amplio horizonte
con gran riqueza y variedad de recursos.
Entre las diversas obras que he tenido ocasión de revisar como parte
de mi propio entrenamiento, me llamaron la atención algunos párrafos, en
los cuales autores muy reconocidos —de corrientes bastante distintas—
hablan de sus respectivos caminos hacia el campo de la investigación
cualitativa, y en sus relatos encontré reflejadas algunas de esas primeras
impresiones mías. Es muy probable que lo mismo ocurra a muchos de
quienes se acercan a esta forma de trabajo. Pongo solamente dos
ejemplos. 4 El primero está tomado de un texto de Michael Patton, un
renombrado investigador estadunidense en el área de la evaluación, que
se define a sí mismo como un pragmático dispuesto a adoptar la
perspectiva que le parezca metodológicamente más adecuada para
responder a sus preguntas de investigación:

Mi entrenamiento profesional me expuso sólo a una perspectiva: el


paradigma cuantitativo/experimental. Sólo a través de la práctica de la
evaluación descubrí en los métodos cualitativos un conjunto completamente
separado de posibilidades de investigación. Mi interés subsecuente en los
paradigmas se ha centrado en la inquietud de que demasiada investigación,

2 Otorgada por el Fund for Leadership Development del Programa de Población de la


Fundación MacArthur para los periodos 1992-1993, 1993-1994 y 1994-1995.
3
Los lineamientos generales que orientan este ejercicio empírico pueden revisarse en
Martínez, 1992.
4
Las citas textuales son traducciones libres de la autora sobre las versiones en el
idioma original.
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 35

evaluación y análisis de política se basan en hábitos, más que en una


respuesta metodológicamente adecuada a la situación. Las formas rutinarias
de pensar y las cegueras paradigmáticas restringen la flexibilidad
metodológica y la creatividad, y encierran a los investigadores dentro de
patrones inconscientes de percepción y de comportamiento que disfrazan la
naturaleza sesgada y predeterminada de sus “decisiones” metodológicas...
Las “decisiones” metodológicas tienden a derivarse de prescripciones
disciplinarias, de la preocupación por el estatus científico, de viejos hábitos
metodológicos y de la comodidad de permanecer dentro de los márgenes de
lo que el investigador conoce mejor. El entrenamiento y la socialización
académica tienden a sesgar a los investigadores en favor de ciertas
aproximaciones y en contra de otras (Patton, 1990:37-38).

El segundo está constituido por varios fragmentos de un emotivo


texto de Daniel Bertaux, conocido sociólogo francés que en el momento
de redactar este trabajo se mostraba ya mucho más entusiasta respecto
a corrientes filosóficas como el marxismo y el estructuralismo, en aquel
momento hegemónicas en Francia, que de la tradición positivista de la
sociología empírica, de la que él mismo provenía:

Una vez fui positivista. Pensaba que la sociología podía llegar a ser una
verdadera ciencia, y estaba deseoso de hacerla más científica. Pensaba “entre
más cuantifique, mejor”... Pero lo que realmente me despertó de mi sueño
positivista fue un terremoto histórico: mayo de 1968 [en Francia]... Si hay
algo que pueda llamarse conocimiento sociológico, la forma de alcanzarlo
no es mediante la metodología cuantitativa. Y el principal obstáculo hacia él
es precisamente la creencia en la sociología como ciencia, en una palabra: el
positivismo... Lo que quisiera hacer aquí es mostrar que hay otra forma de
practicar la sociología. Otra forma de hacer observaciones. Otra forma de
analizarlas. Otra forma de escribir. Y, generalmente hablando, otra forma de
definir la relación de la sociología con la sociedad. [...] Con base en el
ejemplo de la aproximación por medio de la historia de vida, me gustaría
decirle [a los investigadores “positivistas”] que su preocupación por la
representatividad de las muestras, por el análisis de datos, por la prueba,
puede ser alcanzada también con la aproximación “cualitativa” y que esta
aproximación permite aun más: un acceso directo al ámbito de las relaciones
sociales que constituyen, después de todo, la sustancia misma del
conocimiento sociológico... estoy convencido de que el desarrollo de esta
nueva aproximación tendrá lugar sólo con la ayuda de los [antes]
positivistas. Ellos están listos para cambiar sus métodos y aproximaciones
en cuanto se demuestre que nuevos métodos y aproximaciones “funcionan
36 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

mejor”, porque creen en una ética de la validez científica, porque son


“materialistas” espontáneos, y porque son completamente honestos [...].
(Bertaux, 1981: 29-32).

Queda por mencionar otra fuerte sensación que experimenta quien


empieza a introducirse al terreno de la investigación cualitativa: la de estar
ante un término que puede tomar muy diversas connotaciones según el
autor, el momento histórico, el quehacer profesional o el tipo de
procedimiento que se esté revisando. Pero también de esto se han ocupado
los investigadores que tienen una amplia experiencia en este estilo de
trabajo (Denzin y Lincoln, 1994: X- XI; Tesch, 1990: 3-4; Patton, 1990:
65; Jacob, 1988: 16; Taylor y Bogdan, 1984). La investigación
cualitativa, dicen Denzin y Lincoln, es un campo muy amplio que
atraviesa disciplinas, pro- blemas de investigación, métodos y
perspectivas epistemológi- cas. Es un conjunto de prácticas interpretativas
que no se encuentra ligado con una determinada teoría o paradigma en
particular, ni es privativo de una u otra área del conocimiento, ni posee
sus propios métodos, sino que se vale de las aproximaciones, los mé-
todos y las técnicas de diversas disciplinas y perspectivas teóricas, como
la etnometodología, la fenomenología, el feminismo, el psicoanálisis,
los estudios culturales, la teoría crítica, el positivismo y el
postpositivismo, entre otros. Esto es lo que impide ofrecer una definición
esencial del campo. De hecho, según estos autores, cualquier intento de
dar tal definición requeriría un análisis cualitativo de las circunstancias en
las que la definición se produjera.
De manera que no hay que esperar encontrarse con un conjunto
unificado de principios compartidos por numerosos estudiosos, sino con
un campo marcado por tensiones y contradicciones que se expresan en las
distintas definiciones y concepciones, paradigmas y estilos de
investigación. Además, las preocupaciones de los practicantes de este
estilo de trabajo varían de acuerdo con el área de su quehacer profesional:
la enfermería, la antropología cultural, la educación, el trabajo social, la
comunicación, la psicología, la historia, los estudios organizacionales, las
ciencias médicas, la sociología. Por si esto no bastara, están las barreras
derivadas de las diferencias nacionales, raciales, culturales y de género.
Aun así, en el momento actual se le considera ya como un campo de
estudio por derecho propio, en el cual puede anclarse con firmeza el
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 37

trabajo de los investigadores interesados en él (Denzin y Lincoln, 1994:


IX-XI).

HISTORIA Y SITUACIÓN ACTUAL

Al final de su libro introductorio a la investigación cualitativa —editado


en Estados Unidos—, Taylor y Bogdan (1984: 245) hacen notar que aun
cuando este tipo de estudios se han estado llevando a cabo desde el inicio
de lo que ahora llamamos ciencias sociales, hasta ese momento habían
sido muy pocos los investigadores dedicados a ellos, y que ése era un
momento notable por el creciente interés que se empezaba a observar
por esta forma de aproximación.
Un año antes se había publicado en Francia un texto sobre la historia
de vida en las ciencias sociales (Poirier et al., 1983) que podría verse
también como un síntoma de esa especie de “reanimación” de la
investigación cualitativa registrada por los autores de la época. En esta
obra encontramos una versión sobre lo ocurrido con la modalidad de
trabajo que ellos sustentan:

Pueden distinguirse dos fases dentro de la historia de los relatos de vida.


Después de la gran época de las life histories o life stories en Estados Unidos,
siguió una caída en la afición a ellas, y luego en los años cincuenta en Europa
se desarrolló un movimiento de gran amplitud y profundidad en favor de la
recolección directa o indirecta de testimonios “vividos” —en todos los
dominios: histórico, etnológico, psicológico, sociológico y literario... Nos
parece ... que la recolección de los relatos de vida se inscribe en ... el cuadro
de una evolución profunda de los métodos y de los principios de la creación
estética y científica. Los relatos de vida quieren hacer hablar a la “gente del
silencio” a partir de sus más humildes representantes: del pastor al emi- grado,
del obrero de fábrica al campesino... En el plano general de la historia de las
ideas, parece que el movimiento actual —que se manifiesta bastante
espectacularmente en favor de los relatos de vida— se inscribe en la línea de
una dinámica de los procesos de creatividad literaria y científica: la
preocupación por aproximarse cada vez más a lo real concreto... (Poirier,
1983: 22, 24)

De esa misma época data un artículo de Bryman (1984), en


Inglaterra, al que más adelante haremos referencia.
38 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

La historia, sin embargo, ha sido larga y compleja, y ha dejado su


huella. Me gustaría tomar una propuesta de periodización elaborada por
Denzin y Lincoln (1994: 7-11) que me parece de gran ayuda orientadora
dentro de este ámbito, para reconocer las diversas tradiciones a las que se
adscriben los autores que trabajan en él y enmarcar el momento actual
dentro de las fases por las que la investigación cualitativa ha pasado
durante el presente siglo. Esta versión de la historia nos proporciona
también elementos para entender cómo se genera la multiplicidad de
enfoques a la que ya hemos hecho referencia, por la coexistencia de cada
una de las corrientes que han ido consolidándose a lo largo del siglo.
Según este ordenamiento, las disciplinas humanas han pasado por cinco
fases desde principios de siglo hasta nuestros días.

Periodo tradicional

Iría de 1900 (y antes) hasta la segunda guerra mundial (y un poco más


adelante, digamos hasta 1950). Es un periodo en el que los estudios
cualitativos se hacen predominantemente desde un paradigma científico
positivista, preocupado por la objetividad, la validez y la confiabilidad, y
se toma como objeto de estudio a personas extrañas, extranjeras,
diferentes. El investigador sale al trabajo de campo y regresa para escribir
un relato “objetivo” sobre una cultura de nativos de tierras distantes,
relato que estructura bajo las normas de la etnografía clásica. Denzin y
Lincoln retoman la crítica de R. Rosaldo a esta perspectiva, para señalar
que tales textos se basaban en cuatro creencias: la necesidad de
objetividad, la complicidad con el imperialismo, la etnografía como
creadora de cuadros de las culturas estudiadas a la manera de piezas de
museo (monumentalismo) y una especie de intemporalidad que parecería
suponer que la cultura estudiada permanece igual a sí misma por siempre.
Este modelo, que para algunos es como una especie de reliquia del pasado
colonial, se mantiene hasta nuestros días, es capaz de presentar teorías
bastante densas y complejas, y tiene aún mucho qué enseñar sobre cómo
realizar trabajo de campo y cómo escribir teoría. Pero muchos de sus
supuestos se han puesto en duda; por ejemplo, la pretensión de
objetividad, sus tintes colonialistas y el monumentalismo. Trabajos
clásicos de esta época serían: los de Malinowski, M. Mead y G. Bateson,
entre otros. La llamada Escuela de Chicago, con su aproximación por
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 39

medio de la historia de vida, pertenece también a esta época. Como


veremos, de los trabajos de esta corriente se deriva una de las discusiones
que caracterizan a los periodos más recientes, la que se refiere al
investigador como autor que se adjudica el poder de representar la historia
del sujeto a partir de la narración que éste le ha hecho.

Periodo modernista o edad de oro

Iría de la época de la posguerra hasta los años setenta, pero tiene todavía
en nuestros días una fuerte presencia. En él los autores toman sus
fundamentos de los preceptos que se generaron en los trabajos del periodo
tradicional. El paradigma más poderoso es el postpositivismo, aunque las
nuevas generaciones de graduados adoptan nuevas teorías interpretativas,
como la etnometodología, la fenomenología, la teoría crítica y el feminismo.
Una preocupación característica de esta etapa es la de formalizar los
métodos cualitativos, como ilustran, entre otros, los conocidos textos
de Taylor y Bogdan de 1984 y el ya clásico de Glaser y Strauss de 1967.
Se estudian procesos sociales importantes y se desea dar voz a los grupos
menos favorecidos de la sociedad. Se procura hacer investigación
cualitativa con el mismo rigor que se acostumbra en los estudios
cuantitativos, se intenta ajustar la idea de validez interna y externa a
modelos construccionistas e interaccionistas, y se considera importante la
búsqueda de asociaciones causales. Los datos que se obtienen de
entrevistas casi estructuradas con respuesta abierta y mediante
observación participante se analizan de manera estadística, estandarizada.
El trabajo cualitativo del periodo modernista “... se vistió con el lenguaje
y la retórica del discurso positivista y postpositivista. Ésta fue la edad
dorada del análisis cualitativo riguroso sostenido en la sociología por un
lado, por Boys in White (Becker et al., 1961) y por el otro, por The
Discovery of Grounded Theory (Glaser y Strauss, 1967)”, (Denzin y
Lincoln, 1994: 8). Los autores hacen notar que esta fase llegó a su fin en
un momento en el que la guerra de Vietnam era omnipresente en la vida
estadunidense.

Periodo de géneros borrosos


40 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

El inicio y el fin de la tercera etapa estarían marcados, según esta


periodización, por dos libros de Clifford Geertz, un investigador con gran
influencia en su época. El primero de ellos, The Interpretation of Cultures,
se publicó en 1973; el segundo, Local Knowledge, en 1983. Entre los
planteamientos que aparecen en estas obras está la idea de abrir camino a
nuevas modalidades de aproximación más plurales e interpretativas, cuyo
punto de partida está en las representaciones culturales y su significado.
El antropólogo, dice Geertz, hace una interpretación de otra
interpretación, de manera que la suya no tiene por qué ser una voz
privilegiada al escribir sobre la experiencia del sujeto que estudia, sino
que es simplemente su interpretación de la interpretación que aquél le ha
comunicado.
Por entonces, Geertz hizo notar que las fronteras entre las ciencias
sociales y las humanidades se estaban borrando, que había una especie de
mezcla entre géneros como la ficción, la etnografía y los tratados teóricos,
y que simultáneamente surgían nuevas formas de aproximación (el
postestructuralismo, el neopositivismo, el neomarxismo, el
deconstruccionismo). Cambiaba también la forma de comunicar los
hallazgos de investigación: en lugar de artículos científicos se empezaron
a escribir ensayos. Las reglas firmes sobre cómo debería ser un texto,
cuáles eran los temas que ameritaban estudio y cuáles los estándares de
evaluación se hacían igualmente borrosas. A juicio de Denzin y Lincoln,
los paradigmas predominantes en este periodo fueron el postpositivista,
el naturalista y el construccionista.

Periodo de crisis de representación

Esta fase podría fecharse de mediados de los ochenta a principios de los


noventa, y se caracteriza por una honda ruptura en donde se hacen cada
vez más patentes las consecuencias de los planteamientos iniciados en el
periodo precedente. Las normas clásicas de la antropología, vigentes a
principios de siglo, se han erosionado casi por entero. Surgen nuevas
perspectivas en donde se reclama la consideración de las diferencias de
clase, género y raza. Los criterios de validez, confiabilidad y objetividad
se siguen discutiendo. Se hacen más comunes las teorías interpretativas
que las teorías fundamentadas (grounded theories), y se ponen en duda
los modelos previos sobre la verdad y el significado. Se discute también
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 41

sobre las relaciones entre el trabajo de campo y la comunicación de los


hallazgos.
Dos importantes supuestos de la investigación cualitativa se
cuestionan: el primero, que el investigador pueda capturar directamente
la experiencia vivida; este cuestionamiento es a lo que se denomina la
crisis de representación. El segundo, que los criterios de validez,
generalización y confiabilidad, tradicionalmente usados para evaluar e
interpretar la investigación cualitativa, sean realmente adecuados para ello;
esto es a lo que se denomina la crisis de legitimidad. Las dudas condujeron
a reflexiones que han impulsado a esta modalidad de investigación hacia
nuevas búsquedas.
Para el problema planteado por la crisis de representación, se buscan
respuestas a partir del reconocimiento de que lo que el investigador
intenta es recrear en su texto la experiencia vivida por el sujeto en estudio,
lo que desde luego no resuelve el asunto, pero lo plantea en un marco que
problematiza la relación entre la experiencia y el texto. Sobre la crisis de
legitimidad, la pregunta por responder es cómo podría evaluarse este tipo
de estudio. Ambas crisis, por cierto, se vinculan: “... cualquier repre-
sentación debe legitimarse a sí misma en términos de algún conjunto de
criterios que permitan al autor (y al lector) hacer conexiones entre el texto
y el mundo sobre el que se escribe”. (Denzin y Lincoln, 1994: 11).

Periodo posmoderno

El quinto momento es el posmoderno o presente, que se inicia con la


década actual. Es ésta una fase marcada por la doble crisis heredada del
momento precedente, en la que surgen nuevas epistemologías
procedentes de grupos que antes no se habían manifestado, y se tiende a
realizar más investigación orientada hacia la acción desde perspectivas
más críticas frente a las situaciones sociales, y tendientes a remplazar las
amplias narrativas por teorías más locales, de más pequeña escala, que
tratan de ajustarse a problemas y situaciones específicos. En este periodo
no se concede un lugar privilegiado o preponderante a ningún discurso,
ni se considera que alguna teoría en particular sea la que posee la clave
del conocimiento universal. Hay, para terminar, un fuerte peso de la
tecnología, cuyos efectos a más largo plazo sobre la investigación
cualitativa están por verse.
42 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

Los autores de esta periodización nos advierten que esta historia,


como cualquier otra, podría ser un tanto arbitraria, y que podría
presentarse también como varias historias separadas, diferentes para cada
uno de los campos disciplinarios involucrados. Un lector procedente de
otro contexto bien podría, además, tener la impresión de que está
elaborada desde la visión de un grupo de autores cuya perspectiva
—como ellos mismos postulan— tiene los matices de su particular
ubicación en un cierto momento histórico y una determinada región del
mundo, para no hablar de su disciplina de origen, campo de trabajo, clase,
raza y género. Pero esto no disminuye en nada la orientación que
proporciona, ni el valor de las cuatro conclusiones que a partir de ella se
plantean.
Una, que todas y cada una de estas modalidades de investigación
surgidas a lo largo del siglo se encuentran vigentes en la actualidad de
manera simultánea y proporcionan la base para los trabajos que se
desarrollan dentro de cada tradición. Otra, que este proceso por el que ha
pasado la investigación cualitativa ha llevado a reconocer en el acto de
investigar algo más de lo que permitían ver las perspectivas preocupadas
por la neutralidad y la objetividad; ahora se reconoce que la investigación
está influida por la situación de clase, raza, género y etnicidad, y que es,
por tanto, un proceso multicultural.
Las otras dos conclusiones me parecen especialmente interesantes,
porque hacen ver a la época presente bajo la luz de una gran apertura a la
búsqueda creativa de un más profundo conocimiento de nuestra situación
en el mundo. Una de ellas sostiene que nunca antes se ofreció al
investigador tal variedad de alternativas en cuanto a paradigmas,
estrategias de investigación o métodos de análisis. La otra, que es éste un
momento de descubrimientos y redescubrimientos en el que se debate
sobre nuevas formas de ver, interpretar, argumentar y comunicar. Como
ya decía al principio, esto supone dificultades para elegir ante tan amplio
abanico, pero nos introduce también a un apasionante campo de
investigación.
El trabajo en los países de América Latina, dirigido a los problemas
particulares que afectan a cada país y a las diversas regiones en cada uno
de ellos, apenas empieza a hacerse.5 Nos encontramos en un momento
en el que se abren interesantes posibilidades para quienes se ocupan de las
ciencias sociales y humanas. Está ante nosotros —investigadores
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 43

locales— el reto de emprender este camino hacia un más profundo


conocimiento de nuestra compleja problemática.

PARA QUÉ SIRVEN LOS ESTUDIOS CUALITATIVOS

Sabemos ahora que nos encontramos en un campo impregnado por


numerosas tensiones y contradicciones. Pero uno tiende a buscar al menos
algunas coincidencias básicas; por ejemplo, cuáles son sus propósitos y
qué es lo que podemos lograr por medio de esta forma de aproximación.
Taylor y Bogdan (1984: 126-127)6 consideran que la mayor parte de
los estudios cualitativos que van más allá de las meras descripciones
toman dos direcciones, y al final de su libro reconocen una tercera. Estas
tres direcciones son:

a) el desarrollo de la teoría sociológica,


b) la prueba y verificación de teorías existentes, y
c) la aplicación de estos conocimientos a situaciones prácticas.

Su texto está dirigido a quienes trabajan en alguna de las dos primeras


direcciones, que son de corte académico. Los estudios cua- litativos de
naturaleza teórica tienen el propósito de explicar los hechos de la vida
social de los sujetos estudiados en el entorno en el que se encuentran. La
investigación cualitativa debe proporcionar una “descripción densa” de la
vida social (según la concepción de Geertz, 1973), lo que supone una
detallada presentación del contexto y del significado de los eventos
relevantes para quienes se encuentran involucrados en ellos. Para avanzar
en el desarrollo de teorías y conocimientos, la propuesta de Taylor y
Bogdan es muy cercana a la de Glaser y Strauss (1967). Para probar o
verificar propuestas sobre teoría social, el camino sería el de la inducción
analítica. En cuanto a la tercera dirección, que es la de índole práctica,
evaluativa, para la acción, Taylor y Bogdan remiten a la obra de Patton.
5
En Argentina, por ejemplo, estudios como los de Jelin et al. (1986), en el área
sociodemográfica, fueron de los primeros de este nuevo estilo. Otro de los frutos interesantes
de la investigación cualitativa en América Latina es el libro de Saltalamacchia (1992) sobre
un tema de la realidad social argentina, pero publicado en Puerto Rico, en el que el autor
trabaja con historias de vida e introduce, aún de manera incipiente, al psicoanálisis de
enfoque lacaniano.
44 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

La aproximación propuesta por Glaser y Strauss (1967) denominada


Teoría Fundamentada (Grounded Theory) surge, entre otras cosas, de la
convicción de que la generación de teoría se había con- vertido en una
tarea bastante descuidada por los científicos sociales en la medida que los
esfuerzos se concentraron en la prueba y verificación de teorías ya
existentes; así, su propuesta está destinada precisamente a permitir la
generación de teorías, conceptos, hipótesis y proposiciones a partir de los
datos, más que de supuestos previos, hallazgos de otras investigaciones o
marcos teóricos ya existentes.
Patton, ubicado en el terreno de la evaluación de programas, de
políticas y de desarrollo de organizaciones, coincide con esta distinción
entre la investigación académica básica, cuyo propósito es generar teoría,
descubrir la verdad, buscar el conocimiento por el conocimiento mismo,
y la investigación aplicada como la que él desarrolla, que tiene el objeto
de informar a la acción, mejorar la toma de decisiones, aplicar el
conocimiento a la solución de problemas humanos y sociales. Los
contrastes que él establece entre algunos elementos de lo que denomina
el método cuantitativo-experimental y el cualitativo-naturalista, pueden
resultarnos de utilidad para identificar algunas características más de los
métodos cualitativos, aun si es por oposición con los cuantitativos
(Patton, 1990: 35-63).
A diferencia de lo que se estila en la investigación cuantitativa, el
diseño de la investigación cualitativa no se especifica por entero en el
inicio, sino que se va desplegando conforme transcurre el trabajo de
campo; se parte de un foco de interés, de ciertos planes para observar o
entrevistar, de temas básicos por explorar, pero no de variables
operacionales o de hipótesis que deban probarse. Esto demanda, entre
otras cosas, cierta tolerancia a la incertidumbre y a la ambigüedad que
estarán presentes durante el proceso, tanto por parte del investigador
cualitativo como de las instituciones que lo evalúan y financian (lo que,
como dice Patton, no es un problema menor).
Para los métodos cuantitativos es fundamental la cuidadosa
construcción y aplicación del instrumento con el que se recogerán los

6 El enfoque de estos autores, al igual que el de Glaser y Strauss, correspondería a la

fase modernista de Denzin y Lincoln, con un paradigma de tipo postpositivista.


INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 45

datos, que debe administrarse en una forma estandarizada de acuerdo con


procedimientos prescritos para asegurar que mida lo que se supone que
mide; la validez del estudio se encuentra anclada en el instrumento. Para
el estudio cualitativo —siempre según Patton— el instrumento es el
investigador mismo, de manera que la validez se encuentra estrechamente
relacionada con la destreza, competencia y rigurosidad de la persona
que ejecuta el trabajo de campo; de ahí el énfasis que se da en esta
modalidad de trabajo a la necesidad de empatía y neutralidad por parte del
investigador.7 Desde el punto de vista de autores como Patton, la posible
“pérdida de rigor” atribuible a variaciones que se pueden originar en las
más diversas situaciones (fatiga, entrenamiento, destreza, experiencia) es
más que compensada por la flexibilidad, penetración y habilidad para
construir conocimiento tácito, que son características del instrumento
humano.
Por lo que se refiere al tipo de resultados obtenidos, el cuestionario
con preguntas cerradas que suele usarse en los estudios cuantitativos
proporciona datos sistemáticos, estandarizados, fácilmente agregables,
que pueden presentarse en un corto espacio para dar una versión sucinta
de patrones estadísticamente generalizables, pero las preguntas
estandarizadas sólo tocan la superficie de lo que esos datos significan. La
entrevista de tipo cualitativo, en cambio, da lugar a relatos detallados y
diversos en contenido, de más difícil análisis porque no necesariamente
hay respuestas sistemáticas ni estandarizadas. Su presentación requiere
que se dé sentido a una información amplia y rica, que se identifiquen
patrones significativos y se comunique la esencia de lo que los datos
revelan. Pero esta forma de trabajo permite conocer el punto de vista de
los respondentes sin predeterminarlo mediante una selección previa de las
categorías de un cuestionario, profundizar en algunos de los significados
en el ámbito de la experiencia personal, obtener una comprensión del
mundo más próxima a como lo ven los respondentes.
Otro punto de referencia, en varios sentidos distinto de los anteriores,
que me parece fundamental incorporar, es el de Bertaux (1981). Para
mostrar algunas de las implicaciones que tendría la adopción de una
perspectiva epistemológica diferente, este autor sigue paso a paso las
etapas de un estudio diseñado desde la perspectiva que ha predominado en
el mundo occidental —la positivista—, y propone para cada una de ellas
las posibilidades que se derivan de esa otra perspectiva.
46 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

Cuando un investigador se decide por un determinado tópico de


investigación elige simultáneamente el significado social de su práctica
profesional. La primera pregunta que hay que plantearse es ¿para quién
trabajo?, ¿por qué estoy haciendo este proyecto de investigación? No es
fácil dar una respuesta sincera a estas preguntas. Luego viene la
elaboración y prueba de hipótesis; en las ciencias sociales, dice Bertaux,
esta etapa se origina en una analogía superficial con las ciencias físicas,
en un intento de establecer el carácter “científico” de las primeras de una
manera epistemológicamente falsa y prácticamente estéril. Por lo que se
refiere al uso de la encuesta, considera que ésta sería la técnica adecuada
si por “relaciones sociales” se entendiera “relaciones entre variables”;
mas cuando se las concibe a la manera en que los teóricos sociales de
diversas corrientes han mostrado que son estas “relaciones sociales”,
entonces habría que pensar en otras técnicas más adecuadas, como el
trabajo histórico, la observación participante, la intervención o las
historias de vida, por ejemplo. La elección de la población en estudio
debería partir, también, de un planteamiento teórico: si se tratara de
observar, por ejemplo, un conjunto de relaciones sociales, habría que
determinar cuál conjunto de la totalidad social es el que sería pertinente
elegir. Decidirse por seleccionar como población de estudio a “las
mujeres” no sería lo más recomendable; pero podría serlo, en cambio, el
estudio de las relaciones socialmente definidas entre los géneros. Bertaux
discute también el asunto de la muestra y la representatividad; lo importante,
como siempre, es conectar el pensamiento teórico con la observación
empírica, camino por el cual se llegaría a un distinto concepto de repre-
sentatividad, relacionado con el concepto de “saturación del
conocimiento”. Se buscaría, entonces, una representatividad que fuera
más allá del nivel morfológico (el de la descripción superficial), para llegar
a uno sociológico (el de las relaciones socioestructurales). Para saber
cuántos ciudadanos votarán en una elección, el nivel morfológico
resultaría adecuado, pero para entender cómo se moldea la práctica de la
votación y la elección de por quién votar, entonces el nivel sociológico
sería relevante.

7
Respecto al carácter del “observador como instrumento”, vale la pena releer el
sugerente y profundo trabajo escrito por Devereux (1973) hace ya más de 20 años, cuya
calidad explica la notable influencia que ha tenido, sobre todo en ciertas corrientes de la
antropología y en algunas escuelas psicoanalíticas.
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 47

Bertaux nos recuerda que los “objetos” que las ciencias sociales
examinan son parlantes, aun más, son pensantes y lo que dicen tiene
significado; además, el investigador es uno de ellos, un ser humano entre
seres humanos. Con frecuencia las personas a las que estudia saben más
de lo que pasa que el investigador mismo; este último tiene, sin embargo,
algo que añadir, porque cada persona tiene un campo de percepción
limitado, y es ahí donde el reto para la investigación social empieza: se
trata de decir algo más sobre el todo del que forma parte el grupo en
estudio, de unir los fragmentos de conocimiento que ha encontrado por
uno y otro lado. Éste es el sentido que el autor le reconoce a la fase de
“análisis de la información”: un proceso no sólo de análisis sino de
síntesis, un proceso continuo de concentración en el ámbito a la vez
invisible pero omnipresente de las relaciones sociales. Cuando esa red de
relaciones se ha entendido, puede considerarse que se ha completado el
“análisis”. En cuanto al principio de objetividad, nos remite a Ferraroti
(1981), quien sostiene que dada la naturaleza particular de la realidad
social, entre más íntimamente subjetivo sea el conocimiento sociológico,
será más profundo y objetivo. La tarea primaria del científico social no es
“probar” la veracidad del conocimiento que genera (sólo en la práctica
social —esto es, en la historia— puede llegar a probarse algo), ni explicar
cómo funcionan unas supuestas leyes inmutables, fijas, que rigen el
comportamiento del mundo social; su tarea central es la de entender y
describir en profundidad, por medio de conceptos teóricos si es necesario,
el movimiento de las sociedades.
Por último, describe la etapa de la comunicación de resultados. Ésta
demanda, a su juicio, algo más que un simple informe; lo que importa es
que la comunicación sea leída y que tenga sentido para la gente. Para ello
se requieren, entre otras cosas, modalidades narrativas elaboradas con una
estructura y un lenguaje muy distintos del que se usa en el artículo
científico clásico.
Quiero cerrar este repaso sobre algunas de las peculiaridades que
parecen distinguir a la investigación cualitativa de la cuantitativa con la
síntesis que ofrece Bryman (1984) en la primera parte de su artículo. La
metodología cuantitativa, dice, es una aproximación a la investigación
social a la manera de las ciencias naturales. Sus preocupaciones giran en
torno a las definiciones operativas, la objetividad, la confiabilidad, la
generalización, el establecimiento de relaciones de causalidad. El
instrumento preferido en esta tradición es la encuesta, porque mediante
48 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

los ítems del cuestionario se pueden poner en operación los conceptos,


mantener la objetividad por medio de la distancia entre observador y
observado, controlar la aplicación, lograr la replicabilidad mediante el uso
del mismo instrumento en otro contexto, y tratar el problema de la
causalidad con técnicas de análisis estadístico. La metodología cualitativa
difiere de la anterior en varias cosas. Su preocupación básica es la
comprensión del mundo social desde el punto de vista del actor, tema que
aparece en la mayor parte de los escritos metodológicos de esta
perspectiva. Esto supone que el investigador se involucra muy
cercanamente con los sujetos de investigación. Hay un interés por conocer
el contexto, para posibilitar así que el comportamiento de las personas
pueda entenderse dentro del sistema de significados empleado por el
grupo particular de la sociedad de que se trate. A diferencia de la
aproximación cuantitativa, que tiende a ser rígida y fija, la cualitativa es
fluida y flexible, se interesa en descubrir hechos nuevos, no anticipados,
y se permite alterar los planes de investigación conforme a los hallazgos
que se van obteniendo.
Lo más interesante del artículo de Bryman, me parece a mí, es
precisamente la argumentación que introduce sobre cómo los aspectos
técnicos se cruzan con los epistemológicos para crear cierta confusión
sobre el significado de lo que debe entenderse por cada uno de estos
enfoques, cualitativo y cuantitativo. Creo que es éste un punto crucial para
orientarse dentro del campo de la investigación cualitativa.

INVESTIGACIÓN CUANTITATIVA O CUALITATIVA:


¿CUESTIÓN DE MÉTODO O DE PARADIGMA?

Prácticamente todos los autores que se ocupan de la investigación


cualitativa reconocen que en el fondo de la elección metodológica está la
cuestión epistemológica (Guba y Lincoln, 1994; Tesch, 1990; Patton,
1990: 37-39; Bertaux, 1981; entre otros). La diferencia está en la
importancia que cada uno de ellos da a esta elección, y en la posición que
asumen frente a la compatibilidad entre unas y otras posturas
epistemológicas. Las dos posibilidades extremas son la adscripción
personal del investigador a una determinada tradición epistemológica,8 o
la apertura a cualquier paradigma que se considere adecuado para trabajar
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 49

sobre el problema que se investiga.9 El planteamiento de Bryman es una


buena puerta para entrar a esta discusión.
En el debate entre investigación cuantitativa y cualitativa, dice el
autor, están entremezclados dos de los sentidos que tienen estos términos,
esto es, su referencia a ellos como técnicas de la investigación social
(por ejemplo, encuesta frente a observación participante) y su refer-
encia a determinadas posiciones epistemológicas (positivismo frente a
fenomenología, por poner un caso). El autor revisa las distintas
connotaciones —técnica y epistemológica— que se dan a los términos
cualitativo y cuantitativo en diversos trabajos, y concluye que no siempre
hay correspondencia entre esos dos sentidos. Su opinión es que desde un
punto de vista técnico no hay nada que impida la combinación de las dos
perspectivas (cualitativa y cuantitativa), pero considera necesario
subrayar que en cada una de ellas subyace cierta tradición epistemológica
que no desaparece con este uso complementario. Así, el marco
epistemológico de las técnicas cuantitativas es el empirismo o el
positivismo lógico, mientras que las cualitativas se enmarcan en
perspectivas como la fenomenológica, la búsqueda de la comprensión
(verstehen) o el interaccionismo simbólico. El primer tipo de
aproximación tiende a estudiar los eventos desde el exterior, a partir de un
conjunto de intereses empíricos que se imponen a la realidad social con
poca referencia al significado que las observaciones tienen para los
sujetos investigados, que quedan como algo inerte. El segundo tipo se
interesa fundamentalmente, como punto de partida empírico, por la
perspectiva de los actores, cuya experiencia efectivamente vivida tratan
de enfocar (pp. 77-78).10
El tratamiento que hacen Guba y Lincoln (1994: 99-105) nos permite
profundizar aún más en esta discusión. Ellos sugieren que los términos
cuantitativo y cualitativo deben reservarse para referirse a ciertos tipos de
métodos, ambos susceptibles de aplicarse dentro de diversos paradigmas
de investigación. Consideran, además, que la elección de método es
secundaria a la elección de paradigma. Pero sugieren que para entrar a esta
discusión conviene precisar qué es lo que se entiende por método,
perspectiva epistemológica e incluso posición ontológica.
Por paradigma entienden el sistema básico de creencias o visión del
mundo que guía la acción del investigador. Se trata de construcciones
humanas que se refieren a los primeros —o últimos— principios, cuya
veracidad no puede nunca llegar a establecerse.
50 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

Tales paradigmas involucran tres elementos: el ontológico (que


plantea la pregunta básica sobre la naturaleza de la realidad y, de ahí, qué
es lo que puede ser conocido), el epistemológico (que plantea la pregunta
de cómo conocemos el mundo, y cuáles son las relaciones entre el
investigador y el conocimiento), y el metodológico (que se centra en
cómo procedemos para obtener ese conocimiento sobre el mundo). Su
amplia revisión de las condiciones recientes de la investigación
cualitativa actual les permite abrir el abanico de opciones paradigmáticas
mucho más allá de la dicotomía que hasta aquí habíamos encontrado
(positivismo versus fenomenología, procedimientos cuantitativos
experimentales versus cualitativos naturalistas). Para ejemplificar las
implicaciones de cada opción toman el caso de dos pares de posiciones:
por un lado, el positivismo y el postpositivismo (al que llaman el
“paradigma recibido”);11 por el otro, el constructivismo y la teoría crítica
(a los que llaman “paradigmas alternativos”). Podemos darnos cuenta,
a partir de las consideraciones que ahí se hacen, de que los prin- cipios
básicos bajo los que operan los paradigmas positivista y postpositivista12
(validez interna, validez externa, confiabilidad y objetividad) merecen
algunas críticas por parte de paradigmas alternativos como el
interpretativista/construccionista13 y la teoría crítica.14 Estos últimos han
remplazado tales principios para evaluar la calidad de los estudios
cualitativos, por otros, como serían el de qué tan fidedignos y auténticos
son los resultados obtenidos, o cuál es su utilidad y su capacidad de
persuadir a aquellos a quie- nes se les presenta, puesto que cualquier
conjunto de respuestas que se ofrezcan a cualquier pregunta son siempre
construcciones huma- nas, y éstas no pueden ser incontrovertiblemente

8 Denzin y Lincoln, por ejemplo, se manifiestan como críticos del positivismo y de su


sucesor, el postpositivismo (p. x). Más adelante Lincoln, en coautoría con Guba, declara su
compromiso con la posición constructivista (a la que antes denominaron investigación
naturalista) (p. 105).
9
Patton, por ejemplo, está por no cerrarse a ningún paradigma en particular, y subraya
que su preocupación gira más en torno a las opciones estratégicas que a las paradigmáticas
(pp. 64-65). En contraste, Tesch (1990) menciona que hay quienes sostienen que el
paradigma del que derivan los métodos cuantitativos no es complementario, sino
contradictorio, con el que fundamenta a los cualitativos, porque el primero se basa en el
supuesto de que existe una realidad social independiente que puede ser fielmente descrita,
mientras que el segundo supone que la realidad social es construida por la mente, y que la
verdad es en última instancia cuestión de coincidencias social e históricamente
condicionadas.
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 51

correctas, de manera que el valor de los resultados no puede lograr su


fundamento sólo en la “prueba empírica”.
Desde este punto de vista resulta fácilmente admisible la utilización
de los métodos cualitativos y cuantitativos, solos o en forma
complementaria, por cualquiera de los distintos paradigmas desde los
cuales se emprenda una investigación. Empero, sería más discutible si los
diversos paradigmas son compatibles entre sí, o cuáles de ellos lo son. Lo
cierto es que la definición que cada investigador haga de su propia postura
en este debate le ayudará a orientar sus decisiones dentro de este
multiparadigmático campo. Ésta es también una decisión fundamental
para determinar los procedimientos que se seguirían desde la elección del
tópico de investigación hasta el diseño mismo del estudio, las técnicas de
reco- lección utilizables, la manera de seleccionar a la población en
estudio, la recolección y análisis de información, los criterios bajo los
cuales se evaluará la calidad del estudio e incluso la forma de comunicar
los resultados.

UNA REFLEXIÓN FINAL

Lazarsfeld, un reconocido investigador que en la periodización que


revisamos pertenecería a la fase modernista, hacía una indicación que
continúa siendo muy útil en nuestros días: antes de declararse partidario de
los métodos cualitativos, es necesario tener claro a qué tipo de situaciones
pueden ser aplicados, distinguir los diversos tipos de métodos de los que
puede echarse mano y tener claro a qué se refiere exactamente la idea de
métodos cualitativos (Boudon, 1972).
Bryman, que como vimos escribe en uno de los periodos marcados
por las más diversas búsquedas, nos recuerda la ya clásica respuesta de
Trow (1957) —“lo que dicta cuál es el método de inves- tigación adecuado
es el problema que se investiga”—, pero señala además que la elección

10
Patton (1990: 37) se refiere también a estos dos polos del debate epistemológico, a
los que identifica como el positivismo lógico que usa el método cuantitativo y experimental
para probar generalizaciones hipotético-deductivas, y la investigación fenomenológica que
usa aproximaciones cualitativas y naturalistas para entender de manera inductiva y holística
la experiencia humana en las condiciones dadas por contextos específicos.
52 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

depende en buena medida de la formación (como ya decía Patton) y de las


preferencias de cada investigador.
Devereux, con una década de anticipación, profundiza en esa última
dirección, y muestra que no sólo los aspectos racionales y científicos
definen el rumbo de una investigación, y deja claro el papel de los
componentes subjetivos.
Los autores más cercanos al “paradigma recibido” prefieren enfatizar
la cualidad objetiva, “científica”, de la opción tomada por el investigador,
así que sostienen que el método adecuado se elige racionalmente de
acuerdo con las necesidades del problema en estudio. El reconocimiento
de los aspectos subjetivos y personales, cuyas raíces se remontan incluso
a la biografía del investigador, es más característico de quienes trabajan
desde alguno de los “paradigmas alternativos” que han florecido en los
tiempos recientes. Esa conciencia del papel de las características y
tendencias personales del investigador es algo que se convierte en un
descubrimiento para todo aquel capaz de enfrentarlo. Los “paradigmas
alternativos” consideran necesario no sólo reconocerlo, sino dar cuenta de
estos elementos, incorporar al observador como el importante
componente que es del escenario en el que investiga.

11
Por ser el que ha dominado formalmente durante unos 400 años tanto las ciencias
naturales como las sociales. El postpositivismo es, a su juicio, un esfuerzo de las últimas
décadas para tratar de responder, dentro del mismo sistema básico de creencias, a las críticas
que a esa visión se han hecho (p. 108).
12 El positivismo supone la posibilidad de un acercamiento objetivo a la realidad, en

tanto que el postpositivismo supone que la objetividad puede lograrse de manera sólo
parcial debido a que no hay método de aproximación perfecto. El primero trabaja bajo el
principio de la verificación de las hipótesis por medio de pruebas empíricas. El segundo,
bajo el principio de la falsación de hipótesis (Guba y Lincoln, 1994: 109-110).
13
En éste se agrupan diversos tipos de aproximaciones distintas al positivismo, cuyo
interés se centra en el estudio del mundo desde el punto de vista de los individuos que
interactúan, y que se remiten a la tradición desarrollada por Schutz, Weber, Heidegger,
Gadamer y Geertz, entre otros (Guba y Lincoln, 1994: 108-111).
14
La teoría crítica está integrada también por una multiplicidad de modelos de origen
marxista, cuya ontología —de acuerdo con la caracterización de Guba y Lincoln (1994:
109-110)— se basa en el realismo histórico, con una epistemología de tipo transaccional y
una metodología dialógica y dialéctica; es una tradición ligada con la llamada Escuela de
Frankfort, partiendo de la cual se ha desarrollado en distintas direcciones, entre ellas las
teorías postestructuralista, postmoderna, algunas corrientes del feminismo y los estudios
culturales.
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN 53

Termino esta introducción, por eso, con unas reflexiones de Bertaux


(1993: 136) que me parece podrían ser extendidas más allá de la
sociología, a cualquier otra disciplina de la que se ocupe quien esté
interesado en la investigación cualitativa:

La elección de un método particular para estudiar tal o cual objeto


sociológico no tiene nada de anodino. Compromete a la persona que hará la
investigación a una determinada relación de campo, a ciertas prácticas
existenciales; contiene en filigrana ciertas formas de pensamiento y excluye
otras. En resumen, lo que está en juego en realidad son algunos años de la
vida de un(a) sociólogo(a). En la medida en que él/ella controle la elección
de su método, la decisión será tomada mucho más en función de
inclinaciones profundas que de consideraciones racionales. Y está muy bien
que sea así, porque para hacer un buen trabajo de investigación es necesario
en principio desear hacerlo. La pasión es el motor del descubrimiento.

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SUPUESTOS,
ANÁLISIS
ALCANCES
CUALITATIVO
Y LIMITACIONES DEL

EN BUSCA DEL SIGNIFICADO:


SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES
DEL ANÁLISIS CUALITATIVO

ROBERTO CASTRO 1

INTRODUCCIÓN

Este capítulo contiene algunas precisiones sobre la naturaleza, los


alcances y las limitaciones de los métodos cualitativos. La primera parte,
necesariamente abstracta, está destinada a analizar las principales
diferencias entre los métodos cualitativos y los cuantitativos. En vez de
abordar esta comparación a la manera tradicional (en la que cada método
se analiza en términos de lo que carece), he decidido comparar estos
métodos en términos de sus propios supuestos. Esto necesariamente
implica revisar el indisoluble vínculo entre teoría y métodos. La segunda
parte provee un análisis más específico de los métodos cualitativos, como
instrumentos indispensables de las ciencias sociales para la búsqueda del
sentido de la acción. La exposición se centra en particular en el análisis
cualitativo de textos, tales como las transcripciones de entrevistas, lo que
permite identificar las diversas transformaciones (y reducciones) a las
que debe someterse la información con el fin de ser analizada. La tercera
parte contiene un ensayo de codificación de un segmento de entrevista.
Con ello se busca demostrar, median-te un ejercicio concreto, la
complejidad del esfuerzo analítico que acompaña al análisis cualitativo.
Así, en este capítulo se transitará de lo abstracto a lo concreto en la
discusión de los métodos cualitativos. Por último, el trabajo concluye
haciendo énfasis en la necesidad de entender a los métodos cualitativos y
cuantitativos como formas complementarias, más que antagónicas, de
investigar la realidad.
56 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

MÉTODOS CUANTITATIVOS Y CUALITATIVOS

La existencia de paradigmas

Durante los primeros 20 años posteriores a la segunda guerra mundial, la


sociología “científica” era sinónimo de sociología “cuantitativa”, debido
a la influencia positivista bajo la cual se había desarrollado: la objetividad,
la rigurosidad, la confiabilidad, la validez y la verificación, es decir, los
aspectos metodológicos centrales de las ciencias físico-naturales se
convirtieron también en la aspiración fundamental de los científicos
sociales. Sólo durante los últimos 25 años ha tenido lugar un
resurgimiento de los métodos cualitativos, esencialmente como una
reacción ante las limitaciones del método positivista (Baldus, 1990).
Dicho resurgimiento ha transformado la identidad de las ciencias
sociales. Muchos científicos sociales se han alejado del ideal físico-
natural de antaño, y se han acercado a las humanidades, y más que buscar
leyes sociales que expliquen las determinantes de la conducta, se interesan
por analizar el sentido que los individuos atribuyen a sus actos y a su
entorno. En vez de ver la sociedad como un organismo vivo o como una
célula, la ven como un gran teatro o como un juego trascendente. En lugar
de imaginar al científico social como un técnico de laboratorio que estudia
su objeto con absoluta objetividad e imparcialidad, lo ven como un
narrador que no logra dejar de ser parte de su propia narración. Para estos
científicos sociales, los instrumentos de las llamadas ciencias duras han
cedido su lugar a las metáforas de las humanidades. Como señala Geertz,
hoy las ciencias sociales se interesan más por la clase de cosas que unen
crisantemos y espadas, que por las que unen planetas y péndulos (Geertz,
1991: 63). El cuadro 1 resume muy genéricamente esta transición.
Paradójicamente, lo menos importante en este vuelco de las ciencias
sociales hacia los métodos cualitativos son los métodos en sí mismos. En
un sentido muy general, éstos se reducen a acciones: observar, preguntar,
escuchar, registrar y examinar (Schwandt, 1994). El giro hacia los
métodos cualitativos significa, ante todo, la adopción de un paradigma
epistemológico alternativo que se daba por sentado dentro del enfoque
positivista. Los métodos no son medios neutrales para obtener
información respecto de la realidad social. La opción por los métodos
cualitativos implica que un conjunto de supuestos metateóricos acerca de
dicha realidad han sido aceptados de antemano.
CUADRO 1
De la ciencia social positivista a la interpretativa
Variables Enfoque positivista Enfoque interpretativo
1. Origen de la conducta Leyes externas como Sentido interpretativo
humana determinantes de la subjetivo de la acción
conducta
2. Caracterización de la Semejante a un Semejante a un gran
sociedad organismo vivo o a teatro o juego
una célula
3. Caracterización del Semejante a un Semejante a un
científico social técnico de laboratorio narrador que es parte
de su propio relato
4. Recursos de Instrumentos de las Metáforas de las
investigación ciencias duras humanidades
preferidos

Según Guba y Lincoln (1994: 108), “los paradigmas pueden ser


vistos como un conjunto de creencias básicas (o metafísicas)
relacionadas con principios últimos. Representan una visión del mundo
que define, para quien los detenta, la naturaleza del `mundo’, el lugar de
los individuos en él, y el rango de posibles relaciones con ese mundo y
sus partes, tal como hacen, por ejemplo, las cosmologías y las teologías.
Las creencias son básicas en el sentido de que deben ser aceptadas sobre
la base de la fe (cursivas en el original)”. Cada paradigma responde a tres
preguntas estrechamente interrelacionadas, que suponen una estructura
social y un tipo de actor específicos, así como una forma particular de
conocerlos. De acuerdo con estos autores, estas preguntas se refieren a
tres cuestiones:
a) La cuestión ontológica, que exige una definición respecto de la
forma y la naturaleza de la realidad, y de lo que se puede conocer de ella.
Por ejemplo, si se asume la existencia de un mundo “real”, cognoscible
en sus propios términos, entonces se asume también que pueden conocerse
cómo son en realidad las cosas; se asume que sólo cabe formular preguntas
relacionadas con asuntos “reales”, mientras que preguntas relacionadas
con asuntos subjetivos no son aceptables.

1
Director de Salud Comunitaria y Bienestar Social, Centro de Investigaciones en
Sistemas de Salud/Instituto Nacional de Salud Pública.

57
58 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

b) La cuestión epistemológica, que exige una definición respecto al


tipo de relación que se establece entre el científico que conoce y la
realidad que se conoce. Si respecto de la cuestión ontológica se dijo que
hay una realidad “objetiva”, entonces respecto a la cuestión
epistemológica la postura del científico debe ser de distanciamiento y
objetividad, precisamente para poder conocer la realidad sin sesgos. Sin
embargo, si respecto de la cuestión ontológica se dijo que sólo tenemos
acceso a la “realidad” por conducto de las interpretaciones subjetivas que
de la construcción social de la misma se hacen, entonces la postura del
científico debe considerar que el conocimiento de la realidad está
necesariamente en función del contexto y del discurso que se usa.
c) La cuestión metodológica, que exige una definición respecto de
los métodos específicos con los que se puede conocer la rea- lidad. Si
respecto de las cuestiones ontológica y epistemológica se dijo que la
realidad cognoscible es “real”, independiente del sujeto, entonces los
métodos deben incluir mecanismos que permitan el control de “variables
confusoras”, la verificación, la replicabilidad y, en general, todo lo que
permita un conocimiento “objetivo”. Si, en cambio, respecto de aquellas
cuestiones se dijo que la realidad sólo es cognoscible mediante
interpretación, y que la interpretación es reflexiva respecto del contexto y
del discurso, entonces los métodos deben incluir procedimientos que
privilegien el conocimiento de los mecanismos interpretativos que
usamos.
Los métodos cuantitativos suponen respuestas a estas preguntas,
diferentes de las que implican los métodos cualitativos. Vale la pena
detenerse brevemente en este aspecto.

Los métodos cuantitativos

Los métodos cuantitativos enfatizan la relación entre variables y


privilegian la medición y el análisis de relaciones causales entre variables.
El supuesto ontológico fundamental es que existe una realidad social que
es independiente de los individuos, y que es cognoscible mediante
procedimientos objetivos, sobre todo mediante la cuantificación. Esta
perspectiva, en consecuencia, supone varias decisiones metateóricas:
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 59

1) Una primera decisión se refiere al nivel de realidad que debe ser


conocido, asociado estrechamente a los factores objetivos, externos a los
individuos. Los individuos son conceptuados como “juguetes de una
ilusión de libertad” (Durkheim, 1978: 32), que en realidad están
determinados por aquellos factores.
2) Se piensa que esos factores objetivos constituyen patrones
regulares, cuyas leyes pueden ser conocidas.
3) Al enfatizar la importancia de las “leyes” sociales que existen en
la realidad y que determinan la conducta de los individuos, se privilegia
a la explicación como el tipo de conocimiento producible.
4) Al postular que la conducta humana puede explicarse en relación
con las leyes sociales, se tiende a favorecer un nivel de análisis macro que
permita la generalización de los hallazgos.
5) Dado que se asume que los fenómenos sociales presentan patrones
recurrentes y generales, se postula que es posible elaborar teorías sociales
generales. En consecuencia, el conocimiento puede desarrollarse por
medio de una lógica hipotética-deductiva, en la que la falsación
constituye uno de los puntos nodales de la actividad científica.
6) Con el fin de permitir la verificación, se asume que es posible
recortar la realidad en forma precisa, y que este recorte se puede lograr,
en primera instancia, por medio de conceptos bien delimitados.
7) Finalmente, y consecuencia de lo anterior, una última decisión se
refiere al carácter explicativo y sintético (de grandes cantidades de
información) que, se asume, es posible imprimir al discurso científico-
social.
La característica central de los métodos cuantitativos es la medición
numérica que aplican a los fenómenos observados. La estadística
constituye un instrumento apropiado para medir fenómenos “objetivos” y
“regulares”, así como para estimar su variabilidad y su grado de
generalización. Más aún, por definición la estadística es un instrumento
sintetizador por excelencia, que permite manejar grandes cantidades de
información para reducirlas a unas cuantas categorías.2
La estadística, sin embargo, no es una herramienta específicamente
creada para realizar estudios sociales. Por el contrario, deriva
directamente de la teoría matemática y, por lo tanto, su aplicación implica
otro conjunto de supuestos metateóricos. Como ha señalado Cicourel
(1982), los sistemas matemáticos (axiomáticos) cifrados, están
compuestos simplemente por símbolos relacionados por verdades lógicas
60 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

o tautologías. Esto es, dichos sistemas no se refieren al mundo “real”. “La


sustitución de los símbolos y verdades lógicas de un sistema axiomático
cifrado, abstracto, por términos descriptivos y enunciados empíricos (por
ejemplo, los de la sociología) conduce a un sistema descifrado. Los
axiomas o postulados de un sistema axiomático cifrado pueden convert-
irse en las leyes científicas de un sistema descifrado. Por tanto, los
sistemas axiomáticos descifrados exigen que se demuestre una
correspondencia entre los elementos, relaciones y operaciones de los
sistemas matemático y sustantivo en cuestión” (Cicourel, 1966: 35;
paréntesis y cursivas míos). Si esta correspondencia se da, se dice que los
dos sistemas son isomórficos. Lo importante aquí es “cómo suponen tales
isomorfismos los sociólogos que construyen o emplean `modelos
matemáticos’ y `modelos de medida’ con teorías implícitas y qué
consecuencias se siguen para la teoría y el método” (Cicourel, 1982: 36).
En otras palabras: cuando se decide aplicar métodos cuantitativos
para estudiar un fenómeno social dado, se asume que las propiedades
lógicas básicas de la estadística también existen en el fenómeno bajo
estudio. En tal caso, la aplicación de métodos estadísticos constituye
simplemente una estrategia para analizar mejor las relaciones lógicas
existentes entre los diferentes componentes del fenómeno estudiado.
De lo anterior se deriva una doble consecuencia: por una parte, el
cientista social debe estar consciente del supuesto de isomorfismo al
aplicar métodos cuantitativos; en consecuencia, el marco teórico utilizado
debe suponer (explícita o implícitamente) que el fenómeno estudiado
posee propiedades numéricas. Asimismo, debe estar consciente de las
consecuencias de aplicar métodos numéricos en el caso de que el supuesto
de isomorfismo no se cumpla: el método forzaría la naturaleza de los
hallazgos e impondría sobre ellos relaciones carentes de sentido, aun en
el caso de que las pruebas de significancia resultaran satisfactorias. Por
ejemplo, la mortalidad infantil puede ser estudiada estadísticamente, y es
posible identificar correlaciones significativas con la edad de la madre.
Las propiedades numéricas de las variables “número de hijos muertos” y
“edad de la madre” son lo suficientemente claras como para poder seguir
reglas matemáticas para explorar las características agregadas de este
fenómeno. Pero supongamos que lo que interesa no es la mortalidad
infantil en sí misma, sino el dolor y el duelo que normalmente resulta de
cada una de estas muertes. Podríamos asumir que “duelo” es una variable
con propiedades numéricas, o podríamos atribuírselas arbitrariamente.
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 61

Así, podríamos decidir que un mes de duelo será igual a uno; dos meses,
igual a dos, y así sucesivamente. Una vez que esta crucial decisión se
toma, esto es, una vez que se asume que “duelo” es una variable con
propiedades numéricas, es posible utilizar complejos métodos
estadísticos para explorar la correlación entre estas variables. Con este
esquema, tal vez terminaríamos “descubriendo” que mientras más joven
es la madre más grande es el duelo, o tal vez a la inversa (y, con algo de
suerte, podríamos obtener un buen grado de significancia estadística). Sin
embargo, es difícil imaginar una teoría sociológica que proponga
seriamente que el único aspecto crucial del duelo es su duración en el
tiempo, según la medición por encuestas. La duración podría ser una de
sus propiedades, pero no es la variable en sí misma.3 Al optar sólo por un
método numérico podríamos explorar la correlación entre “duelo” y
“edad de la madre”, pero estaríamos renunciando al estudio del
significado de la muerte infantil para las madres; esto es, renunciaríamos
al estudio de la manera en que el duelo es vivido subjetivamente por las
madres.

Los métodos cualitativos

Los métodos cualitativos hacen énfasis en el estudio de procesos sociales.


El supuesto ontológico fundamental es que la realidad se construye
socialmente y que, por lo tanto, no es independiente de los individuos.
A diferencia de los métodos cuantitativos, que se concentran en el estudio
“objetivo” de fenómenos externos a los individuos, los métodos
cualitativos privilegian el estudio “interpretativo” de la subjetividad de
los individuos, y de los productos que resultan de su interacción. El
aspecto sociológico central de esta perspectiva se refiere al significado
que la realidad tiene para los individuos y la manera en que estos
significados se vinculan con sus conductas. Como en el caso anterior, esta
perspectiva supone varios presupuestos metateóricos que conviene
mencionar:
1) Una primera decisión se refiere al nivel de realidad que debe ser
conocido, asociado estrechamente a factores subjetivos, internos a los
individuos. Los individuos son concebidos como “actores
interpretativos” cuya dimensión subjetiva es estructurada inicialmente
62 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

“por encuentros con objetos externos... [que] se internalizan con el


proceso de socialización” (Alexander, 1992: 21).
2) Al centrarse en la dimensión subjetiva de los individuos, se abre
un enorme espacio para la libertad de los individuos (en contraste con las
“determinantes” macrosociológicas), y su conceptuación como el punto
de partida en la producción de los fenómenos sociales. En consecuencia,
en lugar de “leyes” sociales, se habla de contingencias. El orden social es
entendido como el resultado de la suma de negociaciones intersubjetivas.
Desde este punto de vista, se postula que son los actores los que crean el
orden social mediante la interacción social, y no a la inversa (el orden
social como determinante de la producción de tipos específicos de
actores).
3) Al enfatizar la importancia de las “contingencias” y de los factores
subjetivos, se favorece a la comprensión, más que a la explicación, como
el tipo de conocimiento producible.
4) Para poder llevar a cabo una adecuada comprensión de los factores
subjetivos, los sujetos y las situaciones de estudio deben ser abordados en
un plano de análisis micro, de tal manera que las particularidades
interpretativas de los procesos sociales puedan ser aprehendidas.
5) La decisión metateórica previa implica que no es posible aspirar a
elaborar una teoría general de la cual el conocimiento de lo social pueda
ser deducido. Ello se debe, ante todo, a que no es posible elaborar teorías
generales en una realidad dominada por “contingencias”. En
consecuencia, la perspectiva interpretativa opta por desarrollar el
conocimiento en forma inductiva. Las inducciones deben llevarse a cabo
a partir de observaciones específicas de individuos concretos y de sus
interacciones (Glaser y Strauss, 1967).
6) Con el fin de lograr un conocimiento interpretativo, los conceptos
deben ser lo suficientemente flexibles como para aprehender la múltiple
diversidad de los significados que los objetos pueden representar para los
individuos, así como la variedad de interpretaciones que los individuos
pueden realizar sobre su entorno. En consecuencia, más que con
conceptos rigurosamente delimitados, se asume que sólo es posible

2
Como ha señalado Moore: “Contar necesariamente implica ignorar todas las
diferencias excepto la que está siendo medida. Requiere reducir todas las evidencias a
unidades similares... El proceso de contar, pienso, hace necesario ignorar, tarde o temprano,
las diferencias estructurales.” (Moore, 1966: 520).
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 63

trabajar con conceptos sensibilizadores que, en vez de constituir un


recorte preciso de la realidad, representan “direcciones en las cuales
mirar” (Blumer, 1969).
7) Como consecuencia de lo anterior, una última decisión se refiere
al carácter descriptivo, analítico y exploratorio que, se asume, debe
imprimirse al ejercicio de la ciencia social.
El cuadro 2 presenta un resumen de las características enunciadas y
una comparación con los métodos cuantitativos. Debe advertirse que este
tipo de esquemas conllevan el riesgo de simplificar las diferencias entre
los métodos cualitativos y cuantitativos, hasta el extremo de hacerlos
aparecer como antagónicos. Se trata, sin embargo, de enfoques que bien
pueden ser complementarios, pues cada uno aborda aspectos que el otro
deja de lado.

CUADRO 2
Comparación esquemática
entre métodos cuantitativos y cualitativos
Tipo de decisión
metodológica Métodos cuantitativos Métodos cualitativos
1. Nivel de realidad Objetivo Subjetivo
analizado
2. Causalidad de los Leyes Contingencias
fenómenos colectivos
3. Tipo de conocimiento Explicación Comprensión
generado
4. Nivel de análisis Macro Micro
5. Forma de análisis Deducción Inducción
6. Tipo de conceptos Definitivos Sensibilizadores
7. Tipo de ciencia social Explicativa y Descriptiva, analítica
sintética y exploratoria

Los métodos cualitativos en ciencias sociales incluyen, entre otros,


la observación participante, el análisis cara-a-cara, el análi- sis de
textos, el análisis de entrevistas en profundidad, el análisis
conversacional, etc. (Denzin, 1970). Como en el caso de los métodos
cuantitativos, la validez interna y la validez externa constituyen

3
“La medición atañe a las propiedades de los objetos, no a los objetos mismos. Así,
en nuestro uso del término, no es mesurable un palo, aunque sí podrían serlo su longitud,
64 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

problemas metodológicos serios que no deben ser dejados de lado por el


científico social (Zetterberg, 1965). Sin embargo, en el caso de los
métodos cualitativos, las respuestas ofrecidas a estos problemas varían
enormemente, dependiendo de la perspectiva que se adopte. En un
extremo (muy próximo a la postura positivista), algunos autores afirman
que en términos de validez no debería haber mayor diferencia con los
métodos numéricos: o hay, o no hay correspondencia entre el concepto y
el “indicador” (validez interna), así como hay o no hay correspondencia
entre los hallazgos y la realidad empírica (validez externa). En el otro
extremo (radicalmente relativista), se afirma que estas cuestiones carecen
de sentido, pues cada situación social, dadas las cualidades interpretativas
de los actores, es “única” (incluyendo la del lector que lee —interpreta—
un texto científico), por lo que no cabe buscar parámetros que aseguren la
sustentabilidad del texto por sí mismo (Altheide y Johnson, 1994).
Entre estos extremos, el problema de la validez de los métodos
cualitativos ha sido abordado de diversas maneras. Por razones de espacio
no cabe aquí una revisión detallada de esta discusión. Basta señalar que
algunos autores se centran en la validez y capacidad de generalización de
los métodos etnográficos (Hammersley, 1992; Schatzman y Strauss,
1973); otros discuten la situación de los estudios de caso (Burawoy et al.,
1991), o analizan el caso de los métodos de interpretación de textos
(Silverman, 1993; Atkinson, 1990) o bien sugieren criterios para evaluar
la validez y generabilicidad de estos métodos desde diversas perspectivas
(Altheide y Johnson, 1994; Kirk y Miller, 1986), etcétera.
En todo caso, una característica general de los métodos cualititativos
es que el científico social debe registrar sus observaciones en forma
escrita, y luego realizar un análisis sistemático de esta información. Como
en el caso de la estadística, este procedimiento implica varios supuestos
que determinan la naturaleza de los hallazgos obtenidos. En la siguiente
parte me concentraré en el análisis de estos supuestos, en particular en lo
que respecta a las transcripciones de entrevistas abiertas.

peso, diámetro y dureza...” [cursivas en el original] (Torgerson, citado en Cicourel, 1982:


37).
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 65

LA BÚSQUEDA DEL SIGNIFICADO EN EL ANÁLISIS


CUALITATIVO

La obtención de la información

Existen diversas corrientes teóricas que tienen al análisis cualitativo como


su método de investigación. Entre ellas se encuentran la teoría
fundamentada, la fenomenología, la etnometodología, y muchas más.
Estas corrientes difieren en función de diversos postulados teóricos y, en
última instancia, en la forma en que cons-truyen su objeto. En todo caso,
lo que todas ellas tienen en común es su interés por definir a los
significados construidos socialmente como su principal objeto de
estudio. El análisis que sigue es válido para todas esas corrientes. Sin
embargo, conviene elegir a una y sobre ella “montar” la discusión, con el
fin de evitar un análisis en exceso abstracto. Tomemos, entonces, a la
teoría fundamentada.
El objetivo principal de ésta es “generar una teoría que explique un
patrón de conducta que sea relevante y problemático para los
involucrados” (Glaser, 1978: 93). El punto de arranque de este abordaje
cualitativo (originalmente propuesto por Glaser y Strauss, 1967) es el
reconocimiento del vínculo indisoluble entre teoría y métodos. Desde un
marco simbólico-interaccionista (que se basa en las propuestas de Mead
y Blumer), los autores postulan que la tarea sociológica fundamental es la
generación de teoría mediante el desarrollo de categorías ad hoc que
derivan en línea directa de la información empírica, en lugar de tratar de
“forzar” la información dentro de categorías prestablecidas. Ciertamente
no es posible aproximarse a la realidad sin ninguna preconcepción de ella.
El científico social requiere de algunas categorías que le permitan
observar el fenómeno bajo estudio. Pero como lo han sugerido Schwartz
y Jacobs (1984: 50), estas categorías son como los estereotipos y clisés
que normalmente usamos cuando somos presentados ante alguien a quien
no hemos visto nunca antes. En estos casos, intercambiamos una serie de
preguntas y respuestas básicas acerca de cada uno (nombre, ocupación,
opinión sobre el clima, etc.), con el fin de identificar algún tema más
significativo y relevante, de modo que la conversación pueda enfocarse
ahí. De acuerdo con estos autores, utilizamos estos clisés y estereotipos
con el fin de deshacernos de ellos, y no con el de conversar acerca de ellos.
66 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

De manera semejante, la teoría fundamentada postula que la realidad


social debe ser abordada con el fin de descubrir problemas relevantes y
significativos que ocurren en ese momento; problemas que, por
definición, no pueden detectarse con anticipación, esto es, antes de que
entremos en contacto con la realidad. De acuerdo con estos autores, en la
investigación sociológica estos clisés desempeñan el mismo papel que los
“conceptos sensibilizadores”: nos permiten aprehender las
particularidades de la situación bajo estudio, al mismo tiempo que nos
facilitan continuar con las siguientes etapas de nuestra investigación.
Eventualmente, estas “observaciones” son transformadas en “textos”
por el investigador, y la esencia del análisis cualitativo se realiza en este
material escrito. Los textos pueden ser notas personales, diarios de
campo, transcripciones de entrevistas o conversaciones, u otras.
Conviene, sin embargo, recordar que una característica distintiva del
análisis cualitativo (por lo menos de aquel propuesto desde la teoría
fundamentada) es que la recolección de la información no constituye una
etapa diferente del proceso de análisis, como es el caso en la investigación
convencional. Por ejemplo, en las encuestas, el trabajo de campo es las
más de las veces independiente de la tarea de codificar y capturar la
información de los cuestionarios, y éstas son independientes del proceso
de análisis. En el caso de la teoría fundamentada, todas las fases del
proceso de investigación ocurren simultáneamente, de acuerdo con las
necesidades que vayan resultando de la ejecución del proyecto. Esto es lo
que se conoce como muestreo teórico, un proceso en el que la recolección
de la información depende de la teoría que vaya surgiendo. En este
sentido, la sensibilidad teórica es la capacidad del investigador de
“conceptuar y formular una teoría en la medida en que ésta va emergiendo
de la información” (Glaser y Strauss, 1967: 46). Mediante esta capacidad,
el investigador deriva de la información los conceptos que mejor se
adaptan a la realidad y que, por consiguiente, son “relevantes” y
“funcionan” para explicar lo que pasa. Por lo demás, estos conceptos
deben ser lo suficientemente modificables de manera que puedan también
responder a la variabilidad de los procesos sociales (Glaser, 1978: 4).
A diferencia de los estudios cuantitativos, en los que el muestreo
estadístico se utiliza para verificar teorías previamente existentes, en la
teoría fundamentada el muestreo teórico se lleva a cabo con el fin de
generar teoría relevante. En los primeros, el principal criterio consiste en
entrevistar a todos aquellos circunstancialmente incluidos en la muestra,
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 67

definida mediante procedimientos estadísticos. En la segunda, el criterio


es entrevistar a todos aquellos intencionalmente seleccionados dado que
presentan alguna relevancia teórica (Glaser y Strauss, 1967: 48). En
consecuencia, la saturación teórica constituye el principal criterio para
decidir cuándo detener el proceso de muestreo. Ésta es entendida como el
momento del proceso de investigación en el cual ya no se obtiene
información nueva, y en el que, por consiguiente, el científico social
puede darse a la tarea de desarrollar las propiedades y dimensiones de una
categoría dada (Glaser y Strauss, 1967: 61). En la medida en que la
recolección de observaciones continúa, la información es transformada en
textos.

Las transformaciones de la información

Así como los métodos cuantitativos implican una serie de supuestos


acerca de la realidad social, así también los métodos cualitativos no están
exentos de ciertos supuestos que es preciso identificar.
A diferencia de los cuestionarios de respuestas cerradas, las
entrevistas abiertas permiten a los entrevistados abundar libremente
acerca de las preguntas que se les formulan. En ambos casos, sin embargo,
las respuestas son registradas de alguna forma, ya sea mediante el
marcado de alguna de las respuestas ya existentes en el cuestionario, o
mediante el registro abierto de las mismas (grabación y transcripción,
diario de campo, etc.). Como dice Cicourel, las respuestas marcadas de un
cuestionario cerrado son como las perforaciones de una tarjeta IBM (o la
captura en disco, diríamos ahora): por sí mismas no significan nada
absolutamente. Esto es debido a que el “código” con el cual pueden ser
transforma- das en algo con significado se encuentra más allá del
cuestionario mismo, y que sólo puede ser provisto por la teoría
sociológica que se está utilizando como marco interpretativo (Cicourel,
1982:148). Algo similar puede decirse respecto de la información
obtenida mediante una entrevista etnográfica: es necesario apoyarse en
alguna teoría sociológica y referirse a un contexto sociocultural
históricamente específico con el fin de poder “interpretar” la información.
Es, asimismo, imperioso conocer las restricciones metodológicas que se
imponen sobre esa información.
68 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

Varios autores (Oakley, 1981; Blaxter y Paterson, 1982; Cornwell,


1984; Calnan y Johnson, 1985), han notado que el escenario mismo de la
entrevista afecta el tipo de información que los individuos aportan.
Cornwell, sin embargo, apoyándose en el marco interpretativo que usa, ha
enfrentado el problema brillantemente: mientras que en las entrevistas
estandarizadas las variaciones de este tipo “son tratadas como `un
problema de sesgo’ y los entrevistadores son entrenados con técnicas
diseñadas para superarlas..., [en la investigación cualitativa] estas
variaciones son aceptadas como una parte de la realidad social que está
siendo investigada y como una valiosa fuente de información respecto de
la manera en que los individuos se comportan ante extraños y en una
relación donde [las clases sociales de ambos actores no son las mismas]
(Cornwell, 1984: 16; paréntesis míos).
Por otro lado, al igual que los métodos estadísticos, cuya aplicación
necesariamente implica renunciar a una considerable cantidad de
información cualitativa con el fin de concentrarse en los aspectos
comunes de las unidades bajo observación, los métodos cualitativos
implican un proceso selectivo al cual se somete la información. Al usar
métodos cualitativos, la primera cuestión de la que el científico social
debe estar consciente es que el mero hecho de grabar una entrevista
abierta tiene una doble consecuencia: por una parte, hace posible “fijar lo
dicho”, es decir, rescatarlo de sus formas perecederas y fijarlo “en
términos susceptibles de consulta” (Geertz, 1989: 32). Pero también implica
la pérdida de una importante cantidad de información sobre fenómenos
que son inherentes al hecho de hablar, como gestos, expresiones faciales,
ademanes, etc. Ésta es la consecuencia de la primera de varias
transformaciones a las cuales la información (la entrevista) es sometida:
de un hecho “real” a un registro grabado.
Una segunda y crucial transformación ocurre cuando el contenido de
la grabación es transcrito y, consecuentemente, reducido a un “texto”. La
transcripción textual de una conversación (entre un investigador y un
entrevistado) constituye la “descripción” de la interacción verbal original.
Sin embargo, otro conjunto de fenómenos inherentes al acto de hablar,
como el volumen, la entonación, el tono, el timbre y el ritmo de la voz, no
quedan registrados en la transcripción (Mishler, 1984: 22). Una
consecuencia inmediata es que es el texto —y no el discurso oral del cual
deriva—, lo que se convierte en el objeto de análisis. En consecuencia, un
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 69

supuesto crucial debe ser identificado aquí: las transcripciones de este tipo
deben ser leídas “como si” representaran el habla real.
El lector de tales transcripciones normalmente no está consciente de
este supuesto, debido a que, a pesar de la ausencia de signos gramaticales
que indiquen aquellos aspectos mencionados (entonación, volumen,
ritmo, etc.), el lector puede llenar estos vacíos por intrapolación, la cual es
posible mediante el sentido común, esto es, por medio de la familiaridad
que un determinado “miembro” (del mismo grupo que el entrevistador y
el entrevistado) puede tener del contexto social en el que la entrevista y
su transformación en texto ocurrió (Mishler, 1984: 28).
Una transformación adicional resulta del proceso de codificación. Si
la medición numérica es la imputación de números a dimensiones
específicas de un fenómeno dado, la codificación es una especie de acción
evaluatoria nominal mediante la cual es po- sible clasificar el material. En
el análisis de contenido —el análisis cuantitativo de textos— codificar
significa asignarle un número a cada categoría, de manera que sea posible
el análisis estadístico de la información.4 Además de su falta de
flexibilidad, otra limitación muy importante del análisis de contenido es
que a cada unidad codificable sólo se le puede asignar una categoría, con
el fin de no violar el supuesto de independencia entre las mediciones, lo
que ocurriría con múltiples códigos (Mishler, 1984: 42). Esto, además de
la dudosa existencia de isomorfismo entre la estadística y las
significaciones que se transmiten mediante el habla, hace a la codificación
cuantitativa poco apropiada para el análisis interpretativo.
En el análisis cualitativo, la asignación de códigos constituye una
identificación preliminar de los hallazgos, dado que cada código
normalmente “indexa”5 un amplio conjunto de significados. Esto es, un
código normalmente constituye un intento del investigador por clasificar
una palabra, una frase, o una sección del texto en categorías específicas
significativas que tengan senti- do dentro del marco teórico que esté
siendo utilizado.
Una cuarta transformación de la información ya codificada tiene
lugar cuando el investigador convierte interpretativamente esos códigos
en “significados”, es decir, en explicaciones teóricamente consistentes de
lo dicho.6 Por lo tanto, es necesario tener en cuenta la distancia entre el
fenómeno originalmente bajo estudio (el significado de un discurso) y las
sucesivas reducciones de la información: primero en casetes, después en
70 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

textos, en códigos y finalmente en interpretaciones. La figura 1 ilustra este


proceso.

FIGURA 1
Transformaciones de la información
en los métodos cualitativos
OBSERVACIÓN-ENTREVISTA

GRABACIÓN

TEXTO (INTRAPOLACIÓN)

CODIFICACIÓN (CATEGORIZACIÓN)

INTERPRETACIÓN

Estamos, entonces, frente a una paradoja metodológica: una


aproximación sistemática a la información recolectada (entrevistas)
requiere de un simultáneo distanciamiento. En otras palabras, es
necesario someter esta información a una serie de transformaciones
(grabación, transcripción, codificación, etc.) con el fin de analizarla
sistemáticamente; pero justamente estas transformaciones implican un
paulatino empobrecimiento de la información original.
Una interpretación errónea de esta paradoja puede llevar a creer que
los estudios cualitativos persiguen, en última instancia, un objeto
demasiado elusivo que hace poco factibles estos intentos. Su correcta
interpretación, por el contrario, nos permite estar conscientes de las
limitaciones de un esfuerzo de esta naturaleza, lo cual a su vez permite
considerar aún más valiosos los hallazgos obtenidos mediante este
método.

La generalización de los hallazgos

Dada su propia naturaleza, los métodos cualitativos suelen apoyarse en


pequeñas muestras, no representativas estadísticamente, de entrevistados.
La pregunta obligada, en consecuencia, se refiere a la validez de este
abordaje. Pero el problema se resuelve si se distingue entre inferencia
estadística, por un lado, e inferencia lógica, por otro. La estadística
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 71

permite al investigador derivar conclusiones acerca de qué tan extensa (o


general) es la existencia de un fenómeno en la población donde la muestra
fue tomada. La inferencia lógica o teórica, por el contrario, “es el proceso
mediante el cual el analista deriva conclusiones acerca de la vinculación
esencial entre dos o más características en términos de algún esque- ma
explicatorio sistemático —algún conjunto de proposiciones teóricas”
(Mitchell, 1983: 200).
El abordaje usado en muchos de los estudios cualitativos no incluye
a la inferencia estadística, sino a la inferencia teórica. Esto, sin embargo,
no significa que los que utilizan esta última al trabajar con pequeñas
muestras no puedan generalizar sus hallazgos a la población en su
conjunto; significa, simplemente, que la inferencia se hace por otros
medios metodológicamente diferentes de los estadísticos. Como lo señaló
Znaniecki: “Mientras que ambas formas de inducción tienden a alcanzar
verdades generales y abstractas respecto a datos concretos y particulares,
la inducción numérica abstrae mediante generalización, mientras que la
inducción analítica generaliza mediante abstracción” (Znaniecki, 1934:
250).

UN EJEMPLO DE ANÁLISIS CUALITATIVO

Se presenta aquí un ejercicio de codificación de un breve segmento de


entrevista realizada en 1988 en Ocuituco, una comunidad rural de 3 200
habitantes del noreste del estado de Morelos. El objetivo es ilustrar la
complejidad del enfoque cualitativo, así como mostrar la necesidad de
proceder de manera muy sistemática en el análisis. La finalidad del
proyecto del que forma parte esta entrevista es explorar, desde una
perspectiva sociológica, la experiencia subjetiva de los ocuitecos sobre la
salud y la enfermedad, la reproducción y la anticoncepción, así como
identificar, en el discurso de los entrevistados, los principales factores
sociales a los que se asocia dicha experiencia. El segmento codificado se
incluye al final de esta sección. El software utilizado es el paquete
Ethnograph (Seidel, 1995).
El primer punto notable es que la conversación se inició antes de que
la entrevistadora (Andrea) comenzara a grabarla. Aunque el lector puede
imaginar el tipo de estrategias utilizadas por la investigadora hasta este
momento (presentación, saludos, explicación de los propósitos de la
72 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

entrevista, obtención de la aceptación, sondeos iniciales para establecer el


rapport, solicitud de permiso para activar la grabadora, etc.), en realidad
carecemos de información acerca de la manera en que esta etapa inicial
(no grabada) puede haber afectado el contenido del resto de la
conversación. En otras palabras, el lector no cuenta aquí con información
sobre la forma en que la entrevistada (Dionisia) definió la situación en
un principio. Por lo tanto, debemos asumir que esta información faltante
no afecta (sesga o distorsiona) en forma significativa, la validez del
análisis subsiguiente.
La descripción de la conversación (i.e., el texto) comienza
presentando a ambos actores en una conversación sobre algo de
reproducción en general. En consecuencia, se asigna un código
(Reproducc)7 al segmento comprendido entre las líneas 4-16. De las
líneas 4 a 10 Dionisia provee información acerca de la edad que tenía
cuando tuvo su primer parto, por lo que se le asigna el código
correspondiente (Edad1parto). A partir de la línea 17, Dionisia habla de
su matrimonio, por lo que se atribuye este código al resto del segmento.
También, de las líneas 11 a la 16, la entrevistada provee información
sobre la edad que tenía cuando se casó, por lo que el segmento se codifica
Edad1mat. En el segmento 11-13, la entrevistadora frasea su pregunta de
tal manera que impone una definición de la situación sobre la
entrevistada, cuando dice “o sea que usted se casó muy jovencita”. Como
consecuencia de ello, no podemos saber si la palabra “todavía” que
aparece en la respuesta (línea 13) es un efecto de esta imposición, o si es
de hecho una palabra que indica la percepción real de Dionisia sobre este
tema. A partir de la línea 17 el tema gira en torno a las razones de haberse
casado tan jovencita, por lo que se codifica acordemente (Razón-matr).
Esta sección comienza con una pregunta formulada por Andrea, que
comienza con las palabras “¿por qué?” (“¿y por qué se casó tan joven?”).
La pregunta “¿por qué?” es una solicitud de explicación, es decir, de
razones. Las razones pueden ser de dos tipos, ya sean motivos o causas

4 Una definición clásica es la de Berelson: “El análisis de contenido es una técnica de


investigación para la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido
manifiesto de la comunicación” (Berelson, 1952: 18).
5
La indexicalidad se refiere al hecho de que los conceptos, términos, y afirmaciones
de los individuos no son entendibles a menos de que uno esté familiarizado con las
expectativas de sentido común del escenario social donde son producidas (Garfinkel, 1967).
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 73

(Bruyn, 1966). Los motivos implican un proceso interpretativo (o un


impulso interior) del entrevistado, mientras que las causas se refieren más
bien a fuerzas externas al individuo. En este sentido, una pregunta que
comienza con las palabras “por qué” es una pregunta ambigua, de manera
que el codificador debe estar consciente de las diferentes clases de
respuestas a que puede dar lugar.
Considérese, por ejemplo, el segmento contenido entre las líneas
18-20. La entrevistada comienza aduciendo una causa para explicar su
matrimonio temprano: “la ignorancia, más que nada es la ignorancia”.
Esta respuesta, al mismo tiempo, es una caracterización de la propia
persona, por lo que se codifica también así (auto-caract). Inmediatamente
después Dionisia continúa indicando lo que parece ser una controversia
(“debate”) de la que ella parece estar al tanto, o por lo menos una
representación de tal controversia. Al hacer explícita su posición negativa
respecto de este asunto, Dionisia está también sugiriendo que otras
mujeres pueden tener este motivo (deseo de irse de la casa) como la razón
de un matrimonio temprano.
Esta sección (líneas 17-40) también ha sido codificada como
“debate”. Bien puede ser que diversos tipos de debates colectivos estén
teniendo lugar en la comunidad al momento de la entrevista. Si así fuera,
ellos deben ser identificados con la mayor precisión posible dado que el
objetivo de esta investigación es, como se dijo arriba, identificar, en el
discurso de los entrevistados, los principales factores sociales a los cuales
se asocia la experiencia subjetiva de la reproducción y la anticoncepción.
Al señalar que ella no tuvo como motivo para casarse joven el deseo
de salirse de su casa, Dionisia provee también información indirecta sobre
el tipo de interacción que ella tenía con su madre (“mi mamá me dejaba
salir en bailables de la escuela”). Esto es codificado como interacción con
la madre (interac-ma). Cabe esperar que diferentes tipos de interacción
aparecerán conforme avance el análisis (interacción con el esposo, con los
hijos, con los médicos, etc.), y que estos tipos, a su vez, se asocien con
diferentes patrones de experiencia subjetiva.

6 La discusión contemporánea sobre la naturaleza del análisis cualitativo reconoce que

“aún no es absolutamente claro cómo emergen los temas y las ideas y cómo es que terminan
en un producto escrito terminado” (Bryman y Burgess, 1994: 224). Es decir, no es claro
cómo tiene lugar exactamente la interpretación de los materiales escritos.
74 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

Entre las líneas 26-34, Dionisia provee información acerca de su


escolaridad (educación), y explica el hecho de que ella fue tarde a la
escuela (a los 12 años) porque su padre murió cuando ella era casi una
recién nacida y, en consecuencia, tuvo que quedarse en casa con su madre
(codificado como “muerte”: cabe esperar que diversas referencias a la
muerte y al acto de morir aparecerán durante la codificación; conviene
registrarlas desde ya para eventualmente poder observar posibles patrones
de significaciones asociados con esta categoría).
El segmento 32-40 está codificado como “sexualidad” dado que
contiene información sobre la etapa en que Dionisia comenzó a sentirse
atraída por personas del sexo opuesto. No cabe duda de que, como tal, el
código “sexualidad” es muy general. Sin embargo, el codificador puede
esperar que, conforme avance el análisis, será posible identificar
dimensiones y propiedades más específicas.
Entre las líneas 41 y 53 surge un tema que puede resultar crucial en
esta investigación: “violencia”. Es importante notar que nuevamente
Dionisia hace referencia al debate antes mencionado, pero esta vez
haciendo explícito el vínculo entre el contenido de ese debate y la
experiencia de ser golpeada, vinculación que no estaba clara en el primer
segmento codificado como “debate” (17-40). Ser golpeada por la madre
es otra forma de interacción con ella, por lo que este segmento también es
codificado como “interac-ma”.
Las líneas 41-53 también contienen una referencia al fenómeno de
cambio social. Es interesante notar que la entrevistada vincula el hecho de
que su madre acostumbraba golpearla con su apreciación de que en épocas
pasadas había un tipo de educación diferente al actual. Esto podría estar
sugiriendo que en la actualidad estas prácticas son socialmente menos
aceptables que antes. Si este fuera el caso, será interesante observar cómo
se asocia este hecho con el “debate” que posiblemente está ocurriendo en
la comunidad en torno a la violencia doméstica como uno de los motivos
para casarse pronto. En otras palabras: a) el “debate” puede ser real en la
comunidad; b) uno de los argumentos en este debate puede ser que las
madres acostumbran golpear mucho a las hijas; c) esto podría ser tomado
por las hijas jóvenes como un motivo para casarse pronto; d) al mismo
tiempo, golpear a las hijas podría ser una práctica social con poca
aceptación social (a diferencia de lo que ocurría antes); e) si éste fuera el
caso, habría que observar que uno de los argumentos centrales de un
debate público se refiere a la existencia de una práctica “privada” no
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 75

aceptada socialmente: uno esperaría encontrar que la gente prefiere no


hablar de ello.
Algunos datos adicionales sobre este tema aparecen en las líneas
43-47. Por una parte, el segmento se refiere otra vez a uno de los tipos de
interacción que tenía Dionisia con su madre; por otra, también se hace
referencia a la violencia. Pero, además de estos dos códigos, un tercer tipo
de información parece estar contenido en este segmento: al afirmar que
“sí me pegaba, pero tenía bastante razón, porque las madres no están
locas, no tienen nada de locas para que nomás así porque sí, lleguen y
¡órale!”, ¿está Dionisia sugiriendo que hay otros actores sociales que sí
están locos como para llegar y golpear arbitrariamente?, ¿los esposos, por
ejemplo?, ¿o los padres? En esta etapa del análisis es difícil pensar en un
código apropiado para registrar esta posible implicación. Pero la hipótesis
debe ser registrada en un memo, pues podría ser necesario recuperarla más
adelante (con el surgimiento de nuevas evidencias). En cualquier caso, si
en efecto resulta que uno de los motivos para casarse temprano es salir de
la casa, este tipo de matrimonio deberá ser categorizado también como
“estrategias”, tal como lo sugiere Dionisia en las líneas 49-51. En las
líneas previas (47-51), es claro que la entrevistada aduce una causa (la
ignorancia), más que un motivo (“como mi mamá me pega yo me voy a
ir”) como la razón fundamental de su matrimonio temprano.
El análisis se complica cuando Andrea formula la siguiente pregunta.
La entrevistadora parece estar buscando un motivo para explicar el
matrimonio temprano de la señora. En consecuencia, hace una sugerencia
en calidad de sondeo: “Entonces usted se casó porque estaba enamorada”
(líneas 54-55). Es importante notar otra vez la sutil imposición de la
entrevistadora: la palabra “entonces” al principio de la frase equivale a las
expresiones “por lo tanto”, o “entonces sólo nos queda una explicación”.
La cuidadosa respuesta de Dionisia (líneas 56-60) hace ver que ella está
en desacuerdo con la imposición de Andrea dado que ella tiene aún otra
explicación, además de estar enamorada: “simplemente porque el fulano
me llamó la atención”. Aunque esta respuesta podría ser codificada como
un motivo, el contexto (en la entrevista) dentro del cual esta afirmación
fue formulada, y los matices que la acompañan (“pues”, “simplemente”)
nos permiten mantener la idea de que, tal como lo afirmó Dionisia antes,

7
El programa Ethnograph requiere que los códigos que se asignen tengan como
máximo diez caracteres.
76 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

la razón principal de su matrimonio temprano es una causa: “la


ignorancia”.
A partir de la línea 61, la entrevistadora empieza a explorar una de
las dimensiones centrales de la investigación: el “conocimiento” de los
diversos actores respecto a los temas de la salud y la enfermedad y la
reproducción. Ante la pregunta (ambigua) acerca del grado de
preparación que tenía para la vida matrimonial, Dionisia primero duda
(“fíjese que no, pero sí”), y después decide contarle a la entrevistadora
acerca de los “ideales” personales que tenía al casarse: todos sus hijos
deberían ser del mismo padre. El segmento es codificado también como
“preparación” porque es la respuesta a una pregunta al respecto. Y
finalmente, el segmento también contiene información, implícita, sobre la
condición de la mujer-madre en los días en que Dionisia se casó: un
“ideal” de tener hijos sólo de un mismo padre puede corresponder a una
realidad donde lo contrario es lo que ocurre. El codificador debe detectar
esta posibilidad y estar atento para identificar evidencias y explicaciones
sobre este fenómeno. En este punto también vale la pena registrar en un
memo la posibilidad de que estemos aquí nuevamente ante un ejemplo de
definiciones diferenciales de la situación: mientras que para la
entrevistadora “estar preparada para la vida matrimonial” significa algo
así como “saber algo sobre relaciones sexuales y reproducción”, para
Dionisia, aparentemente, significa sobre todo “tener un proyecto, un
ideal, sobre cuál debe ser el principal resultado de casarse”.
La insatisfacción de Andrea con la respuesta anterior la fuer- za a
ser más explícita en la siguiente pregunta (líneas 76-78): ahora inquiere
abiertamente sobre el conocimiento que tenía Dionisia sobre su cuerpo.
Interesantemente, Dionisia ofrece la respuesta más breve posible (una
palabra): “nada”. Más interesante aún es la respuesta de Dionisia al sondeo
de Andrea (“¿nada, nada?”): la entre- vistada parece indicar que la fuente
principal de conocimientos sobre su cuerpo era su propia percepción de
signos y síntomas corporales, principalmente aquellos manifestados
mediante el dolor: “solamente lo que a mí me dolía era... la cabeza, me
agarraban fuertes gripas, eso era lo que yo sufría. De ahí para acá, yo no
supe de nada” (líneas 82-85). El segmento es codificado como
“conocimiento” sobre “sexualidad”, pues responde a una pregunta sobre
estos temas. Sin embargo, es importante notar que algunas dimensiones
de la categoría “conocimiento” han comenzado a emerger: la fuente del
conocimiento (“si me duele, lo conozco”), el objeto del conocimiento (“sé
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 77

que quiero a mis hijos del mismo padre”), etc. De nuevo, debe ser
registrado en un memo hasta que aparezcan nuevas evidencias para refinar
los hallazgos. El segmento analizado en este ejercicio concluye en este
punto.

+Entrevista a señora Dionisia 1


+Casada/63 años/8 hijos 2
#-REPRODUCC $-EDAD1PARTO
Dionisia: Sí, fíjese, que, que este, 4
de... Fue mujer, la primera y este, la 5 #
tuve a los 2 años de casada. 6 $
Andrea: ¿A los dos años de casada? 7
Dionisia: A los dos años. 8
Andrea: ¿Cuántos años tenía usted? 9
Dionisia: 17. 10
$-MATRIMONIO %-EDAD1MATR
Andrea: O sea que usted se casó muy 11
jovencita. 12 $
Dionisia: De l5, todavía ni ajustaba los 13 %
15. 14
Andrea: ¿Todavía no? 15
Dionisia: Todavía no. 16
#-RAZÓN-MATR %-AUTOCARACT *-DEBATE
Andrea: ¿Y por qué se casó tan joven? 17
Dionisia: Ay, pues mire, francamente, la 18 # % *
ignorancia, más que nada es la 19
ignorancia, porque ahora, en esta 20
época culpan a la madre, “que no, que 21
mi madre no me comprende, que mi madre 22
no me deja salir, que no que mi 23
%-INTERAC-MA
madre”. No es cierto, no es cierto 24
porque a mí mi mamá me dejaba salir; 25 %
mí mi mama me dejaba, me dejó salir en 26
@-EDUCACIÓN ^-MUERTE
bailables en la escuela. Nada más dos 27
años fui a la escuela, porque ella era 28 @ ^
sola, ella no tenía esposo, porque mi 29
papá se había muerto cuando yo tenía 8 30
meses. Entonces, yo nada más me crié 31
@-SEXUALIDAD
con mi mamá. Entonces, pero mi mamá me 32
metió de l2 años a la escuela, pero la 33 @
inquietud me empezó cuando yo tenía 34
como l2, entonces, este, de los 35
78 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

muchachos, de los compañeros de la 36


escuela ¿verdad? Como yo ya era de, de 37
l2 me metió a la escuela y ya de l3 38
empezaron las inquietudes, yo no voy a 39
culpar a mi madre, para nada. Que no 40
*-INTERAC-MA *-VIOLENCIA *-CAMBIO-SOC
que, que sí, a veces me pegaba, porque 41
ya ve que antes la educación fue muy 42 *
diferente. Entonces que sí me pegaba 43
pero tenía bastante razón, porque las 44
madres no están locas, no tienen nada 45
de locas para que nomás así porque sí 46
@-DEBATE
en y ¡órale!, no. Entonces, pues yo 47
francamente fue por la ignorancia, no 48 @
porque me pegara ni nada. Yo nunca 49
pensé: “no, pues como mi mamá me pega 50
yo me voy a ir”, no, no. Entonces 51
este, ya le digo, me faltaba un mes 52
para cumplir l5 años. 53
Andrea: ¿Entonces usted se casó porque 54
estaba enamorada? 55
Dionisia: Pues sí, simplemente. 56
Simplemente y porque él, el fulano me 57
llamó la atención, pero de ahí para 58
allá, no le voy a decir a usted que 59
por esta, que por esto otro. 60
#-IDEALES #-PREPARACIO #-CONDICIÓN
Andrea: Oiga y cuando usted se casó 61
¿qué tan preparada estaba para la vida 62 #
matrimonial? 63
Dionisia: Fíjese que no, pero sí, en mis 64
adentros sí, yo lo pensaba: “cuando yo 65
me case, cuando yo me case, yo nada 66
más voy a vivir, siempre toda mi vida 67
nada más con un hombre, con mi marido 68
que sea. Cuando yo me case, mis hijos 69
no tengo que tener de un apellido y de 70
otro apellido. Y que cuando vengan a 71
buscar a mi marido, que digan se llama 72
fulanito de tal, pues que sí, que sea 73
el padre de todos mis hijos”. Eso era 74
lo que yo pensaba. 75
%-CONOCIMIEN %-SEXUALIDAD
Andrea: Pero ¿y usted, qué tanto sabía 76
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO 79

de lo que le pasaba a usted, de lo que 77 %


le pasaba en su cuerpo? 78
Dionisia: Nada. 79
Andrea: ¿Nada, nada? 80
Dionisia: Nada, porque yo mire 81
solamente lo que a mí me dolía era a 82
veces la cabeza, me agarraban fuertes 83
gripas, eso era lo que yo sufría. De 84
ahí para acá, yo no supe de nada, no. 85

CONCLUSIÓN

La discusión aquí presentada nos permite concluir, en primer lugar, que


la adopción de un método cualitativo o cuantitativo no puede ser una
decisión arbitraria, sino que se asocia estrechamente al tipo de
conceptualización que formulemos del fenómeno objeto de nuestro
interés. Si lo que interesa es estudiar la asociación entre diversas
variables, quizás convenga mejor un enfoque cuantitativo. En cambio, si
lo que interesa es estudiar los significados que los individuos atribuyen a
sus circunstancias, y el tipo de conductas que se derivan de tales
definiciones de la situación, entonces lo que conviene es adoptar un
enfoque cualitativo. En cualquiera de los dos casos, es importante estar
consciente de los supuestos que subyacen al enfoque adoptado, pues ellos
determinan de manera decisiva el tipo de conocimiento generado. En
otras palabras, en ciencias sociales el “metodo científico” no es un
procedimiento neutral, independiente del problema estudiado; es más
bien un procedimiento que depende del tipo de supuestos metateóricos
que se acepten acerca de la naturaleza de la realidad. Lo interesante es que
la “realidad” presenta tal diversidad de aspectos que ambos enfoques son,
de hecho, necesarios. En otras palabras, ahí donde el investigador se
interesa por significados suele haber también un contexto con
dimensiones numéricas (i.e. edad de los entrevistados, educación, etc.); y
a la inversa, ahí donde el investigador se interesa por asociaciones entre
variables suele haber individuos que atribuyen significados propios a cada
una de las preguntas que les formula el entrevistador. En consecuencia,
sería erróneo y sumamente empobrecedor concluir que los métodos
cualitativos y cuantitativos son antagónicos y excluyentes. La conclusión
correcta es que cada uno estudia dimensiones diferentes de la realidad y
que es legítimo, y con frecuencia necesario, interesarse por ambas.
80 REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

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II
LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA
SOBRE EL CUERPO,
LA SEXUALIDAD Y LA SALUD.
ALGUNAS EXPERIENCIAS EN MÉXICO
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS

EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS

MARIO HUMBERTO RUZ 1

Aproximarse al cuerpo desde una atalaya etnológica es, en buena medida,


acercarse a los lenguajes con que el cuerpo se expresa y a aquellos con los
cuales buscamos dar cuenta de tal expresión. Lenguaje que se modula en
centenares de voces; espacio privilegiado de signos, símbolos,
significados, gestos, posturas e inflexiones sonoras, pero también de
cifras y medidas, espesores y longitudes, atavíos y desnudeces, patologías
y placeres. Lenguaje, en fin, que nos es particularmente próximo, aun
cuando a menudo sirva para acercarse al otro, tema privilegiado por la
etnología.
En consonancia con sus múltiples vías de expresión, los caminos
etnológicos para aproximarse al estudio del cuerpo son variados, en
especial cuando el observador proviene de una cultura distinta a la del
observado, pero es obvio que existen puntos comunes de referencia al
tratarse de un solo molde (único significante con varios significados). Ya
que es imposible abordar en este espacio las disímiles y múltiples maneras
en que los antropólogos y otros estudiosos se han aproximado a la
temática, me ceñiré a ejemplificar algunas de ellas, tratando de dar una
idea somera de tal variedad, al mismo tiempo que muestro
aproximaciones que engarzan diversas ramas de la antropología,
recurriendo a métodos propios de la etnohistoria, la lingüística y la
etnología, en los que se combinan el trabajo de revisión bibliográfica y de
archivo con el de campo y el análisis de tipo sociolingüístico.
Sin pretender que sean paradigmáticos, o los más interesantes o
inéditos,2 propongo dos ejemplos que permitan ver algunos de tales

1
Etnólogo del Centro de Estudios Mayas, Instituto de Investigaciones Filológicas,
UNAM.

84
85 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

acercamientos en otras tantas latitudes y tiempos: la imagen que de su


propio cuerpo tenían los tzeltales de Copanaguastla, Chiapas, en el siglo
XVI y lo considerado por los tojolab’ales contemporáneos acerca de la
reproducción.3

El cuerpo: un microcontinente proyectado al universo

Si bien los casos que luego abordaré nos ilustrarán acerca de lo


considerado por dos pueblos específicos en lo relativo a su propia
corporeidad y el campo reproductivo, existen ciertas constantes generales
que, con fines comparativos, nos permiten hablar de la existencia de un
cuerpo universal, sobre el cual es posible realizar no sólo analogías con
otros seres, sino también —en una imagen en espejo— proyectarlo sobre
el resto del entorno por medio de meca- nismos como las
antropomorfizaciones o el empleo de porciones corpóreas para dar cuenta
de longitudes espaciales o volúmenes, tal como ocurre en muchos sistemas
de pesos, equivalencias y medidas. Dado el lugar y el tipo de público,
privilegiaré ciertos datos acerca de nuestro entorno geográfico y que versan
de una u otra manera sobre la salud reproductiva.
Puesto que su estudio ha sido tradicionalmente vinculado en nuestro
país sólo con la esfera de lo religioso, o cuando mucho a la de la llamada
historia de las mentalidades, me parece interesante iniciar con algunas
consideraciones acerca de una fuente rara vez analizada con fines
etnológicos: los confesionarios en lenguas indígenas de la época
colonial.4 Por ejemplo, la información sobre el cuerpo humano y la
reproducción, que contienen este tipo de materiales, nos ilustra sobre
múltiples tópicos, desde problemas vinculados con un parto —al hablar
de la forma en que se había de bautizar a un niño cuya expulsión era

2 Mientras que el primer tema lo he tratado con mayor amplitud en dos trabajos previos

(Ruz, 1985 y 1986), de donde extraje varios párrafos, los datos que conforman el tercero
proceden en su mayoría de una etnografía de 1982 reeditada en 1990 (cf. la bibliografía).
3
Al interesado en comparar estas concepciones con las de los nahuas (comparación
por demás valiosa), lo remito al espléndido libro de Alfredo López Austin, Cuerpo humano
e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas.
4
Una notable —y muy reciente— excepción, es el libro de Martine Azoulai (1993).
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 86

problemática (Molina, 1972: 23)— hasta expresiones de la sexualidad


mesoamericana.
Así, el famoso Confesionario en náhuatl de fray Alonso de Molina,
escrito en 1569, al abordar el quinto mandamiento menciona la existencia
de “bebedizos para la hacer mover [a la embara- zada] y para que muriese
la criatura” e insiste en que ha de preguntarse a la mujer: “dístele la teta
[al niño] de tal manera que le lastimaste y, no pudo más mamar o,
durmiendo, te echaste so- bre él y murió”, a la vez que se le inquiriría
sobre si acostumbraba “apretarse” el vientre o realizar trabajos pesados
—cargar, moler— para abortar, o tomar bebedizos para no concebir. Dato
curioso: debería también preguntarse a la penitente si “con dañada
intención” había lastimado al varón durante el coito, a causa de lo cual
hubiese enfermado o muerto (pp. 30-31).
La información más valiosa sobre sexualidad y reproducción, como
era de esperarse, se encuentra en los interrogatorios relativos al sexto y
noveno mandamientos: en ellos se habla de la “codicia” de otro cuerpo,
las relaciones extramaritales (insistiendo si se efectuaron con parientes o
mujeres vírgenes), los “tocamientos” considerados “impuros”
(“¿abrazástela o la asiste de las tetas o la retocaste deseando y codiciando
tener parte con ella?”), el empleo de, o el desempeño de alcahuete, la
masturbación, las prácticas homosexuales, los matrimonios realizados no
“por aver hijos... mas solamente por respecto mundano o por el suzio
deleyte”, la infidelidad, las prácticas contraceptivas, el adulterio, la
práctica sexual durante la menstruación5 o por vías no vaginales (“no en
el devido vaso”), etc., y si bien aluden por lo general a los conceptos
cristianos que se pretendía imponer a la población indígena (de hecho, se
traducían de confesionarios españoles), de manera tangencial nos
ilustran sobre algunas concepciones mesoamericanas —pues añaden
preguntas específicas— o sobre la resistencia indígena a aceptar ciertos
conceptos de origen europeo.
Dicha resistencia podía derivarse, por cierto, de la novedad de tales
conceptos, muy distintos a los amerindios. Por ejemplo, en algunos
confesionarios del área maya se insiste sobre lo particularmente
pecaminoso de mantener relaciones sexuales o contraer matrimonio con
compadres o padrinos, individuos considerados parientes por el derecho

5
Conceptuar tal práctica como pecaminosa produjo que en el imaginario medieval se
considerase a los leprosos como producto de ella (Le Goff, 1986: 41).
87 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

canónico pero jamás tenidos por tales en los sistemas de parentesco


empleados en Mesoamérica.
Cabe destacar que si bien las modalidades de la confesión y la gama
de transgresiones debieron resultar novedosas para los pueblos mayanses,
el hecho mismo de “confesarse” no lo fue tanto; se estilaba ya desde la
época prehispánica, según asientan Las Casas y Landa entre otros varios.
Este último, hablando sobre Yucatán, apunta:

... Los yucatanenses... porque creían que por el mal y pecado les venían
muertes, enfermedades y tormentos, tenían por costumbre confesarse
cuando ya estaban en ellos. De esta manera, cuando por enfermedad u otra
cosa estaban en peligro de muerte, confesaban sus pecados y si se
descuidaban traíanselos sus parientes más cercanos o amigos a la memoria,
y así decían públicamente sus pecados: al sacerdote si estaba allí, y si no, a
los padres y madres, las mujeres a los maridos y los maridos a las mujeres.
Los pecados de que comúnmente se acusaban eran el hurto, homicidios,
de la carne y falso testimonio y con esto se creían salvos. Y muchas veces,
si escapaban [a la muerte], había revueltas entre el marido y la mujer por las
desgracias que les habían sucedido y con las o los que las habían causado...
Ellos confesaban sus flaquezas —salvo las que con sus esclavas los que
las tenían— habían cometido, porque decían que era lícito usar de sus cosas
como querían... (Landa, 1978: 47).

Los confesionarios para el área de Chiapas, redactados para los


hablantes de tzoztil, tzeltal, k’otok (mochó), zoque, chiapaneca y chanabal
(tojolab’al),6 si bien no son comparables al de Molina en cuanto a la
riqueza de información, nos permiten comprobar la difusión de ciertos
conceptos en el área mesoamericana (en particular vinculados con
cuestiones de tipo religioso) y la insistencia generalizada de los
eclesiásticos, con independencia del lugar o la época, en inquirir sobre
determinadas prácticas consideradas pecaminosas. Veamos, por ejemplo,
lo que acerca de la sexualidad consignaba Marcial Camposeco en su
Confesionario... en lengua chanabal, fechado en 1819:

¿Haveis pecado con alguna muger?


¿Era casada, soltera, viuda o niña?

6 Dichos confesionarios, juntos con otras obras de corte lingüístico y/o doctrinario,
constan en tres volúmenes (Ruz, 1989-1994).
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 88

¿O con algún hombre casado, soltero o viudo?


¿Haveis pecado con tu pariente?
¿Haveis pecado en la santa iglesia o en lugar sagrado de Dios?
¿Haveis pecado cuando eras chico con tus hermanos o parientes?
¿Haveis pecado con algun animal como llegua o perra o mula o marrana?
¿Haveis hecho pecado con tu comadre o haveis tenido pleito con ella [por
hacerlo]?
¿Haveis deceado la muger de tus proximos?
¿Haveis abrazado, besado o tentado los pechos de alguna muger para que
hagais [sic] pecado con vos?
¿Haveis enseñado a pecar a otros?
...
¿Haveis pecado a vista de los muchachos?
¿Haveis llegado con tu muger delante de tus hijos?
¿Haveis enseñado a pecar a algun muchacho o muchacha que no sabe lo del
mundo?

Más inquisitivos que Camposeco, fray Manuel Hidalgo (a quien se


atribuye un confesionario en tzotzil de 1753), y el autor anónimo de otro
en tzeltal (1798), insisten —con una actitud ya en sí lujuriosa— en el
número de veces que se cometió el pecado y el tiempo que se mantuvo la
relación, la doncellez o no de la mujer (“¿Tú la perdiste o abriste?”), la
alcahuetería o el encubrimiento, los coitos anales y, cosa particularmente
importante dado lo difícil que ha de haber sido para la población indígena
considerar tal hecho como una falta, en la comisión de pecados por
palabra y, sobre todo, por el simple deseo.
El texto tzeltal, tal como lo hiciera Molina 200 años antes, apunta
además que debe preguntarse a los penitentes si no se han negado a pagar
a su pareja el débito conyugal, punto en el que se detiene también el
confesionario en zoque de Pozarenco (1696), el cual centra su insistencia
en los grados de parentesco que se tienen con el compañero sexual, las
poluciones en sueño y, datos curiosos, agrega que ha de preguntarse a los
hombres si funcionaron como alcahuetes para obtener mujeres indias
para solaz de los españoles que visitaban los pueblos,7 mientras que a las
penitentes se les debía inquirir sobre si habían tenido “malos
pensamientos” con el propio cura (apud, Ruz, 1989-1994).

7 La respuesta posible que el fraile pone en boca del penitente es más que significativa:
“Padre, mui bien sabes la costumbre de los españoles, en llegando de pueblo en pueblo, que
primero quieren indias, por lo qual, siendo yo alguacil, muchas veces de noche y cada noche
traía otras mugeres, ya casadas, ya viudas, ya doncellas, para los españoles” (ibid.).
89 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

No debe creerse que la dificultad, a menudo señalada por los frailes,


para hacer comprender a sus nuevos fieles la carga “pecaminosa” de
ciertos actos significase que los pueblos amerindios carecían de reglas y
preceptos relativos al ejercicio de la sexualidad; aunque diversos en
algunos casos a los acostumbrados por los europeos, éstos formaban parte
del universo cotidiano,8 como lo muestra con claridad y belleza —entre
otros muchos ejemplos— un huehuetlahtolli recogido por Sahagún, que
nos habla acerca del concepto de templanza nahua:

Nota, hijo mio, lo que te digo, mira que el mundo ya tiene este estilo de
engendrar y multiplicar, y para esta generación y multiplicación ordenó Dios
que una mujer usase de un varón y un varón de una mujer, pero esto conviene
se haga con templanza y con discreción; no te arrojes a la mujer como el
perro se arroja a lo que ha de comer... aunque tengas apetito de comer
resístete, resiste a tu corazón hasta que ya seas hombre perfecto y recio; mira
que el maguey si lo abren de pequeño para quitarle la miel, ni tiene sustancia
ni da miel, sino piérdese; antes que abran al maguey para sacarle la miel lo
dejan crecer y venir a su perfección, y entonces se saca la miel.

....
[De no tener templanza en lo carnal] dijeron los viejos que serás en este
caso como el maguey chupado que luego se seca y serás como la manta, que
cuando la lavan hínchase de agua, pero si la tuerces reciamente luego se seca
(1979: 358).

En una forma aun más poética, aunque críptica, los mayas de Yucatán
también se refieren en sus escritos a la lujuria, a la que —al igual que al
amor y al sexo— identifican con las flores, en particular con la Plumeria
o flor de mayo. Apunta así el Chilam Balam:

... Dulces son sus bocas, dulces las puntas de sus lenguas y dulces tienen los
sesos estos dos grandes y nefastos murciélagos que vienen a chupar la miel
de las flores: la roja de hondo cáliz, la oscura de hondo cáliz, la amarilla de
hondo cáliz, la inclinada, la vuelta hacia arriba, el capullo, la marchita, la
campánula, la recostada de lado, la mordisqueada del cacao, la pegajosa flor

8
No me detendré aquí en ello; el interesado puede hallar amplia y sugerente
información al respécto en el libro ya citado de López Austin, en particular en el cap.9, "La
edad y el sexo"
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 90

de pedernal, la flor de hueso; la macuilxúchit, cinco flores, la de corazón


colorido; la Ixlaul, flor de laurel, la flor de pie torcido; a todas éstas vinieron
los Ah Con Mayeles, los ofrecedores de perfume...
De Flor de mayo será la Estera, de Flor de mayo el Trono, de Flor de
mayo la sustancia... Desvariado de lascivia será el poder en su época cuando
pida a gritos su comida y su bebida...(Chilam Balam, 1974: 90).

Pero no debe creerse que estos conceptos, en cierta medida


“moralistas”, reflejan la actitud maya frente a la sexualidad o el placer de
ella derivable; lo que se reprueba no es la sensualidad sino la lascivia (a
menudo atribuible, durante la época colonial, a los españoles). La
sensualidad era incluso cantada sin pudibundez, como lo muestra, entre
otros, el siguiente texto de los Cantares de Dzitbalché:

Alegría
cantamos
porque vamos
al recibimiento de la Flor.
Todas las mujeres mozas
[tienen en] pura risa y risa sus rostros,
en tanto que saltan sus corazones
en el seno de sus pechos.
¿Por qué causa?
porque saben
que es porque darán
su virginidad femenil
a quienes ellas aman
¡Cantad la Flor!
....

Y en otro de ellos, donde se describe la ceremonia Kay nicté,


realizada por mujeres solas y desnudas, dirigidas por una anciana en
noches de luna y a la orilla de un haltun, “para regresar, si se ha ido, o
asegurar, si permanece cerca, al amante” (Cantares, 1980: 367-368), se
apunta:
91 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

La bellísima Luna
se ha alzado sobre el bosque;
va encendiéndose en medio de los cielos
donde queda en suspenso
para alumbrar sobre
la tierra, todo el bosque.
Dulcemente vienen el aire
y su perfume.
.....
Hemos llegado adentro
del interior del bosque
donde nadie mirará
lo que hemos venido a hacer.
....
Ya, ya estamos en el corazón del bosque,
a orillas de la poza en la roca, a esperar
que surja la bella estrella
que humea sobre el bosque.
Quitáos vuestras ropas,
desatad vuestras cabelleras;
quedaos como llegásteis aquí
sobre el mundo,
vírgenes, mujeres mozas...
Bien entendieron los mayas que el deleite proporcionado por la
sexualidad no era cualidad exclusiva de una u otra cultura, al asentar: “no
acabarán por completo el tiempo de la Flor de Mayo y los hombres de la
Flor de Mayo dentro del cristianismo”; simplemente cambiaron las
consideraciones acerca de lo que era o no reprobable.
Para acabar con las transgresiones al sexto y noveno mandamientos
de Moisés, los eclesiásticos emprendieron una campaña tenaz para
institucionalizar el matrimonio monogámico, variar el patrón de
residencia e inculcar en sus feligreses la connotación “pecaminosa” de
ciertas costumbres sexuales. Para esto último tuvieron que trastocar en
forma profunda los valores indígenas, pues si bien las transgresiones
sexuales eran severamente castigadas en la época prehispánica —incluso
con la muerte—, hay que recordar que la calidad de “transgresión” no era
aplicable a las mismas conductas en los dos sistemas ideológico-jurídicos
que se enfrentaron, y que incluso en los casos en que coincidieron, la
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 92

reprobación de los mayas obedecía a fines morales o de control social y


no invocaba orígenes de relación divina como en el caso de los cristianos.
Es así como los eclesiásticos se dedicaron, desde el púlpito y el
confesionario, a satanizar prácticas como las relaciones prematrimoniales
o las que se mantenían durante el periodo de prueba matrimonial, la
homosexualidad, la sodomía, la costumbre de casar a la viuda con su
cuñado (levirato) o las uniones poligámicas, al mismo tiempo que
exaltaban la idoneidad de sus propios valores.
Que algunos pueblos indios refutaban tal adoctrinamiento,
esgrimiendo frente a los frailes sus propios valores, nos lo muestran con
detalle los escritos de fray Pablo de Rebullida, misionero en el área de La
Talamanca (Costa Rica) a finales del siglo XVII, quien dejó testimonio
de lo que respondían los indios cuando argüía en favor de la monogamia
y el matrimonio cristiano. Pues- to que se trata de uno de los pocos
documentos puntuales al respecto, bien vale la pena recordarlo aquí.

De los casamientos no hay qué hablar; ni aunque yo les predique no hay


remedio de casarse, y me responden:

Padre, si yo me caso con una sola mujer he de estar con ella mientras que
vivamos. Luego, con tanta familiaridad y asistencia con ella, luego o yo me
enfado o ella [y] ya nos arrepentimos; con que ya busco otra y así andamos.
Nos apartamos y desa manera ya no tengo pesares. Y dime padre, ¿estar una
persona libre de pesar es malo? No, sino bueno. Pues por no tener pesares no
me quiero casar sino tener muchas amigas.
Más dicen:
Mira padre, si tengo una sola mujer, sale muchas veces de mala condición
y regañona, con que —por quererlas corregir— coge mis hijos y ... se van a
casa de sus parientes. Ya tú no me puedes volver a traerla. Yo, si voy, tengo
miedo a sus parientes porque les ha contado muchas mentiras y ellos están
irritados contra mí.
Más dicen:
Mira padre, si tengo muchas mujeres tengo muchos hijos; si tengo
muchos hijos yo estoy alegre: aunque mueran algunos, quedan otros.
Tuviendo [teniendo] yo muchos hijos, cuando soy viejo, que no puedo
trabajar, dos meses me estoy con éste y lo paso bien y bien estimado; otros
dos meses con el otro. Y de esa manera paso mi vejez.
Si más dicen, más dicen:
Si tengo una sola mujer tengo pocos hijos; unos se mueren, otros se
suelen ir lejos con sus mujeres. Ya me quedo, solo con mi vieja, trabajando
93 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

hasta que irnos a la sepultura. Y, dime padre, ¿trabajar siempre, que aun
siendo viejos que ya no podemos, sin tener quien nos descanse siquiera en
la vejez, te parece que es bueno? No es bueno, sino malo. Mira padre, del
modo que te lo decimos nosotros lo han hecho nuestros antig[u]os y hemos
visto que han tenido la vida larga...
Mira padre, buena es la doctrina que nos predicas, pero la que nosotros
decimos no nos desagrada. Quédate tú con la tuya, yo me quedaré con la
mía...9

Si luchar contra las uniones múltiples, fácilmente detectables, se


reveló un proceso arduo, bien puede imaginarse lo que significó el
combate contra las relaciones sexuales veladas o, aun más, el inculcar en
el indígena la idea cristiana de que el simple “deseo” o “la intención”
pueden considerarse pecados.10
Por lo que toca a la regulación de las actividades sexuales con objeto
de encauzarlas dentro de los marcos de la moral cristiana, poca noticia
tenemos, tanto por la naturaleza íntima del tema co- mo por el cuidado
que ponían los cronistas religiosos en no insistir en él en sus escritos, a fin
de no perpetuar las tradiciones americanas; sin embargo, el hecho de que se
pregunte insistentemente sobre la persistencia de muchas de las antiguas
costumbres en los confesionarios bilingües coloniales, según vimos, nos
indica claramente que éstas continuaban.
Además de la tradición nativa, los frailes tuvieron que enfrentar otro
problema: la conducta licenciosa de varios españoles, quienes
contribuyeron con su ejemplo a relajar los controles sociales y morales
existentes en las sociedades prehispánicas. En 1616 Antonio de Remesal
(citado por Ruz, 1992:106), quejándose de esta situación en Chiapas,
escribía:

Las costumbres eran peores que en su infidelidad, porque demás que ningún
vicio antiguo perdieron, particularmente de la sensualidad, se les añadieron
algunos que veían en los cristianos y no los tenían por tales, y el que antes
de bautizado no hurtaba, no juraba, no mataba, no mentía, no robaba
mujeres, si hacía algo de esto después de bautizado, decía: “ya me voy

9 Si bien se modernizó la ortografía y se suprimieron los errores sintácticos, derivados


de la pérdida que registró el fraile en su lengua materna tras una estancia de 14 años, aislado,
entre los indígenas, las citas fueron tomadas textualmente de Ruz, 1992: 278-279.
10
Los siguientes párrafos sobre la resistencia cotidiana maya proceden, casi
literalmente, de Ruz (1992a), de allí que me haya permitido obviar el aparato crítico.
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 94

haciendo un poco cristiano”... Eran peores los indios bautizados que los
infieles.11

Otra costumbre problemática para los religiosos fue la escasa ropa


que portaba buena parte de sus nuevos feligreses, en particular los
pertenecientes a los estratos sociales más bajos (pues debe recordarse que
el atavío era otro signo de la posición social). Así, el cronista dominico
Tomás de la Torre asentaba que en el pueblo tzotzil de Zinacantán,
Chiapas, los hombres andaban desnudos, y cuando el frío o la fiesta los
forzaban a vestirse, se ponían tan sólo una manta anudada sobre los
hombros, mientras que su correligionario Ximénez señalaba que en
Guatemala los vestidos “eran tan pocos que casi no se pueden llamar
tales”.
Con el interés de propiciar al máximo la diferenciación de los
naturales con fines de control, y a excepción de algunos que obtuvieron
“merced” especial para portarlas, el empleo de las ropas españolas estuvo
vedado para los indígenas. Por ello se influyó en el diseño de los atavíos
—en particular los masculinos (agregándoles sobre todo capas o especies
de sobrepellices y pantalones e introduciendo variaciones en sombreros u
otros accesorios)— que sirvieran tanto para identificar por poblados a los
fieles como para cubrir sus desnudeces (y evitar así lo que a juicio de los
frailes eran “tentaciones de la carne”) e introducirlos a la “civilización”.
Otra de las medidas que tomaron algunos eclesiásticos para remediar
lo que consideraban una escandalosa tendencia a la sensualidad entre sus
ovejas fue alterar el patrón de residencia patrilocal buscando evitar al
máximo las oportunidades de faltar a la moral cristiana. Aducían que la
cohabitación en familias extensas daba pie a relaciones sexuales
frecuentes entre cuñados o entre los suegros y sus nueras. Y el problema
se tornaba aún más complejo cuando en el grupo se acostumbraban las
uniones poligámicas. Que a pesar de las órdenes en contra la situación
persistía lo muestra el hecho de que hacia 1700 el obispo de Chiapas,
Francisco Núñez de la Vega, insistiera en que los recién casados de- berían

11
Cabe recordar que a la relajación de las costumbres “contribuían también el nuevo
régimen laboral e incluso el pago del tributo. Tal se deduce de las declaraciones del obispo
guatemalteco fray Juan Ramírez, quien en los albores del siglo XVII señalaba cómo las
mujeres indias que prestaban servicio —obligado y sin remuneración— en casa de los
españoles, acababan como mancebas de patrones y mayordomos, y cómo las esposas e hijas
de los indios tenían a veces que prostituirse con mestizos y mulatos para poder pagar el
tributo” (Ruz, 1992: 106).
95 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

establecerse en una nueva casa o, a falta de ella, con los padres de la joven
(1989).
No debe pensarse, sin embargo, que la lucha contra la familia extensa
fuera exclusivamente una batalla en pro de la nueva moralidad; en ella
intervenían factores de tipo económico, ya que en el seno de tales
agregados familiares podían disimularse más fácilmente las nuevas
uniones conyugales y evadir así una parte de la tributación y de ciertos
trabajos que, según Real Cédula de 1578, obligaban no al individuo sino
a la unidad familiar. No es extraño que los mayas se mostrasen poco
interesados en la constitución de familias nucleares, ni que los
funcionarios civiles se aliaran con los eclesiásticos en su campaña.12 Para
ver hasta qué punto fueron ineficaces todos los intentos por destruir ese
pilar de la organización social indígena que es la familia extensa
patrivirilocal, basta con asomarse a cualquier pueblo contemporáneo.
Para continuar por el mismo sendero pecaminoso, veamos
rápidamente algunos puntos relacionados con la metrología, tema que
pese a su apariencia “científica” y “objetiva”, nos remite nada menos que
al pecado original, pues en la antigüedad fue común asociar la invención
de las medidas con la estafa, la pérdida de la felicidad primitiva y la
maldad, ya que se consideraba como su inventor a Caín, y se argüía que
“contar y medir equivale a pecar” (Kula, 1980: 3, 16).
Si dejamos de lado la carga ideológica de esta apreciación —bastante
cuerda si nos detenemos en los comerciantes y banqueros de todas las
épocas—,13 aquellas otras del mismo tenor que hacen de Caín el inventor
de la cultura —urbana, pastoril, artesana y musical (Le Goff, 1986:
25ss)— y nos centramos en la relación de las medidas con el cuerpo
humano, veremos que si bien dichos vínculos se caracterizan por su
ambivalencia, diversas culturas han insistido e insisten en sus rasgos
negativos: según los checos del siglo XVIII, medir los vestidos de un niño
podía detener su crecimiento, en tanto que un siglo más tarde los aldeanos
de Bulgaria se oponían al registro de los nacimientos considerando que
contar a los pequeños provocaba la ira de Dios, quien se los llevaba “de
12
Ya desde las Ordenanzas de Diego García de Palacio, oidor de Guatemala a
mediados del siglo XVI (ordenanzas por otra parte en muchos aspectos favorables a los
indígenas), se dedicaba uno de los apartados, el número once, a la construcción de nuevas
viviendas para los recién casados. Y para que la orden fuese entendida, habría de traducirse
a la lengua del pueblo y leerse en voz alta una vez al mes (ibid.).
13
El ya mencionado Confesionario de Molina, por ejemplo, invita de manera
particular al examen de conciencia al mercader “para que tengas memoria de todos los
engaños y daños que a otros hiciste” (op. cit., p. 10).
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 96

vuelta”. Los polacos del XIX, por otro lado, aducían que las cosechas
habían disminuido tras haberse medido sus campos. Y si estas dos últimas
creencias nos remiten a la bien conocida resistencia campesina, aquella
de que medir la circunferencia cefálica de un individuo, mucho más
conocida entre nosotros, es técnica que puede llevarlo a la muerte (Kula,
op. cit.: 17 y ss), nos inserta en el campo de la brujería.
Vinculadas por lo general con tierra, alimento y bebida, las medidas
se consideran a menudo expresiones de injusticia social, ya que
comúnmente las emplean los poderosos para robar a los más desposeídos.
De ahí que una de las pocas mediciones justas se reservara al arcángel
Miguel quien, de acuerdo con la tradición, tiene a su cargo pesar y
contraponer las obras buenas y malas de quienes acuden a juicio divino;
por algo porta, en muchas representaciones iconográficas, una balanza.
Si lo relativo a la conciencia era mesurable sólo para la esfera de la
divinidad (de donde deriva su justeza intrínseca), lo concerniente al
ámbito terrestre bien podía ser atributo de los humanos, los cuales, a
menudo, utilizaron y utilizan secciones de su propio cuerpo como
parámetros. Las medidas que así surgen, llamadas antropométricas, son
comunes en múltiples culturas; aquellas de raíz occidental, por ejemplo,
han heredado valores como pulgada, pie, palmo, brazada, codo, paso14 y
otras menos conocidas como el alcance de la voz o el trayecto recorrido
por “un tiro de ballesta” (frecuente en los documentos novohispanos de la
época colonial) que si bien no eran tan cómodas como las otras, que se
llevaban “siempre encima”, permitían en cambio registrar distancias
mayores (Kula, op. cit.: 32), para las que en otros casos podían emplearse
valores fijados de acuerdo con el trabajo que podía realizar en un día un
hombre promedio (“jornada de trabajo”) o el número de pasos que debía
dar para efectuar, por ejemplo, siembras “al voleo”.
El tema, hasta donde sé, aún no ha sido trabajado para las culturas de
origen indoamericano, pero hay algunos datos —de todos conocidos—
que ilustran bien la importancia que revestiría el hacerlo. Un ejemplo,
como cualquier otro, sería el empleo que hacen hasta nuestros días los
grupos mayanses de valores como la “mano” —cinco— y “hombre”
—veinte, por referencia al número de dedos. Estas expresiones, pese a su
aparente sencillez, nos remiten a una verdadera matemática de origen
14
Los médicos etíopes empleaban como medida el tamaño del agujero en la oreja
(Kula, op. cit.: 30, nota 3).
97 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

popular que se encuentra no sólo en la base del conocido desarrollo que


en el campo calendárico lograron los mayas prehispánicos, sino también
de una peculiar manera de concebir el mundo, que incluso en nuestros días
está presente en la cotidianeidad de muchos de estos pueblos. Así, los
tzotziles de Chamula consideran como alter ego (contraparte animal que
se recibe al nacer, y con cuya suerte está inextricablemente vinculado cada
individuo) únicamente a aquellos mamíferos silvestres que ostentan cinco
dedos, como los humanos; por algo tanto “veinte” como “hombre” se
dicen vinik (Gossen, 1988: 133), en tanto que los tojolab’ales conceptúan
a este mismo tipo de animales como a aquellos individuos resultantes de
una generación humana anterior, destruida por los dioses a causa de su
soberbia (Ruz y Schumann, op. cit.).
El empleo de sistemas vigesimales (recuérdense los famosos katunes
mayas) en muchos pueblos es testimonio de la íntima relación que el
hombre establece con la naturaleza (sobre la cual proyecta su propia
corporeidad), e incluso del tipo de atavío, pues si tal medida nos suena
extraña a quienes acostumbramos andar calzados, para quien camina
descalzo o con huaraches no deja de ser más fácil recordar que posee 20
y no diez dedos.
Un ejemplo aun más obvio de la mencionada proyección del cuerpo
humano sobre el entorno lo constituyen sin duda las múltiples vías de
antropomorfización. Veamos, para continuar en la misma área cultural,
algunas de las empleadas por el pueblo tojolab’al, al cual me referiré con
cierto detalle en la última parte de esta exposición.
Deseo apuntar en principio que los tojolab’ales conciben una
jerarquización no siempre coincidente con la occidental en lo que se
refiere a las partes del cuerpo; así, se privilegian la cabeza y las
“apariencias” o “rostros” de las partes externas, mientras que —acorde
con sus escasas posibilidades de escudriñar la anatomía interna—, lo
conceptuado acerca de los órganos interiores es a menudo difuso, y en
otras —como el caso de las funciones que se atribuyen al corazón al cual
me referiré más adelante— rebasa con mucho lo que nosotros
consideramos.
Esta “jerarquía” corporal, por llamarla de algún modo, se
transparenta en el hecho de que algunos componentes de los miembros
superiores e inferiores se denominen en función de lo que podría
considerarse “regiones mayores” del resto del cuerpo. Veamos el caso de
la pierna: la rodilla es su “cabeza”, en tanto que su cara anterior es su
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 98

“rostro”, y la posterior (formada por los gemelos, poplíteo y sóleo), es su


“estómago”. El tobillo es “su cuello” y el talón es el “ano” del pie, cuyos
“hijos” son, por cierto, los dedos.
Pero, tornemos la vista al cuerpo del mundo mediante tres ejemplos:
el árbol, la casa y los “excrementos”. Las raíces del primero son sus uñas
(yechte‘); las ramas, sus brazos (k’ab’te’); la corteza, su espalda o lomo
(spat te’); la semilla, su testículo-ovario, su simiente (sbak’te), y la fruta,
su rostro (sat te’). La segunda cuenta con una boca: la puerta (ti’na’itz);
con un rostro: la fachada (sat na’itz); orejas: las esquinas (chik’in na’itz);
entrañas: el interior (yojol na’itz); una cabeza: el techo (olom na’itz), e
incluso un velo del paladar: el tapanco (cha’an). Por lo que hace a los
“excrementos”, genéricamente designados como k’oy, vemos que se
consideran como parte del mismo campo semántico no sólo las heces
humanas o animales, sino también la cerilla del oído, la legaña, los mocos,
el sarro y las “nubosidades” de la vista, además de los asientos del café,
el posol u otras bebidas, el moho que crece en la superficie de las aguas
estancadas, las sobras de la comida e incluso las estrellas fugaces, que
según la tradición, no son más que los excrementos de los hombres-
estrella que al caer en tierra, por cierto, se transforman en obsidiana.
Y si tales ejemplos nos suenan “extraños”, recordemos algunos que
acostumbramos emplear cada día: boca de jarro, oreja de la taza, garganta
de un cañón, lomo de un libro, cuello de botella, dientes de la sierra, ojo
de la cerradura, etc. Nada hay que permita invocar “rasgos primitivos” o
pobrezas lingüísticas en tal o cual cultura, se trata simplemente de mayor
o menor elaboración en determinados aspectos, ¿o acaso resulta pobre un
idioma que, como el tojolab’al, posee verbos distintos para señalar cuando
lo que se come son cosas duras, enrolladas (a manera de tacos), alimentos
elaborados, carne que requiere usar las muelas, cosas que sólo en parte
entran en la boca, tortillas, o incluso para deno- tar que se ingieren varias
cosas al mismo tiempo o se mastica con la boca vacía? ¿Y que hay de los
17 verbos diversos para hablar de las formas de caminar?: pisando fuerte,
jorobado, abriéndose paso, en romería, sin sombrero, tambaléandose,
trotando, de puntillas, cojeando, en fila, platicando, de lado, rápido con
carga, vacilando, etcétera.
Pero los grupos mayanses no sólo “desbordan” su propio cuerpo
sobre el resto de la naturaleza; como se saben apenas una parte de ella,
también emplean mecanismos en cierta manera inversos: los
cakchiqueles, por ejemplo, llaman al desencajado x-vach-queher ru vach,
99 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

“cara de venado”, mientras que los huaxtecos denominan al venado tenec


bichim, término que junto con el vocablo para “bestia” (bichim), exhibe
nada menos que el tenec que designa al propio individuo entre ellos.
Compartían así con los hoy desaparecidos mayas quejaches del sureste
campechano (los “mazatecas” de Cortés) una significativa identificación
con el venado.
Estas identificaciones se llevaban incluso a la esfera de lo
tragicómico. Un solo ejemplo: entre los cakchiqueles del siglo XVI existía
una trampa para cazar ratones y otros roedores pequeños que tenía el curioso
nombre de lahabibal o alibabal qhoy, término que se vincula con “tener
nuera”. Ignoro si estamos ante una compleja alusión mítica o una muestra
del humor cakchiquel. De tratarse de esto último, la imagen no parece
gratuita; bastantes datos hay en el vocabulario sobre la difícil existencia
de las mujeres bajo la égi- da de sus suegras; como atrapadas en una
ratonera. Pero, dejémonos de ennumerar hilos sueltos y tratemos de urdir
algo más compacto pasando a nuestro primer invitado de hoy: el cuerpo
tzeltal en el siglo XVI.

IMÁGENES TZELTALES DEL CUERPO EN EL SIGLO XVI

Algunos de los escasos vehículos para acercarse a la percepción que del


cuerpo tenían los pueblos mesoamericanos al momento de la conquista
española son las representaciones plásticas, las descripciones de los
cronistas y los vocabularios escritos en lenguas indígenas. Las primeras,
más abundantes, poseen la ventaja de haber sido elaboradas por
integrantes de la misma cultura, y el defecto, en muchos casos, de ser
representaciones estereotipadas, amén de que a menudo dan cuenta más
del atavío que del cuerpo mismo; nos permiten aproximarnos, más que al
continente, a su envoltura ideal; envoltura cuyas íntimas subjetividades a
menudo ignoramos cómo develar.
Por otra parte, los textos adolecen de una enorme limitante: son por
lo general “traducciones”; obras que nos dan acceso a imágenes de la
visión indígena “filtradas” en el molde cultural de los observadores de una
realidad que no era la propia. Esta distorsión, presente en todas las
crónicas y los escritos similares, resulta menos aguda cuando empleamos
como vehículo de estudio textos cuya finalidad era inicialmente
lingüística, pues trabajando sobre las voces escritas en lenguas
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 100

indoamericanas es posible adentrar- se en las concepciones originales, no


sólo en aspectos estrictamente anatómicos, sino también en la forma en que
las etnias concebían la dinámica de los procesos fisiológicos, fuente
invaluable para acercarse a la cosmovisión por medio del vínculo hombre-
naturaleza, y al conocimiento que el ser humano tiene de su más íntima
posesión: su cuerpo.
El método para aproximarse a tales concepciones, válido en su
origen, no carece de riesgos; los que se traducen en ambigüedades,
imprecisiones y sin duda fallas que, más que a ligereza de interpretación,
podrían imputarse a dificultades propias del material consultado.
Tratándose de meros vocabularios, las fuentes son en sí incompletas al no
dar cuenta de la armonía existente entre los vocablos y otros elementos
del sistema ideológico. Por desgracia no poseemos hasta ahora obras
etnográficas coetáneas que, como sucede con los nahuas, abunden directa
o indirectamente en los conceptos vertidos en los diccionarios. Tampoco
debe soslayarse la posibilidad de que al menos parte de la información
refleje, más que del indígena, proyecciones del pensamiento europeo de
su recopilador; aunque olvidar la frecuencia de paralelismos entre ambas
concepciones podría a su vez conducir a error.
Hechas estas advertencias, intentaré ejemplificar lo concerniente a
nuestro tema con algunos datos de dos obras redactadas hacia 1560 por
un fraile dominico, fray Domingo de Ara,15 quien tuvo a su cargo
evangelizar en Copanaguastla, un pueblo tzeltal de Chiapas desaparecido
hacia 1627.16
Cabe recordar aquí que a fin de superar el escollo que representaba
el enfrentamiento con códigos lingüísticos diversos para las actividades
evangelizadoras, algunos superiores de las órdenes religiosas encargaron
a los frailes más capaces que escribieran al respecto para permitir a otros
avanzar más rápidamente en sus tareas. Surgieron así obras de corte
lingüístico como diccionarios y gramáticas (o artes) que se empleaban
15
Un ejemplo de los problemas descritos en el párrafo anterior es que, como Ara no
señala en su obra los cierres glotales y emplea indistintamente algunos caracteres gráficos
(gh/g, v/b, u/v, i/y), la aproximación etimológica a los térmi- nos presenta algunas
dificultades (derivadas de las homonimias) a las que se suma la polisemia de diversas voces
tzeltales. Empero, el fraile agrupa buena parte de los vocablos por campo semántico, lo que
disminuye las posibilidades de error. Este margen de equívoco podría reducirse aún más,
por supuesto, comparando con otras fuentes lingüísticas, pero no las poseemos; no hay
siquiera material tzeltal contemporáneo equivalente, ni de lejos, al que nos legara el
dominico, e igualmente pobres, en lo que al tema toca, se muestran los estudios etnográficos.
16
Las obras empleadas son Vocabulario de lengua tzeldal... y el Iuxta Ussum opidi
Copanahuastla (cf. la bibliografía).
101 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

como instrumentos de estudio, y manuales destinados al ministerio


cotidiano, que comprendían sermonarios, himnarios, hagiografías y,
sobre todo, confesionarios y catecismos (o doctrinas). Como era de
esperar dados los fines perseguidos, mucho de tales obras tiene que ver
con aspectos de la religión que se pretendía imponer, pero hay también
una enorme cantidad de datos de otro tipo, sobre todo en las obras de
carácter más “lingüístico”.
El interés de los frailes en lo corpóreo supera con mucho la mera
nómina descriptiva, lo cual se corresponde con el aire de los tiempos.
Entre 1200 y 1500, habiendo disminuido aquella percepción de que el
cuerpo “más aun que polvo...., es podredumbre” (Le Goff, 1986: 41), éste
adquiere un nuevo significado religioso en la concepción cristiana,
afirmándose la unidad psicosomática. Al hacerse hincapié en la unidad de
la persona, el cuerpo dejó de concebirse como un obstáculo para la
ascención del alma (mero vestido que encubre el futuro alimento de
gusanos), convirtiéndose en un instrumento para realizarla; al fin y al
cabo, cuerpo y alma resucitarían juntos al final de los tiempos. No por azar
son ésos los siglos de los estigmatizados, de los santos que toman el pus
de los enfermos buscando participar de sus sufrimientos, de los cadáveres
incorruptos, del San Francisco que besa a los leprosos o de la extendida y
redituable veneración de reliquias: desde el brazo de María Magdalena
hasta el prepucio de Cristo (Walker, 1990).
Poca certeza tenemos sobre la medida en que los frailes venidos a la
Nueva España participaran de tales ideas, pero no sería extraña la
completa adhesión tratándose, como en nuestro caso, de dominicos, ya
que la principal fuente teológica de esta corriente son los escritos del
también dominico Tomás de Aquino. Aun si estuviesen alejados de las
corrientes teológicas innovadoras, el interés de los evangelizadores en el
cuerpo humano, sus funciones y manifestaciones, es más que
comprensible; incluso como mero asiento del alma el cuerpo es el
vehículo de sus pasiones, el siervo ejecutor de sus impulsos, instrumento
primordial por tanto en la eje- cución del pecado. Conocer las
peculiaridades del cuerpo del pagano por convertir y “domesticarlo”
—despojarlo de su alteridad y hacerlo entrar al universo de lo propio, a la
propia casa (domus)— era en consecuencia una tarea fundamental para
cualquier evangelizador, fuese éste portador de pensamientos
innovadores o retrógrados. Los intereses de fray Domingo de Ara se
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 102

inscribirían en este marco: “domesticar” el cuerpo de los tzeltales de


Copanaguastla a fin de entenderlo para, desde allí, salvarlo.
Si dividimos el material que nos proporcionan los vocabularios de tal
manera que nos permita un acceso más fácil a ambas concepciones del
cuerpo, obtenemos por así decirlo una doble imagen: la de objeto
corruptible y mero vestido del alma, ejecutor de sus deseos, y la del
cuerpo-parte imprescindible de la unidad personal salvífica. Podría
reprochárseme, con razón, que se trata de una división en extremo
arbitraria que de ninguna manera refleja la concepción de su propio
cuerpo que tenían los indígenas, pero convendría recordar que no fueron
ellos quienes redactaron los vocabularios sino sus evangelizadores, y por
otra parte, una división de cualquier tipo es finalmente tan arbitraria como
cualquier otra. 17
Los tzeltales de Copanaguastla, según parece, veían en la persona una
unidad en cuya conformación participaban el cuerpo (formado de carne
—baquet— y hueso —bac—) y el aliento vital o chulel. Mientras que la
categoría de humanidad queda señalada por el término uinic, los vocablos
que expresan la idea de cuerpo remiten al elemento visible, la carne, que
adquiriendo categoría de genérico sirve para designar al cuerpo mismo;
así, de baquet surge baquetal, la persona, lo carnal. Pero tal voz muestra
también nexos con bac, que significa tanto hueso como semilla, y que en
su forma bacal designa al olote o hueso del maíz, por lo que no deja de
ser interesante señalar una posible relación hombre/maíz, ampliamente
demostrada en los mitos mayas de la creación humana que hablan de esta
gramínea como elemento constitutivo del hombre y que han dado origen,
por otra parte, a una serie de concepciones mágico-religiosas en torno al
maíz que con frecuencia borda el campo de la anatomía.
Al conjuntar los vocablos relativos a anatomía resulta obvio que la
mayor parte de ellos se refiere a la cabeza y las partes que la componen,
lo que nos señala la importancia que se le concedía, donde se ubica buena
parte de los órganos de relación y que marcaba también la idea de

17
Por otro lado, deseo insistir en que tal arbitrariedad se diluye en alguna medida si
en vez de ceñirnos únicamente al estudio de las “traducciones” que hicieron los frailes de
los vocablos indígenas (a menudo meras aproximaciones), intentamos estudiarlos
etimológicamente; operación que nos permite aproximarnos con mayor fineza al sistema
cultural del pueblo que se expresaba por vía de dicha lengua.
103 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

autoridad y nobleza, según se desprende de algunos vocablos así como del


especial cuidado que se tenía en su adorno.
Por lo que toca a la nomenclatura de las diversas partes del cuerpo,
vemos que parecen privilegiarse determinados términos. Ghol, ni, ti, alal,
me y tza serían algunos de los más interesantes. Ghol, que designa a la
cabeza y que en su variante gholom señala al cráneo, vuelve a parecer
designando al pezón (“cabeza del pecho”) y sirve para formar otros
términos que nos hablan no sólo de la antropomorfización de diversos
elementos, sino también de la importancia dada a esta región: el techo de
la casa es su cabeza (gholna), mientras que el cielo es a su vez techo de la
tierra; si la valentía se traduce por gholchanil, un hombre valiente es un
gholchan. Así, asienta el fraile “al mayor entre ellos llaman ghol” (“la
cabeza”). De esta manera, la cabeza se muestra como centro anímico del
coraje y la sabiduría, del valor y la autoridad.
El sustantivo para boca o labio, ti, aparece señalando a la espi- nilla
como labio del hueso correspondiente (la tibia) y está presente también
entre los vocablos que señalan partes de la casa (ti na: puerta), de la ropa
(ti cuul: orilla, labio de la manta); entra en la composición de las voces
para carne y el hecho de comerla, y al igual que ni, nariz, señala la idea de
extremo: de allí que tijlon uinic sea traducido como “el último de los
hombres”. Tza, sustantivo que denota las heces y la escoria, conviene
perfectamente a la concepción tzeltal para denominar el cerumen
(“excremento del oído”), el sudor axilar fétido (“saliva apestosa”), al
pulpejo del brazo y a la pantorrilla (“excrecencia de la mano”, “del pie”),
e incluso a las manchas de la córnea que provocan que la visión se
enturbie, se “ensucie”.
También la tecnonimia del parentesco se hace presente en la
descripción del cuerpo humano. Si los dedos de las manos y del pie son
sus “hijos” (al), los pulgares de ambos son sus “madres” (me); la saliva es
hija de la boca (yalel zti), la matriz es el lugar de los hijos (alagheb), la
placenta es la madre del hombre (me uinic, me alal), el lugar donde tiene
origen el linaje (tocol), y el cartílago, en una imagen inversa de lo que
ocurre en la realidad pero acorde con su papel de “hueso joven”, es el
“engendrado por lo óseo” (unin baquet).
Por lo que hace a los órganos internos, permítanme detenerme tan
sólo en uno de ellos, otan: el corazón, advirtiendo, de inicio, que el
concepto tzeltal no corresponde con la víscera cardiaca stricto sensu. A
diferencia de lo que ocurría entre los nahuas —según lo ha señalado en
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 104

forma magistral López Austin (1980: 180 y ss)—, donde las diversas
funciones psíquicas se distribuían en varios centros anímicos como el
hígado, la cabeza, el corazón, el aliento, el ombligo u otros, nuestro
material parece mostrar al corazón como el sitio privilegiado donde tenía
origen la mayor parte de tales funciones; centro primario del yo. De ahí
acaso que fray Domingo de Ara llegue incluso a traducir otanil como
“mente”.
Atal yoc, que significa “muchas veces”, dará origen a hombre
pensativo, ghatal otan (“corazón que piensa muchas veces”); de baquel,
pasión, resulta bac cotan: alterarse, apasionarse, y su parónimo tzeltal,
que se traduce por estar de prisa, acaso tenga relación con el alterarse y
con el sustantivo de hormiga (bac iat), aludiendo al apresurado como a
aquel a quien le hormigueaba el corazón. Junto a baquez: enfadar,
inquietar, aparece el que inquieta los corazones, baquezegh otan, el
enfadador. La imagen en cierto modo inversa, el cumplir un deseo que
inquieta (cacegh), da origen a la entrada cacezbey yotan (“cumplir el
camino de su deseo a su corazón”), que Ara traduce como “quietar el
corazón haciendo lo que me ruega”.
Cahc, término que denota al fuego, y de allí a la palabra áspera, la
bravura, la fortaleza y la valentía, se vierte en enojarse: cahcub otan
(“tener caliente, bravo el corazón”). Lamtzaagh, cosa pacífica, participa
en la formación de “amansarse”: lamtzaagh otan: “pacífico su corazón”.
Y si cic significa frío, cosa mansa, y ciqbil mansedumbre, nada más
atinado que denominar cicublezegh otanil al pacificador (“el que enfría o
amansa los corazones”), también llamado ghcunightez bey otan, “el que
entibia o refresca el camino del corazón”.
Un corazón que se extravía (chay), puede dar por resultado un chay
otan uinic (“hombre perdido en el vicio”), un disoluto; un chay yotan, un
descuidado; un chay chon cotan, aquel que está turbado, o un chaycha
otan uinic, un olvidadizo. Si de cheb, que significa dos, surge chebal cop,
el término para hipócrita (“el de doble palabra”), también nace cheb otan,
el que duda, literalmente “el que divide en dos su corazón”. También se
asocia conceptualmente con ellos el duplicador cha, y por ende chalamal
otan (“el de doble corazón”), el hipócrita que actúa con doblez. Por su
parte, el hombre que “multiplica su boca” (mihul ti), no es más que un
hablador.
Ghicghont es sollozo, razón por la cual temer algo es ghic cotan
(“sollozar el corazón” por la angustia o el temor). De la misma manera, si
105 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

ghut significa hacer una raya para señalar algo, nada más lógico que
denotar un proyecto con ghut otan, “ir rayando, para señalar, el corazón”.
Mientras que lo que el corazón mira puede quedar en él (yl: mirar,
permanecer) y tentarlo (ylyotan), lo que de él se aparta (yanigh otan) y lo
abandona, es aquello de lo cual uno se arrepiente.
A diferencia de los hombres de poco ánimo, que tenían un corazón
estrecho (yubul), anudado (chucal), envuelto ( latzel) o de colibrí (tzunun),
quien posee un corazón fuerte (tulan otan) es un hombre animoso; quien
lo tiene grande es magnánimo (mucul otan uninic) y ser dueño de uno que
“soporta” (mucub otan) es la característica de aquel que se esfuerza.
En mi opinión, uno de los rubros privilegiados para aproximarse a la
manera en que los individuos se vinculan, biológica y culturalmente, con
el espacio circundante, es el estudio de los sentidos; tema por cierto rara
vez abordado por los etnólogos. Posemos nuestra mirada, aunque sea
fugazmente, sobre la manera en que los copanaguastlecos “oían”18 el
mundo; ello nos permitirá entrever cómo descifraban, decodificaban e
interpretaban su entorno, entendido éste como un libro pleno de mensajes
(CalameGriaule, 1982: 31), que el lenguaje permite clasificar, a fin de
hacer socialmente compartibles seres y cosas, gracias a categorizaciones
muchas veces simbólicas.
Conviene recordar que los fenómenos perceptivos no responden
únicamente a las sensaciones físicas experimentadas; además de la
estimulación procedente de la superficie sensorial y las fuerzas inherentes
al proceso de distribución energética en el cerebro, participan en ellos
también otras fuerzas procedentes del yo, entre las que pueden

18
Éste no es, por supuesto, el lugar para hablar de la fisiología auditiva, pero quisiera
dedicar unas pocas líneas a conceptos elementales que acaso permitan entender el porqué
de la asociación entre diversos sonidos. El del oído es considerado un sentido
mecanorreceptivo, ya que responde a la vibración mecánica de las ondas sonoras en el aire,
tras lo cual discrimina sus frecuencias y transmite información auditiva hacia el sistema
nervioso central. Cada frecuencia de sonido causa diversa vibración en la membrana basilar
(localizada en el caracol del oído interno) al estimular diferentes tipos de fibras, que a su vez
reciben distintas “cargas” de la masa del líquido coclear. Empero, el principal mecanismo
para discriminar las frecuencias sonoras depende del “lugar” de máxima estimulación de las
fibras nerviosas de la membrana basilar a través del órgano de Corti que, en respuesta a las
vibraciones de esta membrana, genera impulsos nerviosos hacia el llamado ganglio espiral.
De ahí pasan, por el nervio coclear, al sistema nervioso central, a nivel de la parte alta del
bulbo raquídeo.
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 106

mencionarse la atención, la actitud, las necesidades, los deseos o


expectativas (Viqueira, 1977: 30-31). El sistema nervioso se ve a su vez
modificado por las experiencias previas, por lo que ignorar la adaptación
de un grupo humano a un determinado medio y las categorías culturales
que influyen en la percepción del entorno geográfico, conduce a
aberraciones evolucionistas que sirven de sostén a actitudes de racismo.19
A diferencia de lo que ocurre en otras lenguas, la tzeltal no parece
haberse preocupado demasiado en acuñar —al menos en estos rubros—
vocablos genéricos. Así, aquellos que remitan al oír y las modalidades de
tal audición no son muy numerosos, a diferencia de los que hablan de
diversos ruidos y sonidos, que son abundantes y precisos. En éstos, los
niveles de discriminación auditiva tzeltal nos muestran su riqueza y
complejidad.
Podemos diferenciar seis modalidades de audición: “oír algo sin
hablar ni responder” (xcabibin), “oír como consintiendo y holgándose de
ello” (ta lel ta cotan, en donde consta la idea de sentir con el corazón),
“oír con atención” —literalmente “ladear las orejas” equivalente a nuestro
“parar las orejas”— (tzeel chiquin o qtzeachiquinil). Contamos además
con otros términos en los cuales está presente la voz lagh, que significa
tanto vencer como término o fin. El hecho de que nuestro autor haga
equivaler ambas voces a “entender bien” parecería mostrar que en la
concepción tzeltal aquello que el entendimiento llevó hasta su fin
—triunfando sobre la dificultad de su mensaje— es lo bien entendido.
Escuchar se traduce como qmucubtay cop, “acechar la palabra”, es
decir, esforzarse por oírla; xcal, arrimarse; xbi, desmenuzar o, de nuevo,
qtzechiquinih, “enderezar la oreja”. El término tzeltal para enterrar o
esconder, muc, aparece en “escuchar de secreto”, qmuculabi o xamucubi
c
19
o Carmen Viqueira (ibid.), resume en forma clara el proceso. “De acuerdo con este
esquema dinámico, la percepción depende de tres factores. Primero, las propiedades del
patrón estimulante. Segundo, las características del sistema nervioso, tanto genéticas como
las producidas por las transformaciones que el sistema haya sufrido como resultado de la
experiencia. Tercero, actitudes, atención, expectativas, comunicación con determinada
categoría de experiencias previas, etcétera, que son factores de carácter menos permanente,
más cambiante”. En su acucioso libro, esta misma autora describe las interesantes y casi
siempre racistas polémicas a que dio origen desde inicios del siglo el constatar diferencias
en los umbrales sensoriales de grupos “primitivos”, que fueron atribuidas al tipo de vida de
los aborígenes estudiados, “a la atención que el primitivo presta a los detalles más
insignificantes y que le privan de la posibilidad de desarrollar los procesos mentales
superiores” (op. cit., p. 17).
107 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

p; es decir, oír “a escondidas” la palabra.


Base de la discriminación auditiva, ya que todos los otros resultan de
negarlo, la aparente ausencia de ruidos, el silencio, se denomina en tzeltal
chegheyanel, vinculado con chegheyon, callar y con chegheyon ta
teclegh, que se traduce por “estarse quedo”; en su composición, además
de callar, se presenta la voz para estar “en pie”, “levantado”, acaso
indicando que a la ausencia de palabras habría de sumarse la de
movimiento.
Debe advertirse que si bien no encontramos en el material un
genérico para “ruido”, sí constan otros genéricos de menor espectro, tales
como sonar bien, sonar las cosas que tienen zumbido, las que hacen eco,
etc. Así, por ejemplo, si el eco se traduce por yucav, yucavan será la voz
que designe a “las que hacen eco todas”; otra forma de escribir esta última
es xuhcavan, lo que permite postular una posible vinculación con uhp,
“abrir hendiéndose algo” y cau “henderse”, lo que nos hablaría de la
concepción del eco como un sonido abierto, hendido o partido.
Una asimilación en apariencia extraña es la hecha entre el “ruido de
viento cuando es suave”, el que provoca la tierra “cuando cae de alto” y
los que se hacen “rastrando los pies” o al deslizarse. La relación se aclara
cuando vemos que todos ellos comparten la raíz ghax, que el fraile traduce
por “refregar suaviter, como regalando”. Todos remiten, en apariencia, a
la ligereza, casi táctil, de la acción, y el sonido que de ella podría
desprenderse. Pero no debe creerse que dicha raíz se constriña a acciones
mecánicas, aparece también en el término que nombra a la lisonja
ghaxbacop. Vale la pena insistir en su liga con los verbos ghaxpugh,
deslizarse y ghax, arrasar, pues ambos muestran de manera gráfica la
forma en que actúa la lisonja y el efecto que produce.
La importancia, obvia para un pueblo agricultor, de diferenciar entre
los tipos de viento, se advierte en la existencia de al menos otros siete
vocablos, que van desde los murmullos provocados por corrientes aéreas
hasta los que semejan estallidos. Además de los vocablos en que aparece
junto al viento, el ruido del agua sabe también de una serie de términos
que nos hablan de sus gradaciones, desde el transcurrir silencioso del
“agua mansa” hasta el impetuoso fluir de un gran río o el provocado por
la lluvia violenta o la caída del granizo (ghughonet), sonoridad que se
asemejaba al “tener chacota”: chanza con voces, risas y bulla por definición.
Constan, además, otros vocablos relacionados con líquidos. Veamos
tres de ellos. Copconet, “aquel ruido que hace el vaso de cuello estrecho
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 108

cuando lo vacían”, muestra su clara vinculación con la palabra por el


empleo de la raíz que la nombra, cop; si un ha- blador es un copconel, el
ruido del líquido vertiéndose desde un vaso estrecho parecería hablar, tal
como la castellana agua cantarina. Poghoghet, que en primera instancia
se traduce por chorrear, se vierte entradas más abajo (después de
poghochiquin que se vierte como orejas grandes; explícitas “orejas que
chorrean”) por “hacer ruido como cuando orinan”, y no creo que requiera
explicaciones; es bastante sonoro, sobre todo si tomamos en cuenta que
el ejemplo nos muestra a un caballo. Togh, por su parte, se traduce en este
contexto tanto por chorrear como por “echar como una jícara de cacao en
otra”. En el mismo campo semántico aparecen toghel, toghbil, chorro;
toghoghet, forma neutra del verbo activo; togh ha togh cacau, “hacer
ruido como las goteras de los canales o como el chocolate que se echa de
una xícara en otra”; toghobibte, rocío de árbol y toghoghet, que vale tanto
para “rociar así” como para “hacer ruido orinando”. Del chorro
escandaloso del caballo al “rocío” silencioso; no cabe duda que la
discriminación auditiva es, además de rica, gráfica.
Imposible detenerse en todas y cada una de las diferencias sobre las
cuales nos ilustran los vocabularios; baste apuntar que el riquísimo
espectro auditivo abarca sonidos vinculados con o asimilados a las
estridencias, roces, graznidos y murmullos de animales, maderas, piedras
o cosas que se rozan, quiebran o de las que se extraen sonidos musicales
(incluso diferenciándolos según el utensilio con que se les arrancara el
sonido y clasificando además la suavidad, estridencia e incluso la
“soberbia” del sonido obtenido).
Los sonidos relacionados con animales son más bien escasos, lo que
puede explicarse en buena medida por la novedad de la fauna americana
y la dificultad del autor para imaginar —que ya no consignar— los
sonidos que emitían. Es pues lógico que la mayor parte de los vocablos
remita a aspectos muy generales, o que se refieran a animales introducidos
por los europeos, pero no están ausentes los locales; en particular las aves,
cuyos gorgeos, cantos o graznidos era importante conocer, ya que
sabemos que se acostumbraba imitarlas para atraerlas hacia el cazador, o
incluso para huir de ellas, pues el canto de algunas de las nocturnas
(especialmente las de la familia de las stringiformes) era de mal augurio,
como lo muestra el que se hable de aquellos cantos “que significa[n]
enfermedad”.
109 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

También se hacen relaciones entre sonidos animales y humanos; del


gruñir del puerco se pasa al hombre que gruñe (ghocghonel), y del ladrido
del perro a aquel “que habla alto” (xuovonet). Y tras el nombre tzeltal de
la “cigarra”, xiquitin (homoptera: cicadidae), aparece la entrada xiquit
xiquit xavon: “gritar recio”, comparando sin duda el estruendoso canto del
insecto con el ruido del grito (av). Incluso en nuestros días los tzeltales de
Tenejapa dan de comer chicharras cocidas a los niños parlanchines y
ruidosos para curarlos de tal defecto (Hunn, 1977: 288).
Las referencias a los ruidos orgánicos generados en el cuerpo
humano son muy variadas, y atañen tanto al sistema respiratorio
—particularmente con lo que se conoce en medicina como vías altas—,
como al aparato digestivo, desde los dientes hasta el ano, pasando por
supuesto por los “rugidos” de las tripas, que parecen asimilarse con los
ruidos que emite el ratón (cho), el sonido que producen en el agua los
remos (ghub) y el que provocan los líquidos al hervir (loc), pero, con
excepción del segundo, la identificación no es segura.
Los miembros inferiores, origen corpóreo de múltiples ruidos, no
podían estar ausentes en nuestros materiales. Un solo ejemplo: para
señalar el ruido que hace la gente que pasa, se emplean voces que dan
cuenta desde el rumor sordo comparable al que provocan el fluir del agua
o el correr del viento (tinitet), hasta el transcurrir del gentío sobre la tierra,
el murmullo “descomedido” que provoca una multitud (cunan: juntarse,
amontonarse) que hormiguea (tictonet), bulle (nic) y se atropella. No en
balde nuestro fraile traduce ticlaghan loquel por “salir aprisa; como los
niños de la escuela”, suma de la algarabía imaginable; imagen y sonido
magistralmente asimilados. El término que nombra a la lisonja,
ghaxbacop, no nos es totalmente extraño, ya vimos aparecer el “refregar
suavemente, como regalando” que denota la raíz ghax, en aquel “ruido del
viento cuando es suave”, pero valdría la pena insistir en su liga con los
verbos ghaxpugh, deslizarse y ghax, arrasar; que hacen gráficos la forma
en que actúa la lisonja y el efecto que produce.
El binomio llanto-risa, aunque en forma parca, tampoco está ausente;
anotándose tanto la intensidad de la segunda como la reiteración de
ambos. Llanto se traduce por oquel y llorar como ohcon; pero cabe
recordar que ohc no sólo es raíz de “sonido” sino también de “mensaje”;
de allí que el llanto del corazón equivalga al pesar (ohc cotan) y al
arrepentimiento (oquel cotan). Por su parte, el “zumbar” (tzeet) de la risa se
transparenta en tzeenon, reír, y en tzeegh, su sustantivo; su frecuencia en
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 110

boghben ye ta tzeegh y tzeelay (lay: reiterativo); su intensidad en can


tzeen, traducido como “reír recio” (can: alto en voz, canal: fuerte), y en
coghcon ye ta tzeegh: “reír mucho (quebrarse entre sí [cogh] sus dientes
[eh] de reír), y su empleo con fines de burla en zactzeenon, reír mofando
y zactzeegh, reidor así (zac: escarnecer). A riesgo de parecer soez, me
parece interesante destacar el flatulento humor de los copanaguastlecos
consignado en el verbo tzitzay , “peer a otro burlando”.

Sexualidad

A juzgar por el detalle con que los diccionarios abordan el tema, uno de
los principales motivos de preocupación para los evangelizadores en el
área maya eran las transgresiones al sexto y noveno mandamientos de la
Ley de Moisés, ambos relacionados con las actividades sexuales. Este
interés no es gratuito y se explica fácilmente desde el punto de vista
doctrinario: prácticas tales como la poligamia o la homosexualidad tenían
que diferenciarse lingüísticamente antes de poder combatirlas, en privado
en el confesionario o en público desde el púlpito.
La importancia que los frailes les concedieron se trasluce de manera
nítida en el hecho de que Ara haya empleado la voz tzeltal mulil, que
designa estrictamente hablando al placer carnal, como vehículo para
introducir entre los tzeltales el concepto cristiano de mal o pecado. Así,
sobre el molde del deleite sexual se vaciaron los conceptos de transgresión
e inmoralidad. Que el asunto se antojaba delicado lo patentiza el hecho de
emplear el latín como herramienta lingüística para dejar constancia de las
costumbres sexuales de los habitantes de la zona. Perpetuadas en un
idioma inaccesible, el contacto con antiguos usos y costumbres
permanecería vedado al indígena letrado aun en caso de que por azar
algún diccionario, gramática o confesionario cayera en sus manos.
Tenemos así, entre otros muchos, datos sobre los conceptos de
lujuria, deleite carnal, seducción, adulterio, amancebamiento o
masturbación. Obvia se hace en los textos la existencia de lo que los
frailes traducen como rameras y prostíbulos. Entre los nombres dados a
las primeras constan mulavil y xcaxibat yotan uinic, que podrían
traducirse como “la del deleite” y “la que desea torpemente a los hombres
en su corazón”. Parecería pues que estamos frente a dos concepciones si no
excluyentes, al menos diferenciadas: la de la prostituta propiamente dicha
111 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

y la de la lujuriosa. La ondulante manera de deslizarse que emplean las


culebras (vitzvon tzeltal, “culebrear” castellano), sirve como imagen para
describir a la mujer que se desplaza de un hombre a otro: el latino cum
multis ambulante adquiere pleno sentido en el xvitzvonet yotan tzeltal:
“culebrea su corazón”.
La lujuria (queban) también se abría camino por medio de la palabra
(queban cop), y si bien fray Domingo nos ofrece la entrada queban mulal
copogh como equivalente del castellano “hablar deshonestamente”
(mulil: culpa, pecado, lujuria), parece que el adverbio correspondiera a su
propio bagaje moral: la raíz queb se limita a señalar un don o dádiva, de
ahí que ghqueben qba se traduzca por ofrecerse a sí mismo. Nada nos
autoriza a pensar que quebancop, la palabra del presente u ofrecimiento,
sea en sí misma deshonesta. Vecinos a yhocoy , batalla, se consignan
yhcoghon: “llamar, como la alcahueta, para pecar”, yhcoghel: “el que
llama así” e yhcbil: llamado.
Imagen menos belicosa, más amable, de la alcahueta, es la que tras
ligar otro de sus apelativos (ghmonoghel) con la voz mon, “traer en
brazos, como la madre al hijo”, “sosegar”, nos advierte que qmon vale por
lo mismo que yhcoghon , “llamar, como la alcagüeta, para pecar”. Sosiego
y batalla, expresivo binomio del amor carnal.
Y si las propias dotes de persuasión o la labor de las celestinas
resultaban insuficientes, quedaban aún otros recursos más sofisticados,
poderosos por mágicos. Así, se registra como afrodisíaco un caracol
(aplexa) conocido como yat nam, que con idénticos fines sigue
empleándose en las comunidades tzeltales en nuestros días, y cuya
función es anunciada por su propio nombre, donde vemos aparecer el
término yat, que designa al pene. Aunque ignoramos la forma de empleo
en Copanaguastla, Hunn (1977: 119, 257) menciona que en Tenejapa se
le da a beber revuelto en una bebida de maíz a quien sufre de impotencia.
El empleo de otras prácticas mágicas se aprecia en las entradas
relativas a hechicería donde vemos, según se desprende de las voces
tzeltales (no traducidas), que los vestidos, las tortillas e incluso los
caminos podían funcionar como vehículos para “hechizar a uno para que
quiera bien a otro”.
Pero no sólo se registra el hecho consumado, fuese relación sexual
con solteros, amancebamiento o adulterio; constan incluso actitudes de
seducción, y con especificaciones claras de los sexos de los involucrados:
“hacerse codiciar el hombre o mujer”, “hacerlo el hombre a la mujer”,
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 112

“hacer un varón a otro” o “hacer una mujer a otra”. Por el texto desfilan
también hombres y mujeres homosexuales; activos y pasivos, así como
quienes practicaban el perseguido pecado nefando (sodomía) o el sexo
contra natura (fuera de la vía vaginal).

Patología

Las voces que proporcionan los vocabularios de Ara sobre patología


corporal son abundantes, y abarcan tanto aspectos genéricos sobre las
formas de instalación, periodos, virulencia, agravamiento y remisión de
las enfermedades, signos y síntomas, como vocablos específicos que
hacen referencia a tal o cual cuadro. Veamos algu- nos ejemplos de esto
último.
La gran mayoría de vocablos apunta a lesiones o enfermedades
fácilmente observables, destacándose las heridas, las llagas y los golpes,
así como las señales que dejaban: desde lesiones por mordidas de insectos
y reptiles, hasta las provocadas por varas, cordeles e instrumentos
punzocortantes como cuchillos y hachas. Aparecen asimismo dermatosis
y dermatitis (incluyendo la variedad pruriginosa de lepra conocida
clínicamente como sarna de Boeck), parasitosis por niguas, sabañones y
procesos tumorales.
En lo que hace a afecciones gastrointestinales figuran términos que
nos hablan de cuadros disentéricos probablemente amibianos
(acompañados de pujo y pus sanguinolenta), ictericia y hemorroides. Hay
voces para asma, pechuguera (tos seca y pertinaz), romadizo (una
afección catarral de la mucosa nasal), etcétera.
La patología obstétrica está representada por vocablos que hacen
referencia tanto a la imposibilidad de la concepción como a los problemas
durante el embarazo y el postparto. Aparecen también cax cax alal y yalez
alal: abortar, ghcaxez y caxezagh designan a la mujer que aborta. Los
vocablos muestran en su composición la palabra para hijo de mujer (al),
acompañada de los verbos cax: caer y yal: bajar, lo que muestra que el
aborto se concebía como la “caída” o “bajada” del producto, tal como en
la actualidad.
Por lo que toca a la esterilidad masculina, ésta era designada de
manera similar a la femenina: una partícula negativa a la que se añade la
palabra para hijo de hombre, en este caso nichan . No deja de ser curioso
113 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

que se apunte que aquel “que no tiene más que un compañón [se le llama]
ghuyun tonil, xubil, xulub tonil ”. El primer término es claro, muestra en
su composición las voces para único (ghuyum) y testículo (ton), lo
inesperado es el vocablo xulub del segundo, que denota tanto al venado
como al cuerno, sin que aparezca pista alguna que nos aclare su relación.
Aún más sorprendente es que se haga referencia, inmediatamente
después, a un gusano llamado xulub chan (“cuerno-gusano”) “que dicen
ser medicina frigidorum ”. ¿Estaremos en presencia de un animal al que
se atribuían propiedades relacionadas con la sexualidad? No sería
extraño; sabemos que en Tenejapa el cuerno del venado se emplea en un
bebedizo para facilitar el parto, y que al de bovino (que en muchas
ocasiones vino a sustituir al primero dada su escasez) se le atribuyen
propiedades para hacer crecer el pene humano (Hunn, op. cit.: 118, 126,
127). Por su lado, López Austin señala, entre los antiguos nahuas, el
empleo como afrodisíaco del “gusanillo tlalómitl (rígido, que
supuestamente volvía rígido el pene)”, y los cuernos del escarabajo
temolin (op. cit., vol. I: 335).

El cuerpo social

Según se deduce de los vocabularios, flores (nichim) y juegos (loil),


elementos placenteros para el hombre, servían a los tzeltales para designar
a un ser alegre, un loyotan, aquel de corazón juguetón, o un nichim yotan,
alguien cuyo corazón “florece”, pero el florecer del hombre no era un
hecho aislado o que pudiera alcanzarse en soledad; todo individuo se
hallaba inserto en un complejo sistema organizativo tramado en buena
medida sobre la urdimbre de un sistema de parentesco tipo omaha, y en
el ámbito comunitario existían diversos niveles como grupos de edad,
estado civil, estratificación social, divisiones territoriales y políticas. Ya
que es imposible detenerse aquí en todos ellos, veamos rápidamente los
dos primeros, cuyo estudio puede resultar de particular interés.
De acuerdo con los textos, se diferenciaban cuatro grandes categorías
de edad: niñez, adolescencia y juventud, edad madura y vejez, cada una
de ellas con subdivisiones. En el caso de los jóvenes, por ejemplo, los
vocablos hacen hincapié en la diferenciación de género además de
particularizar diversas etapas de crecimiento y, cosa importante, aparecen
también voces que marcan la aptitud física para contraer matrimonio y
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 114

adquirir la plenitud social resultante de dicho estado civil, amén de la


posibilidad de insertarse en el aparato económico como productor, en
particular en el campo de prestación de servicios.
El análisis lingüístico de las voces que convienen a un niño, a un
adolescente y a un mancebo muestra la presencia repetida de raíces que
dejan traslucir una idea de perfeccionamiento o maduración continua. Así,
intentando rescatarlos en su idea progresiva, tendríamos: bat bat (poco
más o menos), yighil (entallecerse, fortalecerse), cotem (perfecto,
acabado), cax (pasar, sobrar sobrepujando), mel (vieja) y mamal (viejo).
Surge clara esta idea de “avance” a lo largo de la juventud; edad que
se inicia desde una mera aproximación a ella (bat bat), atraviesa por un
proceso de fortalecimiento (yighil) y alcanza su perfección (cotem) al
mismo tiempo que se sobrepasa (cax). Esta última imagen parece remitir
a la concepción de la mancebía como un proceso físico que se superará a
sí mismo al posibilitar su abandono para llegar a una nueva etapa social:
la del matrimonio, única que posibilita al hombre maya su “cabalidad”
como ente físico y social. En este sentido no deja de ser significativa la
presencia de términos traducibles por “joven viejo” y “doncella anciana”
(mamal quelem, meel achix), que sigue utilizando el grupo vecino
tojolab’al para señalar con cierta reprobación a aquel individuo que a
pesar de estar físicamente capacitado para hacerlo no ha contraído
matrimonio. Sin importar que tenga 50 años, un hombre soltero será
siempre un muchacho, jamás se le considerará un uinic, un hombre
completo (Ruz, 1990).
El tercer grupo, el de los adultos, aquellos “hábiles y derechos en el
mundo” (znaoghix, ztoghol quinal, yichix yotan), genéricamente
llamados yoluinic, voz que al incluir el término para comunidad, yol,
muestra que eran éstos quienes sustentaban lo comunal, quienes formaban
la comunidad. Dado que constituyen el grupo más importante de la
sociedad, su verdadero meollo, su núcleo, los vocablos no registran
precisiones. Ellos son simple y llanamente los hombres.
Mientras que poco y namey, voces que señalan lo antiguo, sirven para
designar los tiempos idos (zpocol quinal, znameyquinal), mamalubel,
mamaletiquil o mamalil y meelubel, meeletiquil o meelil denotan
respectivamente la “vejedad” del hombre y la mujer, concepto que se
diferencia de “ancianidad”. Los vocablos que aluden a la vejez del
hombre parecerían relacionarse con la idea de “rebosar lo lleno” (mal),
traspasar una cierta plenitud. De ahí que el crepúsculo se denominase mal
115 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

cahal: el “rebosamiento” del sol; momento de declinación tras la plenitud


del cenit.
Esta idea de término parece vislumbrarse también en uno de los
vocablos que designan al viejo o la vieja, yol mamaltonax y yol meel tonax
respectivamente. En ellos, además del concepto de hombre-comunidad,
yol, vemos aparecer el vocablo nax —que significa lo de antes, lo
anterior— modificado por to: apenas. Así, este tipo de individuos había
ayudado a conformar hasta hacía poco tiempo (yactonax) la comunidad
en sus aspectos laborales; ya no la conformaría más. Otra lectura posible
no deja de ser igualmente reveladora: tonagh significa caer algo de arriba,
perderse. En uno u otro sentido en que se lea el mensaje se me antoja claro:
la vejez de uno de sus miembros significaba en algún sentido una pérdida
para el grupo.
Una de las traducciones que nuestro dominico refiere para anciano es
yighil uinic, que ya vimos aparecer en lo relativo a la juventud; pero si
entonces marcaba el proceso de “entallecerse” físicamente, aquí parece
aludir al anciano como al hombre que contiene en plenitud la virtud de la
fortaleza; no se trata pues de una mera cuestión física sino de una
capacidad anímica.
Veamos por último lo referente al estado civil, íntimamente ligado,
como es obvio, con la edad de los individuos, y que tiene como núcleo de
referencia al matrimonio. Aparecen así, en primer lugar, los vocablos para
los solteros de uno u otro sexo, los ghochol uinic o ghochol antz ,
literalmente los vacíos o desocupados. Por lo que toca a los individuos
que viven en pareja constan, además de los vocablos para los jóvenes,
aquellos que señalan a un hombre o mujer casados. Para el primero
tenemos yahubte, ynaghem uinic, niaghem uinic y nupulnem uinic; para
la segunda, ynamil e ychbil antz. Como vocablos que remiten
indistintamente a ambos cónyuges aparecen nup y ghoy. Un análisis
etimológico somero nos revela pequeños datos suplementarios: yahubte
se relaciona con yahubon, embarazarse; ychbil con ychel, casamiento de
la mujer; niaghem con niaghel, matrimonio, y nupunem con nup,
compañero, encontrar a otro, acompañar, y de ahí nupunel, matrimonio.
La pérdida de este compañero encontrado y afianzado en el
matrimonio, la viudez, recibía también diversas denominaciones según el
cónyuge sobreviviente. Enviudar el varón se decía hilol ta tael cholil, teel
cholubon, xilon ta ochebeal o xochucubon, y al afectado se le llamaba teel
chol, tequel ta tel cholil o chiomochbe, en tanto que a la viuda se le
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 116

conocía como ochbe hilem, ta ochbeal o tequel ta ochbeal. Los textos


precisan que la viuda joven, de poca edad, era denominada hilem antz,
achixel ochbe, chilom ochbe y untiquil ochbe, voces donde se observa una
cierta insistencia en lo femenino (antz) y en la edad (achix, doncella;
untic, niño grande), que implícitamente están marcando la posibilidad de
un segundo matrimonio dada la juventud de las afectadas.
Como puede observarse en todas las denominaciones se repiten
términos como hilon, que significa quedarse, ser sobra de algo; hilem,
quedado; tequel, puesto de pie, derecho (tecan: seguir acompañando);
chol, quitar, desvestir; teel, palo o madera; ochbe, que marca la
introspección de algo (och: entrar; be: objeto) y chiom, al parecer
relacionado con chi: rasgar. Así, los viudos serían considerados como
aquellos que quedaban desnudos, como los que —rasgados— perdían una
parte de sí mismos; meras sobras; apenas maderos, aún en pie, pero solos.
Condiciones todas ellas que les hacían entrar a otro estado, tal como lo
marca el término och en varias otras lenguas mayanses.
Los vocabularios aportan breves precisiones incluso sobre la muerte
misma. Además de consignar el término genérico para muer- te, chamel
laghal, rescatan las voces que describen una “muerte cruel” y las que
hablan de una “muerte súbita”. Para la primera, por poner sólo un
ejemplo, tenemos ayzuocol uchamay y yicti ucham, vocablos de difícil
lectura pero que parecen mostrar relación con uoc “quebrar como cabeza,
cántaro, etc.”, icti: “escarnecimiento” y cham: “sufrir”, por lo que acaso
pudiera pensarse en la muerte por descalabramiento (¿a pedradas?) como
afrentosa, quizá como castigo ante una conducta antisocial o de alguna
manera reprobada y sancionada por la comunidad, que sabemos se
acostumbraba en ciertos grupos mayanses. Sin importar cómo ocurriese,
la muerte (chamel laghal) significaba para el tzeltal de Copanaguastla el
final del tiempo que se le había concedido para permanecer, según sus
palabras, nopquinal xcabi: “engranado con el mundo”.

CONCEPTOS, ACTITUDES Y CREENCIAS TOJOLAB’ALES


SOBRE LA REPRODUCCIÓN

Cuentan los ancianos tojolab’ales que cuando el Ajwalaltik Dyos hizo a


los primeros hombres y cosas, a todos les dio corazón: a las piedras, a los
árboles y aun a las montañas. Gracias a ello los hom- bres podían ordenar
a las hachas que cortasen o a los bastones plantadores que sembrasen.
117 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

Grandes eran sus conocimientos, pero no conformes con ello, los


hombres decidieron mirar lo que había dentro del cielo, lo que enojó a
Dios. Diluvio y cenizas cubrieron al mundo; los hombres fueron convert-
idos en animales.
Vino entonces una segunda creación en la cual el maíz “entró a
formar la carne del hombre”. Pero éste estaba solo; tenía los nuevos
animales por compañía, pero no hablaban, no lo comprendían, no eran sus
semejantes.
Un día, no pudiendo más, se puso a llorar, y su tristeza fue tanta que
partió su cuerpo en dos. Había nacido la mujer tojolab’al. El nuevo mundo
estaba al fin completo.20
Los tojolwinik’otik (hombres legítimos o verdaderos), más conocidos
como tojolab’ales, por el nombre de su idioma: tojolab’al (tojol: legítima,
ab’al: palabra), forman parte de los pueblos llamados mayanses o
mayenses, que en la actualidad se extienden desde las porciones
occidentales de Tabasco y Chiapas hasta la colindancia entre Guatemala
y Honduras, abarcando Belice y la península de Yucatán.21
Hoy, el pueblo tojolab’al (compuesto por cerca de 40 000 hablantes
mayores de cinco años) se ubica principalmente en el municipio de Las
Margaritas, Chiapas, aunque existen núcleos poblacionales en los
municipios colindantes de Altamirano, Comitán, Independencia y La
Trinitaria. No siempre fue así; tal ubicación responde a los procesos de
mestizaje biológico, ladinización cultural y, sobre todo, a la expropiación
de tierras que ha sufrido al menos desde la llegada de los españoles a su
territorio, en 1528, fecha en que se fundó en las cercanías de Balún Canán
(hoy Comitán) la villa de San Cristóbal de los Llanos, primer
asentamiento hispano en Chiapas (G. Lenkersdorf, 1987: 929).
La villa desapareció poco tiempo después, pero no ocurrió lo mismo
con la presencia extranjera. A partir de entonces los tojolwinik’otik
supieron de una explotación sin precedentes que continúa hasta el día de
hoy, y debido a la cual han visto mermadas sus mejores tierras,
usufructuada por otros su fuerza de trabajo y perdida para siempre buena

20
La versión completa de este mito, recopilado por Ruz y Schumann, consta en Ruz,
1981: 15-17.
21
Puesto que es común ignorarla, conviene recordar que existe además otra etnia
geográficamente separada del resto de la gran familia maya, la huasteca, que habita en los
estados mexicanos de San Luis Potosí y Veracruz.
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 118

parte de su cultura original, que ha sabido de continuas reelaboraciones


en múltiples campos, si bien con intensidad diferente.
Uno de los rubros donde es posible observar con mayor nitidez el
bagaje mayanse de este pueblo es el de la cosmovisión, área privilegiada
para el estudio de sus concepciones acerca del entorno y del propio ser,
en la cual se han resguardado, entre otras muchas, las relativas a la
fisiología corporal, incluyendo por supuesto aquellos aspectos
relacionados con la reproducción.

A lo largo de su existencia, el indígena procura mantener el equilibrio


entre las distintas fuerzas que pueblan el universo, ya que el predominio
de alguna de ellas acarreará sequías, epidemias, inundaciones, plagas o,
en el ámbito personal, la pérdida de la salud, entendida como un equilibrio
armónico entre los factores biológicos y socioculturales, entre el mundo
natural y el sobrenatural.
En el plano individual este equilibrio radica en buena medida en el
sk’ujol, entidad situada grosso modo en el corazón, pero que tiene a su
cargo muchas de las funciones que nosotros atribuimos al cerebro, pues
en ella residen el pensamiento, el espíritu, el carácter, la memoria, la
confianza, la bondad, la felicidad y la tristeza, el genio y la fuerza del
alma, el juicio o razón y la propia voz interior.
Así, formar el corazón (oy xa sk’ujol) es tener juicio; entregarlo a
algo (a’a jak’ujol), fijarse en ello. Lo que queda en él (kan sk’ujol), se
aprende. Cuando el corazón muerde (k’ux sk’ujol) se sienten celos;
cuando llora (ok’ sk’ujol) se anhela algo; cuando él habla (k’umani
sk’ujol), se piensa; cuando se adelgaza (t’aban sk’ujol), se du- da; cuando
se extravía (ch’ay sk’ujol), se olvidan las cosas; cuando duele (yaj sk’ujol)
se experimenta nostalgia; cuando algo le llega, como un mensaje (sak
sk’ujol), aparecen las ideas, en tanto que cuando algo sale de él (ek’
sk’ujol) es que nos decepciona; cuando sentimos dolor o hambre es que
algo lo oprime, y se dice que el corazón muere (cham sk’ujol) cuando nos
invade la tristeza.
Uno de los motivos de tal tristeza, como lo señala el mito al que me
referí líneas antes, es el vivir solitario, hecho que se traduce, en el plano
colectivo, como la existencia fuera del núcleo comunal, mientras que en
el personal se visualiza como el vivir sin pareja.
Para obtener una compañera o compañero (lo cual ocurre entre los
17 y 21 años), puede recurrirse a alguno de los seis tipos de unión
119 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

usuales: el tradicional o chak’abal, caracterizado por una serie de largas


peticiones acompañadas de continuos regalos, el yiaj’nel o fuga, el
sjoko’ajnel o “arrastrada” (donde el novio fuerza a su prometida a
seguirle, interrumpiendo el proceso de “pedidas”), el elk’anel o rapto que se
da entre jóvenes no comprometidos, el nupanel ba iglesya, que sigue el rito
católico, y el matrimonio ante el registro civil, cada vez más frecuente
entre quienes se convierten a alguno de los ritos protestantes o a las
sectas.22
El tipo de familia predominante muestra también variaciones de
importancia, dependiendo de la comunidad. En la selvática Agua Azul,
por ejemplo, las unidades domésticas nucleares equivalen a 62.8% del
total, frente a 36.7% en San Mateo Veracruz, comunidad de origen de la
primera, y situada en el somontano, donde predomina la familia patrilocal
extensa (40.8%, frente a 8.57% en Agua Azul). Las razones determinantes
para estos cambios en el tipo de residencia parecen encontrarse en la
diversa economía. Orientada hacia el cultivo del maíz, y dependiente en
gran medida del trabajo asalariado de los hombres, la familia veracruzana
requiere del trabajo en grupo,23 mientras que el cultivo del café —que
necesita de mano de obra que supera la oferta familiar a la vez que facilita
22
Si comparamos dos comunidades estrechamente vinculadas: Veracruz, en el
somontano, y Agua Azul (cuyos habitantes proceden de la primera) en la selva, vemos que
el matrimonio en el primero tiende a disminuir: en Veracruz ha bajado en menos de 30 años
en casi 50%, en tanto que en Agua Azul representa apenas un 21.7% entre quienes
contrajeron matrimonio tras emigrar. Esta franca disminución parece estar vinculada al alto
costo del proceso. Por su parte el yiaj’nel, el metodo matrimonial que exige menor erogación
económica, presenta los niveles más altos entre los no ejidatarios de Veracruz (el grupo
económicamente más débil), en tanto que el elk’anel, donde el novio deberá pagar una alta
suma no sólo a la familia de la joven sino también a la comunidad de donde es originaria,
ha desaparecido entre los veracruzanos menores de 30 años, mientras que representa 13%
en el grupo equivalente en Agua Azul, donde hay una significativa escasez de mujeres, que
también se compensa con una mayor frecuencia de uniones con viudas o separadas. Así, no
sólo criterios económicos guían la elección. Esto se hace obvio al observar que el
matrimonio eclesiástico (que supone también fuertes gastos dados los festejos), se revela
muy alto entre los tojolab’ales jóvenes, evidenciando no sólo la influencia de los misioneros
católicos en Veracruz, sino también la adopción de este tipo de vínculo como símbolo de
estatus que tratan de alcanzar incluso los más desposeídos, acaso como un mecanismo
compensatorio. En Agua Azul en cambio, donde la casi totalidad de la población se ha
convertido al pentecostalismo, el adventismo o a la secta de los Testigos de Jehová en los
últimos seis años, los matrimonios civiles son más comunes.
23
El agotamiento de los terrenos y el minifundismo imperante (determinado por la
escasez de tierras y alentado por las leyes de herencia vigentes), han hecho imperativa la
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 120

la obtención de ingresos en metálico, dada su alta potencialidad


económica— y la introducción de la ganadería han acelerado la escisión
familiar en Agua Azul.
Las variantes se observan también en el tipo de residencia
postmarital: para 1981 en Veracruz 54.7% de la población masculina
había habitado con sus padres por más de siete años; 61.8% por más de
cinco y 97.4% por más de uno. En cambio, 72.5% de los ejidatarios
casados de Agua Azul había construido casa aparte antes de cumplir tres
años de residencia patrilocal, y 100% estaba ya fuera de la casa paterna
antes de cumplir cinco años de matrimonio.24
Independientemente del tipo de unión elegido y la residencia
postmarital en boga, los recién casados viven con enorme expectación los
primeros meses de matrimonio, pues se espera que a lo largo de ellos la
mujer, gracias a la acción fecundante del hombre, quedará embarazada.
En caso contrario, la joven esposa y su suegra acuden en primera instancia
ante la comadrona o me’xep (literalmente “abuela”), o más adelante al
curandero, para que éstos determinen (con base en interrogatorios y
auscultaciones la primera, e interrogatorios y toma de pulso el segundo)
las causas de esterilidad, entre las cuales destacan los problemas
localizados en la matriz (che’e, frío; niwan che’e, gran frío) y la brujería
(mal puesto o gana chamel), que por lo general se atribuye a la envidia o
mala voluntad de algún vecino. Los problemas para concebir son
comúnmente atribuidos a la esposa, pero no se descarta la posibilidad de
que sea el hombre quien padezca, por ejemplo, el frío.
Puesto que es frecuente pensar que los grupos indígenas minimizan
o de plano desconocen el papel masculino en la fecundación, me parece
de interés dar tres datos que contradicen esta opinión que mal encubre su
racismo. Los tojolab’ales denominan de idéntica manera al testículo y el

dispersión de la fuerza de trabajo familiar en Veracruz, donde los hombres emigran


temporalmente cada año hasta ocho y nueve meses (situándose la media en cuatro). La
media de emigración temporal en Agua Azul se situaba en 1981 en apenas 15 a 20 días al
año, y corría a cargo de los solteros de familias cuyos cafetales aún no producían; hoy es
casi inexistente: los ejidatarios “aguazuleros” rara vez migran (lo hacen sobre todo cuando
cae el precio del café); incluso contratan mano de obra migrante, incluyendo la de sus
parientes de Veracruz.
24 Resulta interesante comparar el tipo de localidad entre los hoy “aguazuleros”

mientras vivían en Veracruz: 89.20% vivía con los padres del esposo; 3.57% con los de la
esposa, y apenas 7.14% en su propia casa. De todos ellos, sólo 11.8% poseía tierras en
Veracruz.
121 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

ovario (bak, “semilla o hueso”), la unión de cuyos “productos” consideran


da origen al niño; he podido constatar casos (hecho gracioso y revelador)
en que el hombre, ante la negativa de la esposa, ingiere las píldoras
anticonceptivas, considerando que si ambos participan por igual en el
embarazo, su acción también podrá extenderse a él y, por último, no es
inusual que, ante un problema de infertilidad —cuando no se opta por la
adopción— las familias acuerden la separación de los cónyuges y un
segundo matrimonio alterno, pues no se descarta que con otra pareja
logren concebir.
Antes de que esto último se registre, los esposos deberán someterse
a diversas medidas terapéuticas, predominando las infusiones de hierbas
tenidas por “calientes” y los baños en el temazcal (ika), aunque no están
ausentes los rezos y ofrendas a las deidades.
El diagnóstico de embarazo, por su parte, se hace con base en la
amenorrea, la aparición del cloasma (“paño”: k’ik’ k’umb’a), debilidad
general y trastornos del apetito; en particular la apetencia desusada por
frutas, sal o incluso tierra (geofagia).
Aunque circulan consejas que apuntan que la gestación de un varón
dura hasta diez meses (“trae más cositas”), por lo general se calcula la
duración del embarazo en nueve meses, y es sabido que un “sietilo”
(sietemesino) tiene más probabilidades de sobrevivir que el nacido a los
ocho. Se pone especial atención a los tres primeros meses de este periodo,
pues se consideran los verdaderamente “formativos”: el niño no es
entonces más que “un puntito” enmedio de una “como clara de huevo”, y
está sujeto a múltiples peligros dada su fragilidad; de ahí que las visitas a
la comadrona sean frecuentes y obligadas.
En concordancia con el importante papel que se le atribuye en la vida
cotidiana, se piensa que la primera en formarse es la cabeza (entre el
primero y segundo mes), tocando su turno luego a las extremidades, de
las cuales ya hay “muestrita” al cuarto. La diferenciación sexual, se aduce,
ocurre dos meses después. En este momento (que puede adelantarse 30
días) el pequeño adquiere su aliento vital (altz’il) y empieza a gozar de
pleno movimiento. Todo el tiempo está protegido por la bolsa amniótica
(majkilsat: “tapa de su apariencia” o máscara) y en íntimo contacto con la
placenta (kalumtik: “la que cría”).
Ya que a lo largo del embarazo una mujer continúa con sus
actividades cotidianas (exceptuando, en los últimos meses, aquellas que
exigen gran esfuerzo físico), las funciones de la comadrona se centran en
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 122

vigilar el crecimiento adecuado del útero (snan ja alatzi: “su casa del
hijo”) y evitar que el pequeño “se atraviese”, caso en el cual recurrirá a
maniobras de versión externa. A partir del diagnóstico de embarazo la
vida cotidiana se puebla de cuidados: tendrá que evitarse dejar de
cualquier manera el cordel con que se acarrean los jarros de agua: tal
desorden podría acarrear un problema en el cordón umbilical,
enredándose en el cuerpecito del pequeño, y puesto que el crecimiento del
niño está estrechamente vinculado a la alimentación materna (ya que se
nutre de ésta), habrá que tener particular cuidado con lo que come la
madre: evitar alimentos demasiado “fríos” o “calientes” y balancear sus
“antojos” con la ingesta de maíz, pues —en correspondencia con los mitos
de creación— se considera que sólo los alimentos hechos a partir de él son
indispensables para la formación de los elementos corporales (aquellos
sólidos como tamales y tortillas forman la carne, mientras que atole y
pozol se convierten en sangre). Los otros alimentos, aunque fortalecen el
cuerpo humano no son per se generadores de tejidos o líquidos vitales,
pero el deseo de la madre por consumirlos ha de satisfacerse hasta donde
sea posible, pues son —de hecho— “antojos” del niño mismo. Punto de
importancia es evitar al máximo las explosiones de “coraja” (comunes en
las mujeres de carácter “gravo”), pues podrían acarrear abortos.
Peligros particularmente graves (y que incluso desbordan los
cuidados de la comadrona) son los que se derivan de las fuerzas maléficas
que pululan en el entorno. Así, la embarazada habrá de evitar acercarse a
un muerto, cuyas emanaciones “frías” podrían afectarla, o a otra mujer
gestante, que al igual que ella desprende excesivo “calor”.25 Ambivalente
y caprichosa, como todas las deidades, Nantik Ixaw (nuestra madre Luna),
puede también dañar al pequeño pese a estar vinculada con la fecundidad;
de ahí que se proscriba a la embarazada observar un eclipse, momento en
que el Sol “muerde” a la Luna, so riesgo de que ésta a su vez muerda al
producto provocándole labio leporino o verrugas,26 o que salga con un
ocote en la mano en noches de Luna llena, pues ambas luminarias podrían
atraer por rumbos distintos los ojos del pequeño, provocándole

25
De ahí que se les prohíba, por ejemplo, acercarse adonde se prepara el atol de maíz
nuevo, pues podrían “aguarlo”.
26
Tener relaciones sexuales durante tal fenómeno, por su parte, acarrea dar a luz un
albino (hijo del Sol).
123 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

estrabismo.
El principal riesgo, por imprevisible, se desprende de las acciones de
brujería, que van desde incubar en la matriz un producto con
características de sapo, cerdo, huesos que simulan los de un ave o incluso
con masas informes (¿mola hidatidiforme?), o sufrir el “robo del niño”,
que mágicamente es depositado en el útero de otra mujer (casi siempre
hasta entonces estéril), provocando aborto a la madre “verdadera”. Otro
peligro, más común en el puerperio inmediato, es que las fuerzas del
inframundo atenten contra la vida del pequeño cuando saben que está
destinado a con- vertirse en un “vivo”; es decir alguien dotado de poderes
especiales para ayudar a la comunidad (hombres rayo, arcoiris, curanderos,
par- teras, etcétera).
La parturienta es ayudada por la me’xep y por otras mujeres de su
familia, si bien en casos difíciles se recurre al esposo para que apoye a la
comadrona en la realización de maniobras tipo Kristeller (sentado en un
banco, con la mujer agarrada a su nuca, apoya sus rodillas sobre el
abdomen de ésta, empujando hacia abajo) o —método particularmente
agresivo— para que ayude a levantarla cuando se le cuelga de una viga
(lazos bajo los hombros), pues se cree que en tal posición se facilitará el
descenso del producto y se podrá ejercer mayor presión sobre una matriz
fatigada, cuyas contracciones se “ayudan”, “trayéndola hacia abajo” por
medio de un rebozo.
Lo anterior es, por supuesto, excepcional; lo común es que las
mujeres se acuclillen sobre un petate o cobija, próximas a un poste de la
casa en el cual se apoyan para facilitar la expulsión (aunque la influencia
mestiza ha incidido en adoptar una posición en decúbito dorsal, bastante
menos “fisiológica”). A intervalos se les proporcionan alimentos que se
supone aumentan su “fortaleza” (yip): infusión de mirto (que además
mantiene el “calor de la matriz”), chocolate, café, cerveza o un batido de
tres huevos en me- dia taza de café caliente. Se considera que bebidas tales
como manzanilla con hollín, mirto con sal o tres puntas de pichiché y sal,
poseen propiedades oxitócicas .
La partera, por lo general, se limita a observar el descenso del niño,
pues en condiciones ideales deberá dejar que el primer contacto de éste
sea con la Madre Tierra (Nantik Lu’um), de ahí que otro apelativo para la
comadrona sea tulwanum, “la que recoge”. Una vez nacido, revisará
atentamente el cordón umbilical para ver cuántos “botoncitos” tiene, pues
se supone que los rojos y grandes anuncian próximos varones, en tanto
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 124

que los blancos y peque- ños pronostican a futuras mujeres. Como es


frecuente en los grupos mesoamericanos, algunas parteras —a solicitud
de los padres— acostumbran aplastar estas pequeñas protuberancias hasta
deshacerlas, pensando que así se disminuirá el número de futuros
embarazos.
El cordón se corta con una tijera y se quema su extremo con una vela
nueva o un trozo de ocote. Se asea y baña al niño antes de darle una
cucharadita de aceite y ungirle la cabeza con el mismo; operación cuyo
significado se ha perdido. Aunque parece ir en franco descrédito dada la
influencia de pastores protestantes y catequistas católicos, algunos
tojolab’ales mantienen la creencia de que el pequeño que asemeje de
manera singular a uno de sus progenitores puede estar anunciando la
muerte de éste, mien- tras que en caso de parecerse a alguno de sus
abuelos o parientes próximos difuntos anuncia su regreso. El pequeño
será, pues, su slok’ol (remplazo).
En caso de retrasarse el alumbramiento (expulsión de placenta y
secundinas), la partera puede presionar sobre el útero y aconsejar la
ingestión de infusiones. Una vez fuera, se quemarán con leña en el interior
de la casa, se enterrarán en el patio o se arrojarán al fondo del río en un
morral al que se ata un piedra.27 La madre, por su parte, es trasladada a su
lecho, aseada y fajada con un lienzo ancho. Luego, se le da a beber una
infusión de mirto como analgésico, y chilatol con pimienta o caldo de
gallina como alimento. Una vez aseada, amamanta a su pequeño. No es
inusual que en el transcurso de la misma semana reanude sus actividades,
alternándolas con baños diarios en el temazcal (allí donde éste se
conserva, pues en las comunidades selváticas, de creación reciente, ya no
se acostumbra), acompañada por la me’xep, quien le proporciona masajes
en el vientre para reducir el tamaño del útero y en los senos para estimular
la lactancia.28
Ceremonia cada vez más rara (de nuevo por la influencia religiosa),
pero que bien vale la pena recordar por su profundo significado y su
intrínseca belleza plástica, es aquella que consiste en colocar en el sitio
donde se registró el nacimiento cinco velas encendidas, incluyendo
aquella con la cual se cauterizó el muñón umbilical, una en cada punto
cardinal y la quinta en el centro, como una ofrenda al alma recién nacida
27
En caso de registrarse el parto de un mortinato, o morir el pequeño a poco de nacer,
se le enterrará en el patio de la casa, sin mayor ceremonia.
28
Se considera que el chocolate, el pan, el chilatole con pimienta, las anonas, el
caracol y la leche de vaca (escasa y cara), son también estimulantes.
125 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

a la vez que agradecimiento a la Madre Tierra, que posibilitó su existencia


entre los vivos.
Asimismo, cuando alguien muere, el lugar donde estuvo tendido el
cadáver, donde hizo contacto con la tierra, deberá mantenerse limpio,
circundado de flores, velas e incienso a lo largo de 40 días,29 como si la
tierra experimentase, con el alma recuperada, su propio puerperio. El
ciclo viene a cerrarse, por tanto, justamente donde tuvo inicio:
santificando el lugar donde Nantik Lu’um, la Madre Tierra, acogió,
primera y última, el cuerpo de uno de sus hijos.

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29
Éste, aseguran los viejos, es el tiempo durante el cual el altz’il del difunto vaga por
la tierra, resistiéndose a abandonar su antigua vivienda, buscando inútilmente aferrarse a su
familia y al paisaje.
EL CUERPO: MIRADAS ETNOLÓGICAS 126

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EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 128
EL SIGNIFICADO
INICIACIÓN
DE LASEXUAL
VIRGINIDAD Y LA

EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD
Y LA INICIACIÓN SEXUAL.1
UN RELATO DE INVESTIGACIÓN

ANA AMUCHÁSTEGUI HERRERA 2

El presente artículo relata un proceso de investigación sobre las


construcciones sociales de la sexualidad; a partir de éste, se elaboran
algunas reflexiones metodológicas respecto de los problemas y
vicisitudes que esta tarea enfrenta.
El objetivo del estudio fue describir y comprender algunas de las
formas y significaciones culturales que adquiere la primera relación
coital entre diferentes grupos de jóvenes adultos en México, y analizar
la dimensión de poder en ellas, lo cual, a su vez, contribuye a la
constitución de ciertos sujetos de sexualidad.
Asimismo, se intentó describir la transformación cultural que tales
construcciones de significación están sufriendo en algunas comunidades
del país, e identificar y luego interpretar el origen de los elementos
incluidos.
Las razones para el estudio de los procesos señalados son, entre otras,
que la iniciación sexual ha sido una de las prácticas cruciales y
significativas en el proceso de convertirse en adulto en diversas
sociedades y culturas. La primera relación sexual puede ser una de las
experiencias más importantes que intervienen en la constitución de
sujetos de sexualidad y, por tanto, en sus futuras prácticas sexuales. Los

1
El presente trabajo forma parte del informe final —que se publicará en su totalidad
en fecha próxima— de la investigación “El significado de la virginidad y la iniciación
sexual para jóvenes mexicanos”, realizada gracias al apoyo de la Ofi- cina Regional para
Latinoamérica y el Caribe de The Population Council, y a la Universidad Autónoma
Metropolitana -Xochimilco.
2
Profesora-investigadora de la UAM-Xochimilco y consultora externa de The
Population Council, México.
129 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

significados que se le atribuyen y las maneras en que tal evento tiene lugar
en una cultura determinada son un ejemplo y una expresión del tipo de
valores y creencias asignadas a la sexualidad por esa sociedad en
particular.
En México, la sexualidad y la virginidad se encuentran fuertemente
cargadas de significaciones morales y religiosas, diferentes para cada
género pero complementarias entre sí, que han sido construidas durante
un largo periodo de relaciones sociales y políticas. El choque entre dos
culturas durante la época colonial ha dado a la sexualidad y a las premisas
de género características especiales, provenientes de creencias, mitos y
prácticas tanto europeas como indígenas, que se han combinado para
formar ciertas configuraciones culturales. Algunos elementos de tales
formaciones simbólicas permanecen hasta nuestros días.
Actualmente, la difusión de la cultura moderna por la vía del
crecimiento urbano y la comunicación masiva parece estar provocando
una serie de procesos de transformación y resistencia de tales formas
culturales dominantes. El encuentro entre los valores tradicionales y
modernos genera una interacción compleja y aparentemente dilemática
entre diferentes concepciones y valores de la sexualidad.
Por tanto, en la cultura mexicana actual, la construcción social de la
sexualidad, y en especial de la virginidad y la primera relación sexual, no
es monolítica ni históricamente lineal. Los significados atribuidos a tales
procesos tienen su origen en sistemas morales, religiosos y seculares
pertenecientes a diversas culturas y momentos históricos, que parecen
mezclarse en diversos grados y configuraciones.
Aunque México disfruta de gran diversidad y riqueza de sistemas de
creencias y de culturas, éstas no mantienen una relación igualitaria. La
agresión continua contra los grupos indígenas los ha debilitado y ha
permitido su asimilación relativa a la vida moderna. Sin embargo,
también existe una fuerte corriente de resistencia contra la imposición. El
presente trabajo pretende describir algunos de los elementos culturales de
esta diversidad, que coexisten en nuestro país como significaciones
atribuidas a la virginidad, la sexualidad y la primera relación sexual.
La investigación de cuestiones relacionadas con la sexualidad
implica un análisis de género como estrategia fundamental, ya que es
mediante los significados y prácticas sexuales que las premisas atribuidas
a la femineidad y masculinidad son establecidas y difundidas, pero
también cuestionadas, en una interminable relación de poder entre
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 130

definiciones dominantes y subyugadas. Las premisas de género y de


sexualidad se encuentran intrincadamente ligadas en virtud de que
nuestras sociedades han construido identidades con base en las
diferencias biológicas, combinadas con significaciones y prescripciones
sociales y culturales.
El estudio de ambos géneros es fundamental para comprender su
relación durante el primer encuentro coital y las maneras en que cada uno
de ellos refuerza las premisas, creencias y prácticas dominantes para el
otro. Si entendemos a las premisas de género como una relación en la que
cada miembro de la pareja defiende su identidad así como la del otro,
entonces es importante trabajar tanto con sujetos del sexo masculino
como del femenino.
Como contexto debe señalarse que, de acuerdo con una encuesta
llevada a cabo en la ciudad de México, la edad promedio de iniciación
sexual difiere para hombres y mujeres. En todo caso, parece estar
sucediendo cada vez más tempranamente. Los varones tienen su primera
relación sexual alrededor de los 15.8 años, mientras que las chicas cerca
de los 17 (OPS, OMS: 27). Asimismo, parece que este encuentro no es
planeado, razón que los entrevistados arguyen para explicar por qué no
utilizaron prevención alguna contra el embarazo o las enfermedades de
transmisión se- xual. Este tipo de prácticas pone a la población joven
mexicana en riesgo de embarazos no deseados y de infecciones varias,
incluyendo el VIH.
En nuestro país, 400 000 nacimientos anuales —15% del total—
provienen de jóvenes menores de 20 años, muchas de ellas embarazadas
probablemente durante su primer encuentro sexual (Kumate, 1989: 18).
Además de que en su mayoría tales embarazos no son planeados, el riesgo
de morbimortalidad materna aumenta entre madres jóvenes. 3 La
posibilidad de colaborar en la prevención de tales riesgos de salud sexual
y reproductiva anima el presente trabajo.
La información aquí presentada pretende tener utilidad para el
conocimiento sobre prácticas y creencias sexuales, pues si existen
demandas de diferentes grupos sociales en torno a lograr cierta autonomía
de los individuos en estos aspectos, para responder a ellas es necesario
comprender la dinámica subjetiva de la sexualidad y su relación con las
culturas dominantes y subyugadas. Sin embargo, cualquier decisión
política al respecto debe ser consul- tada y elaborada en colaboración con
la población objeto de las intervenciones, de manera que no se intente

3
Este riesgo no tiene relación con cuestiones de maduración fisiológica de la madre,
sino con condiciones socioeconómicas y culturales desventajosas.
131 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

imponer un modelo de sujeto sexual homogéneo y universal, sino


responder a las necesidades características de tales grupos culturales,
respetando su singularidad.

LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO

El contexto y los límites de la investigación

La formulación de un problema de investigación y la realización de la


misma se encuentran indefectiblemente ligadas a una serie de exigencias e
intereses del investigador, mismos que provienen del contexto subjetivo,
social y político en el que dicho trabajo se pre- senta. Es decir, la elección
del tema, de los instrumentos y del marco conceptual, así como sus
efectos en la realidad que se indaga, tienen relación estrecha con sus
condiciones de producción. A decir de Manero, existe un

...conjunto de compromisos teóricos y prácticos, conscientes e


inconscientes, que el profesional sostiene con diversos elementos y
estructuras de una sociedad ... Estar implicado significa estar atrapado en una
red de compromisos, que van más allá de la voluntad o la intención del
practicante, que sobreimprimen el sentido de la acción o el proyecto que éste
intenta instrumentar” (Manero, 1990: 43).

La construcción de un problema de investigación implica un recorte


de la realidad. Desde la perspectiva de la construcción social del
conocimiento (Berger y Luckman, 1968), la realidad sólo puede ser
cognoscible si el investigador interactúa con ella, lo cual en sí mismo es
una intervención. El conocimiento no se “adquiere”, sino que se
construye; la realidad no es un ente externo que puede ser estudiado en
estado puro; más bien los objetos de conocimiento se construyen durante
y en su relación con el investigador, y ambos se transforman en este
proceso.
La pretensión positivista de lograr una investigación “objetiva” y
neutral cae por su propio peso si atendemos a las consideraciones
anteriores. “La verdad del objetivismo —absoluto, universal y eterno—
ha perdido su estatus de monopolio. Ahora compite en términos más
parejos con las verdades de estudios de casos que están más incrustados
en contextos locales, configurados por intereses locales y coloreados por
percepciones locales” (Rosaldo, 1991: 31).
Por ello, no se ha pretendido en esta investigación el
“descubrimiento” de una realidad, sino la producción de un conocimiento
que debe ser definido por las limitantes de su contexto. Es decir, no se
busca difundir una verdad respecto de las significaciones de la primera
relación sexual, sino construir una aproximación a las mismas que tome
en cuenta las determinaciones de su elaboración.
Para lograr tal fin, es necesario explicar los compromisos
mencionados. En el caso que nos ocupa, la elección del tema de la
sexualidad no ha sido casual. En primer lugar, el interés personal de la
investigadora por conocer los procesos de transformación que los valores
sexuales están sufriendo en nuestro país, a causa de su modernización
material y cultural, determinó en gran medida la elección.
Asimismo, en virtud de su formación como psicóloga social, la
sexualidad aparecía como una vía privilegiada para estudiar esa
escurridiza relación del sujeto con la sociedad, o del individuo con la
cultura, o de lo subjetivo individual con lo colectivo, pues en ella se
conjugan la historia personal y los valores propios de una cul- tura
determinada. De ahí que la obra de Foucault (1981, 1988) resultara central
para la formulación del problema de investigación y, posteriormente, para
la construcción de categorías de análisis del material de campo.
Por último, ya que la terapia familiar sistémica es un campo de
ejercicio profesional de quien aquí escribe, la relación circular que los
géneros mantienen respecto de las premisas de su sexualidad también
constituyó un poderoso motivo para indagar precisamente los tipos de
vínculos que se establecen entre mujeres y hombres alrededor del primer
encuentro sexual.
A pesar de que el asunto del financiamiento de la investigación
parece ser obvio, sus implicaciones en la misma no constituyen un tema
suficientemente discutido. En el caso que nos ocupa, la organización
encargada de llevar a cabo el trabajo4 estaba interesada en analizar ciertos
problemas relacionados con los datos sobre necesidades no satisfechas
por los programas de planificación familiar y con las razones por las

4
The Population Council, Oficina Regional para Latinoamérica y el Caribe.

132
133 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

cuales las mujeres no utilizan métodos anticonceptivos aunque no deseen


tener más hijos.
Asimismo, las limitaciones de los estudios cuantitativos en cuanto a
su comprensión sobre la manera en que las llamadas “variables sociales”
(como las relaciones familiares o los valores culturales) afectan la
utilización de anticonceptivos,5 hacían necesaria una aproximación
metodológica diferente.
Por todo ello, se decidió en principio investigar diversas poblaciones
de México que pudieran ejemplificar su “mosaico” socioeconómico y
cultural, tratando así de evitar la homogeneización de la población que
posibilitara un acercamiento microsocial de estudio.
La aproximación cualitativa permitiría una investigación de tales
diferencias culturales, gracias a la comprensión en profundidad de
poblaciones específicas y particulares. Un periodo de dos años se
consideró conveniente para la realización del trabajo.

Población entrevistada

México se encuentra en un proceso de modernización que no ha sido


equitativo para las diversas regiones y grupos sociales. Como la mayor
parte de las naciones de Latinoamérica, el país se está integrando a la
economía mundial por medio de la transferencia de sus recursos hacia los
países llamados “del norte”, por vía del servicio de la deuda externa y la
fuga de capitales. Los llamados países “del sur” proporcionan mano de
obra barata para industrias multinacionales. Sin embargo, el desarrollo
reciente de la tecnología ha hecho que esta ventaja desaparezca
rápidamente. Para México, la modernización ha significado la
profundización de la polaridad entre un pequeño sector de familias
adineradas y una enorme mayoría de trabajadores y campesinos golpeada
por la miseria y la falta de oportunidades.
En virtud de que México es un país heterogéneo, el interés del grupo
de investigación ha sido ilustrar la experiencia y las significaciones de la
sexualidad en diferentes grupos étnicos, geográficos y culturales. Para
ello se seleccionaron tres regiones del país para llevar a cabo el estudio,
mismas que presentan diferentes configuraciones de desarrollo
socioeconómico y cultural.
5
Dra. Kathryn Tolbert (comunicación personal).
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 134

Las comunidades seleccionadas pueden ser brevemente descritas


como sigue:

1. Una comunidad indígena (zapoteca), en virtud de que México ha sido


formado tanto por culturas nativas como por la española, y de que existe
todavía un gran número de poblaciones perteneciente a dichas
tradiciones indígenas. Los habitantes del pueblo seleccionado son en
su mayoría bilingües y su economía se encuentra sostenida
principalmente por la elaboración de artesanías, cuya mayor parte se
exporta a Estados Unidos. Una proporción considerable de su
población masculina migra a ese país vecino a trabajar como
jornaleros y regresa periódicamente a su pueblo natal.
2. Una comunidad rural del centro del país, cuya población ha perdido en
gran medida la capacidad para sobrevivir por medio de la agricultura y
ha optado por trabajos eventuales en ciudades vecinas. La iglesia y la
religión católicas son parte importante de la vida cotidiana e intervienen
considerablemente en la conformación de los valores y prácticas
sexuales de sus habitantes. También es frecuente la práctica
migratoria a Estados Unidos en busca de trabajo agrícola asalariado.
En ambas poblaciones se mezclan de manera peculiar ciertas
prácticas y creencias tradicionales con elementos que provienen de la
experiencia urbana de sus migrantes.

3. Una comunidad urbana popular de la ciudad de México, en función


del característico centralismo de este país, y por el hecho de que en
la actualidad entre 60 y 70 por ciento de su población se concentra en
las ciudades (García Canclini, 1990: 265). El barrio elegido es similar
a muchos otros de la capital, pues su población joven es la segunda o
tercera generación de migrantes de la provincia, quienes se
establecieron irregularmente en estos terrenos y fueron adquiriendo
derechos sobre ellos. Sus pobladores trabajan principalmente como
obreros y empleados, y los jóvenes tienen un buen acceso a la
educación.

En principio, para el estudio sobre la virginidad se fijó el rango de


edad de los informantes entre los 15 y los 19 años. Sin embargo, durante
la primera etapa del trabajo de campo se hizo evidente que era
necesario ampliar este rango hasta los 30 años, pues la po- blación mayor
135 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

se mostró más dispuesta para la entrevista, además de que la mayoría de


los informantes más jóvenes abordados inicialmente no había iniciado su
vida sexual. La dificultad para relatar su historia en la entrevista también
fue observada en función de la situación de pareja de los informantes; los
casados o unidos libremente se mostraron más dispuestos a dialogar con
la investigadora.
Además de los criterios mencionados, hubo que tomar en cuenta
consideraciones temporales y circunstanciales, principalmente con el afán
de realizar un número de entrevistas cuyo análisis inductivo e
interpretativo fuera manejable en el plazo previsto. En un primer
momento se había decidido realizar tres entrevistas individuales por
género en cada uno de los entor- nos elegidos; en total 18. Sin embargo,
a la luz de los primeros datos recabados, se efectuó otra serie de cinco
entrevistas individuales. Asimismo, para ubicar en su contexto el discurso
individual, se entrevistó a un grupo por cada una de las comunidades.

El trabajo de campo

Antes de llevar a cabo las entrevistas se realizaron sucesivas visitas a las


localidades elegidas, con el fin de investigar las condiciones y
posibilidades del trabajo. Inicialmente se pensó que sería más fácil
abordar a las mujeres de la comunidad por el tema de indagación y el
género de la investigadora. Esta idea fue desechada rápidamente pues
estudiar exclusivamente a las mujeres debido a que eran más fáciles de
convocar sería reducir de nuevo la temática a un ámbito “femenino” y
privado, que excluía de la responsabilidad y los beneficios a los varones.
En la mayoría de los casos se realizó un primer encuentro con ellos
(a nivel grupal) para presentar el tema de investigación y solicitar su
colaboración voluntaria. En caso de que tuvieran dudas o inquietudes al
respecto, la investigadora se puso a sus órdenes para trabajar con ellos en
la medida de sus conocimientos y posibilidades. Esta forma de invitación
permitió que la gran mayoría de las entrevistas se realizara en función de
las demandas de los informantes relativas a la sexualidad, la pareja y el
género, por lo cual su participación fue eminentemente voluntaria y
confidencial.
Dentro de este encuadre, doce sujetos de ambos sexos de entre 15 y
30 años solicitaron una entrevista, en la cual inicialmente se les preguntó
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 136

qué demanda tenían. Las solicitudes variaron desde la cuestión de si la


iniciación sexual temprana detiene el crecimiento (un muchacho
capitalino de quince años), hasta preguntas médicas relativas a molestias
gástricas, pasando por demandas de orientación sobre deficiencia mental
y tratamiento de enfermedades de transmisión sexual.
No todos los entrevistados pertenecían a tales grupos, por lo que se
llevó a cabo el método de “bola de nieve”, consistente en la presentación
sucesiva y espontánea de nuevos sujetos a partir de la relación con los
iniciales. Con esta estrategia se reunieron otros once informantes en las
distintas localidades, con lo que se logró un total de 23 entrevistas a
profundidad: once a mujeres y doce a hombres.
En el transcurso de dichas entrevistas era frecuente que surgieran
otras demandas, relacionadas con dificultades en las relaciones de pareja
o familiares. Ante todas ellas, la intervención de la entrevistadora —la
misma investigadora— era inevitable y necesaria. En virtud de su
formación como psicóloga y terapeuta familiar, las demandas pudieron
ser atendidas hasta cierto punto. Las que no se resolvieron, como las
médicas, se derivaron a organizaciones no gubernamentales que podían
atenderlas correctamente.
En las comunidades donde fue factible (principalmente en los estados
de Oaxaca y Guanajuato), se llevaron a cabo entrevistas con informantes
clave, como médicos, parteras, promotores de salud y trabajadores
municipales. Por último, en Oaxaca y Guanajuato se realizaron dos
sesiones de devolución de los datos preliminares del estudio, con los
informantes que pudieron ser localizados. El objetivo de las mismas fue
cotejar con los sujetos de la investigación las ideas surgidas del material
de campo, respetando la confidencialidad e informando de las diferencias
encontradas entre las comunidades.

El punto de partida metodológico: el construccionismo social

Los datos de campo fueron construidos a partir del discurso de los


entrevistados —es decir, el material de investigación— y, por tanto, es
imprescindible precisar la concepción de discurso de la que se parte.
La importancia del lenguaje como elemento crucial en la
construcción de la realidad social, y también del sujeto, ha sido subrayada
repetidamente por aquellos pensadores llamados “construccionistas”.
137 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

Gergen (1985), ha definido el construccionismo social como una forma


de investigación ligada a corrientes intelectuales como el
interaccionismo simbólico, la antropología simbólica, la
etnometodología, el desconstruccionismo literario, la fenomenología,
el existencialismo y algunas teorías convencionales de la psicología
social (Tiefer, 1987). Todas ellas comparten la concepción de que el
sujeto desempeña un papel activo, guiado por su cultura, en la
estructuración de la realidad. De ahí que esta perspectiva de investigación
se considere “endogénica”, o generada por el sujeto mismo, en contraste
con la utilización de perspectivas “exogénicas” o ajenas a la construcción
que el sujeto hace de su realidad.
En particular, los escritos de los llamados “antropólogos de la
experiencia” (Bruner y Turner, 1986) ofrecen a este trabajo la posibilidad
de describir el discurso narrativo como uno de los medios más
importantes para que los sujetos construyan su experiencia, que a su vez
tiene efectos sobre las formas de relatar. Las historias constituyen un
poderoso procedimiento mediante el cual los individuos le otorgan
significado a su vida, ordenándola en una secuencia de eventos,
sentimientos, comportamientos, etcétera.

La relación [entre la experiencia y sus expresiones] es una relación


claramente dialógica y dialéctica, ya que la experiencia estructura
expresiones, y entendemos a otras personas y sus expresiones sobre la base
de nuestra propia experiencia y comprensión de nosotros mismos. Pero las
expresiones también estructuran la experiencia, porque las narrativas
dominantes de una época histórica, rituales y festivales importantes, y obras
clásicas de arte, definen e iluminan la experiencia interior.6

Obviamente, la dimensión del poder aparece en estas ideas, en


términos de que el sujeto se constituye mediante los discursos culturales
dominantes, calificados por el grupo social como “verdades”,
relacionadas con diferentes temáticas; en nuestro caso, con la sexualidad.
Por lo tanto, se pretende analizar qué discursos dominantes se encuentran
entretejidos en las narrativas que los in- formantes construyeron durante las

6
Bruner y Turner, 1986: 6. Traducción de la autora.
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 138

entrevistas, y también mostrar conocimientos o discursos alternativos que


expresen una resistencia a los primeros.
La narrativa no ha sido la única forma lingüística en la que los
informantes expresaron sus opiniones y creencias; el diálogo en la
situación de entrevista tiene que tomarse en cuenta. Aun así, el concepto
ya descrito de narrativa se sostuvo como un elemento en la constitución
de la experiencia.
En el campo que nos ocupa, los representantes de este enfoque
enfatizan la concepción de que la sexualidad es una construcción histórica
(Foucault, 1981) que se ha modificado a lo largo de los siglos y a través
de las culturas, de manera que desafía las posiciones esencialistas que ven
en ella una cualidad inherente a la identidad de los sujetos. Algunos de los
representantes más importantes de esta corriente en el campo de la
sexualidad son Foucault y la escuela de historia de la sexualidad de París
(Foucault,1981, 1988, 1987; Weeks, 1985, 1986, y Caplan, 1987).
Las construcciones sociales y culturales objeto del presente estudio
requieren de un abordaje cualitativo que las describa de acuerdo con su
dinamismo y complejidad. El análisis en profundidad partió del material
recabado durante el trabajo de campo, pues se siguió un procedimiento
primordialmente inductivo que permitiera una relación cercana entre los
registros y las categorías surgidas de su análisis continuo.
Se transcribieron todas las entrevistas para después hacer una
confrontación de los registros auditivos con los textos producidos y
corregir los errores posibles, además de anotar marcas sobre entonación,
risas o silencios, es decir, sobre el lenguaje no verbal. A continuación, una
lectura repetida de las entrevistas permitió elaborar códigos que
clasificaran la información por temas tratados en las conversaciones,
basando el proceso en las recurrencias de los asuntos y en las diferencias
encontradas dentro de ellas. La codificación agrupa y organiza
exclusivamente el material de campo por temas relevantes, pero no lo
explica, analiza o interpreta.
Esta primera clasificación permitió restructurar el material de las
entrevistas a partir de los códigos construidos, mismos que podrían
posteriormente cruzarse en el análisis cualitativo con los grupos de
personas según sexo, edad, escolaridad y experiencia migratoria.
Una nueva lectura del material codificado sugirió posibilidades de
construcción de categorías de análisis, cuyo fin es la interpre- tación del
material, la cual estuvo permanentemente alimentada con la búsqueda
139 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

de desarrollos teóricos pertinentes. Por ejemplo, en el caso de los relatos


reiterados de acciones y estrategias co- munitarias para vigilar las
prácticas sexuales de las mujeres, la teoría de Foucault (1985) acerca de
la biopolítica y la vigilancia como técnica fundamental de poder en la era
moderna fue de suma utilidad para el análisis de los relatos. De esta
manera se construyó la categoría “tecnologías de poder: vigilancia y
disciplina” (Amuchástegui, 1994).

El instrumento: la entrevista en profundidad

La elección de instrumentos para investigar las significaciones sociales de


la sexualidad es una tarea difícil. La apertura espontánea de contenidos
relacionados con la experiencia y prácticas sexuales de los sujetos no
parece ser una situación cotidiana. Entre los informantes entrevistados,
hubo comentarios generalizados respecto a esta tradición de mantener la
sexualidad como un dominio privado y casi secreto. Saúl, uno de los
informantes de la comunidad rural de Guanajuato, ilustra tal situación:

“SAÚL: Sí, me cae, bueno, pero... precisamente por eso me... quise venir a
platicar contigo [la entrevistadora]...bueno, ¡qué confianza!
ENTREVISTADORA: Sí, está bien.
S: De... sobre eso [cuestiones sexuales] porque a veces, yo a nadie le
pregunto.
E: ¿A nadie?
S: A nadie, no me atrevo a preguntarle, ni a mis amigos, a los amigos, de
si les pasa eso... es que no puede hablar uno.
E: ¿Y por qué no puede hablar?
S: No, pus no es posible.
E: ¿Qué le contestan, o qué?
S: No, no he dicho nada, yo no he dicho nada, no he dicho nada a nadie.
E: Pero, ¿por qué no se atreve? ¿qué pasaría?
(...)
S: No, la verdad, así como es en el rancho, esos puntos no se tocan. No,
no se tocan. Platica uno de la vida en pareja, del dinero, del modo de ser, de
portarse uno con la gente, también, todo... pero menos de eso.

Por tanto, la presencia de un extraño indagando sobre valores y


prácticas sexuales es una invasión y un rompimiento de tal prescripción.
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 140

Es posible, entonces, que los sujetos que aceptaron participar en las


entrevistas lo hayan hecho debido a la existencia de inquietudes y
demandas ligadas a su vida sexual. Sin embargo, parece que el hecho
mismo de que la investigadora no perteneciera a la comunidad permitía
una mayor apertura de relatos y experiencias sexuales, debido a que ello
garantizaba la confidencialidad, pues no se permanecía en la localidad y
no se divulgaría el material de los informantes. De hecho, para algunos de
ellos la entrevista fue una oportunidad para discutir y expresar inquietudes
y dudas respecto de su vida sexual sin temor a la condena o a la indiscreción.
En muchas ocasiones se mostraban muy complacidos por poder relatar su
historia a una persona ajena a la comunidad, quien a su vez estaba
revestida del poder otorgado por el conocimiento. Fue frecuente la
afirmación “esto no se lo he dicho a nadie más que a usted”, lo cual
implica, por un lado, la necesidad fundamental de relatarse y con ello
otorgar nuevos significados a su experiencia y, por otro, puede reflejar el
tipo de vínculo que algunos establecieron con la entrevistadora. Esta
experiencia puede y debería ser, en sí misma, una intervención positiva
para los informantes.
La investigación sobre sexualidad, especialmente si se realiza con
instrumentos que promueven la apertura de relatos personales y movilizan
recuerdos, sentimientos y experiencias subjetivamente relevantes para los
entrevistados, produce un efecto sobre ellos, generalmente abriendo la
posibilidad de expresar ciertas demandas o procesos relacionados con la
frustración, el dolor o la falta de información. La ideología de la
neutralidad tendría aquí consecuencias muy negativas. Al contrario, el
investigador interviene de manera más o menos intrusiva en la vida
cotidiana y en la subjetividad de los entrevistados, y por ello es fundamental
que esté preparado para responder a las necesidades que esta relación
genera.
Para el diseño de la entrevista se realizaron dos pruebas piloto, con la
única consigna de que los informantes relataran lo que consideraran
importante acerca de la primera relación sexual. A partir del análisis de
este material se elaboró una guía de entrevista cuya mayor utilidad era
simplemente recordar a la entrevistadora grandes temas o rubros que se
debían cubrir, sin importar el orden de aparición (véase el anexo).
Posteriormente, esta guía de entrevista se fue modificando en función de
los hallazgos de campo y del proceso simultáneo de codificación y
categorización.
141 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

La flexibilidad de este instrumento es fundamental para la


construcción de una teoría. Aunque no se utilizaron aquí historias de vida,
lo que dice Thompson respecto de ellas se aplica asimismo a la entrevista
semidirigida utilizada:

...[la historia de vida] se basa en una combinación de exploración y preguntas


dentro del contexto de un diálogo con el informante. Un supuesto básico de
este diálogo es que el investigador viene a descubrir tanto lo inesperado
como lo esperado, y también que el marco de referencia global dentro del
cual se da la información no es determinado por el investigador, sino por la
visión que tiene el informante de su propia vida. Las preguntas tienen que
coincidir con este marco, no a la inversa ... Por tanto, la forma precisa de la
pregunta no puede ser fundamental para el método de análisis, de modo que
desarrollar nuevas preguntas, o precisar y cambiar su enfoque a medida que
avanza la investigación, no pone en peligro la integridad del trabajo. En
consecuencia, el trabajo de campo en materia de historias de vida puede
llegar a ser parte de una metodología mucho más poderosa, de un proceso
continuo de someter las hipótesis a prueba y reformularlas, en el cual los
primeros hallazgos llevan a nuevas teorías y nuevas preguntas... (Thompson,
1993: 123).

LA CONSTRUCCIÓN DE LOS DATOS:


SUS VICISITUDES Y CONTRADICCIONES

Por fortuna, el investigador difícilmente encuentra lo que originalmente


pretende hallar. El terreno obliga a reformular, replantear y cuestionar las
preguntas de investigación y los marcos de interpretación. En el caso que
nos ocupa, se intentó en primera instancia hacer la descripción y el
análisis de las significaciones de la primera relación sexual, esperando
que los “resultados” serían diferentes en las tres comunidades elegidas.
Sin embargo, el procedimiento inductivo mostró que la clasificación de
los sujetos en grupos por localidad era imposible.
Si bien las diferencias fundamentales se pueden agrupar
consistentemente por géneros, los datos de campo obligaron a desechar
toda hipótesis de sociedades “tradicionales” o cerradas —en el caso de
Oaxaca y Guanajuato— opuestas a una cultura claramente urbana.7 Por el
contrario, los contenidos de tales significaciones ofrecen una consistencia

7
La pretensión de la existencia de culturas “puras”, diferentes a la “nuestra”, tiene más
bien por objeto fortalecer la identidad de quien así las define, además de mantener la ilusión
de que “nuestra” cultura es el modelo con el que las “otras” deben compararse. “Si `ellos’
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 142

notable entre los entrevistados de las tres localidades. Es decir, lo que


funciona como normatividades para la sexualidad femenina y masculina,
así como las creencias y los valores asociados con ella, mantienen una
gran semejanza entre todos los sujetos entrevistados.
Este hallazgo obligó a transformar radicalmente las formas de
análisis y explicación de los datos de campo, pues en lugar de comparar
tres configuraciones culturales diferentes, hubo que pensar en la exist-
encia de procesos mucho menos rígidos y delimitados, como una serie de
elementos en interacción permanente cuyos contenidos se relacionan con
orígenes distintos, pero que conviven en diferentes formas dentro de la
cultura actual de las tres localidades estudiadas.
¿Qué hacer, entonces, frente a la evidencia de una homogeneización
de los datos? La decepción de no poder clasificar fácilmente a los sujetos
en virtud de su pertenencia geográfica y cultural obligó a una explicación
más compleja que abarcara horizontalmente los contenidos encontrados.
Algunos trabajos sociológicos (García Canclini, 1990; Esteinou,
1994; Bonfil, 1990) que describen y pretenden explicar los procesos de
cambio cultural en las sociedades latinoamericanas, ofrecieron un alivio
y una vía de explicación que no segmentara artificialmente los datos
recabados, sino que permitiera precisamente tomar en cuenta el
dinamismo y la movilidad del fenómeno que se estudiaría.

Las significaciones sobre el género y la sexualidad dentro de las


“culturas híbridas” latinoamericanas

El hallazgo de estructuras, códigos y normas culturales respecto de la


primera relación sexual dentro de las comunidades elegidas no resultó
difícil. Todos los entrevistados mostraron una gran claridad para describir
los modelos normativos de sexualidad que prevalecen en sus

tienen un monopolio explícito sobre la cultura auténtica, `nosotros’ tenemos una implícita
en el poder institucional. Este lado oscuro de la proporción estima la urgencia de reconstruir
el análisis social en una forma que se considere la interacción de cultura y poder, y a la vez
hacer que `nosotros’ seamos más visibles culturalmente hablando” (Rosaldo, 1990: 186).
Esta “invisibilidad cultural” del investigador no es más que la absolutización de su cultura,
con el consiguiente riesgo de etnocentrismo.
143 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

comunidades, mismos que resultaron sorpresivamente homogéneos en las


tres localidades. El predominio de la moral católica se hizo sentir con
toda su fuerza en los discursos dominantes.
Sin embargo, al lado de ellos se encontraron también infinidad de
momentos de transgresión, cuestionamiento y resistencia. Movimientos,
transformaciones y mezclas con valores sexuales provenientes de otros
modelos normativos aparecían constantemente, especialmente aquellos
ligados a la ideología humanista de la modernidad, en la cual los ideales
de igualdad entre géneros y la libre elección individual prevalecen. Así,
la marcación de límites claros entre las creencias de un grupo social y
otro resultaron imposibles y, más bien, se encontró una convivencia
de diversas significaciones cuyo grado de contradicción o
consonancia con formas de pensamiento “tradicionales” o “modernas”
variaba en función del contacto del sujeto con la cultura urbana y la
educación formal.
La tendencia actual de nuestro país a la globalización de la cultura
gracias al intercambio comercial, laboral, educativo y en las
comunicaciones, parecía ser un factor determinante e imprevisto para la
comprensión de los valores sexuales en estudio. De este modo, la
segmentación de la información de campo a partir de la pertenencia de
los sujetos a cierta cultura que se presuponía de antemano, no fue una
estrategia funcional. En lugar de ello, se decidió realizar un relato
siguiendo el modelo de lo que Rosaldo llama “análisis procesal”, pues
desde esa perspectiva “...el cambio y no la estructura se convierte en la
condición permanente de la sociedad, y el tiempo, no el espacio, en el
medio más circundante” (1991: 100).
Como parte de esta visión, la modernización latinoamericana es un
marco fundamental de comprensión. Este proceso, en lugar de seguir una
trayectoria evolutiva; “...más que como una fuerza ajena y dominante, que
operaría por sustitución de lo tradicional y lo propio, [se concibe] como
los intentos de renovación con que diversos sectores se hacen cargo de la
heterogeneidad multitemporal de cada nación” (García Canclini, 1990:
15).
Se parte, por lo tanto, de una visión en la cual las sociedades
“tradicionales”, que en este caso serían la comunidad indígena y la rural,
participan del proceso modernizante del país, al incorporar en sus valores
y prescripciones, o en su repertorio de posibilida- des de acción
individual, propuestas provenientes de grupos so- ciales hegemónicos,
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 144

mismos que difunden tales modelos por los medios de comunicación


masiva, o de la validación de saberes especializados como la medicina.
Por su lado, tales grupos retoman también los contenidos culturales de
grupos subyugados para legitimar su predominio.8
La “heterogeneidad multitemporal” descrita aparece
consistentemente en los hallazgos de campo. Por ello se intentó describir
tal coexistencia de significaciones sexuales en relación con los siguientes
temas centrales surgidos del encuentro entre los datos del terreno y las
construcciones teóricas que pueden explicarlos:

• El género y la construcción de sujetos de sexualidad: el papel del


“saber” sexual.
• Los dilemas, contradicciones y mezclas culturales en las
significaciones sobre la primera relación coital.
• Lo sagrado olvidó su origen: la virginidad y los rituales
institucionalizados de la iniciación sexual y la formación de pareja.
• Las tecnologías de poder: vigilancia y disciplina.

De estas cuatro categorías, por razones de espacio, se ejemplificará


en este trabajo solamente la primera.

LAS SIGNIFICACIONES DE LA PRIMERA RELACIÓN SEXUAL

La construcción de sujetos genéricos de sexualidad


y el papel del “saber” sexual

El reconocimiento de ser sujetos9 de sexualidad varía entre los hombres y


las mujeres entrevistados. En general, la mayoría de los informantes dan
por hecho que los varones son sujetos de sexualidad, casi de una manera
“natural”. En cambio, las mujeres no lo son. El deseo posee género y es
masculino. En este proceso no aparecen diferencias entre los
entrevistados de los diferentes lugares. La evolución del deseo masculino,
8
Se pretende hacer aquí lo que García Canclini describe como “...investigaciones que
examinan los procedimientos por los cuales las culturas tradicionales de los indígenas y
campesinos convergen sincréticamente con diversas modalidades de cultura urbana y
masiva, estableciendo formas híbridas de existencia de `lo popular’” (1990: 230).
9
“Hay dos significados de la palabra sujeto: sometido a otro a través del control y la
dependencia, y sujeto atado a su propia identidad por la conciencia o el conocimiento de sí
mismo. Ambos sugieren una forma de poder que subyuga y somete” (Foucault, 1988: 231).
145 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

considerada como parte intrínseca del crecimiento físico, es relatada por


Guillermo, de Guanajuato:

GUILLERMO: ...ya cuando, ya ve que después, ya de tiempo, ya cuando uno


es grande, entonces, ya ve que se le antoja una mujer y venían [desde las
rancherías a la ciudad] y buscaban una mujer, veníamos, ya que veníamos y
buscábamos una mujer.

Es entonces consecuente que sean los varones quienes propongan a


las mujeres el encuentro sexual. Sin embargo, existe una diferencia entre
los jóvenes capitalinos y los de provincia. Los primeros tienen mayor
facilidad de reconocer a la mujer como sujeto de sexualidad y, en
ocasiones, intentan establecer en este terreno una relación igualitaria. Sin
embargo, se nota en su discurso la reminiscencia de esta división
excluyente del deseo por géneros.
En diferentes grados, pero presente en todas las entrevistas, se
encuentra una escisión de la figura femenina en dos imágenes
constitutivas de su sexualidad, y que a su vez determinan cierto tipo de
relaciones con el varón. Por un lado, la mujer que no es sujeto de
sexualidad más que en relación a la reproducción y la maternidad, misma
que no demuestra ni expresa deseo o erotismo alguno, y cuyas
características fundamentales son la ternura, la pureza y el pudor. En ella
la belleza se refiere al espíritu, y es el alma y lo sublime —la bondad
finalmente— lo que importa. Este “tipo” de mujeres son las que los
entrevistados de ambos sexos consideran merecedoras de matrimonio o
pareja estable, y de maternidad, función que define esta identidad
femenina. Con ello se le otorga un estatus de sujeto, pero solamente en
función de los últimos elementos; no respecto de su cuerpo o su deseo.
Sobra mencionar el origen mariano de esta imagen normativa y
prescriptiva,10 y su cercanía con la divinidad y el orden de lo sagrado
católico. Esta imagen de femineidad implica, necesariamente, no haber
tenido experiencias sexuales.
En contraparte se formula otro “tipo” de mujer, que efectivamente es
sujeto de sexualidad y, por ello, accede a la seducción, al erotismo y en
última instancia, al placer. La belleza de estas mujeres se asocia con la

10
Agradezco a Mike Gane, de la Loughborough University of Technology, el haber
compartido conmigo sus valiosas ideas, las cuales guiaron esta vinculación de las premisas
de género con las diversas religiones.
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 146

sensualidad corporal, mientras se les despoja de toda cualidad espiritual.


Es contradictorio, sin embargo, que el vínculo con los hombres que se
adjudica a este modelo femenino es exclusivamente el de ser objeto de su
deseo, es decir, no se le reconoce individualidad, sino pertenencia
indiferenciada a una “clase” de mujeres. Es decir, es sujeto de sexualidad,
mas no se le reconoce como sujeto individual.

El erotismo es el espacio vital reservado a un grupo menor de mujeres


ubicadas en el lado negativo del cosmos, en el mal, y son consideradas por
su definición esencial erótica como malas mujeres, se trata de las putas
(Lagarde, 1990: 186).

Es muy frecuente el calificativo de “loca” para mujeres clasificadas


en este universo, lo cual indica cierta significación del erotismo o el deseo
femenino como la vía hacia la locura y la pérdida de control. La existencia
de un peligro en el erotismo es descrita por Bataille, al decir que “la carne
es el enemigo nato de aquellos a quienes atormenta el interdicto
cristiano, pero si, como creo, existe un interdicto vago y global, que se
opone, bajo formas que dependen de los tiempos y los lugares, a la
libertad sexual, la carne es la expresión de un retorno de esta libertad
amenazadora” (1992: 129).
La construcción de tal estereotipo y el depositar al mal en él, permiten
a la sociedad en general organizar las formas de expresión del deseo y el
erotismo. Gracias a esta Eva las mujeres conocen lo que no deben ser, y
los hombres lo que deben escoger, de- pendiendo del tipo de vínculo que
corresponde. Amanda, una joven casada de Guanajuato, describe con
claridad esta escisión a partir del discurso de su esposo cuando explica
las razones para haberla elegido:

AMANDA: “¿por qué no te casaste con ella?” [le preguntó a su esposo


acerca de una mujer con la que había tenido relaciones sexuales], no, dice,
“pues esa mujer estaba más correteada que nada”, y entonces, ¿por qué
conmigo sí?”, dice, “porque se ve en la mujer, cuando la mujer este... tiene
más experiencia en la forma de comportarse, dice, pues, la verdad, tu fuiste
diferente, diferente a todas las mujeres que toqué”.

Es interesante subrayar que tales tipos ideales se mantienen más


como modelos normativos que como clasificaciones de la conducta real
de las mujeres. Las fronteras entre ambos reinos no son tan rígidas cuando
147 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

de prácticas sexuales se trata. Sin embargo, el efecto subjetivo que tales


imágenes producen en el ámbito de la experiencia de los entrevistados es
sumamente poderoso; como si en verdad fuera posible dividir al sexo
femenino en tales modelos y que aquellas mujeres que se asumen como
sujetos de sexualidad pasaran irremediablemente de la bondad a la
maldad, sin camino de regreso. Amanda expresa este temor de perder por
completo el control sobre su cuerpo y su deseo:

AMANDA: Hasta me traumé un montón [después de su primera relación


sexual]. O sea, en serio, ¡estaba pensando que siempre que iba a tener novio
me iba a pasar lo mismo!

Desde el punto de vista de los varones, dirigirse a las mujeres


consideradas puras en términos de deseo le adjudica a éstas una
subjetividad sexual que no es propia de su condición. Incluso para algunos
de ellos el matrimonio o la formación de pareja estable inauguran el
ejercicio de la sexualidad femenina y, más aún, el deseo mismo.
El reconocimiento de ser sujetos de sexualidad femenina aumenta,
dentro de la población estudiada, en consonancia con la pertenencia o el
contacto con la cultura urbana. Por ejemplo, algunas de las mujeres
zapotecas que expresaban cierta apropiación de sí mismas respecto a la
actividad educativa, recreativa o laboral, parecen disminuirla consider-
ablemente cuando se trata de la sexualidad. La mayoría de ellas niega la
sensación de excitación en algún momento de su vida, y mucho más la
masturbación, que implica una acción de satisfacción del impulso.11
Inclusive, en algunas de las entrevistadas, la recepción de información
respecto a la fisiología femenina o a la concepción se impide, en virtud de
que no se ha construido en ellas la noción de que les atañe. Esta negativa
es ilustrada por el relato de Gabriela, una joven zapoteca recientemente
unida:

GABRIELA: Ya en la escuela nos habían dado pláticas de eso [la


menstruación], pero a lo mejor, este, por no tener nada de experiencia, yo no

11
Es posible que esta negativa a expresar el deseo sexual y la excitación se deba al
dispositivo inquisitorio de la entrevista, lo cual no puede llevar inequívocamente a la
conclusión de que no existe. Sin embargo, la consistencia de este rechazo a mencionarla
indica posiblemente una prescripción en el sentido de que la mujer no debe asumirse como
sujeto de deseo.
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 148

lo tomé... no lo tomé muy en serio. Bueno, en ninguna forma, eso te va a


suceder, pero quién sabe cuándo. (...) de una relación sexual, yo no tenía ni
idea, yo no sabía cuál era eso o qué...
E: ¿Cómo se hacía?
G: Sí, eso yo lo ignoraba. A pesar de que a veces en la escuela eran las
pláticas, que esto y lo otro, pero entonces, yo lo tomaba como juego (...)
nunca me llamó eso.

Dos de las entrevistadas guanajuatenses, por el contrario, reconocen


su deseo sexual y su capacidad erótica, aunque al hacerlo se consideran
en falta o inclusive contrarias a la naturaleza femenina. La contradicción
producida por el encuentro entre valores tradicionales y modernos se
expresa en una aceptación tímida de su ser sujeto de sexualidad,
acompañada de temores, culpas y sensaciones de falta directa contra la
familia. El ejemplo más dramático de esta situación consiste en que, a
pesar de haber aceptado tener relaciones sexuales la primera vez, ambas
informan- tes decidieron mentir al respecto frente a sus padres o futuros
maridos, diciendo que habían sido víctimas de violación. Al parecer, se
tolera con mayor facilidad esta violencia que la aceptación del deseo
femenino. Bertina, de 30 años y soltera, relata esta estrategia de
autoprotección:

BERTINA: ...a la siguiente noche me sentí re mal, o sea, me pegó vómito,


híjole. Ya luego le dije a mi mamá, no sé qué me pasó, como que no le quería
decir, me daba como temor... y ya le empecé a decir y dice “¡ay!, ¿de
cuántas?”, dice, bueno dijo así feo (...) y mi papá me dijo “si sales mal, te
tiene que cumplir, vamos allá a la Presidencia Municipal. Sí, si fue voluntario
o... fue a...”
E: ¿a fuerzas?
B: Sí, a fuerzas
E: Y, ¿cómo fue?
B: Fue voluntario (risas).
E: ¿Sí?
B: Es que no me podía aguantar.
E: ¿Se te antojó?
B: Ajá, fue la primeritita, como quiera... mi mamá ya sabe que ya no soy
una señorita.
(...)
149 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

B: Y orita, hasta la fecha no ha venido [su compañero sexual] para acá


porque mi papá está bien enojado. Pero yo y él nos callamos que no fue a
fuerzas, que fue voluntario y voluntad mía. (...)
B: Yo le eché mentiras a mi mamá, que fue a fuerzas (risas).
E: ¿Por qué?, ¿qué hubiera pasado si le hubieras dicho que fue
voluntario?
B: ¡Uy! me hubiera corrido. Me hubiera dicho, “pues vete, vete con
él”.

Más compleja aún parece ser la vivencia de las jóvenes capitalinas,


para quienes el deseo sexual es una realidad validada por los discursos
modernizantes de la sexualidad femenina, que al mismo tiempo coexiste
con las mismas prohibiciones originadas en la religión católica respecto de
la mujer. Es frecuente, por tanto, que el deseo y el erotismo se asuman de
manera igualmente contradictoria; por ejemplo, aceptando gustosamente
la relación sexual, pero sin prevenir un embarazo no deseado. Estas
contradicciones se evidencian también en el discurso de Patricia (quince
años), la más joven de las entrevistadas de esta localidad, ya que retoma
expresiones del saber especializado calificando la excitación como
“normal” y sin embargo difícilmente se autoriza —cuando menos en
su relato— tanto al reconocimiento como a la satisfacción del deseo:

ENTREVISTADORA: ¿Ya iniciaste tu vida sexual?


PATRICIA: No.
E: ¿Se te ha antojado, o has estado en una situación en la que a lo mejor
hubiera pasado?
P: No.
E: Y ¿qué piensas?, ¿algún día va a pasar o no?
P: Yo creo que es lo más normal, que a algunos les pasa. Digo, todas
sufrieron.
(...)
E: ¿Para ti sería importante esperar a casarte para tener una relación
sexual?
P: No. O sea, depende, qué tal si se dio antes la situación, antes de que
me casara...
E: ¿Cómo puede suceder?, ¿cómo te la imaginas?
P: Puede suceder en cualquier parte, es lo más normal que te excites.
E: ¿Alguna vez ha pasado que te excites?
P: No.
E: ¿No?, solita, aunque no estén los muchachos...
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 150

P: ¿Que me sienta rara?


E: Que te sientas excitada.
P: Sí, alguna vez... me siento rara, como desesperada.
E: ¿Y qué haces?
P: Pues, nada, me pongo a oír música o a pensar en otra cosa, cuando
estoy sola me pongo a bailar o algo...
E: ¿No te masturbas?
P: ¿Cómo masturbar?
E: Como acariciarte.
P: No.

La concepción generalizada de la identidad de la mujer como madre


sin erotismo la validan los informantes de ambos géneros. No así respecto
a la identidad masculina, cuyo carácter intrínsecamente sexuado no se
duda, y al mismo tiempo debe ser confirmada continuamente mediante la
expresión de tal deseo. Alberto, un joven guanajuatense de 18 años,
afirma contundente este mandato:

ALBERTO: ...esas relaciones son bonitas, y más que nada, pus... hay que
vivir la vida, porque si uno va a estar nomás así... sin tener novia, sin hacer
esa relación, tiene que hacerlo uno, tiene que hacerlo, porque... o sea, los
amigos me dicen no, pos sí, ¿a poco nunca lo has hecho? Nel, pus antes no
(...) o sea, me cotorreaban, que yo no estaba para esas cosas y que era... que
era de otra clase. Les digo, o pus si quieres te lo demuestro. No, pus esa vez
fue y fuimos con esas chavas.

El “saber” sobre sexualidad, categoría extraída consistentemente del


material de campo y que define al parecer el grado de experiencia y
habilidad erótica de los individuos, además de un manejo seductor del
cuerpo, apareció como uno de los indicadores para que los informantes
consideraran a un individuo sujeto de sexualidad. De nuevo, la valoración
de este saber depende del género de quien lo tiene. En el caso de los
hombres, es esperado que desarrollen tal conocimiento, casi como una
necesidad imperiosa que les otorgue finalmente la identidad de género.
Aunque esta expectativa se mantiene en las tres comunidades estudiadas,
su fuerza se aminora considerablemente entre los jóvenes capitalinos,
quienes pueden admitir cierta inexperiencia e ignorancia frente a sus
compañeras sexuales, en consonancia con el discurso liberalizante
moderno.
151 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

Una de las expresiones más dramáticas de la titularidad del deseo por


parte de los hombres fue relatada por Claudia, una madre de familia
zapoteca de 30 años, al depositar en la fisiología el repudio femenino por
la actividad sexual:

CLAUDIA: Sí cambia uno, porque pues al tener relaciones uno, por ejemplo
en mi caso, yo estaba un poco más gordita, sí, ya pasados los meses, bajé un
poco de peso.
E: ¿O sea que le vino bien?
C: Imagino que no, porque dicen que cuando uno engorda, este le va bien,
y que cuando baja uno de peso pues le va un poco mal, o sea, el cuerpo como
que no acepta eso, ¿me entiende?
E: ¿Cómo que no le cayó bien?
(...)
C: No, el cuerpo no acepta eso.
E: Y, ¿cómo fue que ahora se está reponiendo?
C: Porque, ya tengo familia, ya soy mamá, y eso ayuda bastante...
(...)
C: Los hombres ahorita, no olvídese, ellos en cualquier parte pueden
tener relaciones, ellos no se esperan, desde los quince años el hombre ya. No,
y lo pueden hacer con cualquiera.
E: ¿Entonces cree que su marido se esperó? ¿Y qué piensa de eso?
C: Pues yo creo que era necesario, ¿no?, para el desarrollo del hombre,
porque a veces, cuando no tienen relaciones, a la edad de quince años,
más tarde se enferman... están de mal humor, o luego son pretextos, les
duele la cabeza, entonces necesitan tener relaciones.

Sin embargo, constantemente aparece en el discurso de los


entrevistados la existencia de un saber sexual femenino, pero restringido
al tipo de mujer eminentemente promiscua y sin atributos morales para
merecer el matrimonio o la maternidad, casi equivalente a la prostituta,
misma que se encarga de instruir frecuentemente a los hombres en las
actividades del erotismo.
La difusión masiva de modelos femeninos erotizados —por medio de
la televisión y la pornografía— y de discursos científicos que validan el
deseo de la mujer, o que simplemente lo comercializan, produce, al
parecer, confusiones importantes entre los infor-mantes.
Cabe decir que éstas son, además de la escuela, las fuentes más
mencionadas de información sobre las relaciones sexuales y la fisiología.
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 152

En el caso de las mujeres, solamente se admite la búsqueda de


información sobre sexualidad en función de la “curiosidad”, término que
denota una desensualización de la inquietud, por vía de un conocimiento
racional o informativo, además de infantil.
Aun cuando aquellas con educación formal tuvieron acceso a cierta
información sobre la fisiología sexual e incluso la consideran necesaria y
fundamental, en cuanto al lenguaje del cuerpo durante sus primeros
encuentros, debían mostrarse completamente inexpertas e ignorantes,
dejando el conocimiento a su compañero sexual.
Se trata aquí, por tanto, de dos tipos de “saber” interrelacionados, a
veces de manera contradictoria. Por un lado se encuentra el acceso a los
discursos científicos y anatómicos, mismos que son difundidos
primordialmente en la escuela y en ocasiones por medios de
comunicación masiva,12 y por otro, el conocimiento en un sentido casi
bíblico, es decir, el “saber” del cuerpo respecto al deseo y el erotismo.
En el proceso actual de hibridación cultural, cada uno de estos
discursos pertenece a referentes normativos distintos, inclusive opuestos,
pues en el primero se le valora, aunque sólo sea racionalmente, como un
factor de progreso y desarrollo, mientras que al segundo se le condena, en
el caso de la mujer, como un atributo moralmente indeseable.
Estas dos vertientes normativas se enfrentan incluso en el ámbito de
las instituciones, pues las familias en general no constituyen fuentes de
información o formación sexual, y la escuela irrumpe con su labor
educativa en esta prohibición. La salida, frecuentemente, es la
conversación informal con los grupos de pares, que funcionan como
informantes por excelencia, especialmente para los hombres
entrevistados.
Los mandatos de saber y no saber se contradicen mutuamente,
confusión ante la cual se presentan dos opciones: la realización o
actuación impensada de prácticas sexuales, y la negación o bloqueo frente
a la información. Obviamente, ambas implican un gran riesgo en relación
con la salud o el embarazo no planeado.

12
“¿Cómo explicar que muchos cambios de pensamiento y gustos de la vida urbana
coincidan con los del campesinado, si no es porque las interacciones comerciales de éste con
las ciudades y la recepción de medios electrónicos en las casas rurales los conecta
diariamente con las innovaciones modernas?” (García Canclini, 1990: 265).
153 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

Fuera de la escuela, que es mixta, la información sexual está separada


rígidamente por géneros. En este contexto, hablar sobre la sexualidad, el
cuerpo o el erotismo dentro de una pareja parece una tarea muy difícil, que
requiere de un código moral más o menos compartido entre sus miembros.
Mientras que la mujer no debe saber, y por tanto tampoco preguntar, el
hombre debe instruir sobre la acción, pero no verbalmente. Esta
prescripción de separación genérica es especialmente rígida entre los
grupos rurales entrevistados; algunos de sus miembros refieren como una
“ofensa” el acto de hablar de sexo a una mujer a la que respetan. José, un
estudiante de bachillerato en Oaxaca, expresa esta falta:

JOSÉ: Yo no platico con ellas [sus amigas] del sexo, porque, pus, me siento
incómodo, a pesar de que jugamos muy fuerte, no he llegado al extremo de
hablarles de sexo... me siento... tal vez ellas se sentirían ofendidas, si yo... si
no me entienden lo que quiero decir (...) ellas se sentirían ofendidas porque
tal vez nunca les hablaran en su casa así... y algunas ni han terminado su
secundaria...
E: ¿Y eso es importante para ti para platicar de esos temas?
J: Pues sí, porque un niño de primaria apenas hay unas páginas de los
aparatos reproductores (...) y al nivel que yo he estudiado ya es una cosa muy
diferente. Hablar de sexo ya es algo normal, inclusive en bachillerato, con el
profesor de biología.
(...)
E: ¿Por qué las ofendes?
J: Puedo ofenderlas a ellas y yo sentirme incómodo porque nadie me
puede entender adónde quiero llegar hablando de sexo, ¿no? No quiero decir,
pues quiero que hagamos el sexo, sino que...
E: ¿Nada más por platicar?
J: Nada más por platicar.

En diferentes grados, la prohibición de hablar sobre sensaciones y


deseos entre los miembros de la pareja se mantiene en las tres localidades;
empero, entre los jóvenes capitalinos es menos marcada. Es posible que
tal prohibición provenga de la noción de que hablar del tema produce en
sí mismo un placer que puede ser anticipatorio o inclusive incitar al coito
o al encuentro erótico, alejándose de la reproducción como finalidad del
ejercicio sexual.
Asimismo, se deja entrever la creencia de que el orden de la
sexualidad pertenece a lo corporal y a la acción; mas no a la simbolización
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 154

por medio del lenguaje, pues producir un saber al respecto, mediante el


habla, incita a la acción y separa a la sexualidad de su origen natural; el
cuerpo y su función inmanente, la reproducción. Claudia, de Oaxaca,
ilustra este mandato:

CLAUDIA: ...mi mamá era un ...poco analfabeta, tenía miedo a conocer de


eso, entonces... uno va a la escuela y entiende muchas cosas, entonces por
eso me di cuenta, porque mi mamá nunca me dijo que me iba a pasar eso [la
menstruación]...
E: Y, ¿por qué cree usted que no le contaron de eso?
C: Supongo yo que por la vergüenza, ¿no?, se cohíben, pues, al tenerle
confianza a sus hijos, a sus hijas...
E: ¿Usted qué cree que sienten ellos? ¿Qué podría pasar si les cuentan a
sus hijas, a sus hijos?
C: Pues que les están enseñando cosas que no deben saber, pienso yo...
como que les abren los ojos y para ellos es una cosa mala.

En contraparte, los varones de 18 años de la misma localidad


reconocen que la mujer es sujeto de deseo y por ello buscan establecer con
ella una relación igualitaria. Carlos afirma, afiliado al discurso equitativo
moderno que reconoce a la mujer una identidad sexual:

CARLOS: Yo digo que está bien [que las parejas se casen sin haber tenido
relaciones sexuales], pero también a las parejas les pasa algo, se la llevan y
hacen eso, pero a veces la mujer, no la pueden complacer. No la conocieron
sexualmente antes y ahí vienen los problemas... Yo pienso que también es
bueno que se conocieran sexualmente antes de casarse.

Se evidencia aquí la diversidad de posiciones de los sujetos


entrevistados frente al problema de la subjetividad sexual, y la dificultad
para clasificarlas exclusivamente a partir de su pertenencia a la
comunidad. Más bien, el hallazgo constante reside en el entrecruzamiento
de discursos provenientes de la moral católica con aquellos originados por
el saber especializado o la comercialización del erotismo. Es posible que
la resistencia de los informantes a la negación de la mujer como sujeto de
sexualidad esté actualmente apoyada no solamente en la experiencia
individual, sino también en la modernidad y sus discursos liberalizantes,
que han construido las condiciones de posibilidad para tal oposición.
155 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

CONCLUSIONES

Los hallazgos presentados constituyen una posibilidad para informar de


procesos de investigación sobre la construcción social de la sexualidad.
Este problema de conocimiento implica de por sí dificultades que
requieren discusión y elaboración. En primer lugar, precisar el concepto
de sexualidad en el que cada estudio se basa es una tarea ardua que debe
lidiar con las discusiones actuales sobre el tema. Los aspectos biológicos
y fisiológicos han quedado, en esta inves-tigación, relegados a un ámbito
fuera del objeto de conocimiento de la misma, el cual consiste en los
aspectos culturales de la sexua- lidad. Empero, utilizar el concepto como
una entidad en sí nos hace herederos de lo que Foucault (1981) llama
“dispositivo de sexualidad”, es decir, de su invención histórica con fines
políticos, de manera que los aspectos del poder/saber quedan en la mesa
de discusión.
De ello se desprende el siguiente problema: si nos adscribimos a la
visión construccionista de la sexualidad, cuyos principales exponentes
han construido la historia del concepto y su aplicación a la política, ¿son
metodológicamente válidos los estudios sincrónicos que aquí se presentan?
La respuesta corresponde a la comunidad de investigadores involucrados,
aunque puede adelantarse que la importancia de estas investigaciones
radica en identificar las construcciones de significación sobre identidades
y prácticas sexuales que intervienen en la experiencia de los sujetos y los
atan a ciertas relaciones de poder vinculadas al género. El proceso que ha
desembocado en estas significaciones debería ser objeto de un análisis
histórico de la construcción del concepto y su uso político en nuestro país.
Otro problema metodológico importante de este enfoque radica en la
precisión del objeto de investigación. La construcción de significados se
basa en el lenguaje, por lo cual éste es su único material de trabajo y
análisis. Sin embargo, ¿qué de lo que llamamos “sexualidad” puede
observarse en el discurso? Las declaraciones de los sujetos acerca de sus
prácticas no nos ofrecen certezas sobre su veracidad, de forma que
aquéllas quedan, como realidades empíricas, ajenas a la observación
científica. Se requiere, entonces, de un trabajo que desarrolle una
aproximación que tome en cuenta esta dimensión discursiva y su vínculo
con la subjetividad social, de manera que abra posibilidades de
comprensión de la experiencia que los individuos tienen de la sexualidad.
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 156

ANEXO

Guía para entrevista individual

1. Encuadre de la entrevista y presentación del entrevistador.


2. Presentación del participante.
Actividades: laborales, educativas, recreativas, domésticas.
Edad, escolaridad.
Tiene pareja o no, casados o en unión libre, etcétera.
Número de hijos (en su caso).
3. Familia de origen y premisas de género.
Educación genérica (tareas del hogar, estudios, jerarquías,
obediencias, vigilancias).
Premisas de género respecto a la pareja y el matrimonio, la familia y
la reproducción.
4. Información y educación sexual.
Preocupaciones y problemas más frecuentes en su comunidad.
¿Recibió alguna información u orientación sobre los procesos
fisiológicos de su cuerpo? ¿De quién?
Efectos de esta información en su experiencia de ser sujeto sexual y
en sus prácticas.
¿Hubiera querido más o mejor información? ¿De quién?
¿Con quién se puede hablar de la sexualidad? ¿De qué temas?
¿Sabe y quién le explicó o cómo se enteró de los cambios puberales
femeninos (menstruación, crecimiento de senos, vello púbico,
etc.)?
¿Sabe y cómo se enteró acerca de los cambios puberales masculinos
(sueños húmedos, vello púbico, engrosamiento de la voz, etc.)?
¿Qué sabe y cómo lo supo acerca de la concepción, las relaciones
sexuales, el embarazo y el parto?
5. En caso de tener pareja, que cuente la historia de cómo se formó.
Prácticas del noviazgo/cortejo.
Prácticas, costumbres y creencias asociados.
Expresiones sobre la experiencia del cortejo y la formación de pareja.
Papel de los géneros en el cortejo/lo permitido y prohibido para cada
uno de ellos.
157 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

Tradiciones que él (ella) siguió y aquellas que no le son tan preferidas


¿Qué preferiría hacer o haber hecho? ¿Con cuáles está de
acuerdo y con cuáles no?
Papel de la familia, la comunidad, la iglesia, la ley, etc., en la
legitimación de la relación.
Papel del matrimonio: ¿civil, religioso? Descripciones acerca de él.
Diferencia social entre parejas casadas y unidas.
5. En caso de no tener pareja legitimada.
Prácticas religiosas, descripción de rituales y fiestas de la comunidad.
Enfatizar descripciones acerca de la formación de parejas. ¿Cómo se
forman las parejas aquí?
¿Necesitan permiso? ¿De quién?
Papel de la familia, la iglesia, la ley, la comunidad, etc., para
legitimar la unión.
Rituales, creencias y prácticas sexuales.
¿Con cuáles está de acuerdo o cuáles le gustaría cambiar?, ¿de qué
manera?
¿Existe alguno que exprese la primera relación sexual, o la
comprobación de la virginidad de los cónyuges, o sólo de la
mujer?
¿O cuándo los hombres se convierten en hombres?
¿Y las mujeres?
6. Primera relación sexual.
Indagar si ya inició su vida sexual.
Proceso de toma de decisión: expectativas, posibilidad o no de
planeación, experiencia (sentimientos, pensamientos, etc).
Vínculo con la pareja/posibilidad de negociación sexual.
Papel de los géneros/creencias y significaciones.
Lugar, situación, compañero sexual.
Incesto o violación/¿Sucede que los familiares tengan relaciones?
Consecuencias personales y sociales: pareja, familia, comunidad,
salud, embarazo.
Prácticas que se pueden decir y aquellas que deben permanecer en
secreto.
¿Cómo se sabe si un chico o una chica ya no son vírgenes?
¿Cuál es la reacción de su pareja, su familia, la comunidad?
Discursos dominantes y normatividades sobre la sexualidad,
especialmente sobre la primera relación: dónde, con quién y en
EL SIGNIFICADO DE LA VIRGINIDAD Y LA INICIACIÓN SEXUAL 158

qué circunstancia social debe hacerse: familia, iglesia,


comunidad, grupo de pares, etcétera.
Diferencias genéricas: mandatos para hombres y mujeres.
Significaciones asociadas a la virginidad femenina/consecuencias de
su pérdida.
Significaciones asociadas a la castidad masculina/consecuencias de
su pérdida.
7. Anticoncepción.
Creencias y prácticas de anticoncepción.
Si una mujer (o una pareja) no quiere tener hijos, o no tan seguido, o
no más, ¿qué puede hacer?
¿De quién es responsabilidad cuidarse del embarazo y las
enfermedades?
Indagar sobre proceso de negociación sexual sobre prevención de
embarazo.
Prácticas tradicionales/conocimiento local y formas de transmisión.
Prácticas modernas/médicas:
Accesibilidad/dónde y quiénes pueden adquirirlos ¿se incluye el
entrevistado?
¿Por qué sí o no?
Para problemas de salud de las mujeres y los embarazos o de los
órganos sexuales ¿a quién recurren?
Imagen de la mujer/pareja que previene embarazos:
¿Por métodos tradicionales?
¿Por métodos modernos?
Imagen del médico o del personal de salud.
159 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

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161 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

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LOS HUICHOLES Y SU SALUD 162
LOS HUICHOLES Y SU SALUD

LOS HUICHOLES Y SU SALUD.


UNA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA1

PATRICIA VARGAS 2

INTRODUCCIÓN

El campo de la salud es una realidad sumamente compleja en la medida


en que reúne elementos biológicos y socioculturales; es el espacio en
donde se conjugan creencias, tradiciones, tabúes y prácticas familiares.
En este sentido, la salud aparece como el espejo de una amplia gama
de situaciones en donde se combinan desigualdades socia- les, carencias
económicas, variantes culturales, uso del espacio geográfico y recursos
disponibles, tanto naturales como materiales para la salud.3 Todos son
factores condicionantes de los niveles de salud de un grupo humano
determinado y de sus prácticas terapéuticas.
Al respecto, los trabajos de E. Menéndez y M. Módena nos muestran,
por una parte, cómo diversos aspectos materiales y simbólicos se
relacionan con los problemas de salud-enfermedad y, por otra, de qué
forma el ámbito de la atención a la salud da lugar a procesos sintéticos, a
transacciones en el conocimiento y en las prácticas, así como a relaciones

1
El presente trabajo forma parte de la investigación “Las creencias, concepciones y
prácticas sobre el proceso salud y enfermedad y comportamiento reproductivo en un grupo
indígena: el caso de los huicholes”, la cual fue financiada por la Asociación Méxicana de
Población, A. C., bajo el auspicio de la Fundación MacAr-thur. Agradezco el apoyo y los
valiosos comentarios del doctor Mario N. Bronfman Pertzovsky.
2
Profesora-investigadora del Programa Interdisciplinario de Estudios de Gé- nero
(Piege) del Instituto de Estudios Económicos y Regionales (Ineser) del Centro Universitario
de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la Universidad de Guadalajara.
3
Una amplia discusión sobre la pertinencia de estudiar los recursos para la salud y la
enfermedad puede encontrarse en M. Módena (1990).
163 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

de conflicto y complementación entre los terapeutas (E. Menéndez, 1987,


1990; E. Módena, 1990).
Entre los pueblos indígenas de México la salud es también la
incorporación de la magia, el vínculo con la tierra, los seres y las potencias
que la habitan; la salud es producto de una medicina desarrollada a partir
del conocimiento no sólo de las plantas y sus usos curativos, sino también
de un antiguo bagaje cultural.
Estos conjuntos sociales poseen un sistema coherente de ideas,
creencias y concepciones que los conduce a clasificar las enfermedades,
a interpretar sus causas y a ejecutar una serie de prácticas curativas
destinadas a conservar o restaurar la salud cuando ésta se pierde. Trabajos
como los de Aguirre Beltrán, López Austin y M. Ruz, han documentado
la existencia de estas prácticas, algunas de las cuales subsisten hoy día (G.
Aguirre, 1980, 1986; López Austin, 1989; M. Ruz, 1983, 1994).
Con el propósito de explorar la lógica que subyace en la racionalidad
de estas prácticas, mi intención fue analizar los saberes y prácticas
familiares en torno a determinados procesos de salud-enfermedad, en la
infancia y en la atención del embarazo y el parto, en cuatro comunidades
indígenas de la zona huichol.

ÁREA DE ESTUDIO

La zona huichol correspondiente al estado de Jalisco se ubica en una parte


de lo que se ha denominado el Área Huicot, en los municipios de
Mezquitic y Bolaños, localizados al norte del estado, en una porción de la
Sierra Madre Occidental y la cuenca del río Lerma-Santiago4 (véase el
mapa 1).
Tradicionalmente ésta ha sido una región aislada que en la actualidad
cuenta sólo con algunas vías terrestres y aéreas para su comunicación. El
territorio que ocupa el grupo indígena huichol abarca una extensión de 4
107 km2, de los cuales 2 700 km2 corresponden al estado de Jalisco; está
dividido en cinco comunidades: San Andrés Cohamiata, Santa Catarina,
San Sebastián, Tuxpan de Bolaños y la última, Guadalupe Ocotán, que
4
Según un estudio realizado por el Consejo Nacional de Población, estos dos
municipios poseen los índices de marginación más elevados de todo el estado de Jalisco.
Conapo, Indicadores sobre fecundidad, marginación y ruralidad a nivel municipal, Estado
de Jalisco, 1987.
LOS HUICHOLES Y SU SALUD 164

corresponde a Nayarit.
Los poblamientos indígenas son de tipo disperso; sin embargo,
existen centros ceremoniales político-religiosos adonde, en ciertas
ocasiones, concurre la mayoría de los habitantes de la comunidad.5
La población indígena asentada en esta área se dedica principalmente
a la agricultura de subsistencia, y en muy pequeña escala a la cría de
ganado vacuno y lanar; otra actividad muy común es la elaboración de
artesanías. Su pobreza ha obligado a buena parte de los huicholes a ligarse
estacionalmente con el trabajo asalariado que se ofrece en las plantaciones
agrícolas de tabaco, chile y jitomate que se ubican en las costas de Nayarit
y Jalisco.

MAPA 1
Ubicación de la zona de los huicholes

5
SEP, Enciclopedia de México, tomo VII, México, 1987.
165 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

En 1960 se creó el Centro Coordinador Cora-Huichol, dependiente


del Instituto Nacional Indigenista, con el propósito de realizar una labor
integradora de estos grupos. De esta manera se implantaron los primeros
programas dirigidos hacia la castellanización. Una labor importante fue
la de proporcionar atención médica a estas personas, aunque de manera
ocasional y con el mínimo de recursos. Asimismo, la zona recibiría un
fuerte impulso a partir de la creación del Plan Huicot, diseñado en 1966
y cuyo objetivo era el de promover el desarrollo de los grupos indígenas
huicholes, coras y tepehuanes. Con base en este proyecto se llevaron a
cabo algunos programas para mejorar las vías de comunicación,
incrementar la producción agrícola, estímular la ganadería, etc. Dentro del
proyecto se instalaron las primeras casas y centros de salud y se enviaron
los primeros médicos y promotores de salud.6

Proceso de trabajo y definición del objeto de estudio

La inquietud que guió inicialmente este trabajo, originada en la


investigación sociodemográfica, se transformó a medida que avanzaba
nuestra indagación, incorporando los enfoques derivados de la
antropología y la sociología médicas.7
Es conveniente aclarar que el proyecto se definió y diseñó una vez
que se habían realizado varios recorridos en la zona huichol.
De esta manera, el interés por conocer los saberes, creencias y
prácticas en torno al proceso salud-enfermedad-atención, y al
comportamiento reproductivo, derivó de una primera intención de
estudiar el comportamiento demográfico de un grupo étnico. En otras
palabras, la delimitación del objeto de estudio surgió de una conjunción
entre teoría y práctica.
La propia naturaleza de los temas tratados marcó la necesidad de
recurrir al análisis cualitativo,8 por lo que se privilegiaron las técnicas de
exploración profunda. Ello nos permitió adentrarnos no sólo en la
6
Plan Lerma de Asistencia Técnica, Operación Huicot, Guadalajara, 1966.
7
Entre otros, los de G. Aguirre, 1980, 1986; R. Campos, 1992; R. Castro y M.
Bronfman, 1991; E. Menéndez, 1987, 1989, 1990, 1995; M. Módena, 1990.
8
El análisis cualitativo utilizado (Grounded Theory: A. Strauss, y J. Corbin, 1990),
nos permitió ilustrar, comprender, inspirar nuevas hipótesis y obtener visiones sistemáticas
referidas a este grupo étnico, así como proponer y diseñar programas de acción específicos
para la región.
LOS HUICHOLES Y SU SALUD 166

cotidianeidad de los habitantes de la zona, sino también en los “momentos


críticos” de la vida familiar y comunitaria, como el nacimiento, la
enfermedad y la muerte.
La observación, la obtención de datos mediante informantes clave
(marahacates, gobernadores, médicos y enfermeras),9 así como la
realización de entrevistas en profundidad a los grupos familiares de las
diferentes localidades, fueron nuestros principales instrumentos en la
búsqueda de la información.10
Esta combinatoria nos permitió revisar los datos desde varias
perspectivas, ya que lo que las personas afirman sobre sí mismas puede
ser confirmado o invalidado por la observación del evento o situación y
también por lo que se escucha de un tercero.
Siguiendo una guía previamente definida, las entrevistas a las madres
y padres de familia se dividieron en secciones de acuerdo con los temas
centrales de la investigación. La primera parte, referente a la organización
familiar, buscaba obtener información sobre los integrantes (ocupación y
escolaridad), las relaciones de parentesco, y la organización de las
actividades familiares.
La segunda sección abordó el tema del proceso salud-enfermedad-
atención, por lo que las preguntas se centraron en las posibilidades de
acceso y la utilización de los recursos para la salud,11 las prácticas para
conservar la salud, los padecimientos más frecuentes en los niños
menores de cinco años. En cuanto a la atención de la enfermedad se
indagó sobre las actitudes y prácticas ante los padecimientos, la
utilización de la medicina tradicional y sus recursos de atención, así como
también la atención ligada al sistema médico hegemónico. De igual forma
se agregaron algunos cuestionamientos sobre la automedicación.

9
Este grupo de informantes clave se seleccionó por ser los personajes más relevantes,
considerando el lugar que ocupan en las comunidades como agentes formadores de opinión,
o por su experiencia en los temas de nuestro interés. Se entrevistó a cuatro marahacates, tres
gobernadores, varias enfermeras y solamente al médico de Tuxpan de Bolaños, porque los
que habían sido asignados a los otros centros de salud renunciaron.
10
Se realizaron 96 entrevistas familiares, de las cuales 37 corresponden a Tuxpan de
Bolaños; 23 a San Andrés Cohamiata; 13 a Nueva Colonia y 23 a San Miguel Huaistita.
11 Los recursos para la salud que analizamos fueron los siguientes: alimentación, agua

(procedencia y tratamiento), sistema de drenaje y tipo de fecalismo y eliminación de basura.


167 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

Finalmente, la tercera parte de la entrevista incluyó los aspectos


relacionados con el comportamiento reproductivo, como la formación de
las uniones, el valor asignado a la procreación, la atención del embarazo,
parto y puerperio, las creencias y prácticas relacionadas con este proceso
y con la anticoncepción.
En los casos específicos de los marahacates, las preguntas se
centraron en sus tareas específicas, en la reconstrucción de sus carreras
como curadores y en su práctica profesional.
Todas las entrevistas se llevaron a cabo en la vivienda de cada
informante, fueron de respuesta abierta12 y se aplicaron mediante
conversaciones aparentemente informales. El equipo de trabajo que
realizó las entrevistas estaba formado (además de la investigadora
responsable) por seis estudiantes (tres hombres y tres mujeres) de sexto
semestre de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara,
seleccionados de un grupo de 30 alumnos adscritos al programa de salud
rural,13 y que trabajaron en estrecha colaboración con dos miembros
nativos de las comunidades estudiadas.
En su mayoría, las entrevistas se grabaron y posteriormente se
transcribieron en su totalidad.14
El trabajo de campo fue realizado durante tres meses, dividido en dos
etapas de 45 días, tiempo durante el cual permanecimos en las
comunidades hasta completar la recolección de la información.

12
El principio metodológico que descansa en esta técnica es el de dejar hablar a los
informantes, ya que en su discurso es posible identificar una lógica subyacente.
13
Su participación como miembros de la investigación se debió a su forma de
interactuar con los pobladores de la región, a su sensibilidad y capacidad de observación y
al hecho de haber trabajado con autoridad en las comunidades estudiadas por más de un año.
14
Para el presente estudio seguimos cuatro pasos que consideramos fundamentales,
de acuerdo con las recomendaciones del Centro de Investigación de Lenguas Indígenas de
la Universidad de Guadalajara (CILI), que son los siguientes: 1) Grabación de las versiones
originales de las entrevistas a los grupos familiares y a los informantes clave, tanto de
aquellas que se realizaron en español como en huichol. 2) Transcripción cuidadosa de esas
versiones por parte de hablantes nativos entrenados para ello por el CILI. 3) Traducción
del material transcrito al español en colaboración estrecha entre investigadores y
hablantes nativos. 4) Estudio de los textos obtenidos con el fin de detectar los pasajes
oscuros y aclararlos mediante notas y comentarios adjuntos, lo cual requiere también la
colaboración constante de hablantes nativos.
SELECCIÓN DE LAS COMUNIDADES DE ESTUDIO

De los variados escenarios de la región huichol jalisciense, el estudio se


realizó en las comunidades de Tuxpan de Bolaños, Nueva Colonia, San
Miguel Huaistita y San Andrés Cohamiata.
Estos conjuntos poblacionales fueron elegidos no con base en una
muestra estadísticamente representativa, sino tomando en cuenta criterios
que atienden a la decisión de obtener información cualitativa; esto nos
permitiría contar con la representación de los distintos saberes y prácticas
por el hecho de su mera existencia y no en función de su magnitud.
Las poblaciones fueron seleccionadas de acuerdo con las siguientes
pautas:

a) Ser centros ceremoniales político-religiosos.


b) Ser asentamientos indígenas que agrupan al mayor número de
pobladores de la región.
c) Contar con una infraestructura —mínima— para la salud (exist-
encia de una casa o centro de salud).
d) Poseer condiciones socioeconómicas muy parecidas.
e) Ser comunidades con distintos grados de penetración o contacto
con la sociedad occidental.

Aunado a lo anterior, también se tomaron en cuenta consideraciones


de carácter práctico, como la accesibilidad y la disponibilidad de medios
de comunicación.

ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN

El método de análisis de las entrevistas se ajustó a los procedimientos


derivados de la Teoría Fundamentada que permite, por una parte,
sistematizar el material cualitativo recabado, y por otra, identificar los
principales temas que aparecen en el discurso de los entrevistados y
codificarlos en forma pertinente (Glaser y Strauss, 1967). Asimismo, nos

168
169 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

posibilita para establecer la validez de los hallazgos mediante el


fenómeno de la “saturación teórica”.15
Las versiones textuales de las entrevistas fueron codificadas a partir
de dos ejes fundamentales: por familias y, dentro de éstas, por informantes
y por áreas temáticas. Este esquema de clasificación permitió conformar
un mapa ordenado y sistemático de la información. Para su análisis se
siguieron algunos criterios previamente establecidos, en tanto que otros
surgieron como relevantes durante este proceso.

ALGUNOS RESULTADOS

Trataremos de identificar aquí los perfiles de morbi-mortalidad de la


región wirrarica (huichol), caracterizando las principales enfermedades
en la niñez que de acuerdo con los informantes prevalecen en las
localidades estudiadas. Pondremos particular atención en los recursos
para la atención de la enfermedad que se utilizan, diferenciando los
relacionados con la medicina tradicional y aquellos que tienen que ver con
la atención médica. La última parte del trabajo se centra en el tema del
embarazo y el parto, en donde las mujeres ocupan un lugar central como
protagonistas y acompañantes del acontecimiento.

CONCEPCIONES DE SALUD Y ENFERMEDAD

En ningún otro aspecto del ámbito cultural se advierte más claramente la


diferencia esencial entre el pensamiento tradicional y el denominado
“moderno” que en las concepciones sobre la salud y la enfermedad.
15
La saturación teórica consiste en ir comparando cada relato con el siguiente, para
tratar de aislar los elementos coincidentes y seguir así hasta que cualquier nueva narrativa
no sea ya capaz de introducir ningún nuevo elemento estructural. Este proceso es el que
garantiza la validez científica en el paso de la observación de regularidades empíricas al
establecimiento de rasgos estructurales (D. Bertaux, 1980, 1981). Para Strauss la saturación
teórica se presenta cuando el análisis de la información recolectada ya no contribuye a
aportar nuevos elementos sobre las dimensiones exploradas.
LOS HUICHOLES Y SU SALUD 170

En general, para este grupo étnico todo abandono o desviación de las


costumbres heredadas —denominadas por ellos “el costumbre”— es
considerado como la causa universal de cuantas catástrofes puedan
sobrevenir: enfermedad, mal tiempo, fracaso en la cacería del venado,
etcétera.
“El costumbre” es como una constitución no escrita pero viva,
vigente, y dinámica. Es una sabia y antigua manera de hacer las cosas, de
iluminar los actos, de dar consejos, de hacer justicia, de aplicar castigos.
La obligación más importante del pueblo wixarika (huichol) es conservar
“el costumbre”, que está intimamente relacionado con las actividades de
la vida cotidiana.
Por ello, los huicholes consideran que los trastornos físicos son
consecuencia de:
1) Un castigo de los dioses por quebrantar un deber religioso. En
este sentido, doña María Trinidad nos comentaba: “Cada año cuando se
hace cambio de vara, es importante que todos los cahuiteros estén de
acuerdo, para que no haya enfermedá, porque tenemos que saber qué es
lo que quiere Dios, qué es lo que quiere que se ofrezca, porque si no,
siempre hay muchos muertos, mucha enfermedá... hace como quince o 20
años a un señor bien pobre lo hicieron gobernador, esa vez el gobernador,
casa por casa, pasó para llevarse a los niños a guardar las mesas,16 esto fue
como una maldición para todos esos niños, porque desde que el
gobernador los invitó a voltiar las mesas porque venían las lluvias les cayó
el mal y muchos niños se murieron, hasta el mismo gobernador se murió”.
Haciendo alusión a lo relatado por doña María Trinidad, podemos
señalar que cuando un grupo social que comparte una misma cultura y un
mismo sistema de reglas es golpeado por una calamidad —en este caso la
enfermedad y muerte de un grupo de niños—, se piensa que esto es
producido por la violación de un ritual; por lo tanto, todos los miembros
del grupo pueden hallarse en peligro, a causa de la falta cometida.
2) La enfermedad también puede interpretarse como una señal de
que no se cuenta con el favor de los dioses. Doña Trini nos comentó: “El
año pasado los tres nos enfermamos, yo estaba mariada, con dolor de
cabeza, estaba triste, me acordaba de mi papá, la niña empezó a enflacar,
16
Las mesas son usadas en la ceremonia de selección del gobernador tradicional por
los cahuiteros y sólo ellos pueden guardarlas, esto es, las voltean.
171 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

no tenía ganas de hacer nada, él no comía nomás puro coraje; entonces


fuimos con el doctor y no nos curamos, nuestros animales se estaban
muriendo y nos preguntamos pos por qué se morirán, queríamos vender
todos los animales, pero la niña lloró mucho, no quería que le vendieran
sus animales. Entonces me pregunté que si habría un secreto por qué
nosotros estabamos mal y le mandé hablar al cantador y vino en la noche,
primero iba a hacer una pregunta. Nunca se nos había ocurrido traer agua
de diferentes lugares, hasta la fecha dejamos de comer sal en algunos días,
fuimos a las cuevas, fuimos a traer agua de diferentes lugares, el cantador
nos bañó y hasta la fecha todo está bien.”
Por consiguiente, para no despertar el enojo de los dioses, según don
Alejandro: “para que la gente pueda estar siempre saludable, se llevan
ofrendas a los dioses más importantes como el dios del aire, sol, agua, y
tierra para que no lancen sus flechas y nos enfermen”.
3) Finalmente, la enfermedad puede ser causada por la magia negra,
es decir, la brujería o hechicería. Al respecto, doña Trini nos cuenta: “a
mí me echaron un mal, por eso no puedo tener más hijos. El cantador me
dijo que si quiero curarme tengo que hacer muchos sa- crificios; yo sí los he
hecho, pero mi esposo no ha hecho el sacrificio para que quede bien curada.
Tenemos que ir al Real de Catorce, ayunar, dejar de comer sal”.
En los mitos huicholes se supone que la enfermedad es provocada en
forma directa por cuerpos extraños, como por ejemplo maíz, lagartos,
piedras, pelos de venado, etc., colocados en el cuerpo del paciente por los
dioses o por brujos, o por “alguien que se ha posesionado del paciente”.
En este orden de ideas, la enfermedad es considerada como un estado
de impureza ritual17 que debe curarse, por lo que en las prácticas rituales
ligadas a la atención de la enfermedad se expresan muchas de las
concepciones que tienen sobre el orden del mundo.

17
Turner entiende por ritual “una conducta formal y prescrita, en ocasiones no
dominada por la conducta tecnológica, y relacionada con la creencia en seres o fuerzas
místicas” (V. Turner, 1980).
LOS HUICHOLES Y SU SALUD 172

LA ENFERMEDAD Y SU CURACIÓN:
UN MUNDO DE COMBINATORIAS Y
COMPLEMENTARIEDADES

A lo largo de la historia de los grupos humanos, la enfermedad ha


constituido un hecho existencial y cotidiano contra el cual deben
enfrentarse; este hecho ha propiciado la configuración y el
establecimiento de una serie de prácticas en donde intervienen recursos
curativos y de atención de diversos tipos: los del sistema médico en la
zona que estudiamos están representados por los centros de salud,18
mientras que los más tradicionales están representados en estas
comunidades por los marahacates.
Cuando están enfermos (nepereu kuye),19 los miembros de las
comunidades que estudiamos utilizan recursos de diversa índole, desde el
marahacame o curandero hasta la automedicación. Para evidenciar lo
anterior tomamos como referencia los padecimientos más frecuentes en
los niños.
La información contenida en la gráfica 1 nos muestra que la diarrea
—que engloba diferentes tipos de infecciones intestinales y parasitarias—
es la enfermedad más frecuentemente padecida por los niños (96.9%),
seguida de las gripas (49%) y del empacho (20.8%).
Ante la presencia de algún padecimiento, principalmente la diarrea,
63.5% de las familias entrevistadas acude en primer término con el
marahacame y posteriormente con el médico, en tanto que 25% primero
busca la atención con el médico y posteriormente con el marahacame (véase
el cuadro 1).

18
Cada una de las cuatro comunidades estudiadas tenía un centro de salud; sin
embargo, sólo el centro de Tuxpan de Bolaños contaba con médico; en los otros tres
únicamente se encontraba la enfermera. Al final de nuestra estancia llegaron dos médicos
pasantes; uno de ellos fue asignado al Centro de San Andrés Cohamiata y otro a Nueva
Colonia. La población de San Miguel Huaistita habría de permanecer sin la atención de un
médico durante seis meses más, hasta que se le asignara uno de la próxima promoción de
pasantes.
19
Nepereu kuye se dice cuando se está enfermo.
173 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

GRÁFICA 1
Principales causas de enfermedad en la niñez
referidas por las familias*

* Distribución porcentual.
Fuente: Entrevista directa, agosto de 1991.

CUADRO 1
Atención recibida
ante la presencia de alguna enfermedad en la niñez
Número
de Porcen-
Atención recibida familias taje
Primero médico y después marahacame 24 25.0
Primero marahacame y después médico 61 63.5
Solamente con el marahacame 11 11.5
Total 96 100.0
Fuente: Entrevista directa, agosto de 1991.
LOS HUICHOLES Y SU SALUD 174

El argumento fundamental señalado en las entrevistas para la


atención de las enfermedades por los dos tipos de curadores
(marahacames y médicos) hace énfasis en la complementariedad de los
dos tipos de atención, resumiéndose en lo siguiente: “el médico sólo da
pastillas, pero el marahacame saca la enfermedad” porque durante el
proceso de curación, éste extrae diversos objetos del cuerpo del enfermo
según la enfermedad que se trate: cuando es enfermedad del venado, se
extraen pelos de venado, cuando es del maíz, se sacan del cuerpo granos
de maíz, etcétera.
Por otra parte, las familias que aseveran atenderse únicamente con el
marahacame (11.5%) señalan lo siguiente:
Para don Alberto: “las enfermedades son las mismas para toda la
gente huichol y sólo el marahacame tiene el espíritu para comprenderlas
y curarlas”.
En tanto que Aniceta nos decía: “nunca hemos ido al centro de sa- lud,
hasta ahora el marahacame, curandero, nos ha curado nuestros ma- les... él
entiende el mensaje de la enfermedad y sabe cómo calmar espíritus de dioses
que están molestos.... sólo él sabe manejar yerbas, el marahacame las
purifica y bendice para que las reciba el cuerpo y se cure”.
Durante nuestra estancia en la zona huichol pudimos constatar el
papel central del marahacame en la vida social de estas comunidades, ya
que posee la capacidad de externar voluntariamente el espíritu, puede
penetrar en ámbitos sagrados, comunicarse con los dioses, con los
muertos, con los espíritus de otros hombres vivos; transmutarse en otros
seres; ver a través de las montañas; conocer la causa de las enfermedades
y propiciar las curaciones. Domina las fuerzas de la naturaleza: mediante
su canto se dirige a los dioses para presidir las fiestas y ritos religiosos, y
contribuye a la curación de los enfermos, pide bienes y, en general, como
tarea fundamental, vela por el bienestar de la comunidad.
El caso del “empacho”, merece especial atención, ya que un estudio
realizado por C. Vázquez señala que “...en el pensamiento huichol están
ausentes muchos de los conceptos nosológicos amplia- mente extendidos en
todo Mesoamérica. Conceptos como `susto’, `aire’, `empacho’, .... etcétera,
no aparecen mencionados como tales...”.20 Sin embargo, en nuestra
indagación el “empacho” aparece entre las causas más frecuentes de
20
Vázquez, “Práctica médica tradicional entre indígenas de la Sierra Madre
Occidental”, en E. Menéndez y J. García de Alba, Prácticas populares, ideología médica y
participación social: aportes sobre antropología médica en México, México, Universidad
de Guadalajara/CIESAS, 1992.
175 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

enfermedad entre los niños (20.8 %).


En cuanto a la atención y los tratamientos utilizados en este
padecimiento pudimos constatar que los remedios caseros son los que se
emplean para su curación.
“Dos palos de guamuchil y mezquite se frotan para sacar la cáscara,
los revuelve, los coce y sale el agua como canela”.
“Yo, consigo leche de una mujer y se pone a calentar con yerbabuena,
se pone un día al sol, se le da al niño y hay alivio”.
“Aquí en los niños se da más los empachos, .... se alivian con istafiate
con limón en machacado y con una planta que se llama turrú”.21
“Cuando los niños se empachan por comer mucho se les unta ceniza
en el estómago o se come la ceniza”.
En la constante búsqueda de la eficacia terapéutica ante la amenaza
de las enfermedades, la automedicación también ha aparecido en estas
comunidades como una posibilidad más para obtener la curación. Al
respecto, encontramos que 43.7% de las familias entrevistadas utiliza
medicamentos; esta cifra es mucho menor a la informada en un estudio
realizado en un pueblo serrano de los Altos de Chiapas (Tenejapa) en
donde más de 80% de la población indígena usa productos farmacéuticos
(R. Campos, 1992).
Don José, dueño de una tiendita, nos comentó al respecto: “Veces
vienen que a comprar mejoral y les pregunto: ¿de qué están enfermos? y
entonces les doy las pastillas y se alivian. Yo pongo inyecciones de
guayapetra para calentura y dolor de cuerpo, agromicina y terramicina
cápsulas y pastillas para la diarrea, panadol para la calentura,
neomelubrina para el dolor de estómago, y prodolina para el dolor de
cabeza. Cuando van al centro de salud o con marahacame y no se les cortó
vienen y les vendo la medicina y digo como se va a dar cada cuatro y seis
horas”.
Como hemos podido observar hasta ahora, en torno a las prácticas
curativas de las familias estudiadas se establecen diversos procesos
dinámicos e integradores, en donde la combinatoria y la
complementariedad de recursos terapéuticos constituye la base en la
búsqueda de la recuperación de la salud.

21
Como turrú se nombra a la salvia o al estafiate.
LOS HUICHOLES Y SU SALUD 176

LA MUERTE EN LA INFANCIA

En esta lucha constante entre la salud y la enfermedad, entre la vida y la


muerte, esta última gana la partida en muchas ocasiones. Esto lo pudimos
constatar entre las mujeres entrevistadas, ya que de acuerdo con sus
testimonios, la muerte de los niños en los primeros años de vida es un
fenómeno muy frecuente.
En la gráfica 2 encontramos que entre las mujeres que han tenido
hijos, 17.6% refiere tener un hijo muerto y 28.6% ha perdido más de uno.
Asimismo, 38.1% de las muertes ocurrió en niños menores de un año,
51.7% en el grupo de 1 a 4 años y el restante 10.2% en los mayores de 5
años.

GRÁFICA 2
Distribución porcentual de las mujeres con hijos nacidos vivos
según el número de defunciones

Fuente: Entrevista directa, agosto de 1991.


Si diferenciamos por sexo estas muertes, tenemos que 61% (72
fallecimientos) corresponde a la población masculina, en tanto que el 39%
restante a la femenina.
177 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

En lo que respecta a los niveles de mortalidad infantil, las tendencias


de los últimos 30 años nos muestran importantes diferencias, ya que para
1978 la tasa de mortalidad infantil en la zona huichol fue de 147
defunciones por cada mil nacidos vivos, que correspondería
aproximadamente a la que el estado de Jalisco tenía en 1940. Asimismo,
para 1988 la tasa fue de 90 por mil, cifra muy cercana a la que Jalisco tenía
en 1960 (véase la gráfica 3).

GRÁFICA 3
Tasas de mortalidad infantil de la zona huichol
y el estado de Jalisco

Fuente: * Cálculos propios a partir de datos del INEGI, 1992, op. cit.
** P. Vargas, 1992 y 1993.

Por otro lado, las causas de la mortalidad en la zona huichol asumen


una forma amplia y compleja, ya que coexisten enfermedades infecto-
contagiosas con los llamados “síndromes de filiación cultural o
enfermedades tradicionales”, como las muertes por empacho y por
enfermedades relacionadas con “el costumbre” (véase la gráfica 4).
LOS HUICHOLES Y SU SALUD 178

GRÁFICA 4
Principales causas de defunción
referidas por las familias estudiadas

* Muertes ocurridas entre 0 y 7 días (mortalidad del periodo hebdomadal).


Fuente: Entrevista directa, agosto de 1991.

El fallecimiento por estas dos causas en particular implica que hay


complejos mórbidos que son percibidos, clasificados y tratados conforme
a claves culturales propias del grupo, en los que es evidente la apelación
a procedimientos de eficacia simbólica y que
requieren la intervención de terapeutas tradicionales. Cabe hacer notar
que la mayoría de las causas de defunción presentadas en la gráfica
anterior son evitables, como es el caso de las muertes ocurridas por
diarrea, picadura de alacrán, sarampión, etcétera.
179 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

LA ATENCIÓN DEL PARTO

La atención del embarazo, el parto y el puerperio resumen la importancia


que se concede socialmente a la procreación, ya que este proceso
biológico está sujeto a ciertas normas socioculturales dentro de las que se
incluyen las creencias y prácticas relativas a la atención prenatal y
postanal; dietas, medicinas, hierbas, restricciones del comportamiento,
mecanismos de apoyo psicológico y social, etc. El examen de algunas de
tales prácticas en estas poblaciones nos reveló la pervivencia de prácticas
locales ancestrales.
Si bien la mayoría de los informantes, tanto masculinos como
femeninos, consideran al embarazo, parto y puerperio como
acontecimientos normales que se desarrollan en la vida cotidiana de las
familias, en el lenguaje se les coloca próximos a la enfermedad, ya que el
término “aliviarse” es una de las formas populares con que se denomina
al proceso de aparición de una nueva vida.
En las comunidades estudiadas, los centros de salud han estado
presentes desde hace aproximadamente 20 años, y dentro de los
programas prioritarios relacionados con la salud materno-infantil se
encuentran el control prenatal y la atención del parto y el puerperio. No
obstante, estas actividades no han tenido gran repercusión en el
comportamiento de las familias, y en especial de las mujeres, en torno
a la atención del parto. Éste se ajusta a ciertas normas socioculturales en
las que se incluyen diversas creencias y prácticas locales relacionadas con
la atención durante el embarazo, parto y puerperio, que las instituciones
del sector salud no han tomado en cuenta.
Una de las prácticas generalizadas entre las mujeres durante el
embarazo es fajarse bien el abdomen. La señora Martina nos comentó lo
siguiente: “Las mujeres, según la costumbre, nos fajamos fuerte la panza
con cinturones y pretina bien apretada para que el niño no crezca de más y
no se deforme y que pueda salir fácil”.
En este mismo sentido Elena nos decía: “Siempre acostumbro
fajarme bien para que no nacieran atravesados y comer poco para que el
niño no crezca y pueda salir”.
Pudimos constatar que el dar a luz en el hogar sigue siendo un
comportamiento común. 80.7% de las mujeres que han tenido hijos (119),
lo han hecho en sus casas. En el momento del parto, 30.2% de estas
mujeres ha parido sola, 63.5% recibió ayuda de algun familiar —madre,
LOS HUICHOLES Y SU SALUD 180

hermana o suegra y en muchos casos, esposo, que la asiste en todo


momento (véase el cuadro 2).

CUADRO 2
Atención recibida en el parto
Atención Núm. Porcentaje
Familiar 61 63.5
Marahacame 6 6.5
Solas 29 30.0
Total 96 100.0
Fuente: Entrevista directa, agosto de 1991.

Uno de los argumentos que más se mencionan para justificar la no


utilización de la atención médica durante el parto está relacionado con el
valor que las mujeres dan al “pudor” (vergüenza o modestia). Al respecto,
nos decía Guadalupe “la mujer tiene vergüenza mostrar el `mitsu’ o parte,
por eso no acepta que la atiendan, sola tiene sus chiquillos y la tripa la
corta con otate, machete, leña afilada o lo que sea; hay veces que el esposo
saca la bolsa que queda adentro”.
La posición adoptada por las parturientas en el momento de dar a luz
es en cuclillas, sostenida por su marido o por otras mujeres, generalmente
miembros de su familia. Ésta es la posición que aparece en los códices, en
los cronistas y en la etnografía más o menos reciente de este y otros grupos
étnicos de México.
Entre los instrumentos utilizados para “cortar la tripa” (cordón
umbilical) se utilizan con mayor frecuencia el otate,22 la navaja de rasurar
y las tijeras. A este respecto doña Refugio nos decía: “Cuando el chiquillo
ya salió y cae a la tierra se corta la tripa con otate y se amarra con un hilo,
ésa es la costumbre de la mujer huichola.... los niños se mueren si se pudre
la tripa, por eso es mejor poner allí (en el ombligo) `mitsirrira’”.23
Mediante las entrevistas fue posible también recolectar testimonios
relativos a los riesgos que representa para la salud una atención
inadecuada en el momento del parto, y que puede tener en algunos casos
desenlaces fatales, como la muerte de la madre, el niño, o ambos, con la
22
Como otate se denomina a una especie de cuchillito elaborado rústicamente, ya sea
con madera o carrizo.
23
Es una planta machacada que se les pone en el ombligo a los niños para que no se
les hinche.
181 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

consecuente carga de dolor y angustia que esta forma de vivir la


reproducción trae consigo.
Doña Cuca24 nos comentó: “me confié en que todos mis partos
habían sido en la casa y la niña venía atravesada y murió como media hora
después de nacer, tenía los huesos de su cabeza separados... pienso que
fue porque al subir a un caballo o troca para ir a Tensompa, se me encajo
la niña”.
Por otra parte, Carmen nos comentó que su hermana falleció en el
parto de su último hijo: “seguramente murió por la pérdida de harta sangre
que tiró Baudelia por más de medio día. Leulema, su esposo, que es
marahacame, le ponía yerba machacada pero no paró la sangre y luego
vino las fiebres y murió”.
Aunado al riesgo que representa un parto, encontramos que las
madres por lo general son mujeres jóvenes, ya que las uniones se realizan
a edades tempranas. La edad promedio de la primera unión para los
hombres fue de 19 años y para las mujeres de l6. De igual forma, la
multiparidad también se constituye como otro factor de riesgo: la tasa
global de fecundidad en las mujeres de las comunidades estudiadas fue
ligeramente superior a siete hijos por mujer (TGF: 7.4).25

COMENTARIOS FINALES

Los resultados presentados nos llevan a una conclusión que creemos


resulta fundamental para comprender el estado actual de la atención a la
salud en esta zona indígena: que la práctica médica y la atención
proporcionada por los centros de salud en esta región constituye un
elemento “exterior” y “extraño” a la cultura de las comunidades.
En este sentido, con frecuencia se considera que la sola presencia de
los centros de atención —llámense casas o centros de salud— es capaz de
resolver los problemas de salud de las comunidades indígenas. Empero,
como pudimos constatar, esto no es así. Se necesita la participación activa

24
Doña Cuca tenía 28 años de edad, fue enfermera de dos poblaciones de la zona
huichol, Amoles y Ocota de la Sierra. Ha tenido seis hijos, dos de los cuales han fallecido.
25
La Tasa Global de Fecundidad (TGF), se define como el número medio de hijos que
tendría una cohorte hipotética de mujeres, que durante su periodo fértil tuviera sus hijos de
acuerdo con las tasas de fecundidad por edad observadas en la población. Naciones Unidas
(1986), Manual X. Técnicas indirectas de estimación demográfica, Nueva York, Depto.
Asuntos Económicos y Sociales Internacionales, Estudios de Población núm. 81.
LOS HUICHOLES Y SU SALUD 182

y la interacción entre los miembros de la comunidad y los prestadores de


servicios de salud para poder lograr cambios verdaderos en el proceso
salud-enfermedad. Por otro lado, es necesario tomar en consideración los
elementos propios de la región, como las costumbres, creencias y
prácticas relacionadas con la atención de los padecimientos, las formas de
organización social, etcétera.
Además, cabe señalar la necesidad de reforzar las capacidades de los
médicos tradicionales en la atención de los daños a la salud.
Finalmente, es preciso insistir en un punto que ya ha sido señalado
por diversos autores y que se refiere al hecho de que ninguna medida de
política sanitaria trascenderá si no se toma seriamente en consideración
que, más allá de la pobreza y el rezago, en las regiones indígenas se
desarrollan complejos sistemas existenciales y perviven ricas
expectativas culturales que se reflejan en formas diversas de comprender
la vida, la salud, la enfermedad y la muerte. Por ello, es preciso adecuar
los programas y las acciones de salud a los complejos culturales y a las
modalidades de organización social de los diversos grupos indígenas,
sin perder de vista el objetivo de eliminar las condiciones de atraso en
ma- teria de atención en estas comunidades.
183 LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

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septiembre.
III
ALGUNAS FORMAS
DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD

LA ENTREVISTA A PROFUNDIDAD:
UN ABORDAJE EN EL CAMPO
DE LA SEXUALIDAD

MARTA RIVAS

INTRODUCCIÓN

El siguiente artículo es un conjunto de reflexiones alrededor de la


entrevista a profundidad, que surgieron de una experiencia concreta de
investigación sobre la subjetividad y sexualidad femeninas. Dado el
carácter del problema de investigación, que pone el acento en la
exploración de las significaciones e imaginarios sociales que intervienen
en la constitución de la subjetividad y la sexualidad de un grupo de
mujeres mexicanas, la aproximación epistemológica y metodológica
consecuente con dicho estudio arraiga en la tradición cualitativa de corte
interpretativo.
El texto no pretende hacer un recuento de modalidades de entrevistas
a profundidad, dada la existencia de trabajos muy completos en este
sentido (Denzin y Lincoln, 1994). Tampoco es un manual de
procedimientos o lista de acciones para manipular “técnicas” específicas.
Es la descripción de la forma en que un dispositivo de indagación,
conocimiento y análisis se concreta dentro de una estrategia general de
investigación.
Por tales motivos, el trabajo es una descripción particularizada de las
formas que tomó la entrevista a profundidad en una investigación
específica, los elementos epistemológicos que la fundamentaron y las
vicisitudes metodológicas para realizarla.

187
188 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

ANTECEDENTES

En la actualidad existe una vasta producción de artículos sobre


metodologías cualitativas, así como descripciones de las formas para
operarlas e instrumentarlas. Tanto la sociología, antropología, etnografía,
psicología, historia y hasta la mercadotecnia se han dedicado, por más de
40 años, a definir su ubicación en torno a este enfoque de investigación.
De igual manera, las distintas perspectivas cualitativas han ampliado las
estrategias de investigación, creando y recreando variedades
instrumentales y técnicas para construir, recabar y analizar en
profundidad los datos emanados del terreno. El espectro instrumental
derivado de esta visión paradigmática se ha incrementado y las entrevistas
a profundidad son algunas de estas herramientas de trabajo que cuentan,
a su vez, con modalidades y enfoques diversos.
Algunos autores ubican sus antecedentes históricos como
instrumento de investigación en el final del siglo pasado, cuando surge el
interés por estudiar las condiciones de vida de los pobladores de escasos
recursos en Inglaterra. Es interesante destacar que durante este periodo, la
entrevista a profundidad se utilizó junto con las encuestas (Fontana y
Frey, 1994) en la indagación de problemas sociales, y como otra
posibilidad de exploración, igualmente sustanciosa que la derivada de los
enfoques cuantitativos y estadísticos.
En las primeras décadas del siglo las encuestas de opinión pública
proliferaron en los Estados Unidos; su institucionalización, a partir de la
fundación del Instituto Americano de Opinión Pública en 1935, hizo de
la encuesta una práctica común en la que se hizo posible la medición de
actitudes, por medio de la estadística, para evaluar cuestiones sociales de
interés nacional y político. Es necesario señalar que, paralelamente a la
diseminación de esta tendencia —que orientó, en gran medida, las
prácticas sociológicas hacia los estudios cuantitativos—, otras
corrientes de psicología social y sociología influidas por el
interaccionismo simbólico de George Mead [Escuela de Chicago de
1894-1931 (Schellemberg, 1981)], continuaron el uso de modalidades
cualitativas como la observación y las entrevistas informales. Sin
embargo, tanto el éxito de los estudios de opinión, como el avance del
positivismo y del empirismo dentro de la academia norteamericana,
influyeron en la sustitución de los dispositivos cualitativos e
interpretativos por la instrumentación estadística.
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 189

Para el final de la segunda guerra mundial, el regreso de las tropas


estadunidenses a su país y los reajustes sociales que se sucedieron,
intensificaron la indagación sociológica por medio de encuestas
nacionales. Según Fontana y Frey (1994) se entrevistó, de una manera u
otra, a más de medio millón de soldados de esa nación, y tales encuestas,
administradas, analizadas y descritas estadísticamente, tuvieron —de
nueva cuenta— un impacto sobre la definición epistemológica de la
sociología de Estados Unidos. Con el dominio del positivismo y el
empirismo académico norteamericano, en las investigaciones sociales se
desligó la relación entre teoría y dato para ponderar, aisladamente, cada
una de estas cuestiones. Las formulaciones teóricas “elegantes” de
Merton, que emulaban generalizaciones universales como las de la física,
desvinculadas del campo social concreto, fueron ejemplos de esta época.
La insistencia hecha por Lazarsfeld de seguir los pasos metodológicos
requeridos y así asegurar resultados de investigación confiables, orillaron
a idealizar las técnicas. Algunas de las consecuencias prácticas derivadas
de estos enfoques sociológicos fueron el dominio de la instrumentación
estadística y el desarrollo de encuestas y cuestionarios sumamente
tecnificados (Mills, 1986).
Frey y Fontana (1994) destacan que durante este periodo las mismas
entrevistas se utilizaron masivamente en un intento de clasificar sus
respuestas y darles un estatuto de confiabilidad científica. Las entrevistas
fueron incorporadas a las encuestas como otra técnica más y su
operación se sometió al mismo rigor estadístico. De esta forma, el
carácter procesal para capturar las relaciones y su organización, ligado
a las formas de relatar y reconstruir las experiencias particulares de las
personas y de los grupos, fue descompuesto en variables que pueden ser
controladas y medidas.
Tal embestida ideológica fue puesta en duda por C. Wright Mills,
sociólogo que polemizó permanentemente con las teorías de Parsons,
Merton y Lazarsfeld. Enjuició el poder atribuido al dominio de la
objetividad y de la medición como únicas posibilidades de acercamiento
a la realidad. A su vez, identificó al empirismo abstracto como el
responsable de idealizar el método y las técnicas instrumentales, y
denunció cómo el uso casi exclusivo que se hacía de tales operaciones
eludía dar respuesta a problemas ingentes de la sociedad. Mills rescató los
ejemplos de los maestros de la sociología europea —Durkheim y
Weber—, cuyos trabajos le parecían consecuentes con una visión
190 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

dinámica e integrativa de los fenómenos sociales y en los que se denotaba


el vínculo entre una teoría sustanciosa y otra empírica. El aliento al
retorno a la llamada “imaginación sociológica” daba pie a la necesidad de
recuperar y recrear otras herramientas de indagación, cuyo origen no era
el estadístico.
En otro ámbito sociocultural, la psicología social argentina de los
cincuenta y sesenta (Pichon Rivière, 1981; Bleger, 1980, entre otros)
—cuyos seguidores se incorporaron a las filas del marxismo—
preconizaba la relación necesaria entre las teorías sociológicas,
pedagógicas y psicológicas y su aplicación a las demandas sociales. Su
reflexión se inició en torno a la apertura de espacios institucionales y
cuestionó severamente los modelos de atención de los establecimientos
de carácter total (cárceles, internados, establecimientos psiquiátricos).
Con estos propósitos en la mira, la psicología social argentina creó
dispositivos colectivos de intervención que fomentaron, en cierta medida, la
apropiación de los espacios y actividades en los establecimientos. El
aliento al diálogo grupal, que insistía en establecer la relación entre
reflexión teórica y experiencia grupal e individual, fue uno de los campos
de desarrollo psicosocial que repercutió en la operación de dispositivos
dialógicos de indagación e intervención en Latinoamérica.
Los años sesenta fueron convulsivos en términos políticos, sociales
e ideológicos, tanto en Europa como en Latinoamérica. En esta etapa se
sucedieron varios fenómenos sociales que pusieron en entredicho a las
instituciones de la sociedad.1 El cuestionamiento recorrió desde las tareas
del Estado hasta las formas de aproximación y construcción del
conocimiento en las ciencias sociales. Los representantes franceses de la
sociología, la pedagogía y el psicoanálisis institucional (Lourau, 1975,
1989; Lapassade, 1977; Guattari 1981, entre otros) fueron algunos de
los actores y protagonistas del movimiento del 68 parisino que
debatieron las implicaciones y los compromisos de los intelectuales y
profesionales frente a las condiciones sociales y al propio proceso de
investigación.

1
Entendemos a las instituciones como lo hace la Escuela Francesa del Análisis
Institucional: prácticas sociales aceptadas y consensadas como universales y positivas, que
marginan del escenario social a aquellas expresiones que las contravienen o niegan.
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 191

Estos teóricos se ocuparon de las resonancias y los efectos en los


resultados de investigación a partir de los compromisos explícitos e
implícitos, conscientes e inconscientes, que el investigador establece y
mantiene con modelos teóricos, actores y prácticas sociales, así como con
su problema y terreno de indagación. Este nuevo campo en el que se tejen,
de manera conocida o desconocida, una serie de entrelazamientos que
determinan la acción del investigador, se ha definido como implicación.
Para este grupo, la implicación es un espacio innegable de
conocimiento en el cual el investigador, en su relación dialéctica con el
objeto de estudio, se torna uno más de los escenarios de análisis y
conocimiento. La implicación es otro de los lugares de análisis que abre
nuevas líneas de fuga a la investigación social al explicar las prácticas de
poder instituidas en los procesos de indagación. Ahora bien, cabe
mencionar que tanto la asamblea de intervención institucional, como las
entrevistas cara a cara o las relaciones dialógicas grupales e individuales
son algunas de las herramientas metodológicas y de intervención que
con mayor eficacia ponen al descubierto las cuestiones anteriores.
También los años sesenta generaron movilizaciones y cambios frente
a las versiones antropológicas clásicas. En el campo de la antropología de
corte interpretativo, influenciada, en gran medida, por la Escuela de
Frankfurt, la filosofía nietzcheana y la semió-tica (Reynoso, 1991: 27) se
dio un impulso a la reflexión y al replanteamiento de las metavisiones
culturales descritas en algunas de las etnografías clásicas de principios y
mediados de siglo (como aquellas de Malinowski, Evans-Pritchard y
Mead, entre otros). Clifford Geertz, identificado con la antropología
simbólica, y Turner y Bruner, antropólogos de la experiencia,
cuestionaron a los primeros por el énfasis puesto en la búsqueda de reglas
y patrones de conducta universales, soslayando la comprensión de la
particularidad de las sociedades y etnias (Rosaldo, 1991). Los nuevos
enfoques de la antropología —entendida por Geertz como un campo
posible de refiguración social (Geertz, 1991) y por Turner como un
escenario dramático de expresión de la experiencia—, criticaron los
presupuestos universales de tales estudios y recuperaron, con otras
modalidades, el intercambio dialógico entre el investigador y los inform-
antes. Con el propósito de capturar el significado de las expresiones
sociales y de la experiencia de los grupos estudiados, la antropología
debía subvertir, primero, el carácter de las observaciones. La evidencia de
que los relatos de informantes, a pesar de su interpretación subjetiva, eran
192 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

más ricos y genuinos que las observaciones asépticas controladas por la


supuesta neutralidad de los antropólogos clásicos, ofrecía otras
posibilidades de conocimiento (Devereux, 1983). Después, las
descripciones etnográficas requerían construir el significado de tales
observaciones en un diálogo conjunto con sus informantes. Más allá de
informes de investigación que centraban sus resultados en la
interpretación del investigador, había que reformular el sentido de la
experiencia del informante, en conjunto con él, acla- rando y ajustando
permanentemente las interpretaciones del mismo antropólogo a la vista
del informante. Así, las narraciones colectivas sobre eventos sociales, los
relatos respecto a experiencias particulares, las historias de vida, etc.,
dieron soporte a la concreción de estas perspectivas y se tornaron lugares
de construcción y reconstrucción del conocimiento social reflejado en la
interacción y el diálogo intersubjetivo.

LAS TÉCNICAS FRENTE A LOS DISPOSITIVOS: UN DEBATE


METODOLÓGICO

Conviene mencionar, desde un primer momento, la posición que se


mantiene respecto del sentido, definición y utilización de las entrevistas a
profundidad en este trabajo. Para dar cuerpo a estas ideas se parte del
hecho, cada vez más frecuente, de la proliferación de investigaciones por
encargo y la realización de estudios aplicados a problemáticas definidas
antes de conocer la propuesta del investigador. Es indudable que dentro
de este sistema de mandatos y encargos, el propio investigador se ve
obstaculizado para mantener una visión metodológica de conjunto.
Bajo estas circunstancias se ha fortalecido —lo que ya había
sucedido con las técnicas estadísticas y experimentales— algo que se
llamaría el fetichismo de las herramientas. Es decir, que por vía del
encargo y de las disposiciones emanadas de los lugares de poder, algunos
instrumentos se imponen como modelos ideales y se modifican los
soportes de la estrategia general de investigación. Este mecanismo
provoca una burocratización en el uso de los instrumentos y se crea un
problema al que se califica como contradictorio y hasta paradójico.
Por un lado, como ya se ha anticipado, es frecuente encontrar en
trabajos de investigación que las técnicas y el abordaje de campo, como
tal, toman el lugar de la metodología. De esta forma se desconocen o
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 193

desechan muchos de los procesos de pensamiento y creación de orden


epistemológico y teórico que, indudablemente, constituyen una buena parte
del proceso investigativo. La ausencia de relación e integración entre los
distintos niveles metodológicos provoca que se destaque como
fundamental el momento prag- mático y que domine como la dimensión
relevante. En consecuen- cia, las herramientas prácticas se tornan fetiches
con existencia propia, desgajadas del proceso mismo de investigación, y
con frecuencia se aplican indiscriminadamente. Esta operación funda su
éxito en seguir acuciosamente el manual de indicaciones descrito por
técnicos ciertamente habilidosos.
Por otro lado, al hacer un fetiche del instrumento y erigirlo como el
sustrato metodológico simultáneamente, se simplifica. Se piensa que la
técnica extraída de la congruencia y consecuencia metodológica sufre un
desecamiento y rigidización que impide que opere como un dispositivo
de análisis, reconducción y creación de conocimiento. La descripción de
nuestra experiencia de análisis se opone al uso de entrevistas
—semiestructuradas y no estructuradas, de tipo individual o colectivo—
que se utilicen y entiendan como fórmulas magnificadas, desconociendo
el soporte metodológico que les da lugar, o que se banalicen como
habilidades para incrementar la información.
A partir de estas ideas, se desea insistir en que las entrevistas se
identifiquen como dispositivos de intervención porque, al mismo tiempo
que complementan y constituyen parte de la estrategia metodológica
general, crean efectos en el campo investigativo susceptibles y necesarios
de ser analizados.
Al usar el término “dispositivo” se acude, de nuevo, a la escuela
institucionalista francesa (Louraru,1975; Lapassade, 1979;
Ardoino,1981), la cual lo define como un lugar creador de efectos
específicos que responden al problema de estudio y a la implicación del
investigador. Más allá de la información que ofrecen los sujetos en
estudio, se debe analizar y tomar en cuenta el impacto —entre sujeto-
objeto— que se produce en la interacción. Las diferencias por grupos de
edad, de género, de clase social y del origen étnico, así como las
relaciones de poder que se suscitan bajo estas condiciones, son elementos
que se ponen en juego durante el desarrollo de la entrevista y que es
necesario reconocer y analizar como parte de los datos de investigación.
En este orden de ideas, se entiende la entrevista de la siguiente
manera: a) como otra más de las tácticas de la estrategia metodológica que
194 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

teje sus hilos de manera consecuente dentro de la formulación general de


conocimiento y comprensión de los fenómenos; b) no sólo como una
técnica de recolección de informa- ción exterior a la relación entrevistador
e informante, sino como un ámbito espacio-temporal en el que los datos son
construidos, en una relación dialógica, y cuyo proceso de interacción es
fuente constitutiva de conocimiento; c) como espacio donde se expresan
la dinámica generada en la relación sujeto-objeto de conocimiento y los
efectos sobre el propio proceso de investigación. Se piensa que todas estas
condiciones hacen de la entrevista un dispositivo de análisis y creación de
conocimiento.

SUBJETIVIDAD: UNA RELACIÓN ENTRE NARRATIVAS,


SIGNIFICADOS Y EXPERIENCIA

Como se mencionó, los enfoques críticos y contrainstitucionales pusieron


de manifiesto que los fenómenos sociales y la constitución de los sujetos
colectivos e individuales no responden a procesos estrictamente
racionales ni a la materialidad empírica, sino que expresan procesos
complejos ligados a otras esferas y registros, los de la subjetividad. Se
reconoce, sin duda alguna, que el psicoanálisis ha sido el pionero en la
comprensión de la subjetividad como una parte insoslayable de la
constitución humana. Sin embargo, dado que la aproximación
metodológica expuesta se centra en los sistemas de sentido y significación
que intervienen en la construcción de los sujetos sociales, más que en
procesos intrapsíquicos, el enfoque psicoanálitico no ha sido desarrollado
en este trabajo.
Para aclarar por qué se seleccionó un dispositivo de exploración
como la entrevista a profundidad —cuya especificidad se liga con relatos
de vida de mujeres centrados en la sexualidad conyugal—, es necesario
plantear algunas consideraciones teóricas.
Nuestra elección de la entrevista sigue a Clifford Geertz (1991) en su
definición de cultura. Este autor la define como una serie de expresiones
y códigos compartidos socialmente que devienen de la producción
humana y simultáneamente la constituyen. La cultura no es un proceso
exterior impuesto al desarrollo de los hombres, sino “... una serie de
mecanismos de control —planes, recetas, fórmulas, reglas,
instrucciones— [emanados de las condiciones, necesidades e
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 195

imaginaciones, de las sociedades] y que [a su vez] gobiernan la conducta”


(p. 51). Este autor entiende a la cultura como una trama densa de
significados positivos y negativos relacionados, que crean universos de
sentido, es decir, códigos compartidos con carácter particular y temporal.
Las construcciones de significado se tejen en formas de expresión social
(ritual, mito, lenguaje, gesto, etc.) y adquieren gran eficacia comunicativa
y estructurante de los grupos y los individuos. Para lograr ambas tareas
(comunicación y estructuración) los sistemas culturales rebasan la
funcionalidad material o física que les da soporte, y fijan en su expresión
distintos significados que cobran sentido en contextos específicos. De
esta manera, orientan y organizan las prácticas sociales y la comprensión
del mundo, generando cierto tipo de experiencias de vida y sujetos de
cultura. Asimismo, los códigos culturales, que conforman una red
compleja de representaciones sustitutivas dado que fijan diversos sentidos
y significados a las expresiones y los objetos, requieren de un
procedimiento permanente de interpretación para ser comprendidos.
La subjetividad está relacionada íntimamente con estos procesos de
significación y sentido que responden a los contextos socio-históricos. En
consecuencia, la subjetividad no puede pensarse como un producto
universal, sino como resultado de expresiones particulares y temporales
de los grupos y de los individuos. Suponemos que la subjetividad
femenina se vincula con aquellas significaciones que participan de los
códigos y sistemas simbólicos particulares en torno a la femineidad, al
género. Estas significaciones inducen a pensarse e imaginarse de una
manera específica frente al mundo, condicionando, simultáneamente, las
formas de sentir, actuar y establecer las relaciones.
Ahora bien, ¿cómo indagar sobre las consideraciones que las mujeres
hacen de ellas mismas y las formas en que piensan que son pensadas por
los otros? ¿Cómo capturar sus experiencias en torno a su sexualidad y los
significados y sentidos que en buena medida traman estas experiencias?
¿Cómo destacar las apreciaciones individuales y su relación con
imaginarios sociales instituidos? ¿Cómo explorar las resistencias
individuales y las formulaciones instituyentes que contravienen a las
narrativas dominantes en torno a la sexualidad y al género?
Estas preguntas de orden metodológico llevan a reflexionar sobre las
estrategias para lograr la reconstrucción de las experiencias de un grupo
específico de mujeres en torno a su sexualidad y por medio de las cuales
196 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

afloren los significados que intervienen en la construcción de las


subjetividades.
Entendemos la experiencia en un sentido más amplio que una
vivencia existencial y estrictamente personal. Es indudable que la
experiencia es una síntesis de naturaleza individual a la cual es imposible
el acceso directo. Tener noticia de ella implica un acto interpersonal que
está mediado por las condiciones de la cultura y por acciones
intersubjetivas. Es decir, que sólo mediante otras expresiones es que se
tiene acceso a las experiencias de los otros. Tal y como lo menciona
Clifford Geertz:

Cualquier entendimiento que tengamos acerca de las cosas que suceden en


la vida interna de alguien, lo capturamos por medio de sus expresiones, y no
mediante alguna intrusión mágica dentro de su conciencia (Turner y Bruner,
1986: 373; traducción de la autora).

Para seguir en este orden de ideas, los antropólogos de la experiencia


(Turner, Bruner, Rosaldo y Myerhoff, entre otros) señalan que las propias
expresiones (relatos, historias, mitos, imágenes, etc.) alrededor de la
experiencia la reconstruyen y, en este sentido, la restructuran. Así pues,
existe una relación dialéctica entre la experiencia y la expresión que da
cuenta de ella. Por un lado, “...la experiencia estructura la expresión, dado
que comprendemos a los otros y sus expresiones sobre la base de nuestra
propia experiencia y autocomprensión. Pero las expresiones también
estructuran la experiencia, ya que las narrativas dominantes de una época
histórica, los rituales y festividades, así como el arte, definen e iluminan
la experiencia interior... Más simplemente expuesto, la experiencia está
culturalmente construida, mientras que la comprensión presupone la
experiencia” (E. Bruner, citado en Turner y Bruner, 1986: 6; traducción
de la autora).
Bajo estas hipótesis, se consideraron como ejes centrales de
aproximación y reconstrucción de las experiencias del grupo de mu- jeres
investigado, los relatos y narrativas que hicieron de sus vidas y que
pusieron al alcance de la investigación aspectos que intervinieron en la
conformación de su subjetividad. Tal es el caso de las manifestaciones y
expresiones de su sexualidad y los significados con los que las mujeres
los connotan.
De acuerdo con Jerome Bruner (1990) la narrativa, además de ser una
de las formas cotidianas de la organización del lenguaje, es un vehículo
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 197

idóneo de expresión y conformación de la experiencia. El ordenamiento


de las oraciones, cuyo carácter es secuencial, no sólo conduce la
expresión de la experiencia sino que organiza el modo mental para la
construcción de la misma. Por otro lado, la narrativa se mantiene en una
tensión entre lo excepcional y lo or- dinario, es decir, permite hacer
coincidentes los relatos dominantes de la cultura, que interpretados
por la singularidad de los individuos se tornan eventos de excepción. Es
indudable que en los relatos de vida que enmarcan la sexualidad de las
mujeres se ofrece un espectro constituido por el ensamblaje de las
significaciones dominantes con los sentidos singulares atribuidos a dichas
premisas.
Es necesario destacar que la inteligibilidad de la narrativa se sostiene,
en gran medida, por su carácter historizado en secuencias temporales.
Esta particularidad imprime, a su vez, la temporalidad a la experiencia y
la connota dentro de un contexto específico. De esta forma, la
experiencia como expresión narrada da origen a un producto cultural e
histórico, susceptible de interpretarse, mediante el reconocimiento de
significados específicos y de la desconstrucción de sus sentidos. Rosaldo,
parafraseando a Ricoeur, plantea:

Ricoeur asevera que el tiempo y la narrativa se relacionan en tanto a la


dialéctica; el tiempo se vuelve humano cuando la figura narrativa le da
forma, y la narrativa se vuelve significativa cuando representa la experiencia
humana en el flujo del tiempo. Las narrativas moldean las experiencias y
éstas a su vez engloban a las narrativas (1991: 129).

Para finalizar, es necesario insistir en que la subjetividad, como


proceso de orden colectivo e individual, se constituye y reconstituye a
partir de la red de códigos simbólicos que conforman la cultura y en la
cual operan de manera predominante el lenguaje y el proceso de
significación. Ahora bien, para llegar a algunas de las manifestaciones
relacionadas con las experiencias de un grupo de mujeres en torno a la
sexualidad, se requería de dispositivos específicos que la hicieran
emerger. Dado el carácter organizativo de la narrativa, muy cercano a las
modalidades cotidianas de relatar las experiencias, se pensó que las
historias sexuales de las mujeres posibilitarían el surgimiento de sentidos
y significaciones en torno a estas prácticas y relaciones, y a la forma como
se vinculan con la subjetividad femenina.
198 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

ENTREVISTA A PROFUNDIDAD: RELATOS ORGANIZADOS


EN TORNO A LA SEXUALIDAD

Se abordarán aquí las formas específicas en que se concretaron las


entrevistas a profundidad en una exploración relacionada con la
sexualidad femenina. Es necesario hacer dos puntualizaciones: una
relacionada con la comprensión de este dispositivo y la otra con el carácter
del campo investigado.
Existen diversas formas de entender y aplicar la entrevista a
profundidad. Desde los modelos menos estructurados o llamados
abiertos, hasta aquellos que, sin ser cuestionarios cerrados, están
ciertamente definidos y controlados por el investigador. La preocupación
de los investigadores oscila permanentemente entre dos polos que, con
frecuencia, parecen irreconciliables: 1) mantener una estructura definida
que, si bien facilita la organización del material, la ciñe tajantemente al
orden prefigurado y elimina nueva información que amplíe o modifique
el problema de investigación; 2) caer en la apertura total en donde los
propios ejes de la indagación se vean abandonados, lo que provoca
desorientación en el entrevistador y confusión en el entrevistado.
Para asomarse a tales diferencias, este trabajo se referirá a dos
distintas posiciones frente a la entrevista a profundidad, sin pensar que
con ello se dé por agotada la discusión. Sue Jones (1985) sostiene que la
entrevista a profundidad cumple su cometido, como dispositivo de
indagación, sólo en los casos de entrevistas no estructuradas, cuyo tipo de
exploración tiende, predominantemente, a abrir nuevas líneas de
conocimiento. Bajo esta perspectiva, la búsqueda de datos formulada a
priori y concretada, la mayoría de las veces, en preguntas que emanan del
interés del investigador no tiene cabida dentro de este modelo. Si bien la
investigadora menciona que no hay indagación sin propósitos definidos,
los mismos no deben imperar sobre las condiciones de investigación. Son
las características del terreno las que dispondrán la orientación que se
tome. Para Jones, sólo aquellos relatos producto de la espontaneidad del
entrevistado y cuyos derroteros estén trazados ajustándose a sus
condiciones estarán en consonancia con la versión de la entrevista a
profundidad.
Por otro lado, Elliot Mishler (1986) opina que se pueden explorar y
construir datos a profundidad, a pesar de que la entrevista se desarrolle
bajo un esquema de intercambio más estruc- turado. El autor señala que,
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 199

aun utilizando preguntas directas y organizadas anticipadamente, si el


entrevistador alienta la tenden- cia a relatos integrados sin fragmentar o
inhibir el discurso del entrevistado, se pueden conseguir narraciones
pormenoriza- das. Es decir, que desde una exploración de tipo
semiestructu- rado se puede propiciar el surgimiento de sentidos y
significados de carácter subjetivo que recuperen la particularidad sobre la
temá- tica en cuestión.
Reconocemos que las entrevistas abiertas ofrecen líneas de apertura
y, consecuentemente, pueden inducir a nuevos conocimientos no
previstos. Sin embargo, el tipo de instrumento utilizado en nuestro trabajo
no se adhiere a la visión, un tanto exclusionista, planteada por Jones.
Pensamos que, más que la definición de la estructura como tal, la eficacia
o ineficacia de un dispositivo a profundidad radica en la consecuencia y
congruencia que mantenga con el diseño y la estrategia metodológica. Por
sí misma, ni la entrevista semiestructurada es ineficaz para explorar o
arrojar datos a profundidad, ni las narraciones espontáneas y exhaustivas,
por sí solas, siempre ofrecen datos sustanciosos y susceptibles de ser
organizados, analizados e interpretados.
La polémica se continúa más allá de las definiciones como tales. En
nuestro trabajo consideramos que una entrevista de corte
semiestructurado podría ofrecer datos a profundidad, mientras
posibilitara la integración de procesos en torno a la temática, y permitiera
destacar relaciones existentes entre los enunciados, configurar escenarios
que consideraran las descripciones dentro de su contexto e incorporar
experiencias de los sujetos, rebasar el hecho empírico dotándolo de
cualidades y apreciaciones específicas, apoyar una relación dialógica
entre el entrevistador y el entrevistado y reconocer la implicación de este
último.
En este caso particular, se describe una instrumentación específica en
la que se conjugaron distintas versiones para operar las entrevistas a
profundidad. Por un lado, el modelo semiestructurado, que imprime una
cierta dirección a la interacción y al instrumento. Por otro, la idea de
historias focales que promuevan relatos en torno a la vida conyugal y
sexual de las mujeres.
¿Por qué se seleccionó una combinación que puede parecer un
híbrido entre posiciones y no una instrumentación ortodoxa?
La decisión para la creación y aplicación de un dispositivo
combinado tuvo que ver con la implicación frente al trabajo, con los
200 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

objetivos del estudio, y con las condiciones y riesgos del campo. Los
compromisos y obstáculos de tipo epistemológico, teórico, institucional
y hasta libidinal que pesaron sobre la investigadora y que no fueron
reconocidos en su momento, influyeron en gran medida en la elección del
dispositivo. Dentro de las vicisitudes que intervinieron en tales decisiones
estuvieron, también, la dificultad personal para indagar sobre sexualidad
y la protección inconsciente que procuramos dar a las informantes.
Los propósitos eran establecer las diferencias o semejanzas en torno
a las significaciones de la sexualidad de mujeres residentes en zonas
urbanas en tres distintas ciudades del país: Oaxaca, San Miguel de
Allende y el Distrito Federal. Se buscaba que las mujeres pertenecieran a
estratos medios y acomodados y que sus experiencias de vida o esquemas
referenciales estuvieran enmarcados por un contexto cultural
judeocristiano. Por otro lado, se intentaba profundizar en las diferencias
generacionales (abuelas, madres e hijas) en torno a la capacidad de
negociar las prácticas de sexualidad dentro de la conyugalidad. Estos
objetivos estaban prefigurados antes de abordar el trabajo de campo, y se
tenía pensado establecer algunas relaciones entre indicadores de edad,
localidad (contexto cultural) y estrato social (condiciones
socioeconómicas y educativas). Para llevar a cabo tal empresa,
considerábamos necesario entrevistar al menos a dos familias por localidad,
es decir, un mínimo de 18 mujeres, número que finalmente se elevó a 24.2
La muestra, por su amplitud, hacía muy difícil elaborar estudios de caso
o crear narraciones de vida longitudinales en su versión etnográfica o

2
Ocho abuelas, con ocho hijas y ocho nietas de cada una de ellas. Las eda- des de
las primeras fluctuaron entre 62 y 84 años, las de las hijas entre 48 y 64 y las de las nietas
entre 20 y 38 años. Todas eran casadas, excepto dos de las nietas, una de las cuales tenía una
relación de pareja estable. La escolaridad de las abue- las iba desde analfabetas hasta
estudios secundarios no terminados. Las madres tenían desde primaria incompleta hasta
preparatoria o estudios vocacionales. Las nietas habían completado, en su mayor parte, la
preparatoria. Tres estudiaron una licenciatura, pero solamente una la concluyó. Las abuelas
habían trabajado apoyando a sus esposos en el campo, en oficios o en la confección de
artesanías. Sus hijas, en su mayoría, no trabajaban, y cuando lo hacían era apoyando un
negocio o pequeña empresa familiar. Algunas habían trabajado esporádicamente en
servicios domésticos. En cambio, todas las nietas trabajaban, una como profesionista y otras
como oficinistas o en pequeñas empresas. Dado el carácter voluntario del estudio hubo
necesidad de incluir familias de estrato bajo y de ampliar el espectro socioeconómico de las
entrevistadas.
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 201

histórica. La posibilidad de mantener una secuencia prolongada de


entrevistas personales, en donde la exposición reseñara el universo
interaccional de cada mujer, era incompatible con la perspectiva
psicosocial del trabajo. Se intentaba una exploración breve, centrada en
asuntos puntuales de la vida sexual de las informantes, y que permitiera
establecer relaciones entre las distintas historias individuales. Además,
los recursos de la investigadora y los tiempos de investigación,
determinados en parte por el carácter financiado del trabajo, no permitían
la estancia prolongada en el campo.
Conseguir a las tres generaciones de mujeres vinculadas por línea
materna y asentadas en la misma localidad hizo que la convocatoria fuera
difícil y que por tanto se diera una especie de autoselección, sostenida en
la buena voluntad y el favor de las mujeres. Para lograr el universo
muestral fue necesario recurrir a informantes mediadores entre las
entrevistadas y la investigadora, quienes resultaron tener parentesco
cercano con dos familias; en otro caso existía el conocimiento directo de
una de las mujeres entrevistadas. Ambas condiciones exigían un
tratamiento muy cuidadoso y sensible para recabar los datos y
absolutamente confidencial en torno al material obtenido. Con estas
condiciones, hubo temor por prolongar el número de encuentros, así como
dificultad para profundizar en la intimidad de algunas de estas mujeres sin
que la entrevistadora pareciera demasiado entrometida. Se anudaron,
también, fantasías de deserción que llevarían a la necesidad de recurrir a
nuevas convocatorias, ciertamente difíciles de lograr. Por último, se sumó
a estas consideraciones el tiempo de entrega del informe de investigación,
cuya duración estaba contratada por anticipado, y a la que había que
responder en términos de responsabilidad con el trabajo, especialmente
porque era pagada.
Nuestro análisis de la implicación y de los objetivos de la
investigación condicionó la opción instrumental a partir de una
combinatoria. Por un lado, teníamos la necesidad de centrarnos en
algunos momentos y acciones de las vidas de las mujeres en torno a la
sexualidad; por otro, consideramos indispensable que la entrevistadora
controlara la indagación para asegurar una exploración semejante en
todos los casos. Por último, era central alentar datos a profundidad,
logrando narraciones más o menos espontáneas en torno al tema elegido.
De esta forma se construyó un modelo de entrevista única e individual,
que pudiera crear relatos y narraciones puntuales o focales en torno a la
202 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

sexualidad, y responder a una modalidad directiva en la que todas las


entrevistadas desarrollaran los aspectos identificados como centrales y
prioritarios.
Esta síntesis instrumental no fue inconsistente metodológicamente,
dado que su creación se sostuvo en distintas perspectivas que, de una u
otra forma, coinciden en recabar, construir y analizar datos a profundidad.
Se produjo, entonces, una entrevista semidirigida, focalizada hacia la
exploración y reconstrucción de ciertos escenarios de la vida sexual de las
mujeres y que asegurara una exploración procesal e integrada alrededor
de algunos sucesos de su vida.
A pesar de incluir la direccionalidad y la focalidad en las entrevistas,
y de saber que la información sería más restringida y acotada que aquella
de las historias de vida, su adecuación no indica una renuncia al tipo de
narraciones historizadas.
Consideramos que la historia de vida es un dispositivo idóneo para
indagar sobre procesos de subjetividad individual entre mujeres, a partir
de la construcción de narrativas espontáneas que expresan y apuntalan las
formas en que se organizan sus experiencias cotidianas y contingentes;
por ello nos adscribimos a esta modalidad de exploración y análisis.
Seguimos las ideas de diversos investigadores como Paul
Thompson(1993), Françoise Morin (1993), Daniel Bertaux (1993) y
Martine Burgos (1993), quienes expresan que las historias de vida, como
construcciones subsumidas en la modalidad narrativa, no son simples
instrumentos para recabar datos, sino lugares de construcción de
conocimiento y de análisis. En este sentido y bajo su supuesto
narrativo, los relatos de vida cobran el carácter de un dispositivo
metodológico.
A pesar de puntualizar actos temáticos creando focos narrativos, no
renunciamos a estas consideraciones sustanciales para el trabajo de
investigación. Las historias de vida constituyen una posibilidad de
organizar una serie de experiencias a partir de una narración que les dé
coherencia, pero el relato nunca representa la vida como tal. La propia
expresión narrada implica una selección, y por tanto interpretación, la
mayoría de las veces inconsciente e involuntaria de los hechos. Los
procedimientos personales de síntesis no mantienen la secuencias fácticas,
sino que éstos se condensan y reformulan dejando de lado grandes tramos
del proceso vivido. La experiencia, como tal, se reformula en términos de
las posibilidades de narración que van dando sentido a la vida de las
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 203

personas. Además, aunque la propia historia conserve un eje que la


constituya y mantenga una coherencia en relación con los significados de
las acciones relatadas, para efectos del análisis, también puede
descomponerse en segmentos de la vida, que por momentos dominan de
manera prioritaria la organización y orientación del propio relato. Elliot
Mishler (1986) plantea preguntas teórico-metodológicas respecto a si la
narrativa de vida es una secuencia histórica con un solo argumento o
trama que se mantiene a lo largo de la misma, o si puede mirarse como un
conjunto de distintas historias.
Por otro lado, Mishler (p. 99) ofrece otras posibilidades relacionadas
con la idea de construir relatos centrados en actos específicos: las
entrevistas focales. Este dispositivo responde al interés de contrastar
diversas percepciones de carácter subjetivo sobre un tópico determinado
en un universo muestral definido. Si bien la exploración focal se
concentra en una temática identificada desde la perspectiva del
investigador y se torna el eje del estudio, también procura profundizarlo
abundando en la búsqueda de las relaciones, valoraciones, significaciones
y afectos que intervienen en la percepción-evaluación del acto. La
intención de indagar sobre las permanencias y los cambios en torno a la
sexualidad conyugal en mujeres de tres generaciones adquiría similitud
con estas ideas. En nuestro caso, el propósito de construir comparaciones,
como lo sostiene la propuesta focal, era impensable para la investigación,
dado que nuestro universo no estaba constituido por una muestra regulada
estadísticamente, pero sí aseguramos que se pudieran establecer
relaciones entre los datos de las distintas mujeres.
La hipótesis de que la historia de vida no se organiza como un
conjunto homogéneo de relatos, sino como la convergencia de diversos
momentos, a veces contradictorios y en permanente conflicto, nos
permitió pensar que desgajarla temáticamente no rompería el significado
de sus acciones ni el contexto de referencia, de manera que se podrían
historizar actos de la misma. Por otro lado, el hecho de que las
entrevistas focales se diseñaran con el propósito de profundizar sobre una
temática específica y permitieran reconstruir narraciones en torno a un
acto, fortaleció la decisión de realizar una combinación a partir de estas
propuestas. Consideramos a la sexualidad conyugal como una de las
tramas centrales posibles de historizarse y capaces de crear escenarios
sustanciosos alrededor de las vidas de las mujeres.
204 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

Aunque pensamos que la combinación instrumental haría perder algo


de la precisión y especificidad correspondiente a cada uno de los
dispositivos, finalmente permitió resolver, de una buena ma- nera, la
complejidad del problema en un campo de exploración de difícil acceso.
Por último, para comprender el sentido que adquiría la sexualidad
conyugal para las mujeres, fue necesario construir una plataforma de
significados a partir de los cuales se pudieran establecer relaciones y
contextuar los datos. En este caso, serían las propias mujeres, con sus
voces y argumentaciones, quienes desempeñarían la función de “inform-
antes” y quienes nos dotarían de un contexto mínimo para comprender las
narraciones.
De esta forma, diseñamos una guía de entrevista que abordó
distintos escenarios de sus vidas, identificados como soportes en la
construcción y reconstrucción de su percepción como sujetos de
sexualidad, así como los significados atribuidos a la sexualidad. Estos
escenarios nos acercaron a la comprensión de las permanencias y
transformaciones que apuntalaron los intercambios, negociaciones y
prácticas conyugales de las informantes. Los significados, valoraciones,
formas de relación y prácticas de sexualidad conyugal estaban arraigados
en otros momentos de su vida, de manera que consideramos necesario
rastrear algunos de los actos que antecedieron al vínculo conyugal: la
sexualidad en la niñez, la menstruación, los cambios corporales en la
adolescencia, las relaciones amorosas y la primera relación sexual, así
como los rituales que los enmarcaron (el cortejo, el noviazgo y hasta el
propio matrimonio), para después indagar las prácticas y negociaciones
en la conyugalidad. Si bien la guía formulada tenía una secuencia de las
temáticas prioritarias, éstas no se interrogaron, en todos los casos, en el
mismo orden, pero sí fueron exploradas en su totalidad. Se utilizaron
preguntas de tipo abierto para inducir la reconstrucción a partir de
asociaciones y conexiones espontáneas de las mujeres.

CONSIDERACIONES ÚLTIMAS

Nuestro trabajo no es un ejemplo de éxitos rotundos en relación con las


indagaciones sobre sexualidad conyugal. Sin embargo, las opciones
metodológicas que manejamos permitieron construir narraciones
sustanciosas que ofrecieron resultados interesantes. Queremos exponer,
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 205

para concluir, algunas de las experiencias en la creación de un diálogo


entre entrevistador y entrevistado, donde al menos tres aspectos fueron de
gran utilidad.
Uno de ellos fue la llamada subjuntivación de las preguntas y del
diálogo. De acuerdo con Jerome Bruner (1994), la posibilidad de que las
narraciones literarias sean interpretadas y recreadas por lectores activos
que operan como interlocutores del autor, se hace posible cuando en la
construcción de tales relatos se utiliza de manera frecuente el modo
subjuntivo, en donde la acción verbal “...se expresa con una significación
de duda, posibilidad o deseo” (Diccionario de la Lengua Española,
1992). De acuerdo con este autor, dicha modalidad de la expresión
narrativa no cierra las opciones como los casos de enunciados
afirmativos. Mediante el empleo subordinado de otras oraciones
complementarias, cada lector tiene posibilidad de recrear o interpretar de
diversas maneras las intenciones del autor. El uso del subjuntivo durante
la entrevista a profundidad genera aspectos semejantes en el entrevistado,
dado que si la pregunta no entraña una dirección única y veraz, la
respuesta no necesariamente implica una posición contundente y
afirmativa con la que el entrevistado se sienta expuesto o exhibido,
especialmente en el desarrollo de asuntos espinosos como la sexualidad.
Esto permitió que las entrevistadas rebasa- ran una única posición, en
donde sólo la certeza o la negación tendrían cabida. Con la opción de ser
interpeladas de manera hipotética, dado que el subjuntivo implicaba la
duda o posibilidad de algo, se les confirió una posición de mayor
autonomía, situación en la que se sintieron menos presionadas a responder
taxativamente. Por último, este tipo de preguntas ayudó a indagar de
manera más amplia los significados posibles que se atribuían a cierto tipo
de prácticas sexuales. (Por ejemplo: ¿Si usted [mujer] le solicitara a su
pareja tener relaciones sexuales, qué cree que sucedería? ¿Si usted se
negara .... ?
En segundo lugar, es importante mencionar algunas posibilidades
que nos ofreció el interrogatorio circular (Penn, 1982). Esta técnica apoya
la indagación de relaciones entre las personas y sus sistemas de
pertenencia y significación. Dado que los propósitos de la investigación
priorizaban los cambios y permanencias sobre los significados de la
sexualidad en tres generaciones de mujeres, era muy oportuno interrogar
sobre la procedencia de tales significaciones. De esta forma, la
exploración debía detallar las relaciones en donde se hubieran forjado o
206 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

resignificado tales asuntos. Para lograr lo anterior, la idea de las preguntas


circulares favoreció el hecho de profundizar no sólo en las percepciones
de las mujeres, sino en las instituciones, los discursos, los personajes y las
interacciones donde se sostenían y reproducían éstas. A continuación,
describimos un ejemplo de preguntas circulares que indagaron las
expresiones sexuales dentro del noviazgo y la cualidad con que las
dotaban las entrevistadas y personajes cercanos a sus vínculos. Es
importante señalar que este tipo de interrogatorio apoyó la exploración a
partir del discurso espontáneo de las mujeres en torno a las preguntas
generales y abiertas. Por tanto no se formularon anticipadamente, sino
durante el proceso de la entrevista. A partir de una pregunta general como
la siguiente ¿en tu familia cómo fue el asunto de los novios? primero,
esperamos la respuesta y alentamos relatos espontáneos que describieran
las generalidades de prácticas, valores y significaciones en torno al
noviazgo y las posibilidades de expresar aspectos de la sexualidad. Las
preguntas circulares precisaron las formas más singulares del hecho,
buscando relatos sobre las emociones específicas, los personajes que
intervinieron y determinaron algunas decisiones, los discursos que
calificaban las prácticas, los efectos generados en las relaciones, etc. Se pudo
profundizar el diálogo de la siguiente manera: ¿Si hubieran existido
caricias más allá del beso que mencionas ... qué crees que habría sucedido
en tu noviazgo? ¿A quién crees que le habría preocupado más que tuvieras
una relación así? ¿Qué habrían dicho esas personas que no estaban de
acuerdo? ¿Con quiénes habrías contado para comentar tus experiencias?
¿Qué te imaginas que te habrían dicho? Etcétera.
Finalmente, nos referiremos al establecimiento de una relación
dialógica durante la entrevista. En palabras de Sampson (1993), esta
relación se refiere a que la realidad y la posición de los indi- viduos
adquieren sentido a partir de la interacción con los otros, propiamente en
el diálogo. Para este autor los individuos son “criaturas conversacionales”
que se constituyen así a partir de estos intercambios. Su idea presupone
una presencia indubitable del otro, quien funge como reflejo activo y en
donde cada cual puede medirse y reconocerse. “El otro es un co-creador
vital de nuestra mente, de nuestro “sí mismo” (self) y de nuestra
experiencia. Sin el otro, permanecemos sin mente, sin identidad y sin
inscripción social” (p. 108; traducción de la autora).
En las entrevistas a profundidad el diálogo no se refiere a la inclusión
de una conversación de tipo informal entre el investigador y su inform-
UN ABORDAJE EN EL CAMPO DE LA SEXUALIDAD 207

ante. Tampoco es una charla igualitaria entre amigos. Se intenta que el


entrevistador mantenga un diálogo interior, en el cual el informante sea
internalizado como un interlocutor activo: parafraseando a George Mead,
“un otro significativo”. De esta forma, el entrevistador debe disponerse
psicológica, cognitiva y afectivamente a escuchar la voz y palabra del
informante como lugar prioritario de referencia en la construcción de los
datos y del significado de los mismos. Para lograr una reconstrucción más
cercana al sentido de la experiencia del informante, tal operación requiere
de ajustes permanentes entre las significaciones derivadas del esquema
referencial del entrevistado y las interpretaciones del entrevistador. El
entrevistado se constituye en reflejo activo de las acciones del
investigador, quien debe reorientar sus propósitos y actitudes de
investigación, reajustando, también, la correlación de fuerza entre ambos
actores. La entrevista a profundidad debe considerarse un intercambio
dialógico que compromete de manera activa al entrevistador con el
discurso y persona del entrevistado, en el que se debe mantener una
actitud respetuosa y atenta, con el deseo de comprender sus percepciones
y sus connotaciones de sentido. Con una actitud reflexiva (en el sentido
de verse a sí mismo en el reflejo del otro) puede acompañar el proceso
discursivo del entrevistado, y coevolucionar junto con el desarrollo de la
entrevista.
En este mismo sentido, el uso del término entrevistado —en lugar de
informante— no es casual, y se sostiene en la idea de que éste no es,
solamente, un testigo que relata un hecho desde una temporalidad y
espacialidad aparentemente ajenas al suceso. El informante es un sujeto
activo, un protagonista que al narrar re- crea la experiencia y resignifica
su historia, es decir, que la revive reconstruida o relaborada. La función
de informante surge, como tal, dentro de la relación dialógica alentada por
el entrevistador, quien de su lado atiende y acompaña al otro, con la
intención de comprender la narración y por tanto de dar cabida a las
formas personales y espontáneas del discurso. De esta forma, las
preguntas provienen de un interés que va más allá de recabar datos
informativos y que busca entender quién es el otro y cuáles son los moti-
vos que lo inducen a contar ciertas experiencias y los significados con que
las acompaña. La manera de preguntar y escuchar del investigador debe
ser consecuente con el contexto desde el cual emerge el discurso del
informante, e incorporarse en el proceso de la entrevista avanzando junto
con el entrevistado en la aprehensión de sentido de la experiencia relatada.
208 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

En nuestra investigación reconocimos la existencia de una relación


asimétrica entre entrevistadora y entrevistada, así como de las diferentes
funciones que cada una realizaba, pero buscamos en todo momento
establecer una interacción en la que ambas nos implicáramos activamente.
De esta forma, aun nuestras preguntas temáticas elegidas a priori se
fueron ajustando y organizando en torno a la secuencia y consecuencias
de la narración.
De acuerdo con nuestra concepción de la entrevista a profun-didad,
ésta no es competencia única de uno u otro interlocutor. No es
propiedad del entrevistador que determina una dirección a priori y
total, ni del entrevistado como testigo único de la situa- ción. La entrevista
pertenece a ambos quienes, de una u otra manera, convergen en el
encuentro participando de una relación dialógica.

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ENTREVISTA GRUPAL EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 211
ENTREVISTA GRUPAL
SOCIAL
EN LA INVESTIGACIÓN

MODALIDADES DE ENTREVISTA GRUPAL


EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL

MANUEL PANDO
MARTHA VILLASEÑOR

A pesar de que la entrevista grupal ocupa un espacio importante entre las


técnicas de investigación social y de que no se trata de un instrumento
nuevo, los textos sobre el tema son escasos.
En la psicología, desde antes de 1776, Friedrich Anton Mesmer
trabajaba con enfermos mentales agrupados, utilizando algunas formas de
entrevista grupal, aunque nunca desarrolló la técnica como tal (Palacios,
1975). A Pratt se le adjudica la psicoterapia de grupo propiamente dicha
desde 1905, lo que implicó un amplio desarrollo de las técnicas de trabajo
grupal —incluida la entrevista— (Palacios, 1975). Después aparecieron
un sinnúmero de trabajos y especialistas en intervención grupal: Freud,
Bion, Lewin, Merton, Pichón Rivière, Bleger, Bauleo, entre otros.
Aunque fueron grandes expertos en el trabajo de grupo, dedicaron poco o
ningún espacio a la entrevista grupal como tema o técnica específica.
Algo similar ocurre con los textos de investigación social, e incluso
más recientemente, con los manuales de métodos cualitativos. El tema de
la entrevista grupal ocupa, en el mejor de los casos, apenas un par de
páginas y, en el peor, no existe (Rojas Soriano, 1988 y 1989; Taylor y
Bogdan, 1992).
Sin embargo, como ya se ha insinuado, no se trata de que haya
pocos estudios de la grupalidad, o pocas formas de abordar una entrevista
grupal. Por el contrario, existen tantas formas que a veces es difícil
diferenciarlas, y en no pocas ocasiones, reconocer aquella que un
investigador está utilizando. El problema radica, a nuestro entender, en
que no se ha sistematizado el tema como tal, y que aquellos libros de
investigación que lo abordan, se limitan a señalar aspectos prácticos sobre
el rapport, la grabación, o modales del entrevistador, como consejos para
el novel entrevistador grupal, pero son de pobre aporte metodológico o
epistemológico.
En este artículo no se pretende hacer una revisión exhaustiva de todas
las corrientes grupales existentes y de la entrevista grupal que
correspondería a cada una de ellas, como tampoco pretendemos presentar
“el método correcto” de elaborar una entrevista grupal. Nuestra
pretensión, mucho más modesta, es la de ilustrar la pluralidad y las
contradicciones que existen en este campo (Ibáñez, 1979). Señalaremos
algunos elementos básicos de diferentes enfoques para la entrevista
grupal, que normalmente producen confusión o se entremezclan —sin
que exista tal intencionalidad— en el trabajo de entrevista de los
investigadores sociales.
Hemos elegido presentar cinco modelos, a nuestro parecer los más
representativos de la práctica actual de los investigadores sociales en
nuestro medio. El orden no sigue una secuencia deliberada, aunque varían
en cuanto a su lugar de origen y al momento histórico en que surgieron.

ENTREVISTA COLECTIVA PERIODÍSTICA

Constituye un recurso de indagación cualitativa en el área de la


comunicación para obtener información que posteriormente será
socializada por razones y mediante medios que pueden variar según sea
el caso. En este tipo de entrevista interesa la perspectiva individual
discutida en grupo o la situación de un grupo desde el punto de vista de
cada individuo.
Esta moldalidad de entrevista es útil para conocer la opinión de los
integrantes de un grupo, la problemática de una organización o barrio, o
las divergencias de opinión sobre un tema. Sirve para fundamentar
denuncias o para la transmisión de hechos actuales. Su empleo es poco
frecuente como recurso de investi- gación formal para fundamentar la
transmisión de información (Pineda, 1993).
Muchas veces la búsqueda de información no es el único objetivo.
Entre otras de las finalidades de este tipo de entrevistas podemos
mencionar: la publicitación de un producto o servicio, el influir de
manera indirecta sobre los procesos de creación de opinión y la obtención
de apoyo para proyectos de trabajo (Bohmann, 1989).
Su utilización amerita el dominio de la entrevista abierta y grupal:
requiere capacidad en la conducción de grupo y en la moderación de
discusiones —que pueden llegar a ser sumamente conflictivas. El
entrevistador requiere conocer el asunto y estar suficientemente
documentado; a su vez, los entrevistados requieren experiencia y
conocimiento del tema y disposición para colaborar.
En su planeación deben tomarse en cuenta cuatro aspectos
fundamentales: objetivos, tiempo disponible, recursos y tipo de
entrevista. Existen básicamente dos tipos de entrevista colectiva
periodística, variando el procedimiento técnico para cada una: la mesa
redonda y la entrevista comunitaria.
La mesa redonda se lleva a cabo con cuatro o cinco entrevistados
especialistas en el tema. En ella se buscan puntos de vista distintos y a
veces contradictorios. Se seleccionan los entrevistados a conveniencia y
se convocan mediante cita personal, del grupo al entrevistador o del
entrevistador a cada persona. La entrevista es de carácter temático y se
utiliza una guía semiestructurada de final abierto.
La entrevista comunitaria generalmente incluye muchos
entrevistados, incluso tres o cuatro decenas. En ella se busca que los
entrevistados tengan diferente nivel de experiencia y conocimiento sobre
el tema, y su finalidad es conocer los hechos que están sucediendo.
Generalmente el entrevistador organiza una asamblea y se invita a la
comunidad, o la comunidad invita al entrevistador; los entrevistados
acuden en forma voluntaria. La entrevista puede ser abierta, mediante
preguntas generadoras en temas generales, o temática y predefinida, con
el empleo de una guía semiestructurada.
En ambos tipos de entrevista periodística, el entrevistador interviene
como conductor y moderador, mediante preguntas directas enfocadas a
circunstancias actuales, tomando, en relación con el grupo, una distancia
medianamente flexible.

GRUPOS FOCALES

El uso de la expresión “grupos focales” se ha generalizado en la


investigación social, y en muchos casos se emplea indiscriminadamente
sin una fundamentación metodológica, utilizando frecuentemente como

213
214 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

único criterio el trabajo con un grupo —no siempre con la perspectiva


colectiva— en un tema focalizado, sin importar el cómo y el para qué.
Esta modalidad es un recurso de la investigación cualitativa. Consiste
en una conversación sobre un tema específico que es conocido y tratado
en común para indagar la percepción construida colectivamente (Morgan
1990; Haro y Denman 1994; Krueger, 1994); es decir, no se trabaja con
perspectivas individuales juntas en un grupo, sino con un grupo como
unidad dentro de una colectividad. El interés se centra en la información
que fluye durante la entrevista o sobre la historia del grupo: antecedentes
grupales en el tema y en lo que se relaciona con él y la manera de
percibirlo. Se busca conocer lo que se dice, el texto, y su contexto:
actitudes, opiniones, acuerdos y discrepancias, así como la manera que se
tiene de representar socialmente el tema en cuestión (Morgan, 1990). El
eje central de indagación es el lenguaje verbal y corporal.
Los grupos focales pueden emplearse como recurso técnico único o
en combinación con otras técnicas de investigación y, según el objeto y el
objetivo del estudio, constituir uno o varios grupos en una o más sesiones
de trabajo.
Los grupos focales se emplearon inicialmente en los años treinta en
los campos de la sociología y la mercadotecnia. La pri- mera publicación
sobre esta técnica la hizo Robert Merton, quien inició su utilización para
evaluar el impacto de la propaganda en tiempos de la segunda guerra
mundial. Paul Lazarsefeld los empleó en mercadotecnia, Ingersoll los
incorporó en 1987 para el estudio de la tradición oral, y en 1978 Longer los
empleó como elemento dentro de la psicoterapia (Morgan, 1990). En
últimas fechas su uso se ha difundido rápidamente en diversos ámbitos,
incluyendo el de la investigación social en salud (Haro y Denman, 1994).
El espacio de diálogo construido en cada sesión permite hacer fluir
información que no solamente profundiza en los temas, sino que genera
y amplía el bagaje informativo mediante el efecto sinérgico y la
interrelación del grupo (Haro y Denman, 1990; Krueger, 1994). En la
investigación sobre las dimensiones sociales de la salud, el empleo de los
grupos focales se considera como una técnica que facilita obtener
información en poco tiempo y a bajo costo (Haro y Denman, 1990).
Sus espacios de aplicación son muy variados. Pueden originarse por
diferentes motivos; entre otros, mencionaremos la exploración de un tema
o campo novedoso, la generación de hipótesis, evaluación de resultados
de estudios, valoración o interpretación de estudios piloto; asimismo,
ENTREVISTA GRUPAL EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 215

recabar y dar a conocer información, obtener la opinión de la población


en estudio sobre los resultados de una investigación, someter a prueba un
instrumento, construir cédulas y cuestionarios de entrevista, determinar
un universo vocabular para ser utilizado posteriormente en indagación o
en programas de intervención (Morgan, 1990; Haro y Denman, 1994;
Morgan, 1994; Stewart y Shamdasani, 1990).
La utilización de grupos focales requiere el dominio de diferentes
técnicas que suelen emplearse en la investigación cualitativa —como la
entrevista abierta, grupal y a profundidad y la observación participante—,
y capacidad en la conducción de grupos y como moderador en las
discusiones. Igual que en cualquier otra técnica de investigación, precisa,
por parte del investigador, honestidad, respeto a las formas culturales del
grupo, claridad en la postura ideológico-política y en los objetivos,
habilidades técnicas y conocimiento teórico y metodológico. Por parte de
los entrevistados, se requieren experiencia y conocimiento del tema y
disposición para colaborar (López, 1989).
El entrevistador debe ubicar su papel como moderador-guía de la
participación grupal interviniendo en el grupo desde una distancia flexible
(Morgan, 1990).
La selección de los participantes puede efectuarse por medio de
diferentes mecanismos, tales como el muestreo aleatorio simple de una
población de referencia, la selección a conveniencia de casos tipo o
informantes clave, la convocatoria abierta y autoselección voluntaria, o la
convocatoria mediante trabajo comunitario en asamblea, sea con
selección por votación o autoselección voluntaria. Todos los participantes
deben compartir algunas características y conocer el tema. Pueden o no
conocerse entre sí, dependiendo del objetivo y de la postura metodológica
de la cual se parta. Respecto al tamaño del grupo, se recomienda que esté
integrado por entre 6 y 10 personas, ya que si es más pequeño la
información es pobre y no se genera interacción, y si es muy grande, el
manejo es difícil (Morgan, 1990; Haro y Denman, 1994).

LA ENTREVISTA GRUPAL DESDE EL ENFOQUE DEL GRUPO


OPERATIVO

La primera realización de un grupo operativo, se remonta a 1958 en lo que


se conoce como “la experiencia Rosario”, a cargo del Instituto Argentino
216 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

de Estudios Sociales, dirigida por quien es reconocido como el padre


de los grupos operativos, el doctor E. Pichón Rivière (1971).
Esta modalidad tiene tres antecedentes principales que influyeron en
la creación de sus conceptos: los trabajos en Estados Unidos de K. Lewin,
los de W. R. Bion en Inglaterra durante la segunda guerra mundial y la
posguerra, y los aportes psicoanalíticos de Freud.
La constitución de un grupo no se da con la reunión de dos o más
personas en un espacio y momento determinados, condiciones que apenas
sirven para establecer una “serialidad”. Por el contrario, requiere al menos
de dos elementos: el “grupo in mente” o la representación de los
miembros del grupo en cada uno de ellos, y la “tarea” en común, para la
cual los miembros se necesitan unos a otros (Pando, 1986).
En el accionar del grupo operativo se reconocen dos planos, uno
dado por lo manifiesto —todo aquello que se expresa directamente por el
grupo— y el plano de lo latente. Este último no puede ser observado ni
escuchado directamente por los sujetos, ni por el coordinador, que
requiere de una “interpretación” de lo manifiesto, también entendido
como “emergente” de lo latente. Esto es, el coordinador o entrevistador
entenderá que buena parte de lo que se dice, se dramatiza o se calla, son
expresiones que provienen desde el plano latente, enfrentando resistencias
que le impiden manifestarse plenamente, de donde sólo emerge mediante
algunas señales que habrán de ser leídas por el entrevistador y devueltas
al grupo a manera de hipótesis sobre lo ocurrido, a la expectativa de los
nuevos emergentes que las interpretaciones van provocando.
En estos grupos entran en juego al menos tres elementos esenciales:
información, emoción y producción (Bauleo, 1974). En una entrevista
desde este enfoque, la tarea estará constituida por la construcción
—compartida grupalmente— de elaboraciones y reelaboraciones
alrededor del tema de la entrevista, denominadas producción grupal. En
el grupo se podrá observar y señalar el juego afectivo que aparece en torno
a la circulación de ciertas informaciones.
La información no provendrá de un individuo en particular; la
individualidad se verá —siempre— cruzada por la grupalidad. El
esquema conceptual referencial con que el individuo opera estará
entrelazado con un esquema referencial grupal, de tal manera que lo que
un individuo exprese —o lo que calle— será entendido como un
emergente de la latencia grupal, entrecruzada con la historia individual del
sujeto. “Serán los fantasmas proyectados por los in- tegrantes, pero también
ENTREVISTA GRUPAL EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 217

los permitidos por la sociedad. Será un mito entrecruzado por las


aspiraciones individuales y sociales” (Bauleo, 1983). Esto se produce
porque un grupo no es un sistema cerrado donde se dan normas y
características que le son exclusivas, como si lo “externo” —que no es
verdaderamente externo— no afectara o no tocara al grupo. Lo social está
integrado a lo individual y, de la misma manera, a lo grupal. La lectura de
lo dado en un grupo desborda al grupo mismo, y aun más, las razones para
que el grupo exista son externas a él.
Trátese de una entrevista de un par de horas o de una serie de
sesiones, un elemento que no debe olvidarse es que el grupo sufrirá un
proceso evolutivo. Los datos que se capturen durante la entrevista deben
considerar el momento de la evolución grupal en que aparecieron. De
manera general, y en relación con la tarea, el grupo operativo presenta tres
momentos o fases, que aunque tienen una primera sucesión genética,
luego aparecen siguiendo o no esa secuencia, de manera circunstancial y
situacional. Los tres momentos son: indiscriminación, discriminación y
síntesis.
En el primer momento aparecen confusos los objetivos del grupo: no
parece clara la tarea. La participación de los integrantes está basada en su
perspectiva individual —aún no se construye la del grupo— y en lo vivido
en experiencias pasadas, sin tomar en cuenta lo que se está viviendo en el
presente. Durante la “discriminación”, comienzan a quedar claros los
papeles de participante y de coordinador-entrevistador, se esclarece la
tarea y se manifiestan ansiedades como resistencias a la tarea. Es ahora
posible dar un paso de lo implícito o latente a lo explícito, ayudando al
esta- blecimiento de la espiral del pensamiento. Los temores al cam-
bio pueden crear un “círculo vicioso”, donde únicamente se hace “como
si” se trabajara, “como si” se reflexionara, manteniendo relaciones
interpersonales de dependencia. El tercer momento, “síntesis”, se da
cuando el grupo, en pleno funcionamiento, empieza a realizar
experiencias integradoras, a lograr unidades de síntesis. Alcanzar esta
fase será temporal, como ya hemos dicho. Posteriormente, reaparecerán
los momentos anteriores, aunque en un nuevo nivel.
Reiteramos que los datos que se obtengan deberán ser interpretados
sin olvidar la fase en que emergieron, ya que no significarán lo mismo las
expresiones individualistas arcaicas y sin ubicación en la tarea grupal del
momento de indiscriminación, que una “expresión integradora” del sentir
grupal manifestada como el cruce de la individualidad y la situación
218 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

grupal, en un momento de síntesis posterior a haber transitado algunas


resistencias, aun cuando lo expresado hubiese sido construido con las
mismas palabras en ambas ocasiones.

LA ENTREVISTA GRUPAL PSICOANALÍTICA

La entrevista psicoanalítica nació en el mismo momento que el psico-análisis


freudiano, sin que esto signifique que reducimos el psicoanálisis a una
mera entrevista. Sin embargo, desde sus origenes el psicoanálisis y la
entrevista psicoanalítica fueron individuales.1
Nos referimos como individual a la entrevista en la que participan un
solo entrevistador y un solo entrevistado, aun cuando Bleger ya ha
explicado que en esta situación en que participan dos personas, se traen al
interjuego información, vivencias y experiencias que tienen una
pertenencia social (Bleger, 1979, 1983). Además, el “entrevistador y
entrevistado constituyen un grupo, es decir, un conjunto o una totalidad,
en el cual sus integrantes están interrelacionados y en el que la conducta
de ambos es interdependiente” (Bleger, 1979).
Bleger, junto con muchos otros autores de las teorías grupalistas, fue
expulsado de las asociaciones psicoanalíticas, pues a pesar de su
formación en el análisis, persistía en la aplicación de trabajos grupales que
condujeron a las teorías de grupos operativos en una corriente de
psicología social psicoanalítica (Bauleo, 1983).
Otra corriente corresponde a la perspectiva francesa de psicoanálisis
“en grupo” encabezada por Foulkes, en donde se entrevista “en grupo” y
no “al grupo”, en donde se trata de entrevistar desde una perspectiva
psicoanálitica a un conjunto de individuos reunidos especialmente para
ese fin. El centro de “lectura” del entrevistador, aquello que registra e
interpreta de lo que los sujetos manifiestan (y por lo tanto la ubicación del
entrevistador mismo), se dirigirá no al grupo como tal, sino al individuo,
a lo intraindividual o intrapsíquico, a lo inconsciente.

1
“... el psicoanálisis es una teoría y una práctica realizada a través de los
psicoanalistas, que se sustenta y se basa en un subjetivismo (y por ende en un
individualismo) propio y engarzante para una sociedad que hiperboliza el valor del
individuo y olvida y deja de lado los valores grupales ...” (Mejía, 1993).
ENTREVISTA GRUPAL EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 219

El entrevistador psicoanalítico parte de que los hechos de la


conciencia y la conducta que él registra son el resultado de cier- ta
“elaboración”, de un proceso que debe ser detectado. “Considera que los
datos que aparecen ... bajo la forma de un discurso y un comportamiento
funcionan como vehículos, como soportes de objetos teóricos no observ-
ables e ignorados” por el entrevistado (Braunstein, 1975). En otras
palabras, este tipo de entrevistas presupone el concepto de inconsciente.
Sin embargo, el concepto de lo inconsciente se ha desarrollado e
incorporado en un campo polémico respecto a la situación grupal, y se ha
llegado a hablar de “inconsciente colectivo” o, como señala Anzieu, “lo
imaginario grupal”. “Un grupo se protege y sirve de los estímulos de
origen externo y de la carga pulsional que sus miembros ejercen sobre él
sólo si se construye lo que Kaës ha llamado un aparato psíquico grupal”
(Anzieu, 1986).
Así, sea el inconsciente individual o grupal, éste produce ciertos
efectos contra los que las personas no cesan de defenderse. Es tarea del
entrevistador entender el significado inconsciente de lo manifestado, leer
“lo simbolizado” y señalar al sujeto entrevistado, o interpretar de su
discurso o conducta manifiesta, lo simbólico de la misma. Comprender,
en términos de transferencia o resistencia a la transferencia, todo lo que
el sujeto simboliza, e intervenir sólo y fundamentalmente por la
interpretación, para hacerle comprender su sentido, registrando e
interpretando a la vez el nuevo discurso o conducta que se exprese. En el
grupo de orientación psicoanalítica todos los fenómenos son observados
con lente psicológica y manejados en el contexto de la interpretación.

ENTREVISTA PARTICIPATIVA

Ésta es un recurso de indagación cualitativa dentro del modelo de


investigación participativa.
El empleo del término participación en referencia a la intervención
popular o comunitaria es usual. Sin embargo no siempre es percibido con
claridad, ya que adquiere, al ser aplicado, sentidos no sólo diferentes, sino
incluso antagónicos, que otorgan a la población un papel social menos o
más activo (Villaseñor, 1990).
Participar puede entenderse como: 1) aceptar una entrevista sin
presentar resistencia; 2) opinar y dar sugerencias; 3) ayudar en la
220 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

ejecución de una entrevista; y 4) efectuar una entrevista dentro de un


proceso participativo de investigación. Es en esta última forma en la cual
la entrevista participativa tiene lugar.
La participación, en los modelos de investigación que la retoman,
tiene dos vertientes o líneas de desarrollo histórico: una a partir del
discurso e implementación oficial y otra vinculada con los movimientos
populares, principalmente en los países considerados del Tercer Mundo.
Algunos de los acontecimientos importantes en la línea oficial son:
para la década de los cuarenta y cincuenta, el surgimiento del modelo de
“desarrollo de la comunidad”, promovido por la Organización de
Naciones Unidas con gran apoyo gubernamental e internacional. En la
década de los sesenta se expande y consolida este modelo de carácter
desarrollista, desvinculando las acciones de las cuestiones estructurales y
de la participación social. En la década de los setenta, a partir de la
Conferencia de Alma-Ata, surge la estrategia de Atención Primaria de
Salud, que ha generado diferentes programas desarrollistas que
contemplan la participación comunitaria en la prevención de la salud en
los países pobres (Shutter y Yopo, 1989; Valadez, 1989; Villaseñor,
1993).
El surgimiento de la participación como alternativa en la
investigación no es casual. Obedece a circunstancias históricas, sociales
y económicas concretas de la búsqueda de emancipación. Surge como una
respuesta a la necesidad de participar en la toma de decisiones y de
modificar las estructuras teóricas, políticas, científicas y sociales
partiendo de las experiencias prácticas.2
Para la entrevista participativa no existe una historia independiente.
Se origina y evoluciona como elemento inherente e inseparable de la
investigación participativa. Así como existen diferentes maneras de
conceptuar la participación y los diferentes procesos de desarrollo
histórico, existen también diferentes posturas desde las cuales se define
su propósito y utilidad. En el modelo desarrollista, la entrevista
participativa se realiza generalmente por medio de instituciones, se
fomenta el paternalismo y el asistencialismo, se tienden a ignorar los
2
En América Latina se han desarrollado importantes experiencias de investigación
participativa, entre otros por Freire, Fals Borda, Olivera, Beltrán, Bosco Pinto, Anton de
Schutter, Boris Yopo, Vio Grossi, Ada Martínez, Rodríguez Brando, Félix Cadena, Esthela
Treviño, Lacayo, Sanguineti, Aída Rodríguez, Carlos Núñez, Agustín Sanginés, etc.
(Vejarano, 1989; Núñez, Fals Borda y Caruso, 1990; y Villaseñor, 1993).
ENTREVISTA GRUPAL EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 221

aspectos estructurales y no se genera en los que participan de una


conciencia social (Shugurensky, 1989).
Los modelos participativos ligados a los movimientos populares
contienen elementos de concientización, organización, política y
autogestión. La concientización considera a la educación co- mo el
mecanismo de liberación social. Su eje es la alfabetización como medio
para despertar la conciencia. El interés colectivo priva sobre el individual
y se establece una relación dialógica y horizontal. El ámbito político
incluye elementos de organización y lucha política, sobrevalorando la
acción sobre la conciencia. La autogestión retoma la búsqueda de la
conciencia crítica ligada a la organización política. Le asigna un
importante papel a la educación popular y propicia una activa
participación de la comunidad en todos los niveles, buscando generar
conocimientos y destrezas que permitan el acceso al poder social. La
investigación participativa corresponde a esta concepción autogestiva
(Shugurensky, 1989).
Dentro de esta última se entiende por participación la actividad
organizada mediante la cual un grupo logra expresar sus necesidades,
busca cambiar la realidad y logra objetivos, por medio de tres elementos
fundamentales: organización, movilización y autonomía, entendiendo la
autonomía como el proceso de tomar parte en las decisiones con un
sentido consciente y autogestivo (Schutter, 1986; Agudelo, 1983;
Castillo, Ureña y Valadez, 1990).
La investigación participativa es un conjunto metodológico de
procedimientos operacionales que son en sí un proceso vivencial y una
propuesta de trabajo: se ubica dentro de las corrientes de las ciencias
sociales que rechazan la llamada neutralidad de la ciencia y que parten del
principio de que la investigación debe servir a determinados sectores
sociales (López, 1989; Barquera y Aguilar, s/f, y Gianotten y Wit, 1982).
La investigación participativa busca propiciar un intercambio entre
conceptos y hechos, validación de lo observado, reflexión según los
resultados de la práctica, producción de preconceptos a un nuevo nivel y
reinicio del proceso. Es un proyecto permanente que no se encuadra,
rompe con las concepciones tradicionales de “verdad” y “ciencia”, alude
al ejercicio del poder popular y tiene como finalidad darle acceso al
conocimiento científico a las clases desprotegidas y oprimidas para su
liberación (Fals Borda, 1982 y 1988; Heinz, s/f y Eibenschut, 1982).
222 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

Como parte de ésta, la entrevista participativa se considera como un


proceso de investigación-acción a la vez que una experiencia educativa
(Gianotten y Wit, 1982). Por tal motivo, es útil cuando se busca no solo
información, sino conocer y comprender la rea- lidad a la vez que
transformarla, a partir de la educación y la acción popular.
El entrevistador de tipo participativo interviene dentro del grupo
como un miembro más, opinando, preguntando y platicando de manera
libre y abierta, con la intención de identificarse plenamente. Se interesa
por el aspecto textual de lo que se dice y observa, pero también por la
representación social o simbólica-cultural, dentro de un proceso social
donde la historia, el presente y el futuro son importantes. En la entrevista
participativa se debe buscar la intervención activa de la comunidad como
sujeto y no como objeto, con base en el propio saber popular y
estableciendo una relación dinámica y dialéctica entre teoría y práctica
(Gianotten y Wit, 1982).
El entrevistador debe poseer cualidades específicas: profundo
respeto por las ideas, costumbres y cultura del grupo; compromiso
popular; disposición a compartir conocimientos, partiendo de una
postura educativa popular; capacidad para establecer relaciones de
igualdad; manejo de técnicas dialógicas; actitud crítica; postura
ideológica no neutral; equilibrio entre reflexión y acción; manejo flexible
de la metodología; capacidad para trabajar con grupos, orientar la
participación social, y efectuar entrevistas abiertas, grupales y de
profundidad (Shuguerensky, 1989; Schutter, 1989; Valadez Castellanos,
1989; Baena Paz y Montero, 1989; Werner y Bower, 1987; Sotelo y
Schmekes, 1981 y Villaseñor, 1993).
En estas entrevistas, la participación de la población no es un medio
para colectar información, sino un fin en sí mismo, capaz de generar
transformaciones más o menos estructurales mediante la acción. El
proceso de inserción es una etapa previa y obligada para efectuar este tipo
de entrevistas, que establece contacto con la comunidad e identificarse con
ella, y el conocimiento general de la problemática y la documentación
mínima sobre el tema. El grupo de trabajo generalmente se forma
mediante convocatoria abierta a la población y la entrevista se efectúa
mediante el apoyo de una guía abierta y amplia que puede irse adecuando.
Por lo regular, se requieren múltiples sesiones de entrevista y trabajo que,
según los objetivos y la dinámica, pueden prolongarse por varios años. En
los procesos participativos la socialización de la información desempeña
ENTREVISTA GRUPAL EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 223

un papel importante, ya que es la rectora de las acciones, además de que


constituye un elemento de poder que requiere ser compartido.

ESQUEMATIZACIÓN DE LAS CINCO MODALIDADES DE


ENTREVISTA GRUPAL

Presentamos aquí una clasificación esquematizada —con todas las


limitaciones que ello implica— de algunos de los elementos que
diferencian a las cinco modalidades de entrevista grupal que hemos
descrito.

Esquema metodológico de las entrevistas grupales


Unidad de Modo de Proceso a
Tipo de Lectura trabajo intervenir considerar
entrevista grupal (I) (II) (III) (IV)
Periodística 1 1 2yA 2
Grupo focal 1y2 1 2yA 1
Psicoanalítica 4 1 3yC 2
Grupo operativo 3 2 2yB 1
Participativa 1y2 2 1yD 3

(I) LECTURA: se refiere a la forma de entender o interpretar el discurso y


comportamiento de los entrevistados:
1) Se asume textualmente lo que dicen los entrevistados. El discurso se toma como la
opinión del entrevistado, aunque se considera y se sabe que ésta se da en un contexto
determinado.
2) El texto es “leído” como la expresión de una representación social o simbólica-
cultural por un individuo determinado, quien es portavoz —quiéralo o no— de la sociedad
y cultura en la que vive.
3) El discurso de los entrevistados se entreteje en lo individual de un sujeto, pero como
portavoz de las “latencias” grupales. Cada cosa así expresada está necesariamente
condicionada por la historia y el proceso del grupo que se entrevista. Se reconoce que el
“microgrupo” entrevistado reproduce, en mucho, al “macrogrupo” social donde se inserta.
4) El discurso y la conducta de cada uno de nosotros son manifestaciones de las
formaciones de nuestro inconsciente. Lo que se dice y lo que se hace durante la entrevista
es visto como las transferencias y las resistencias a la transferencia que se dan desde el
inconsciente hacia el entrevistador.
(II) UNIDAD DE TRABAJO:
1) Se considera que la entrevista va dirigida a los sujetos que participan en ella. Cada
uno podrá expresar su opinión personal, ya sea en forma consciente o inconscientemente.
224 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

2) Se parte de la idea de que el grupo es una unidad, más allá de la suma de las
individualidades. Lo que ahí se exprese no representa sólo el sentir del individuo, sino que
refleja el acontecer del grupo. Por tanto, más que a los individuos en sí mismos, estamos
entrevistando “al grupo”, aun asumiendo que se constituye por individuos.
(III) MODOS DE INTERVENCIÓN:
Conforme a la distancia entrevistador-grupo
1) El entrevistador se coloca como un miembro más. Entre más lo identifique el grupo
como un miembro activo del mismo, será mejor.
2) Se busca una distancia media, un tanto flexible. El entrevistador debe ser reconocido
como un miembro más del grupo, pero con una tarea muy diferente a la del resto de los
participantes.
3) El entrevistador no debe ser reconocido como un miembro del grupo. De hecho,
éste no debe tener mayor relación con los entrevistados que la que las normas sociales
estiman correcta, como el saludo amable o la despedida. La distancia rígida entre el
entrevistador y los entrevistados es un requisito indispensable para el trabajo.
Conforme a la actuación del entrevistador
A) Realiza preguntas directas, inquiere respuestas, pero deja apertura para que los
entrevistados se explayen o aporten información nueva que no estaba planeado recabar.
B) El entrevistador no plantea pregunta alguna. Provoca que se inicie un tema
específico y hace circular la información que ahí se produce. Señala e interpreta
determinados acontecimientos, provocando el surgimiento de nuevos contenidos.
C) Devuelve interpretaciones de lo que se ha manifestado por los individuos
participantes. Se usa a sí mismo como centro de transferencias, y no interviene salvo
para las interpretaciones necesarias. Se trabaja en un clima de cierta indefinición para los
participantes y se mantiene una “atención flotante”, para captar lo simbólico de los
discursos.
D) Opina, pregunta y platica con los entrevistados de una manera libre y abierta, una
vez seguro de haber sido recibido como uno más de sus miembros, para lograr una posición
de horizontalidad que coloque el discurso de entrevistador y entrevistado al mismo nivel y
valor.
(IV) PROCESO A CONSIDERAR:
1) El grupo entrevistado tiene o está construyendo una historia durante el tiempo de la
entrevista misma. Se interesa por ella e interviene en la decodificación que se hace del texto.
2) Se asume como importante o central sólo el tiempo en que se está entre- vistando.
Lo ahí dicho representa la opinión de ese momento y así se toma, sin mayores
consideraciones de un proceso longitudinal, salvo que el tema de la entrevista sea la historia
del propio grupo.
3) El grupo tiene una historia anterior y propia inserta en una comunidad determinada.
La entrevista no es la toma de una fotografía del momento, sino la inserción en un proceso
social con el que el grupo adquiere un compromiso, y que intervendrá en la historia que
continúa después de la entrevista.
ENTREVISTA GRUPAL EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 225

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228 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO
METODOLOGÍA CUALITATIVA DE INVESTIGACIÓN 229
METODOLOGÍA CUALITATIVA DE INVESTIGACIÓN

LA ENTREVISTA GRUPAL:
HERRAMIENTA DE LA METODOLOGÍA
CUALITATIVA DE INVESTIGACIÓN

GABRIEL ARAUJO
LIDIA FERNÁNDEZ 1

CONSIDERACIONES GENERALES

El contexto de producción del saber en el que nos situamos es el de las


llamadas ciencias sociales, y en ellas nos ubicamos en la tradición que se
interesa por la comprensión del marco de referen-cia del actor social, de
la subjetividad.2
La perspectiva metodológica que desarrollamos en este artículo no
corresponde a las tradiciones positivistas y neopositivistas, de cuya
normatividad se derivan los procedimientos de confiabilidad y validez y

1
Profesores-investigadores del Departamento de Educación y Comunicación de la
UAM-X.
2
“En las ciencias sociales han prevalecido dos perspectivas teóricas principales
(Bruyn, 1966; Deutscher, 1973). La primera, el positivismo, reconoce su origen en el campo
de las ciencias sociales en los grandes teóricos del siglo XIX y primeras décadas del XX,
especialmente August Comte (1896), y Emile Durkheim (1938, 1951). Los positivistas
buscan los hechos o causas de los fenómenos sociales con independencia de los estados
subjetivos de los individuos. Durkheim (1938) afirma que el científico social debe
considerar los hechos o fenómenos sociales como “cosas” que ejercen una influencia externa
sobre las personas. “La segunda perspectiva teórica principal que, siguiendo a Deutscher
(1973), describimos como fenomenológica, posee una larga historia en la filosofía y la
sociología (Berger y Luckmann, 1967; Bruyn, 1966; Husserl, 1913; Psthas, 1973; Shutz,
1962, 1967). Lo mismo que Deutscher (1973), empleamos el término fenomenología en
sentido amplio, para designar una tradición de las ciencias sociales preocupada por la
comprensión del marco de referencia del actor social” [de la subjetividad, añadiríamos
nosotros]. S. J. Taylor y R. Bogdan, Introducción a los métodos cualitativos de
investigación, España, Paidós, 1984, pp. 15 y 16.
230 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

los criterios de medición y control de los datos observados con los cuales
poder predecir los eventos.3 Más bien corresponde al pensamiento que
rescata la perspectiva del actor social, si se considera que no es posible
negar la presencia subjetiva en los diversos niveles del quehacer
científico, los cuales van desde la elección del campo de investigación y
la formulación de las hipótesis, hasta la interpretación de los resultados.
El ser humano está implícito en la construcción de su objeto de
conocimiento como sujeto social e histórico, de manera que no
consideramos posible que exista neutralidad de la ciencia. Pensamos que
la máxima objetividad sólo será alcanzable si se incluyen y reconocen en
el análisis los elementos subjetivos presentes en el contexto de la
investigación. En particular, en las disciplinas sociales y las humanidades
el reconocimiento del sujeto como instrumento principal es fundamental.
Escindirlo, como tradicionalmente lo han hecho las ciencias naturales, no
contribuye a un mayor conocimiento.
La inclusión del sujeto en las ciencias humanas orienta a éstas hacia
el terreno de la hermeneútica y de la búsqueda de sentido por parte de
quien investiga, hecho que se aleja de la visión de recopilación de datos y
control de variables propia del pensamiento positivista.4
3
A partir de la propuesta de Reichenbach, Jean Piaget y Rolando García se distingue
el “contexto de descubrimiento” del “contexto de justificación”, señalando que el primero
pertenece a la psicología y a la historia, mientras que el segundo solamente puede ser tomado
en cuenta por la filosofía de la ciencia. El contexto de descubrimiento se refiere “a la manera
en la cual un hombre de ciencia llega a concebir un nuevo concepto, construye una nueva
teoría, o encuentra una nueva explicación para un fenómeno que hasta entonces no había
sido explicado”. El de justificación, por el contrario, “sólo se refiere a la forma de validar
un concepto o una teoría científica o, dicho de otra manera, a su justificación racional, su
legitimación en el interior de un conjunto de conocimientos aceptados” (Piaget y García,
1982).
4
Para abundar en este tema recomendamos el excelente texto de Georges Devereux,
De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento, México, Siglo XXI Editores.,
1977, del que nos permitimos citar sus argumentos en torno a lo que él considera es el estudio
científico del hombre: “1) es impedido por la ansiedad que suscita traslape entre sujeto y
observador; 2) que requiere un análisis de la naturaleza y el lugar donde se deslindan
ambos; 3) debe compensar lo parcial de la comunicación entre sujeto y observador en el
nivel consciente; pero 4) debe rehuir la tentación de compensar la integridad de la
comunicación entre sujeto y observador en el nivel inconsciente; 5) que causa ansiedad y
por ende reacciones contratransferenciales; 6) deforma la percepción e intepretación de
los datos, y 7) produce resistencias contratransferenciales que se disfrazan de metodología,
lo que ocasiona nuevas distorsiones sui generis; 8) puesto que la existencia del observador,
sus actividades observacionales y sus angustias (aun en la observación de sí mismo),
producen distorsiones que son no sólo técnica sino también lógicamente imposibles de
eliminar, 9) toda metodología efectiva de la ciencia del comportamiento ha de tratar esos
En esta búsqueda de sentido se prioriza la idea de construcción del
objeto en lugar de una búsqueda de carácter esencialista. Esta
construcción se hace posible durante el proceso mismo de investigación,
mediante el intercambio en el campo mismo de la intervención, es decir,
en el contexto de producción de conocimientos. En esta situación se abren
paso las prácticas de reflexión y de cuestionamiento permanente.
Desde este lugar metodológico, es factible pensar en que las
diferentes herramientas cualitativas contienen la huella que deja la
presencia del sujeto, hecho que hace indispensable la dilucidación de esta
marca y, consecuentemente, la reinterpretación del fenómeno estudiado.
Para nosotros, situados en el campo de la investigación psicológica,
la investigación cualitativa es de carácter constructivista. Esto quiere
decir que toma en consideración los procesos, las relaciones y las
mediaciones que en dichos procesos intervienen. Se toma en cuenta al
sujeto y a la estructura que constituye el plano de lo transindividual, esto
es, de la subjetividad colectiva producida en la sociedad y la cultura,
mediante múltiples mediaciones y particularidades, tanto de las
prácticas como de los dispositivos y de las discursividades.
En el conjunto de los métodos cualitativos, la investigación del grupo
ocupa un lugar fundamental para la comprensión, construcción y
reconstrucción de la subjetividad colectiva, y consideramos que
constituye un instrumento de análisis privilegiado para el estudio de la
trama transindividual, donde se desarrollan toda clase de dimensiones,
entre otras: la política, la económica, la psicosocial y la psíquica.
Mientras la entrevista individual permite escuchar las voces
colectivas, habladas por un sujeto singular, por el cual se tiene acceso al
estudio de la subjetividad colectiva, mediante el trabajo con grupos
podemos asistir a la producción de un discurso de varias personas que
hacen hablar múltiples voces que intercambian y producen
subjetivaciones plurales que, de otra forma y con otro dispositivo, serían

trastornos como los datos más significantes y característicos de la investigación de la ciencia


del comportamiento, y 10) debe usar la subjetividad propia de toda observación como
camino real hacia una objetividad auténtica, no ficticia, 11) que debe definirse en función
de lo realmente posible y no de lo que `debería ser’; 12) si se pasan por alto o se desvían por
medio de resistencias contratransferenciales disfrazadas de metodología, esos
`trastornos‘ se convierten en fuentes de error incontroladas e incontrolables, mientras
que 13) si se tratan como datos básicos y característicos de la ciencia del comportamiento,
son más válidos y productores de insight que cualquier otro tipo de datos”.

231
232 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

imposibles de constituir.

LA ENTREVISTA GRUPAL

La entrevista grupal es un recurso técnico del conjunto de instrumentos


en que se apoya la metodología cualitativa. El tipo de entrevista grupal a
la que nos referiremos en este artículo deriva de la concepción “operativa
de grupos”. Se trata de un medio de indagación que permite que uno o
varios entrevistadores convoquen a un sujeto colectivo —el grupo— a
producir un discurso susceptible de ser “leído” —es decir, escuchado,
analizado, interpretado— de conformidad con un conjunto de referentes
teóricos que derivan de una vertiente de la psicología social, de
inspiración psicoanalítica kleiniana, llamada Concepción Operativa de
los Grupos.5
Como la llamada entrevista individual de corte clínico, esta
herramienta también se construye bajo una modalidad de relación entre
quien entrevista y el grupo entrevistado. Está pensada bajo la forma de
entrevista abierta, opuesta al cuestionario estructurado, ya que pretende
construir las condiciones de posibilidad para que se produzca abundante
y complejo material discursivo por vía de la comunicación. Al describir
esta técnica, nos estamos referiendo a las condiciones que hacen posible
la construcción de una subjetividad grupal en un escenario colectivo.
Al igual que en la entrevista individual, los propósitos que se pueden
alcanzar son varios. Entre los más comunes tenemos el diagnóstico, el
terapeútico, el educativo, el de orientación, el de selección y de investigación.
Este último es el que aquí resaltaremos.
Cuando la entrevista grupal se usa para fines de investigación, se trata
de una herramienta que requiere un entrenamiento espe- cializado para su
aplicación y fundamentación teórica. Este tipo de entrevista proporciona
elementos invaluables en la producción de saberes de las diversas
5
Aunque esta concepción, originada en el análisis kleiniano, fue el punto de partida
para trabajar con grupos, a la fecha incluimos otros marcos de referencia que nos permiten
reubicar la grupalidad en la trama institucional y social. Los trabajos de Guattari sobre la
transversalidad y la dimensión de lo institucional de la aproximación socioanalítica
constituyen, entre otros, material indispensable en nuestra visión sobre el quehacer grupal.
METODOLOGÍA CUALITATIVA DE INVESTIGACIÓN 233

disciplinas de las ciencias sociales, particularmente en el terreno de la


investigación psicosocial.
Con Bleger, podemos concluir este apartado diciendo que “...es una
técnica de investigación científica de la psicología, en la que entrevistador
y entrevistado constituyen un grupo, es decir un conjunto o una totalidad
en el cual sus integrantes están interrelacionados y en el que la conducta
de ambos es interdependiente” (Bleger, 1972).

DIFERENCIAS ENTRE LA ENTREVISTA GRUPAL


Y OTRO TIPO DE ENTREVISTAS DE GRUPOS

La diferencia fundamental entre el tipo de entrevista grupal y otros tipos


en los que participa un grupo de personas, deriva de la teorización que las
sustenta, y, por tanto, de la concepción de subjetividad colectiva y de
grupo con la cual trabaja el investigador; es decir, la perspectiva desde la
cual pregunta, observa, escucha, interviene, registra, etcétera.
A simple vista, cuando se establece una estrategia de trabajo con un
grupo, apreciamos que el investigador promueve la discusión sobre una
determinada temática formulando preguntas, casi siempre bien
estructuradas, y deja que los participantes se expresen libremente,
intercalando sus intervenciones y hablando entre ellos en mayor o menor
grado, de manera pertinente. Esta situación aparente, construida entre el
grupo y el coordinador-entrevistador puede ser muy similar en sus
aspectos observables y manifiestos si se trata de una entrevista a un grupo
operativo (grupal), o de otras formas de entrevistar a un grupo de
personas.
Desde la perspectiva grupal, el entrevistador piensa en el grupo como
una estructura: relación de relaciones específicas, que hacen que el
grupo sea precisamente lo que es. Así, considera que el grupo como tal
produce un discurso. Conforme a este enfoque, la comunicación que se
genera en el grupo no debe “escucharse” como producto individual, sino
como resultado de un proceso grupal, que a su vez produce efectos en el
proceso mismo del grupo, que se moviliza y se reconstruye como
colectivo. El discurso se hace en grupo y, a su vez, hace al grupo.
Por el contrario, en la concepción no grupal, aun cuando se tra- baje con
un grupo, la comunicación o información que se emite acerca de una
temática determinada se analiza como una suerte de sumatoria de lo que
234 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

produjeron los individuos bajo una estrategia de trabajo colectivo. Esta


sumatoria es sujeta a un proceso de interpretación cuando se le clasifica
en distintas líneas que den cuenta de la reordenación del material
abordado que hace el investigador-entrevistador. Cualquiera que sea la
mecánica de organización de los puntos abordados en el grupo, no se
percibe como una producción colectiva ni se reconocen los momentos por
los que transcurre la dinámica colectiva durante el proceso de producción
discursiva. En síntesis, como dicen Núñez y Galván “la entrevista grupal
es un instrumento ... donde se ve al grupo como una estructura dinámica,
como un lugar donde lo dicho y lo no dicho, los pensamientos, actos y
sentimientos [la comunicación grupal, diríamos nosotros] son escuchados
y vistos, analizados e interpretados como un producto del grupo en su
unidad. Así, para realizar una entrevista de grupo, hay que tener en cuenta
una teoría del mismo, un marco que nos proporcione un lugar desde donde
poder leerlo”.6

CONDICIONES PARA LA APLICACIÓN DE LA ENTREVISTA


GRUPAL
COMO HERRAMIENTA DE INVESTIGACIÓN

Cuando se pretende utilizar la entrevista grupal como recurso indagatorio


para un problema de investigación, además de la formación teórica y el
entrenamiento técnico del entrevistador o del equipo de entrevistadores,
es necesario que estén presentes otros elementos.
La entrevista grupal puede ser la única herramienta utilizable o bien
combinarse y complementarse con otras de igual, mayor, o menor
importancia. La elección, y en su caso, la combinación que se haga, ha de
corresponder al objeto de investigación, al diseño de la misma
—estrategias, procesos, métodos, procedimientos, referentes teóricos,
alcances, etc.—, y a la fundamentación o marco teórico en el que se sitúa
el investigador-entrevistador. Debe existir una continuidad teórica en la
concepción de los diferentes dispositivos, si bien cada uno aporta matices
al material producido, que deben ser tomados en cuenta en el análisis.
6
Francisco Javier Núñez Toledo y Rosa Carmen Galván, La entrevista grupal
documento del área de investigación: los procesos grupales e institucionales. Depto. de
Educación y Comunicación, UAM-X, documento inédito, 1983.
METODOLOGÍA CUALITATIVA DE INVESTIGACIÓN 235

Cuando se combinan entrevistas grupales e individuales, el grupo aporta


una dimensión “del hacer en el proceso” que le da al discurso una calidad
dramática, o sea, de escenas a ser armadas con otros, en tanto que el
discurso individual se produce en un remontar la propia novela personal
(novela en el sentido psicoanalítico, de construcción imaginaria de la
propia vida)”.7
De conformidad con lo anterior, la estructuración de un proyecto de
investigación en el que se precise hasta donde sea posible aquello sobre
lo que se pretende investigar requiere también la precisión de la
metodología pertinente para hacerlo, y con ello, la definición de los
diferentes medios y sus procesos de diseño y construcción.
Una vez que se ha definido la entrevista grupal como parte del
conjunto de medios, la programación y preparación del grupo se hace con
la idea de interrogar al objeto, problema o tema de investigación,
mediante las conjeturas que hasta el momento han quedado formuladas a
manera de hipótesis de trabajo. Tomando como eje temático de la
entrevista estas hipótesis, se elabora una guía de entrevista para todo el
proceso y se planea, con la conformidad del o los grupos, el número de
sesiones de trabajo. Previamente, es necesario conformar los mismos, ya
sea como grupos naturales o mediante la construcción de grupos
artificiales.8 La formación de los grupos requiere un conjunto de acuerdos
y de situaciones que deben estar debidamente resueltos, de manera que
sea posible entrevistar sin mayor obstáculo.
Proponemos estas tres condiciones como las principales para obtener
resultados satisfactorios de una entrevista grupal como técnica cualitativa
en un proceso de investigación. Nos referimos a la formación teórica y al
entrenamiento técnico de los entrevistadores, a la ubicación metodológica
de la entrevista en el conjunto del diseño de la investigación y a la serie
de acuerdos necesarios para obtener del o los grupos entrevistables la
colaboración que se requiere. Esto último implica, según sea el caso, el
establecimiento de todos los convenios necesarios —privados, públicos,
interinstitucionales— para garantizar la participación voluntaria de los
7
Margarita Baz, “Enigmas de la subjetividad y análisis del discurso”, avance de la
tesis de doctorado, Metáforas del cuerpo, Facultad de Psicología, UNAM.
8 Usamos esta terminología no en relación con las características del grupo, sino con

la determinación del investigador en lo que se refiere a su constitución, ya sea que dichos


grupos existan previamente a la investigación o sean creados por el investigador en el
momento de su trabajo.
236 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

involucrados.

PRÁCTICA DE LA ENTREVISTA GRUPAL

Para su adecuada utilización, es preciso configurar y explicar, de común


acuerdo con el grupo, las condiciones que posibilitarán todo proceso de
trabajo grupal. En otros términos, nos referimos a la construcción del
campo de la entrevista.9
Las condiciones antes aludidas reciben el nombre de “encuadre”.10
Con este término nos referimos al conjunto de reglas que va a orientar el
proceso de la entrevista. Se trata de la fijación de invariantes alrededor de
aquellos aspectos que deben permanecer claros e inalterables si ha de
pretenderse el surgimiento de los más diversos pensamientos y la
movilización de los más complejos sentimientos. El encuadre procura
servir de contención y al ser enunciado por el entrevistador y acordado
9
Si tomamos como referencia a Bleger en su citado texto (1972: 15), podemos
subrayar respecto a esta noción lo siguiente: “...en la entrevista tenemos configu- rado un
campo y con ello queremos significar que entre los participantes se estructura una relación
de la cual depende todo lo que en ella acontece... se podría decir que el entrevistador controla
la entrevista, pero quien la dirige es el entre- vistado. La relación entre ambos delimita y
determina el campo de la entrevista y todo lo que en ella acontece, pero el entrevistador
debe permitir que el campo de la relación interpersonal sea predominantemente establecido
y configurado por el entrevistado”. Estas notas se refieren a la entrevista individual pero, en
nuestra opinión, son aplicables a la grupal.
10
Cabe aclarar que este término, como muchos de los otros conceptos de esta
modalidad teórica, pertenece al ámbito del psicoanálisis. La fundamentación obedece al
propósito de hacer emerger el discurso inconsciente del analizado (o, si se prefiere, el
discurso del sujeto del inconsciente). Para lograr lo anterior, se pretende crear un espacio en
un escenario que lo posibilite. Para ello, se precisa un conjunto de constantes que delimitan
y regulan las sesiones analíticas.
Abundando en la explicación de este término, citemos a Bleger (op. cit., p.16): “Para
obtener el campo particular de la entrevista [...] debemos contar con un encuadre fijo, que
consiste en una transformación de cierto conjunto de variables en constantes... El encuadre
funciona como una especie de estandarización de la situación estímulo que ofrecemos al
entrevistador, y con ello pretendemos que no deje de actuar como estímulo para él, sino que
deje de oscilar como variable para el entrevistado”.
Para efectos de este artículo no es nuestra intención abundar en los fundamentos y los
conceptos teóricos en juego, ni discutir su grado de validez. Lo que simplemente
pretendemos es dejar asentadas, para los propósitos de nuestro tema, las raíces de la noción
de “encuadre”.
Se recomienda para el estudio de esta problemática a José Bleger, “Psicoaná-lisis del
encuadre psicoanalítico”, en Simbiosis y ambigüedad, Buenos Aires, Paidós, 1967.
METODOLOGÍA CUALITATIVA DE INVESTIGACIÓN 237

por el grupo, pasa a formar parte del conjunto de las representaciones de


los límites del quehacer grupal, a la par que convoca durante el tiempo y
espacio precisados todo aquel material que, en condiciones no reguladas
ni reglamentadas, difícilmente se produciría.
A continuación señalamos algunos de los elementos que constituyen
el “encuadre” en el campo de la entrevista grupal, comentando en ciertos
casos los aspectos que consideramos deben ser destacados.
1. Encuadre sobre la(s) demanda(s). Nos referimos a la explicación
de las demandas, tanto del investigador-entrevistador como del grupo
entrevistado. En el primer caso, es importante que el grupo sepa qué es lo
que el investigador quiere de él. Desde luego, esta situación implica un
plano ético imprescindible; además, allana el ámbito de la confusión, tan
recurrente en el trabajo grupal. El investigador debe explicar sus
propósitos, intenciones, intereses y expectativas respecto del grupo.
Asimismo, debe dar a conocer su filiación institucional, los objetivos de
su investigación, su utilidad, sus financiadores, así como los destinatarios
y usufructuarios del material obtenido.
En relación con esta primera fase, hay algunos investigadores que
consideran que la información excesiva confunde (hecho que no es del
todo falso), y, con base en ello, omiten información e incluso mienten para
obtener lo que quieren. Este problema, como ya lo hemos anotado, tiene
su vertiente ética pero ésta no es la única. Desde nuestra concepción, la
entrevista no es un medio que deba pretender la obtención de la “verdad
objetiva”. Cuando el grupo se “niega” a hablar (al guardar silencio),
habiéndose explicado la demanda del investigador, éste no lo connota
como una negativa a cooperar, ni considera, por tanto, que nada dice. El
“decir a medias”, defendiéndose, es decir de otra forma, lo cual deberá
registrarse desde nuestra escucha como cualquier tipo de comunicación,
esto es, como una producción discursiva con su particular significación.
En cuanto a la demanda del grupo, resulta importante hacer trabajar
las demandas individuales presentes en una primera fase, a fin de
construir posteriormente una demanda grupal. Si el grupo produce
colectivamente, la demanda es también una producción que se logra a lo
largo de un proceso y que forma parte de la tarea grupal.
Cuando un conjunto de personas acepta ser entrevistado para
hablar sobre un tema, los integrantes intentarán decir algo significativo
desde el principio. Después de las primeras intervenciones, en una fase
inicial en la que el grupo es una sumatoria de elementos, se pasa a la
238 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

siguiente, en la que el discurso se va constituyendo grupalmente y, a su


vez, mediante éste, se va construyendo el propio grupo. Se pasa de las
demandas individuales, con los puntos de vista personales, a la
formulación de la demanda grupal, la cual manifiesta un decir
cognoscitivo-afectivo distinto del enunciado al principio.
2. El tiempo y el espacio de trabajo. El tiempo es una condición
central que va estructurando los momentos del grupo, ritmo, aperturas,
clímax y cierre. Es indispensable precisar estos momentos para evitar
desbordes y al mismo tiempo estimular intensidades y profundizaciones
durante el periodo prestablecido. Podríamos decir lo mismo del lugar. Sin
embargo, éste requiere algunas precisiones adicionales, especialmente
cuando se trata del quehacer con grupos comunitarios. La variable de
lugar no se debe tomar exclusivamente en su sentido formal, ya que
además implica consecuencias de índole política. Se trata de un lugar-
territorio al cual pueden pertenecer algunos de los integrantes del grupo y
que, por eso mismo, presenta ciertas ventajas en su favor y,
consecuentemente, desventajas en detrimento de otros, que pueden ser
ajenos al territorio en el cual se lleva a efecto la entrevista. Si bien son
parte de la estructura formal, tanto las constantes de tiempo y espacio
como las otras del encuadre, también conforman y de manera muy
importante, las condiciones reales del campo de la entrevista, sobre todo
si el grupo es parte de una organización social y si la temática abordada
tiene alguna vinculación con instancias y relaciones de poder.
3. Las funciones de los diferentes integrantes. En principio debemos
diferenciar el papel del entrevistador-investigador, de aquel que ha de
desempeñar el grupo. Como parte del encuadre habrá de precisarse que
las actividades de uno y otro son distintas, ya que el primero
principalmente pregunta y, en su caso, interviene facilitando la
comunicación. En cuanto al segundo, su función consistirá en tratar de
responder las preguntas formuladas y enunciar todo lo que se le ocurra
frente al material que durante el proceso se produzca.
Consecuentemente con lo propuesto en el encuadre, las acciones
derivadas de la función del entrevistador-investigador han de dirigirse a
crear las condiciones que posibiliten el pensar del grupo, facilitando la
comunicación entre los integrantes del mismo, mediante la remoción o
eliminación de todo género de obstáculos que impidan esta tarea
fundamental.
METODOLOGÍA CUALITATIVA DE INVESTIGACIÓN 239

La producción grupal es susceptible de ser aprehendida únicamente


cuando se enuncia de manera libre y circula de la misma forma,
modificando por conducto de este movimiento modos de pensar y de
sentir que en algún momento representaron formas estereotipadas.
Existen algunas medidas prácticas que facilitan la comunicación y
producción grupal. Algunas de estas recomendaciones son las
siguientes:11 en cuanto a las expresiones del grupo, el entrevistador debe
dejar que sus integrantes tomen la palabra libremente, sin que ésta sea
necesariamente otorgada, y debe permitir que quien la tome diga todo lo
que quiera decir. No debe emitir ninguna valoración sobre lo que se dice
o sobre cómo se dice, y debe animar a todo aquel que intenta hablar y no
puede. No debe controlar al grupo ni emitir interpretaciones sobre lo que éste
comunica durante la entrevista.
En cuanto a lo que debe observar, el entrevistador tendrá que
escuchar la comunicación verbal en sus niveles manifiesto y latente,
relacionando cada uno de los planos con la estructura grupal (papel del
portavoz, tratamiento del tema, etc.). Asimismo, observar
simultáneamente la comunicación no verbal (corporal, para-verbal, etc.)
y de igual forma relacionarla con la estructura del grupo. Además, debe
intervenir de manera pertinente ante la comunicación producida con el
propósito de abundar en torno al material que se está produciendo cuando
guarda estrecha relación con las preguntas que, a manera de hipótesis,
configuran su guía de observación. La intervención debe hacerse de
manera abierta, sin entorpecer el discurrir del grupo.
La posición del entrevistador frente al encuadre debe ser la de
retornar al grupo el liderazgo depositado en él, señalando su propia
función y la función del grupo. Debe respetar el encuadre y señalar
cualquier intento de alterarlo, relacionando estas acciones con la
estructura del grupo y con la movilización afectiva de ansiedades que el
propio proceso genera, ubicando el origen de es- tos afectos en la
dinámica del grupo o en la temática abordada.
Por último, señalamos que la formación en esta herramienta de
investigación cualitativa requiere profundizar en la bibliografía propuesta
y complementar el aprendizaje con algunas experiencias que, a manera de
taller, permitan su utilización, de valor inestimable en la investigación
psicosocial.
11
Estas recomendaciones están inspiradas en el trabajo de Galván y Núñez citado
anteriormente.
240 FORMAS DE ACERCAMIENTO CUALITATIVO

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Para comprender la subjetividad. Investigación cualitativa en salud reproductiva y se-xualidad


se terminó de imprimir en mayo de 1996 en Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A.
de C. V., San Lorenzo Tezonco 244, Col. Paraje San Juan, 09830 México, D. F. Se
imprimieron 1000 ejemplares más sobrantes para reposición. Tipografía y formación a cargo
del Programa de Autoedición de El Colegio de México. Cuidó la edición el Departamento de
Publicaciones de El Colegio de México.

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