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Atención y cuidado a
las personas mayores
3ª EDICIÓN
Dirigido a los profesionales de Medicina,
Farmacia, Enfermería y Terapia ocupacional
Módulo I
Lo esencial en el cuidado
y atención a la persona mayor.
Conceptos generales
Solicitada acreditación a
la Comisión de Formación
Continuada de las Profesiones
Sanitarias de la Comunidad
de Madrid-SNS
Con la colaboración de
Curso on-line
Coordinadores:
Dr. Manuel Nevado Rey
Doctor en Psicología. Director de Programas. Fundación María Wolff.
Autores:
Dra. Elena de Andrés Jiménez
Doctorada en Psicología. Psicóloga de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer
de la Región de Murcia - AFAMUR.
Dr. Pedro Gil Gregorio
Geriatra. Presidente de la Fundación Envejecimiento y Salud. Jefe de Servicio de Geriatría.
Hospital Clínico Universitario San Carlos. Madrid.
D.a María del Puerto Gómez Martín
Trabajadora Social. Fundación Instituto San José - ESH.
Hospital de Getafe-ESAPD Sur Getafe. Madrid.
Dr. Manuel Nevado Rey
Doctor en Psicología. Director de Programas. Fundación María Wolff.
Dr. Primitivo Ramos Cordero
Médico Geriatra. Coordinador Médico Asistencial del Servicio Regional de Bienestar Social.
Comunidad de Madrid. Secretario General de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
Dr. Carlos Verdejo Bravo
Servicio de Geriatría. Hospital Clínico San Carlos. Universidad Complutense. Madrid.
Curso on-line
Curso acreditado para aquellas profesiones que contempla la Comisión de Formación Continuada.
Coordinación editorial
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, transmitida en ninguna forma o medio alguno,
electrónico o mecánico, incluyendo las fotocopias, grabaciones o cualquier sistema de recuperación de almacenaje de información, sin permiso
escrito del titular del copyright.
ISBN: 978-84-7867-464-0
Curso on-line
Índice
Prólogo�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������5
Prólogo
Nos encontramos ante el prólogo de un nuevo e ilusionante reto de la Sociedad Espa-
ñola de Geriatría y Gerontología (SEGG), que es la segunda edición del curso “Atención y
cuidado a las personas mayores”.
Al mismo tiempo, este reto representa un inmenso respeto para nosotros por un doble
motivo: por un lado, el éxito alcanzado por el magnífico manual y que a buen seguro
todos ustedes recordarán, el “Manual de buena práctica en cuidados a las personas ma-
yores”, elaborado por un grupo de expertos profesionales, referentes en cada una de las
materias, miembros de la SEGG, publicado en el año 2013 y que ha precisado varias ree-
diciones; y, por otro lado, el público o destinatarios hacia los que se dirige, los cuidadores
profesionales encargados de la atención directa de las personas mayores.
La filosofía de este curso constituye una apuesta encendida por la autonomía y los auto-
cuidados de las personas mayores al adiestrarlas a través de los programas de educación
para la salud a cuidarse a sí mismas y a actuar sobre los factores de riesgo para evitar la
aparición de enfermedades y sus complicaciones para así fomentar o mantener la auto-
nomía, previniendo la dependencia = prevención primaria.
Y, finalmente, cuando pese a todo lo anterior han aparecido éstas, apostando por la re-
habilitación y la recuperación funcional para recuperar, mantener o retrasar las pérdidas,
implementando la máxima calidad de vida a este colectivo = prevención terciaria.
Cada una de las áreas temáticas y de los capítulos que se abordan en este curso se ha
elaborado imprimiéndoles un carácter eminentemente interdisciplinar, siguiendo así la
esencia y la razón de ser de la atención geriátrica y al mismo tiempo los principios básicos
en los que se inspira y sustenta la propia SEGG.
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Curso on-line Atención y cuidado a las personas mayores.
Dirigido a los profesionales de Medicina, Farmacia, Enfermería y Terapia ocupacional 3ª EDICIÓN
Módulo I: Lo esencial en el cuidado y atención a la persona mayor.
Conceptos generales
Cada capítulo o área temática se ha elaborado cuidadosamente, procurando que todas las dis-
ciplinas se aproximen al mismo, ofreciendo una visión holística e integral de la persona, en la
que cada disciplina intervenga complementando a las restantes; todo ello con un único objetivo:
el beneficio, el bienestar y la dignidad de las personas mayores.
A lo largo del curso se abordan las principales áreas temáticas de una forma sencilla y prácti-
ca, pero siempre basándose en los postulados más vanguardistas y en la evidencia científica.
El curso se divide en cuatro grandes áreas:
II. Perfil y competencias de los cuidadores y adiestramiento en las técnicas con las que deben
enfrentarse a sus tareas cotidianas de la vida diaria, instruyéndoles en técnicas de comunica-
ción e interrelación personal con la persona a la que cuidan y enseñándoles cómo cuidarse
a sí mismos para cumplir con el rol tan importante que desarrollan.
III. Aspectos prácticos de las personas mayores dependientes, donde se abordan los principales
problemas de salud y síndromes geriátricos, entre los que cabe destacar diabetes, alimen-
tación y nutrición, caídas, incontinencia, estreñimiento, disfunciones sensoriales, demencia,
trastornos psicoafectivos, delirio, cuidados ante diferentes situaciones clínicas (ostomías, son-
dajes, etc.) y una serie de problemas, como el uso adecuado de medicamentos. También
se abordan los cuidados al final de la vida, el derecho al buen trato, la sexualidad, el ocio y
tiempo libre y el fomento del ejercicio físico, entre otros.
Los objetivos de la SEGG con este curso on-line se centran en que los cuidadores profesionales
de las personas mayores alcancen un alto grado de cualificación y destreza que les permita po-
ner en práctica en su quehacer diario todas estas enseñanzas de forma que redunden en una
mayor calidad de vida y dignidad en sus cuidados.
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Curso on-line
Sociodemografía. Envejecimiento.
Valoración geriátrica.
Niveles asistenciales en geriatría
Sociodemografía
En los últimos años y en gran parte del siglo pasado hemos asistido a un cambio en el patrón
demográfico de la población como consecuencia de tres fenómenos demográficos bien definidos:
escenso en la tasa de natalidad: llegando a una tasa inferior a 10‰ nacimientos por año. Esto
1. D
arroja una tasa de fecundidad de 1,26 hijos por mujer, cuando sabemos que se precisan al me-
nos 2,1 hijos por mujer para garantizar la renovación poblacional.
2. Disminución de la tasa de mortalidad: que ha pasado del 21,9‰ a comienzos de siglo, hasta el
8,35‰ en la actualidad.
3. Aumento de la esperanza de vida al nacer: que ha alcanzado los 82,3 años (85,21 años para la
mujer y 79,3 años para el hombre), frente a los 35 años de comienzos de siglo. España es actual-
mente el segundo país del mundo en cuanto a esperanza de vida media tras Japón. La esperanza
de vida a los 65 años se sitúa en torno a 20,5 años (22,4 mujer/18,5 hombre).
NATALIDAD EN ESPAÑA ‰
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Conceptos generales
MORTALIDAD EN ESPAÑA ‰
25
21,9
20
16,8
15
12,5
10,8
10
8,57 8,9 8,43 8,35
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Conceptos generales
Esto define un patrón demográfico en el que encontramos una sociedad muy envejecida, ya que
actualmente en España encontramos 8.116.357 personas de 65 años o más, es decir, el 17,3% de
la población, estimando que esta tendencia será progresiva en los próximos años, hasta alcanzar
en el año 2052 al 37%.
Además, cada vez aumentan más los mayores de 80 años, que han alcanzado 2.438.535 en 2012,
que supone el 5,2% de la población total, estimando que alcanzarán los 6.200.000 personas en
2050; fenómeno que se conoce como “envejecimiento del envejecimiento” o “sobre-envejecimien-
to”, fundamentalmente a expensas de la mujer (60% del total de la población). Vemos que los ma-
yores de 80 años tienen cada vez un mayor peso ponderado dentro del colectivo de los mayores
y de la sociedad en general.
SOBRENVEJECIMIENTO
100+
95 VARONES MUJERES
90
85
80
75
70
65
60
55
50
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
100 80 60 40 20 0 20 40 60 80 100
Varones + Mujeres = 10.000
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Estos fenómenos demográficos, lejos de constituir un panorama pesimista, no hacen más que ser
un claro exponente del avance y del desarrollo social, económico y sanitario de los pueblos, fruto
de los cuales han logrado reducirse las tasas de mortalidad, especialmente la mortalidad infantil.
De forma paralela al cambio del patrón demográfico, esta población cada vez más envejecida
presenta un cambio en el patrón epidemiológico tanto en la morbilidad como en la mortalidad,
evolucionando desde las enfermedades agudas, de carácter transmisible (infectocontagiosas) y
generalmente aisladas, hacia las enfermedades crónicas, degenerativas, no transmisibles, fruto de
los hábitos y estilos de vida, y que generalmente se presentan asociadas (pluripatología), interaccio-
nando negativamente de forma sinérgica entre sí, unas y otras (comorbilidad).
Las enfermedades más representativas son las circulatorias (21,4%), las respiratorias (15,5%) y el cán-
cer (12,4%), seguidas de otras como la diabetes y las emergentes enfermedades neurodegenerativas
(demencias, enfermedad de Parkinson, etc.).
Estas enfermedades tienen un comportamiento bien diferenciado con respecto a las del adulto, ya
que tienen tendencia a la cronicidad, sin restitución o curación íntegra, a la asociación de más de
una enfermedad por persona (pluripatología o comorbilidad), con las interacciones negativas que
conlleva, y además, imprime diferentes grados de fragilidad clínica, deterioro en la esfera funcional,
pérdida de la autonomía, discapacidad y dependencia para las actividades de la vida diaria.
PATRÓN DE MORBILIDAD
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Las personas mayores, con múltiples enfermedades asociadas que tienden a la cronicidad y a la
dependencia, en ocasiones deben ser atendidas por otras personas, e incluso algunas precisan el
ingreso en el ámbito institucional.
Las personas mayores, en general, precisan múltiples medicamentos para paliar, mejorar o curar sus
dolencias, encontrando otro fenómeno que acontece en estas, la “polimedicación o plurifarmacia”,
con los riesgos que esto conlleva en cuanto a interacciones medicamentosas, reacciones adversas,
errores de medicación, toma de medicamentos potencialmente inadecuados, etc.
En general, se define como polimedicación al consumo de forma continuada durante los últimos
6 meses, de cuatro o más principios activos. Sin embargo, cuando nos referimos específicamente
a pacientes mayores crónicos y pluripatológicos, definimos como polimedicación al consumo conti-
nuado de seis o más principios activos.
En relación a la polimedicación, conviene reflexionar sobre algunos datos constatados en algunos
estudios:
• E l 88,90% de las personas mayores de 65 años toma algún medicamento, elevándose al 93,4%
cuando se consideran a los mayores de 75 años.
• El 94% de las personas que padecen enfermedades crónicas están polimedicadas.
• E l promedio de medicamentos/día varía entre dos y cuatro, cuando se considera la automedica-
ción se eleva entre cuatro y seis y en los institucionalizados entre 4,2 y 8. Los mayores, en oca-
siones, toman otros medicamentos no prescritos que no conocemos, productos de parafarmacia
o herbolario, que interaccionan con los prescritos.
• L as personas mayores, que suponen el 17,3% de la población, consume el 40% de la prestación
farmacéutica, que supone el 70% del gasto farmacéutico.
•H
ay estudios que observan que el 33-50% cumplimenta mal el tratamiento. El 40% no tiene una
adherencia adecuada, la cual aumenta con los tratamientos crónicos. El 90% comenta que en
general toma menores dosis o menor número de tomas.
• L a falta de adherencia y el incumplimiento son directamente proporcionales al número de me-
dicamentos que se toman, elevándose por encima del 90% cuando se toman más de nueve
medicamentos.
•D
iferentes estudios resaltan que al menos un 52,3% de los mayores institucionalizados toma
algún medicamento inadecuado (23% según criterios Beers, 54% según criterios STOPP y 48%
según criterios START).
• S egún estudios, entre el 4,8 y el 17% de los ingresos hospitalarios en los mayores son debidos
a interacciones, reacciones adversas, medicamentos inadecuados, errores, etc., los cuales son
proporcionales al número de medicamentos que toman, y más del 50% de estas reacciones
adversas podrían prevenirse con programas adecuados.
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• Todos estos errores aumentan en el ámbito de la media-larga estancia geriátrica, en las que las
manipulaciones en cuanto a preparación, almacenamiento, conservación, preparación de siste-
mas personalizados de dosificación y administración adquieren cifras exponenciales.
Es decir, nos encontramos con personas mayores o muy mayores, pluripatológicas, polimedicadas,
dependientes, frágiles y vulnerables, que precisan cuidados continuados o prolongados profesio-
nalizados y que en el ámbito comunitario-domiciliario, en algunas ocasiones, difícilmente pueden
garantizarse.
El envejecimiento tiene un gran impacto en el gasto sanitario público, estimando que en España,
para 2050-2060, origine un incremento de 1,6 puntos del PIB en gasto sanitario total y de 0,9 puntos
del PIB en cuidados de larga duración. El mayor consumo en gasto sanitario de cualquier persona
se concentra en la última fase de su vida.
Los pacientes mayores pluripatológicos tienen una mayor aparición de patologías interrelacionadas,
una mayor tasa de frecuentación y un mayor consumo de servicios sanitarios, especialmente médi-
cos, de Atención Primaria, de urgencias y hospitalarios. También tienen una mayor mortalidad como
consecuencia de las enfermedades que padecen y que les conducen a un progresivo deterioro, con
una disminución gradual de su capacidad funcional y cognitiva, así como de su autonomía. Todo
ello redunda en importantes repercusiones económicas y sociales.
En España, el 84,9% de las muertes acontecen en personas mayores de 65 años y están origi-
nadas por las enfermedades circulatorias, el cáncer y las enfermedades respiratorias. Las enfer-
medades crónicas constituyen la principal causa de mortalidad en todo el mundo, representando
hasta el 63% de las muertes anuales, y se estima que en los próximos años pueda llegar casi al
80%. En el año 2008, según la OMS, 36 millones de personas murieron como consecuencia de
una enfermedad crónica, y de estas muertes, unos 27 millones se concentran en los mayores
de 60 años.
Esto debe llevarnos a plantear como reto no solo vivir muchos años, sino vivir con el mejor esta-
do de salud posible, para así prevenir la dependencia. En tal sentido, las acciones a implantar se
asientan sobre tres pilares fundamentales: el fomento de la autonomía y los autocuidados (enveje-
cimiento activo), la prevención integral de la dependencia y la participación activa de los Servicios
de Salud en estas actividades.
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Antagonismos pleiotrópico
Un gen determinado, mediante la proteína que codifica, no solo participa en una ruta o vía meta-
bólica fundamental, sino que además puede actuar de forma secundaria en otras. De esta manera
un gen tiene un efecto principal (fenotipo primario) y otras expresiones secundarias (pleiotropismo).
En consecuencia, un gen que ha sido seleccionado para ofrecer ventajas en las etapas tempranas
del ciclo vital, al actuar en etapas posteriores o durante más tiempo comenzaría a producir efectos
deletéreos (antagonismo pleiotrópico).
Regulación genética
Esta teoría propone que el envejecimiento es el resultado de cambios en la expresión genética. Es
decir, estaría producido por la expresión de algunos genes (gerontogenes) tras alcanzarse el final de
la madurez en la reproducción. La extensión del ciclo vital estaría influenciada por la selección de
genes que promueven la longevidad.
Restricción de codones
Strehler propuso que la fidelidad de la traducción del mensaje contenido en el ARNm se en-
cuentra alterada en el envejecimiento. Esto origina que las proteínas que se sintetizan no sean
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Acortamiento de telómeros
Se ha sugerido que llegado un acortamiento límite en la longitud del telómero, la célula es eli-
minada, como mecanismo de protección de la integridad del genoma. El descubrimiento de una
enzima (telomerasa) que recupera la longitud del telómero en las células germinales y neoplásicas
ha representado un importante avance en el estudio del envejecimiento, al menos, de las células
que poseen capacidad proliferativa.
Radicales libres
Harman, en 1956, propuso que la mayoría de los cambios asociados a las alteraciones de las molé-
culas se debían a la acción de los radicales libres, que son átomos o moléculas muy inestables por
contener un electrón no apareado en su última órbita, en consecuencia, son altamente reactivos.
Los radicales libres más frecuentes en nuestras células son los producidos por el oxígeno.
Apoptosis
El proceso de muerte de la célula es dirigido por genes específicos que inducen el suicidio celu-
lar en respuesta a un estímulo interno o externo, generalmente en ausencia de lesión externa.
La apoptosis implica la compactación y posterior segregación de cromatina y la condensación
del citoplasma. Posteriormente, tanto el núcleo como el citoplasma se fragmentan y se forman
diversas masas esféricas llamadas cuerpos apoptóticos, que son posteriormente fagocitados por
los macrófagos.
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TABLA 1
SISTEMA AUMENTA DISMINUYE
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limitación de la movilidad; trastornos de la marcha y del equilibrio, con un mayor riesgo de caídas
y fracturas.
• En raras ocasiones, en el envejecimiento se produce un exceso de función: aumento en la
secreción de la hormona antidiurética en respuesta a las modificaciones en la osmolaridad o de
la paratohormona para mantener los niveles de calcio.
Todos estos cambios que se van desarrollando a medida que envejecemos llevan un ritmo diferente
entre unos órganos y otros, y además no acontecen por igual en todas las personas, lo que hace
que los mayores sea un grupo muy heterogéneo de la población.
Las enfermedades en los mayores tienen unas características, comportamiento y rasgos clínicos di-
ferenciales y singulares respecto a los adultos. Esto hace que a veces sea dificultoso el diagnóstico.
Como aspectos más relevantes conviene destacar:
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Conceptos generales
una evaluación exhaustiva mediante una valoración geriátrica integral detectará problemas de salud
(enfermedades) ocultos, probablemente susceptibles de ser tratados y de mejorar o curar algunos
de los síntomas inespecíficos o atípicos que esta persona venía relatando desde un tiempo atrás,
sin ser bien comprendidos ni por él mismo, ni por sus familiares o cuidadores, y probablemente ni
por algunos profesionales de la salud encargados de su atención (teoría del iceberg de la patología
geriátrica: solo se ve externamente una pequeña parte de lo que acontece).
La valoración geriátrica integral es un proceso diagnóstico dinámico y estructurado que permite de-
tectar y cuantificar los problemas, necesidades y capacidades de las personas mayores en todas sus
áreas o dimensiones: clínica, funcional, mental y social, interrelacionadas entre sí; para así elaborar
una estrategia interdisciplinar de intervención, tratamiento y seguimiento a largo plazo con el fin de
optimizar los recursos y lograr el mayor grado de autonomía e independencia que, en definitiva, le
aporten la mejor calidad de vida. La valoración geriátrica es la piedra angular de la práctica geriátrica
y la principal herramienta de trabajo para la atención de las personas mayores, especialmente para
determinados perfiles, como el “paciente geriátrico”.
La valoración geriátrica ha demostrado las siguientes propiedades o fortalezas:
• Exactitud diagnóstica: mediante un diagnóstico cuádruple multidimensional (clínico, funcional,
mental y social).
• Detectar problemas no diagnosticados previamente susceptibles de ser tratados para paliar, me-
jorar e incluso curar.
• Permitir instaurar un plan de atención integral (clínico, funcional, mental y social) e interdisciplinar
adecuado y racional a las necesidades.
• Mejorar el estado funcional, cognitivo y afectivo.
• Mejorar la calidad de vida.
• Conocer los recursos sociales y sanitarios del paciente y su entorno sociofamiliar.
• Situar al paciente en el nivel sanitario y social más adecuado a sus necesidades, potenciando la
autonomía, evitando la dependencia siempre que sea posible.
• Reducir el número de ingresos y estancias hospitalarias y las institucionalizaciones innecesarias.
• Disminuir la mortalidad.
Las esferas clínica, mental, social y funcional son contempladas como piezas de un puzle que son
abordadas de forma interrelacionada y que, enlazadas entre sí, ofrecen la imagen integral y real de
la persona mayor a la que valoramos.
La valoración geriátrica incluye como tal cualquier valoración clínica, la anamnesis, la exploración
física, y además, añadidamente, una serie de instrumentos específicos que son las “escalas de
valoración”, que facilitan la detección, cuantificación objetiva y seguimiento dinámico de los pro-
blemas, así como la comunicación entre los diferentes profesionales que atienden a la persona
mayor.
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Valoración clínica
Se inicia con la entrevista clínica o anamnesis clásica, a la que se añade un interrogatorio directo
sobre los grandes síndromes geriátricos (inmovilidad, accidentes-caídas, malnutrición, deterioro cog-
nitivo, depresión, disminución auditiva o de agudeza visual, salud oral, estreñimiento, incontinen-
cia...), estado de nutrición e hidratación, problemas frecuentes (sexualidad, piel, problemas bioéticos,
etc.), enfermedades prevalentes (hipertensión arterial, cardiopatías, arritmias, diabetes, enfermedad
pulmonar obstructiva crónica –EPOC–, cáncer, osteoartritis, osteoporosis, etc.).
En las personas mayores, la anamnesis a veces resulta dificultosa debido a problemas de comuni-
cación, descripción vaga de los síntomas y múltiples quejas inespecíficas.
Se debe prestar atención a los aspectos farmacológicos, indagando sobre los tratamientos recibidos
en el último año y el tratamiento actual, dosis, número y horario de las tomas, consumo de otros
medicamentos no prescritos, así como de parafarmacia, herbolario o tóxicos. Muchos síntomas y
signos pueden estar relacionados con efectos secundarios, interacciones o errores de los medica-
mentos utilizados.
Tiene gran importancia la historia y el estado nutricional y de hidratación. Se debe indagar sobre
la dieta habitual, número de comidas al día, alimentos de cada comida, dietas prescritas, etc., valo-
rando el menú de 1 semana al menos. No olvidaremos la importancia de evaluar los factores que
afectan al estado nutricional de los mayores: problemas funcionales que afecten a la independen-
cia para comer y a la capacidad para adquisición y preparación de los alimentos, cambios orgánicos
asociados al envejecimiento, prevalencia de patologías, problemas psíquicos, medicamentos y los
problemas económicos.
Evaluar el estado nutricional mediante el Mini Nutritional Assessment (MNA), herramienta simple,
que recoge parámetros antropométricos, dietéticos, evaluación subjetiva y global. Tiene una pun-
tuación máxima de 30 puntos (< 17 puntos = mal estado nutricional, entre 17-23,5 = riesgo de
malnutrición y una puntuación > 24 = estado nutricional adecuado).
Tras ello se continúa con una exploración física minuciosa con control de temperatura corporal,
peso, talla, frecuencia cardiaca, presión arterial sentado y en bipedestación, saturación de oxígeno,
inspección de la piel, mucosas, vello, cabello, reflejos, movimientos anormales, rigidez, acinesia,
discinesias, tics, marcha, equilibrio, lenguaje, audición, visión, salud oral, masticación-deglución, pul-
sos, bocio, adenopatías, mamas, auscultación cardiaca y respiratoria, circulación venosa y linfática,
cicatrices, masas, hernias, palpación, percusión y auscultación abdominal, genitales, hemorroides,
fisuras, fístulas, tacto rectal, miembros superiores, inferiores y raquis.
Valoración funcional
La valoración funcional determina la capacidad para realizar su actividad habitual, manteniendo
su independencia en el entorno en el que se encuentra. Las actividades de la vida diaria se cla-
sifican en actividades avanzadas (AAVD), instrumentales (AIVD) y básicas (ABVD). Las ABVD vienen
representadas por las tareas que diariamente debemos realizar para el autocuidado, las AIVD hacen
referencia a las tareas con las que interaccionamos con el medio para mantener la independencia y
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Conceptos generales
las AAVD son las que permiten la colaboración en actividades sociales, recreativas, de trabajo, viajes
y ejercicio físico intenso.
Las escalas más utilizadas para evaluar las ABVD son:
• Índice de KATZ (actividades básicas de la vida diaria). Consta de seis ítems: baño, vestirse y
desvestirse, uso del retrete, movilidad, continencia y alimentación. Según la puntuación total, los
pacientes quedan clasificados en siete grupos, donde A corresponde a la máxima independencia
y G a la máxima dependencia.
• Índice de Barthel (actividades básicas de la vida diaria). Valora el baño, vestido, aseo personal,
uso de retrete, transferencias, subir y bajar escalones, continencia urinaria y fecal y alimentación.
Se puntúa de 0 a 100, lo que le confiere mayor facilidad para el uso estadístico de los datos. Sus
resultados se agrupan en cuatro categorías:
a. Dependencia total < 20 puntos.
b. Dependencia grave: 20 a 35 puntos.
c. Dependencia moderada: 40 a 55 puntos.
d. Dependencia leve: ≥ 60 puntos.
• Índice de Lawton y Brody (actividades instrumentales de la vida diaria). Valora el uso del teléfono,
ir de compras, preparar la comida, realizar tareas del hogar, lavar la ropa, utilizar transportes, con-
trolar la medicación y manejar el dinero. La puntuación varía entre 0 y 8 puntos, correspondiendo
8 puntos a la máxima autonomía. En mujeres (se valoran las ocho funciones): dependencia total
0-1, dependencia grave 2-3, dependencia moderada 4-5, dependencia ligera 6-7, autónoma 8. En
hombres (se valoran cinco funciones): dependencia total 0, dependencia grave 1, dependencia
moderada 2-3, dependencia ligera 4, autónomo 5.
• Existen otros test que se utilizan para valorar la marcha y el equilibrio, como el test de Tinetty,
o también para valorar el riesgo de caídas, como el test de Downton, o para medir la movilidad,
actividades de la vida diaria y caídas, como el Timed Up and Go Test (TUG) (test de “levántate y
anda” cronometrado), así como otros para medir la fragilidad, como el test de ejecución SPPB o
el test de Guralnik (Short Physical Performance Battery).
Valoración mental
La valoración del estado mental resulta esencial en las personas mayores, abarcando tanto la es-
fera cognitiva como la afectiva y las variables implicadas en la fragilidad de ambas. En cuanto a la
fragilidad afectiva, hay que recordar que un 25% de los mayores padece algún trastorno psíquico y
que los trastornos por ansiedad y depresión son los más frecuentes. También sabemos que entre
el 7-10% de los mayores presenta un cuadro de deterioro cognitivo-demencia. De ahí la importancia
que tiene la detección de factores de riesgo asociados, como una forma de identificar al anciano
frágil afectiva o cognitivamente.
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Conceptos generales
Valoración cognitiva
El deterioro cognitivo tiene una elevada prevalencia, alcanzando en la población general entre
un 7-10%, si bien en el ámbito sociosanitario más del 50% de los pacientes presentan deterioro
cognitivo-demencia. En su curso, se asocia frecuentemente con trastornos conductuales, así como
con alguno de los principales síndromes geriátricos (inmovilidad, incontinencia, caídas, impactación
fecal, úlceras por presión, etc.), tiene una repercusión directa sobre las esferas funcional y social, un
peor pronóstico rehabilitador y un alto consumo de recursos sociosanitarios.
La valoración cognitiva se puede complementar de forma estructurada mediante test de cribado,
que aportan objetividad, facilitan la comunicación entre los diversos profesionales y, además, per-
miten cuantificar los cambios en el tiempo y la respuesta al tratamiento. En todos estos test ha de
tenerse en cuenta el nivel de instrucción y cultural, así como el contexto clínico del paciente. Nunca
han de constituir una herramienta diagnóstica para la demencia de forma aislada. Existen múltiples
test, entre los que destacan, por su amplia utilización, comodidad y sencillez:
• Cuestionario de Pfeiffer-SPMSQ (Short Portable Mental Status Questionnaire): es un test sen-
cillo, breve y de aplicación rápida. Explora la orientación temporo-espacial, memoria reciente y
remota, información sobre hechos recientes, capacidad de concentración y de cálculo. Presenta
una sensibilidad del 68%, una especificidad del 96%, un valor predictivo positivo del 92% y un
valor predictivo negativo del 82%. Se puntúan los errores. En función de la puntuación:
– 0 a 2 errores: no deterioro.
– 3 a 4 errores: deterioro leve de la capacidad intelectual.
– 5 a 7 errores: moderado deterioro.
– 8 a 10 errores: grave deterioro.
Se acepta un error más en personas que no han recibido educación primaria y un error menos
en aquellos que han realizado estudios superiores.
•M
ini-Mental State Examination de Folstein (MMSE): es útil en el screening del deterioro cogniti-
vo moderado. Explora la función intelectual: orientación temporo-espacial, memoria reciente y de
fijación, atención, cálculo, capacidad de abstracción, lenguaje y praxias. Una puntuación menor
de 24 puntos indica deterioro cognitivo, aunque no tenemos que olvidar que el resultado final
se debe ajustar por edad y años de escolaridad. El MMSE tiene mucha carga de información
verbal, y por ello hace efecto suelo cuando se utiliza con personas con deterioro cognitivo grave.
Presenta una sensibilidad del 89% y especificidad del 66% en personas mayores.
• Mini Examen Cognoscitivo de Lobo y col. (MEC): adaptación española del MMSE de Folstein, que
es un test de screening del deterioro cognitivo, en el que se puede obtener una puntuación de
35 puntos, con un punto de corte establecido en 28 puntos. Es un buen test por su rapidez de
realización y por la información que aporta.
• Test de Schulman o test del reloj: test de cribaje para el deterioro cognitivo, aunque también se
utiliza para seguir la evolución de los cuadros confusionales. Test sencillo que valora el funcio-
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Valoración afectiva
La depresión es el trastorno psiquiátrico más frecuente en los ancianos. Los síntomas depresivos y
las alteraciones del estado de ánimo pueden encontrarse hasta en el 20% de los varones y el 40%
de las mujeres. El diagnóstico de depresión es eminentemente clínico; se puede realizar a través
de la entrevista, insistiendo en acontecimientos vitales desencadenantes, y la observación de deta-
lles, como la forma de caminar, la actitud, el aspecto, el aseo y el tono de voz del anciano. En las
personas mayores pueden aparecer otros síntomas somáticos, como pérdida de peso e irritabilidad,
ansiedad o deterioro en la capacidad funcional en lugar de humor triste y astenia.
La ansiedad es, junto con la depresión, uno de los principales síntomas afectivos en los mayores
que tiene importantes repercusiones sobre su calidad de vida. A veces es más frecuente la ansiedad
como síntoma que como enfermedad. A la hora de explorar la esfera afectiva, debemos interrogar
acerca del estado anímico, labilidad emocional, anergia/hipoergia, anhedonia/hipohedonia, trastor-
nos del apetito y del sueño, signos de ansiedad, ideación de muerte o tentativas autolíticas y quejas
somáticas.
Para valorar la esfera afectiva, contamos con los siguientes test o escalas:
• Escala de depresión geriátrica de Yesavage (Geriatric Depression Scale) GDS: específica para
personas mayores. Existe una versión reducida de 15 preguntas, es la escala recomendada por
la British Geriatrics Society, que puede aplicarse entre 5 y 7 minutos. Puntuaciones de 5 o más
presentan una sensibilidad del 85,3% y una especificidad del 85%. Evita los síntomas somáticos,
focalizando la atención en la semiología depresiva y la calidad de vida. Se utiliza para screening
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Valoración social
La valoración social exhaustiva es función del trabajador social, sin embargo, los restantes miem-
bros del equipo deben conocer y hacer constar en su historia todos aquellos aspectos sociales
que puedan ser de interés y que tengan repercusión presente o futura sobre la persona mayor. Es
fundamental conocer la relación con su entorno, los aspectos relacionados con el hogar, el apoyo
familiar y social, ya que son cuestiones importantes para establecer el Plan de atención y el Plan
de cuidados de los mayores.
Pese a todo lo anterior, el propio médico, en la anamnesis, debería interesarse por los siguientes
aspectos sociales:
• ¿Soltero, casado o viudo? ¿Tiene hijos? ¿Viven en la misma ciudad? ¿Con quién vive?
• ¿Tiene contactos con familiares, amigos o vecinos? ¿Con qué frecuencia?
• ¿Cómo es el domicilio donde vive? ¿Tiene ascensor el edificio donde vive?
• ¿Precisa algún tipo de ayuda para su autocuidado?
• ¿Quién es la principal persona que le ayuda o le cuida?, ¿tiene esa persona algún problema de
salud? ¿Recibe algún tipo de ayuda formal?
Las escalas de valoración social más utilizadas son:
• Escala OARS de recursos sociales: proporciona información sobre cinco áreas (estructura fami-
liar y recursos sociales, recursos económicos, salud mental, salud física y capacidades para la
realización de AVD). Evalúa las respuestas en una escala de 6 puntos, que van desde excelentes
recursos sociales (1 punto) hasta el deterioro social total (6 puntos).
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Conceptos generales
funcional y los resultados en cuanto a morbi-mortalidad, siendo incluso posible retornar al domicilio
a un número significativo de estos.
Posteriormente se desarrolló la especialidad de geriatría dentro del sistema sanitario público con
cobertura universal, y se crearon progresivamente las primeras unidades geriátricas en hospitales de
agudos y los hospitales de día, generalizándose posteriormente la atención geriátrica especializada
a todos los niveles asistenciales.
En Estados Unidos el sistema de salud contempla criterios económicos en la planificación de cui-
dados, de manera que las intervenciones sanitarias dependen tanto de su efectividad como de su
eficiencia. En este sentido se han evaluado diferentes intervenciones, desde los cuidados agudos
y posagudos hasta los cuidados de larga estancia, quedando establecida la necesidad de una in-
tervención específica especializada cada vez más precoz en la atención sanitaria de las personas
mayores, centrándose el debate en la actualidad en la forma más operativa de llevar a cabo dichas
intervenciones.
El sistema tradicional de atención a los mayores hospitalizados por patología aguda no se adapta
habitualmente a sus necesidades. En un sistema sanitario en el que existen recursos limitados, la
atención sanitaria no eficiente para un determinado grupo de población lesiona el principio de equi-
dad y conduce a la marginalidad y discriminación de la población anciana, condenándolo a una red
asistencial infradotada y de segundo orden, disfrazándose en muchas ocasiones como problema
social, lo que en realidad oculta problemas médicos escasamente evaluados.
La nueva realidad sanitaria en los países occidentales es el paciente anciano, con unas caracterís-
ticas diferenciales en el modo de enfermar, debido a la existencia de pluripatología, presentación
atípica de la enfermedad, alta incidencia de complicaciones que derivan tanto de la propia enfer-
medad como de los tratamientos empleados (iatrogénica), tendencia a la cronicidad, asociación de
deterioro funcional e importancia de factores ambientales y sociales en la recuperación.
Es por ello que el objetivo primordial del cuidado médico consiste en ampliar el tiempo libre de
discapacidad, mejorando la calidad de vida y aumentando la probabilidad de que las personas
mayores permanezcan el mayor tiempo posible en su medio.
El 40% de las estancias hospitalarias corresponden a personas mayores, con una tasa de ingresos
doble que la población general y triple en los mayores de 80 años, con estancias más prolongadas
y mayor número de reingresos. Las altas hospitalarias en los mayores de 65 años suponen, según
algunos estudios, un 15%, alcanzando en otros hasta un 30-40%, con un incremento progresivo de
las tasas de hospitalización conforme se eleva la edad, y generando el 30% del gasto hospitalario.
No obstante, pese a que los mayores de 65 años hacen un mayor uso de los recursos sanitarios
hospitalarios, el ingreso es adecuado con más frecuencia que en la población adulta.
Existe una clara relación entre el deterioro funcional y el ingreso hospitalario, especialmente en el
caso de los “ancianos frágiles”. La prevalencia de deterioro funcional en los mayores de 75 años
hospitalizados es del 50%. Además, el 30-50%, durante el ingreso hospitalario, presentará un dete-
rioro funcional, asociándose este con una mayor mortalidad, complicaciones, reingresos e institucio-
nalización, y solo un 50% de los que se deterioran recuperan la situación funcional previa.
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Conceptos generales
posoperatorios. En ellas, el geriatra forma parte del equipo, actuando como coordinador de los cui-
dados médicos en estrecha colaboración con el traumatólogo. En un segundo modelo de atención,
el paciente ingresaría en la unidad después del tratamiento quirúrgico, una vez se haya estabilizado
su situación clínica para recibir el tratamiento rehabilitador.
La efectividad de las unidades de ortogeriatría en relación con los cuidados ortopédicos tradicio-
nales se evalúa en una reciente revisión sistemática. Dado que los objetivos e intervenciones son
diferentes en cada uno de los ocho ensayos randomizados incluidos en el estudio, los resultados
son heterogéneos, existiendo una tendencia a la efectividad cuando se analizan variables combi-
nadas (mortalidad-institucionalización, mortalidad-deterioro funcional).
Asimismo, existen datos favorables sobre la mejoría funcional, la disminución de estancia media y
la mejor relación coste-efectividad con respecto a los cuidados convencionales.
Las unidades de ictus fueron creadas con el objetivo de disminuir la mortalidad y mejorar la recu-
peración funcional en pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular, proporcionando una
atención especializada a aquellos pacientes con un déficit neurológico moderado-severo, excluyén-
dose a pacientes en coma. En el estudio se objetivó una menor mortalidad a 1 año, una mayor
independencia funcional y menor institucionalización, sin aumento de la estancia media.
Hospitalización a domicilio
Es una alternativa a los cuidados agudos hospitalarios, proporcionando tratamiento activo por parte
de profesionales en el domicilio del paciente y por un periodo de tiempo limitado. En el momento
actual no existen evidencias científicas de que en las personas mayores constituya una alternativa
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Servicios de urgencias
Las personas mayores representan un reto para los servicios de urgencias, ya que gran parte de la
presión asistencial de estos servicios se debe a este segmento de la población. Generalmente, los
mayores acuden a urgencias por presentar patologías agudas o por reagudización de patologías
crónicas, que se manifiestan de forma diferenciada, mediante presentaciones atípicas de la enfer-
medad y no mediante los síntomas y signos clásicos, lo que significa que en muchas ocasiones no
se piensa en determinados diagnósticos, no se busca su presencia y se subestima la gravedad de
sus problemas.
En general, la atención que se presta en urgencias no suele tener en cuenta la situación funcional
del paciente y no evalúa las alteraciones cognitivas, que son determinantes de los resultados obte-
nidos. En el anciano frágil a menudo la visita al servicio de urgencias constituye un “evento centine-
la” que puede marcar el inicio de un deterioro funcional significativo y la pérdida de su autonomía.
En EE.UU., el uso de los servicios de urgencias continúa aumentando, con incremento del 14%, y en
los pacientes mayores de 75 años alcanza 64,8 visitas por 100 personas y año, casi el doble que
la población general. Pese a ello, los ingresos hospitalarios se producen con mayor frecuencia que
en los jóvenes. Se ha evaluado la eficacia de la valoración geriátrica en un servicio de urgencias,
demostrando resultados beneficiosos, incluyendo la disminución del número de nuevas visitas.
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Conceptos generales
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Curso on-line
Introducción
La mayoría de los estudios que se han realizado en relación a la familia y el envejecimiento indican
que casi la mitad de la población anciana considera que la familia, especialmente los hijos, constitu-
yen la principal fuente de ayuda (IMSERSO, 2005; Encuesta Nacional de Salud, 2008). La familia es la
encargada de prestar atención directa a la mayoría de las personas mayores que sufren problemas
de salud o un deterioro grave en su autonomía personal. Es importante que los familiares conoz-
can cuál es su papel en el cuidado de sus mayores, pues las dificultades con las que se pueden
encontrar son, a veces, complicadas y originan estrés, conflictos, etc.
La familia tiene también un papel muy importante, sobre todo en el ámbito de las relaciones
socioafectivas, ya que es la más idónea para proporcionar sentimientos de arraigo y seguridad,
y ofrecer sentimientos de capacidad, utilidad, autoestima, confianza y apoyo social. La atención
del enfermo en el núcleo de la familia es siempre deseable, siempre y cuando esta lo acepte,
esté preparada para afrontar todo lo que ello comporta y reciba el apoyo suficiente a diferentes
niveles.
Asimismo, mantener a la persona dependiente en el hogar tiene unos límites, siendo estos su
propio estado, el nivel de deterioro, la idoneidad de las condiciones que para su cuidado tenga la
vivienda y la disponibilidad de recursos asistenciales suficientes que tenga la comunidad, dado que
afrontar su cuidado implica que habrá que enfrentarse a momentos de conflictividad y de actitudes
de rechazo por parte del enfermo, generará frustración y angustia y puede ocasionar desmorona-
miento familiar. El cuidador necesitará de una gran ayuda y soporte, ya que se sentirá muy afectado
por el estado del enfermo debido al vínculo emocional que les une, y su dedicación constante le
ocasiona un fuerte agotamiento y un profundo estrés.
Las enfermedades que producen dependencia, como las demencias, provocan cambios significati-
vos en la vida de las familias, y afectan tanto a las relaciones que se establecen entre sus miembros
como a sus relaciones sociales. Todos se convierten de alguna manera en cuidadores, incluso los
más jóvenes; las actividades cotidianas se convierten en difíciles e incluso imposibles de realizar, la
estructura económica de la familia se resiente por el coste que lleva aparejado el cuidado del enfer-
mo; por ello es muy importante recibir la máxima ayuda exterior posible a través de los mecanismos
y servicios de que dispone la sociedad, pero también, y de forma muy especial, de los amigos y de
todas aquellas personas que conformen su círculo social.
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Conceptos generales
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Conceptos generales
• Aseo y control de esfínteres: el aseo puede resultar en ocasiones una tarea difícil para los cui-
dadores, bien por lo “delicado e íntimo” de la situación o bien por los problemas que puede pre-
sentar la persona dependiente cuando se siente “obligada” a ducharse, orinar, lavarse los dientes,
etc. Asimismo, los trastornos de la eliminación, generalmente, van a hacerse presentes conforme
avanza el deterioro; cuando la incontinencia aparece de forma repentina o brusca, en numerosas
ocasiones suele tener una causa diferente de la del proceso degenerativo, por ejemplo, puede
ser debida a infección urinaria, ser un efecto secundario de algún tipo de medicación, o a la in-
gesta de determinados alimentos, etc. En los casos anteriores, cuando se descubre la causa (que
es lo que se debe buscar de forma prioritaria), al subsanarlo se acabó el problema. Lo que apare-
ce con cierta frecuencia o asiduidad en las personas con demencia es la incontinencia funcional
ocasional, siendo este un problema importante, ya que origina y ocasiona una gran dependencia.
Entre las estrategias que se plantean se encuentran:
Para el aseo:
– Mantener en la medida de lo posible el hábito de una higiene diaria.
– Incentivar el aseo amablemente.
– Convertir el baño en una actividad relajante y placentera.
– Mantener la máxima privacidad posible.
– Verbalizar las acciones a realizar.
– Preparar todos los elementos necesarios previamente: ropa, toalla, temperatura del agua…
– Instalar elementos de seguridad y/o ayudas técnicas que faciliten la tarea.
Para el retrete:
– Mantener una rutina diaria, estableciendo unos horarios para preguntar a la persona si necesita
orinar o recordarle y conducirla al baño (cada 2-3 horas), procurando de este modo que no se
orine encima.
– En caso de que la persona se orine encima, no realizar en ningún momento ante el enfermo
comentarios desagradables, humillantes, ni alusivos a la situación.
– La llegada al cuarto de baño debe estar libre de objetos que obstaculicen el acceso.
– Simplificar la ropa, evitando las cremalleras, los cinturones, y colocando velcros a fin de hacer
más sencillas y fáciles las maniobras de desvestido.
– Atender a las señales para ir al baño.
– Limitar la ingesta de líquidos y excitantes por la noche, e intentar ir a orinar antes de acostarse.
– Utilizar medidas preventivas ante episodios de incontinencia (uso de pañal o compresa de
incontinencia).
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Conceptos generales
• Vestido: es importante establecer una rutina para vestirse todos los días a la misma hora y des-
pués de la misma actividad, es decir, después de la ducha (si esta se realiza por la mañana), o
después de desayunar, siempre teniendo en cuenta cuáles han sido los hábitos cotidianos de la
persona cuidada. Como estrategias se sugieren:
– Contar con el tiempo suficiente y con paciencia, ayudarle en lo mínimo, proporcionando ins-
trucciones claras y precisas.
– Darle la opción de escoger entre una selección limitada de prendas.
– Organizar el armario con la ropa conveniente según la estación del año.
– Ante prendas favoritas, disponer si es posible de varias piezas.
– Organizar la ropa de acuerdo al orden en que se debe poner.
– Escoger ropa cómoda, fácil de poner, quitar y mantener.
• Alimentación e hidratación: asegurar una adecuada y equilibrada alimentación es importante
para cualquier persona, pero más en el caso de las personas mayores, puesto que es una de las
formas de mantener un buen estado de salud. La hidratación también tiene un papel importante
en la salud, además es esencial para mantener una óptima regulación del tracto intestinal, dis-
minuir la incidencia de infecciones urinarias, etc. La sensación de sed disminuye en las personas
mayores, por lo que es necesario asegurarse de que toman aproximadamente unos ocho vasos
de líquido al día.
– Estimular el mantenimiento de la autonomía en la alimentación y respetar los gustos y prefe-
rencias en cuanto a alimentación que ha tenido siempre la persona.
– Mantener una rutina espacio-temporal diaria.
– Proporcionar un ambiente tranquilo.
– Colocar sobre la mesa los utensilios estrictamente necesarios.
– Administrar varias comidas diarias en pequeñas cantidades.
– Vigilar la temperatura de los alimentos.
– No llenar hasta el borde los vasos y platos.
– Trocear los alimentos cuando ya no sea capaz de utilizar los cubiertos adecuadamente.
• Movilidad y transferencias: en muchas ocasiones, el deterioro cognitivo y funcional viene acom-
pañado de una apatía por parte de la persona dependiente que impide desarrollar una movilidad
adecuada y practicar una actividad física imprescindible para el mantenimiento de ciertas capa-
cidades funcionales y para prevenir la aparición de numerosos problemas relacionados con la
inactividad y el aburrimiento. Si la persona dependiente presenta una enfermedad degenerativa,
el avance de la enfermedad va a ir reduciendo poco a poco su movilidad física e incluso puede
llegar el momento en que los sistemas corporales (extremidades superiores e inferiores) sufran
un deterioro general, llegando incluso a la rigidez en posición fetal.
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Conceptos generales
Para evitar la inmovilidad se puede realizar una movilización tanto activa (realizada por la persona
mientras pueda), como pasiva (efectuada por el cuidador moviéndole todas las articulaciones:
cabeza y cuello, hombros, codos, manos y dedos, muslos, pantorrillas, tobillos y pies). Se debe
movilizar y masajear las zonas más alejadas o distales para facilitar el retorno venoso, mantenien-
do siempre una buena alineación corporal; de esta forma tan simple se puede evitar la aparición
de rigideces, malformaciones e incluso las tan temidas escaras o úlceras por presión.
Dentro de las estrategias para fomentar una adecuada movilización y actividad física en los inicios
de la enfermedad, se suele plantear:
– Mantener una rutina diaria para practicar actividad física para disfrute (pasear, ir andando a
visitar amistades, caminar por el pasillo de casa, etc.).
– Evitar obstáculos en casa que puedan ocasionar caídas (alfombras, cables, etc.).
– Ser realista con las expectativas de actividad física que se plantean, teniendo en cuenta el
estado físico y la edad.
– Animar a realizar actividad física, realizando las actividades al aire libre cuando la climatología
lo permita.
– Acompañar siempre a la persona dependiente, especialmente en espacios abiertos, para evitar
caídas en casos de deterioro físico, y evitar que la persona se desoriente y se pierda en caso
de deterioro cognitivo.
• Sueño y descanso: mantener un adecuado ritmo de sueño-vigilia es fundamental para el des-
canso de la persona dependiente y del cuidador. Un buen descanso ayuda a enlentecer el dete-
rioro cognitivo y a estar más orientado y receptivo durante el día para realizar distintas actividades
de ocio, estimulación cognitiva, ejercicio físico, etc. Se plantean las siguientes estrategias:
– Mantener unos horarios regulares, acordes al momento del día. Evitar las siestas prolongadas
o acostarse excesivamente pronto.
– Evitar que duerma durante el día.
– Establecer una rutina antes de acostarse, teniendo en cuenta la rutina que seguía normalmente
la persona cuidada.
– Orinar antes de acostarse.
– Evitar la luz intensa y el ruido por la noche. Se puede colocar una luz tenue para ayudar a la
orientación y evitar posibles caídas si durante la noche se necesita ir a orinar.
– Evitar el alcohol, la cafeína y la nicotina.
– Reducir la ingesta de líquidos por la noche.
• Actividades instrumentales de la vida diaria: respecto a la intervención en actividades ins-
trumentales, en primer lugar se ha de tener en cuenta la capacidad cognitiva y funcional de
la persona para poder llevarlas a cabo. En todo momento se debe evitar la sobreprotección y
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En ocasiones, la comunicación con las personas mayores dependientes se hace más compleja,
como es el ejemplo de las personas con demencia, que van sufriendo un paulatino deterioro en las
funciones cognitivas y el lenguaje estaría incluido dentro de estas funciones. Uno de los primeros
problemas que aparecen es el olvido del significado de algunas palabras, por lo que las elimina de
su discurso o las sustituye por otras. Esta sustitución se realiza a veces de forma adecuada em-
pleando un sinónimo o lo que se conoce como “palabras comodín” (cosa, esto, aquello, cacharro,
etc.); en cambio, en otras ocasiones utilizan palabras que no concuerdan con lo que se está dicien-
do, e incluso palabras inventadas, lo que dificulta enormemente la capacidad para comprenderles y
puede dar pie a problemas conductuales. Se ha de tener en cuenta que perder la capacidad para
comunicarse puede ser uno de los problemas más difíciles y frustrantes que encuentren.
Desde este punto de vista, es importante abordar las pautas comunicativas adecuadas, trabajar la
empatía, la relación de ayuda y aprender pautas sencillas de manejo conductual que mejoren la
calidad de vida de los familiares y de sus cuidadores.
• Pautas comunicativas generales:
– Mírele siempre a los ojos, cuando le hable o le escuche.
– Hable siempre lentamente, pronunciando las palabras con claridad.
– Evite hablar con frases largas.
– Indíquele claramente lo que debe hacer.
– Su voz debe ser fácil de reconocer.
– No se canse de repetir las cosas. Intente transmitir sus ideas de la forma más sencilla posible.
– Recuerde que no es un niño.
– No escatime sonrisas, miradas, ni gestos cordiales. Le infundirá confianza y facilitará la difícil
tarea de la comunicación.
• Pautas generales de comunicación para un manejo adecuado de la conducta:
–A
cercarse a la persona de frente y lentamente:
A la hora de dirigirse a la persona con demencia lo haremos de frente y despacio, para que
nos vea y le dé tiempo a reconocernos, de otro modo puede sentirse amenazado o asustado
y reaccionar de forma agresiva.
Para hablar con él, siempre nos situaremos a su altura (si está sentado nos sentaremos frente
a él o nos agacharemos de rodillas), de forma que le podamos mirar a los ojos y utilizar el
lenguaje no verbal de nuestras expresiones faciales para proporcionarle seguridad y afecto.
–U
tilizar un lenguaje sencillo:
Es recomendable utilizar palabras conocidas por el enfermo y mantener un lenguaje repe-
titivo, es decir, utilizar siempre las mismas palabras para referirnos a los mismos elementos
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(por ejemplo, si el enfermo siempre ha llamado “alcoba” al dormitorio, pues siempre que nos
refiramos a él le nombraremos como “alcoba”).
El motivo de esto es que ya desde las fases iniciales su lenguaje se irá viendo afectado
con una pérdida progresiva de vocabulario, por lo que es preferible ayudarle a conservar
una determinada cantidad de palabras familiares para él y que le permitan expresarse,
aunque sea de forma básica, que tratar de mantener un lenguaje rico con un amplio vo-
cabulario.
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Módulo I: Lo esencial en el cuidado y atención a la persona mayor.
Conceptos generales
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Relaciones personales
Respecto a las relaciones personales de las personas mayores dependientes, es importante intentar
mantener el contacto con las amistades, crear nuevos grupos sociales y sobre todo sentir el cariño,
afecto y apoyo por parte de la familia.
En ocasiones, bien por el deterioro cognitivo de la persona dependiente cuidada o de sus amis-
tades, es complicado mantener las antiguas relaciones, pero sí es posible formar parte de nuevos
grupos sociales con intereses y problemas similares. Este tipo de relaciones pueden encontrarse en
centros donde se realizan actividades lúdicas, de ejercicio físico, etc.
En las personas que por problemas físicos, funcionales o de otro tipo no pueden salir de casa, pero
que conservan la capacidad de relacionarse, el papel de la familia es fundamental para mantener y
estimular las relaciones sociales; los nietos son un pilar importante en la autoestima y socialización
de los mayores, ayudan, sin saberlo, a estimular jugando, ayudando al abuelo con sus “deberes” o
simplemente estando ahí.
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ha tenido a lo largo de su vida, pero en otras ocasiones caen en una rutina de aburrimiento y apatía
que les impide emplear su tiempo libre en actividades de ocio. Es en este último caso cuando es
beneficioso proponer actividades y crear una rutina diaria de trabajo mental, físico y de ocio para
aumentar la calidad de vida y mantener las capacidades cognitivas y físicas de las personas mayores.
Cuando la persona dependiente sufre algún tipo de demencia, se debe tener en cuenta el nivel de
deterioro cognitivo y adaptar las actividades propuestas a este, prestando la ayuda necesaria en
cada caso para el desarrollo de la actividad.
Estimulación cognitiva
La psicoestimulación o estimulación cognitiva consiste en un conjunto de actividades grupales
y/o individuales generadas por la neuropsicología cognitiva para la estimulación de las funciones
cognitivas residuales con ejercicios estrictamente adecuados al grado de deterioro cognoscitivo y
a la tipología conductual del paciente. Numerosos estudios demuestran que participar en terapias
de estimulación cognitiva enlentece el desarrollo de la enfermedad neurodegenerativa, ayudando
a mantener y mejorar las habilidades. Se trata de trabajar el lenguaje, el cálculo, la memoria, el
esquema corporal, el comportamiento en grupos, etc., como si las capacidades fueran un músculo
susceptible de una especie de “gimnasia mental” (Peña Casanova, 1999). Las distintas capacidades
cognitivas se podrían categorizar en: memoria, atención, lenguaje, pensamiento (razonamiento y
funciones ejecutivas), praxias, gnosias y orientación espacio-temporal.
Desde un punto de vista holístico, se deben abarcar tanto los factores cognitivos como los emocio-
nales y, por supuesto, los conductuales. Sería incompleta si se redujese la intervención a ejercicios
de rehabilitación de las capacidades neuropsicológicas.
Las actividades pueden ser realizadas tanto de forma oral como escrita, dependiendo de las ne-
cesidades de cada persona y del estado de ánimo en ese momento. Asimismo, se ha de tener en
cuenta que una misma función cognitiva se puede estimular de diversas maneras, y que con una
misma actividad se pueden estimular varias funciones cognitivas. Por ejemplo: cuando se trabaja
con refranes, bien escribiéndolos o bien en voz alta, se está estimulando la memoria, pero también
el lenguaje y la atención.
Propuesta de actividades
Teniendo en cuenta que las actividades de estimulación cognitiva han de ser planificadas y
supervisadas por un psicólogo, cualquier persona puede llevarlas a cabo siguiendo las pautas
establecidas por este. Es importante que las actividades estén adaptadas al deterioro cognitivo
de la persona y a su nivel cultural, de esta forma se evitará la frustración en la tarea y se moti-
vará a continuar trabajando diariamente para mantener el máximo tiempo posible las funciones
cognitivas preservadas.
Es recomendable que el tiempo dedicado a la realización de las tareas de estimulación cognitiva no
sea de más de 1 hora, y se aconseja que estas actividades se realicen por la mañana, dado que el
nivel de activación de la persona es mayor.
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Ejercicio físico
La fisioterapia y el ejercicio físico en este campo cumplen un papel muy importante para preservar
durante el mayor tiempo posible las capacidades motrices que se van viendo afectadas por la edad
o por el transcurso de una enfermedad degenerativa. El tiempo dedicado a la práctica de ejercicio
físico se ha de adaptar a la persona y sus características físicas, recomendando en general dedicar
1 hora al día a esta actividad.
Cuando la persona presenta una demencia, en las primeras fases, recibir fisioterapia o practicar
ejercicio físico es útil para mantener la independencia y para la ejecución de las actividades de la
vida diaria. En fases más avanzadas, donde los problemas en la deambulación se hacen notar, la
práctica de ejercicio físico ayuda a mantener los reflejos de equilibrio y el ritmo a la hora de caminar,
así como a retardar el proceso de encamamiento y las complicaciones que este conlleva.
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Propuesta de actividades
El ejercicio físico se puede realizar en grupo o individualmente, el grupo fomenta las relaciones so-
ciales y ayuda a que la persona se sienta acogida y entre un grupo de iguales, donde en algunas
actividades puede destacar y en otras no tanto. Para hacer más amenos los ejercicios, se pueden
utilizar pelotas de gomaespuma, cintas, picas, tapetes, etc. Entre las numerosas actividades que se
establecen en distintos programas, se proponen:
•M
archa: dar paseos al aire libre o por el pasillo, vigilando que no existan obtáculos que puedan
ocasionar caídas y utilizando un calzado cómodo.
Propuesta de actividades
Dentro del gran abanico de actividades lúdicas a realizar, se ha de tener en cuenta las preferencias
de la persona, si alguna vez ha practicado o no la actividad y respetarla en el caso de que no quiera
participar. Asimismo, también es importante tener en cuenta el nivel de deterioro cognitivo de las
personas participantes, para adaptar la actividad o decidir no incluirla en el programa. A continua-
ción se presentan algunas actividades que más suelen funcionar con personas mayores:
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•A
ctividades lúdicas: con muchas de las conocidas actividades lúdicas, como juegos de mesa (“Me-
mory”, puzles…), dominó, juegos de cartas, etc., se fomenta la interacción social, se potencia el inter-
cambio de pensamientos y emociones y se trabaja la atención y la concentración. Dentro de la cate-
goría de actividades lúdicas también se pueden incluir las fiestas (cumpleaños, Carnaval, Navidad…).
• E xpresión plástica y manualidades: realización de actividades con las manos, como el manejo
de tijeras, pegamento, utilización de lanas, pinturas (témperas, rotuladores, ceras, lápices de colo-
res, pintura de dedos…); se puede utilizar cualquier tipo de material, como papel, cartón, plastilina,
arcilla, goma EVA, legumbres, etc. En este taller se motiva a realizar distintos elementos, como
lapiceros, tarjetas, fofuchas, cuadros, objetos de decoración, etc., la capacidad de realización de
estas manualidades varía según el deterioro cognitivo de las personas mayores.
• Expresión corporal y creación: con este tipo de actividades se pretende potenciar la imaginación
y la creatividad, además de aumentar la autoestima de las personas implicadas, y favorecer la
comunicación y expresión de sentimientos y emociones, entre otras cosas. Dentro de estas ac-
tividades se propone:
– Taller de autoestima: con estas actividades se abordan los aspectos agradables, gratos y
positivos que poseen las personas mayores, sea cual sea su enfermedad y fase de esta. Se
trata de darles ese tiempo para sentirse escuchados, atendidos y aplaudidos por los méritos
conseguidos en la vida.
– Mimo: con esta actividad se pretende potenciar el lenguaje no verbal a través de gestos,
movimientos, miradas, caricias, etc. Las personas con demencia, a medida que avanza la
enfermedad, tendrán más dificultades para el diálogo, presentando problemas con el lenguaje
verbal, pero conservando la voluntad de comunicarse.
– T eatro: con el taller de teatro se pretende que las personas sean activas en el proceso de
creación y ejecución de una obra de teatro, participando en las ideas a desarrollar e incluso en
los diálogos. Se ha de tener en cuenta que no se pretende realizar una obra de teatro perfecta,
sino una representación en la que las personas mayores se sientan seguras, se diviertan y
muestren a la familia su capacidad de actuación.
• E xpresión musical: la utilización de la música como recurso en la estimulación de las personas ma-
yores dependientes y/o con demencia ayuda a mejorar el estado de ánimo, a aumentar la sociali-
zación, la autoestima y a reforzar el sentido de identidad. Esta actividad se puede emplear en todas
las fases de la demencia, disminuyendo la complejidad conforme aumenta el grado de deterioro
cognitivo. La música se utiliza para recordar momentos de otras épocas (las canciones favorecen
la memoria y el recuerdo individual de las personas), facilitar la integración motriz (ritmo de baile) y
afectiva, y facilitar en algunos casos la sedación, pues constituye una experiencia placentera.
Escuchar música ayuda a reencontrar los recuerdos, cantar permite trabajar el lenguaje y la
memoria, dar palmadas o tocar un instrumento de percusión obliga a concentrarse y a seguir el
ritmo, improvisar es una forma de manifestar los sentimientos y volver a ser creativos, es una de
las actividades más recomendables para el trabajo con personas mayores en general y personas
con demencia en particular.
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Tipos de cuidadores
En la literatura, además de distinguir entre cuidadores principales o secundarios (según el grado de
responsabilidad y horas dedicadas al cuidado), se distinguen otros tipos de cuidadores:
• Según reciban remuneración económica o no por la labor de cuidado:
– Cuidado formal, según definen Rogero et al. (2010; 137), es “toda aquella asistencia a personas
mayores que necesitan ayuda en las actividades de la vida diaria, y en la que concurre alguno
de los siguientes criterios: el cuidado se provee (a) sobre una relación contractual –oral o es-
crita– o (b) a través de un organización, empresa, institución pública u organización sin ánimo
de lucro”.
– Cuidado informal, por su parte, ha recibido mayor atención en los estudios de personas de-
pendientes. Los autores Yanguas-Lezaun et al. (2000) lo han definido como “la interacción
entre un miembro de la familia que ayuda regularmente a otro a realizar actividades básicas e
instrumentales necesarias para llevar a cabo una vida independiente”.
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do fuertes vínculos y procurando no mostrar emociones negativas. Tanto la alta afabilidad como
su comportamiento dirigido al cuidado de los demás, explicarían la tendencia de estos cuidado-
res a no expresar emociones negativas como una forma de procurar que la persona que cuidan
no sea consciente de las repercusiones de su propio cuidado y así no dañar su sensibilidad.
El perfil de personalidad identificado en el citado estudio puede proporcionar información muy
valiosa sobre las características, recursos personales y necesidades de los familiares cuidadores,
características que se deben conocer y tener en cuenta a la hora de planificar y optimizar la inter-
vención psicológica en cuidadores familiares de personas con demencia.
Razones por las cuales se decide cuidar de una persona con demencia
“Es mi obligación”, “es mi madre”, “ella hubiera hecho lo mismo por mí”, “porque le quiero”, son al-
gunas de las frases más características enunciadas por cuidadores de enfermos de Alzheimer a la
hora de responder a la pregunta “¿Por qué cuidas de tu familiar?”.
Es una pregunta muy importante que tenemos que hacernos, teniendo en cuenta que todos los
motivos son válidos y que no podemos engañarnos a nosotros mismos. Algunos de estos motivos
serían los siguientes:
•M
otivación altruista: serían aquellas personas que deciden cuidar de su familiar por amor y por
cariño, son personas que han tenido buenas relaciones previas con la persona afectada por esta
patología.
• P or reciprocidad: son aquellos cuidadores que deciden cuidar al enfermo porque tienen la plena
certeza de que hubieran sido cuidados por ellos en caso contrario.
• P or gratitud: existe un agradecimiento vital, dado que ha existido una relación previa muy buena
y notan que deben de agradecérselo, y ahora que están enfermos es el momento de hacerlo.
• P or sentimiento de culpa: sentimientos muy contradictorios los vividos por las personas que
cuidan al enfermo con sentimiento de culpa, debido a que en el pasado se comportó de manera
inadecuada con el enfermo.
• P ara evitar la censura: manteniendo la deseabilidad social por parte de otros miembros de la
familia o por la comunidad que le rodea. De esta manera obtienen un importante refuerzo social.
• P or obligación: moral, económica o porque no queda más remedio; en estos casos suele haber
habido una mala relación previa que ahora crea un conflicto interno importante sobre si tengo
o no que cuidarlo.
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experiencia de maltrato, realizar o no actividades de ocio, vivir tensiones familiares por el cuidado,
déficit cognitivo de la persona cuidada, salud física del cuidador, etc. (Calero, Fernández y Roa, 2009).
La sintomatología psicopatológica es una de las variables más estudiadas en los cuidadores en ge-
neral, los estudios coinciden en que los cuidadores informales se ven expuestos a una situación de
estrés que incrementa el riesgo de padecer tanto problemas físicos como emocionales, haciendo hin-
capié en la ansiedad y la depresión (Laserna et al., 1997; López y Crespo, 2007; Sánchez y López, 2009).
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Ansiedad
La ansiedad es un conjunto de respuestas cognitivas, fisiológicas y motoras que da toda persona
como respuesta a una situación determinada. Ante una situación tensa, desagradable o angustiante
se produce una situación de activación de todo el organismo, el corazón empieza a bombear san-
gre de forma más rápida, el cerebro comienza a generar pensamientos catastróficos, dando vueltas
a los problemas sin encontrar la solución adecuada. Al mismo tiempo, quizá nos estemos moviendo
de un lado para otro, sin sentido, o estemos fumando sin parar.
A todo este conjunto de respuestas se le denomina estado de ansiedad. Normalmente la ansiedad
es útil, pues gracias a ella podemos actuar y relacionarnos con el medio. Pero cuando esta activa-
ción se prolonga en el tiempo, produciendo una sobrecarga al organismo, o cuando no es necesaria
para resolver una situación, se genera entonces trastorno por ansiedad.
Las respuestas de ansiedad son respuestas aprendidas que el organismo piensa (cognitivo), hace
(motor) o siente (fisiológico).
• Respuestas fisiológicas: son aquellas sensaciones que surgen en nuestro organismo ante una
situación estresante. Suelen aparecer de manera automática y producen una fuerte sensación de
malestar, como las taquicardias, el nudo en el estómago, la sudoración.
•R
espuestas cognitivas: son todas aquellas ideas o pensamientos que genera la situación y que
se disparan en el cerebro de manera automática; “no valgo para nada”, “soy un inútil”, “por qué
me ha pasado esto a mí”....
• Respuestas motoras: son las acciones que se realizan con el fin de controlar la situación y que
hacen que aparentemente todo vuelva a la normalidad; sin embargo, este tipo de respuesta de
ansiedad puede llegar a desarrollar problemas mayores, como, por ejemplo, fumar demasiado,
comerse las uñas, beber en exceso, comer, o dar vueltas sin sentido en la cama tratando de
buscar la postura adecuada.
En las demencias, la ansiedad está presente en todos los momentos del proceso degenerativo,
creando un círculo vicioso en el cual los tres tipos de respuestas se solapan y se generalizan, sobre
todo los efectos negativos de la conducta.
La generalización se produce cuando se responde igual ante distintas situaciones, “estoy todo el día
nervioso”, “¡no sé qué me pasa!”. En el cuidador, la sensación de ansiedad que se tiene cuando se
está cerca del enfermo se generaliza a otros campos de su vida, como el trabajo o sus relaciones
personales, respondiendo igual ante su familiar enfermo que ante un amigo o un vecino. Si esta
activación se mantiene durante mucho tiempo, se generarían fuertes crisis de ansiedad o pánico
que pueden dar lugar a otros problemas de salud.
Depresión
Surge como consecuencia de una serie de acontecimientos que son percibidos como negativos por
parte de quien la sufre y que se mezclan con una pérdida de la motivación y de la esperanza que
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influye en todos los aspectos de la vida. Los síntomas que distinguen a la depresión son la tristeza,
la apatía y la incapacidad para encontrar satisfacciones.
Para que haya depresión establecida debe de haber al menos durante un periodo de 2 semanas
uno de estos síntomas y que además interfieran en su vida diaria:
• Estado de ánimo deprimido.
• Pérdida del interés y de la capacidad para el placer.
Y cinco de los siguientes:
• Estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día.
• Pérdida de interés y placer en todas o casi todas las actividades habituales.
• Aumento o pérdida significativa de peso.
• Insomnio o hipersomnia.
• Agitación o enlentecimiento psicomotor.
• Fatiga.
• Sentimientos irracionales de culpa, ruina personal...
• Dificultad en la atención y pensamiento.
• Dificultad en la toma de decisiones.
• Ideas de muerte.
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Conceptos generales
El psicólogo Flórez Lozano (2000) establece cuatro áreas de sobrecarga en los cuidadores de pa-
cientes con demencia:
• Dependencia afectiva: a medida que el enfermo comienza a demandar atención y ayuda, el
cuidador comienza a desarrollar una dependencia afectiva con respecto al enfermo. “Nadie
puede cuidarle como yo”, “depende de mí para todo”, con estas autoafirmaciones el cuidador
comienza a meterse en un círculo vicioso, del cual le resulta muy difícil salir, y que con el paso
del tiempo va a ser una fuente de estrés muy importante que va a limitarle en otras áreas de su
vida. En definitiva, a veces va a resultar difícil de saber quién necesita más a quién, si el enfermo
al cuidador o el cuidador al enfermo. Fruto además de esta dependencia viene la segunda área
de sobrecarga: el aislamiento social.
• Aislamiento social: los contactos sociales disminuyen desde que comienza la enfermedad. En un
principio es el enfermo quien se niega a salir, debido sobre todo a sus múltiples fallos cognitivos,
y poco a poco va intentando que el cuidador se encierre con él. El cuidador acepta este hecho
y se encierra con el enfermo. Poco a poco sus amistades, aficiones, e incluso su propia vida
laboral se van quedando a un lado, aumentando los sentimientos de soledad, abandono y falta
de ayuda, y comenzando a generar el definido como tercer área de sobrecarga: las discusiones
familiares.
• Problemas familiares: en el punto anterior se nombraron algunas diferencias entre cuidador hijo
o cuidador cónyuge. En ambos casos existe una similitud: la sensación de incomprensión de
todas las personas que le rodean, incluidos sus propios familiares, hermanos, hijos, esposos...
Como consecuencia del cuidado los problemas familiares aumentan, sobre todo a medida que
la enfermedad sigue su paso lento hacia fases más avanzadas. Es entonces cuando la falta de
ayuda es más percibida, entre otros aspectos porque con el desarrollo de la enfermedad surge
el cuarto área de sobrecarga: las alteraciones de conducta, con su consecuente descenso de
descanso y autocuidado.
• Alteraciones de conducta: la enfermedad avanza y con ella las alteraciones de conducta, vaga-
bundeo, obsesiones, alucinaciones, delirios, agresividad, agitación, despertares nocturnos... Todas
estas alteraciones producen en el cuidador una disminución de su descanso, tiene que estar
prácticamente las 24 horas del día pendiente del enfermo. Con este ritmo llega un momento en
el que el cuidador no puede más, en el cual sus defensas disminuyen y el estrés y otras altera-
ciones psicológicas comienzan a aparecer.
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En el presente capítulo se pretende dar las herramientas adecuadas al cuidador para facilitar en la
medida de lo posible el proceso de toma de decisiones. Para ello resultará fundamental intentar
realizar una compensación en su escala de valores, intentando balancear los aspectos racionales y
los aspectos emotivos a la hora de ver la solución más razonable, a fin de hacer más llevadera la
vida diaria con un enfermo de estas características.
Los familiares hacen de su responsabilidad y de su rol como cuidador su trabajo principal, porque
constantemente tienen que decidir lo que debe hacerse, quién ha de hacerlo, cuándo y dónde, y
en ocasiones hasta cómo se hará. Sin embargo, la toma de decisiones solo es un paso de la pla-
neación, incluso cuando se hace con rapidez y dedicándole poca atención o cuando influye sobre
la acción solo durante unos minutos.
•D
ecisiones: son combinaciones de situaciones y conductas que pueden ser descritas en térmi-
nos de tres componentes esenciales: acciones alternativas, consecuencias y sucesos inciertos.
Como puede observarse en esta definición, en una patología como la enfermedad de Alzheimer
estos componentes se van a ver claramente influenciados por el deterioro de la enfermedad,
esto dificultará la decisión a tomar debido a la incertidumbre de la evolución y a la dificultad para
encontrar alternativa y prever las consecuencias.
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•R
esultados: son situaciones describibles públicamente que ocurren cuando se llevan a cabo las
conductas alternativas que se han generado. Por lo tanto, el resultado va a depender en gran
parte de mi sistema de creencias y de valores, de la autopercepción que el cuidador posea sobre
la situación a tratar.
• Incertidumbre: se refiere a los juicios de quien toma la decisión de la propensión de cada suceso
de ocurrir. Se describe con medidas que incluyen probabilidad, confianza y posibilidad (likelihood).
¿Qué probabilidad creo tener de que la decisión que he tomado va a salir bien y va a beneficiar
a mi madre enferma de Alzheimer?
• T omar una decisión: tras realizar evaluaciones continuas de mi alrededor, se refiere al proceso
entero de elegir un curso de acción. Tras una evaluación continuada en mi proceso interior.
Según lo anteriormente descrito, los procesos de toma de decisiones se basarían básicamente en
encontrar una conducta adecuada para una situación en la que hay una serie de sucesos inciertos.
En la enfermedad de Alzheimer el futuro es totalmente incierto para la familia y también para el
enfermo, existen una serie de cuestiones que no dependen del cuidador y sobre las cuales no va a
poder hacer nada para alterar su curso, como, por ejemplo, todos los factores evolutivos de la enfer-
medad, y otros sobre los cuales su decisión sí que puede influir en el bienestar físico y psicológico
tanto del enfermo como del cuidador, como pueden ser los relativos a la calidad de vida de ambos.
Una vez determinada cuál es la situación, para tomar decisiones es necesario elaborar acciones al-
ternativas, extrapolarlas para imaginar la situación final y evaluar los resultados teniendo en cuenta
la incertidumbre de cada resultado y su valor. Así se obtiene una imagen de las consecuencias que
tendría cada una de las acciones alternativas que se han definido. De acuerdo con las consecuen-
cias se asocia a la situación la conducta más idónea, eligiéndola como curso de acción.
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Con todo ello se pueden definir cinco aspectos claves para tomar una buena decisión, acorde a mis
intereses, emociones y sentimientos; los cinco aspectos serían los siguientes:
• Información: esta se recoge tanto para los aspectos que están a favor como en contra del pro-
blema, con el fin de definir sus limitaciones. Sin embargo, si la información no puede obtenerse,
la decisión entonces debe basarse en los datos disponibles, los cuales caen en la categoría de
información general.
• Conocimientos: si quien toma la decisión tiene conocimientos, ya sea de las circunstancias que
rodean el problema o de una situación similar, entonces estos pueden utilizarse para seleccionar
un curso de acción favorable. En caso de carecer de conocimientos, es necesario buscar consejo
en quienes están informados.
• E xperiencia: cuando un individuo soluciona un problema de forma particular, ya sea con resul-
tados buenos o malos, esta experiencia le proporciona información para la solución del próximo
problema similar. Si ha encontrado una solución aceptable, con mayor razón tenderá a repetirla
cuando surja un problema parecido. Si carecemos de experiencia, entonces tendremos que expe-
rimentar; pero solo en el caso en que las consecuencias de un mal experimento no sean desas-
trosas. Por lo tanto, los problemas más importantes no pueden solucionarse con experimentos.
• Análisis: no puede hablarse de un método en particular para analizar un problema, debe existir
un complemento, pero no un reemplazo de los otros ingredientes. En ausencia de un método
para analizar matemáticamente un problema, es posible estudiarlo con otros métodos diferentes.
Si estos otros métodos también fallan, entonces debe confiarse en la intuición. Algunas personas
se ríen de la intuición, pero si los otros ingredientes de la toma de decisiones no señalan un
camino que tomar, entonces esta es la única opción disponible.
• J uicio: el juicio es necesario para combinar la información, los conocimientos, la experiencia y
el análisis, con el fin de seleccionar el curso de acción apropiado. No existen sustitutos para el
buen juicio.
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progresivamente a medida que nos hacemos mayores. Por lo general, surge en ambientes abierta-
mente hostiles y rechazantes, que sabotean el bienestar y la autoestima personal. Muchas veces
se expresa a través de mensajes directos o indirectos del tipo “los hombres no lloran” o “no te rías
tan alto”, por ejemplo.
En resumen, en la medida en que desconocemos o no tomamos en serio nuestros sentimientos,
saboteamos nuestro proceso de toma de decisiones porque, aunque muchas veces ese proceso es
racional, no cabe duda de que el afecto ejerce un rol importante.
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La engañosa creencia de que no hay tiempo se utiliza a menudo con consecuencias negativas, ya
que puede producirse una acentuada presión y una reacción de temor. Es uno de los principales
obstáculos en el proceso de toma de decisiones, ya que impide hacer uso de los recursos perso-
nales que se necesitan para elegir una alternativa.
Cuando la persona consigue liberarse del agobio del tiempo, suele desaparecer la ansiedad y puede
utilizar el tiempo provechosamente para analizar y sopesar las opciones, y para relajarse en caso
necesario durante las distintas fases de la elección.
Las personas pueden pasar por periodos breves de trastornos emocionales, durante los cuales
no es propicio hacer elecciones. Pero, cuando se producen trastornos tan pronunciados que
conllevan pensamientos intrusos, intereses conflictivos, ausencia de un fuerte sentido del yo,
carencia de una escala de valores, etc., que impiden la integración o cohesión de todos los
aspectos de una situación, se impone un tratamiento que pueda influir en el desarrollo de una
fuerza integradora madura. Esta permitirá que la persona sepa quién es y qué quiere realmen-
te, estableciendo un orden de prioridades, antes de estar en condiciones de tomar auténticas
decisiones.
Ante una situación de toma de decisiones, algunas preguntas que nos hagamos podrían servir de
guía para ayudar a su identificación: ¿qué siento en este momento?, ¿cómo afecta a mi comodidad?,
¿qué cosas son importantes para mí?, ¿las opciones a mi disposición son suficientemente buenas?,
¿siento una ansiedad incontrolable?, ¿cuáles son mis cualidades reales?, ¿qué pasaría si mi elección
no le gustara, por ejemplo, a mi padre?, ¿cómo me sentiré si me equivoco?, ¿le doy más importancia
a lo que debería hacer que a lo que quiero hacer?, ¿soy consciente de las diferentes alternativas a mi
alcance?, ¿a menudo pienso que debo darme prisa?, ¿estoy analizando la realidad objetivamente?,
entre otras.
Si se responde afirmativamente a estas preguntas, la persona puede darse cuenta de que está atra-
pada en algún(os) de los bloqueos, lo que constituye un primer paso para abandonar los hábitos
negativos. Como no basta con la toma de conciencia, luego tendrá que empeñarse en un cambio
que le permita el ejercicio de un comportamiento decisional más eficiente.
Sin embargo, cuando ello no es suficiente (porque la persona está desorganizada, cuando hay
serios problemas de autoestima, cuando hay trastornos de sentimientos, pensamientos y emo-
ciones, cuando más que un problema de indecisión existe un problema de inseguridad, etc.), se
requiere de la ayuda profesional que puede prestar el psicólogo o psiquiatra, quienes pueden
realizar las intervenciones necesarias para propiciar la corrección de la problemática por parte de
la persona.
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Módulo I: Lo esencial en el cuidado y atención a la persona mayor.
Conceptos generales
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Módulo I: Lo esencial en el cuidado y atención a la persona mayor.
Conceptos generales
• E s muy importante conseguir involucrar desde el inicio a cuantas más personas mejor en el cui-
dado del enfermo. De este modo se evitará la figura del cuidador único o principal.
Las necesidades y carencias de las familias surgen de forma paralela y simultánea con el desarrollo
de la enfermedad, siendo las mismas:
• Incomprensión, angustia, pena y sensación de desamparo.
• C arencia de conocimientos sobre lo que la enfermedad significa, cómo hacerle frente y a dónde
acudir en demanda de esa ayuda médica, humana e institucional que mitigue en lo posible la
sensación de impotencia y dolor en el que se ven sumidos los familiares.
•N
ecesidad de contar con una persona que en lo sucesivo pueda ir ocupándose cada vez más
del enfermo.
•N
ecesidad de contar con medios adecuados, tanto económicos como materiales y de asistencia
externa, que permitan ir haciendo más soportable la carga del cuidador, que sin padecer per-
sonalmente la enfermedad, sí se ve afectado de una manera total en el desarrollo futuro de su
proyecto vital, ya que la situación en la que se ve inmerso afecta a su psiquis, a su economía, a
su trabajo, a su futuro y a su vida privada y familiar.
Estas necesidades y carencias, comunes a todos, se diversifica en función, sobre todo, de la edad
de iniciación del proceso de la enfermedad, de la persona que ha de constituirse en cuidador prin-
cipal y del grado de parentesco, afinidad o relación que se haya mantenido a lo largo de la vida
con el enfermo.
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Conceptos generales
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Conceptos generales
Las asociaciones de familiares son fundamentales para poder prestar esta asistencia psicosocial
ausente en la mayoría de las administraciones públicas.
Terapias individuales
La atención individual de los cuidadores debe estar basada principalmente en dos corrientes, la
humanista y la cognitiva conductual. La primera, porque es importante empatizar y comprender la
situación por la que está pasando; es fundamental que el cuidador se sienta comprendido y es-
cuchado, permitiendo de este modo que todos sus sentimientos y emociones salgan a la luz. La
segunda, porque, por otro lado, siempre se tiene que perseguir el cambio de aquellos patrones del
pensamiento y de la conducta que están interfiriendo en el mal afrontamiento del proceso degene-
rativo de la enfermedad, llevando al cuidador a una mala toma de decisiones que con el paso del
tiempo puede desembocar en algunos de los trastornos vistos en puntos anteriores.
Grupos
Los objetivos sobre los que deben desarrollarse los programas de intervención grupal para la aten-
ción al cuidador deben estar asentados en estos cuatro puntos principales:
• P erseguir el cambio: intentar modificar conductas, creencias, actitudes, pensamientos y formas
de actuar. Esta es la primera premisa para poder avanzar. Los familiares deben de querer cam-
biar, no conformarse con su situación actual nociva y modificar su entorno para desbloquear sus
emociones.
• Desculpabilizar: el cuidador no tiene que sentirse culpable por cambiar, debe descubrir su nuevo
yo, aceptar que el cambio parte desde uno mismo y que a la larga este cambio será beneficioso
para el cuidador y para el enfermo.
• F ormar: las actividades grupales tienen que intentar formar a los cuidadores a nivel psicoeduca-
tivo en aquellas áreas más deficitarias o donde necesiten más formación personal para comple-
mentar el desarrollo personal.
• Motivar: los grupos tienen que ser motivantes y homogéneos, si se logra motivar a los partici-
pantes los beneficios no tardarán en llegar.
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Conceptos generales
Ejercicio de relajación
Esta es una técnica incluida dentro de las técnicas fisiológicas. Con ella, el estado de relajación se con-
sigue con la previa tensión y distensión de aquellos músculos que se contraen durante un momento
de estrés o ansiedad. Con el entrenamiento en esta técnica se consigue que el sujeto pueda percibir
qué músculos se encuentran tensos en algún momento y que, una vez percibidos, los pueda relajar
de forma rápida y voluntaria: se le entrena en diversos ejercicios (cada uno de ellos para tensar y relajar
los diferentes grupos musculares) e instruye para que sea capaz de percibir y diferenciar las distintas
señales fisiológicas de cada estado (tensión y relajación), pasando rápidamente de uno a otro.
Algunos ejercicios que se realizan para tensar los diferentes grupos musculares son los siguientes:
Pierna, muslo, pantorrilla y pie dominante Intentar subir la pierna con fuerza sin despegar el pie del suelo.
Pierna, muslo, pantorrilla Doblar el pie hacia arriba tirando con los dedos,
y pie no dominantes sin levantar el talón del pie del suelo.
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Conceptos generales
•H
aga todo lo que pueda para conservar su propia salud. Vaya al médico periódicamente, con-
súltele lo que le duele, lo que siente, etc., y explíquele su situación personal. Muchas veces el
cuidador debe medicarse por prescripción médica, para evitar el insomnio, la angustia o la depre-
sión. También es frecuente la aparición de lesiones musculares, dolores de espalda, cervicales,
etc., por el esfuerzo de mover al enfermo, para levantarle, ducharle, etc., que deben de ponerse
en conocimiento del médico.
•N
o se aísle. A pesar de todo, continúe quedando con los buenos amigos que le quedan, acuda
a reuniones sociales. El cuidador necesita tener amigos y también nuevos amigos relacionados
con la situación que Vd. está viviendo.
• P rocure mantener alguna de las actividades que siempre le han divertido: ir al cine, pasear, tocar
el piano, pintar, hacer punto, hacer crucigramas.
• L a risa, el amor y la alegría son fundamentales para su bienestar y para su vida con el en-
fermo. Si tiene la suerte de sentirse bien “en medio del temporal”, no se avergüence de ello.
Procure buscar personas, cosas, situaciones y actividades que le satisfagan. Una persona
serena irradia armonía, y si además se ríe, relajará el ambiente. El enfermo vivirá mejor con
su alegría.
• P rocúrese un tiempo semanal para usted. Busque a un familiar, asistente, etc., que cuide del enfer-
mo unas horas a la semana para que Vd. pueda salir y relajarse. Y no olvide tomarse unas vaca-
ciones, al menos anualmente, después de haber descansado verá las cosas con mayor serenidad.
Descanso:
• Dormir lo suficiente, en torno a 8 horas.
• Tomar vacaciones y fines de semana como tiempo de ocio y descanso.
• Fomentar las relaciones sociales como alternativa al trabajo.
• Dejar el trabajo en la oficina (tanto los papeles como las preocupaciones).
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Conceptos generales
Ejercicio físico:
• La práctica moderada de algún deporte o ejercicio físico ayuda a relajarnos.
• Andar todos los días al menos 30 minutos.
•U
tilizar las actividades de ejercicio físico para airearnos (naturaleza) y airear nuestros pensamien-
tos, charlando relajadamente con familiares o amigos.
Organización:
• L a organización del tiempo y de nuestras actividades, estableciendo horarios, es fundamental para
poder descansar, no estar preocupados, no sufrir continuos sobresaltos, olvidos importantes, etc.
• No llegar tarde a las citas, contando con los pequeños retrasos habituales para estar a tiempo.
• Saber seleccionar actividades cuando no podemos hacer todo.
Atribuciones y autoestima:
• S i hemos hecho bien una cosa, reconocer nuestra propia autoría y felicitarnos por ello (no ha sido
la suerte, sino nuestro esfuerzo y nuestra capacidad).
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Conceptos generales
• S i hemos hecho mal una cosa, no echar balones fuera, reconocer que hemos actuado mal en
esta ocasión, analizar nuestros errores y corregirlos, sin culpas, sin pensamientos negativos sobre
uno mismo (“esta vez lo he hecho mal, debo corregirlo”).
• Es bueno querernos y tratarnos bien.
Bibliografía recomendada
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67 IR AL ÍNDICE
Curso on-line
Puntos clave
• El buen trato es universal, es el resultado del respeto a los derechos y la dignidad.
• Dar y recibir buen trato no tiene edad.
•B
uen trato a mayores merece el diseño de estrategias, campañas de sensibilización, sostenibili-
dad y adaptación de modelos de atención, de cuidados.
• F ormar a los cuidadores principales, familiares, profesionales y ciudadanos, facilita el buen trato,
previene el trato inadecuado.
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Conceptos generales
Formar a los cuidadores principales, familiares, profesionales y ciudadanos, facilita el buen trato,
previene el trato inadecuado, posibles negligencias por desconocimiento y evita situaciones de
sobrecarga y claudicación familiar.
Favorecer la visibilidad de la heterogeneidad característica de las personas mayores, el envejeci-
miento saludable, planificación para envejecer activamente, promocionar la solidaridad intergenera-
cional y el voluntariado.
Facilitar el acceso a recursos, información, participación y decisión en el plan de cuidados. El acceso
a tecnología diseñada para prevenir situaciones de riesgo y dar apoyo, seguimiento de su situación,
relación con profesionales, familia, amigos y mantener el contacto con la realidad.
Ofrecer una atención integral al final de la vida, en situaciones de enfermedad avanzada, a las
personas mayores, a familias y profesionales, desde los aspectos físicos, emocionales, sociales y
espirituales, da sentido y esperanza a la vida.
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Conceptos generales
•A
compañamiento y presencia: ofrézcale tiempo para disfrutar y compartir momentos en su
compañía, hágase presente, aporte seguridad.
• T iempo: dé tiempo en la realización de actividades de la vida diaria, no le sobreproteja, ayude
solo cuando sea necesario, haciendo visible el beneficio de poder realizar actividades por sí
mismo.
• P ida ayuda: si la dedicación a los cuidados le produce sobrecarga, pida ayuda a su familia, a los
profesionales de la salud y a los servicios sociales.
•A
nte el trato inadecuado y posible maltrato, “tolerancia cero”: si como familiar, vecino o pro-
fesional detecta situaciones de riesgo, o posible trato inadecuado, no mire a otro lado, informe.
Ante la evidencia o sospecha de maltrato en relación a las personas mayores, denuncie ante la
autoridad competente.
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Conceptos generales
4. Cuide su salud.
5. Participe, su opinión importa.
6. No deje de aprender.
7. Reclame sus derechos.
8. Defienda su derecho a vivir mejor.
9. Pregunte y escuche.
10. Si recibe trato inadecuado, identifique y actúe.
Puntos clave
• E l maltrato a las personas mayores es una violación de los derechos humanos y una causa
importante de lesiones, enfermedades, pérdida de productividad, aislamiento y desesperación.
• E nfrentarse al maltrato de las personas mayores y reducirlo requiere un enfoque multisectorial y
multidisciplinar (Organización Mundial de la Salud).
• Las personas con mayor fragilidad a menudo son maltratadas porque aparentan ser víctimas fáciles.
Prevalencia
Todavía siguen siendo escasos los estudios que permitan cuantificar la prevalencia y tipo de mal-
trato, y estudios que evidencien la efectividad de las medidas, para planificar los servicios sociales,
sanitarios, jurídicos, de protección, y desarrollar acciones dirigidas a la prevención y el bienestar y la
dignidad, favoreciendo el buen trato de las personas mayores.
Los estudios, en España, nos aportan datos variables en el porcentaje de personas mayores que
padecen maltrato, desde el 5 al 12% en el entorno doméstico. Las cifras sobre maltrato en el entor-
no institucional nos ofrecen datos poco precisos, pero que sugieren el estudio y revisión de buenas
prácticas en la atención, gestión y diseño de centros, la supervisión de asistencia que contemple
los principios bioéticos y el modelo de calidad de vida.
Solo determinados casos presentan denuncia, y algunas de las causas son debidas a:
• Dificultad por parte de la víctima para denunciar.
• Incapacidad por deterioro cognitivo o demencia.
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Conceptos generales
Definición de maltrato
“Todo acto u omisión como consecuencia del cual hay un daño o riesgo de daño para la salud o
el bienestar de la persona” (American Medical Association –AMA–, 1987).
“Un acto, único o reiterado, u omisión que causa daño o aflicción a una persona mayor y que se
produce en el seno de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza” (Action on
Elder Abuse, Reino Unido).
Es necesario diferenciar, abuso, negligencia y maltrato:
• Abuso: “Todo acto u omisión que provoca en el anciano daño o temor hacia su salud o bienestar”
(AMA).
•N
egligencia: “Negligencia es el incumplimiento voluntario o involuntario de las funciones propias del
cuidador para proporcionar los alimentos o cuidados necesarios, para evitar daño físico, angustia o
daño mental, la administración incorrecta de medicamentos y la falta de cuidados médicos“ (AMA).
•M
altrato a los mayores: “Cualquier acto u omisión que produzca daño, intencionado o no, practicado
sobre personas de 65 y más años, que ocurra en el medio familiar, comunitario o institucional, que vul-
nere o ponga en peligro la integridad física, psíquica, así como el principio de autonomía o el resto de
los derechos fundamentales del individuo, constatable objetivamente o percibido subjetivamente”.
(1.ª Conferencia Nacional de Consenso sobre el anciano maltratado, Almería, 1995).
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Conceptos generales
Puntos clave
• La mejor herramienta para la detección y prevención de los malos tratos es fomentar una buena
coordinación y trabajo en equipo.
• El maltrato le puede suceder a cualquier persona mayor, pero a menudo afecta a las personas
de mayor edad que dependen de otras personas.
• El maltrato de personas mayores no dejará de ocurrir por sí solo, es necesario que alguien lo
aborde y ofrezca ayuda a la víctima.
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Conceptos generales
Individuales (víctima):
• Sexo: mujer.
• Edad: 75 años.
• Dependencia: alto nivel de discapacidad física, cognitiva o intelectual.
• Demencia: enfermedad de Alzheimer y otras demencias.
• Enfermedad mental.
• Trastornos de conducta.
• Dependencia emocional.
Individual (agresor):
• Abuso de sustancias y alcohol.
• Psicopatología.
• Historia familiar de violencia. Conflicto familiar previo.
• Dificultades económicas y ausencia de recursos.
• Sobrecarga del cuidador.
Entorno/comunidad:
• Aislamiento social.
• Falta de recursos de apoyo y seguimiento social y sanitario.
Institucionales:
• Falta de formación, personal o medios materiales.
• Horarios y normas inadecuadas.
• Ausencia de supervisión y control.
• Instalaciones no adaptadas.
• Falta de alimentación adecuada, de higiene, de movilización, de intimidad, de espacio.
• Ausencia de valoración y planes individuales de atención.
• Restricciones físicas y farmacológicas inadecuadas, sin control médico.
• Accidentes y caídas con lesiones por ausencia de supervisión.
• Vulneración de la dignidad.
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Conceptos generales
Sociedad:
• Discriminación por edad: ageísmo.
• Otras formas de discriminación: racismo, sexismo.
• Factores sociales y económicos.
• Normalización de situaciones de violencia.
Indicadores de maltrato
• Maltrato físico: heridas, golpes, fracturas, hematomas, quemaduras, marcas, administración abu-
siva de fármacos o drogas, forzar la ingesta de alimentación, uso inadecuado de restricciones
físicas.
• Maltrato sexual: contacto sexual de cualquier tipo, no consentido o con personas incapaces de
dar consentimiento, infecciones genitales de dudoso origen, heridas o hemorragias vaginales
o anales, hematomas o marcas en zona genital o anal, fluidos que evidencian relación sexual,
realización de fotografías.
• Maltrato psicológico: amenazas, intimidación, burlas, ansiedad, desesperanza, labilidad, senti-
mientos de culpabilidad, de ser una carga, baja autoestima, negación y dudas para hablar sobre
ello, vulneración de derechos básicos, aislamiento e incomunicación social o familiar, ausencia
de intimidad.
• Maltrato/abuso económico: vulneración del derecho de decidir sobre bienes o dinero propio, ro-
bos, estafa, hurto, apropiación de bienes materiales o inmuebles, coacción a firma de documentos,
testamentos, falsificación de firmas, movimientos irregulares y desvío de cantidades de dinero.
• Negligencia: ausencia o déficit de cuidados básicos, de higiene, de vestido, de nutrición e hi-
dratación adecuada, falta de administración de tratamientos sanitarios o farmacológicos, úlceras
y heridas en la piel por ausencia de movilización, obligación de uso de pañales, ausencia de
medidas en situaciones que pueden ser accidentalmente peligrosas.
Detección de maltrato
La sospecha o confirmación de malos tratos va a depender en gran medida de la actuación de los
profesionales. En la comunicación con la posible víctima se debería cuidar la empatía, la sensibili-
dad, la confidencialidad y la disposición para ayudarle a salir de esta situación.
La actitud del profesional con el posible responsable de los malos tratos debe cuidar la objetividad,
la empatía y evitar preguntas provocadoras en las que se pueda sentir acusado.
Existen cuestionarios a modo de herramientas para poder abordar la detección de maltrato, como
sugieren algunos autores:
• ¿ Alguien en casa le ha hecho daño alguna vez?
• ¿ Alguien le ha tocado alguna vez sin su consentimiento?
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Conceptos generales
• Justifica la conducta del cuidador como algo normal debido a su manera de ser: “mi hijo siempre
ha tenido mucho carácter”, “mi esposo tiene mucho genio”...
• Intenta evitar que la persona mayor se quede a solas con otras personas.
• Se siente incómodo con el hecho de tener que convivir o cuidar al mayor.
• Se muestra verbalmente abusivo o, por el contrario, extremadamente atento o encantador con
la persona mayor.
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Conceptos generales
Bibliografía recomendada
Arellano Pérez M, Garreta Burriel M, Cervera Alemany M.ªA. Tratado de Geriatría para residentes. SEGG. Negligencia,
Abuso y Maltrato.
Barbero Gutiérrez J, Moya Bernal A. Guía de actuación de Malos tratos a personas mayores. IMSERSO, 2005.
Buen trato a las personas mayores. Dirección General de Mayores. Ayuntamiento de Madrid, 2010.
Gómez Martín P, Díaz Veiga P, et al. Guía práctica del buen trato a las personas mayores. SEGG, 2011.
Gómez Martín P, Díaz Veiga P. Decálogo para el buen trato a las personas mayores, 2012.
Jornadas de Prevención e Intervención en Malos Tratos a Personas en situación de Dependencia. IMSERSO, 2006.
Kessel Sardiñas H, Marín Gámez N, Maturana Navarrete N, et al. Primera Conferencia Nacional de Consenso sobre el
anciano maltratado. Rev Esp Geriatr Gerontol 1996; 31(6):367-72.
Malos tratos a las personas mayores. Aportación española a los avances internacionales en la adaptación lingüística
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IMSERSO, 2007.
Sánchez del Corral F, Sancho Castiello M, et al. Vejez, negligencia, abuso y maltrato. La perspectiva de los mayores y
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Ancianos. Hong Kong, septiembre de 1989.
77 IR AL ÍNDICE
Curso on-line
Comunicación y sexo
La comunicación en el sexo es uno de los aspectos clave para conseguir la máxima satisfacción,
para ello es imprescindible potenciar el diálogo y el mutuo interés en las necesidades de la pareja,
es por lo tanto uno de los elementos más importantes para lograr la plenitud sexual. La mayoría de
los problemas de compatibilidad sexual surgen de la carencia de comunicación, de las necesidades
y gustos en el momento de compartir la intimidad. Muchas parejas viven juntas durante décadas
sin detenerse nunca a dialogar sobre la vida sexual, les parece incluso vergonzoso interesarse sobre
las necesidades del otro en ese campo.
Por lo tanto, la información sobre qué tipo de caricias o besos estimulan más a la pareja, qué posi-
ción les causa mayor placer o la forma de estimular zonas erógenas se pierde como consecuencia
de la falta de comunicación.
A las dificultades naturales para el diálogo debe añadirse una escasa, nula o deficiente educación
sexual. En este campo es de destacar la influencia del “machismo” como sistema social que deter-
mina el comportamiento de hombres y mujeres, perpetuando conductas que cercenan, principal-
mente en el varón, sus capacidades potenciales de dar y recibir afecto.
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Conceptos generales
propios profesionales sanitarios, ya que hasta hace muy poco tiempo no se consideraba correcto
hablar públicamente de la sexualidad, y en el caso concreto de los mayores podía parecer hasta
“improcedente” plantear siquiera la posibilidad de que tuvieran su propia sexualidad.
Pero, actualmente, tratar de negar la existencia de la sexualidad en las personas mayores sería in-
correcto, ya que la sexualidad es una constante vital que se va desarrollando a lo largo de nuestras
vidas y nos acompaña hasta la muerte. Por lo tanto, plantear que la sexualidad desaparece con los
años no se fundamenta, ya que nadie, desde el punto de vista científico, podría decir a qué edad
desaparece la actividad sexual, bien como pensamiento o deseo sexual (libido) o como actividad
física (coito, tocamientos, besos, caricias, etc.).
En este sentido, no hay que olvidar que cada vez está más integrada la sexualidad, incluso la de
las personas mayores, dentro de su calidad de vida, y que los profesionales sanitarios deberíamos
esforzarnos más en incorporar la sexualidad y sus alteraciones dentro de la atención integral del
anciano.
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Conceptos generales
La viudedad
En la población de mayor edad, esta situación aparece como uno de los principales condicionantes
del cese de la sexualidad. Aunque es difícil de determinar, la situación de viudedad podría no tener
el mismo impacto sobre el cese de la actividad sexual en las mujeres que en los hombres, ya que,
al margen de la diferencia demográfica, tradicionalmente ha existido una fuerte tendencia social a
considerar como negativo el establecimiento de nuevas relaciones afectivas e incluso los nuevos
matrimonios más en las mujeres viudas que en los hombres, lo cual sin lugar a dudas puede limitar
la actividad sexual de estas. En este sentido, en algunos estudios se ha comunicado que una gran
mayoría de las mujeres viudas cesaban sus relaciones sexuales a partir del fallecimiento de su esposo.
Falta de intimidad
Este factor está poco considerado en la sexualidad de las personas mayores, si bien posee una gran
trascendencia y suele presentarse con bastante frecuencia, debido al cambio en el estilo de vida
que se produce por distintas circunstancias (necesidad de compartir la vivienda familiar, no disponer
de una habitación propia, institucionalización).
Esta falta de intimidad, que podría generar una limitación importante para expresar su sexualidad,
va unida algunas veces a los conflictos que pueden surgir con los familiares o cuidadores directos,
al no entender o aceptar las expresiones sexuales del anciano, y adoptar actitudes restrictivas o
inhibitorias hacia la sexualidad. Este hecho es bien conocido en el ámbito residencial, y plantea
algunos problemas que van desde la necesidad de educación del personal hasta el intento de
ubicación de los residentes en ambientes más íntimos.
Lo ideal sería, en la medida de lo posible, intentar que la persona mayor dispusiera de un espacio
físico propio, en el que pudiera tener su intimidad y que los familiares y/o cuidadores aceptaran la
necesidad y conveniencia de que expresaran su sexualidad, tratando de que no resultara negativo
o incómodo para el resto de familiares ni de residentes.
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Conceptos generales
Hogar y familia
En ocasiones, la convivencia de distintas generaciones dentro del domicilio dificultan los encuentros
íntimos de la pareja, tanto por falta de intimidad como por una serie de normas rígidas establecidas
por los otros miembros de la familia.
Jubilación
El cambio de rol producido por la pérdida del trabajo y la reubicación a la nueva realidad interfiere
de manera significativa en las relaciones sexuales. La necesidad de encontrar nuevas metas y de
aceptar la nueva realidad conlleva un deterioro en las ganas e iniciativa necesarias para el fomento
de la actividad sexual.
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Conceptos generales
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Conceptos generales
•Q
ue el personal de la institución adopte una posición de normalidad ante muestras de cariño
entre residentes y no haga bromas al respecto, tratando a los mayores como si de adolescentes
se tratara, entendiendo que se encuentran ante una relación adulta que merece todo nuestros
respetos.
• Llamar a las puertas de las habitaciones antes de entrar, respetando su derecho a la intimidad.
• No reprobar las conductas de masturbación.
•D
ar charlas informativas a los residentes acerca de los cambios físicos que acompañan a la vejez
y fomentar que se pueda hablar de sexualidad de una manera abierta en el centro.
•Q
ue haya una persona encargada de atender las dudas y/o problemas que los residentes quieran
resolver de manera individual, respetando al máximo la privacidad del paciente.
• F omentar entre los residentes que mantengan una autoimagen adecuada, brindándoles apoyos,
como podólogo, peluquería, etc., permitiendo que se vistan según su estilo, no haciéndoles per-
der su identidad y logrando que sigan viéndose físicamente atractivos.
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Curso on-line Atención y cuidado a las personas mayores.
Dirigido a los profesionales de Medicina, Farmacia, Enfermería y Terapia ocupacional 3ª EDICIÓN
Módulo I: Lo esencial en el cuidado y atención a la persona mayor.
Conceptos generales
• C reación de redes sociales: favorecer la creación de redes sociales adecuadas para personas
mayores que les permitan satisfacer sus necesidades de afecto e intimidad en casos de bajo
apoyo social o situaciones de soledad (viudez o separación).
• Equilibrio emocional: la sexualidad implica con frecuencia un equilibrio delicado entre los as-
pectos emocionales y físicos. La forma en la que se autoperciben los mayores condiciona la
respuesta sexual, como, por ejemplo, el miedo a la impotencia puede convertir esta en real como
consecuencia de la ansiedad ante el rendimiento.
• “Ayudas técnicas”: puede haber coito doloroso u otro tipo de problemas que dificulten las rela-
ciones sexuales, por lo que es recomendable poder acudir a tiendas especializadas para buscar
lubricantes y otras ayudas que permitan potenciar fantasías y mejorar la práctica sexual.
•H
ablar con naturalidad de la sexualidad: sería deseable que se pudiera hablar de la sexualidad
en las personas mayores con mucha más naturalidad, si bien, debido a la escasa formación de
los profesionales sanitarios, la actitud más extendida es la de ignorar la sexualidad. En este sen-
tido, muchos médicos y otros profesionales sanitarios evitan hablar de los aspectos sexuales con
sus pacientes, hasta el extremo de no recoger datos acerca de la sexualidad en la valoración,
ya que creen que es un tema que no interesa o preocupa a los ancianos, y además se pueden
encontrar incómodos al hablar de él.
• No renunciar obligatoriamente a la sexualidad: las personas mayores pueden seguir deseando
mantener su sexualidad, sin que deban renunciar a ella de forma impuesta. La renuncia a la ac-
tividad sexual debe ser el último recurso, y debe quedar siempre como opción personal y nunca
una consecuencia irremediable.
Bibliografía recomendada
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Palacios-Ceña D, Carrasco-Garrido P, Hernández-Barrera V, et al. Sexual Behaviors among Older Adults in Spain: Re-
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