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CURSO: III MAESTRÍA EN IMPACTOS TERRITORIALES DE LA GLOBALIZACIÓN EN

ÁMBITOS PERIFÉRICOS Y CENTRALES


TÍTULO: REDES, NODOS Y CIUDADES: TRANSFORMACIÓN DE LA METRÓPOLI
LATINOAMERICANA
AUTOR: De Mattos, Carlos A.
INSTITUCIÓN: Pontificia Universidad Católica de Chile

Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales


Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos
Pontificia Universidad Católica de Chile

REDES, NODOS Y CIUDADES:


TRANSFORMACIÓN DE LA METRÓPOLI
LATINOAMERICANA

Carlos A. de Mattos

Comunicación al VII Seminario Internacional de la Red Iberoamericana de Investigadores


sobre Globalización y Territorio (RII), a realizarse en Camagüey, Cuba, del 27 al 29 de
noviembre del 2002. Una primera versión del mismo fue presentado en el Seminario Nacional
"Metrópoles: entre a coesão e a fragmentação, a cooperação e o conflito" que se realizó en Rio
de Janeiro del 5 al 9 de agosto de 2002.
REDES, NODOS Y CIUDADES: TRANSFORMACIÓN
DE LA METROPOLI LATINOAMERICANA

Carlos A. de Mattos
Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales
Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos
Pontificia Universidad Católica de Chile

A. LIBERALIZACIÓN ECONOMICA, DESREGULACION,


CRECIMIENTO METROPOLITANO
Desde mediados de la década de los años setenta, al buscar una salida al
agotamiento del modelo de crecimiento hacia adentro vía industrialización sustitutiva
que habían aplicado por varias décadas, los países latinoamericanos se fueron
plegando, con diversa convicción e intensidad, a las recomendaciones realizadas para
los países en desarrollo por algunos organismos multilaterales (especialmente FMI y
Banco Mundial), que preconizaban la realización de un conjunto de reformas
estructurales, como camino para restablecer la competitividad y el crecimiento. Esta
receta, que tenía sus raíces teórico–ideológicas en la ortodoxia económica neoclásica de
la escuela monetarista de Chicago, posteriormente logró amplio predicamento político
bajo el rótulo de Consenso de Washington y adquirió resonancia pública bajo la
polisémica denominación de "modelo neoliberal"; en términos generales, corresponde al
enfoque que fue adoptado e impulsado por los gobiernos de Thatcher y de Reagan en
Gran Bretaña y Estados Unidos respectivamente, enfoque éste que ha marcado la
evolución de la economía mundial desde la década de los ochenta.
Lo que entonces comenzó a aplicarse en estos países fue una estrategia
encaminada a producir una profunda reestructuración (o "ajuste" estructural) de las
respectivas economías nacionales; con este objetivo la mayoría de estos países impulsó
una radical liberalización económica, basada en principios de subsidiaridad y
neutralidad del Estado, que incluyó diversas medidas en materia de desregulación,
privatización, apertura externa, flexibilización salarial, etc. Estos procesos de
reestructuración –en los que comenzó a jugar un papel clave la difusión y adopción de
las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC)– significaron la
progresiva incorporación de estos países a la dinámica de la globalización, sentando las
bases para que se iniciara en ellos una nueva fase de modernización stricto–sensu capitalista.

1
En este nuevo escenario, en la mayoría de estos países se produjo una
revalorización del papel de las áreas metropolitanas principales (AMP) y una
recuperación de su crecimiento y expansión, acompañada por una transformación que
parece seguir la misma dirección que se observa en las grandes ciudades de los países
desarrollados; esta transformación ha sido de tal magnitud, que diversos autores han
considerado necesario proponer nuevas denominaciones para aludir a la ciudad
emergente, en el entendido de que las utilizadas anteriormente ya no resultaban
apropiadas1. Numerosas investigaciones y estudios realizados en los últimos años sobre
los alcances, la magnitud y las modalidades de las transformaciones en diversas AMP
latinoamericanas2 aportan elementos de juicio para caracterizar y comparar su
evolución con la de los países de mayor desarrollo.
Frente a esta situación, parece importante discernir cuales de estas
transformaciones son atribuibles al avance de la globalización y cuales a una evolución
inherente a la particular y específica dinámica interna de cada ciudad. Por que, como
afirma Prévôt–Schapira (2000: 407) "la globalización no determina una lógica única de
espacialización de las actividades, existen formas específicas ligadas a los procesos
endógenos de producción de la ciudad". Esto es, más allá de las transformaciones
derivadas de los impactos de la globalización, resulta evidente la persistencia de la
identidad particular de cada ciudad, la que se manifiesta tanto en la idiosincrasia de sus
habitantes, como en su configuración y morfología básicas, en su arquitectura, en su
paisaje urbano, etc. Las notorias y conocidas diferencias entre Paris y Londres, o entre
Buenos Aires y Sao Paulo, ilustran a este respecto; no parece probable que los efectos de
la globalización puedan hacer evolucionar a estas ciudades hacia un mismo tipo de
identidad e imagen urbana.
Ello no obstante, hay ciertos cambios relacionados con la globalización, que
afectan a la estructura, a la organización, al funcionamiento y a la imagen urbanas y
que, con mayor o menor especificidad local, están replicándose por doquier. Como
afirma Picon, "el mismo escenario parece reproducirse de un rincón al otro del planeta,
como si se tratase de preparar en todos los lugares el advenimiento de una nueva raza
de cyborgs capaces de descifrar un entorno urbano transformado en enigmático. […]

1 En esa dirección, se han propuesto nuevas denominaciones tales como ciudad informacional (Castells 1989),
ciudad difusa (Indovina, 1990), ciudad global (Sassen, 1991), metápolis (Ascher 1995), ciudad postmoderna
(Amendola, 1997), metropolis desbordada (Geddes, 1997), ciudad reticular (Dematteis, 1998), postmetrópolis
(Soja, 2000), ciudad dispersa (Monclus, 1998), etc.
2 En este sentido, se destacan numerosas investigaciones sobre las principales áreas metropolitanas
latinoamericanas presentadas en el Grupo de Expansión Metropolitana de la Red Iberoamericana de
Investigadores sobre Globalización y Territorio (RII), en los seminarios realizados en Toluca (1999) y Rosario
(2001); también, la Red de Grandes Metrópolis del Mercosur y México, en reuniones realizadas en Teresópolis
(1999), Santiago (1999) y Buenos Aires (2000), discutió diversos estudios sobre los cambios observados en
las AMP de este ámbito geográfico. Este trabajo se ha beneficiado de los aportes de muchos de los
trabajos presentados en estas reuniones.

2
Las similitudes que presentan los paisajes urbanos y periurbanos de los Estados Unidos
o de Europa del Oeste con los de las grandes megalópolis de Africa o de Asia tienen
algo de desconcertante. […] En numerosos casos, las similitudes son más sorprendentes
que las diferencias" (Picon, 1998: 26). Es que, como apuntan Marcuse y van Kempen
(2001: 263) "(casi) todas las ciudades son tocadas por el proceso de globalización" y lo
importante es poder establecer "la naturaleza y el alcance de la influencia del proceso".
En otras palabras, aún cuando las ciudades no estén convergiendo hacia un modelo
único, hay determinados cambios que tienden a producirse en todas ellas como
consecuencia de los impactos de la globalización, siendo estos cambios los que interesa
identificar.
Desde esta perspectiva, este trabajo se propone discutir la forma en que el avance
del proceso iniciado desde fines de la década de los años setenta, bajo el influjo
simultáneo e intensamente interrelacionado de la reestructuración productiva, la difusión e
internalización de las NTIC y la globalización, ha transformado la organización y el
funcionamiento de las principales aglomeraciones metropolitanas latinoamericanas,
afectando tanto sus articulaciones externas, como su propia dinámica y configuración
interna. Con ello, se buscará mostrar que las tendencias identificadas para las AMP
latinoamericanas corroboran que, más allá de la específica identidad de cada una de
ellas, las mutaciones que las están afectando siguen la misma dirección que las que se
han comprobado para las metrópolis de los países centrales y, especialmente, para las
norteamericanas.
Para ello, siguiendo el razonamiento esquematizado en el Gráfico 1, en una
primera parte se analiza como el cambio de estrategia macroeconómica favoreció el
avance y la profundización de la reestructuración–informacionalización–globalización
en cada uno de estos países y como esto redundó en que la mayor parte de los nodos de
las empresas red–globalizadas que se fueron localizando en estos países mostrasen una
marcada preferencia por ubicarse en sus AMP, lo que provocó en ellas un conjunto de
cambios estructurales que ha terminado por imponer un nuevo tipo de ciudad. En esta
dinámica, se observa como estos cambios impulsaron la transformación de la base
económica metropolitana, con consecuencias fundamentales, tanto en la
reestructuración de sus respectivos mercados metropolitanos de trabajo, como
promoviendo una mayor dispersión territorial intra–metropolitana de las actividades
productivas. Finalmente –teniendo presente también la incidencia del cambio de
enfoque de la gestión urbana– se considera como estas tendencias incidieron en el
desencadenamiento de cambios que afectan tanto a morfología social como territorial de
estas aglomeraciones; a este respecto, tomando en cuenta las conclusiones de diversas
investigaciones y estudios para distintas AMP latinoamericanas, se concluye que la
evolución que se está observando actualmente muestra, por una parte, una mayor
polarización y segregación social y, por otra parte, una fuerte intensificación de la
expansión o dilatación metropolitana, con incontrolables tendencias a la
suburbanización, periurbanización y policentrismo, que si bien ya habían comenzado a

3
esbozarse en el período anterior, ahora adquieren rasgos diferenciales, inherentes a este
nuevo período de modernización capitalista.
Gráfico 1

GLOBALIZACIÓN

Empresas organizadas en red


Descomposición/recomposic Dispersión – (Cross–Border Networks)
ión centralización productivas
Transformación comerciales
funcionamiento economía a financieras
escala nacional y mundial Nodos o eslabones
enpresas–red

AREAS
METROPOLITANAS

De sistemas autocentrados a
entrecruzamiento de redes múltiples

Nueva base económica


Transformación mercados Dispersión metropolitana
metropolitana
laborales metropolitanos actividades productivas
(desplazamiento núcleo
dinámico de industria a
servicios)

POLARIZACIÓN Y EXPANSION TERRITORIAL


SEGREGACION SOCIAL SUBURBANIZACION
DUALIZACION POLICENTRISMO

B. GLOBALIZACIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO METROPOLITANO


1. Globalización y nueva arquitectura productiva

4
El punto de partida de las mutaciones que se observan en buena parte de las
AMP del mundo entero, se encuentra básicamente en el hecho de que el avance de la
reestructuración–informacionalización–globalización se tradujo en una progresiva
descomposición y/o desintegración de numerosos procesos que hasta entonces se
habían desarrollado principalmente en y entre economías nacionales, para dar paso a su
re–integración en un ámbito supranacional, a través de empresas que, en esta dinámica,
se vieron impulsadas a organizarse y a funcionar en red. Lo que se desencadenó a partir
de allí fue, en lo esencial, un proceso de "[…] integración organizacional que reposa en la
coordinación de tareas y de funciones y la movilidad de recursos productivos
interdependientes al interior de redes productivas trans–fronterizas" (Guilhon, 1998:
97). Esta nueva forma de integración organizacional materializa la transición desde una
situación en la que la actividad económica se vertebraba en un plano eminentemente
inter–estatal, hacia otra en la que predominan las relaciones inter–empresas.
En esta transición, la formación, expansión e integración de un número cada vez
más amplio de empresas conformadas y operando como redes trans–fronterizas (RTF), –
donde se destaca la importancia de las productivas, financieras y comerciales, pero que
incluye un amplio espectro de redes de otra naturaleza (culturales, científicas,
universitarias, etc.), comprendidas las relacionadas con el narcotráfico y el crimen
organizado – significó la progresiva incorporación de sectores y de lugares a la
dinámica globalizada; de ello resultó la conformación de un espacio mundial de
acumulación, en el que innumerables empresas–red valorizan sus capitales en un número
creciente de actividades y territorios. En este espacio de acumulación, son las empresas "las
que producen y efectúan lo esencial de las relaciones económicas entre los territorios,
internacionalizando sus actividades mediante tres mecanismos diferentes": el comercio
internacional (donde es creciente el comercio inter–empresas), la inversión directa
productiva en el extranjero y su propia organización productiva en red (Lafay, 1996: 37
y ss.).
Los arreglos institucionales promovidos por las políticas de ajuste estructural, al
mismo tiempo que estimularon el cambio organizacional intra e inter–empresarial en
esa dirección, también hicieron posible que estos países lograsen configurar un ámbito
propicio para el arribo y desembarque en sus territorios de distintos tipos de cadenas
globales. Al mismo tiempo, aprovechando en su beneficio las reglas del juego
establecidas por las estrategias de liberalización económica que, justamente, tenían
como uno de sus objetivos transformar al capital empresarial privado en el protagonista
central del proceso de acumulación y crecimiento, muchas de las empresas más abiertas
de cada país comenzaron a organizarse reticularmente y a proyectarse hacia el exterior.
Con la multiplicación del número de empresas y actividades que se
reestructuraron conforme a los requerimientos de la dinámica globalizada, se fue
desarrollando también en estos países un tipo de configuración productiva que Veltz
(2000: 178 y ss.) denomina como modelo celular en red, en el que tres evoluciones
principales se sitúan como denominador común: la descomposición de las grandes
5
empresas integradas verticalmente, la externalización creciente de las actividades
consideradas como no estratégicas y la multiplicación al interior de las fábricas de
unidades elementales semi–autónomas. Como telón de fondo, acompañando la
creciente influencia de la organización y funcionamiento reticular de las empresas, se
impuso como un hecho fundamental una progresiva financierización de la economía
mundial, donde al intensificarse su movilidad a escala planetaria, el capital se ha ido
autonomizando progresivamente de las indicaciones o regulaciones gubernamentales,
así como también del comercio de mercancías y de sus raíces territoriales, tanto
nacionales como regionales (de Mattos, 2001).
Aún cuando esta fase de modernización capitalista no se desarrolló con igual
impulso y profundidad en los distintos países latinoamericanos, todos ellos terminaron
embarcándose en la reestructuración de sus economías, por lo que tarde o temprano se
articularon en la economía global y fueron afectados por las transformaciones
correspondientes. Esto se reflejó ante todo en los correspondientes indicadores de
comercio internacional, donde tanto las exportaciones como las importaciones
experimentaron significativos aumentos3, al tiempo que, en la misma dirección, se
produjo un importante crecimiento de la inversión extranjera directa (IED). El
persistente aumento de la IED tuvo como lógica consecuencia una mayor participación
del capital (y de las empresas) externo en sectores claves de cada economía nacional,
donde diversos componentes del sector terciario (finanzas, comercio, comunicaciones,
turismo, etc.) fueron adquiriendo especial preponderancia en el funcionamiento
metropolitano. Todo ello repercutió en la progresiva incorporación de estos países a la
dinámica globalizada.4
2. Redes productivas y nuevas centralidades metropolitanas
¿En qué forma afectaron estos cambios a las AMP? El hecho medular en la
explicación de la revitalización del papel y del crecimiento de las grandes ciudades
radica en que, bajo la creciente influencia de las NTIC, el funcionamiento del modelo
celular en red, desató dos tendencias simultáneas y complementarias: por una parte,
una amplia dispersión territorial de las distintas células o nodos de las RTF y, por otra
parte, la concentración en determinados lugares, tanto de las funciones de comando y

3 Así, entre 1990 y 1999 las exportaciones crecieron 8.5% en volumen y 7.9% en valor, en tanto que las
importaciones aumentaron 11.1% en volumen y 12.1% en valor (CEPAL, 2001: 5).
4
Algunas mediciones realizadas sobre los avances de la globalización en distintos países suministran
antecedentes a este respecto. Así, por ejemplo, A. T. Kearney–Foreign Policy calcularon un Indice de
Globalización, sobre la base de trece diferentes indicadores de los niveles de relación de cada país con
otros países (comercio internacional, inversión directa extranjera, inversiones de portafolio, viajes y
turismo internacionales, tráfico telefónico, transferencias internacionales por pagos y cobranzas,
embajadas en el país, usuarios de Internet, servidores de Internet, etc). El Indice de Globalización para el
año 2002, que resultó de su aplicación a 62 países, indica que los países latinoamericanos más
globalizados serían en este orden: Panamá, Chile, Argentina, México, Venezuela, Brasil, Colombia y Perú
(Latin Business Chronicle, Special Report, February 4, 2002 (www.foreingpolicy.com).

6
coordinación, como de una diversidad de nodos, principalmente productivos,
financieros y comerciales. En otras palabras, al globalizarse, las RTF debieron dispersar
sus nodos, pero también concentrarlos en un determinado número de lugares
estratégicamente seleccionados. Saskia Sassen (2002: 8) apunta con claridad las razones
de este fenómeno: "[…] las nuevas tecnologías de la comunicación favorecen la
deslocalización de las actividades de producción; pero, en la medida en que esta
dispersión se produce en un sistema económico que se caracteriza por una
concentración siempre mayor del control, de la propiedad y de la apropiación de la
ganancia, las nuevas tecnologías dan también una importancia determinante a las
funciones centrales de dirección de las grandes firmas mundiales".
¿Hacia donde se dispersó preferentemente esa diversidad de nodos?; y, ¿donde
se produjo su mayor concentración territorial? En lo fundamental, fueron seleccionados
como receptores de nodos aquellos lugares que ofrecían un conjunto de atributos y
factores que las RTF percibían como condición necesaria para el mejor desarrollo de sus
actividades y, por lo tanto, para intensificar su crecimiento y expansión. En este sentido,
en las nuevas condiciones establecidas por la globalización, tenían especial incidencia
en esas decisiones de localización, aspectos tales como existencia o disponibilidad de
sistemas de comunicaciones capaces de permitir contactos instantáneos con el entorno
global en su conjunto, oferta de servicios avanzados especializados diversificada y
eficiente, contingentes amplios y capacitados de recursos humanos, condiciones para una
comunicación directa ("face to face") cotidiana entre las personas que desarrollan las tareas
más modernas e innovadoras, presencia de un tejido productivo amplio y diversificado y
mercado capaz de asegurar el acceso a una demanda solvente amplia, diversificada y en
expansión (de Mattos, 2001). De hecho, es la presencia conjunta de factores de esta
naturaleza5, la que otorga a un determinado lugar o territorio una mayor atractividad o
fertilidad (Kampetter, 1996) relativa, condición ésta que es especialmente valorada por
las empresas multinacionales para sus decisiones de localización (Mucchielli, 1998: 179
y ss.). ¿Dónde era posible encontrar una mayor y mejor concentración territorial de los
mismos? Fundamentalmente, en las grandes aglomeraciones metropolitanas, las que
por esta razón resultaron las principales favorecidas por estos cambios.
Consecuentemente, al recibir y concentrar en su seno a un número creciente de
nodos de empresas reticuladas, diversas AMP se constituyeron en sí mismas en nodos
de una red ciudades transfronterizas. Vale decir, la dinámica de dispersión–
concentración que acompaña a la propagación a escala mundial del modelo celular en
red, redefinió el papel de cada ciudad en una organización tipo "hubs & networks"
(Jessop, 2000), que es la que materializa la modalidad básica de funcionamiento

5
Cuando se considera la incidencia de diversos factores de localización, hay que tener en cuenta el
carácter complejo de las decisiones de localización que en la mayor parte de los casos no son
determinadas por un sólo factor, sino que envuelven la consideración simultánea de varios de ellos (Azzoni,
1982: 123).

7
territorial de la economía globalizada. En ese contexto, esas ciudades–nodos se
constituyeron en elementos esenciales para el despliegue de la nueva dinámica
capitalista, puesto que "[…] la interacción entre un grupo de ciudades dispersas
espacialmente por el mundo [es lo] que hace posible la organización y la optimización de
las funciones de la valorización del capital en escala global" (Iglecias, 2001: 12).
En este tipo de organización, cada una de estas aglomeraciones "[…] se ha
tornado en el lugar en el que las redes tendencialmente planetarias de variada
naturaleza –de las redes técnicas de transportes y de comunicaciones a las empresas–
redes transnacionales, a las redes de las universidades y de la investigación, de las
medias, del mercado financiero– concentran sus "nodos" para realizar conexiones y
sinergias recíprocas" (Dematteis, 1998/99: 2). Con ello, cambia la naturaleza misma de
la ciudad, puesto que, como afirma Veltz (1997 61), las metrópolis modernas dejan de ser
sistemas autocentrados, para transformarse en potentes entrecruzamientos de redes múltiples.
De hecho, esta transformación implica una redefinición medular del propio concepto de
ciudad y permite discernir lo esencial de la diferencia entre la ciudad fordista y la que
se configura en el nuevo escenario.
3. Empresas–red y nueva base económica metropolitana
A medida que estas transformaciones se fueron procesando, y diversas AMP
pasaron a constituirse en nodos de la dinámica económica globalizada, comenzó a
producirse un conjunto de cambios en su organización y funcionamiento, afectando
profundamente su morfología económica, social y territorial. En estos procesos, con la
articulación de cada una de estas ciudades en el modelo celular en red, comenzó a
localizarse en ellas un número creciente de nodos o eslabones de diversas RTF, cuya
presencia significó la progresiva transformación de sus respectivas bases económicas
metropolitanas. Este cambio se desarrolló asociado a un mayor crecimiento relativo del
sector servicios con respecto al sector industrial y a una todavía mayor urbanización de
la economía.
Estas transformaciones solamente pueden entenderse en el marco de una
evolución de la economía mundial caracterizada por una incontrolable intensificación
de la tendencia a la centralización y conglomeración del capital, hecho que puede
considerarse como uno de los rasgos centrales de esta nueva fase de modernización
capitalista. La proliferación de fusiones, alianzas estratégicas, adquisiciones hostiles,
etc., que afecta a la gran mayoría de los sectores dominantes, que aparecen como hechos
cotidianos del noticiero de la economía mundial, ha estado acentuando la influencia de
conglomerados cada vez más poderosos que se despliegan en red por el mundo entero,
buscando imponer su presencia en todos aquellos mercados que consideran propicios
su mayor crecimiento y expansión. Es en este ámbito, en el que adquiere su máxima
expresión la situación de dependencia estructural de la sociedad toda con respecto al
capital, que aquellas AMP que pasan a jugar algún papel en la red global de ciudades
transfronterizas se constituye una nueva base económica metropolitana.

8
¿Cómo se configuró esta nueva base económica metropolitana?. A medida que
las respectivas economías nacionales se fueron globalizando, las AMP tendieron a
concentrar especialmente: i) las funciones de dirección, gestión, coordinación y control
de las principales estructuras empresariales globalizadas o en proceso de globalización
(conglomerados económicos y financieros, empresas multinacionales, grandes empresas
oligopólicas), incluyendo los eslabones principales de las empresas globalizadas; ii) la
parte más importante de los servicios a la producción (servicios financieros, jurídicos, de
consultoría, publicidad, 'marketing', informática, de ingeniería y arquitectura,
inmobiliarios6, etc.) y de las actividades asociadas a las NTIC, así como de los servicios a
las familias (comercio, educación, salud, esparcimiento, cultura, etc.); iii) una parte
importante de las actividades más dinámicas e innovadoras de la nueva industria; y iv)
las actividades relacionadas con la distribución y comercialización de los productos
globales. La presencia de estas actividades en una metrópoli es lo que determina que
sea allí donde se registra la mayor concentración relativa de riqueza y de poder de cada
espacio nacional lo cual, a su vez, tiene una decisiva influencia en la retroalimentación del
crecimiento metropolitano.
De forma esquemática, se podría decir que este conjunto de funciones y
actividades conforman una suerte de circuito superior de acumulación en las respectivas
economías nacionales, regionales o metropolitanas, en tanto que es su dinamismo el que
"arrastra" el crecimiento de un conjunto de actividades de menor entidad, según una
lógica análoga a la que impulsa al sector residenciario en la teoría de la base de
exportación (North, 1955). Este circuito inferior de carácter "cuasi residenciario" incluye
una variada gama de servicios de baja productividad, desempeñados generalmente por
trabajadores poco calificados, receptores de bajos salarios e ingresos, entre los que
predomina el trabajo precario, formando parte mayoritariamente del denominado
sector informal. La configuración de una base económica de esta naturaleza, tiene una
influencia fundamental en la transformación del cuadro social de las aglomeraciones
respectivas y en su probable evolución.
4. Crecimiento metropolitano y redes mundiales de ciudades
El aumento de la concentración de nodos de RTF de diversa naturaleza en las
AMP, redundó en que ellas se constituyesen, a su escala, en "sitios estratégicos para las
operaciones económicas globales” (Sassen, 1998: 9) de los países respectivos. Fue en
virtud de la naturaleza de este proceso de modernización capitalista, que estas AMP
comenzaron a avanzar en su globalización (esto es, en su configuración como "globalizing
cities", en el sentido señalado por Marcuse y Van Kempen). Esto no implica afirmar que al
involucrarse en estos procesos hayan pasado a constituirse en ciudades globales, puesto

6 Justamente el sector inmobiliario, en el que se despliegan tendencias oligopólicasm y que suele tener
articulaciones financieras con capitales que necesitan ser reciclados, adquiere un papel cada vez más
importante en la dinámica económica globalizada y, en particular, en las transformaciones
metropolitanas, dado que las AMP suelen ubicarse como uno de sus campos de operación preferidos.

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que en su mayoría no lo son, sino reconocer que al hacerlo comenzaron a ser afectadas
por las transformaciones que corresponden a su progresiva globalización. En esta
dinámica –donde generalmente también inciden factores como la dimensión y la
globalización de la respectiva economía nacional y la dimensión económica y
demográfica de la propia ciudad– estas AMP también fueron logrando mejorar poco a
poco su posición en la jerarquía mundial de ciudades en vías de globalización.
El reconocimiento de la existencia y de la importancia de la red mundial de
ciudades transfronterizas, ha hecho que este tema se haya constituido en objeto de
estudios e investigaciones, en los que se trata de evaluar los niveles de globalización de
distintas ciudades, así como también su competitividad inter-urbana. Entre los estudios
de mayor interés realizados en esta dirección en el ámbito académico, merece mención
especial el del Globalization and World Cities Study Group and Network (GaWC) de la
Loughsborough University del Reino Unido. Este grupo ha desarrollado investigaciones
sistemáticas sobre indicios de "mundialización" en las principales ciudades del mundo,
logrando identificar 25 que podrían ser consideradas como ciudades mundiales,
clasificadas en 3 categorías (Alfa, Beta y Gamma, cada una de ellas con varios niveles) y 67
en las cuales se encontró alguna evidencia de avances en esa dirección. Si bien no hay
ninguna AMP latinoamericana en la categoría superior (Alfa), en el segundo nivel de la
categoría Beta se encuentran Ciudad de México y Sao Paulo. Por otra parte, en el primer
nivel de la categoría Gamma se ubican Caracas y Santiago, en tanto que en el tercer nivel se
encuentra Buenos Aires. Finalmente en el grupo de ciudades que presentan algunos
indicios de mundialización están Rio de Janeiro con relativamente fuerte evidencia, Lima y
Montevideo con alguna evidencia y Brasilia con mínima evidencia (Beaverstok, Smith &
Taylor, 1999; Fossaert, 2001).
Desde otra perspectiva, más vinculada a los intereses empresariales, la firma
internacional William M. Mercer realiza periódicamente uno de los "surveys" más
completos y acuciosos, tendiente a establecer diferenciales de calidad de vida –que, en
definitiva también es una forma de evaluar competitividad– entre alrededor de 200
ciudades del mundo entero. A tales efectos, consideran 39 indicadores relativos a ambiente
político y social, económico, socio–cultural, consideraciones médicas y de salud, escuela y
educación, servicios públicos y transporte, recreación, bienes de consumo, vivienda y
ambiente natural7. Todas estas evaluaciones ponen en evidencia la importancia de las
transformaciones provocadas por la globalización y su incidencia en la evolución
competitiva de estas ciudades, lo cual se constituye en una información de importancia

7 En el último, "survey" las ciudades latinoamericanas mejor evaluadas fueron Montevideo (lugar 72), Buenos
Aires (74), Santiago (87), Panamá (92), San José (96), Monterrey (100), Brasilia (104), Sao Paulo (109), Asunción
(111), Rio de Janeiro (112), Lima (114), Santo Domingo (115) y Quito (116). Los criterios utilizados por
William M. Mercer Quality of Living Reports pueden consultarse en www.mercer.ch/
hrmedia/Brochures/qolbottom.htm En la misma dirección, las revistas Fortune, América-Economía y Asia-
Week, entre muchas otras, realizan sus propias evaluaciones, orientadas principalmente a identificar las
mejores ciudades para hacer negocios en sus respectivos ámbitos geográficos.

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para las empresas que pretenden desplegar sus actividades en el espacio mundial de
acumulación.
5. Gestión urbana subsidiaria y fortalecimiento de la acción privada
Junto a la redefinición del papel de las AMP y a la recomposición de su base
económica, otros cambios que también vinieron asociados a los avances de la globalización
tuvieron una incidencia sustantiva en la modificación de su dinámica interna y en la
afirmación de una nueva modalidad de organización y funcionamiento metropolitano; en
lo fundamental, esos cambios estuvieron asociados al nuevo enfoque de la gestión urbana,
al significativo aumento de la tasa de motorización y a la generalizada difusión y
utilización de las NTIC.
La paulatina pérdida de ascendiente de las ideas de corte keynesiano en las políticas
públicas y su progresivo desplazamiento por un discurso libre–mercadista, también
influyó en un cambio de enfoque en la gestión urbana, el que estuvo marcado por una
rápida y definitiva obsolescencia de las propuestas sobre planificación normativa que se
habían impuesto en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. En su
sustitución, se fue imponiendo una modalidad compatible con el discurso de la
subsidiaridad estatal, cuyo propósito explícito era remover, debilitar o neutralizar las
regulaciones establecidas por aquella concepción más intervencionista, que había
pretendido –en la mayor parte de los casos sin mayor éxito– controlar o regular el
despliegue de "la multitud de procesos privados de apropiación de espacio" que, según
Topalov (1979: 20) es lo que caracteriza a la urbanización capitalista. Entre sus principios
básicos, el nuevo enfoque consideraba que el suelo urbano no era un recurso escaso y que,
por lo tanto, su uso debía ser decidido por el mercado en función de sus rentabilidades
alternativas; al mismo tiempo, legitimaba al sector privado como encargado de
materializar una adecuada oferta de bienes y servicios. Aún cuando esta concepción fue
adoptada con diferente convicción e intensidad por las administraciones nacionales o
metropolitanas de los distintos países, los fundamentos teóricos que la inspiran han ido
ganando terreno en la mayoría de ellos.
Este cambio de enfoque favoreció a aquellos actores que, en una sociedad de esta
naturaleza, tienen capacidad y poder para efectuar las intervenciones de mayor impacto en
la evolución y transformación de la ciudad; esto, por cuanto se liberalizaron las
condiciones para la materialización de las preferencias locacionales de las empresas y de
las familias, cuyas estrategias, decisiones y acciones ganaron fuerza en los procesos de
desarrollo urbano. En otras palabras, las nuevas reglas del juego establecieron mayor
libertad y flexibilidad para la operación de las respectivas "urban growth machines"
(Molotch, 1976), esto es, de las coaliciones de miembros de élites directa o
indirectamente relacionadas con los negocios inmobiliarios, que buscan asegurar las
precondiciones para el crecimiento de su ciudad y que conducen las correspondientes
políticas urbanas con el propósito de expandir la economía local y acumular riqueza
(Jonas y Wilson, 1999).

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Desde el momento en que los administradores del capital inmobiliario percibieron
que la recuperación de la importancia económica de las AMP las transformaba en
residencia de la parte más moderna y dinámica de los correspondientes aparatos
productivos nacionales y, consecuentemente, de los sectores sociales perceptores de más
altos ingresos, el suelo metropolitano cobró mayor importancia como medio privilegiado
para la valorización de sus capitales, por lo que las inversiones inmobiliarias cobraron un
significativo y sostenido aumento en este ámbito. De esta manera, los negocios
inmobiliarios articulados en forma dinámica con las preferencias de los principales
actores urbanos, jugaron un papel fundamental en el fortalecimiento de las tendencias al
crecimiento y a la expansión metropolitana8.
Puede concluirse, entonces, que lo que se logró con la aplicación de políticas de
liberalización y desregulación –y con la consecuente reducción de las intervenciones e
inversiones públicas– fue consolidar a la maximización de la plusvalía urbana como principal
criterio urbanístico; con ello, se contribuyó decisivamente a mejorar las condiciones para la
afirmación de una lógica estrictamente capitalista en la producción y reproducción metropolitana.
En esa situación, la "máquina del crecimiento urbano" pudo operar con más fuerza que
hasta entonces para sobrepasar muchas de las regulaciones todavía vigentes. En tanto
las inversiones urbanas de mayor importancia resultaban de decisiones privadas
motivadas por la ganancia esperada de cada una de ellas, la evolución de la ciudad y el
correspondiente paisaje urbano empezaron a quedar marcados por intervenciones
fragmentarias e inconexas.
Por otra parte, las condiciones derivadas de la apertura externa y la globalización
favorecieron un incontrolable aumento de la tasa de motorización en la mayoría de estas
AMP (Figueroa y Reyes, 1996), de forma que el explosivo aumento de la utilización de
vehículos motorizados –en especial del automóvil particular– en la movilización
individual y colectiva, incidió significativamente en la reducción de la importancia de la
fricción de la distancia en las decisiones de localización de un número creciente de
familias y de empresas. Este fenómeno, a su vez, generó un aumento de la demanda por
nuevas carreteras y autopistas, las cuales ganaron importancia como ejes para la
expansión metropolitana, contribuyendo a afirmar una morfología territorial de tipo
tentacular en la mayoría de estas ciudades y a fortalecer la tendencia a la metropolización
expandida o dilatada.
Finalmente, la amplia difusión y la adopción generalizada de las NTIC, también
incidió en la reducción del peso de la distancia en las decisiones de localización de las
empresas y de las familias y estimuló el crecimiento del peri–urbano como lugar
alternativo para la localización residencial y productiva. En definitiva, los efectos

8
Habría que tener en cuenta que con la creciente financierización de la economía mundial, las
inversiones especulativas inmobiliarias, con una importante participación de capital procedente del
crimen organizado, han cobrado una incalculable dimensión. Considérese que el desencadenamiento de
la crisis asiática está relacionado con la sobreinversión inmobiliaria, particularmente en Tailandia

12
mancomunados del crecimiento de la movilidad automotor y de la mayor presencia de las
NTIC, contribuyeron a una significativa expansión territorial del campo de externalidades
metropolitanas, con lo que favorecieron que diversos procesos productivos, así como
también una parte importante de la población, dejasen de tener la necesidad de
concentrarse en la ciudad compacta, sin desmedro de mantener su preferencia por una
razonable proximidad al lugar donde se generaban las mayores economías de
aglomeración.
Considerando la incidencia de estos cambios en la dinámica metropolitana, puede
afirmarse que bajo el impacto de la liberalización económica y de la desregulación, se
consolidaron en estas ciudades condiciones y factores análogos a aquellos que habían
impulsado y todavía impulsan el "sprawl" en las grandes ciudades norteamericanas y que
ello ha llevado a que ahora la ciudad latinoamericana tienda a adoptar una modalidad de
metropolización expandida similar a la de aquellas. Esto es, bajo el influjo de una gestión
urbana subsidiaria y de la creciente presencia del automóvil y de las NTIC en la vida
cotidiana metropolitana, pudieron desplegarse más libremente las estrategias locacionales
de aquellos actores urbanos cuyas estrategias, decisiones e intervenciones tenían mayor
impacto en la transformación de la dinámica, la organización y/o la apariencia urbana. Lo
que podría interpretarse como que este conjunto de condiciones y factores estaría
llevando a estas ciudades a evolucionar conforme a un referente urbano que parece tener
su expresión culminante en Los Angeles.
C. POLARIZACIÓN SOCIAL Y METROPOLIZACIÓN EXPANDIDA
¿Qué cambios ha provocado esta dinámica económica y social en la estructura y en
el funcionamiento de las AMP? En lo esencial, la nueva arquitectura productiva que se fue
configurando con la transformación de la base económica metropolitana, aunada al cambio
de reglas del juego compatible con una gestión urbana subsidiaria, ha contribuido a
intensificar y generalizar dos fenómenos que si bien ya estaban presentes en la ciudad
industrial–desarrollista, ahora aparecen fortalecidos:
i) persistencia y consolidación de una estructura urbana polarizada y segregada,
donde la estratificación social tiene una clara lectura territorial;
ii) acentuación de la metropolización expandida, bajo la dilatación continuada de
un periurbano difuso, de baja densidad, de estructura policéntrica, que prolonga la ciudad
hacia todas las direcciones posibles.
1. Mercados de trabajo, polarización social y segregación urbana
En tanto la formación y el crecimiento de las ciudades acompañan y expresan la
evolución de sus respectivos mercados de trabajo, las configuraciones económicas,
sociales y territoriales emergentes de esa evolución, reflejan los rasgos y las
peculiaridades de dichos mercados y, por consiguiente, las desigualdades y
polarizaciones que los caracterizan. Por lo tanto, los cambios recientes en la estructura
socio–territorial metropolitana deben ser observados considerando el impacto de las

13
transformaciones económicas producidas por el avance de la globalización sobre sus
mercados de trabajo.
a) mercados de trabajo en América Latina bajo la globalización
Al imponerse durante las últimas décadas un discurso teórico–ideológico que
consideraba que los arreglos institucionales establecidos en la época keynesiana
obstaculizaban la competitividad y, por lo tanto, la acumulación y el crecimiento, la
mayoría de estos países impulsó importantes cambios en su política laboral que
afectaron profundamente a sus mercados de trabajo. En efecto, dado que uno de los
principales objetivos de la reestructuración era flexibilizar la relación salarial pre–
existente, casi todos estos países procedieron a desmantelar la legislación laboral
estructurada a lo largo del período anterior, mediante reformas que buscaban establecer
una mayor vinculación entre productividad y salarios. Esto, sumado a los efectos de la
transformación de la base económica metropolitana, tuvo consecuencias relevantes en la
evolución del cuadro social respectivo.
En ese contexto, esta evolución no ha mostrado tendencias satisfactorias hasta
ahora; una evaluación al respecto, resume la situación en los términos siguientes: "[…]
en América Latina durante los años noventa la evolución del empleo ha sido
desfavorable en comparación con las décadas anteriores a 1980, siendo el principal
quiebre la tendencia a la debilidad de la generación de empleo en el sector
manufacturero. En consecuencia, el empleo nuevo se concentró casi exclusivamente en
el sector terciario, en gran parte en actividades de baja productividad, por lo que no se
pudo retornar a la combinación benévola que caracterizó este sector durante las décadas
previas a 1980, de una fuerte generación de empleo con un incremento continuo de la
productividad laboral media" (Weller, 1998: 48–49).
Por otra parte, la información disponible para las últimas dos décadas del Siglo
XX permite identificar algunas tendencias generales para la mayoría de estos países,
entre las que se destacan: i) la creación de puestos de trabajo ha sido insuficiente en
relación al rápido crecimiento de la población económicamente activa (PEA); ii) a
medida que se han ido desarrollando los procesos de privatización y de terciarización
ha tendido a aumentar la informalización y la precarización; iii) los salarios son todavía
más bajos que en 1980; y, iv) el desempleo afecta más a las mujeres y a los jóvenes, pues
"mientras la tasa de desempleo de las mujeres es aproximadamente un 30% más alta
que el promedio, la de los jóvenes habitualmente duplica el nivel nacional" (Klein y
Tokman, 2000: 11 y ss.). Al mismo tiempo, también se ha comprobado que se ha
acrecentado la concentración del ingreso y que el nivel de pobreza actual es todavía
mayor que el de 1980; en este sentido, diversos estudios muestran que "la concentración
del ingreso ha aumentado significativamente desde principios de los años ochenta y
alcanza en la actualidad un coeficiente de Gini similar al que existía en 1970" (Klein y
Tokman, 2000: 20).

14
En lo fundamental, este cuadro puede interpretarse como el resultado de una
evolución del tipo de la planteada por la teoría de la segmentación de los mercados de
trabajo (Doeringer y Piore, 1971), cuyos rasgos básicos serían: i) mayor polarización
entre los salarios (y los ingresos) de un sector primario con altos salarios y seguridad
del empleo y un sector secundario que presenta las características inversas; ii) una
menor movilidad ascendente desde el sector secundario hacia el primario, y iii) una
atenuación o reducción de los ingresos de los sectores medios.
Una evolución de esta naturaleza expresa una tendencia a la acentuación de la
polarización social, que estaría asociada a las formas de organización del trabajo
correspondientes a este nuevo período de modernización capitalista. En el caso
latinoamericano, esta evolución corresponde a una fase en que la creciente
terciarización productiva intensificó aún más la urbanización de los mercados de
trabajo, por lo que ha sido en las ciudades y, principalmente, en las grandes
aglomeraciones metropolitanas, sedes de la parte medular del proceso productivo de
cada país, donde se manifiestan en mayor grado estas transformaciones.
A la luz de estos elementos de juicio, cuando se analizan las tendencias que
caracterizan el comportamiento de los mercados de trabajo en América Latina, surge
como tema crucial la interrogante sobre si estas tendencias responden a una evolución
de tipo coyuntural, que podría ser atribuido al escaso dinamismo y crecimiento
económico mostrado en este período por la mayoría de estos países, o si responde a
factores de carácter estructural, donde la propia modernización de los respectivos
sistemas productivos y la incesante búsqueda de una mayor competitividad estarían
llevando a un menor requerimiento de fuerza de trabajo9. Si bien se trata de un tema
fundamental, el mismo todavía está en discusión, aún cuando puede decirse que los
elementos de juicio disponibles al respecto no son alentadores10.
b) ¿polarización social generalizada y dualización?
Al analizar las tendencias señaladas y la situación emergente, se ha planteado la
discusión de si ellas corresponden a un fenómeno análogo al que estaría afectando a las
ciudades de los países de mayor desarrollo, para las que la tendencia a la acentuación
de la polarización social fue diagnosticada como inherente a su calidad de ciudades

9 Este problema es planteado, por ejemplo, por Taschner y Bogus (2001: 90) para el caso de Sao Paulo:
"[…] no todo el desempleo industrial verificado en la década [del ochenta] correspondía a una
disminución de esa actividad en la región, pero sí de su modernización y de su fortalecimiento". Este tipo
de desempleo estructural se estaría observando para el caso de los países donde más han avanzado los
procesos de reestructuración industrial bajo los efectos de la globalización.
10 En este sentido, habría que considerar algunas investigaciones sobre grandes ciudades
norteamericanas de gran desarrollo industrial en la época fordista, como es el caso de Chicago, donde la
reestructuración industrial ha tenido consecuencias desvastadoras. Al respecto, resulta elocuente por
demás el título del libro de William Julius Wilson (1996) sobre esta ciudad: "When work disappears. The
world of the new urban poor"

15
mundiales o globales, desde el momento en que los estudios a este respecto comenzaron a
desarrollarse. Así, Friedmann y Wolf (1982: 232), en su conocido trabajo liminar sobre el
tema, postularon que "el hecho social primario sobre la formación de las ciudades
mundiales es la polarización de sus divisiones de clases sociales". Desde entonces, esta
visión ha continuado estando presente en buena parte de los estudios urbanos, dando
lugar posteriormente a la concepción de la ciudad dual.
En esa dirección, al presentar lo que denominó como "ciudad informacional",
Castells precisa que "esta nueva y cada vez más polarizada estructura ocupacional y la
desigualdad salarial resultante de la misma son a su vez territorialmente específicas. A
medida que el proceso de desarrollo desigual concentra tanto a las actividades
dinámicas como al trabajo menos cualificado en las grandes áreas metropolitanas,
dichas áreas se convierten en la expresión espacial de las condiciones sociales en las que
se traducen en último término los efectos del proceso de reestructuración. Las tendencias
hacia la polarización y la segmentación de la estructura social subyacen en el ascenso de la
"ciudad dual" (Castells, 1989: 289, destacado agregado).
Por su parte, Saskia Sassen (1991), destacó la presencia de este fenómeno como
inherente a las "global cities" en función de la creciente demanda de personal altamente
calificado con elevadas remuneraciones que permiten sofisticados niveles y pautas de
consumo, como consecuencia de la expansión de nuevas actividades líderes, al mismo
tiempo que también se acrecienta un conjunto de servicios complementarios que
compran a otras empresas (limpieza, mantenimiento, seguridad, etc.), lo que expande la
demanda de empleo poco calificado, con bajas remuneraciones y a menudo precario. Lo
que se traduciría en una creciente polarización económica, que se manifestaría en el uso
de la tierra, en la organización de los mercados de trabajo, en el mercado inmobiliario y
en la estructura del consumo (Sassen, 1994: 150 y ss.).
Wacquant, a su vez, en sus investigaciones sobre la ciudad norteamericana,
considera que "la nueva marginalidad urbana es el subproducto de una doble
transformación en la esfera del trabajo. Una es cuantitativa y entraña la eliminación de
millones de empleos semicalificados bajo la presión combinada de la automatización y
la competencia laboral extranjera. La otra es cualitativa e implica la degradación y la
dispersión de las condiciones básicas de empleo, remuneración y seguridad social para
todos los trabajadores, salvo los más protegidos" (Wacquant, 2001: 173). Pese a
reconocer la incidencia de estos dos factores, este autor destaca que "el colapso de las
instituciones públicas –resultante de la política estatal de abandono y de la contención
punitiva de la minoría pobre– emerge como la raíz más potente y distintiva de la arraigada
marginalidad en la metrópolis norteamericana" (Idem: 112–113, destacado agregado), lo
que implica un énfasis diferente sobre las razones de las crecientes desigualdades.
Con estos fundamentos, autores como Borja y Castells consideran que la
dualización sería una aspecto típico de la evolución de las grandes ciudades en el
ámbito de la globalización: "[...] el aspecto relativamente nuevo es que los procesos de

16
exclusión social más profundos se manifiestan en una dualidad intrametropolitana,
particularmente en las grandes ciudades de casi todos los países, siendo así que en
distintos espacios del mismo sistema metropolitano existen, sin articularse y a veces sin
verse, las funciones más valorizadas y las más degradadas, los grupos sociales
productores de información y detentadores de riqueza en contraste con los grupos
sociales excluídos y las personas en condición de marginación. Dichos procesos existen
en casi todas las grandes ciudades, porque su lógica está inscrita en el nuevo modelo de
desarrollo tecno–económico" (Borja y Castells, 1997: 60; destacado agregado).
Sin embargo, las tesis sobre polarización y dualización en las grandes áreas
metropolitanas han sido discutidas a partir de las conclusiones de algunos estudios
empíricos. En particular, Hamnett (1994) si bien acepta que ser válidas para casos como
los de Nueva York y Los Angeles, argumenta que ello no autoriza a generalizarlas como
inherentes a la evolución de los salarios y de los ingresos en las áreas metropolitanas
globalizadas11. Pero, más allá de esta discusión parece haber coincidencia con respecto
a medida que los mercados de trabajo van siendo impactados por los procesos de
reestructuración–informacionalización–globalización, las desigualdades tienden a
aumentar al interior de las ciudades afectadas. No obstante esta coincidencia, al analizar
estos procesos, diversos autores han llegado a la conclusión de que teniendo en cuenta
la complejidad con que se manifiestan las nuevas formas de desigualdad
intrametropolitana, debe descartarse la idea de dualización para caracterizar a la
estructura socio–territorial resultante.
En este sentido, Soja (2000: 275 y ss.) al establecer los rasgos dominantes de la
"postmetrópolis" –configuración de la que Los Angeles aparece como el prototipo–
caracteriza una situación más compleja que la esquematizada por un cuadro social
bipolar en el que se contraponen un sector primario y un sector secundario, señalando
que el esquema de un mercado de trabajo dualizado terminó siendo complejizado en
mucho mayor grado por modelos de segmentación del mismo, que reconocieron no
únicamente una división bipartita, sino una compartimentalización basada en raza,
etnicidad, género, y otras características distintivas. Lo que lo lleva a concluir que el
reestructurado mosaico social resultante se materializaría en una ciudad fractal,
fragmentada y polarizada, en virtud de la emergencia de nuevas formas de
metropolaridad, desigualdad y marginalización étnica y racial en el medio de una
extraordinaria riqueza.
c) metropolización, polarización social y dualización
Aún teniendo en cuenta las diferencias que existen entre las grandes metrópolis
latinoamericanas y las de las sociedades más desarrolladas, la persistencia y/o el
aumento de las desigualdades sociales urbanas se reconoce como un rasgo común. Es
11
Hamnett analiza esta tendencia para el caso del Ramstad en Holanda y muestra que allí no se verifican
las tesis de la dualización. A análogas conclusiones llega Preteceille (2000) en sus investigaciones sobre
Paris.

17
así que la mayor parte de las investigaciones sobre las grandes ciudades
latinoamericanas coinciden en que la tendencia dominante en este período ha sido hacia
el aumento de las desigualdades intra–metropolitanas y de la polarización social; esto es
lo que se concluye, en estudios realizados para Buenos Aires (Ciccolella, 1999; Prévôt–
Schapira, 2000), Caracas (Cariola y Lacabana, 1999), Rio de Janeiro (Lago, 2000), Sao
Paulo (Taschner y Bogus, 2001), Ciudad de México (Parnreiter, 2002), entre otros.12
En cualquier caso, muchos de los estudios que han comprobado un aumento de
las desigualdades sociales concluyen que ello no debe interpretarse necesariamente
como dualización. Así, por ejemplo, Taschner y Bogus perciben la existencia de espacios
sociales mixtos o de estructuración social más compleja para el caso de Sao Paulo,
donde la "presencia de la pobreza en todo el espacio municipal, así como en el conjunto
de la región metropolitana, "indica una estructura espacial no dual, con el aumento
relativo de las capas medias en las áreas periféricas" (2001: 112 y 113). También Rolnik y
Frúgoli Jr., concluyen su análisis para esta ciudad afirmando que "[…] más que reforzar
una dualización entre incluidos y excluidos […], el nuevo orden espacial en la ciudad
sigue un modelo mucho más fractal, en el cual la tensión entre lo avanzado y lo arcaico,
lo inserto y lo excluido, lo legal y lo ilegal se reproduce infinitamente en el espacio"
(2001: 64). Por otra parte, Cariola y Lacabana, 2001: 10) con referencia a Caracas afirman
que "frente a las posiciones que visualizan una ciudad dual dividida en dos escenarios
socio–territoriales mutuamente excluyentes como resultado de la globalización y la
polarización social, Caracas nos lleva a plantear la hipótesis de la coexistencia, a veces
conflictiva, del múltiples ciudades en el territorio metropolitano".
En síntesis, buena parte de estos estudios tienden a descartar la hipótesis de una
evolución bipolar, inclinándose por una dinámica social más compleja, que se aproxima
en mayor grado a la compartimentalización o a la fractalidad apuntadas por Soja. En
todo caso, habría que hacer la salvedad de que en las áreas metropolitanas de la
periferia capitalista todavía no se han establecido las mismas condiciones generales que,
según algunos autores, habrían favorecido la segmentación estructural de los mercados
de trabajo en las economías de desarrollo capitalista avanzado. Todos estos
antecedentes indican que la proposición sobre la intensificación de la dualización queda
planteada como una cuestión abierta, que todavía requiere mucho mayor análisis y
discusión. Sobre lo que no habría dudas es que en la mayoría de estos casos la tendencia
ha sido hacia un aumento de las desigualdades y hacia una mayor segregación social
urbana.

12
En algunos casos, estas tendencias hacia una mayor polarización social no han podido ser comprobadas
en forma tan nítida; es el caso, por ejemplo, del análisis para Rio de Janeiro en base a la información para
la década de los años ochenta (Preteceille y Ribeiro, 1999; Ribeiro, 2000) y para Santiago de Chile para el
período que se inicia a mediados de los ochenta y se prolonga hasta fines de los noventa (de Mattos,
1999). Ello no obstante, las dos ciudades muestran una situación muy clara de fuertes desigualdades y
segregación social.

18
2. Entrecruzamiento reticular, periurbanización y policentrismo
¿Cuáles son los principales cambios en la morfología metropolitana atribuibles a la
globalización? Lo que ha sido considerado como distintivo de una ciudad impulsada y
modelada por el "entrecruzamiento de redes múltiples", es la acentuación de la
expansión territorial metropolitana, fruto de una prácticamente incontenible
periurbanización, por la que "el tejido urbano prolifera, se extiende, consumiendo los
residuos de vida agraria" (Lefebvre, 1970: 10), originando una aglomeración difusa, cuyos
límites se esfuman incesantemente; en este espacio, la modernización que llega de la
mano de la globalización, introduce diversos artefactos arquitectónico–productivos, que
tienen una decisiva incidencia en la modificación de la estructura y el funcionamiento
urbano pre–existente, contribuyen a su policentrismo y marcan la aparición de un
nuevo paisaje y una nueva imagen urbanos.
Cambios de esta naturaleza están afectando en forma generalizada a las grandes
ciudades del mundo entero, en un proceso en el que aún las estructuras urbanas más
consolidadas, como las de las ciudades europeas, han comenzado a ceder. Como
reconoce Dematteis, "con la periurbanización y la "ciudad difusa" los modelos de
suburbanización de tipo latino–mediterráneo y de tipo anglosajón, que durante mucho
tiempo han seguido caminos diferentes, tienden ahora a converger en un modelo único
común a toda Europa de "ciudad sin centro" de estructura reticular, cuyos "nodos"
(sistemas urbanos singulares) conservan y acentúan su identidad a través de procesos
innovadores de competición y cooperación" (Dematteis, 1998). En consecuencia, "la
forma urbana heredada por la ciudad europea y caracterizada por la existencia de un
gradiente densimétrico en sentido centro–periferia, tanto en términos de población,
como de actividad y empleo, junto a la identificación de unos límites externos bastante
netos frente al entorno rural, se desdibuja con rapidez" (Méndez, 2001: 145).
Lo que está emergiendo de estos procesos es una configuración urbana muy
diferente y mucho más compleja que la ciudad del período anterior, más difícil de
delimitar y de medir, por lo que la propia concepción de ciudad que se había impuesto
en el pasado está siendo revisada. Lo que ha obligado a establecer nuevos criterios que
permitan su definición y aprehensión13; de hecho, la delimitación basada en indicadores
demográfico–residenciales ya no permite apreciar la real dimensión de una
configuración urbana definida como un espacio de flujos, donde la revolución en los
transportes y en las comunicaciones favorecen una dinámica urbana en la que se reduce
la relación entre crecimiento de la población y expansión territorial. Frente a una
13
Así en Francia, el Institut National de la Statistique Economique et des Etudes Economiques (INSEE)
ha introducido criterios que permiten distinguir dos formas de apreciar el fenómeno metropolitano: por
una parte, la unidad urbana, que se refiere al espacio construido continuo y, por otra parte, el área urbana,
considera la aglomeración funcional, que involucra las relaciones domicilio–trabajo entre la ciudad
(unidad urbana) y sus componentes no contiguos (Julien, 2000). De hecho, la introducción del concepto
de área urbana responde a la necesidad de considerar la existencia de una configuración metropolitana
mucho más amplia y compleja, resultante de una nueva residencia–trabajo.

19
dinámica de este tipo, donde en muchos casos ha continuado creciendo el territorio
urbano mientras disminuía el número de habitantes, resultan insuficientes los enfoques
utilizados para el estudio de la ciudad tradicional.
Al producirse estos cambios, se ha observado la aparición de tendencias,
artefactos, imágenes, etc., que corresponden específicamente a las condiciones y
requerimientos propios del mundo de la globalización; al mismo tiempo, esto ha
significado la desaparición de muchos de los rasgos y atributos que habían
caracterizado a la ciudad de la segunda revolución industrial, aún cuando muchos de
ellos todavía tiendan a ser idealizados por miradas nostálgicas que, frecuentemente,
originan propuestas para lograr su improbable retorno. Aún cuando muchos de los
cambios que presenciamos en la ciudad globalizada están condicionados por la historia
específica de cada una de ellas y por la identidad desarrollada y consolidada a lo largo
de esa historia, su irrupción está condicionada por factores y requerimientos inherentes
a esta fase de modernización capitalista. Es ello lo que permite caracterizar e identificar
a la nueva ciudad, la que parece estar evolucionando conforme a algunas tendencias
centrales, entre las que es importante destacar las siguientes:
i. configuración de sistemas productivos centrales, organizados reticularmente, que
sustentan la formación de ciudades–región;
ii. decrecimiento demográfico de las antiguas áreas centrales y fuerte crecimiento
hacia los bordes y el periurbano;
iii. policentralización de la estructura y del funcionamiento metropolitano;
iv. urbanización de los modos de vida en las áreas intersticiales periurbanas;
v. proliferación de artefactos urbanos que impactan la estructura y la imagen
urbana.
i) sistemas productivos centrales organizados reticularmente
Un aspecto fundamental que incide en la nueva morfología metropolitana resulta
del hecho de que un número importante de ciudades y pueblos no conurbados ubicados
en el exterior cercano a la "unidad urbana", se ensamblan a la dinámica económica
metropolitana, como parte de un espacio central de flujos. Este proceso de ensamblaje de
centros urbanos periféricos a la dinámica metropolitana concierne especialmente a los que
están ubicados en las áreas circundantes a cada AMP, que aún sin ser incorporados todavía
por la mancha urbana en expansión intensifican su relación funcional con ella. A medida
que estas ciudades y pueblos aledaños se articulan a la dinámica metropolitana, pasan a
formar parte del "área urbana" y comienzan a perder su condición de centros
independientes y a cambiar sus estilos de vida cotidianos.
De esta forma, se han configurado verdaderos sistemas productivos centrales, en los
que, como señala Méndez (2000: 146), se produce una reestructuración territorial donde
integración y dispersión forman parte de un mismo proceso: "por un lado, una creciente

20
integración y vinculación entre territorios cada vez más extensos, articulados por todo
tipo de flujos, tanto materiales como inmateriales. Por otro, una dispersión de las
actividades y la población, que favorece la formación de subcentros en nodos periféricos
de alta accesibilidad […]". Por detrás de la formación de estos sistemas productivos
centrales subyace una razón básica: de la mano de las innovaciones tecnológicas y
organizacionales, se ha materializado una significativa ampliación del campo de
externalidad metropolitana a un área de influencia en continua expansión, que incluye a
un número creciente de centros urbanos próximos, que así pasan a formar parte del
sistema productivo central y, por lo tanto, del espacio central de flujos. Por que, como
señala Dematteis (1998: 25), "actualmente los nuevos campos de externalidad no tienen
ya una forma de área compacta, ni un radio tan limitado, sino que se configuran como
retículas articuladas en centros y sistemas urbanos pequeños o grandes, en extensiones
territoriales macrorregionales".
Bajo esta dinámica, la imagen de la mancha de aceite pierde pertinencia para
describir el fenómeno urbano, en tanto que la de un archipiélago de islas urbanas
interconectadas parece ser más adecuada. Como destaca Aguilar, para el caso de
Ciudad de México, en una afirmación generalizable a la mayor parte de las AMP
latinoamericanas, "la mayor parte del crecimiento ya no se da dentro del perímetro
urbano, sino que se ha trasladado a un número importante de ciudades medias y
pequeñas dentro de una amplia región metropolitana a una distancia considerable del
núcleo central de la mega–ciudad" (Aguilar, 1999: 148). En el mismo sentido, Araujo
(2001: 27) caracteriza la misma tendencia para el caso de Sao Paulo, señalando que "la
estructura industrial del conjunto de las regiones que configuran el entorno de la
Región Metropolitana de Sao Paulo presenta un elevado grado de integración técnica y
funcional con esta. Puede afirmarse que en esa porción del territorio paulista se
encuentra en curso un extenso proceso de metropolización, integrando aglomeraciones
urbanas metropolitanas (Sao Paulo, Campinas y Santos) y no metropolitanas (Sao José
dos Campos y Sorocaba) en una gran área socieconómica". A una escala mucho más
amplia, Diniz (1993) introduce la expresión aglomeración poligonal para describir y
explicar el desborde del crecimiento desde Sao Paulo hacia un extenso polígono en el
sudeste de esa nación de dimensión continental.
ii) despoblamiento del núcleo central y crecimiento de los bordes
La expansión periurbana de las grandes ciudades latinoamericanas, es un
fenómeno que ya había comenzado esbozarse con los procesos de metropolización
desencadenados en la fase industrial–desarrollista14, que desde entonces permitieron
14 En las décadas de los años 60 y 70, cuando la industrialización sustitutiva llegó a su apogeo
acompañando el alto crecimiento de las grandes ciudades latinoamericanas ya se manifestaban
claramente las tendencias a la metropolización, tema que entonces comenzó a ser objeto de una creciente
preocupación. Fue así, por ejemplo, que ya en 1971, la CEPAL preparó un primer documento sobre el
tema, en el que se hacía una amplia revisión sobre los alcances de este fenómeno en diferentes países
latinoamericanos (CEPAL, 1971).

21
anticipar para algunos casos la formación de ciudades–región. Ahora, con la
transformación de la base económica metropolitana bajo los efectos de la globalización,
cuando las corrientes dominantes en materia de gestión urbana ya no se proponen
obstaculizar a las fuerzas del mercado, la expansión periurbana cobró nuevo impulso.
Sin embargo, esta tendencia se manifiesta ahora bajo nuevas condiciones, desde que
ya no es el incontenible crecimiento de la población metropolitana el que la origina, puesto
que en la mayoría de las AMP latinoamericanas el crecimiento de la población
metropolitana se ha ralentizado en forma radical, debido principalmente a dos razones:
por una parte, a una fuerte disminución en las últimas décadas de las migraciones rural-
urbanas dado que la mayoría de estos países ya ha llegado a un grado de urbanización
(entre el 70% y el 90% para los más industrializados de la región) que hace que la población
rural que podría desplazarse hacia las ciudades sea significativamente menor; y, por otra
parte, a la tendencia descendente de la tasa de crecimiento de la población, que
actualmente se sitúa muy por debajo de la alcanzada en el período de mayor crecimiento
demográfico de estas AMP. Por ello, ya no cabe esperar ritmos de aumento de la
población metropolitana como los que presenciamos durante las décadas de los años 50 y
60, cuando las migraciones rural-urbanas llegaron a su máxima expresión y la tasa de
crecimiento de la población era mucho más elevada.
En estas circunstancias, la expansión periurbana, por lo general obedece menos al
aumento de la población metropolitana, que al incremento de los desplazamientos intra–
metropolitanos y al consecuente aumento del consumo de tierra per cápita15. En todo caso,
estos movimientos internos de población, según los cuales una parte considerable de los
habitantes de la ciudad desplaza su lugar de residencia hacia las áreas del borde,
contribuyen a mantener la continuidad de la dilatación metropolitana; como ya se ha
mencionado, la persistencia de este fenómeno, significa que aún con decrecimiento (o con
crecimiento muy bajo) de la población, podría continuar la expansión de la mancha
urbana, tal como Geddes16 (1997) ha mostrado para algunas ciudades norteamericanas.
Aún así, la pérdida de población de las áreas centrales no debería interpretarse como
una declinación de las grandes ciudades, sino como el producto de una recomposición
funcional y social del espacio urbano (Ascher, 1995: 19).

15Este fenómeno es análogo al comprobado en Estados Unidos, donde un estudio reciente (Kolankiewicz
y Beck, 2001) comprobó que el "sprawl" de las 100 principales áreas urbanizadas de ese país puede ser
explicado por mitades, por una parte, por el uso y consumo de tierra que conduce a un aumento del
promedio de la cantidad de tierra urbana por habitante y, por otra parte, por el aumento del número de
habitantes.
16 Geddes, al caracterizar el fenómeno de lo que denomina como la "metrópolis desbordada" (unbound
metrópolis), muestra como varias de las más grandes áreas metropolitanas norteamericanas tuvieron un
crecimiento de la superficie ocupada por la mancha urbana mucho mayor que el crecimiento de la
población respectiva y que, aún, hay casos, como el de Cleveland, donde a pesar que el crecimiento de la
población fue negativo, la mancha urbana continuó expandiéndose.

22
La pérdida de población de las áreas centrales más antiguas y consolidadas en
beneficio de las áreas del borde metropolitano es una tendencia que los datos de los dos
últimos censos de población han permitido confirmar para prácticamente todas las
AMP latinoamericanas. Esta tendencia, que se complementa con el crecimiento de un
periurbano más extenso, incluyendo el ensamblaje con o sin conurbación de numerosos
centros urbanos de la ciudad–región en expansión, se está produciendo no solamente en
las metrópolis de mayor dimensión (Sao Paulo, Ciudad de México, Buenos Aires, Rio de
Janeiro, etc.), sino también en algunas más pequeñas, como La Paz, Montevideo17,
Ciudad de Panamá y San José de Costa Rica, entre otras.
En esta dinámica, a medida que el transporte automotor –y en particular el
automóvil– acentuaron su influencia en la expansión metropolitana, en muchas de estas
aglomeraciones se comprobó un aumento de la densificación urbana en torno a las
principales vías de transporte que confluían hacia el corazón de la ciudad, consolidando
tendencias ya esbozadas en el período industrial-desarrollista. A partir del momento en
que algunos de estos ejes viales se fueron transformando en autopistas, este fenómeno ha
intensificado la formación de corredores o fajas urbanas que siguen la dirección de esas
rutas de acceso, dibujando una morfología tentacular, donde en su marcha hacia el
exterior cada tentáculo va ensamblando nuevos componentes urbanos al espacio central
de flujos.
iii) policentralización metropolitana
Una de las principales consecuencias del proceso simultáneo de expansión
territorial y dispersión productiva que ha afectado a las principales metrópolis
latinoamericanas durante las últimas décadas, ha sido el significativo aumento del
número de funciones y actividades que hasta entonces habían estado localizadas en sus
centros tradicionales que se desplazan hacia nuevos lugares del territorio metropolitano.
Este proceso, que afirma la transición desde una estructura articulada en torno a un centro
principal, hacia una organización policéntrica –que ya había comenzado a perfilarse en el
período industrial–desarrollista– redunda en una progresiva declinación del papel y de la
importancia de esos centros tradicionales, en beneficio de nuevas centralidades que
transforman radicalmente el funcionamiento de la urbe.
Esta transformación tuvo sus principales fuerzas impulsoras, por una parte, en la
afirmación y el despliegue de las empresas organizadas en red y, por otra parte, en ciertos
cambios en las preferencias locacionales de las principales actividades productivas bajo el
estímulo derivado de los nuevos sistemas y condiciones en transportes y comunicaciones.
También incidió en el fortalecimiento de esta tendencia, el ensamblaje a la dinámica
metropolitana de algunos pueblos y ciudades aledañas, que hasta entonces habían
17
En el caso de Montevideo se destaca una importante expansión, fundamentalmente de carácter
residencial, en la denominada Ciudad de la Costa, formación urbana de carácter cuasi lineal que
prolonga el área metropolitana por muchos kilómetros hacia el Este, sobre el borde costero del Rio de la
Plata (Lombardi y Bervejillo, 1999).

23
funcionado en forma independiente y que ya contaban con centros relativamente
consolidados, los que al articularse en el sistema productivo central, se constituyeron en
nuevos subcentros metropolitanos; incluso, en muchos casos, al hacerlo reforzaron sus
funciones centrales con el agregado de nuevos tipos de servicios, especialmente
comerciales.
En lo que se refiere a los efectos de la organización en red, se observa que al mismo
tiempo que estas AMP se articularon como nodos de una red global de ciudades
transfronterizas, las redes que se desplegaron internamente en sus respectivos territorios,
también lo hicieron organizándose en la forma de "hubs & networks"; de esta manera, un
número creciente de nodos de esas empresas–red se dispersó por distintos lugares de ese
territorio, buscando mejorar su accesibilidad a las diferentes partes del mercado
metropolitano. En otras palabras, el entrecruzamiento y articulación de múltiples redes,
materiales e inmateriales, favoreció la constitución de nuevos subcentros al interior de
cada AMP18. La misma conformación de cada AMP como sistema productivo central,
resulta justamente del despliegue de un número creciente de actividades organizadas en
red por un territorio metropolitano en continua expansión.
Por otra parte, la ampliación del campo de externalidad metropolitana, junto a los
avances en materia de transportes y comunicaciones, también indujeron cambios en las
preferencias locacionales de diversas actividades; para empezar, las de las sedes
corporativas y oficinas centrales de las grandes empresas, que comenzaron a desplazarse
desde los tradicionales distritos centrales de negocios hacia nuevas localizaciones
intermedias. Aún cuando en muchos casos estos desplazamientos ya se habían iniciado en
la época industrial–desarrollista, fue la creciente importancia que lograron los factores
mencionados en la época de la globalización lo que incidió en la preferencia por lugares
más alejados del centro.
Siguiendo la trayectoria de esos desplazamientos, la construcción de edificios y/o
conjuntos de edificios corporativos incidió en la transformación y verticalización de
algunas áreas intermedias y en el establecimiento de las bases de nuevas centralidades en
la respectiva estructura urbana; en algunas de estas AMP, cuando en etapas más
avanzadas las necesidades de las actividades globalizadas lo justificaron, aparecieron
grandes complejos arquitectónico–empresariales de mayor dimensión, en algunos casos
localizados en el periurbano, destinados a las funciones de comando industrial y terciario,
siguiendo modelos ya consolidados en los países desarrollados, que marcaron la
culminación de esta tendencia hacia una configuración policéntrica.
Estas nuevas centralidades suelen contar con una elevada participación del
terciario avanzado y, en particular, de los servicios a la producción, que generalmente
18
Como anota Miriam Chion para el caso de Lima, "las redes metropolitanas han sido identificadas como
uno de los elementos esenciales de la transformación de Lima Metropolitana, las cuales han contribuido a la
emergencia de múltiples centros metropolitanos especializados" (Chion, 2002).

24
tienden a localizarse en la proximidad a las sedes corporativas de las principales
empresas. Así, tanto el Centro Corporativo Santa Fe en Ciudad de México, el Centro
Berrini en Sao Paulo, Catalinas y Puerto Madero en Buenos Aires o la Ciudad Empresarial
de Santiago de Chile, cuentan con una importante presencia de funciones back–office de
servicios avanzados. En la misma dirección, los servicios personales, en general
seguidores de la localización de las familias acompañaron los desplazamientos de estas,
especialmente las de ingresos medios y altos, originando algunas iniciativas privadas de
gran dimensión e impacto –como es el caso de los "shopping–malls" y de algunas grandes
superficies comerciales– también con fuerte influencia en la policentralización
metropolitana.
A todo ello, habría que agregar que en una evolución similar a la de las grandes
ciudades norteamericanas, una creciente dispersión de distintos tipos de comercios y de
otros servicios también influyó en la configuración de una estructura urbana más
extendida y des–centrada, funcional a la creciente difusión y utilización del automóvil. En
esta situación, aun cuando algunos centros históricos de estas metrópolis todavía
conservan una elevada concentración de funciones terciarias, el paulatino fortalecimiento
de la dotación de servicios en varios centros nuevos, ha redundado en que para algunas
dimensiones de la vida cotidiana el centro tradicional haya perdido gravitación y que su
utilización sea decreciente.
Algunos ejemplos muestran la magnitud de este fenómeno, que ha adquirido su
mayor expresión en las dos grandes megalópolis de la región, Ciudad de México y Sao
Paulo. En la primera de ellas, en un proceso que ha afectado principalmente a las tres
delegaciones centrales de la ciudad (Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Cuauhtemoc) se
observa un desplazamiento inicial, todavía en el período industrial–desarrollista, desde el
centro histórico en dirección al Paseo de la Reforma y Polanco, que luego continuar hacia
el sur de la ciudad, siguiendo preferentemente la dirección de la Avenida Insurgentes,
para posteriormente dispersarse más ampliamente en torno al Periférico Sur y culminar
en la vasta operación inmobiliaria del Centro Corporativo Santa Fé y otros importantes
megaproyectos (Ramírez Kuri, 1998; Fideicomiso, 2000; Parnreiter, 2002). Por su parte, en
Sao Paulo, se destaca el sucesivo desplazamiento del área principal de negocios desde el
centro histórico, primero en el período del apogeo del modelo industrial–desarrollista
hacia la Avenida Paulista y luego, en la década de los 90, hacia el cuadrante sudoeste,
sobre la Av. Luiz Carlos Berrini y la Marginal Pinheiros, ya considerablemente más
alejado del centro histórico, configurando un complejo edilicio de enorme dimensión
(Frúgoli Jr., 2000; Iglecias, 2001).
Pero el mismo proceso, también se ha manifestado en otras AMP latinoamericanas:
en Lima, con el progresivo desplazamiento desde el centro histórico, hacia San Isidro y
Miraflores (Ludeña, 2002), más la formación del sub–centro de Gamarra, especializado en
la industria de confecciones, singular ejemplo de desarrollo de un distrito marginal bajo el
impulso de la globalización (Chion, 2001); en Santiago de Chile donde, al desplazamiento
inicial en dirección a la Comuna de Providencia, siguió una mayor dispersión hacia El
25
Golf y alrededores, para culminar con la creación de la Ciudad Empresarial en
Huechuraba, en una localización ya sin sucesión de continuidad con la mancha urbana.
Lo que ha estado ocurriendo en esta dirección en Bogotá (Cuervo, 2002), Buenos Aires
(Ciccolella, 2000), Caracas (Barrios, 2002), Montevideo, San José de Costa Rica y Ciudad
de Panamá, entre otras, corroboran la generalización de esta tendencia bajo el impulso de
la globalización.
En este contexto, a medida que se fue intensificando la terciarización de cada
economía metropolitana, fueron las actividades y los edificios del sector servicios los
que tuvieron mayor incidencia en los cambios en la estructura, funcionamiento y
fisonomía de la ciudad y, por lo tanto, en la configuración de una estructura policéntrica.
En particular, como veremos más adelante, tuvo especial impacto la irrupción de ciertos
artefactos arquitectónicos, que pueden ser observados como imágenes representativas
de las transformaciones que caracterizan a una "globalizing city". Cabe destacar, sin
embargo, que en general las intervenciones privadas de mayor impacto estructurante en
la morfología urbana y en la configuración de nuevas centralidades, se han realizado en
forma inconexa y fragmentaria, atendiendo principalmente a la rentabilidad de las
inversiones respectivas y soslayando toda consideración sobre cual podría ser la
localización más apropiada desde el punto de vista de la organización y el
funcionamiento de cada ciudad en su conjunto.

iv) urbanización de áreas intersticiales periurbanas


En la formación de los sistemas productivos centrales, se observa la aparición de un
tipo diferente de espacio, generalmente ubicado en los intersticios no construidos de los
mismos, que estrictamente no puede calificarse como urbano o rural, si es que se atienden
a las definiciones tradicionales al respecto, aún cuando en ellos se hayan impuesto los
estilos de vida urbanos. Estos nuevos espacios resultan de dos tendencias diferentes: por
una parte, de la existencia (o supervivencia) de una población que se mantiene dedicada a
labores rurales, pero en nuevas condiciones laborales y residenciales y, por otra parte, del
desplazamiento de habitantes urbanos hacia el periurbano, en busca de un hábitat
diferente, más relacionado con el paisaje natural.
En el caso de la población que se mantiene vinculada a tareas rurales, básicamente
se observa que ella ha debido hacer frente a ciertos cambios radicales con respecto a las
condiciones en que trabajaba y habitaba la población rural tradicional en el pasado: por un
lado, en su mayor parte se encuentra bajo el predominio del trabajo estacional y precario
vinculado a empresas agro–exportadoras y, por otro lado, está afectada por una creciente
urbanización, dado que en buena parte reside en pequeñas ciudades y pueblos del
periurbano metropolitano, ubicados en la proximidad de sus lugares de trabajo rural. Estos
cambios también han influido en el acelerado crecimiento de algunos centros urbanos
medianos o pequeños del entorno metropolitano, donde ha establecido su residencia
permanente esa población todavía ocupada en tareas rurales.

26
Al mismo tiempo, en los últimos años en algunas de estas ciudades, se ha
intensificado la ocupación de áreas rurales situadas en su entorno por parte de sectores de
ingresos medios y altos de la población urbana, que busca en un habitat semi–rural
condiciones de vida diferentes de las que puede encontrar en la ciudad consolidada. Esto
ha generado nuevos barrios externos, generalmente localizados en lugares privilegiados
de la periferia de cada metrópoli y originado diversas modalidades de configuraciones
peri-urbanas, que van desde los barrios cerrados amurallados y los clubes de campo, hasta
verdaderas ciudades satélites de gran dimensión (Alphaville en Sao Paulo, la "ciudad–
pueblo" de Nordelta en Buenos Aires). Este tipo de preferencia, ha dado lugar a una gran
variedad de negocios inmobiliarios que promueven la ocupación y el fraccionamiento de
grandes extensiones de tierra periurbana, que en muchos casos habían estado hasta
entonces plenamente dedicadas a tareas agrícolas.
Los amplios estudios de Caldeira (2000) para Sao Paulo y Svampa (2001) y Torres
(2001) para Buenos Aires ponen en evidencia la dimensión y el alcance de este tipo de
configuración que está teniendo una presencia ascendente en la estructura, el
funcionamiento y la imagen de las grandes ciudades latinoamericanas. Este fenómeno, que
en algunas de ellas (Bogotá y Ciudad de México, por ejemplo) ya había aparecido en una
fase anterior, ahora se ha intensificado y generalizado favorecido por la presencia del
automóvil y las NTIC y estimulado por tendencias que se han acentuado en las grandes
AMP globalizadas como, especialmente, la delincuencia, la conflictividad y violencia
urbanas, la contaminación y la congestión.
v) amplia presencia de nuevos artefactos urbanos
Las actividades que componen la nueva base económica metropolitana, en especial
las terciariarias, han impulsado la irrupción de diversos tipos de artefactos urbanos –o de
nuevas "formaciones socio–espaciales" (Marcuse y van Kempen, 2001)– que desde entonces
han comenzado a marcar el paisaje urbano como verdaderos emblemas de esta fase
modernizadora. Si bien generalmente reproducen o imitan configuraciones originadas y
difundidas en la fase fordista en los países centrales y, especialmente, en los Estados
Unidos19, su irrupción y multiplicación en versiones reconvertidas conforme a los
requerimientos de esta fase de modernización capitalista, se produjo en la mayoría de estas
AMP cuando las condiciones generadas por la globalización justificaron su presencia y
otorgaron viabilidad económica a su funcionamiento.
En su mayor parte, estos artefactos aparecieron acompañando la expansión
territorial de un sector servicios globalizados, que a medida que se fue desplegando por

19Si bien algunos de estos artefactos tuvieron su origen en el período fordista y ya habían aparecido en el
período industrial–desarrollista en algunas grandes ciudades latinoamericanas, como es el caso de Sao
Paulo (el Shopping Iguatemi fue construido en 1966) y Bogotá (el Unicenter fue inaugurado en 1974), su
implantación generalizada y su transformación cualitativa en estos países está relacionado con las
condiciones establecidas posteriormente bajo los avances de los procesos de reestructuración y
globalización.

27
diversas AMP requirió de un tipo de soporte arquitectónico que facilitase su adecuado
funcionamiento y destacase su imagen corporativa en el lugar donde necesitaba
posicionarse. De la misma forma en que las catedrales destacaban la importancia de la
Iglesia Católica en la ciudad románica y medieval, estos artefactos, pueden ser
observados como la expresión simbólica del principal protagonista de la sociedad
capitalista globalizada: las corporaciones y conglomerados multinacionales20. Como
tales, documentan el grado de avance del proceso de globalización de cada ciudad, esto
es, de su transformación en "globalizing cities" y su presencia es lo que marca un punto
de inflexión en el cambio del paisaje urbano. Entre las configuraciones que han tenido
hasta ahora mayor repercusión en la conformación de ese nuevo paisaje metropolitano,
merecen ser destacadas las siguientes como especialmente relevantes:
i) espacios comerciales diversificados y/o especializados, especialmente "shopping
malls", que son en si mismos lugares concebidos para facilitar el entrecruzamiento de
múltiples redes, principalmente comerciales y, por lo tanto, para facilitar la localización
y el funcionamiento de sus nodos. De esta manera, sus configuraciones de última
generación han debido ser adecuadas a los cambios comerciales impuestos por la
globalización, de manera de hacer posible el despliegue de un mix de productos y
servicios equivalentes al que se ofrecen en las economías centrales. Dado que muchos
de estos "malls" fueron concebidos y promovidos explícitamente para cumplir la
función de sub–centros urbanos ("town centers"), su actualización ha requerido
incorporar a sus actividades comerciales habituales, la oferta de complejos de salas
cinematográficas, centros médicos, hoteles de lujo, patios de comida, instalaciones para
eventos culturales, etc. Con estos atractivos, sus espacios públicos de propiedad
privada, organizados en función de la estratificación social más adecuada para su
promoción y éxito comercial, juegan un papel de creciente importancia en la formación
de nuevas centralidades y en la articulación de la vida urbana de sus respectivas áreas
de influencia.
Igualmente, han multiplicado su presencia otros tipos de grandes superficies
comerciales, tanto enfocadas hacia el consumo diversificado (super e hipermercados,
grandes tiendas de departamentos, etc.), como especializado (centros comerciales del
automóvil, de la computación, de materiales para el hogar y/o la construcción, patios de
comida generalmente organizados en base a cadenas globales de "fast food", etc.), que
también tienen una fuerte influencia en los cambios que afectan a la estructura urbana de
la ciudad difusa y policéntrica.
ii) edificios corporativos y complejos empresariales, concebidos conforme a las más
modernas tecnologías ("edificios inteligentes"), generalmente diseñados por arquitectos
de renombre internacional, suelen constituirse en verdaderos íconos de la nueva
modernidad. Entre los edificios de este tipo merecen mención especial los que albergan a

20La película Blade Runner de Ridley Scott ofrece una imagen particularmente elocuente (y alarmante)
sobre la proyección que podrían adquirir estos artefactos en la ciudad del futuro.

28
los World Trade Center (WTC)21 cuya aparición marca un momento crucial de la
globalización de cada ciudad y cuya ubicación por lo general ha contribuido establecer o a
fortalecer alguna nueva centralidad metropolitana. La importancia de su impacto urbano
en ciudades como Bogotá, Sao Paulo, Santiago, Ciudad de México, Montevideo, etc., es un
ejemplo claro de ello.
Más importante aún por su impacto en la morfología urbana, ha sido la aparición en
algunas de estas AMP de complejos empresariales integrados (y, eventualmente,
planificados), que siguen un modelo ya impuesto en el mundo entero –del que La Defense
en Paris o Canary Wharf en Londres pueden ser considerados como prototipos– y que se
presentan como uno de los rasgos distintivos de las "globalizing cities". Los casos ya
mencionados del Centro Berrini en Sao Paulo, del Centro Corporativo Santa Fe en Ciudad
de México, de Catalinas–Puerto Madero en Buenos Aires y de la Ciudad Empresarial en
Santiago de Chile, son apenas algunos ejemplos de este fenómeno.
iii) hoteles de lujo y gran lujo y conjuntos para la celebración de ferias internacionales,
conferencias y grandes eventos, en cuya multiplicación la intensificación de la inserción
externa ha tenido una influencia decisiva y cuya presencia constituye uno de los
requisitos imprescindibles para posicionar a cada AMP en esa competencia interurbana
en la que la gran mayoría se encuentra embarcada.
iv) nuevas configuraciones para el esparcimiento, que corresponden a modalidades
asociadas a productos vinculados a las nuevas tecnologías, especialmente en el campo de
la electrónica. Es el caso de los complejos integrados de salas cinematográficas
(multiplex), expresión de novedosas formas comerciales asociadas al espectáculo
cinematográfico. A ello habría que agregar los nuevos tipos de salas de metrinas de juegos
electrónicos y la aparición de los parques temáticos para el esparcimiento, en cuya
concepción los complejos tipo disneylandia han sido pioneros.
No obstante la relativamente tardía irrupción de intervenciones urbanas de esta
naturaleza en muchas de estas metrópolis, ellas se situaron como la principal expresión
simbólica de esta nueva fase de modernización capitalista globalizada, con un poderoso
impacto en el funcionamiento y en la organización de la vida cotidiana de la ciudad
emergente; al mismo tiempo, también contribuyeron a destacar partes de la metrópoli, a
generar y/o reforzar su estructura policéntrica y a revalorar su imagen metropolitana
vis-à-vis otras metrópolis, jugando un papel relevante en su marketing en la
desenfrenada competencia interurbana. Por otra parte, debe tenerse en cuenta, como un
aspecto de la mayor importancia, que la construcción y posterior funcionamiento de
estas actividades y artefactos constituyen en si mismo una actividad económica de

21La World Trade Center Association (WTCA) fue establecida 1970 y está actualmente representada en
alrededor de 100 países. Se considera como una institución líder en la creación de servicios innovativos
para negocios internacionales y uno de sus objetivos básicos es impulsar una creciente participación en el
comercio mundial entre naciones en industrialización. Su propagación por diferentes países se ha
intensificado bajo los avances de la globalización. (www.worldtradecenter.org).

29
considerable impacto en la recuperación y retroalimentación del dinamismo y
crecimiento metropolitano.
D. CONCLUSIONES
Teniendo en cuenta este conjunto de transformaciones ¿cómo podríamos
caracterizar a la metrópoli emergente latinoamericana? Desde una perspectiva general,
aparece como el producto de la consolidación de una dinámica reticulada, que le impone
un nuevo papel en una red mundial de ciudades en competencia y establece las bases
para la recuperación de su crecimiento económico y para la persistencia de su
expansión territorial. De esa dinámica, emerge una aglomeración que sin haber perdido
totalmente sus raíces ni su identidad específica, resulta invadida por un conjunto de
tendencias, artefactos, monumentos, símbolos, etc. que pueden considerarse como
congénitos a esta nueva fase de desarrollo y modernización capitalista, que redundan
en profundos cambios que afectan tanto a su funcionamiento y organización, como a su
apariencia e imagen.
Sujeta a esos cambios, la ciudad de la globalización es, ante todo, una ciudad
polarizada y segregada. Y esto por cuanto la reestructuración y flexibilización de sus
mercados de trabajo no ha sido capaz de atenuar las desigualdades sociales heredadas
del período anterior y, en muchos casos, parece estarlas incrementando. Así, en el
escenario urbano emergente persiste –y, en la mayor parte de los casos se acentúa– una
polarización social asociada de la existencia de amplios sectores que no logran
insertarse en unos mercados de trabajo estructurados en función de la competitividad,
junto a otros grupos para los que la acumulación de riqueza parece no encontrar límites;
de esta manera, se imponen nuevas modalidades de segregación y exclusión socio-
territorial, donde tiende a agudizarse en forma imprevisible la conflictividad social.
Pero, además, la ciudad de la globalización, que es la del automóvil y de las NTIC,
ocupa un territorio que continúa dilatándose de manera dispersa y discontinua,
desbordando y desdibujando los límites y la morfología pre-existentes, conduciendo a la
conformación de una estructura policéntrica de fronteras móviles. En ese incontrolable
proceso expansivo, incorpora a su funcionamiento cotidiano a un número creciente de
centros urbanos aledaños y, al mismo tiempo, ocupa de manera parcial e incompleta las
áreas adyacentes o intersticiales, donde aparece una mezcla híbrida de lo urbano y lo
rural. En esta aglomeración, sin duda mucho más imprecisa, más extendida y más difícil
de delimitar y de controlar, ya no es tan claro lo que es urbano y lo que no lo es, aún
cuando se imponen por doquier los modos de vida urbanos.
Hace más de 30 años, cuando la ciudad industrial llegaba a su apogeo, Lefebvre
observaba que mientras que la industrialización y/o la urbanización seguía su evolución,
"la gran ciudad ha estallado, provocando una serie de protuberancias ambiguas, tales
como: conjuntos residenciales, complejos industriales, ciudades satélites, apenas
diferentes de las zonas urbanizadas. La ciudad pequeña y mediana se transforma en
dependencia, en una semicolonia de la metrópoli"(Lefebvre, 1972: 10). Hoy día bajo el

30
impacto de la globalización se perfila una "ciudad sin centro o […] una región urbana
organizada alrededor de los fragmentos desparramados de la explosión del centro"
(Dematteis y Governa, 2001: 29).
En definitiva, se podría afirmar como conclusión que lo que se está materializando
es un tipo de configuración urbana que corresponde a la culminación de una lógica
estrictamente capitalista de producción y reproducción urbana, en la que la maximización
de la plusvalía urbana se ha ido afirmando de período en período como criterio
urbanístico medular. En esas circunstancias, la ciudad de la globalización tiene que ser
descifrada como el producto que corresponde a esta específica fase de modernización
capitalista donde, en una evolución signada por continuidad y cambio, lo nuevo de este
período está buscando ensamblarse conflictiva y contradictoriamente en la construcción
histórica que había modulado y modula la identidad de cada una de estas metrópolis.
Santiago de Chile, julio-octubre 2002

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